El Paleolítico superior inicial en el País Vasco. Historia de las investigaciones

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EL pALEoúrtco sapERIoR INICIAL EN EL pr,Ís v¿,sco.HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES.

Álvaro Anizabalaga & M" José lriarte

199s

EL pALEoLiTICo supERroR INICIAL EN nr, p¡Ís vAsco.HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES

Alvaro ARRIZAB ALAGAÁrea de P¡ehistoria Univ. del País Vuco.Mmía José IRIARTESociciedad de Ciencias Ara¡zadi, San Sebastián.

RESUMEN

En este lrab¿jo se detalla el desanollo de las investiBaciones sobrc Paleolítico superior inicial enel País Vasco (ContineDtal y PeniÍsular), desde finales del siglo pasado hasta la elabor¿ción det ¿riiculo.T¡as un¿s décadás de escasos avances en el tema, desde mediados de los aÍos 80 se vienen inco¡po¡andonovedades c¡ecicntes (publicación de Ekain, amalda y catzafria, excavació¡ de Aitztritarte III y LatrekoKobá" etc.). También s€ ha regislrado un importante avance en dat?ciones ̂ bsolutás y analisis de o¡denambiental y eoonómico.

REsUMÉ

Cel article présenle les recherches eflectuées sur le Paléolithique supérieur inilial da¡s le PaysBasque (frangais et espagnol) depüis l¿fur du siécle demierjusqu'¿ l'élaboration de cet article. Aprés unepé¡iode peu produotive dans ce domaine, au cours des années 80, un renouvear¡ a li€u oes demi¿res an-nées avec les publications d'Bkain, Amalda €t catzania et la fouille de Aitzbila¡t€ III et Labeko Koba. Deplus, un importanl progrés a été fait au niveau des dates absolutes et des analyses paléoenv¡ronnementaleset économiques.

Palabras Clave: Castelpenoniense, Anriñaciense, c¡avetiense, Paleolítico supoerior, País Vasco, liri-neos, ,

Nlots clefs: C¿stelpe¡ronien, Aurignacien, G¡avettien, Paléolithique supérieur, Pays Basque,Pyrénées.

1. Introducción.Constituye un desafío el intentar sintetizar

bajo este títu1o e1 desarrollo cronológico y cultu-m1 de las cultuas del Paleolítico Superior inicialen el marco del País Vasco. Aunque de hecho, lahistoriografia sobre e1 tema se refie¡e constante-mente al paradigma del SW francés, 1as sucesi-v¡s reflexioncs sobre el P¡leolitico superior ini-cial cantábrico soslayan una evidencia geognifi-ca: si el modelo cantábrico es una adaptación delperigordino, el flujo de nuevos impulsos cullura-les, técnicos y compofamentales debe circula¡forzosanente por e1 País Vasco. A caballo entreanüas vertientes del Pirineo Occidertal, esteárea conecta físicamente zonas de tanta signifi-cación prehistórica como Aquitalia, los PirineosOccidentales y Centrales, la Comisa Cantábrica,la Meseta Norte y el Valle del Ebro.

El est¿do actual de la investigación sobre estelenn sul¡e dc cierlas crrerrcias que conr ietre in-dicar previamente. En primer término, a dife-rencia de 1o que ocurre con el Solutrense o elmagdaleniense, el sistema de referenles colTes-pondiente al Audñaciense, Auriñaco,? erigor-diense o Cast€lDerroniense/Auriñaciense/Grave-

tiense no queda relatiyamente fliado a principiosde este siglo. Es más, no puede ser aüt lmiver-salmente establecido, de un modo preciso, másallá de la opción entre alguno de los tres mode-los propuestos (uni, bi o polihlético). Por otraparte, los criterios enpleados para establecer eltrársito desde el Paleolítico Medio al Superi.or(tecnológicos, artropológicos, culturales,...) sevienen revelando últimamente como relativos ydiscutibles en su coniurto. Otras limilaciolesque afectar a nuestro interés por establecer estasírtesis son más propias de 1a rnuestra estudiada,cor11o la dificult¿d de poner en rel¿ción el desa-rrollo de la investigación a ambos lados de losPirineos o los problemas específicos de algunosdepósitos a describir (excavaciones antiguas, re-cogidas de material descontextualizadas, ausen-cia de analíticas paleoanbientales o de cronolo-gía absoluta, etc.).

A partir de un estudio sosegado de los distin-tos criterios empleados para sistematiza¡ y des-cribir las cultums comprendidas entre el fil]al delMustedense y el principio del Solutrense cantá-brico, nos inclinaruos a apoyamos básicamenleen aquellos restos que aportar la mayoría de las

1 0ÁLVARo ARRTzABALAGA - ¡itARíA JosÉ tR|ARTE

evidencias durarte las cronologías paleolíticas:la industria liticr. Segun nuestra propja er?e-riencia, el desarrollo cultural entre e1 Musterien-se y el Solutrense puede detalla.rse a pafir delaniálisis de1 proceso técnico escalonado que daráorigen al Leptolítico.

2. Las investigaciones de campo en el PaisVasco.

Las investigaciones de campo sobre el Pa-leolítico superior inicial conocen un desarrollodesigual a lo largo de nuestro siglo. A decir ver-dad, los estudios sobrc este tema se remontan alúltino tercio de1 siglo pasado, con las actiüda-des de diversos investigadores del País VascoContinental, como DéÍoyat, e1 Abbé Vidal, Da-guin o Darricarrére. Las poco sistematizadas re-ferencias de los yacimientos que fueron descu'bdendo son recogidas sucesivanente por Passe-mard (1924) y Chauchat (1968), que puedenaprovechar parcialmente los corespondientesdatos. Tambi.én a finales de1 siglo XIX se remon-tan las púrneras investigaciones en el complejoklrstico del Land¿rtaso (Errenteria, Gipuzkoa),fundamentalmenle en Aitzbitarte IV: en 1892 elConile de Lersundi, en 1896 y 1901 P.M Soralu-ce, en 1902 G. de Repiáraz y P.M. Soraluce y en1906 E. Rolondo protagonizarán sucesivrs exca-vaciones, no demasiado provechosas para la re-consÍncción actual de1 depósito (Bariandadn, I.,1988). Otro hito dig¡o de destaca¡ es el descu-brimiento fortuito, en 1895, del yacimiento deIshrfitz (Saint-Marlin-d'Arbéroue, Baja Navarra),cuya excavación por parte de distintos equiposjalonará la primera mitad de r esÍo siglo.

