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- SARASVATI ESTUDIOS DE ORIENTE-OCCIDENTE PARA IMPULSAR UN RENACER HUMANISTA NUMER09

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-SARASVATI

ESTUDIOS DE ORIENTE-OCCIDENTE PARA IMPULSAR UN RENACER HUMANISTA

NUMER09

El mito indio del diluvio en su relacion con los cuentos clasicos y

proximo-orientales*

El mito del diluvio est.a difundido en muchas partes del continente eurasiatico, pero en este articulo solamente se toman en conside­racion tres culturas en las que los desarrollos literarios del mito en cuestion ban alcanzado especial prominencia, es decir: Cercano Oriente, Mundo Clasico e India 1•

La literatura del Cercano Oriente sobre el diluvio esta representada por un frag­mento sumerio, una version paleobabilo­nica (XVIII siglo a.C.), y sobre todo por la renombrada version neoasiria (VII siglo a.C.) conservada en la onceava lapida de la Epopeya de Gilgamesh2• El

* Adaptado de P. MAGNONE, "Floodlig­hting the deluge: traditions in comparison", Stu­dio Indologiczne 7 (2000), p. 233-244.

ABREVIATURAS: SB = Satapatha Br~-Mbh = Mahiibhiuata-BhG = Bhaga­vad Gua -Ag= Agni Purii(la- Bhg = Bhilgavata Purii(la - Bhl; = Bhavin<J Purii(la - Bp = Brahmiu:ida Purii(la - Bv = Brahmavaivarta Purii(la - G(l = Ganuja Purii(la - Kl = Kalikii Purii(la- Mt= Matsya Purii(la- Ns = Narasimha Purii(la - Pd = Padma Purii(la - Sk = Skandha Purii(la- V dh = V~ttara Purii(la- Vr = Varilha Purii(la- Vs= Vi.mu Purii(la.

•• Profesor de Lengua y Literatura Sans­crita en la Universidad Cat6lica de Milan. Autor de diversos libros y articulos sobre Hinduismo.

1 Para una visi6n global cfr. H. USENER, Die Sintfluthsagen, Bonn 1899.

2 Cfr. E. SOLLBERGER, '/'he Babylonian Legend of the Flood, London 1962. A las men­cionadas es de aiiadir la versi6n helenfstica mas reciente por Berosso (apudEusebio).

por Paolo Magnone**

mito hebreo de Noe, en la doble version yahvista3 y eloista4, depende claramente del mito acadio, y ha inspirado a su vez las versiones arabes del Alcoran5•

La literatura clasica sobre el diluvio abraza un gran numero de cuentos6

cuyo origen y sentido exacto es dificil de establecer; en muchos casos parece tratarse de relatos particulares de alu­viones locales que poco tienen que ver con el diluvio universal. Sin embargo, consta que hay tres tradicio­nes distintas que pertenecen a nuestro asunto: la ogigia, la dardania, y espe­cialmente la historia de Deucali6n y Pirra mencionada en Pindaro 7 y Apo­llodoro8, y despues recogida por Horacio9 y Ovidio10, quien aiiade muchos detalles.

Por Ultimo, la tradicion india esta docu­mentada por muchas fuentes, desde el

3 Gen 6, 5-8; 7, 1-5.7-10.16.12.17.22-23; 8, 2b-3a.6-13.20-22.

4 Gen 6, 9-22; 7,11.13-16.18-21.24; 8, 1-5.13-19; 9,1-17.

5 Espec. Cor 11, 26-49. 6 Cfr. G A. CADUFF, Antike Sintflutsa­

gen, Gottingen 1985 (Hypomnemata 82).

53.

