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DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS Dignidad y justicia para todas y todos í - N. o 90 OTO NO 2008 1

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DECLARACIÓN UNIVERSAL DE

DERECHOS HUMANOS

Dignidad y justicia para todas y todos

í -N. o 90 OTO NO 2008 1

Índice

EDITORIAL

l. 602 ANIVERSARIO DE LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

La Declaración Universal de Derechos Humanos. ¿Es Universal? Juan Antonio Carrillo Salcedo La Declaración Universal de Derechos Humanos en su 60 aniversario Jaime Oráa y Felipe Gómez lsa La universalidad de los Derechos Humanos. Desde un ideal común, hacia una ciudadanía cosmopolita Eusebio Fernández García La Declaración de Derechos Humanos de 1948 y su raíz histórica José Antonio Gimbernat

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La prueba en la jurisprudencia de la Corte lnteramericana de Derechos Humanos 27 Héctor Faúndez Ledesma Sobre el alma de Europa, derechos fundamentales y EuroSpeak 33 Susana Galera Rodrigo Los derechos económicos y sociales en África, 60 años después de la Declaración Universal de los Derechos Humanos 40 Neldjingaye Kameldy Los Derechos Humanos y la eliminación de la violencia contra la mujer 49 Irene Comíns Mingol El derecho al desarrollo en el derecho internacional 61 Yaelle Cacho Sánchez Tortura y terrorismo en Europa: un binomio sin resolver 70 Emilio Ginés Santidrián La responsabilidad de proteger 79 Fernando M. Mariño Menéndez

11. SOCIEDAD INTERNACIONAL EN MUTACIÓN La Resolución 1820 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Su significado en la lucha contra la violencia sexual en situaciones de conflicto 84 Eva Suárez Leonardo

111. CONFLICTOS INTERNACIONALES El post 11 de septiembre y los Derechos Humanos: las estrategias complementarias de Estados Unidos y Europa 90 Joaquín González lbáñez

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111. Conflictos Internacionales

El post 11 de septiembre y los Derechos Humanos: las estrategias complementarias de Estados Unidos y Europa

JOAQUÍN GONZÁLEZ IBÁÑEZ* Profesor Fullbright-Schumann en Washington College of Law

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la legíti-ma respuesta política y militar de Estados Unidos, refrenda-da por unanimidad en el Con-sejo de Seguridad de Nacio-nes Unidas un día después de la tragedia, ha puesto en evi-dencia la puesta en marcha de diferentes objetivos estra-

* Profesor Fulbright-Schuman 2008-2009 en Washington Colle-ge of Law-American University de Washington y Fordham Law School de Nueva York. Dirige la investigación titulada Los Estados Unidos como guardián y transgre-sor del Estado de derecho. Una visión europea de América tras los atentados del 11 de septiem-bre (The U.S. as Guardian or vio-lator of the Rule of Law: Europe's Vision of America in the post 9/11 World) .

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tégicos asociados a la agenda de la Administración G. W. Bush y contemporáneamente ha representado una amena-za y limitación del disfrute de ciertos derechos fundamenta-les en Estados Unidos, Euro-pa y una importante parte del resto del mundo.

Esta agenda, desarrollada en un marco de legítima de-fensa, está proyectada en un nuevo concepto sociológico-político -pero no jurídico- de-nominado the War on Terror (La guerra contra el terror) que ha permitido el impulso de estrategias y políticas cu-yas consecuencias son ta-chadas de contrarias a la Constitución de Estados Uni-dos, a sus ideales y a las li-bertades fundamentales que su sistema democrático am-para. Igualmente, esta lucha global contra el terrorismo in-

ternacional , ciertamente por su propia construcción , tam-poco permite conocer la posi-bilidad de un fin o eventual culminación o victoria frente al terrorismo y depende de una decisión unilateral de la Administración que acuñó el término.

El periodo que abarca des-de 2001 hasta finales de 2008 permite señalar la afec-tación de los derechos huma-nos y del sistema de liberta-des en dos planos. Por una parte la degradación institu-cional y el socavamiento de principios jurídicos y ciertas instituciones de un sistema democrático como el nortea-mericano -la actitud de la cla-se política, la instrumentaliza-ción del derecho y la socie-dad civil en la respuesta al te-rrorismo en Europa y Estados Unidos-, y por otra parte, la

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limitación, violación y falta de reconocimiento de ciertos de-rechos fundamentales de la persona.

Democracia, ciudadanía y la erosión institucional

La primera consideración sobre la erosión de la vida de-mocrática Estados Unidos fue, en términos generales, y salvo la siempre activa clase académica norteamericana y sus centros de conocimiento1

y la labor de las ONGs de de-rechos humanos, la falta de elementos críticos frente a la acción de poder de la Admi-nistración Bush en la imple-mentación de las estrategias políticas y militares de la Gue-rra contra el Terror.

