Arimatea para el día de hoy

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Edgardo Jusino Campos Arimatea para el día de hoy (Drama bíblico en dos tiempos) 1

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Edgardo Jusino Campos

Arimatea para el día de hoy(Drama bíblico en dos tiempos)

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El escenario estará dividido en dos grandes secciones que funcionarán comoespacios autónomos. Cada parte del escenario representará las respectivas oficinas dePilatos, como gobernador de Galilea, por un lado, y por el otro, el despacho de Gersoncomo pastor de su iglesia. Ambos son lugares oficiales de trabajo. Toda la decoraciónserá congruente con sendas épocas en las cuales se mueven los personajes, una adiferencia de la otra.

En el caso de Pilatos, sugerimos un escritorio amplio, de madera sólida, conbordes pintados color oro, silla alta con respaldo de grana mullida y al rojo vivo. Sobreel escritorio, encima de una bandeja color oro, hay un ánfora pequeño,presumiblemente conteniendo vino y con una sola copa en la bandeja. A los lados,pequeñas columnas que más bien sirven de pedestal. Estratégicamente, habrá figuras,esculturas, escudos y águilas romanas, como símbolo de poder. Al fondo, frente a unapared que simula grandes bloques de piedra, similares a los del templo de Herodes,habrá un candelabro con una luz débil alumbrando la entrada y salida de lospersonajes.

En general, apreciamos la decoración romana de la época de Pilatos, si sequiere, con sillas adicionales, pequeños canapés, adornos en las paredes tales comoespadas relucientes en plata y bronce u otras armas de guerra. Se ven esparcidas por elsalón, una que otra estatua pequeña de Minerva, Neptuno o Júpiter, al lado de unbusto de Julio César y de Octavio Augusto. Completa la decoración algún escudolabrado en bronce colgado en la pared del fondo de forma casual. Esta oficina quedaráal lado izquierdo del espectador.

Para la oficina de Gerson, bastaría con un escritorio sencillo, pero a tono con lamoda del momento, preferiblemente en formica blanca con una silla de espaldar yasiento de tela azul. Hay algunos cartapacios sobre el escritorio que dan la impresiónde un arduo trabajo diario. Quizás se ven en él algún pisa-papel, una libretita paramensajes, una grapadora, un recipiente con lápices y bolígrafos. Paredes blancas conadornos austeros de pequeños cuadros, sin mucho significado artístico, y sin ningunaalusión religiosa, son los motivos que crean el ambiente.

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Estamos frente a un despacho común y corriente, de aspecto modesto y sinpretensión alguna, que revela el alma sencilla de quien lo ocupa y su deseo de escaparde los señalamientos viciosos de quienes critican los lujos. Podría verse un pequeñosofá en una esquina para recibir visitas, además de una silla de espera y una mesita,paradójicamente, con una lámpara de noche. En la oficina, habrá una puerta a laextrema izquierda del actor, la cual, efectivamente, será utilizada, en diversasocasiones, para entrar y salir, por parte de todos los personajes vinculados a Gerson.Esta oficina quedará al lado derecho del espectador.

Un la pared de fondo, habrá un telón transparente, que al final de la obra, seráutilizado para anteponerse a las figuras de Pilatos, José de Arimatea y Jesús.

Con relación a la presentación general de cada oficina, es muy importante quese sienta un contraste muy marcado entre una y otra, por parte del público asistente.Mientras se desarrolla la acción en uno de los escenarios, el otro debe quedarcompletamente a oscuras, de modo que no funcione como elemento de distracción delos asistentes.

No habrá indicaciones particulares con respecto al vestuario, ya que es bastanteobvio que se ajustarán a la época. Pero en el caso de Pilatos, es preferible que sepresente en el escenario con su vestimenta de soldado, en lugar de la tradicional batablanca que usaban los dignatarios romanos cuando estaban en reposo. No llevarácasco y únicamente portará su espada al cinto.

En general, el director y el escenógrafo tendrán libertad suficiente para crear laambientación necesaria; de la misma manera ocurrirá con el diseño de luces. De hecho,no habrá telón, sino subidas y bajadas de luces que marcan los cambios escénicos,incluido el final de la obra. La única pieza musical que se utilizará, a manera desugerencia, será la de Danny Berríos titulada Alaba a Dios, para lo cual esimprescindible notificar previamente al autor.

Escena I

Claudia, José de Arimatea y Nicodemo

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Comienza la pieza musical por unos breves minutos, mientras,las luces del escenario de la izquierda van subiendopaulatinamente. José de Arimatea y Nicodemo vienen caminando enmedio del público. Llegan a las escaleras que sirven de antesalaal escenario de la izquierda. Entra Claudia por la puerta delfondo y va hacia extrema derecha y desde allí les habla.

CLAUDIA: ¡Buenos días, señores! ¡Qué puntuales suelen ser losjudíos cuando tienen asuntos pendientes!

JOSE DE A: Que el Señor esté contigo, señora Claudia. Gracias porlas mercedes que nos haces.

CLAUDIA: Permanecerán en ese pasillo y no entrarán si no se lesda permiso.

JOSE DE A: Claro, señora. Gracias por la confianza.

CLAUDIA: Ya veremos cómo los trata Pilatos. (A José.) Si teconcede la audiencia, debes entrar solo. Con uno nada más quearriesgue su vida es suficiente. Este otro, ¿cómo se llama?

NICODEMO: Nicodemo, señora, para servirle a usted.

CLAUDIA: Bien, Nicodemo, cuando entre José, ve a tu casa. Creoque allí estarás más seguro. (Comienza a retirarse por dondevino.) Alguna buena plegaria debieron haber hecho al levantarsehoy. A veces no me explico de dónde la gente saca tanto valor.¡Que su dios les ayude! (Sale).

NICODEMO: ¿A caso has visto un hueco tan grande en el alma dePilatos, como para meterte en ella y ablandarla tanto, de maneraque te entregue el cuerpo de Jesús? ¿No sabes que ese hombre estan ambivalente que cambia de opinión rápidamente, y así podríavolverse contra ti en unos instantes? ¿Sabes a cuánta gente hahecho desaparecer mientras ha sido gobernador de los judíos?

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JOSE DE A: Entiendo tus inquietudes, Nicodemo. Pero lo vi falsearen su opinión cuando estaba frente a la multitud, precisamentepor ese ánimo inconstante al que te refieres. Estuvo luchandoconsigo mismo antes de tomar la decisión. Y hasta te diría quetrató de salvar a Jesús de la muerte.

NICODEMO: En mi opinión, y a pesar de su ambivalencia, de esaorden estuvo convencido desde siempre, con tal de complacer a losque se lo pedían.

JOSE DE A: No lo creo del todo. Me pareció que estuvo buscando ensu mente, por unos breves instantes, ese hilo delicado que tratande encontrar los que quieren satisfacer a ambas partes.

NICODEMO: Bueno, vi cuando su esposa lo hizo contrarrestar laopinión de los judíos. Lo mismo iba adelante, que iba haciaatrás.

JOSE DE A: ¿Y crees que eso mismo podría ocurrirme cuando yo estédelante de él?

NICODEMO: Mira, José, si su esposa misma dice que corres peligro,es que corres peligro. Definitivamente, toda la presión delgobierno ha vuelto medio loco a ese hombre. Dicen que desde lacondena de Jesús actúa más inconsistentemente. Aseguran que ya noes un hombre razonable y que está a punto de perder el pretorio.Solo es cosa de tiempo para que llegue la orden de destitucióndesde Roma.

JOSE DE A: ¿Y crees que dentro de esa circunstancia podríairritarse contra mí cuando yo le pida el cuerpo de Jesús?

NICODEMO: Pilatos anda buscando un lugar en el cual derramar eltorrente de su furia por haber dado una orden bajo lamanipulación de los judíos. Y ese lugar de escape, podrías sertú, José de Arimatea.

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JOSE DE A: Mi querido Nicodemo, ¿no sabes que yo tampoco puedovivir con el cargo de conciencia, porque yo me ocultaba cuandoJesús se exponía en la predicación y luego durante el suplicio yla muerte? Llegó el momento de exponerme. No supe ser obedienteen aquel instante, pero ahora lo seré.

NICODEMO: En realidad, ¿qué persigues a través esta conversacióncon Pilatos?

JOSE DE A: Nada más y nada menos que defender con uñas y dientesel evangelio de Jesús.

NICODEMO: Entonces las piezas van cayendo en el lugar que lecorresponde a cada una. (Pensándolo un poco mejor.) Bueno, no teestoy aconsejando que desistas de ir donde Pilatos, solo quieroque sepas que cualquier daño podrías sufrir al hacer lo que nadiese atreve a hacer.

JOSE DE A: Supongo, entonces, mi buen Nicodemo, que seguirépidiendo dirección al Señor para seleccionar las palabras, laactitud y el semblante adecuado para presentarme delante dePilatos. Hace un momento me dijiste que por cuál hueco del almame le metería. Pues bien, vi un gesto de terror cuando Jesús lenegó toda autoridad sobre él para condenarlo. Nada pudo hacercuando Jesús le restó importancia a ese poder terrenal y loredujo a escombros comparado con la magnificencia del Señor.Simplemente se turbó y lo aceptó. Ese mismo atrevimiento debotener yo cuando vaya delante de Pilatos, porque él tiene miedocuando le hablan del Señor. Debo hacerlo dentro del marco de lahumildad, pero con el poder demoledor que me va a dar el Señor,ante el cual, Pilatos queda completamente reducido.

NICODEMO: Entiendo. Aún así, sé prudente, mi buen amigo José deArimatea. Este individuo es romano. Ellos tienen sus ideales ysus formas de vida, y hasta el momento, muy a pesar de los judíosy de otros pueblos, poco o nada le han temblado las rodillas.

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JOSE DE A: Ya veremos, Nicodemo. Pero insisto en que llegó mimomento. Por tanto, no tengo otro camino. Gracias por tuspreocupaciones, pero ahora soy yo quien está delante de la copa.Puedo pedir que el Señor la pase o que me la haga apurar. Y nopediré que la pase. Es mía.

NICODEMO: Dios sabrá el camino correcto, José.

JOSE DE A: Así será, Nicodemo.

Bajan las luces por unos segundos y cuando encienden, ya no están.

Escena II

Noemí y Gerson

NOEMÍ: ¿Ya terminaste el bosquejo del mensaje sobre José deArimatea?

GERSON: No luce tan sencillo. Tal parece que voy a tener quehacer el tiempo en horas de la madrugada, para lo cual necesitolevantarme más temprano. Cada vez que saco un rato para añadirlealgún detalle, surge una nueva situación que debo atender en laiglesia.

NOEMÍ: ¿Como qué situación, por ejemplo?

