Guía del Visitante: ruta de senderismo del Monte Pajarillo y Vereda de Trancamulas (Guadix,...

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Monte Pajarillo y Vereda de Trancamulas Guía del visitante José Antonio Garrido-García ENTIDAD LOCAL AUTÓNOMA DE BÁCOR-OLIVAR

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Monte Pajarillo y Vereda de Trancamulas

Guía del visitante

José Antonio Garrido-García

ENTIDAD LOCAL AUTÓNOMA DE BÁCOR-OLIVAR

Centro de interpretación

Merendero

Mirador norte

Mirador oeste

Vereda de Trancamulas

Vereda de la Rbla. del Chopo

Recorridos alternati-vos no señalizados

Base cartográfica: MTN 1:25000 Instituto Geográfico Nacional

INICIO

Unos consejos:

Usa siempre la ruta señali-zada. En el mapa se muestran recorridos alternativos para poder visitar algunos elemen-tos interesantes cercanos a la ruta. Si los haces, vuelve a la ruta principal para continuar.

Si tienes algún problema grave, contacta con el 112. Ten en cuenta que puede haber algunas áreas sin cobertura.

Puede hacer mucho calor. Procura evitar las horas centra-les del día, lleva agua abundan-te, protección solar y un som-brero o gorra para evitar la insolación.

Llévate bolsas para guardar toda la basura que generes. Luego podrás tirarla en cual-quier contenedor.

No captures animales ni arranques plantas. ¡Hazles fotografías!. Si alguno de los animales o plantas que fotogra-fíes te parecen interesantes y quieres saber que son, envía una copia a [email protected]. Te las identificaremos y contribuirás a que todos conozcamos mejor la biodiversidad de la ruta.

Monte Pajarillo y Vereda de Trancamulas

Guía del visitante

José Antonio Garrido-García

Esta publicación ha sido subvencionada por el Eje 4 LEADER del Programa de

Desarrollo Rural de Andalucía, y cofinanciada por la Unión Europea (Feader, 80%) y por la

Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía (20%).

ÍNDICE.

La ruta y la guía 1

Historia de Bácor 3

La tierra 9

Flora y vegetación 19

Fauna 32

La huella humana 37

Lecturas recomendadas 42

Información de Interés 43

Cartografía 44

Todas las figuras son del autor salvo: 2 (abajo): José Mª Molas. 4 y 25: Ramón González 9, 11 y fondo de mapas: Instituto Geográfico Nacional. 28 (abajo): Celia Rodríguez. Portada, 49, 50, 54 (1, 2, 3), 56: Cristóbal Medialdea. 54 (5): Juan Cubero. 65: Fototeca Forestal Española. 66: Ayuntamiento de Bácor 67: www.enciezadigital.com Contraportada: Ramón Pícaro.

El capítulo sobre la historia de Bácor se hizo con la cola-boración del arqueólogo José Sánchez Viciana.

© Entidad Local Autónoma de Bácor-Olivar

Presentación y uso de esta guía.

La creación de esta ruta se inte-gra dentro del Programa de Incre-mento de la Biodiversidad del Exmo. Ayto. de Guadix, destinadas a fo-mentar el contacto de los accitanos con su Medio Natural y promover su integración en la oferta turística. Esta actuación se ha considerado prioritaria al desarrollarse en el área con la biodiversidad y el paisaje más valiosos y espectaculares del munici-pio, y constituir una gran oportuni-dad para promover el turismo en Bácor y su entorno.

Para su redacción y publicación fue fundamental el apoyo de la Enti-dad Local Autónoma de Bácor-Olivar, y del Grupo de Desarrollo Rural (GDR) de la Comarca de Gua-dix.

La ruta, de 13,5 km de longitud, permitirá al visitante disfrutar del Monte Pajarillo, con uno de los pai-sajes más espectaculares de Europa, formado por bad-lands y cañones, el único bosque natural que se conser-va en la hoya de Guadix y ecosiste-mas semidesérticos muy valiosos. Tiene su inicio y final en la localidad de Bácor, y discurre por las antiguas veredas de Trancamulas y la rambla del Chopo, que han sido recuperadas de forma artesanal y han sido marca-das con jalones de señalización.

Ambas veredas configuran un recorrido circular, reuniéndose en el complejo formado 18 entibas o eras de secado de esparto y la casa fores-tal del Pajarillo, que ha sido restaura-

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da para albergar un pequeño centro de interpretación sobre la biodiversi-dad e historia del área. Además, en las cercanías se ha construido un merendero y se han instalado 2 mira-dores con paneles interpretativos que aportan información relevante sobre la geografía y geología del en-torno.

Normalmente, la guía de una ruta de senderismo va haciendo paradas en lugares de interés que son descri-tos con más o menos detalle. En este caso, el visitante dispondrá de mapas en los que se señalarán los lugares

1.-Bajada hacia la rambla del Chopo

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más interesantes pero, por lo demás, nos apartaremos de este esquema. Nuestro objetivo no es tanto que se conozcan estos puntos de interés, sino que se comprenda el Monte Paja-rillo.

Esta guía es ante todo un libro que recomendamos que se lea antes de iniciar el paseo. Después, cada uno de los usuarios podrá visitar y entender los elementos que destaca-mos a lo largo de la ruta y, sobre todo, descubrir otros que a nosotros se nos han podido pasar por alto. El camino es el mismo, pero los mati-ces siempre serán muy personales y, en gran medida, casuales. El que escribe estas líneas quizás no se ha tropezado con la intensa floración amarilla de las retamas o no ha sor-prendido a los machos de cabra montés en celo. Esos momentos, que no se pueden encerrar en un libro, son lo que de verdad nos hace salir de casa.

Esperamos que esta guía os sea útil para disfrutar del Monte Pajari-llo. La

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2.-La casa forestal de El Pajarillo ha sido totalmente restaurada.

3.- Su entorno ha sido dotado de un merendero y miradores

Antes de empezar: un paseo por Bácor y su historia.

El origen del nombre de Bácor podría ser latino, indicando un lugar donde abundaba el ganado vacuno (baccarium, arabizado cómo bakkari, plural bakkarš) o un sitio sin propie-tario o vacante (vaccuus, conservado en castellano como vaco). También podría ser árabe (bacor o baquir; “el temprano”), señalando que, por su clima más cálido, era el primer lugar de la Tierra de Guadix en el que se cosechaba. Sin embargo, para ras-trear la historia de Bácor, lo mejor es hacer uso de los datos arqueológicos.

La presencia humana en el en-torno es muy antigua, como atesti-gua el sílex tallado por el hombre de Neanderthal (hace 230000 a 40000 años) que puede encontrarse en los bordes del cañón del Baúl.

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Para épocas más recientes, la distribución de los yacimientos muestra que, como ocurre con toda comunidad humana, la ubicación de Bácor no es caprichosa. Casi todas las tierras del entorno producen es-parto, leña o pastos, pero son muy secas y accidentadas para cultivarlas. La única excepción es la llanura alu-vial que surge al unirse las ramblas de El Baúl y Balata, muy productiva si se riega con las aguas de las fuen-tes de sus bordes o con las del pro-pio arroyo, calificado en el siglo XVIII como caudaloso. A este poten-cial agrícola se suma la posibilidad de situar poblados o graneros casi inex-pugnables en alguno de los muchos puntales y mesetillas aislados por tajos que rodean la vega.

Los restos más antiguos indican que estos recursos los usaban ya pe-

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4.- Vista general de Bácor.

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queñas aldeas de la cultura de los Millares (3000-2300 aC) y de El Ar-gar (2300–1500 aC). En este último periodo se excavaron en paredes arcillosas del barranco de los Algar-bes y cañón de El Baúl pequeñas cámaras sepulcrales contemporáneas de los dólmenes de Gorafe, situados sólo 10 km al SW.

Para la época romana se conocen algunos restos cerámicos que indica-rían la presencia de un poblado en el borde oeste de la vega. Sin embargo, el resto más relevante es la gran cis-terna de opus caementicium de la desembocadura de la rambla de Ba-lata, que demostraría que ya existía un sistema de regadío. Además, es muy probable que parte de la piedra usada en la construcción del teatro romano de Guadix proceda de una cantera próxima a la actual presa de El Negratín.

La explotación de la vega se mantuvo al final de la época romana, durante el dominio visigodo y los primeros siglos de presencia islámi-ca, aunque la distribución de los hallazgos indica que los pobladores vivían dispersos por el área. Posible-mente, el Bácor actual surgió en la segunda mitad de la Edad Media, debido a la seguridad que daba el castillo a los habitantes del entorno. Es muy probable que en esta épo-ca también surgiera Olivar, una al-deita de cuevas-vivienda situada 1 km al NW.

El castillo aún está en el centro del pueblo, encaramado sobre una pequeña meseta. Es muy sencillo,

con un pequeño recinto de mampos-tería, una gran torre de tapial y un aljibe. En superficie puede aparece cerámica almohade (1145 – 1232) y nazarí (1232 – 1490), pero el cronista árabe Ibn Ḥayyān ya nos habla del castillo de Bakūr durante el reinado del emir cordobés ῾Abd Allāh (888 – 912).

