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Los amores de Chuquillanto y Acoitapia- Análisis de los dos manuscritos atribuidos a Murúa PILAR ALBERTI MANZANARES INTRODUCCION Una de las leyendas más bellas con que cuenta la tradición incaica es la referida a los amores de una «adía» o «escogida del Sol’>, y un pastor que cuidaba el ganado sagrado, dedicado a los sacrificios re- ligiosos. La Institución de las «Acliacuna» o «Escogidas», por sus peculia- res características, ha sido tema para literatos y poetas que han en- tresacado la faceta más sugerente del tema con el fin de llevarlo al gran público para su conocimiento. Sin embargo, la visión poética se completa de una forma igual de atrayente con lo que realmente fue esta organización de mujeres. La importancia del culto solar en el Incanato dio lugar a una es- tructura sacerdotal compacta pero variada donde también se dio ca- bida al elemento femenino, integrado, por otra parte, en la cosmología andina desde los primeros tiempos con los mitos de creación, origen de los incas, fundación de Cuzco, deidades femeninas y cultos reali- zados por mujeres exclusivamente. El «Acllahuasi» recogía a muchachas de distinta procedencia social incluyendo desde cuna» hasta parientes del Inca. Una de las características definidoras de las «adía» dedicadas al culto solar era la prohibición de relacionarse con hombres. La virgini- dad debía ser una constante en sus vidas. De otra forma, quien trans- gredía esta norma era severamente castigada, llegándose a la pena maxima. Es en este contexto en el que se inserta el relato de los amores entre Chuquillanto y Acoitapia, que vamos a analizar. Se trata de un tema recogido en los dos manuscritos atribuidos a fl~5ist6 Española de Antropología Americana, vol. XV, 1981 Edit. Univ. Complutense

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Los amoresdeChuquillantoy Acoitapia-Análisisde los dosmanuscritos

atribuidosa Murúa

PILAR ALBERTI MANZANARES

INTRODUCCION

Una de las leyendasmásbellas con quecuentala tradición incaicaes la referida a los amoresde una «adía»o «escogidadel Sol’>, y unpastor que cuidabael ganadosagrado,dedicadoa los sacrificios re-ligiosos.

La Institución de las «Acliacuna»o «Escogidas»,por sus peculia-res características,ha sido temapara literatos y poetasque han en-tresacadola faceta más sugerentedel tema con el fin de llevarlo algran público para su conocimiento.Sin embargo,la visión poéticasecompletade unaforma igual de atrayentecon lo que realmentefueesta organizaciónde mujeres.

La importancia del culto solar en el Incanatodio lugar a unaes-tructura sacerdotalcompactapero variada dondetambién se dio ca-bida al elementofemenino,integrado,por otra parte,en la cosmologíaandina desdelos primeros tiemposcon los mitos de creación,origende los incas, fundación de Cuzco,deidadesfemeninasy cultos reali-zadospor mujeresexclusivamente.

El «Acllahuasi» recogíaa muchachasde distintaprocedenciasocialincluyendodesdecuna» hastaparientesdel Inca.

Una de las característicasdefinidorasde las «adía»dedicadasalculto solar era la prohibiciónde relacionarsecon hombres.La virgini-daddebíaserunaconstanteen sus vidas. De otra forma, quien trans-gredía esta norma era severamentecastigada,llegándosea la penamaxima.

Es en este contextoen el que se inserta el relato de los amoresentre Chuquillanto y Acoitapia, que vamos a analizar.

Se trata de un temarecogidoen los dos manuscritosatribuidosa

fl~5ist6 Española de Antropología Americana,vol. XV, 1981 Edit. Univ. Complutense

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fray Martín de Murúa, denominadouno manuscritode Wellington yel otro manuscritode Loyola.

1. HisToRrx DE LOS MANUSCRITOS

Ambos manuscritostienen tras de sí una azarosahistoria quecreemosinteresanteexplicar para aclarardiversospuntos.

Martín de Murúa sale del Río de la Plata con su manuscritohaciaEspañapara su publicación, debidamentecorroboradopor altasper-sonalidades,tanto civiles como religiosas:Don Martin DomínguezJara,del Santo Oficio y de la SantaCruzada,firma su informe favorableel25 de agostode 1611; fray PedroGonzález,de la Orden de Predicado-res,visitador generaldel Obispado,lo haceel 6 de septiembrede 1611;el arzobispode la Plata,don Alonso de Peralta,el 8 de septiembrede1612; donLuis de QuiñonesOssorio,gobernadorde Tucumán,tambiénda su visto bueno.

Una vez en la Penínsulaconsigueel informe afirmativo del señordon PedroValencia,el 28 de abril de 1616, llegandoun mes despuésaconseguirla autorizacióndel rey, el 26 de mayo de 1616.

Sin embargo,no se llegó a publicar hastaque en 1962-1964,tres-cientos cincuentaañosdespués,lo hiciera el señordonManuel Balles-terosGaibrois.

Al no publicarsela obra pareceser queel manuscritooriginal deMurúa sería llevado por algún miembro de la Orden de la Merced,Redentorade Cautivos,a la que pertenecíaMuro-la, al Colegio Menorde Cuenca,en Salamanca(Ballesteros,1962, XXVII).

Allí se le puso el sello del Colegio, por lo que se puedeasegurarque estuvoen este lugar durantealgún tiempo, al menosbasta 1785,fechaen que lo vio y copió Juan BautistaMuñoz. Su copiadesapare-ció de la ColecciónMuñoz en la Real Academiade la Historia.

Cerradoel ColegioMenor de Cuenca,sus documentospasarona laReal Biblioteca de Palacio, y con ellos el manuscritode Wellington,original de la obra de Murúa.

El manuscritoatraviesapor diversosavatares,en los que destacasu inclusión en el equipajede JoséBonapartecuandoéste huía deEspaña,tras su derrota en la batalla de Vitoria en 1813. Tuvo queabandonarparte de su equipajepara aligerarsu huida anteel acosode los soldadosinglesesque iban trasél.

Estos soldadosentregaronel equipajea su superior,lord ArturoWellesley, duque de Wellington. Estellevó a Londres el equipajedelrey francéscon la intenciónde devolvera Españalo que legítimamen-te le correspondía.FernandoVII regalóal duquede Wellington todolo que componíael equipaje, incluido el manuscrito.

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No seráhasta 1950 cuandose conozcala existenciadel manuscritoen la biblioteca del duque de Wellington y posteriormentesupublica-ción

El manuscrito de Loyola fue la primera copia que se hizo del ori-ginal y llevadaal archivo de la Compañía de Jesús,en Loyola, desdeel Colegio Menor de Cuenca.La copia a la que nos referimos desapa-reció también de Loyola. E) padre ConstantinoBayle consiguió unacopia del manuscritode Loyola que utilizó para componerla Historiadcl origen y gcneolog¡ci ¡‘ea? de los reyesincas, publicadaen 1946,cuan-do aún no se conocía la existenciadel manuscrito de Wellington, y yaen esosmomentos Baylc supone que el manuscrito de Loyola se tra-taba de una copia.

Sin embargo, no es una copia exacta, punto por punto. Básica-mentesigueel mismo hilo argumental,pero se encuentrandetallesqueenriquecenel texto y que eí original omite, al menos en lo que se re-fiere al relato que comparamosaquí, inclusive en cuantoa ilustracio-nes, cl manuscrito de Loyola no tiene la serie cíe los Incas y Coyas.Sin embargo,acompañandoel relato de los amoresde Chuquillanto yAcoitapia, que analizaremosposteriormente,incluye un dibujo quenos parece extraordinariamenteinteresantey que el manuscrito deWellington no tiene, pues en sus 37 ilustraciones se da cabida a laseriede nueve Incas con sus respectivasCoyas,guerrerosindios y ar-mas del reino, pero no se hace referenciani aparecenlos dibujos alos que aludimos, que, sin duda, fueron realizadospor el copista enel manuscrito de Loyola.

