La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña: el Gobierno de la Generalidad y la...

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9 Col·lecció Lexikon Papers La comunicación y la regeneración democrática y política

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9Col·lecció Lexikon Papers

La comunicacióny la regeneración democrática y política

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La comunicación y la regeneración democrática y política

La comunicacióny la regeneración democrática y política

9Col·lecció Lexikon Papers

De esta edición:

© 2014, ACCIEP (Asociación Catalana de Comunicación, Investigación y Estrategia Políticas)

© 2014, Generalidad de CataluñaDepartamento de la PresidenciaDirección General de Atención Ciudadana y Difusión

Producción: Entidad Autónoma del Diario Oficial y de Publicaciones

Primera edición: junio 2014

Depósito legal: B 15837-2014

11 Prólogo

AgustídeUribe-SalazarPresidentedeACCIEP

13 Jornada de reflexión

15 Presentación

17 1.FaseprimeraMapamentalyaportaciónespontáneadelosfactoresclaveyten-denciasdeterminantesdeldesprestigiodelapolíticaenCataluña

21 2.FasesegundaSelecciónydesarrollodelosfactoresylasprincipalestendenciasqueincidenenladesafecciónhacialapolítica,yactuacionesderegeneración

32 3.Fasetercera Propuestasdecadagruposobreestrategiasyactuaciones

35 4.Valoracionesyconclusionesfinales

40 5.Participantes

43 Entrevistas

Entrevistador/coordinador:Dr.JoaquínMarqués

45 SalvadorAlsius

53 JaumeBarberà

59 JordiGarcíaTabernero

67 JaumeGiró

73 AntoniGutiérrez-Rubí

81 JuanMaríaHernándezPuértolas

87 JosepMartí

95 RamonRovira

103 MarçalSintes

113 MònicaTerribas

La comunicación y la regeneracióndemocrática y política

121 Artículos de reflexión Coordinador:Dr.JoaquínMarqués

123 Regeneracióndemocrática,unaresponsabilidadcompartidaSr.CarlesAgustí

129 Compolholics.¿Lapolíticaesloquecomunica?Dr.AntoniAira

137 Ladespolitizacióndelosmediospúblicos,unanegociaciónpen-dienteDra.CarmeFerré

143 Elrolesencialdelosmedios(ylosperiodistas)enlasdemocraciasdeaudienciasDr.JaumeLópez

149 LasherramientasdigitalesalserviciodelacomunicaciónpolíticayelnuevoactivismoDr.Josep-LluísMicó

155 Veracidadyexcelencia:clavesdeunacomunicaciónparalaregene-raciónpolíticaDra.MontserratNebrera

161 Losspin doctors,latransparenciaylasrelacionespúblicasDr.AntoniNoguero

165 LasnuevasredesylaviejapolíticaDr.AlbertSáez

169 LaconversacióncolectivaenlanuevaágoradigitalizadaDr.FerranSàez

175 La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña: el gobierno de la Generalidad y la participación ciudadana

Dr.JoanFrancescFondevilaGascónProf.MarcPerellóSobrepereDr.JoaquínMarquésPascual

Prólogo

11Prólogo

El sistema político que los ciudadanos de este país nos dimos en 1977, y que fue la admiración de todo el mundo, ha envejecido. La inamovible Constitución, la evolución de los partidos y la deriva de las instituciones ha propiciado que en los últimos años se haya abierto –y cada vez se ha hecho mayor– una gran brecha que provoca el distanciamiento entre la política y la sociedad, hecho agravado por la gravísima crisis económica y de valores. Un alejamiento que ha llegado a afectar el propio corazón del sistema, con una pérdida progresiva de calidad democrática.

Según el barómetro de opinión política del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalidad de Cataluña, el 84,2% de los ciudadanos están descon-tentos con el funcionamiento de la democracia. Y si la información proviene del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del gobierno del Estado, el 81,2% de los ciudadanos califica de mala o muy mala la situación política en España. Después del paro y la situación económica, la corrupción y el fraude son el tercer problema del país, y los políticos en general, los partidos y la política, el cuarto.

En este contexto, ACCIEP (Asociación Catalana de Comunicación, Investiga-ción y Estrategia Políticas) trabaja para contribuir a la regeneración de la política basada en una comunicación de calidad, veraz y transparente, hasta el punto que hace de ello uno de sus objetivos fundacionales. Como entendemos que esta es una tarea en la que han de implicarse todos los actores involucrados, ACCIEP está formada por diferentes profesionales del sector: cargos públicos, consultores políticos, funcionarios, periodistas, sociólogos, politólogos, comu-nicadores y profesores. En nuestra Junta de Gobierno están representadas, a título individual, las diferentes sensibilidades políticas del país. La pluralidad es nuestro mejor activo.

Con el apoyo y la colaboración de la Generalidad de Cataluña, la Diputa-ción de Barcelona y el Ayuntamiento de Barcelona, ACCIEP puso en marcha un programa riguroso de análisis y pensamiento en profundidad para poder ofrecer soluciones al problema. La primera actuación fue organizar, el 12 de diciembre de 2013, la jornada de reflexión participativa «La comunicación y la regeneración democrática y política», una intensa sesión de trabajo de ocho horas en la que participaron una cincuentena de personas: profesionales de la comunicación y consultores políticos, cargos públicos, tercer sector, periodistas y representantes del tejido asociativo cultural, económico y social y del mun-do académico y universitario. Durante la jornada se debatieron y propusieron aquellas actuaciones que sería necesario llevar a cabo por parte de todo el mundo para renovar la praxis política a partir de una mejor comunicación entre las instituciones de gobierno, los partidos y la ciudadanía.

Estas reflexiones, fruto del consenso, junto con una serie de entrevistas a profesionales relevantes de la comunicación social –periodistas, consultores y directores de comunicación de las principales empresas e instituciones del

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país–, complementadas con un conjunto de artículos de fondo creados por des-tacados intelectuales y miembros de la academia, dan como resultado el libro que tienes en tus manos. En este punto quiero expresar el agradecimiento a los profesores y miembros de ACCIEP doctora Clara de Uribe, señor Jordi Pascual y doctor Joaquín Marqués, que llevaron a buen puerto la parte metodológica y logística del programa.

De las ideas y propuestas que se han desarrollado destacaremos, entre otras, el empowerment, un proceso por el que los ciudadanos reclaman recuperar parte del poder transferido a sus representantes, y la democracia líquida o el recall elec-tion como vías de recuperación de la participación de la ciudadanía en el sistema democrático. También podrás encontrar reflexiones en torno a la democracia de audiencias o al papel que deben tener los medios de comunicación en el nuevo escenario de futuro. O la falta de confianza en la justicia, que, a partir de los casos de corrupción, genera una amplia reclamación de mejora del tercer pilar del Estado. Finalmente, tenemos que citar la importancia de las nuevas herramientas digitales y el ciberactivismo en la configuración del proceso de mejora de la sociedad.

Para resolver un problema hay que cumplir tres fases: conocerlo, definir las ac-tuaciones a desarrollar para resolverlo y ponerlas en marcha. Por un lado, tenemos las propuestas y los planes de actuación expresados por los diferentes profesiona-les, y por el otro, la firme voluntad de abordar la tan necesaria regeneración política, como lo refleja la implicación institucional en el programa. Los instrumentos, por lo tanto, ya existen. Ahora es el momento de poner manos a la obra.

Agustí de Uribe-SalazarPresidente de ACCIEP

Jornada de reflexión

Jornada de reflexión 15

Presentación

La jornada de reflexión participativa sobre «La comunicación y la regeneración democrática y política» fue organizada por la Asociación Catalana de Comu-nicación y Estrategia Políticas (ACCIEP), con el apoyo de la Generalidad de Cataluña, la Diputación de Barcelona y el Ayuntamiento de Barcelona.

El objetivo de esta jornada era recoger la opinión, las propuestas y las su-gerencias de los diferentes agentes vinculados con la comunicación y la praxis políticas para diseñar las líneas maestras de las actuaciones que deberían lle-varse a cabo para regenerar la democracia y la política a través de unas mejores prácticas en la comunicación. La realidad que nos rodea evidencia que hay una percepción entre la inmensa mayoría de ciudadanos que la clase política sigue una hoja de ruta propia, con el objetivo fijado en el corto plazo y el tacticismo partidista, en lugar de buscar soluciones a los problemas de la gente, unos problemas que a estas alturas ya son viejos. Nos encontramos, pues, con una creencia muy arraigada en nuestra sociedad que hay una profunda grieta entre los intereses políticos y los intereses ciudadanos; es decir, el discurso político va por un lado y el discurso de la calle va por otro.

Esta evidente y progresiva grieta entre política y sociedad se ve agrandada por un déficit comunicacional. Podemos afirmar, por lo tanto, que hay una de-gradación de la imagen de los políticos y de la percepción que tiene de ellos la ciudadanía, que, a la vez, expresa un sentimiento de desafección y de in-satisfacción con el funcionamiento de la democracia, como se constata con los índices abstencionistas y la pujanza de los nuevos movimientos sociales como alternativa a los actores políticos clásicos. Existe, por consiguiente, un sentimiento de alejamiento social respecto a los políticos y las instituciones, que son percibidos como un problema añadido y no como una solución a los problemas ciudadanos.

Las conclusiones consensuadas entre todos los asistentes servirán para es-tablecer estrategias marco, actuaciones necesarias – ya sean comunicacionales

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y/o políticas –, programas específicos de formación y sensibilización que se traduzcan en ambiciosos planes de acción para recuperar el prestigio de la actividad política y evitar, de esta manera, una hipotética degradación o regre-sión del sistema democrático. También quiere ser una aportación por parte de los principales actores en el imprescindible camino para la regeneración que debe emprenderse sin más dilaciones, ya sea dentro del actual estatus político o en el que los ciudadanos y las ciudadanas de Cataluña decidan libremente para el futuro.

La dirección científica de la jornada estuvo a cargo de la creadora de la me-todología, Clara de Uribe, doctora en Comunicación y Relaciones Públicas, li-cenciada en Historia, profesora titular de Relaciones Públicas (UVic) y profesora de Auditoría de Comunicación en la Escuela Superior de Relaciones Públicas (UB), y de Jordi Pascual, secretario de la Junta de Gobierno de ACCIEP, consultor senior del Gabinete Uribe y profesor del Máster en Dirección de Comunicación de ESIC-ISM y del Máster de Tendencias Globales de Elisava (UPF).

Jornada de reflexión 17

1. Fase primeraMapa mental y aportación espontánea

de los factores clave y tendencias determinantes del desprestigio de la

política en Cataluña

A lo largo de esta primera fase de trabajo los participantes han reflexionado en conjunto y han dibujado, de forma espontánea, un mapa de factores y tendencias que caracterizan y afectan los diferentes aspectos relacionados con la regene-ración democrática y política en Cataluña, desde la recuperación de los valores éticos en la política, la necesidad de una reforma en profundidad de las institucio-nes, la apuesta por unas prácticas comunicativas más transparentes o el recurso a las redes sociales. La generación de este mapa se basa en aportaciones perso-nales y directas, como percepciones, valoraciones y opiniones espontáneas, a fin de evitar filtros y condicionantes previos y con la idea de recoger un espectro amplio y diverso de factores que inciden en el funcionamiento actual del sector.

Más allá de los resultados concretos, el mapa nos permite identificar los factores que los participantes perciben y consideran más destacados y que más afectan la situación actual del desprestigio de la actividad política, y aporta una primera visión de conjunto de lo que piensan los diferentes agentes direc-tamente vinculados con el objetivo de la jornada. A continuación reseñamos aquellos aspectos que las personas participantes consideraron más relevantes:

– Claridad y ética: recuperar los valores sociales compartidos.– Urgencia de una modernización institucional.– Comunicación con más transparencia.– Fijar los límites entre la comunicación política y el marketing político.– Uso responsable y eficiente de las redes sociales

A partir del análisis que se ha realizado del desarrollo de esta primera fase podemos destacar algunas conclusiones generales:

1. Hay una gran coincidencia a subrayar una tendencia claramente mayoritaria, como es avanzar en unas conductas éticas con carácter «universal», de manera que no se produzcan interpretaciones personales en función de los intereses de cada uno. Este comportamiento ético está estrechamente vinculado a la recu-

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peración de la cultura de los valores, no solo por parte de los agentes políticos sino también del conjunto de la sociedad, dado que la ética no es sino uno de los valores sociales fundamentales. La formación en valores en las escuelas no puede quedar exenta de este proceso, que va más allá de la regeneración de-mocrática y política exclusivamente, y que apunta directamente a un cambio de modelo social. La nueva cultura de los valores debe tener en cuenta, a la vez y como las dos caras de una misma moneda, los derechos pero también los de-beres ciudadanos, ya que tenemos que avanzar hacia un modelo de ciudadanía corresponsable, hacer de esta «corresponsabilidad» uno de los valores sociales centrales, y que acompañe la recuperación de valores políticos como la ética y la transparencia. Si queremos ganar en calidad democrática, desterrando las malas praxis, los ciudadanos no podemos quedarnos de brazos cruzados, sino que también tenemos que implicarnos en el proceso.

2. Un segundo elemento a tener en cuenta es la modernización institucional. Entendemos que las instituciones son entes dinámicos, que pueden evolucionar y no quedar permanentemente estancados en unas praxis y conceptos que a me-nudo son superados por la ciudadanía. Es una evidencia que la sociedad, con sus contradicciones incluidas, siempre va un paso por delante de las instituciones, ya sea porque son más ágiles e innovadoras en la formulación de respuestas a los nuevos retos, ya sea porque les es más fácil prescindir de «vicios» adquiridos. Una de las causas del distanciamiento entre política y ciudadanía es, precisamente, que circulan por vías paralelas que nunca llegan a encontrarse, y que incluso cada vez son más divergentes. Bajo este prisma, la modernización de las instituciones, de forma que anden al ritmo más parecido posible al de la sociedad, es uno de los principales instrumentos de regeneración democrática y política que tenemos al alcance para que sea creíble. Para ser completa, la modernización no se tiene que limitar exclusivamente a las instituciones públicas y de gobierno, sino también a los partidos, en tanto que sujetos clave dentro de la actividad política.

3. El tercer elemento, del que no podemos prescindir, es la utilización a fondo de las posibilidades que hoy nos ofrecen las tecnologías de la información, y muy especialmente las redes sociales, que permiten unos flujos informativos bi-direccionales y de fiscalización, por parte de la ciudadanía, de la esfera pública. Los movimientos sociales emergentes tienen en las redes sociales un elemento de movilización y de participación que puede ser tomado como referente. Pero, si bien es cierto que las tecnologías permiten una mayor transparencia, también tienen unos riesgos inherentes que pueden provocar unos efectos contrarios a los buscados. El punto crítico es encontrar el equilibrio entre la esfera pública y la privacidad, definir dónde están los límites de la transparencia y la invasión a la privacidad de las personas. En otras palabras, que un «exceso» de trans-parencia no tenga unos efectos colaterales no deseados.

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2. Fase segundaSelección y desarrollo de los factores y

las principales tendencias que inciden en la desafección hacia la política,

y actuaciones de regeneración

Este proceso de reflexión permite profundizar en el análisis aportando puntos fuertes y débiles, amenazas y oportunidades, y factores relevantes que afectan cada tema seleccionado. Por lo tanto, hemos conseguido entrar en aspectos más latentes y en condicionantes que ayudan a explicar y entender la situación actual y que nos ayudan a apuntar líneas de trabajo para el futuro.

Destacamos los factores escogidos y trabajados por los grupos porque nos subrayan la importancia de los grandes temas de fondo que se ha coincidido a explicitar como más relevantes para definir el estado actual de desafección hacia la política. Estos temas de fondo nos vinculan la relación de las causas que han llevado a la desafección y el descrédito y, a la vez, las actuaciones correctoras necesarias para cambiar esta realidad. Unas actuaciones que no tienen que permanecer estáticas, sino que deben ser dotadas de un dinamismo y de una adaptabilidad en función de las necesidades más inmediatas, comen-zando por el propio sistema educativo y de valores cívicos, y aprovechando los recursos que las tecnologías ponen al alcance.

Por lo tanto, hay que considerar que estos ejes conforman el núcleo central de la reflexión sobre cómo abordar la necesaria regeneración democrática y política partir de la actual situación de desprestigio. En este sentido, en las páginas que siguen reproducimos los contenidos explicitados por cada grupo, con las reflexiones sobre los factores determinantes y sobre la potencialidad y las debilidades que han considerado importantes en cada tema seleccionado. Este análisis refleja de forma clara y directa las conclusiones más importantes de esta segunda fase del trabajo realizado.

Los temas elegidos por cada grupo han sido:

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Grupo 1. Modernización institucional / Claridad y ética

La primera mesa se centró en dos vertientes como son la modernización institucio-nal, por una parte, y la claridad y la ética, por otra. Esto responde al hecho evidente que la evolución de la sociedad ha ido por delante de la evolución institucional, y que se ha producido una asimetría entre ambas esferas. Ante la necesidad de actualización, de modernización institucional, el reto es hacerlo con claridad y ética. Las instituciones políticas, sin embargo, se entienden en un sentido amplio, que va desde las organizaciones que representan los partidos políticos, pero que también incluye la ciudadanía con más cultura participativa y los medios de comunicación, sin olvidar otros agentes, como por ejemplo el mundo empresarial.

Respecto a los conceptos de claridad y ética, el punto crítico lo podemos encontrar en el hecho que la ética puede ser muy personal: no todo el mundo puede tener la misma percepción de la ética, fruto de una evidente crisis de valores. Por ejemplo, un valor ético sería que todos los ciudadanos tuvieran claro que deben pagar impuestos, y nos encontramos en un contexto en que a aquel que no los paga se le considera el más listo de la clase. En este punto tenemos que hacer incidencia en la educación, en cuáles son los valores que transmitimos desde bien pequeños en las escuelas. Estos valores que tendría-mos que explicar serían la honestidad, la integridad, la responsabilidad, tanto con un mismo como con la sociedad, pero tampoco podemos olvidarnos de la profesionalidad, como deberes que tenemos que hacer de cara al futuro. Deben enseñarse estos valores desde un buen principio, así como una cultura participativa responsable.

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Dentro de esta línea que acabamos de ver, sería necesario que desde las escuelas se enseñara qué es la política, qué son los partidos, cuál es su función, etc. Actualmente esto se puede aprender a través de los medios de comunica-ción, pero en las escuelas no se fomentan los debates políticos, no se explica qué quiere decir ser de derechas, ser de izquierdas, etc., y esto nos lleva a educar a los niños y niñas dentro de la política. La educación tiene que ser una herramienta indispensable dentro del proceso de modernización institucional.

Grupo 2. Valores

El grupo 2 trabajó sobre el concepto de «valores sociales» que son, o tendrían que ser, compartidos por la ciudadanía en su conjunto. Al hablar de valores, como de conductas, podemos encontrar tanto valores positivos como negati-vos. En el primer caso, tenemos el ejemplo de toda la tarea que están llevando a cabo los nuevos movimientos sociales, que a menudo presentan plantea-mientos que están por delante de la política y que tienen, incluso, una mayor incidencia social. Al mismo tiempo, estos movimientos también sirven para evidenciar determinadas conductas censurables y con su denuncia contribuyen a la regeneración de la política.

No podemos dejar a un lado la tecnología en la que se basan estos movimientos, ya que sin las redes 2.0 su resonancia y su éxito serían, sin ningún género de dudas, mucho menores. El uso de las tecnologías es uno de los rasgos que caracteriza la fuerza y la potencia de estos movimientos. Las posibilidades que ofrecen las tecnologías les otorga una mayor proximidad y accesibilidad a las personas y, con-secuentemente, confianza y credibilidad. La suma de la tarea de los movimientos sociales y las posibilidades tecnológicas hace que circule más información y que salgan más cosas a la luz y al dominio público, porque hay una mayor demanda de transparencia por parte de la sociedad. La ciudadanía se convierte de esta manera en un sujeto activo del debate político que reclama la corrección de determinadas conductas políticas, y que actúa como un mecanismo regulador del sistema.

Pero, como decíamos, también podemos encontrar actitudes y comporta-mientos negativos relacionados con los mismos movimientos sociales. En lo que podríamos llamar «medios convencionales», el tratamiento informativo que se hace de ellos no siempre es independiente y muchas veces es poco trans-parente, porque los propios medios no lo son. Y tampoco desde los gobiernos hay una conciencia de la necesidad de la transparencia en las acciones que se realizan, mientras que, en el polo opuesto, la sociedad así lo exige. La transpa-rencia y la ética están directamente vinculadas con todo esto que hemos visto, ya que son valores inseparables.

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Como propuesta de acción, el segundo grupo sugiere una mayor indepen-dencia de la justicia respecto a los otros poderes, que ahora no tiene, así como una reforma de la legislación electoral que garantice más transparencia en el seno de los partidos.

Grupo 3. Comunicación y transparencia

La tercera mesa escogió como eje de debate la comunicación y la transparen-cia. En este sentido, es importante saber quién hay detrás de los medios, qué intereses empresariales, financieros y políticos, ya que si no entendemos este mecanismo difícilmente podremos saber discernir los contenidos informativos, su orientación y a qué finalidad responden. El primer paso para alcanzar este objetivo sería un modelo educativo que fomente la cultura crítica ya desde las escuelas: que no solo se impartan los conocimientos correspondientes, sino que también se enseñe a interpretar críticamente lo que dicen los medios de comunicación y por qué lo dicen, desde enseñar cómo se genera y se construye una noticia en función de los diferentes intereses hasta los códigos interpreta-tivos del lenguaje audiovisual.

El papel de las redes sociales es fundamental para alcanzar una mayor trans-parencia, ya que permiten la bidireccionalidad de la información: ya no es una única voz la que habla, sino que esta voz puede ser mediatizada e interpelada

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desde fuera, y se le puede exigir más transparencia. Relacionado con esto que acabamos de decir, el otro factor determinante es el rendimiento de cuentas: que las empresas públicas, y entre ellas los medios de comunicación públicos, den explicaciones sobre qué hacen con el dinero que es de todos, y que esta práctica de más transparencia no se limite únicamente al sector público, sino que también se sume el sector privado para evitar posibles malentendidos e interpretaciones sesgadas de la realidad.

Grupo 4. Dilemas de la transparencia

El punto de partida del análisis de situación del grupo 4 también tiene relación con la transparencia. Teniendo clara la necesidad de transparencia como instru-mento de regeneración política, encontramos que se plantean posibles debates que podríamos resumir en si deben ponerse unos límites a la transparencia o bien esta tiene que ser total. En el primer supuesto corremos el riesgo de pro-vocar una saturación de información, de forma que pudiera resultar dificultoso discernir aquello realmente importante de aquello menos relevante o, incluso, de carácter personal que invadiera el espacio de privacidad. Hay datos que sí que tendrían que ser de dominio público, como las retribuciones, pero sería necesa-rio ser más cuidadoso con otro tipo de datos. El dilema estaría en si tiene que prevalecer la cantidad de información o la calidad, con datos relacionadas con contratos públicos, concesiones, subvenciones, etc., que son uno de los ejes de toda transparencia informativa.

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Por otra parte, también nos encontramos ante otro reto igualmente importante, como sería la responsabilidad de las personas que tendrían que hacer este tipo de trabajo y qué tipo de intervención y de control deben tener, ya que al manejar informaciones «delicadas» siempre hay el riesgo de posible corrupción. Llegados a este punto, tendríamos que diferenciar entre transparencia activa y transparen-cia pasiva. La transparencia activa es el esfuerzo que se hace por comunicar; la transparencia pasiva es la capacidad del ciudadano para acceder a la información.

Otro aspecto crítico es la controversia entre el interés particular, que siempre es partidista, y el interés colectivo, que a menudo produce enfrentamientos en la esfera pública. Para intentar minimizar esta grieta, se tendrían que definir mecanismos de mediación a través de una «diplomacia pública» articulada por medio de canales de participación ciudadana, entendida esta como correspon-sabilidad en la toma de decisiones y como un deber cívico.

El último aspecto abordado por el grupo 4 lo encontramos en el problema de legitimación política que se deriva de unas promesas electorales, de la creación de unas expectativas, que pueden acabar no cumpliéndose. Desde este prisma, la legitimación tendría que venir dada por un «contrato social» que se fundamentara en unas propuestas equilibradas, realistas y creíbles, de manera que puedan ser asumibles y factibles de cumplir.

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Grupo 5. Redes sociales

El quinto grupo focalizó su intervención en el uso de las tecnologías (redes sociales, entornos 2.0, Internet...) como medio de comunicación entre las instituciones, los políticos y las personas. A pesar de que las tecnologías re-presentan una oportunidad inmejorable para llegar a la ciudadanía, también tienen sus riesgos, como por ejemplo hacer demagogia aprovechando este aura de supuesta «credibilidad» que tienen las redes. Otro riesgo es que una administración ponga a disposición de los ciudadanos una serie de canales para que se comuniquen con ella, pero después no se encuentre el retorno correspondiente y las herramientas al alcance acaben en el desuso. También se puede caer en la «superficialidad», con una sobresaturación de mensajes cuyo interés general es mínimo.

A la hora de implantar un sistema de redes hay que tener en cuenta la posible exclusión telemática de aquellos segmentos de la ciudadanía que no tienen acceso a las tecnologías y, por lo tanto, pueden quedar fuera. Por otro lado, nos podemos encontrar con una infrautilización por parte de las administracio-nes públicas y con unos objetivos poco claros de qué se quiere hacer con las tecnologías: la administración tiene a su disposición las herramientas pero no

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tiene un plan de comunicación para sacarles el máximo provecho. Nos podemos encontrar que muchos cargos públicos, políticos, etc., tengan un perfil en las redes sociales porque «es lo que toca», pero no le saquen todo el rendimiento.

El uso de las tecnologías tiene aspectos positivos, como el alto índice de penetración entre las personas, la facilidad con la que se puede llegar con pocos recursos a mucha gente. También pueden ser una herramienta de transparen-cia, con información que no solo sea accesible sino también comprensible por parte de la ciudadanía, conceptos que a menudo se confunden. No es suficiente facilitar información, sino que esta información se tiene que entender fácilmen-te por parte de una amplia mayoría.

Otra ventaja de las tecnologías es la inmediatez, la bidireccionalidad, la ca-pacidad de interacción, pero para que sean efectivas debe hacerse una gestión eficiente de ellas. Las tecnologías han permitido un cambio de modelo social: de la verticalidad jerárquica hemos pasado a un modelo más horizontal, más colaborador, en el cual se trabaja más en red y se comparten conocimientos. Las redes 2.0 no tienen que ser otro soporte más en el cual hacemos lo que hemos hecho siempre; de lo que se trata es de ir un paso más allá, de dar un valor añadido al ciudadano para avanzar en calidad democrática.

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Grupo 6. Transparencia

La modernización de las instituciones fue el tema escogido por el sexto grupo, que tenía como fin profundizar y mejorar la cultura democrática de la sociedad en su conjunto. Al igual que no hay sociedades estáticas, sino que son cuerpos dinámicos que están en evolución, las instituciones tampoco pueden estar eter-namente ancladas en un modelo y unos parámetros que, a menudo, van detrás de la propia sociedad. Por ello es necesario ir actualizándolas constantemente y ajustándolas a las nuevas realidades y retos, lo cual no significa exclusiva-mente innovar por innovar, sino también cosas más simples como recuperar virtudes y formas que se han desgastado con el paso del tiempo y han podido quedar semienterradas en el olvido, fruto de dinámicas cotidianas que se han asumido como normales.

Este proceso de modernización pasa por dos ejes centrales: la efectiva independencia y separación de poderes, que demasiadas veces se ven su-perpuestos, cuando no supeditados los unos a los otros, y la limitación y la racionalización del poder de los partidos políticos, cuyos intereses también hemos visto que pueden pasar por delante de los intereses generales de la población y mediatizar la toma de decisiones y la actuación gubernamental. En cuanto a las actuaciones que podemos hacer en este sentido, en el debate se apuntan algunas:

– La limitación de mandatos, precisamente para evitar el encastillamiento de las personas en las instituciones y prevenir posibles corrupciones, con un espíritu renovador de los cargos públicos y, a la vez, para potenciar la igualdad de oportunidades.

– Una regulación del lobbying en el sentido de mayor transparencia y cla-ridad, exponiendo a la luz pública cuáles son los intereses de cada grupo y cuáles son sus interlocutores, a la vez dignificando el ejercicio legal del lobby y desterrando prácticas ilegales que rozan el tráfico de influencias.

– Otra pata sería una ley de financiación que, igual que el punto anterior, tendría que aportar luz y transparencia, de forma que se supiera quién hay detrás de cada formación y qué intereses puede defender.

– Y, finalmente, la meritocracia como única fórmula de promoción en los cargos públicos y dentro de los propios partidos, priorizando la valía de las personas por encima de otros condicionantes.

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3. Fase terceraPropuestas de cada grupo sobre estrategias y actuaciones

Ya hemos visto las fases de reflexión sobre las diversas causas que han llevado al desprestigio de la política, y cuáles tendrían que ser las tendencias y los fac-tores que deberían condicionar y determinar su funcionamiento en los próximos años para recuperar el terreno perdido. A continuación los grupos de trabajo explicaron sus objetivos y escenarios de futuro: cuáles creen que tienen que ser las líneas estratégicas clave que hay que llevar a cabo para conseguirlo, qué propuestas se tienen que aplicar, por parte de quién, con qué apoyos y cuándo.

Hay que tener en cuenta que muchas de las acciones planteadas tienen una fuerte vinculación entre ellas; por lo tanto, el análisis debería hacerse desde una perspectiva global y no como si fueran compartimientos estancos. Asimis-mo, también tenemos que ser plenamente conscientes del marco legal vigente y de los contenidos de la agenda pública, por lo que su aplicación en la práctica puede verse condicionada por estos factores, altamente influyentes, sin que esto quiera decir que dichos factores no puedan verse alterados para alcan-

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zar los objetivos perseguidos, que deberían ser altamente prioritarios. Hemos de agradecer el esfuerzo para concretar propuestas que han hecho todos los participantes y felicitarlos por ello, que a la vez refleja la necesidad de aplicar mejoras pero también su voluntad de colaborar e involucrarse.

Un primer punto a subrayar es la importancia de las propuestas consen-suadas a la hora de afrontar las posibles actuaciones de mejora que se pue-dan llevar a cabo en un futuro más o menos inmediato, ya que recogerán las inquietudes y sugerencias de las personas que trabajan y viven el día a día de la actividad política, ya sea directa o indirectamente. Se trata de un paso al frente en la línea de elaborar propuestas a partir de los registros vigentes actualmente: transparencia, transversalidad, participación, diálogo, debate. Acto seguido reproducimos un resumen de los contenidos aportados por los diferentes grupos en sus trabajos.

Propuestas de estrategias, actuaciones y acciones consensuadas

Qué Quién Cómo Cuándo

• Transparencia • La sociedad • Diálogo • A corto plazo

• Prestigio de la política

• Políticos• Medios de comunicación

• Valores de la gente que se dedica a ella

• Desde ahora

• Diplomacia pública

• Liderazgo político• Sociedad civil

• Potenciando el compromiso con el bien público y el diálogo

• Desde mañana

• Transparencia de la propiedad y financiación de los medios de comunicación

• Gobierno • Empresas privadas • Medios• Poderes públicos

• Con una ley de medios • En tres meses

• Participación • Ciudadanos y/o afectados

• Pautada• Fácil• Accesible

• Permanente

• Cambio de modelo social

• Entre todo el mundo• Liderazgo del poder

legislativo

• Modelo participativo• Nueva ley electoral• Justicia independiente

• 2014

• Contrato social • Partidos políticos• Candidatos• Medios de comunicación

• Nueva ley electoral• Responsabilidad

social de los partidos (promesas electorales realistas)

• A partir de la próxima campaña electoral

• Promover la participación

• Agentes sociales • Impulsar canales y circuitos democráticos

• En un año

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Qué Quién Cómo Cuándo

• Ejemplaridad de los cargos públicos

• Cargos electos• Políticos• Servicios y empresas

relacionados con la Administración

• Actuación ética y aplicación rigurosa de los códigos éticos

• En un año

• Ley electoral • Parlamento de Cataluña • Mediante un proceso de consulta

• 2016

• Ley de financiación de los partidos políticos

• Parlamento de Cataluña • Mediante un proceso de consulta

• 2016

• Ley de lobbying • Parlamento de Cataluña • Mediante un proceso de consulta

• 2016

• Ley de transparencia

• Parlamento de Cataluña • Mediante un proceso de consulta

• 2016

• Ley para educar en valores a la ciudadanía

• Parlamento de Cataluña • Mediante un proceso de consulta

• 2016

• Cambio de cultura democrática

• Toda la sociedad • Con un cambio de valores

• Largo recorrido

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4. Valoraciones y conclusiones finales

El análisis efectuado sobre los resultados de la jornada de reflexión en torno a «La comunicación y la regeneración democrática y política» ha permitido con-cretar unas debilidades y unas potencialidades que deberán tenerse en consi-deración para su desarrollo. Los temas básicos que han centrado los trabajos y debates de los grupos y del plenario coinciden, mayoritariamente, en aquellos aspectos considerados prioritarios por la mayoría de personas asistentes a la jornada. Asimismo, y como reflejo de la concienciación de la necesidad de esta regeneración inaplazable, la inmensa mayoría de acciones propuestas sitúan su aplicación y ejecución en el corto y medio plazo: comenzar a trabajar ya ahora para recoger resultados en el futuro más próximo.

Por la diversidad y los perfiles de las personas participantes –que hemos querido que fueran de máxima transversalidad y representación sectorial–, en el análisis y profundización de los factores que han trabajado los diferentes grupos hemos detectado una tendencia generalizada a la recuperación de la cultura de los valores en un sentido amplio, no solo político sino también so-cial; en la modernización y aggiornamento de las instituciones y partidos, y todo ello aprovechando las posibilidades que nos brindan las tecnologías de la información y las redes. Sin embargo, se pueden sintetizar unas tendencias generales que deberían situarse al frente de las agendas políticas, institucio-nales y comunicacionales de los próximos años.

En consecuencia, a partir de estas valoraciones aportadas y consensuadas por todas las personas que participaron en la jornada del 12 de diciembre de 2013, podríamos resumir finalmente los resultados concretos de la jornada alrededor de cinco conclusiones estratégicas:

La comunicación y la regeneración democrática y política36

1. Fomento de los valores, formación y sensibilización ya desde las escuelas

Se tiene que promover y formar en cultura política, a partir de la recuperación de los valores, a las nuevas generaciones de ciudadanos, profundizando en los mecanismos internos de funcionamiento de las instituciones democráticas y de los propios partidos. Y hay que hacerlo a partir de la trasmisión de una cultura crítica que forme a unas personas conscientes de sus derechos y deberes, y que ellas mismas sean el primer eslabón en la cadena de control y profundización en la calidad democrática. Para que sea completa, la sensibilización no debe circunscribirse únicamente a la esfera política, sino que debe hacerse extensiva a los medios de comunicación, a la forma en la que funcionan internamente, cómo seleccionan lo que es o no noticia, cómo la tratan, qué enfoques le dan en función de sus intereses y cómo se tienen que interpretar. Y todo ello sin olvidar las fuentes primarias, es decir, cómo se crea una noticia, con qué obje-tivos políticos y de comunicación, qué elementos intervienen, a través de qué canales se difunden, etc.

2. La ética y la transparencia como valores centrales

Cuando hablamos de recuperar valores nos referimos, básicamente, a los com-portamientos éticos y transparentes, no solo de la actividad política, sino tam-bién de la comunicación que se deriva de esta actividad. Debe establecerse cuáles son los límites de las responsabilidades (incluidos los legales y penales), las líneas rojas que no se pueden traspasar bajo ningún concepto, y crear, si procede, mecanismos reguladores y de autocontrol. La transparencia debe en-tenderse en el sentido pleno de accountability, de rendir cuentas a las personas en el ejercicio pleno del derecho a una información cierta, veraz y transparente. En este sentido, es necesario hacer un ejercicio para saber quién se esconde detrás de los medios, qué intereses económicos condicionan su sesgo editorial.

3. Reforma y modernización de las instituciones y de los partidos políticos

La sociedad catalana ha evolucionado y madurado más rápidamente que las instituciones de gobierno y los partidos, que aún siguen anclados en clichés propios de la transición de la dictadura a la democracia. Es necesaria, por lo tanto, una reforma que los haga más abiertos y más próximos a la ciudadanía. En este contexto, mientras desde las instituciones se están haciendo los prime-

Jornada de reflexión 37

ros pasos en los open governments –en los cuales se tendrá que profundizar con una voluntad y una visión netamente reformistas–, las maquinarias que controlan los partidos políticos aún tienen un aura de opacidad que las rodea y que deberá superarse para devolver la confianza a la ciudadanía.

4. Uso más intensivo, pero también más racional, de la tecnología

La tecnología no es una finalidad, debemos entenderla como un medio que coopere en la consecución de los retos que acabamos de mencionar. La tecno-logía tiene que servir para ser más próximos a las personas, más transparentes y accesibles. Aún hay campo que recorrer, pero con un sentido de eficiencia, teniendo claros cuáles son los objetivos y con un plan de acción definido: no se trata de estar presentes en todas las redes sociales pero sin ningún contenido; todo lo contrario, deben seleccionarse los canales más adecuados para cada grupo de interés y dinamizarlos constantemente.

5. Canales de participación ciudadana, entendida como corresponsabilidad

La participación ciudadana en la toma de decisiones políticas tenemos que visualizarla como un ejercicio de responsabilidad compartida, de hacer que las personas sean realmente partícipes de la gestión de la «cosa pública», estable-ciendo cuándo se tiene que participar, cómo debe estructurarse la participación y a través de qué órganos y canales. La participación, para que realmente sea tal, debe ser propositiva, con capacidad vinculante y estrechamente vinculada a la recuperación de los valores éticos y de transparencia, con mecanismos abiertos y accesibles para facilitar la participación. Los partidos, en tanto que sujetos políticos financiados mayoritariamente con fondos públicos, también deberían abrirse a la participación no solo de la militancia, sino también de la ciudadanía en un sentido amplio.

Todas estas reflexiones y propuestas de regeneración política no deben limi-tarse simplemente a este ámbito. Teniendo en cuenta que el título de la jornada era «La comunicación y la regeneración democrática y política», lo que hemos comentado hasta ahora también tendría que aplicarse a la comunicación, es-pecialmente cuando esta se ha convertido en un factor estratégico en el que a menudo la forma, la manera en la que decimos las cosas, tiene más relevancia que los contenidos en sí mismos. El punto crítico lo encontraríamos en el hecho

La comunicación y la regeneración democrática y política38

de que los estrategas responsables de comunicación de las instituciones y par-tidos tuvieran una función realmente ejecutiva; es decir, que la agenda política fuera marcada en función de los intereses reales de comunicación y no de los intereses coyunturales de cada momento, que demasiado a menudo están lejos de los problemas reales de las personas. Para alcanzar este objetivo, el primer paso sería dotar a los responsables de comunicación del máximo rango posible, con capacidad decisoria propia y no supeditada a otros intereses. Sin embargo, actualmente nos encontramos que la agenda la dicta un responsable político, sin tener en cuenta si comunicacionalmente tiene, o no, suficiente relevancia, y es el responsable de comunicación quien se tiene que adaptar a las exigencias de la agenda, con un papel meramente instrumental y no directivo.

En este sentido, toman una singular importancia la transparencia y la éti-ca. La transparencia debe ser impulsada por los políticos para no esconder información a sus responsables de comunicación, de forma que estos puedan gestionarla de la manera más favorable posible, en tiempo y contenidos. Para que esto sea así, es necesaria la máxima confianza, y una forma de obtenerla es convertir los jefes de comunicación en altos cargos en staff con el resto de ase-sores. Pero también es necesaria la ética, en este caso por parte de los dircom, para hacer un buen uso de la información privilegiada a la que tienen acceso, sabiendo discernir qué se puede y qué no se puede decir en cada momento, o, dicho de otra manera, establecer el umbral entre cuál sería el interés privado y cuál el interés público en cada momento. La función de la comunicación po-lítica e institucional no es hacer propaganda (para esto ya hay las campañas electorales), sino responder a las legítimas demandas de información por parte de la ciudadanía; en este punto también debemos avanzar hacia una nueva cultura de la comunicación política. Un sabio de nuestro tiempo decía: «No digas “haremos”, di “hemos hecho”.»

Otra tarea que tenemos por delante es la desbanalización de la comunica-ción. Es legítimo que nos preguntemos si es necesario que las primeras activi-dades del día de un político sean hacer la ronda por los principales medios de comunicación, cuando en muchas ocasiones no tienen nada que decir. Como dice un viejo aforismo de Platón: «El hombre sabio habla porque tiene algo que decir; el hombre necio habla porque tiene que decir algo.» Por ello hace un momento hablábamos de una nueva cultura de la comunicación política, para romper los viejos moldes y clichés. Los responsables de comunicación deben hacer entender a los políticos que realmente hay que hablar cuando se tiene algo que decir, con contenidos, no banalizar la comunicación. Se necesita cla-ridad y simplicidad, que no es otra cosa que hablar con un lenguaje al alcance de todo el mundo, no solo de un selecto grupo de iniciados, y también por parte

Jornada de reflexión 39

de los medios, que deben huir de la dinámica de declaraciones y contradecla-raciones que no hacen más que alimentar la imagen de que los políticos solo van a lo suyo, lo cual los distancia de la realidad social y amplía más la grieta con la ciudadanía. No comunica mejor quien lanza más mensajes al aire, sino quien mejor responde a las demandas sociales. La nueva cultura pasaría por priorizar la calidad frente a la cantidad de los mensajes.

Hablaríamos de modernizar los medios, no tanto desde un punto de vista tecnológico como de la función social que tienen, de manera que realmente fueran el instrumento mediador entre la política y la ciudadanía, sin caer en la tentación de judicializar la vía pública, ni, mucho menos, en prácticas de juego sucio, cuando no difamatorias. La comunicación política no es un espectáculo, es el nexo de unión entre las instituciones y la ciudadanía, es la visualización de un derecho democrático inalienable como es el derecho a una información veraz, cierta y transparente.

Finalmente, remarcamos el trabajo hecho por todos los participantes en la jornada, relacionados a continuación, que han creado y consensuado una se-rie de propuestas de acciones que reflejan su implicación en la regeneración democrática y política de nuestro país, y de manera destacada su voluntad de apoyo, colaboración e implicación.

La comunicación y la regeneración democrática y política40

5. Participantes

Nombre Apellido Cargo

Adrià Duarte Gerente de OIDP y miembro de ACCIEP

Agustí de Uribe Presidente del Gabinete Uribe y presidente de ACCIEP

Àlex Acero Concejal del Ayuntamiento de Arenys de Mar

Antoni Noguero Profesor de la UAB y del ESRP

Ariel Monells Fondo Catalán de Cooperación

Carles AgustíComisionado de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Barcelona

Clara de Uribe Profesora de la Universidad de Vic

Cristina DeusedasResponsable de soporte técnico. Secretaría de Comunicación. Generalidad de Cataluña

Daniel Ortiz Director de Relaciones Institucionales del Instituto Cerdà

Enric Ordeix Profesor de Blanquerna (URL)

Francina Alsina Presidenta de la Federación Catalana del Voluntariado Social

Guillem López Bonafont Consultor político en Cink y miembro de ACCIEP

Isabel Nasarre Dircom del Consejo Económico y Social de Cataluña

Joan Pascual Concejal del Ayuntamiento de Tremp

Joan Cuenca Profesor de Blanquerna (URL)

Joana Barbany Concejal del Ayuntamiento de Sant Cugat del Vallès

Joaquín Marqués Periodista y miembro de ACCIEP

Jordi Pacheco Sociólogo y miembro de ACCIEP

Jordi Pascual Consultor en comunicación y miembro de ACCIEP

Jordi Andreu Productor audiovisual y miembro de ACCIEP

Jordi Ventura Publicitario

José Ángel AbancensPresidente de la Asociación Empresarial de la Publicidad de Cataluña

José Antonio Rodríguez Periodista

Josep Catllà Dircom de Sanofi

Josep MartíSecretario de Comunicación del Gobierno de la Generalidad de Cataluña

Josep Maria Reniu Profesor de la UB

Kathy Matilla Presidenta de FISEC-FORO y profesora de Blanquerna (URL)

Manolo Garcia Periodista del diario Ara

Marc Argemí Consultor en Sibilare

Jornada de reflexión 41

Nombre Apellido Cargo

Marc Monells Presidente de iPolitics y miembro de ACCIEP

Marc Rius Jefe de comunicación de ICV-EUIA

Marcel·lí Martorell Alcalde del Ayuntamiento de Capellades

Marta Carrillo Directora de campo de KèiKom

Mònica Capell Consultora de comunicación

Montse Pichot Presidenta de Visibles.org

Montserrat Arias Dircom de Visibles.org

Olga Bohera Presidenta de AIPET

Oriol Calvet Director de Free York Logistic and Crew

Oriol Marc Periodista del diario Ara

Òscar Velasco Jefe de comunicación de Cruz Roja Cataluña

Pau Gonzàlez Presidente del Movimiento Laico y Progresista

Rai Barba Jefe de comunicación de la Mesa de Entidades del Tercer Sector

Ricard Palou Periodista de El Punt Avui

Robert Moragues Director general de Iniciativas Mediterráneas de Comunicación

Roser Gatell Protocolo de la Generalidad de Cataluña

Salvador Cot Director de Nació Digital

Sergi de Uribe Vicepresidente del Gabinete Uribe

Ton del PozoDecano del Colegio de Publicitarios y Relaciones Públicas de Cataluña

Toni d’Armengol Periodista de TV3

Víctor Campdelacreu Presidente de PIMEC Barcelona

Entrevistas

Entrevistador/coordinador:Dr. Joaquín Marqués

Entrevistas 45

Salvador Alsius«EL CONCEPTO DE MEDIO PÚBLICO ES CONTINGENTE. TV3 PODRÍA DEJAR DE

EXISTIR Y NO PASARÍA NADA»

SALVADOR ALSIUS i CLAVERA (Barcelona, 1948) es doctor en Perio-

dismo, licenciado en Ciencias Económicas y en Ciencias de la Informa-

ción. Es profesor de Periodismo de la Universidad Pompeu Fabra y el

investigador principal del equipo de ética del Grupo de Investigación

en Periodismo.

Fue decano del Colegio de Periodistas de Cataluña entre 1997 y

2001, y es vocal de la Sección 3.ª, Ciencias Humanas – Ciencias de la

Información, de la Real Academia de Doctores.

Ha trabajado en varios medios de la prensa escrita, como el se-

manario El Món, Diari de Barcelona, El Periódico y el Avui. También ha

trabajado en TVE-Cataluña, donde dirigió Memòria popular, y en TVC,

donde ha presentado los programas Telenotícies migdia, Telenotícies

cap de setmana, La revista, Blanc o negre y La caixa sàvia.

