EL MUNDO INDÍGENA DESDE LA PERSPECTIVA ACTUAL - Vol. II
-
Upload
independent -
Category
Documents
-
view
0 -
download
0
Transcript of EL MUNDO INDÍGENA DESDE LA PERSPECTIVA ACTUAL - Vol. II
EL MUNDO INDÍGENA DESDE LA PERSPECTIVA ACTUAL. VOL.II APROXIMACIÓN MULTIDISCIPLINARIA
© 2013- Pilar Máynez (Editora)
© 2013- Foto de portada: Juan Luis Rodríguez Parga
Derechos reservados
Colección Dossiers
© 2013- Editorial Grupo Destiempos
Grupo Destiempos S. de R. L. de C.V.
Av. Baja California 245 Piso 11
(06170) Col. Hipódromo Condesa
México, Distrito Federal. www.grupodestiempos.com
Primera edición electrónica: Enero de 2013
ISBN: 978-607-9130-24-4
Ninguna parte de esta publicación, puede ser reproducida, almacenada o
transmitida en manera alguna ni por ningún medio, sin permiso previo por
escrito de la editorial.
EDITADO EN MÉXICO, DISTRITO FEDERAL
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN. Pilar Máynez
6
PRIMERA PARTE
Los indios de México: ciudadanos con historia, saberes y cosmovisión propios
PUEBLOS INDÍGENAS, CIUDADANÍA Y DEMOCRACIA EN MÉXICO.
J. Alejandro Salcedo Aquino
10
LOS SISTEMAS NORMATIVOS Y LA DIFERENCIA
CULTURAL DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS.
Martín Rodríguez
26
PRÁCTICAS EPISTÉMICAS, TECNOCIENTÍFICAS Y
CONSECUENCIAS EN SISTEMAS COMPLEJOS.
Mónica Gómez Salazar
44
EL UNIVERSO CULTURAL ENTRE LOS NATIVOS DE
CUETZALAN: TRADICIÓN, MODERNIDAD Y VIDA
COTIDIANA,
Mario Alberto Castillo Hernández
58
LOS INDIOS DE NAUCALPAN, PASADO Y PRESENTE DE
UN LEGADO CULTURAL.
Rebeca López Mora
77
DIOSES DEL VIEJO Y DEL NUEVO MUNDO. EL
DISCURSO SOBRE LAS DIVINIDADES INDÍGENAS EN LA
OBRA DE FRAY JUAN DE TORQUEMADA.
Sergio Botta
100
DEL INDIGENISMO A LA EVANGELIZACIÓN
José Rubén Romero Galván
122
RACIONALIDAD E IRRACIONALIDAD EN EL SIGLO XVI
NOVOHISPANO. LA EDUCACIÓN INDÍGENA. Julio Alfonso Pérez Luna
130
INDÍGENAS DE TEZCOCO EN EL PRIMER SIGLO DE LA
COLONIZACIÓN.
Patrick Lesbre
140
SEGUNDA PARTE
Las lenguas originarias: su uso y codificación
DOS DÉCADAS DE POLÍTICAS LINGÜÍSTICAS:
REFLEXIONES EN TORNO A LA EDUCACIÓN
INTERCULTURAL BILINGÜE Y EL ACUERDO 592
Rebeca Barriga Villanueva
171
CASTELLANO Y LENGUAS INDÍGENAS EN EL IV
CONCILIO MEXICANO Bárbara Cifuentes
201
ASPECTOS METODOLÓGICOS DE LA INVESTIGACIÓN
LINGÜÍSTICA MISIONERA HISPÁNICA.
Esther Hernández
223
EL TLOQUE NAHUAQUE IPALNEMOANI: UN EJEMPLO DE
HIBRIDEZ LINGÜÍSTICO-CULTURAL EN DOS PIEZAS DE
TEATRO EVANGELIZADOR.
Raphaèle Dumont
248
~ 6 ~
INTRODUCCIÓN
En enero del año 2009 publicamos en el número 18 año 3 de la
revista electrónica Destiempos.com un muy extenso apéndice a
éste titulado El mundo indígena desde la perspectiva actual, el
cual posteriormente pasó a formar parte de la colección Dossier de
la editorial Grupo Destiempos en la modalidad de libro. La asidua
consulta a través de la red de los estudios multidisciplinarios que
integraron el amplio suplemento de la mencionada revista y más
tarde su adquisición a través de las librerías cibernéticas ya como
volumen independiente nos motivó a conformar una segunda parte,
también como libro colectivo, con el fin de continuar las reflexio-
nes sobre los pueblos originarios de México desde diversas aristas.
El 1 de enero de 1994 el denominado Ejercito Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) se levantó en armas. Este hecho
coincidió con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte que, según algunos ideólogos, redundaría
significativamente en el desarrollo económico de México y en el
ingreso inminente a la globalización. Prometía ésta, como advierte
Héctor Díaz Polanco, un mundo de equidad socioeconómica "que
iniciaría una era de grandes transformaciones en dirección a una
mayor igualdad entre grupos, clases y naciones". 1
Después del enfrentamiento con el ejército mexicano y la
efímera toma de San Cristóbal, el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) dio a conocer sus demandas las cuales estaban
orientadas a combatir la marginación y la exclusión a las que por
siglos habían estado confinadas las comunidades indias de Chiapas
y de México, en general. Partiendo de estos principios, los repre-
sentantes del EZLN y los integrantes de varias organizaciones no
gubernamentales se reunieron en San Andrés Larráinzar con
representantes del gobierno federal con quienes finalmente firma-
ron los acuerdos de paz el 6 de febrero de 1996. En éstos se
comprometían a establecer una nueva relación entre los pueblos
indígenas y el Estado con las consiguientes reformas constituciona-
les que las mismas supondrían. Miguel León-Portilla menciona que
entre los derechos principales que se asentaron en el documento
estuvieron:
1 Véase “Diez tesis sobre identidad, diversidad y globalización”, en Justicia y diversidad en América Latina. Pueblos indígenas ante la globalización, coordinado por Victoria Chenaut, Magdalena Gómez, Héctor Ortiz y María Teresa Sierra, México, CIESAS, FLACSO-México, 2011, p.37.
~ 7 ~
El reconocimiento de la pluralidad cultural de la so-
ciedad mexicana, el respeto al ejercicio de la libre determinación de los pueblos indígenas que en todos
niveles harán valer su autonomía, sin menoscabo de la
soberanía nacional. Complemento de ello son el recono-
cimiento de las comunidades indígenas como entidades de derecho público; la obligación del Estado de respetar
las formas de gobierno, usos y costumbres indígenas;
propiciar la ecuación bilingüe y el fomento y cultivo de sus lenguas vernáculas.
2
En los años recientes, se ha suscitado una serie de
movimientos sociales que ha construido redes transnacionales en
defensa de los intereses de los pueblos originarios. La presión que
ejerce este conjunto de movilizaciones en demanda de sus dere-
chos de variada índole y de sus sistemas jurídicos y sus reclamos
de autonomía, así como los esfuerzos tendientes a la construcción
de modelos de desarrollo integrales que valoren sus saberes y
cosmovisiones propios son reflejo de la importancia que ha ido
adquiriendo el movimiento indígena a nivel mundial.
En la actualidad algunos modelos científicos, como el
Constructivo Cognitivo y el Paradigma de Complejidad propuesto
por Edgar Morín, buscan explicar la realidad que se reconoce
compleja y dinámica.3 Estas nuevas propuestas hacen hincapié en
la necesidad de establecer un diálogo continuo entre las diversas
maneras de conocer el mundo y, debido a ello, abogan por enfo-
ques y prácticas que vayan más allá de la ciencia positivista. Se
plantea la necesidad de un conocimiento multidimensional que
integre las distintas perspectivas de concebir y aproximarse a un
determinado hecho, de acercarse a él a través de diferentes campos
disciplinarios para obtener una visión global. De ahí parte
justamente la idea de exponer en las siguientes páginas que
integran este libro colectivo variadas aproximaciones al universo
indígena.
El volumen que aquí se presenta contiene trece estudios
realizados por destacados estudiosos de centros de investigación y
docencia tanto de México y como de España, Francia e Italia. En
éstos se abordan ―desde diferentes perspectivas― ya de manera
general o particular, la realidad de los pueblos originarios de
México en distintos momentos de su historia. El libro está dividido
en dos apartados. En la primera parte se concentran los estudios de
2 Véase Independencia, Reforma, Revolución ¿y los indios qué? México, UNAM (Instituto de Investigaciones Históricas), 2011, 109. 3 En La mente bien ordenada, Barcelona, Seix Barral, 2001.
~ 8 ~
carácter, filosófico, histórico, antropológico y cultural que analizan
desde una visión general y diacrónica el concepto de identidad y
ciudadanía de los indios hasta aspectos específicos pero torales de
las culturas milenarias de México, como es el tocante a la
cosmovisión indígena y su interpretación occidental. Las colabora-
ciones acerca de estos tópicos están a cargo de J. Alejandro
Salcedo Aquino, Martín Rodríguez, Mónica Gómez Salazar, Mario
Alberto Castillo Hernández, Rebeca López Mora, Sergio Botta,
José Rubén Romero, Julio Alfonso Pérez Luna y Patrick Lesbre;
en la segunda parte ―más breve que la anterior―, se valoran las
actuales políticas estatales en torno al uso y cultivo de las lenguas
indoamericanas y se incluyen igualmente estudios que examinan
las metodologías con que se cuentan para el acercamiento de las
primeras obras descriptivas de las lenguas originarias elaboradas
en el marco de la actualmente denominada Lingüística Misionera a
partir del siglo XVI. Los autores de estos y otros estudios son:
Rebeca Barriga Villanueva, Bárbara Cifuentes, Esther Hernández y
Raphàele Dumont.
FES Acatlán
Universidad Nacional Autónoma de México
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 10 ~
PUEBLOS INDÍGENAS, CIUDADANÍA Y DEMOCRACIA EN MÉXICO
J. Alejandro Salcedo Aquino
FES ACATLÁN- Universidad Nacional Autónoma de México
INTRODUCCIÓN La historia de nuestro país presenta problemas para hablar de una
Nación unificada, de una sociedad homogénea y una cultura
nacional compartida por todos los mexicanos a partir de una sola
concepción del mundo y de la vida; así mismo, es difícil explicar la
conflictiva convivencia entre las comunidades que lo conforman y
la gran dificultad para la homogeneización de la cultura nacional a
través de la asimilación de los pueblos originarios ―indígenas―
en nuestro país, los cuales se han hecho presentes por sus
expresiones de resistencia y las exigencias de reconocimiento a sus
comunidades, sobre todo, en los últimos dieciocho años.
Los pueblos originarios en México, reconocidos como base
de la Nación Mexicana, por ser herederos de culturas precolombi-
nas, han experimentado a lo largo de los siglos la permanencia de
valores, principios y costumbres de convivencia que permiten a sus
miembros, apoyados en su identidad y sentido de pertenencia,
consolidar sus bases comunitarias, no sin enfrentar los cambios y
los desafíos que les lleva a replantearse la vida de sus comunidades
desde el contexto actual.
El Estado-nación, producto del triunfo de la corriente
política liberal en México durante el siglo XIX, sustentado en el
reconocimiento de la ciudadanía y los derechos de los mexicanos a
partir de la Constitución política, trae consigo el esfuerzo por
formar una conciencia nacional que proporcione a los mexicanos
una identidad compartida a partir de valores, símbolos y formas de
vida acordes a la modernización del país y su entrada en la
dinámica internacional de un país independiente. El sentido de
pertenencia a la comunidad y la formación de una identidad
cultural de los pueblos indígenas no siempre se empatan con la
concepción política liberal en torno a la ciudadanía y democracia
en México, insertado actualmente en un contexto globalizado.
Frente a esto, el presente trabajo pretende revisar la relación
problemática entre la concepción comunitaria de pertenencia de los
pueblos indígenas, la concepción política liberal acerca de la ciuda-
danía y la democracia en México. El propósito es contribuir al
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 11 ~
análisis y reflexión en torno al conflicto de las tradiciones liberal y
republicana en el contexto nacional mexicano1 que impacta en el
vínculo entre los pueblos indígenas, la idea de ciudadanía ―su
conformación― y el proceso democratizador en el México actual.
El trabajo está dividido en tres apartados. En el primero se
propone una breve reseña histórica en torno a la relación conflic-
tiva, de dominio y resistencia, de los pueblos indígenas frente a las
transformaciones sociales y políticas, resultado de los diferentes
procesos históricos en nuestro país del S.XVI al S.XIX: Conquista,
Colonia, Independencia y Revolución.
En el segundo apartado, se presentan algunos datos actuales
acerca de la condición de los pueblos indígenas en México, hacien-
do énfasis en la relación de estos pueblos con la tierra y su
territorio como puntos de referencia para la vida comunitaria, la
formación de su identidad cultural y su sentimiento de pertenencia
a una tradición que, como memoria de un pueblo, está íntimamente
ligada a la vida de la comunidad como fundamento y sentido de su
existencia colectiva; mientras que la Nación moderna mexicana,
con un ideal nacionalista pretende formar la identidad de sus
ciudadanos a partir de valores, costumbres y símbolos propios de
una cultura dominante, exaltando las garantías individuales de los
nacidos dentro de las fronteras del territorio nacional.
En el tercer apartado, sobre Ciudadanía y Democracia, se
plantea un acercamiento al término ciudadanía ligado a la
concepción del Estado-nación moderno, en sentido de un individuo
igual a otro en derechos y obligaciones frente al Estado, a la par de
la exigencia de reconocimiento y autonomía de los pueblos indí-
genas dentro de un Estado homogéneo; de esto se desprende la
necesidad de señalar algunas propuestas teóricas relevantes acerca
de la ciudadanía ante el liberalismo y el republicanismo cívico.
BREVE RESEÑA HISTÓRICA
Las conquistas de las tierras americanas y la sujeción política de
sus pobladores, como señala Florescano,2 sembraron la discordia
que se ha prolongado hasta nuestros días. La sujeción de los
pueblos indígenas fue seguida por una fragmentación de la estruc-
tura social y una época de turbulencias y desajustes continuos que
se extendieron a lo largo del siglo XVI.
Los tres siglos de la Nueva España presentaban dos caras.
Por una parte, la dominación de los pueblos antiguos por un
sistema estamentario que reservaba la cima al grupo europeo. La
situación da lugar a varias formas de resistencia permanente de las
comunidades indias para conservar sus territorios y mantener sus
1 Cfr. J. Alejandro Salcedo Aquino, Tradiciones democráticas en conflicto y multiculturalismo, México, Plaza y Valdés editores, FES Acatlán, UNAM, 2007. 2 Cfr. Enrique Florescano, Etnia, Estado y Nación, México, Aguilar, 1996, p. 183.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 12 ~
usos y costumbres, apelando a la multiplicidad de leyes vigentes o
a la resistencia pasiva. Por otra parte, desde los comienzos de la
Nueva España, algunos criollos, descendientes de españoles,
empiezan a albergar un sentimiento de especificidad frente a la
Península, y es en la segunda mitad del siglo XVIII cuando ese
sentimiento se convierte paulatinamente en conciencia de una
nueva nacionalidad.
Como se sabe, las turbas que siguen a Miguel Hidalgo y
Morelos están compuestas por indios del campo, negros de las
haciendas del sur, trabajadores mineros, plebe de las ciudades.
Poco saben de la instauración de una república y en nada le
conciernen los congresos inventados por los letrados criollos. Sus
intereses son locales, están ligados a sus territorios, a sus pueblos.
Su concepción de la sociedad no es individualista, está impregnada
de valores comunitarios. Hidalgo y Morelos los entienden cuando
restituyen a los pueblos la propiedad comunal de las tierras,
medida que los congresos constituyentes, siguiendo una ideología
liberal, no se ocuparon de refrendar.
La guerra de Independencia, y más tarde la Independencia
misma, desencadenó procesos de cambio que rompieron la unidad
política y territorial del virreinato. En este periodo, los intelec-
tuales formaban dos partidos: el liberal y el conservador. A
mediados del siglo XIX, la clase intelectual toma las riendas de la
nación, no sin oposición del partido conservador, que no quería
aventurar al país por caminos nuevos y, sin guía, suspiraba por el
viejo orden español. Los liberales, al contrario, negaban la
tradición hispánica, indígena y católica.
El programa liberal empieza a realizarse con la república
restaurada como primera expresión de una política de
modernización del país. Comprende, pues, en lo jurídico, la
vigencia de un Estado de derecho bajo una ley uniforme; en lo
social, la homogeneidad de todos los ciudadanos frente al Estado;
en lo político, la democracia representativa; en lo económico, el
desarrollo capitalista. Su ideal es el de una patria unida de
ciudadanos iguales ante la ley. Cabe señalar que el federalismo es
una variante del proyecto liberal, es una expresión más del ideal de
una patria unida, constituida no por culturas diversas, sino por
individuos iguales entre sí. De aquí que la república liberal termina
con los cuerpos constituidos. Por esta razón, da un golpe mortal a
las comunidades indígenas.
El enfrentamiento entre dos ideas de nación nuevamente
surge en la revolución de 1910. Madero invoca frente a Díaz la
Constitución liberal de 1857. La solución para Madero es política y
es preciso que al individuo se le reconozca como ciudadano, es
decir, como hombre libre, cuya libertad cobra realidad en el
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 13 ~
ejercicio de derechos en el cumplimiento de deberes previamente
establecidos y garantizados por los poderes públicos.
En oposición al proyecto Modernizador de Carranza y
Obregón aparece la corriente agrarista con Villa y Zapata; sus
intereses eran más concretos, estaban ligados a contextos locales, a
las tierras, a las comunidades, a los municipios. Su idea de nación
no coincide con el Estado homogeneizante ni con el individua-
lismo. En la base de su proyecto no están ciudadanos aislados, sino
estructuras comunitarias: los indios y mestizos del sur, las colonias
agrarias militares del Norte. De aquí que los valores fundamentales
que reivindican no son la libertad individual frente al Estado ni la
igualdad formal ante la ley, sino la justicia y la colaboración.
PUEBLOS INDÍGENAS EN MÉXICO ACTUALMENTE
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
reconoce en su segundo artículo3 ser una nación pluricultural,
sustentada de manera originaria en sus pueblos indígenas. Actual-
mente en México existe una población aproximada de 10 millones
de habitantes pertenecientes a 59 pueblos indígenas.
Los datos son reveladores en dos sentidos. El primero de
ellos tiene que ver con su situación histórica: con la resistencia que
por siglos los pueblos indígenas han manifestado a los intentos de
asimilación a una cultura distinta a la suya, o bien, a los riesgos de
su desaparición a causa de agentes externos a sus comunidades y
situaciones ajenas a su dinámica interna (tal es el caso del proceso
de Conquista y colonización; las guerras internas en el país en
diferentes etapas de la historia), resistencia que los ha llevado a
vivir en situaciones de desventaja en todos los ámbitos frente al
grueso de la población mexicana; la resistencia de estos pueblos si
bien no es totalmente expresada por el artículo 2º de la Consti-
3 El artículo 2º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos cuyo título es La Nación Mexicana es única e indivisible, dice a la letra:“La Nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas. La conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a
quiénes se aplican las disposiciones sobre los pueblos indígenas Son comunidades integrantes de un pueblo indígena, aquellas que formen una unidad social, económica y cultural, asentadas en un territorio y que reconocen autoridades propias de acuerdo con sus usos y costumbres. El derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación se ejercerá en un marco constitucional de autonomía que asegure la unidad nacional. El reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas se hará en las constituciones y leyes de las entidades federativas, las que deberán tomar en cuenta, además de los principios generales establecidos en los párrafos anteriores de este artículo, criterios etnolingüísticas y de asentamiento físico […]”. Es de resaltar que esta explicación sostenga un vínculo estrecho con el Convenio 169 de la OIT en el cual se define a los pueblos indígenas sin hacer mención a su autonomía.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 14 ~
tución mexicana, sirve de marco para la reflexión sobre cuestiones
como la relación entre los principios y las políticas del Estado
mexicano sobre proyectos dirigidos a la atención de las
necesidades de los pueblos indígenas en nuestro país frente al
embate de la globalización.
El segundo dato se relaciona con la condición indígena en
México y su importancia en la conformación histórica del país; la
historia propia de estos 59 pueblos, con grandes diferencias, ha
sido parte del sustento de su pervivencia en el territorio nacional;
también ha sido parte de la conformación de nuestro mestizaje
cultural y, con ello, de lo que muchos reconocen como rasgos de
nuestra identidad nacional; son pueblos que han estado presentes
con una historia viva, con una tradición dinámica que permanece y
cambia en cada una de sus generaciones sin diluirse.
RELACIÓN DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN MÉXICO CON LA TIERRA, BASE DE SU IDENTIDAD En la época prehispánica el territorio que hoy conforma México
estaba divido en diferentes naciones como entidades político-
territoriales que no fueron reconocidas por los colonizadores y que
poseían una organización política propia sustentada en la comu-
nidad y su pertenencia a la tierra. Estos dos últimos aspectos
forman parte de lo que hoy en México se reconoce como uno de
los derechos de los pueblos indígenas.
Desde antes de la colonización, los pueblos indígenas han
considerado a la tierra revestida de un fuerte significado espiritual:
la tierra es madre, sagrada, y se le debe guardar un profundo
respeto; la tierra no se compra ni se vende como mercancía porque
tiene un valor en sí misma más allá de lo que el hombre pudiera
otorgarle; no obstante, en la organización comunal de los pueblos
indígenas, se les otorga a las familias el derecho de trabajar una
porción de tierra, que de no ser aprovechada, se les quita y se le
entrega a otro para que rinda frutos.
Entre los pueblos indígenas, la relación de la persona con la
tierra se establece a partir de la colectividad y no de manera
individual, elemento que aporta el rasgo de pertenencia e identidad
con la comunidad. Para los pueblos indígenas es básico, entonces,
la conservación de sus tierras y la preservación del trabajo comu-
nal, pues esto es parte de su cohesión social; además les permite
conservar las formas de trabajo gratuito y colectivo en beneficio de
toda la comunidad, así como asegurar el patrimonio y futuro de sus
próximas generaciones.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 15 ~
TRADICIÓN COMO MEMORIA COLECTIVA: BASE DE LA IDENTIDAD DE LOS PUEBLOS La tradición de los pueblos indígenas no se reduce al conjunto de
costumbres que muchos denominan folclor y que sencillamente se
podría confundir como meras expresiones superficiales de sus
tradiciones culturales fáciles de repetir fuera de su ámbito comuni-
tario; tal es el caso de su vestimenta, comida, danzas, etc., que
actualmente se pueden llegar a reproducir como productos en serie
y convertirse en mercancías en las grandes plazas comerciales.
La tradición para los pueblos indígenas tendrá que ver más
con aquello que los ha conformado desde sus orígenes; son las
voces de su pasado, lo que una generación a otra ha transmitido en
su lengua materna, los rasgos que definen lo político, cultural,
social, civil, legal, económico y religioso de su comunidad. La
tradición es la memoria colectiva de un pueblo que le permite a
cada persona saberse responsable del destino de su comunidad,
aunque se viva fuera de ella; éste es el caso de los migrantes en los
Estados Unidos, quienes envían su aportación económica para las
celebraciones y festividades comunitarias.
Por lo anterior, la tradición, como memoria de un pueblo,
está íntimamente ligada a la vida de la comunidad como
fundamento y sentido de su existencia colectiva.
NACIÓN MODERNA MEXICANA Es posible considerar a México como una nación moderna en
cuanto a su constitución política, económica y social, pues da
cuenta de una modalidad históricamente particular en que se
produce la unificación de la sociedad.4
Dicha modalidad particular de unificación de la sociedad se
da a partir de la conformación del Estado Mexicano surgido de la
Guerra de Independencia en nuestro país, donde las fuerzas socia-
les confrontadas representan, necesariamente los intereses propios
de grupos determinados: la pequeña burguesía y los criollos
privilegiados cuyo poder estaba ligado a la dependencia de la
Nueva España con la corona española.
El grupo conservador aspiraba a la independencia, pero
sin revolución social que afectara a la gran propiedad y al sistema de explotación vigente […] su actitud era
simplemente reformista […]
4 Cfr. Ana María Rivadeo, Lesa Patria, México, ENEP Acatlán, UNAM, 2003, p. 43.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 16 ~
Para los liberales, la autonomía era deseable si se
entendía como “independencia política”, como capacidad de “autolegislación”, […] como capacidad de “autodeter-
minarse” […]
Para dar lugar a la nueva nación hacía falta una Ley Suprema que la constituyera. Ésta, la Constitución, sería
la fuente de todos los derechos fundamentales y la base
de la prosperidad futura de la nación.5
La pugna entre fuerzas sociales diferenciadas por la búsqueda del
poder deja fuera al grueso de la población en México y, de manera
particular, a los pueblos originarios, que, cada vez más reducidos,
son también más excluidos.
México, al independizarse de la corona española, se abre al
mundo, pero ahora tendrá que enfrentar su relación de dependencia
frente a países con mayor poder económico; tal es el caso de sus
relaciones con Inglaterra y Francia que se recrudecieron en el Por-
firiato, y marcaron el rumbo de la deuda externa. Desde entonces,
México se ha movido en el sentido de la máxima positivista de
libertad, orden y progreso, y las necesidades impuestas por el
desarrollo de la civilización occidental, en la lógica del desarrollo
capitalista.
El Estado-nación mexicano es un estado fundado en la
escisión entre sociedad y Estado, en el que se favorecen las
contradicciones permanentes entre economía y política; dichas
contradicciones se ven mayormente resaltadas con el actual proce-
so de globalización en el cual participa nuestro país, en detrimento
del desarrollo de los pueblos indígenas.
RELACIÓN ENTRE NACIÓN Y TERRITORIO EN MÉXICO
Para el reconocimiento de la Nación mexicana es necesario delimi-
tar cuál es el territorio que la constituye. Dicha delimitación se
objetiva a través de las fronteras del espacio geográfico de nuestro
país.
Para Hirineo Martínez Barragán,6 hablar de territorios tiene
dos acepciones. La primera se refiere a la base fisiográfica donde
se soporta la vida y el quehacer socioeconómico; la segunda trata
del ámbito jurisdiccional de un órgano de gobierno asociado a una
entidad geográfica como país, estado o municipio.
5 Cfr. María Teresa Yurén Camarena, La filosofía de la educación en México, México, Trillas, 1994, pp. 93-95. 6 Cfr. Hirineo Martínez Barragán, “Los límites territoriales en el occidente de México, apuntes preliminares”, en Boletín de geografía, Guadalajara, México, 2003.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 17 ~
El elemento material que distingue la presencia o límite es
la frontera establecida y reconocida. De ahí que, las fronteras sean
formas creadas socialmente que proveen las bases para especializar
y temporalizar el funcionamiento del sistema.
La relación nación-territorio está cruzada por la constru-
cción histórica de las fronteras y la defensa de dichas fronteras en
la base de la soberanía estatal; así, el territorio nacional es un
espacio geográfico de poder, de posesión y de gestión del Estado,
de individuos, de grupos y de organizaciones. La relación nación-
territorio se establece más claramente en los proyectos de políticas
que tienen la finalidad de construir un proyecto nacional que,
enfrentando la contradicción, pudiera ser incluyente, aunque, no
obstante, éste excluye a grandes porciones de la población, sobre
todo en lo que se refiere al desarrollo social y económico.
Desde nuestro contexto actual, la relación entre nación-
territorio enfrenta dos grandes problemas: uno hacia dentro que es
el que tiene que ver con las fronteras estatales, municipales y
comunitarias; hacia fuera porque, ante el proceso de globalización,
el respeto de las fronteras geográficas parece evidente; no así, la
facilidad con la que el flujo de capitales transnacionales las rebasan
logrando establecer nuevas relaciones sociales de producción y de
reproducción de la vida.
En el marco de la relación entre nación y territorio nos
encontramos con algunos pueblos indígenas compartiendo una
identidad cultural en dos naciones y territorios diferentes; tal es el
caso de la cultura maya, cuya ubicación se encuentra en varios
estados del sureste de México y países colindantes como Guate-
mala y Honduras. Su identidad cultural se ve entrecruzada por su
pertenencia a un Estado-nación particular; son miembros de una
cultura compartida mientras son reconocidos legalmente como
ciudadanos de países distintos.
Identidad cultural y ciudadanía forman parte de las
responsabilidades compartidas por miembros de los pueblos
indígenas en nuestro país, los cuales exigen propuestas que vayan
más allá del discurso de inclusión y sean realmente considerados
ciudadanos en el mismo nivel que quienes no poseen raíces indí-
genas de manera directa.
CIUDADANÍA Y DEMOCRACIA El término ciudadanía ha estado ligado a la concepción del Estado-
nación moderno, en el sentido de un individuo igual a otro en
derechos y obligaciones frente al Estado; su función fue eliminar
del orden político la legitimidad de todas las reivindicaciones de
diferencias basadas en la sangre, en el rango o en la pertenencia a
cuerpos o comunidades particulares. En las revoluciones esta-
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 18 ~
dounidense y francesa, como bien se sabe, la ciudadanía se utilizó
para suprimir las prerrogativas de la realeza, la aristocracia y el
clero; en la América hispánica, tuvo además la consecuencia de la
desaparición de las denominaciones de castas y de los derechos
comunales de las distintas etnias. Hay que recordar que el
ciudadano es creación del nuevo orden político, como lo es el
Estado-nación homogéneo; la definición de quién es ciudadano es
producto de un acto voluntario y es la ley la que otorga derechos e
impone obligaciones, a la par que constituye el Estado nacional.
De acuerdo con ello, los derechos del ciudadano son
“posteriores” a la constitución de la asociación política y en ella
fundan su legitimidad; por esto, la ley puede restringir la
ciudadanía, según las necesidades del Estado; puede incluso esta-
blecer jerarquías entre ciudadanos con derechos distintos, como
ciudadanos “activos” y “pasivos”, o llegar a negar muchos dere-
chos de la ciudadanía a una parte de los individuos de una
sociedad, como fue el caso, durante muchos años, respecto de las
mujeres.
Según lo mencionado por Luis Villoro en Estado plural,
pluralidad de culturas,7 los derechos de etnias y nacionalidades
son condiciones de la constitución de un Estado; la ciudadanía, en
cambio, es su resultado. Parecería, entonces, que hay una
contradicción entre el concepto de “ciudadanía” y el de
“autonomía”, para un pueblo dentro de un Estado homogéneo;
pues, en efecto, el ciudadano es, por definición, sujeto de derechos
iguales para todo individuo, cualquiera que sean sus diferencias
culturales o sociales. La autonomía (concepto en el que no
abundaré aquí), por el contrario, establece sujetos que pertenecen a
comunidades con derechos diferenciados. De esta manera, se
plantearía un dilema aparente que consistiría en mantener derechos
autónomos distintos a costa de diferenciar el concepto de
“ciudadanía”, o bien, conservar el concepto tradicional de “ciuda-
danía” a riesgo de quebrantar las pretensiones de autonomía de los
pueblos.
El desafío es, pues, acceder a la conciliación de los
conceptos de integración y diferenciación político-social, especial-
mente en Estados con numerosas minorías diferenciales, e incluso
nacionalidades con reivindicaciones históricas, más o menos
fundadas, de autogobierno. La necesidad de esta concilia-ción se
da no sólo por las crecientes demandas ciudadanas, sino también
por el cambio interno que está experimentando el concepto de
Estado-nación. Me parece que la noción de ciudadanía restringida,
impulsada por Luis Villoro, puede dar elementos positivos para
ayudar en la tarea de regenerar la democracia en el contexto actual.
7 Cfr. Luis Villoro, Estado Plural, pluralidad de culturas, México, Paidós-UNAM, 1998, p. 99.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 19 ~
PROPUESTAS TEÓRICAS RELEVANTES ACERCA DE LA “CIUDADANÍA”
El concepto de ciudadanía originariamente se ha enfocado como
un ideal normativo de identidad compartida que impulsaba la
integración de los individuos en el Estado, aun cuando implicara
dos intenciones contrapuestas: la que enfatizaba el estatuto legal
del individuo frente al Estado (liberalismo), y la que enfatizaba el
derecho individual a la participación directa en la política
(republicanismo cívico). En ambos casos, como señala José Rubio
Carracedo,8 se trata, sin embargo, de la “ciudadanía integrada”, es
decir, que se ajusta al ideal normativo de la plena integración en el
Estado de ciudadanos libres e iguales. Es la ciudadanía ilustrada
como ciudadanía indiferenciada; contra los principios filosóficos
de las sociedades jerárquicas, el liberalismo y el republicanismo
ilustrado construyeron la teoría de la ciudadanía universal y
crearon los marcos y los instrumentos jurídicos de la expansión de
la ciudadanía; ésta es sin lugar a dudas su principal contribución.
Pero la propuesta más radical es aquella en cuya connotación
hegemónica se atenta contra el genuino concepto de igualdad, ya
que viene a negar en la práctica los derechos de las minorías
sociales y étnicas, al forzarlas a una homogeneización con las
pautas de la mayoría; y tal proceso homogeneizador es también
injusto, pues contribuye a perpetuar su marginación sociocultural
en beneficio de los grupos privilegiados de la mayoría.
Desde otra perspectiva, tanto por razones de igualdad como
de justicia, las minorías actualmente marginadas exigen políticas
específicas que eviten el mantenimiento de los procesos de
marginación, opresión o explotación a partir de un cierto
imperialismo cultural y social que se traduce igualmente en
términos económicos y políticos. En tal sentido, se considera que
sólo un concepto de ciudadanía diferenciada permitirá a tales
minorías sociales o étnicas mantener su identidad tanto individual
como de grupo, con la plena vigencia de sus valores y rasgos
culturales o religiosos característicos, dando lugar a una
integración diferenciada de los mismos en la organización estatal.
Sin embargo, se trata de un concepto de ciudadanía no
exento de ambigüedades y sesgos unilaterales, ya advertidos por
Villoro,9
pues los críticos de orientación liberal reprochan al
concepto de ciudadanía diferenciada ser una contradicción en los
8 Cfr. José Rubio Carracedo, “Ciudadanía compleja y democracia”, en Rubio J. Carracedo, et al., Ciudadanía, nacionalismo y derechos humanos, Madrid, Trotta, 2000,
p. 22. 9 Cfr. Luis Villoro, Estado Plural, pluralidad de culturas, op. cit., pp. 100-101.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 20 ~
términos, dado que la organización estatal implica la homogenei-
zación de los derechos y de los deberes de los ciudadanos. Por otra
parte, la ciudadanía diferenciada de Kymlicka10
parte de la
comprobación de la insuficiencia de los derechos individuales
comunes a todo ciudadano, para garantizar la libre elección de los
miembros de comunidades culturales diferentes, para lo cual se
requiere de una diferenciación de derechos por grupos sociales;
aun cuando intenta dar solución a las demandas legítimas de
autonomía de los pueblos, no deja de suscitar objeciones serias,
como el que la diferenciación de la ciudadanía por grupos de
población podría verse como un regreso a las distinciones políticas
y sociales del antiguo régimen, que las revoluciones democráticas
desterraron, mediante la ciudadanía igualitaria .
El concepto de ciudadanía, en el Estado moderno, tiene la
intención de garantizar la igualdad de trato de todo individuo por la
ley, y cualquier diferenciación de derechos conduciría a un trato
inequitativo. Aquí me parece importante mencionar la acotación de
Fidel Tubino,11
en el sentido de que puede tratarse de un conjunto
de derechos sin los cuales los grupos vulnerables están incapa-
citados para ejercer sus derechos básicos y que, por lo tanto, son la
condición necesaria de posibilidad del ejercicio para los excluidos
de la ciudadanía. Desde su punto de vista, los derechos especiales
no promueven ciudadanía, pero sí la creación de espacios públicos
para luchar por ella. Me parece que se trata de una perspectiva
complementaria y condicional que advierte en el fondo la
necesidad de no crear privilegios.
Otra de las objeciones a la idea de ciudadanía diferenciada
es que una división de ciudadanos por grupos favorece la
disgregación del todo social; una ciudadanía común está ligada a la
unidad del Estado y los individuos que la comparten pueden
vincularse por un sentimiento compartido de identidad nacional.
Por su parte, una doble ciudadanía tendería a disolver o, al menos,
debilitar ese vínculo. Adicionalmente, se puede subrayar que hay
muchas dificultades para consignar en la ley ciudadanías
diferenciadas, pues no se ve claro con qué criterios se adscribiría
un individuo a una variante ciudadana: ¿autoadscripción, lengua,
prácticas sociales?
Pero, como señala Luis Villoro,12
tales objeciones suelen
fomentar a la posición contraria, pues para satisfacer las exigencias
de autonomía cultural bastaría con realizar plenamente la igualdad
de derechos proclamada por la noción de una ciudadanía común,
ya que la idea de ciudadanía iguala ante la ley a todos los
10 Will Kymlicka, Ciudadanía multicultural, Barcelona, Paidós, 1996, pp. 124-174. 11 Cfr. Fidel Tubino Arias-Schreiber, “Ciudadanías complejas y diversidad cultural”, en Devenires, año IV, núm. 7, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2003, pp. 172-206. 12 Cfr. Luis Villoro, op. cit., p. 101.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 21 ~
miembros de un Estado; es contraria, por principio, a la existencia
de derechos diferenciados; no obstante, ya que a todos concede la
misma libertad, tiene que respetar las diferencias que derivan de su
ejercicio por cada quien. De esta manera, nada se opone en el
orden legal a que cualquiera mantenga y desarrolle su cultura y sus
formas particulares de vida, por diferentes que fuesen, con tal de
no interferir en la libertad de los demás; el derecho a la igualdad
implica también el derecho a la diferencia. En esta postura, las
distintas formas de vida en las culturas se asimilan, en realidad, a
los derechos privados (libertad de profesar una religión, sostener y
expresar creencias, asociarse para fines legítimos). Tal sería, pues,
la posición que correspondería, a muy grandes rasgos, a un
enfoque liberal tradicional, en donde los derechos civiles comunes
a una ciudadanía única bastarían para satisfacer las demandas de
autonomía.
Este planteamiento teórico ofrece una garantía a la unidad
del Estado y suministra además un marco global para mantener la
equidad de trato entre sus miembros; no obstante, tampoco es
convincente, pues sería válida sobre el supuesto de un Estado-
nación equitativo, en el que todos los grupos que lo componen
gozaran de las mismas oportunidades para ejercer sus derechos.13
Sin embargo, la realidad nos indica que los Estados nacionales
fueron resultado de la imposición de un pueblo sobre otros y
guardan aún ese carácter (vgr. lengua oficial, concepciones
jurídicas, instituciones nacionales, procedimientos de elección y
gobierno, educación pública, ritos y símbolos de convivencia, todo
ello, el carácter de la nacionalidad dominante).
Me parece pertinente señalar que, en tales circunstancias,
los derechos del ciudadano se confunden con los dictados por un
pueblo sobre otros, pues el ejercicio de libertad de cada ciudadano
tiene como condición elegir en el abanico de posibilidades de la
cultura a la que pertenece, que en los países multiculturales, puede
diferir de la hegemónica. Comparto la insistencia del autor de Los
retos de la sociedad por venir,14
cuando señala que para garantizar
tal derecho es necesario, en consecuencia, además de la vigencia
de los derechos comunes a todo hombre en sociedad, el
reconocimiento, en pie de igualdad, de las culturas diferenciadas
que permiten la realización de cada quien, y tal reconocimiento se
basa en el derecho de los pueblos; no son otorgados por el Estado,
sino previos a su constitución y sólo pueden ser convalidados por
él.15
Como caso ilustrativo, se puede mencionar que la autonomía
que reclaman los pueblos indígenas es justamente la facultad de
13 Ibid., p. 102. 14 Luis Villoro, Los retos de la sociedad por venir, México, FCE, 2007. 15 Cfr. Luis Villoro, Estado Plural, pluralidad de culturas, op. cit., p. 102.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 22 ~
realizar, con la libertad que les confiere su derecho de ciudadanos,
sus propias formas de vida. Esta autonomía, lejos de propugnar
derechos opuestos a la igualdad ciudadana, pretende garantizar su
ejercicio efectivo para todos los pueblos que componen la nación y
no sólo para el mayoritario.
No es fácil dirimir entre una autonomía para decidir
respecto a las formas de vida y la participación en la unidad del
Estado; el reto es hacer justicia a ambas pretensiones. Al parecer
no será la solución hacer la diferenciación de la ciudadanía, sino la
acotación entre ciudadanía y nacionalidad dominante, pues una
ciudadanía común a todos los miembros de un Estado multicultural
garantiza su unidad y no tiene por qué ser incompatible con el
establecimiento de autonomías, con tal de no incluir en la
ciudadanía ninguna característica inaceptable para cualquiera de
los pueblos que deciden convivir en un mismo Estado. Pero a la
inversa, las culturas minoritarias, al aceptar el convenio político, en
igualdad de condiciones, con la cultura dominante, se deben
comprometer a considerar dentro de los derechos comunes a todo
ciudadano, a los derechos individuales de la tradición occidental
dominante, consignados constitucionalmente en el Estado-nación;
de ahí que se debieran desterrar algunas prácticas que no forman
parte de la propia cultura y que son inaceptables para las otras
culturas que conviven en el mismo Estado.
BALANCE
En los últimos años en México, se ha revelado una crisis profunda
del modelo de Estado-nación de nuestra tradición liberal. La
política neoliberal es la última versión del proyecto modernizador.
Llevada a su extremo, señala Villoro, ha acrecentado significativa-
mente la distancia entre el México occidentalizado y el “México
profundo”. El proyecto liberal respondía al reto de unificar la
nación, sobre todo, con Carranza; en su versión actual conduce, de
hecho, a aumentar la escisión entre estos dos Méxicos. Y el signo
más importante de esta crisis es la manifestación de esa segunda
corriente referida anteriormente: popular, localista, indígena, la
misma que en su momento, arrastró a Hidalgo y a Morelos, a
Zapata y a Villa. Se trata, pues, de la rebelión de Chiapas. El movi-
miento neozapatista que irrumpió en la vida nacional el 1 de enero
de 1994 evoca esa otra idea de democracia y de nación que ha
estado presente en los grandes movimientos políticos de nuestra
historia y en la memoria de otros muchos movimientos comuni-
taristas que han sido reprimidos durante casi dos siglos de vida
independiente; es el cobro de conciencia de la mayoría de los
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 23 ~
pueblos indígenas, que se organizan y reclaman su autonomía y el
respeto a sus derechos.
El acto insurreccional del 1 de enero de 1994 interpela
fuertemente la práctica liberal del Estado mexicano y, a la vez,
reclama derechos que tienen coincidencias sorprendentes con la
tradición democrática republicana, lo cual, por supuesto, no
significa que se pretenda subsumir el ideal zapatista con esta
tradición. El telón de fondo contra el que se propone este ejemplo,
es precisamente el concepto de tradición política, entendido como
un complejo de conceptos, principios, teorías normativas o
fácticas, valores, actitudes y prácticas que se han consolidado en
una determinada sociedad a través del tiempo y que van cambiando
continuamente de acuerdo con las circunstancias específicas y con
la condición de los tiempos.
En el fondo creo que se trata de un proyecto sustanciador;
éste implica incorporar, en concreto, una propuesta para destituir a
la democracia como característica solamente formal de los
procedimientos de los aparatos gubernamentales, para definirla
como modo de vida donde los sujetos sociales ―en las relaciones
cotidianas― viven, crean y se recrean los valores que contribuyen
a la realización de las posibilidades inmanentes a la humanidad.
Como lo formuló Agnes Heller,16
una sustanciación de la
democracia comienza con poner en el centro al ser humano en su
permanente búsqueda hacia la objetivación ―de su actividad de
trabajo como productividad humana―, hacia la socialidad, la
universalidad, la autoconciencia y la libertad. Este planteamiento
es parte de una línea teórica que concibe la democracia como la
praxis activa de las clases subalternas, praxis que es constitutiva de
los sujetos históricos.
La idea de democracia como interpelación es parte
inherente de la democracia maya o la democracia indígena, la cual
puede entenderse como la gestión colectiva, comunitaria, del
consenso a través del convencimiento del otro en diálogo, donde se
privilegia lo que se vive en proceso: los valores y los sentimientos
de la voluntad mayoritaria. Las prácticas que responden a una
racionalidad dialógica son profundamente democráticas; son
prácticas productoras del valor máximo del ser humano, la
dignidad.
Los valores democráticos, muy diferentes de la tradición
liberal individualista, provienen de una capa profunda entendida
como una “cultura del corazón común”, comunitaria; como señala
Susan Street,17
“la posibilidad de llegar a un nuevo acuerdo, a un
‘nuevo argumentar’, proviene de dentro y de abajo, de la propia
16 Cfr. Agnes Heller, Historia y vida cotidiana: aportación a la sociología socialista,
México, Grijalbo/Enlace, 1985. 17 Ibid., p. 90.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 24 ~
historicidad de los excluidos que se incluyen como portadores de
valores propios, integrándose a un mundo nuevo”. Por esos
sentidos culturales profundos, la palabra verdadera se ofrece
como un proyecto humanista en un contenido axiológico positivo
expresado en y por las comunidades indígenas en su proceso
reconstructivo como sujeto democrático. La democracia consen-
sual que subyace aquí, se puede presentar como un correctivo a las
fallas inherentes a una democracia representativa. En cierta manera
tiene el mismo sentido que las propuestas de una democracia
radical o participativa a la que aluden algunos autores, como
Villoro. La democracia consensual pondría énfasis en proce-
dimientos que aseguren la participación en las decisiones que les
conciernen a todas las personas situadas en una sociedad y su
control sobre quienes las representan. No se basaría en la
competencia partidista sino en el principio del acuerdo. Su idea
regulativa sería evitar la exclusión. Frente al individualismo
competitivo de la democracia liberal, esta alternativa de
democracia consolidaría los lazos que constituyen una comu-
nidad.18
18 No obstante, la democracia consensual suscita problemas teóricos advertidos por Villoro en “Sobre democracia consensual. En torno a ideas de Kwasi Wiredu”; 1° los procedimientos para llegar a consensos en comunidades como la tojolabal, fundan su legitimidad en una sabiduría colectiva heredada, que a menudo se expresa en mitos seculares; forman parte de las convenciones de moralidad vigente. Su aceptación expresa una actitud reiterativa de formas de vida y concepciones tradicionales. El disenso de un grupo o de un individuo cae fuera de esa moralidad; es disruptivo de la vida comunitaria; no puede considerarse legítimo. En una democracia participativa actual, el consenso, en
cambio, buscaría su legitimidad en el acuerdo entre libertades personales. Sería producto de la decisión autónoma de todos los ciudadanos. Tendría que aceptar como legítimo, por lo tanto, el disenso frente a cualquier forma de tradición o costumbre consensuada anteriormente. Supone una norma previa a la aceptación de la tradición colectiva: el respeto a la autonomía de todo miembro de la colectividad y, por ende, de su derecho a disentir. Y 2°, la democracia consensual supone que todos los miembros de la comunidad pueden llegar, por el diálogo a descubrir un bien común sustantivo; el pueblo puede coincidir en los fines y valores superiores, aceptados por la tradición, que presentan
unidad a la comunidad. En cambio, en las sociedades democráticas modernas y complejas no comparten necesariamente ese supuesto. La concepción liberal de la democracia se levanta sobre el supuesto contrario: es una manera de responder a la multiplicidad de concepciones del bien común, que responden a intereses divergentes. Si el Estado aceptara una concepción sustantiva del bien común, sería por la imposición de un sector sobre los demás. De acuerdo con Villoro, en los espacios locales, comunidades o municipios y aún pueblos autónomos, es posible preservar o recrear procedimientos para llegar a consensos. Pero en el espacio amplio de un país complejo, sólo cabe un consenso
básico que reflejara una identidad de intereses: el respeto a la pluralidad de puntos de vista sobre el bien común, el reconocimiento de las diferencias, pero es necesario que el diálogo racional se acompañe de la voluntad de cooperación. El principio de igualdad en el reconocimiento de las diferencias guiaría la obtención de ese consenso racional parcial.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 25 ~
BIBLIOGRAFÍA
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos Cámara de
Diputados del H. Congreso de la Unión, Secretaría. General, Secretaría de Servicios Parlamentarios, Dirección General de
Servicios de Documentación, Información y Análisis.
Florescano, Enrique, Etnia, Estado y Nación, México, Aguilar, 1996.
Heller, Agnes, Historia y vida cotidiana: aportación a la sociología socialista, México, Grijalbo/Enlace, 1985.
Kymlicka, Will, Ciudadanía multicultural, Barcelona, Paidós, 1996.
Martínez Barragán, Hirineo, “Los límites territoriales en el occidente de México, apuntes preliminares”, en Boletín de geografía,
Guadalajara, México, 2003.
Rivadeo, Ana María, Lesa Patria, México, ENEP Acatlán, UNAM,
2003. Rubio Carracedo, José, “Ciudadanía compleja y democracia”, en
Carracedo Rubio J., et al., Ciudadanía, nacionalismo y derechos
humanos, Madrid, Trotta, 2000. Salcedo Aquino, J. Alejandro, Tradiciones democráticas en conflicto y
multiculturalismo, México, Plaza y Valdés editores, FES
Acatlán, UNAM, 2007. Tubino Arias-Schreiber, Fidel, “Ciudadanías complejas y diversidad
cultural”, en Devenires, año IV, núm. 7, México, Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2003, pp. 172-206.
Villoro, Luis, Estado Plural, pluralidad de culturas, México, Paidós-UNAM, 1998.
Villoro, Luis, Los retos de la sociedad por venir, México, FCE, 2007.
Yurén Camarena, Ma. Teresa, La filosofía de la educación en México, Trillas, México, 1994.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 26 ~
LOS SISTEMAS NORMATIVOS Y LA DIFERENCIA CULTURAL DE LOS
PUEBLOS INDÍGENAS
Martín Rodríguez CASA DE LOS ESCRITORES EN LENGUAS INDÍGENAS
ANTECEDENTES
En el México antiguo, los pueblos indígenas (teotihuacanos,
mayas, olmecas y otros) desarrollaron sus instituciones culturales,
sociales, económicas y políticas que funcionaban de acuerdo con
su cosmovisión: procuraban mantener el equilibrio social,
respetando la vida individual y colectiva de cada comunidad.
A la llegada de los españoles a este continente, particular-
mente, en el territorio de lo que hoy es México, las mencionadas
instituciones fueron diezmándose conforme se iba imponiendo un
sistema de gobierno occidental que introdujeron los europeos en el
territorio que llamaron Nueva España.
El periodo colonial tuvo una duración de trescientos años.
En todo ese tiempo, a los indígenas se les prohibió continuar con
sus prácticas religiosas, su sistema jurídico y de gobierno; además
les fue despojado su territorio, sus libros y códices fueron quema-
dos y destruidos, y se les impuso la religión católica.
Después de tres siglos de resistencia militar, política,
económica, social y cultural, el llamado a la insurrección de
Miguel Hidalgo fue visto por los indígenas como la oportunidad de
liberarse del colonialismo y su participación fue activa en la lucha
por la independencia de México.
Sin embargo, los criollos se preocuparon más por la
creación de un Estado-nación uniforme y, a pesar de la
composición pluricultural de la nación mexicana, declararon que la
única lengua nacional sería el castellano, la religión debía ser
solamente la católica, un sistema jurídico para todos y un
desarrollo económico de tipo liberal; lo que implicó por fuerza la
subordinación de los pueblos y comunidades indígenas al único
poder central.
En la Reforma, la situación de los pueblos originarios no
mejoró, sino que se agravó aún más con la Ley Lerdo de 1856,
denominada Ley de Desamortización de Fincas Rústicas y
Urbanas de Propiedad de Corporaciones Civiles y Religiosas; con
este instrumento les fueron expropiados sus terrenos comunales y
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 27 ~
también implicó la extinción de las comunidades como titulares de
bienes.
Durante el gobierno de Porfirio Díaz, continuó la misma
política de exclusión y despojo, y se benefició únicamente a los
hacendados, latifundistas y dueños del capital extranjero, quienes
establecieron las “tiendas de raya” para endeudar de por vida a los
indígenas.
Después de otro siglo de penurias, los obreros agrícolas y
campesinos indígenas engrosaron las filas de la Revolución
Mexicana; primero se integraron al contingente del Partido Liberal
Mexicano de los hermanos Flores Magón y, posteriormente, a la
lucha agraria bajo el Plan de Ayala impulsado por Emiliano Zapata
en el sur de México, a través del cual se demandaba principalmente
la restitución de los terrenos comunales. Mientras que en el Norte,
los indígenas también se integraron a la División del Norte
encabezada por Francisco Villa.
En la época posrevolucionaria, concretamente en el año
1921, se creó la Procuraduría de los Pueblos; en 1925, la Casa del
Estudiante Indígena y, en 1936, el Departamento Autónomo de
Asuntos Indígenas. Pero estos proyectos estuvieron orientados
hacia la integración económica de los indígenas a la sociedad
nacional, sin tomar en cuenta su diversidad cultural, sus idiomas y
sus costumbres jurídicas que practicaban en las diferentes regiones
del país.
Posteriormente, se creó el Instituto Nacional Indigenista en
1948, con el fin de atender diversos asuntos relacionados con los
pueblos autóctonos; sin embargo, fue poco lo que esta institución
pudo lograr, y los problemas de los indígenas persistieron. De este
modo, al conmemorarse el V Centenario del “Encuentro de dos
Mundos”, hubo numerosas organizaciones indígenas que reclama-
ban sus demandas no resueltas; entre las más sobresalientes estaba
el Consejo Mexicano 500 años de Resistencia Indígena, Negra y
Popular.
Ante la falta de sensibilidad del Estado para resolver y
plantear caminos de diálogo con las diversas organizaciones de
pueblos y comunidades indígenas del país, surgió el movimiento
armado denominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN), el 1 de enero de 1994. Su demanda estuvo orientada a
negociar los temas de Derechos y Cultura Indígena; Democracia y
Justicia; Bienestar y Desarrollo; Conciliación en Chiapas, así como
Derechos de la Mujer. No obstante, únicamente se pudo acordar
con el gobierno el primer tema y los demás quedaron pendientes.
Aunque los indígenas han sido partícipes directos en los
diversos movimientos que se han gestado en nuestro país, desde la
Independencia hasta la Revolución Mexicana, en ninguna de las
leyes emanadas de estas luchas sociales se reconoció la existencia
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 28 ~
de sus derechos como pueblos originarios. Asimismo, la Ley
fundamental de 1917 sólo se refirió a ellos como campesinos, en lo
tocante a la cuestión agraria.
LOS PUEBLOS INDÍGENAS
Para establecer quiénes son los pueblos indígenas de México, el
Estado ha tomado en cuenta únicamente el aspecto relativo al
idioma; mientras que algunos estudios en la materia los definen
más ampliamente como colectividades que asumen una identidad
originaria sobre la base de su cultura, sus instituciones y una
historia que los determinan como pueblos nativos del país,
sucesores de las sociedades prehispánicas.
Cabe hacer mención que un número importante de
integrantes de nuestros pueblos ha perdido parte de su lengua o de
su cultura, pero sigue conservando otras características esenciales
del ser indígena. Así vemos que algunos instrumentos jurídicos
internacionales, entre ellos el Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) relativo a pueblos indígenas y
tribales en países independientes, así como algunas recomen-
daciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU),
manifiestan que "el uso de criterios y definiciones ajenos a esas
poblaciones no da un cuadro verdadero de la importancia numérica
de las mismas". También en "estimaciones y censos de las
poblaciones indígenas ha de tomarse en cuenta que, además de ser
un derecho que debe corresponder enteramente a esas poblaciones
el de determinar quiénes son y quiénes no son miembros de sus
comunidades, éste es el medio más eficaz de establecer cuántas
personas son indígenas dentro de la población del país".
Asimismo, podemos encontrar esta definición en el artículo
2º de nuestra Constitución Política, que dice: “son aquellos que
descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del
país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias
instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de
ellas”. Además se remarca que “la conciencia de su identidad
indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes
se aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas”. Y enfatiza
que “son comunidades integrantes de un pueblo indígena, aquellas
que formen una unidad social, económica y cultural, asentadas en
un territorio y que reconocen autoridades propias de acuerdo con
sus usos y costumbres”.
Lo que nos queda claro es que los pueblos indígenas tienen
la determinación de preservar, desarrollar y legar a futuras
generaciones sus territorios ancestrales y su identidad indígena de
acuerdo con su existencia continuada como pueblo, de acuerdo con
sus propios patrones culturales, sus instituciones sociales y sus
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 29 ~
sistemas legales. Y el término “comunidad” se refiere a un grupo o
conjunto de individuos, seres humanos o animales que comparten
elementos comunes, por ejemplo un idioma, costumbres, valores,
tareas, visión del mundo, edad, ubicación geográfica. En una
comunidad se crea una identidad común, mediante la diferencia-
ción de otros grupos o comunidades, que es compartida y
elaborada entre sus integrantes y socializada.
LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
En la época antigua, los pueblos originarios, para regular su vida
interna, poseían sistemas normativos propios que hoy en día se
conocen como usos y costumbres, los cuales eran acatados en cada
comunidad o población por sus autoridades y con ellos se
pretendía mantener el equilibrio social.
Con la llegada de los peninsulares a este territorio, se
comenzó a aplicar el Derecho Castellano y el Indiano que
contenían reglas que favorecían la empresa de la conquista, y muy
escasamente tomaban en cuenta el sistema normativo tradicional.
Ante la inconformidad de los nativos, los europeos les recono-
cieron algunos de sus derechos en las Leyes de Indias, las cuales
no fueron aplicadas en la práctica, sino que ponderaron la consigna
de “obedézcase pero no se cumpla”.
Culminada la gesta independista, surgió la Constitución de
1824, pero el gobierno criollo dejó a los indígenas fuera del marco
legal y sólo los mencionó en su artículo 50, Sección V, como
tribus de indios. Una vez despojados de su personalidad jurídica,
los nativos sufrieron el fenómeno de la “desindianización” y
quedaron desprotegidos de su pueblo y de la ley nacional como
indígenas. Sus diversas instituciones fueron calificadas de estorbo,
y su pluriculturalidad fue considerada como la causa del atraso
cultural de la nación mexicana.
La Constitución de 1857, en su artículo 111, título V, se
refirió a los nativos como bárbaros; sin embargo, José María del
Castillo Velasco, abogado y periodista liberal, dijo que eran
“descendientes de los antiguos dueños de estas comarcas…”, por
lo que exhortó a los legisladores del Congreso a combatir el estado
de mendicidad en que se encontraban. Ignacio Ramírez también
recordó a los congresistas que México era un país heterogéneo y
que muchos de sus pueblos conservaban sus tradiciones de origen
diverso y una nacionalidad independiente, y les advirtió que
ignorar estas realidades constituía el mejor camino para debilitar
los cimientos del edificio constitucional.
En enero de 1915, se expidió una Ley Agraria que permitió
la restitución de tierras a los campesinos y, en la Constitución de
1917, sólo se mencionó en la fracción VII del artículo 27 de la
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 30 ~
Carta Magna el uso y disfrute de los terrenos comunales, así como
de sus aguas y bosques, por lo que el Congreso Constituyente les
continuó negando su personalidad jurídica.
No fue sino hasta el año 1989, cuando el Estado mexicano
hizo el intento por reconocer sus derechos y suscribió el Convenio
169 de la OIT, el cual fue ratificado por el Senado de la República
y entró en vigor en septiembre de 1991; posteriormente, en 1992 se
adicionó el artículo 4º constitucional para reconocer la compo-
sición pluricultural de la nación; también se modificó el artículo
27º referido a los derechos sobre la tierra y otras leyes secundarias,
por ejemplo los Códigos de Procedimientos Penales, tanto el
federal como el concerniente al Distrito Federal. Aunque hay que
mencionar que desde el año 1987, las entidades federativas de
Oaxaca, Chiapas e Hidalgo realizaron las primeras reformas
constitucionales en materia indígena.
Con motivo del levantamiento del EZLN en 1994,
comienza, en el sureste mexicano, una serie de movilizaciones, que
culminan en el año 2001 y que tuvieron resonancia no sólo en el
plano nacional sino también en el internacional. Aunque
inicialmente las causas adquirieron un motivo diferente, se fueron
retomando, en el transcurso del movimiento, las demandas indí-
genas relativas al Convenio 169 de la OIT, donde se establecen los
derechos indígenas. El primer resultado fue el diálogo del gobierno
federal con el grupo armado, en el que se firmaron los Acuerdos de
San Andrés en febrero de 1996 (Sakamch’en) para que se
legislaran y se incorporaran los derechos indígenas en la Cons-
titución. Sin embargo, la parte gubernamental se resistía a mandar
esos acuerdos al Congreso de la Unión para su aprobación. El
nuevo gobierno envía la iniciativa al Congreso en diciembre del
año 2000; con ello se reavivan en varios países del mundo, sobre
todo los europeos, las manifestaciones en apoyo de las demandas
zapatistas.
En el periodo comprendido de marzo-abril del año 2001,
el Congreso de la Unión reforma el artículo 2º en el cual se
reconocen los derechos de los pueblos originarios con más
amplitud, y, en el año 2003, entra en vigor la Ley General de los
Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas. Mientras que en
el ámbito internacional se aprueba la Declaración Universal de
Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU en septiembre de
2007.
Sin embargo, los derechos de los pueblos originarios
quedaron subordinados a la legislación estatal y con ello fueron
atomizados; esto repercutió en la cristalización del prometido
establecimiento de la nueva relación entre los distintos grupos
indígenas y el Estado mexicano. La mejora de las condiciones de
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 31 ~
vida para los más de catorce millones de mexicanos que pertenecen
a estas etnias del país es así casi imperceptible.
Por lo visto, no es suficiente que existan reglamentos,
códigos y directrices en materia de justicia, ni tampoco es
suficiente la instalación de ministerios públicos y juzgados
indígenas, así como juzgados de paz y conciliación, debido a que
falta sensibilización y actualización a todos los encargados de
procuración e impartición de justicia en los que se ven involu-
crados personas indígenas. En su caso, deben reunirse dictámenes
periciales que consideren su diferencia cultural, y permitan la
intervención de peritos intérpretes-culturales para que se hagan
entender en su propio idioma.
Con la reforma del artículo 105 de la Carta Magna en 1994,
que introdujo las acciones de inconstitucionalidad, se incluyó
explícitamente a los municipios que carecían de un medio de
defensa frente a los estados y la federación.
En el ámbito de las reglamentaciones en materia indígena,
podemos mencionar, entre las más relevantes, la firma del Con-
venio 169 de la OIT en 1990, en la reforma al párrafo primero del
artículo cuarto constitucional en 1992. Igualmente la ley indígena
incorporada al artículo 2° de la Constitución en agosto de 2001 y
en la Declaración Universal de Derechos de los Pueblos Indígenas
de la ONU aprobada el pasado 13 de septiembre de 2007.
Si en México existen leyes para todos los mexicanos, cabe
preguntarse ¿qué requieren los indígenas? Dada la diferencia
cultural de los pueblos originarios con respecto de la sociedad
nacional, se hace necesario reconocer sus derechos fundamentales
en torno a los cuales giran sus demandas que se pueden sintetizar
básicamente en cinco enunciados:
1. El derecho al reconocimiento como pueblos o derecho a la
diferencia;
2. El derecho a la libre determinación mediante la autonomía;
3. El derecho a las tierras y territorios indígenas;
4. El derecho al reconocimiento de sus sistemas jurídicos, y
5. El derecho al desarrollo desde su propia cosmovisión.
Cabe reiterar que los indígenas practican cotidianamente lo que
desean que se les reconozca en la legislación nacional.
LA DIFERENCIA LINGÜÍSTICA Y CULTURAL UBICACIÓN La población indígena en México está distribuida por toda la
República pero se concentra especialmente en la Sierra Madre del
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 32 ~
Sur, la Península de Yucatán y en las zonas más remotas y de
difícil acceso, tales como la Sierra Madre Oriental, la Sierra Madre
Occidental y áreas vecinas a éstas. Aparentemente no es numerosa
debido al mestizaje, pero estadísticamente representa el 10% de
toda la población mexicana y, en lo concerniente a la identidad
nacional, está sigue muy vigente por el alto desarrollo de las
culturas mesoamericanas.
La entidad federativa con mayor población indígena es
Oaxaca, aunque un importante porcentaje ha emigrado, mientras
que el estado con mayor población indígena que vive en su propio
territorio es Yucatán. Varios pueblos originarios han logrado
mejorar sus condiciones de vida y se han adaptado con facilidad a
la cultura del comercio y la globalización, y han actuado así a la
par de los esfuerzos realizados por diferentes organismos
gubernamentales y no-gubernamentales en pro del reconocimiento
legal de la cultura y de su calidad de vida; pero en otros casos
persiste un alto grado de marginación, discriminación, desnutrición
y pobreza extrema que los está llevando a la extinción de su lengua
y cultura.
LAS LENGUAS
En nuestro país, cada pueblo originario habla su propio idioma y,
en total, suman 68 con sus respectivas variantes lingüísticas, que
son 364. Originalmente, todas las lenguas indígenas de México
provienen de 11 familias lingüísticas que son: álgica, yuto-nahua,
cochimí-yumana, seri, oto-mangue, maya, totonaco-tepehua,
tarasca, mixe-zoque, chontal de Oaxaca y huave.
TIERRAS Y TERRITORIOS
El concepto de “territorio”, en lo que concierne a las entidades
federativas, se define como el espacio físico y el ámbito
jurisdiccional que corresponde a cada uno de los estados de la
República. Es decir, la ley no utiliza dicho concepto sino el de
tierras, en tanto que para los pueblos originarios implica la
totalidad del hábitat de las regiones que usan de alguna manera.
Para los pueblos indígenas, resulta claro el hecho de que un
individuo o una familia usufructúen una porción de tierra mientras
forme parte de una colectividad social. Lo determinante es el
hecho de que una persona, al ser miembro de la comunidad, se
relaciona con la tierra; he allí la importancia que reviste la forma
comunal de tenencia de la tierra entre los indígenas.
La tierra es el espacio donde desarrollan su cultura y el
lugar de donde obtienen los alimentos y lo necesario para su
subsistencia y la de todos los seres vivos (plantas y animales); por
tanto, la tierra no se concibe como una mercancía u objeto
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 33 ~
cualquiera que se pueda comprar o vender; asimismo, los pueblos
indígenas reafirman que es básico seguir conservando íntegra-
mente sus territorios y continuar manteniendo la tenencia comunal
de sus tierras.
Recordemos que, desde tiempos inmemoriales, los pueblos
indígenas contaban con sus respectivos territorios, pero hasta ahora
el Estado ha pasado por alto el postulado jurídico de que: el
primero en tiempo es también el primero en derecho.
LA SALUD
Para los indígenas las enfermedades se clasifican en positivas y
negativas. Las positivas son las contraídas por causas naturales o
enfermedades físicas; mientras que las negativas son las causadas
por fenómenos sobrenaturales o enfermedades psíquicas. Las
primeras pueden ser curadas incluso con la medicina alópata; en
cambio, las segundas sólo pueden ser tratadas por los médicos
comunitarios tradicionales.
Hoy en día las comunidades indígenas utilizan todavía una
gran variedad de plantas medicinales a nivel doméstico. Existen
enfermedades generadas por la envidia, el mal de ojo y de energía
negativa que sólo las pueden aliviar los curanderos o chamanes a
través del uso de la herbolaria. Las personas inician sus trayectos
especiales de sanación desde su propio domicilio a las casas de los
curanderos, después van a los altares y culminan en los cerros.
Todos esos espacios son parte del proceso de curación por el que
transitan los enfermos.
Las técnicas de diagnóstico más usadas son la pulsación, el
frotamiento, la revelación en sueños, el masaje, la limpia y el baño
con las yerbas medicinales, así como su consumo en una deter-
minada dosis, la adivinación con los granos de maíz, la
observación del paciente, la auscultación y el uso del temascal.
Todo ello se debe realizar previo a un interrogatorio y revisión del
paciente. La práctica médica es un servicio a la comunidad.
Aunque la medicina alópata tiene algún tipo de presencia
en las comunidades indígenas, la tradicional sigue siendo la fuente
principal de la salud. La especialización de los médicos
comunitarios se divide en: sopladores, yerberos, chupadores,
parteros, curanderos y los que llevan la cuenta de los días. El
conocimiento de la medicina tradicional que poseen los curanderos
indígenas desde siglos atrás le aporta un gran valor a su cultura.
LA ECONOMÍA La pesca, la agricultura, la ganadería y el comercio son las
principales fuentes de economía de los indígenas. En las activi-
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 34 ~
dades productivas, se utilizan técnicas tradicionales y, en el caso
del cultivo del café y la pesca, técnicas modernas.
Cuando se agotan las fuentes de trabajo en sus localidades,
los campesinos e indígenas recurren a la migración, algunas veces
en forma temporal y otras de manera definitiva. Por lo regular, las
mujeres se emplean en el servicio doméstico y los varones para
trabajo de campo y de construcción. Muchos de ellos traspasan las
fronteras nacionales y, cuando llegan a países como Estados
Unidos y Canadá, laboran como braceros.
LA ORGANIZACIÓN SOCIAL
La familia es la célula de la organización social de los pueblos
indígenas. La unidad doméstica está compuesta por familias
nucleares y extensas.
Las autoridades municipales conforman la estructura de
gobierno a nivel local. Aunque pareciera que la autoridad tradi-
cional hubiese desaparecido, en todas las comunidades existen los
consejos de ancianos, costumbre que sobrevive hasta nuestros días.
Los chamanes ya no detentan el mismo poder de antaño, pero su
influencia a nivel informal aún es importante.
LA COSMOGONÍA Y RELIGIÓN
La concepción del mundo de los pueblos indígenas se expresa en
los rituales que se practican en su entorno: hace referencia a los
espíritus que regulan su mundo cultural y a quienes se les realiza
una ofrenda en barrancas, cuevas, manantiales y cerros, que son
considerados espacios religiosos y sagrados.
El mundo sagrado se expresa directamente en su entorno
geográfico. Nacer, morir y ser enterrado en las cercanías del lugar
de procedencia es parte del círculo sagrado que identifica al
indígena de hoy con las tradiciones que se pierden en las raíces de
su tierra, que es el lugar donde transita lo sagrado, donde se unen
los seres del cielo con la tierra.
Para el indígena, permanecer en otra geografía distinta a la
suya representa un rompimiento con el espacio sagrado, por lo que
sus prácticas y rituales se debilitan o desaparecen. Con el tiempo
dejan de tener sentido de pertenencia y, entonces, se pierde en el
limbo, y por ende, deja de ser indígena, es decir, se vuelve nada.
Los que resguardan los conocimientos ancestrales sobre la
cosmogonía y religión son los consejos de ancianos, quienes son
conocidos también como principales; ellos están obligados a
transmitir a las futuras generaciones sus saberes y representan una
barrera natural de defensa ante la penetración cultural de ideo-
logías religiosas extranjerizantes.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 35 ~
EL TEQUIO Y LA MANO VUELTA
El tequio, nombrado también faena, representa una forma principal
de cooperación para la construcción de obras públicas ―como son
aulas escolares, edificios para administración del ayuntamiento,
templos―, limpieza de panteones y otras funciones que la comu-
nidad requiera en casos de catástrofes naturales ―por ejemplo,
incendios de bosques, inundaciones, etcétera―. A los niños y
jóvenes se les educa para que cooperen voluntariamente en estas
actividades y aprendan a ser solidarios con sus semejantes ante
cualquier emergencia.
La mano vuelta o trabajo recíproco es otro de los elementos
importantes para la ayuda mutua; generalmente se utiliza entre
familiares y vecinos para la construcción de una casa, la
realización de un casamiento, la cooperación en los trabajos de
campo, las mayordomías, la organización de las ferias y festivi-
dades, y toda actividad que requiera el esfuerzo de otras manos. De
este modo, a las nuevas generaciones se les inculca una actitud
solidaria con los amigos, familiares y vecinos, quienes colaboran
cuando se necesite su mano de obra o bien una ayuda en especie.
Por lo regular, este tipo de actividades que benefician a la
comunidad reúne a varias personas con fines productivos. Todos se
comprometen a aportar sus días de faena sin ninguna
remuneración.
LAS FESTIVIDADES Las festividades indígenas las organizan los mayordomos, los
cuales son electos por la comunidad, y estas ceremonias giran en
torno al calendario agrícola; de este modo, si aún no ha llovido, se
hace una ceremonia de petición de lluvia o se compromete el
"pago" a la Madre Tierra para poder cortar los primeros elotes. En
todos santos, se celebra la llegada de los muertos desde el 28 hasta
el 02 de noviembre, así como el año nuevo en el que las
autoridades locales celebran este acontecimiento en unión con los
vecinos de la comunidad, ya sea para llevar a cabo el cambio de
autoridad ya sea simplemente porque comienza un ciclo más. En
estas festividades las mujeres acostumbran vestirse de gala o
exhiben su traje regional.
LAS PRÁCTICAS AUTONÓMICAS El derecho a la libre determinación que poseen todos los pueblos
se puede ejercer de diferentes formas, una de ellas es a través de la
autonomía, la cual no debe confundirse con la soberanía; esta
última es facultad exclusiva que poseen los Estados. En cambio la
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 36 ~
primera, representa el campo de intersección entre el derecho a la
libre determinación interna de los pueblos y el derecho consti-
tucional soberano de los estados.
La autonomía es la forma de ejercicio colectivo de la libre
determinación que los pueblos indígenas de México estamos
reivindicando desde hace muchos años. No deseamos la separación
respecto al Estado mexicano, solamente demandamos mayores
espacios de libertad para poseer, controlar y gestionar nuestros
territorios, para normar nuestra vida política, económica, social y
cultural, así como para intervenir en las decisiones nacionales que
nos afectan en un momento determinado.
Para los indígenas, la autonomía es la capacidad de decidir
no sólo sobre su destino, sino también sobre las cuestiones y
acciones más inmediatas y diarias en las comunidades, con una
identidad y conciencia propias, y con la suficiente capacidad de
apertura para comunicarse con los demás ciudadanos del país y del
mundo. El reclamo de la autonomía que plantean los indígenas se
enmarca en el contexto de la demanda generalizada de una mayor
democracia y participación política mediante una descentralización
de la toma de decisiones.
Existen varios niveles de autonomía, debido a ello los
indígenas pueden optar por aquel que en un momento dado
corresponda mejor a sus circunstancias y requerimientos: auto-
nomía comunitaria, autonomía municipal y autonomía regional
indígena.
El concepto de autonomía no es algo nuevo, porque en
México existen instituciones que la practican como es el Banco de
México o la Universidad Nacional Autónoma de México; en otros
países, como Nicaragua y España, también se ejercen prácticas
autonómicas.
LOS SISTEMAS NORMATIVOS
El derecho suele definirse como un conjunto de normas abstractas,
explícitas y escritas asociadas a un aparato de sanción basado en la
coacción. Esta definición es simplista para el campo del derecho y
es ineficaz para su aplicación con los pueblos indígenas, porque en
la actualidad no tienen reglas escritas. De ahí que frecuentemente
se ha afirmado que los indígenas no poseen derecho, sino
únicamente usos y costumbres o derecho consuetudinario, y con
este concepto no se reconoce el pluralismo jurídico existente en
nuestro país. Pero sabemos que todas las sociedades cuentan con
un conjunto de leyes que rigen su convivencia colectiva, que se
denomina sistema jurídico o derecho. En el caso de las sociedades
indígenas, esta serie de normas propias ha demostrado tener una
gran vigencia y eficacia en su aplicación, porque más del 85% de
los conflictos en las comunidades se resuelven en el interior de las
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 37 ~
mismas mediante autoridades y procedimientos locales, sin que
haya necesidad de recurrir al derecho del Estado. Cabe decir que el
derecho indígena tiene unas características específicas y diferen-
ciadas con respecto al sistema jurídico nacional. El indígena busca
la reconciliación para mantener el equilibrio social y la reparación
de daños; el nacional pretende castigar al infractor encerrándolo en
penitenciarías donde vive en lugares hacinados por sobrecupo; por
tanto, difícilmente logra su readaptación. Sin embargo, la
designación de usos y costumbres por parte de algunos estudiosos
en la materia para referirse a la legislación indígena sólo denota un
desconocimiento sobre la materia.
En la mayoría de las comunidades indígenas se aplican
cotidianamente sus sistemas normativos internos; sus habitantes
los aprueban y sus representantes trabajan conjuntamente con las
instituciones de administración de justicia estatal y nacional, y se
rigen bajo los principios de formación, prevención, procuración,
administración de justicia y la reeducación.
1. La formación se da desde la niñez con la educación familiar
2. La prevención del delito con programas de desarrollo
comunitario.
3. La procuración de justicia se realiza a través de la investigación
minuciosa.
4. La administración de justicia se aplica priorizando la
reconciliación y reparación de daño.
5. Reeducación se encuentra a cargo del Consejo de Ancianos.
SITUACIÓN ACTUAL
Después de cinco siglos de opresión, persecución e intento de
extinción de la lengua y la cultura de los indígenas por parte de los
peninsulares y los criollos, la resistencia de los pueblos originarios
ha sido tenaz; no obstante, éstos también han sido vulnerados con
diferentes formas de violencia, física, económica, social y cultural,
que se manifiesta en un principio con el intento de exterminio, los
bajos salarios, la discriminación y la falta de apoyo para su
educación integral.
En la lucha por el cuidado y defensa del medio ambiente
está presente la voz de los pueblos originarios de México que
denuncia la tala clandestina de los bosques; la explotación minera
en los centros ceremoniales ―como es el caso de los huicholes―;
la sobreexplotación del agua donde se ha visto la movilización de
las mujeres mazahuas en defensa de sus derechos y en contra de
adversidades surgidas por el proyecto Cutzamala, y los proyectos
de energía eólica en los territorios de los zapotecos del Istmo.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 38 ~
A pesar de que muchas instituciones protegen los derechos
humanos de los pueblos originarios, aún persiste una educación
racial en nuestro país en pleno siglo XXI; muchas comunidades
indígenas siguen sufriendo abusos e invasión de sus propiedades
por otros mexicanos o extranjeros. Debido a la discriminación de
la que son objeto y al despojo de sus tierras por los rancheros
apoyados por el gobierno del estado de Baja California, los kiliwas
han establecido un pacto de muerte dentro de su comunidad que
consiste en que ninguna mujer kiliwa traerá un solo hijo más al
mundo, porque así acabarán con este pueblo y su sufrimiento para
siempre.
Ante la falta de empleo y los bajos salarios, los indígenas se
han visto obligados a emigrar hacia otras latitudes, donde se
enfrentan con problemas de alimentación, vivienda, educación,
salud, justicia, desempleo y la discriminación en sus diferentes
facetas. Otro de los problemas graves que sufren es la pérdida de la
lengua y la cultura, por consiguiente, de su identidad y pertenencia
a su lugar de origen. La pérdida de su idioma es aceptada por los
padres de familia para evitar que sus hijos sean rechazados por la
sociedad; principalmente los niños y jóvenes han olvidado su habla
materna para incorporarse rápidamente a estereotipos de vida que
surgen de la imitación y de programas televisivos. La explicación
que dan es que los niños indígenas en la actualidad prefieren usar
el castellano porque sus compañeros se burlan de ellos, les dicen
indios o nacos; de este modo, erróneamente algunos menores en
las escuelas urbanas son integrados a grupos de educación especial
o de lento aprendizaje por la dificultad del dominio del idioma
español.
En lo que se refiere a la religión, los líderes en la materia
han creado conflictos en diferentes partes del territorio mexicano,
en particular en las zonas indígenas. Argumentan que la religión
católica forma parte de la identidad indígena, y que los protestantes
no están dispuestos a participar en el trabajo comunitario o tequio,
ni en las fiestas patronales. La negativa de los protestantes se debe
a que sus creencias religiosas no les permiten el culto a las
imágenes. En los casos extremos, la tensión sube de tono entre
católicos y protestantes y ha dado lugar a la expulsión de estos
últimos de varios pueblos. Lo anterior ha sucedido en San Juan
Chamula en Chiapas; San Nicolás, en Ixmiquilpan, Hidalgo; Santa
María Matamoros y San Juan Metaltepec en Oaxaca, por
mencionar sólo algunos lugares. Asimismo, los Testigos de Jehová
tienen prohibida la rendición de honores a los símbolos patrios y
los niños educados en esa religión han sido expulsados de las
escuelas públicas.
Otro de los fenómenos que padecen los indígenas es la
necesidad de migración, no sólo hacia las grandes ciudades de
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 39 ~
otros estados de la República, sino ―como se mencionaba
anteriormente― que han tenido que traspasar las fronteras y
emplearse en los Estados Unidos y Canadá; otros han corrido con
mejor suerte y han llegado a Europa. No obstante, siempre son
identificados por tener características físicas muy distintas con
respecto a los mestizos y blancos. Aunque los estadounidenses los
llaman latinos, los indígenas rechazan que se les aplique esa
etiqueta con la que no tienen ningún vínculo familiar o racial; ellos
argumentan que están emparentados con los propios indígenas
estadounidenses y no con los mestizos latinamericanos o
descendientes de países mediterráneos.
Algunos sufren burlas y rechazo de sus propios paisanos
mexicanos que no son indígenas. Muchas veces no logran compa-
ginar con la forma de vida en el extranjero, y a causa del
desconocimiento de la cultura que se desarrolla en las grandes
ciudades, enfrentan procesos administrativos y judiciales sobre
aquello que en su territorio de origen sería una actividad normal y
lícita. Casi siempre se encuentran en espacios diferentes a su lugar
de nacimiento, debido a la búsqueda de mejores oportunidades de
empleo. Muchas veces las personas que desarrollan actividades
ilícitas los involucran y, sin saber la causa, terminan purgando
condenas en los centros penitenciarios. La mayoría de los
indígenas no se les proporciona un intérprete-traductor durante los
procesos jurídicos, ni los ministerios públicos ni los jueces
consideran su diferencia cultural con respecto al resto de la
población nacional.
En este año 2012, en México 8 mil 634 indígenas se
encuentran recluidos (sin contar a los que no son identificados
como pertenecientes a algún pueblo originario), y, por cada 10
presos indígenas, sólo 4 gozan la garantía de la asistencia de un
intérprete-traductor. Por ejemplo, en Oaxaca existen 1,329 reclusos
que hablan alguna lengua nativa. Tampoco se les toma en cuenta
sus sistemas normativos internos, donde las autoridades
administrativas y judiciales están obligadas a solicitar dictámenes
culturales como parte de la prueba pericial.
En la práctica, el agente del Ministerio Público, para
evitarse problemas, omite preguntarle al detenido si habla alguna
de las 68 lenguas indígenas que existen en el país, así que el
indígena en cuestión carece de sus derechos y de la posibilidad de
pagar la multa correspondiente, por lo que sin mayores
contemplaciones se le consigna a un juzgado. En otros casos
quienes lo intentan, dirigen de forma inadecuada su interrogatorio
y, así en vez de preguntarle al probable responsable si habla alguna
otra lengua aparte del español, le dice directamente: ¿eres o
perteneces a algún pueblo indígena?, por obvias razones el
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 40 ~
indígena contesta que no porque no habla o no entiende de manera
suficiente la lengua castellana.
De acuerdo con las estadísticas de la Comisión Nacional
para el Desarrollo de los Pueblos indígenas, cada año son procesa-
dos por delitos del fuero común y federal, más de siete mil
indígenas de las diferentes “etnias” que existen en el país, de los
cuales sólo una mínima parte llegan a obtener su libertad antes de
cumplir su sentencia.
CONCLUSIONES
Al principio de la segunda década del siglo XXI, el Estado
mexicano reconoció los derechos de pueblos indígenas aunque de
manera parcial, desde la Ley fundamental, pasando por la Ley
local hasta la Ley municipal, tales como su diversidad lingüística y
parte de su derecho consuetudinario y demás especificidades
culturales en que están inmersos estos pueblos. Este logro es
resultado de siglos de lucha y de resistencia y durante el trayecto se
ha ofrendado la vida de hombres y mujeres valiosos en aras de
mejorar la vida marginada de los pueblos originarios.
Lograr que la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos reconozca la diversidad lingüística y cultural de los
pueblos indígenas, así como a sus instituciones propias, es un
avance significativo; sin embargo, hace falta perfeccionar estas
leyes para que funcionen de manera sincronizada y, con el tiempo,
sea eficaz su aplicación en la administración y procuración de
justicia.
En México tenemos un avance poco significativo en lo que
se refiere al reconocimiento de los derechos de los pueblos indí-
genas, porque la relación entre éstos y el Estado, sigue siendo de
subordinación. Los sistemas normativos indígenas y el estatal se
encuentran en constante contradicción cuando se trata de entender
la diferencia cultural existente entre los indígenas y el resto de la
sociedad.
Estadísticamente se sigue discriminando a los pueblos
originarios, a pesar de que existen legislaciones y políticas
institucionales, y a pesar de que desde 1992 se reconoció consti-
tucionalmente la conformación multicultural de nación mexicana y
que desde el año 2001 existe una nueva ley indígena que reconoce
su derecho al ejercicio de su autonomía. Esto se refleja en los
censos cuando señala que con el paso de los años el número de la
población indígena disminuye, ¿qué acaso los indígenas ya no se
reproducen?
