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SANTUARIOS SUBURBANOS Y DEL TERRITORIO

EN LAS CIUDADES ROMANAS Juuo h1A.NGAS h1A.NJARRJÉS Y htúGUJEl ÁNGlEl NovnLo LOJPJEZ

Monografía del ICCA

Santuarios suburbanos y del territorio de

las ciudades romanas

Julio Mangas Manjarrés y Miguel Ángel Novillo López (eds.)

Instituto universitario de investigación en Ciencias de la Antigüedad de la

Universidad Autónoma de Madrid

Portada: Templo romano del Puente de Alcántara.

Cortesía del Deutsches Archäologisches Institut (Madrid)

Diseño de portada: Miguel Ángel Maroto de Lis

TÍTULO: SANTUARIOS SUBURBANOS Y DEL TERRITORIO DE LAS

CIUDADES ROMANAS.

Edita: Jose Pascual González – ICCA

I.S.B.N.: 978-84-616-9864-6

Depósito Legal: M-14902-2014

Imprime: VIRO Servicios Gráficos, S.L.

c/Rosal, 3-5, P.I. Los Nuevos Calahorros

28970 Humanes de Madrid

3

Santuarios suburbanos y del territorio de las ciudades romanas

Sumario

Artículos Páginas

Presentación Julio MANGAS – Miguel Ángel NOVILLO LÓPEZ 5-7

Los santuarios suburbanos y la religión de las matronas. El templo de Fortuna Muliebris 9-29

en la Roma Republicana Rosa María CID LÓPEZ

Memoria, espacio y religión en la República romana 31-52

Ana RODRÍGUEZ MAYORGAS Santuarios en canteras y romanización religiosa en Hispania y Gallia 53-86

Silvia ALFAYÉ – Francisco MARCO Sociedad municipal y sacra publica. A propósito de un relieve del territorio de 87-122

Lugdunum (Lyon) Juan Francisco RODRÍGUEZ NEILA

Espacios sagrados y campamentos militares romanos en Hispania 123-162

Angel MORILLO Santuario y escritura en la Galicia romana 163-183

Marco GARCÍA QUINTELA – Pedro LÓPEZ BARJA DE QUIROGA

Santuarios suburbanos en la Asturias romana: Los espacios sagrados dedicados a Júpiter 185-203

Narciso SANTOS YANGUAS Los santuarios del territorio en las ciuitates de la Asturia augustana: el ejemplo del 205-223

deus Vagus Donnaegus Mª Cruz GONZÁLEZ RODRÍGUEZ Metalla, ciuitates y loca sacra (Maragatería, Teleno y Alto Bierzo) 225-276

Almudena OREJAS SACO DEL VALLE – Fernando ALONSO BURGOS Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana 277-294

José Manuel IGLESIAS GIL – Alicia RUIZ GUTIÉRREZ

Nuevo santuario rural en territorio turmogo 295-309

Bruno P. CARCEDO DE ANDRÉS – David PRADALES CIPRÉS

Vurovius y la cristianización de los espacios rurales en la península Ibérica 311-338

Rosa SANZ SERRANO – Ignacio RUIZ VÉLEZ

Sumario

4

Bonus Eventus en Puente Talcano (Sepúlveda, Segovia). Un santuario rural en el territorio 339-382

del municipium de Duratón (Hispania Citerior) Santiago MARTÍNEZ CABALLERO

Hércules en la Meseta. Testimonios, carácter y conexiones 383-411

María del Rosario HERNANDO SOBRINO La epigrafía latina de la provincia de Salamanca como fuente para el estudio 413-440

de los santuarios rurales Manuel SALINAS DE FRÍAS – Juan José PALAO VICENTE El conciliabulum de Égara. De espacio político a espacio sagrado 441-456

Alberto PRIETO ARCINIEGA – Joan OLLER GUZMÁN

El castrum Octavianum (St. Cugat del Vallés): de santuario rural a fortaleza defensiva 457-488

Oriol OLESTI VILA Dioses y santuarios rurales en el territorio Caperensis 489-510

Julio GÓMEZ SANTA CRUZ – Julio ESTEBAN ORTEGA

El culto a las Ninfas y el aprovechamiento de las aguas termales en Tagili: 511-533

un posible santuario en Cela María Juana LÓPEZ MEDINA

El santuario de Tajo Montero en estepa, Sevilla 535-547

Miguel ALONSO RODRÍGUEZ – José María LUZÓN NOGUÉ – Irene MAÑAS ROMERO Santuarios en la provincia romana de Arabia 549-560

Carmen BLÁNQUEZ PÉREZ Las cuentas del santuario de Júpiter Capitolino en Arsínoe (Egipto) en época de Caracalla 561-596

(papiro de Fayum BGU 362): el templo, motor económico de una villa agrícola Sabino PEREA YÉBENES

277

Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

José Manuel IGLESIAS GIL

Alicia RUIZ GUTIÉRREZ Universidad de Cantabria

1

RESUMEN

Se analiza la pátera de plata hallada en Otañes como testimonio de un santuario acuático que

pudo haber estado localizado en el territorio de Flaviobriga y, más exactamente, en las

proximidades de la vía romana que desde Pisoraca facilitaba el acceso a esta ciudad portua-

ria del litoral cantábrico. Palabras clave: Pátera, Flaviobriga, Salus, santuario, culto acuático, vía romana.

ABSTRACT

The patera of silver that was found in Otañes is analysed as an evidence of an aquatic

sanctuary that could have been located in the territory of Flaviobriga and, more precisely,

near the Roman route that from Pisoraca facilitated the access to this port city of the Can-

tabrian coast.