7 PINDARO, Odas Olimpiacas, 9, 41-

8 APOLLODORO, Biblioteca, 1, 7, 2. 9 HORACIO, Odas, 1, 2, 5-12. 10 OVIDIO, Metamorfosis, 1.

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tardo vedico hasta el periodo medieva111• El documento mas antiguo es un pasaje bas­tante extenso del 'satapatha Brahma(1tP, donde ya se encuentra Manu, el barco y el pez, bien que su identidad alin quede misteriosa. Fuera de la literatura vedica, un enlace con los desarrollos punlnicos sucesivos es suplido por una narracion en el Vanaparvan del Mahabhilrata 13,

donde el pez se da a conocer como Brahma. Solo en los Purii.t:ias encontra­mos la historia usual que relaciona el diluvio con la manifestacion de Vii;~u

como pez (matsyavatiira). A pesar de que los ensayos de cronologia puranica sean reconocidamente aleatorios, la ver­sion del Matsya14 parece la mas antigua, junto con la desconocida y algo anomala del Vi~~udharmottara15• Por otra parte,

11 Cfr. A. HOHENBERGER., Die Flutsage und das Matsyapurill)a, Leipzig 1930, para un resumen de las fuentes principales del mito del diluvio perteneciente a la historia del pez que lleva a salvo Manu sobre el barco (que sin embargo incluye por error tambien la versi6n del Pd, que trata en realidad de otra variedad del mito, perteneciente a la historia del pez que res­cata los Vedas robados por un demonio acua­tico ). Ademas, SURYAKANTA SHASTRI, 'I'he flood Legend in Sanskrit Literature, Delhi 1950, para un informe mas amplio, si bien algo indis­criminado, que incluye: a) versiones acerca del pez que lleva a salvo Manu sobre el barco; b) versiones acerca de Miirka.l}~ya tragado por el niiio ViJi~U; c) versiones acerca del diluvio en general, como fase del pralaya; d) otras. Aparte de la versi6n del SB, a la cual se le atribuye frl­volamente una antig(iedad mas grande que los mitos sumerio-acadios, s6lo se toman en cuenta fuentes epico-puninicas (pero la importante ver­si6n del Vdh, entre otras, esta ausente) sin siquiera intentar una clasificaci6n tematica.

12 SB 1, 8, 1-10. 13 Mbh 3, 187 (ed. Born.). 14 Mt 1-2. 15 Vdh 1, 75.

la narracion prolija del Bhagavata16 (y ademas otras dos secas referencias en la misma obra) es indudablemente mas reciente, y constituye la base para el resumen del Agni11 en su lista de avataras, y tambien para las dos mencio­nes del GarUl).a18• Otras versiones puni­nicas son mas extravagantes: el Skanda19, por ejemplo, proporciona un cuento del todo singular, por lo que iden­tifica el pez con Siva, mientras la dila­tada historia del Kiilikii20 injerta rasgos tantricos sobre una cepa tradicional. La version mas estrafalaria, sin embargo, es la del Bhavi~a21 , que reproduce subrep­ticiamente la historia de Noe, disfrazado bajo el nombre de Nyfiha y jprovisto en la ocasion de una etimologia sanscrita! El tema del diluvio ha sido recogido sucesi­vamente por poetas como Ki;emendra y Jayadeva, y mas recientemente Siirdas, Tulsidas y otros22• Tiene especial inte­res entre ellos Ki;emendra por su amplio tratamiento del asunto en el Dasavatiiracarita23•

Las tres tradiciones antes mencionadas concuerdan sobre unos puntos funda­mentales: la hwnanidad es exterminada por un diluvio, con excepcion de uno o mas hombres quienes sobreviven en un barco y son encargados de la renovacion del genero hwnano. No obstante, seme-

16 Bhg 8, 24 (cuento extenso); 1,3, 15; 2, 7, 12.

11 Ag2. 18 G<i 1, 23; 142, 2-3. 19 Sk 5, 3, 3. 20 Kl 32-33. 21 Bh!i 3, 4, l, 45-60. 22 Cfr. K. P~EYA, Madhyakiilin

siihitya memvatilrvlld, Viiriqtasi 1963, p. 4"10 s. 23 KSEMENDRA, Ddsavataracarita, 1

(espec. 18 ss.).

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jantes similitudes no son suficientes para legitimar una presunci6n de origen comUn, por pertenecer a objetos que dificilmente pudieran faltar en cualquier mito del dilu­vio en raz.6n de su misma estructura. Por otra parte, a veees se encuentran coinciden­cias mas particulares, como en el caso de las versiones biblicas y sumerio-acadias: por ejemplo, las correspondencias entre los episodios de las aves enviadas a la descu­bierta son demasiado exactas para admitir un origen independiente.