El derecho a la autonomía se sigue mal interpretando y
algunos todavía piensan en la balcanización, pero en realidad estas
situaciones han tenido más que ver con trasfondo político que con
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 41 ~
la justicia indígena, así como el Estado mexicano se niega a
reconocer ciertos sistemas de justicia indígena autónomos (los que
ejercen los de la Policía Comunitaria) y ciertamente diferentes a
los estatales.
En la actualidad cuando un indígena enfrenta un proceso,
ya sea como quejoso, denunciante, víctima o indiciado, la mayoría
de los órganos jurisdiccionales se muestran indiferentes y no
solicitan el servicio de peritos intérpretes-traductores y menos aún
se hacen allegar de dictámenes culturales. No sólo ellos ignoran los
derechos de los indígenas, sino que también los defensores y
ministerios públicos. Y quienes piden el servicio de los traductores
y de los peritos culturales, únicamente lo hacen “por rutina” o para
cumplir con la normatividad, pero no porque los jueces estén
convencidos de que la diferencia cultural puede ayudar a explicar
un ilícito y mucho menos porque los jueces del aparato de justicia
estatal consideren importante o necesario consultar a una autoridad
indígena sobre un nativo implicado en un proceso, para que sea en
su poblado o comunidad que las autoridades tradicionales lo
juzguen.
Empezaremos por señalar en nuestro país no existe un solo
perito antropólogo registrado ante la Procuraduría de Justicia de la
República (PGR), esta dependencia dar a conocer el listado de
peritos anualmente y también en ese mismo periodo se abre la
convocatoria para el registro de nuevos peritos; sin embargo, en el
listado de peritos de la PGR, que suman 24 diferentes
especialidades, no se encuentra un solo perito cultural o antropó-
logo. En cambio en otros países de Sudamérica, como es Paraguay,
sí existe bajo la denominación de “matricula de perito experto en
culturas indígenas de nuestro país”.
También es preciso señalar que hoy día, ante la falta de
preocupación de las instituciones gubernamentales, las organiza-
ciones de la sociedad civil han impulsado la creación de un cuerpo
de peritos intérpretes-traductores, así como de peritos culturales,
como es el Centro Profesional Indígena de Asesoría, Defensa y
Traducción, A. C., la Organización de Traductores, Intérpretes
Interculturales y Gestores en Lenguas Indígenas, A. C., y otras que
atienden con sus servicios a las diferentes institucionales
encargadas de procuración y administración de justicia.
La demanda central de los pueblos indígenas es por su
reconocimiento como pueblos, su autonomía, el respeto de sus
territorios y sistemas de impartición de justicia para establecer una
relación política con el Estado y no debe de acotarse dicha relación
al resarcimiento del daño ocasionado. Por último, señalo que hace
falta mucho por hacer en materia indígena, y no solamente es
responsabilidad del nativo, sino de toda la sociedad mexicana.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 42 ~
BIBLIOGRAFÍA
Aguirre Beltrán, Gonzalo, Formas de Gobierno Indígena, México,
Fondo de Cultura Económica, 1991.
Alcalá-Zamora y Niceto, Torres, Nuevas Reflexiones sobre las Leyes Indias, México, Porrúa, 1980.
Barabas, Alicia y Miguel Bartolomé, Etnicidad y Pluralismo Cultural.
La Dinámica Étnica en Oaxaca, México, CONACULTA, 1990.
Casas, Bartolomé de las, Los indios de México y Nueva España, 8ª ed., México, Porrúa, 1999.
Colombres, Adolfo, La cultura popular, México, Ediciones Coyoacán,
2002. Cruz Barney, Óscar, Historia del Derecho Mexicano, México, Oxford,
1999.
Durán Alcántara, Carlos Humberto, Derecho Indígena, México, Porrúa, 2002.
Ferrer Muñoz, Manuel y María Bono López, Pueblos indígenas y Estado
nacional en México en el Siglo XXI, México, UNAM, 1998.
Galindo Camacho, Miguel, Teoría del Estado, Porrúa, México, 2001. González Galván, Jorge Alberto, El Derecho consuetudinario de las
culturas indígenas de México, México, Porrúa, 1994.
González Galván, Jorge Alberto, El Estado y las etnias nacionales en México: la relación entre derecho estatal y derecho
consuetudinario, México, UNAM, 1995.
González Uribe, Héctor, Teoría Política, México, Porrúa, 2004.
Instituto Nacional De Lenguas Indígenas, Catálogo de las Lenguas Indígenas Nacionales, variantes lingüísticas de México con sus
autodeno-minaciones y referencias geoestadísticas, México,
2009. Muro Orejón, Antonio, Lecciones de Historia del Derecho Hispano-
Indiano, México, Porrúa, 1989.
Pasquel, León, Costumbres, Leyes y movimiento indio en Oaxaca y Chiapas, México, Porrúa, 2001.
Reyes Salinas, Medardo y Homero, Castro Guzmán, Sistema de
seguridad e impartición de justicia comunitaria: costa-montaña
de Guerrero, México, Plaza y Valdés, 2008. Sánchez Botero, Esther y Herildy Gómez Valencia, El peritaje
antropológico como prueba judicial, Bogotá, Instituto
Colombiano de Antropología e historia (ICAN), Red Latinoamericana de Antropología Jurídica, 2008.
Villoro, Luis, Estado plural, pluralidad de culturas, México, Paidós,
1999.
PRENSA ESCRITA
El Universal, 8 febrero 2011.
Noticias, 13 marzo 2012. Revista Contralínea, 3 febrero 2012.
LEGISLACIÓN Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 43 ~
Convenio 169 de la Organización Internacional de Trabajo sobre Pueblos
Indígenas y Tribales en países independientes.
Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas. Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas.
Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Oaxaca.
Código Federal de Procedimientos Penales. Código de Procedimientos Penales del Distrito Federal.
Código Penal para el Distrito Federal
Ley de Derechos de los Pueblos y comunidades Indígenas del Estado de
Oaxaca. Ley Orgánica Municipal del Estado de Oaxaca.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 44 ~
PRÁCTICAS EPISTÉMICAS, TECNOCIENTÍFICAS Y CONSECUENCIAS
EN SISTEMAS COMPLEJOS
Mónica Gómez Salazar Facultad de Filosofía y Letras UNAM
I
Partimos de la idea de que cualquier conocimiento, incluido el
científico, se configura en las prácticas de los sujetos. El conoci-
miento dependerá de cómo lo construimos en un contexto de
prácticas en el que no se cuenta con cimientos seguros.1
Estas
prácticas son epistémicas (generadoras de conocimiento), pero
también tienen una estructura axiológica que configura la vida
emocional de los sujetos.
Los conceptos que formulemos y conocimientos que
desarrollemos estarán orientados por cierto contexto histórico que
nos precede y que en algún grado nos condiciona a seleccionar
ciertos objetivos y proyectos, y no otros, que atañen a lo que
tenemos por valioso. Así, en tanto que cualquier conocimiento está
contextualmente condicionado es parcial y no es neutral.
Tenemos razones para creer que los llamados conoci-
mientos tradicionales, generados por agricultores, pescadores y
pueblos indígenas, entre otros, pueden ser reconocidos como
conocimiento, aunque no se expresen en el lenguaje científico y no
sean orientados por los valores, prácticas y creencias de quienes
integran las comunidades científicas de un tiempo y lugar
específicos. El acierto de las prácticas epistémicas, sean o no
científicas, puede considerarse como un criterio, el cual nos
permite corroborar que sólo a través de ciertas prácticas obtén-
dremos los resultados previstos. Pero el acertar una vez, o a
menudo, no significa que se genere conocimiento. De la regulari-
dad en los resultados, no se sigue necesariamente que nuestras
previsiones tengan éxito. Es necesario, pues, contar con buenas
razones, saber cómo es que las probabilidades de éxito de nuestras
Agradezco el apoyo del Proyecto de investigación PAPIIT “Desafíos éticos de la
diversidad cultural para una ciudadanía de calidad” clave IN403211-3 otorgado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) 1 Vid. Nancy Cartwright, Jordi Cat, Lola Fleck, Thomas E. Uebel, Otto Neurath: Philosophy between science and politics, Great Britain, Cambridge University Press, 1996, pp.89-92.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 45 ~
prácticas son altas; en definitiva, cómo es que podemos afirmar
que conocemos.
A través de las prácticas y en la comparación de hipótesis y
experimentos, se podrá decidir cuáles de las primeras y de los
segundos son aceptables en un momento; pero estamos lejos de
poder afirmar con toda precisión que una hipótesis sea verdadera o
falsa. Lo que se requiere no es una teoría de la verdad ―una
explicación de lo que hace el mundo para que nuestras
afirmaciones sean verdaderas―, sino que se necesita de una
explicación de aceptabilidad; de cuáles son los métodos que
maximizan las posibilidades de que nuestras prácticas serán
acertadas.
En la investigación científica se cuenta con lo que se llama
«reproducibilidad de los experimentos», o podríamos decir
«regularidades de los productos». Que haya cierta regularidad en
los resultados de evaluación de una hipótesis y de los respectivos
experimentos nos ofrece un criterio de aceptabilidad de lo que cabe
esperar en ciertas condiciones.
Del mismo modo, el acierto sistemático de las prácticas
epistémicas de los llamados sabedores tradicionales muestra que
ellos también son generadores de conocimientos; como ocurre con
la erudición de los agricultores o la de la medicina tradicional,
entre otras. Los ancianos de las respectivas comunidades
―quienes se consideran los más sabios, pues son los que cuentan
con mayor experiencia― han enseñado por generaciones que la
hierba de venado, por mencionar un ejemplo, localizada en lugares
como Isla del Tiburón y Kino, en Sonora, se utiliza exitosamente
para curar la gripe y la tos.
El algodoncillo, una enfermedad bucal que se presenta
principalmente en los niños menores de tres años, en particular los
lactantes, se le define como una infección que afecta labios,
lengua, encías, paredes de la boca y garganta; su manifestación
visible son pequeñas manchas circulares de color blanquecino. La
aparición de esta enfermedad se atribuye a la falta de higiene o al
exceso de calor. La terapéutica es básicamente local y consiste en
el lavado de las zonas afectadas con preparados de plantas. La
herbolaria varía según la región. En el Estado de México se utiliza
el diente de León; en Oaxaca, el ciruelo. En Puebla se administra la
hierba del ángel. En Veracruz se aplica el tomate asado. En Puebla
y Tabasco destaca el uso de la miel de abeja con carbonato y
limón.
La regularidad en el acierto de los tratamientos descritos
significa que los terapeutas tradicionales saben cómo es que dichos
procedimientos son efectivos. Por ejemplo, respecto del bicarbona-
to, en la práctica se ha mostrado que favorece un cambio en la
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 46 ~
acidez de la saliva y esto permite contrarrestar los efectos del
hongo.2
La confianza epistémica que tenemos en los conocimientos
científicos, así como en los conocimientos tradicionales, se basa en
que las prácticas de unos y otros demuestran lo que ocurre y cómo
es que hay un grado significativo de certeza que nos asegura que
seguirá siendo así.
Desde la postura que defendemos, la relevancia epistémica
de los conocimientos no reside en una teoría de la verdad, sino en
que son efectivos. El grado de efectividad que se presenta al
reproducir ciertas prácticas en unas condiciones particulares nos
indica que podemos ampliar o reducir nuestra confianza en que
nuestras justificaciones, modelos y experimentos son acertados o
no. Esto es a lo más que podemos llegar humanamente hablando y
es a lo que hemos llamado ‘conocimiento’. Hablar de él o de
‘verdad’ es sólo un modo de sintetizar determinados aspectos de
nuestras prácticas que han sido exitosas en el día a día,3 y tenemos
buenas razones para decir que sabemos cómo resultaron así.
Dichas prácticas, además, las consideramos valiosas en nuestro
contexto porque en algún grado nos constituyen y conforman
nuestra identidad, pero en muchas de las ocasiones, aunque se trate
de prácticas acertadas, miembros de otros grupos pueden no
considerarlas valiosas.
II
Como ningún conocimiento es completo e infalible, para contar
con un mayor grado de certeza en nuestras prácticas epistémicas es
necesaria la comunicación entre grupos diversos; se requiere de la
cooperación y coordinación entre los diferentes sujetos que, como
hemos visto, incluyen a los miembros de diferentes grupos
científicos, pero también a comunidades y pueblos indígenas.
No obstante, lo que está en juego es que los diferentes
grupos de sujetos, aunque sus prácticas sean ajenas, e incluso
opuestas entre sí, deben ser valorados como parte importante de los
planes de vida propios, precisamente porque sus acciones pueden
tener efectos sobre nosotros. Así, tenemos que es necesario
reconocernos como unos más que podrían sufrir algún daño. Y qué
mejor momento para disponerse a la cooperación cuando las
consecuencias de las acciones humanas las vivimos a escala global.
2 Vid. Carlos, Zolla, Arturo Argueta y Soledad Mata (coords.), Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional, México, Programa Universitario México Nación Multicultural,
UNAM, 2009. En línea. URL: http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/ (Consulta realizada 17 de abril de 2012). 3 Vid. Richard Rorty, El pragmatismo, una versión. Antiautoritarismo en epistemología y ética, trad. Joan Vergés, Barcelona, Ariel Filosofía, 2000, p.218.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 47 ~
En nuestra época, el reconocimiento epistémico de las
condiciones compartidas de vulnerabilidad podría disponer a los
diferentes actores hacia lo que Neurath llamó los planes detallados
de trabajo que aseguren la coordinación global.4
Según Eckart Boege:
Los orígenes multicausales del deterioro implican
respuestas múltiples. Por ello, la crisis ambiental debe
ser entendida sobre una base de aproximaciones diferenciadas según la evaluación de un amplio espectro
de variables: culturales, sociales, económicas, políticas y
ecológicas. La interacción entre las ciencias sociales y las biológicas adquiere relevancia para estudiar estos
sistemas complejos.5
La construcción de un nuevo orden social requiere que
todos los actores se involucren y aprendan las prácticas
epistémicas de otros sujetos, con el fin de diseñar un plan que
tenga una visión más integral y precisa de los problemas. Se
necesita más información, más discusión y más interacción entre
los diversos grupos.
Boege señala que cientos de trabajos científicos han
documentado el conocimiento ecológico tradicional indígena, los
cuales se refieren a tecnologías, saberes y experiencias de estos
pueblos en el manejo de los recursos naturales, instituciones de
acceso y prácticas simbólicas al interaccionar con la naturaleza.
Dichas investigaciones permiten desarrollar prácticas bioculturales
frente a la crisis planetaria del medio ambiente, lo que implica que
la sociedad en su conjunto necesita reconocer que la conservación
de la biodiversidad está relacionada con la diversidad cultural de
los pueblos indígenas.6
Dentro de nuestras preocupaciones, está esa diversidad
cultural porque son esos pueblos y comunidades los que en la
convivencia con la biodiversidad regional han probado, desechado
y desarrollado el uso de plantas, insectos y animales como
alimento, medicina, vestimenta, limpieza corporal o vivienda;7 sus
conocimientos pueden favorecer la recuperación de los ecosiste-
mas y, con ello, ayudarnos a sobrevivir. En estas formas de vida, la
salud y la enfermedad, por ejemplo, resultan de la interacción entre
lo biológico y lo psicológico-social, e implican una noción
compleja de ser humano que integra las dimensiones biológica,
4 Nancy Cartwright, et al. op.cit., p. 245. 5 Eckart Boege, El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de México. Hacia la conservación in situ de la biodiversidad y agrodiversidad en los territorios indígenas,
México, Instituto Nacional de Antropología e Historia-Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2008, p.16. 6 Ídem. 7 Ibid., p. 17.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 48 ~
emocional, social y cosmológica. La salud es entendida como un
estado de equilibrio, al perderse, las personas enferman. La falta de
equilibrio puede deberse a: 1) la ingesta no balanceada de
alimentos fríos o calientes; exposición al aire u otros elementos
fríos o calientes; 2) relaciones sociales conflictivas, no respetar las
costumbres o descuidar los deberes asignados socialmente; 3)
hacer uso incorrecto de sus recursos naturales sin pedir permiso a
las deidades traspasando sus dominios. Además, ciertas
alteraciones de la salud pueden deberse a modificaciones en los
estados emocionales, así como por acciones nocivas de terceros a
través del embrujo o el mal aire.8
En la medicina tradicional indígena mexicana (MTIM)
recetar, por ejemplo, sesiones frecuentes de temazcal es mucho
más que recomendar inhalar vapores de plantas medicinales para
llegar a un estado orgánico deseado; significa, sobre todo, un
equilibrio corporal y espiritual de la vida propia en relación con los
seres circundantes ―seres humanos, árboles, montañas, piedras,
flores, agua, nubes, aire, luz, calor, animales, ecosistema― en
virtud de los cuales se preserva el balance de la propia existencia.9
III
Uno de los mayores riesgos de nuestros días es que el
conocimiento de los hombres no corresponde a la escala del poder
tecnológico de su acción. Las decisiones que los actores colectivos
(llámense científicos, empresarios, políticos o industriales) toman
ahora deben tener en cuenta condiciones existenciales globales.
Esto no significa que la diversidad de formas de vida pueda
abstraerse en una categoría única y universal; el imperativo es tan
desmesurado como el poder tecnológico y tecnocientífico con el
que se cuenta; las decisiones que tomen los hombres de nuestro
tiempo tienen que considerar todas las condiciones en que viven
los sujetos del presente y todas aquellas en las que vivirán las
futuras generaciones. Por eso Hans Jonas insiste en que el saber se
convierte en un deber urgente, pero dado que el saber predictivo,
así como nuestra capacidad de valorar y de juzgar quedan
rezagados por el poder tecnológico de la acción humana, es
8 Arturo Argueta, Carlos Zolla, Soledad Mata, Iskra García, Rocío Becerra, Gimena Pérez, Daniel Altbach y Anel Martínez, “La medicina tradicional indígena de México: el
largo camino para su legalización y reconocimiento”, en Arturo Argueta, Mónica Gómez y Jaime Navia (eds.), Conocimiento tradicional, innovación y reapropiación social, México, Siglo XXI. En prensa, pp. 187-227. 9 Ídem.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 49 ~
necesario el reconocimiento de la ignorancia como el reverso del
deber de saber se requiere pues, cautela10
.
Los hombres, al fomentar la rapidez de la innovación
tecnológica, renuncian a que los fines que se plantean valgan como
hipótesis que después confirmarán o rechazarán en la práctica. La
radicalidad con la que la tecnología transforma el mundo en tan
breve plazo no ofrece esa posibilidad: “... al acortarse el tiempo
necesario para alcanzar las grandes metas, acaba por no quedar ya
tiempo suficiente para corregir unos errores ahora inevitables y en
modo alguno pequeños”.11
A esto hay que agregar que la
investigación tecnocientífica tan ligada a la economía del
conocimiento, una vez puesta en marcha, tiende a adquirir su
propio dinamismo inevitable que suele sobrepasar los fines
previstos por los agentes. “A la constatación de que la aceleración
de una evolución tecnológicamente alimentada no se deja ya
tiempo a sí misma para las autocorrecciones se añade así la otra
constatación de que, en el tiempo que, pese a todo, queda, las
correcciones resultan cada vez más difíciles y la libertad de
hacerlas es cada vez menor.” 12
Consideremos el tema de la liberación de maíz transgénico
en el campo mexicano.
De acuerdo con el protocolo presentado por la Autoridad
Europea de Seguridad de los Alimentos, para conocer los posibles
efectos negativos, o peligros, de la liberación de un Organismo
Genéticamente Modificado (OGM), es necesario hacer la
evaluación caso por caso, donde un ‘caso’ está conformado por el
OGM mismo y sus características, por el ambiente y el contexto
agrícola en el que se aplicará, así como por sus posibles usos.
Además, es preciso que las evaluaciones tengan en cuenta las
condiciones socioeconómicas y culturales en las que se usará la
planta transgénica, esto es, se debe considerar la forma de uso del
maíz en un contexto específico, su importancia alimentaria,
organización de la producción agrícola, distribución, etc.13
Pero,
aunque hay razones suficientes para sustentar que en el caso
particular del maíz transgénico el paradigma científico en el que se
basa este proceso ya se ha superado, y pese a que existe un 10 Vid. Mónica Gómez, “El devenir de las identidades mexicanas en tiempos de innovación biotecnológica”, en Dora Elvira García, Ivón Cepeda y Shannon Anne Shea (coords.), Visiones de México: 1810-2010. Devenires de una identidad cultural, México, Porrúa, Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura, Cátedra UNESCO en Derechos Humanos y Ética, ITESM, 2010, pp. 67-85. Hans Jonas, El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tecnológica, trad. Javier Ma. Fernández Retenaga, Barcelona, Herder, 1995, p.34. 11 Ibid., p. 72. 12 Ibid., p. 73. 13 Vid. Elena Álvarez-Buylla Roces y Alma Piñeyro Nelson, “Riesgos y peligros de la
dispersión de maíz transgénico en México”, en Ciencias, vol. 93, núm. 92, México, UNAM-Facultad de Ciencias, 2008, pp.82-96.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 50 ~
protocolo como el mencionado a partir del cual es posible prever
algunas consecuencias de la liberación de dichos organismos, para
que, con base en esta información, se delibere si hay buenas
razones que justifiquen continuar con ese fin, el Estado mexicano
ha optado por no llevar a cabo tales evaluaciones y, en cambio, ha
permitido la siembra experimental de transgénicos en Chihuahua
sin atender a las consecuencias que se sigan de ello.
La relevancia ética de esta apuesta es que los resultados
derivados de ella tienen un alcance que comprende a los seres
humanos del presente y futuro, y los trasciende. Anteriormente, el
horizonte ético solía tener unos límites mucho más estrechos,
antropocéntricos; el deber de los hombres era actuar correctamente
en sus relaciones intersubjetivas. En el contexto actual, los sujetos
son también responsables de sus acciones respecto a otros sujetos,
pero además, son garantes de las condiciones ecológicas en que
vivirán sus contemporáneos y las generaciones siguientes. El
derecho que en el pasado tenían los hombres al respeto y a la
consideración moral se ha ampliado al derecho a preservar la
biodiversidad. Es evidente que si la existencia de la variedad
biológica disminuye, la vida humana también se verá empobrecida.
Sin duda tenemos el deber de no dejar a nuestros descendientes un
mundo devastado, pero este deber de los hombres no se restringe a
la utilidad que se pueda obtener de los recursos naturales. En el
caso del maíz, por ejemplo, el deber se extiende a preservar los
conocimientos generados y conservados sobre esta planta,
resultado de siglos de trabajo campesino e indígena los cuales son
indispensables para que los recursos del campo mexicano logren
alguna estabilidad.
Entre los riesgos más relevantes de liberar maíz transgénico
al ambiente, se encuentran aquellos que surgen en el nivel
agroecológico y que se relacionan con el hecho de que Mesoamé-
rica es uno de los centros de origen de cultivo de plantas como el
maíz.
El maíz es una planta de polinización cruzada; cada una de
ellas es un híbrido de plantas diferentes. Según datos de Álvarez-
Buylla y Piñeyro Nelson, más del 90% de las semillas de una
mazorca son resultado de la fertilización de los óvulos por polen
proveniente de otras plantas.14
Además, como explica Paczka, un
alto número de los genes del maíz está en condición heterocigótica.
Esto significa que si una planta de una población nativa es
autofecundada, segregará muchos tipos de plantas diferentes. “La
heterocigosis generada por la polinización cruzada es uno de los
mecanismos que mantienen la viabilidad, productividad y otras
14 Ibid., pp. 89-91
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 51 ~
características de las poblaciones nativas”.15
Entre los riesgos de
liberar maíz transgénico en el campo mexicano, no se cuenta sólo
el que las plantas de este tipo de maíz podrían polinizar otras no
transgénicas dependiendo de varios factores -como la distancia
entre las parcelas, la sincronía en los tiempos de floración de
ambos tipos de plantas, la dirección de las corrientes de viento y la
orografía-; sino también es que una vez contaminada una planta de
maíz nativo, por la condición heterocigótica de sus genes, se
multiplicaría la productividad del maíz transgénico aunque en un
principio esa planta hubiera sido la ‘única’ contaminada.
Otro de los riesgos es que los agricultores de comunidades
distantes acostumbran intercambiar semillas con la finalidad de
probar si la que reciben tiene alguna característica de interés.
Comúnmente, cultivan la adquirida y la propia, una al lado de la
otra, de modo que se favorezca la fecundación cruzada. A esto ha
de sumarse que cada temporada de cosecha, se seleccionan algunas
mazorcas para ser utilizadas en la siembra del siguiente ciclo
agrícola. Ortega Paczka explica que los campesinos mexicanos se
esfuerzan en generar ―y conservar― nuevas poblaciones de maíz
con características especiales que han encontrado dispersas en
otras poblaciones. Esos campesinos se ocupan de que las
poblaciones de maíz se adapten a las condiciones de su campo. Por
ejemplo, comunidades nativas de maíz de Chalco Amecameca no
prosperan de la misma manera en Texcoco, aunque se trate de un
lugar similar al primero en lo que respecta a su ubicación y
clima.16
En ese proceso de selección, y puesto que no se puede
distinguir visualmente una semilla transgénica de una no
transgénica, es posible que por un error de muestreo, las elegidas
sean en su mayoría transgénicas; lo anterior podría ocasionar la
acumulación de transgenes en el banco de semillas de los
agricultores.
Adicionalmente, en el proceso de distribución de las
semillas, se pueden mezclar involuntariamente las nativas con las
transgénicas. Por ejemplo, durante la transportación terrestre, las
que son depositadas en contenedores que no están bien sellados
pueden esparcirse y germinar cerca de parcelas de maíz nativo; de
esta manera, se entrecruzan con las plantas que allí crecen. En los
lugares de almacenamiento, también pueden mezclarse unas con
otras al momento de empacarlas.17
15 Rafael Ortega Paczka, “La diversidad del maíz en México”, en G. Esteva y C. Marielle (coords.), Sin maíz no hay país, México, CONACULTA/MNCP, 2003, p.132. 15 Rafael Ortega Paczka, “La diversidad del maíz en México”, en G. Esteva y C. Marielle
(coords.), Sin maíz no hay país, México, CONACULTA/MNCP, 2003, p.132. 16 Ibid., pp.128-131. 17 Elena Álvarez-Buylla, et.al., Op.cit. pp. 89-91
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 52 ~
Si fuera el caso de que nuestro país contara con las
condiciones para controlar con toda seriedad la liberación de maíz
transgénico en el campo mexicano, por protocolos y medidas
reguladoras altamente estrictas que se siguieran, por consecuencias
que se previeran, la evidencia disponible muestra que una vez
sembrado maíz genéticamente modificado no podrán evitarse
buena parte de los efectos que se sigan de ello. Según Álvarez-
Buylla y Piñeyro Nelson, entre esos efectos se cuentan: la posible
aparición de insectos resistentes a las proteínas insecticidas de las
variedades de maíz transgénico comercializadas actualmente.
Como explican atinadamente estas investigadoras, que los insectos
se hicieran resistentes a las diferentes versiones de proteínas Cry
del maíz transgénico podría dar lugar a una plaga de grandes
dimensiones, lo que llevaría a utilizar pesticidas tóxicos. Otras de
las consecuencias efectivas de la liberación de maíz genéticamente
modificado en México serían: la evolución de supermalezas
tolerantes a los herbicidas, la acumulación de los agrotóxicos en el
ambiente, el daño y efectos multiplicativos y difíciles de predecir
en los ecosistemas, así como la persistencia de los transgenes en
variedades de maíz nativo.18
A esto hay que agregar que el riesgo
de flujo génico tiene implicaciones jurídicas, sociales, culturales y
económicas por las leyes internacionales de patentes. Si las
secuencias de los maíces genéticamente modificados llegan
accidentalmente a los maíces nativos, los dueños de estas patentes
podrán demandar a los usuarios de las plantas contaminadas y
reclamar la propiedad de las mismas.
Según los expertos, gran parte de la diversidad genética del
maíz se puede encontrar bajo estudio en los campos agrícolas en
forma de variedades criollas en su centro de origen y diversidad. El
mismo Paczka nos dice que, en las áreas de agricultura orientadas
al autoconsumo, cada agricultor tiene en promedio dos poblaciones
de maíz y algunos conservan hasta siete.19
Con la liberación de
maíz transgénico en México, no es difícil prever el riesgo en que se
encuentra la diversidad genética del maíz mexicano y, con ello, la
destrucción de los conocimientos tradicionales y prácticas sociales
que a través de la historia han constituido a las diferentes
comunidades mexicanas y sus medios de vida. Todo ello debería
ser suficiente para desistir del propósito de sembrar maíz
transgénico en este territorio.
Las decisiones en el ámbito político y económico no suelen
tener en cuenta la complejidad de los sistemas; se consideran
decisiones lineales que descansan bajo el supuesto de que las
18 Ibid., pp.92-93. 19 Las variedades criollas de maíz deberán entenderse como las poblaciones locales nativas de esta planta. Rafael Ortega P., Op.cit., p. 131.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 53 ~
consecuencias se pueden prever y controlar porque se cree que de
A se sigue B y de A y B se sigue C. Pero lejos de ser así, los
efectos pueden ser innumerables y sorpresivos. A mayor tamaño
del sistema, mayor la cantidad de elementos de los que es
necesario tener un amplio conocimiento, así como de las posibles
interacciones entre ellos. Las consecuencias que se vivan en los
sistemas complejos pueden llegar a predecirse, o no. Entre más
complejos sean los sistemas, más difícil será la predicción y mayor
la probabilidad de perder el control sobre los diferentes elementos
y actores que resulten afectados en algún grado.
Con base en lo anterior, nos surgen las siguientes pregun-
tas: ¿hasta qué punto es deseable que comunidades menos
complejas se transformen en sociedades capitalistas si esto lleva a
una mayor degradación del entorno físico, biológico, social, cultu-
ral? ¿Por qué habrían de importarnos estas formas de degradación?
El responder a por qué actuar justamente con los otros, por
qué disponernos a comunicarnos con miembros de otras culturas y
de otros grupos disciplinarios, presupone que sabemos de nuestras
limitaciones y vulnerabilidades. En una época como la actual, en la
que diversas problemáticas nos afectan a una escala global sin
precedentes (virus y bacterias mortales, plagas, enfermedades,
radioactividad, sequías, inundaciones, crisis económicas, crimen
organizado, etc.), no podemos enfrentarlas sin la colaboración de
los diferentes actores sociales. El diálogo y la educación
interdisciplinaria e intercultural es una necesidad; a través de ellos
la cooperación social puede compensar las debilidades de tomar
decisiones desintegradas. 20
IV
Según Hume, la sociedad, establece que, por la unión de las
fuerzas, el poder de hacer cosas aumente; por la división del
trabajo, la habilidad crezca, y, por el auxilio mutuo, estemos menos
expuestos a la fortuna y accidentes.21
Para que los mexicanos seamos lo que Dewey llamó ‘una
comunidad,’ requerimos ser sensibles a las ventajas que ésta ofrece
y educar a los más jóvenes haciéndolos gradualmente aptos para
20 Vid. Mónica Gómez, “Parcialidad epistémica y cooperación social”, en Ludus Vitalis,
vol. XIX, núm. 35, México, Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano de la Secretaría de Educación Pública, la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa y Edicions UIB de la Universitat de les Illes Balears, 2011, pp.
205-208. 21 David Hume, Tratado de la naturaleza humana. Ensayo para introducir el método del razonamiento humano en los asuntos morales, trad. Vicente Viqueira, México, Porrúa, 2005, pp. 408-409.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 54 ~
ella, disminuyendo su rudeza y reprimiendo las afecciones
insociales que evitan su unión.
Para posibilitar la cooperación es necesario que los
diferentes grupos, por antagónicos que sean, deban ser reconocidos
y valorados como parte importante de los planes de vida propios.
En la dimensión política, la principal dificultad es cómo hacer para
que múltiples grupos de sujetos que están dispersos, participen en
la formulación de fines comunes que, a su vez, se articulen con los
diferentes planes de vida. Dewey hablará de “la búsqueda de las
condiciones en las que la Gran Sociedad se pueda transformar en la
Gran Comunidad”.22
En la construcción de estas condiciones en que los diversos
grupos puedan participar democráticamente, una consideración,
nos viene a decir este autor, consiste en que sus respectivos
integrantes, como individuos, tengan una participación responsable
según las necesidades y valores que su forma de vida mantiene.
Desde el punto de vista colectivo, es necesario liberar y compartir
ciertas capacidades y prácticas de un grupo de modo que se puedan
unir con intereses que sean comunes a otros grupos. Dado que todo
individuo forma parte de varias agrupaciones, “...esta última
especificación no se puede cumplir, a menos que diferentes grupos
interactúen de forma flexible y plena en conexión con otros
grupos”.23
Pero las prácticas agregadas de los diversos grupos no
constituyen por sí mismas una comunidad; es necesario participar
en la formulación y negociación de algunos fines que se compartan
e interesen a los actores involucrados. Como prerrequisito para
ello, se necesita de comunicación y ésta presupone el reconoci-
miento de que al vivir en contextos diferentes comprartimos y
aceptamos que algunas de nuestras convicciones, significados e
intereses son también distintos. Walzer dirá “... cuanto mejor
entendamos las diferencias que de hecho existen, tanto más
respetamos a las personas ‘del otro lado’, y tanto más nos damos
cuenta de que lo que necesitamos no es un acuerdo racional, sino
un modus vivendi”.24
La democracia necesita la deliberación, es decir, una
cultura del argumentar, de justificar las razones propias como
buenas razones, pero no se arguye en un vacío de convicciones,
intereses y creencias religiosas. En la mayor parte de los conflictos
de la vida política, no es posible encontrar un razonamiento que
sea el mejor de todos, y tampoco es posible encontrar alguno que
sea igualmente convincente para todos los hombres y mujeres de
22 John Dewey, La opinión pública y sus problemas, trad. Roc Filella, Madrid, Ediciones
Morata, 2004, p. 137. 23 Ídem. 24 Michael Walzer, Razón, política y pasión. 3 defectos del liberalismo, trad. Antonio Gómez Ramos, Madrid, La Balsa de la Medusa, 2004, p. 62.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 55 ~
las muy diversas culturas, con diferentes confesiones religiosas y
tradiciones.25
Para formular y llegar a acuerdos sobre fines compartidos
es imprescindible comprender y aceptar que la postura de otros, y
los significados vinculados, pueden diferir de la propia, y que
algunos de sus intereses y necesidades pueden estar en conflicto
con los nuestros. Una participación igualitaria de los actores para
llegar a algún acuerdo requiere de este reconocimiento.
En el proceso de generar prácticas democráticas que nos
permitan poner en perspectiva fines y acciones conjuntas para
transformar la sociedad, cada grupo debe tener claro qué es lo que
está dispuesto a perder. El objetivo es que las pérdidas sean
equilibradas, no que no las haya.26
Los acuerdos a los que se lleguen y los fines que se
propongan lograr no serán definitivos. En este sentido, no hay fines
dados ni conseguidos por una vez y de forma completa. Una
democracia plural en México sólo puede conseguirse y sostenerse
en las acciones sistemáticas de cooperación y coordinación de los
ciudadanos que consideren valioso y se interesen por sobrevivir
construyendo unas interacciones sociales menos feroces que las
que vivimos actualmente. Si ocurre, estos sujetos habrán logrado
que algunas de sus necesidades y los significados de sus deseos se
interpreten recíprocamente en relación con los propósitos de otros,
creando con ello nuevos vínculos que son indispensables para la
acción común.
Dewey tiene razón cuando afirma que no somos miembros
natos de una comunidad; es en las prácticas que nos hacemos parte
de una y en las prácticas educamos a las nuevas generaciones;
éstas han de aprender los valores que caracterizan a una comu-
nidad. Nos enfrentamos a un problema que depende de la
educación en un contexto de pluralidad.27
BIBLIOGRAFÍA
Álvarez-Buylla Roces, Elena y Alma, Piñeyro Nelson, “Riesgos y
peligros de la dispersión de maíz transgénico en México”, en
Ciencias, vol. 93, núm. 92, México, UNAM-Facultad de
Ciencias, 2008, pp. 82-96.
25 Ibid., p.66 26 Esta última idea fue expresada por la Dra. Hebe Vessuri en su conferencia titulada “Experiencias de desarrollo sostenible en el Parque Nacional Canaima Venezuela” dictada el 12 de mayo de 2010 en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. 27 John Dewey, op. cit., p.141.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 56 ~
Argueta, Arturo; Carlos, Zolla; Soledad, Mata; Iskra, García; Rocío,
Becerra; Gimena, Pérez; Daniel, Altbach y Anel, Martínez, “La
medicina tradicional indígena de México: el largo camino para su legalización y reconocimiento”, en Arturo Argueta, Mónica
Gómez y Jaime Navia (eds.), Conocimiento tradicional,
innovación y reapropiación social, México, Siglo XXI. En prensa, pp. 187-227.
Boege, Eckart, El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de
México. Hacia la conservación in situ de la biodiversidad y
agrodiversidad en los territorios indígenas, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia-Comisión Nacional para el
Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2008.
Cartwright, Nancy; Jordi, Cat; Lola, Fleck; Thomas E., Uebel, Otto Neurath: Philosophy between science and politics, Great Britain,
Cambridge University Press, 1996.
Dewey, John, La opinión pública y sus problemas, trad. Roc Filella,
Madrid, Ediciones Morata, 2004. Gómez, Mónica, “Parcialidad epistémica y cooperación social”, en
Ludus Vitalis vol. XIX, núm. 35, México, Centro de Estudios
Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano de la Secretaría de Educación Pública, la Universidad Autónoma
Metropolitana-Iztapalapa y Ediciones UIB de la Universitat de
les Illes Balears, 2011, pp. 205-208, ___________, “El devenir de las identidades mexicanas en tiempos de
innovación biotecnológica”, en Dora Elvira García, Ivón Cepeda
y Shannon Anne Shea (coords.), Visiones de México: 1810-2010.
Devenires de una identidad cultural, México, Porrúa, Organización de las Naciones Unidas para la Educación la
Ciencia y la Cultura, Cátedra UNESCO en Derechos Humanos y
Ética, ITESM, 2010, pp. 67-85. Hume, David, Tratado de la naturaleza humana. Ensayo para introducir
el método del razonamiento humano en los asuntos morales,
trad. Vicente Viqueira, México, Porrúa, 2005. Jonas, Hans, El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para
la civilización tecnológica, trad. Javier Ma. Fernández Retenaga,
Barcelona, Herder, 1995.
Ortega Paczka, Rafael, “La diversidad del maíz en México”, en G. Esteva y C. Marielle (coords.), Sin maíz no hay país,
CONACULTA/MNCP, México, 2003, pp. 123-154.
Rorty, Richard, El pragmatismo, una versión. Antiautoritarismo en epistemología y ética, trad. Joan Vergés, Barcelona, Ariel
Filosofía, 2000.
Walzer, Michael, Razón, política y pasión. 3 defectos del liberalismo,
trad. Antonio Gómez Ramos, Madrid, La Balsa de la Medusa, 2004.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 57 ~
FUENTES DE INTERNET
Zolla, Carlos; Argueta, Arturo; Mata, Soledad, (Coords.) Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional, México, Programa
Universitario México Nación Multicultural, UNAM, 2009.
En línea. URL: http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/ (Consulta realizada 17 de abril de 2012).
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 58 ~
EL UNIVERSO CULTURAL ENTRE LOS
NAHUAS DE CUETZALAN: TRADICIÓN, MODERNIDAD Y VIDA COTIDIANA
Mario Alberto Castillo Hernández
I.I. ANTROPOLÓGICAS- Universidad Nacional Autónoma de México
PRESENTACIÓN El universo cultural que los actuales nahuas de Cuetzalan expresan
a través de diversas prácticas tradicionales, constituye un reflejo
del conocimiento ancestral que conservan desde la época
prehispánica. Parte de los cambios producidos en la forma de vida
de este grupo tienen relación con los conflictos interculturales que
han experimentado frentes a los españoles, desde la época colonial,
y con los “mestizos”, a finales del siglo XIX y en la época actual.
En este trabajo me propongo exponer algunos elementos que
conforman el universo cultural de este grupo indígena de la Sierra
Norte de Puebla, la forma en que organizan su vida cotidiana y el
significado cultural de sus prácticas tradicionales. Para ello,
presento una mirada hacia su pasado y destaco los conflictos
interculturales que han experimentado a través de la historia.
UNA MIRADA AL PASADO
A pesar de los efectos negativos que provocó la conquista en las
regiones indígenas de México durante las primeras décadas de la
Colonia, en la Sierra Norte de Puebla la penetración española fue
más lenta a diferencia de otras partes del país. Tal es el caso que,
después de más de 500 años de dominación, algunos elementos de
la antigua cultura de los nahuas de esta región todavía siguen
vigentes. En Cuetzalan, particularmente, al inicio del siglo XIX se
produjo una notable migración de extranjeros y comenzó la
penetración de diversos grupos de “mestizos”, quienes terminaron
por establecerse y apoderarse de grandes extensiones de tierras.
Fue con la introducción del café a finales del siglo XIX,
cuando se incrementó el despojo de tierras y provocó que los
indígenas, originarios de esta región, pasaran a ser jornaleros
subordinados al autoritarismo y al abuso de un nuevo grupo de
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 59 ~
caciques.1 Esta situación continuó durante el inicio del siglo XX y
fue en los años cincuenta cuando en Cuetzalan se produjeron
significativas transformaciones en la vida social de las
comunidades indígenas que, en parte, se debieron a la construcción
de carreteras que facilitaba la comunicación hacia la sierra; el
incremento del comercio local; el impulso de programas guberna-
mentales para el desarrollo agrícola; la introducción de escuelas
públicas; el apoyo a los servicios de salud y, entre otros, la
presencia cada vez más acentuada de la Iglesia católica. Si bien
estos cambios significaron un mejor desarrollo para esta región,
quienes obtuvieron los mayores beneficios fueron los “mestizos”,
ya que la suma de ellos actualmente no sólo vive en la ciudad de
Cuetzalan, sino también es dueña de los principales comercios y
ocupa gran parte de los cargos públicos. En cambio, para las
comunidades indígenas, además de resentir el progresivo despojo
de sus tierras, ha padecido una constante discriminación social y
un progresivo aislamiento económico y político.
Mapa del Estado de Puebla. El municipio de Cuetzalan se localiza en la Sierra Norte de Puebla
1 Guy Thomson, Francisco Agustín Dieguillo. Un liberal cuetzalteco decimonónico: 1861-1894, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, Puebla, 1995.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 60 ~
Algunos investigadores, como Nutini e Isaac, han sostenido que,
durante la primera mitad del siglo XIV, la región de la Sierra Norte
de Puebla estuvo poblada por totonacos y que la actual población
de habla náhuatl desciende de pueblos que huyeron de la expansión
del imperio mexica y después vinieron a refugiarse a la sierra.
Dichos autores señalan que fueron dos grupos nahuas, que perte-
necieron a dos tradiciones culturales distintas, los que emigraron a
la Sierra Norte de Puebla en el siglo XV: los hablantes de
“náhuatl” que se desplazaron del Altiplano central de los valles de
Pachuca y Tulancingo hasta asentarse en las mediaciones de
Huauchinango y Zacatlán; y los hablantes de “náhuat” que
vinieron del centro y sur del estado de Puebla y ocupan ahora el
sureste de la sierra, los municipios de Teziutlan, Tlatlauqui,
Zacapoaxtla y Cuetzalan.2 Lombardo Toledano, quien tomó la cita
de Don Francisco Antonio de Lorenzana cuando relata el viaje que
realizó Hernán Cortés a México, había pretendido confirmar este
postulado con las investigaciones que realizó en varias regiones de
la sierra.3 Al comparar distintos vocabularios concluyó que, en la
parte norte, se habla el náhuatl "clásico", el del "imperio", y, en la
parte sur, el "olmeca-mexicano". Asimismo, Stresser-Péan comen-
ta que los chichimecas habrían conquistado el reino totonaco cuyo
centro se encontraba, entonces, en la región de Zacatlán donde
fundaron esta ciudad y ocuparon las áreas vecinas al Altiplano.
También advierte que más tarde se extendieron por el reino
totonaco y difundieron el uso de la lengua náhuatl a través de los
valles vecinos que habrían permanecido poblados en su mayor
parte por este grupo.4 Fue después cuando en las mencionadas
regiones se introdujo otro dialecto que algunos autores han
denominado "náhuat", llamado también "olmeca-mexicano". Éste
es, según lo dicho por los distintos autores, el que se habla
2 Hugo Nutini y Berry Isaac, Los pueblos de habla náhuatl de la región de Tlaxcala y Puebla, México, INI-CNCA, 1989; Lourdes Arizpe, Parentesco y economía en una sociedad nahua, México, INI-CNCA, 1974. 3 Aquí nos referimos al estudio de Lombardo sobre la "Geografía de las lenguas de la
Sierra de Puebla, con algunas observaciones de sus antiguos y actuales pobladores". Él tomó algunos datos de Lorenzana quien relata el viaje que realizó Cortés a México y, en particular, se refiere al habla de los indígenas de estas tierras. Decían calli para referirse a “casa”; tlali significaba “abajo”, pero los indios de Tlatlauqui y de aquellos pueblos vecinos hablan el idioma olmeca-mexicano, y no pronuncian la l después de t, por lo que dicen: Taxcala, Tatauqui y Caltani, “casa de abajo”. Asimismo, tlani, en mexicano significa “casa concluida, acabada y perfecta”, y quita la l después de la t, en la pronunciación dicen el lugar de caltlani, caltani y estos son los nombres, según dice
Hernán Cortés, que tenía el palacio del cacique. En Vicente Lombardo Toledano, “Geografía de las lenguas de la Sierra de Puebla, con algunas observaciones sobre sus antiguos y actuales pobladores”, en Revista de la Universidad de México, núm. 13, México, UNAM, 1931, p. 45. 4 Guy Stresser-Péan, Los Lienzos de Acaxochitlán (Hidalgo) y su importancia en la historia del poblamiento de la Sierra Norte de Puebla y sus zonas vecinas, México, Gobierno del Estado de Hidalgo, 1998.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 61 ~
actualmente en la región de Cuetzalan y en otras regiones de la
sierra.
Los nahuas de la Sierra Norte de Puebla que actualmente
habitan la región de Cuetzalan se autodenominan maseualmej
(“campesinos nahuas que trabajan y viven de la tierra”) y cuentan
que los primeros grupos vinieron de Texcoco, otros de Cholula y
de Tlaxcala. También dicen que aquí antes vivían los totonacos y
después se fueron a Papantla.5 Esta percepción, que de los propios
nahuas originarios de Cuetzalan expresan a través de sus relatos,
nos acerca hacia su universo cultural, el significado de su origen
histórico y la visión de su situación actual.
COSMOVISIÓN Y PRÁCTICAS CULTURALES
A pesar de que la evangelización y la dominación que los europeos
ejercieron sobre los grupos nahuas de la Sierra Norte de Puebla
generaron algunos cambios en su prácticas culturales, una parte de
lo que algunos autores consideran el “núcleo” de su cosmovisión
se ha conservado durante los posteriores siglos. Por ejemplo, para
Signorini y Lupo, los nahuas de la sierra de Puebla aún mantienen
parte de su antigua cosmovisión; se refieren a un conjunto de
creencias producto de un sincretismo que integra la visión
prehispánica de los antiguos nahuas y la religión católica
introducida por los españoles. En particular, el sistema
cosmológico de los maseualmej de Yancuictlalpan sobre las
creencias que tienen en torno a las "almas" comprende la
representación del cosmos, las fuerzas y entidades que animan el
universo, los componentes espirituales del ser humano y el rito
donde se expresan las relaciones entre el hombre y el mundo
extrahumano.6 De igual manera, Lupo estima que la ordenación del
cosmos incorpora los espacios donde se desarrolla la existencia
humana y está asociada a dos elementos centrales: taltikpak, "sobre
la tierra”, y talmanik, “la tierra en general”. Se refieren a la imagen
de una superficie plana y finita sobre, y bajo la cual, se colocan los
otros dos planos del cosmos: el cielo, iluikak, surcado por los
astros y los fenómenos atmosféricos; y el inframundo, talokan, en
5 Cfr. CEPEC, Taller de Tradición Oral de la Sociedad Agropecuaria, Tejuan
tikintenkakiliayaj in toueyitatajuan. Les oíamos contar a nuestros abuelos, México, INAH, 1994. El término maseualmej, plural de maseual, y maseualtajto significa “idioma mexicano”. En el náhuatl clásico, Molina registró para maceualli, “vasallo” y Sahagún, macehualli (sg.) y macehualtin (pl.), “ser humano, hombre del pueblo, plebeyo”. También voy a utilizar tanto el término koyomej, plural de koyot, “coyote”, como "mestizos" (entre comillas) para referirme a la misma persona según la denominan los maseualmej. En fray Alonso de Molina, Vocabulario de la lengua castellana y mexicana y mexicana y
castellana, México, Porrúa, 1970; fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España, t. I y II, México, CNCA, 1989. 6 Italo Signorini y Alessandro Lupo, Los tres ejes de la vida. Alma, cuerpo, enfermedades entre los nahuas de la sierra de Puebla, Universidad de Veracruz, Xalapa, 1989.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 62 ~
cuyas entrañas viven fuerzas y seres telúricos que se comportan de
manera ambivalente respecto del hombre. El modelo de una
superficie plana de la tierra se proyecta en el microcosmo dentro
del espacio doméstico, principalmente en los lugares más
relevantes de su interior como son el altar y el fogón.7
Esta forma de concebir el mundo prevalece en la vida
cotidiana de los maseualmej, quienes, para resolver los principales
problemas de su existencia, hacen constantes referencias a las
entidades extrahumanas que consideran dotadas de la capacidad y
fuerza necesarias para mantener el equilibrio. La tierra es el centro
de lo que sucede en torno al hombre y constituye el principal
interlocutor extrahumano en las modalidades del culto religioso. Es
decir, en su difícil existencia cotidiana, los maseualmej tratan de
mantener las mejores relaciones posibles con las entidades que
poseen el poder de influir en el equilibrio de su vida. Los
componentes espirituales, los "tres ejes de la vida",8 mantienen una
relación dinámica a lo largo de la vida y también después de la
muerte. El primero es yolo, el "alma", es inmortal y caliente,
controla las emociones y el pensamiento. Reside en el corazón que
abandonará el cuerpo al instante de su muerte. El segundo es
ekajil, la "sombra", es separable del cuerpo, mortal y frío. Es la
cabeza y la sangre que puede transmitirse y aporta la resistencia
anímica y espiritual, así como el destino de la persona. Y el tercero
es tonal, la "energía", es exterior, independiente y mortal. Es
caliente y determina el carácter y las emociones.
Finalmente, para los nahuas de esta región "todo viene de la
tierra"; o como dice Lupo, "la tierra nos escucha”, ya que se ve
necesitada de energía en todo momento de la vida.9 No sólo se
apropia de cualquier ser vivo (plantas, animales y humanos)
transformándolos en nueva vida, sino que también captura los
componentes espirituales que pierden los individuos a causa de un
susto que puede provocar enfermedades o, incluso, la muerte. De
hecho, gran parte de las actividades rituales tanto públicas como
privadas intentan nutrir, alegrar, recompensar y animar a todos los
seres de cuyos poderes depende el bienestar del hombre.
En este sentido, las "súplicas", tatautilis, que son
pronunciadas por "especialistas", las dirigen a las divinidades para
que los escuchen y los ayuden. Nombran diversas entidades
7 Alessandro Lupo, La tierra nos escucha. Cosmovisión de los nahuas a través de las suplicas rituales, México, CNCA-INI (Colección Presencias), 1995; y Alessandro Lupo, "La cosmovisión de los nahuas de la sierra de Puebla", en Johanna Broda y Félix Báez-Jorge (coords.), Cosmovisión, ritual e identidad de los pueblos indígenas de México, México, Biblioteca Mexicana, Fondo de Cultura Económica, 2001, pp. 335-389. 8 Italo Signorini y Alessandro Lupo, Los tres ejes de la vida. Alma, cuerpo, enfermedades
entre los nahuas de la sierra de Puebla, op. cit. 9 Alessandro Lupo, La tierra nos escucha. Cosmovisión de los nahuas a través de las suplicas rituales, op. cit.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 63 ~
extrahumanas a las que reconocen atribuciones y poderes para
influir en distintos campos y mediante el "pedido", tatajtanilis,
expresa los fines utilitarios de su práctica ritual. En este campo de
la vida cotidiana se orienta la actividad específica de los tepajtiani,
“los que curan”, y de las súplicas de uso ritual que ellos hacen.
Los maseualmej son personas que reflexionan sobre la
condición del hombre frente a las fuerzas que amenazan la salud, el
equilibrio y la prosperidad del grupo familiar y doméstico. Toman
en cuenta la interacción que el hombre posee con las entidades que
controlan el mundo natural; por eso expresan sus oraciones y
súplicas en determinadas situaciones sociales y ceremonias
religiosas. En particular, realizan ciertos actos rituales cuando nace
un niño, durante el matrimonio, la construcción de una casa, la
erección de una cruz funeraria, la siembra y la cosecha de maíz, la
celebración del Día de Muertos, el pedido de la lluvia, o bien,
cuando se trata de una grave enfermedad.
Un ritualista es un tepajtike, "el que cura", "curandero";
puede ser definido como tepaleuijke, "el que ayuda", "ayudante",
“el que aboga por uno”; y es también un tamatke, "el que sabe",
"sabio". A la persona que domina las oraciones se le llama tajtojke,
"el que habla", "orador", o tetajtouijke, "el que habla por la gente".
Así es que cada especialista, con base en sus propias convicciones
personales, asocia su competencia y capacidades terapeúticas con
el tipo de práctica que realiza. Como lo ha señalado Lupo, el único
ramo de la actividad religiosa que permanece enteramente en
manos de los indígenas es el que se refiere a la ritualidad
doméstica y al ambiguo terreno de la medicina y la magia.10
De
esta manera, la cosmovisión de los maseualmej de Cuetzalan sigue
siendo parte fundamental de la vida cotidiana. La tradición
religiosa y la consulta a los especialistas juegan un papel central en
la configuración de su identidad comunitaria, aún cuando han
estado cambiando constantemente por el encuentro de esos dos
sistemas de valores y de visiones del mundo.
10 Idem.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 64 ~
Danza de los voladores en San Miguel Tzinacapan. Foto: Mario Castillo
Identificar aquellos rasgos antiguos y modernos de la vida
cotidiana de los nahuas de la Sierra Norte de Puebla resulta
complejo si tomamos en cuenta la diversidad de prácticas sociales,
económicas y religiosas. García dice que en la civilización
mesoamericana prevalecía una estructura del espacio diferente a la
de los europeos, quienes tuvieron el afán de congregar a las
poblaciones y definir "cabeceras" basadas en los lineamientos del
ordenamiento espacial de la colonia.11
Esto, por supuesto, generó
el desarrollo de regiones distintas a las del mundo prehispánico
permitiendo el control y la explotación económica de las
poblaciones indígenas. Además, hay que agregar los efectos que
provocaron las políticas indigenistas impulsadas por los gobiernos
de las distintas épocas que, en esencia, siguen siendo las mismas
por su propósito de "integrar" a los indígenas a la "modernización".
De hecho, en todos estos cambios ha jugado un papel importante la
labor del clero católico, la introducción de las escuelas, la
penetración de los medios de comunicación como la radio, la
televisión, internet y el creciente interés del turismo nacional y
extranjero. Sin embargo, en este proceso de conflictos
interculturales, parte de los usos y costumbres antiguas de estos
grupos originarios se ha conservado y es la que no ayuda a
comprender la resignificación de su visión del mundo y de sus
identidades culturales.
11 Bernardo García Martínez, Los pueblos de la sierra. El poder y el espacio entre los indios del norte de Puebla hasta 1700, México, El Colegio de México, 1987.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 65 ~
TRADICIÓN Y ORGANIZACIÓN COMUNITARIA
El municipio de Cuetzalan está conformado por ocho Juntas
Auxiliares y cada una funciona mediante el sistema de organi-
zación civil y religioso que proviene de la época colonial. La
estructura organizativa de las Juntas Auxiliares está integrada por
dos niveles. El primero lo constituye el Nivel Civil compuesto por
cinco regidores, uno de los cuales es el presidente auxiliar y es
elegido por toda la comunidad cada tres años en una asamblea. Los
regidores son los encargados del servicio de salud, educación,
cultura y obras públicas. También incluye un secretario administra-
tivo, un tesorero, un secretario de registro civil, los topiles o
"policías", un juez de paz, el capitán de faenas quien coordina las
actividades para las obras que se realizan en la comunidad. El
segundo es el Nivel Religioso y contempla al presidente de
costumbres, los fiscales con sus mayores y topiles, los mayordo-
mos junto con sus diputados y los tenientes de danza.
Participar en algún cargo religioso para los nahuas de las
comunidades representa un importante valor social que asumen
con entrega y devoción. El cargo de mayordomo es considerado un
símbolo de prestigio que implica, por supuesto, la responsabilidad
de organizar la fiesta del santo patrón.12
En general, las
mayordomías son parte de la vida social y religiosa de la
comunidad y, quien acoge esta responsabilidad, se encarga de
organizar la celebración de la fiesta, los adornos de la iglesia, los
cohetes que acompañan la procesión, el transporte, el alojamiento
y la alimentación de los grupos de danzas que participan en la
ceremonia. Por consiguiente, ser mayordomo y cumplir adecua-
damente con la celebración de la fiesta representa la oportunidad
de congraciarse con la divinidad y adquirir prestigio social.
Es importante mencionar que, mientras los indígenas
ocupaban los distintos cargos religiosos, los "mestizos” poco a
poco se apropiaron de los puestos más importantes en el plano
político. Históricamente el vínculo entre estos dos grupos se
expresa en una oposición que, en el plano, simbólico funciona
como una diferenciación entre ser “indígena” o "mestizo"; ser
campesino o terrateniente; ser artesano o comerciante. Lo que
observamos en esta relación es un permanente conflicto entre dos
grupos diferentes que conviven en distintos espacios y dejan al
descubierto la discriminación que aún prevalece hacia los
indígenas por parte de un gran número de “mestizos” lugareños.
Además, los indígenas son rechazados y marginados de los asuntos
relacionados con la organización económica y política del
municipio; incluso, en ocasiones los comerciantes locales no les
12 Las de mayor importancia y prestigio son las mayordomías del santo patrón de cada comunidad, así como la que corresponde a la Virgen de Guadalupe y al niño Dios el 12 y el 24 de diciembre respectivamente.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 66 ~
permiten que vendan sus artesanías durante los días de mercado o
cuando se trata de alguna fiesta grande de la región.
Cabe destacar la importancia que las relaciones de paren-
tesco detentan en las comunidades, en particular el fuerte lazo
afectivo entre parientes y compadres como una base social para las
actividades económicas, culturales y religiosas. Los trabajos para
la obtención de los recursos agrícolas son posibles entre las
familias que establecen relaciones de respeto y de ayuda mutua. La
cooperación entre los miembros de las familias se realiza en la
construcción y el mantenimiento de la casa, la siembra y cosecha
del maíz, el corte de café y, en particular, en las mayordomías. El
cultivo del maíz continúa siendo el elemento central de la actividad
agrícola de los maseualmej de Cuetzalan, además de ser su
principal fuente de alimentación.
Lo que conocemos como el centro de Cuetzalan es donde
vive la mayor parte de la población "mestiza". Aquí, los domingos
por tradición es el día de mercado y llegan nahuas de todas las
comunidades cercanas, totonacos de Ecatlán y de otros lugares,
“mestizos” de Zacapoaxtla y de otros municipios cercanos y
turistas nacionales y extranjeros. El mercado representa para los
indígenas un espacio de encuentro y de convivencia donde se
establecen un intercambio y un diálogo entre los diversos grupos
que hablan lenguas varias: mexicano, totonaco y español.
Totonacas y nahuas en el mercado de Cuetzalan. Foto: Mario Castillo
CONFLICTOS INTERCULTURALES
Ya hemos comentado que la llegada de los “mestizos” a la Sierra
Norte de Puebla provocó una serie de conflictos interculturales con
los grupos originarios de esta región. En particular, las relaciones
entre los “mestizos” y los indígenas de distintas comunidades
históricamente ha sido de carácter conflictivo debido a la
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 67 ~
dominación que los primeros han ejercido sobre los segundos.
Representan dos visiones del mundo distintas, así como dos forma
antagónicas de comprender la historia y el origen de los pueblos.
Para los koyomej,13
como le llaman los maseualmej, la historia de
Cuetzalan es concebida a partir de la “modernización” que, según
ellos, introdujeron en esta región. Dicen que lograron la
construcción de carreteras, la introducción de la electricidad, el
automóvil, el teléfono, la televisión y la radio.
Sin embargo, los beneficios logrados por los cambios en
esta región fueron principalmente para la población “mestiza”.
Además, la construcción de caminos, carreteras y calles; la
edificación de la iglesia de San Francisco, de las escuelas, el
palacio municipal; la introducción de servicios como el agua
potable, la electricidad, el drenaje, entre otros; en su mayoría
fueron realizados por indígenas de las distintas comunidades a
quienes los obligaron a trabajar mediante el uso de faenas. Los
koyomej se aprovechaban de ellos y los sometían a trabajar sin
pago alguno o los amenazaban con castigarlos si no aceptaban esta
forma de explotación. Así lo cuentan los abuelos de San Miguel
Tzinacapan:
¡Uuuh! Cuando yo abrí los ojos Cuetzalan era muy
diferente, no había casas grandes como ahora, eran casas
chiquitas de zacate o de hoja de palma. Por ejemplo,
donde vive ahora don Abraham estaban apiladas muchas casitas de zacate porque aquí vivían puros indios, no
había casas grandes, ni calles anchas porque había
muchos árboles de chinina y por eso sólo había veredas. La iglesia era más chica, pero estaba bonita. Ya después
llegaron gente de dinero. Uno de Tlapacoya que puso
una fábrica de aguardientes y otros que empezaron a comprarles a los inditos y los mandaban a vivir a sus
ranchos. A algunos ni les pagaban ¡qué va! A otros les
prestaban dinero a cambio de sus escrituras y ya no se las
devolvían. Por ejemplo, la casa de una señora de por aquí, su papá le prestó a un indio muy poquito dinero y
le pidió sus escrituras. Por la noche llegó con el indito
pistola en mano y le dice: ―¡Me firmas o te lleva la chingada!
Pues tuvo que firmar. Y ya después cuando les
compraban su café les hacían muchas cosas: les quitaban sus bultos y ellos mismos los subían a la báscula, ni
asentaban bien y les decían:
―Son tantos kilos.
Y el indito sólo decía:
13 Los maseulemej de esta región llaman a los “mestizos”, koyomej, que significa “coyotes”, es el intermediario, el que abusa de los indígenas, el que se aprovecha de su trabajo.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 68 ~
― Bueno. 14
Iglesia de San Francisco y Plaza principal de Cuetzalan. Foto: Mario Castillo
Tal es la situación como los maseualmej conciben la historia a
partir de la relación conflictiva que se inició por el despojo de sus
tierras y después continuó con la explotación de su trabajo. Los de
San Miguel Tzinacapan cuentan de la lucha que libró Sentiopil,
"hijo del maíz", contra los tsitsimimej,15
"seres sobrenaturales"; de
la lucha de los maseualmej contra los koyomej y contra los
analtekos, "extranjeros". Hablan de cuando llegaron "los
gachupines" y maltrataban a los indígenas; de la revolución que
después cambió la vida del país. En los relatos destacan la
contienda que enfrentaron contra los koyomej, de cómo llegaron a
Cuetzalan y despojaron a sus abuelos maseualmej de sus tierras y
los dominaron.
A nosotros también nos quitaron nuestros terrenos y ahí
metieron a los mayores. Todo eso era de mi abuelita, este
pedazo que ve de aquí para allá, todo se lo quitaron. Todo eso lo sé, sólo espero que empiece la Revolución y
verás si no los golpeo y me voy, porque me han estado
haciendo enojar estos cabrones, pues se burlaron mucho
de mis padres. 16
Es la historia de un conflicto que se remonta a la llegada de
los españoles. Los maseualmej lucharon contra los analtekos,
“extranjeros”, durante la intervención francesa en el siglo XIX
apoyados por los koyomej. En la Revolución lucharon contra los
koyomej, supuestos “villistas”, quienes se aprovecharon de este
momento histórico para “robar y hacer abusos con la gente
14 CEPEC, op. cit., pp. 132-133. 15 En el náhuatl clásico tzitzimitl se refiere al "nombre de demonio" (Molina, 1970). 16 CEPEC, op. cit., p. 399
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 69 ~
maseual de las rancherías”. Los nahuas se aliaron con los
carrancistas para defenderse y lo que aparentemente era una
disputa entre villistas y carrancistas resultó ser un conflicto entre
koyomej y maseualmej, una lucha entre dos familias ricas de la
región.17
La historia de Cuetzalan, por lo tanto, puede ser entendida
como un proceso dificultoso y de continua negociación entre
maseualmej y koyomej. Por su carácter político y social, se expresa
en una oposición entre dos grupos donde los segundos se
enriquecieron del trabajo de los primeros. Es la historia de un
conflicto intercultural que ha generando nuevas condiciones para
los usos de los espacios sociales y políticos. Cuetzalan, de ser
originalmente una comunidad indígena, se transformó en una
ciudad mestiza a finales del siglo XIX.
En otro sentido, la "modernización" en Cuetzalan está
vinculada a la transformación que ha sufrido el bosque
semitropical característico de esta región debido a la producción de
caña de azúcar, el cultivo del café y a la introducción de ganado
por parte de los "mestizos". Lo cierto es que el centro de Cuetzalan
sigue siendo para los maseualmej un espacio de encuentro y de
convivencia. El santuario, donde está la "iglesia de los Jarritos",
representa para ellos un importante centro religioso que durante
todo el año visitan, principalmente el día 12 de diciembre para
festejar a Tonantsin, "nuestra madre Guadalupe". Con frecuencia
asisten a la iglesia de San Francisco para manifestar su sentida
devoción religiosa hacia los santos a quienes les rinden culto.
También aprovechan los servicios del "Hospital Integral de
Cuetzalan" y los espacios de la Radiodifusora del INI para mandar
mensajes a sus familiares, amigos o conocidos. En fin, es un
espacio compartido donde maseualmej, totonacos, koyomej,
turistas, vendedores, compradores o visitantes establecen distintas
relaciones de intercambio social y cultural.
17 Patrice Giasson, Oralidad e historia. Dos grupos indígenas en la revolución mexicana, México, UNAM, 2001 (Tesis de maestría).
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 70 ~
Totonaco vendiendo su artesanía en el mercado de Cuetzalan. Foto: Mario Castillo
CONFLICTOS INTERLINGÜÍSTICOS
La idea colonialista que considera a las lenguas indígenas como
simples "dialectos" porque, frente a las lenguas europeas, son
"inferiores" y “atrasadas”, debe ser rechazada.18
Sin embargo, se
trata de un planteamiento que todavía prevalece en la sociedad y
que han asumido los propios hablantes de estas lenguas. Al
denominarlas "dialectos", argumentan que son empleadas por un
número reducido de personas en comunidades aisladas donde
solamente ellos se entienden. Esta actitud "peyorativa" y de
"discriminación" no sólo está dirigida a las lenguas, sino también a
las personas que las hablan refiriéndose a ellas como "ignorantes"
frente a la "gente de razón" que, por el contrario, hablan español.
Bartolomé ha señalado que, en México la mayor parte de
las áreas de relación interétnica, sobreviven las bárbaras
calificaciones coloniales que designan a los indios como "gente de
costumbre" confrontadas con la de "gente de razón" que, por
supuesto, son los "mestizos", "blancos" o “ladinos”.19
Es para-
dójico mostrar que esta idea de "gente de razón" fue introducida en
el pensamiento de muchos indígenas a través de los propios
maestros rurales, quienes después de la Revolución fueron
considerados agentes centrales para lograr una educación
"moderna" en nuestro país y salvar a los indígenas del "atraso
18 Consideramos el término “variante dialectal” como categoría lingüística para referirnos a un dialecto de la misma lengua. A diferencia del término “dialecto” utilizado en el sentido peyorativo que, por lo general, es usado para nombrar de manera despectiva a lenguas que hablan los indígenas. 19 Miguel Alberto Bartolomé, “La construcción de la persona en las etnias mesoamericanas”, en Leticia Irene Méndez y Mercado (coord.), III Coloquio Paul Kirchhoff. Identidades: análisis y teoría, simbolismo, sociedades complejas, nacionalismo y etnicidad, México, IIA-DGAPA-UNAM, 1996, pp. 51-67.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 71 ~
social" en el que estaban sumidos.20
El indigenismo
posrevolucionario, de convertir al indio en "gente de razón",
promovió la construcción de un mestizaje cultural y la unidad
lingüística como símbolo de identidad nacional. De tal manera que
ser indígena se concebía como un acto de negación lingüística y
cultural; por ello, la aceptación a la integración nacional y a la vida
mestiza implicaba la renuncia a la cultura y la negación a la lengua
materna. Se trataba, pues, de castellanizar a los hablantes de
lenguas indígenas para lograr la homogenización lingüística de la
población mexicana y, por lo tanto, la desaparición de las lenguas
originarias de México. Si bien, esto no es nuevo decirlo, hay que
seguir rechazando estas tendencias ideológicas puesto que repiten
las prácticas colonialistas cuestionadas desde hace varios años.
Los nahuas de Cuetzalan se consideran maseualmej que
hablan mexicano y se refieren a su lengua como maseualtajtol.
Además esta idea, la de ser indígena que trabaja la tierra, la
comparten con los totonacos que viven en esta región, pero
también saben que ellos son distintos porque emplean otra lengua.
Los maseualmej, asimismo, tienen conciencia de ser distintos a los
koyomej, "coyotes", porque, en primer lugar, no son indígenas sino
"mestizos" y, en segundo lugar, no hablan mexicano; hablan
castilla o español, hablan koyotajtol que es "la lengua del mestizo".
Ser koyot, "coyote", designa al "mestizo"; en general, destaca lo no
indio; es el que abusa del poder y el que se aprovecha del trabajo
de los indígenas, el que vive en la ciudad de Cuetzalan; es el
acaparador y el intermediario que compra a precios muy bajos el
producto de los indígenas como el café, la pimienta, la naranja o su
artesanía. El analteko, por otro lado, es el "extranjero", el que
viene de afuera, el que no es de aquí.
IDENTIDAD Y MEMORIA
Para los maseualmej de Cuetzalan su "destino común" forma parte
de su memoria colectiva. La historia constituye el contexto de un
pasado para relatar cómo fueron sus luchas y lo que existió en las
comunidades hace algunos años. Así lo contaban los abuelos de
antes y así lo cuentan los abuelos de ahora.21
Rememoran los más
viejos cómo estos koyomej llegaron a Cuetzalan, despojaron a sus
abuelos maseualmej de sus tierras y los dominaron. Es el "destino
común" al que se refiere Morin cuando dice que "es tanto más
20 Rosario, Gutiérrez Romero, La alfabetización bilingüe de adultos indígenas ¿realidad o ficción?, México, ENAH, 2002 (Tesis). 21 CEPEC, op. cit.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 72 ~
hondo por cuanto está sellado por una fraternidad mitológica".22
Se
refiere al mito que es profundo por su carácter temporal y original.
Profundo como lo vemos en la narración sobre el origen de los
nahuas y en la explicación de la aparición del maíz, Sentiopil, el
hijo del maíz, representa la imagen central en la cosmovisión
nahua. Él luchó contra los tsitsimimej, "seres sobrenaturales",
cultivó la tierra con la ayuda de los animales que comen maíz y
fundó las ciudades de Puebla y de México. Después regresó a la
ciudad de México para castigar a sus habitantes, los mestizos, que
son unos ignorantes y mal agradecidos; es decir, no son "gente de
razón". Y cuentan que "el hijo del maíz" hizo un trabajo muy
grande:
¡Pobre hombre! Un día había venido a visitar a los que
empezaron a poblar México. Los habitantes de la ciudad
se sentían muy grandes. Se creían mucho. La gente
estaba ocupando las casas pero no sabían quién había construido la ciudad. Entonces pensó venir un día. Y les
pedía un favor, que si podían dar unos cuantos centavos.
Es claro, él no necesitaba dinero. En el agua no se necesita nada. Él pedía ese dinero. Y le dijeron:
―Tú no. Es mejor que te vayas, porque si no, te vamos a
pegar. Sentiopil contestó:
― ¿Me van a pegar? Yo construí este lugar ―les dijo―.
Yo lo hice.
― ¿Tú? ¿Qué hiciste? ― Hice esta ciudad y la ciudad de Puebla.
― ¡Ah! ¿Y cómo lo hiciste tú solo?
― Pude hacerlo. Si no lo creen, ahora lo van a creer.23
Así es que, los "mestizos" abusaron y se aprovecharon del trabajo
de “otros”, por eso Sentiopil abrió un hoyo y les soltó el agua. Se
inundó la ciudad para castigar a los koyomej y los hizo pensar; es
decir, los hizo entrar en "razón", porque éstos ven a alguien como
si no valiera nada; se creen mucho porque se fueron a vivir a la
ciudad de Puebla y de México cuando las casas ya estaban hechas.
El relato de alguna manera simboliza la historia del origen de
Cuetzalan y el momento en que llegaron los koyomej. Como lo
mencioné anteriormente, la construcción de caminos, carreteras,
iglesias, escuelas, el palacio municipal, las calles y la introducción
de servicios como el agua, la electricidad y el drenaje se lograron
gracias al trabajo de los maseualmej, y los koyomej se
aprovecharon de ellos con las faenas. Finalmente, los que
22 Edgar Morin, "Identidad nacional y ciudadanía", en Pedro Gómez García (coord.), Las ilusiones de la identidad, España, Frónesis Cátedra, Universidad de Valencia, 2000, pp. 17-54. 23 CEPEC, op. cit., pp. 49-50.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 73 ~
resultaron beneficiados de toda esta inmensa labor fueron los
"mestizos" y son los que viven en la ciudad de Cuetzalan.
Es interesante mostrar cómo a través de los relatos orales
los masehualmej de Cuetzalan se refieren a su vida cotidiana,
acerca de sucesos históricos y sobre algunos mitos que podemos
considerar de origen mesoamericano. Son repertorios que
constituyen un intento por conservar el conocimiento y las
costumbres trasmitidas por varias generaciones. Este trabajo de
registro oral fue posible gracias al esfuerzo del entonces Taller de
Tradición Oral de San Miguel Tzinacapan, que tuvo como
principal objetivo apoyar el desarrollo económico, político y
cultural de esta región. Recopilaron y transcribieron cuentos,
historias y relatos en mexicano y posteriormente realizaron una
traducción al español.
Todos estos "relatos", considerados también como
"narraciones" o "testimonios", los denominan tajtomej, "palabras",
palabras de toueyitatajuan, de “nuestros abuelos”. En sí tratan
sobre el origen de los maseualmej de Cuetzalan a través de
Sentiopil, el hijo del maíz, y de cómo apareció el maíz en el
mundo. De la fundación de San Miguel, de los problemas entre la
gente de Cuetzalan y de la lucha contra los analtekos,
“extranjeros”, contra los franceses que vinieron del otro lado del
mar. De cómo los koyomej llegaron a Cuetzalan y cómo
despojaron a los abuelos maseualmej de sus tierras y los
dominaron. De cómo eran los pueblos antes de la Revolución,
cómo era la vida de los maseulamej, de las desgracias y los
conflictos en la vida comunitaria. De la pelea entre los maseulamej
que se hacen carrancistas para defenderse de los ataques de
algunos koyomej ricos de Cuetzalan, quienes se decían villistas.
Son relatos que surgen desde el interior y expresan una respuesta
contra la imposición y el abuso de los "mestizos".
Es por lo tanto una versión distinta de la difundida desde la
perspectiva “mestiza” de la historia, la que resalta los cambios para
modernizar el municipio y para la conservación de las tradiciones
"indígenas", con el fin mostrarla hacia los de "afuera". Son relatos
que exponen el valor que tiene la cultura y la lengua que hablan. Se
refieren al origen y la fundación de sus pueblos, al origen de la
humanidad y del maíz como elemento fundamental para su vida.
Son testimonios que tienen un importante valor histórico y forman
parte de la memoria colectiva que ha sido tejida a través del
conjunto de experiencias individuales.
Mediante la reflexión y el ejemplo dirige su discurso hacia
los jóvenes y niños. Responden al pasado para que no se repita lo
malo, para no dejarse, para defenderse y también para valorar lo
que antes había de bueno. Son ejemplos y enseñanzas que
funcionan como marcadores históricos para las generaciones
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 74 ~
futuras, no sólo para recordar los sufrimientos vividos por los
"anteriores", sino para entender el presente; para recordar la lucha
de sus antepasados y para condenar la violencia y los abusos de
poder. Son narraciones que a través de la escritura refuerzan la
identidad del grupo y promueven una actitud positiva hacia la
cultura y la lengua de los maseualmej de Cuetzalan.
Niña nahua de Xiloxochico. Foto: Mario Castillo
COMENTARIOS FINALES
La historia de los nahuas de la Sierra Norte de Puebla la
entendemos a partir de un tipo de conflicto intercultural producto
de relaciones sociales asimétricas. En particular, de una oposición
entre maseualmej y koyomej que se caracteriza por un contraste
entre ser “indígena” o ser "mestizo"; entre ser "campesino" o ser
"comerciante"; entre hablar mexicano o hablar español. En esta
dinámica intercultural se proyectan dos visiones del mundo
distintas y dos maneras de construir la historia y de mirar hacia el
futuro. Frente al poder político y económico de los koyomej, los
maseualmej buscan nuevas alternativas para sobrevivir, refuerzan
sus identidades y revitalizan los usos del mexicano a través de
prácticas organizativas que desarrollan para enfrentar las
dificultades de la vida cotidiana y la amenaza del dominio
exterior.
El desarrollo generalizado del bilingüismo demuestra una
fuerte vitalidad del mexicano y favorece los vínculos entre las
comunidades de la región que se establecen a través de distintos
espacios de convivencia, por ejemplo las fiestas que organizan para
cada santo del pueblo; en las faenas y las labores del campo; en las
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 75 ~
organizaciones comunitarias como las cooperativas y los grupos de
artesanas; en las asambleas y en el mercado. Por ello, la lengua en
los contextos tradicionales adquiere significados sociales y sus
usos denotan el sentido de pertenencia comunitaria.
Las dificultades económicas que observamos en las
comunidades, la falta de recursos para la siembra, la falta de un
trabajo asalariado, el bajo precio del café, el abandono de la tierra
para sembrar maíz y otros problemas más promueven que los
maseualmej de Cuetzalan destaquen lo de afuera y miren hacia las
ciudades con el propósito de encontrar algún empleo o buscar
mejores oportunidades para vivir. Pero también existe el esfuerzo
por crear algunas alternativas de producción y organización que
permita sustentar la economía y abaratar los costos de muchos
productos de consumo básico. Son proyectos emprendidos por
distintas organizaciones productivas y de artesanas que aglutinan a
un importante número de personas de diferentes comunidades.
Finalmente, podemos comentar que las relaciones
interculturales se traducen en un diálogo de saberes, de valores y
de conocimientos. Este diálogo intercultural implica el
reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas a
expresarse y comunicarse en su propia lengua y preservar su
herencia cultural. Implica además el reconocimiento de los
derechos culturales en general y de los derechos lingüísticos en
particular.
El palo volador y la iglesia de San Francisco en Cuetzala. Foto: Mario Castillo
BIBLIOGRAFÍA Arizpe, Lourdes, Parentesco y economía en una sociedad nahua,
México, INI-CNCA, 1974.
Bartolomé, Miguel Alberto, “La construcción de la persona en las etnias mesoamericanas”, en Leticia Irene Méndez y Mercado (coord.),
III Coloquio Paul Kirchhoff. Identidades: análisis y teoría,
simbolismo, sociedades complejas, nacionalismo y etnicidad,
México, IIA-DGAPA-UNAM, 1996, pp. 51-67. _________, Gente de costumbre y gente de razón. Las identidades
étnicas en México, México, Siglo XXI, 1997.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 76 ~
García Martínez, Bernardo, Los pueblos de la sierra. El poder y el
espacio entre los indios del norte de Puebla hasta 1700, México, El Colegio de México, 1987.
Giasson, Patrice, Oralidad e historia. Dos grupos indígenas en la
Revolución mexicana, México, UNAM, 2001 (Tesis de
maestría). Gutiérrez Romero, Rosario, La alfabetización bilingüe de adultos
indígenas ¿realidad o ficción?, México, ENAH, 2002 (Tesis).
Lombardo Toledano, Vicente, “Geografía de las lenguas de la Sierra de Puebla, con algunas observaciones sobre sus antiguos y actuales
pobladores”, en Revista de la Universidad de México, núm. 13,
México, UNAM, 1931. Lupo, Alessandro, La tierra nos escucha. Cosmovisión de los nahuas a
través de las suplicas rituales, México, CNCA-INI (Colección
Presencias), 1995.
_________, "La cosmovisión de los nahuas de la sierra de Puebla", en Johanna Broda y Félix Báez-Jorge (coords.), Cosmovisión, ritual
e identidad de los pueblos indígenas de México, México,
Biblioteca Mexicana, Fondo de Cultura Económica, 2001, pp. 335-389.
Molina, Alonso de, fray, Vocabulario de la lengua castellana y
mexicana, y mexicana y castellana, México, Porrúa, 1970. Morin, Edgar, "Identidad nacional y ciudadanía", en Pedro Gómez
García (coord.), Las ilusiones de la identidad, España, Frónesis
Cátedra, Universidad de Valencia, 2000, pp. 17-54.
Nutini, Hugo y Berry, Isaac, Los pueblos de habla náhuatl de la región de Tlaxcala y Puebla, México, INI-CNCA, 1989.
Sahagún, Bernardino de, fray, Historia general de las cosas de la Nueva
España, t. I y II, México, CNCA, 1989. Signorini, Italo y Alessandro, Lupo, Los tres ejes de la vida. Alma,
cuerpo, enfermedades entre los nahuas de la sierra de Puebla,
Universidad de Veracruz, Xalapa, 1989.
Stresser-Péan, Guy, Los Lienzos de Acaxochitlán (Hidalgo) y su importancia en la historia del poblamiento de la Sierra Norte de
Puebla y sus zonas vecinas, México, Gobierno del Estado de
Hidalgo, 1998. Thomson, Guy, Francisco Agustín Dieguillo. Un liberal cuetzalteco
decimonónico: 1861-1894, Gobierno del Estado de Puebla,
Secretaría de Cultura, Puebla, 1995.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 77 ~
LOS INDIOS DE NAUCALPAN, PASADO Y PRESENTE DE UN LEGADO CULTURAL
Rebeca López Mora
FES ACATLÁN- Universidad Nacional Autónoma de México
Cuando pensamos en el Municipio de Naucalpan de Juárez, casi
siempre viene a la mente la industrialización, su urbanización, los
problemas derivados de la sobrepoblación, el equipamiento urba-
no, etc., pero casi nunca se considera la presencia de los indios a lo
largo de la Historia y cómo éstos dejaron un legado que la mayoría
de su población ignora. Éste, como muchos otros municipios que
se han incorporado a la gran mancha urbana de la ciudad de
México, ha ido perdiendo su identidad y el arraigo a sus orígenes,
producto de la masiva llegada de nuevos habitantes a la zona. Esta
deficiencia también es un reflejo de la diversidad cultural que
caracteriza tanto a este municipio como a nuestro extenso país. En
este caso concreto, los nuevos habitantes llegaron en busca de un
lugar de residencia cercano a sus centros de trabajo, o bien, porque
tuvieron facilidades de distinta índole, para adquirir una casa.
A pesar de este desconocimiento casi generalizado, Naucal-
pan tiene una larga historia en la cual los grupos indígenas dejaron
su huella de diferentes formas, y aún ahora hay habitantes con esta
identidad. Ésta podría ser también la historia de muchas grandes
ciudades que, con el paso del tiempo, perdieron relación con su
pasado indígena.
En este trabajo se hará referencia a los diversos modos en
los cuales se asoma el pasado indígena en este municipio
mexiquense, y cómo su herencia aún puede comprobarse de forma
directa e indirecta. Este patrimonio tangible e intangible tiene un
origen histórico, al cual haré referencia de forma breve, con el fin
de explicar porqué Naucalpan, en medio de la modernidad y el
desarrollo, también posee un rostro indígena
LOS INDIOS ORIGINARIOS
Los más antiguos habitantes de este municipio tiene un origen
remoto, que data del Horizonte Cultural del Preclásico Medio,
entre los años 1200 y 900 a. C. Nos referimos a la cultura de los
tlatilcas, que habitaron una zona cercana al Río Hondo o de Los
Remedios, en el pueblo conocido ahora como San Luis Tlatilco. Si
bien no existen grandes construcciones de esta civilización -tal y
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 78 ~
como sucede en diversas zonas arqueológicas de nuestro país-, los
tlatilcas desarrollaron una civilización relevante, considerada como
una de las más antiguas del valle de México. Paul Gendrop afirma
que su origen era olmeca, debido a la similitud entre algunas piezas
tlatilcas con las encontradas en la llamada “cultura madre de
Mesoamérica”.1 Destaca su cerámica, a través de la cual los
tlatilcas representaron diversas escenas de la vida cotidiana, así
como piezas zoomorfas de gran realismo. Las más conocidas son
las denominadas “mujeres bonitas”, caracterizadas por la
exageración de las curvas femeninas, que posiblemente tuvieron
relación con ritos de la fertilidad de la tierra. Estos elementos han
hecho suponer a los investigadores que este lugar contó con
numerosos habitantes, quienes aprovecharon los cuantiosos recur-
sos naturales que les brindó esta zona, en especial la abundancia de
agua conducida por el Río Hondo, así como una tierra fértil.