En relación al tema que nos ocupa, es de se-ñalar e1 hallazgo por L. Sierra, en 1904, de1 pri-mer grabado rupestre del conjmto de Venta La-perra (Carranza, Bizkaia), que viene atribuyén-dose por crilerios estilisticos a cronologías gra-vetienses (Beltritn, A., 1971). Dentro de 10 qu€repetidamente se ha denoninado "la etapa de lospioleros de la investigación arqueológica vasca"(Bararrdiariin, I., L96'7), arterior a 1916, debeconsignarse también el descubrimiento y recogl-da de materiales residuales de1 sitio de Lezla(Sara, Laburdi) y el inicio de 1os trabajos de Pas-semard en el yacimiento de Isturitz (1913-1923).

En 1916 se abr€ una nueva etapa en la inves-tigación arqueológica vasca, de consolidación degnrpos de trabaio e investigaciones desarrolladascon una metodología plenamente científica: lostrabajos de E. Passemard en el Depa¡tamento dePyrénées Atlantiques (Basses Plrénées en 1a fe-cha) y 1a constitución del equipo de T. de Aral-zadi, J.M. de BarandiariLn y E. de Egüren, traba-

jando desde 1918 en €l yacimiento de Sadima-miñe. Esta etapa, truncada por la Guerra Civil yla Segrmda Guerra Mrmdial en 1os iírnbitos pe-ninsular y continental respectivamente, se carac-lefjrza pof la excavación de numerosos depósitos(principalmente en cuevas) corr€spondientes acronologías paleolilicas, algunos de los cualesincluíal niveles de nuestro interés: Santimamiñe( 1 9 1 8-1 926), Bolinkoba (1932-1933), Verta La-pena (1931), Polvorín (1931), Atxurra (1934-i935) y Lumentxa en Bizkaia; Urtiaga (1928-1936) en Gipuzko¿ (hay que registrar además eldescubrimiento de los depósitos de Amalda yLezetxiki): en e1 País Vasco continenlal, los tra-bajos de E. Passemard en el abrigo de Olha I eIstüritz se ven prolongados por la nueva excava-ción por R. de Saint-Périer en lsturitz (1928-193 5) .

En términos generales, la valoración que ca-be establecer de esta etapa, a uno y otro lado delos Pirineos, resulta bastante positiva: llama laatención, en particular en e1 País Vasco peninsu-lar, el grado de conexión con netodologias ysistemáticas aÍn en discusión en las escuelasfrancesas contemporáners. Las memorils corres-pondientes incluyel interesante información de

. orden etnogrilfico y detalles sobre la adscripciónde materiales faunísticos y afiropológicos (enparalelo con las industrias). Los elenentos recu-perados contemplat infonnaciones de su ubica-ción espacial, no sólo por unidad estratigúfica,sino también por zona del yacimiento y profun-ditlad absoLuta, en un plarteamiento prematurorespecto a 1o habitual entre los prehistoriadorescoetrneos. Adenrás, se incluye sulic¡ente ntJle-rial griáfco (fundam.entalmente, materiales ycortes estratigr¡ificos) para apoyar la interpreta-ción cultural y cronológica del depósito y elabo-Tlr rma primera aprorimrción leórica a su con-tenido.

Las contiendas de 1936-39 y de 1939-45abrieron en sus respectivos ánbitos sendos pa-réntesis de forzada inactividad investigadora.Excepción hecha de 1a poco afortunada inter-vención de1 Marqués de Loriara sobre 1os mate-riales excavados por T. de Arauadi y J.M. deBarandiaráLn en Bolinkoba (Loriana, Marqués de,1941) y de la no nenos desgraciada destrucciólpor parte de ma canterá de Olazagutia (Navarra)del que debió de ser el extraordinar:io yacimientode Coscobilo, 1os aios 40 resultan prácticamenteestériles para 1a investigación del Paleolítico Su-perior inicial en el Pais Vasco.

Será a paftft de 1950, con las actividades deG. Laplace y P. Boucher en el País Vasco conti-nental y, sobre todo, desde e1 retorno en 1953 de

1 1EL pALEoLíTtco supERloR tNtctAL EN EL pAis vAsco. HtsroRtA DE LAs tNVEST|cActoNEs

J.M. de Ba¡andiariiLn desde su exilio a las tareasde campo en el Pais Vasco peninsular, cuandopodemos dar por iniciada una nueva etapa en lainvestigación preliistórica vasca, que se cerraríaen tomo a 1973. Cancterizan a esta fase de tra-baio la continuación de los trabajos en el prmtoque se celTatan en el pasado: en Gipuzkoa, seconcluye la excavación de Ufiaga (1954-1959) yse ejecuta una actuación de salvamento sobre untestigo exiguo de Aitzbitarre IV (1960-1964), altiempo que se abren sucesivamente los yacimien-tos de Lezetxiki (1956-1968), Ekain (1969-1975)v Usategi (1971 y 19'73); en Bizkaia tienen lugatdistintas prospecciones y sondeos en e1 ¿ieacostera de Kurtzia y se desarrollan sucesivascanpañas de salvamento (1960-1962) sobre unpequeño testigo de Santimamifre que amenazabacon desplomarse.

En el norte del País Vasco, en 1952 se culni!na la publicación por parte de los Saint-Périer desus hallazgos en Isturitz y desde l96l G. Laplaceabordará la fase definitiv¿ de trabajos en el sitioclave de Gatza¡ria. Si G. Laplace se dedica pre-ferentemente a 1os territorios de Zuberoa y BaiaNavarra, las actividades en el Laburdi son di-nanizadas, desde 1964, por C. Chauchat, quedesarolla ura encomiable labor de revisión delos datos dispersos proporcionados por prospec-tores, incrementando de fo¡ma notable el maDade certiludes. al tienrpo que desechrba casi de-finitivamente aquellas informaciones inrposiblesde contextualizar. Para las cronologías aqui ex-pueslas, cabe destacar en particular dos de susactuaciones que los aportal datos de los depósi-tos excavados en Le Baslé (1966) y Chabiague I( 196'7\.

Desdc 1973, en que J.M. de Baratdiar¿inabandona los trabajos de Ekain y culmina la ex-cavación de Usategi, hasta la actualidad, pode-mos establecer una última fase historiogr:ífica,caracterizada en ambas vertienles del Pais por laproliferación de equipos y grupos de trabajo (enel sur, a pafir de los propios discípulos de J.M.de Barandiariín), que prótagorúzaritn diversasactr¡aciones. Desde mediados de los años 80. vansurgiendo nuevos nombrcs entre los autores detrabajos de campo y ensayos de investigación,corno detallaremos más adelante. Por la pafeque a]lora nos interesa, entre los principales 1'a-cimientos excavados o en curso de excavacióndurante estas dos décadas de trabajo hay que se-ñalar Anralda (1979-1984), Labeko Koba (1987-1988) y Aitzbitarte III (1985 en adelante) en ci-puzkoa, Mugarduia Sur (1987) en Navarra yAzkonzilo (1989 er adelante) en la Baia Nava-ITA.

3, La evidencia arqueológica. L0s yacimientos.