La estrategia de esta guerra comprendió un respaldo cuasi unánime y sin resquebraja-mientos , tanto por parte de demócratas como de republi-canos en el Congreso y el Se-nado desde 2001 con la inva-sión de Afganistán, la aproba-ción del Patriot Act, y continuó con la guerra contra lrak y el apoyo a la invasión en 2003 de un país soberano, contra-ria al Derecho internacional y sin la autorización del Conse-jo de Seguridad de Naciones Unidas.

Desde marzo de 2004 en adelante surgieron las prime-ras fisuras a la adhesión in-condicional a la acción de la Administración G. W. Bush, tras ser conocidos por la opi-

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nión pública mundial los abu-sos cometidos en la prisión de Abu Grahib en marzo de 2004, el régimen del campo de detención de prisioneros de Guantánamo y la manipu-lación de pruebas para el de-sarrollo y apoyo de estas ac-ciones, puestas en marcha por la Administración G. W. Bush.

Todo ello fue acreditado gracias a la diversidad de ca-nales de comunicación actua-les y, en especial , gracias a la autonomía y fuerza de los me-dios de comunicación en Eu-ropa y Estados Unidos, as í como las declaraciones de im-portantes figuras dimisiona-das del gabinete del Presiden-te G.W. Bush.

Es de interés recordar que los Tribunales Militares de Es-tados Unidos condenaron a penas de entre 3 y 1 O años de reclusión al personal involu-crado en las vejaciones y tor-turas de prisioneros de Abu Grahib. La máxima autoridad militar responsable de ese centro, la General de Brigada Janis Karpinski , fue degrada-da al rango de coronel en ma-yo de 2005 y, durante el pro-cedimiento, alegó que no co-nocía los abusos cometidos en las dependencias de la pri-sión y afirmó que "los interro-gatorios eran autorizados por sus superiores y que se reali-zaban por entidades y perso-nas subcontratadas al efecto, y que ella misma tenía prohi-bido el acceso a las depen-dencias donde tenían lugar los interrogatorios".

La instrumentalización del derecho como estrategia contra el terrorismo y el debilitamiento del sistema de libertades democráticas

Tras los atentados del 11 de septiembre en Estados Uni-dos y, en particular desde la perspectiva europea tras la barbarie de los atentados de Madrid del día 11 de marzo de 2004, y los ataques del 7 de ju liO de 2005 en Londres, las soc1edades y Estados europe-os sienten la amenaza lesiva de sus libertades , derechos, seguridad y de su sistema cí-vico plural.

Junto a la respuesta militar, las sociedades han actualiza-do y renovado sus sistemas jurídicos en el intento de con-ciliar la seguridad pública ante la amenaza del terrorismo con el disfrute de las libertades propias de un sistema demo-crático. En el plano internacio-nal aparece la paradoja de la inexistencia de tratados inter-nacionales que prevean un tratamiento global y una apro-ximación jurídica unívoca al concepto de terrorismo. Los tratados internacionales sobre terrorismo están circunscritos a ámbitos específicos como secuestro y terrorismo de ae-ronaves, toma de rehenes, te-rrorismo nuclear y otros. De especial interés en lo que res-pecta a los "otros terroris-mos", el denominado terroris-mo de Estado, cuestión ocul-tada o no reconocida por los Estados democráticos occi-

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dentales. Como ejemplo para-digmático en el contexto de guerra contra el terrorismo es el caso que relata Chomsky, previo a los atentados del 11 de septiembre, a colación de la errada decisión adoptada por la Administración Clinton en agosto de 1998, de des-truir la planta farmacéutica de Al Shifa en Sudán -se presu-mía que la planta farmacéuti-ca era un centro de produc-ción de bombas sucias- y, co-mo consecuencia de la des-trucción de esa única planta farmacéutica de Sudán, miles de civiles perecieron, víctimas de la imposibilidad de adquirir productos médicos, debido al bloqueo internacional auspi-ciado por Estados Unidos2 .

Debate éste, todavía abierto, inconcluso y de difícil recon-ducción, pues los Estados in-terrelacionan conceptos como la legítima defensa, terrorismo financiado por el Estado, se-guridad nacional-razón de es-tado, supervivencia y otras.

