DIARIO DE SUDÁFRICA - Capítulo 32. Grahamstown

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DIARIO DE SUDÁFRICA - Capítulo 32. Grahamstown Mireya Robles Abril 20, 1988 - Ayer, encuentro con Jeannette Kass en el café Press Club en el edificio Salisbury, en el centro de Durban. Jeannette, de 46 años de edad, ha estado internada por meses, a veces por años, en instituciones para enfermos mentales. Ha estado en tratamientos desde que tenía 23 años. La conocí hace un par de años cuando ella estaba escribiendo su tesis de Master en el Departamento de Francés, la cual, por lo que veo, jamás terminará a pesar de la enorme ayuda de Anna. Desde hace meses está internada en el King George V, un hospital para enfermos mentales que se conoce abreviadamente como el KGV. Habló ayer por casi dos horas sin cesar, con esa lucidez disparatada que la caracteriza. Trato de convencerla de que escriba su historia, incluyendo las voces de las que tantas veces me ha hablado, que le gritan obscenidades porque tuvo un amante de 19 años con quien, según ella, hizo el amor en los jardines del hospital, recientemente, aunque no está segura si la visita de él fue real o inventada. Las voces que oye son a veces de personas y otras, de pájaros, de árboles, de las hélices del ventilador. Julio 11, 1989 – The Mermaid Tavern, Grahamstown, 5:45 PM Una taberna con ambiente shakespereano. En la planta baja del edificio llamado The Monument (en honor a los settlers de 1820), canta un coro de niños. Salimos ayer de Durban, Anna y yo, muy temprano en la mañana. Un viaje en autobús de 12 horas y media. Como hay que atravesar un largo tramo del Transkei, tuvimos que sacar visas en el consulado del Transkei, en Durban. La agencia de viajes nos dijo que es necesario sacar

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DIARIO DE SUDÁFRICA - Capítulo 32. Grahamstown

Mireya Robles

Abril 20, 1988 - Ayer, encuentro con Jeannette Kass enel café Press Club en el edificio Salisbury, en elcentro de Durban. Jeannette, de 46 años de edad, haestado internada por meses, a veces por años, eninstituciones para enfermos mentales. Ha estado entratamientos desde que tenía 23 años. La conocí hace unpar de años cuando ella estaba escribiendo su tesis deMaster en el Departamento de Francés, la cual, por loque veo, jamás terminará a pesar de la enorme ayuda deAnna. Desde hace meses está internada en el King GeorgeV, un hospital para enfermos mentales que se conoceabreviadamente como el KGV. Habló ayer por casi doshoras sin cesar, con esa lucidez disparatada que lacaracteriza. Trato de convencerla de que escriba suhistoria, incluyendo las voces de las que tantas vecesme ha hablado, que le gritan obscenidades porque tuvo unamante de 19 años con quien, según ella, hizo el amor enlos jardines del hospital, recientemente, aunque no estásegura si la visita de él fue real o inventada. Lasvoces que oye son a veces de personas y otras, depájaros, de árboles, de las hélices del ventilador.

Julio 11, 1989 – The Mermaid Tavern, Grahamstown, 5:45PMUna taberna con ambiente shakespereano. En la plantabaja del edificio llamado The Monument (en honor a lossettlers de 1820), canta un coro de niños. Salimos ayerde Durban, Anna y yo, muy temprano en la mañana. Unviaje en autobús de 12 horas y media. Como hay queatravesar un largo tramo del Transkei, tuvimos que sacarvisas en el consulado del Transkei, en Durban. Laagencia de viajes nos dijo que es necesario sacar