GERSON: Como los asaltos de Joel y sus amenazas de coger lacalle, o como la discusión que se armó en la Junta de Directoresde esta iglesia con relación al presupuesto del próximo año y losfondos destinados para comenzar el nuevo templo. Y claro está,cuánto habríamos de cogerle al banco en calidad de préstamo.

NOEMÍ: ¡Ah, eso! Yo, si fuese completamente tú, y según lapalabra de Dios, lo soy, no me preocuparía tanto por lo que diganuestro hijo Joel. En cuanto a los gastos y las preocupaciones de

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la Junta, ya se darán cuenta de que no tienen otro camino.Ninguna iglesia funciona sin gastos. Si hay que gastar el dinero,pues hay que gastarlo, y punto. De hecho, mi papá, que comosabes, fue pastor hasta su muerte, decía que lo único que sepuede hacer con el dinero es gastarlo. ¿O sabes de otra cosa quese pueda hacer con él?

GERSON: ¡Ojalá fuese tan sencillo! Lo más que me preocupa no esel gasto. Son los acuerdos y desacuerdos que puedan surgir conmotivo de las discusiones casi personales que se dan en la Junta.Estoy llamado a vigilar por la manera en que cada cual puedaquedar herido por desacuerdos sobre dinero. A veces olvidan queestamos trabajando para Dios en un marco enteramente cristiano.No somos una empresa privada.

NOEMÍ: ¿Oh, no?

GERSON: ¿Qué insinúas?

NOEMÍ: Que hay una parte enteramente administrativa semejante auna empresa. Se genera dinero aquí y tú sabes que hay quemanejarlo responsablemente. Bueno, ya sabemos que esa es ladinámica de todos los ministerios. Hay un crecimiento inevitableque debemos enfrentar. Por otro lado, peor sería que les hubiesellegado un pastor inerte y poco emprendedor.

GERSON: ¡Claro!, ya no somos una iglesia pobre, sin evolución nicrecimiento. Este templo tiene más de cincuenta años de tradiciónevangelizadora. Tampoco nosotros tres somos una familia sencilla,sin complicaciones ni desacuerdos. Después de cada conversacióncon Joel, tengo que pedirle a Dios que me dé serenidad. Siestuviese hablando de irse a estudiar ingeniería al Colegio deMayagüez, como tantas veces había dicho. Pero esta vez solamentedice que se va para la calle, y ya.

NOEMÍ: Ya habrá tiempo para entender a Joel. La familia y elministerio son dos caballos sin freno en el mismo carro a la vez.

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Con respecto a la iglesia, yo sé que quieres dar muchos pasosnuevos aquí. Llevan un viejo aparato de funcionamiento que hadurado más de cincuenta años, como tú dices. A pesar de quellevamos dos años aquí, todavía no nos ajustamos al ritmo lentode esta congregación. Ya, de por sí, fue una lucha cambiar porhimnos modernos aquellos viejos coritos. ¡Milagrosamente,logramos formar una agrupación que cante en los cultos! Y sinembargo, ha salido bien.

GERSON: Tú sabes cómo yo pienso, las iglesias tienen que estar ala altura de los tiempos. Eso, claro está, tampoco significa quepodamos salirnos del plan general de salvación que el Señor tienepara nosotros. Pero la vida sigue allá afuera una marchaincontenible que es necesario seguir de cerca.

NOEMÍ: Tengo mucho miedo de que tus deseos de modernidad vayan atropezar desastrosamente con el estancamiento tradicional de laJunta. No porque nos quedemos sin el ministerio, y porconsiguiente, sin un empleo. Sino porque estos incidentes suelenmarcar el testimonio de las personas y siempre hay quien juzgasin saber.

GERSON: Bueno, Noemí, la gente muchas veces tiene miedo a loscambios porque los sacan de su lugar de acomodo. Ya me derrotaroncuando quise hacer el Seminario Bíblico. Ya me derrotaron cuandoquise hacer la Escuela de Redactores Bíblicos. Y ahora está enveremos la construcción de un nuevo templo, porque precisamente,como tú y yo andamos recogiendo a toda clase de gente de lascalles, ahora nos echan la culpa de que no caben aquí. ¿Pero cómoes posible que no quieran progresar?

NOEMÍ: ¿No será que vas montado en un cohete de la NASA en tusplanes de crecimiento, Gerson?

GERSON: “Id y predicad el evangelio…” Si algo no debe perderseen la vida, es el tiempo, Noemí. Nunca entenderé cómo es que la

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gente se atreve a decir que el tiempo es oro. ¡Qué insulto parael tiempo!

NOEMÍ: ¿Significa, entonces, que nos espera un día largo y fuerteaquí en la iglesia?

GERSON: ¿Cuándo no? Claro que sí, Noemí. Pero es necesariotambién que estos hermanos de la Junta entiendan la grandeza denuestro sacrificio. Somos personas jóvenes todavía. Tú dejaste tuprofesión y tu trabajo, como suelen hacer muchos pastores. Yohice lo mismo. Tu sueldo desapareció y nos ajustamos solamente almío. Dios tendrá misericordia de nosotros porque él nos envióaquí. Pero mientras más rápido lo entiendan los hermanos de laJunta, más ligero podremos evolucionar.

NOEMÍ: ¡Si supieras cómo me preocupa lo que dices! ¡Y no solo loque dices, sino cómo lo dices! No podemos entrar en unaconfrontación ahora.

GERSON: Seré prudente, Noemí. Te preocupas demasiado por misactitudes. ¿A estas alturas me crees capaz de armar un escándaloy de pelearme con todo el mundo?

NOEMÍ: Espero que no. Pero aún así, me preocupo cuando te reúnescon ellos. En cuanto a Joel, bastaría con seguirle los pasosminuciosamente. Algún día se nos irá al Colegio de Mayagüez, comoél quiere. Es la ley de la vida.

GERSON: Menos mal que piensas así. Debe ser que las madres tienenun radar que los padres no tenemos.

NOEMÍ: Quizás una voz más dulce que la tuya, Gerson. Eso es todo.Por lo demás, somos iguales.

GERSON: Bueno, yo pienso a veces que a Joel puede escapársele uncomentario delante de alguien que lleve su opinión ante la Junta.A veces los jóvenes se exaltan y no tienen cuidado.

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NOEMÍ: Pero este joven, en particular, ha sido debidamenteinstruido en el evangelio y estoy segura de que lo pensaríamucho, antes de cometer un error así. Yo conozco a mi hijo.

GERSON: Dios te oiga, Noemí. Dios te oiga.

Bajan las luces lentamente y luego suben de nuevo para el cambio de escena.

Escena III

Pilatos y Claudia

PILATOS: Si lo que tú deseas hacer conmigo, esta noche Claudia,es que me sienta más preocupado de lo que estoy, permítemedecirte que lo estás logrando.

CLAUDIA: Sin embargo, mi querido Pilatos, la idea no es aumentartu martirio. Cuando te trajeron a Jesús el Nazareno, yo misma tesugerí que no tuvieses nada que ver con él. Esta es unapreocupación que tú mismo aceptaste.

PILATOS: Tengo un gobierno que ejercer, Claudia. No te hice casoporque precisamente estaba en el ejercicio de la tribuna. Perohay una inquietud que se me ha metido muy adentro y no la puedoexpulsar.

CLAUDIA: Lástima sería, Pilatos, que esa preocupación siguieracreciendo hasta los niveles en los cuales no la puedas controlar.Y eso es precisamente lo que estoy viendo.

PILATOS: Acaban de decirme que el hombre ha muerto. Todavía nologro ver la razón por la cual han tenido tanta prisa con esteNazareno.

CLAUDIA: Para esos judíos del Sanedrín, cualquiera que desafíe suautoridad religiosa y fanática, es suficiente motivo para tener

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prisa en su ejecución. Hasta donde sé, los mismos judíos estáncansados de esta casta autoritaria que viene persiguiendo gentedesde hace siglos.

PILATOS: Como tú dices, mi querida Claudia, este es un pueblo defanáticos y de locos que vienen hablando de un dios que está enel aire, en todos sitios y que apenas se les presenta a ellosmismos. Esa misma forma de pensar, les empuja a una serie deideas absurdas sobre la vida real de los seres humanos.

CLAUDIA: Pero tú los complaciste con bastante rapidez. Te dejasteutilizar para sus propósitos con asombrosa facilidad. Pocas veceste había visto tan turbado e inseguro como te vi frente alNazareno.

PILATOS: ¡Política, Claudia, política! Se trataba de mantener lasmultitudes contentas dándole pronto aquello que me pedían.

CLAUDIA: Pero, como no era lo que deseabas tú, casi te loordenaron y se lo concediste. Fuese importante o no, Pilatos, erauna vida más la que tenías delante de ti.

PILATOS: ¿Qué me estás diciendo, Claudia? ¿Que este montón depiojosos hizo conmigo lo que les vino en ganas?

CLAUDIA: ¡Exactamente! Como no lo podían matar con sus propiasmanos porque sus leyes no lo permitían, utilizaron las leyes deRoma a través de ti, las cuales, como ya sabes, no se legislaroncon ese fin. Ahí está el error del cual quería yo librarte. ¿Yqué tal si el Nazareno fuese un dios de verdad?

PILATOS: ¡Claudia, Claudia!, más vale que no juegues con eso.

CLAUDIA: Dudaste, y ellos te llevaron a donde quisieronatropelladamente. ¡Al gobernador de Judea, a quien el poderinfinito de Roma asentó aquí! ¡Qué cosas tienes, Pilatos! ¿Sabesque si este hombre fuese importante, nadie tendrá memoria de tu

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gobierno, por más que te esfuerces y lo hagas bien, sino porqueconsentiste en su muerte?

PILATOS: (Violento.) ¿Y qué quieres que haga ahora? ¿Qué mesuicide? Lo hecho, hecho está.

CLAUDIA: Para comenzar, debes recobrar el respeto que perdiste.

PILATOS: ¿De veras? Puedo ordenar ahora la muerte de todos losrevoltosos del Sanedrín.

CLAUDIA: Ni siquiera el Nazareno te faltó el respecto cuando lotuviste delante de ti. Ellos sí porque te manipularon.

PILATOS: Tienes lengua de víbora tú también. De sobra sabes elpoder que tienes en la lengua. Más vale que midas tus palabras.Además de estar hablando con tu esposo, lo estás haciendo con laautoridad suprema que Roma ha puesto en este lugar.

CLAUDIA: Entiendo eso, mi señor, y te pido disculpas.

PILATOS: Así está mejor. No obstante, si tienes alguna otra idea,estoy dispuesto a escucharla.

CLAUDIA: Hay cierto hombre al cual conoces que podría aliviar unpoco tus cargas.

PILATOS: ¿Ah, sí? ¿Qué hombre es ese?