La aprobación de Patriot Act (Uniting and Strengthening America by Providing Appro-priate Tools Required to lnter-cept and Obstruct Terrorism Act) , en octubre de 2001 , fa-cultó al gobierno, entre otros aspectos , para la limitación del debido proceso, al permitir la detención sine die, y sin ac-ceso a asistencia letrada, jun-to con el reconocimiento de la posibilidad de someter a vigi-lancia a cualquier persona con eventuales indicios de for-mar parte de una "trama" te-rrorista. A ello añadir la autori-zación presidencial del uso de

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la tortura ("ficción por ahoga-miento en bañera") para obte-ner información, la creación del campo de prisioneros de Guantánamo y su universo carcelario, y los vuelos de la CIA con destino a determina-dos países para realizar inte-rrogatorios que incluían rutina de torturas en las sesiones, para obtener información.

Respecto de estos vuelos secretos de la CIA y su paso por territorio europeo, el Parla-mento Europeo aprobó en fe-brero de 2007 un informe críti-co dirigido por el eurodiputado italiano, Giovanni Fava. En di-cho informe se afirma que se realizaron 1.245 escalas de vuelos sospechosos en Alema-nia, Reino Unido, Irlanda, Por-tugal, España, Grecia, Chipre e Italia. El texto condenaba "el hecho de que países europeos hayan reducido el control que ejercen en su espacio aéreo y sus aeropuertos, cerrando los ojos sobre vuelos explotados por la CIA y utilizados en mu-chos casos para el traslado ile-gal de detenidos".

El informe señalaba ade-más que, al menos 21 ciuda-danos de la Unión Europea, estuvieron entre las personas trasladadas por el órgano de espionaje norteamericano a terceros estados en esos 1 .245 vuelos. De acuerdo con el Informe, la CIA efectuó los traslados ilegales tras los atentados suicidas del 11 de septiembre de 2001 y hasta fi-nales de 2005, con la compli-cidad de Italia, Reino Unido, Suecia, Austria y fuera de la

UE, Macedonia y Bosnia-Her-zegovina. Para ello, la agen-cia de inteligencia estadouni-dense realizó, entre otras, 336 escalas de vuelos furtivos en Alemania, 170 en el Reino Unido, 147 en Irlanda, 91 en Portugal, 68 en España, 64 en Grecia, 57 en Chipre y 46 en Italia. La conclusión principal del Parlamento Europeo era tildar de falacia el argumento de que las prácticas nortea-mericanas se justifican en aras de prevenir atentados te-rroristas.

No obstante, ese terrorismo radical islamista que afecta desde Asia a América, pasan-do por África y Europa, sí ha tenido una respuesta diversa desde un punto de vista insti-tucional desde Europa en los últimos ocho años.

En España, tanto como en el resto de Estados europeos y tras los atentados de Madrid y Londres, no fue necesaria la aprobación de ninguna ley o disposición normativa para ha-cer frente a la amenaza del te-rrorismo integrista. Las razones son de orden jurídico-político y filosófico. Las de orden jurídico y político responden, por un la-do, a la historia reciente euro-pea teñida con la lacra del te-rrorismo que forma parte de la identidad política de algunos Estados como España, Reino Unido, Alemania, Francia e Ita-lia, cuya longevidad -la del te-rrorismo- depende de la res-puesta jurídica y política a ese fenómeno. Esta respuesta le-gal se ha venido produciendo durante los últimos 35 años ,

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combinando el ejercicio de la fuerza legal y legítima del po-der público, y el intento de un escrupuloso respeto del Estado de Derecho y la protección de los Derechos Humanos.

No obstante, ha habido en pasadas décadas excepciones inadmisibles y, por tanto, quie-bras del Estado de Derecho en Europa, tales como las ejecu-ciones selectivas del Ml6 britá-nico contra supuestos miem-bros del 1 RA, los "suicidios co-lectivos" de los integrantes de la banda Baader-Meinhoff en Alemania, las logias italianas apoyadas por poderes del Es-tado frente a la amenaza co-munista y contra la banda te-rrorista de las Brigadas Rojas, el terrorismo francés durante la independencia de Argelia y fi-nalmente en España, la crea-ción del GAL (Grupo Antiterro-rista de Liberación) a partir de 1984, para luchar contra el te-rrorismo de ETA, al margen del Estado.

Esta trayectoria terrorista europea y la historia de la pri-mera mitad del siglo XX han persuadido a los Estados eu-ropeos de responder con me-canismos jurídicos a esta amenaza, y no con recursos estrictamente militares. A dife-rencia de Estados Unidos , ningún país europeo adoptó políticas basadas en ataques o guerras preventivas o una li-mitación tan abrupta de los derechos fundamentales con-tenida en legítimos y legales instrumentos normativos co-mo el Patriot Act de Estados Unidos . La adopción de un

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texto legal similar en España hubiese sido declarado in-constitucional por el Tribunal Constitucional español, de igual manera que algunas me-didas legales adoptadas por gobierno de Toni Blair han si-do consideradas por un Tribu-nal británico (High Court) con-trarias a la Convención Euro-pea de Derechos Humanos y, por tanto, declaradas nulas3.