también una visa de reentrada a Sudáfrica. Viaje a laoficina de Inmigración. Fila interminable, esperainterminable y al fin, no, usted no necesita visa dereentrada, han cambiado la ley. La agencia de viajessigue insistiendo en que sí, hace falta la visa. Esperono tener problemas al regresar el 27 de julio.Continúo escribiendo después de una cena deliciosaacompañada de cerveza Castle adquirida en ShakespearePub, parte de The Mermaid Tavern y oyendo en estosmomentos, música africana: coro de tambores y voces,marimbas de madera. Se le sale a uno el corazón detanto ritmo y alegría. En el trayecto del viaje, elasombro de estar de momento en un país tercermundista yla pregunta de cómo es posible que no se desarrolle apesar de la ayuda económica que recibe de Sudáfrica.Una posible explicación sería la corrupción en elgobierno del Transkei cuyos miembros desangran el tesoronacional hasta que son depuestos y otro asume el poderpara repetir el ciclo. Pero además de esta corrupciónen el gobierno, ¿por qué no se explotan y desarrollanlas fuentes naturales de riqueza? La política de baseaparteísta ha consistido en ayudar económicamente aestas mininaciones pobladas de negros tales como elTranskei, Ciskei, Venda, Bophuthatswana para que losnegros tengan una forma de mantenerse económicamente ensus homelands y no pasen al resto de la tierrasudafricana reservada para blancos. Es decir, que laayuda económica que Sudáfrica les da a los homelands noestará inspirada en estrictas razones humanitarias, peroestá ahí, por las razones que sean. Desde la carreterase veían algunos campos sembrados de eucaliptos, pero notan tupidos ni tan extensos como los campos vecinos quecaen dentro de los límites de Sudáfrica, es decir, en lamisma tierra que asume, de pronto, un nombre distinto.Umtata, la capital del Transkei, respira, transpirapobreza, subdesarrollo. Recientemente, se han

descubierto yacimientos que contienen millones detoneladas de carbón. Ojalá que esto enriquezca un pocoel país, que se mantengan dentro de la propiedadnacional y que no vendan el carbón por un puñado derands o de rublos. La arquitectura predominante en todo el panorama delTranskei: el rondavel, hecho de barro y ramas de maderacon techo de paja. En un pueblo del Transkei llamadoMount Frere, existe una de las iglesias más pequeñas delmundo, en la que caben solamente 9 feligreses.De nuevo en terreno sudafricano. Parada en East London,una de las ciudades más deprimentes que he visto en mivida. Idioma predominante: afrikaans. En la media horaque estuvimos allí, salimos a buscar una tienda decomestibles para comprar un tarro de leche. Yo, muycuidadosamente eliminé de mi vocabulario el “grocerystore” americano y pregunté dónde quedaba el “tea room”más cercano. Nadie me entendió. Aquí, la tienda decomestibles es el “café”.Llegamos a Grahamstown el 10 de julio a las 7:30 de lanoche. Andrew Donaldson, el dueño de la casa dondeestamos parando, nos fue a recoger. Es un chico joven,bien parecido. Nos llevó al número 20B de AfricanStreet. Una casa victoriana que da la impresión de queha encerrado hábitos, pasos, movimientos que se hanrepetido por años, de la cocina a la sala, a los baños,al jardín. Andrew enseña Economía en la Universidad deRhodes. Todos los años hay un festival de arte y deteatro en Grahamstown que dura dos semanas. El festivales famoso en el país y el gentío que se acumula en laciudad es tal que no hay suficientes hoteles y algunasfamilias alquilan habitaciones durante esta época.Grahamstown es un lugar hondamente histórico, lleno demonumentos que honran a los pobladores que vinieron deInglaterra en 1820. Se les llama “The 1820 settlers”.Se instalaron en la frontera Este del Cabo de Buena