CLAUDIA: Se llama José de Arimatea. Le has hecho algunasconcesiones en el pasado.

PILATOS: ¿El comerciante miembro de ese loco concilio? Nuestrossoldados me han dicho que era amigo del tal Jesús, pero nunca hesabido que haya conspirado contra Roma. Por eso se le deja hacersu voluntad. Sí, sabemos que aportaba dinero para las andadas deltal Jesús, pero ni siquiera eso debió representar un peligro.¿Qué hay con él?

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CLAUDIA: Me envió un mensaje. Intenta llegar hasta ti, a travésde mí.

PILATOS: Bueno, ¿y por qué ese rodeo?

CLAUDIA: Piensa que estás furioso con los judíos y no se atreve avenir directamente.

PILATOS: No estaba tan furioso con ellos hasta que hablé hoycontigo. Lo conozco bastante, por lo que me han dicho missoldados. Aparte de subvencionar al predicador ese, no encuentrofalta en él. Después de todo, ¿a quién le importan los enredos dela religión judía? Bueno, ya pensaré si lo dejo venir donde mí.Ahora bien, me temo que esta conversación entre tú y yo, no hatenido el efecto que esperabas.

CLAUDIA: Me doy cuenta, mi señor, aunque no estoy tan segura.

PILATOS: Pues para que te quede claro, me estoy acrecentando cadadía más en odio contra este pueblo, tan problemático por susactitudes religiosas, y maldigo el momento en que Roma me envióaquí. Aparte de esto, maldigo a los que me indujeron a condenar aese hombre para luego encontrarme saturado de preocupaciones.Estoy preparando, mi querida Claudia, una lista más larga demanipuladores. ¡Una peligrosa lista! Si este José de Arimatea esuno de ellos, ya lo veré, y por consiguiente, encabezará lalista. Ahora, te pediría que me dejaras solo.

CLAUDIA: Como tú digas, mi señor. Con tu permiso. (Inicia lamarcha.)

PILATOS: (Fuerte). ¡Claudia! (Ella se detiene, pero no pierde elaplomo ni un instante.) Entérate de que en esa lista demanipuladores también estás tú.

CLAUDIA: (Baja la cabeza, pero mantiene la calma.) Siento mucho,señor, que sea así. Guardaré en mi corazón estas palabras comouna terrible amenaza.

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Claudia se retira por la puerta trasera. Pilatos queda pensativo y se sirve unpoco de vino de una bandeja que hay sobre su propio escritorio y comenta en voz alta.

PILATOS: Lo interesante contigo, Claudia, y durante todos estosaños, es lo bien que entiendes todo sin necesidad de muchasexplicaciones.

Escena IV

Gerson y Joel

JOEL: Ya me enteré de que la Junta te negó el presupuesto para laconstrucción del nuevo templo.

GERSON: No es exactamente así. Dijeron que no se tocaría más esetema hasta que se decidiera el nombramiento como pastor enpropiedad. Me parece lógico. Si no soy yo el pastor en propiedad,¿para qué cargar a un nuevo pastor con una empresa tan grandecomo esa?

JOEL: Significa, entonces, que si no eres tú el pastor enpropiedad, la construcción de un nuevo templo se pospondría pordos años más, en lo que prueban y nombran a otro. ¿No es así?

GERSON: Bueno, es bastante lógico también, encargarle esa tareaa una persona que esté dedicado a la iglesia a tiempo completo yque además, sirva de enlace de todas las otras partes.

JOEL: Al parecer, tu opinión no resulta muy valiosa para esaspersonas de la Junta.

GERSON: Hay algunos puntos en los que pensamos más o menos igual.Mira, Joel, ya sé que tú y tu madre están muy preocupados por loque vaya a suceder conmigo en esta iglesia. Y yo sé que cualquierrechazo que uno reciba como pastor se convierte en una especie de

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estigma que me podría perjudicar más adelante. Pero este es elproceso. Sin embargo, en propiedad o no, todavía laresponsabilidad fundamental de lo que pase en la iglesia es míaen cuanto a la salvación de las almas. Yo me entiendo muy biencon Dios y eso no tiene que ver, administrativamente, con el modoen que me entiendo con la Junta.

JOEL: Mi madre y yo tenemos claro que el pastor eres tú; inclusoque tienes las capacidades, tanto para la parte administrativa,como para cuidar de la gente. Tienes una buena preparaciónacadémica en estudios teológicos y en la administración deiglesias. Pero también sabemos que compartimos un mismo destinocontigo. Todo lo que te suceda, nos pasará a nosotros también. Túhas soportado aquí las infamias administrativas de esta gente sincansarte de ellos. No les basta que hayas hecho gala de tantapaciencia durante estos dos años.

GERSON: El evangelio dice que debemos ser mansos como palomas yque la blanda respuesta amansa la fiera.

JOEL: Te obligaron a dejar tu trabajo secular para dedicarte atiempo completo a la congregación. Y con ello te bajóconsiderablemente el sueldo. Pero lo cierto del caso es que aquíno hay tanto que hacer como para que no mantengas también untrabajo secular.

GERSON: ¿Oh, no? ¿Eso crees?

JOEL: Tú estás creando tareas que no existían aquí con elpretexto de que estás haciendo algo nuevo. Ese tiempo pudistehaberlo invertido en un trabajo. ¿Y ahora qué vamos a hacer lostres con el sueldo que te asignó la Junta? Mi madre también dejósu trabajo para apoyarte. Yo tampoco trabajo porque estoydedicado a mis estudios y enfocado en entrar a la Escuela deIngeniería de Mayagüez. La vida sigue, ¿o no es así?

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GERSON: Dios respalda a quien llama a trabajar en su viña. Elproveerá todo lo que necesitamos. La cantidad de gente que hay enesta iglesia, además de las personas que hemos integrado en losúltimos dos años, ameritan un pastor a tiempo completo. Atender amás de quinientas personas, ya es un ministerio grande.

JOEL: Pronto dejaré de ser una molestia en esta casa, que dichosea de paso, tampoco es tuya, porque es únicamente una casapastoral. Cuando quieran, te sacan de aquí. Yo me iré. Cada cualdebe buscarse su acomodo.

GERSON: Dudo mucho que sea una buena idea, si es que quieresprepararte para ser un buen ingeniero.

JOEL: Alguien tiene que pagar los estudios, ¿no?

GERSON: Sí, eso lo he escuchado muchas veces, por un lado, y porel otro, estás a ley de cumplir dieciocho dentro de unos días.¡El que tenga alas, si quiere volar, que vuele!

JOEL: Tendré un trabajo, un apartamento, un carro, ropa y todo loque necesite y desee.

GERSON: También conozco esa canción. Es muy propia de lajuventud. A mi modo de ver, lo único que necesitas es seguirestudiando hasta que te gradúes de la escuela superior. Luego,llenas la solicitud para Mayagüez, lo cual no has hecho todavía,y sin embargo, ya estás entrando por los portones del Colegio deIngeniería. Algunas personas, hijo mío, hacen listas de lo quequieren, pero se les olvida hacer la lista de lo que tienen. Y lalista de lo que tienen, no pasa del número uno. Se llama Dios.

JOEL: Antes de venir aquí, estábamos todos mucho mejor. No habíadiferencias entre nosotros y el dinero alcanzaba para todo,porque tú y mamá tenían sus respectivos trabajos. ¿Y ahora, paraqué quieren tanta preparación académica? Mamá es trabajadorasocial, con una maestría en consejería y tú completaste un

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doctorado en divinidad y casi tienes otro en teología. Además, túy mi mamá, se pasan todo el tiempo aconsejándome que persiga unapreparación académica…

GERSON: No hay diferencias, entre tu mamá y yo, acerca de nada.La preparación académica se pone al servicio del Señor. Ennuestro caso, ya no es asunto de capacitarse, sino de dejarsecapacitar por Dios para llevar a cabo las tareas que él nos haencomendado.

JOEL: Algunas diferencias, sí las hay. ¿Acaso crees que nosparece bien el menosprecio que recibes aquí, a través de personascon menos inteligencia que tú?

GERSON: Dijiste “nos”. Más vale que no metas a tu mamá en el modode pensar que tienes tú. Ella entiende el sacrificio de cualquierministerio; incluso sabe que ser esposa de un pastor, es de porsí, un ministerio. Ella siempre ha aceptado la parte que lecorresponde como un servicio al Señor.

JOEL: (Decepcionado.) Ya no sé ni en qué mundo viven ustedes.

GERSON: En el mundo en que naciste y te criaste: nada más y nadamenos que el único mundo auténtico y verdadero; el mundoextraordinario del evangelio de Jesús. ¿O es que te atrae tantoel otro mundo y estas rabietas no son más que una justificaciónpara irte a satisfacer tus curiosidades?

JOEL: Ya conozco lo que siempre hemos llamado “mundo”. No sientopor él ninguna curiosidad. Pero sigo pensando que de algunamanera nosotros debemos intervenir directamente en el desarrollode nuestras vidas. Ya no se puede aplicar literalmente lo quedice la Biblia.

GERSON: ¿Ya? ¿Qué es ya? ¿A caso la vida ha cambiado algo? Elmundo externo puede haber cambiado, y me doy cuenta y llevo el

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ritmo del cambio. Pero hay unas constantes universales que semantienen.

JOEL: Pero es que ustedes no intervienen en sus vidas y seaferran a que Dios se lo resuelva todo. Algunas situacionestenemos que enfrentarlas y resolverlas nosotros mismos.

GERSON: Bueno, si son “algunas”, quizás esté de acuerdo contigo.Aún así, reafirmo que todas las veces que uno trate de intervenirdirectamente en una grave situación, estamos alterando los planesde Dios. No meterse en lo que le toca a Dios, es un principiofundamental en la vida de un cristiano. “¡Jehová peleará por ti!”

JOEL: ¿Significa, entonces, que vas a dejar que ese paquete deviejos engreídos que componen la Junta de esta iglesia, te hagantodo lo que a ellos les dé la gana?

GERSON: ¡Así es…! (Pausa.) Y como esto se está poniendo difícilcontigo, te ordeno que te refieras a ellos con más respeto. Yo,para resolver un problema, tengo por costumbre orar. Así que lasolución es la distancia que hay entre las rodillas y el piso.

JOEL: ¿Y qué sacarás si haces eso nada más? ¿Cuántas veces dicenlos predicadores que la fe sin obra es muerta?

GERSON: Que se den cuenta de todo sin que yo intervenga en susconciencias. Las palabras no pueden hablar más que las acciones.

JOEL: Pero, finalmente, tu famoso héroe José de Arimatea, seatrevió a enfrentar la autoridad. ¿No es sobre ese tema que estáselaborando tu gran mensaje del segundo aniversario? ¿No seenfrentó él a la autoridad aplastante de Pilatos? Esa es laverdadera acción. Un día tendrás que hacerles frente.

