¿Es posible decidir sobre mi muerte? Consideraciones sobre la aplicación del “living will” en...
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¿Es posible decidir sobre mi muerte? Consideraciones sobre la aplicación del “living will”
en relación a la muerte digna.
Por: Héctor Gómez Bermeo1
INTRODUCCIÓN
Imaginemos por un momento que una persona, complemente consciente y en un estado
de capacidad comprobada, manifieste su voluntad a no someterse a determinados
tratamientos médicos que pudieran otorgársele en caso se encuentre en un estado de
salud o condición física que le impidiera manifestar su voluntad de forma indubitable,
siendo una de las características de ésta condición el carácter de irreversible de la misma,
debido a que si bien éstos tratamientos alargarían su vida, el declarante considera el
empleo de los mismo en su persona constituiría una violación su derecho a una muerte
digna.
Como consecuencia del escenario antes descrito, se generan la siguientes interrogantes
¿la declaración de voluntad de dicha persona resultaría válida en caso se produjera el
supuesto antes mencionado? ¿El no respetar los deseos de dicha persona no se le estaría
privando del derecho a una muerte digna?
Se debe tener en consideración que el caso planteado no constituye un hecho aislado
debido a que enfermedades como “el cáncer, la enfermedad de Alzheimer, el sida, los
problemas cardiacos, los accidentes o las intervenciones quirúrgicas son algunos de los
obstáculos por los que, a veces, se transita antes de quedar sumido en un periodo de
incapacidad mental irreversible que puede extenderse, en ocasiones, varios meses o
incluso años antes del desenlace definitivo.2” Por lo tanto, la necesidad de una regulación
que aborde aspectos como los mencionados es fundamental para la protección y tutela
del derecho que tiene toda persona a morir dignamente; derecho que en nuestra opinión
1 Abogado por la Universidad San Martín de Porres con estudios de especialización en derecho corporativo.
Candidato a Magister en Derecho Civil por la Universidad San Martín de Porres. Especialista en derecho
societario y contratación privada en general. Correo: [email protected] 2Martinez, M., Queipo, D., Martinez, C., & Justel, E.“Analisis Médico – Legal de las instrucciones previas
(living will) en España. Revista de Escuela de Medicina Legal. 2008.
tiene categoría de constitucional al amparo de lo establecido en el artículo 3° de la
Constitución Política del Perú.
Es por ello que la premisa de éste trabajo se encuentra constituido en el análisis de dos
pilares fundamentales, que no pueden ser interpretados ni estudiados de forma aislada;
el primero, vinculado al derecho que le asiste a todo ser humano a morir dignamente,
derecho que debe de ser entendido como la “prerrogativa de disponer la propia vida sin
más, sin ninguna otra justificación que entender que somos el dominus de nuestra
existencia (…)3”, y el segundo, ligado a que si “cualquier manifestación de voluntad
expresada durante un estado de capacidad comprobada subsiste en caso de sobrevenirle
al declarante un estado de incapacidad, aunque ésta situación hubiese sido prevista al
expresar su voluntad.”4
Ante lo expuesto, se debe precisar que nuestra legislación no ha previsto una solución el
problema planteado, ya que el “living will” o también conocido como el “testamento en
vida” no se encuentra regulado; por lo que, el análisis del presente trabajo tratará de ver
la necesidad sobre la regulación del living will en relación al derecho de la muerte digna.
I. ORIGEN DEL “LIVING WILL”
El origen y primer desarrollo del living will data de los años 60 en Estados Unidos,
atribuyéndose la autoría de dicha estructura legal al abogado Luis Kutner, conjuntamente
con la Sociedad Americana de Eutanasia. En tal sentido, en el año 1967, esta sociedad
propone utilizar el living will como un documento para que el paciente pueda expresar
su voluntad de dar fin a los tratamientos de soporte vital, dando por ende una relevante
importancia a la voluntad del paciente cuando se encontraba en una condición de
capacidad comprobada.
3Vega, Yuri. “Criterios ético juridicos sobre la muerte de los seres humanos: Sobre la necesidad de consagrar
y proteger el derecho a una muerte digna a favor de los enfermos terminales.” Observatorio de Derecho
Civil- volumen 14- La persona. Lima. 2009. 4 http://www.notariarosaliamejia.com/cgi-bin/show_not?show_not=1&id=5
En 1976, la ciudad de California promulgó el Natural Death Act (Ley de muerte natural)
la misma que regulaba -por primera vez- este tipo de manifestación, bajo la condición
que confluyan las siguientes condiciones:
1. Que la declaración sea comunicada al médico encargado del paciente.
2. Que el declarante haya sido diagnosticado, por escrito, como un paciente
terminal o de un estado de inconciencia permanente, condición que ha sido
diagnosticada por el médico que lo ha atendido a lo largo del tratamiento de su
condición o enfermedad.