La relaci6n que existe entre estas versiones no nos extraiia, dada su raiz comiln. Lo que es mas maravilloso, sin embargo, es que tantos ilustres padres de la indologia -Weber24, Macdonnel25, Oldenberg26,

Keith27, W~ternitz28- hayan consentido a la bip6tesis mucho mas exigente de una relaci6n, 0 mas bien una afiliaci6n, de la version india a la sumerio-acadia, sobre bases tan dudosas como el argumento e silentio: como el mito indio del diluvio no se produce antes del SB ( que se atribuye usualmente al siglo X-VIII a. C.) tiene que ser un prestamo del acadio. Y ademas se le aiiade la supuesta coincidencia del tema de las semillas cargadas en el barco.

Recientemente, otros expertos se han expresado en favor de la independencia

24 A. WEBER, Indische Studien. I, Berlin 1850, p. 161 SS.

25 A. A. MACDONNEL, A History of Sanskrit Literature, 1899, p. 218.

26 H. OLDENBERG, Die Religion des Yeda, Berlin 19233, p. 283.

27 A. B. KEITH, The Religion and Philo­MJphy of the Vedas and Upanishads, Cambridge (Mass.) 1925, p. 25; 229.

28 M. WINTERNITZ, Geschichte der indischen Litteratur, trad. ingl. A History of Indian Literature, Delhi 1987, p.194; 379.

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del mito indio; pero, como ya lo habia observado Gonda29, no parece que todos los detalles relevantes para el asunto hayan sido tomados en adecuada consi­deraci6n. Lo que hace falta en primer lugar es un aruilisis del mito indio por si mismo, en su propio contexto y segiln su propio valor cultural, antes de poner la cuestion de su posible relaci6n con mitos de culturas ajenas.

Los rasgos principales de la version india mas antigua son los siguientes: un hom­bre pio (Manu) salva a un pececillo -el pececillo sufre gradualmente una meta­morfosis prodigiosa en monstruo marino-- le devuelve el favor a Manu descubriendole el diluvio inminente -el hombre construye un buque- empieza el diluvio -el pez viene en su ayuda- el hombre engancha el buque al cuerno del pez que lo remolca -se acaba el diluvio-­el buque atraca en la cima de un monte -el hombre desembarca y ofrece un sacri­ficio-- engendra descendencia con la mujer nacida del sacrificio.

Por contraste, he aqui los rasgos princi­pales de la version acadia: los hombres incurren en el desagrado divino -el dios supremo (En-lil) resuelve exterminarles a todos- un patrono divino (Ea) ayuda a un hombre pio descubriendole el diluvio inminente -el hombre construye un buque- carga el buque con bienes y cria­turas para preservar -elude la curiosidad de sus conciudadanos con un pretexto-­empieza el diluvio -los dioses menores aterrados censuran a En-lil- se acaba el

29 J. GONDA, "De indische zondvloed­mythe", Medede/ingen d. Koninklijke Neder­/andse Akademie van Wetenschappen, Afd. Let­terkunde, N. R., 41, 2, p. 27.

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cliluvio -el buque atraca en la cirna de un monte- el hombre envia aves al descubri­miento -desembarca y ofrece un sacrifi­cio- los dioses menores acuden alrededor del sacrificio y una vez mas reprueban a En-Iii -el dios supremo esta enfadado por quedar sobrevivientes- el patrono divino solicita su perdon -el clios supremo bendice a los sobrevivientes­apoteosis final.

Ya consta claramente por esta compara­ci6n preliminar que las dos estructuras divergen casi completamente. En primer lugar, los antecedentes del mito semitico introducen una motivaci6n etica para el diluvio como castigo de la humanidad pecadora. Tai motivaci6n brilla por su ausencia en la version india, que ofrece en cambio un antecedente de naturaleza folklorica: el hombre pio le hace bien a una criatura humilde, que resulta por fin un ser poderoso y le devuelve el benefi­cio -un motivo bien conocido de nume­rosos cuentos populares.

En segundo lugar, el mito acadio hace resaltar una clisidencia en el mundo clivino entre el dios supremo En-lil y muchos otros clioses, y sobre todo Ea, quien se atreve a tomar la iniciativa de salvar a su protegido. Desde luego, no cabe semejante clisidencia en el mono­teismo de la Biblia, pero algtln vestigio interiorizado de ella pucliera tal vez des­cubrirse en el mismo Jahve-Elohim, en forma de su tardio arrepentimiento, dela­tado por su resoluci6n de nunca mas decretar otro diluvio. En el mito indio no hay ni rastro de cualquier disidencia.