Key words: Patera, Flaviobriga, Salus, sanctuary, aquatic worship, Roman route.

La identificación de los santuarios dispersos por el territorio de las ciudades ro-manas a menudo se ve dificultada por circunstancias diversas, como pueden ser el

pobre acondicionamiento arquitectónico de los recintos sagrados, su ubicación en

lugares remotos, la cristianización del culto, y, sobre todo, el fácil desplazamiento de los monumentos epigráficos, que con frecuencia constituyen los únicos testimo-

nios llegados a nosotros. En el caso que vamos a tratar, esto último condiciona de

forma especial el estudio al ser nuestra fuente de información una pieza que, por su valor y reducido tamaño, ha podido ser atesorada y trasladada incluso a gran distan-

cia de su contexto originario. La investigación debe tener en cuenta esta posibilidad,

pero sin rechazar otras hipótesis acordes con la existencia de un centro de culto

local.

_____________

1 Este artículo es fruto del proyecto del Plan Nacional de I+D+I HA R2008-02375/HIST,

financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

278

Nos referimos a la llamada «pátera de Otañes», en la que aparece representado el

culto a una divinidad y su relación con una fuente de aguas salutíferas.

Fig. 1. Pátera de Otañes.

El sitio del descubrimiento con gran probabilidad estuvo inserto en el territorio de Flaviobriga, ciudad así designada desde Vespasiano y que tuvo su centro urbano

en el antiguo Portus Amanum, localizado en Castro Urdiales, en la costa oriental de

Cantabria.

La rica decoración de la pátera y sus inscripciones aportan información detallada sobre el culto rendido a la diosa Salus Umeritana, pero la interpretación del objeto

sigue siendo controvertida. En especial se discuten su origen y función, además de

la cronología. La finalidad de este artículo es profundizar en dicha interpretación, apoyando un punto de vista que en los últimos años había dejado de ser valorado.

Primero se ofrece un estudio completo de la pieza, para después contextualizar el

hallazgo y considerar la posible presencia de un santuario de aguas salutíferas

dentro de los límites de Flaviobriga y, en concreto, cerca de la vía romana que, probablemente, vertebraba el territorio de esta ciudad marítima del Cantábrico

oriental.

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

279

LA «PÁTERA DE OTAÑES»: HISTORIA DEL DESCUBRIMIENTO Y

PRIMEROS ESTUDIOS A fines del siglo XVIII operarios al servicio de Antonio Zacarías de Otañes des-

cubrieron la pátera en el Pico del Castillo -también llamado Pico de la Cruz-, un

monte de 299 metros de altitud sobre el nivel del mar que se encuentra en el barrio

de Los Corrales, en la localidad de Otañes, dentro del término municipal de Castro Urdiales (Cantabria). El descubrimiento se produjo al extraer piedra con objeto de

utilizarla después en las cercas del caserío del Prado, propiedad de la familia Otañes

situada al pie del mismo monte.

Fig. 2. Lugar del descubrimiento de la pátera. Pico del Castillo (Otañes).

Los pormenores del hallazgo constan en un acta notarial de 1826, remitida por el

Ayuntamiento de Castro Urdiales a la sede de la Real Academia de la Historia en Madrid, como respuesta al requerimiento que ésta hizo con objeto de recabar datos

fiables sobre la pátera y siete miliarios hallados también en el valle de Otañes. En

dicho acta, cuyo original hemos consultado en el Archivo Municipal de Castro Urdiales

2, figuran las declaraciones de cinco testigos del descubrimiento, así como

_____________

2 El documento se denomina “Información ad perpetuam rei memorimam de las antigüe-

dades romanas halladas en el Valle de Otañes” (Leg. 1809, expte. 2, año 1826) y está

ilustrado con dibujos de la pátera y de los miliarios hallados en el área de Otañes. Una

transcripción de la misma, con extractos de las declaraciones de los testigos, fue publicada

en el Boletín de la Real Academia de la Historia (M. Martínez de Caso, 1908, pp. 389-411).

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

280

el testimonio del entonces depositario de la pátera, Antonio María de Otañes. Aun-

que ninguno de los declarantes logró precisar con exactitud la fecha del hallazgo, pues habían transcurrido varias décadas desde entonces, todos coincidieron en situar

el acontecimiento en el último tercio del siglo XVIII3.

Fig. 3. Acta notarial de 1826 con datos sobre el hallazgo de la pátera de Otañes. Manuscrito

del Archivo Municipal de Castro Urdiales.

El lugar concreto del descubrimiento dentro del Pico del Castillo tampoco apare-ce esclarecido del todo en el documento. De manera general los testigos afirmaron

que la pátera se había hallado con motivo de la extracción de piedra en la roca del

monte, sin detallar dónde exactamente. Sólo el primero de ellos fue más explícito al señalar que se encontró en una concavidad de la falda sur:

_____________

3 Según el primer testigo “entre los años de mil setecientos setenta y pocos, más o me-

nos”, según el segundo “sobre el año de mil setecientos setenta poco más o menos”, según

el tercero “entre los años de mil setecientos sesenta y ocho a mil setecientos setenta poco

más o menos”, según Antonio María de Otañes “hacia el año sesenta y seis del siglo último

pasado”.

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

281

“(El monumento) sabe el testigo fue descubierto y hallado con motivo de un rompi-

miento de peñas para la obra que emprendía Don Antonio Zacarías de Otañes, padre

del Don Antonio relacionado, cuyos trabajos se estaban realizando en el sitio del Pico

del Castillo, monte bastante prominente frente a su casa principal, y sabe el testigo

que a la parte del sur y falda del mismo pico pareció el citado plato al romper una de

dichas peñas en cuya concavidad debió haber estado libre de las injurias del tiempo,

pues parecía bien conservado”.