GERSON: No es lo mismo. La Junta de esta iglesia es cristiana,hijo.

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JOEL: ¡Sí, claro, y yo soy Pablo el Apóstol; el mismo que comenzóa sanar enfermos, pero solo después de los sacrificios denaufragar! ¿No es eso?

GERSON: Digamos, Joel, que tienes otras cualidades buenas, perono tanto las de Pablo el Apóstol.

JOEL: ¿No está de moda llamarse “apóstol”?

GERSON: ¿Es un chiste? Deja en paz a la gente y no te pases demajadero. ¿Debo reírme? Yo no quiero ser Pablo, ni José deArimatea, ni ningún otro.

JOEL: Yo solo sé que me voy cuando cumpla dieciocho años.

GERSON: Mira, Joel, todavía no sé si lo que me dices de irte sonplanes, son amenazas o son simples rabietas de un chicocuestionador que tiene diecisiete años y anda retando a mediomundo. Pero ya estás logrando preocuparme con eso. La vida escomo es. De muy poco sirve andar imaginándosela a no ser en elplano de la fe.

JOEL: Pues son planes, rabietas y amenazas. No me voy a quedaraquí mirando cómo hacen contigo lo que ellos quieran hacer.

GERSON: Todo el proceso podría ser una simple provocación a verhasta dónde llega mi paciencia. ¿Qué tal si respondo airadamentey entonces sí muestro la mala conducta que se necesita paraponernos en la calle? Entonces dirían: “¡Mira qué clase depastor… que no aguanta presión!”

JOEL: Sea cual sea tu táctica, yo me voy cuando cumpla dieciocho.

GERSON: Bien, entonces. Como no quiero mortificarte con tantascitas bíblicas, bastaría con repetirte lo que decía mi mamá: “Deldicho al hecho, va buen trecho”.

Bajan las luces rápidamente, luego suben con lentitud.

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Escena V

Claudia y José de Arimatea

CLAUDIA: Te he mandado a llamar, mi muy estimado José, por unarazón muy particular. Quisiera saber si hay algún modo en que yopueda enmendar los errores de mi esposo.

JOSÉ DE A: Si ese es el propósito de esta entrevista, ¿en quépuedo serte útil, mi señora? Nunca habíamos hablado de frente.Ni siquiera te conocía personalmente. Solo te había visto pasarprotegida por tu escolta.

CLAUDIA: Primero te llamé muy de mañana y viniste con tu amigoNicodemo, aunque no les permití la entrada al palacio. Peroahora que te he permitido la entrada, debo decirte que estaentrevista no es del conocimiento de mi esposo. Ya, para estatarde, es preciso que se tome una decisión sobre nuestro asunto.Vuelvo a insistir en que esta entrevista supone que nos estamoscorriendo un gran riesgo que tu prudencia debe calibrar.¿Entiendes lo que digo?

JOSÉ DE A: Lo entiendo. Sin embargo, ante la pregunta de siestuve aquí o no, Pilatos ordenaría mi muerte si le miento.

CLAUDIA: También lo sé. Esperemos que nunca te pregunte.

JOSÉ DE A: Puedo entenderlo todo, mi señora. He venido porsegunda vez en el día de hoy, atendiendo a tu llamada. Pero lomás grave es que a ambos nos costaría la confianza de Pilatos.

CLAUDIA: Nos hemos enterado de que le pedirás a Pilatos el cuerpode Jesús el Nazareno para poder enterrarlo.

JOSÉ DE A: ¡Cómo es posible que sepan esa información!

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CLAUDIA: Mucho me temo, mi buen José, o que estás pensando en vozalta cuando estás solo, o que hablas cuando duermes y Romaescucha, o simplemente que alguien entre los judíos se sabe tuspasos y no calla lo suficiente, después de todo. Si Israel llevasiglos espiando, no es menos cierto que Roma tiene sus formastambién. ¡Somos romanos, tenemos ojos en todos sitios!

JOSÉ DE A: Si Pilatos sabe que le pediré el cuerpo de Jesús, ¿nosería más fácil que mi señora lo convenza de que me llame y me loentregue?

CLAUDIA: ¡Oh, no José! Es algo que te toca. Roma espera siempre aque sus dominados se humillen. Es más, podrías manejar a Roma site humillas ante ella. Si no das el paso, Pilatos tampoco lodará. Lo que no sabemos, José, es de dónde sale tantoatrevimiento de tu parte para pedir ahora ese cuerpo, cuandohasta el presente habías preferido mantenerte en el anonimato.

JOSÉ DE A: Estoy arrepentido de haber permanecido en silenciofrente a todo lo que vi en el Gólgota. Eso me hizo cambiar deidea.

CLAUDIA: No estoy en contra de lo que pretendes.

JOSÉ DE A: ¿Entonces, qué quieres de mí y por qué razón mellamaste, en lugar de dejar que viniera por mi cuenta? Me handicho que eres buena consejera de tu esposo. ¿Qué le aconsejaríassobre mí?

CLAUDIA: No solo consejera. Las mujeres debemos darles ánimo anuestros maridos. Y cuando ellos no puedan con el volumen,nosotros tenemos que poder. Apenas pongas un pie en el palaciopara pedir el cuerpo del Nazareno, Pilatos ordenará tu arresto,te hará desaparecer y morirás en un lugar secreto, lejos de aquí.

JOSÉ DE A: Aún así, vendré. ¿Hará todo eso con el consejo tuyo,señora?

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CLAUDIA: Acabo de decirte que no. Amigo José de Arimatea, meadmira tu resolución. Pero serás una simple gota en la sangrederramada por Roma. ¿A quién le importará? Sobre ti, le heaconsejado todo lo contrario a lo que has dicho. Pero está muydesquiciado por la muerte de Jesús el Nazareno y me temo que enun arranque de ira llegue a hacer todo lo contrario.

JOSÉ DE A: Siempre habrá quién le importe mi sangre. Después dela predicación de Jesús, Roma no podrá contener la corriente desu palabra. Vivirá su evangelio eternamente y mucho tiempodespués que Roma sea escombros y cenizas. Claudia, mi señora,estamos hablando del hijo de Dios y de aquellos que en un momentodado lo defendieron.

CLAUDIA: Mi estimado José, siempre en la política es muyconveniente ser hijo de un dios. Ese truco ya fue utilizado porOctavio Augusto César, con relación a su tío político, Cayo JulioCésar. Bueno sería irnos por terrenos más firmes, es decir, másromanos. Pilatos siempre ha sabido tu adhesión a Jesús elNazareno. Roma no interviene si hay obediencia. Solo queríaadvertirte que tal vez estés abusando de tu suerte, si te atrevesa pedir el cuerpo con una pobre argumentación.

JOSÉ DE A: Me asombra tanto tu interés por mí, señora.

CLAUDIA: No solo por ti. Tampoco es agradable tener en mi alcobaa un hombre gritando sus pesadillas cada dos o tres noches. Tumuerte aumentará sus preocupaciones. No se le va de la mente elrostro de Jesús el Nazareno, mientras él lo interrogaba y elprisionero guardaba silencio tan tranquilamente.

JOSÉ DE A: ¿Así que me llamaste por una causa tuya y no por lamía? Entonces, ¿te decides a admitirlo?

CLAUDIA: Tampoco es así. Digamos que compartimos intereses. ¿Quécrees que sucederá si Pilatos sabe que te llamé y no es capaz deentender que lo hice por él? Todo el mundo sabe que traté de

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salvar a mi marido de los cargos de conciencia que le vendríanpor la muerte de Jesús. Cuando tuvo el pleito en sus manos fingióque no le daba importancia. Pero le aterraba la idea de que fueraen realidad hijo de un dios. Creyó que lavándose las manos, semantendría a la distancia.

JOSÉ DE A: Es decir, ¿siempre defendiste la causa tuya y de tuesposo, en lugar de proclamar lo injusto de la muerte de Jesús?

CLAUDIA: No eres muy justo conmigo, José. ¿Acaso nadie te hadicho que yo previne a Pilatos con mis sueños? Yo pretendíaproteger a mi esposo de una maldición, pero por otro lado, sabíaque el Nazareno era justo. Aunque fueran previsiones paraproteger a mi esposo, de todas formas yo hubiera logrado queviviera Jesús. Y ahora te llamo para prevenirte porque piensoigual. ¿Qué saca Roma con la muerte tuya después de la muerte deél?

JOSÉ DE A: No hay duda, mi señora Claudia, ahora lo corroboro:eres muy inteligente. Tal vez más que tu marido. Y sin duda, másdecidida que él. Pero ni tú ni nadie más, estaba destinado asalvar personalmente a Jesús.

CLAUDIA: También soy justa, aunque sea romana. Yo puse mi granode arena para evitar su muerte. No sé si cuenta eso para tu Dios.Y aunque no lo creas, viéndolo tan destrozado y sucio, pormomentos, sentí menos por mi marido que por él. No entiendo cómoes que, teniendo a Pilatos al frente, no se defendió mientras miesposo le daba la oportunidad.

JOSÉ DE A: Eres romana. Puedes llegar al fondo de las situacionesjudías, pero sentirlas, jamás. Si tan solo yo pudiera creer loque dices sobre defender a Jesús, señora, con todo gustointervendría por ti delante de Dios. Aunque el Señor tuviese susplanes, tal vez quiso darte la oportunidad de que te salvaras,ganando para ti, un poco de la misericordia de Jesús.

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CLAUDIA: (Profundamente conmovida.) ¿Puedes pedirle eso a tudios? Lo creas o no, fue como te lo he dicho. Aunque vengamos depueblos enemigos y tengamos vidas diferentes, ¿tú pedirías pormí? Cuando ores a tu dios, recuérdale que Claudia Prócula, tuvopiedad de Jesús.

JOSÉ DE A: Ahora sí que estás hablando como debes. ¡Claro que loharé! El cielo debe estar abierto también para los romanosarrepentidos.

CLAUDIA: Ahora, vete. No permito que nadie me vea descompuesta.Hasta la propia Claudia flaquea a veces.

JOSÉ DE A: Adiós señora, quedes con Dios.

Sale apresuradamente por las escaleras del frente, por donde había sidoacompañado antes por Nicodemo. Baja caminando en medio del público, pero va haciauna puerta lateral que, presumiblemente, da a la calle. Bajan las luces lentamente.

Escena VI

Noemí y Gerson

GERSON: Ya le hemos dado tantas vueltas a la misma situación,pero aún la tengo intacta metida en la mente, tal y como la pensépor primera vez. ¿Te imaginas lo que sucedería si no me confirmancomo pastor en propiedad?

NOEMÍ: Supongo que como padre y esposo es legítima tupreocupación, pero como personas de fe, debemos confiar en lapalabra de aquel que nos trajo aquí. Yo confío.