También son de época musulma-

5.- De arriba abajo: raspador de sílex del Paleolítico Medio, cámaras sepulcrales argári-cas (ambos del borde del cañón del Baúl) y restos de la balsa romana de la rambla de

Balata.

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na los algarbes (cuevas-vivienda acantiladas) excavados en tajos arci-llosos para servir de granero y refu-gio en caso de peligro. En el barran-co de los Algarbes pueden verse un granero acantilado y una cueva en 3 pisos muy deteriorada, y 2 km al norte del pueblo están las “Cuevas de los Moros”, con 4 entradas exca-vadas en un tajo de arcilla.

Además, la sal de las Salinas de Bácor o Barchel, situadas 6 km al NW, debió ser un recurso importan-te. Los primeros datos sobre ellas son documentos de arrendamiento de 1508-1509, pero sin duda ya se explotaban antes de la reconquista.

Los castellanos comienzan a hacer incursiones la región para con-quistar Benamaurel y Benzalema en 1435, y asediar sin éxito Baza en 1438. Sin embargo, Bácor no es in-corporado definitivamente al Reino de Castilla hasta que los Reyes Cató-licos ocupan la fortaleza de Zújar como paso previo a la conquista de Baza (20 de junio de 1489).

Uno de los primeros actos de los recién llegados fue repartir las tierras entre cristianos. La familia de Her-nando de Zafra (secretario de los Reyes Católicos) fue la más benefi-ciada, aunque también sabemos de otros nuevos propietarios como Yñigo de Çuaço, Gonzalo de Corti-nas, Iohan García de Lescano, Alon-so de Burgos o Fernando de Carmo-na. Los recién llegados reactivaron la explotación de los recursos del en-torno, que sin duda se había reduci-do al final de la época nazarí debido

a la amenaza de los ataques cristia-nos. A las noticias ya citadas la ex-plotación de las salinas de Barchel se une documentación sobre la explo-tación de las canteras de El Negra-tín. Esta arenisca era considerada como el mejor material de cantería del entorno de Guadix por su grano muy fino y adecuado para tallas deli-cadas. Aún puede verse en la cate-dral y otros edificios construidos en la ciudad durante los siglos XVI, XVII y XVIII, junto con la piedra

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6.-Dos testimonios del Bakūr islámico: el granero del barranco de los Algarbes y el

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procedente de las canteras de La Almida y La Peza. Sin duda, la mejor obra que se hizo con la piedra de Bácor fue la maravillosa portada renacentista de la iglesia de Santiago.

El castillo, por su parte, se inte-gró en el sistema defensivo caste-llano, al mando de tenientes que también se contaban entre los mayo-res propietarios de tierras: Gonzalo de Cortinas (citado en 1492 y 1495), Fernando de Zafra, (1505), Pedro Orense de Covarrubias (1513 y 1525) y su hijo Diego Orense de Covarrubias (1527). Aunque al ini-ciarse el siglo XVI hay inspecciones para determinar el estado y la utili-dad de la fortaleza y se llega a propo-

ner su derribo, en 1525 se hacen obras de mantenimiento que se co-rresponderían con alguno de los paños de mampostería que aún se conservan en la muralla.

Durante la Edad Moderna y Contemporánea, la relación de Bácor con su entorno estuvo marcada por la escasez de comunicaciones. Para ir a Gorafe había que usar difíciles caminos de herradura, y en el caso de Cuevas del Campo había que cruzar además el río Guadiana Me-nor con la ayuda de un barquero.

La población más accesible era Freila, desde la que era fácil seguir hasta Baza. Por eso, Bácor dependía en lo civil de la primera localidad y

7.- En el documento más antiguo que se conoce sobre Bácor (RGS I-1495-45), escrito el 12 de enero

de 1495, los Reyes Católicos confirman a Yñigo de Çuaço los

bienes otorgados en Bácor y Fiñana para evitar usurpaciones.

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en lo eclesiástico de la segunda, aun-que algunas alusiones a su situación dentro de la “jurisdicción de Gua-dix” (por ejemplo el acta notarial para la reconstrucción del castillo en 1525 o un mapa oficial de 1911) indican que esta situación adminis-trativa pudo variar en algunos perio-dos. Finalmente, Bácor y Olivar fue-ron integrados en 1960 dentro del municipio de Guadix, donde hoy están definidos como Entidad Local Autónoma.

Todas las descripciones de los siglos XVIII y XIX califican a Bácor de “cortijada”, con sólo 8 vecinos (unos 40-50 habitantes) en 1774 y 98 habitantes en 1845. Además, su as-pecto debía ser muy diferente al ac-tual. Las fotografías aéreas de 1945 - 1946 y 1956 demuestra que casi to-dos sus habitantes vivían en cuevas-

8.- La portada de la iglesia de Santiago (Guadix) fue tallada en 1546 con piedra de la

cantera de Negratín.

9.- Una fotografía aérea de Bácor (1945-46) muestra que casi todo el pueblo estaba inte-

grado por cuevas-vivienda

10.-Esta casa, situada en la plaza de la Iglesia es un valioso elemento del patrimonio histó-rico del pueblo por ser una de las primeras

casas que se construyó en él.

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vivienda, salvo las familias más ricas, que construyeron algunas casas. La escasez de vecinos también hizo que Bácor no tuviera iglesia hasta la dé-cada de 1920 y que la “cura de al-mas” estuviera a cargo curas proce-dentes de Baza o Freila hasta que se creó una parroquia propia en 1960.

Actualmente, la situación ha cam

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biado. Bácor casi triplicó su pobla-ción desde 1900 a 1950, alcanzando los 831 habitantes. Después, la emi-gración la redujo de nuevo (365 en 2014). Casi todas las cuevas-vivienda han sido adaptadas por sus poblado-res para dar a sus familias las como-didades mínimas que exige una vida decente, adosándoles al menos un edificio con una cocina y un cuarto de baño.

Sin embargo, esta “modernidad” no ha alterado a Bácor hasta el pun-to de hacerle perder su encanto. El paisaje urbano aún sigue marcado por la presencia del castillo y las viviendas parecen haber caído desde el cielo sobre espectaculares alinea-

ciones de cerros y barrancos que sorprenden de por sí por el contraste con el verdor de la vega. Y, lo que es más importante, aún sigue siendo cuidado por sus habitantes, que ate-soran una cultura que merece la pena conocer.

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11.-Bácor y su entorno en un mapa de la década de 1930

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El contexto geográfico: una fosa rodeada de montañas.

Desde los miradores de la parte alta de la ruta vemos un paisaje so-brecogedor que abarca un área de más de 50 km de radio. En primer plano, la vista se nos pierde en un mar de cárcavas y, ya en la lejanía, podemos seguir todo un rosario de montañas. En el Mirador Oeste, se suceden de sur a norte las sierras de Baza, Sierra Nevada y de Arana, el cerro Mencal, la sierra de Mágina y la peña del Cambrón. Desde el Mirador Norte podemos cerrar el círculo con el macizo de Cazorla-Segura, la sierra de La Sagra y el Cerro de Jabalcón.

Nos encontramos casi en el centro de la gran fosa tectónica de la depresión de Guadix-Baza, cercada

por las mayores cimas de la penínsu-la Ibérica y dividida en 2 sectores: las hoyas de Baza y Guadix. Nos encon-tramos en esta última, aunque muy cerca de la Hoya de Baza, situada al otro lado del cerro Jabalcón.

Toda el agua que recibe la cuenca es drenada por el río Guadiana Me-nor (llamado aquí Río Grande), bien marcado en la vista desde el mirador Norte por el embalse de El Negratín. Desde aquí, se interna hacia la pro-vincia de Jaén para desembocar en el río Guadalquivir.

Las áreas más próximas a la ruta forman parte de la cuenca de la ram-bla de El Baúl, un pequeño afluente del Guadiana Menor que nace en la sierra de Baza y recoge las aguas de buena parte de su vertiente norte. Al

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12.-Al otro lado de la hoya de Guadix, se dibujan en el horizonte las cimas calizas del macizo de Cazorla-Segura.

entrar en la Hoya de Guadix, se le unen afluentes que drenan los llanos que rodean la sierra de Baza y las cárcavas de la mitad oeste de Los Colorados y del entorno de Bácor (ramblas de Balata, del Paraíso, Hon-da, Seca, del Taray y de Perpín). Sal-vo en algunos tramos en los que surgen aguas subterráneas, estos cauces permanecen secos durante casi todo el año. Sin embargo, una tormenta o un temporal pueden provocar grandes crecidas

El contexto geológico. Hasta hace 7 millones de años,

todo el paisaje que nos rodea era un mar tropical salpicado de islas. Des-de el Mirador Norte, podemos ver junto a la presa de El Negratín y el cauce del Guadiana Menor algunos afloramientos de este periodo, for-mados por areniscas con restos de algas calcáreas, moluscos y erizos marinos (Los Tetinos, El Negratín) o arrecifes de coral fósiles (La Lancha). Después, la elevación de las cordille-ras Béticas dejó aislada la gran fosa tectónica de la depresión de Guadix-Baza. Durante los siguientes 5 mi-llones de años (periodos Plioceno y Pleistoceno), formó una cuenca en-dorreica (sin contacto con el mar) y se fue rellenando con sedimentos.

