La integración de las favelas de Brasil en el foro democrático de la ciudad - The integration of...

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LA INTEGRACIÓN DE LAS FAVELAS DE BRASIL EN EL FORO DEMOCRÁTICO DE LA CIUDAD Styliane Philippou 9 rue Chaptal, 75009 París, Francia [email protected] RESUMEN Hasta los años 1980, la estrategia de Brasil frente a los asentamientos informales y las favelas fue la erradicación y el reasentamiento involuntario. La Constitución brasileña de 1988, marcadamente progresista, incluyó un capítulo sobre política urbana, con «el objetivo de ordenar el pleno desarrollo de las funciones sociales de la ciudad y garantizar el bienestar de sus habitantes». El 14 de febrero de 2000, la Enmienda Popular de Reforma Urbana reconoció el acceso a la vivienda como un derecho social. En 2001, el Estatuto de la Ciudad –ley federal que regula el capítulo constitucional– incorporó el «derecho a la ciudad» en la Constitución, exigió la participación ciudadana en el proceso de planificación urbana y promovió la urbanización de las favelas. En 2003, se creó el Ministerio de las Ciudades para coordinar programas de elaboración e implementación de una política urbana inclusiva y sustentable, dirigidos principalmente a la población pobre. El discurso político y académico del siglo XX planteó una oposición entre favela y ciudad. La innovadora legislación terminó con la invisibilidad oficial de las favelas y empoderó a sus habitantes para participar en el proceso democrático. Durante las dos últimas décadas, los proyectos de urbanización –mejoramiento de viviendas, desarrollo de infraestructura y acceso a los servicios sociales– han mejorado la calidad de vida en las favelas y fomentado la inclusión social. Esta ponencia explora los proyectos de integración urbana que, en cuanto mecanismos de participación en el foro democrático de la ciudad, permiten la implementación efectiva del derecho a la ciudad. PALABRAS CLAVES: Brasil, favelas, urbanización, integración, derecho a la ciudad THE INTEGRATION OF BRAZIL’S FAVELAS INTO THE DEMOCRATIC FORUM OF THE CITY ABSTRACT Until the 1980s, the strategy in Brazil for dealing with informal settlements and favelas was eradication and involuntary resettlement. Brazil’s 1988 highly progressive constitution included a chapter on urban policy, ‘aimed at ordaining the full development of the social functions of the city and ensuring the well- being of its inhabitants’. On 14 February 2000, the Popular Amendment for Urban Reform recognized access to housing as a social right. In 2001, the Estatuto da Cidade – a federal law regulating the constitutional chapter – embedded the notion of the ‘right to the city’ in the constitution, required citizen participation in the urban planning process and promoted the urbanization of favelas. In 2003, the Brazilian Ministry of Cities was founded, to spearhead and coordinate programmes for the elaboration and implementation of an inclusive and sustainable urban development policy, predominantly targeting the low-income population. Throughout the twentieth century, both political and academic discourse has posited Brazil’s favelas in opposition to the city. Brazil’s innovative legislation put an end to the favelasofficial invisibility, while empowering their inhabitants to participate in the democratic process. Over the last two decades, rights-based policies and community-led urbanization projects – in-situ upgrading, development of urban infrastructure and access to social services – have improved the quality of life in Brazil’s favelas and promoted social inclusion. This paper will explore how these urban integration projects, together with equitable distribution of resources and opportunities, foster participation in the democratic forum of the city, to achieve effective implementation of the right to the city. KEYWORDS: Brazil, favelas, urbanization, integration, right to the city

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LA INTEGRACIÓN DE LAS FAVELAS DE BRASIL EN EL FORO

DEMOCRÁTICO DE LA CIUDAD

Styliane Philippou

9 rue Chaptal, 75009 París, Francia [email protected]

RESUMEN Hasta los años 1980, la estrategia de Brasil frente a los asentamientos informales y las favelas fue la erradicación y el reasentamiento involuntario. La Constitución brasileña de 1988, marcadamente progresista, incluyó un capítulo sobre política urbana, con «el objetivo de ordenar el pleno desarrollo de las funciones sociales de la ciudad y garantizar el bienestar de sus habitantes». El 14 de febrero de 2000, la Enmienda Popular de Reforma Urbana reconoció el acceso a la vivienda como un derecho social. En 2001, el Estatuto de la Ciudad –ley federal que regula el capítulo constitucional– incorporó el «derecho a la ciudad» en la Constitución, exigió la participación ciudadana en el proceso de planificación urbana y promovió la urbanización de las favelas. En 2003, se creó el Ministerio de las Ciudades para coordinar programas de elaboración e implementación de una política urbana inclusiva y sustentable, dirigidos principalmente a la población pobre. El discurso político y académico del siglo XX planteó una oposición entre favela y ciudad. La innovadora legislación terminó con la invisibilidad oficial de las favelas y empoderó a sus habitantes para participar en el proceso democrático. Durante las dos últimas décadas, los proyectos de urbanización –mejoramiento de viviendas, desarrollo de infraestructura y acceso a los servicios sociales– han mejorado la calidad de vida en las favelas y fomentado la inclusión social. Esta ponencia explora los proyectos de integración urbana que, en cuanto mecanismos de participación en el foro democrático de la ciudad, permiten la implementación efectiva del derecho a la ciudad. PALABRAS CLAVES: Brasil, favelas, urbanización, integración, derecho a la ciudad

THE INTEGRATION OF BRAZIL’S FAVELAS INTO THE DEMOCRATIC FORUM OF THE CITY

ABSTRACT Until the 1980s, the strategy in Brazil for dealing with informal settlements and favelas was eradication and involuntary resettlement. Brazil’s 1988 highly progressive constitution included a chapter on urban policy, ‘aimed at ordaining the full development of the social functions of the city and ensuring the well-being of its inhabitants’. On 14 February 2000, the Popular Amendment for Urban Reform recognized access to housing as a social right. In 2001, the Estatuto da Cidade – a federal law regulating the constitutional chapter – embedded the notion of the ‘right to the city’ in the constitution, required citizen participation in the urban planning process and promoted the urbanization of favelas. In 2003, the Brazilian Ministry of Cities was founded, to spearhead and coordinate programmes for the elaboration and implementation of an inclusive and sustainable urban development policy, predominantly targeting the low-income population. Throughout the twentieth century, both political and academic discourse has posited Brazil’s favelas in opposition to the city. Brazil’s innovative legislation put an end to the favelas’ official invisibility, while empowering their inhabitants to participate in the democratic process. Over the last two decades, rights-based policies and community-led urbanization projects – in-situ upgrading, development of urban infrastructure and access to social services – have improved the quality of life in Brazil’s favelas and promoted social inclusion. This paper will explore how these urban integration projects, together with equitable distribution of resources and opportunities, foster participation in the democratic forum of the city, to achieve effective implementation of the right to the city. KEYWORDS: Brazil, favelas, urbanization, integration, right to the city

PONENCIA

El Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-HÁBITAT) describe el siglo XXI como «el siglo de la ciudad». Actualmente, la mitad de la humanidad vive en ciudades y se prevé que el crecimiento urbano seguirá aumentando. Según las previsiones, en 2050 la tasa de urbanización en el mundo llegará al 65 %. En 2008, el Instituto de Estudios de Vivienda y Desarrollo Urbano (IHS) de la Universidad de Rotterdam celebró su quincuagésimo aniversario con un debate sobre la provocativa proposición de que «las ciudades son más importantes que los países». Este año, el tema de la 5a Bienal Internacional de Arquitectura de Rotterdam (IARB) fue «Construyendo la ciudad». En ella se sugirió que «los actuales principios y procedimientos de planificación urbana están basados en el estado-nación de los siglos XIX y XX», subrayando la necesidad urgente de «repensar la manera en que gobernamos, planificamos y diseñamos nuestras ciudades». El explosivo crecimiento urbano actual va acompañado de un drástico aumento de la desigualdad socio-espacial, especialmente en los países en desarrollo. El tema principal del VI Foro Mundial Urbano, realizado en Río de Janeiro en 2010 (22–26 de marzo), con un 60,31 % participantes brasileños, fue «El derecho a la ciudad: uniendo la brecha urbana»,[1] es decir, la lucha por conseguir ciudades inclusivas. En su discurso de apertura, el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, subrayó que los mil millones de habitantes de las villas miseria del mundo constituye una clara demostración de la creciente desigualdad urbana a nivel planetario.[2] El Foro Mundial Urbano es un foro internacional técnico y no legislativo que se realiza cada dos años, organizado y convocado por el Director Ejecutivo de la ONU-HÁBITAT, conforme al párrafo 10 de la resolución 18/5 (16 de febrero de 2001) de la Comisión de Asentamientos Humanos, con el fin de promover «la fusión del Foro Ambiental Urbano y el Foro Internacional sobre Pobreza Urbana en un nuevo foro, con miras a fortalecer la coordinación del apoyo internacional para la aplicación del Programa de Hábitat». El objetivo del Foro Urbano Mundial es «analizar uno de los problemas más acuciantes del mundo moderno, la rápida urbanización y sus impactos en las comunidades, ciudades, economías, políticas y en el cambio climático». Las villas miseria (slums) urbanas no se circunscriben al Tercer Mundo y tampoco son un fenómeno nuevo. El término «slum» apareció por primera vez en Londres en los años 1820 (generalmente empleado en la expresión «back-slum» y en plural), para describir áreas de vivienda de baja calidad y condiciones insalubres o «dickensianas», como se las llamó luego. Se ha sostenido que «el ambiente económico y político en el cual se ha acelerado la globalización durante las últimas dos décadas del siglo XX se ha instituido de la mano del…neoliberalismo…Las políticas neoliberales han establecido un régimen internacional parecido al que existía en el periodo mercantilista del siglo XIX…cuando las villas miseria de las ciudades occidentales estaban en su peor estado».[3] En los últimos diez años, aproximadamente 227 millones de personas han salido de las villas miseria del mundo. Sin embargo, la cantidad de personas que residen en villas miseria ha crecido desde 2000. La mayoría se encuentra en los países en desarrollo – más del 40 % de la población urbana en contraste con un 6 % en las regiones desarrolladas. En su discurso pronunciado en el Foro Mundial Urbano de Río de Janeiro, Inga Björk-Klevby, Directora Ejecutiva Adjunta de ONU-HÁBITAT, describió «las condiciones en las villas miseria como una violación de los derechos humanos».[4] Amnistía Internacional informa que mil millones de personas viven actualmente en villas miseria y asentamientos informales en todo el mundo, y denuncia a los gobiernos que siguen «violando el derecho a una vivienda adecuada y realizan desalojos forzosos de personas…hundiéndolos aún más en la pobreza». Amnistía Internacional critica además los Objetivos de Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas (ODM) porque ignoran al 90 % de las personas que viven en comunidades marginalizadas y empobrecidas, y por no exigir «a los gobiernos que pongan fin a los desalojos forzosos y que establezcan metas nacionales de progreso».[5] Se estima que la población urbana de los países en desarrollo se duplicará dentro de los próximos treinta años, de dos a cuatro mil millones de personas. Sin acción correctiva, se calcula que la pobreza urbana y las desigualdades crecerán aún más durante el siglo XXI, y que uno de cada tres habitantes vivirá en una vivienda no adecuada, sin acceso a los servicios más básicos.[6] La exclusión social, la imposibilidad de ejercer los derechos, la enfermedad, las condiciones de vida precarias o la situación ilegal impiden a los habitantes de las villas miseria hacer otra cosa que no sea sobrevivir, a veces en condiciones razonables aunque inseguras, y frecuentemente en la pobreza y la desesperación. Pero las villas miseria no son el resultado de la explosión demográfica; son