Por su parte, Antonio María de Otañes sugirió que el descubrimiento había teni-

do lugar entre las ruinas del castillo medieval ubicado en la cumbre del cerro, siendo ésta la versión que acabó prevaleciendo después entre los estudiosos de la

pátera. En su declaración afirma lo siguiente:

“Que el plato de plata que posee el declarante está muy bien figurado al folio 4º de

este expediente y que su hallazgo, según tiene oído a su querido padre, fue hacia el

año sesenta y seis del siglo último pasado en el Pico llamado del Castillo que domina

su expuesta casa-habitación, entre las piedras de un edificio antiguo demolido que

hubo en dicho pico, que se dice haber sido la casa o castillo primitivo del apellido

Otañes por lo que recordó su padre miraba esta alhaja como propiedad de sus mayo-

res”.

La fortaleza a la que se alude es el denominado Castillo o Torre de Lastramala,

cuya construcción se remonta a la Alta Edad Media -probablemente al siglo XIII-.

De esta fortaleza, que perteneció al linaje de los Otañes, apenas quedan restos in situ, si bien todavía se observan a lo largo de la ladera del monte abundantes mate-

riales de construcción procedentes del derrumbe tanto del edificio central como de

la muralla que lo protegía4.

Al parecer, con ocasión de los mismos trabajos en el Pico del Castillo, los opera-rios encontraron otros objetos de plata que fueron vendidos a plateros de Bilbao,

donde supuestamente fueron fundidos5. Sólo la pátera fue preservada en manos de

la familia de Otañes, en cuyo poder continúa hoy en día. Todo parece indicar, en definitiva, que no estamos ante un hallazgo aislado, sino ante la única pieza conser-

vada de un tesoro romano del que desgraciadamente desconocemos por completo su

composición. Hubiera sido interesante saber si los demás objetos que acompañaban

a la pátera también tenían inscripciones y si estaban relacionadas o no con el culto a Salus Umeritana o a otras posibles divinidades, pero ninguna información existe al

respecto.

_____________

4 R. Bohigas, 1982, I, pp. 301-302.

5 J. R. Mélida, 1897, p. 289.

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

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El depósito u ocultación del tesoro pudo haberse producido en algún lugar roco-

so de la ladera del monte, en una zona donde quizás después se acumularon piedras caídas de la fortaleza medieval que existió en la cima. Esta hipótesis permitiría

conciliar las aparentes divergencias de los distintos testigos, los cuales señalan

como contexto del hallazgo tanto la cantera natural del monte como las ruinas del

castillo medieval. Tras ser publicado en 1832 un breve informe fruto de la información recabada

por la Real Academia de la Historia6, la pátera hallada en Otañes comenzó a atraer

la atención de un gran número de estudiosos. En la segunda mitad del siglo XIX, E. Hübner se refirió a ella en varias obras

7 y le dedicó un artículo

8, contribuyendo a

dar merecida difusión internacional a la pieza. Asimismo, al ser portadora de epí-

grafes fue recopilada en el Corpus Inscriptionum Latinarum9. Cabe recordar tam-

bién el espacio que le dedicó E. Mérimée en su investigación sobre los cultos acuá-ticos del sur de la Galia y zona pirenaica

10.

A raíz de este creciente interés y difusión, en 1895 la pátera fue trasladada a

Madrid y presentada en la Real Academia de la Historia para que pudiera ser estu-diada por especialistas

11. Cabe destacar que ésta fue una de las escasas ocasiones en

que ha sido expuesta al público12

. Dos años más tarde vio la luz un artículo funda-

mental, obra de J. R. Mélida13

. Este autor, basándose en la información que le proporcionó la familia Otañes, con la que mantuvo contacto, situó entre los años

1798 y 1800 la fecha del descubrimiento y ratificó que el hallazgo no se había

producido en una cantera natural, sino en un depósito de piedras trabajadas prove-

nientes de las ruinas que todavía en su época se reconocían en el Pico del Castillo.

_____________

6 Memorias, 1832, VII, pp. XV-XVI. De las pesquisas que desde 1826 venía realizando

esta institución dio cuenta F. Fita en 1908, al publicar fragmentos de actas de varias sesiones

en las que se había tratado sobre las antigüedades descubiertas en el Valle de Otañes,

además de reproducir el informe que a modo de dictamen emitió la Academia en 1832 (F.

Fita, 1908 a, pp. 543-545). 7 E. Hübner, 1862, pp. 344 y 948; Idem, 1880, p. 109 y 175; Idem, 1890, pp. 288-292. 8 E. Hübner, 1874, pp. 115-117, Taf. 11. 9 CIL, II, 2917. 10 E. Mérimée, 1860, pp. 92-94. 11 F. Fita, 1895, p. 96. 12 Un siglo más tarde, en 1999, volvió a ser mostrada en el Museo Diocesano de Santi-

llana del Mar, con motivo de la exposición «Los Cántabros. La génesis de un pueblo»,

patrocinada por la Obra Social y Cultural de Caja Cantabria (J. M. Iglesias, J. A. Muñiz,

coords., 1999, p. 339). Posteriormente, desde diciembre de 2001 hasta mayo de 2003, la

pátera estuvo depositada en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, en Santan-

der. A partir de entonces obra en poder de María Ángeles de Otañes. 13 J. R. Mélida, 1887, pp. 289-301.

