Las lógicas de la victoria. Modelos de funcionamiento político local bajo el primer franquismo

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Las lógicas de la victoria. Modelos de funcionamiento político local bajo el primer franquismo Author(s): Antonio Fco. Canales Serrano Source: Historia Social, No. 56 (2006), pp. 111-130 Published by: Fundacion Instituto de Historia Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40341010 . Accessed: 22/09/2014 12:37 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Fundacion Instituto de Historia Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia Social. http://www.jstor.org This content downloaded from 144.82.108.120 on Mon, 22 Sep 2014 12:37:50 PM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Las lógicas de la victoria. Modelos de funcionamiento político local bajo el primer franquismoAuthor(s): Antonio Fco. Canales SerranoSource: Historia Social, No. 56 (2006), pp. 111-130Published by: Fundacion Instituto de Historia SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/40341010 .

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LAS LOGICAS DE LA VICTORIA. MODELOS DE FUNCIONAMIENTO POLITICO LOCAL

BAJO EL PRIMER FRANQUISMO

Antonio Fco. Canales Serrano

La perspectiva local ha sido una de las vias mas productivas en la investigation sobre el franquismo en los liltimos afios. A pesar de su falta de homogeneidad en calidad, plantea- mientos y metodos, las investigaciones locales han supuesto una linea de avance ante la es- clerosis investigadora a la que abocaba el perenne debate sobre la naturaleza del regimen. Lentamente, y no sin veneer notables resistencias, los resultados ofrecidos por esta pers- pectiva han ido abriendose paso en las caracterizaciones generales del regimen. Esta inci- dencia no ha consistido, a pesar de las pretensiones de algunos de estos estudios, en apun- talar definitivamente una de las concepciones del franquismo en litigio, ni en ofrecer una conceptualization alternativa, objetivos que exceden con creces sus posibilidades. La aportacion de la perspectiva local al debate sobre el franquismo ha sido menos espectacu- lar, mas modesta a primera vista, pero mucho mas trascendente desde el punto de vista historiografico. Al documentar con detalle la realidad del franquismo en multiples escena- rios locales, estas investigaciones han acabado por acotar las franjas de disension historio- grafica posible, es decir, por establecer los limites de lo que puede afirmarse con rigor his- toriografico o, mas concretamente, sin entrar en contradiction con los valores epistemicos que comparte la comunidad de historiadores. De esta manera, si se quiere a golpe de evi- dencias empiricas, el debate sobre la naturaleza del regimen ha sufrido un importante salto cualitativo.1 No se trata ya de discutir la realidad del regimen, sino de interpretarla.

La propia historiografia local da cuenta de este salto. A pesar de la diversidad de planteamientos e instrumentos de analisis, las conclusiones sobre las caracteristicas del funcionamiento del regimen a escala local son basicamente similares: la heterogeneidad a escala local de los nuevos gobernantes y la inestabilidad derivada de la pugna permanente por el poder. En este sentido, la documentation a la que se ha podido ir accediendo en los archivos centrales es rica y jugosa. Los informes y denuncias cruzadas sobre la realidad local del regimen en la posguerra dibujan un panorama de falta de objetivos, desorienta- cion politica, explosiva inestabilidad intrinseca e incapacidad para hacer frente a la gestion con una minima coherencia y honradez, a la vez que revelan la falta de criterios claros por parte de las instancias centrales del regimen para intervenir en esta caotica realidad perife-

1 Para una sintesis del debate clasico sobre la naturaleza del franquismo, veanse F. Sevillano Calero, "To- talitarismo, fascismo y franquismo: el pasado y el fin de las certidumbres despues del comunismo", en R. More- no Fonseret y F. Sevillano Calero (eds.), El franquismo. Visiones y balances, Universidad de Alicante, Alicante, 1999, y M. Perez Ledesma, "Una dictadura por la gracia de Dios", Historia Social, 20 (1994).

Historia Social, n.° 56, 2006, pp. 1 1 1 - 1 30. I 1 1 1

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rica.2 La reconstruction de esta inestable realidad permite desarrollar detalladas y docu- mentadas monografias que, en muchos casos, sin embargo, acaban por ser victimas de las fuentes en que se basan y dejan en el aire la trascendencia que para la caracterizacion del franquismo tiene aquello que estan describiendo y analizando. El problema reside en que la imagen del regimen que se desprende de estas fuentes es la de un verdadero desastre que contrasta fuertemente con el monolitismo politico, eficiencia y unidad de actuation que cabria esperar de un regimen con aspiraciones totalitarias; un regimen extremadamen- te debil frente a la fortaleza que se le supone al regimen fascista italiano y, mucho mas, al aleman.

Sabemos, sin embargo, por los resultados de las investigaciones en otros ambitos que el franquismo distaba mucho de esa imagen de extrema debilidad, aunque solo sea por el hecho de que nunca se vio en la necesidad de tender la mano a los vencidos.3 El desafio de la perspectiva local estriba, pues, en construir un marco explicativo que permita salvar esta contradiction y dote de inteligibilidad a esa inestable y heterogenea realidad local sin po- ner en cuestion la solidez del Nuevo Estado y el poder sin precedentes del Caudillo.

A nuestro entender, en este punto resulta necesaria una reconstruction interpretativa del fenomeno a partir de la logica inherente a los procesos estudiados. Puesto que en ulti- ma instancia esta inestable realidad local se derivaba de la pugna entre los que querian mandar, el hilo para comenzar a desentranar la madeja de los poderes locales franquistas se encontraria en la pregunta acerca de cuales eran los criterios para la organization del poder en el regimen franquista, es decir, en funcion de que se decidia quien tenia derecho a mandar en el nuevo escenario.

El punto de partida en esta reconstruction son las premisas de que el franquismo fue el resultado de una guerra civil y que fue la victoria belica lo que legitimo la Nueva Espa- na. Es, por tanto, en las logicas derivadas de esta victoria donde deben buscarse esos crite- rios que articularon el poder franquista. La primera conclusion de este planteamiento es que esta victoria belica impuso logicas que no estaban presentes en los casos italiano y aleman, aunque estos regimenes constituyeran la referencia de la nueva sociedad que se pretendia construir y se aplicaran mecanismos de organization y encuadramiento simila- res. De ahi que, a pesar de que el falangismo tendiese a erigirse en el referente ideologico oficial del regimen, no pudiera desplazar al resto de las tradiciones politicas que habian colaborado en la victoria. Ademas, el escaso arraigo de los falangistas en muchas zonas los convertia en poco o nada representatives de aquellos poderes sociales que tambien ha- bian ganado la guerra. Y es que la victoria no se agotaba en su dimension politica. En la guerra civil se lidiaron otras muchas cuestiones estrechamente vinculadas. Existio una vic- toria religiosa que acabo con el largo debate sobre el papel de la Iglesia en la sociedad que habia atravesado la vida publica espanola desde la revolution liberal. Muy ligado a ello, existio tambien una victoria cultural que mando al paredon, a la carcel o al exilio a los re- presentantes de un amplio espectro de tradiciones culturales y cientificas que se habian ve- nido oponiendo a la estrecha tradition cultural integrista y reaccionaria que salia vencedo- ra de la guerra. Podria incluso hablarse de una victoria de genero, pues la victoria pretendio retrotraer radicalmente los procesos de promotion de la mujer espanola y, de he-

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2 Para una ilustracion de las denuncias generadas por la lucha de bandos o capillas y la desorientacion po- litica del partido, veanse el capitulo primero de A. Cazorla, Las politicas de la victoria. La consolidacion del Nuevo Estado franquista (1938-1953), Marcial Pons, Madrid, 2000 y de M. Marin, Els ajuntaments franquistes a Catalunya, Pages, Lleida, 2000.

