CAPfTULO 1(l

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CAPfTULO 1(l Daños caUSados por las plantas fanerógamas y criptógamas. ^Vluy poco hay que decir respecto de los daños causa- dos á los olivos por las plantas fanerógamas. El muér- dago ó marojo ( Viscum album) es quizás la planta que, en un cultivo poco esmerado, perjudica á los oli- vos. Otras plantas de organización superior como la yedra ' (Hedera Helix) causan perjuicios á la vegeta- ción de una manera indirecta, es decir, por su inmedia- ción y por su concurrencia á la absorción de los princi- pios nutricios , I uz , etc. , etc. Existen , además , varias ,f'anerógamas que, aun cuando sus hojas tienen clorófi- la ó materia verde, son verdaderas parásitas, puesto ^ i Así como la Lonicera pericly^nenum ó variedad de madreselva, yue aprisiona entre sus tallos retorcidos los troncos de las encinas.

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CAPfTULO 1(l

Daños caUSados por las plantas fanerógamas

y criptógamas.

^Vluy poco hay que decir respecto de los daños causa-

dos á los olivos por las plantas fanerógamas. El muér-

dago ó marojo ( Viscum album) es quizás la planta

que, en un cultivo poco esmerado, perjudica á los oli-

vos. Otras plantas de organización superior como la

yedra ' (Hedera Helix) causan perjuicios á la vegeta-

ción de una manera indirecta, es decir, por su inmedia-

ción y por su concurrencia á la absorción de los princi-

pios nutricios , I uz , etc. , etc. Existen , además , varias

,f'anerógamas que, aun cuando sus hojas tienen clorófi-

la ó materia verde, son verdaderas parásitas, puesto

^ i Así como la Lonicera pericly^nenum ó variedad de madreselva,yue aprisiona entre sus tallos retorcidos los troncos de las encinas.

- ^i 5 --

que viven de las substancias elaboradas por otras plan-

tas. A esta categoría pertenecen ciertas `F^hynanthttceas

(subfamilia de las Scrofularieas) tales como el Jllelam-

pyrurn arvensis, el `^hinantus-crista-^alli, los géneros

Pedicularis y Euphrasia y las Orobanqueas, con sus

numerosas especies, etc. , etc.

Ninguna de ellas, afortunadamente, vive sobre el oli-

vo, y, si acaso, pudiera citarse, aparte del marojo, como

parásita que excepcionalmente hace objeto de sus ata-

ques á este precioso árbol, la Cuscuta europea, que ^e-

geta sobre su tronco.

Mas si el estudio de las fanerógamas parásitas del

olivo carece de importancia, no podemos decir, desgra-

ciadamente, otro tanto de las criptógamas del grupo

Talofitas (que son plantas sin raíces, no vasculares, or-

dinariamente sin hojas) y de la clase Hongos, cuyos

gérmenes, difundidos por la atmósfera y transportados

ordinariamente por el agua, se importan en los tejidos

del olivo y en ellos se desenvuelven, correspondiendo á

cada grado de su evolución un período de la enferme-

dad que determinan.

Imposible es, en un trabajo de esta ín^,íole, hacer un

estudio detenido de todos los hongos patógenos del oli-

vo, y mucho menos de !os que tienen su habitación en

- ;6 -

Eos restas ( hojas, taf los y raíces) de este precioso árbol.

Aun para hacer un examen rapidísimo de estos seres,

deteniéndonos solamente en algunas especíes de gran

interés ', será preciso dar par conocida la organización.

de su thallus ó aparato vegetativo, asi como el modo

de vida de estas talofitas, su reproducción y la división

de esta numerosa clase en los seis órdenes denomina-

dos: ^tifixomycetos, Oo^nycetos, Ustilagineos, iiredi-

nico.^, `Basidiomycetos y ^Ascomycetos. Recordaremos

solamente: que en los primeros el thallu ŝ es tabicado y

disociado después de la formación de cada uno de los

tabiques, y que sus ctlulas están dispersas y desprovis-

tas de capa celulbsica, siendo, por consiguiente, movi-

bles; que todos los demás hongos tienen su thallus re-

vestido de una capa de celulosa y permanecen inmó-

viles.

No será inútil tampoco recordar que, algunas veces,

el thallus es continuo, desprovisto de tabiques, produ-

ĉ iendo huevos por diversos procedimientos; y estos hon-

gos forman el orden Oomicetos; que más frecuentemen-

te dicho thallus está tabicado , es celular y no produce

huevos, dividiéndose en cuatro grupos, los que ofrecen

i Por las razones expuestas, al hablar de los insectos, hay que

hacer el estudio específicn de los hongos.

J 37 ^

estos caracteres: unos que son parásitos sobre vegetales

terrestres y forman los dos órdenes llamados Ustilagi^

neos y Ureaiineos, y otros que forman' los dos restan-

tes, denominados Basidiomycetos ^- Ascomycetos, se-

gún que tengan la propiedad de producir sus esporas

en la punta ó ápice de células madres Ilamadas básidos

-ó que las formen en el interior de dichas células madres,

denominadas, en este caso, ^zscis ó ascas.

En el primero de los órdenes indicados no encontra-

mos ningún hongo que viva sobre el olivo, lo cual nada

tiene de extraño si recordamos que el thallus de los

^llixomycetos se alimenta y vive á expensas de los res-

tos vegetales en vías de descomposición , hojas muer-

tas, tallos podridos, residuos de tenerías, etc.

En'el se;undo (Oom^^cetos) de Van Tie^^^hem, carac-

terizados especial y principalmente, como ^^a hemos di-

cho, por la propiedad qué tienen de formar huevos, en-

cuéntranse varias familias interesantes para la P^xtvlo-

gía vegetal, tales como^ las ^eronosporeas, en la cual

figura el hongo conocido vulgarmente con el nombre

de mildew y las eñtomoftoreas que, como su nombre

-indica, viven parásitaa sobre diversos insectos (moseas,

-orugas, etc.).

El orden terŝeró, Ustilagineos, encier'ra muchas es-

- 3^ -

pecies, también de gran interés para los agrónomos y

agricultores, puesto que atacan á plantas tan importan-

tes como el tri^o, la cebada, centeno, maíz, etc., sin

que tengamos necesidad de detenernos en su estudio,

por no invadir los hongos de este orden á 1a preciosa

planta objeto de este trabajo.