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

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Como ya se ha dicho, esta versión pronto fue asumida de forma general. La minu-

ciosa descripción que J. R. Mélida hizo de la decoración de la pátera y la interpreta-ción que de ella se desprende han servido de base a buena parte de los investigado-

res modernos. Pocos años después, ya iniciado el siglo XX, F. Fita añadió nuevos e

interesantes comentarios. El epigrafista se centró sobre todo en el estudio de las

inscripciones e indagó temas que todavía hoy se discuten, como el posible origen foráneo de la pátera, su carácter de exvoto u ofrenda y la controvertida localización

de la fuente de Umeri14

.

Los estudios citados son sólo algunos de los precursores de una larga lista de publicaciones en las que la pátera aparece analizada desde diferentes ópticas, en

especial como objeto artístico, pero también como testimonio del característico

culto romano a las fuentes y como prueba del uso de aguas mineromedicinales con

finalidad terapéutica15

. Por otra parte, el hallazgo en el valle de Otañes de esta singular pieza y de los miliarios ya citados permitió defender desde muy pronto la

localización de Portus Amanum y Flaviobriga en Castro Urdiales, y no en Bilbao o

en otros lugares de la costa cantábrica que habían sido contemplados con anteriori-dad

16. Con el tiempo, esta identificación fue siendo cada vez más asumida y quedó

respaldada desde el último cuarto del siglo XX con los descubrimientos arqueológi-

cos en el casco urbano de Castro Urdiales, muy abundantes en las últimas déca-das

17.

ICONOGRAFÍA, INSCRIPCIONES E INTERPRETACIÓN DE LA PÁTERA El objeto que nos interesa consiste en un recipiente de plata poco profundo, de

21,5 cm de diámetro y 2,8 de altura. Presenta el borde redondeado y se apoya sobre

un pie anular bajo, de 8 cm de diámetro y 0,5 de altura. La sencillez de la forma contrasta con la profusa decoración. Toda la cara interna de la vasija está decorada

en relieve y muestra algunos detalles recubiertos de oro, al igual que las letras de la

inscripción Salus Umeritana distribuida alrededor del borde. _____________

14 F. Fita, 1908 a, pp. 543-564; Idem, 1908 b, pp. 454-468. 15 Para una bibliografía más exhaustiva, además de un estudio detallado de la pátera con

datos que en este artículo se omiten, vid. J. M. Iglesias, A. Ruiz, 1998, p. 122, nº 47. 16 El asunto ya fue tratado en un apartado del expediente notarial de 1826 titulado “Re-

flexiones sobre la verdadera situación de la colonia romana Flaviobriga” (M. Martínez de

Caso, 1908, pp. 400-405). La historia de la investigación y los argumentos que han permiti-

do situar Portus Amanum y Flaviobriga en Castro Urdiales han sido presentados por J. M.

Solana en varias publicaciones (vid., entre otros estudios del mismo autor, J. M. Solana,

1977, pp. 13-14). Asimismo, puede encontrarse una síntesis en A. Ruiz, 1999, pp. 482-489,

con recopilación de la bibliografía anterior. 17 J. M. Iglesias, A. Ruiz (dirs.), 1995; P. Rasines del Río, J. M. Morlote (coords.), 2006.

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

284

La pieza ha sido designada como plato y en alguna ocasión también como co-

pa18

, pero teniendo en cuenta su forma, tamaño, tema de la decoración y metales nobles con que está elaborada nada impide seguir denominándola pátera, como

tradicionalmente se ha hecho desde el siglo XIX. Estamos, por lo tanto, ante un

objeto (patera o patella) destinado a ser usado en sacrificios, ofrendas y libacio-

nes19

, función religiosa que vemos representada en la propia pátera, en la escena del personaje togado. Este uso ritual, en cualquier caso, no tuvo por qué haberse dado

necesariamente, pues la vasija, cuyo valor ornamental es evidente, más bien parece

haber sido concebida como un objeto sin utilidad práctica. Su destinatario pudo haber sido la divinidad, Salus Umeritana, ya sea tras el voto cumplido resultante de

una curación o como ofrenda en un espontáneo acto de piedad por parte del donan-

te, un acto en el que quizás subyacía también el deseo aún no satisfecho de sanar a

través de la mediación divina. La interpretación de la pátera como exvoto u ofrenda ya fue planteada por E.

Hübner y ha sido asumida después por otros muchos autores. Existe, sin embargo,

una tercera e interesante hipótesis: la pátera pudo haber sido el recuerdo adquirido por un viajero romano en un centro de culto del que no podríamos aventurar su

ubicación. La indicación del nombre de la divinidad en nominativo (Salus Umerita-

na) deja abierta esta posibilidad, así como también la ausencia de una dedicatoria explícita. Evidentemente, esta cuestión es crucial para el tema que nos ocupa, pues

en el caso de ser alóctona y consistir en un simple recuerdo de viaje la vasija halla-

da en Otañes nada nos diría sobre la existencia de un posible santuario próximo al

lugar del descubrimiento. Esta tercera hipótesis a la que aludimos tampoco es nueva. Ya en 1908 F. Fita la

refutó, oponiéndose a J. F. Riaño, para quien la calidad artística de la pieza apunta-

ba un origen itálico20

. La idea de un souvenir fue señalada después por D. E. Strong en 1966

21 y, en época más reciente, ha sido desarrollada en profundidad por Fr.