Esperanza. Llegaron unos 4,000 inmigrantes a la bahíade Algoa, que tuvieron que enfrentarse no sólo a losobstáculos naturales, sino también a los Xhosas, latribu predominante, aún hoy en día, en esta región.Julio 13 – 1989. La misma noche que llegamos aGrahamstown, fuimos a una obra de Eugene O’Neill, LongDay’s Journey into Night en el Great Hall de la Universidad deRhodes. Una obra autobiográfica en la que la madre, queaparece con el nombre de Mary Tyrone, es drogadicta; elhijo menor, tuberculoso y escritor, aparece con elnombre de Edmund; el hijo mayor, Jamie, y el padre,James Tyrone. Se menciona a un hijo, muerto cuando sólotenía unos meses, que se llamaba Eugene. Hay unatremenda tensión en toda la obra, un ambiente defrustración, una ausencia de esperanza. Es una obrapoderosa sin apenas acción, representada por actores deprimera línea: Patrick Mynhardt en el papel del padre,Diane Wilson en el de la madre, David Clatworthy en elpapel de Jamie y André Roothman en el de Edmund, elescritor tuberculoso que tiene tanto en común con EugeneO’Neill. El martes 11 fuimos a ver una obra fabulosa de Pieter-Dirk Uys titulada Just like Home. Pieter-Dirk Uys no essolamente escritor, sino también un actor satirista quecomenta la situación política y social con un amorinfinito. Es genial. Aquí, jamás aparece o jamás lodejan aparecer en televisión. Yo lo vi por primera vezen TV en Estados Unidos en un viaje que hice a fines de1987. Me quedé fascinada con él. Aquí actúa en teatrospero nunca he tenido la oportunidad de verlo. Él se hacreado un personaje (que él mismo representa) que sellama Evita Bezuidenhout, presidenta de un homeland, unpueblo de negros ficticio en el que hace comentarioscomo: “Hay dos cosas que odio de Sudáfrica: el apartheidy los negros”. Esto, claro, está dirigido a los blancosque se llaman a sí mismos antiaparteístas pero a la vez

serían incapaces de convivir con los negros. Creo queesto se aplica a la mayoría de aquí y también delextranjero que condena el aparteísmo pero sé que sivivieran aquí serían incapaces de compartir sus barrioscon negros educados y mucho menos con los que aúnconservan sus costumbres tribales. No visualizo a TedKennedy, quien vino hace unos años a condenar elaparteísmo, viviendo al lado de una sangoma, y eso lointuyeron los negros de aquí, quienes le gritaban que sefuera. Claro que se debe de abolir The Group Areas Act quedivide al país en grupos raciales, pero ya cansa lapostura de países racistas que atacan y censuran aSudáfrica por el mismo racismo que ellos practican. Poreso creo que la frase de Uys pone el dedo en la llaga.Just like Home nos trae a la vida de Cathy September, unacoloured (mulata) de la Ciudad del Cabo. Los mulatos delCabo forman una clase en sí, descendientes de afrikanersy negros, se han asimilado lingüísticamente al afrikaanspero el hecho de que un abuelo o bisabuelo tal vez fueblanco, no los salva del apartheid: viven en barriosseparados de los blancos. El color de los mulatosvaría: algunos son tan claros que parecen blancos yotros tan oscuros que parecen negros. En la obra deUys, Cathy September es una sirvienta de la familiaSharp en la Ciudad del Cabo. Cuando los Sharp emigran aLondres en 1977 por los disturbios ocurridos en 1976porque el gobierno exigía que en los townships enseñarancasi todos los cursos en afrikaans, Cathy emigra conellos. En Soweto hubo grandes problemas, revueltas enlas que los negros quemaban sus propias escuelas porquese resistían a que les enseñaran todas las materias enel idioma afrikaans. Temerosos de que los disturbios seextendieran por todo el país, los Sharp se fueron paraLondres y vivían en el área de Belsize Park. Los otrosexpatriados sudafricanos que vivían allí, iban confrecuencia a visitar a los Sharp para disfrutar de la