el producto del fracaso de las políticas de vivienda, las leyes, los sistemas de distribución social y las políticas nacionales y urbanas. Las disparidades de crecimiento con respecto al ingreso y el acceso a los servicios básicos, entre residentes urbanos individuales y entre grupos, ha generado ciudades segregadas desde el punto de vista social y espacial. Los habitantes pobres de las ciudades están atrapados en un mundo informal e «ilegal» –en villas miseria que no están registradas en los mapas,[7] donde no existe la recolección de residuos, donde no se pagan impuestos y no existen los servicios públicos. Al carecer de una dirección oficial, estos habitantes no tienen acceso a los servicios sociales ni a las instituciones formales de la sociedad. Excluidos de la sociedad «normal», se ven rechazados también por las instituciones privadas y comerciales, que les niegan el acceso al trabajo y al financiamiento. Oficialmente no existen. Son más vulnerables a la guerra, la delincuencia, las agitaciones políticas y los desastres naturales. Sin embargo, la frecuente distinción entre la ciudad formal y la ciudad informal o irregular es también engañosa, ya que perpetúa la idea de división y, lo que es más importante, la invisibilidad de grandes comunidades urbanas. La dialéctica bastante simplista entre lo formal y lo informal, la ciudad y la favela o villa miseria, ignora las continuas y complejas interacciones culturales y económicas, y los intercambios (desiguales) entre las partes segregadas de ciudades como Río de Janeiro. Aún más importante es que impide la comprensión de la ciudad como una entidad integral. Porque la ciudad «formal» y la ciudad «informal» están entrelazadas y son interdependientes; la ciudad «dividida» entremezcla constantemente el opulento con el indefenso: Hábitat, la agencia de la ONU para las ciudades, tiene su base en un campus de tranquilidad bucólica directamente al lado de Kibera, la segunda villa miseria más grande, densa y pobre de Nairobi; en Buenos Aires, la villa 31 está muy cerca del Hotel Hyatt y en uno de los barrios más caros de la ciudad; la favela de Vidigal queda al lado del Sheraton Hotel (Río de Janeiro), Rocinha está ubicada a la entrada de las residencies de lujo de São Conrado (Río de Janeiro), Pavao cerca a Copacabana (Río de Janeiro) y Paraisópolis al lado del barrio rico de Morumbi con el palacio del gobernador (San Pablo). La asimetría económica es más visible precisamente en estos lugares. Las villas miseria están frecuentemente asociadas con los países pobres o en desarrollo. Pero son también un fenómeno del mundo rico y del mundo del mundo del lujo y la ostentación (bling), a menudo menos visibles y menos discutidas. Un ejemplo extremo del que casi no se habla es la «marca Dubai», un boom de bienes raíces producido por exenciones tributarias, una arquitectura gigantesca, una fuerza de seguridad bien entrenada, un espectacular despilfarro de energía, especulación, blanqueo de dinero, tráfico de armas y «un sistema de trabajo “dickensiano”…En la cúspide del boom, decenas de miles de obreros surasiáticos, cuya organización en sindicatos les estaba prohibida por ley, estaban obligados a trabajar ochenta horas por semana para construir la fantasía de Dubai y se veían forzados a vivir en campamentos miserables en el desierto. Allí, según un reportaje de The Guardian, vivían de bote en bote “doce hombres por cada habitación, obligados a lavarse en aguas mugrientas y a cocinar en cocinas pegadas a inodoros rebosantes.”…Un ministro de Kuwait llamó el sistema “esclavitud humana”. Varias agencias de la ONU estiman que hay hasta 300.000 trabajadores ilegales en los emiratos. Por supuesto, sus guetos están ocultos a los ojos de los turistas».[8] A fines de diciembre de 2006, una iniciativa de Les enfants de don quichotte, en colaboración con Médecins du monde, logró avergonzar al gobierno francés, que estaba expulsando de la ciudad a las personas sin hogar, simplemente aumentando su visibilidad. En apoyo al «derecho a la vivienda», montaron 350 carpas de color rojo fuerte, una al lado de la otra, por la orilla del Canal Saint Martin y del río Sena, en el centro de París, e invitaron a los propietarios de casas a pasar una noche fría con los sin techo. Más recientemente, en diciembre de 2011, un grupo de artistas llamado Inside Out inició un proyecto que propone exponer por toda la ciudad de San Pablo retratos fotográficos gigantes de los residentes de la favela de Moinho, «un lugar invisible de San Pablo», en palabras de Carlos Inada, uno de los coordinadores de la acción.[9] En los últimos años, las estrategias nacionales relativas a las villas miseria y los asentamientos informales han dejado de lado las políticas negativas, tales como el desalojo forzoso, el abandono benévolo y el realojamiento involuntario, para pasar a otras más positivas, como la autoayuda y el mejoramiento in situ, el empoderamiento y las políticas basadas en derechos. Rainer Hehl, comisario (con Jörg Stollmann) de la sección «SQUAT – La Ciudad Informal en Construcción» de la 4a Bienal Internacional de Arquitectura

de Rotterdam, intitulada «Ciudad abierta, diseñando la coexistencia», ha notado que los asentamientos informales como las favelas de Brasil no son solamente un problema de la realidad contemporánea urbana, sino también «una reserva de innovación creciente, en términos de auto-organización, asociación e ingeniosidad estratégica». Según Hehl, «el futuro de lo urbano estará determinado por la manera en que los arquitectos, urbanistas y políticos adapten sus prácticas al desafío de integrar los procesos informales en el proceso oficial de planificación. Si el gobierno urbano desarrolla los medios para incluir, en lugar de expulsar, la ingeniosidad y la creatividad de los asentamientos informales, la “Ciudad abierta”, la ciudad para la coexistencia multicultural y los estilos de vida sustentables, podría emerger directamente del corazón de las favelas».[10]

