El ‘mito de Maipú’ en la poética de Leopoldo Marechal
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EL *MITO DE MAIPÚ'EN LA POÉTICADE LEOPOLDO MARECIIAL'
María Rosa LojoCONICET Universidad de Buenos Aires,
Universidad del Salvador
1, La llanura austral: espacio dominante del poema.
'El Sur", como horizonte eutópico o distópico, recutre obsesi-vamente en la literatura argentina. Una de sus configuraciones más
bellas y constantes se halla en la obra de Leopoldo Marechal, dondeconstituye un elemento fundador. No se trata aquí del Sur lejano: laPatagonia o la Tierra del Fuego, sino de un Sur más inmediato: el de laProvincia de Buenos Aires, el de los campos de Maipú.
Un texto del libro juvenil de Borges: Inquisiciones, habla de laetapa que sigue al primer momento de entusiasmo lúdicro y acrobaciaverbal que dieron el "tono" de esa vanguardia a Ia que también Marechalperteneció. ¿Qué ocurre "después de las imágenes" ( Inquisiciones )cuando se tocan los límites del gesto de escándalo, y se aspira afiascender Ia pirueta ingeniosa? :
La imagen es hechicería [...] Hay algo superior al travieso y alhechicero. Hablo del senlidiós, del ángel, por cuyas obras cambia elmundo. Añadir provincias al Ser, alucinar ciudades y espacios de laconjunta realidad, es aventura heroica.
Tal afan de transmutar la mera diversión en épica conskuctiva, secenka, en esta etapa de Borges, sobre dos espacios clave de su"geografia mítica" propia: la pampa y el suburbio ( "La pampa y lossuburbios son dioses). Días como flechas (1926¡, en cambio, iib.oliminar2 de Leopoldo Marechal, se vuelca enteramente hacia elhorizonte de la llanura para diseñarun mito literario personal.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de un "mito literario"? Si
bien la literatura y el mito no pueden asimilarse sin más, por aten-
dibles razones, en tanto la esfera estética (que no es la conciencia
mitológica colectiva3) tiene su propia operatividad, alcance yautonomía, también es cierto que ambos comparten símbolos (por lotanto una capacidad polisémica, una múltiple irradiación semántica), yque ejercen un efecto de encantamiento y fascinación (si bien el mito,no así la literatura, suele proyectar ese efecto sobre el campo de las
acciones comunitarias)4. En el caso de [a simbólica marechaliana
cabe señala¡, además, que la específica función estética, se acrecienta
con una aspiración de conocimiento metafisico, y una dimensión
religiosa5.Marechal asumió en plenitud la 'oaventura heroica" de "añadir
provincias al Ser", según la expresión de Borges: territorios virhralesque responden, dentro de su obra, al "orden del mito": se trata de
espacios poéticos fundantes, inmunes, en su potencia significativa, al
tiempo y al deterioro, incesantes generadores de sentido, núcleos de
iluminadora renovación. Esto es lo que sucede con 'Maipú" en la poética
de Leopoldo Marechal.EnDías comoflechas, la dominante del texto es el espacio abierto
de la llanura, sin límites visibles, y la velocidad que recore una distancia
medida en tiros de flecha, disparos de honda, pasos de danza, el arco
de la música, la voz poética. La metáfora acorta y disuelvevertiginosamente esa distancia, hasta que los mirlos "picotean las
estrellas" (55) Caballos yjinetes cr¡.Man este llano imprevisible, donde
todo es inauguración creativa. La tierra es una caja de resonancias, un
"tambor bajo el talón del hombre" (72) y el poeta, un "pastor de
grandes cosas que se mueven" (50).En este escenario de transformaciones vertiginosas, donde se tejen
las equivalencias más insólitas sub specie pampeana, y se ejecuta
cabalmente la teoría vanguardista de la metáfora como "correlaciónde lejanías", aparece un eje cenhal que constihtyenovedad considerable
en un territorio tradicionalmente masculino y épico. Se trata de una
imagen femenina multidimensional, sembradora o segadora, datuanna,siempre construida como paradigma de una libertad cósmica, iniciadora
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del ritmo de la vida, creadora de mundos: "(El cazador de pumas dice
oue el sol brota de tu/mortero/y que calzas al día como a tus
hermanitos)". Ella, la que conoce los signos de la lluviay atribuye los
nombres de las cosas, es una presencia simbólica que ha entrado en la
poéticamarechalianapara quedarseo. Por ahora es la figura luminosa
d" * "or*os transparente y prístino, donde todo es auroral, fresco,
recién venido a la existencia, tensión hacia el advenimiento.