3. Que el declarante ya no cuente con la capacidad de tomar decisiones respecto de
la administración de los tratamientos que versan sobre el mantenimiento de la
vida.
En ese sentido, si bien la Natural Death Act regulaba liminalmente las manifestaciones
de los pacientes respecto a no someterse a tratamientos que alarguen la vida éstos se
encontraran como pacientes terminales o ya en un estado de inconciencia, no existía una
regulación referida a una declaración previa del paciente, que todavía no tiene la calidad
de terminal, respecto al sometimiento de determinados tratamientos médicos que
tienen la sola finalidad el alargamiento de la vida.
No es hasta el año 1990, a través de la promulgación del Patient Self Determination Act
(Ley de autodeterminación del paciente) en que expresó que constituye una decisión de
todos los ciudadanos elegir una opción, sea la de aceptar o rehusarse, a ser sometidos a
determinados tipos de tratamientos de salud debido al padecimiento de una enfermedad
de forma previa a que se vean afectados por la misma. Asimismo, al reconocer el derecho
a la elección de tratamiento antes referido, en la misma ley se obligó a todas las entidades
que prestaran servicios de salud a ofrecer a todos sus usuarios la posibilidad de que
expresar dicha manifestación de voluntad, con lo cual es en ese momento en que nace el
“living will”.
II. REFLEXIONES EN TORNO AL DERECHO A UNA MUERTE DIGNA.
A efectos de poder abordar el derecho a la muerte digna es necesario delimitar cuál es la
percepción del ser humano respecto a la muerte, y como éste hecho se encuentra
relacionado con la dignidad.
Con respecto a la muerte, el ser humano, a través del perfeccionamiento de la capacidad
de conocer su entorno, introdujo modelos dinámicos respecto a la percepción de la
realidad, es decir, concepciones variables que se encontraban sujetos al aprendizaje del
ser humano respecto de “lo desconocido” en un determinado tiempo y espacio físico. En
tal sentido, al ser todavía un campo desconocido respecto a ¿qué es lo que pasa con el
ser humano después de la muerte?, el profesor Marcelino Cereijido ha precisado que “la
muerte pone, entonces, un límite neto a la capacidad de conocer, pues nadie ha
regresado de la muerte para explicar qué sucede después. La muerte interrumpe
definitivamente el flujo del significado, es por lo tanto la angustia por excelencia.5
En cuanto al derecho a la vida “(…)su dignidad deriva el principio que consagra a la vida
humana como fin en sí misma siempre, porque sólo así se resguarda su inviolabilidad en
todas sus circunstancias existenciales, nacido o no nacido, sano, enfermo, predispuesto
por su patrimonio genético a contraer determinada enfermedad o a sufrir incapacidad;
de modo que la eficacia técnica, el utilitarismo, el relativismo subjetivista, y el mero
consenso, nunca son título suficiente para sustituir a la razón ética objetiva y racional6.”
Habiendo conceptualizado el significando de la dignidad humana, se puede abordar como
primera conclusión que siendo la muerte un momento natural en la vida y desarrollo del
ser humano, la misma dignidad que le asiste el hombre en vida, debe asistirle en la
muerte.
Es por ello que el derecho a morir dignamente debe reflejarse en “evitar que la
participación de la persona en su propia muerte sea la de un mero objeto pasivo en
manos de la familia, de la técnica o de los especialistas, logrando por el contrario que esa
participación sea a la de un ciudadano al que han de serle respetados sus intereses y sus
valores más básicos al momento de morir”7.
5 Cerejeido, Marcelino. “Muerte Digna: Una oportunidad real”. Mexico D.F., Comisión Nacional de Bioetica, Primera Edición. 2008 6 Borda, Guillermo. “La persona humana”. Buenos Aires. La ley. 2001. 7Ministerio de Sanidad y Consumo - Consejo General del Poder Judicial de España. “Decisiones al final de
la vida (actas de la jornada conjunta sobre sobre decisiones al final de la vida)”. Madrid. 1998.
III. EL CONTENIDO DEL “LIVING WILL”
Como se precisó en la introducción, el living wiil no se encuentra regulado en el código
civil peruano. No obstante lo mencionado, ésta figura si ha sido regulada en países como
Estados Unidos, comunidades autónomas de España, Argentina, entre otros.
