DIARIO DE SUDÁFRICA – Capítulo 40. Último día en 32 Sunningdale

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DIARIO DE SUDÁFRICA – Capítulo 40. Último día en 32 Sunningdale Mireya Robles Octubre 9, 2004 – Venta del apartamento número 32 en el edificio de Sunningdale, en 530 Frere Road. Estoy en la habitación 1141 del Hotel Royal, 267 Smith Street, Durban. Ayer, a las 3:50 de la tarde salí de mi cuevita querida. No hubo tristeza, sino un agradecimiento. La noche antes de irme, encendí una vela que le dediqué al apartamento, para agradecerle todos estos años en los que me había acogido con tanto amor. Espero que los nuevos dueños amen ese apartamento como lo amé yo, para que no se sienta solo. Este año las jacarandas del barrio se adelantaron a florecer para que yo pudiera llevarme en los ojos, esta orgía de azules. La habitación del Royal: de una elegancia austera deliciosa, con vista al puerto. El desayuno está incluido y es espectacular. Como he hecho en otros hoteles de lujo, me llené los bolsillos para el almuerzo: pan de frutas, jamón, queso y coquitos de Brasil. Eso y una lata de litchis que traje conmigo, me proporcionarán un verdadero festín. Me siento agradecida. Anna me acompaña en estos pocos días que me quedan en Durban. Estamos en el mismo centro de la ciudad y tenemos a nuestro alcance, cines, teatros, museos. Reccorremos nuestros lugares favoritos, como el restaurante Phantom Ship, el Buque Fantasma, en uShaka Marine World. Como su nombre indica, parece un barco que han rescatado de un naufragio. Se especializa en mariscos y la comida es deliciosa. Siempre nos sentamos en la parte superior del restaurante, cerca del inmenso acuario de dos pisos de alto donde, desde nuestra mesa, vemos nadar a los tiburones y toda clase de peces. En nuestro hotel, preferimos The Royal Coffee Shoppe, que me encanta: cristales, luces, ventanales desde los que vemos el parque y el hermoso edificio del City Hall. El placer de una exquisita pastelería vienesa, un delicioso café, y butternut soup, mi sopa preferida, espesa como un puré amarillito, especialidad de la casa. Felicidad acumulada en estos pocos días que terminan demasiado pronto. En el taxi al aeropuerto, Anna a mi lado hasta que me alejo de este Durban que ya no será igual sin mi cueva de Sunningdale.

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DIARIO DE SUDÁFRICA – Capítulo 40. Último día en 32 Sunningdale

Mireya Robles

Octubre 9, 2004 – Venta del apartamento número 32 en el edificio de Sunningdale, en 530 Frere Road. Estoy en la habitación 1141 del Hotel Royal, 267 Smith Street, Durban. Ayer, a las 3:50 de la tarde salí de mi cuevita querida. No hubo tristeza, sino un agradecimiento. La noche antes de irme, encendí una vela que le dediqué al apartamento, para agradecerle todos estos años en los que me había acogido con tanto amor. Espero que los nuevos dueños amen ese apartamento como lo amé yo, para que no se sienta solo. Este año las jacarandas del barrio se adelantaron a florecer para que yo pudiera llevarme en los ojos, esta orgía de azules.La habitación del Royal: de una elegancia austera deliciosa, con vista al puerto. El desayuno está incluido y es espectacular. Como he hecho en otros hoteles de lujo, me llené los bolsillos para el almuerzo: pan de frutas, jamón, queso y coquitos de Brasil. Eso y una lata de litchis que traje conmigo, me proporcionarán un verdadero festín. Me siento agradecida. Anna me acompaña en estos pocos días que me quedan en Durban. Estamos en el mismo centro de la ciudad y tenemos a nuestro alcance, cines, teatros, museos. Reccorremos nuestros lugares favoritos, como el restaurante Phantom Ship, el Buque Fantasma, en uShaka Marine World. Como su nombre indica, parece un barco que han rescatado de un naufragio. Se especializa en mariscos y la comida es deliciosa. Siempre nos sentamos en la parte superior del restaurante, cerca del inmenso acuario de dos pisos de alto donde, desde nuestra mesa, vemos nadar a los tiburones y toda clase de peces. En nuestro hotel, preferimos The Royal Coffee Shoppe, que me encanta: cristales, luces, ventanales desde los que vemos el parque y el hermoso edificio del City Hall. El placer de una exquisita pastelería vienesa, un delicioso café, y butternut soup, mi sopa preferida, espesa como un puré amarillito, especialidad de la casa.Felicidad acumulada en estos pocos días que terminan demasiado pronto. En el taxi al aeropuerto, Anna a mi lado hasta que me alejo de este Durban que ya no será igual sin mi cueva de Sunningdale.