Las Odas para el hombre y la muier (1929) no olvidan el "origen"
mítico en un Maipú que ya comienza a teñirse de un aura elegíaca,
aunqlre la elegia será luego enterrada por el poeta, junto al Mar del
Tuyú ("Invención y muerte de la elegía", "La Alegropeya",
Hiptamerón).Lavozdel que ha partido de ese mundo idílico rompe
el iilencio, transgrede con su desmesuraun orden hecho de "canciones
atadas,' ("Pero mi voz crecía/ por sobre mi cabeza/y unnudo se soltaba
en mi canción"). En la Ciudad junto al Río, retornan, desde la nostalgia
profunda, los tópicos de la llanura: el viento, el buey, el boyero, el
caballo, la espuela, los jinetes. La insatisfacción y la guerra complican
el antiguo horizonte del descubrimiento, lo ensombrecen con la
experiencia del dolor y la anticipación de la muerte. Con todo, una
imagen cósmica persiste: es la mujer, pero no ya la caminante o la
danzainaadolescente, sino el eje mismo sobre el cual gira la tierra, la
asignatura más dificil que debe ser aprendida para entender los números
secretos de la Creación y los nombres de los seres. Imagen cadavez
más compleja y hermética, que retornará en las visiones del "Cuaderno
de Tapas Azules" en Adán Buenosayres : "IJn misterio la sigue: quien
lo toque/ nacerá para siemPre" (99)
La "gravitación de cielo" se ahonda en los Poemas Australes (1937)
que reconstruyen un orbe redondo de leyes claras y códigos precisos,
donde la tierra aún esconde "su vejez entre flores". Pero el gozo del
poema ya no es futuro, sino la perfecta felicidad perdida: "Yo recuerdo
una edad prometida del gozo:/ha dejado en mi lengua un entrañable/
sabor de paraíso". Entonces el universo hablaba en un idioma de
"animales y flores/resplandecientes". Ap¿recen el Buey, y el Domador:
hombre iletrado, que no conoce los números cósmicos, pero que está
"escrito por ellos" y los ejerce con su arte que moldea y disciplina la
ñ:erzadel caballo de acuerdo con ese orden secreto: "amigo del origeny entregado a nosotros/en el día más puro de su origen". "Abuelocántabro" es otra figura de la medida y la sabiduría de los ritmoscósmicos: "sentado con honor enlabalanza/de la justicia,/centro deun mundo firme" (163), imagen perdurable como "las maderas antiguas"que de lo humano se eleva a lo sobrehumano. El poemario se cierracon el retorno melancólico al Sur. Ya no se puede rescatar, sino en [apalabra, "el oro de los días borrachos que danzaban/sobre la loma deMaipú, en el tiempo/ de las grandes cosechas" (165). Los hombres ymujeres que el niño ha conocido en su fortaleza y su aparenteinvulnerabilidad ahora "duermen allá, en el bajo de Maipu/ todosreconciliados con la tierra/ en un abrazo último", pero siguen los ciclosde la vida, aunque la infancia ha muerto. Por eso, el mito no pierde sudeslumbrante vitalidad. Ni la infancia, ni los héroes ni heroínas deMaipú, ni la mujer sobre la que gira la tierra se desvanecen en elpasado. Marechal los rescatará, una y otravez. El Origen se recolocaen el Fin como metáfora: horizonte prospectivo de una esperanzametafisica inagotable, y también, en otro registro de mayor inmedia-tez, como camino hacia una mejor comprensión sociohistórica de loargentino.