Esta cultura fue investigada por el afamado arqueólogo e
historiador Román Piña Chan,2 quien encontró diversos enterra-
mientos acompañados de piezas de barro, figuras de perros
acompañantes y personas sacrificadas.3
La mayor parte de estos hallazgos se pueden apreciar en la
sala del Preclásico, en el Museo Nacional de Antropología e
Historia, y en menor medida, en el Museo Tlatilco, que se
encuentra junto a la iglesia de este pueblo. Aunque la civilización
tlatilca eventualmente desapareció, tal parece que esta zona siem-
pre estuvo habitada por indios, prácticamente hasta la llegada de
los españoles, en el siglo XVI. El tiempo fue borrando estos
descubrimientos, hasta el punto de desconocer el nombre original
de este pueblo. Tlatilco es una palabra de origen nahua que
significa “oculto”, “escondido”. Probablemente esta denominación
se la dieron grupos nahuas que vivieron en dicho lugar muchos
siglos después y que, con seguridad, encontraban antiguas piezas
esparcidas en esta zona.
Existen otras dos evidencias de la presencia de los indios
anteriores a la conquista en el municipio de Naucalpan, que
también son poco conocidos por propios y extraños. La primera
sería la Pirámide del Conde, la cual se encuentra en la colonia Del
Conde, rodeada por casas y comercios, en algo que más parece un
jardín que una zona arqueológica. Esta construcción data del
Posclásico Tardío, entre los años de 1015 d. C y 1521, y está
constituida por un basamento de piedra unida con argamasa, sobre
la cual probablemente se ubicaban uno o dos templos, tal y como
sucedió con otras construcciones de esos tiempos. Pertenece a la
1 Paul Gendrop, Arte prehispánico en Mesoamérica, 3ª. ed., México, Trillas, 1982, p. 9-10. 2 Román Piña Chan, Tlatilco, México, INAH, 1958. 3 Paul Gendrop, op. cit., p. 10.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 79 ~
cultura tepaneca, que habitó Azcapotzalco y que impuso su
supremacía hasta la formación de la Triple Alianza, en 1428. La
Pirámide del Conde demuestra que este territorio debió ser un
asentamiento de cierta importancia, ya que en zonas cercanas no se
conoce ningún emplazamiento semejante a éste.
El segundo vestigio arqueológico que hace evidente el
pasado prehispánico de Naucalpan es el que se encuentra en el
Cerro de Moctezuma, cerca del fraccionamiento Jardines de San
Mateo. Esta elevación cuenta con una piedra enigmática, pues
tiene labrada una figura semejante a una estrella. Si bien los
arqueólogos suponen que este lugar debió ser importante para la
cultura mexica, no se han puesto de acuerdo sobre la significación
de esta piedra y, en general, de lo que representó este cerro para
Tenochtitlan. Algunos han aventurado una teoría, según la cual
esta pieza formó parte de un rito dedicado a los cuerpos celestes.4
Sin embargo, para otros, como para el biólogo Jaime Torres, les ha
parecido la representación de un erizo de mar.5
Es importante mencionar que la primera descripción que se
hizo de esta piedra la realizó el capitán Guillermo Dupaix, hacia
1794. Dicho explorador llegó a Nueva España por sus actividades
como militar, pero pronto se percató de la presencia de diversas
piezas indígenas que se encontraban dispersas por la ciudad de
México, así como en lugares aledaños. Una de las piedras descritas
fue precisamente la que estaba en el ala sur del Cerro de
Moctezuma. No era una estructura común, por lo que afirmó, un
tanto vacilante, que era posiblemente una mojonera. Pero también
le pareció que podía tratarse de una piedra con fines de
observatorio astronómico.6 Es por este comentario que por muchos
años se le ha dado una explicación relacionada con los astros.
Incluso circula una opinión popular respecto a que el Cerro de
Moctezuma fue un observatorio mexica, lo cual no se ha podido
corroborar con las pocas fuentes con las que se cuenta sobre este
lugar. En éste, como en otros vestigios prehispánicos, surgen más
preguntas que respuestas. No obstante, la observación de piezas
arqueológicas en un medio para nunca olvidar el pasado
precortesiano de los grupos indígenas originales.
4 Beatriz Barba de Piña Chan (coord.), Iconografía mexicana III. Las representaciones de los astros, México, INAH, Plaza y Valdés, 2002. 5 Leonardo López Luján, “El capitán Guillermo Dupaix y su álbum arqueológico de 1794”, en Arqueología Mexicana, v. XIX, núm., 109, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2011, p. 78. 6 Loc. cit.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 80 ~
LA NUEVA ORGANIZACIÓN: LOS INDIOS DE NAUCALPAN EN LA NUEVA ESPAÑA
Con la conquista, los españoles impusieron un nuevo sistema que
impactó de manera definitiva en el desarrollo posterior de México.
El tratamiento que recibieron los indios fue un tanto contradictorio,
pues si bien las leyes procuraron su protección, a nivel individual,
muchos españoles abusaron de los indios a través de diversos
medios. Pero lo que aquí interesa es que este sistema impuesto por
las autoridades coloniales dejó una huella indeleble en la Nueva
España: sentó los cimientos de las poblaciones que todavía se
conservan a lo largo del territorio nacional. Nombres de lugares,
fundación de pueblos y los gobiernos particulares de éstos son sólo
algunos motivos por los cuales los indios de Naucalpan y de una
gran parte de los pueblos de México pudieron subsistir durante
tantos siglos.
A la llegada de los españoles, el actual municipio de
Naucalpan estaba habitado por dos grupos étnicos: los nahuas y los
otomíes. Ambos se ubicaban en pequeños poblados, en los cuales
fueron construidas capillas de visita, todas dependientes del
convento franciscano de San Gabriel Tacuba. Los frailes unieron
los nombres indígenas originales con los de santos católicos,
aunque algunos perdieron el uso de su nombre antiguo con el paso
del tiempo. Esta labor dio lugar a los dieciocho pueblos tradicio-
nales de Naucalpan. Ellos son los siguientes:
Pueblos de habla nahua: San Francisco Cuautlalpan, Santa
Cruz Acatlán, Santa María Nativitas Tepantitla, San Andrés Atoto,
Santa Cruz del Monte, San Esteban Huitzilacasco, San Miguel
Tecamachalco y San Bartolo Naucalpan.
Pueblos de habla otomí: San Rafael Chamapa, San Luis
Tlatilco, San Antonio Zomeyucan, Santiago Ocipaco (hoy
Occipaco), San Mateo Nopala, San Juan Totoltepec, San Francisco
Chimalpa, Los Remedios y San Lorenzo Totolinga.7
De los pueblos anteriores, el de mayor importancia fue, sin
duda, el de San Bartolo Naucalpan. Sin embargo, el pasado
prehispánico de este asentamiento es un tanto incierto. Su nombre
no se encuentra en ninguna fuente escrita o pictográfica, a
diferencia de una gran parte de los principales pueblos del Valle de
México. Incluso su toponimia, que significa los cuatro barrios o las
cuatro casas, ha desconcertado a varios eruditos. El padre Ángel
María Garibay sospechaba que este nombre no reflejaba una
7 Parte de esta lista se realizó con la información contenida en Agustín de Betancourt, Theatro Mexicano. Crónica de la Provincia del Santo Evangelio de México, Impreso por Doña María de Benavides, viuda de Juan de Rivera, 1698, Edición facsimilar, México, Porrúa, 1971, p. 70.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 81 ~
división territorial, como podría ser la de los cuatro barrios, sino
más bien, un nombre que aludía a una fecha, el cuatro casa.8
De acuerdo con la numeración de los años que proporciona
Domingo Chimalpáhin en su Séptima Relación, el cuatro calli o
cuatro casa corresponde al año de 1561,9 posible fecha de la
fundación de San Bartolo Naucalpan. Muy probablemente, este
pueblo fue producto de una congregación o junta de indios
realizada a instancias de los franciscanos, para promover desde ese
lugar, la evangelización de una amplia zona. Estos movimientos
poblacionales realizados por los franciscanos buscaban, general-
mente, lugares con buenos recursos naturales, para que los indios
pudieran arraigarse con éxito. Las congregaciones recibieron,
según lo ya mencionado, tanto el nombre del santo patrono
asignado por los frailes, como el de origen indígena.10
Los indios de San Bartolo, como los de los demás pueblos,
permanecieron por siglos en sus pequeños asentamientos. Las
capillas de visita constituyeron el centro de los pueblos, alrededor
de las cuales se encontraban las humildes viviendas y sus tierras de
cultivo. No obstante, en estos templos sólo ocasionalmente se
celebraban actos religiosos, ya que los sacerdotes residían en la
cabecera de Tacuba, por lo menos hasta finales del siglo XVII.
Cabe mencionar que en Tacuba se había edificado un gran
monasterio después de la llegada de los primeros franciscanos, el
de San Gabriel, y se siguió la costumbre de ubicar los principales
centros de evangelización en los más importantes señoríos
indígenas y, por supuesto, Tacuba era uno de ellos.
Sin embargo, no fue obstáculo para que los franciscanos
hicieran continuas visitas a las capillas de Naucalpan, en especial a
la de San Bartolo. De acuerdo con fray Jerónimo de Mendieta, los
indios recibían a los frailes con grandes fiestas cuando éstos
acudían a los pueblos de visita. Al enterarse de que los religiosos
se aproximaban a sus pueblos, barrían los caminos y los adornaban
con muchas flores. Además acompañaban este festejo con bailes y
música.11
Las leyes españolas propugnaron por la separación física y
cultural de indios y españoles, pero esto no se logró totalmente.
Desde un inicio, los españoles tuvieron contacto con los indios,
debido principalmente a la tenencia de la tierra. Cabe mencionar
que los pueblos tenían derecho a conservar la tierra de sus
8 Cecilio Robelo, Manuel Olaguíbel y Antonio Peñafiel, Nombres Geográficos indígenas del Estado de México. Estudio crítico y etimológico, Textos revisados y anotados por el Dr. Ángel María Garibay, Edición y Prólogo de Mario Colín, México, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, México,1966, p. 267. 9 Domingo Chimalpáhin, “Séptima Relación”, en Las ocho Relaciones y el Memorial de
Colhuacan, tomo II, México, CONACULTA, 1998, p. 213. 10 Enrique Florescano, Memoria Indígena, México, Alfaguara, 1999, p. 25. 11 Jerónimo de Mendieta, Historia Eclesiástica Indiana, 2ª ed., Edición Facsimilar, Porrúa (Biblioteca Porrúa, 46), 1980, Libro III, Cap. LIII, p. 321-322.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 82 ~
antepasados. En 1567 se les otorgó 500 varas o las que necesitaren
para vivir y sembrar…12
. Hacia 1687 se estableció una cantidad de
600 varas, terreno al que se le denominó “fundo legal de los
pueblos”. El derecho a la tierra observado con la real cédula de
1687 comprendía una superficie que abarcaba las 600 varas,
medidas desde el templo de pueblo hacia la redonda, lugar donde
debían establecerse las casas y las tierras de cultivo de los indios.
La tierra de los pueblos fue uno de los principales motivos
por los cuales los indios novohispanos pudieron sobrevivir durante
los tres siglos de la dominación española. Esta tierra era una
propiedad corporativa, lo que significó la imposibilidad, por parte
de los naturales del pueblo, de venderla o enajenarla. Con ello se
pudo garantizar el beneficio de este patrimonio a todos los hijos
del pueblo, siempre y cuando permanecieran en su calidad de
indios, es decir, que evitaran la mezcla racial. Por ello, los indios
que quisieron obtener una sementera familiar en los pueblos debían
permanecer racialmente puros.
Desde el siglo XVI, los españoles comenzaron a pedir
mercedes de tierra a las autoridades virreinales, las cuales se
convirtieron en el cimiento de las grandes haciendas coloniales.
Muchas veces, estas cesiones reales venían acompañadas de
abusos por parte de los españoles, interesados en aumentar las
tierras bajo su dominio. Por ejemplo, en 1689 los indios de
Naucalpan solicitaron al Alcalde mayor de Tacuba que supervisara
que, en sus tierras, no se introdujera ganado perteneciente a varios
españoles de la zona.13
Lo cierto es que las haciendas españolas florecieron junto a
los pueblos de indios, e incluso los fueron rodeando.14
Varias de
estas unidades productivas heredaron su nombre a los territorios
que ocuparon originalmente. Un ejemplo es la Hacienda de San
Nicolás, mejor conocida como Echegaray, en alusión al más
afamado de sus propietarios del siglo XVIII, don José Antonio de
Echegaray. Esta propiedad aprovechó el trabajo de los pueblos de
Santa Cruz Acatlán, de Santa María Nativitas, de San Juan
Totoltepec y de San Mateo Nopala.15
Su gran extensión abarcaba
desde las inmediaciones del Santuario de Los Remedios, hasta el
límite que hoy ocupa el Fraccionamiento Hacienda de Echegaray.
Otra de las grandes propiedades de la zona que tuvo un
estrecho contacto con los indios fue la Hacienda de El Cristo, la
12 “Real Cédula al virrey y la Audiencia de México ampliando a 600 varas los términos de pueblo de indios”, Madrid, 4 de junio de 1687. 13 Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Ramo Indios, vol. 30, exp. 275, fs. 254-254 v. 14 El término de hacienda se generalizó a finales del siglo XVI, lo que denominaba al
conjunto de bienes con los que contaba un individuo. Con el paso del tiempo, se le llamó así a las propiedades rurales. En Gisela von Wobeser, La formación de la Hacienda Colonial. El uso de la tierra y el agua, México, UNAM, 1989, p. 50. 15 AGN, Tierras, vol. 1579, exp. 1 fs. 22-23 v.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 83 ~
cual colindaba con los pueblos de Santa Cruz del Monte, Santiago
Ocipaco y San Mateo Nopala.
Además de las mencionadas, existían más unidades
productivas en Naucalpan: la Hacienda de San José de los Leones
o de León,16
y las haciendas Molino de San José Río Hondo,
Molino Blanco y Molino Prieto. Cada una de éstas tuvo como su
principal mano de obra la que aportaron los indios de los pueblos
cercanos. Si bien las haciendas constituyeron una amenaza para los
bienes de los pueblos, también es cierto que los indios se vieron
beneficiados, al contar con una fuente de trabajo agrícola en las
inmediaciones de sus pueblos. Esta delgada línea de
interdependencia permanecería así por siglos.
Cuando algún pueblo se veía amenazado por una hacienda
cercana, los indios tenían el recurso de la composición de tierras,17
documentos que, a la postre, serían muy importantes para los
descendientes de los indios novohispanos. Por ejemplo, en 1712
los indios del pueblo de Santiago Tepatlaxco realizaron la
composición de sus tierras, que a pesar de no tener las 600 varas
por ser pueblo de indios, contaba con casi cuatro caballerías de
tierra (aproximadamente 171 hectáreas), las cuales pudieron
obtener gracias a la declaración de que el virrey don Luis de
Velasco les había otorgado merced de tierra de su pueblo, desde el
año de 1552. Estos documentos sirvieron a los indios para
enfrentar un litigio por tierras que tenían con la orden de los
Carmelitas Descalzos en 1751, quienes poseían el Rancho de
Ojuelos -cercano también al pueblo de San Francisco Chimalpa-, y
por ese motivo les prohibían obtener leña y carbón en tierras
pertenecientes al pueblo de Tepatlaxco.18
Es muy conocido que, durante el primer siglo de la
colonización, hubo una significativa baja demográfica de los
indígenas, producto de las diversas epidemias que asolaron a
Nueva España. No obstante, a partir de la segunda mitad del siglo
XVII, los indios novohispanos experimentaron un crecimiento
poblacional sostenido hasta el siglo XIX.19
Gran parte de ello se
debió a lo que algunos han llamado la domesticación de la
epidemia: los indios crearon anticuerpos que les permitieron salir
16 Su antiguo casco es actualmente la sede de la Escuela Militar de Transmisiones en la zona conocida como Cuatro Caminos. 17 Una composición de tierras era un recurso por el cual se le otorgaban escrituras de tenencia de la tierra a pueblos o particulares que pudieran demostrar su posesión. En el caso de los indios, casi nunca contaron con mercedes de tierra, por lo que este recurso significó la legalización de sus bienes de comunidad. 18 AGN, Buscas y traslado de Tierras, vol. 46-A, exp. 12, fs. 139-142. 19 Manuel Miño, El mundo novohispano. Población, ciudades y economía, siglo XVII y XVIII, México, Fideicomiso Historia de las Américas, El Colegio de México y FCE, (Serie Hacia una nueva Historia de México),2001, p. 24
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 84 ~
mejor librados de los embates de enfermedades, que en el siglo
XVI les eran desconocidas.20
Pero también fue muy importante el apoyo de la corona
española para evitar la despoblación de los indios. Podría decirse
que hubo una política de protección hacia estos, así también una
gran tolerancia a su propia organización. Además del asunto de la
tenencia de la tierra de los pueblos de indios, como se mencionó
anteriormente, la corona española permitió una organización
semiautónoma,21
denominada República de indios, con la cual los
indios podían conservar y administrar sus bienes, la formación de
una caja de comunidad y la conformación de un gobierno propio.
Los pueblos cabecera eran el lugar de residencia del gobernador.
Ahí mismo se encontraba la casa de comunidad, también conocida
como Tecpan, donde se reunían el gobernador de indios, alcaldes,
y donde se llevaba a cabo la elección anual de las principales
autoridades del pueblo, aunque solamente podían votar los
hombres más notables de la jurisdicción.22
El cargo más importante de la República de indios fue el de
gobernador; éste desempeñó diversas funciones, entre las que
sobresalen la recolección de los tributos reales, la asignación de
tierras familiares a cada cabeza de familia, así como la
administración de justicia, en primera instancia, sólo entre los
indios y en delitos menores. En pueblos pequeños quedaban a
cargo alcaldes y regidores, quienes se reunían periódicamente con
el gobernador, para tomar decisiones que involucraran a todo el
pueblo.23
En el caso de Naucalpan, el gobierno indígena fue
dependiente de la cabecera de Tacuba durante el siglo XVI y parte
del XVII. En Naucalpan solamente se elegía a un alcalde debido a
su calidad de pueblo sujeto. Gracias a la revisión de documentos
originales, se puede afirmar que desde 1686 Naucalpan contaba
con un gobierno propio, ya que existen actas de las elecciones de
ese año.24
Durante el siglo XVIII, los pueblos de esta zona
comenzaron a experimentar la llegada de personas ajenas,
españoles, mestizos o mulatos, quienes con frecuencia provocaron
20 Elsa Malvido, La población, siglos XVI al XX, México, UNAM, Océano (Colección
Historia Económica de México), 2003, p. 104. 21 La corona española la llamó “semiautónoma” porque casi todas las decisiones que tomaba el gobernador se hacían con libertad, pero en algunos casos las autoridades virreinales intervenían o verificaban algunos casos, como las elecciones de los cargos de república, que eran aprobadas en última instancia por el Alcalde Mayor. Así mismo, los delitos menores eran castigados por el gobernador de indios, pero los de mayor envergadura también eran juzgados por el Alcalde mayor, que para el caso de Naucalpan, correspondía al de Tacuba. 22 James Lockhart, Los nahuas después de la Conquista. Historia social y cultural de la población indígena del México central, siglos XVI-XVIII, México, FCE, 1999, p. 54. 23 Ibid, p. 58. 24 AGN, Ramo Indios, vol. 29, exp. 126, fs. 110-111 v.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 85 ~
enfrentamientos con los indios. Este fenómeno se produjo a la
largo de toda la Nueva España, fruto del crecimiento poblacional
que también se presentó en los otros grupos étnicos. Algunas veces
esta vecindad no causaba molestia, e incluso fue aprovechada por
los indios, ya que españoles pobres asentados en los pueblos
servían de testigos en litigios con terceros.25
Pero en otras
ocasiones transgredieron la vida cotidiana de los indios. Por
ejemplo, en 1706, el indio Juan Manuel, natural de Naucalpan, se
quejaba de que un mestizo “intruso del pueblo” le había despojado
de la tierra que le habían heredado sus padres, razón por la cual
pedía que se le amparara con el fin de poder construir una casa en
ese lugar.26
La llegada de población extraña a los pueblos de indios se
fue intensificando en la segunda mitad del siglo XVIII, aunque fue
un fenómeno que no se dio de manera uniforme. Según el Padrón
de 1792, en San Bartolo Naucalpan había doscientos treinta y seis
españoles, ciento cinco castizos, ciento cincuenta y un mestizos,
para dar un total de cuatrocientos noventa y dos no indios en este
lugar. Sus ocupaciones eran diversas, la mayor parte eran
sirvientes, canteros, arrieros. Algunos practicaban otros oficios,
como sastre, barbero, herrero y dos tenderos.27
Estas personas
pusieron los cimientos del centro de intercambio y de servicios en
el que se convertiría Naucalpan con el paso de los años.
En otros pueblos sujetos, el número de extraños era menor,
por ejemplo, en San Esteban Hitzilacasco, que sólo se contaban
dos españoles, seis castizos y un mestizo. En Los Remedios había
trece españoles, entre los que se contaba un sacerdote y sus
ayudantes, tres castizos y dos mulatos. En las haciendas la
presencia de no indios era menor; así, en el Molino Prieto se
encontraban treinta y nueve españoles, veintiocho castizos y treinta
y cuatro mulatos. En este caso, es probable que se tratara de
trabajadores especializados, tal y como lo demandaba la molienda
del trigo.28
A pesar de esta presencia, la mayoría indígena en la zona de
Naucalpan era innegable. En 1806, San Bartolo Naucalpan tenía
trescientos cincuenta y nueve tributarios, lo cual representa
aproximadamente 1795 personas.29
Gracias a este documento
25 Un ejemplo de la presencia de los no indios entre los indios puede verse en Felipe Castro Gutiérrez, “Indeseables e indispensables. Los vecinos españoles, mestizos y mulatos en los pueblos de indios de Michoacán”, en Estudios de Historia Novohispana, vol. 25, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 2001, pp. 59-80. 26 AGN, Tierras, vol. 2940, exp. 4. 27 AGN, Padrones, vol. 6, No. 1, fs. 167-175 v. 28 Todos estos datos se pueden consultar en AGN, Padrones, vol. 6, exp. 1, fs. 167-175 v. 29 Los cálculos de la población indígena se hacen bajo un factor que equivale a un tributario como cinco personas, ya que el tributario era el pater familia que debía hacer el pago de tributo a la corona. Tomando en cuenta los solteros, los que no tenían
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 86 ~
podemos saber que entre los pueblos más numerosos de la zona se
hallaba San Francisco Chimalpa, con doscientos veintiséis tributa-
rios, que representan un aproximado de mil diecisiete habitantes.
Todos los grupos sociales que habitaban en el pueblo de
Naucalpan tuvieron relaciones ente sí, lo que produjo varios
matrimonios interraciales. En la segunda mitad del siglo XVIII, y
con la finalidad de limitar el creciente mestizaje, se exigió un
permiso especial para que se pudieran realizar este tipo de enlaces
matrimoniales. Por ejemplo, en 1772 Mariano Corola, mestizo de
veintiún años solicitó la anuencia para unirse en matrimonio a
Leandra Agustina Ramírez, india de la misma edad.30
En la segunda mitad del siglo XVIII, comenzó a circular
entre los párrocos una opinión muy desafortunada acerca de los
indios, con base en aspectos de su carácter. Si bien algunos
calificativos hablaban de ese indio bueno, humilde, manso, sufrido,
inocente, que era objeto de cuidado como el que se da a los niños,
otros adjetivos no les eran favorables. Entre estos últimos se
encontraban los de ignorantes, bárbaros, maliciosos, dados a la
embriaguez, perezosos y desenfrenados.31
Hipólito Villarroel
expresó que el carácter de los indios era difícil de creerse por las
siguientes razones.
…extremadamente malicioso, enemigo de la verdad,
desconfiado, amigo de novedades, disturbios y alboro-
tos;…inhumanos, vengativos y crueles entre sí, y su vida es la de estar sumergidos en los vicios de la ebriedad, del
latrocinio, del robo, de los homicidios…32
Aunque es difícil comprobar la presencia de estas actitudes en toda
la población indígena de Nueva España, es un hecho que muchos
curas de la época consideraban poco confiables a los indios. Este
sentimiento se presentó en Naucalpan, producto en parte de la
presencia de los españoles en el interior del pueblo, y en el
contexto de un conflicto de opiniones entre los indios y el cura de
San Bartolo, respecto al manejo de los bienes de las cofradías
locales. En general, se tenía la percepción de que los indios no eran
buenos administradores, por lo que las limosnas y tierras
correspondientes a las obras pías llegaban a tener un uso
descendencia y las muertes, se ha establecido que un tributario representa a cinco personas. 30 AGN, Indiferente Virreinal, vol. 87, exp. 44. 31 William Taylor, “… de corazón pequeño y ánimo apocado. Conceptos de los curas párrocos sobre los indios en la Nueva España del siglo XVIII”, en Entre el proceso global y el conocimiento local. Ensayos sobre el Estado, la sociedad y la cultura en el
México del siglo XVIII”, (Edición al cuidado de Brian F. Connaughton), México, UAM, CONACYT, Miguel Ángel Porrúa, 2003, p. 275. 32 Hipólito Villarroel, Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España, México, CONACULTA (Colección Cien de México), 1994, p. 88.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 87 ~
inadecuado, por los vicios y el desorden de los indios.33
Este tipo
de hermandades habían sido una herramienta de la evangelización
en los siglos anteriores, además de una fuente de recursos para el
sostenimiento del culto divino. Los curas doctrineros permitieron
su funcionamiento, aunque en la mayoría de los casos carecían de
constituciones aprobadas por las autoridades eclesiásticas
correspondientes.34
En Naucalpan funcionaban la Cofradía del Santísimo
Sacramento, la de las Ánimas y la de San Bartolo. También las
pequeñas capillas tenían sus propias hermandades locales. Todas
estas agrupaciones eran administradas por algunos de los indios
principales de la zona, pero contaban con muy limitados bienes, los
cuales consistían principalmente en algunos terrenos que eran
trabajados por el pueblo. El fruto de estos lugares era vendido para
obtener recursos tanto para las fiestas patronales, como para otras
celebraciones, como la Semana Santa y el Corpus Christi.35
En 1770 el párroco de Naucalpan pretendió quitarles la
administración de las cofradías a los indios, ya que percibía una
muy mala administración de los recursos, debido a una disipación
y latrocinio que, a cara abierta, han hecho y hacen los
mayordomos…36
Su propuesta era depositar la administración en
manos de don Joseph Montes de Oca, español avecindado en
Naucalpan, y de todas las confianzas del cura, don Joseph Sánchez
Montero. No obstante, el sacerdote falleció antes de lograr su
cometido. Pero su sucesor siguió insistiendo en este traspaso, y
para ello realizó un detallado informe de los bienes de las cofradías
y de por qué los indios no eran los más indicados para su manejo.
El obispo encargó a los curas de Naucalpan determinar quién
debería llevar la administración de bienes y buscó de preferencia
entre la “gente de razón”, es decir, entre los españoles avecindados
en ese pueblo. En su defecto, debía asegurarse que los indios
administradores tuvieran una buena conducta y fueran hombres de
bien.37
El cura iba más allá en sus pretensiones de mejorar la
administración de las obras pías, pues no dudó en recomendar que
las capillas de los pueblos menores fueran derribadas, pues en la
mayoría de los casos estaban casi en ruinas. A pesar de las
intenciones de ambos curas, la administración de las cofradías
siguió en manos de los indios y las capillas pudieron permanecer
de pie, no obstante su precaria situación.
33 Dorothy Tanck de Estrada, “Los bienes y la organización de las cofradías en los pueblos de indios del México colonial. Debate entre el Estado y la Iglesia”, en María del Pilar Martínez López-Cano, Elisa Speckman y Gisela von Wobeser (coords.), La Iglesia y sus bienes. De la amortización a la nacionalización, México, UNAM-IIH, 2004, p. 39. 34 Ibid., p. 37. 35 Archivo Parroquial de San Bartolo Naucalpan (en adelante APSBN), Serie Sacramental, Statu Animarum, Caja 53, f. 2. 36 AGN, Bienes Nacionales, vol. 230, exp. 5, f. 5. 37 APSBN, Serie Sacramental, Caja 53, Statu Animarum, f. 2 v.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 88 ~
Este asunto era sólo la muestra del cambio de opinión
respecto a los indios, derivado en parte por las medidas que
llevaron a cabo los reyes de la dinastía de los Borbones, a partir de
la segunda mitad del siglo XVIII.38
Una de las más drásticas, con
respecto a los indios, fue la referente a las cajas de comunidad. Se
consideraba que las cuentas de los pueblos debían ser
escrupulosamente vigiladas, pues con frecuencia realizaban gastos
innecesarios que debían evitarse. Por ello se ordenó hacer una
revisión pormenorizada de los bienes de los pueblos, con el fin de
reglamentar los gastos de comunidad.39
El fruto de esta
investigación fue la base para la conformación de los Reglamentos
de los pueblos, que puso un control a los bienes de comunidad,
que, como se observó, permitió a los indios tener cierta autonomía
y sobrevivir por mucho tiempo.
En 1806 se formó el Reglamento de los indios de
Naucalpan, en el cual se consignó los pocos bienes de comunidad
que poseían estos pueblos. La mayor parte de sus bienes provenían
de unas canteras cercanas al Santuario de los Remedios, de las
cuales se obtenían materiales destinados a edificaciones en la
ciudad de México, entre las que destaca la Catedral Metropolitana.
Llama la atención la elaboración de un reglamento particular para
San Francisco Chimalpa, debido al elevado número de sus
habitantes, así como a la riqueza de sus tierras.
Si bien se consideraba que el pueblo de Naucalpan tenía
pocos excedentes de lo obtenido de sus bienes de comunidad, las
medidas instrumentadas por la corona impactaron entre los indios
porque fueron un duro golpe en lo concerniente al privilegio que
tenían sobre la administración de sus tierras. La autonomía con la
que tradicionalmente se habían manejado los bienes de comunidad,
quedó superada.
El cambio más importante para los pueblos de indios
provino de la Constitución de Cádiz, promulgada en marzo 1812
en España y jurada por el virrey Venegas el 30 de septiembre de
1813. A pesar de que en ese momento la situación política y social
estaba inmersa en la guerra de Independencia, la instrumentación
38 Estas medidas se conocen en la Historiografía como las Reformas Borbónicas, las cuales tenían como objetivo aumentar los caudales de la Hacienda Real a través de hacer más efectiva y racional la administración del Imperio. Para mayor información sobre el contenido y espíritu de estas medidas ver Omar Guerrero, Las raíces borbónicas del Estado Mexicano, México, UNAM, 1994. 39 Margarita Menegus, “Los bienes de comunidad de los pueblos de indios a fines del
periodo colonial”, en Margarita Menegus y Alejandro Tortolero (coords.), Agricultura Mexicana: Crecimiento e innovaciones, México, Instituto Mora, El Colegio de Michoacán, El Colegio de México, UNAM, IIH (Colección Lecturas de Historia Económica Mexicana), 1999, p. 91.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 89 ~
de las leyes gaditanas respecto a los ayuntamientos se llevó a cabo
en varias regiones del Reino.40
En el ámbito municipal hubo una variación muy
significativa, ya que se organizaron Ayuntamientos conformados
tanto por españoles como por indios, en lo que se ha denominado
como “Ayuntamiento multiétnicos”. Estos cuerpos colegiados
debían formarse en poblaciones que contaran con “mil almas”, y
estarían compuestos por uno, dos o varios alcaldes y regidores. En
su elección podrían participar españoles, indios y criollos que
tuvieran residencia fija en la localidad, siempre y cuando contaran
con una forma honorable de vivir, ya sea una tierra, un oficio o una
industria.41
Con esta nueva legislación quedaba liquidada la
centenaria separación de las repúblicas de indios y españoles. Si
bien esta transformación puede considerarse como un gran avance
desde el punto de vista liberal, lo interesante es que los bienes y las
tierras con las que contaban los antiguos pueblos de indios pasaron
a formar parte del patrimonio del ayuntamiento, es decir, dejaron
de ser posesión exclusiva de los indios.
Por desgracia no contamos con las actas de la elección de
1813, pero tenemos referencias documentales de la vigencia de
este ayuntamiento, en decisiones de diversa índole, en especial
asuntos relacionados con la difícil situación que se vivía ante los
continuos ataques de los insurgentes. En un documento de 1814 se
hace referencia a la petición de indulto que hacía el Ayuntamiento
Constitucional de Naucalpan a favor de don Manuel Montes de
Oca, afamado vecino de la localidad.42
A finales de 1814 se suprimió la Constitución de Cádiz en
todo el Imperio Español, pero en 1820 se volvió a promulgar, y
con ello nuevamente se realizaron elecciones municipales. En este
caso tenemos las actas de elección efectuada el 25 de junio de
1820. En el cargo de mayor importancia figuraba don José María
Montes de Oca y, entre los regidores, estaban don Anacleto Exiga
o Deciga, don Juan Elimaco Tovar, don Domingo de la Cruz y don
Felipe de Santiago.43
Aunque no tenemos la certeza del origen
étnico de estos personajes, es probable que el primero fuera un
español o criollo, porque esta familia fue mencionada en otros
documentos con esa identificación. Por el contrario, los demás
individuos probablemente fueron de origen indígena, pues también
tenían apellidos muy característicos de la zona, como Tovar,
40 María del Carmen Salinas Sandoval, “Ayuntamientos en el Estado de México, 1812-1827. Proceso de adaptación entre el liberalismo y el Antiguo Régimen”, en Juan Ortiz Escamilla y José Antonio Serrano Ortega (eds.), Ayuntamientos y liberalismo gaditano en México, Zamora, México, El Colegio de Michoacán y Universidad Veracruzana, 2007, p. 376. 41 Manuel Chust Calero, “La Revolución Municipal, 1810-1823” en Juan Ortiz Escamilla y José Antonio Serrano Ortega (eds.), Ayuntamientos y liberalismo gaditano, p. 30. 42 AGN, Operaciones de Guerra, vol. 504, exp. 19, f. 123. 43 AGN, Indiferente virreinal.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 90 ~
Déciga o de Santiago. Este ayuntamiento sólo tuvo vigencia por
unos cuantos meses.
En diciembre de 1820 se efectuó la elección del siguiente
año. Como en el caso anterior, carecemos de la identificación
racial de sus miembros, pero es posible hacer una interpretación de
ello por los nombres de los elegidos. En el cargo de Alcalde quedó
don Manuel Montes de Oca, el mismo criollo del cual se había
pedido años antes su indulto. Los regidores fueron don Gregorio
Ramírez, don Antonio Luciano y don Pedro Antonio. Estos dos
últimos muy probablemente también fueron de origen indígena.44
A pesar de que la composición de estos cuerpos colegiados
permitió la participación de los indios, es un hecho que estos
nuevos ayuntamientos dieron un vuelco en la situación de
separación que hasta entonces se había desarrollado en Naucalpan
y en la mayoría de los pueblos de indios. A partir de entonces, los
indios quedaron desposeídos del monopolio que representaban los
bienes de comunidad. El privilegio de ser indio natural de un
pueblo, manifiesto en la seguridad de contar con una parcela
dentro de las tierras de común repartimiento, quedó en el pasado.
Las ideas de liberalismo, en donde los individuos de cualquier
origen étnico fueron iguales ante la ley, resultaron positivas, en
cierto sentido, al quedar incorporados todos los habitantes de
México a una misma ley. Pero, en otros aspectos, dio al traste con
la forma de supervivencia que había asegurado a los indios una
vida distinta. A partir de entonces, y dado que esta organización
municipal fue retomada durante el periodo nacional, los indios
comenzaron a navegar en un mar de incertidumbre al tener que
compartir sus bienes de pueblo con los demás grupos étnicos.
LOS INDIOS A LA BAJA: EL CRECIMIENTO DEL MESTIZAJE EN NAUCALPAN, SIGLO XIX
Tras la consumación de la Independencia, en 1821, la categoriza-
ción racial de los ciudadanos quedó legalmente suprimida. No se
podía distinguir a los individuos por su origen étnico, pero es un
hecho que la mayoría de la población seguía siendo india.
En el caso de Naucalpan, es muy difícil rastrearlos en
documentos oficiales, principalmente en la primera mitad del siglo
XIX. Si bien en algunas poblaciones con poca penetración blanca,
los indios seguían siendo la mayoría, en la municipalidad de
Naucalpan no fue así. La numerosa población indígena pasó a un
segundo término, en el ámbito de la política. En la Reglamentación
de Ayuntamientos del Estado de México de 1825, los requisitos
indicados para ocupar cargos en ese cuerpo colegiado eran ser
mayor de 25 años, poseedor de finca, capital o ramo de industria
44 AGN, Ramo Ayuntamientos, vol. 154, fs. 5-8.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 91 ~
suficiente para mantener al funcionario por el tiempo de su gestión,
tener una vecindad en la municipalidad de dos años anteriores a la
elección, saber leer y escribir, no ser jornalero o eclesiástico, ni ser
parte de la milicia.45
Esto constituyó una limitante para la
participación política de muchos indios, ocupados principalmente
como trabajadores agrícolas en las haciendas de la región. Así,
muchos de los funcionarios municipales fueron personas de
distinto origen.
Aunque no tenemos listas completas de estos individuos,
podemos hacernos una idea de ello con los siguientes ejemplos. El
primero data de 1832, cuando se realizó la reunión con motivo de
la elección general del Estado de México. A Tlalnepantla, cabecera
de Distrito, acudieron los representantes de las municipalidades
entre los que se encontraban los de Naucalpan; éstos fueron
Vicente Garduño, José María Lebrija y Agustín Díaz de Peña,
todos ellos seguramente blancos.46
El segundo caso se observa en una relación de compromi-
sarios de 1843, los cuales eran elegidos por los vecinos de la
localidad para que éstos, a su vez, eligieran a los diputados, en una
reunión realizada de nueva cuenta, en la cabecera de Tlalnepantla.
Entre ellos se pueden mencionar a don José María Ginesta, a don
Agustín de la Peña, al Bachiller Jacinto Montes de Oca, a José
María Estañol, a Mariano Ginesta, a Ignacio Sánchez, a Manuel de
Roa, a Nicolás Vázquez y a Manuel de Castro.47
Sus nombres,
además de indicarnos el apellido de algunas familias que han
permanecido en el municipio por mucho tiempo, como los Montes
de Oca o los Roa, nos indican que los hombres ilustres de
Naucalpan no eran precisamente indios.
En definitiva, las prerrogativas que tuvieron los indios en
tiempos anteriores quedaban totalmente superadas. Por si fuera
poco, en 1840, dentro de las Ordenanzas Municipales, se incluyó el
requisito de tener una renta que oscilaba entre 100 y 200 pesos
anuales, para quienes quisieran ser electores, lo cual disminuyó
nuevamente el número de participantes en estos ejercicios
ciudadanos.48
Además de las limitaciones respecto a la participación
política de los indios, existía una serie de opiniones contrarias a
este grupo, con miras a lograr una Nación progresista. Uno de los
que emitieron este tipo de opiniones fue el Dr. José María Luis
45 La renta anual obligatoria se suprimió en 1847, pero los demás requisitos continuaron. María del Carmen Salinas Sandoval, Política y sociedad en los municipios del Estado de México (1825-1880), México, El Colegio Mexiquense, 1996, p.p. 41-42. 46 Archivo Histórico del Estado de México (en adelante AHEM), Fondo Gobernación, sección II, vol. 1, exp. 14, f. 73. 47AHEM, Fondo Gobernación, sección II, vol 1, exp 31, f. 90. 48 Ibid, p. 52.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 92 ~
Mora, quien ponderaba los grandes logros culturales de los indios
de la antigüedad, pero ponía énfasis en su difícil carácter:
El indio mexicano (es)… tenazmente adicto a sus opiniones, usos y costumbre, jamás se consigue hacerlo
variar, y esta inflexible terquedad es un obstáculo
insuperable a los progresos que podría hacer…49
A pesar de reconocerles algunas virtudes, como su constancia y
resignación en sufrir los trabajos que son consiguientes a su
situación miserable… la fidelidad y constancia en su amistad…,
consideraba que su raza no era propicia para el progreso por varias
razones:
El indio carece por lo común de imaginación aun cuando
ha llegado a adquirir cierto grado de cultura: su expresión ya sea de palabra o por escrito es muy árida y
descarnada…
Una de las cosas que impiden e impedirán los progresos
de los indígenas en todas las líneas, es la tenacidad con que aprenden los objetos, y la absoluta imposibilidad de
hacerles variar de opinión.50
Por último, descarta alguna posibilidad de llegar a tener el
nivel de la gente más civilizada de su tiempo:
…es verdad que su estado actual y hasta que no hayan
sufrido cambios considerables no podrán nunca llegar al grado de ilustración, civilización y cultura de los
europeos, ni sostenerse bajo el pie de la igualdad con
ellos en una sociedad de que unos y otros hagan parte,
como está sucediendo en muchas de las nuevas repúblicas americanas.
51
Aunque este comentario en la actualidad pudiera resultar ofensivo,
era una opinión muy compartida en ese entonces por dicha gente.
Por ejemplo, Melchor Múzquiz, quien ocupó dos veces el cargo de
gobernador del Estado de México, manifestaba sus preocupaciones
respecto a la realización de las elecciones de ayuntamientos;
propugnaba que se eligiera a “gente de razón” (o sea blancos).52
La
supuesta igualdad que, ante la ley obtuvieron los indios con la
independencia nacional, mermó sus posibilidades de superviven-
cia, principalmente en lugares como Naucalpan.
49 José María Luis Mora, México y sus revoluciones, tomo I, México, Porrúa, 1977, p. 65. 50 Ibid., p. 70. 51 Ibid, p. 67. 52 María del Carmen Salinas Sandoval, Política y sociedad…, op. cit., p. 45.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 93 ~
La migración de gente blanca y mestiza, producto de su
cercanía con la capital, trajo de la mano un proceso secular de
disminución de población indígena. De acuerdo con un censo de
población levantado en la cabecera de Naucalpan en 1880, en
donde se consignaba el lugar de origen de sus habitantes, se puede
observar que un 50% del total era natural de esta villa, mientras
que el otro 50% provenía de setenta y seis lugares diferentes. Entre
todos ellos destaca la ciudad de México, así como algunos
naturales de Francia y España.53
El pequeño comercio, así como los servicios que en
Naucalpan se llevaban a cabo, fueron el principal interés de estas
personas para avecindarse en esta zona. Con base en otro censo
levantado el mismo año, referente a profesiones y oficios, se
constata que un 55.4% de la población de la cabecera de San
Bartolo Naucalpan se desempeñaban en actividades terciarias, tales
como panadero, carpintero, sastre, herrero, servicio doméstico,
carrocero y comerciante. Incluso había un farmacéutico y un
flebotomista, ambos dedicados a servicios de salud. El 46.4%
realizaba actividades del campo, lo cual indica que todavía la
agricultura era muy relevante.54
Durante el siglo XIX, la población de Naucalpan se fue
transformando hasta hacerse mayoritariamente mestiza. Todavía en
un informe presentado al Ministerio de Fomento del Departamento
de México en 1854 se mencionaba que los idiomas hablados en
esta demarcación eran el castellano, el mexicano y el otomí.55
No
obstante, el crecimiento del mestizaje se profundizó en la segunda
mitad del siglo, aunque no en forma homogénea. En un padrón de
población levantado en 1879, en el cual se preguntaba el idioma y
origen étnico de los habitantes de Naucalpan, se reportaron cifras
que confirman una mayoría de población mestiza en los lugares
más cercanos a la cabecera.56
El 59.085% del total de la población
era mestiza, frente a un 37.37% identificados como indios y un
3.5% de población blanca.
Hay que ver con mayor detenimiento estas cifras, pues en la
mayoría de los pueblos, la población indígena era menor. Por
ejemplo, en la cabecera de San Bartolo había sólo 14 indígenas,
que representaba el 2.45% de la población. Ahí la mayoría era
mestiza, con un 76.49%. Si se considera que a principios del siglo
XIX el grupo más numeroso era el de los indios, es un hecho que
el mestizaje había avanzado de forma relevante. En los pueblos
cercanos, como Santa María Nativitas, San Juan Totoltepec y
53 Archivo Histórico del Municipio de Naucalpan de Juárez (en adelante AHMNJ), Fondo Presidencia, vol. 8, exp. 1. 54 AHMNJ, Fondo Presidencia, vol. 8, exp. 1. fs. 1-14. 55 Estadística del Departamento de México, México, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, 1980, p. 406. 56 AHMNJ, Fondo Presidencia, vol. 8, exp. 19.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 94 ~
Santa Cruz Acatlán, el número de indios era aún menor, siendo sus
números siete, cinco y dos respectivamente. Una situación similar
se observa en las haciendas de la zona, como la de El Cristo, el
Molino Blanco y la de los Leones, en la que la mayor parte de los
trabajadores eran mestizos.
La situación es contrastante en los pueblos de las montañas,
como San Francisco Chimalpa y Santiago Tepatlaxco. En el primer
caso, el 92.33% de los mil 555 habitantes eran de origen otomí. En
Santiago Tepatlaxco es más pronunciada la tendencia, con un
98.15% de origen indígena. Estos serían los únicos pueblos que
mantuvieron esta tendencia durante el siglo XIX y aún en el siglo
XX. La lejanía con respecto a la cabecera y, por supuesto, con la
capital del país, los preservó del mestizaje, no sólo racial, sino
también en el campo cultural. En ambas poblaciones, la mayor
parte de la población se dedicaba a la extracción de carbón, una
actividad que tiene que ver con un sistema energético de antiguo
régimen, pues este producto constituyó, durante siglos, el principal
combustible doméstico. En general, se comercializaba tanto en la
cabecera de San Bartolo Naucalpan, como en la ciudad capital.
Esta actividad era considerada como extractiva, lo cual significaba
una muy baja especialización.
Por lo anterior, podemos afirmar que el siglo XIX dejó de
lado las formas tradicionales por las cuales los indios de México
pudieron pervivir por tantos siglos y se dio paso a un proceso
acelerado de mestizaje. No obstante, el siglo XX daría un vuelco
definitivo al Naucalpan tradicional, cubriendo con el paso de los
años, la huella histórica de los indios en este municipio.
LOS INDIOS Y LO INDÍGENA EN MEDIO DE LA MODERNIDAD: EN BUSCA DE UNA HUELLA PERDIDA
Durante el siglo XX se experimentó un crecimiento demográfico
en Naucalpan, como no había sucedió en los siglos anteriores. La
llegada de nuevos habitantes, el mejoramiento en las condiciones
de vida de la población en general y el crecimiento económico
fueron las principales razones de este aumento, el cual se puede
apreciar mejor en el siguiente cuadro.
POBLACIÓN DE NAUCALPAN DE JUÁREZ, 1892-2010
AÑO POBLACIÓN
1892 7,389
1904 9,024
1930 9,809
1940 13,845
1950 29,876
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 95 ~
1960 85,828
1970 382,184
1980 1’219,806
1990 804,286
2000 834,511
2005 791,874
2010 833,779
El aumento poblacional es el reflejo del cambio en el
paisaje que sufrió Naucalpan durante el siglo XX. De ser un lugar
eminentemente rural, con una cabecera municipal enfocada a los
servicios, se dio paso a una zona de gran industrialización y
crecimiento urbano. Los nuevos habitantes llegaron en un primer
momento a las fábricas, que poco a poco se fueron instalando en el
municipio. Y de la mano del desarrollo industrial, las grandes
compañías fraccionadoras descubrieron una zona propicia para el
desarrollo de colonias populares y residenciales.
Estos complejos habitacionales fueron rodeando los
antiguos pueblos, aquellos que se habían conservado desde los
primeros años de dominación española. Los habitantes de los
pueblos ya no eran indígenas, pero conservaban muchas de las
costumbres heredadas de sus antepasados, casi siempre relacio-
nadas con las fiestas religiosas. Las antiguas capillas coloniales
lograron mantenerse en pie y, a pesar del tiempo, se convirtieron
en el centro del pueblo.
Hasta la primera mitad del siglo XX, las actividades
económicas de estos asentamientos, estuvieron enfocadas al cultivo
de la tierra. Todavía en el censo 1960, después del trazado y
construcción de Ciudad Satélite (realizados en 1958), existían
pueblos, ranchos y rancherías en el Municipio de Naucalpan. Pero
estas localidades fueron rodeadas poco a poco por los nuevos
desarrollos, y aquellos que se dedicaban al campo, debieron
ingresar como empleados y obreros de las recién llegadas fábricas,
para seguir subsistiendo.
Hacia 1980, los pobladores de Naucalpan habían rebasado
el millón de habitantes, lo cual corresponde a mil doscientas
cuarenta y tres veces más que la población de 1930. Los nuevos
moradores provenían de distintos lugares del país, y muchos del
Distrito Federal. Sin embargo, cuando a un habitante del municipio
de Naucalpan se le pregunta dónde vive, contesta que en la ciudad
de México; lo anterior, provoca un problema tanto en la identidad
de los pobladores como la delimitación geográfica de esta zona.
Con esta nueva realidad, tal parece que lo indígena quedó
en el olvido, pero a continuación veremos que no es así. Por un
lado se tiene el patrimonio arquitectónico colonial, que en esencia
lo constituyen las capillas coloniales. Estas construcciones, que
casi como un milagro lograron mantenerse en pie tras años y años
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 96 ~
de descuido, son un testimonio tangible de la presencia de los
indios en el municipio. Al observar su característica arquitectura
colonial, se debe recordar que quienes las edificaron fueron los
indios de esos poblados, que si bien aceptaron la nueva religión,
dejaron evidencia de su pasado, al acompañar el nombre de los
santos patronos con el de origen náhuatl. Aún en pueblos antaño
habitados por otomíes, se conservó el nombre nahuatlizado.
Pero además de estos edificios, todavía se tiene presencia
viva de los indios, en los ya mencionados pueblos de San
Francisco Chimalpa y Santiago Tepatlaxco. En ambos casos, su
ubicación los dejó fuera del interés de los desarrollos habitaciona-
les, así como del crecimiento industrial. Por esa misma razón, sus
pobladores más antiguos aún conservan el uso del otomí, aunque
las generaciones más jóvenes no se han aplicado en su aprendizaje.
No obstante, en San Francisco Chimalpa, todavía se conservan los
nombres originales de los principales barrios. La organización en
el interior del pueblo aún es muy importante, pues la tradición
indígena, la cual sale a la luz cada año, durante la conmemoración
de su santo patrono, san Francisco de Asís. Cada cuatro de octubre,
los vecinos de los distintos barrios salen en procesión con
dirección a la iglesia de san Francisco, portando grandes arreglos
florales. Al llegar allí, se unen todos los feligreses para celebrar la
santa misa, no sin antes engalanar el templo con las ofrendas
florales de los barrios.
Cabe mencionar que San Francisco Chimalpa sufrió una
transformación significativa durante el siglo XX, ya que con el uso
generalizado de los combustibles fósiles, su actividad de
carboneros fue abandonada. En vez de ello, una gran parte de sus
habitantes se dedica a la floricultura, lo cual queda en evidencia
durante su fiesta patronal, como se mencionó con anterioridad.
Casi nadie sabe que los puestos de flores más importantes del
mercado municipal de Naucalpan son atendidos por personas
provenientes de San Francisco Chimalpa. Tanto en esta actividad
como en la organización interna de los barrios de este pueblo, la
presencia de los indios otomíes es algo evidente en el presente.
Un caso semejante ha ocurrido con el pueblo de Santiago
Tepatlaxco. Sus actividades tradicionales tuvieron que modificarse
con la llegada de la modernidad. Aunque en esta zona no se ha
dejado de cultivar la tierra, se introdujo la explotación de las
truchas, como una forma de llamar la atención al turismo
proveniente de la gran capital. Estas modestas industrias piscícolas
han dado un nuevo aire a este pueblo, pero sus habitantes más
antiguos no han dejado el uso del otomí en la cotidianidad. Al
igual que en el caso de Chimalpa, los jóvenes y niños han ido
dejando a un lado la lengua de su padres, pero no el arraigo a la
zona y a sus costumbres ancestrales.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 97 ~
Como se ha visto, aún en poblaciones con un alto
porcentaje de urbanización e industrialización, como es Naucalpan
de Juárez, el mundo indígena se logra filtrar, a través de su
historia, su cultura y sus tradiciones. Negarlo sería borrar una parte
sustancial de lo que ha formado tanto a este municipio, como a
nuestro gran país. Es necesario ponderar estos significativos
elementos indígenas, con la finalidad de ampliar la identidad local
y nacional, así como de valorar el patrimonio cultural que hemos
heredado, para que, conociendo el legado de los siglos anteriores,
tengamos la capacidad de resguardarlo y comunicarlo a las futuras
generaciones.
BIBLIOGRAFÍA
Archivos
Archivo General de la Nación (AGN): Tierras, Ramo Indios, Padrones, Buscas y traslado de tierras, Padrones, Indiferente Virreinal,
Bienes Nacionales, Operaciones de Guerra, Ramo
Ayuntamientos.
Archivo Histórico del Estado de México (AHEM): Fondo Gobernación. Archivo Histórico del Municipio de Naucalpan de Juárez (AHMNJ):
Fondo Presidencia.
Archivo Parroquial de San Bartolo Naucalpan (APSBN): Serie Sacramental, Statu Animarum.
Barba de Piña Chan, Beatriz (coord.), Iconografía mexicana III. Las representaciones de los astros, México, INAH, Plaza y Valdés,
2002.
Betancourt, Agustín de, Theatro Mexicano. Crónica de la Provincia del
Santo Evangelio de México, Impreso por Doña María de Benavides, viuda de Juan de Rivera, 1698, Edición facsimilar,
México, Porrúa, 1971.
Castro Gutiérrez, Felipe, “Indeseables e indispensables. Los vecinos españoles, mestizos y mulatos en los pueblos de indios de
Michoacán”, en Estudios de Historia Novohispana, vol. 25,
México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 2001,
pp. 59-80. Chimalpáhin, Domingo, “Séptima Relación”, en Las ocho Relaciones y
el Memorial de Colhuacan, tomo II, México, CONACULTA,
1998. Chust Calero, Manuel, “La Revolución Municipal, 1810-1823” en Juan
Ortiz Escamilla y José Antonio Serrano Ortega (eds.),
Ayuntamientos y liberalismo gaditano en México, Zamora, México, El Colegio de Michoacán y Universidad Veracruzana,
2007.
Estadística del Departamento de México, México, Biblioteca
Enciclopédica del Estado de México, 1980.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 98 ~
Florescano, Enrique, Memoria Indígena, México, Alfaguara, 1999.
Gendrop, Paul, Arte prehispánico en Mesoamérica, 3ª. ed., México,
Trillas, 1982. Guerrero, Omar, Las raíces borbónicas del Estado Mexicano, México,
UNAM, 1994.
Lockhart, James, Los nahuas después de la Conquista. Historia social y cultural de la población indígena del México central, siglos XVI-
XVIII, México, FCE, 1999.
López Luján, Leonardo, “El capitán Guillermo Dupaix y su álbum
arqueológico de 1794”, en Arqueología Mexicana, v. XIX, núm. 109, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
2011, pp. 71-81.
Malvido, Elsa, La población, siglos XVI al XX, México, UNAM, Océano (Colección Historia Económica de México), 2003.
Mendieta, Jerónimo de, Historia Eclesiástica Indiana, 2ª ed., Edición
Facsimilar, Porrúa (Biblioteca Porrúa, 46), 1980.
Menegus, Margarita “Los bienes de comunidad de los pueblos de indios a fines del periodo colonial”, en Margarita Menegus y Alejandro
Tortolero (coords.), Agricultura Mexicana: Crecimiento e
innovaciones, México, Instituto Mora, El Colegio de Michoacán, El Colegio de México, UNAM, IIH (Colección Lecturas de
Historia Económica Mexicana), 1999.
Miño, Manuel. El mundo novohispano. Población, ciudades y economía, siglo XVII y XVIII, México, Fideicomiso Historia de las
Américas, El Colegio de México y FCE, 2001.
Luis Mora, José María, México y sus revoluciones, tomo I, México,
Porrúa, 1977. Piña Chan, Román, Tlatilco, México, INAH, 1958.
Robelo, Cecilio, Manuel Olaguíbel, y Antonio Peñafiel, Nombres
Geográficos indígenas del Estado de México. Estudio crítico y etimológico, Textos revisados y anotados por el Dr. Ángel María
Garibay, Edición y Prólogo de Mario Colín, México, Biblioteca
Enciclopédica del Estado de México, 1966. Salinas Sandoval, María del Carmen, “Ayuntamientos en el Estado de
México, 1812-1827. Proceso de adaptación entre el liberalismo y
el Antiguo Régimen”, en Juan Ortiz Escamilla y José Antonio
Serrano Ortega (eds.), Ayuntamientos y liberalismo gaditano en México, Zamora, México, El Colegio de Michoacán y
Universidad Veracruzana, 2007.
__________________, Política y sociedad en los municipios del Estado de México (1825-1880), México, El Colegio Mexiquense, 1996.
Tanck de Estrada, Dorothy, “Los bienes y la organización de las
cofradías en los pueblos de indios del México colonial. Debate
entre el Estado y la Iglesia”, en María del Pilar Martínez López-Cano, Elisa Speckman y Gisela von Wobeser (coords.), La
Iglesia y sus bienes. De la amortización a la nacionalización,
México, UNAM, IIH, 2004, pp. 33-57. Taylor, William, “… de corazón pequeño y ánimo apocado. Conceptos
de los curas párrocos sobre los indios en la Nueva España del
siglo XVIII”, en Entre el proceso global y el conocimiento local. Ensayos sobre el Estado, la sociedad y la cultura en el México
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 99 ~
del siglo XVIII”, (Edición al cuidado de Brian F. Connaughton),
México, UAM, CONACYT, Miguel Ángel Porrúa, 2003.
Villarroel, Hipólito, Enfermedades políticas que padece la capital de esta Nueva España, México, CONACULTA (Colección Cien de
México), 1994.
Wobeser, Gisela von, La formación de la Hacienda Colonial. El uso de la tierra y el agua, México, UNAM, 1989.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 100 ~
DIOSES DEL VIEJO Y DEL NUEVO MUNDO
EL DISCURSO SOBRE LAS DIVINIDADES INDÍGENAS EN LA OBRA DE FRAY JUAN DE
TORQUEMADA
Sergio Botta Dipartimento di Storia, Culture, Religioni
Sapienza Università di Roma
En el enfrentamiento producido tras la derrota de las culturas indígenas mesoamericanas, la noción cristiana de religión, que en aquel entonces sufría una profunda transformación, desempeñó un papel fundamental en los procesos de negociación que permitieron abrir un camino para la comprensión de los sistemas de valores de mundos que se percibían ajenos.1 En el interior de este proceso dialógico, las representaciones europeas de la dimensión “divina” jugaron un rol trascendental como dispositivos para orientar la “conquista espiritual”; las divinidades mesoamericanas fueron pensadas por los cronistas europeos a través de una reflexión comparativa que establecía un diálogo con una noción conceptual –la de divinidad pagana– que había tenido origen en el Viejo Mundo, desplegando la polémica entre diferentes modelos religiosos y estimulando el desarrollo de la reflexión teológica judeocristiana.2 La categoría de politeísmo -constituida en el
1 «The term ‘religion’ has had a long history, much of it, prior to the sixteenth century, irrelevant to contemporary usage»: Jonathan Z. Smith, Religion, Religions, Religious, en Jonathan Z. Smith (ed.), Relating Religion. Essays in the Study of Relgion, Chicago-London, University of Chicago Press, 2004, p. 180. La reflexión sobre el desarrollo de la noción moderna de religión representa un cambio en la producción de un discurso científico sobre el fenómeno religioso. Sobre el tema, véanse Ivan Strenski, Thinking about Religion. An Historical Introduction to Theories of Religion, Oxford, Oxford University Press, 2006, y Guy G. Stroumsa, A New Science. The Discovery of Religion in the Age of Reasons, Cambridge-London, Harvard University Press, 2010. 2 Sobre el enfrentamiento entre monoteísmo y politeísmos en el Viejo Mundo, véanse por lo menos Jan Assmann, Of God and gods: Egypt, Israel, and the Rise of Monotheism, Madison, University of Wisconsin Press, 2008; Kimberley Patton, Religion of the gods: ritual, paradox, and reflexivity, Oxford, Oxford University Press, 2009; Mark S. Smith, God in Translation. Deities in Cross-Cultural Discourse in the Biblical World, Grand Rapids, Mich., William B. Eerdmans Publishing Company, 2010. Me he ocupado de la construcción franciscana de la categoria de politeísmo en la Nueva España en dos artículos: Sergio Botta, “El politeísmo como sistema de traducción. La obra misionera de Toribio de Benavente Motolinía frente a la alteridad religiosa de la Nueva España”, en Guaraguao. Revista de Cultura Latinoamericana, núm. 28, año 12, Barcelona, Centro de Estudios y de Cooperación para América Latina (CECAL), 2008, pp. 9-26, y “The Franciscan Invention of Mexican Polytheism: the Case of the Water Gods”, in Studi e Materiali di Storia delle Religioni, vol.76/2, Roma, Italia, Universitá degli Studi di Roma
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 101 ~
contexto judeo-alejandrino, caracterizado por enfrentamientos entre culturas religiosas diferentes, y sucesivamente “olvidada” en el curso de la Edad Media- reapareció a finales del siglo XVI en la obra de Jean Bodin, con la que se imprimió un sello perdurable en el estudio científico de la religión.3 Por consiguiente, es posible observar la producción discursiva novohispana sobre las divinidades indígenas como una etapa imprescindible en la edificación de una categoría central para las ciencias religiosas: en efecto, el contexto mesoamericano representa un caso extremada-mente significativo, ya que los cronistas europeos consideraron por primera vez comparables a las culturas del mundo antiguo con unas civilizaciones todavía desconocidas, en razón de su desarrollo material e intelectual.
La apertura de las rutas orientales sería uno de los factores que proporcionaría nuevas imágenes de las civilizaciones asiáticas, como de igual manera las primeras exploraciones atlánticas llevaron cuadros “decepcionantes” de las Canarias, de las culturas africanas y, finalmente, de las “primitivas” Antillas.4 A los ojos de los europeos, ninguna de estas culturas parecía haber conseguido un nivel de civilización tal como para darle forma a una religiosidad institucional,5 e inclusive, Colón había considerado a los taínos carentes de un carácter religioso, y, por ende, su cultura no era “merecedora” de una atenta mirada a sus prácticas y creencias.6 Fue solamente después de la llegada de Cortés a Mesoamérica que la reflexión sobre las religiones indígenas presentó un cambio de perspectiva. Debido a esto, en la Nueva España se desarrolló una exigencia hermenéutica que favoreció el desarrollo de proyectos etnográficos a través de los cuales se quería emprender el análisis de una obstinada idolatría.7
En este contexto, los principales protagonistas de la reflexión sobre la religiosidad indígena fueron los misioneros
“La Sapienza”- Dipartimento di Studi Storico Religiosi, 2010, pp. 411-432. 3 Sobre el “redescubrimiento” del politeísmo en la Edad de las Expoloraciones geográficas, véase Francis Schmidt, “Polytheisms: Degeneration or Progress?” en Francis Schmidt (ed.), The Inconceivable Polytheism (History and Anthropology 3), London-Paris-New York, Chur-Harwood, 1987, pp. 9-60. 4 Sobre la primera etapa de las exploraciones atlánticas, véase David Abulafia, The Discovery of Mankind: Atlantic Encounters in the Age of Columbus, New Haven, Yale University Press, 2008. 5 Carmen Bernand, Serge Gruzinski, De l’idolâtrie: une archéologie des sciences religieuses, Paris, Editions du Seuil, 1988. 6 Sobre la religión de los taínos, véase Giuseppe A. Samonà, “L’insaisissable religion des Taïnos. Esquisse d’anthropologie historique”, en Journal de la Société des Américanistes, vol. 89, núm. 2, Paris, Francia, Société des Américanistes, 2003, pp. 7-66. 7 Sobre el valor etnográfico de las relaciones de viajes en la Edad Moderna, véanse Margaret T. Hodgen, Early Anthropology in the Sixteenth and Seventeenth Centuries, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1964. Por lo que concierne el enfrentamiento religioso David A. Pailin, Attitudes to Other Religions. Comparative Religion in Seventeenth- and Eighteenth-Century Britain, Manchester, Manchester University Press, 1984.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 102 ~
quienes, según diferentes perspectivas, participaron en la labor evangelizadora.8 Una de las contribuciones más importantes, desde el punto de vista de los conocimientos sobre las culturas indígenas, es la obra del fraile franciscano Juan de Torquemada, quien nació en España alrededor de 1560 y arribó tempranamente a la Ciudad de México, donde entró a formar parte de la Orden en 1587.9 A partir de este momento, Torquemada se dedicó, en la primera etapa de su apostolado, a una acción evangelizadora itinerante en el centro de la Nueva España, durante la cual se despertó su interés por las antigüedades mexicanas. Fue en 1603 cuando el franciscano regresó a la Ciudad de México como guardián del convento de Tlatelolco, experimentando la decadencia de este colegio, que había jugado un papel fundamental en la primera fase de la empresa colonial. Torquemada entró ahí en contacto con importantes miembros del mundo indígena, herederos de los antiguos saberes que posteriormente plasmaría en su magna obra. En 1609, el franciscano recibió el nombramiento de cronista por parte de fray Bernardo Salvá, comisario general de Indias, para escribir una obra dedicada a la historia de la misión novohispana. Para su crónica, cuya redacción le tomó una década, Torquemada recogió materiales documentales entre 1592 y 1597,
8 Sobre los franciscanos en la Nueva España, véanse Marcel Bataillon, Érasme et l’Espagne, Nouvelle édition en trois volumes, texte établi par Daniel Devoto, Genève, Droz, 1991; Georges Baudot, Utopie et Histoire au Mexique. Les premiers chroniqueurs de la civilisation mexicaine (1520-1569), Toulouse, Privat, 1976; Georges Baudot, La pugna franciscana por México, México, Alianza Editorial Mexicana - Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990; Charles Braden, Religious Aspects of the Conquest of Mexico, Durham, Duke University Press, 1930; David A. Brading, Mito y profecía en la historia de México, México, Fondo de Cultura Económica, 1988; Christian Duverger, La conversión de los indios de Nueva España, México, Fondo de Cultura Económica, 1974; Francisco Morales (ed.), Franciscan Presence in the Americas. Essays on the Activities of the Franciscan Friars in The Americas, 1492-1900, Potomac, Academy of American Franciscan History, 1983; Elsa Cecilia Frost, “El milenarismo franciscano en México y el profeta Daniel”, en Historia Mexicana, vol. XXVI, núm.1, México, El Colegio de México, 1976, pp. 3-26; Elsa Cecilia Frost, La historia de Dios en las Indias. Visión franciscana del Nuevo Mundo, México, Tusquets Editores, 2002, José María Kobayashi, La educación como conquista (empresa franciscana en México), México, El Colegio de México, 1974; José Antonio Maravall, “La utopía político-religiosa de los franciscanos en Nueva España”, en Estudios Americanos, núm. 2, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla (CSIC), 1949, pp. 199-227; John Leddy Phelan, The Millennial Kingdom of the Franciscans in the New World, London-Berkeley-Los Angeles, University of California Press, 1970; Robert Ricard, La «conquête spirituelle» du Mexique. Essai sur l’apostolat et les méthodes missionnaires des ordres mendiants en Nouvelle-Espagne de 1523-24 à 1572, Paris, Institut d’ethnologie, 1933; Luis Weckmann, “Las esperanzas milenaristas de los franciscanos de la Nueva España”, en Historia Mexicana, vol. XXXII, núm. 1, México, El Colegio de México, 1982, pp. 89-105. 9 Para una biografía de Torquemada, véanse José Alcina Franch, Juan de Torquemada, 1562-1624, en Robert Wauchope (ed.), Handbook of Middle American Indians, vol. 13, Guide to Ethnohistorical Sources. Part Two, Howard F. Cline (ed.), Austin, University of Texas Press, 1973, pp. 256-275, y Miguel Léon-Portilla, “Biografía de fray Juan de Torquemada”, en Juan de Torquemada, Monarquía indiana, vol. VII, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1983, pp. 13-48.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 103 ~
aprovechándose de las crónicas europeas producidas hasta aquel entonces en la Nueva España, y que corrigió cuidadosamente a través de un análisis comparado de fuentes indígenas y de documentos pictográficos.10 La redacción de la Monarquía indiana fue concluida en 1613, sin embargo, no se publicó por primera vez en Sevilla sino hasta 1615, antes de la muerte de Torquemada acaecida en 1624.
Fue en el contexto cultural creado por los franciscanos en la Nueva España que Torquemada encontró el ambiente favorable para la elaboración de una crónica que se beneficiaba de una consistente preparación de tipo clásico y de un probado interés por las antigüedades mexicanas, y cuyo conocimiento los frailes habían continuamente incitado en los primeros años de su labor misionera. La obra de Torquemada, Los veintiún libros rituales y Monarquía indiana, representó, según las palabras de Benjamín Keen, “cifra y remate de la empresa cultural franciscana en la Nueva España”:11 la crónica puede ser considerada como punto de llegada de la primera época de la acción franciscana en la Nueva España y representa no solamente un momento de síntesis de su itinerario novohispano, sino también la expresión de un cambio por cuanto concierne a las reflexiones sobre las prácticas misioneras.
En el curso de la fallida etapa “optimista” -caracterizada por los proyectos etnográficos de Olmos y Motolinía e inspirada en la esperanza de una rápida conversión de los indios-, se produjeron, con respecto al conocimiento de las religiones indígenas, obras parciales e incompletas. Al contrario, fue en la segunda etapa de la acción franciscana, gracias a fray Bernardino de Sahagún, que se inauguró un cambio auto-reflexivo al interior de las estrategias hermenéuticas de los franciscanos que se orientaron hacia un conocimiento minucioso de los hechos idolátricos, encontrando su expresión más refinada en el Códice florentino.12 Finalmente, una tercera fase se abrió después de la
10 Para un análisis de las fuentes utilizadas por Torquemada en la Monarquía indiana, véanse Miguel Léon-Portilla, Fuentes de la Monarquía indiana, en Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., vol. VII, pp. 93-128, Elsa Cecilia Frost, “Fuentes bíblicas, clásicas y contemporáneas de Los veintiún libros rituales y Monarquía indiana, en Juan de Torquemada”, en Monarquía indiana, op. cit., vol. VII, pp. 267-274, y Howard F. Cline, “A note on Torquemada’s native sources and historiographical methods”, The Americas, vol. 25, núm. 4, Philadelphia, Drexel University-Academy of American Franciscan History, 1969, pp. 372-86. 11 Benjamin Keen, La imagen azteca en el pensamiento occidental, México, Fondo de Cultura Económica, 1984, p. 191. 12 Sobre Bernardino de Sahagún, véanse Munro S. Edmonson (ed.), Sixteenth-Century Mexico. The Work of Sahagún, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1974, Jorge J. Klor De Alva, Henry B. Nicholson, Eloise Quiñones Keber (eds.), The Work of Bernardino de Sahagun. Pioneer Ethnographer of Sixteenth-Century Aztec Mexico, Albany, Institute for Mesoamerican Studies, University at Albany, State University of New York, 1988, Miguel León-Portilla, Bernardino de Sahagún. Pionero de la antropología, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1999, y Miguel León-Portilla (ed.), Bernardino de Sahagún. Quinientos años de presencia, México,
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 104 ~
“pugna franciscana” que opuso la Orden a la Corona, preocupada por la autonomía que los frailes habían adquirido en el territorio novohispano.13 En este momento tan delicado, se desarrolló dentro de la Orden la necesidad de reflexionar sobre la historia integral de los frailes novohispanos. Esta exigencia se expresó principalmente en la obra de dos cronistas que cumplieron el esfuerzo de trazar el cuadro de un siglo de misión franciscana, con el intento de defender sus logros teológicos y sus conocimientos relativos a un mundo prehispánico ya casi olvidado. A esta etapa de la historia franciscana pertenecen, en primer lugar, Gerónimo de Mendieta, autor de la controvertida Historia eclesiástica indiana, terminada en 1596, pero publicada hasta después de tres siglos a causa de su contenido milenarista y crítico.14 Fue en razón del fallido proyecto de Mendieta, pues no había alcanzado su objetivo “promocional”, que Torquemada redactó una crónica, recobrando parte del escrito de su correligionario y enmendándolo en algunos de los pasos teológica y políticamente más discutidos.
Sin embargo, la Monarquía indiana se distingue de la obra de Mendieta por representar la primera visión integral del pasado indígena de México percibido por los ojos de los evangelizado-res.15 Por esta razón, la obra de Torquemada fue señalada como “crónica de crónicas”, es decir, como la primera tentativa de presentar la historia de la Nueva España, prehispánica y colonial, a través de un inventario sistemático de todos los saberes que los frailes supieron reunir desde su llegada a aquellas tierras. La magna obra de Torquemada, que a los ojos del lector contemporáneo quizás puede presentarse como producto de continuas reiteraciones de temas presentes en crónicas anteriores, jugó un papel extremadamente significativo a inicios del siglo XVII, ya que gran parte de las obras de los primeros franciscanos eran todavía inéditas o carecían de reputación en aquel momento. Sin embargo, a pesar de la continuidad del punto de vista conceptual con el anterior horizonte franciscano, el uso de una forma singular de erudición, de una prosa, de un léxico y de un estilo de tipo barroco representan la señal de un cambio radical en la naturaleza de las crónicas novohispanas: la Monarquía indiana se diferencia de las obras anteriores por representar un admirable ejemplo del pensamiento teológico de la Época de Oro del Imperio Español.16 Universidad Nacional Autónoma de México, 2002. 13 Baudot, La pugna franciscana por México, op. cit. 14 Sobre Mendieta, véase José Luis Martínez, “Gerónimo de Mendieta”, en Estudios de cultura náhuatl, núm. 14, México, UNAM- Instituto de Investigaciones Históricas, 1980, pp. 131-197. Sobre el tema del milenarismo de Mendieta, véase la respuesta a Phelan de Elsa Cecilia Frost, “El milenarismo franciscano en México y el profeta Daniel”, en Historia Mexicana, vol. XXVI, núm.1, México, El Colegio de México, 1976, pp. 3-26, 15 León Portilla, Fuentes de la Monarquía indiana, op. cit., pp. 127-128. 16 Francisco Xavier Cacho, El pensamiento teológico en la obra de Torquemada, en
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 105 ~
La obra de Torquemada fue construida alrededor de tres temas principales:17al inicio de la crónica —del primero al quinto libro—, el franciscano describe el desarrollo histórico de las culturas indígenas de México en el curso del primer siglo de la historia colonial; en el segundo volumen —del sexto al decimocuarto libro—, Torquemada se interesa en el problema de la memoria de las culturas prehispánicas, ya extremadamente lábil en aquel momento; finalmente, en el tercer volumen —del decimoquinto al vigésimo primer libro— el misionero traza una historia integral de la conversión de los indios y de la labor franciscana en la Nueva España.
Por cuanto concierne a la religión de los antiguos mesoamericanos, la mayoría de las noticias histórico-religiosas están contenidas del sexto al décimo libro.18 En su propuesta de organización y ordenamiento de las creencias y de las prácticas indígenas se puede apreciar una reproducción fiel del esquema clasificatorio que ya había sido propuesto por el fraile dominico Bartolomé de Las Casas en su Apologética Historia Sumaria,19 de la cual, el franciscano retomó la organización temática de los problemas religiosos y reprodujo en forma casi idéntica aquella grille conceptuelle reconocida como carácter fundamental de la obra lascasiana por Bernand y Gruzinski.20 En forma parecida a la propuesta del dominico, el Libro VI de la Monarquía indiana está dedicado a la idolatría y a los dioses, el Libro VII al sacrificio, el Libro VIII a los templos, el Libro IX a los sacerdotes y el Libro X a las fiestas religiosas.21
Sin embargo, a pesar de la continuidad con el pensamiento de sus correligionarios, de la influencia de la Apologética Historia Sumaria, y también de la obra de José de Acosta, Torquemada impuso cambios significativos a los discursos de sus predecesores y promovió una interpretación original de la religiosidad indígena. Como ya había ocurrido con otros franciscanos, Torquemada trató de acercarse con espíritu de amor a los indígenas y procuró escribir su obra con el objetivo de comprender sus errores en el ámbito religioso. No obstante, la doble procedencia de sus argumentos, por Las Casas y Acosta, produjo también una ambivalencia en la
Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., vol. VII, pp. 367-387. 17 Elsa Cecilia Frost, “El plan y la estructura de la obra”, en Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., vol. VII, pp. 69-85. 18 Sobre la forma de representación de la religión indígena por parte de Torquemada, véase Josefina García Quintana, “La visión del mundo indígena de Juan de Torquemada en la Monarquía indiana”, en Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., vol. VII, pp. 396-400. 19 Sobre la influencia de la obra de Las Casas sobre la Monarquía indiana, véase David Brading, Orbe indiano. De la monarquía católica a la república criolla, 1492-1867, México, Fondo de Cultura Económica, 1991, pp. 304-322. 20 Bernand-Gruzinski, De l’idolâtrie, op. cit. 21 Frost, El plan y la estructura de la obra, op. cit.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 106 ~
propuesta de Torquemada, pues si el objetivo primario de aquella sección de su obra era, por un lado, rescatar los aspectos positivos de las creencias indígenas ―según una perspectiva típica del pensamiento de los dominicos―, por el otro lado, las creencias y las prácticas indígenas fueron representadas como productos del engaño del demonio y de sus abominables formas de imitación del verdadero Dios. Como en el esquema exegético de Acosta, la pertinaz presencia del demonio emerge en la descripción de cada culto, creencia y ceremonia analizada con gran cuidado en la Monarquía indiana.22 A pesar de esta interpretación demoníaca ―coherente con la reflexión franciscana de las primeras décadas―, en la perspectiva de Torquemada prevalecen rasgos positivos a través de los cuales, sin embargo, se reconocen en las religiones indígenas elementos comparables desde el punto de vista cristiano. Esto ocurre porque, como Torquemada nos enseña en el capítulo primero del Libro sexto, el ánimo del hombre se inclinaría por buscar a Dios por ley natural:
Para haber de seguir esta materia es cosa muy necesaria comenzar por las razones fundamentales que hay para probar cómo el hombre está obligado, por ley natural y por impulso propio del ánima, a buscar a Dios para adorarle y reconocerle por Señor del ser intelectual y humano que tiene.23
A través de esta misma forma de inclinación natural, Torquemada logra explicar, también, las singulares prácticas sacrificiales de los pueblos mesoamericanos:
Por manera que en cualquier tiempo o edad y entre todas las naciones del mundo, siempre hubo y usaron los hombres ofrecer a Dios sacrificio; y la razón es, porque la razón natural dicta, mueve y compele a los hombres que se sujeten a algún superior que les pueda suplir los defectos y faltas que en sí mismos sufren y padecen y que les pueda socorrer en sus menguas y necesidades, de las cuales están rodeados y que pueda sobrellevarlos en sus flaquezas y desventuras; y como entre los hombres no se conozca, quien cumplida y cabalmente pueda suplir lo dicho ni remediarlo, es forzoso y necesario concebir y atinar, con lumbre de razón, que hay alguna otra cosa más excelente, más poderosa y superior que el hombre, que pueda suplir y remediar lo dicho, y éste ha de ser Dios.24
22 Sobre la interpretación demoniaca de las religiones indígenas de la Nueva España, véase Fernando Cervantes, The Devil in the New World: the Impact of Diabolism in New Spain, New Haven, Yale University Press, 1994. 23 Torquemada, Monarquía indiana, libro VI, cap. I, p. 17. 24 Ibid., libro VI, cap. II, p. 23.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 107 ~
Por ende, si la acción de adorar debe ser considerada como el producto de una inclinación natural, por supuesto, el hombre ―en cualquier condición histórica o cultural― no puede vivir sin reconocer a un Dios, ya sea verdadero o falso:
Por esta lumbre natural impresa en el ánima (que es el entendimiento) no podemos conocer más de que hay Dios, a quien los hombres están obligados a adorar y servir como a verdadero criador y señor de todo; pero que sea uno o muchos no se puede luego fácilmente alcanzar por razón natural por causa de que excede este conocimiento a toda nuestra capacidad en infinita mane-ra; por cuanto Dios, que es el que ha de ser conocido, es infinito; y el hombre, que es el que ha de conocerle, finito y de corta y limitada capacidad; y por esta distancia infinita no hay cosa más apartada y alejada de nuestro conocimiento que el de Dios; y por esto decimos que el conocimiento que alcanzamos, por ley natural de su majestad santísima, es muy corto, limitado y confuso; y juntamente afirmamos la dicha inclinación en el hombre, con la cual se inclina a buscar (aunque confusamente) a este Dios y criador, a quien tanto debe.25
Se puede apreciar, en esta reflexión sobre la lumbre natural, cómo el franciscano pretende afirmar que, en ausencia de la Revelación única que permite una completa penetración de los hechos divinos, cada forma de anhelo al conocimiento solo puede asumir una forma confusa.
