Libertad de autodonación Introducción a la sección 2ª. del capítulo II de

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LIBERTAD DE AUTODONACIÓN INTRODUCCIÓN A LA SECCIÓN 2ª. DEL CAPÍTULO II DE LA SABIDURÍA DE LA CRUZ DE SANTA TERESA BENEDICTA (EDITH STEIN) “La habitación más íntima del alma humana es el lugar favorito de la Trinidad”

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LIBERTAD DE AUTODONACIÓN INTRODUCCIÓN A LA SECCIÓN 2ª. DEL CAPÍTULO II DE

LA SABIDURÍA DE LA CRUZ DE SANTA TERESA BENEDICTA

(EDITH STEIN)

“La habitación másíntima del alma humana

es el lugarfavorito de la Trinidad”

* * *La consideración de la libertad humana, tal como es

desarrollada en los escritos de Santa Teresa Benedicta,permite acceder al conjunto completo del mensaje de su vida yobra. “Desde el principio, su ideal fue la libertad”, hadicho Juan Pablo II, en el acto de su canonización –el 11 deoctubre, de 1998– cuando la puso como “ejemplo en nuestrocompromiso al servicio de la libertad, en nuestra búsqueda dela verdad” 1.

“Nuestra libertad es una libertad condicionada. Conocer,amar, servir –y la alegría experimentada en el conocimiento,amor y acciones– todo esto es, al mismo tiempo, recibir yaceptar, donación libre de sí mismo en esta vida dada.” 2

Las decisiones verdaderamente personales surgen de lainterioridad más profunda. Precisamente, la libertad consisteen estar en posesión de las propias decisiones y obrarconsecuentemente. La libertad opera, a una con la gracia,desde el mismo fundamento de la vida intelectiva y volitiva.

1 La documentation catholique, n.2192, nov 15 de 1998, p.955-956. 2 SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “Imagen de la Trinidad en la creación”, en Serfinito y ser eterno –ensayo de una ascensión al sentido del ser, traducción de Alberto Pérez,Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p.386

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1. La libertad es constitutiva de la persona humana

“Durante mucho tiempo, Edith Stein vivió la experienciade la búsqueda. Su espíritu no dejó de buscar, ni sucorazón de esperar. Emprendió el camino difícil de lafilosofía con un ardor apasionado y, al fin, fuerecompensada: conquistó la verdad o, mejor, fueconquistada. En efecto, descubrió que la verdad portabaun nombre: Jesucristo. A partir de ese momento, el Verboencarnado fue todo para ella.” 3

Santa Teresa Benedicta, en su última gran obra escrita, laSabiduría de la Cruz4, nos ha legado –entre otras tantas cosas– elfruto final de sus consideraciones acerca de la personahumana. En esta obra –y, en general, en el conjunto de susescritos– conjuga aportes de diversas corrientes delpensamiento antiguo y moderno, para esbozar así unapanorámica de la libertad como apertura de la persona alámbito de lo divino –que conduce, a la vez, a cada cual, adescubrir su misma intimidad personal. Indica, así, un caminoque invita –a la filosofía y a la cultura– a respetar ladignidad del hombre, como imagen de Dios. Esto está enconsonancia con las enseñanzas del Magisterio: “Para serlibres, nos libertó Cristo” (Gal 5,1)5; “El misterio delhombre no se aclara de verdad sino en el misterio del Verboencarnado (...) Cristo pone de manifiesto plenamente alhombre ante el propio hombre y le descubre la sublimidad desu vocación” 6.

El hecho de que ella –Edith– hubiese empleado unos oncemeses en la redacción de una obra de tal magnitud, indica su

3 JUAN PABLO II, Homélie de la cérémonie de canonisation de Sœur ThérèseBénédicte de la Croix, en La documentation catholique, n.2192, nov 15 de 1998, p.9554 “Kreuzeswissenschaft –Studie über Johannes a Cruce”, in Edith Steins Werke, BandI, Herder, Friburgo i. Br., 1950. En español: Ciencia de la Cruz –estudio sobre San Juande la Cruz, traducción de Lino Aquésolo, Monte Carmelo, Burgos, 19945 Biblia de Jerusalén, Porrúa, México, 1988, p. 16706 CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral Gaudium et Spes, 22, traducción de GustavoVallejo, Ediciones Paulinas, Bogotá, 1981, p.139

dominio del tema, que guiaba, en buena medida, su reflexiónfilosófica7. La Gestapo la aprehendió cuando aun no la habíaconcluido. Venía, por entonces, desarrollándola en torno aalgunos textos de San Juan de la Cruz –alusivos a la uniónamorosa del alma con Dios.

A propósito de la libertad –tema del presente ensayo–menciona8 unas palabras del santo doctor, que no está de mástraer aquí a colación:

“...Como Dios se le está dando con libre y graciosavoluntad, así también ella [el alma], teniendo lavoluntad tanto más libre y generosa cuanto más unida enDios, está dando a Dios al mismo Dios en Dios, y esverdadera y entera dádiva del alma a Dios”.9

Cuanta mayor unión con Dios, mayor libertad. “La libertaddel hombre es una libertad participada”10. A este respecto,Santa Teresa Benedicta menciona que la entrega del alma aDios constituye el ejercicio supremo de su libertad11. Segúnel santo doctor, el centro del alma es Dios. El alma,mediante el amor, alcanza su más profundo centro en Dios12,ama lo que Él ama. La libre entrega del alma a Dios y de Diosal alma, en espiritual matrimonio, la hace dueña de sí mismay de Dios, su adorado Señor13.

* * *

7 cf. D’AMBRA MICHELE, “Il mistero e la persona nell’opera di Edith Stein –unitinerario alla recerca della verità–”, en Aquinas, v.34, n.3, 1991, 5818 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “La gloria de la Resurrección”, en Ciencia dela Cruz –estudio sobre San Juan de la Cruz–, o.c., p. 2539 Tomo directamente la versión española: SAN JUAN DE LA CRUZ, “Llama de amorviva”, 78, en Obras completas, Monte Carmelo, Burgos, 1982, p.134210 CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción sobre libertad cristiana y liberación ‘Libertatisnuntius’, 29, 1986, http://www.multimedios.org/bec/etexts/libnun.htm11 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “El alma, el yo y la libertad”, en Ciencia dela Cruz –estudio sobre San Juan de la Cruz–, traducción de Lino Aquésolo, Monte Carmelo,Burgos, 1994, p. 19212 SAN JUAN DE LA CRUZ, “Llama de amor viva”, 78, en o.c., p.119613 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “El alma, el yo y la libertad”, en o.c., p.193

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Esta unión íntima persiste en medio de las contingencias dela vida. Si la borrasca apaga al mechón apenas humeante,atiza, sin embargo, al voraz incendio: “Grandes aguas nopueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo” (Cant. 8, 6)14.

