El cristianismo primitivo en el siglo IV. Algunas perspectivas respecto del fenómeno del martirio...
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Victoria Eugenia Meneghetti Sheppard [email protected] 4.367.161-0
El cristianismo primitivo y las persecuciones en
el Imperio Romano.
Algunas perspectivas para el estudio del fenómeno de los
martirios voluntarios del siglo IV.
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Porque si mueres con él, también con él vivirás, y si eres
compañero de la pena, también lo serás de la gloria.
<< Imitación de Cristo >> Tomás de Kempis.
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Índice
1. Introducción……………………………………………………………………………………….………………5
2. Ubicación del tema: el cristianismo, la persecución y el martirologio…………………8
2.1. Surgimiento del cristianismo…………………………………………………………….……………….8
2.2. La persona de Jesucristo………………………………………………………………….………………. 9
2.3. Los discípulos y las primeras comunidades cristianas………………………………………11
2.4. Los cristianos en el Imperio Romano……………………………………………………………….13
2.5. Las persecuciones……………………………………………………………………………………………15
2.5.1. El enfoque cristiano de las persecuciones………………………………………………….17
2.5.2. Desde la óptica de los perseguidores…………………………………………………………22
3. Contexto histórico: el Imperio Romano en el siglo IV…………………………………..….25
3.1. La crisis del siglo III: Diocleciano y la tetrarquía……………………………………………….25
3.1.1. La Gran Persecución………………………………………………………………………………...29
3.1.2. El cese de las persecuciones: Galerio y el Edicto de Nicomedia.…………………31
3.1.3. El triunfo del cristianismo: algunos alcances……………………………………………..31
3.2. Constantino el Grande: camino hacia la religio oficial……………………………………..32
3.2.1. Teodosio: religio oficial y el Concilio de Constantinopla…………………………...34
3.3. De perseguidos a perseguidores: la decadencia del Imperio y la expansión del
cristianismo. Posturas historiográficas ………………………………………………………….34
4. Ubicación del autor del texto y del artículo……………………………………………………..37
4.1. Argumento………………………………………………………………………………………………………38
4.2. Tema……………………………………………………………………………………………………………….40
5. Cuerpo del Trabajo: algunas dificultades que presenta el estudio del tema…..…41
5.1. El martirio voluntario según Ste. De Coix………………………………………………………...43
5.2. La persecución como configuración de una identidad: Horacio Luis Botalla…….45
5.3. Un enfoque pagano: Minucio Félix………………………………………………………………….47
5.4. El enfoque cristiano: santos, padres y doctores ……………………………………………...50
5.5. Santidad y martirio en la fe cristiana……………………………………………………………….54
6. Conclusión………………………………………………………………………………………………………..56
7. Bibliografía……………………………………………………………………………………………………….58
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1 . I n t r o d u c c i ó n
Este informe buscó analizar los postulados esenciales que plantea el historiador y
martiriólogo español Martín Ibarra Benlloch en un artículo sobre las muertes voluntarias
en defensa de la fe1cristiana en el siglo IV.
Su trabajo analiza un acontecimiento particular – un cristiano que rompe el primer
Edicto de persecución que emite Diocleciano en Nicomedia que daría comienzo a la Gran
Persecución de principios del siglo IV- que mencionan tanto Eusebio de Cesarea como
Lactancio en sus obras Historia Eclesiástica y Sobre la muerte de los perseguidores
respectivamente. En razón del mismo suceso, Benlloch presenta las distintas posturas
que asumen estos autores respecto del mismo.
¿Cómo es posible que, dentro de estos autores - cristianos - haya posturas divergentes?
¿Por qué para uno es una cobardía y para el otro es un hecho heroico? ¿Qué hay detrás
de cada autor? ¿Qué elementos aportan estas heterogeneidades para el estudio
histórico del ciclo persecutorio de los cristianos en Roma?
El planteamiento interpretativo de este martiriólogo español radica en las posturas
antropológicas distintas dentro de las que se enmarcan tanto Eusebio como Lactancio.
Si bien resulta interesante el planteo de Ibarra, este trabajo buscó cuestionar por otras
vías el tema de la muerte voluntaria en defensa de la fe pues considero que es un tema
que presenta muchas aristas desde el punto de vista interpretativo. Todo esto a la luz
del acontecer histórico con el fin de poder ahondar más en el conocimiento respecto de
este fenómeno persecutorio en Roma que, según plantea Ste. De Croix, ha merecido
poca profundización.
Para ello, pues se trata de un trabajo histórico y no filosófico, se buscó por un lado
anclar el trabajo en el siglo IV en el Imperio Romano en la medida en que fue necesario
para la comprensión de los temas que se analizarían. Por otra parte se procuró
comprender el fenómeno de las persecuciones en sí mismas ¿dónde comenzaron y por
qué? Cierto es el hecho de que no se pueden comprender las persecuciones sin una, al
1 Tomado de la revista universitaria electrónica DIALNET, “Diferencia de pareceres entre Lactancio y Eusebio de Cesarea en torno a la muerte voluntaria en testimonio de su fe”.
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menos breve, presentación de distorsión social que generó esta nueva religión dentro
del Imperio. Ste de Croix plantea que hay dos modos de estudiar este tema. Uno es
desde el ámbito civil pero otro, y el menos abarcado – aún- es el desde dentro del
cristianismo. Para ello se tomó a Duby en tanto que plantea el hecho de que, salvando
las diferencias, no podría hacer su trabajo de medievalista si no sintiera ciertas cosas
respecto del cristianismo. Esto con el fin de expresar la necesidad que hay de entrar
dentro de las mentalidades y sensibilidades de estos creyentes para poder comprender
su compleja estructura, influencia y acción.
De este modo se realizó una presentación de las categorías que se manejarían para el
estudio del cristianismo: su surgimiento, su conformación, la persona de Jesús, sus
postulados, la naciente Iglesia dentro del Imperio Romano y el concepto de martirio.
Todo esto con el objetivo de intentar comprender el tema del bautismo de sangre en
defensa de la fe como consecuencia de las persecuciones vividas en el marco del Imperio
Romano y más específicamente el fenómeno indirecto que se generó: la muerte
voluntaria. Otro elemento, dentro de ese tema, se buscó estudiar el tema del martirio
en sí mismo y cómo hay diversas posturas respecto del mismo incluso desde dentro de
los cristianos. Las diversas fuentes que hay del tema proponen también márgenes
distintos del tema que llevan a hacer, al menos sucintamente, algunos planteamientos
interesantes.
Para este estudio se tomaron como herramientas para el análisis del tema algunos de
los postulados que presentan a este respecto distintos autores como Momigliano, Ste
de Croix, Ramón Teja, Hugo Zurutuza y Horacio Botalla, Henry-Charles Puech y Ludwig
Hertling.
Una fuente –complementaria- que se utilizó fue el libro de las “Actas de los Mártires”2
en el que puede apreciarse un martirologio muy fuerte e incluso, en muchos casos, una
búsqueda decidida y consciente del mismo. Pareciera que el martirio fuera un valor en
2 MIGLIORANZA, Contardo, Actas de los mártires, Argentina, San Pablo, 2011. (*)Se entiende por cristiano a todo converso a la fe que proclama la resurrección de Jesús de Nazaret
constituida en primitiva Iglesia – que San Ignacio de Antioquía llamaría católica- organizada por los
apóstoles, sucesores del mismo Cristo. El signo exterior que manifestaba su pertenencia a la Iglesia no
era ya el rito de circuncisión judaico sino el sacramento del Bautismo iniciado por San Juan el Bautista y
plenificado y re significado por Jesús.
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sí mismo, una especie de meta a la que todo buen cristiano (*) debía aspirar. Si bien no
se trata de realizar una crítica historiográfica a este compilado documental ni al tema
doctrinal del fondo propio de la fe cristiana de ese momento, sí se buscó cuestionar los
temas que se encuentran en el fondo a través de algunas de estas actas.
¿Qué hay detrás del martirio? ¿Depende de quién lo cuenta? ¿Era un valor en sí para los
cristianos? ¿Se era más “santo” por morir mártir? ¿Fue ese de hecho el mensaje del
mismo Jesucristo, el primer mártir de esta causa? ¿Por qué muchos lo buscaban? ¿Es
cierto que todos, puede generalizarse el hecho de que era un factor común al cristiano
de esa época la búsqueda del martirio?
¿El factor político, o la ubicación social o civil de quién se presenta frente a este tema
influyen en la narración de los acontecimientos?
A esto ciertamente puede contestarse que sí, no es lo mismo la historia civil narrada por
Tácito, Dion Casio o Plinio el joven que las crónicas al respecto que ofrecen Tertuliano o
el Papa San Clemente I, por ejemplo. Pero tampoco es el tema que me interesa
cuestionar, más en un estadio (*) en que la Historiografía en sí, más aún la cristiana,
estaba en una fase muy primitiva de su desarrollo. Pero de hecho me interesa observar,
o cuestionar, que hay en las mentalidades de los cristianos de ese tiempo a la hora de
considerar el martirio como un Bien, sabiendo que se trataba de personas de variada
condición3, tantas que era imposible encasillarlos en una categoría pues los habían
cristianos en todos los sectores socio-políticos, económicos y culturales. Aunque se sabe
que una gran mayoría eran de condición humilde.
¿Puede generalizarse una especie de psicosis generacional respecto del martirio? ¿Puede
ser una desviación del mensaje que dejó el mismo Cristo- cuál fue este de hecho? ¿Hubo
“detractores” y/o cristianos que no anhelaran el martirio? ¿Cómo eran considerados por
sus semejantes? ¿Era de hecho un término manejado en la época el de “detractores” o
es una categoría posterior? ¿Había entonces, distintas posturas respecto del tema?
¿Puede observarse en las gentes las mismas diferencias que hay entre los historiadores?
(*) Se toma el concepto de estadio de Comte en lo que respecta a las diversas fases de desarrollo, que en este caso aplico para la Historiografía. 3 “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús”. Cf. Gal 3,28.
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Ciertamente son muchas las cuestiones, y poco el alcance esperado para un trabajo de
este tipo pero me interesa de todos modos dejar planteadas, y en base a las fuentes
consultadas de la mano de la bibliografía como apoyo, buscar responder o replantear
puntas que creo que tiene este tema.
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2 . U b i c a c i ó n d e l t e m a : e l c r i s t i a n i s m o , l a p e r s e c u c i ó n y
m a r t i r o l o g i o
En este capítulo del trabajo se procurará definir las categorías necesarias que se
manejaron en el desarrollo de este trabajo. Así se buscó a modo de contexto y de
presentación de categorías, presentar al cristianismo tal como se concibe, por la
bibliografía leída de modo de que se comprenda el posterior análisis.
2.1. Surgimiento del cristianismo
El cristianismo tiene su origen en torno a la figura de Jesús de Nazaret, el Cristo4 . Los
estudios exegéticos presentados por Joseph Ratzinger en Jesús de Nazaret establecen
que, todos los grandes acontecimientos de la vida pública5 de Jesús encuentran su plena
significación en torno a las fiestas principales veterotestamentarias hebraicas. De este
modo, Jesús se transforma en la nueva y eterna Torá y en el pleno cumplimiento de la
misma. A lo largo del Nuevo Testamento pueden apreciarse las alusiones a diversos
pasajes del Antiguo Testamento dentro de los cuales, el Cristo, encuentra su plena
significación.
Arnaldo Momigliano6 establece que una de las críticas que hacían los paganos a los
cristianos era la referente a su corta existencia respecto de las religiones suyas que eran
muy antiguas. Así propone el autor - que este anclaje que realizó el cristianismo en el
Antiguo Testamento y la Torá hebrea pareciera, según dicha postura, una búsqueda de
anclaje histórico y ancestral. Pues si de hecho no hubiera relación con el Antiguo
Testamento, es cierta la postura del paganismo que se presenta como más acreditado
por su larga duración.
4 Del griego antiguo <<Χριστός>>, Christós y del hebreo <<Māšîaḥ>>, que significa: Mesías. El ungido por
Dios, el enviado a restaurar el Reino de Israel. 5 La tradición sostiene que vivió aproximadamente 30 años de vida privada [desempeñando la labor de
carpintero junto con su padre José, de la tribu davídica] y tres de vida pública, hasta su crucifixión. 6 MOMIGLIANO, Arnaldo, y otros, El conflicto entre el paganismo y el cristianismo en el siglo IV, España,
Alianza, 1989.
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2.2. La persona de Jesucristo
La vida pública de Jesús fue breve pero bastó para dejar un legado grande y fundar la
Iglesia. Él mismo constituyó a Pedro como su sucesor y primus inter pares y le entregó
la llave del Reino de los cielos y lo constituyó en cefás7 sobre la cual se edificaría la
Iglesia. Tras su muerte, bajo el reinado de Tiberio y por orden del procurador Poncio
Pilatos, sus discípulos se dispersaron por miedo a la persecución, principalmente entre
los judíos, que se había desatado en contra de ellos.