No todos los depósitos melcionados aportanel mismo grado de información a una eventualsintesis sobre el Paleolí1ico Superior inicial. parasu clasifrcación hemos atendido a cómo curnpli-mentan algunos crite¡ios simples, que quedal je-rarquizados del sigrü€nte modo: en primer lugar,poseen mayor trascendencia aquellos depósitosque presentat ura estratigrafía poco conflictiva,con fases sucesivas bien identificables (mate-riales abundartes y "característicos"); la super-posición de varios niveles correspondientes a lacronología que nos interesa representa un segl]n-do criterio de jerarquización; las condiciones deregistro de materiales (ubicación espacial demateriales, referencia a unidades menores de ex-cavación, condiciones de publicación, disponibi-lidad de material gráfico, etc.), generalmente pa-ralelas a la etapa de excavación del yacimiento,constituyen un nueyo criterio, a superponer a losarteriores. Finalnente, la realización de los co-rrespondientes análisis paleoambientales, eco-nómícos y de cronologia absoluta, apoya muchola alta valoración de ur yacinienlo en su esc¿lade inportancia.

Hemos distinguido tres niveles distintos desigdficación entre los yacimientos a describi¡.En el primer nivel sólo c¿be incluir aquellos ya-cimientos que curnplen parcial o totalmente to-das las condiciones expuest¿s. Cabría incluir ene1 mismo a los yacimientos guipuzcoanos deLezetxiki, Amalda, Labeko Koba I' AitzbitarteIII, así como los vasco continentales de Isturitz(con precaución) y Gatzarria. Con cierto nivel deincumplimiento de lo anteriormente indic¿doconlamos con los dalos de Mugarduia Sur (nivelúníco), en Navarra: Bolinkoba, Santimamiñe yPolvorín (registro antiguo y ausencia de aralíti-cas modemas), en Bizkaia; Chabiague I (nivelúnico) y Le Basté (natedales algo escasos), enLaburdi: en Bria N¡\ urra, h exc¡vación en crLr-so sobre Azkonzilo tan sólo ha localizado unposible nivel denl¡o de las cronologías aquí de-talladas (con el hallazgo de algún buril de Noai-lles). Por su grado de deterioro, escasez de n.ra-teriales o conJlictividad estntigr¿ifica hemosclasificado en un tercer nivel los restos corres-pondientes a los niveles de esas cronologías enEkain, Usategi y Ailzbitarte IV, en Gipuzkoa;Venta Laperra o Kurtzia, en Bizkaia; Coscobilo.en Navarra: Lezia. en Laburdi.

El resto de las menciones relativas a materia-les o niveles de cronología Castelperroniense,Aurifraciense o Gravetiense, en el co[iunto delPaís Vasco, plart€a graves problenas de identi-ficación o adopción. En algunos casos procede

12ÁLVARo ARRTzABALAGA - MARíA JosÉ IRIARTE

de posibles confusiones a la hora de la publica-cióI de memorias (quizás, Lumenlxa), y en otrosde hipótesis estratigráf1cas pnrdentem€nte ex-puestas por el autor de 1a excavación (ta1 vez,Urtiaga). No laltan lampoco algünas lecturas de-rivadas de un concepto exagerado de "fósil

guia", hoy matizables (asi, el supuesto Grave-tiense con Noailles de Atxurra o Ermittia). Porúltimo, aquellos casos provenientes casi exclusi-vanente de recogidas a1 aire libre, flndamen-talmente del Pais Vasco continental (Saint-Pée,

Villefranche, Ahetze, Bidart, Bidache, C¿me oLabastide-Villefranche, entre otros), nos resullancasi totalmente desconocidos, por lo que prefe-rinros una prudente salvaguarda hacia su posiblesignificación.

En la Fig.1 efectüamos la distribución de es-tas evidencias según un criterio geográfrco:Lez€txiki. Amalda. Labeko Koba, Aitzbilarte III,

A.-Isturitz (St.-Martin-d'Arberoue, BajaNavara).

Por la trascendencia de su esfialigrafia, ma-

teriales y diversidad de trabajos desarrollados en

ella, se trata de un yacimiento ernblemático para

el conocimiento del Paleolítico vasco. Las prin-

cipales investigaciones de carnpo en Ishrritz,

Aitzbitarte IV, Usategi y Ekain, en Gipuzkoa (7referencias): Bolinkoba, Sa¡rtirnamiñe, Polvorín,Venta Laperra y Kurtzia, en Bizkaia (5); Mugar-duia Sur y Coscobilo, en Navarra (2); ChabiagueI, Le Basté y Lezia, en Laburdi (3): Isturitz yAzkonzilo, en Baja Navara (2); Galzarria, enZuberoa (1). Hacen un total de 20 referencias, de ruy distinto valor cientíhco.

El planteamiento elegido para este trabajo r.topermite extenilerse demasiado en la descripciónde las estntigafías de los yacimientos y losproblemas que plantean. Por ello, sólo ha¡emosula breve mención de las cronologías represen-tadas, así corno de la bibliog¡afía principal sobreel mismo. A estos efectos, dos presentaciones deconjürto imprescindibles para acercarse al temason algunos trabajos recientes de 1. Barandia¡¿il(1980, 1988) .

Fro.: 1 . Maoa de drspers¡ón de evidenclas. 1 .- Galzaria,2.- Azkonkilo, 3.- lsturiz; 4.- Lezia, 5 - Le Baste; 6 - Cha-

liJ""", i-'Átiuit"¡.tl, lll v lV; 8; Amaldai 9.- Ekain; 10 - Usategi; 11 - Lezetxiki; 12 - Labeko Koba; l3 - Mugarduia

su;1¡.- Coscobil lo: '15.- Bohnkoba; 16 - Santimamiñe; 17 - Kurtzia; 18 - Polvorfn y Venta Laperra'

como ya se ha indicado, se desarrollaron porparte de dos equipos distintos: el de E. Passe-mard (1913-1923) y el de R. y S de Sain¡Périer(1928-1948). Ambos gmpos de trabajo excava-ron en los dos /ocas principales de la red de ga-1e¡ias: la Gran Sala (o Sala Isturitz) y la Sala SanMartín. En la relación de trabajos expuestos en-

1 3EL pALEoLíTIco supERtoR tNtctAL EN EL pAís vAsco. HtsToRtA DE LAS INVESIGAcIoNES

tre la blbliografía encontramos las correspon-dientes rnenorias (Passemard, 8., 1924, 1944',Saint-Périer, R. & S., 1952). Passemard empleóletras pala clasificar sus unidades estratigr¿ificas,en tanto que los Saint-Périer emplearon notaciónde núne¡os romanos (en la Sala San Martín, pre-cedidos de una "S" para diferencim ambas se-cuencias). Ténga$e en cuenta los conflictos qreoriginó en la literatura científica de los años 30 y40 la propuesta de Peyrony en relación a la susti-tución de las fases iniclal y final del Auriñacien-se de Breuil por una serie correlativa del Peri-gordiense.

