Montero Cartelle, Emilio: La importancia del siglo XV en la evolución sintáctica del español: las...

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LA IMPORTANCIA DEL SIGLO XV EN LA EVOLUCIÓN SINTÁCTICA DEL ESPAÑOL: LAS ESTRUCTURAS CONDICIONALES EMILIO MONTERO CARTELLE Universidad de Santiago de Compostela 0. INTRODUCCIÓN. Este Congreso, que hoy se clausura, es sin duda la manifestación más evidente de la profunda transformación que está experimentando la lingüística, en general, y la histórica, en particular. Estamos ante un momento que guarda ciertas similitudes con aquel en el que la formula- ción de las dicotomías saussurenas “lengua/habla”, “sincronía/diacronía” caracterizó la lengua como sistemática y funcional e impuso una lingüística estrictamente inmanente. El objeto de estudio se ha desplazado al habla, con todo lo que implica de cambio de perspectiva, fundamentalmente, la superación del marco de estudio tradicional (la frase y la oración en sintaxis) y una especial atención al uso de las propias estructuras lingüís- ticas. La archiconocida máxima de Givón (1971: 413) “la sintaxis de ayer es la morfología de hoy” resume perfectamente la nueva orientación. Nos habla de un continuo proceso en el que las estrategias discursivas son las que determinan al final los cambios en el sistema, imponiendo así una estrecha interdependencia entre langue y parole 1 . En la vertiente metodológica también asistimos a cambios cuanti- tativa y cualitativamente muy importantes. El nuevo objeto de estudio ha propiciado, casi diría impuesto, nuevas formas de aproximación: la Sociolingüística, la Pragmática, la Lingüística cognitiva, la Teoría de la argumentación, la Lingüística del texto, el Análisis del Discurso, la Teoría de la gramaticalización, entre otras. Hasta aquí el camino recorrido en uno y otro de esos dos grandes momentos de inflexión de la lingüística presentan ciertas similitudes. Hay, sin embargo, un aspecto en el que las diferencias se hacen irreconcilia- bles. La contrapartida de aquella primera reacción contra la lingüística Actas VI Congreso Internacional de historia de la lengua española (Madrid, 29/9/03 - 4/10/03). 1 Ya en 1958 Coseriu hizo una propuesta similar al presentar la lengua como energeia, es decir, como algo dinámico que no está hecha de una vez por todas, sino que se hace continuamente.

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LA IMPORTANCIA DEL SIGLO XV EN LA EVOLUCIÓN SINTÁCTICA DEL ESPAÑOL:

LAS ESTRUCTURAS CONDICIONALESEMILIO MONTERO CARTELLE

Universidad de Santiago de Compostela

0. INTRODUCCIÓN.

Este Congreso, que hoy se clausura, es sin duda la manifestación más evidente de la profunda transformación que está experimentando la lingüística, en general, y la histórica, en particular. Estamos ante un momento que guarda ciertas similitudes con aquel en el que la formula-ción de las dicotomías saussurenas “lengua/habla”, “sincronía/diacronía” caracterizó la lengua como sistemática y funcional e impuso una lingüística estrictamente inmanente. El objeto de estudio se ha desplazado al habla, con todo lo que implica de cambio de perspectiva, fundamentalmente, la superación del marco de estudio tradicional (la frase y la oración en sintaxis) y una especial atención al uso de las propias estructuras lingüís-ticas. La archiconocida máxima de Givón (1971: 413) “la sintaxis de ayer es la morfología de hoy” resume perfectamente la nueva orientación. Nos habla de un continuo proceso en el que las estrategias discursivas son las que determinan al final los cambios en el sistema, imponiendo así una estrecha interdependencia entre langue y parole 1.

En la vertiente metodológica también asistimos a cambios cuanti-tativa y cualitativamente muy importantes. El nuevo objeto de estudio ha propiciado, casi diría impuesto, nuevas formas de aproximación: la Sociolingüística, la Pragmática, la Lingüística cognitiva, la Teoría de la argumentación, la Lingüística del texto, el Análisis del Discurso, la Teoría de la gramaticalización, entre otras.

Hasta aquí el camino recorrido en uno y otro de esos dos grandes momentos de inflexión de la lingüística presentan ciertas similitudes. Hay, sin embargo, un aspecto en el que las diferencias se hacen irreconcilia-bles. La contrapartida de aquella primera reacción contra la lingüística

Actas VI Congreso Internacional de historia de la lengua española (Madrid, 29/9/03 - 4/10/03).

1 Ya en 1958 Coseriu hizo una propuesta similar al presentar la lengua como energeia, es decir, como algo dinámico que no está hecha de una vez por todas, sino que se hace continuamente.

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de la época que, en palabras de Hjelmslev (1943: 91), “había descuidado su verdadero y único objeto de estudio”, fue el práctico abandono de los estudios históricos. En éste, por el contrario, el resurgir del interés por la lingüística histórica es casi una consecuencia natural de, resumiendo a Jacob y Kabatek (2001), la facilidad para analizar masas de datos que ofrece la lingüística computacional, la superación del tradicional abismo entre la filología, disciplina que investiga los textos, y la lingüística, cien-cia de las lenguas, y la necesidad desde las nuevas corrientes lingüísticas de contemplar la perspectiva históricas de las lenguas para confirmar sus respectivas hipótesis sobre los principios que rigen la comunicación lingüística.

El único riesgo en este sentido que percibo no procede de fuera de la lingüística histórica, sino de dentro. A diferencia de aquel primer momento, en el que la diacronía tardó en reaccionar y asimilar los nue-vos postulados metodológicos por razones que todos conocemos2. Ahora, por el contrario, todo es más natural. La descripción de la interacción entre las estructuras lingüísticas y su entorno pragmático ha mostrado, también en la perspectiva histórica, una fertilidad tal que “todos” sentimos la necesidad de adoptar las nuevas teorías, de adherirnos a los nuevos campos de estudios, de trabajar, en palabras de un amigo, sobre conec-tores o sobre la oralidad para no perder el carro de la modernidad. Los cambios de perspectiva de análisis y de objetivos son siempre enrique-cedores, aunque lo serían mucho más si los grandes temas de nuestra área de conocimiento tuviesen ya un nivel de desarrollo que permitiese concentrar atenciones y esfuerzos fuera de ellos. Realmente en todos los niveles de estudio de la gramática histórica española hay todavía grandes lagunas que parecen haberse olvidado o relegado a un segundo plano en una manifestación clara del peligro, que llamo del “converso”, por lo que tiene de adscripción incondicional a lo novedoso y de abandono de lo que ya se considera “tradicional”, sea por su temática o por sus métodos de análisis.

Yo hablaré del siglo XV, pero no en abstracto, ni siquiera intenta-ré acceder a sus construcciones sintácticas más prototípicas. Ya lo han hecho otros autores. Tomaré como referencia una estructura sintáctica que conozco bien, las condicionales, porque lo que me interesa del s. XV, lo que siempre me ha llamado la atención, es su capacidad de asu-mir lo medieval y anunciar lo que conducirá al español actual. Lo haré desde tres perspectivas, funcional, discursiva y pragmática, en un claro deseo de insistir en que las tres siguen siendo necesarias, además de complementarias.

2 Los hechos sincrónicos se consideraron hechos de sistema, los diacrónicos, por el con-trario, se percibieron como espontáneos, fortuitos, no intencionales y, en consecuencia, sin relación directa con aquél.

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1. CONDICIONALES.

En esta primera aproximación, me centraré en la forma de expresión de las condicionales potenciales e irreales. Dejo al margen las reales, que retomaré, sin embargo, en el momento que cambie de nivel de análisis y presente sus valores discursivos y pragmáticos. Mi planteamiento expo-sitivo responde a un parámetro bastante sencillo. Parto inicialmente del conjunto de esquemas utilizados en el siglo XV para cada tipo, y, desde esa referencia, reflexiono y diseño respuestas, líneas generales explicati-vas del por qué de esas y no otras formas de expresión en ese momento histórico.

1.1. Análisis inmanente.

1.1.1. Potenciales:

Nada parece haber cambiado en el s. XV en relación con las formas de expresión de este tipo de condicionales en etapas precedentes de la lengua española. La orientación temporal respecto al “ahora” de la enun-ciación, impone en el condicionante o bien el predominio del futuro de subjuntivo (tuvieres) o bien el del imperfecto de subjuntivo (tuvieses), según se denote “simultaneidad / posterioridad” a aquél o a una refe-rencia anterior al origen. Este cambio del discurso directo al referido repercute en el condicionado, que, en razón de los mismos parámetros temporales, presenta signos verbales directamente orientados al momento del habla, fundamentalmente das y darás, o a una referencia anterior, darías, casi en exclusividad. La conjunción de la prótasis y de la apódosis configura lo que se conoce como esquemas canónicos: si tuvieres das / darás, para las potenciales de simultaneidad / posterioridad al origen, y si tuvieses darías, para las correspondientes a una referencia anterior al origen. Los cuadros3 1 y 2 recogen toda la información relativa a estos dos tipos de condicionales.

3 En el cuadro n.º 1 prescindo de esquemas híbridos para que no supere los límites de la página.

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Cuadro 1. Distribución por esquemas de las potenciales de simultaneidad al origen registradas en el siglo XV.

Gatos Doze Rasis Corbacho Siervo Gener Jardín Varón Cárcel Celestina TOTAL

SI TUVIERESdas 1 1 5 41 1 1 2 0 5 3 60

dabas 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1

darás 6 4 8 17 0 2 1 0 6 13 57

diste 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1

darías 0 0 0 1 0 0 0 1 0 0 2

da 5 1 0 27 1 0 1 0 5 10 50

des 0 0 1 12 0 0 0 0 5 5 23

dieses 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1

dieres 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1

dar 0 0 0 2 0 0 0 1 1 1 5

TOTAL 12 7 14 102 2 3 4 2 23 32 201

SI TUVIESES das 0 0 0 4 0 0 1 0 2 1 8

dabas 1 0 2 1 0 0 0 4 1 0 9

darás 1 0 1 1 0 0 0 0 0 0 3

diste 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1

darías 5 0 8 14 0 2 4 3 14 10 60

da 1 0 1 2 0 0 0 0 0 1 5

dieses 0 0 0 3 0 0 0 0 1 1 5

habrías dado 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1

dar 0 0 0 0 0 0 2 0 1 0 3

TOTAL 8 0 12 25 0 2 7 7 21 13 95

SI TUVIERAS

darás 1 0 0 0 0 1 0 0 0 0 2

dieras 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1

des 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1

da 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1

TOTAL 2 0 0 1 0 1 0 0 1 0 5

SI TENGAS das 0 0 0 2 0 0 0 0 0 0 2

das 0 0 0 0 1 0 0 0 0 2 3

des 0 0 0 3 0 0 0 0 0 0 3

O 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1

SI TENDRÁSdarás 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 1

da 0 1 0 0 1 0 0 0 0 0 1

dar 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1

TOTAL 22 8 26 134 4 6 12 9 45 48 314

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Cuadro 2. Distribución por esquemas de las potenciales de simultaneidad a una referencia anterior al origen registradas en el siglo XV.