El libro de los Hechos de los Apóstoles, cuya autoría se adjudica al evangelista Lucas,
narra el primer martirio luego de la muerte de Jesús. Se trató del bautismo de sangre
del diácono Esteban, considerado el protomártir, es decir, el primer mártir de la Iglesia
católica8. En el libro se lee que luego de la muerte de Esteban estalló una fuerte
persecución contra los cristianos de Jerusalén, que hasta entonces eran – por algunos-
considerados una secta del judaísmo. Esta consideración aporta un elemento que
permite ya, diferenciar con nitidez al cristianismo del judaísmo.
Por tanto, tras la muerte de Jesús – los exégetas fijan como momento fundacional el
mismo momento de la crucifixión en que Jesús dialoga con Juan y María9.
A pesar de la dispersión de sus once10 apóstoles luego se convocaron en Galilea dónde
vivieron su nuevo Pentecostés, momento en el cuál recibieron el Espíritu Santo y
comenzaron su misión universal: anunciar la Resurrección de Cristo.
Los relatos de las apariciones del resucitado son demasiado poco precisos para que el
historiador pueda emitir un juicio sobre los fenómenos que en ellas se cuentan. Pero lo
que sí queda claro es que la llamada hecha por el Maestro fue escuchada por
numerosos discípulos, entre los que se destacaron los doce. La obra misionera iniciada
por Jesús entre la masa del pueblo judío fue reemprendida [luego de su muerte] al
7 De hecho su nombre no era Pedro sino Simón. Jesús se lo cambia por el de Cefás, palabra de origen
hebreo <<kêfâ>>, que significa piedra, roca. Y por la traducción al latín se llega a <<Petrus>>. 8 Hch 6,5. 9 Cf. Jn 19, 26-27. 10 Eran 12 pero Judas según la tradición cristiana, luego de la traición se suicidó.
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parecer, no del todo sin éxito. El impulso inicial estaba dado, y de allí naciera la Iglesia
cristiana.11
11 P. 238 PUECH, Henry-Charles, Historia de las religiones, V.5: Las religiones en el mundo mediterráneo y
en el oriente próximo. Parte I, México, Siglo XXI, 1998.
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2.3. Los discípulos y las primeras comunidades cristianas
La fe católica12 empezó a gestarse entonces, en torno a la fe de los apóstoles cuyo
atributo era el de ser testigos de la Resurrección. Pronto se diferenciaron de los judíos y
ya, en el primer Concilio, celebrado en Jerusalén, deciden separarse del rito de la
circuncisión hebreo. Así introducen al Bautismo como rito de iniciación al cristianismo13.
Luego se separarán también de los rituales alimenticios hebreos.
Las primeras comunidades cristianas eran poli clasistas, compuestas en general por
individuos provenientes de sectores humildes y vivían en comunidad de bienes, relata
el libro de los Hechos. Ya puede establecerse que tenían su propio culto pues compartían
la Palabra y la eucaristía. Estos elementos pueden vislumbrarse en el arte paleocristiano
del primer siglo, principalmente en las catacumbas.14
El libro de los Hechos de los apóstoles narra cómo vivían: en comunidad y compartían
los bienes entre ellos. Había presbíteros ya bien diferenciados, nombrados por los
apóstoles y luego narra que se vio la necesidad de que hubiera diáconos para que los
presbíteros se pudieran dedicar por completo a los servicios religiosos.
Con la conversión de Saulo de Tarso, que sería luego Pablo, el apóstol de los paganos, la
evangelización adquirió su pleno desarrollo y comenzó la expansión universal.
El historiador Ludwig Hertling15 establece que, si bien se tiene la idea de que esta
expansión misionera fue masiva, no fue tan así. Y no significó que todas las personas, de
todas las ciudades a las que llegaba el cristianismo, abrazaban la fe católica. Sí establece
12 Término acuñado por el obispo San Ignacio de Antioquía en su carta a los cristianos de Esmirna que escribió de camino a Roma en dónde iba a ser martirizado. “Donde quiera que aparece el obispo, acuda allí el pueblo, así como dondequiera que esté Cristo, allí está la Iglesia universal (katholiké).” Carta a los cristianos de Esmirna, 8-9. 13 Cf. Hch 15. 14 Las principales catacumbas (construcciones sepulcrales subterráneas) de Roma son las de San Sebastián, Priscila, Calixto, entre otras. Aunque hubo catacumbas también en regiones del Asia Menor y Alejandría. La iconografía que estas presentan forma parte del arte que se denomina paleocristiano. Este arte es una fuente que aporta una serie de elementos interesantes: los símbolos (cordero, Buen Pastor, cristón, Ave fénix, pavo real, paloma, ancla, etc.) denotan que muchos de esos cristianos eran humildes, pues no sabían leer; el lenguaje pastoril que luego caracterizará a los Evangelios y que los vincula a los pueblos pastoriles del Antiguo Testamento; la persecución en sí por la idea de estar escondidos. Dentro de la iconografía se vislumbran los elementos del pan y el pescado, símbolos de la Eucaristía; la presencia de imágenes del Antiguo testamento, entre otros. 15 LUDWIG HERTLING, Historia de la Iglesia, Barcelona, Herder, 1989.
12
el hecho de que, comenzaron a haber núcleos muy fuertes aunque dispersos por
numerosas zonas de Grecia, Asia Menor, Palestina y otras regiones del Imperio Romano
en dónde se fueron fundando las principales iglesias – que luego se conformarían en
sedes episcopales- . Las principales, según las presenta Eustaquio Sánchez16 fueron las
siguientes: Atenas, Laodicea, Cesarea de Palestina, Roma, Antioquía, Alejandría y
Jerusalén.
16 SÁNCHEZ SALOR, Eustaquio, Polémica entre cristianos y paganos, Madrid, Akal, 1986.
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2.4. Los cristianos en el Imperio Romano
Más allá de un estudio particular sobre los cristianos en el marco del Imperio me interesa
encaminar esta contextualización hacia el tema de las persecuciones en sí mismas y
hacia un eje que me parece fundamental: la incompatibilidad del cristianismo respecto
de los hábitos de los romanos.
Así, en el siglo V, San Agustín escribirá su “De civitate Dei” en respuesta a las
acusaciones, no sólo paganas sino también del pueblo en general, respecto de que el
cristianismo era el culpable de la caída del Imperio Romano. Y aquí se puede volver a
plantear la misma interrogante que en el siglo I, salvando las diferencias cronológicas y
el pasaje del cristianismo de ser una <<religio ilícita>> a una <<religio lícita>>: ¿era
compatible el cristianismo con los postulados imperiales? Momigliano se adhiere a la
postura de Gibbon respecto de que hay “una relación directa entre el triunfo del
cristianismo y la decadencia del Imperio Romano”17.
¿Fueron de hecho los cristianos los causantes de la caída del Imperio? Hay autores, según
establece Momigliano, que establecen que la crisis comenzó mucho antes, de todos
modos no es el eje de este trabajo esta problemática por lo que se limitará a presentar
estas cuestiones.
Lo que sí interesa es el hecho de destacar varias cuestiones. Si pudiera marcarse un
inicio, aunque es una construcción, podría tomarse el incendio del año 64 en el que
Tácito Cornelio narra lo acontecido. Establece que duró unos cinco días y que cuatro de
los catorce distritos de Roma fueron arrasados y otros siete quedaron dañados.
El emperador Nerón, conocido ya por su odio a los cristianos, los culpó de haber
provocado el incendio con el fin de obtener culpables y desviar de él las acusaciones. Se
consideraba que el emperador quería construir una nueva Roma y que por dicha razón
había provocado el incendio. Es a partir de este acontecimiento que las persecuciones
adquieren un carácter más oficial.
17 MOMIGLIANO, Arnaldo, y otros, El conflicto entre el paganismo y el cristianismo en el siglo IV,
España, Alianza, 1989. p.20.
14
De Ste. Croix18 propone la siguiente periodización en lo que respecta a los distintos
tiempos en que tuvieron lugar las persecuciones. Las divide en tres fases. La primera
antes del Incendio. Fue en esta, según Ballester, en la que murieron los apóstoles Pedro
y Pablo19 ; la segunda comienza como consecuencia del incidente del 64 y perduró hasta
el año 250 y la tercera, comienza bajo el reinado de Decio en el mismo año y se extiende
hasta el año 313.
Estas persecuciones que por lo general y en muchos casos provenían del pueblo mismo
hizo que los cristianos se resguardaran y vivieran sus ceremonias religiosas en secreto.
El arte paleocristiano, ya mencionado, aporta una serie de elementos fundamentales
para el estudio de estas primeras comunidades.
18 M.I. Finley, Estudios sobre historia antigua. Cap. IX: ¿Por qué fueron perseguidos los primeros cristianos? G. E.M. de Ste. Croix. pp.234 y ss. 19 Jesús Martí Ballester, Los protomártires de Roma.
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2.5. Las persecuciones
Las persecuciones de los cristianos dentro del Imperio Romano tienen muchas aristas
desde las que se les puede estudiar. Ste. De Croix establece que la enorme variedad de
literatura disponible ha hecho proliferar estudios de diversa índole. Así han surgido
distintos trabajos históricos tanto civiles como eclesiásticos; de derecho; teológicos y
también sobre las religiones romana y griega.
Ste. De Croix plantea que las persecuciones pueden estudiarse desde dos perspectivas20:
una, que es la oficial, la de los perseguidores –no abarca únicamente al gobierno sino en
muchos casos significa el odio de las masas paganas hacia ellos. Esto implica buscar las
causas de por qué los persiguieron a los cristianos. A su vez abre el espectro y genera
varias preguntas. ¿Fueron sólo [las persecuciones] desde el gobierno? ¿Y de dónde
provenía el rechazo de la gente común al cristiano? Dado que se sabe que en muchos
casos, como el de Esteban pudo haber sido más que una condena, una lapidación…
¿había algo que estos tenían que los hacía ser rechazados por todo, o más bien, gran
parte del sistema? ¿Si al comienzo eran principalmente individuos de condición humilde,
cuál era el problema? A su vez, si el Imperio Romano no era a –religioso y de hecho
estaban permitidos diversos cultos, además de aquel propio de los dioses romanos como
lo fue el culto a Júpiter, a Isis, a Artemis, a los misterios de Eleusis, a Mitra, al Sol e incluso
el judaísmo. ¿Puede considerarse que el problema era contra el cristianismo
específicamente? ¿La persona de Jesús quizás? ¿el rechazo del judaísmo puede ser un
camino? ¿Dónde se halla la raíz de este odio? ¿Desde el gobierno, eran una amenaza
estos cristianos? Quizás el hecho de que los consideraran una amenaza aporta el dato
de que eran muchos pues sino no habría motivo para perseguir a unos pocos fanáticos.
Estas y muchas otras preguntas surgen de la presentación del tema planteado desde la
óptica de los perseguidores. Pero, como establece de Croix, hay otro enfoque, que es el
que ha sido menos considerado por los estudiosos del tema, que es el de los
perseguidos. ¿Qué pensaban ellos respecto del martirio? ¿Era un valor en sí mismo?
¿Una puerta al cielo? ¿Una evasión quizás… teniendo en cuenta los que se adelantaban
20 M.I. Finley, Estudios sobre historia antigua. Cap. IX: ¿Por qué fueron perseguidos los primeros cristianos? G. E.M. de Ste. Croix. pp.234 y ss.
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a su condena? ¿Era unánime la postura al respecto? ¿Qué opinaban las jerarquías de la
Iglesia: los presbíteros, los obispos? Esto se planteará más adelante, pero se puede ir
afirmando con certeza el hecho de que, no hubo una postura unánime al respecto
incluso dentro de los apologistas, historiadores y principales autores cristianos de los
primeros siglos al respecto – como fue el caso de la diferencia de pareceres en Eusebio
de Cesarea y Lactancio. El primero consideraba heroicas ciertas muertes y Lactancio por
el contrario, como de cierta cobardía.
De este modo en primer se procurará presentar un acercamiento al significado que
encierra el tema de las persecuciones para los cristianos. Para ello se intentará hacer
aquello que Duby propone de estudiar desde dentro hacia afuera ciertos
acontecimientos de este grupo religioso. A su vez se toma la categoría de cuerpo21 de
Peter Brown para estudiar a la Iglesia pues no se trata de acontecimientos o de
personajes aislados sino de un conjunto de individuos con una profunda unidad
ontológica por un lado, y fraternal – en términos materiales y humanos - por otro.
21 BROWN, Peter, El cuerpo y la sociedad. Los cristianos y la renuncia sexual, España, Muchnik editores
S.A., 1993.
17
2.5.1. El enfoque cristiano de las persecuciones
Para el estudio de este tema las principales fuentes son las obras de Tertuliano, Eusebio
de Cesarea, Lactancio y San Clemente. Pero también hay fuentes provenientes de los
propios cristianos. Estas son diversas correspondencias que han sido compiladas que
circulan actualmente en ediciones modernas22 junto con diversas actas de los martirios.
Si bien cada fuente tiene los problemas que son propios y esenciales – las sensibilidades
en el caso de la correspondencia; el odio personal a los cristianos que por ejemplo tenía
Tácito los llamó “gente despreciable”; la búsqueda de defender de cierta manera la fe
en muchos casos con tonalidades apologéticas que pueden tener Tertuliano o Eusebio
– cada una aporta contenido para el estudio de estos temas.