Baratte22

. En el último artículo monográfico que ha sido publicado sobre la pátera

de Otañes, este autor destaca la actividad de los talleres de orfebrería próximos a los santuarios romanos, talleres encargados de suministrar no sólo objetos para ser

ofrecidos por los fieles a los dioses venerados en el lugar, sino también recuerdos

_____________

18 En particular Fr. Baratte, 1992, pp. 43-54, passim. 19 A. V. Siebert, 1999, pp. 40-44. 20 F. Fita, 1908 a, p. 557. 21 “Another ‘picture’ dish which may be as early as the first century A.D. is in the Anto-

nio de Otañes collection at Castro Urdiales where it was found; the reliefs on the surface

refer to the medicinal spring at Umeri which was a flourishing health resort at the time. The

dish is presumably some kind of souvenir” (D. E. Strong, 1966, p. 150). 22 Fr. Baratte, 1992, pp. 43-54.

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

285

que los peregrinos adquirían para llevárselos consigo de vuelta a sus ciudades de

origen. La impresión de que la vasija hallada en Otañes pudiera responder a este segundo caso es sugerida, según Fr. Baratte, por el carácter emblemático -incluso

«publicitario» llega a apreciar-, de la decoración.

En este punto, es preciso detenernos, una vez más, en la descripción de cada una

de las seis escenas representadas en el anverso de la pátera. 1. En la parte superior, en el centro, hallamos la representación alegórica de

la fuente de aguas salutíferas y de la diosa a ella asociada. Se trata de una figura

femenina, a modo de ninfa, parcialmente cubierta con un manto y recostada en-tre dos árboles. Con la mano derecha sostiene una caña o rama de carrizo y con

la izquierda una vasija de la que se derrama el agua. El líquido fluye abundante

por un canal que finaliza en un estanque delimitado por piedras.

2. Al pie del estanque, en otra escena que pudiera considerarse ligada a la anterior, un sirviente, descalzo y vestido con una túnica corta en la que se apre-

cian los rotos de la tela, recoge arrodillado el agua con una vasija de la que se

sirve para rellenar un gran recipiente. 3. Por debajo de la escena anterior, y quizás también como continuación de

la misma, otro personaje vierte el agua de un ánfora en un gran tonel transpor-

tado por un carro. Destaca el detalle con que el orfebre representó el vehículo de cuatro ruedas, tirado por una pareja de mulas uncidas con yugo. La escena

refleja el transporte masivo del agua salutífera y recuerda el sistema común-

mente empleado para el trasiego y comercio del vino.

4. A la derecha, en la parte superior, un hombre con barba deposita ofren-das sobre un ara. Está vestido con túnica corta, calzado y cubierto con un gorro

de piel. Por su vestimenta y por el báculo en el que se apoya ha sido interpreta-

do como un posible pastor. También pudiéramos estar, a juzgar por su aspecto encorvado, ante la representación de un enfermo.

5. Más abajo, figura otro hombre barbado y de edad avanzada, calzado y

vestido con túnica larga. Está sentado en un sillón y recibe con la mano derecha la copa de agua que le ofrece un sirviente, mientras con la izquierda agarra un

objeto indeterminado, quizás un trozo de pan. El sirviente que le ofrece el agua,

al igual que el de la escena 2, aparece descalzo y vestido con una túnica corta y

harapienta. 6. Finalmente, en la parte izquierda, un personaje togado, de fisonomía se-

mejante al de la escena anterior, realiza una libación. Con la mano derecha vier-

te el líquido de una patera sobre un ara y con la izquierda sostiene un posible volumen. A través del dorado se representa la franja de púrpura propia de la to-

ga praetexta. Esta indumentaria denota que nos encontramos ante la imagen de

un posible magistrado.

Toda la decoración destaca por su extraordinaria calidad y por la riqueza de los detalles representados. Las escenas aparecen individualizadas y orientadas en el

espacio por medio de una línea de suelo. En los huecos libres entre las distintas

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

286

figuras se intercalan árboles y se insinúa como fondo un paisaje rocoso y escarpado.

Gracias a la minuciosidad y esmero del orfebre, el significado de cada imagen no plantea dudas, pero el sentido general de la composición es discutida.

De forma tradicional, se ha interpretado que, a pesar de su compartimentación,

las distintas escenas están relacionadas entre sí y reflejan fielmente las característi-

cas de un culto ligado a una fuente concreta de aguas sagradas. Desde E. Hübner dicha fuente se ha buscado con preferencia en los alrededores del Pico del Castillo,

en el valle de Otañes. Las imágenes en relieve podrían incluso tener una intención

narrativa y, en concreto, reflejar la curación ya lograda, o todavía esperada, por parte del personaje que aparece sentado recibiendo el agua (escena 5). Ello invitaría

a pensar que la pátera fue encargada por el fiel así representado, quizás el mismo

notable con toga que hace la libación sobre un ara (escena 6).

Pero esta lectura no es la única posible. Fr. Baratte aprecia cierta desconexión entre las escenas y destaca el carácter fuertemente simbólico de cada una de ellas.

En su opinión, el artista se habría limitado a yuxtaponer en el campo decorativo de

la vasija estereotipos que reflejaban el valor curativo de las aguas, su fama y su poder de convocatoria, atrayendo a gentes de distinta condición social

23. Esta nueva

mirada implica la renuncia a localizar un santuario a partir exclusivamente de la

iconografía de la pieza hallada en Otañes. Ni la forma de los árboles, ni las aras o cualquier otro detalle reflejarían un escenario real, sino ilusorio, y, por lo tanto, no

permitirían la identificación de un lugar sagrado.