3 Para la especificidad del franquismo en comparacion con otros regimenes surgidos de guerras civiles, vease J. Casanova, "Guerras civiles, revoluciones y contrarrevoluciones en Finlandia, Espana y Grecia (1918- 1949): Un analisis comparado", en J. Casanova (comp.), Guerras civiles en el sigh xx, Pablo Iglesias, Madrid, 2001.

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cho, la disidencia frente al modelo femenino victorioso se consideraba una afrenta a la sangre de los martires.4 Finalmente, existio otra victoria crucial para la comprension del regimen: la victoria social.

La concrecion del regimen en sus distintos niveles y ambitos geograficos responderia a la combination de las logicas derivadas de todas estas victorias. El marco interpretativo que se defiende en este articulo propone tomar las victorias politica y social como los pa- rametros fundamentales para la comparacion de las heterogeneas dinamicas locales. Victo- ria politica y victoria social constituirian, asi, dos ejes de coordenadas que delimitan un es- pacio de posibilidades de concrecion del regimen a escala local y regional.

La victoria politica

El eje de la victoria politica expresa el grado de identification de las nuevas autorida- des locales con las tradiciones politicas que el regimen declaraba como suyas. Este eje no implica ningun pluralismo, ni mucho menos el juego defamilias mas o menos organiza- das, en la medida en que la ortodoxia falangista no agotaba la victoria politica. Los falan- gistas eran, de hecho, un sector minoritario en la alianza politica que genero el bando na- tional. Tampoco da cuenta del grado de radicalidad y novedad de las propuestas politicas de los diferentes sectores que integraban esta coalition, o si se quiere, del grado de fascis- mo, pues este no seria patrimonio exclusivo de los falangistas; tambien el resto de las tra- diciones politicas habian vivido un proceso de radicalizacion o fascistizacion.5 Nada auto- riza a pensar que los monarquicos siguieran defendiendo los principios liberales clasicos o que los sectores procedentes de otras tradiciones de la derecha quedaran a la zaga en la ra- dicalidad de sus proyectos de reestructuracion de la sociedad espanola. Tampoco nada au- toriza a pensar que tales grupos definidos por sus origenes politicos siguieran siendo fieles a sus militancias de origen. Eso supondria ignorar el caracter dinamico de los procesos historicos y especialmente las mutaciones politicas del periodo de entreguerras. Casi todas las tradiciones que apoyaron a Franco comulgaban con los rasgos basicos del proyecto de radical reestructuracion de la sociedad espanola que habia salido victorioso de la guerra civil, aunque divergian en cuanto a su remate final y, fundamentalmente, en el papel que correspondia a cada una de ellas en el nuevo escenario.6

Esta relativa heterogeneidad se derivaba del proceso que habia llevado a la configura- tion del Nuevo Estado. En Alemania e Italia el proceso de destruction de la sociedad y el Estado liberales fue liderado por partidos fascistas. En ambos casos, se produjo una con- vergencia y satelizacion del espectro tradicionalmente antiliberal mas los nuevos sectores radicalizados en torno a estos partidos, ya fuera integrando sectores procedentes de tradi- ciones politicas diferenciadas dentro del partido, ya fuera por medio del pacto entre el par- tido fascista y poderes claves para la consecution de sus objetivos.7 Esta articulation no supone que los partidos fascistas no fueran partidos de aluvion donde la heterogeneidad de

4 Sobre estas cuestiones, veanse J. Casanova, La Iglesia de Franco, Temas de Hoy, Madrid, 2001; H. Ra-

guer, Lapolvoray el incienso, Peninsula, Barcelona, 2001; J. Gracia, La resistencia silenciosa. Fascismo y cul- tura en Espana, Anagrama, Barcelona, 2004; y C. Molinero, "Mujer, franquismo, fascismo. La clausura forzada en un mundo pequeno", Historia Social, 30 (1998).

5 I. Saz, "El franquismo: ^Regimen autoritario o dictadura fascista?", en El regimen de Franco (1936- 1979), tomo I, UNED, Madrid, 1993, p. 193.

6 P. Preston, Franco. Caudillo de Espana, Grijalbo, Barcelona, 1997, p. 317. 7 Ph. Burrin, "Politica i societat. Les estructures del poder feixista a rltaha feixista i a 1 Alemanya nazi ,

Afers, 25 (1996). | 113

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procedencias era clara, ni que no deba desmitificarse su poder;8 pero aun asi sigue estable- ciendo una diferencia crucial con el caso espaiiol. En el proceso de instauracion del regi- men fascista, tanto en Alemania como en Italia, existio una jerarquizacion, todo lo dinami- ca que se quiera, de sus bases de apoyo en torno al partido y a su lider; en Espana, por el contrario, el protagonismo militar substituyo a este movimiento ofensivo. En consecuen- cia, la unica jerarquizacion real era la subordinacion de los diferentes grupos que habian colaborado en la victoria con respecto a los militares que la habian protagonizado, con el general Franco a su cabeza.9 Las distintas tradiciones politicas, al igual que amplios secto- res sin filiation politica concreta, reconocieron esta jerarquizacion; pero nunca acabaron de transigir con la aparente intention del regimen de erigir a una de las tradiciones situa- das al mismo nivel, el falangismo, en eje vertebrador del conjunto de subordinados. Habia sectores fieles a Franco y a su proyecto que comulgaban con la necesidad de una estructu- ra de encuadramiento politico como FET-JONS que institucionalizase el consenso fran- quista, pero que se oponian a que fuera la plataforma de promotion de viejos falangistas y nuevos arribistas. Otros incluso se mantuvieron fuera del partido, sin renunciar por ello a participar activamente en el regimen, desafiando el exclusivismo del nuevo partido unico y subrayando la existencia de otras fuentes de poder.

Asi pues, al acabar la guerra subsistian diferencias politicas entre los vencedores sin que ninguno de ellos estuviera dispuesto a subordinarse a uno de sus companeros de coali- tion; fundamentalmente, porque tal subordinacion no era necesaria para figurar entre los vencedores. Ahora bien, tales disensiones remitian estrictamente a una competencia en un marco comun, en el mismo sentido en que se daban en el seno de los partidos fascistas victoriosos, nunca al cuestionamiento de este marco. La coalition franquista no era mera- mente una reaction negativa ante lo que habia supuesto la Repiiblica, escindida sobre el rumbo a seguir una vez conseguida la victoria. El franquismo distaba mucho de ser una dictadura conservadora tradicional que trataba simplemente de bloquear los peligrosos de- rroteros por los que avanzaba la reforma republicana. Pretendia la destruction de los pre- supuestos en que se habian basado el Estado y la sociedad liberal y la instauracion de un nuevo regimen caracterizado por la subordinacion jerarquizada de la sociedad a un Estado totalitario o, como minimo, fiiertemente autoritario.10 Este era el minimo comun denomi- nador de los sectores que apoyaban al franquismo y era un minimo lo suf icientemente res- trictivo, radical y novedoso como para que pueda hablarse de competencia de proyectos politicos realmente diferenciados. Todos estaban de acuerdo en la necesidad de enterrar la tradition liberal, incluso en sus versiones mas conservadoras y autoritarias, e imponer un control del Estado sobre la sociedad y los ciudadanos sin precedentes que imposibilitara el resurgimiento de los desafios que habian presidido el primer tercio del siglo xx. Y ade- mas, y este es el rasgo caracteristico del caso espaiiol, estaban de acuerdo en que la premi- sa basica para que este proyecto pudiera desarrollarse era una intervention represiva de amplio alcance que eliminara fisicamente a aquellos que se oponian y paralizara por el te- rror a futuros opositores.11 La concretion del proyecto de reestructuracion profunda podia ser discutida, asi como sus consecuencias para la caracterizacion del regimen como fascis-

8 Sobre la relativizacion del poder del partido fascista, vease A. Cenarro, "Elites, partido, Iglesia. El regi- men franquista en Aragon, 1936-1945", Studia Historica. Historia Contemporaries 13-14 (1995), p. 88.