En esta perspectiva, aunque la meditación sobre la idolatría se establezca alrededor de algunos pilares teológicos compartidos en la tradición franciscana, en la Monarquía indiana la interpretación de la religiosidad indígena cambia su sentido particular: la idolatría ya no es más el instrumento conceptual utilizado en la primera etapa misionera para juzgar en forma excluyente la religiosidad indígena; en cambio, en la obra de Torquemada, ésta representa una forma de “lenguaje”26 utilizado como dispositivo que favorece la inclusión de las creencias y de las prácticas indígenas en un sistema cristiano de conocimiento.27 En la primera etapa de la acción evangelizadora -por ejemplo en la
25 Ibid., libro VI, cap. I, pp. 18-19. 26Nicola Gasbarro, “Il linguaggio dell’idolatria. Per una storia delle religioni culturalmente soggettiva”, en Studi e Materiali di Storia delle Religioni, vol. 62, Roma, Italia, Universitá degli Studi di Roma “La Sapienza”- Dipartimento di Studi Storico Religiosi, 1996, pp. 189-221. 27Sobre la inclusión de las religiones mesoamericanas en un sistema occidental de conocimiento, véase Walter Mignolo, The Darker Side of the Renaissance: Literacy, Territoriality, and Colonization, Ann Arbor, University of Michigan Press, 1995.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 108 ~
obra de Motolinía-, los misioneros entrevieron en la religión indígena una incapacidad total de distinguir al creador de las criaturas y, por tanto, descubrieron una negación de la jerarquía de los valores cristianos que ellos no podían pensar sino como “naturales” y por ende universales.28 En cambio, la interpretación de Torquemada permite mirar de manera uniforme y coherente a toda la historia de la humanidad y sus diferencias, puesto que la idolatría representaría la condición religiosa natural de todos los pueblos carentes de gracia y doctrina:29
Y no te parezca fuera de propósito, tratando de indios occidentales y de su moda de religión, hacer memoria de otras naciones de el mundo, tomando las cosas que han usado desde sus principios, porque uno de mis intentos, escribiendo esta larga y prolija historia, ha sido dar a entender que las cosas que estos indios usaron, así en la observancia de su religión como en las costumbres que tuvieron, que no fueron invenciones suyas nacidas de su solo antojo, sino que también lo fueron de otros muchos hombres del mundo, y que nada hicieron éstos que no fuese costumbre y hecho antiguo. Y que todo, o lo más que otras naciones del mundo obraron, se verifica y comprueba en ésta, como parecerá en los libros que se siguen.30
En esta perspectiva, Torquemada aplica al análisis de la idolatría de los indígenas ―y por extensión a cada sistema idolátrico― el método comparativo que ya había sido utilizado por otros mendicantes; sin embargo, el franciscano logra mostrar también cómo las supersticiones de los indios fueron patrimonio de toda la humanidad.31 El objetivo teológico de Torquemada era “demostrar que la razón natural, en busca de Dios pero extraviada por Satanás, producía desarrollos religiosos similares en partes del mundo enormemente separadas”.32 Por consiguiente, el método comparati-vo se eleva a un nivel superior de generalización con respecto a sus predecesores novohispanos:33 en la Monarquía indiana, Torque-mada no quiere sólo introducir a la historia religiosa indígena dentro del álveo de las culturas clásicas, sino también diseñar una
28 Véase Sergio Botta, Religione e conquista. Saggi sul discorso coloniale in Messico, Roma, Nuova Cultura, 2008, pp. 53-92. 29 Torquemada «va a tratar de mostrar que todas las supersticiones y yerros que puedan echarse en cara a los indios son patrimonio de la humanidad toda, mientras no le llegue la luz del Evangelio». Frost, El plan y la estructura de la obra, op. cit., p. 77. 30 Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., libro VII, prólogo, p. 136. 31 Sobre el uso de la comparación en la obra de Torquemada, véase Miguel León-Portilla, “Idea de la Historia en la Monarquía indiana”, en Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., vol. VII, pp. 349-354. 32 Keen, La imagen azteca, op. cit., p. 193. 33 Ibid., p. 192.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 109 ~
perspectiva de tipo global; es decir, que se trata de un proyecto intelectual que quiso pensar a las culturas indígenas a través de una representación universal del concepto de religión. Es así que la idolatría transita desde un elemento que ―en una primera etapa del enfrentamiento― permitió denotar la religión indígena como error, hasta una ley universal del desarrollo religioso:
Caso muy fácil es caer de un error en otro, porque como dice la gente docta, dado un inconveniente, se siguen otros muchos en aquella causa; y así, es de pensar que les sucedió a todas las gentes del mundo, que comenzaron a errar en el conocimiento de Dios verdadero, porque dado caso (como ya hemos dicho), que tuvieron conocimiento de Dios confuso e indistinto, no se aprovecharon de él, de manera que les valiese para llegar a merecer el socorro de Dios para su verdadero y distinto conoci-miento, por lo cual vinieron dando de ojos en errores y desatinos dignos de hombres desamparados; de la gracia y desposeídos de todo favor y ayuda; de aquí nació la invención de los muchos dioses y el tomarlos por defensores y amparadores de sus causas y necesidades; de cuyos hechos se ríe y mofa el glorioso padre San Agustín, diciendo no poder llegar a más la locura que reconocer y recibir por dioses, defensores de la patria, a dioses vencidos que a sí mismos no pudieron defenderse. Mas aunque es así, que ciegos con sus desatinos erraron en la erección y levantamiento de sus dioses, conocieron haber entre ellos unos que diferenciándose de los demás, les llamaron supremos, de quienes procedía el ser y vida de el hombre.34
Podemos afirmar, entonces, que este cambio interpretativo de Torquemada fue el producto de un transformado contexto histórico, en el cual los cronistas franciscanos tuvieron que informar a los lectores europeos no sólo acerca de la particular condición etnográfica de los pueblos indios de la Nueva España, sino también con respecto a su colocación en un cuadro histórico-geográfico de tipo global. Esto se hace inevitable en razón del hecho que, en la etapa de expansión de la Monarquía católica, se estaban multiplicando los encuentros con otras civilizaciones del mundo, así en América como en Asia, engendrando por lo tanto una concepción planetaria del espacio.35 Este proyecto político de mundialización, que encuentra su cumbre con la unificación de la 34 Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., libro VI, cap. 8, pp. 43-44. 35 «La Monarchie catholique se singularise aussi par l’espace planétaire qui la constitue. […] Sans passé et sans précédent, dénuée de la moindre unité géographique, la Monarchie est à la fois enracinée sur des continents – les Indes occidentales – et installée sur les mers – l’océan Indien des Portugais». Serge Gruzinski, Les quatre parties du monde. Histoire d’une mondilisation, Paris, La Martinière, 2004, pp. 30-31.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 110 ~
corona española y portuguesa, favorece la circulación de hombres y bienes, pero también de “objetos culturales”; así, la Monarquía católica se transforma en un perfecto “teatro de observación”, según la perspectiva de Gruzinski, para analizar los cambios en las condiciones de posibilidad que forman el discurso global sobre la religión al principio de la Época barroca: la Monarquía indiana representa, por lo tanto, la “versión local indígena” de una forma de gobierno y de vida que tendría carácter universal y cuya suerte sería entonces la de ser parte de una Monarquía española y católica que procuraría llevar a cabo una obra de asimilación y recapitulación de todas las monarquías del pasado.36
Por esta razón, conforme en la Nueva España termina el primer siglo misionero, Torquemada contribuye con su resumen de los saberes sobre las religiones prehispánicas al rescate de la memoria indígena por medio de la comparación puntual con la memoria de los pueblos del Viejo Mundo. En su apología de la iglesia novohispana, el franciscano traza también una descripción de Mesoamérica a través de la extensión del punto de vista cristiano, desde una perspectiva local hacia una perspectiva global. El proyecto misionero ya no es más “etnográfico” ―como había sido el proyecto sahaguntino― sino que también se vuelve “antropológico”: es decir, que la comparación ―utilizada hasta aquel momento como instrumento para favorecer la “traducción” de los sistemas religiosos indígenas― se desarrolla ahora en un sistema taxonómico que permite la inclusión de las culturas indígenas dentro de una concepción universal de la idolatría y, por ende, de una noción implícita de religión.
Uno de los elementos más evidentes de esta nueva función de la comparación se halla en el discurso sobre los dioses indígenas. A pesar de que en la Monarquía indiana se encuentren problemas ya examinados por los primeros franciscanos, las soluciones propuestas por Torquemada parecen diferentes. En primer lugar, en el Libro VI el franciscano observa el gran desorden producido por la proliferación de las divinidades indígenas:
Pero no porque sea esta propensión e inclinación al hombre natural de reverenciarle y adorarle, por eso siguieron los hombres el conocimiento de uno solo, sino que dejados llevar de su malicia, vinieron en
36 «Así, éstas quedaban asimiladas -y es éste un punto importantísimo- a la historia universal. En consecuencia, Torquemada no haría más que aplicar el nombre de un fenómeno común en la historia conocida a la forma característica del gobierno indígena, con lo cual éste quedaría asimilado a aquél y lo que perdiera en especificidad lo ganaría en inteligibilidad para el público al que iba dirigida la obra»: Frost, El plan y la estructura de la obra, op. cit., p. 81.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 111 ~
desconocimiento de él, y por esta causa amontonaron infinidad de dioses.37
En segundo lugar, el franciscano enumera, según una característica formulación de la tradición novohispana, las distintas maneras de errores idolátricos que se hallan en las veneraciones indígenas. En el capítulo XIII del Libro VI, Torquemada muestra cómo los pueblos mesoamericanos adoraron “cosas vivísimas” cual si fueran divinidades;38 en el capítulo XIV, en cambio, el franciscano nota cómo adoraron hasta los lugares donde conservaban los despojos de aquellos personajes que habían reverenciado de vivos.39 Sin embargo, entre todas las formas idolátricas, Torquemada reconoce un tipo de error de carácter universal: la adoración del sol, de la luna, de las estrellas ―es decir de todos los elementos naturales― que constituye uno de los tópicos más resistentes de la tradición apologética judeocristiana:40
Este fue un error universal en que incurrieron, no sólo aquellos antiquísimos gentiles, sino también estos nues-tros occidentales indios; los cuales tuvieron en tanto precio al sol y luna, que los confesaron por unos de sus mayores dioses, a los cuales edificaron muchos y muy suntuosos templos, como en otra parte hemos visto. Los primeros que cayeron en esta ceguedad y miseria de adorar al sol, luna y estrellas, fueron los de Egipto.41
A estas formas típicas de argumentación franciscana, Torquemada añade también una reflexión original sobre la escandalosa proliferación del campo semántico de la idolatría:
Eran tantos los dioses y tantos los ídolos que los representaban que no tenían número, ni fuera posible contarlos aunque para ello se pusiera suma diligencia y cuidado. Unos eran de oro, otros de plata, otros de cobre, otros de barro, otros de palo, otros de masa y otros de diversas semillas, conforme al antojo y costumbre de
37 Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., libro VI cap. IV, p. 27. 38 «Dejado aparte lo que hemos dicho de estas ciegas gentes, que adoraron los cuerpos celestiales, que ya en alguna manera parecía tener hermosura y ser, que obligase a tenerles alguna reverencia, por calidades y propiedades, que en ellos concurren, pasó adelante su calamitosa miseria, que se derribaron a recibir por dios y dioses a cosas vilísimas, de quien imaginaban que alguna virilidad y provecho se les seguía, porque juzgaban que aquello no podía venir sino por voluntad divina y así lo dice Tulio»: Ibid., libro VI, cap. XIII, p. 54. 39 Ibid., libro VI, cap. XIV, pp. 56-57. 40 Sobre el uso de la literatura apologética en la construcción de un discurso sobre los dioses indígenas en las Américas, véase también Sabine MacCormack, “Gods, Demons, and Idols in the Andes”, en Journal of the History of Ideas, vol. 67, Pennsylvania, Universidad of Pennsylvania Press, 2006, pp. 623–647 41 Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., libro VI, cap XII, p. 52.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 112 ~
cada uno. La forma de estos dioses o ídolos era diferente, porque unos eran grandes, otros pequeños, unos chicos y otros más chicos. Unos formaban como figuras de obispos con sus mitras; otros con un mortero en la cabeza, y allí les echaban vino en sus fiestas, por lo cual se cree ser aquél el dios del vino; otros tenían figuras de hombres; otros, de mujeres; otros, de bestias, como leones, tigres, perros, venados. […] Tenían dios de la tierra, dios de la mar, del viento, de las sementeras; y para cada especie de ellas, de las arboledas y frutales, de las plantas, de las mariposas, y a ellas y a la langosta adoraban, porque no les comiesen las mieses y sementeras. Adoraban las chinches, pulgas y piojos, porque no les picasen. A las culebras, víboras y otras sabandijas, porque no les mordiesen. A los leones, tigres y otros animales, porque no los matasen.42
Torquemada ofrece aquí una interpretación juzgante que se funda en el modelo argumentativo del Libro de la Sabiduría y que permite a los franciscanos transferir al lector la imagen de una caótica idolatría indígena. Aunque el paso de la Monarquía indiana parezca un calco de otras obras novohispanas ―de hecho, un razonamiento muy parecido se encuentra en la obra de Motolinía―,43 es necesario tener en cuenta la función diferente que esta reflexión representa en la compleja argumentación propuesta por Torquemada. Con respecto a la obra de Motolinía, cuya mirada se encuentra completamente carente de una preocupación taxonómica y conceptual sobre la naturaleza de los dioses indígenas,44 en la Monarquía indiana el descubrimiento del desorden idolátrico de los indígenas produce un atento análisis del fenómeno:
Y de aquí nació también, que no sólo eligiesen dios falso, sino muchos dioses, unos diversos y distintos de otros; porque si todas las gentes fueran unas, en unidad de lengua, cayendo en este yerro por ignorancia, todas concordarán en un error, y así todas constituyeran un dios; pero pues cada una nación tenía su dios y dioses, parece de aquí no haber concordado en un consejo y deliberación, lo cual no lo causó sino la diversidad de las lenguas, de donde les provino a cada gente y lengua caer en sus particulares errores y cegueras y escoger sus particulares y especiales dioses.45
42 Ibid., libro VI, cap. XVI, p. 60. 43 Toribio de Benavente Motolinía, Historia de los indios de la Nueva España, Edición de Claudio Esteva Fabregat, Madrid, Dastin, 2001, pp. 86-87. 44 Botta, El politeísmo como sistema de traducción, op. cit. 45 Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., libro VI, cap. VI, p. 40.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 113 ~
En esta perspectiva, Torquemada re-elabora el cuento veterotes-tamentario con el objetivo de aportar una explicación histórica de la proliferación de las distintas formas religiosas con las que la Monarquía católica se está confrontando. En esta fase de “globalización”, la idolatría novohispana es percibida como si se tratara de un fenómeno histórico idéntico a la condición “babélica” descrita en el Viejo Testamento. La diseminación y multiplicación de las lenguas, que sigue la caída de la Torre, constituiría el acontecimiento histórico en consecuencia del cual se habría producido la pluralidad de las formas culturales y, por lo tanto, también de las formas idolátricas:
Esto que, en general, hemos dicho de toda la gentilidad pasada, experimentamos en esta tierra de la Nueva España, por las infinitas lenguas que entre estas gentes ha habido y hay; cuyos dioses han sido tantos y tan varios, que casi excedieron a todas las otras naciones, diferenciándolos, no sólo en los nombres, pero también en los oficios que les daban, según la divinidad que a cada uno de ellos les atribuían; y puesto que todo el mundo o la mayor parte de él, antiguamente hubiesen reverenciado y reconocido al sol por dios; estos dichos indios le tuvieron por uno de los mayores dioses que adoraban, constituyéndole altares y templos muy famosos; y aunque estos indios de esta Nueva España tuvieron gran cuidado en esto, fueron muy más especiales y cuidadosos los de los reinos del Pirú, mayormente en el tiempo de los reyes incas, cuyo primer rey le tuvo por mayor de sus dioses y mandó por todos sus reinos que le adorasen y constituyesen templos muy conformes a la mucha y grande estimación en que le tenían (como en el libro de los templos dijimos), al cual trataban como a supremo.46
En el contexto globalizado de la Monarquía católica, es por lo tanto necesario buscar un modelo interpretativo que pueda explicar las razones de los errores indígenas y sepa también ordenar la confusión conceptual que domina aquellos sistemas religiosos. En esta perspectiva, la Monarquía indiana propone una nueva reflexión alrededor del modelo teológico que san Agustín elaboró para “luchar” contra las divinidades romanas.47 La obra de Agustín propuso una estrategia de deconstrucción de la teología tripartita a través de la cual Varrón había intentado salvaguardar la especulación de los filósofos paganos. El modelo agustino, que fue
46 Idem. 47 En esta perspectiva, la obra de Torquemada se diferencia del pensamiento de Las Casas y retoma de forma “superficial” el pensamiento de San Agustín por mediación de Acosta: Brading, Orbe indiano, op. cit., p. 312.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 114 ~
eficaz en la antigüedad cristiana, viene ahora retomado por Torquemada en razón de su auctoritas y con el objetivo de vehicular una comprensión del paganismo mesoamericano.48 El mismo Bernardino de Sahagún había citado el De civitate Dei en el Prólogo del Libro Tercero de su Códice florentino dedicado al “principio que tuvieron los dioses”.49 Sin embargo, el modelo agustino es recogido de modo más sistemático por Torquemada en el Libro VI de la Monarquía indiana. En los capítulos XV y XVI, el franciscano, comparando las divinidades indígenas con los dioses de los antiguos romanos, nos recuerda cómo en las Indias Occidentales los indígenas habían subdividido sus dioses en “tres partes o géneros”, tal como hicieron “las Naciones antiguas de los Gentiles”:
De los antiguos sabemos (según San Agustín, en los libros de la Ciudad de Dios), cómo dividieron sus dioses en tres partes o géneros, el primero de los cuales nombraron selectos, que quiere decir apartados o escogi-dos; el segundo género era de los medio dioses, y el tercero, de los dioses rústicos o agrestes.50
Sin embargo, no se trata simplemente de una estrategia de sustitución;51 Torquemada utiliza las argumentaciones de Agustín como verdadero instrumento de traducción sistemática. En primer lugar, la comparación con el mundo antiguo permite revelar la falsedad de las divinidades indígenas; al mismo tiempo, a través del modelo agustino, Torquemada logra ubicar cuidadosamente a las poblaciones de las Indias Occidentales en una perspectiva histórico-geográfica global. La lista de las divinidades romanas proporcionada por Varrón —que san Agustín nos ofrece en el segundo capítulo del Libro séptimo del De civitate Dei—52 es
48 David Brading, “San Agustín y América. Hernán Cortés, el milenio franciscano y Bartolomé de Las Casas”, en Id., Mito y profecía en la historia de México, op. cit., pp. 23-78. 49 Sahagún colecciona unos mitos prehispánicos, produciendo una deconstrucción de una “teología mítico-fabulosa mesoamericana”: «No tuvo por cosa superflua ni vana el divino Augustin tratar de la teología fabulosa de los gentiles en el sexto libro de La ciudad de Dios, porque, como él dice, conocidas las fábulas y ficciones vanas que los gentiles tenían cerca de sus dioses fingidos, pudiesen fácilmente darles a entender que aquéllos no eran dioses ni podían dar cosa ninguna que fuese provechosa a la criatura racional»: Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, Edición de A. López Austin, J. García Quintana, vol. I, Madrid, Alianza Editorial, 1988, p. 201. 50 Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., libro VI, cap. XV, p. 58. 51 Solange Alberro, “Acerca de la primera evangelización en México. Estrategias y contextos. Una modesta revisión”, en Gabriela Ramos (comp.), La venida del Reino. Religión, evangelización y cultura en América. Siglos XVI-XX, Cusco, Centro de Estudios Regionales Andinos “Bartolomé de Las Casas”, 1994, pp. 11-30. 52 «Los dioses de el primero género eran los grandes y escogidos, de los cuales era el primero Júpiter, y después de él, Apolo, Marte, Saturno Mercurio, Juno, Diana, Orcus, Venus y otros, que el mismo San Agustín, refiere»: Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., libro VI, cap. XV, p. 58.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 115 ~
retomada por Torquemada, con el objetivo de describir las divinidades indígenas y sus supuestas subdivisiones en clases según aquella jerarquía de divinidades superiores e inferiores. La comparación es posible porque, a los ojos de Torquemada, las diferentes formas de idolatría son el producto de un mismo problema de representación: los seres y los objetos venerados por los indígenas, así como los venerados por los pueblos del Viejo Mundo, no son realmente divinos, sino que también simbolizan “vestigios, huellas o pisadas y una semejanza de alteza, excelencia y majestad divina”.53
En algunos casos, para dar cuenta de la particular forma de idolatría indígena, la lista agustina de los veinte dioses selectos fue corregida por Torquemada a través de la comparación con la parecida lista “etnográfica” sahaguntina propuesta en el primer libro del Códice Florentino. En cambio, las argumentaciones particulares contenidas en el De civitate Dei fueron utilizadas por Torquemada con el objetivo de explicar la naturaleza de los dioses mesoamericanos. Se puede reconocer, por ejemplo, en el dios Tezcatlipoca un ser puramente espiritual y ajeno a cada forma corporal que se acercaría al Júpiter de los romanos;54 al mismo tiempo, es posible explicar a través de argumentaciones teológicas la extraña presencia55 en la cumbre del sistema religioso indígena de una pareja divina: Ometecuhtli y Omecihuatl.56
Del mismo modo, en el análisis dedicado al dios Huitzilopochtli, Torquemada recobra los elementos fundamentales de la descripción sahaguntina, pero su cuadro interpretativo asume rasgos diferentes.57 En primer lugar, Torquemada rechaza la identificación de Huitzilopochtli con Hércules, y propone en cambio una analogía con el antiguo dios romano de la guerra, Marte, ya que le parece más eficaz la argumentación que Agustín dirige contra el culto de la errónea divinidad romana. Por cuánto concierne a la identificación entre Huitzilopochtli y Marte, Torquemada produce una exégesis que se presenta como resultado de una extraordinaria obra de traducción cultural: la naturaleza de la divinidad indígena puede ser explicada no sólo por los argumentos agustinos sobre la guerra, sino también a través de una 53 Ibid., libro VI, cap. III, p. 25. 54 Sobre el dios Tezcatlipoca, véase Guilhem Olivier, Moqueries et métamorphoses d’un dieu aztèque. Tezcatlipoca, le ‘Seigneur au miroir fumant’, Paris, Institut di ethnologie, Musée de l’Homme, 1997. 55 “Asombro y espanto de ver entendimientos tan ciegos, que lo que es debido a un sólo Dios se atribuya a muchos, dividiendo en tantos la divinidad”, Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., libro VI, cap. XIX, p. 67. 56 Miguel León-Portilla, “Ometeotl, el supremo dios dual, y Tezcatlipoca ‘Dios principal’, en Estudios de cultura náhuatl, núm. 30, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1999, pp. 133-152. 57 Elizabeth Hill Boone, Incarnations of the Aztec Supernatural: The Image of Huitzilopochtli in Mexico and Europe, Philadelphia, Transactions of the American Philosophical Society, American Philosophical Society, 1989.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 116 ~
reflexión “intercultural” sobre la etimología del nombre del dios romano Marte.58 De esta manera, Torquemada retoma la interpretación de Agustín y hace una hipótesis sobre la existencia -o, mejor dicho, la edifica a través de la comparación- de la adoración de un dios de la guerra que debería estar presente en todas las culturas que muestren un mismo nivel de desarrollo cultural y religioso:
A éste tuvieron por el gran dios de sus batallas, porque decían haberle hallado muy favorable en ellas. Y no hace disonancia creer que éste fue aquel antiguo Marte, conocido de otras naciones y festejado por dios de las guerras, el cual llamaron Marte, como dice San Isidoro.59
No es fortuito, por lo tanto, que el culto dedicado a divinidades que se creen tan parecidas ―el mismo Torquemada las define Marte indiano y Marte antiguo―, desde el punto de vista del franciscano, produzca formas expresivas “idénticas”: esto explicaría, por ejemplo, el hecho de que el nombre del Areópago de Atenas, edificio relacionado al dios Ares-Marte, pueda significar según Torquemada “promontorio, porque era alto y levantado del suelo, hecho de tierra y piedra”.60 Sería pues esta la razón que explicaría la existencia en el territorio prehispánico de un Areópago indiano: el Templo Mayor de Tenochtitlan sobre el cual era adorado el antiguo y sangriento dios de la guerra, Huitzilopochtli. Sin embargo, parece aun más sorprendente el hecho de que, a través de esta revisión del modelo agustino, Torquemada haya podido proporcionar una síntesis de todos los argumentos de sus predecesores. Notamos, por ejemplo, el discurso que el franciscano desarrolla alrededor del dios Tláloc, dios del agua y de la tierra, pero también divinidad de los linajes de las antiguas civilizaciones mesoamericanas. En su clasificación basada sobre el modelo agustino, el dios Tláloc forma parte de las divinidades naturales, es decir, el tercer linaje de los dioses de los gentiles:
El tercero linaje de dioses que los gentiles tuvieron fue de los que pertenecían a las cosas naturales, porque a cada cosa natural ponían y atribuían un dios, dándoles oficios diversos, y así eran tantos los dioses cuantas eran las cosas humanas de que usaban.61
El modelo naturista de Torquemada reproduce una interpretación parecida a las de Motolinía y Sahagún:
58 Esta argumentación se encuentra en el capítulo X del Libro XVIII del De civitate Dei. 59 Torquemada, Monarquía indiana, libro VI, cap. XXI, p. 74. 60 Ibid., libro VI, cap. XXI, p. 75. 61 Ibid., libro VI, cap. XVI, p. 59.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 117 ~
Estos indios (así como los antiguos gentiles) tuvieron otro dios, que llamaron Tlalocatecuhtli, que quiere decir señor de el Paraíso o lugar de sumos deleites, al cual consagraron dios de las aguas, y lluvias, que si bien se nota, es Neptuno, a quien llamaron dios del mar; y es tanta la semejanza que hay entre estos dos dioses, que bien se echa de ver haber sido el demonio inventor de ambos.62
Pero, como ya hemos notado, a través del uso particular de la comparación, Torquemada favorece una transformación del dios Tláloc. Confrontando al dios mesoamericano de las aguas con el discurso agustino sobre el dios Neptuno, se produce una definitiva contracción del campo agentivo de Tláloc, como simple divinidad meteorológica que pierde todos aquellos aspectos heterogéneos que no corresponden al modelo a interpretativo cristiano.63 Es por lo tanto evidente cómo la analogía con las divinidades grecorro-manas no ayuda en la comprensión de la naturaleza de las divinidades indígenas: la descripción de Torquemada no es el resultado de una investigación etnográfica y tampoco el simple fruto de una estrategia hermenéutica que tome como punto de referencia un elemento conocido. Se trata de una verdadera compenetración de dos mundos; es decir, que para el franciscano los dioses de los indianos y los dioses de los antiguos son idénticos.64 Después de haber resumido la crítica de Agustín contra el culto dedicado a Neptuno, finalmente Torquemada puede afirmar:
Con esto queda suficientemente probado ser el mismo demonio el uno, que el otro, Neptuno Tlaloc, y Tlaloc Neptuno.65
En conclusión, podemos afirmar que el trabajo de
Torquemada estableció un parteaguas en la producción discursiva sobre las religiones indígenas y sobre la pluralidad de sus dioses. La forma de colonial semiosis propuesta en su Monarquía indiana responde a las exigencias que emergieron en el curso de la historia novohispana.66 La etapa misionera de la cual Torquemada fue protagonista se caracteriza por la ubicación del “politeísmo indí-gena” en el espacio global que el pensamiento cristiano traza para
62 Ibid., libro VI, cap. XXIII, p. 76. 63 Véanse Sergio Botta, Le acque preziose. Saggio sui sistemi religiosi mesoamericani, Roma, Bulzoni 2004, y José Contel, Tlálloc: l’Incarnation de la Terre. Naissance et métamorphoses, Toulouse, Toulouse, Université de Toulouse, 1999 (Tesis de doctorado). 64 Keen, La imagen azteca, op. cit., p. 193. 65 Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., libro VI, cap. XXIII, p. 81. 66 Mignolo, The Darker Side of the Renaissance, op. cit.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 118 ~
acoger la alteridad religiosa al principio de la Época Barroca. La analogía sistemática propuesta por el franciscano confirma la inclusión del sistema religioso indígena en un esquema conceptual de tipo colonial -la Monarquía católica- que desde una prospectiva proto-evolucionista hace posible el dominio del imaginario indígena y su posicionamiento en una etapa precisa del desarrollo universal de la religiosidad humana. Sin embargo, la clasificación de estos sistemas religiosos ofrece, simultáneamente, a la cultura occidental los instrumentos para pensar ―en una perspectiva global y bajo el dominio semántico de la categoría de la religión― todas las relaciones entre culturas.
BIBLIOGRAFÍA Abulafia, David, The Discovery of Mankind: Atlantic Encounters in the
Age of Columbus, New Haven, Yale University Press, 2008. Alberro, Solange, “Acerca de la primera evangelización en México.
Estrategias y contextos. Una modesta revisión”, en Gabriela Ramos (comp.), La venida del Reino. Religión, evangelización y cultura en América. Siglos XVI-XX, Cusco, Centro de Estudios Regionales Andinos “Bartolomé de Las Casas”, 1994, pp. 11-30.
Alcina Franch, José, Juan de Torquemada, 1562-1624, en Robert Wauchope (ed.), Handbook of Middle American Indians, vol. 13, Guide to Ethnohistorical Sources. Part Two, Howard F. Cline (ed.), Austin, University of Texas Press, 1973, pp. 256-275.
Assmann, Jan, Of God and gods: Egypt, Israel, and the Rise of Monotheism, Madison, University of Wisconsin Press, 2008.
Baudot, Georges, Utopie et Histoire au Mexique. Les premiers chroniqueurs de la civilisation mexicaine (1520-1569), Toulouse, Privat, 1976.
_____________, La pugna franciscana por México, México, Alianza Editorial Mexicana-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1990.
Bataillon, Marcel. Érasme et l’Espagne, Nouvelle édition en trois volumes, texte établi par Daniel Devoto, Genève, Droz, 1991.
Benavente Motolinía, Toribio de, Historia de los indios de la Nueva España, Edición de Claudio Esteva Fabregat, Madrid, Dastin, 2001.
Bernand, Carmen y Serge Gruzinski, De l’idolâtrie: une archéologie des sciences religieuses, Paris, Editions du Seuil, 1988.
Botta, Sergio, Le acque preziose. Saggio sui sistemi religiosi mesoamericani, Roma, Bulzoni 2004.
______________, Religione e conquista. Saggi sul discorso coloniale in Messico, Roma, Nuova Cultura, 2008.
______________, “El politeísmo como sistema de traducción. La obra misionera de Toribio de Benavente Motolinía frente a la alteridad religiosa de la Nueva España”, en Guaraguao. Revista de Cultura Latinoamericana, núm. 28, año 12, Barcelona,
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 119 ~
Centro de Estudios y de Cooperación para América Latina (CECAL), 2008, pp. 9-26.
______________, “The Franciscan Invention of Mexican Polytheism: the Case of the Water Gods”, in Studi e Materiali di Storia delle Religioni, vol. 76, 2, Roma, Italia, Universitá degli Studi di Roma “La Sapienza”-Dipartimento di Studi Storico Religiosi, 2010, pp. 411-432.
Braden, Charles, Religious Aspects of the Conquest of Mexico, Durham, Duke University Press, 1930.
Brading, David A., Mito y profecía en la historia de México, México, Fondo de Cultura Económica, 1988.
_____________, Orbe indiano. De la monarquía católica a la república criolla, 1492-1867, México, Fondo de Cultura Económica, 1991,
Cacho, Francisco Xavier, El pensamiento teológico en la obra de Torquemada, en Juan de Torquemada, Monarquía indiana, vol. VII, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1983, pp. 367-387.
Cervantes, Fernando, The Devil in the New World: the Impact of Diabolism in New Spain, New Haven, Yale University Press, 1994.
Cline, Howard F., “A note on Torquemada’s native sources and historiographical methods”, The Americas, vol. 25, núm. 4, Philadelphia, Drexel University-Academy of American Franciscan History, 1969, pp. 372-86.
Contel, José, Tlálloc: l’Incarnation de la Terre. Naissance et métamorphoses, Toulouse, Université de Toulouse, 1999 (Tesis de doctorado).
Duverger, Christian, La conversión de los indios de Nueva España, México, Fondo de Cultura Económica, 1974.
Edmonson, Munro S. (ed.), Sixteenth-Century Mexico. The Work of Sahagún, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1974.
Frost, Elsa Cecilia, “El milenarismo franciscano en México y el profeta Daniel”, en Historia Mexicana, vol. XXVI, núm.1, México, El Colegio de México, 1976, pp. 3-26.
___________, “Fuentes bíblicas, clásicas y contemporáneas de Los veintiún libros rituales y Monarquía indiana”, en Juan de Torquemada, Monarquía indiana, vol. VII, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1983, pp. 267-274.
____________, “El plan y la estructura de la obra”, en Juan de Torquemada, Monarquía indiana, México, vol. VII, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1983, pp. 69-85.
_____________, La historia de Dios en las Indias. Visión franciscana del Nuevo Mundo, México, Tusquets Editores, 2002.
García Quintana, Josefina, “La visión del mundo indígena de Juan de Torquemada en la Monarquía indiana”, en Juan de Torquemada, Monarquía indiana, vol. VII, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1983, pp. 396-400.
Gasbarro, Nicola, “Il linguaggio dell’idolatria. Per una storia delle religioni culturalmente soggettiva”, en Studi e Materiali di Storia delle Religioni, vol. 62, Roma, Italia, Universitá degli Studi di
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 120 ~
Roma “La Sapienza”- Dipartimento di Studi Storico Religiosi, 1996, pp. 189-221.
Gruzinski, Serge, Les quatre parties du monde. Histoire d’une mondilisation, Paris, La Martinière, 2004.
Hill Boone, Elizabeth, Incarnations of the Aztec Supernatural: The Image of Huitzilopochtli in Mexico and Europe, Philadelphia, Transactions of the American Philosophical Society, Philadelphia, American Philosophical Society, 1989.
Hodgen, Margaret T., Early Anthropology in the Sixteenth and Seventeenth Centuries, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1964.
Keen, Benjamin, La imagen azteca en el pensamiento occidental, México, Fondo de Cultura Económica, 1984.
Klor De Alva, Jorge J., Henry B. Nicholson y Eloise Quiñones Keber (eds.), The Work of Bernardino de Sahagun. Pioneer Ethnographer of Sixteenth-Century Aztec Mexico, Albany, Institute for Mesoamerican Studies, University at Albany, State University of New York, 1988.
Kobayashi, José María, La educación como conquista (empresa franciscana en México), México, El Colegio de México, 1974.
Leddy Phelan, John, The Millennial Kingdom of the Franciscans in the New World, London-Berkeley-Los Angeles, University of California Press, 1970.
Léon-Portilla, Miguel, “Biografía de fray Juan de Torquemada”, en Juan de Torquemada, Monarquía indiana, vol. VII, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1983, pp. 13-48.
________________, “Idea de la Historia en la Monarquía indiana”, en Juan de Torquemada, Monarquía indiana, vol. VII, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, ñ, 1983, pp. 349-354.
____________, Bernardino de Sahagún. Pionero de la antropología, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1999.
____________, “Ometeotl, el supremo dios dual, y Tezcatlipoca ‘Dios principal’”, en Estudios de cultura náhuatl, núm. 30, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1999, pp. 133-152.
____________, Bernardino de Sahagún. Quinientos años de presencia, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002.
MacCormack, Sabine, “Gods, Demons, and Idols in the Andes”, en Journal of the History of Ideas, vol. 67, Pennsylvania, Universidad of Pennsylvania Press, 2006, pp. 623–647
Maravall, José Antonio, “La utopía político-religiosa de los franciscanos en Nueva España”, Estudios Americanos, núm. 2, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla (CSIC), 1949, pp. 199-227.
Martínez, José Luis, “Gerónimo de Mendieta”, en Estudios de cultura náhuatl, núm. 14, México, UNAM- Instituto de Investigaciones Históricas, 1980, pp. 131-197.
Mignolo, Walter, The Darker Side of the Renaissance: Literacy, Territoriality, and Colonization, Ann Arbor, University of Michigan Press, 1995.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 121 ~
Morales, Francisco (ed.), Franciscan Presence in the Americas. Essays on the Activities of the Franciscan Friars in The Americas, 1492-1900, Potomac, Academy of American Franciscan History, 1983.
Olivier, Guilhem, Moqueries et métamorphoses d’un dieu aztèque. Tezcatlipoca, le ‘Seigneur au miroir fumant’, Paris, Institut di ethnologie, Musée de l’Homme, 1997.
Pailin, David A., Attitudes to Other Religions. Comparative Religion in Seventeenth- and Eighteenth-Century Britain, Manchester, Manchester University Press, 1984.
Patton, Kimberley, Religion of the gods: ritual, paradox, and reflexivity, Oxford, Oxford University Press, 2009.
Ricard, Robert. La «conquête spirituelle» du Mexique. Essai sur l’apostolat et les méthodes missionnaires des ordres mendiants en Nouvelle-Espagne de 1523-24 à 1572, Paris, Institut d’ethnologie, 1933.
Sahagún, Bernardino de, fray, Historia general de las cosas de Nueva España, Edición A. López Austin, J. García Quintana, vol. I, Madrid, Alianza Editorial, 1988.
Samonà, Giuseppe A., “L’insaisissable religion des Taïnos. Esquisse d’anthropologie historique ”, en Journal de la Société des Américanistes, vol. 89, núm. 2, Paris, Francia, Société des Américanistes, 2003, pp. 7-66.
Schmidt, Francis, “Polytheisms: Degeneration or Progress?”, en Francis, Schmidt (ed.) The Inconceivable Polytheism (History and Anthropology 3), London-Paris-New York, Chur-Harwood, 1987, pp. 9-60.
Smith, Jonathan Z., Religion, Religions, Religious, en Jonathan Z. Smith (ed.), Relating Religion. Essays in the Study of Relgion, Chicago-London, University of Chicago Press, 2004.
Smith, Mark S., God in Translation. Deities in Cross-Cultural Discourse in the Biblical World, Grand Rapids, Mich., William B. Eerdmans Publishing Company, 2010.
Strenski, Ivan, Thinking about Religion. An Historical Introduction to Theories of Religion, Oxford, Oxford University Press, 2006.
Stroumsa, Guy G., A New Science. The Discovery of Religion in the Age of Reasons, Cambridge-London, Harvard University Press, 2010.
Torquemada, Juan de, Monarquía indiana, México, UNAM- Instituto de Investigaciones Históricas, 1983.
Weckmann, Luis, “Las esperanzas milenaristas de los franciscanos de la Nueva España”, en Historia Mexicana, vol. XXXII, núm. 1, México, El Colegio de México, 1982, pp. 89-105.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 122 ~
DEL INDIGENISMO Y LA EVANGELIZACIÓN
José Rubén Romero Galván I.I. HISTÓRICAS-Universidad Nacional Autónoma de México
El hombre, igual a sí mismo y siempre diverso, es objeto de estudio de la Antropología. Esta ciencia que si bien obtuvo carta de naturalización entre las disciplinas científicas sólo desde hace más de cien años, se había constituido en la práctica no tan extraña desde hacía milenios. Ya Herodoto, en el segundo libro de sus Nueve libros de Historia, el que lleva por nombre “Euterpe”, muestra su interés de “antropólogo”, si así se le puede llamar, cuando explica cuidadosamente, entre otros muchos aspectos de la realidad de Egipto, las maneras de tratar y embalsamar cadáveres. Otro tanto puede decirse de Jenofonte cuando, en su relato de la retirada de los diez mil, describe pueblos desconocidos del Asia Menor; o también de Ibn Batuta quien en sus viajes cuenta lo que vio del imperio sudanés de Mali. Y así podemos llegar hasta Marco Polo, quien dejó constancia de las Maravillas, a veces cargadas de irrealidad, de lo que pudo ver en las lejanas tierras del Gran Khan. Aún podemos jalar más el hilo de esta madeja y mencionar a aquellos soldados y frailes que, en el siglo XVI, vivieron una de las aventuras más impactantes de la humanidad: el descubrimiento y la conquista de América.
Esta gama tan extensa de testimonios no son sino muestras sorprendentes de la manera como ciertos hombres se enfrentaron a sus semejantes, quienes vivían en una realidad diversa a la propia. La diferencia de culturas, la otredad, es condición sine qua non puede entenderse la Antropología, incluso en sus épocas más remotas, cuando aún no se acuñaba este término para nombrarla y cuando aún no se postulaban los principios metodológicos que durante el siglo pasado hicieron de ella una ciencia.
La Antropología latu sensu, incluidos sus balbuceos a los que hemos hecho referencia arriba, nace de la conciencia que el que observa tiene de las diferencias que respecto de él mismo ofrece “el otro”, el observado.
Al fin nacido de y en la Antropología, el indigenismo es ejercicio de conocimiento del otro, que en este caso es aquel al que llamamos indígena. Éste es definido por Alfonso Caso como aquel:
…que se siente pertenecer a una comunidad indígena; que se concibe a sí mismo como indígena, porque esta
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 123 ~
conciencia de grupo no puede existir sino cuando se acepta totalmente la cultura del grupo; cuando se tienen los mismos ideales éticos, estéticos, sociales y políticos del grupo... Es decir, que es indio el que se siente pertenecer a una comunidad indígena.1
Es esta pertenencia, que se plantea como exclusiva de toda otra, y la conciencia que de ella tienen los indígenas, lo que dio fundamento al origen del indigenismo a principios de siglo XX, como modalidad de la Antropología, entendida ésta, y por tanto aquél, en palabras de Manuel Gamio, como:
…el conocimiento básico para el desempeño del buen gobierno, ya que por medio de ella se conoce a la población que es materia prima con que se gobierna. Por medio de la Antropología se caracterizan la naturaleza abstracta y la física de los hombres y de los pueblos y se deducen los medios apropiados para facilitarles un desarrollo evolutivo normal.2
De lo dicho por Caso y lo expuesto por Gamio, teniendo en cuenta que ambos escriben en la época de los grandes proyectos nacionales de la post-Revolución, se desprende que la pertenencia exclusiva del indígena a su comunidad obraba en detrimento de la tan deseada unidad nacional y que sólo la Antropología, en su vertiente indigenista, podía sentar las bases, a través del conocimiento, del buen gobierno, entendido éste como un gobierno que busca la integración total del país.
El indigenismo viene a ser así, en suma, una actividad cognitiva que suscita una acción. Es relacionarse con el objeto sobre el que recae la acción de conocer para buscar, acto seguido, la manera de vincularlo a la vida del resto de la población que camina por las sendas del progreso.
El siglo XVI se caracterizó por la naturaleza impactante de los acontecimientos que en él ocurrieron. Europa y, particular-mente, España se vieron en situación de extender sus dominios más allá del mar, por tierras que tan sólo media centuria atrás no cabían siquiera en la imaginación. Fue el siglo de los descubrimientos y la conquista de nuevas regiones cuya presencia cambió la faz de la Tierra y el espíritu de los hombres.
Los habitantes de ese nuevo continente, ganado a sangre y fuego por los europeos, vieron como vertiginosamente se transformaba su mundo. Desaparecieron –o en el mejor de los casos se escondieron– sus dioses, para dar paso al Dios de los que
1 Alfonso Caso, Definición del indio y lo indio, México, América Indígena, 1948, p. 245. 2 Manuel Gamio, Forjando Patria, México, Editorial Porrúa, 1970, p. 15.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 124 ~
recién llegaban; sus gobernantes fueron muertos y dejaron sus sitios para los nuevos señores; sus instituciones se derrumbaron y, con sus escombros y sobre ellos, se erigieron otras de acuerdo con las aspiraciones de los conquistadores.
Sin duda la conquista en Nueva España fue violenta, hubo muerte y destrucción a través de las cuales se impuso otro orden de cosas, incluido una nueva forma de explotación. Posteriormente, epidemias antes desconocidas diezmaron a la población indígena de manera significativa. Evito aquí conscientemente el término genocidio porque hace alusión a un exterminio sistemático y nacido de la plena voluntad de quien lo lleva con la finalidad de hacer desaparecer a poblaciones enteras. Tales intenciones, es un hecho, estuvieron ausentes en las acciones emprendidas por los conquistadores europeos en los territorios novohispanos.
Las órdenes religiosas que pronto desembarcaron en las costas americanas se empeñaron luego en evangelizar a los hombres de estas tierras. Si bien es cierto que el inicio de este proceso se vio teñido por el entusiasmo, pues los indígenas, dadas las características sincréticas de su antigua religión, se bautizaban por miles y de buena gana, hacia mediados del siglo, los evangelizadores comenzaron a caer en la cuenta de que las enseñanzas del Evangelio no había tocado tan profundamente las almas de los indígenas como ellos creían. Vino entonces su interés por conocer la realidad que pretendían transformar. Fue la época en que se gestaron las obras de Sahagún, Durán y Landa, entre otras, en las que quedaron asentados los productos de arduas pesquisas cuyo fin primordial era la comprensión de la antigua cultura con miras a dotarla de nuevas formas, sembrando en ella la fe cristiana.
El resultado de este proceso de conquista y evangelización, lejos de la destrucción total y la nada, fue una rica realidad sincrética que alcanzó, por supuesto en tonos y medidas distintas, todos los rincones de la tierra así ganada. Fue el siglo XVI el lecho temporal en el que dos realidades se acoplaron violentamente para gestar y dar a luz una nueva de la que es imposible negar el parentesco que la une con aquéllas que le dieron origen.
En lo dicho hasta aquí, hemos pretendido, por un lado, acercarnos de algún modo al indigenismo, a través de una somera definición; al tiempo que hemos querido plantear, por otro, tan sólo en términos generales, algo de la controvertida realidad del siglo XVI. Cabe ahora preguntarse si es válido hablar de indigenismo en el siglo de la conquista. La respuesta no puede expresarse a través de una simple afirmación o una llana negativa. Igual que no podemos pensar en Herodoto como egresado de la Escuela Nacional de Antropología, lo que nos colocaría en el flagrante anacronismo de darle a ultranza el título de antropólogo, o de negar
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 125 ~
en él toda intención de conocer, comprender y describir una realidad cultural diferente de la suya, lo que es condición esencial para que se dé la ciencia antropológica; de esa misma manera, no puede negarse ni darse totalmente por cierta la existencia de rasgos indigenistas, a veces notorios, en las obras escritas y en las actitudes de algunos hombres de esa centuria.
Es incuestionable que, sobre todo a partir de mediados del siglo XVI, se dio en algunos frailes un ejercicio de conocimiento de “el otro”, que era el indígena, y que este conocimiento produjo una explicación cuya finalidad no se cerraba en sí misma sino que, trascendiéndola, buscaba dar a los indígenas, salvadas las distancias discursivas e ideológicas, lo que Gamio llamó “los medios apropiados para facilitarles un desarrollo evolutivo normal”.3 La diferencia puede estar en lo que podría entender, de haber conocido tal expresión, un fraile misionero como “el desarrollo evolutivo normal”. Si se toma en cuenta que se trata aquí de hombres de fe, los evangelizadores, cuya circunstancia existencial implicaba mirar el mundo a través del mensaje evangélico y buscar, por lo tanto, hacer realidad los ideales que el mismo Evangelio propone, se caerá de inmediato en la cuenta de que el “desarrollo evolutivo” sólo podría darse en el seno del plan de Salvación. Existía pues en esos frailes una actitud dinámica de búsqueda de la salvación a través del auxilio a los indígenas para que reasignaran aquellos elementos culturales suyos que obraban en detrimento de este plan. En este contexto no fueron excepcionales los trabajos que buscaban afanosamente la instauración de un reino de justicia, prefiguración de la Jerusalén celeste, a la que todo hombre es llamado. Esta actitud dinámica se muestra claramente en obras escritas por misioneros que buscaban instruir a sus hermanos de Orden sobre la antigua cultura y la manera de transformarla extendiendo sobre ella la luz del Evangelio. Destacan aquí las obras de fray Bartolomé de las Casas, ejemplo magnífico, y de otros religiosos entre quienes pueden contarse fray Andrés de Olmos, fray Bernardino de Sahagún, fray Diego Durán y fray Diego de Landa.
Cada uno de ellos constituye per se un buen ejemplo del interés que demostraron muchísimos frailes por comprender y explicar la antigua realidad, con el fin de cambiarla en aquellos rasgos que la alejaban de la fe de Cristo. Aquí tomaremos sólo un caso a guisa de ejemplo. Se trata de fray Diego Durán de la Orden de Predicadores.
Durán nació en España, en Sevilla, hacia 1537, y murió en el convento de Santo Domingo de la ciudad de México en 1588. Había llegado a tierras novohispanas contando apenas con seis o siete años de edad; su familia se instaló en Tetzcoco, donde 3 Ibidem.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 126 ~
seguramente Diego Durán pasó el resto de su niñez y su adolescencia. Tomó el hábito de Santo Domingo en 1556 y se ocupó de la predicación del Evangelio durante el resto de su vida en diferentes regiones de Nueva España. Casi al final de su existencia escribió la Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme, en dos volúmenes.
Hombre de su época y profundamente sensible, fray Diego Durán supo aglutinar en su obra una rica información que ordenó en torno a un esquema de explicación que hoy podríamos llamar de etnohistoriador. Así dedicó el primer volumen a relatar el devenir de los mexicas, esto es, a dar cuenta de la realidad de este grupo a través de una explicación diacrónica. En el segundo volumen, abordó lo referente al calendario y a los ritos y ceremonias con los que ese mismo grupo había rendido culto a sus deidades; en este volumen, entonces, se dedica a explicar algunos rasgos de esa cultura con una perspectiva sincrónica.
La idea del indígena en Durán es reveladora de los prin-cipios que rigen su obra y que siguen de algún modo los postulados de lo que hoy se llama indigenismo. El fraile dominico se muestra varias veces impactado por las características de la antigua cultura de los indígenas respecto de quienes no escatima frases cargadas de admiración:
En qué tierra del mundo hubo tantas ordenanzas de república, ni tan justas ni tan bien ordenadas, como los indios tuvieron en esta tierra, ni dónde fueron reyes tan temidos ni tan obedecidos, ni sus leyes y mandatos tan guardados como en esta tierra...4
Esta valoración que hace fray Diego Durán de los indígenas fue sin duda polémica, pues en otro pasaje de su obra refiere, refutándola, la idea que muchos españoles tenían del indio:
Ya por bestiales y brutos han sido tenidos y nombrados y como a tales tratados. Y no solamente los han tenido en esta falsa opinión, pero aún han querido insistir que no tenían policía, sino que vivían como gente bestial, sin ningún género de concierto ni orden, y que en esto se hayan engañado es cosa notoria..., pues podemos afirmar que, para gente tan apartada y extraña de la conversación de naciones españolas y políticas, no ha habido gente en el mundo, ni nación que con tanto concierto, orden y policía viviere en su infidelidad como esta nación.5
4 Fray Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme, vol. I, p. 193. 5 Ibidem.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 127 ~
Durán se muestra no sólo respetuoso del otro, del indígena, sino también admirado del “orden y concierto” que estos hombres habían alcanzado, no obstante su lejanía con la realidad europea, que implícitamente Durán tiene como paradigma.
Si algo encuentra fray Diego Durán de reprobable en la cultura indígena, es la idolatría. Es ésta la que debe extirparse, pues impide que el indígena acceda al camino de los hijos de Dios a través de la evangelización de que es objeto.
Quienes se ocupan de la obra evangelizadora deben ser particularmente instruidos y cuidadosos. Instruidos para acercarse al indígena y descubrir en su cotidianidad los rastros de antiguos cultos a sus deidades tradicionales, y cuidadosos para saber extirpar aquello que es en verdad idolátrico, que no se ha converti-do en culto al verdadero Dios.
Los instrumentos de que debe disponer el misionero para esta delicada tarea son, primero, conocer la lengua de los indígenas, después, conocer lo más posible la antigua religión. Así Durán no se cansa de insistir una y otra vez sobre la importancia del aprendizaje del náhuatl:
...debían los ministros y obreros de esta divina obra de la conversión de los naturales, de procurar saberlos muy bien entender, si pretenden hacer algún efecto y fruto con su doctrina pues no va en ella más de la vida del alma, o la perdición de ambos, discípulo y maestro..., y no se contente el siervo de Dios que desea aprovechar en esta viña del Señor, con decir que ya sabe confesar y que basta, que mucho más es menester para declararles los misterios de la fe y el provecho y necesidad que de los sacramentos redunda...6
La lengua, la palabra, es así ponderada como importante porque es vehículo para la extirpación de la idolatría indígena. Por otro lado, llevar a cabo esta eliminación requiere forzosamente que el misionero conozca la naturaleza de aquello que debe erradicar y que se encuentra en la realidad entretejido con muchos otros elementos que, aún siendo parte del fenómeno religioso, no es necesario destruir, pues guardan una gran similitud con elementos rituales cristianos y no ofrecen riesgo alguno para el dogma cristiano, en cuyo caso sólo existe la necesidad de resignar, reorientar tal rito. Durán es consiente de ello y así lo advierte:
Aquello que puede conservarse es lo que habiendo sido idolatría se convierte en adoración al verdadero Dios: La fiesta más celebrada y más solemne de toda la tierra, y en particular de los mexicanos y tezcocanos, fue la del ídolo
6 Ibid., p. 225.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 128 ~
llamado Huitzilopochtli. En la cual fiesta habrá mucho que notar, por haber una mezcla de ceremonias tan diversas, que más acuden a nuestra religión cristiana, y otras, a la de la ley vieja, y otras endemoniadas y satánicas, inventadas por ellos... Lo que hay que advertir es que el ofrecer sartas de mazorcas y sartas de chile y de rosas el día de Nuestra Señora de septiembre y en las fiestas de aquel mes, quedó de aquella costumbre –los ritos dedicados a la diosa Xilonen, la del maíz―. Bien creo que ya está convertida en ofrenda a Dios y aplicada a su Majestad. Plega a Él de la recibir en su nombre, el cual bendito sea in secula seculorum.7
Fray Diego Durán escribe su Historia como una obra didáctica. Su función es preparar, a través del conocimiento de la antigua realidad, a sus hermanos de Orden para responder a la pesada y urgente obligación de extender las enseñanzas del Evangelio y cumplir así con un propósito planteado desde el principio como fundamental. Para ello no sólo era necesaria la teología, la reina de las ciencias, sino también un saber que hoy no tendríamos empacho en llamar antropológico:
Hame movido, cristiano lector, a tomar esta ocupación de poner y contar por escrito las idolatrías antiguas y religión falsa con que el demonio era servido, antes que llegase a estas la predicación del Evangelio, el haber entendido que los que nos ocupamos en la doctrina de los indios nunca acabaremos de enseñarles a conocer al verdadero Dios, si primero no fueran raídas y borradas totalmente de su memoria las supersticiones, ceremonias y cultos falsos de los dioses que adoraban, de la suerte que no es posible darse bien la sementera del trigo y los frutales en la tierra montuosa y llena de breñas y maleza, si no estuviesen primero gastadas todas las raíces y cepas que ella de su natural producía.8
Es así que fray Diego Durán pretendía que su obra fuera instrumento para extirpar aquello que debía extirparse, a fin de hacer posible que se diera en los indígenas un proceso cuya finalidad era la Salvación.
Cabe preguntarse de nuevo si es posible considerar que allí donde Gamio pensaba en “un desarrollo evolutivo normal” para los indígenas, a cuya dotación debía encaminar sus esfuerzos la ciencia antropológica, Durán reflexionara en darles los medios
7 Ibid., p. 147. 8 Ibid., p. 13.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 129 ~
para alcanzar la Redención. Los ámbitos de ambas propuestas son diferentes, pero ellas tienen un mismo sentido. ¿Hay acaso algo nuevo bajo el sol?
BIBLIOGRAFÍA Caso, Alfonso, Definición del indio y lo indio, México, América
Indígena, 1948. Durán, Diego, fray, Historia de las Indias de Nueva España e islas de
Tierra Firme, 2 vols., edición de Ángel María Garibay, México, Editorial Porrúa, 1967. (Biblioteca Porrúa, núms. 36,37)
Gamio, Manuel, Forjando Patria, México, Editorial Porrúa, 1970.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 130 ~
RACIONALIDAD E IRRACIONALIDAD EN EDUCACIÓN INDÍGENA
Julio Alfonso Pérez Luna DIRECCIÓN DE LINGÜÍSTICA-Instituto Nacional de Antropología e Historia
SANTA CRUZ DE TLATELOLCO El tema de la educación indígena en el siglo XVI se inscribe dentro
de la disputa sobre la capacidad-incapacidad de los indios para ser
adoctrinados y, si bien surge desde los orígenes mismos del
descubrimiento, en la Nueva España se da de manera particular en
la tercera década del siglo y se continúa durante los años cuarenta,
sobre todo al ser ostensibles los logros obtenidos por los colegiales
de Santa Cruz de Tlatelolco.
A finales del siglo XVI, el Colegio Imperial de Santa Cruz
de Tlatelolco había declinado sus aspiraciones y metas originales
en favor de otras mucho más modestas. Fundado en 1536, a
instancias de fray Juan de Zumárraga y de Antonio de Mendoza, el
colegio había creado muchas expectativas respecto a los indígenas
y a su capacidad para la fe, así también por la naturaleza de los
estudios que se les impartía. La idea de crear una “nueva
cristiandad”, es decir, una comunidad cristiana libre de las
desviaciones que habían viciado a la Iglesia católica, era
compartida por muchos de los primeros misioneros, particular-
mente los de la orden franciscana.1 Los estudios que los indígenas
nobles cursaban en dicho colegio apuntaban, en definitiva, a una
preparación superior que los capacitaría no sólo como auxiliares de
los oficios divinos, sino incluso como sacerdotes mismos. Esta
situación provocó reacciones encontradas que, como veremos,
1 Fray Francisco de los Ángeles declara a los primeros doce franciscanos enviados a evangelizar la Nueva España: Pues, cuando la benignidad del eterno Padre, en aras de engrandecer la gloria de su nombre y procurar la salvación de los fieles, y para impedir la ruina que amenazaba a la iglesia y erigirla hacia el primitivo estado, entre muchas personas destinadas en su santa iglesia para los servicios divinos, señaló con su prole al mismo seráfico abanderado de Cristo, a saber,
varones eminentes que, contemplando la vida y los méritos del beatísimo Pablo se glorían en la santa cruz del Señor, despreciando los solaces del mundo por las delicias del paraíso... [cursivas mías]. Tomado del documento “La Obediencia”, en Julio Alfonso Pérez Luna, El inicio de la evangelización novohispana. Edición, traducción y estudio introductorio del manuscrito “La
Obediencia”, México, INAH, 2001.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 131 ~
fueron objeto de reflexiones y posturas sostenidas por eminentes
personajes de la época.2
El asunto-problema de la educación superior a los
indígenas se derivó, por una parte, de la necesidad de predicar el
Evangelio a los habitantes de los pueblos indios conquistados,
dicho de otra manera: sin la evangelización ―que conllevaba
necesariamente un proceso educativo―, no se justificaba la
permanencia, actividad y usufructo de los españoles en las Indias;
por otra, de la necesidad de aceptar la racionalidad de los indios,
puesto que la evangelización sólo es realizable entre individuos
que se asumen iguales en su condición de hombres, pero distintos
en su credo (homo fidelis versus homo paganus). La primera
cuestión fue evidente y la evangelización se llevó a cabo a pesar de
las numerosas dificultades prácticas que suponía tal empresa; sin
embargo, la segunda resultaba más difícil de entender y de aceptar,
derivando su fundamentación en acres disputas teóricas en los
planos teológico y jurídico que se prolongarían más allá del siglo
XVI y terminarían por echar por tierra el proyecto primigenio del
Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, que fue fundado:
con intento que estos indios, sabiendo latinidad y
entendiendo los misterios de la Sagrada Escritura, se
arraigasen en la fe más de veras y confirmasen en ella á los otros que no sabían tanto, y ayudasen á los Religiosos
que no entendían bien la lengua, interpretando al pueblo
en ella lo que dijesen.3
Objetivo que los colegiales lograron con creces y demostraron a
través de diversas actividades de apoyo a la evangelización.
HUMANIDAD INDÍGENA
En 1537, en contra de quienes defendían la irracionalidad de los
indios, Paulo III había declarado la capacidad de éstos para recibir
la fe cristiana y la injusticia del despojo de sus legítimos bienes en
virtud de dicha capacidad, a través de la reputada bula Sublimis
Deus. Expedida a instancias de la argumentación presentada por
Julián Garcés, obispo de Tlaxcala, Paulo III manifestó que:
2 “Ninguna cosa hay en este mundo, por buena y provechosa que sea, que deje de tener contradicción, porque según son diversos los gustos de los hombres, lo que á unos contenta á otros desagrada. Y así este colegio y el enseñar latin á los indios, siempre tuvo
sus contradictores”. En Jerónimo de Mendieta, Historia Eclesiástica Indiana, México, Porrúa, 1980, lib. IV, cap. XV, pp. 414-415. 3 Códice franciscano. Siglo XVI, edición de Joaquín García Icazbalceta, México, Salvador Chávez Hayhoe, 1941, p. 62.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 132 ~
Teniendo en cuenta que aquellos indios, como
verdaderos hombres que son, no solamente son capaces
de la fe cristiana, sino que (como nos es conocido), se acercan a ella con muchísimo deseo; y queriendo proveer
los convenientes remedios a estas cosas, que los dichos
indios y todas las otras naciones que en lo futuro vendrán a conocimiento de los cristianos, aun cuando estén fuera
de fe, no están sin embargo privados ni hábiles para ser
privados de su libertad ni del dominio de sus cosas... y
que los dichos indios y otras naciones sean convertidos a la dicha fe de Cristo por medio de la predicación de la
palabra de Dios y del ejemplo de la buena vida...4
No bastaron, sin embargo, estas declaraciones para dejar de poner
el asunto en el tapete de la discusión. A la disputa sobre la justicia-
injusticia de la conquista, se suma la de la educación superior
indígena y la ordenación sacerdotal. Más bien, se iba tornando en
un problema difícil de dirimir por las grandes implicaciones –y
graves, según algunos pareceres– que tenía: al permitir al indígena
el acceso a la educación superior según el modelo universitario –
Gramática, Retórica, Artes y Teología–,5 con el fin de profundizar
su conocimiento en la fe se robustecía el reconocimiento pleno de
su humanidad, con igualdad de capacidades y dignidad que el
español. No sólo podrían participar de los sacramentos básicos y
comunes que los transformarían en cristianos (nuevos, pero
cristianos al fin y al cabo), como eran: el bautismo, la
confirmación, la penitencia, el matrimonio y más tardíamente la
eucaristía (1547),6 sino también de aquél reservado a los llamados
por el Señor: el orden sacerdotal. De esta manera, la educación
superior indígena estuvo, desde sus inicios, ligada a la posibilidad
de instituir un clero de raíz indígena. El proyecto se quedó a medio
camino.7
La consideración de formar un clero indígena, sin duda,
estuvo presente en la mente no sólo de quienes impulsaron y
sostuvieron en su primera época el Colegio de Santa Cruz, sino
también de todos aquellos –religiosos y no religiosos– que
4 Bula Sublimis Deus, tomada de Silvio Zavala, Repaso histórico de la bula Sublimis
Deus de Paulo III, en defensa de los indios, México, Universidad Iberoamericana-Departamento de Historia, México, 1991, p. 118. 5 “Tuvieron notables y gravísimos maestros; en la latinidad (después de Fr. Arnaldo de Bassacio) á Fr. Bernardino de Sahagun y á Fr. Andrés de Olmos, y en la retórica, lógica y filosofía al doctísimo Fr. Juan de Gaona, todos ellos excelentísimas lenguas mexicanas…”. En Mendieta, op. cit., lib. IV, cap. XV, p. 415. 6 En las juntas eclesiásticas anteriores al primer concilio provincial (1524, 1532, 1537, 1539 y 1546), un tema recurrente fue la administración de los sacramentos a los
indígenas. 7 En el contexto del siglo XVI, un proyecto de tal magnitud como el Colegio de Santa Cruz no sólo generó admiración y expectación, sino también incertidumbre frente a lo que podía esperarse de la educación superior indígena.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 133 ~
dudaban de la capacidad indígena para recibir la fe cristiana y sus
sacramentos. El Primer Concilio Provincial, celebrado en 1555 en
la ciudad de México, estableció en su capítulo XLIV (De el
examen que se debe hacer antes que sean ordenados los clérigos o
dadas reverendas, y que no se den más de para un orden sacro) la
prohibición de ordenar, entre otros, a quien “o fuere mestizo, indio
o mulato”.8
De acuerdo con los cronistas franciscanos Motolinía,
Mendieta, Torquemada y Sahagún, las principales objeciones a la
educación indígena en Santa Cruz fueron que:
1. La enseñanza del latín no reporta ningún
beneficio a la república;
2. los indios, al conocer la lengua latina,
fácilmente podían caer en herejías y errores;
y
3. en cuanto al sacerdocio, eran inhábiles por la
embriaguez y la falta de continencia.
En el campo de la discusión ideológica, no bastaron los progresos
evidentes de los estudiantes indios de Tlatelolco. Durante los años
40 del siglo XVI, habían egresado los primeros alumnos del
colegio y sus aportaciones a la obra evangelizadora fueron
evidentes, particularmente en la traducción latina y de lenguas
indígenas. Cuenta Sahagún que:
Los españoles y los otros religiosos que supieron esto,
reíanse mucho y hacían burla, teniendo por muy
averiguado que nadie sería poderoso para poder enseñar gramática a gente tan inhábil; pero trabajando con ellos
dos o tres años, vinieron a entender todas las materias del
arte de la gramática, y a hablar latín, y a entenderlo, y a escribir en latín, y aun a hacer versus heruicus. Como
vieron esto por experiencia, los españoles seglares y
eclesiásticos espantáronse mucho cómo aquello se pudo hacer.
9
Al lado de nombres de colegiales sobresalientes que se educaron
en Tlatelolco, como Antonio Valeriano, Alonso Vejerano, Martín
Jacobita, Pedro de San Buenaventura,10
Hernando de Ribas o el
indio Miguel de Cuautitlán, quedan también como ejemplo de
8 Cfr. Primer concilio provincial mexicano, p. 51-52, en Pilar Martínez López-Cano (coord.), Concilios provinciales mexicanos. Época colonial, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas-Seminario de Historia Política y Económica de la Iglesia en
México, 2004 (Disco compacto). 9 Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, t. II, 1ª reimpr., México, CONACULTA (Col. Cien de México), 2002, p. 929. 10 Ibid, t. I, p. 131.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 134 ~
dicho quehacer las cartas latinas escritas al rey por los indios Pedro
Pedro Motecuhzoma, Antonio Cortés, Hernando de Molina y
Baltasar Hernández, y muy particularmente las de Pablo Nazareo,
reclamando justicia en tierras y tributos.
Pablo Nazareo, indio noble educado en Tlatelolco, solicitó
a Felipe II el reconocimiento de su estirpe y la restitución de
ciertas tierras en tres amplias cartas latinas (1556, 1561 y 1566),
que nos testimonian el quehacer de dicho colegio:
De igual modo yo, el susodicho don Pablo Nazareo, después de haber extirpado muchos males idolátricos al
precio de no pocos y variados géneros de penalidades,
por espacio de más de 42 años, y antes por la doctrina
cristiana que por la espada de los españoles, en compañía de otros pacifiqué estas provincias mexicanas instru-
yendo en la doctrina cristiana a los hijos de los indios,
enseñándoles a leer y escribir y a cantar en las iglesias, inculcándoles las costumbres cristianas... Por lo cual,
habiendo sido rector y maestro del dicho colegio de
Santa Cruz sin estipendio ni salario para el sustento de la vida, al presente yo y mi legítima mujer y nuestros hijos
pequeños hemos venido a parar en la más extrema
miseria…
Más adelante añade: Falta agregar cómo, para mejor y más felizmente
evangelizar a los indios, trabajé de día e insomne de
noche traduciendo el latín a nuestro idioma todos los
evangelios que se leen a lo largo del año en las iglesias de todo el mundo, a saber, los dominicales, los
santorales, los cuaresmales y los feriales, juntamente con
las sagradas epístolas que también me esforcé en tradu-cir, y no sólo estas cosas sino otras muchas de la misma
especie, y también procuré traducir con ahínco
innumerables sermonarios, todo lo cual, aprobado por el juicio de varones doctos en sagrada teología y expertos
en nuestra lengua, anda entre las manos de casi todos los
sagrados predicadores, así religiosos como clérigos, los
cuales, beneficiándose de nuestro trabajo y saboreando el fruto de nuestra fatiga, son de mucho provecho a todos
los pobladores de las Indias. Así pues, tales obras
nuestras son muy útiles a vuestra sacra y católica Majes-tad, y por consiguiente no hemos pecado contra vuestra
sacra y católica Majestad, sino que [por nosotros] se ha
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 135 ~
dignado el Señor obrar una gran salvación en todo el
orbe de las Indias.11
DOS POSICIONES ENCONTRADAS: BETANZOS Y DE CASTRO
No obstante todo ello, se trataba de minimizar, cuando no de
desvirtuar, reduciéndolo a una mera actividad mecánica y sin
ciencia alguna. Fue precisamente durante los años cuarenta que
más vivamente se habían aumentado las expectativas sobre los
logros alcanzados. Fue también el tiempo en que más acremente se
avivaron las disputas acerca de los peligros que representaba la
educación superior indígena. Por la importancia de quienes los
suscriben, dos testimonios son relevantes para evaluar el tono de la
disputa. Uno es el signado por fray Domingo de la Cruz y fray
Domingo de Betanzos; el otro por el teólogo zamorense Alfonso de
Castro.12
Fray Domingo de la Cruz, provincial de México de la
Orden de Predicadores13
y fray Domingo de Betanzos,14
célebre y
controvertido miembro de dicha orden debido a supuestas
imputaciones de antiindigenismo, signaron el 5 de mayo de 1544
un breve documento enviado al rey que resume los argumentos del
porqué no debe confiarse a los indios: 1) el estudio, 2) la
predicación y 3) su ordenación. De manera sucinta, y sin una
argumentación teórica profunda, manifiestan que “los indios no
deben estudiar porque ninguno fruto se espera de su estudio”, ya
que no tienen autoridad entre los suyos “porque verdaderamente
son viciosos” y no se puede confiar la predicación de manera
alguna “por ser nuevos en la fe y no la tener bien arraigada, lo cual
sería causa que dijesen algunos errores, como sabemos por
experiencia haberlos dicho algunos”; además han demostrado que
11 El texto corresponde a la tercera carta, cuya traducción, realizada por Rafael Tena, la he tomado de Emma Pérez Rocha y Rafael Tena, La nobleza indígena del centro de México después de la conquista, México, INAH (Col. Obra diversa), 2000, pp. 346-348. 12 Ambos documentos se encuentran en el Archivo General de Indias. El manuscrito de fray Alfonso de Castro bajo la signatura “Indiferente General, 858”; el de fray Domingo de la Cruz y fray Domingo de Betanzos bajo la signatura: “Audiencia de México, 280”. 13 Fray Domingo de la Cruz fue nombrado provincial en el Capítulo general electivo del 23 de agosto de 1541 y se desempeñó como tal hasta agosto de 1544. 14 Fray Domingo de Betanzos, nacido en León, España, en 1480, arriba a la Nueva España en 1526 con el primer grupo de dominicos, encabezado por fray Tomás Ortiz. Es considerado por los cronistas de su orden como fundador de la Provincia de Santiago. De recia personalidad e inclinación hacia la vida eremítica, fue objeto de duras críticas por supuestos comentarios sobre la incapacidad indígena que le acarrearon muchos inconvenientes a lo largo de su vida, incluso con miembros de su propia orden, como Bartolomé de las Casas. Muere en Valladolid en 1549, declarando ante escribano “que ningún crédito den a cosa que yo por dicho ni por escrito haya hablado y dicho contra los
indios en perjuicio porque no me acuerdo haber hecho tal, pero si se hallare, digo que soy hombre y pude errar y así creo que erré por no haber sabido su lenguaje o por ignorancia…”. En Pedro Fernández Rodríguez, Los dominicos en la primera evangelización de México, Salamanca, Editorial San Esteban, 1994, p. 281.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 136 ~
“no tienen habilidad para entender cierta y rectamente las cosas de
la fe ni las razones de ellas ni su lenguaje es tal ni tan copioso que
se pueda por él explicar sin grandes impropiedades que fácilmente
pueden inducir en grandes errores”. De lo anterior concluyen que
no deben ser ordenados “así por ser nuevos en la fe, como por no
entender bien qué cosa sea y cómo se debe recibir tan alto
sacramento y porque todas las cosas se ordenan con algún fin”. La
conclusión, o más bien el veredicto, es contundente: “quitada estas
razones por qué estudiar como cosa muy necesaria, queda que se
les debe quitar el estudio”.
Es importante anotar en este punto que las grandes discu-
siones generadas por la legitimidad de la conquista, ocupación,
usufructo de las riquezas y bienes de las tierras y el trabajo de sus
poseedores pasaron a España siendo objeto de disputas académicas
tanto en recintos religiosos como en universidades. Así, por
ejemplo, recordamos las dos Relecciones de Francisco de Vitoria
sobre los indios, donde en la primera aborda “con qué derecho los
indios han venido al poder de los españoles; la potestad de los
príncipes cristianos de España sobre los indios en los órdenes
temporal y civil; y qué poder tienen los Reyes de España y la
Iglesia en el orden espiritual y religioso sobre los Indios”.15
En la
segunda trata sobre el Derecho a la Guerra en relación con la
licitud, autoridad, causas y trato a los enemigos, en relación con la
conquista de las Indias.16
El teólogo franciscano Alfonso de Castro,17
por su parte,
redactó una muy elaborada y meditada defensa contra los que
alertaban sobre el peligro de la educación indígena y su ulterior
fin: la ordenación sacerdotal. Su larga y estructurada argumen-
tación18
cuenta al final con el parecer aprobatorio de los insignes
teólogos: fray Francisco de Vitoria, fray Francisco Castillo, fray
Andrés Vega, Constantino de la Fuente y fray Luis de Carvajal. De
Castro comienza su discurso con el planteamiento fundamental del
problema: “Se me ha preguntado si a los hombres del Orbe Nuevo,
a los que el vulgo llama indios... sea conveniente instruirlos en las
artes que llaman liberales y enseñarles la sagrada teología y
revelarles todos los misterios de nuestra fe”. Pasa luego a la
declaración de los argumentos que en contra se esgrimen, los
cuales, refutados contundentemente tras el desarrollo del discurso,
se resumen en: 1) los indios son inconstantes en sus opiniones y
15 Ibid., p. 35. 16 Ibid., pp. 38-39. 17 Alfonso de Castro, famoso teólogo y predicador de la Orden de Hermanos Menores (OFM), nació en Zamora en 1485, fue consejero y predicador de la Casa Real Española y enviado por ella al Concilio de Trento. Murió en Bruselas, Bélgica, en 1558. 18 Ignacio Osorio Romero se refiere a ella como un ensayo. En Ignacio Osorio Romero, La enseñanza del latín a los indios, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Filológicas-Centro de Estudios Clásicos (Bibliotheca Hvmanistica Mexicana, 4), 1990, p. LXXIII.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 137 ~
pueden regresar a sus idolatrías, oponiéndose a los españoles con
las mismas armas que éstos les dieron; 2) no deben revelarse los
misterios santos de nuestra fe a estos hombres “por la obscena vida
de vicios que tienen”; 3) los libros sagrados no deben ser
entregados al pueblo, puesto que son “como los vasos en los cuales
se contienen los misterios de nuestra fe”. De Castro manifiesta su
“ingenuo” parecer distinto que desarrolla con el apoyo de las
Sagradas Escrituras (Antiguo y Nuevo Testamento), de varios
padres de la Iglesia y autores cristianos. Así, para él, resulta claro
que el conocimiento y predicación del Evangelio proclamado por
Jesucristo es universal, sin excepción de nación o pueblo alguno, y
que si bien pueden aducirse errores en los cristianos nuevos o
recién convertidos, también los hay en los cristianos viejos, ya que
los misterios de la fe no son revelados a todos, pues existen
diversos niveles de capacidades y de auditorio. Asimismo, nos
recuerda que San Pablo, por excelencia el apóstol de los gentiles,
“escribiendo a neófitos trató tan altos misterios y se ocupó de tan
difíciles cuestiones” y que, por lo tanto, es deseable que entre los
ingenios más aguzados se escojan a aquellos hombres que funjan
como doctores de los demás: “Pero entre los indios –agrega– hay
muchos que si fuesen enseñados, entenderían óptimamente las
Sagradas Escrituras. Conviene enseñar a éstos para que ellos
puedan enseñar y defender a otros.” Más adelante, concluye que
así como es necesario que no se prohíba a los indios el estudio de
la teología y la predicación, también debe procurarse la enseñanza
de las restantes artes llamadas liberales, ya que: “estas artes, como
sirvientas, sirven a la Teología, la cual es su señora y reina”.
COLOFÓN
Ciertamente ambos documentos nos muestran de manera clara el
terreno espinoso en el que se debatía el problema. Sin embargo,
muchos años después, hacia 1570, el informe que la provincia
franciscana del Santo Evangelio presentó al visitador Ovando
constata que esta cuestión seguía vigente, al tratar sobre la exis-
tencia del Colegio de Tlatelolco:
...acá no le ha faltado harta contradicción y emulación á
aquella obra, de parte de los seglares, por quitar aquella
policía y aprovechamiento á los indios, en los cuales tiene por mal empleado cualquiera beneficio que se les
haga... y aun algunos de la misma orden le han puesto no
poca contradicción y pretendido que se deshiciese este colegio.
19
19 Códice franciscano, op. cit., pp. 62-63.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 138 ~
Más adelante el informe concluye y converge en la posición que
terminará por imponerse:
La conclusión de esto es, á lo que alcanzo, y á lo que
siempre he oído y visto tratar á los más y que mejor
sienten, que para los indios no son Artes ni Teología ni
otras facultades, ni hay para qué se las enseñar, mas la Gramática sí, porque con ella aprovechan muy mucho, y
ayudan á los ministros de la iglesia en las cosas arriba
dichas, y asimismo á sus repúblicas en el gobierno temporal dellas...
20
Tardía y vanamente, en 1728, el comisario general de los
franciscanos intentó revivir el colegio tomando a su costa varios
alumnos indios para su educación en el lugar que antiguamente
había funcionado como escuela.21
El Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco representó un tubo
de ensayo en el que se probó una gran aspiración utópica del siglo
XVI, que creyó ver en la raza indígena la semilla de una nueva
cristiandad; corrió la suerte que se le impuso, pero fue evidente que
gracias a la aplicación de sus alumnos, cada uno de ellos cons-
tituyó una confirmación de su verdadera naturaleza, la de todos: la
humana; la principal actividad y aprovechamiento fue, sin duda, la
de las letras, la filológica: fueron renombrados los llamados
“indios latinistas”; de hecho, en la escala ascendente de los
estudios superiores, la gramática constituyó el peldaño base hacia
el sacerdocio; gracias a su gran pericia como traductores, el
misionero pudo allegarse de medios directos y efectivos para su
cometido; no obstante, el debate lo ganó la posición ideológica que
más garantizaba la mansedumbre de este sector, y asimismo la
estabilidad política y económica del reino: la más terrenal.
ARCHIVOS Archivo General de Indias (AGI): Indiferente General, 858; Audiencia de
México, 280.
BIBLIOGRAFÍA
Códice franciscano. Siglo XVI, ed. Joaquín García Icazbalceta, México, Salvador Chávez Hayhoe, 1941.
20 Ibid, p. 63. 21 AGI: Audiencia de México: 1937.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 139 ~
Concilios provinciales mexicanos. Época colonial, Pilar Martínez López-
Cano (coord.), México, UNAM-Instituto de Investigaciones
Históricas-Seminario de Historia Política y Económica de la Iglesia en México, 2004 (Disco compacto).
Fernández Rodríguez, Pedro, Los dominicos en la primera
evangelización de México, Salamanca, Editorial San Esteban, 1994.
Mendieta, Jerónimo de, fray, Historia Eclesiástica Indiana, México,
Porrúa, 1980.
Osorio Romero, Ignacio. La enseñanza del latín a los indios, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Filológicas-Centro de
Estudios Clásicos (Bibliotheca Hvmanistica Mexicana, 4), 1990.
Pérez Luna, Julio Alfonso, El inicio de la evangelización novohispana. Edición, traducción y estudio introductorio del manuscrito “La
Obediencia”, México, INAH, 2001.
Pérez Rocha, Emma, y Rafael, Tena, La nobleza indígena del centro de
México después de la conquista, México, INAH (Col. Obra diversa), 2000.
Sahagún, Bernardino de, fray, Historia general de las cosas de Nueva
España, t. I y II, 1ª reimpr., México, CONACULTA (Col. Cien de México), 2002.
Zavala, Silvio, Repaso histórico de la bula Sublimis Deus de Paulo III,
en defensa de los indios, México, Universidad Iberoamericana-Departamento de Historia, México, 1991.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 140 ~
INDÍGENAS DE TEZCOCO EN EL PRIMER SIGLO DE LA COLONIZACIÓN
Patrick Lesbre
Universidad de Toulouse, IRIEC Resumir en pocas páginas la evolución de Tezcoco prehispánico a Tezcoco colonial es un reto casi imposible, por eso sólo se proporcionarán aquí algunas consideraciones limitadas al mundo indígena, y no se detallarán la implantación de los españoles, negros y mestizos, los aspectos económicos o las luchas por tierras y agua. Antigua capital de reino e imperio, Tezcoco1 presenta un caso apasionante de indios urbanos, desgraciadamente casi olvida-dos por los estudios coloniales.2
En la primera parte, recordaremos las destrucciones ini-ciales de esta ciudad, para mostrar después cómo se constituyó una nobleza indígena colonial que luchó por mantener sus privilegios y preservar su memoria e identidad. Al mismo tiempo, los indios rasos intentaban escapar de su tutela para conformar una sociedad nueva, menos tradicional, a la par que soportaban los tributos y el tequitl impuestos por los españoles.
DESTRUCCIÓN DE TEMPLOS Y DEFENSORES DE LA RELIGIÓN PREHISPÁNICA No insistiremos en esos acontecimientos, conocidos por muchos estudiosos. Tezcoco no fue arrasada ni sitiada, a diferencia de México, pero sí fue en parte incendiada cuando las tropas de Cortés y sus aliados tlaxcaltecas regresaron a finales de diciembre de 1520 y quemaron parte del palacio de Nezahualpilli.3 Los ídolos
1 Ortografiamos intencionalmente Tezcoco y no Texcoco para diferenciar la ciudad colonial de la ciudad actual. No hemos optado por una ortografía para distinguir la ciudad prehispánica (que muchos ortografían Tetzcoco) por no querer entrar en las polémicas sobre la etimología de tal nombre que unos quieren originar en texcalli, rocas y otros en texcotli, jarilla, cuando posiblemente tenga que ver también con Tetzicoco o con otomí. 2 Así el libro publicado en 2010 por Felipe Castro (coord.), Los Indios y las Ciudades de Nueva España no incluye ningún trabajo sobre Tezcoco. 3 La lista de los dieciséis edificios quemados apareció en el Códice Chimalpahin publicado por Anderson y Susan Schroeder: “Huey calli.oztocalli. Mizquititlâ. Macpalxochititlâ. Tlahchuilolcalli. Piltzintecuhxochititlâ. Papaloxochititlâ. Amanalten-co. Xolocalli. Pochotitlan. Tlamelauhya. Tlilcalli. Ocoxochicalli. Mixcohuacalli. Oztocallapâco. Calyahualco”. En Codex Chimalpahin: society and politics in Mexico Tenochtitlan, Tlatelolco, Texcoco, Culhuacan, and other Nahua altepetl in central Mexico: the Nahuatl and Spanish annals and accounts collected and recorded by don Domingo de San Antón Muñón Chimalpahin Quauhtlehuanitzin, ed. y trad. de Arthur
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 141 ~
hallados en casa de don Carlos Ometochtzin parecen haber sido escondidos alrededor de 1522.4 Luego en enero de 1525, los religiosos franciscanos incendiaron los templos de Tezcoco, todavía intactos (con excepción del Templo Mayor, muy vero-símilmente incendiado en enero de 1521, cuyo santuario fue transformado por Cortés en palacio):5
Lo primero que hicieron los frailes fue poner fuego al templo mayor, que era en quien todos los ciudadanos tenían puestos sus ojos, y cuando le vieron arder, que era un día de mercado, comenzaron a hacer grande sentimiento y a derramar lágrimas y dar grandes voces, alterándose todo el pueblo.6
Así destruyeron el recinto sagrado tezcocano.7 Desde entonces, la evangelización se mostró más agresiva y logró conversiones masivas de la población indígena a finales de los años 1520. Pero el arzobispo Zumárraga tuvo que pelear contra defensores de valores religiosos tradicionales como Martín Ocelotl y Andrés Mixcoatl.8 Éstos, pese a ser perseguidos por la Inquisición apostó-lica, no fueron ejecutados. Sin embargo el caso de don Carlos Ometochtzin, quemado en diciembre de 1539, aparece como mancha indeleble en la política española de colonización. Acusado de idolatría, no pudo ser condenado por ese motivo y la imputación fue la de hereje dogmatizador.9 Al parecer, el virrey don Antonio de Mendoza y el arzobispo fray Juan de Zumárraga no quisieron dejar acceder al poder en Tezcoco, después de la muerte del
J.O. Anderson y Susan Schroeder, Norman, University of Oklahoma Press, 1997, pp. 188-189. 4 “Que puede haber diecisiete años, que oyó decir […] que Tlalchachi […] había puesto allí aquellos ídolos”. Cfr. Proceso inquisitorial del cacique de Tetzcoco don Carlos Ometochtzin, México, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, 1980, p. 27; 2009, Declaración hecha en julio de 1539. 5 AGN, Mercedes, vol. 4, exp. 991 : “Que en la dha ciudad esta un cue y edificios antiguo que fue de neçahualcoyotl Sr y Cacique que fue de ella y que en el tiempo quel marques del Valle vino a la conquista desta tierra por su mandado se hedificaron ensima del dho cue unos aposentos para su morada”. 6 Torquemada, Monarquía Indiana, México, UNAM, 1977, vol. 5, pp. 82-83; lib. XV, cap. 19. 7 Se mantuvo algunos años como lugar temible en el que rodeaban diablos. Cfr. Motolinia, Historia de los indios de la Nueva España, México, Porrúa, 1985, p. 226; tratado II, cap. 3: “Pasando de noche por el patio de los teocalme [templos], que son las casas del demonio, salió a ella el demonio y echó mano de la criatura, queriéndola tomar a la madre que muy espantada estaba, porque no estaba bautizado ni señalado de la Cruz. Y la India decía: “Jesús, Jesús”, y luego el demonio dejaba el niño, y en dejando la India de nombrar a Jesús, tornaba el demonio a quererla tomar el niño. Esto fue tres veces, hasta que salió de aquel temeroso lugar”. 8 Procesos de indios idólatras y hechiceros, Ed. facsimilar, México, Secretaría de Gobernación-Archivo General de la Nación, 2002, pp. 17-51 y 53-78. 9 Proceso inquisitorial del cacique de Tetzcoco don Carlos Ometochtzin, op. cit, 1980, p. 82; 2009, p. 101.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 142 ~
cacique don Pedro Tetlahuehuetzquititzin,10 a un miembro de la familia real que, pese a haber sido bautizado, consideraba todavía a los españoles y a los religiosos como importunos. Había engañado a los religiosos, mandando a la escuela franciscana a un joven en vez de a su hijo; criticaba la multiplicidad de oraciones y de órdenes religiosas y sus discordias: “y cada uno de ellos enseña a su manera […] y así mismo era entre los que goardaban a los dioses nuestros […] y así lo hacen los frayles y clérigos, que ninguno concierta con otro”.11 Pero sobre todo no aceptaba la presencia española y, según los testigos que lo acusaban, pedía el regreso a la autoridad indígena tradicional:
Hermanos, dad acá, quién son estos que nos mandan y están sobre nosotros y nos vedan y deshacen, pues aquí estoy yo, que soy señor de Tezcuco, y allí está Yoanizi, señor de México, y allí está mi sobrino Tezapili, que es señor de Tacuba; y no hemos de consentir que ninguno se ponga entre nosotros ni se nos iguale; después que fuéremos muertos bien podrá ser, pero agora aquí estamos y esta tierra es nuestra y nuestros agüelos y antepasados nos la dexaron.12
Por otro lado, conviene señalar que Tezcoco ganó su lugar en la sociedad colonial en vía de consolidación, al participar en las distintas campañas militares de los españoles contra otras zonas de Nueva España, a veces muy distantes.13 Primero participaron en la conquista del resto del imperio azteca y de señoríos independientes
10 Murió en mayo de 1539, porque en el proceso de don Carlos de julio de 1539 se habla de él en pasado: “que puede haber dos meses, poco más o menos, que falleción don Pedro su marido desta que depone, señor que a la sazón era de Tezcuco”. Proceso inquisitorial del cacique de Tetzcoco don Carlos Ometochtzin, op. cit., p. 33. La carta de Don Juan de San Antonio menciona que gobernó (‘reinó’) siete años y medio. En Codex Chimalpahin, (Codex Chimalpahin: society and politics in Mexico Tenochtitlan, Tlatelolco, Texcoco, Culhuacan, and other Nahua altepetl in central Mexico: the Nahuatl and Spanish annals and accounts collected and recorded by don Domingo de San Antón Muñón Chimalpahin Quauhtlehuanitzin, op. cit., vol. 2., p. 219. Sahagún supone que que ‘reinó cinco años’. En Historia General de las cosas de Nueva España, estudio, paleografía, glosario y notas de Alfredo López Austin y Josefina García Quintana, 3a ed., México, CONACULTA, 2000, lib. VIII, cap. 3, p. 730. 11 Proceso inquisitorial del cacique de Tetzcoco don Carlos Ometochtzin, op. cit., 1980, pp. 6 y 41; 2009, pp. 33 y 65. Conviene de inmediato reparar que no son palabras propias de don Carlos, sino las que le atribuyen testigos en contra, que buscan a menudo descalificarlo de la vida política tezcocana. 12 Ibid., 1980, pp. 48-49 ; 2009, p. 71 (XXVIb, declaración de Cristóbal indio de Chiconautla). 13 Alva Ixtlilxochitl las evoca en su Sumaria Relación de todas las cosas [SRTC]: “Y después de ganada, a las entradas que se hacían dentro de México iba mucha cantidad de principales y naturales de Tezcuco en guarda y ayuda de los españoles como fue a Meztitlan, Tototépec, Panico [Pánuco], Ytecoma, Ixlahuacan”. En Obras históricas, Mexico, UNAM, 1975, p. 392.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 143 ~
(Meztitlan, Huasteca, Tototepec, expedición de las Hibueras). Este aspecto queda por documentar, pero sabemos que murieron tezcocanos en las campañas de Nuño de Guzmán o de Antonio de Mendoza en Jalisco. Incluso murió un cacique tezcocano en la Florida. Si esas campañas militares permitieron ganar o afianzar el estatuto de aliados de los españoles, su precio en vidas humanas contribuyó al debilitamiento de la sociedad indígena tradicional, sin alcanzar las cifras dramáticas causadas por las epidemias (1520, 1545, 1565, 1576, etc.) que la diezmaron.