Para ver de dónde venían estos sedimentos, podemos detenernos en cualquier lugar de la ruta en el que abunden los cantos rodados y reco-ger una pequeña colección.

La mayor parte son dolomías de color grisáceo más o menos oscuro, en ocasiones con vetas más claras. Al

partirlas brillan como el azúcar y desprenden un olor sulfuroso. Tam-bién encontramos cuarcitas, blancas y que a veces muestran cristalizacio-nes piramidales y vetas de óxido de hierro. Si nos llevamos alguna a casa, podemos comprobar que son tan duras que pueden rayar el cristal. Finalmente, también hay algunas fili-

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14.- Cantos rodados de dolomías (grises) y cuarcitas (blancos).

13.-Afloramientos marinos del Mioceno: areniscas de la cantera de Negratín (arriba) y

fósiles de bivalvos (abajo).

tas, que aparecen como láminas ver-dosas.

Todas estas rocas proceden de la sierra de Baza, situada sólo a 10 km, y no se han depositado de una forma caprichosa. Al entrar en la hoya y dejar atrás las fuertes pendientes de la sierra, las aguas de los torrentes iban perdiendo capacidad de arrastre y dejaban atrás los materiales más gruesos, llegando al centro de la de-presión sólo con los más finos. Esto es fácil de ver sobre el terreno. Junto a la Venta de Baúl (al lado de la sie-rra de Baza), encontramos grandes rocas redondeadas de hasta un metro de longitud; en Los Balcones (a 4 km) ya sólo hay algunas que superen los 20 cm; en torno a la Casa Fores-tal del Pajarillo (a 8 km) práctica-mente ninguna supera los 10 cm; y ya en los cerros que rodea Bácor predomina la arcilla y los limos.

Esta selección de tamaños ha generado distintas facies de sedimenta-ción. Así, los bordes de la depresión estaban ocupados por abanicos alu-viales formados por arenas y gravas arrastradas por los arroyos que en-traban desde las montañas (Formación Pozo Alcón). En el fondo de la depre-sión, estas aguas se reunían en gran-des ríos de curso lento que recorrían una gran llanura de limos y arcillas salpicada de pantanos y lagunas (Sistema Axial). Al final, desemboca-ban en un gran lago salado que se rellenó con las tierras blancas con yesos de la hoya de Baza.

El tercer factor en juego es el

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15.- El tamaño de los cantos rodados de los abanicos aluviales va reduciéndose desde las cercanías de la Venta de el Baul (arriba, com-parar con el bloc de bolsillo marcado en rojo) y Los Balcones (centro) a El Pajarillo. (abajo).

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tiempo: han sido 5 millones de años de sedimentación y las condiciones no han sido constantes. En el área que recorremos, los principales cam-bios se deben a la relación entre el Sistema Axial y la Formación Pozo Alcón. Así, en algunos periodos los abanicos aluviales invadían el interior de la depresión cubriendo las arcillas parte del Sistema Axial; en otros aumentaba el área ocupada por este último y las arcillas cubrían las gravas y arenas. Como resultado, en todos los depósitos de los bordes de la cuenca se alternan estratos de gravas y arenas y otros de arcillas y limos. Más al interior, los cantos gruesos son sustituidos por limos que for-man algunas capas en un paisaje completamente arcilloso.

Sobre estos ciclos, siempre bre-ves, se han superpuesto otros mayo-res. Al comenzar a subir desde la rambla de Balata, predominan los estratos de arcillas y limos intercala-dos, pero por encima de los 850 m empiezan a extenderse los de arenas y gravas, cada vez más gruesas. Ya casi en el llano del Pajarillo, está el nivel de colmatación, formado por con-

glomerados muy duros, cementados con carbonato cálcico (caliches). Son los estratos más modernos, forma-dos justo antes de la conexión de la cuenca valle del Guadalquivir y de que la erosión empezara a crear el paisaje actual.

La geomorfología: glacis, cañones y ramblas.

El panorama que vemos desde el Mirador Oeste es maravilloso, pero también puede parecer caótico: mi-llares de cerros, cañones y ramblas se extienden kilómetros hacia el oeste. En las siguientes líneas, superaremos la tentación de limitarnos a quedar-nos boquiabiertos e intentaremos explicar cómo se formó lo que a primera vista parece un laberinto.

La conexión de la cuenca de Guadix-Baza con el valle del Guadal-quivir desencadenó un proceso ero-sivo que ha formado uno de los pai-sajes más prodigiosos de Europa. Este espectáculo geomorfológico ya justifica por sí sólo una visita a la ruta.

El agua erosiona siguiendo una regla sencilla: ataca con más intensi-dad los materiales más blandos. Esta

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16.-La sucesión de estratos de materiales de distinto grosor (detalle izquierda) es evidente a distancia al mostrar diferentes resistencias a la erosión (derecha).

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erosión diferencial es fácil de ver en cualquier tajo: los estratos de arcilla están más erosionados que los de gravas y arenas. Cuando la erosión de las capas más blandas avanza, se forman profundos abrigos protegi-dos por una visera de materiales duros que acaban derrumbándose. Este es prácticamente el único pro-ceso capaz de destruir los caliches del nivel de colmatación y, en defini-tiva, el que va haciendo retroceder el borde o cejo de los llanos de la Casa Forestal del Pajarillo.

En las laderas que hay justo bajo los cejos aparecen grandes trozos de caliche caídos y, cuando esta capa se ha destruido casi por completo, sólo quedan “espinazos” esqueléticos rodeados de grandes bloques sueltos.

En otras ocasiones, un pequeño fragmento de un estrato duro queda aislado y protege a los materiales blandos que hay debajo, mientras que la erosión los elimina del en-torno. Así aparecen pináculos o to-rres (“chimenea de hadas”).

Cuando empieza a predominar la arcilla, el paisaje cambia por comple-to. Es impermeable y el agua, en lu-

gar de “arañarlo”, empapa la super-ficie y la va disolviendo. Al caer esta agua embarrada por paredes extra-plomadas, va formando canalillos de arcilla y, si gotea, pequeñas estalacti-tas, más blandas y pequeñas que las que forma la caliza en las cuevas, pero casi igual de bellas.

La disolución de la arcilla forma también torcas (o “pipings”) en las cabeceras o afluentes laterales de los barrancos. Son simas, a veces muy grandes y profundas, que comunican con el cauce principal a través de túneles. Gracias a estas torcas, el agua carcome los laterales y cabece-ras ampliando los valles. De hecho, es frecuente que al seguir los barran-cos aguas arriba nos tropecemos con la salida de un sistema de torcas o con los tajos o caos de bloques que forman su frente de derrumbe y que nos impide continuar. Son los “tollos”.

Estos sistemas de túneles y tor-cas deben observarse siempre a dis-tancia, ya que junto a ellos puede haber otros ocultos sólo por unos centímetros de arcilla, y el riesgo de caer en una sima de varios metros de

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17.- Primeras fases (arriba) y estado final (abajo) del desmantelamiento de los caliches del nivel de colmatación.

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profundidad es muy elevado. Algu-nas áreas de la Hoya de Guadix eran famosas entre los pastores porque perdían ovejas al hundirse el suelo bajo sus patas (se les “entorcaban”).

Otra formación que aparece en las arcillas son las laderas asimétricas. Se forman porque, en un ambiente tan seco, las laderas umbrías acumu-lan más humedad y, por tanto, man-tienen una vegetación más densa que las solanas. Esta vegetación evita la erosión dando lugar a laderas suaves, mientras que en la cara sur de los cerros aparecen pendientes escarpa-das y bad-lands.

Todos estos procesos son muy lentos y actualmente están alterando el paisaje muy poco. La erosión se concentra en los cauces porque es en ellos donde hay agua dispuesta a trabajar (aunque sólo aparezca debi-do a una tormenta) y donde los sedi-mentos, muy recientes y mucho me-nos consolidados que los de los ce-rros, oponen poca resistencia.

Esta “erosión lineal” sigue tam-bién reglas sencillas: cuanto mayor es la cuenca del arroyo, más agua puede reunir y más intensa es la erosión. Por ello, el cauce más poderoso de todos es el de la rambla de El Baúl. Cuando pasa bajo el Mirador Oeste, ya ha recorrido 17 km y cuenta con una cuenca de 64 km2, y a la altura de Bácor supera los 25 km de reco-rrido y su cuenca se extiende por más de 150 km2 tras la unión de la rambla de Balata. El resultado es un gigante que, al penetrar en la hoya, ha cortado los sedimentos del Plio-

ceno-Pleistoceno como un cuchillo. El cañón resultante ya tiene 90 m de profundidad y 300 de ancho en Los Balcones, pero bajo el Mirador Oeste profundiza hasta los 250 m y alcanza los 700 de anchura.