9 Para el poder de Franco, vease P. Preston, Franco. 10 Vease, en este sentido, el estudio comparado de G.M. Luebbert, Liberalismo, fascismo o socialdemo-

cracia, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 1997, pp. 481-483. Tambien E. Collotti, "Cine formes de feixisme europeu. Austria, Alemanya, Italia, Espanya i Portugal", Afers, n° 25 (1996).

11 Para un estado de la cuestion sobre la represion, veanse S. Julia (ed.), Victimas de la guerra civil, Temas de Hoy, Madrid, 1999 y J. Casanova (coord.), Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco, Critica, Barcelona, 2002. 115

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ta,12 pero nadie dudaba de que sin esa intervention represiva ningun proyecto tenia posibi- lidades de triunfo. Frente a esta amplia zona de acuerdo positivo, la renuncia a abandonar las respectivas tradiciones ideologicas y a subordinarse a alguno de los competidores poli- ticos de la coalition era simplemente el resultado de la manera en que se habian alcanzado tales innovadores objetivos en Espana, es decir, a traves de una guerra civil dirigida por los militares y no a traves de la movilizacion politica.

El eje de la victoria politica debe entenderse en este contexto de pugna limitada entre vencedores y da cuenta de la presencia de personas y grupos procedentes de diferentes tra- diciones politicas de preguerra. Podria argiiirse que si estas militancias no implicaban ya un desacuerdo politico fundamental, ni siquiera la actuation coordinada en grupos mas amplios, la utilization de este eje careceria de utilidad o de sentido. Sin embargo, no es asi. La militancia de preguerra no era un elemento secundario, sino que se alegaba como argumento de peso para reclamar un lugar politico. Aparentemente, aquellos que podian esgrimir un historial de beligerante espanolismo antiliberal, limpio de accidentalismos, complicidades y oportunistas transigencias vergonzantes estaban llamados a protagonizar la Nueva Espana y, ciertamente, obtuvieron en un principio importantes posiciones de po- der. En consecuencia, en esta escala de la ortodoxia, el maximo corresponderia a falangis- tas y tradicionalistas, e iria decreciendo a traves de los monarquicos y catolicos y otros grupos de la derecha hasta llegar a las derechas de tradition no espanolista como la Lliga y eventualmente sectores satelizados por el PNY

Pero es que, ademas, la adscripcion politica a una u otra tradition no era el unico fac- tor determinante. Tanto o mas era la logica que imponia la otra victoria: la victoria social.

La victoria social

Este segundo eje precisa de menos puntualizaciones que el primero. No parece posi- ble negar la dimension social de la victoria. Uno de los principales objetivos de la guerra fue retornar a la sumision, con pretensiones de perpetuidad, a aquellos que con distinta in- tensidad y ritmo habian desafiado las posiciones de dominio de las elites socio-economi- cas tradicionales. En este sentido, la victoria social supuso un verdadero ajuste de cuentas de clase que se expreso en todos los ambitos de las relaciones sociales, desde las relacio- nes laborales hasta las politicas economicas y fiscales pasando por la redefinition explici- tamente clasista del sistema educativo.13 Los protagonistas de esta victoria social no po- dian permanecer pasivos en el proceso de definition de la Nueva Espana. Por el contrario, a escala local y provincial se aprestaron a controlar el poder politico en contra de aquellos individuos promocionados por la logica de la victoria politica que no contaban con su con- fianza. No se habia hecho la guerra para que unos falangistas advenedizos vinieran a man-

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12 I. Saz senala el diferente papel que la represion jugo en el franquismo y en los regimenes fascistas. Mientras estos tendieron a concebir la represion interna como un expediente transitorio previo a nuevos meca- nismo de integration y movilizacion popular, el franquismo priorizo la represion frente a la biisqueda de me- canismos de consenso active I. Saz, "Entre la hostilidad y el consentimiento. Valencia en la postguerrra", en I. Saz y A. Gomez Roda (eds.), El franquismo en Valencia, Episteme, Valencia, 1999, p. 16. 13 Sobre estos aspectos, veanse, entre otros, A. Cazorla, Las politicas de la victoria; J. Catalan, La econo- mia espanolay la Segunda Guerra Mundial, Ariel, Barcelona, 1995; G. Sanchez Recio y J. Tascon (eds.), Los empresarios de Franco. Politica y economia en Espana, 1936-1957, Critica, Barcelona, 2003; C. Molinero y P. Ysas, Productores disciplinados y minorias subversivas. Clase obrera y conflictividad laboral en la Espana franquista, Siglo XXI, Madrid, 1998; J. Babiano, Paternalismo industrial y disciplina fabril en Espana (1938- 1958), CES, Madrid, 1998; y G. Camara, Nacional-catolicismo y escuela. La socializacion politica del fran- quismo, Hesperia, Jaen, 1984.

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dar y, menos aun, a desestabilizar las relaciones de poder social y economico imperantes en cada contexto local o provincial cuando por fin se habia conseguido veneer con visos de perpetuidad a los tradicionales enemigos.

Esta dimension social de la victoria acabo de cimentar el ya amplio consenso ante- riormente senalado en el terreno politico. Para gran parte de las elites tradicionales, y la mayoria de los sectores sociales que aceptaban su subordination a la estructura socio-eco- nomica defendida por estas, la confirmation de su dominio social y economico compensa- ba ampliamente los posibles resquemores ante la conveniencia de suprimir toda represen- tatividad en el Estado o ante la correlation de fuerzas resultante de esta supresion. La destruction del movimiento obrero, el encuadramiento de la sociedad en instituciones dis- ciplinadas y jerarquizadas, el restablecimiento de las jerarquias sociales, la desaparicion de la carga fiscal sobre la riqueza, etc. son elementos que explican el apoyo de fondo de los poderes sociales al regimen al margen de la falta de identification o hipotetico disgusto con su retorica oficial.

Es importante mantener la distincion analitica entre victoria politica y victoria so- cial, ya que demasiado a menudo se tiende a usar como sinonimos terminos, por otro lado mal definidos, como fuerzas vivas, elites locales, burguesia o derecha tradicional. Teoricamente, la victoria politica resulta independiente de la ubicacion de los vencedores en la escala social. De tal victoria no deberia derivarse necesariamente ningiin perfil so- cial especifico del nuevo personal politico. Sin embargo, las investigaciones locales cons- tatan que estos perfiles no fueron aleatorios, como puede observarse en la tabla anexa. La signification socioeconomica pesaba tanto o mas que la militancia politica en el animo del regimen a la hora de terciar en una pugna politica local. En definitiva, la victoria so- cial constituiria el contrapunto de las elites socio-economicas de cada contexto local y provincial a las novedades politicas introducidas por el regimen y, concretamente, a la promocion de sectores ajenos a los nucleos de extraction tradicionales por la via de la victoria politica.