Gatos Doze Rasis Corbacho Siervo Gener Jardín Varón Cárcel Celestina TOTAL

SI TUVIERESdarías 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1

dieses 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1

TOTAL 2 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2

SI TUVIESES

dabas 0 0 0 0 0 1 0 0 1 0 2

darías 0 2 4 0 0 1 0 0 2 1 10

dieses 1 0 1 0 0 0 0 0 1 2 5

O 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1

TOTAL 1 3 5 0 0 2 0 0 4 3 18

Si O darías 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1

TOTAL 3 3 6 0 0 2 0 0 4 3 21

Este principio de correlación temporal4 entre las cláusulas constitu-yentes de una oración condicional explica, además, la riqueza de for-mas que se documenta en el condicionado, donde da, des y dar alternan con das / darás en razón de presentar la misma orientación temporal, mientras dabas lo hace con darías. La variación modal, que se percibe en alguna de las posibilidades reseñadas, deja entrever que en su elección intervienen más factores que los estrictamente temporales. El presente subjuntivo des completa el paradigma del imperativo, con sólo formas de segunda persona, o surge como consecuencia de factores sintácticos, que imponen la selección de dicho modo en el condicionado. Representa, pues, una alternativa sintácticamente condicionada a das e incluso a darás. Nuevamente la rección, pero en este caso combinada con la transfor-mación de tiempos que en la correlación temporal impone el discurso referido, explica la mayoría de las ocurrencias de dieses en la apódosis de las potenciales, bien como la forma de subjuntivo correspondiente al indicativo dabas e incluso a darías, bien como sustituto del imperativo5 o del presente de subjuntivo en un marco que suponga la integración en una cláusula superior cuyo predicado exprese anterioridad al origen [Ejemplo1)]. Esta condición no siempre se cumple, pudiéndose en tales casos recurrir al latinismo, a la presión del contexto o a la “uniformidad rítmica” de que hablaba García de Diego (1952).

4 Utilizo “correlación temporal” en el sentido amplio de “cronología relativa” entre los estados de cosas expresados en una y otra cláusula.

5 Cfr. Rojo-Montero para todo lo relativo a ejemplos medievales, así como para sus corres-pondientes explicaciones (1983: § 3.1.1., 3.1.2. y 4.2.). El uso del subjuntivo en lugar incluso de la segunda persona del imperativo lo analiza Risselada (1993: 139), para quien aparece preferentemente en prohibiciones, es decir, con negación, o en respuesta o en contextos en que su aparición en el discurso depende en cierto modo de otra oración. Menéndez Pidal (1964, I: 346): “El imperfecto de subj. se usa también alguna vez como imperativo, para dar al mandato un tono de ruego cortés”.

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1) Me dice que, si hace buen tiempo, quiere ir a la playa.Me dijo que, si hacía buen tiempo, quería ir la playa.No creo que, si hace mal tiempo, quiera ir a la playa.No creí que, si hiciese mal tiempo, quisiese ir a la playa.Me dice: Si hace buen tiempo, vete a la playa.Me dice que, si hace buen tiempo, vaya a la playa.Me dijo: Si hace buen tiempo, vete a la playa.Me dijo que, si hiciese buen tiempo, fuese a la playa.

Un análisis un poco más detallado de los datos permite, sin embargo, obtener resultados que, sin suponer una gran novedad con respecto a épocas anterio-res, sí implican ciertos cambios cualitativos, que paso a reseñar. Los índices de frecuencia de si tuvieres y de si tuvieses se acercan hasta extremos inusuales en etapas precedentes. Nunca antes el segundo había alcanzado el 25% de las ocurrencias y ahora lo supera, situándose en el 32,4%6. Este dato adquiere una especial relevancia si se tiene presente que, en los tres últimos cuartos del siglo XIV 7, tuvieres se había recuperado en el condicionante, dando paso a una fase de regularización, que si, por entonces, desconocíamos su duración ahora puedo demostrar que no iba a superar el corte cronológico del siglo XV.

La aproximación entre ambas formas tiene, por otro lado, repercusiones evidentes en los significantes verbales del condicionado, que, en principio, tienden a respetar la cronología relativa en relación con la orientación tem-poral del condicionante. Nunca faltaron, sin embargo, testimonios de aleja-miento de esta “norma”, que afectaron fundamentalmente a si tuvieses, dada su tendencia a ocupar un terreno distinto del que le correspondía inicialmente. Adquieren así sentido algunos de los esquemas reseñados en el cuadro n.o

1, en concreto si tuvieres darías y si tuvieses das y darás. Este hecho, junto con la posibilidad de intercambiar si tuvieres y si tuvieses, de figurar coordinados e incluso de alternar, constituyen serios indicios del principio del fin del pri-mero. Con independencia de lo que ocurrió en otras estructuras sintácticas, su propuesta de sustitución en las condicionales por el presente de indicativo debe contemplar la posibilidad de que cantases/-ras acogiera parte de sus usos y valores 8. Su desplazamiento de las condicionales no fue tan lineal como

6 Porcentaje hallado sobre el total de ocurrencias de si tuvieres y si tuvieses, prescindiendo de otras formas documentadas en el condicionante. Si al total se añaden éstas, la frecuencia disminuye: 59,6% para si tuvieres y 28,5% para si tuvieses.

7 Los datos proceden de Rojo-Montero (1983: § 4.1.), a quienes remito para cuestiones de detalle.

8 Una exposición muy bien fundada y perfectamente razonada sobre las dos vías de salida para el futuro de subjuntivo es la desarrollada por Camús Bergareche (1990). El tema subyace a la polémica que sobre este aspecto mantuvieron Veiga (1993) y Cano (1993). Cfr. también Eberenz (1990) y López Rivera (1994), quienes superan el marco de las condicionales, ana-lizando su presencia y las formas de sustitución en otras estructuras sintáctica. Por mi parte, en 1993, contemplé las posibilidades de si tengo como alternativa a si tuvieres, al tiempo que analizaba la “distribución complementaria” entre cante y cantare, que diseña la preferencia de las concesivas por el primero y de las condicionales por el segundo.

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pretenden ni los que se inclinan por si tienes 9, ni los que defienden, por el contrario, que correspondió a si tuvieses/-ras 10.

La presencia, por otra parte, de tuvieras en el condicionante no puede calificarse en sentido estricto de “novedad”. Ya aparecía en textos del s. XIII 11, aunque de forma muy esporádica. Sigue con una incidencia baja, incluso muy baja, que, sin embargo, se ve contrarrestada porque a ella se recurre en cinco de los diez textos que he tomado como referencia. Este hecho le confiere cierta entidad en el contexto de las condicionales, donde, con toda seguridad, inició su proceso de “subjuntivización” y la migración temporal que lo acompañó.

Ambos hechos están presentes en nuestro corpus, al igual que tam-bién lo está que, como co-pretérito, adquiriese la capacidad de tuvieses de equipararse a tuvieres y de alternar con él como significante de las potenciales, cerrando así un ciclo que, por lo menos, tardará todavía dos siglos en completarse. Lo hizo en el s. XVII, aunque su evolución no se detuviese por aquel entonces. Hubo una “resurrección”, en pala-bras de Veiga (1996: 84)12, que data de la primera mitad del siglo XIX como producto de una moda arcaizante. Cano prefiere catalogarla de “pervivencia culta” (1988: 262); mientras Girón Alconchel presenta esta recuperación de los valores indicativos de cantara como un proceso de regramaticalización estrechamente relacionado con tradiciones discursivas como la jurisdicción y el periodismo. Demuestra que ese “rescate” en los siglos XIX y XX fue posible dada su pervivencia en textos de los siglos XVII y XVIII, aunque fuese escasa (2000: 315). La restitución al modo etimológico de cantara supuso el desplazamiento infundado de las formas subjuntivas en –SE al indicativo13.

Desde la perspectiva de sistema verbal y de su organización, la forma más apta para asumir los valores y funciones de tuvieres era tengas. Recubría, como ella, la misma sustancia del contenido temporal, ‘simul-taneidad / posterioridad al origen’, y estaba adscrita a la misma serie modal. Era, pues, la solución natural al declive de tuvieres y así se mani-fiesta e interpreta en estructuras sintácticas diferentes a las condicionales como las temporales, modales y relativas14. No transitaron ese camino las

9 Bello (1847), Wright (1931), Keniston (1937), Mendeloff (1960) y Veiga (1989), entre otros. Nowikow (1993) ofrece un buen estado de la cuestión..10 Lapesa (2000), Alarcos Llorach (1949), Gili Gaya (1975) y Rojo y Montero (1983), entre otros.

11 Cfr. Rojo-Montero (1983) y Veiga (1996), para quien los testimonios de entonces no pueden interpretarse como manifestaciones de su uso como subjuntivo. Los entiende como un cambio de norma, no de sistema, oponiéndose así a las conclusiones de Luquet (1988). Cfr. pág. 61 y, sobre todo, la nota 99.

12 Cfr. también Rojo-Veiga (1999).13 Veiga se ocupó de este proceso en varias ocasiones. Cfr. una síntesis de sus conclusiones

en 1996: 63-65.14 Para la vigencia de esta forma verbal en cada una de ellas y las posibles alternativas,

cfr., sobre todo, Eberenz (1990), Camus Bergareche (1990) y López Rivera (1994). No figu-

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condicionales por una razón fundamental: las limitaciones modo-tempo-rales que impone la conjunción SI a las formas verbales con las que se combina15. Aún así, el presente de subjuntivo no fue ajeno a la prótasis condicional, donde en un período de tiempo tan amplio como el que va desde el Poema de Mio Cid hasta 1400 sólo siete son sus ocurrencias. La mitad de ellas se dan, además, en contextos muy marcados: coordinado a otro condicionante con si tuvieres16, como si de precisar su contenido se tratase o de alcanzar una variante estilística.