GERSON: Yo confío también. Pero hay un margen pequeño, lleno delfactor de humanidad, que en muchas personas, no controla del todola espiritualidad.

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NOEMÍ: Entiendo. ¿Pero por qué razón no te confirmarían? ¿Creesque la actitud de Joel pueda ser un elemento que influyanegativamente en el nombramiento?

GERSON: Podrías ser.

NOEMÍ: Como esposa, yo puedo dar testimonio de tu honestidadintachable, de tu excelencia en la predicación, de tu servicioincondicional a la obra de Dios, y de tantas otras cualidades… Afin de cuentas, este es tu único empleo. ¿Piensas que puedendejarte en la calle así como así?

GERSON: Si nos ponemos a analizar el caso de otro modo, ya setrata de decisiones administrativas obligatorias. Espero… confíoy tengo la fe en que me confirmarán, Noemí. Ahora bien, estasiglesias que han tenido pastores fundadores, que a la larga, sehan muerto de viejos luchando por ellas en el mismo ejercicio delpastorado, como le sucedió al que había aquí, y no tienen unhijo o un sucesor predilecto, suelen poner tan duras pruebas aquien venga después, que pierden la cabeza e incurren en ladesconsideración. ¿Acaso es necesario superar al anterior? ¿Tengoque partir desde sus más altos logros?

NOEMÍ: A mí me parece un procedimiento bien orquestado por gentecon mucha experiencia en la vida para ver hasta dónde puedessoportar la presión.

GERSON: Claro, ya lo hemos discutido muchas veces. Ahora, sifuese así, con la ayuda de Dios, puedo ganarles, que esprecisamente lo que ellos quieren. Desean que yo les demuestreque puedo. Pues bien, no tendré límites para soportar la presión.

NOEMÍ: ¿Entonces?

GERSON: ¿Entonces qué? Como te dije, siempre hay un factor humanoque lo ponemos nosotros. Precisamente tuve una conversación sobreese tema con Joel, pero no le puedo admitir que tiene razón,

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porque entonces quiere presionar tanto que exagera el vuelo. Joelno tiene control todavía. Ese factor de humanidad lo tenemostanto nosotros, como la Junta que gobierna la iglesia.

NOEMÍ: Bueno, ¿entonces a qué te refieres específicamente con tufactor de humanidad?

GERSON: Mira, Noemí, aquí tiene que haber alguna razón quejustifique esta demora. Son dos años a prueba. ¿Y a prueba dequé, si hemos hecho todo lo que nos pedían y en algunos aspectosdimos la milla extra?

NOEMÍ: Yo también me pregunto a prueba de qué. No has tocado niun centavo de la iglesia y te limitas al sueldo que te asignaronellos mismos. No has tenido altercados con nadie en la iglesia.La congregación ha crecido sin precedentes desde que estamosaquí. ¿Acaso les molesta que hayas seleccionado el tema de Joséde Arimatea para tu segundo aniversario? Fuiste cortés enanticiparles el tema de la predicación.

GERSON: Surgió en medio de una conversación con ellos mismos. Sialguna vez me escondí para predicar el evangelio, fue cuando eraniño. Pero ya no me escondo más. Gritaré el evangelio con todo elpoder que Dios ha puesto en su palabra. Pero no debe ser esa larazón. He ido ya por todas las calles de esta comunidad paraatraer a la gente y les hemos llenado el templo a capacidadrevestidos del poder de Jesús. Debe ser, simple y llanamente, queconstruyeron una zona de comodidad a lo largo de los años, en unfalso anquilosamiento del evangelio con una serie deprohibiciones absurdas que han hecho más daño que bien. Se tratade procedimientos que dieron sus frutos en el pasado, pero que yano guardan relación con el mundo de hoy.

NOEMÍ: (Se ríe.) ¿Así que el peligro es tu modernidad? Imagínate,entonces, que si se trata de modernidad, yo todavía no hemostrado completamente la mía. Yo quiero saturar el templo con

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predicaciones variadas y exponer a los hermanos a distintasdoctrinas. Yo amo las conferencias teológicas de granprofundidad, yo quiero aplicar la sociología del evangelio yabrir aquí secciones de terapia. Me gusta el trabajo vivo en lascomunidades. Quiero tener invitados internacionales. Quiero hacerdramas, quiero música, quiero, en fin, un escándalo santo quevuelque a la gente hacia Dios.

GERSON: ¡Calma, calma! Que nadie te oiga, porque si a mí no mequieren, a ti te meten presa. (Se ríen a carcajadas.) Vamos aver, hermana Noemí, no saque de golpe todos sus talentos, porqueme ahogo en la profundidad de sus capacidades. ¡Es usted unacompleta y total subversiva del evangelio y por ahora, inspiramucho temor! (Vuelven a reír). ¡Usted podría derrocar a Roma!

NOEMÍ: ¡Ah, tú eres un miedoso!

GERSON: ¿De veras? Ni tú misma te lo crees…

NOEMÍ: ¿A dónde vamos con estas bromas?

GERSON: A defender el evangelio de Jesús. También se usa el humorpara defender el evangelio. ¿No crees?

NOEMÍ: (Transición.) ¿Qué te dijo Joel acerca de todo esto? Meimagino que te volvió loco con su ánimo sin control.

GERSON: Lo mismo que lleva tiempo diciendo: que se irá de aquícuando cumpla dieciocho.

NOEMÍ: ¿Qué tanto te preocupa y cuánta seriedad le ves a susamenazas?

GERSON: Mucha seriedad y mucha preocupación. ¿A dónde puede ir unchico, por primera vez en su vida, que está a punto de graduarsede la escuela secundaria y sin estudios universitarios?

NOEMÍ: Por un lado, ya creció, Gerson. ¿No lo has notado? Por elotro, nada de eso hará. Se quedará en su casa, con sus padres.

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Estará en su iglesia, nos ayudará en el ministerio y solo se iráde aquí con su título de ingeniero.

GERSON: Bueno, en ese caso, ¿qué sucedería con él si no menombran en propiedad?

NOEMÍ: Nada grave en particular. Yo vuelvo a ser trabajadorasocial. Tú vuelves a buscar trabajo en las universidades y todocontinuará como antes. Nos vamos a otro lugar a continuarpredicando el evangelio, sacudimos el polvo de los zapatos ycontinuamos orgullosamente en compañía de nuestro hijo.

GERSON: Cierto, dicho por ti, todo parece sencillo.

NOEMÍ: ¡Claro! No veo la razón por la cual se complique tanto.

GERSON: Con la ayuda de Dios seguiremos andando.

NOEMÍ: Correcto. Dios hace lo difícil muy sencillo. Así, todo sehará. “¿Habrá algo difícil para Dios?”

Bajan las luces del escenario.

Escena VII

Pilatos, Claudia y brevemente, un guardia

CLAUDIA: Considero que no tardaste mucho en tomar la decisión deenviarme de vuelta a Roma. ¡Quién sabe por cuánto tiempoestuviste contemplando semejante idea! Suceden losacontecimientos muy rápidamente en tu gobierno, ¿no es así? Novan dos días desde que condenaste a ese hombre, y ya ordenas miregreso a Roma.

PILATOS: (Con un toque de ironía.) Si te extraña la rapidez,Claudia, entonces hablemos con calma. Está anocheciendo otra vez,

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mi muy querida esposa. Durante la noche anterior, trataste deconducirme por unos caminos muy a tu gusto, y, francamente, no lovi con desagrado. La mayoría de las esposas romanas conducen alos esposos por donde ellas quieren. Pero que un judío miembrodel concilio, y por demás, con ciertos recursos económicos,visite la casa del gobernador de la provincia, sin que este seanotificado previamente, ya es un acto deliberado que debemosexaminar con cautela.

CLAUDIA: Mandé a buscar a José de Arimatea para persuadirle deque no te pidiera el cuerpo de Jesús el Nazareno.

PILATOS: ¿Por qué no? Es precisamente lo que he estado esperandodesde que me enteré de sus intenciones. ¿Desde qué momento, hastael presente, has estado tomando decisiones de gobierno? ¿Desde elinstante en que quisiste persuadirme de que salvara la vida delRey de los Judíos? ¿Significa que, de ahora en adelante, te vas adedicar a persuadir gente para que haga lo que a ti se te antojaen mi gobierno? ¿O es que no has podido calcular que, tanto lamuerte del Nazareno como la que le sobrevendrá a José deArimatea, son decisiones de gobierno?

CLAUDIA: ¿Pero no ordenaras su muerte, supongo?

PILATOS: ¿No sería más provechoso para ti que te entendieras contus sirvientes, o que hablaras de peinados y prendas con lasotras esposas de los dignatarios romanos de mi corte, en lugar deestar obstaculizando lo que yo hago en la provincia que Roma meentregó para gobernar? Porque, a fin de cuentas, mi nobleClaudia, tú no le responderás al divino Tiberio por lo que paseaquí. Es más, podrías hacer y deshacer, y Tiberio no te tocaríaun pelo por la amistad que tiene con tu padre. Tú, a lo sumo, ya pesar de tu madurez, serás para él una niña rica a la cual sele antojan algunas diversiones. En cambio, a mí se me valorarápor el servicio a Roma en calidad de gobernador de una provincia

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tan problemática como esta. Si no hay buenos resultados, Tiberiome echará a un lado como si nunca hubiese valido nada.

CLAUDIA: (Tratando de calmarlo.) Entiendo tu posición, Pilatos.Solo que no veo la importancia para Roma de que muera alguiencomo el Nazareno, ni tampoco una buena persona como José deArimatea, cuyo única falta sería tener la osadía de presentarsedelante de ti.

PILATOS: Cualquiera que llame la atención lo suficiente, comopara levantar una turba de seguidores en una dirección diferentea la cual Roma va, es ya un enemigo del gobiernostado romano. Ysi pretende mantenerse en secreto, es peor. ¿De qué se oculta eltal José de Arimatea? Ya te dije, Claudia, entiendeslimitadamente los menesteres del gobierno. Para ser el gobernadorde una provincia romana, hay que tener una visión panorámica, dela cual, tú careces.

CLAUDIA: ¿Y por eso me envías a Roma? Debo decirte que José deArimatea no se oculta de ti. Roma lo exoneraría, tal y comopretendías dejar libre al Nazareno. Se oculta de los mismosfanáticos judíos. ¿Qué te hace pensar que en estos momentos,tanto para los judíos como para los romanos, lo mejor sería ungobernante soltero? ¿Alguien que apenas me vaya, llene el palaciode prostitutas nocturnas y orgías sin freno? ¿Y cómo crees que sesentirá mi padre cuando le devuelvas a la hija que él te entregóen matrimonio públicamente, hace tantos años, en presencia delmismísimo Tiberio? ¿Acaso la rapidez de tu razonamiento no te hapermitido meditar en eso?