DESTRUCCIÓN DE UNA CAPITAL Y DE UN REINO Tezcoco fue capital en época prehispánica; capital del reino de Acolhuacan en época del padre de Nezahualcoyotl,14 antes de ser sometida por Azcapotzalco en 1418; capital de imperio cuando compartió el poder con México-Tenochtitlan y Tlacopan para fundar el imperio de la Triple Alianza,15que unos quieren ver como imperio azteca centralizado en México con un emperador único. La existencia de una sala reservada a los señores de Tlacopan y Tezcoco en el palacio de Moctezuma16 y de una sala reservada a los señores de México y Tlacopan en el palacio real de Tezcoco17 nos parece suficiente argumento para corroborar la existencia de tal alianza que unos consideran como invención colonial.18 La 14 Se puede ver en el Códice Xólotl, lám. 5 (ángulo superior izquierdo: escena 050 A en la codificación de Marc Thouvenot) la lista de pueblos que servían de recámara al príncipe Ixtlilxochitl niño, o sea durante el reinado de Techotlalatzin: incluye Cuextecatlichocayan, Tepepulco, Tizayocan, Ahuatepec, Axapuchco, Quauhtlatzinco. Otros señores de pueblos aparecen como tributarios de Tezcoco por tener huictli (coa) en mano: Teotihuacan, Tezoyocan, Tepechpan, Chicunauhtlan. En cambio Huexotla, Coatlichan y Coatepec aparecen como aliados de Tezcoco y no tributarios. Cfr. Charles Dibble, Códice Xólotl, México, UNAM, 1980, p. 78; Marc Thouvenot, Codex Xolotl. Étude d’une des composantes de son écriture: Les Glyphes. Dictionnaire des éléments constitutifs des glyphes, tome Codification, Paris, Editions Sup-Infor, 2001, 4300 pp. 15 El Mapa Quinatzin (realizado alrededor de 1541) presenta a catorce señores en el patio central del palacio real de Tezcoco, constituyendo así la lista más verosimil del reino acolhua en el siglo XV (con una duda para el señor de Chiautla): aparecen los antropónimos de los señores o tlatoque de Teotihuacan, Acolman, Tepetlaoztoc, Huexotla, Coatlichan, Chimalhuacan, Otompan, Tolantzinco, Quauhchinanco, Xicotépec, Tepechpan, Tezoyocan, Chicunauhtla, Chiauhtla. Eduardo de Jesús Douglas comentó con fineza esa escena. En “Figures of Speech: Pictorial History in the Quinatzin Map of abouyt 1542”, in Art Bulletin, vol. 85, n. 2, United States, College Art Association of America, 2003, pp. 281-309. 16 Códice Mendocino, fol. 69r. Para discusión sobre lo artificial de esta presentación, que borra la antiguedad de Huexotla o los vínculos de Chiconautla con Tenochtitlan, ver el artículo por publicar de Lori Boornazian Diel, Texcoco’s Subordinate Lords in the Mapa Quinatzin and Beyond. Para simple presentación de los glifos de esos catorce señores ver Luz María Mohar, “Glifos y nombres en el Mapa Quinatzin”, Amerindia, vol. 23, Paris, Centre d’Etudes des Langues Indigènes d’Amérique (CELIA), 1998, pp. 35-52 17 Mapa Quinatzin, lám. ‘2’ (palacio real), ángulo inferior izquierdo. 18 Cfr. Suzanne D. Gillespie, “The Aztec Triple Alliance: A Postconquest Tradition” in Elizabeth Hill Boone y Tom Cummins (eds.), Native Traditions in the Postconquest World, Washington, Dumbarton Oaks, 1998, pp. 233-263; y más recientemente, Jongsoo
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 144 ~
desgracia de Tezcoco fue la pérdida de los códices que registraban sus provincias tributarias: Motolinía resume hacia 1541 un documento pictográfico, desgraciadamente perdido, que detallaba quince provincias;19 Alva Ixtlilxochitl cita en sus obras los ‘Padrones reales’ de Tezcoco y se basa en ellos para dar los apellidos de los calpixque de Nezahualcoyotl y la cantidad precisa de tributo de varias provincias, incluyendo México.20 No sobrevivió en su forma pictográfica, pero hoy en día todos conocen la lista de provincias tributarias de México presentes en la segunda parte del Códice Mendocino21 o en la Matrícula de Tributos, y casi nadie toma en cuenta las listas alfabéticas realizadas por Tlacopan o los testimonios de códices tributarios tezcocanos perdidos.
Este trabajo no pretende rehabilitar el papel de Tezcoco en la Triple Alianza prehispánica,22 sino centrarse en los trastornos sufridos por la ciudad y la población indígena acolhua en el primer siglo de la colonización, o sea hasta 1621 aproximadamente. La conquista dejó a México arrasado y a Tlacopan mutilado ya que los colonos españoles invadieron su territorio; y a Tezcoco en un estado poco mejor por encontrarse algo distante de la capital novohispana y tener la laguna en medio, lo cual contribuyó en gran parte a su preservación. En agosto de 1521 con la captura de Cuauhtémoc y de Coanacochtzin (tlatoani de Tezcoco refugiado en México durante el sitio final de 1521), Cortés proclama el fin del imperio azteca y la libertad de los pueblos oprimidos por éste. El reino acolhua fue desmembrado y cada pueblo recobró su libertad (para simplificar): así Tequiztitlan y Totoltzinco aprovecharon esos años de relativa libertad.23 De capital, Tezcoco pasó a ser Lee, “Aztec Triple Alliance as a Colonial Transformation of Prehispanic Political and Tributary System”, en Texcoco: Prehispanic and Colonial Perspectives, pp. 62-98 (por publicar). 19 Motolinia, Memoriales, Ed. crítica de Nancy Joe Dyer, México, El Colegio de México (Biblioteca Novohispana III), 1996, pp. 557-559. Cfr. Zorita, Los Señores de la Nueva España, México, UNAM, 1963, cap. 18, p. 193. Dice la autora:“En Texcoco tenían aplicados quince pueblos principales con sus sujetos, […] y los pone fray Toribio Motolinía en lo que escribió de la Nueva España, con la insignia de cada pueblo, por donde se podrán saber sus nombres, y todo era tierra de Texcoco”. La versión publicada en 1999 por Ethelia Ruiz Medrano, Wiebke Arhndt y José Mariano Leyva tiene una alusión menos precisa por no mencionar glifos: “nombra quince pueblos que no tenían más tributo que reparar las casas del Señor de Tlezcuco y los templos”. Zorita, Relación de la Nueva España, ed. por Ethelia Ruiz Medrano, Wiebke Ahrndt y José Mariano Leyva, México, Conaculta, 1999, vol. 1, p. 203; lib. I, cap. 9. 20 Fueron estudiados por Hjordis Nielsen, “The 2:2:1 Tribute Distribution in the Triple Alliance”, Ancient Mesoamerica, vol. 7, n. 2, Cambridge, Cambridge University Press, 1996, pp. 207-214; y por nosotros en nuestra tesis de doctorado en antropología: Lesbre, Tezcoco Acolhuacan face à Mexico Tenochtitlan d’après les sources historiques, 1431-1521, Toulouse, Université de Toulouse, 1996, parte III, cap. 1 y 2. 21 Códice Mendocino, fol. 19r a 55r. 22 Para esto remitimos a nuestra tesis de antropología defendida en la EHESS de París en 1996. 23 AGI, Justicia 128, fol. 89r, pregunta 5 del interrogatorio de Tequeciztlan en diciembre de 1537: “Yten si saben etc que el caçique e prençipales del dho pueblo de Tequeçistlan e Totolçingo por vtud del dho mand° se entraron en las dhs tierras y estançias e las tuvieron
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 145 ~
considerada administrativamente como pueblo, rebajándola al nivel de los varios poblados vasallos que antes estaban sometidos a ella. Cortés se la adjudicó para sí y entregó las demás ciudades acolhuas a conquistadores españoles.24 Luego Tezcoco pasó a ser tutela de la Corona25 y posteriormente recobró el título honorífico de ciudad con la real cédula de 1551 que se debe a las gestiones realizadas por don Hernando Pimentel. Tezcoco fue de las pocas urbes indígenas en ser considerada en época colonial como ciudad, con Tlaxcala, México, Xochimilco, Cholula, Huejotzinco, Tepea-ca, Tehuacan, Tzintzuntzan o Tlacopan26. Este cambio honorífico de apelación constituyó, sin lugar a dudas, una mejora administrativa para Tezcoco, pese a no ser considerada oficial-mente como antigua capital de imperio, como Cuzco.
CONSTITUCIÓN DE UNA NOBLEZA INDÍGENA COLONIAL
El poder colonial español del siglo XVI se apoyó en las élites indígenas, con tal de que aceptasen ser cristianas. Les devolvió parte de sus prerrogativas, les concedió títulos, funciones administrativas incluso hasta más importante, y educó a sus hombres y mujeres en los nuevos valores (fe cristiana, escritura alfabética, fidelidad al rey de España). Se conoce bien el caso del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco,27 pero se olvida a menudo que este proyecto se experimentó inicialmente en Tezcoco en los primeros años de evangelización al abrir una casa de recogimiento
e poseyeron çinco e seys años quite e paçificamente viendolo e sabiendolo los de Tescuco e no lo contradiciendo”. 24 AGI, Justicia 128, fol. 22r: “fasta que el marques del valle e los otros españoles vinieron a esta Nueva España e dividieron los dhos pueblos e los depositaron en españoles”. Hasta las más lejanas ciudades indígenas como Cuauhchinanco.Cfr. AGI, Justicia 113, ramo1, fol. 21v: “q el dho marques del Valle habló a los señores de Guaochinango e les dixo que heran de Villanueva e que le sirviesen e que este t° lo vido e se halló presente quando se lo mandó el dho marques”. 25 Cedulario de Puga, 1528, fol. 27r (Madrid, 5 de abril de 1528). Pero esa real cédula parece haber tardado en ser aplicada, como lo confirma Alonso de Zorita: “y tiene vuestra majestad mandado que Texcoco y su tierra con otros pueblos y cabeceras se pongan en su Real Corona, como parece por la segunda instrucción que vuestra majestad mandó dar a la Audiencia de México, cuya fecha es en Madrid a cinco días del mes de abril de mil y quinientos y veinte y ocho años, y no se ha cumplido, porque los pueblos dichos, con ser tierra de Texcoco y muy poderosos y principales, están encomendados en particulares vecinos de México, con otros de la misma calidad.” Cfr. Zorita, Los Señores de la Nueva España, op. cit, p. 193; cap. 18. 26 Cfr. El estudio introductorio de Felipe Castro en Los Indios y las Ciudades de Nueva España, México, UNAM, 2010, pp. 20-21. Las demás se mencionan como villas, no como ciudades. 27 Cfr. (entre varios autores) Kobayashi, La educación como conquista, México, El Colegio de México, 1999, pp. 185-187, 207-284; Gonzalbo Aizpuru, Historia de la educación en la época colonial. El mundo indígena, México, El Colegio de Mexico, 2000, pp. 111-133; Osorio Romero, La enseñanza del latín a los indios, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Filológicas-Centro de Estudios Clásicos (Bibliotheca Hvmanistica Mexicana, 4), 1990.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 146 ~
para doncellas que recibió apoyo real en 1529.28 La experiencia no perduró mucho, pero señala los intentos iniciales por parte de los colonizadores españoles (religiosos y altos funcionarios), quienes todavía necesitaban a las élites indígenas.
La Rueda de Bobán es un documento pictográfico que resume muy bien los cambios históricos sufridos por Tezcoco, que se dividen en tres étapas simbólicas: la época chichimeca, la época azteca (con representación de dos señores como Itzcoatl y Nezahualcoyotl glosadas en náhuatl) y la época colonial, que recuerda la concesión de funciones de alcaldes a los indígenas y representando a los primeros indios que desempeñaron esas funciones.29
El modelo del cabildo indígena ya con cargos de goberna-dores, alcaldes, regidores, alguaciles, escribanos, etc., permitió a los descendientes de la dinastía real (nietos de Nezahualpilli, bisnietos de Nezahualcoyotl) insertarse en un orden colonial nuevo, que contrastaba con las violencias coloniales de los primeros años iniciadas por los conquistadores y colonos. Al principio el cargo de gobernador se confundió con el de cacique, pero a finales del siglo XVI ya se habían disociado. Hasta los miembros de la Real Audiencia tuvieron la inteligencia de conceder a jueces indígenas la posibilidad de intervenir en asuntos indígenas de otras partes, logrando homogeneizar poco a poco el país, al menos en lo que respecta al Valle Central y las provincias vecinas. Tenemos así el caso de Lorenzo de Luna, principal de Tezcoco, enviado por el virrey Antonio de Mendoza a zanjar pleitos sobre términos entre Ocuilan y Xalatlauco;30 Lorenzo del Águila, principal de Chiautla, enviado a zanjar un pleito entre Coacalco y Ecatepec (en abril de 1550 y septiembre de 1551) y mandado en septiembre de 1552 a Tepozotlan;31 o Francisco Maldonado, principal de Chiconautla, enviado a Zacateluca en 1549, Tlalmanalco en 1551 y a Oztoticpac en 1552.32 José Luis de 28 Cfr. AGI, Audiencia de México, 1088, leg. 1, f. 38r : Real cédula al cabildo de la ciudad de México, para que señale en el lugar más conveniente, el sitio necesario para hacer una casa y monasterio de monjas de la orden de San Francisco, como el de Tezcoco (Toledo, 24 de agosto de 1529). Cfr. Lesbre, “Clausura de muchachas indígenas, Tezcoco 1529”, in Patrick Lesbre y Katarzyna Mikulska (eds.), Aculturación novohispana, Bruxelles: (En prensa). 29 Cfr. Dibble, “The Boban Calendar Wheel”, en Estudios de Cultura Náhuatl, n. 20, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1990, p. 177. 30 AGN, Mercedes, vol. 1, exp. 93, fol. 48v. 31 Peter Gerhard, Síntesis e índice de los mandamientos virreinales 1548-1553, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1992, p. 70 (n. 269 -28 de abril de 1550, junto con tres principales de Xochimilco para averiguar un pleito entre Ecatepec y Coacalco-); p. 90 (n. 372 -18 de setiembre de 1551, junto don un principal de Xochimilco para averiguar si Coacalco es sujeto a Ecatepec); p. 111 (n. 465 -15 de setiembre de 1552, junto con Francisco de Torrijos para tomar residencia al gobernador y alcaldes de Tepuçuntlan). 32 Ibid., p. 137 (n. 560 -28 de septiembre de 1549, mandado a Zacateluca, Morelos); p. 87 (n. 354 -30 de mayo de 1551, mandado a Tlalmanalco) y p.114 (n. 478 -29 de octubre de
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 147 ~
Rojas ha estudiado este tema para el conjunto de Nueva España.33 A finales del siglo XVI unos cuantos nobles indígenas ocupan el cargo de juez gobernador en pueblos, que no corresponden a su procedencia: así don Lorenzo Pimentel, principal de San Juan Teotihuacan, fue juez gobernador de Atotonilco en 1590;34 y don Fernando de Alva es nombrado juez gobernador de Tlalmanalco en 1616 y 1617, así como juez gobernador de la provincia de Chalco en 1621.35
En los primeros años, Cortés intentó dar el poder, a hijos de Nezahualpilli demasiado jóvenes o inmaduros para poder oponérseles.36 Pero esa política no duró. Con don Fernando Cortés Ixtlilxochitl, cacique de Tezcoco de 1525 a 1531, tenemos un principio de restauración de cierto poder tezcocano, hasta tal punto que parece que Ixtlixochitl mató o mandó matar a ciertos caciques de pueblos que dependían de Tezcoco para poder recuperarlos (don Martín Izcoac, cacique de Tequiciztlan hacia 1529-31).37 Conviene señalar cómo Carlos V devolvió lo que quedaba del poder en Tezcoco a descendientes de Coanacoch, pese a que este último no hubiera colaborado con Cortés y, por el contrario, se hubiera resistido hasta agosto de 1521. Esta voluntad real de devolver po-der a hijos de los tlatoque legítimos es también una condena de la política iniciada y seguida por Cortés al inicio de la conquista y colonización.38 Después de agotar la línea de hijos directos de Nezahualpilli (se acaba con don Antonio Pimentel en 1545), el cacicazgo pasó, por elección, a don Hernando Pimentel, hijo de Coanacoch y nieto de Nezahualpilli.39 1552, mandado a Oztoticpac). Se reparará que esas diferentes misiones corresponden a la antigua zona de influencia acolhua dentro del imperio azteca. Resulta interesante señalar cómo Chiconautla estuvo más vinculada con Tenochtitlan que con Tezcoco, si nos fiamos en la página 69r del Códice Mendocino (aparece entre tres aliados privilegiados), y con la vajilla encontrada por Deborah Nichols en el palacio de Chiconautla. En Deborah L. Nichols, Christina Elson, Lesli G. Cecil, Nina Neiverns de Estrada, Michael D. Glascock y Paula Mikkelsen, “Chiconautla, Mexico: A Crossroads of Aztec Trade and Politics”, in Latin American Antiquity, vol. 20, n. 3, Washington, DC, Society for American Archaeology, 2009, 443-473. 33 Cfr. José Luis de Rojas, Cambiar para que yo no cambie. La nobleza indígena en la Nueva España, Buenos Aires, Ediciones SB, 2010, pp. 125-142; cap. 5. 34 AGN, Indios, vol. 4, exp. 519, f. 156v (Para que se pague a don Lorenzo Pimentel juez gobernador de Atotonilco lo q parece deversele). 35 Alva Ixtlilxochitl, Obras históricas, op. cit., vol. 2, pp. 336 y 344; véase también el anexo 10 y anexo 13 de esta misma obra. 36 Cervantes de Salazar, Crónica de la Nueva España, Madrid, Atlas, 1971, t. 1, p. 375; lib. IV, cap. 43: “Cómo Quizquiscatl fue rescebido por Rey de Tezcuco y de lo que más subcedió”. 37 AGI, Justicia, 128, fol. 21v: “e sobre ello el dho Ystisuchil mató a Yscoque señor del dho pueblo de Tequeçistlan e Totolçingo”. 38 Sin embargo Carlos V no restituye el poder a hijos de Cacama, sea porque ya habían muerto, sea porque nadie quiso recordarlos. Así, entre las decenas de hijos de Nezahualpilli, el linaje de Coanacoch acabó constituyendo una ‘dinastía’ colonial propia. 39 No es posible detallar las actividades de cada cacique en esos años, tema apasionante, tanto para don Fernando Cortés Ixtlilxochitl (1525-1531, sobre quien esperamos publicar algo más detallado), como para don Pedro Tetlahuehuequititzin (1532-1539), don
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 148 ~
Los veinte años del cacicazgo de don Hernando Pimentel (1545-1564) constituyen un paréntesis largo sin pugnas abiertas entre indios tezcocanos por el poder (o lo que quedaba de él). Este periodo de estabilidad política (para Tezcoco) permite proseguir el esfuerzo por rehabilitar la grandeza tezcocana iniciado por don Antonio Pimentel, pese a las severas pérdidas de autoridad en comparación con la época prehispánica. Las gestiones de don Hernando Pimentel permitieron conseguir el título y escudo de ciudad en septiembre de 1551,40 mientras Tlacopan pedía lo mismo diez años después.41 Consigue también, seguramente gracias a la ayuda de fray Toribio de Motolinía, el padrinazgo de la alta nobleza peninsular (los condes de Benavente), que autoriza los caciques de Tezcoco a utilizar las mismas armas. En 1552 fue armado caballero: “Año 1552 día de San Lorenzo que en agosto fue armado caballero el señor de Tezcuco. Fue armado por privilegio y no por valentías que hubiese hecho”.42 Así en pocos años y con un trabajo de presión eficaz sobre las instancias coloniales, don Hernando Pimentel logra devolver a la ciudad y a los caciques de Tezcoco cierto prestigio dentro del sistema colonial. En 1557 aparece en la ceremonia de juramento de vasallaje al rey Felipe II, privilegio que comparte con sólo otros tres caciques indígenas.43
Por supuesto esa nobleza no es homogénea. Se caracteriza por sus divisiones. El propio don Hernando Pimentel fue presen-tado por sus adversarios como bastardo.44 A su muerte su hijo, don Francisco Pimentel intentó asumir el cargo de su padre, pero no lo logró: su tío, don Pedro de Alvarado (hermano de don Hernando Antonio Pimentel (1539-1545) o don Hernando Pimentel (1545-1564). Esos caciques intentan acabar con la anarquía inicial y restaurar cierto orden, preservando los intereses de Tezcoco (tierras, aguas, tributos, prestigio), lo cual no impide que defiendan a veces sus intereses propios. Para don Antonio Pimentel remitimos a la tesis de Brad Benton. Para don Hernando Pimentel remitimos a nuestros trabajos. 40 Peñafiel, Colección de documentos para la historia mexicana, México, Secretaría de Fomento, 1903, vol. 6, p. 3. 41 Epistolario de Nueva España 1505-1818, Paso y Troncoso (col.), Mexico, Antigua Librería Robredo, 1940, t. XVI, p. 71. Azcapotzalco tendrá que esperar 1564 para tener sus armas, Cfr. Garibay, Historia de la literatura náhuatl, México, Porrúa, 1953, vol. 2, p. 101. 42 Codex Telleriano Remensis, fol. 49v: “Año CI∂dLii dia de san laurenço ques en ag° fue armado cau° el señor de Tezcuco fue armado por previllejo [privilegio] y no por valentias que oviese hecho”. Cfr. La transcripción (con errores de imprenta en la glosa y de identificación en el cacique) de H. León Abrams Jr., “Comentario sobre la sección colonial del Codex Telleriano Remensis”, en Anales del INAH, México, INAH, 1973, p. 161: “Año CI∂dLii dia de san laurenço que en ag° fue armado cau° el señor de Tezcuco fue armado por villejo y no por valentias que oviese hecho”. 43 Don Diego de Mendoza Imauhyantzin, señor de Tlatelolco, don Cristobal de Guzmán Cecepatic, señor de Mexico-Tenochtitlan, don Antonio Cortés Totoquihuaztli, señor de Tlacopan. Lámina VIII del Códice de Tlatelolco. Cfr. Perla Valle, Códice de Tlatelolco, México, INAH-Benémerita Universidad Autónoma de Puebla (Col. Códices Mesoamericanos, 1), 1994, p. 81. 44 Cfr. Lesbre, “La relación de Juan de San Antonio: nobleza indígena acolhua colonial (siglo XVI)”, in XIIe Congresso Internacional AHILA, vol. II, Porto, Universidade do Porto, 2002, pp. 313-325.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 149 ~
Pimentel, ambos hijos de Coanacoch y nietos de Nezahualpilli), se opuso a su poder hasta su muerte45 y Tezcoco entró en crisis política hasta 1593.
e dijeron que por cuanto habrá más tiempo de veinte seis años que por muerte de don Fernando Pimentel gobernador que había sido de esta dicha ciudad los descendientes y sucesores del dicho Nezahualpiltzin-tli quisieron elegir e nombrar gobernador según se había hecho del dicho don Fernando y de los demás sus antecesores desde la conquista desta tierra a la cual dicha elección se opuso y contradijo el dicho don Francisco Pimentel como hijo del dicho don Fernando alegando que la Real Audiencia de esta Nueva España que en aquella sazón gobernaba no habersele de hacer la dicha elección y nombramiento de gobernador porque el sucedió en el dicho oficio y cacicazgo y en todas las posesiones rentas y patrimonio de él sobre lo cual en la dicha Real Audiencia se trató pleito.46
Don Francisco Pimentel optó entonces por medrar de otra manera en la sociedad colonial, casándose con dos hijas de caciques de Tlaxcala, María Maxixcatzin en 1591 (cabecera de Ocotelulco) y más tarde Francisca de la Cerda, viuda de Leonardo Xicotencatl, en 1596 (cabecera de Tizatlan).47 Seguramente fue atraído también por los privilegios de los que gozaba Tlaxcala e intentó así ocupar el cargo de tlatoani de Ocotelulco cuando todos sus descendientes hombres murieron. Es de notar que falleció en Tlaxcala.
Tenemos el caso de un interesante acuerdo firmado por descendientes de los reyes de Tezcoco en 1593,48 en los cuales aparecen Pomar y don Francisco Pimentel por un lado, y varios descendientes más por el otro,49 repartiéndose propiedades como 45 Al parecer don Pedro de Alvarado mexicanizó las leyes de herencia del poder, dado que nunca en la Tezcoco prehispánica se había transmitido entre hermanos, a diferencia de México-Tenochtitlan (con Ayaxacatl, Tizco y Ahuizotl). 46 AGN, Tierras, vol. 1740, exp. 1, fol. 148v-149r. Por el momento no hemos logrado ubicar este pleito, pero esperamos encontrarlo algún día para poder documentar con más precisión estas luchas políticas tezcocanas por el poder colonial. Remitimos al trabajo de Juan Lopez y Magaña, Aspects of the Nahuatl Heritage of Juan Bautista Pomar, Los Ángeles, Universidad de California, 1980 (Tesis de Maestría), p. 29: “Gibson asserts that there continued to be a tlatoani, but it is exceendingly hard to find out any specifics on this question. In the Pomar papers, no single tlatoani figure emerges. What does emerge is that neither the gobernador, any tlatoani there may have been, nor any other one person was able to keep the prerogatives and possessions of the Tetzcocan royal house intact”. 47 AGN, Tierras, vol. 2891, exp. 1, fol. 99r y 100r. 48 “Titulos y escriptura de transación y consierto de los herederos y descendientes de Nesagualpilsintli rey y s[eño]r natural q[ue] fue de la ciu[da]d de Tescuco y sus provinsias en t[iem]po de la gentilidad una de [las] tres cabeseras y reyn[ados que] uvo en esta Nueva Espa[ña]”, AGN, Tierras, vol. 1740, exp. 1, fol. 135r. 49 Doña Antonia Pimentel, don Juan de Alvarado, don Gabriel y doña Margarita de Alvarado, doña Francisca de Alvarado, doña Isabel Pimentel, doña Juana Pimentel, don
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 150 ~
casas y parques en Tezcoco y en sus alrededores.50 A finales del siglo XVI se nota cómo descendientes de
Nezahualcoyotl tienen más dificultades en preservar sus privilegios y bienes que descendientes de Nezahualpilli; uno de los cuales, don Diego Quautlaxcon, no vacila en intentar apoderarse de casas y solares de doña Magdalena de la Cruz. No hay solidaridad entre nobles tezcocanos, sino divisiones que parecen ser una explicación del ocaso de la ciudad en época colonial, por falta de gobernabilidad. Pero las familias Pimentel y Alvarado van a emparentarse, y se mantendrá el linaje Pimentel hasta 1855, cuan-do todavía intenta preservar sus privilegios en una época en la cual también éstos peligran.51
PRESERVACIÓN DE UNA MEMORIA Y DE UNA IDENTIDAD CON CÓDICES Y MEMORIALES Preservar la memoria del pasado prehispánico no es gratuito: es el mejor modo para poder pedir mercedes o amparos a la Corona española, apoyándose en ese pasado glorioso. También permite administrar la ciudad con códices administrativos. Boturini tuvo en su catálogo un “mapa en papel indiano […] de las cosas del emperador Netzahualpiltzinli y de sus hijos”, hoy en día perdido.52 Varios documentos pictográficos indocristianos de la zona de Tezcoco pueden atribuirse a comanditarios,53 como son don Antonio Pimentel y don Hernando Pimentel, caciques de Tezcoco.
Don Antonio Pimentel, cacique de 1539 a 1545, parece tener vínculo con la realización de por lo menos cinco códices: el Mapa Quinatzin, el Mapa Tlotzin, la Rueda de Bobán, el Mapa de Oztoticpac y un registro de tributos. Es difícil determinar cuáles pudo encargar (muy verosimilmente, el Mapa Quinatzin y el registro de tributo). Pero en pocos años aparecen manuscritos pictográficos que resumen la historia de Tezcoco (migraciones, conquistas, genealogías, dinastía) y la cultura acolhua prehispánica (organización administrativa, judicial, calendario, artesanía, posi-bles ofrendas religiosas).
El Mapa Quinatzin puede fecharse entre 1541 y 1543,
Gabriel de Ayala, doña Francisca y doñar Magdalena Cortés, “todos indios principales y naturales desta ciudad”. AGN, Tierras, vol. 1740, exp. 1, fol. 136r. 50 Esperamos publicar pronto este documento y su análisis. 51 Horcasitas, “Los descendientes de Nezahualpilli: documentos del cacicazgo de Tetzcoco (1545-1855)”, en Estudios de Historia Novohispana, vol. 06, n. 006, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1978, pp. 145-185. 52 Lorenzo Boturini Benaducci, Idea de una Nueva Historia General de la América Septentrional, México, Porrúa, 1974, p. 115, (§ 3 n. 5). 53 Los comanditarios encargaban los documentos pictográficos, pero no los hacían. Cabe mencionar que, como no se sabía el nombre de los tlacuilos, en muchas ocasiones quienes mandaban a realizarlos se les presentaba como autores de los mismos.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 151 ~
época en la que don Antonio Pimentel todavía era cacique de Tezcoco: incluye por lo menos siete indicaciones de tiempo transcurrido, a veces relacionados con fechas del calendario prehispánico.54 Al no proporcionar fechas sino tiempo trans-currido, vincula el pasado prehispánico con el presente colonial (ausente a primera vista de las escenas) y presenta un caso apasionante de posible transculturación temprana.55
El Mapa Tlotzin, por el contrario, no incluye ninguna indicación de fecha o de cómputo. Pero la dinastía de Tezcoco aparece casi dos siglos con doce señores representados, seis tlatoque prehispánicos con sus esposas y seis hijos de Nezahualpi-lli o del tlatoani en el momento de la Conquista (Cacama, Coanacoch), o caciques coloniales (don Hernando Tecocoltzin, don Hernando Ixtlilxochitl, don Jorge Yoyontzin, don Pedro Tetlahuehuezquititzin)56. Se interrumpe después de don Pedro Tetlahuehuetzquititzin (1534-1539). Si se considera que incluye a los señores difuntos, este documento podría haber sido encargado por su sucesor, don Antonio Pimentel. Si incluye a los señores vivos, en este entonces habría que fecharlo a más tardar en 1539, durante el ‘reinado’ de don Pedro Tetlahuehuetzquititzin.
La Rueda de Bobán, en su resumen sinóptico de la historia acolhua, concluye con la representación de dos alcaldes de Tezcoco, don Hernando de Chávez y don Antonio Pimentel, con su vara de autoridad (topillli) y con la fecha 7 Tochtli (1538). Ambos aparecen como alcaldes de Tezcoco en julio de 1539, en el proceso de don Carlos Ometochtzin.57
El Mapa de Oztoticpac, conservado en la Biblioteca del 54 La mayor parte remiten a 1542 (o 1541 si se incluye la fecha inicial dentro del cómputo). Las glosas en náhuatl confirman a veces esos cómputos: nacimiento de Nezahualpilli ‘hace 78 años’ (con glifo de 78 años), nacimiento de Nezahualcoyotl hace 140 años, dos indicaciones de la llegada de Nezahualcoyotl a Tezcoco o de su victoria ‘hace 115 años’. Nació Nezahualpilli en 1464: 1464+78= 1542. Nació Nezahualcoyotl en 1402: 1402+140= 1542. La reconquista de Tezcoco oscila entre 1427 y 1430 (lámina 3 del Mapa Quinatzin): adicionando 115 años llegamos a fechas límites de 1542 o 1545. Según J.M. Aubin una inscripción en el reverso del Mapa indicaría que fue escrito en 10 Calli (1541). Son imposibles de detallar aquí. Desgraciadamente, Eduardo Douglas no se interesó mucho por estos cómputos que resumió a dos (Quinatzin señor hace 262 años, Nezahualcoyotl) y a fecha de 1541 o 1542-43. Cfr. Eduardo Douglas, In the Palace of Nezahualcoyotl: Painting Manuscripts, Writing the Pre-hispanic Past in Early Colonial Perio Tetzcoco, Mexico, Austin, University of Texas Press, 2010, pp. 24-25. 55 Cfr. Lesbre, “¿Influencias occidentales en el Mapa Quinatzin?”, en Revista Española de Antropología Americana, vol. 38, n. 2, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2008, pp. 173-197. Sin embargo queda por estudiar esta manera de fechar los eventos. Aparece también en el Mapa de Ecatepec y Huitziltepec o Codex Charles Ratton, todavía en colección privada, por lo menos en cuatro ocasiones para expresar duración. Pero en este caso están también presentes fechas tradicionales, asociadas con portadores de año de estilo mixteco (fechas 2 Acatl, 1 Tecpatl, 9 Tecpatl, 12 Tochtli). 56 Cfr. Joseph Marius Alexis Aubin, Memorias sobre la pintura didáctica y la escritura figurativa de los antiguos Mexicanos, trad. Patrice Giasson, México, UNAM (Cultura Náhuatl, 26), 2002[1885], pp. 67-69. 57 Cfr. Proceso inquisitorial del cacique de Tetzcoco don Carlos Ometochtzin, op. cit., 1980, pp. 19-20.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 152 ~
Congreso de Washington, es un documento que enumera las posesiones de don Carlos, ejecutado en 1539, el cual fue alaborado con la inteción de recuperarlas. Señala casas, tierras, vergeles, ganado en varias partes.58 Sus glosas en náhuatl permiten, por su antigüedad, completar la historia colonial reciente de Tezcoco, aunque el propósito es administrativo (recuperar bienes de cacicazgo) y no histórico.
Se sabe también de la existenca de un registro perdido de tributos en papel amate de dieciséis páginas, con fecha de 1544 que corresponde al último año de gobierno de don Antonio Pimentel. Tiene glosas en náhuatl. Al parecer registraba los pueblos que pagaban terrazgo (tenencia)59 a Tezcoco (Acomulco, Atenco, etc.) con representación de calpixques encargados de cobrar el terrazgo, brazas de tierra labradas y tributo pagado. De contenido meramente administrativo, permite completar la figura de don Antonio Pimentel y su papel en la construcción de un orden colonial.60
Al parecer don Antonio Pimentel estuvo en posesión de Códice Xólotl: fray Juan de Torquemada señala: “Y lo que en estos libros decimos es sacado de algunos fragmentos que quedaron y de un libro que se halló entero, en poder de un señor tetzcucano, nieto del rey Nezahualpilli, llamado don Antonio Pimentel, que fue hombre muy curioso en éstas y otras cosas”.61 También se puede añadir la cuenta de los gastos del palacio de Nezahualcoyotl, mencionada por fray Juan de Torquemada: “La cuenta cierta de esta verdad, escrita en los libros de su gasto y autorizada por un nieto suyo, que después de cristiano se llamó don Antonio Pimentel”.62
Don Hernando Pimentel, cacique de Tezcoco de 1545 a 1564, propició también la elaboración de otros manuscritos pictográficos, los últimos para Tezcoco. Se pueden mencionar por lo menos dos: el Códice en Cruz y otro registro de tributo.
El último ciclo de 52 años del Códice en Cruz en escritura tradicional cubre los años 1505-1557 y todavía conserva glifos de lugares, de fechas o de apellidos. Después, otra mano reutilizó este mismo ciclo para añadir datos sobre los años 1558, 1569 y 1603, lo 58 Cfr. Cline, Howard F., “The Oztoticpac Lands Map of Texcoco, 1540”, in Quarterly Journal of the Library of Congress, vol. 23, núm, 2, 1966, pp. 77-115; Cline, “The Oztoticpac Lands Map of Texcoco, 1540: Further Notes”, in Walter W. Ristow (comp.), A la Carte. Selected Papers on Maps and Atlases, Washington, The Library of Congress, 1972, pp. 5-33. Esperamos la publicación del trabajo de Xavier Nóguez sobre este documento. 59 El terrazgo se refiera, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, a la “pensión o renta que paga al señor de una tierra el que la labra”. 60 Cfr. Lesbre, “Dos manuscritos pictográficos tezcocanos desconocidos del siglo XVI. Escritura y nobleza acolhua colonial: Tezcoco y Atenco 1575”, en Estudios de Cultura Náhuatl, n. 41, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 2010, pp. 231-235. 61 Torquemada, op. cit., vol. 4, p. 331; lib. XIV, cap. 6. 62 Ibid., vol.1, p. 231; lib. II, cap. 53
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 153 ~
cual indica que el Códice en Cruz no tenía previsto un ciclo para los años 1558-1610. Como don Hernando Pimentel muere en 1564, parece que este documento fue realizado al final de su “reinado”. Demostrar que fue un encargo de don Hernando Pimentel sería demasiado extenso para desarrollar aquí.63
Se conoce otro registro perdido de tributo de “treinta hojas de papel de Castilla” que empieza en 1559 y dedica cinco páginas cada año a los tributos o terrazgos percibidos, hasta 1564, o sea los seis últimos años de gobierno de don Hernando Pimentel. Parece la continuación del registro mencionado para don Antonio Pimentel, esta vez con la lista más completa de pueblos terrazgueros64 (Atenco, Atlacatl, Acuezcomac, Panohuayan, etc.)65.
Don Hernando Pimentel también empleó la escritura alfa-bética y dejó cartas a las que aluden Clavijero y Boturini: “Un legajo de cartas escritas por los condes de Benavente y don Luis de Velasco, virrey de la Nueva España, a don Fernando Pimentel, señor de Tetzcuco, y respuesta de éste a dichos condes”.66 Esos documentos están perdidos actualmente y sólo quedan dos breves cartas de don Hernando Pimentel, una del 25 de noviembre de 1554 (en la que solicitaba autorización para ir a España)67 y otra del 6 de abril de 1562 (para la restitución de cuatro poblados),68 así como dos cartas colectivas para defender lo que quedaba de la Triple Alianza. Mientras don Antonio Pimentel se dirigía al virrey Mendoza, don Hernando Pimentel escribía directamente al rey de España, Carlos V (1554) o Felipe II (1562), pero, a diferencia de los tlaxcaltecas, tiene que pedir licencia para trasladarse a España.
También reconstruyó la lista de los pueblos conquistados por sus antepasados.69 Reúne unos 123 toponimios repartidos en varias categorías (bajo la tutela de Tezcoco o de la Triple Alianza, pertenecientes a las posesiones reales tezcocanas o pagando tributo a Tezcoco). Esta encuesta sobre la organización política del imperio prehispánico parece indicar que don Hernando Pimentel 63 Esperamos publicar esta hipotésis algún día. 64 Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, terrazguero significa “labradores que pagan terrazgo”. 65 Cfr. Lesbre, “Dos manuscritos pictográficos tezcocanos desconocidos del siglo XVI. Escrituras y nobleza acolhua colonial : Tezcoco y Atenco 1575”, op. cit., pp. 236-239. 66 Boturini, op. cit., p. 116 (§ V, n.3). 67 Paso y Troncoso, op. cit., vol. XVI, p. 63. Cfr. Emma Pérez Rocha y Rafael Tena, La nobleza indígena del centro de INAH, México, 2000, pp. 189-190. 68 Paso y Troncoso, op. cit., vol. XVI, pp.74-75. Cfr. Pérez Rocha y Tena, op. cit., pp. 257-258. En esta última menciona haber recibido unos escritos del virrey don Luis de Velasco: “y así el visorrey don Luis de Velasco, a quien todos tenemos por padre y defensor, me aconsejó que suspendiesse la çédula y mi yda hasta que él ynformase a V.M. y le suplicasse me hiziese alguna merçed en reconpensa de lo que pido, y así lo escribe”. 69 Orozco y Berra, Historia antigua y de la conquista de México, México, Porrúa, 1960, t. 2, p. 173. Anales del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, I-4, 1897, pp. 48-56. Cfr. Pedro Carraso, Estructura político-territorial del Imperio tenochca, México, Porrúa, 1996, pp. 81-86.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 154 ~
pudo redactar relaciones de índole histórica. A nuestro parecer fue uno de los precursores de esa literatura (que sobrevivió bajo la forma de fragmentos anónimos) que magnifica el papel de Tezcoco, en cuanto aliado privilegiado de Cortés en la conquista de México. En efecto, la obtención de las armas y de la categoría de ciudad se fincaba en el papel que desempeñó Tezcoco entre 1519 y 1521, y el ocultamiento de la resistencia activa tanto de Cacama como de Coanacoch contra Cortés.70
Todos esos esfuerzos intentan contrarrestar una fuerte pérdida de poder y una situación colonial irrevocable: “llegar a tal estado que nuestra memoria sea tan desechada y buelta en nada como lo está y la de nuestros pasados”.71 Al preservar la conciencia histórica indígena, don Hernando Pimentel señala los límites de su aparente voluntad de integración al nuevo orden colonial, todavía no suficientemente poderoso como para borrar definitivamente el pasado tezcocano.
PARADOJA DE LAS FUENTES ALFABÉTICAS A diferencia de México, no se conoce en Tezcoco un cronista indio, descendiente directo de los tlatoque, capaz de redactar en español o en náhuatl una historia prehispánica, como lo hicieron Tezozomoc en su Crónica mexicana, o Chimalpahin en sus varias relaciones. Quien más se acerca a ellos para Tezcoco sería don Alonso Axayacatl, miembro de la dinastía mexica casado con tezcocana y cacique de Iztapalapa. Cuando fue gobernador de Tezcoco, redactó una historia en náhuatl y en castellano de la ciudad, que abarca el pasado chichimeca y va hasta la expedición a las Hibueras: “Escribió en la lengua mexicana y en la castellana grandes cosas sucedidas en esta tierra, así de tultecas como de chichimecas, las cuales relaciones, principalmente la mexicana, que está más especificada, he tenido en mi poder”.72 Desgraciada-mente su obra está perdida y sólo sobreviven alusiones a ella en libros posteriores.
Asimismo, al parecer, don Antonio Pimentel redactó en
70 Cfr. Lesbre, “Don Hernando Pimentel: solidarité ethnique et trahison (Mexique central, 16è siècle)”, in Les autorités indigènes entre deux mondes: solidarité ethnique et compromission coloniale, Cahiers du GRAEC, n. 5, Univerité de la Sorbonne-Nouvelle-Paris III, 2004, pp.7-35. Resistencia atestiguada por recientes hallazgos arqueológicos en Zultepec-Tecoaque (cerca de Calpulalpan). Cfr. Los trabajos de Martinez Vargas, “Zultépec-Teocaque. Sacrificios de españoles y sus aliados durante la Conquista”, en Arqueología mexicana, vol. XI, n. 63, México, INAH, 2003, pp. 52-57; Martínez Vargas, Zúltepec-Tecoaque: Evidencias del contacto entre hispanos y el mundo mítico-religioso mesoamericano. México, UNAM, 2005 (Tesis de Doctorado en Estudios Mesoamericanos). 71 Pérez Rocha y Tena, op. cit., p. 253. 72 Alva Ixtlilxochitl, Obras históricas, op. cit., vol. 1, p. 286.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 155 ~
castellano alguna historia de Tezcoco, que Clavijero nombra como Memorias históricas del reino de Acolhuacán73 o Memorias curiosas de aquel Reino.74 Sin embargo, Clavijero parece referirse a él basándose, a su vez, en citas de fray Juan de Torquemada, y no en un manuscrito original.75 Torquemada, por su parte, tuvo acceso a un manuscrito de don Antonio Pimentel, en el que se dice: “Y de mano de estos viejos tengo yo memoriales en mi poder de muchas cosas antiguas que fueron poniendo en estilo de historia, al modo que lo usamos nosotros; en especial de don Antonio Pimentel, nieto del rey Nezahualpilli de Tetzcuco”.76 Pero no se sabe con certeza si se trata de un verdadero trabajo de historia; tampoco si es un manuscrito del cacique de Tezcoco, hijo de Nezahualpilli, muerto en 1545, o de otro noble tezcocano más tardío.77
Boturini menciona en su catálogo dos obras tezcocanas redactadas en náhuatl78 consideradas como pérdidas, pero nueva-mente descubiertas en los años 1990: los anales de don Gabriel de Ayala, los cuales se centran en la historia mexica,79 y la carta de don Juan de San Antonio, que es un documento esencialmente administrativo, sin pretensiones de historia.80 Así, por el momento,
73 Francisco Javier Clavijero, Historia antigua de México, 1982, p. XXVII): “Antonio Pimentel Ixtlilxóchitl, hijo de D. Fernando Pimentel. Escribió las Memorias históricas del reino de Acolhuacán, de que se valió Torquemada y de donde está tomado el cómputo asentado en el Lib. 4° de mi Historia del gasto anual que se hacía en el palacio del famoso rey Nezahualcóyotl, bisabuelo de aquel autor”. 74 Cfr. Biblioteca de Florencia, fondo jesuítico, ms 1255/5, fol. 1r. Cfr. Ernest Burrus, “Clavigero and the lost Sigüenza y Gongora manuscripts”, en Estudios de Cultura Náhuatl, n. 1, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1959, p. 78. 75 El documento no va seguido de ninguna cruz o asterisco en la lista de mano de Clavijero y, por lo tanto, no ha sido visto ni en la colección de Boturini ni en la de Sigüenza. Mariano Beristáin de Souza parece haberlo incluido en su Biblioteca Hispano Americana Setentrional con el número 2397. 76 Torquemada, Monarquía indiana, op. cit., v. 5, p. 275; lib.XVI, cap. 19 77 La identificación de Clavijero dice “don Antonio Pimentel Ixtlilxochitl” y no don Antonio Pimentel Tlahuilotzin. Torquemada alude a dos don Antonio Pimentel: uno nieto de Nezahualcoyotl, otro nieto de Nezahualpilli. El primero correspondría al cacique de Tezcoco muerto en 1545. El segundo todavía no se conoce bien. Cfr. Torquemada, Monarquía Indiana, op. cit, v. 1, p. 231; lib. II, cap. 53. Ibid., v. 4, p. 331; lib. XIV, cap. 6. 78 Boturini Benaducci, Idea de una Nueva Historia General de la América Septentrional, op. cit., p. 118: “Apuntes Históricos de la misma nación [mexicana], en lengua náhuatl y papel europeo; su autor don Gabriel de Ayala, noble de Tetzcuco y escribano de república. Empiezan desde el año de 1243 y acaban en el de 1562”( § VIII-4.); p. 116: “Un fragmento en papel europeo de los señores de Tetzcuco después de la cristiandad, escrito en 13 de diciembre de 1564 en lengua náhuatl, por don Juan de San Antonio” (§ V, n. 4). 79 Cfr. Lesbre, “Los anales mexica (1243-1562) de don Gabriel de Ayala: cultura acolhua colonial”, en Patrick Lesbre y Katarzyna Mikulska (eds.), Identidad en palabras. Nobleza indígena novohispana colonial (por publicar). 80 Si incluye datos coloniales apasionantes sobre don Hernando Cortés Ixtlilxochitl, don Pedro Tetlahuehuetzquitizin o don Hernando Pimentel, siempre tienen que ver con la familia del autor quien aprovecha la muerte del cacique don Hernando Pimentel para pedir restitución de tierras y de honras o funciones en el cabildo de Tezcoco. Cfr. Lesbre, “Icnotepiltzin, la noblesse indienne ruinée (province acolhua, Mexique Central colonial XVIe siècle)” in Louise Benat-Tachot y Bernard Lavalle, Marges et Liminalité dans le
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 156 ~
no existe ningún documento alfabético antiguo (redactado en náhuatl o en castellano) que pueda constituir la historia (anales, crónica, compendio) de Tezcoco prehispánica: sólo sobrevivieron alusiones a “relaciones que escribieron los infantes de la ciudad de Tezcoco don Pablo, don Toribio”,81 o sea dos de los seis nobles que eligieron a don Hernando Pimentel como cacique de Tezcoco en julio de 1545.82 Fragmentos de anales tezcocanos en náhuatl sobrevivieron en los Anales de Cuauhtitlán y en la obra de Chimalpahin. Los Anales de Cuauhtitlán incluyen, entre varios datos tipo anales, dos fragmentos históricos magníficos y curiosos: las hazañas de Coyohua, ayo de Nezahualcoyotl perseguido por Tezozomoc,83 y una derrota del ejército tezcocano a finales del reinado de Nezahualcoyotl, frente a tzompanecas y xilotzincas, que aún queda por estudiar.84 Chimalpahin copió en los márgenes de su Tercera relación numerosos datos sobre la historia antigua tezcocana chichimeca (Quinatzin, Techotlala).85
La historia de Tezcoco se conoce a través de las obras en castellano de dos mestizos, Pomar y Alva Ixtlilxochitl (que en realidad es castizo), reconocidos como descendientes de los reyes de Tezcoco. Juan Bautista Pomar, nieto de la concubina de Nezahualpilli, no emprendió un trabajo de historiador por sí mismo, sino que fue designado por el cabildo de Tezcoco para redactar las respuestas al cuestionario de Felipe II, relativo a las relaciones geográficas. Este trabajo lo concluyó en 1582, pero se observa que readaptó el interrogatorio dado que dedica noventa y tres páginas a la pregunta catorce (sobre historia, ritos y costumbres prehispánicas), que pasa a constituir lo esencial de su relación (más de la mitad),86 así como dieciséis páginas a la pregunta quince (sobre gobierno, guerra, vestidos, alimentos)87 en
monde hispanique et hispano-américain (xvie- xxe), Paris, Le Manuscrit, 2011, pp. 51-86; Lesbre, “La relación de Juan de San Antonio: nobleza indígena acolhua colonial (siglo XVI)”, op. cit., pp. 313-325. 81 Alva Ixtlilxochitl, Obras históricas, op. cit., vol. 2, p. 137; Historia Chichimeca, cap. 49. 82 Horcasitas, op. cit., p. 152: “don Pablo Aluacpainatlin”. 83 Cfr. Lesbre “Coyohua itlatollo: el ciclo de Coyohua”, in Latin American Indian Literatures Journal, vol. 16, n. 1, Pennsylvania, State University, Pittsburgh-Penn State McKeesport, spring 2000, pp. 47-75. 84 Anales de Cuauhtitlán, in Códice Chimalpopoca, traducción del náhuatl por Primo Feliciano Velázquez, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas (Primera serie prehispánica, 1), 1992, p. 54, § 194 (ms p. 54). 85 Cfr. Lesbre, “Écrits de Chimalpahin et d’Ixtlilxochitl: des sources interdépendantes? L’exemple des annales acolhua”, in Patrick Lesbre et Marie José Vabre (éds.), Le Mexique préhispanique et colonial. Hommage à Jacqueline de Durand-Forest, Paris, L’Harmattan, 2004, pp. 247-267. 86 Fols. 4v-51r en el manuscrito de la Benson Library (Ms G57-59) cuyo relato concluye en el folio 92r. Este manuscrito no es original, sino copia de la Relación de Tezcoco, pero completa, a diferencia de los dos folios del Códice Ixtlilxochitl (folios 109-110r y 111-112r). 87 Fols. 51r-67r en el manuscrito de la Benson Library.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 157 ~
un manuscrito de 184 páginas (92 folios).88 Por su parte, Alva Ixtlixochitl dedica lo esencial de su obra
al pasado anterior del reinado de Nezahualcoyotl (épocas tolteca y chichimeca) o a la conquista española (Compendio). En su Historia [de la Nación] Chichimeca,89 el reinado de Nezahualcoyotl y Nezahualpilli contiene pocos detalles precisos: ya los hechos eran remotos.90
La paradoja es que las mejores tradiciones históricas sobre Tezcoco prehispánica en castellano las conocemos por fray Juan de Torquemada, quien publicó en 1615 su Monarquía Indiana, la cual incluye copias o traducciones de fragmentos históricos tezcocanos. Si se cotejan con los escritos de Alva Ixtlilxochitl, se constata que la versión menos deformada o partidaria está constituida por los capítulos del libro II de Torquemada dedicados a la Guerra de Chalco, a la victoria de Nezahualpilli contra Huexotzinco, a la sucesión de Nezahualpilli y a la entrada de los españoles en Tezcoco.91
DESTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD INDÍGENA TRADICIONAL También los demás estamentos indígenas reaccionaron a la constitución de una sociedad colonial. El peso de los señores indí-genas se volvió insufrible conforme pasaron los años. Su autoridad y sus privilegios fueron rebatidos tanto por macehuales como por colonos españoles.
La sociedad indígena no fue destruida del todo con la conquista. Sobrevivió algunos años. Así los calpixque o funciona-rios encargados de recoger el tributo se mantuvieron en los primeros años de la colonización, antes de desaparecer después de las epidemias de 1545 y 1565. 88 Sigue después una copia del cuestionario de las Relaciones geográficas fols. 92r-102v que no incluimos en estas estadísticas. Cfr. Lesbre, “Un représentant de la première généraion métisse face à l’aristocratie acolhua: Juan Bautista Pomar (fin XVIe-début XVIIe siècles)”, in Transgressions et stratégies du métissage, Bernard Lavallé (ed.), Paris, Presses de la Sorbonne Nouvelle, 1999, pp. 183-200. 89 Optamos por el título de Historia Chichimeca, el otro siendo añadidura del siglo XIX. Además corresponde con la principal fuente que utiliza Alva Ixtlilxochitl, la Historia chichimeca, que parece corresponder al Códice Xolotl. 90 Cfr. Lesbre, “Oublis et censures de l’historiographie acolhua coloniale: Nezahualcoyotl”, in C.M.H.L.B.Caravelle n. 72, Toulouse, Francia, Presses Universitaires du Mirail (PUM), Juin 1999, pp. 11-30; Lesbre, “El Tetzcutzingo en la obra de Fernando de Alva Ixtlilxochitl”, en Estudios de Cultura Nahuatl, n. 32, Mexico, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 2001, pp. 323-340; Lesbre, “Fernando de Alva Ixtlilxochitl et son Histoire [de la nation] chichimèque”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 2010, [En línea], Puesto en línea el 28 marzo 2010. URL : http://nuevomundo.revues.org/59357. (Consultado el 27 marzo 2012). 91 Respectivamente Torquemada, Monarquía Indiana, vol. 1, pp. 210-214, 253-254, 261-263, 303-311; Ibid., lib. II, cap. 44, 51, 65, 83-85; Ibid., vol. 2, pp.142-144; lib. IV, cap. 42.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 158 ~
Se observa cómo en ciertas zonas los caciques coloniales fueron rechazados por la población indígena. Así don Juan de Alvarado, cacique de Tezcoco, pide confirmación a finales del siglo XVI de la merced que le dio el virrey don Luis de Velasco en 1595:
y es assi q a su Padre se le quitaron los indios q le tributavan y servían = en cuya consideracion el año de noventa y cinco el dho don Juan de Alvarado acudio al virrey don Luis de Velasco para q le diese licencia de q pudiese andar en cavallo con silla y freno espada y daga y q cada semana se le diesen dos yndios para su servicio pagandoles su travajo como se dan a los españoles.92
Se observará que únicamente solicita dos indios de servicio cuando en época prehispánica había decenas, por no decir centenas, en el palacio prehispánico real.93 El mero hecho de pedir en 1598 o 1602 confirmación de tal merced señala que no se conseguía su cumplimiento fácilmente: a finales del siglo XVI, los indios ya no querían servir a sus antiguos caciques, muy verosimilmente porque ya no representaban gran cosa para ellos o, sobre todo, porque el peso de los tributos se hacía excesivo y el tributo al rey de España había acabado por arruinar y mermar a la nobleza indígena local.94 Hallamos así la paradoja de ciudadanos de Tezcoco más fieles al rey de España que a sus propios ‘reyes’ o descendientes de reyes, quienes ya no ostentaban el poder.
En Teotihuacan los caciques tuvieron que resistir a las presiones constantes de la población local para no pagar tributo. Las decisiones de la Audiencia de México permiten ver cómo, en pocos años, mermó el poder tradicional de los tlatoque al mismo tiempo que documentan su resistencia jurídica.95 92 AGI, Audiencia de México, Legajo 121, ramo 2, doc. 37, fol. 2r. 93 El Tratado del Principado y nobleza de San Juan Teotihuacan menciona para servicio del tlatoani de Teotihuacan “sesenta molenderas, siete aguadores, siete atisadores” en época prehispánica (Ms mexicain 245, fol. 3r), lo cual permite suponer cuántos había en Tezcoco. Se reducen a “tres molenderas y tres leñeros” en 1552 (Ms mexicain 245, fol. 5r) y “una molendera y un leñero” después de 1563 y en 1597 (Ms mexicain 245, fol. 6v). Es muy verosimil que los dos indios que pide don Juan de Alvarado en 1595 sean también una molendera y un leñero, lo cual lo equipararía a cualquier cacique local. Cfr. Emma Pérez Rocha y Rafael Tena, op. cit., pp. 401, 402 y 404. 94 El documento señala que tampoco querían servir a su padre, don Pedro de Alvarado. Podemos sospechar entonces que aprovecharon los indios la luchas intestinas entre familias reales tezcocanas para rehusarse a servirlas. 95 El Tratado del Principado y nobleza de San Juan Teotihuacan menciona por lo menos cinco intervenciones de la Real Audiencia en menos de un siglo de colonización para apoyar a los caciques de Teotihuacan contra su pueblo (aparte de la confirmación del cacique en 1533 y de su matrimonio con doña Ana Cortés Ixtlilxochitl, o de la concesión de un escudo de armas en 1559 o de la confirmación de la cacica doña Ana Cortés en 1597): una vista de ojos en época del virrey Mendoza (juez indígena), otras dos en época
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 159 ~
En Tezcoco los descendientes de Nezahualpilli tuvieron que pleitear para guardar a Atenco como terrazgo.Y el pueblo de Chiautla se queja en 1589 de engaños para escapar al tequitl: “a pedimiento de ciertos indios del pueblo de Chautla contra otros que se hacen principales por ser reservados del servicio personal”;96 asimismo:
Don Alvar Manrique hago saver a vos el alcaldel mayor de la ciudad de Tezcuco que el gobernador, alcaldes y rexidores e principales del pueblo de Chiauhtla me an echo relación que [lista de 44 apellidos] son maceguales tributarios del dicho pueblo y sus padres y abuelos y antepasados lo fueron y como tales acudían a todas las servidumbres que los tales son obligados hazer diciendo que son principales descendientes de tales siendo en contrario de la verdad solo a fin de sustraerse del dicho servicio.97
Como consecuencia de la evolución del mundo colonial, los puestos de cabildo, antes buscados por los nobles tezcocanos, pasan a ser repulsivos a finales del siglo XVI, muy verosimilmente por los tributos atrasados que se debían pagar. El virrey don Luis de Velasco en 1594 tiene que obligar a los principales elegidos a aceptar esos cargos para evitar que macehuales los desempeñen:
Por cuanto he sido informado que en la ciudad de Tezcuco donde en cada un año se hace elección de Alcalde, regidores y oficiales de República se eligen en los oficios a los indios principales y estos los repudian y no los aceptan ni quieren ejercer de cuya causa se nombran en su lugar indios maceguales y no tienen las partes que se requieren de que se sigue que la República padece el daño y algunos inconvenientes de consideración que conviene remediar.98
En noviembre de 1602, el cabildo de Tezcoco advertía que no podía pagar los quince mil pesos de rezagos en los tributos;99 en 1603 indica un motivo muy interesante porque recuerda los del virrey don Luis de Velasco (fray Diego Rengifo, don Francisco Ximenez vecino de Tlaxcala), otra en época del virrey don Gaston de Peralta), otra en época de don Martin Enriquez (Francisco de Solis encomendero de Acolman). Cfr. Pérez Rocha y Rafael Tena, op. cit., pp. 391, 394 y 395. 96 AGN, Indios, vol. 4, exp. 100, fol. 30r. 97 AGN, Indios, vol. 4, exp. 100, fol. 30r. 98 AGN, Indios, vol. 6, 1a parte, exp. 845, fol. 226v. 99 AGI, Audiencia de México, Legajo 270, doc 2 (fol. 2r).
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 160 ~
desplazamientos posibles de la población indígena hacia México o Tlaxcala (Informe de Melchor López de Alfaro sobre que en la ciudad de Tezcuco se han ausentado muchos indios tributarios sin pagar los tributos, por lo cual están causando muchos rezagos).100
Sería demasiado largo entrar en detalles sobre la manera en que los españoles colonizaron la ciudad de Tezcoco. Dos datos resumirán esta presión constante de los colonos sobre el estamento indígena, tanto macehual como noble. En noviembre de 1575 el virrey don Martín Enriquez ordena al corregidor de Tepeapulco restituir a don Francisco Pimentel su espada, lo cual señala que para esa época algunos colonos intentaban ya rebajar a los caciques de Tezcoco, aprovechando sus peleas y la clara ausencia de unanimidad en torno al sucesor de don Hernando Pimentel.101 En mayo de 1602 una Real Cédula ordena restituir tierras patrimoniales a descendientes de Nezahualpilli (don Juan de Alvarado, Juan Bautista Pomar, don Francisco Pimentel) por haber pasado a manos de españoles: “estándolas poseyendo muchos españoles, se les habían entrado en ellas, ocupándolas con sus granjerías de labores y sitios de estancias de ganados mayores y menores, molinos y canteras de cal”.102 Esa restitución señala ya la pérdida lenta de posesiones. El cacicazgo y sus bienes inajenables permitirán mantener cierta memoria de la grandeza tezcocana, pese a ser consumidos poco a poco conforme pasan los años, o pasar directamente en manos mestizas de don Thomas de Ugarte y Alvarado (hijo de Santiago de Ugarte, español, y doña Catalina de Alvarado) en 1657,103 o de don Domingo de Haro San Román Ixtlilxochitl.104A diferencia de Pomar, que tuvo que pelear contra indios nobles que despreciaban a los pocos descendientes mestizos con sangre real tezcocana, esta vez esos mestizos heredan los bienes de sus antepasados indios y asumen cargos en el cabildo. Con don Thomas de Ugarte y Alvarado, el cabildo de Tezcoco se abre a mestizos, cosa que Pomar no había conseguido.
¿HACIA UN MUNDO MODERNO?
Para no concluir este trabajo con una nota demasiado negativa, conviene señalar cómo los tezcocanos también intentaron compen-sar la pérdida del tributo (tanto de las provincias del imperio azteca como de las ciudades acolhuas) con actividades económicas. Don 100 AGN, Indiferente virreinal, caja 4779, exp. 47, foja 1. 101 AGN, General de Parte, vol. 1, exp. 306, fol. 59v-60. 102 Real Cédula a favor de los descendientes de Nezahualpilli, Aranjuez, 16 de mayo de 1602, en Alva Ixtlilxochitl, Obras históricas, op. cit., vol. 2, pp. 292-293 y apéndice n. 7. 103 AGN, Indios, vol. 21, exp. 282 fol. 255r: “don Thomas de Ugarte y Alvarado hijo legítimo y único heredero de Santiago de Ugarte español y doña Catalina de Alvarado su legítima muger cacica y principal que fue desta ciudad”, noviembre de 1657. 104 AGN, Tierras, vol. 1740, exp. 1, fol. 200.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 161 ~
Carlos Ometochtzin se había asociado con un español para cultivar un vergel de árboles descrito en el Mapa de Oztoticpac de la Biblioteca del Congreso en Washington.105 Incluía más de 320 árboles frutales (entre los cuales 52 manzaneros, 52 membrillos, 115 perales), y señalaba con esto una cierta agricultura intensiva y no una adopción balbuceante de productos agrícolas europeos. Pomar menciona intentos en Tezcoco de producir seda (en época de don Antonio Pimentel), ya abandonados en 1582, pero que revelan el dinamismo de los caciques anteriores: “Tampoco se coge seda, aunque [se] podría, porque hay morales de que sustentar el gusano. Y, en tiempo antiguo, la cogía don Ant[oni]o Tlahuitoltzin, caci[que] y gobernador que fue desta ciudad, hijo de Netzahualpiltzintli”.106Asimismo menciona cultivo, todavía en 1582, de grava, aunque en reducida escala.107
No hay espacio aquí para señalar cómo la economía colo-nial acabó con la indígena tradicional. Los ganados, las minas, los obrajes, entre otras actividades, destruyeron el frágil equilibrio con el medio ambiente. Los batanes contaminaron las aguas. Los molinos acabaron en gran parte con el servicio doméstico. Sin embargo, Leslie Lewis ha documentado el man-tenimiento del comercio del cacao de Soconusco y Guatemala en manos tezcocanas a finales del siglo XVI.108
Esos esfuerzos no fueron suficientes para rescatar la prosperidad de la ciudad. Las divisiones entre descendientes de la dinastía real tezcocana afectaron el porvenir que intentó lograr don Hernando Pimentel en una época.
Pomar salvó dos veces el cabildo de Tezcoco de la quiebra. En el acuerdo de 1593 entre descendientes de Nezahualpilli, se recuerda que él pagó en seis años una deuda de 10.735 pesos y 4 tomines de tributos rezagados que debía la ciudad indígena a la Corona o más bien a los oficiales del rey; y que de nuevo se encargó de otros 5.406 pesos de tributos rezagados, por comisión del virrey Conde de Coruña, añadiendo en 1588 otros mil pesos en la caja de la comunidad.109 Esos datos señalan de paso la inadaptación indígena a la economía monetaria occidental, en la cual manifiestamente no quieren ingresar (o que no entienden),110 a
105 Cfr. Cline, « The Oztoticpac lands map of texcoco, 1540”, op. cit., pp. 5-33; y Cline, “The Oztoticpac lands map of Tezcoco, further notes”, op. cit., pp. 119-138. 106 Pomar, Relación de Tezcoco, op. cit., p. 108. 107 Idem. 108 Leslie Lewis, “In Mexico City’s Shadow: Some Aspects of Economic Activity and Social Processes in Texcoco”, in Ida Altman y James Lockart (eds.), Provinces of Early Mexico. Variants of Spanish American Regional Evolution, Los Angeles, UCLA Latin American Center of Publications, 1976, p. 130. 109 AGN, Tierras, vol. 1740, exp. 1, fol. 150r. 110 Ciertos mercaderes indígenas entienderon muy bien esas nuevas reglas monetarias. Pero la mayor parte de la población, tanto campesinos, como nobles, parece no querer adoptar esas nuevas normas por las que se rige la sociedad colonial.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 162 ~
diferencia de mestizos como Pomar. Pero hacia principios del siglo XVII ya no está Pomar para financiar los demás defícites. Y la Corona ya no tiene remordimientos o problemas de conciencia en exigir la venta de tierras para pagar los tributos atrasados. Así entra Tezcoco en una espiral destructiva paulatina, que acabará con la hispanización de sus caciques y de la ciudad.
BIBLIOGRAFÍA
FUENTES MANUSCRITAS AGI, Archivo General De Indias (Sevilla): Audiencia de México, 1088, leg. 1, f. 38r; Legajo 121, ramo 2, doc 37;
Legajo 270, doc 2.
Justicia legajo128; legajo 113, ramo 1. AGN, Archivo General De La Nación (México): General de Parte, vol. 1, exp. 306, fol. 59v-60. Indiferente Virreinal, caja 4779, exp. 47, foja 1. Indios, vol. 4, exp. 100, fol. 30r; vol. 4, exp. 519, f. 156v; vol. 6, 1a
parte, exp. 845, fol. 226v; vol. 11, exp. 72, 56f; vol. 21, exp. 282 fol. 255r
Mercedes, vol. 1, exp. 93, fol. 48v; vol. 4, exp. 991. Tierras: vol. 1740, exp. 1, fol. 136r-158r; vol. 2891, exp. 1. Benson Library, Austin: Pomar, Relación de Tezcoco. Ms G57-59. BNF, Bibliotheque Nationale De France, Manuscrits mexicains: Tratado del Principado y nobleza de San Juan Teotihuacan, BNF, Ms
Mexicain 205. FUENTES ANTIGUAS
Anales de Cuauhtitlan. Véase Códice Chimalpopoca: pp. 1-68. Alva Ixtlilxochitl, Fernando de, Obras históricas, Mexico, UNAM, 1975. Anónimo Mexicano, ed. y trad. de Richley Crapo y Bonnie Glass-Coffin,
Logan, Utah, State University Press, 2005. Boturini Benaduci, Lorenzo, Idea de una Nueva Historia General de la
América Septentrional, México, Porrúa, 1974. Cervantes de Salazar, Francisco, Crónica de la Nueva España, Madrid,
Atlas, 1971. Codex Chimalpahin: society and politics in Mexico Tenochtitlan,
Tlatelolco, Texcoco, Culhuacan, and other Nahua altepetl in central Mexico: the Nahuatl and Spanish annals and accounts collected and recorded by don Domingo de San Antón Muñón Chimalpahin Quauhtlehuanitzin, ed. y trad. de Arthur J.O. Anderson y Susan Schroeder, Norman, University of Oklahoma Press, 1997.
Códice Chimalpopoca, traducción del náhuatl por Primo Feliciano Velázquez, México, UNAM-Instituto de Investigaciones
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 163 ~
Históricas (Primera serie prehispánica, 1), 1992. Códice Mendocino, Francisco del Paso y Troncoso (ed.). Reimpresión,
54 p.+71 Lám. Innovación, México, 1980 [1925]. Códice Xólotl, cfr. Dibble, Thouvenot. Códice de Xicotepec, cfr. Stresser-Péan. Durán, Fray Diego, Historia de las Indias de Nueva España e Islas de la
Tierra Firme, México, Porrúa, 1984. Epistolario de Nueva España 1505-1818, Paso y Troncoso (coll.),
Mexico, Antigua Librería Robredo, 1940. Mapa Quinatzin, cfr. Aubin, Douglas, Lesbre Mapa de Oztoticpac, cfr. Cline Motolinia, Toribio de Benavente, fray, Historia de los indios de la Nueva
España, México, Porrúa, 1985 _________, Memoriales, ed. crítica de Nancy Joe Dyer, México, El
Colegio de México (Biblioteca Novohispana III), 1996. Peñafiel, Antonio, Colección de documentos para la historia mexicana,
vol.6, México, Secretaría de Fomento, 1903. Pomar, Juan Bautista, Relación de Tezcoco, ed. de René Acuña,
Relaciones geográficas del siglo XVI: México, vol. 8, México, UNAM, 1986
Proceso inquisitorial del cacique de Tetzcoco don Carlos Ometochtzin, México, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, 1980.
Procesos de indios idólatras y hechiceros, ed. facsimilar, México, Secretaría de Gobernación-Archivo General de la Nación, 2002.
Sahagún, Bernardino de, fray, Historia General de las cosas de Nueva España, estudio, paleografía, glosario y notas de Alfredo López Austin y Josefina García Quintana, 3a ed., México, CONACULTA, 2000.
Torquemada, fray Juan de, Monarquía indiana, vols. 1 y 2, México, UNAM, 1975.
Tratado del principado y nobleza de San Juan Teotihuacan. Véase Guzmán, Pérez-Rocha.
Zorita, Alonso de, Relación de la Nueva España, ed. por Ethelia Ruiz Medrano, Wiebke Ahrndt y José Mariano Leyva, México, Conaculta, 1999.
________, Los señores de la Nueva España, México, UNAM, 1963. ESTUDIOS MODERNOS
Aubin, Joseph Marius Alexis, Memorias sobre la pintura didáctica y la escritura figurativa de los antiguos Mexicanos, trad. Patrice Giasson, México, UNAM (Cultura Náhuatl, 26), 2002[1885].
Brenton, Bradley, “Beyond the Burnt Stake: The Rule of Don Antonio Pimentel Tlahuitoltzin in Tetzcoco, 1540-1545”, in Jongsoo Lee and Galen Brokaw, Texcoco: Prehispanic and Colonial Perspectives, University of Texas Press, (en prensa), pp. 36-60.
Carrasco, Pedro, “Los caciques chichimecas de Tulancingo”, en Estudios de Cultura Náhuatl, n. 4, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1963, pp. 85-92.
________, “Royal Marriages in Ancient Mexico”, in H.R. Harvey y Hanns J. Prem (eds.), Explorations in Ethnohistory: Indians of
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 164 ~
Central Mexica in the Sixteenth Century, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1984, pp. 41-81.
_________, Estructura político-territorial del Imperio tenochca, México, Porrúa, 1996.
_________, The Tenochca Empire of Ancient Mexico: The Triple Alliance of Tenochtitlan, Tetzcoco and Tlacopan, Norman, University of Oklahoma Press, 1999.
Castro Gutiérrez, Felipe (ed.), Los Indios y las Ciudades de Nueva España, México, UNAM, 2010.
Cline, Howard F., “The Oztoticpac Lands Map of Texcoco, 1540”, in Quarterly Journal of the Library of Congress, vol. 23, n. 2, Washington, Library of Congress,1966, pp. 77-115.
_________, “The Oztoticpac Lands Map of Texcoco, 1540: Further Notes”, in Walter W. Ristow (comp.), A la Carte. Selected Papers on Maps and Atlases, Washington, The Library of Congress, 1972, pp. 5-33.
Dibble, Charles, “Apuntes sobre la Plancha X del Códice Xolotl”, en Estudios de Cultura Náhuatl, n. 5, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1965, pp. 103-106.
_________, Códice Xólotl, México, UNAM, 1980. _________, Codex en Cruz, Salt Lake City, University of Utah Press,
1981. _________, “The Boban Calendar Wheel”, en Estudios de Cultura
Náhuatl, n. 20, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1990.
Diel, Lori Boornazian, The Tira de Tepechpan: Negotiating Place under Aztec and Spanish Rule, Austin, University of Texas Press, 2008.
Douglas, Eduardo, “Figures of Speech: Pictorial History in the Quinatzin Map of abouyt 1542”, in Art Bulletin, vol. 85, n. 2, United States, College Art Association of America, 2003, pp. 281-309.
_________, In the Palace of Nezahualcoyotl: Painting Manuscripts, Writing the Pre-hispanic Past in Early Colonial Perio Tetzcoco, Mexico, Austin, University of Texas Press, 2010.
Garibay K., Ángel María, Historia de la literatura náhuatl, 2 vols., México, Porrúa, 1953-1954.
Gerhard, Peter, Síntesis e índice de los mandamientos virreinales 1548-1553, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1992.
Gibson, Charles, “Llamamiento General, Repartimiento and the Empire of Acolhuacan”, in The Hispanic American Historical Review, n. 36, United States, Duke University Press, 1956, pp. 1-27.
_________, Los aztecas bajo el dominio español 1519-1810, México, Siglo XXI, 1978 [1964].
_________, Tlaxcala en el siglo XVI, México, FCE, 1971. Gillespie, Susan D., “The Aztec Triple Alliance: A Postconquest
Tradition”, in Elizabeth Hill Boone y Tom Cummins (eds.), Native Traditions in the Postconquest World, Washington, Dumbarton Oaks, 1998, pp. 233-263.
Gonzalbo Aizpuru, Pilar, Historia de la educacion en la época colonial. El mundo indigena, México, El Colegio de México, 2000.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 165 ~
_________ (dir.), y Pablo Escalante Gonzalbo (coord.), Historia de la vida cotidiana en México, t. I (Mesoamérica y los ámbitos indígenas de la Nueva España), México, El Colegio de México-FCE, 2004.
Guzmán, Eulalia, “Tratado del principado y nobleza de San Juan Teotihuacan”, en Ethnos, n. 4-5, México, INAH, 1938, pp. 89-103.
Hicks, Frederic, “Los Calpixque de Nezahualcoyotl”, en Estudios de Cultura Náhuatl, n. 13, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1978, pp. 129-152.
__________,“Tetzcoco in the Early 16th Century: The State, the City and the Calpolli”, in American Ethnologist, n. 9, United States, American Ethnology Society, 1982, pp. 230-249.
__________, “Texcoco 1515-1519: The Ixtlilxochitl Affair”, in Eloise Quiñones Keber (ed.), Chipping Away on Earth: Studies in Prehispanic and Colonial Mexico in Honor of Arthur J.O. Anderson and Charles E. Dibble, Lancaster, CA, Labyrinthos, 1994.
Horcasitas, Fernando, “Los descendientes de Nezahualpilli: documentos del cacicazgo de Tetzcoco (1545-1855)”, en Estudios de Historia Novohispana, vol. 06, n. 006, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1978.
Kobayashi, José María, La educación como conquista, México, El Colegio de México, 1999.
Lee, Jongsoo, “A Reinterpretation of Nahuatl Poetics: Rejecting the Image of Nezahualcoyotl as a Peaceful Poet”, in Colonial Latin American Review, vol. 12, n. 2, Albuquerque, USA, Spanish Colonial Research Center (SCRC)-University of New Mexico, 2003, pp. 233-249.
__________, The Allure of Nezahualcoyotl: Pre-Hispanic History, Religion and Nahua Poetics, Albuquerque, University of New Mexico Press, 2008.
__________, “Aztec Triple Alliance as a Colonial Transformation of Prehispanic Political and Tributary System”, in Jongsoo Lee and Galen Brokaw, Texcoco: Prehispanic and Colonial Perspectives, University of Texas Press, pp. 62-98 (en prensa).
León Abrams Jr., H., “Comentario sobre la sección colonial del Codex Telleriano Remensis”, en Anales del INAH, México, INAH, 1973, pp. 139-176.
Lesbre, Patrick, Tezcoco Acolhuacan face à Mexico Tenochtitlan d’après les sources historiques, 1431-1521, Toulouse, Université de Toulouse, 1996 (Tesis de Doctorado en Antropología).
__________,“Illustrations acolhua de facture européenne (Codex Ixtlilxochitl, ff. 105-112)”, in Journal de la Société des Américanistes, vol. 84, n. 2, Paris, Société des Américanistes (numéro spécial La collection Aubin-Goupil à la Bibliothèque Nationale de France), 1998, pp. 97-124.
__________, “Les enjeux d’un mariage chrétien en Nouvelle Espagne: Tezcoco, octobre 1526”, in C.M.H.L.B. Caravelle , n. 73, Toulouse, Francia, Presses Universitaires du Mirail (PUM), décembre 1999, pp. 27-49.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 166 ~
__________, “Un représentant de la première génération métisse face à l’aristocratie acolhua: Juan Bautista Pomar (fin XVIe-début XVIIe siècles)”, in Transgressions et stratégies du métissage, Bernard Lavallé (ed.), Paris, Presses de la Sorbonne Nouvelle, 1999, pp. 183-200.
__________, “Primeros memoriales de Tepepulco: paragrafo 14 (ff. 60-61)”, en Jesús Paniagua Pérez y Ma. Isabel Viforcos Marinas (coords.), Fray Bernardino de Sahagún y su tiempo, León, España, Universidad de León, Ediciones Lancia, 1999, pp. 491-509.
__________,“Oublis et censures de l’historiographie acolhua coloniale: Nezahualcoyotl”, in C.M.H.L.B. Caravelle, n. 72, Toulouse, Francia, Presses Universitaires du Mirail (PUM), Juin 1999, pp. 11-30.
__________,“Coyohua itlatollo: el ciclo de Coyohua”, in Latin American Indian Literatures Journal, vol. 16, n. 1, Pennsylvania, State University, Pittsburgh-Penn State McKeesport, spring 2000, pp. 47-75.
__________,“El Tetzcutzingo en la obra de Fernando de Alva Ixtlilxochitl”, en Estudios de Cultura Nahuatl, n. 32, Mexico, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 2001, pp. 323-340.
__________,“Le passé préhispanique au service des privilèges coloniaux? Aristocratie tezcocane et chroniqueurs espagnols de la seconde moitié du XVIe siècle”, in Le savoir, pouvoir des élites dans l’empire espagnol d’Amérique, GRAEC Travaux et Documents, n. 3, Paris, Univerité de la Sorbonne-Nouvelle-Paris III, 2001, pp. 31-46.
__________, “La relación de Juan de San Antonio: nobleza indígena acolhua colonial (siglo XVI)”, in XIIe Congresso Internacional AHILA, vol. II, Porto, Universidade do Porto, 2002, pp. 313-325.
___________,“Don Hernando Pimentel: solidarité ethnique et trahison (Mexique central, 16è siècle)”, in Les autorités indigènes entre deux mondes: solidarité ethnique et compromission coloniale, Cahiers du GRAEC, n. 5, Univerité de la Sorbonne-Nouvelle-Paris III, 2004, pp. 7-35.
___________,“Écrits de Chimalpahin et d’Ixtlilxochitl: des sources interdépendantes? L’exemple des annales acolhua”, in Patrick Lesbre et Marie José Vabre (éds.), Le Mexique préhispanique et colonial. Hommage à Jacqueline de Durand-Forest, Paris, L’Harmattan, 2004, pp. 247-267.
___________,“Onomastique indiennes coloniale (Tezcoco, XVIe siècle)”, in Pouvoirs de la famille, Familles de pouvoir, Actes du Colloque des 5-7 octobre 2000, Michel Bertrand (ed.), CNRS, Univ de Toulouse le Mirail, Méridiennes, 2005, pp. 389-403.
___________,“La Noblesse indienne novohispanique du Mexique central (province acolhua) à l’époque de Charles Quint”, in Écrits et peintures indigènes, Cahiers d’Histoire de l’Amérique Coloniale, n. 1, Paris, L’Harmattan, 2006, pp. 117-140.
___________,“¿Influencias occidentales en el Mapa Quinatzin?”, en Revista Española de Antropología Americana, vol. 38, n. 2,
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 167 ~
Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2008, pp. 173-197.
___________, “Indiens latinistes de Nouvelle-Espagne au XVIème siècle”, in N. Kermele (ed.), L’Amérique en projet. Utopie, controverses et réformes dans l’empire espagnol (XVIe-XVIIIe siècle), Paris, L’Harmattan, 2009, pp. 139-173.
___________,“Dos manuscritos pictográficos tezcocanos desconocidos del siglo XVI. Escritura y nobleza acolhua colonial: Tezcoco y Atenco 1575”, en Estudios de Cultura Náhuatl, n. 41, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 2010, pp. 231-257.
___________,“Fernando de Alva Ixtlilxochitl et son Histoire [de la nation] chichimèque”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 2010, [En línea], Puesto en línea el 28 marzo 2010. URL: http://nuevomundo.revues.org/59357 (Consultado el 27 marzo 2012).
___________,“Nouvelles considérations sur le monothéisme tezcocan”, in Studi e Materiali di Storia delle Religioni, vol. 76, n. 2, Roma, Italia, Universitá degli Studi di Roma “La Sapienza”-Dipartimento di Studi Storico Religiosi, 2010, pp. 433-466.
___________, “Icnotepiltzin, la noblesse indienne ruinée (province acolhua, Mexique Central colonial XVIe siècle)”, in Louise Benat-Tachot, Bernard Lavalle, Marges et Liminalité dans le monde hispanique et hispano-américain (XVIe- XXe), Paris, Le Manuscrit, 2011, pp. 51-86.
___________,La construcción del pasado indígena de Tezcoco: de Nezahualcoyotl a Alva Ixtlilxochitl, México, CEMCA, INAH (en prensa).