Tan pronto Santa Teresa Benedicta fuera solicitada por lospatrulleros de las SS, debe abandonar la clausura conventualque había elegido y aceptar el obligado confinamiento en unode aquellos grandes campos de concentración a cuya entradabien se podría leer, paradójicamente, el lema nazi: “eltrabajo hace libres”.

¿Tiene sentido reflexionar a partir de lo ocurrido enAuschwitz-Birkenau? ¿Es posible una cultura o una filosofíaque tome a cargo la enseñanza proveniente de aquelladramática experiencia? La respuesta es positiva, y viene delmismo lugar en el cual se verificó una de las más horrendasconsecuencias del irracionalismo moderno.

Auschwitz no es sólo el lugar en donde el hombre ha estadoultrajado en su dignidad más profunda, sino también el sitioen donde la libertad, al fin de cuentas inalienable, detantos –como Santa Teresa Benedicta y San Maximiliano MaríaKolbe– ha permitido que el amor triunfase sobre el odio ysobre el mal, que aparentemente parecían prevalecer. Es lalibre ofrenda de sí –manifestación más alta de la personamisma15– la que ha permitido a la víctima triunfar sobre supropio verdugo, en el momento en que éste atentaba contra suvida.

De aquí proviene, precisamente, el interés por la concepciónsteiniana de la libertad como autodonación. Santa TeresaBenedicta vivió, hasta el fin, acorde a esta convicciónfundamental. Desde el momento en que pudo presentir eldoloroso destino al que estaba llamada a compartir con su14 Biblia de Jerusalén, Porrúa, México, 1988, p. 92315 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “El alma, el yo y la libertad”, en Ciencia dela Cruz –estudio sobre San Juan de la Cruz–, o.c., p. 215

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pueblo, renovó libremente la ofrenda plena de su vida. Sutestamento, escrito antes de que se manifestara abiertamentela persecución nazi, es reflejo de estos sentimientos suyos.He aquí un fragmento:

“Desde ahora acepto con alegría, y con absoluta sumisióna su santa voluntad, la muerte que Dios ha preparado paramí. Pido al Señor que acepte mi vida y también mi muerteen honor y gloria suyas”.16

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Dios es Plenitud de Ser y, por tanto, de Vida, Sabiduría,Amor y Libertad. El hombre no es plenitud: está librementeabierto hacia la verdad, la bondad y la belleza plenas.Mediante su acción voluntaria, ha de tender hacia el Biensupremo a través de los bienes que están en conformidad conlas exigencias de su naturaleza y de su vocación de hijo deDios, por participación.

La libertad no consiste solamente en la posibilidad deelegir de cualquier manera; es algo más radical yconstitutivo. Está ordenada a la autodeterminación hacia laplenitud personal –mediante el amor de donación17.

La persona actúa y se constituye libremente según susdecisiones personales, gracias a la capacidad espiritual de“adentrarse” auténtica-mente en sí, sin estar completamentedeterminada por condicionamientos físico-instintuales. Laposibilidad de moldear la propia personalidad conlleva elcumplimiento de ciertas exigencias. No se realiza “adestajo”. La libertad –la autodeterminación– comporta unarelación inmediata con el orden ético. Encuentra su verdaderosentido en la elección del bien moral. Es liberación de un

16 SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “Testamento”, en Los caminos del silencio interior,traducción de Andrés Bejas y Sabine Spitzlei, Espiritualidad, Madrid, 1938,p.18917 cf. CLAVELL, LLUIS, Necesidad de la Filosofía para la Teología en la actualidad, ArvoComunicación, Barcelona, 2000, http://uvst.balmesiana.org/es/UVST.htm

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malogramiento de la vida, ocurrido por la automarginación alas exigencias morales.

El ser es actuante y, en el caso del ser personal, suactividad tiene, por lo mismo, un carácter fundamentalmenteético. Sí, la ley suprema es el amor18. La libertad tiene comoacto propio y principal el amor. El amor, en los actoshumanos, lo es todo; nuestra vocación es el amor19. SanAgustín decía: mi amor es el móvil de mi vida y él me llevadoquiera que voy20. Eres libre cuando obras por amor, cuandohaces lo que puedes querer amorosa-mente; pierdes libertadcuando antepones un bien aparente a otro auténtico, cuandopermaneces coaccionado por tus caprichos, según una egoístaconveniencia21. “A menudo la voluntad del momento no es lavoluntad real. Y en el mismo hombre pueden existir decisionescontradictorias”22. Por esto, se requiere un esfuerzo paraadherirse al bien23.

Amor, verdad y libertad están intrínsecamente ligados. Nohay amor sin verdad, ni verdad sin amor; se conjugan el amorde Cristo y la libertad.24

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La intimidad –de donde brota la libertad– es constitutiva dela persona humana. Al hombre le pertenece –íntimamente– tantolo que hace como lo que le ocurre pasivamente. Intimidad es

18 cf. Mt 23, 36-4019 cf. SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS, Carta a Sor María del Sagrado Corazón, Manuscrito B,F3b, traducción de Emeterio G. Setien, Monte Carmelo, Burgos, 1984, p.23020 cf. Confesiones, XIII, 10,1, Traducción de Antonio Brambila, EdicionesPaulinas, SantaFé de Bogotá, 1985, p. 480-48121 cf. MARÍAS, JULIÁN, “San Agustín”, en Los estilos de la Filosofía, Renato de Moraes,Madrid, 2000, http://www.hottopos.com/22 cf. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción sobre libertad cristiana y liberación‘Libertatis nuntius’, 25, 1986, http://www.multimedios.org/bec/etexts/libnun.htm 23 cf. CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral Gaudium et Spes, 37,2, EdicionesPaulinas, Bogotá, 1981, p.15024 cf. JUAN PABLO II, Homélie de la cérémonie de canonisation de Sœur ThérèseBénédicte de la Croix, en La documentation catholique, n.2192, nov 15 de 1998, p.955

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la actualización de todo cuanto la persona es25. La libertadva configurando esta intimidad personal, en la que el hombreva desplegando y construyendo su propia personalidad26.

