Cambios de la estatura en la transición del clásico al posclásico en poblaciones de la cuenca de...

130
ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA INAH SEP CAMBIOS DE LA ESTATURA EN LA TRANSICIÓN DEL CLÁSICO AL POSCLÁSICO EN POBLACIONES DE LA CUENCA DE MÉXICO T E S I S QUE PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE: LICENCIADO EN ANTROPOLOGÍA FÍSICA PRESENTAN: JONATHAN MAURICIO PÉREZ DURÁN GUILLERMO RODRÍGUEZ TLACHI DIRECTOR: DR. JORGE ALFREDO GÓMEZ VALDÉS ASESORA: DRA. GABRIELA SÁNCHEZ MEJORADA MILLÁN MÉXICO D.F. 2015

Transcript of Cambios de la estatura en la transición del clásico al posclásico en poblaciones de la cuenca de...

ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

INAH SEP

CAMBIOS DE LA ESTATURA EN LA TRANSICIÓN DEL CLÁSICO AL POSCLÁSICO

EN POBLACIONES DE LA CUENCA DE MÉXICO

T E S I S

QUE PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE:

LICENCIADO EN ANTROPOLOGÍA FÍSICA

PRESENTAN:

JONATHAN MAURICIO PÉREZ DURÁN GUILLERMO RODRÍGUEZ TLACHI

DIRECTOR: DR. JORGE ALFREDO GÓMEZ VALDÉS ASESORA: DRA. GABRIELA SÁNCHEZ MEJORADA MILLÁN

MÉXICO D.F. 2015

  2  

Agradecimientos

Guillermo

En primer lugar quiero agradecer a mis padres y a mí hermano, por haberme transmitido sus ideales y conocimientos, los cuales, me han servido para afrontar las diferentes adversidades durante mi vida y para formarme como un ser humano consciente.

Quiero dedicarte especialmente a ti, Pilar Tlachi Román, quien con gran entereza y sabiduría has estado conmigo en las buenas, en las malas y en las peores, has visto y vivido tanto lo peor como lo mejor de mí, tu gran amor de madre ha sido la fuente de todas mis motivaciones, eres una gran inspiración de vida y te agradezco enormemente toda la ayuda y apoyo que me brindas.

También, quiero agradecer de manera muy especial a Jorge Alfredo Gómez Valdés, a la Doctora Gabriela Sánchez Mejorada Millán por haberme invitado a este gran proyecto de investigación y a Jonathan Mauricio Pérez Durán, con quienes he compartido y disfrutado esta gran experiencia. De igual manera quiero agradecer a mis demás profesores: Juan Manuel Argüelles San Millán, Anabella Barragán Solís, José Luis Castrejón Caballero, Yesenia Peña Sánchez, Oscar Chávez Lanz, Albertina Ortega Palma, Martha Rebeca Herrera Bautista, Rodrigo Barquera, Francisca Lima Barrios y Alejandro Campos Campos, quienes durante mi etapa de formación profesional en la ENAH, me han provisto de los elementos teóricos y prácticos para no solamente conocer y comprender al ser humano en sus más diversas expresiones culturales, sociales y biológicas, sino también, para lograr adentrarme en este maravilloso universo de fascinantes grandezas que sin duda, conforman a nuestra especie y al entorno en el que se desenvuelve.  

Jonathan

El presente trabajo de tesis se realizó bajo la supervisión del Dr. Jorge Alfredo Gómez Valdés y la Dra. Gabriela Sánchez Mejorada Millán, a quienes me gustaría expresar mi más profundo agradecimiento, por hacer posible la realización de este trabajo, agradezco profundamente la paciencia, tiempo y dedicación que Jorge (el pollo) me presto para que este trabajo pudiera ser culminado, gracias por tu apoyo y por ser el eje central de este trabajo.

Agradezco a mis padres por haberme apoyado en todo momento de mi vida, ellos me enseñaron a no rendirme nunca aun en los momentos más difíciles, también me enseñaron que la felicidad se centra en hacer lo que te gusta, y que el estudio sirve para conocer, ser crítico, para ver el mundo desde una perspectiva diferente y sobre todo para ser mejor persona.

  3  

A mis hermanos por ser parte fundamental de mi exisencia, gracias por todo el aprendizaje y las experiencias vividas.

A mi compañera. Laura Gabriela, por haber estado en este “largo viaje”, en el cual ha colaborado en todo sentido, apoyándome y estando al pendiente de mí que hacer estudiantil y deportivo, gracias por tantas emociones!

A mis tíos, primas y primos, abuela y familia en general, por saber que cuento con ellos, en cualquier situación.

A mis amigos (antaños y actuales), por ser parte de mi vida, de mis momentos tristes y alegres, por apoyarme, por nunca dejarme caer, por estar en los momentos necesarios. A el Morro, el Cirilo, el Pixie, el Mafis, Chimbombin, Chapaí, Ivonne y muchos más que me falta nombrar, pero que ya me da flojera escribir.

A mi compañero y amigo de tesis, Guillermo (Tlachi), porque si él tampoco se hubiera culminado la realización de esta investigación, a mi amigo y compañero de lucha, Daniel Cerqueda, por sus críticas y sarcasmo constante, por compartir ideas y tener debates constructivos y por su constante colaboración en la realización de mi tesis.

A mis maestros, sin los cuales no sería posible la construcción del conocimiento, en especial a mi maestro de Geografía Juan Montes que además de ser un maestro es un amigo, a mi profe y amigo José Luis Gaytán por hacer divertida la vida, a Juan Manuel Argüelles por ser uno de los mejores maestros y que aún recuerdo sus clases con mucho aprecio, a José Luis Castrejón por hacer divertida la estadística (cosa que no es fácil).

Agradecemos a las autoridades de la Dirección de Antropología Física del INAH y en especial al Profesor José Concepción Jiménez López por facilitar el estudio de los esqueletos de la época prehispánica.

También agradecemos al CONACyT de quien recibimos una beca de apoyo a la titulación como parte del proyecto: Morfometría geométrica 3-dimensional de los cráneos humanos de la colección ósea contemporánea del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UNAM (Número 119130).

  4  

ÍNDICE Introducción……………………………………………………………………………….6 Justificación……………………………………………………………………………...10 Planteamiento del problema y objetivos…………………………………...………...11

CAPITULO 1 INVESTIGACIONES PREVIAS Y CONCEPTOS CLAVES 1.1 Santiago Genovés…………………………………………………………………..13 1.2 James E. Anderson………………………………………………………………....15 1.3 Jaén Ma. T. y López Alonso……………………………………………………….18 1.4 Lourdes Márquez Morfín.…………………………………………………………..20 1.5 Andrés del Ángel y Carlos Serrano.………………………………………………21 1.6 Vercellotti, G., Piperata, B.A., et al..………………………………………………23 1.7 Conceptos Claves ………………………………………………………………….27

CAPÍTULO 2 ÁREA GEOGRÁFICA PERIODOS HISTÓRICOS Y

CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS POBLACIONES ESTUDIADAS 2.1 Cuenca de México………………………………………………………………….30 2.2 Preclásico Temprano………………………………………………………………32 2.3 Preclásico Medio…………………………………………………………………...34 2.3.1 Tlatilco……………………………………………………………………………..37 2.4 Preclásico Tardío…………………………………………………………………..39 2.4.1 Ticomán…………………………………………………………………………...40 2.4.2 Cuicuilco…………………………………………………………………………..41 2.5 Periodo Clásico…………………………………………………………………….43 2.5.1 Teotihuacán………………………………………………………………………46 2.5.2 Coyoacán…………………………………………………………………………52 2.6 Periodo Epiclásico………………………………………………………………….52 2.6.1 Xochimilco………………………………………………………………………...54 2.7. Posclásico Temprano y Medio…………………………………………………..54 2.7.1Tula…………………………………………………………………………………58 2.7.2 Culhuacán………………………………………………………………………...61 2.7.3 Azcapotzalco……………………………………………………………………...62 2.8 Posclásico Tardío………………………………………………………………….66

  5  

2.8.1Tlatelolco…………………………………………………………………………..66 2.8.2 Mexicas…...………………………………………………………………………68

CAPÍTULO 3 DESCRIPCIÓN DE LAS TÉCNICAS, MÉTODOS Y OBTENCIÓN DE

RESULTADOS 3.1 Técnica Métrica……………………………………………………………………..72 3.2 Método para la realización del análisis esquelético……..……….…………….74 3.3 Método para la estimación de sexo ……………………………………………...74 3.4 Análisis discriminante (LDA) ………………………………………………….…..75 3.5 Método para la estimación de estatura ………………………………….……...76 3.6 Análisis estadístico……………………………………………………….….……..77 3.7 Modelo Relethford Blangero……………………………………………….….…..78 3.8 Obtención de resultados …………………………………………………….…….78

CAPÍTULO 4 DISCUSIÓN

Discusión………………………………………………………………………………..87 Bibliografía…………………………………………………………………………….102 Apéndice A…………………………………………………………………………….116 Apéndice B…………………………………………………………………………….119 Apéndice C…………………………………………………………………………….125 Apéndice D…………………………………………………………………………….126 Apéndice E…………………………………………………………………………….127

  6  

INTRODUCCIÓN

La estatura puede ser tomada en cuenta como una característica compleja, que

involucra factores genéticos y ambientales. Por lo tanto, estudiar la estatura desde

la perspectiva de la evolución humana puede considerarse un objetivo de especial

relevancia en la Antropología Física.

En la presenta tesis se estudiaron los cambios de la estatura en las poblaciones

que habitaron la Cuenca de México en la transición del Clásico al Posclásico. Para

lo cual se utilizó el marco teórico de los dos componentes poblacionales

(Pucciarelli 2003; González-José et al., 2003) que permite inferir el aporte de dos

grupos (paleoamericanos y amerindios) en la configuración de las poblaciones

indígenas. Bajo los supuestos del modelo de las dos componentes poblaciones, el

flujo génico fue un factor de importancia en la configuración de la variabilidad de

las poblaciones indígenas; así como, las adaptaciones a los diferentes ambientes

(naturales y culturales) en los que éstas se desarrollaron por lo menos durante

12,000 años.

El modelo de las dos componentes poblacionales (Pucciarelli 2003) contempla el

probable ingreso aproximadamente entre 15,000 y 10,000 años A.P. La primera

conocida como Paleoamericana y que presenta rasgos morfológicos compartidos

  7  

con las poblaciones australomelanesias. La segunda, la amerindia, se estima que

pudo haber arribado en una fecha más reciente, aproximadamente hacia después

del 8,000 A.P. y probablemente pudieron haber sido los antepasados de los

indígenas actuales.

En la medida en que los primeros pobladores del continente fueron adentrándose

en el territorio de lo que hoy es América, fueron desarrollando nuevas habilidades

para la sobrevivencia del grupo, y adaptándose a los diferentes ambientes en que

vivían. Su presencia en México está atestiguada por burdos instrumentos de

piedra encontrados en lugares muy distantes entre sí (Faulhaber, 1994).

El cambio de la caza recolección de vegetales, a caza de animales comenzó a

complejizar las sociedades de aquellos tiempos, aumentando en número de

manera significativa, así como el cambio en la economía y estructura social.

Desde mediados del siglo pasado, han sido numerosos los intentos para explicar

la transición de una economía basada en la caza-recolección a otra de producción

de alimentos (Mc Clung y Noguera, 1994).

La Cuenca de México desempeñó un papel protagónico en la historia

mesoamericana debido, entre otras cosas, a su posición central, a su considerable

extensión y a la riqueza y diversidad de sus ecosistemas. Todo ello contribuyó a

que, aun antes de la generalización de la agricultura, en la cuenca existieran

recolectores-cazadores de vida sedentaria (López-Austin y López-Lujan, 1996).

  8  

Posteriormente, las poblaciones se fueron estableciendo de manera gradual en la

Cuenca de México durante los diferentes periodos que forman la historia

mesoamericana.

El periodo Precerámico está dividido en dos etapas. La primera se caracteriza por

la presencia de cazadores recolectores; inicia con la llegada de los primeros

pobladores y prosigue con la aparición de la agricultura. La segunda etapa,

llamada Arcaica, principia con la aparición de las primeras plantas cultivadas y la

vida semisedentaria, y abarca la aparición de la cerámica y de las aldeas

sedentarias, así como una agricultura desarrollada alrededor del año 2500 a.C.

(Serra-Puche, 1993).

El Preclásico del Centro de México, en forma semejante al resto de Mesoamérica,

puede dividirse en tres grandes momentos: el Temprano (2500-1250 a.C.),

caracterizado por las aldeas agrarias; el Medio (1250-600 a.C.), en el cual surgen

numerosos centros regionales, y el Tardío (600 a.C-150 d.C), que se inicia con la

transformación de algunos de dichos centros en capitales protourbanas y finaliza

con el nacimiento de una ciudad de poder suprarregional: Teotihuacán.

El Clásico Mesoamericano va del 200 d.C. al 900 d.C. éste se fija a partir de la

diferenciación campo-ciudad, surgida de las necesidades impuestas por las

grandes concentraciones humanas, sumamente diversificadas, pero incapaces de

producir por si mismas sus bienes de subsistencia, lo que ocurre alrededor de 200

d.C.

  9  

El Epiclásico está enmarcado por las fechas extremas de (650/800 y 900/1000

d.C.) Los principales signos de este tiempo fueron la movilidad social, la

reorganización de los asentamientos, el cambio de las esferas de interacción

cultural, la inestabilidad política y la revisión de las doctrinas religiosas. La historia

del centro de México es especialmente interesante durante el Epiclásico. Ello se

debe a que, tras el debilitamiento de Teotihuacán, los valles aledaños a la Cuenca

de México se convirtieron en campo fértil para el explosivo surgimiento de centros

beligerantes. Nos referimos en particular a las ciudades de Cacaxtla, Xochicalco y

Teotenango, situadas respectivamente en los valles de Puebla-Tlaxcala, Morelos y

Toluca.

El Posclásico abarca del año 900 y 1000 d.C. al momento de la conquista

española. Tradicionalmente se divide en dos periodos, el Posclásico temprano, de

900/1000 a 1200, y el Posclásico tardío, de 1200 a 1521. El Centro de México se

erige como el prototipo del Posclásico mesoamericano, y esto se debe a varias

razones. Una de ellas consiste en que, cuando la frontera septentrional se recorrió

hacia el sur, numerosos pueblos norteños –agricultores y recolectores-cazadores-

invadieron el área y provocaron cambios irreversibles en la cultura y la vida política

de las sociedades autóctonas. Esto trajo como consecuencia, seguramente, el

establecimiento de formas de organización multi-étnicas y muy beligerantes

(López Austin y López Luján, 1996).

El estudio del poblamiento de la Cuenca de México en la época prehispánica, en

sus diferentes periodos, es sin duda de suma importancia para el conocimiento del

hombre precolombino y de las actividades relacionadas con las sociedades de ese

  10  

tiempo, además nos proporciona información y un panorama del desarrollo

histórico, económico y sociocultural antes del desbordamiento hispánico hacía un

“nuevo continente”.

Justificación

La transición del Clásico al Posclásico es conocida –arqueológicamente- como

Epiclásico, el término se ha utilizado para caracterizar el periodo que transita

desde la llamada caída de Teotihuacán hasta la aparición de nuevos centros de

población y nuevas formas complejas de organización social y política en la

Cuenca de México. Fue un periodo de transición marcado por la aparición de

pequeñas comunidades, relativamente dispersas, y el flujo intenso de migración.

El producto de esos movimientos poblacionales fue, entre otras cosas, la

proliferación de comunidades multiétnicas y también, de pugnas por la definición

de los territorios que se habían ocupado.

En 2007 González-José y colaboradores, al estudiar la morfología craneal

generalizada de poblaciones prehispánicas de México, verificaron la hipótesis de

que un cambio significativo en la varianza de las poblaciones del Posclásico,

corresponde a un modelo de flujo genético intenso en la transición del Clásico al

Posclásico que indicaría un remplazo poblacional.

Con todo lo anterior, en esta tesis se tiene como principal problemática de

investigación; indagar sobre los cambios en la variabilidad de la estatura en las

poblaciones de la Cuenca de México y poner a prueba sí estos corresponden a

  11  

cambios en la composición genética de dichas poblaciones o en su caso a

cambios derivados por las diferentes condiciones de vida.

La talla adulta es fundamentalmente determinada por factores hereditarios. El nivel

socioeconómico, la nutrición y enfermedades, por citar algunos factores, ejercen

influencia sólo en una proporción relativamente pequeña en la talla de un sujeto.

Los intensos reacomodos demográficos en la transición del Clásico al Posclásico

en la Cuenca de México, nos permiten esperar un cambio en la variabilidad de la

estatura de las poblaciones, principalmente debido a los cambios en la

composición genética de las mismas, es decir, la información relacionada al

reacomodo demográfico en la transición del Clásico al Posclásico, en la Cuenca

de México, es compatible con un escenario donde el flujo génico, juega un papel

importante en la diversidad biológica de las poblaciones.

Planteamiento del problema

La estatura es un carácter complejo que puede ser producto de la adaptación al

medio ambiente; entendiendo este como una totalidad compleja, en el cual los

individuos interaccionan y se desarrollan en él, no obstante, se entiende que la

talla adulta posee una alta configuración genética.

El Epiclásico, según las fuentes históricas, es un periodo de una gran movilidad

social, por consecuencia una organización social diferente, el flujo de población a

la Cuenca de México, es también el momento de proliferación de los

  12  

asentamientos multi-étnicos y de diversificación extrema de las alianzas por

matrimonio; por lo tanto, dicha información es compatible con un escenario de

intensificación del flujo genético.

De aquí emana la inquietud y la atención que debemos poner en este estudio, ya

que nos ayudará a disipar algunas dudas referentes al carácter de la estatura y el

efecto que tiene en ambientes diferentes.

A su vez, es importante contar con un parámetro de referencia de la estatura de

las poblaciones antiguas que habitaron la Cuenca de México, antes del

desbordamiento hispánico hacia América.

Objetivos

Describir en diversas poblaciones prehispánicas de la Cuenca de México las

tendencias de la estatura y su variabilidad.

A través del análisis de la genética cuantitativa realizaremos el estudio de

partición de la varianza, para indagar el efecto de la intensificación del flujo génico

en el Posclásico, así mismo, contrastar los niveles de variabilidad de la estatura de

poblaciones procedentes de ambientes naturales y culturales definidos.

  13  

1. INVESTIGACIONES PREVIAS

Los estudios de estatura en la Antropología Física, han sido abordados desde

diferentes puntos de vista y en repetidas ocasiones con una variable más, el peso.

Este tipo de trabajos se han enfocado más que nada a determinar y analizar el

estado nutricional de diversos grupos, sobre todo en niños, adolescentes y sub-

adultos.

Los trabajos que se han realizado sobre la estatura en poblaciones antiguas de

México y que se encuentran desaparecidas son escasos. En un sentido, esto

ocurre por la falta de interés de estudiar la talla por sí misma y además por el

estado de conservación de los restos esqueléticos; que en muchas ocasiones

imposibilitan cualquier tipo de estudio. No obstante, en la literatura especializada

de nuestro país, se cuentan con algunos trabajos que buscan entender y describir

los cambios de la estatura de las poblaciones humanas que habitaron el territorio

de México en el pasado.

1.1 Santiago Genovés

Uno de los antecedentes obligados, corresponde al trabajo de Santiago Genovés

(1964) que se titula “Introducción al estudio de la proporción entre los huesos

  14  

largos y la reconstrucción de la estatura en restos mesoamericanos”; donde se

plantean las problemáticas de reconstruir la estatura de poblaciones prehispánicas

o desaparecidas a partir de los huesos de las extremidades. En este estudio, se

menciona que la proporcionalidad entre la longitud relativa de los huesos largos,

existente entre sí y también con respecto a la estatura, se encuentra condicionada

por características genéticas que dentro de una variabilidad normal serán

constantes en ciertos grupos humanos. Además, agrega, se deben tener en

cuenta las adaptaciones biológicas al ambiente en los casos de una permanencia

larga en el mismo.

Pearson (1899) recomendaba tomar el promedio de las estaturas obtenidas con

cada una de los huesos no obstante, Trotter y Gleser (1958) y Genovés (1960)

demuestran que ello es erróneo, y mantienen que se debe tomar la medida que,

para el grupo dado, se halla comprobado un error estimativo menor. Estos autores

además rechazan la práctica seguida por Dupertius y Haden (1951) de reunir los

resultados obtenidos de diferentes poblaciones para llegar a una fórmula general o

inter-racial, ya que ello introduce errores estadísticos adicionales a través de las

ecuaciones que no son pertinentes a la población que examina.