CONTINUIDAD Y CACIQUISMO

Este contrapeso de las elites sociales tradicionales podria hacer pensar que el eje de la victoria social equivale al caciquismo. En este sentido, integraria en el modelo la continui- dad descrita por A. Cazorla cuando defiende las raices liberal-restauracionistas del fran- quismo.14 Sin embargo, no es asi; el caciquismo no ha sido introducido en la definition del modelo, porque resulta un concepto poco operativo analiticamente.

Ciertamente, como senala Cazorla, no hay que dejarse enganar por la retorica de la nueva politica que impregna al regimen y su desprecio hacia los viejos politicos. Ahora bien, tambien es necesario estar muy alerta ante el peligro contrario. La otra cara de la re- torica oficial anticaciquil del regimen es la retorica caciquil de denunciantes e informantes insatisfechos dirigida a descalificar a los adversarios. Para los participantes en la lucha por el poder local que produjeron estas fuentes, cacique era todo aquel que se oponia o dificul- taba la promocion personal del redactante cuando no se le podia estigmatizar como mason, ateo o directamente como rojo. Todos estos calificativos forman parte de la retorica para- noide que caracteriza a los informes y denuncias de los afios cuarenta y no por ello nos he- mos planteado en serio que la masoneria, el republicanismo o incluso el comunismo si- guieran controlando parcelas de poder local.

14 A. Cazorla, "La vuelta a la historia: caciquismo y franquismo", Historia Social, 30 (1998). 117

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Pero, ademas de esta cuestion de critica de las fuentes, la utilization del termino caci- quismo bajo el franquismo se enfrenta al problema de que presenta demasiadas acepciones que deberian ser reevaluadas en el nuevo marco franquista.15 De la mas comiin de ellas, su identification con el privilegio o el poder socio-economico, ya da cuenta la victoria social de una manera menos equivoca, pues no introduce connotaciones que van mas alia de la estructura socio-economica, cosa que si ocurre con el caciquismo.

El cacique no era simplemente el rico del pueblo o la comarca, sino aquel que jugaba un papel en el funcionamiento del Estado en su ambito de actuation. De hecho, solo desde esta acepcion resultan inteligibles las propuestas anticaciquiles de medios empresariales o clases medias que, sin ninguna intention de subvertir la jerarquia social, denunciaban las nocivas interferencias de estos personajes. Una de estas vertientes de actuation era la pa- trimonializacion de la action del Estado o interferencia en favor de sus propios intereses. Si se atiende a este aspecto, el franquismo era un regimen consubstancialmente caciquil en la medida en que desarrollo politicas arbitrarias a favor de los vencedores y suprimio los controles sobre la action de los poderes piiblicos. Esta situation multiplied y generalizo la corruption hasta que, a mediados de los anos cincuenta, se produjo una profunda reforma que buscaba la rationalization y modernization de la Administration Piiblica franquista.16 Ahora bien, esta linea argumentativa desemboca en dos problemas que no son de facil so- lution: por un lado, la practica equiparacion del caciquismo con corruption multiplica ex- cesivamente el niimero de caciques; por otro, tiende a ocultar el hecho de que estos caci- ques franquistas no tenian por que ser exactamente los mismos de preguerra ni derivar su poder de la misma logica que aquellos.

En su acepcion mas restrictiva, el caciquismo alude a notables locales que intercam- biaban con el gobierno apoyo politico a cambio de interferir la action del Estado en su territorio a favor de su red clientelar.17 Es esta acepcion acotada de caciquismo la que difi- cilmente puede sostenerse bajo el franquismo, pues el regimen introdujo novedades revo- lucionarias en los tradicionales ambitos de actuation caciquiles. No solo suprimio las vo- taciones y el debate politico, sino ademas la propia negotiation con los poderes locales. Este es un aspecto crucial de la nueva realidad franquista que ha quedado oculto por una comprension insuficiente del pretendido centralismo del sistema liberal espanol. Frente a la negotiation permanente con los poderes locales que subyacia al centralismo liberal, el franquismo supuso un salto cualitativo que se tradujo en la imposition de una cadena de mando en la que se busco la acomodacion de diferentes sectores e intereses, incluso se tole- raron y alentaron las prebendas y corruptelas, pero nunca la vieja negotiation con los gru- pos locales.18

Este salto cualitativo en la centralization modifico drasticamente la naturaleza de los ayuntamientos. En la inmediata posguerra, la incertidumbre sobre la concretion de la vic- toria y el ajuste de cuentas imperante propiciaron un asalto de las instituciones, pero pro- gresivamente fue haciendose evidente el pobre papel al que habian quedado reducidas las corporaciones locales con respecto al pasado. Un indicador de su escasa trascendencia que normalmente no se tiene en cuenta fixe la actitud de la oposicion: apenas se produjeron in-

120 I

15 Vease, en este sentido, D. Gonzalez Madrid, P. Rodrigo Romero y M. Ortiz Heras, "Juntos pero no re- vueltos: discrepancias ideologicas en la organization de la Espana triunfal (1938-1939)", en Tiempos de Silen- cio, Universitat de Valencia, Valencia, 1999, p. 54. 16 S. Julia, "Cambio social y cultura politica en la transicion democratica", en J.C. Mainer y S. Julia, El aprendidaje de la libertad, 1973-1986. La cultura de la transicion, Alianza, Madrid, 2000, pp. 26-27. 17 Vease, por ejemplo, J. Moreno Luzon, "El poder piiblico hecho cisco. Clientelismo e instituciones poli- ticas en la Espana de la Restauracion", en A. Robles Egea (comp.), Politica en penumbra, Siglo XXI, Madrid, 1996, p. 168. 18 M. Marin, Els ajuntaments franquistes.

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Barcelona, 1955

filtraciones en los consistorios en contraste con lo que ocurrio en los sindicatos. Cierta- mente, la inmigracion y el turismo produjeron un cambio substancial en esta situacion a lo largo de los sesenta, pero esta revalorization de los consistorios fue paralela al cambio socio-economico sin precedentes que supuso el desarrollismo y que precisamente desarti- culo la realidad que daba lugar al caciquismo. Probablemente los ayuntamientos del desa- rrollismo enlazan mas con la turbia realidad especuladora de nuestros dias que con la Res- tauracion.

Asi pues, el debate sobre la continuidad bajo el franquismo no puede encontrar res- puesta en el estudio de los ayuntamientos a la manera de los periodos precedentes. En la medida en que tambien las militancias de la era republicana deben ser relativizadas en fun- cion de los intereses que articulaban, serian necesarias investigaciones que realizaran una radiografia de los grupos de interes y su interaction con el Estado a lo largo de periodos mucho mas amplios.19 Ello permitiria constatar si el personal politico de posguerra expre- saba una continuidad de intereses a traves de multiples vias (nuevas generaciones o ramas secundarias de familias notables, personal vicarial) o si suponia realmente una renovation con respecto a la preguerra como proponen F. Cobo y T. M. Ortega para el caso andaluz.20 Ademas, el cambio de papel de los ayuntamientos deberia trasladar la atencion a otras ins- tituciones que aplicaban las politicas centrales mas sensibles a los intereses de los notables

|g Veanse, como ejemplos de este tipo de investigaciones, X. Marcet, Qui ha manat a Terrassa? I altres reflexions, Egara, Terrassa, 1991, o, mas centrada en la continuidad ideologica y politica, A.F. Canales, Las otras derechas, Marcial Pons, Madrid, 2006.