Para enmarcar la conversación, ¿cómo ves el nivel de calidad de la democracia aquí en comparación con los países de nuestro entorno?La baja calidad es evidente. Incluso comparándola con la de países del sur de Europa estamos bastante abajo en el ranking –no ya con la de Italia, sino con la del propio Portugal, que tiene un nivel superior al nuestro. Sobre todo en el ámbito de la comunicación y del periodismo, especialmente, que es el que yo más conozco. Hay muchas instituciones portuguesas que podríamos tomar como ejemplo. Por ejemplo, su Consejo del Audiovisual es considerado bastan-te modélico. O una organización periodística que ya la querríamos en España, donde el sindicalismo y la colegiación son una jungla. En Portugal tienen un sindicato unitario muy potente y activo. En algunas cosas se comportan mucho mejor, como en el reconocimiento de la condición profesional de los periodistas.

En Italia también tienen mejor regulada la profesión de periodista.Sí. Ahí tienen el Ordine dei Giornalisti, que ordena la profesión de una manera diferente. En Francia también han regulado mucho el ejercicio del periodismo. Yo no soy un gran partidario de la regulación. Más bien soy de tendencia des-

La comunicación y la regeneración democrática y política46

reguladora y favorable a la autorregulación. Durante años la mayor parte de los periodistas catalanes ha sido propicia a la autorregulación para evitar los mayores males de la regulación. Recuerda que veníamos de la Ley Fraga. En aquellos momentos el eslogan era «la mejor ley de prensa es la que no existe». Ahora, ante la absoluta desregulación y un aparente fracaso de la autorregu-lación, se ha comenzado a cambiar el discurso, y desde hace un cierto tiempo el periodismo progresista comienza a pedir regulación. Se han desarrollado algunas iniciativas legislativas en esta línea, pero el tema nunca ha llegado a debatirse: ha quedado abortado por los partidos mayoritarios con la excusa de la falta de consenso dentro de la propia profesión.

Cataluña fue pionera en la autorregulación dentro del Estado.Es verdad. El origen del Código Deontológico del CPC (Colegio de Periodistas de Cataluña), que es de 1992, es bastante ejemplar con referencia al tema. Recuer-do que se comenzó a hablar de esto en el año 1989 y que hicimos un borrador, pero se dejó en un cajón por las amenazas del entonces vicepresidente del gobierno español, Alfonso Guerra, de generar una ley de prensa si la profesión no se autorregulaba. Decidimos detener el proyecto para que no pareciera que podía haber sido dictado desde el palacio de La Moncloa.

También fuimos abanderados con la creación del CIC (Consejo de la Informa-ción de Cataluña). En sus estatutos se establece que el depositario del derecho a la información es el público y no el periodista, y por lo tanto la mayoría de sus miembros tienen que ser representantes de la sociedad civil, porque los perio-distas no puedan imponer nunca un criterio o una interpretación de las normas deontológicas. En su definición se estudiaron fórmulas de todo el mundo y la conveniencia de tener miembros de tres patas: los periodistas, el público y las empresas. Y de hecho en los estatutos del CIC hay la representación de las tres áreas. Las empresas de comunicación tenían que reconocer la autoridad moral del consejo y financiarlo. Fueron treinta y pico, las sociedades que se apuntaron. Después hubo grietas cuando el Consejo se metió con empresas de comunicación importantes, y más adelante algunos medios han dejado de pagar arguyendo crisis económica. Por lo tanto, la autoridad moral ha quedado en entredicho.

El resultado de todo ello es que la autorregulación funciona pero con ciertas limitaciones. No tenemos que engañarnos.

¿Pero podríamos decir que ha tenido buenos resultados?Yo creo que sí. Porque a la pregunta «¿Es que no se comportan éticamente, los medios de comunicación?», la respuesta es que «En general sí». Considero que la profesión periodística en Cataluña tiene un alto nivel de eticidad y, en general, también el mundo de la comunicación. Siempre que he estado en redacciones

Entrevistas 47

lo he podido constatar. El periodista, en general, está muy imbuido, primero por la verdad, y después por la voluntad de hacer las cosas como es debido. Pero el pecado es más llamativo que la virtud y lo que no pasa desapercibido son las transgresiones. Hay muchas. Y tienen que combatirse.

¿Consideras que las empresas del sector actúan como factor reductor de la calidad?Para contestarte tenemos que remontarnos a la dictadura, donde no había muchos empresarios del sector de los media. Hasta que no aparece Antonio Asensio, aparte de los Godó, no conocía a empresarios periodísticos con amor al ámbito, y diría lo mismo de Polanco. En la transición política española empe-zó a aparecer este tipo de empresario. Antes había muy poca tradición. Y hacían falta. Pero no sé hasta qué punto este modelo empresarial se ha acabado de consolidar del todo. A partir de la década de los noventa, con la aparición de las televisiones privadas, hubo una bajada de estos valores empresariales, es decir, de la apuesta por la calidad del producto periodístico, que, todo sea dicho, aporta independencia.

¿La creación de los grandes grupos multimedia va en contra de este modelo de calidad?No estoy radicalmente en contra de esta concentración empresarial, ya que pienso que esta estrategia les permite ganarse la vida, lo cual garantiza, de alguna manera, la independencia periodística. El medio pequeño normalmente queda más supeditado a intereses locales. Otra cuestión es la concentración vertical, aquellos que tienen el control de los medios y de las infraestructuras. La entrada de las telecos en el mundo de los contenidos es más preocupante. Está cambiando de una forma tan vertiginosa que se hace difícil de analizar.

De alguna forma, la crisis actual está fortaleciendo el papel del empresario frente a la tarea del periodista, lo cual llega a determinar ciertos contenidos. ¿Es una situación temporal o se consolidará?No lo sé. Lo que te puedo decir es que soy miembro de una comisión que está revisando el Código Deontológico del CPC. Este grupo hemos decidido man-tener los doce principios pero con reformulaciones. El otro día consensuamos una introducción que me parece que responde a tu pregunta. En concreto, el fragmento donde dice: «En cuanto a las empresas, hay que exigir que todo aquello que se ofrezca como información cumpla los estándares necesarios de calidad y rigor. Tanto las compañías públicas como las privadas tienen que ejercer un grado muy alto de responsabilidad corporativa, acompañada de la debida transparencia en la titularidad de la gestión.» Y ahora viene una frase que responde a lo que pedías: «La legítima aspiración al beneficio en ningún

La comunicación y la regeneración democrática y política48

caso puede menoscabar la naturaleza de la información como un servicio al público.» Esta frase es clave. Decimos que la aspiración de los periodistas, planteada en el código, es que las empresas se mantengan en esta posición.

Volviendo al tema inicial, ¿crees que hay relación entre una democracia de mayor o menor calidad y su nivel en el ámbito comunicativo?Un tema es el cumplimiento de una serie de normas éticas mínimas. Otra cues-tión es el nivel de calidad del periodismo que se hace aquí. En estos momentos la presión empresarial empuja mucho sobre la calidad. Años atrás te habría dicho sin ningún tipo de dudas que en Cataluña teníamos una comunicación de más alto nivel que en el resto de España, pero hoy en día no estoy tan seguro. En parte creo que sigue siendo así, sobre todo en los medios públicos.

Has trabajado bastantes años en TV3. ¿Eres un firme partidario de los medios públicos?Desde hace unos años he cambiado el discurso sobre los medios públicos. Me he significado preguntándome si tienen que defenderse o no a ultranza. Parto de la base que los medios públicos han hecho falta. En Europa hay un modelo, el de la BBC, que fue determinante para que el sistema de comunicación pública se desarrollara, incluso en países dictatoriales. Nos hemos acostumbrado tanto a este modelo, a diferencia de los EE.UU., donde hay una televisión pública residual, que nos parece que tiene que ser indispensable. Pero, ¿dónde está escrito que esto deba ser así? Si nos hablaran de prensa pública, sobre todo en los sistemas democráticos, nos estremeceríamos; diríamos: qué barbaridad! ¿Por qué no aplicamos el mismo razonamiento a los medios audiovisuales? Porque se ha considerado que eran unas herramientas muy importantes para garantizar el servicio público y ciertos valores culturales, pero, sobre todo, porque somos herederos del modelo de la BBC.

En Cataluña puede tener sentido defender los medios públicos con el argu-mento de defensa de la lengua. Efectivamente, valores culturales como la lengua tienen que defenderse. He dicho siempre que TV3 y Catalunya Ràdio han sido unas herramientas funda-mentales que en su momento hicieron mucha falta, pero podrían dejar de existir algún día y no pasaría nada. El concepto de medio público es contingente. En cambio, lo que es esencial es el concepto de servicio público, que es diferente. Lo que se tendría que estar haciendo es que todos los medios, incluidos los privados, prestaran la cuota de servicio público que les es exigible. Si dejamos de reivindicar esto y nos concentramos en reivindicar el medio público perde-remos hasta la camisa. Las televisiones privadas están desreguladas de una manera atómica.

Entrevistas 49

Pensemos en otro servicio público. ¿Qué pasa con los autobuses? Se dan con-cesiones a empresas privadas pero con la obligación de cubrir ciertas rutas deficitarias. Debe haber una parte de servicio público. Con las televisiones privadas se tendría que actuar de la misma forma. Si esto lo tuviéramos ga-rantizado, la televisión pública, como medio público, podría dejar de existir y no se hundiría el mundo.

El ámbito de la comunicación va más allá de los medios. Hay muchos perio-distas que se desarrollan profesionalmente de otras formas.Tienes razón. Un tema que aún no está resuelto en este país es el de los gabi-netes de comunicación en el sentido más amplio. En los últimos veinte años se ha cobrado conciencia de este sector. Hay un debate no resuelto sobre si la gente que trabaja en este sector son periodistas o no.

El Colegio de Periodistas tiene un código deontológico específico para este colectivo, que denomina «periodistas de fuentes».El Colegio, incluso el Sindicato de Periodistas de Cataluña, han seguido el criterio de integrar la gente de los gabinetes y de considerarles periodistas. Incluso las facultades han integrado dentro de sus planes de estudio materias de esta especialidad. En Portugal cuando un periodista cambia de un medio a un gabinete tiene que entregar su carnet y se lo guardan mientras está ejer-ciendo esta función. Puede volver a ejercer de periodista, pero tiene que pasar por el sindicato y explicitarlo para que le devuelvan el carnet. Es una práctica diferencial que aporta más accountability y clarificación sobre quién trabaja de periodista y quién no. Hay otros lugares, como Alemania, donde no se les pasa por la cabeza que una persona que trabaja de relaciones públicas pueda ser periodista.

¿Cuál es tu posición al respecto?Tengo un pensamiento tortuoso sobre el tema. Por una parte, me admira este modelo portugués y centroeuropeo, pero también es verdad que aquí, por ra-zones muy pragmáticas, se ha optado por reconocer la gente de los gabinetes como personas que pueden hacer trabajo periodístico por varias razones. A un arquitecto, cuando deja de hacer planos y pasa a ser inspector, no deja de considerársele arquitecto. Otra razón es que, en un contexto de crisis, no deja de ser un ámbito de trabajo que ha dado salida a miles de profesionales que si no fuera así estarían vendiendo jabón. Y la principal es que prefiero que hagan ciertos trabajos próximos al marketing gente que está imbuida de la deontología profesional del periodismo que gente que no está a favor de la calidad comunicacional.

La comunicación y la regeneración democrática y política50

No dejo de tener dudas, igual que el conjunto de la profesión. En una situa-ción ideal no las tendría, pero entiendo las dos posiciones. Y no tengo claro que ninguna de las dos sea mejor.

En este sentido, en la comisión que está revisando el código deontológico nos hemos planteado definir quién es periodista. Para nosotros es «aquel que, trabajando en el campo de la comunicación social, reconoce unos valores éticos y de calidad del periodismo, los cumple y los hace cumplir». No definimos al profesional como una persona que tiene un carnet o unos estudios determi-nados, sino por los valores profesionales que asume. Estamos en el mundo de la intermediación de la comunicación, un ámbito cada vez más importante.

Respecto a la comunicación política que se está haciendo aquí, ¿qué elementos son mejorables?Hay una falta de cultura democrática en este ámbito por parte de los partidos. Piensa en las ruedas de prensa sin preguntas, las pantallas de plasma, el abuso del «sin comentarios» y tantos otros. Los partidos políticos no están suficiente-mente imbuidos de cultura democrática en el ámbito de la comunicación. Hacen pasar por delante, de forma sistemática y chapucera, intereses partidistas y electoralistas por encima de cualquier otra consideración.

No se lo han tomado en serio, esto de la calidad de la comunicación. Con su manera de operar, de legislar, lo están demostrando día a día. Mira el CAC (Consejo del Audiovisual de Cataluña). Todos son exparlamentarios. La Ley del CAC establece expresamente que sus miembros deben tener experiencia profesional en el sector audiovisual. En el fondo es una cuestión de genética democrática. No está en el ADN de ningún partido. No existe la convicción de que las cosas tienen que ser diferentes. Y los ciudadanos se dan cuenta. De aquí el rechazo social.

La profesión de periodista tampoco está bien vista por la sociedad. ¿Pueden tener los ciudadanos la tentación de prescindir de estos dos grupos de inter-mediarios sociales?Lo que planteas responde bastante a la realidad. Del mismo modo que si los políticos no reaccionan la ciudadanía les pasará por encima, pues en el campo de la comunicación pasa lo mismo. De momento tenemos pequeños indicios que esto puede pasar. Por ejemplo, una noche de verano, a finales de agosto de 2011, los lectores consiguieron forzar el cambio de la portada de El Periódico vía Twitter. Es potente que una cosa así pueda llegar a suceder.

¿Cómo debe comportarse el vigilante (los medios de comunicación) en este nuevo contexto? Con transparencia. Hay un cierto movimiento en este sentido que creo que me-

Entrevistas 51

rece la pena conocer más en profundidad. Mira, una de las investigaciones del GRP (Grupo de Investigación en Periodismo, de la UPF) que estamos llevando a cabo actualmente –el programa se llama TRIP (Transparencia y Rendición de cuentas en la Información Periodística)– estudia los mecanismos clásicos de autorregulación y accountability del ámbito de la comunicación. El objetivo es explorar todos los sistemas de rendición de cuentas que de manera espontánea están surgiendo en los medios de comunicación en España, también a través de blogs y experiencias que aparecen en las redes.

De todas maneras, no soy un utópico de las revoluciones en la comunicación, porque ¡he vivido tantas! Es la ventaja que te da la edad, poderte mirar las cosas con un cierto escepticismo. No creo que estas innovaciones modifiquen radicalmente los sistemas de informar. De todas formas, estoy dispuesto a cambiar mis creencias.

¿Y crees en la comunicación directa?Ya he dicho que soy un escéptico de las revoluciones en la comunicación, pero con las redes hay indicios que pueden ser una herramienta que cambie el marco comunicacional de manera radical. Con los sistemas de información que existen actualmente es imaginable un futuro donde los ciudadanos puedan dar su opi-nión de manera mucho más amplia y constante. Ya no digo la informal a través de las redes, sino la regulada. Durante mucho tiempo la voz del ciudadano ha estado limitada a meter una papeleta en la urna cada cierto tiempo. Los sis-temas electrónicos hacen imaginables feedbacks muy regulares. Quiero creer que en cincuenta años no se votará mediante una hoja de papel.

Entrevistas 53

Jaume Barberà«¿LOS POLÍTICOS QUE TENEMOS SON

SERVIDORES PÚBLICOS? ESTA ES LA CUESTIÓN»

JAUME BARBERÀ i RIBAS (Mollet del Vallès, 1955) tiene estudios de

Sociología, Psicología y Economía y es diplomado en Magisterio, pe-

riodista y analista técnico de bolsa.

Ha sido profesor asociado de Redacción Periodística y de Técnicas

Audiovisuales en la Universidad Pompeu Fabra, articulista de La Van-

guardia y colaborador de Catalunya Ràdio. También ha trabajado en La

Primera de TVE haciendo el programa Cosas que importan.

Antes de ser una de las primeras cien personas que comenzaron

TV3, había sido corresponsal del diario Avui, de La Hoja del Lunes y de

Ràdio Mollet. En TV3 ha hecho desde el Telenotícies hasta programas de

debate y de entrevistas como Paral·lel 33, Paral·lel, Bon dia, Catalunya,

Singulars, programas especiales y noches electorales, y actualmente

dirige y presenta Retrats y colabora como tertuliano en el programa de

Jordi Basté en RAC 1.

Es autor del libro S’ha acabat el bròquil.

El posicionamiento de tu persona entorno del sistema democrático de nuestro país es bastante crítico. ¿Cuáles son los elementos que se han pervertido?Todos los elementos en su conjunto. La propia democracia. ¿Tenemos políticos o tenemos contables? Si tenemos contables solo se trata de cuadrar balances. Max Weber, el padre de la sociología moderna, hablaba de legitimidades. Los políticos deberían tener dos: la de origen y la de ejercicio. Nadie puede discu-tir a Rajoy su legitimidad de origen. Ganó con mayoría absoluta. Ahora bien, ¿cuál es la legitimidad de ejercicio de Rajoy? Ninguna. Porque ha mentido y ha traicionado el contrato que firmó con sus electores. Además, sabían que lo que decían antes de llegar al poder era falso. Gobierna en fraude. Pero no ha sido el único. Zapatero, el año 2008, también mintió, así como Solbes, que tenía un informe de los inspectores del Banco de España que pedía el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.

La comunicación y la regeneración democrática y política54

Por lo tanto, consideras que se tiene que redefinir el papel de los políticos en la sociedad.Efectivamente. ¿Son los políticos que tenemos «servidores públicos»? Esta es la cuestión. Aquí tenemos toda una infraestructura montada para que un día, con nocturnidad y alevosía, decidan modificar la Constitución española para garantizar que pagaremos las deudas. ¿Estos son nuestros representantes, nuestros servidores públicos, que velan por el interés general? ¿Nuestros representantes son los que se arrodillan ante los mercados? Si la respuesta es sí, no es necesario tener toda esta infraestructura. Es innecesaria. Pero, como la tenemos, la sufrimos. Y los que aún creemos que es posible la demo-cracia participativa, no secuestrada por unas élites o por una partitocracia, nos quejamos.

¿Abogas, entonces, por cambiar el modelo de democracia representativa o ya está bien este sistema?El actual sistema democrático, sea español o catalán, no me parece bien. No me convence. Es verdad que toda crisis es un hecho inesperado. Pero no tiene por qué ser negativo. Soy de los que piensan que en cada crisis hay una opor-tunidad. Y la oportunidad, en esta crisis, es conseguir el «empoderamiento» de la ciudadanía. ¿Para qué? Para evitar volver a caer en el mismo problema.

Mucha gente agradecería una orientación sobre cómo convertir la crisis en oportunidad y sobre el «empoderamiento».A lo largo de mi vida profesional he podido ir entrevistando a varios científi-cos, neurólogos, psicólogos, psiquiatras. Me han enseñado que en el interior de la cabeza, detrás de la frente, encima del ojo izquierdo, tenemos la región prefrontal izquierda, y encima del ojo derecho tenemos la región prefrontal derecha del cerebro. Las nuevas técnicas de imagen permiten ver qué regiones del cerebro se iluminan más ante determinados impulsos. Los neurocientíficos han descubierto que la prefrontal izquierda es la que se ilumina con el bienestar y la derecha muestra actividad con hechos desagradables o tristes.

Si uno se deja dominar por esta última región, la crisis es la derrota para ellos. Pero si estimulas la región prefrontal izquierda veremos la crisis como oportunidad. Las personas que tienen más desarrollada la zona izquierda son aquellas que ven la vida y el vaso medio lleno.

Si nosotros entendemos la crisis como una oportunidad pese a ser críticos, intentaremos salir ganadores de la situación. Podemos hacerlo a la vez que pedimos, exigimos, un cambio de la democracia a mejor. Y este cambio ocurrirá si conseguimos el empoderamiento de la ciudadanía. Y esto se puede hacer de muchas maneras, mediante tantas consultas como sean necesarias.

Entrevistas 55

¿Por qué tenemos una democracia de baja calidad?No estamos malditos por ninguna conjunción astral ni ocupamos una posición geoestratégica mala. Ha habido un trasvase del poder ciudadano hacia una oligarquía mediante unos representantes que no han defendido los derechos de sus representados.

En otra época la gente estaba mucho más implicada en la defensa de la liber-tad y la democracia. En aquellos grupos había gente que quería hacer política y gestionar la res publica por la vía de la transformación.

Cuando capitulamos con honor y aceptamos la reforma, comenzó el aleja-miento de la política por parte de la ciudadanía. Pensamos que nos teníamos que ocupar de nuestros temas y que los políticos hicieran su trabajo. A medida que se va construyendo y consolidando la democracia, nosotros nos alejamos más de ella. A más consolidación, más alejamiento, más partitocracia y más democracia de baja calidad.

Así pues, soy favorable a la independencia de Cataluña justamente para conseguir una democracia de alta calidad, donde los ciudadanos estemos em-poderados. Donde no se puedan cometer los mismos errores que hemos co-metido hasta hoy. Y esto no se puede hacer en España. Porque los dos grandes partidos, columnas vertebrales de la oligarquía y la partitocracia, no lo quieren. Y porque los partidos políticos, hoy, son agencias de trabajo temporal.

Qué responsabilidad tienen los ciudadanos sobre la situación a la que hemos llegado?La única responsabilidad de la ciudadanía que reconozco y acepto es la de habernos alejado de la res publica. Haber contribuido, todo este tiempo, a la partitocracia. Porque los partidos, en los que habíamos delegado la vigilancia, dejan de ser agentes transformadores, solo gestionan. Se transforman en par-titocracia y ocupan el Estado con el visto bueno de la oligarquía.

La clase política debe entender que la vieja fórmula de hacer política ale-jándose de la ciudadanía se ha acabado. El 15M fue muy explícito en esto. Y, quieras o no, la ilusión colectiva de cambio que hay en Cataluña también res-ponde a esta idea. Gracias a Dios la estelada tiene contenido social. Implica la posibilidad de tener un proceso constituyente que te obligará a ser partícipe de la construcción de tu futuro.

El primer partido político que entienda que tiene que empoderar a la ciuda-danía recibirá más apoyo popular. Si los partidos no lo hacen surgirán movi-mientos sociales y políticos –ya está pasando– que apuestan claramente por el empoderamiento social.

Con las nuevas tecnologías, con los smartphones, aún no se puede votar de manera digital. Esta es otra reforma pendiente de las normas, de la democracia. Por lo tanto, se tienen que cambiar las reglas de juego de esta sociedad.

La comunicación y la regeneración democrática y política56

¿No crees que ante esta propuesta hay resistencias de una parte de la ciuda-danía que decide votar a opciones conservadoras?Es verdad, y esto pasa porque se nos educa en el tener, no en el compartir. Si se nos educara en el compartir se nos educaría en valores. El verdadero bienestar es ver que el vecino también lo disfruta. Pero se nos educa en ser para tener. Por ello casi siempre a más bienestar más voto conservador. Es un problema que tenemos como sociedad occidental: nos cuesta entender que nosotros no somos si no es el otro. ¿Sabes la cantidad de voluntarios que van a trabajar a los comedores sociales? Gracias al trabajo desinteresado de algunos ciudadanos, otros pueden comer. Es impresionante. El hombre por naturaleza es colaborativo, lo que pasa es que los poderosos no quieren que se trabaje por el bien común.

El empoderamiento ciudadano necesita el desempoderamiento de los partidos. ¿Cómo se hace?Justamente comenzando por los partidos políticos que sirven a los intereses del sistema. Son parte fundamental del sistema. Se puede hacer con la cola-boración de los medios de comunicación, pero desgraciadamente los medios hemos colaborado en el proceso de alejamiento, hemos sido –y aún lo somos– cómplices de esta forma de consolidación de la democracia. La ciudadanía y los medios de comunicación hemos dejado que la oligarquía y la partitocracia hicieran y deshicieran en connivencia con el sistema financiero y por eso esta-mos donde estamos.

Esto debe cambiarse. Una vez tenemos la democracia restaurada, el perio-dismo debe llevar a cabo la función de fiscalizar los poderes. Y para fiscalizar no has de querer hacer taquigrafía. La fiscalización hace que el ciudadano esté aún mejor representado, ya que a partir de la información recibida, hecha des-de la honestidad, siguiendo los criterios deontológicos de nuestra profesión, si quiere emitir su voto lo hará con mucho más conocimiento de causa. Pero, desgraciadamente, hoy en día en general el periodismo no hace esta función. Hay excepciones.

El empoderamiento ciudadano tendría que disponer, entre otras cosas, de una herramienta como es la revocación de los mandatos dadas ciertas condicio-nes. Hablo de referendos revocatorios. Herramientas como esta nos aportarían más calidad a nuestra democracia.

Así pues, hacer taquigrafía constituye un desistimiento de funciones.Es hacer mal periodismo. Hay muchas definiciones del periodismo. Este es un oficio que incorpora una determinada forma de mirar los hechos: hago lo que sea para entenderlos, los interpreto, y lo explico. Ver, entender y explicar. En el proceso de mirar y de entender tiene que haber siempre una intención. El

Entrevistas 57

periodismo debe tener intención. Por lo tanto, el periodismo debe ser inten-cional. Pero ahora hacemos taquigrafía. No nos preguntamos. Reproducimos sin analizar.

Configuras la figura del periodismo como cuarto poder social. Pero el papel de watchdog solo se puede ejercer desde la independencia profesional. ¿Cómo pueden los medios de comunicación, y los periodistas específicamente, ejercer esta independencia en una situación de crisis e incertidumbre laboral profunda? Seré pesimista. Los medios de comunicación están sufriendo una crisis pro-funda, muy considerable. Lo que se tiene que preguntar uno es: ¿por qué una persona con dinero invierte en un medio informativo? ¿Qué quiere, dinero o influencia? Son preguntas que se hace la gente, y que les alejan de los medios de comunicación tradicionales. Paralelamente, han salido otras iniciativas que tienen la atención de una parte de la población que busca otro tipo de perio-dismo.

Si queremos dignificar otra vez el periodismo, tenemos que ser conscientes que queda mucho camino por recorrer alrededor de conceptos como el que te he dicho, de periodismo intencional, o de aquella frase de un director del Washington Post que decía: «Irrita a los de arriba y abraza a los de abajo.» Es una buena filosofía que los periodistas deberíamos tener presente. Ya sé que está muy bien decirlo pero que no es tan fácil de aplicar. Entiendo a los compa-ñeros de una redacción que, escribiendo de algunos temas, se encuentran con las presiones y censuras del día a día. Hay periodistas que han sufrido mucho en sus carnes intentando ejercer la independencia. Mucha gente se ha visto apartada del trabajo, o incluso despedida, por el hecho de ejercer su oficio como se tiene que ejercer, con independencia.

Este cambio necesita difusión, unos agentes que lo comuniquen, pero parece que los intermediarios clásicos, los medios de comunicación, han dimitido de esta tarea.Es un problema. Las propuestas ciudadanas no pueden estar presentes en los medios si no tienes previamente una cierta notoriedad. Pero hoy es menos difícil que ayer, porque tienes las redes sociales, los blogs personales, herra-mientas que permiten la comunicación directa. También son instrumentos que utilizan los periodistas para encontrar informaciones y protagonistas de los que de otra forma no se enterarían.

Es verdad que las redes sociales modifican la comunicación. Las redes socia-les hoy son muy importantes y están mejorando la democracia. Pero, a la vez, en muchas ocasiones no sabes con quien estás estableciendo la conversación debido al anonimato. Esto conforma un nuevo escenario donde tienes que estar muy atento, con las debidas precauciones.

La comunicación y la regeneración democrática y política58

Propones transformar desde el ámbito digital, pero la mitad de la población aún no es digital. Se tiene que combinar. Para votar puedes utilizar todas las tecnologías al alcan-ce, pero también se tiene que utilizar la urna clásica. Tendremos que combinar el uso de los nuevos canales de comunicación con los viejos. Paralelamente, los gobiernos tienen que potenciar el acceso a Internet, la conexión de alta ve-locidad, y su uso; en resumen, digitalizar al máximo la sociedad. Hoy no tiene sentido ir por Barcelona y no poderte conectar por Wi-Fi de manera gratuita, aunque nunca es gratis total porque alguien lo paga, en este caso los barcelo-neses con sus impuestos.

¿Tienes algún tipo de programa, de decálogo, de cómo corregir desde los medios de comunicación la deriva de la democracia representativa hacia la oligarquía?A pesar de que yo no creo que se pueda hacer periodismo sin intención, no soy un activista. Por lo tanto, no puedo hacer «llamamientos a». Puedo escribir un libro diciendo lo que me parece, mi opinión, pero cuando hago el programa no puedo decir lo mismo que digo en el libro, y menos en un medio público. Pero lo que sí que puedo hacer es fiscalizar el funcionamiento de la democracia actual, hacer evidente cada vez a más personas que esto necesita un cambio sin decirlo explícitamente.

En la medida en que el periodista tome conciencia de la sociedad en la que vive y entienda que el periodismo debe tener una intención, el periodismo nos llevará hacia esta sociedad. En la medida en que el periodista fiscaliza está ayudando en positivo a regenerar el sistema. Si no lo haces, lo que haces es ayudar a su corrupción. ¿El periodismo practicado hasta hoy tiene alguna responsabilidad en los altos niveles de corrupción que tiene nuestro país? Es obvio que la respuesta es sí. Los conocemos con nombres y apellidos.

Entrevistas 59

Jordi García Tabernero«HAN CAMBIADO LOS AGENTES CAPACES

DE DEFINIR LA AGENDA SETTING»

JORDI GARCÍA TABERNERO (Barcelona, 1964) es licenciado en Ciencias

de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, y PADE

por el IESE. También ha cursado el programa de comunicación empre-

sarial de IESE-Universidad de Navarra en Madrid, así como el máster de

desarrollo directivo en la administración pública de ESADE.

Es el director general de comunicación y gabinete de presidencia

del Grupo Gas Natural Fenosa. También ostenta el cargo de presidente

del comité de comunicación de la Asociación Española de la Industria

del Gas (Sedigas) y la presidencia de la Asociación de Directivos de la

Comunicación de Cataluña (Dircom-Cataluña).

Ha ejercido diferentes responsabilidades tanto en la Administración

pública (autonómica y municipal) como en varios medios de comuni-

cación.

¿Cómo ves desde tu óptica la comunicación que se hace hoy en día en el ám-bito político? Como practitioner entiendo la comunicación como una herramienta estratégica en la gestión de cualquier ámbito o campo de actuación. Si hablamos de co-municación corporativa estamos diciendo que está al servicio de los objetivos empresariales. Si hablamos de comunicación institucional, estaría al servicio de los objetivos de la institución. Siempre diferencio entre la comunicación institu-cional y la política. Esta última se pone al servicio de unos objetivos políticos. Además, diferencio claramente el nivel conceptual de la comunicación del ope-rativo. Tiene que quedar claro que hay dos niveles: uno corresponde al diseño de la estrategia para que esté trabajando por los objetivos, y otro es como se ejecuta la estrategia.

Dicho esto, en los últimos años la gestión de la comunicación se ha hecho mucho más compleja en todos los ámbitos, porque hemos entrado en un nuevo universo, el de las nuevas tecnologías, habitualmente conocido como 2.0, que ha roto el paradigma tradicional de la comunicación, de emisor-canal-receptor. Dentro de este cambio de paradigma, las nuevas tecnologías han cambiado la

La comunicación y la regeneración democrática y política60

manera de hacer la agenda setting política. Y también han cambiado la manera en la que los políticos se relacionan con los ciudadanos/votantes.

En este nuevo paradigma, el papel que tradicionalmente tenían los medios de comunicación en el mundo analógico es diferente. ¿Crees que hay una debili-dad de los intermediarios clásicos?Sin duda. Ya no son los únicos que fijan la agenda setting política. En términos de canales, los nuevos agentes que intervienen son los nuevos medios digitales y, sobre todo, las redes sociales, que se han convertido en unos nuevos interme-diarios. Por parte de los políticos solo se han entendido desde un punto de vista táctico, y no como la aceptación de que la realidad comunicativa ha cambiado y que, por lo tanto, deben afrontarlo desde un punto de vista más estratégico. Por lo tanto, no se está haciendo bien. O por desconocimiento, o por falta de análisis. El mundo digital varía día a día y constantemente se están incorporando innovaciones, y por lo tanto no se puede prever todo lo que pasa en las redes.

Pero es que, además, debemos tener en cuenta que antes la marca se podía gestionar mediante los canales clásicos (radio, prensa y televisión) y podías ser proactivo. Ahora, la marca está en manos de los consumidores, que son los que están liderando los movimientos en las redes sociales. Por lo tanto, también hay una pérdida de poder del emisor respecto a su mensaje y del propietario de la marca respecto a su marca. Se produce una cierta democratización de la agenda política. Igual que hay ejemplos de esto en el ámbito de la empresa, donde se producen verdaderas crisis a través de las redes sociales sobre deter-minadas marcas o productos, también en el ámbito político se pueden generar crisis políticas y democráticas vía redes sociales. El ejemplo lo tenemos en la primavera árabe, donde los descontentos con la falta de democracia fueron capaces de movilizar a la gente internamente a la vez que el problema afloraba a la escena internacional. Es un nuevo paradigma. Han cambiado los agentes capaces de definir la agenda setting en comparación con tiempos anteriores.

Hay cambios clarísimos también desde el punto de vista de los actores/emi-sores de los mensajes. ¿Cómo se afronta el nuevo escenario?Las redes sociales no dejan de ser plataformas tecnológicas al servicio de la socie-dad. Son determinados ciudadanos los que interactúan dentro de dichas redes, sacándoles un determinado rendimiento que, como consecuencia, produce crisis.

Las diferencias entre los canales tradicionales y los nuevos son muchas. An-tes eran canales unilaterales, y pocos tenían acceso a un gran público. El acceso estaba restringido a los grupos de poder, políticos y poca cosa más, con unos intermediarios que facilitaban a otros grupos la interlocución y la traslación de lo que decían a los lenguajes del medio de comunicación. Este modelo tenía un constreñimiento temporal.

Entrevistas 61

Las nuevas plataformas son universales e instantáneas, al alcance de todo el mundo, con mecánicas de formación de opinión totalmente nuevas. Ya te-nemos, desde el punto de vista de la comunicación política, unas condiciones totalmente diferentes. De pocos medios hemos pasado a muchísimos. De pocos con mucha audiencia a muchos con gran audiencia. De pocos usuarios con ca-pacidad para acceder a ellos a una comunicación de todo el mundo hacia todo el mundo. La capacidad de influencia de los medios también ha cambiado. Tra-dicionalmente tenían una capacidad muy focalizada, territorialmente hablando. Podías escoger la capa de público a la cual querías dirigirte. Ahora, cualquier medio digital o cualquier red social puede llegar a cualquier parte del mundo.

El nuevo modelo ha democratizado el acceso a la emisión de mensajes. Esto tendría que producir un movimiento contrario a la desafección política, pero no parece que haya una relación directa. En las redes se produce en muchas ocasiones un diálogo de besugos, como los que leíamos en el TBO cuando éramos jóvenes. Esto está pasando. Los políticos no escuchan a la ciudadanía y viceversa. Es un proceso de sordera bidireccional. Es muy complicado. ¿Cómo determinas que una opinión de un político es relevante o no, o al revés? O, incluso, ¿cómo determinas si una infor-mación que circula por la red es veraz o no? Es como si comenzáramos a jugar un partido y todos fuéramos detrás el balón pero nadie nos hubiera explicado aún las reglas de juego.

Es verdad, pero en el mundo entero la situación no es muy diferente.En efecto, es muy similar. Hablando de los EE.UU., una democracia avanzada, en las últimas elecciones presidenciales el señor Obama fue víctima de la in-toxicación en las redes. Se cuestionó su nacionalidad americana. En cambio, en las primeras elecciones Obama fue uno de los primeros políticos que utilizó de manera inteligente las redes sociales para captar votos y adeptos. Fue capaz de utilizar las dos palabras mágicas del marketing: segmentar y posicionar. Es un claro ejemplo del hecho de que aún no conocemos bastante bien las reglas de las redes sociales.

¿Este nuevo modelo de comunicación directa lleva a un nuevo modelo de re-presentación política?No me dedico tanto a este tema para profundizar en ello, pero lo que sí te puedo decir es que las instituciones deben ser más próximas a los ciudadanos y tienen que rendir cuentas de forma transparente y continuada. Tenemos que aceptar que los que se dedican a la cosa pública han de ser conscientes de que la «cosa» es «pública». Es decir, que tiene que ser público todo aquello que hagan. En este sentido, todos estos escándalos que se están produciendo en algunos

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gobiernos, de financiación de partidos y de malversación de fondos públicos, han hecho que el ciudadano sea más crítico con el sistema porque le ha fallado. Por lo tanto, se cuestiona todo el modelo de control. Hay un nivel de descrédito de las instituciones y los políticos en general. Obviamente, la gran mayoría no están implicados, pero la imagen pública que tienen es pobre, venida a menos y francamente mejorable. Las instituciones democráticas tendrían que hacer una reflexión que pasa por ser más transparentes, tener más contacto con el ciudadano, dar más información de lo que están haciendo y rendir cuentas de forma continuada, porque, a fin de cuentas, están trabajando con dinero público. Las instituciones tienen que ser casas de cristal.

El escenario de degeneración no solo ha sucedido en la política.Claro, también en el mundo de la empresa. En el caso de las grandes corporacio-nes, a raíz del caso Enron y posteriormente, estas entendieron que o cambiaban o estaban destinadas a sufrir y desaparecer en el medio y largo plazo.

¿Planteas una cesión de poder de los actores políticos hacia los ciudadanos?No, al contrario. Los representantes políticos deben tener todo el poder, en-tendido como la capacidad de acción que les da haberse presentado a unas elecciones y tener la legitimidad para gobernar. Nosotros lo que tenemos, como ciudadanos, es todo el derecho a pedir explicaciones por el trabajo que están haciendo, pero no les tenemos que decir qué trabajo deben hacer, ni estar fiscalizándoles las veinticuatro horas. Hemos de poder saber de forma trans-parente cómo se están utilizando los recursos públicos. No hay suficiente con dar explicaciones cada cuatro años; la explicación tiene que ser todos los días. Pero esto no quiere decir que tengamos que decirles a los políticos cómo actuar en cada momento. Es inviable. La democracia directa, que sobre el papel puede ser una gran cosa, el colmo de la democracia, puede llegar a hacer inviable la gobernación. Puede llevar a la inacción.

Este planteamiento que apuntas se acomoda más al concepto de democracia líquida.¿Ah, sí? No lo sabía. En publicidad hay un concepto que no sale en la RAE, que es «licuidad», que se refiere a una campaña que es capaz de funcionar en cualquier canal de comunicación y que representa los valores comerciales corporativos igual de bien en todos los canales. Es la capacidad de incidir en el mensaje de forma continuada en todos los canales. Quizás los políticos deban ser líquidos.

¿El modelo que planteas aceptaría consultas periódicas?Sí, siempre se puede hacer, pero me imagino una cosa parecido a lo que hace

Entrevistas 63

una empresa con los muchos accionistas a quien debe rendir cuentas periódi-camente, sobre todo las cotizadas en mercados de valores.

En este contexto, ¿el papel de los medios de comunicación debe ser el de watchdog?Uno de los papeles de los medios de comunicación, no solo de los tradiciona-les sino también de los digitales, es esta tarea de escrutinio constante de los poderes públicos, pero los poderes públicos deben tener sus formas de con-trol. Los ciudadanos hemos de poder tener este acceso a la información y no esperar que lo ejerzan los medios. Los medios están para muchas más cosas. La democracia debe tener sus propios instrumentos de control y supervisión.

Otra crítica que se hace al sistema democrático representativo actual es la forma de seleccionar a los candidatos a ser representantes de los ciudadanos. Soy partidario totalmente de las listas abiertas, porque posibilitan la elección de aquellas personas que consideras más adecuadas. En muchos países ya funcionan. Es un sistema probado, no estamos haciendo ningún invento. Sería más democrático y daría más legitimidad a las personas escogidas. Me gustaría que nos acercáramos a este modelo.

¿Hasta llegar a apostar por un sistema de representación mayoritario?No. El sistema proporcional ya me parece bastante correcto. No es necesario cambiarlo.

¿Crees que, en general, la clase política es suficientemente consciente del cambio que se está produciendo en relación con los medios de comunicación?Si los políticos no entienden que los medios de comunicación digitales funcio-nan de otra manera no llegarán a conectar nunca con el público. El escrutinio del que hemos hablado antes se podría cumplir a través de estos medios.

¿La falta de comprensión del nuevo escenario es quizás una cuestión de la edad de las cúpulas de los partidos?Evidentemente. No es lo mismo lo que puede hacer un nativo digital que yo mismo. No por falta de capacidad técnica, porque si quieres eres capaz de ha-cerlo, sino por costumbre, por el hecho de aprovechar todas las posibilidades.

¿Tenemos que esperar entonces que los nativos digitales estén al frente de las organizaciones políticas para ver cambios en la cultura democrática de los partidos y de su comunicación?No lo sé. Creo que la comunicación política dentro de quince años será un mix de mítines, de gestión de canales tradicionales y de gestión de canales digita-

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les, y que el peso respecto a lo que se hace hoy en día cambiará, y que se dará mucho más al ámbito digital.

¿Consideras que los nativos digitales disponen de unos valores diferenciales en comparación con los inmigrantes digitales? No creo que sea una cuestión de personas. Es un tema de fondo. No por cambiar las formas cambiarás el fondo. No porque un político sea nativo digital tiene que ser mejor necesariamente. Puede haber una cierta relación en el conocimiento/desconocimiento de las tecnologías 2.0, pero no en el caso de la transparencia, por ejemplo. El tema es más profundo. El político tiene que saber que está al servicio del ciudadano, no la política a su servicio. Aquí en muchas ocasiones las estructuras de los partidos se han bunkerizado, cuando en realidad tenían que ir a buscar el bien común, y ha habido un antagonismo entre el bien público y el bien del partido político: hemos visto cómo en ocasiones el partido escoge una opción de actuación pública que en lugar de beneficiar a la colectividad la perjudica. En ocasiones tienes la sensación de que hay formaciones políticas que en lugar de trabajar por los ciudadanos trabajan para perpetuarse en el poder.

Es un tipo de corruptela de la función social de la política. Deberíamos tener claro que la mayor parte de la clase política es honesta, que intenta hacer su función con una orientación muy clara hacia el bien común. Pero, como en todos los colectivos, hay gente que actúa de manera deshonesta.

Pero la percepción es otra. En el Barómetro del CIS salen como segundo y tercer problemas en importancia la corrupción y los partidos políticos. Sí, pero ¿por qué sale la cuestión en esta posición? Por la alta visibilidad de la política. Es verdad que estos hechos ocupan mucho espacio informativo, pero no son representativos de la globalidad de la acción política. Lo primero de lo que debemos ser capaces es de no hacer el caldo gordo ni leña del árbol caído todos los días sobre este tipo de hechos. Cuando se detecta un caso de deshonestidad, lo que se debe hacer es llevarlo al juzgado de guardia, hacerle un tratamiento judicial y aplicar la ley de manera inmediata.

¿Y cómo se puede cambiar esta situación?El ciudadano debe tomar conciencia que él es el accionista de este sistema democrático. Tiene instrumentos –creo que suficientes, pero pueden ser más– para pedir explicaciones de forma continuada a las administraciones y las orga-nizaciones políticas. En la medida en que el ciudadano se vuelva más exigente y consciente de sus derechos, más transparencia conseguirá. El proceso electoral tendría que servir para estas cosas. Ahora se está rompiendo la uniformidad de voto. Antes había dos grandes partidos nacionales, y ahora vemos una frag-

Entrevistas 65

mentación cada vez más grande del voto popular. En el Parlamento de Cataluña esta evolución se ve perfectamente.

Además, hay otro fenómeno: el resurgimiento de los movimientos sociales, que están buscando la grieta por donde filtrarse y hacer aflorar su posiciona-miento social, ya que no se sienten representados por los partidos tradiciona-les. Estas opciones se asocian más con la gente nativa digital, que utiliza con profusión las herramientas de comunicación digital.

En esta línea hay propuestas que piden, en estos casos, que el político afec-tado tenga que cesar en sus funciones en la gestión pública de manera inme-diata. ¿Cómo lo ves?Creo que la clase política es necesaria para dirigir la sociedad y que trabajando de manera transparente se reconduciría la confianza. Por lo tanto, si se descu-bre un caso el político afectado tiene que cesar inmediatamente, pero a la vez hemos de aplicar el principio de la presunción de inocencia, si no se lo atrapa in fraganti. Preventivamente tendría que abandonar sus responsabilidades pú-blicas para no hacer daño al colectivo político, a su organización y a él mismo. Si no se hace así, se produce un descrédito social de la persona y de la orga-nización. La política, los políticos, tienen un plus, y deben dar ejemplo, deben ejemplarizar con su comportamiento, potenciando una serie de valores de cara a la sociedad. En el caso de los políticos se tiene que cumplir el axioma que la mujer del César, además de ser honesta, tiene que parecerlo. Usted, además de ser honesto, lo tiene que parecer. Si lo es pero no lo parece, retírese del foco público. Todo el mundo lo entenderá. Y si sale limpio, se podrá reincorporar a la vida pública.

Pero un político vive mucho de su imagen pública. Una imputación le causa un grave perjuicio a su carrera. ¿Cómo vuelve, después?Es verdad que hoy en día una imputación, para muchos medios de comunica-ción, es sinónimo de culpabilidad. Debería haber algún mecanismo que garan-tizara los derechos fundamentales de esta persona encausada que se retira para que tanto la opinión pública como la publicada no se encarnizaran con él. Hemos de pensar que desprestigiar sin ton ni son la clase política en general es como dispararte un tiro al pie. Apartándose, que sepan que su reputación estará protegida. ¿Cómo lo garantizas ante los medios de comunicación? Hasta que no se encuentre este mecanismo se sentirán en la obligación de permane-cer en la palestra para velar por su reputación. Es complicado, pero tendríamos que apostar por reglas claras y sencillas, salir del ámbito de las medias tintas y ser más honestos.

Entrevistas 67

Jaume Giró«SI NO SE HACE BIEN EL TRABAJO DEBE

PEDIRSE DISCULPAS, RECTIFICAR E INTENTAR HACERLO BIEN»

JAUME GIRÓ RIBAS (Badalona, 1964) es licenciado en Ciencias de la

Comunicación por la Universidad de Navarra y graduado en Adminis-

tración y Dirección de Empresas por ESADE.

El mes de marzo de 2009 se incorporó a La Caixa como director

ejecutivo, con responsabilidad sobre las áreas de Comunicación, Rela-

ciones Institucionales, Marca y Responsabilidad Social Corporativa del

grupo. También es director general adjunto de Caixabank y de la Funda-

ción, y miembro de sus comités de dirección. Actualmente es director

general de la Fundació La Caixa i director de comunicación de Criteria.

Antes de incorporarse a esta entidad, había sido director general de

Comunicación y Gabinete de Presidencia en Repsol YPF, presidente de

Petrocat, consejero de Petronor, director de Relaciones Externas de Gas

Natural y jefe de Comunicación de Catalana de Gas, así como miembro

del comité de dirección tanto de Repsol YPF como de Gas Natural.

También es vicepresidente de Dircom, miembro de la Junta Directiva

de la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País (SEBAP) y

presidente de la comisión Barcelona Tribuna, un foro de debate.