En el s. XV, sin embargo, reaparece en nueve ocasiones (seis en Corbacho, una en Siervo libre de amor y dos en La Celestina ). Pons Rodríguez (2003) documenta cinco ejemplos más en Virtuosas e claras mugeres de Álvaro de Luna, lo que confiere ya cierta entidad a su presencia en este momento de la historia de la lengua, máxime si, como deduzco de los datos de Nowikow (1993), no vuelve a reaparecer ni el s. XVI, ni en la primera mitad del XVII. Ofrece como explicación la posibilidad de que haya estímulos en el contexto que favorezcan y justifiquen su presencia. El cruce entre condicionales y concesivas es uno de ellos, cuya validez, sin embargo, está limitada a ejemplos muy puntuales, casi nunca exentos, además, de alternativas interpretativas. Así ocurre con el siguiente de La Celestina [Ejemplo 2)], en el que tal vez se esté evitando la sucesión de ambas formas. Otra posible justificación a la alternancia tuvieres / tengas la encuentra en el uso tras SI de marcas de modalidad dubitativa, tipo por auentura, cuya presencia documenta ya en uno de los primeros testimonios de tengas en el condicionante, el correspondiente al Fuero de Teruel (Marcos Marín 1979: 194). Esta opción no resulta, sin embargo, fácil de sostener si en el mismo contexto tengas no sólo alterna con tuvieres [Ejemplo 3)], al que parece estar sustituyendo, sino que hace lo propio con otras formas verbales del subjuntivo [Ejemplo 4)] y, en último término, con cualquier otra, incluidas las de indicativo [Ejemplo 5)].

2) “Nunca yo la reze, y si la rezare no sea oýda, si otra cosa de mi se saque, aunque mill tormentos me diesen.” (Celestina, 91: 10-11).

3) “E si por aventura en esta relaçión fueren enbueltos algunos fechos pocos e brevemente contados que en este tienpo en Castilla acaeçieron, será de nesçesidad e porque la materia ansi lo requirió.” (Generaciones, 4: 9-12).

ran las concesivas en esa relación dado que el escaso número de apariciones del futuro del subjuntivo requiere explicaciones ad hoc para este tipo de construcciones. Cfr. Montero Cartelle (1993). Ello no es óbice, sin embargo, para que el presente de subjuntivo fuese también el sustituto natural de futuro del mismo modo en ese contexto.

15 “Hemos visto que después del condicional SI no pueden usarse en presente o futuro, ante-presente o ante-futuro, las formas del subjuntivo común” Bello (1847, § 663). Veiga ana-liza con detalles todo los aspectos relativos a la neutralización modal indicativo / subjuntivo, a quien remito para todas estas cuestiones (1991).

16 Ese es el contexto en el Poema de Mio Cid (vv. 1270-71 y 1529-30) y en el Libro de Apolonio (448c-d). Datos procedentes de Rojo-Montero (1983). Cfr. también Lapesa (2000: 847).

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4) “E si por aventura su vezina tan fermosa fuese que desalabar su fermosura non puede, [....], en aquel punto comiença a menear el cuello, faziendo mill desgayres con los ojos e la boca, diziendo asý:” (Corbacho, 139: 12-16).

5) “Si por ventura, siendo yo tan desdichado, pierde por mi intercesión lo quél merece por fe, suplícote recibas una carta suya,” (Cárcel, 102: 13-15).

Por encima de cualquier explicación particular, hay un cambio cultural en el siglo XV que por sí sólo ofrece pautas para entender que el esque-ma canónico latino para las potenciales (SI HABEAM DEM) sea utilizado con más asiduidad que en épocas pasadas. En apoyo de esta interpreta-ción como latinismo puedo aducir que seis de los nueve ejemplos los he documentado en el discurso narrativos y argumentativo (pasajes de recapitulación) del Corbacho, en los que Martínez de Toledo se aleja más de la oralidad y deja traslucir su formación clásica. El propio editor de la obra, González Muela, reconoce que “el arcipreste una veces es muy alto, parece que está pensando en latín, o traduciendo del latín, como sucede en muchos principios de capítulo” (1970: 19). No resulta, pues, extraño que cuatro de los seis ejemplos de si tengas correspondan a los inicios de los capítulos primero, quinto y undécimo de la segunda parte.

La opción de una herencia latina surge también en los esquemas con tendrás en el condicionante. Lapesa, tras percibir que tiene cierta incidencia en los siglos XII-XIII, experimenta una recesión en el XIV y apunta de nuevo, aunque tímidamente, en el XVI, vio preciso reconocer que “los romances hablados de Aragón, Navarra y Castilla no eliminaron desde el principio la primera opción, el uso del futuro de indicativo en la expresión de la temporalidad prospectiva subordinada y de la contin-gencia” (1985: 688). Ello no impide ni que sea una solución propia del oriente peninsular17 y de otras lenguas romances extra-peninsulares, el francés y el italiano, ni que haya que desechar esa procedencia cuando se dan las condiciones propicias para ello. De hecho, un rápido recorrido por los textos medievales induce a hablar de italianismo en autores que vivieron, escribieron o se formaron en Italia (Juan de Valdés18, Francisco Delicado, Juan del Encina y Torres Naharro), de orientalismo o, más concretamente, de aragonesismos o catalanismo para los testimonios más antiguos que, como el propio Lapesa demostró (1985: 689)19, proceden de comarcar colindantes con aquéllas (Poema del Cid, Razón de Amor)

17 Ese es precisamente el origen que propone Ridruejo para los ejemplos de Los doze trabajos de Hércules (1984).

18 “En Juan de Valdés es tan constante este uso que hemos de suponer influencia italiana que convierte en normal lo que sólo ocasionalmente se daba en castellano; comp. it. “se non avró, no daró” (Lapesa 1940, pág. 45, n. 75). Cfr. también la misma idea en Lope Blanch (1969, pág. 27, n. 47) y en Morreale (1980, 92).

19 Corrobora así la idea, expuesta en su día por el propio Menéndez Pidal, de que “su uso es sobre todo característico en los textos navarro-aragoneses” (1964. I: § 155.1).

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o de manuscritos impregnados de sus rasgos (Libro de Apolonio, Santa María Egipcíaca y Libro de Alexandre en su manuscrito P), cuando no de catalanes o gascones (Fazienda de Ultramar). Las dos opciones, latinismo o influencia de lenguas de cultura, se corresponden perfectamente con el clima cultural en el s. XV.

1.1.2. Irreales:

He reunido más de treinta esquemas diferentes como forma de expre-sión de las condicionales irreales a lo largo del s. XV. Tanta diversidad debe interpretarse en razón de tres parámetros diferentes. El primero acoge la ineludible necesidad de establecer en el interior de este tipo de condicionales las pertinentes distinciones entre las irreales de simul-taneidad y de anterioridad al origen. El segundo hace referencia a la propia evolución del sistema verbal, lejos todavía de la estabilidad que lo caracteriza en el español actual, del que las condicionales fueron un testigo fiel de todos sus avances y retrocesos. La tercera incide en las propias características de la época de estudios.

Una simple distinción temporal es suficiente para percibir que la len-gua en su etapa medieval ha seguido un trayectoria en la que, por encima de cualquier otra consideración, buscó siempre significantes específicos para la expresión de las irreales de simultaneidad y de anterioridad al ori-gen. En sus primeras etapas, un mismo esquema se utilizaba para ambas, si tuvieses darías. El principio del fin de ese proceso tuvo lugar inmediatamen-te después del castellano alfonsí (1284-1325) y se consolidó coincidiendo con la figura de D. Juan Manuel (1326-1350). En ese momento culmina la larga trayectoria que hizo de si tuvieras dieras el esquema canónico de las irreales de anterioridad y, como no podía ser de otra forma, de si tuvieses darías el correspondiente a las de simultaneidad.

Las restantes y muy numerosas alternativas adquieren su explicación en el propio sistema verbal. En el condicionante de las de simultaneidad alter-nan tuvieses y tuvieras en una clara referencia y confirmación del proceso reseñado en las potenciales: la migración de tuvieras al subjuntivo, primero como ante-pretérito, tal como le correspondía por su origen, y, después, como co-pretérito. No hay más alternativas en el condicionante.

En el condicionado, por el contrario, la situación fue un poco más compleja, como refleja el cuadro n.º 3. Darías alternó con dabas desde los inicios del idioma, en primer lugar porque ya en latín tenía esa capacidad y, en segundo lugar, porque la sustitución de su vector de anterioridad por uno de simultaneidad le confiere el valor añadido ‘irrealidad’, al tiempo que pasa a expresar simultaneidad20. Dieras no es subjuntivo en este contexto, sino indicativo, como todas las formas del condicionado, salvo

20 Cfr. Montolío (1999: § 57.2.3.2.) para la extensión de este esquema en registros colo-quiales.

10 LA IMPORTANCIA DEL SIGLO XV EN LA EVOLUCIÓN SINTÁCTICA DEL ESPAÑOL EMILIO MONTERO CARTELLE 11

los casos de rección. Evidentemente cantara es una forma de “pasado” cuyo acceso a valores temporales de no anterioridad se vio propiciada por la presencia en subjuntivo de una única forma para la expresión de la irrealidad, imposibilitando toda distinción entre la anterioridad primaria y la no primaria21. La presencia de dieses en el mismo miembro recibe las mismas explicaciones que en las potenciales: rección (Celestina, 70: 11-12), imperativo atenuado o de cortesía (Celestina, 91-92: 32-01). Las restantes combinaciones remiten a esquemas híbridos en el sentido de que el condicionante es irreal, mientras que el condicionado es real y recurre al presente y al futuro de indicativo.

Cuadro 3. Distribución por esquemas de la irreales de simultaneidad al origen registradas en el siglo XV

Gatos Doze Rasis Corbacho Siervo Gener Jardín Varón Cárcel Celestina TOTAL

SI TUVIESES das 0 0 1 1 0 0 0 0 0 0 2

dabas 0 0 0 2 0 0 0 0 1 0 3

darás 1 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1

darías 9 1 1 29 0 0 4 1 10 24 79

dieses 0 0 0 1 0 0 0 0 0 2 3

dieras 0 0 1 0 0 1 3 1 2 1 9

o 2 0 0 2 0 0 0 0 0 0 4

TOTAL 12 1 3 35 0 1 7 2 13 27 101SI TUVIERAS das 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1

da 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1

darías 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1

dieras 0 0 0 1 0 0 0 0 4 3 8

TOTAL 0 0 0 3 0 0 0 0 4 4 11

SI TIENES dieras 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1

SI TUVISTE darías 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1SI O darías 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1

dieras 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 1

TOTAL 12 1 3 41 0 1 7 2 17 32 116

En el condicionante de las irreales de anterioridad, como atestigua el cuadro n.º 4, el predominio corresponde a tuvieras, ya forma de sub-

21 Lo mismo le ocurre a tuvieses y a darías, que, como irreales, se utilizan tanto para la simultaneidad como para la anterioridad. Testimonios de este uso irreal de cantara indicativo se encuentran en Rojo-Montero (1983), Mondéjar (1985), Ridruejo (1990: 370). Cfr., sobre todo, Veiga (1996: 75-77) y Pérez (1997: § 4.1.1.1.), quienes revisan todas las teorías sobre el tema y presentan sus propias propuestas.