Santa Teresa Benedicta, a este respecto, declara: “El hombreestá llamado a vivir en su interior y a ser tan dueño de símismo como únicamente puede serlo desde allí; sólo desde allípuede hallar el hombre el lugar que en el mundo lecorresponde” 27.

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La libertad tiene una dimensión comunitaria; existeverdaderamente sólo cuando los lazos recíprocos, reguladospor la verdad y la justicia, unen a las personas. Pero paraque estos lazos sean posibles, cada uno, personalmente, debeser auténtico28.

Edith Stein, desde la época de sus lecciones con EdmundHusserl y de su encuentro con Max Scheler, se había ocupadode fundamentar la posibilidad de una comunión fecunda entrelas personas. De esto da testimonio su amigo-colega RomanIngarden: “El problema que más la inquietaba era esclarecerla posibilidad de una comprensión entre los hombres. Laposibilidad de crear una comunidad –no sólo teóricamente,sino, ante todo, vitalmente– le era muy necesaria”29.

La libertad es propia de la persona. ¿Qué es la persona?

25 cf. ZUBIRI, XAVIER, “La personalidad como modo de ser”, en Sobre el hombre,Alianza, Madrid, 1986, p.13526 cf. ZUBIRI, XAVIER, “La personalidad como modo de ser”, en o.c., p.14827 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “El alma, el yo y la libertad”, en Ciencia dela Cruz, o.c., p.18928 cf. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción sobre libertad cristiana y liberación‘Libertatis nuntius’, 26, 1986, http://www.multimedios.org/bec/etexts/libnun.htm 29 INGARDEN, ROMAN, Il problema della persona umana. Profilo filosofico di Edith Stein, Il NuovoAreopago, Bologna, 1987, n.21, p.33. Citado por D’AMBRA, MICHELE, “Il mistero ela persona nell’opera de Edith Stein”, en Aquinas, v.34, n.3, 1991, p.583.

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2. Modo de abordar el tema de la persona humana

Al inicio de su carrera, Edith era simple filósofa –como sumaestro Husserl; mas, después de hacerse católica, añade unafaceta teológica definida. La filosofía, al fin de cuentas,queda esclarecida por la fe30. Ha llegado al tomismo a partirde la fenomenología y, desde entonces, realiza una síntesisde lo antiguo y lo nuevo, manteniéndose fiel, en muchospuntos esenciales, a ambos sistemas. Muestra de esto es unsencillo ensayo, escrito en el 70 aniversario de Husserl, Lafenomenología de Husserl y la filosofía de Santo Tomás31.

Se mueve, además, en un terreno compartido por la filosofíay la sicología. Aborda la cuestión de la esencia del hombremediante un enfoque fenomenológico, teniendo en cuenta lasconcepciones tomistas y los datos aportados por la sicologíade su época. A partir del análisis de cómo llegamos a tenerconciencia del otro –su tesis doctoral versó sobre la empatía32– pasaa considerar más explícitamente –en sus obras posteriores– laconstitución del ser humano como ser síquico y espiritual.

A inicios de su carrera docente, en Münster, durante elinvierno de 1932/33, Edith imparte un ciclo de conferenciasbajo el tema Estructura de la persona humana33. En una de talesconferencias, dedicada al fundamento antropológico de la

30 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, Die Phänomenologie Husserls und die Philosophie des hl.Thomas von Aquino, Halle a.d. Salle, Max Niemeyer Verlag, 1929, p. 320. Citadopor KALINOWSKI, GEORGES, ”Edith Stein et Karol Wojtyla sur la personne”, en RevuePhilosophique de Louvain, v.82, n.56, 1984, p.54731 Festschrift, Edmundo Husserl zum 70. Geburtstag gewidmet, Halle, Niemeyer, 1929, p. 315s, en SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “Prólogo a la edición en alemán”, en Serfinito y ser eterno –ensayo de una ascensión al sentido del ser, traducción de Alberto Pérez,Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p.13, nota a pie de página. 32 cf. BELLO, ANGELA, “Psicologia, fenomenologia, scienze umane in Edith Stein”,en Aquinas, Pontificia Università Lateranense, Mursia, v.40, n.1, 1997, p.5933 Der Aufbau der Menschlichen Person, Archivum Carmelitanum Edith Stein, inZusammenarbeit mit der niederländischen und der deutschen Ordensprovinz derUnbeschuchten Karmeliten, Band XVI, Herder, Freiburg-Basel-Wien, 1994. Ediciónen español: La estructura de la persona humana, traducción de José Mardomingo,Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1998.

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pedagogía, nos explica algunos rasgos generales de su métodoinvestigativo.

Según Edith, hemos de comenzar la indagación utilizando, enla medida de lo posible, los medios disponibles delconocimiento natural –filosófico–. Sin embargo, lainvestigación no queda limitada a este campo, pues interesaabarcar todo cuanto concierna al hombre; por esto, no se hade renunciar a ninguna fuente que suministre aportes. Así,como apreciadores de un enfoque católico –universal–tendremos en cuenta la conjunción armónica existente entre laverdad natural y la verdad revelada sobrenaturalmente.

El pensamiento católico esboza una concepción globalvaliéndose de los aportes de la filosofía y de la teología.Aprovecha su mutua complementariedad y respeta su legítimaautonomía, pues una y otra tienen diferentes objetos, mediosy métodos de conocimiento.

La filosofía, así vista, bebe del conocimiento natural y“tiene en cuenta las verdades de la fe como criterio que lepermite someter a crítica sus propios resultados: dado quesólo existe una verdad, no puede ser verdadero nada quecontradiga a la verdad revelada”34. Además, encuentra en éstala respuesta a las preguntas a las que no puede llegar porsus propios medios. La teología, por su parte, se ocupa de laRevelación y apela al entendimiento natural en lacomprensión, ordenamiento y desarrollo de consecuencias –encuanto sea posible– de las verdades de la fe35.

Hay que abordar, pues, plenamente al hombre, y comprenderlocual se presenta –con las notas que le pertenezcan de suyo–sin preconcepciones rígidas. Partimos de lo queexperimentamos como humano en nosotros mismos y en nuestros

34 SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “La antropología como fundamento de lapedagogía”, en La estructura de la persona humana, o.c., p.4735 cf. Ibidem

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encuentros con los demás, para captar lo esencial –louniversal– presente en las experiencias particulares.