BRASIL, LA SEXTA ECONOMÍA MÁS GRANDE DEL MUNDO Actualmente Brasil es la sexta economía más grande del mundo. Desde mediadas de la década de 1990, goza de una mejor estabilidad económica y financiera. Desde 2000, ha registrado un crecimiento económico asombroso, combinado con importantes logros sociales. En contraste con otros, el boom de Brasil no se debe a burbuja pasajera. El mundo reconoció la eficacidad de la «estrategia financiera del futuro» del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que condujo a una economía en expansión con una paralela reducción de la pobreza y la desigualdad. Gracias a la prudencia de la regulación financiera y a la política monetaria del Banco Central, el gobierno brasileño –en contraste con otros– no necesitó gastar millones de dólares para mantener el sistema bancario a flote. La economía brasileña se recuperó rápidamente de la crisis mundial del 2008-09 y sigue gozando de buena salud, especialmente en comparación con Europa y los Estados Unidos. En Brasil, la marcada caída de la pobreza (de 42,7 % a 28,8 %) está acompañada de una importante reducción de la desigualdad, incluso una reducción de la brecha racial y de género. No obstante, tanto la pobreza como la desigualdad permanecen muy elevadas en comparación con los niveles medios de la OCDE. Entre 1993 y 2008, el coeficiente Gini[11] del ingreso per cápita disminuyó un 9 % y la disminución se aceleró después del año 2000. Sin embargo, aunque los ingresos del 10 % superior de la distribución se han reducido a la mitad desde 1993, son todavía siete veces mayores que los ingresos para la población en la parte inferior. Las transferencias públicas, en forma de subvenciones sociales, han tenido cada vez más influencia en la disminución de la desigualdad de los ingresos, especialmente después de 2000. De hecho, influenciada por la expansión del programa de transferencia monetaria condicionada “Bolsa Família”[12] para los hogares pobres, la renta de los programas sociales entre 2003 y 2008 aumentó a un ritmo acelerado y a relativamente bajo costo fiscal. Estas medidas fueron seguidas por pensiones de jubilación vinculadas al salario mínimo. Aunque los ingresos procedentes del trabajo explican el 70 % de la reducción de la desigualdad en Brasil entre 2001 y 2008, los programas sociales son el segundo factor, seguido por las pensiones de vejez (contabilidad de 17 % y 15,7 %, respectivamente). La diferencia restante en los ingresos explica sólo el 1 % de la reducción de la desigualdad. La mayoría de los estudios empíricos muestra que la educación ha tenido el impacto más significativo en la reducción de la desigualdad en Brasil,[13] a pesar de que los estándares educativos todavía están a la zaga. En un estudio internacional de los sistemas educativos de PISA (Programme for International Student Assessment), Brasil quedó en el puesto número 53. La nueva edición del Plan Nacional de Educación prevé nuevos aumentos en la financiación de la educación básica y profesional, mientras un nuevo programa promulgado en 2011 propone financiación para la formación profesional de trabajadores poco cualificados. Hasta el momento, la prosperidad de Brasil se ha construido sobre sus recursos naturales. Pero ya se ha reconocido la necesidad de centrarse en sus recursos humanos. Políticas recientes basadas en derechos, incluyendo proyectos de urbanización y regularización de sus notorias y estigmatizadas favelas, con la inclusión concomitante de sus habitantes en el foro democrático de la ciudad, son una condición necesaria para lograr una distribución más equitativa de recursos y oportunidades, y la aplicación efectiva del derecho a la ciudad. En las últimas dos décadas, Brasil ha creado el escenario adecuado para implementar estrategias progresistas de desarrollo urbano, una tendencia que ya se ha extendido a otros países de América Latina.

FAVELA: UNA PARTE INTEGRAL DE LA CIUDAD BRASILEÑA

Desde 1910 hasta la década de 1980, la estrategia de Brasil para hacer frente a los asentamientos informales fue la erradicación y el realojamiento involuntario de sus habitantes en la periferia de la ciudad, barrios de vivienda social mal construidos y carentes de servicios, como la Ciudade de Deus. El discurso político y académico del siglo XX planteó una oposición entre favela y ciudad.[14] Las favelas fueron –y en parte todavía lo son– invisibles en los mapas de las ciudades, a la ley, al estado y a las estrategias de desarrollo urbano, o consideradas como problemas, si no amenazas, meros obstáculos para derribar, en nombre del saneamiento, la civilización, el progreso, la modernización y el desarrollo. Pero como Janice Perlman demostró ya en 1976, en su estudio pionero sobre el mito de la marginalidad (The Myth of Marginality), las favelas de Brasil «no fueron problemas para la ciudad –al contrario, fueron soluciones a las necesidades de vivienda de cientos de miles de nuevos residentes urbanos que no podían permitirse comprar o alquilar en la “ciudad formal”».[15] Y, desde principios del siglo XX, las favelas forman una parte integral de la vida urbana, la historia y la cultura brasileña, aunque se les haya negado a sus habitantes los derechos de participación en el foro democrático de la ciudad. Pese a todos los intentos y esfuerzos por concebir e interpretar la favela como el «otro» de la ciudad, es casi imposible pensar la ciudad brasileña sin la favela. Hoy, más de la mitad de los ciudadanos de Río de Janeiro viven en favelas. En 1890, el año siguiente a la proclamación de la República (15 de noviembre de 1889), en el censo nacional la ciudad de Río de Janeiro y sus alrededores aparecen denominados como “Distrito Federal”. Este censo registraba una población de 522.651 personas, entre las cuales 422.756 (80,88 %) vivían en la ciudad propiamente dicha. El término favela fue utilizado para describir un asentamiento informal –Morro da Favella– por primera vez en 1897. Esta primera favela se creó en el Morro da Providência de Río con el asentamiento de unos 10.000 soldados que regresaban de la Guerra de Canudos (1895–96), quienes la nombraron así por la planta que crecía en el sitio de su triunfo (Monte Favella, Bahía) y quizás también en el Morro da Providência. Además, nombrar su asentamiento Favella fue para los soldados un gesto simbólico en protesta por los salarios no pagados tras su vuelta de la campaña contra los rebeldes de Canudos. Los migrantes posteriores, que se dirigieron desde el árido interior hacia los centros urbanos del país, construyeron sus asentamientos precarios, al principio de carácter semirrural y con el tiempo cada vez más frecuentemente llamados favelas. Se ha señalado que «lo que quedaba del ejército de Palmares y de Canudos, es decir, los herederos de las mayores rebeliones de esclavos y campesinos del nordeste del país, han sobrevivido y se han reproducido» en las favelas de Río.[16] Es interesante observar que las primeras favelas fueron construidas en las mismas colinas donde los indígenas Tupinambá y algunos colonos franceses que aún quedaban en Río se resistieron a los colonizadores portugueses en el siglo XVI. Durante la primera década del siglo XX, las reformas urbanas iniciadas por el alcalde de Río de Janeiro, Francisco Pereira Passos (1902–06), el «Haussmann del trópico», incluían la apertura de bulevares glamorosos, como la Avenida Central de 33 metros de ancho (rebautizada Avenida Rio Branco en 1912), y el embellecimiento de la ciudad con impresionantes plazas y grandes edificios públicos en el «estilo europeo», como el Teatro Municipal (1904–09), la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA, 1906–08) y la Biblioteca Nacional (1905–10). Estas operaciones urbanas «civilizadoras», siguieron transformando el centro de la ciudad a través de expropiaciones masivas y demoliciones hasta los años 1940, cambiando radicalmente la distribución geográfica de las clases sociales de Río. Bajo el hacha «civilizadora» de Passos, cayeron los establecimientos de la vida nocturna de Río, «donde las clases populares de vez en cuando se codeaban con la elite», junto con decenas de cortiços («colmenas» – abarrotados conventillos) insalubres de los cariocas pobres –«“nidos” de fiebre amarilla, de todas las enfermedades infecciosas, de vicio y de crimen», según la Academia Brasileña de Medicina del siglo XIX (1884)– ubicados cerca a las casas de la burguesía y del gobierno.[17] Sus habitantes desalojados –en su mayoría negros– huyeron a las villas miseria en las colinas empinadas de Río y en los suburbios de la zona norte. Río «se civilizaba» anunciaban los periódicos de la época; se despojaba a la ciudad de todos los elementos «exóticos» y se la europeizaba o «re-europeizaba» y, así, se la modernizaba. Nicole Maria Turcheti e Melo comenta que las políticas de Pereira Passos que permitieron la construcción en las colinas de Río y permitieron estructuras de madera en los morros, en contraste con las calles, actuaron como incentivos para que los pobres migraran a las laderas, promoviendo la «favelización».[18] Morro es una palabra que se utiliza a menudo como sinónimo de favela y como antónimo de asfalto, literalmente asfalto pero en un sentido figurado los

espacios de la ciudad planificada, con calles pavimentadas –es decir, infraestructura– los cuales los diferencian de las «invasiones» no planificadas en los morros. Mientras que la discriminación racial era real y omnipresente, en los años 1920 los artistas modernistas brasileños encontraron inspiración en la cultura negra de los morros. Morro da favela y Carnaval em Madureira, dos pinturas de Tarsila do Amaral, ilustraron el primer manifiesto modernista (Manifesto de la Poesía Pau-Brasil, 1924) de Oswald de Andrade, publicado en París, en 1925.[19] Y en la década de 1930, el nacionalismo mestiço brasileño erigió la samba de morro o favela samba como el símbolo por excelencia de la emergente «ficción esperanzadora de que Brasil ha trascendido los prejuicios de raza».[20] En 1929, Le Corbusier, un admirador del jazz de «los ingenuos e inocente negros», horrorizó a sus anfitriones en Río de Janeiro al acompañar al pintor Emiliano Di Cavalcanti –a quien había conocido en París– a una de las favelas ubicadas en las colinas de la ciudad. Le Corbusier elogió la arquitectura funcional de las chabolas y a sus habitantes negros. A los «civilizados» funcionarios brasileños, quienes consideraban a los negros de las colinas «extremadamente peligrosos…salvajes», les respondió que, a su modo de ver, eran «buenos», que sus casas, «siempre admirablemente ubicadas», tenían ventanas que daban «asombrosamente a magníficos espacios», y que la «pequeñez de sus habitaciones era en gran medida adecuada».[21] Sin darse cuenta, Le Corbusier elogió también las reformas urbanas de Pereira Passos, en contraste con el urbanista francés Donat-Alfred Agache, que había ascendido el Morro da Favela en 1927. A este, las favelas de Río le habían parecido un grave problema y había recomendado el reasentamiento de sus habitantes en nuevas viviendas de bajo costo, especialmente construidas e higiénicas.[22] Le Corbusier se encontraba entre los muchos europeos curiosos que, a la manera de artistas voyeurs tales como Filippo Tommaso Marinetti y Giuseppe Ungaretti, realizaban peregrinajes a las favelas en busca de una experiencia auténtica y de «chozas primitivas» (Sigfried Giedion).[23] Al mismo tiempo, los periódicos brasileños describían a las favelas como «lepras» habitadas por delincuentes, y exigían su eliminación. El código de edificación de 1937 calificó a las favelas de «aberraciones». A principios de los años 1940, el alcalde de Río de Janeiro, Henrique Dodsworth, las describió como una amenaza para la salud pública, y trasladó alrededor de 4.000 personas a «parques proletarios»; sus puertas cerraban a las 10 de la noche. Al final de la década de 1940, la Iglesia Católica comenzó a financiar organizaciones sociales en las favelas «en respuesta a la amenaza de que los comunistas estuvieran organizándose allí».[24] En 1941, el defensor del neocolonialismo arquitectónico conservador José Mariano Filho (con los miembros del Rotary Club, Alberto Pires y Americo Campelo) presentó una ponencia sobre «El problema de las “Favelas” de Río de Janeiro» en el primer Congreso brasileño de Urbanismo en Río, en la que habló de «La tendencia de los negros a aislarse de la civilización blanca».[25] Un año después, Orson Welles, «un embajador de buena voluntad» en Brasil, estaba filmando las favelas y el carnaval afro-brasileño para su malhadado documental It’s All True. Tanto las autoridades estadounidenses como el gobierno de Getulio Vargas se opusieron a lo que, según su juicio, era «demasiado canto y baile de negros». El Comité Rockefeller de Coordinación de Asuntos Interamericanos (OCIAA) le aconsejó fuertemente evitar mostrar al público estadounidense «secuencias…en las cuales mulatos o mestiços aparecen claramente». La prensa local expresó su malestar por el retrato de Río «como si fuera otro Harlem» e insistió en que Welles debía presentar Brasil «al mundo como una nación civilizada», excluyendo «todos los elementos negativos del país».[26] El censo de 1950 (realizado por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, IBGE) proporcionó la primera definición estadística de la favela, introduciendo la categoría oficial de «aglomerado subnormal»: una aglomeración de al menos 50 viviendas, sin servicios adecuados, predominantemente de barracas de aspecto rudimentario, levantadas sin permiso de construcción en propiedad que no pertenece a los ocupantes. Por primera vez se midió el fenómeno: había 58 favelas en Río de Janeiro y tenían 169.305 habitantes –7 % de la población total de la ciudad.[27] Al mismo tiempo, se fortaleció la acción colectiva; los favelados se reunían fuera de la oficina del alcalde para exigir servicios básicos. La marcada segregación racial y social de Río de Janeiro llegó a las pantallas de cine en la década de 1950 con los dos primeros largometrajes realistas de Nelson Pereira dos Santos, Rio 40 graus (1955), prohibido por el jefe de policía precisamente por su retrato «negativo» de la capital federal y Rio Zona Norte (1957). Por otra parte, en 1960, el efímero programa Operação Mutirão introdujo la idea de que los residentes podían ofrecer su trabajo para realizar mejoras en la comunidad, y en 1968 el gobernador del estado de Río de