No debió copiarlo el propio Murúa, porque si no no se entiendeque en cl original haya omitido los rasgosqueadjudicamosal manus-crito de Loyola, haciendo extensivanuestraalusión también a los dosdibujos ilustrativos y aclaratoriosdel relato que nos ocupa.

Tampoco debió ser un indio natural adoctrinado y alfabetizado,pues a lo largo del texto se incluyen frases como ésta: «hallaron ha-ber llevado mLtchas mujeres a sus queridosy amadosmetidosdentrode los chumpis, que en nuestra lengua se dicen fajas»,o estaotra: «Ypara ver si era verdad lo que cerca desto cuentan estos indios.. - », «em-pezoa coger unas ortigas, comida apropiada,segúnestos indios, parala tristeza».

Pensamos,pues,que el copista debió estarcerca de Murúa y cono-cía tan bien como él el mundo que describía,quizá se tratasede algúnfraile pertenecientea la misma orden, a los mercedarios;añadecon-ceptos y vocabulario propios del hombre quechua,que no se encuen-tran en el manuscritode Wellington.

Paraampliar la información sobreesteasuntoconsultarla obra de ManuelBallesteros Gaibrois, 1962: XV-XLVIII.

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El estudio que realizamoscompara los dos escritos colocándolosa doble columna y separandolosmentepasaremosa su análisis.

MANUSCRITO DE LOYOLA

Ficción y sucesode un famoso pastorllamado el Cran Acoytrapacon la her-mosa y discreta Chuquillanto, ñus/ahija del Sol.

«En la cordillera y sierra nevadaque está encima del valle de Yucay,llamada Sabasiray, guardaba el ga-nadoblanco del sacrificio que ofrecíanlos Incas al Sol, un indio natural delos Lares, llamado Acoitrapa, el cualera mozo bien dispuestoy muy gen-tilhombre; andabatras su ganado ymientras pacía tocaba una flautaque tenía muy suavey dulcemente,nosintiendo pena ninguna de los acci-dentes amorososque la mocedadsen-tir le hacía, ni tampoco sentíaplaceren tenerlos.

Le sucedió un día que, cuandomásdescuidadoestaba tocando su flauta,llegaron a él las dos hijas del sol,

párrafos que coinciden. Posterior-

MANUSCRITO DE WELLINGTON

En que se pone umz fiction y su~essode un pastor Acoytapia, con Chuqui-¡lan/o, hija de el Sol.

«Por concluir con las relagiones te-cantes a estos yndios, y suqesosquelos antiguos quentan de algunos deque ellos hazenmemoriap[a]ra pasaradelantea las ceremoniasy costum-bres de este Reino quiero poner eneste lugar una fiction de que algunoshacenmucho cassoy muestranmemo-ñas de ella.

No mul lejos de la ciudad del Cuz-co, que son unos gerrosllamados4ava~iray y Pitugiray, que están juntoa los pueblosde Gunillabambay Cal-ca, en que dizen se combirtieron unpastor por nombre Acoitapia, y unañusta de las que estavan consagra-das al Sol, llamada Chuquillanto, y lotienen por tradi~ión.

En esta cordillera y sierra nevada,que está ensima del valle de Yucay(cuatro leguasdcl Cuzco, famoso porsus muchas guertas y recrea9iones)llamada Saya Siray, guardavael ga-nadoblanco del sacrificio, que los yn-gas ofregían al Sol, un yn[dijo, natu-ml de los Lares llamado Acoitapia, elqual mozo, dispuestoy de gallardo en-tendimiento, andava tras su ganadotodo el día, y cuando el ganadodes-cansava, también el pastor lo hayíatocando una flauta suabey dulcemen-te, en que era muy diestro, no sin-tiendo cosa que le diese pena,ni quele alterasesu contento con disgustosni pesares,de cuidados propios niajenos.

Sucedióun díacuandocon más des-cuido estava tocando su flauta, i~e-creándosecon los asentosde ella, una

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que en toda la tierra tenían manidasadonde acogersey guardas en todasellas. Podían estasdos hijas del Solespaciarsedc día por toda la tierray sus verdes prados, mas no podíanfaltar de nochede sus casas;y al tiem-po de entrar en ellas, las guardasylos porteros las catabany miraban sillevaban alguna cosa que dañar laspudiese; y como habemos dicho, lle-garon adonde eí pastor estaba,muydescuidadode verlas; y ellas le pre-guntaron por eí ganado y pasto quetraían.

El pastor, que hastaentoncesno lashabíavisto, aunqueturbado, hincó lasrodillas en el suelo, entendiendoqueeran alguna de las cuatro fuentescristalinas en toda la sierra muy ce-lebradas, que en aquel ser se habíanconvertido o manifestado; y así norespondiópalabra, mas ellas tornarona preguntarlepor el ganado,y le dije-ron que no temiese,que ellas eran lasdos hijas del Sol, señorasde toda látierra; y por más asegurarsele to-rnaron por le brazo y le dijeron otravez que no temiese.

Al fin, el pastor se levantó y besólas manos de cadauna dellas, quedan-do muy espantadode la gran hermo-soca que tenían; y al cabo de haberestadoun buen rato en buena conver-sación, dijo el pastorque era ya tiem-po de recogersu ganadoy que le die-sen licencia para ello; y la mayor de-lías llamada Chuquillanto, se habíapagado mucho de la gracia y buenadisposición del pastor, y por entrete-nerleen razonesle preguntóque cómose llamaba y de qué tierra era, y elpastor respondió que era natural delos Lares y que su propio nombre eraAeoytrapa.

En esto puso ella los ojos en untirado de plata que traía encima dela frente, llamado entre los indios

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cosa que de todo punto le metió enhartos cuidados, y fue que a él lle-garon las dos hijas del Sol espaciar-se por toda la Sierra, y regocijarseenlos prados y fuentes de ella, pero enllegando la noche se recogían a sucasa en cuya entrada las guardas yporteros las miraban y catavan si lle~vahan alguna cosa que dañar las pu-diese. Llegaron súbitamenteadondeelpastor cantava,preguntándolepor elganadoy el pasto donde lo traia.

Como llegaron de repenteal pastor,y él nunca las abía visto quedó ad-mirado de tan rara bellega y hermo-sura; como eran dotadas las dos ñus-tas, y turbado se hincó de rodillas de-lante de ellas, entendiendo que noeran cosaumana, ni en el serhumanocabíatantabellega, y con la turbagiónno les respondió palabra. Ellas co-nociendo en su semblantelo que ensu pecho tenía, le dijeron que no the-miese,que ellas eran las hijas del Sol,tan selebradasen toda aquella Sierray por más aseguraile,le tomaron elbragohagiéndoleque se sentasey pre-guntándoleotra bes por su ganado.

El benturoso pastor, alentado conla atavilidad de las ñustas, se leban-tó, besándoleslas manos y de nuevoadinirándose de su hermosura y do-nafre de ellas y, a lo que le pregun-taron, respondió con unas razonestanpoco compuestas,causadodel espan-to y nobedad, que ellas también seespantaronde ello. Y la maior llama-da Chuquillanto, que de la gragia ydisposigión de Acoitapia se avía pa-gado, y aun aficionado extrañamente,por entretenersele hizo dibersaspre-guntas,como era su nombre, de don-de era natural y quien eran sus pa-rientes; a todo satisfizo el pastor, al-go más asegurado.