12 LA IMPORTANCIA DEL SIGLO XV EN LA EVOLUCIÓN SINTÁCTICA DEL ESPAÑOL EMILIO MONTERO CARTELLE 13

juntivo y, por lo tanto, capacitado para alternar con tuvieses, aunque la especialización de éste en las irreales de simultaneidad hacía que su uso fuese muy esporádico. La presencia de tuvieras en este primer miembro de las condicionales es un claro testimonio de su cambio de modo; al igual que, de su posterior evolución temporal, lo son sus referencias en las irreales de simultaneidad22. Su uso como ante-pretérito de indicativo en este y en siglo posteriores es un “vivo testigo de una tradición muerta”, según Molho (cit. por Andrés-Suárez 1994: 157)23. Juan de Valdés tiene una apreciación contundente de esta forma:

“No me suena bien viniera por avía venido, ni passara por avía passado” (Diálogo de la lengua, 170: 6-7. Cito por la edición de Lope Blanch, 1969).

22 La evolución histórica de cantara la resume perfectamente Veiga con el siguiente esquema

IND 0 ® INDI 2 ® SUBJ 2 ® SUBJ 0 (1996: 52).Explica este autor que la presencia de cantara en prótasis condicionales no se debe a una

propagación simétrica desde la apódosis, sino a la neutralización indicativo / subjuntivo, que impone la presencia de SI, y a un cambio de norma, que de excluir las formas indicativas en este contexto pasa a admitirlas sin que ello suponga una alteración del sistema modal. La oposición +/- irrealidad, la única funcionalmente pertinente, sigue vigente (1996: 61).

23 Para Wright (1932: 73), el Corbacho es el último texto del s. XV que atestigua –y esca-samente- su empleo como indicativo. Puede ser que el Arcipreste no esté informando de la exigüidad de tal uso en la lengua hablada. Hay, sin embargo, testimonios posteriores: los recogidos por Pons Rodríguez (2003), los que aporta Davis (1935) sobre siete obras del propio s. XV: treinta en el Mar de istorias de Pérez de Guzmán; siete en Generaciones semblanzas; dos en Andanzas y viajes de Pero Tafur; ocho en Batalla campal de los perros y los lobos de Alfonso de Palencia y nueve en el Tratado de perfeçión del triunfo militar del mismo autor. Luquet (1988) ofrece algunos más.

12 LA IMPORTANCIA DEL SIGLO XV EN LA EVOLUCIÓN SINTÁCTICA DEL ESPAÑOL EMILIO MONTERO CARTELLE 13

Cuadro 4. Distribución por esquemas de las irreales de anterioridad al origen registradas en el siglo XV.

Gatos Doze Rasis Corbach Siervo Gener Jardín Varón Cárcel Celest TOTAL

SI TUVIERAS dabas 0 0 0 0 0 2 0 0 0 2 4

diste 0 0 0 0 0 1 0 0 0 2 3

darías 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1

dieras 2 1 5 6 0 4 9 4 8 8 47

hubieras dado 0 2 0 0 0 0 1 0 0 1 4

TOTAL 2 3 5 6 0 7 10 4 8 14 59

SI TUVIESESdabas 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1

diste 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 1

dieras 0 1 1 0 0 0 0 0 0 0 2

O 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1TOTAL 0 2 3 0 0 0 0 0 0 0 5

SI HUBIERAS

TDO

.

da 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

dieras 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1

hubieras dado 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1SI HUBIESES

TDO. darías 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1

SI TENÍAS dieras 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 1

SI TUVISTE dieras 0 0 0 0 0 0 0 0 2 0 2SI O dieras 0 0 1 0 0 1 0 0 0 1 3

hubieras dado 0 2 0 0 0 0 0 0 0 0 2

TOTAL 2 8 9 6 0 8 10 4 11 17 75

Las alternativas corresponden a las formas compuestas hubieras tenido y hubieses tenido con una incidencia, sin embargo, muy limitada, como corresponde a una perífrasis que no finalizó su gramaticalización hasta el siglo XVII. En ese largo camino que recorrieron desde su aparición hasta su total temporalización, pasando por el abandono de las significaciones aspectuales con que surgieron, se puede establecer una relación entre su nivel de incidencia en el condicionante, también en el condicionado para hubieras tenido, y su gramaticalización. Las primeras documentacio-nes datan de entre 1230 y 1250, la época de Gonzalo de Berceo, El Libro de Alexandre y el Libro de Apolonio. Prescindo del testimonio del Poema de Fernán González, cuyos problemas de tradición manuscrita los hacen esca-samente fiable en opinión de Veiga (1993), no así de los restantes, que manifiestan que algo había empezado a cambiar en el sistema verbal.

Las condicionales, como fiel reflejo de ello, acogen en el condicionante exclusivamente la perífrasis hubieses tenido y, en el condicionado, hubieras

14 LA IMPORTANCIA DEL SIGLO XV EN LA EVOLUCIÓN SINTÁCTICA DEL ESPAÑOL EMILIO MONTERO CARTELLE 15

tenido y habrías tenido, respetando, por tanto, el origen modal de cada uno. Los primeros testimonios de hubieras tenido como subjuntivo son un poco más tardíos y menos frecuentes que los de hubieses tenido, porque, como tuvieras, fue inicialmente una forma de indicativo [Ejemplo 6)]. En su desplazamiento al subjuntivo intervino la presión de la correspondiente forma simple y, sin duda, se vio favorecida por la presencia en el indica-tivo de tres significantes para la expresión de una misma sustancia del contenido: amara, hubiera amado y había amado. Todas las circunstancias eran favorables para su plena temporalización e incluso para su total equiparación a hubieses tenido y, sin embargo, no fue así. Las formas com-puestas experimentaron un importante retroceso a finales del s. XIV. En el s. XV reaparecen, pero otra vez con una incidencia muy reducida y, en el caso de hubieras tenido, con presencia tanto en el condicionante como en el condicionado, es decir como forma de indicativo y de subjuntivo. Hay, sin embargo, testimonios de que, como indicativo, era ya percibida fuera de uso, al igual que había ocurrido con sus correspondiente forma simple:

“Digo más que el castellano ni tiene el tiempo passado más que aca-bado, ni el venidero de indicativo. De los quales el primero dize por rodeos del tiempo passado no acabado del indicativo deste verbo e, as, oue, que es auia, i del nombre participial infinito, como diziendo “quando tu me amaste ia te auia io amado”, por lo que dezian hasta aquí amara i ouiera amado” (A. Nebrija, Glosa al cap. V de Introductiones latinae, cit. en Gramática castellana, I, pág. 133) Cit. por Andrés-Suárez 1994: 156).

6) “E pues que fue armado, caualgo en un cauallo quel ella dio a que dizien Blanchet, quel ouiera dado en donas otrossi Bramant, et fuesse quanto mas pudo pora los suyos a acorrer los.” (Alfonso X, Estoria de España, cito por Menéndez Pidal 1971, 229: 30-33).

La presencia de tuvieras, tuvieses, hubieses tenido y hubieras tenido en el condicionante hacen del siglo XV un punto de referencia ineludible para el estudio del sistema verbal. Conserva mucho de los rasgos que lo caracterizó en su etapa de origen, al tiempo que apunta ya cuál será su organización futura y los significantes que lo integrarán. Nos habla todavía de un sistema en que, ausentes las formas perifrásticas, corres-pondía a las simples la expresión de una sustancia del contenido modal y temporal más cercana al de las lenguas occidentales, gallego y leonés, que al del español actual24. La debilidad de cantare, la subjuntivización de cantaras y la presencia de las perífrasis anticipan, por el contrario, la trayectoria que seguirá en un futuro, aunque no sea inmediato, hacia el

24 Estas similitudes me llevaron en 1989 (§ 4.1.1.) a hablar de la posibilidad, también en este terreno, de un sistema ‘protohispánico’ por lo que de común tenía a todos los sistemas verbales de la Iberorromania.

14 LA IMPORTANCIA DEL SIGLO XV EN LA EVOLUCIÓN SINTÁCTICA DEL ESPAÑOL EMILIO MONTERO CARTELLE 15

sistema actual. La línea divisoria ente ambos coincide plenamente con el proceso de reánalisis de las formas compuestas.

1.2. Las tradiciones discursivas.

Casi por imperativo del tipo de análisis, que he querido ofrecerles, he dejado al margen los textos, o, para ser más exacto, los he tenido presente fundamentalmente como base de datos. Desde una perspectiva estrictamente funcionalista, he buscado los hechos de lengua que sub-yacen a los esquemas condicionales, los he interpretado y he elaborado distintas explicaciones tomando como referencia el sistema verbal Sus dos contenidos fundamentales, la temporalidad y el modo, me han permitido explicar el por qué de cada una de las formas verbales registradas. La comparación, fundamental en todo estudio diacrónico, ha hecho del siglo XV un punto de referencia que, según se orientase hacia los orígenes de la lengua o hacia el español actual, manifestaba coincidencias, noveda-des o simplemente presentaba procesos que llegaría a término en una etapa posterior. Su concurso lo percibo imprescindible en la evolución del sistema verbal.

Reconozco, sin embargo, los peligros25 de este tipo de aproximaciones, de los que no es el menor, en palabras de J.J. Bustos (1990: 94), correr “el riesgo que entraña establecer comparaciones entre tipos de lenguaje de naturaleza diversa, cuyos rasgos diferenciales no son el resultado de una evolución cronológica”. Lo ideal sería una doble aproximación al cor-pus, de manera que cada texto pudiese ser analizado como “enunciado”, es decir, como articulado por unas formas lingüísticas correspondientes a una época y a un estilo, pero también como “enunciación”, es decir, como producto de la confluencia de tradiciones textuales y culturales, que orientan su construcción lingüística. La reflexión, que he hecho sobre las condicionales, responde al primero de los dos parámetros. El segundo es un poco más complejo. Exige que se adscriba cada uno de los textos a un género concreto y se ponga de manifiesto su estructura retórica subyacente. Sólo así se podrá acceder a los principios que rigieron la construcción del texto y a los condicionamientos que operaron sobre su selección lingüística.