El living will puede ser definido como aquella declaración de voluntad en la cual el sujeto
manifiesta que, en el evento que exista algún tipo de situación trascendental que afecte
el desarrollo normal y ordinario de su vida, como por ejemplo el contagio de una
enfermedad incurable que produzca inminentemente la muerte, o cualquier situación
que pudiera generar algún de muerte cerebral, y que producto de dicha situación le sea
imposible manifestar su voluntad, a que no sea atendido con determinados tratamientos
médicos por atentar directamente contra su dignidad humana. Por lo tanto, con dicha
declaración la persona se encuentra decidiendo y declarando de forma anticipada cuales
son las condiciones que considera adecuadas, conforme a su dominus, respecto de la
forma que éste quisiera vivir el tiempo que le queda y la forma de cómo desea morir en
caso se detectará un evento como el que ha sido referido.
En forma genérica el contenido del Living Will se centra en las siguientes aristas, tomadas
del modelo adoptado en las comunidades españolas:
“Deseo finalizar mi vida con una limitación del esfuerzo terapéutico, evitando
todos los medios artificiales, tales como técnicas de soporte vital, fluidos
intravenosos, fármacos (incluidos los antibióticos), alimentación artificial (sonda
nasogástrica) o cualquier otro tratamiento que pueda prolongar mi supervivencia.
Deseo unos cuidados paliativos adecuados al final de la vida, que se me
administren los fármacos que palien mi sufrimiento y aquellos cuidados que me
ayuden a morir en paz, especialmente –aún en el caso de que pueda acortar mi
vida- la sedación terminal.
Si para entonces la legislación regula el derecho a morir con dignidad
mediante eutanasia activa, es mi voluntad morir de forma rápida e indolora de
acuerdo con la lex artis ad hoc.8”
No obstante lo antes precisado, la regulación de este tema resulta aun más relevante al
revisar las cifras de la comisión de Remmelick en Holanda que demostraban que un 15%
de los fallecidos en Holanda mueren por eutanasia, de los pacientes que solicitaron
eutanasia activa -durante los meses de agosto y setiembre de 1990- 56% lo hizo por
pérdida de la dignidad y 47% abogando tener un dolor intratable9. Por lo tanto, si existe
un porcentaje tan alto como es el del 56% que decidió morir debido a que se negaban a
continuar viviendo con las condiciones que padecían, uno debe preguntarse ¿Qué
hubiera pasado si dichas personas se encontraran incapacitadas de manifestar su
voluntad y deseo de morir? En nuestra opinión, la existencia de una declaración del
paciente en un estado previo al momento en que se sienta afectado por la enfermedad
o condición que lo perjudique resulta idónea para saber cómo éste desea culminar con
su vida.
IV. DERECHO COMPARADO
Respecto a las legislaciones que han adoptado la aplicación del living will, se encuentran:
En la regulación Española la evolución del living will quedó arraigada en un primer
momento con la celebración del Convenio de Oviedo en 1997, en el cual se reconocía la
dignidad del ser humano respecto a las aplicaciones biológicas y de la medicina,
quedando regulado de forma expresa con la promulgación de la ley 41/2002 en la cual
regula el living will bajo la denominación de “instrucciones previas” de los pacientes y en
el año 2007, con la promulgación del Decreto Real 124/2007 se regula el Registro
Nacional de Instrucciones Previas.
8 Recabado el 30 de mayo de 2014 de http://www.eutanasia.ws/testamento_vital.html. 9 Taboada, Paulina. “Dimensión ética de morir”. Ars Médica. Santiago de Chile. 2000.
Caso diferente se puede apreciar en el caso de la regulación Uruguaya, ya que, en
concordancia con el artículo 1 de Ley 18.47, ley sobre voluntades anticipadas, condiciona
la aplicación del living will a que el paciente se encuentre enferma de una patología
terminal, incurable e irreversible.
La Argentina, desde el año 2009 con la promulgación de la ley 26.529 se estableció –
conforme lo establecido en su artículo 11- que:
“Toda persona capaz mayor de edad puede disponer directivas anticipadas sobre
su salud, pudiendo consentir o rechazar determinados tratamientos médicos,
preventivos o paliativos, y decisiones relativas a su salud.”