Estandoen estasrazones,puso Ohu-quillanto los ojos en un tirado de pla-ta que el pastor tenía ensíma de la

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Campu, el cual resplandecíay ondea-ba con mucha gracia, y vido que enpie estabaun arador muy sutil, y mi-rándolo más de cerca vido que losaradores estaban comiendo un cora-zón, y preguntó Chuquillanto quecómo se llamaba aquel tirado de pla-ta, respondió el pastor diciendo quese llamaba lJ/usi, que hastaagora nohemos sabido qué significación tengaeste vocablo, y es de espantarque loque llaman Campu, dijese que sellama Utusi y algunos quieren decirque Utusi significa el miembro geni-tal, vocablo que enamoradosantigua-mente inventaron.

Finalmente, signifique lo que qui-siere y vamos a nuestro cuento, lanustale volvió su (Jtusi, y se despidiódel pastor llevando muy en la memo-ria el nombre del plumaje y el delos aradores;e iba pensandocuande-licadamente estaban dibujados y alparecer della vivos y comiendo el co-razón que habemosdicho, en el dis-curso del camino, iba hablando consu hermanaacerca del pastor, bastaque llegarona sus palacios;y al tiem-po de entrar en ellos, los Pongocama-yos, o porteros,las catarony miraronsí llevaban alguna cosaque dañar laspudiese; porque según ellos en mu-chas partes hallaron haber llevadomuchasmujeresa sus queridosy ama-dos metidos dentro de los chumpis,que en nuestra lengua se dicen fajas,y otras en las cuentas de las gargan-tillas que llevabanpuestasen las gar-gantillas y recelososdesto los porte-ros, las catarony miraron, y al fin en-traron dentro de los dichos sus pala-cios, donde hallaron a las mujeres delsol, que las estabanaguardandoconsus ollas de oro muy fino, guisadasto-das las cosasque en la tierra se dabanen mucho regalo.

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frente, llamado entre los yndios Ca-nipu, el cual resplandegíay hagíaunosvisos graciososy bído en el pie dosaradores mui sutiles, y rairándolosde más gerca, bido que los aradoresestavan comiendo un corazón; agra-dadade ello le preguntóChuquillantoque como se llamabaaquel tirado deplata, Acoitapia le respondió que sellamaba Utusi, el cual bocablo hastaagora no se ha podido alcanzar subeidaderasignificación, y es de no-tar lo quecomúnmentellaman Canipuél le dijese se nombravaUtusi.

La flusta, abiéndolobisto mui despa-gio, se lo bolbió y aun con él su co-razón, y se despidió del pastor, lle-vando muí en la memoria el nombredel plumaje y el de los aradores. Ybapensandoquan delicadamenteestavandibujadosy al parecer bivos, comien-do el corazón y aun a ella se lo roíany consumían. Y en todo el discursodel camino no trató otra cosacon suhermana sino de la gentilesay talledel pastor, y la muchagragia con quetocaya su flauta y de sus razones,has-ta que llegaron a sus palagios y mo-rada, donde las flustas hijas del Soltenían su abitagión.

A la entrada,los porterosy guardaslas cataron y miraron con diligengiasi llevaban alguna cosa consigo, por-que refieren que, algunasbeyes, suge-dió (a) algunas flustas de aquellastichar a sus galanes metidos en loschumpis que acá llamamos tajas, yotras en las cuentasde las garganti-llas que se ponían en las gargantas,yreyelososde esto los porteros las mi-raban con mucho cuidado. Entradasen los plagios hallaron las mugeresdel Sol que las aguardavanpara se-nar, tiniendo guisadamuchas dijeren-gias de comidas que ellas usabanenollas de fino oro.

Chuquillanto,con el desasosiegoquesu corazónllevaba, no quisogenarcon

Chuquillantose metió en su aposen-to, que no quiso cenar, y cl achaque

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(que es dicho) fue decir que estabamuy molida y cansadade andar, todaslas demás cenaron con la hermana,que dado caso de algún pensamien-to tenía de Acoitrapa, no era tal queinquierarla podía, aunque todavíadaba algunos suspiros pero disimu-lando; mas la dicha Chuquillando es-taba que a un solo punto ni un mo-rnento no podía sosegar,por el gran-de amor que al pastorAcoitrapahabíacobradoy tenía; mas al fin por no darmuestrasde lo que dentro de su pe-cho tenía, corno mujer tan entendiday discreta que lo era en todo génerode extremos, se hechó a dormir y sequedó dormida.

Había en estamoradaque eran pa-lacios grandes y suntuososdel sol,muchosaposentosricamentelabrados,y vivían en ellos todas las mujeresdel sol que cían muchas, traídas detodas las cuatro provincias que eransujetas al Inga, como fueran la deChirwhai suyo, Conde suyo, Ante suyoy Colla suyo, para las cuales habíadentro cuatro fuentes de aguas dul-ces r crislalinas que salían y corríanhacia las cuatro provincias en las cua-les se bañabanen la fuente que co-rna hacia la provincia de donde erannaturales.

Llamábanse las fuentes desta ma-nera, la de Chíncha sullo, que estabahacia la parte del occidente;Siclíapa-quío, que signilica fuente de quijos,y la otra se llamaba Llallucha puquío,que significa fuente de ovas, estabala par de orienl.e quese llama Collasu-yo. La otra que estabaa la parle delseptentrión, se llamaba Ocoruru-pu-quid, que significa fuente de berros; yotra que estabaa la parte del medio-día, se llamaba Chicha puqulo, quesignifica fuente de ranas. Y volviendoa nuestropropósito, estabala hermo-sísíma Chuquillanto, hija del Sol, me-tida en un profundo sueñoy soñabaque veía un ruiseñor volar y mudarse

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su hermanay las demás, sino luegose metió en su aposento,diziendo quebenia molida y cansadade andarporla sierra, y a la berdad la memoriadel pastorla molía y fatigava másqueel cansancio,que de muy buenaganatornavasalir luego y andarpor la sie-rra, a trueque de gozar de su bista.Las más qenarony Chuquillanto reti-rada en su aposento,un tan solo pun-to no podía soyegar,que el corazónardía en bivas llamas, y soledad lasaumentavany crescían a más andar,y ya deseavael día, y la noche le pa-regía laiga y penosa. Y luchandoconel nuevo amor, y con la fuerga queen su pecho hagía por deseehalloalpringipio, se quedódormida con algu-nas lágrimas que bañabansu rostro.

Avía en estamorada, dedicadaa solaslas hijas y mugeres del Sol, palagiosgrandesy suntuosos,y en ellos ynfi-nitos aposentos ricamente labiados,y en ellos bivían las mugerese hijasdel Sol ya dichas, traídas delas qua-tro probincias sujetas al ynga, y enque dividió su entendido reino, llama-dasChinchai suyo, Coati suyo, y CollaSuyo, y Ante suyo. Y para estasqua-tro diferengias de mugeres avía qua-tro fuentes de agua clara y christali-na, que salían y traían curso en lasquatro partes dichas y en estafuentese bañavan las naturales de la partedondecorría.

Llamábase las fuentes la de Chin-chal sulo, que estava a la parte deocgidente,Sulla puquío, que significafuente de quijas, y a la otra se lellamaba Llulín Chapuquío, que signifi-ca fuente de obas y estavaa la parteoriental, que se dice Colla Sulo; laotra asia la parte de septentrión, sedegía Ocorura Puquío fuente de losberros, que es Con/e Sulo y la de asiael mediodía se llamaba Sic/la Puquío,que quiere dezir fuente de ranas, quees Aral Sulo. En estasfuentesse baña-van las que emos dicho que dedicadasal sol moravan en aquella casa.