En lo que al martirio refiere, la idea de muerte como consecuencia de la persecución
religiosa no fue una novedad de los cristianos. Dentro de la tradición hebrea, el pueblo
de Israel siempre fue perseguido: de hecho, los profetas en muchos casos encontraban
dificultosa la inserción socio-cultural pues nadie quería escuchar lo que ellos tenían para
transmitir. Así sufrieron el rechazo, la segregación, etc. El mismo Jesús dijo, refiriéndose
a ello, para explicar el rechazo que recibió de los suyos que “Nadie es profeta en su
propia tierra”23.
El libro de Daniel, por ejemplo, tiene como temas principales la inculturación, la
identidad religiosa, el sincretismo, pero también y más importante que lo anterior
refiere al tema de la persecución, la resistencia y el martirio dentro del marco de las
experiencias vividas por los judíos en la diáspora, en particular en la época Helénica.
El mismo Jesús fue perseguido por los propios judíos pues no creían que él era el Mesías
que había de venir. Dentro de las instrucciones que Jesús dejó a los 12 apóstoles
estuvieron las de cómo actuar frente a las persecuciones que habrían de venir. Y aclara,
el discípulo no es más que el Maestro, por eso si esto hacen con el tronco verde, ¿qué
harán con el seco?24.
22 MIGLIORANZA, Contardo, Actas de los mártires, Buenos Aires, San Pablo, 2011. 23 Mc. 6, 4. 24 Lc. 23, 28.
18
En Jesús y en el momento mismo de su muerte es que se considera fundada la Iglesia.
Esta puede considerarse como el conjunto de seguidores, discípulos con una misma fe
en Cristo resucitado que son “al mismo tiempo un cuerpo y un espíritu”25. De este modo
la unidad proviene, nace y encuentra su razón en la persona de Jesús y es en virtud de
ello que se asume la idea de cuerpo que si bien puede considerarse una categoría
exterior que busca adaptar para comprender, es un concepto que proviene de las
escrituras cristianas.
“Así como el cuerpo tiene muchos miembros y sin embargo es uno, y estos miembros, a
pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo.
Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -
judíos y griegos, esclavos y hombres libres – y todos hemos bebido de un mismo
Espíritu”26.
Este cuerpo está formado en primer lugar por la unidad material que luego adquirirá
una forma más sólida “…es una organización, un cuerpo, con una cabeza y un vientre”.27
Por otra parte el cristianismo está conformado por el Pueblo que Dios que está disperso
por el Imperio Romano pero que a la vez se encuentra profundamente unido a través
de una parte material [Roma y el sucesor de Pedro] y una espiritual [comunión]. Todo
ello fue conformando, parafraseando a Duby, un sistema de pensamiento, de creencias
que unen a los diversos y divisibles componentes; estas distintas partes forman un todo
que a su vez, como al interior de un organismo, se encuentran en constante interacción
e “inmersos en un complejo juego de influencias recíprocas”28.
De esta manera y desde esta óptica es que se presenta al cristianismo: como un todo,
una unidad en la fe. Pero este todo no es homogéneo en todos los ámbitos, más por el
contrario está conformado desde sus inicios por una clara heterogeneidad entre sus
miembros.
25 Ibídem. 26 Cf. 1 Cor 12, 12- 13. 27 DUBY, Georges, Diálogo sobre la Historia. Conversaciones con Guy Lardeau, Madrid, Alianza, 1988. p.157. 28 Ibídem.
19
Las persecuciones ciertamente no fueron el deseo inicial del Cristianismo, ni del mismo
Cristo. Ciertamente habría preferido no morir crucificado. La muerte por la fe para ellos
es una consecuencia y no una búsqueda en sí misma.
Dice Hertling: “Las persecuciones, entonces como más tarde, fueron siempre un trance
muy amargo y totalmente exento de romanticismo. La Iglesia no deseó jamás ser
perseguida, y después de cada tormenta se alegró de que hubiera pasado.”29
Si bien es cierto que la tradición puede haber arraigado conceptos cargados de
sensibilidades que trascienden los hechos objetivos se toma este elemento como punto
de partida. Las persecuciones significaron un peso grande para la Iglesia naciente y no
hubo un carácter oficial30 que buscara el sufrimiento en sí mismo, ni las diversas torturas
a las que fueron sometidos los cristianos – más allá de la ubicación en la escala jerárquica
que ocuparan.
Así estudiar el rol de la Iglesia como agente social – o como un grupo social más que
interactúa con los demás - que actúa en un tiempo histórico concreto es siempre una
tarea compleja. Por una parte, si se prescinde del aparato cuestionador y de las
herramientas eruditas que buscan la mayor objetividad posible, y se estudia observando
la fe, ciertamente los resultados serán inútiles. Así el historiador Ludwig Hertling hace
una constante alusión a este tema en tanto busca objetivar hechos que por la tradición
se encuentran pintados por una fe, de un conjunto de sentimientos que lo alejan de los
hechos que pretende abordar.
Si por otra parte, como dice Joseph Ratzinger [aunque hablando de la exégesis bíblica
en “Jesús de Nazaret”] se estudian los acontecimientos históricos sin una mirada
sobrenatural, resulta imposible comprender a los fenómenos, el acontecer de esta
Institución y su obrar en la historia. Esto en el sentido de que se ha de tener en cuenta
la fe como factor determinante en el actuar de estas personas. No sé puede estudiar a
29 LUDWIG HERTLING, Historia de la Iglesia, Barcelona, Herder, 1989.p.51. 30 Con ello me refiero a alguna propuesta de algún obispo que invitara a los cristianos a buscar la muerte en defensa de la fe. No hay ningún escrito que exija el martirio como pasaporte al cielo y la búsqueda voluntaria del mismo es considerada, incluso para ellos, como una desviación más entre tantas otras. Esto no significa que no se sobrevalorara el testimonio de los hermanos que habían dado su vida en defensa de su fe por no querer sacrificar a los dioses e ir en contra del primer mandamiento: Amarás al Señor tu Dios con todas tus fuerzas, con todo tu corazón por sobre TODAS las cosas.
20
los cristianos stricto sensu como a un colectivo secular más, sino que ha de tenerse en
cuenta la consideración de los principios espirituales que los rigen para quizás, lograr un
acercamiento más integral a su accionar.
Por esto han de considerarse también, las cuestiones ad intra del proceso de
surgimiento del cristianismo que antes que todo, culminaron con la muerte de su
fundador.
El tema se encuentra profundamente vinculado con la vida de Jesús, Rey de los judíos,
el que había de venir, el descendiente de David y con el hecho de que los judíos no lo
aceptaron como tal. Esta es la razón por la que la misión de Él, y la que luego encomendó
a sus discípulos, fue la de buscar a las ovejas perdidas del Reino de Israel31.
Él fue el primero, dentro de la Iglesia que Él mismo fundó, que fue perseguido y
condenado a muerte. En él encuentra su sentido la persecución: no porque sea una
búsqueda del martirio en sí mismo sino en el anuncio del Reino en Cristo instaurado.
Este anuncio culminó con la crucifixión de Jesús como consecuencia pero la Cruz no fue
lo que vino a buscar. De este modo quienes le siguieran habrían de seguir sus pasos:
anunciar el Reino con la vida. El contexto que sucedió a la muerte de Cristo fue hostil
para estos que llamaban “la secta de Jesús” y comenzaron a ser perseguidos por profesar
su fe. Allí adquieren una fuerza las palabras de Jesús en las que les advierte sobre lo que
padecerán, incluso les dice: los llevarán a juicios, deberán comparecer ante tribunales,
los azotarán32, etc. Aquí también se amplía la dimensión de los perseguidores de los
cristianos que no son ya sólo judíos.
Tertuliano dijo que la sangre de los mártires es semilla de cristianos: y de hecho lo fue.
Para el cristianismo es muy valioso el testimonio de estos hermanos33 que dieron su vida
en defensa de la fe. El problema con los testimonios propios de los cristianos, en lo que
al historiador interesa, es el contenido y la sensibilidad que en sí mismos contienen.
31 Mt. 10, 6. 32 Mt. 10, 16-20. “Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en sus sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes (…)”. 33 Los católicos son hermanos entre sí en la figura del Hijo del Hombre – por el misterio de la encarnación-, en quién todos son hijos del mismo Padre Dios. Por tanto, todos los bautizados forman parte de la misma familia.
21
Las acusaciones contra los cristianos eran variadas. Iban desde la consideración de athei
-esto en el sentido de que no consideraban a la majestad imperial como divinidad
suprema ni tampoco le rendían culto. Además tampoco adoraban a los dioses del
Imperio; a la de incesto (por los abrazos de paz entre los hermanos en la fe); también
los incriminaban por llevar a cabo actos de canibalismo e infanticidio – críticas vinculadas
con el sacramento de la Eucaristía.
Por su parte ellos se consideraban llevando a cabo un combate como lo constataría
Tertuliano: “Nuestro combate consiste en ser llevados a los tribunales, para allí defender
la verdad con peligro de nuestras vidas; y nuestra victoria consiste en conseguir aquello
que hemos defendido. Esta victoria conlleva la gloria de haber agradado a Dios y el botín
de vivir eternamente.”34
34 Tertuliano, Apología, tomado de Eustaquio Sánchez, Polémica entre cristianos y paganos, p.457.
22
2.5.2. Desde la óptica de los perseguidores
Para el estudio en profundidad del ámbito pagano, civil hay diversas fuentes civiles
como las obras de Tácito, Dion Casio y Plinio el joven.
Tanto Ludwig Hertling como Ste. De Croix coinciden en destacar el hecho de que, la
tradición occidental ha preservado una opinión demasiado elevada del Imperio Romano
como Estado de Derecho. Esto podría ser una de las razones por las que es difícil llegar
al real por qué de las persecuciones. En lo que viene al caso, plantean que el derecho
civil sí encontró su apogeo pero no lo hizo así el penal que fue de hecho muy deficiente.
Y más aún, en lo que refiere a las leyes de enjuiciamiento criminal.35
De todos modos Ste. De Croix al analizar la cuestión desde lo que él llama el fundamento
legal de las acusaciones como lo pueden ser una lex, o un senatusconsultum o algún
edicto – afirma que a partir del 112, o podría ser también el 64, la acusación era
simplemente la de <<ser cristianos>> y eran castigados por el nomen christianum.
Un entramado de acusaciones anónimas en muchos casos acompaño al proceso que
dependiendo de la etapa en la que se encontrara, adquiría dimensiones diversas.
Por otra parte Hertling plantea un tema que no resulta menor y es el de que muchas
persecuciones provenían del pueblo mismo: había un odio contra los cristianos que no
necesariamente provenía del poder civil.
El por qué fueron perseguidos es una pregunta que sigue aún hoy resonando y no hay
aún respuesta suficiente. Sí pueden afirmarse una serie de elementos: su
incompatibilidad con el estilo de vida romano; su segregación; su rechazo a los dioses y
a la autoridad del emperador, entre otros tantos aspectos36.
Ste. De Croix plantea varios elementos. Por una lado la consideración de mali homines
pues adoraban a un hombre que había sido condenado por un gobernador Romano
como criminal político y que se proclamaba rey. Por otra parte destaca que el carácter
35 LUDWIG HERTLING, Historia de la Iglesia, Barcelona, Herder, 1989. p.52 y ss; Cf. FINLEY, M.I., Estudios
sobre historia antigua, Madrid, Akal, 1981.p. 241. 36 Ibídem.
23
secreto de sus ritos que podría aparecer como una tapadera de conspiración política o
un comportamiento antisocial. 37
Hertling propone finalmente que había un odio generalizado hacia la religión cristiana-
pues ni por falta de religiosidad, ni por cláusulas específicas del derecho penal, ni por
obligación continua de las autoridades – las masas eran muchas veces peores que el
poder civil, ni por ninguna de esas cuestiones es explicable el por qué.
Un último tema a plantear, dentro del plano de las persecuciones es el de lo que Ste. de
Croix llama martirio voluntario38 de muchos cristianos a los tribunales – como
adelantando su sentencia. ¿Puede considerarse una desviación del mensaje cristiano?
¿Por qué hay tantas contradicciones si el dogma es simple?
Este factor fue según el de Croix un elemento que contribuyó al estallido de la
persecución y además tendió a intensificarla cuando estaba en marcha. El martirio
voluntario no se extendió únicamente entre las sectas heréticas Montanistas o
Donatistas sino que se vio en gran cantidad entre los cristianos ortodoxos. Esto a pesar
de que, según afirma este autor, las autoridades de las iglesias prohibieron
sistemáticamente el martirio voluntario negando el nombre de mártir al fanático39.
Una cita de una carta de San Pablo puede aportar una línea interesante para este tema:
Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón y mujer, porque
todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús40. ¿Qué significa esto? A mi entender
hay como una referencia a la heterogeneidad propia de la Iglesia. Lo único que tenían
en común muchos de los individuos era la fe en Cristo – era poli clasista, anti – esclavista,
no hacía acepción de personas de ningún tipo. Esto hizo también difícil el
encasillamiento de los propios cristianos por parte de las autoridades Romanas.