Las fuertes crecidas que puede ex 14

18.- Gran chimenea de hadas erguida en las laderas de la rambla del Chopo.

19.- Estalactitas de barro.

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experimentar la rambla de El Baúl arrastran materiales desde cualquier punto del cauce. Aquí ya no sirve el esquema que usábamos para los sedimentos de la cuenca endorreica, según el cual los guijarros iban sien-do más pequeños a medida que nos internábamos en la depresión. En la junta con la rambla de Balata pueden encontrarse grandes cantos redon-deados de más de medio metro que han sido arrastrados por las riadas desde el borde de la sierra de Baza.

Cada crecida puede depositar miles de metros cúbicos de arenas y gravas, formando un cauce de aveni-da plano (rambla en árabe). Estos sedimentos pueden acumularse du-rante siglos creando depósitos de decenas de metros de grosor. Sin

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20.- Las laderas orientadas al N (izquierda) siempre aparecen más pobladas de vegetación y con pen-dientes más suaves que las solanas.

21.-Sistema de torcas junto a la vereda de Trancamulas.

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embargo, las condiciones pueden cambiar y el cauce se encaja, dejando el antiguo arenal como unas plata-formas planas y sobreelevadas.

Estas terrazas pueden verse a lo largo de todo el recorrido por los cauces de las ramblas del Chopo y El Baúl, pero los ejemplos más especta-culares los encontramos si nos apar-tamos un poco de la ruta hasta aso-marnos a la rambla de Balata.

Al ascender cauce arriba, el au-mento de pendiente impide que la arena se acumule y nos encontramos valles encajados de trazado sinuoso. Estos meandros excavan hacia los lados y suman su acción a los siste-mas de torcas. Así, las laderas pier-den estabilidad y se desploman sobre lecho de los barrancos, que pueden taponar temporalmente hasta que el piping crea una galería que los re-abre.

El origen del paisaje. El punto más alto de la ruta

(1000 m) se sitúa en el borde de un gran llano que se extiende hacia el sur hasta la sierra de Baza. Desde el Mirador Oeste podemos ver que este llano reaparece más allá del cañón de El Baúl, y ya en la lejanía, a los pies de sierra Arana, el cerro Mencal y la sierra de Cazorla.

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22.- Vista del cañón de Baúl desde el Mirador Oeste

23.- El cauce de la rambla de Balata cuenta con un nivel de terrazas reciente (amarillo) y

otro más antiguo (rojo).

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Estos llanos son los restos de la gran planicie que ocupaba toda la cuenca de Guadix-Baza (glacis antiguo) hasta hace unos 250000 años. Des-pués, la apertura al valle del Guadal-quivir desencadenó la erosión que formó el paisaje actual .

Este proceso no fue continuo. Hubo un momento en el que la ero-sión paró de profundizar y extendió e interconectó los valles hasta for-mar otra gran llanura (glacis moderno) situada por debajo del glacis antiguo (850-750 m).

Nuestra ruta es un buen lugar para observar sus restos. Un primer indicio lo encontramos en la propia vereda de Trancamulas, que comien-za con una fuerte subida desde la rambla de El Baúl rodeada de cárca-vas, pero luego continúa con un tramo de pendiente suave que discu-rre sobre pequeños cerros arcillosos. Si miramos hacia el este desde aquí, podemos ver el Llanillo de las Ca-bras, una meseta aislada entre los barrancos.

Estas mesetillas aisladas por cár-cavas se extienden, siempre a la mis-

ma altura, hacia el este justo sobre el pueblo de Bácor. Desde el Mirador Oeste, podemos ver nuevos indicios de esta antigua planicie: las crestas de cerros de los Coloraos de Gorafe forman una superficie plana que baja suavemente hacia el Guadiana Me-nor.

Este glacis moderno fue casi totalmente desmantelado entre hace 140000 y 40000 años, mientras la erosión buscaba el nivel de las vegas actuales.

Desde ese momento la erosión ha actuado muy poco y, por ejemplo, aun existen los cerros sobre los que se construyeron hace 5000 años los poblados de calcolíticos cercanos a Bácor.

Las cárcavas del Monte Pajarillo son, en realidad, lo que los geólogos llaman un paisaje erosivo heredado: aun-que la zona ha pasado por fases de erosión muy intensas, hoy es una de las que padece menos erosión de España porque llueve muy poco.

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24.- Desde el borde del glacis antiguo puede verse cómo más abajo se extiende la llanura

que forma el glacis moderno.

25.- Contacto entre las planicies del glacis moderno (izquierda) y las cárcavas que rodean

Bácor.

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26.- Proceso de formación del paisaje de Monte Pajarillo. Tras formarse el glacis antiguo mientras se colmataba la cuenca (A), los nuevos afluentes al río Guadalquivir comienzan a excavar valles (B y C)

que se acaban reuniendo en un glacis moderno (D), formando a veces cañones profundos (1) o dejan-do mesetas de glacis antiguo aisladas (2). Después, este glacis moderno comienza a ser desmantelado

( E) y se forman las redes de cárcavas y vegas actuales (F).

A B

C D

E F

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La vida salvaje en el Monte Paja-rillo.

Tratar de describir aquí la fauna y flora del Monte Pajarillo es imposi-ble. Por una parte, sería una historia con muchísimos protagonistas. Aquí debe vivir buena parte de las más de 1700 especies de animales que for-man la fauna conocida de la depre-sión de Guadix-Baza. Además, sólo conocemos las especies más fáciles de observar, como los arbustos o vertebrados, pero queda mucho por descubrir sobre invertebrados y plantas herbáceas.

Sin embargo, sabemos que la comunidad biológica es muy rica, que las condiciones a las que se en-frenta son muy duras y que para adaptarse a ellas deben usar todos los trucos imaginables.

La flora: hasta la última gota de agua cuenta.

La zona más baja de la ruta, aun-que tiene un clima mediterráneo, debe calificarse como semidesértica. En la estación meteorológica de Freila caen 286 litros de lluvia/año, muy poco para compensar los 800 litros/año que se pierden por evapo-ración. Además, las lluvias están muy mal distribuidas: en verano, precisa-mente cuando la evaporación es más intensa y el agua más necesaria, sólo se reciben el 7,7 % de las lluvias anuales.

Para que una planta sobreviva en estas condiciones, la evolución debe haberla provisto de mecanismos que le eviten tener que soportar la sequía estival o que, al menos, reduzcan al

máximo las pérdidas de agua. La opción de evitar el verano la usan los terófitos. Sus semillas germinan con la humedad invernal y desarrollan todo su ciclo vital antes acabar la primave-ra. Son muy abundantes en el Monte Pajarillo, formando densos prados que aparecen floridos en abril y ma-yo, pero que ya se secan por comple-to en junio. Sin embargo, es una estrategia arries-gada: todo se juega a una sola carta. Cada individuo tiene una vida muy corta, y si la primavera es seca (algo frecuente), puede morir sin producir semillas. Por eso, puede ser una ven-taja vivir varios años, ya que la planta tendrá que afrontar años malos, pero al menos habrá uno bueno en el que condiciones serán adecuadas y dejará descendencia. Entre estas especies plurianuales, los geófitos también evi-tan el verano. Sus tallos y hojas mue-ren a finales de primavera, pero bajo tierra conservan bulbos preparados para reiniciar el crecimiento al año siguiente. Entre ellos, el más abun-dante es el gamón (Asphodelus albus), con poblaciones muy densas en los llanos de Baúl. Las orquídeas (Ophrys

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27.- Típica pradera de terófitos en un fondo de valle.

lutea y O. speculum), nazarenos (género Muscari), jacintos bastardos (Dipcadi serotinum) o tulipanes salvajes (Tulipa sylvestris) son mucho más es-casos.

Las especies leñosas plurianuales son las que mejor definen la vegeta-ción del Monte Parajillo porque son las más grandes y se mantienen en el paisaje todo el año. Por eso, árboles, arbustos y gramíneas perennes de-ben contar con adaptaciones para resistir el verano, relacionadas con las características de sus hojas.

Las hojas concentran las células encargadas de la fotosíntesis, y los estomas, que intercambian oxígeno y CO2 con el entorno. Los álamos negros (Populus nigra) de las orillas de la rambla de El Baúl cuentan con agua abundante todo el año, y se pueden permitir hojas con mucha superficie para captar la luz y el CO2, muchos estomas para intercambiar gases y muchas células vivas para fabricar nutrientes y transportarlos hacia el resto de su organismo. El problema de este tipo de hojas es que pierden mucha agua por transpi-ración, resultando inadecuadas para soportar sequías. Por eso, en el resto de los árboles y arbustos del Monte Pajarillo son pequeñas, y más duras (esclerófilas) al abundar las células muertas reforzadas con lignina que sostienen la estructura de la hoja sin perder agua.