La desafección de los ciudadanos en relación con la política continúa crecien-do. ¿Cómo podemos cambiar ese escenario y recuperar a los desencantados?De alguna forma, se puede decir que los ciudadanos son clientes respecto a las administraciones. Pues bien, hoy estos ciudadanos son unos clientes de-cepcionados y con una gran falta de confianza. En el conjunto de España, las principales instituciones están tocadas por esta desconfianza, que se ha exten-dido como una mancha de aceite. Cuando un cliente tiene una mala experiencia está demostrado que lo explica a una media de doce personas. Evidentemente, una de las razones es la crisis económica, pero no es el único factor ni el más determinante. La causa más relevante es que no se han hecho suficientemente bien las cosas. Como consecuencia, hay un estado de profunda decepción, como hacía muchos años que no se daba, y una desconfianza con relación a instituciones clave: con la clase política en general, con la justicia o con las cámaras de representación legislativa, que a menudo hacen leyes que no son

La comunicación y la regeneración democrática y política68

entendidas por los ciudadanos o de las que los ciudadanos no ven la necesidad. Incluso otras instituciones, como los propios bancos y las empresas, también sufrimos esta pérdida de confianza.

¿Y esto por qué sucede?Algunas personas pueden pensar que esto pasa por culpa de los medios de co-municación. No lo comparto. Los medios de comunicación se limitan a explicar los hechos, con más o menos acierto, con más o menos objetividad y con más o menos calidad técnica e informativa. Y, por supuesto, con todas las limitaciones que tienen los medios debido a la crisis de su propio sector, que es una triple crisis de ingresos, tecnológica y de modelo de negocio.

En realidad, pues, no sé si hay culpas o culpables, pero en todo caso no son los medios de comunicación. Las cosas no se han hecho lo suficientemente bien, y por lo tanto la primera cosa es hacer bien el trabajo. Si no se hace bien, se tienen que pedir disculpas al ciudadano-cliente, rectificar e intentar hacerlo bien. Y, solo entonces, explicarlo lo mejor posible.

¿Estás, pues, apuntando a una falta de calidad en la gestión política?Creo que en los últimos diez años se han cometido fallos por parte de muchos agentes, no solo de algunos políticos, en cuanto al diagnóstico de la situación que se vivía y también al grado de exigencia a la hora de hacer bien las cosas. Y el ciudadano ahora está reaccionando, dando su respuesta y penalizando cier-tos comportamientos. Dicho esto, no podemos caer en una crítica generalizada e indiscriminada de la clase política. Debe reivindicarse el necesario papel que tienen los políticos en la sociedad. La inmensa mayoría de las personas que se dedican a la política lo hacen de manera honesta, y dedican muchas horas y sacrificios personales al servicio de su ciudad o de su país.

¿Es una pérdida de determinados valores?Tengo una teoría muy personal sobre esta cuestión. La exuberancia económica vivida en el pasado de manera muy generalizada en España, con todo el boom de la construcción, que a la vez generó mucha actividad económica y mucho consumismo, con tipos de interés muy bajos y créditos para todo el mundo, hizo entrar a mucha gente en una especie de espejismo. Un espejismo que les hizo perder los valores del esfuerzo, del trabajo, de la perseverancia, del sacrificio y del ahorro.

A finales de los sesenta se creó la clase media, que subió con unos valores que desaparecieron al inicio del siglo xxi. Comenzó entonces una época donde el consumismo y el hecho de gastar más de lo que se tenía se convirtió en el eje del comportamiento social. Esto comportó la pérdida de unos valores que habían sido clave para una sociedad que, sin ser una región rica en el entorno

Entrevistas 69

europeo, sí que éramos aquella familia trabajadora que solo gasta lo necesa-rio y que de vez en cuando puede permitirse un lujo o un capricho porque ha hecho un rinconcito.

Estos valores se pierden debido al dinero fácil. Todos recordamos como mu-chos jóvenes dejaron los estudios porque podían ganar dinero de manera rápi-da, un fenómeno similar a lo que se había producido años atrás en la comarca de El Penedès, donde los jóvenes dejaron los estudios para ir a trabajar en la industria vitivinícola. Sin una formación sólida, cuando viene un ciclo malo es-tos jóvenes se quedan fuera. Pero es que si no hay ciclo malo tampoco llegan a prosperar nunca, continúan cobrando el mismo sueldo toda la vida, porque no tienen una formación potente que les ayude a progresar, a tener una polivalen-cia profesional y una flexibilidad que les permita ir creciendo profesionalmente.

En definitiva, se pierden los valores del trabajo y de vivir de acuerdo con las propias posibilidades y la realidad económica. Cuando se baja la guar-dia de los principios morales básicos de la persona es cuando se cometen errores en todos los ámbitos, también en la política, en el ámbito de la justicia, de las grandes empresas y de la banca. Esto es lo que ha pasado en los últimos años.

En la segunda década del siglo xxi los jóvenes preparados se están yendo del país. ¿Cómo enderezamos esta situación desde el ámbito de la comunicación?Somos una sociedad que está sufriendo un terremoto muy fuerte. Los jóvenes preparados que llegan estos años al mercado laboral y no encuentran trabajo se van fuera, pero cuando comience el ciclo de recuperación económica, que yo veo a partir de 2015, una buena parte volverán y encontrarán puestos de trabajo en el país. Los medios de comunicación lo tienen que ir explicando y ayudar así a mejorar la confianza general.

Los ajustes antes se hacían con devaluaciones de la divisa y ahora los te-nemos que hacer reduciendo los salarios y el resto de costes de producción. España se ha ido empobreciendo como país y aún nos queda un año o un año y medio para acabar de estar donde estábamos antes de la burbuja.

¿Lo consideras positivo?No desde el punto de vista que sea deseable, pero es evidente que los univer-sitarios tienen que salir fuera. La gente joven tiene que viajar y conocer mundo. No tendría que ser por necesidad, por obligación, pero es positivo que si aquí no hay nada hagan algo, como irse a otros países. Lo que es muy negativo es que una persona joven se quede en su casa mirando la televisión o se desespere porque no encuentra trabajo. Saliendo al exterior cogen experiencia, y estoy convencido que muchos de ellos volverán.

La comunicación y la regeneración democrática y política70

Para conseguir que este capital humano vuelva al país, ¿qué tenemos que cambiar?Los diferentes gobiernos tendrían que poner todas las condiciones para que este talento joven pueda volver. Para ello la economía ha de funcionar y tener un modelo de desarrollo que se acople a la realidad social del país. Tenemos que ser muy conscientes de lo que es Cataluña, de lo que es España, y no querer imponer modelos para los cuales o no tenemos condiciones o llegamos tarde. Tenemos que ser una economía competitiva, pero de acuerdo con la posición geopolítica y geoestratégica que tenemos en estos momentos. Y no aspirar a ser cosas para las cuales el tren ya ha pasado.

¿Cuáles serían los sectores de actividad a potenciar en Cataluña?Aquellos en los que somos fuertes. Aquellos en los que tenemos una ventaja competitiva y en los cuales estamos experimentando un crecimiento y un éxito respecto al resto de España o de Europa. En Cataluña tenemos una sanidad abanderada y una relevante y destacada industria farmacéutica, editorial, de producción audiovisual, dos de los cinco principales bancos del Estado, dos de las diez escuelas de negocios más reconocidas de Europa, y un potente y envidiable sector turístico y de servicios. Podemos ser muchas cosas. Lo que no podemos ser es Silicon Valley.

Cambiando de tema, la corrupción en nuestro país es un fenómeno recurrente a lo largo del tiempo. ¿Qué hay que hacer para erradicar esta perversión?La corrupción crea un ambiente de una enorme desconfianza social, es disua-soria de la iniciativa y la creatividad, y genera desigualdad de oportunidades. Y, al final, la base de cualquier sistema democrático es la igualdad de opor-tunidades, independientemente del lugar de origen, del género o del nivel de renta. La corrupción promueve el abuso de poder y se carga la posibilidad que tienen las personas de promocionar en función del talento.

¿Cómo ves en el contexto actual el papel de los medios de comunicación? Estamos acabando de salir de una fuerte crisis económica que ha generado una grave crisis social que ha potenciado los movimientos antisistema, los llamados indignados, que están muy descontentos y tienen una alta desconfianza sobre el papel de las instituciones. A esto se tiene que añadir una grave crisis dentro de los medios de comunicación, que han aguantado una fuerte reducción de los ingresos publicitarios. También hay una fuerte reducción de las ventas en el quiosco. Pero no debe olvidarse que este sector tiene otra crisis encima: su modelo de negocio, que se tiene que renovar. La revolución tecnológica está afectando especialmente la prensa de papel, el modelo básico de credibilidad, fuerza e influencia en el que se basaban los medios.

Entrevistas 71

¿No hay un cierto reduccionismo en el hecho de centrarlo en el papel, dado que los medios de pago son una parte muy reducida de los medios de comu-nicación?Para mí la prensa de papel es un pilar esencial de los medios de comunicación. Por una razón: aún hoy la credibilidad informativa más grande la ostenta la prensa escrita, y también la radio, un medio potentísimo que ha sobrevivido a todos los cambios de modelo. Es verdad que la televisión informa, y a todos nos gusta de vez en cuando consumirla, pero tiene un altísimo componente de entretenimiento. El espectáculo es prioritario por encima del rigor informativo. Un buen editorial difícilmente la encontrarás en la televisión.

¿Pero verdaderamente el pago será un elemento central del modelo de negocio de los medios de comunicación en el futuro? ¿No crees que las noticias se han convertido en una commodity y la gente se está acostumbrando, adquiriendo el hábito, de consumir estos elementos de forma gratuita? Es evidente, por eso apuntaba a la crisis del modelo de negocio. Forma parte de las consecuencias del terremoto económico que estamos viviendo. Este tsunami que he definido hace un momento está produciendo que incluso los universitarios, la gente más formada, no adquieran el hábito de leer un diario de papel porque han crecido en el mundo digital. Dudo que entre estas gene-raciones digitales triunfe el modelo de pago de las tablets, de los quioscos digitales. La cuestión no es llevar el diario a la tablet. Ellos se informan de otra manera. No necesitan ver una página a cinco columnas. Los diarios en las tabletas digitales creo que están pensados para los consumidores del papel de pago, que hace décadas que compramos diarios, que tenemos este hábito incorporado a nuestra forma de comportamiento. Si se quiere subsistir no se tiene que pensar en las generaciones más grandes, sino en los nuevos consu-midores. Las generaciones digitales se enteran de todo, incluso antes de que nosotros, pero se informan de otra manera. No siempre ni necesariamente van a un diario digital, sino que a menudo lo hacen mediante las redes sociales.

En este nuevo sistema, ¿dónde queda el papel de intermediación informativa de los medios de comunicación?Es un dilema. La gran diferencia que tiene esta nueva sociedad que comienza con el cambio de siglo es el crecimiento del poder en manos del ciudadano. Por primera vez, el ciudadano es consciente del su poder: no solo puede informarse directamente, sino que puede intervenir, formar parte del relato y, sobre todo, puede denunciar. Hasta hace poco, era muy difícil que tuviera acceso a los me-dios de comunicación tradicionales. Ahora un grupo de clientes, de ciudadanos, te pueden montar una auténtica crisis en las redes sociales. Y después, pasados unos días, saltan a los medios de comunicación más tradicionales. Podemos

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comprobar cómo, de manera frecuente, estos colectivos de gente enfadada también han accedido a la televisión para hacer sentir su voz.

En resumen, el ciudadano se empodera. El ciudadano-cliente toma concien-cia de su poder, y ahora, además, puede ejercerlo. Es una gran diferencia res-pecto al modelo anterior. Ha descubierto que puede interactuar directamente, más que nunca, en procesos políticos, y generar desgaste de la imagen de la política, o de una institución o empresa.

Lo que nos tenemos que preguntar es si este empoderamiento ciudadano llegará a condicionar verdaderamente la forma de selección de sus representados.Sin duda. Esto está pasando ya en estos momentos. Se impondrán las primarias, cada vez más, para escoger candidatos en los partidos políticos, los alcaldes ya escogidos no podrán hacer lo que quieran si la mayoría no está de acuerdo, y las empresas necesitarán el apoyo y la legitimidad de sus clientes, no solo de los accionistas. Los ciudadanos pueden denunciar prácticas incorrectas. ¿Por qué no hacerlo también de los candidatos a ser representante, antes de ser escogidos? Sin duda, son procesos en evolución y veremos cómo se van extendiendo.

La pérdida de la exclusividad en la intermediación informativa debilita a los medios de comunicación. ¿Dejarán de ser el cuarto poder y se convertirán en un actor menor en el proceso de reorganización social que se está produciendo? Estoy convencido que los medios siempre tendrán un rol muy importante. Lo que está verdaderamente en crisis es el papel, la prensa de papel y de pago. No tenemos que generalizarlo refiriéndonos a todos los medios. El único que está tocado y que tiene que repensarse bien y analizar cómo afronta el futuro es la prensa de papel y de pago. Porque yo veo cada mañana, a las 7.15 h, colas de gente para coger un diario gratuito.

A la gente le cuesta encontrar un valor diferencial que justifique el pago. Normalmente ya conoce las noticias antes de leer el diario, y este no le aporta un extra de valor como pasaba antes. Además, el nuevo sistema comunicativo que está surgiendo produce que el rigor y la opinión vayan a menos. Muchos de nosotros comprábamos el diario no solo por la información, sino por las páginas de opinión. Nos gustaba leer, por ejemplo, artículos que eran pura literatura, o un buen editorial de un diario de referencia. Había grandes artículos de gente plural y diversa que nos ayudaban a crearnos nuestro propio criterio. Ahora esto se está perdiendo. El mundo actual tiende mucho más a la urgencia y la inmediatez, prioriza ir rápido por encima de la reflexión. Y las urgencias no son nunca fuentes de conocimiento ni reflexión.

Entrevistas 73

Antoni Gutiérrez-Rubí«LA SOBERANÍA DELEGADA NO ES

AUTÓNOMA, TIENE QUE CONTRASTARSE PERMANENTEMENTE»

ANTONI GUTIÉRREZ-RUBÍ (Barcelona, 1960) es asesor de comunica-

ción, consultor político y profesor en másters de comunicación y cursos

de diferentes universidades.

Miembro de las principales asociaciones profesionales, como ADE-

CEC, EAPC, ACOP, ALICE, DIRCOM, desarrolla su trabajo en España y

en Latinoamérica.

Premio Victory Award al Blog del Año sobre Marketing Político a Im-

pacto Informativo 2013 (POLI Conference 2013). Premio Victory Award

al Blog Político del Año sobre Contenidos de Impacto en la Formación

Política 2012 (POLI Conference 2012).

Escribe habitualmente en diferentes medios, como El Periódico de

Cataluña, El País y el diario económico Cinco Días, además de colaborar

en otros medios en Latinoamérica. En sus artículos y libros reflexiona

sobre nueva política, comunicación y nuevas tendencias en el ámbito

social y empresarial.

También es autor de más de media docena de libros sobre la mate-

ria. El último es Otro modelo de partido es posible (2013).

Te he escuchado decir en muchas ocasiones que la regeneración de la política ha de venir de la mano del empoderamiento de la ciudadanía. ¿Pero solo desde este ámbito ves posible que se regenere la democracia? El deterioro de nuestra arquitectura institucional y democrática creo que tiene que ver con cinco grietas, cinco crisis a la vez. Una es la limitación que tiene la política formal para escoger a representantes y seleccionar a personal político. Esto se hace a través de los partidos políticos. Y algunos lo hacen con formatos democráticos abiertos, como son las primarias.

Los ciudadanos tienen la impresión de que la selección de personal político no es de las mejores. Cuando los ciudadanos perciben que entre sus represen-tantes no llegan los mejores, sino los más leales y los más comprometidos con una idea pero no los más capaces para la gestión de la cosa pública, se lesiona mucho la confianza.

La comunicación y la regeneración democrática y política74

¿Y la segunda que apuntabas?La segunda crisis tiene que ver con la comprensión de la realidad: entender los cambios y las nuevas dinámicas, la evolución de la sociedad, por parte de los políticos y las fuerzas políticas. Es difícil representar una sociedad que no en-tiendes, liderar una sociedad que no comprendes. Es difícil gestionar recursos públicos de una sociedad con la que no se interactúa suficientemente.

La tercera crisis se encuentra en la percepción ciudadana que la política no manda bastante. Durante la crisis financiera de 2008, una de las percepciones más fuertes de los ciudadanos era: ¿dónde está la política? Qué hacen nuestras instituciones, nuestros gobernantes, los representantes? ¿Cómo es posible?

La cuarta crisis se centra en torno de las propuestas. Cuando seguramente no entiendes suficientemente bien las cosas, tu poder es limitado, porque no te adaptas y haces unas propuestas inadecuadas, demasiado condicionadas por la coyuntura electoral, que llegan tarde, que no tienen visión estratégica...Y la quinta es la de la ejemplaridad de los representantes. Se pide a los políti-cos un nivel de ejemplaridad y coherencia formal y moral entre lo que piensan, dicen y hacen.

Ya veo que es sobre estos cinco pilares que basas la fuerza del empodera-miento ciudadano. En efecto. Son estas cinco crisis simultáneas las que hacen que la ciudadanía comience a pensar y sentir, con niveles muy desiguales, que hay que recuperar una parte de la soberanía delegada en los representantes y ejercerla, asumien-do más protagonismo y compromisos. La versión más dura sería el «no nos representan», y la más suave, el «tenemos que hacer algo tomando la palabra».

Es en este punto que el empoderamiento ciudadano coge fuerza con la re-cuperación del protagonismo, de las responsabilidades. Así, la iniciativa de las personas ocupa un lugar nuevo, diferente y emergente. Ante la crisis de la política formal, emerge la oportunidad de la política protagonizada por las mareas, las muchedumbres, la ciudadanía, una nueva formulación política que no atribuye a los partidos el único protagonismo ni la única intermediación.

La fuerza que dices que coge el empoderamiento, ¿producirá cambios de ma-nera rápida?Esta emergencia tiene que ver con la formulación de nuevos espacios políticos, de iniciativas políticas que se alejan de la marca «partido» y que configuran otros formatos de intervención política que no son los tradicionales.

Este empoderamiento lo que refleja es la demanda de un nuevo tipo de relación entre los ciudadanos y sus representantes políticos. Todo el mundo lo está entendiendo. Desde la política formal se está buscando la manera de revitalizar esta relación, y por parte de la ciudadanía hay muchas iniciativas

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de diálogo crítico, de vigilancia, de monitorización, de fiscalización. Todo esto hace cambiar las reglas del juego.

Desde Maquiavelo, la política se había otorgado dos grandes poderes, el control del tiempo y el control de la información: «Te diré lo que quiero y cuan-do yo quiero. Y lo hago por tu bienestar.» Hoy en día, este planteamiento es insostenible. «Si haces algo, tengo derecho a saberlo. Y quiero saberlo todo.»

Este dibujo no es exclusivo de nuestro escenario local; también es propio de otros territorios y de diferentes momentos. ¿Hay experiencias de evolución diferenciales que sean interesantes y que podríamos importar? Lo que no creo que haya es un único modelo. No existe. Hay muy buenas prác-ticas en todo el planeta que intentan repensar, rehacer, el modelo tradicional de la democracia representativa. Además, la tecnología tendrá un papel clave. El móvil, por ejemplo, es un instrumento poderosísimo. Será muy difícil que la política que fracase en la pequeña pantalla de proximidad (porque no comu-nica bien, porque no interactúa, porque no tiene iniciativas de acción política digital...) pueda triunfar en las urnas.

Algunas experiencias que podemos tener en cuenta, salvando las diferencias ideológicas y culturales, las podemos ver, por ejemplo, en determinadas formas de construcción del debate político que se están desarrollando en Ecuador, volviendo al viejo concepto de que política y debate son inseparables, lo cual significa promover constantemente interacciones personales (asambleas, reu-niones...). Otra referencia serían las primarias que han hecho los Verdes euro-peos para escoger su cabeza de lista, con un proceso digital donde se prioriza mucho el debate y la interacción con los ciudadanos.

Todos estos escenarios estarían enmarcados en el sistema de democracia representativa. ¿Te planteas otros caminos, como la democracia directa o la deliberativa?Desde los escenarios formales, pero nuevos, se puede ir avanzando hacia otros procesos como las iniciativas de democracia líquida, de democracia por tramos, donde mi voto no te lo entrego de manera total hasta el final de la legislatura, sino que te lo voy entregando en función de lo que yo puedo necesitar en cada momento y de lo que estoy dispuesto a hacer, y sobre lo que no sé te dejo ir haciendo, pero no siempre. Por ejemplo, el diputado valenciano Joan Baldo-ví, de Compromís-Equo, desarrolló una iniciativa muy interesante, poniendo a debate, consultando con los electores que quisieron participar algunas de sus iniciativas parlamentarias. Fue una experiencia muy interesante en torno de este concepto de democracia líquida.

En todas partes se está produciendo esta fuerte vinculación entre política y debate, entre política y deliberación conjunta, y la necesidad que el represen-tante legítimo ratifique la confianza delegada inicialmente. Esta persona no

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puede actuar y representar a la gente que lo ha votado a lo largo del periodo electoral sin nuevos compromisos: «Me has escogido, sí, pero para cada tema te vuelvo a consultar, para conocer tu posicionamiento en cada momento.»

¿En esta línea estaría también el proceso revocatorio, el recall election, im-plantado en algunos países anglosajones?En efecto. Este tipo de cosas. La corriente de fondo se centra en: «Si soy un representante político, tengo que apostar por más discusión abierta y más diálogo con los electores.» Y, en segundo lugar: la soberanía delegada no es una soberanía autónoma: «La tengo que contrastar permanentemente.»

En resumen, mantenemos la democracia representativa pero añadiendo ele-mentos como la democracia líquida, procesos revocatorios, consultas... El re-presentante tiene que pensar y creerse el lema «me tienes que ir aprobando a lo largo del periodo de mi mandato lo que voy haciendo». En efecto, sería esto. Con diálogo permanente, con oficinas parlamentarias transparentes...

¿Cómo se comunica el representante con sus representados en este nuevo escenario que dibujas?Yo doy una gran importancia al factor tecnológico. Los intermediarios continúan siendo necesarios. Los medios de comunicación cumplen una doble función social: preguntar lo que no quiere ser explicado, y, segundo, dar marcos de interpretación. Pero sin renunciar a todo esto ni menospreciarlo, la verdad es que hay una nueva oportunidad para favorecer la relación directa, el diálogo directo, que, además, puede ser de mucha calidad.

¿Nos desgranas los elementos más importantes de esta comunicación directa?Un elemento que para mí es central es todo lo que está alrededor de la agenda pública. Si tú eres mi representante quiero saber lo que haces, con quién te reúnes, en qué estás trabajando. Se tiene que poner a disposición de todo el mundo la agenda pública del representante mediante alguna plataforma tecno-lógica. Tengo derecho a saber qué haces, con quién y cuándo. El viejo axioma de «contigo pero sin ti», esto no. Esto se ha acabado.

Otro que me parece vital: ser representante no te dota especialmente de un conocimiento completo. Te da la legitimidad democrática, pero no el conocimien-to. Por lo tanto, la mayor parte de las cosas que tendrás que hacer, las tendrás que preguntar, consultar o pedir a aquellos que saben. De esta manera puedes formarte un criterio político propio. Se trata de cómo hacer de este proceso de escucha, de investigación, un proceso de conocimiento político compartido.

Y tercer elemento: ahí donde sea posible, apostar por la democracia reforza-da. Quiero decir hacer consultas, debates, discusiones abiertas... En el fondo, se trata de pedir validaciones y contrastes al electorado.

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En resumen, tres elementos fundamentales: qué hago, con quién y por qué. Cómo construyo mi opinión y mi decisión. Y cómo la revalido, la refuerzo social-mente. Ya sé que no en todo se puede avanzar a la vez y que la gradualidad, la progresión, puede ser una opción reformadora profunda. No lo quiero todo ya. La impaciencia no es la mejor consejera para conseguir los objetivos, pero el camino tiene que ser este: transparencia máxima, conocimiento compartido, codecisión.

Pides que el político lo haga de manera directa con los ciudadanos. Por lo tanto, piensas en la necesidad de construir canales de comunicación directos. Pero el representante no lo puede hacer por su cuenta. Necesita el visto bueno, la aprobación, de su partido. Y aquí puede tener problemas. En efecto; llegamos al nudo gordiano de la cuestión. Hay que actualizar nues-tras reglas del juego: ley de partidos, ley de financiación, ley electoral. El déficit normativo es muy bestia. Es lo que hace de tapón.

¿Cómo alcanzan los ciudadanos cambios de este tipo cuando van contra el poder establecido?Una cosa que nos iría muy bien sería renovar la normativa, las reglas del juego. La segunda sería encontrar más puntos de conexión dentro-fuera. Dentro de cada fuerza política hay actores de cambio, personas que tienen una lectura crítica sobre el funcionamiento de los partidos, que creen que hay aspectos que son mejorables y que están comprometidas con la idea de que haya más de-bate, más democracia. Se tienen que construir más puentes entre la exigencia de aquellas personas y colectivos que hacen una crítica persistente a nuestra arquitectura institucional y, a la vez, la gente que desde dentro de los partidos (agentes del cambio) puede ayudar en la evolución. Todo tiene que ser menos confrontativo y más de construcción de alianzas dentro-fuera.

Y tercero: hay que animar y desear mucha suerte a la formulación de nuevos actores políticos con otras reglas y maneras de trabajar. La competencia es sana en todas partes. También en la política. Tiene que superarse el modelo tradicional de partidos políticos que conocemos.

En resumen, cambios en las reglas del juego. Plataformas internas y externas que revitalicen la estructura de los partidos. Emergencia de nuevos actores que desde la apolítica, la antipolítica o la otra política se incorporen al escenario.

¿Hemos visto ya en otros escenarios territoriales la rotura del nudo gordiano del que has hablado?No me atrevería a decir que se haya podido cortar aún en algún lugar del pla-neta. Pero hay muchas experiencias de gente que hace política y no está en los partidos políticos.

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Estamos hablando todo el rato sobre la necesidad de un proceso transforma-dor, que normalmente es un concepto relacionado con movimientos políticos progresistas. ¿Crees que es posible transformar conservando, siendo conser-vador? Te lo diré de otra manera: estamos viendo que el voto popular cada vez apoya a opciones más conservadoras. Vivimos un tiempo donde la extrema derecha va cogiendo más protagonismo en países de nuestro entorno. ¿Están realmente por la transformación, los ciudadanos?No puedo atribuirme la petulancia de saber lo que quiere el pueblo, pero creo que hay un consenso muy general sobre el hecho de que la oferta institucional y democrática actual de la democracia representativa es insuficiente. Para-lelamente, no hay el mismo consenso sobre lo que hay que hacer. Pero ser conscientes de que tenemos un problema es central para comenzar a imaginar soluciones.

También creo que hay consenso con relación al hecho de que el volumen, la intensidad y la profundidad de las reformas que se han hecho en otros ám-bitos de nuestra sociedad no se han hecho en la política, reformas jurídicas que tienen que ver con los comportamientos culturales, los nuevos modelos de sociedad.

Hay consenso sobre el hecho de que la oferta que tenemos no es suficiente. Y, también, sobre el hecho de que tenemos deberes pendientes. Hay más dudas sobre lo que hay que hacer.

Independientemente de cuál sea el resultado electoral coyuntural de este país en cada momento, lo que hay es la opción de muchas iniciativas que toman la alternativa y piensan en nuevos formatos políticos. Parece verosímil que si hay mucha actividad, iniciativas y debate en esta línea pueda haber una ma-yoría de gente que quiera ir en esta dirección. No lo sabemos con certeza, es verdad. Pero que la gente más dinámica, activa, protagonista, más responsable, de nuestra sociedad, no se quede de brazos cruzados ante la imposibilidad, la incapacidad de la política para hacer cambios, es muy importante, es muy saludable. Yo no sé si son o no mayoría; lo que sí que sé es que hay una energía emergente muy potente y relevante que quiere cambios en la política. Y toca a sectores muy creadores de opinión y dinámicos de manera muy transversal.

Quería volver a la afirmación que has hecho antes en la que dabas mucha relevancia a la tecnología y las nuevas pantallas digitales como factor de transformación social. Tenemos que ser suficientemente conscientes que la mitad de la población no utiliza para nada la oferta digital y que tenemos el reto de la brecha digital, que no conseguimos reducir, con lo que esto supone de sociedad dual. En resumen, ¿qué hacemos con la sociedad desconectada?Es verdad que no todo el mundo está en las mismas condiciones, pero no estoy tan seguro de que esto genere una dualidad. La influencia que está teniendo la

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comunicación digital en todo el ecosistema de comunicación es muy importan-te. La formación de opinión de la sociedad desconectada está mediatizada por sus comunidades de proximidad. Hay personas que, por varias razones, no se informan a través de las nuevas tecnologías, pero que reciben el input mediante otras personas conectadas o a través de los medios de comunicación tradiciona-les, pero sanamente contaminados e influenciados por la comunicación digital. Por lo tanto, acaban siendo influenciadas, participen o no en el mundo digital. No tenemos, pues, una estructura dual, ya que el nivel de contaminación de sus entornos es muy amplio. Dicho de otra manera: «No soy usuario digital, de acuerdo, pero mi configuración de opinión depende de un entorno que sí que está fuertemente condicionado por la cultura digital.»

Además, esta es una tecnología con unos niveles de penetración y progresión mucho más rápidos en comparación con cualquier otra. YouTube, el segundo buscador del mundo, sube cien horas de contenidos por minuto, y tiene ocho años de existencia. La idea es que solo hay un ecosistema, no dos. Es nuevo y es mayoritario en su protagonismo, por su influencia, por su proyección y su crecimiento.

Entrevistas 81

Juan María Hernández Puértolas«UN CAMBIO NORMATIVO INCREMENTARÍA LA RESPONSABILIDAD DE LOS CIUDADANOS

SOBRE SUS ACTOS DIGITALES»

JUAN MARÍA HERNÁNDEZ PUÉRTOLAS (Zaragoza, 1951) es licenciado

en Periodismo y Ciencias Económicas y diplomado por el IESE (PDG).

Amplió sus estudios e hizo varios trainings en Estados Unidos e Irlanda.

Desde junio de 2011 es el director corporativo de Comunicación de

Abertis, empresa multinacional de gestión de infraestructuras, cargo

al cual accedió desde la dirección de Comunicación de Criteria (grupo

La Caixa).

Con anterioridad fue, de manera sucesiva, redactor jefe de las sec-

ciones de Economía y Opinión del diario La Vanguardia.

Es un gran experto en la figura del presidente norteamericano John

F. Kennedy, y un buen conocedor de los vericuetos de la política de los

EE.UU., lo cual le hace participar a menudo en programas de radio y

televisión.

¿Cómo ves la actual situación y desarrollo en nuestro país de los medios de comunicación y su función? En España, la mayoría de los medios de comunicación están mucho más po-sicionados con determinadas tendencias políticas que los de otros países, de tal forma que la audiencia ya sabe exactamente cuál será su posicionamiento sobre un tema político y pierde interés en leerlo. Esta situación afecta incluso desde el punto de vista comercial.

En este sentido, por no citar ningún medio español, citaría como ejemplo uno que lo hace bien. Es The Wall Street Journal. Todos sabemos que ideológi-camente es superconservador, pero desde el punto de vista informativo hace unos reportajes y da unas primicias sensacionales. Así pues, una cosa no quita la otra. Que los medios de comunicación tengan una doctrina y una ideología me parece perfectamente normal, pero esto no tiene que teñir la información, como lamentablemente pasa en muchos medios de comunicación españoles.

La comunicación y la regeneración democrática y política82

¿Tenemos una democracia de baja calidad? ¿Es necesaria, desde tu punto de vista, una regeneración?Ahora que recientemente se ha cumplido el trigésimo quinto aniversario de la Constitución española, más allá del hecho de que pueda ser retocada o cam-biada en función de las ideologías o consensos de cada momento, es verdad que tenemos una democracia de baja calidad. Y es evidente en temas como la separación de poderes, o en toda la problemática social que genera una justicia tan garantista como la que tenemos. Es inadmisible la lentitud de muchos pro-cesos. Al final acaba siendo cierto el aforismo español de «justicia retardada, justicia denegada», donde los imputados han muerto cuando se ve el juicio. Es increíble que podamos tener un sistema judicial tan ineficiente.

¿Cómo crees que se puede revertir el comportamiento de progresivo aleja-miento de los ciudadanos respecto a la política, y específicamente desde el ámbito comunicativo?Tenemos que avanzar en todos los caminos: en el marco legal que acabamos de hablar, también en una reforma del marco electoral y, claro, también en el ámbito de los medios de comunicación, que tienen que trabajar para conseguir una mejora de su independencia.

Yo, por formación, soy partidario de la transparencia de las empresas, en línea con lo que hacen aquellas que cotizan en los mercados de valores. Pero con una excepción: los medios de comunicación, que tienen que apostar por un modelo más tradicional, similar al de la empresa familiar, que se ajusta más a este modelo de mayor calidad democrática. Las empresas cotizadas tienen un escrutinio trimestral por parte de los inversores y mercados que no es bueno para el modelo de negocio de los medios de comunicación. Un grupo de comunicación debe tener una visión a más largo plazo. El modelo bursátil, que es ideal para casi todos los negocios, no es conveniente para el sector de los media, que tiene muchas carencias. Probablemente esto propicia un cierto conflicto de intereses. Me sentiría más cómodo con el modelo tradicional de las grandes familias editoras, los Bancroft, Graham, Godó, Luca de Tena, Lara en parte... Esta vertiente de empresa familiar se corresponde más con el compromiso social que tiene el periodismo, más allá del beneficio trimestral.

¿Es posible hoy en día volver a modelos del pasado en un mundo globalizado?Es verdad que ahora los medios de comunicación en España están en una si-tuación prácticamente desesperada, con un gran endeudamiento, un cambio en el modelo publicitario, etcétera. Pero si todo volviera a la normalidad me sentiría más cómodo con el modelo de empresa familiar.

Entrevistas 83

¿Crees que la independencia de los medios de comunicación es un concepto que va unido al pago o se puede ser un medio independiente desde la gratuidad? Hay un tercer elemento consustancial como es la publicidad. Decía un antiguo director de La Vanguardia: «Cuando dependes de unos pocos anunciantes no tienes independencia. Cuando dependes de miles, sí que la tienes.» De todas maneras, hemos de tener en cuenta que hoy en día el paradigma publicitario ha cambiado. Hemos pasado de un modelo sustanciado en el papel a otro di-gital, por lo que hacen falta fórmulas más imaginativas. Pero el modelo clásico aún sigue siendo válido, con unos ingresos saneados, con una buena cartera publicitaria, con el apoyo de los lectores mediante los quioscos y la compra diaria, con la potenciación de las suscripciones (la clásica y la digital), etcétera.

Entendiendo que posicionas los medios de comunicación como vigilantes de los poderes del Estado, ¿se puede ejercer en la actualidad el papel de watch-dog desde la prensa digital o desde la televisión, que, por otra parte, son los medios con más audiencia?Aquí se da otro fenómeno que, como pasa casi siempre, primero sucede en Esta-dos Unidos y después llega en Europa, sobre todo en los medios audiovisuales: el infotainment, una mezcla de información y entretenimiento. Es un género más económico que la generación de noticias. Hacer informativos de calidad es muy caro; si no tienes un medio saneado no te lo puedes permitir. De todas formas, no tiene mucho sentido llorar por la leche derramada, ya que este fenómeno ha venido para quedarse. Pero aún así, cuando se hace un buen informativo también se consiguen buenas ratios de audiencia. En el fondo es un tema de calidad.

¿La independencia de los medios de comunicación tiene alguna relación con el hecho de que el medio sea público o privado?También depende. Creo que el sector de medios públicos tiene un cierto papel –obviamente como regulador del mercado, pero también puede ser un actor más. El ejemplo clásico sería la BBC, un medio público con credibilidad y pres-tigio, aunque incluso este grupo ha sido sacudido por escándalos. Pero este paradigma puede continuar siendo válido, puede coexistir. Lo que no tiene tanto sentido es toda la parafernalia de medios públicos autonómicos que compiten en el mercado publicitario con los medios privados.

Pero esta dualidad público/privado la vemos también en países como Estados Unidos y otros.Allí el sector privado tiene mucha más importancia. Pero, y es un caballo de ba-talla del Tea Party, se busca la potenciación del PBS (Public Broadcast Service), un sistema público de televisión con buenos niveles de calidad. Obviamente, está más decantado hacia los debates, trabaja los temas con más profundidad, etc. Lo pueden hacer porque no buscan la rentabilidad comercial, ya que está

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subvencionado. Su papel en el contexto norteamericano es reducido, pero en otros países, como Francia, el sector público de los medios de comunicación es mucho más fuerte. La televisión pública francesa es líder, y mantiene unos niveles de calidad muy aceptable. Depende de la idiosincrasia y cultura de cada país. Pero, insisto, creo que tienen su papel.

Los ingresos de los medios de comunicación tienen relación con el nivel de audiencia, y esta aumenta en relación directa con la espectacularidad de los contenidos. Como consecuencia, se está viendo un proceso de mayor especta-cularización de los informativos, sobre todo en la televisión. ¿Se puede mante-ner el rigor incorporando espectáculo dentro de los elementos informativos?Es difícil de decir. Todos los recursos legales y éticos para atraer audiencia son válidos. Se van imponiendo nuevas tendencias y modas, también en el ámbito informativo. A lo que no se tiene que llegar nunca es a hacer telebasura, que no tiene ningún interés informativo. Aunque tenga mucha audiencia, creo que el regulador tendría que imponer unas reglas.

Otro tema relacionado con este es el de las leyes antilibelo, que tendrían que ser más duras. Lo que no puede ser es que el secreto de los sumarios en España no tenga ningún valor. Se está atentando contra uno de los derechos básicos de la democracia, la presunción de inocencia. Creo que los medios de comunicación que publican este tipo de informaciones tendrían que actuar con más responsabilidad. Por supuesto, en Reino Unido les caería el pelo.

¿Eres de los que piensan que los códigos deontológicos no funcionan sufi-cientemente bien?La autorregulación es muy difícil. Recomendaría más seriedad, más énfasis, porque si no se convierte en un tema autodestructivo para los propios medios.

Cuando hablamos de comunicación acostumbramos a pensar solo en los me-dios de comunicación como intermediarios, pero las nuevas tecnologías están permitiendo a los emisores llegar a los ciudadanos de manera directa sin pasar por los medios de comunicación. ¿Su papel está en revisión?Es un tema casi de tesis doctoral. El problema es que se plantea una cierta sensación de impunidad. Estamos viendo, por ejemplo, políticos que han tenido que cerrar su blog ante el alud de insultos, amenazas, etc. De alguna manera, da la sensación que en las redes se liberan las más bajas pasiones: lo que uno no se atrevería a decir cara a cara con el interesado y tampoco en una carta al director de un diario tradicional, lo dice en las redes. Parece que sean una excusa para la impunidad. Por ningún concepto puede ser así.

Volviendo a tu pregunta, es verdad que las empresas, gracias a la existencia de estos nuevos canales, tienen más libertad para acceder directamente a sus públicos. Ahora bien, que también lo hagan los políticos, que se salten los

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medios de comunicación, y por lo tanto el control social que estos ejercen, no me parece bien. Va en el cargo apostar por la transparencia, hacer conferen-cias de prensa, en definitiva, someterse a un cierto escrutinio democrático. De hecho, es contraproducente para ellos cerrarse en torres de marfil, va contra sus intereses electorales.

¿Entiendo que pides una regulación del anonimato en las redes sociales e incluso su abolición?En efecto, es un elemento de responsabilidad personal. Es verdad que siempre se puede rastrear. En Internet todas las personas dejan señas. Somos mucho más detectables. Pero creo que es necesario que cada uno asuma la respon-sabilidad de sus actos y opiniones.

En principio soy partidario de una cierta autorregulación, pero teniendo en cuenta las experiencias que ha habido sí que considero que un cambio norma-tivo ayudaría a incrementar el nivel de responsabilización de los ciudadanos con relación a sus actos digitales.

¿Cómo influye esta nueva situación de comunicación directa en los procesos de interrelación representados/representantes?Es evidente que un acercamiento entre el político y sus electores, la gente que le vota, es muy conveniente. Nuestro sistema de listas cerradas no favorece esto, antes al contrario. Es verdad que tuvo una cierta lógica cuando se creó, en la transición española, porque los partidos políticos eran muy débiles, pero hoy en día no tiene ningún sentido. Además, hay mucha gente que se hace político que no tiene ninguna dote de persuasión ni capacidades de comunica-ción. Un representante político necesita disponer de un cierto nivel dialéctico y comunicacional que por culpa de la perversión del sistema no tiene hoy en día.

El sistema ha potenciado el control del poder por parte de los partidos políti-cos en detrimento de los ciudadanos. ¿Qué hay que hacer para cambiar esta situación?Los partidos se tienen que hacer el haraquiri, como hicieron las Cortes franquis-tas. Es un tema de cambio de cultura democrática y de dejar pasar el tiempo. Volviendo al tema judicial, es necesario que haya un cierto equilibrio. En EE.UU. el cargo de juez del Tribunal Supremo es vitalicio. En España depende del parti-do político que lo escogió para el cargo. Es una perversión del sistema judicial. Se tiene que llegar a un cierto consenso democrático para escoger las personas más válidas con mayorías cualificadas que obliguen al consenso. Esto también depende del hecho de que se produzca un cambio de cultura democrática. Tiene que existir un cierto control político, pero la perversión es que el sistema de selección vaya en función del amiguismo o la afinidad ideológica. El reparto de cuotas de poder no es aceptable.

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¿Ayuda en este camino de transformación la posibilidad de redención de cuen-tas de los gestores públicos ante los representantes de los ciudadanos?Aunque recientemente ha habido excesos, creo que es positivo que personas que estén en determinadas posiciones, sobre todo si son públicas o parapú-blicas, comparezcan a los parlamentos. Es un ejemplo de higiene democrática. Pero, a la vez, pienso que debe haber un cierto autocontrol por parte de los representantes del pueblo. En EE.UU. es habitual que las personas escogidas por ciertos altos cargos tengan que pasar un examen mediante audiencias pú-blicas, para escrutar su idoneidad, ante los representantes de los ciudadanos. Son sesiones que se retransmiten por los medios de comunicación y que tienen bastante audiencia.

Es un paso más en el camino de la transparencia. ¿Qué más pueden hacer los medios de comunicación para ayudar a hacer que los poderes políticos sean más transparentes?Ningún sistema es perfecto, pero desde mi punto de vista, el de un profesional que trabaja para una empresa que cotiza en los mercados bursátiles, creo que los organismos de control y regulación de los mercados, como la CNMV, están funcionando razonablemente bien. La obligación de «desnudarte» cada tres meses ante los mercados y de los medios de comunicación no permite hacer muchos inventos ni maquillajes. El cambio respecto a otras épocas es muy importante y sería una buena línea a seguir.

Entiendo que propones aplicar estos principios también a la vida pública.Sí. La transparencia como estrategia tendría que ser uno de los elementos que los políticos tuvieran en cuenta. Se tiene que desarrollar una relación próxima y habitual con los medios de comunicación y se tienen que hacer comparecencias periódicas con los ciudadanos para explicar la tarea hecha y los pasos a seguir.

La legitimación de origen, dada por las urnas, permite hoy en día que los po-líticos hagan y deshagan a lo largo de su mandato, incluso yendo en contra del programa electoral. La posibilidad de revocar el mandato hoy no se prevé en la legislación electoral. ¿Qué piensas de esto?Los referendos revocatorios ya existen en algunos países como Venezuela o los EE.UU. con relación a los gobernadores de los estados. Es una posibilidad. Por otra parte, la disciplina de voto dentro de los partidos es un tema muy negativo. El representante tendría que pensar antes de votar en la repercusión del tema sobre la vida de sus electores. De todas maneras, no creo que ahora sea un buen momento para plantearlo.

Entrevistas 87

Josep Martí«HAY QUE RECUPERAR EL VALOR DE LA

PALABRA Y DE LA VERDAD»

JOSEP MARTÍ BLANCH (L’Ametlla de Mar, 1970) es secretario de Co-

municación del Gobierno de Cataluña.

Se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad Autóno-

ma de Barcelona y es diplomado en Dirección General por la Universi-

dad de Navarra – IESE Business School.

Asimismo, preside la Agencia Catalana de Noticias, el Consejo Edi-

torial de la Generalidad de Cataluña y la Comisión Asesora sobre la

Publicidad Institucional.

Con anterioridad, había fundado en Barcelona la agencia de comu-

nicación, relaciones públicas y diseño Mapa Media (2003), que dirigió

hasta que entró al ejecutivo catalán.

En 2008 publicó el ensayo Ets de dretes i no ho saps.

Con relación a las conclusiones de la jornada de reflexión sobre la comunica-ción y la regeneración de la democracia y la política, podemos establecer dos grandes tipos de peticiones de los asistentes: cambios del marco legislativo y un cierto retorno hacia los ciudadanos del poder delegado en los políticos. ¿Hay un sentimiento generalizado que la democracia representativa ya no sirve para el desarrollo de la gestión pública?De entrada cuestiono que los ciudadanos estén mayoritariamente por negar validez a la democracia representativa. Creo que es un discurso limitado a gru-pos determinados, legítimos, pero cuantitativamente poco representativos.

Otra cosa es la demanda mayoritaria de exigir al poder delegado la rendición de cuentas permanente y que las personas que ocupan las instituciones, o bien los cargos electos, actúen como si una vez escogidos tuvieran carta blanca para hacer lo que les parece sin tener que explicarse, o hacerlo solo cada cuatro años a las puertas de los procesos electorales. En mi opinión, es en este punto –la rendición de cuentas efectiva– donde la democracia representativa tiene campo para correr y lo tiene que hacer, porque es una exigencia mayoritaria y, además, diría que muy sana. No podemos olvidar que el verdadero sujeto del poder son los propios ciudadanos.

La comunicación y la regeneración democrática y política88

¿La rendición de cuentas tiene que ser constante o solo cada cuatro años?De hecho es constante. Los mecanismos para hacerlo existen. Los medios de comunicación tienen su papel fiscalizador sobre los poderes públicos, y tam-bién hay el trabajo que hacen las fuerzas políticas de la oposición, y la propia sociedad civil mediante las asociaciones, que tienen mecanismos para partici-par en los procesos legislativos. Todo esto existe. Ahora bien, los mecanismos de fiscalización y control tienen que funcionar mejor.

Me parece que los poderes públicos lo han entendido, aunque unos más rápido que otros. Esto supone un cambio de cultura. Son los cambios más di-fíciles de hacer, ya que suponen andar hacia otra manera de pensar y trabajar por parte de los servidores públicos.

La gestión de sociedades de millones de ciudadanos es muy compleja. Supo-ner que el sistema deliberativo puro es posible, según mi parecer, es engañar a la gente. En lo que sí estoy de acuerdo es que los mecanismos de delegación de poder no pueden situar al representante en el terreno de la impunidad.

¿Realmente son efectivos los sistemas de rendición de cuentas apuntados? Pienso que los medios de comunicación no hacen, hoy en día, su papel fis-calizador sobre el poder político. A menudo se oye decir que, de hecho, son parte del problema. Unos medios son más fiscalizadores, otros menos. Hablar de los medios de comunicación es un tema muy sensible; piensa que la batalla de la verdad se juega en su campo. El espacio de los medios de comunicación constituye una arena donde salen a batallar diferentes verdades, y cada una intenta imponerse a la otra haciendo prevalecer sus argumentos.