Tercero, en el mito acaclio al elegido se le confia la tarea de llevar a salvo ejempla­res de las criaturas, en vista de la palinge-

nesia futura. Como clije mas arriba, es precisamente la supuesta presencia de este tema en ciertas versiones indias lo que ha inducido a algtln experto a irnagi­nar una dependencia del mito indio con respecto al mito acaclio. Sin embargo, ese tema esta ausente en la version india mas antigua, la del SB. Es verdad que aparece sucesivamente, pero con una cliferencia capital: mientras en el mito acadio se trata invariablemente de parejas, o en todo caso de seres completos, en los mitos indios siempre se trata de semi/las, y las implicaciones de esto se hacen todavia mas caracteristicamente indias en el curso del tiempo.

Por Ultimo, pero no menos irnportante, el mito inclio no concuerda con el acaclio en alguno de los detalles marginales, cuya correspondencia hubiera sido tanto mas significativa para establecer una conexi6n, cuanto mas improbable es la genesis separada y fortuita de detalles arbitrarios. Por ejemplo, no hay ni rastro del episo­clio de las aves enviadas a la descubierta, que en cambio fue adoptado por la ver­sion jahvista gracias a su eficacia narra­tiva.

iQue queda entonces en comiln? Nada mas que esto: a un hombre pio se le noti­fica el diluvio que se acerca; el hombre construye un buque, atraviesa el cata­clismo, y llega por fin a la cirna de un monte, donde celebra un sacrificio. Pero hasta estas concordancias, aunque sean bastante genericas, son mas aparentes que reales, como vamos a ver en seguida.

El sacrificio que concluye tanto el mito acaclio como el indio tiene un valor clife­rente en cada uno de los dos. Los sobre­vivientes del mito acadio ofrecen un

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sacrificio de agradecimiento, alrededor del cual los dioses acuden "como moscas atraidos por el olor agradable". El sacrifi­cio demuestra el desatino de la resolu­ci6n divina de enviar el diluvio: los dioses disidentes ya se habian quejado inutilmente de que la exterminacion de la humanidad les hubiera privado de las victimas sacrificales; ahora estin alivia­dos por el olor de las oblaciones, e Inanna observa rencorosamente que al supremo En-Iii no se le debiera permitir gozar de lo que su irnprevisi6n habia puesto en peligro de perderse. Por fin, el mismo En-lil acepta el sacrificio de pro­piciaci6n y recibe a los sobrevivientes en el ntlmero de los inmortales. La propaga­ci6n de las criaturas no constituye un problema: las parejas van a encargarse de ella de la manera usual.

En el mito indio, por otro lado, es la misma preocupaci6n por la procreaci6n lo que mueve al sobreviviente (a quien el mito no atribuye una mujer) al sacrificio y a la practica tipicamente india del tapas (ascetismo). Por medio del tapas y del sacrificio Manu logra como hija a !<;la, la quintaesencia de la oblaci6n, con la cual va a engendrar todas las criaturas. Asi, en el contexto indio el sacrificio no es un instrumento de reconciliaci6n para apaci­guar a la divinidad, sino un procedi­miento magico para producir frutos. El resultado del sacrificio acadio es que los dioses -incluido En-Iii, gracias a la inter­cesion de Ea- bendicen y reciben a la pareja humana; el resultado del sacrificio indio es que Manu es puesto en condicio­nes de desempefiar su papel creativo. El rasgo comtln mas destacado es por tanto la construccion del buque, que sin embargo falta en las versiones indias mas recientes, y es apenas mencionado en las

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mas antiguas sin dar detalles de modali­dades y proporciones, como tipicamente ocurre al contrario en todas las versiones cercano orientales30•

La irnpresi6n de la independencia reci­proca de las dos tradiciones se hace mas firme cuando tomamos en cuenta los desarrollos sucesivos del mito indio. La versi6n del MBh esti de acuerdo con la del SB, aparte de la estructura general, sobre un par de puntos importantes: en primer lugar, el mencionado tema de la construcci6n del buque; y ademas, la ver­sion del MBh da a conocer el pez como el creador Brahma Prajiipati -otro rasgo arcaico que sitUa la historia en la epoca de los Bra~ (aunque el mismo SB se calle con respecto a la identidad de) pez).