___________,“Los anales mexica (1243-1562) de don Gabriel de Ayala: cultura acolhua colonial”, en Patrick Lesbre y Katarzyna Mikulska (eds.), Identidad en palabras. Nobleza indígena novohispana colonial (en prensa).
___________,“Clausura de muchachas indígenas, Tezcoco 1529”, in Patrick Lesbre y Katarzyna Mikulska (eds.), Aculturación novohispana, Bruxelles (en prensa).
Lewis, Leslie, “In Mexico City’s Shadow: Some Aspects of Economic Activity and Social Processes in Texcoco”, in Ida Altman y James Lockart (eds.), Provinces of Early Mexico. Variants of Spanish American Regional Evolution, Los Angeles, UCLA Latin American Center of Publications, 1976, pp. 125-136.
Lockhart, James, Los nahuas después de la Conquista. Historia social y cultural de la población indígena del México central, siglos XVI-XVIII, México, FCE, 1999.
Lopes Don, Patricia, “The 1539 Inquisition and trial of Don Carlos of Texcoco in Early Mexico”, in Hispanic American Historical Review, vol. 88, n. 4, United States, Duke University Press, 2008, pp. 573-606.
Lopez y Magaña, Juan, Aspects of the Nahuatl Heritage of Juan Bautista Pomar, Los Ángeles, Universidad de California, 1980 (Tesis de Maestría).
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 168 ~
Martínez Vargas, Enrique, “Zultépec-Teocaque. Sacrificios de españoles y sus aliados durante la Conquista”, en Arqueología mexicana, vol. XI, n. 63, México, INAH, 2003, pp. 52-57.
__________, Zúltepec-Tecoaque: Evidencias del contacto entre hispanos y el mundo mítico-religioso mesoamericano, México, UNAM, 2005 (Tesis de Doctorado en Estudios Mesoamericanos).
Menegus Bornemann, Margarita y Rodolfo Aguirre Salvador (coords.), El cacicazgo en Nueva España y Filipinas, México, UNAM-Plaza y Valdés, 2005.
Mohar Betancurt, Luz María, “Glifos y nombres en el Mapa Quinatzin”, in Amerindia, vol. 23, Paris, Centre d’Etudes des Langues Indigènes d’Amérique (CELIA), 1998, pp. 35-52.
__________, Códice Mapa Quinatzin. Justicia y derechos humanos en el México antiguo, México, CIESAS, Porrúa, 2004.
Nichols, Deborah L., Christina Elson, Lesli G. Cecil, Nina Neiverns de Estrada, Michael D. Glascock y Paula Mikkelsen, “Chiconautla, Mexico: A Crossroads of Aztec Trade and Politics”, in Latin American Antiquity, vol. 20, n. 3, Washington, DC, Society for American Archaeology, 2009, 443-473.
Nielshen, Hjordis, “The 2:2:1 Tribute Distribution in the Triple Alliance”, in Ancient Mesoamerica, vol. 7, n. 2, Cambridge, Cambridge University Press, 1996, pp. 207-214.
Offner, Jerome A., Law and Politics in Aztec Texcoco, Cambridge, Cambridge University Press, 1983.
__________,“Household Organization in the Texcocan Heartland”, in H.R. Harvey y Hanns J. Prem (eds.), Explorations in Ethnohistory, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1984, pp. 41-81.
_________,“Un segundo vistazo al Códice de Xicotepec”, in Itinerarios, vol. 11, Polish, Instytut Studiów Iberyjskich i Iberoamerykańskich Uniwersytetu Warszawskiego, 2010, pp. 55-83.
_________,“Improving Western Historiography of Texcoco”, in Jongsoo Lee and Galen Brokaw, Texcoco: Prehispanic and Colonial Perspectives, Texas, University of Texas Press, pp. 36-60 (por publicar).
Orozco y Berra, Manuel, Historia antigua y de la conquista de México, 4 vols., México, Porrúa, 1960.
Osorio Romero, Ignacio, La enseñanza del latín a los indios, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Filológicas-Centro de Estudios Clásicos (Bibliotheca Hvmanistica Mexicana, 4), 1990.
Pérez-Rocha, Emma y Rafael Tena, La nobleza indígena del centro de México después de la conquista, Mexico, INAH, 2000.
Pomar, Juan Bautista, Relación de Tezcoco, ed. de René Acuña, México, IIA-UNAM, 1986.
_________, Relación de Texcoco. Benson Library. Austin, University of Texas, Ms G57-59.
Rojas, José Luis de, Cambiar para que yo no cambie. La nobleza indígena en la Nueva España, Buenos Aires, Ediciones SB, 2010.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 169 ~
Spitler, Susan, “The Mapa Tlotzin: preconquest history in Colonial Texcoco”, in Journal de la Société des Américanistes, vol. 84, n. 2, Paris, Société des Américanistes, 1998, pp. 71-81.
_________,“El equilibrio entre la veracidad histórica y el propósito en los códices de Texcoco”, en Constanza Vega Sosa (coord.), Códices y documentos sobre México: Tercer Simposio Internacional, México, INAH, 2000, pp. 617-631.
Stresser-Peán, Guy, Los lienzos de Acaxochitlan (Hidalgo) y su importancia en la historia del poblamiento de la Sierra Norte de Puebla y zonas vecinas, México, CEMCA, 1998.
_________,El Códice de Xicotepec: Estudio e interpretación, México, Gobierno del Estado de Puebla, CEMCA, Fondo de Cultura Económica, 1995.
Thouvenot, Marc, Codex Xolotl. Étude d’une des composantes de son écriture: Les Glyphes. Dictionnaire des éléments constitutifs des glyphes, tome Codification, Paris, Editions Sup-Infor, 2001, 4300 pp.
_________,Annotations de la Mapa Quinatzin, PO11A, Paris, Editions Sup-Infor, 1992.
_________, Pohua/Tlachia, Temoa, Chachalac, G.D.N. http://www.sup-infor.com
_________, “Imágenes y escritura entre los nahuas del inicio del XVI”, en Estudios de Cultura Náhuatl, n. 41, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 2010, pp. 167-191.
Valle, Perla, Memorial de los indios de Tepetlaoztoc o códice Kingsborough, México, INAH, 1993.
_________, Códice de Tlatelolco, México, INAH-Benémerita Universidad Autónoma de Puebla (Col. Códices Mesoamericanos, 1), 1994.
Velasco, Salvador, Visiones de Anáhuac. Reconstrucciones historiográficas y etnicidades emergentes en el México colonial: Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, Diego Muñoz Camargo y Hernando Alvarado Tezozómoc. Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2003.
_________, “La imaginación historiográfica de Fernando de Alva Ixltilxochitl: etnicidades emergentes y espacios de enunciación”, in Colonial Latin American Review, vol. 7, n. 1, Albuquerque, USA, Spanish Colonial Research Center (SCRC)-University of New Mexico, 1998, pp. 33-59.
Williams, Barbara J. “Nahuatl Soil Glyphs From the Códice de Santa María Asunción”, in Actas del XLII Congreso de Americanistas, vol. 7, Paris, Societé des Américanistes, 1979, pp. 27-37.
_________y Frederic Hicks, El códice Vergara. Edición facsimilar con comentario: pintura indígena de casas, campos y organización social e Tepetlaoztoc a mediados del siglo XVI, México, UNAM, ADABI, 2011.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 171 ~
DOS DÉCADAS DE POLÍTICAS LINGÜÍSTICAS: REFLEXIONES EN
TORNO A LA EDUCACIÓN INTERCULTURAL BILINGÜE Y EL
ACUERDO 592
Rebeca Barriga Villanueva El Colegio de México
Ser en el mundo que somos Heidegger
PREÁMBULO Desde siempre, la política del lenguaje en México dirigida a los hablantes de lenguas originarias ha estado atravesada por la ambigüedad, la inconsistencia y la contradicción. La riqueza étnica y lingüística mexicana ha provocado a lo largo de la historia paradojas plasmadas en políticas lingüísticas unilaterales —sean de incorporación, de integración o de autodeterminación—, que han traído consigo consecuencias, muy opuestas también, de parte de todos sus actores. Tiempo atrás de la llegada de los españoles, los pueblos originarios hegemónicos habían ejercido una política de subordinación y, con ella, habían impuesto sus lenguas y costum-bres a las etnias sojuzgadas.1 Sobre este mismo esquema, los españoles durante tres siglos reprodujeron el patrón de dominio y sumisión, complicando más aún el panorama que se situaba entre los polos de dos grandes ideales antagónicos: evangelización y poderío militar; difusión del catecismo cristiano en las lenguas originarias y castellanización a ultranza.2 Quedaron así sellados los 1 Tal es el caso del imperio azteca cuyo poderío impuso nombres en náhuatl a los idiomas sojuzgados. Hoy día los hablantes de las lenguas originarias luchan por recuperar su autodenominación y descartar la asignación nahua que, las más de las veces, tenía una acepción peyorativa, o simplemente de no pertenencia a la lengua del lugar; ilustro lo anterior con tres ejemplos: tarasco cuyo nombre originario es el purépecha; el tlapaneco era meepha y el mixe con su nombre prístino ayuuk. Es tema de la autodenominación, por cierto, de gran actualidad en las clasificaciones lingüísticas y en los estudios de corte tipológico. Véase Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, Programa de Revitalización, Fortalecimiento y Desarrollo de las Lenguas Indígenas Nacionales 2008-2012 PINALI, México, Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, 2009, p. 38. 2 Un auténtico movimiento pendular, una especie de destino irremisible del eterno retorno cuya inclinación enmascara, las más de las veces, el ideal de un país como el nuestro que ha buscado con denuedo, desde el siglo XIX, ser una nación unificada en una sola lengua,
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 172 ~
rasgos distintivos de esta política que en pleno siglo XXI sigue oscilando entre el prestigio y la hegemonía indiscutibles del español (con la sombra amenazante de un inglés avasallador y multipresente) y la pertinaz resistencia de las lenguas indígenas que bordean los límites de la extinción. En efecto, en las últimas dos décadas que marcan el fin del siglo XX y el inicio del XXI, la política lingüística no ha logrado perder sus ancestrales caracterís-ticas, apresadas entre atisbos de esperanza, acciones exiguas y resultados más bien magros, muy ceñidos a circunstancias fortuitas o a situaciones casuísticas.3 La magnitud del problema mismo lo hace imposible: familias lingüísticas distintas, abundantes lenguas con más de una variante, y con grados de desplazamiento o de vitalidad diversas, con complejidad estructural y cosmovisiones heterogéneas, situaciones geográficas, políticas y sociales diferen-tes.4 Veinte años de política intercultural bilingüe5 en el contexto mexicano no muestran ser suficientes para fortificar su propio fundamento que se explicita en los conceptos que la constituyen: interculturalidad y bilingüismo, binomio crucial para la realidad el español. En Barriga Villanueva, “El movimiento pendular: historia de la política del lenguaje en México”, en Desde el Sur. Revista del CCH, núm. 11, México, UNAM, 1998, pp. 62-67. 3 Me apresuro a explicitar la dificultad extrema de generalizar en torno a las políticas lingüísticas. Veinte años no pueden ser representativos de varios siglos; sin embargo, a la luz de los resultados y de las inconsistencias permanentes, se puede presagiar ciertas tendencias muy positivas, unas; negativas del todo, otras. Así las cosas, lo que para una región o una localidad ha sido exitoso, para otra no ha tenido efecto alguno o ha sido perjudicial. Lo que para un nivel educativo ha sido benéfico, para otro ha contribuido a agudizar el problema. La mirada, entonces, siempre será relativa al contexto específico de la investigación y las conclusiones sólo podrán estar vinculadas con éste. Tal será el caso del presente trabajo que se concretará a una pequeña parcela de la realidad educativa indígena rural y urbana en escuelas primarias. 4 Más allá de los problemas teóricos y metodológicos que subyacen a estos números, hoy por hoy, se reconocen: “11 familias lingüísticas con presencia en México […] se relacionan 68 denominaciones dadas históricamente a las lenguas indígenas […] que corresponden a agrupaciones lingüísticas […] y en tercer lugar se consignan 364 variantes lingüísticas. En Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, op. cit., p. 10. 5 Para profundizar más en el tema de esta política y sus variados aspectos, sugiero la lectura de Bertely Busquets, “La educación indígena en México”, en Pablo Latapí (coord.), Un siglo de educación en México II, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Fondo de Cultura Económica, 199; Klaus Zimmermann, Política del lenguaje y planificación para los pueblos amerindios: Ensayo de ecología lingüística, Madrid, Vervuert Iberoamericana, 1999; Ignacio Hernaiz (coord.), Educación en la diversidad. Experiencias y desafíos en la Educación Intercultural Bilingüe, México, Fundación W. K. Kellog, UNESCO, sede regional Buenos Aires, Instituto Internacional de Planteamiento de la Educación, 2004; Barriga Villanueva y Corona Berkin, “Introducción”, en Sarah Corona Berkin y Rebeca Barriga Villanueva (coords.), Educación indígena. En torno a la interculturalidad, 2ª ed., Jalisco, H. Ayuntamiento Constitucional de Zapopan, Universidad de Guadalajara, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 2004, pp. 9-18; Barriga Villanueva, “Miradas a la inter-culturalidad. El caso de una escuela urbana con niños indígenas”, en Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. 13, núm. 39, México, Consejo Mexicano de Investigación Educativa, 2008, pp. 1229-1254; y Dietz y Mateos, Interculturalidad y educación intercultural en México: Un análisis de los discursos nacionales e internacionales en su impacto en los modelos educativos mexicanos, México, Secretaría de Educación Pública, Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe, 2011.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 173 ~
pluriétnica y plurilingüe de México, desconocida hasta hace poco de manera consciente por los propios habitantes de este país.6
Ya en pleno siglo XXI las contradicciones siguen presentes sucediéndose unas a otras. Prueba de ello, es la aparición en el panorama educativo del Acuerdo 592, promulgado por la Secretaría de Educación Pública (SEP) en agosto de 2011, cuyo fin último es vincular los tres niveles de la educación básica, preescolar, primaria y secundaria,7 y cuyas bases se construyen sobre los principales lineamientos de la política lingüística inter-cultural y bilingüe vigente. Esta inserción debería ser augurio de la consolidación de un proyecto verdaderamente inclusivo y de reivindicación; no obstante, la frágil naturaleza de la misma política lingüística, aunada a la fuerza enorme de los permanentes movimientos de migración, la reinante globalización y el implaca-ble avance tecnológico, hace avizorar un panorama harto complejo y, en definitiva, en asintonía con las promesas. ¿Se está forjando un nuevo eslabón en la cadena de contradicciones o se están generando salidas diferentes emanadas de los pueblos originarios?
En este trabajo, mi objetivo se limita exclusivamente a entramar promesas y realidades de esta política intercultural bilingüe,8 con énfasis en los dos términos que la nominan. Los hilos que tejerán la argumentación son pequeños fragmentos de sus Lineamientos generales;9 algunos de los artículos e incisos del Acuerdo 592, que en principio, la suscriben; los testimonios de algunos maestros bilingües de educación básica —ya sea de es-cuelas urbanas e indígenas bilingües—, actores fundamentales de 6 A decir verdad, la historia atestigua mucho más indiferencia y desconocimiento que conciencia del complejo problema indígena, cobijado siempre por la discriminación y la indiferencia. Tras siglos de negación, percatarse de ello tomará un largo tiempo no sólo de asunción y aceptación, sino de puesta en acción de ambas partes del problema. Estamos comenzando a darnos cuenta de las implicaciones educativas de la definición de nuestro país como multicultural y plurilingüe: “Es evidente que un país que se define a sí mismo de esta manera adquiere la obligación de fortalecer las diversas lenguas y culturas que lo constituyen. Si bien ésta es una responsabilidad de todo el Estado (gobierno y sociedad), lo es particularmente del sistema educativo”. (Las cursivas son mías). Sylvia Schmelkes, “La política de la educación bilingüe intercultural en México”, en Ignacio Hernaiz (coord.), Educación en la diversidad. Experiencias y desafíos en la Educación Intercultural Bilingüe, México, Fundación W. K. Kellog, UNESCO, sede regional Buenos Aires, Instituto Internacional de Planteamiento de la Educación, 2004, p. 186. 7 De hecho, su nombre completo es Acuerdo número 592 por el que se establece la articulación de la educación básica. La articulación parece ser el verdadero foco de atención para los maestros, señal del énfasis que la SEP ha puesto. 8 Son éstas las primicias de un proyecto en curso que busca dar cuenta de las políticas lingüísticas de México a partir del Cardenismo. 9 Secretaría de Educación Pública, Lineamientos Generales para la Educación Intercultural Bilingüe para las niñas y los niños indígenas 2001, 2ª reimp., México, Secretaría de Educación Pública, Subsecretaría de Educación Básica y Normal, Dirección General de Educación Indígena, 2001; también Secretaria de Educación Pública, El enfoque intercultural en educación. Orientaciones para maestros de primaria, México, Secretaría de Educación Pública, Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe, 2007.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 174 ~
esta política; y algunas experiencias etnográficas propias.10 Sin ánimo de denunciar o descalificar —la realidad habla por sí sola—, mi meta final es sólo reflexionar en torno a una filosa arista del desarrollo de la política lingüística de entre siglos, y en sus conse-cuencias más salientes para que, anticipando la situación futura, tratar de encontrar algunos caminos realistas de solución y acciones concretas. Las preguntas de investigación que me guían son: ¿Cómo se ha vivido en algunos ámbitos escolares los principales lineamientos de la política intercultural bilingüe? ¿Cuál es el impacto del Acuerdo 592 en los maestros? ¿Qué contra-dicciones y ambigüedades se generan en la realidad cotidiana?
Para alcanzar mi objetivo y dar respuesta a estos cuestionamientos, partiré de los términos sustantivos de la política vigente: interculturalidad y bilingüismo para retomarlos en el Acuerdo 592. Alrededor de las vivencias con dichas expresiones, resumiré la voz de varios maestros bilingües entrelazada con la mía propia, para tratar de llegar a ciertas conclusiones circunscritas al espacio de esta investigación.
DE LOS LINEAMIENTOS DE LA POLÍTICA INTERCULTURAL BILINGÜE Como hemos mencionado, la política intercultural bilingüe empezó a cobrar fuerza en el terreno mexicano durante la década de los años noventa. Su aparición no fue fortuita, sino que se debió a la conjunción de una serie de acontecimientos históricos y sociales en el contexto de conflicto y choque que envolvía a América Latina y
10 He analizado estos testimonios en varias investigaciones monográficas que he realizado alrededor de agudos problemas de la política lingüística y educativa mexicana como la interculturalidad, el bilingüismo y la enseñanza de la lengua escrita. Estos testimonios son de estudiantes de la maestría en Lingüística Indoamericana del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y de la licenciatura en Educación Indígena de la Universidad Pedagógica Nacional, todos hablantes de lenguas originarias de diversas familias lingüísticas: chol, mixteco, zapoteco, totonaco, chinanteco, tlapaneco, mixe, mixteco, náhuatl, totonaco y zapoteco; quienes han laborado como maestros bilingües en escuelas indígenas. Con respecto a sus experiencias docentes, éstas forman parte de una investigación etnográfica iniciada en 2006 en escuelas —seleccionadas con el apoyo de la Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe— cobijadas bajo el Programa de Educación Intercultural Bilingüe con niños migrantes indígenas. He trabajado con regularidad en dos de ellas: Pablo de la Llave y Melchor Ocampo; y eventualmente, en otras cuatro. Luis de la Breña, Profesora Herminia Ordoñez, República de Ghana y República de Colombia. Esta investigación persigue dos objetivos centrales: observar cómo se vive la interculturalidad y el bilingüismo en estas escuelas y los problemas más salientes que tienen estos niños con el aprendizaje formal del español. En su momento, remitiré a los artículos en que trato estos problemas.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 175 ~
a México. El 500 aniversario de la llegada de los españoles despertó un sin fin de reacciones acumuladas. Varios grupos surgían de aquí y de allá, recapitulando cinco siglos de presión y de fractura identitaria,11 y tomando por bandera la reivindicación de los pueblos marginados. Concretamente, en México, el clima de tensión orilló al presidente Carlos Salinas a agregar un significativo párrafo al artículo 4º de la Constitución que reconocía, por vez primera, la ancestralmente negada diversidad étnica de México:
La nación mexicana tiene composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. La ley protegerá y promoverá el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, y formas específicas de organización social […].12 (Las cursivas son mías).13
Si bien esta reforma no llegó a la conciencia de la ciudadanía, el levantamiento en 1994 del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en Chiapas (sureste de México), logró hacer más perceptibles a los indígenas. Su presencia comenzó a llenar espacios y a incidir en estructuras, consideradas casi sagradas, por su verticalidad. A la vuelta de siete años, cuatro fueron los hitos más sobresalientes de esta sacudida, reflejadas en políticas lingüísticas que lograron esta visibilización. La primera fue en 1996, cuando por iniciativa de la Comisión de Concordia y Pacificación, se firmaron los Acuerdos de San Andrés Larráinzar,14 que preconizaban la promulgación de los derechos indígenas. Le siguió la oficialización de la política intercultural bilingüe con la publicación por la SEP de los Lineamientos Generales para la Educación Intercultural Bilingüe para las niñas y los niños
11 Movimientos de choque altamente beligerantes como “500 años de resistencia indígena, negra y popular” en América Latina y “500 años de Resistencia indígena”, en México reactivaron las luchas y la búsqueda de espacios propios y autónomos para los indígenas. Para ampliar un poco el espectro del significado de estos grupos, recomiendo la lectura de Senillosa y Sobrino, América Latina 500 años. Problemas pendientes. Barcelona, Cristianisme i Justicia, 1991; Desmet, Un estudio exploratorio de las actitudes de estudiantes universitarios hacia las lenguas indígenas y los derechos lingüísticos de sus hablantes, México, el autor, 2004. [Tesis de maestría.]; y Sámano Rentería, “El movimiento indígena en México, un paso adelante y dos hacia atrás”, Ponencia presentada en el VII Congreso Latinoamericano de Sociología Rural, Quito, Ecuador, Grupo de Trabajo, del 20 al 25 de noviembre de 2006. 12 Diario Oficial de la Federación, México, Gobierno Federal de la Nación, 1992, p. 5. 13 En adelante usaré letras cursivas para resaltar aquellas partes de los textos o de los testimonios que me parezcan relevantes. 14 Sobre las propuestas de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, remito al libro de Hernández y Herrera, Acuerdos de San Andrés, México, Era, 1998; y al de Ramos Iturbide, “Acuerdos de San Andrés Larráinzar. Una agenda pendiente”, en Grupo Tacuba. Boletín informativo semanal, México, Grupo Tacuba, lunes 21 de febrero de 2005, pp. 1-12.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 176 ~
indígenas en 1999.15 Después, vino en 2002 la emblemática promulgación del artículo 2º de la Constitución con su paradójico replanteamiento de la esencia de México ya anunciada en el derogado inciso del artículo 4°:
La nación mexicana es única e indivisible. La nación tiene una composición pluricultural susten-tada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, econó-micas, culturales y políticas, o parte de ellas. La conciencia de su identidad indígena deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes se aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas. Son comunidades integrantes de un pueblo indígena, aquellas que formen una unidad social, económica y cultural, asentada en un territorio y que reconocen autoridades propias de acuerdo con sus usos y costumbres. El derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación se ejercerá en un marco constitucional de autonomía que asegure la unidad nacional […].16
Conviene detenernos un momento en este controvertido artículo, pues rompe, en apariencia, con la habitual y ferviente búsqueda de los siglos XIX y XX por alcanzar una verdadera unidad nacional, pero que en realidad consolida la tradicional ambigüedad frente al indígena. El inicio del artículo es contundente en su idea de nación única, para transformarla enseguida de única a plural; una suerte de juego enigmático y peligroso en el que está de por medio la conciencia de la identidad indígena tan fracturada a lo largo del tiempo.
Finalmente, en el año de 2003, tras el periplo de acuerdos y leyes se da la promulgación de la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, cuyo núcleo se concentra en sus artículos 1º y 3º:
1° Regular el reconocimiento y protección de los derechos lingüísticos individuales y colectivos de los pueblos y comunidades indígenas, así como la promoción del uso y desarrollo de las lenguas indígenas […].
15 Cabe resaltar que los destinatarios de esta educación siempre fueron los niños y niñas indígenas, los niños mestizos con los que conviven día con día, por los movimientos migratorios, están fuera de la mirada, haciendo, de entrada, una educación muy unilateral. 16 Diario Oficial de la Federación, op. cit., 2001, p. 1.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 177 ~
3° Las lenguas indígenas son parte integrante del patrimonio cultural y lingüístico nacional. La pluralidad de lenguas indígenas es una de las principales expresiones de la composición pluricultural de la Nación Mexicana.17
Así las cosas, entre los casi diez años que median entre el levantamiento zapatista y la promulgación de la ley de derechos lingüísticos indígenas, florece la política intercultural bilingüe, de cuyos 42 lineamientos, escojo algunos de los más elocuentes:
3. La educación que se ofrezca a las niñas y los niños indígenas considerará la diversidad cultural y lingüís-tica de los pueblos indígenas y se adaptará a sus necesidades, demandas y condiciones de cultura y lengua, poblamiento, organización social y formas de producción y trabajo. 4. La educación que se ofrezca a las niñas y los niños indígenas será intercultural bilingüe. 5. Se entenderá por educación intercultural aquella que reconozca y atienda a la diversidad cultural y lingüística; promueva el respeto a las diferencias; procure la formación de la unidad nacional, a partir de favorecer el fortalecimiento de la identidad local, regional y nacional, así como el desarrollo de actitudes y prácticas que tiendan a la búsqueda de libertad y justicia para todos. 12. La educación intercultural bilingüe para las niñas y los niños indígenas impulsará el trabajo colegiado de docentes, directivos y personal técnico, procurando las condiciones académicas y administrativas adecuadas para su desarrollo.18 (Las cursivas son mías).
Siete años después, la SEP refrendaba y fortalecía estos objetivos en su Manual El enfoque intercultural en educación. Orientaciones para maestros de primaria, que por desgracia no fue repartido con regularidad en todas las escuelas, impidiendo que los maestros tuvieran conocimiento más directo de sus propuestas;
Nuestra acción educativa no se reduce a la enseñanza de contenidos sino que abarca las actitudes que reproduci-mos, porque nuestro papel implica necesariamente el vínculo entre personas, el encuentro entre maestro y
17 Diario Oficial de la Federación, op. cit., 2003, p. 2. 18 En Lineamientos Generales para la Educación Intercultural Bilingüe para las niñas y los niños indígenas 2001, p. 11.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 178 ~
alumno, en que la interculturalidad tiene una importa-ncia central […]. En este sentido, la dimensión lingüística cobra vital importancia para la interculturalidad, toda vez que en países multilingües y multiculturales como México reconocer la relación entre desarrollo de la lengua materna y el aprendizaje de una o más lengua, en términos de acceder a los códigos de su respectivas culturas, significa poder aproximarnos a una realidad lingüística nacional sustentada en un bilingüismo equilibrado y en un multilingüismo eficaz.19
Al leer estos lineamientos no deja de sorprender la nitidez al exponer el problema indígena y la sensibilidad para proponer formas coherentes para atacarlo. Parecen atender todo, actitudes, enseñanza, interrelación maestro-alumno, lengua materna, bilingüismo equilibrado. Un discurso, sin duda, congruente, bien articulado y esperanzador, pero a todas luces carente de fuerza para convertirse en una acción concreta. Sería muy desolador pensar en que se construye conscientemente un discurso sin autenticidad, que busca resultados contrarios a los manifestados en la palabra. LA INTERCULTURALIDAD EN LA VOZ DE LOS MAESTROS Los fragmentos de las leyes, los artículos y los lineamientos que acabamos de ver son el escenario ideal para situar las reflexiones de los maestros acerca de su práctica diaria en escuelas indígenas “bilingües”, adscritas a la política de entre siglos. Es interesante analizarlas, pues nos ilustran sobre qué tanto las conocen y qué tanto ellos penetran en los objetivos que les subyacen. Por desgracia, la mayoría de las veces, el espíritu de estas modificaciones se encuentra muy lejano a la realidad de los profesores, quienes encaran el problema cotidiano bordeando la orilla de los cambios en los que rara vez participan. Si bien algunos fueron protagonistas de las transformaciones ideológicas de los últimos años, de súbito tuvieron que resignificar el valor de la etnicidad, la lengua y los derechos indígenas. Ellos, en su gran mayoría, han vivido con el estigma de ser “indio” y todo lo que esto conlleva en los planos emocional, social y educativo. La actitud de sus padres ilustra este delicado problema. Hablantes de una lengua originaria, de manera consciente y explícita, prefirieron trasmitirles a sus hijos el español —con rasgos marcadamente indígenas— como lengua materna, para protegerlos de una 19 En El enfoque intercultural en educación. Orientaciones para maestros de primaria, pp. 11 y 23.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 179 ~
anunciada discriminación. Bástenos este ejemplo para imaginar la situación:
Crecí en una familia de nahua hablantes donde se me obligaba a hablar, a pensar y aprender el español.20 Aunque todo el tiempo escuchaba el náhuatl de mis abuelos [...] nuestros padres querían que nosotros usáramos el español para no ser indios, sobresalir en la escuela y no ser víctimas de los engaños de los no indígenas.21
Selecciono aquí las respuestas más significativas22 que encontré a tres preguntas estrechamente relacionadas con la interculturalidad y el bilingüismo, que, en principio, ayudarían a los indios a sí serlo, sin ambages. Éstas formaban parte de una encuesta aplicada a maestros bilingües, quienes, como he mencionado, pertenecen a diversas etnias y poseen una amplia experiencia docente en escuelas primarias indígenas. Las preguntas, en apariencia, sencillas, albergaban la posibilidad de develar el verdadero sentir de los profesores: 1. ¿Conoce el término interculturalidad? Si su respuesta es afirmativa, explique ¿cuál es su significado? En su práctica docente 2. ¿Ha tenido experiencia con la educación intercultural bilingüe? 3. ¿Qué otros modelos ha practicado y cuáles han sido los efectos en los niños?23 De la primera, destaco las siguientes contestaciones:
El concepto mismo es controvertido, no obstante supone que tiene que ver con la aceptación de múltiples culturas, por ende, de muchas lenguas.
20 Sin duda, este español es una variante alejada de la forma estándar que se ha dado por llamarse español indígena cuyos rasgos estructurales encierran en sí mismos las complejidades de las lenguas en contacto. Particularmente, en su adquisición y desarrollo en el ámbito emocional y afectivo infantil, y esto conlleva a muchos problemas de aceptación social. Cf. Lastra, “Is there an Indian Spanish?, en Jon Amastae, Grant Goodall, Mario Montalbetti y Mariane Phinney (eds.), Contemporary research in Romance linguistics, Ámsterdam, John Benjamins Publishing Company, 1995, pp. 123-133; Guerrero y San Giacomo, “El llamado español bilingüe en el contexto del bilingüismo”, en Rebeca Barriga Villanueva y Pedro Martín Butragueño (eds.), Historia Sociolingüística en México. Volumen 3, México, El Colegio de México, [en prensa]. 21 Francisco Palemón, Entre el mantenimiento y el desplazamiento del náhuatl: actitudes ambivalentes de una generación de estudiantes de Acatlán. Municipio de Chilapa, Guerrero, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2005. [Tesis de maestría.], pp. 9-10. 22 Las respuestas completas pueden verse en Barriga Villanueva, “La interculturalidad en tres respuestas”, en Papeles de trabajo. Revista del Centro Interdisciplinario de Ciencias Etnolingüísticas y Antropológico-Sociales, núm. 12, Argentina, Universidad Nacional del Rosario, 2004, pp. 121-141. Resalto en cursivas las partes que me parecen más relevantes, ya por su importancia, ya por el asombro que causa su lucidez y tino del discurso de los maestros. 23 Ibidem.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 180 ~
Es la convivencia de dos o más culturas, hay que respetar las culturas que el niño conoce y enseñar primero en la lengua que mejor domine. Significa intercambio de culturas, interacción con muchas culturas de los pueblos indígenas y no indíge-nas. No puede haber interculturalidad si no se reconoce la propia identidad étnica, conocer lo que es nuestro para identificarlo que es de otros o lo que no es de nosotros. La convivencia de varias culturas en un marco de respeto. Es un concepto filosófico que pretende establecer una nueva relación entre los pueblos y comunidades.
Más allá de la idea acertada que estos maestros tienen de la inter-culturalidad como convivencia e intercambio de culturas que se respetan, no parece haber más desentrañamiento del significado de este término que, sin duda, bombardea su ambiente, pero no se vive. Es muy sintomático que uno de los docentes interpreta la interculturalidad como una cuestión de dominio de una lengua sobre otra, una especie de convicción enmascarada de que esa lengua es el español, en detrimento de la lengua indígena. Una de las respuestas más realistas es la del profesor que concluye que, si no hay identidad, no puede haber interculturalidad. En definitiva, la identidad es uno de los puntos más espinosos en la política de la lengua mexicana, pues, en su vaivén continuo, ha logrado desque-brajarla en la mayoría de los indígenas, quienes viven en una tensión permanente entre la lealtad y la negación. Es notorio ver que estas respuestas no se orientan al nexo indispensable que se debería dar entre la interculturalidad y la práctica escolar; son otros los rasgos que les interesan o les inquietan. Por último, subrayo la ausencia en estas respuestas del término “bilingüe”, indispensable para la coherencia del modelo. Parece ser que hasta ahora es el destino de esta compleja realidad, que no alcanza a vaciarse en una palabra, porque carece de significado o está llena de falsedades.
Asomémonos ahora a tres de las respuestas elegidas de la segunda pregunta que, por su contundencia, podrían ser el espejo de las agotadas actitudes de los maestros ante los frecuentes cam-bios de nominación de las políticas, que no contribuyen de ninguna manera ni a la interculturalidad, ni al bilingüismo; ni a la armonía entre lo mestizo y lo indígena. Los intereses y los deseos hegemónicos, con todo lo que conllevan, impiden la consolidación de cualquier modelo que pretenda la inclusión:
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 181 ~
Las bases teóricas de esta política son muy convincentes, pero quizás las situaciones concretas de la educación indígena no encajen con la teoría, porque eso ha sucedido con las otras políticas educativas, por ejemplo, la política de castellanización o integracionista, educación bilingüe, educación bilingüe bicultural han estado en el discurso. Como concepto filosófico es bonito, para ser aplicado en una comunidad donde existen muchas culturas, en donde la tolerancia y el respeto a la diversidad deben ser principios fundamentales. La educación bilingüe intercultural es un planteamiento ahora institucional. Considero que como se aplica en México en nuestras escuelas es una práctica racista disfrazada. Con tendencia a desaparecer las lenguas indígenas. Para ello el estado aplica una política de borradura en donde la educación bilingüe bicultural es un parapeto, la práctica educativa actual pretende educar a los “indios” para poder interactuar con la sociedad no india. Pero a la sociedad no india ni siquiera se le plantea una mejor convivencia con los indígenas. Para mí la educación bilingüe intercultural debiera concebirse a partir del tipo de alumnos que asisten a clases, es decir, quiénes son, qué lengua hablan y no considerar a la educación bilingüe a partir de las lenguas del docente. Actualmente si la educación la imparte un “pinche maestro indio” que hable un “dialecto” y algo de español, es educación bilingüe intercultural para el Estado. Pero no se mire a los niños indígenas que reciben clases con maestros no indios. ¿Qué tipo de educación es ésta? Intercultural o unicultural. La educación bilingüe intercultural desde mi concepción es ambigua y por lo tanto no cumple aún con su cometido. ¿Por qué educar a los no indios de un modo y a los indios de otro? Es una falacia de los teóricos para mantener vivas las políticas del Estado y una justificación para darnos soluciones que nos hagan olvidar nuestro pasado como pueblos originarios. No he tenido experiencia pero pienso que este tipo de educación tiene un fondo político que repercute al enseñar las lenguas indígenas, tan sólo, por ejemplo, he visto que en muchas escuelas bilingües sólo imparten la clase en lengua indígena, un día a la semana.
Saturadas de escepticismo y desconfianza, estas respuestas desve-lan la realidad descarnadamente y son una denuncia abierta a lo que han sido las políticas lingüísticas en México: “política de parapeto”, de “borradura”. Una mera mistificación cuyo fin es anular al indio, disfrazando las situaciones de un bilingüismo
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 182 ~
inoperante. Coinciden con las críticas constantes a la propuesta intercultural, acusándola de “unicultural” y vertical. Y qué decir de la “prohibición de usar la lengua indígena” y “la falta de interés por los usos y costumbres indígenas”, postulados medulares de la política lingüística dominante.
Termino la ronda de respuestas con las más significativas alrededor de los modelos de educación practicados, en algún momento, por estos maestros y los efectos que inciden más directamente en los niños:
En mi experiencia como docente, y específicamente en el nivel de educación preescolar con el modelo de Educación Bilingüe Bicultural había que recopilar más exclusivamente contenidos étnicos y aplicarlos en los programas didácticos. La participación del niño en esta recopilación era nula. Con la Educación Intercultural Bilingüe se hace un poco distinto la forma en cómo debería llevarse a cabo. Ahora se considera como relevante la participación de los niños, aunque de todas maneras, en este otro modelo el uso de la lengua, al menos de lengua indígena, pocas veces se utiliza en el aula. En unas instituciones de primaria, ubicadas al sur de Veracruz, durante mi experiencia de trabajo de campo, he observado que los alumnos no reciben la formación bilingüe, aun siendo “escuela bilingüe”, y tienen bajo rendimiento en el aprovechamiento escolar. En el Subsistema de Educación Indígena se tienen presentes los siguientes modelos educativos, a) Monolingüe en lengua indígena, b) Monolingüe en español, c) Bilingüe. El sistema con el que más he trabajado es el del monolingüe español, la razón es que no me proponen para trabajar en forma bilingüe, o en monolingüe mixteco, además los textos con los que se cuenta son textos en español, actualmente estoy enterado de que se ha recibido textos en lengua indígena, pero no es la de la variante lingüística de los niños ni de los maestros, luego entonces no pueden interactuar con ellos. La propuesta es que deben elaborarse textos para cada pueblo indígena mixteco. Con el modelo bilingüe los alumnos se vuelven más participativos y el aprendizaje se convierte significativo porque recurren en su lengua, al hacer esto, se reencuentran con sus conocimientos previos. La educación bilingüe, pero es difícil determinar los límites entre una cultura y otra porque solamente se toma en cuenta, pero esto mayormente se ha practicado en la
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 183 ~
oralidad de la lengua, pues la alfabetización de los niños indígenas es en español. En educación indígena ha existido el modelo bilingüe bicultural y actualmente se habla de bilingüe inter-cultural. Cada uno de ellos tiene un fin implícito o explícito específico, pero en la práctica no cambia debido a la formación de nosotros que no se ha constituido en el plano lingüístico sino más bien político.
De estas respuestas recupero tres puntos álgidos: el desuso de la lengua indígena en el aula; hay un manejo privilegiado del español que confluye en el segundo punto, la ausencia de un bilingüismo, debido a que los contenidos, los textos (que de haber algunos en lengua indígena) no corresponden a la variante del idioma del lugar; las prácticas escolarizadas son en español, causando una total confusión en los niños, desconcierto en los maestros y el beneplácito de los padres. El último concierne a la preparación de los profesores, que constantemente están inmersos en cuestiones de índole política que los aleja de una enseñanza consciente y actualizada. DEL SUI GENERIS BILINGÜISMO DE LAS POLÍTICAS LINGÜÍSTICAS A partir del Cardenismo,24 el adjetivo bilingüe aparece como parte constitutiva y obligatoria de las políticas del lenguaje en México; sin embargo, no es de ninguna manera el idealizado bilingüismo equilibrado, sino uno de transición que representa el puente de paso seguro al español.25 En el ámbito político y educativo se maneja una concepción simplista del bilingüismo que dista mucho de la idea de la relación entre dos sistemas lingüísticos en contacto, que varían sus estructuras sistémicas y trasforman las estructuras
24 Es un hecho histórico que la idea del bilingüismo en la enseñanza indígena penetró en nuestro país por influencia de los lingüistas del Instituto de Verano en México, quienes eran vistos con gran simpatía por Lázaro Cárdenas. Para una visión del Instituto Lingüístico de Verano, véase el controvertido artículo de Gonzalo Aguirre Beltrán, “El Instituto Lingüístico de Verano”, en América Indígena, vol. XLI, núm. 3, México, Organización de los Estados Americanos, Instituto Indigenista Interamericano, 1981, pp. 435-461. 25 La razón es bien conocida ya que “hasta principios de los 80, la educación bilingüe tenía como objetivo llevar a los alumnos hacia la castellanización más efectiva, utilizando para tal fin la lengua indígena en los primeros años de escolarización. La transición de la lengua indígena al castellano buscaba desplazar la lengua propia por la lengua hegemónica y oficial”. López y Sichra, “La educación en áreas indígenas de América Latina: balances y perspectivas”, en Educación en la diversidad. Experiencias y desafíos en la Educación Intercultural Bilingüe, México, Fundación W. K. Kellog, UNESCO, sede regional Buenos Aires, Instituto Internacional de Planteamiento de la Educación, 2004, p. 134.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 184 ~
sociales de manera profunda. Tras de este peculiar bilingüismo, está la fuerza y el innegable prestigio del español, que lejos de dar el estatus esperado, se reduce al resquebrajamiento de lealtades y rompimiento de identidades. En cuanto a la escuela, aunque se le denomine “bilingüe”, ésta privilegia la enseñanza del español como vía segura en la que se aprende y se escribe el conocimiento. Las consecuencias son alarmantes desde cualquier perspectiva: el tipo de español, diferente del estándar que adquieren los niños y que los marca en los contextos mestizos; un pobre rendimiento escolar, provocado por la incomprensión de los contenidos debido a un frágil proceso de enseñanza-aprendizaje; y, finalmente, el irremediable desplazamiento de la lengua materna, la cual puede llegar a la extinción.26
Es un hecho que no se ha logrado hasta el momento que se dé prioridad a las lenguas originarias en las llamadas escuelas bilingües interculturales de las comunidades indígenas; si acaso se les concede, como ya hemos visto, unas cuantas horas de enseñanza a la semana en los primeros años escolares. El problema se agrava en las escuelas urbanas donde cada vez aumenta más la población infantil migrante que se integra a las escuelas con diversos grados de pérdida de sus lenguas originarias. En la investigación etnográfica que vengo realizando desde finales de 2005 en escuelas urbanas de la ciudad de México con este tipo de personas, he llegado a encontrar niños hablantes de más de ochos diferentes lenguas; en algunas aulas conviven niños de hasta cuatro lengua distintas y, en otras, hay niños hablantes de dos variantes de la misma lengua.27 El otomí, el náhuatl y el mazateco son las más abundantes y conviven con otros idiomas, el matlatzinca, el mazahua, el mixteco, el mixe y el tlapaneco. Hasta el momento, 2012,28 no he encontrado en ninguna de ellas, un profesor bilingüe 26 Lo alarmante es que la misma situación bajo distintas circunstancias se da en las escuelas bilingües de las zonas indígenas. Véase Terborg y García Landa, donde junto con otros autores, muestran atinadamente esta misma situación en varias localidades de Oaxaca, Michoacán y el estado de México. En Muerte y vitalidad de lenguas indígenas y las presiones sobre sus hablantes, México, UNAM, Coordinación de Humanidades, Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras, 2011, 285 pp. 27 Véase Barriga Villanueva, Miradas a la interculturalidad. El caso de una escuela urbana con niños indígenas; y Barriga Villanueva, “De la controvertida interculturalidad: reflexiones a dos estudios de caso”, en Rebeca Barriga Villanueva y Esther Herrera Zendejas (eds.), Lenguas, estructuras y hablantes: estudios en Homenaje a Thomas Smith Stark, [en prensa]. 28 Remito a Barriga Villanueva, La interculturalidad en tres respuestas; Barriga Villanueva, “La cara oculta del bilingüismo en México”, en Claudia Ordoñez (ed.), Memorias del II Simposio Internacional en Bilingüismo y Educación Bilingüe en América Latina, Bogotá, Universidad de los Andes, 2007, pp. 13-28; Barriga Villanueva, “El bilingüismo, piedra de toque en la lingüística”, en Martina Schrader Kniffki y Laura Morgenthaler García (eds.), La Romania en interacción entre historia, contacto y política. Ensayos en Homenaje a Klaus Zimmermann, Frankfurt-Madrid, Vervuert- Iberoamericana, 2007, pp. 631-647; Barriga Villanueva, Miradas a la interculturalidad. El caso de una escuela urbana con niños indígenas; y Barriga Villanueva, De la controvertida interculturalidad: reflexiones a dos estudios de caso.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 185 ~
que atienda las necesidades de estos educandos, ni he visto que se dedique una hora a la semana a enseñarles algunas de sus lenguas. Sean marginados o no, el hecho incontrovertible es que se escolarizan en español, mermando poco a poco la posibilidad de construcción de conocimiento en sus lenguas maternas y con ello propiciando su desplazamiento. La convicción desarrollada a lo largo del tiempo en maestros, padres y en los infantes mismos es que el español se aprende en la escuela para tener acceso al éxito; es la lengua nacional, la del conocimiento y el prestigioso vehículo de redención económica y social. Su idioma se reserva para ámbitos restringidos al terreno de lo familiar y ritual.
EL BILINGÜISMO EN LA VOZ DE LOS MAESTROS Recojo los testimonios más sobresalientes de los maestros en diferentes bloques que den indicios certeros de la complejidad del problema. El bilingüismo como tal
[No hay bilingüismo] esto se manifiesta en muchos aspectos de la vida en la escuela, entre otros: a) uso del español como lengua vehicular, b) prohibición de usar la lengua indígena29. He observado que los alumnos no reciben la formación bilingüe, aun siendo ‘escuela bilingüe’ y tienen bajo rendimiento en el aprovechamiento escolar. En la escuela no se enseña a leer ni a escribir en la lengua indígena. Los niños pequeños de 1° y 2° prefieren que se les hable en lengua indígena porque el español es una lengua que desconocen. Los niños de 3° a 6° también quisieran que se les hable en la lengua indígena pero los maestros consideran que en estos grados ya debe aprender a leer y a escribir en español. Crítica o absoluta falta de interés por usos y costumbres indígenas, incluyendo los calendarios relacionados con los ciclos agrícolas la idea que prevalece en las escuelas oficiales donde asistieron es la falta de consideración y aprecio a su cultura el niño debe conocer lo propio y lo
29 Todos los ejemplos que aquí ilustro son parte de las transcripciones literales de los maestros, respeté tanto la puntuación como la ortografía y en algún caso la segmentación; esto es reflejo incuestionable de la relación incierta que han establecido con la lengua escrita.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 186 ~
ajeno para poder desenvolverse y desarrollarse en todos los ámbitos, conocer y desarrollarse en su propia cultura.
En las escuelas bilingües de las zonas indígenas, se usa el español como punto de llegada de todo el proceso educativo. Si acaso las lenguas indígenas se enseñan como parte de un movimiento de transición efímero hacia el dominio del español:
En mi comunidad y en la región no se enseña a leer y escribir la lengua indígena; sólo se usa esta lengua como un medio para el español.
El tiempo dedicado a la instrucción de las lenguas indígenas en horas y en años escolares es realmente escaso. Dos o tres horas o cinco horas, son a todas luces insuficientes para familiarizarse con la lengua y desentrañar, merced a la reflexión, sus procesos y mecanismos. ¿Cómo se puede en un día a la semana lograr el conocimiento armónico de las lenguas en contacto? ¿Dónde quedó la equidad si el número de horas destinado a la lengua materna de los niños es tan reducido? Desde un punto de vista de desarrollo lingüístico, la reducción del tiempo de aprendizaje es muy peligrosa, pues no se da el espacio suficiente para la maduración del proceso, dejándolo trunco. Los niños son del todo vulnerables ante la ausencia de experiencias vitales que da el uso continuo de su propia lengua:
He visto que en muchas escuelas bilingües sólo imparten la clase en lengua indígena, un día a la semana. Con mi propia experiencia se destinan 5 horas a la semana para enseñanza de la lengua materna para la enseñanza los niños de primer año.
EL BILINGÜISMO Y LOS PADRES El problema no sólo se gesta desde el gobierno, sino también la tradición de desprestigio de lo indígena y sus idiomas ha hecho mella en la voluntad de los padres de familia que se oponen a que sus niños estudien su lengua materna en la escuela. Existe una vieja convicción de que se “aprende” el español y que la lengua, algo intrínseco y natural, se sabe per se y se destina a la vida familiar. Adquirir una lengua es algo que se hace en la escuela cuyo deber central es difundir de manera formal el español, la lengua especializada para trasmitir el conocimiento en general; los padres se oponen abiertamente a la enseñanza de las lenguas originarias de sus hijos:
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 187 ~
Ahí intervienen los padres de familia, diciendo que no deben los maestros enseñar lengua materna de los niños ya que ellos ya sabe hablar muy bien en la lengua materna. El rechazo de los padres de familia, porque argumentan que mandan a sus hijos a la escuela para que aprendan el español ya que el mixteco ya lo saben hablar. [Los niños prefieren] el español porque es lo que les mandan sus padres a aprender dejando un lado la lengua materna ya que es lo primero de enseñar.
El español es otra cosa, se considera como una suerte de talismán liberador el que se cultive en la escuela para tener acceso a los éxitos de la vida social y cultural; es la lengua nacional, la del conocimiento y la que entraña en su uso, la esperanza de progreso económico y social:
Cuando yo estaba en mi comunidad mi mayor problema para enseñar. Uno de los problemas que yo he detectado es la oposición de los padres de familia, ellos exigen que se enseñe en español, ya que la lengua que les permite tener acceso a diferentes trabajos. La lengua me’phaa no tiene validez, cuando ellos [los niños] migran en las ciudades donde se habla la lengua nacional.
La deslealtad lingüística se justifica ante la necesidad imperiosa de subsistir. ¿Para qué destinar a sus hijos al fracaso con una lengua que no les garantiza la supervivencia económica? Sólo el español puede asegurar un futuro y un trabajo digno fuera de los estrechos horizontes que permite la lengua materna:
[Los niños] prefieren el español porque para los padres es la lengua que deben aprender y les sirve para el futuro. Prefieren el español porque les es útil en contextos urbanos donde salen a trabajar. Uno de los problemas que yo he detectado es la oposición de los padres de familia, ellos exigen que se enseñe en español, ya que la lengua que les permite tener acceso a diferentes trabajos.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 188 ~
EL BILINGÜISMO Y LOS MAESTROS
Cualquier esfuerzo queda aniquilado ante la falta de preparación asumida por los mismos maestros:
No [se enseña la lengua de los niños] por la falta de una formación profesional para darle un valor a la lengua materna igual que la dominante no porque el maestro desconoce muchos principios básicos de la lengua.
UNA NUEVA POLÍTICA EL ACUERDO 592 Recientemente se empieza a oír en ámbitos escolares —muy escasos aún— acerca del Acuerdo 592, que aparece en el panorama de la política educativa y lingüística mexicana a mediados del 2011. Se trata de un denso documento de 630 páginas que consta de 10 artículos, más otros transitorios que giran en torno a la articulación de la educación básica que se constituye su fin último. Más allá de esto, lo más relevante para este trabajo es el vínculo que establece entre dicha articulación y la política intercultural bilingüe que nos ocupa. Concretamente, el inicio del Acuerdo 592 recorre y resume toda la trayectoria de los cambios vertiginosos que se dieron en México y en la política lingüística en la década de los 90. En este sentido, el punto de partida es excelente, pues hay un reconocimiento explícito de los sucesos y sus consecuencias; sin embargo, esto no permea la conciencia ni llega a los maestros y, si llega, no impacta en la formación de los niños indígenas. Tomo algunos párrafos significativos que complementan los ya referidos más arriba:
Que el artículo 2° constitucional señala que la Nación Mexicana tiene una composición pluricultural y que la Federación, los Estados y los Municipios tienen la obligación de garantizar e incrementar los niveles de escolaridad, favoreciendo la educación bilingüe e inter-cultural de los pueblos y comunidades indígenas […] Que la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas establece que las lenguas indígenas son parte integrante del patrimonio cultural y lingüístico nacional y que las lenguas indígenas que se reconozcan en los términos de dicha Ley y el español son lenguas nacionales, por lo que las autoridades educativas fede-rales y las entidades federativas garantizarán que la
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 189 ~
población indígena tenga acceso a la educación obligatoria bilingüe e intercultural.30
Pese a ello, se arrastran los vicios de siempre y con la vinculación en la mira se entremezclan otros problemas que no han sido superados en siglos. Hay varios artículos dedicados al problema de la diversidad lingüística de México y las formas de enfrentarlo. Merece la pena mencionar, por su pertinencia, alguno de los títulos de estos o de los incisos: Favorecer la inclusión para atender a la diversidad (artículo 2º, inciso 1.8). Incorporar temas de relevancia social, (artículo 2, inciso 1.9). Campo de educación para la educación básica (artículo VI). Campo de formación: Lenguaje y comunicación (VI.1) Campo formativo: Lenguaje y comunicación (VI.1.1). Segunda lengua: Inglés en preescolar (VI.1.2). Español en primaria y secundaria (VI.1.3). Lengua indígena en primaria: para las escuelas de educación indígena (VI.1.4). Estándares curricula-res y aprendizajes esperados. Estándares en Español (XI.1.1). Estándares de segunda lengua: inglés (XI.2.3).
De todos estos títulos, resalto tres aspectos. El primero es la conciencia de los derechos humanos y lingüísticos que se derivan de la diversidad y la necesidad de incluir en el currículo y fomentar en los niños nuevos valores de convivencia:
La educación es un derecho fundamental y una estrategia para ampliar las oportunidades, instrumentar las relaciones interculturales, reducir las desigualdades entre grupos sociales, cerrar brechas e impulsar la equidad. Por lo tanto, al reconocer la diversidad que existe en nuestro país, el sistema educativo hace efectivo este derecho al ofrecer una educación pertinente e inclusiva […] También precisa fomentar en los alumnos el amor a la Patria y su compromiso de consolidar a México como una nación multicultural, plurilingüe, democrática, solidaria y próspera en el siglo XXI. En correspondencia con este principio, los docentes deben promover entre los estudiantes el reconocimiento de la pluralidad social, lingüística y cultural como una característica del país y del mundo en el que viven, y fomentar que la escuela se convierta en un espacio donde la diversidad puede apreciarse y practicarse como un aspecto de la vida cotidiana y de enriquecimiento para todos.31
30 SEP, Acuerdo número 592 por el que se establece la articulación de la Educación, México, Secretaría de Educación Pública, Subsecretaría de Educación Básica, 2011, pp. 1-2. 31 Ibid., p. 27.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 190 ~
Hasta donde he podido observar a lo largo de casi siete años la escuela no es el espacio ideal de convivencia, más bien es el lugar del olvido, la invisibilización del niño indígena y la diversidad no es una realidad que interese.
Con respecto al segundo aspecto, la aparición del inglés como protagonista central en el campo de lenguaje y comunicación. La importancia que se le confiere a este idioma lo hace prioritario en el Acuerdo 592:
Hoy día es necesario hablar de las prácticas sociales y culturales del lenguaje y de sus productos; ésta es la tarea de la escuela. La habilidad comunicativa en el mundo contemporáneo es incompleta sin dos componentes extraordinarios: el inglés, como segunda lengua, sujeto a la misma metodología de la lengua materna, y el código de las habilidades digitales.
Más allá de la relevancia que tenga su aprendizaje, la presencia del inglés pone necesariamente en juego una nueva lengua en el panorama educativo, que aumenta el grado de dificultad en el manejo de los planes, en el acompañamiento y en el de prioridades docentes:
El inglés como segunda lengua en primaria y secundaria, y alineado a partir de estándares nacionales e inter-nacionales, dota al alumno de la posibilidad de contar con una competencia vinculada a la vida y al trabajo, para que el manejo pertinente del idioma sea un agente de transformación y movilidad académica y social. En los niveles de primaria y secundaria, el inglés se consolida mediante el aprendizaje en situaciones formales y concretas que fortalecen el intercambio oral y textual de los alumnos de forma colaborativa. Las prácticas sociales del lenguaje se contextualizan en condiciones cotidianas dadas, usando el inglés como elemento catalizador para la comunicación, por lo que los alumnos obtienen los conocimientos necesarios para comprenderlo y utilizarlo vinculando ambientes que interrelacionan su vida familiar, comunitaria y académica.32
¿El inglés realmente puede actuar como catalizador entre el español y las lenguas originarias en un salón de clase de las escuelas urbanas con población indígena, donde conviven niños hablantes de más de cinco idiomas?
32 Ibid., p. 40.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 191 ~
Finalmente, el tercer aspecto, quizá, el más alarmante de todos, es el relativo a la separación explícita, en el articulado y en la planificación del currículo dentro del Acuerdo 592, de escuelas generales (urbanas) y escuelas indígenas, pues rompe, por un lado, con el espíritu de la interculturalidad que se basa en la convivencia de culturas con el mismo grado de oportunidades. Por el otro, la peligrosa omisión que se hace de la presencia de los niños indígenas en las aulas de las escuelas urbanas. Es bien sabido que debido a la constante migración cada vez más se incorporan estos niños a dichas instituciones; de otra forma: ¿Por qué los programas gubernamentales de atención a niños migrantes? ¿En qué lugar queda, entonces, la enseñanza de su lengua materna de estos niños? Así pues, en la realidad hay tres escuelas distintas, pero en el Acuerdo 592 se habla sólo de dos de ellas: las urbanas, donde se enseña el español como lengua materna y el inglés como segunda lengua (desde el preescolar); y las indígenas, donde se parte de la enseñanza de la lengua del lugar, mientras que el español es la segunda lengua y el inglés, la tercera:
En la educación primaria y secundaria se continúa con el estudio del lenguaje con la asignatura de Español y su aprendizaje se centra en las prácticas sociales del lenguaje, que se definen como pautas o modos de interacción; de producción e interpretación de prácticas orales y escritas; de comprender diferentes modos de leer, interpretar, estudiar y compartir textos; de aproximarse a su escritura, y de participar en inter-cambios orales. Dada la diversidad lingüística del país, se debe partir de propuestas educativas locales y regionales que contemplen las particularidades de cada lengua y cultura indígena. […]Ya que la asignatura de Lengua Indígena forma parte de un modelo intercultural, se consideran prácticas relacionadas con la diversidad cultural y lingüística que permiten a los niños comprender que su lengua es una entre otras tantas que hay en el país, y tiene el mismo valor que el español. La Lengua Indígena se integra con la enseñanza del español como segunda lengua, cumpliendo el mandato constitucional de ofrecer una educación intercultural y bilingüe, y de avanzar hacia la construcción de una nación plural. La educación indígena se dirige a niñas y niños hablantes de alguna lengua nacional indígena, independientemente de que sean bilingües con diversos niveles de dominio del español. En gran medida, estos niños representan el futuro de sus idiomas, porque en ellos se centra la posibilidad de supervivencia de sus lenguas. Por eso, propiciar la reflexión sobre sus
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 192 ~
idiomas y desarrollar los usos del lenguaje mediante la impartición de la asignatura de Lengua Indígena en sus lenguas nativas, es una condición necesaria para forta-lecer el desempeño escolar de los niños y las niñas hablantes de lenguas indígenas. La educación intercultural bilingüe se aplica en 22 000 escuelas, aproximadamente, que atienden una matrícula de cerca de un millón y medio de niños. En este universo, el inglés se ofrece como tercera lengua, con su respectiva metodología, de tal modo que durante el ciclo escolar 2011-2012 se pasa de 70 a 200 escuelas donde el inglés se imparte como lengua adicional.33
Este último párrafo, me parece del todo alarmante. Si la educación intercultural bilingüe se aplica, como hemos oído de la voz de quienes la llevan a cabo, hay 22 000 escuelas en las que el español se enseña, se aprende y se práctica y las lenguas originarias se desvanecen en las mentes de los niños. Se está forjando una nueva política intercultural trilingüe, que será terreno sumamente fértil para más rápida evanescencia de las lenguas originarias y en un descuido, constituirá el primer paso de desquebrajadura de la lengua nacional. EL ACUERDO 592 EN LA VOZ DE LOS MAESTROS34 Las políticas lingüísticas están, como hemos dicho, inmersas en la paradoja; la primera de ellas es el desconocimiento —parcial o total— que tienen los maestros de primaria de las reformas, acuerdos y decisiones gubernamentales; muy a pesar de la capacitación constante que reciben, las resoluciones no les impactan de manera directa porque les llegan siempre de manera desincronizada y tardía. Con respecto al Acuerdo 592, los docentes mismos no están ciertos de conocerlo del todo.35 En diálogo con distintos profesores de primaria y secundaria pude percatarme de que la aparición de éste, o les es completamente desconocido o les sorprendió por su abrupto surgimiento en el escenario educativo.
Para sistematizar los datos, preparé una conversación informal que rondará siempre sobre la misma temática plasmada
33 Ibid., pp. 39-40. 34 La mayoría de estos testimonios los he recogido entre marzo y agosto del 2012 en las escuelas urbanas públicas con población indígena en las que he realizado trabajo de campo; por fortuna, también tuve la oportunidad de conversar con dos maestras de secundaria y con un maestro que habla chol y trabaja en una escuela indígena de Chiapas. Es una muestra muy pequeña, pero apunta a las tendencias y sentires del momento. 35 De hecho, en algunas de estas escuelas apenas si conocían o se estaban familiarizando con el Manual llamado: El enfoque intercultural en Educación, Orientaciones para maestros de primaria, cuando de pronto dejó de repartirse, porque sería sustituido por el Acuerdo 592, que aún no se distribuye en todas las escuelas.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 193 ~
en dos sencillas preguntas: ¿Conoce el Acuerdo 592? ¿Qué opina de lo que propone sobre la interculturalidad, las lenguas indígenas y el bilingüismo? A la par de tener una plática, tomaba notas que invitaban a los maestros a agregar información. Las respuestas son variadas y se acomodan en el molde de ambigua inseguridad en la que siempre se ajustan las relacionadas con estos aspectos delicados y resbaladizos. Las agrupo aquí por los puntos en común que encuentro.
SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL ACUERDO 592 Y SOBRE LOS NIÑOS INDÍGENAS
Es difícil precisar sobre la realidad de este conocimiento, si nos percatamos de las contradicciones, temores y presiones en los que viven envueltos los maestros, ya sea de escuelas públicas, privadas, urbanas o indígenas. El hecho es que el documento que rige la actual política educativa se encuentra en la fase de una incipiente comprensión y manejo. Por su elocuencia, transcribo36 la mayoría de las respuestas de los profesores.
No lo he leído, está tan extenso que sólo lo he hojeado, pero se trata de la vinculación de la educación, sí, del preescolar, la primaria y la secundaria, ¿no? No nos ha llegado aquí y dicen que no nos va dar tiempo de leerlo en todo el año escolar. Tenemos muchas actividades con los niños. (Maestra de primaria urbana). La verdad no, sé que se trata de lo de la vinculación de la educación básica pero está muy largo, lo hemos visto pero no hemos podido profundizarlo por falta de tiempo. Como aquí no hay niños indígenas, por ahora nos estamos enfocando a lo del inglés, que nos está costando mucho trabajo. (Directora de primaria urbana pública en una escuela con población infantil indígena). No explícitamente no, sé que se le va a dar impulso a la interculturalidad y a la diversidad, pero en concreto, los maestros no manejamos el documento, aunque estamos haciendo programas de difusión con literatura indígena. Tratamos de concientizar a nuestros estudiantes ofre-ciendo ferias de libros que incluyan literatura indígena. Otro problema con el que estamos lidiando es con el inglés de pronto la presión se hace mucho más presente entre los padres y los estudiantes parecería como si nos
36 En esta ocasión transcribí mis notas, siguiendo las pautas de la lengua escrita. Y poniendo la puntuación de acuerdo con mi propia percepción; evité, por la naturaleza de mis objetivos, reproducir las pausas largas o las dubitaciones.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 194 ~
faltara un valor con el que no hemos cumplido. (Maestra de Secundaria, escuela privada). Nos lo dan a leer pero la mayoría de los profesores no le hacen caso, Es tan grande con unas 690 páginas que leer a los maestros les da flojera leer y mejor siguen con el paso de las clases que ya es mucho pedir. De los niños indígenas, ni hablar, no los toman en cuenta, no existen, es mejor para ellos. Representan mucho trabajo. (Maestra de escuela primaria urbana con población infantil indígena). Los niños indígenas no son reconocidos en muchas escuelas del sector donde asisten y sí es sabido que hablan otomí o mazahua. Ahí siguen una estrategia al llenar hoja de la SEP, ponen en blanco el lugar en donde hay que llenar la etnia a la que pertenece el niño, así a los niños no los reconocen como indígenas y la escuela es vista de otra manera. (Inspectora de zona escolar). En las escuelas no hay compromiso con los niños migrantes y no los registra como tales porque es más carga de trabajo. Las autoridades tampoco los reconocen. Viven en la oscuridad, olvidados y aprendiendo lo que pueden antes de salirse de la escuela. (Ex directora de escuela primaria que estuvo adscrita a la programa de niños indígenas migrantes). Sí nos lo entregaron y leímos algunas partes, es lo de la articulación, ¿no? sabemos de su existencia pero no insistimos mucho porque la burocracia nos come, vivimos llenando mil informes que no nos permiten profundizar en nada, mejor seguimos con lo que ya sabemos. (Inspectora de zona escolar en un barrio de asentamientos de migrantes indígenas). Se habla en alguna parte de los niños indígenas pero aquí ya no tenemos niños indígenas, se fueron todos, ellos son así muy aleatorios, es decir, nos llegan por oleadas y después se van. Llegaron el otro día dos de Guerrero, ya no me acuerdo qué hablan pero vienen y se van y nos les gusta decir que no hablan español. (Maestra de primaria urbana con población indígena). Sí leímos muchas partes de la articulación, bueno todo no, pero yo lo tengo en internet y lo consulto, pero no en mi clase no hay niños de esos, todos hablan español muy bien, sí se les entiende a todos. Mi estrategia es enseñarles a leer y a escribir cuanto antes para que podamos dejar atrás las fases presilábica y silábica.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 195 ~
(Maestra escuela primaria urbana con población indí-gena). No, no había oído hablar de ese acuerdo. La verdad que allá los problemas son muy graves. No tenemos materiales de enseñanza, carecemos de formación para enseñar nuestras lenguas y a los niños no les importa aprender su lengua. No estamos preparados y mejor enseñamos en español que si le entendemos bien. El problema es que los de la comunidad sienten vergüenza de ser indios y tratan de ocultarlo hablando español como sea. Yo creo que es muy difícil olvidar la discriminación […] No pensamos ni en interculturalidad ni en bilingüismo, lo que importa es que los niños no se vayan sin saber leer ni escribir. Con todo respeto a mis compañeros, la verdad es carecemos de preparación para entender y enseñar el bilingüismo. (Maestro bilingüe chol de primaria indígena en Chiapas).
ALGUNAS CONCLUSIONES RELATIVAS Más arriba, había comentado que éstas no podían ser unas conclusiones contundentes; en verdad, no existen resultados concretos en un contexto tan enrarecido. Los rasgos distintivos de la ecuación interculturalidad-bilingüismo no alcanzan su signi-ficación en el ámbito mexicano. Sin embargo, de nuevo con las paradojas, su efervescencia en las últimas dos décadas: la sola aparición de instituciones dedicadas especialmente a cultivarlas,37 merece nuevos caminos de explicación con salidas concretas a los sorpresivos contrastes entre la promesa y la realidad. Menciono las ideas más sobresalientes que se desprenden del tejido de voces y de mis propias preguntas de investigación.
37 La Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe surge en 2001, la Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas en 2003, el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas en 2006. Hasta el momento los resultados positivos de estas instituciones hacen pensar en una posible ventana de esperanza en la que se pueda revertir el proceso. Véase Barriga Villanueva, “Paradojas: Una política lingüística en la transición de dos siglos”, en Rita De Maeseneer, Inge Jongbloet, Lieve Vangehuchten, An Van Hecke y Jasper Vervaeke (eds.), El hispanismo omnipresente. Homenaje a Robert Verdonk, Bruselas, University Pres Antwerp, 2009, pp. 405-414.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 196 ~
SOBRE LA INTERCULTURALIDAD EN LOS ÁMBITOS ESCOLARES INDÍGENAS Y URBANOS La interculturalidad se conoce más y mejor en las escuelas primarias indígenas; se vive con una idea cercana a su significado conceptual; en algunos maestros despierta cierta animadversión por su carácter vertical y unilateral, impuesto desde la visión occidental de un gobierno definitivamente nacionalista; la constitución resulta, entonces, una especie de parapeto protector. En las escuelas urbanas es un término más bien lejano y carente de significado. Si partimos de los lineamientos arriba mencionados, las respuestas son negativas en su gran mayoría: no se toma en cuenta la diversidad cultural y lingüística, y no se adaptan a las necesidades de los niños indígenas. La educación que se les ofrece, por ende, no es ni intercultural ni bilingüe, ni se les atiende adecuadamente. Tampoco se fortalece la identidad. En cuanto al trabajo colegiado de docentes que procuren el desarrollo de los niños indígenas no existe de manera explícita: ellos se marginan o se aceptan, pero como parte de una actividad docente englobadora que busca el cumplimiento de un currículo impuesto por planes y programas de estudios, y a últimas fechas por un Acuerdo conocido muy superficialmente. SOBRE EL BILINGÜISMO Definitivamente el bilingüismo que se da tanto en las escuelas indígenas como en las urbanas es marcadamente pobre, mediocre; en las primeras es el paso más efectivo hacia la castellanización, puesto que el medio de comunicación por excelencia en estas escuelas es, sin lugar a dudas, el español. En las segunda, es inexistente. El peligro es que ahora con el Acuerdo 592 se empiece a dar un verdadero bilingüismo con el inglés.
Ante la riqueza y diversidad dialectal de las lenguas indígenas en contacto con el español resulta ficticio hablar de bilingüismo; el que se llega a dar es asimétrico. Las causas y las consecuencias son irrefutables: ideas y actitudes muy interio-rizadas en torno al valor de la lengua materna y del español, mala preparación docente, bajo rendimiento escolar, competencias lingüísticas y comunicativas débiles tanto en la lengua materna de los niños como en el español, y, en consecuencia, una permanente marca social dentro del mundo mestizo, que se convierte en la otredad indiferente, hostil o indolente.
Por todo lo anterior, el mencionado bilingüismo coordinado es o una falacia o una utopía inalcanzable, pensemos mejor en una diglosia multipresente.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 197 ~
SOBRE EL IMPACTO DEL ACUERDO 592 A todas luces es muy prematuro aún ver el impacto del Acuerdo 592 en los maestros en su práctica cotidiana; ha pasado un año de su promulgación y difícilmente ha llegado a sus manos o empiezan a asimilar su espíritu. Sin embargo, a la luz de los primeros sondeos hechos y de sus potenciales efectos en la vida escolar, se puede presagiar un mal panorama. El referente inmediato para la mayoría de los docentes de la ciudad es el de un documento que habla de la vinculación de la educación básica; ninguno de ellos parece asociarlo ni a la educación indígena ni a la interculturalidad, mucho menos al bilingüismo. La preocupación central es el dominio del nuevo concepto que permea la educación —“las competencias para la vida”—, las clases de inglés y la computación. La diversidad étnica y lingüística de México no ocupa la mente de los profesores; es un hecho que los problemas que los niños indígenas enfrentan al escolarizarse en una lengua diferente a su lengua materna o se evaden o se ignoran, por la necesidad urgente de cumplir con el currículo y las exigencias educativas cotidianas. Las preocupaciones de los maestros bilingües de las escuelas indígenas son de otra índole; el Acuerdo 592 no es lo relevante, lo urgente es decidir en qué lengua enseñar y lidiar con las contradicciones que se generan entre los padres de familia que han interiorizado el discurso del español prestigioso y dueño del progreso material y laboral.
Las políticas del lenguaje en México avanzan,38 ¡qué duda cabe!, pero las constreñidas al espacio escolar siguen sobre el diseño de antaño de ambigüedad, predestinado al fracaso. Las paradojas en las dos últimas décadas se siguen reproduciendo, minando consigo la vitalidad de las lenguas originarias y vulnerando el artículo 2° de nuestra Constitución que proclama una nación única e indivisible y pluricultural. Habremos de buscar avenidas más transitables y acordes a la compleja realidad que nos circunda. Habremos de aprender a “ser en el mundo que somos” con más honestidad y compromiso desde el mundo donde escogimos estar.
38 Frente a las tremendas realidades vividas en las escuelas se da otra fuera del ámbito estrictamente académico, se intenta perseguir varias formas de rescatar y vitalizar las lenguas indígenas, que optimistamente si toman en cuenta la esencia de la interculturalidad y le dan la palabra a los indígenas. Negarlo sería también absurdo. Hay concursos de poesía indígena, catálogos de lenguas originarias, se propicia la documentación de muchas lenguas mexicanas; videos de las comunidades resaltando su etnografía; hay una presencia indígena en los medios que mueve a la sensibilidad y a la curiosidad. La interculturalidad se establece, entonces, de manera sui generis en otros contextos y de modos distintos que hacen ver avenidas de esperanza.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 198 ~
BIBLIOGRAFÍA Aguirre Beltrán, Gonzalo, “El Instituto Lingüístico de Verano”, en
América Indígena, vol. XLI, núm. 3, México, Organización de los Estados Americanos, Instituto Indigenista Interamericano, 1981, pp. 435-461.
Barriga Villanueva, Rebeca, “El movimiento pendular: historia de la política del lenguaje en México”, en Desde el Sur. Revista del CCH, núm. 11, México, UNAM, 1998, pp. 62-67.
_____________, “La interculturalidad en tres respuestas”, en Papeles de trabajo. Revista del Centro Interdisciplinario de Ciencias Etnolingüísticas y Antropológico-Sociales, núm. 12, Argentina, Universidad Nacional del Rosario, 2004, pp. 121-141.
_______________ y Sarah, Corona Berkin, “Introducción”, en Sarah Corona Berkin y Rebeca Barriga Villanueva (coords.), Educación indígena. En torno a la interculturalidad, 2ª ed., Jalisco, H. Ayuntamiento Constitucional de Zapopan, Universidad de Guadalajara, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 2004, pp. 9-18.
_____________, “La cara oculta del bilingüismo en México”, en Claudia Ordoñez (ed.), Memorias del II Simposio Internacional en Bilingüismo y Educación Bilingüe en América Latina, Bogotá, Universidad de los Andes, 2007, pp. 13-28.
_______________, “El bilingüismo, piedra de toque en la lingüística”, en Martina Schrader Kniffki y Laura Morgenthaler García (eds.), La Romania en interacción entre historia, contacto y política. Ensayos en Homenaje a Klaus Zimmermann, Frankfurt-Madrid, Vervuert Iberoamericana, 2007, pp. 631-647.
_______________, “Miradas a la interculturalidad. El caso de una escuela urbana con niños indígenas”, en Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. 13, núm. 39, México, Consejo Mexicano de Investigación Educativa, 2008, pp. 1229-1254.
_______________, “Paradojas: Una política lingüística en la transición de dos siglos”, en Rita De Maeseneer, Inge Jongbloet, Lieve Vangehuchten, An Van Hecke y Jasper Vervaeke (eds.), El hispanismo omnipresente. Homenaje a Robert Verdonk, Bruselas, University Pres Antwerp, 2009, pp. 405-414.
______________, “De la controvertida interculturalidad: reflexiones a dos estudios de caso”, en Rebeca Barriga Villanueva y Esther Herrera Zendejas (eds.), Lenguas, estructuras y hablantes: estudios en Homenaje a Thomas Smith Stark, [en prensa].
Bertely Busquets, María, “La educación indígena en México”, en Pablo Latapí (coord.), Un siglo de educación en México II, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Fondo de Cultura Económica, 1998, pp. 74-110.
Desmet Argain, Céline Marie-José, Un estudio exploratorio de las actitudes de estudiantes universitarios hacia las lenguas indígenas y los derechos lingüísticos de sus hablantes. México, el autor, 2004. [Tesis de maestría].
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 199 ~
Diario Oficial de la Federación, México, Gobierno Federal de la Nación, 1992.
________________, México, Gobierno Federal de la Nación, 2001. ________________, México, Gobierno Federal de la Nación, 2003. Dietz, Gunther y Laura Selene, Mateos Cortés, Interculturalidad y
educación intercultural en México: Un análisis de los discursos nacionales e internacionales en su impacto en los modelos educativos mexicanos, México, Secretaría de Educación Pública, Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe, 2011.
Guerrero, Alonso y Marcela, San Giacomo, “El llamado español bilingüe en el contexto del bilingüismo”, en Rebeca Barriga Villanueva y Pedro Martín Butragueño (eds.), Historia Sociolingüística en México. Volumen 3, México, El Colegio de México, [en prensa].
Hernaiz, Ignacio (coord.), Educación en la diversidad. Experiencias y desafíos en la Educación Intercultural Bilingüe, México, Fundación W. K. Kellog, UNESCO, sede regional Buenos Aires, Instituto Internacional de Planteamiento de la Educación, 2004.
Hernández Navarro, Luis y Ramón, Vera Herrera, Acuerdos de San Andrés, México, Era, 1998.
Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, Programa de Revitalización, Fortalecimiento y Desarrollo de las Lenguas Indígenas Nacionales 2008-2012 PINALI, México, Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, 2009.
Lastra, Yolanda, “Is there an Indian Spanish?, en Jon Amastae, Grant Goodall, Mario Montalbetti y Mariane Phinney (eds.), Contemporary research in Romance linguistics, Amsterdam, John Benjamins Publishing Company, 1995, pp. 123-133.
López, Luis Enrique e Inge, Sichra, “La educación en áreas indígenas de América Latina: balances y perspectivas”, en Educación en la diversidad. Experiencias y desafíos en la Educación Intercultural Bilingüe, México, Fundación W. K. Kellog, UNESCO, sede regional Buenos Aires, Instituto Internacional de Planteamiento de la Educación, 2004, pp. 121-149.
Palemón Arcos, Francisco, Entre el mantenimiento y el desplazamiento del náhuatl: actitudes ambivalentes de una generación de estudiantes de Acatlán. Municipio de Chilapa, Guerrero, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2005. [Tesis de maestría].
Ramos Iturbide, Bernardino, “Acuerdos de San Andrés Larráinzar. Una agenda pendiente”, en Grupo Tacuba. Boletín informativo semanal, México, Grupo Tacuba, lunes 21 de febrero de 2005, pp. 1-12.
Sámano Rentería, Miguel Ángel, “El movimiento indígena en México, un paso adelante y dos hacia atrás”, Ponencia presentada en el VII Congreso Latinoamericano de Sociología Rural, Quito, Ecuador, Grupo de Trabajo, del 20 al 25 de noviembre de 2006.
Schmelkes, Sylvia, “La política de la educación bilingüe intercultural en México”, en Ignacio Hernaiz (coord.), Educación en la diversidad. Experiencias y desafíos en la Educación Intercultural Bilingüe, México, Fundación W. K. Kellog,
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 200 ~
UNESCO, sede regional Buenos Aires, Instituto Internacional de Planteamiento de la Educación, 2004, pp. 185-196.
Secretaría de Educación Pública, Lineamientos generales para la Educación Intercultural Bilingüe para las niñas y los niños indígenas 2001, 2ª reimp., México, Secretaría de Educación Pública, Subsecretaría de Educación Básica y Normal, Dirección General de Educación Indígena, 2001.
______________, El enfoque intercultural en educación. Orientaciones para maestros de primaria, México, Secretaría de Educación Pública, Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe, 2007.
______________, Acuerdo número 592 por el que se establece la articulación de la Educación, México, Secretaría de Educación Pública, Subsecretaría de Educación Básica, 2011.
Senillosa, Ignacio de y Jon, Sobrino, América Latina 500 años. Problemas pendientes, Barcelona, Cristianisme i Justicia, 1991.
Terborg, Roland y Laura, García Landa (coords.), Muerte y vitalidad de lenguas indígenas y las presiones sobre sus hablantes, México, UNAM, Coordinación de Humanidades, Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras, 2011, 285 pp.
Zimmermann, Klaus, Política del lenguaje y planificación para los pueblos amerindios: Ensayo de ecología lingüística, Madrid, Vervuert Iberoamericana, 1999.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 201 ~
CASTELLANO Y LENGUAS INDÍGENAS EN EL IV CONCILIO MEXICANO
Bárbara Cifuentes
Escuela Nacional de Antropología e Historia
En el IV Concilio Mexicano el arzobispo Francisco Antonio de
Lorenzana (1722-1804) libró su última batalla para que la Iglesia
diocesana fuera el pilar de la política idiomática del reformismo
borbónico. Esta reunión se celebró del 13 de enero al 26 de octubre
de 1771 en la ciudad de México, acatando las instrucciones que dio
Carlos III en la cédula del 21 de julio de 1769, conocida como
Tomo Regio. En conformidad con el propósito de la regalía
soberana para implantar un nuevo gobierno espiritual,1 este
Concilio se orientó hacia “el restablecimiento de la doctrina
eclesiástica desechando cualquier tipo de opiniones laxas o que
recordaran la reciente expulsión de los jesuitas; la vuelta a la más
estricta disciplina eclesiástica tanto de los regulares como de los
seculares; la aplicación del principio de la utilidad racional en la
ordenación de sacerdotes y la distribución del tejido parroquial”.2
Al Concilio acudió la élite eclesiástica de la Nueva España.
Al arzobispo Antonio de Lorenzana, organizador y presidente de la
reunión, lo acompañaron seis obispos sufragáneos, todos ellos
peninsulares: el de Puebla, Francisco Fabián y Fuero (1719); el de
Oaxaca, Miguel Anselmo Álvarez Abreu y Valdés (1697-1774); el
de Mérida, Antonio Alcalde (1701-1792), de la Orden de los
Predicadores; el de Durango, José Vicente Díaz Bravo (1708-
1774), carmelita. También asistieron dos procuradores con derecho
a voto: el de Michoacán, Vicente Antonio de los Ríos, que
representó a su prelado, y Mateo Arteaga, en sustitución del
cabildo Guadalajara. Como asistente real asistió el oidor Joaquín
Rivadeneyra y Barrientos y, por la Audiencia, el fiscal José
Areche. Un segundo grupo de asistentes, en su mayoría criollos,
estuvo conformado por uno o dos capitulares de los cabildos de
cada iglesia catedral; dos miembros de la Colegiata de Guadalupe;
seis consultores e igual número de juristas y los provinciales de los
1 Guillermo Céspedes del Castillo, América hispánica (1492-1898), Madrid, Marcial
Ponds, 2009, p. 414. 2 Luisa Zahino Peñafort, “Introducción”, en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Provincial Mexicano, México, Porrúa-UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas-Universidad de Castilla-La Mancha y Cortes Castilla-La Mancha, 1999, pp. 26 y 32-35.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 202 ~
dominicos, franciscanos, dieguinos, agustinos, carmelitas, merce-
darios, camilos, betlemitas y juaninos.3
Los testimonios sobre lo acontecido durante el Concilio
―cánones, informes, relatorías y disertaciones― muestran las
discrepancias entre los diversos sectores del clero. Ejemplo de ello
fueron los desacuerdos entre los tradicionalistas y los reformistas.
El primer grupo puso de manifiesto su aceptación a la tradición
hispánica del regalismo, al tiempo que demandó que no se
violentaran sus derechos ancestrales ni sus tradiciones religiosas y
lingüísticas. En suma, este grupo luchó para que la Corona
reconociera sus méritos al momento de decidir sobre el gobierno
espiritual de su patria. Mientras tanto, el segundo grupo pugnó para
que la Corona tuviera mayor injerencia en la administración y la
base fiscal de la Iglesia indiana. Asimismo, intentó limitar los
servicios de los regulares en los pueblos de indios y la
prolongación del trabajo misionero, a excepción de los indios
neófitos, tal y como era el caso de los indios residentes en las
regiones de frontera. Se empeñaban además en ofrecer soluciones
prácticas y a corto plazo para hacer efectivo su proyecto educativo
e idiomático; también estaban decididos a aumentar la laboriosidad
de los fieles, pues así lo exigía el catolicismo ilustrado que
defendían.4
Singular del IV Concilio Mexicano fue el hecho de que el
presidente, el arzobispo Antonio de Lorenzana, aprovechó esta
ocasión para incorporar a los cánones una orden real posterior al
Tomo Regio. Se traba de la orden dada por Carlos III, el 16 de abril
de 1770, para que el aprendizaje de la lengua castellana adquieran
un carácter compulsivo. También Lorenzana incorporó las ideas
rectores de su campaña, iniciada en 1768, a favor de la enseñanza
del castellano a la población indígena y del uso exclusivo de este
idioma en las labores pastorales. De frente a esta imposición, los
religiosos novohispanos exigieron que se hicieran valer la política
multilingüe de la Santa Sede, base del III Concilio Mexicano
(1585) y aceptada en Tomo Regio.