Si bien no existe una reglamentación propia en torno al living will, resulta muy interesante
resaltar el criterio asumido por el tribunal de ese país con respecto al caso que a
continuación se comenta:
Una persona que en las resoluciones judiciales es señalada simplemente como la señora
“M”, “fue diagnosticada con una enfermedad degenerativa de las neuronas motoras del
sistema nervioso central que derivó en variadas afecciones sobre su cuerpo. A raíz de las
complicaciones sufridas, la señora “M”, en pleno uso de sus facultades mentales
manifestó expresamente su voluntad inequívoca en el sentido de “no someterse a
ninguna práctica que prolongue su vida en forma artificial por medio de procedimientos
médicos invasivos y a permanencia.”, lo cual quedó plasmado mediante instrumento
público ante escribano. Posteriormente, su marido promovió una acción de amparo a fin
de hacer valer la voluntad declarada anticipadamente por su esposa, y asimismo en
dichas actuaciones presentó constancia notarial de donde surge que ella también decidió
designarlo como mandatario a fines de que -en su representación- arbitre todas las
medidas necesarias para dar cumplimiento a su voluntad. El fallo resultó favorable a “M”,
con fundamento en el derecho a la autodeterminación de las personas y las conductas
autorreferentes que hacen a su dignidad y al respeto a sus libertades fundamentales. En
este sentido, el Tribunal interviniente estableció que “deberán ser respetadas a futuro
las directivas anticipadas o "acto de autoprotección" instrumentadas mediante actuación
notarial… expresamente ratificadas a través de diversas actuaciones judiciales cumplidas
en estos autos, y en cuanto la Sra. M. manifiesta su oposición a intervenciones invasivas
que impliquen "medios artificiales a permanencia", con especial referencia a un
respirador mecánico e hidratación y alimentación por tubo (traqueostomía y
gastrostomía), en el contexto de la evolución irreversible de la enfermedad que
padece…”. En el fallo que se comenta también se dejó establecido, con un criterio que
valoramos y compartimos, que sin perjuicio de la negativa expresada por la Sra. “M” en
relación a la implementación de "medios artificiales a permanencia", el equipo médico
tratante deberá brindar “absolutamente todos los cuidados paliativos no invasivos, con
miras a evitarle padecimientos y eventualmente acompañarla en un proceso de muerte
digna, en la medida que no implique prácticas eutanásicas activas, todo ello en el
contexto del máximo respeto a la dignidad de la persona humana afectada de una
enfermedad irreversible”10.
De las legislaciones mencionadas, el caso de España es el único que reconoce la aplicación
del living will sin importar que el paciente sufra una enfermedad terminal o no y que
además ha creado un registro obligatorio, como un requisito ad solemnitatem, para la
validez de éste tipo de declaraciones; teniendo como factor común en todas las
legislaciones, sea bajo un criterio jurisprudencial o bajo criterios expresamente
regulados, el derecho de toda persona a decidir respecto a la adopción de medios
artificiales que prolonguen la vida.
V. LEGISLACIÓN PERUANA
Si bien la ley general de salud ha regulado, en su artículo 4°, que ninguna persona puede
ser sometida a tratamiento médico o quirúrgico sin su consentimiento, se debe tener en
cuenta que toda intervención médica siempre cuenta con un factor de riesgo.
En tal sentido, supongamos que un paciente que padece de cáncer otorga su
consentimiento para ser tratado con quimioterapia para tratar la referida enfermedad,
10M s/Acción de Amparo, Juzgado en lo Criminal y Correcional de Transición N°1 Mar del Plata de fecha
25 de julio de 2005.
con lo cual el consentimiento referido en la norma ha visto agotado sus efectos, pues
solamente regula este extremo.
Ahora bien, como producto de éste tratamiento, sea cual fuere la circunstancia, el
paciente queda subsumido sumido en un periodo de incapacidad mental irreversible con
lo cual nace la interrogante ¿Qué hacemos ahora? ¿El paciente debe seguir viviendo con
ese estado de incapacidad mental permanente o debería morir? Estas interrogantes
podrían de haber sido ser absueltas de forma previa a la incapacidad, si el paciente
hubiera manifestado su voluntad de vivir o morir si es que hubiera llegado a un estado
de incapacidad mental irreversible. En tal sentido, se le estaría dando la posibilidad al
paciente de elegir vivir o morir en sus propios términos, lo cual se encuentra, en nuestra
opinión, intrínsecamente relacionado con el derecho a la dignidad de todo ser humano.