La intencionalidad del orfebre, ciertamente, no es tan obvia como pudiera pare-

cer a simple vista y la iconografía podría conducir a engaño. En cualquier caso, ante nuestros ojos se ofrece la imagen de un típico santuario acuático situado en plena

naturaleza y dotado de cierta infraestructura: un lugar donde las aguas sagradas

habían sido canalizadas y retenidas en un estanque para que la gente pudiera servir-se de ellas. Ningún elemento de la decoración indica que estas aguas fueran terma-

les, como supone Fr. Baratte24

. Más bien cabe imaginar que eran aguas frías mine-

romedicinales, pues la curación no se producía a través del baño, sino de la bebida (escena 5). La terapia hidropónica aparece reflejada también, aunque de diferente

modo, en Vicarello, donde abundantes vasos de oro, plata y bronce, junto a otros

objetos, fueron arrojados de forma ritual en el manantial. En este caso, las aguas son

termales (48º C) a la vez que mineromedicinales. Se trata de los vasos que los agüistas de época romana usaron para ingerir el agua y que luego entregaron como

ofrendas a Apolo y a otros dioses. Entre ellos se encontraban los cuatro ejemplares

_____________

23

Fr. Baratte, 1992, pp. 45-48. 24 Fr. Baratte, 1992, pp. 44 y 48.

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

287

de plata que contienen el itinerario de Gades a Roma y que cabe interpretar también

como los vasos de viaje utilizados por un posible viajero gaditano25

. Las escenas 4 y 6 de la pátera de Otañes podrían ser representaciones simbólicas

del culto rendido a Salus Umeritana, pero asimismo podemos ver en ellas la reali-

dad de una práctica que la arqueología revela: la erección de aras en los santuarios

dispersos por el campo. Es interesante destacar a este respecto que pequeñas aras aparecen representadas también en la pátera de plata de la Colección Calzadilla de

Badajoz. Aunque muy distinta desde el punto de vista estilístico a la de Otañes,

dicha pátera comparte con ésta algunos rasgos. El nombre de Bandua Araugelense figura abreviado con letras en relieve dispuestas alrededor del borde. En el centro,

la representación de la divinidad aparece junto a rocas, un árbol y cuatro aras sobre

las que ondean llamas, reflejando ofrendas de fuego26

.

A la hora de profundizar en la finalidad de la pátera de Otañes, es preciso fijarse no sólo en la iconografía, sino también en sus dos inscripciones. En el epígrafe del

anverso, el epíteto Umeritana que complementa el nombre de la diosa, Salus,

presenta el sufijo –ana, usado frecuentemente en la lengua latina con sentido locati-vo. La expresión, escrita con las sílabas separadas, aludiría con bastante probabili-

dad al nombre de la fuente salutífera o bien al sitio donde ésta se encontraba. Por

consiguiente, la pátera, aún asumiendo la posible idealización de sus elementos decorativos, tenía relación con un culto particular y, seguramente también con un

lugar geográfico en concreto. El nombre de Umeri recuerda el término latino ume-

rus, que significa «hombro», «espalda» o «cima», en alusión a una montaña. Esto

coincide con el paisaje reflejado en la vasija y también con el lugar donde ésta fue encontrada

27, pero dicha coincidencia no deja de ser un indicador demasiado vago,

sólo útil en la medida en que se une a otros.

A diferencia del epígrafe anterior, el del reverso fue hecho a posteriori, tras la manufactura y adquisición de la pátera. Se trata de un grafito con letras punteadas,

situado en el espacio circular delimitado por el pie de la vasija. En él puede leerse

L(uci) P. Corneliani, p(ondo) III + I[---?],«De Lucio P. Corneliano, peso de tres libras...». A la cifra indicada habría que añadir algo más que no puede leerse con

claridad en la parte final del epígrafe. Las tres libras romanas equivaldrían a 982’3

gramos, un peso que ya supera ligeramente el real de la vasija: 974’5 gramos28

.

_____________

25 L. Gasperini, 2008, pp. 93-94. 26 J. M. Blázquez, 1983, pp. 263 y 295, nº 159. 27

J. M. Solana, 1977, pp. 56-59. 28 Para más información sobre este grafito vid. J. M. Iglesias, A. Ruiz, 1998, p. 123.

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

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Fig. 4. Grafito en la cara posterior de la pátera de Otañes.

Si la pátera fuera un souvenir, tendríamos que ver en este grafito una marca de

propiedad y, en tal caso, parecería innecesaria la indicación del peso. La alusión al valor del objeto resulta más propia de un exvoto u ofrenda. Un buen ejemplo se

encuentra en la copa de media libra de plata ofrecida a raíz de un voto en Aquae

Apollinares, cuya inscripción dice: «Apollini sancto et Nymphis voto suscepto

Gavia Rhodine d(onum) d(edit) calicem argenteum p(ondo) s(emissem)»29

. Igual-

_____________

29 CIL, XI, 3287 = ILS, 3876 a.

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

289

mente, en el tesoro de Berthouville varias vasijas de plata entregadas como exvotos

llevaban mención del peso30

. No sólo la referencia al peso en la pátera de Otañes, sino también el elevado va-

lor que éste denota, parecen impropios de un recuerdo de viaje. Nos inclinamos más

bien por pensar que se trataba de un don ofrecido a la divinidad, aunque quizás no

como resultado de un voto, pues la inscripción carece de fórmula votiva. Tampoco presenta una dedicatoria explícita, como las documentadas en ofrendas de Vicare-

llo, donde la expresión d(onum) d(edit) es frecuente31

, y en Berthouville, donde las

fórmulas utilizadas en las dedicatorias son especialmente variadas32

. En cualquier caso, también en estos lugares junto a las vasijas con inscripción más o menos

extensa se encuentran otras muchas que carecen por completo de texto y que igual-

mente cabe interpretar como ofrendas.