Janeiro, Negrão de Lima lanzó el programa pionero CODESCO (Companhia de Desenvolvimento de Comunidades). Este programa ofreció a los residentes apoyo técnico y préstamos a largo plazo y a bajo interés para adquirir materiales de construcción, pero finalmente sólo uno de sus proyectos se concretó. La nueva capital del presidente Juscelino Kubitschek para la Tierra del futuro (Stefan Zweig) –la ciudad concebida para hacer honor a la consigna republicana «Orden y progreso»– fue diseñada como una ciudad sin favelas. «Es muy importante evitar la propagación de construcciones precarias…La Compañía de Urbanización debe…proporcionar alojamiento decente y económico para toda la población», insistió Lúcio Costa en el «Informe» que acompañó su Plan piloto de Brasilia (1957).[28] Al mismo tiempo, Orfeu do Carnaval u Orphée Noir (1959), del director francés Marcel Camus, presentaba al público internacional el ritmo ondulante de la bossa nova acompañado de imágenes de una utopía bucólica de favelados felices, que cantan, bailan y tocan sus guitarras todo el día, ajenos a la pobreza y las preocupaciones diarias; en suma, una versión contemporánea de los indígenas inocentes y felices de los cronistas del siglo XVI y los negros despreocupados de los artistas europeos que hacían la peregrinación a los morros de Río a principios del siglo XX. Los «clichés del “buen salvaje…se aplicaron a los “buenos pobres”».[29] Durante la dictadura militar de Brasil (1964–85) los desmontes de favelas fueron sumamente impopulares y frecuentemente violentos. En la década de 1960 se llevaron a cabo enormes desmontes para favorecer la construcción especulativa, mientras aparecían nuevas favelas día a día como resultado de la migración urbana. En los años 1970, los gobiernos de la ciudad, del estado y de la nación lograron eliminar más de 100 favelas en Río de Janeiro, obligando a casi 100.000 personas a reasentarse en conjuntos de viviendas inadecuadas o mal mantenidas.[30] Invocando a Friedrich Engels, en 1980 Oscar Niemeyer expresó su oposición a los desmontes de las favelas y la reubicación de sus residentes en «viviendas obreras y viviendas populares…términos que revelan la discriminación capitalista y representan objetivos demagógicos y paternalistas que no resuelven el problema de la enorme miseria. De hecho…impiden la revolución naciente para sacar a los favelados de las áreas más valiosas y enterrarlos en estos horribles guetos llamados conjuntos proletários, o, con el pretexto de la seguridad y la ecología, para transformar las favelas en negocio inmobiliario».[31] Desde los años 1980, aumentaron el crimen y la violencia en Brasil –síntomas del malestar social producido por la exacerbación de la privación crónica, la exclusión social y la desigualdad, de las que saca provecho la red de tráfico de cocaína. El temor y la violencia afectan a todos los miembros de la sociedad contemporánea en América Latina, pero especialmente a los más débiles y vulnerables, cuyas vidas están dominadas por la inseguridad en términos de derechos sociales básicos.[32] Son ellos los que más sufren no solamente el crimen organizado asociado con la cocaína y el tráfico de armas de fuego, sino también lo que Teresa Caldeira llama «el fracaso del Imperio de la ley» –corrupción policial, abuso brutal e injusticia legal.[33] Sin embargo, los medios de comunicación presentan habitualmente la inseguridad y el miedo como fenómenos que afectan predominantemente a las «inocentes» víctimas adineradas, aterrorizadas y desplazadas de los espacios públicos urbanos. El crimen y la violencia urbana son magnificados, sensacionalizados y finalmente convertidos en mercancía por los medios de comunicación, estratégicamente usados en representaciones simbólicas, con una buena cantidad de exotismo, para actualizar la imagen del «otro» marginal de la sociedad latinoamericana y para justificar la injusticia. En la película de 2002, Cidade de Deus, de Fernando Meirelles y Kátia Lund, nominada para cuatro Oscars, y en el drama televisivo Cidade dos homens, que es una secuela del filme, los habitantes de las favelas interpretan el rol de seres primitivos y exóticos: traficantes de droga representados como «bestias brutas» o niños libres de culpa, y prostitutas que aparecen como chicas alegres y desenfadadas de los suburbios pobres.[34] La estigmatización de la sociedad excluida no es un fenómeno nuevo; pero la producción y el consumo voyeurístico de la violencia en la favela espectacularizada ha llegado a niveles sin precedentes, para satisfacer el deseo de afirmar la posición moral y social superior del público del asfalto, cuyo apoyo sirve para justificar tanto la represión policial como la aprobación de leyes más duras. La representación teatral y despolitizada de los criminales violentos en películas e incluso en documentales también es explotada por la industria turística: los jeeps tipo safari llevan a los visitantes a los morros de Río para que puedan observar por un momento las bestias salvajes de la favela de Rocinha, enzarzados en guerras tribales –una versión moderna de los «festivales brasileños» de Rouen del siglo XVI.

En la segunda mitad del siglo XX, Brasil fue el país con el más rápido crecimiento urbano del mundo. En 2000, el 81,2 % de los brasileños (138 millones) vivía en zonas urbanas; en 1940 la tasa fue del 26,3 %. La pobreza absoluta y relativa empeoró en Brasil durante la década de 1980, como consecuencia de la recesión económica y los intentos fracasados del estado de hacer frente a la inflación. En 1989, «Río tuvo la distribución del ingreso más desigual de las áreas metropolitanas de Brasil. En 1991, unos 3,5 millones de personas vivían por debajo del umbral de la pobreza…[y] más de 1 millón de personas en Río de Janeiro [12,4 % de los hogares] vivían en favelas».[35] Entre 2000 y 2005 las favelas de Río crecieron seis veces más rápido que el resto de la ciudad. Según los datos de 2009 del Instituto Perreira Passos (IPP), el Departamento de Planificación de la Ciudad de Río de Janeiro, existen más de 1025 favelas en la ciudad. La estimación actual es que albergan a más del 20 % de la población municipal, entre 1,5 y 2,5 millones de personas. El 30 % de las viviendas en Río son consideradas informales.