Esta heterogeneidad propia de la esencia misma de la Iglesia implica que está
compuesta por diversos hombres y mujeres de distintas proveniencias culturales,
políticas, económicas, sociales, etc. Todos estos: formaron – y aún forman- la Iglesia que
37 Op cit.Ste. De Croix p. 251. 38 Ibídem. p.258. 3939 Esto puede verse en los escritos de Clemente de Alejandría, Orígenes, Lactancio. Y en obispos: San Cipriano, Mesurio de Cartago y Pedro de Alejandría, entre otros. 40 Gal.3, 28.
24
se define como el conjunto del Pueblo de Dios unido entre sí por la fe en Cristo y un
mismo bautismo- pero que m más allá del dogma actúan y piensan de diversas formas.
De este modo, la manera en la que asumen distintas cuestiones, cada grupo, cada
familia, si bien buscando siempre la común unión con la Iglesia – en la figura del
presbítero u obispo- ha variado. El martirio es un ejemplo. Esto no significa que a nivel
jerárquico no estaba claro que no se deseaba la persecución, de hecho lo estaba. El
problema, pienso puede haber sido la variante interpretativa que iban adquiriendo los
colectivos locales.
Por otra parte Kovaliov plantea un elemento nuevo a la óptica civil: vemos que la
finalidad de todas las persecuciones de los siglos III y IV [con Decio, Valeriano y
Diocleciano] no era tanto la de perseguir a los hombres como la de confiscar sus
propiedades41.
Este trabajo por tanto buscará, al menos profundizar en el cuestionamiento de este
aspecto de heterogeneidad ad intra de la Institución Iglesia – en proceso de
conformación- en torno a los postulados del artículo de Martín Ibarra que analizó las
diferencias entre Eusebio y Lactancio.
No se ahondará más en estas cuestiones en tanto no son el objetivo del trabajo sino que
más bien son una serie de categorías que se presentan para el estudio de las distintas
posturas respecto del martirio que propone el texto a analizar.
41 KOVALIOV, S.I, Historia de Roma, Argentina, Futuro, 1959. Tomo III- El Imperio.pp.274-275.
25
3 . E l I m p e r i o r o m a n o e n e l s i g l o I V
El siglo IV fue un tiempo de muchos cambios para un Imperio que se encontraba en un
profundo estado de crisis, a la vez que se transformaba para poder permanecer.
Antes de plantear el estado de la cuestión de los lineamientos historiográficos respecto
de la Decadencia del Imperio Romano se habrán de destacar los acontecimientos más
importantes que se sucedieron en este siglo en el que se enmarca nuestro trabajo.
Es a través de ciertos hechos y de determinados personajes ineludibles que encuentran
su explicación muchos de los elementos que configuraron al cristianismo que pasó en
este siglo IV de la peor persecución – como lo fue la de Diocleciano –a ser la religio oficial
del Imperio bajo el reinado de Teodosio el Grande. Entre ambos ha de presentarse
también, aunque sucintamente a Constantino quién abrió el camino de tolerancia al
cristianismo y puso fin al ciclo persecutorio que por tantos siglos había prevalecido,
aunque con distintas intensidades y características.
Considerando la amplitud que tiene un siglo de Historia y lo inabarcable que eso es – y
el hecho de que no es el objeto de estudio de este trabajo, más una introducción al tema
del cristianismo dentro del marco Romano y su cambio de estado de perseguido a
perseguidor en muchos casos – se optó por presentar al período sugerido a través de los
tres personajes políticos fundamentales del período y las medidas más trascendentes
que tomaron.
3.1. La crisis del siglo III: Diocleciano y la tetrarquía
Luego del asesinato de Carino en el 285 asumió el gobierno del Imperio Diocleciano
(Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto: 244-311) en el que se mantuvo hasta el año
305 en que abdicó.
Hacia fines del siglo III el contexto económico, social y político exigía una figura fuerte
capaz de frenar las crisis diversas que azotaban a la región y permitiera la propia
supervivencia del Imperio.
Desde el punto de vista militar y político debió enfrentar las guerras en el Danubio y en
el frente del Rin, a las que se le sumó el surgimiento de los bagaudas – campesinos
liderados por aristos galos que ante la inoperancia efectiva y defensiva de Roma
26
organizaron ejércitos con el objetivo de defender sus tierras- que se presentaban ante
el gobierno como fuerzas paralelas y usurpadoras del poder militar. Esto por una parte
demostraba el descontento pero también la decadencia del poder central.
Este fue el motivo por el que en el año 286 le dio a Maximiano el título de César que
luego se convirtiera en Augusto. Esta diarquía procuró dividir esfuerzos y así cada
Augusto se encargó de una parte del Imperio. Diocleciano se estableció en Nicomedia
frente a los asuntos orientales y Maximiano se fue a Occidente a enfrentar a los
bagaudas y a Carausio.
Hay una medida que tomaron los dos augustos que resulta de particular interés a los
efectos del tema de la Gran Persecución. En el 291 publicaron una nueva ideología en
Milán a través de la cual se asumió como principio de culto al Sol Invicto y se vincularon
a las divinidades. Diocleciano a Júpiter con el título de Iovius y Maximiano a la estirpe de
Hércules con el nombre de Herculis. Configuraron de este modo el relato de la familia
divina que colisionó inmediatamente con el cristianismo que se negaba a aceptar y
adorar la divinidad de los dos Augustos.
A pesar de los éxitos militares de los dos augustos los peligros – como los de perder las
Galias y Britania- no cesaron por lo que ampliaron la diarquía configurando la tetrarquía
adhiriendo a dos miembros más bajo la categoría de césares. Así, Diocleciano colocó en
la península balcánica una línea divisoria – separando al Occidente del Oriente-y
estableció lo siguiente. Cada parte – la occidental y la oriental- sería gobernada por un
emperador con el título de Augusto. Este a su vez tendría un subalterno, una especie de
vice emperador que se llamaría César a cuyo cargo recaería la salvaguardia de las
fronteras que ya eran presionadas por sármatas y bárbaros.
De este modo nombraron a Galerio como César para Oriente y a Constancio para
Occidente.
En el 305 abdicaron los dos augustos y los césares se convirtieron en Augustos. Los
nuevos césares fueron Maximino Daya para Galerio y Severo para Constancio.42
42 http://historicodigital.com/la-construccion-de-la-tetrarquia-diocleciano.html.
27
Desde el punto de vista social y económico el siglo III cerraba con una serie de crisis y
problemas estructurales.
En este período las provincias se habían empobrecido y el mismo Estado contaba con
escasos recursos para pagar al ejército tan necesario para sofocar los intentos de
invasión. Según Momilgiano43 en el siglo III podía observarse ya una desintegración que
de todos modos permitió al Imperio sobrevivir gracias a los esfuerzos de Claudio,
Diocleciano y Constantino. De este modo forjaron una organización que se basó en el
principio de coacción aunque de todos modos, establece el autor, la economía colapsó
por razones que aún no se han logrado explicar.
Una primera crisis pareció relacionada con el hecho de que el trueque informal y los
impuestos pagados en especie comenzaron a sustituir a las transacciones monetarias
del Imperio. Constantino introdujo como consecuencia monedas de oro, los solidi, que
permitieron al gobierno regularizar la actividad privada – de cierta manera- y como base
para un sistema fiscal en crisis. De todos modos tuvo consecuencias negativas la moneda
en tanto, para su uso diario, había una moneda depreciada y por las intensas
fluctuaciones de las tasas de cambio entre la moneda de oro y la depreciada, había
incertidumbre y extorsiones.
La clase media se vio hondamente afectada por la crisis pues se vio empobrecida en su
gran mayoría. Los funcionarios públicos y los soldados contaban con sobornos y diversas
gratificaciones como compensa a sus salarios. La mano de obra era escasa y la calidad
de vida de las personas corrientes se hacía complicada por la presión fiscal y el
descontento general de la vida.
A esto ha de sumársele el estado de guerra: las invasiones bárbaras por una parte y las
guerras civiles habían destruido parte de las riquezas y de las ciudades. El ejército por su
parte – además de un dificultoso reclutamiento de hombres para el mismo- estaba
compuesto en su gran mayoría por bárbaros (germanos y sármatas en su mayoría) que
vivían como paga en el Imperio en sus comunidades. Pero, la división del Imperio
significó una división de la fuerza misma del ejército y una duplicación de los costes de
mantención. Era como establece Momigliano, antieconómico. Había un ejército interno
43 Momigliano, op.cit.p.21.
28
y uno fronterizo. Las fronteras por su parte estaban cuidadas por soldados mal pagos
que gozaban a su vez de poco prestigio. Por tanto, la debilidad en este aspecto es clara.
Por otra parte la inseguridad y la inflación eran otros problemas, no menores, que debía
afrontar el Estado y esto significaba que no podían invertir en mejorar el ejército.
Los contrastes entre la riqueza y pobreza estaban fuertemente marcados y según
establece Momigliano, se pueden apreciar en los sermones de San Ambrosio en
Occidente y San Juan Crisóstomo en Oriente que condenaban la compra de propiedades,
casas y campos de los ricos. A través de ello puede observarse el hecho de que, algunas
familias comenzaron a establecerse en el campo y sus propiedades crecían como
unidades autosuficientes.
Por su parte, aunque la clase senatorial pareciera que esta estaba decayendo en el siglo
III (pues fueron desprovistos del mando del ejército y en muchos casos sustituidos por
germanos comenzando a perder el gobierno de las provincias) en ciertos aspectos,
comenzó a crecer en otros.
Los antiguos rivales de la clase senatorial, los caballeros, fueron suplantados por los
primeros y así comenzaron a conformar un grupo fuerte de terratenientes. Según
plantea el autor, en Occidente comenzaron a monopolizar la vida que se encontraba
fuera de la órbita de la Iglesia. De todos modos interesa destacar el hecho de esta
transformación- si se le puede denominar así- de la clase senatorial hacia el estado de
terrateniente – comenzó a configurar el trasfondo en el que emergería luego el
feudalismo. Muchos de ellos cultivaron la retórica y la poesía y en Roma, bajo los
auspicios de Símaco, formaron el último bastión del paganismo. En otros casos, los
menos, se convirtieron al cristianismo.
29
3.1.1. La Gran Persecución
Otra medida trascendente al desarrollo de este trabajo fue la de la última gran
persecución que desató Diocleciano hacia los cristianos – con la salvedad de la de Juliano
el apóstata. Se trató de la persecución más cruenta que vivieron los cristianos pues fue
sistemática, oficial y llevada a cabo con gran rigor. De hecho a este período se le
considera como la época de los mártires.
Para los cristianos y dentro de su memoria fue de ello tiempo en el que, como estableció
Tertuliano, la sangre de los mártires fue semilla de cristianos.
Antes de abdicar, en el año 305, Diocleciano publicó cuatro edictos sucesivos de
persecución contra los cristianos dentro de los cuales se puede observar un grado
creciente de violencia y acción de la autoridad civil en contra de la Iglesia.
Los registros que se tienen sobre los edictos son los que Lactancio deja en su obra De
mortibus persecutorum, a través del cual el autor presenta la muerte como castigo que
vivieron los distintos perseguidores.
El 23 de febrero del año 303 fue publicado el primer edicto persecutorio dando lugar al
primer acontecimiento que abriría el período: la iglesia catedral de Nicomedia fue
arrasada. De este modo, en el marco de la fiesta de Terminalia – celebración pagana en
honor al dios Término, el dios de las fronteras – fue arrasada dicha iglesia. Este primer
edicto fue publicado para derribar a todos los templos hasta sus cimientos y destruir con
fuego las Sagradas escrituras. El segundo ordenó el encarcelamiento de los obispos,
presbíteros y diáconos con el fin de dejar al pueblo cristiano sin pastores; el tercero los
forzaba a sacrificar a los dioses. De este modo ofrecían la libertad a los que accedían y
la condena de muerte a los que no. El cuarto edicto extendió la obligación de sacrificar
a todos los cristianos. 44
Se presentarán a continuación algunos fragmentos extraídos de las Actas de los mártires
en las que puede apreciarse la visión de los propios cristianos respecto de estos edictos:
44 http://www.gecoas.com/religion/historia/antigua/sigloI-P.htm
30
En tiempos de Diocleciano y Maximiano, el diablo declaró la guerra a los cristianos del
siguiente modo: exigió la entrega de los sacrosantos Testamentos del Señor y las
Escrituras divinas para quemarlos [refieren al primer edicto de Diocleciano] , mandó
destruir los templos consagrados al Señor y prohibió las celebraciones litúrgicas y las
reuniones devotas.
El ejército del Señor Dios no pudo soportar tan feroz mandato y se horrorizó ante órdenes
tan sacrílegas. En seguida, empuñó las armas de la fe y salió a la batalla para luchar (…).