Una de las primeras refle-xiones que podríamos extraer, gracias a la experiencia previa europea, sería la constatación de que siempre que se ha lu-chado al margen del Estado de Derecho y fuera de las ins-tituciones -en analogía a los métodos implementados por la Administración G. W. Bush (autorización de tortura, no control en centros de deten-ción como Abu Grahib, el sis-tema de Guantánamo y la fal -ta de respeto de los tratados de Derecho Internacional Huamanitario-), se ha produ-cido una deslegitimación del sistema democrático frente a la ciudadanía y también frente a los terroristas; las institucio-nes se han erosionado y debi-litado su función estructural , y el imperio de ley aparece so-cavado por la fuerza y la alte-ridad de medios que prescin-den del respeto de los dere-chos fundamentales.

La ciudadanía y la sociedad civil como objetivo del terrorismo integrista

El terrorismo internacional que tiene como objetivo a Oc-

cidente , de manos de Al Quaeda, Yihad Islámica u otra forma violenta terrorista de reivindicación de objetivos po-líticos o religiosos integristas, amenaza primero al individuo, luego a la sociedad y, tras és-ta, a la idea de Estado moder-no occidental. La amenaza del terrorismo significa tam-bién una limitación severa a la realización práctica del conte-nido de políticas democráticas basadas en una tolerancia cí-vica activa, integración demo-crática y una educación libre y plural que refuerce la idea de responsabilidad democrática de los ciudadanos4 .

La pobreza material e inte-lectual y la limitación de las li-bertades políticas constituyen las claves para entender el te-rror y la marginalidad que subyace en los actos de bar-barie de los terroristas.

Cuando este nuevo terroris-mo integrista islámico actúa en Occidente, sobre la ciuda-danía de un país occidental , más allá de causar destruc-ción de la vida y de la seguri-dad, lo que sobre todo busca es desplazar y contextual izar sus escenarios vitales más in-mediatos a sus víctimas y a la comunidad a la que dirige sus ataques. Entre los efectos buscados con el terror se trata de trasladar - trasterrar- el desaliento y marginalidad de conjunto que sufren las socie-dades de sus países de ori-gen , conformados por socie-dades que ofrecen a la inmen-sa mayoría de sus ciudada-nos horizontes plenos de des-

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esperanza, de angustia por la ausencia de bienestar y de no futuro.

Los atentados del 11 de marzo de 2004 de Madrid y de 7 de julio de 2005 en Lon-dres, al igual que el de Nueva York, tuvieron como objetivos a ciudadanos libres de países democráticos con una amplia diversidad política y una gran riqueza cultural y social. Fue-ron atentados dirigidos a dos ciudades dinámicas y vitales. La argumentación final del porqué Madrid y Londres fue dada a conocer por los res-ponsables intelectuales de los actos terroristas, indicando que los gobiernos de ambos países -Gobiernos del Sr. Az-nar y Sr. Blair- habían apoya-do activamente a Estados Unidos durante la invasión de Ira k.

Si bien esta justificación só-lo es admisible desde la lógi-ca del terrorista fundamenta-lista, se advierten interesantes diferencias de cómo la ciuda-danía de estos dos países eu-ropeos, ambos miembros de la Unión Europea, respondie-ron a estos ataques que ame-nazaban sus libertades civi-les, en comparación con Esta-dos Unidos. Podría parecer aventurado presentar un aná-lisis de la respuesta civil y jurí-dica a la amenaza terrorista Unión Europea Vs Estados Unidos, pero pueden ser ilus-trativos los modelos activos de ambas ciudadanías libres e instruidas en sistemas de-mocráticos occidentales y re-presentando a países con un

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legado histórico, cultural y po-lítico muy diferente; básica-mente la de Estados europe-os que fueron imperio y ya no lo son -España y Reino Uni-do- y Estados Unidos, nación sin antecedentes históricos de autoritarismo, al menos en la vida política y constitucional nacional, que perdura como una democracia liberal, como señala Stanley Hoffman, que ahora es imperio y que se siente amenazada en su terri-torio por primera vez.

Muestra de ello es el ejem-plo de la respuesta al terroris-mo que los ciudadanos esta-dounidenses dieron a los ata-ques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Was-hington, en contraste a la res-puesta de la ciudadanía a los ataques del 11 de marzo de 2004 en Madrid, y de similar modo, a los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres.