Los niyeles que nos interesan en este caso selocalizan en ambas salas. La correlación entrelas seriaciones de Passemard y los Saint-Périe¡ esde Delporte (1974). En la Sala de Isruritz, deabaio a arriba, abre la secuencia féfil el nivel Vo A (Auriñaciense medio para 1os Saint-Périer;Auriñaciense para Passemard). Tras in hiqtusestéril, se detecta el nivel IV o F3 (respectiva-mente Gmvetiense y Auriñaciense). Cerraldo lafase que nos interesa, el nivel III de los Sainl-Périer (Aurinaciense final) es equivalente al C(Auriñaciense) de Passenard. En 1¿ Sala SanMafiín, la esúatigafía resulta más sinrple, condos niveles, el SIII (Auriñaciense típico)/ A(Auriñaciense) y SII (Auriñaciense Medio)/ xy(Auriñaciense) separados entre si y de los infra ysuprayacente por diversos niveles estériles. Si lasdenominaciones adoptadas por los autores sonbastante opacas (algunas de ellas, hijas de laHistoriografía coet¡ínea), diversos autores harreinterpretado el yacimiento a través del rastreode útiles característicos en las láminas de lapublicación o el estudio completo de las colec'ciones (desde G. Laplace hasta las tesis inéditasde X. Esparza o J.A. Mujika, pasando por H.Delporte). A través de estas revisiones se haconcluido que puede existir rma ocupación Cas-telperroniense en la base de1 nivel SIII; rm Auri-ñaciense Típico (con puntas de base hendida) enel gnreso del SIII; m Auriñaciense evolucionado(SII/ xy en la Sala San Mafín y, quizás, V/ A de1a Gran Sala). El nivel IV/ FIII de la Gran Salatiere una clara adscripción a1 muldo gravetien-se, cor abundartísimos buriles de Noailles yazagayas estriadas (precisamente del tipo i.rtu-r¡tzense). El Aurifiaciense fina1 desüito en lamemoria de 1952 para el nlvel III de la GranSala parece ser atribuible, por Ír1timo, a ur Gra-vetiense final o Epigravetiense.

Diversos factores convergen en Isturitz paracolvertirlo en ur caso prácticamente irrepetiblea efectos d€l estudio de estas fases superopaleo-líticas en nuesfo ámbito: podemos considerarcasi arnbas salas como dos depósitos indepen-

dientes, cada uno de ellos con lma rica estrati-grafía, con abundarites y variados nateúales.Tan sólo es preciso recorda.r la existencia de másde 100 azagayas de base hendida en el SIII/ A ode 3400 brriles de Noailles y casi 150 azagayasisturi¿enses en el nivel IV/ FIII. Desgr.rciada-mente, la extensión e intensidad de las excava-ciones realiz¿das nos impide contar con un testi-go suflciente para abordar, en aios venideros, laclarificación de algunos aspectos conflictivos delos tmbajos dc Passemrrd y Slinl-Périer.

B.- Gatzarria (Suhare, Zuberoa).

La principal serie de trabajos en el lugar co-rresponde a la excavación de G. Laplace entre1961 y 1975. Hasta la revisión de las indusfiaspublicada en dístintos ámbitos por A. Saénz deBtnraga (1988 y l99l). lrs refereucirs principr-les correspondian a sendos trabajos del propioexcavador (Laplace, G., 1966a; 1966b). De abaioa arriba, os interesan en particular 1os siguiertesniveles: Cjn3 (Castelperroniense), Cin2 y Cjnl(Protoauriñacienses), Cbf (Auriñaciense tipico,con azagayas de base hendida), Cb (Auriñacien-se evolucionado) y Cbcs (Grar.etiense con buri-les de Noailles, aunque bastante pobre y conproblemas de determinación).

El principal problema de1 que adolecíaGatzaria era la dispersión de las referencias re-lativas al yacimiento y la ausencia de una sínte-sis que pusiera en orden los diversos rnaterialesobtenidos en el curso de su excavación. Aforlu-nadamente, la publicación de la Tesis Doctoralde A. Saénz de Buruaga (1991) supera esta defr-ciencir. cumdo menos pffa la secuencia supero-paleolitica del depósito.

C.-Lezetxiki (Arrasate, Gipuzkoa).

La publicación casi individualizada de c¿dauna de las doce campaias (1956-1968) protago-nizadas por J.M. de Barandiarfu en el yacimien-to complica ciertan€nte 1¿ consulta de sus resul-tados (Barandiarfui, J.M., 1960, 1963c, 1964b,1965b, 1965c; Barandianh, J.M. & Altuna, J.,1966, 196'7a, 1967b, 1970;. BariandiadrL J.M.;Bouche¡ P. & Femández Medrano, D., 1959;Bariandiarárl J.M. & Fem¿lLndez Medraro, D.,1957). Lezetxiki constiluye una de las secuenciasclave para la comprensión del des¿rrollo culturaldurante el Paleolítico medio y la transición haciael superior en el País Vasco y área cantábrica.Sus nueve metros de potencia estratigráfrca hanpermitido que 1os sucesivos rñeles féfiles seinterestatifrqusn habitualmente por unidades

ALVARO ARRIZABALAGA - I \TIARiA JOSE IRIARTE

estériles que los aíslan para su mejor identihca-ción.

Los niveles que más nos interesan de Leze-txiki comienzan en e1 seno del nivel IV. Lossubniveles IVc y IVc, probablemenle todavíaMusterienses, evidencian ya distintos rasgostmrsitivos que apuntar hacia la génesis de1Leptolítico. El nivel IIIa puede atribuirse a unAuriñaciense anliguo, en tanto que el nivel II en-caja bien con el Gravetiense.

Contamos con multiples análisis relativos aLezetxiki, así como algun datación absoluta (sereseñar en la bibliografia). En realidad, se trafadel primer ejemplo de planteamiento moderna-mente pluridisciplinar en el estudio de un yaci-rniento arqueológico que se puso en ma¡cha en elsur del País Vasco.

D.-Amalda (Zestoa, Gipuzkoa).

La cueva de Amalda ha sido recientementeexcavada por un equipo de la Sociedad de Clen-cias Aranzadi, bajo la dirección de J. Altuna. Lapublicación a la que nos referiremos es la me-moria-matriz, en la que se incluyen todos losestudios relativos a Amalda (Altula, J.; Baldeón,A. & Ma¡iezkunena, K., (eds.) 1990),

Dos son los niveles que nos resultar de sumointerés; el ivel \4, Gmvetiense con abundartesburiles de Noailles y el nivel V, en la memoriaoriginal Protomagdaleniense (aulque quizás re-sulte más prudente pensa¡ simplemente en uNnGravetiense fina1, paralelo al represenlado en elnivel III de la Gran Sala de Istüritz). Cabe recor-dar que los elementos que dal origen al téminoProtomagdaleniense (anbivalente, confuso yconflictivo) fueron la presencia de abundante in-dustria ósea y los primeros testimonios de aÍemnch le f io r rq t i r ¡n

E.- Labeko Koba (Arrasate, Gipuzkoa).