Cada uno experimenta la condición humana en sí y en otros.En todo lo que experimento me percibo también a mí mismo.Noto la corporalidad y a mí en ella. Mediante tal percepciónsoy consciente de mí mismo: no sólo de la corporalidad, sinode todo el yo corporal-anímico-espiritual. Estoy abierto paramí mismo y, por eso, también para lo distinto de mí.36

“Allí en donde hay un cuerpo animado, existe también unalma. Y, recíprocamente, donde hay un alma, existe también uncuerpo animado.” 37

3. El cuerpo humano

Se percibe que el cuerpo propio tiene una figuradeterminada, que se acerca más o menos a la figura normal de laespecie hombre. Esta figura normal se presenta en la forma delo masculino o de lo femenino y, a lo largo de la vida,cambia de acuerdo a cierto patrón de desarrollo. Laconfiguración peculiar de cada cual es indivisible y, a lavez, no reducible a las de los demás. Esta peculiaridad esindividualidad.38

El cuerpo está estructurado conforme a reglas, conforme almodo de ser del hombre. Lleva en sí un principio deconfiguración, una forma, un principio intrínseco, que actúasobre unos materiales –ya físicamente formalizados en cuantotales– a los que asimila a la forma orgánica a medida que lava constituyendo. Hay una gradación continua entre losniveles de organización –lo subatómico, atómico, molecular,subcelular, celular, tisular, orgánico-sistémico, instintual36 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “La antropología como fundamento de lapedagogía”, en La estructura de la persona humana, o. c., p.55 37 SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “Imagen de la Trinidad en la creación”, en Serfinito y ser eterno, o.c., p.38338 Ibidem, p.59

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e intelectivo. Los niveles de organización más complejoscontienen en sí lo característico de los niveles inferiores –que conservan su peculiaridad, su forma propia de ser ycomportarse.

Cualquier organismo vivo presenta una cierta estabilidadestructural, reactividad y cambios de configuración inscritosen un proceso armónico de desarrollo, modulado de diferentesmaneras, tanto por lo genético suyo como por lo circundanteajeno.

4. El alma humana

El ser del hombre implica lo propio de distintos niveles.Para Santo Tomás, el hombre es todo lo que es en virtud deuna sola forma –su alma humana, que es un alma racional.

Ahora bien, en este ámbito del alma, es posible distinguirun componente consciente y otro que no lo es; ambos estáninterrelacionados.

• El componente no-consciente hace referencia a lo condicionado –o sea, a lo involuntario– de ciertas reacciones globalespredeterminadas que surgen independientemente de unaconciencia de sentido. A éstas las puedo llamar instintuales,para distinguirlas, de alguna manera, de las instintivas,características del comportamiento animal. En el hombre, loinstintual es diverso de lo instintivo de los animales, yaque, en el primero, la vida instintiva es asumida, en ciertamedida, por la vida consciente. La conducta personal, encuanto voluntaria, no es explicable sólo en términosmecánicos de acción y reacción. El flujo de estímulosincitan, pero no determinan de todo el comportamiento. Hay unmargen de libre opción.

• Esto conduce a hablar del componente síquico consciente,voluntario. Cada cual, en cuanto racional, sabe de sí mismo –es

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consciente de sí– y de lo distinto de sí –es consciente de suentorno, de las demás personas y cosas. Está abierto haciadentro de sí, por la reflexión –por la introspección– y haciafuera, por la vida de relación. Conoce que, en cierta medida,es responsable de sí, que puede y debe formarse a sí mismo,procurando su realización. En fin, es una persona.

Dicha esfera de la conciencia se refiere, pues, al flujointelectual constatable reflexivamente. Concierne al núcleoinaparente e indescriptible de la personalidad que reviste deinterioridad todos los momentos de la vida39. Podemosdescribir esta fuerza que estructura la psique sin limitarnosa una “topología” en sentido freudiano, ni a un mecanicismobiológico.

Edith Stein nos brinda pautas para ello. Pasa de lotrascendental-ideal husserliano a lo síquico-concreto;confronta epistemológicamente lo filosófico y lo sicológico.

5. El alma en cuanto espiritual

De acuerdo, pues, a la metodología propuesta, es posibleabordar el tema del alma, en cuanto espiritual. En verdad, ningúnsistema de pensamiento humano alcanzará jamás un punto deperfección que pueda satisfacer plenamente. Sin embargo, esplausible aceptar inicialmente las soluciones que se hayanpresentado hasta el momento, como punto de partida parasubsecuentes investigaciones.

Las tentativas de comparar el pensamiento fenomenológico yel tomista llevaron a la autora –tal como nos relata en elprólogo de su obra Ser finito y ser eterno– a un intercambioconstante de ideas con el jesuita Erich Przywara, entre 1925y 1931. También recibió mucho de su amiga y madrina de39 SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, Psicologia e science dello spiritu, Città Nuova, Roma,1996, p.57. Comentada por D’IPPOLITO, BIANCA MARIA, “L’analisi fenomenologicadell’anima”, en Aquinas, Rivista Internazionale di filosofia, Pontificia UniversitàLateranense, Mursia, v.40, n.1, 1997, p.63

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bautismo Hedwig Conrad-Martius. Hubo, realmente, un influjorecíproco.40

Luego de un breve cese en su actividad literaria –al iniciode su vida religiosa en el convento carmelitano de Colonia–tras su año de noviciado y por indicación de sus superiores,concluye la redacción de la obra anteriormente mencionada –entre 1934 a 1936–. En algunos de sus apartados encontramosprecisiones acerca del concepto de espíritu.

* * *

Lo espiritual pertenece a un plano del todo particular, quesobrepasa el dominio inmediato de la experiencia y no puedeser descrito mediante términos definidos.

Lo espiritual, en el hombre, hace referencia a lo íntimo –ala vida interior– en donde radica la libertad. El alma –espiritual– determina el entero ser de la criatura animadaindividual, en toda dimensión. El hombre vive a partir de sualma, que es el centro de su ser41. El propio ser, el núcleoradical propio de la vida interior, es algo individual,indisoluble, innominable42.