UN CAMBIO RADICAL EN LA POLÍTICA URBANA DE BRASIL En 1972, las Associações de Moradores de Favelas do Estado do Rio de Janeiro (FAFERJ) celebraron su tercer Congreso. Los líderes de 79 favelas pidieron el fin de los desmontes y de la urbanización in situ, y en 1981 presentaron exigencias más específicas. Inspirada por la teología de la liberación, la Iglesia Católica fundó un programa de asistencia jurídica, para ayudar a los favelados a obtener títulos de propiedad de la tierra y para detener 17 desalojos.[36] El primer gobernador del estado de Río de Janeiro elegido directamente (1983), Leonel de Moura Brizola, creó los Centros Integrados de Educação Pública (CIEP) bajo la dirección de Darcy Ribeiro, para ofrecer educación primaria gratuita, principalmente a los niños económicamente desfavorecidos del estado de Río, con servicios integrados y programas de salud, nutrición, deportes y cultura. El primer CIEP (nombrado presidente João Goulart, derrocado por el golpe militar de 1964 y cuñado de Brizola) fue instalado en 1983 en un edificio remodelado, al pie del Morro do Cantagalo, exactamente en el punto donde el barrio chic de Ipanema se une con la favela de Cantagalo. El edificio fue construido inicialmente para albergar un hotel de lujo, Panorama Palace Hotel –un proyecto fuertemente asociado con las políticas del gobernador Carlos Lacerda (1960–1965), quien inició una campaña de éxito parcial para eliminar las favelas que obstruían el desarrollo de valiosos terrenos en la prestigiosa zona sul. En 1961, con la anticipación de la eliminación de Cantagalo, inversores deseosos de aprovechar la vista espectacular del sitio comenzaron la construcción del alto edificio del Palacio Panorama, interrumpida en 1964. La transformación del hotel en escuela y centro comunitario para las favelas de Cantagalo, Pavão y Pavãozinho simbolizó una nueva política hacia las favelas, radicalmente diferente de las de los predecesores de Brizola. Al mismo tiempo, gracias a su programa municipal Projeto Mutirão y el programa estatal Cada Familia Um Lote, los residentes de las comunidades recibieron por primera vez el salario mínimo por su «equidad de sudor». Estos programas llevaron a cabo proyectos de urbanización en 17 favelas. Con la vuelta de la democracia en Brasil, en 1985, los analfabetos recuperaron el derecho de sufragio y el poder político de las favelas aumentó considerablemente. A partir de la década de 1980, varias organizaciones no gubernamentales, como el Instituto Brasileño de Análisis Social y Económico (IBASE), empezaron a activarse en las favelas de Brasil y movilizar activistas locales, lanzando programas sociales y campañas contra la pobreza. Al mismo tiempo, un número creciente de académicos brasileños «que actuaban no solo como investigadores sino también como ciudadanos» centró su atención en las favelas, y trabajó en estrecha colaboración con las organizaciones no gubernamentales y los activistas.[37] Gracias a los esfuerzos y la presión ejercida por las organizaciones de la sociedad civil, redes y movimientos, en la década de 1980 la ciudad brasileña de Porto Alegre fue pionera en la inclusión social y la redistribución de recursos municipales. En este proceso jugó un papel crucial la puesta en práctica del presupuesto participativo (Orçamento Participativo), un mecanismo de planificación colectiva y auditoría de la gestión municipal que también sirvió para reducir la corrupción en el gobierno local. Desde entonces, más de 70 ciudades de todo el mundo han adoptado este modelo en sus propios procedimientos. La Constitución brasileña de 1988, una de las más progresistas del mundo, incluyó un capítulo sobre política urbana, con «el objetivo de ordenar el pleno desarrollo de las funciones sociales de la ciudad y garantizar el bienestar de sus habitantes». El 14 de febrero de 2000, la Enmienda Popular de Reforma Urbana reconoció el acceso a la vivienda como un derecho social y, con la promulgación de la

Ley Federal No 10.257 del 10 de julio de 2001, Estatuto da Cidade (Estatuto de la Ciudad), Brasil incorporó el «derecho a la ciudad» en su Constitución. Esta ley pionera, que regula el capítulo de la Constitución sobre política urbana, da prioridad a la función social de la propiedad urbana y la ciudad, requiere la participación ciudadana en el proceso de planificación urbana y se compromete a apoyar las iniciativas municipales para resolver problemas urbanos, sociales y ambientales, mejorar la calidad de vida urbana, asegurar la gestión democrática de las ciudades y «democratizar las condiciones de acceso a la tierra urbana y la vivienda».[38] En 2003, se creó el Ministerio de las Ciudades para coordinar programas de elaboración e implementación de una política urbana inclusiva y sustentable, dirigidos principalmente a la población de bajos ingresos. La innovadora legislación de Brasil, que aspira a combatir la desigualdad urbana y la injusticia social, puso fin a la invisibilidad oficial de las favelas y empoderó a sus habitantes para participar en el proceso democrático de planificación urbana y administración municipal, incluyendo la elaboración de presupuestos. Durante las últimas dos décadas, políticas basadas en derechos y proyectos de urbanización comunitaria –mejoramiento de viviendas in situ y construcción de nuevas unidades de vivienda en la comunidad; eliminación de riesgos ambientales y condiciones de precariedad; mejoramiento de las infraestructuras urbanas existentes y desarrollo de otras nuevas; introducción de espacios verdes e instalaciones públicas; promoción del acceso a servicios sociales básicos y, fundamentalmente, de la regularización de la tierra– ya han logrado mejorar la calidad de vida en algunas favelas de Brasil, y hacer avanzar la inclusión social. No obstante, el progreso ha sido relativamente lento y poco sistemático. En abril de 2005, Ermínia Maricato, ex secretaria de Vivienda y Desarrollo Urbano para la ciudad de San Pablo (1989–92) y viceministra de ciudades, responsable de la política de desarrollo urbano, habló en el Simposio de Investigación Urbana del Banco Mundial de una «crisis urbana». Contó entonces que las 11 áreas metropolitanas de Brasil, con 55 millones de habitantes, incluían 80 % de las favelas del país.[39] En San Pablo, la mayor aglomeración urbana de América Latina, con casi 11 millones de personas, se encuentra el 40 % de las favelas de Brasil, que desde la década de 1980 crecieron más rápido que otras áreas de la ciudad, en parte a través de la migración dentro de San Pablo.[40] El desafío de transformar 1500 favelas en barrios normales integrados en el tejido urbano es realmente desalentador. Gradualmente, se han empleado fondos públicos para llevar a cabo operaciones urbanas que intentan revertir el proceso de degradación del centro de la ciudad y el éxodo, especialmente entre los grupos de bajos ingresos, y afrontar las disparidades colosales de la ciudad. San Pablo ha iniciado el proceso de hacer frente a la emergencia de la vivienda, y está invirtiendo en esfuerzos para mejorar la vida de lo que Pedro Fiore Arantes llama la «ciudad oculta» de San Pablo –la enorme periferia urbana descontrolada, hogar de casi 8 millones residentes de bajos ingresos.[41] Por ejemplo, el proyecto para el Saneamiento ambiental y rehabilitación urbana de la cuenca del río Guarapiranga (1993–2000), apoyado por el Banco Mundial, benefició a 52 favelas en las áreas de infraestructura básica, zonas de recreo y vivienda. Paraisópolis, la segunda favela más grande en la ciudad de San Pablo, con 55.590 habitantes y 20.832 hogares, fue uno de los primeros beneficiarios del programa de urbanización de favelas en San Pablo, el más grande de Brasil. En 2005, comenzó un proceso de mejoramiento y regularización de las propiedades construidas ilegalmente, con intervenciones específicas en todos los sectores del asentamiento, a fin de elevar su estado de «villa miseria» a «barrio».[42] Concebido para implementar los requisitos progresistas y los ideales democráticos del Estatuto de la Ciudad, el Plan maestro de San Pablo ha proporcionado con éxito poderosos instrumentos para ayudar a fomentar la justicia social y mejorar la calidad de vida dentro de la periferia pobre. Especialmente en San Pablo, pero también en otras ciudades brasileñas, la adopción de nuevas políticas democráticas de planificación y de vivienda ha tenido resultados concretos: la expansión de los recursos para la regularización de la propiedad de la tierra; el mejoramiento integral y la integración urbana de los asentamientos de bajos ingresos; la introducción de incentivos para la producción de vivienda de interés social; y la facilitación de iniciativas comunitarias para la construcción de nuevas unidades de vivienda, financiadas por el gobierno. El concepto de transformar las favelas en barrios normales de la ciudad, al tener en cuenta las verdaderas necesidades y deseos de sus habitantes y al exigir su participación en el proceso democrático de planificación urbana como ciudadanos activos y comprometidos, ha cambiado radicalmente los enfoques tradicionales para su mejoramiento infraestructural. Estos resultados han