cuisine de la Ciudad del Cabo que les preparaba CathySeptember: babotie de carne molida, pasas y curry, entreotras cosas. Cuando el gobierno de Sudáfrica desistió de laimposición del afrikaans en las escuelas de los negros,la situación se calmó y los Sharp regresaron a Cape Townpero Cathy se quedó en Londres. La obra comienza en elmomento en que, después de once años de vivir enLondres, Cathy no puede resistir más la nostalgia ydecide regresar a vivir con su familia en Athlone, en elCabo. El día antes de partir, Cathy aparece hablandocon Hector Prince, un joven sudafricano que aspira a seractor y quien se ha inventado el papel de víctima delsistema político sudafricano. Según él, lo maltrataronen el ejército por no estar de acuerdo con la políticadel país, aunque termina confesando que en realidad,había exagerado grandemente al contar estas historias.Hector es blanco, rubio y a pesar de la diferenciaracial, hay entre él y Cathy, una relación de cariño ycomprensión. Cathy ha trabajado durante años en elrestaurante de Gupta, un indio vecino de ella, de unos50 o 55 años, enamorado platónico de Cathy, que parecetener la misma edad que ésta. En ese momento en queCathy está preparando su viaje para salir al díasiguiente, se le aparece su sobrino Trevor Juries quienhabía tenido que escapar de Athlone por haberparticipado en una revuelta. Cathy, quien ha estadosoñando por tantos años regresar al Cabo, decidequedarse en Londres porque ella es como una fuente dehumanidad de la que se nutren Hector, Gupta y ahora,también, Trevor.Robert Finlayson hizo el papel de Hector; RoystonStoffels representó fabulosamente a Gupta; Paul Savagehizo el papel de Trevor y Shaleen Surtie-Richards hizoel papel de Cathy. Hacía tiempo que yo no veía a unaactriz tan completa como Shaleen Surtie-Richards. Es

famosa en Sudáfrica por sus actuaciones en teatro, TV ysobre todo, por el papel de Fiela en la películatitulada Fiela se Kind (El niño de Fiela), basada en la novela deDalene Matthee. Fiela es una mulata de Knysna quiencría a un niño blanco que se había perdido, con laconsecuente tensión que se forma cuando los padresverdaderos, blancos afrikaners, encuentran al niño. Unanovela que disfruté muchísimo por su fabulosaambientación y el conocimiento que nos trae de lasociedad de la época. Al salir de la obra Just like Home, vi a Shaleen Surtie-Richards a la entrada del teatro y sentí unagradecimiento tan grande por su actuación que me leacerqué y le di un fuerte abrazo, el cual me devolvióafectuosamente.Julio 15, sábado, 1989. El martes 11, después de Just likeHome, Anna y yo fuimos a ver un documental titulado Onthe Threshold of a New Age en el que se ilustra un ciclotemporal de destrucción del planeta que da paso alsurgimiento de ideas neo-humanistas que se adentran enla Edad de Oro. Música de fondo: Silk Road de Kitaro.Lugar: The Monument, edificio dedicado a The 1820 settlers.El miércoles 12 fuimos a ver otro documental: Pavaroti inChina. El jueves 13 asistimos a una obra de teatro tanmal actuada que salimos antes de que terminara: Sport of myMad Mother, por la autora inglesa Ann Jellicoe. Loúnico interesante es que la presentaron en un township denegros llamado Noluthando y Anna y yo aprovechamos eltiempo que nos quedó libre, caminando un poco por eltownship. Tienen luz eléctrica pero no tienen agua dentrode la casa, sino una pila de agua afuera. Además,parece que no hay sistema de desagüe porque la gentetira el agua sucia en las cunetas y cuando esa aguapodrida se seca, da un olor a chiquero de cerdos.Éramos las dos únicas blancas caminando por esas callesy con frecuencia nos miraban con asombro, sobre todo los

niños que se quedaban alucinados como si fuéramosmarcianas con las que querían trabar amistad: se reíancon nosotras y nos decían adiós con la mano. Por lanoche fuimos a un concierto de la Orquesta Sinfónica dela Ciudad del Cabo, dirigida por Wilfried Boettcher, conLamar Crowson de solista. Tocaron: Chrysalis in Flames,de Peter Klatzow; Piano concerto in E flat Major, K482,de Mozart; Symphony No. 4 in E minor Op 98 de Brahms.Algo característico de Grahamstown: un frío que hastaahora no había sentido en Sudáfrica, sobre todo por lanoche. Idioma predominante: inglés.