De otro lado, la versi6n del MBh intro­duce unas cuantas innovaciones que van a ser adoptadas con regularidad por los Puriil)as. Las dos mas importantes son: el cuadro ciclico del pralaya (las reitera­das disoluciones del cosmos) y el motivo de las semillas.

Como virnos, el SB no ofreci6 ninguna raz6n para el diluvio, si bien poniendolo en conexi6n con el contexto cosmog6-nico, en que Manu tenia que enfrentarse con la dificil tarea de poblar el mundo. A pesar de no ser explicitamente mencio­nado, un cuadro ciclico podria quizas estar implicito, precisamente por no tener el diluvio alguna raz6n aparente, como si se tratase nada mas que de una rutina

30 Un interes comparable en modalidades y dimensiones se encuentra en algunas versio­nes indias con respecto a las metamorfosis de! pez.

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c6smica. Sea como sea en el SB, el MBh hace constar sin ambigiiedad el cuadro ciclico en que se coloca el diluvio por un pasaje31 donde se dice que "ya llega el tiempo de la disoluci6n universal por medio del diluvio". Por esto tambien un valor punitivo del diluvio queda total­mente fuera de cuesti6n, en caso de que el silencio del SB sobre el asunto pudiese haber dejado cualquier duda.

El motivo de las semillas es el equiva­lente indio del motivo acadio de las pare­jas: pero si es verdaderamente indio de modo inconfundible en su perfecta inte­graci6n con el tema del pralaya. Ninguna criatura que tenga forma puede atravesar el oceano de la disoluci6n de las formas y quedarse intacta, sino que todo debe confundirse en rudimentos informes, de donde cada cosa va a resurgir otra vez al amanecer de una nueva edad del mundo. Por lo tanto, no son parejas de seres vivientes completos y sexuados, sino semillas atin indiferenciadas que es pre­ciso conservar para el nuevo inicio.

La mayoria de las versiones puninicas, mientras imitan en general el modelo del MBh, se apartan de el principalmente en un punto: ahora el pez ha llegado a ser una encarnaci6n de Vi$PU, en conformidad con el desarrollo de la doctrina de los avataras, que, anunciada por primera vez en la Bhagavad Gita, alcanza su perfec­ci6n clasica en los propios Pur~, entre otras cosas con la elaboraci6n de listas distintas de avataras, donde el pez apa-

31 Mbh 3, 187, 28-30: aciriid bhagavan bhau mam idam sthilvarajangamam I sarvam eva mahilbhilga pra/ayQJ1J vai gami~ati II sarrrpr~-killo '}'Qlll lokilniup samupasthit~ (. .. ) tasya sarvasya sarrrpriiptab kii1aJ.i parama­dirru(lab.

rece con regularidad, hasta el estableci­miento de la lista (mas o menos) can6nica de los dasiivatara ('diez· encarnaciones') empezando por el pez32•

Si esta innovaci6n puranica es muy com­prensible en el cuadro de la historia del visnuismo, otra innovaci6n es mas sor­prendente, y al parecer no otra cosa que el producto de la casualidad, por no tener raz6n aparente: a saber, ninguna de las versiones puninicas33 recoge el motivo de la construcci6n del barco. Sin embargo, es precisamente esta ausencia, como veremos en seguida, lo que nos va a entregar la clave para entender el sen­tido profundo y original del mito indio del diluvio.

Las versiones puninicas mayores general­mente pasan por alto el asunto; pero en el Matsya el pez muestra a Manu un buque preexistente y declara que fue fabricado por los dioses ( o quizas sea: por medio de los dioses) para reseat&" a las criaturas34• Pues l,que es este buque que aparece tan repen­tino, que Manu va a cargar con las cuatro clases de seres vivientes -nacidos del sudor, de los huevos, de los brotes y de la placenta-, que va a ser sacudido por las ondas del oceano de la disoluci6n y final­mente llevado a salvo por el finne anclaje al

32 Sobre las listas de avatiiras v. P. MAG­NONE, La teoria degli avatiira net Vi~r)udharmottara Puriir)a con portico/are riguardo al/a Sankara Gitii, (Tesi di Laurea -UniversitA Cattolica di Milano), cap. I.