Lo más extremo que se puede hacer con las hojas es eliminarlas., como le ocurre a la efedra (Ephedra fragilis), que sitúa sus células fotosinté

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28.- Los nazarenos (arriba), las efedras (centro) y las zamarrillas lanudas (abajo) están bien adaptadas para soportar la sequía estival.

ticas en los tallos (con una superficie mucho menor). Muchas leguminosas tienen una adaptación similar, pero producen pequeñas hojas en prima-vera que pierden tras la floración (la aulaga, Genista scorpius) o las mantie-nen todo el año deshaciéndose de ellas en verano (las albaidas, Anthyllis cytisoides y A. terniflora).

Otras especies mantienen las hojas, pero con mecanismos que reducen la pérdida de agua. En las encinas, lentiscos o coscojas, los haces están cubiertos de cera im-permeable que retiene el agua. y con-centran los estomas en el envés para protegerlos del sol directo. La candi-lera (Phlomis lychnitis) o la zamarrilla lanuda (Teucrium gnaphaloides) están cubiertas de terciopelo blanquecino, que evita el recalentamiento reflejan-do la luz solar y atrapa una fina capa de aire húmedo que reduce la trans-piración a través de los estomas.

En los almoraces o mejoranas (Thymus mastichina), tomillos aceitu-neros (Thymus zygis) y romeros (Rosmarinus officinalis) se “engaña” a la evaporación con mecanismos quími-cos: sus aceites esenciales se evapo-ran a temperaturas más bajas que el agua, refrescando la hoja y evitando que sea el agua la que se pierda.

Otra opción, usada por las uñas de gato (género Sedum), consiste en almacenar agua en las hojas, muy carnosas y cubiertas de una cutícula de ceras. Esto les permite vivir en hábitats muy hostiles que apenas retiene humedad, como las grietas de los afloramientos de caliche.

Finalmente, la estrategia más radical aparece en los jopos (género Orobanche): vivir del vecino. No tie-nen hojas ni clorofila, sólo un ór-gano subterráneo que parasita las raí-

29- Los Sedum tiene almacenes de agua en sus hojas carnosas.

30.-Floración de Orobanche sp.

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ces de otras plantas y que genera en primavera un tallo lleno de flores.

Cuenten o no con estas adapta-ciones, las plantas deben someterse a las características del suelo y la topo-grafía. En principio, los suelos del área tienen propiedades químicas muy parecidas. Todos son muy ricos en carbonato cálcico y cualquier planta que viva aquí tiene que poder sopor-tarlo. El único cambio apreciable aparece en áreas muy pastoreadas por el ganado, en bordes de caminos o zonas cultivadas, en las que el sue-lo es muy rico en nitrógeno. En grandes concentraciones, puede al-canzar niveles tóxicos que sólo aguantan plantas muy especializadas.

Las que son muy variables son las propiedades físicas, fundamentales porque determinan la capacidad del suelo para retener agua y la facilidad de las raíces para penetrarlo y hacer-se con ella. En concreto, hay grandes diferencias entre los sustratos de arcillas y los de arenas/gravas. Estos últimos (salvo que estén cementados como los caliches de los llanos), dejan huecos y áreas con materiales finos y blandos entre los guijarros. Esto facilita la entrada de las raíces y el acceso a capas profundas en las que el agua permanece más tiempo durante el verano. Al contrario, las capas arcillosas son impermeables, compactas y homogéneas. El agua no las humedece bien y las plantas tienen muchas dificultades para pe-netrarlas con sus raíces.

La cantidad de agua disponible también se relaciona con lo que le o-

Curre al agua tras la lluvia. Al llegar al suelo, se filtrará en parte, pero enseguida empieza a moverse por gravedad o evaporarse. La migración por gravedad hace que se pierda con rapidez en cumbres y laderas y se acumule en fondos de valle. En cuanto a la evaporación, es más fuer-te en las áreas que expuestas al sol y el viento (solanas y cumbres) y me-nor en las que están más protegidas (umbrías y fondos de valle).

Debido a estas variaciones de sustrato, pendiente y orientación, el paisaje se convierte en un mosaico gigantesco e intrincado en el que las plantas que germinan en cada “pieza” van a tener posibilidades muy diferentes para sobrevivir y reproducirse. Como resultado, las poblaciones cada planta ocupan las “piezas” a las que se adaptan mejor, y el mosaico de condiciones genera otro de paisajes vegetales. La vegetación: cada planta en

su lugar. Casi todos los viajeros que quie-

ran llegar al Monte Pajarillo lo harán a través de la Autovía A-92, que bordea la falda norte de la sierra de

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31.- Los afloramientos arcillosos son muy hostiles para las plantas.

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Baza. Con sus 2269 m de altura, es una gigantesca barrera con la que chocan todos los frentes nubosos que pasan por la zona, dejando parte del agua que transportan. Así, forma una isla de humedad con una vegeta-ción inimaginable en las resecas ho-yas de Guadix y Baza. Con lluvias que superan los 600 litros/año, cre-cen bosques muy parecidos a los que se pueden encontrar en Siberia (pinares de Pinus sylvestris) o en las planicies atlánticas europeas (acerales con Acer monspessulanum y Sorbus aria).

Ladera abajo llueve menos, hace más calor y se alarga la sequía de los veranos. Junto a la autovía sólo caen unos 400 litros/año: son tierras de encinar. Sus restos salpican los llanos de El Baúl hasta alcanzar la cabecera del barranco del Pajarillo, en el ca-mino entre el Mirador Oeste y la Casa Forestal. Aquí, las encinas (Quercus rotundifolia) se mezclan con especies típicas del bosque o que invaden su terreno cuando es des-truido por el hombre: pinos carras-cos (Pinus halepensis), enebros de mie-ra (Juniperus oxycedrus), aulagas, reta-mas de bolas (Retama sphaerocarpa), al-

almoraces, tomillos aceituneros, ro-meros, romeros machos (Cistus clu-sii), estepas blancas (Cistus albidus), perdigueras (Helianthemum almeriense), espartos (Macrochloa tenaccissima), cos-cojas (Quercus coccifera) y espinos ne-gros (Ramnus lycioides).

Más allá, los cejos aparecen co-mo una barrera ecológica. De nuevo, al descender la altitud, los veranos son más largos y secos. Las encinas, almoraces, estepas blancas, aulagas y retamas de bolas no lo soportan y dejamos de verlas al movernos lade-ra abajo. Son lo que los botánicos llaman plantas indicadoras: al desa-parecer nos señalan que llueve me-nos 350 l/año, y el clima será cada vez más seco hasta alcanzar a duras penas los 300 en Bácor.

Este cambio progresivo es uno de los grandes atractivos de esta ruta: podemos recorrer la transición entre los bosques y los semidesiertos que dominan casi todo el centro de la depresión de Guadix-Baza. Esto es posible porque la vegetación natural está aún muy poco alterada. De he-cho, vamos a poder disfrutar aquí de una verdadera joya: junto con otras

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32.- Dehesa de encinas de los llanos de Olivares

33.-Restos de encinar en la cabecera del Bco. Pajarillo.

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zonas cercanas (Pinar Verde, Pinar de Guadix, cañón del Baúl), tenemos aquí los únicos bosques naturales que sobreviven en toda la Hoya de Guadix.

Para poder describir el gigantes-co mosaico que forma la vegetación que veremos a lo largo de la ruta, distinguiremos entre dos grandes ambientes. El primero es el de las comunidades climatófilas, que sólo dis-ponen del agua de lluvia; el segundo agrupa a las comunidades edafohigrófilas, que además cuentan con el agua suplementaria que se acumula en las cercanías de los cauces.

Las comunidades climatófilas: del bosque al semidesierto. El gran protagonista del paisaje

vegetal del Monte Pajarillo es el pino carrasco. Ya nos habíamos referido a él como compañero de las encinas en los llanos, donde las lluvias más intensas y los suelos más fértiles permiten que crezcan ejemplares de gran tamaño, entre los que destaca el impresionante Pino Grande, 2 km al SE de la Casa Forestal.

Fuera de estos llanos, los pinos son más pequeños. La principal ra-zón es que los suelos son muy delga-dos y suelen asentarse sobre gravas cementadas. Esto hace que las raíces sean muy superficiales y los pinos más crecidos se acaben cayendo al

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34.- Árboles y arbustos del encinar: encina (1), coscoja (2), enebro de miera (3), espino negro (4), perdiguera (5), estepa blanca (6), retama de bolas (7), aulaga (8) y almoráz (9).

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desarraigarse debido a vendavales o al reblandecerse el suelo tras tempo-rales de lluvia.

Al ser muy usados en repoblacio-nes forestales, todos los hemos visto plantados en filas y con grandes den-sidades que no dejan crecer arbustos bajo sus copas. El pinar de El Paja-rillo es, por el contrario, un verdadero bosque: la distribución de los árboles es natural porque sólo está influida por las condiciones ecológicas, y se mezclan con un matorral denso y variado.