alimentado la esperanza de que es posible enfrentar con eficacia la exclusión social y económica, la segregación espacial, la vulnerabilidad ambiental y la violencia urbana a través de una reforma urbana que garantice derechos de ciudadanía a todos los habitantes de la ciudad.[43] Como explica Teresa Caldeira, «mientras las necesidades de la sociedad fueron antes literalmente dictadas desde arriba, interpretadas en el sentido de la modernización, el progreso y el desarrollo, ahora están formadas por la sociedad misma, y abarcan la ciudadanía, los derechos, la participación y la igualdad». Pero Caldeira ha observado también que, en Brasil, la participación popular en el marco de una política urbana y de planificación concebida según principios neoliberales todavía no ha tenido como resultado una mayor igualdad y justicia social. En San Pablo, por ejemplo, para satisfacer los requisitos de la participación popular, la política urbana se elabora actualmente mediante la negociación y el debate democrático. «Sin embargo, las diferencias de clase definen los términos del debate»; este último estuvo dominado por grupos de interés de élite «y el resultado dista mucho de ser igualitario». De acuerdo con las conclusiones de Caldeira, de hecho, en lugar de invertir la ilegalidad urbana, el Plan maestro de San Pablo ha ocasionado involuntariamente la «legalización de la desigualdad» e, irónicamente, «ha creado una forma de ciudadanía participativa de los ricos». No obstante, Caldeira reconoce también que se han dado pasos importantes en la dirección correcta: «mientras que las normas aplicadas a los barrios [de bajos ingresos] desafortunadamente no están a la par de las normas que se aplican a los barrios más ricos…el hecho de que estas normas ahora existen es realmente una mejora». Según Bryan McCann, en el caso de Río de Janeiro el éxito es menos evidente. El Estatuto de la Ciudad «ha sido escasamente utilizado para formalizar el 30 % de las viviendas…consideradas informales…Los habitantes urbanos informales en Río no están aprovechando la oportunidad de legalizar su residencia…porque las asociaciones de los barrios tienen motivos para conservar la informalidad y así evitar que los residentes intenten obtener títulos de propiedad. Las organizaciones vinculadas al tráfico de drogas y la mafia, capaces de aprovechar el vacío de poder y la anarquía, se benefician de la informalidad y por eso disuaden a sus residentes de intentar obtener títulos de propiedad de la tierra».[44] A pesar del éxito de las políticas de regularización de la tierra,[45] que han beneficiado a miles de familias de Brasil, y de los esfuerzos para desarrollar una política de vivienda inclusiva y favorable a los pobres, durante los últimos años (especialmente después de 2005) han tenido lugar en San Pablo desalojos forzados por orden judicial de asentamientos informales y cortiços, lo que ha provocado el desplazamiento y la desposesión de cientos de familias.[46] Según el último informe anual de Amnistía Internacional, «miles de familias fueron amenazadas de desalojo para abrir paso a la evolución de la infraestructura urbana, incluyendo la construcción de una carretera de circunvalación, la ampliación de carreteras a lo largo del río Tieté y la construcción de parques a lo largo de las orillas de ríos y arroyos, donde se encuentra hasta el 40 % de las favelas de la ciudad. Los residentes afectados por los desalojos se quejaron de la falta de consulta y de compensación adecuada».[47] En 1992, Benedita da Silva, quien creció en la favela de Babilonia y fue elegida diputada en 1987, perdió las elecciones municipales de Río de Janeiro por un estrecho margen. Durante el primer mandato del alcalde Cesar Maia (1993–97), el programa Reflorestamento-Mutirão Remunerado trató a resolver el problema de la erosión del suelo en las favelas de la ladera, causa de graves inundaciones y devastación. Este programa remuneraba a los trabajadores comunitarios e involucraba a los residentes locales en el proceso de decisión. El ambicioso programa de urbanización Favela-Bairro, lanzado en 1994 con fondos internacionales del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Caixa Econômica Federal, fue la primera iniciativa que propuso la noción de integración social como fuerza impulsora en los proyectos de urbanización. El Gobierno de la ciudad colaboró con el Instituto Brasileño de Arquitectos en la organización de concursos de proyectos para 15 favelas, de 500 a 2500 viviendas. Al final de la primera fase (2000), 52 favelas y 8 loteamentos irregulares se habían beneficiado con el programa. Al final de la fase II (2005), Favela-Bairro fue reconocido como el programa de urbanización de villas miseria más ambicioso del mundo. En 2008, Favela-Bairro había intervenido en 168 favelas y loteamentos, afectando a más de medio millón de personas. Los críticos señalan que este número impresionante representa sólo el 16,5 % de las favelas de Río. Sugieren también que, aunque la calidad de vida en las favelas beneficiarias ha mejorado hasta cierto punto, la inversión en prestaciones sociales tales como salud, educación y, sobre todo, generación de ingresos para los residentes se ha convertido, en comparación con las mejoras físicas, en una prioridad menos importante, que nunca se materializa o se ve perjudicada por la falta de fondos a

largo plazo. Poco después de la terminación de los proyectos, «las cosas comenzaron a deteriorarse o a volver a sus condiciones anteriores». Además, los críticos observan «una falta de participación de la comunidad en el proceso de decisión, el establecimiento de prioridades» y la implementación de los proyectos.[48] Otros programas han tenido resultados diversos (programas municipales Bairrinho y Grandes Favelas; Celula Urbana, en colaboración con la Fundación Bauhaus Dessau; programa federal Minha Casa Minha Vida; programa Morar Carioca de la ciudad de Río; Programa de Aceleração do Crescimento, financiado por el gobierno federal, etcétera). El Programa de Aceleração do Crescimento (PAC) en Rocinha, la favela más grande de Rio, que combinaba mejoramiento de viviendas in situ y realojamiento en nuevas unidades de vivienda construidas dentro de la comunidad, se considera como una de las más exitosas intervenciones realizadas. En los últimos años, en Río de Janeiro, los principales esfuerzos han estado dirigidos a mejorar la imagen de la ciudad que acogerá el Campeonato Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos del verano de 2016, lo que tiene consecuencias negativas para las comunidades cariocas de bajos ingresos. Estos esfuerzos han incluido la reubicación forzada en viviendas inadecuadas, situadas fuera de la vista, de cientos de niños drogadictos sin hogar que anteriormente vivían en las calles. Según un documento publicado por el movimiento social popular Comite Popular da Copa e Olimpiadas do Rio de Janeiro (CPCO), las preparaciones para estos dos eventos deportivos de alta visibilidad desplazarán a más de 7.185 familias cariocas de sus casas para dar paso a nuevas instalaciones deportivas, recorridos de autobuses y mejoras en la infraestructura turística. Unas 8.000 personas ya fueron expulsadas de sus hogares. Siguen produciéndose intimidaciones y desalojos forzosos que implican violaciones de la ley y los derechos humanos.[49] Desde noviembre de 2008, una nueva fuerza de policía, las Unidades de Policía Pacificadora (UPP), «ocupa» las favelas más visibles, en las zonas frecuentadas por los turistas, con la ayuda de las fuerzas especiales y los militares. Las tempranas celebraciones de su exitosa mejora de la seguridad en las favelas pronto se vieron manchadas por acusaciones de uso excesivo de la fuerza, insuficiente entrenamiento, corrupción, muertes violentas ocurridas durante episodios registrados como «actos de resistencia», tráfico de droga persistente y dudas acerca de la viabilidad y necesidad de una ocupación de las favelas a largo plazo. Además, los críticos observan que «la voz de las comunidades brilla por su ausencia en la narración mediática [de las ocupaciones]».[50] Doña Marta (más conocida como Santa Marta) –la favela donde en 1999 Carlos Diegues filmó Orfeu (su versión de Orfeu Negro), y Spike Lee el videoclip de Michael Jackson They Don’t Care about Us– fue la primera de 13 favelas de la zona sul en ser amurallada antes de que, a finales de 2009, Río ganase la candidatura para los Juegos Olímpicos de 2016. El muro, de tres metros de altura por 634 de largo, hecho de bloques de concreto, fue justificado como una medida medioambiental para proteger el bosque Atlántico de nuevas invasiones.[51] De hecho, es interesante notar que, según los datos recogidos por el Instituto Pereira Passos, las dimensiones de la favela de Doña Marta habían disminuido durante la década anterior (0,99 %).[52] Construido para contener, controlar y también para ocultar las «feas» favelas de Río, un muro de 7,6 kilómetros de largo se erigió en 2010 a lo largo de las carreteras Linha Amarela y Linha Vermelha, las arterias principales que conducen a la ciudad, a un costo de 20 millones de reales. Este «Muro da Vergonha», como lo bautizaron los residentes del Complejo da Maré, fue justificado como barrera acústica para proteger a las 16 favelas del complejo. El muro, decorado con imágenes de monumentos emblemáticos de Río como las que se encuentran en las postales turísticas, oculta las desigualdades sociales a los ojos de los turistas que, provenientes del aeropuerto, se aproximan a la Cidade Maravilhosa, al tiempo que impide a los favelados ofrecer su mercadería a los automovilistas de paso, lo que los priva de una de sus principales fuentes de ingreso. El programa de mejoramiento más reciente en Río, Morar Carioca (con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo) –en realidad, una continuación del programa Favela-Bairro– también ha sido criticado por dar prioridad a las comunidades en función de su proximidad a los sitios de los Juegos Olímpicos más que en función de sus necesidades. Los objetivos del programa son muy ambiciosos, y 40 equipos ya han sido seleccionados mediante un concurso de arquitectura. Pero según parece, el enfoque del programa es nuevamente la intervención arquitectónica, mientras que la integración social y la participación de la comunidad apenas reciben atención. Es de temer que la inversión sea de corta duración y, lo que es mucho peor, que estos proyectos, llevados a cabo en áreas de alto valor, provoquen con el tiempo el desalojo de la población por «la puerta trasera de la aburguesamiento»[53] o, como dicen en Brasil, la «expulsión blanca».