33 Con excepci6n de la tardia versi6n del Kl, que aparte de unas cuantas adiciones dignas de nota sigue por lo demas el prototipo del Mbh hasta los detalles.

34 Mt 1, 31: naur iyQJ1J sarvadeviiniin:i nikiiyena vinirmitam mahiijivanikiiyasya ra}qQF)iirtham.

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cuemo del pez? La soluci6n se halla en el Bhiigavata -pero no en el cuento mJis dila­tado ( que sin embargo tambien rnantiene que el barco fue enviado por el pez) sino en una breve alusi6n en una lista de avatiiras, donde se dice que Vi~u adopt6 la fonna de pez con ocasi6n del diluvio en la epoca del Manu cakSUsa para proteger a Manu Vai­vasvata haciendole subir a bordo de un 'barco esenciado de tierra' (naur

maliimayl)35• Identica estrofa aparece en el Garufk/6; pero s6lo en el V~ttara el asunto queda algo aclarado: cuando Siva rodea la tierra en fonna acwitica destru­yendo todas las criaturas, la tierra personifi­cada en la diosa Sati se convierte en un barco y lleva las semillas de todas cosas: naur bhiltva tu safi devl tadiJ... dhiirayaty atha bljam sarvaey a8e.sata/J7. Una reminis­cencia de esta misma identificaci6n se des­cubre en el pasaje del Ddsavatiiracarita de ~mendra donde se dice que el barco atado al cuemo del pez es 'ancho como la tierra'38•

Y luego Tuls1diis, cant.an.do la divina fda (el 'juego' creativo del Sefior), una vez mas reswnini en pocas palabras esenciales la obra del avatiira: por el bien de sus bhaktas ('devotos') Rama tom6 fonna de pez y con­virti6 la tierra en un barco39•

Ahora podemos comprender por que el antiguo motivo de la construcci6n del barco en el SB y en el MBh fue dejado de lado en las versiones puninicas: el barco

35 Bhg 1, 3, 15: ~ca jagrhe miitsy~ C~lJl!l{Jlave navy iiropya maliimayyiim apad vaivasvata~ manum.

36 Gd 1, 23. 37 Vdh 1, 75, 9-10. 38 Ksemendra, Dasavataracarita 1, 44:

taducca8rngasamlag~ nilvam dhrtim iviiyatiun. 39 Tulsi<:W, Granthiivali, citado en K.

P ANQEY A, Madhyakilf111 sahitya mem avatilrvad, Viir~asi 1963, p. 411.

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es algo mas que el simple producto de la obra humana -es la misma Tierra en su forma 'diluvial'. Como dice explicita­mente un pasaje del Skanda (pertene­ciente a otra variedad del mito del diluvio que no nos ocupa ahora40):

ekiir~ave mahiighore naur iva /cyetram 1ksyate41 "en la horrible inundaci6n total la tierra se parece a un barco". Siendo asi, ademas, el barco ya no es un arte­facto cuyos procedimientos de fabrica­ci6n tenga sentido especificar (co mo es el caso en el mito acadio); al contrario, es el al6tropo invariable de la Tierra al tiempo del diluvio. Pues el motivo de la fabricaci6n del barco estaba justificado en el contexto del SB porque alli el diluvio aun no habia llegado a ser un acontecimiento ciclico (por lo menos explicitamente ); mientras en el MBh si lo era, pero la doctrina de los ciclos c6smi­cos, asi como la doctrina de los avataras, seguia en su fase inicial42, y ailn no habia llevado a la cristalizaci6n de un reperto­rio simb61ico preiiado, como en los Pura~.

En estos textos el diluvio forma parte del esquema del pralaya c6smico consu­mado por el fuego y el agua, que el Matsya en efecto describe en el mismo contexto del diluvio: cien aiios de sequia y carestia, la tierra abrasada por siete

40 El mito de Miirkapdeya testigo de la inundaci6n del pralaya ha sido tratado por H. BRINKHAUS, "The Miirkapdeya Episode in the Sanskrit Epics and Puriipas'', Studia Indolo­giczne 7 (2000), p. 59-70.