Las presiones, las influencias... han existido siempre. Y que los medios de comunicación están sometidos a intereses tampoco es ninguna novedad. To-dos recordamos como, al final del siglo xix, el magnate norteamericano de la prensa William Randolph Hearst utilizó sus medios de comunicación para responsabilizar a España del hundimiento del Maine y forzar el inicio de una guerra entre ambos países.

Si uno mira la historia ve que los medios de comunicación hacen el trabajo que tienen que hacer y, mayoritariamente, de manera correcta. Pero el mundo está cambiante radicalmente. Hay algunos ámbitos, escenarios y territorios que lo sufrirán mucho. Todos hemos aprendido que las dos guerras mundiales, especialmente la primera, comportaron la desaparición de estilos de vida, de imperios como el austrohúngaro, y que la vida cambió de manera radical. Lo po-demos constatar leyendo literatos y periodistas de realidades europeas hundi-das como Stefan Zweig (El mundo de ayer), Soma Morgenstern (Destellos en el abismo), Joseph Roth (Fuga sin fin), Sándor Márai (Confesiones de un burgués o Memoir of Hungary). Esta gente lo vivió de manera muy dramática. Su realidad (fronteras, países) desapareció totalmente. Sus vidas fueron destruidas.

Entrevistas 89

Aquel mundo cambió a través de las armas. Ahora estamos viviendo otro cambio radical, de manera menos dramática. Un gran reajuste mundial que comportará que nada sea como era antes. Esto obliga a hacer un planteamiento diferente.

¿Qué magnitud tiene este cambio?Son cambios estructurales que alteran radicalmente la percepción del mundo y que suponen un viaje cultural en todos los sentidos, también en el ámbito de la comunicación, del periodismo. Este es el cambio que me parece más sustancial. Después hay otro cambio, más coyuntural, que se repite cíclicamente, como es la crisis económica. Este cambio afecta a los medios de comunicación, igual que a la política, la democracia liberal, los gobiernos... Cuando una crisis ha sido muy fuerte y ninguno de los actores ha sido capaz de dar una respuesta válida es factible que se produzca una crítica excesiva sobre estos actores, que se sitúa en el cuestionamiento del todo, sin separar el grano de la paja. Hay muchos elementos de mejora, pero no me vale el elemento maximalista de «no sirve nada, cambiémoslo todo». Estamos aprendiendo a vivir en un nuevo mundo, y esto tiene un punto de traumatismo inevitable porque dibuja un marco de inseguridad en prácticamente todos los ámbitos.

Convendremos que a lo largo del siglo xx los medios de comunicación han ejercido sus funciones de manera diferente, teniendo en cuenta la aparición del audiovisual. Hemos visto cambios en la preeminencia de cada tipología de medio de comunicación a lo largo de las etapas por donde han ido transitando las sociedades. Ahora, en la era digital, la convergencia dentro del ecosistema comunicacional se conforma como un factor diferencial sustancial respecto al pasado. Cada medio hace de todo. Es en este nuevo escenario donde la clásica triple función social del periodismo (informar, instruir y entretener) está derivan-do hacia un mayor protagonismo del último en detrimento de los dos primeros.Este tema del entretenimiento es el eje de unas discusiones que tengo a menu-do con varias personas. Antes mucha gente se entretenía con un diario. No lo compraba para informarse sino, por ejemplo, para hacer los crucigramas. Ahora se entretiene con el móvil. El soporte ha cambiado pero no el hábito. Los medios de comunicación han dejado de formar parte de su «dieta». No es agradable de oír para la gente que nos preocupa el mundo de la información. Una parte de la audiencia, de los lectores, no consumía medios de comunicación para informarse sino mayoritariamente para entretenerse.

Entrando en el terreno del papel de los medios en la formación de los ciuda-danos, tengo que decir que hay de todo. Sin embargo, por suerte, la oferta es amplia y cada uno puede escoger su alimento informativo y de entretenimiento sabiendo que en el pecado hay la penitencia. Es decir, que hay cosas más forma-tivas que otras. Pienso que los medios tienen que garantizar la calidad de sus contenidos, pero procuro no caer tampoco en un paternalismo excesivo. Hay que confiar en la capacidad de elección de la gente. Ahora bien, no es verdad

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que la calidad no venda y no tenga audiencia. En muchas ocasiones es sufi-ciente con producir calidad para ver que el discurso centrado en el «hacemos lo que la gente quiere» es solo una excusa de mal pagador.

Sobre la información, lo que actualmente es muy relevante es la multiplicidad de medios en un contexto de crisis económica, en un entorno donde informar bien sigue costando dinero. Una cosa es hacer periodismo declarativo y la utilización masiva de las notas de prensa sin modificar, pero, junto a esto, informar, investigar, dar claves de interpretación de los hechos, vale dinero, y ahora, con la crisis, se resiente la parte más nuclear de los medios de comunicación, la de informar. Las redacciones se han debilitado, las rutinas son más estresadas, hay menos tiempo para pensar, para trabajar, para contrastar, porque hay menos profesionales.

¿No crees que la función de informar e incluso el aspecto fiscalizador del que hablábamos antes se está desplazando hacia los nuevos medios digitales, e incluso hacia las redes sociales?Sin menospreciar que cada uno pueda convertirse en emisor de información y difundirla, estamos en unas sociedades bastante complejas donde continúa siendo necesaria la prescripción por parte de gente de confianza. Un ejemplo claro, dejando a un lado si el experimento fue más o menos exitoso, es el pro-grama de Jordi Évole sobre el golpe del 23-F. Un reportaje hecho con personas que tenían credibilidad social generó que mucha gente le atribuyera veracidad.

Me parece que una sociedad donde hubiera «tantas personas, tantos men-sajes» sería muy confusa y no nos acercaría a la verdad ni nos ayudaría casi en nada. Sin confianza las sociedades no funcionan. En la información este ejercicio de confianza también es necesario. No es malo que haya buenos pe-riodistas que estén considerados por la sociedad buenos transmisores de los hechos. Que haya intermediarios en el mundo de la información no es malo. Es más, reitero, en sociedades complejas es imprescindible, porque no todo el mundo sabe de todo ni todo el mundo sabe explicarlo todo.

Intuyo por las respuestas un alineamiento con las tesis de Laurent Habib en su libro La comunicación transformativa, donde apuesta por la confianza y la seguridad como elementos fundamentales de la comunicación, que es el principal valor de nuestro tiempo. Pero estamos en un escenario opuesto, donde la gente desconfía de los emisores políticos y de los periodistas. ¿Cómo conseguir evolucionar de un escenario al otro?Creo que el principal cambio que todo el mundo tiene que hacer para merecer la confianza de la población es entender que la gente merece ser tratada con respeto, y esto quiere decir entender que nos dirigimos a personas adultas, con capacidad para llegar a sus propias conclusiones, entender argumentos y poder contrastar lo que les decimos con la realidad. Por eso debe recuperarse el valor de la palabra y de la verdad.

Entrevistas 91

Tenemos la visión que el político cambia su apreciación de los hechos, apos-tando por aquella que le proporciona una mejor salida.Es la teoría de los marcos (frames) llevada al extremo y, por lo tanto, plantearse si somos capaces de crear un marco y alterar la realidad. Para mí trabajar única-mente con esta convicción es tener poco respeto hacia la gente y no entender que si no hay un punto de contacto entre lo que se explica y la realidad que vive la gente la ruptura de la confianza es inevitable. Se puede ganar a corto plazo, pero no se puede descuidar qué factura y qué coste puede tener a largo plazo. Un político puede intentar trabajar el marco, y la obligación de la comunicación política es trabajarlo. Pero siempre de tal forma que lo puedas superponer a la realidad y mayoritariamente encaje. Si lo que haces es construir realidades paralelas, entonces estás rompiendo el principio de confianza. Y esto se te gira, tarde o temprano, en contra.

¿Qué piensas que se tiene que hacer actualmente en el terreno de la comuni-cación política?Recuperar el valor de la palabra y entender que la comunicación no es una finalidad en sí misma sino una herramienta al servicio de los proyectos políti-cos de transformación de la sociedad. Parece poca cosa, pero a mí me parece revolucionario: no somos una finalidad, somos una herramienta.

De los elementos perdidos, ¿cuáles crees que ya son irrecuperables?Una cosa que no se puede arreglar es el tiempo. Los temas complejos requieren tiempo para ser trabajados. Y ni los emisores de información, ni los mensaje-ros, ni los consumidores tienen tiempo. Los gobiernos trabajan prácticamente en tiempo real, los medios de comunicación no disponen de tiempo para la reflexión y el análisis. El lector, paradójicamente, no lee, mira. Todo esto ya no se puede recuperar, o no del todo, o no en el corto plazo.

¿Cómo se puede gestionar el rumor en este mundo cada día más digitalizado?Antes el rumor tenía un impacto relativo. Era igualmente censurable y constituía una maldad, pero ahora tiene un efecto multiplicador gracias a las nuevas tec-nologías. No es el único peligro. El tratamiento de la política desde un ángulo amarillo, o el excesivo protagonismo de algunos formatos no suficientemente sólidos desde el punto de vista argumental, como puede ser la tertulia, también se deben tener en cuenta a la hora de la reflexión.

¿Hay sociedades donde nos podamos mirar para hacer el camino más corto y rápido? No hay ninguna parte del mundo que conozca suficientemente para hacerte un análisis detallado. No me atrevo a dar ningún nombre. Hay algunas sociedades más avanzadas, con unas prácticas democráticas más largas en el tiempo y

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donde los debates políticos circulan de una manera más ordenada. En Reino Unido se hacen las cosas mejor que aquí, pero por otro lado tienen casos como la forma de actuar de algunos medios de comunicación del grupo Murdoch, por ejemplo. Así que en todas partes hay trabajo por hacer.

Con esta citación no quiero decir que todo lo que venga del mundo anglo-sajón necesariamente tiene que aportar valor. A veces se compra sin ningún tipo de reflexión sobre la aplicación práctica en cada entorno social. Las respuestas no tienen que ser las mismas.

En este sentido, ¿dispones de algún ejemplo, de alguna actuación o imple-mentación no hecha aún, estando al frente de las responsabilidades actuales?Aquí el trabajo no se acaba nunca. Hemos abierto diferentes portales relacio-nales como www.transparencia.cat, www.govern.cat o www.president.cat. Por contra, nos falta convencer al presidente que abra una cuenta en Twitter como tantos otros dirigentes políticos.

Pero en general esta institución, a lo largo de más de treinta años, desde su recuperación, ha combinado con equilibrio la voluntad y la necesidad de servir a un proyecto político y servir al mismo tiempo al interés general. Pese a los cambios de dirección política al frente de la Generalidad, lo que no cambia es que, en líneas generales, la institución tiene un grado elevado de credibilidad y de confianza.

¿Qué te planteas cuando te toca gestionar la comunicación de un gobierno?Pues que el Gobierno, desde el punto de vista comunicativo, esté bien gestiona-do, que no haya discrepancias internas, que el principio de jerarquía funcione... Creo que lo estamos consiguiendo, y funciona razonablemente bien teniendo en cuenta las condiciones económicas en las que gobernamos y el proyecto político que representa este Gobierno, que es muy innovador.

¿Hay alguna cuestión que no hayamos tocado y que creas necesario poner sobre la mesa?Querría hablar de la incapacidad de autocrítica del propio sector. En general, cuando los comunicadores reflexionan sobre qué aspectos tienen que mejorar siempre apuntan a cosas que tienen que hacer los otros. En cambio, no se ha-bla nada de lo que uno está en disposición de hacer. La pregunta «Y yo, como profesional de la comunicación, ¿qué puedo hacer?», no se plantea. Aquí hay un elemento a mejorar. Y es responsabilidad únicamente de los profesionales de la comunicación.

Durante muchos años se ha luchado para estar en posiciones de decisión dentro de las organizaciones, en muchas empresas privadas e instituciones públicas. Hablo de las direcciones de comunicación que tienen la posibilidad de influir en las decisiones estratégicas. Esto nos obliga a no mirarlo desde la

Entrevistas 93

barrera, como si solo fuéramos espectadores. Tenemos que coger esta respon-sabilidad y aplicar la ética. Nosotros hemos de tener un compromiso en firme con la honestidad.

En el caso de la comunicación política podemos tener un compromiso de no llegar a los extremos de violentar el discurso y falsificar la realidad. Hay una serie de actitudes que, sin convertirnos en Peter Pan, podemos llevar a cabo teniendo siempre bien presente que la realidad es la que es. No hay que ser un romántico para hacer las cosas un poco mejor o sencillamente para preguntar-nos si lo hacemos todo bien.

Estamos obligados a no perder de vista que los comunicadores trabajamos por la ciudadanía, porque todo aquello que manipulamos –en el mejor sentido de la palabra: lo que pasa por nuestras manos– está destinado a ser trasladado al público. Por lo tanto, no se debe perder nunca de vista el necesario respeto hacia la gente.

¿A quién engloba el concepto de «profesional de la comunicación»?El concepto es lo más amplio posible, e incluye a toda aquella gente que se sitúa en la preparación del mensaje. Este grupo de profesionales se tienen que plantear cómo hacer su trabajo con honestidad. Hay mucho campo por recorrer. Debe haber una reflexión individual de cada uno. Todo el mundo está obligado a hacer autocrítica y mirar cómo, con un cambio personal, se ayuda a cambiar al conjunto.

Estos comportamientos son propios de sociedades muy individualistas, con una primacía del espectáculo por encima de la reflexión. ¿No está el mundo de la comunicación bastante débil actualmente para ayudar en el proceso de transformación?En comunicación estamos en un momento complicado, pero pienso que se puede reconducir. Las cosas pueden ir a peor o a mejor. No está escrito que siempre tengan que empeorar. Lo que tenemos que hacer los profesionales de la comunicación es darle vueltas y ver cómo podemos ayudar a mejorar la sociedad.

A riesgo de que me digan antiguo o se me mal interprete, considero que el concepto de honor tiene aún un punto de validez social y lo tenemos que explo-tar. Y esto es más importante que todos los códigos deontológicos que pueda haber. Cuando una forma de hacer las cosas pasa a ser hegemónica, aceptada socialmente, quien lo hace de manera diferente acaba estando mal visto. Ten-dríamos que conseguir que el tramposo estuviera mal visto socialmente.

¿Pero hoy en día parece que la norma sea ser un listo?Creo que está comenzando a cambiar. Con la crisis que estamos viviendo hay una tensión generacional que provocará una modificación de las maneras de

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hacer las cosas. Las generaciones jóvenes aportarán a la sociedad cambios y nuevos comportamientos más éticos.

En el terreno de cómo entender las relaciones democráticas –las relaciones entre instituciones, empresas y ciudadanos–, las nuevas generaciones son gen-te muy consciente de sus derechos y de una manera diferente de hacer las co-sas. Creo que el cambio irá bien, aunque debemos estar alerta con el populismo argumental. Una sociedad sin política deja de merecer la pena, y sin medios de comunicación que hagan su trabajo se sitúa claramente en una zona de riesgo.

Bibliografía sobre los temas tratados:

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ARIEL, Dan (2012). Por qué mentimos... en especial a nosotros mismos. Bar-celona: Ariel.

HABIB, Laurent (2012). La comunicació transformativa. Barcelona: Ediciones Península.

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MÁRAI, Sándor (1971). Memoir of Hungary (1944-1948). Budapest - New York: Central European University Press.

MARTÍ, Josep (2008). Ets de dretes i no ho saps: Crítica de la gran impostura catalana. Barcelona: L’Arquer.

MORGENSTERN, Soma (2008). Destellos en el abismo (Trilogía). Madrid: Ed. Funanbulista.

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ZWEIG, Stefan (2001). El món d’ahir. Memòries d’un europeu. Barcelona: Qua-derns Crema.

Entrevistas 95

Ramon Rovira «EL TRABAJO DE LOS POLÍTICOS SERÍA

MUCHO MÁS VALORADO SI EL SISTEMA DE FINANCIACIÓN FUERA MÁS TRANSPARENTE»

RAMON ROVIRA i POL (Sils-Girona, 1959) es periodista y alto directivo

de banca.

Fue uno de los fundadores, en 1979, del diario El Punt de Girona. En

los años ochenta ejerció de delegado en Girona de Catalunya Ràdio y de

delegado en Madrid de TVE-Cataluña. A partir de 1989 se vincula a Tele-

visió de Catalunya (TV3), donde inicia su trayectoria como delegado en

Girona, pasa a ser jefe de sección, delegado y corresponsal en Estados

Unidos, director de los Servicios Informativos y del programa Àgora.

En su última etapa en TV3 es nombrado subdirector de la televisión

pública y director del Área de Relaciones Institucionales, Marketing

y Comunicación.

A partir de 2007 ejerce de director de Comunicación y Relaciones

Institucionales del grupo Banco Sabadell, y desde 2012 también es

subdirector general de la entidad.

¿Consideras que tenemos una democracia de baja calidad?De baja calidad, no. Como muchas cosas, es manifiestamente mejorable. Hay otros países con una tradición democrática más larga que les ha permitido desarrollar unos procesos de participación ciudadana, de consultas, de transpa-rencia, mucho más consolidados. Pero una democracia de baja calidad, no. En todo caso, podríamos hablar de poca calidad en la gestión que se hace de ella. Baja calidad son aquellos tipos de países que bajo el aspecto de una aparente democracia hacen procesos vinculados con dictaduras donde los partidos de la oposición no participan.

Pero sí que tenemos una democracia mejorable, incluso regenerable. En la transición el sistema dotó a los partidos políticos de ciertas cláusulas de protección para que pudieran consolidarse y desarrollar su tarea. Ahora sería el momento de abrir este proceso y buscar fórmulas en las que la participación ciudadana o la apertura de los partidos hacia la sociedad fuera más amplia.

La comunicación y la regeneración democrática y política96

No sé si quieres decir implícitamente que los partidos frenan el proceso re-generador porque no quieren perder ninguna parcela de poder. En todo caso, ¿apostarías por un nuevo marco normativo de representación política más allá de los partidos? No soy partidario de buscar otras fórmulas. Estos inventos suelen acabar mal. Con todo el respeto hacia la gente que los defiende, no creo en los procesos asamblea-rios. Creo que la mejor herramienta para reunir la representación de una ideología política son los partidos. Y si se utiliza bien es una herramienta socialmente útil. Otra cosa es el mal uso que pueda hacerse de esta herramienta política.

Es verdad que los movimientos ciudadanos son muy importantes y se tienen que tener presentes, pero la expresión popular, en un país democrático, se canaliza a través de sus partidos políticos, de los resultados electorales y de la composición de los parlamentos.

¿Podemos mejorar la democracia representativa que tenemos desde el ámbito de la comunicación?Después entraremos en ello, en el tema de la comunicación, pero pienso que hay tres cosas fundamentales que la estructura de representación popular, los partidos políticos, tendrían que modificar. Primera, buscar un sistema más abierto respecto al actual, que potenciara la presencia de más nombres para que el elector pudiera escoger. No hablo de hacer un sistema de listas abiertas puro, pero sí de una opción más flexible que la actual.

La segunda cosa es acabar con la endogamia que generan los partidos. Creo que no es bueno que los políticos hagan toda su carrera dentro del aparato del partido y que sin haber vivido ningún proceso profesional diferente en su vida acaben en un cargo de representación y/o gestión pública. Puede haber excepciones, pero en general es necesario un proceso intermedio en el cual esta persona conozca lo que es la sociedad, trabaje en una empresa privada y allí aprenda sistemas de gestión. Así acaba viendo la realidad desde otros puntos de vista que aquellos que no se han movido de la Administración o la estructura del partido.

Y la última cuestión, y posiblemente la más importante a resolver, es la de la financiación de estas organizaciones. Aquí tenemos un déficit de transpa-rencia brutal, que es el origen de buena parte de los problemas posteriores que se derivan de ella, muchos atados a ámbitos de corrupción, malversación de fondos, etc. El trabajo de los políticos sería mucho más valorado y fácil de explicar a la ciudadanía si el sistema de financiación fuera más transparente.

Los tres puntos piden reformas de leyes bastante importantes. ¿Quién tiene que liderar este proceso? ¿Los propios políticos?Si a estas alturas de la película los máximos responsables de la gestión pública no se dan cuenta del descrédito en que se encuentran y de la necesidad de

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hacer este proceso de regeneración, el problema es mucho más grave y más complicado de resolver. Tienen que ser ellos los primeros que se tienen que dar cuenta que la participación cada vez es más baja. Que hay un desencanto clarísimo hacia el trabajo que hacen los políticos, una sensación de fatiga y de un alejamiento de la realidad de la calle en el mundo de la política, un hecho que se tiene que combatir. No digo que solo sean los políticos, los culpables de este desencanto, pero, al igual que digo que no todos los políticos son iguales, ellos tienen que ser los primeros interesados a cambiar esta percepción. Por ahora no lo están haciendo. Y el sistema de representación popular que tene-mos no ayuda a producir este cambio.

Tienen que ser conscientes de que este cambio es imprescindible. Si no se aplican en esta tarea es que la calidad de nuestros políticos no es la mejor. Si no lo hacen se alarga la ansiedad de un problema que un día u otro estallará.

Focalicémoslo ahora desde el punto de vista de la comunicación. Hay una parte de los ciudadanos que apunta hacia los medios de comunicación como responsables en parte de la situación actual. ¿Tienen culpa, los medios de comunicación?No lo creo, veo que los medios de comunicación hablan, investigan y explican los casos de corrupción de todos los colores políticos. Tengo la percepción de que la calidad de los medios de comunicación en España, en general y con excepciones notables, es alta. Y esto, pese a las dificultades gravísimas que atraviesan muchos a raíz de la crisis. Es verdad que esta situación les puede restar una cierta independencia, por el ahogo financiero, pero en general su calidad es equiparable a la de cualquier de los grandes medios del mundo, tanto como la función de vigilancia social y política que ejercen los periodistas.

Hay compañeros que lo ven diferente, y que hablan de hacer periodismo in-tencional o de volver a la figura del watchdog. Si convenimos que los dos mejores diarios del mundo son el Financial Times y The New York Times, ¿alguien cree que no están sometidos a presiones? ¡Cuando yo era director de Informativos de TV3 también tenía presiones! Que alguien intente presionar sobre un diario, una radio o una televisión es lo más normal del mundo. Lo hacen el poder político, los sindicatos, el poder económico, los clubes depor-tivos... La clave es escuchar a todas las partes, contrastar las informaciones, no ceder y actuar con profesionalidad. En resumen, hacer periodismo.

Pero con unas estructuras financieras debilitadas la independencia es más difícil de ejercer.Evidentemente que sí. La capacidad de alguien de influir es más grande que en otros momentos, y sería ingenuo negarlo. También es cierto que hay me-canismos de defensa profesional de los periodistas que actúan de barreras

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protectoras. Pero otra cosa que está pasando es que hay gente que ha hecho renuncia explícita de la profesionalidad y ofrece el medio a cambio de una determinada contribución económica. Desde el punto de vista de la supervi-vencia personal lo puedo entender, pero desde el punto de vista profesional me parece una aberración.

Volviendo al principio de la entrevista, ¿cómo puede ayudar la comunicación en el proceso regenerador de la democracia en nuestro país?Cada cual tiene que asumir su papel y no se puede cargar toda la responsabili-dad sobre los medios. De hecho, los medios de comunicación están haciendo mucho trabajo en este sentido. Entre los medios de referencia, no veo ningún intento deliberado de esconder o tergiversar la verdad. De hecho, los grandes escándalos normalmente los han destapado los medios, y en esto no veo dife-rencia con lo que pasa en otros países con mucha más tradición democrática. Es verdad que cada medio tiene su ideología, pero a esto nos tenemos que acostumbrar, y a fin de cuentas me da igual el tono con el que me explica las miserias de la otra parte. Otro explicará, con su tono, las suyas.

¿Pero no actúan como instrumentos de una cierta ideología, sin independencia de verdad?La independencia absoluta, como la objetividad absoluta, es una quimera que no existe. ¿Quién somos nosotros, los periodistas, para decidir que estamos en posesión de toda verdad? Tenemos que exigir la máxima cuota de libertad para actuar con la máxima profesionalidad, pero todos pensamos de una forma determinada. Todos estamos mediatizados por nuestra forma de ver la vida y las cosas. Unos lo expresan públicamente, otros son más prudentes, pero la audiencia ya sabe cómo piensa cada medio y cada periodista que sigue. Es utópico pensar que los medios son como un ángel puro que vive en una arcadia feliz.

Cuando hablamos de comunicación no solo tenemos que hablar de medios. En este tiempo los ciudadanos pueden intercomunicarse de manera directa. Dentro de este ámbito hay aportaciones muy positivas y hay una cantidad de desperdicios inaprovechables que responden a intereses inconfesables. Ahora estamos sufriendo un alud, el estirón de la adolescencia. Hay quien dice: «Esto de las redes sociales es la bomba. No queremos ningún tipo de límite.» Esto per-mite barbaridades. Todo el mundo puede explicar casos y situaciones de este tipo, ataques anónimos que se dedican a destruir a personas. En el mundo de la comunicación no había pasado nunca. Siempre había un último responsable. Ahora no. Por lo tanto, aquí hay un mundo que creo que merece mucho la pena, que quizás es el futuro de la comunicación, pero también hay mucha morralla.

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Hay un factor muy aleccionador sobre este tema. Se ha considerado que Barack Obama fue el primer grande ganador de unas elecciones sobre todo gracias a las redes sociales, que provocaron una gran movilización ciudadana. Cuando juegas de esta manera es muy fácil que decepciones, porque es im-posible satisfacer todas y cada una de las aspiraciones abiertas. La política de repartición es muy peligrosa, y cuando utiliza métodos de comunicación tan amplios es muy posible que decepciones a mucha gente. En estos momentos Obama tiene uno de los índices de popularidad más bajos de los EE.UU., cuando comenzó siendo uno de los presidentes más populares, con porcentajes del 80 por ciento.

Por lo tanto, las redes sociales son lo que son. Tan grave es moverte por en-cuestas como moverte basándote en el ruido de las redes. Son dos elementos que hay que tener presentes, pero que no pueden ser ni la base de la regene-ración democrática ni los que generen el cambio político, entre otras razones porque no todo el mundo está ahí. Solo hay una parte de la sociedad.

Por ejemplo, cuando apareció el movimiento de los indignados podías pensar que movía una gran masa de la sociedad, pero no era verdad. Era una gente que tenía unos problemas concretos y que respondía a una situación puntual. La sociedad civil no los ha seguido. Parecía una cosa y ha resultado otra.

¿Sobre la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) pensarías lo mismo?La plataforma aprovechó un momento social y una corriente de opinión muy favorable. Luchar a favor del« No al desahucio» todo el mundo lo entiende. Pero en algún momento parecía que la única la alternativa era la dación en pago, y esto no resuelve completamente el problema, porque al final dejas a la familia en la calle. La solución no es no pagar las deudas, porque las sociedades nor-males no lo pueden asumir ni aceptar. Hay que buscar fórmulas para ayudar a la gente pero evitando que paguen justos por pecadores, porque no todo el mundo es igual, ni todo el mundo lo ha hecho mal. Y en ocasiones hay una cierta tendencia a la causa general contra el sector.

Volviendo al tema inicial de la conversación, con referencia a las reformas que antes indicabas, ¿qué piensas de una posible limitación de mandatos?Tengo algunas dudas. No estoy muy de acuerdo que si un político gestiona bien y revalida el apoyo electoral tenga que cesar de sus funciones después de un tiempo determinado. La experiencia norteamericana acaba producien-do un efecto perverso. Durante el segundo mandato del presidente, en el que todo el mundo ya sabe que no continuará, suele convertirse en un lame duck (pato cojo) y nadie le hace caso, sobre todo en los dos últimos años. No tiene el poder necesario para controlar el partido ni influencia sobre el poder legislativo.

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Este sistema se puso en marcha en algunos países para evitar casos de corrupción, y seguramente para aquellos escenarios es un buen sistema, pero en países transparentes, donde la democracia tenga la suficiente calidad para garantizar el seguimiento y la fiscalización parlamentaria y legal de la gestión que haga el mandatario, no necesariamente debe ser el modelo a seguir.

Hablando de la legitimidad de origen de los políticos representantes de los ciudadanos, ¿qué se puede hacer cuando incumplen el programa electoral? ¿Un representante podría ser «desahuciado»? Es un gran tema. A los políticos los escogemos por cuatro años, y por lo tanto durante este periodo tienen toda la legitimidad para ejercer su función. Es el sistema del que nos hemos dotado. Puede haber pactos contra naturaleza, pero tu ámbito de decisión, por ahora, queda reducido a emitir tu voto.

¿No se podría reformar?Hay diferentes modelos. El referendo revocatorio es uno. En Suiza tienen un sistema mucho más participativo, las consultas. Está bien para aquellos países que se lo puedan permitir. Convocar una consulta cada poco tiempo es muy caro, produce un cierto cansancio en el electorado y puedes acabar planteando auténticas tonterías, con perdón.

El otro día se hablaba de que Suiza era un gran país donde mirarnos, pero cuidado con esto. Recuerdo una consulta donde se les preguntó a los suizos si estaban a favor de la apertura de mezquitas y salió que no. Como consecuencia, una minoría del país, los musulmanes, no tienen derecho a ir a rezar como lo tienen los católicos o los protestantes. Es un tema de derechos humanos. Si la decisión hubiera sido política estoy convencido de que se estarían constru-yendo más mezquitas. Hay que ver dónde hay el límite de la actuación política y el del control popular. Quizás con una ley más flexible que la actual a la hora de permitir iniciativas legislativas populares y el referendo revocatorio, con límites, podríamos encontrar el punto justo.

¿Nos puedes ampliar la reflexión sobre este último punto, el referéndum re-vocatorio?Se tendrían que dar las suficientes garantías de que los procesos revocato-rios no fueran constantes. Que el político esté permanentemente sometido a la amenaza de la revocación limita su capacidad de actuación y lo puede convertir en rehén de las corrientes de opinión. Hay mecanismos para ejer-cer el control de los políticos: los medios, el Parlamento, etcétera, aparte de los tribunales. Por ahora, creo que aún estamos un poco lejos de la posible implantación de un modelo tan desarrollado. Está claro que el corsé actual tampoco es la respuesta.

Entrevistas 101

¿Pero si el poder original es del ciudadano, no está en su derecho de rescindir el contrato?Efectivamente, el poder es del ciudadano, y una vez cada cuatro años lo dele-gamos. El sistema tiene muchos defectos, pero tampoco creo que nadie tenga la solución perfecta. El sistema asambleario no va a ningún sitio. Es un caos. Una estructura representativa hay que tenerla, y no se ha encontrado una fór-mula mejor que esta. Las otras son peores. Este sistema ha creado un nivel de riqueza, al menos para una amplia parte de la sociedad. Es el mejor para que la gente pueda vivir bien, con un alto nivel de libertad, aunque ya sabemos que también deja gente atrás.

También produce un progresivo desencanto político.Sí, pero es porque los políticos no están haciendo lo que comentábamos al prin-cipio. Han de entender que el proceso que iniciamos con la transición, en el que les hicimos una confianza ciega a gente que venía de procedencias diferentes, haciendo tabula rasa, eligiendo presidentes y representantes que venían de aquí y de ahí, se ha acabado. Ahora ha llegado un momento en el que el sistema ne-cesita, no un cambio radical, sino una revisión para acercarlo más a lo que pide la gente. O, si se quiere, una interpretación más abierta de la ley para que los ciudadanos vuelvan a ver a los políticos como sus legítimos representantes, aque-llos que conocen sus problemas y se mueven sobre el territorio que representan. Mientras, excepto durante las campañas, todo se limite a levantar el dedo para votar sometido a la disciplina del grupo, esto es imposible.

¿Dónde está la solución de la reforma?Debe haber generosidad, capacidad de sacrificio e, incluso, inmolación. Algu-nos políticos actuales han de ser conscientes de que pertenecen a una época pasada. Tenemos que dar paso a gente nueva, con ideas diferentes, que asuma la necesidad de regenerar el sistema e interpretar las leyes con más altura de miras, interpretando el deseo de las mayorías. Si no, nos podemos convertir en Italia, un país absolutamente roto y dividido entre políticos y sociedad. Esto es fatal para un país. No es lo que yo querría para Cataluña.

Y quien debe hacerlo son ellos mismos. Los tsunamis empiezan de una forma lenta, pero si no buscas un refugio a tiempo se te llevan por delante. No sé hasta qué punto el descontento social puede llegar a generar un gran trastorno. Me sorprende incluso cómo la sociedad ha sido capaz de adaptarse a un periodo de crisis tan largo sin una rotura traumática. La sociedad y el tejido familiar son mucho más sólidos de lo que nos pensamos. Tienen unas vertebraciones internas mucho más potentes de lo que nos podemos imaginar. En todas partes, no solo aquí.

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Propones como alternativa la selección de nuevos liderazgos con nuevas vi-siones. ¿Qué características han de tener estos líderes?Para mí el buen político necesita tener previamente una experiencia profesional vinculada a la sociedad: tiene que haber pisado durante años no las alfombras del poder, sino la realidad del día a día. El político no ha de pertenecer a élites que viven en mundos extraños, la política no es una profesión desde el origen hasta el final. Creo en los políticos que han vivido otras vidas y, en un momento determinado, deciden dedicarse a la política de una forma legítima, honrada, transparente. El mundo de la política no tiene que ser un mundo excluyente para la sociedad real.

De alguna forma, volver a la figura del servidor público. Sí. Con voluntad de contribuir a la sociedad. Pero esto, a día de hoy, es muy difícil. Lo hacen imposible la partitocracia, las grandes estructuras de los par-tidos, que tienen un poder absoluto para decidir quién va o no a unas listas, a pesar de que las elecciones internas para escoger a los candidatos son un paso importante. Pero una vez elegidos los candidatos, se imponen unas visiones ideologizadas y únicas sin derecho a discrepar.

Entrevistas 103

Marçal Sintes«LOS PERIODISTAS NOS TENDRÍAMOS QUE

OCUPAR DEL INTERÉS PÚBLICO MÁS QUE DEL INTERÉS DEL PÚBLICO»

MARÇAL SINTES i OLIVELLA (Vilafranca del Penedès, 1967) es doctor

en Periodismo y licenciado en Ciencias de la Información. También reali-

zó el máster MBA de ESADE. Actualmente es director general del Centre

de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB). Antes fue director del

Departamento de Periodismo de la Facultad de Comunicación Blanquer-

na (URL), donde continúa impartiendo clases como profesor y donde

codirige el Máster Universitario de Comunicación Política y Social.

También es articulista de El Periódico de Cataluña y ha colaborado

en varios medios de radio, televisión, prensa escrita y prensa digital.

El último libro que ha publicado es Periodistes contra polítics: la

lluita pel poder enfronta governs i partits amb mitjans de comunicació

(Columna, 2011), con el que ganó el Premio Ramon Trias Fargas de

Ensayo Político 2010.

La tercera preocupación más importante de los ciudadanos, según la última encuesta del CEO, es la insatisfacción con la política. ¿Qué se ha hecho mal para llegar a esta situación, teniendo en cuenta que al inicio del periodo de la transición la clase política estaba muy bien considerada? Creo que hay causas comunes y otras propias de cada país. Por una parte, en general se puede decir que la política ya no es lo que era porque la política no tiene la capacidad de intervención que tenía tradicionalmente en determinadas áreas, sobre todo en el ámbito económico. La política actúa a una escala local, y en cambio hay una serie de fenómenos, una parte de la comunicación y los mercados, por ejemplo, que actúan a escala mundial. Esto tiene que ver con este corriente de fondo, estructural, de distanciamiento, de desconfianza, de falta de fe, si lo podemos decir así, en la política.

Existen causas locales, catalanas o españolas. Hay una serie de fenómenos, de casos de corrupción o presunta corrupción, que hace unos años que se es-tán dando, y hay la sensación de que no se actúa con bastante contundencia. Esto tiene que ver con cuestiones como la transparencia, la financiación de los partidos, las leyes que regulan las elecciones, el funcionamiento de las organizaciones políticas, etc.

La comunicación y la regeneración democrática y política104

También hay unas razones de fondo culturales. La cultura política de los países no es indiferente.

Los ciudadanos destacan también que la corrupción despierta un alto nivel de preocupación. ¿Puedes profundizar en esta idea?El problema de la corrupción tiene que ver con las leyes que hacemos y con la cultura política de la sociedad. Es muy difícil arreglar las cosas haciendo leyes si estas leyes no responden a una sensibilidad del conjunto de esta sociedad. A veces nos encontramos con que hay gente que critica a los políticos, pero estas mismas personas te preguntan después si quieres la factura con IVA o sin IVA. Por esto digo que los factores culturales son importantes.

Esta causa de fondo, los valores sociales, las costumbres de una sociedad, es muy difícil de cambiar. Hay culturas (países) donde determinados compor-tamientos parecen muy malos. En otros lugares, en cambio, el mismo compor-tamiento no parece tan malo.

¿Tiene que ver con nuestra tradición religiosa, con el catolicismo?Tiene que ver con una cultura, con una forma de hacer que tiene muchos ingre-dientes, y sin duda uno es el religioso.

Hablando de valores, ¿crees que han cambiado de manera sustancial desde la transición hasta ahora?La transición (final de la década de los setenta y principio de la de los ochenta del siglo pasado) fue un tiempo fundacional, donde la política se convirtió en un elemento fundamental y los ciudadanos depositaron sus esperanzas y confianza en este estamento. Fue un momento excepcional. Fue una etapa en la que aún no se habían revelado las dificultades de la política para regular y poner controles en determinados ámbitos, como el económico.

Respondiendo a la pregunta, sí que creo que los valores han ido cambiando porque el país ha cambiado. Quiero pensar que el cambio ha sido a mejor, aunque solo sea un poco...

¿La ética como valor, tanto de manera individual como socialmente, ha ido a menos?No lo sabría decir porque no tengo indicadores fiables. No sé si hay más corrup-ción ahora que hace veinte años. Seguramente hay más en épocas de expan-sión económica. Las burbujas pueden generar más excesos. Pero en el fondo ético no creo que hayamos empeorado. Quiero pensar que hemos mejorado un poquito.

Hay otro elemento a tener en cuenta en esta valoración: los medios de co-municación no son ajenos a las percepciones. Es decir, ¿hay más corrupción

Entrevistas 105

o parece que hay más corrupción porque se habla más de ella? Es posible, también, que ambas cosas se den a la vez.

Quizás se podría medir mediante la evolución de los niveles de defraudación de la sociedad en cada momento, haciendo correcciones en función de la evo-lución de la riqueza nacional. Es verdad que uno de los grandes problemas del país es el alto nivel de fraude fiscal, pero la corrupción no es solo esto. Es algo más. De todas maneras, no quiero aceptar la posibilidad de un aumento de la corrupción, porque empíri-camente no lo puedo medir. Querría creer que hemos mejorado, y espero que las nuevas generaciones continúen mejorando en este aspecto. Otro deseo es que hayamos aprendido algo de lo que nos ha pasado en los últimos años.

Hablando de la ética en la sociedad, y con relación al comportamiento ético de los partidos políticos, ¿estarías de acuerdo que la mujer del César no solo tiene que ser honesta y honrada, sino también parecerlo? Está claro que les tenemos que exigir una cierta ejemplaridad, pero no solo a los políticos: a todo el mundo que tenga una responsabilidad pública. Ahora bien, no creo que sea imaginable un país con unos ciudadanos muy éticos y unos políticos muy corruptos, ni al revés. Es bastante difícil tener grandes políticos virtuosos si el país no lo es, y al revés. El nivel ético institucional va muy ligado al nivel ético del país. El cambio tiene que ser global, porque los políticos salen de la sociedad. Comparten el caldo de cultivo cultural. No me parece que pueda haber mucha distancia entre la pureza ética de los políticos y la de la población, a pesar de que estoy de acuerdo con que se les tiene que exigir un plus de ejemplaridad.

Me parece muy correcto lo que dices, pero me reconocerás que la clase polí-tica, como colectivo, es de las pocas, si no la única, a la que se «muerde» en público, a diferencia de otras profesiones o sectores sociales. Esta reflexión se la había oído a Jordi Pujol. También hay aquella frase castellana que dice que «perro no come perro». La política es la excepción. Y lo es porque se trata de un juego de fuerte competencia entre opciones, con el componente de la opinión pública muy presente. Los políticos compiten en un escenario ante un público. Además, es verdad que en muchas ocasiones las peleas entre políticos son mucho más violentas, al revés de lo que pasa en el resto de profe-siones. Pero las peleas son más fuertes y agresivas en público que en privado. Hay aquel libro de Arthur Miller que habla de los políticos como actores y de la parte de representación de la política. Y en un mundo audiovisual esto se incrementa. En la vieja política, la de los diarios, era una cosa, y ahora es otra bien diferente. En el escenario digital el factor de representación se acentúa mucho más, y por lo tanto la representación del conflicto es más evidente.

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Este conflicto hace que en la praxis diaria de los partidos la ética se deje a un lado. Es evidente que tenemos muchos ejemplos de estas prácticas, pero la base de los comportamientos tiene que ver con la cultura de un país. Otro ejemplo es el tipo de competencia política que viene propiciada por la hipervisibilidad, el audiovisual principalmente, y ahora Internet.

¿Tendría algo que ver con este tema la utilización de las herramientas del marketing político?Depende. Lo que está pasado de moda es el exceso de agresividad si habla-mos de marketing político. Seguramente los asesores listos saben que ser de-masiado agresivo no siempre es un buen negocio. Esto va evolucionando. El marketing político intenta ofrecer lo que el mercado demanda.

El marketing político lo que hace es adaptarse al entorno mediático de cada momento y prueba de sacarle el máximo rendimiento. Podríamos afirmar que, como en la evolución de las especies, gana quien mejor se adapta.

¿Podríamos definir este nuevo marco como el de la democracia de las audien-cias o mediocracia? En definitiva, ¿estamos evolucionando hacia un sistema democrático de menos calidad? Que estamos evolucionando está claro, pero no sé si el nuevo medio es de menos calidad. Es evidente que la naturaleza de los medios de comunicación que se utilizan condiciona la política. La correa de trasmisión es el marketing político.

Sartori definió el escenario político como una «sondeocracia», que es la pre-figuración de las audiencias. Los sondeos no son solo un elemento demoscópico; son también un elemento comunicativo en el momento en el que se hacen públicos. Es muy interesante, el tema, porque los sondeos generan un efecto de reflexividad según el cual el hecho de medir un fenómeno hace que este mismo fenómeno cambie. El mapa mental del elector varía con el conocimiento de los resultados de los sondeos. Esto hace que los sondeos influyan en el proceso de toma de decisiones de este elector.

Esto que comentas, aplicado a la tarea periodística, condiciona la profesión a modificar el método de trabajo. Dicho de otra manera, el periodista, dirigido a conseguir la máxima audiencia, se ve obligado a modificar su forma de ha-cer, y finalmente esto reduce la calidad del producto. ¿No ves aquí una cierta pérdida de la ética periodística?Creo que, como mínimo, puede producir que el periodista haga peor su trabajo. Pero es muy difícil de evitar, muy difícil de gestionar. En el contexto actual, una

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imagen que no dice nada pasa ante un texto que sí que explica cosas. Se per-sonaliza, a veces hasta el exceso. Por ejemplo, no decimos «Estado español» o «España», sino que decimos «Rajoy». Personalizamos. Enfocamos la política como si fuera una cursa de caballos. Como un espectáculo, como una compe-tición. El tema importante, y es aquí donde intervienen las encuestas, es si lo que han hecho un gobernante o la oposición les da ventaja o desventaja en esta carrera de caballos. Nos fijamos mucho más en la táctica que en los asuntos de fondo. Mucho más en la declaración que en los contenidos que aportan conocimiento. Y esto genera una serie de vicios.

Es un comportamiento que se da más en medios como la televisión, por la que se informa el 70 por ciento de la población.No solo esto, sino que los políticos representan la política condicionados por quién es el intermediario de esta comunicación.

La narrativa de la televisión no tiene nada que ver con la de la prensa escrita. Es muy diferente, efectivamente. Afecta a la profundización, a la serenidad y a la reflexión de los temas. Lo explica muy bien Neil Postman. El tópico que dice que los medios son neutros no es verdad. Los medios imponen su naturaleza tecnológica a los contenidos, y por lo tanto no es lo mismo una cosa narrada por televisión que escrita en un diario. No son neutros.

¿Este comportamiento no ha sido una de las razones del desprestigio del perio-dismo? ¿La tarea del periodista es percibida como menos ética cuando utiliza el recurso a la emotividad?Seguramente tiene que ver, pero yo creo, en contra de McLuhan y Postman, que se puede hacer buen periodismo en el ámbito audiovisual e Internet. Ahora es más difícil y se tiene que navegar contra corriente. Y seguramente comporta tener menos audiencia de la que podrías tener.

Siguiendo este hilo, ¿los medios de comunicación están cumpliendo su tarea social? Es evidente que no tan bien como sería necesario. Hay una tensión inter-na, porque se tienen que cumplir dos tipos de objetivos diferentes que van unidos a derechos legítimos. El objetivo de una empresa pública, pero también privada, es tener audiencia y anuncios. Los amos de los medios de comunicación tienen derecho a la propiedad y a intentar ganarse la vida. Y el periodismo tiene otros objetivos propios, vinculados al derecho a la libertad de expresión y al derecho de los ciudadanos a la información. Y en ocasiones estos dos tipos de objetivos entran en contradicción en el sí de las organizaciones. Esto genera tensiones internas, pero no hay otra solución y tiene que ser así.

La comunicación y la regeneración democrática y política108

Por lo tanto, los medios de comunicación no ayudan a la regeneración del sistema, más bien son, en cierta parte, incentivadores.La noticia se basa en explicar los hechos que rompen la previsibilidad, la nor-malidad. Por lo tanto, hay una cierta distorsión en la mirada. Si tú crees que la realidad es lo que explican los medios de comunicación, puedes hacerte fácilmente la idea de que casi todo el mundo es corrupto y no de lo que es la verdad, es decir, que lo que sale en los medios son los casos de corrupción. Hay responsabilidad de los medios de comunicación cuando los hechos no se ponen en contexto y lo que se busca es excitar a la audiencia. Quiero recordar que los periodistas nos tendríamos que ocupar del interés público más que del interés del público. Y, por lo tanto, un medio de comunicación, a pesar de que la lógica comercial lleva hacia aquí, no tiene que dedicarse a decir a la gente lo que quiere oír sino lo que tiene que oír, aquellas noticias que vale la pena que la gente sepa, no solo lo que creemos que nuestro público quiere leer, que le excita sentir o le emociona ver. La diferencia es muy grande.

¿Este papel de actuación que defines, no crees que tendría que ser aún más firme en los medios públicos?La tensión para conseguir audiencia y negocio también está presente en los medios públicos. No son ajenos a ella. Hay también una parte de esta espec-tacularización de la información que es inherente al medio audiovisual. Segu-ramente una televisión siempre ha de tener una parte de espectáculo, pero no todo lo que pasa en la televisión se tiene que convertir en espectáculo. Entonces tenemos un problema.