2. La pampa en la ciudad: el Adán Buenosayres.
2.1. Maipít: producción de valores sociules vivos.
En el Adán Buenosayres se presentan las formas cristalizadas (oen proceso de cristalización) que definen el imaginario colectivoT.Entidades de la literatura y de la historia se corporizan por los "poderesmágicos" de la palabra, para entablar extraños diálogos con losexcursionistas de la "gesta de Saavedra". Desfrlan, así, el Gliptodontede la Pampa -un tatur o peludo gigantesco- supuesto representante del"Espíritu de la Tierra", eu€ instruye a los excursionistas sobre laformación de la llanura (y de la sociedad argentina que parece edifi-carse sobre ese modelo pampeano, aunque de ciudad se trate) con
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aluvionales "elementos de destrucción, acarreados desde los ocho
rumbos del Globo hasta nuestras llanuras por el tenible y nunca dormido
viento de la historia." ( op. cit.,l 79- 1 80) También integra esta procesión
fantasmal un cacique ranquel, significativamente llamado'oPaleocurá"
-antigua piedra, en una mixtura de griego y de mapuche-, que aparece
cor¡1o "raiz" del pasado, pero ya no como elemento operativo en el
oresente. En cuanto al gaucho, arquetipo nacional heroico, no deja de
,"n",,uS detractores entre los vanguardistas, al punto de que Samuel
Tesler lo considera antes un "estereotipo literario" que una entidad
viviente.Adán, por su parte, sigue sosteniendo la realidad del gaucho desde
el "rnito de Maipú", que recurre como Edad de Oro perdida para é1,
desterrado en la ciudad, ya desde su despertar en Monte Egmont.paraíso patriarcaly pastoril de vascos aquerenciados (y también de un
indio, el "pampa Casiano"), regido por la figura ejemplar del abuelo
Sebastián, contrabandista audaz en el tiempo de Rosas. Ellos son -
afirtna- los verdaderos héroes que oponen su praxis sencilla de coraje
austero y caridad a la fantasía del poeta "tejedor de humo":
[...] vidas heroicas y sin resonancia, en la llanura; mueftes heroicas
y sin resonancia [...]" (op. cit.,356) "[...] vidas heroicas y sin laurel en
la llanura: muertes heroicas y sin laurel 1...1" (op. cü.,358)
¡Señor, yo hubiera querido ser como los hombres de Maípú, que
sabían reír o llorar a su debido tiempo, trabajar o dormir, combatirse o
reconciliarse, bien plantados en la vistosa realidad de este mundo! Y no
andar como quien duda o recelaentre imágenes vanas, leyendo en el signo
de las cosas mucho más dé lo que literalmente dicen, y alcanzando en la
posesión de las cosas mucho menos de lo que prometíat (op. cit.,352)
Las acusaciones de despojo y rapiña proyectadas sobre el in-migrante que se constituye en nuevo "bárbaro invasof ' desde las últimas
décadas del siglo pasado, tienen su contrapartida no sólo en la imagen
fundadora del "abuelo cántabro", profundamente arraigada en loargentino criollos, sino en la tesis del "inmigrante corrompido" por la
fácil e informe nqueza de la Argentina, que desbarata la ya este-
reotipada figura del "inmigrante corruptor" (Svamp a, 1994, 69-83). Si
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los extranjeros, en su temrño, tenían una admirable dignidad y un"sentido heroico de la existencia" (142),la Argentina, con su abun-dancia relativamente facil, y su moral acomodaticia, lo ha ablandado ydisuelto.
Por eso el clásico "viaje iniciático" a Europa (en términos de Viñas)asume aquí otro matiz. Adán vuelve a la tierra de sus mayores no porel afán de sumergirse en el santuario de la cultura -lujo y deslum-
bramiento del que la "barbarie" americana carceeria- sino para
recuperar algo intimo que se ha perdido: la medida, la forma espirifualque no se halla tan sólo en monumentos y obras de arte, sino en lagenuina forma de vida de los pueblos.
Mientras que otras figuras estereotípicas de lo argentino y de supre-historia: desde el cacique ranquel y Santos Vega al malevaje orillero,quedan anquilosadas y acartonadas en el pasado, destinadas al museo,
sometidas a la narodia, o, en el mejor de los casos, a cierta estilizaciónelegiaca, Maipú sigue representando valores actuales y vivos: elverdadero heroismo cotidiano, la hondura de la memoria histórica, yla promesa de una fecunda instalación en el mundo.
Podría decirse qte Adán confirma las tesis sombrías de RadiograJía
de la Pqmpa (Martinez Estrada) y de la tradición sarmientina, pero
para invertir completamente su sentido. Si el campo, en efecto, "entra"en la ciudad, no lo hace como fuerza caótica y disolvente, sino comopotencialidad capazde crear el orden cuando se conocen los números
exactos, larazóncósmica, el peso y la medida. Conocimiento que el
poeta buscará en las complejidades simbólicas de saberes esotéricos,pero que los campesinos sencillos de Maipú ya dominaban con intuiciónprecisa. La segadora o danzarina y el domador ejercitan, así, la practica
de organizary armonizarun caos sólo aparente.