En un principio Genovés hace énfasis en los problemas metodológicos que surgen

al hacer un trabajo de cálculo de la estatura en poblaciones desaparecidas,

después se reúnen los escasos datos sobre restos óseos de Mesoamérica

―huesos largos― que han sido obtenidos por diferentes autores. Por diversas

razones culturales y arqueológicas, y para mayor comodidad los agruparon en tres

zonas: norte, centro, sur. Concluyendo de la siguiente manera:

  15  

“se puede decir que aun descartando a los Seris estudiados por (Genna 1943), que son de estatura elevada para Mesoamérica, el resto de las series incluidas en la que llamamos zona norte, poseen una estatura mayor a la observada en la zona central y esta a su vez se diferencia del sur en donde la estatura es menor. Ello es válido tanto para restos masculinos como femeninos” (Genovés 1964).

Como se puede apreciar es difícil estimar la estatura en poblaciones

desaparecidas, ya que no existe un consenso en las fórmulas para el cálculo de la

misma y también debido a que las colecciones osteológicas se encuentran en

condiciones precarias, lo cual imposibilita un análisis riguroso de estas; sin

embargo, el estudio nos arroja datos importantes, en el sentido que nos

proporciona una idea general de las estaturas del norte, centro y sur. Por lo tanto

permite darnos una idea general de la posible variabilidad de la estatura en el

territorio que ahora llamamos México.

El estudio de Genovés también nos da un panorama acerca de las discusiones

metodológicas en cuanto al cálculo de la estatura de poblaciones desaparecidas y

propone que las fórmulas con que se trabaje deben ser obtenidas de poblaciones

homólogas (afinidades genéticas) para no tener errores estimativos graves.

1.2 James E. Anderson

Por otra parte, tenemos el estudio realizado por James E. Anderson (1967) en el

Valle de Tehuacán Puebla, éste consistió en el rescate y estudio de 87 esqueletos

humanos pertenecientes a la población que habitó dicho lugar en diferentes sub

periodos cronológicos, los más antiguos que datan aproximadamente del (6500-

  16  

5000 a.C. Precerámico tardío) hasta los más recientes del (700 a.C.-1540 d.C) de

los cuales, solamente se encontraban en condiciones óptimas para la realización

de mediciones en huesos largos para el cálculo de la estatura un total de 15

individuos, de los cuales siete eran femeninos y ocho eran masculinos.

El autor, estimó la estatura empleando las fórmulas de Trotter y Gleser (1952) en

huesos largos de un solo lado sin especificar cuál, derecho o izquierdo, y

solamente en un caso de los individuos masculinos se pudieron medir dos huesos

largos (fíbula y fémur, tampoco se menciona el lado medido de dichos huesos).

Los resultados se agruparon en la Tabla 1, una de las siete femeninas y uno de

los ocho masculinos para quienes la estatura fue estimada por fuera de los rangos

de las estimaciones restantes, fueron omitidos del promedio de las estaturas para

cada sexo.

La altura para el resto de las seis femeninas fueron ranqueadas entre 156.1 y

161.3 cm y promediadas en 158.5 cm (Anderson 1967). Por lo tanto podemos

decir que el promedio para las femeninas se considera de medio a alto, parece no

haber variado mucho la estatura en el transcurso de este periodo de tiempo en sus

diferentes etapas. Aunque debemos de considerar las limitaciones de dicho

estudio, tanto metodológicas como de recursos materiales con los que se contaba;

para periodos tan prolongados. Es un tanto difícil sacar alguna conclusión del

mismo.

  17  

ENTIERRO ESTATURA EN CM ENTIERRO ESTATURA EN CM

Tc 35w-A 161.3 ± 4.66 Tc 35w-C 163.8 ± 3.18Tc 35w-D 156.8 ± 4.6 Tc 35w-E 166.3 ± 4.60Tc 35w-L2:1 160.1 ± 4.25 Tc 50-4 165.1 ± 3.27Tc 35e-B:1 159.4 ± 4.25 Tr 218-2 157.3 ± 3.24Tc 50-5 159.4 ± 3.24 Tr 218-4 171.8 ± 3.27Tc 272-1 157.4 ± 3.24 Tr 218-7 165.5 ± 4.60 Tc 272-4 167.8 ± 4.66 Tr 218-8 168.8 ± 4.60

Tc 272-2 168.8 ± 3.80

Femenino Masculino

Tabla 1. Tomado de Anderson (1967). Estatura estimada para población

prehispánica del Valle de Tehuacán.

Los siete masculinos fueron ranqueados entre 163.8 cm y 171.8 cm y

promediados en 167.2 cm Lo mismo que las femeninas el promedio de estatura

podría considerarse de medio a alto, de igual forma, parece haber poca variación

en los especímenes masculinos.

Cabe mencionar que los resultados de este estudio, aportan datos sobre la

estatura de la población arriba nombrada; sin explicar las posibles causas que

pudieron haber generado estas características morfológicas, ya sean genéticas,

por la actividad realizada o por adaptaciones al ambiente. La comparación

realizada para la obtención de las características morfológicas se centró

básicamente en el estudio de los rasgos craneales y de dentición.

El estudio es sumamente descriptivo, ya que no se pregunta, ni reporta las

posibles causas de las variaciones entre la longitud de los huesos. Nos informa

que las piernas son un poco más largas proporcionalmente hablando en relación

con los miembros superiores, pero no elabora ni siquiera de manera hipotética sus

posibles causas.

Por otra parte, nos introduce a la discusión que han tenido diversos autores en

cuanto al método para la estimación de la estatura, este método es de vital

  18  

importancia, cuando se quieren llevar a cabo estudios sobre el cálculo de dicho

carácter, también se hace notar la presencia de los mayores promedios de

estatura para ambos sexos en las poblaciones más tempranas (Anderson, 1967).

1.3 Jaén Esquivel, Ma. T. y López Alonso

Jaén y López Alonso (1974) realizaron un estudio titulado “Algunas Características

físicas de la población prehispánica de México”.

Los resultados que arrojó este estudio, con materiales de diversos sitios

arqueológicos, son los siguientes: en el norte de México, que incluyen los grupos

Seri, Pericú, Pima bajo y lagunero entre otros, la estatura promedio es de 165 cm

para los del sexo masculino y de 154 cm para el sexo femenino, lo cual sugiere

individuos de “talla media”.

En el Altiplano Central, desde el Preclásico hasta el Posclásico, se observó una

estatura promedio de 163 cm para el sexo masculino y de 150 cm para el sexo

femenino, quedando también dentro de la “talla media”.

Para la región maya, en los tres horizontes culturales se encontró una talla

promedio de 162 cm para el sexo masculino y de 150 cm para el sexo femenino,

ambos valores también comprendidos dentro de la talla media.

En la región oaxaqueña se observó una tendencia hacia las tallas pequeñas,

comprendiendo diversos periodos (los cuales no se especifican) arqueológicos en

  19  

varios sitios del estado. Las estaturas promedio obtenidas son: 159 cm para el

sexo masculino y de 148 cm para el sexo femenino.

En el occidente de México, en Chupícuaro, Guanajuato, la talla promedio es de

163 cm para el sexo masculino y de 152 cm para el sexo femenino, siendo ambos

sexos de estatura media.

En orden decreciente, los grupos del norte, occidente y Altiplano Central, se sitúan

en la parte superior y central de la escala, en tanto que los de la región de Oaxaca

y la Maya revelan estaturas menores; los de la región Oaxaqueña son los de talla

más pequeña.

Podemos percatarnos que las poblaciones del norte presentan estaturas mayores

que las poblaciones que se encuentran en el sur del territorio, mientras que las

estaturas del Centro de México, se encuentran en un nivel intermedio.

Este estudio nos indica que las poblaciones septentrionales en la época

prehispánica son ligeramente más altas que las del centro y sur del territorio.

Cabe hacer mención, que en este estudio se utilizaron las fórmulas de Pearson,

para el cálculo de la estatura, ya que el autor considera pertinente realizar el

estudio con esta fórmula debido a que; la gran mayoría de los datos con que se

cuenta sobre estatura, han sido fundados en trabajos de Pearson.

  20  

1.4 Lourdes Márquez Morfín

En 1982, se realizó un estudio llamado: “Distribución de la estatura en colecciones

óseas Mayas prehispánicas” de Lourdes Márquez Morfín, el cual es una

recopilación de datos sobre la estatura de poblaciones mayas prehispánicas. Este

trabajo no nos presenta datos del área central del territorio, sin embargo, nos

proporciona información, para saber cómo se distribuye la estatura en el México

antiguo, de esta manera nos brinda un panorama más amplio de dicha

característica.

Los resultados y colecciones analizadas son las siguientes: Preclásico:

Dzibilchatún, Altar de sacrificios y Cochmen. Clásico: Jaina, Altar de sacrificios y

Palenque. Posclásico: Cenote sagrado, Playa del Carmen, Cancún y el Meco.

Lourdes Márquez (1982) concluye:

“En términos generales, las medias aritméticas de la estatura masculinas varían dependiendo del hueso a partir del cual fueron obtenidas (161.5 cm a 169 cm) en el Preclásico, la colección de Altar presenta las estaturas mayores en todas las unidades óseas, especialmente en el miembro inferior. En el Clásico, los valores medios de las series son semejantes con un rango de variación de 158.65 cm a 163.16 cm. En la colección de Jaina las estaturas obtenidas sobre los huesos del miembro superior son mayores, al igual que en las series de palenque y de Altar. Los promedios generales del Clásico muestran el mismo fenómeno. Para el Posclásico las tallas más altas se registraron en las series de cenote sagrado y en la de Cancún, especialmente en el húmero, cúbito y radio. Las medias de la estatura del periodo son similares entre sí: varían en un rango de 157.27 cm a 164cm en el miembro inferior y 160.85 cm a 164.3 cm. En el miembro superior. La serie contemporánea del cementerio de Mérida presenta un rango de variación ligera, con valores medios de 159 cm. Las estaturas medias femeninas en el periodo clásico varían de 148.29 cm a 165.66 cm. Comportándose la estatura en relación a la unidad ósea de manera similar a la serie masculina. En el Posclásico las estaturas mayores se registraron en la serie del cenote sagrado 144.25 cm a 156.25 en el humero, cubito y radio y de 145.25 cm a 153.50 cm el fémur tibia y peroné. Las medias generales del Posclásico dan valores semejantes pero ligeramente más altos en el miembro inferior. En las series contemporáneas las estaturas son: en la tibia 149.0 cm., en el peroné 150 cm., en el fémur 146 cm., y en el húmero 147 cm” (Márquez, 1982 257).

  21  

Los resultados arrojados por este estudio, muestran una tendencia al decremento

de la estatura, la cual se aprecia que fue disminuyendo en el transcurrir del tiempo

y se tienen estaturas mayores para el periodo Preclásico. Esto se observa

independientemente del miembro por el cual se obtuvo la estatura. Quedando de

la siguiente manera: Preclásico una media de estatura masculina de 166 cm a 162

cm; para el Clásico 160 cm a 159 cm; para el Posclásico de 161 cm a 158.5 cm y

para la serie actual de 158.0 cm a 159.5 cm. En la serie femenina los valores son:

148.29 cm a 156.66 cm en el Clásico; 144.25 a 156.25 cm en el Posclásico y

145.8 cm a 149 cm en la serie contemporánea.

1.5 Andrés del Ángel y Carlos Serrano

Por otra parte tenemos el estudio de Del Ángel y Serrano (1991), al analizar la

proporcionalidad corporal y adaptación en la población prehispánica de La Cuenca

de México discuten las posibles causas de la variabilidad de la estatura a

sabiendas que ésta tiene un fuerte componente genético, pero que además

también es moldeada por el ambiente. El estudio problematiza en tres sentidos

centrales, uno es el aumento secular de la estatura, el cual supone un aumento

generacional de la misma, de tal manera que los hijos son cada vez más altos que

los padres, las posibles causas de este fenómeno son atribuidas con frecuencia a

factores socioeconómicos, “el mejoramiento de los niveles de nutrición y la

supresión del trabajo infantil”. El último punto de problematización, es la tendencia

  22  

inversa en la población antigua de Mesoamérica. De esta manera los autores

mencionan que: “la causa del decremento de la talla detectado en la población mesoamericana

a través de su historia hasta antes de la llegada de los españoles no ha sido completamente

documentada y, menos aún, explicada, pero se han propuesto hipótesis que muy probablemente

podrían esclarecer la cuestión” (Del Ángel y Serrano, 1991: 58).

Las hipótesis propuestas son: la pérdida del poder alimenticio de la dieta con su

consecuente oleada de enfermedades nutricionales, el deterioro ambiental, los

problemas de subsistencia de los grupos agricultores y las rebeliones sociales.

Los resultados arrojados por este trabajo indican que la población del periodo

Preclásico en la Cuenca de México tenían piernas proporcionalmente más largas

con respecto a las de los periodos posteriores; no sucede así con los brazos que

conservan la misma amplitud, los autores agregan que debemos considerar: las

fluctuaciones climáticas (en las que destacan las manifestaciones del vulcanismo

durante el Preclásico), los cambios en la dinámica demográfica, el patrón de

asentamiento y el desarrollo social, sucesos que según Del Ángel y Serrano

(1991) debieron haber repercutido directamente en las condiciones de vida de los

grupos humanos asentados en esta región.

Para explicar este fenómeno, se dice que la población antigua de la Cuenca de

México se vio sometida a los cambios ambientales (tanto físicos como sociales)

entre estos cambios se encuentran: un declive importante en algunos géneros de

polen y el descenso del nivel del lago (Heine 1987), opina que el desarrollo cultural

en el Centro de México se vio más afectado por la erosión y sedimentación

  23  

causados por las actividades relacionadas con la agricultura, que por los

elementos del clima (ej. precipitación).

Aparte de los fenómenos ambientales y ecológicos se les suman las problemáticas

de desarrollo social tales como; una mayor jerarquización y estratificación, la

exclusión de un número cada vez mayor de gente dedicada a actividades no

productivas (sacerdotes, militares y artesanos) la distribución desigual de las

riquezas y agotamiento de recursos naturales.

Por lo tanto Del Ángel y Serrano (1991) a manera de hipótesis sugieren que estos

fenómenos debieron ser los posibles causantes de la disminución de los miembros

inferiores (piernas), que todas estas causas desfavorables para el desarrollo de un

organismo pudieron causar dicho fenómeno. Sin embargo, en este estudio deja de

lado la posibilidad de un remplazo poblacional, ya que los periodos históricos

analizados son sumamente prolongados, abarcando desde el Preclásico hasta el

Posclásico, estos periodos los podemos ubicar desde el 2500 a.C. hasta el año

1000 d.C, son periodos sumamente prolongados en los cuales debieron haberse

dado movimientos poblacionales y entrecruzamiento de diferentes grupos étnicos.

1.6 Vercellotti, G., et al.

En otro artículo más reciente titulado: “Explorando la multidimensionalidad de la

variación en la estatura en el pasado, a través de comparaciones de poblaciones

vivas y arqueológicas”, en donde se analizaron cinco muestras, dos

pertenecientes al contexto histórico de la Edad Media en Europa, Giecz, en

  24  

Polonia y Trino Vercellese en Italia. Las tres restantes (contemporáneas) del

continente americano que proceden del Río Amazonas Brasil, de las Guyanas

Británicas y de Cali Colombia.

La variación en la estatura adulta es comúnmente atribuida a diferentes niveles de

estrés durante el desarrollo. Sin embargo, debido a la mortalidad selectiva y

heterogénea fragilidad, una población de estatura alta puede ser un mayor

indicativo de una alta presión selectiva, que de condiciones favorables de vida.

Vercellotti examina la estatura en un contexto biocultural y muestra de forma

paralela a poblaciones bio-arqueológicas y vivas para explorar la

multidimensionalidad de variación de estatura en el pasado.

Este estudio investiga: 1) diferencias de estatura entre poblaciones arqueológicas

expuestas a menor o mayor estrés (inferido de los indicadores esqueléticos); 2)

similitudes en patrones de retardo del crecimiento entre las poblaciones

arqueológicas y los grupos vivos; y 3) el aporte de variación en el crecimiento

resultando a nivel regional, en las poblaciones arqueológicas y en las vivas.

Las estimaciones de estatura anatómica fueron examinadas en relación a los

indicadores esqueléticos de estrés (criba orbitalia, hiperostosis porótica, hipoplasia

lineal de esmalte) en dos poblaciones arqueológicas medievales.

La estatura y la información bio-cultural fueron recolectadas para las muestras

vivas del sur de América. Los resultados indican 1) diferencias significativas en la

estatura entre grupos expuestos a diferentes niveles de indicadores de estrés

esquelético; 2) gran prevalencia de atrofias entre las grupos vivos, con patrones

  25  

similares en los grupos arqueológicos y los grupos modernos, socialmente

estratificados; y 3) un grado de variación regional en el crecimiento, resultado

consistente con lo observado para rasgos altamente seleccionados.

La relación entre el estrés temprano y crecimiento es confundido con diversos

factores; incluyendo el crecimiento súbito, los límites culturales e inequidad social.

Las interpretaciones de las condiciones tempranas de vida basadas en la relación

entre estrés y estatura deben ser tomadas con precaución.

Los resultados de los indicadores de estrés esquelético sugirieron que individuos

de diferentes sitios, así como los de diferentes estatus socioeconómicos,

estuvieron sujetos a diferentes niveles de estrés. El total de los individuos de

Giecz, representaron al grupo mayoritariamente estresado, seguido por individuos

de menor condición socioeconómico de Trino Vercellese. Consistente con las

expectativas, el grupo de alto nivel socioeconómico exhibió las más bajas

frecuencias de indicadores de estrés esquelético.

El análisis de estatura en las dos poblaciones bio-arqueológicas revelaron una

mezcla de modelos: la alta estatura apareció asociada con ambos, mayor y menor

nivel de estrés.

Es claro que los individuos de Giecz mostraron los más altos promedios de

estatura (masculinos: 172.4 cm, femeninos 157.2 cm, y una alta prevalencia de

indicadores de estrés 90% de los adultos tuvieron hiperostosis porotica; 51%

tuvieron hipoplasia lineal de esmalte.

  26  

Individuos de Trino Vercellese (de ambos estatus socioeconómicos) mostraron por

completo la estatura más baja (masculinos: 167.3 cm, femeninos: 152.5 cm, y una

menor prevalencia de indicadores de estrés (sin presencia de hiperostosis porótica

y 50% de hipoplasia lineal de esmalte.

Este artículo representa un primer intento que cruza los límites entre el presente y

el pasado en la biología humana, por la comparación de la variación de la estatura

en las poblaciones arcaicas y vivas.

Las observaciones y emparejamientos en este estudio subrayan la

multidimensionalidad del retardo del crecimiento humano y advierten de la

uniformidad en las suposiciones acerca de las condiciones de vida, igualmente

para periodos similares de tiempo o áreas geográficas.

Entendiendo los factores eco-socio-bioculturales específicos que moldean a

poblaciones de un ambiente en especial, son esenciales para reconstruir

tentativamente condiciones de vida en el pasado. Desafortunadamente, la rica

información contextual no siempre es evaluable para las poblaciones

arqueológicas; en su ausencia no es posible llegar a conclusiones definitivas.

Para que sea significativo, se requiere de un entendimiento específico de las

condiciones ambientales experimentadas por una población, el examinar los

indicadores de estrés y dieta, los análisis de crecimiento y su retardo en ambos,

sobrevivientes y los no sobrevivientes, y la incorporación de información bio-

cultural, cuando sea posible.

  27  

Futuros estudios deben explorar el impacto de diferentes estresores (crónicos vs

agudo; desnutrición vs enfermedades infecciosas) en crecimiento humano para

desarrollar un modelo más comprensivo de variación biológica en respuesta a

condiciones ambientales específicas (Vercellotti et. al. 2014).

1.7 Conceptos clave

La Antropología Física tiene varios campos de estudio: Ontogenia, Osteología,

Antropología del comportamiento, Paleoantropología, Antropología forense,

Antropología del deporte, Antropología de la sexualidad, entre otras. Siempre con

el objetivo de estudiar la variabilidad humana (biológica y cultural), su

comportamiento y su adaptación al medio ambiente.

La Antropología en general, utiliza el método comparativo, en Antropología Física,

no es la excepción, sin embargo, en esta disciplina son múltiples los campos de

investigación, se estudian poblaciones vivas como poblaciones desaparecidas,

por tal motivo se pueden utilizar diversos marcos teóricos; todo depende del

campo de estudio en el cual se quiera indagar. “Son múltiples y especializados los

métodos que pueden utilizarse en las investigaciones y en cada caso dependen

del problema planteado, del fin perseguido y del material disponible” (Comas,

1976).