Ahora bien, déjame decir que los medios privados también tienen una res-ponsabilidad pública. También ellos inciden en el público. Se les tiene que exigir, y no solo porque, en el caso de los audiovisuales, dispongan de una licencia de concesión administrativa que les permite emitir, sino justamente porque los medios de comunicación tienen un rol esencial en la democracia, y por lo tanto se les tiene que reclamar responsabilidad. Y tanto puede influir, para bien o para mal, un medio público como uno privado. La responsabilidad abraza ambos tipos de medios.

Si se liberara a los medios públicos de conseguir publicidad, la audiencia no sería un requisito tan necesario y quizás actuarían de otra manera. No estoy completamente de acuerdo con este planteamiento, porque si quieren hacer una función positiva necesitan audiencia. Quizás la tensión comercial sería menor, pero yo lo que quiero es que un medio público llegue a mucha gente. Esta cuadratura del círculo es muy difícil. Es un juego de equilibrios. Si un medio público hace las cosas muy bien pero nadie le hace caso o influye poco no me interesa. Mejor que sea menos puro y llegue a más gente. Lo que nece-sitaríamos es que quien hace las cosas mejor también tenga mucha audiencia.

Entrevistas 109

Pierre Bourdieu dijo que la televisión es un medio con una nula capacidad de generar ideas o analizar situaciones sociales complejas. ¿Qué piensas de esta afirmación?No soy tan taxativo, pero, sea como sea, tuviera razón o no Bourdieu, es verdad que es muy diferente la naturaleza del lenguaje escrito, que es abstracta, que la del lenguaje visual. Puedo estar de acuerdo en que el medio condiciona, pero sigo pensando que se puede hacer, y de hecho se hace, muy buen periodismo audiovisual.

¿El desprestigio de la clase política y de la profesión periodística están conec-tados, se retroalimentan o son solo ámbitos paralelos? Seguramente hay una parte de conexión. Sobre la mediación que hacen los medios de comunicación con relación a la política, los ciudadanos quizás per-ciben que los medios no han sido del todo honestos y no lo han hecho sufi-cientemente bien. Tal vez ha faltado equilibrio, ha faltado independencia, no se ha contextualizado bastante, se ha flaqueado en el rigor..., y esto castiga a los medios y a los periodistas. Nos castiga. Me incluyo.

El desprestigio es fatal, porque tanto las instituciones políticas como los periodistas son dos pilares fundamentales para el buen funcionamiento del sistema democrático en su conjunto.

Algo tendríamos que hacer desde la comunicación para revertir el proceso, pero también es verdad que los medios de comunicación pasan actualmente por unos problemas de modelo de negocio, y cuando un medio es débil pierde independencia y no puede hacer las cosas como debería hacerlas. Por lo tanto, yo quiero unos medios de comunicación que sean un buen negocio para que puedan ser fuertes, independientes y tengan la oportunidad de hacer bien su trabajo.

¿El mundo digital aporta oportunidades para avanzar en esta línea que apuntas?Genera oportunidades pero también riesgos. Hay grandes oportunidades por-que se pueden multiplicar las fuentes de información, porque es mucho más difícil esconder la información. De todas formas, no soy capaz de prever cómo evolucionarán las cosas.

¿Uno de estos peligros podría ser que no fueran necesarios los intermediarios? ¿Que los políticos se lleguen a comunicar directamente con los ciudadanos sin ningún medio que haga de intermediario?Esto es el sueño del político, pero sería un desastre en términos democráticos, en cuanto a la calidad de la información y del conocimiento necesarios para el funcionamiento de la democracia. En ocasiones he dicho una frase quizás un poco populista o caricaturesca, que dice: «Una persona que hace fotos con un móvil no es un periodista, sino solo una persona que hace fotos con un móvil.»

La comunicación y la regeneración democrática y política110

Entiendo que hablas del método. De cómo se trabajan las informaciones. De la verificación de las fuentes. De la afectación a determinados colectivos. Del métier.En efecto. Todo esto es el periodismo. Y por ello creo que los ciudadanos siem-pre querrán un intermediario de calidad que añada criterio y valor a los conte-nidos. No sufro por el futuro del periodismo. Seguirá. Otra cosa son los canales que se utilicen, las tecnologías. Incluso pienso que el buen periodismo subirá de valor, porque cada vez más la gente necesitará alguien con criterio de quien se pueda fiar. Los periodistas lo que tenemos que hacer es darle al ciudadano criterio, contexto, profundización. Profesionalidad. En suma: añadir valor. Ayu-dar al ciudadano a gestionar el mucho ruido al que está expuesto.

Finalmente se trata de conseguir la independencia; los medios y los periodis-tas tienen que luchar por su independencia. ¿Crees que se conseguirá?Todo dependerá de cómo se acabe financiando el periodismo en el futuro. Qui-zás habrá medios que dejarán de depender tanto de la publicidad como depen-dían. Se están probando diferentes fórmulas y modelos de negocio, y veremos cómo evolucionan. Pero lo que tengo claro es que la gente querrá alguien que le ordene la información, la jerarquice y le añada valor.

¿Crees que además lo querrá de manera gratuita, teniendo en cuenta el hábito social de consumir gratuitamente las noticias? Es verdad, pero en unos países más que en otros, va por culturas. En el nuestro, la costumbre de la gratuidad está muy presente. Creo que el mundo de la prensa cometió un error. Murdoch lo ha entendido y hace años que lidera una cruzada por el pago. En el mundo de la empresa hay una regla que dice que solo se puede competir en dos ámbitos: por precio o por diferenciación. Si finalmente el público acaba pagando lo hará por aquellos productos que considere que le aportan algo diferente, que le aportan valor. Es posible una convivencia de ambos modelos, incluso en un mismo medio: puede haber partes gratis y partes de pago. Y cada ciudadano hará su elección, cosa a la cual, por cierto, ya está acostumbrado, porque estamos en la sociedad de las opciones.

Hay otro peligro, en este modelo: la fragmentación social en función del nivel de renta. La fractura digital vista desde la vertiente del conocimiento de la información. Sí, la existencia de varios estadios informativos. No es nada nuevo, ya existe en la actualidad.

Si nos fijamos en las nuevas generaciones, el tema se acentúa aún mucho más. No saben lo que es pagar por el consumo de información. Pero esto puede cambiar; no necesariamente tiene que ser siempre de esta

Entrevistas 111

manera. Los hábitos sociales son evolutivos, y estamos en un estadio muy inicial. Ya veremos cómo evoluciona la cultura de la gente.

Para acabar, Periodistes contra polítics, el título de tu último libro, parece que dibuja un escenario de conflicto donde no quepa la colaboración. ¿Puede el periodismo ayudar a la regeneración de la democracia? Hay un libro llamado La espiral del cinismo que advierte contra los excesos de la prensa en sus interpretaciones, siempre negativas, sobre lo que hacen los políticos. Es un fenómeno muy anglosajón. Creo que en nuestro país tendría-mos que evitar el apriorismo de pensar que todo lo que hacen los políticos lo hacen con intenciones perversas y, por lo tanto, analizar cualquier acto político desde esta perspectiva. Porque entonces no hay salida. Es un círculo absurdo.

El libro advierte contra este tipo de exceso, contra el ataque constante, y pone de manifiesto el prejuicio con el que en ocasiones actúan los medios de comunicación. Es importante destacar que los periodistas tenemos una especial responsabilidad: no podemos cambiar la cultura del país, no podemos evitar la corrupción, pero sí que podemos intentar hacer un buen trabajo contextua-lizando bien y no trasladando la idea de que todos los políticos son corruptos. Es una forma de actuar muy mala y corrosiva para la democracia. Pensemos que en muchas ocasiones en un caso de corrupción el peor daño que recibe una persona es el de la prensa, y no se la puede compensar si después es declarada inocente. Esto viene favorecido, además, por la lentitud de la justicia, lo cual genera mucha injusticia.

Bibliografía sobre los temas tratados:

BOURDIEU, Pierre (1979). La distinction. Critique sociale du jugement. París: Les Éditions de Minuit.

BOURDIEU, Pierre (1996). Sur la télévision. París: Liber Éditions.

CAPPELLA, Joseph N., & HALL JAMIESON, Kathleen (1997). Spiral of Cynicism: The Press and the Public Good. Nueva York: Oxford University Press.

MCLUHAN, Marshall, & FIORE, Quentin (1967). The Medium Is the Massage: an Inventory of Effects. Nueva York: Bantam.

MILLER, Arthur (2001). On Politics and the Art of Acting. Nueva York: Viking Press.

POSTMAN, Neil (1985). Amusing Ourselves to Death: Public Discourse in the Age of Show Business. Nueva York: Penguin Books.

SINTES, Marçal (2011). Periodistes contra polítics. Barcelona: Columna Edicions.

Entrevistas 113

Mònica Terribas«CUANDO LOS PERIODISTAS HACEN

RANKINGS DE CUÁNTOS SEGUIDORES TIENEN EN TWITTER, TENEMOS UN

PROBLEMA GORDO COMO PROFESIÓN»

MÒNICA TERRIBAS i SALA (Barcelona, 1968) es licenciada en Periodis-

mo por la Universidad Autónoma de Barcelona, y doctora en Filosofía

por la Universidad de Stirling (Escocia).

Se inició profesionalmente como redactora en la cadena de radio

Cadena 13. Desde 1988, cuando comenzó a trabajar en TV3, ha par-

ticipado en varios programas de la cadena. De 2002 a 2008 condujo

y, posteriormente, dirigió el programa de análisis informativo de TV3

La nit al dia, de 2008 a 2012 fue directora de Televisió de Catalunya,

y el año siguiente, consejera delegada y editora del diario Ara. El 2

de septiembre de 2013 comenzó una nueva etapa como directora del

programa El matí de Catalunya Ràdio.

Es profesora titular de la Universidad Pompeu Fabra, donde imparte

docencia en el Área de Teoría de la Comunicación. Fue vicedecana de

los estudios de Periodismo.

¿Nos harías un diagnóstico sobre la salud de nuestro sistema democrático desde la visión periodística?Hay dos pilares del Estado del bienestar, como son la confianza en los servido-res públicos para la administración del bien común, y la confianza en los medios de comunicación para que la sociedad esté informada de manera plural y di-versa, que se han erosionado, lo cual ha producido una desconfianza absoluta de la ciudadanía en estos dos colectivos. Podríamos decir que lo que está en crisis es el concepto de servicio público, que afecta a la política, a los medios de comunicación y a la propia percepción social de la autoestima respecto al servicio.

¿Y por qué los periodistas han decidido ser resultadistas?Porque los medios de comunicación están mucho más sometidos a la dinámica del mercado que el sistema educativo o el sanitario. Nuestro servicio público está muy erosionado por los resultados, al igual que la política está muy erosio-nada por las urnas. Tanto política como periodismo son dos servicios públicos

La comunicación y la regeneración democrática y política114

que han sido víctimas del cortoplacismo. En el caso del periodismo, por las ventas y/o audiencias; en el caso de los políticos, por los resultados de unas elecciones o por las encuestas.

En este contexto, la gente busca alternativas de información en las redes sociales por falta de confianza en los proveedores. Y pese a que hay muchos ciudadanos que se dedican a la vida política con toda honestidad y voluntad de servicio, esta dinámica, tanto de los partidos como de los procesos electorales, ha alejado definitivamente a la ciudadanía del compromiso con la política. Am-bos servicios son fundamentales para el sistema. Son las principales ventanas de expresión de la democracia. Como lo hemos perdido estamos erosionando sus pilares.

¿Es un problema focalizado en nuestro país o más general?Es común a muchos países. Está pasando en Estados Unidos, en Reino Unido, en Francia, en Italia. Ahora bien, según sean las estructuras de los diferentes estados, en función de cada cultura democrática se permiten erosiones de máximos o de mínimos.

La desconfianza del ciudadano respecto a los medios de comunicación, por ejemplo en Gran Bretaña, también es alta; lo que pasa, sin embargo, es que la cultura democrática británica respecto a sus servicios públicos audiovisuales es infinitamente superior a la nuestra porque hay un compromiso, una línea invisible que vincula el ciudadano con sus medios, un tipo de cordón umbilical que no se ha roto.

Si nos fijamos en la estructura de medios de comunicación en el ámbito eu-ropeo, uno se percata rápidamente que estamos ante la permeabilización del sistema norteamericano. Es decir, los oligopolios privados y la disminución de la fuerza de los medios públicos. Cuando tú permites que tus leyes liberalicen el sector y se desregule hasta el punto que solo unos grandes grupos mediáticos son los que controlan el sector, estás dejando esencialmente en manos privadas la administración del espacio público. Y esto es lo que está pasando en Italia, con una situación muy similar a la española, donde Mediaset y Atresmedia controlan más del 80 por ciento del mercado publicitario (televisión), ergo el mercado de contenidos. En Alemania, el Reino Unido y Francia hay tres grupos multimedia con una cierta resistencia de la opción pública.

Europa va hacia el modelo audiovisual norteamericano. Hasta la década de los ochenta (del siglo xx) se mantuvo una fortaleza del sector público, que es garante del equilibrio democrático como cuarto poder. A partir de aquel momen-to comenzó a erosionarse como consecuencia de legislaciones desreguladoras que favorecen al capital privado. Los países con econosistemas audiovisuales más proclives a mimetizar comportamientos son España e Italia, que son los más permeables al modelo made in USA, aunque ahí el oligopolio es de cuatro,

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no de dos. Por ello la agresión contra los medios de comunicación públicos es tan severa, y los medios privados consiguen situar en el imaginario colectivo de la sociedad la idea de que los medios públicos son estructuras deficitarias y anquilosadas. Han conseguido hacerle creer al ciudadano que son una carga, no un beneficio social. En cambio, no ha habido nunca autocrítica por parte de los medios privados sobre qué tipo de servicio social hacen ellos, con una falta de pluralismo, de desatención a las minorías, etc. Esta realidad no se ha puesto encima de la mesa sencillamente porque los medios públicos no han tenido bastante fuerza para contrarrestar los grandes grupos empresariales privados, que han utilizado, para esta causa, todas las tipologías de medios donde están presentes: prensa, radio, televisión e Internet. Por lo tanto, la perdigonada es global.

Si hablamos de la triple función social del periodismo (ágora, contrapoder e instrucción), ¿en cuál de estas esferas crees que la dejadez de funciones del periodismo está siendo más acentuada?Sin duda, en la de la formación. El ámbito en el que los medios de comunicación, públicos y privados, hemos dimitido de una manera más notoria y consciente es el más fundamental. Una vez los ciudadanos salen del sistema educativo tienen que confiar que los medios contribuirán a su formación continuada, que quiere decir dar contexto a todas aquellas informaciones susceptibles de ser de interés colectivo, tanto desde el punto de vista tecnológico como científico o social. Los periodistas hemos de dar marcos de referencia para que la sociedad comprenda la realidad y su transformación. Pero hemos dimitido de esta función.

Me sorprende que consideres que los medios de comunicación en general no están haciendo framing (esquemas de interpretación de la realidad) hoy en día.Se está haciendo muy poco. El framing que se hace desde medios no minorita-rios, con impacto real, es prácticamente nulo. Sí que se hace en productos muy específicos, muy selectivos, pero la tarea de instrucción generalizada no existe. Se ha abandonado totalmente porque es la tarea que aporta menos resultados a corto plazo. Y como el mercado funciona con resultados inmediatos...

La tarea que no se ha abandonado es la que genera espectáculo. En el ám-bito de la información se hace a través del espectáculo de la palabra, llegando absolutamente a la formación de opinión mediante la contraposición de ideas de blanco y negro y los contrastes ideológicos al límite.

Hace unas décadas nos quejábamos de la telebasura (un concepto, dicho de pasada, que no me gusta nada tener que utilizar), un mecanismo por el que los grandes grupos españoles (en Cataluña nos hemos preservado de este tipo de comunicación) alimentaban los resultados de sus audiencias. En aquella época pensábamos que la telebasura se concentraba solo en los programas de entre-

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tenimiento, pero ahora vemos que se ha trasladado al periodismo y a la creación de opinión, hasta el punto que confunde la línea que separa ambos grandes géneros. Mucha de la responsabilidad por la que se ha erosionado la confianza de la ciudadanía en el periodismo es porque el periodista ha abandonado la función informativa sustituyéndola por la función opinativa. La sociedad ya no se lo cree como transmisor de una realidad desde un punto de vista plural.

Muchos periodistas han apostado por convertirse en una marca propia po-niendo a la venta su opinión por un fee determinado, entrando en el mundo de las confrontaciones y los posicionamientos. Este periodista ha pasado a ser opinador, pero en muchas ocasiones, sin dejar su condición de periodista, continúa firmando como informador. Si quiere ser respetado como tal tendría que desligar las dos vertientes, quedándose al margen de la friega diaria.

El métier del periodista es explicar a su audiencia lo que ha pasado y darle contexto, pero es el ciudadano quien decide. En el momento en el que el pe-riodista utiliza las tertulias, etcétera, como espacios personales de proyección tenemos un problema como profesión. Cuando los periodistas hacen rankings de cuántos seguidores tienen en Twitter tenemos un problema gordo, profundo. Nos creemos que somos el oráculo de Delfos, estamos convencidos de que nos hemos convertido en la cabeza visible de algo. Pero los periodistas no somos la cabeza de nada. Decidimos dedicarnos a esta profesión para ser los mediadores, no los protagonistas. Somos observadores y transmisores, pero no nos podemos convertir en protagonistas del proceso comunicativo, porque entonces estamos pervirtiendo el servicio.

¿El resultadismo es consecuencia del desarrollo de una democracia de au-diencias?Es que las audiencias no son democráticas. Me explico. Una de mis obsesiones en la dirección de TV3 fue conseguir implementar la medición cualitativa de las audiencias para saber no solo cuánta gente nos miraba, sino también a cuánta gente le gustaba lo que veía y cuánta gente lo valoraba positivamente. Esto sirve para saber no solo si tienes mucha audiencia sino si esta es crítica respecto a lo que haces. Puedes mirar un programa pero que no te guste. La relación cualitativa es más importante, porque hablamos de utilidad y de si el espectador encuentra satisfactorio lo que hacemos respecto a sus expectativas. Sirve para saber, no solo si tienes mucha audiencia, sino si esta es crítica con lo que haces.

Si hablamos de prensa digital, los clics sobre los artículos, sean de informa-ción o de opinión, no te explico lo que generan sobre el buen periodismo. Pre-gúntate por qué cada vez hay más diarios que tienen más firmas relacionadas con el mundo audiovisual que no con el del conocimiento. Es producto de la mediatización de la opinión pública. Se apuesta por que un mediático ocupe

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el espacio de un gran experto en un tema pero poco conocido mediáticamente. No importa que la figura mediática tenga muchos menos conocimientos sobre la cuestión.

Siguiendo con la democracia de audiencias, ¿crees que es un factor incenti-vador de una forma errónea de hacer periodismo dejando a un lado factores esenciales del método de trabajo? Es verdad. Y es que si el periodista pierde el compromiso social, pierde el oficio. Pero hay decisiones que tomas todos los días que sabes que son sacrificios, pero lo haces porque crees que lo tienes que hacer. También pasa al revés. A veces apuestas por productos que sabes que te restan competitividad pero te generan bienestar respecto a lo que tú crees que tienes que hacer como servicio público. Un ejemplo, decidir poner en prime time el programa Sense ficció. No todo tiene que ser Polònia. Y llegamos a ser líderes.

¿Solo los medios públicos han de tener el compromiso social como bandera? No, en absoluto. Los medios privados tienen la misma responsabilidad. Pero ¡cómo el poder legislativo les ha dejado dimitir de esta función social...! Nunca el Parlamento ha obligado a los grupos privados a cumplir la ley. La ley de la televisión privada del año 1988 establece claramente que ellos también son un servicio público, y nunca nadie les ha obligado a cumplir la ley. Incluso, el 2010, Zapatero les cambió el concepto de «servicio público» de la ley por el de «servicio de interés público», con lo cual ya no tienen ninguna obligación. Los medios privados han dimitido de esta obligación desde el primer día y nadie les ha perseguido.

¿Además de una responsabilidad de los medios, no ves también una corres-ponsabilidad de los profesionales?No. La responsabilidad no es del periodista de base, es de sus jefes, de los em-presarios del sector, de los políticos y legisladores que no están comprometidos con el servicio público. No se le puede exigir al profesional que haga todos los sacrificios del mundo y se inmole si no tiene apoyos superiores.

¿Ves posible que la situación de la profesión, en términos generales, pueda rehacerse?Es muy difícil, porque hay una generación que tiene muy asumida la situación actual. Por otro lado, en los últimos cinco años se ha precarizado tanto nues-tro oficio y se han destruido tantos puestos de trabajo que la gente que tiene trabajo no se la juega. El sector tiene muy poca fuerza para hacer frente a todo esto. El propietario ahora se siente mucho más fuerte ante unos profesionales debilitados, aunque este sector ha dejado de ser un buen negocio.

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¿Esta es la razón por la que cada vez se hace más periodismo de trinchera?No lo creo. El periodismo de trinchera es fruto del conflicto institucional que hay entre Cataluña y España. Antes solo estaba presente en España. No había pasado nunca en Cataluña, pero ahora lo tenemos también aquí como un reflejo de la situación política. En ambos lugares tenemos medios que se encuentran a las antípodas. A un lado y otro hacen propaganda. Es un drama, pero es ins-titucional, no periodístico. Aquí hemos de hacer autocrítica. Ni los periódicos de aquí tienen que ser bandera de nada, ni los de ahí tampoco.

¿Pero por qué abunda?El periodismo de trinchera es muy resultadista. Sale muy a cuenta. En la ma-yoría de los casos no se hace por convicciones ideológicas, sino porque se venden más periódicos, se consigue más audiencia. Ya sabes que el ruido ge-nera audiencia.

¿Los medios públicos también juegan a esta espiral?No. Creo que los de aquí no juegan a esto. Si pones TV3 no ves todos los días tesis a favor del proceso. Y en Catalunya Ràdio puedes revisar mis portadas y solo encontrarías un día. En cambio, el sector privado se envuelve con la bandera mucho más a menudo. Y no lo hace porque los propietarios sean pro-proceso sino porque saben que la bandera genera audiencia. Por otro lado, los medios públicos catalanes tenemos mecanismos de control parlamentario y del CAC. No hay nada similar en España. A ver si ahora la CNMC se pone a vigilar, ya que tiene la competencia.

¿Está tan debilitada la profesión periodística que no puede ayudar en el pro-ceso regenerador del sistema democrático?Los periodistas ayudamos con el compromiso social. Te lo digo desde el ejer-cicio. La regeneración pasa por los partidos políticos, que han de repensarse a sí mismos. Han de repensar quién tienen que ser los servidores públicos, y tienen que estar bien pagados. Por otro lado, es cuestionable que siempre sean los mismos. Debe haber renovación. Los nuevos representantes han de provenir de sectores privados donde han tenido la capacidad de crear y hacer crecer proyectos. Aquellos que saben que tienen un proyecto fuera de la política tienen mucha más fuerza y autoridad que si no tienen ningún otro futuro que dentro de las estructuras del partido.

Lo que yo querría es que la sociedad se sintiera orgullosa de sus medios, y esto pasará por que los periodistas reconozcamos nuestras carencias cuando se produzcan. Que la sociedad confíe en ti quiere decir que eres capaz de hacer bien tu tarea y, cuando no lo haces bien, reconocerlo rápidamente. Esto nos cuesta.

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Entiendo que apuestas por políticos no profesionales, que entren y salgan de la política, con un posicionamiento a favor de la limitación de mandatos. Sobre todo que transiten por el ámbito público con voluntad de servicio. Y sobre la limitación de mandatos estaría a favor sin exagerar, porque en la política la experiencia es un punto fundamental para poder implementar los proyectos. Lo más importante no es limitar el mandato, sino que la gente tenga los meca-nismos de autoridad para implementar los proyectos hasta el final. Y esto son cuatro u ocho años.

¿Qué puede hacer la ciudadanía para desencallar la situación? Son los movi-mientos sociales una expresión que puede ayudar a la regeneración del sis-tema?No hay fórmulas mágicas. Hablamos de actitudes de las personas. Si hemos perdido el concepto de servicio público es porque el sistema educativo nos lleva a la competitividad. Si educas a los niños y jóvenes en la solidaridad del proyecto colectivo, tendrás adultos colaborativos. Si educas en la competitivi-dad, cuando sean grandes tendrás competidores, solo mirarán por ellos. Como estamos educando en la competitividad, ¿de qué nos quejamos? Seguramen-te, para ser una economía competitiva en un mundo globalizado no tenemos más remedio que hacerlo así. Pero el coste es alto. El coste seguramente es la democracia.

Bibliografía sobre los temas tratados:

DÍAZ NOSTY, Bernardo (2013). La prensa en el nuevo ecosistema informativo. «¡Que paren las rotativas!». Barcelona, Ed. Ariel.

MANIN, Bernard (1995). Principes du gouvernement représentatif. París, Ed. Calmann-Lévy.

NELSON, Thomas E.; CLAWSON, Rosalee A., y OXLEY, Zoe M. (1997). «Media Framing of a Civil Liberties Conflict and Its Effect on Tolerance». The American Political Science Review, vol. 91, núm. 3 (sep., 1997), pp. 567-583.

SARTORI, Giovanni. (1998). Homovidens. Televisione e post-pensiero. Roma, Ed. Laterza.

SCHEUFELE, Dietram A. (2000). «Agenda-Setting, Priming, and Framing Revi-sited: Another Look at Cognitive Effects of Political Communication». Mass Communication and Society, volume 3, issue 2-3.

Artículos de reflexión

Coordinador: Dr. Joaquín Marqués

Artículos de reflexión 123

Regeneración democrática, una responsabilidad compartida

Sr. Carles Agustí

CARLES AGUSTÍ I HERNÀNDEZ

Licenciado en Ciencias Políticas. Comisionado de Participación Ciu-

dadana y Asociacionismo del Ayuntamiento de Barcelona. Copresi-

dente del Observatorio Internacional de la Democracia Participativa.

Para hablar de regeneración democrática y de las posibles soluciones a la bien llamada crisis de la política, es necesario primero un ejercicio de contexto, de dónde estamos y por qué. En este sentido, podemos hablar de una evidente distancia entre la ciudadanía y el mundo político, englobando este todo el ám-bito público y político, o sea partidos, pero también gobiernos y Administración pública en general, no del todo compuesta por políticos profesionales. Una distancia que vendría marcada y definida por la palabra desconfianza, sobre todo de los ciudadanos hacia sus representantes políticos, pero también de los responsables políticos hacia los ciudadanos, a los cuales se tiene poco en cuenta a la hora de gobernar y tomar decisiones.

Cómo hemos llegado a esta situación, y cómo superarla, da para más de un artículo o incluso libro, pero sí que podemos apuntar algunas causas y solucio-nes. Creo que una primera explicación la podemos encontrar en una evolución diferente de la sociedad y del mundo administrativo y político, que siguen un ritmo diferente, más rápido en el primer caso. Mientras que la sociedad ha evolucionado de manera más rápida, madurando democráticamente, y es más formada, más inquieta, más activa, la Administración pública y la política –segu-

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ramente por el efecto burbuja, que aísla políticos (y también periodistas) de lo que realmente pasa en la sociedad–, preocupada por el día a día, por las luchas políticas y por la inminencia de las siguientes elecciones (siempre hay unas elecciones siguientes, en lo que algunos ya han llamado campaña permanente), ha quedado atrás, poco evolucionada, poco preocupada por la innovación real, y por lo tanto en gran parte desconectada de la sociedad.

Un ejemplo de este cambio, que hemos visto más pronunciado en los últi-mos años gracias a la revolución tecnológica, son las transformaciones que ha habido en la información. Hace unos pocos años, no más de diez, teníamos a una sociedad de perfil pasivo, de votar cada cuatro años, seguramente porque no tenía muchos otros canales para expresarse, una sociedad en la cual la «información», entendida en genérico, la tenían, la controlaban y la utilizaban los gobiernos según les interesaba.

En pocos años, sin embargo, la información ha cambiado de lado, y ahora la tienen directamente los ciudadanos. Es un fenómeno catalizado por la revolu-ción digital, pero no explicado solo por esta; habría tardado más pero habría pasado igual. La maduración como sociedad, democrática y en formación, la inquietud, el conocimiento, las puertas que ha abierto la globalización... son motivos que han llevado a nuestra sociedad a un punto de madurez y de vo-luntad de implicación seguramente sin precedentes. Ya no se deja todo en manos de los gobiernos y del voto cada cuatro años, ya no se permite que los gobiernos gobiernen sin consultar y tener en cuenta a la ciudadanía. Esto, con la existencia hoy día de multiplicidad de canales a través de los que los ciuda-danos pueden expresar su opinión o directamente mover corrientes de opinión, ha hecho trasvasar la información de lado, y ahora la tienen los ciudadanos, la sociedad, no los gobiernos, que a menudo tienen que actuar reactivamente ante la precipitación de los acontecimientos.

La información fluye, la tienen los ciudadanos, que además tienen ganas de participar y formar parte del destino de sus pueblos, ciudades, países o del mundo. Cuántas veces ha pasado que una institución (pública o no) convoca una rueda de prensa para el día siguiente, y a los cinco minutos el contenido de la rueda de prensa ya fluye por las redes sociales, lo cual deja sin sentido la convocatoria.

Todos estos elementos configuran un claro cambio de paradigma. Un cam-bio de paradigma en la relación sociedad-Administración, en la información, en los ciudadanos, en la política...Vemos, pues, una velocidad diferente en la evolución de la sociedad y la de la política-Administración como causante fun-

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damental de la crisis de la política. ¿Es, por lo tanto, responsabilidad solo de la parte política, esta crisis, esta distancia y esta desconfianza? No. En primer término, no porque políticos lo somos todos; los políticos salen de la sociedad, no del planeta Marte, y por lo tanto tienen los mismos vicios y virtudes que el resto de los mortales. Y en segundo término, no porque la responsabilidad es compartida: todos, ciudadanos, políticos y medios de comunicación, hemos contribuido a esta situación, y es solo entre todos que conseguiremos revertirla. Que la parte política tiene más responsabilidad porque le damos la potestad de representarnos y gobernarnos es tan evidente como que la política sola no lo conseguirá.

De entrada comentaba antes el efecto burbuja, la famosa burbuja en la que la gente acusa de vivir a los políticos, en su mundo, ajenos a la realidad social que les rodea y a los problemas de la gente. Si existiera, que en parte sí que existe, en esta burbuja no habría solo los políticos, sino también los medios de comunicación, porque se necesitan los unos a los otros: la política necesita me-dios de comunicación, y ¿qué harían los medios de comunicación sin el diluvio de noticias diarias que salen de la política? La necesidad de unos de producir noticias todos los días y de los otros de publicarlas provoca la existencia de un lenguaje y de un nivel comunicativo e informativo que en muchas ocasio-nes solo interesa a los habitantes de la burbuja, políticos y periodistas, pero que resulta poco interesante y también incomprensible para los ciudadanos. Encontramos, pues, que aquí, en este problema, no hay solo la parte política.

Analizando separadamente cada uno de los tres ámbitos (política, medios de comunicación y ciudadanos), podemos ver las causas de la responsabilidad compartida. La parte política, como ya se ha dicho, es la causante del problema por naturaleza, porque es quien tiene la responsabilidad de gobernar, de man-tener la confianza de la gente. La política ha tendido a mirarse a ella misma en exceso, a mirar al rival político, interno o externo, y a los medios de comunica-ción, y no directamente a los ojos de la población. El agotamiento del sistema, al menos de como lo hemos conocido hasta hoy, hace el resto, y genera esta visión de desconexión y desconfianza.

Los medios de comunicación, en parte, están dentro de esta burbuja de aisla-miento y desconexión, y también sufren otros males, como la crisis económica y la transformación de los propios medios debido a la revolución digital, lo cual hoy por hoy afecta a su independencia y libertad de movimientos. Dicho al revés, esto les crea dependencia de la política y de la Administración pública a quien después tienen que juzgar, y el mismo análisis sirve para hablar de la dependencia privada.

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Finalmente hay los ciudadanos, siempre las víctimas, que vistos individual-mente parece que sean los que menos poder y responsabilidad puedan tener en esta crisis de la política. Y en parte seguramente es cierto, pero, desde el momento en el que la política tiene unos males, estos salen de la sociedad, porque es de aquí de donde sale el político, y por lo tanto los males, por ejem-plo, en el terreno de la ética o los valores que se atribuyen a la política salen de los ciudadanos y son compartidos por ellos. Yo creo que sí que hay una crisis de valores en la sociedad: el incremento del individualismo, lo llamado y nunca mejor dicho «pasotismo», o cuando, en un ejercicio de hipocresía digno de análisis, se acusa a la parte política de determinadas prácticas a la vez que la misma persona que hace la acusación las practica en su vida personal (y en este caso incluso se siente orgulloso de ello). Podríamos añadir las caren-cias de formación democrática y participativa en la enseñanza obligatorio y no obligatoria... Todo ello configura un marco también de responsabilidad de los ciudadanos en el momento en el que vivimos, y hace ver que es necesaria su implicación para superarlo.

Analizadas las causas, ¿qué soluciones tenemos? Considero evidente que, por una confluencia de circunstancias, una determinada manera de hacer política, o de llevar la relación entre la política (o la Administración) y los ciudadanos, ya no sirve, ha caducado. Coincide con una crisis del sistema, tanto democrático como de mercado, que ante una situación en la que no hay ninguna alternati-va clara lo que tiene que hacer es evolucionar hacia una democracia 2.0, más democrática y de todos, y hacia una economía de mercado 2.0, más social, también más de todos y no solo controlada por unos.

Por todo lo que se ha expuesto, estamos, pues, ante un cambio real de para-digma. Nada es como era, ni los ciudadanos, ni los medios, ni el sistema; por lo tanto, la política y la Administración tienen que adaptarse. Es un sí o sí, no hay elección: o nos adaptamos o quedamos fuera de juego, como ya ha comenzado a demostrarse los últimos años.

¿Y qué quiere decir «nuevo paradigma» y cómo debe responder la política? Pues adaptándose. Si tenemos una sociedad más formada y madura que quiere participar en la toma de decisiones, ¿por qué no contar con ella? ¿Quién mejor que los vecinos de un barrio conocerán aquel barrio? ¿Quién mejor que los expertos, las asociaciones o las empresas de un ámbito concreto conocerán este ámbito? ¿Por qué, pues, no hacerlo con ellos? La Administración no tiene que imponer, ni competir, sino hacerlo con ellos, con la nueva filosofía. Podría-mos resumir el cambio diciendo que tenemos que pasar de «gobernar para las personas», una manera de gobernar que ha servido durante la transición y

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quizás los veinte primeros años de recuperación democrática, a «gobernar con las personas», idea que se adecúa más a los nuevos tiempos que vivimos y a los nuevos modelos de gobernanza que necesitamos.

Esto implicaría una serie de medidas concretas que no vienen al caso en este artículo, pero que rondarían siempre los conceptos de proximidad, transparen-cia, apertura, implicación ciudadana...

Más allá, sin embargo, de las medidas concretas (y de hecho a todas ellas les afecta lo que diremos a continuación), la solución a la desafección y a la crisis de la política pasa por una cuestión de valores: la introducción, o reintroduc-ción, de valores y principios como la honestidad, la eficacia, la cultura del mé-rito y el esfuerzo, el rigor, la implicación, la colaboración... valores y principios bajo los cuales seguro que encontramos el buen gobierno y una manera más correcta de hacer las cosas, tanto por parte de la política, como de los medios de comunicación, como de los ciudadanos.

Creo firmemente, por lo tanto, que sí que sufrimos una crisis de valores, por-que su ausencia ha provocado parte de los males que sufrimos, y su retorno es la base para curarlos. Así pues, el fomento, la enseñanza y la recuperación de determinados valores sociales y principios es el primer paso para superar esta situación.

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Compolholics. ¿La política es lo que comunica?

Dr. Antoni Aira

ANTONI AIRA I FOIX

Doctor en Comunicación. Profesor de Comunicación Política en la URL

y la UPF. Codirector del Máster en Comunicación Política e Institucional

del IDEC-UPF. Profesor de comunicación política en la URL y la UPF.

Introducción

Paul Watzlawick, uno de los grandes entre los estudiosos de la comunicación, lo dijo claro: «No se puede no comunicar.» Siempre. Todos. ¿Lo sabemos lo bas-tante? ¿Somos suficientemente conscientes de ello? ¿Podemos hacer algo en este sentido? Los políticos no solo lo tienen presente (ellos y sus asesores), sino que cuentan mucho con ello, y lo trabajan en algunos casos hasta la obsesión. Porque vivimos en la era de la comunicación non stop. Siempre comunicamos. Los políticos, más que la media. ¿Cayendo quizás en la sobredosis? ¿Captando suficientemente que comunicar más no quiere decir necesariamente comunicar mejor? ¿Y entendiendo que, por ejemplo en momentos de crisis, «no decirlo todo» no es lo mismo que esconderse?

Somos comunicación, y el contenido de la política lo es cada vez en un tanto por ciento más elevado. A propósito de la importancia del factor comunicativo en nuestras vidas, incluso podríamos estar hablando de una nueva especie, la nuestra, que sería la de un Homo comunicalis, evolución de aquel Homo sapiens que Milan Kundera versionó con su Homo sentimentalis. Somos, pues, seres

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comunicativos que, pese a nuestro creciente acceso a la formación y a la infor-mación, nos sentimos paradójicamente más afectados por el lenguaje de los sentimientos, de las emociones. Y la política, para hacer diana en sus públicos objetivo, para mirar de proyectar eficazmente sus mensajes, se adapta a ello. ¿Con un sentido de la medida suficientemente ponderado? Duda.

Y ante los interrogantes que plantea la política, su percepción y valoración ciu-dadana, y por lo tanto su comunicación, volvemos a Watzlawick: «No se puede no comunicar.» Por lo tanto, seguramente es momento que la política, una vez asumido que lo hace constantemente, reflexione también sobre cómo lo hace. Comuniquémonos, sí, pero, como decía aquella campaña del Ayuntamiento de Barcelona: «Fem-ho B» («Hagámoslo bien»). Porque lo haremos igualmente y, ya puestos, unos responsables políticos cada día más expuestos a la mirada y al escrutinio de los otros es momento que se planteen hacerlo a conciencia y bien.

Porque en gran parte «eres lo que comunicas», en la línea de la popular frase «eres lo que comes». Porque, lo queramos o no, lo trabajemos o no, pro-yectamos una imagen, comunicamos cosas, y estas nos pueden sumar, restar o hacernos irrelevantes cuando no lo queremos ser. La política (y la mucha inversión en comunicación que hace) ha provocado que una parte de la ciuda-danía haya desconectado o que directamente desconfíe de ella. ¿A qué tipo de comunicación está enganchada la política, pues? ¿Qué sobredosis de la (mala) comunicación puede llegar a soportar? ¿Y los que la rodean? ¿Y la ciudadanía? Asumir el problema es el primer paso para mirar de encontrarle una solución (o soluciones). Ideas para un replanteamiento nos harán falta a todos.

1. Creer no. Entender

No es una cuestión de fe, de creer o no creer en la brutal importancia de la comunicación en la política y en la vida de las instituciones públicas, sino una cuestión de saber que es así, de entenderlo, de asumirlo y de actuar en con-secuencia. «No se puede no comunicar.» Podemos hacer ver que no es así, de acuerdo, y entonces también comunicaremos, pero mal.

Todos los partidos e instituciones pueden comunicar mejor, y les conviene. ¿Piensan suficientemente en ello? ¿Son lo bastante conscientes de que saber cómo comunicar eficazmente les puede ser de gran ayuda? Esto, claro, lo harán si quieren tener alguna opción de destacar entre las muchas ofertas electorales y políticas con las que compiten, por pequeña que sea una comunidad. Esto, claro, si quieren tener opciones de consolidar un proyecto. Esto, claro, si como

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político, como partido o como institución queremos conectar con unos ciuda-danos que para dar su apoyo antes quieren tener claro que sus representantes hablan su propio lenguaje, que son creíbles y que merecen confianza.

Fondo y forma ¿Somos lo que comunicamos? En teoría no solo, por supuesto. Pero a la prácti-ca, en un mundo que vive hiperacelerado, con poco tiempo y ganas de pararse en el fondo de las cosas, una buena imagen, un buen envoltorio, una buena presentación, una buena entrada y un buen saber captar la atención y man-tenerla el tiempo deseado pueden marcar la diferencia clave entre objetivo alcanzado e intento fracasado.

Una imagen vale más que mil palabras, cierto. Y toda una serie de imágenes, sumadas a las palabras justas y adecuadas (no es necesario que sean muchas), son la fórmula de la Coca-cola que cada político, líder, partido o institución tiene que saber fabricarse a medida para tener opciones de triunfar en nuestra «sociedad mediática», donde los medios de comunicación marcan la pauta en cuanto al lenguaje y el ritmo que triunfan, que captan la atención, que nos hacen salir en el mapa virtual que marca lo que existe y lo que no.

A partir de aquí, ¿cómo existimos? ¿Tenemos que hacerlo a cualquier precio? ¿Podemos controlar nuestro propio relato, nuestra propia historia a compartir o a vender? Sí, podemos. De hecho lo necesitan como nunca, unos partidos políticos y unas instituciones, y sus protagonistas, que en una sociedad en crisis son identificados como parte del problema, no de la solución. Vivimos también una crisis de confianza entre ciudadanos e instituciones políticas, entre votantes y sus teóricos representantes. ¿Qué hace la política para merecerlo? ¿Cómo utiliza las herramientas que tiene a su alcance para evitarlo? ¿Bien o de forma contraproducente? Los resultados, en general, aconsejarían reflexionar sobre todo esto, si no directamente repensarlo a fondo.

2. Un decálogo prêt-à-porter, de partida

Si partidos, instituciones, políticos y equipos respectivos son suficientemente conscientes de que comunican siempre (y de que demasiado a menudo des-aprovechan la oportunidad de hacerlo), hay que actuar en consecuencia para saberse diferenciar y ponerse en valor en una sociedad muy competitiva y cre-ciente en cuanto a escepticismo, por ejemplo respecto al ámbito político. Se puede hacer. Pero primero hay que entender la importancia del factor comu-nicativo en nuestras vidas y ponernos a trabajar en ello en serio, con método,

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sin caer en la caricatura ni en el exceso, que convierte a los representantes públicos en compolholics poco creíbles y útiles.

Algunas ideas para el trabajo del factor comunicativo en política:

1. Siempre positivo, nunca negativoLa letra con sangre ya no entra. La importancia de una sonrisa, de una aproxi-mación positiva y resolutiva a los retos. Hay que proyectarse como parte de la solución, no del problema. Poner en valor la inteligencia emocional, además de la intelectual, que es imprescindible para conectar con los interlocutores. La apatía y la pasividad (o la percepción del receptor de ambas) restan, ya de entrada, como pocas otras cosas.

2. ¿Te gusta conducir? ¿Cómo? ¿A quién? ¿Para hacer qué?El poder de las emociones. Del lenguaje emocional. De poner emoción a la razón. De vender el concepto más trascendental y denso de la manera más próxima y ligera posible. Hacerlo sencillo, digerible y entendible para todos los públicos. Es clave saber sintetizar conceptos complejos en pocas palabras, en titulares, en eslóganes, en máximas que interpelen y que impacten al otro, para moverlo a la acción en la dirección deseada, y sin que esto sea sinónimo de vacío o de superficialidad. Hacerlo atractivo y entendible no tiene que estar reñido con dotar de sustancia el mensaje político o institucional. Proyectarlo es un grave error.

3. Interconectado no quiere decir exhibicionista Versionando la frase de Bruce Lee Be water, my friend, podríamos aconsejar Be multimedia, my friend. Pero no hay que estar en todos los sitios. Hay que saber aplicarse autocontrol. Conjurar el peligro de desbordamiento. Porque no hay que tener presencia en todos los medios ni en todas las redes sociales. «No te metas a mi Facebook», decía una canción. Pero cada individuo, empresa o institución puede decidir las opciones de acceso que puedan tener otros a sus redes sociales. Y en caso de abrir el acceso a todo el mundo, tenemos que saber que cada red tiene su propio lenguaje, sus propias reglas, sus públicos y rutinas específicas. Si decidimos estar, tenemos que estar bien. «Domine el medio dominante», recomendaba el consultor Joe Napolitan a sus clientes políticos allá por los años ochenta. Ahora tenemos que conjugar en plural su consejo. Hay que saber controlar la exposición que hacemos de nosotros mis-mos a los diferentes medios en los que nos mostramos. Hay que entender que en el mundo actual estar interconectado suma, pero que el riesgo de caer en el exhibicionismo o en una autoproyección negativa en las redes sociales puede ser devastador. Asumimos que el concepto «espacio privado» en la red

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es casi absurdo, pero pese a todo podemos controlar buena parte de nuestra exposición voluntaria.

4. Comunicación e imagen, mucho más que complementos¿Los políticos tienen una obsesión con la comunicación y la imagen? ¿O qui-zás es que han entendido su importancia en nuestras sociedades? Dicen que vivimos en una «democracia catódica», no católica. De cátodo, de televisión. Su lenguaje y ritmo condicionan nuestro consumo de mensajes. Las grandes empresas también lo han captado. De ahí que en los últimos diez años todas las del Íbex-35 (las principales en el Estado) hayan incorporado sus responsables de comunicación al consejo de administración. La comunicación, en la raíz de las decisiones estratégicas. Cuidarse de ello no es un capricho, no es un com-plemento donde colgar fácilmente «las culpas» en caso de fracaso con frases (falsamente) exculpatorias de una mala gestión política, como las típicas «no lo hemos sabido explicar/comunicar suficientemente bien» o «los medios han distorsionado nuestro mensaje».

5. Una carrera por etapasAhora está de moda el running, marcarse retos cotidianos a superar individual-mente, en competición física con uno mismo o con otros. La construcción de proyectos institucionales o políticos tiene mucho de esto. No existen las fórmu-las mágicas que rápidamente aseguren el éxito. La construcción es colectiva y por etapas. Los liderazgos son cada día más compartidos (con asesores y equi-pos de profesionales cada vez más especializados). Y en esto la comunicación tiene un papel determinante. Debemos asumir que necesitamos entrenarnos y prepararnos para comunicar de forma profesional, de manera que nos orien-temos lo más efectivamente posible en la dirección de alcanzar las diferentes finalidades que tienen que acabar llevándonos a un gran objetivo.

6. Tú también eres líder«Personas al servicio de personas», decía el eslogan de una conocida entidad de ahorros. La persona, el individuo, es el centro de nuestro mundo. Lo más importante. La gente en las redes sociales, en el trabajo, en su día a día, en la relación con las instituciones y los políticos, busca hacerlo con personas. La conversación, virtual o in situ, quiere caras, personas. En comunicación política se ha llegado a poner de moda la frase «el candidato es el mensaje». Perso-nalización, simplificación, conexión emocional (real o simulada). Y esto sirve también para cada uno de los implicados en política. Parte de la (re)identifica-ción de la ciudadanía con su política pasará por una mayor identificación del resto de ciudadanos con unos políticos más puestos en valor como individuos, por ejemplo con un sistema de elección en nuestro entorno más directo y que

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supere el voto de listas donde pocos de los que la componen son realmente conocidos (y por lo tanto valorados) por sus votantes potenciales.