El pinar más denso crece en las laderas situadas bajo el borde del llano de El Baúl. Después va aclarán-dose a medida que nos adentramos en las cárcavas, el clima va siendo más seco y las arcillas, a las que este árbol no parece adaptarse bien, van haciéndose más frecuentes.

Este cambio puede seguirse muy bien si, desde el Mirador Oeste, nos fijamos en la ladera opuesta del ca-ñón de El Baúl: Al desplazarnos de sur a norte, vemos como al principio los pinos aparecen en toda la ladera, luego desaparecen de las solanas y se mantienen sólo en las umbrías y, finalmente se pierden al presentarse las arcillas. A lo largo de la ruta se ve algo similar. El pinar empieza a cla-rear en los rellanos intermedios y al comenzar las laderas que bajan hacia el río ya pueden verse sólo en las umbrías o pegados a la humedad del fondo de la rambla del Chopo. El entorno desarbolado de estas últimas avanzadillas de pinar es ya el semide-sierto.

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36.- Los humanos (círculo rojo) quedan mi-núsculos junto al Pino Grande, con 22 m de

altura y un tronco de 1,42 m de diámetro.

35.- Piña inmadura de pino carrasco

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El matorral que crece bajo los pinos experimenta también grandes cambios. El esparto crece por todos lados, escaseando únicamente en las solanas más inclementes y erosiona-das de los bad-lands de arcillas. El resto de las especies son más selecti-vas. Un grupo que necesita más hu-medad y no le agradan las arcillas sólo se presentan o abundan más en las zonas más altas del recorrido. Entre ellas están perdigueras, cosco-jas, enebros de miera, espinos ne-gros, romeros y efedras, que ya en las partes bajas suelen concentrarse en las hondonadas y umbrías. El lentisco tiene un comportamiento similar, pero escasea en las laderas más altas porque no soporta los fríos invernales de esas áreas. Las especies más exigentes son los garbancillos (Ononis fruticosa), que solo crecen en las inmediaciones del borde del llano, y el yesquero (Brachypodium retusum), que forma herbazales den-sos en laderas umbrías y de suelos profundos.

La tendencia opuesta la represen-tan las albaidas. En los tramos más altos del recorrido escasean y sueles asociarse a los suelos más secos y pedregosos, pero comienza a domi-nar el paisaje al aparecer las arcillas, hasta acabar convirtiéndose en mu-chas áreas de cresta y solana en el único acompañante del esparto.

Donde las condiciones son duras incluso para la albaida, aparecen los tamojos (Hammada articulata). Este arbustillo puede verse formando matorrales muy abiertos en las lade-

ras arcillosas más cercanas a la ram-bla del Chopo. Es una especie nitró-fila, que invade parcelas de cultivo abandonadas o áreas sobrepastorea-das junto con las bojas negras (Artemisia barrerieli) y pardas (A. cam-pestris).

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37.- A lo largo de la ruta no es raro encontrar pinos caídos.

38.-Distintos tipos de pinares en Monte Paja-rillo: densos en laderas altas, abiertos en

rellanos intermedios (arriba) y pinos dispersos en fondos de valle y laderas arcillosas (abajo).

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Los hábitats edafohigrófilos: oasis fluviales.

Para referirnos a estos hábitats, debemos centrarnos en las orillas de la rambla de El Baúl, pobladas de bosques de ribera y, de pequeñas charcas con su vegetación asociada.

Sin embargo, estos ecosistemas suelen estar muy alterados por en-cauzamientos, caminos y la implan-tación de alamedas y cultivos. Los restos mejor conservados se encuen-tran aguas arriba de la junta con la rambla de Balata. Aquí subsisten rodales densos de sauces blancos (Salix alba), tarajes (Tamarix africana) y álamos negros junto a otras áreas pobladas por la vegetación que apa-rece al destruir estos bosques. Así, se pueden ver masas de cañas (Arundo donax), espinares con zarzas (Rubus ulmifolius) y rosas salvajes (Rosa cani-na), junqueras con ciscas (Saccharum ravennae) y juncos churreros (Scirpoides holoschoenus) y, en áreas pastoreadas, vallicares de plantas anuales. Estos hábitats, más desdibu-jados, ascienden cauce arriba en la rambla del Chopo, reapareciendo en algunos tramos en los que las aguas subterráneas se acercan especialmen-te a la superficie.

La transición entre los hábitats edafohigrófilos y climatófilos no es brusca, sino que aparece marcada con ecosistemas de transición. En el Monte Pajarillo, los más importantes son los retamares de rambla, asocia-dos a las terrazas de arena más cerca-nas a los cauces, que funcionan co-mo esponjas que acumulan parte del

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41.- Viejo ejemplar de tamojo recomido por el ganado.

39.- Yesqueral de ladera

40.- Espartal denso con albaidas en una umbría de cárcavas sobre arcillas.

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agua de las avenidas y las escorren-tías de las laderas.

La especie más importante de estos hábitats es la retama de bolas, que puede formar masas densas con grandes ejemplares de más de 4 m de alto. Es una de las especies más abundantes en los llanos, pero las cárcavas del Monte Pajarillo son demasiado secas para que pueda sobrevivir, desapareciendo hasta que se presenta la humedad que se acu-mula en estos arenales. Su caso no es el único. Estos hábitats parecen grandes campos de refugiados en los que sobreviven plantas que no so-portan la sequía del entorno o que, aunque puedan hacerlo, encuentran aquí condiciones mucho mejores.

Entre las primeras, destacan mu-chos acompañantes de los encinares que no habíamos vuelto a ver desde que abandonamos el llano de Baúl o las laderas más cercanas a su borde, como las aulagas, estepas blancas, almoraces o garbancillos. En el se-gundo grupo puede aparecer cual-quier planta propia de las laderas y cimas de las cárcavas, aunque desta-can efedras, lentiscos, espinos ne-gros, enebros de miera y coscojas, que alcanzan aquí los mayores portes de toda la ruta. También encontra-mos pinos carrascos que, a modo de avanzadilla del bosque, arraigan aquí cuando ya no pueden crecer en las laderas del entorno.

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42.- Algunos arbustos del pinar y las cárcavas: garbancillos (1), romero macho (2), lentisco (3), efedra (4) y albaida (5).

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45.-Los matorrales de retama de bolas y almoraces ocupan los cauces de las ram-blas.

43.-Masa de sauceda-alameda en el curso bajo del arroyo de Baúl.

44.-Aspecto parcial de una pradera de juncos churreros y ciscos.

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46.- El tulipán salvaje (Tulipa sylvestris) es raro en el Monte Pajarillo, pero forma pequeñas poblaciones en

algunos espartales umbríos.

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47.-Centaurea malacitana sólo puede encontrarse asociada a la humedad de los arenales de rambla

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48.– La lagartija colilarga (Psammodromus algirus) suele vivir en áreas de vegetación densa.

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49.– Los escarabajos del género Cerocoma pueden verse en primavera comiendo polen.

La fauna. La fauna del Monte Pajarillo es

muy rica, tanto que su descripción es difícil.

A lo largo de la ruta, podemos ver rastros de garduñas (Martes foi-na), tejones (Meles meles), zorros (Vulpes vulpes), conejos (Oryctolagus cuniculus) y jabalíes (Sus scrofa), y aún es fácil levantar perdices (Alectoris rufa) y liebres (Lepus granatensis). Du-rante la temporada cálida es fre-cuente tropezarse con las lagartijas colilargas (Psammodromus algirus) o los lagartos ocelados (Timon lepida) en las cárcavas, o las ranas comunes (Pelophylax perezi) y sapos corredores (Epidalea calamita) en las charquitas que aún subsisten en el cauce de la rambla de El Baúl.

Al llegar el invierno, podremos ver a los esmerejones (Falco columba-rius), venidos desde el Ártico, persi-guiendo bandos de mitos (Aegithalos caudatus). Podríamos seguir citando especies durante páginas, pero es mejor que nos centremos en tres ambientes muy distintos: el pinar, los tajos y el semidesierto.

La fauna del pinar. Si lo analizamos como ecosiste-

ma, el pinar se caracteriza por dos factores básicos: complejidad estruc-tural y biomasa, o lo que es lo mis-mo, refugio y comida.

En efecto, al ser el único árbol de las cárcavas, es importante para las aves que anidan lejos del suelo y sus predadores. Las más abundantes son insectívoros como el carbonero garra

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50.- Hembras y choto de cabra montés.

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garrapinos (Parus ater) y común (Parus major), o granívoros como los pinzones comunes (Fringilla coelebs), los verdecillos (Serinus serinus) y ver-derones (Carduelis chloris). También pueden verse piquituertos (Loxia curvirostra), zorzales charlos (Turdus viscivorus), mirlos comunes (Turdus merula); y rapaces como el águila culebrera (Circaetus gallicus), el aguililla calzada (Hieraaetus pennatus), el gavi-lán (Accipiter nisus), el elanio azul (Elanus caeruleus) o el alcotán (Falco subbuteo).