En la presente tesis se analizarón 11 poblaciones, una población se puede definir

como: la suma de todos los genes y combinaciones de genes que tiene lugar en

  28  

un grupo de organismos de la misma especie y que ocupan un espacio

determinado (Cela y Ayala, 2001).

Por su parte la genética de poblaciones se define como la cuantificación de la

variabilidad mediante la descripción de los cambios en la frecuencia alélica, a

través del tiempo, respecto a un carácter en particular y analiza las causas que

producen esos cambios, Aunque resulta imposible inspeccionar todas las

variantes génicas presentes en una población, se puede examinar una población a

través de la variación de fenotipos individuales (descripción de ciertos rasgos

morfológicos) o de sus genotipos (marcadores moleculares) (Eguiarte, 2009).

La Variación la podemos entender como proceso de mutación (Una mutación es

un cambio estable y heredable en el material genético. Las mutaciones alteran la

secuencia del ADN y por tanto introducen nuevas variantes). y recombinación que

da lugar a diferencias genéticas en muchas características entre los miembros de

una población o especie, esta variación es la base de la evolución, de los grandes

cambios en los organismos que ha trascendido en el tiempo y las diferencias que

se han desarrollado entre las especies (Futuyma, 2005).

Cabe mencionar que la mutación no es la única fuente de variación, otro de los

mecanismos evolutivos que aumentan la variabilidad se da a través de la

reproducción sexual.

Por otra parte, la deriva génica se produce porque todas las poblaciones naturales

son finitas, entre más pequeñas sean estas, más importante será la deriva génica.

Esto se debe a que al haber pocos individuos en ellas, se presentan los llamados

  29  

errores de muestreo: por puro azar, algunos individuos producen mayor número

de hijos que otros (sin que la selección natural tenga nada que ver en estas

diferencias en la fecundidad y supervivencia) entre más chico sea el tamaño de la

población, más importantes son estos errores de muestreo y con mayor rapidez

cambian las frecuencias alélicas.

La deriva génica tiene cuatro efectos: genera cambios al azar en las frecuencias

alélicas, incrementa la pérdida de variación genética, eventualmente conduce a

que se fije alguno de los alelos en la población (esto es se pierde el gen A o el a) y

las diferentes poblaciones que forman a la especie van divergiendo en sus

frecuencias alélicas diferenciándolas en el tiempo (Eguiarte, 2009).

En cuanto el flujo génico, este depende de dos aspectos: la tasa de migración que

llega a una población; y la frecuencia alélica de estos individuos migrantes, la

migración tiene efectos homogeneizadores entre distintas poblaciones, si

continúan mucho tiempo, eventualmente las dos poblaciones alcanzan idénticas

frecuencias alélicas.

El flujo génico puede tener dos aspectos opuestos en la adaptación: por un lado

es posible que aumente la variabilidad existente de una población, variación sobre

la cual puede actuar la selección natural y conducir a la adaptación. Por otro lado,

pueden migrar individuos con genes adaptados a otras condiciones y en

consecuencia, que disminuya la adecuación promedio (adaptación) de nuestra

población. Esto significa que pueda bajar la población de su pico adaptativo

(Eguiarte, 2009).

  30  

2. ÁREA GEOGRÁFICA, PERIODOS HISTÓRICOS Y CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS POBLACIONES

ESTUDIADAS

2.1 Cuenca de México

La Cuenca de México, unidad geomorfológica cerrada de origen volcánico, fue el

principal escenario del desarrollo de las sociedades prehispánicas en el altiplano

central de México. Varias capitales (Teotihuacán, Tula y Tenochtitlan) se

instalaron en esta región.

Después de la última fase de vulcanismo, la Cuenca de México había sido

rellenada con depósitos lacustres y aluviales: cantos rodados, gravas, arenas,

cenizas y arcillas lacustres, permitieron que la extensa planicie fuese ocupada por

cinco lagos someros (Manzanilla y Serra-Puche, 1987).

En la época prehispánica, en el área que ahora cubre la zona metropolitana de la

ciudad de México existía un sistema lacustre de tal potencial, que dio lugar a uno

de los desarrollos más importantes del área mesoamericana.

La cuenca, una zona a la que se solía llamar Valle de México, es de considerables

dimensiones; abarcaba alrededor de 7,000 Km², de los cuales cerca de 1,000

correspondían a lagos y pantanos. Tres de esos lagos, los de Xaltocan, Zumpango

  31  

y Texcoco, eran salados, mientras que los de Chalco y Xochimilco eran de agua

dulce.

En conjunto no sólo constituían una abundante fuente de alimentos y de materias

primas, sino que permitían una eficaz comunicación entre los numerosos poblados

que se situaban a sus orillas.

Esa riqueza natural atrajo desde épocas tempranas a grupos nómadas de

cazadores-recolectores, que a lo largo de miles de años evolucionaron hasta dar

lugar a ciudades, en cuyo desarrollo influyó, sin duda, la variada gama de recursos

que ofrecían no sólo los lagos, sino las planicies y las montañas que los rodeaban.

(Sanders et al 1979).

Además de los recursos que los lagos proporcionaban (aves migratorias, peces,

anfibios, reptiles, insectos, algas, tules, gramíneas, sal y la posibilidad de

comunicación rápida por agua) estaban otros que procedían de las planicies y las

montañas, y que incluían ríos y manantiales que, junto con la tierra, permitían el

cultivo del maíz, el frijol y otros cultígenos de la dieta mesoamericana; los

bosques, que proporcionaban madera de pino y encino, hongos, venado, conejo,

armadillo y otros animales y, por último, yacimientos y canteras de materias

primas para la producción artesanal y la construcción (basalto, andesita, obsidiana

y cal (Manzanilla y Serra-Puche, 1987).

  32  

2.2 Preclásico Temprano (2500-1200 a.C.)

El rasgo más sobresaliente de esa época es el comienzo de la domesticación de

algunas plantas, que resultaron esenciales para el desarrollo de las subsecuentes

etapas culturales. Entre las más importantes se encuentran el maíz, la calabaza, el

chile, el aguacate, el guaje, el zapote negro y el blanco, el amaranto, el frijol y el

algodón. Entre los animales domesticados se encuentran el perro, presente desde

el poblamiento del mismo continente, y más tarde el guajolote.

A partir del surgimiento de elementos culturales como la agricultura y la

sedentarización, los cambios serían más rápidos y significativos, sobre todo si

consideramos que el periodo anterior se prolongó por más de 30 000 años. Esos

procesos tuvieron lugar de manera simultánea en la Cuenca de México y en el

resto del área que más tarde formará Mesoamérica.

Después de un largo periodo de cambios graduales, en esta época cristalizaron

procesos como el de la sedentarización que, ligado a la domesticación de plantas

y a la agricultura permitieron que los grupos humanos pasaran de un sistema de

apropiación ―basado en la caza, la recolección y la pesca― a uno mixto, en el

que se incorpora la producción de alimentos.

Con este cambio en la producción de alimentos se dieron otros, como la

construcción de aldeas, el aumento sensible de la población, el establecimiento

claro de jerarquías sociales, la producción de cerámica, el incremento en la

fabricación de instrumentos de molienda para procesar los alimentos productos de

  33  

las cosechas, y el intercambio de materias primas como la piedra verde y la

obsidiana (García-Moll, 2007).

Los datos sobre recursos explotados durante las primeras fases del Preclásico

proceden de sitios como Zohapilco (Tlapacoya) y Loma Torremote (Cuauhtitlán).

En loma Torremote, de 2950 a 2250 a.C., tenemos evidencias de los campos de

cultivo a través de las malezas como Ambrosía, Argemone, Bidens, Solanum

rostratum (“papita”) y Amaranthus, además de la presencia esporádica del epazote

(Chenopodium). Se cultiva la alegría (Amaranthus leucocarpus), la chía (Salvia,

quizá por sus aceites) y el maíz (Zea mays) de raza Reventador Delgado.

A nivel de la recolección de plantas silvestres, tenemos también restos de

verdolaga (Portulaca), gramíneas y pastos (Eragrostis, Setaria), girasol

(Heliantus), nopal (Opuntia), agritos (Oxalis), además de la presencia esporádica

de tejocote (Crategus mexicana), chile (Capsicum annum), y arroz silvestre

(Zinaniopsis). Recolectaban también ahuautli (huevos de insectos), huevos de

aves, acociles, y pescaban en el lago de Xaltocan. La fauna obtenida por medio de

la caza consistía en armadillo, liebre y venado. Además criaban perros.

De 1200 a 1000 a.C., También en Tlapacoya, se observan algunos cambios:

domina un bosque mesófilo, pero los pinos comienzan a disminuir, mientras

aumentan los encinos y alisos. En las riberas de la isla abundan sauces y

ahuehuetes, además de una vegetación extensa de tules, chilillos, espadañas y

liliáceas.

  34  

Posteriormente se observa en Tlapacoya un proceso de deforestación y se ha

pensado que la reducción del bosque templado estuvo ligada a ciertos cambios

climáticos (sensible disminución de la precipitación pluvial y un aumento de

temperatura), aunque curiosamente en esta fase se presenta el mayor auge en la

producción de maíz. En la comunidad arbustiva aparecen leguminosas como el

huizache (Acacia) y el lago sufre una regresión, hecho correlacionado con la

disminución de anátidos migratorios.

Las aldeas, tipo de asentamiento característico de esta época, se distribuyen

primordialmente en la ribera del lago de entonces. Este gran lago sufrió un

paulatino ascenso, según datos procedentes de las excavaciones arqueológicas

de los sitios preclásicos de Zacatenco, Ticomán y el Arbolillo (Manzanilla y Serra-

Puche, 1987).

2.3 Preclásico Medio (1200-400 a.C.)

Para esta época ya se han consolidado, y son más evidentes, algunos elementos

que se denotaban como incipientes en el periodo anterior. En el Preclásico medio

se da un notable aumento de la población, la división del trabajo es más clara, las

aldeas son de mayor tamaño, y en ellas la jerarquización social es más compleja.

La agricultura se fortalece con la construcción de terrazas, presas y canales para

el control del agua, así como con el desarrollo de una adecuada irrigación para no

depender excesivamente de la lluvia (García-Moll, 2007).

  35  

Con el tiempo, durante el Preclásico Medio las poblaciones alcanzan una mayor

densidad demográfica, a la vez que se van poblando otros lugares de la cuenca;

habitándose ahora los sitios arqueológicos conocidos como Atoto, Xalóztoc,

Tetelpan, Copilco, Coatepec, etc., lo mismo que el Arbolillo, Zacatenco y Tlatilco

de la etapa anterior.

En esta época algunas aldeas se transforman en villas y se pasa a un tipo de

organización social regida por los magos o hechiceros; notándose también la

intrusión de un grupo olmeca arcaico que hace evolucionar a la cultura de la

Cuenca de México.

Por último, algunas villas de la etapa anterior se van concentrando en centros

cívico-religiosos poco planificados o semi-urbanos, entre ellos Tlapacoya,

Cuicuilco, cerro del Tepalcate, etc., mientras que otros continúan en su condición

de villa o aldea, como Zacatenco, Ticomán, Culhuacán, Lomas de Becerra,

Chimalhuacán, Contreras, El Tepalcate, Texcoco, Tepetlaóztoc, etc. (Piña Chán y

Noguera, 1959).

Entre los restos obtenidos por las exploraciones arqueológicas en la Cuenca de

México se encuentran maíz y huesos de los animales que se consumían con

mayor frecuencia: tortuga de charco, jicotes, varias especies no identificadas de

patos y gansos, guajolote, gallareta, grulla, liebre, conejo común, zacatuche, perro,

puma, venado cola blanca, berrendo y jabalí (García-Moll, 2007).

De 1000 a 400 a. C., la Cuenca de México sufre un aumento demográfico

considerable con la colonización de nuevos ecosistemas (como la zona de pie de

  36  

monte alto). En el Lago de Chalco, el sitio de Terremote-Tlatenco es ejemplo de

una sociedad especializada en la producción de cestería y cuerdas. En este sitio

contamos con la presencia de maíz, calabaza india (Cucurbita pepo), frijol ayocote

(Phaseolus coccineous), frijol negro (Phaseolus vulgaris), capulín (Prunus capulí),

alegría o huautli (Amaranthus), aguacate (Persea gratissima), nopal (opuntia),

epazote (Chenopodium), verdolaga (Portulaca), tomate (Physalis), chile

(Capsicum), y maguey (Agave). En la última parte de este lapso aparecen, en

tierra firme, las comunidades de pinos, encinos y alisos, y el paisaje está

dominado por plantas herbáceas y un estrato arbustivo, lo cual denota la aridez

relativa del ecosistema (Manzanilla y Serra-Puche 1987).

En esta región hay tres componentes culturales que se distinguen claramente

entre sí: el llamado complejo Zacatenco-Ticomán, de tradición local, definido por

George Vaillant; un componente olmeca u olmecoide, identificado por Miguel

Covarrubias, cuya procedencia se sitúa en la costa del Golfo, en la cuenca del río

Cuautla, en Morelos y en el actual estado de Guerrero, y, finalmente, un

componente asociado al Occidente de México, el cual se ha intentado relacionar

con las culturas formativas de la costa del océano Pacífico en Sudamérica.

Los grupos de la cuenca mantuvieron relaciones con los del Occidente de México,

la costa del Golfo, Oaxaca y la región de Querétaro, como se deduce de las

formas cerámicas y las figurillas. Asimismo, obtuvieron por medio del intercambio

con regiones distantes ciertos materiales de prestigio, como obsidiana, piedra

verde, pirita, cinabrio, conchas y caracoles. De su variado entorno obtenían el

sustento, tanto de la agricultura, de la caza y recolección. Es claro que fueron

  37  

sociedades tan sofisticadas como las del Preclásico Medio las que generaron las

bases para desarrollos más complejos en la Cuenca de México en épocas

posteriores (García-Moll, 2007).

2.3.1 Tlatilco.- (Preclásico Medio 1400 a.C. – 400 a.C.)

Al parecer, la fundación de Tlatilco se remonta a esta fase, aunque la mayoría de

los arqueólogos la sitúa entre 1400 y 1300 a.C., al inicio de la fase Nevada,

periodo en que la agricultura floreció en las orillas del antiguo lago de Chalco,

conocido también como periodo agrícola aldeano, que se complementa con la

enorme variedad de recursos lacustres.

Más tarde se introduce en Tlatilco un grupo de olmecas arcaicos, cuyas

características físicas resaltan la estatura baja, los cuerpos obesos, la cabeza

deformada, la mutilación dentaria, la boca con labios gruesos y los ojos oblicuos.

El análisis de Tolstoy (1989: 85-121) sobre el patrón funerario, el contenido de las

ofrendas, el sexo y edad de los individuos permiten establecer la presencia de un

grupo olmecoide, producto de la migración sucesiva de pobladores de la costa del

Golfo de México, que coincide con la época de auge demográfico.

Este autor resalta la posibilidad de que imperara una línea de sucesión materna en

este grupo y predominaran las relaciones exogámicas para buscar pareja,

reguladas por las alianzas de parentesco y del matrimonio. Tal información es

importante para delinear el perfil demográfico de esta población, pues proporciona

  38  

datos sobre el patrón de residencia, la organización social y, en parte, el patrón de

uniones y alianzas.

Las poblaciones prehispánicas eran asentamientos abiertos y como tales eran

receptoras de la población de sitios cercanos, como el caso de los grupos de

filiación olmecoide de la costa del Golfo. El estudio de Luis Vargas (1973) en que

se utilizó la técnica sobre la presencia de caracteres no métricos (o epigenéticos)

en los entierros de las cuatro temporadas puso de manifiesto la presencia de dos

grupos biológicamente distintos; más tarde Tolstoy (1989) lo constató

arqueológicamente al analizar el patrón funerario.

En esta aldea hubo un desarrollo local que en determinados momentos tuvo varios

contactos con otros grupos. De acuerdo con la evidencia arqueológica, su

desarrollo fue compartido con otros sitios de la Cuenca de México y de los estados

de Puebla, Morelos, Guerrero y el occidente de México.

Existe evidencia arqueológica que registra la manufactura de cestería diversa, que

probablemente intercambiaron con otros grupos de la cuenca. Durante las

excavaciones llevadas a cabo en Tlatilco, en la cuarta temporada, se encontraron

restos de un cajete con rastros de pintura en su interior, con un fondo “tejido con la

técnica que se reconoce con el nombre de enrollado y que es común entre los

indios hopi, washo, apache mezcalero, seri y otros grupos del norte de México.”

Los indicadores utilizados para evaluar el estado nutricional de la población

revelan una frecuencia baja de padecimientos de origen nutricional, como es el

caso de la espongio hiperostosis y la cribra orbitalia.

  39  

Por otro lado, la baja densidad demográfica de estas aldeas evitaba grandes

problemas infectocontagiosos y muchas de las enfermedades epidémicas

asociadas con el hacinamiento no estaban presentes (Hernández, 2006).

2.4 Preclásico Tardío (400 a.C. 200 d.C.)

Periodo cuya cronología usualmente se considera desde 400 a.C. hasta 200 d.C.

se caracteriza por la aparición en la Cuenca de México de los elementos básicos

de las urbes con poder regional. En este periodo, Cuicuilco surge como la primera

urbe de la cuenca, y se da su posterior destrucción por el volcán Xitle y el ascenso

de Teotihuacán, sitio en el que para finales de este periodo se construía la

Calzada de los Muertos y las pirámides del Sol y de la Luna (Pérez Campa, 2007).

En ciertos sitios, como los del sector de Cuauhtitlan, se observa una mayor

cantidad de carne de venado presente, como suplemento de la dieta, que en la

fase anterior. Se ha pensado que este patrón haya sido debido a la presencia de

inmigrantes procedentes de la región de Tula, en donde quizá la caza fuera una

actividad de mayor importancia.

La ocupación de la Cuenca de México durante el horizonte Preclásico tuvo un

proceso definido de colonización que conviene esbozar. Originalmente existía una

ocupación densa en el paso del Ajusco hacia Morelos. Posteriormente se observa

una paulatina expansión hacia el norte. Varios sitios se crean cerca de barrancos,

ríos, canteras y minas, sobre todo en la región de Texcoco. En otras porciones de

la Cuenca de México predomina la ubicación cerca de la ribera de los lagos.

  40  

Parsons (1971) ha destacado que las dos tendencias claras son una creciente

dependencia de la agricultura y una mayor especialización en la explotación de

recursos no-agrícolas. Hacia finales del Preclásico, hay muchos sitios pequeños al

borde de la cota del nivel que marca las riberas lacustres para tiempos de la

conquista, hecho por el cual se ha pensado en una regresión del lago (Manzanilla

y Serra-Puche, 1987).

2.4.1 Ticomán.- (Preclásico Tardío 400 a.C.-100 d.C.)

A principios del siglo XX, el periodo Preclásico era desconocido y la mayoría de la

cerámica y figurillas prehispánicas encontradas en el Altiplano central se

clasificaban en dos categorías culturales principales: la Azteca y la Teotihuacana.

Franz Boas, Director de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología de

México, recolectó materiales superficiales de los sitios de Culhuacán, El Arbolillo,

San Juanico, San Miguel Amantla, Ticomán y Zacatenco, y encontró tipos de

cerámica que no correspondían a ninguna de esas categorías. Boas llamó a estos

objetos “Tipo de los cerros”, por haber sido encontrados también en los sitios

declives inferiores de varias eminencias naturales del Valle de México.

Vaillant no empleó el término arcaico en sus publicaciones, sino que clasificó sus

artefactos en periodos Zacatenco temprano y medio, Zacatenco tardío-Ticomán

temprano, Ticomán medio y tardío. (Grove, 2000).

  41  

Ticomán es uno de los asentamientos del Formativo Tardío que fue excavado por

Vaillant, a orillas del Lago de Texcoco. Las excavaciones de las trincheras indican

los restos de una serie de paredes de adobe acompañadas de superposiciones de

pisos de barro y localización de algunos elementos como: hogares, entierros,

formaciones troncónicas, etcétera.

La cerámica y los materiales arqueológicos localizados por Vaillant (1930) en

Ticomán son una clara muestra de que se trata de un asentamiento donde gran

cantidad de actividades domésticas se llevaban a cabo (Serra Puche 1986).

En el curso de seis siglos contemplamos el ascenso y colapso de muchas

sociedades pequeñas, así como los desarrollos fundamentales que darían lugar

en el Clásico, a las civilizaciones, maya, zapoteca, cholulteca y teotihuacana. Al

principio de este periodo muchos de los centros eran de dimensiones modestas,

de entre 50 y 100 ha, con algunas plazas rodeadas de montículos (Clark y

Hansen, 2002). La estratigrafía de excavaciones realizadas en la Cuenca de

México ubica a Ticomán como un centro proto-urbano, alrededor del 400 a.C.-150

d.C. (Grove, 2000).