En el orden Uredineos se encuentran también varias

parásitas sobre vegetales terrestres, en los que determi-

nan graves enfermedades: sirva de ejemplo la denomi-

nada por los labradores de Castilla moho, sarro y sar-

ge^a del trigo, afección producida por el hongo pucci-

nia graminis, y nosotros estudiaremos en este lugar las

especies comprendidas en el orden Hyphomycetos (de

Martius) ó Uredineas (de Kick), por encontrar en este

grupo (de la magnífica obra de Saccardo tituiada Sy-

lloge fungorum) algunas especies parásitas del olivo,

que son las expuestas á continuación:

Cycloconium oleaginum.

Este hongo, perteneciente á la familia Demacieas,.

ataca ordinariamenre la cara superior de las hojas del ^

olivo y alguna vez el fruto. A esta especie x la ha creí-

do exclusiva de Francia, y posteriormente se la ha en-

contrado en diversas localidades de Italia.

-;9-

Produce esta parásita mánchas redondas, confluen-.

tes, grisáceas en el centro y de color rosado obscuro en

los contornos ( lám. I.a, fig. A. I). Las hojas atacadas se

revuelven por las márgenes y se separan de la planta.

El micelio del hongo, que está formádo de filamento§

dicotcímicos de ramas muy aproximadas, perfora la epi`

dermis de las hojás, formando una especie de boia que^

contiene los basidios, y produce, además, una éspora;

primeramente unicelular y luego dividida por lá mitad;

(lám. t.a, fig. A. 3).Otras veces, de dicha especie de bola:

procede un filamento que arroja á su vez las esporay

(lám. I.a, fig. A.4). Estas sori de fortr^a elípticá ú oval;

amarillo-verdosa^ , y tienen de I^ á 25 ^nikrons de

longitud por Io, I I de diámetro `. ^

Cercdspora cladosporioides.

Caracterizado por formar manchas circulares grisá-t

ceas poco perceptibles en la página inferior de las hojas -^

del olivo (lám. I.a, fig. A. 2). Sus filamentos fructíferos

son muy irregulares, simples á ramificados en forma

de hacecillos ( lám. i.a, fig. A. 5) de color de oliva, de 1os

cuales proceden sus esporos cilindricos y truticados poc^

i El mikron vale o,ooi de milímetro y es la unidad de inedida

usual en microscopia. : -

-40--

1os extremos, de 3o á 5o mikrons de longitud y de co-

]oración verde clara. Estos esporos se separan inmedia-

>^ienie después de frrrmados.

. Todavía existen en este grupo que venimos reseñan-

do a)gunas especies que atacan á las aceitunas, tales

como la Brachys^orium olivcP (Thrim.), que ocupa y

ennegrece toda la superficie del fruto', el Fusarium mi-

crophlyctis (Sacc.), que también vive sobre las olivas y

es propio de Francia, .y otros que, por ser parásitos de

1a leña ó madera del olivo, tienen menos interés, como,

por ejemplo, el S^borodesmium granulosum ( Dur. et

Mont) Sidoresmium antiquum (Sacc.).

PROFILÁXIS Y CURACIÓN. -- Saneamiento del terreno_

plantaciones claras para que el excesivo desarrollo de

1as copas de !os árboles no produzca la falta de luz y

ventilación, y, en una palabra, cuantos medios tiendan

á corregir el exceso de humedad y la falta de intensidad

luminosa óptima para la vegetación, condiciones quer

como es sabido, necesitan los hongos, en general, para

su normal desarrolto.

En et orden quinte (de ^an Tie^em^^$atsid^e^n,^tce-

tos y familia numerosísima de los hymenomycetos, há-

r Hi^ihas hacinadas, pequeñas y con muchas artículacioaes. -

Conideas fusiformes, rectas y algo redoadeadas.

- ^^ __

Ilanse albunas interesantts e5pecies para nuestro obje-

to, Aparece, ^n primer término, el denominado pleu^ro-

tus olearius, De. ', que, si no tiene bran importancia

como honbo patob^:nico, es, en cambio, curiosisimo por

la intensa fosforescencia que emite, particularidad cono-

cida desde la más remota anti^,riiedad. Esta especie se la

encuentra formando brupo en los troncos del olivo y

presenta un sombrerete amarillo anaranjado, intenso,

plano ó un poco deprimido, con el piececillo ú stipite

pardo amarillento.

De los estudios hechos acerca de este interesante fe-

nómeno, se ha deducido que no está limitado á las lá-

minas himeniales, como se había creído, sino que co-

menzando, ordinariamente, por éstas, se propaga por

todo e] hongo: que la fosforescencia no tiene nada que

ver con la fructificación, y que e5 independiente de la

putrefacción '.

i l' también I'olymyces /ós/oricus (Battar) y De^adromycrs phns-

/'oreus.

Z El fenúmeno no está bicn estudiado. Dicese que debe atribuir-

se á una combinación de la materia orgánica con el oxígeno. Tulas-

ne cree que sin la intervención de éste no se produciría la fosfores-

cencia, que cesaria en una atmósfera de nitrógeno, por ejemplo.(Véase la obra de Cooke & Berkeley titulada Les Champignons.)

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-- .^d -

PROFiLÁx[S Y ct^knc^ón. - V^ase lo dicho al tratar dc

las parásitas del orden anterior.

Agaricus melleus (L.) ó Armillaria mellea (Fr.).

Es de gran importancia para la Agricultura el eytu-

dio de la biología de este hongo, perteneciente al orden

de los `Basidinmycetos, familia hyrnenomycetos y tribu

agariceas. Se desarrolla sobre plantas vivas, á las que

en pocos meses causa, con frecuencia, la muerte, y hace

objeto de sus ataques á varias coníferas y al olivo'.

Según Mr. Viala, el eA^,raricus melleus y la Z^ema-

tophora necatrix, son las causas de ia enfermedad co-

nocida con el nombre de ^odredu^nbre de la vid. EI

aparato vegetativo ó micelium de este hongo se reduce

á unos cordones en forma de raíces, (rhizomor^ha Jra-

gilis, variedad suhlerr^nea), que, según Mr. Hartit;r,

marchan por el suelo, prop^gando así la enfermedad.

Estos cordones son de un color pardo obscuro en su

parte exterior: se insinúan por las primeras capas de la

corteza, determinando hinchazones en su super6cie: sc

les vé, con frecuencia, seguir la marcha de las raíces,

introducirse en la corteza, para voi ver á aparecer des-

: i Vive, además, esta especie parásita del castaño, encina, avella-

no, roble, peral, cerez^ y álamo.