Además, cada pino es una gran despensa. Varias especies de escara-bajos minadores, como Tommicus piniperda, se alimentan de los tejidos vivos que tiene el árbol bajo la corte-za, mientras la procesionaria del pino (Thaumetopoea pytiocampa) se come las

hojas. Ambas especies siempre están en el pinar, pero pueden combinarse entre sí y con las circunstancias cli-máticas para generar plagas que pue-den matar a algunos pinos.

Sin embargo, lo más apreciado de los pinos son los piñones. Estos acaban tarde o temprano en el suelo, donde los aprovechan pinzones y otras aves granívoras, pero también pueden robarse de la caja fuerte que forma la piña. El mejor especialista es el piquituerto, que separa las brác-teas usando su pico torcido como palanca. Su competidor, aunque también debe atiborrarse con las bellotas de las coscojas, es el ratón de campo (Apodemus sylvaticus). Para acceder a los piñones muerde las brácteas dejando piñas roídas que pueden verse tanto en el suelo como

51.– Los lagartos ocelados de El Pajarillo pertenecen a la subespecie nevadensis, con colores más grisá-ceos que los del resto de España.

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aún prendidas en las ramas de las copas, porque los ratones de campo pueden trepar hasta ellas como ardi-llas en miniatura.

Los tajos y cantiles. Un segundo gran grupo de ani-

males usan como refugio los grandes tajos y paredones que abundan en el Monte Pajarillo y cañón de El Baúl, y obtiene el alimento de los hábitats del entorno. Una de las especies más atractiva es la cabra montés (Capra pyrenaica), que se ha extendido a la zona en los últimos 20 años desde la sierra de Cazorla. Suelen verse pe-queños grupos de hembras y chotos que pasan el día en abrigos y se mue-ven durante la mañana y el final de la tarde para pastar en las laderas y bordes del llano.

Las aves más relevantes son las rapaces, entre las que destacan las águilas reales (Aquila chrysaetos) y los buitres leonados (Gyps fulvus), cada vez más abundantes, pero también se encuentran búhos reales (Bubo bubo), mochuelos (Athene noctua), halcones peregrinos (Falco peregrinus) y cernícalos comunes (Falco tin-nunculus). A estos se suman los cuer-vos (Corvus corax), las chovas piqui-rrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) y mul-titud de pequeñas aves rupícolas: vencejos reales (Apus melba), aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris), go-londrinas comunes (Hirundo rustica) y dáuricas (Hirundo daurica), collalbas negras (Oenanthe leucura), colirrojos tizones (Phoenicuros ochruros) y roque-ros solitarios (Monticola solitarius).

Finalmente, los murciélagos ore-

judos (Plecotus austriacus), rabudos (Tadarida teniotis), montañeros (Hypsugo savii) y hortelanos (Eptesicus isabellinus) forman colonias en las grietas de los tajos.

Los habitantes del semidesierto.

Los animales de los espartales, retamares y albardinares se enfrentan a un hábitat que, además de ser muy

52.– Sapo corredor (arriba) y zorro (abajo).

53.- Piñas abierta por piquituerto (derecha) y roída por un ratón de campo (izquierda), ambas sobre una rama a 3 m. de altura.

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frio en invierno, tiene un verano largo y seco en el que desaparecen el agua y muchas de sus fuentes de alimento. Sin embargo, en primavera podemos asistir a verdaderas explo-siones de vida que acompañan a la floración de los arbustos y a la resu-rrección de las praderas. Esta gran fiesta tiene dos grandes protagonis-tas: las hormigas y una familia de escarabajos, los Tenebrionidae.

Entre estos últimos están algunas de las especies que mejor aprove-chan las floraciones de los romeros macho, las perdigueras o el esparto, como Heliotaurus ruficiollis. Pueden encontrarse por miles comiéndose los estambres y pétalos de las flores junto con otros escarabajos de los géneros Mylabrys (Meloidae), Tropino-t a (Ceton i idae ) o Lachna ia (Chrysomelidae).

Otros insectos son mucho más respetuosos con las flores y se limi-tan a recoger néctar y polinizar. En-tre las mariposas, la más abundante es Pyronia bathseba, cuyas orugas se alimentan de yesqueros y, ya de adul-tas, se las ve por decenas sobre los almoraces. Entre las abejas, son fre-cuentes las formas solitarias de la familia Megachilidae.

Otros Tenebrionidae se mueven sobre el suelo. como furgones blin-dados, con sus cutículas negras y duras. No pueden volar porque sus élitros están soldados para reducir al mínimo las perdidas de agua. Géne-ros como Pimelia y Tentyria son muy abundantes, capaces de aguantar los veranos más duros saliendo sólo de

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54.- Alguno de los artrópodos asociados a las flores en Monte Pajarillo: Heliotaurus ruficiollis (1), Lachnaia (2), Mylabrys (3), una abeja de la familia Megachilidae (4) y la araña Thomisus onostus (5).

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noche y alimentándose de detritos vegetales.

Entre las hormigas, las más abundantes son del género Messor. Son insustituibles en el semidesierto, recogiendo millones de semillas y acumulando junto a los hormigueros grandes montones de detritos vege-tales. Estos restos son la principal causa de que los Pimelia y Tentyria se asocien a los hormigueros durante el verano, al encontrar aquí uno de los pocos alimentos disponibles. Tam-bién es un recurso, junto con el resto de la materia vegetal, para los caraco-les blancos (Iberus alonensis), una joya que cada vez es más escasa.

Todos estos invertebrados son el alimento de una legión de predado-res. En las flores, camufladas con tintes rosas o amarillos, acechan arañas cangrejo (Thomisus onostus) y sobrevuelan moscas cazadoras de la familia Asilidae. Ya en el suelo, me-rodean arañas lobo( Tarantula sp) y alacranes (Buthus occitanus), y las lar-vas de Libelloides baeticus hacen tram-pas-embudo en la arena. Son peque-ños monstruos de mandíbulas atro-ces, pero de adultos se convertirán en uno de los insectos más bellos del Monte Pajarillo.

Entre los reptiles, las lagartijas colirrojas (Acanthodactylus erithrurus) y colilargas se atiborran de hormigas. En cuanto a las aves, actúan como predadores la collalba rubia (Oenanthe hispanica), la cogujada común (Galerida cristata), la curruca colilar-ga (Sylvia undata), el colirrojo tizón y el mochuelo.

57.- Dos importantes protagonistas de la vida en el suelo del semidesierto: Pimelia (arriba) y

Lycosa (abajo)

55.-Pyronia bathseba es la mariposa más abun-dante en el Monte Pajarillo.

56.-Adulto de Libelloides baeticus.

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La huella humana. Bácor dependía esencialmente de

su vega, pero esto no quiere decir que los productos que se obtenían en el Monte Pajarillo no fuesen im-portantes. Al ser terreno municipal (y seguramente antes comunal) esta-ba abierto al aprovechamiento de todos los vecinos. La madera de los pinos se usaba en construcción, y el monte era la principal fuente de combustible. Las perdices y, sobre todo, los conejos eran un comple-mento muy importante de la dieta. Sin embargo, había 2 aprovecha-mientos básicos: la ganadería y el esparto.

Tierra de pastores. La ganadería tradicional se basa-

ba en el ganado ovino, con algunas cabras para que ahijaran a los corde-ros rechazados o huérfanos. Algunos de estos hatos tendrían su base en la periferia del pueblo, pero si se que-rían explotar los pastos de una zona más alejada, había que tener la maja-da en ella.

Las majadas siempre tienen un corral y un refugio para el pastor. En la del Madroñal o la de los Lobos, desde las que se explotaban los pas-tos de los llanos de El Pinar de Gua-dix, ambos elementos eran cuevas-vivienda: la del pastor, siempre pe-queña, y las destinadas a corral abier-tas a un espacio exterior cercado. La majada de Los Lobos también tiene un gran aljibe para que el ganado pueda abrevar.

La más cercana a la ruta está en el tramo más bajo de la vereda de Trancamulas, y es muy diferente.

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60.- En la majada de los Lobos, el agua se extraía del aljibe por un pozo y se echaba a una gran pila para que abrevaran las ovejas.

58- Antigua construcción de Bácor con vigas de pino.

59-Majada de El Madroñal, con el refugio del pastor a la izquierda y los corrales a la dere-

cha.

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Aprovecha un gran abrigo y cuenta en un lateral con una cueva-vivienda minúscula para el pastor. El abrigo está hoy cerrado con alambrada, pero antes tuvo un muro de piedra seca del que aún se ven restos. Ha debido ser durante ¿siglos? el princi-pal centro para explotar los pastos del Pajarillo y la parte baja de la ram-bla de Balata, con la que conecta a través de una gran vereda.