El hecho de que L. P. Cornelianus no sea el dueño, sino propiamente el donante de la pátera, no implica que ésta haya sido producida en un taller local. La pieza

pudo haber sido adquirida en el taller de un orfebre situado más o menos lejos del

lugar del hallazgo, pero no como recuerdo de viaje, sino como presente para ser ofrecido en un centro de culto particular. Desconocemos si la ofrenda fue encargada

y, en tal caso, si el cliente pudo haber influido en el diseño de la decoración. Esta

circunstancia ha sido sobreentendida por los autores que contemplan la autorrepre-sentación del dedicante. Pero el hecho de que su nombre haya sido señalado por

medio de un discreto grafito en una parte poco visible del recipiente, en lugar de

con letras en relieve en la cara principal de la pátera, podría apuntar en sentido

negativo33

. La datación de la pátera es otra cuestión debatida. Tradicionalmente se ha consi-

derado altoimperial, del siglo II o fines del I34

, cronología que se ve apoyada en

algunos detalles, como el plegado de la toga (escena 6), los peinados y el tipo de ánfora (escena 3). Frente a esta opinión común L. Musso defendió una datación

tardía, en concreto del siglo IV, basándose en la forma de la vasija y en la composi-

ción decorativa, semejante en su opinión a ciertos recipientes de terra sigillata

_____________

30 CIL, XIII, 3183 (3, 18, 19, 20, 23, 27, 29). 31 L. Gasperini, 2006, pp. 193-213. 32 E. Deniaux, 2006, p. 277. 33 Un caso bien distinto es el de la phiale de plata hallada en Berthouville, donde la dedi-

catoria de Iulia Sibylla al dios Mercurio figura en la cara principal de la ofrenda, enmarcan-

do la decoración: «Deo Merc(urio) Iul(ia) Sibylla d(e) s(uo) d(onum) d(edit)» (E. Deniaux,

2006, p. 280, fig. 5). 34

A. García y Bellido llegó a precisar el período flavio (A. García y Bellido, 1949, p.

470).

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

290

clara35

. En época más reciente, Fr. Baratte ha asumido también la necesidad de

adelantar la fecha, pero sólo hasta fines del siglo II o inicios del III36

.

UN POSIBLE SANTUARIO ACUÁTICO EN EL ENTORNO DE

FLAVIOBRIGA La interpretación de la pátera de Otañes como ofrenda plantea el problema de

determinar el lugar donde estuvo depositado el presente y su relación con un posible

centro de culto local. Como ya se ha indicado, al ser fruto de un descubrimiento fortuito el contexto del hallazgo no está documentado con la precisión deseada. A

esto se añade la desaparición de las demás piezas de plata que hallaron los obreros

junto a la pátera. Cabe la posibilidad de que todo este conjunto proviniera del sitio

destinado en época romana a arrojar o custodiar los exvotos u ofrendas de un san-tuario, pero también es posible que estemos ante el tesoro escondido en las inme-

diaciones del mismo ante una inesperada situación de peligro.

La pátera fue hallada siete kilómetros y medio al sudeste de la localidad de Cas-tro Urdiales, lo cual permite ponerla en relación con el entorno de Flaviobriga, si

bien desconocemos casi por completo por dónde se extendía el territorio de esta

ciudad romana. Según Plinio el Viejo, se trataba de una colonia asentada en la costa cantábrica sobre el antiguo Portus Amanum, al oriente de la frontera de los cánta-

bros37

. La ciudad fue citada también por Ptolomeo, junto a la desembocadura del río

Neroua (actual Nervión)38

. Éstas son las únicas menciones literarias de que dispo-

nemos. Ni Flaviobriga ni Portus Amanum aparecen citados en la epigrafía. Su desarrollo urbano y su vitalidad económica, sin embargo, fueron notables dentro del

contexto del norte peninsular, a juzgar por lo que indican los descubrimientos

arqueológicos en Castro Urdiales39

. Una vía romana permitía el acceso desde el interior de la Península Ibérica, en

concreto desde Pisoraca (Herrera de Pisuerga) hasta el puerto y ciudad de Flavio-

briga. Esta calzada discurría justo a los pies del Pico del Castillo o de la Cruz40

. Es

_____________

35 L. Musso, 1983, n. 219. 36 Fr. Baratte, 1992, pp. 47-48. 37 “Proxima ora Citerioris est eiusdemque Tarraconensis situs; a Pyrenaeo per oceanum

Vasconum saltus, Olarso, Vardullorum oppida, Morogi, Menosca, Vesperies, Amanum

portus, ubi nunc Flaviobrica colonia, ciuitatum nouem regio Cantabrorum...” (Plin., NH, 4,

110-111). 38 “De los autrigones son: la desembocadura del río Neroua 13º 10'-44º 40' y Flaviobriga

13º 30'-44º 15'” (Ptol., Geogr., 2, 6, 7). 39

Vid. nota 17. 40 J. M. Iglesias y J. A. Muñiz, 1992, pp. 145-162.

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

291

interesante retener este dato, pues los santuarios romanos dispersos por el campo se

encontraban con preferencia cerca de los caminos más concurridos, ubicación que refleja bien la Tabula Peutingeriana. Asimismo, la proximidad de la calzada podría

haber facilitado el transporte del agua por medio de carros, ya sea para el consumo

particular o para el comercio, tal y como se representa en la escena 3.

Fig. 5. Vía romana de Pisoraca a Portus Amanum-Flaviobriga.