Importantes mejoras en los servicios públicos, tales como la provisión y la legalización de sistemas de agua y saneamiento y la gestión de residuos, se necesitan con urgencia en estas comunidades y, en verdad, siempre hacen la vida más fácil y más saludable. Además, las comunidades beneficiarias de la inversión pública a través de programas de urbanización sienten mayor seguridad, ya que son menos propensas a ser eliminadas, aunque sigue sin resolverse la regularización de la tierra en las favelas de Río. Sin embargo, como subraya Perlman, los «profesionales, directores de organizaciones sin fines de lucro o líderes comunitarios mejor intencionados y más experimentados no pueden hablar por los residentes, y a menos que estos tengan una voz influyente en el proceso y en los resultados, continuarán siendo “clientes” en lugar de “actores”». Lograr una participación equitativa en el foro democrático de la ciudad, esto es, una ciudad integrada y coherente, que todos los habitantes tengan el derecho igual y colectivo de rehacer «a partir de los deseos más íntimos de su corazón» (en los términos del sociólogo urbano Robert Park) es una tarea gigantesca. Es especialmente difícil en las condiciones contemporáneas de la urbanización capitalista. La erradicación de la pobreza urbana y de la desigualdad social es una obligación ineludible para un proyecto que supone y requiere la remodelación del proceso de urbanización entendido como un ejercicio colectivo. En el caso de Brasil, los proyectos de urbanización de las favelas están todavía lejos de alcanzar el escurridizo objetivo de la integración social y espacial. Como dice Perlman, todavía «Nadie tiene dudas acerca de dónde termina el asfalto y dónde empieza el morro…[y] A los ojos de la mayoría de los residentes, las favelas siguen siendo “aglomeraciones subnormales” más que “áreas de interés especial”, como ahora se las llama en la jerga de la planificación urbana.»[54] Peter Marcuse ha puesto de relieve la diferencia «entre los derechos en las ciudades (en plural) y el derecho a la ciudad (en singular)» y sostiene que se trata de «una diferencia política y estratégica que da cuenta del alcance de las aspiraciones y de la naturaleza de las visiones…de distintos usuarios». El «derecho a la ciudad para todos» es, para Marcuse, un derecho unitario que incluye todos los derechos tales como el derecho a la vivienda, a un ambiente ecológicamente sustentable, a la educación, la inclusión, la participación, etcétera, lo que implica una visión unitaria de una ciudad que satisfaga las necesidades y los deseos de todos sus habitantes, «una ciudad diferente, una ciudad nueva y humana, que incluya todos los derechos en plural». Esta visión unitaria, según Marcuse, «redobla la apuesta y representa la esperanza de mayores beneficios y un futuro prometedor, que no se limite a evitar un problema en particular sino que dé paso a un mundo completamente distinto y mejor. Esta visión de la ciudad le da sentido al eslogan “Otro mundo es posible” y apela a su creación».[55] La ciudad que incluye todos los derechos todavía no existe. Crearla es una tarea ardua y gigantesca. Pero esto no significa que no debemos tratar de hacerlo. Para todos aquellos que no creen en la salvación después de la vida, no queda otra alternativa que «utilizar la fuerza de la imaginación utópica contra todos los que dicen que “no hay alternativa”» (David Harvey). Al alejarse de la concepción moderna de la utopía, la reciente transformación del proceso de planificación urbana en Brasil ha creado, al menos, una apertura hacia un espacio de esperanza. Y algunas de sus favelas de desesperación ya se han transformado en favelas de esperanza. NOTAS Y REFERENCIAS 1. La Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad, desarrollada por la sociedad civil, los gobiernos locales y nacionales, parlamentarios, organismos internacionales y universidades, coordinados por la Coalición Internacional para el Hábitat (HIC) y discutida en el II Foro Mundial Urbano (Barcelona, 13–17 de septiembre de 2004) y en el I Foro Social de las Américas (FSA, Quito, 25–30 de julio de 2004), define el derecho a la ciudad como «el usufructo equitativo de las ciudades dentro de los principios de sustentabilidad y justicia social. Se entiende como un derecho colectivo de los habitantes de las ciudades, en especial de los grupos empobrecidos vulnerables y desfavorecidos, que les confiere la legitimidad de acción y de organización, basado en sus usos y costumbres, con el objetivo de alcanzar el pleno ejercicio del derecho a un patrón de vida adecuado». En http://www.onuhabitat.org 2. UN-HABITAT, 2010a, The Right to the City: Bridging the Urban Divide, Report of the Fifth Session of the World Urban Forum, p. 12.

3. Véase UNITED NATIONS HUMAN SETTLEMENTS PROGRAMME, 2010, The Challenge of Slums: Global Report on Human Settlements 2003, revised and updated version (Londres: Earthscan), p. 2. Véase también DAVIS, Mike, 2006, Planet of Slums (Londres: Verso). 4. UN-HABITAT, 2010a, p. 12. 5. AMNESTY INTERNATIONAL, ‘Better Cities, Better Life: Don’t Deny One Billion People’s Rights’, http://www.amnesty.org/en/campaigns/demand-dignity/issues/slums/story 6. UN-HABITAT, 2010b, The Right to the City: Bridging the Urban Divide, Background Document of the Fifth Session of the World Urban Forum, prepared by Eduardo López Moreno, p. 3. 7. Véase FABRICIUS, Daniela, 2008, ‘Resisting Representation: The Informal Geographies of Rio de Janeiro’, Harvard Design Magazine, 28, Spring/Summer. Véase también ALSAYYAD, Nezar, 2004, ‘Urban Informality as a “New” Way of Life’. En ROY, Ananya y ALSAYYAD, Nezar (eds), Urban Informality: Transnational Perspectives from the Middle East, Latin America, and South Asia, (Oxford: Lexington Books). 8. HAMMER, Joshua, 2010, ‘Good-bye to Dubai’, The New York Review of Books, 19 de agosto. 9. DESIDÉRIO, Mariana, 2012, ‘Fotos gigantes querem dar “cara” aos excluídos em São Paulo’, Folha de S. Paulo, 22 July, http://www1.folha.uol.com.br/cotidiano/1123849-fotos-gigantes-querem-dar-cara-aos-excluidos-em-sao-paulo.shtml 10. HEHL, Rainer, ‘SQUAT – The Informal City of 21st Century’. En A cidade informal no século 21 (exposición itinerante, desde 2010), http://cidadeinformal.prefeitura.sp.gov.br/?page_id=310&lang=en-us 11. El coeficiente de Gini es el indicador más común del grado de desigualdad de la distribución del ingreso y va del 0 de la equidad absoluta al 100 de la injusticia mayor. 12. Creado en octubre de 2003 (Medida Provisional nº 132 del 20 de octubre de 2003, convertida en la Ley nº. 10.836 del 9 de enero de 2004) por el gobierno federal con la finalidad de unificar los programas de transferencia de rendimientos vigentes desde julio de 2001, el Programa Bolsa Família (PBF) forma parte de la estrategia del gobierno FOME ZERO, lanzada en enero de 2003. Actualmente Bolsa Família es el programa de transferencia de ingreso condicionada más grande del mundo y uno de los que identifica mejor a sus posibles beneficiarios. Su objetivo explícito es «promover la inclusión social, contribuyendo a la emancipación de las familias beneficiaras». Bolsa Família contribuyó decisivamente a la reducción de la pobreza en Brasil entre 2003 y 2005. Actualmente, alrededor de 13 millones de familias reciben este beneficio. La ayuda está condicionada a la comprobación de la asistencia regular de los hijos a la escuela hasta los 17 años, a la actualización del documento de vacunación y a la realización de visitas médicas por parte de las madres. Los niños reciben una comida gratuita por día, o dos en las áreas más pobres. El gasto para el gobierno representa solo un 1 % del PNB y los estudios muestran que estimula la economía local. Bolsa Família recibe apoyo técnico y financiero del Banco Mundial y fue imitado en más de 20 países. Véase también: WORLD BANK, ‘Bolsa Família: Changing the Lives of Millions in Brazil’, http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/NEWS/0,,contentMDK:21447054~pagePK:64257043~piPK:437376~theSitePK:4607,00.html; BRITTO, Tatiana Feitosa de, 2004, ‘Conditional Cash Transfers: Why Have they Become so Prominent in Recent Poverty Reduction Strategies in Latin America’ (The Hague: Institute of Social Sciences, Working Paper Series No. 390), http://repub.eur.nl/res/pub/19150/ wp390.pdf; y SILVA E SILVA, Maria Ozanira da, ‘The Bolsa Família Program and the Reduction of Poverty and Inequality in Brazil’, paper presented at the XII International Congress of BIEN – Basic Income Earth Network. Dublin, Ireland, 20–21 June 2008, http://www.basicincome.org/bien/papers.html 13. OECD SECRETARIAT, ‘Growth, Employment and Inequality in Brazil, China, India and South Africa’, s.f., http://www.oecd.org/employment/employmentpoliciesanddata/45282661.pdf 14. Véase VALLADARES, Licia, s.f., ‘Social Science Representations of Favelas in Rio de Janeiro: A Historical Perspective’, http://lanic.utexas.edu/project/etext/llilas/vrp/valladares.pdf; y VALLADARES, Lícia, 2005, A invenção da favela: do mito de origem a favela.com (Rio de Janeiro: Getúlio Vargas). 15. PERLMAN, Janice, 1976, The Myth of Marginality (Los Angeles y Londres: University of California). 16. NAGIB, Lúcia, 2003, ‘Death on the Beach – The Recycled Utopia of Midnight’. En The New Brazilian Cinema, ed. NAGIB, Lúcia (Londres: I.B. Tauris con University of Oxford), p. 160. 17. MEADE, Teresa A., 1997, ‘Civilizing’ Rio: Reform and Resistance in a Brazilian City, 1889–1930 (University Park, Pennsylvania: The Pennsylvania State University Press), p. 69. 18. TURCHETI E MELO, Nicole Maria, 2010, ‘Public Policy for the Favelas in Rio de Janeiro: The Problem (in) Framing’, research paper in partial fulfillment of the requirements for obtaining the degree