Las dificultades en este sentido son grandes, pero, siguiendo nueva-mente directrices Bustos Tovar (2001 y 2002), volveré sobre las condi-cionales, agrupando ya los textos en razón de los siguientes parámetros. Estableceré una primera división entre géneros prosísticos heredados de la Edad Media y los que responden a la nueva sensibilidad del siglo XV. Los primeros tienen en común el ser géneros prototípicamente medie-vales de los que he reunido dos muestras, creo que muy representativas:

25 Barra Jover hace un detallado examen de esos peligros (2001), también Oesterreicher (1998).

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la literatura didáctica, el discurso argumentativo según BustosTovar (2001: 307 y 2002: 58), a la que pertenecen El libro de los gatos y Jardín de nobles donzellas, y la de orientación cronística, discurso narrativo, en la que se inscribe la Crónica del Moro Rasis y las biografías del tipo de Generaciones y Semblanzas y de Claros varones de Castilla. Los cinco textos restantes respon-den a lo que he llamado nueva sensibilidad, en la que diferencio entre Los doze trabajos de Hércules de Enrique de Villena, Siervo libre de amor de Juan Rodríguez del Padrón y Cárcel de Amor de Diego de San Pedro, y otras dos obras de difícil catalogación pero con el rasgo común de ser reflejo de “la oralidad puesta por escrito”: Corbacho y La Celestina.

1.2.1. Potenciales:

La nueva organización del corpus confirma algunos aspectos ya rese-ñados, como la necesidad de introducir parámetros temporales en la tipología de las condicionales. La simultaneidad/posterioridad al origen se mueve entre si tuvieres y si tuvieses, mientras que la misma relación temporal orientada a una referencia anterior al origen corresponde en exclusiva a si tuvieses.

La alternancia tuvieres/tuvieses parece, de entrada, difícil de entender. Globalmente la dirección en la que se mueve es exactamente la contra-ria de la que se esperaría. En lugar de manifestar una clara tendencia a un uso decreciente, su presencia se estabiliza en los textos cronísticos y biográficos, ofreciendo unos parámetros de uso, que, en esta caso con-creto, sí se adecuan a lo que se espera de un género de fuerte raigambre medieval. Las obras didácticas siguen en esa misma línea de aproximación entre tuvieres y tuvieses con una mínima inclinación por tuvieres. No ocurre, sin embargo, así en el resto de las obras. Salvo Diego de San Pedro, que equipara su frecuencia de uso en Cárcel de amor, en las demás se da una preferencia exclusiva o casi por tuvieres. A la pregunta de si, ante estos datos, conviene hablar de su recuperación y, por lo tanto, de un retroceso brusco en la etapa siguiente. Creo que no. Hay indicios que apuntan en una dirección muy acorde con el espíritu del siglo XV, cual es atribuir su predominio en el Corbacho y en La Celestina a un intento deliberado de aproximación a la oralidad, donde se mantuvo el tiempo suficiente como para que se implantase en el español de América (Granda 1968). Esta explicación, válida y complementaria de la de Luquet (1988), no se puede, sin embargo, extender a Enrique de Villena (Los doze trabajos de Hércules), ni a Rodríguez del Padrón (Siervo libre de amor), para quienes tal vez haya que indagar hasta que punto no se trata de una contaminación de sus lengua de origen: el catalán y el gallego.

16 LA IMPORTANCIA DEL SIGLO XV EN LA EVOLUCIÓN SINTÁCTICA DEL ESPAÑOL EMILIO MONTERO CARTELLE 17

1.2.2. Irreales:

La expresión de la irrealidad nos pone ante un hecho bastante sig-nificativo: la búsqueda de significantes específicos para su dos tipos: las irreales de simultaneidad y las de anterioridad al origen. Para las prime-ras se reserva si tuvieses, mayoritariamente combinado con darías, y para el segundo se hace lo propio con si tuvieras y dieras en el condicionado. No hay, pues, diferencias fundamentales a este nivel entre las distintas tradiciones discursivas. Estas surgen, sin embargo, en cuestiones de deta-lle. La Crónica del moro Rasis es de todas las obras correspondientes a esa línea medieval la más conservadora. Sigue manteniendo la posibilidad, ya superada en las restantes, de aplicar tuvieses a las irreales de anterio-ridad, lo cual no deja de ser un rasgo más de su arcaísmo. Ni ella ni los restantes textos de tradición medieval utilizan las formas compuestas, lo que nuevamente los aleja de las demás, que sí ofrecen muy esporádicos testimonios suyos ya en el condicionante ya en el condicionado. Una excepción que puede ser significativa es la del Corbacho, que tampoco recurre a estas perífrasis, tal vez porque se percibían muy alejadas de la oralidad.

1.3. Pragmática.

El cambio de perspectiva de análisis ha permitido sin duda una nueva interpretación de los datos no más acorde con el funcionamiento de la lengua en sí misma, sino más próxima al uso que, de las condicionales, hacían las distintas tradiciones discursivas. La simple distinción entre la historicidad de la lengua y la historicidad de las tradiciones discursivas nos aleja de la concepción de la lengua como algo monolítico cuya evolución tiene lugar únicamente a lo largo del eje diacrónico. Impone una realidad mucho más compleja en la que el diasistema se impone al sistema, el diasistema se ve superado por un nuevo nivel, el de los textos, como ya había percibido el propio Coseriu, e incluso éste lo es por las constelaciones discursivas26, a las que, en el plano histórico, correspon-den las tradiciones discursivas: moldes histórico-normativos, socialmente establecidos que se respetan en la producción del discurso (cfr. Jacob y Kabatek 2001). El haber contemplado estos hechos me han permitido percibir que, en esa unidad inicial que era el s. XV, hay por lo menos tres formas de expresión de la condicionalidad, que se corresponden con tres tradiciones discursivas diferentes; una más apegada que las restantes a etapas precedentes, la representada por las obras de clara tradición medieval, como las doctrinales (El libro de los gatos y Jardín de nobles don-

26 Condiciones pragmáticas de producción y de recepción del lenguaje más las técnicas discursivas y lingüísticas correspondientes, según Kabatek (2001).

18 LA IMPORTANCIA DEL SIGLO XV EN LA EVOLUCIÓN SINTÁCTICA DEL ESPAÑOL EMILIO MONTERO CARTELLE 19

zellas) y las narrativas (Crónica del moro Rasis, Generaciones y Semblanzas y Claros varones de Castilla); otra en la que se intuye una mayor incidencia de la oralidad (Corbacho y La Celestina) y una tercera, en la que presumi-blemente la atracción del modelo latino impuso un aparente retroceso en su evolución (Los doze trabajos de Hércules, Siervo libre de amor y Cárcel de Amor).

El camino no ha hecho, sin embargo, más que empezar. Seguimos anclados en el nivel oracional y, pese a haber dado entrada a aspectos que mediatizan la configuración de las estructuras sintácticas, todavía no se ha dado el paso que implica abandonar por completo la descripción del código y adentrarse en la realidad del habla. No se trata de prescindir de los principios que regulan las formas de expresión de los esquemas con-dicionales, sino de analizar su uso tanto desde la perspectiva de la infor-mación que transmiten como de la intención comunicativa que puede haber tras ellas. No creo que haya la menor duda sobre la capacidad de las condicionales de contribuir a la coherencia y cohesión del texto, como tampoco debe haberla respecto a otras estructuras sintácticas, de lo que ya no estoy tan seguro es que su riqueza de funciones discursivas y pragmáticas se repita en otras.

Hay, de entrada, dos hechos que llaman poderosamente la atención una vez superado el umbral estrictamente gramatical. El primero vuelve a poner en relación los recursos sintácticos con el tema de las tradiciones discursivas y el tipo de discurso predominante en ellas. Aquellas obras que presentan una estructura en la que sistemáticamente se recoge un enxiemplo, sea un cuento, como en El libro de los gatos, o una historia mito-lógica, como en el Libro de los doze trabajos de Hércules, la parte narrativa no utiliza estructuras condicionales o lo hace en proporciones mínimas. Su presencia se concentra en las conclusiones, allí donde el discurso argumentativo es claramente predominante. El segundo, por el contrario, alude a una característica que parece inherente a toda condicional, cual es la de formular una hipótesis, la de poner en relación dos estados de cosas supuestos, de manera que de cumplirse el primero tendrá efecto el segundo. Sin haber hechos estadísticas al respecto, se percibe que cuanto mayor es la proporción de “lenguaje de proximidad”27 en un texto mayor frecuencia alcanzan las condicionales que se alejan de esa pauta y pare-cen concentrarse en actuar sobre la modalidad de la enunciación. No puedo todavía llegar a conclusiones definitivas, pero ahí está la posibili-dad de concluir afirmativamente sobre la existencia de una estrechísima relación entre tipo de discurso y preferencia por un recurso sintáctico concreto, así como entre oralidad y su utilización con fines discursivos, modalizadores.

Resta todavía un tercer aspecto que también presenta cierta sistemati-cidad, aunque, en su caso, no guarda relación con el tipo de texto, sino

27 Cfr. Oesterreicher (1994) y Koch y Oesterreicher.(2001).

18 LA IMPORTANCIA DEL SIGLO XV EN LA EVOLUCIÓN SINTÁCTICA DEL ESPAÑOL EMILIO MONTERO CARTELLE 19

con la progresión del contenido del discurso y la relación y trabazón entre sus partes. Se trata en líneas generales de la capacidad ecoica de las condicionales de retomar una información anterior y desarrollarla, rebatirla o simplemente contrastarla. La relación de este fenómeno con la distribución y posición del condicionante y del condicionado es evidente. Reproduce el orden no marcado o neutro, en el que el condicionante precede al condicionado, y, en razón de esa distribución, es depositarios de información compartida (tema), que, en su caso, la lleva hasta el extre-mo de incluso tender a repetir partes del discurso previo:

7) “Estos tales siempre está el diablo cabellos para los afogar comoquier que algunos sufre Nuestro Señor algunos dias cuydando que se emendaran; mas al cabo, si non se emiendan, viene el diablo e matalos e [...]” (Gatos, 51: 324-328).