Desde la caput viae de Pisoraca la calzada atravesaba la comarca burgalesa de La Lora, el Valle de Mena, las Encartaciones vizcaínas y Otañes, hasta llegar al

puerto marítimo de Castro Urdiales. Se trata de uno de los ejes viarios más impor-

tantes que permitía descender desde la Meseta hasta la costa cantábrica. De él ha

llegado a nosotros una inusual concentración de miliarios en su tramo final, en las proximidades de la costa. Se trata de ocho columnas miliarias en desigual estado de

conservación, siete de ellas halladas en Otañes y una en el cercano Puerto de Las

Muñecas. El miliario más antiguo es de Tiberio, emperador al que cabe atribuir la apertura

de la vía, aunque no puede descartarse que ésta tuviera ya un origen previo de época

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

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augustea. Otros dos son de Nerón, uno de ellos con mención conservada en el

epígrafe de las 180 millas transcurridas desde Pisoraca. El siguiente miliario por orden cronológico, dedicado a Domiciano, especifica la reparación de vías y la

reconstrucción de puentes debido al deterioro sufrido por el paso del tiempo. Ya al

período tardío corresponden un ejemplar de Caro o Carino, otro de Numerario y dos

de Galerio41

. Cuatro de estos ocho miliarios fueron hallados en el siglo XVIII en la ermita de San Bartolomé o San Román, sobre la que se construyó otra dedicada a

La Trinidad. El sitio donde se alzaba esta ermita de La Trinidad, cuyas ruinas

apenas son visibles hoy en día, se encuentra a un kilómetro aproximadamente del monte donde apareció la pátera, lo que sugiere una posible continuidad de la zona

como centro de culto cristiano, en los alrededores del santuario romano.

Además de la presencia de la vía romana, debe ser considerada la abundancia de

arroyos y fuentes en el paraje denominado «Rebollar de San Román», donde estuvo la desaparecida ermita de La Trinidad, y, de forma más general, en el entorno del

Pico del Castillo y de Castro Urdiales. Son muchos los intentos que se han hecho

por identificar una de estas fuentes con la de Umeri, a la que probablemente remite la expresión Salus Umeritana

42. En la zona abundan especialmente las aguas ferru-

ginosas, valoradas en época romana para el tratamiento de varias dolencias. Un

ejemplo de esta clase de aguas se encuentra en la «Fuente Mineral» que existió en La Magdalena, en el arrabal de El Chorrillo al sudoeste de Castro Urdiales

43. Pero

mayor interés tiene quizás la referencia a una «Fuente de la Salud» en el barrio de

Los Corrales, en Otañes, muy cerca del sitio de hallazgo de la pátera.

En conclusión, la pátera de Otañes constituye un testimonio extraordinario sobre la existencia de un santuario acuático en el medio rural. La rica información figura-

da que ofrece contrasta, sin embargo, con la pobre documentación arqueológica

sobre el lugar del hallazgo. Aunque muchas dudas subsisten, la pieza debe seguir siendo valorada como posible testimonio de un santuario local en el territorio de

Flaviobriga, pues varios indicios apuntan en esa dirección. Con todo, sería necesa-

rio el hallazgo de otros epígrafes, aras o vestigios romanos asociados a una fuente para poder confirmar este supuesto y sólo cabe esperar que la investigación arque-

ológica los proporcione en un futuro.

_____________

41 J. M. Iglesias y A. Ruiz, 1998, pp. 109-119, nº 37-44. 42 Estas informaciones son recogidas en J. M. Solana, 1977, pp. 55-57. 43 Esta fuente fue usada por las gentes del lugar hasta su desaparición en 1990 con moti-

vo de las obras de la Autovía del Cantábrico. El empeño por localizar las famosas aguas de

Umeri continúa entre algunos estudiosos de Castro Urdiales. Véanse las contribuciones de

L. Prada en la publicación local titulada La Ilustración de Castro, 1999 (febrero, marzo,

septiembre, octubre y noviembre) y 2002 (junio).

José Manuel Iglesias Gil – Alicia Ruiz Gutiérrez Flaviobriga y el santuario de Salus Umeritana

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Presentación Julio MANGAS- Miguel Ángel NOVILLO LÓPEZ

Los santuarios suburbanos y la religión de ... en la Roma Republicana Rosa Malla CID LÓPEZ

Memoria, espacio y religión en la República romana Ana RODRÍGUEZ MAYORGAS

Santuarios en canteras y romanización religiosa en Hispania y Gallia SilviaALFAYÉ- Francisco MARCO

Sociedad municipal y sacra publica. A propósito ... Lugdunum (Lyon) Juan Francisco RODRÍGUEZ NEILA

Espacios sagrados y campamentos militares romanos en Hispania Angel MORILLO

Santuario y escritura en la Galicia romana Marco GARCÍA QDrnTELA- Pedro LÓPEZ BARJA DE QUIROGA

Santuarios suburbanos en la Asturias romana: Los .. espacios ... a Júpiter Narciso SANTOS YANGUAS

Los santuarios del tenitorio en las ciuitates de ... deus Vagus Donnaegus M" Cmz GONZÁLEZ RODRÍGUEZ

Metalla, ciuitates y loca sacra (Maragatería, Teleno y Alto Bierzo) Almudena OREJAS SACO DEL VALLE- Femando ALONSO BURGOS

Flaviobriga y el santuruio de Salus Umeritana José Manuel IGLESIAS GIL- Alicia RUIZ GUTIÉRREZ

Nuevo santua1io mral en tenitorio twmogo Bmno P. CARCEDO DE ANDRÉS- David PRADALES CIPRÉS

Vurovius y la c1istianización de los espacios mrales en la perunsula Ibé1ica Rosa SANZ SERRANO- Ignacio RUIZ VÉLEZ

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