Excavado ertre 1987 y 1988 baio la direcciónde A. Arrizabalaga, este yacimiento está actual-mente en curso de estudio y publicación. Por elmomento, existen diferentes avances que eryo-nen parcialmente los resultados del tabajo(Anizabalaga, 4., 1989a, 1989b, 1991a, 1991b,1992).

Los tres melfos y medio de su máxima po-tencia estratigniflca corresponden a diversas fa-ses del Paleolítico Superior inicial. La secuencialiere su origen en un nivel IX, cuya base preserr-ta indicios chatelperronienses. El siguiente nivelbien representado es el VII, Protoauriñaciense.

El casi estéril nivel YI lo separa del V, Aüiña-ciense Antiguo con azagayas de base heldida. Elnivel IV corresponde a una ocupación posterior,posiblemente un Auriñaciense Artiguo evolrcionado. Los escasos restos localizados en el ni-vel III cierran la estratigrafia fértil, representan-do los niveles II y I las fases de colmatación fi-nal de la caYidad.

Justo bajo el clásico yacimiento de Aitzbitar-te IV se localiza el que viene siendo excavado,bajo la dirección de J. Altuna, desde 1985. Losfabajos en el yacimiento no han co cluido por elmomento, debido a lo cual 1ro se cuenta apenascon literatura sobre el mismo. Mención aparte delos resúmenes anuales publicados por el Gobier-no Vasco en l¿ serie Arkeoikuska desde 1981(tanrbién se pueden encontar en ella datos sobreolras actuaciones recientes), podemos consrüarla revista Ar anzadiana de 1a Sociedad de Cien-cias Aralzadi. Además, en 1992 se publicó unacita con diversas dataciones recientes de estacueva (Altuaa, J., 1992).

Resumiendo, los niveles V y \4 de Aitz¡itar-te III seríar de nuestro interés prioritario. Enprincipio, ambos parecen conesponder a un Gra-vetiense con abundantes buriles de Noailles, sibien cabe la posibilidad de que estén representa-dos momentos más avanzados en la secuenciadel Paleolítico superior.

G.-Mugarduia Sur (Urbasa, Navarra).

En i987, bajo la dirección de L Ba¡aldiarán,se procedió a la excavación de una superñcie re-ducida de este imporlante yacimienlo, atribuidoen principio al Gravetiense @arandianlq I.,1988b). Se tlata de un depósito al aire libre(carente en consecuencia de industria ósea), degran riquezr y un único nivel de ocupación. quese aúibuye a un taller de industria lÍtica.

H.-Bolinkoba (Abadiíio, Bizkaia).

E1 covacho de Bolinkoba fue excavado porJosé Miguel de Barandiar¡ín entre 1932 y 1933(Barandiarrín, J.M., 1950). Se trata de uno de losyacimientos más importantcs del sur del país,que desgraciadamente sufrió algunas limitacio-nes a 1¿ hora de su publicación. En un trabajoreciente (Arrizabalaga, 4., e.p.) an¿liza.mos a1-gunos de los elernenlos confusos de esta esfati-grafí¿. Sintéticamente, hemos llegado a la con-clusión de que tanto el nivel \¡I como el V co-rresponden a una fase final del Graveliense, conmúltiples buriles de Noailles. Sucederían ¿ es¿socupaciones otlas corespondientes al Solutel-

EL PALEOL¡TICO SUPER¡OR INICIAL EN EL PAíS VASCO. HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES

se, Magdaleniense y Aziliense. El modelo deGravetiense con buriles de Noailles observado enBolinkoba en los años 30 cobra pafiicular ttas-cendencia tras la formulación de la sistematiza-ciór del Perigordiense y la excavación del co-rrespondiente nivel en Isturitz. Durante décadas,Bolinkoba represenfó para la Comisa Cantábrica€l paradigma de 1o que David y MacColloughdenominarían Noaillense.

L- Santimamiñe (Kortezubi, Bizkaia).

Además de tratarse del pdmer yacimiento encueva impofarte excavado en el su¡ del PaísVasco, representa otra de sus estratigrafias em-blemáticas, en la medida que incluye niveles co-respondientes a casi todas las fases de la Prehis-to¡ia entre el principio del Paleolítico superior yla Romaniz¿ción.

Los niveles de1 Paleolítico superior inicialson precisame te los que muestan mayor con-plicación en su tratamiento a 10 largo de las su-cesivas publicaciones sobre Santimamiñe. Pordebajo del nivel \/II, que es reconocido comoSolulrense, se ha mencionado (Aranzadi, T.; Ba-riandariin, J.M., 19351 Barardiar¿ln, J.M., 1976d)la existencia de un nivel \{II (Gravetiense'i), IX(¿Auriñaciense típico?) y X (¿'/). Todos los ma-teriales están incluidos en un nivel \.¡III genérico,que parece ser en su mayor pafie Gravetiense. Lapresencia de una azagaya de base hendida (nocaracteristica, pero con esta calihcación técnica)entre sus materiales apunta hacia la posibilidadde que existan también algunos materiales auri-fracienses (¿antiguos'¿) en el conjunlo. Nada in-dica que puedan localizars€ materiales más ariti-guos en la estratigrafia.

J.- Polvorin (Karrartza, Bizkaia).

Se sitúa muy próxima a la cavidad de VentaLaperra. En 1931, Aruzadi y Barandiariin son-dea¡on ambas cuevas a la busca de materialesarqueológicos. La breve publicación de los traba-jos en Venta Laperra (BariandanLn, J.M., 1958,complernentado por Ruiz, R., 1989) no hace ho-ror al interés de este yacimiento. con diversasfases de ocupación dentro del Paleolítico supe-ríor inicial. Las azagayas de base hendida dePolvorin componen la nejor colección disponi-ble en el sur del Pais Vasco, por lo que al menospuede considerarse segura la presencia de ocu-paciones correspondientes al Auriñaciense anti-guo.

K. - Chabiaguc t (Bif,rritz. Lrburd¡).

De maro de C. Chauch¿t, en 1967 se desa-rro11ó una excav¿ción €n este emplazamientoclásico de la prehistoria en el País Vasco conti-nental (Chauchat, C., 1968). Dentro de una po-tente estratigrafía, la ocupación humara se cen-tra en un pequeño nivel, atribuido al Aurifracien-se Fhal.

L.- Le Basté (Saint-Pierre-d'Irube, Laburdi).