PILATOS: (Muy irritado.) Ya conozco tus encerronas de palabras.¿Me estás amenazando, Claudia?

CLAUDIA: (A su vez, muy molesta.) ¡Pero claro que te estoyamenazando, Pilatos! No solo te amenazo, te advierto que tugobierno durará solo unos días a partir del momento en que yo

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ponga un pie en casa de mi padre, sino que cuando dejes estaprovincia, no habrá para ti el codiciado asiento que siempre hasquerido en el senado romano. Es más, no habrá un lugar en todoslos dominios romanos donde puedas poner tus pies tranquilamente.Y por si piensas todavía que no sé nada de gobierno, permítemerecordarte que si estás gobernando una provincia, me lo debes amí. ¿De qué talento te precias tú, como para lograr por tucuenta, ser un gobernador romano?

PILATOS: Muchas veces llevé los ejércitos de Roma a una victoriacontundente. ¿De dónde sacas ahora que te lo debo todo únicamentea ti?

CLAUDIA: ¡Bien, Pilatos, bien! Dejemos que sigas soñando con tugobierno y tus intrigas y todo lo demás. Y que también, además deperturbarte en los sueños con la imagen de Jesús, podríasañadirle gratuitamente la de José de Arimatea. ¿Qué te parece,Pilatos? El primero puede ser hijo de un dios y el segundo, nadamás ni nada menos, que el mensajero de ese mismo dios. Así que,si ya retaste a ese dios, y fíjate que te lo repito, en lugar dedetenerte, sigues provocándolo.

PILATOS: (Conteniendo su ira.) Me estás tentado mucho más allá delo que puedo aguantar, Claudia.

CLAUDIA: ¿Y qué vas a hacer? ¡Mírate! Tiemblas con solomencionarte que consentiste en la muerte del hijo de un dios.¿Qué te hizo imaginar que los dioses no se vengan de lasinsolencias, Pilatos? (Fuerte, señalándole con el dedo.) ¡Túsabes que se vengan!

PILATOS: Ya es suficiente, Claudia. Nada hará que dé marcha atrásen mis resoluciones. Tampoco cambiaré mi decisión de enviarte aRoma.

CLAUDIA: (Más calmada.) ¿Al menos, puedo saber cuáles fueron lasinstrucciones que le diste al centurión? ¿Me echarán por la

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borda? ¿Me dejarán en una isla solitaria? ¿Crees que todo es tanfácil?

PILATOS: (Grita.) ¡Guardia! (Espera unos instantes en lo que elsoldado se presenta.) Lleva a la señora a sus habitaciones.Mañana temprano sale en dirección a Roma.

CLAUDIA: (Levanta un dedo al guardia.) ¡Cuidado con tocarme! (Else detiene. A Pilatos.) ¿En calidad de qué voy a Roma? ¿Voy comoprisionera o sigo siendo la esposa del gobernador? Aclárale eso atus sirvientes, porque si alguno de estos imbéciles se atreve aponerme una mano encima, desde ahora, hasta la llegada a Roma,veré que paguen con la vida por su atrevimiento. Estás hablandocon la hija de un gran soldado que ayudó a conducir gloriosamentelos ejércitos de Roma por la Galia Transalpina, bajo los tiemposdel Emperador Augusto, tal y como habían hecho valientemente susantepasados. (Con dignidad.) ¡No estoy yo delante de Pilatos,como lo estuvo el Nazareno; Pilatos está delante de ClaudiaPrócula!

PILATOS: (Con más tranquilidad, al guardia.) Vigila que la señorareciba el trato que merece la esposa del gobernador, e hija de ungran soldado, ex-cónsul, y ahora, ilustre senador del ImperioRomano.

CLAUDIA: (Mira con pena a Pilatos una vez más y sale de escenacon seguridad, y notable reposo, seguida por el guardia.) ¡Adiós,mi querido Pilatos! Estoy segura de que nunca más te volveré aver… aún cuando tú también llegaras con vida, de regreso a Roma

Bajan las luces lentamente y ocurre el cambio de escena.

Escena VIII

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Gerson y Samuel

SAMUEL: Bueno, hermano Gerson, ¿ha pensado en la posibilidad deque los demás miembros de la Junta no lo confirmen como pastor enpropiedad?

GERSON: Uno puede tener una fe muy grande, pero eso no excluyeque piense en todas las posibilidades. Siempre, y en todo, hay unfactor de humanidad. Dios determina lo que habrá de suceder, peroa veces, interfiere ese factor humano. Pero como Presidente de laJunta, que es usted, hermano Samuel, debe saber algo que yo nosé.

SAMUEL: Clarifiquemos unos detalles, hermano Gerson. Yo tengointerés en que a usted lo confirmen. Pero recuerde que yo dirijola Junta, y por lo tanto, no voto. El presidente no vota, amenos que no haya un empate.

GERSON: Siempre me ha estado curiosa esa extraña limitación.¿Entonces, qué es lo que dirige o qué es lo que preside ustedaquí?

SAMUEL: Casi nada. Uno es lo que en las escuelas llaman ahora “unfacilitador”.

GERSON: Alguien con voz, pero sin voto. Sé que nunca me haconvenido decir en esta iglesia que muchos procesos cambiarían sime nombraran en propiedad, pero ante usted no tengo miedo adecirlo: efectivamente cambiarán. La iglesia, en general,necesita más libertades de las que tiene. No podemos tener unestado policial en un escenario de adoración.

SAMUEL: Esas mismas afirmaciones son las que le han puesto tantocuidado a la Junta, y por las cuales, extendieron su períodoprobatorio por espacio de dos años.

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GERSON: ¿Y qué harán si no me confirman? ¿Buscarán otro candidatoy lo probarán de nuevo durante dos años? ¿Sabe usted, hermanoSamuel?, esto se me va pareciendo a esas compañías extranjerasque no pagaban contribuciones durante diez años y cuando faltabaun mes para comenzar a pagarlas, se cambiaban el nombre y yatenían diez años más de exención contributiva.

SAMUEL: Bueno, hermano Gerson, usted puede pensar lo que desee,incluso, si tiene, de vez en cuando, ocurrencias que no están enel plan general de salvación del Señor, como la que acaba dedecirme. Pero yo le aseguro a usted, como siempre lo he hecho,que todo lo hacemos en beneficio de la iglesia y del servicio quele debemos a Dios, por su misericordia y por su grandeza. Laprioridad del evangelio es que la gente entienda que Jesús diseñóla mejor manera de vivir.

GERSON: Lo que me extraña es el modo tan profundo en que puedepenetrar la desunión en la casa de Dios. Si la gente que está enel evangelio, no entiende tampoco ese postulado, los quepredicamos, tenemos la culpa.

SAMUEL: Si se refiere a cualquier diferencia que pueda existirentre usted y la Junta, permítame decirle, que de lo más quehablamos cuando nos reunimos, es de los grandes méritos que tieneusted.

GERSON: ¿Cómo cuáles?

SAMUEL: No hay duda, hermano, de que usted se ha ganado el amorincondicional de la iglesia, más allá de lo que pudo haberlohecho algún otro pastor que haya pasado por aquí, en nuestratradición de más de cincuenta años. Y pienso que su esposa se loha ganado de la misma manera. Hemos tenido pastores aquí quenunca hablaron con sus ovejas ni diez minutos. En cambio, ustedesreciben personas a toda hora, como si fuesen máquinas de retiro ydepósito ATH.

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GERSON: Supongo, entonces, hermano Samuel, que esa diligenciapuede molestarle a ciertas personas…

SAMUEL: También la suposición es cierta…

GERSON: Como también es cierto que ahora llegó el momento deabandonar el lugar de acomodo para lanzarse en otra dirección. Yano vale el viejo dicho de tener uno malo conocido para cambiarlopor uno bueno por conocer. Las iglesias tienen que renovarse.

SAMUEL: Usted puede decir eso todas las veces que quiera delantede mí, pero no le valdrá de mucho si sigue diciéndolo delante deotros. Haría bien que usted moderara su temperatura por la fiebreque tiene de renovación. De alguna forma, esa actitud ofende. Esdecir, la renovación, no tanto, pero la insistencia sí, porquesencillamente, es un modo de echarnos en cara lo atrasado queusted piensa que estamos.

GERSON: ¿Debo suponer, entonces, hermano Samuel, por susconsejos, que usted está incluido en la parte de la iglesia quenos estima a mi esposa y a mí?

SAMUEL: ¡Claro que sí, hermano! Si es que esa afirmación le sirvepara tomarme el pulso y la temperatura.

GERSON: ¿Y no le da miedo defender a un José de Arimatea, a pesarde las determinaciones de la Junta?

SAMUEL: (Bien risueño.) ¿Así que usted se ha metido en la cabezaque es algo así como José de Arimatea?

GERSON: No me contestó la pregunta, hermano Samuel. Solo me hizootra pregunta con cara de incredulidad. Cada cual tiene susmodelos a seguir.

SAMUEL: Ya estoy por creerle a usted que en realidad es José deArimatea, si sigue haciendo ese papel. Ya no recuerdo cuántas

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veces me ha dicho que ese será el tema de su homilía para elsegundo aniversario de usted en esta iglesia.

GERSON: Sí lo será. A veces, tenemos que aprender a celebrarnosnosotros mismos, para que los demás nos celebren. Será una fiestasanta y de celebración propia, aunque la Junta me ponga depatitas en la calle.

SAMUEL: ¡Humm…, modesta celebración! Me sentiría mejor, hermano,que si usted se propone retar a la Junta de Directores de estaiglesia, no se le olvide que soy parte de ella. Peor aún, que ladirijo. Para ser un buen pastor, es necesario que uno controlesus propios exabruptos.

GERSON: Pero me queda claro, hermano, que entre usted y ellosdebe haber alguna diferencia, porque siempre que le hablo, sientoque usted está de mi lado. También puedo sentir el humor de suspalabras.

SAMUEL: Mire, hermano Gerson, todavía usted sigue siendo unhombre joven. Yo soy viejo y se me hace fácil saber cuándoescudriñan dentro de mí. Como hombre “sen”, en el sentido romano,porque veo que a usted le gusta mucho la historia, pienso que enel exceso de juventud podría haber también, exceso de errores.Permítame decirle, para que quede claro de una vez: la Junta deDirectores de esta iglesia no es su enemiga. Donde usted ve unpensamiento anquilosado y retrógrado, según sus propias palabras,lo que hay es un celo por el pueblo de Dios y por las propiedadessuyas, que él nos ha delegado en mayordomía. Nunca pensé que demi boca saldrían las palabras que le voy a decir a continuación,pero como creo que a veces hay que llegar al fondo de todo, oigabien. Después, cuando llegue a casa, me lavaré la boca conoraciones. Para muchas personas en Puerto Rico, el pastorado esun negocio. Tenemos, al igual que el mundo los tiene, pastoresmujeriegos que terminan seduciendo a su secretaria y fugándosecon ella, manipuladores y adúlteros que destruyen la conciencia

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de la gente, gerentes de tiendas pastoreando iglesias conactitudes hitlerianas, y otras abominaciones que no deseo seguirmencionando. Todo ello se resume en tres palabras que nadatienen que ver con el evangelio de Jesús: dinero, sexo y poder.Supongo que usted es capaz de entender mi mensaje.