En cierto modo podemos leer al Adán como una gran máquina de
traducción, interpretación e interpenetración de lenguajes, de códigos,
de leyes. Las leyes de la llanura, el Ienguaje secreto de los elementos,tienen unapresencia activa en el mundo babélico de la ciudad, a través
de una llave: la de la poesía, que vence al Terror Tiempo y al TerrorEspacio, detiene el vértigo de lo perecedero, y construye la "rosa
evadida de la muerte", el único futuro perdurable. ¡ i j_ _
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2,2. Maiptti y la aventura perenne de la creación'
Volver alapureza del origen en un movimiento de revisión y
reconstrucción, en vez de intentar faciles o ridículos mimetismos, parece
"""-¿.r¿. el punto de vista sociológico, la propuesta que alcanzará
iiliUi¿n profrrnda radicalidad y mayor expansión en el ámbito poético-
il.iu¡rióo, en la gestación de un cosmos nuevo mediante el disparador
i, lu .r.utiridad verbal. No es cierto, en este sentido, que Maipú
I.*ft. .1¡n modelo imposible de componer y de recuperar, un modelo
orr ro ofrece posibilidades concretas en sentido progresivo" (capelli
I otrot, 1989,257). La recuperación se da, con creces, en la
áonstrucción de Maipú como modelo permanente -pasado y futuro,
puruiro perdido y paraíso por construir- del Otro Mundo instaurado
oor la Poesía'' poi do. veces, Adán expone en la novela su poética: en la glorieta
de ciro Rossini, y en la séptima espira del In{ierno de schultze; en
ambas debe justificarla y justificarse porque la poesía que defiende se
elabora a contracorriente, en aparente oposición al orden dado y visible
de la realidad. Podríamos destacar algunas de estas tesis:
l. La poesía es una suerte de revolución ontológica que supone la
violación y transgresión del orden natural, pero para crear otro orden
inédito:Jugar con las formas, arrancarlas de su límite natural y darles
milagrosamente otro destino, eso es lapoesía. (AB,26l)' Los ejemplos
elegidos son precisamente las audaces metáforas de su primer libro,
Días comoflechas, trabajadas sobre las criaturas del llano'
2. Elpoetarealiza esta operación retrokayéndose al Caos primordial
unidad de lo no-manifestado, reseryorio de "posibilidades infinitas"
(A8,286).Es allí donde encuentra los nuevos vínculos posibles' Más
dla d. lu oposición cosmos/caos que algunos críticos han visto -y ello
es correcto desde cierto punto- entre Maipú como "orden" y cosmos
inmutable, y la ciudad como caos demoniaco, imperfecto (Melis, yCapelli y otros, 1989) , cabe señalar que Maipú, en tanto centro vivo
de una..usina" poética en permanente producción, es también trn núcleo,taótico" en el mejor sentido del término. Una suerte de vórtice desde
el que sepuede acceder a la conciencia in{initamente móvil del Creador,
..'f.t it § [f :.1, .. j -1,'..{!i Í t27
que construye y destruye los mundos "como jugando". Un verdaderolaboratorio de escritura, no un circuito cerrado, estático.
Por otra parte, en la ciudad y desde ella, se escribe el "tratado deestética" §orma PérezMartin, 1996) que es el "Cuaderno de TapasAzules", se replantea la experiencia de Maipú (se "ve" de otra maneraa Maipú, a la distancia), se formulan las tesis de la vanguardia, y secomprende -en la frontera ciudad/pampa que es Saavedra- la unidadcompleja, hecha de pluralidades y aleaciones varias, de la sociedadargentina. No es casual que en Megaftn o la Guerra, Buenos Airessea evaluada como "centro necesario", "único centro deuniversalización" (p. 83) donde converge, en busca de una síntesis, elmapa étnico y cultural de las provincias. En ese sentido la Capital,destructora, sabe "reconstruir lo que ha destruido" (83).
En el Adán,la aproximación y tensión interna entre la ilimitada,abierta libertad virfual del espacio pampeano y el caminado laberinto(real) de la ciudad, es lo que acrecienta el estallido poético, que se daen la aproximación de lo diverso, en la correlación de lejanías. No hayun quiebre trágico entre lo natural y lo cultural, entre campo y ciudad,sino una impregnación e interacción creadora. Tampoco hay escisiónentre "este lado" y el "otro lado", entre lo nafural y lo sobrenatural. Laapuesta cognoscitiva de la poética marechaliana no es desgarrada.Esgrime una voluntad alegre, un impulso afirmativo: la certeza de quese trasciende la "ilusión separativa", las dicotomías creadas por el"velo de Maia" y de que se puede salir "por arriba" del laberinto.