8) “-Dígote que non farás, ca mas ganare yo por deçir verdad que tu por deçir mentira. E si esto non crees, apostemos.” (Gatos, 83: 892-893).

La anteposición se presenta así como depositaria de una función tex-tualizadora, en palabras de Montolío (1999)28, reflejando así las similitudes de las estructuras condicionales con otros recursos de cohesión. Como ellos, la prótasis se relaciona con el discurso previo, correspondiendo a la apódosis la transmisión de información nueva. Puede también avanzar información, en cuyo caso, la función sería ya claramente catafórica. La posposición del condicionante tiene, por el contrario, un alcance más limitado. Ya no afecta a la organización discursiva, sino que dirige su información al condicionado cuyo contenido modifica o simplemente restringe, como la mayoría de las oraciones adverbiales (Chafe 1984). En el discurso oral es relativamente frecuente que la prótasis pospuesta se presente como una idea tardía, como una rectificación de la afirmación anterior, en cuyo caso constituye una unidad tonal, separada del otro constituyente por una pausa. Ofrezco ejemplos de las dos posibilidades: [q si p] y [q, si p]:

9) “Estonçe el diablo e dexalos caer en la muerte, e despues caen en el infierno do todos son quebrantados si se non arrepienten de antes dela muerte;” (Gatos: 34: 23-26)29.

10) “las buenas como buenas e honestas religiosa, e las malas, sy las ay, como...” (Corbacho: 145: 31).

El ejemplo del Corbacho manifiesta una nueva capacidad de las posposición del condicionante, cual es la de precisar que no se asume responsabilidad alguna sobre la información vertida en el condicionado.

28 La reflexiones sugeridas por sus trabajos, fundamentalmente 1999, 1996 y 2000, han sido determinantes en esta aproximación al uso de las condicionales.

29 Cfr. también Hércules, 41: 7-9.

20 LA IMPORTANCIA DEL SIGLO XV EN LA EVOLUCIÓN SINTÁCTICA DEL ESPAÑOL EMILIO MONTERO CARTELLE 21

Simplemente se ofrece como un supuesto, que sólo en el caso de darse, dará sentido a la emisión del segundo miembro. Lleva al extremo la aplicación de las máximas de cooperación de Grice (1989), tanto la de cantidad como la de cualidad, en un claro deseo de limitar la información en razón de la posible falsedad que implicaría hacerlo sin restringir su alcance o el de un elemento nuclear, como en los ejemplos 11) y 12). Tienen, según Montolío (1999), la función semántico-pragmática de dejar en suspenso la presuposición.

11) “Alos hijos, si los touiere, es obligada deles seruir, criándolos o [...]” (Jardín, 206: 23-24).

12) “Pues por no ser condenada de tu pensamiento, si tal le tovieres, te torno a requerir que [...]” (Cárcel, 103: 37-39).

La prótasis tiende a posponerse también por razones sintáctica, nor-malmente cuando entra en correlación con una partícula negativa, en cuyo caso el condicionante se presente habitualmente como una clara alternativa a la información transmitida por el primer miembro. Guardan cierta relación de contenido con las condicionales explicativas 30. Al igual que ellas expresan la causa, la justificación de la enunciación negativa de la apódosis, mientras que aquéllas hacen lo propio con la enunciación de la prótasis. Su similitud formal, por otro lado, con las adversativas excluyentes (funciona como término de polaridad negativa, de ahí la presencia explícita de la negación) se percibe también a nivel pragmá-tico. Se inscriben en el marco de una estrategia comunicativa mediante la cual el emisor pretende demostrar la falsedad o inadecuación de una afirmación previa y, además, la razona aduciendo la causa o causas por las que no resulta pertinente, de donde la presencia de una causal o de un sintagma preposicional con ese valor. Son muy numerosas y suelen responde a la estructura NO......, si no... por/ porque:

13) “[...], e quien saliere de Carmona e fuere a Narbona, nunca saldra de arreçife si non quiere.” (Rasis, 98:2-3).

14) “[...], e el fuera muerto sy non fuera por consejo de antiguos judios que avia y” (Rasis, 135: 1-2).

Entonces, como introductor de apódosis, mediatiza fuertemente el orden de las cláusulas, imponiendo mayoritariamente su posposición; también luego. Beinhauer relaciona la inserción de pues en el mismo con-texto con períodos amplios en los que el hablante tiene cierta dificultad para recordar el contenido de la primera cláusula constituyente de la oración condicional, también causal, reforzando así la conexión entre el antecedente y el consecuente. Admite también su extensión a secuencias tan cortas en las que no cabe la “pérdida del hilo” (1968: 336; también en

30 Cfr. las características de este tipo de condicionales en Montolío (1999: § 57.3.2.).

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Polo 1971: 162). Los ejemplos documentados en el siglo XV responden todos ellos a este segunda parámetro, por lo que interpreto la presencia de entonces y luego como mecanismos introductores de una conclusión focalizadora. Responden, pues, a una planificación discursiva, según ha observado Montolío (1999: § 57.8), en la que el segundo miembro se percibe y se manifiesta como consecuencia del primero (cfr. Mazzoleni 1991: 781).

15) “E después quel menestral avra elegido o escogido vida o menester con derecha entinçion e usa el buen camino, [...]. E si el tiene firme en su buen propósito estonçes el mundo por asechanças serpentinas le presenta variedades de falsificaçiones e engaños que podría fazer en su oficio e [...]” (Doze, 79: 13-24).

16) “[...], mas encúbrelo, porque, si lo demostrase, luego pyensa que sería poco presciada;” (Corbacho, 174: 27-28).

El mismo efecto de posposición de la apódosis tiene la presencia en ella de un adverbio o locución adverbial, lo que, en esta ocasión, guarda relación con el carácter focalizador de este elemento y con las propias características semántico pragmáticos de la condicional. El condicionante no presenta un supuesto, sino que aduce una conclusión, procedente de una argumentación previa y admitida como válida para la generalidad del referente, mientras que el condicionado restringe su extensión al objeto de razonamiento, adquiriendo así una dimensión de conclusión indubitable. El orden de los constituyentes no puede, en consecuencia, alterarse, ha de ser fijo, tanto porque así lo requiere la línea discursiva como porque las dos cláusulas responden a una correlación en la que el segundo miembro es consecuencia de toda la información previa, cuyo reconocimiento y aceptación se convierte en el razonamiento más contundente de la tesis propuesta. Los contextos en los que las he docu-mentado responden con exactitud a sus características discursivas, de ahí que se concentren y fluyan con naturalidad en textos marcadamente argumentativos, como lo fueron los tratados didácticos 31. Surgen a modo de colofón a razonamientos muy pormenorizados sobre las condiciones de la mujer en los dos testimonios procedentes de Jardín de nobles donzellas [ejemplos 17) y 18)], el primero de los cuales presenta el silencio como “hornamento & compostura graciosa dela muger” y el segundo demuestra que “la vergüença” es para ellas “como vna rosa colorada”. La deducción final resulta obvia, pero también sumamente contundente, máxime si,

31 La misma tradición discursiva y los mismos contextos se repiten en los testimonios que Pons Rodríguez (2003: 1045-1047) ha documentado de este tipo de condicionales en otro texto del s. XV, Virtuosas e claras mugeres. Las denomina “polares”, en oposición al “si contrastivo” de Ducrot (1982). A ella remito para cuestiones de detalle tanto sobre sus rasgos comunes como para su uso y sus funciones en el discurso argumentativo.

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como en ambos ejemplos, se fundamenta en criterios de criterios de autoridad, tomados de la literatura cristiana o clásica (San Jerónimo y Valerio Máximo).

17) “E si esto es verdad enlas otras dueñas, tanto más es verdad enlas grandes señora,” (Jardín, 156-7: 27-01).

18) “E si esto es necessario a todas las donzellas, mucho más alas princesas que esperan casar con [...]” (Jardín, 197: 10-11)32.

El ejemplo de El libro de los gatos presenta una variante curiosa frente a los anteriores. En lugar de adoptar la forma de conclusión, lo que hace es dar pie para introducir el enxiemplo del león que convidó a las otras fieras, en el que sí se desarrolla el cuerpo argumental que dará pie a la moraleja final.

19) “-¡Ciertamente se oviese en parayso canes e aves, mucho mas desearia yr alla!” (95: 1143-1144).

No parece, sin embargo, afectar la distribución de las cláusulas cons-tituyentes la presencia de los sustantivos ventura/aventura y caso tras SI, el segundo de los cuales está en el origen de la locución actual si acaso, que sí tiende a la posposición (Montolío 1999: § 57.3.4.1.). Son todavía sustantivos con un claro valor hipotético que refuerzan la estructura y la dotan de una mayor expresividad. Están, pues, lejos el proceso de gramaticalización que convirtió al segundo en una locución condicional. En esta época si por ventura era más frecuente que si por caso, que sólo he localizado en La Celestina:

20) “Si por caso me hoviera dormido, y colgara mi pregunta de la respuesta de Sempronio para [...]” (Celestina, 168-9: 8-2)33.

Un grupo con una presencia significativa en nuestros textos es el de aquellas condicionales en las que la relación que se establece entre la prótasis y la apódosis no responde, como era de esperar, a la relación de implicación, inherente, en principio, a toda condicional, sino que modifican la enunciación, ponen en relación dos actos de habla. Tiene un fuerte componente pragmático. Entre ellas hay dos subtipos con una especial incidencia: las que buscan mantener y reforzar la máxima con-versacional de cortesía y aquéllas cuya apódosis se presenta bajo forma imperativa, interrogativa y exclamativa.

Las condicionales de cortesía son tanto en su contenido como en su objetivo bastante uniformes en esta época. En general, responden al deseo de no agredir la imagen propia o del interlocutor, atenuando para ello el acto de habla. Suelen, tal vez por ello, tener un aspecto formulario,

32 Cfr. también Gatos, 95: 1143-44.33 Ejemplos de si por (a)ventura en Cárcel (102: 13-15; 120: 4-8) y Generaciones (4: 9-12).