Fue obj€to de una excavación por pafe de C.Chauchat en 1966 (Chauchat, C. & Thibault, C.,1968) que, como en el caso ¿ntedor, permitióacla¡a¡ las circunstancias estratigrificas de losdiversos materiales recogidos desde principios desiglo en superficie. Mención aparte de diversasocupaciones musterienses, para las cronologíasque venimos ex?oniendo aquí las referenciasprincipales son las siguientes: 3b medio (Castel-perroniense); 3b superior (mezcla de Castelpe-rroniense y Auriñaciense); 3a (Auriñaciense); 2c(Auriñaciense antiglo); 2a y 2b (indetennina-dos).

M.- Azkonzilo (Irisari, Baja Navarra).

Desde 1989 se viene desa¡rollando la actualfase de trabaios en el yacimiento de Azkonzilo,bajo la dirección de C. Chauchat. E1 conjunto deldepósito comprende niveles solutrenses, aunquerecientemente se ha descubieflo un posible nivelgravetiense (liallazgo de algurr buril de Noailles)en la base de la secuenci¿ excavada. Teniendo encuenta que todaví¿ no se ha alcanzado la rocarnadre (cabe por tanto el hallazgo de nueyos ni-veles superopaleolíticos) y el volumen y pro-fundidrd de los estudios ambientales r ecorrómi-cos que viene generardo Azkonzilo, puede supo-erse que en ur futuro próximo este yaciniento

resultará de mayor tascendencia aún que la quepresenta actu¿lmente.

N.-Ekain @eba, Gipuzkoa).

Los n i re les X. LX y Ml l de Ekain, con csct -sos elemenlos industriales y algunas datacionesr¿diocarbónicas sugerentes (Mariezkurrena, C.,1990), pueden quizás atribuirse en sus distintossubniveles a ocupaciones Castelp erroniens es,Aurifracienses y Gravetienses respectivament€.De la memoria de Ekain (Altura, J. & Merino,J.M. (eds.), 1984), en particular del estudio de laindustria lítica (Merino, J.M., 1984), cabe indu-cir que esta atribución tiene visos d€ verosinili-tud.

1 6ÁLVARo ARRTzABALAGA - rvARíA JosÉ rRrARrE

O. -Usategi (Ataua, Gipuzkoa).

J.M. de Barandiarán excavó en I97I y 1973parte de este yacimiento @arandianín, J.M.,1977). Los materiales recuperados, aún siendopaupérrimos, incluyen una "azagaya isturitzen-se", simila¡ a las localizadas en 1os niveles gra-yetienses de Bolinkoba, Isturitz o Aitzbitarte III.Este es el írnico indicio que iustifica la inclusiónde Usategi en esta enumemción de puntos de in-terés para el eslud¡o del Paleolítico superior ini-cial en e1 País Vasco.

P.- Aitzbitarte IV (Erenteria, Gipuzkoa).

De todas las labores desarrolladas en esteyacimiento, sólo restan datos de provecho cien-tifrco de las campañas dirigidas por J.M. de Ba-randiarín (1960 a 1964). Tx. Ibáñez elaboró suMemoria de Licenciatura en 1986, a pafir de losmatedales y datos procedentes de estas carnpa-ñas, distribuyendo 1as profundidades de caclacuadro entre las dlversas rmidades estratigr¿ifcasdiferenciadas por su excavador. Compartimoscon IbáLiiez y con el propio J.M. de Barandiaránla opinión de que e1 nivel V ltrajo el Solutrense)d€ Aitzbitafe IV puede identifica¡se con una fa-se termhal, sea del Auriñaciense o del Grave-tiense local.

Q.- Venta Lapera (Kztrranlza, Bizkua).

La consideración de este yacimiento vienedada, fundamentalnente, por las figuras anima-les grabadas en la misma, atribuidas a1 primerciclo cronológico del afte frgurativo (Auriñaco-perigordiense o "premagdaleniense"). Las ildus-trias líticas recupendas en el cu¡so del sondeo deBaraldiarfur plrecer corresponder a sucesirasocupaciones rnusterienses, en contaste con loque ocurre en el vecino depósito de Polvorin.

R.-Krrtzia (Sop ela-B arrika, Bizkaia).

En realidad, se trata de ura serie de depósitosal aire libre dispuestos en el iirea costera de laBizkaia cenlral. De las prospecciones desa¡ro11a-das en el área contamos con una referencia bi-bliogiLfica (Barandiariln, J.M.I Aguirre, A. &Gralde, M., 1960) en la que se cita de pasada(nivel Cl) la posibilidad de existencia de mate-riales de tipo "Auriñaciense". Deben.Ios señalarque los tmbajos recientes que se tienen suce-diendo en Kützia, bajo 1a dirección de M. Mu-ñoz, no han conseguido localizar ir Jitu materia-les más modemos que los musterienses.

S.- Coscobilo (Olazagutía, Navarra).

En este lugar, en la déc¿da de los años 40,fueron recuperados diversos materiales lílicos yfaunísticos en 1a escombrera de una cercalacantera. Hay que suponer que en 1as inmediacio-nes se localizaba un yacimienlo (presumible-mente en cüeva) con una riquisirna y vadada €s-tratigrafía. En las revisiones tipológicas de lascolecciones recuperadas (sin contexto estratigrá-fico) de Coscobilo, se h¿ rastreado la posibilidadde que algunos elementos puedan corresponder adistiritas fases de1 Au¡iiaciense o Perigordiense(Beguiristain, M.4., 1975; Barardianfu, L, &Vallespí, E., 1980: Ba.rardianín, L, 1988). La-mentablenente, carecemos del minimo soporteestraligráf co pr-ra sustentar eslas opiniones.

T.- Lezia (Sara, Laburü).

Los materiales de que disponemos peÍenecena dos lotes diferentes: el recogido por E. Passe-mard en 1912, residual respecto al conjunto deldepósito (ya destruido) y publicado (Passemard,8., I9l2', 1924); el estudiado por C. Chauchat(Chauchat, C., 1973), procedente de recogidassuperficiales. En ambos casos, el prirner diag-nóstico apüta hacia que el principal nivel deocupación de Lezia debió corresponder al Gra-vetiense. Resulta lamentable la destrucción de1depósito antes de que pudier¿ ser adecuadamenteestudiado. Por otra pafe, unos recientes sondeosen el lugar (24 a 30 de octubre de 1993) hanconfirmado el a¡¡asamiento de la estratigafía del\ acimienlo.

4. Estudio desarroll¿rdos y cn culso dentlo delámbito Yasco.

Si er el capítu1o anterior nos referiamos a lasesrcligafi¡s y sus menrorias de e.\crvrc¡ón- enéste señalaremos 1os diversos estudios en cüsode eiecución o ya publicados en relación alámbito vasco y sobre el tema que nos ocupa. Elpunto de referencia obligado para reflexionar so-bre el ritmo de avance de 1as investigaciones loconstituye la síntesis de I. Barandiar¿ln (1980)sobre Au¡iñaciense y Perigordiense en el PaísVasco.