3. La poesía, pües, crea "un mundo otro" que rehace el Origen y lore-pristina. Por ello, este mundo altemativo del poema se define tambiénprogresivamente como el Otro Mundo: reconstrucción auroral delParaíso que, para H. A. Murena (Lojo, 1990,33-46), es la tarea esencialdel acto poético y de su núcleo vivo, la metáfora. Ese lugar del lenguajeaceptado en su plenifud y equivocidad, esa tierra-arcángel que late yrespira, absorta en su vitalidad y en su inocencia, configuran justamenteel cosmos propuesto por Marechal en Días comoflecha.s: "una tierraque amasan potros de cinco años", "un país más casto que la desnudezdel agua", "una tierra impúber". Mundo soñado en la noche poética, lanoche del Caos y del Origen, antes de la manifestación.
En el Adán Buenosayres se promueve, por un lado, un desfile de
tioos y estereotipos que reconen las calles de la ciudad, las sendas
frlnterizas de Saavedra y los vericuetos del Inñerno de Cacodelphia.
Se exhibe el desgaste y el anquilosamiento de estas imágenes
paralizadas,que no son aptas para representar un universo en mutación
í en tensión permanente, volcado hacia la futuridad. Ésta, en cambio,
"*"rg" en la dimensión poética libre que desintegra lo compacto,
moviliza lo inmóvil, mezcla lo heterogéneo y construye nuevas unidades
mitoPoéticas.La insaciable productividad de la poesía resemantiza en un etemo
oresente siempre renovado el paraiso de Maipú, y renuncia a la fusión
Lntre la Solveig terrestre y la celeste para transformarla en imagen
pura, espejo de un interminable advenimiento. Reinstala, en el espacio
alucinado del sueño, al "mundo que gira sobre su mujer" en la imagen
de la "mujer de la esfera": "al estudiar aquella enigmática f,gura de
mujeruna inquietud antigua despertaba otra vez en mi ánimo; era un
flujo de voces que yo creía muertas para siempre, o la resurrección de
aquella imagen de la felicidad que recién había sepultado yo en eI
primerotoño demi alma. Entusiasmos de ayer, gustosperdidos, hervo-
res de guerra y frescuras de canto volvieron a enseñorearme..." (382)
El singular collage qu.e es la novelal dán Buenosayres,y en ella, la
ciudad de Buenos Aires, se proyecta así -desde su héroe mismo, en
tanto sujeto sufriente y en tanto poeta- sobre un horizonte metaforico
indefinido e infinito: el de la llanura abierta del Origen, como 1o que
fue en el Principio y 1o que será en el Fin (cfr. Monteleone,1989,37-
52). Esta experiencia poéqica de lo pampeano es también lo únicointocado por la parodia en el itinerario nocturno de Saavedra.
3. Maipú: memoria fundacional histórica y simbólica en
El Banquete de Severo Arcángelo y Megafiín o la Guerra.