7. «Yo controlo.» ¿Sí?Que sea verdad. Entender los lenguajes del medio es vital a la hora de saber cómo comunicar (y por qué canal) al servicio de un objetivo, ya sea este indi-vidual, colectivo, empresarial o político. Tú puedes marcar la agenda, o como mínimo puedes intentar evitar que la de otros arrastre la tuya. A veces incluso encontramos ejemplos en la prensa más ligera. Si eres famoso, como en el caso de Gerard Piqué y Shakira, puedes mirar de controlar la propia exposición, mejor ahora que antes, por ejemplo reventando las exclusivas. Ellos lo hicieron quitándose de encima la presión que les cargaba el morbo mediático cuando nació su hijo Milan. Colgaron una foto del bebé en Twitter y caso resuelto. ¿Un anticaso? El de Alícia Sánchez-Camacho y el pacto judicial con Método 3 para cerrar en falso el tema de la grabación en La Camarga. Se querían poner puertas al campo, impedir que el contenido de la grabación se hiciera público. Y se promovió todo lo contrario, un efecto llamada, y el audio empezó a correr como la pólvora en Internet.

8. Si no los puedes vencer, únete a ellosSaber reaccionar y comunicar a tiempo está en la base de un proyecto exitoso, ya sea institucional o político, individual o colectivo. Por ejemplo, sabiendo dar la vuelta a un problema o crisis. En el mundo anglosajón se refieren a los asesores de comunicación como spin doctors. En la raíz etimológica de la pala-bra spin hay el concepto de golpe de efecto, giro, cambio de sentido. Hay que saber hacerlo de forma efectiva al servicio de uno mismo. Porque la realidad es poliédrica, y hemos de saber cómo explicarla en positivo para nuestros ob-jetivos. Esto no quiere decir nunca engañar, que no se tiene que hacer y menos hoy día, cuando todo se acaba sabiendo, sobre todo lo que tiene una proyec-ción pública. Es el caso de Pastas Gallo y cómo gestionaron la denuncia de un consumidor que decía que faltaban letras en los sobres de pasta en formato abecedario, y ellos sumaron a los sobres las que les indicó este consumidor y otras nuevas. Girarlo en positivo. Si no los puedes vencer, únete a ellos. Es decir, ya que estamos, ya que entendemos que vivimos hiperexpuestos, más visibles, y por lo tanto más vulnerables y más sometidos a la crítica, que el dominio de la comunicación pueda ser parte de la solución, no un problema añadido.

9. Dar la cara no quiere decir que te la rompanMeter la cabeza en un agujero, hacer de avestruz y esconderse o callar cuando una tormenta mediática o una crisis te afecta no es la solución. El «método Ra-joy« (y de muchos otros políticos), que consiste en no dar explicaciones, en no

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contestar preguntas de la prensa más que en casos contados y muy pautados, no acostumbra a dar grandes resultados. Los hay que son compolholics, adic-tos a la aplicación de las técnicas de la comunicación política, pero abusando de ellas y llegando a hacerlas contraproducentes, cuando en realidad están para ayudar. Porque una cosa es adaptarse al medio, y otra es hacer de la ma-nipulación del lenguaje una bandera y un motivo de desafección. El concepto «presidente-plasma» se habría podido evitar. Saber elaborar y proyectar una versión «amiga» de lo que pasa y que nos afecta, poder dar nuestra versión de los hechos, no implica el diálogo, la interacción y el hecho de rendir cuentas con las versiones alternativas. Dar la cara es clave, en busca de credibilidad.

10. Ensayo-errorHay que avanzarse a las crisis. Preverlas. Tener en cuenta escenarios adversos de futuro que nos puedan generar problemas. En un mundo hiperacelerado, la reacción rápida y decidida ante una crisis, ante un callejón sin salida, ante un dilema de difícil solución y de complicada explicación, tiene premio. Los obstáculos en el camino, el aprendizaje de los errores que vamos protagoni-zando, nos tienen que dar pistas para saber cómo comunicar mejor. Tenemos que ajustar constantemente la maquinaria de nuestro engranaje comunicativo. El diálogo constante, la interacción continuada con nuestros interlocutores o públicos objetivos nos ayuda a modular el tono y el lenguaje. Si no nos entien-den quizás es que no nos explicamos suficientemente bien. Puede pasar. De hecho, nunca dejaremos de crecer, por este flanco. La clave es evolucionar, no todo lo contrario. Grandes empresas como Google han crecido con esta filosofía colaborativa de tipo wiki. O redes sociales como Twitter, Facebook o Instagram, que periódicamente incorporan mejoras que los usuarios reclaman o proponen.

Conclusiones (en la era del Homo comunicalis)

Del Homo sapiens se han destilado muchas versiones, como el Homo videns de Giovanni Sartori, que dice que sobre todo nos movemos por lo que vemos, en una sociedad que confunde ver con entender. O como el Homo sentimen-talis de Milan Kundera, que dice que, pese al gran acceso a la información y a la formación de las generaciones del futuro, estas se mueven sobre todo en respuesta a los estímulos de las emociones más que a los de los argumentos racionales. Aquí con este artículo hemos querido fusionarlos. Lo que nos entra por los ojos, lo que parece que es (que somos), nos condiciona, nos afecta, pero no necesariamente en clave negativa. Se puede positivizar. Y de todo ello no somos solo receptores, y ni mucho menos receptores pasivos. Tenemos la

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capacidad de actuar, de decir la nuestra, de actuar como prosumers (producto-res y consumidores). Es necesario que la política se lo pueda plantear y aplicar.

Asumir la importancia del factor comunicación no tiene que ser excusa para prescindir del fondo (de la esencia de las cosas o de las personas), y a la vez puede ser un gran impulso a la hora de ponerlo en valor y sacar el mejor ren-dimiento. Vivimos en una sociedad impregnada por el lenguaje y por el ritmo emocional, acelerado y persuasivo de los medios de comunicación. Asumá-moslo, con sus amenazas pero también con las oportunidades que plantea a la política. Estemos alerta y propongámonos aprovecharlas al servicio de un determinado proyecto individual, empresarial o colectivo. Los signos de nues-tros tiempos nos lo dicen claro: ¡comunícate! Y ya puestos, hazlo bien. Porque, en el fondo, como partidos o como instituciones, somos mucho más que lo que proyectamos, pero ante los otros, sobre todo, somos lo que sabemos, queremos o podemos comunicar. Acortar la distancia que separa lo que somos y lo que queremos comunicar con intención es el gran reto. Esta es la cuestión.

Artículos de reflexión 137

La despolitización de los medios públicos,una negociación pendiente

Dra. Carme Ferré

CARME FERRÉ PAVIA

Doctora en Comunicación y profesora titular de la Facultad de Ciencias

de la Comunicación de la UAB.

Cuando se cierran las contribuciones que conforman este libro acaban de publi-carse la fecha y la pregunta del referendo sobre la independencia de Cataluña. Se abre un horizonte político incierto que puede acabar pronto en unas nuevas elecciones. Estos serían otros comicios que se sumarían a una etapa muy viva políticamente, no solo por el número de citas a las urnas, sino también por el ascenso de la desafección política.

La obligación de los medios públicos en Cataluña y en España de computar por mandato parlamentario los minutos de información electoral sobre cada partido, los llamados «bloques electorales», hace un decenio que escenifica el enfrentamiento entre partidos y periodistas a los ojos de la ciudadanía.

Desde las elecciones al Parlamento de 2003 ha tenido lugar lo que se ha llamado «huelga de firmas» en la información electoral del audiovisual públi-co catalán. Se trata de la protesta periodística que se lee por la norma de los bloques, que hace que la información electoral de campaña en los noticiarios (y no la estricta propaganda sin filtro informativo) se organice, en orden y en tiempo, por franjas proporcionales a la representación parlamentaria de cada

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fuerza política. A esto se le ha llamado «horquillas» de los bloques, que no están reguladas por ley sino que se pactan en los consejos de administración de los medios, y que otras veces se han impuesto por parte de las varias juntas electorales como respuesta a los recursos interpuestos por los partidos, cuando las horquillas no se cumplían o se habían suavizado.

Un decenio de protestas profesionales con huelga de firmas, una situación de parálisis en una posible solución y el trabajo del Consejo del Audiovisual (CAC) para superarla hacen que hayamos tenido muchos años para hacer una reflexión necesaria. Ya en junio de 2007 el CAC pidió que se evitara la reitera-ción de la fórmula concreta de protesta, que «proyecta el descrédito sobre el conjunto de los partidos políticos».

Huelga de firmas, perjuicio mutuo

En primer lugar, los profesionales de los medios públicos han sido sometidos a la presión de una limitación que complica extremamente su trabajo (contar con horquillas estrechas y porcentajes precisos el tiempo de noticia que de-dican a cada fuerza). En segundo lugar, la reiterada aparición de la protesta ha originado comentarios contra el propio colectivo profesional que ejerce la queja.

En webs y páginas personales se han comenzado a defender los bloques electorales como una garantía mínima de pluralidad. Se da apoyo a los bloques como mal menor ante la desconfianza en la clase periodística. En los casos más discretos se comenta que «la protesta por parte de los medios públicos es uno de los elementos ya clásicos en cualquier campaña electoral en nuestro país»; en otros más combativos se habla de «cancioncilla insidiosa».

Es evidente que la repetición de la huelga se está girando en contra de lo que defiende: el respeto a la profesionalidad de los periodistas. La protesta perjudica tanto la imagen de los partidos como la de los informadores. Los con-sejos de redacción, los comités profesionales y las asociaciones periodísticas tendrían que valorar cuáles son los efectos de la protesta hasta el momento y si realmente el cansancio que pueda generar les perjudica a ellos también.

La flexibilización de los bloques se podría aceptar como un estado transito-rio si realmente se buscan acuerdos más claros que den confianza a las dos partes. Los profesionales de los medios públicos (y también de los privados, si entendemos la información como un servicio público) han de entender que

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se deben a la misión pública de fomentar la participación, en la medida de sus posibilidades reales.

En cuanto a los editores, estos tienen que asumir su función de velar por las misiones del medio que estipule el contrato programa y de filtrar y jerarquizar la información. La dificultad de intermediar entre redactores y cargos de gestión los convierte en una pieza clave de la imagen de independencia y de neutralidad y del buen trabajo periodístico.

Los partidos políticos tienen que reflexionar si mantener los bloques de in-formación de la campaña electoral, tal y como se hace desde hace años, les está beneficiando en algún sentido. Sería bueno dejar de cargar en los profe-sionales de los medios públicos unos formatos que hacen bajar las audiencias y les ponen en contra los informadores. Si la innovación hace unos años fue la aplicación del marketing político, la sobredimensión de las campañas y un aumento de los diseños en publicidad electoral, ahora es el momento de con-tinuar innovando.

Los partidos tienen que delegar en los órganos en los que pueden encontrar consenso, los consejos de administración de los medios, las decisiones sobre la gestión de los medios públicos, y estos consejos tienen que intermediar entre sus profesionales y las organizaciones políticas, con la independencia necesaria para entender que la pluralidad debe fomentarse en todo el ejercicio profesional.

El Consejo del Audiovisual se ha implicado en la mediación del conflicto, y es bueno que lo continúe haciendo pese a que esté encallado. El punto de enfrentamiento sobre la defensa de la equidad o de la autorregulación se tiene que superar con la garantía que el propio Consejo puede ofrecer un servicio de vigilancia si hubiera quejas sin los bloques.

Sus recomendaciones son completamente válidas, pero es necesario un margen para seguir explorando el final de la tutela de los partidos sobre la información electoral. Que el periodismo es una profesión autorregulada no se puede obviar, ya que esta es su naturaleza cívica y jurídica. Lo que hay que ver es si durante las campañas electorales esta excepción se tiene que aplicar en unos bloques cerrados o si hay que poner fin a este formato si se demuestra que desmoviliza.

Es necesario un acuerdo sobre la independencia de los profesionales y el clima de confianza que los comités profesionales pueden ofrecer; el Consejo

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del Audiovisual puede ser la garantía efectiva de una tutela independiente, y solo en el caso extraordinario en el que un partido, tanto parlamentario como de fuera del abanico congresual, lo pida. Los partidos tienen que investigar qué desmoviliza realmente a la gente y los profesionales tienen que ofrecer nuevas maneras, más entusiasmadoras para todos, de informar sobre la vida política.

Era necesario investigar cuál es el peso real de la información de los medios públicos en las decisiones electorales de la ciudadanía. Ni los medios públicos representan todo el espectro de consumo audiovisual ni los bloques tienen tan-ta audiencia para mantener este conflicto sin soluciones. Los datos concretos sobre como afecta el tipo de marketing político –propaganda e información televisiva controlada incluidas– quizás quitarían presión tanto a los partidos como a los profesionales de los medios afectados.

La información electoral cansa a la ciudadanía

En el contexto sobre las dudas de la eficacia real de la información política, en 2012 apareció el trabajo de investigación, en el marco del grupo de inves-tigación de la UAB Comress-Incom, El xou nostrat. L’infoentreteniment en el contingut i la recepció del periodisme electoral a Catalunya en els casos de les eleccions de 2008 i 2010, llevado a cabo por la doctora Nereida Carrillo. El estudio concluye que más de la mitad de los espectadores casi no recuerdan aspectos concretos de la información electoral, pero sí los aspectos drama-tizados. No se trataba del análisis de los bloques audiovisuales, solo, pero podemos extrapolar los resultados obtenidos.

El análisis de contenido probó la hibridación de la información y el entre-tenimiento en las piezas periodísticas de la campaña electoral en los medios catalanes en los casos estudiados. El macrogénero del infoentretenimiento se manifiesta en el periodismo electoral en Cataluña con una preponderancia de autoreferencias, con la descripción dramática de los líderes y los enemigos políticos y con un lenguaje que bebe de las técnicas de la propaganda y las del entretenimiento, marcado por la ambigüedad, la simplificación, la sorpresa, los ataques, el interés por la vida privada de los políticos y el alarmismo o discurso del miedo. Estos rasgos se manifiestan de manera transversal –en todos los formatos, en todos los medios y tanto en el discurso político como en el perio-dístico–, y con la manera en la que están presentes configuran un modelo de infoentretenimiento marginador y no participativo o entusiasmador.

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El análisis de recepción también aportó datos ilustrativos sobre la poca efi-cacia informativa y el interés relativo que despiertan entre la ciudadanía las noticias electorales. El estudio indica que más de la mitad de las personas encuestadas tuvieron dificultades para recordar aspectos concretos de la in-formación electoral, y un 49% confesaba que en aquel momento interrumpe el consumo informativo, en dos de cada tres casos por rechazo a la información que contemplan.

Pero una paradoja compromete la solución al problema: los ataques provo-can rechazo, pero son también el asunto que consigue más penetración en la memoria de los encuestados. En general, los individuos muestran su rechazo tanto al comportamiento de los políticos como el tratamiento informativo de los medios.

Participación ciudadana y el reto de negociar

Visto el perjuicio mutuo de hacer evidente el rifirrafe político-periodístico, y más en el marco de una información política que desmotiva y, aún, se recuerda solo como conflicto, se hace evidente un pacto necesario que pregunte a la ciudada-nía y encuentre formatos más adecuados para hacerla participar políticamente.

Por un lado, los bloques son suprimibles directamente, aunque los partidos no quieran renunciar a ellos, tal y como se ha visto en estos diez años de pro-testas. La alternativa es una información en época electoral más libre en los formatos (informativos, reportajes, entrevistas, programas de humor) y que tenga que ser plural por mandato parlamentario. El control de esta pluralidad podría ser vigilado por los editores, los partidos y también por el Consejo del Audiovisual de Cataluña.

La ciudadanía tiene voz en la disputa, ya que finalmente es su voto lo que se busca. Los consejos de administración de los medios –esto vale para públicos y privados– podrían tener miembros no adscritos a los partidos políticos que hicieran oír la voz de los ciudadanos, representantes de instituciones o no. La participación en la gestión de los medios es la participación democrática real, mucho más allá de enviar correos, publicar comentarios o hacer llamadas a programas. Esto también es participar, sin duda, pero no en el sentido del ejercicio de la ciudadanía en un Estado de derecho.

Artículos de reflexión 143

El rol esencial de los medios (y los periodistas)

en las democracias de audienciasDr. Jaume López

JAUME LÓPEZ HERNÁNDEZ

Doctor en Ciencias Políticas y de la Administración. Profesor de la Fa-

cultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra.

Profesor del Máster Interuniversitario en Comunicación Política y So-

cial de la Facultad de Comunicación Blanquerna (Universidad Ramon

Llull), donde imparte la asignatura Interacciones entre ciencia, política

y comunicación.

La relación entre democracia moderna y prensa es inseparable. Ya desde sus orígenes británicos, no se puede imaginar la democracia sin pensar también en aquellos primigenios folletos, panfletos y, en general, la prensa escrita. Desde entonces el relato democrático siempre ha incluido el llamado cuarto poder para explicarse. Un cuarto poder que tenía que cumplir, básicamente, tres fun-ciones: de debate público (ágora mediática), de control del poder (contrapo-der), de instrucción pública (educación permanente). Este relato sigue siendo el mismo. Pero la realidad democrática y la de los medios de comunicación ha cambiado mucho. Lo que me propongo hacer en este artículo es apuntar estos cambios e invitar a la reflexión sobre el creciente papel –incluso más relevante y esencial que nunca– de estos medios, y su necesaria función en una democracia del siglo xxi que quiera llamarse como tal.

Las democracias de audiencias en las que vivimos

Vivimos en democracias que la ciencia política acostumbra a calificar como «democracias de audiencias» (Manin, 1997). Si tenemos en cuenta cómo va cambiando la articulación de las lógicas representativa y participativa presentes

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en cualquier diseño democrático moderno, podemos distinguir tres etapas de su evolución: la democracia parlamentaria, con predominio de los representan-tes individuales; la democracia de partidos, con la progresiva generalización del sufragio y la irrupción y predominio de los actores colectivos, y finalmente las democracias de audiencias actuales, donde los medios de comunicación transforman la relación entre ciudadanos y representantes.

Para entender esta nueva posición de los medios de comunicación deben anali-zarse, desde una visión más politológica, los cambios experimentados en el con-junto del sistema político, así como la evolución tecnológica, que les ha afectado de lleno. En cuanto al primer aspecto, posiblemente el cambio más relevante de las democracias representativas son las grandes transformaciones sufridas por los partidos políticos, que han cambiado su naturaleza y funciones. El sistema los ha reconocido como parte integrante y se han institucionalizado, lo cual les ha llevado a perder los componentes tradicionales más vinculados a la lógica participativa que los originó. (Lo mismo ha pasado con los grandes sindicatos de clase.) La lógica participativa ha quedado en manos de otras organizaciones: ONG, lobbies, movimientos sociales, donde la organización aún responde a los intereses de sus miembros ante problemáticas concretas, con relación a las cua-les se hacen propuestas que acaban teniendo contenidos mucho más específicos que los programas electorales de los partidos. Estos (y los sindicatos) han dejado de ser organizaciones privadas orientadas a dar respuesta a las demandas de sus afiliados. Sus programas ideológicos han perdido importancia y han pasado a dirigirse al conjunto de la población. Los partidos sirven hoy sobre todo (si no exclusivamente) para formar y proporcionar élites políticas para ocupar el gobierno de las administraciones públicas y los poderes del Estado.

No es este el lugar para profundizar en las causas de esta transformación, pero cabe destacar algunas consecuencias con incidencia directa sobre los medios (López, 2003). La falta de relevancia de la militancia no profesional (sin cargos) ha desplazado el protagonismo hacia los simpatizantes y votantes, a quien se dirigen directamente los líderes a través de estos medios. El partido ya no cuenta como intermediario entre los representantes y la ciudadanía. A medio camino entre los partidos de notables (o de cuadros) y los de masas, los partidos actuales se convierten en partidos de electores (catch-all parties) que se identifican y singularizan, ya que no es a través del programa, sobre todo con un liderazgo construido a través de los medios. Son estos los que acaban condicionando la política, tanto o más que la política a los medios. Condicionan sus tempos, los debates, las estructuras organizativas, los actos de campaña electoral, a menudo sin que se tenga plena conciencia de esta intromisión, como cuando, por ejemplo, los medios exigen que los posicionamientos de los partidos se hagan en su entorno (entrevista, declaraciones y contradecla-

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raciones, show televisivo...) y no en el del Parlamento, que, en unos tiempos en los que podría estar máximamente abierto a la ciudadanía gracias a las nuevas tecnologías, ha perdido cualquier tipo de papel como ágora o cámara deliberativa. La reconfiguración de la relación entre políticos, partidos, medios y ciudadanos es total. En el fondo, se pueden distinguir los desplazamientos experimentados en las relaciones del cuadrado formado por representantes, militantes, simpatizantes y votantes.

Los medios de comunicación en las democracias de audiencias

Con militancias reducidas y partidos de electores, los medios son los encar-gados de garantizar tanto la receptividad del sistema (que los representantes reciban los inputs de la ciudadanía) como su control. Las asambleas de militan-tes y los debates programáticos han dejado paso a las encuestas de opinión para tomar el pulso de la ciudadanía. La opacidad de los partidos y la confusión entre militante y profesional de la política les ha dejado sin capacidad de control interno efectivo. Ya no es que los medios sean (solo) el cuarto poder: es que en las democracias actuales son el verdadero lubricante de todo el sistema. Son una pieza clave que se no puede considerar ya nunca más complementaria o ajena a los engranajes institucionales, pese a que no se hayan producido cambios legislativos ni retóricos profundos en la descripción habitual de la democracia que así lo legitimen.

Hay una segunda dimensión impulsora de cambios importantes que, si bien solo afectan indirectamente a la relación entre la política y los medios, sí que lo hace muy directamente sobre la lógica con la que tienen que operar estos. Se trata de la profunda evolución tecnológica experimentada con las redes virtuales y la progresiva multiplicación de fuentes de información de acceso directo con la que comparten los medios. Esto ha producido cambios radicales en su estructura y modelo de negocio que hay quien califica de «crisis». En todo caso, ha hecho aparecer, por primera vez en la historia, una nueva problemática y una nueva necesidad. El exceso de información, de acceso inmediato, produce infoxicación. Hoy las mentiras compiten con la verdad oculta detrás los volúme-nes de datos ingentes que el sistema puede manipular, pero no el ser humano (Otte, 2010). Los periodistas ya no solo son necesarios como transmisores de información sino, más fundamentalmente, como «digestores» de información.

En esta segunda dimensión de cambio también se produce una nueva exi-gencia para los medios y los profesionales. Como dice Gladwell (2010), «en un mundo donde todos los días hay menos enigmas y más misterios», el rol del periodista toma –como les pasaba a los medios en términos políticos– una nueva función: la de competir con todo tipo de productores y difusores de infor-

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mación, de ínfima calidad, para convertirse en «prescriptores» de información recomendada –no manipulada, sino seleccionada– para colocar una información que crece exponencialmente dentro de un tiempo y unas posibilidades del ciudadano medio que en el mejor de los casos, y gracias a la generalización de la educación, han crecido geométricamente. En palabras del reconocido perio-dista norteamericano C. J. Chivers: «Los medios sociales [las redes virtuales] no son periodismo. Son información. El periodismo es lo que hacemos con esta información.» El exceso de información provoca ceguera ciudadana. Si antes los medios llevaban la luz a un entorno de «oscuridad informativa», hoy evitan que nos deslumbremos, o así tendría que ser. Han seguido una larga trayectoria desde que hacían de correos, de transmisores, a la actual función de digestores. A las tres funciones tradicionales definidoras del cuarto poder hoy debe aña-dirse su papel articulador de la mecánica institucional de las democracias de audiencias, el engranaje que sustituye a los partidos en sus funciones perdidas. No son los partidos los que articulan la sociedad, sino los medios.

Más que nunca: sin (buen) periodismo no hay democracia

Si esta es la situación, se puede plantear si hay suficiente coherencia entre –en términos mertonianos– la «función latente» y la «función manifiesta», entre el funcionamiento real y su reconocimiento explícito, en este caso, por los poderes públicos. Nos podemos preguntar si los medios reciben el reconocimiento, el apoyo y la financiación necesarios para poder llevar a la práctica, sin interfe-rencias y limitaciones, su rol esencial. Al igual que se entiende que los partidos tengan que financiarse siguiendo unos procedimientos reglados, los medios no tendrían que estar condicionados por la lógica del mercado y sus accionistas. Al menos, no los que queramos definir como medios públicos, que dan respuesta a las funciones antes mencionadas, sean o no de titularidad pública.

A nadie le sorprende el calificativo de «público» asociado a un canal de te-levisión. Dada la inversión inicial que supone la infraestructura (cada vez, por cierto, más pequeña), se concibió, desde sus inicios, la necesidad de contar con televisiones públicas que hoy compiten con las cadenas privadas. La pregunta es: ¿no haría falta aplicar esta misma lógica también a la prensa escrita? ¿No sería necesario que, cuando menos, hubiera una tutela «pública» de los medios, al mismo tiempo que se les reconoce, con todas las implicaciones necesarias, su rol esencial para el funcionamiento del sistema político? Hoy día se confía, en el mejor de los casos, en la autorregulación colegial de la profesión. Existen códigos deontológicos. Por otra parte, los poderes públicos, haciendo suyo el argumento de la necesaria existencia de los medios, los subvencionan con unos criterios no nada claros. Pero, ¿no se podría ser más estricto en cuanto

Artículos de reflexión 147

a la garantía de unos contenidos que realmente empoderen a la gente? ¿Que la capaciten para ser ciudadanos críticos y sin miedo de los poderes (a fin de cuentas, representativos)? Se habla mucho de la desafección, pero ¿hasta qué punto en esta desafección no han participado los medios? (Dejo a un lado la polémica académica entre los defensores de las tesis de la media malaise y su confrontación con los del «círculo virtuoso».)

En todo caso, sí que se podría ser más demandante, sin entrar en contradic-ción con el derecho esencial a la libertad de expresión. Un medio de comuni-cación social que quiera cumplir con sus funciones públicas no puede ser un medio de expresión exclusivo de las opiniones de un grupo, de un colectivo. Quizás el problema sea que le llamamos «medios» a todo, que no hacemos distinciones, y que los definimos a todos por la forma y no por la función. En cuanto a la prensa escrita, llamamos igualmente «periódicos» a todos los que nos encontramos ordenados al comenzar el día, uno tras otro, sin hacer ningu-na distinción. Pero difícilmente podemos concluir que todos son de la misma «especie». En este punto, actuamos exactamente al revés de como lo hacemos con los objetos que definimos por su función, tengan la forma que tengan. Por ejemplo, una silla. De formatos bien diferentes, se trata de objetos que solo llamamos «silla» en el caso de que nos sirvan para sentarnos.

Independientemente, pues, de sus formatos, ¿podemos afirmar que todos los medios dan la misma respuesta a las funciones aquí destacadas? Las ciencias de la comunicación, con herramientas teóricas como, por ejemplo, el análisis de frames o de agenda setting, nos pueden demostrar rotundamente que no. Esta constatación no nos tendría que dejar indiferentes. Antes al contrario, de-bería tener consecuencias. También legales. De reconocimiento de aquellos que cumplen su tarea esencial, a los cuales –como ya he dicho– haría falta liberar, ni que sea en parte y con criterios reglados, de las lógicas económicas. Solo así tendremos medios de comunicación social que se merezcan su nombre. Nos jugamos la buena salud de nuestras democracias.

Referencias

GLADWELL, Malcolm (2010). «Secretos a voces», a Lo que vio el perro y otras aventuras. Madrid: Taurus.

LÓPEZ, Jaume (ed.) (2003). Reptes actuals de la política. Barcelona: Materials UOC.

MANIN, Bernard (1997). Los principios del gobierno representativo. Madrid: Alianza.

OTTE, Max (2010). El crash de la información. Barcelona: Ariel.

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Las herramientas digitales al servicio de la comunicación política

y el nuevo activismoDr. Josep-Lluís Micó

JOSEP LLUÍS MICÓ SANZ

Catedrático de la Universitat Ramon Llull, donde dirige el Grado en Pe-

riodismo y el Máster Sónar-Blanquerna en Comunicación Avanzada para

Industrias Creativas. Colabora con medios como ‘La Vanguardia’ y RNE

elaborando análisis sobre tendencias en tecnología y comunicación.

Barack Obama ha demostrado que se pueden ganar unas elecciones, ni más ni menos que en Estados Unidos, concediendo un papel central en una campaña democrática a las plataformas digitales de comunicación interactiva: Internet, los dispositivos móviles, etcétera. Además, como probaron las revueltas de 2011 en Túnez, Egipto, etc., cuando no hay derecho a discrepar porque el pluralismo está proscrito, la web y los dispositivos portátiles emergen como herramientas idóneas para eludir la censura y combatir la opresión.

Los técnicos de la comunicación política se están beneficiando de los numero-sos hallazgos hechos por aquellos que han recorrido a la solución digital porque no tenían ninguna otra opción, ya que no podían expresarse libremente en los foros convencionales y no tenían el dinero necesario para estrategias a gran escala. En este punto, siempre habían destacado los emigrantes árabes, que se conectaban desde locutorios y bibliotecas occidentales para opinar sobre lo que pasaba en su tierra sin unas intromisiones gubernamentales que en el mejor de los casos les podrían haber comportado una condena de cárcel, y en el peor, la pena de muerte.

La comunicación y la regeneración democrática y política150

Para los expertos del marketing político, los blogueros anticastristas son otra fuente de ideas frescas y de inspiración práctica. Precisamente dos de estos activistas, Yoani Sánchez, autora del cuaderno de bitácora Generación Y, y su marido, Reynaldo Escobar, tuvieron el dudoso honor de despertar de su letargo a una multitud habitualmente dormida. Ambos lo hicieron gracias a su trabajo en pro de la democracia en Cuba, aunque la turba que excitaron, adicta al sis-tema que rige la nación, no secundaba sus peticiones de apertura, sino que, para reprenderlos por este motivo, agredieron a Escobar en una ocasión y en otra secuestraron a Sánchez, una mujer que ha conseguido que el presidente norteamericano haya loado su iniciativa.

Los opositores clandestinos no quieren prescindir de la prensa y sus valores y tratan de superar el intervencionismo que bloquea los medios de su zona. Para ello se valen de todo lo que pone a su alcance el entorno digital. Hasta que el Estado boicotea su altavoz, claro. Con pocas excepciones –por ejemplo, Obama–, el comportamiento de los políticos profesionales es diferente: utilizan blogs, redes sociales, etcétera, para difundir la propaganda de siempre. Pero, como Internet reclama una filosofía tan participativa que tiende a la simetría en la relación con los destinatarios, el resultado que obtienen es el mismo que si hablaran a una multitud a través de un megáfono apagado.

La web también es un arma para legitimar el poder de los regímenes totalita-rios. Esto sucede en China, donde hay más de cuarenta mil policías que contro-lan lo que se dice en la red y, solo en la capital, diez mil internautas encantados de servir a la República Popular a cambio de unos cuantos céntimos de euro. Los tiranos y sus secuaces también navegan. Además, tienen más tecnología que las víctimas a las que someten.

Cuando fue nombrada directora de Planificación de Políticas del Departamen-to de Estado norteamericano, Anne-Marie Slaughter, especialista en asuntos internacionales, proclamó: «La guerra, la diplomacia, las empresas, los medios de comunicación, la sociedad [...] están conectados en red», por ello «en este mundo el grado de poder está en la capacidad de conexión».

La secretaria de Estado, Hillary Clinton, igualaba el año 2010 la «libertad de conexión» y las libertades de reunión y expresión. Aunque a continuación matizó que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) no son una bendición absoluta porque pueden ser utilizadas para objetivos turbios, entonces no se esperaba el fenómeno Wikileaks.

Internet, la red de nodos conectados inventada en el decenio de los sesenta, el momento culminante de la Guerra Fría, tenía que servir para preservar a los

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EE.UU. del caos total después de un eventual ataque nuclear a sus centros neurálgicos. Por ello fue concebida sin jerarquía, núcleo ni autoridad central. Nadie podía intuir entonces que los sucesivos avances tecnológicos generarían una tendencia que ya es inherente a la web: la descentralización del poder, cuando menos, de un cierto poder.

La posesión de información y su circulación siempre han supuesto una for-ma de poder. Esta información es hoy mucho más que una serie de mensajes transmitidos y recibidos, es la unidad básica de las organizaciones productivas y sociales y la materia prima de economías con una gran densidad de servi-cios. La universalidad del lenguaje digital y el bajo coste de su difusión a gran escala han debilitado los instrumentos de control del Estado, la principal sede del poder clásico. Otro depositario, las finanzas, han acogido con entusiasmo la novedad, y han recorrido a Internet como instrumento para operar con más velocidad y eficiencia, y como mecanismo para eludir la supervisión estatal, desde tierra o desde la nube.

Un mundo conectado como el actual contribuye a equilibrar el poder esta-tal, el económico y el que se presenta con más garantías de independencia. Esto mismo se pudo comprobar durante la campaña en línea contra las minas terrestres y el tratado internacional con el que se ratificó su éxito, a pesar de la oposición de países poderosos. Sea como sea, aún no abundan las moviliza-ciones que hayan influido en las políticas públicas y sus resultados.

Para seguir con un ejemplo conocido, el Gobierno de China, una república con centenares de millones de internautas, sabe que su economía necesita la web, pero sin embargo mantiene la red bajo control y bloquea páginas extranjeras. El ganador del Premio Nobel de la Paz de 2010, Liu Xiaobo, fue encarcelado por el hecho de distribuir por Internet una propuesta de constitución democrática, la Carta 08, que en veinticuatro horas recogió miles de adhesiones virtuales. La academia sueca le concedió su reconocimiento y el día de la entrega del galardón su silla permaneció vacía.

Las TIC acaparan las esperanzas de instituciones y gobiernos de todos los colores para acercarse a los ciudadanos hasta el punto de formar una comuni-dad cultural en la que administraciones y administrados compartan este valor. Cuando cambian de manos y van a parar a disidentes u organizaciones alter-nativas, en palabras del filósofo y profesor Ferran Sáez Mateu, el valor de la opinión pública se erige con toda su esplendor digital por encima de los de súbdito o ciudadano.

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Los apologetas de Wikileaks decían que para desafiar la principal potencia del mundo ventilando algunos de sus secretos lo único que hacía falta era un analista del servicio de inteligencia de los Estados Unidos descontento –Bradley Manning–, conocer los métodos de los hackers, unos cuantos ordenadores y un puñado de activistas decididos a defender el estandarte de la transparencia. Pero si se analizan estos requerimientos, se llega a la conclusión de que es muy difícil reunirlos de manera propicia.

Antes de su declive, Wikileaks era la principal organización internacional sin ánimo de lucro que publicaba en su web informe anónimos y documentos de interés público filtrados. El lanzamiento de este sitio, creado por el australiano Julian Assange, fue en diciembre de 2006, a pesar de que comenzó a funcionar en julio siguiente. Su lema era «Abrimos gobiernos», y tiene un archivo cifrado que se liberará en caso de recibir un ataque que sea más grave que los bloqueos y boicots padecidos por el principal escándalo en el que se ha visto inmerso.

Pese a una notable actividad anterior, el boom de Wikileaks se produjo el 28 de noviembre de 2010, cuando hizo llegar a cuatro periódicos y un semanario 251.187 comunicaciones entre el Departamento de Estado norteamericano y sus embajadas, una sacudida que parecía preparar el terreno para la irrupción de Edward Snowden, el informático que posteriormente ha revelado el espionaje masivo de los EE.UU.

Assange, como Snowden, se dio cuenta de que estos documentos obtendrían mejor difusión si los publicaban medios conocidos y respetados, como The New York Times, The Guardian, Le Monde, El País y Der Spiegel. Él, que había sido pirata informático, necesitaba ahora el aval de estas cabeceras tanto como los diarios necesitaban su material.

El periodismo actual, con sus valores, sería inconcebible sin las filtraciones. Cuando los profesionales de la información reciben datos de este tipo, les apli-can un tratamiento basado en el interés general y la deontología del oficio. La distribución al por mayor de información al margen de este método obtiene siempre una repercusión menor que la publicación o la emisión mediante el espacio o el tiempo de las empresas periodísticas. Por ello los ciberdiarios vinculados con rotativos tradicionales lideran las clasificaciones de las webs de noticias más visitadas.

En el momento en el que Wikileaks empezó a pasar todo este material a un reducido grupo de medios, el fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, con un cargo equivalente al de ministro de Justicia, comenzó a construir una causa

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criminal contra Julian Assange. El vicepresidente del país, el demócrata Joe Biden, calificó la acción de Wikileaks de «ciberterrorismo», y el político repu-blicano Newt Gingrich fue más lejos al afirmar: «La información sobre guerra es guerra», razón por la cual el activista australiano tendría que ser considerado un «enemigo combatiente». Como Manning. Como Snowden.

Mientras tanto, una veintena de profesores de la Escuela de Periodismo de la Universidad Columbia enviaban una carta a Holder y al presidente, Barack Obama, pidiéndoles que frenaran las acciones penales contra esta organiza-ción. Según su parecer, su tarea estaba protegida por la primera enmienda de la Constitución norteamericana, la misma que impidió emprender ninguna acción contra Daniel Ellsberg cuando destapó los papeles del Pentágono sobre la guerra de Vietnam en los años sesenta. Aquí vemos varias posiciones en el eje axiológico a partir de una misma realidad.

No es nuevo que se conozca información que haga encolerizar a los gobier-nos. En todo caso, este hecho vale para denunciar la tendencia a la confidencia-lidad, tanto en las administraciones conservadoras, por ejemplo la de George Bush hijo, como en las progresistas, como por ejemplo la de Obama, pese a las promesas de este segundo presidente en su camino a la Casa Blanca, una mezcla compacta de valores, tecnología y marketing.

El portal del controvertido Julian Assange ha tenido el mérito de sacudir la conciencia de las empresas informativas. Pero, a la vez, los medios pueden estar calmados: con pocas excepciones, las filtraciones no contenían nada que fuera extraordinario.

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Veracidad y excelencia: claves de una comunicación

para la regeneración políticaDra. Montserrat Nebrera

MONTSERRAT NEBRERA GONZÁLEZ

Doctora en Derecho. Licenciada en Derecho, Filosofía Política y Filología

Clásica. Catedrática de la UIC.

Las encuestas corroboran que la ciudadanía se siente alejada y decepcionada de su clase política. No sabemos con seguridad qué alternativa querría o pro-pondría la gente, lo cual quiere decir que en el fondo tampoco podemos estar seguros que conozca el funcionamiento real y las limitaciones de la acción política, ni es fácil predecir qué esfuerzo o sacrificio personal estaría dispuesta a hacer para cambiar las cosas. Tan solo sabemos que no cree en las promesas electorales, que no le gusta continuar año tras año viendo las mismas caras en los carteles electorales o en las sillas del poder, que en general cree que ganan demasiado con relación a lo que hacen (que no quiere decir con relación a sus responsabilidades) y que opinan que hay poca democracia interna en la elección de los representantes de los partidos políticos.

Este malestar, difuso e inconcreto, pero cuantitativamente creciente, condi-ciona las decisiones adoptadas con relación a los asuntos públicos, ya sea en forma de voto, manifestaciones en la calle o incluso en actos de desobediencia civil o insumisión. Y todas estas acciones a su vez influyen sobre el estado de opinión general, en una especie de círculo vicioso que se va retorciendo expo-nencialmente. Sin duda, la incertidumbre y la desesperanza generadas por la

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situación económica influyen en el estado de opinión, pero aquí nos referiremos a los dos factores estructurales directamente causantes de la desafección antes mencionada: la educación y la información.

Opinión pública libre

La opinión pública libre solo es posible en un contexto de educación garan-tizada e información veraz, los dos pilares sobre los que construir la propia opción ideológica, de manera que puedan conformar todas ellas el plura-lismo político, que es la esencia de la verdadera cultura democrática. ¿Qué sentido tiene, en cualquier otra circunstancia o situación que no sea la que hemos descrito, hablar de las bondades de la participación democrática, de resultados electorales de uno u otro signo o incluso de crítica a las varias opciones políticas? Sin embargo, llegar a constatar que las decisiones de cada ciudadano son el resultado de una correcta construcción de su opinión, y por lo tanto, manifestación de libertad, no es ni la realidad actual, ni un objetivo fácil de conseguir.

No se puede informar a quien no está formado

Los demoledores informes PISA sobre el nivel de España en comprensión ma-temática y lectora en cuanto a la gente mayor y a los niños respectivamente invitan a reflexionar sobre cómo la política ha generado un problema, por acción o por omisión y desde hace décadas, a la sombra de un artículo de la Cons-titución que con su extensión y densidad permitía entrever que el tema de la educación no sería nunca cuestión pacífica.

En cuanto a la gente que se encuentra dentro de la edad laboral, estamos en la cola de Europa en dos habilidades básicas para vivir en el mundo de hoy y para ser capaces, entre otras cosas, de votar en unas elecciones sabiendo a quién se vota y por qué se vota. Es este aspecto lo que conecta directamente con la fundamentación del sistema democrático: no es fácil hablar de mayorías silenciosas o de minorías ruidosas, o de cualquier aspecto que concite la re-flexión política, si dudamos de la capacidad general para sumar y leer, porque eso quiere decir que para una inmensa mayoría las en su día tan discutidas balanzas fiscales o un programa electoral son tan incomprensibles como el bosón de Higgs. Si de aquí no se puede concluir ninguna limitación al sufragio universal, en la mente de cualquier gobernante que aspire a la buena gober-nanza tendría que ser motivo de preocupación que el populismo, las mentiras electorales, los mensajes de trazo grueso o incluso la manipulación subliminal

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tengan un efecto sobre la decantación del voto que con una buena formación de base de la ciudadanía sería mucho más difícil.

Si el desgraciado honor de cerrar el ranking que comentamos se refiere a la gente que va de los dieciséis a los sesenta y cinco años, en cuanto a la gente joven el informe PISA correspondiente tampoco deja a España en un lugar es-pectacular, e invita a otra reflexión: ahora es lugar común decir que tenemos a la generación más bien formada de la historia, pero los docentes sabemos que esto solo quiere decir la generación más titulada. Para hacer que titulación y buena formación vayan de la mano tenemos que decidir si queremos llevar a la excelencia a unos cuantos estudiantes o a la mayoría. Esta es la diferencia entre Finlandia o Japón, por una parte, y Estados Unidos por la otra, modelo liberal este donde solo consigue el éxito quien está dotado. Si se quiere que la mayoría esté bien formada, tendremos que volver a optar: entre un sistema en el que la ratio de estudiantes que se suicidan es muy alta, o bien otro en el que la mayoría se siente satisfecha con el qué y el cómo aprende. En el último informe PISA para gente en edad escolar, Finlandia pierde el primer puesto de la clasificación en favor de varios países asiáticos, pero debe volverse a recordar que los datos absolutos son el resultado de un precio trágico en la exigencia que aleja esta palabra de la deseada excelencia, entendiendo como tal la situación óptima, que es llevar un país globalmente considerado a dar lo mejor de sí mismo sin dejar atrás fracasos o decesos causados por la falta de humanidad del sistema.

Esta última opción, que sin duda es la más juiciosa, pide un consenso ver-tebrado, apartidista, desinteresado y que entienda que la educación es la inversión más importante que puede hacer un país para evitar «movilidades laborales» indeseadas, frustración profesional y amplios grupos sociales des-motivados. Unos grupos sociales que a la larga conforman la creciente masa de personas que, perdida la esperanza de progresar, acusan a su clase política de la situación en la que se encuentran.

Una población formada quiere información veraz

La información veraz es la única protegida constitucionalmente. Recibirla es un derecho; emitirla, una libertad. Pero a lo largo de estos años no solo se ha cons-tatado reiteradamente la relación clientelar entre los medios de comunicación y la política (subvenciones, concesión de frecuencias radioeléctricas, control desde instancias públicas), sino también la cada vez más precaria situación de periodistas y comunicadores respecto a las estructuras del poder mediático.

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De hecho, podríamos establecer un claro paralelismo entre la situación subor-dinada de los agentes de la opinión a las grandes empresas de comunicación y la de la gente que se dedica a la política a las estructuras de poder político, que no son solamente los partidos, sino también las grandes corporaciones que los subvencionan.

Cuando la población está bien formada, exige buena información y una co-municación leal, detecta la manipulación o la mentira, castiga la irresponsabi-lidad o la mala praxis. Cuando la gente no tiene los instrumentos básicos para discriminar la información de la propaganda, o la exactitud de las noticias, o la posición ideológica desde la que se emiten los datos periodísticos o comuni-cativos, la capacidad de decidir se debilita y, en última instancia, la calidad de la democracia disminuye.

Y tan importante como lo que se dice es cómo se dice. De hecho, en el mun-do que Giovanni Sartori describió del Homo videns, la posibilidad de separar ambas cosas es nula. Las últimas generaciones de estudiantes son más audio-visuales que lectoescriptoras, y piden un esfuerzo titánico al mundo docente en la reconversión de cómo se tienen que emitir los contenidos. Si esto es así en la educación, también condiciona –no puede ser de otra manera– el mundo de la comunicación, donde es fácil cautivar la atención con unos contenidos nulos, gracias a imágenes, marcos conceptuales o relatos audiovisuales polémicos, simplistas, o directamente falsos.

La alternativa es siempre la excelencia formativa y la veracidad informativa

Pero es evidentemente mucho más fácil manipular a una población ignoran-te que a aquella otra que está bien formada y recibe una información veraz. En los últimos tiempos son frecuentes las encuestas que reflejan el grado de preocupación de la gente por la corrupción política. ¿Quiere decir esto que la gente sabe más? Sí, a pesar de que esto no garantiza que sepa mejor, porque la mayor parte de la información sobre la clase política tiene el origen en los mismos medios de comunicación que pueden estar sufriendo del mismo mal que el objeto sobre el que versan sus mensajes.

Un ejemplo bien frecuente puede hacer patente la necesidad de buscar nuevas calidades en la educación y la comunicación: campaña electoral tras campaña electoral todos los partidos con representación parlamentaria se ha-cen la fotografía de familia para la prensa escrita, al igual que participan en

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los debates que radio y televisión puedan proponer. Esta imagen, que critican mientras no forman parte de ella, incluye por un lado su derecho a participar, del otro, su obligación con sus electores... pero sobre todo se ha convertido en necesidad, en un mundo donde quien no sale en los medios de comunicación sencillamente no existe.

Aceptado, pues, que la realidad virtual (comunicativa) genera e incluso con-diciona la realidad fáctica, tenemos que decir que solo formada e informada una comunidad política puede decidir en libertad las fórmulas más adecuadas para regular e impulsar el progreso, que no consiste en otra cosa que la ele-vación moral de su ciudadanía, la extensión y profundización de la justicia, constantes que han movido la humanidad desde siempre, pero que siempre encuentran escollos.

El propio texto constitucional nos da las claves: por ello ha hecho de la ense-ñanza una herramienta educativa obligatoria y gratuita; por ello ha hecho de aquella información en la que la indagación de la veracidad es el motor objeto especialmente protegido. Cualquier acto que atente contra estos dos ejes de la opinión pública libre tendría que elevar a la máxima severidad el grado de sanción por parte del sistema normativo. Para evitar que esto se llame censura, solo hay una posibilidad, y es la introducción de la competencia y el incentivo a los mejores modelos, lo cual equivale a la vez a la eliminación de la subven-ción. La pregunta, como siempre, es quien vigila al vigilante, cuestión que solo puede ser resuelta a largo plazo, con la elevación paso a paso del grado de la ética pública y la erradicación del modelo corrupto de otorgamiento de las distinciones. En esto quien mejor puede convertirse en vigilante es la persona, entendida como primera y fundamental república, aquella donde comienza toda revolución, el cambio de paradigma, porque cada uno de nosotros somos los gigantes que soportan sobre sus hombros los pasos de la humanidad.