2.4.2 Cuicuilco.- (Preclásico Tardío 400 a.C.-200 d.C.)

Cuicuilco, descubierto hacia 1922, es uno de los sitios más importantes y menos

explorados del Preclásico, y actualmente experimenta un proceso de destrucción

por la mancha urbana de la ciudad de México, al igual que la mayoría de los

asentamientos del Preclásico en la cuenca, con lo que estamos perdiendo la

  42  

posibilidad de reevaluar la información existente y obtener nueva, que permita

completar nuestra visión de tan importante proceso (Pérez Campa, 2007).

Hasta hace algunos años, el centro arqueológico de Cuicuilco sólo contaba con

una construcción o basamento de planta circular; pero las investigaciones de la

Universidad de California, realizadas en 1955, han agregado una nueva estructura

y más datos sobre la antigüedad y vida de los pobladores de ese importante lugar.

Desde el punto de vista cultural, las construcciones de Cuicuilco revisten una

especial importancia, ya que la edificación de estos basamentos indica una

organización social desarrollada y una población bastante numerosa.

Estos grupos eran también agricultores que vivían fundamentalmente del maíz, el

cual era molido en metates de piedra, pero practicaban la caza, pesca y

recolección, o sea que tenían una economía mixta.

La sociedad estaba formada por una clase de dirigentes sacerdotales que llevaban

la administración pública y religiosa; así como canteros, albañiles, lapidarios,

alfareros, agricultores, comerciantes, etc. Este tipo de sociedad permitió que la

sencilla comunidad agrícola prosperara hacía el tipo de poblamiento semi-urbano,

el cual más tarde se transforma en una verdadera ciudad (Piña Chán y Noguera,

1959).

Es indudable que para el Preclásico Tardío, Cuicuilco había consolidado su

proceso de desarrollo, iniciado muy tempranamente, quizá desde 1200 a.C., a

juzgar por las fechas de radiocarbono obtenidas durante las exploraciones de la

Universidad de Berkley. Sin embargo, la mayoría de lo que conocemos del sitio

  43  

para este periodo procede de las excavaciones realizadas con motivo de las

Olimpiadas de 1968, al poniente de la avenida de los Insurgentes, en la sección

conocida como Cuicuilco B. Desafortunadamente hay muy pocos informes sobre

esos trabajos; los de la doctora Florencia Muller son la mejor fuente para conocer

el desarrollo tardío de ese asentamiento. La etapa tardía de Cuicuilco es indicio de

la consolidación del modelo que en adelante sería el dominante en el Altiplano

mexicano, con ciudades como Teotihuacán, Tula y Tenochtitlan (Pérez Campa,

2007).

2.5 Periodo Clásico (150-600/650 d.C.)

El patrón de asentamiento del horizonte Clásico es claramente distinto al del

horizonte anterior. La razón de este fenómeno es la aparición de un gran

conglomerado urbano en Teotihuacán, hecho que provocó la ruralización del resto

de la cuenca.

La súbita concentración demográfica en Teotihuacán quizá tenga como trasfondo

movimientos de población procedente del sur de la cuenca a raíz de la erupción

del Xitle, principalmente de Cuicuilco (Manzanilla y Serra-Puche, 1987).

Los inicios del Clásico mesoamericano suelen fijarse a partir de una serie de

acontecimientos históricos revolucionarios, entre los que destaca la diferenciación

campo/ciudad. Se trata de cambios radicales en los que estuvieron imbricados

procesos como el crecimiento demográfico, la concentración humana en grandes

asentamientos, la intensificación de la agricultura y el incremento de la

  44  

complejidad social. Como es sabido, estos procesos tuvieron como desenlace la

vida urbana, así como la consolidación del Estado.

En el caso particular de la Cuenca de México, dichos cambios son sumamente

notorios, pues es ahí donde surge y florece la gran Teotihuacán. De acuerdo con

Rene Millon, el asentamiento habría alcanzado los 125 000 habitantes en el

Clásico, convirtiéndose en la sexta ciudad más grande del mundo, después de

Constantinopla en Turquía, Changan y Loyang en China, Ctesiphon en Persia y

Alejandría en Egipto. Advirtamos, sin embargo, que George L. Cowgill ha

abogado en fechas recientes por la cifra más conservadora de 100 000 habitantes

para el clímax teotihuacano (López Luján, 2007).

La información más rica sobre la explotación de recursos proviene, como es de

esperarse, de Teotihuacán. En su trabajo sobre la información paleobotánica de la

ciudad de Teotihuacán, Mc Clung (1979) concluye que la dieta del horizonte

Clásico es muy consistente con la información de sitios del Preclásico como

Cuanalan.

Las especies que predominan son: maíz palomero toluqueño, cónico y el complejo

Nal Tel Chapalote; frijol (Phaseolus vulgaris y coccineus) ambos representados

escasamente quizá debido a que se consumían, calabaza (Cucurbita, pepo,

maxima y ficifolia), chile (Capsicum), alegría y bledo (Amaranthus leucocarpus y

Amaranthus hybridus) cultivados en cantidad abundante, verdolaga (Portulaca

oleracea), en gran cantidad, junto con huautzontle (Chenopodium nutalliae) y

epazote (Chenopodium ambrosiades).

  45  

A estos habría que añadir el tomate, el tejocote, el capulín y la tuna. En menor

cantidad también se menciona el aguacate, la ciruela (Spondias) que quizá fue

llevado a Teotihuacán desde tierra caliente y la papa (Solanum).

Por otra parte, tenemos varias especies aprovechadas por sus fibras: el maguey

(Agave), el amate (Ficus) y el algodón (Gossypium hirsutum) quizá aloctóno. Para

la construcción y combustible tenemos la presencia del enebro (Junipeurs), el

carrizo (Phragmites australis) y otras maderas, además del tule (Scirpus) para la

elaboración de petates.

Uno de los cambios observados con el paso del Preclásico al Clásico fue que el

venado cola blanca, que durante el final del primer horizonte proporcionaba hasta

un 95% de la carne (por ejemplo, en Tlachinolpan), disminuye ligeramente durante

el Clásico (80%), y se aprovecha una gama mayor de pequeños mamíferos, aves,

tortugas y peces (Manzanilla y Serra-Puche, 1987).

De la mitad sur de la cuenca provenían buena parte de las fuentes de proteína

animal (conejos, venados, ánades, pescados, batracios e insectos), fibras, madera

y vegetales silvestres. Por si fuera poco, en el extremo norte y noroeste se

hallaban ricos yacimientos de cal, pedernal y obsidiana verde (López Luján, L.

2007).

No debemos olvidar mencionar otro tipo de recursos que sirvió para la

construcción y la producción artesanal. Desde el Preclásico tenemos noticias de la

explotación de yacimientos de basalto, andesita y obsidiana. Esta última, para

tiempos teotihuacanos adquirió una relevancia muy especial ya que sirvió de

  46  

materia prima para la manufactura de todo el instrumental básico de dicha

sociedad, además de que fue transportado a grandes distancias por toda

Mesoamérica (Manzanilla y Serra-Puche, 1987).

2.5.1Teotihuacán.- (Clásico 250-600 d.C.)

Teotihuacán fue la ciudad mesoamericana por antonomasia. Su grandeza y

hegemonía se fincaron, sin embargo, siglos antes de que alcanzara el rango de

urbe. El valle de Teotihuacán tiene una extensión de 505 km², lo que significa

menos de 6.5% de la superficie total de la cuenca. Gracias a los estudios

realizados por René Millon, William T. Sanders y George L. Cowgill se conocen las

secuencias históricas de la urbe y de su entorno rural desde su gestación hasta su

ocaso (López Austin y López Luján, 1996).

La cuidad arqueológica de Teotihuacán (de 32km² en su máxima extensión) se

encuentra en el pequeño valle del mismo nombre, que a su vez forma parte de la

Cuenca de México.

Durante mucho tiempo, gran parte de lo que iba a ser la ciudad de Teotihuacán

estaba cubierta por un pantano, hasta que fue secado al fin del periodo Clásico

Temprano.

Las aguas del gran lago de la cuenca llegaban a las puertas de Teotihuacán y

proveían la ciudad de pescado, camarón, hueva de mosco (ahuautli), aves

  47  

acuáticas, y daban acceso acuático a otras partes de la cuenca. Ríos y riachuelos

corrían por el valle y los cerros estaban cubiertos por espesa vegetación.

Una variedad de animales de caza vivían en los bosques y nubes de pájaros

estaban al alcance de las hondas de los teotihuacanos. La bondad de la

naturaleza al dotar a Teotihuacán de tantos bienes, combinado con una atracción

religiosa desde los primeros tiempos, y con una intensa actividad manufacturera,

hizo del lugar lo que Millon llama el gran centro “mercado-templo-peregrinación”.

¿Quiénes eran los teotihuacanos? No podemos dar una contestación sencilla a

esta pregunta, ya que Teotihuacán fue una ciudad multiétnica y multilingüe.

Siendo Teotihuacán un centro de peregrinaciones y mercados, gentes de todos

tipos y lenguas iban y venían.

Un grupo nahua, o sea de lengua y tradición Yuto-azteca, pudo haber sido la

facción principal en Teotihuacán desde muy temprano. Sahagún dice (siglo XVI)

que los toltecas y aztecas regresaron al Valle de México al fin de su peregrinación,

a su tierra natal (Sanders, 1965) citando a Armillas, también habla del regreso de

los nahuas, quienes se habían ido de la cuenca en una época debido a

condiciones desfavorables de la ecología (Heyden, 1977).

Durante la fase (Tzacualli 150 d.C.) el verdadero urbanismo comenzó en

Teotihuacán. La pirámide del Sol se construyó encima de la cueva y el santuario

primitivo. Esta fue seguida por la pirámide de la Luna y la calzada de los muertos.

A finales de este periodo, se construyeron el llamado templo de Quetzalcóatl y la

Calzada este. Teotihuacán consistía en un centro de 20 km², tenía unos 30,000

  48  

habitantes y llegó a ser en este tiempo el centro más importante del Altiplano

Central (Millon, 1966).

La agricultura, y las técnicas derivadas de ella, es la consecuencia de todo un

proceso y hace posible el incremento demográfico (Bartra, 1975). Millon ve una

larga tradición religiosa en el Valle de Teotihuacán y cree que las peregrinaciones

al santuario también contribuían en gran parte a la construcción de los templos.

La expansión de la ciudad traía consigo un desarrollo en las artesanías, el

comercio y el sacerdocio, que dirigía el Estado naciente (Bartra, 1975). El aumento

de la ciudad de 6 km² a 20 km² se debía, probablemente, al mayor número de

habitantes y también a la necesidad de cultivar más terreno.

Mientras que el centro de la ciudad llegó a su máxima extensión geográfica (28

km²) en Miccaotli y después dejó de crecer, el aumento demográfico continuaba.

Esto nos lleva a pensar que como no alcanzaban ya las tierras agrícolas para

alimentar a la gran población –y como Teotihuacán se había convertido en el

centro más poderoso del altiplano- existía el sistema de tributo con los valles

circundantes (Heyden, 1977).

Para Miccaotli (150-250 d.C.) la primera fase del clásico, Teotihuacán puede

considerarse una verdadera ciudad. No creció en extensión, pero si en densidad y

complejidad. Se vivía entonces un momento de florecimiento y expansión

comercial.

En la siguiente fase Tlamimilolpa (250-400), aumentó la población teotihuacana.

Se construyó la plaza de la pirámide de la luna, el templo de los caracoles

  49  

emplumados y el gran conjunto, enfrente de la ciudadela (López Austin y López

Luján, 1996).

La máxima extensión de la ciudad en esta fase parece haber sido de 22 kilómetros

cuadrados, ligeramente menor que en la fase Miccaotli. Una extensión que tenía la

ciudad en el cuadrante suroeste durante la fase Miccaotli ya no siguió conectada

con la zona urbana en la fase Tlalmimilolpa.

Los datos de que disponemos sugieren que durante esta fase el crecimiento de la

población fue rápido y por primera vez llegó la ciudad a una situación de

apiñamiento. Para esta fase podemos sugerir una población de 65,000 habitantes

(Millon, 1966).

Durante la fase Tlalmimilolpa, Teotihuacán tomó su forma definitiva, como la

vemos hoy en día. Esta fase junto con el siguiente periodo ―Xolalpan (450-650

d.C.)― era la edad de oro de Teotihuacán, aunque Xolalpan fue más bien una

continuación de Tlalmimilolpa.

Es en la fase siguiente Xolalpan o Teotihuacán III y III A, que la ciudad llegó a su

población más densa y grande y también a su influencia más extensa. Pero la

extensión de la ciudad era un poco menor, abarcando una extensión de 20.5

kilómetros cuadrados.

La influencia de Teotihuacán se hizo con gran fuerza desde Jalisco hasta El

Salvador. Fue en este tiempo cuando Teotihuacán se convirtió en el centro más

poderoso de Mesoamérica, que floreció por dentro y también atraía mucha gente

  50  

de afuera, peregrinos, comerciantes y residentes permanentes, quienes vivían en

los barrios dedicados a diferentes grupos (Heyden, 1977).

Nuestros cálculos sobre la densidad de la población durante la fase Xolalpan (450

d.C.- 650 d.C.) fueron hechos a base de las zonas residenciales que existen en la

parte occidental. Calculamos que la densidad máxima en esta zona era de 8,000

habitantes por kilómetro cuadrado.

Llegamos a este cálculo contando los edificios en una extensión de 500 metros

cuadrados y después calculando el número de personas que pensamos vivieron

en esos conjuntos residenciales o semirresidenciales. (Millon, 1966).

La última fase del Clásico Teotihuacano fue Metepec (550-650 d.C.). La población

decreció en esta fase a 85 000 habitantes. Existen indicios de que el centro de la

ciudad fue incendiado y saqueado.

Se calcula que fueron por lo menos 147 edificios dañados por el fuego. A pesar de

que perdió entonces la hegemonía mesoamericana, sus dimensiones la situaban

aun como el centro más importante del Altiplano central. Conservará esta

preeminencia prácticamente durante dos siglos más (fases Oxtotícpac y Xometla,

post-650) (López Austin y López Luján, 1996).

Durante la fase Metepec o Teotihuacán IV nuestros datos sugieren una

disminución tanto en extensión como en población. La disminución que se ve en el

lado sur fue compensada en parte por una extensión en la porción oriental.

  51  

En total la extensión para esa época parece haber sido alrededor de 24 kilómetros

cuadrados, ligeramente menor que durante la fase Xolalpan. Además tenemos la

impresión de que la densidad de población era mucho menor en la fase Metepec

que en Xolalpan. Por eso nuestro cálculo para la fase Metepec nos da 70,000

habitantes (Millon, 1966).

A fines del siglo VII d.C. existían claros indicios de circunstancias transformadoras

en Teotihuacán (Millon, 1988). En la iconografía haya alusiones a un militarismo

creciente y sugerencias de que ciertas áreas públicas caían en el abandono.

Al mismo tiempo, en la parte central de la ciudad se construían algunos de los

complejos de viviendas privadas más grandes y elaboradas. Lo más dramático de

todo es que a principios de la primera mitad del siglo VIII muchos edificios públicos

a lo largo de la principal avenida norte-sur fueron incendiados a propósito e,

inmediatamente después, la ciudad perdió alrededor del 80% de su población. Aun

cuando continuó siendo un centro de cierta importancia, para 750 d.C.

Teotihuacán había iniciado su largo e irreversible descenso hacia la oscuridad.

La desintegración del Teotihuacán urbano y su sistema de asentamiento regional

parece haber ocurrido en dos estadios distintos: un periodo temprano (Epiclásico,

fase Coyotlatelco), cuando importantes contingentes emigraron aparentemente de

Teotihuacán y se establecieron en grandes asentamientos nucleados al este y al

sur, seguido de un periodo más tardío (Posclásico temprano, fase Mazapan)

(Parsons, 2011).

  52  

2.5.2 Coyoacán.- (Clásico 150-600/650 d.C.)

La cronología de un sitio está asociada a materiales de distinta índole como por

ejemplo: materiales cerámicos, materiales líticos y de carbón que se asocian

directamente con los entierros. Coyoacán es un sitio con poca información

arqueológica, sin embargo, se cuenta con la tesis de la profesora Bautista en la

cual nos informa que esta población se desarrolló en el periodo clásico.

“los resultados obtenidos indican una relación entre los tres tipos de fechamiento y

por lo tanto se puede concluir, que este tipo de sitio se sitúa dentro del periodo

cultural Clásico, fase Tlamimilolpa, entre 100 y 300 años (Bautista, 1986).

2.6 Periodo Epiclásico (650-900 d.C.)

Aplicado a la Cuenca de México, el Epiclásico es un término que, en sus orígenes

Jiménez Moreno, (1966), se refiere al paso de las sociedades teocráticas a

sociedades militaristas.

Alternativamente, el término se ha usado para caracterizar el periodo que transita

desde la llamada “caída” de Teotihuacán hasta la aparición de nuevos grandes

centros de población y nuevas formas complejas de organización social y política

en la Cuenca de México.

Sería un periodo de transición marcado por la aparición en esa región de

pequeñas comunidades, relativamente dispersas, y un flujo intenso de migrantes

desde ―pero también hacia― la Cuenca de México. El producto de esos

  53  

movimientos poblacionales fue, entre otras cosas, la proliferación de comunidades

multiétnicas y, también, de pugnas por la definición de los territorios que se iban

ocupando.

En la misma época y quizás como consecuencia de la desaparición del papel

hegemónico y monopólico que hasta entonces había ejercido Teotihuacán, sitios

periféricos como Xochicalco, Cacaxtla, Cantona y Teotenango experimentaron un

fuerte desarrollo, todos ellos con expresiones culturales propias. Como

culminación de este proceso surgió Tula, llamada a definir una tradición cultural

que daría lustre a futuras comunidades de la cuenca. Las fechas en que esto

ocurrió serían de 650 d.C.-900 d.C.

Para la Cuenca de México la información disponible confirma el esquema de

Rattray, (1996): los sitios Coyotlatelco son pequeños asentamientos a orillas de

los lagos o en las orillas de los cerros a su alrededor; se ubican a distancias de 5

Km entre sí, y en posiciones distintas de las de los poblados teotihuacanos

previos; tienen casas con pisos y muros estucados y ocasionalmente estructuras

porticadas que podían haber tenido una función ceremonial.

Con excepción de la producción de sal, que parece haberse concentrado en

Ecatepec, y quizás de la alfarería, no existe evidencia de este periodo que sugiera

una división del trabajo a nivel comunidad.

Desde este escenario se produjo un proceso de expansión y concentración

demográficas, al final del cual surgió una nueva propuesta cultural, nuevos centros

  54  

urbanos, y nuevas sociedades altamente estratificadas. Tula marcaría el inicio de

esta nueva era (Nalda, 2007).

2.6.1 Xochimilco (Epiclásico 650-900 d.C.)

A la caída de Teotihuacán las otras regiones de la Cuenca, como Xochimilco,

experimentan un proceso de crecimiento poblacional y se da un reacomodo en las

relaciones políticas y comerciales. En las orillas del lago de Xochimilco comienza –

de acuerdo con datos arqueológicos recuperados en San Gregorio, Xochimilco y

Tepepan– la construcción y utilización intensiva de chinampas.

900-1200 d.C. (Posclásico Temprano). Según las fuentes históricas, los

Xochimilcas fueron parte de las tribus nahuas que migraron al Centro de México

desde el norte, y eran guiados por un señor llamado Huetzalin, según algunas

fuentes, o por Quilaztli, según otras. Al llegar a la Cuenca de México, los

Xochimilcas se asentaron sucesivamente en Tlacotenco, Santa Ana y Milpa Alta,

para finalmente ocupar el Cerro Cuailama (Santa Cruz Acalpixca). A partir de esta

época y durante el resto del Posclásico se da la mayor expansión en el sistema de

chinampas en el lago de Xochimilco (Peralta, 2011).

2.7 Periodo Posclásico Temprano y Medio (900-1350 d.C.)

Los siglos transcurridos entre el Epiclásico –que siguió a la caída de Teotihuacán-

y el surgimiento del imperio mexica en Tenochtitlan, incluyen el desarrollo y

  55  

colapso en Tula, al norte de las fronteras noroccidentales de la Cuenca de México,

y la creciente importancia de la gran ciudad de Cholula, situada al sureste.