Hubo una filosofía diversa por parte de los ciudadanos europeos de a pie en el mo-mento de entender qué signifi-caba la amenaza terrorista para la vida civil en una socie-dad democrática, abierta y plural; una amenaza que eventualmente podría minar el modelo de convivencia euro-peo. En las manifestaciones contra la guerra y la invasión de lrak que tuvieron lugar a principios de 2003 en España, José Saramago, Premio No-bel de Literatura, señalaba en las concentraciones de Ma-drid que en la política interna-cional había actualmente dos grandes superpotencias: una,

Estados Unidos, y la otra, ca-da uno de los ciudadanos que tenían el derecho y coraje cí-vico a manifestarse y salir a la calle a reclamar otro tipo de poi ítica por parte de los pode-res públicos.

En una línea similar, en el foro de debate abierto en www.opendemocracy.org, un ciudadano anónimo dejó es-tas reflexiones que asumimos y que aquí presentamos sobre la filosofía política de ciudada-nía que representa la res-puesta a los terribles actos de barbarie del terrorismo desde la ciudadanía estadounidense en contraste con la reacción europea.

«Los norteamericanos vie-ron en televisión lo que acon-tecía en Nueva York y Was-hington. Fueron a sus casas y se encerraron con llave. Al día siguiente fueron a la guerra. Los españoles supieron de un nuevo acto de terrorismo en su país, sin precedentes en su historia. Españoles y euro-peos salieron a las calles a manifestarse contra el terror, y al día siguiente los españoles acudieron a votar a las elec-ciones legislativas generales y cambiaron el gobierno de su país».

El nuevo gobierno español, elegido democráticamente por el pueblo soberano el 11 de marzo de 2004, en su primer mes de gobierno decidió reti-rar las tropas españolas que participaban en una guerra ilegal en lrak, fuera del man-dato de Naciones Unidas, y

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proceder con ello a dar res-puesta al principio de legali-dad internacional y a la volun-tad de los españoles que en torno a un 93% de su pobla-ción se opuso a la invasión de lrak en el año 2003.

Las personas: la conculcación de los derechos humanos

La incorporación de ele-mentos discriminatorios como la raza, origen y credo han su-puesto elementos distorsio-nantes en la administración pública y en el ejercicio de las labores de seguridad y policía en Estados Unidos y Europa tras los atentados del 11 de septiembre.

Han sido múltiples los foros que se han hecho eco de la preocupación por la situación de vulneración de los dere-chos humanos tras el 11 de septiembre. Desde organis-mos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA), cuya Co-misión lnteramericana ha soli-citado con denuedo la visita a la base de Guantánamo y la posibilidad de conversar con los detenidos, se ha protesta-do y afirmado la continua vio-lación de derechos fundamen-tales de los prisioneros bajo el derecho internacional.

De igual manera, Naciones Unidas y su Comisión de De-rechos Humanos, presentó en febrero 2005, el informe Pro-tección de Derechos Huma-nos y medidas contra el terro-rismo del Relator indepen-

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diente, el estadounidense Ro-bert K. Goldman. En dicho in-forme, Goldman afirma con-tundentemente que la crea-ción artificial y la construcción ad hoc de la categoría de combatientes enemigos asig-nada a los detenidos de Guantánamo no puede, de acuerdo con las Convencio-nes de Ginebra de Derecho internacional Humanitario, abstraer de la aplicación de dichas disposiciones interna-cionales. Además, la lucha contra el terrorismo no puede en modo alguno, en un Esta-do de Derecho, menoscabar las libertades fundamentales y el principio de legalidad, la obligatoriedad de un trato hu-mano y digno, sin abusos ni torturas de los prisioneros, la inderogabilidad del principio de no reenvío a los detenidos a destinos donde su integri-dad y seguridad personal pue-den estar amenazadas (princi-pio de non refoulement), el principio de habeas corpus, el principio de no discriminación, y los derechos de los niños como Omar Khadr, quien en el momento en que fue dete-nido tenía quince años y lleva seis años recluido, cuatro de ellos en Guantánamo.

Las convenciones de Gine-bra prevén que todas las per-sonas presas en el campo de batalla deben ser tratadas co-mo prisioneros de guerra, de acuerdo con la 111 Convención de Ginebra. Los prisioneros de guerra tienen derecho a un trato idéntico al de las fuerzas armadas del país que les ha hecho presos. Si hay duda so-

bre el estatuto de la persona, de acuerdo con las Conven-ciones, un tribunal debe deci-dir sobre la condición jurídica del prisionero. Si éste rechaza la calidad de prisionero de guerra, los detenidos disfrutan de las protecciones de la IV Convención de Ginebra que se ocupa de los civiles deteni-dos en el marco de un conflic-to. Si los civiles no tienen de-recho al trato de los prisione-ros de guerra, está en cambio formalmente prohibido por es-ta misma IV Convención des-plazarles del lugar de su arresto, por ejemplo, para de-portarles de Afganistán a Guantánamo.