20 F. Cobo Romero y T.M. Ortega Lopez, "No solo Franco. La heterogeneidad de los apoyos sociales al re- gimen franquista y la composition de los poderes locales. Andalucia, 1936-1948", Historia Social, 51 (2005). 121

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y eso incluye no solo a Hermandades de Labradores y demas organizaciones corporativas locales, sino a las delegaciones provinciales de los ministerios. Todos ellos constituyen factores mas determinantes para evaluar una pretendida continuidad caciquil que los rifi- rrafes entre concejales y dirigentes del partido. En consecuencia, el concepto de caci- quismo no solo no resulta operativo para hacer inteligible la heterogeneidad e inestabilidad politica local, sino que ademas aboca a una comprension distorsionada del franquismo. Resulta preferible, por tanto, explorar las posibilidades abiertas por el modelo esbozado con anterioridad.

MODELOS DE FUNCIONAMIENTO POLITICO EN EL AMBITO LOCAL

En el modelo interpretativo que se propone, la utilization de la victoria politica y la victoria social en la guerra civil como ejes de coordenadas delimita un espacio de concre- tion posible de los poderes locales dividido en cuatro cuadrantes. Cada uno de ellos co- rresponderia a cuatro modelos fundamentales de funcionamiento politico y, en ultima ins- tancia, de consenso.

Preeminencia ^ de la victoria •£ social

a, g

w O o > Ortodoxia Ortodoxia

elitista popular

jf I + Victoria social

La ortodoxia elitista

El primer cuadrante, el inferior izquierdo, delimita un modelo de funcionamiento po- litico caracterizado por la superposition de las logicas de la victoria politica y social, es decir, la coincidencia al frente de las instituciones de una derecha autoritaria y espanolista, sin macula de colaboracion en el juego republicano, y las elites socio-economicas. El ejemplo prototipico de esta ortodoxia elitista serian las instituciones centrales de la provin- cia de Vizcaya, Diputacion y Ayuntamiento de Bilbao.21

La derecha que cumplia las exigencias de ortodoxia politica demandadas por el regi- men habia tenido una presencia importante en el Pais Vasco. En el triangulo politico vasco del periodo republicano, monarquicos y carlistas, mas los nuevos grupos de ultraderecha,

21 A.F. Canales, "La logica del poder franquista a Biscaia", L 'Aveng, 197 (1995). 122 I

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habian confluido en el vertice caracterizado por el antiliberalismo y el espanolismo en oposicion a las izquierdas y el nacionalismo. Tras la guerra, este conglomerado espanolis- ta de ultraderecha se convirtio en el eje vertebrador del regimen franquista en Vizcaya. En el Ayuntamiento de Bilbao y en la Diputacion, esta victoria politica coincidio a grandes rasgos con una victoria social. A traves de los abogados e ingenieros industriales que co- paron ambas instituciones, la llamada oligarquia vizcaina recuperaba el poder politico en la provincia, e incluso, lo ampliaba con el establecimiento de un canal privilegiado de co- municacion con las mas altas instancias politicas del regimen. La hegemonia dentro del con- junto de fuerzas politicamente vencedor correspondio a los hombres procedentes del mo- narquismo alfonsino. Sin embargo, a pesar de que algunas personalidades mantuvieran esta adscripcion dentro del juego de las familias politicas, este predominio no puede inter- pretarse como la supremacia de la familia monarquica en Vizcaya; era simplemente una consecuencia de la adscripcion tradicional de la burguesia vizcaina restaurada en el poder. Como senala E. Mariezcurrena, lo fundamental fiie que "la clase economicamente domi- nante se declaro franquista",22 sin ulteriores implicaciones.

Terrassa, en el ambito Catalan, responde al mismo patron. La burguesia local habia encontrado en el monarquico Alfons Sala su referente politico en los aiios de la Restaura- cion, a diferencia de la mayoria de las burguesias locales catalanas que se articularon en torno a la Lliga. El salismo derivo en los aiios de la Republica hacia Renovation Espaiiola y retomo el poder tras la guerra, ya no, segiin X. Marcet, como plataforma politica, sino como bloque social de poder. Desde el Institut Industrial, los fabricantes controlaron el ayuntamiento y redujeron a FET-JONS a un papel subordinado.23

La preeminencia de la victoria social

No es facil, sin embargo, encontrar mas ejemplos de una coincidencia tal entre victo- ria social y victoria politica. La mayoria de las investigaciones locales apuntan mas bien al modelo de funcionamiento politico delimitado por el segundo cuadrante, el superior iz- quierdo. En este modelo la logica de la victoria social predomino sobre la ortodoxia politi- ca. La mayoria de la derecha se habia decantado en la preguerra por opciones politicas mas heterogeneas, menos beligerantes y mas tibias ante el juego politico republicano, o in- cluso no espanolistas. Esta falta de ortodoxia politica fue suplida por la unidad de las elites socio-economicas, de tal manera que se produjo en la mayoria de los casos una acapara- cion de las instituciones locales por parte de aquellos que social y economicamente conta- ban, en buena medida para impedir o frenar el avance de los individuos promocionados por la logica de la victoria, ya fiieran representantes de opciones de ultraderecha con poco calado social o excombatientes.

El franquismo a escala local en Cataluna se situa claramente en este cuadrante. La de- bilidad y limitada implantation de la ultraderecha espanolista y, mas aiin, su escasa repre- sentatividad con respecto a los poderes sociales tradicionales determinaron un juego politi- co basado en el dominio tamizado de la derecha tradicional. El ya clasico estudio de Viver i Climent establece una contraposition entre el personal que ejercio los cargos de mayor responsabilidad bajo el franquismo en Cataluna y el que ocupo las instituciones locales.24

22 E. Mariezcurrena, "La clase dominante de Vizcaya durante el franquismo", Saioak, 5 (1983), p. 85. 23 X. Marcet, Qui ha manat a Terrassa?, pp. 21-25, y "El sahsme. Moviment politic l bloc de poder , ler-

me, 5 (1990). 24 T. Climent y C. Viver Pi-Sunyer, "El personal politic de la provincia de Barcelona de 1939 a lVoy ,

Perspectiva Social, 13 (1979), y "El personal politic de la provincia de Barcelona", L 'Avenc, 12 (1979). | 123

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El primero procedia basicamente de la ultraderecha y, dada la escasa implantation que esta habia tenido en Catalufia, era en su mayoria foraneo. En este sentido, la promotion de esta nueva clase politica respondia a la logica de la victoria politica. Sin embargo, en los ayun- tamientos y diputaciones predomino el elemento autoctono y tradicionalmente dominante. Los origenes politicos de este personal se situaban en el caso de la provincia de Barcelona mayoritariamente en la Lliga (34,4%) seguida del monarquismo (16,3%), mientras que solo el 9,5% correspondio a los falangistas. Diferentes estudios han venido a confirmar esta participation de la derecha catalanista.25

Esta participation de la derecha tradicional catalana en el regimen a escala local inci- de en las consideraciones realizadas con anterioridad sobre la victoria politica y en el con- senso basico sobre el que actuaba. La Lliga no habia sido exclusivamente un partido cata- lanista. Como revelan sus alineamientos en el periodo republicano, el catalanismo era solo uno de sus rasgos definitorios y no necesariamente el prioritario. Era basicamente el repre- sentante politico de las derechas catalanas. La fidelidad del partido a la tradition catalanis- ta no implicaba que sus bases fueran inmunes al proceso de radicalizacion ideologica que afecto a la derecha espanola en su conjunto y que no existiesen coincidencias profundas con la reestructuracion politica que proponia el franquismo, aunque este se inspirara y fa- voreciera una tradition politica tradicionalmente enfrentada al catalanismo conservador.