Artículos de reflexión 161

Los spin doctors, la transparenciay las relaciones públicas

Dr. Antoni Noguero

ANTONI NOGUERO GRAU

Doctor en Ciencias de la Información. Presidente de la Fundación Uni-

versitaria Europea de Relaciones Públicas. Profesor del ESRP, centro

adscrito en la Universidad de Barcelona.

Fue a partir del último cuarto del siglo xix cuando se inició el fenómeno de la pu-blicity en el mundo anglosajón, y más concretamente en Estados Unidos. Desde la perspectiva evolutiva de la publicity a las public relations, es en la primera década del siglo xx cuando las agencias gubernamentales norteamericanas comenzaron a utilizar –de forma directa o indirecta– a los publicistas como profesionales prácticos de la publicity (la acepción en este caso corresponde a la actividad de una o varias de las funciones siguientes, que pueden ejercer en paralelo: agentes de prensa, escritores y periodistas) en la legislación que se producía, discutía y aprobaba en el Congreso.

El año 1913 fue esencial en este sentido. La cámara baja norteamericana apro-bó la Gillett Amendment, una enmienda por la que se prohibió a las agencias gubernamentales contratar publicity experts salvo que el presupuesto asignado a tal fin tuviera la aprobación previa del Congreso.

Aquí tenemos un precedente histórico de lo que hoy en día podemos de-nominar, dentro del ámbito de las ciencias sociales, las TIC (transparencia, información, confianza). En definitiva, son political and strategical values que

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no dejan de ser válidos para cualquier organización, pero, especialísimamen-te, para aquellas fuerzas sociales que, estructuradas como partidos políticos, concurren a las elecciones en los países democráticos.

Es desde estas premisas obvias cuando podemos comenzar a hablar de po-litical communication y de spin doctors. Es en este contexto donde la comuni-cación política se diversifica en pautas plurales de comportamiento, según el momento y las circunstancias.

En nuestro país, por ejemplo, se practica en exceso la contraargumentación para unos o la contrainformación periodística para otros. Esta doble visión, ab initio, de los «hechos o actuaciones políticas», tiene como consecuencia que genera, por principio y definición, un efecto bumerang, de tal forma que tanto a corto como medio plazo (según en qué circunstancias y variables) «construye» un cansancio.

Este tipo de práctica contrainformativa, a la vez que provoca un desinterés general, en paralelo desvirtúa cualquier intento o pretensión de establecer valores en la línea de las TIC (transparencia, información, confianza).

Es este contexto el que, aparte de producir un mayor cansancio temático, genera desafección de los ciudadanos por la política y por sus instituciones democráticas, de forma especial por todas aquellas con las que el ciudadano tiene que convivir y que entiende que deben administrar su vida cotidiana en ámbitos plurales.

Desde la referencia histórica y cultural de las relaciones públicas, hay que ha-blar «de lo que es público» con Platón y de «relación» con Aristóteles. Aunque, en principio, solo se hace referencia de las instituciones públicas y privadas en el Codex Justinianeus o Corpus Iuris Civilis, el precedente filológico ya está creado.

Como elemento anecdótico, añadiremos que si este planteamiento aparece en el libro cuarto en torno de las Institutiones, está también, en la Lógica de Aristóteles, en el cuarto lugar, donde aparece la categoría de «relación», por lo que las categorías aristotélicas, como palabras o expresiones independien-tes, quedan establecidas de la siguiente forma: sustancia, calidad, cantidad, relación, lugar, tiempo, situación, posesión, acción y pasión.

En otro orden de cosas, desde la inteligencia dinámica de la publicity hay que incidir en el hecho de que su sustancia es también partícipe de la idea del ser

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humano (logos), el discurso (logos) y la recepción activa o final del proceso (pathos).

Pero es a partir del siglo xvii cuando emergen las ideas que configuran la vali-dez de lo que entendemos como «público» y «opinión pública». El liberalismo y el racionalismo se entretejen adecuadamente para conjugar los contenidos de aquellos conocimientos, además de fenómenos sociales. En este pensamiento racional se hacen visibles pensadores tan plurales como John Locke, David Hume, Jean-Jacques Rousseau o Immanuel Kant.

La primera aparición documentada de la expresión «relaciones públicas» se detecta en el Seventh Annual Message to Congress, del 27 de octubre de 1807. Se trata de un cambio introducido en la expresión «state of though», que pasa a convertirse en «public relations», en el contexto de un razonamiento o explicación financiera que defiende la importancia de dejar unos remanentes pecuniarios para cuando fuera necesario.

El año 1924, John Curbeth Long publicó Public Relations. Handbook of Publi-city. Sin duda, en esta obra se sintetizan un conjunto de ideas en las cuales la historiografía de las relaciones públicas tiene un punto de arranque nítido. En esta definición, desde la perspectiva de sus descriptores, se aclaran los inicios empíricos de las relaciones públicas: proceso e investigación, información y comunicación, organización (contexto weberiano) con valores, e interés público:

Public Relations is the process of finding out, and of making known, the factors in an enterprise which are of public interest.

(Long, 1924: 4)

Resumiendo, en la actualidad las relaciones públicas se han arraigado entor-no de la idea del« interés público», pero la comunicación política ha encontrado algunos frentes conflictivos, como la aparición de la expresión spin doctor, por lo que podríamos hacer una primera aproximación al fenómeno aludiendo a una idea conceptual y pragmática a través de la que discurre la comunicación política, especialmente ante los avatares electorales y sus correspondientes programas de campaña.

Por ello la comunicación política del día a día se tiene que construir en una relación de plurales expectativas –de acuerdo con su tempo– entre los sujetos que participan en ella, ya que de otra manera se produce un deterioro que conduce a un proceso de cierta desconfianza.

La comunicación y la regeneración democrática y política164

A continuación, señalamos algunos aspectos que analizan lo que podríamos llamar algunos elementos doctrinales comunes en el aspecto internacional:

Notas:

The true test of a company’s commitment to transparency and doing good, is when «corporate responsibility» stops being a specialized function and becomes embed-ded with the culture of the company. This brings an obligation but it also brings huge opportunities. The caring corporation is the business model of the future and it’s one where doing well and doing good are one and the same. David Jones is global chief executive of Havas Worldwide

(The Wall Street Journal 11/28/13)

The term spin doctor was coined by American novelist Saul Bellow, who spoke in his 1977 in the Jefferson Lecture about political actors «capturing the presidency itself with the aid of spin doctors».

The word spin first appeared in the press on January 22, 1979, in a Guardian Weekly article; the phrase spin doctor, on October 21, 1984, in a New York Times editorial commenting on the televising of presidential debates.

It took another decade until it was picked up by academics: Maltese (1994, 215–216) discussed the significance of spin doctoring for political communication, and Sump-ter and Tankard (1994) for public relations.

A cross-country content analysis of «spin doctors in the press» reveals different pro-files of metacoverage in the United States, Great Britain, and Germany that can be explained by the different media cultures and political PR cultures. While metacove-rage is discussed as a new style of reporting to be welcomed in the view of profes-sionalized political PR, journalism is inherently limited in analyzing PR adequately. This study develops a new concept in political communication theory called meta-communication. It argues that metacommunication (1) describes a new, third stage in election coverage after issue and strategy coverage; (2) reflects the mass media’s new role as a political institution in the third age of political communication; and (3) can be seen as the news media’s response to a new, third force in news making: professional political PR.

(Erickson, Kris, and Lilleker, Darren G. «Campaign Websites and Hypermedia Campaigning: Lessons from the Ed Balls Labour Leadership Campaign 2010».

Parliamentary Affairs, 2012, vol. 65, issue 2, pp. 404-424).

Artículos de reflexión 165

Las nuevas redes y la vieja políticaDr. Albert Sáez

ALBERT SÁEZ CASAS

Doctor en Ciencias de la Información. Profesor de la Facultad de Co-

municación Blanquerna (URL). Director adjunto de El Periódico de

Cataluña.

Las llamadas redes sociales han cogido impulso en un momento de grave crisis económica, pero también social, moral y muy especialmente política. Algunos consideran que esto ha sido su causa, y otros, el detonante. En todo caso, las redes han sido un acelerador de la crisis y un catalizador del malestar de los ciudadanos, muy especialmente con la clase política que gobierna o con la que ha gobernado. Y, a la vez, uno de los requisitos para emerger en la nueva política es la presencia en las redes sociales, como demuestran fenómenos de naturaleza ideológica tan diversa como Albert Rivera y la monja Teresa Forca-des. Las redes se convierten así en las presuntas sustitutas, en una hipotética democracia directa, del papel que tenían los medios de comunicación tradi-cionales en las democracias representativas. Una hipótesis considerada por una amplia mayoría como un simple pronóstico que no es necesario demostrar pero que no deja de ser esto, un pronóstico y, en muchas ocasiones, un deseo.

En todo caso, es cierto que las instituciones tradicionales de mediación es-tán en crisis, como hace años que indica el maestro Lluís Duch. Los medios de comunicación cambiaron las reglas del juego para la familia y para la escuela:

La comunicación y la regeneración democrática y política166

padres y educadores perdieron el monopolio en el control del acceso de los niños y de los jóvenes al conocimiento, como explicó Neil Postman. Ahora, políticos y medios de comunicación están perdiendo el monopolio del control del acceso a la información y de la gestión de la opinión pública. La hipótesis dominante es que en estos casos los cambios implicarán la desaparición de los actores que han sido principales hasta ahora, y son muchos los que anuncian la muerte de la política tradicional, de la política de partidos, y de los medios de comunicación tradicionales, de las empresas de comunicación. Hay institu-ciones que han sobrevivido a siglos de malos augurios, como por ejemplo la Iglesia católica. Por lo tanto, no desaparece quien quieren algunos que lo haga sino quien no conecta con aquellos a los cuales dice servir.

Este afán revolucionario de principios del siglo xxi demasiadas veces nos enturbia la vista. Nos dejamos llevar por aquellos que hace siglos que quieren hacer revoluciones imposibles e incompatibles bajo la condición humana y que se abrazan a la primera innovación que encuentran para hacérsela suya y con-notarla con su espíritu revolucionario. Propongo, pues, parar cinco minutos el reloj del fatalismo tecnoeufórico y hacernos otra pregunta: ¿qué potencialidad reformista y regeneradora de la política convencional tienen las redes sociales? Creo que la posibilidad que los políticos interactúen con sus electores a través de las redes sociales puede ayudar a mejorar la calidad de la democracia re-presentativa, un objetivo más plausible que poner en marcha una democracia directa de incierto resultado pese a que la tecnología ayude. ¿En qué sentido podrían ayudar las redes?

Es evidente que la presencia de los políticos en las redes sociales interac-tuando con los ciudadanos a quien sirven y con los votantes que representan puede ayudar a la transparencia de la gestión pública. Primero, porque los políticos pueden rendir cuentas sin pasar por los filtros de los medios de co-municación y de sus intereses y sin la mediación de sus adversarios. Las redes permiten expresarse y avanzarse, así como explicar los posicionamientos y los razonamientos de los políticos en todos los asuntos –no solo en los que dan titulares– y en todas las fases del proceso de toma de decisiones, no solo en las que están bajo los focos de los medios y del debate político. En segundo lugar, las redes permiten la conversación entre los políticos y el resto de ciuda-danos. Demasiadas veces, los profesionales de la política repiten en las redes la dinámica de los parlamentos y de los debates en los medios tradicionales y se limitan a polemizar entre ellos. Las redes permiten dialogar con los admi-nistrados y con los votantes, y tendrían que poder provocar cambios de puntos de vista entre los políticos más allá de los rifirrafes ideológicos. Las redes per-miten universalizar aquella dimensión de la política que antes estaba limitada

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al ámbito municipal, con la gente parando al alcalde por la calle y valorándolo en las elecciones de manera personal y no solo partidista.

La vieja política pasada por el filtro de las redes sociales también podría ganar en autenticidad. Las redes permiten tanto o más que los medios la farsa políti-ca. Pero ayudan a desenmascararla. Varios políticos ya han tenido problemas y han tenido que disociar su personaje en las redes de su identidad real. Todo comenzó cuando tuitearon sus impresiones personales mientras aparecían en un debate en directo en la televisión. Entonces se supo lo que alguna gente sabía: que la mayoría de políticos no se escriben sus discursos, que la mayo-ría de políticos no dictan sus artículos, que la mayoría de políticos no leen los informes que aprueban, ni las leyes que votan... Las redes ponen en evidencia la fuerza de la tecnocracia política, que diluye la autenticidad de los lideraz-gos hasta el punto que permite a los llamados aparatos de los partidos hacer que los legítimos representantes de la ciudadanía actúen como títeres de sus intereses más oscuros e inconfesables. Las redes no lo evitan ni lo erradican, pero lo ponen en evidencia.

Los primeros pasos de la vieja y de la nueva política en las redes sociales no son muy esperanzadores. En el caso de la política tradicional, porque sus verdaderos problemas no están en las normas –mejorables– ni en la presencia de gente sin escrúpulos –que siempre existirá–, sino en la talla moral de los que se apuntan, en la cultura –entendida como manera de hacer– de los que participan y en su debilidad ante el poder económico o los intereses corpora-tivos. También la nueva política arrastra problemas que las nuevas redes no resuelven. Hay ideologías y propuestas políticas que no se ganan el apoyo de la población no solo, ni principalmente, porque el sistema de medios y de partidos las veten, sino porque tienen tanta carga demagógica o utópica que la población difícilmente se las hace suyas. Las redes, por lo tanto, no hacen nada más que ponerlo en evidencia, porque también son un instrumento potente para detectar el filibusterismo que encubre con victimismo la inconsistencia de determinadas propuestas aparentemente efectivas.

Las redes sociales, pues, no hacen nada más que ponernos de nuevo ante el espejo. Algunas miserias de la condición humana las amplifican hasta ha-cerlas insoportables. Una vez más se demuestra que la tecnología no es ni el problema ni la solución. Son la ética, la moral, la cultura política las que nos redimen de los límites de nuestra humanidad, no la imprenta, la televisión o el teléfono móvil.

Artículos de reflexión 169

La conversación colectiva en la nueva ágora digitalizada

Dr. Ferran Sàez

FERRAN SÀEZ MATEU

Doctor en Filosofía. Profesor en la URL. Director del Centro de Estudios

de Temas Contemporáneos de la Generalidad de Cataluña.

Expectativas tecnológicas e hipérboles futuristas

No ha habido ningún otro momento de la historia de la humanidad en el que las personas se hayan podido comunicar con tanta fluidez como ahora, y a un precio que cada vez es más reducido. La fantasía de una gran conversación colectiva que tenga una traducción política real, o incluso la quimera de una deliberación global, están presentes en nuestras expectativas, tal como ya lo remarcó Cass Sunstein en Republic.com. Nos gusta comparar la vieja ágora griega con nuestro mundo virtual y digitalizado, donde la dislocación espacio / tiempo puede llegar a extremos que rozan los planteamientos de la ciencia-ficción. ¿Estamos ante un paralelismo plausible o, en realidad, solo nos vemos reflejados por una tecnología que en ningún caso modificará la naturaleza de la política, ni menos aún la del ser humano? ¿Era así, el ágora ateniense? La respuesta a esta última pregunta, como veremos ahora, es negativa.

Las dos reglas de oro de la democracia griega fueron las nociones de isonomía y de isegoría, así como sus respectivas transposiciones históricas. Los dere-chos, las normas de convivencia, las reglas del juego, tienen que ser iguales

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para todo el mundo: a esto alude el término isonomía. Pero resulta que estas normas colectivas no se pueden defender, o bien cuestionar, a salto de mata, sino solo mediante unos protocolos consensuados que equiparen y ecualicen todas las voces. La noción de isegoría hace referencia, pues, a la necesidad de que todas las opiniones tengan una oportunidad de ser escuchadas. Iso-nomía e isegoría no son dos abstracciones de la filosofía política, sino que resumen una determinada manera de entender las relaciones –incluidas las conflictivas– entre los ciudadanos. De poco sirve la igualdad de derechos si con nuestra palabra no podemos defendernos de quienes los vulneran, y, simétricamente, de poco sirve que todas las voces se escuchen con el mismo volumen si los derechos y los deberes no son iguales para todo el mundo. Al ciudadano rico y poderoso se le tiene que aplicar el Código Penal hacien-do abstracción de su privilegiada condición social (isonomía), y su voluntad expresada en un voto tiene que valer –«tiene que pesar»– exactamente lo mismo que la del más miserable de sus conciudadanos (isegoría). La idea que guía la democracia es justamente esta, y no es nada sencilla de llevar a cabo. De hecho, constituye un reto a menudo incierto, e incluso frustrante o decepcionante. La concreción del ideal democrático varía –tiene que variar, a la fuerza– en función de las contingencias históricas, culturales, tecnológicas, etcétera, de cada época. Es bien normal, por ejemplo, que al comienzo del siglo xxi la revitalización de la democracia se asocie a menudo a las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, lo cual no habría tenido mucho sentido en otro contexto.

Reclamar más participación es una actitud inequívocamente democrática; de hecho, es su esencia fundacional. En circunstancias normales, sin embargo, esgrimir un tipo de participación informal o no convencional, vinculante pero a la vez no consensuada previamente, contradice las reglas del juego: aquí ya no podemos hablar de isonomía ni de isegoría, sino de otra cosa. Con la expresión «circunstancias normales» nos referimos a aquella situación sociopolítica que John Rawls identifica con el concepto de «sociedad bien ordenada». En otra situación –un régimen dictatorial basado en la fuerza, etcétera–, la ruptura de las reglas establecidas tiene, obviamente, un sentido político –y también moral– del todo diferente.

Con la expresión «participación vinculante pero a la vez no consensuada previamente» hacemos referencia a una convicción que crece de manera im-parable: la equiparación estricta de una cacerolada o de una manifestación, pongamos por caso, con una consulta electoral. La primera es tan legítima como la segunda, ciertamente, pero considerarla «directamente vinculante» reduciría al absurdo la noción de isegoría comentada más arriba. La razón es

Artículos de reflexión 171

bien sencilla: este tipo de expresiones de la voluntad popular, casi siempre efímeras, solo amplifican mediáticamente determinadas voces (las que son capaces de generar una noticia), mientras que dejan fuera de juego las opinio-nes no escenificadas (y, en consecuencia, incapaces de atraer las cámaras y los micrófonos). Todo esto contradice radicalmente la idea de isegoría: aquí hay voces que se oyen demasiado fuerte y otras demasiado flojo. En este sentido, la democracia no es nada más que un mecanismo de ecualización. Cuando en Cataluña la sociedad civil reclama justamente una consulta consensuada, reglada y transparente sobre el derecho a decidir su futuro como nación, está ubicándose en el corazón mismo del ideal democrático moderno, en la medida en que desea trascender la esfera expresiva informal de la manifestación y aspira, en palabras de Rawls, a ser una «sociedad bien ordenada» donde todo el mundo pueda hacer sentir su voz con la misma intensidad. De momento, el único sistema que permite llevar a cabo este objetivo es el voto.

Asistimos a la evaporación del sujeto político y su sustitución por un tipo de sujeto mediático que, paradójicamente, no se expresa en tanto que actor sino en tanto que espectador/consumidor. Parece evidente que la transformación de este sujeto político en sujeto mediático se convertirá en un fenómeno de-finitivamente irreversible en el momento que Internet llegue a la totalidad de la población, sea más operativa y rápida que ahora, y pase del ordenador al televisor familiar, del despacho a la sala de estar. A partir de este momento, el control de la acústica del ágora dependerá exclusivamente de los grandes oligopolios que controlen el acceso a la red. Por ello, Javier Echeverría adver-tía ya hace quince años que la –digamos– democratización de la red es, por ahora, improbable, justamente porque el Tercer Entorno tiene una estructura «neofeudal». A fecha de hoy, los hechos le han dado la razón.

Más preguntas que respuestas sobre una realidad in progress

Las democracias liberales de las sociedades avanzadas no están amenazadas, pero sí cuestionadas por una sociedad civil que las evalúa como «insuficientes». Esta distancia entre la idealización prepolítica de la democracia y su concreción en forma de sistema, ¿es quizás la causa última y radical de la desafección hacia la política que manifiestan muchos ciudadanos? Y en cuanto a la idealización de la idea de democracia, ¿han sido justamente las enormes potencialidades de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) las responsables de haber generado determinadas expectativas maximalistas con relación a la esfera participativa? Esta pregunta es fundamental para entender el verdadero origen de la desafección política: la creencia, más o menos gratuita, sobre la

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facilidad (?) con la que se podría reformar –o incluso sustituir– el sistema de representación democrática. Esta creencia convive paradójicamente con la de la necesidad de preservar el sistema para garantizar que todo sea tan fácil. Todos nos podemos expresar en los medios, todos podemos decir la nuestra en Internet. Conviene insistir, no obstante, en la idea que hemos apuntado antes, la de las dos reglas de oro de la democracia: las nociones de isonomía y de isegoría. Nacidas en la Grecia clásica, ambas nociones fue-ron completamente reformuladas entre los siglos xviii y xix. En ninguno de los dos casos, sin embargo, estaban previstos los medios de comunicación de masas. Esta constatación tiene una importancia esencial para entender las fricciones entre política y medios en el siglo xxi. La pujanza de la opinión pública ya fue vaticinada a mediados del siglo xix por el historiador francés Alexis de Tocqueville, pero de una manera completamente borrosa: Tocquevi-lle ni siquiera podía llegar a imaginarse el cambio cultural y político asociado a la radio, la televisión o Internet. Todo ello afecta, por razones obvias, a la compleja intersección entre las nociones de participación democrática en forma de deliberación colectiva y las estructuras empresariales, públicas y privadas, de la comunicación. ¿Estamos hablando de ciudadanos o de consu-midores de información con una falsa conciencia de emancipación? La noción clásica de «ciudadanía», herencia de la Ilustración, ¿ha dejado pues de ser aceptada mayoritariamente como el sujeto real del sistema democrático? El nuevo sujeto del sistema, ¿es ya la opinión pública? (impensable como tal en la sociedad anterior a la comunicación de masas).

De esta manera, la naturaleza en apariencia idílica de la nueva conversación colectiva adquiere una coloración más inquietante. En general, no tenemos en cuenta que nuestras relaciones están a la fuerza mediadas, y que esto tiene unas consecuencias inevitables. El mecanismo básico de la visibilidad política en los medios de comunicación es la generación de pseudoacontecimientos que en cuestión de minutos hacen aparecer cámaras y micrófonos. El hecho de que un grupo reducido de personas se desnuden en una plaza no es ninguna noticia: es una anécdota falta de cualquier interés público. La lógica mediá-tica sustancializa aquella anécdota y la transforma en un «hecho» dotado de un significado propio. Más que enriquecerlo, este pseudoacontecimiento suele distorsionar el debate colectivo en la medida en que se apropia de una representatividad que no tiene, y esta disfunción gravita inevitablemente sobre cualquier gobierno democrático. Con todos sus defectos, el modelo representativo moderno garantiza, cuando menos, un sistema consensuado y transparente de participación.

Artículos de reflexión 173

A modo de conclusión

Ya en el año 1979, Jean-François Lyotard advirtió que lo que entonces se llamaba «telematización» cambiaría la propia naturaleza del saber y alteraría profun-damente las relaciones sociales, las jerarquías políticas y, por supuesto, la vida cotidiana de los ciudadanos. La digitalización, incluida la de los medios de comunicación, cambia las reglas del juego de la deliberación política. Su-brayamos el verbo: hablamos de «cambiar», no de «empeorar», pero tampoco de «mejorar». Es difícil determinar dónde desembocará este cambio, porque a penas está dando sus primeros pasos. En todo caso, sus grandes potencia-lidades resultan tan evidentes como sus efectos no deseados. Ninguna de las fuentes clásicas de las que bebe nuestra tradición política –entendida en un sentido muy amplio– no previó nada parecido a la televisión o a Internet: cuan-do Jefferson o Tocqueville hablan de la relación entre política y comunicación, tienen en la cabeza los pequeños periódicos locales de la época, no otra cosa. En consecuencia, parece sensato entender la nueva ágora como un espacio radicalmente nuevo, donde los medios de comunicación y la política, el ocio y el negocio, el espacio privado y el espacio público, y tantos otros ámbitos, tienen que ser repensados desde cero, procurando no confundir nuestras legítimas expectativas con la realidad.

La apuesta digital de los representantes

del pueblo de Cataluña: el gobierno de la Generalidad y la participación ciudadana

Dr. Joan Francesc Fondevila GascónProf. Marc Perelló SobrepereDr. Joaquín Marqués Pascual

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 177

1. Introducción

En plena sociedad de la banda ancha (Fondevila, 2009), en pleno embate digi-talizador y de necesidad de una relación constante con el usuario final, tanto el sector empresarial, como la sociedad civil, como la Administración pública observan o tienen que observar a Internet como un aliado para establecer en-gagement con la ciudadanía.

En el año 2000, Miquel Puig, comisionado para la Sociedad de la Informa-ción de Cataluña, planteaba como prioridad que la Administración pública se modernizara y se adentrara en el uso de las nuevas tecnologías (Miquel Puig, en Larregola, Franquet, 2000). En este sentido, los autores de esta investi-gación creemos oportuno observar si, después de trece años, la Generalidad de Cataluña y, consecuentemente, la Administración pública están utilizando correctamente y de forma proactiva las tecnologías de la información y la co-municación (TIC) en cuanto a la comunicación digital del Gobierno de la Gene-ralidad de Cataluña.

El universo multiplataforma y conceptos como el always on están invadiendo la esfera pública. Más allá del gap de accesibilidad a la banda ancha, que debe resolverse lo antes posible, la tendencia en cuanto al contenido es a la digitali-zación. Entidades y empresas disponen de forma generalizada de páginas web y redes sociales, y actualizan sus contenidos habitualmente. Esta necesidad (u obligación) de actualización es un resultado del denominado cloud jour-nalism (Fondevila, 2010a), es decir, del flujo constante de nuevos contenidos requeridos por el receptor, convertido en prosumidor (productor y consumidor de contenidos) y en crossumer (un usuario muy exigente, con acceso a varias fuentes de información a la hora de decidir la compra de un producto o la con-tratación de un servicio). En clave periodística, se trataría del Journalism as a Service (JaaS), una fuente de contenidos que requieren numerosas empresas y entidades (incluyendo las administraciones públicas).

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El uso creciente de Internet como herramienta de comunicación laboral y personal, y la consideración de la red de redes como un escenario preeminen-temente gratuito, convierte este maná incesante de contenidos en una realidad que casi se da por descontada, a la manera de las utilities. Como pasa con el agua, el gas o la electricidad, se da por hecho que fluirá con naturalidad, igual como está ocurriendo con los contenidos de las páginas web o los blogs. Y de aquí proviene la recomendación de actualizar contenidos con frecuencia, y de seguir estrategias que incluyen indefectiblemente a las redes sociales. Así, los conceptos de Search Engine Optimization (SEO), Search Engine Marketing (SEM) y Social Media Marketing (SMM) se abrazan en una sinfonía holística que mezcla metodología y creatividad, acierto en la elección de palabras clave y en la inversión en Adwords y Adsense, calidad de contenidos y cantidad de actualizaciones y visitas. En síntesis, es necesario disponer de una plataforma (o varias) en Internet, actualizar sus contenidos y mantener una relación fluida de interactividad.

En esta línea, los nuevos medios de comunicación, conocidos como new media, han cambiado el paradigma relacional entre la ciudadanía y los propios medios de comunicación (Perelló, 2012). Así pues, hoy día que un gobierno cree portales para informar a la sociedad de sus asuntos entra dentro de lo que se espera del propio gobierno democrático (Cerrillo, 2006). La creación de portales también tiene otra finalidad: la transparencia. A finales del año 2004, y bajo la presidencia de Pasqual Maragall, la Generalidad de Cataluña acordó la constitución de un grupo de trabajo sobre el buen gobierno y la transparencia administrativa, en el cual se apostaba claramente por asegurar la transparencia en la gestión de recursos públicos (Generalidad de Cataluña, 2005). El informe de la Generalidad también destacaba la necesaria participación e implicación de la ciudadanía en el proceso de transparencia.

La información que generan y transmiten las instituciones públicas no solo es valiosa en términos genéricos y de ciudadanía, sino también en diferentes niveles más particulares, como el fomento de la lengua catalana y sus políticas lingüísticas, o también en el ámbito de la investigación en Cataluña (Berrio, 1997). En el caso concreto de la Administración pública, su presencia en Internet ha puesto de relieve cuestiones como el derecho de los ciudadanos, el reparto de poderes públicos y la presencia de las TIC en reformas políticas (Bernadí, 2007). De manera similar, la irrupción de las nuevas tecnologías en el ámbito político y la universalización del acceso a la red que implica la sociedad de la banda ancha han puesto de manifiesto la necesidad de un mayor grado de transparencia por parte de la Administración pública y de sus instituciones. Jordan (2011) asegura que es imprescindible reclamar transparencia y eficiencia

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en el día a día de las administraciones públicas, y subraya que con los últimos escándalos de corrupción política esta reclamación aún se hace más evidente. Esta idea enlaza con la de la agenda digital europea, que establece entre sus objetivos el de incrementar la confianza y la seguridad para que la ciudadanía adopte la tecnología, universalizar este acceso (el año 2020, todos los ciuda-danos europeos tendrían que acceder a Internet a 30 Mbps, y el 50 por ciento, a 100 Mbps) e invertir en un uso inteligente de la tecnología y en la explotación de la información (European Commission, 2010).

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2. Contexto teórico

La tecnología y la digitalización han llegado a todas las esferas privadas y pú-blicas. En cuanto a los medios de comunicación, por ejemplo, está provocando unos cambios esenciales que se traducen en la generación de nuevas y, en ocasiones, especialmente creativas fórmulas de negocio (Fondevila, Sierra y Del Olmo, 2011). La Administración pública no puede quedar al margen de esta fuente tecnológica, de la que es un emisor y un receptor clave. En el año 2000, Miquel Puig, comisionado para la Sociedad de la Información de Cataluña, se planteaba un reto esencial para la Administración pública. El objetivo consistía en modernizarla. Puig consideraba que la Administración pública es la gran corporación del país (Cataluña), donde trabaja más gente, y por lo tanto es la corporación con la que más gente tiene relación. Se trata de un ente bási-co, indicador principal del funcionamiento de la relación entre la ciudadanía y los órganos de gobierno. Es por ello que la Administración pública debe ser especialmente moderna, lo cual significa utilizar a fondo las tecnologías de la información (Miquel Puig, en Larregola, Franquet, 2000). Internet se comenzó a popularizar a partir de 1995, y de forma meteórica se ha convertido en un medio de comunicación esencial en la relación con el usuario, desde la perspectiva del e-business (e-commerce, e-banking), desde la perspectiva del Estado de bienestar (e-health, e-learning) y, transversalmente, desde la perspectiva de la gobernanza (e-democracy, es decir, el uso de las TIC e Internet para promover la democracia). Las listas de distribución, las redes peer-to-peer, los foros en Internet, las wikis o el software colaborativo son herramientas que permiten acercar los partidos políticos y la política en general a la ciudadanía, con nu-merosas ventajas (por ejemplo, la mejora en la relación entre los diversos ni-veles administrativos, la facilidad de acceder a la información gubernamental, la simplificación de procesos hacia la ciudadanía, la promoción del acceso de la juventud a la interacción política, la targetización de la audiencia en según qué mensajes o en según qué campañas, aunque sean de contramarketing o de desmarketing, o la aplicación de opciones como el voto electrónico) y también algunos peligros (sobrecarga de información o infoxicación; imposibilidad de lu-char contra ciertas disfunciones; oportunidad o no de invertir en investigación,

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desarrollo e innovación en la administración pública en periodos de contracción económica; división digital, acentuada por la proliferación de dispositivos de mano y aplicaciones específicas en este ámbito).

Otro concepto in crescendo es el de e-government (también bautizado como Internet government, digital government, online government o connected go-vernment), que consiste en interacciones digitales entre gobierno y ciudadano (G2C o government and citizens), gobierno y empresa o comercio (G2B o go-vernment and businesses), gobierno y trabajadores (G2E o government and employees), gobierno y gobierno o agencias gubernamentales (G2G o govern-ment and governments or agencies) o ciudadano y gobierno (C2G o citizens to governments) (Jeong, 2007).

Una de las claves de la transparencia siempre se ha entendido que es la ren-dición de cuentas de un agente hacia otro. En el caso que nos ocupa, estaríamos refiriéndonos a la rendición de cuentas de la Generalidad de Cataluña hacia la ciudadanía. Para la definición de la transparencia y el buen gobierno que quiere fomentar la Generalidad, nos remitimos a la definición que dio el año 2005 un grupo de trabajo formado por el propio ejecutivo catalán:

Entendemos la transparencia y buen gobierno como el conjunto de medidas que tienen por objeto, en una sociedad avanzada, facilitar y hacer efectiva la rendición de cuentas, mediante la evaluación de la tarea de las instituciones, de los procesos y de las prácticas que determinan cómo se ejerce el poder, cómo los ciudadanos participan en la adopción de las decisiones públicas y cómo estas decisiones se toman de acuerdo con el interés general (Generalidad de Cataluña, 2005).

Sin embargo, esta definición se queda corta cuando hablamos de la era digital, como es el caso de nuestro estudio. De hecho, la definición propuesta data del año 2005, cuando aún no habían nacido ni Twitter, ni Facebook ni YouTube, entre otras redes sociales que han cambiado la manera de hacer y de entender la comunicación política e institucional, tal como explicamos en este texto. El fenómeno del SMM refuerza en gran medida el poder de influencia de estas redes y extrema el factor inmediatez, tal y como se puede comprobar en convocatorias como las que se realizan mediante la telefonía móvil inteli-gente. El crecimiento exponencial de la cantidad de smartphones y de tablets confiere a la ciudadanía una capacidad de acción-reacción imprevisible solo unos decenios atrás.

En el contexto digital no es suficiente con rendir cuentas. Es menester, ade-más, fomentar la participación de la ciudadanía, la interactividad (Fondevila

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y Beriain, 2013; Fondevila, Beriain y Del Olmo, 2013; Fondevila et altri, 2013). Tampoco es suficiente ofrecer los datos sin ningún tipo de estructura o de maquetación previa, dado que no todo el mundo los podría entender. En este sentido, es necesario que los datos se presenten con un lenguaje de fácil acceso para toda la ciudadanía. Si es posible, este lenguaje no será administrativo, técnico o académico, sino que su carácter será divulgativo para llegar a un mayor número de personas.

A finales del año 2004, y bajo la presidencia de Pasqual Maragall, la Gene-ralidad de Cataluña acordó la constitución de un grupo de trabajo sobre buen gobierno y transparencia administrativa. El propósito era el siguiente:

Redactar un informe sobre los principios que tienen que orientar las actuaciones de las administraciones públicas catalanas, de sus organismos y empresas y de sus responsables políticos y profesionales para asegurar la transparencia en la gestión de los recursos públicos y la igualdad en el acceso a la información sobre esta ges-tión por parte de todos los ciudadanos, organizaciones y empresas (Generalidad de Cataluña, 2005).

En verano de 2005, este grupo ya había concluido la redacción del informe. Entre sus conclusiones, los expertos recomiendan un total de seis acciones destacables: (1) la definición de valores de ciudadanía para Cataluña; (2) la defensa constante de estos valores en su discurso y en su acción, haciéndolos coherentes y consecuentes, y explicándolo así; (3) la adopción de medidas en cascada, promotoras de estos valores, en todas las consejerías y empresas públicas, así como en el resto de administraciones públicas; (4) la formación de todos los trabajadores públicos en estos valores y en su práctica; (5) la investi-gación de la complicidad con todos los sectores sociales en esta defensa, con particular atención a los medios de comunicación tanto públicos como privados, y (6) la inclusión de estos valores en todos los acuerdos que promueven dentro y fuera de Cataluña (Generalidad de Cataluña, 2005). Como se puede observar, se trata de recomendaciones de tipo genérico, un hecho bastante habitual en este género de informes. No por ello son menos valiosas, pero sí que se echa de menos una mayor concreción de las acciones que deben llevarse a cabo.

El informe de la Generalidad también destaca la necesaria participación e implicación de la ciudadanía en el proceso de transparencia. Debe recordarse que estas recomendaciones se hicieron en un entorno muy diferente al actual. La participación ciudadana (Perelló, 2013) era entonces mucho menos probable que ahora, cuando la ciudadanía tiene al alcance una gran cantidad de herra-mientas de comunicación social que sí que permiten la tan anhelada partici-

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pación ciudadana y la toma de decisiones (Fondevila, Del Olmo y Sierra, 2012; Fondevila, Carreras y Del Olmo, 2012; Fondevila et altri, 2012). Son un ejemplo redes sociales como Facebook, Twitter o YouTube, u otros mecanismos de di-fusión de la información como los portales que se mencionan en este trabajo.

En cuanto al objetivo de participación ciudadana, encontramos un punto a favor y uno en contra. El punto a favor es el referente al acceso a las TIC que hay en Cataluña. Se trata de un acceso amplio, ya que la mayor parte de hoga-res catalanas disponen de ordenadores personales y de conexión a Internet. Sin embargo –y este es el punto en contra–, el nivel competencial para poder hacer uso de las TIC es bastante desigual entre los diferentes grupos sociales (Masjuan, 2012).

Cerrillo (2006) observa cómo la utilización de Internet por parte de las ad-ministraciones públicas tiene diferentes aplicaciones: crear portales de in-formación sobre la propia Administración, establecer nuevos mecanismos de participación y toma de decisiones, y facilitar herramientas para una cómoda relación telemática. Cerrillo destaca la creación de portales de información, y es precisamente en estos portales donde nosotros hemos centrado nuestra investigación.

La información que generan y transmiten las instituciones públicas no solo es valiosa en términos genéricos y de ciudadanía, sino que también lo es en diferentes niveles más particulares, como el fomento de la lengua catalana y sus políticas lingüísticas, o también en el ámbito de la investigación en Cataluña (Berrio, 1997). En el caso concreto de la administración pública, su presencia en Internet ha puesto de relieve cuestiones como el derecho de los ciudadanos, el reparto de poderes públicos y la presencia de las TIC en reformas políticas (Bernadí, 2007). De la misma forma, la irrupción de las nuevas tecnologías en el ámbito político ha puesto de manifiesto la necesidad de un mayor grado de transparencia por parte de la administración pública y de sus instituciones. Jordan (2011) asegura que es imprescindible reclamar transparencia y eficiencia en el quehacer de las administraciones públicas, y subraya que con los últimos escándalos de corrupción política esta reclamación aún se hace más evidente.

Torres (2011) reclama eficiencia y sensibilidad en el trato de la información que pueda ser de uso público, y remarca el importante papel que tiene dentro del cloud computing, ya que su gasto económico abre camino al resto de en-tidades que aspiran a formar parte de la nube. Torres también aboga por que las administraciones públicas fomenten las nuevas tecnologías y el I+D+i. El autor también asegura que la disponibilidad de la información será pronto tan básica como la disponibilidad de la propia energía.

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El always on y la necesidad del ciudadano de la conexión constante está provocando la aparición de iniciativas periodísticas y publicitarias que pueden inspirar a los gestores de las páginas web políticas. La publicidad digital RTB (real time bidding) es un claro ejemplo de lo que decimos. Encajar la publicidad en milisegundos con los gustos de un consumidor (o de un votante) concreto refleja lo necesarios que pueden ser los impactos en la sociedad de la banda ancha.

La inversión en publicidad RTB en Estados Unidos está creciendo, y el mismo fenómeno se puede dar en Cataluña. Las ventajas del RTB son varias: atacar el perfil de cliente potencial propicio para el producto y servicio (el mensaje político no es publicidad ante cualquier usuario, y se personaliza según el tipo de público), publicitarnos ante un votante potencial donde queremos (web) y en el momento que queremos, y aumentar la eficiencia y la efectividad son argumentos de peso. El resultado puede ser de un 150% de aumento en la efectividad del anuncio con un presupuesto moderado (compra de impresiones de anuncios a un precio configurado).

El hecho de que solo el 20% de empresas optimice la campaña de publici-dad digital, y que en el ámbito de la administración pública y de los partidos políticos este objeto de estudio sea nuevo, puede lastrar la evolución natural del sector, teniendo en cuenta que la publicidad orientada es bien digerida en plena fase de compra e investigación sobre productos.

El uso de más de un dispositivo, preferiblemente el móvil (a pesar del as-censo de la tablet), puede impulsar la democracia instantánea. Se trata del denominador común a la hora de definir la evolución del consumo de noticias y el escenario de los medios de comunicación digitales (Reuters Institute, 2013). Según el informe Digital News Report 2013, del Instituto Reuters (centrado en nuevos mercados: Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Brasil, Dinamarca, Francia, España, Alemania e Italia), las tablets han doblado su uso, pero los móviles continúan líderes, con Dinamarca al frente: un 43% de usuarios utilizan el móvil o smartphone con frecuencia semanal. En paralelo, crece el consumo multiplataforma: el 33% de usuarios utilizan al menos dos dispositivos para el consumo de medios. Hay que remarcar que el 9% de usuarios utilizan al menos tres dispositivos (la combinación de ordenador, smartphone y tablet no será muy extraña en pocos meses).

El consumo es multisoporte: el 49% de usuarios de móviles y tablets consul-tan también periódicos impresos. Más del 80% ven la televisión con la misma frecuencia semanal. Las características culturales de cada mercado se traducen

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en diferencias. Alemania y Francia anteponen los mass media tradicionales. En cambio, España, Italia, Brasil y Estados Unidos priorizan los medios sociales: en estos países, el blog es la principal fuente de información.

En todo caso, no obstante, observamos que la interacción con el cliente final, con el usuario, se moviliza. En paralelo al crecimiento que está experimentando el fenómeno móvil, la interacción con la explosión de la telefonía inteligente está provocando un trasvase de usuarios hacia este segmento, a pesar de que sus peticiones aún no están siendo bien atendidas (SAP y Loudhouse, 2013). La demanda de servicios de comercio móvil requiere más atención: más de un 80% de consumidores piden más interacciones móviles con bancos (e-banking), operadoras de telecomunicaciones, comercios minoristas, utilities y otras em-presas. Será necesario observar si en el futuro (quizás a corto plazo) se añaden a la lista los partidos políticos o la Administración pública. Los consumidores aumentarían el uso de los servicios de comercio móvil si dispusieran de más opciones de métodos de pago (64%), si los pagos a través del móvil fueran aceptados por más comercios minoristas (51%), si recibieran actualizaciones sobre el estado de sus pedidos de forma regular (41%) y si se incentivaran más por parte de las marcas y servicios (32%).

Sin embargo, los obstáculos más señalados sufren variaciones según países e industrias, de forma que los mercados emergentes (Sudáfrica, Arabia Saudí o China) muestran una mayor predisposición al cambio (el 96% pretenden utilizar el móvil para comprar bienes o servicios, contra el 59% en mercados maduros).

La Administración pública deberá tener en cuenta también el fenómeno de audiovisualización de los nativos digitales para establecer una interacción só-lida con ellos (The Futures Company, 2013). Se trata de un fenómeno creciente e imparable. Para el 50% de los jóvenes, YouTube es el medio social favorito, seguido por Facebook (45,2%). Las empresas deben adaptarse a esto en sus es-trategias SEO, SEM y SMM. Los usuarios más jóvenes comienzan a flaquear en la base de clientes diarios de Facebook y migran hacia YouTube. Otros medios y otras redes sociales en la lista de preferencias son Amazon (27,8%), Google (25%), Twitter (19,5%), Yahoo (12,1%), eBay (10,7%) y Tumblr (12,3%). Las cifras no suman el 100% porque la encuesta preguntó sobre una lista de cinco sitios web favoritos. Curiosamente, en el estudio anterior Facebook era la red más popular entre los jóvenes de 12 a 15 años. En la siguiente remesa conservaba esta plaza entre el 55% de los de 20, seguido de Amazon con el 37,5%. Twitter ascendía en el grupo de 12 a 29 años (16,5%).

Este impulso audiovisual se combina con la irrupción de estándares que juntan Internet y televisión, como el HbbTV (Hybrid Broadcast Broadband Te-

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levision) (Fondevila, 2012). La generalización de este estándar puede suponer una nueva oportunidad para la Administración pública para acercar su mensaje a la ciudadanía incluso en horario más pasivo, de tiempo libre, el clásicamente asociado al principal consumo televisivo. La interacción entre los contenidos televisivos políticos (por ejemplo, debates electorales o entrevistas a políticos o candidatos) y las opciones interactivas inherentes a Internet puede abrir un es-cenario horizontalizador que impulsará el necesario engagement democrático.

La implantación tecnológica en Cataluña y en España crece sin solución de continuidad (Jobandtalent, 2013). Así, el usuario medio español navegaba dia-riamente unas 6 horas y 15 minutos y el 15% del tráfico procedía de dispositivos móviles.

El reciente sorpasso de la banda ancha móvil respecto a la fija va en esta línea, ya que España es el tercer país que más utiliza smartphones en la Unión Europea (penetración del 66%). El 50% del uso del teléfono inteligente en Espa-ña es social: envío de mensajes instantáneos (23%), revisión de redes sociales (14%) y lectura y envío de correos electrónicos. La realización y la recepción de llamadas solo suponen el 16% de actividad; el 14% es para navegación por páginas web, y un 20%, para actividades lúdicas (juegos, música o visionado de vídeos).

En 2012, el acceso a Internet a través del móvil era solo del 31%; el 2013 era del 71%, lo cual supone un incremento del 40% (unos 22 millones de españoles utilizaban aplicaciones móviles diariamente). En la media de descargas tam-bién se apreciaba un contraste: 4 millones al día en 2012, por 2,7 millones en 2011. Un 83,9% eran descargas de aplicaciones para la comunicación (chats, mensajería instantánea); un 80,5%, de gestión de correo electrónico, y un 70%, de redes sociales.

En cuanto a la búsqueda de ocupación, una de las principales preocupacio-nes ciudadanas respecto a la Administración pública en 2013, una encuesta a usuarios de Jobandtalent reflejaba que el 26% llegaban a la plataforma a través de dispositivos móviles. Un 81% consideraba que en dos años la búsqueda de ocupación sería una experiencia de móvil, en detrimento del ordenador. El 76% no podían acceder a través del teléfono inteligente a las bolsas de ocupación de la mayoría de empresas que componían el Íbex-35, ya que las compañías no disponían de esta opción en sus sitios para móviles. Estos masivos trasvases hacia la movilidad tienen que figurar en el agenda setting de las administra-ciones públicas.