of Masters of Arts in Development Studies (The Hague, Graduate School of Development Studies), oaithesis.eur.nl/ir/repub/asset/8698/_RP_Nicole_Melo.pdf, p. 7. 19. Véase PHILIPPOU, Styliane, 2004, ‘The Primitive as an Instrument of Subversion in Twentieth-Century Brazilian Cultural Practice’, arq: Architectural Research Quarterly 8, nos 3–4, pp. 285–98. 20. VIANNA, Hermano, 1999, The Mystery of Samba: Popular Music and National Identity in Brazil (Chapel Hill y Londres: The University of North Carolina Press), p. xiv. Véase también PHILIPPOU, Styliane, ‘2005, ‘Modernism and National Identity in Brazil or How to Brew a Brazilian Stew’, National Identities 7, no. 3, pp. 245–64. 21. LE CORBUSIER, 1991, Precisions: On the Present State of Architecture and City Planning (Cambridge, Massachusetts y Londres: The MIT Press), pp. 13, 235, 9. 22. VALLADARES, Licia, 2000, ‘A gênese da favela carioca: a produção anterior às ciências sociais’, Revista Brasileira de Ciências Sociais 15, no. 44 (octubre), pp. 17–18. 23. GIEDION, S., 1956, ‘Brazil and Contemporary Architecture’. En MINDLIN, Henrique E., Modern Architecture in Brazil (Nueva York: Reinhold), p. ix. 24. OSBORN, Catherine, 2012, ‘A History of Favela Upgrades: 1897–1988’, Rio on Watch: Community Reporting on Rio, http://rioonwatch.org/?p=5295 25. Citado en OUTTES, Joel, 2003, ‘Disciplining Society through the City: The Genesis of City Planning in Brazil and Argentina (1894–1945)’, paper presented at a research seminar on Latin America, Helsinki, 22 de mayo, http://www.helsinki.fi/hum/ibero/xaman/articulos/2003_01/outtes.html 26. STAM, Robert, 1997, Tropical Multiculturalism: A Comparative History of Race in Brazilian Cinema and Culture (Durham, North Carolina, y Londres: Duke University Press), pp. 125, 127, 129. El proyecto de Welles fue denunciado como «comunista». Ibid., p. 122. 27. VALLADARES, s.f., p. 5. 28. COSTA, Lúcio, 1966, ‘Report by Lúcio Costa’. En Stäubli, Willy, Brasilia (Stuttgart: Alexander Koch), p. 16. 29. BENTES, Ivana, 2003, ‘The Sertão and the Favela in Contemporary Brazilian Film’. En The New Brazilian Cinema, p. 129. 30. PERLMAN, Janice E., 2010, Favela: Four Decades of Living on the Edge in Rio de Janeiro (Nueva York: Oxford University Press), p. 4. 31. NIEMEYER, Oscar, 1980, ‘Metamorphose’, Módulo, no. 58 (April–May), p. 26. 32. Véase KOWARICK, Lúcio, 2004, ‘Housing and Living Conditions in the Periphery of São Paulo: An Ethnographic and Sociological Study’, working paper no. CBS-58-04 (Oxford: Centre for Brazilian Studies, University of Oxford), http://www.brazil.ox.ac.uk/workingpapers/Lucio%20Kowarick%2058.pdf 33. CALDEIRA, Teresa P.R., 2000, City of Walls: Crime, Segregation, and Citizenship in São Paulo (Berkeley y Los Angeles: University of California Press), p. 138. 34. CASTRO ROCHA, João Cezar de, 2005, ‘The “Dialectic of Marginality”: Preliminary Notes on Contemporary Brazilian Culture’, working paper no. CBS-62-05 www.brazil.ox.ac.uk/workingpapers/ Joao%20Cezar%20Castro%20Rocha%2062. pdf, pp. 24–26. «Bestias brutas» es la descripción de un cronista inglés de los primeros indígenas latinoamericanos traídos a Londres por mercaderes de Bristol. HONOUR, Hugh, 1975, The New Golden Land: European Images of America from the Discoveries to the Present Time (Nueva York: Random House), p. 8. 35. TOLOSA, Hamilton, 1996, ‘Rio de Janeiro: Urban Expansion and Structural Change’. En The Mega-City in Latin America, ed. Alan Gilbert (Tokyo: United Nations University Press), pp. 210–13. 36. Osborn 37. VALLADARES, s.f., p. 10. 38. Véase INSTITUTO PÓLIS, s.f., Estatuto de la Ciudad: nuevas herramientas para garantizar el derecho a la ciudad en Brasil, Brasil. Véase también FERNANDES, Edésio, 2001, ‘New Statute Aims to Make Brazilian Cities More Inclusive’. En: Habitat Debate, Kenya, Nairobi, vol. 7, no 4, diciembre; y FERNANDES, Edésio, 2003a, ‘A New Statute for Brazilian Cities’, http://portal.unesco.org/shs/en/ file_ download.php/10f9607afa47161a457fedb4c22b08e4city_statute.pdf 39. MARICATO, Ermínia, 2005, ‘Política Nacional de Desenvolvimento Urbano’. En WORLD BANK, ‘Land Development, Urban Policy and Poverty Reduction’, Urban Research Symposium, April, http://worldbank.org/urban/symposium2005/presentations/Erminia1.pdf 40. Véase RECAMÁN, Luiz, 2004, ‘High-Speed Urbanisation’. En ANDREOLI, Elisabetta y FORTY, Adrian (eds), Brazil’s Modern Architecture (Londres: Phaidon), pp. 131–38. Véase también UN-

HABITAT, 2010c, São Paulo: A Tale of Two Cities, City and Citizens series Bridging the Urban Divide (Nairobi: UN Habitat y Fundação Sistema Estadual de Análise de Dados – SEADE). 41. Véase ARANTES, Pedro Fiori, 2004, ‘Reinventing the Building Site’. En ANDREOLI, Elisabetta y FORTY, Adrian (eds), pp. 190–99. El centro de San Pablo tuvo un crecimiento negativo durante los períodos 1980–91 y 1991–2000. 42. Véase también unos proyectos realizados y no realizados, concebidos por arquitectos locales e internacionales y estudiantes de arquitectura, presentados en la exposición itinerante A cidade informal no século 21 (desde 2010), http://cidadeinformal.prefeitura.sp.gov.br 43. Véase CITIES ALLIANCE, 2004, Integrating the Poor: Urban Upgrading and Land Tenure Regularisation in the City of São Paulo, Capítulo uno, pp. 8–24, http://www.citiesalliance.org/node/728 44. NORGUEIRA BUDNY, Daniel, 2007, ‘Democracy and the City: Assessing Urban Policy in Brazil’, http://www.wilsoncenter.org/sites/default/files/cusp.brazil.web.pdf 45. FERNANDES, Edésio, 2003b, ‘The Legal Regularization of Favelas in Brazil’ (Working Paper), http://www.lincolninst.edu/pubs/818_The-Legal-Regularization-of-Favelas-in-Brazil 46. Véase UN-HABITAT, 2010c, pp. 144–45. 47. AMNESTY INTERNATIONAL, Annual Report 2012 – Brazil, http://www.unhcr.org/refworld/docid/ 4fbe394c73.html 48. PERLMAN, 2010, pp. 278–82. 49. WILLIAMSON, Theresa, 2012, ‘Resettlement Cannot Represent a Step Backwards in the Development of Communities’, Rio on Watch, http://rioonwatch.org/?p=5577 (antes publicado en la Folha de São Paulo). 50. CLARKE, Felicity, 2012, ‘Community Perspectives on the Occupation of Jacarezinho and Manguinhos’, Rio on Watch, http://rioonwatch.org/?p=5614 51. Véase GOMES CAMARGO, Jean Carlos, 2012, ‘Ecolimites ou sócio-limites? Da “preservação ambiental” à segregação sócio-espacial’, Observatório das Metrópoles, Rio de Janeiro, 25 de enero, http://observatoriodasmetropoles.net/index.php?option=com_k2&view=item&id=147:ecolimites-ou-sócio-limites?&Itemid=165&lang=pt 52. SOUZA PEREIRA, Luiz Antônio de, 2011, ‘As recentes políticas públicas nas favelas cariocas: mas do mesmo?’, Revista Geográfica de América Central, Número Especial EGAL, II Semestre, p. 7. 53. CUMMINGS, Jake, 2012, ‘Morar Carioca: What’s Not to Like?’, Rio on Watch, http://rioonwatch.org/?p=1515. David Harvey recientemente escribió, en manera bastante pesimista: «mi apuesta es que, si continúan las tendencias actuales, dentro de 15 años todas esas laderas ahora ocupadas por las favelas serán cubiertas por condominios de rascacielos con fabulosas vistas sobre la Bahía de Río, mientras que los antiguos habitantes de las favelas habrán sido dispersados en la periferia remota de la ciudad». HARVEY, David, 2012, Rebel Cities: From the Right to the City to the Urban Revolution (London and New York: Verso), p. 20. Véase también: CATH, Corrine, 2012, ‘The Gringos Are Coming! Poverty Programs Gentrify Rocinha’, Rio on Watch, http://rioonwatch.org/?p=3252 54. PERLMAN, 2010, pp. 282, 281. 55. MARCUSE, Peter, 2010, ‘Rights in Cities and the Right to the City?’. En SUGRANYES, Ana y MATHIVET, Charlotte (eds), Cities for All: Proposals and Experiences Towards the Right to the City (Santiago, Chile: Habitat International Coalition), pp. 87–89. SOBRE LA AUTORA La Dra. Styliane Philippou es arquitecta-ingeniera e historiadora de arquitectura. Como profesora de arquitectura en las universidades de Edimburgo y Plymouth (Reino Unido), ha enseñado diseño, teoría e historia de la arquitectura. Actualmente, da cursos de posgrado en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Cambridge y se desempeña como tutora en el programa de prácticas del Royal Institute of British Architects (RIBA). Styliane Philippou ha dictado conferencias en varios países sobre el Modernismo en América Latina. En 2010, tuvo a su cargo la conferencia inaugural del congreso de DoCoMoMo Grecia. Su libro, Oscar Niemeyer: Curves of Irreverence, se publicó en 2008, en Yale University Press, y ganó la medalla de oro en los premios de la Asociación de Editoriales Independientes. Su libro Modernisme et vanité : Happy Days à Miami et La Havane se publicó en París en octubre de 2012. Actualmente, Styliane Philippou lleva a cabo una investigación sobre la arquitectura y el urbanismo de La Habana.