Pero, ademas, las reticencias que se pudieran presentar en el piano politico quedaban ampliamente compensadas por la victoria social. El catalanismo conservador estaba estre- chamente ligado a unos sectores que pertenecian a los vencedores en el piano social. La logica de esta victoria social acabo imponiendose en el caso Catalan como el criterio defi- nitorio de quien tenia derecho a mandar en la nueva situation sobre un pasado politico que, ciertamente, no era el deseado. Las tradicionales fiierzas vivas de industriales, propie- tarios y profesionales liberales acapararon los poderes locales bajo el primer franquismo, ya fiiera reconvirtiendose politicamente o simplemente resistiendose por todos los medios a ser desplazados por los recien llegados que la victoria politica pretendia promocionar. Los datos de Viver son todavia mas reveladores en este sentido: casi un 70% de los regido- res eran empresarios, cerca de un 20% profesionales liberales y poco mas que un 12% em- pleados.

Este movimiento de acaparacion del poder politico local por parte de las grupos bur- gueses locales fue notorio en Sabadell, donde los alcaldes y tenientes de alcalde fueron casi exclusivamente fabricantes. Tambien en Vilanova i la Geltni, donde esta burguesia lo- cal era mucho mas debil, la composition inicial del ayuntamiento fue similar. Ambos ca- sos se caracterizan por la minima presencia entre el personal politico de trabaj adores y el creciente protagonismo, siempre subordinado, de esas clases medias profesionales que posteriormente se multiplicand con el desarrollismo. Un caso extremo de esta victoria so- cial seria Sant Feliu de Llobregat, donde el ayuntamiento estuvo siempre dominado por los propietarios agricolas a pesar de la inestabilidad politica imperante en la localidad durante los afios cuarenta.26

Mas este modelo de funcionamiento y consenso politico no es privativo de Catalufia. Canarias constituye otro ejemplo claro de supremacia de la logica de la victoria social so- bre la politica. Los falangistas constituian un niicleo muy minoritario que fue utilizado en la represion, pero rapidamente desplazado por las elites isleiias tradicionales que habian

25 Para una sintesis de la clase politica del primer franquismo en Cataluiia, vease M. Marin, "Els qui ma- naven", en B. de Riquer (dir.), La llarga postguerra, 1939-1960, Enciclopedia Catalana, Barcelona, 1997. 26 M. Marin, "L'ajuntament de Sabadell en el periode franquista: l'articulacio politica municipal, 1939- 1979", Arraona, 9 (1991); A.F. Canales, Passatgers de la mateixa barca, ECD, Lleida, 1993; M. Marin, Els ajuntaments, p. 1 34. 124

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Peniscola, 1963

actuado politicamente a traves del Partido Republicano Tinerfeno y del Partido Radical de Gran Canaria.27 El poder politico en las Islas no se derivaba de la ortodoxia, aunque ini- cialmente tuvieron mayor protagonismo personajes procedentes de la minoritaria ultrade- recha, sino de la significacion social, reconocida y aceptada por el centro como criterio de fidelidad al regimen. Como puede observarse en la tabla anexa, el monopolio de los cabil- dos insulares por cosecheros y exportadores arroja uno de los perfiles mas oligarquicos entre las instituciones locales de las que se dispone de datos.

Similar es la situation que revelan los estudios sobre el Levante. En Valencia la ma- yoria del nuevo personal politico procedia de la Derecha Regional Valenciana, adscrita a la CEDA, incluso entre los jefes locales de FET-JONS nombrados en la inmediata posguerra. Analogamente, en la provincia de Alicante mas del 20% del personal politico habia estado vinculado a esta opcion que sumado al casi 30% catalogado genericamente de derechas si- tiia en clara minoria a falangistas y tradicionalistas, apenas un cuarto del total. Mas al Sur, en Almeria, en el bienio 1939-40 los origenes politicos de mas del 70% de los alcaldes de la provincia se situaban en la derecha tradicional, mientras solo un 14% podia esgrimir un pasado falangista. La victoria social que subyacia a esta falta de ortodoxia queda subraya- da por la presencia entre el personal politico local de casi un 30% de propietarios, cifra ya de por si elevada, pero que adquiere su verdadera significacion si se la compara con el

27 J. Alcaraz y M.A. Cabrera, "El personal politico insular durante el primer franquismo, 1940-1960", en / Encuentro de Investigadores del Franquismo, FAHCONC-Dpt. Historia Mod. i Contemp. UAB, Barcelona, 1992; J. Alcaraz, Instituciones y Sociedad en Gran Canaria (1936-1960), Cabildo de Gran Canaria, Las Pal- mas, 1999. 125

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13% de la epoca republicana. Los datos que F. Cobo y T. M. Ortega ofrecen para el con- junto de Andalucia dibujan una situation similar, a pesar de mantener una interpretation antagonica a la del autor de la monografia almeriense. La intensa renovation en la que in- sisten estos autores no impide que el personal politico andaluz de posguerra de cuenta de una clara victoria social (41,5% de clase media-alta) sobre un trasfondo de procedencia politica genericamente derechista (apenas un 30% de falangistas). Lejos del arco medite- rraneo, la primera gestora de la Diputacion de Logrono subrayaba la continuidad y se caracterizo por la presencia de importantes miembros de la elite economica y politica tra- ditional, al igual que en Cantabria, donde en un primer momento las oligarquias tradicio- nales y los prohombres de la derecha conservadora de cada zona tuvieron un fiierte peso en la formation de los nuevos poderes locales.28

Obviamente, esta victoria social tendia a adecuarse a la configuration social de cada zona. Frente al acaparamiento del poder por los propietarios agricolas en las zonas rurales, la composition de los ayuntamientos de las capitales de provincia da cuenta de la incorpo- ration de un amplio espectro de clases medias y sobre todo de profesionales liberales, que abren la via a consideraciones sobre su caracter vicarial y los intereses sociales que encar- naban. En el ayuntamiento de Teruel, en el que hasta 1945 la derecha catolica agraria ocu- po el 38% de los cargos frente al 21% de falangistas, el predominio correspondio a los co- merciantes, mientras que en el de Zaragoza el protagonismo parece corresponder a las profesiones liberales, al igual que en el ayuntamiento de Leon. En todo caso, la vincula- cion de esta pleyade de clases medias independientes a las instituciones economicas y cor- porativas de Teruel resulta muy ilustrativa de este desembarco de las elites socio-economi- cas en el poder local de la posguerra. El 22% de los concejales eran miembros de la junta directiva de la Camara de Comercio e Industria, el 13% de la de la Propiedad Urbana, asi como en menor proportion de los colegios de medicos, abogados y farmaceuticos.29

No es facil establecer tendencias en este conjunto de combinaciones caracterizadas por la preeminencia de la logica de la victoria social sobre la politica. Algunos casos pare- cen apuntar a un rearme falangista ante el escaso pedigri ideologico del primer personal politico. Asi, en Cantabria se produjo una ofensiva falangista en los primeros aiios cuaren- ta que instauro la hegemonia falangista en los poderes locales. De manera similar, en Te- ruel, los falangistas acabaron imponiendose sobre la traditional derecha catolica a partir de 1945.30 Pero ni siquiera estos casos parecen poder escapar a la tautologia implicita en el hecho de que el propio partido presenta a su vez una gran heterogeneidad de origenes poli- ticos. Eso no cuestiona el hecho de que el partido y sus organizaciones, a pesar de la insis- tencia en la subordination de la Falange, acabaran convirtiendose en una fuente de poder o en un centro de extraction del personal politico local. En este sentido, la presencia de indi- viduos vinculados a las organizaciones del partido no podia mas que incrementarse en los anos siguientes, especialmente a medida que cobraban peso entre el personal politico nue-