GERSON: (Un poco anonadado.) ¡Claro que sí, hermano, claro quesí! (Respira hondo y reflexiona.) Veré si me he pasado de la rayaen algún momento.

SAMUEL: No tiene que ir muy lejos para verlo, ni siquiera tieneque ponerlo en oración. Yo se lo puedo decir. ¡Usted se hapasado! Créame que sí, se ha pasado. Pídale al Señor un poco másde moderación y él le dará la victoria en el corto camino que lequeda hacia su nombramiento.

Bajan las luces y luego suben a para el cambio de escena.

Escena IX

Pilatos y José de Arimatea

PILATOS: Acordamos, pues, mi estimado José de Arimatea, que estaprovincia está anexada al Imperio Romano. ¿No es así?

JOSÉ DE A: Muy a nuestro pesar, excelentísimo Pilatos. Hasseñalado una realidad.

PILATOS: Siendo así, José, ¿cómo es que alguien entra al palaciode gobierno sin que yo lo sepa, hasta después de haber estadoaquí?

JOSÉ DE A: Me enteré de que no lo sabías cuando ya estaba aquí.

PILATOS: ¿No es, acaso, mi estimado José, que acostumbras amoverte en el anonimato, como lo hiciste cuando eras en secreto

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uno de los discípulos del Rey de los Judíos? En otras palabras,José, tenías un rey a espaldas de Roma. Pero acabamos de decirque Roma manda aquí. Yo no me avergüenzo de servir a Roma. ¿Cómoes que tú te avergüenzas de servir a tu rey? Yo tengo que hacercumplir la ley de Roma y la voluntad del divino Tiberio. ¿Y tú?¿A qué estás obligado?

JOSÉ DE A: Lo que en mi caso parece una vergüenza, no es más queuna estrategia del Señor para que yo estuviera vivo en el día dehoy, de modo que pudiera pedirte el cuerpo de Jesús, comoefectivamente, he venido a pedírtelo.

PILATOS: ¿Y qué sucedería si no te lo entrego?

JOSÉ DE A: Cometerías un segundo error, tan grave como elprimero. “Horrenda cosa es caer en manos de un Dios vivo”. Talvez esta sea tu última oportunidad con Dios.

PILATOS: ¿Podrías recordarme en qué consistió el primer error? Yalo olvidé.

JOSÉ DE A: Sencillo, mi estimado Pilatos, consentiste en lamuerte de Jesús y se lo entregaste a los judíos sin que élviolara ninguna ley de Roma. Tú mismo no hallaste causa en sucontra. Te dejaste dirigir por los judíos que querían matarlo. ¿Ytodavía dices que Roma manda aquí? Como no podían matarlo con susmanos, te designaron para hacerlo y con el vocerío, te impusieronsu voluntad.

PILATOS: Gracias a eso, la provincia sigue en paz después de lamuerte de ese hombre.

JOSÉ DE A: Ni tú ni yo veremos las consecuencias de tu acción.Además, “ese hombre”, como tú lo llamas, vivirá para siempre y sureino no tendrá fin.

PILATOS: Tú le ves unas proporciones muy grandes. Los romanosmatamos gente desobediente todos los días.

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JOSÉ DE A: Se mata al hijo de Dios solo una vez. Él resucita yluego vive entre nosotros para siempre.

PILATOS: Esa es la parte que no entiendo. ¿Por qué este enparticular tiene que ser hijo de un dios? Y lo de vivir parasiempre, lo entenderás tú y los demás amigos del Nazareno.

JOSÉ DE A: ¿Cómo es que sabes tanto de lo que ocurría en privadoy no sabes nada de lo que él hacía en público? No solamente somosamigos del Nazareno, somos sus discípulos.

PILATOS: Todo eso lo sé y además sé que se esconden susdiscípulos, además de negarlo a él y a sus prédicas.

JOSÉ DE A: ¿Supiste de sus sanidades, de sus milagros, de suconducta intachable, de su humildad y su bondad? ¿Aún así,consentiste en su muerte? ¡Qué valerosa es Roma cuando matahumildes e indefensos! De hecho, las únicas cicatrices que hayallá en el cielo, las hizo Roma. Y tú lo permitiste. Eseatrevimiento tendrá un precio ante los ojos de Dios.

PILATOS: Pero tú te escondiste. Y el tal Pedro lo negó.Supongamos, entonces, José, que este asunto tiene un atenuante,como dijiste antes sobre mi oportunidad con tu dios. ¿Qué puedohacer ahora? Lo hecho, hecho está. Si ustedes esperaran algo demí, y yo no fuera el tipo de hombre que soy, ¿qué pueden esperar?¿Hay algo que se pueda hacer para borrar esas cicatrices?

JOSÉ DE A: Nada en concreto, pero tal vez podamos esperar unabuena respuesta de ti. Aunque hayas decidido la muerte deJesús, que es un hecho, puedes llevar a cabo una mejor acción.Sin embargo, lo que te sobrevendrá, ocurrirá de todas formas, siasí el Señor lo determina.

PILATOS: De modo que, al igual que tú, fui designado desdesiempre para una tarea. Ese Jesús me dijo, mirándome a los ojos,que yo no decidía nada que antes no decidiera su dios.

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JOSÉ DE A: Excelentísimo Pilatos, si alguna vez pudieras admitirun lenguaje que no fuera romano, yo podría decirte que yacomenzaron tus enmiendas. Ya ves lo que hiciste con la valiosacompañía de tu esposa. Tal parece que no cambiarás de rumbo. Contu perdón, déjame decirte que tu esposa me hizo variarconsiderablemente la idea que yo tenía de las mujeres romanas declase alta. Gracias a ella, entendí que hay sus dignasexcepciones.

PILATOS: Ya sé a lo que me enfrento con el regreso de Claudia aRoma. No te concierne para nada lo que suceda entre romanos. Mebasta con que me digas lo que podría suceder entre judíos. Tengouna porción de ellos que está contenta y otra disgustada. ¿Quécrees que procede en esa circunstancia?

JOSÉ DE A: Con relación a los contentos, solo te prevengo quepronto serán los disgustados. Llevan siglos en ese vaivén. Perode los que estamos dolidos, te digo que harías muy bien si meentregas el cuerpo que vine a pedirte. Nada perderías si accedesy sería un paso para alcanzar un poco de la misericordia delSeñor cuando te llegue el día malo e inevitable. Después de todo,un senador romano con la brillante trayectoria de tu suegro, notolerará fácilmente la humillación que representa la devoluciónde una hija al seno paterno.

PILATOS: (Va al escritorio, donde se presupone que estuvotrabajando durante el día. Toma un pergamino y lo desenvuelve ylee.) “Yo, Pilatos, plenipotenciario del territorio de Judea ypor la gracia del divino Tiberio, cedo al mercader y miembro delconcilio judío, José de Arimatea, el cuerpo de Jesús el Nazareno,para que disponga de él conforme a la tradición de su pueblo”.Lleva esto a los soldados que custodian el lugar donde está elcuerpo. Vete, y espero no volver a verte otra vez.

JOSÉ DE A: Gracias, señor. Solicito tu permiso para retirarme.

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PILATOS: Sal inmediatamente. Ahora, con relación a mí, nunca esbueno darle ventaja al arrepentimiento. A pesar de lo que hasdicho y de la paciencia que he tenido para escucharlo, yo no mearrepiento y siempre iré adelante con mi gobierno.

JOSÉ DE A: Como tú dices, señor, a pesar de todo lo que has dichoy hecho, te deseo que quedes en paz, excelentísimo Pilatos.

Bajan y suben las luces para el cambio de escena.

Escena 10

Gerson, Samuel, Joel y Noemí

NOEMÍ: ¿Piensas que la predicación acerca de José de Arimateatuvo un efecto positivo sobre la dirección de esta iglesia?

GERSON: Bueno, Noemí, se trataba de un mensaje de parte de Dios,con el poder y la unción con la cual él lo elaboró. No era unacontestación a las actitudes de nadie. Supongo que pude haberlopredicado en cualquier otra iglesia y el impacto sobre la gentehabría sido el mismo. Por nada del mundo hubiera yo comparado losublime del amor de Dios con los propósitos mezquinos que lepasen por la mente a los seres humanos. En fin, estoy muysatisfecho con la forma en que se dio.

NOEMÍ: Hubo una buena cosecha de nuevos convertidos al evangeliode Jesús, que es lo importante. ¿Qué vamos a hacer cuando yatanta gente no quepa en este templo?

GERSON: Tu pregunta no es para mí, es para Dios. Allá él cómodirige sus asuntos. Lo nuestro es continuar sacando gente de lacalle y trayéndola a los templos. Si no podemos acomodarla aquí,les recomendaremos otros templos y otros pastores. Lo nuestro es

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predicar el evangelio a toda la gente, Dios sabrá dóndeacomodarla.

NOEMÍ: ¿Y si no quieren irse a otros templos y con otrospastores? Ya está visto que a las personas les gusta permanecercon aquel que los presentó delante del Señor por primera vez.

GERSON: Insistiremos que no tenemos el monopolio del evangelio yque lo más importante es venir a los pies de Jesús y no a los denosotros. Pero si aún así, se quieren quedar, son nuestros. Esoes lo que se llama verdadero crecimiento. Tú y yo somostransitorios, comunes y corrientes. Jesús no lo es. Tanto aquí,como en el cielo, hay muchas moradas.

NOEMÍ: Entiendo. Como siempre lo has dicho y los has hecho. Debequedar claro que no perseguimos ni las finanzas ni la concienciade nadie.

GERSON: En eso, como en todo lo demás, estamos claros. Lo más quedetesto con toda mi alma son las confusiones de la gente sobredinero o apropiación de su conciencia. Yo sería, soy y seréincapaz de poner mi vista en otro objetivo que no sea atraergente a la nueva vida que representa el evangelio. No tengoningún apego a lo material. Así, si se pierde lo que me rodea, yono pierdo nada. Te lo digo, porque de tanto pensar en los asuntosde esta iglesia, ya me he ido cargando la vida excesivamente.(Pausa. Transición.) ¿Cuál ha sido la última conversación que hastenido con Joel?