El declive de la ciudad de Teotihuacán y de su sistema regional, en la Cuenca de

México, durante el siglo VII d.C. parece haberse dado en dos etapas: 1) el

Epiclásico, cuando grandes grupos de población emigraron desde Teotihuacán y,

al parecer, se establecieron inicialmente en grandes establecimientos nucleares,

2) seguido por el Posclásico Temprano, marcado por una tendencia a lo rural y un

descenso de la población en centro y sur de la cuenca, mientras que en el norte

de la región se dio un aumento y concentración de la población.

Durante el Posclásico Medio hubo un aumento significativo de la población y una

mayor urbanización en el centro y sur de la cuenca, a la vez que en el norte se

concentraban grandes poblaciones, un patrón claramente opuesto al que se

presentó durante el Posclásico Temprano.

La mayor parte de los centros del Posclásico Medio –Huexotla, Coatlinchan,

Culhuacan, Ixtapalapa, Chalco, Xico, Xochimilco, Tacuba, Azcapotzalco,

Tenayuca y Xaltocan- se desarrollaron en las extensas márgenes de los lagos

poco profundos y pantanos.

En la Cuenca de México el Posclásico Temprano y Medio se caracterizan también

por una variedad cerámica sin precedentes. Los arqueólogos aún buscan

establecer una relación cronológica y cultural entre los grupos cerámicos, cuyos

tipos diagnósticos son el Azteca I Negro sobre Naranja y el Rojo sobre Bayo de

  56  

Mazapan/Tollan. El final del Posclásico Medio se caracteriza por la presencia en

toda la cuenca de cerámica Azteca II Negro sobre Naranja.

En el último cuarto de siglo los arqueólogos han coincidido en lo siguiente. 1) La

cerámica Rojo sobre Bayo, de la fase Mazapan, se presenta en toda la Cuenca de

México y se relaciona estrechamente con los materiales de la fase Tollan, de la

vecina Tula. Sus fechas probables abarcan de 900 a 1150 d.C.

2) La cerámica Azteca I Negro sobre Naranja se encuentra en grandes cantidades

solamente al sur de la cuenca y en Xaltocan, al norte; tipos cerámicos

estrechamente relacionados se distribuyen más hacia el sur, hacia Morelos, y al

este, hacia Cholula y el suroeste de Puebla. Esta cerámica parece ser, al menos

en parte, contemporánea de Mazapan-Tollan, con fechas probables de

aproximadamente 1 000 a 1 250 d.C.

En el sur de la cuenca la situación se complica (lo cual no ocurre en otras partes

de la región), ya que encontramos que sitios en que la cerámica Azteca I Negro

sobre Naranja y la Mazapan Rojo sobre Bayo coexisten en cantidades

significativas; aunque suelen estar separadas, la distancia entre ellas no es

mucha.

Los dos centros más grandes con Azteca I negro sobre Naranja -Chalco y

Culhuacan- presentan cantidades mínimas de cerámica Mazapan, mientras que

en los asentamientos más pequeños, distantes apenas unos kilómetros, se

encuentran cantidades significativas tanto de piezas relacionadas con el Mazapan

Rojo sobre Bayo como del Azteca I Negro sobre Naranja.

  57  

En Xico apenas a unos cuantos kilómetros de Chalco, se encuentran cercanas si

bien claramente separadas grandes concentraciones de cerámica Mazapan Rojo

sobre Bayo y Azteca I y II Negro sobre Naranja.

3) El tipo Azteca II Negro sobre Naranja se encuentra en toda la Cuenca de

México y en Tula, aproximadamente entre 1 200 y 1 350, después de lo cual fue

sustituida en todas partes por la Azteca III Negro sobre Naranja. La cerámica

Azteca II Negro sobre Naranja parece haberse desarrollado menos en la parte sur

de la cuenca y su ausencia, casi total en el norte, puede deberse al

despoblamiento de esa zona en el Posclásico Medio.

En el sur de la Cuenca de México se observa una relación espacial entre el rojo

Bayo Mazapan y el Azteca I Negro sobre Naranja, tanto en asentamientos urbanos

como rurales, lo cual no existe en ninguna otra parte de la cuenca. Si coexistieron

ambos complejos cerámicos en el sur, en esta región debió darse un tipo de

organización multi-política/multiétnica.

Durante el Posclásico Temprano, la isla de Xaltocan fue urbanizada y era

abundante la cerámica Azteca I Negro sobre Naranja, aunque estaba rodeada por

lugares donde predominaba el Rojo sobre Bayo Mazapan-Tollan. Esta situación

podría indicar que, tal y como ocurrió en el sur, en el norte de la cuenca durante el

Posclásico Temprano hubo una ocupación por múltiples grupos (Parsons, 2007).

  58  

2.7.1 Tula.- (Posclásico Temprano 900-1200 d.C.)

La inclusión de Tula en nuestro estudio, que comprende el contexto histórico en la

época prehispánica, durante sus tres periodos en la Cuenca de México está

justificada, ya que si bien, esta población no perteneció geográficamente a la

cuenca, si lo fue culturalmente, ya que existen evidencias arqueológicas e

históricas que así lo respaldan.

Tula fue, junto con Teotihuacán y Tenochtitlan, uno de los tres centros urbanos de

mayor importancia en el Altiplano Central durante la época prehispánica. Los

orígenes del Estado tolteca son diversos desde el punto de vista étnico y cultural.

El surgimiento de este centro está relacionado con procesos que se iniciaron

varios siglos antes, durante las ocupaciones de época teotihuacana y Coyotlatelco

en el área (Mastache y Cobean, 1985).

La influencia cultural de Tula se extendió sobre un área que sobrepasaba las

fronteras de su imperio. Tula fue el primer Estado –después de la caída de

Teotihuacán- que unificó extensas áreas de México y Centroamérica en un gran

sistema cultural, y muchos aspectos de la civilización nahua, que alcanzara su

máxima expresión con el imperio mexica, nacieron en el mundo tolteca.

Durante su apogeo, entre los siglos X y XII d.C., Tula era la gran metrópoli del

México antiguo, y su influencia abarcaba centenares de kilómetros. Es probable

que, en términos de su estructura política y económica, el imperio tolteca fuera el

antecedente directo del imperio mexica (Cobean, 1994).

  59  

Hacia el año 1050 de nuestra era, Tula era la gran capital del Altiplano Central de

Mesoamérica, una extensa ciudad que para entonces tendría casi 16 km². Se

tienen pocos datos sobre la extensión y estructura interna de los barrios, pero es

probable que gran parte de ellos estuvieran definidos con base en el trabajo

especializado que realizaban sus habitantes.

Quizá, como Tenochtitlan y otros centros urbanos del México antiguo, había

barrios habitados por extranjeros. Hay indicios de la existencia de un barrio de

huastecos y de pequeñas colonias de mayas y mixtecos, así como de grupos del

centro de Veracruz y de la costa del Pacífico de Chiapas y Guatemala.

La composición étnica de la ciudad fue, tal vez, muy compleja. Las fuentes

históricas hablan de los tolteca-chichimecas, originarios del norte de México, y de

los nonoalca, supuestos descendientes de los teotihuacanos, grupos que

hablaban, al parecer, náhuatl, aunque es posible que el otomí fuera también la

lengua de muchos de los habitantes de Tula; estudios lingüísticos e históricos

indican que esta área fue poblada por grupos otomianos desde varios siglos antes

de la conquista española.

La cuidad se extendía más allá del río Tula, de manera que este no constituyó un

límite para su crecimiento. Tula estaba ubicada en forma estratégica con respecto

al amplio valle aluvial que se extiende al oriente, que debió haber sido de especial

importancia económica para su potencial agrícola. Los cultivos principales eran el

maíz y el maguey, ambas plantas básicas para la economía y subsistencia de los

pueblos prehispánicos del Altiplano Central (Mastache, 1994).

  60  

El descenso de la población en el área después de la fase Tlalmimilolpa, que

culmina con el abandono de los sitios durante la fase Metepec (650-750) d.C.),

está directamente relacionado con el proceso de decadencia de Teotihuacán

como centro de poder político y económico, y es parte de un fenómeno

generalizado de cambios radicales en la distribución de la población y patrones de

asentamiento, así como de reorganización política y económica en la mayor parte

del Altiplano Central durante la decadencia y colapso de Estado teotihuacano.

El periodo ubicado entre 900 y 1150 d.C., marca la consolidación y expansión del

Estado Tolteca. Este proceso puede ser dividido en dos etapas que por el

momento no podemos ubicar cronológicamente con precisión, pero en términos

generales, consideramos que la primera abarca la Fase Corral y parte de la Fase

Tollan, tal vez hasta aproximadamente 1000 d.C., y la segunda, de esta fecha

aproximadamente 1200 d.C. (Mastache y Cobean, 1985).

Hasta la fecha se desconocen las causas que ocasionaron la decadencia y

colapso del Estado tolteca hacia fines del siglo XII d.C. Al parecer, se conjugaron

una serie de factores internos y externos de naturaleza diversa que provocaron

conflictos y conmociones sociales que el Estado no pudo resolver.

Para el siglo XIV, la región de Tula estaba sujeta a los tepanecas de Azcapotzalco:

había ya perdido su importancia como centro de poder, y quedaba incluida en las

provincias de Jilotepec, Atotonilco y Ajacuba; a la caída de Azcapotzalco, pasó a

ser dependiente de los mexica (Mastache, 1994).

  61  

Pero a diferencia de otros sitios, el área de asentamiento de los toltecas jamás se

deshabitó completamente por un largo periodo. Desde antes del inicio del

predominio de los mexicas, Tula y sus inmediaciones volvieron a poblarse con

rapidez, calculándose que para 1519 había en el área entre 30,000 y 40,000

habitantes (Noguez, 2001).

2.7.2 Culhuacán.- (Posclásico Medio 1150-1350 d.C.)

Al ocurrir la destrucción del “Imperio Tolteca” entre los años de 1152 y 1168, todos

los grupos humanos que conformaron este primer Estado político que conoce

nuestra historia prehispánica, se desplazaron hacia lugares del sur de su hábitat.

Una de las provincias de ese Estado, la occidental, estaba constituida por dos

grupos principales, los azteca y los colhua, habitantes de Aztlan y de

Teocolhuacan ―el antiguo Colhuacan― respectivamente.

Estos grupos al desplazarse hacia el sur, pronto llegaron frente a Tula en donde

tuvieron participación activa en la destrucción del Imperio. Una vez consumado

este hecho, los colhua continuaron su migración hacia el Valle de México, bajo la

dirección de Nauhyotzin y Cuahtexpetlatzin, hasta que llegaron a una península

que se abría paso entre las aguas de los Lagos Texcoco y Xochimilco. Allí se

establecieron, fundando el nuevo Colhuacan, al pie del Xuixachtecatitlan o Cerro

de la Estrella como se le denomina actualmente.

Algunos años más tarde, al ocupar los chichimecas la parte norte de la Cuenca de

México, bajo el mando de Xolotl, se lanzaron a la conquista de todos los pueblos

  62  

sedentarios de las riberas de los lagos que constituían la cuenca. Una guerra entre

chichimeca y colhua determinó que estos se constituyeran en tributarios de

aquellos.

Esto sucedía en el siglo XIII, y al finalizar el siglo los colhua habían vuelto a

recuperar su autonomía debido a los enlaces genealógicos de sus señores con los

señores chichimeca, sin embargo, volvieron a ser conquistados nuevamente en el

año 1366 por los mexica cuando éstos combatían como mercenarios a favor de

los señores de Azcapotzalco. Desde entonces ya no recobrarían la autonomía,

pues al fundarse la Triple Alianza entre los años de 1428 y 1433, Culhuacán

quedó sujeto de los tres pueblos miembros de dicho organismo. (Gorbea, 1959).

2.7.3 Azcapotzalco.- (Posclásico Medio 1124-1428)

Azcapotzalco durante los años de 1124 a 1428, es el centro del Tepanecapan, el

país de los tepanecas, que controla no sólo la región de Tacuba, sino la Cuenca

de México y extensos territorios del Estado de México, Hidalgo, Morelos y

Guerrero, siendo el lugar donde se estableció el tepanecatlahtohcayotl, el imperio

de los tepaneca.

González (2004) menciona que durante la etapa clásica (400-650 d.C.)

aparecieron centros urbanos en la región de Azcapotzalco con características

teotihuacanas. Estos, se caracterizaron por la presencia de tipos cerámicos

característicos y evidencias arquitectónicas como villas (estructuras rectangulares

  63  

con cuartos que miran a un patio cerrado y central, fogones centrales, pisos de

estuco o barro alisado, empleo de braseros, aplicaciones moldeadas, etc.).

Al ocurrir la caída de Teotihuacán, comienza un proceso social de reacomodo, que

duró aproximadamente del 650 al 850 d.C. en el que los centros urbanos de

Azcapotzalco decayeron, posiblemente por la emigración de sus habitantes.

Los asentamientos establecidos a lo largo de la primitiva ribera y de los antiguos

ríos de los Remedios y de Azcapotzalco, fueron abandonados estableciéndose

una pequeña población culturalmente diferente, que producía cerámica

Coyotlatelco y que posiblemente procedía del Valle de Toluca.

Esta nueva población con una tradición cultural diferente, inició la tarea de

repoblar la localidad y de iniciar trabajos de control hidráulico tendientes a

convertir una gran parte de la localidad pantanosa y ribereña, en terrenos aptos

para la agricultura y la habitación. De esta forma, surgió así una pequeña unidad

política independiente de filiación otomí o matlatzinca, que dominaría la ribera

noroeste del lago y las islas adyacentes.

Posiblemente es en esta época, cuando la política de distribución poblacional del

imperio tolteca, en plena fase Tollán (900-1100 d.C.), llegaron a Azcapotzalco,

grupos numerosos de inmigrantes de filiación otomiana que antecedieron a los

tepanecas.

González (2004) hace mención que entre la caída de la hegemonía tolteca y la

consolidación del señorío Tolteca-Chichimeca de Tenayocan, se registraron

numerosos reasentamientos, cambios poblacionales y varias migraciones étnicas.

  64  

Dentro de esta dinámica, los denominados toltecas-chichimecas de Xolotl se

establecieron en la Cuenca de México, fijando su capital en Tenayocan, e

incorporan a Azcapotzalco y muchos otros asentamientos a su gobierno. Es en

este momento cuando, según las fuentes llegaron los tepanecas a la Cuenca de

México.

Según estas fuentes (Anales de Tlatelolco, y la Obra de F. de Alva los tepanecas

eran inmigrantes que ya estaban inmersos en la alta cultura mesoamericana y que

buscando nuevas tierras, llegaron a la cuenca con sus propios señores y caudillos,

donde Acolhua según la mayoría de las fuentes, sería el líder principal.

Los tepanecas y sus dirigentes serían recibidos por Xolotl y sus señores como

sujetos, obligados a servir y tributar, otorgándoles a cambio el territorio de

Azcapotzalco para vivir y sellando su alianza con los tolteca-chichimeca, con el

matrimonio de la hija de Xolotl (Cuetlaxochitl) y el caudillo tepaneca Acolhua.

Estos dos actos, el otorgamiento de un territorio propio y la unión de linajes

nobles, originaron el surgimiento de una dinastía local de gobernantes, que a la

cabeza de su propia organización política-territorial, el Altepetl de Azcapotzalco,

iniciaron una continua expansión económica, política y militar, que poco a poco a

lo largo de 300 años, se convirtió en el poder hegemónico en la Cuenca de

México.

González (2004) comenta que surgió así, el Tepanecapan o Gran Señorío

Tepaneca, poder político que rivalizó y finalmente eclipsó a los señores de

Acolhuacán, herederos de los señores tolteca-chichimeca de Tenayuca. Ya para

  65  

fines del siglo XIV, Azcapotzalco era la principal fuerza político-militar de la

Cuenca de México y controlaba un extenso territorio.

Al parecer el señorío tepaneca no había desarrollado instituciones que permitieran

la transmisión pacífica del poder por lo que estalló una lucha dinástica entre sus

hijos, Tayatzín y Maxtlatzín, que fueron apoyados por distintas facciones

tepanecas y por varios señoríos aliados, interesados en el control del señorío de

Azcapotzalco, situación que ocasionó una guerra civil tepaneca. Tanto mexicas,

tlatelolcas, acolhuas, colhuas y otros grupos y señoríos tomaron partido.

En esta guerra de sucesión, que se inició al parecer en 1426 y que finalizó en

1427, intervinieron todos los gobernantes aliados y tributarios, ya que todos

estaban emparentados, como resultado de las alianzas matrimoniales de

Tezozomoc.

La guerra de tenochas y acolhuas contra Azcapotzalco se libró probablemente

entre 1427 y 1428. En esos años, se formó una alianza política y militar entre

tezcocanos, mexicanos y otros grupos contra Maxtla y el señorío de Azcapotzalco.

Con la toma y destrucción de Azcapotzalco, en 1428, la guerra contra los

tepanecas no terminó sino hasta cinco años después, en 1433, pues se siguió

combatiendo en las ciudades tepanecas de Coyoacán, Tacubaya y Churubusco,

lugares donde Maxtla siguió organizando la resistencia hasta que fue

definitivamente vencido y perseguido hasta Morelos y Guerrero (González, 2004).

  66  

2.8 Periodo Posclásico Tardío (1350-1519 d.C.)

Después del fin de Tula, la Cuenca de México pasa por un periodo de

fragmentación política: los asentamientos en la porción sur están ubicados en la

ribera del lago; el sector norte está desierto y en la región central observamos

cuatro grandes centros, Azcapotzalco, Tenayuca, Huexotla y Coatlinchan.

En cambio, durante tiempos mexicas toda la cuenca estaba densamente poblada.

La profusión de fuentes escritas que se refieren a este periodo nos ayuda a

comprender el grado de explotación de los recursos del área. Para el Lago de

Texcoco sabemos que se pescaba con redes pequeñas y cañas. Además se

cazaban aves migratorias con lanzas, lanzadardos y redes.

Se recolectaban huevecillos de hemípteros (axayácatl,) algas espirulinas

(tecuítlatl), ajolotes, tules, etcétera. Tenemos también evidencias de la explotación

extensiva de la sal en el Lago de Texcoco. Como indicador de esta actividad está

la cerámica de Texcoco con impresión textil, donde se calentaban las soluciones

salinas (Manzanilla y Serra-Puche, 1987).

2.8.1 Tlatelolco.- (Posclásico Tardío 1325-1521)

Los códices y crónicas nos relatan la llegada al Valle de México, en el siglo XIII, de

un grupo de emigrantes que decían provenir de un lugar mítico llamado Aztlán, “la

tierra blanca” o “tierra de las garzas”, ubicado en las regiones septentrionales del

país.

  67  

Desde su salida de Aztlán, tanto los tenochas como los tlatelolcas integraban un

solo grupo, lo cual no significa que vivieran en orden y concierto. Las envidias y

rivalidades estaban a la orden del día; este desacuerdo se hizo evidente cuando

Tenoch, después de fundar su ciudad capital en la fecha indígena “dos casa”,

correspondiente al año 1325 de nuestra era, acomodó a la población en el nuevo

territorio; el espacio se dividió en cuatro sectores o grandes barrios, tal como

podemos apreciarlo en la primera lámina del Códice Mendocino.

El sitio que correspondió a los tlatelolcas no les satisfizo, lo que provocó su

retirada a unos islotes situados al norte de Tenochtitlan, conocidos como Nonoalco

y Tlatelolco; ahí fundaron su propia urbe, según algunos autores, en el año1338

d.C.

Tlatelolco vino a ser la cuidad contigua de Tenochtitlan y su incómoda aliada. Los

habitantes de Tlatelolco, más interesados en el comercio que en la guerra, se

sirvieron quizá de los mexicas como mercenarios, con el fin de proteger sus rutas

comerciales. (Solís y Morales, 1990)

México-Tlatelolco y México Tenochtitlan fueron dos ciudades edificadas por el

mismo grupo mexica, cuya fundación cumplió los mismos cánones. Su población

se diseminó hacia las cuatro esquinas de su universo, mismo que no respetó su

traza original, debido al lago circundante, y cuando Tlatelolco alcanzó su momento

de mayor expansión poblacional, llegó a tener 19 barrios circundantes y varios

pueblos tributarios.

  68  

Es muy posible que las versiones de que había más de 300 000 habitantes en las

ciudades mexicas sean plausibles dada la población fluctuante proveniente de

todas las demás ciudades aposentadas en el entorno de los lagos, que asistía al

centro comercial de los mexicas y además de sus respectivos recintos sagrados.

(Guilliem, 2001).