Lamentablemente, algunos entregaron a los paganos las Escrituras del Señor y
quemaron en sacrílegas hogueras los Testamentos divinos y, por eso, se separaron del
quicio de la fe. En cambio, muchísimos otros guardaron las sagradas Escrituras y de
buena gana derramaron por ellas su sangre y por eso tuvieron un fin valiente. (…) y
llevaron la palma victoriosa del martirio. Todos estos los mártires firmaron con su propia
sangre la sentencia contra los traidores y sus cómplices, sentencia que los había arrojado
de la comunión de la Iglesia. No era lícito que en la Iglesia de Dios estuvieran juntos los
mártires y los traidores.45
En las anteriores citas puede observare en primer lugar el ideal por el martirio de los
propios cristianos que escribieron estas cartas; el repudio por los detractores; la idea de
batalla que se nota implícita en sus discursos dentro de la cual se consideraban soldados
de Cristo; pero también se ve cómo no era una generalidad. No todos estaban de
acuerdo con el martirio – más allá de los motivos- y muchos cedieron y sacrificaron como
les pedían los cónsules.
45 MIGLIORANZA, Contardo, Actas de los mártires, Argentina, San Pablo, 2011. Se cita la introducción al
acta del martirio de san Saturnino y compañeros datado en el 304, en Cartago. Luego de emitidos los
edictos de Diocleciano los acusan por haber celebrado la Eucaristía que estaba prohibida.
31
3.1.2. El cese de la persecución: Galerio y el Edicto de
Nicomedia.
La muerte de Diocleciano en el 305 significó un alto en las persecuciones.
Si bien Galerio llevó a cabo una política represora muy fuerte en los Balcanes en dónde
era el César, varios fracasos lo llevaron a emitir hacia el final de su gobierno el Edicto de
Nicomedia, o de tolerancia como también se le conoce. A través de este los cristianos,
según establece Lactancio pueden nuevamente (…) reconstruirse así como sus lugares
de culto, siempre que no hagan nada en contra del orden público. Según Lactancio
Galerio, enfermo de cáncer, se había persuadido de que su enfermedad era el castigo
por haber perseguido a los cristianos razón que lo habría llevado a publicar el edicto.
Más allá de la verosimilitud y del carácter subjetivo que implican estas afirmaciones,
Galerio murió cinco días luego de publicado el Edicto. Los cristianos pudieron volver a
practicar su religión y construir sus templos.
El problema con este Edicto fue que sólo regía en su fragmento del Imperio pero abrió
el espectro a una nueva consideración del tema de los cristianos y elemento ineludible
de camino hacia el Edicto de Milán.
3.1.3. El triunfo del cristianismo: algunos alcances
En el estudio que plantea Henry Puech46 sobre las religiones en occidente pueden
apreciarse ciertos elementos que no han dejar de mencionarse respecto del triunfo que
vivió el cristianismo y especialmente cómo se ancló el mundo occidental creando un
ideario que permanece hasta el presente – aún a pesar de los procesos de
secularización.
El cristianismo no sólo se consolidaría en un tiempo y un espacio determinado sino que
comenzaba a sentar las bases de lo que luego serían las categorías occidentales te
tiempo –como lo es la era cristiana Después de Cristo en la que hoy vivimos – y espacio.
46 PUECH, Henry-Charles, Historia de las religiones, V. 7: Las religiones constituidas en occidente y sus
contradicciones. Parte I, México, Siglo XXI, 1998. P.62 y ss.
32
El cristianismo se impuso como ideología dominante no sólo en los Estados sino que
también en las colectividades, en las clases sociales.
Las horas canónicas comenzaron a regir sobre la vida cotidiana que llegó a configurar el
calendario. Así el tiempo litúrgico se ancló en el tiempo cotidiano y comenzó a regularlo
todo: el trabajo, el descanso, la vida cotidiana.
En el plano económico la Iglesia pasó a ser la gran poseedora de tierras y su influencia
se ejerció incluso en el establecimiento del precio justo.
En el orden social comenzó a conformar una sociedad tripartita que adquiriría su forma
definitiva y llegaría a su apogeo en la Edad Media. Se trató de la división clásica de los
miembros de la sociedad en: bellatores, oratores y laboratores.
En lo que a la política se refiere la Iglesia se constituyó en uno de los poderes centrales
más sólidos que llegó a dominar, a pesar de su original poder espiritual, al poder
temporal. Aquí puede ampliarse el estudio en torno a la teoría de las dos espadas que
comienza en el Antiguo testamento con los primeros reyes y los profetas.
La cultura también se vio enmarcada dentro del ámbito de la influencia eclesiástica. La
Iglesia, a través de sus monjes que se dedicaron a ellos, se hizo del monopolio del
conocimiento, que se sostuvo en su lengua oficial [latín] y que la ubicó en la posición de
educadora primera.
Estos elementos, muy sucintamente, se plantearon simplemente para constatar algunos
aspectos que conllevarían en la corta pero también en la larga duración, el poder que
adquirió la Iglesia y el triunfo que significó el hecho de sobrevivir y sobre existir al
Imperio Romano – si no ser la misma causa de su decadencia como se plantea en otro
punto de este trabajo.
3.2. Constantino el Grande: camino hacia la religio oficial
Cayo Flavio Valerio Claudio Constantino (274-337) es considerado como el primer
emperador cristiano de Roma. Su padre había servido como militar a Diocleciano. Tras
33
la muerte de Constancio Cloro, fue proclamado por emperador, en Britania. Recuperó
el sector occidental del Imperio que había vivido diversas invasiones.
Gobernó como totius orbis imperator del Imperio Occidental mientras que Licino se hizo
cargo del Oriental.
De éste emperador se habrán de destacar únicamente dos elementos. El primer
elemento importante a destacar del gobierno de Constantino fue la creación de
Constantinopla, ciudad a la que trasladó la capital del Imperio quitando prestigio e
importancia a Roma.
El segundo o fue el punto final a las persecuciones con la promulgación del Edicto de
Milán en el 313. A través del mismo se estableció la libertad de cultos y el cristianismo
comenzó su camino hacia su oficialización con Teodosio.
Hay diversas posturas respecto de por qué Constantino emitió el edicto: muchos por
una parte refieren a una conversión del Emperador, también por influencia de Santa
Helena su madre que es venerada actualmente por la Iglesia católica y la ortodoxa.
Otras corrientes establecen que fue una medida política a través de la cual buscó
mantener el poder con el cristianismo de su lado. Estos habían mostrado una gran fuerza
dado su crecimiento y expansión a pesar de los siglos de persecución. No interesa ese
debate en este trabajo más que plantearlo. Lo cierto es que Constantino acompañó el
crecimiento que comenzó a desarrollar el cristianismo. Ello puede observarse en la
convocatoria al Concilio de Nicea que partió del mismo emperador.
El Concilio de Nicea del año 325 fue el que sentó las bases de la fe católica y apostólica
que se mantienen hasta el presente. Se escribió el credo niceno – constantinopolitano
cuya vigencia se mantiene exacta. El problema que llevó al Concilio fueron las
controversias desatadas por Arrio, un presbítero de Alejandría, que establecía que el
Hijo, Jesús, era de una naturaleza similar y no igual que el Padre. Este fue condenado: y
comenzó una etapa de persecución a las herejías que proliferaban.
34
3.2.1. Teodosio: religio oficial y el Concilio de
Constantinopla
De este modo el cristianismo pasó de ser perseguido a permitido y, bajo el reinado de
Teodosio el grande, el 27 de febrero del 378, fue declarada como la religio oficial de
Roma. A su vez se prohibió la práctica del paganismo y la adoración pública a los antiguos
dioses.
En el 381 Teodosio convocó a otro concilio ecuménico en Constantinopla a través del
cual se condenó al arrianismo y al macedonianismo – que negaba la divinidad del Espíritu
Santo.
3.3. De perseguidos a perseguidores: la decadencia del Imperio y la
expansión del cristianismo. Posturas historiográficas
Comenzó así también un proceso muy fuerte de consolidación de una religión que por
mucho tiempo había tenido que vivir oculta. Por otra parte comenzaron a fijar sus
dogmas, más allá de la tradición apostólica y a través de Concilios y documentos oficiales
se cimentaron sus bases que hasta el presente perduran.
Este proceso vivió en el camino una purificación de las diversas herejías que comenzaron
a circular de modo que la condena a estas fue también muy estricta. Así fueron
condenados los arrianos, los montanistas, los discípulos de Arcano, los donatistas, entre
otros.
Si bien la persecución civil y material había terminado, el cristianismo debió enfrentar
ahora una nueva etapa – no tanto de persecución – pero sí de duras críticas respecto de
sus postulados y sus dogmas. Fue así como comenzó a florecer la apologética cristiana
que luego adquiriría una forma nueva como lo fue la escolástica dentro de la cual
desarrollaron sus fundamentos apologéticos – en defensa de la fe pero buscando
conciliación con la ciencia – autores como el dominico Santo Tomas de Aquino.
Hay un factor que resulta ineludible para cerrar este tema: la caída del Imperio Romano
y el crecimiento del Cristianismo. ¿Fue el cristianismo el causante del detrimento del
Imperio Romano? ¿O este ya estaba en crisis? ¿Fue el cristianismo un Imperio que creció
35
en paralelo al Romano? ¿Cómo se explica esto si se mantuvo a pesar de la eventual caída
– más allá de la fecha que se considere- del Imperio?
Es interesante un planteamiento que hace Momilgiano, que si bien no se analizará por
alejarse el objeto de estudio, se planteará.
Respecto de la caída del Imperio Romano hubo y aún hay diversas y divergentes
posturas. Establece lo siguiente.
El belga Henry Pirenne en su libro Mahoma y Carlomagno propone la tesis de que los
árabes destruyeron la unidad interna del Imperio por diversos factores y el Occidente,
separado ya de Bizancio debió ocuparse de sí mismo por estas razones. De este modo,
la coronación de Carlomagno sería una respuesta simbólica de Occidente a los desafíos
que presentaban los seguidores de Mahoma. Rostovtzeff se adhiere a esta postura a
través de la cual veían el fin del Imperio en la decadencia de las ciudades.
Dopsch por su parte ve a las causas de la decadencia en la revolución de los campesinos
contra los habitantes de la ciudad: antes que en las ciudades, ve la decadencia en las
personas.
Todo esto para mostrar cómo ninguno de estos autores considera a un factor, que según
Gibbon es el esencial para la decadencia: el cristianismo. Éste autor lo estudió
simplemente como un poder destructivo. Momigliano por su parte propone diversos
aspectos que muestran cómo la crisis del Imperio y el fortalecimiento del cristianismo
produjeron un nuevo estilo de vida, con nuevas lealtades, ambiciones y satisfacciones.
Es en estas consideraciones que refieren a las mentalidades que Momigliano ve que se
produjo un cambio sustancial y sí determinante para la caída del imperio pues cambió
el paradigma.
Un elemento importante que plantea fue el hecho de que, si bien en sus comienzos el
cristianismo se vinculó con los sectores más humildes47 – hacia el siglo IV comenzó
47 Esto puede estudiar a través del arte paleocristiano, los símbolos que denotan elementos muy básicos de vida y alimentación que luego se configurarían hacia fines del primer siglo en la escritura de los evangelios. Joseph Ratzinger – en el primer tomo de Jesús de Nazaret- establece que, si bien hoy pude considerarse erudito un estudio sobre los textos originales en griego antiguo y latín, el hecho de
36
también a crecer su influencia dentro de las aristocracias. De este modo adquirió un
nuevo elemento de poder que ahora sí podía enfrentarse al gobierno con un mismo
lenguaje.
De este modo la Iglesia comenzó a atraer hacia sí a grandes cantidades de personas
educadas e influyentes que luego se convertirían en apologistas y acérrimos defensores
del cristianismo contra el desplazado paganismo. Otro factor importante que plantea
Momigliano es el hecho de que, el poder en el siglo IV para el que lo buscara, no se
encontraba ya tanto en la carrera civil como la eclesiástica, atrayendo a otro público
además.
Y un elemento también crucial a considerar: la Iglesia atrajo a las mentes más creativas
– provenientes de diversas partes del Imperio - como lo fueron en Occidente las figuras
de: San Ambrosio, San Jerónimo, San Hilario de Poitiers, San Agustín; y en Oriente: San
Atanasio, San Juan Crisóstomo, San Gregorio Nacianceno y Basilio de Cesarea. Así
combinaban la teología cristiana con la filosofía pagana y la habilidad política mundana
con una fe segura en los valores inmortales.
Aunque este tema es más amplio me interesaba plantear aquellas cuestiones que
presentan este tema en tanto interesa y complementa para el tema de las diversas
posturas que hubo en el cristianismo en torno a las variadas realidades históricas a las
que se iban enfrentando.
adentrarse en ese mundo lingüístico se ve la simpleza del lenguaje en el que fueron escritos- además del carácter pastoril de los relatos.
37
4 . U b i c a c i ó n d e l a u t o r , d e l t e x t o y d e l a r t í c u l o
Se desarrollará a continuación una sucinta presentación del autor del artículo que se ha
elegido para analizar en este informe.
Martín Ibarra Benlloch es Doctor en Historia y actualmente profesor en las universidades
de Zaragoza y Navarra. Entre sus principales temas de investigación se encuentran las
persecuciones religiosas que se vivieron en la España de la guerra civil razón por la cual
puede ser considerado un martiriólogo. Ha publicado varios libros pero principalmente
se dedica a la docencia universitaria.