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3. Metodología

A fin de conocer mejor cómo se está produciendo esta acción digital hacia la ciudadanía, en este estudio hemos seguido una metodología cuantitativa de carácter comparativo a partir de seis portales de los representantes públicos pertenecientes tanto al ejecutivo como al legislativo catalanes: por una parte, Gencat (http://www.gencat.cat), Transparència (http://transparencia.gencat.cat), President (http://www.president.cat) y Govern (http://www.govern.cat), y por otra, Parlament (http://www.parlament.cat) y Escó 136 (http://www.par-lament.cat/web/participacio/esco-136). El análisis se llevó a cabo el mes de di-ciembre del año 2013, y se observaron un total de doce parámetros englobados en tres categorías (usabilidad, conectividad e interactividad). Los resultados fueron procesados y comentados tal como se verá en el siguiente punto.

Primer aspecto: usabilidad (ver la Tabla 1). Toma el nombre de la palabra inglesa usability, y hace referencia a la interacción que el usuario mantiene con la página. Se engloban cuatro aspectos: la velocidad de carga de la página (el tiempo que tarda la página web a verse completa en el navegador del usuario, incluyendo imágenes y otros elementos multimedia); el rebote (porcentaje de visitas que entran al portal y se van rápidamente); las páginas por visita (las páginas de media que ve cada persona cuando visita el portal); y, finalmente el tiempo por visita (el tiempo medio que cada persona se pasa navegando por las secciones del portal).

Segundo aspecto: conectividad (ver la Tabla 2). Este apartado mide qué y cómo enlaza el portal, tanto dentro del propio portal como al exterior. Los pará-metros estudiados son los siguientes: el volumen de enlaces internos (aquellos hipervínculos que enlazan con el propio portal); el volumen de enlaces externos (aquellos hipervínculos que enlazan con páginas ajenas al portal); las páginas indexadas en Google (el número de total de páginas del portal que el buscador Google puede sacar en una búsqueda); y el número total de backlinks (los en-laces de páginas web externas que enfocan y enlazan con el portal o con una de sus secciones).

La comunicación y la regeneración democrática y política188

Tercer aspecto: interactividad (ver la Tabla 3). Es el último aspecto que se analiza, y hace referencia a la repercusión social que tienen los portales. Hay un total de cuatro parámetros estudiados: los likes de Facebook (número total de personas que ha pulsado el botón «me gusta» en la página que el portal tiene en Facebook); los followers de Twitter (el número total de seguidores que tiene el portal en su cuenta en Twitter); el Google PageRank (es el sis-tema que tiene Google, en una escala del 1 al 10, para determinar a través de complejos algoritmos la importancia de una página); y el Alexa Traffic Rank (mide el puesto que ocupa la página en términos de visitas en el conjunto del Estado español).

Partiendo del hecho de que este trabajo aboga por una comunicación abierta y libre, se decidió utilizar herramientas gratuitas, al alcance de todo el mundo, para medir varios aspectos de los seis portales anteriormente mencionados. Las herramientas son Woo Rank (http://www.woorank.com) e Iwebchk (http://www.iwebchk.com). Después de analizar los mismos parámetros en ambos servicios, observamos que las diferencias entre una herramienta y la otra eran muy pequeñas –lo cual nos demostraba su fiabilidad. Entonces, se optó por hacer la media entre las cifras obtenidas a través de ambos portales. Esta media es la que se ve reflejada en las tablas 1, 2 y 3, que se muestran en el apartado «Resultados».

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 189

4. Análisis estructural y de contenidos

En este apartado hemos querido valorar tanto los contenidos como el grafismo de los portales de la Generalidad que analizamos en esta investigación para que el lector pueda tener una idea de qué tipo de información se incluye en cada una de las páginas.

Gencat (www.gencat.cat)

El portal Gencat nace el 4 de septiembre de 1995, cuando comenzaban a na-cer las primeras páginas web en el Estado español. La primera renovación de Gencat fue en el año 2002, coincidiendo con la Diada Nacional de Cataluña, el 11 de septiembre. La tercera y hasta ahora última renovación fue en octubre de 2005, cuando la página incorporó mecanismos de la web 2.0, un concepto que entonces comenzaba a sonar. El año 2006, Gencat recibió una mención en la categoría de webs de administraciones públicas de los premios internacionales Stockholm Challenge 2006. Para el jurado, Gencat mereció estar entre las cinco mejores webs dentro de la categoría de iniciativas TIC de administraciones públicas. También el mismo año, el portal recibió el premio ComputerWorld al Impacto Ciudadano. Gencat.cat volvió a ser nuevamente galardonada como finalista en los premios Stockholm Challenge, esta vez el año 2010, como una de las mejores iniciativas del mundo en la categoría de administraciones pú-blicas de e-gobierno.

La página tiene una división inicial en cinco categorías: «Temas», «Servi-cios», «Generalidad», «Cataluña» y «Sede electrónica». En «Temas» se clasi-fica la información según el ámbito, desde cultura hasta economía, pasando por vivienda o turismo. Es un tipo de mapa realmente útil. «Servicios» es una sección con destacados de otras páginas, como por ejemplo Datos Abiertos, la Oficina Virtual de Trámites o el 012. «Generalidad» es, como el nombre indica, una sección de información básica sobre la centenaria institución. Además, contiene enlaces a portales más concretos, como Govern.cat y President.cat,

La comunicación y la regeneración democrática y política190

ambos objeto de estudio en esta investigación. La sección «Cataluña» es casi un escaparate turístico, con información que va desde la organización de actos hasta un apartado de «vivir y trabajar» en Cataluña. Finalmente, la pestaña «Sede electrónica» conduce a un portal propio (seu.gencat.cat) donde se pue-den realizar consultas y trámites que, en última instancia, también pueden redirigir a la Oficina Virtual de Trámites.

Transparència (www.transparencia.gencat.cat)

Transparència es uno de los portales más nuevos de la Generalidad de Catalu-ña. De hecho, data del otoño de 2013. La página abre la portada con una cita de Artur Mas: «Queremos hacer de Cataluña un país de buenas prácticas, un país de transparencia.» El portal se divide en cinco secciones, que a su vez se vuelven a dividir. Estas cinco divisiones son «Gobierno y presidente», «Acción de gobierno», «Gestión», «Datos de Cataluña» e «Indicadores». La sección lla-mada «Gobierno y presidente» permite explorar desde la agenda de Artur Mas hasta las retribuciones y las variaciones patrimoniales de los altos cargos, lo cual a menudo había pedido la ciudadanía para garantizar que ningún cargo público se estuviera enriqueciendo más de la cuenta haciendo uso y abuso de su lugar en la Administración pública. La sección «Acción de gobierno» con-tiene varios indicadores de servicio, actuaciones en el territorio, acuerdos de gobierno y planes estratégicos, tanto de lo que se ha hecho como de lo que aún se tiene que hacer. El apartado «Gestión» contiene información tan variada como la contratación de personal en la Administración pública, las resoluciones de subvenciones y los presupuestos. Destaca, precisamente, una herramienta llamada «el simulador del presupuesto», en la que el Gobierno invita al usuario a cuadrar unos presupuestos perfectamente divididos por departamento y con sus ingresos y sus gastos debidamente especificados. En la sección «Datos de Cataluña» se recogen desde datos básicos, como la tasa de paro o la población total de Cataluña, hasta estadísticas, barómetros y encuestas de todo tipo, todo ello para formarse una idea de cómo está el discurso público en Cataluña. El último apartado, «Indicadores», permite ver de forma muy elaborada con qué parámetros se establece la relación ciudadanía-sociedad. La información se ofrece explicada en la web en documentos que se pueden descargar libremente, y también en infografías.

President (www.president.cat)

President.cat se puso en marcha el verano de 2013 para que los ciudadanos pudieran tener a mano todo aquello más destacable de la actividad diaria de

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 191

Artur Mas. En la web predominan las tonalidades azules sobre fondos blanco, tanto en el banner que sirve de cabecera como en los menús y en algunos titulares. La web también presenta fotografías y destacados que hacen que parezca un diario digital. De hecho, su función viene a ser la de un periódico gubernamental. President.cat recoge toda la actividad del día a día del presi-dente. Este estilo nos evoca el norteamericano, donde el azul y el blanco tienen una presencia dominante en las páginas presidenciales, incluso en las de los candidatos. La elección de los colores no es casual: el azul transmite confianza y seguridad, y el blanco, verdad y fidelidad. Son colores, pues, que invitan a confiar en el presidente.

La página se divide en cuatro secciones: «La Presidencia», «El presidente Mas», «Actualidad» y «Transparencia». El apartado de «La Presidencia» nos permite conocer mejor los orígenes de la Generalidad como institución, y tam-bién los del Palacio de la Generalidad. También hay información de todos los presidentes catalanes hasta la fecha. La sección llamada «El presidente Mas», como no podía ser de otra manera, incluye toda aquella información referente al actual jefe de gobierno catalán, como por ejemplo su biografía, sus discur-sos en vídeo, los libros que ha publicado él mismo o que han publicado otros sobre él, e incluso sus datos fiscales, hecho que se enmarca en el ámbito de la transparencia política. Sin embargo, hay que decir que los datos son muy genéricos, y sin profundizar mucho, como sí que pasa en otras webs guberna-mentales como la de los parlamentarios ingleses, donde los niveles de trans-parencia tienen un grado mayor y donde los datos fiscales vienen mucho más detallados. La sección «Actualidad» incluye todas las noticias referentes al presidente, así como su agenda y los actos que ha hecho o que tiene que hacer en el territorio catalán. Finalmente, la pestaña de «Transparencia» enlaza con el portal Transparència.

Govern (www.govern.cat)

Govern.cat es una página hermana de President.cat. Ambas nacieron en el mis-mo momento, en verano del año 2013. Seguramente por este motivo ambas páginas tienen el mismo diseño y estructura. Comparten también la distribu-ción de los contenidos (cajas de destacados con imagen y titular) y el estilo (predominancia del blanco y del azul). En cuanto a las secciones, Govern.cat tiene siete. La primera se titula «El 129º presidente», y es un enlace directo a President.cat. La segunda se titula «El Gobierno», y dentro se puede encontrar todo aquello que genera la actividad gubernamental, como por ejemplo los acuerdos de gobierno, las ruedas de prensa, e información como la composición

La comunicación y la regeneración democrática y política192

del ejecutivo y el código de buenas prácticas. La tercera sección se llama «Le-vantar Cataluña», y contiene todas aquellas acciones de cariz social que genera el Gobierno. La cuarta sección es «Transición nacional», y busca informar sobre todos los pasos que hace el Gobierno catalán a favor del derecho a decidir y de la construcción de estructuras de Estado. El quinto apartado lleva por título «Plan de Gobierno», e incluye las líneas maestras que mantiene el ejecuti-vo catalán en su legislatura, como por ejemplo la recuperación económica, la transparencia y la cohesión social. La sexta pestaña se titula «Transparencia», y es un enlace directo a la ya mencionada web Transparència. Finalmente, el séptimo y último apartado es «Sala de prensa», y también se trata de un enlace directo, esta vez a la sección de prensa de Gencat.cat.

Parlament (www.parlament.cat)

La web de Parlament.cat es una de las más antiguas, junto con Gencat.cat. Tiene un diseño similar pero a la vez diferente a Gencat.cat, a pesar de que se aprecian ciertos rasgos comunes, como el uso del color rojo para los des-tacados y la distribución en columnas. La página del Parlamento se divide en siete secciones. La primera hace referencia al propio Parlamento, y explica su historia, estructura y funciones, entre otros aspectos que hacen referencia a la centenaria institución. Debe recordarse que el Parlamento catalán es el más antiguo de Europa, ya que data de la época de las Cortes catalanas (siglo xiii). El segundo apartado hace referencia a la composición del Parlamento, y se puede encontrar información de los resultados electorales, del pleno del Parlamento, de la presidencia y de la mesa, y de varias comisiones, entre otros aspectos que vienen a englobar el trabajo de los parlamentarios. El tercer apartado contiene documentos de cariz oficial como el BOPC (Boletín Oficial del Parlamento de Cataluña), la transcripción de los plenos y de las comisiones, informes del Síndic de Greuges, etcétera. La cuarta sección está dedicada a toda la actualidad que genera el Parlamento. Una quinta sección se centra en los servicios educati-vos, desde las actividades que involucran el Parlamento hasta documentos como los Derechos de la Infancia y la Declaración de los Derechos Humanos. La sexta pestaña es para la actividad parlamentaria, e incluye desde las leyes aprobadas hasta iniciativas legislativas que aún son proyectos. También hay mociones y resoluciones del propio Parlamento. Finalmente, la última pestaña es para la participación, y se compone de enlaces a otras páginas, como Escó 136, e-Peticions o Parlament 2.0, todas pensadas para fomentar la relación gobierno-ciudadanía.

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 193

Escó 136 (www.parlament.cat/web/participacio/esco-136)

Escó 136 es la iniciativa más reciente del Parlamento para acercar la ciudadanía a los debates parlamentarios sobre las propuestas de ley. La web se engloba dentro de Parlament.cat y, por lo tanto, mantiene su diseño y contenidos. Escó 136 ofrece la posibilidad de registrarse y hacer aportaciones y comentarios en diferentes debates sobre leyes que se están proyectando o tramitando. La aplicación permite, además, que sean los diputados de todos los partidos de la cámara catalana los que respondan directamente a cada una de las apor-taciones que hacen los usuarios. El hecho de que la participación, no obstan-te, no tenga ninguna promoción o fomento implícito, sino que solo se apunte quien por un casual ha oído hablar del tema, hace que muchos debates estén monopolizados por opiniones muy concretas y sesgadas. Es necesario, pues, fomentar el uso de esta herramienta entre los ciudadanos para conseguir un debate mucho más plural.

La comunicación y la regeneración democrática y política194

5. Resultados

A continuación se presentan los resultados de la investigación, que se llevó a cabo en el último mes del año 2013. En total, presentamos un conjunto de tres tablas, cada una de las cuales se refiere a una temática diferente. La Tabla 1 observa la usabilidad de los portales, y tiene en cuenta la velocidad, el rebote, la media de páginas que ve cada visita y la media de tiempo que el usuario pasa navegando. La Tabla 2 hace referencia a la conectividad, y más concretamente al porcentaje de enlaces internos, de enlaces externos, al cómputo de pági-nas indexadas en Google y al número total de backlinks, es decir, los enlaces que enfocan a los portales. Finalmente, la Tabla 3 tiene en cuenta el grado de interacción de los portales de la Generalidad a través de sus «me gusta» en Facebook, los seguidores en Twitter, el ranking interno en Google y el ranking de visitas de Alexa.

Tabla 1. Usabilidad

Aspectos →

↓ PáginaVelocidad Rebote

Páginas vistas por visita

Tiempo de visita

por visita

Gencat 0,41 39,4 3,8 3,3

Transparència 0,49 – – –

President 0,52 75,0 1,3 2,3

Govern 0,70 65,6 1,5 1,4

Parlament 0,21 40,2 3,3 3,5

Escó 136 0,21 – – –

Fuente: Elaboración propia.

En esta primera parte de la observación del comportamiento de los seis portales de la Generalidad de Cataluña y del Parlamento que hemos estudia-do (Tabla 1), hemos analizado la velocidad de carga de los portales, el rebote que tienen, la media de páginas que ve cada visita y la media de tiempo que navega cada visita.

Se observa que la velocidad de carga que tienen los seis portales es excelen-te, ya que todos cargan la totalidad de los contenidos en menos de un segundo.

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 195

De hecho, solo President.cat y Govern.cat están por encima del medio segundo, cosa que se entiende porque tienen un diseño más gráfico que requiere un ma-yor tiempo de carga. La diferencia, sin embargo, es mínima. Para que una página se cargue rápidamente, más allá de no tener errores de codificación, también debe presentar unos elementos –ya sean texto o multimedia– de bajo peso. En la medida en que aumenta el peso, más difícil será para la página cargar la tota-lidad de los archivos. En este sentido, y como ya hemos apuntado, se observa que los seis portales de la Generalidad no tienen ningún problema de carga.

En cuanto al rebote, observamos que es menor al 50 por ciento en los dos portales con una mayor trayectoria, Gencat.cat y Parlament.cat, pero que se mueve entre el 65 y el 75 por ciento en el caso de los portales más nuevos, President.cat y Govern.cat. Esto se explica, precisamente, por la novedad de los dos últimos portales que hemos mencionado. Hay que tener en cuenta que el rebote es el porcentaje de visitas que entra en una web y se va rápidamente y sin visitar ninguna sección de esta web. Por ejemplo, el rebote de las páginas que se abren en formato pop-up es por lógica inmenso, ya que no es el usuario quien ha querido entrar en la web que el pop-up ha abierto en una ventana emergente, sino que ha sido conducido a ella automáticamente por un tercer agente. Por ello, cuando cierra la página, su visita se cuenta como un rebote.

En el caso de las páginas President.cat y Govern.cat encontramos una si-tuación un poco diferente. El usuario que aterriza en ellas no rebota porque haya llegado sin quererlo, sino porque ha entrado a echar una ojeada dada la novedad de los portales, ambos inaugurados a lo largo del último año. Por lo tanto, se estima que muchos usuarios entran por primera vez y solo por curio-sidad, por una especie de voyeurismo de la sociedad civil impulsado gracias a la tecnología. El rebote siempre es alto para las webs más nuevas precisamente por el factor curiosidad. Se entra y se sale solo para dar una ojeada rápida. Otro factor que puede aumentar el rebote de las páginas mencionadas es que en ambas se entra para buscar un dato muy concreto. Por ejemplo, si se hace una búsqueda como «cuánto cobran los diputados catalanes» en Google, el usuario es enlazado directamente a la página que contiene la información específica por la que ha preguntado, lo cual hace que no tenga que moverse por dentro del portal más allá de la sección concreta que ya está visitando. En cambio, Gencat.cat y Parlament.cat, que tienen muchas más secciones y una mayor trayectoria en el tiempo, tienen un rebote inferior y dentro de lo normal.

El rebote, las páginas vistas por cada visita y la duración temporal de cada visita en los portales Transparència y Escó 136 no se han podido conseguir por-que en el momento de elaborar este estudio no disponen de dominio propio o, si lo tienen, se trata de un enlace a un subdominio. Este «problema» se observa

La comunicación y la regeneración democrática y política196

al ver las direcciones URL de los portales Transparència (http://transparencia.gencat.cat) y Escó 136 (http://esco136.parlament.cat). Si se utilizan las herra-mientas que hemos utilizado para la investigación (WooRank e Iwebchk) con estos dominios, se observará que los datos coinciden con los de los portales donde están englobados, Gencat.cat y Parlament.cat, respectivamente. Por este motivo no disponen de registros propios, y no se ha podido analizar ni el rebote, ni las páginas vistas por cada visita, ni tampoco la duración temporal de cada visita.

En cuanto a las páginas vistas por cada visita (es decir, por cada usuario), y al total del tiempo que transcurre en estas visitas, observamos un fenómeno idén-tico al que se desprende del análisis del rebote. Así, Gencat.cat y Parlament.cat tienen una media de páginas vistas por usuario entre 3,3 y 3,8, respectivamen-te, mientras que en el caso de President.cat y Govern.cat es de 1,3 y 1,5, respec-tivamente. Como pasa con el rebote, la explicación de esta diferencia también está en el factor novedad y la curiosidad. Las personas que hayan entrado por primera vez a President.cat y Govern.cat no han visitado, en general, más de una página. Esta página posiblemente es la principal, siguiendo el factor nove-dad. Igualmente, es probable que la página que hayan visitado contenga una información concreta, y por ello tampoco han navegado por el portal más rato del necesario. Así, se observa que los tiempos de visita (medidos en minutos) a Gencat.cat (3,3) y Parlament.cat (3,5) son muy mayores que los de President.cat (2,31) y Govern.cat (1,46). Otro factor que también explica este fenómeno es el hecho de que Govern.cat y President.cat tienen muchos menos contenidos que Gencat.cat y Parlament.cat, lo cual va en contra del tiempo de duración de la visita, ya que hay menos contenido por el que navegar.

Tabla 2. Conectividad

Aspectos →

↓ Página

Enlacesinternos

Enlacesexternos

Páginas indexadas en Google

Backlinks

Gencat 85,9% 14,1% 1.020.000 1.170.000

Transparència 76,6% 23,4% 110 13.100

President 84,4% 15,6% 2.870 21.400

Govern 73,3% 26,7% 5.110 9.590

Parlament – – 1.120.00 37.900

Escó 136 – – – 341

Fuente: Elaboración propia.

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 197

En la Tabla 2 se pueden observar los resultados obtenidos después de medir los enlaces internos y externos, las páginas indexadas en Google y el número de backlinks de cada uno de los seis portales de la Generalidad que forman parte del objeto de estudio de esta investigación. El factor hipertextualidad es esencial para conferir calidad y posicionamiento a una página web (Fondevila, 2010b; Fondevila, 2011; Fondevila y Segura, 2012a y 2012b).

El análisis de los enlaces internos y externos revela que en todos los casos los enlaces internos son los que predominan con diferencia en todos los porta-les, y su porcentaje es mayor del 70%. Concretamente, Gencat.cat tiene un total de un 85,9% de enlaces internos; Transparencia tiene un 76,6%; President.cat, un 84,4%, y Govern.cat, un 73,3%. Por contra, el número de enlaces externos oscila entre el 14,1% y el 26,7%. Hay una doble lectura de este fenómeno. Lo primero que se desprende es la tendencia a la endogamia de los hipervínculos, es decir, que enlazan con páginas del propio portal. Este fenómeno está muy extendido en los medios de comunicación digitales, donde este tipo de enlace predomina para evitar la pérdida de visitantes, que implica menos tráfico y menos oportunidades de ingresos publicitarios. Ahora bien, si estuviéramos hablando de un medio de comunicación y de la calidad de la hipertextualidad, el predominio de enlaces internos y endogámicos se podría considerar de cariz negativo, ya que en los medios digitales de comunicación los enlaces externos se entienden como un hecho deseable y que aporta un plus de calidad. Sin embargo, como en el caso que nos ocupa se trata de una página que se tiene que alimentar de su propio contenido, sí que lo podemos considerar un hecho positivo, ya que no lucha para arrebatar usuarios a otras páginas y la finalidad no es comercial. Una segunda lectura es que si hay un mayor número de enla-ces internos en un portal que ya por se se entiende como una web ciudadana podemos interpretar que la propia web contiene todos los recursos y las infor-maciones que le pueden hacer falta al usuario para responder a los estándares de calidad que espera de ella el usuario, es decir, el ciudadano.

En cuanto a las páginas indexadas en Google y al número de backlinks, podemos afirmar que, como en el caso anterior, conviene analizarlo de ma-nera comparativa. Por separado solo serían cifras de un posible ranking, pero en conjunto nos revelan una información mucho más valiosa. Por ejemplo, el número de páginas indexadas en Google nos da una referencia de la cantidad de páginas con contenido que hay en cada uno de los portales de la Generali-dad que son objeto de estudio en esta investigación. Destaca Gencat.cat, con más de un millón de páginas indexadas, porque, ciertamente, es la que más contenido tiene. Con una decena parte de las páginas de Gencat.cat encontra-mos Parlament.cat, con 112.000 páginas indexadas. Mucho más lejos se sitúan

La comunicación y la regeneración democrática y política198

el resto de portales, de los que se puede aseverar que son más vírgenes en materia de contenidos. Sin embargo, si mezclamos estas cifras con las de los enlaces que enfocan a los portales, conocidos como backlinks, observamos ratios muy interesantes. Por ejemplo, Gencat.cat tiene un número de backlinks muy similar a su total de páginas indexadas. En ambos casos la cifra se sitúa por encima del millón. En cambio, Transparència, que solo tiene poco más de un centenar de páginas indexadas, tiene un total de 13.100 enlaces que apuntan a sus contenidos. En otras palabras, Transparència tiene una ratio aproximada de 1:130, es decir que por cada página indexada hay 130 backlinks. Este hecho es muy destacable y positivo, y se explica por el hecho de que el contenido de Transparència, así como su novedad, ha causado expectativa entre los usua-rios, que han enlazado a ella masivamente. Tener poco contenido y, pese a esto, tener muchos backlinks, es pues sinónimo de haber causado un fuerte impacto comunicativo y/o de disponer de unos contenidos interesantes, en este caso, para el pueblo de Cataluña. El caso contrario lo encontramos en la web de Parlament.cat: a pesar de tener un gran contenido (112.000 páginas indexadas), los enlaces que apuntan a ella son relativamente pocos: 37.900. La ratio es de 0,33 aproximadamente, y esto indica que, o bien los contenidos no son los deseables, o bien el interés para enlazar la página es bastante bajo.

Tabla 3. Interactividad

Aspectos →

↓ Página

Likes en Facebook

Followersen Twitter

Google Rank

Alexa Rank

Gencat 7.006 74.449 8 170

Transparència – – 8 –

President 22.655 – 7 87.205

Govern – 27.280 7 55.432

Parlament 4.971 – 7 –

Escó 136 – – 7 –

Fuente: Elaboración propia.

En la última tabla, la número 3, hemos analizado la interactividad de los seis portales que han sido objeto de estudio. En cuanto a Facebook, observa-mos que solo tres de los seis portales tienen página propia en la red de Mark Zuckerberg. Son Gencat, President y Parlament. Cabe destacar que la página de Facebook de President.cat está a nombre del presidente de la Generalidad, Artur Mas. Posiblemente por ello, por el hecho de tratarse de una persona y no de una institución, la página del presidente es la más seguida, con 22.655

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 199

seguidores. Por detrás se sitúan Gencat, con 7.006, y Parlament, con 4.971. Teniendo en cuenta la alta fluctuación de estas cifras, que varían de un día a otro, lo más destacable de esta comparativa no es el resultado total sino las diferencias. La página para seguir a Artur Mas en Facebook, y que enlaza con President.cat, es la más seguida, triplicando a Gencat.cat y cuadruplicando a Parlament.cat. El hecho de que la página sea de Artur Mas, y no del «presi-dente» en términos genéricos, crea la duda de qué pasará el día que Mas ya no presida la Generalidad. Facebook no permite cambiar ni el nombre ni las direcciones de las páginas una vez ya han sido creadas. Por lo tanto, el próximo ocupante del Palacio de la Generalidad, sea quien sea, tendrá que crearse una cuenta con su nombre (si no la tiene ya) y enlazar allí desde President.cat, o bien abrir una cuenta genérica del portal President.cat.

Por otro lado, si comparamos los likes de Facebook del espacio del ejecutivo catalán (creado el primero de julio de 2010) con el mismo indicador en los espa-cios Facebook de otros ejecutivos autonómicos (ver la Tabla 4) de la misma red social, veremos que el nivel de interactividad de la Generalidad de Cataluña es comparativamente bastante bajo. Así, el espacio de la Comunidad de Madrid en Facebook (creado el 21 de octubre de 2010), un territorio con más de un millón de habitantes menos, tiene 3,4 veces más seguidores (likes) que el espacio del Gobierno catalán, tal y como se puede constatar en la Tabla 4.

Tabla 4. Comparativa entre las CCAA con más habitantes.

Comunidades autónomas Likes de Facebook

Comunitat de Madrid 23.965

Xunta de Galícia 11.659

Gencat 7.001

Junta d’Andalusia 4.767

País Valencià 4.323

País Basc 3.613

Datos recogidos el 19/12/2013. Fuente: Elaboración propia.

En cuanto a Twitter, observamos que solo dos de los portales de la Generali-dad tienen cuenta propia: Gencat.cat y Govern.cat. El poder legislativo catalán también tiene presencia en Twitter (twitter.com/parlament_cat).

La comunicación y la regeneración democrática y política200

La cuenta de Gencat es la más seguida con diferencia, con 74.449 seguido-res. En cambio, Govern se queda muy atrás con 27.280 seguidores. Cabe des-tacar, sin embargo, que la cuenta de Govern.cat es relativamente nueva, como lo es el propio portal (del otoño de 2013), y esto explica su seguimiento menor, y a la vez implica que tiene un amplio potencial de crecer. Es destacable que President.cat no disponga de cuenta en Twitter, ni como portal ni como Artur Mas. Los líderes políticos del resto de formaciones del Parlamento sí que tienen cuenta en Twitter, así como otros líderes de partidos extraparlamentarios. Pero el actual presidente de Cataluña, Artur Mas, no la ha tenido nunca, ni gestio-nada por él, ni por su equipo –como suele pasar en el caso de otros políticos. Se sabe que Artur Mas es una persona muy celosa de su imagen, y, según lo que los miembros de su propio gabinete de comunicación han comentado en alguna ocasión, el presidente prefiere no tener Twitter que tenerlo para que solo escriba su equipo.

En la tercera columna hemos situado el Google Rank, una herramienta de Google que, a través de un complejo algoritmo, determina, del 1 al 10, una puntuación para la página en cuestión, que después utiliza para ordenar los resultados de una búsqueda. Lógicamente, cuanto más próxima al 10 se sitúa una página, más buena es. En este sentido, los seis portales de la Generalidad de Cataluña aprueban con notable y notable alto el algoritmo de Google. Gen-cat y Transparència tienen un 8 –Transparència no tiene dominio propio, sino que se engloba dentro de Gencat, y por ello comparte el 8. Los otros portales, President, Govern, Parlament y Escó 136, puntúan todos con un 7. Nuevamente, Escó 136, que no tiene dominio propio –al menos en el momento de escribir este texto– obtiene un 7 porque comparte la nota con Parlament.cat, que es la página en la cual se engloba.

Finalmente, en la última columna, prestamos atención al Alexa Traffic Rank. Como pasa con Google Analytics, el Alexa Rank (propiedad de la compañía norteamericana de comercio electrónico Amazon) se considera un medidor de reputación que incluso es determinante como moneda de cambio a la hora de tener en cuenta la contratación de publicidad dentro de una página. El ranking se considera muy elaborado y preciso, y por ello hemos querido mencionarlo. Cabe destacar que se hace sobre la totalidad del Estado español, y que, por lo tanto, el hecho de que una página catalana se sitúe entre las más vistas puede ser interpretado de muchas formas. Por ejemplo, la página de la Generalidad está en el lugar 170 del Alexa Traffic Rank del Estado español, una posición ya por sí sola muy alta, pero aún más relevante si la comparamos con las páginas de los otros gobiernos autonómicos del Estado español. La página de la Gene-ralidad de Cataluña, que se puede visitar en catalán, castellano e inglés, solo es superada por la de la Junta de Andalucía (Tabla 5).

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 201

Tabla 5. Alexa Traffic Rank de varias comunidades autónomas en España

CCAA Posición CCAA Posición

Andalucía 155 Asturias 1.698

Cataluña 170 Baleares 2.142

Madrid 205 Extremadura 2.155

Valencia 282 Murcia 2.179

Galicia 483 Castilla-la Mancha 2.694

Euskadi 610 La Rioja 3.019

Castilla y León 659 Cantabria 4.492

Canarias 855 Ceuta 20.014

Aragón 962 Melilla 40.856

Navarra 1.169

Fuente: Elaboración propia.

Hay que tener en cuenta, de todas formas, que el orden en el que aparecen las webs oficiales de las comunidades autónomas en el Alexa Traffic Rank, al menos en las cinco primeras posiciones, se corresponde con los territorios con mayor número de ciudadanos, tal como se puede ver en la Tabla 6.

Tabla 6. Población por CCAA

CCAA Número de habitantes

Andalucía 8.393.159

Cataluña 7.480.921

Madrid 6.414.709

Valencia 4.987.017

Galicia 2.761.970

Fuente: INE (1 de enero de 2013). Elaboración propia.

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(1) http://www.40defiebre.com/tasa-de-rebote-y-tiempo-de-permanencia-en-google-analytics/

Finalmente, con referencia a la interactividad se tendría que añadir otro factor relativamente nuevo, como es la creación y potenciación de canales guberna-mentales específicos dentro de la plataforma de vídeos YouTube. Es bien co-nocido que esta red dispone del segundo buscador más utilizado en el mundo entero. La plataforma de vídeos, propiedad de Google, está posicionada en el tercer lugar mundial en el Alexa Traffic Rank, después de Google y Facebook, dato bien elocuente sobre la importancia de esta plataforma.

Cada vez es más usual la utilización de vídeos en los portales digitales, dado que de esta manera los usuarios permanecen más tiempo en la página (más engagement) y la web mejora su posicionamiento en los buscadores, ya que se reduce el bounce rate.1 Buscadores como Google tienen claro que cuanto más atractivas resulten las páginas de destinación, más usuarios permanecerán en el lugar.

Este factor, la tasa de permanencia en un site, es un indicador fundamental de medida que ayuda a posicionar mejor una web con relación a otra y, con un volumen similar de usuarios, se destinan mayores cantidades de inversión publicitaria.

Con el progresivo incremento de la banda ancha, los vídeos se convierten en un poderoso instrumento de engagement. Los portales gubernamentales aún no han apostado de manera decidida por incorporar embedded videos (videos incrustados en la propia web; no es necesario cambiar de pantalla) dentro de sus portales, al menos en las homepages, pero empiezan a desarrollar canales propios dentro de YouTube.

Así, podemos observar como la Generalidad de Cataluña dispone del suyo (http://www.YouTube.com/user/gencat), y que otras comunidades autóno-mas han comenzado también a caminar en esta línea. Hay un par de formas de medir la interactividad de este instrumento: mediante las reproducciones que se generan dentro del canal o bien con los suscriptores que se apuntan. Entendemos que, aunque la primera es mucho más numerosa desde el punto de vista cuantitativo, la segunda es un indicador que nos señala mucho más explícitamente el nivel de interactividad que se alcanza.

Aunque no es un movimiento cuantitativamente importante, como se puede observar en la Tabla 7 la Generalidad se ha posicionado, con datos de finales del año 2013, como abanderada en esta operatividad en comparación con la actuación de canales YouTube de otras comunidades autónomas españolas.

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 203

Tabla 7. Comparativa de diferentes parámetros en YouTube entre las prin-cipales comunidades autónomas y el Estado español

CCAANúm.

de vídeos

YouTube(canal

subscriptores)Reproducciones Dirección

Fecha de creación

Cataluña 270 713 346.584 http://www.youtube.com/user/gencat

Galicia 109 369 192.047 http://www.youtube.com/user/xuntadegalicia

06/03/2007

Madrid 419 146 82.808 http://www.youtube.com/user/el7desol

12/05/2010

Andalucía 548 126 54.187 http://www.youtube.com/user/juntainforma

22/09/2011

Valencia 985 233 171.340 http://www.youtube.com/user/PresidenciaGVA

30/05/2010

Fecha consulta: 17/12/2013.

España 724 864 240.251 http://www.youtube.com/user/lamoncloa

Fuente: Elaboración propia.

Sin embargo, si lo medimos desde la otra vertiente, las reproducciones (cuarta columna), Cataluña también se posiciona arriba de todo del ranking comparativo, no solo con los actores similares sino incluso por delante del canal en YouTube del ejecutivo español. Este dato tiene más importancia por el hecho de que el nivel tan alto de reproducciones se alcanza con un número de videos en el canal de la Generalidad sustancialmente inferior al de los otros actores (segunda columna).

Por último, la fecha de creación no consta ni en el canal de Gencat.cat ni en el de La Moncloa. Siendo los dos con más número de reproducciones, podría ser que fueran los más antiguos. De todas formas, los vídeos del canal de la Generalidad en YouTube han generado casi un 45% más de reproducciones que los vídeos de La Moncloa y un 80% más que el canal situado en tercer lugar, el de la Xunta de Galicia. Esto quiere decir que han despertado más interés entre la audiencia. El vídeo más popular, con más de 60.000 reproducciones en esca-samente un año, ha sido «La nueva Filmoteca te da la bienvenida», seguido de «Montserrat a vista de pájaro», con casi la mitad; el tercero es el del «25º ani-versario de los Mossos d’Esquadra», con poco más de 11.500 reproducciones.

La comunicación y la regeneración democrática y política204

El vídeo más visto del canal oficial del gobierno español, La Moncloa, es el del 35º aniversario de la Constitución, que fue publicado el 5 de diciembre de 2013 y que en menos de un mes ha alcanzado la primera posición con más de 40.000 reproducciones.

Pero, de todas formas, el vídeo de los portales analizados más bien posicio-nado en el ranking de reproducciones corresponde a uno del canal de la Xunta de Galicia. Con más de 112.000 reproducciones en un año, el mérito se lo lleva «25 de xulio. Día de Galicia».

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 205

6. Los representantes de los ciudadanos en las redes

En este contexto de potenciar la interacción de los representantes políticos con los ciudadanos mediante las nuevas herramientas y tecnologías, la presencia en las redes sociales de los parlamentarios catalanes está siendo de forma progresiva cada vez más numerosa.

A través de un sencillo programa informático en forma de widget que aporta información en formato visual, creado por el politólogo Antoni Gu-tiérrez-Rubí, denominado Parlament 2.0 (http://www.gutierrez-rubi.es/parlament2.0/?idwidget=1), podemos analizar la evolución de una parte de la actividad de los parlamentarios catalanes tanto en las redes sociales como la implementación o desarrollo de weblogs.

De hecho, a principios de otoño de 2010 unos 62 diputados del Parlamento de Cataluña, un poco menos del 50% de sus miembros, tenían un blog o espacio personal similar donde, como mínimo, habían escrito un post en los últimos doce meses. Ya utilizaban un canal de comunicación directa con los electores. Curiosamente, tres años después, solo encontramos 56 que sean activos. El porcentaje se ha reducido en cuatro puntos.

En cuanto a las redes sociales, tenemos que constatar que a finales de sep-tiembre de 2010 había 47 diputados que tenían una cuenta activa en Twitter (con más de un tweet en doce meses). Este dato suponía, en términos porcen-tuales, que el 35% de los diputados disponían de perfil en Twitter. En verano de 2013 este número se había incrementado hasta llegar al 85%. Sorprende que aún haya 20 diputados que han decidido no utilizar este canal de información e interacción con los electores.

También en 2010 había un total de 75 parlamentarios catalanes con página abierta en Facebook, lo cual suponía el 55,5% del arco parlamentario catalán. Aproximadamente tres años después (verano de 2013), según los datos que

La comunicación y la regeneración democrática y política206

(2) http://www.gutierrez-rubi.es/2013/07/05/politics-a-la-xarxa/

nos aporta Gutiérrez-Rubí mediante sus mediciones,2 este porcentaje se había incrementado hasta el 72%.

La agregación de estas presencias personales en función de su adscripción a un grupo político determinado nos aporta unos datos que, aplicados sobre las formaciones políticas, no dejan de sorprender. Así, mientras que todos los dipu-tados de la CUP (3) tienen cuenta en Twitter, solo el 33% tienen una en Facebook. Una situación similar sucede en Ciudadanos. Todos ellos están en Twitter (9), pero solo dos terceras partes apuestan por desarrollar su perfil en Facebook. Por debajo de la media solo se sitúan los parlamentarios de CiU: el 30% han decidido que no quieren tener presencia activa ni en Facebook ni en Twitter.

Con estos datos básicos queda claro que los partidos políticos, de manera generalizada, han decidido apostar por la comunicación directa y la presencia en las redes sociales. En este colectivo no hay una diferenciación clara entre nativos o inmigrantes digitales. La apuesta por la utilización de las herramientas 2.0 para acercar el discurso político de cada uno a los ciudadanos está siendo muy clara. Tan solo un reducido número de diputados aún no han hecho el paso, pero el incremento en tres años, sobre todo en Twitter, ha sido muy importante. En concreto, hay quince diputados de CiU que no están en esta red. El resto que no están presentes son tres del PP y uno del grupo de Iniciativa.

La ausencia en Facebook está más repartida. Hay parlamentarios de todos los grupos políticos de la cámara catalana que aún no han apostado por abrir perfil propio en la plataforma digital de Mark Zuckerberg.

En cuanto a YouTube, la presencia de las formaciones políticas del arco par-lamentario catalán es total. Todas están presentes con canal propio y con una gran cantidad de vídeos (más de un centenar). La antigüedad en la plataforma es considerable en la gran mayoría de los casos. Excepto CUP – Alternativa de Izquierdas, que creó su canal en febrero de 2013, el resto de organizaciones políticas hace al menos un lustro que están presentes. Incluso el canal oficial del Parlamento de Cataluña cumple el quinquenio en febrero de 2014.

Lo que varía sustancialmente es el número de suscriptores y el número de reproducciones que tienen sus vídeos. Así, solo hay tres partidos que superen el millón de reproducciones (Tabla 8); en primer lugar destaca Ciudadanos, con más de 3,5 millones de reproducciones. También sorprenden los casi dos millones de reproducciones de la CUP con menos de un año de existencia.

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 207

A la vez, el número de suscriptores, sin ser en ningún caso un hecho extraor-dinario, muestra un comportamiento similar al referido en el caso del volumen de reproducciones. Los partidos que consiguen más difusión de sus vídeos también son los que muestran una mayor cantidad de seguidores registrados. Destaca el hecho de que el Partido Popular de Cataluña haya decidido no mos-trar públicamente la cantidad de suscriptores de su canal. También sobresale la rapidez (11 meses) con la que el canal en YouTube del grupo de la CUP en el Parlamento ha conseguido casi 5.000 suscriptores, la cifra más alta de todas las organizaciones políticas analizadas en este trabajo.

Estos datos hablan por sí solos del uso intensivo que algunas organizaciones hacen de esta herramienta comunicativa en comparación con sus oponentes políticos y del rédito comunicacional que obtienen de ella.

Tabla 8. Comparativa de la presencia en YouTube de las principales organi-zaciones políticas catalanas

Orgs. políticas

Núm. de vídeos

YouTube (subscriptores)

Reproducciones DirecciónFecha de creación

Parlamento de Cataluña

más de 100 348 40.921 http://www.youtube.com/user/ParlamentCatalunya/about

03/02/2009

CiU.cat 17 18 1.989 http://www.youtube.com/user/ConvergenciaCAT/videos

09/05/2012

CiU TV más de 100 695 567.829 http://www.youtube.com/user/CiUtv/about

03/08/2006

ERC TV más de 100 4.215 1.793.021 http://www.youtube.com/user/EsquerraTV/about

21/09/2007

PSC TV más de 100 354 311.922 http://www.youtube.com/user/psctv/about

02/04/2007

PPC más de 100 No 510.655 http://www.youtube.com/user/ppcatalunyacom/about

25/11/2008

ICV-EUA más de 100 803 540.929 http://www.youtube.com/user/iniciativaverds/about

17/05/2007

EUiA TV más de 100 4.876 1.192.515 http://www.youtube.com/user/euiatv/about

07/07/2010

C’s Ciudadanos

más de 100 4.411 3.521.248 http://www.youtube.com/user/ciudadanos/about

23/12/2006

CUP Parlament

más de 100 4.876 1.192.515 http://www.youtube.com/user/cupparlament/about

07/02/2013

Datos recogidos el primero de enero de 2014. Fuente: Elaboración propia.

La comunicación y la regeneración democrática y política208

En resumen, todos los actores políticos tienen claro que esta presencia en las redes sociales, esta apuesta por la utilización de herramientas digitales para la comunicación política, es imprescindible, y es un primer paso en el camino del futuro de la comunicación política que se configura bajo las nuevas reglas de la política 2.0, una forma de hacer, de interactuar entre los ciudadanos y sus representantes basada en nuevos conceptos como la transparencia, la escucha activa o la comunicación multidireccional. Los partidos y los representantes políticos tienen que abrirse a la sociedad si quieren continuar ejerciendo su papel social.

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 209

7. Conclusiones

Después de analizar la acción comunicativa de la Generalidad de Cataluña to-mando como referentes los portales Gencat, Transparència, President, Govern, Parlament y Escó 136 a través de su usabilidad, conectividad e interactividad, podemos concluir que la acción digital del Gobierno catalán para comunicarse con la ciudadanía es altamente satisfactoria, tanto técnica como socialmente.

También es cierto, sin embargo, que hay ciertos aspectos en los que reco-mendamos una mejora. Por ejemplo, en cuanto a diseño. La última remodela-ción de Gencat.cat fue en el año 2005, y creemos que recurriendo a las nuevas tecnologías (por ejemplo, HTML5) la página podría mejorar su usabilidad enor-memente. Un modelo a seguir podría ser Usa.gov, la página de la Administra-ción central norteamericana, con un innovador diseño que da prioridad a la información más que a la rigidez estructural.

Por otro lado, hay que especificar que, aunque el posicionamiento de Gencat.cat en Alexa es bastante bueno, otras comunidades autónomas han seguido una estrategia de desarrollo más dinámica en las principales redes sociales. Así, la web principal del ejecutivo catalán tiene poco más de 7.000 likes en Facebook, una cantidad mucho menor que la de otras comunidades.

En esta línea, aconsejaríamos potenciar esta interacción con políticas proacti-vas en cada red. Además, sería deseable que en la homepage de Gencat hubiera links direccionales a las principales redes, tal como se hace en otras webs ins-titucionales (ver las capturas de pantalla de varias webs de otras comunidades autónomas en el capítulo 9 de este trabajo).

Otro aspecto a mejorar son los contenidos. Los portales President.cat y Go-vern.cat aún no disponen de toda la información que podrían tener. Si enten-demos ambos portales –tal como asegura el Gobierno– como un acto de trans-parencia, convendría aumentar su número de contenidos, así como la facilidad de acceso y de presentación de la información, por ejemplo, en infografías.

La comunicación y la regeneración democrática y política210

También se recomienda mejorar el posicionamiento de la página oficial de Gencat en Facebook, sobre todo en el ámbito de la interactividad, donde, com-parativamente, el espacio del ejecutivo catalán sale malparado ante los niveles alcanzados por comunidades autónomas con menos peso demográfico. Una línea de actuación a seguir sería fijarse en el éxito logrado por el canal de Gen-cat en la plataforma de vídeos YouTube, donde, comparándolo con los mismos actores (las cinco comunidades autónomas con más habitantes), sale amplia-mente ganadora. Sería bueno seguir la evolución de la ratio de engagement de la página de Gencat.cat en Facebook ([likes + comentarios + shares/fans] * 100) y desarrollar acciones para potenciar que tenga una mayor difusión.

La realidad es que, en general, la plataforma creada por Zuckerberg ha sido una de las primeras actuaciones desarrolladas en el ámbito de la comunica-ción política digital de los partidos políticos catalanes, aunque se observan diferencias de dinamización importantes entre los partidos más tradicionales y las organizaciones políticas de nueva hornada, quizás por el hecho de que en éstas hay nativos digitales en las altas esferas de mando y en las primeras predominan los inmigrantes digitales.

Sin embargo, los representantes políticos presentes en el Parlamento de Cataluña tienen, a título individual, una actividad digital más o menos activa en las principales redes sociales, y predomina el uso más intensivo de Twitter que de Facebook. De todas formas, aún se detecta un número de parlamentarios que o directamente no tienen perfil digital en estas redes, o bien lo utilizan de manera muy limitada. Por otra parte, sorprende la reducción en el uso de blogs personales por parte de los diputados catalanes en los últimos tres años.

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 211

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9. Comunidades autónomas: sites oficiales (imágenes de sus homepages)

A continuación se aportan capturas de pantalla de algunas páginas de inicio de ciertos ejecutivos de algunas comunidades autónomas que, a diferencia de la web principal de la Generalidad de Cataluña (Gencat.cat), tienen en su primera página unos links de acceso a sus presencias en varias redes sociales: Facebook y Twitter principalmente, pero también Flickr y YouTube.

Gencat.cat

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Junta de Andalucía

La comunicación y la regeneración democrática y política216

Comunidad de Madrid

La apuesta digital de los representantes del pueblo de Cataluña 217

Xunta de Galicia