En febrero de 2006, el Co-mité de Derechos Humanos de Naciones Unidas presentó el informe elaborado por cinco expertos independientes sobre La situación de los detenidos en Guantánamo, donde se volvieron a afirmar las viola-ciones del derecho internacio-nal humanitario, además de la situación de tortura de los de-tenidos por la variadas técni-cas de detención, aislamiento y régimen penitenciario, así como la creación de un limbo jurídico legal donde las perso-nas detenidas son ajenas a la existencia de un sistema legal que pueda amparar sus pre-tensiones de defensa.

Afortunadamente , el siste-ma jurídico norteamericano y los principios que ilustran el funcionamiento de los pode-res del Estado de una demo-cracia ha ido progresivamen-te "reorientando" la situación

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de los detenidos desde que llegaron en enero de 2002 a Guantánamo. Como conse-cuencia del fallo del Tribunal Supremo en el caso Rasul versus Bus, en junio de 2004, el alto Ttribunal reconoció por primera vez el derecho de habeas corpus de los deteni-dos en Guantánamo y la ad-ministración Bush se vio obli-gada a aprobar la Ley de Tra-to de Prisioneros (DTA De-tention Treatment Act) en di-ciembre de 2005, así como la Ley de Comisiones Militares (Military Commision Act) en diciembre de 2006. Posterior-mente, el Tribunal Supremo, en junio de 2008 en su fallo sobre Guantánamo Boume-diene versus Bush, volvió a reconocer el derecho de ha-beas corpus.

Los derechos de los otros

Una de las definiciones más clarividentes de los derechos humanos es la ideada por En-manuel Kant, derivada de su máxima de ciudadanía univer-sal. Los derechos humanos son "los derechos de los otros ". Este principio aparece como el frontispicio de las re-laciones internacionales des-de el fin de la segunda guerra mundial y, en especial, desde la caída del muro de Berlín, los derechos humanos deja-ron de ser "asunto interno" de los Estados; se creó el Tribu-nal Penal Internacional de Na-ciones Unidas (Estatuto de Roma) y complementariamen-te, se desarrolló, por parte de

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la Audiencia Nacional y el Tri-bunal Supremo de España, el principio de jurisdicción uni-versal en la comisión de deli-tos de lesa humanidad, tortu-ras y terrorismo.

La mención de la situación de los derechos humanos tras el 11 de septiembre de 2001 ha postergado, una vez más, en un segundo plano los dere-chos humanos más allá del mundo desarrollado de occi-dente, Europa y Estados Uni-dos. La situación de lrak, Af-ganistán, África y Oriente Me-dio reclama la empatía de una comunidad internacional cen-trada en compartimentos es-tancos relativos a su geogra-fía y su riqueza. Los atenta-dos del 11 -S de 2001 han servido para llamar la aten-ción sobre otras violaciones de derechos humanos deriva-das de la lógica de la guerra fría y apoyo a regímenes de carácter autoritario como el golpe de Estado de Pinochet el 11 de septiembre de 1973, apoyado por Henry Kissinger o la ayuda a la contra Nicara-güense, o la relación con los regímenes totalitarios de Oriente Próximo, del Maghreb y el Marshak.

Recuerda Mario Benedetti que el tercer mundo es uno los peores eufemismos utiliza-dos en las relaciones interna-cionales, pues es una zona geográfica, primera en núme-ro de habitantes, de un plane-ta cuya primera realidad es la pobreza, de modo que "el ter-cer mundo es la primera reali-dad del Planeta".

Son esas zonas constantes de pobreza y zona cero peren-ne donde los derechos huma-nos, tras el 11-S, fueron de nuevo relegados para atender las situaciones de seguridad, crisis financiera internacional e inestabilidad. Ismael Serrano reclama una sensibilidad nue-va hacia las Zonas Cero pe-rennes del planeta tierra, ante-riores al 11 de septiembre.

"Que pena que no sepas re-partir tu piedad.

También que cada herida en la piel de este planeta es una Zona Cero que llorar. (. . .)

Y abres otra herida repitien-do el mismo error.

La Zona Cero extiende sus manchas hacia el sur.

Y no hay septiembres ni la-mentos para esta tierra aguje-reada por el fuego."

El conflicto palestino-israelí, el más longevo de las relacio-nes internacionales de la post-guerra ha sufrido tras el 11 de septiembre y la invasión del Líbano por Israel, la agrava-ción más importante de los derechos fundamentales en la zona de los últimos años. Co-mo señala Michel Tiger5 en su obra Thinking about terrorism los métodos desplegados du-rante la guerra contra el terro-rismo y por la OTAN en Koso-vo tres años antes, represen-tan terribles precedentes para futuras víctimas.