Su última obra, editada en dos tomos, fue La persecución religiosa en la diócesis de
Barbastro-Monzón (1931-1941) publicada en Zaragoza en 2011.
Benlloch es también director del archivo del santuario Torreciudad.
El texto que se analizará en este informe, sobre este autor, junto con la obra – al menos
la que se ha identificado – encuentra un hondo significado en la teoría de Benedetto
Croce respecto de que toda historia es historia contemporánea. Resultan consecuentes
sus estudios martiriológicos, especialmente los que se centran en Roma pues, como
historiador de las persecuciones a los cristianos en la Guerra Civil, encuentra en ellos un
fundamento, una guía, o una continuidad quizás.
38
4.1. Argumento
El artículo publicado en el portal electrónico DIALNET48 se denomina Diferencia de
pareceres entre Lactancio y Eusebio de Cesarea en torno a la muerte voluntaria en
testimonio de su fe.
El texto analiza un acontecimiento que narran tanto Lactancio como Eusebio de
Cesarea. Se trata de un individuo que, tras la promulgación del Edicto de persecución
oficial del 24 de Febrero, rompió el papel al tiempo que decía entre burlas que se trataba
de victorias sobre godos y sármatas. Ambos autores coinciden en señalar el hecho de
que dicho acto le mereció un castigo que soportó con admirable paciencia y
conservando la calma y la tranquilidad hasta el último suspiro.
Benlloch establece que el acontecimiento es presentado vagamente por ambos autores
pero, a pesar de ello, se aprecia en cada una de las narraciones, una visión distinta al
respecto. Mientras que para Eusebio el celo de Dios fue el motor del arrojo de este
hombre que se lanzó con fe ardiente a arrancar el edicto de los emperadores y romperlo,
para Lactancio – aunque le reconoce la valentía que tuvo- fue poco prudente. De este
modo se puede observar en Lactancio una especie de recriminación en torno a este tipo
de actitudes y un apreciamiento en Eusebio.
El artículo menciona otro acontecimiento que es el referente a la narración posterior de
estos autores del comienzo de la Gran Persecución. Lactancio por su parte menciona el
panorama violento que se desató desde el ámbito familiar de Diocleciano – que obligó
a su mujer e hija a sacrificar- hasta el ámbito imperial en el que fueron ejecutados varios
funcionaros. Eusebio por su parte, menciona – además de los acontecimientos
anteriores- el gran número de mártires que eran degollados o quemados en Nicomedia.
Según una tradición- que toma Ibarra de A. Velasco49 - hombres y mujeres saltaban por
sí mismos al fuego con un fervor divino inefable.
48 El portal corresponde a la Fundación DIalnet y se encuentra dirigido por la Universidad de la Rioja. Se trata de un sitio en el que se encuentran diversos archivos, revistas electrónicas, documentos de carácter universitario al cual se accede por suscripción. 49 Velasco establece que Eusebio debió tomar estos acontecimientos de algún documento aunque se desconoce aún cuál pudo ser.
39
Ciertamente, estos cristianos de Nicomedia – según la tradición que recoge Eusebio- lo
que hicieron fue adelantar su ejecución.
De este modo y a partir de estos dos núcleos temáticos comienza el desarrollo del tema
Ibarra. Lo que él hace para profundizar en el estudio de lo que hay de fondo en estos
acontecimientos, es presentar la postura antropológica que tienen tanto Eusebio como
Lactancio.
Eusebio por su parte considera la primacía absoluta del alma por sobre el cuerpo. Esto
explicaría según Benlloch el porqué de la cantidad de episodios – que figuran en su
Historia Eclesiástica- que refieren a suicidios por la pureza y casos del estilo. Él no sólo
que no los recrimina sino que por el contrario los presenta con naturalidad. Esto se
encuentra en una misma línea dentro de la cual no condena la actitud de los cristianos
que tuvieron actitudes provocativas que les costaron la vida.
Lactancio por su parte considera a estas actitudes como suicidas y se opone a ellas. En
sus distintas obras, según analiza Benlloch, mantiene la misma postura: matar es
siempre nefasto. Condena a distintos suicidios famosos de la Antigüedad como lo es el
caso de Catón – pero también en el plano religioso. Él también tiene una concepción
dualista del hombre pero posee una gran estima por el hombre a quién considera el
centro de la creación y la propia imagen de Dios. No es lícito destruir el cuerpo, templo
del Espíritu Santo, según la concepción cristiana del cuerpo.
Ciertamente, Lactancio habla del espíritu y de la carne y del combate espiritual que se
ha de mantener entre ellos, en la óptica más netamente paulina. Pero la preeminencia
del espíritu sobre la carne no significa el aniquilamiento de ésta, pues ambas partes son
buenas, dignas y necesarias.50
Luego se aclara que Lactancio establece que hay un cierto miedo en los que se suicidan
a enfrentar la situación. A estas posturas Ibarra agrega el hecho de que distintos obispos
como Pedro de Alejandría51 y Clemente52 condenaron las actitudes suicidas de los
50 Diferencia de pareceres…p.101. 51 En la epístola canónica: en los cánones IX y X el obispo recrimina el hecho de que los cristianos se presentaran voluntariamente al juez. 52Clemente de Alejandría: censuró estas posturas también en el marco de la condena de los marcionitas [secta herética fundada por Marción en el siglo II que desvinculaba la tradición del Antiguo testamento con la del Nuevo.]
40
cristianos que provocaban a las autoridades y adelantaban su ejecución. Estas
provocaciones fueron a su vez condenadas por el Concilio de Elvira del 309 al referirse a
los condenados por destruir ídolos que no hacen más que complicar las tensas
relaciones entre la Iglesia y el Estado.
Finalmente el autor presenta la evolución que vive en Lactancio, como en otros autores
cristianos el tema de matar en el marco de las conquistas del cristianismo y la
participación de los mismos en el ejército.
La diferencia de pareceres entre Eusebio -que concede una primacía casi total al alma
por sobre el cuerpo y menosprecia al cuerpo y a la vida terrena y apremia a las muertes
voluntarias en defensa de la fe- y Lactancio que considera que etsi non recte, es poco
prudente e incorrecta – radica para Benlloch en las distintas posturas antropológicas de
los autores.
4.2. Tema
El tema central del artículo y el objeto de análisis del mismo es la muerte voluntaria de
los cristianos en el marco de las persecuciones- particularmente acotado a la Gran
persecución de Diocleciano de principios del siglo IV.
Esto adquiere un significado mayor cuando se toma en consideración el hecho de que
es la época considerada como de los mártires por los cristianos.
Pero a la luz de estos acontecimientos en los que se lee el problema que surge para el
historiador que procura analizar el martirio desde dentro pues no fue unilateral la
consideración de los autores cristianos contemporáneos, cabe preguntarse entonces:
¿cuántos fueron de hecho mártires de la Persecución? ¿Cuántos fueron suicidas? Si bien
se entiende que es inabarcable un estudio cuantitativo si se buscará una aproximación
cualitativa… ¿cómo puede explicarse que dos autores, de la misma raíz cristiana, tengan
posturas tan disímiles? ¿Qué consideraciones hace la Iglesia a este respecto? ¿Es un
martirio válido el suicidio o puede enmarcarse como una más de las desviaciones que en
gran cantidad se produjeron en estos siglos?
41
5 . A l g u n a s d i f i c u l t a d e s q u e p r e s e n t a e l e s t u d i o d e l t e m a
El tema del texto de Ibarra encierra una serie de complejidades.
La primera dificultad radica, para el que procura realizar un estudio histórico, en la
subjetividad de las fuentes que se traduce en distintas interpretaciones en torno a los
mismos acontecimientos.
Por otra parte se presentan las contradicciones propias del cuerpo de la Iglesia que como
Institución heterogénea que es, estaba conformada por numerosos intelectuales – en el
rubro que nos interesa abarcar- que contenían posturas divergentes.
A su vez este texto presenta el elemento de transformación y adaptación que fue
viviendo la Iglesia que la llevó en muchas ocasiones a cambiar postulados – como lo es
el caso de la muerte en torno a la participación de los cristianos en el ejército una vez
que fueron la religio oficial del Imperio-.
Se procurará cuestionar el tema del martirio voluntario utilizando las herramientas
necesarias para ello – partiendo de la misma dificultad que se sabe encierra el tema.
El siglo IV, según lo plantea Momigliano, se caracterizó por una fuerte lucha doctrinal
entre paganos y cristianos que, a través de una extensa cantidad de obras filosóficas y
teológicas, debatieron sobre temas fundamentales.
Los cristianos por su parte, antes de su apogeo hacia fines del siglo IV, comenzaron a
desarrollar el discurso apologético en los primeros siglos. A través del mismo iban
escribiendo sobre los principios fundamentales de la fe cristiana y condenando a las
desviaciones que pronto comenzaron a surgir. Los obispos y predicadores dedicaron
también empeño a este asunto.
Lo interesante – a este trabajo- más allá de las polémicas con los paganos, son las
controversias internas propias del cuerpo de la Iglesia que se suscitaron prontamente.
Era fácil declarar heréticos a ciertos postulados filosóficos o a los provenientes de
religiones paganas y ritos diversos. Pero ad intra era una lucha compleja, más cuando
se trató de tiempos anteriores a los principales concilios que definieron los dogmas con
mayor firmeza y les permitieron a los cristianos con más claridad afirmar aquello con lo
que no comulgaban.
42
De este modo hubo dentro de la Iglesia hombres que en la posteridad serían
considerados Padres53, Doctores y Santos- y otros que, a pesar de haberse dedicado a la
apología, no recibieron dicho crédito.
La patrística implica una ortodoxia y una coherencia con los postulados iniciales que
afirmaban los apóstoles sucesores y testigos según la tradición. En ello radica la sucesión
apostólica que se mantiene hasta el presente. El título de Doctor [como el de Padre y
de Santo es impuesto a posteriori] significa que los escritos del autor son de una validez
universal para todos los católicos y que su trascendencia excede a su tiempo. La santidad
es un atributo a la vida personal y respecto de las virtudes heroicas que desarrolló el
cristiano durante la vida – claro que en referencia a los ideales propios de la fe cristiana.
En lo que refiere a la diferencia de pareceres que plantea Ibarra en el artículo respecto
del martirio por la fe se presentarán los siguientes puntos. A través de los mismos se
buscará ahondar en las consideraciones respecto del martirio para los cristianos – y se
presentarán dos elementos que se creen pueden significar un paso más, que los que
realiza Ibarra, en el análisis de este tema.
En primer lugar se cuestionará la divergencia de posturas a la luz de las contradicciones
implícitas dentro de los autores cristianos. Por otra parte se presentará el tema de la
santidad y el martirio como modo de vida. Finalmente se presentarán algunos
cuestionamientos finales.
53 BENEDICTO XVI, Audiencia General53 . Eusebio de Cesarea: Roma, 13 de junio de 2007.
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2007/documents/hf_ben-
xvi_aud_20070613_sp.html .
43
5.1. El martirio voluntario según Ste de Croix
El martirio voluntario es definido por Ste. De Croix como la actitud de cristianos
intrépidos que iban más allá de lo que sus iglesias esperaban de ellos.54 Así estos
individuos llegaban a ofrecerse a sí mismos a las autoridades actuando en muchos casos
de manera provocativa, destruyendo imágenes de dioses paganos, por ejemplo.
Ste. De Croix plantea el tema dentro de su estudio sobre la causa de las persecuciones.
Si bien no es su objeto de estudio y no realiza un avance en este sentido, menciona una
serie de elementos que permiten introducir este tema dentro de este trabajo.
Para este estudio el autor propone una mirada desde dentro de la concepción de los
perseguidos. Afirma a su vez que la historiografía no ha producido avances significativos
en este tema aún a pesar de que se encuentran en las fuentes y que, según sus avances,
los mártires voluntarios tuvieron un rol más significativo del que se les atribuye en el
tema de las persecuciones.
Un planteo interesante que realiza el autor refiere al hecho de que el martirio voluntario
contribuyó al estallido de la persecución y en muchos casos tendió a intensificarla.
Por otra parte agrega un elemento nuevo a la imagen que hay sobre los mártires
voluntarios que por lo general son vinculados a las sectas heréticas o cismáticas
Donatistas y Montanistas. Establece que la práctica no fue ejercida únicamente entre
estos grupos como se suele considerar más por el contrario fue ampliamente extendida
entre los sectores ortodoxos.
A pesar de ello afirma que los dirigentes de las iglesias condenaron sistemáticamente
estas actitudes y lo prohibieron considerándolos fanáticos y negándoles la consideración
de santidad. Dentro de esta corriente hay fuentes que lo constatan como lo son las obras
de Lactancio y Clemente de Alejandría y los escritos de los obispos Pedro de Alejandría,
San Cipriano y Mesurio de Cartago respectivamente.
Por ello el hecho de que cierta cantidad de mártires fueran voluntarios implica que no
habrían sido capturados por las autoridades. Esto naturalmente altera la visión de las
persecuciones que se tiene y de hecho afirma que no surgieron en el siglo IV. Una de las
54 Ste de Croix. ¿Por qué fueron perseguidos los cristianos? p.258-262.
44
raíces que propone Ste. De Croix es la vinculación de los cristianos con el Antiguo
Testamento – en particular el libro de los Macabeos- que ejerciera una influencia en
judíos que ya habían llevado esto a la práctica.