La hermosaChuquillanto, metida en

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de un árbol en otro,y queasíen el unocomo en el otro cantaba muy suavey dulcemente,y que despuésde habercantadoun buen rato con mucha ar-monía y regocijo, se le puso en susfaldas y regazos,el cual le dijo queno tuviese pena ni imaginaseen cosaningunaque se la pudiesedar; y queella había dicho que sin remedio pe-recería si no la diese algún remedio;a lo cual respondióel ruiseñor que laremediaría,y que le contasesu pena;y al fin ella le dijo el grandísimoamorque habíacobradoa la guarda del ga-nado blanco, que se llamaba Acoitra-pa, y sin ninguna duda veía ya sumuerte, porque para remediarse nohabía otro remedio sino irse viendocon el que tanto quería, porque deotra manera sería sentida de algunade las mujeres de su padre el Sol, yasí la mandaríamatar el dicho su pa-dre, a lo cual le respondíoel ruiseñorque se levantasey asentase en mediode las cuatro fuentes arriba dichas ya/lí can/ase lo que en la memoria te-nía, y que si las fuentes concordaseny .dijeran lo mismo que ella cantasey dijese, que seguramentepodía hacerlo que quisiere, y diciendo esto sefue.

Y se despertó la flusta como espan-tada, y a gran priesa comiénzaseavestir, y como la gente estuviesedur-miendo a sueñosuelto, tuvo lugar delevantarse sin ser sentida, y así sefue y se puso en medio de las cuatrofuentes, y empezó a decir, acordán-dose de los aradoresy tirado de plata,en el cual estaban los aradoresco-miendo el corazón sobredicho,y de-cia: Micuc usutucuyuc, utusi cusin,que significa: arador que está comien-do el titusí que se menea(como) di-cho es, y luego comenzarontodas lascuatro fuentes,unas a otras, a decir-se lo mismo a gran priesa en cuadro.Y para ver si era verdad lo que acer-ca de esto cuentanestos indios quise

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un profundo sueño,paregíaleque biaun ruiseñor bolar y mudarse de unárbol en otro, cantando suavementey con su dulze armonía la entreteníay, después de ayer cantado se levino a poner en sus faldas, y la em-pesó a hablar, diziéndole que era lacausa porque estava triste y a ratossuspirando, que no tuviese pena niymaginaseen cosa que se la pudiesecausar; y la flusta le respondíaquesin duda muy pronto acavariasu vida,si no le dava remedio a su mal, y elruiseñor le respondióque él se la da-rla conforme a su gusto, que le dijesela ocayión de su tristesa, a lo qualChuquillanto, brevemente, le de9ía elmuchocariño que avíacobradoal pas-tor Acoitapia, guardadel ganadoblan-co de su padreel Sol, y que mui pres-to hería su muerte si no le bía, y porotra parte, si fuesesentidade las mu-geresde el Sol, su padre, la manda-ría matar su padre.Y entoncesel rui-señor le dixo que no le causaseaflic-tion aquella, que se lebantase y pu-s¡e.se en medio de las quatro fuentesy allí cautase lo que más en memoriatenía y que ssi las quatro fuentescon-cordasen en el canto, respondiéndolelo mismO que ella can/aseque segura-mente podía hazer lo que quisiese. Ydiyiendo esto, el ruiseñor se fue y

la flusta, despavorida,despertóespan-tadadel sueño,y a grandísimapriesa,se comensóa bestir, y como toda lajente de la casa estubieseen profun-do sueñosepultada,tuvo lugar sin sersentida, de lebantarse.Y fuese y pú-sose en medio de las quatro fuentesy empeqóa cantaracordándosede losaradoresy tirado de plata en el qualestavancomiendo el corazón, que di-jimos y deqíasuavemente,micuc, usu-tu, cuyuc, utussi cusin, que significa:arador que estás comiendoel utussique se ti-tenca dichoso es, y luego ce-mensaronlas quatro fuentes, unas aotras, a dezirse lo mismo a gran prie-sa, respondiendoa la ninpha con mu-cha conformidad y consonanyia, de

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poner aquí a las espaldaslas cuatrofuentes,y los nombres,y el canto tris-te de Chuquillanto,para ver la figurasi se comunicabanunas con otias, yvi ser cosa maravillosacomo la figu-ra lo muestra. (Ver dibujo cronista.)E viendo la ñustaque le eran muy fa-vorables las fuentes, se fue a reposarun poco que de la noche quedabade-jando a las dichas fuentescon el en-tretenimientoya dicho.

El pastor despuésque se hubo idoa su chozuela, trujo a la memoria lahermosurade Chuquillanto, y estandometido en este cuidado empezóa en-tristecer, y el nuevo amor que se ibaarraigandoen su deseoy no atrevidopecho, le hacia sentir y querer gozarde los últimos fines del amor, y coneste sentimiento topó su flauta y em-pezo a tocarla tan tristemente que aduras piedrasenternecía,x’ en acaban-do de tocarla fue tan grande el sen-timiento que hizo que cayó en el sue-lo amortecido; y cuandovolvió en sídijo virtiendo infinitas lágrimas, la-mentando: Ay, ay, ay, de ti desven-turado y triste pastor, desdichadoysin contento, y corno se te acercayael dia de tu muerte, pues la esperanzate niega lo que tu deseo te pide;¿cónio puedes, pobre pastor, reme-diarte, pues el remedio es imposiblecíe alcanzar(ni) siquiera verlo? Y di-ciendoesto se tomó a su chozuela, ycon grandísimo trabajo que había pa-sado se l.e adormecieron los miem-bros y asl se quedó dormido.

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que la ñusta quedó contentisima,pa-regiéndole que no avía más que de-sear, pues todo correspondíaa su de-seo y las fuentesse le mostrabanfave-rabies. Y ansi se bolbió a su aposen-to lo poco que dela noche quedava,deseandola luz del día por ber a suquerido pastor Acoitapia.

(Rubricado.)

Capítulo 92.—Del fin desdichadoquetubieron los amores de Acoitapia yChuquillanto.

Por no ser largo en el capítulo pa-sado y causar fastio a los lectoresle quise dividir en dos, porquela fic-tión y fábula como la refieren losyndios antiguos hazen della grancaudal-

Despuésde partidas las dos fiustaspara su casa, quedó el pastor Acoy-tapia con su ganado, aviéndolo reco-gido, se metió en su ca[v]afia, triste ypensativo, acordándosede la hermo-sura de la bella ñustay de su traje ybisarría, y ocupado su corazón conel nuevo cuidado y aún con la deses-peragión, que el acordarsey conside-mr quien ella era, y la dificultad queen su amor podría tener le causava,porque las semejanteshijas del soleran respetadas,y miradas de todoslos pastorescon mucha benera9ión,yninguno se atrebiaa poneren ellas losojos, por miedo del gran castigo queen los tales se executava.Y con estaconsideragión,tocandoa ratos su flau-fa y a ratos lansando ardientessus-piros de lo más ynterior del alma, ybañandola tierra gercanacon sus ca-lidas lágrimas, sólo un triste ay se leoyo, que a las piedras enternegiemayaun las ohejas del solo pastor, comono acostumbradasa oyr semejantela-mento de su guarda, llegándosea lapuerta de la chosacasi le queríanayu-dar, el cual despuésde ayer casi todala larga noche en sus ymaginagionesy llanto, al alba se quedó amortesído,

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MANUSCRITO DE LOYOLA MANUSCRITO DE WELLINGTON

venzido de la tuerca de su anal, quele yva consumiendolos bitales spiri-tus, y quería mediante la muertetriunfar el atrevido pastor, y sin dudaallí feneyiera sus días si el remediopara él no le biniera presto.