3 Elisa Luque Alcalde, “Debates doctrinales en el IV Concilio Provincial Mexicano”, en Historia Mexicana, vol. LV, núm. 1, México, El Colegio de México, 2005, pp. 8-10. 4 Ibidem; Luisa Zahino Peñafort, “La cuestión indígena en el IV Concilio Provincial Mexicano”, en Relaciones, vol. XII, núm. 45, México, El Colegio de Michoacán, 1991, p. 22.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 203 ~
LA CAMPAÑA DEL LORENZANA A FAVOR DEL CASTELLANO (1768-1770)
A dos años de su arribo a la Nueva España, el arzobispo Antonio
de Lorenzana envió a Carlos III el texto intitulado Reglas para que
los naturales de estos reinos sean felices en lo espiritual y
temporal (1768). En este documento le dio a conocer un conjunto
medidas para mejorar las condiciones de vida de sus súbditos. Una
de las tareas que consideró más urgente para el progreso de la
Nueva España era que los niños indios desarrollaran una
competencia oral y escriturística en la lengua castellana. Desde el
punto de vista del arzobispo estos recursos eran imprescindibles
para que tuvieran una vida digna, a la manera de individuos
racionales:
…pues de este modo adelantarán, sabrán cuidar sus casas, podrán ser Oficiales de República, explicarse con
sus Superiores, ennobleciendo a su Nación, y desterran-
do su ignorancia que tienen, no sólo en los misterios de la Fe: sino también en el modo de cultivar sus tierras,
cría de ganados y comercio de sus frutos a lo que se
añade ser falta de respeto hablar en su Idioma con los
Superiores, o delante de ellos, pudiendo hacerlo en Castellano, aunque sea poco.
5
El virrey Teodoro de Croix apoyó la propuesta del metropolitano,
al responder ésta al programa de unificación idiomática impulsado
en la Península desde las Leyes de Nueva Planta, así como a la
legislación indiana. Actuando en consecuencia, el 1 de octubre de
1769 el virrey ordenó al propio Lorenzana y a los Justicia del
arzobispado que persuadieran a los curas sobre la conveniencia de:
desimpresionar a los indios de todo cuanto hasta ahora
les ha influido perniciosamente, máxima con que, gene-ralmente, se ha procurado retraerles del uso de la lengua
castellana sobre todo lo cual dirijo también a los justicias
de este arzobispado la más estrecha orden para que por su parte lo cumplan y hagan cumplir con la puntualidad y
exactitud debidas, y auxilien eficazmente cuantas provi-
dencias V. S. I diese de al mismo efecto.6
Por su parte, el arzobispo y los obispos de Puebla y de Oaxaca
reforzaron el proyecto a través de la factura y puesta en circulación
de cartas pastorales que debían ser leídas públicamente por los
5 Rómulo Velasco Ceballos, La alfabetización en la nueva España, México, SEP, 1945, pp. 45-48. 6 Francisco de Solano, Documentos sobre la política lingüística en Hispanoamérica, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1991, pp. 239-240.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 204 ~
párrocos de sus respectivas diócesis. En dichas pastorales, los
prelados afirmaron que los avances de la razón estarían al alcance
de los indios siempre y cuando fuesen instruidos en castellano. El
obispo de Puebla, Francisco Fabián y Fuero, destacó en su pastoral
que los indios tendrían más posibilidades de participar en el
cabildo de sus pueblos y obtener mejores mercedes del rey, si
dominaban el idioma castellano.7 Además, el empleo de la lengua
de sus superiores era signo de educación y respeto: “para darle más
gusto con el rendimiento de que se pone en la mira en imitarle [y
porque en eso da a entender] que le obedece, y que no quiere darle
trabajo, sí mucho obsequio y placer”.8
El obispo de Oaxaca, Miguel Álvarez Abreu, llamaba la
atención sobre las ventajas de una lengua general, tal y como
existían en las naciones más instruidas. Consideraba que ésta era la
solución idónea para superar los limitados alcances de los nume-
rosos idiomas existentes en su jurisdicción, porque
podrán primeramente limarse los unos con los otros,
comunicándose las advertencias y noticias que adqui-
riesen, y no limitados al trato de los pocos que entienden
cada idioma. Y si la nación más instruida, y el mundo entero siempre juzgó conveniente una lengua general,
por cuyo conducto se tratasen los racionales todos, y
participasen sus invenciones en las artes, sus observacio-nes de la naturaleza… ¿En qué estado tan infeliz, como
miserable debemos encontrar a un Chocho, un Chatino,
que trata cuando mucho con mil hombres?9
Lorenzana ofreció argumentos de carácter político para justificar
los beneficios que obtendría la Corona al instrumentar las medidas
necesarias para la generalización del castellano. Uno de esos
bienes era alcanzar la cohesión de sus súbditos de la Corona y la
centralización de su poder político. El arzobispo expresaba que el
uso común del español propiciaría “una familiaridad que no cabe
entre los que no entienden y una sociedad, hermandad y policía
que conduce mucho para el gobierno espiritual y para el trato
doméstico”. Otro de ellos consistía, en la misma forma que lo
señalaba una vieja sentencia, en reducir el riesgo de rebeldía: “los
alborotos, los motines, las sediciones civiles toman mucho cuerpo
cuando se traman entre personas de distinto idioma, y las acalora la
misma diversidad de costumbres con alguna memoria de sus
antiguos señores”.10
En suma, la unidad en el idioma era
fundamental para la seguridad del Estado, toda vez que propiciaba
7 Ibíd., pp. 241-246; pp. 247-249; pp. 250-256. 8 Ibíd., p. 249. 9 Ibíd., p. 253. 10 Ibíd., p. 342.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 205 ~
la felicidad y la unión en los reinos hispánicos al engendrar
“fraternidad, civilidad y policía”. Lorenzana también dio argu-
mentos religiosos para validar el uso del español entre la población
indígena. Y, en este sentido, se arremetió contra el uso de las
lenguas indígenas, señalando que ninguna de ellas podía
compararse con las lenguas sabias de Europa, y así también contra
los párrocos criollos, a quienes hizo responsables de la pervivencia
de los idiomas amerindios luego de doscientos años de presencia
hispánica.11
Haciendo eco de estos argumentos, Carlos III expidió la
cédula del 16 abril de 1770, mediante la cual determinó que el
castellano se debía “extender y hacer único y universal en los
mismos dominios [las Indias, Islas adyacentes y Filipinas] por ser
propio de los monarcas y conquistadores”. El propósito de esta
orden consistía en “facilitar la administración y pasto natural de los
naturales, y que estos puedan ser entendidos por sus superiores,
tomen amor a la Nación conquistadora, destierren la idolatría, se
civilicen en el trato y en el comercio; y con mucha diversidad de
lenguas no se confundan los hombres como en Babel”. El monarca
dio la orden de crear escuelas de castellano en que enseñaran a leer
y escribir e impartieran la catequesis en este idioma.12
El rey conminó a las autoridades civiles y religiosas a que
siguieran las recomendaciones propuestas por Lorenzana, para
“conseguir el que se extingan los diferentes idiomas que se usan en
los mismos dominios, y sólo se hable castellano”.13
Estas
recomendaciones consistían en el uso de esta lengua en el trato
común; la catequesis, la vida cotidiana, el trabajo y el comercio.
Era necesaria la colaboración de los hispanohablantes que tuvieran
contacto frecuente con los indios ―religiosos, dueños de las
haciendas, trabajadores de los ranchos, ingenios, trapiches, mayor-
domos, entre otros―, así como de los miembros de los cabildos de
los pueblos de indios que supieran español. Pero la principal
estrategia prevista en Reglas para que todos indios mexicanos sean
felices en lo espiritual y en lo temporal era la creación de escuelas
en castellano. A juicio de Lorenzana, con esta conjunción de
esfuerzos se haría realidad “la voluntad de nuestro Soberano y la
nuestra en hacer, y completar esta obra de caridad para la Nación,
y tan del servicio de Dios, merezcan unos y, otros las mayores
Bendiciones de su Mano Omnipotente, y la que en su Santo
nombre concedemos”.14
En agosto de 1770, el arzobispo publicó y distribuyó la
orden real junto con un edicto suyo en que ordenaba “no sólo que
11 Rómulo Velasco Ceballos, op. cit., p. 71. 12 Ibíd., p. 81. 13 Ibíd., p. 86. 14 Ibíd., p. 80.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 206 ~
se debe enseñar a los indios a aprender el castellano sino que se les
puede obligar a ello”.15
Por su parte, el virrey De Croix expidió un
bando en diciembre del mismo año, en el que mandaba a los
justicias mayores de los pueblos de indios que en
las elecciones de gobernadores de naturales, alcaldes,
fiscales de las iglesias y demás oficios que se llaman de
República, recaigan siempre desde ahora en adelante
precisamente en los indios instruidos en idioma cas-tellano… Igualmente prevengo a usted haga saber a los
indios que en lo venidero no han de usar otro idioma que
el castellano.16
Por su parte, con grandes dosis de optimismo sobre la influencia de
los poderes eclesiásticos, Fabián y Fuero reprodujo la misma
cédula real y emitió un edicto en el que ordenaba a todos los curas
de su diócesis que enseñaran la doctrina usando solamente el
castellano. Además, determinó un plazo perentorio para que se
demostrara que su mandato había tenido resultados satisfactorios:
un año para el caso de los niños; dos años para los solteros y las
doncellas; tres años para los indígenas de edad adulta. Finalmente
estipuló que cuatro años serían suficientes para el conjunto de la
población indígena de su jurisdicción dominara la lengua
española.17
En junio de 1771, el Ayuntamiento de México, la
institución criolla más importante, se dirigió al rey para manifes-
tarle su inconformidad con cartas pastorales de Lorenzana y Fabián
y Fuero, y también con la orden real. Declaró que la ley estaba a
favor de la impartición de la doctrina en lengua indígena y que, en
última instancia, el propósito de los prelados peninsulares consistía
en ceder las mejores parroquias a sus parientes en demérito de los
religiosos criollos.18
DISCUSIÓN EN EL IV CONCILIO: CASTELLANO O LENGUA INDÍGENA EN LA LAS LABORES DE CATEQUESIS Y EN LA IMPARTICIÓN DE SACRAMENTOS
El autoritarismo del arzobispo Antonio de Lorenzana se puso de
manifiesto desde los inicios del Concilio al tomar la decisión del
lugar sede, al designar los empleos de los conciliares y, el más
15 Dorothy Tanck de Estrada, Pueblos indios y educación en el México colonial, 1750-1821, México, El Colegio de México, 1999, p. 176. 16 “Disertaciones que el asistente real D. Joaquín Rivadeneyra, oidor de México, escribió
sobre los puntos que se le consultaron por el cuarto Concilio Mexicano en 1774”, en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Mexicano, p. 862. 17 Ibíd., p. 859. 18 Dorothy Tanck de Estrada, op. cit., pp. 180-185.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 207 ~
significativo, al presentar los cánones ya redactados.19
Los testi-
monios sobre la dinámica de la reunión revelan el descontento por
la rápida exposición y limitada discusión que permitió el
metropolitano, quien las más de las veces no daba tiempo para que
los sínodos realizaran “la digestión de las materias, sino aun para la
lectura”.20
Finalmente, los cánones del Concilio quedaron
plasmados en cinco libros, pero Lorenzana incluyó además cuatro
textos que salieron exclusivamente de su pluma: un reglamento
para pintores cristianos y tres Instrucciones: una de ellas para los
maestros de escuela de niños, otra para la impartición del
sacramento de la eucaristía y la última para normar el funciona-
miento de las misiones de Propaganda Fide.21
Asimismo, como se ha dicho, Lorenzana incluyó en los
cánones que presentó ante los sínodos la cédula real fechada el 16
de mayo de 1770 y sus propias ideas con respecto a los beneficios
de la empresa castellanizadora. Para legitimar su postura y
demandar la adhesión de los eclesiásticos, recordó que Carlos III
había ordenado el año anterior que: “se extienda y haga universal
la lengua castellana, pues así tomarán los indios más inclinación a
nuestra religión, a nuestro soberano y a los mismos párrocos y
superiores”.22
El metropolitano anunció la llegada de una nueva
época en la que haría realidad la orientación que desde antiguo
tenía la legislación con respecto al castellano, ya que siempre había
estado presente la idea de que éste era el medio más confiable para
arraigar el cristianismo en el Nuevo Mundo:
Desde principios de la conquista de estos Reinos, pareció
indispensable que los curas, vicarios y doctrineros seculares y regulares se instruyesen en los idiomas de los
indios, con la primera obligación de enseñarles
castellano. Lo primero se ha logrado y lo segundo no, antes hay muchos ministros que se rehúsan a enseñarles
la doctrina en castellano y el que la aprendan en las
escuelas; lo que es causa de mantener muchos errores y
supersticiones en los naturales, porque en sus idiomas no
19 Pilar Gonzalbo, “Del tercero al cuarto concilio provincial mexicano, 1585-1771”, en
Historia Mexicana, vol. XXXV, núm. 1, México, El Colegio de México, 1985, p. 14. 20 “Informe de Antonio Joaquín de Rivadeneyra y Barrientos, asistente real, al virrey marqués de Croix. México 1º de febrero de 1771”, en El Cardenal Lorenzana y el IV Concilio Mexicano, p. 718. 21 Los títulos completos son: Reglas que deben observar los pintores cristianos para cortar todo abuso en las sagradas imágenes; Instrucciones para los maestros de escuelas de niños; Instrucción tocante al modo y reverencia con que se ha de exponer el Santísimo Sacramento de la Eucaristía e Instrucciones para el mejor arreglo de las misiones que
hacen los apostólicos colegios de Pachuca, San Fernando, Santa Cruz de Querétaro, Zacatecas y demás Regulares de esta Nueva España. 22 “Concilio Mexicano. Libro III. Título I”, en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Mexicano, p. 174.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 208 ~
se pueden explicar tan propiamente los misterios de la
fe.23
Con base en estas premisas, el arzobispo y el obispo de Puebla,
Francisco Fabián y Fuero apuntalaron el argumentó que
defendieron a lo largo del Concilio: del arraigo del idioma
castellano dependía el progreso intelectual y material de los indios,
su incorporación a la cultura hispánica, así como la puesta en
práctica de una religiosidad racional y la organización eficaz de la
Nueva España.
Ante éstas y otras declaraciones de Lorenzana se opuso el
asistente real, el criollo poblano Antonio Joaquín Rivadeneyra y
Barrientos (1710-1772), reconocido como uno de los juristas más
importantes de la época por su desempeño como miembro de la
Real Audiencia de Guatemala, por sus labores como consultor de
la Santa Inquisición y protector de indios en la Real Junta Superior
de Aplicaciones, además por la autoría de numerosas obras, entre
ellas el Manual Compendio del Regio Patronato Indiano (Madrid,
1775).24
Sus opiniones sobre el IV Concilio las difundió a través de
los Informes que dirigió al virrey, y también en las Observaciones
al Concilio y las Disertaciones, mediante las cuales dio a conocer
al rey, Carlos III, sus desacuerdos con el virrey, el metropolitano y
el obispo de Puebla. En estos documentos manifestó que si bien
aceptaba la conveniencia de que se fuera enseñando el castellano,
este asentimiento no significaba que se pasara por alto la
prescripción de la Iglesia romana, la cual afirmaba que “[la]
predicación y la enseñanza de la doctrina deba ser en el idioma
patrio y propio de cada región o nación de indios”.25
En las Disertaciones Rivadeneyra hizo mención de que en
la propia Península la política eclesiástica no violentaba el apego
de los fieles a sus lenguas nativas. Durante su estancia en España
había constatado que los catalanes, los aragoneses, los gallegos y
los cántabros tenían el derecho a elegir curas que supieran sus
lenguas para que en ellas se predicara e impartieran los sacra-
mentos. En el caso de la Nueva España, aun cuando era común que
los indios residentes en los núcleos urbanos y sus alrededores
tuvieran algún grado de competencia del español, esta
circunstancia no era extensiva para el conjunto de la población
india del virreinato. Tampoco podía asegurarse que los indios
quisieran olvidar sus idiomas o que mostraran desamor hacia ellos.
Enfatizando en el impacto negativo de la premisa idiomática de los
23 Ibídem. 24 José Luis Soberanes Fernández, “Vida y obra de Rivadeneyra”, en Anuario Mexicano
de Historia del Derecho, vol. VII, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1995, pp. 221-237. 25 “Observaciones que el asistente real, Antonio Joaquín Rivadeneyra y Barrientos, hizo al IV Concilio Mexicano”, en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Mexicano, p. 736.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 209 ~
sínodos peninsulares, aclaró que: “la extinción del idioma indiano
[sería] extinguir el idioma párroco y sacramentario con detrimento
de las almas”.26
Por otra parte, ante el optimismo de Lorenza en lo
referente a la eficacia y rapidez con que se llevaría a cabo la
castellanización si se cumplían los cánones que presentó ante el
Concilio, Rivadeneyra señaló al monarca que la erradicación de las
lenguas amerindias no sólo era una utopía, sino también una
medida política incorrecta. Haciendo gala de sus conocimientos
sobre la historia antigua y las ideas bíblicas, destacaba que la
diversidad lingüística era un fenómeno natural desde tiempos
inmemoriales. Una de las principales causas de la vitalidad de
numerosas lenguas era la dispersión geográfica que habían sufrido
y seguían sufriendo los pueblos.
En clara oposición a la interpretación que Lorenzana
ofrecía en su Pastoral, el asistente real brindaba un recuento
comparativo sobre la difusión de los idiomas en el Viejo Mundo,
llamando la atención de que ni Grecia ni Roma, los imperios más
poderosos, habían actuado intencionalmente en contra de las
lenguas de los pueblos vencidos y que la conquista no
necesariamente provocaba desafecto a las lenguas nativas.27
Más
aún, después de siglos
las lenguas o los idiomas han menester mucho tiempo y
prudencia para introducirse, porque su introducción es lo último y el completo signo que queda a una nación
dominante sobre la dominada. Los griegos y los romanos
dominadores del mundo antiguo consiguieron avasallar todo el impulso de sus rápidas conquistas; pero donde
más alcanzaron fue la introducción de sus idiomas sin el
destierro de las lenguas que hasta hoy conservan en
Europa y Asia las naciones que se le sujetaron.28
Rivadeneyra concluyó que las órdenes del virrey y Fabián y Fuero
eran impracticables, toda vez que era imposible obligar a los indios
a hablar castellano en un período tan breve. Esta meta le parecía
tan poco factible como imponer a los hispanohablantes de la Nueva
España que aprendieran latín en el mismo tiempo.
Al igual que en las Reglas de 1768, Lorenzana presentó al
concilio su propuesta de que en la escuela sólo debía emplearse el
26 “Disertaciones que el asistente real Antonio Joaquín Rivadeneyra…”, pp. 860-861. 27 Lorenzana había mencionado: “Los daños gravísimos que en todos los tiempos y naciones se tuvieron que permitir bajo el dominio de un mismo soberano con diferentes idiomas, los expreso Filón tratando de la confusión de lenguas diciendo que muchos han muerto a traición y de improviso o sorprendidos por la ignorancia de la lengua del país; de que hay ejemplos en las Sagradas Escrituras, por no pronunciar la palabra Scibboleth,
y en la Historia Profana por no proferir otros términos”. Véase Rómulo Ceballos, op. cit., p.74. 28 “Disertaciones que el asistente real D. Antonio Joaquín Rivadeneyra…”, en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Mexicano, p. 860.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 210 ~
castellano.29
La redacción final del canon correspondiente muestra
el acuerdo general de los conciliares: “en los pueblos cabeceras de
los curatos y en los demás que sea posible se pondrán escuelas para
que los niños de los indios aprendan a leer y a escribir y la doctrina
cristiana en castellana… y se procurara evitar que haya maestros
indios que sólo enseñen en su idioma”.30
Para paliar la previsible flaqueza y negligencia de los
sacerdotes y maestros, los sínodos establecieron sanciones
pecuniarias. También recomendaron mucha paciencia, porque los
naturales ‘olvidan con mucha facilidad’ todo lo aprendido. Aun
cuando Rivadeneyra estuvo de acuerdo con el establecimiento de
escuelas de castellano, consideraba que el asistir a ellas no
implicaba dejar de usar lenguas indígenas. Desde su perspectiva, la
sustitución de éstas por el castellano, en caso de realizarse,
requería de “tiempo”. Más aún, los intentos por erradicar los
idiomas indígenas de un golpe y con la fuerza eran “imposibles e
convenientes”.
Rivadeneyra y Antonio Alcalde, obispo de Yucatán y
dominico, se opusieron a que la explicación de la doctrina se
hiciera en castellano.31
Manifestaron que a todas luces el
reglamento que presentaba el metropolitano “iba hecho para
extirpar las lenguas” y, por lo tanto, era contrario a la legislación
eclesiástica de la Nueva España. Y, en efecto, en el Concilio de
Trento había quedado asentado que la enseñanza de la doctrina
debía hacerse en el idioma de los feligreses, “porque de otro modo
no lo entenderían [el catecismo] con peligro de sus almas”.32
También lo ordenaba el III Concilio Mexicano (1585), único
aprobado por la Santa Sede, los monarcas españoles (desde Felipe
II) y el Consejo de Indias.33
El acuerdo de esta asamblea consistió
en que la instrucción religiosa no debiera realizarse en latín ni en
castellano, sino en la lengua de los indios de cada partido.
Los prelados peninsulares expresaron que esta práctica
resultaba ya obsoleta, porque creían que los más de los indios
entendían el español, aunque muchos de ellos se resistían a
hablarlo.34
Ante los reparos que hicieron los sínodos sobre las
condiciones lingüísticas imperantes en muchos pueblos de indios,
el canon registró el resultado de la negociación en los siguientes
términos:
29 “Concilio Mexicano. Libro Io. Título I”, p. 58. 30 Ibíd., pp. 57-58. 31 “Concilio IV Mexicano. Libro Io, Título I”, en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Mexicano, p. 57. 32 “Extracto compendioso de las notas del IV Concilio Provincial Mexicano hecho y
apuntado diariamente por uno de los que asistieron a él”, ibíd., p. 300. 33 “Observaciones que el asistente real, Antonio Joaquín Rivadeneyra y Barrientos hizo al concilio mexicano”, ibíd., p. 736. 34 “Concilio IV Mexicano. Libro Io, Título I”, p. 57.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 211 ~
los curas tengan ministros, para los casos necesarios que
cuiden de la instrucción de los que ignoran el cas-tellano… especialmente en el caso de los adultos que
estuvieran “cerrados en idioma nativo… Contribuyendo
por su parte y también los maestros de escuela, a que se
entienda la lengua castellana, pues así convendría en lo espiritual y lo político.
35
Ante esta conclusión, el Sr. Becerra, canónigo de México,
dejó claro que el contenido del canon era contradictorio, puesto
que “[tiraba] a concordar dos leyes, la una que manda que se
extingan los idiomas y la otra que se den curatos a quienes lo
sepan”. Recomendó además que, en todo caso, el repaso de la
doctrina entre los niños lo realizaran los fiscales o temastiani, y no
los sacerdotes lengua.36
El Tomo Regio puso de manifiesto que las autoridades
metropolitanas estaban interesadas en que el conjunto de la
población novohispana llevara una vida con mayor exigencia
moral y una práctica piadosa interiorizada y reverente, menos
popular y barroca.37
Por lo tanto, consideraron fundamental la
unificación de las guías para la enseñanza de la doctrina. Al
respecto, el Tomo había prescrito la factura de un catecismo
abreviado, que debía emular al que se había elaborado por decreto
del Concilio Tridentino; a saber, el Catecismo romano, que se
tradujo al castellano en el siglo XVIII. Este catecismo, destinado
para los párrocos, debía reducirse y sustituir los textos elaborados
por los jesuitas que habían tenido mayor consumo desde el siglo
XVI: el Ripalda y el Astete.38
En relación con esto el Tomo Regio
era claro al expresar cuáles eran los beneficios que la Corona
esperaban obtener de las traducciones abreviadas del Catecismo
romano, siendo sus destinatarios los súbditos de las colonias del
Imperio Hispánico:
los fieles reciban la pura y sana doctrina de la Iglesia con
uniformidad y con la autoridad conveniente al concilio provincial, deputando teólogos, doctos y timoratos que
hagan este catecismo, y reviéndole con diligencia este
concilio provincial, pues de esta suerte no correrán en materia tan importante obras sueltas, destituidas de
legítima autoridad y revisión en materia tan grave.39
35 Ibíd., pp. 57-58. 36 “Extracto compendioso de las notas…”, p. 301. 37 Elisa Luque Alcaide, op. cit., p. 42. 38 “Concilio IV Mexicano celebrado año de 1771. El Rey”, en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Mexicano, p. 50. 39 Ibíd., p. 52.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 212 ~
Para el caso de los textos en idiomas amerindios, el punto
VI del Tomo ordenó que los prelados observaran “que la misma
diligencia haya en rever los catecismos puestos en las lenguas
naturales de los indios, para hacerles reconocer, explicar y evitar
cualquiera equivocación en lo que interesa tan de lleno la salud
espiritual de los fieles y neófitos de estos dominios”.40
Este punto
del Tomo fue fundamental para que Rivadeneyra aclarara ante los
conciliares que Carlos III seguía la orientación dada por el
Concilio de Trento, misma que favorecía la elaboración de textos
catequéticos en las lenguas “vernáculas” de los feligreses y no
imponía el uso del castellano en esta primera etapa de la enseñanza
religiosa, como lo asentaba el canon presentado por Lorenzana.41
El arzobispo y el obispo de Puebla dieron muestra de su
aversión a las lenguas indígenas en las sesiones que se llevaron a
cabo para revisar varios catecismos, empleando los mismos
razonamientos aducidos en sus Pastorales. Por su parte, los
prelados criollos y regulares expresaron que se debía continuar con
la producción y reedición de estos textos, sobre todos aquellos que
elaboraban los autores más competentes.42
El libro definitivo del
Concilio apenas ofrece una tenue idea de las conquistas de ambos
bandos, al quedar registrado que “por ninguno se imprima en
lengua vulgar de los indios libros o tratados pertenecientes a la
religión sin la aprobación de ordinario; y más siendo tan escasos
los términos propios que hay para explicar algunos conceptos”. Sin
embargo, el testimonio que dejó Antonio Cayetano Torres,
presunto autor del Extracto compendioso de las actas del IV
Concilio Mexicano, da a conocer algunos detalles de las acaloradas
discusiones que se suscitaron cuando los sínodos examinaron
algunos de los catecismos de las dos lenguas generales del
Altiplano. 43
A través del Extracto sabemos que, para el caso de la
lengua mexicana, se eligieron solamente tres textos: el del padre
jesuita Ignacio Paredes, Prontuario Manual Mexicano, el de
Antonio Vázquez Gastelu, Catecismo Breve que precisamente
debe saber el cristiano, en lengua mexicana y el de Celedonio
Velásquez, mismos que habían sido ya dictaminados por Ignacio
Roldán y Victoriano Palma, canónigos de la Colegiata de
Guadalupe. Estos informes fueron evaluados por otros tres
religiosos: Teodoro Martínez, cura de Otumba y el doctor [José
40 Ibídem. 41 “Disertaciones que el asistente real D. Antonio Joaquín Rivadeneyra…”, p. 860. 42 Estas sesiones tuvieron lugar los días 27, 29, 30 y 31 de julio y 17 y 19 de agosto. 43 No hay consenso sobre la autoría del Extracto. Elisa Luque Alcaide y Luis Soberanes Fernández lo atribuyen a Cayetano Antonio Torres, magistral del cabildo de México, en colaboración con su hermano Luis de Torres. Esta opinión no la comparte Zahino ni Luis Martínez Ferrer.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 213 ~
Julián] Ramírez, catedrático de la Universidad,44
y el arcediano de
Mérida, el padre Arizpe. No obstante el común acuerdo de que el
mejor texto era el del jesuita Paredes, el padre Arizpe recomendó,
ante la impugnación que se hizo de las “traducciones” al mexicano
de los términos correspondientes a los sacramentos, que el mejor
procedimiento consistía en castellanizar “todas las palabras que no
[tuvieran] riguroso vocablo en el mexicano”.
Cayetano Torres relata que ante la duda que mostraron los
sínodos sobre cuál era la significación del vocablo ‘bautizo’ en
náhuatl, “llamaron a los nahuatlatos del arzobispado y
preguntándoles el principal, convino en la antigua forma ‘nimis
cuasicuia’ (sic) que significa ‘yo te echo agua en la cabeza’ y
respondió cortésmente a todas las preguntas que se le hicieron
conformemente a esta rezanza (sic) antigua, sobre esto dijo bien
Roldán sobre lo adquirido que tienen los demás, es también nativo
en la lengua y eso hace para mi más opinión que los otros juntos,
que aunque la voz común que en sus principios significaba ‘yo te
echo agua en la cabeza’, pero ya por la universal inteligencia de los
indios, es voz significativa ad placit de sólo lavatorio del
Baptizmo, y solo para ese fin la usan los indios, usando de otra voz
para los lavatorios”.45
Aún cuando la discusión continuó y la
mayoría de los especialistas estuvieron de acuerdo con el uso de la
expresión en mexicano, Lorenzana y el obispo de Puebla fueron de
la opinión de que se “insistiese a los indios la forma en castellano y
también la de Baptizaroa, sin improbar Quatichia”.46
Por su parte,
Rivadeneyra y Barrientos, conocedor de la lengua náhuatl, opinó
que consideraba vulgar “la especie que [había oído] de querer
probar que se deba desterrar el idioma de los indios, porque no
tienen voces para explicar los misterios de nuestra religión… pues
tengo la certeza de lo contrario al menos en mexicano”.47
Para la revisión de los catecismos en lengua otomí se
convocó a los cuatro especialistas de lengua mexicana que habían
asistido a las sesiones anteriores y así también a Luis Neve y
Molina ―catedrático de otomí en el Seminario Conciliar,
Examinador sinodal e Intérprete del Tribunal de Fe del Provisorato
de Indios, del Arzobispado de México y Capellán del Hospital
Real―; a dos religiosos agustinos, uno de ellos el padre Vázquez
‘cieguecito’; a dos estudiantes nativos, el uno clérigo indio y el
otro español de capote, y al nahuatlato otomí del arzobispo. Sobre
44 José Julián Ramírez fue el 12º profesor de lengua mexicana en la Universidad. Se le dio posesión de esta cátedra el 1º de febrero de 1771, y continuó desempeñando la clase hasta que murió en 1778. Véase Francisco del Paso y Troncoso, “Utilidad de la lengua mexicana en algunos estudios literarios”, en Anales del Museo Nacional, tomo III, México, Imprenta Mariano Escalante, 1891, p. 96. 45 “Extracto compendioso de las notas…”, en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Mexicano, p. 471. 46 Ibíd., pp. 483-484. 47 “Disertaciones que el asistente real D. Antonio Joaquín…”, ibíd., p. 861.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 214 ~
esta sesión, Cayetano Torres hace saber que la primera resolución
del sínodo carecía de todo fundamento y que incluso era más
propia para la risa, porque en ella se dio el visto bueno “en esto los
que nada entienden de una lengua tan dificultosa”. Para justificar
su extrañamiento ante los procedimientos seguidos y las
conclusiones, Cayetano Torres registró que los prelados estuvieron
de acuerdo con que, de los tres catecismos revisados, el mejor era
el del padre Miranda, aunque requería de algunas correcciones.48
Pero esta opinión no era compartida por el padre Neve y Molina,
quien al hacer la traducción aseguró que el Credo era un disparate
de pies a cabeza. Ante esta discrepancia, se invitó al padre
Ramírez, agustino, dieguino de Pachuca, excelente otomí, quien
impugnó la cartilla de Miranda y presentó la suya aclarando que
esta lengua “tiene cinco vocales que no conoce el castellano y que
por falta de no escribirlas, no se entienden bien los impresos
otomitas”.49
Precisó que por esta razón el catedrático Neve no
había podido leer su doctrina. Para buscar una salida ante los
desacuerdos de estas dos reputadas autoridades, se llamó a un
intérprete del provisorato, quien consideró que Ramírez hablaba
mejor que Neve y les respondió a ambos cuando le hicieron
preguntas en lengua otomí. Al decir de Cayetano Torres, “todo fue
confusísimo y tengo por disparate el que el concilio sea capaz de
liquidar en este punto cosa alguna”.50
El obispo de Puebla expuso ante los conciliares que la
discusión sobre los catecismos en lengua otomí no se reducía a una
simple divergencia de dictámenes entre los ministros, sino a un
problema de mayor envergadura: la barbaridad del idioma. Los
comentarios que al respecto hizo el autor del Extracto dejan ver su
convicción, compartida con los ignacianos, sobre la racionalidad
de las naciones americanas y, en consecuencia, las cualidades
intrínsecas de todas las lenguas para denominar el mundo.
Asimismo, muestran su irritación por los juicios negativos hacia la
gente y las lenguas de la Nueva España:
¿Cuántas lenguas habrá sin comparación más bárbaras en
las otras partes del mundo a quienes no se dan estos apodos? Yo en estos puntos siempre tengo juicio de que
los que no maman la lengua no la penetran del modo
48 Probablemente se trate del Cathecismo breve en Lengua Othomí, dispuesto por el padre Miranda de la Compañía de Jesús. Impreso en México en la Imprenta de la Biblioteca Mexicana, 1759. 49 Seguramente se hace mención de fray Antonio de Guadalupe Ramírez, autor de Breve Compendio de todo lo que debe saber, y entender el christiano para poder lograr ver, conocer y gozar de Dios Nuestro Señor en el Cielo eternamente e. Dispuesto en Lengua Othomí, y construido literalmente en la lengua castellana. Impreso en México en la
Imprenta Nueva Madrileña de los Herederos de D. José de Jáuregui. Calle de San Bernardo, 1785. 50 “Extracto compendioso de las notas…”, en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Mexicano, p. 483.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 215 ~
necesario para explicar las cosas, porque no tengo a
ninguno de ningún idioma por tan bárbaros que no tengan modo de explicar casi todas las cosas, a lo menos,
las materiales con voces o frases correspondiente. Toda
la discordia que hubo en esta sesión entre los lenguaraces
de no entenderse unos a otros, no prueba nada contra el idioma, sino solo la dificultad por razones que no tengo
tiempo de expender.51
Otro tema que suscitó gran controversia fue la tentativa de
imponer a los párrocos que condicionaran la impartición de los
sacramentos al conocimiento de la doctrina cristina y de manera
preferente en español. De nueva cuenta, las consideraciones que
hicieron los prelados criollos señalaban que esta medida era
irrealizable por el gran número de indios que solamente hablaban
su lengua nativa. Hacían notar que en las cercanías de la ciudad de
México y las cabezas de los obispados todavía existían “pueblos
[…] en la misma rudeza de los climas más remotos, cuanto las
dificultades de sus idiomas son tantas, como nos ha enseñado la
experiencia”.52
El peso de estas consideraciones obligó a que la
regla general establecida en el canon estuviera acompañada de
excepciones. Por ejemplo, en el caso de los neófitos se estipuló que
debían saber el Padre Nuestro, el Credo y los Diez mandamientos y
dar muestra probada de arrepentimiento de sus pecados antes de
recibir el bautismo y el matrimonio. Otra era la solución para los
indios adultos que ya habían recibido instrucción religiosa y
solicitaban el bautismo. En este caso, a los párrocos les debía
constar que la solicitud del sacramento se hacía con pura fe e
intención, o que “al menos en su propio idioma [supieran] el Padre
Nuestro, el Credo, los Diez Mandamientos de la ley de Dios”, y
que además diera señales de dolor y de arrepentimiento de sus
pecados. Para el caso del matrimonio, los futuros cónyuges debían
dominar, sin importar la lengua, las mismas oraciones, los artículos
de la Fe, los Diez mandamientos y los siete vicios o pecados
capitales.
Particularmente difícil fue llegar a un acuerdo sobre las
condiciones en que debía llevarse a cabo la confesión, sobre todo
en lo concerniente al viático de enfermos y de extremaunción. En
esta discusión se prendieron viejas cenizas, puesto que traía a
colación tanto la renuencia de los indios para aceptar intérpretes en
la confesión como su carácter optativo en el caso de los
moribundos. Ante el sínodo se recordaron sucesos como el del
cacique poblano Juan de la Cruz, “hombre piadoso y conocedor de
la ley, que a la hora de su muerte exigió un confesor nahuatlaco, y
como no pudieron proporcionárselo, prefirió morir sin confesión
51 Ibíd., p. 473. 52 “Observaciones que el asistente real D. Joaquín Antonio Rivadeneyra…”, p. 738.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 216 ~
en defensa de su propio derecho y de la asistencia espiritual de sus
paisanos, más necesitados que él mismo de sacerdotes de su
lengua”.53
Para algunos conciliares, como Fabián y Fuero, no era
fácil encontrar intérpretes dignos de confianza. Por su parte, el
obispo de Oaxaca recordó lo dicho por la autoridad eclesiástica
Melchor Cano, para quien no había obligación de confesión
cuando el individuo se hallaba en artículo de muerte. A esta
opinión se adhirió el fiscal del Consejo de Indias, Pedro de Piña y
Mazo, responsable de la revisión de las actas y la decisión final,
para quien la confesión por intérprete nunca podía ser obligatoria.
Como soluciones alternativas proponía: aceptar el empleo de
intérprete si lo requería el penitente o realizar la confesión a través
de mímica o por acto de verdadera contrición.54
A pesar de que el metropolitano y los obispos de Oaxaca y
Yucatán y los dos apoderados no estaban de acuerdo con que se
registraran las consideraciones expresadas por el fiscal, finalmente
se resolvió de manera unánime que “se quedase el decreto como
estaba en el III Concilio, “sin añadir til (sic) ni quitar coma”.55
Fue
por ello que el canon correspondiente consignó que, en el caso de
que el párroco u otro sacerdote llamado para confesar no supiera la
lengua del enfermo, “debía llevar consigo un intérprete para
confesarle y exhortarle y queriendo confesar por medio de éste, el
párroco o cualquier ministro, dándole a entender al mismo enfermo
que no tiene obligación de ello, aunque sería muy provechoso para
su alma, podría confesarle por medio de un intérprete, si este fuere
persona de fe y de confianza”.56
Así también se recordó que era
una obligación general impartir los sacramentos, puesto que así lo
había ordenado Paulo III y las leyes eclesiásticas de los reinos
ultramarinos. El sentimiento que debía regir el trabajo pastoral
hacia los indios era el amarlos como hijos y, por tanto, el que
ignoraran la doctrina no era motivo para rechazarlos.57
A pesar de
que los prelados peninsulares partían de que el uso del español
ofrecía la certeza de un dominio fiable de los principios del
cristianismo, las discusiones del Concilio llevaron a considerar
que, independientemente de la lengua de los indios, era obligación
de los párrocos darles la comunión anual, administrarles viático
cuando estuvieran enfermos, así como la extremaunción.
El octavo punto Tomo Regio reiteró el contenido de la
cédula real de 12 de agosto de 1768, misma que proscribía el
empleo de los textos elaborados por los jesuitas y exigía el
restablecimiento de “la enseñanza de las divinas letras, Santos
53 Pilar Gonzalbo, op. cit., p. 20. 54 Ibídem. 55 “Extracto compendioso de las notas…”, en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Mexicano, pp. 329-340. 56 “Concilio IV Mexicano. Libro III. Título III”, p. 182. 57 Luisa Zahino, op. cit., p. 16.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 217 ~
Padres y Concilios, y desterrando las doctrinas laxas y menos
seguras, e infundiendo el amor y respeto al Rey, y a los superiores,
como obligación tan encargada a las letras divinas”.58
Para la
formación de los cuadros eclesiásticos, el punto XVI estipuló el
establecimiento de seminarios diocesanos donde debían residir
“todos los ordenados por el tiempo de seis meses, o lo que le
pareciese al concilio, pues de esta suerte se acostumbraran a la vida
comunitaria”. Las sedes de estos institutos podían ser las casas que
habían pertenecido a la Compañía, dotándose de sus rentas los
maestros de teología, moral, liturgia o ritos y de disciplina
eclesiástica”.59
Si bien el mismo punto consignó que la cuarta parte
de las becas de los seminarios debían ser cubiertas por indios o
mestizos, no por ello los prelados criollos dejaron de insistir que en
dichos institutos y en la Universidad debían continuar con las
cátedras de lenguas indígenas.60
Como digno representante del pensamiento ilustrado,
Carlos III confió en los buenos frutos que aportaría un estricto
programa orientado por la utilidad y la razón. Éste debía
comprobar la buena actuación tanto de los párrocos como de los
fieles. El Catecismo romano, realizado por ordenes del Concilio de
Trento, era el modelo para regular la enseñanza y explicación de la
doctrina, la catequesis, la impartición de los sacramentos y la
predicación, y así lo estipulaba el punto V del Tomo Regio. En
atención a esta ordenanza los conciliares Fabián y Fuero y Antonio
Alcalde elaboraron el Catecismo para uso de los Párrocos, hecho
por el IV Concilio Provincial Mexicano, mismo que fue aprobado
por el aula conciliar el 21 de agosto de 1771 y publicado en 1772 61
Este catecismo consta de cinco partes: La Explicación de la
Doctrina Cristiana; el Breve compendio de lo que se ha de enseñar
a los que en enfermedad peligrosa se bautizan, y asimismo a los
viejos y rudos, que no son capaces de un catecismo más largo; la
Plática breve para enseñar y exhortar al tiempo de morir, y para
declarar a los rudos que han aprendido en las preguntas pasadas;
la Relación de los Privilegios y facultades concedidas
perpetuamente a los Indios; el Método que han de guardar los
párrocos y vicarios en la explicación de los puntos de Doctrina
Cristiana correspondientes a las Dominicas y Fiestas del Año, con
arreglo a la explicación del Catecismo Romano, precedido de un
58 “Concilio IV Mexicano. El Rey”, en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Mexicano, pp. 50 y 51. 59 Ibíd., p. 52. 60 “Disertaciones que el asistente real D. Joaquín Antonio Rivadeneyra…”, p. 861. 61 Fabián y Fuero había participado en los programas de reforma de la enseñanza de la doctrina en España durante el primer lustro de los setenta, en su calidad de obispo de
Valencia, emitiendo varios edictos para organizar los tiempos y contenidos de la enseñanza de la catequesis. Véase Antonio Viñao Frago, “Adoctrinadores y adoctrinados. Catequesis y educación en España de la segunda mitad del siglo XVIII y Primeros del XIX (I)”, en Cuadernos de Historia Moderna, vol. III, Madrid, Anejos, 2004. pp. 85-111.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 218 ~
Aviso a los Párrocos y una Introducción.62
Los especialistas lo han
caracterizado como “completo y preciso, bien redactado, con
referencias a las Sagradas Escrituras, al Magisterio de Trento, a los
padres, sobre todo de San Agustín y San Jerónimo, y a Aquinate
[…] Es un catecismo más europeo que americano, pues apenas
incorpora las costumbres o características de la Nueva España.”63
Asimismo, han señalado que la referencia principal no fue el
catecismo facturado en el Tercer Concilio Mexicano, sino la
Explicación de la Doctrina cristiana, traducción castellana del
Catecismo romano que elaboró Fr. José Ximénez Samaniego en
1687.64
De igual manera reparan en la importancia de observar el
Catecismo del IV Concilio Mexicano por las adiciones que
presenta a varios mandamientos, con el fin de persuadir a los
párrocos y a los feligreses de su condición subordinada en la
estructura social y eclesiástica que trató de imponer el regalismo
borbónico. Ejemplo de ello fue la redacción del primer
mandamiento en el Catecismo, en el que se incluyó el deber de
respetar y obedecer a las autoridades públicas, al exponer la virtud
de la religión; es decir, al expresar el culto que se debe a Dios y a
los que lo representan. En el cuarto mandamiento, se añadió que la
obediencia y el amor al monarca era un deber de conciencia tanto
de los curas como de los feligreses.65
Por otra parte, en respuesta a
las demandas en pro de la Iglesia diocesana, el Catecismo explicita
que uno de los requisitos para validar las licencias de confesión
otorgadas por el papa era la aprobación del obispo. Asimismo,
expuso los criterios para determinar la pureza del culto de Dios
(latría), la veneración de los santos (dulía) y a la Madre de Dios
(hiperdulía). Finalmente añadió la llamada observancia o
veneración a las personas que ostentan el poder del Estado.66
Pese
a este esfuerzo por homogenizar la enseñanza de la doctrina a
través de un catecismo único, era imposible la repetición de un
texto que estaba destinado al párroco. En la práctica, cada párroco
y catequista se veía obligado a adaptar su exposición y explicación
a las circunstancias del terreno y a los diferentes tipos de
auditorio.67
Los asistentes al IV Concilio coincidieron en que la
religión, la instrucción y laboriosidad eran las mejores armas para
sacar a los indios de su estado de ignorancia. Los sínodos
peninsulares y los criollos percibieron a los indios como hombres
miserables, rústicos, rudos y poco aptos para elegir por ellos
62 Elisa Luque Alcaide, op. cit., p. 14. 63 Ibíd., p. 16. 64 Ibídem. 65 Ibíd., p. 23. 66 Ibídem. 67 Antonio Viñao Frago, op. cit., p. 110.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 219 ~
mismos el buen camino, por lo que sendos grupos concluyeron que
debían mantenerlos bajo su tutela y protección.68
Sin embargo, una
diferencia sustantiva entre ellos fue la estrategia lingüística para
conservar y difundir el cristianismo entre este sector de la
población. Mientras que las autoridades peninsulares, eclesiásticas
y civiles, creían que el castellano era la opción más adecuada para
satisfacer los intereses comunes de la Iglesia y el Estado, las
autoridades civiles y eclesiásticas criollas plantearon que las tareas
de la Iglesia y del Estado eran complementarias, pero diferentes. A
la Iglesia le correspondía la enseñanza de la doctrina, la
predicación, la impartición de los sacramentos y la corrección de
los defectos de la fe entre los indios.
Los religiosos criollos aseguraban que era posible corregir
las idolatrías y las distorsiones en las prácticas del cristianismo,
porque sus causas no eran la malicia sino la ignorancia y
rusticidad.69
Ante tales circunstancias era obligado continuar con la
asistencia de los “sacerdotes idioma” a todo lo ancho y largo del
virreinato. Para los peninsulares, el sujeto privilegiado de su
política idiomática eran los niños de los pueblos de indios del
centro y sur del virreinato. Era a ellos a quienes se convertiría, en
el menor tiempo posible, en hombres civilizados e
hispanohablantes. Los mismos propósitos, pero con un ritmo más
lento, debían cumplirse entre los neófitos y los indios insumisos de
las misiones, toda vez que en este caso se trataba de una “segunda
evangelización”, más ardua y dificultosa que la emprendida en el
siglo XVI.
De frente a las acusaciones de Lorenzana y Fabián y Fuero,
quienes denunciaban la dudosa calidad académica de los curas
novohispanos y la responsabilidad de la pervivencia del
multilingüismo en la Nueva España, Rivadeneyra respondió que
esta situación no era consecuencia de un hecho intencional, sino
efecto de “el amor que cada nación tiene a su idioma, la rusticidad
de los indios y otras razones insuperables al celo más diligente”.70
Asimismo, los sínodos novohispanos se jactaban de haber
cumplido la labor encomendada por la legislación pontificia e
indiana, de conocer a los indios a través de una larga convivencia y
de dominar sus lenguas. El clero criollo se consideraba digno de
confianza y de grandeza, porque gracias a su labor pastoral –
llevada a cabo con celo diligente y con los ritmos que les permitía
la diversidad de situaciones que privaban en el terreno– la Corona
68 En los ámbitos del Derecho, tal y como se expone desde la Recopilación de las Leyes e Indias, el término “miserable” se define como personas de capacidad restringida y necesitadas de tutela legal. Ver J. M. Ots Capdequí, El estado español en las indias,
México, FCE, 1976, p. 176. 69 “Observaciones que el real asistente D. Joaquín Rivadeneyra…”, en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Mexicano, p. 738. 70 Ibíd., p. 820.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 220 ~
había sido capaz de cumplir con el compromiso más trascendente
adquirido desde la conquista: la cristianización del Nuevo Mundo.
Los cánones que finalmente quedaron plasmados en los
libros del Concilio muestran las inercias ante un modelo que
aspiraba a cimentar una república civilizada y una organización
eclesiástica centralizada. Las múltiples excepciones que exhibió la
normatividad final del Concilio significaron el fracaso del proyecto
uniformador encabezado por los eclesiásticos peninsulares. Sin
embargo, importa destacar que los resultados de las negociaciones
desdibujaron las rígidas posturas que defendían los dos principales
grupos antagónicos: los peninsulares aceptaron, bajo ciertas
condiciones, las lenguas indígenas en el ámbito religioso, al tiempo
que mantuvieron su propuesta de que el español fuera objeto y
medio para transmitir los elementos puros de la religión y los
elementos mínimos de la instrucción. Por su parte, los criollos
aceptaron que se enseñara castellano en las escuelas de los pueblos
de indios: consideraron que este idioma era un recurso
imprescindible para superar la ignorancia, al tiempo que
defendieron el uso las lenguas amerindias en las labores pastorales.
Los acuerdos a los que llegó el IV Concilio Mexicano no se
presentaron ante la Sede Romana, porque existía el temor de que
fueran rechazados por su tenor regalista. No obstante, Carlos III
mantuvo firme su convicción de hacer del castellano la lengua para
la catequesis. Así lo expreso en la cédula que dirigió, el 22 de
febrero de 1778, a los presidentes y oidores de las Audiencias de
los Reinos de las Indias, para que hicieran extensivas las órdenes
que había dictado la Audiencia de la provincia de Charcas
(Ecuador) durante los años de 1773 y 1774.71
Estas medidas eran
en extremo radicales al prescribir que solamente se empleara el
castellano en los conventos y que al otorgar las parroquias se diera
preferencia a los sacerdotes opositores de mayor mérito, aunque no
supieran la lengua indígena. La preeminencia de las autoridades
civiles sobre las eclesiásticas también estaba presente en la cédula
abril 1770. La orden de fundar escuelas de castellano estaba
dirigida a los virreyes, presidentes de las audiencias, gobernadores
y demás ministros, jueces y justicias de los distritos. En la misma
cédula el monarca rogó y encargó al cuerpo eclesiástico que “en la
parte que respectivamente le tocare, guarden cumplan y ejecuten y
hagan guardar, cumplir y ejecutar puntual y efectivamente… mi
real resolución”.72
Esta decisión era conforme con la normatividad
que desde antiguo consignaban que la Iglesia no tenía la obligación
de enseñar el castellano, pero asimismo dejaba claro que la
intención de Carlos III y sus ministros era minimizar el poder de la
71 Francisco de Solano, op. cit., pp. 264-265. 72 Rómulo Velasco Ceballos, op. cit., pp. 85-86.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 221 ~
Iglesia dentro de los pueblos indios y, a cambio, fortalecer en ellos
la presencia del Estado.
BIBLIOGRAFÍA “Concilio IV Mexicano celebrado año 1771. El Rey”, en Luisa Zahino
Peñafort, (recopiladora), en El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Provincial Mexicano, México, Porrúa-UNAM, Instituto
de Investigaciones Jurídicas-Universidad de Castilla-La Mancha
y Cortes Castilla-La Mancha, 1999, pp. 49-53. “Concilio IV Mexicano”, en Luisa Zahino Peñafort (recopiladora), El
cardenal Lorenzana y el IV Concilio Provincial Mexicano,
México, Porrúa-UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas–Universidad de Castilla-La Mancha y Cortes Castilla-La
Mancha, 1999, pp. 54-292.
“Extracto compendioso de las notas del IV Concilio Provincial Mexicano
hecho y apuntado diariamente por uno de los que asistieron a él”, en Luisa Zahino Peñafort (recopiladora), El cardenal Lorenzana
y el IV Concilio Provincial Mexicano, México, Porrúa-UNAM,
Instituto de Investigaciones Jurídicas-Universidad de Castilla-La Mancha y Cortes Castilla-La Mancha, 1999, pp. 294-530.
Céspedes del Castillo, Guillermo, América hispánica (1492-1898),
Madrid, Marcial Ponds, 2009. Gonzalbo, Pilar, “Del tercero al cuarto concilio provincial mexicano,
1585-1771”, en Historia Mexicana, vol. XXXV, núm. 1,
México, El Colegio de México, 1985, pp. 5-32. Luque Alcalde, Elisa, “Debates doctrinales en el IV Concilio Provincial
Mexicano”, en Historia Mexicana, vol. LV, núm. 1, México, El
Colegio de México, 2005, pp. 5-66. Ots Capdequí, J. M., El estado español en las indias, México, FCE,
1976.
Paso y Troncoso, Francisco del, “Utilidad de la lengua mexicana en
algunos estudios literarios”, en Anales del Museo Nacional, tomo III, México, Imprenta Mariano Escalante, 1891, pp. 89-97.
Rivadeneyra y Barrientos, Joaquín, “Disertaciones que el asistente real
D. Joaquín Rivadeneyra y Barrientos, oidor de México escribió sobre los puntos que se le consultaron por el cuarto Concilio
Mexicano en 1774”, en Luisa Zahino Peñafort (recopiladora), El
cardenal Lorenzana y el IV Concilio Provincial Mexicano, México, Porrúa-UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas-
Universidad de Castilla-La Mancha y Cortes Castilla-La
Mancha, 1999, pp. 823-864.
________________________________, “Informe de Antonio Joaquín de Rivadeneyra y Barrientos, asistente real, al virrey marqués de
Croix. México 1º de febrero de 1771”, en Luisa Zahino Peñafort
(recopiladora), El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Provincial Mexicano, México, Porrúa-UNAM, Instituto de
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 222 ~
Investigaciones Jurídicas-Universidad de Castilla-La Mancha y
Cortes Castilla-La Mancha, 1999, pp. 709-734. __________________________________, “Observaciones que el
asistente real, Antonio Joaquín Rivadeneyra y Barrientos hizo al
IV Concilio Mexicano”, en Luisa Zahino Peñafort
(recopiladora), El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Provincial Mexicano, México, Porrúa-UNAM, Instituto de
Investigaciones Jurídicas-Universidad de Castilla-La Mancha y
Cortes Castilla-La Mancha, 1999, pp. 735-822. Soberanes Fernández, José Luis, “Vida y obra de Rivadeneyra”, en
Anuario Mexicano de Historia del Derecho, vol. VII, México,
UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1995, pp. 221-237.
Solano, Francisco de, Documentos sobre la política lingüística en
Hispanoamérica, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 1991. Tanck de Estrada, Dorothy, Pueblos indios y educación en el México
colonial, 1750-1821, México, El Colegio de México, 1999.
Velasco Ceballos, Rómulo, La alfabetización en la nueva España, México, SEP, 1945.
Viñao Frago, Antonio, “Adoctrinadores y adoctrinados. Catequesis y
educación en España de la segunda mitad del siglo XVIII y Primeros del XIX”, en Cuadernos de Historia Moderna, vol. III-
I, Madrid, Anejos, 2004, pp. 85-111.
Zahino Peñafort, Luisa, “La cuestión indígena en el IV Concilio
Provincial Mexicano”, Relaciones, vol. XII, núm. 45, México, El Colegio de Michoacán, 1991, pp. 5-30.
Zahino Peñafort, Luisa (recopiladora), El cardenal Lorenzana y el IV
Concilio Provincial Mexicano, México, Porrúa-UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas-Universidad de Castilla-La Mancha
y Cortes Castilla-La Mancha, 1999.
Zahino Peñafort, Luisa, “Introducción”, Luisa Zahino Peñafort
(recopiladora), El cardenal Lorenzana y el IV Concilio Provincial Mexicano, México, Porrúa-UNAM, Instituto de
Investigaciones Jurídicas-Universidad de Castilla-La Mancha y
Cortes Castilla-La Mancha, 1999, pp. 23-45.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 223 ~
ASPECTOS METODOLÓGICOS DE LA INVESTIGACIÓN EN LINGÜÍSTICA
MISIONERA HISPÁNICA1
Esther Hernández Instituto de Lengua, Literatura y Antropología
CCHS-CSIC (Madrid)
1-INTRODUCCIÓN Este trabajo presenta diversas consideraciones sobre la método-
logía y la práctica de la investigación en el campo de estudio de la
Lingüística misionera (en adelante LM). Como se trata de una
línea de investigación relativamente nueva, la LM carece de una
metodología establecida frente a otras materias lingüísticas que
disponen de manuales de metodología de la investigación. No
obstante, es este un problema que tiene que ver con la disciplina de
la Historiografía Lingüística en general pues, como ha señalado
Koerner ―uno de los más reconocidos historiadores de la
Lingüística― hay una verdadera necesidad de una metodología de
análisis en la tarea historiográfica.2 Se han hecho, no obstante,
significativos avances en lo que a la disciplina en el ámbito
hispánico se refiere.3
1 Proyecto de investigación Corpus de vocabularios bilingües iberoamericanos (Siglos
XVI-XVIII). Etapa final (FFI2011-29259). 2 E. F. Konrad Koerner, “History of linguistics: attainments and challenges”, en M.
Fernández Rodríguez, F. García Gondar y N. Vázquez Veiga (eds.), Actas del I Congreso Internacional de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística (A Coruña, 18‐21
de febrero de 1997), Madrid, Arco Libros, 1999, pp. 15‐30; E. F. Konrad Koerner,
“Introducción: La historiografía de la lingüística. Pasado, presente, futuro”, J. Dorta, C. Corrales y D. Corbella (eds.), Historiografía de la lingüística en el ámbito hispánico. Fundamentos epistemológicos y metodológicos, Madrid, Arco Libros, 2007, pp. 15‐56. 3 Cfr. Juan Miguel Lope Blanch, Estudios de historia lingüística hispánica, Madrid, Arco Libros, 1990; Juan Manuel Lope Blanch, “De historiografía lingüística mexicana”, en J. M. Lope Blanch, et al. (eds.), De historiografía lingüística e historia de las lenguas, México, Siglo XXI, 2004, pp. 21‐34; Juan Clemente Zamora Munné, Historiografía
lingüística: Edad Media y Renacimiento, Salamanca, Ediciones del Colegio de España, 1993; Miguel Ángel Esparza Torres, “Sobre las relaciones entre historiografía lingüística y la concepción de la lingüística como ciencia», en J. A. de Molina Redondo, J. de D.
Luque Durán y F. Fernández García (coords.), Estudios de lingüística general. II Congreso Nacional de Lingüística General (Granada, 25 al 27 de marzo de 1996), III, Granada, Método, 1997, pp. 107‐122; Ignacio Guzmán Betancourt, Bibliografía sobre
historiografía lingüística y filología de lenguas amerindias, México, Dirección de Lingüística del Instituto Nacional de Antropología e Historia/ Sociedad Mexicana de Historiografía Lingüística, 2000; Josefa Dorta, Cristóbal Corrales y Dolores Corbella (eds.), Historiografía de la lingüística en el ámbito hispánico. Fundamentos epistemológicos y metodológicos, Madrid, Arco Libros, 2007; entre otros.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 224 ~
Con la intención de rellenar en parte la laguna sobre sus
aspectos metodológicos, en este ensayo pretendo reflexionar en
torno a la práctica de la investigación. Mi propósito es escribir
estas páginas dando una atención prioritaria a los aspectos prác-
ticos, mientras que los epistemológicos estarán reducidos; es decir,
no voy a entrar en un análisis detallado de los fundamentos
metodológicos de la investigación en LM, sino que trataré sobre
todo acerca de determinados aspectos prácticos, para lo cual pasaré
revista a los procedimientos de análisis de los materiales de
lingüística misionera hispánica desarrollados hasta el momento.
Concretamente, presentaré algunas características de los estudios
descriptivos en torno a las gramáticas y vocabularios de las lenguas
indígenas americanas que fueron elaborados por los misioneros
durante la época colonial, poniendo el foco especialmente en los
productos lexicográficos.
2- LA LÍNEA DE INVESTIGACIÓN DE LA LINGÜÍSTICA MISIONERA De un tiempo a esta parte, en ciencia se opta por buscar temas
comunes, transversales, que comprometan diversas áreas de
conocimiento. Así, historiadores de la ciencia, lingüistas, historia-
dores o antropólogos pueden compartir un tema de investigación o
problema científico, desde distintas perspectivas de análisis o con
metodologías muy diversas. De esta manera los enfoques y las
distintas metodologías tienden a converger en la resolución de este
problema común. En gran medida, la LM ha sido pionera en esta
especie de globalización de la ciencia, puesto que dicha línea de
investigación posee este carácter innovador y fronterizo, donde
pueden trabajar lingüistas con intereses muy diversos, pero
también historiadores o antropólogos. Se trata, además, de una
disciplina global, que cruza fronteras nacionales e internacionales,
que abarca aspectos sincrónicos y diacrónicos y que estudia
muchas y muy diversas lenguas; todo ello con las miras puestas en
crear nuevas visiones y abrir nuevos horizontes de la
investigación.4
4 Cfr. Victor Egon Hanzeli, Missionary Linguistics in New France. A study on
Seventeenth and Eighteenth‐Centrury Description of American Languages, The Hague,
Mouton, 1969; Even Hovdhaugen, “Missionary Grammars – An Attempt at Defining a Fiel of Research”, en E. Hovdhaugen (ed.), ...and the Word was God: missionary linguistics and missionary grammar, Münster, Nodus Publikationen, 1996, pp. 9‐22;
Even Hovdhaugen, “The Great Travellers and the Study of ’exotic languages’”, en S. Auroux, E. F. K. Koerner, H.‐J. Niederehe y K. Versteegh (eds.), History of the
Language Sciences/ Geschichte der Sprachwissenschaften/Histoire des sciences du langage, I, Berlin/ New York, Walter de Gruyter, 2000, pp. 925‐929; E. F. Konrad
Koerner, “Missionary Linguistics in the America: The ‘heroic period’”, en Essays in the History of Linguistics, Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 2004, pp. 103‐144;
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 225 ~
Ahora bien, ¿qué requisitos tiene que reunir una inves-
tigación para que se incluya dentro de la LM? Existen tres
características básicas que definen esta nueva rama de los estudios
lingüísticos:
a) La primera afecta al objeto de estudio: la obra
lingüística debe tratar de una lengua exótica desde
nuestra perspectiva occidental, esto es, una lengua no
indoeuropea, que puede ser el árabe ―como sería el caso de un estudio sobre el diccionario de Pedro de Alcalá
[ca.1505], por ejemplo―, el náhuatl o el chino mandarín.
b) La segunda tiene que ver con el autor: la obra debe haber sido escrita por un religioso, normalmente
cristiano, aunque también caben en este rótulo los
autores de las obras budistas o de otra religión.
c) La tercera está relacionada con la finalidad de la obra: las obras necesariamente tienen una finalidad
didáctica ―que hoy denominaríamos de lingüística
aplicada― puesto que tanto las gramáticas, como los diccionarios fueron elaborados para facilitar la
codificación o descodificación de textos orales o escritos
de la lengua meta y con ello lograr la comunicación entre hablantes de lenguas diferentes. En este sentido, se ha
abundado bastante en considerar como finalidad la evan-
gelización, de manera que la cuestión lingüística sería
subsidiaria de ésta;5 incluso, si ahondamos un poco más,
en última instancia también podríamos especular sobre la
finalidad última eclesiástica, que puede ser de tipo eco-
nómico o de poder social. En definitiva, lo que está claro es que estas obras lingüísticas no tenían una finalidad
científica tal y como hoy entendemos ésta. Así, cierta-
mente, el propósito de la LM es práctico; pero además, por otro lado, conviene resaltar que es una pretensión
similar a la que muestran las obras lingüísticas europeas
del momento, hechas en este caso para uso de los
comerciantes o los "turistas" de aquel tiempo. En cualquier caso, lo que me parece fundamental destacar es
el hecho de que las gramáticas y los diccionarios fueron
Klaus Zimmermann, “La construcción del objeto de la historiografía lingüística misionera”, en O. Zwartjes y E. Hovdhaugen (eds.), Missionary Linguistics/ Lingüística misionera. Selected Papers from the First International Conference on Missionary
Linguistics (Oslo, 13‐16 March, 2003), Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 2004, pp. 8‐32; Otto Zwartjes y E.F.K. Koerner, (eds.), Quot homines tot artes: New Studies in
Missionary Linguistics, Special Issue of Historiographia Linguistica, vol. XXXVI, núm.
2/3, Amsterdam, John Benjamins, 2009. 5 José Luis Suárez Roca, Lingüística misionera española, Oviedo, Pentalfa, 1992; Miguel Ángel Esparza Torres, “Lingüistas en la frontera: sobre las motivaciones, argumentos e ideario de los misioneros lingüistas”, en Romanistik in Geschichte und Gegenwart, vol. 9, núm. 1, Hamburg, H. Buske, 2003, pp. 67‐92.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 226 ~
compuestos por los misioneros y para el uso de los
propios misioneros.6
En líneas generales, por lo tanto, la LM se caracteriza por estudiar
las gramáticas y los diccionarios de lenguas no indoeuropeas que
fueron redactados durante la época colonial ―desde el siglo XVI
hasta la mitad del siglo XIX― y que fueron realizados por
misioneros con el objetivo práctico de que tales obras sirvieran a
los propios frailes para comunicarse con los hablantes de tales
lenguas exóticas. Sabido es que estos textos lingüísticos estaban
destinados a facilitar el entendimiento con hablantes de las lenguas
indígenas, que en su mayoría fueron las americanas.7 Con todo, en
mi opinión, las investigaciones en LM van más allá, puesto que se
han desarrollado estudios que analizan textos misioneros de otro
género, no necesariamente lingüístico. Estos trabajos siguen la
metodología y los intereses de la LM y, de hecho, son presentados
en los foros científicos de esta línea de investigación.8 Ocurre que
los mismos misioneros eran autores de otros tipos de obras
complementarias que estaban dedicadas al ministerio cotidiano,
como catecismos, doctrinas, confesionarios, traducciones de textos
bíblicos, sermones, vidas de santos, etc. (p. e. fray Andrés de
Olmos ca.1491-ca.1570 o fray Alonso de Molina +1585). Pero
además, otros misioneros, como fray Bernardino de Sahagún
(+1585), se dedicaron también a escribir descripciones o crónicas,
en las cuales proporcionaban información sobre la cultura
prehispánica de los pueblos indígenas con un propósito práctico
semejante al que poseen las obras que son el objeto de estudio
generalizado de la LM. Los autores de tales textos, que suelen ser
bilingües ―como la Historia o Códice florentino de Bernardino de
Sahagún―, los escribieron con la intención de que sus compañeros
de orden tuvieran conocimiento de cuáles eran las costumbres o la
6 Otto Zwartjes, y E.F.K. Koerner (eds.), op. cit., p. 2. 7 Véase la selección de estudios presentados en los congresos de LM en Otto Zwartjes y Even Hovdhaugen (eds.), Missionary linguistics/ Lingüística misionera. Selected papers from the First International Conference on Missionary Linguistics (Oslo, 13‐16 March,
2003), Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 2004; Otto Zwartjes y Cristina Altman (eds.), Missionary linguistics II/ Lingüística Misionera II: orthography and phonology. Selected papers from the Second International Conference on Missionary Linguistics (Sao Paulo, 10‐13 march 2004), Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 2004; Otto
Zwartjes, Gregory James y Emilio Ridruejo (eds.), Missionary linguistics III/ Lingüística Misionera III: morphology and syntax. Selected papers from the Third and Fourth International Conferences on Missionary Linguistics (Hong Kong/Macau, 12‐15 march
200, Valladolid, 8–11 March 2006), Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 2007; Otto Zwartjes, Ramón Arzápalo Marín y Thomas C. Smith Stark (eds.), Missionary
linguistics IV/ Lingüística misionera IV: Lexicography. Selected papers from the fifth International Conference on Missionary Linguistics (Mérida, Yucatán, 14‐17 March
2007), Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 2009; Otto Zwartjes, y E.F.K. Koerner, (eds.), Quot homines tot artes: New Studies in Missionary Linguistics, op. cit. 8 Ibidem.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 227 ~
historia de los indios (en el caso de América). Pretendían dar a
conocer la realidad a la que se enfrentaban durante el ejercicio de
la evangelización; por lo tanto, siempre subyace una motivación de
entendimiento interlingüístico, como es el fin de comunicarse
adecuadamente con los hablantes de otras lenguas y, en
consecuencia, de conseguir un mayor éxito en la misión. De ahí
que, con una visión más amplia, este tipo de investigaciones se
puedan incluir dentro del ámbito de estudios de la LM.
3- EL INTERÉS POR EL ESTUDIO DE LAS OBRAS
LINGÜÍSTICAS Y LOS DICCIONARIOS MISIONEROS
Las obras misioneras no siempre han sido consideradas de interés
para la lingüística. Con cierta frecuencia, los estudiosos como
Humboldt o Bloomfield, que se ocuparon del estudio de las
lenguas que habían sido objeto de estudio por parte de los
misioneros, formularon su desdén por las descripciones realizadas
por éstos.9 Las minusvaloraron al considerarlas primitivas en su
técnica o demasiado apegadas a la tradición gramatical clásica. En
los estudios hispánicos, sin embargo, tanto el fundador de la
Escuela de Filología Española, Menéndez Pidal,10
como Amado
Alonso ―el discípulo que más impulso dio a los estudios
latinoamericanos―, las consideraron valiosos materiales para la
investigación de la dialectología en América. Amado Alonso
afirmaba: "vamos a reeditar gramáticas y vocabularios antiguos
(época de conquista) de las lenguas indias. Mucho nos dirán sobre
el español importado".11
Sin embargo, el corpus de los
vocabularios y de las gramáticas compuestos por los misioneros en
la época colonial ha sido un fondo poco estudiado por la filología y
la lingüística españolas. En el caso de los productos lexicográficos
coloniales de América, Gili Gaya decía en el prólogo de su Tesoro
lexicográfico que “[…] Tampoco figuran los numerosos
vocabularios españoles en lenguas indígenas americanas, que los
misioneros compusieron. Los que hemos podido examinar
contienen escaso léxico español y nada añaden a los diccionarios
9 Miguel Ángel Esparza Torres, “Dimensiones de la lingüística misionera española”, en C. Assunçao, G. Fernandes y M. Loureiro (eds.), Ideias linguísticas na Península Ibérica (séc. XIV a séc. XIX): projeçao da linguística Ibérica na América Latina e Asia, Münster, Nodus Publikationen, 2010, pp. 201‐214; Otto Zwartjes (ed.), Las gramáticas misioneras
de tradición hispánica (siglos XVI‐XVII), Amsterdam, Rodopi, 2000. 10 Ramón Menéndez Pidal, “Los incunables americanos”, en Doctrina cristiana en lengua española y mexicana por los religiosos de la Orden de Santo Domingo, México, Juan de Pablos, 1548, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1944, p. xiv. 11 Apud, Guillermo L. Guitarte, “Una carta de Amado Alonso a Rodolfo Lenz. El
proyecto de un corpus de estudios sobre el español extrapeninsular”, en Lexis, vol. XX, núm. 1-2, Lima, Pontifica Universidad Católica del Perú-Departamento de Humanidades, 1996, pp. 63-86. [Centenario de Amado Alonso (1896-1996): Temas de filología hispánica, Luis Jaime Cisneros y José Luis Rivarola (eds.)].
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 228 ~
europeos, especialmente a Nebrija, que los misioneros tomaban
como guía para componer los suyos, escogiendo las palabras de
significado asequible a la mentalidad indígena”. Recientemente se
ha reclamado el valor de las obras de los misioneros convertidos en
gramáticos y lexicógrafos.12
Y hoy estamos en disposición de
asegurar que, aunque los vocabularios en efecto siguen el modelo
del vocabulario español-latino de Nebrija ―al igual que otros
vocabularios europeos contemporáneos― contienen rasgos
originales, tanto desde el punto de vista léxico, como
lexicográfico.13
En líneas generales, la labor lingüística de los
misioneros está siendo reevaluada en sus conjuntos,14
estudiada
más que nunca en los últimos años15
, y puede decirse que su
descripción y análisis constituye una sección nueva de la
lingüística de gran actualidad e interés16
.
De acuerdo con Zimmermann, las obras misioneras tienen
un interés tanto para la lingüística descriptiva, como para la
historiografía lingüística. En primer lugar, con frecuencia los datos
recogidos en las obras misioneras son los primeros que se
conservan sobre la mayoría de las lenguas, incluso en algunos
casos se trata de los únicos testimonios, como es el caso de la
gramática chibcha de fray Bernardo de Lugo17
o el arte del yunga
de Fernando de la Carrera.18
En la mayoría de las obras, los
tratados gramaticales, y también los diccionarios, informan del
estado de esas lenguas en la sincronía en la que fueron escritas. El
vocabulario de fray Alonso de Molina (1571) constituye una fuente
insustituible para el conocimiento del náhuatl clásico, por ejemplo.
Por otro lado, es notorio que también ofrecen datos muy valiosos
para el estudio de la historia de la lengua española en América. Así
pues, constituyen estas obras en sí mismas documentos lingüís-
12 Lope Blanch, Estudios de historia lingüística hispánica, op. cit.; Otto Zwartjes, Ramón Arzápalo Marín y Thomas C. Smith Stark (eds.), Missionary linguistics IV/ Lingüística misionera IV: Lexicography. Selected papers from the fifth International Conference on Missionary Linguistics (Mérida, Yucatán, 14‐17 March 2007), op. cit. 13 Esther Hernández, “La lexicografía hispano‐amerindia del siglo XVI”, en Philologia
Hispalensis, vol. 22, España, Universidad de Sevilla, 2008, pp. 189‐211. 14 Otto Zwartjes (ed.), Las gramáticas misioneras de tradición hispánica (siglos XVI‐XVII), op. cit. 15 Miguel Ángel Esparza Torres, “Lingüistas en la frontera: sobre las motivaciones,
argumentos e ideario de los misioneros lingüistas”, en Romanistik in Geschichte und Gegenwart, vol. 9, núm. 1, Alemania, H. Buske, 2003, pp. 67‐92. 16 Klaus Zimmermann, La descripción de las lenguas amerindias en la época colonial, Frankfurt, Vervuert, 1997. 17 Bernardo de Lugo, Gramática en la lengua general del nuevo reyno llamada Mosca, Madrid, por Bernardino de Guzmán, 1619. Manuel Alvar López (ed.), Colombia, Instituto Caro y Cuervo, 1977. 18 Fernando de la Carrera, Arte de la lengva yunga de los Valles de Obispado de Truxillo del Peru, con un Confessionario, y todas las Oraciones Christianas, traducidas en la
lengua, y otras cosas, Lima, por Ioseph I de Contreras, 1644; Even Hovdhaugen, “A grammar without a tradition? Fernando de la Carrera, Arte de la lengua yunga (1644)”, en Anders Ahlqvist (ed.), Diversions of Galway. Papers on the History of Linguistic, Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 1992, pp. 113-122.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 229 ~
ticos, en los que se analizan hechos de lengua. Pero además,
también los autores misioneros aportan informaciones sobre
relaciones interlingüísticas; así, por ejemplo, es el caso del
vocabulario del castellano con las lenguas mayas, cakchiquel,
quiché y zutujil19
que puede informar de determinados contactos o
explicar relaciones genéticas o tipológicas.
Las obras lingüísticas misioneras tienen relevancia desde el
punto de vista de la historiografía y, lo que más me interesa
destacar ahora: la tienen desde el punto de vista de la historia de la
metodología en la descripción de las lenguas. Desde el punto de
vista de las técnicas lingüísticas, los misioneros se tuvieron que
enfrentar primero con la alfabetización de unas lenguas cuya
escritura no tenía caracteres fonéticos.20
Se trata de lenguas en las
que los sistemas fonológicos eran muy distintos de los europeos.
En algunos casos la táctica consistió en echar mano de los signos
conocidos, agrupando grafías, como en el caso del fonema tl del
náhuatl. O en otros casos crearon nuevas grafías, como es el caso
del cuatrillo o el tresillo, para las consonantes glotalizadas del
maya.
Así las cosas, los misioneros españoles del siglo XVI
fueron los que por vez primera dieron forma escrita a los sonidos
de la lengua de los nahuas, ya que, como es sabido, su escritura no
era fonética. A los misioneros correspondió describir y normalizar
su sistema fonológico y, para asignar símbolos gráficos a los
sonidos nahuas, emplearon las convenciones gráficas del alfabeto
español del momento. La fonética histórica del náhuatl se basa,
entonces, en el estudio de los sonidos tal como los escribieron los
misioneros. Este punto de partida entraña dos dificultades: la
ortografía del español a mediados del siglo XVI no era estable ni
económica, y algunos sonidos aztecas no existían en español o se
producían en entornos diferentes. Pese a ello, la labor de los
misioneros fue decisiva porque, gracias a esa alfabetización, el
náhuatl es una de las lenguas indígenas que más textos coloniales
conserva. Además, disponemos de una serie de obras propiamente
lingüísticas (artes, vocabularios, doctrinas) que describen la
gramática de esta lengua y recopilan su léxico. Los textos nahuas
fueron escritos alfabéticamente en los años inmediatamente
posteriores a la conquista. En ellos, los misioneros tomaron como
referencia el alfabeto latino para asignar a lo que llamaban cada
"voz" (fonema) su "letra" (grafema) correspondiente. En general,
hubo acuerdo entre los misioneros —especialmente entre los que
19 [Fray Domingo de Vico], Vocabulario de la lengua cakchiquel. ms., BNF R. 7507, ca.
1555. 20 Jesús Bustamante, “Las lenguas amerindias: una tradición española olvidada”, en Histoire épistémologie langage, vol. IX, núm. 2, Francia, Societe d'Histoire et d'Epistemologie des Sciences du Langage, 1987, pp. 75‐97.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 230 ~
pertenecían a la misma orden religiosa— en la elección de
grafemas para representar los sonidos, sin que hubiera entonces
una autoridad, una decisión normativa. Cierto es que, en ocasiones
se detecta falta de uniformidad en el uso de las grafías, no sólo
entre los distintos autores, sino incluso en el cuerpo de una misma
obra. A esta falta de resolución inicial contribuyó la variedad
misma de la lengua, es decir, las diferencias existentes entre sus
dialectos y sociolectos.
Tras la representación del nivel fonográfico, los misioneros
tuvieron que acometer la gramatización de lenguas muy alejadas
de las indoeuropeas desde el punto de vista tipológico. Hay que
tener presente el bagaje instrumental constituido por las categorías
gramaticales pertenecientes a la tradición descriptiva europea.21
Sin duda, tuvieron que aplicar la metodología empírica más
elemental, de prueba y error. Sabemos por las fuentes contempo-
ráneas de los esfuerzos que tuvieron que hacer para compilar los
lexicones de las distintas lenguas. Los cronistas religiosos
escribieron acerca de los vocabularios que redactaron los misio-
neros y algunos también describieron el método que tenían para
componerlos. Así, fray Francisco Vázquez (1647-ca.1714), a
propósito del vocabulario de la lengua de Guatemala de fray Pedro
de Betanzos (segunda mitad del siglo XVI), hoy de paradero
desconocido, hablaba de cómo los franciscanos trabajaban:
poniendo cuidado y solicitud en percibir de los
mismos indios las voces, escribirlas (muchas veces en la mano), tomarlas de memoria, hoy un poco, mañana
otro poco, preguntar los significados a quien más
sabía, conferenciar entre sí mismos y rumiar cada uno entre sí, el modo, el sonido, el gesto. ¡Oh, qué
21 Cfr. Manuel Alvar, “Nebrija y tres gramáticas de lenguas americanas (náhuatl, quechua y chibcha)”, en Alvar (ed.), Estudios nebrisenses, Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1992, pp. 313‐339; Sylvain Auroux, “Nebrija dans la ‘Grammatisation’
des vernaculaires européens’”, en J. J. Gómez Asencio (dir.), El castellano y su
codificación gramatical I. De 1492 (A. de Nebrija) a 1611 (John Sanford), Burgos, Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, 2006, pp. 33‐56; Manuel, Breva‐Claramonte, “Grammatization of indigenous languages in Spanish America”, en Histoire Épistémologie Langage, vol. 30, núm. 2, Francia, Societe d'Histoire et d'Epistemologie des Sciences du Langage, 2008, pp. 11‐24; Ángel López García, “Nebrija y la naciente
tipología lingüística: lo antiguo y lo nuevo en las primeras gramáticas amerindias”, en Amerindia, vol. 19‐20, Paris, Centre d’Etudes des Langues Indigènes d’Amérique
(CELIA), 1994-1995, pp. 245‐251; Bernard Pottier,“Les premiers grammairiens des
langues amérindiennes, au XVIe siècle”, en Comptes‐rendus des séances de l’Académie des Inscriptions et Belles‐Lettres, Paris, Diffusion De Boccard, 1984, pp. 222‐239; Otto
Zwartjes, “La estructura de la palabra según las primeras gramáticas de lenguas mesoamericanas y la tradición greco‐latina”, en D. Jorques Jiménez y J. Calvo Pérez
(eds.), Estudios de lengua y cultura amerindias II. Actas de las IV Jornadas Internacionales de Lengua y Cultura Amerindias (Valencia, 17‐20 de noviembre de
1997). Lenguas, literaturas, medios, Valencia, Universidad, Departamento de Teoría de los Lenguajes, 1998, pp. 99‐121; Otto Zwartjes (ed.), Las gramáticas misioneras de
tradición hispánica (siglos XVI‐XVII), op. cit.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 231 ~
trabajos pasaron aquellos operarios evangélicos! Los
libros que dejaron escritos lo testifican, pues los que llaman vocabularios son como unos memoriales de
mucho volumen, su estilo es, en la una columna,
poner por orden alfabético las cosas en idioma
castellano y, a la parte correspondiente, no verbos ni nombres, sino oraciones enteras, muy prolijas para
explicar lo que se pide.
Según revelaba el cronista, la técnica lexicográfica consistía en
acompañar, a una palabra o frase castellana, un enunciado
explicativo con frases o sintagmas equivalentes en la lengua
indígena. Vázquez proporcionaba, además, información del proce-
dimiento de composición de los vocabularios, de la finalidad de
estos textos y de las notables diferencias en el aprendizaje de la
lengua maya para los jóvenes o para los bilingües, frente a quienes
no lo eran:
[…] sin duda, guiándose de los vocabularios latinos, escribían el romance y andaban preguntando lo que le
correspondía en la lengua de los indios [ ...], porque
todo lo que se había de saber, en lo extenso que se necesitaba para predicarles y entenderles, había de ser a
fuerza de aplicación y aprehensión de voces extrañas,
fatigando la memoria y llegando a enfermar de la cabeza
algunos, a rigores del mucho trabajo; pues aquel sabía más lengua, que había aprendido más copia de vocablos.
Para muchachos sin otros cuidados y que naciesen o se
criasen conversando con indios, era bueno, porque en largo tiempo vinieran a saber como los indios; pero, para
hombres provectos, vivos, y de la calidad de españoles,
que pican en cólera, tengo por cierto que sería un género
de martirio.22
Estudios recientes de lingüística y de historia de la lingüística
empiezan a tomar en cuenta las obras misioneras. Entre otras
razones, porque están escritas manteniendo una especie de diálogo
con sus predecesores gramaticales o lexicográficos. En efecto, los
misioneros lograron crear una red de influencias, un diálogo con la
tradición que, a su vez, constituyó un entramado gramatical con-
creto. Como señalan Zwartjes y Hovdhaugen:
However, in recent studies linguists and historians of linguistics began to pay more attention to these work and
the results of recent research demonstrate that the
22 Francisco Vázquez, Crónica de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Guatemala, t. I, cap. XXV, Lázaro Lamadrid (ed.), Guatemala, Tip. Nacional, 1937–1944[c.1714], p. 124.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 232 ~
opposite may be closer to the truth: many works are
written ‘in dialogue’ with their predecessors, many missionaries, if not the most, had an excellent command
of these ‘exotic’ languages. These pioneers not only
adopted but also in many cases adapted, or even partially
abandoned the Greco‐Latin model in a ‘revolutionary’ way, focusing on the idiosyncratic features of the native
language themselves.23
En la corta andadura de esta nueva rama de la lingüística, se ha
venido demostrando que los misioneros no solo adoptaron, sino
que adaptaron o parcialmente abandonaron el modelo greco-latino
de un modo revolucionario, enfocándose en hechos idiosincrásicos
de las lenguas nativas.
Para comprobar la originalidad de los diccionarios misio-
neros, me valdré del primer vocabulario que se imprimió en
América, el vocabulario de fray Alonso de Molina. En su
momento, hice una comparación exhaustiva de las tres primeras
letras de los dos diccionarios y pude comprobar que Molina imitó
sistemáticamente a Nebrija.24
Pero, a pesar de esta deuda, hay
algunas diferencias, en cuanto a extensión y ordenación, que otorgan
a Molina cierta originalidad. De hecho, Molina, al imitar el
diccionario de Nebrija, hizo exactamente lo mismo que los
lexicógrafos de otros romances: adaptar el Vocabulario de Nebrija
a los otros idiomas. Sin embargo, Molina no se limitó a dar la
equivalencia nahua de la entrada castellana de Nebrija, sino que
suprimió, extendió o añadió entradas, seguramente para acercar el
léxico a la realidad novohispana de mediados del siglo XVI. Estas
aportaciones léxicas resultan muy interesantes para conocer
aspectos de la historia del español en la Nueva España.