Lo último que plantea respecto del tema de Croix es que podría tratarse de un factor
más para la comprensión del carácter endémico que adquirieron las persecuciones en
diversas partes del mundo romano. Aunque con ello no responde plenamente a sus
preguntas respecto de por qué los persiguieron de todos modos las masas y el gobierno.
45
5.2. La persecución como configuración de una identidad: Horacio
Luis Botalla
Horacio Botalla presenta en su artículo sobre la Historiografía cristiana y el poder
Bárbaro un elemento trascendente que aporta a las menciones que se hacen respecto
del trabajo de Ibarra Benlloch.
A pesar de que se refiere a otro contexto- África vándala – presenta un elemento que
me parece de gran importancia: el tema de la identidad y la alteridad.
¿Podría ser la búsqueda de una definición de identidad el anhelo por el martirio? ¿Esta
identidad encuentra sentido y conexión respecto de algún tipo de alteridad? ¿Por qué
querrían los cristianos diferenciarse del resto? ¿Qué razones habría para afirmar una
identidad, en el caso de que se tratara de una búsqueda de esto?
Botalla reconoce, en el estudio de Victor Vitense y el África vándala, un patrón que se
repite en otros autores cristianos en el que hay unos mismos recursos apologéticos,
propagandísticos y laudatorios. De esta manera él presenta el hecho de que, a través de
ello se va configurando un discurso historiográfico – esto es a partir de la adscripción de
unos valores determinados.
Así la narración de las persecuciones concreta un acto de distinción decisivo en tanto se
perciben y se constituyen, de manera extrema, como alteridad. La persecución se erige
así en un componente básico para la configuración.55
De esta manera, y según este planteamiento, las persecuciones en sí mismas podrían
ser un elemento de configuración de los cristianos que aún se encontraban en un
período de definición y crecimiento. Esto se sellaría recién con el Concilio de Nicea a
nivel dogmático y con los que le seguirían.
Es cierto también que en sus comienzos el cristianismo fue considerado como una secta
dentro del judaísmo. Los judíos rechazaron firmemente los postulados cristianos y
prontamente en los principios religiosos comenzaron a notarse las divergencias, y, como
55 Horacio Luis Botalla, Historiografía cristiana y poder bárbaro. p.87-88.
46
se presentaba en el contexto de este trabajo, la nueva religión se separaría de la misma
por ejemplo quitando el rito de circuncisión.
Dentro de las religiones paganas, la cristiana recibía fuertes críticas – como puede leerse
en Eustaquio Sánchez pues la condenaban por nueva. En el marco de las ancestrales
religiones paganas, el cristianismo sin sus raíces hebreas, era demasiado reciente como
para imponerse sobre otras con un peso propio del tiempo que tenían de vida e
influencia.56
De esta manera, no resultaría descabellado el hecho de tomar la condición de religión
emergente y en vías de radicación y definición propia. De este modo, puede apreciarse
cómo por un lado siempre son imprescindibles los elementos que vinculen a los
miembros entre sí y generen identidad y por otro la dualidad de la realidad en su visión
configuraría el elemento de alteridad. La alteridad refuerza en muchos casos la idea de
identidad.
Así, la búsqueda voluntaria del martirio podría tener un componente de búsqueda de
identidad.
56 Eustaquio Sánchez, Polémica entre paganos y cristianos. Cap. I: La antigüedad de la doctrina. En este capítulo el autor presenta la condena por parte de los paganos a los cristianos por ser una doctrina nueva, plagada de errores nuevos y sin ningún tipo de raíces en los pueblos más poderosos de la antigüedad. Por este motivo los acusarían de haber generado los nexos para con el Antiguo Testamento.
47
5.3. Un enfoque pagano: Minucio Félix
Una de las críticas que hacen los paganos a los cristianos es la que refiere a su búsqueda
voluntaria del martirio. En base a ello – asumiendo un genérico, esto es - que todos los
cristianos buscan la muerte en defensa de la fe- les recriminan sus quejas al respecto en
tanto sucede porque ellos así lo desean.
¿Es cierto que todos los cristianos anhelaban el martirio?
La postura de los paganos respecto del martirio voluntario cristiano [y de su desprecio
de este mundo y a la muerte en sí] fue objeto de duras críticas que se tradujeron en
varios escritos. Algunos de ellos son presentados por Eustaquio Sánchez57 en su
compilación documental.
Allí el autor afirma que Minucio Félix58 es un autor en quién se ven representadas las
críticas de los paganos.
Los paganos critican a los cristianos por su impasibilidad ante la muerte y condenan su
búsqueda voluntaria del martirio. De este modo los reprenden diciéndoles: si el martirio
es algo buscado por los cristianos y algo a lo que ellos van voluntariamente, ¿por qué se
quejan entonces de las persecuciones? Y ¿por qué odian a los perseguidores? Más bien
deberían amarlos, porque gracias a ellos consiguen lo que buscan. 59
“¡Oh extraña estulucia e increíble audacia! Desprecian los tormentos presentes y temen
el futuro incierto y, mientras por una parte tienen miedo de morir tras la muerte, por
otra no tienen miedo de morir: la falsa esperanza de una vida renovada aminora en ellos
el pavor a la muerte presente.”60
De todos modos, si bien esta polémica es más larga y tiene otras aristas, en tanto
interesa a este estudio se considerará lo siguiente.
57 SÁNCHEZ SALOR, Eustaquio, Polémica entre cristianos y paganos, Madrid, Akal, 1986. p. 422 y ss. 58 Autor que vivió entre los siglos II y III que escribió el diálogo que fue conocido por el nombre de
Octauius. En este el autor expone en boca del pagano Cecilio las acusaciones contra los cristianos que
son refutadas por un interlocutor cristiano. Coinciden (Ibídem cit. P.26) según Eustaquio Sánchez con los
argumentos contra el cristianismo que aparecen en el Apologético de Tertuliano. 59 Ibídem p.422. 60 Minucio Félix tomado de SÁNCHEZ SALOR, Eustaquio, Polémica entre cristianos y paganos. p.454.
48
En primer lugar puede apreciarse que el tema del martirio voluntario, la ausencia de
miedo ante la muerte y la preferencia por la vida eterna no sólo eran conocidas dentro
del mundo cristiano, sino que también dentro del pagano. Por tanto, podría sumarse a
la postura de Ste de Croix que establece que el tema de la muerte voluntaria tuvo mayor
importancia de la que le atribuyó la historiografía. Incluso hay manifestaciones de ello
en las fuentes paganas.
Por otro lado estos reproches por parte de los paganos denotan un cierto odio, quizás
no sea el término más apropiado, pero sí una especie de molestia respecto de los
cristianos. ¿De dónde provenía este malestar? Para las interpretaciones puramente
políticas – como se planteó en el contexto que establecen Hertling y Ste de Croix- de las
persecuciones significan un aporte en tanto muestran que el odio no era puramente
político y que de hecho gran parte de las mismas provinieron del pueblo mismo.
Hay una serie de elementos sociales que emergen de este enfrentamiento –entre
paganos y cristianos- y uno puede ser la consideración de los cristianos como seres
extraños por sus prácticas ascéticas –como establece Sánchez61: pues no participaban
de lo cotidiano de la actividad de los romanos [por ejemplo de los espectáculos]; tenían
ritos religiosos ocultos; rechazaban las cosas de este mundo – “Con vuestro
comportamiento, lo estáis pasando mal mientras vivís y, por otro lado, desgraciados, no
resucitáis nunca. (…) Los cristianos no desprecian las cosas de este mundo; ellos saben
apreciarlas, pero no las utilizan con afán de lujo, como lo hacen los pagano”62.
Por tanto, podría aducirse, a través de este mínimo pasaje por las críticas de los paganos
que hubo de hecho una idea en el momento respecto de la búsqueda voluntaria del
martirio y fue objeto de polémica contemporánea a las persecuciones. De modo que, si
bien no se puede percibir el por qué, el factor de distorsión social y la incomprensión
son elementos interesantes que aporta este fragmento.
Así al análisis de Ibarra -respecto las distintas posturas frente al martirio- que propone
como hipótesis la diferencia antropológica de quién escribe al respecto, puede
sumársele el elemento social y el contexto en el que se encontraban los individuos. De
61 SÁNCHEZ SALOR, Eustaquio, Polémica entre cristianos y paganos, Madrid, Akal, 1986. p. 423. 62 Minucio Félix. Ibídem p. 423.
49
este modo los paganos no comprendían a los cristianos en muchas ocasiones y en otras
los culpaban por las catástrofes que vivía Roma pues ellos vivían allí y no adoraban a los
dioses de las ciudades. La superstición63 – creencias diversas - era un elemento muy
importante en la vida de las personas de este tiempo y la creencia en la protección o
castigo de los dioses respecto de cada ciudad y sus enemigos se encontraban
fuertemente arraigada. Más adelante- con la toma de Roma por parte de Alarico, se
desarrollará esta crítica con mayor fuerza al cristianismo desde el pueblo mismo,
culpando a los cristianos de las calamidades que azotaban al Imperio.
63 ZURUTUZA, Hugo Andrés, Paganismo y cristianismo. Revisando las culturas campesinas en la Galia de los siglos VI y VII, en compilación de Paganismo y cristianismo. Pervivencias y mutaciones culturales, Rosario, Homo Sapiens, 1995.Zurutuza plantea, aunque refiriéndose a las polémicas que se suscitaron en este sentido en los siglos V y VI, que el cristianismo desde el poder se instauraría incluso en las mentalidades condenando a lo mágico y definiendo lo sano y religioso. Así la noción de superstición está- según el autor -en el impulso mismo de cristianizar el campo. En la cristianización que llevarían a cabo, la actitud clerical sería primero a través de la observación de los tiempos (instituyendo un nuevo calendario) los tiempos (instituyendo un nuevo calendario) socializando el espacio (cristianizando el espacio, los bosques sagrados, las piedras, los cementerios, las reliquias y los lugares religiosos). Si bien a principios del siglo IV no era oficial la cristianización, el elemento y la denominación de lo religioso y de la superstición ya estaban presentes.
50
5.4. El enfoque cristiano: Santos, padres y doctores
Como ya se ha mencionado anteriormente Ibarra asume una postura al presentar como
hipótesis la diferencia antropológica que hay entre Eusebio de Cesarea (275-339) y
Lactancio (204-320).
Dado que se trata de dos autores de raíz cristiana me interesa una profundización en
torno a las corrientes dentro de las cuales se movieron estos autores. Pues si a primera
vista, sin tener en cuenta ningún otro elemento, hay una diferencia de pareceres dentro
de dos autores que escribieron sobre hechos contemporáneos y que se consideraban
cristianos, se ha de asumir que hubo dentro de la Iglesia grandes divergencias.
Este supuesto me lleva a otras preguntas: ¿cómo se marcaban las desviaciones de los
postulados esenciales? ¿Por qué algunos fueron santos, doctores y padres de la Iglesia y
otros no? Y esto naturalmente me lleva a preguntarme: ¿por qué ni Eusebio ni Lactancio
se encuentran comprendidos en estas categorías { es santo, doctor o padre64] propias de
la Iglesia católica?
A pesar de que Benedicto XVI presentó a Eusebio –recientemente- como uno de los
padres de la Iglesia, no es considerado santo como lo fueron muchos de sus
contemporáneos de modo que cierta contradicción ha de haber en este autor. Si bien lo
define como una fuente primaria para el conocimiento de los primeros siglos del
cristianismo y el filólogo más grande de la Iglesia Antigua, no le toman en cuenta sus
postulados en materia de fe.
En el caso de que su doctrina hubiera sido pura habría sido considerado doctor o incluso
santo de la Iglesia. ¿Qué es la doctrina pura? ¿Qué es lo que hace que unos postulados
antropológicos, ontológicos o teológicos sean declarados heréticos en tanto sus autores
buscaban defender la fe? Para ello no he encontrado ningún estudio específico por lo
que me valdré de unos artículos que analizan las figuras de ambos en el marco de las
corrientes – en muchos casos heréticas- dentro de las cuales se movieron, tanto Eusebio
como Lactancio.
64 Para que sean considerados padres han de tener cuatro elementos base: antigüedad, ortodoxia, santidad y aprobación de la Iglesia.
51
Se sabe que Eusebio era discípulo de Orígenes (185-254) y escribió su Apología, entre
otras tantas obras – la principal por la que se le conoce es por su Historia eclesiástica-
en la que condensó más de dos siglos de acciones y letras cristianas65.
Orígenes por su parte fue un gran erudito, exégeta y exponente de la gnosis ortodoxa.