NOEMÍ: Sigue diciendo que se va de aquí apenas en unos días,cuando cumpla los dieciocho años. Yo no se lo creo.

GERSON: Dios sabrá lo que ocurrirá con esa huida del hogar. Sesupone que no me preocupe, pero no lo puedo evitar. Nunca hepredicado una espiritualidad tan irracional que niegue larealidad de todos los días. Jesús nos manda a tener control sobreesa realidad, pero de ninguna forma, a ignorarla.

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NOEMÍ: Me parece que estás tomando muy en serio las amenazas deJoel. Soy su madre y vuelvo a decirte que no le creo.

GERSON: Hasta la fecha, todo lo que ha dicho, lo ha hecho. Estechico ladra, pero también muerde.

NOEMÍ: Lo ha hecho, porque todo lo que ha planificado es bueno.Él sabe cuál es el verdadero camino y a donde quiera que vaya nose saldrá de él. Para mí, puede poner el pie ahora mismo en lacalle y yo estaría absolutamente tranquila. No he terminado mitarea como madre, porque nunca se termina, pero la que he hecho,está muy bien.

GERSON: ¡Qué cosas tienes, Noemí! No se trata solamente de lo queél haga, sino de lo que le hagan a él. ¿No ves cómo la gente semata todos los días en la calle? Cualquiera mata al hijo de unpastor solo por ver sufrir a su padre y por desestabilizar elevangelio. Nada nos excusa de pasar por ese dolor. ¿Para quécrees que soy pastor, si no es para sacar a toda esa gente de lascalles y meterla en los templos? Somos una alternativa paraayudar a este país y no lo quieren ver.

NOEMÍ: Muy bien. Pero vamos a necesitar un buen equipo deterapeutas. Imagínate lo que sucederá cuando entre en este temploese ejército de Satanás repleto de alcohólicos, locos,delincuentes, etcétera, etcétera. ¡Mira cómo ha crecido estaiglesia en el tiempo que llevamos aquí! ¡Gloria a Dios por eso!Pero algunas personas no se hacen evangélicas en los primeros dosaños de escuchar la predicación y asistir a los estudiosbíblicos. Tú sabes que es un proceso más lento de lo que nospodemos imaginar…

Tocan a la puerta.

GERSON: Bueno, Noemí, comenzamos hablando de Joel y ya vamos porla organización general del mundo, como si estuviésemos en las

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Naciones Unidas. Por favor, ve y abre la puerta. Me extraña quetoquen porque ya es bastante tarde.

Noemí abre la puerta. Entra Samuel y posteriormente, sale ella.

NOEMÍ: Buenas noches, hermano Samuel. Dios le bendiga. Pase, yayo me iba.

SAMUEL: (Hace una reverencia a Noemí, pero se dirige a Gerson.)Buenas noches, pastor. Sé que es tarde, pero aún así quise pasara verle. ¿Cómo ha estado durante el día de hoy?

GERSON: Bastante bien, hermano. Mucho que hacer, pero es lo desiempre. ¿Qué se le ofrece?

SAMUEL: De primera intención, me gustaría felicitarlo por supredicación sobre José de Arimatea. Por las obligaciones defamilia, no pude verlo durante el día. Me disculpa por habervenido tan tarde. Fue de una excelencia edificante. Me sorprendióagradablemente su homilía y en nada se parece a lo que yo habíapensado.

GERSON: ¡Ah, no! ¿Así que esperaba una guerra contra la Junta deDirectores con una estocada aquí y otra estocada allá, hasta quenadie quedara vivo? (Se ríe.) Dudo mucho que esa sea la impresiónverdadera que usted tenga de mí.

SAMUEL: Bueno, quizás no tanto como para rebanar con la espada amedio mundo, pero algo de eso esperaba, en lugar de tantahistoria, aunque fuese sutilmente.

GERSON: ¿Ocurrió así o no ocurrió?

SAMUEL: Para nada sucedió. Trazó un mensaje muy bien estructuradodesde el principio hasta el final, basado únicamente en lavalentía para defender el evangelio. Aquí se nota que aprovechósus clases de homilía, pastor.

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GERSON: Falta que diga “como José de Arimatea”, y de ahí viene elcomentario de la historia. ¿No es así?

SAMUEL: (Se ríe.) Bueno, lo iba a decir, pero como pensé queusted creería que me burlaba, no lo mencioné. No quise bajarlo dela nube. Eso sí, me impresionó grandemente la resolución y valorque usted le adjudica a Claudia, la esposa de Pilatos. Hastaalgunos de los romanos quisieron defender a Jesús. Gracias aella, y de acuerdo con usted, Pilatos podría estar arrepentido.

GERSON: Bueno, hermano Samuel, ¿no pensará que le creo si me diceque vino solamente a hablar de mi predicación o a saludarme aestas horas?

GERSON: Por supuesto que no. (Le extiende un sobre.) Tenga.

GERSON: (No toma el sobre de primera intención.) Prefiero que melo diga. Sin ofender, hermano, pero la cara de usted siempre valemucho más que el brillo de un sobre. He esperado este momento conmucha tensión. Si estoy tranquilo es que, para los efectos, llevomucho tiempo preparándome en el Señor, tal y como lo hemoshablado otras veces.

SAMUEL: (Dejando el sobre cerrado encima del escritorio.) LaJunta de Directores tiene a bien nombrarle pastor en propiedad.Ello supone un nombramiento indefinido que dependerá únicamentede usted. Sin que figure en la carta de nombramiento, meautorizan a decirle que por ahora, la Junta mantendrá el gobiernohasta el día de su instalación formal. Ya se ha escogido la fechay se han enviado más de cien invitaciones a los pastores del áreay de nuestro concilio. Pero a partir de su instalación, se leentregará toda potestad sobre la iglesia. Nosotros pasaremos aser sus colaboradores, no sus jefes. Nos haremos a un lado y nole daremos órdenes, más bien, estaremos dispuestos a recibirlasde usted. En general, la idea es que uno solo lleve el volante dela guagua. (Pausa. Espera larga.) Los cristianos no creemos en

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fantasmas, pero le pregunto, ¿acaso ha visto alguno? ¡Cierre laboca y diga algo!

GERSON: Lo estaba diciendo, pero usted no lo podía escuchar. Dabagracias a Dios por su bondad y su misericordia. Usted me trajobuenas noticias. “buenas nuevas” es el significado del evangelio.

SAMUEL: ¡Alabado sea Dios, hermano Gerson! Me complace que loprimero que haga sea darle gracias a Dios. También fue hecho porlos méritos de usted. Ese factor de humanidad del cual ustedhabla tanto, también tiene sus ventajas. (Transición y brevepausa.) Bueno, pues ahora lo dejo para que vaya a mirarse en elespejo y vea la cara que tiene, antes de que se le borre laexpresión. (No recibe respuesta.) Que pase usted buenas noches,hermano. Confiamos en que Dios lo va a utilizar correctamente.

GERSON: (Todavía sigue impresionado.) Vaya con Dios, hermanoSamuel. Me honra mucho con sus palabras.

Va saliendo Samuel, pero se cruza con Joel, quien abre la puerta primero que él.

JOEL: ¡Dios le bendiga, hermano Samuel!

SAMUEL: Dios te bendiga, Joel. Ya me iba. Hasta pronto.

JOEL: Hasta pronto. (A su padre.) ¿A qué se debe tanto honor?

GERSON: (Le extiende el sobre a su hijo.) Lee esta carta. (Esperaunos segundos.) Ahora veremos qué vas a hacer con tus comentariosy tus bromitas amenazantes.

JOEL: ¡Vaya, yo no esperaba otra salida! ¿Lo sabe mi mamá?

GERSON: No. Acabo de enterarme y todavía no me repongo.

JOEL: Bueno, pues ya está. ¿Ahora qué otro asunto te preocupa?

GERSON: Me preocupas tú.

JOEL: ¿De veras? ¿Y por qué?

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GERSON: Dijiste que te irías de esta casa en pocos días.

JOEL: (Se ríe.) ¿Ah, sí? Pues déjame decirte que existe una grandiferencia entre mi madre y tú, a pesar de que se parecen tanto.

GERSON: (Con visible muestra de cansancio, bosteza largamente.)¡Oh! ¿Cuál es?

JOEL: Sencillo, padre, te pasas creyendo todo lo que uno te dice,como si realmente fuese cierto. Si aprendieras el truco, como lohace mi madre, pasarías menos preocupaciones. (Sonríe otra vez ysale.)

Gerson está profundamente cansado. Sonríe acordándose de las palabras deJoel y de las nuevas noticias. Bosteza largamente otra vez. Va a su escritorio y colocasobre él las manos, y sobre sus manos, la frente. En pocos segundos se queda dormido.La luz sobre Gerson desciende un poco en intensidad y luego va iluminándose el telóntransparente que hay al fondo del escenario. Se creará una ilusión en color amarillo y aveces, con ribetes de azul. Detrás de ese telón, aparece primero, como en un sueño, laimagen de Pilatos. Se mueve desde el fondo y se coloca a espaldas de Gerson, sinabandonar su posición detrás del telón transparente. Luego aparece la figura borrosade José de Arimatea, de la misma forma en que lo hizo Pilatos. También observa aGerson. Ambas figuras se vuelven de frente uno al otro. Se saludan con una reverenciay después se colocan mirando a Gerson nuevamente. Él continúa dormido, reclinadasu cabeza sobre las manos, que a su vez, se posan en el escritorio. Segundos después,en un plano más alto, aparece la figura de Jesús y se coloca detrás de Pilatos y de Joséde Arimatea. También observa a Gerson. Su rostro está entre sombras. Ahora, los tresobservan a Gerson mientras duerme sobre el escritorio. La escena, en ambos planos,queda en penumbras. Pero, repentinamente, entra Noemí. La escena frontal se iluminarepentinamente y las figuras detrás del telón desaparecen por completo al quitarle lailuminación en amarillo y azul. Noemí va hacia donde Gerson, pasito a pasito, y lehabla como en susurros.

NOEMÍ: Vamos a ver, señor pastor en propiedad, se ha quedadodormido como una yuquita. (Lo levanta poco a poco. Pone el brazode Gerson por encima de su hombro.) Voy a tratar de llevarlo

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hasta la cama, pero si usted está despierto, es mejor que no hagatrampas y camine solo, porque usted pesa demasiado. (Él abre losojos dormitando. Ella abre la puerta con la otra mano y salenabrazados.)

Comienza a escucharse la melodía “Alaba a Dios”, interpretada por DannyBerríos. La escena queda sola por unos segundos mientras sigue la música y las lucesvan bajando completamente.

Fin de la pieza Arimatea para el día de hoy4 de mayo al 23 de junio de 2013,

Salinas,

Puerto Rico

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