En contraste con lo material, el ser espiritual es invisiblee inasible. Lo espiritual no ocupa ningún campo espacial,sino que permanece en sí, incluso cuando se orienta hacia losobjetos.43 Dios es espíritu. Su reino es, esencialmente, reinodel espíritu del cual todo otro ser participa.

40 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “Prólogo a la edición en alemán”, en Serfinito y ser eterno, o.c., p.14-1741 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “Resumen del concepto de forma”, en Ser finitoy ser eterno, o.c.,. p.246. 42 Ibid., p.24943 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “Materia y cosa, materia y espíritu”, enSer finito y ser eterno, o.c., IV, 3, t, p.234-235

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6. Cuerpo y alma humanos

El campo de la corporeidad viviente, según lo dichoanteriormente, es el de lo físico –el de los seres netamenteespacio-temporales. El campo del alma, a su vez, consiste enuna realidad profunda que se desarrolla y manifiesta en unacorporeidad viviente. En este sentido, el alma, en cuantoprincipio de la estructura y fisiología corporal, es unarealidad indisoluble del cuerpo viviente, que, a través de sureactividad, interactúa con otros cuerpos. El alma humanaposee, además, capacidades espirituales –sólo indirectamentevinculadas al cuerpo– mediante las cuales puede acceder a lono-corpóreo44. El campo del espíritu, por su parte, es el delo enteramente actual y liberado de las realidadesmateriales.45 El alma tiene una naturaleza recóndita; encuanto abierta a lo supraterreno, es espiritual.

7. Persona divina y persona humana

El concepto de persona ha evolucionado a lo largo de siglos.Los teólogos de los primeros siglos elaboraron el concepto depersona con vistas a aclarar los misterios de la Trinidad yde Dios-hecho-hombre. Primeramente se aplicó al Ser divino;sólo de modo derivado se adaptó, luego, al ser humano.46

• Persona divina

44 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “El hombre como animal”, en La estructura de lapersona humana, o.c., p.96-9745 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “Segundo grado: seres vivientes, cuerpo-alma-espíritu como formas fundamentales del ser real”, en Ser finito y ser eterno, o.c.,IV, 4, h, p.262 46 cf. Diccionario Teológico-enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1996, p. 763

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Decimos47 que Dios es Uno en esencia y Trino en personas –osea, una misma y única Sustancia divina soportada por tresHipóstasis48. Las tres Personas son consustanciales –son elmismo y único Dios– y subsistentes –cada una existe por sí yes irreducible a las otras. Así, en este caso, el términopersona no designa diferencia, sino la individualidad de cadauna en su relación con las otras.

Lo propio de cada Persona es, pues, ser subsistente. Esteconcepto de subsistencia esta tomado de la experiencia común:“yo subsisto en mí mismo”. Son tres subsistencias; cada unaes un subsistente.49

Las Personas divinas son distinguibles por la relacióninefable –no sustancial, ni accidental– que guardan entre sí.La Imagen que el Padre tiene de sí mismo es tan perfecta comoÉl, tan Dios como Él –pues lo abarca totalmente y, a la vez,es abarcada. Se distingue del Padre solamente en que procedede Él, como Hijo. Entre el Padre y el Hijo hay una unidadperfecta. A esta unidad la podemos llamar Amor. Es unidad deAmor recíproco, personal. Es una Persona igual, en todo, alPadre y al Hijo; se distingue de ellos sólo en que procede deambos. Así como en la Trinidad beatísima hay una solasustancia, también hay una sola operación. En esta únicaoperación, cada Persona manifiesta lo que le es propio;realiza la misma operación según su propiedad personal. Deeste modo, todo lo creado procede del Padre, por el Hijo, en

47 “Decimos”: lo expreso en plural ya que, tal como destaca el Catecismo, “nadiepuede creer solo”. “Creemos” se refiere a la “fe de la Iglesia confesada porlos obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgicade los creyentes”. Catecismo de la Iglesia Católica, 166-167, Asociación de Editoresdel Catecismo, Barcelona, 1993, p.46-4748 Con respecto a la Trinidad, no nos referimos a soportes o hipóstasis deaccidentes algunos, sino que empleamos estos términos en el sentido desubsistencias49 cf. ZUBIRI, XAVIER, “La Trinidad”, en El problema teologal del hombre: cristianismo,Alianza, Madrid, 1997, p. 122

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el Espíritu Santo; y la creación da gloria al Padre, por elHijo, en el Espíritu Santo. Amén.50

Como vemos, persona tiene aquí, ante todo, una dimensión derelación. Cada persona divina es subsistente y, a la vez, recibey da todo lo que es a las otras.

• Persona humana

Puesto que toda realidad creada conlleva la imagen –aunquelejana– del Creador, entonces, a partir de lo que Él nos harevelado de Sí mismo, podremos alcanzar una comprensión mayordel ser finito. Así, esta cualidad de relación –que encontramoscomo distintivo de las Personas divinas– puede ser vista –análogamente– como distintiva de la persona humana.51

La persona humana tiene, por tanto, dos notascaracterísticas: ser soporte de una esencia y ser relación.Es esencia relacional. Su autonomía y originalidad son, a la par,relación y don de sí.

–La persona como soporte

El ser vivo mantiene una estructura y actividad orgánica queocurre en el ámbito físico-químico –bajo coordenadas espacio-temporales. En este sentido, tiene una vida física. El ser vivopersonal presenta, ciertamente, vida física y, además, la puedeexperimentar como suya, ya que es soporte (hipóstasis) deésta (fisis). A esta realidad de ser soporte vital de sumisma vida física, la denominaremos vida interior o personal. “Lapersona humana lleva y abarca su cuerpo y su alma, perotambién es llevada y abarcada por ellos”52. No es espíritupuro. 50 cf. INSTITUTO INTERNACIONAL DE TEOLOGÍA A DISTANCIA, “Conceptos fundamentales de lateología trinitaria”, en Dios Uno y Trino, IITD, Madrid, 1989, p.312-32451 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “Imagen de la Trinidad en la creación”, enSer finito y ser eterno, o.c., p.37152 SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “Imagen de la Trinidad en la creación”, en Serfinito y ser eterno, o.c., p.380

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“Su vida espiritual se eleva de un fondo oscuro, subecomo una llama de cirio brillante, pero nutrida por unamateria que no brilla. Y brilla ella sin serabsolutamente luz: el espíritu humano es visible para símismo, pero no es del todo transparente; puede iluminarotra cosa sin atravesarla totalmente.” 53

La persona es un ser sustantivo –o realidad54 sustantiva– tienepropiedades de suyo55. Vive, siente, e intelige sensientemente. Launidad intrínseca de estas notas constituye el sistema de lasustancialidad humana56. Los actos de cada persona tienen,así, un carácter vital, intelectivo e histórico.