Pero el más misterioso avatar del Maipú de la niñez se da acaso en
la segunda novela marechaliana: El Banquete de Severo Arcángelo,cuyo héroe se llama, significativamente, Lisandro Farías. Unpersonaje
,,'-JHL ,,o,c,;
pampeano (el Lisandro de Antígona Vélez) lleva este nombre, y otros
dos personajes del Sur, este apellido: la peona Ezequiela Farías,recordada en uro de los "Epitafios Australes", y el domador de caballos
Liberato Farias, que aparece en el Adán Buenosayres (321 y ss):
Liberato (el liberado y la figura de la libertad creadora) es capaz de
controlar y transformar las fuerzas elementales, de la misma manera
en que el poeta genera nuevos seres, nuevos cosmos, nuevas armonías,
a partir del Caos anterior a la Creación en la mente de Dios (Adán,,Libro Y Cap. I). En El Banquete, Lisandro Farías, "nacido en lallanura, muerto en Buenos Aires y resucitado en la Cuesta del Agua"(8, pp. 12-13) es el protagonista de un viaje extraordinario (un proceso
alquímico de transmutación) que lo transformará interiormente, que loconvertirá en un "hombre nuevo". Por lo demás, el encuentro con el
enigmático Lisandro Farias, se produce gracias a que Marechal,personaje de su propia novela, ha ido a visitar a otro domadorpoemático, el Celedonio Barral que colresponde auno de los EpitafiosAustrales, el protagonista del poema "A un domador de caballos"(Poemas Australes)e mientras convalece de una caida. Farías es
identificado por Marechal como un "hombre de la llanura" en el que
es visible laraizeuropea (lo mismo que en los ojos azules de LiberatoFarias, y que en Marechal autor empírico y personaje). El itinerariovital de Farías, desde su infancia pampeana, repite el de AdánBuenosayres y el del propio autor-personaje, que ha inventado, diceFarías, una leyenda literaria-el mito poético del que hablamos-para"poblar un cielo demasiado vacío y una pampa demasiado hueca"(16). Voluntariamente exiliado del Maipú de su infancia, donde pudo o
debió ser "un criador de novillos" @, p.21), Farías abandona ese
territorio lustral para ir al centro ecuménico de la gran ciudad, que es
muchas en una (21), donde encontrará su perdición transitoria en la
"Ratonera de la Vida Ordinaria", luego su "frontera con la nada" y por
fin su riesgosa salvación en el Banquete. Después de la muerte de su
mujer, y de la pérdida de sus medios de subsistencia, irá a buscar a
Farías una de las Enviadas de Severo Arcángelo, en cuyo perfume de
glicinas él cree adivinar el "Mensaje del Sur", esto es, el sentidoprofundo de la memona capaz de restituirlo a una "vida verdadera".
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Guiado por esta incitación, acepta arriesgar el todo por el todo en el
granjuego del Banquete, del que no saldrá indemne. Su destino final
ís lri'Cu"ttu del Agua", ignóto territorio en una "provincia del Norte
argentino" donde la vida de Farías parece llegar a su culminación. Sin
embargo, en un incontenible movimiento "expansivo" retorna a la llanura
oara morir fisicamente en un hospital de Villa Dolores, no sin antes^haber entregado al poeta que ha inventado leyendas para llenar la
Pampa,la relación de su aventura extraordinaria.
El Sur, y Liberato Farías, domador de caballos, vuelven en Megafón
o la guerra, durante la visita de Megafón al Gran Oligarca. También
hay aquí un Marechal personaje que se presenta ante el viejo don
Martinlgarzábal- Propietario de la estancia "Los Ñandúes" a quien el
poeta ha conocido en su infancia,Ígaruábal representa un linaje de
fundadores en decadencia que ha traicionado su misión original y ha
perdido larelación entrañable de sus antepasados con la llanura: yano
tiene derecho sobre esa pampa que posee sólo en lo económico, en lo
epidérmico. La posesión amorosa del horizonte pertenece, por el
contrario, al poeta adolescente de Maipú: "si aquella pampa del sur era
tuya en lo fisico, ya era mía en lo poético y en lo metafisico ." (Megafón,
p. 143). Liberato Farías es mencionado como una de las víctimas de
Igarzábal que lo destierra aún más al Sur, convertido en im amo injusto,
y por lo tanto, ilegítimo. Después de Gregoria, la última luchadora, los
Igarzábalya no son capaces de imponer formas vitales al desierto yde lanzarconsignas al futuro (p. 150). Se transmutan de Patriciado en
Oligarquia, renuncian a un deber de liderazgo positivo para buscar
solamente un beneficio egoista. Abandonan lo propio por la caricatura
ostentosa de lo ajeno. FrustraciÓn, traición, deserción, son las marcas
del nuevo rumbo histórico de la clase dirigente, que pervierte la relación
viva y creativa con la llanura original, labrada ahora por los mismos
inmigrantes a quienes don Martín acusa de "subversivos" y en cuyas
manos la pampa puede recuperarse como territorio ético y estético. La
figura grotescadelvalet,el afrancesado Casiano III, que desciende de
Namuncurá pero es ofo traidor a sus orígenes (aunque menos culpable,
como vencido, que don Martín), resulta 1a contra-imagen del "pampa
Casiano", compañero de luchas del abuelo Sebastián e¡ Adán
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Buenosayres, que también ha muerto reconciliado con la tierra "en un