Con ocasión de las críticas vertidas contra el primer mi-nistro Ehud Olmert por los asesinatos selectivos contra Hezbollah y el uso de bombas

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de racimo, éste afirmó que los países europeos y Estados Unidos no debían "sermone-ar" a Israel, teniendo presente que la OTAN había asesinado a 1 0.000 civiles, por no men-cionar la situación de bajas ci-viles en Afganistán e lrak, causadas directa o indirecta-mente por Estados Unidos.

Las sombras y la nueva luz: a modo de conclusión

Victor Kemplerer reflexiona en su libro El lenguaje del Ter-cer Reich, que una de las pri-meras víctimas de la guerra y en las limitaciones de libertad, es el lenguaje y la manipula-ción del mismo con fines polí-ticos. Kemplerer, catedrático de Filología alemana, fue to-mando nota del lenguaje de-formado del 111 Reich. Uno se sorprende de muchas analo-gías lingüísticas de las dicta-duras: el destino común de la comunidad en una cosmovi-sión, el heroísmo, el rapto de los términos patria y bandera, el esfuerzo final, el destino fi-nal, el cetro de la historia co-mún, etc La Administración de G.W. Bush, bajo la amenaza de una sombra alargada de terrorismo, permitió cuajar una nueva terminología con la creación de un Ministerio de la Seguridad de la Patria (Ho-meland Security Department), la existencia de héroes por doquier, siempre y cuando es-tén del lado adecuado, las constantes máximas alertas y los sacrificios por la libertad de los fallecidos en lrak y Af-ganistan.

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Peter Brooks, profesor de Vale y responsable del pro-yecto de The ethics of Rea-ding afirma que en el Memo-rando sobre Tortura elaborado por Jay Bybee y John Yoo, -texto utilizado como arma-zón legal de la Administración Bush para el desarrollo de técnicas de tortura en Guantá-namo en febrero de 2002, se puede inferir la articulación de una falta de respeto a la esen-cia del Estado de Derecho y a las libertades públicas y una alteración de la semántica y uso del lenguaje con fines po-líticos y al margen de un siste-ma democrático. Igualmente, Coetzee en su libro Diario de un mal año, lamenta cómo el uso del lenguaje por parte de los gobiernos australiano, bri-tánico, ruso y estadounidense ha pervertido y vaciado de contenido parte del vocabula-rio de vida cívica

Un nuevo lenguaje y espe-ranza, la llamada a la reinven-ción de lo común y valores in-tegradores acaban de llegar al gran imperio americano; Ba-rak Obama y su lema de cam-paña, "Podemos creer en el cambio. Sí podemos." (Belie-ve in change. Yes we can) ha llevado a la Presidencia de Estados Unidos a un político comprometido con los dere-chos humanos en su condi-ción de miembro de una mino-ría en Estados Unidos con un largo historial en la búsqueda del fin de la segregación racial y por su compromiso político y ético en la mejora del bienes-tar y el respeto de los indivi-duos. Es un signo en positivo

-el tiempo podrá desdecir-nos- que las violaciones de derechos humanos post 11-S, en ciertos aspectos, se corre-girán y orientarán de un modo que no se ponga en riesgo la seguridad, pero se pueda sa-tisfacer la garantía de las li-bertades públicas.

La buena noticia, como se-ñala Egon Gutman, profesor emérito de American Univer-sity, es que quizás esto mues-tra que lo acontecido en los últimos siete años describe un cuadro de síntomas de dete-rioro y conculcación de princi-pios democráticos, pero que no permite hablar de un pro-blema estructural irresoluble, y que una nueva política, un nuevo derecho puede atender estas deficiencia.

Es cierto, hay motivos pare el cambio y signos reales de que está aconteciendo el re-torno hacia los ideales demo-cráticos y un mayor respeto de los derechos fundamenta-les. Ese cambio también se teatralizó el pasado día 7 de noviembre de 2008 cuando compareció el coronel Morris Davis en la Comisión lnter-americana de Derechos Hu-manos en la sesión dedicada al "Seguimiento de medidas cautelares impuesta por la Comisión contra Estados Uni-dos", en el caso del detenido en Guantánamo Djamel Ame-ziani. Morris Davis era el Fis-cal Jefe de las Comisiones Militares de Guantánamo y responsable de los procedi-mientos contra los detenidos en la base naval. Acudió a la

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Joaquín González lbáñez

Comisión lnteramericana en calidad de testigo invitado por la acusación (Oficina de Asis-tencia Jurídica de Derechos Humanos de Washington Co-llege of Law y CEGIL-Centro por la Justicia y el Derecho In-ternacional) contra Estados Unidos.