El hombre, como persona, es, pues, el soporte de unanaturaleza dotada de razón57. El hombre es realidad personalpor ser realidad intelectiva58. Razón y espíritu se convienenrecíprocamente. Lo que atañe al espíritu, atañe a la razón, yviceversa.

La vida personal es vida racional. El hombre, en cuantointeligente y volente, está abierto a sí mismo. Soysubsistente en tanto me poseo. El hombre es persona por suracionabilidad59. Mediante la razón, se comprende loconveniente al propio ser y se actúa en consecuencia.Precisamente, en esto consiste la libertad: en conformar elcomportamiento adecuado60, según las exigencias de la propia

53 SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “Imagen de la Trinidad en la creación”, en Serfinito y ser eterno, o.c., p.38054 La realidad de algo consiste en que haya notas que pertenezcan a la cosa “desuyo”, o sea, que no sean sólo signos de respuesta. Cf. ZUBIRI, XAVIER, “Larealidad humana”, en El hombre y Dios, Alianza, Madrid, 1983, p.1855 cf. ZUBIRI, XAVIER, “La Trinidad”, en El problema teologal del hombre: cristianismo, o.c.,p.12256 cf. ZUBIRI, XAVIER, “La realidad humana”, en El hombre y Dios, o.c., p.3957 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, o.c., p.37758 cf. ZUBIRI, XAVIER, “El carácter del diálogo”, en El problema teologal del hombre:cristianismo, o.c., p.3559 cf. ZUBIRI, XAVIER, “El acceso a Dios en Cristo”, en El problema teologal del hombre:cristianismo, o.c., p.6760 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, o.c., p.378

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naturaleza –las mismas de la gracia divina61. La persona, encuanto tal, posee entendimiento y libertad, tiene laposibilidad de decidir sobre sí misma y de formarse a símisma.

–La persona como relación

Toda persona convive con las demás; su vida misma es unproceso con respecto a los otros. La convivencia esconsecuencia de la índole misma personal.62

La relación significa respectividad, referencia, polaridadintrínseca de una persona a otra, o a las cosas. El hombresingular, en cuanto relacional, está proyectado y orientado alas cosas, a los demás hombres y a Dios63. Es un serrelacionado o, lo que es lo mismo, religado. La religación esuna dimensión constitutiva del ser humano. El hombre consisteen religación o religión.64

El hombre se realiza viviendo consigo mismo, con las cosas,con los demás hombres. Está con todo aquello con que vive.Aquello en que está, y desde donde se realiza es la realidad.Se realiza como persona gracias a su apertura –a sureligación– con la ultimidad de lo real.65

El hombre es imagen de Dios. Cualquier imagen estárelacionada con el modelo del que depende. El hombre, comoimagen, mantiene una relación y dependencia esencial con

61 cf. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción sobre libertad cristiana y liberación‘Libertatis nuntius’, 30, 1986, http://www.multimedios.org/bec/etexts/libnun.htm62 cf. ZUBIRI, XAVIER, “El carácter del diálogo”, en El problema teologal del hombre:cristianismo, o.c., p.3563 cf. SAN BUENAVENTURA, III Sententiarum, d.5, a.2, q.2, ad 1, Citado en MERINO, JOSÉ,“Antropología fundamental en San Buenaventura”, en Verdad y Vida, 1974, n.128,p.445-478 64 cf. ZUBIRI, XAVIER, “El problema teologal del hombre”, en Siete ensayos deantropología filosófica, Universidad de Santo Tomás, Bogotá, 1982, p.175-18765 cf. ZUBIRI, XAVIER, “La realidad humana”, en El hombre y Dios, Alianza, Madrid,1983, p. 372-373

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Dios; a Él tiende y aspira permanentemente. Mantiene unaapertura aspirativa, espiritual, hacia Dios, que esEspíritu.66

8. El fundamento divino de la libertad humana

En 1941, Sor Teresa Benedicta y su hermana Rosa se vieronprecisadas a buscar refugio en un monasterio que estuvieselejos de la jurisdicción nazi. Huyeron, entre tanto, alconvento holandés de Echt, en espera del permiso deinmigración suizo. Pese a la premura de adoptar una soluciónsalvadora, los trámites burocráticos las hacían esperar.Pasaban los meses... En esta coyuntura, por consejo de supriora, empieza la redacción de la gran obra Scientia Crucis, entorno a los escritos de San Juan de la Cruz. Nos da,entonces, precisiones acerca de la vida interior. Ha llegadohasta nosotros una expresión suya, de esta época, que serviráde introducción a la presente sección: “Me siento libre desdeque entiendo que mi suerte está en manos de Dios”67.

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Como personas que somos, en tanto espirituales, estamos enel reino de lo espiritual68. Sí, todos los seres espiritualesson relacionales. En la cúspide del reino de los espíritusestá Dios, que sobrepuja todo lo espiritual. Él es elfundamento que da el ser –y lo conserva– a todos los seres.El que sube hasta Él, baja al mismo tiempo hasta su másseguro centro –en donde mora Dios.69

¿Cuál es este centro personal?

66 cf. MERINO, JOSÉ, “Dios como problema y solución”, en Historia de la filosofíafranciscana, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1993, p.73-8467 GIL, EDUARDO, “Ahora que son las doce”, en Revista Vida Espiritual, n.128-129, p.10568 SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “El alma en el reino del espíritu y de losespíritus”, en Ciencia de la Cruz, o.c., p.17969 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “El alma en el reino del espíritu y de losespíritus”, en Ciencia de la Cruz, o.c., p.181-182

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Todas las potencialidades y actividades síquicas de lapersona humana pueden ser vistas como procedentes de un fondocomún. Por esto, podemos decir que pertenecen a un mismoindividuo y que mantienen, entre sí, una cierta unidad.

Este fondo o centro subyace a la distinción, en la persona,de potencias y actos. Es el ser más profundo del alma, talcomo ésta es en sí –independientemente detodo lo provocado en ella por su vida de relación. Posibilitay es previo a lo conceptual. Por lo mismo, es informe y, enbuena medida, incognoscible.