- .} 3 --

pués de un cierto rc;corrido. Se las percibe perfectamen-

te á simple vista (tienen hasta 2 y 3 milímetros) y se

desgarran fácilmente á la menor presión.

Esta forma de m^7celium ( rh. frag. var. subterrá-

nea), según Mr. Viala, consta de una corteza pardo-

obscura ó negra que rodea á una mc;dula blanca. La

parte exterior de dicha corteza está constituída por cé-

lulas muy juntas y apretadas, de membrana muy grue-

sa y de cavidad reducida '.

Los pies fructíferos, de unos c^m, i o de altura, apare-

cen en los meses de Septiembre y Octubre acumulados

al pie de los árboles enfermos ó muertos, y completan

su evolución en quince ó veinte días. El sombrerete, de

forma cónica extendida, con bordes ligeramente festo-

neados, es carnoso y comestible y de un color de miel,

de donde toma el nombre específico (rnelleus), pare-

ciéndose á todos los agaricos comunes.

Los dañc ŝs que estos hongos producen son los si-

g uientes:

Si el mycelium se ha apoderado de unas cuantas raí-

ces, el árbol languidece, manifestándose todos aquellos

i Para más detalles, puede consultarse la notabilísima obra de

D. Casildo Ascárate Insectos y crirtógamas que invaden los cultie,os de

F.spaña, páginas 759, 6o y 6i.

_ aa -

fenórnenos que acompañan á una larga enfermedad del

árbol, tales como la amarillez de las hojas, desarrollo

mezquino de !as yemas, etc.: si el hongo ataca intensa-

mente á las raíces principales, entonces las raíces de la

madera atacada son disgr^gadas por el m^^celium, su

destrucción es más rápida, ]legando hasta matar al oli-

vo invadido.

PKOr-tt.^xis Y et^r^nc^oN. - Una vez que se conoce la

existencia d^ esta parásita, hay que pensar en destruir-

la. Se comienza por determinar el área de infección;

que debe abarcar, no solamente las plantas atacadas,

sin que quede ninguna duda, sino también toda la par-

te de terreno en que se encuentren cordones del m^^ce-

lium. Bien determinada esta zona, se limita con una

zanja de 3o á^}o centímetros de profundidad y otro

tanto de anchura, con lo cual se corta la propagación

dcl mal. Para destruir los gérmenes de la enfermedad,

hay que limpiar las plantas de la parte infestada y que-

marla inmediatamente, teniendo cuidado, al verificar

esta operación, de escoger un día de calma, á fin de que

el viento no transporte dichos gérmenes, lo cual, claro

está, sólo sucederá en el caso de estar los c^irpóforos

completamente maduros.

____ _+l . _ _

Orden 6." (Van Tieghem).

Ascomycetos.

Comenzaremos el estudio de este vastisimo orden con

la especie todavía conocida en la ciencia con el nombre

provisional Dematn^ihm-a ^zecatri_c dado por el Profe-

sor Harti^,r á estc hon^,ro que, según ^11r. Pierre Viala,

es el único representante de un nuevo género de Tuhe-

raceas ` (comprendidas en los ^Ascomycetos).

Otra razón nos induce, además, á comenzar por di-

cha parásita, y es el haber sido confundida con el .9ga-

^icus rnelleu.^, con el que tiene , en efecto , e] punto de

contacto de determinar análogas lesiones en las raíces

de las vides, olivos, etc. ^

' De los ensayos de inoculacicín de esta parásita prac-

ticados por Mr. Viala, se deduce que ataca, entre otros

árboles, al olivo, si bien es cierto que puede vivir como

saprofito en las plantas que hayan podido morir por

otras causas.

Digamos algo de la biología de este hongo. .

t O también de una nueva familia de perisporiaceas, con analo-

gla á las tuberaceas, por sus peritecas cerradas y á lo, pyrenomycetos

por la forma de los ascis y de los esporos.

- :}h -

El rn^^celiunr está constituído por una ^;ruesa capa de

filamentos que anvuelve las raices y presenta el aspecto

de lana blanca fina.

Este micelio se propaga por la tierra, y los filamen-

tos, incoloros y transparentes, unas veces son de muy

poco espesor (lám. a.^, fig. B) y otras más gruesos. Los

má5 pequeños son los que invaden las raíces jóvanes,

en cuyos tejidos se multiplican. Al cabo de algún tiem-

po, estos filamentos pierden el color blanco, se hacen

^,rrisáceos, y, por último, pardo-obscuros, siendo esta co-

loración la que indica la próxima aparicíón de las fruc-

tificaciones del hon^,ro.

Cuando los filamentos se obscurecen, perdiendo el

blanco intenso que tenían, comienzan á verse verdade-

ros cordones que permanecen blancos '. (La fig. B de

la lám. Z.a representa la formación de un rizomor^ha,

obtenido en cultivo que se había esparcido por el suelo

en una longitud de o, i 2 milímetros.)

Estas ri^ornorphas tienen una estructura muy dife-

rente de las del agaricus melleus. Cuando el m)^celium

alcanza las raicillas de las plantas, penetra por los pun-

tos de inserción de las ramificaciones de las gruesas raí-

t A estos cordones se les ha llamado rizomorphas por su analo-

^ia con las raicillas de los vegetales superiores.

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ces y destruye todus los tejidos inmediatos. Las ramas

del nil^celium que se dirijen al e^terior, perforan la cor-

tera de la raíz, detiarrollando un nuevo mycelium fila-

Fnentoso, que tie propa^ra por el suelo ó forma tubércu-

los alineados, sobre los cuales nacen pelos claros, en

cuyos extremos se desarrollan las conídias.

Pi^orn.^*,x^s v et^tzncac'^^. - La enfermedad producida

por esta parásita se asemeja y puedc considerarse como

la podredumbre de la raíz, que se produce también en

años muy húmedos y terrenos arcillosos, por la asfixia,

á consecuencía de la falta de aíre en el suelo.

Convendrá, pues, en primer lugar, proceder á un

buen saneamiento del suclo; á abrir después zanjas en

1a forma indicada para combatir el ag^zricus melleus, y

á dar repetidas labores que faciliten la aireación del te-

rreno inmediato á las raíce5 del olivo.