Sus primeras palabras fue-ron de condena para los pro-cedimientos políticos de Guantánamo y comparó los juicios con la ficción del pro-cedimiento y ejecución de los saboteadores nazis en 1942. Dimitió el 4 de octubre de 2008 ante la imposibilidad de realizar procesos con las mí-nimas garantías, por la políti-ca de la Fiscalía en ocultar pruebas que absolvían a los detenidos y, en particular, por-que la Comisión era un simple tribunal político. Morris Davis dimitió tras recibir la admoni-ción de que de su trabajo se esperaban sentencias y no absoluciones, en ningún caso de los detenidos en Guantá-namo, como señaló el New York Time, el 7 de agosto de 2008 con el titular Guilty as ordered (Culpable tal como se ordenó).

Precisamente ésa es la ola que, probablemente, recorrerá la Administración Obama y su visión inspirada de nuevo en sus orígenes constitucionales de libertad, respecto del Esta-do de Derecho y responsabili-dad internacional. Su principal desafío consiste en retomar la mejor tradición internaciona-lista norteamericana, la situa-ción de lrak tras una invasión

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contraria al derecho interna-cional y la retirada de tropas y auspiciar la adopción de un mayor número de medidas unilaterales y ratificar los tra-tados pendientes en materia de derechos humanos y am-biental.

Estados Unidos sigue sien-do todavía el principal recep-tor de inmigración del mundo. Uno de cada cinco emigrantes legales del mundo reside en Estados Unidos; desde 1975 a 2007 más de dos millones seiscientas mil personas hu-yendo de persecución y po-breza, fueron admitidos como refugiados en Estados Uni-dos6. Sigue siendo la demo-cracia más dinámica del mun-do, con un sistema judicial que ejerce un control efectivo sobre el ejecutivo (difícil ima-ginar en Europa un procedi-miento viable de impeach-ment contra un Jefe de Esta-do con poderes ejecutivos) y una sociedad del conocimien-to que se articula en centros intelectuales y críticos con quien ejerce el poder. El post 11-S tuvo objetivamente otras muchas consecuencias y efectos en el modelo demo-crático de Estados Unidos y de Europa, si bien podemos señalarlas como síntomas, no como deterioro estructural del sistema, y la elección del Pre-sidente Barack Obama ha mostrado un firme compromi-so en la recuperación del lide-razgo y legitimidad internacio-nal, lo que implica un nuevo tratamiento en estos aspectos fundamentales de la dignidad y trato a las personas, incluso

los supuestos imputados de la comisión de actos terroristas.

La elección de Barack Oba-ma es el resultado de una nueva dinámica de la socie-dad civil en Estados Unidos y la petición cívica de una nue-va manera de entender sus responsabilidades internacio-nales, entre ellas su rol de de-fensor de los derechos huma-nos , dentro y fuera de sus fronteras.

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Notas 1 Washingon College of Law de

American University es un centro académico paradigmático; por se-ñalar algunos datos, la Human Right Clinical Program de WCL, con su director Richard Wilson, defiende a varios detenidos en Guantánamo y un relevante nú-mero de sus profesores son o han sido comisionados en diversos or-ganismos de derechos humano y como relatores de Naciones Uni-das en cuestiones vinculadas a derechos humanos. Su decano

Claudia Grossman, es el actual president del Comité contra la Tortura de Naciones Unidas.

2 Ver en CHOMSKY, NOAM, 11 S, Open Media Book, 2001 y del mismo autor Understanding Po-wer: The indispensable Chomsky, New York, Schoeffel Editor, The New Press, 2002.

3 Véase el fallo del Magistrado Sullivan «Case no: T1 /2006/9502. In the Supreme Court of Judicatu-re Court of Appeal (civil division) on appeal from the High Court of Justice Queen's Bench Division (Administrative Court) in the mat-ter of The Prevention of Terrorism Act 2005 Mr Justice Sullivan>>.

4 Ver González lbáñez, Jea-quin, "El Jardín Árabe y la Zona Cero", Derecho a la educación y ciudadanía democrática. El dere-cho a la educación como desarro-llo constitucional del pensamiento republicano cívico, Gustavo lbá-ñez Ediciones Jurídicas, Bogotá, 2007, p. 615 y SS.

5 Tiger, M., Thinking about te-rrorism, (ABA)American Bar Asso-ciation, Washington 2007, p. IX.

6 Ver la declaración de W. Lewis Amselem el 7 de noviembre de 2007 ante la Comisión lnter Ameri-cana de Derechos Humanos de la Organización de Estados America-nos, "Problemas de debido proce-so en la aplicación de políticas de detención y deportación de inmi-grantes en Estados Unidos".

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