Las determinaciones voluntarias se modulan, mantienen yejecutan a partir de condiciones pre-libres. Hay una patía previaa lo voluntario. El hombre, abocado por la corriente de sustendencias, se ve movilizado a querer.

Lo preconceptual ha de surcar diversos estratos hasta llegara ser coordinado y delimitado en conceptos. Cuando losímpetus nacientes se hacen perceptibles a la conciencia, cabela posibilidad de modular su desarrollo. El hombre sepercata, entonces, de si es bueno o malo aquello a queapuntan sus impulsos. Brotan, pues, los primeros movimientosintelectivos y volitivos; y sólo quien vive plenamenterecogido en su interior, es capaz de manejarlos confidelidad, discerniéndolos y optando en consecuencia. Cuandono ocurre esto, se desarrollan, muchas veces, “antes de queuno se dé cuenta”70 y conducen a operar en forma másdependiente de condicionamientos, con un menor ejercicio dela libertad personal.

Como vemos, mediante esta actividad centrada –interior– setiene posesión de las propias decisiones –disponiéndoselibremente–, puesto que se opera desde el fundamento del serpersonal. Es, precisamente, aquí en donde actúa la gracia deDios, en conjunción con el libre albedrío. Así, cuando la70 SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “El alma, el yo y la libertad”, en Ciencia de laCruz, o.c., p.187

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persona está estabilizada en la profundidad de su intimidad,es dueña de sí y puede proyectarse a donde quiera, sinabandonarse71. Sólo en esta forma se adopta una postura éticay se pueden establecer relaciones auténticamente humanas. Laequivalencia armónica entre libertad y cumplimiento de lo másadecuado al desarrollo integral personal y comunitariocoincide con el precepto divino, que busca nuestroperfeccionamiento humano. La norma natural del propio ser es,pues, una con la norma divina señalada por el Creador delser. Coinciden una y otra. Por esto, la actitud religiosa –relacional– es la única auténticamente ética. Al obedecer a laley divina grabada en su conciencia, el hombre ejerce elverdadero dominio de sí y realiza de este modo su vocación dehijo de Dios72.

La actitud individualista, en contraste, hace que se giresiempre alrededor del propio yo, sin acceder a suprofundidad. Si se descuida el núcleo de la personalidad –endonde se está en unidad con su fundamento espiritual, Dios–,las solicitaciones externas y los impulsos internos nointegrados hacen que, en cierto modo, se viva fuera de sí. Elhombre, entonces, se rige por sus pasiones, obra inducido,sin verdadera autonomía73. No hay cadenas de esclavitud máspoderosas que las de las pasiones desordenadas. Bajo su yugo,el alma y el espíritu pierden su centro, su vigor y salud, suclaridad y belleza.74

71 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “El alma, el yo y la libertad”, en Ciencia dela Cruz, o.c., p.18972 cf. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción sobre libertad cristiana y liberación‘Libertatis nuntius’, 30, 1986, http://www.multimedios.org/bec/etexts/libnun.htm73 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, “El alma, el yo y la libertad”, en Ciencia dela Cruz, o.c., p.193-19574 cf. SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, Exaltation of the Cross, September 14, 1941, ICSPublications, www.ocd.or.at/ics/edith/stein_20.html

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9. Unión con Dios

Dios es fuente de nuestra existencia. Existir, paranosotros, es estar en relación con esa fuente original,sumergirnos y renovarnos en ella. Quien se pierde, en dichafuente, se encuentra a sí mismo. La autodonación a Dios es elhallazgo de sí. Sólo en Dios encontramos la verdad de lo quesomos. Es la paradoja evangélica: “Quien quiera salvar suvida, la perderá; pero quien la pierda por Mí y por elEvangelio la encontrará”. San Agustín decía: “Hay algo en míque es más yo que yo mismo”; “entra en ti mismo, en elinterior del hombre habita la verdad”75. Para Santa Isabel dela Trinidad76, el centro del alma es la sede del amor y ellugar de habitación privilegiado de Dios-Trino: “Cuando elalma posee un solo grado de amor, está ya en su centro; perocuando este amor haya alcanzado su perfección, el alma habrápenetrado en su centro más profundo” 77

Una opción real y auténtica sólo es posible desde loprofundo del alma, centro de la más perfecta libertad. En elpropio interior ocurre la unión de amor con Dios. Quien seentrega al Espíritu de Dios y se deja guiar por Él, es libre.

La Inmaculada Virgen, al consagrarse, libremente, comoesclava del divino Amor, es ejemplar de esta uniónhumanizante, por la que lleva, en su interior, al Autor de lavida.

10. “Libre, aunque cautiva”

Se podría pensar que la adversidad exterior fuera unobstáculo para esa libertad interior otorgada por el amor75 cf. DANIÉLOU, JEAN, “La Trinidad y el alma”, en La Trinidad y el misterio de la existencia,traducción de José Bescós, Ediciones Paulinas, Madrid, 1969, p.30-3276 Carmelita descalza, 1880-1906. 77 SANTA ISABEL DE LA TRINIDAD, citada por PHILIPON, M, “La habitación de laTrinidad”, en La doctrina espiritual de sor Isabel de la Trinidad, Gómez L, Pamplona, 1957,p.93

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divino, pero no es así. El amante San Pablo podía,paladinamente, decir: “¿Quién nos separará del amor deCristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿el hambre?, ¿ladesnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? (...) Pero en todoesto salimos vencedores gracias a Aquel que nos amó” (Rom, 9,35-37)78.

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Santa Teresa Benedicta también ha dado un testimonio en estesentido. En la tercera parte de su manuscrito –en el quecontinúa el comentario en torno a la obra de San Juan de laCruz– empieza a darnos algunos detalles de la mística vida deunión entre el alma y Dios. Su tarea quedará inconclusa:aquel 2 de agosto, es solicitada, con urgencia, a la puertadel convento. En este momento culminante de su vida, empezaráa conocer, como discípula de la Cruz, más de cerca, estasabiduría escondida, que le permitirá mantener su libertad deespíritu en las circunstancias más adversas. Lo que noalcanza a dejarnos patente en su obra escrita, queda en suvida.