Antenaria elaeophila (Mont.) ^

Se trata del hongo conocido vulgarmente con el no^n-

bre de negrilla del olivo, perteneciente al orden asŝo-

r Sinonimia : Cladosporiu^n / umago (Link), Torula ole^ ( Cast. ),I'umagn olea (Tul. ), y perteneciente, según Saccardo, á los `Perispo-riaceos Capnodieos.

- :;R -

^ny^c•etos y familia (^í suborden de Saccardo) de los py-^

rc^noinycetos.

Parásita frecuantísima en los olivos de Italia del me-

diodía de Francia y en los de toda España, en los que

produce una capa negruzca, semejante á la que tam-

bi^n se observa en los naranjos, limoneros y plantas de

camelias.

7•an abundante se presenta algunas veces este hongo,^

quc; no se vé parte alguna verde del vegetal sin invadír

por la negrilla: lo cual, claro está, produce un estado

de debilidad en la planta, privada parcial ó totalmente

dc sus funciones de respiración y asimilación del carbo-

no, que determina la falta de cosechas.

La costra negra, que en el último período de la evo-

lución de este hongo se manifiesta, está constituída por

abundantísimos filamentos micelianos ramificados, for-

mados por segmentos pequeños fácilmente separables,

que se entrecruzan hasta formar una densa capa ater-

ciopelada. Los segmentos ó células de estos filamentos

tíenen paredes gruesas y contenido granuloso, con al-

gunas gotas aceitosas. Nótanse dos especies de filamen-

tos, unos uniformes con articulaciones iguales, adapta-

dos longitudinalmente al órgano ó parte del vegetal 'rn-

vadido, y otros que brotan perpendicularmente á los

-- qq -

primeros ^^ están formados de segmentos de mayor diá-

metro transversai y paredes gruesas ^^ muy coloreadas.

En ia parte superior de estos últimos filamentos pueden

verse células prolongadas, casi incoloras, con paredes

más délgadas que !os anteriores.

Entre estos filamentos, nótanse en distintos puntos

cospúsculos esféricos, ovoídeos ó piriformes, que son

verderas pycnidias ( lám. i.^, fig. C), en las que se for-

man esj^oros elipsóideos de 3 á,} mikrons de diámetro

transversai [lám. i.a, fig. C (b)].

Este hongo se implanta y desarrolla sabre árboles y

arbustos ya enfermos y atacados por el Lecanium olec^

(1ám. i.e, fig. D), insecto que, modificando los humo-

res del olivo, ha venido á preparar el medio sobre que

se implantan las cnnidias y esporos reproductores de 1a

enfermedad.

Recuérdese que el árbol, no sólo pierde, por virtud

de 1a picadura del insecto Lecaniurn olea.^, la cantidad -I--

de jugos del vegetal que sirven para su nutrición y

multiplicación, sino que tambión la que segrega el in-

secto, bajo la forma de melaza azucarada, la cual llega

á ser tan abundante, que embadurna los troncos y ra-

mas del olivo. ^

A este líquido pegajoso, conocido por nuestros olivi-^

cultores, le denominan en las provincias de Córdobá v

k^^^ Ja^n accitó^z y melaza '. ^No tiene, pues, nada de extraño que, á causa de lás

picaduras producidas por dicho hemíptero, el árbol enj

ferme y quede predispuesto para la implantación del

hongo denominado vulgarmente negrilla: afección gra-

ve, por privar á las células de las partes verdes del ve-

getal de la acción directa de la luz é impedir funciones

importantísimas para la vida de los olivos. ,

Respecto de las condiciones convenientes para el des-

arrollo de la negrilla, nada podremos hacer mejor que

extractar, de la obra de nuestro inolvidable maestro y

amigo U. Casildo Ascárate Inseclos y cri^itó^^amas que`

invaden los cuhi^vos de ^spaiia, la parte que á este:

asunto se refiere, con lo cual trataremos de la

Pxc^r^^L:íxis v CURAC[ÓN de esta enfermedad en los

olivos. En las distintas localidades visitadas por dicho

Sr. Ascárate, cuyos olivares estaban infestados por la

negrilla, tanto en las cuencas dcl Ebro y Tajo como en

las del Guadalquivir, observó que los olivos más ata-

cados por !a parásita eran los plantados en valles, y,

entre óstos ]os que estaban^ en valles profundvs y por

i También se le llama mangla y ti^^te, y á la enfermedad que ve-

nimos describiendo ligeramente negra, negrura y negrilla.

e^sto poco ventilados: los que vebetaban á orillas de ríos,

acequias ó arroyos, los plantados en terrenos arcillosos,

á, por 1o menos, compaEtos, frios y htimealos, los que

lo hacian en suelos cascajosos y arenosos, con subsuc^-

Ios impermeables, 1os muy arropadu.^ ó de copa fron-

dosa y los que estaban plantados espesos.

EI calor, la humedad y cierto ^,rado mínimo de luz,

son ciecunstancias favorables para e! desarrollo de los

hongos, y estas son las condiciones que se encuentran

en los árboles observados.

En cuanto á los medios que para combatir la parási -

ta deben emplearse, ya hemos dicho que ésta no hacía

más que continuar y aun agravar un estado patológico:

también hemos indicado que el insecto que siempre pre-

cede y acompaña á la ne^^rill^z, que es ei Le^c^x^aium Í

olec^, se desarrollaba sobre árboles enfermos, de mane- ^^

ra que la fundamental causa de esta enfermedad, hay

que referirla á las acciones producidas por el clima:

como las pertinaces sequías é intensas heladas; á la poca

ventilación y falta de luz, de que disfrutaban 1os árbo-

les plantados espesos-, al abuso de ios abonos y rie-

gos, etc. , etc. , condiciones que modificaron e] modo

normal de estar constituídos los humores y tejidos del

olivo. .

No seria (c5gico proced«:r contra la negrilla, dice eI

Sr. Ascárate en la citada obra. ^^ Seria lógicó proceder

contra la rnazzera xvariciosa con que en muchas pro-

vincías de España se cultiva ; seria lógicu hacer enten-

der al oliva,rero, al huertano de naranjos y limoneros,

al cultivador de alg-ar-robos cl higueras, que teng^an me-

nos ^rboles por hect^írea, pues cada árbo) necesita par^z

sus raices un área que le es propia y que él debe cono-

cer y atender al hacer la plantación y el trasplante, y

que si esto es cierto, como lo es, cada árbol necesita

también un ,^rea para sus ramas, y no hacer lo que

hacey es que, impulsado por la avaricia del fruto, acrece

y acrece la copa de su^ árboles de modo que éstas se

cruzan y son tan espesas, que en su interior se crea el

medio mcts apetecido para todo orden de parasitismo,

asi el animal (los insectos predichos) como el vegetal

(la neg^rilla que nos ocupa): u^z rnedio sin luz, un me-

dio sin ventilación, sin aire y un medio húmedo y tem-

^lado.