Tenía estepastor en los Lares a sumadre, la que supo por orden de losadivinos el estremo en que su hijoestaba,y de que sin remedio acabaríala vida sí no diese orden en reme-diarle y sabida la causade su desven-tura, tomó un bordón muy galano degran virtud para tales cosas,y sin de-tenersetomó el camino de la sierra ydiose tan buena maña que llegó a lachozuelaal tiempo que el sol salía, yentró dentro y vio a su hijo que es-taba adormecido y todo el rostro ba-hado en lágrimas viva~., y se llegó ael y le despertó;y el pastor, que abrió

Dibujo de Chuquillanto soñando,con elen el libro dc ConstantinoRay/e,1946: 424.

Tenía este Acoitapia, en los laresdonde era su naturalessa, la madreque le parió, que sin duda debía sercíe aquellas que los yndios respeta-van entre sí con nombre de adivinas.Estasupo la aflictión y travajo en queestava su único hijo y que, sin dudaninguna, la vida se le acavaría muipresto si el remedio no le benía.Y al-cansadala causade su mal por el de-morRo, tomó un bordón mui galanoy pintado que ella teníay de granbir-tod para tales suyesosy sin detenersetomó el camino por la sierra ayudadadel que le hizo savidorade la penade

ruiseñor y las cuatro fuentes. incluido

_Mr

«El sueñode la Nustaéstaera unahija dclSo] llamadaChuquillantoNusta»

Los amoresde Chuquillanto y 4coitapía

«FI triste Cantode Chuquillantoy las cuatro fuentesqueal derechoy al travésY a la largaseresponden»

‘Respondíanseestascuatro fuentescon tantaconformidadqueno discrepabanenun punto de lo quelas unasdecíana lasotras al derechoy al travésala larga~. hacieaJode la mi snla maneraquela fignralo muestraquedóChtiqoillanto muy contentaele la con1mmdad de las incates.»

193

liii tracio,í de les c¿¡otro fuentes y su canto, soñado no - Chuquillanto. Incluidoen cf [ji, PO de (mus/au/ii o Bavle, /946: 425.

194 Pilar Alberti Manzanares

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los ojos y vio a su madreempezóahacer gran sentimiento. La madre lecouisoló lo mejor que pudo, diciéndo-le que no tuviesepena, que ella le re-mediaría antes que pasasenmuchosdías. Y diciendo esto se fue a cogerunas ortigas, comida apropiada, se-gún estos indios, para la tristeza, ycogiendogran cantidaddellas, hizo unguisado;

y no estaba bien cocido cuando lasdos hermanashijasdel Sol estabanvaen los umbralesde la chuzuela; por-que Chuquillanto así como amanecio,se vistió y cuando le pareció que erahora de irse a pasearpor los llanosverdesde la sierra, salió enderezóha-cia la chozuela de Acoytapa, porquesu tierno corazón no le daba lugar aotros entretenimientos; y luego quehubieron llegado a la choza, se asen-taron a la puerta della, fatigadasdelcamino, y como viesen dentro a labuena vieja, la saludaron y dijeronsi tenía qué darlesde comer; la viejahincó las rodillas en el sueloy lesdijoque no tenía más que un guisado deortigas; y aliñándolas dio de ellas yellas empezarona comer con grandí-simo gusto. Chuguillanto empezó arodear la dicha choza, con sos la-grirnosos ojos, sin dar muestras delo que deseabaver, y no vido al pas-tor, porque en aquel instante queellas se manifestaron, se metió pororden de la madre dentro del bordónque había traído, y así entendió ellaque debía de haberse ido con cl ga-nado y no curó de preguntar por él;

y como hubiesevisto el bordón, dijoa la vieja que era muy lindo el dichobordón, y que de dondelo había traí-

MANUSCRITO DE WELLINGTON

su hijo, y antes que el sol saliese,es-tava ya en la cavañade su hijo. Entróen ella y bidole amortesido y muíyerca de muerto, todo bañado en lá-grimas, despertúlecon dificultad y hí-zole bolber en si. Quando Acoitapiahido y conoció a su madre fue admi-radocomo tanprestoallí fuesebenida;la madre, que sabia su mal, le empe-

a consolar, diziéndole que se ali-víase, que ella daría presto remedioa su tristezay medisinaa su mal, quese alentasey con eso, salió dela caba-ña y, de jont.o a unaspeñas,cogiócan-tidad de ortigas, comida segúndizenlos yndios apropiadaparala tristezayalegrar el corazón, y dellas hizo unguisadoa su modo.

Aún no avía acavádolo quando lasdos hermanas,hijas del Sol estavanala puerta de la chozuelade Acoitapia.Porque Chuquillanto, al amanescersehistió y con su hermana, en achaqeede pasearsepor los berdesprados dela sierra, se salió de la cassay ende-reyo adonde estava su nuevo amor;porque su corazón a otra parteno leguiavay, algo fatigadasdel camino, sesentaron junto a la puerta, y comobiesen dentro a la bieja la hablaronpidiendo si tenía algo que dalles acomer, que benían hambrientas.

La bieja hincadade rodillas les dijoque no teníaotra cosaque dalles, sinoaquel guisado de ortigas, el qual ellasrecivieron con muchaboluntad y, conno menos gusto, empesarona comer.Chuquillanto rebolbía los ojos por lacabañapor si heríacon ellos a su que-rido Acoitapia, pero, al tiempo queellay su hermanallegaron se aNa él ocul-tado por orden de su madre, dentrodel bordón que avía traído. Y comoChuquillanto no le biese preguntópor él; la hieja le respondió que eraido con el ganadoy

Chuquillanto, aficionada a la her-mosa labor del bordón, le tomó apreguntarque cuio era aquel tan liii-

Los amores de Chuquillanto y Acoitapia 195

MANUSCRITO DE LOYOLA

do; y la vieja respondió que fue bor-dón que antiguamenteera de una delas ínujePes y queridas de Pachaca-mac, Guacamuy celebradaen los Lla-nos, y por herencia le venía a ella; ycomo lo supo, pidióselo; con muchoencarecimientoque le hizo, al fin lavieja se lo dio. Tomolo en las manosy parcciólerrIuv mejor que antes,y alcabo de estar un rato dentro de lachoza se

despidió de la vieja y se fue por elprado adelantemirando a una parte ya otra por ver si parescia el pastorque tanto quema No tratamos aquide la hermanapattícularmenteporqueno hacea nuestroproposifo y así tra-taremos dc Chuquillanto tan solamen-te, la cual está ti iste y muy pensativa,viendo que en todo cl camino no pa-rescia; y-ansi fue hacia cl palacio conuraí¡dísimo dolo¡ de no haberlo vistoy al tiempo de entrar en los palacios

las guardas las cataron y miraroncomo lo suelenhacer todas las vecesque de fuera a dentro entraban; ycomo no viesen cosa de nuevo, masdel bordón, que claramente traía, ce-rraron sus puertas y se fueron detodo fraude engañados.Ellas entra-<~00 en sus recámarasy alli les die-ron de cenar largo y espléndidamente.Despuésdc haber pasadoparte de lanoche, todas se fueron a acostar yChuquillanto tomó su bordón y loIluso junto a su cama, porque le pa-reció muy bien, y así se acostó; ypareciéndoleque estaba sola, empezóa llorar acordándosedcl pastory delsueño que había soñado; mas no es-

MANUSCRITO DE WELLINGTON

do bordón, y de donde lo abía traí-do; la vieja le respondióque antigua-menteabía sido de una de las muge-res queridas de Pacha Camac, hua-ca selebradissimaen los llanos, jun-to a la qiudad delos Reies y quatroleguas de ella, y que por herenqia lebenia a ella. Chuqui Llanto enamo-rada del bordón con mucha prestan-yia se lo pidió y la vieja, aunque alprincipio, por dárselo más a desear,se lo negaba,al fin se lo conyedió;tomólo Chuquí Llanto en sus manos,pare,déndolemucho mejor que antesy, aviendoestadoun rato con la vieja,como el deseo de ber a Acoitapia laynstigase

se despidió de eJia y se fue por losprados reholviendo sus ynquietos yheímososojos de una parte a otra porver si le hería.