Otro aspecto esencial de la LM es el hecho de que la obra
de los misioneros no fue apenas conocida en el Viejo Mundo. En la
mayoría de los manuales y monografías de teoría gramatical del
Renacimiento europeo, la LM apenas se menciona o no se aborda
de manera satisfactoria. El hecho de que en su época no tuviera
apenas repercusión en Europa es quizá determinante de que, con el
inicio de los estudios filológicos en el siglo XIX y más adelante en
el siglo XX, no se hayan acometido estudios para su análisis. En la
lingüística moderna, el trabajo de los tempranos misioneros se ha
rechazado generalmente, con algunas excepciones, por las razones
aducidas anteriormente. Sin embargo, en las últimas décadas, esta
23 Otto Zwartjes y Even Hovdhaugen (eds.), “Introduction”, issi nar lin uis ics
in s ica misi nera Selected papers from the First International Conference on Missionary Linguistics (Oslo, 13‐16 March, 2003), Amsterdam/ Philadelphia, John
Benjamins, 2004, p. 2 24 Esther Hernández, “El Vocabulario náhuatl de Molina frente al Vocabulario de Nebrija”, en Iberorromania, vol. 52, Tübingen: Max Niemeyer, 2000, pp. 1-9.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 233 ~
situación ha mejorado considerablemente, puesto que los
estudiosos han empezado a darse cuenta que los trabajos de los
misioneros eran originales, innovadores, se constituyen dentro de
la misma tradición y, sobre todo, merecen el mismo tratamiento
que otros textos lingüísticos. En definitiva, conviene insistir en que
las obras de los misioneros merecen un lugar destacado en la
historia de la lingüística hispánica.
4- LOS MISIONEROS LINGÜISTAS Y LEXICÓGRAFOS
Cuando los europeos empezaron sus expediciones hacia América,
está claro que reunir material lingüístico no era uno de los
principales objetivos. Antes bien, sus intereses comprendían, desde
luego, intangibles, como la religión, la organización social, la
moral etc., pero sobre todo lo que interesaba a los conquistadores y
a los colonizadores eran los recursos materiales y naturales de los
pueblos indígenas. Desde el primer momento, la cuestión lingüís-
tica fue un gran problema de tipo práctico para conseguir estos
objetivos. Y, para establecer contacto con la gente con la que se
encontraban y obtener máximo beneficio de ellos, era necesaria
una cierta comunicación.25
Si bien los conquistadores tenían la idea de que las lenguas
aborígenes eran pobres léxica y gramaticalmente, no sostenían lo
mismo los misioneros, a juzgar por la atención que les prestaron y
por los comentarios que escriben en sus obras acerca de las
mismas. Sabemos que los primeros misioneros que llegaron a
América eran europeos cultivados, cuyo celo misionero empujaba
a países extraños y lejanos. Los primeros españoles que escribieron
obras gramaticales y lexicográficas del castellano con las lenguas
aborígenes de América pertenecían a las órdenes mendicantes de
dominicos y franciscanos y eran, en efecto, hombres eruditos con
amplia formación en lenguas, que habían estudiado las gramáticas
clásicas, tanto en las fuentes medievales como en las renacentistas.
Cuando estudiamos la biografía de muchos de ellos, nos damos
cuenta de que habían pasado por la Universidad y que eran
hombres cultos que se habían instruido en los seminarios y habían
leído en las nutridas bibliotecas de los conventos. En líneas
generales, los misioneros fueron autores muy productivos que
solían componer un amplio abanico de obras lingüísticas (arte y
vocabulario) y religiosas (doctrina, confesionario, traducciones de
los Evangelios, etc.), de lo que ofrecen pormenorizada información
los historiadores eclesiásticos de aquella época. 26
25 Emma Martinell Gifre, La comunicación entre españoles e indios: palabras y gestos, Madrid, Mapfre, 1992. 26 Véase fray Gerónimo de Mendieta, Historia eclesiástica indiana, Obra escrita a fines del siglo XVI, Joaquín García Icazbalceta (ed.), México: Antigua Librería, 1870[c.1596];
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 234 ~
Probablemente, empezaron por reunir pequeñas listas de
palabras de los nativos, después irían ampliando el lexicón. Es muy
interesante ver cómo va progresando su labor lingüística con las
lenguas aborígenes: desde la alfabetización hasta la producción de
sus artes o vocabularios. Son muchos y diversos los aspectos de la
labor lingüística de los misioneros: tanto las cuestiones relacio-
nadas por cómo aprendían las lenguas nativas, como las tareas de
reflexión lingüística que realizaban en torno a las mismas, con
objeto de producir gramáticas y diccionarios. Sobre el asunto de
cómo aprendían la lengua indígena, hay abundante documentación
de sus procedimientos, de sus dificultades. Sabemos que emplea-
ron la pintura y la música, como ilustra el siguiente pasaje:
El vocablo que ellos tienen que mas tira a la pronun-
ciación de Pater es pantli, que significa una cosa como
banderita con que cuentan con el número de veinte. Pues
para acordarse del vocablo Pater, ponen aquella bande-rita que significa pantli, y en ella dicen Pater. Para
noster, el vocablo que ellos tienen mas su pariente, es
nochtli, que es el nombre de la que acá llaman tuna los españoles, y en España la llaman higo de las Indias, fruta
cubierta con una cáscara verde y por defuera llena de
espinillas, bien penosas para quien coge la fruta. Así que, para acordarse del vocablo noster, pintan tras la bande-
rita una tuna, que ellos llaman nochtli, y de esta manera
van prosiguiendo hasta acabar su oración.27
Una reflexión interesante pasa por indagar los mecanismos que
operaron tanto en el aprendizaje de las lenguas indígenas por parte
de los misioneros, como de enseñanza de la lengua castellana a los
aborígenes. En este sentido, fue muy importante el papel que
desempeñaron los intérpretes, los hablantes bilingües. Las fuentes
ofrecen materiales reveladores de los procedimientos aplicados al
aprendizaje lingüístico, en ambas direcciones. Por otro lado,
resulta fascinante su actitud lingüística, como la que presentan los
primeros franciscanos en el aprendizaje de las lenguas nativas. De
hecho, sus avances lingüísticos tenían un gran potencial de cara al
futuro de sus intereses evangélicos. En este sentido, es llamativa la
enorme motivación y también el nivel de confianza que tenían en
sí mismos a la hora de comunicarse con los nativos y a la hora de
describir sus sistemas lingüísticos. Cuesta encontrar citas en las
que se lamenten de las lagunas en la comunicación, o en el que no
encuentren equivalencias entre el castellano y las lenguas
aborígenes.
y Francisco Vázquez, Crónica de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Guatemala, op. cit. 27 Fray Gerónimo de Mendieta, op. cit., lib. III, cap. XXVIII.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 235 ~
5- TEMAS DE INVESTIGACIÓN EN LINGÜÍSTICA MISIONERA La producción de los lingüistas misioneros es muy rica, pues existe
una numerosa colección de textos escritos por los misioneros. El
problema está en que estas obras hasta ahora no se han reunido,
enumerado o descrito en una obra o catálogo conjunto. Hay
importantes trabajos, como los catálogos de Viñaza 1977[1892] o
de Niederehe 1995, 1999, 2005, pero la información dista mucho
de ser completa.28
En el primer congreso de LM celebrado en Oslo en 2003,29
a los participantes se les había pedido que se concentraran en
determinados temas, que suelen ser tópicos preferentes de estudio
de esta línea de investigación. Eran los siguientes:
Lingüística misionera y pensamiento lingüístico y teoría
gramatical en general.
Implicaciones históricas y políticas de la LM.
Metodología y descripción en las gramáticas misioneras.
Hechos didácticos y pedagógicos en las gramáticas misioneras.
Innovaciones en algún misionero en concreto (lexicografía,
análisis gramatical, fonología, morfología y sintaxis).
Diferencias o similitudes de los trabajos en continentes
diferentes.
Diferencias o similitudes entre trabajos escritos en latín, español,
portugués, francés, inglés, alemán, etc.
Trabajos lingüísticos católicos y protestantes.
Las fuentes de los trabajos misioneros (latín, lenguas vernáculas,
etc.).
Los siglos XVI y XVII comparados con el siglo XVIII y
principios del siglo XIX y la cuestión de la periodización en la teoría lingüística.
Cabría sostener que en LM hay que trabajar temas completamente
inéditos, dada la cantidad de fuentes primarias, esto es, de 28 Véase Conde de la [Muñoz y Manzano, Cipriano] Viñaza, Bibliografía española de
lenguas indígenas de América, Madrid, Atlas, 1977 [1892]; y Hans‐Josef Niederehe,
Bibliografía cronológica de la lingüística, la gramática y la lexicografía del español
(BICRES): desde los comienzos hasta el año 1600, Amsterdam/ Philadelphia, John
Benjamins, 1995; Hans‐Josef Niederehe, Bibliografía cronológica de la lingüística, la
gramática y la lexicografía del español (BICRES II): desde el año 1601 hasta el año
1700, Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 1999; Hans‐Josef Niederehe,
Bibliografía cronológica de la lingüística, la gramática y la lexicografía del español
(BICRES III): desde el año 1701 hasta el año 1800, Amsterdam/ Philadelphia, John
Benjamins, 2005. 29 Otto Zwartjes y Even Hovdhaugen (eds.), Missionary linguistics/ Lingüística misionera, op. cit.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 236 ~
gramáticas y de diccionarios que aún no han sido estudiados en
profundidad. Pero el hecho de que una obra haya sido ya objeto de
atención no debe detenernos, pues todavía puede que queden
posibilidades de volver sobre él y ofrecer aportaciones. Siempre es
posible plantearnos una ampliación del tema, estudiando aspectos
no atendidos hasta la fecha; o una actualización, replanteando lo
que fue analizado en el pasado, pero con un enfoque más
modernizado según las nuevas teorías o modelos de análisis
lingüístico. Cualquiera de estos casos puede proporcionar
información valiosa para el avance científico en LM. Una vez que
el tema se ha pensado, es muy importante delimitarlo antes de
proceder a su formulación. Se trata de contestar a las preguntas de:
¿qué se va a investigar? y ¿qué nos interesa saber? Sobre el tema
general, tendremos que empezar a delimitar posibilidades, se trata
de imaginar cuáles.
Un parámetro que necesita ser considerado a la hora de
plantear un trabajo en LM es el relativo al plano histórico en el que
se ubican estas obras, en tanto es preciso atender a diversos
factores externos que pueden hacer la investigación algo escurri-
diza. Podemos hallar vacíos informativos muy notables, además de
la dificultad inherente a textos escritos en el pasado, especialmente
en lo relativo a su determinación lingüística o la tradición en la que
se incluye. Por esta razón, en LM es muy importante la distinción
entre los materiales que constituyen la investigación, esto es, las
fuentes primarias, respecto de las fuentes secundarias. Necesa-
riamente tenemos que conocer y tener en cuenta estas dos fuentes
de información. Una fuente primaria es la que se considera
material de primera mano, relativo a un fenómeno que se desea
investigar. Genéricamente, puede ser fuente primaria un trabajo
creado por algún testigo presencial o protagonista o autor de un
evento histórico en el que éstos son descritos, pero también pueden
incluirse cartas o textos de diversa tipología, realizados por los
misioneros con una intencionalidad didáctica semejante a la
expuesta con anterioridad. En el caso de la historiografía de la LM,
se trataría de determinar todo aquello que sirvió como instrumento
para codificar gramatical o léxicamente una lengua aborigen.
En general, en las ciencias humanas, es muy importante
tener la habilidad de distinguir entre fuentes primarias y fuentes
secundarias a la hora de llevar a cabo una investigación. Básica-
mente, la distinción ilustra el grado de cercanía que el autor de un
texto tiene del evento que describe: si está haciendo un reporte de
sus impresiones de primera mano o es el primero que lo refiere, o
bien está recogiendo experiencias y opiniones de otros, es decir,
refiere los hechos de segunda mano. En el caso de los lingüistas
misioneros siempre hay que pensar en que fueron ayudados por
bilingües. En el caso de los primeros franciscanos, a menudo se ha
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 237 ~
utilizado a Mendieta para conocer información, por ejemplo, del
autor de la primera gramática del náhuatl, fray Andrés de Olmos, o
sobre fray Bernardino de Sahagún, a quien se ha considerado el
primer antropólogo de la historia. Pues bien, en su Historia
Eclesiástica Indiana no es fácil distinguir entre su conocimiento de
primera mano que tuvo sobre algunos franciscanos y su conoci-
miento de segunda; quizá a veces bastaría con distinguir entre
cuando dice “lo conocí” y “me contaron”. En este sentido,
Mendieta podría ser considerado al mismo tiempo una fuente
primaria y una fuente secundaria. Lógicamente, la función de las
fuentes secundarias es interpretar las primarias y no es fácil deter-
minar los grados de subjetividad o las construcciones que cada
autor hace de los acontecimientos del pasado. Es decir, la idea es
que todas las fuentes tienen que ser evaluadas críticamente y de
manera muy escrupulosa, y a través de los ojos del escritor de la
fuente primaria o del intérprete de la secundaria. Es importante
tener esto en cuenta cuando uno intenta llegar a la verdad del
acontecimiento o evento en la LM.
6- NIVEL DE LA INVESTIGACIÓN Y METODOLOGÍA EN LM
Como en muchas parcelas de la ciencia, las investigaciones en LM
pueden alcanzar dos niveles: el descriptivo y el explicativo. En
términos generales, en LM se sigue un método empírico-analítico.
El más profundo de los niveles es el explicativo, el que nos habla
del porqué de los datos. En LM, como queda tanto por describir,
estamos aún en una edad incipiente. Creo que hasta hoy en LM ha
habido sobre todo dos tipos de aproximaciones: unas pertenecen a
un plano relativamente superficial, en tanto que otras pertenecen a
un nivel más profundo o reflexivo de planteamientos. Las primeras
están mucho más extendidas, y las siguen la mayoría de los estu-
diosos en sus ensayos de LM. Este método tradicional, insisto, es
el que más se ha empleado hasta ahora en LM. Está enfocado en la
determinación de las redes de los eventos, personas o textos. En
ellos, se pretende identificar una cadena de fuentes e influencias, y
de dependencias biográficas y textuales. Se parte de la idea de que
cada efecto en un texto lingüístico tiene una causa identificable, ya
esté en la forma de la relación con un instructor o maestro, en las
existencias de una determinada biblioteca, en el movimiento de los
estudiosos, o en los libros o los manuscritos, en un tiempo
determinado. Este tipo de actuación en LM opera en la superficie o
de modo externo al producto lingüístico, sea una gramática o un
diccionario. Busca explicar cada hecho o cada idea, invocando una
relación causal directa.
Por ejemplo, cuando he intentado saber de qué fuentes se
sirvió fray Alonso de Molina para elaborar su diccionario, he
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 238 ~
tratado de buscar información de la biblioteca del convento
franciscano, o he procurado saber si se valió de algún ayudante.
Pues bien, en su momento me planteé qué libros pudo consultar y
tuve que leer algunos escritores contemporáneos para averiguarlo.
Encontré una cita en el humanista Cervantes de Salazar (1554) que
me iluminó en este sentido. 30
Decía lo siguiente en su Diálogo:
Gutiérrez: ¿No tiene biblioteca esta Universidad [la Real y Pontificia Universidad de México, fundada en 1551]?
Mesa: Será grande cuando llegue a formarse. Entretanto,
las no pequeñas que hay en los conventos servirán de mucho a los que quieran frecuentarlas.
Asimismo, en el prólogo de la obra de su contemporáneo Juan
Bautista, puede leerse que fray Alonso recibió la ayuda de un
nahuatlato, de uno de los indios bilingües llamado Hernando de
Ribas que le ayudaría en la confección de su diccionario: "Con su
ayuda [de Hernando de Ribas] compuso el P. Fray Alonso de
Molina el Arte y Vocabulario mexicano [...]".
Este procedimiento de análisis de fuentes y de la influencia,
aunque en algunos aspectos es muy revelador, sin embargo deja
muchas cuestiones lingüísticas pendientes de resolver. Así,
enfatiza inevitablemente la continuidad de las ideas, las
discontinuidades, los parones y los cambios de dirección y los
casos de paralelismos, pero no aborda el desarrollo independiente,
el producto lingüístico per se, al margen de las cuestiones externas
o las influencias. No obstante, este tipo de investigación es vital
para muchas clases de interpretación y, en mi opinión, hay
pendiente mucho trabajo de este tipo por hacer en la LM.
Una aproximación complementaria consiste en presentar la
gramática o el diccionario, la escuela o un autor, atendiendo a las
ideas en las que están insertos, no en el vacío, sino dentro de un
marco humano. Por ejemplo, podemos analizar los tópicos
renacentistas, tales como la valoración de las lenguas vernáculas o
el concepto de lengua materna, en una selección de obras
misioneras o en una sola. Las ideas se presentan como lo primario,
interactuando y desarrollándose por sus propios medios, en tanto
que los agentes humanos y las relaciones espacio-temporales
representan un papel menor. De alguna manera, este tipo de
investigación actúa por oposición al tipo de la historiografía de
fuentes e influencia, que puede fácilmente empantanarse en los
detalles, pero puede incurrir en la situación opuesta de planear en
la abstracción. Creo que las dos visiones pueden dar un marco
multifacético y flexible dentro del estudio de la LM, en un cierto
30 Francisco Cervantes de Salazar, Crónica de la Nueva España, Manuel Magallón (ed.), Madrid, Atlas, (1971 [ca.1555]), 982, p. 27.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 239 ~
nivel. En este nivel, se pueden presentar las ideas en las que están
instalados los textos lingüísticos misioneros. Pero además, el
soporte biográfico y la información contextual nos ayudarán a
construir un recuento lineal y coherente de la historia de la LM.
Podemos llegar incluso a un tercer planteamiento, que consistiría
en una aproximación proyectiva, que selecciona ciertos temas de
antemano y los investiga en sus fuentes. Lo ideal, de todos modos,
es que, bien un estudio, o bien a lo largo de la carrera de un
investigador se haga uso de los tres planteamientos.
7- ASPECTOS PRÁCTICOS DE LA DESCRIPCIÓN DE UNA
OBRA DE LM
A la hora de describir una obra de LM como puede ser un
diccionario, se nos plantean diversos problemas. El primero es el
de determinar la fecha de publicación o de elaboración de la obra.
Naturalmente, en los impresos no suele haber problema si bien, por
ejemplo, uno de los impresos más conocidos, el Vocabulario
español-latino, carece de fecha de impresión –aunque hoy día haya
acuerdo en considerar que Nebrija lo redactó en torno a la fecha de
1495. Las convenciones gráficas con las que se expresa la
indeterminación temporal son varias; podemos emplear 1495?,
h.1495, c.1495 o ca.1495. Parece baladí, pero es preferible tomar la
decisión desde el principio, de hecho no hay acuerdo en la
convención entre los especialistas y, además, en cada lengua
también puede haber variación. El problema más evidente es que
algunas obras de LM no llegaron a publicarse. Aunque la imprenta
empezó a funcionar muy pronto en determinadas áreas americanas,
son muy abundantes los manuscritos o los libros de los que
tenemos noticia de su existencia, pero cuya fecha no es segura.
Puede ocurrir también que sea incorrecta la fecha que dan otros
estudiosos o editores. Incluso, podemos tener una vaga idea de la
fecha en la que se compuso la obra, determinada por nuestras
propias pesquisas o por lo que dice la bibliografía. La idea difusa
puede ser más amplia o más reducida en el periodo temporal. Por
ejemplo, podemos saber que un misionero vivió en torno a las
fechas X-Z y, en consecuencia, un cálculo razonable nos lleva a
decidir una fecha, como sucede con el Calepino de Motul de
Antonio de Ciudad Real, que se tiende a considerar de finales del
siglo XVI. Hay veces que podemos emplear pruebas lingüísticas o
recabar la ayuda de los expertos en paleografía o codicología. Lo
más neutro es colocar la fecha de 15-, 16-, etc. Suele emplearse
también la convención de los corchetes, cuando es reposición o no
tenemos seguridad.
La determinación del título es un asunto que merece una
atención singular. Algunos catálogos, como el de Niederehe, son
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 240 ~
modélicos en la transcripción de los títulos. Si la obra es
manuscrita, pueden aparecer varios títulos en las distintas
portadillas, no resultando fácil optar por cuál elegir. Lo ideal es
proporcionar todos los títulos.
No suele haber problema en cuanto a la determinación del
autor de una obra porque los cronistas acostumbraban dar cuenta
de la vida y la obra de sus compañeros de orden. Los misioneros
explicaban todo lo que acontecía en América, por sus propios
intereses y por lo que la corona necesitaba saber o conocer de sus
colonias, su poder y sus bienes espirituales y materiales. Un
problema de tipo práctico se suscita a la hora de hacer una
búsqueda del autor de una obra misionera en un catálogo, índice,
enciclopedia o en internet. Y es que, a veces, están alfabetizados
por el nombre, por el tratamiento o por el apellido, lo que
entorpece la investigación en las bibliotecas. Por supuesto, dan
problemas las variantes gráficas con que se escriben los nombres
Alonso vs. Alfonso; Varea vs. Varela, etc. Hay casos difíciles,
como el de un vocabulario que se atribuye a Solana. De hecho las
fuentes contienen errores bibliográficos que se han ido perpetrando
(como Escalona vs. Molina). Hoy día las páginas web de las
instituciones (Biblioteca del Congreso de Washington, John Carter
Brown Library, Newberry Library, etc.) contienen fichas muy
logradas de las obras antiguas. Es una convención bien establecida
en LM acompañar al nombre del autor con su fecha de nacimiento
y fallecimiento, lo que evita ambigüedades. Puede suceder también
que haya más de un autor involucrado en la redacción de una obra.
Sin duda, se pueden realizar investigaciones que
comprendan la acción de una orden misionera en un periodo o en
una geografía específica. Por ejemplo, como precepto franciscano,
los autores de obras misioneras no acostumbran a hablar de sí
mismos, de ahí que falten datos biográficos esenciales de
determinados autores (Molina, Olmos, Sahagún, etc.). En este
sentido, no está de más conocer las características importantes de
una orden que nos pueden esclarecer algunos detalles de su
actuación. Asimismo, también se puede obtener una visión muy
completa de la producción de una orden, de cómo se iban copiando
unos a otros, de cómo aprovechaban el trabajo de sus predecesores.
Ocurre que es importante conocer los detalles de la vida del autor
de una obra, por varias razones. Lingüísticamente, su lengua puede
ser reveladora de datos importantes, en todos los niveles
lingüísticos, también dialectal o estilístico. Pero además, conocer
el marco histórico y social donde se desenvuelve un autor ayuda a
descubrir muchas facetas o aspectos del texto que queremos
investigar. Pero además, conocer el marco histórico y social donde
se desenvuelve un autor, ayuda a descubrir muchas facetas o
aspectos del texto que queremos investigar. También, a menudo
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 241 ~
encontramos información histórica o antropológica. Por ejemplo,
en el diccionario de la lengua cakchiquel de Coto (1983[c.1650])31
se alude a un terremoto o a la dote que se solía dar a los recién
casados. Siempre es interesante intentar tratar de ver los hechos
imaginando la óptica con la que los veían en el pasado. Uno puede
correr el riesgo de empantanarse en la búsqueda de datos
biográficos y no ser tan relevantes para la investigación lingüística
que estamos llevando a cabo; es cierto que se puede perder mucho
tiempo con ello, pero a veces vale la pena porque conduce la
investigación por otros derroteros. Puede ocurrir que el análisis
lingüístico arroje luz sobre el autor, debido a determinados usos
lingüísticos, propios de una época o de una geografía concreta.
Así, por ejemplo, se puede estudiar una palabra que es un
localismo claro, y aventurarse a dar la posible ascendencia
geográfica de un autor. Profundizar en el análisis de la historia y de
la geografía de una palabra es, sin duda, una investigación
interesante. El uso de determinados particularismos por parte de
los autores de gramáticas y diccionarios, y en general en cualquier
tipo de texto, nos pone sobre muchas pistas. Como es natural,
cualquier dato biográfico del autor es útil a la hora de analizar la
lengua del texto, por su adscripción sociolingüística.
Otro aspecto importante es la localización de la obra.
Cuando descubrimos en la bibliografía un paradero, conviene
comprobarlo. Puede que haya desaparecido; por ejemplo, el
vocabulario de fray Andrés de Olmos (c.1491–c.1570) constaba
que existía en la Biblioteca Nacional de España (BNE), pero
después desapareció. En este punto del paradero hay que hacer una
distinción importante: hay documentos de documentos cuyas
primeras ediciones también son de difícil localización; pero lo más
complicado es determinar de cuáles su existencia es dudosa,
porque haya habido una posible confusión en las fuentes o porque
el manuscrito se haya perdido.
Si la obra está manuscrita es bastante frecuente que haya
varias copias; por ejemplo, la bibliografía es abundante con
respecto a los manuscritos de la gramática de fray Andrés de
Olmos. En este sentido, es muy importante distinguir si es una
copia cercana al original o realizada con posterioridad, para lo que
conviene investigar en qué siglo se ha realizado. Aquí hay un
campo de estudio interesante, por cuanto puede estudiarse la
lengua en sus distintas sincronías. A veces sucede que la obra está
impresa o encuadernada con la gramática. Seguir el rastro de las
31 Thomas de Coto, [Thesavrus Verborvm] Vocabulario de la lengua cakchiquel v[el]
guatemalteca, nueuamente hecho y recopilado con summo estudio, trauajo y erudición,
René Acuña (ed.), México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1983[c.1650].
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 242 ~
ediciones de una obra es una tarea de investigación muy meritoria
también. A veces, indagando en bibliotecas encontramos ediciones
decimonónicas que no han tenido repercusión alguna, pero que ahí
están. Por último, conviene señalar que documentos de LM con
frecuencia tienen anotaciones en los márgenes dado que los frailes
iban empleando y mejorando los contenidos a medida que
conocían más de las lenguas indígenas. En ocasiones, se ha
conseguido determinar con bastante fiabilidad a quién
corresponden. Los tipos de letra de un siglo y de otro saben muy
bien los paleógrafos que difieren mucho. Por ejemplo, los
ejemplares originales que hay del vocabulario de fray Alonso de
Molina en la BNE contienen anotaciones muy valiosas, que
algunos estudiosos han atribuido a fray Bernardino de Sahagún. En
fin, son muchas y muy diversas las investigaciones que se pueden
emprender en este campo de la LM, en el que queda mucho por
explorar.
8- RECAPITULACIÓN
En este trabajo he tratado aspectos generales de la LM,
especialmente los relacionados con su condición de campo de
investigación transversal, centrándome sobre todo en el interés por
su estudio. He mostrado que la LM es fronteriza entre líneas de
investigación de la lingüística general, la tipología lingüística, pero
también de la historia y la antropología. He abordado las
características primordiales que, en mi opinión, debe reunir un
trabajo de LM, y he realizado un estado de la cuestión de la
investigación en este campo enfocado en sus aspectos temáticos y
en las cuestiones de tipo práctico. He tratado las principales tareas
que se han estudiado hasta ahora y la metodología que
habitualmente se ha seguido para llegar al conocimiento en LM.
En particular, me he detenido en el método, que tiene en cuenta lo
que es una tradición lingüística o, en otras palabras, el concepto de
la influencia o los modelos gramaticales o lexicográficos. Todo
ello, conviene insistir, ha estado centrado solo en los estudios en
torno a la lingüística misionera española en América. A
continuación, he analizado determinados aspectos del tema de la
investigación en sí, al tiempo que ―sin pretensiones de
exhaustividad― he presentado un elenco ordenado de la
bibliografía de la LM, reunido infra en las referencias bibliográ-
ficas. Asimismo, he explicado las dificultades que en ocasiones
conlleva localizar las fuentes, tanto las primarias (obras
gramaticales o lexicográficas elaboradas por los misioneros, así
como las crónicas u otros documentos elaborados por los
contemporáneos de los propios misioneros), como las secundarias
(recopilaciones bibliográficas, estudios específicos, etc.). Por
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 243 ~
último, he realizado un ejercicio descriptivo de un diccionario,
explicando algunas dificultades concretas que deben sortearse al
estudiar los productos lingüísticos de la LM.
BIBLIOGRAFÍA
Fuentes primarias
Alcalá, Pedro, Vocabulista arauigo en letra castellana, Granada, Juan
Varela de Salamanca, ca.1505.
Bautista, Juan, fray, Sermonario en lengua mexicana.... México, 1607. Carrera, Fernando de la, Arte de la lengva yunga de los Valles de
Obispado de Truxillo del Peru, con un Confessionario, y todas
las Oraciones Christianas, traducidas en la lengua, y otras cosas, Lima, por Ioseph I de Contreras, 1644.
Coto, Thomas de, [Thesavrus Verborvm] Vocabulario de la lengua
cakchiquel v[el] guatemalteca, nueuamente hecho y recopilado con summo estudio, trauajo y erudición, René Acuña (ed.),
México, UNAM, 1983[c.1650].
Ciudad Real, Antonio de, Calepino de Motul: diccionario maya-español,
Ramón Arzápalo Marín (ed.), Rosana de Almeida et al., (colaboradores), México, UNAM, 1995[1551-1617].
Cervantes de Salazar, Francisco, Crónica de la Nueva España, Manuel
Magallón (ed.), Madrid, Atlas, 1971 [ca.1555]. Lugo, Bernardo de, Gramática en la lengua general del nuevo reyno
llamada Mosca, Madrid, por Bernardino de Guzmán, 1619.
Manuel Alvar López (ed.), Colombia, Instituto Caro y Cuervo, 1977.
Mendieta, Gerónimo de, fray, Historia eclesiástica indiana, Obra escrita
a fines del siglo XVI, Joaquín García Icazbalceta (ed.), México,
Antigua Librería, 1870[c.1596]. Molina, Alonso de, Vocabulario en lengua castellana y mexicana, Esther
Hernández (ed.), Madrid, Agencia Española de Cooperación
Internacional, 2001[1571]. Nebrija, Elio Antonio de, Vocabulario español-latino, Madrid, Real
Academia Española, 1989[c.1495].
Olmos, Andrés de, Arte de la lengua mexicana, edición, transliteración,
estudio y notas de A. y M. León‐Portilla, México, UNAM, 2003 [1547].
Sahagún, Bernardino de, fray, Códice Florentino de fray Bernardino de
Sahagún. 3 vols., Florencia, Talleres Casa Editorial Giunti Barberá, 1979[ca.1570].
[Vico, Domingo de, fray], Vocabulario de la lengua cakchiquel. ms.
BNF R. 7507, ca. 1555 Vázquez, Francisco, Crónica de la Provincia del Santísimo Nombre de
Jesús de Guatemala, Lázaro Lamadrid (ed.), Guatemala, Tip.
Nacional, 1937–1944[c.1714].
Fuentes secundarias
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 244 ~
Alvar, Manuel, “La Gramática mosca de fray Bernardo de Lugo”, en Thesaurus. Boletín del Instituto Caro y Cuervo, t. XXXII, núm.
3, Colombia, Instituto Caro y Cuervo, 1977, pp. 461‐500.
___________, “Nebrija y tres gramáticas de lenguas americanas
(náhuatl, quechua y chibcha)”, en Alvar (ed.), Estudios nebrisenses, Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana,
1992, pp. 313‐339.
Auroux, Sylvain, “Nebrija dans la ‘Grammatisation’ des vernaculaires européens”, en J. J. Gómez Asencio (dir.), El castellano y su
codificación gramatical I. De 1492 (A. de Nebrija) a 1611 (John
Sanford), Burgos, Fundación Instituto Castellano y Leonés de la
Lengua, 2006, pp. 33‐56.
___________; E. F. K., Koerner; Hans‐Josef, Niederehe; y Kees,
Versteegh, History of the language sciences. An international
handbook on the evolution of the study of language from the beginnins to the present, Berlin/ New York, Walter de Gruyter,
2000.
Breva‐Claramonte, Manuel, “Grammatization of indigenous languages in
Spanish America”, en Histoire Épistémologie Langage, vol. 30, núm. 2, Francia, Societe d'Histoire et d'Epistemologie des
Sciences du Langage, 2008, pp. 11‐24.
Bustamante, Jesús, “Las lenguas amerindias: una tradición española olvidada”, en Histoire épistémologie langage, vol. IX, núm. 2,
Francia, Societe d'Histoire et d'Epistemologie des Sciences du
Langage, 1987, pp. 75‐97.
Dorta, Josefa; Cristóbal, Corrales, y Dolores, Corbella (eds.), Historiografía de la lingüística en el ámbito hispánico.
Fundamentos epistemológicos y metodológicos, Madrid, Arco
Libros, 2007. Esparza Torres, Miguel Ángel, Las ideas lingüísticas de Antonio de
Nebrija, Münster, Nodus Publikationen, 1995.
_____________, “Tareas de la Historiografía Lingüística”, en M. do C. Henríquez y M. Á. Esparza (eds.), Estudios de Lingüística, Vigo,
Departamento de Filología Española/ Universidad de Vigo,
1997, pp. 69‐86.
_____________, “Sobre las relaciones entre historiografía lingüística y la concepción de la lingüística como ciencia”, en J. A. de Molina
Redondo, J. de D. Luque Durán y F. Fernández García (coords.),
Estudios de lingüística general. II Congreso Nacional de Lingüística General (Granada, 25 al 27 de marzo de 1996), III,
Granada, Método, 1997b, pp. 107‐122.
_____________, “Lingüistas en la frontera: sobre las motivaciones,
argumentos e ideario de los misioneros lingüistas”, en Romanistik in Geschichte und Gegenwart, vol. 9, núm. 1,
Hamburg, H. Buske, 2003, pp. 67‐92.
_____________, “Dimensiones de la lingüística misionera española”, en C. Assunçao, G. Fernandes y M. Loureiro (eds.), Ideias
linguísticas na Península Ibérica (séc. XIV a séc. XIX): projeçao
da linguística Ibérica na América Latina e Asia, Münster, Nodus
Publikationen, 2010, pp. 201‐214.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 245 ~
Gili Gaya, Samuel, Tesoro lexicográfico (1492‐1726). (A‐CH), Madrid,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1947. Guitarte, Guillermo L., “Una carta de Amado Alonso a Rodolfo Lenz. El
proyecto de un corpus de estudios sobre el español
extrapeninsular”, en Lexis, vol. XX, núm. 1-2, Lima, Pontifica
Universidad Católica del Perú-Departamento de Humanidades, 1996, pp. 63-86. [Centenario de Amado Alonso (1896-1996):
Temas de filología hispánica, Luis Jaime Cisneros y José Luis
Rivarola (eds.)]. Guzmán Betancourt, Ignacio, Bibliografía sobre historiografía
lingüística y filología de lenguas amerindias, México, Dirección
de Lingüística del Instituto Nacional de Antropología e Historia/ Sociedad Mexicana de Historiografía Lingüística, 2000.
Hanzeli, Victor Egon, Missionary Linguistics in New France. A study on
Seventeenth and Eighteenth‐Centrury Description of American
Languages, The Hague, Mouton, 1969. Hernández, Esther, “El Vocabulario náhuatl de Molina frente al
Vocabulario de Nebrija”, en Iberorromania, vol. 52, Tübingen,
Max Niemeyer, 2000, pp. 1-9.
_____________, “La lexicografía hispano‐amerindia del siglo XVI”, en
Philologia Hispalensis, núm. 22, España, Universidad de Sevilla,
2008, pp. 189‐211.
Hovdhaugen, Even, “A grammar without a tradition? Fernando de la Carrera, Arte de la lengua yunga (1644)”, en Anders Ahlqvist
(ed.), Diversions of Galway. Papers on the History of Linguistic,
Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 1992, pp. 113-122. ____________, “Missionary Grammars–An Attempt at Defining a Fiel
of Research”, en E. Hovdhaugen (ed.), ...and the Word was God:
missionary linguistics and missionary grammar, Münster, Nodus
Publikationen, 1996, pp. 9‐22. _____________, “The Great Travellers and the Study of ’exotic
languages’”, en S. Auroux, E. F. K. Koerner, H.‐J. Niederehe y
K. Versteegh (eds.), History of the Language Sciences/ Geschichte der Sprachwissenschaften/Histoire des sciences du
langage, I, Berlin/ New York, Walter de Gruyter, 2000, pp. 925‐929.
Koerner, E. F. Konrad, “History of linguistics: attainments and challenges”, en M. Fernández Rodríguez, F. García Gondar y N.
Vázquez Veiga (eds.), Actas del I Congreso Internacional de la
Sociedad Española de Historiografía Lingüística (A Coruña, 18‐21 de febrero de 1997), Madrid, Arco Libros, 1999, pp. 15‐30.
_____________, “Missionary Linguistics in the America: The ‘heroic
period’”, en Essays in the History of Linguistics, Amsterdam/
Philadelphia, John Benjamins, 2004, pp. 103‐144. _____________, “Introducción: La historiografía de la lingüística.
Pasado, presente, futuro”, en J. Dorta, C. Corrales y D. Corbella
(eds.), Historiografía de la lingüística en el ámbito hispánico. Fundamentos epistemológicos y metodológicos, Madrid, Arco
Libros, 2007, pp. 15‐56.
Lope Blanch, Juan Miguel, Estudios de historia lingüística hispánica,
Madrid, Arco Libros, 1990.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 246 ~
_____________, “De historiografía lingüística mexicana”, Ignacio
Guzmán, Pilar Máynez, Ascensión Hernández (eds.), De historiografía lingüística e historia de las lenguas, México, Siglo
XXI, 2004, pp. 21‐34.
López García, Ángel, “Nebrija y la naciente tipología lingüística: lo
antiguo y lo nuevo en las primeras gramáticas amerindias”, en
Amerindia, vol. 19‐20, Paris, Centre d’Etudes des Langues
Indigènes d’Amérique (CELIA), 1994-1995, pp. 245‐251.
Martinell Gifre, Emma, La comunicación entre españoles e indios: palabras y gestos, Madrid, Mapfre, 1992.
Menéndez Pidal, Ramón, “Los incunables americanos”, en Doctrina
cristiana en lengua española y mexicana por los religiosos de la
Orden de Santo Domingo, México, Juan de Pablos, 1548,
Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1944, pp. VII‐XXII.
Niederehe, Hans‐Josef, Bibliografía cronológica de la lingüística, la
gramática y la lexicografía del español (BICRES): desde los comienzos hasta el año 1600, Amsterdam/ Philadelphia, John
Benjamins, 1995.
_____________,Bibliografía cronológica de la lingüística, la gramática
y la lexicografía del español (BICRES II): desde el año 1601 hasta el año 1700, Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins,
1999.
_____________, “La lingüística en el ámbito hispanohablante”, en E. F.
K. Koerner y H.‐J. Niederehe (eds.), History of linguistics in
Spain/ Historia de la lingüística en España, II, Amsterdam, John
Benjamins, 2001, pp. IX‐XXII.
_____________, Bibliografía cronológica de la lingüística, la gramática y la lexicografía del español (BICRES III): desde el año 1701
hasta el año 1800, Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins,
2005. _____________,, “Documentación y fuentes para la historiografía
lingüística española”, en J. Dorta, C. Corrales y D. Corbella
(eds.), Historiografía de la lingüística en el ámbito hispánico. Fundamentos epistemológicos y metodológicos, Madrid, Arco
Libros, 2007, pp. 547‐562.
Pottier, Bernard, “Les premiers grammairiens des langues
amérindiennes, au XVIe siècle”, en Comptes‐rendus des séances
de l’Académie des Inscrip i ns e Belles‐Lettres, Paris, Diffusion
De Boccard, 1984, pp. 222‐239.
Suárez Roca, José Luis, Lingüística misionera española, Oviedo, Pentalfa, 1992.
Viñaza, Conde de la [Muñoz y Manzano, Cipriano], Bibliografía
española de lenguas indígenas de América, Madrid, Atlas, 1977
[1892]. Zamora Munné, Juan Clemente, Historiografía lingüística: Edad Media
y Renacimiento, Salamanca, Ediciones del Colegio de España,
1993. Zimmermann, Klaus, La descripción de las lenguas amerindias en la
época colonial, Frankfurt, Vervuert, 1997.
_____________, “La construcción del objeto de la historiografía
lingüística misionera”, en O. Zwartjes y E. Hovdhaugen (eds.),
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 247 ~
Missionary Linguistics/ Lingüística misionera. Selected Papers
from the First International Conference on Missionary
Linguistics (Oslo, 13‐16 March, 2003), Amsterdam/
Philadelphia, John Benjamins, 2004, pp. 8‐32.
Zwartjes, Otto, “La estructura de la palabra según las primeras
gramáticas de lenguas mesoamericanas y la tradición greco‐latina”, en D. Jorques Jiménez y J. Calvo Pérez (eds.), Estudios
de lengua y cultura amerindias II. Actas de las IV Jornadas
Internacionales de Lengua y Cultura Amerindias (Valencia, 17‐20 de noviembre de 1997). Lenguas, literaturas, medios,
Valencia, Universidad, Departamento de Teoría de los
Lenguajes, 1998, pp. 99‐121.
______________, (ed.), Las gramáticas misioneras de tradición
hispánica (siglos XVI‐XVII), Amsterdam, Rodopi, 2000.
_______________, y Even, Hovdhaugen (eds.), Missionary linguistics/
Lingüística misionera. Selected papers from the First
International Conference on Missionary Linguistics (Oslo, 13‐16
March, 2003), Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 2004.
_______________, y Even, Hovdhaugen (eds.), “Introduction”, en
Missionary linguis ics in s ica misi nera elec ed papers from the First International Conference on Missionary
Linguistics (Oslo, 13‐16 March, 2003), Amsterdam/
Philadelphia, John Benjamins, 2004, pp. 1‐3. _______________, y Cristina, Altman (eds.), Missionary linguistics II/
Lingüística Misionera II: orthography and phonology. Selected
papers from the Second International Conference on Missionary
Linguistics (Sao Paulo, 10‐13 march 2004), Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 2004.
________________; Gregory, James; y Emilio, Ridruejo (eds.),
Missionary linguistics III/ Lingüística Misionera III: morphology and syntax. Selected papers from the Third and Fourth
International Conferences on Missionary Linguistics (Hong
Kong/Macau, 12‐15 march 200, Valladolid, 8–11 March 2006),
Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 2007.
________________; Ramón, Arzápalo Marín; y Thomas C., Smith‐Stark
(eds.), Missionary linguistics IV/ Lingüística misionera IV:
Lexicography. Selected papers from the fifth International
Conference on Missionary Linguistics (Mérida, Yucatán, 14‐17
March 2007), Amsterdam/ Philadelphia, John Benjamins, 2009.
__________________, y E.F.K., Koerner (eds.), Quot homines tot artes:
New Studies in Missionary Linguistics, Special Issue of Historiographia Linguistica, vol. XXXVI, núm. 2/3, Amsterdam,
John Benjamins, 2009.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 248 ~
EL TLOQUE NAHUAQUE IPALNEMOHUANI
UN EJEMPLO DE HIBRIDEZ LINGÜÍSTICO-CULTURAL EN DOS PIEZAS DEL TEATRO EVANGELIZADOR
FRANCISCANO
Raphaèle Dumont CELEC (Centre d’Etudes sur les Littératures Etrangères et Comparées)
Université Jean Monnet (Saint-Etienne)
Pocos años tras el desembarco de los españoles en tierras
americanas, los indígenas, avasallados por la conquista militar,
serían, por segunda vez, víctimas de la violencia de los invasores
quienes, dentro de una inmensa campaña de conquista de los
cuerpos y de los espíritus, les imponían una religión, una cultura y
un modo de pensar nuevos. En esa gran empresa de conversión al
cristianismo, el teatro evangelizador que se implantó en fecha
temprana en la Nueva España, iba a actuar como un verdadero
instrumento de dominación social, política e ideológica frente a
una población recién conquistada por las armas: el ejemplo de las
piezas de moros y cristianos,1
por medio de las cuales los españo-
les hacían revivir a los indios su fracaso militar, basta para sugerir
las ambiciones ideológicas de ese teatro. Sin embargo, más allá de
la humillación militar, los vencedores, al imponer a los indígenas
el arquetipo cultural de la cristiandad occidental mediante el teatro
religioso, esperaban integrar a los vencidos a un nuevo modelo de
sociedad, fuera ésta real o utópica. La conversión a la religión
católica sólo era el primer paso hacia la integración del indígena a
nuevos patrones, incompatibles con las antiguas prácticas
culturales y religiosas de sus antepasados.
Con todo, los principales actores de la misión
evangelizadora no podían ignorar al otro si querían lograr sus
fines: conocedores de la empresa misionera en regiones alejadas
del mundo, los franciscanos, en particular, sabían que la nueva
religión no podía echar raíces en el Nuevo Mundo sin que se
hicieran concesiones a las tradiciones locales. Sin una adaptación
1 Para un estudio de las piezas de moros y cristianos, ver los documentos siguientes: Robert Ricard, “Contribution à l’étude des fêtes de ‘Moros y cristianos’ au Mexique”, en Journal de la société des américanistes, Paris, 1937, pp. 220-227; Gisela Beutler, “Algunas observaciones sobre los textos de ‘moros y cristianos’ en México y
Centroamérica”, en Actas de Octavo Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, vol. I, Madrid, Ediciones Itsmo, 1983, pp. 221-233; Moros y cristianos. Representaciones del otro en las fiestas del Mediterráneo occidental, Toulouse, Presses universitaires du Mirail, Collection Hespérides, 2003.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 249 ~
previa del mensaje cristiano a las modalidades de la cultura local,
se corría el riesgo de que la nueva fe no significara nada para los
antiguos adoradores de Tezcatlipoca. Los franciscanos, que
escribieron piezas de teatro en colaboración con los indígenas, y
que esperaban anclar la fe católica en lo más profundo del alma de
sus catecúmenos, supieron valerse de ciertos rasgos de la cultura
de los vencidos para hacer más asequible el mensaje cristiano. Y
fue probablemente en aquel momento cuando el teatro y su poder
de dominación de los espíritus pasó a ser también el vector de
culturas reducidas al silencio y sometidas por la fuerza. No
podemos ignorar los préstamos hechos de las tradiciones indígenas
en las piezas del teatro misionero; los ejemplos que daremos a
continuación representan el incipiente mestizaje lingüístico y
cultural que ya estaba operando dentro de la comunidad indo-
cristiana, pocos años tras la empresa conquistadora.
Difícil es determinar, sin embargo, la parte de los indígenas
y la de los misioneros en aquel proceso más o menos consciente a
lo largo del cual las dos culturas se influyeron mutuamente. Al
pretender reemplazar unas creencias por otras, los franciscanos,
que siempre se habían destacado por la gran libertad de sus
métodos, quizás no se percataron de todos los fenómenos de
intercambio que se dieron en aquel momento. Cálculo político o
ceguedad, esas representaciones, que ofrecían a los indios un
espacio de libertad más o menos controlado por los seráficos,
podían constituir un puente entre las creencias indígenas y el
dogma cristiano u originar, por lo menos, una serie de confusiones
en la mente de los feligreses.
1-ACLARACIONES SEMÁNTICAS
Antes de entrar en materia, queremos aclarar algunas nociones que
nos permitirán entender mejor la acción y la actitud de los
religiosos a lo largo de la misión novohispana.
Cabe recordar primero que la política de los soberanos en
América ambicionaba la españolización de los indígenas, su
integración definitiva a la sociedad hispano-cristiana por medio de
la adopción de nuevos patrones socio-culturales. Los misioneros
fueron en parte cómplices de esa voluntad de integración, al ejercer
una política de tabula rasa contra aquellos aspectos de la antigua
religión considerados como inaceptables, política cuya manifes-
tación más evocadora fue sin duda la extensa campaña de
destrucción de los templos, ídolos y códices prehispánicos que
tuvo lugar en los primeros años de la conquista espiritual. El
testimonio de fray Martin de Valencia revela en parte esas
ambiciones y subraya esa voluntad de erradicar el pasado
prehispánico para que se pudiera implantar la nueva fe: «Nos
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 250 ~
repartimos por las provincias más populosas, derribando
ynnumerables cues y templos donde reverençiaban sus vanos
ydolos y hazian sacrefiçios humanos sin cuento, y les pusimos
ende altas cruzes y començamos hedeficar yglesias y monesterios
para les comunicar la dotrina christiana y el santo bautismo”.2 Esa
primera etapa de la evangelización puede ser considerada como
una verdadera campaña de asimilación del otro a la cultura
dominante, como lo constata el teólogo Leonardo Boff al afirmar
que en aquel momento “não houve um encontro de culturas, entre
aquela do invasor e aquelas em presença em terras ameríndias. O
que houve foi, de fato, um confronto e uma relação de destruição
da alteridade”.3 Según el teólogo, la religión católica participó de
este drama al implantar en América el sistema eclesiástico
europeo.4
Pese a que una parte de la acción de los misioneros en la
Nueva España haya consistido en promover la adhesión de los
indígenas a un nuevo modelo de sociedad, no podemos hacer de
ello la única vertiente de su misión. Si algunas prácticas debían ser
erradicadas a fin de hacer del indígena un ser “civilizado” y pronto
a integrar la comunidad cristiana, habría que matizar esa primera
afirmación en la medida en que los religiosos en general, y los
franciscanos en particular, rechazaron rotundamente cualquier
asimilación de sus catecúmenos a la cultura española; los indíge-
nas, pensaban los seráficos, eran seres idóneos para alcanzar el
cielo y de ninguna manera debían adoptar el modo de vida de los
vencedores. El modelo de una República de indios que debía
desarrollarse de manera autárquica, fuera del alcance de los
españoles, tuvo, de hecho, gran éxito entre los misioneros.
No olvidemos que dentro del proyecto de Iglesia renovada
con que soñaban los religiosos en el contexto novohispano, el
Occidente era sinónimo de vicio, de corrupción y de depravación;
al revés, la sociedad indígena tenía virtudes innegables que la
elevaban al rango de comunidad elegida para realizar, en el Nuevo
Mundo, el retorno a la Iglesia primitiva. En tales condiciones, la
misión franciscana no pretendía para nada la asimilación de los
individuos a la cultura dominante sino más bien la preservación de
la “pureza” original de sus feligreses, que debían integrar la
comunidad cristiana sin renunciar a sus cualidades intrínsecas. No
cabe duda, en este sentido, de que la actitud de los franciscanos fue
guiada por una preocupación mayor: la de tomar en cuenta la
especificidad de las culturas autóctonas en vez de oponerles el
2 Carta de fray Martin de Valencia, Cartas de Indias, Madrid, Atlas, Biblioteca de Autores Españoles, tomo CCLXIV, 1974, p. 55. 3 Leonardo Boff, “Evangelizar a partir das culturas oprimidas”, en Revista Eclesiástica Brasileira, vol. 49, fasc. 196, Petrópolis, Brasil, Instituto Teológico Franciscano, 1989, pp. 799-839 (804-805). 4 Idem.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 251 ~
modelo europeo y, por lo tanto, de preservar los lazos que los
unían a los indígenas, sus mejores aliados para que se realizara el
reino de Cristo en la tierra.
Ajenos a cualquier esquema dogmático predefinido, los
franciscanos, en realidad, parecen haber actuado de manera
pragmática, adaptando la labor evangelizadora a las modalidades
de la cultura indígena y optando, las más de las veces, por una
hábil política de sustitución que consistía en utilizar los marcos
antiguos para enraizar las nuevas creencias. Si la adaptación del
Evangelio a los pueblos por convertir había sido una característica
esencial de la misión de la Iglesia que “desde el principio de su
historia trató de expresar el mensaje de Cristo recurriendo a los
conceptos y lenguas de los diversos pueblos”,5 los franciscanos
parecen haber llevado esa actitud a su más alta expresión en el
contexto novohispano. Si, como lo afirma Oronzo Giordano, una
religión no puede ser aceptada por una sociedad determinada sin
que se tomen en cuenta las formas tradicionales de la
manifestación del sentimiento religioso, sin que se hable un
lenguaje comprensible para los hombres acostumbrados a esa
formas antiguas,6 los franciscanos, que no dudaron en hacer conce-
siones a la cultura de los vencidos a fin de hacer de ellos los
primeros actores de la difusión del mensaje cristiano, parecían
haber entendido perfectamente tal postulado.
Paulo Suess subraya sin embargo que “a inculturação não è
um encontro “a meio caminho” com o outro […]. No processo
inculturativo, o mesmo, o elemento exterior a uma respetiva
cultura tenta aproximar-se ao outro, sem perder a sua identidade”.7
Ahora bien, dentro del delicado proceso de adaptación del
evangelio a la tradición indígena, fueron también las culturas
locales las que participaron activamente de esa reformulación al
reinterpretar, según sus propios códigos, el mensaje cristiano. Una
pregunta se plantea en este sentido: ¿el Evangelio, una vez
adaptado al público indígena, habría conservado su identidad
propia? Al hacer más asequible un mensaje religioso complejo, al
querer adaptar la fe cristiana a las modalidades de la cultura
indígena, ¿no se habría perdido el sabor original de los textos, sus
enseñanzas y particularidades? Si hubo un trabajo de inculturación
de la palabra religiosa, eso influyó probablemente sobre el
contenido del mensaje evangélico más allá de lo que los
5 Corpus doctrinal de la Iglesia Gaudium et Spes citado por Francisco Morales, “Evangelización y culturas indígenas. Reflexiones en torno a la actividad misionera de los franciscanos en la Nueva España”, en Archivum Franciscanum Historicum, Miscelanea franciscana americanista, año 85, fasc. 1-4, Grottaferrata, Colegio San
Buenaventura, 1992, pp. 123-157 (127). 6 Oronzo Giordano, Religiosidad popular en la Alta Edad Media, Madrid, Gredos, 1983. 7 Paulo Suess, “Inculturação. Desafios. Caminhos. Metas”, en Revista Eclesiástica Brasileira, vol. 49, fasc. 193, 1989, pp. 81-126 (97).
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 252 ~
misioneros pensaron. En tal caso, tendríamos que hablar de proce-
sos de aculturación o de transferencias culturales8 para evocar los
fenómenos de intercambio que resultaron del contacto entre las dos
culturas y los consiguientes procesos de mestizaje que derivaron de
ello. El encuentro entre indígenas y franciscanos suscitó
influencias reciprocas que dieron lugar a una hibridez que
podemos leer a varios niveles, lingüísticos, culturales o religiosos,
en los textos del teatro misionero.
Evidentemente, si los religiosos no tenían conciencia de los
fenómenos que mencionamos aquí y que pertenecen todos al
vocabulario reciente de la antropología o del estudio misional, sí
supieron adaptarse al lenguaje y a la cultura de sus catecúmenos
haciendo alarde de una relativa tolerancia frente a ciertas prácticas,
para mejor anclar la fe de Cristo en el alma de los vencidos. La
utilización del teatro a gran escala nos parece ser la primera prueba
de ello.
2-VOCABULARIO RELIGIOSO Y COSMOGONÍA AZTECA
Según el historiador Jacques Le Goff, la presión de las repre-
sentaciones populares sobre la religión de los doctos es un
fenómeno que se dio a lo largo de toda la Edad Media;9 el esfuerzo
de adaptación del clero a la cultura popular, condición sine qua
non del éxito de la evangelización, se manifestaría, según él, por el
uso del idioma, el recurso a las formas orales y la utilización de
cierto tipo de ceremonia.10
En el contexto novohispano la
capacidad de adaptación del discurso misionero al público indígena
fue una condición esencial de su buena recepción. Conscientes de
ello, los frailes menores optaron por una sutil combinación de
elementos provenientes de las dos culturas, que se mezclaron
armoniosamente en las piezas del teatro misionero. Si ese
mestizaje se dio en particular en la puesta en escena de esas piezas,
nos interesaremos aquí en los textos y especialmente en los
préstamos lingüísticos hechos a la cultura de los vencidos que
marcan los dos textos que hemos analizado.11
8 Sobre este punto, ver el artículo de Laurier Turgeon, “De l’acculturation aux transferts culturels”, en Transferts culturels et métissages Amérique/Europe XVIe-XXe siècles, Paris, l’Harmattan, 1996. 9 Jacques Le Goff, Un autre Moyen-âge, Paris, Gallimard, 1999, p. 217. 10 Ibid., p. 222. 11 Nuestro corpus de trabajo incluye ocho piezas del teatro franciscano del siglo XVI, cuyos textos pasaron a la posteridad; por orden alfabético: Adoración de los reyes, Las ánimas y los albaceas, Comedia de los Reyes, Destrucción de Jerusalén, Educación de los hijos, El Juicio final, Miércoles santo, El sacrificio de Isaac.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 253 ~
1. LOS ESCOLLOS DE LA TRADUCCIÓN
El esfuerzo de los misioneros por aprender los idiomas locales les
había llevado a redactar un sinnúmero de diccionarios,
vocabularios y gramáticas. Los catecismos en lenguas indígenas
proliferaron y no escaparon de ese inmenso trabajo de traducción
los textos del teatro evangelizador en los cuales los actores se
expresaban en su lengua nativa. Sin embargo, la imposición de la
religión cristiana, que suponía el empleo de numerosos conceptos
imposibles de traducir, presentaría pronto una serie de problemas
insalvables a los religiosos, en particular a la hora de explicar
ciertos aspectos teológicos que no tenían equivalentes en náhuatl.
Si se conservaban esas nociones en el idioma de los religiosos, se
corría el riesgo de que no significaran nada para los indígenas; al
revés, la traducción al náhuatl, cuando era factible, hacía caer el
dogma cristiano en un universo propiamente mexica, dando a esos
conceptos una tonalidad singular.
En algunas ocasiones, los franciscanos, acorde con sus
ayudantes, decidieron conservar esas nociones en su lengua de
origen. Muy pocas veces, por ejemplo, se traduce el término Dios
en los textos de nuestro corpus, como lo prueban las numerosas
ocurrencias de la palabra española en el conjunto de esas piezas.
Con todo, encontramos expresiones nahuas como “in toteotzin in
totlatocatzin”12
o “noteotzin notlatocatzin”13
para traducir “Nuestro
Dios, Nuestro señor” en El juicio final; un poco más adelante, la
expresión “soy tu dios” es transcrita por la construcción náhuatl
“nimoteouh”;14
en Adoración de los Reyes, por fin, para traducir el
nombre genérico “dioses” se adopta el término “teteo”.15
Era muy frecuente, sin embargo, que se asociara un
sustantivo español a un término nahua en las piezas del corpus
franciscano. “Dios Tetatzin”,16
que aparece en el catecismo de
Molina17
sirve también como equivalente de Dios Padre en
Comedia de los Reyes donde aparece una veintena de veces; en
Destrucción de Jerusalén “nelli i icel ce Dios”18
traduce “el único
dios verdadero” mientras “Dios Señor del universo” es “tlatoani
Dios” en El Sacrificio de Isaac.19
Por otra parte, la expresión
12 El Juicio final en Fernando Horcasitas, El teatro náhuatl. Épocas novohispana y moderna, tomo I, México, UNAM, 2004, pp. 703-735 (709). 13 Idem. 14 Ibid., pp. 716 y 731. 15 Adoración de los Reyes en Fernando Horcasitas, op. cit., tomo I, pp. 296-325 (296). 16 De tahtli, padre. 17 “Doctrina breve traduzida en lengua Mexicana por el padre fray Alonso de Molina”, en Colección de documentos para la historia de México, Edición de Joaquín García
Icazbalceta México, Porrúa, 1971. 18 De “nelli”, verdadero y “ce” único. Cf. Destrucción de Jerusalén en Fernando Horcasitas, op. cit., tomo I, pp. 561-608 (567). 19 El sacrificio de Isaac, en Fernando Horcasitas, op. cit., tomo I, pp. 235-266 (241).
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 254 ~
mestiza “Dios Tepiltzin” surge como equivalente de “hijo de Dios”
en muchas piezas; en Comedia de los Reyes, por ejemplo, el recién
nacido es “Dios itlazopiltzin”.20
En Comedia de los Reyes, para
poner énfasis en la virginidad de la madre de Cristo, se emplea la
expresión nahuatlizada “ichpochtli María”.21
Encontramos, por fin, palabras que recurren a sufijos
nahuas que se agregan a la raíz los sustantivos: es el caso, por
ejemplo, en Adoración, del plural “judíos” que aparece bajo la
forma “judiosme”,22
del pueblo de Jerusalén traducido por el
término “Jerusalemtlaca”23
o de la expresión “hijos del Diablo”
que es, en el texto nahua, “Diabloipilhuan”;24
la palabra
“Judiatlalpan” transcribe sucesivamente “la tierra de Judá” y
“tierras judías” en la misma pieza;25
el nombre mismo de los Reyes
magos, por fin, se modifica, apareciendo como “Gaspartzin”,
Baltesartzin” y “Melchortzin” en Comedia de los Reyes.26
Jacqueline de Durand-Forest que ha estudiado los
problemas de traducción en los catecismos mexicanos explica, sin
embargo, que algunas nociones teológicas no se tradujeron al
náhuatl, como es el caso, por ejemplo, de los ángeles, del espíritu
santo, de la santa trinidad y de los apóstoles.27
En las piezas de
teatro que nos interesan, la “santa trinidad” no es traducida, el
“demonio” aparece tal cual en Destrucción de Jerusalén, la santa
iglesia, y los ángeles también. Otras nociones teológicas como
“purgatorio”, “oración”, “misa”, “sermón”, “santo sacramento”,
“paraíso”, “espíritu santo” aparecen en español. Al adoptar esa
actitud, los religiosos corrían el riesgo de hacer de esas palabras
una serie de conceptos totalmente ajenos a la mentalidad indígena
ya que no evocaban, para los vencidos, ninguna realidad conocida.
Podríamos multiplicar los ejemplos de conservación, en la
lengua de los misioneros, de esas nociones teológicas cristianas.
Pero el fenómeno inverso nos ha parecido aún más interesante.
20 Comedia de los Reyes, op. cit., p. 340. Resultado de itlahtzin, diminutivo de itla (algo) y de pitzintli (niño). 21Comedia de los Reyes en Fernando Horcasitas, El teatro náhuatl. Épocas novohispana y moderna, tomo I, op. cit., pp. 336-390 (350). 22 Adoración de los Reyes, op. cit., p. 303. Según Thelma D. Sullivan, “la mayoría de los sustantivos primarios que terminan en –tl en singular toman –me en plural” (cf. Compendio de la gramática náhuatl, México, UNAM, 1998, p. 31). 23 Ibid., p. 302. “El nombre gentilicio se deriva del nombre del lugar” nos enseña Thelma D. Sullivan (p. 175). Así, de la misma manera que “los habitantes de Cuauhtla” son nombrados “cuauhtlaca”, aquí se utiliza el sufijo –ca para designar al pueblo de Jerusalén. 24 Adoración de los Reyes, op. cit., p. 303. 25 Ibid., p. 304. Tlal-pan = en, sobre, la tierra. 26 Según Thelma D. Sullivan, los sufijos –tzintli, -tzin denotan reverencia, afecto o compasión y se aplican tanto a seres animados como a cosas (op. cit., p. 37). 27 Jacqueline de Durand-Forest, “Evangélisation et nahuatl o el único modo de atraer a la gente educada en Nouvelle Espagne”, en Langues et cultures en Amérique espagnole coloniale, Paris, Presses Universitaires de la Sorbonne Nouvelle, 1993, pp. 159-169 (167).
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 255 ~
Nos dimos cuenta de que los frailes menores, que trabajaron en
colaboración con ayudantes indígenas y que cumplieron su misión
con gran flexibilidad, decidieron a veces adoptar otra postura. En
ciertos casos, optaron por dar a algunas nociones cristianas
“equivalentes” nahuas. Al hacerlo, los religiosos, muy al tanto de
las antiguas culturas y tradiciones indígenas, utilizaron probable-
mente el poder sutil de una política de sustitución que ya habían
probado en otros campos. Pero tenemos derecho a preguntarnos si
esas traducciones no podían originar confusiones en la mente de
sus catecúmenos; peor aún, nos parece acertado pensar que tal
penetración de la cultura mexica en textos cristianos, tal
“mexicanización de las Sagradas Escrituras”28
podía inducir
interpretaciones cuyas consecuencias no podían prever los
misioneros. Un ejemplo de ello nos ha parecido relevante en la
medida en que refleja las dificultades de la traducción y el
pragmatismo de los franciscanos: se trata de los atributos Tloque
nahuaque e Ipalnemohuani que encontramos repetidas veces en las
piezas que ponen en escena el episodio de la Epifanía.
2. EL TLOQUE NAHUAQUE IPALNEMOHUANI
En las dos piezas que nos interesan, el Tloque nahuaque
Ipalnemohuani es el dios supremo de los cristianos. Designa
simultáneamente a Dios Padre y su encarnación en la tierra,
Jesucristo en ambos textos de teatro.29
Así, al dirigirse al recién
nacido en Adoración de los Reyes, Gaspar invoca a un Dios Padre
que tiene rasgos indígenas: “Te ha puesto aquí tu amado padre
Dios el Tloque Nahuaque Ipalnemohuani, El que está Cerca y
Junto, Por Quien Se vive”.30
Baltasar, un poco más adelante, en un
lenguaje plagado de difrasismos, utiliza los mismos términos al
dirigirse al niño Jesús: “Oh señor, oh rey, tú que cuidas el cielo y la
tierra, el señorío y el reino. En verdad tú eres Dios ¡el Tloque
Nahuaque! ¡El Ipalnemohuani! Creo en ti con todo el corazón,
alma y vida. Por nosotros vivirás en la tierra para dar tus
enseñanzas. Por nosotros te atarán a una columna y te azotarán los
judíos. Por nosotros, de manera vergonzosa, te pondrán en una
cruz con los brazos extendidos y morirás”.31
En Comedia de los
Reyes, por fin, una réplica de Melchor ancla el nacimiento de
28 La expresión es de Georges Baudot, Utopie et histoire au Mexique. Les premiers chroniqueurs de la civilisation mexicaine (1520-1569), Toulouse, Editions Privat, 1977, p. 102. 29 El tema de la santa trinidad no aparece de manera muy explícita en los textos del teatro franciscano, excepto quizás, en Destrucción de Jerusalén donde encontramos la réplica
siguiente: “Cree firmemente en el Profeta, pues es el único Dios verdadero: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y solo hay ese Dios” (op. cit., p. 590). 30 Adoración de los Reyes, op. cit., p. 322. 31 Ibid., p. 324.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 256 ~
Cristo en un universo indígena y en una cronología contemporánea
de la pieza:32
“alabemos por siempre al Tloque Nahuaque, El Que
Está Cerca y Junto, por Quien Vivimos. ¡Qué felicidad, qué dicha
de haber alcanzado lo que anhelábamos! En nuestra presencia, en
nuestra época, ha aparecido la estrella de Dios Padre como
signo”.33
En cuanto al sentido esas expresiones nahuas, si la primera
alude al “Dueño de lo que está cerca y de lo que está en el anillo o
circuito”, el segundo atributo “se refiere a lo que llamaríamos su
función vivificante, o si se prefiere el “principio dual”.34
Ahora
bien, esos atributos aparecen también en los Coloquios de Sahagún
en los cuales el franciscano propone su propia versión del
encuentro entre indígenas y religiosos que había tenido lugar
algunos años antes en el territorio novohispano. En ese documento,
el dios cristiano aparece respectivamente como “Dueño del Cerca
y del Junto” (Tloque Nahuaque), “Dador de la vida” (Ipal-
nemohuani), y, por fin, “noche, viento”:
Vosotros os hace ojos suyos, a vosotros os hace oídos
suyos,
A vosotros os hace labios suyos el Dueño del cerca y del junto.
Aquí vosotros, de algún modo, vemos en forma humana,
Aquí como a un humano hablamos, El Dador de la vida,
El que es noche, viento,
Porque vosotros sois su imagen, su representante.35
Ahora bien, era al dios azteca Tezcatlipoca a quien se daban
tradicionalmente los atributos de “Tloque Nahuaque” e
“Ipalnemohuani” 36
en la antigua religión. El que es “noche,
viento” es también Tezcatlipoca, afirma Danielle Dehouve
precisando que “la deidad que representan los Doce es, para los
32 De hecho, existe un paralelismo interesante entre la llegada de los doce franciscanos a la Nueva España y la llegada, en la pieza franciscana, de los Reyes magos. En ambos casos aparece el tema de la revelación de la palabra de Cristo a los paganos; a través del encuentro dramatizado entre los reyes y el niño Jesús, se sugerían las modalidades de otro
encuentro: el de los indígenas con el mundo cristiano. Se inscribía pues, la historia bíblica, en el presente de la evangelización. 33 Comedia de los Reyes, p. 370. 34 Miguel León-Portilla, La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, Serie Cultura Náhuatl, 2006, pp. 167-168. 35 Fray Bernardino de Sahagún, Coloquios y doctrina cristiana con que los doce frailes de san Francisco enviados por el papa Adriano VI y por el emperador Carlos V, convirtieron a los Indios de la Nueva España (1564), México, UNAM, Fundación de
Investigaciones Sociales, 1986, p. 147. 36 Cf. Miguel León-Portilla, “Ometeotl el Supremo Dios dual y Tezcatlipoca Dios principal”, en Estudios de Cultura Náhuatl, núm. 30, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1999, pp. 133-152 (133).
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 257 ~
indígenas, claramente prehispánica”.37
Podemos preguntarnos
entonces por qué los franciscanos eligieron tal denominación para
referirse al nuevo dios cristiano.38
Como lo habían experimentado
en otros campos, trataban probablemente de desviar la carga
sagrada de una divinidad antigua para favorecer la adhesión de los
indígenas a la nueva fe.
Los religiosos sabían que la veneración de los indígenas a
Tezcatlipoca era inmensa: Sahagún afirma así que “al dicho
Titlacáuan todos le adoraban y rogaban y en todos los caminos y
divisiones de calles le ponían un asiento hecho de piedra, para él,
que se llamaba momoztli, y le ponían ciertos ramos en el dicho
asiento, por su honra y servicio”.39
Doris Heyden nos enseña
además que entre los nombres que se daban al dios Tezcatlipoca
estaba el de Ilhuicahua' Tlalticpaque', es decir poseedor del cielo,
poseedor de la tierra,40
una característica compartida por el dios
cristiano, el cual según aparece en el catecismo de Molina “crió e
hizo el cielo y la tierra y todo lo visible e invisible”.41
Sahagún
afirma en efecto que “el dios que se llamaba Titlacáuan decían que
era el criador del cielo y de la tierra y era todopoderoso […] y era
invisible y como oscuridad y aire, y cuando aparecía y hablaba a
algún hombre, era como sombra”.42
Podemos preguntarnos por fin
si el culto al dios Tezcatlipoca, particularmente importante en la
región de Texcoco,43
había podido inducir a los misioneros a
pensar en una tendencia al monoteísmo que quisieron reutilizar en
provecho de la nueva religión.
Sin embargo, hemos constatado con asombro que sólo las
dos piezas que ponían en escena el episodio del nacimiento de
Cristo utilizaban esos calificativos. ¿Por qué no las usaron los
franciscanos en otras representaciones como, por ejemplo, en el
drama de Adán y Eva o en el episodio del Juicio final? La
revelación de Cristo a los paganos tenía probablemente una
resonancia particular en el contexto novohispano. Motolinía decía,
de hecho, a propósito de la Epifanía que “la fiesta de los Reyes
[…] la regocijan mucho porque les parece que es propia fiesta
suya”.44
Quizás la apropiación de ese episodio por los indígenas
37 Danielle Dehouve, “Un diálogo de sordos: los coloquios de Sahagún”, en Estudios de Cultura Náhuatl, núm. 33, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 2002,
pp. 186-216 (210). 38 Sobre este tema, ver Miguel León-Portilla, “art. cit.”, p. 149. 39 Fray Bernardino de Sahagún, Historia de las cosas de la Nueva España (1829), México, Porrúa, 1956, tomo I, Libro III, p. 278. 40 Doris Heyden, “Tezcatlipoca en el mundo náhuatl”, en Estudios de Cultura Náhuatl, núm. 19, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1989, pp. 83-93 (84). 41 Doctrina breve traduzida en lengua mexicana por el padre fray Alonso de Molina, op. cit., p. 41. 42 Fray Bernardino de Sahagún, Historia, tomo I, libro III, p. 277. 43 Doris Heyden, “art. cit.”, p. 92. 44 Fray Toribio de Motolinia, Historia de los Indios de la Nueva España (1542), Madrid, Castalia, 1985, p. 183.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 258 ~
pudiera explicarse por la coincidencia entre la manifestación de
Dios a los paganos en la Biblia y el encuentro histórico entre los
indios y los religiosos que había tenido lugar algunos años antes en
la Nueva España. El encuentro bíblico sería, en ese sentido, una
nueva ilustración del encuentro entre los indígenas y el mundo
cristiano. En todo caso, nos parece ver en ese empleo, una manera,
sin duda, de hacer una sutil transición entre las antiguas y las
nuevas creencias: la revelación de Jesucristo a los indígenas era, en
cierto sentido, acreditada por un Dios cristiano que tenía los
atributos de una divinidad principal del panteón azteca.
Pero tal postura conllevaba riesgos. Según Adam Versényi,
“cuando los franciscanos adoptaron el náhuatl como el idioma de
la Iglesia en el Nuevo Mundo, parece que hicieron algo más que
usar un nuevo lenguaje. De forma no muy distinta a la de los indios
que revistieron las pieles desolladas de sus víctimas sacrificiales,
los mendicantes se metieron en el pellejo de la cultura indígena,
quizás más profundamente de lo que ellos mismos vieron”. A lo
largo de ese proceso de adaptación del dogma, de ese
despojamiento de los atributos de Tezcatlipoca a favor del Dios
cristiano, estaba en juego la credibilidad de la nueva divinidad y su
percepción por los indígenas. ¿En qué medida tal reinterpretación
no les permitía a los vencidos hacer una peligrosa síntesis entre las
antiguas y las nuevas creencias?
Nos parece ver, además, una contradicción absoluta entre
esa actitud relativamente tolerante frente a la antigua religión y la
demonización de las deidades precolombinas45
que llevaron a cabo
los franciscanos a lo largo de su misión y que consistía, como lo
explica Luis Mario Schneider, en travestir a los dioses precolom-
binos en potencias demoniacas.46
Los evangelizadores, que
consideraban a las viejas divinidades como un avatar de los diablos
que obsesionaban la conciencia europea desde hacia más de mil
años47
no dudaban, sin embargo, en recurrir a figuras del panteón
azteca para calificar al dios de los cristianos. Podemos
preguntarnos si, al adoptar tal actitud, los religiosos sólo habían
logrado satanizar a su propio Dios. Al reutilizar fragmentos de la
antigua religión para lograr sus fines, los franciscanos corrían el
riesgo de superponer las nuevas creencias y las antiguas e incluso
45 Sobre este tema, consultar el artículo de Félix Baez Jorge, “La satanización de las deidades mesoamericanas (perversión y fantasías en el imaginario colonial)”, en Revista académica para el estudio de las religiones, tomo III (Ritos y creencias del nuevo milenio), México, Publicaciones para el Estudio Científico de las religiones, 2000, pp. 19-40. 46 Luis Mario Schneider, “Le diable dans la culture populaire mexicaine”, en Enfers et damnation dans le monde hispanique et hispano-américain, Paris, PUF, Collection
Histoire, 1996, pp. 483-504 (483). 47 Cf. Georges Baudot, “Dieu et le diable en langue nahuatl dans le Mexique du XVIème siècle avant et après la conquête”, en Langues et cultures en Amérique espagnole coloniale, Paris, Presses de la Sorbonne Nouvelle, 1993, pp. 145-157 (146).
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 259 ~
de dar a los indígenas la posibilidad de poner en tela de juicio la
nueva fe.
No olvidemos, por ejemplo, que la religión azteca se basaba
en el principio de dualidad. Cada divinidad tenía dos caras
opuestas como era el caso de Tezcatlipoca que
era tenido por verdadero dios, e invisible, el cual andaba
en todo lugar, en el cielo, en la tierra y en el infierno; y
tenían que cuando andaba en la tierra movía guerras, enemistades y discordias, de donde resultaban muchas
fatigas y desasosiegos. Decían que él mismo incitaba a
unos contra otros para que tuviesen guerras y por esto le
llamaban Nécoc Yáotl, que quiere decir sembrador de discordias de ambas partes; y decían él sólo ser el que
entendía en el regimiento del mundo, y que él solo daba
las prosperidades y riquezas, y que él solo las quitaba cuando se le antojaba; daba riquezas, prosperidades y
fama, y fortaleza y señoríos, y dignidades y honras, y las
quitaba cuando se le antojaba; por esto le temían y
reverenciaban, porque tenían que en su mano estaba el levantar y abatir, de la honra que se le hacía.
48
Era pues un dios terrible y despiadado, que sembraba discordias y
distribuía riquezas a su antojo; una divinidad pues, que se alejaba
mucho del dios cristiano misericordioso, capaz, de recompensar las
buenas acciones de los hombres y castigar las malas; un dios “uno,
todopoderoso, sin principio ni fin, criador de todas las cosas, cuyo
saber no tiene fin, suma bondad, el cual crió todas las cosas
visibles e invisible, y las conserva y da ser”.49
Si no todos los
aspectos del dios prehispánico eran malos, en su aspecto oscuro,
sin embargo, “era el hechicero, el brujo, asociado con la noche y el
jaguar”.50
Frederick Peterson añade que Tezcatlipoca era enemigo
de Huitzilopochtli y Quetzalcóatl, un dios asociado al cielo
nocturno, a las divinidades estelares, a la luna, a los monstruos del
mal y de la destrucción”.51
Ahora bien, según Patrick Johansson,
en tiempos vecinos a la conquista, “la sociedad náhuatl
prehispánica, a pesar del predominio aparente de Tezcatlipoca en
el horizonte mítico, evolucionaba paulatinamente hacia estructuras
progresistas de existencia”; según él, en aquel momento
“Quetzalcóatl puede ya regresar y disputar en el terreno mítico
indígena, la supremacía de Tezcatlipoca”.52
Los indígenas, que
48 Fray Bernardino de Sahagún, Historia, tomo I, libro I, p. 44. 49 Fray Toribio de Motolinia, Historia de los indios, tratado I, cap. 4, pp. 133-134. 50 Doris Heyden, “art. cit.”, p. 84-85. 51 Frederick A. Peterson, Le Mexique précolombien. Histoire et civilisation, Paris, Payot,
1961, p. 153. 52 Patrick Johansson, “Tezcatlipoca o Quetzalcóatl: una disyuntiva mítico-existencial precolombina”, en Estudios de Cultura náhuatl, núm. 23, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1993, pp. 179-199 (198).
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 260 ~
habían creído asistir, a la llegada de los españoles, al regreso de
Quetzalcóatl, debían ahora adorar a otro dios, que tenía, esta vez,
los atributos de Tezcatlipoca.
El cuadro que podríamos esbozar de la comunidad de
franciscanos e indígenas en los primeros años de la misión
evangelizadora sería el siguiente: por un lado, los misioneros,
cuyos métodos se caracterizaron siempre por una gran flexibilidad,
opinaban que los indígenas debían apropiarse del culto cristiano,
reformularlo según sus propios patrones, para que la
cristianización tuviera el éxito esperado; por otro lado, lejos de
afirmarse como receptores pasivos del mensaje evangélico, los
indígenas, primeros actores de su conversión en la escena del
teatro evangelizador, reinterpretaron el dogma cristiano a partir de
concepciones autóctonas. De allí, la hibridez que podemos leer en
los textos del teatro misionero y en la puesta en escena de estas
piezas. Pero más allá de las manifestaciones visibles de la idolatría
que los religiosos combatieron sin tregua, éstos se enfrentaban a un
sistema de pensamiento y a un universo cultural cuyos pormenores
no siempre dominaron del todo. Quedaría por determinar, pues, la
lucidez de los seráficos a la hora de realizar la conversión tan
anhelada de aquella humanidad olvidada de la Revelación.
Podemos pensar, a la luz de su actuación en la Nueva España, que
los discípulos de san Francisco, por su experiencia misionera, su
historia y su sensibilidad, tuvieron quizás más propensión para
aceptar los descarríos de sus feligreses que los representantes de
otras órdenes.
BIBLIOGRAFÍA
Albert-Llorca, Marlène y José Antonio González Alcantud (eds.), Moros y cristianos. Representaciones del otro en las fiestas del
Mediterráneo occidental, Toulouse, Presses universitaires du
Mirail, Collection Hespérides, 2003. Baez Jorge, Félix, “La satanización de las deidades mesoamericanas
(perversión y fantasías en el imaginario colonial)”, en Revista
académica para el estudio de las religiones, tomo III (Ritos y
creencias del nuevo milenio), México, Publicaciones para el Estudio Científico de las religiones, 2000, pp. 19-40.
Baudot, Georges, Utopie et histoire au Mexique. Les premiers
chroniqueurs de la civilisation mexicaine (1520-1569), Toulouse, Editions Privat, 1977.
___________, “Dieu et le diable en langue nahuatl dans le Mexique du
XVIème siècle avant et après la conquête”, en Langues et cultures en Amérique espagnole coloniale, Paris, Presses de la
Sorbonne Nouvelle, 1993, pp. 145-157 (146).
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 261 ~
Beutler, Gisela, “Algunas observaciones sobre los textos de ‘moros y
cristianos’ en México y Centroamérica”, en Actas de Octavo
Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, vol. I, Madrid, Ediciones Istmo, 1983, pp. 221-233.
Boff, Leonardo, “Evangelizar a partir das culturas oprimidas”, en Revista
Eclesiástica Brasileira, vol. 49, fasc. 196, Petrópolis, Brasil, Instituto Teológico Franciscano, 1989, pp. 799-839 (804-805).
Dehouve, Danielle, “Un diálogo de sordos: los coloquios de Sahagún”,
en Estudios de Cultura Náhuatl, núm. 33, México, UNAM-
Instituto de Investigaciones Históricas, 2002, pp. 186-216 (210). Durand-Forest, Jacqueline de, “Evangélisation et nahuatl o el único
modo de atraer a la gente educada en Nouvelle Espagne”, en
Langues et cultures en Amérique espagnole coloniale, Paris, Presses Universitaires de la Sorbonne Nouvelle, 1993, pp. 159-
169 (167).
Giordano, Oronzo, Religiosidad popular en la Alta Edad Media, Madrid,
Gredos, 1983. Heyden, Doris, “Tezcatlipoca en el mundo náhuatl”, en Estudios de
Cultura Náhuatl, núm. 19, México, UNAM-Instituto de
Investigaciones Históricas, 1989, pp. 83-93 (84). Horcasitas, Fernando, El teatro náhuatl. Épocas novohispana y moderna,
tomo I, México, UNAM, 2004.
Johansson, Patrick, “Tezcatlipoca o Quetzalcóatl: una disyuntiva mítico-existencial precolombina”, en Estudios de Cultura náhuatl, núm.
23, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas,
1993, pp. 179-199 (198).
Le Goff, Jacques, Un autre Moyen-âge, Paris, Gallimard, 1999. León-Portilla, Miguel, “Ometeotl el Supremo Dios dual y Tezcatlipoca
Dios principal”, en Estudios de Cultura Náhuatl, núm. 30,
México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 1999, pp. 133-152 (133).
___________, La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, México,
UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, Serie Cultura Náhuatl, 2006.
Molina, Alonso, fray, “Doctrina breve traduzida en lengua Mexicana por
el padre fray Alonso de Molina”, en Colección de documentos
para la historia de México, Edición de Joaquín García Icazbalceta, México, Porrúa, 1971.
Morales, Francisco, “Evangelización y culturas indígenas. Reflexiones
en torno a la actividad misionera de los franciscanos en la Nueva España”, en Archivum Franciscanum Historicum, Miscelanea
franciscana americanista, año 85, fasc. 1-4, Grottaferrata,
Colegio San Buenaventura, 1992, pp. 123-157 (127).
Motolinia, Toribio de, fray, Historia de los Indios de la Nueva España (1542), Madrid, Castalia, 1985.
Peterson, Frederick A., Le Mexique précolombien. Histoire et
civilisation, Paris, Payot, 1961. Ricard, Robert, “Contribution à l’étude des fêtes de ‘Moros y cristianos’
au Mexique”, en Journal de la société des américanistes, Paris,
1937.
El mundo indígena desde la perspectiva actual. Vol II
~ 262 ~
Sahagún, Bernardino de, fray, Historia de las cosas de la Nueva España
(1829), México, Porrúa, 1956.
____________, Coloquios y doctrina cristiana con que los doce frailes de san Francisco enviados por el papa Adriano VI y por el
emperador Carlos V, convirtieron a los Indios de la Nueva
España (1564), México, UNAM, Fundación de Investigaciones Sociales, 1986.
Schneider, Luis Mario, “Le diable dans la culture populaire mexicaine”,
en Enfers et damnation dans le monde hispanique et hispano-
américain, Paris, PUF, Collection Histoire, 1996, pp. 483-504 (483).
Suess, Paulo, “Inculturação. Desafios. Caminhos. Metas”, en Revista
Eclesiástica Brasileira, vol. 49, fasc. 193, Petrópolis, Brasil, Instituto Teológico Franciscano, 1989, pp. 81-126 (97).
Sullivan, Thelma D., Compendio de la gramática náhuatl, México,
UNAM, 1998.
Turgeon, Laurier, “De l’acculturation aux transferts culturels”, en Transferts culturels et métissages Amérique/Europe XVIe-XXe
siècles, Paris, l’Harmattan, 1996.
Valencia, Martín de, fray, “Carta de fray Martin de Valencia”, en Cartas de Indias, Madrid, Atlas, Biblioteca de Autores Españoles, Tomo
CCLXIV, 1974.