»Cultive bie^z, cultive sus ^xrholes, aunando la ^ro-

d^ucció^z co^a la e.rist^^ncia normal de éstos, y entonces

rzo los ^^er^k sucumbir bajo el peso de enfermedzdes que

é1 es el primero en provocar. n

Ignorando si algunos de los hongos que vamos á

^ 53 -

describir á continuación viven ó no en España (aunque

suponiendo la existencia de muchos de ellos en nuestro

país), nos limitaremos á hacer una pequeña reseña de

loa que atacan á la especie Ulece euro^ec^: prescindien-

do, por ahora, de {os estudios relativos á profiláxis y

curación indivíduales, que exigen un mayor númeró de

datos de los que actualmente pasee la ciencia.

Hecha esta aclaración, continuemos con las especies

de la familia de los `I'yrenomycetos.

Anthostoma infernale (Fab.).

Pertenece á la tribu esferieas `: género phc^ospora y

habita en los troncos viejós y subterráneos del OlecP eu-

ropea, ennegreciendo su superficie, recubriendo á ve-

ces extensiones que ]legan á un metro de longitud, que

adquieren un aspecto como el del carbón. Sus estromas

son superficiales, indeterminados y desparramados; las

peritecas aproximadas , de a/, á un milímetro de an-

chas; los ascis redondeados, cilíndricos, largos y delga-

das; los esporos son oblongos, lanceolados, obscuros y

opacos.

Vive esta especie en Francia (Vaucluse).

i Caracterizada por tener la periteca simple.

- 54 -

Zignoella herbana (Pass.).

Pertenece á.la misma tribu y género que el anterior

y vive en las cortezas añosas del olivo.

No lo describimos por no creerlo de interés.

Habita en Italia.

Terchospora florentina (Berl.).

Como el anterior, y vive en las cortezas desecadas del

olivo. Sólo diremos que sus peritecas están casi sumer-

gidas en la corteza, y son globulares ó globulares-conoí-

deas, de a5o á 30o mikrons de diámetro. Sus ascis son

ŝ ilindrioídeos, claviformes, redondeados por arriba, y

los esporos piriformes, también redondeados por la par-

te superior y aguzados por abajo.

Trematosph^ria olearum (Cast.).

hambién perteneciente á la familia de 1os^yrenomy-

cetos v tribu sj^herieas. Se ]e ve recubriendo las corte-

zas viejas del olivo. (Francia meridional é Italia.)

Tiene las peritecas esparcidas, globosas v hundidas

en ia corteza hasta la mitad. Los sporidios son cilindri-

cos, piriformes, de color oliváceo y)os ascis cilíndricos.

Metasphaeria scalaris (Dur. et Mont.).

Como la anterior. Vive en la Argelia, sobre las ra-

mas de los olivos. Sus peritecas son anchas, ovoídeas y

esparcidas; sus ascis, cilíndricos, de aoo mikrons de

magnitud, y los esporos piriformes ú oblongos cilín-

dricos.

Histerium pulicare (Pers.).

Hon^;o pyrenomyceto, también denominado Lichen

alneus (Ach.), y que se le vé sobre las cortezas grue-

sas del olivo, castaño, encina, plátano , etc. Sus perite-

cas son esparcidas ó agregadas, superficiales, de forma

varia, prolongadas ó elipsoídeas. El disco tiene una lon-

gitud de un milímetro, próximamente; los ascis son cla-

viformes y 1os sporidios prolongados, rectos ó curvos.

En el género `Phoma, también perteneciente al orden

ascomycetos `, encontramos numerosas especies que

atacan al olivo, tales como la Phoma fallens (Sacc.), que

vive sobre las aceitunas, y se presenta formando man-

chas negras de o, 3 á o,^ milímetros de diámetro, en el

i Suborden Pirenomycetos, familia de las Sphceriodeas hialospo-

radas de Saccardo.

^ 56 -

tejido parenquimatoso ( sus peritecas son globosas y

desiguales, y los sporidios ovoídeos prolongados): la

Phoma olece (Sacc.) que también ataca á los olivos, for-

mando manchas circulares, endurecidas y algo profun-

das ( sus peritecas son globosas , sumergidas y de i$o

á'2oo mikrons de diámetro , dentro de la pulpa del

frúto): la Phoma incompta (Sacc.), que determina de)

mismo modo en este último manchas circulares rojizas

(sus peritecas tienen forma lenticular, oblonga y siem-

pre, irregular y de un tamaño de 6o á i Zo mikron.^,

sporidios oblongos y transparentes: la Ph^ma dalmati-

ca (Thiim.), que vive sobre los frutos del olivo bajo la

forma de puntuaciones, grandes y negras ó en manchas

redondeadas, marginadas, así como la Phoma olivarum

(Thŝm.), que también ataca al fruto, y la Phoma ramu-

nícola, que vive en los ramillos del olivo. Entre las nu-

merosímas especies del género ^ihyllosticta, de la mis-

ma familia , encontramos la Phyllosticta i^isulana

(Mont.), que vive sobre las hojas del olivo de Europa,

formando manchas de t, 5 á 5 milímetros de diámetro,

de un color verdoso pálido con líneas tenuísimas, on-

duladas y obscuras (sus perit.ecas son pequeñísimas y

confluentes, y sus sporidios sólo miden 6 mikrons de

longitud).

_ ^ ^ -

En el género septoria ` también se encuentran espe-

cies que atacan a1 olivo. Citaremos solamente ]a .Se^to-

ria oleaginosa (de Thŝm), que vive sobre las aceitunas,

forinando manchas irregulares de color amarillento te-

rroso ( peritecas semiesféricas y spórulos aciculares ó

redondeados).

Terminaremos esta enojosa relación citando algunos

otros pyrenomycetos tales como la Cytos^ora olei^ia

(Mont.), que recubre los ramillos del olivo; 1a Cytos^o-

ra oler^ (de Not.), que se 1a encuentra en las hojas secas

del mismo árbol; la S^hc^ro^aema olec^ (de Not.), que

se la vé en las ramas, así como la `Di^lodi^^z elc^ophila

(Sacc.); la Conturea Castagnei (Desm.), que se nutre

de las hojas vivas y secas del olivo y romero, y la Sta-

gonbspora hyalospora (Berk.), que forma pequeñas

manchas sobre las cortezas de1 Olece europec^.