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28 A. Gomez Roda, Politica i poder local. Catarroja: un municipi Valencia durant el primer franquisme, Afers, Catarrqja, 1998, p. 113; D. Sanz Alberola, La implantacion del franquismo en Alicante, Universidad de Alicante, Alicante, 2001, pp. 1 13-122; A. Cazorla, Desarrollo sin reformistas, Diputacion de Almeria, Almeria, 1999, pp. 71 y 75; F. Cobo Romero y T.M. Ortega Lopez, "No solo Franco"; M.C. Rivero, Politica y sociedad en La Rioja durante el primer franquismo (1 936-1 945), Institute de Estudios Riojanos, Logrono, 2001, p. 277; J. Sanz Hoya, "El personal politico del primer franquismo en Cantabria. De la reinstauracion de las viejas elites al asentamiento del poder falangista (1937-1951)", en V Encuentro de Investigadores del Franquismo, Albace-

I te, 2003. 29 J. Rodriguez Gonzalez, Leon bajo la dictadura franquista (1936-1951), Universidad de Leon, Leon,

2003, p. 357; G. Sanchez Brun, Instituciones turolenses en el franquismo, 1936-1961, Instituto de Estudios Tu- rolenses, Teruel, 2002, pp. 2 1 9-229.

| 30 J. Sanz Hoya, "El personal"; G. Sanchez Brun, Instituciones, pp. 226-227.

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vas generaciones no vinculadas a la militancia de preguerra. Si que parece detectarse, en cambio, una tendencia mas clara respecto al perfil social del personal politico. En la deca- da de los cincuenta tiende a producirse una relajacion de la logica victoria social por la que las tradicionales elites socio-economicas locales dejan paso a empleados, oficinistas, tecnicos o profesionales independientes de menor relevancia social que sus predecesores. Esta tendencia acabara imponiendose a lo largo de la decada de los sesenta a tenor del pro- fundo cambio socio-economico de esos aiios. No es extrano, pues, que incluso en una ciu- dad poco industrializada como Palencia los empleados constituyeran casi el 40% de los concejales desde 1948 al final del franquismo.31 Esta posterior incorporation de las nuevas clases medias del desarrollismo frente al asalto a las instituciones por las elites tradiciona- les de posguerra apunta a la ampliation del consenso del franquismo mas alia del ajuste de cuentas de clase inicial.32

La ortodoxia politica popular

No obstante, el espacio definido por los ejes de victoria politica y social no restringe el abanico de modelos posibles a la preeminencia de la victoria social, como en los dos cuadrantes examinados hasta el momenta. Existe otro cuadrante caracterizado por la au- sencia de esta restauracion de las elites tradicionales y por la existencia desde el principio de un personal politico ortodoxo bastante mas popular caracterizado por el protagonismo de estas clases medias dependientes, incluso clases populares, frente a empresarios y pro- fesionales liberales. En este caso, nos encontrariamos ante la primacia de la logica de la victoria politica frente a la social, es decir, en el cuadrante inferior derecho. En este mode- lo, un personal politico mas mesocratico y popular, no estrechamente vinculado a la defen- sa de intereses economicos, expresaria la sintonia ideologica con el regimen y su propues- ta de reorganization de la sociedad espanola. Sin duda este es el cuadrante mas interesante de explorar porque supone una articulation del poder local franquista al margen de las eli- tes sociales tradicionales y nos sitiia de lleno en los apoyos que el regimen obtuvo mas alia de estas, es decir, en la debatida cuestion de los limites sociales del consenso franquista.

El Ayuntamiento de Ciudad Real hasta 1945 constituye un caso que apunta hacia este modelo.33 La hegemonia de los profesionales liberales (mas del 40%) lo sitiia sin duda en el cuadrante anterior, en el de la preeminencia de la logica de la victoria social, maxime cuando puede constatarse en algunos de ellos una clara vinculacion con otros intereses economicos. Sin embargo, el peso de empleados y funcionarios (34%) y, como consecuen- cia, el escaso papel de propietarios, comerciantes e industriales (apenas un 25%) lo aleja de la hegemonia empresarial del resto de los casos. Ademas, en el piano politico, si bien la presencia falangista es minoritaria (16%), el peso de antiguos militantes de Renovation Espanola (13,8%) y de la Union Patriotica (11,1%) y, sobre todo, el escaso peso de la CEDA (22%) tiende a acentuar la ortodoxia politica del equipo. Todo ello configura a este caso como el mas politico dentro del cuadrante de la preeminencia social.

Barakaldo en Vizcaya desarrolla estas tendencias hasta situarse de lleno en el cua- drante de la preeminencia de la victoria politica sobre la social y constituye un caso para-

31 D. Garcia Ramos, "Una aproximacion al personal politico del ayuntamiento de Palencia (1948-1979)", en Tiempos de Silencio, Universitat de Valencia, Valencia, 1999, p. 202.

32 R.C. Torres Fabra, "L'assalt a les institucions en acabar la guerra. Un exemple comarcal: la Ribera Bai- xa", en Tiempos de Silencio, Universitat de Valencia, Valencia, 1999.

33 D. Gonzalez Madrid, La Falange manchega, 1939-1945, Diputacion de Ciudad Real, Ciudad Real, 2004, pp. 224-225. I 127

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Canarias

Sant Feliu Vilanova

Prov. de Barcelona

Prov. de Almeria

Sabadell Prov. de Valencia Prov. de Alicante Teruel

^ Andalucia •p Cantabria *o "~ "

1 Ciudad Real

Prov. de Vizcaya Terrassa Prov. de Valladolid

, Dip. de Vizcaya Barakaldo

+ Victoria social

digmatico de este modelo. Los carlistas se apoderaron del ayuntamiento en 1937 y mantu- vieron su hegemonia politica hasta principios de los afios sesenta, resistiendo la presion de las fuerzas vivas tradicionales. Contaron a su favor con la debilidad de estas fuerzas vivas, con la proscription de parte de ellas por su pasado nacionalista y con la inhibition, como minimo, del gran poder social en la localidad: Altos Homos. El resultado de este atrinche- ramiento carlista fiie un perfil social del personal politico barakaldes muy peculiar, ya que hubo de reclutarse entre la base tradicional del carlismo local. Asi, los empresarios y pro- fesionales liberates, tan caracteristicos de los modelos anteriores, fueron marginados del poder local en Barakaldo; mientras que los empleados pasaron a constituir el grueso del personal politico municipal (por encima del 40% como media). Esta composition social poco elitista se veia subrayada por la presencia de obreros (sobre un 15%), ciertamente li- mitada, pero que contrasta fuertemente con los casos estudiados hasta el momento.34

La primacia de la victoria politica barakaldesa aparece ligada, por tanto, a un perfil social del personal politico mas mesocratico y popular que constituiria el contrapeso a las pretensiones de las fuerzas vivas locales. En principio, este modelo solo seria posible en contextos en los que la ultraderecha de preguerra tuvo un cierto arraigo social que se eri- gio en la base sobre la que cimentar otro tipo de consenso franquista mucho mas ideologi-