41 Sk 2, 2, 3, 9. 42 Esto se demuestra, entre otras cosas, por

la confusion en el empleo de terminos como ka/pa, mahayuga y yuga, como ya lo ha seil.a­lado M. BIARDEAU, "Etudes de mythologie hindoue (iv)", BEFEO lxiii (1976), p. 121 ff.

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soles y el despertar de la yegua de fuego submarina, y finalmente ahogada por la lluvia espantosa caida de siete nubes con­densadas por el humo de la conflagra­ci6n. El panorama ultimo es el ekiir~va, la mar Unica omnienvolvente que simbo­liza el Uno sin form.a en la que han vuelto a confundirse todas las criaturas.

No obstante, la palingenesia del ciclo que viene requiere una reliquia del viejo mundo para convertirse en el nuevo. Esa reliquia es expresada en distintas image­nes miticas, la mas conocida de las cua­les es probablemente Sei;a, el lecho­serpiente de Narayana dormido a flote sobre las aguas c6smicas: el propio nom­bre (sesa 'lo que sobra') lo da a conocer como un emblema del 'residuo' del gran sacrificio c6smico43, preservado para el despertar creativo al amanecer del nuevo ciclo.

Por tanto, el buque cargado de semillas no es si no otro emblema del residuo y su receptaculo: la misma tierra encogida hasta el tamaiio de un barco, la ilnica form.a capaz de resistir al triunfo del ele­mento lfquido. El Vi~l)udharmottara

sobrecarga el simbolo de nuevos valores, aprovechando la intrinseca polisemia de la funci6n simb6lica: la tierra transfor­mada en barco es al mismo tiempo Safi, la consorte de Siva, el destructor, trans­form.ado a su vez en agua para cumplir su funci6n aniquiladora; sin embargo, con­forme a la caracteristica ambivalencia expresada de manera ejemplar por el linga en su doble aspecto, como falo creativo y columna de fuego destructiva,

43 Cfr. M. BIARDEAU, Etudes de mytho­logie hindoue. Cosmogonies puraniques, Paris 1981,p. 52 f.; 170.

el Siva destructivo que hunde la tierra­mundo es al mismo tiempo el Siva fecundante que abraza la tierra-barco y la preiia con las semillas de todos los seres.

Esta identificaci6n simb6lica de la tierra con el· barco, aunque apenas sea tocada por encima en el pasaje mencionado antes, posiblemente por ser demasiado obvia en el contexto mitico, es indirecta­mente corroborada por la comparaci6n con otro mito de avatiira, que en una atenta consideraci6n va a revelar impre­vistas homologias con el mito del pez -a saber, el mito del verraco, tal como apa­rece, por ejemplo, en el MBh44• Vii;:p.u esta cruzando la mar c6smica en busca de la tierra; cuando por fin la descubre al fondo del pielago, toma form.a de verraco, se abisma y vuelve a la superfi­cie enarbolando la tierra en su ilnico col­millo. En este caso particular la lecci6n es damstre~ikena, mas en otros sitios45

srngenaikena; y ekaSrnga 'el de un solo colmillo' es en efecto uno de los apelati­vos mas tipicos del avatilra del verraco.

Pues precisamente el cuemo -srnga sig­nifica tanto 'cuemo' como 'colmillo', y encima 'pico, cumbre'- es el rasgo que aparece con mayor frecuencia en casi todas las versiones del mito (diluvial) del pez (si se exceptUan las que prescinden de todo detalle por raz6n de su extrema brevedad). El mito del verraco pone en escena un animal semi-acuatico, simbolo de fecundidad, que penetra en la matriz de las aguas y sale llevando la tierra sobre el ilnico cuemo cuya valencia itifa­lica es evidente -tambien hay variantes en que se dice explicitamente que la tie-

44 Mbh 3, 272, 49-55. 45 P. e. Mbh 3, 142, 47.

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rra queda fecundada por el contacto46• El mito del pez, de manera similar, pone en escena el animal acuatico par excellence, que es igualmente un simbolo de fecun­didad, mientras corta las olas de la inun­daci6n diluvial llevando algo --61 tambien- en su cuerno itifalico: el barco, cuya equivalencia con la tierra en el mito del verraco aparece ahora con toda evi­dencia. He mencionado anterionnente la version del Vi$~udharmottara, que tam­bien aiiade explicitos desarrollos sexua­les como la susodicha variante del mito del verraco.