Su ubicación está muy bien elegi-da, con una fuente (hoy casi seca) a menos de 100 m, y pastos ricos en el entorno. Los vallicares de la orilla de la rambla del Baúl serían los más apreciados, porque junto a los yes-querales de las cárcavas, más dis-tantes, son los únicos que se mantie-nen verdes en verano. En invierno y primavera se aprovechaban también los herbazales anuales que crecían al

desbrozar o quemar los retamares de rambla y, en verano y otoño, se ex-plotaban las rastrojeras de la vega. La sal, muy importante para aumentar la productividad del ganado, se le deja-ba sobre “piedras de sal” que, a mo-do de pequeñas mesitas planas, aún pueden verse cerca de la majada.

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61.- Majada del inicio de la vereda de Trancamulas.

62.- Piedras para la sal.

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El esparto. Las fibras de lignina de las hojas

del esparto las hacen muy resistentes a la tensión y la torsión. Cómo abun-da en el sureste ibérico, al menos desde el Neolítico, se ha convertido en una de las plantas más útiles de nuestros montes. Con la pleita (el esparto entretejido) se han fabricado cuerdas, elementos para prensar aceite, calzado, esteras, serones y espuertas. Tradicionalmente, su pro-ducción, trabajo y comercialización se mantuvo dentro de ámbitos arte-sanales locales o, como mucho, re-gionales.

Todo cambió hacia 1860, cuando la industria inglesa descubrió que con él se podía hacer pasta de papel de alta calidad, pólvora, y ya como nitrocelulosa o acetocelulosa, incluso

piezas para los primeros aviones. Esto desató una fuerte demanda por parte de los ingleses, que a fines del XIX importaban 200000 Tm/año.

La necesidad de contar con un transporte eficaz hacia los puertos de embarque fue una de las principales causas que impulsaron la construc-ción y aseguraron la rentabilidad de la línea de ferrocarril Guadix-Almendricos, finalizada en 1906. También tuvo parte en la pequeña revolución industrial que se dio en la comarca accitana a comienzos del siglo XX, con la creación en Benalúa de la papelera Nuestra Sª de Las Angustias (“La Pastalfa”). La compe-tencia de estas fábricas nacionales por el esparto español (que no aca-baron de funcionar pero se asegura-ron que el gobierno impidiera su ex-

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63.-Entibas para esparto de la Casa Forestal de El Pajarillo

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portación) llevó a los ingleses a bus-car su esparto en Marruecos y Arge-lia, acabando así con esta primera ola de explotación masiva.

La 2ª se inició en 1940 para obte-ner fibras para cuerdas y arpilleras, compensando la falta de yute debida al embargo decretado contra España en la II Guerra Mundial. Este auge se mantuvo hasta que, hacia 1970, se extendió el uso de fibras plásticas. Entre tanto, en la comarca de Gua-dix surgieron varios almacenistas, como la familia Peregrín, que organi-zaban el envío hacia las industrias.

La recolección del esparto era un trabajo duro que no podía hacer cualquier jornalero agrícola. Por eso, siempre estuvo en manos de cuadri-llas especializadas de los pueblos cercanos a los espartales. Se pagaba muy bien y tenía una contribución decisiva a la economía familiar: cada operario podía llegar a arrancar 400 kgr/día, cobrando 550 pesetas.

Mientras se enviaba a las fábri-cas, todo este esparto se acumulaba en áreas de almacenaje que contaban con eras de piedra o entibas que im-pedían que se pudriera al estar en contacto con el suelo. En la hoya de Guadix se construyeron grandes complejos de entibas a comienzos del siglo XX en los cortijos de La Sabina y Becerra. El de los llanos de El Pajarillo es muy posterior: no aparece aún en las fotografías aéreas de 1956-57. Cuenta con 18 entibas y una pequeña casa para hacer pesajes y pagos y mantener un guarda que evitara robos.

Sin embargo, el esparto de Bácor ya se explotaba desde mucho antes. A comienzos del siglo XX, se traba-jaban los cotos de esparto de Los Punta-les, Coto Dueñas, Barchel y Dehesa de los Cuartos. No hemos hallado documentos de lo que pasaba mien-tras en el Pajarillo, pero a ciencia cierta se cogía esparto y se cargaba en mulas que subían penosamente la vereda de Trancamulas (de ahí su nombre) hasta el llano y, desde allí, a la estación de ferrocarril de El Baúl.

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65.- Publicidad del almacén de esparto de Félix Peregrín Navarro (Guadix, 1950).

66.– Gracias a artesanos como Antonio Ro-dríguez, el saber tradicional del tejido de la

pleita aun se mantiene en Bácor.

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La explotación del esparto fue fundamental en la historia económi-ca de Bácor, y quizás contribuyó a triplicar su población entre 1900 y 1950. Hoy, olvidado su uso indus-trial, sólo se recogen 2000 Tm/año entre las provincias de Granada y Jaén. Toda la producción se dedica a la artesanía, que también está per-diéndose. Ya hay pocos que sepan coger esparto o hacer pleita, y casi nadie lo hace profesionalmente.

La pleita y las majadas son parte de un pasado cada vez más lejano. Aunque fue muy duro, les gusta re-cordar a quienes lo vivieron porque están muy orgullosos de haberse matao a trabajar para sacar adelante a sus familias.

Cuando nos sentemos ante las entibas a descansar tras subir Tran-camulas, si somos sensibles (o al menos decentes), estaría bien dedicar un pensamiento a la memoria de los hombres y las caballerías que subie-ron estas cuestas antes que nosotros.

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67- La escena del pesaje del esparto se ha debido de repetir miles de veces en las entibas de El Pajarillo.

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INFORMACIÓN DE INTERÉS.

Centro de interpretación de la Casa Forestal de El Pajarillo. Está cerrado salvo para visitas organizadas. Los particulares pue-

den visitarlo pidiendo las llaves en el Ayuntamiento de Bácor (958671767) o en establecimientos turísticos del entorno

Compras.

Se recomienda la panadería y los embutidos tradicionales. Carnicería y Fábrica de Embutidos La Tomasa.

C/García Lorca, 1 (Bácor). Tlf. 958671725

Panadería La Espiga de Bácor. C/San José, 28 (Bácor)

Tlf. 958671807 Así mismo, le recomendamos que se informe sobre la posibilidad de

adquirir artesanía de esparto.

Un aperitivo. Bar de El Pensionista.

C/Huertos, 2. Horario: abierto todas las tardes.

Fiestas Locales.

Las fiestas patronales en honor a San Bernabé se celebran el fin de semana más cercano al 11 de junio.

Se puede descargar esta guía y obtener más informa-ción sobre la ruta en http://

biodiversidadguadix.blogspot.com.es

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Cart

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Centro de interpretación

Merendero

Mirador norte

Mirador oeste

Vereda de Trancamulas

Vereda de la Rbla. del Chopo

Recorridos alternati-vos no señalizados

Base cartográfica: MTN 1:25000 Instituto Geográfico Nacional

PUNTOS DE INTERÉS

Geología—

Geomorfología. 1.– Estalactitas de barro. 2.– Desplomes de ladera. 3.- Terrazas fluviales. 4.- Sustrato de arcillas con niveles de limos cementados. 5.– Sistemas de torcas. 6.– Bad-lands en arcillas. 7.- Glacis moderno con aluvión grueso. 8.– Sustratos de arenas/gravas. 9.– Resto derruidos de nivel de colmatación. 10.– Glacis antiguo con caliche. 11.– Cañón de El Baúl. 12.– Chimeneas de hadas.

Historia y usos de recursos.

1.– Tumbas argáricas. 2.– Algarbes: granero y cuevas vivienda en tajos. 3.– Castillo y casco ur-bano. 4.- Toma de agua de acequia. 5.– Balsa romana. 6.– Majada. 7.– Veredas ganaderas. 8.– Entibas de esparto y casa forestal. 9.– Abrigo-refugio.

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Merendero

Mirador norte

Mirador oeste

Vereda de Trancamulas

Vereda de la Rbla. del Chopo

Recorridos alternati-vos no señalizados

Base cartográfica: MTN 1:25000 Instituto Geográfico Nacional

PUNTOS DE INTERÉS

Flora y vegetación

1.– Vegetación de ribera. 2.– Charcas y fuentes. 3.– Zarzal-rosaleda. 4.– Cañaveral con tarajes. 5.– Alameda-sauceda. 6.– Ciscar-junquera. 7.– Vallicar. 8.– Tamojar. 9.– Retamar de rambla. 10.– Espartal denso con albaidas. 11.– Espartal-albaidar abierto. 12.– Espartal-romeral con pinos, coscojas, enebros de miera y lentis-cos. 14.– Pinar abierto. 15.– Pinar denso. 16.– Matorral de garban-cillos. 17.– Coscojar con pinos dispersos. 18.– Encinar. 19.– Yesqueral. 20.– Grandes ejemplares de enebro de miera, lentisco, coscoja y efedra. 21.– Poblaciones de estepa blanca en fondo de rambla.

Los habitantes de Bácor aún siguen, como desde hace siglos, remontando la rambla del Baúl para

labrar sus hazas.