34 A.F. Canales, Las otras derechas. 128 I

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co. Estas consideraciones abren el interrogante sobre los modelos de funcionamiento poli- tico del regimen a escala local en otras zonas de implantacion del tradicionalismo como el resto del Pais Vasco y Navarra, lamentablemente las zonas menos estudiadas en este as- pecto de la geografia espaiiola. Los datos oficiales de 1949 sobre la provincia de Vizcaya muestran el predominio de la ortodoxia politica entre los alcaldes. Un cuarto de ellos eran tradicionalistas y mas del 40% de Renovacion Espaiiola. Sin embargo, tanto el peso de esta ultima opcion, tradicionalmente vinculada a la oligarquia vizcaina, como la presencia de un 60% de concejales genericamente de derechas impide establecer un paralelismo con el modelo barakaldes. Mas similar resulta el perfil socio-profesional que arrojan los datos oficiales de 1954. La presencia mayoritaria de labradores dificulta el analisis, puesto que se desconoce su signification economica y social. Aun asi, los datos resultan reveladores. Las clases altas y medias independientes tuvieron muy poco peso entre el personal politico de la provincia. Por el contrario, casi un cuarto de los concejales provenia de estratos so- ciales bajos y el 15% eran productores. Este perfil social contrasta con el resto de casos recogidos en las tablas.35

El peso de clases bajas y clases medias dependientes entre el personal politico consti- tuye, pues, un indicio potencial de modelos de consenso mucho mas politicos que sociales. Ello abre un interrogante sobre la composition politica de los poderes locales en provincias que segiin los datos de G. Sanchez Recio destacan por la presencia de sectores populares, concretamente Toledo (19,6%) y Valladolid (17,6%).36 Es sin duda esta provincia castella- na, asociada tradicionalmente junto al resto de la Meseta Norte a la ortodoxia franquista, la que despierta un mayor interes potencial para explorar esta hipotesis de un consenso ideolo- gico popular, aunque los estudios disponibles no permiten avanzar demasiado.37

En todo caso, es importante senalar que este modelo de funcionamiento politico no equivale a la existencia de un consenso popular. La presencia de sectores populares de la ultraderecha no prejuzga las actitudes del resto de estos grupos sociales. Puede deberse al efecto de la proscription de las elites tradicionales por su pasado politico, de su inhibition o a una combination de factores. La trascendencia de este modelo de funcionamiento poli- tico local radica mas bien en las consecuencias de la preeminencia de la victoria politica sobre la dinamica interna del regimen a escala local. Con una cierta base popular capaz de dotarlo de vitalidad, el entramado institucional del regimen y sus formulas de selection y renovacion del personal politico (elecciones sindicales, elecciones municipales por tercios) tendrian una cierta vida autonoma, frente a la atonia y a la instrumentalizacion caracteris- ticas de los modelos asentados sobre la victoria social.

Finalmente, el cuarto cuadrante, el superior derecho, aunque posible teoricamente, parece poco plausible o muy marginal en la practica, puesto que no responde al predomi- nio de ninguna de las dos logicas de la victoria. Solo parece posible situar en este cuadran- te a la provincia de Toledo y no sin grandes prevenciones, pues seria el resultado de cruzar datos procedentes de autores diferentes y en ambos casos no basados en la investigation sobre fiientes locales, sino en datos estadisticos centrales. Segiin estas fiientes, el caracter relativamente popular del personal politico toledano en 1948 se veria acompanado de su escasa ortodoxia politica, pues cerca de un 60% procederia de la derecha republicana y solo un 2,5% de Falange.38 Al margen del hipotetico caso de Toledo, este cuadrante unica-

35 A.F. Canales, "La logica del poder". 36 G. Sanchez Recio, Los cuadros politicos intermedios del regimen franquista, 1936-1959, Instituto Juan

Gil-Albert, Alicante, 1996, p. 134. 37 J.M. Palomares no va mucho mas alia de senalar el gobierno de los camaradas en el ayuntamiento de

Valladolid {El primer franquismo en Valladolid, Universidad de Valladolid, Valladolid, 2002, p. 53). 38 M. Requena, "Inmovilismo estructural y adaptation politica del regimen franquista", en M. Requena (co-

ord.), Castilla-La Mancha en el franquismo, Manifesta, Ciudad Real, 2003, p. 77. 129

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mente parece postulable para aquellas poblaciones relativamente al margen de la politiza- cion de preguerra y a la vez desprovistas de elites sociales.

A MODO DE CONCLUSION

La precedente radiografia de los poderes locales franquistas tiene necesariamente un caracter aproximativo, dado el tipo de estudios en que se basa. La falta de homogeneidad en los criterios de analisis senalada al principio de este articulo como una de las caracteris- ticas de la historiografia local sobre el franquismo revela sus efectos mas negativos en este punto. No se ha abordado el debate de las categorias clasificatorias utilizadas, por lo que cada investigador suele utilizar un criterio propio, en muchos casos determinado por la fuente. Ademas, algunos casos se basan en estadillos de las instancias centrales del Estado de escasa fiabilidad sin una depuration a traves de la investigacion local que, ademas de refinar estos datos, los ponga en relation con la estructura social y politica especifica de cada contexto. Todo ello dificulta la comparacion de la procedencia socio-economica del nuevo personal politico y constituye un obstaculo a menudo insalvable para la politica. La perpetua indefinicion acerca de a quien se considera falangista es un buen ejemplo de ello.

Mas las posibles limitaciones del modelo propuesto no provendrian tanto de la falta de homogeneidad en el estudio de los casos, circunstancia teoricamente subsanable en un futuro, como de la dificultad para dar cuenta de dos factores en la conformation del perso- nal politico de posguerra que no encuentran un encaje todo lo adecuado que se desearia en las variables de comparacion propuestas. El primero de ellos tiene que ver con los excom- batientes que, si bien son la derivation mas directa de la logica de la victoria belica, no son facilmente reductibles a la victoria politica, pues la condition de excombatiente tiende a situarse en un piano cualitativamente diferente. Con menor intensidad, un problema simi- lar se plantea con un segundo factor: el personal que ya ocupo cargos en la Dictadura de Primo de Rivera. En la medida en que este personal mantuvo antes y despues de esos man- datos una adscripcion politica es facilmente integrable en el eje de la victoria politica. Sin embargo, las caracteristicas de parte de este personal plantean el interrogante de hasta que punto el ejercicio de cargos en la Dictadura no constituye una variable cualitativamente di- ferenciada que definia un grupo caracterizado, mas que por la militancia politica, por la fi- delidad a las intervenciones autoritarias excepcionales del Estado.

Sera la comunidad de investigadores quien determine si estos dos factores constitu- yen variables centrales y cualitativamente diferenciadas para el analisis. Por el momento, se considera que su enunciation no cuestiona el modelo expuesto en este articulo que pre- senta notables ventajas en el estado actual de las investigaciones. En primer lugar, tiene una dimension heuristica que permite una radiografia de los poderes locales de posguerra al margen de las peculiaridades de cada contexto y apunta a la necesidad de una unifica- tion de categorias analiticas. Pero, ademas de esta dimension operativa para el desarrollo de la investigacion, el modelo presenta la virtud de salvar la contradiction expuesta al principio de este articulo. La combination de las logicas de la victoria politica y social permite dar cuenta de la heterogeneidad en los poderes locales de posguerra, incluso de la multiplicidad de conflictos, sin por ello poner en cuestion la fortaleza del regimen, ni so- bre todo la existencia de un proyecto radicalmente novedoso de domination politica y so- cial que no quedaba empanado por la heterogeneidad politica de aquellos que lo pusieron en practica a escala local.

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