Los SS han llegado. Sor Teresa toma consigo su breviario ydice a su angustiada hermana: “¡Ven, Rosa! ¡Vayamos alencuentro de nuestro pueblo!”. Había pasado de la docenciauniversitaria a la paz del Carmelo y de ésta, al aterradorcampo de concentración. Llamada a rendir indagatoria, saludaa sus aprehensores con la expresión “¡alabado seaJesucristo!”79

Ambas hermanas fueron empacadas en un vagón de deportados.Su expresión trasluce dolor, dignidad y serenidad. Procurainfundir alientos: –“Pase lo que pase, estoy dispuesta atodo. El Niño Jesús está también aquí, en medio de todosnosotros”. 78 Biblia de Jerusalén, Porrúa, México, 1988, p. 162279 cf. GIL, EDUARDO, “Ahora que son las doce”, en Revista Vida Espiritual, n.128-129,p.109

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“Es fuerte el amor como la muerte, implacable como el sheol la pasión Saetas de fuego, sus saetas, una llama de Yahveh” (Cant. 8,6)80

Se podrá recordar, años después, su bondad con los demásprisioneros del campo de concentración: su atenciónparticular a las madres que desfallecían; su ternura con losniños pequeños, a los que lavaba, peinaba y procurabapequeños alimentos. –“Hasta ahora he podido rezar y trabajar.Espero que podré seguir rezando y trabajando”, se la oyódecir.81

“No se puede adquirir la ciencia de la Cruz más quesufriendo verdaderamente el peso de la Cruz. Desde elprimer instante he tenido la convicción íntima de ello yme he dicho desde el fondo de mi corazón: Ave, o Crux, spesunica!” 82

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• El mal uso de la libertad

El horror y la barbarie infringidas por unos hombres a otros–el campo de exterminio es un trágico, aunque no único,emblema– nos increpa, en últimas, acerca de nuestrasconcepciones y modos de vida, algunos de ellos, acaso,aceptados sin suficiente reflexión.

¡Cuántas veces resurge esta amenaza del mal –que puedearraigarse, paradójicamente, en los mismos corazones– con susefectos inconmensura-bles en la vida de tantos, hasta elpunto de parecer impedir su realización personal integral!

80 Biblia de Jerusalén, Porrúa, México, 1988, p.92381 cf. GIL, EDUARDO, “Ahora que son las doce”, en Revista Vida Espiritual, n.128-129,p.11782 Telegrama de Edith antes de su traslado a Auschwitz, en GIL, EDUARDO, o.c., p.118

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Junto a todos los bienes de nuestra sociedad, también haymales morales profundos –consecuencia del mal uso de lalibertad–, que reclaman atención. Lo constatamos a diario. Enuna misma semana, por ejemplo, podemos recibir noticiasacerca de la desarticulación de una red de proxenetas y, porotra, la solicitud de instauración de “zonas de tolerancia”;o, encontrar, en un mismo Estado, la penalización pormaltrato infantil y, al mismo tiempo, la práctica “legal” delaborto por decapitación, tras nacimiento parcial. Enrealidad, a nombre de la libre determinación de losindividuos y de las colectividades, se efectúan discursos afavor de las más disímiles causas. Los mismos actores de unconflicto armado pueden invocar, de una u otra forma,propósitos de paz, de libertad, de progreso...

Las palabras tienen su historia. Con el paso del tiempo,pueden sufrir, más o menos, altibajos en su apreciación. Sihabláramos de ranking, hay algunas que lo mantienen alto, entreellas, precisamente, libertad y liberación. Pero, como vemos, anombre de la libertad, ¡cuántos atropellos pueden ejecutarse!Se emplea, esta palabra con poca precisión, con poco rigor,sin tomarla completamente en serio.

Todos apreciamos la libertad. Mas, es conveniente tener unaapreciación adecuada de ella. Hay, en nuestra sociedad, unaserie de elementos que refuerzan y dan difusión adeterminadas interpretaciones. Se invita, en muchasocasiones, a cruzar la puerta ancha de la permisividad y adejar de lado la puerta estrecha del discernimiento y de larenuncia83. Así, por ejemplo, a través de los medios decomunicación masiva, puede desarrollarse toda una estrategiade propaganda que pone el énfasis en un consumoinjustificado, como manifestación de una pretendidaautonomía.

83 JUAN PABLO II, Homélie de la cérémonie de canonisation de Sœur ThérèseBénédicte de la Croix, en La documentation catholique, n.2192, nov 15 de 1998, p.955

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• La influencia social y la comprensión de la libertad

En la sociedad, se implantan vigencias. Los usos socialesque configuran nuestra vida –y la regulan y dan facilidades–al mismo tiempo le quitan algo de espontaneidad y autonomía.Encontramos presentes unos modos de vida familiar y social.Recibimos, con ellos, una interpretación de la vida, delmundo, de las relaciones interpersonales... Podría pensarseque los comportamientos más usuales son los más adecuados ala naturaleza humana. Pero esta identificación no es siemprevaledera.84

El riesgo está cuando aceptamos, de forma meramente pasiva,lo dado por la sociedad, sin preguntarnos acerca de sufundamentación, sin procurar darle sentido, simplementearrastrados por la corriente de lo acostumbrado. Dejamos quenuestra vida sea configurada de fuera y renunciamos así a optarpersonalmente, con íntima convicción. Libertad es lo que unopuede querer personalmente, dice Julián Marías. Hay un usorestringido de la libertad cuando no se decide adecuadamente,a causa de coacciones externas o internas; cuando se hacealgo porque sí, porque se dice que está bien...

Hay vida social sana cuando los integrantes de lacolectividad afirman y ejercen su libertad. No la hay cuandounos cuantos se aprovechan de los mayores recursos paramanipular a los demás. El mero cambio de estrategiaspolíticas y económicas no basta para aportar un remediocierto. Se requiere llegar al meollo de la moralidadindividual, a la personalidad de cada cual, allí desde dondese ejerce la libertad.

Santa Teresa Benedicta nos ofrece un modelo de libertad delcual inspirarnos y la ayuda de su intercesión para llevarlo acabo. 84 cf. MARÍAS, JULIÁN, “La moralidad colectiva”, en España posible del siglo XXI, SylvioHorta, Madrid, 1998, http://www.hottopos.com/notand2/la_moralidad_colectiva.htmA él sigo en toda esta sección.

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Octavio Rodríguez Sierra

Sancta Teresia Benedicta, or a pro nobis

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