abrazo último".lo
4. El Sur en el Arte Poética del Heptámeron.
La teoría expuesta en el I dán... seretoma y se amplía en el singular
Heptámeron, ese tratado de metafisica y arte poética en que Marechal
reconstruye y justifica su trayectoria como creador. En el capítulo
titulado propiamente "Arte Poética" es inevitable la remisión al Sur,
donde el "haz de 1o posible musical" es descubierto, por un poeta
niño, 'Junto a un caballo moro", y donde la "celeste economía" se
transparenta en el ojo de un buey arrodillado (Heptámeron, p. l4l).Otra vez,jinetes y labriegos aparecen como figuras activas de una
transformación interior, Nugvamente, el Sur es la zona de todas las
revelaciones: "Y el Sur me pide una verdad sin ropas/una'definicióncastamente desnuda" (142). El lugar de la infancia se convierte también
endestinopoético e histórico, constituye, no sólo el ser, sino el deber:
"Porque Ia ontología de la tierra natal/debe ser el soporte de su canto",
"el verdadero artífice del canto/se hace la voz exacta de su pueblo."(152); "su canto nombrará la ontología/de una tierra y de un pueblo,/
y ciertamente no de cualquier modo,/sino en esencia pura y eir viviente
unidad." (154)En sus últimos años la visión marechaliana de la patria, que parte
del núcleo pampeano, se expande hacia los cuatro puntos cardinales.
No es casual tampoco, que la Cuesta del Agua esté si¡rada hipoté-
ticamente en el Norte argentino. Pero el punto de origen sigue siendo
el Sur. Alli se muestra el Amor niño que alecciona y conduce: "En
Maipú y a la hora de atizar los caballos,/vi al Amor en ñgura de resero
infantil:/montaba en pelo un alazán de oro/y un duraznillo blanco le
ceñía la frente." (164). Allí, junto al Mar del Tuyú, el poeta adulto
entierra a la Elegía y vuelve a despertar/nacer, como la víbora sale de
su piel antigua: "el mundo estaba joven, sin explorar el cielo" (22)De
allí surge el llamado originario del domador Liberato Farías, en "ElCanto de Alegría" (p.52),y a él van respondiendo todas las regiones:
los sonidos del Norte, del Litoral y del Oeste, acoplándose al "redoble
de pampas en el Sur" (52). En el Sur'se encuentra Eutanasia, la Buena
Muerte (84 Y ss.)
El Sur, en suma, continúa siendo la matrizmetafbnca fundamental
de la poética marechaliana: molde del conocimiento que dicta los pasos
del aprendizaje y entrega las formas de la belleza. La visión y el trabajo,
la contemplación y la acción, se remiten constantemente a este
paradigma. EI Tédeum final del Heptámeron imagina al poeta bajo la
figpra del rastreador pampeano: "Y soy el rastreador que buscaba Sus
huellas/ con mis ojos del Sur" (188)- Jinetes y boyeros, segadoras ylabriegos, reseros y domadores, horizontes insaciables donde se abrazan
el cielo y la tierra, toros y constelaciones, cruzan desde el comienzo
hasta el final la poética-marechaliana: son los densos objetos simbólicos,
cargados de irradiantes resonancias, de un mundo compacto y coherente
consigo misrRo, pero a lavez, siempre distinto, siempre reconstituidoen la innovación de la "metáfora viva". En las sendas abiertas del Sur,junto a los arroyos lustrales, se escucha con mayor nitidez el bullirincesante del Caos primordial y las posibilidades secretas de la música.
En ese horizonte se inscribe la correlación de lejanías que este poeta
austral trajo desde la ltanura a la ciudad, para que la ciudad -incluidaen el mismo nombre de su gran personaje: Buenosayresrr- fuese otra
forma de la llanura y no extraviase los ritmos césmicos, el rumbo de
los cielos, ni los números de la creación.
NOTAS
I El presente trabajo fue leido, en calidad de conferencia académica de
cierre, en las "Segundas Jomádas Internacionales Leopoldo Marechal:Centenario de su natalicio", celebradas en Buenos Aires el 27 y 28 dejulio de 2000, y organizadas por la Fundación Leopoldo Marechal, y elPrograma de investigación L.A.C, del Instituto de Literatura Argentinade la Universidad de Buenos Aires, en la Legistatura de la CiudadAutónorna de Buenos Aires.