En el mismo grupo y familia melanconieos, de Sac-

cardo, sólo encontramos especies poco interesantes pará

nuestro objeto. El Melanconium olecP (Thŝm.), que es

parásito del tronco del olivo silvestre; el Hyaloceras No-

tarisii (Dur. y Mont.), que vive en los tallos secos del

olivo ĉultivado, y el Steganosporium cavernosum, que

i Las especies Septorin olec^ chrysnphillca y S, olivae no nos in-

teresan por no atacar al Olea europece.

8

_ çR -

se le encuentra en los troncos viejos del mismo árbol,

pueden servir de ejemplos de esta familia.

En el mismo orden y familia que los anteriores exis-

ten multitud de hongos que, por habitar en las hojas

caídas, en los frutos del olivo en putrefacción, etc., no

ofrecen interés para el objeto de este trabajo: los enu-

meraremos, sin embargo:

Inyengea erythros^ora (Borz. }(en los frutos pútridos)

`Didymella olearum (en ]os troncos descortezados y

muertos).

Amphis^heria ^erpusilla (Pass. y Belt.) (en la ma-

dera seca).

Hi^oderma olec^ (en las hojas muertas).

^llicru^zscus sórdidus (en las hojas en putrefacción y

en e) eYCremento humano) '.

_^ylaria sicula (Pass. y Belt. )(en las hojas caídas y

putrefactas).

r Todavía pudíeran citarse como individuos de esta familia mul-

titud de especies tales como la c^tsterella oleina, que vive sobre el

Oleer; americance, el Fomes oleicola, parásito del Oleae chr}^sophillce, el

`Dimeros^orium verrucfcolum, que vegeta sobre e] Olec^ verrucosa;, el

c;lsteridium purpureum, sobre el O. americance, la Sphcerell^ oleina

(como cl anterior), la "I_ignoella Hamburiana, que vive sobre el O. Sa-

tivcP, el 1_embosia graphioides, sobre el O. paniculatrx (Australia), y

los denominados Venturia formosa y otros muchos que sólo tienen

interCs cientifico.

^ i9 ^

Valsa Mediterranea {de Not.) (en bs ramos secos

del olivo).

Valsa Crocina ( Mont.) ( en la corteza de los rarnos

de dicho árbol).

`I"etrastaga veneta ( Sacc.) (en las ramas de íd.).

Amphisphcsria inc^qualis ( H. Fab.) (íd. íd.)

AmphisphcPria olearu^n ( de Not.) ( en los troncos

de íd.).

^^nthostomella olearum (Sacc. ) `

Massaria AntonicE (en la leña seca de íd.).

`Trematosphora errabunda (en la leña seca del olivo,

encina, fresno, etc.).

`Ieischospora oleicola (en los troncos descortezados

de íd.).

Teischospora spectalihs (en la leña seca del olivo).

Cesatiella australis (en las ramas muertas del olivo).

Lophiostoma vagans (H. Fab.) (en los tallos y ramos

del olivo, jazmín, encina, aligustre, brezo, romero, to-

millo, etc.).

Autografum vagum ( en las hojas desecadas y co-

riaceas de! olivo, yedra, acebo, etc.}.

r Esta especie vive sobre las cortezas endurecidas del olivo. Sus

peritecas son carbonosas y esferoídeas; los ascis cilíndricos y alarga-dos; los s^oT-idios obscuros elipsoidales 6 redondeados.

- ^ -

Glo^iiospsis austr^alis (en los troncos descortecados

del olivo).

Hysterographum ^rammodes (en la leña sin corteza

de íd.).

En este mismo orden ascomicetos y familia de los

dissomycetos hállanse otros varios hongos, tales como

(a `Pezizella oleina ( Pass. y Belt.); la Durella ole^

(de Not.); el Blitrydium ole^xstri (Pass. y Thŝm.); la

I,achnella rubig^inosa y el F_mbolus ochreatus (deNot.),

que viven sobre la madera endurecida del olivo común

y de1 acebuche y otros, como e( Stictis ^anizc^ (de Not. )

y el 2rochila oleca7, que habitan parásitos sobre Ias ho-

jas caídas y marchitas del OlecP europec^, limitándonos

á enumerarlas solamente por las razones expuestas más

arriba '.

Bacillus oleae (Arcang.)

ó la tuberculosis del olivo.

GENEItALIDADES

Hongo del grupo denominado schizomycetos, fami-

i. Todavía pudieran citarse en esta familia las especies denomi-

nadas Oleina nodosa (Van Tieghen) y la O. lateralis, que viven y

fructifican en el aceite de olivas.

- 6^ -

lia baculo^^e^tas y^ gécaero baccillus, según Arcangeli y^

otros autores. Van Tieghem, cuya clasificación segui-

mos, considera á las especies de este género como al-

gas cyano^hyceas, del grupo bacteriaceas.

Dejando á un lado estas diferencias de opiniones, di-

remos que el Dr. L. Savastano, Profesor de Arboricul-

tura de {a Escuela de Portici, ha hecho un precioso es-

tudio de la enfermedad que vulgarmente se conoce en

España con el nombre de Verrugas del olivo, de la que

nos proponemos g^esentar un extracto.

La enfermedad aparece en forma de varios tub^;rcu-

los esparcidos (solitarios ó agrupados) por el olivo, al

que dan un aspecto verrugoso desagradable; el tamaño

de estas excrecencias es muy variable, desde algunos

milímetros hasta 3o y^}o centimetros de anchura `.

La palabra tuberculosis tiene un sentido botánico, y

no está dada porque presente mucha analogía con el

proceso morboso de este modo denomínado en Patolo-

gía animal.

Distíng.uense varias formas de tubérculos, según la

variedad de los tejidos atacados. Tuberculosis cortical,

t En el periodo de su formación recuerdan las verrugas á peque-

ños montículos de aspecto volcánico, con sus cráteres más 6 menos

cónicos, superficie desecada y hendida, etc., etc.