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que, si se prescinde del genérico “si quieres” [Ejemplos 21) y 22)], dejan casi traslucir el nivel lingüístico-social del que proceden y el contexto en que se emiten. La invocación a Dios, buscando su aquiescencia o su protección, está profundamente arraigada en el pueblo y, como tal, surge fundamentalmente en las obras que reflejan la oralidad. En el Corbacho y en La Celestina tienen una notable incidencia expresiones como “sy a nuestro Señor non le ploguiesse o lo non permitiese” (Corbacho, 226: 15-16); “sy non fuese por la grand misericordia de Dios” (Corbacho, 272: 31-32), “si Dios no le mejora” (Celestina, 104: 9). Las cartas que Leriano escribe a Laureola están, por el contrario, impregnados de esa tradición del amor cortés en las que dirigirse a la amada presupone su aquiescencia y su aceptación, de ahí que se prefiera fórmulas como “si tanta merced quisiesses hazerme que a estas razones te pluguiesse responder, [...]” (Cárcel, 99: 13-16), “si alguna merced te meresciese” (Cárcel, 99: 10-11). El formulismo de la expresión queda claro en el siguiente pasaje en que Celestina la utiliza como recurso de acercamiento cortés a Melibea, que, sin embargo, no mantiene en las formas pronominales: “Pues, si tú me das licencia, diréte la necessitada causa de mi venida” (84: 16-17). Es una muestra más de esa impresión contradictoria que provoca el tuteo sistemático de todos los personajes en La Celestina (Eberenz 2000: 98).

21) “Señor, alli está un hombre que dize que vos sanara de los ojos sy vos quisieredes que entre delant vos.” (Gatos: 85: 955-57).

22) “E cada día tú lo puedes ver sy quisieres;” (Corbacho, 119: 9).

Tan numerosas como las anteriores son las estructuras condicionales con apódosis interrogativa. Tienden a concentrarse en dos obras, La Celestina y Corbacho, cuyas características inducen a proponer que se trata de construcciones propias de la interacción coloquial y a considerarlas, por tanto, rasgos de la oralidad. Esta posibilidad contrasta, sin embargo, con el hecho de que la inmensa mayoría sean interrogativas retóricas, que suelen, por el contrario, adscribirse al lenguaje literario, sin que ello impida su presencia en el lenguaje de proximidad34. Pons Rodríguez las documenta con profusión en la prosa doctrinal (2003), mientras que, en mi corpus, reaparece en textos tan dispares a los mencionados anterior-mente como lo son Cárcel de Amor, Generaciones y semblanzas y Crónica del moro Rasis, aunque, en ésta última, sea evidente una plagio de Generaciones. El orden de sus constituyentes no manifiesta una preferencia por una posición determinada. El condicionante aparece por igual antepuesto o pospuesto, mostrando, a lo sumo, una leve tendencia a la posposición. Parecen ser razones de focalización las que determinan en último término la distribución de las cláusulas o, al menos, eso se deduce de dos ejemplos

34 Para su adscripción al lenguaje literario, cfr. González Calvo (1992) y Martínez Marín (2000), mientras que para su presencia en la oralidad, cfr. Iglesias Recuero (2002: 94-105).

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muy similares de Generaciones con la misma estructura, la misma estrategia discursiva y el mismo contexto, pero con diferente distribución. Las dos proceden del Prólogo, se inscriben, pues, en un discurso argumentativo en el que plasma las razones que hacen imprescindible una obra como la suya. Ambas presentan todos los rasgos de sendas conclusiones a razo-namientos previos en los que, tras cuestionar el tema o la ecuanimidad de crónicas anteriores a la suya, las rechaza y presenta la propia como la única verdadera y sometida a las leyes de la historia. En el condicionante compendia el argumento fundamental, mientras que la interrogativa al tiempo que lo refuerza, dada la inversión de polaridad que les subyace (‘no aprovecha a los noble’; ‘el esfuerzo no reporta beneficios’), recalca la bondad de su intención y la necesidad de sus propósito: evitar preci-samente los males reseñados.

23) “Pues tales como éstos que non querían sinon la fama, la qual se conserva e guarda en las letras, si estas letras son mintrosas e falsas, ¿qué aprovechó a aquellos nobles e valientes onbres todo su trabajo, pues quedaron frustados e vazíos de su buen deseo e privados del fruto de sus mereçimientos que es fama?” (Generaciones, 2: 13-17).

24) “Otrossí los grandes sabios e letrados que con grande cura e diligençia hordenan e conponen libros, [....]. ¿qué fruto reportarían de tantos trabajos faziendo tan virtuosos abtos e tan útiles a la república, si la fama fuese a ellos negada e atribuida a los negligentes e viles segunt el alvedrío de los tales non estoriadores, mas trufadores.” (Generaciones, 3: 14-21).

Apenas responden, pues, estas estructuras al estándar de una condi-cional. Están formadas por dos actos de habla sucesivos entre los que no se percibe la relación de implicación inherente a aquéllas. Ni siquiera el condicionante remite a hechos supuestos, sino que, como dice Iglesias Recuero, expresa “un hecho aceptado como verdadero”, mientras que la relación entre sus constituyentes es una relación pragmática de argu-mentación (2002: 101).

Así como su empleo en el Corbacho responden a parámetros bastante similares a los de Generaciones, en La Celestina tiene un uso más limitado y específico. No retoma ni ideas, ni razonamientos precedentes [Ejemplo 25)], ni siquiera recurre al conocimiento compartido [Ejemplo 26)]. Se sirve de su precisión y expresividad para, por contraste con el desarrollo de la interacción, plantear una situación hipotética que, de cumplirse, haría del estado de cosas precedente una nimiedad inoperante. Destruye su poder argumentativo proponiendo una situación potencialmente mucho más fuerte que la anterior:

25) “E non digo más. E sy de los dichos esto es, ¿qué será de los fechos malos, perversos, fechos a todo mal fazer con propósyto vindicativo e malo?” (Corbacho, 113-114: 39-03).

26) “[...] Salomón non se pudo dello abstener que por su coamente non ydolatrase. Mira en onbre tan sabio, e pues, ¿qué será, mesquino de tý, sy

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éste, que Dios los fiso el más sabio de los sabios, pecó en tal pecado por amar? (Corbacho: 62: 4-8).

27) “¿Qué tanto te maravillarías si dixesen: la tierra tembló, o otra semejante, que no olvidases luego?” (Celestina, 67: 15-16).

28) “Absente le has miedo, ¿qué harías si estoviesse en la cibdad? (Celestina, 125: 18-19).

29) “Pues ¿qué harían si mi cierta salida supiessen?” (Celestina, 177: 30-31).

Un papel no menos destacado que el de las apódosis interrogativas, corresponde a las exclamativas, las cuales sí se concentran exclusivamente en los textos más próximos a la oralidad, La Celestina y Corbacho, en una evidente manifestación de su procedencia35. El orden de sus cláusulas constituyentes tampoco en esta ocasión parece sometida a una disposición estable, si bien hay ciertas pautas que parecen influir en la anteposición o la posposición del condicionante. El alcance que se le dé a la excla-mación es una de ellas; al igual que también lo es la presencia o no de una interjección, no así de un vocativo Si afecta a todo el enunciado y presenta interjección, ésta inicia siempre la secuencia, mientras que el condicionante suele incrustarse tras ella, a modo de comentario o marco que da sentido al enunciado exclamativo introducido por qué, cómo, quánto, ... Si sigue afectando a todo el enunciado, pero no presenta interjección, el condicionante con SI tiende a posponerse con un matiz similar al anterior, aunque más próximo al de una explicación de la emisión de aquélla. Cuando, por el contrario, la exclamación se individualiza del otro acto de habla, su posposición suele también ser predominante, vaya o no introducida por una conjunción, que siempre, de todas formas, ocupará la posición inicial.

Su funcionamiento discursivo es claramente mas complejo en el Corbacho que en La Celestina. El Arcipreste recurre a esta marcador de modalización discursiva tanto para hacerse presente en el texto como para caracterizar el habla de la mujer. Se introduce en la narración, pero no para hacer un comentario marginal o manifestar una reacción puntual, sino para utilizar la concisión y fuerza de la exclamación como la forma de expresión más contundente a la hora de mostrar su rechazo ante la posible ineficacia de sus razonamientos. Tiene ciertos matices escalares en la medida en que la reflexión final o su ausencia, cuando sobran la palabra y se basa todo en la fuerza de los sentimientos [Ejemplo 30)], representa el argumento final y más categórico de una serie en la que, agotadas las premisas, apela a la emotividad para convencer.

30) “Demás, sy quanto tovieres e toda tu sustancia le dieres, sy a menos de tu estado o riqueza te viere venir, o a tal fragilydad o enfermedad contynua de tu cuerpo que non seas para la retoçar como solýas, ¡guay de ti!” (Corbacho, 84: 1-5)

35 Culioli (1974: 6) las considera una “irrupción de la lengua oral”.

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Este mecanismo en boca de los personajes femeninos no adquiere las dimensiones anteriores, antes bien tiene todas las características de ser utilizado como una rasgo propio de la afectividad, que se atribuye a la mujer. Su alcance no va más allá del de un comentario reactivo ante un hecho puntual y, además, suelen figurar en el marco de una sucesión incontinente de exclamaciones, de las que son una más.

31) “Pues, yo sé que me sé, e desto callarme [he]. ¡Quién osase ora fablar! ¡Pues, yo rebentaría, por Dios, sy non lo dixiese!” (Corbacho, 139:23-25).

32) ¿Ya, Señor, y quántos, cuytada de mí, las manos a Dios alçaríen, sy cabe mí dormiesen!” (Corbacho, 201-202: 39-01).

En La Celestina no he documentado, por el contrario, ni una sola oca-sión en la que el narrador asuma este rasgo. Lo cede a los personajes, mayoritariamente también a los femeninos. Sólo Pármeno se aleja de esta norma en un momentos sumamente intenso, en el que dominado por el miedo ironiza sobre sí mismo (“¡O si me viesses, hermano, como estó, plazer havrías!” (pág. 175: 4-5). Las restantes ocurrencias presentan también rasgos similares, pues vuelven a incidir más en la vehemencia de los sentimientos que en cualquier otra faceta informativa (soliloquios de Celestina o de Melibea) o, a lo sumo, son un mecanismo de captatio benevolentiae.

33) “¡Y qué tan cercana estuve de la muerte si mi mucha astucia non rigera con el tiempo las velas de la petición!” (Celestina, 95: 2-3).

34) “¡Madre, si de tal cosa fueses sabidora, cómo tomarías de grado tu muerte y me la darías a mí por fuerça! ¡Cómo serías [...]! ¡Cómo sería [...]! (Celestina, 193: 19-22).

35) “¡O, si quisieses, Pármeno, qué vida gozaríamos! (Celestina, 53: 3-4).