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Existe un poemario previo, Los aguiluchos (1922) donde ya se hallan
en germen claves estéticas que serían desarrolladas en su obra posterioq
pero que Marechal, no sin razón, consideró como pertenecieote a su
"prehistoria literaria" y excluyó de su bibliografia definitiva.Las diversas acepciones del "mito" y la distancia entre conciencia
mitológica y conciencia estética, han sido bien expuestas por JurijLotman y Boris Uspenskij, *Mito, nombre, cultura", Semiótica de lacultura, Madrid, CáLtedra, 1979.Ver María Eugenia Valentié, De mitos y ritos, Tucumán, Universidad
Nacional de Tucumán, 1998, pp. 21-22.
Ver mi exposición de los metatextos marechalianos sobre el particular
en "Leopoldo Marechal: reconstrucción del mundo en el 'espejo
oscuro"', "Algunos metatextos argentinos", El símbolo: poéticas,
teorías, metatextos, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 1997, pp. 107-118.Me he ocupado de los perdurables alcances de esa presencia,
particularmente'en la narrativa marechaliana, en el trabajo "La mujer
simbólica en la narrativa de Leopoldo Marechal", Ensayos de crítica
literaria. -1983, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1983,
Ver mi artículo "El 'sueño de los héroes' en Adán Buenosayres: mito,estereotipo y poética", Actas de las Jornadas Marechalianas, Buenos
Aires, Centro de Investigacion de Literatura Argentina, Facultad de
Filosofia y Letras, Universidad Católica Argentina, 1996, pp. 2l-31.El mismo abuelo Sebastián aparece entre el desfile de figuras que se
presentan 4nte los excursionistas de Saavedra, precisamente para
desmentir, con su pobreza heroica de arriero y contrabandista, la
acusación de Del Solar (que ve al inmigrante como un "bolichero", al
que sólo le interesa enriquecerse). (1.8, 189-190)
9 En el poema aparece sin nombre; la identificación de este domador
con Celedonio Barral la indica el personaje Marechal en El Banquete...
10 Me ocupé del tema en el trabajo "El 'origen'y lo 'aborigen' en la
narrativa de Leopoldo Marechal", leído en las Primeras Jornadas
Nacionales sobre Leopoldo Marechal, 1998.
I I No hay que subestimar esta compenetración: el personaje Adán
Buenoyrei es el nudo entre dos mundos. Lleva la ciudad a la llanuray la
llanuia a la ciudad: los integra en el cosmos nuevo de la poesía. No es
ocioso señalar que, cuando Marechal llegaba a Maipú, a pasar sus
vacaciones, lo apodaban "Buenos Aires" que relacionaban con su
132
formación urbana, sus singulares aptitudes de expresiór1 y escritura
("Una cronologia", Obras Completas; V, Buenos Aires, Perfil, 1998,
p. aa\'
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interdiscursivas en lo formal y en lo temático. Sus modos enunciativos,ia,lavez, dan el tono que permite detectar la época, los lenguajes, los
ietos socialmente situados.
;t ¿Función social o estéti.ca? Desde la perspectiva que deriva delismo finisecular, Arlt enriquece la herencia con la agudeza
con que alaaliza las alternativas sociales, culfurales yblíticas de una época de dificiles acomodamientos. Este geñnanoirsuto del periodismo, como lo llama Posse, crea diariamente una
de lujo donde interpreta estas desestabilizaciones, y mira unaiedad profundamente dividida en clases sociales, poco solidaria y
en sus imitaciones y convencionalismos.Laavidezde un público lector fervoroso categoriza estas variadas
, siempre polémicas, constantemente transgresoras, en las
ANÁLISIS DB EL HOMBRE DE LA CAMISEru CALADAIDE ROBERTOARLT
u,,,"ii,liy:ii::T:7,rdoba
Aguafuerte: lámina obtenidapor el grabado al aguafuerte. para
obtuner un aguafuerte, se pule la plancha, sea de acero, cobre o
cinc...Los discursos sociales de una época presentan manifestaciones
múltiples y ciertas hegemonías. Algunas condiciones históricas admitenlos "préstamos" de los relatos periodísticos, que pasan a integrar laproducción discursiva.
Este aporte significa entrar en las intersecciones que se instalanpara completar/complicar la problematicidad teórica de difinir al género
on el que pueden situarse las 'Aguafuertes porteñas", de Roberto Arlt.Sus enunciados enlazan un conjunto de formas discursivas que
pueden relacionarse con el esquicio costumbrista y con la nota de
uhumor. La coexistencia del literato y del periodist¿ enArlt hace que
Filosofia y Letras, Universidad Católica Argentina, 1 996, pp' 169. maneje tejidos literarios específicos que perrniten adjudicaciones
135
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