Todo el día gastaron las dos her-manas de ujios lugares a otros noparando, con deseoChuqui Llanto degoyar dela vista y combcrsayión delpastorque su hermanabien ygnoran-te de ello estava, y como eí sol yafue ynclinado y alargando sus som-bras, cansadasdieron buelta hagia lospalacios, con semnmo dolor de Cha-qui Llanto en no ayer alcanyadoa beral que consigo llevaba, metido en elbordón.

Y llegado a las puertas las guardaslas miraron con diligenyia, como to-das las beseslo hacían,y como sólobiesen,de nuevo, el bordón que clara-mente traían, serraron sus puertasy ellas entraron en sus aposentos,SinquererChuqui Llanto asistir a la penacon su hermana y las demás hijas ymugeres del sol, que el fuego quetraía en su pecho no la dejava comu-nicar con nadie, sino a solas queríaque ardiese,para que más se acresen-tase, y puesto el bordón junto a sucama se acostó y, pareciéndole queestavasola comensóa llorar y a sus-pirar a ratos por el pastor, hasta que,

196 Pilar Alberti Manzanares

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tuvo con este cuidado mucho tiempoporque,

el bordón se había convertido en elser que era de antes,y así empezóallamar a Chuquillanto por su propionombre, y ella, cuando se oyó nom-brar, tomó grandisimo espanto; levan-tóse de su cama fuesea por lumbrey la encendió sin hacer ruido , y comose acercasea su cama, vido al pastorque estabahincado de rodillas delantedella, vertiendo muchas lágrimas, yella que lo vio fue turbadamente,ysatisfaciéndosede que era su pastor,le dijo y preguntó cómo había en-trado dentro, y él respondió que elbordón que había traído dio ordenen ello. Entonces Chuquillanto leabrazóy cohijó con sus mantasde lipimuy labradas y de cumbi fínísimas,y allí dm-mié con ella; y cuandoqui-so amanecerse entró otra vez al bor-dón viéndole entrar dentro su Ñustay Señora;

la cual despuésque el sol había yabañadotoda la sierra, se tomó a sa-lir de los palacios de su padre, y sefue por el piado adelante tan sola-mente con su bordón, y en una que-bradaque hay en la sierra estuvoconsu amado y querido pastor, que ensu ser se había convertido.

Sucedió que una de las guardassehabía ido tras ella; al fin, aunque enJugarescondido,dio con ellos, y comoviese lo que pasaba,dio grandesyo-ces, y cííos, que lo sintieron fuéron-se huyendo hacia la sierra, que estájunto al pueblo de Calea, y cansadosde caminar se asentaronencima deuna peña, y se adormecieron;y comoviesen gran ruido entre sueños,se le-vantaron tomando ella una ojota enuna mano,que la otra la tenía calzadaen el pie, y mirando a la parte deldicho pueblo de Calca. el uno y el otrofueron convertidos en piedra; y el

MANUSCRITO DE WELLINGTON

gerca de la media noche, se quedódormida.

En esto, Acoitapia salió del bordóndonde estava oculto, y hincado derodillas delante dela cama de suñusia, la llamava con una hoz manga,por su nombre.

Ella despertó despaborida y, congrandísimo espanto,se levantó de lacama y bido junto a ella a su querado pastor,birtiendo lágrimas,- ella quelo bido, turbada de tal acontecimientose abragó con él, preguntándtflecómoaNa entrado allí dentro estando lospalagios serrados,él le respondió queen el bordón que su madre le abiadado avía venido, sin que nadie lo sin-tiesse. EntoncesChuqui Llanto íe Co.bijó con las mantas de lipi labradas,que en su camatenía y dc cumbi fmi-simas, y durmieron juntos los dosamantes,y quando sintieron que que-cia amanescerAcoitapia se metió enel bordón, biéndole su ñusta.

Después que el sol abia bañadotoda la sierra, Chuqui Llanto por go-zar a solas y sin estorvode la conher-saqún de Acoitapia, tomó su bordón,y dejando a su hermana en los pala-gios, se salió de ellos y se fue por losprados. con su bordón en la mano, yllegando a una quebrada oculta, sescntó con su querido pastor, que yadel bordón se había salido a platicar.

Pero sucerdióque una de las guam-das, notando que avía salido Chuqui-llanto, sola, cosa que nunca hagía, lasiguiú y, al fin, aunqueen lugar es-condído, la halló con Acoitapia en suregaso,y como tal bieseempesóa dargrandes boses. Acoitapia y Chuqui-llanto que se bieron descubiertos,te-merososque si los cojiesen les daríanmuerte,pues su delito no se podía yaencubrir,se levantarony se encamina-ron huiendo asia la sierra que estajunto del pueblo de Calca, y cansadosde caminarse sentaronensima dc unapeña, pensandoestar ya salvos y se-

Los amoresde Chuqui/lantoy Acoitapia 197

MANUSCRITO DE LOYOLA

día de hoy se parecenlas dos estatuasdesde Guallabambay desde Calca, yde otras muchas partes; e yo lo hevisto muchas veces. Llamáronseaque-lías sierras pi tu si ray> que así la lla-man hoy en (lía.»

(MuRÚx, Bayle, 1946: 420-429, cursi-vastic la autora.)

MANUSCRITO DE WELLINGTON

guros, y allí se quedaroncon el can-sangoadormecidosy, comoentre sue-nos oyesen gran ruido se lebantaron,tomando ella una ojota en la mano,que la otra traía calsadaen el pie, yqueriendo otra bes huir, mirando ala parte del pueblo de Calca, el unoy el otro fueron conbcrtidos en pie-dras. Y el día de oy se paresen lasdos estatuasdesde Gunilla flamba ydesde Calca y de otras muchas par-tes, e. yo lo e bis/o muchas heces. Yllámaseaquellasierra Pitu Sira, y éstefue le fin de los amores de los dosamantes Acoitapia y Chuqui Llanto,los cuales yndios selebrany refierencomo cosa sucedida en tiempos anti-guos, con otras fábulas que tambiénquentan.”

(Rubricado.)

(MtRtIA, Ballesteros,vol. 11, 1964:17-25, cursivas de la autora.)

2. ANÁLIsis DEL RELATO

El manuscrito de Loyola no fue una copia al pie dc la letra delmanuscrito ele Wellington, sino que el copista incluyó ciertos elemen-tos distintivos y originales que irán apareciendoa lo largo de esteaná-lisis, elementosque resaltaremospor considerarlosde interés.

Sin embargo,la estructuraargumentales la misma en ambos.Estase componede:

a) Título de la obra.h) Presentacióngeográficade la zona.o) Presentaciónde Acoitapia.d) Encuentro del pastor y tas flustas.e) Regresoal Acllahuasi.f) DescripciónAcllahuasi.

g) Sueñosimbólico de Chuquillanto.fi) Descripciónestadode ánimo abatido de Acoitapia.i) Remediopara su nial.1) Segundoencuentro de ambosjóvenes graciasal elementomá-

gico.k) Penalizaciónde los amoresprohibidos.

198 Pilar Alberti Manzanares

Desdeel principio, comenzandocon el Titulo hay diferenciaentream-bos manuscritos;el de Loyola añadealgunosepítetos descriptivosre-ferentesal pastor y la flusta, mientrasque el manuscritode Welling-ton haceuna presentaciónmás escuetay sobria.