Los estudios más generalizados para cual-quier momento del Paleolítico son los corfes-pondientes a los complejos industriales (los malllamados "tipológicos"). El desarollo histotio-gráfico ha ido diversificando las posibles apro-ximaciones a estos fenómenos en distintas dis-ciplinas de estudio (materia pdma, tipometria ytécnica, morfotecnologia, traceología, etc.). Por

EL PALEOLITICO SUPERIOR INICIAL EN EL PAÍS VASCO, HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES

l¿ pafe que corresponde a 1a industria lílica, losestudios de materia prima estiit todavía en urafase prima¡ia, no sistemática. Se han practicadomuestreos en los yacimientos de Amalda (Viera,L.M. & Aguirrezabala, L.M., 1990) y Azkonzilo(por pade de C. Normand) y están en curso otrosen L€zetxiki y Labeko Koba (a cargo de L.M.Viera). La dimensión tipométrica y la estricta-mente técnica del problema no están específlca-mente desglosadas de la morfotécrúca, elaborán-dose todas ellas, por lo general, de rnodo coqjun-to. El equipo de Pelegrin y Chauchat tabaja enesta línea últimamente, revisando 1os datos pro-porcionados por yacimlentos del Laburdi, comoLe Basté.

Tampoco los estudios morfotécnicos plartearuna visión metodológica unívoca: siendo los másgeneralizados, en el ámbito vasco están amplia-mente difurdidos tanto los plante¿mientos de laTipología clásica, de Lista-Tipo, como 1os de laTipología Analítica, prcpuesta por G. Laplace.Ejemplos recientes de la aplicación de estas sis-temáticas serian los casos de Amalda lBaldeón-4., 1990) para el prinero o de Ekain y Gatzarria(Merino, J.M., 1984; Sáenz de Buu¿ga, 4., 1991respectivamente) para el segurdo. Los estudiosen curso perpetúan esta aproximación bipolar alfenómeno. Por último, en relación a los estudiostaceológicos, po¡ el momento tan sólo est¿in de-sarrolliindose entre los nateriales de Azkonzilo(porpafie de H. Plisson).

Todas las memorias correspondientes inclu-yen estudios parciales o intensivos de las indus-trias líticas recuperadas en el curso de las exca-vaciones. Además, diversos autores han ido revi-sando estos conjuntos en los últimos aios, en elcontexto de sus memorias de Iicenciatura o tesisdoctorales: Saltimamiñe (R. Ruiz), Bolinkoba$4.Ch.R. MacCollough), Lezetxiki (X. Espana yA. Baldeón), Aitzbitarte IV (Tx. Ibráñez), Lezia(C. Chauchat), Gatzaria (A. Saénz de Buruaga)e Isturitz (X. Espana), entre otros han sido obje-to de este tipo de trabajos. Desgraciadamente,los resultados detallados de nruchas de estas re-visiones permalecen aún inéditos, cuando po-ddan apofar interesantes datos pam 1a recons-trucción de estos yacimientos.

Ur repaso a 1os estudios de las industriasóseas resulta más sencillo de efectuar. Excepciónhecha de la síntesis clásica de I. Ba¡aldianin(1967) y de las correspondientes anotacionesañadidas a cada una de las memorias, tan sólo sedispone de una visión de conjunto, la TesisDoctoral de J.A. Mujika (1992), por oÍa parte,prácricamenre inédita O4dika, J.4., 1983). Deeste misrno autor contamos con otras referencias

(Mujica, J.A., 1990) que deben aíadirse a revi-siones del fenómeno en Polvorin (Ruiz, R.,1989) o Gatzarria (Sáenz de Buruaga, A., 1987;1988). También debe anotarse alguna reflexiónpublicacla por Leroy-Prost (1978).

Otra de las analíticas en las que el desa¡rollode la investigación ha resultado más fructifero enlos últimos 15 años es el de la datación absolul¿.Si en la referencia citada de 1980 tan sólo sepuede señalar 1a existencia de una datación abso-luta en Lezetxiki (por 1o demás, bastante dudo-sa), en la actualidad podemos ampliar la serie a 2dataciones de los niveles inferio¡es de Ekain, 4de los niveles V y VI de Amalda, 8 de Aitzbitar-te III, al menos 8 (aún inéditas) de Labeko Kob4una de la base del depósito de Aitzbitarte IV yalguna más perteneciente a Bidaf (\4ariezkurre-na, C., 1990). Las dotaciones correspondientes alos niveles basales de Lezetxiki se escapan delmarco cronológico de esta síntesis, por lo que nohs trata¡emos aqui. Puede detecl¡rse rur impor-tante cambio de palorama en este terreno, d€ri-vada básicamenie de 1¿s más recientes actuacio-nes en Gipuzkoa. Por conlla, se hace notar la pa-ralización de las actividades en €s1as cronologiasen Bizkai4 desde prácticamente los años 60.Allá donde el tataniento convencional del laC

ha fallado (Aitzbitarte III, Labeko Koba), se harecurrido al acelerador de masas. Sin embargo;no contamos todavía (y habría que promoverlo,aún a títdo comparativo) con ejemplos de otrasaproximaciones como la termoluminiscencia. Setrata de una asignatura pendiente, que convendráabo¡dar en un futuro próximo.

La Arqueozoología ha conocido, desde losaños 70, un notorio desarrollo en el ámbito vas-co. De maro de J. Altuna en prim€r término,acompañado posteriormente de K. Mariezkrme-na y con la aportación en Bizkaia de P. Castaños,las colecciones antiguas har sido sistemática-mente revisadas, al tiempo que se han ido inco¡-porando los estudios de los nuevos depósitos ex-cavados. Por su pMe. Bouchud se ocupó en sudía de la fauna recuperada de1 depósito de Istu-fiZ.