A la llegada de los conquistadores españoles, Tlatelolco estaba gobernado por

Cuauhtémoc, el águila que desciende, el sol que se oculta, quien tendrá el destino

glorioso de ocupar por vez postrera el trono de Tenochtitlan. Este valeroso

guerrero se encarga de organizar la defensa de sus ciudades; pero el ataque

español, aunado al apoyo que reciben de los tlaxcaltecas colaboracionistas, la

nueva estrategia militar y las armas novedosas, rinden finalmente la resistencia

india. El 13 de Agosto de 1521, el día de San Hipólito, el “joven abuelo” es

capturado por Diego de Holguín; con su rendición termina el ciclo de la historia

indígena. (Solís y Morales, 1990).

2.8.2 Mexicas.- (Posclásico Tardío 1325-1521).

Los mexicas llegaron al Altiplano Central como una de las tribus guerreras

denominadas chichimecas. Por lo que se refiere a su lugar de procedencia, las

fuentes del siglo XVI coinciden en que los grupos mencionados en la mítica

peregrinación salieron de un lugar común denominado Aztlán, el cual se localiza,

según Kirchhoff (1961) en la parte suroccidental del Bajío, y que de este punto

  69  

partieron los diversos pueblos que se mencionan en la “Tira de la Peregrinación”

(1831), siendo el grupo mexica el último en llegar a la Cuenca de México.

Así los mexicas se presentan en las fuentes como un grupo cultural bastante

contradictorio y difícil de definir. Sin embargo, se piensa que aun que no es posible

delimitar todos y cada uno de los rasgos culturales de este grupo en el transcurso

de su peregrinación, tampoco se puede aceptar al pie de la letra lo que dicen

algunas fuentes, en el sentido de que un pueblo nómada haya adquirido en un

lapso relativamente corto, los conocimientos suficientes para fundar Tenochtitlan,

tener un sistema intensivo de cultivo y una compleja religión.

Se sabe que, por el contrario, en sus comienzos los mexicas fueron nómadas y

que posteriormente se aculturaron al entrar en contacto con otros grupos, de tal

manera que después de establecerse en la cuenca de México, pasaron muchos

años antes de contar con un acervo cultural avanzado.

No se debe olvidar que antes de la llegada de los mexicas a lo que hoy es la

Ciudad de México, hacia el siglo XII, varios grupos toltecas ya se habían asentado

en la mitad sur de la Cuenca de México, en Culhuacan y Xico. Estos pueblos

difundieron su cultura a otros, tanto a los que habían llegado antes que ellos como

a los que llegaron después.

Entre estos últimos estaban los chichimecas de Xólotl, que se establecieron en

Tenayuca; los acolhuas, que fundaron Coatlinchan; los otomíes, que se asentaron

en Xaltocan, y los tepanecas, que ocuparon la antigua ciudad de Azcapotzalco,

originalmente fundada por refugiados procedentes de Teotihuacán. Según Michael

  70  

Coe (1962), todos estos grupos, a excepción de los otomíes, eran hablantes de

náhuatl.

Finalmente, después de su larga peregrinación, los mexicas se asentaron en la

cuenca de México, y hacia 1325 fundaron Tenochtitlan. Desde un principio los

mexicas se caracterizaron por ser un grupo eminentemente guerrero, pero fue

durante el gobierno de Itzcóatl en 1427-1440, cuando tuvo lugar una serie de

importantes sucesos sociopolíticos que marcaron la hegemonía de este grupo

sobre los otros de la cuenca de México.

Así, los tlatelolcas trataron de dominar a los tenochcas, intento que fracasó; pero

también en esta época los tenochcas obtuvieron su triunfo sobre los tepanecas y

se liberaron del señorío de Azcapotzalco, dando lugar a la formación de una liga

político-militar denominada la “Triple Alianza” entre Tlacopan, Tenochtitlan y

Texcoco.

A consecuencia de esta alianza se inició la conquista y expansión territorial de los

mexicas, que abarcó en lo político y en lo económico un vasto territorio fuera de la

cuenca de México.

Para el año de 1517 se tuvieron noticias de la llegada de las primeras

exploraciones españolas a las costas de Yucatán y cinco años más tarde, en

1521, los conquistadores tomaron prisionero a Cuauhtémoc, destruyeron la

Ciudad de México-Tenochtitlan y posteriormente Tlatelolco; con este

acontecimiento llegó a su fin la política expansionista de los mexicas (Salas,

1982).

  71  

Hacia 1519, la capital del Estado mexica cubría una superficie urbana de 12 a 15

km², con una población aproximada de 235,000 habitantes siendo, en su tiempo,

la ciudad más poblada de América y una de las más grandes del mundo.

Los mexicas, a la cabeza de a triple alianza (Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba),

lograron extender sus dominios sobre un territorio de aproximadamente 200,000

km², teniendo bajo su control 38 provincias con cerca de 5 o 6 millones de

habitantes.

Así pues, Tenochtitlan fue una de las ciudades- Estado más poderosas de su

tiempo, hasta el momento de su destrucción a manos de un gran ejército

comandado por Hernán Cortés (más de 900 españoles, 86 caballos, 15 cañones,

15 bergantines y miles de aliados indígenas), el cual conquistó la ciudad y capturó

a Cuauhtémoc, su ultimo gobernante, el 13 de Agosto de 1521 tras 75 días de

sitio. (Olmedo, 1993).

  72  

3. DESCRIPCIÓN DE LAS TÉCNICAS, MÉTODOS Y

OBTENCIÓN DE RESULTADOS

3.1 Técnica métrica

Como parte de la metodología utilizada, inicialmente se llevó a cabo un

entrenamiento para el control del error técnico de medida. Para ello, se realizaron

mediciones en los huesos de veinte individuos, pertenecientes a la Colección

Ósea del Laboratorio de Antropología Física, Departamento de Anatomía de la

Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México. Como se ha

mencionado, el objetivo de dichas mediciones fue reducir el margen de error en

las mediciones realizadas por un mismo observador y que las observaciones

métricas realizadas por los dos osteometristas no presentaran discordancias.

Para evaluar el error de medida entre observadores y en mediadas repetidas

realizadas por un mismo observador, se realizaron las siguientes pruebas

estadísticas: prueba t-student para muestras relacionadas, análisis de normalidad

de la varianza (ANOVA) y análisis de correlación lineal. La primera prueba permite

la comparación de medias entre observadores, mientras el ANOVA fue tomado en

cuenta como una generalización de la prueba T para más de dos muestras

  73  

independientes y que a su vez permite observar la homogeneidad de la varianza

entre las muestras. La última prueba estadística fue utilizada con la intención de

evaluar la exactitud en la repetición de las medidas. Los resultados del análisis de

error de medida se resumen en el Apéndice A.

Después de haber aplicado las pruebas estadísticas mencionadas fue posible

concluir, que no se observaron diferencias significativas en la repetición de

medidas entre observadores y tampoco en las repeticiones realizadas por un

mismo observador (Apéndice A).

Una vez realizada la estandarización de medidas, se procedió al análisis métrico

de los esqueletos que proceden de sitios arqueológicos de la Cuenca de México y

que se encuentran albergados en la Dirección de Antropología Física del Instituto

Nacional de Antropología e Historia.

De los esqueletos seleccionados que estaban en condiciones de ser medidos, se

utilizaron todos los huesos largos, cuando la osamenta estaba completa, los

huesos medidos fueron: húmero, radio, ulna, fémur, tibia y fíbula, se midieron tanto

los de lado izquierdo como los del derecho. En general las mediciones de los

huesos largos fueron realizadas siguiendo las recomendaciones de Buikstra y

Ubelaker (1994). No obstante, cuando los huesos se encontraban rotos, pero con

la presencia del 75 % y por lo menos con una de las epífisis completas, las

mediciones se realizaron a mitad de la diáfisis como lo recomiendan Stelee y

McKern (1969) (Apéndice B Figuras 4 a 9). En todos los casos, las mediciones

  74  

fueron realizadas utilizando la tabla osteométrica de Paleotech-Instruments©

(www.paleo-tech.com).

3.2 Método para la realización del análisis esquelético

En la presente investigación sólo fueron analizados individuos maduros (a partir de

18 años). Para lo cual se tomó en consideración el cierre completo de las epífisis

de los huesos largos (McKern y Stewart, 1957). En general, todos los individuos

fueron considerados como adultos, sin asignar grupo de edad al que pertenecen.

Además se tomó en cuenta que los huesos no tuvieran ninguna fractura o

deformidad que implicara o alterara el tamaño del hueso.

3.3 Método para la estimación de sexo

Tomando en cuenta el dimorfismo sexual, una de las variables que en nuestro

estudio resulta de suma importancia es el sexo al que pertenece cada uno de los

individuos estudiados. Debido al estado de conservación (fragmentario) general en

el cual se encuentran gran parte de los esqueletos que han sido analizados en

esta investigación, decidimos utilizar las propuestas metodológicas de Phenice

(1969), Bruzek (2001) y Walker (2005) debido a que permiten el diagnóstico del

sexo correctamente en porcentajes entre 80% y 96%; pudiendo ser aplicados a

huesos mezclados y/o en estado fragmentario de conservación.

  75  

Adicionalmente recurrimos a una estrategia matemática para la estimación sexual

de los ejemplares que no contaran con los huesos de la pelvis o el cráneo; la cual,

se describe a continuación.

3.4 Análisis discriminante (LDA)

Para asignar el sexo en los casos indeterminables, se utilizó el Análisis

Discriminante Lineal (LDA por sus siglas en inglés). El LDA es un procedimiento

que permite calcular el vector de máxima separación o discriminación entre grupos

y que es función lineal de las variables originales. En este caso, dicho análisis fue

realizado a partir de las mediciones originales de las longitudes de cada hueso

(húmero, ulna, radio, fémur, tibia y fíbula).

De acuerdo a los datos de asignación sexual mediante el análisis visual (Phenice,

1969; Bruzek 2001; Walker, 2005), en la muestra general, pudimos observar que

las probabilidades previas o a priori del sexo masculino son cercanas al 55.3%

mientras que para el sexo femenino son de 44.7%. No obstante en el análisis

discriminante, los grupos fueron incluidos con igualdad de probabilidad de

pertenecer al sexo masculino o femenino. De esta manera, las probabilidades

previas, solo son tomadas en cuenta como un valor que permite contrastar los

resultados de la clasificación posterior al LDA.

En el resultado del análisis discriminante fue posible observar que en general se

obtuvo un valor de 73.8% de clasificación correcta (70.9% en el sexo femenino y

en el masculino 76.1%). Por lo cual, se puede considerar que corresponde a un

  76  

porcentaje aceptable tomando en cuenta que en investigaciones previas se han

reportado promedios de clasificación correcta entre 65% y 80% en huesos del

esqueleto postcraneal (Pimienta, 2000; Escorcia, 2008).

Adicionalmente, hemos podido evaluar que del total de los 112 casos de los

cuales el análisis visual no permitió estimar el sexo 40% fueron clasificados como

femeninos mientras que el porcentaje restante (60%) se clasificaron como del

sexo masculino. Es posible apreciar, que estos porcentajes corresponde

aproximadamente a las probabilidades previas de pertenecer al grupo. Lo anterior

nos permite considerar que el LDA arrojó resultados que no afectan a la

distribución inicial en la composición de la muestra por sexos (Apéndice C).

Por último, es importante mencionar que de acuerdo a las probabilidades

posteriores de pertenencia al grupo una frecuencia considerable de casos se

apilan por encima del 80% de probabilidad de estimación correcta, aunque en el

sexo masculino existe un número elevado de casos con probabilidades de ser

intermedios (Apéndice C).

3.5 Método para la estimación de estatura

Diversas ecuaciones de regresión lineal han sido propuestas para población

mexicana (Trotter y Gleser, 1952 y 1958; Genovés 1967 y Del Angel y Cisneros,

2004) Por ello, en este trabajo siguiendo las recomendaciones de Menéndez y

colaboradores (2011) se utilizó la propuesta por Genovés (1967) para grupos

  77  

mesoamericanos bajo la consideración de lograr estimaciones con suficiente

confiabilidad.

Para la estimación de la estatura, siempre que fuera posible se utilizó el fémur

izquierdo, no obstante, cuando éste se encontró ausente fue utilizado el fémur

derecho como valor aproximado. En los esqueletos, en donde hicieran falta los

fémures de ambos lados, se recurrió a la tibia o los huesos del miembro superior,

respectivamente de acuerdo a su importancia (Genovés, 1967).

3.6 Análisis estadístico

Con la base de datos obtenida; se les dio un tratamiento de estadística descriptiva

que consiste en obtener el mínimo, el máximo, la media, el rango y la desviación

estándar de cada una de las poblaciones divididos por sexo.

También se llevó a cabo estadística inferencial, en un primer momento se realizó

la prueba de normalidad Shapiro-Willk con el propósito de conocer la distribución

de la función de probabilidad de los datos y poder realizar las estadísticas

inferenciales (Apéndice D).

Posteriormente se realizó el análisis de normalidad de la varianza (ANOVA), el

cual permitió comparar las medias poblacionales y dar cuenta si alguna de esas

es diferente. Posterior al ANOVA, se realizó la prueba Tukey que puede

considerarse complementaria y la cual permite evaluar mayores detalles al

contrastar las múltiples medias.

  78  

3.7 Modelo de Relethford-Blangero

Finalmente el análisis Relethford-Blangero (Relethford, 1994; Relethford y

Blangero 1990) ha permitido evaluar la cantidad de variabilidad de la estatura que

existe al interior de los grupos y que no es debida a las diferencias que existen

entre los grupos. De esta manera el estimador Fst puede ser considerado como un

valor que predice los valores observados respecto a la variabilidad esperada en un

ordenamiento aleatorio. Bajo la teoría de la genética cuantitativa, ello puede ser

tomado en cuenta como equivalente al principio de Hardy-Weinberg.

3.8 Obtención de Resultados

Para la realización de esta investigación, se analizaron 532 esqueletos (43.7%

femeninos y 56.3% masculinos) pertenecientes a la Osteoteca de la Dirección de

Antropología física, del Museo Nacional de Antropología e Historia. Se analizaron

11 colecciones (Tlatilco, Ticomán, Cuicuilco, Teotihuacán, Coyoacán, Tula,

Xochimilco, Culhuacán, Azcapotzalco, Tlatelolco y Mexicas) pertenecientes a

diferentes periodos históricos (Preclásico, Clásico y Posclásico).

Luego de analizar la distribución de los datos mediante la prueba Shapiro-Willks,

se observó que para cada sexo y en todas las poblaciones los datos muestran

distribución normal (p>0.05). Adicionalmente, a través de las gráficas Q-Q sin

tendencias, ha sido posible verificar que aunque en algunas poblaciones el

  79  

tamaño muestral es muy reducido la distribución normal se ha mantenido debido a

que presentan valores observados entre -1 y 1 desviaciones del valor normal

esperado (Apéndice E).

            FEMENINO            

               

N

Media D.S Mediana Mínimo Máximo TCO   56       156.37   4.99   156.22   146   171  TIC   3     152.48   1.90   152.18   151   155  CUI   22     152.20   4.71   153.47   141   160  TEO   13     150.42   6.93   148.65   141   166  COY   10     150.25   3.91   150.88   145   156  TUL   8     151.10   3.69   149.52   147   158  XOCH   7     149.98   5.78   152.69   141   156  CUL   11     150.80   4.57   149.98   145   159  AZC   52     152.86   5.01   153.28   143   168  TLAT   46     151.29   5.19   151.92   140   164  STC   5       148.18   2.29   148.37   145   151  

Tabla 2. Composición de la muestra de análisis sexo femenino. TCO=Tlatilco, TIC=Ticomán, CUI=Cuicuilco, TEO=Teotihuacán, COY=Coyoacán, TUL=Tula, XOCH=Xochimilco, CUL=Culhuacán, AZC=Azcapotzalco, TLAT=Tlatelolco, STC= Tenochtitlán.

Se puede observar que la estatura en el horizonte cultural Preclásico nos arroja

las estaturas más elevadas, Tlatilco es la población más alta, seguida por

Cuicuilco y por último Ticomán.

El Clásico presenta un decremento de la estatura (Teotihuacán y Coyoacán) la

media de Coyoacán es de 150.25cm, Teotihuacán tiene una media similar que es

de 150.42cm.

  80  

MASCULINO N Media D.S. Mediana Mínimo Máximo TCO 75

163.48 5.90 162.68 146 176

TIC 6

163.97 4.75 164.46 157 170 CUI 16

164.10 4.56 163.32 156 174

TEO 24

162.87 4.48 163.31 150 173 COY 18

162.61 4.49 163.22 153 170

TUL 8

158.05 4.77 158.13 151 165 XOCH 7

161.03 4.49 161.98 155 167

CUL 16

163.29 5.60 163.16 154 175 AZC 50

160.14 4.44 160.47 149 170

TLAT 64

160.58 4.29 160.79 151 174 STC 15 160.25 5.26 161.07 149 167

Tabla 3. Composición de la muestra de análisis sexo masculino. TCO=Tlatilco, TIC=Ticomán, CUI=Cuicuilco, TEO=Teotihuacán, COY=Coyoacán, TUL=Tula, XOCH=Xochimilco, CUL=Culhuacán, AZC=Azcapotzalco, TLAT=Tlatelolco, STC=Tenochtitlán.

En cuanto a las poblaciones del Posclásico se observa que la estatura decrece

aún más, sin embargo, esta tendencia no es muy clara en todas las poblaciones.

Solo se presenta de manera “clara” en las poblaciones de Xochimilco y S.T.C

(Mexicas). Las medias de estas dos poblaciones se encuentran por debajo del

150cm. Las demás poblaciones se mantienen con una media de 150cm, es

posible notar que en el sexo femenino no existe una tendencia clara sobre la

disminución de la estatura entre horizonte histórico-cultural, con excepción de las

mujeres del Preclásico que presentan las estaturas más elevadas, las mujeres del

Clásico y Posclásico parecen haber mantenido una estatura similar.

  81  

140

145

150

155

160

165

170

TCO TIC CUI TEO COY TUL XOCH CUL AZC TLAT STC

FEM MAS

Figura 1. Valores promedio de la estatura para el sexo femenino y masculino de las diferentes poblaciones de la Cuenca de México. Las barras verticales representan los periodos culturales blanco=preclásico, azul oscuro=clásico y azul claro=Posclásico. Es posible apreciar una disminución de la talla en relación al tiempo en ambos sexos. TCO=Tlatilco, TIC=Ticomán, CUI=Cuicuilco, TEO=Teotihuacán, COY=Coyoacán, TUL=Tula, XOCH=Xochimilco, CUL=Culhuacán, AZC=Azcapotzalco, TLAT=Tlatelolco, STC= Tenochtitlán.

La estatura de las poblaciones del Preclásico son las estaturas más elevadas,

Cuicuilco nos arroja la mayor estatura para este periodo, sin embargo, solo difiere

de Tlatilco y Ticomán por un centímetro.

En el periodo Clásico se presenta una disminución de la estatura de un

centímetro, la población de Coyoacán nos da una media de 162.61 cm por su

parte Teotihuacán tiene una media similar de 162.61 cm.

  82  

Suma de cuadrados gl Media F Sig.

Femenino Inter-grupos 1196.07 10 119.61 4.759 0.000 Intra-grupos 5579.31 222 25.13 Total 6775.38 232

Masculino Inter-grupos 782.66 10 78.27 3.187 0.001 Intra-grupos 7072.81 288 24.56 Total 7855.47 298

Tabla 4. Análisis de Normalidad de la Varianza (ANOVA). Se presentan los resultados para ambos sexos. Es posible asegurar que al menos una de las medias de la estatura entre las poblaciones es diferente de manera significativa (p<0.05) tanto en el sexo masculino como en el femenino. Grados de libertad = gl, F = estadístico de prueba de Fisher, Sig. = valor de significancia.

El Posclásico no presenta la mayor estatura, esto se puede deber a que tenemos

un mayor número, tanto de poblaciones como de individuos, no obstante, estos

resultados pueden ir corroborando lo que se ha dicho por diversos antropólogos,

esto es, que la estatura de las poblaciones prehispánicas, experimentan un

decremento en la estatura con el pasar de los siglos, una tendencia secular

negativa (Figura 1).