Sobre el derecho a morir dignamente, se debe precisar que si bien no se encuentra
ubicado textualmente en la numeración de derechos de la persona humana consignados
en el artículo 2° de la Constitución; consideramos que el derecho a morir dignamente si
se encuentra amparado y protegido en nuestra legislación, toda vez que en el artículo 3°
del mismo cuerpo legal dicha numeración no excluye los demás derechos que se fundan
en la dignidad del hombre.
Asimismo, respecto a la denominación traducida del living will, compartimos lo precisado
por la Rosalía Mejía, al precisar que: “(…) el Testamento Vital no resulta un nombre que
refleje nuestra realidad nacional en que jurídica y comúnmente se reconoce el
Testamento como el instrumento válido para después de la muerte (…)11”
Siguiendo ese criterio, consideramos apropiado que el living will asuma la denominación
otorgada por la regulación uruguaya de “voluntad anticipada” toda vez que lo más
importante en esta figura es la voluntad exteriorizada del paciente respecto a una
negativa anticipada sobre el seguimiento de determinados tratamientos médicos que
prolonguen la vida a través de medios artificiales, tales como técnicas de soporte vital,
entre otros.
11 http://www.notariarosaliamejia.com/cgi-bin/show_not?show_not=1&id=5
Volviendo al ejemplo del paciente, el no haberle dado la posibilidad de elección respecto
a cómo terminar su vida, le estamos recortando no solo una potestad sino un derecho a
elegir cuales son las condiciones aceptables para seguir con la misma, lo cual
evidentemente vulnera el derecho a la muerte digna que le asiste a todo ser humano;
por lo que, una modificación del artículo 4° de la ley general de salud, podría socavar esta
vulneración, proponiendo como regulación la siguiente:
Artículo 4: “Ninguna persona puede ser sometida a tratamiento médico o
quirúrgico, sin su consentimiento previo o el de la persona llamada legalmente a
darlo, si correspondiere o estuviere impedida de hacerlo. Se exceptúa de este
requisito las intervenciones de emergencia.
Toda persona, indistintamente que se encuentre bajo la condición de paciente
terminal o no, que se someta a un tratamiento médico, tiene el derecho a
manifestar su voluntad de forma anticipada a no ser sometido a tratamientos
médicos artificiales que tengan como finalidad el prolongamiento de la vida,
cuando la persona se encuentre en un estado de incapacidad mental permanente.
(…) (el resaltado es nuestro).”
Como consecuencia de lo precisado, consideramos que, como requisito de validez, esta
manifestación de voluntad deber hacerse por escritura pública, en la que se reúnan los
siguientes requisitos:
1.- El otorgante al momento de manifestar su voluntad debe encontrarse en
un estado de capacidad comprobada, acreditándolo con un certificado
médico idóneo.
2.- Teniendo en cuenta que, de una u otra forma, se está regulando sobre la
futura muerte de la persona, deben aplicarse las normas que regulan la
participación de los testigos en los testamentos, como lo establecidos en el
artículo 696 del código civil, en la que se consigna como condición la
participación de dos testigos como mínimo.
VI. CONCLUSIONES
1. El derecho a la muerte digna se encuentra recogida en nuestra legislación al
aplicar el artículo 3º de la Constitución, que establece que la numeración de
derecho establecidos en el artículo 2º del mismo cuerpo normativo es
enunciativa, mas no limitativa en ningún extremo reconociéndose derechos que
se encuentren intrínsecamente relacionados con la dignidad del hombre. Por lo
que, siendo la muerte un momento natural en la vida y desarrollo del ser humano,
la misma dignidad que le asiste el hombre en vida, debe asistirle en la muerte.
2. En nuestra legislación no se ha regulado la figura del living will, quedando en una
posición de desprotección a la voluntad de toda persona que a no seguir
tratamientos de prolongación de vida por falta de una manifestación anticipada
de voluntad que vincule y obligue a respetar la última voluntad del paciente.
3. Una solución a este tema sería efectuar una modificación del artículo 4º de Ley
General de Salud, en la que se reconozca que si bien toda persona es sometida a
tratamiento médico siempre que medie consentimiento del paciente, tiene
derecho a manifestar de forma anticipada su voluntad de que no sea tratado con
tratamientos que alarguen su vida si es que éste se encuentra en un estado de
incapacidad permanente.
4. La regulación del living will en nuestra legislación debería tener como requisitos
de validez ad solemnitatem la extensión de una escritura pública en la que conste
la materialización de su voluntad y adicionalmente la presencia de dos testigos
como mínimo, aplicando supletoriamente para estos efectos las normas referidas
al testamento en lo que sea aplicable.