Unos y otros har logrado que lioy día existanreferencias arqueozoológicas pala p¡ácticamentetodas las excavaciones antigu¿s y que la apofta-ción de esta disciplira sea incuestion¿b1e a la ho-ra de abordar el estudio conjurto de cualquieryacimiento pa1eolítico (vid. Altuna, J.; Altuna, J.& Mariezkurrena, K.; Bouchud, J.; Castaños, P.).Por otra parte, este estudio detallado de 1os ma-cromamíferos ha dinamizado el conjunto de losestudios sobre faula prehistórica más allá delinterés paleoetnognlfico que encierran los restos

1 8ÁLVARo ARRTzABALAGA - ¡rARiA JosÉ !RrARrE

cazados. Micromaníferos, aves o reptiles, entleotros, se han beneficiado de esta dinámica, sien-do estudiados en detalle en distintos yacimiertos(estos estudios aportar datos de orden paleoam-biental y paleontológico). Alguras de las refe-rencias consultables a estos efectos son las deChaline, Eastham, Pemán o Zabala

También los estudios arqueobotfuúcos halconocido un notorio desar:rollo en este tema,desde 1980. Si los únicos controles polínicos pa-ra iveles auriñacienses y gravetienses vascoscoÍespondían, en esa fecha, a Isturitz (Leroi-Gourhan, A., 1959) y Le Basté (Paquereau, M.,en A¡anrbourou, R., 1976), tanto en Lezetxikicomo en Labeko Koba, Amalda o Azkonzilo sehar.L eiecutado o estiín ej ecutando los corespon-dientes alálisis palinológicos (a cargo de M.F.S¿Írcliez, M.J. Iriafe, M.Dupré en 1os tres prine-ros casos). También en 1as otras actuaciones re-cientes lMugarduia Sur y Aitzbitarte III) se hanefectuado los corespondientes muestreos. Des-graciadamente, en el caso de Ekain tarto Palino-logía como Sedimentología se circunscriben a laporción más rica -arqueológicamente hablardo-de la estratigrafía, que concluye en el Magdale-niense. Las novedades disponibles se restringenpor el moüIento a los trabajos de Dupré y Sán-chez incluidos en 1a bibliografia, aunque algurasde las nuevas investigaciones estén ya en via depublicación. Por 1o que se refiere a otras disci-plinas que apofan datos atqueobotánicos(Anlracología, Carpología), tan sólo tenemosnoticia de dos experiencias en el terreno de laAltracología, en Azkonzilo y Labeko Koba(result¿ndo estéri1 este segundo depósito). Elanálisis antr¿cológico de Azkonzilo está incluidodentro de la Tesis Doctoral de P. Uzquiano, aun-que no enl-ra a fonrrrr pale dcl m¡smo ningunrnuestra del nivel Gravetiense del depósito.

El coniunto de analíticas habituales que pro-porcionar datos de orden paleoambieltal seco rpleta con la Sedimentología. Los conÍolesdisponibles en 1980 (Gatzarria, Le Basté yLezetxiki, a cargo de Lév€que, Thibault vKorpnbrost & Rat respectivamente) se venconplenentados actualmente por el arálisis deArnalda (Areso, P.; Aratzasti, M.; Olaskoaga,M. & Uriz, A., 1990) y los estudios en cursocuardo rnenos en Labeko Koba, Aitzbitarte I1l,Mugarduia Sur o Azkonzilo. La limitación yairdicada en el apartado anterior para el caso deEkain afecta tarnbién al estudio sedimentológico.

De ür modo sintético podríamos señalar quela evolución de la historiografía sobre los dosprilrreros tercios de1 Paleolítico Superior(Castelperroniense, Auriñaciense, Gravetiense)

avanz¿ de modo acelerado en las últimas déca-das. En detenninados casos, se están recuperan-do alguros datos de los testigos,, conirntos ma-teriales excavados artes de la década de los años70. En todo caso, las actuaciones posteúores nodescuidan, li la publicación de los resultados, li1as precisas analíticas para dotar al estudio de u1lsopoÍe de cronologia absoluta, docurnentacióneconómica, paleoanbieltal y paleo etno gÍifica.Es preciso insistir en esta línea, promoviendo eldesarrollo de estudios aún incipientes para estascronologías (dataciones por termoluminiscenciay acelerador de n¿sas, muestreos carpo y antra-cológicos, análisis traceológicos, elc.).

Sobre el coniunto de1 área obj eto de €sta bre-ve síntesis, podemos obsewar notorias diferen-cias en la inte sidad y densidad de la investiga-ción. Es Gipuzkoa e1 teritorio donde se vieneuproduciendo más frecuentes y notorias noveda-des en este terreno, sepido de la pafte coúinefl-tal del País, con una investigación latente duran-te las últinms décadas. La excavaciól y estudiode Mugarduia Sü ha colocado a Navarra en unlugar de preferencia enÍe las áreas con ciertasperspecúras de prornoción. Bizkr i r - s in t t ingut t rnueva actividad de campo referida a esta épocadesde los a.ños 60 y Alava, que ni siquiera cuentacon hallazgos ciertanente atribuibles a estascronologías, cieraan el cuadro de las investiga-ciones vascas.

Desde el punto de vist¿ interpretativo, la faseactual se puede calificar cono de "pausa en elproceso de reflexión". El caudal de datos de todotipo comienza a desbordar plarteamieltos clási-cos, quizás excesivamente simplificadores. Re-sulta relativamente frecuelte que eñistat con-lradicciones inporlantes, no sólo elttre los estu-dios relativos a distil.rtos yacilrientos, supuesta-mente "sincrónicos", sino también entre las dis-tintas analíticas relativas a un ntistno depósito onivel. Esto afecta ftrndamenlalnente a la sist€-rnatización paleoambiental, pero tanbién a lacronología absoluta e incluso, a los tecnocomple-ios. Resulta selcillo resolver todos los problernasplanteados, por ejemplo, en relacióu a l¿ tralsi-ción Paleolítico Medio- Paleolítico Superior, re-curriendo a uno só1o de los yacimientos clave denuestro €ntomo. Sin enrbargo, el panorana secomplica considerablemente si lralarros de darüra explicación a los problemas que atienda alcoqjürto de las esfatigrafías disponibles, y másaúr si pretendemos considerar su disposición enlos ejes espacial y temporal.

Se escuchau algunas voces que intentar cla-rificar el panorama recurriendo exclusivamente afuenles parciales y nafizables, otorgando valor

EL PALEOLiT¡CO SUPERIOR INICIAL EN EL PAiS VASCO. HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES

¿bsoluto a tal o cual disciplina, a fuerza de rela-tivizer y reformular las apoftaciones de otrascielcias e investigadores. Posiblenente existeuna explicación más sencilla de este problema,dentro de los nárgenes de error de nuestrossiemp¡e relativos cálculos y directamente moti-vado por nuestro desprecio inconsciente de la es-cala cronológica (¿cómo pueden suponerse ale-glenente contactos físicos entre los protagonis-tas de dos cortas ocupaciones "sincrónicas", en-globadas dentro de un periodo que puede abarcar8.000 años?). Este es el motivo por e1 que se im-pone urr alto en e1 camino de la interyretación,

5. Bibliogralia.

en espera de nuevas aportaciores sobre nuestrotema. Aunque desde luego esta espera no impidela elaboración -serera- de cuantas síntesis provi-sionales se conside¡e corveniente. Sin embargo,dentro de este proceso, sí podenos aYenturar laidea de que cualquier revisión global del procesocronológico, ambiental, econónico, etnogliifico.económico o arÍopológico en su sentido ll-Iásamplio que acompaña a la génesis del Leplolíti-co, pasarí por el estudio directo y detallado delas evidencias y particularidades relaiivas a cad¿uno de los depósitos afectados.

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