En dos ocasiones, una en el Corbacho y otra en La Celestina, la excla-mación adopta la forma de una maldición, otra manifestación más de una fortísima emotividad, a la que las acuden las mujeres como garantía de sus respectivas afirmaciones:

36) “¡Ya, ya! ¡Mala landre me mate, si te entendía!” (Celestina, 124: 12).37) “¡O, señor Dios! ¿Por qué non me feziste onbre? Que ¿mal gozo vean de

mí, sy por tal como ella penara una noche, nin de mi casa saliera! (Corbacho, 138: 14-17).

Hay todavía un tercer tipo de condicionales que, como las anteriores pone en relación actos de habla, pero que, a diferencia de ellas, no actúa sobre su fuerza ilocutiva. Tiene, por el contrario, un claro matiz meta-discursivo con un valor cercano al de un reformulador recapitulativo en los ejemplos 38) y 39) y al de un estructurador de la información en los ejemplos 40) y 41), todos ellos del Corbacho. Destacaré, aunque no sea un ejemplo muy canónico, el valor metalingüístico de un último testimonio

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del Corbacho (ejemplo 42) en el que la prótasis hace una descripción y la apódosis le confiere el nombre que le corresponde:

38) “E sy de lo susodicho o ynfraescrito alguno leyendo algo por obra pusyere, a Dios ruego que [...]” (Corbacho, 119: 26-28).

39) “Non dubde, por ende, ninguno, que sy lo susodicho leyere e diligentemente lo examinare sentirá que fue ello por el camino verdadero.” (Corbacho, 119: 13-16).

40) “Pues, verás de quánto mal fue causa la muger de Urías, [....], sy leyeres la estoria adelante” (Corbacho, 79: 13-16).

41) “Sy saber quieres aún cómo amor desonesto de onbe e fenbra debe ser menospreciado e denostado, atiende bien lo que te aquí diré:” (Corbacho, 87: 1-2).

42) “Asý que los onbres, pues, sy por matar o acuchillar fueren derramadores de sangre de sus prósymos, o fueren ensangrentadores por pecados, mal diziendo, mal de otros fablando o murmurando, profaçando, detratan-do, éstos son dichos tanbién ensangrentadores, porque la Escriptura toma el onbre sangriento o ensangrentador por pecador” (Corbacho, 227: 3-9).

Esta nueva perspectiva de análisis de las condicionales resulta tan rica en matices que difícilmente se presta a una sistematización y mucho menos a ser exhaustivo. Aún así, las posibilidades que ofrece son muy interesantes. Guardan relación, por un lado, con las tradiciones textuales y con la tipología discursiva, e incluso con el lenguaje de proximidad, si lo que se valora y destaca es la capacidad expresiva de, sobre todo, las condicionales indirectas. Su campo de acción es además muy amplio, pues así como unas afectan al enunciado o a la enunciación, otras se centran en el texto, intervienen en su cohesión, también en su coherencia y, al tiempo, realizan funciones discursivas, sin olvidar las metalingüísticas. En un rápido repaso de los visto. Están las que modifican la polaridad del enunciado, las que alejan la responsabilidad del contenido enunciado, las que dirigen y orientan el proceso informativo, focalizando algún aspecto del enunciado, las que ayudan a evitar interpretaciones no deseadas, las que protegen la imagen propio y ajena de acuerdo a los principios de cortesía lingüística, las que parecen más propias de la oralidad que del lenguaje de distancia y a la inversa. Se abre, pues, un mundo de enor-mes expectativas para una mejor comprensión de esa “historicidad” en cualquiera de las tres variedades de las que habló en la lección inaugural el Dr. Oesterreicher 36, sin olvidar, claro está, que todo ello ha de ser puesto en relación con otras aproximaciones, si se quiere más lingüísticas o más descriptivas del sistema, para percibir en qué medida condicionan la expresión lingüística y que es lo qué hay en tales usos de innovación, de tradición y de generalización. Estudios sucesivos irán despejando esos interrogantes.

36 “Historicidad de la lengua: variación y cambio lingüístico”.

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2. CONCLUSIONES:

Empezaba mi intervención haciendo referencia a lo mucho que está cambiando la lingüística y, en concreto, la lingüística histórica. He intentado recoger esa transformación y aplicarla a las condicionales, si bien mi intención final no era mostrar la superioridad de una metodo-logía sobre otra, sino la de insistir en la necesidad de utilizar todas. La estrictamente inmanentista nos ofrece los fundamentos para conocer el sistema, sus constituyentes, valores y funciones, así como repercuten en él las modificaciones que puedan experimentar cada uno de sus miem-bros. La lingüística del texto aporta, por una parte, sendas por las que transitar con la seguridad de que reproducen pautas aprendidas y, por lo tanto, constantes, las tradiciones discursivas, y, por otra, la posibilidad de superar el marco de la oración e indagar en las funciones discursivas de las estructuras objeto de estudio. La pragmática nos acerca al uso, ofreciéndonos todo un mundo nuevo en el que analizar cómo esa varie-dad de valores afecta a la forma de expresión y, sobre todo, si en ellos residen precisamente los principios del cambio y las condiciones que lo determinan

En la elección del siglo XV como marco de mi estudio hubo desde el primer momento algo de desafío, un tanto de deseo de llamar la atención sobre él y mucho de conocimiento de que fue una etapa crucial de la lengua española. El desafío nació de la necesidad de percibir hasta qué punto la lengua que iba a encontrar en los textos literarios era lo sufi-cientemente estándar como para utilizarla en esa sucesión de puntos de referencia que se requieren para diseñar su evolución. Domingo Ynduráin caracteriza su contribución al idioma de “una imitación mecánica del latín”, a la que se “le añaden todas las galas retóricas posibles e imposibles” (1994: 389-390). Evidentemente no es un siglo fácil. Probablemente no se vuelva a repetir una época en la que se den diferencias tan acusadas entre lo hablado y lo escrito como en él. Ahora bien, ese dinamismo cultural que provocó tal alejamiento, propició también la multiplicación de géneros textuales y, con ellos, la proliferación de estilos, cuyos ingre-dientes sí podemos percibir si proceden del latín, de etapas más antiguas del castellano, del habla coloquial o de variedades diatópicas o diastráti-cas. Nos lleva, pues, casi de la mano a dos de los requisitos sobre los que tanto se viene insistiendo en los últimos tiempos, la variación lingüística y la oralidad. El espacio variacional nos habla de la diversidad, geográfi-ca, social, etc., en el mismo espacio de tiempo, el segundo nos remite al “espacio comunicativo” (Oesterreicher 1998) y a esos dos polos que van de la inmediatez a la distancia comunicativa.

Las condicionales se mueven perfectamente en ese terreno, ofreciendo diversos estratos informativos en los que se reflejan las distintas etapas evolutivas de cada una de ellas. El sistema verbal, en el que se sustentan, es en este sentido sumamente esclarecedor. Mantiene todavía parte de las

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características de lo que fue en etapas anteriores. El peso específico de las formas simples nos hablan de una distribución de la sustancia del conte-nido temporal y modal más próximo al que mantienen todavía lenguas geográficamente periféricas y más conservadoras que el castellano, como el gallego, por ejemplo. Aluden, por tanto, a un protosistema hispánico del que derivarían las distintas lenguas iberorrománicas. El incipiente proceso de temporalización de las formas compuestas, el retroceso del futuro de subjuntivo y la migración de cantara al subjuntivo anticipan ya procesos que individualizarán el castellano frente a cualquier otra lengua peninsular. La combinación de ambas tendencias produce una especie de híbrido, que sólo adquiere sentido como reflejo de una época, en la que la confluencia de tendencias tan opuestas entre sí ofrece incluso la posibilidad de describir lo que fue el sistema verbal medieval y lo que será en el español clásico.

El estudio de las tradiciones discursivas adquiere una especial relevan-cia en un siglo que, como el XV, se presenta como una encrucijada de caminos. Sitúa cada aspecto analizado en el marco que le corresponde, orientándonos en su interpretación y en su comprensión. Nos induce a volver la vista atrás si su documentación procede de obras cronísticas o similares, nos pone en el sendero de la latinidad y de otras lenguas de cultura si los textos responden a la que he llamado nueva sensibilidad cuatrocentista, y, por último, nos hacen reflexionar sobre posibilidades de oralidad si los hemos extraído de las fuentes que más se alejan de lo escrito concepcional, como el Corbacho. Todo ello complicado con incur-siones diatópicas para entender ciertas características de determinados textos, que o son una traducción del catalán (Los doze trabajos de Hércules) o presentan rasgos leoneses (El libro de los gatos).

La multiplicación de los géneros puede ser un factor de confusión, sobre todo si la periodización de la lengua se interpreta estrictamente en términos cronológicos o el cambio lingüístico se percibe como algo lineal. Ahora bien, si aquélla se remite a hechos sustanciales al sistema o al diasistema y en los cambios se distingue entre los que afectan a las estructuras histórica de la lengua y aquellos que surgen por imitación de rasgos foráneos, estaremos en condiciones de ver lo que hay de peculiar e irrepetible en el siglo XV, pero también lo que desaparecerá al tiempo que lo hace el modelo cultural en que se sustentó.

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DIEGO DE SAN PEDRO: Cárcel de Amor, en Obras completas, II. Edición, introducción y notas de Keith Whinnom, Castalia, Madrid, 1982.

El libro de los gatos. Edición crítica de John Esten Keller, Clásicos Hispánicos, CSIC, Madrid, 1958.

FERNANDO DE ROJAS, La Celestina. Edición, introducción y notas de Humberto López Morales, CUPSA editorial, Madrid, 1976.

HERNANDO DEL PULGAR: Claros varones de Castilla. Edición, introducción y notas de Jesús Domínguez Bordona, Espasa-Calpe, Madrid, 1969.

MARTÍN DE CÓRDOBA: Jardín de nobles donzellas. A critical edition and study by Harriet Goldberg, Chapel Hill, North Carolina, 1974.

MARTINEZ DE TOLEDO, Alfonso: Arcipreste de Talavera o Corbacho. Edición, introduc-ción y notas de J. González Muela, Castalia, Madrid, 1970.

PÉREZ DE GUZMÁN, FERNÁN: Generaciones y semblanzas. Edición crítica por R. B. Tate. Tamesis Books Limited, Londres, 1965.

RODRÍGUEZ DE PADRÓN, JUAN: Siervo libre de amor. Edición, introducción y notas de Antonio Prieto. Castalia, Madrid, 1976.

VILLENA, ENRIQUE DE: Los doze trabajos de Hércules. Edición, prólogo y notas de Margherita Morreale, RAE, Madrid, 1958.