  83  

N N

1 2 3 1 2 3

STC 5 148.18 TUL 8 158.0512

XOCH 7 149.98 AZC 50 160.1421

COY 10 150.25 STC 15 160.2494

TEO 13 150.42 TLAT 64 160.579

CUL 11 150.80 XOCH 7 161.0334

TUL 8 151.10 COY 18 162.6091

TLAT 46 151.29 TEO 24 162.8735

CUI 22 152.20 CUL 16 163.2866

TIC 3 152.48 TCO 75 163.477

AZC 52 152.86 TIC 6 163.9652

TCO 56 156.37 CUI 16 164.1009

Masculino

Subconjunto para alfa = 0.95

Femenino

Subconjunto para alfa = 0.95

Tabla 5. Prueba Tukey para la evaluación de la diferencia entre medias. Se presentan los resultados para ambos sexos. Como es posible ver en el sexo femenino se han formado tres subconjuntos que sugieren existen diferencias significativas (p<0.05) entre las poblaciones más tempranas y tardías. Mientras que en el sexo masculino los conjuntos también demuestran una diferenciación donde las poblaciones más tempranas muestran mayores valores de estatura, los subconjuntos varían y las diferencias las proporcionan Tula (TUL) en el subconjunto 1, Azcapotzalco (AZC), Tenochtitlan (STC), Tlatelolco (TLAT) y Xochimilco (XOCH) en el subconjunto 2 y en el tercer aglomerado se aglomeran Coyoacán (COY) Teotihuacán (TEO) Culhuacán (CUL) Tlatilco (TCO) Ticomán (TIC) CUICUILCO (CUI).

Uno de los objetivos principales del análisis estadístico en estudios morfométricos

actuales es obtener matrices de distancia y parámetros poblacionales que

permitan identificar la variabilidad intra e interpoblacional. Un enfoque vigente y

de suma utilidad para tal fin es el de Relethford y Blangero. El modelo Relethford-

Blangero es un derivado del modelo Harpending-Ward, que fue desarrollado

originariamente para su utilización en datos de frecuencias alélicas.

Posteriormente fue extendido su uso al análisis univariado y multivariado de

caracteres cuantitativos por Relethford y Blangero 1990, por lo cual podemos

aplicar este modelo a la variable estatura (González José, 2000).

  84  

Figura 2. Valores teóricos r(ii) en relación a los observados de la matriz de distancias Fst del modelo Relethford-Blangero. TCO=Tlatilco, TIC=Ticomán, CUI=Cuicuilco, TEO=Teotihuacán, COY=Coyoacán, TUL=Tula, XOCH=Xochimilco, CUL=Culhuacán, AZC=Azcapotzalco, TLAT=Tlatelolco, STC= Tenochtitlan.

En la (Figura 2) se observan las matrices de distancia y los parámetros

poblacionales de la variabilidad de las poblaciones desde el Preclásico hasta el

Posclásico.

Cabe mencionar que para este análisis en particular incluimos a Ticomán, con la

población de Tlatilco ya que Ticomán es una muestra muy pequeña, pero

  85  

pertenece al periodo Preclásico, también Coyoacán fue adherido a la población

Teotihuacana, debido a la situación antes mencionada.

En este esquema se puede observar que la población de Tlatilco unida a Ticomán

(Preclásico) presenta una variabilidad de estatura amplia, Teotihuacán que es una

población del clásico también presenta variabilidad alta, por último tenemos a

Culhuacán que es la población con mayor variabilidad y pertenece al Posclásico.

Como podemos percatarnos no existe una tendencia clara del aumento o de la

disminución de la variabilidad de la estatura por periodos históricos, la gráfica nos

muestra una compleja organización para dicha característica en las poblaciones

de los distintos contextos, no obstante, se puede observar que el mayor número

de poblaciones del Posclásico presentan una variabilidad menor.

En nuestra hipótesis de investigación teníamos la respuesta tentativa de un

aumento en la variabilidad de la estatura en la transición del Clásico al Posclásico,

se pensaba que las poblaciones del Posclásico tendrían la mayor variabilidad, esto

de acuerdo al contexto histórico que sugiere un reacomodo poblacional, un flujo

intenso de migración o flujo génico a la Cuenca de México y la reorganización de

los territorios después del colapso de Teotihuacán.

El análisis de Relethford refuta en cierta medida nuestra hipótesis y da cuenta que

las poblaciones del Posclásico tienen una menor variabilidad para la estatura, sin

embargo, Culhuacán población del Posclásico aparece con alta variabilidad, llama

la atención y surgen nuevas interrogantes: ¿Por qué Culhuacán es más diverso en

esta característica? ¿Tiene ascendencia diferente al resto de la población de la

  86  

cuenca? ¿O tal vez fue la población con más mestizaje? Estas preguntas se

escapan del objetivo de nuestro trabajo, sin embargo, están íntimamente

relacionadas con el tema, además estas preguntas pueden ser el inicio para

realizar futuras investigaciones.

  87  

4. DISCUSIÓN

Como lo pudimos constatar en los resultados arrojados por la estadística

descriptiva, las poblaciones del Preclásico presentaron las estaturas más

elevadas, seguidas por las del Clásico y por último las del Posclásico, en cuanto a

estas últimas observamos que la estatura decrece, sin embargo, esta tendencia no

es clara para todas, solo se presenta de manera significativa para la población

Mexica, su media se encuentran por debajo de 150 cm, y aunque Xochimilco

también tiene una media por debajo del 150 cm, la prueba Tukey nos agrupa a

esta población en el subconjunto 2 (véase Tabla 5), sin diferencias

estadísticamente significativas, esto es hablando del sexo femenino. Las demás

poblaciones (Tula, Culhuacán, Azcapotzalco, Tlatelolco) se mantienen con una

media de 150 cm sin diferencias significativas.

Como podemos notar en el sexo femenino no existe una tendencia clara en cuanto

a la disminución de la estatura entre los horizontes históricos-culturales, con

excepción de las mujeres del Preclásico, que presentan una diferencia significativa

en dicha característica, llama la atención que las mujeres tlatilquenses son las de

mayor estatura, mujeres que pertenecieron al periodo Preclásico, no obstante, el

sexo femenino parece tener una tendencia a la estabilización de su estatura en la

transición del Clásico al Posclásico (véase Tabla 5), esto concuerda con lo que

  88  

opina Tanner: “diversos estudios observaron que las mujeres tienden a mantener

relativamente constantes los valores de la talla, aun en casos de desmejoramiento

de las condiciones de nutrición y ambientales” (Millán, et al., 2013). Esto podría

explicarse a través de la hipótesis de mejor canalización femenina del crecimiento,

por la cual las mujeres tienden a conservar sus reservas energéticas (Millán, et al.,

2013).

En el caso del sexo masculino Tlatilco también nos arroja las estaturas más

elevadas, las pruebas estadísticas Anova y Tukey nos han mostrado que existe

una diferencia significativa, una reducción de la estatura con el pasar del tiempo

para ambos sexos, entre la población más antigua (Tlatilco) y la población más

tardía (mexicas), se observa la mayor diferenciación (véase tabla 5), estudios

anteriores ya nos habían reportado una tendencia secular negativa, como por

ejemplo: Márquez Morfín, encontró este fenómeno de tendencia secular negativa

con el paso de los siglos en colecciones mayas, que si bien, no es el área

geográfica de este trabajo, sirve para darnos cuenta que este fenómeno no solo

sucedió en la Cuenca de México, sino también en otras áreas de Mesoamérica.

Del Ángel y Serrano (1991) también encontraron una reducción de la estatura por

periodos históricos, siendo las poblaciones más antiguas las que arrojaban las

estaturas más elevadas.

Entre las hipótesis que Del Ángel y Serrano (1991) proponen para este fenómeno

son: la pérdida del poder alimenticio, las enfermedades que pudieron afligir a las

  89  

poblaciones del Clásico, el deterioro ambiental, los problemas de subsistencia de

los grupos agricultores y las guerras o rebeliones sociales.

Nosotros suponemos que uno de los factores que puede tener impacto para la

modificación de la estatura, es el cambio de vida drástico, se sabe que las

sociedades del Preclásico, eran sociedades que todavía se dedicaban a la caza-

recolección (nómadas y seminómadas) el cambio de vida a sociedades

agricultoras pudo haber repercutido en la talla, ya que este cambio supone la

modificación de los patrones de subsistencia, lo cual implica un cambio radical en

muchos sentidos, la actividad humana se modifica sustancialmente, de tal manera

que esto puede tener un impacto en el organismo.

Una de las posibles explicaciones del porque la población de Tlatilco era más alta

que las poblaciones subsecuentes puede centrase a lo que apuntan diversas

antropólogas, “la ubicación geográfica de Tlatilco permitía a sus pobladores

acceder a los recursos naturales propios de la zona lacustre, que incluían, además

de una pesca abundante y la captura de moluscos y crustáceos, la caza de

pequeños roedores que habitaban los márgenes del lago, así como de mamíferos

de mayor tamaño que merodeaba las zonas del piémonte. La complementación de

la dieta con la recolección de frutos estacional cubría los requerimientos proteico-

calóricos de los tlatilquenses.

Por lo tanto su dieta debió ser balanceada y con un alto contenido de proteínas, lo

que constituía una “ventaja” biológica sobre los grupos consecuentes, cuya base

  90  

de alimentación se vio gradualmente circunscrita a cereales y granos con

contenidos proteicos más bajos (Hernández, 2006).

Por otra parte para las sociedades del Clásico y Posclásico, las hipótesis que

podemos proponer para el desarrollo de un efecto decreciente en la estatura de

los pobladores son las siguientes:

1.- Podemos pensar que hubo una o más poblaciones de estatura baja que se

asentaron en la Cuenca de México y transmitieron sus características génicas a

las poblaciones subsecuentes, heredando una estatura baja.

2.- También podemos apuntar como factor importante el cambio de vida tan

disímil que tuvieron las poblaciones de los distintos periodos, sobre todo los del

Preclásico, ya que estas poblaciones carecían de centros rurales o urbanos

determinados, por lo tanto, eran sociedades en movimiento constante, esto implica

una vida distinta en muchos sentidos, por ejemplo: la actividad física que

realizaban, aunado a las diferentes formas de obtener los recursos para la

subsistencia, de esta manera los recursos alimenticios que podían obtener,

debieron ser más variados y nutritivos debido al movimiento constante a distintos

ambientes.

Además, es importante notar que la estatura decrece de manera significativa en la

transición del Preclásico al Clásico tanto en hombres como en mujeres y no

sucede lo mismo en las poblaciones del Clásico al Posclásico, en estos dos

momentos históricos la estatura es muy similar entre las poblaciones, tanto para el

sexo femenino como para el masculino (véase figura 1), si bien, en el sexo

  91  

masculino es más notoria dicha disminución, el decremento de la estatura es

mucho más notable en las poblaciones más antiguas que en las más recientes.

En relación con el factor alimentación, numerosos trabajos indican que un

adecuado estado nutricional durante el crecimiento y desarrollo de los individuos

se traducirá en un mayor valor fenotípico en la talla (Millán, et al., 2013).

Por otra parte y de manera central, en nuestra tesis se reporta el análisis de la

variabilidad de la estatura en la Cuenca de México, las matrices de distancia y los

parámetros poblacionales después de haber realizado el análisis de Relethford da

cuenta de una distribución de la variabilidad de la estatura un tanto confusa, pero

con una tendencia a la disminución de la misma a través del tiempo, es decir las

poblaciones más tempranas tenían mayor variabilidad en la característica

analizada que las poblaciones más recientes, contrario a lo que suponíamos en

nuestra hipótesis.

De los resultados arrojados por nuestro trabajo, consideramos lo siguiente: la

disminución de la variabilidad puede asociarse a la deriva génica, esto es un

fenómeno estocástico (no determinístico) es un evento que selecciona genes de

manera azarosa, por lo tanto a través de este fenómeno puede haber una

reducción de la variabilidad para una característica en específico.

En cuanto a las causas de la deriva génica se tienen las siguientes: si bien todas

las derivas genéticas se originan a partir del error de muestreo, existen varias

maneras diferentes por las que puede originarse dicho error.

  92  

Recursos; una población puede verse reducida en tamaño durante varias

generaciones debido a limitaciones en el espacio, los alimentos o algún otro

recurso crítico.

Efecto fundador, este se debe a la instalación de una población por un número

pequeño de individuos. Aunque una población puede aumentar y volverse

bastante grande, los genes portados por todos sus miembros derivan de los pocos

genes presentes originalmente en los fundadores.

Los acontecimientos al azar que afectan algunos genes presentes en los

fundadores tendrán una influencia importante en la composición de la población

general.

Es tentativo pensar que las poblaciones que transitaron del Clásico al Posclásico

hayan experimentado este fenómeno evolutivo, debido a que el escenario histórico

parece darnos pistas que concuerdan con la deriva génica, por ejemplo: la

metrópoli Teotihuacana decae estrepitosamente y se calcula que su población

pasa en 150 años, de 125 mil habitantes a 30 mil habitantes, además se piensa

que la población Teotihuacana que sobrevive al colapso termina migrando a lo que

en su tiempo fue México-Tenochtitlan.

Debido a que Teotihuacán era una Metrópoli de gran importancia en su época y su

esplendor fue tan grande, no es de extrañar que su colapso haya tenido

repercusiones en prácticamente toda Mesoamérica (López Austin, 1996) si la

caída de Teotihuacán repercutió en toda Mesoamérica, es pertinente pensar que

  93  

más aun en la Cuenca de México, por la cercanía y el contacto que tenía con otras

poblaciones.

William T. Sanders et al. estima que, tras el incendio del centro de Teotihuacán, la

metrópoli sufre una pérdida de cerca de 95 mil habitantes y que la población del

resto de la Cuenca de México se ve reducida a 75 mil individuos (tomado de

López Austin, 1996). Se dice que los individuos que sobreviven al colapso de

Teotihuacán empiezan a ocupar el territorio de Azcapotzalco.

Por otra parte se tiene la hipótesis que los mexicas llegaron al Altiplano Central

como una de las tribus guerreras denominadas chichimecas. La cuenca fue

poblada por diferentes grupos, su lugar de procedencia según (Kirchhoff 1961) se

localiza en la parte suroccidental del Bajío, no debemos de olvidarnos que antes

de los mexicas, se había asentado en lo que es hoy la ciudad de México grupos

toltecas, los acolhuas, otomíes y tepanecas Según Michael Coe (1962), todos

estos grupos, a excepción de los otomíes, eran hablantes de náhuatl (tomado de

López Austin 1996).

En este sentido se puede pensar que la reducción de la variabilidad obedece a lo

que se conoce como efecto fundador, Este se debe a la instalación de una

población por un número pequeño de individuos. Aunque una población puede

aumentar y volverse bastante grande, los genes portados por todos sus miembros

derivan de los pocos genes presentes originalmente en los fundadores, por lo

tanto, cabe esta posibilidad debido a que los grupos que se asentaron en la

cuenca después de la caída de Teotihuacán eran grupos pequeños y además

  94  

tenían una afinidad lingüística, por tal motivo, se infiere que están emparentados

de una u otra forma ya que el lenguaje es meramente cultural y por lo tanto nos

informa que son sociedades en contacto.

Cuando obtuvimos los resultados, lo primero que tomamos en cuenta fue lo

descrito en los párrafos anteriores, no obstante, revisando el artículo de González

José titulado: “Detección de un remplazo poblacional del Clásico al Posclásico en

México”, encontramos un fenómeno diferente para las características de la cara y

el cráneo, tenemos que para estas regiones si hay una mayor variabilidad para los

cráneos del Posclásico, lo cual supone un reemplazo poblacional y corrobora un

flujo intenso de migración a la Cuenca de México.

Nos encontramos ante una contradicción, por un lado el cráneo presenta una

mayor variabilidad en la transición del Clásico al Posclásico, por otra parte

encontramos que en la estatura no hay una tendencia clara de este fenómeno, la

estatura no presenta una mayor variabilidad en la transición de los mencionados

periodos históricos.

De este hecho podemos pensar que estatura y forma de cráneo/cara son

caracteres muy distintos en todo sentido, que responden no necesariamente igual

a los factores genéticos y ambientales, nos parece un fenómeno interesante,

pues están respondiendo de manera diferencial al mismo proceso histórico.

Si la estatura y el cráneo/cara responden de manera diferente a cuestiones

genéticas, como también ambientales, surgen más dudas que respuestas, por un

lado tenemos que estudios recientes han demostrado que la estatura tiene un

  95  

alto componente genético, que es determinado por factores hereditarios

(aproximadamente un 80% a 90%) y funciona como un modelo de efecto aditivo,

en donde están implicados muchos genes para su expresión.

Gudbjartsson y colaboradores divide los genes candidatos en 3 grupos - aquellos

funcionales asociados con el desarrollo del esqueleto ( por ejemplo , BMP2 ,

BMP6 ) , los que codifican las metaloproteinasas dependientes del zinc

(ADAMTS10) y glicoproteínas (por ejemplo , FBN1 ) que afectan a la composición

del cartílago , y los que están involucrados con los procesos de la segregación

cromosómica y la mitosis (por ejemplo , CDK6 , HMGA2 ) . El gen más

frecuentemente asociada con la estatura en los 3 estudios fue ZBTB38

(Gudbjartsson., et al. 2008).

Si la estatura tiene un alto componente genético, podemos pensar que el

fenómeno de reducción de la variabilidad en la estatura está asociado más a un

fenómeno de deriva genética o un remplazo poblacional y que el ambiente no

juega un papel muy importante en la determinación de la estatura, es decir

podemos pensar que existió un evento azaroso el cual propicio una reducción en

la variabilidad de la estatura, sin embargo, los resultados parecen decir otra cosa.

Por ejemplo, Ramos rodríguez (1981) en su estudio titulado “El significado del

segmento superior, una hipótesis por considerar”. Observo que el segmento

superior (tronco y cabeza) resultan eco-resistente (poca influencia ambiental), y el

segmento inferior (básicamente piernas) eco-sensible (influenciado por el

ambiente).

  96  

De tal manera que, si bien, la genética es fundamental para la conformación de las

características morfológicas de las poblaciones, el papel que juega el ambiente es

de suma importancia, ya que moldea a estas a través de su desarrollo y

exposición a diferentes entornos y circunstancias, de las cuales dependerá su

expresión.

Relethford (2004), expone que las poblaciones al ser sometidas a distintos

ambientes, mostraran una diferenciación al interior y también con respecto a otras,

la migración puede actuar de diferentes formas en ellas, dependiendo de las

poblaciones específicas y variables observadas, estas pueden ser utilizadas para

estudiar el desarrollo de la plasticidad, adaptación ambiental a largo plazo y flujo

génico.

La verificación realizada por (González, José et. al., 2007) da cuenta de que si

existió un flujo génico intenso entre las poblaciones mesoamericanas del

Epiclásico, expresándose en una mayor variabilidad de la morfología craneal de

las poblaciones prehispánicas del periodo Posclásico que estudió y analizó.

La expresión de la variabilidad en la estatura no concuerda con la expresada en la

morfología craneal, pues estas son dos módulos que se desarrollan de manera

diferente, y sus respuestas ante la influencia del ambiente también son distintas.

El estudio sobre la variabilidad de la estatura en la época prehispánica,

comenzando por el periodo Preclásico y particularmente en la transición del

Clásico al Posclásico en la Cuenca de México, ha sido de gran complejidad, dado

  97  

que se trata de poblaciones desaparecidas y que la característica analizada

depende de diferentes factores inherentes en ella.

La conformación multiétnica de las poblaciones prehispánicas del Clásico y el

reacomodo poblacional por el colapso de estos grandes centros, sugieren la

existencia de un flujo génico en el Epiclásico, posibilidad derivada de los

resultados en los estudios de extracción de ADN (Manzanilla, 2005) en restos

óseos encontrados en diferentes zonas habitacionales de Teotihuacán,

(Oztoyahualco, La ventilla y Teopancazco) así como (Coyotlatelco y Mazapa).

En ese mismo sentido, los resultados de las excavaciones arqueológicas

realizadas en Tula por especialistas (Cobean, 1990), coinciden en que hubo una

fuerte influencia en la cerámica que se compartió con diferentes grupos del bajío y

la parte septentrional de Mesoamérica. Estos resultados aportan interesantes

hipótesis sobre la composición multiétnica de los pobladores del Estado Tolteca.

El decremento de la estatura en los grupos del Posclásico, en relación con los del

Preclásico, tiene una relación con la reducción de la variabilidad. El resultado de la

suma de las medias, por población, coloca a las que tienen mayor promedio

también con mayor variabilidad: (Tlatilco y Ticomán del Preclásico las cuales se

encuentran unificadas). El promedio de estatura para (Culhuacán Posclásico) es

cercano a estas dos poblaciones del Preclásico, mostrando también la mayor

variabilidad (Figuras 1 y 2).

Teotihuacán aparece con valores medios tanto en la talla como en la variabilidad;

por su parte, Azcapotzalco aparece con un promedio menor en relación con las

  98  

poblaciones que le anteceden, lo cual también se refleja en el esquema de

matrices de distancia, en donde se encuentra cercana con las poblaciones que

presentan una menor variabilidad (Figura 2).