Al respecto, cabe llamar la atenci6n sobre el hecho de que, junto a su valen­cia falica en la esfera del simbolismo sexual, el cuerno tambien tiene una valencia axial al nivel c6smico, como imagen del axis mundi, el fundamento finne de la tierra. El simbolismo del axis mundi aparece en numerosos mitos de avatiira: se descubre, por ejemplo, en la montaiia rotante soportada por el avatiira de la tortuga, o en la columna de la cual sale el avatiira del hombre­le6n47 -asi como, por supuesto, en el linga de Siva. En cuanto al divino monoceronte, al lado del pez y del verraco -en cuya relaci6n hay que poner en evidencia que los textos no ofrecen ninguna explicaci6n de la rareza del cuerno o colmillo ilnico-- tenemos otro ejemplo en Ganesa, el dios con cabeza de elefante, quien tiene tambien un unico colmillo, aunque en su caso el mito proporcione una explicaci6n trivial

46 Cfr. Vs 5, 29, 23-24; Kl 29; yen gene­ral, sobre las distintas versiones del mito del verraco, P. MAGNONE, "Variiha. L'avatara del Cingbiale'', Abstracta 31 (1989) p. 14-21.

47 En la versi6n del Bhg 7, 8.

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de la mutilaci6n: el otro colmillo se lo quebr6 peleando con Parasurama48.

En consideraci6n con lo anterior, esta­mos ahora en condiciones de solucionar satisfactoriamente la duda de Gonda, quien habia observado, reflexionando sobre la doble funci6n del pez -el cual de un lado advierte a Manu del diluvio inminente, y de otro lado remolca a salvo el buque- que la segunda funci6n es superflua, desde un punto de vista racio­nal, ya que los barcos pueden ir por si mismos, o con la ayuda del viento ( como es costumbre en los mitos del diluvio )49. Ahora sabemos que la segunda funci6n, aunque no tenga fundamento racional, si tiene profundas raices en el complejo simb6lico que he tratado de bosquejar.

Alin quedaria mucho por observar sobre los desarrollos sucesivos del mito: por ejemplo, sobre la identificaci6n de la cuerda que ata el barco al cuemo con una serpiente, en el cual es facil reconocer a ~. Y mas equi­valencias inesperadas entre representacio­nes miticas, al parecer distintas, empiezan a destacar: Vi~u dormido en el medio del oceano sobre el lecho-serpiente en una faja de tierra al pie de un baniano --una faja de tierra que, como sugiere el mencionado pasaje del Skanda, se parece a un barco-­todavia es el pez atado al barco con la cuerda-serpiente -mas al mismo tiempo es el dios quien mantiene derecho el pico del Map9ara (srnga, una vez mas) rodeado por las espiras de la cuerda-serpiente y sopor­tado al fondo de la mar por la tortuga telu­rica. Pero la solidaridad subterranea de todas estas representaciones miticas se expresa

48 Cfr. Bv 3, 43; B• 3, 42. 49 J. GONDA, op. cit., p. 33.

160 El mito indio de/ diluvio en su relacion con /os cuentos c//Jsicos y proximo-orientales

de una manera mejor en una version bas­tante estrafalaria del Skanda5°, que voy a reswnir en seguida para concluir y sin comentario, dejandole al lector la tarea de penetrar por sf mismo los laberintos simbolicos del texto. El sujeto del mito es la vision arcana de Mark~9eya, quien comparte con Manu y los Siete Sabios el privilegio de atravesar incolwne la diso­lucion cosmica. Pues Mark~9eya, mien­tras esta nadando en medio del oceano cosmico, percibe al hombre primordial (puru~a) parecido al sol en esplendor, el

50 Sk 5, 3, 3.

pico (srnga) del Himalaya y Manu en actitud filial, los tres revolviendo ince­santemente sobre la superficie del pie­lago como un tomo de alfarero. Despues tropieza con un pez enorme ($iva) que se lo traga. En el interior ve un rf o pululante de peces, y en el una hermosa mujer morena (~ii ('ambrosia'), nacida de los miembros de Siva) quien tiene un barco entre SUS rodillas. A bordo de el suben Manu y Mark~9eya llegando por fin a salvo.