- (, z --

tibero-le^^tosa lque comprende á su vez varias especies),

/'oli^xce^x,_fi'oral, etc. La formación de tubérculos es rara

en las hojas y yemas (donde se eiaboran los principios

vegetales), siendo algo más frecuente en el peciolo de

aquéllas; los ramos de fruto se ven más atacados que

los infructiferos, pudiendo provocarse la enfermedad, en

fas ramas chuponas, por medio de ingertos, siendo dig-

nos de mención los hechos siguientes: que la posícíón

geográfica del lugar influye solamente en la intensidad

del mal, y que las plantas que veg^tan en terrenos po-

bres son menos atacadas que las procedentes de tierras

fértiles ó bien abonadas.

(;AUSA5 I)E I.A F,NFEItMEDAD

Pueden ser ocasion^zles ó co^tstitucio^aales.

De las observaciones hechas en Italia, pueden dedu-

cirse: que la feracidad del suelo favorece el desarrollo del

mal; y que el mismo efecto producen los riegos. En cuan-

to á las causas procedentes de la atmósfera, se conside-

ran como ocasionales de la enfermedad el granizo (so-

bre todo en primavera) , las heladas, la temperatura

mu2 elez^ada, la humedad y[as níeblas (sin que se haya

- f^3 ----

hecho de éstas últimas el estudio minucioso que re-

quieren.

Entre las causas locales traum^ticas, encontramos las

heridas, los cortes, el descnrte^.ado hecho por los ga-

nados y la poda enérgica, que aumenta la intensidad

del mal. Los ingertos pueden trasmitirlo, si se practi-

can sobre árbol sano con planta enferma, á predispo-

nen á la planta ingertada á la adquisición de la enfer-

medad, por hacerla más productiva v delicada, ^^, final-

mente, en los ingertos llamados de reforma del ^írbol

puede suceder algo análogo.

Entre las causas probables de esta afección del olivo.

existen los insectos, que agravan el mal indirectamente

escavando galerías en las verrugas, sin que de ningtín

modo pueda atribuirse 1a causa de esta enfermedad á

dichos insectos, como cree el ilustrado escritor D. José

de Hidalgo Tablada ', ni mucho menos e) avareo de los

olivos, según afirman Vicente, Baeza, Rosier y otros.

i Dice el Sr. Hidalgo en su obra Cultivo del olivo en ^spaña:

uHemos visto olivares nuevos tan atacados de esta enfermedad, que

nos hizo investigar la causa, y tuvimos el acierto que desde luego

vimos que estas agallas las produce un insecto que, atravesando las

ramas hasta la médula, tiene abierta la herida por donde la savia

sale, y propendiendo á cerrarse por la acción vital del árbol, forma

las agallas, etc., etc.»

- 64 -

También se citan como causas prabables las parási-

tas vegetales (fumago olec^e), las estravaciones de sa--

via, etc., etc., y como causas constitucionales, las más

importantes son : la naturale^a de la planta y la in-

feccibn. ^

Respecto de la naturaleza de la planta, puede decirse

qt^e las variedades más productivas son las más ataca-

das (no habiendo en España, al menos que nosotros se-

pamos, ningún estudio serio de este asunto). El proce-

dimiento de multiplicación de1 oiivo denominado por

estaca produce una difusión artificial y voluntaria del

mal, que va ganando de este modo en intensidad.

En cuanto á la infección, no podemos presentar nada

tan convincente como los experimentos realizados por

el Dr. Savastano, que se han reducido á inocular en

una incisibn hecha (en forma de T) en la corteza de oli-

vos sanos, ó enfermos con chuponas sanas, una cierta

cantidad de cultivo bacteriaceo `, obteniendo en e1 pri-

mer caso pequeños tubérculos con colonias de bacterias,

y en el segundo, ó sea en las ramas chuponas proce-

dentes de árboles enfermos, tubérculos de mayor tama-

ño que en el caso anterior. Posteriormente, y en vista

de que los resultados no eran completamente satisfacto-

rios, el distinguido Profesor Savastano amplió sus ex-

- 6^ -

periencias valiéndose de plantas pletóricas cultivadaŝen tiestos para favorecer el desarrollo de la enfermedad.^

La inoculación se practicaba haciendo un ag ĉjerita

en la corteza del olivo con un ^ punzón delgadísimo , es-

rilizado previamente, é introduciendo luego en dicho

agujerito el cultivo bacteriaceo. De r4 inoculaciones

hechas en tres plantas, t a produjeron tubérculos. De

estos experimentos, que no detallamos por no alargar

demasiado estas notas, puede deducirse que las verru-

gas (ó tuberculosis) del olivo son causadas por una bac-

teria patógena que puede denominarse: bacteria de la

tuberculosis del olivo (Bacillus olec^ tuberculosis).

Ligero estudio de las diversas formas

de la enfermedad.

Digimos que se distinguían varias formas de tubércu-

los, según la variedad de los tejidos atacados; una de

estas formas es la denominada, por el Profesor 1Vlosche-

tini, tuberculosis cortical, por no haberla encontrado

afectando al tejido le^^.oso: aparece al principio, dice este

autor italiano, una pequeña mancha obscura, la cual se

hincha lentamente, afectando una forma lenticular dese-

cada, lisa ó con pequeñas desigualdades; sigue crecien-

9

- 66 -

do el tubérculo (lám. Z.a, figuras t y z); fórmanse

en él hendiduras y lóbulos, que terminan en una cavi-

dad situada en la parte central^ y toma un color verde

ceniciento (lám. 2.°, fig. ,{).

Comienza á desarrollarse la enfermedad en la zana

herbácea, en la que aparece un centro de bacterias; fór-

mase una hiper^lasia ' patológica alrededor de este

centro, y las células pierden su forma poligonal y re-

dondeada, traciéndose irregulares. La capa suberosa,

que al principio permanece extraña á esta invasión,

ŝede al fin, hendiéndose de un modo muy variable.

A veces, la invasión de las bacterias afecta á la parte

del liber de los hacecillos fibro-vasculares, después á la

zona generatriz, y- entonces la afección se denomina tu-

berculosis libero-ler^osa, que es la más frecuente, pu-

diendo distinguirse, para facilitar su estudio, tres perío-

dos. En el primero nótase una simple hiperplasia (lá-

mina 3.a, figuras 2 y 3) ; las células se vén esparci-

das, confusas, disformes y con un espesor menor del

norrraal de sus paredes , no conservando la disposición

en arco, que puede observarse en las células de las sec-

^iones horizontales de los tubérculos. En el segundo pe-

c Niper^lasia es un aumento de volumen de un Organo, por unatrĉultiplicación anormal de la unidad fisiológica, ó sea de la ŝélula.