La descripción geográfica, por el contrario, es más extensaen elde Wellington que en el de Loyola.

Cuando sucedeel primer encuentro entre ambos jóvenes, la be-lleza de Chuquillanto impresiona al joven, que cree que:

Mss. Loyola Mss. Wellington

que son alguna de las cuatro fuentes que tanta belleza sólo podía tenerlasagradasque se han convertidoen ser algo sobrehumano.humano.

La posibilidad de que una fuentesagradapuedatomar la forma de unser humanoestá dentro de la línea de pensamientoquechua,el cualadmite la animación vital de las cosasmedianteacción mágica o di-vina. Esta actitud es la queobservael manuscritode Loyola, mientrasque el de Wellington comparala bellezade la ñusta con algo sobrena-tural, más en la línea de pensamientocristiano-occidental.

La ñusta observaque el pastor lleva un tirado de plata en la fren-te, llamado «Campu»(Mss Loyola), y «Canipu» (Mss Wellington). Setrata de un adorno compuestopor una planchafina de plata que lle-vaba grabadoun arador: «larva o gusanoque se alimenta de papasomaíz» (Millones, 1982:677>,que comía un corazón.

Acoitapia dice a Chuquillanto que el tirado de plata se llamaba:

Mss. Loyola Mss. Wellington

Utusi Miembro genital. Utussi No sabesu significado.

El de Loyola añadeque era un vocabloutilizado sólo por los enamora-dos, lo cual indica que el copista conocía las costumbresquechuasaún en estos pequeñosdetalles. Incluso a la hora de definir a las guar-das del Acllahuasi, el de Loyola los llama PONGOMAYO5, vocablo que-chuaque definía a los guardianesde los establecimientosestatalesqueservían de morada; mientrasque el de Wellington los llama PORTEROS.

La descripción del interior del Adllahuasi coincide en ambos a lahora de resaltar que existían cuatro fuentes que pertenecíana cada

Los amoresde Chuquillantoy Acoitapia 199

«suyu» del reino. Los nombresde éstasno coincidenortográficarnen-te en ambos manuscritos,pero fonéticamentese observaque queríandecir lo mismo, ya que incluso en la traducción que dan de las mis-mas, coinciden.

Estasfuentesdesempeñanun papel relevanteen el sueñoque tieneChuquillanto. El amor entre ambos jóvenes es imposible, las normaslo prohiben, de manera que si las inflingen serán castigadoscon lamuerte-

En el sueño,y aquí entramosya en el mundo de los símbolos,unruiseñor le aconsejaque se coloqueen el centro de las cuatro fuentesy cante su pena; si las fuentes«concordaseny dijeran lo mismo queella cantasey dijera, que seguramentepodían hacer lo que quisiere’>.

En la Sierra existía la creenciade que los manantialesy fuentesson el punto de contactoentreel «mundo de aquí» (KAY PACHA) y el«mundo de adentro»(uKJu PAcHA). El ruido que las aguashacen altranscurrir era interpretadocomo la voz de las deidadesque aproba-ban o no los actos de los humanosque las consultaban.

Puestoque cada una de las cuatro fuentesrepiten el canto de Chu-quillanto se suponeque se da cauceabierto a susamoresilícitos, porparte de las divinidades del ugjp PAellA. Posteriormente,el relato fi-naliza con la petrificación de los dos amantescontraviniendo,pues lavoluntad de estos dioses.Dicha solución la interpretamoscomo unaoposición entre la religiosidad popular y la religión oficial. Oposiciónque explicaremosmás adelante.

Las palabras que la flusta dice colocadaen el centro de las cuatrofuentes son: MicLe, U5UTU, curne, umsí, CUSIN. La traducción se in-cluye en ambosmanuscritos:

Mss. Loyola Mss. Wellington

«arador que está comiendo el Utusi «arador que está comiendo el Utussique se meneacomo dicho es>’ (Murúa- que se meneadichosoes’> (Murúa-Ba-Bayle, 1946: 425). llesteros, 1964: 21).

Esta canción puedeestar significando, a nuestroentender,el acto se-xual, si nos atenemosa la forma como traduce «Utusi» el manuscritode Loyola (miembro genital).

De la composición del dibujo (ver dibujo cronista, de las palabras),se crea un interesantejuego de relacionesque hemosrepresentadodela siguiente forma. Las palabraseran:

200 Pilar Alberti Manzanares

1) MIcUc.

2) ISUTU.

3) CUIUC.

4) tITUSI.

5) CUCIM.

Representadas,asi:

1) MJCUC

NICUC+ U

JSIJTU 1

duhIJC e

UrUsI II.ICIJCIM 14—!

tomando como baseel dibujo del cronista, quedarían

2) ISIJTU 3) cuIuc 4) IJTIJSI 5) CCCIII

A Arícuc Mícuc MICUC

4SUTIl I5UTIJ ISUTU

UIUC CU[UC CUIIjC

TUSI IJTU5I UTLJSI

UCIN CUCIN 011dM

r

44—

i e u e

15 UT u

cuí u e

UTUS4

Pío. 1

Las flechas indican la dirección en que se leen las palabras.De la ob-servaciónde los cuadrosy de las direccionesdc las flechas se llega adiversasconclusiones:

1. Las flechas del cuadro 1 y 2 confluyen hacia los mismos ladosen los que se localizan el ángulo superiorderechocon cl Chinchaysuyo.Angulo inferior izquierdo con cl Condesuyo.

2. Las flechas del cuadro 4 y 5 confluyen hacia los mismos ladosen los que se localizan en el ángulo superior izquierdo el Collasuyoy en el ángulo inferior derechoel Andesuyo.

3. Las flechas del cuadro 3 confluyen cadauna dc ellas haciaunadirección diferente, abarcandolos cuatro «suyus».

4. Se oponen dos a dos, por lo que nos hace pensarque el prin-cípio de cuatripartición y división binaria se cumple en este dibujo.

Comparandoel cuadro que hace NathanWachtcl y el que resultadel dibujo de Murúa, obtenemoseste resultado:

Los amoresde Chuquflíantoy Acoitapia 201

CUZCO COLLASUYO

Lv

Abajo

Collasnyo Chinchsysuyo

Condesuyo Andesuyo

Fm. 2.—Sistcnza de los cuadrantes. Fin. 3—Dibujo del cronista, sólo con

(Wachtel, 1791:114.) las provincias.

Entre ambos dibujos se pueden establecerlas siguientes relaciones:

1)..— 11 Chinchaysuyo

Col lasuyo

2)..— III Antisuyo

Condesnyo

tI Collasuyo (Wachtel)

Cbincbaysuyo (Uurua)

IV Cuntisuyo (Wachtel)

Andesuyo (luna>

Fía. 4

Por otro lado, si hacemoscoincidir los cuatropuntoscardinalesy loscuatro «suyus»incas tenemos:

NORTB.—CHINCHAYSUYOSulz.—COLLASUYO

FSTLI—ANTI SUYOOF5TF.—CONTISUYO

1

CHINCHAYSIJYO

202 Pilar Alberti Manzanares

De tal maneraque en el esquemade Wachtelsi girásemoslas posicio-nes iniciales de los «suyus>’ en la dirección que apuntala flecha, los«suyus»habrían avanzadouna posición, amoldándosea los cuatropuntos cardinales, quedandoel siguienteesquema:

N.

Antisuyo Chinchernyo

Chincbaysuyo Cuzco Coliasuyo E. Contisnyo Cuzco Antisuyo.