Fue de los primeros que planteo un sistema completo del cristianismo que integraba a
las teorías neoplatónicas. Sus ideas generaron una corriente denominada origenismo y
suscitaron controversias ad intra de la Iglesia y fueron condenadas por el concilio de
Constantinopla en el 553.66
Si bien Orígenes y Eusebio son tomados y valorados por la religión cristiana no son
considerados santos – como lo sería un Agustín, Atanasio, Jerónimo o Ambrosio- que
implica la confluencia de varios elementos más. De hecho a Eusebio se lo consideraba
cercano a las doctrinas heréticas arrianas67. Por ello a nivel doctrinal y dogmático sus
trabajos no son tenidos en cuenta.
Lactancio por su parte era cercano al milenarismo68 fue condenada por San Agustín en
De civitate Dei como una más de las desviaciones de su tiempo. 69 Esta doctrina generó
una búsqueda de una ascesis radical en la espera del fin de los tiempos y por tanto
conductas apocalípticas desviadas que quitaban a los hombres la alegría de la vida
terrena sumiéndolos en duras mortificaciones a la espera de la Segunda Venida.
¿Podría ser su cercanía a esta postura la que impidió a Lactancio la consideración de
santo? ¿Lo mismo con Eusebio sus confusiones y cercanías con el arrianismo serían la
causa de su exclusión del cuerpo de santos de la Iglesia?
65 Botalla, Hugo Luis, Historiografía Cristiana y poder bárbaro. p.88. 66 Según testimonia San Jerónimo escribió unas 800 obras. Dentro de las de carácter doctrinal se encuentran Contra Celso y Sobre los principios en las que demuestra su pensamiento platónico y estoico que lo separaría de la ortodoxia cristiana y le significaría el apartamiento de la misma en materia doctrinal. 67Art. Constantino y el arrianismo, p.39. “Eusebio de Cesarea, obispo de esa ciudad, gran amigo del emperador, historiador de la corte y simpatizante de Arrio”. Se vio “involucrado de lleno en la cuestión arriana, que le valió una excomunión en el concilio de Antioquía de finales de 324, si bien fue rehabilitado al poco tiempo en Nicea. Su relación estrecha con Constantino le valió el honor de pronunciar sendos discursos encomiásticos…”. 68 Corriente declarada herética de carácter apocalíptico surgida en el siglo II. Establecía la inminencia de la venida de Cristo que reinaría por un milenio antes del último combate entre el bien y el mal. Esta generó psicosis diversas en la vida cotidiana de quienes la adoptaban que vivían a la espera de ello. 69Art. Milenarismo y milenaristas.
52
A pesar de sus variaciones respecto de la ortodoxia cristiana, tanto Eusebio como
Lactancio se dedicaron a defender la fe y trabajaron por la misma.
Las desviaciones implícitas en cada uno podrían deberse a las corrientes dentro de las
que se enmarcó cada uno.
¿Por qué desviaciones?
Considero, tras leer que el Concilio de Esmirna del 309 condenó a las muertes
voluntarias, que éstas fueron una desviación más dentro de las corrientes que
circundaron a la Iglesia católica de los primeros siglos.
Las posturas de estos autores no han de tenerse entonces como oficiales en tanto no
son consideradas de dicho modo por la Iglesia. Por tanto pueden tomarse como posturas
del cuerpo heterogéneo constitutivo del Pueblo de Dios en la misma fe.
Por lo tanto resulta evidente el hecho de que, si hubo estas contradicciones dentro de
la intelectualidad ¿cómo no las habría dentro del pueblo en general?
Con certeza puede afirmarse- desde dentro- que el martirio voluntario era condenado
por las jerarquías de la época y por los autores del momento.
En lo que refiere a los intelectuales – como lo es el caso de Eusebio y Lactancio- puede
inferirse, muy vagamente por la dimensión de este trabajo, que tiene que ver con el
lugar en el que se encontraban dentro de las corrientes variadas que conformaron a la
Iglesia de su siglo. Así el arrianismo habría influido en Eusebio y el milenarismo en
Lactancio. De todos modos, Lactancio se asemeja más a las posturas oficiales que
Eusebio en tanto ve en el martirio voluntario una cierta huida o cobardía.
En las masas, como en todo, sería interesante ahondar en la influencia que ejercían sus
pastores. Estos a su vez formaban parte- en muchos casos- de estas diversas corrientes
que proliferaban a lo largo del Imperio romano y crecía desde dentro en la Iglesia. Si
bien aún no había sido publicada la vulgata [fue terminada hacia fines del siglo IV por
San Jerónimo a pedido del Papa Dámaso I], el acceso a los textos sagrados era complejo
para el común de la gente.
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Entonces y a pesar de ello puede verse un discurso que se mantuvo por la tradición
apostólica y una condena sistemática70 – aún antes de la consideración de religio oficial
por Teodosio- de las herejías. Si bien el martirio voluntario no fue considerado una
herejía, la Iglesia no otorgó el título de santos a los que adelantaron su condena o la
provocaron innecesariamente.
¿Era el título de santidad el que buscaban estos cristianos?
70 Algunas de las principales herejías de los primeros siglos fueron: los ebionitas; los gnósticos; los maniqueos; los montanistas; los novacianos; los donatistas, los arrianos; los nestorianos; los eutiquianos; los pelagianos; los priscilianistas, entre otros.
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5.5. La santidad y el martirio en la fe cristiana
Resulta conveniente a este estudio la presentación de las distintas posturas que tenían
los cristianos respecto de la muerte voluntaria en defensa de la fe y de cómo las mismas
habrían incidido en sus consideraciones. Sobre ello se trabajó en el primer punto de este
análisis. Pero de todos modos, no se logra aún una aproximación al menos del porqué
de este asunto.
¿Por qué los cristianos tuvieron esos arranques de fe? ¿Podrían ser en vez de locura?
¿Quizás una huida de las crisis que azotaron al Imperio en dichos tiempos? ¿Una
búsqueda adelantada de la Felicidad Eterna? ¿O quizás un no querer enfrentar los
problemas de su presente y la toma de una decisión cobarde? ¿Podría ser por otra parte
una decisión heroica desde la óptica cristiana del martirio? ¿Qué implica la santidad?
¿Podría este ideal sobrenatural – como motor que es para los cristianos- haber influido
en estas actitudes tremendas?
Estas preguntas, entre otras, me surgieron al preguntarme el porqué de este tema que
no me resulta fácil de comprender.
Un punto, histórico y no tomando en cuenta el elemento sobrenatural de la fe, podría
ser la huida justificada de una realidad difícil para muchos cristianos que en su gran
mayoría eran de condición humilde. Las crisis de fines del siglo III produjeron un
resquebrajamiento de varias estructuras del Imperio recayendo en muchos casos en los
sectores más carenciados.
Pero a este elemento podría rebatírsele estableciendo que siempre fueron humildes los
seguidores de Cristo – se puede leer en los evangelios y en el libro de los Hechos que
narra cómo vivían las primeras comunidades cristianas. La pobreza para el cristiano es
un eje en tanto fue una condición que asumió Jesús y fue el centro de muchas de sus
prédicas escatológicas: Bienaventurados los pobres de espíritu (…) Bienaventurados los
que lloran porque serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia porque serán saciados”71.
71 Mt. 5, 1-12.
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Otra posible respuesta podría ser que el hecho de que, como su condición de cristianos
los llevó a vivir al margen del Imperio y la sociedad en general, tendría un rechazo al
mismo y con él a la vida temporal.
Para ello habría que profundizar en otras fuentes de época y ver de hecho en qué
medida se pudieron insertar y hasta qué punto no lo hicieron dentro de la vida corriente
de su tiempo.
Otro elemento que podría acercarnos es el tema de la santidad. Esta implica la llegada
al cielo, a la Jerusalén eterna, en donde habita Dios y el mal ya no tiene influencia. La
santidad por excelencia es aquella que imita a Cristo: esto implica incluso dar la vida. No
hay amor más grande que dar la vida por los amigos dice Jesús. Esteban el primer mártir,
que fue lapidado por el pueblo, tuvo una muerte que se compara con la del mismo Cristo
en la que incluso llega a perdonar a sus condenadores.
¿Podría entonces considerarse a la muerte por la fe un elemento de santidad?
Ciertamente tiene vigencia la afirmación de Tertuliano respecto de que la sangre de
mártires es semilla de cristianos. Pero la santidad a la que se refieren no implica el
suicidio o la huida de las situaciones que los rodean a los cristianos.
Claro que sería estudiado el caso de un cristiano que murió por la fe pero también se
tienen en cuenta la manera en la que vivió, la fidelidad a la Iglesia, y la razón que lo llevó
a morir así. Una muerte voluntaria con certeza no es fundamento de santidad.
Me atrevo a afirmar que este fenómeno, dentro de la época de los mártires de principios
del siglo IV – en la que se enmarca el artículo de Ibarra y refiere a la Gran Persecución-
tiene que ver con una desviación más que sufrió el cristianismo.
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6 . C o n c l u s i ó n
Si bien no se pretendió encontrar una respuesta ni definitiva ni final a este respecto, se
buscó iluminar con nuevas preguntas el tema de las persecuciones y la búsqueda
voluntaria del mismo.
Para ello se buscó presentar la dimensión social que abarcó el fenómeno dentro del
Imperio y por ello se buscó analizar a las persecuciones desde el ámbito civil y desde los
postulados cristianos.
Para los civiles es cierto que los cristianos eran unos seres extraños, sectarios y que
llevaban a cabo ritos secretos. Además, no se integraban en la vida cotidiana del romano
del tiempo pues ni compartían las devociones politeístas, ni adoraban al César, ni
gustaban de los espectáculos de ningún tipo. Por lo tanto, este fue un punto esencial.
No vino únicamente desde el gobierno el odio por los cristianos, muchas veces, e incluso
en mayor medida en algunos casos, el rechazo a aquellos provino de las masas. A su vez
el hecho de que no adoraran a los dioses, en el proceso de desmembramiento que vivía
el Imperio, hacía que los culparan a ellos de los males que acaecían.
Desde el punto de vista cristiano puede apreciarse una comunión muy fuerte entre sus
miembros y una sacralidad particular. La conocida frase de Tertuliano que establece que
la sangre de mártires fue semilla de cristianos tiene un peso muy fuerte en la base misma
de la religión católica. Pues significó que fueran arrasados grandes cantidades de
hombres, mujeres y niños que no estaban dispuestos a renegar de su fe. Sin embargo,
hubo desviaciones.
En la concepción escatológica de los cristianos, y dentro del marco de herejías como las
milenaristas o donatistas por ejemplo, la búsqueda de la vida eterna cobró una fuerza
irracional que llevó a muchos cristianos, madres con hijos y a familias enteras, entre
otros, a adelantar su pena. Esto significó que en muchos casos provocaran a las masas
o a los cónsules, en otros hubo directamente suicidios. Todo esto fue, según planteaban
algunos autores que se mencionaron, en muchos casos alimento del proceso de
persecución que alimentaron los mismos cristianos.
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¿Tuvieron ellos la culpa? Ciertamente no, pero este tema, según plantea Ste. De Croix
ha sido objeto de poca profundización y tuvo una mayor dimensión de la que la
historiografía le adjudica.
¿Qué hubo detrás de la muerte voluntaria y la postura de los cristianos que no sólo
asumían estas persecuciones sino que las buscaban? ¿Puede generalizarse esta
concepción? ¿Qué elementos pueden presentarse para este análisis?
Ciertamente claro está que el martirio voluntario fue considerado una desviación como
se presentó a través de escritos de Obispos y apologistas del momento. Pero ello no
alcanza para abarcar las distintas posturas que hubo del fenómeno de la persecución en
sí y el por qué.
Además del aspecto antropológico que menciona Ibarra en el texto que se analizó se
presentaron algunas líneas más.
La heterogeneidad es esencial dentro del cristianismo en tanto se unían en la fe pero
provenían de distintos ámbitos del espectro social, económico y político. Así en los
primeros siglos, en que se desarrollaron en secreto, no hubo claridades en muchos
aspectos dogmáticos y doctrinales de modo que se iban enfrentando distintas
interpretaciones. Por eso proliferó la apología y los escritos de diversos obispos y Padres
de la Iglesia que sistematizaron el conocimiento, primero con el fin de ordenar desde
dentro, y luego con la finalidad de defenderse y atacar al paganismo.
Botalla planteó a este respecto el tema de la configuración de la identidad propia del
cristiano y de cómo – en una óptica un poco maniquea- en la diferenciación respecto de
los paganos y como víctimas del Imperio, los cristianos iban desarrollando una definición
propia. De este modo podría verse a la búsqueda voluntaria del martirio como una
búsqueda de identidad.
Ciertamente es un tema en el que se puede ahondar más pero excedía los límites de
este informe de pasaje de curso. Así se cierra este trabajo planteando un poco el estado
de la cuestión de este aspecto del ciclo persecutorio de los cristianos en el Imperio
Romano planteando quizás más preguntas que al comienzo pero habiendo al menos,
analizado algunos aspectos que presentaba el mojón histórico.
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7 . B i b l i o g r a f í a
Fuentes
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Artículos
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72 Ciclo de enseñanzas sobre los Padres de la Iglesia primitiva. 73 Docente de la Universidad de Cantabria. 74 Investigador en el Klassisch- Philologisches Seminar de la Universidad de Zürich, Suiza. Catedrático de Filología latina. Profesor visitante de la Universidad de Navarra.