- 6y -

ríodo (lám. 3.', fig. io), los grupos de las células scle-

renquimatosas se dísocian en otras más pequeñas, pre-

sentándose en grupos más ó menos esferoidales, y, fi-

nalmente, en el tercer período, se llega á la uniformi-

dad casi total del tejido ( lám. 3.®, fig. 5), y, alguna

vez, se encuentran núcleos diseminados en este tejido,

de los que se ha hablado en el segundo período.

En la parte leñosa de la planta suceden las cosas de

un modo muy semejante, y también pueden distin-

guirse tres fases de 4a afección. En la primera, compa-

rando el tejido leñoso sano con el enfermo , nótase una

hiperplasia de los elementos, prevaleciendo las células

sobre las fibras [lám . 3. 8, figuras 3, 5( t) y(6)] , re-

tuércense los radios celulares, y se nota una ligera hi-

^ertrofia en los elementos. En la segunda fase, la hi-

perplasia y la hipertrofia se acentúan, los vasos se en-

gruesan y sus elementos se desarticulan [lám. 3.°, figu-

ras j y 8(v. v)]. Las fibras se acortan, confundiéndose

con las células del parénquima, y las puntuaciones se

acentúan.

También aquí existe formación de algunos núcleos

de fibras, que se distinguen de los liberianos por estar

formados de células con puntuaciones que no se vén en

estos núcleos. En la tercera fase, el tejido conviértese en

-= 6$ -

un parénquima uniforme de células grandes, de pare-

des deigadas, siendo imposihle distinguir los caracteres

de cada elemento.

^ Llégase al máximo de degenerarión, ó sea de la for-

macián del tejido enfermo.

No pudiendo seguir con el estudio de la enfermedad

en la zona generatri^ (Iám. 3.^, figuras t t, i2, 13 Y 14)^

ni con el desarrollo de la colonia bacteriana y deseca-

ción de los tubérculos, ni siendo posible dar idea de las

diversas formas de tuberculosis, denominada^^emal (lá-

mina a.^, fig. 6 y lám. 4.8, fig. i 5(rr); axilar y coro-

nal (lám. 2.8, fig. ^' y 8"), ni de la que se desarrolla en

los bordes de ]as heridas y cortes dados en la poda (lá-

mina q.', figuras ib', ib" y tb"', ao, Zi, 22 y a3), pu-

diendo decir otró tanto de la tuberculosis radical (lámi-

na q.^, figuras 26, 2^' y 2^") y la foliacea (lám. 5.',

figuras i.^, a.^, 3.^..... y b.a), indicamos al lector que

consulte la ^llemoria de la tuberculosis del olivo, del

Doctor Savastano , de la cual proceden estas notas y

figuras.

Réstanos decir que el microorganismo productor de

la tuberculosis del olivo es un bacilo de mediano tama-

ño, tres ó cuatro veces más largo que ancho, con sus

extremos ligeramente redondeados. La forma de ]a co-

-^9^

lonia es redondeada ú oval, con contornos bien señala-

dos; su color es blanquecino, visto por reflexión. El ba-

cilo vive bien en los medios ordinarios de cultivo (pata-

tas, gelatina y cocimientos hechos con ramas y hojas de

ia planta). Dicho microorganismo tiene una vida relati-

^vamente larga: los cultivos hechos en Marzo tienen vi-

talidad en ,junio. La degeneración comienza ordinaria-

rnente á los tres meses.

Las experiencias de propagación de esta enfermedad

son muy curiosas, y se han reducido: i.° A inoculación

del cultivo del bacilo en los olivos, tomando las precau-

ciones relativas á la procedencia de 1as p(antas, que de-

ben ser de semilla. Practicadas las inoculaciones durante

el mes de Abril, para el de Junio estaban bien desarro-

Ilados los tubérculos, permaneciendo sanas las plantas

de la misma procedencia que las anteríores y no inocu-

ladas. De esta experiencia puede deducirse el origen

de esta enfermedad. z.° Las inoculaciones practicadas

eñ melocotoneros, ciruelos, vides, higueras, perales y

otras varias plantas, no han dado señales de tuberculo-

sis. 3.° Inoculados sobre el olivo diversos bacilos proce-

dentes: de una pequeña verruga del ciruelo, de otro que

vive en 1os naranjos, atacados de gomosis, y de un ter-

cero procedente de }os chancros de la vid , no han dado

__ ^^ _

ningún resultado, lo cual confirma el poder patógeno

del bacilo de la tubercuiosis del olivo.

Profiláxis y curación.

EI ataque de la manifestación de la enfermedad no

produce, generalmente, resultados; es decír, que si se

desarrolla una verruga e q el olivo y la destruimos, ge-

neralmente, se reproduce, lo cual nada tiene de extra-

ño, puesto que no quitamos la colonia de las bacterias,

y aun cuando asi lo hiciéramos, subsistiría la reproduc-

ción del mal por estar infestado el organismo vegetal.

Los daños producidos por la tuberculosis del olivo no

son rápidos, pero sí constantes. Cuando las plantas, por

efecto de los años, comienzan á envejecer, si están ata-

cadas de esta enfermedad, presentan una rápida deca-

dencia.

En terapéutica vegetal cuéntanse pocos remedios efi-

caces: las reglas higi^nicas y los medios preventivos tie-

nen, en cambio, gran importancia ; el evitar las causas

ocasionales de esta afección, procedente de la atmósfera,

no está en nuestra mano, pero sí podemos y debemos

atender cuidadosamente á aminorar la propagación de

la enfermedad, atendiendo á las dos causas constitucio-

--- y 1 -

nales de la misma, que ya hemos dicho eran la ^iatura-

leza de la planta y la inf'ección.

Las reglas que, en vista de lo expuesto, deben tener-

se presentes por los agricultores, son las siguientes:

i.fl Escoger las estacas destinadas á la reproducción

de los olivos perfectamente sanas.

2.' Usar preferentemente las plantas que procedan

de semillas, acebuches ú olivos obtenidos en viveros,

desechando siempre las que presenten algún tubérculo.

3.a No podar olivos jávenes con herramientas que se

hayan usado en la poda de los viejos y tuberculosos '.

4.' y última. Selección rigurosa de los ingertos, que

deben proceder de plantas perfectamente sanas.

t Los agricultores de algunas regiones de Italia saben por expe-

riencia qtze las verrugas del olivo son contagiosas y que se transmi-

ten á los árboles sanos empleando podaderas ó hachas que se hayan

usado en la poda de árboles enfermos.