Cuntisuyo Condesuyo

Fm. 5

Y si en el esquemadel manuscritode Loyola girásemoslas posicionesiniciales de los «suyus»para que coincidierancon los cuatro puntoscardinales,en la dirección que indica la flecha,obtendríamosestere-sultado:

N.Y Ghinobaysuyo

Collasuyo chinchaysuyo

W. Collasuyo Andesuyo E-

Condesuyo AndesuyoCondesuyo

3-

Fm. 6

De tal manera que la división geográficadcl Tawantinsuyo,en el di-bujo del de Loyola, es simétricamenteopuesto al que haceWachtel.Este,por su parte, se basaen el dibujo de otro gran cronista del mun-do incaico, como era Felipe Huaman Pomade Ayala. En su obra, rea-liza un mapaen el que distribuye los «suyus»de la siguiente forma:

«ChinchaySulo a la mano derechaal ponientedel sol; arriva a la montañahacia la Mar del Norte Ande Suio; de dondenaze el sol a la mano esquierdahacia Chile Colla Suyo; hacia la Mar del Sur Conde Suyo» (Huaman Poma-Murra. 1980: 913).

Siguiendoal pie de la letra al cronista, quedaríael siguienteesquema:

Los amoresde Chuquillantoy Acoitapia 203

u.

Andesuyo

E Collasuyo Cbincbaysuyo U.

Condesuyo

5

-

Fío, 7

Los puntoscardinalesestáncolocadosa la inversay nos resultaextra-ña esta distribución; sin embargo,se explica, si tenemosen cuentaqueel cronista estádescribiendolos «suyus»mirando hacia Chile, porlo que su Norte es el Ande suyo, su mano derechaindica el Oesteyla izquierda el Este.

El mapa que Huaman Poma dibuja tiene esta distribucion coin-cidiendocon su descripción:

Chinchaysuyo

Ant iauyo

Collasuyo

Si amoldamos esta distribución geográfica hecha por el cronista anuestradivisión geográfica con los cuatro puntos cardinalesy toma-¡nos como centro el Cuzco, quedaríael siguienteesquema,que coinci-de con la división que los incas hicieron de su reino:

u.ch1ncbays~*ro

U. Candesuyo

5-

Antisujo E.

Condesuyo

Fra. 8

COllSsuyo

Fio. 9

204 Pilar Alberti Manzanares

De esta manera,tanto el esquemade Huaman Poma como el de Mu-ita, vienen a coincidir en la distribución real de las cuatro provin-cias> si bien cada uno toma una referenciadistinta para colocar sunorte y a partir de él elaborarsu mapa del Tawantinsuyo.

En cuantoa la división Arriba-Abajo, que se observaen el diagra-ma de Wachtel, también puedeobservarseen el segundodibujo, puessi añadimosuna línea vertical ambasparcialidadescoincidirían en lasdos representaciones,quedandoasi:

1

cinco COLLASUYO

tv

collasuyo

ABAJO

Condenuyo

chinchaysuyo

ABRí HA

Ant ~suyo

F3c. 10—RepresentaciónArriba - Abajo.(Dibujo de Wachtel, 1971: 115.)

Fw. 1 l—-Represen~aciónArriba - Ahojo.Añadida al dibujo de Murúa.

Relaciones:

ARRIBA: ChinchaysuyoChinchaysuyo

ABAJO: Cuntisuyo

Cuntisuyo

Antisuyo (Wachtel)Antisuyo (Murua)

Colllasuyo (Wachtel)Collasuyo (Murua).

Parececonfirmarse que el esquemade cuatro cuadrantesy dos par-cialidades (arriba-abajo) se cumple en el dibuje incluido por eí cro-nistaen el manuscritode Loyola

Los elementosmágicos o SQbrCJhIJíbU-O!&S jalonan el relato, siendoen gran medida los deseneadenantesde la acción, Ast cuandola ma-dre se enteradel mal de Acoitapia por los adivinos (Mss Loyola) o porlos demonios (Mss. Wellington) sale inmediatamenteal encuentrodcsu hijo. Es significativo que en el primer manuscrito se llame a losinformantes de la madre «adivinos»; y, en el segundo,los llame «de-

CIiINCLIAYSUYO

Los amoresde Chaquillanto ~> Acoitapia 205

¡nonios’>, evidenciando,segúnnuestraopinión, una actitud valorativaen el segundoque respondea la mentalidad occidentalcristiana.

El brebaje de ortigas «quequita la tristeza», el ruiseñor del sueñode Chuquillanto, que habla con ella y le proponeun remediopara sumal, las fuentesque dan su beneplácitopara los amoresentre los dosjóvenes son rasgosdel concepto animista que otorga poderde accióna seresy cosasque,en la realidad, no lo tienen.

Lo mismo ocurre con el «bordón o cayado de pastor» (Millones,1982:679),utilizado para cobijar al pastor y así entrar en el Acllahuasisin ser visto.

Porúltimo, los amantesal serdescubiertosse conviertenen piedras.Este suceso podría significar el castigo que los jóvenes sufren porcontravenir las normas establecidas,pero, sin embargo,aún petrifi-cados,están juntos.

2.1. Oposición religiosidad popular-religión estatal

Cuando Chuquillanto se coloca en medio de las cuatro fuentesdel Ta-wantinsuyo para ser aconsejada,las cuatro fuentes,que son la voz delas divinidades del «Ukju Pacha»,asientenen permitir los amoresdelos dos jóvenes.

Al pertenecerestas fuentes a los «suyus>~, denotan la diferenciaexistenteentre las creenciasde los distintos pueblossujetos al poderinca, el cual, aún aceptandolos locales, impuso un culto solar y unaestructura sacerdotalcon normas estrictasentre las que se encontra-ban las aplicadasa los Acllahuasi. Las huacaspermitían el amor entreChuquillanto y Acoitapia, el Sol no. Los manantialeshacencoincidirsu rumor con el canto de Chuquillanto, pero finalmente los jóvenesterminan petrificados. El poder centralizador del estado inca pudomas que el de los pueblos sometidos.

2.2. Sanción por quebrantar las distancias sociales

La sociedadinca se caracterizabapor mantener una marcadaes-

tratificación social que diferenciabaclaramentetres grupos: Collana,Payany Cayao.

Acoitapia, el pastor de los Lares> se integraría en el grupo Cayao,no inca; Chuquillanto en el Collana, si pertenecíaal grupo dc paren-tesco inca, o en el Pallan, grupo mixto Formado por elementosincasy no incas.

De cualquier forma, un hombre del grupo Cayaono podía relacio-narse con una mujer de nivel más alto socialmente,y en este caso,

206 Pilar Alberti Manzanares

Chuquillanto pertenecíaa este nivel elevado por ser «adía».Ademásde que las «acilacuna»eran mujeres dedicadasa la divinidad solar ysólo por este motivo ya eran sagradas.Nadie, incluido el Inca, podíatener trato sexual con ellas,de lo contrario estabaafrentandoal diosmás importante del panteón incaico: el Sol.

La sanciónpor mantenerrelacionescon una «adía»era la muerte,ahorabien, el final trágico podía sobrevenirde varios modos: ahorca-dos, apedreados,quemados.Sin embargo,el castigomás común refe-rido por los cronistasera colgar al hombre de los pies, puesto sobrehoguerasde ají seco; una vez muerto lo descuartizabany echabansusrestosal campo (Gutiérrez de Santa Clara, 1963:215).

La muertede una adía cómplice era similar. Se le colgaba de lospies dentro del Acllahuasi hasta que moría (Cobo, 1956:117).

Teniendo en cuenta el final que esperabaa los amores ilícitos sise les aplicabael pesode la ley, la petrificación es unamuerte menoscruel y hasta poética, que permite a los amantespermanecerjuntosdespuésde muertos y vivos en el pensamientode las gentesque mi-randoa la sierra de Calca recordasensu romance.

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