Siendo lo casos más visibles los de Tula y Tenochtitlan (ambos del periodo

Posclásico), los que se presentan con los promedios más bajos en la estatura y en

la variabilidad, cabe mencionar que existe una afinidad entre estos grupos, a

quienes históricamente se les relaciona con los chichimecas.

En nuestra hipótesis, mencionamos que la posible intensificación del flujo génico

propiciada por la gran movilidad de los grupos durante el Epiclásico en la Cuenca

de México, se expresaría en el aumento de la variabilidad de la estatura en las

poblaciones analizadas, si bien, pudo haberse dado ese flujo génico, la

disminución de la variabilidad de la estatura puede estar relacionada con la

influencia del ambiente y la respuesta de las sociedades postclásicas para

adaptarse a estos cambios.

Nickens (1976) reporta que el cambio en el sistema de caza recolección a uno de

producción de alimentos, pudo haber intervenido en la reducción de la talla en

Mesoamérica como una respuesta adaptativa, el cambio de una intensa actividad

a una más sedentaria.

En un trabajo realizado por Mummert y sus colaboradores (2011) se analizó la

estatura de diferentes sociedades que vivieron el tránsito de la caza-recolección a

la agricultura, y que experimentaron una explosión demográfica, y fue posible

detectar un patrón de disminución en la estatura durante este periodo.

  99  

Nuestros resultados fueron similares a los obtenidos por estos autores (Mummert,

et al., 2011), ya que el decremento en las estaturas del periodo Preclásico al

Clásico sucedió de manera significativa en la transición de pequeñas aldeas

dedicadas a la caza recolección hacia un sistema complejo de agricultura.

Adicionalmente, a lo observado por Mummert y colaboradores (2012) respecto a la

reducción de la talla en las poblaciones agricultoras, ellos han apreciado una

disminución de la robustez principalmente en húmeros y fémures de las

poblaciones más tardías en comparación con las que transitaron hacia la

agricultura. Aunque en nuestra investigación, la robustez esquelética no ha sido

analizada, empíricamente observamos, de igual manera, una tendencia a que las

sociedades prehispánicas de la Cuenca de México hacia los periodos tardíos

muestran menor robustez al mismo tiempo que disminuye su talla. Al respecto

Hernández (2006), al comparar la robustez de las poblaciones del Preclásico,

Clásico y Posclásico proporciona valiosa información que corrobora lo antes

mencionado en los grupos mesoamericanos.

Estas similitudes con los resultados en la estatura y la robustez, la

experimentación de un contexto muy parecido en cuanto a cambio de sistema de

subsistencia, explosión demográfica y enfermedades infecciosas, nos ha llevado a

considerar que las poblaciones incluidas en nuestra tesis, comparten el mismo

patrón que las poblaciones mencionadas en dicha publicación (Mummert et al.,

2011).

  100  

Atendiendo a lo anterior, la incidencia en el cambio de actividad sobre la tendencia

secular negativa de la estatura para Mesoamérica, parece no solamente influir en

el decremento de la talla de la mayoría de las poblaciones del Posclásico, sino

también, en la disminución de la expresión en la variabilidad para esta

característica. Por último, es posible que tanto el fenómeno de la reducción de la

estatura, así como la disminución en la variabilidad, estén asociados con los

patrones de asentamientos de los distintos periodos históricos, es decir, las

sociedades del Preclásico estaban dispersas y eran comunidades pequeñas, las

sociedades del Clásico y Posclásico estaban concentradas en un territorio

“estrecho” y con un mayor número de integrantes, por tal motivo y a manera de

hipótesis, suponemos que el factor salud-enfermedad, procesos infecciosos,

hambrunas, epidemias pudieron haber tenido consecuencias considerables para

la expresión de dicha característica.

Por ejemplo: la interpretación del Códice Boturini, hace mención a una peste o

enfermedad grave que aconteció aproximadamente hacia el año 780 d.C., durante

las primeras migraciones de grupos Toltecas-chichimecas al altiplano central,

también existe noticia de una crisis asociada al primer periodo de expansión

tolteca según fuentes e historiadores, recordaron amargamente los siete años de

sequía y de hambres a partir del fatídico 7-Tochtli (1018), por otra parte se tiene

noticia de que a finales del Siglo XIII, cuando los Mexicas, salieron de Aztlán, se

dieron hambrunas y epidemias, otra mención de enfermedad contagiosa viene en

el Códice Aubin, también hacia finales del Siglo XIII, cuando los Mexicas estaban

en Pantitlán les sobrevino una epidemia (infección en la piel), hacia esos años

  101  

Torquemada señala que una vez establecidos los Mexicas en Tenochtitlan, el

hambre y seguramente la desnutrición originaron varias enfermedades (Adame,

2000).

De acuerdo con este escenario histórico y pensando al cuerpo como una máquina

biológica que consume combustible (calorías, proteínas, vitaminas, etc.) en el

metabolismo basal, el trabajo o la actividad física y la lucha contra la infección o la

enfermedad. El crecimiento físico tiene una prioridad baja en condiciones de

estrés fisiológico, y la desnutrición persistente conduce a talla baja, dependiendo

de la duración y la gravedad; entonces podemos proponer de manera hipotética

que la estatura posee una alta plasticidad fenotípica y que su expresión no

depende de un solo factor y que es compleja, multifactorial y variada.

  102  

BIBLIOGRAFÍA

Acosta Saignes, M. (1996). Migraciones de los mexica. Tlatelolco a través de los tiempos 50 años después, 1944-1994, 2 (1): 17-25.

Adame Cerón Miguel Angel, (2000). La Conquista de México en la Mundialización Epidémica. Ediciones Taller Abierto. México, D.F.

Álvarez del Castillo, C. (1984). Recursos naturales en La Cuenca de México. Cuadernos de trabajo (20):27-55.

Anderson, J. E. (1967). The Human Skeletons. En: Byers, D.S. (Ed.) The prehistory of Tehuacan Valley, environment and Subsistence, vol 1. University of Texas press. USA. pp: 91-113.

Ávila Aldapa, R. M. (2002). Los pueblos mesoamericanos. Instituto Politécnico Nacional, México.

Auerbach, B.M. and Sylvester, A.D. (2011). Allometry and apparent paradoxes in human limb proportions: implications for scaling factors. American Journal of Physical Anthropology, 144: 382-391.

Barbadilla Antonio, La Genética de Poblaciones (en línea) Disponible en: http://bioinformatica.uab.es/divulgacio/genpob.html

Bautista Martínez, J. (1986). Los antiguos pobladores de Coyoacán. Estudio osteológico y cultural. Tesis de licenciatura, Antropología Física, ENAH.

Barrantes, Ramiro (1993). Evolución en el Trópico: Los Amerindios de Costa Rica y Panamá, editorial de la universidad de Costa Rica.

  103  

Braniff, B. (2000). La frontera septentrional de Mesoamérica. Historia Antigua de México, 1 (2):159-190.

Braniff, B. (2005). Los Chichimecas a la caída de Teotihuacan y durante la conformación de la Tula de Hidalgo. Reacomodos demográficos del Clásico al Posclásico en el centro de México. (1):45-56.

Boehm, B. (1986). El riego y el Estado en el México prehispánico. La sociedad indígena en el Centro y Occidente de México, 1: 23-44.

Broda, J. (1996). “Paisajes rituales del Altiplano Central”. Revista arqueología Mexicana, Los dioses de Mesoamérica, 4 (20): 40-49.

Broda, J. y Báez, J. (2001) “Introducción”. Cosmovisión, ritual e identidad de los pueblos indígenas de México, 1:15-45.

Bruzek, J. (2002). A method for visual determination of sex using the human hip bone. American Journal of Physical Anthropology, 117:157-168.

Buikstra, J. y Ubelaker, D. (1994) Standards for data collections from human skeletal remains, Proceedings of a Seminar at the Field Museum Natural History. Serie No. 44.

Carrasco, P. (1986). “Introducción”. La sociedad indígena en el Centro y Occidente de México, 1: 9-22.

Caso, A. (1996). La fecha de la conquista de Tlatelolco por Tenochtitlan. Tlatelolco a través de los tiempos, 50 años después 1944-1994, 2 (1): 33-34.

Cela, J. y Ayala, F. (2001) “Senderos de la evolución humana” Madrid, editorial Alianza.

  104  

Clark, John y Hansen, Richard (2002). Preclásico Tardío. Revista arqueología mexicana edición especial, “Tiempo Mesoamericano”. 11; 28-35.

Cobean, H. R. (1994). El mundo tolteca. Revista Arqueología Mexicana, INAH. 2 (7): 20.

Comas, Juan. (1976). Manual de Antropología Física, Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM.

Cook García-Moll, Á. (1985). Historia de la tecnología agrícola en el altiplano central desde el principio de la agricultura hasta el siglo XVIII. Historia de la agricultura Época prehispánica siglo XVI, 2 (1):7-57.

Charlton, T. (1969). Texcoco fabric-marked pottery, tlateles and salt-markin. Am. Antiq. 34 (1):12-32.

Crider, D. y Nelson, Ben A. (2005). Posibles pasajes migratorios en el norte de México y el Suroeste de los Estados unidos durante el Epiclásico. Reacomodos demográficos del Clásico al Posclásico en el centro de México: (1) 75-102.

Dávalos Hurtado, E. (1996). La deformación craneana entre los tlatelolca. Tlatelolco a través de los tiempos, 50 años después, 1944-1994, 1 (1): 115-131.

Del Ángel, A. (1996). “La estatura de la población prehispánica de México”, En: López, S., Serra Puche C. y Márquez, L. (Editores), La antropología física en México. Estudios sobre la población antigua y contemporánea. Universidad Nacional Autónoma de México, México. pp:55-78.

Del Ángel, H. y Serrano C. (1991). Proporcionalidad corporal y adaptación en la población prehispánica de la Cuenca de México. Anales de Antropología, 28(1):57-75.

Del Ángel, A. y Cisneros, B.H. (2004). “Technical Note: modification of regression equations used to estimate stature in Mesoamerican skeletal remains”. American Journal of Physical Anthropology, 125:264-265.

  105  

Douglas J. Futuyma (2005) “Evolution”. Sinauer Associates, INC. • Editores Sunderland, Massachusetts EE.UU.

Eguiarte, Luis. (2009) Una guía para principiantes a la genética de poblaciones. En: Morrone J.J. y Magaña P. (Eds), Evolución biológica. Una visión actualizada desde la revista Ciencias. Facultad de Ciencias UNAM. México, D.F.

Escorcia H, Lilia. 2008. Dimorfismo sexual de los esqueletos contemporáneos de Caltimacán , Tasquillo , Hidalgo a partir del análisis discriminante.

Faulhaber, Johanna. (1994). Antropología biológica de las sociedades prehispánicas. Historia Antigua de México, 1:19-48.

García-Moll Moll, R. (2007). Preclásico temprano y medio. Revista arqueología mexicana edición especial “La Cuenca de México”. 15 (86):34-39.

García-Moll Chávez, R. (2002). “La relación entre Teotihuacán y los centros provinciales del Clásico en la Cuenca de México”. Ideología y política a través de los materiales, imágenes y símbolos, memoria de la primera mesa redonda de Teotihuacán,

García-Moll, R. (1972). “Rara muestra de cestería del Preclásico medio”. Boletín del Instituto Nacional de Antropología e Historia, 3 (2) 23-26.

Genovés, S. (1964). “Introducción al estudio de la proporción entre huesos largos y la reconstrucción de la estatura en restos mesoamericanos” Anales de antropología, 1: 47-63.

Genovés, S. (1967). “Proportionality of the long bones and their relation to stature among Mesoamericans” American Journal of Physical Anthropology, 26 (1): 67-68.

  106  

González Gómez, J. A. (2004). Antropología e historia en Azcapotzalco, estudio histórico-antropológico sobre la dinámica cultural, económica y política de una población del noroeste de la Cuenca de México: siglos XVI y XVII, tesis de maestría, ENAH.

González Rul, F (1979). Puntas de proyectil; material utilitario; conclusiones e hipótesis. La lítica en Tlatelolco, 74 (1): 21-26; 27-28; 29-32.

González Rul, F. (1995). Tlatelolco. Revista Arqueología Mexicana, 3 (15):26-31.

González Rul, F. (1996). “Introducción”; Tlatelolco: lugar en el montículo de tierra; miscelánea tlatelolca. Tlatelolco: lugar en el montículo de tierra, 1: 13-22; 23-84; 85-98.

González Rul, F. (1988). Análisis de las cerámicas encontradas en Tlatelolco. La cerámica de Tlatelolco, 1: 179-200.

González José, R. (2000). El Poblamiento de la Patagonia. Análisis de la variación craneofacial en el contexto del poblamiento americano, tesis de doctorado. Departamento de biología animal, Universidad de Barcelona.

Gorbea Trueba, J. (1959). Culhuacan. Publicación de la Dirección de Monumentos Coloniales, INAH 7-10.

Grove, David. (2000). La zona del Altiplano central en el Preclásico. Historia

antigua de México, El México antiguo, sus áreas culturales, los orígenes y el

horizonte Preclásico, (1); 511-517.

Gudbjartsson, DF, Walters GB, y Thorleifsson, G. et. al. (2008) Many sequence variants affecting diversity of adult human height. Nat. Genet, 40: 15-609.

  107  

Guilliem Arroyo, S. (2011). Seis ciudades antiguas de Mesoamérica. México Tlatelolco, Sociedad y Medio Ambiente, INAH. 385-394.

Hernández Espinoza, O.P. (2006). La dinámica demográfica de las poblaciones prehispánicas mesoamericanas. Tres estudios de caso. La regulación del crecimiento de la población en el México prehispánico, 1: 87-122.

Hers, M. A. (2005). Imágenes norteñas de los guerreros Tolteca-Chichimecas. Reacomodos demográficos del Clásico al Posclásico en el centro de México. (1):11-44.

Herrera Bautista, M. R. y López Alonso, S. (1990). “Distribución de la talla y peso en población infantil de la región de la Sierra Norte de Puebla, México. Estudios de Antropología Biológica, 5

Heyden, D. (1977). Economía y religión en Teotihuacan. Cuadernos de trabajo; Departamento de Etnología y Antropología social, 19(1):1-37.

Horton. William A. (2008). Genetics of Stature. Grow, Genetics & Hormones Vol. 24, No 2; 33-35

Jaén Esquivel, Ma. T. y López Alonso, S. (1974). Algunas características físicas de la población prehispánica de México. Antropología física época prehispánica, 1: 112-135.

Lagunas Rodríguez, Z. (2000). Manual de osteología antropológica, vol. I, Colección Científica, Serie Antropología Física, INAH.

Lettre G., Jackson A.U., Gieger, C. et. al. (2008). Identification of 10 loci with height highlights new biological pathways in human growth. Nat. Genet. 40:90-489.

Litvak King, J. (1985). El centro de México como una parte del sistema general de comunicaciones mesoamericano. Mesoamérica y el centro de México, (1):179-195.

  108  

López Austin, A. y López Luján, L. (1996). El Preclásico mesoamericano; el Clásico mesoamericano; el Epiclásico mesoamericano; el Postclásico mesoamericano. El pasado indígena, FCE. 76-83; 99-116; 156-170; 175-190.

López Luján, L. (2007). Clásico. Revista arqueología mexicana edición especial, “La Cuenca de México” 15 (86):44-49.

Lorenzo, J.L. (1965). Capítulo I; capítulo VII. Tlatilco los artefactos. Serie investigaciones, INAH. 7, 11-12; 77-81.

Manzanilla, L. (1985). El sitio Cuanalan en el marco de las comunidades preurbanas del Valle de Teotihuacan. Mesoamérica y el centro de México. 133-178.

Manzanilla, L. y Serra-Puche, M.C. (1987). Aprovechamiento de origen biológico en la Cuenca de México (2500 antes de Cristo- 1500 después de Cristo). Geofis. Int. 26 (1):15-28.

Manzanilla, L. (2001). La zona del Altiplano central en el Clásico. Historia Antigua de México, 2 (2): 203-239.

Manzanilla, L. (2005). Migrantes Epiclásicos en Teotihuacan. Propuesta metodológica para el análisis de migraciones del Clásico al Posclásico. Reacomodos demográficos del Clásico al Posclásico en el centro de México, (1):261-273.

Martínez del Río, P. (1996). Resumen de los trabajos arqueológicos. Tlatelolco a través de los tiempos, 50 años después (1944-1994) 1:93-100.

Martínez Marín, C (1967). El desarrollo histórico de los mexicas. Los aztecas: su historia y su vida, 1: 1-24.

  109  

Márquez Morfín, L. (1982). “Distribución de la estatura en colecciones óseas mayas prehispánicas”. Estudios de Antropología Biológica, 1(1): 253-271.

Márquez Morfín, L. y Gómez de León, J. (1998). Perfiles demográficos de poblaciones antiguas de México. CONAPO-INAH,

Martínez, M.C. (1965). “La cultura azteca”. Historia prehispánica, ciclo de conferencias publicadas por la Sección de Difusión Cultural del Museo Nacional de Antropología e Historia.

Martínez, B.J. (1982). “Análisis estadístico de los restos óseos (huesos largos), procedentes de Teotenango, Estado de México. Estudios de Antropología Biológica, 1 (1): 271-286.

Mastache, A.G. (1976) y Cobean R.H. (1985). Tula. Mesoamérica y el Centro de México (1985), 273-307.

Mastache Flores, A.G. (1994). Tula. Revista Arqueología Mexicana, 2, 7: 21-27.

Matos Moctezuma, E. (2007), Posclásico tardío. Revista arqueología mexicana edición especial “la Cuenca de México”. 15 (86):58-63.

McClung de Tapia, E. y Zurita Noguera, J. (1994). Las primeras sociedades sedentarias. Historia Antigua de México. El México antiguo, sus áreas culturales, los orígenes y el horizonte Preclásico, 209-246.

Menéndez, A., Gómez Valdés, J. y Sánchez-Mejorada, G. (2011). Comparación de ecuaciones de regresión lineal para estimar estatura en restos óseos humanos de población mexicana. Antropo. 25:11-21.

Mielke, J.H., L.W. Konigsberg and J.H. Relethford. (2011) Human Biological Variation. Oxford University Press, 2:231-299.

  110  

Millán Ana, Otero Julieta, y Dahinten Silvia (2013). Tendencia secular de la estatura en poblaciones humanas del valle inferior del rio Chubut y de la costa centro-septentrional (Patagonia Argentina) Durante el Holoceno tardío

Millon, R. (1966). “Extensión y población de la ciudad de Teotihuacán en sus varios periodos”. De Teotihuacan a los aztecas. Portilla León, M. (1977), 74-85.

Monjarás Ruiz, J. (1987). El fondo tepaneca (Cuacuauhpitzáhuac); La guerra tepaneca (Tlacatéotl); El apogeo de Tlatelolco (Cuauhtlahtoa); La guerra civil (Moquíhuix); Bajo los tenochca (1479-1519). Obras de Robert H. Barlow Tlatelolco rival de Tenochtitlan, 1(1):67-76; 77-82; 83-106; 107-119.

Monjarás Ruiz, J. et. al. (1987). La nueva colonia (1337-1376). Obras de Robert, H. Barlow, Tlatelolco rival de Tenochtitlan, 1: 59-66.

Monjarás Ruiz, J. (1990). La expansión final del imperio tepaneca; Conquistas mexicanas en el periodo tepaneca; Los tepaneca después de la caída de Azcapotzalco; La fundación de la triple alianza (1427-1433). Los mexicas y la triple alianza, 1(1):43-46; 47-50; 51-58; 59-68.

Mummert, A. et. al. (2011). Stature and robusticity during the agricultural transition: evidence from bioarchaeological record. Economics and human biology, 9: 284-301.

Nalda, E. (1981). México prehispánico: origen y formación de las clases sociales. México un pueblo en la historia, (1):49-169.

Nalda, E. (2007) Epiclásico. Revista arqueología mexicana edición especial, la Cuenca de México. 15 (86):50-53.

Nickens, P.R. (1976). Stature reduction as an adaptative response to food nutrition in Mesoamerica. Journal of archaeological science, 3: 31-41.

  111  

Noguez, Xavier. (2001). La zona del Altiplano central en el Posclásico: la etapa tolteca. Historia Antigua de México, 3 (2): 199-235.

Obregón Rodríguez, Ma. C. (2001). La zona del Altiplano central en el Posclásico: la etapa de la Triple Alianza. Historia Antigua de México, 3 (2): 276-318.

Ochoa C.P. (1977). “Secuencia cronológico-cultural de Tlatilco, México”. Tesis de maestría, 218-219.

Olmedo Vera, B. (1993). Tenochtitlan en números. Revista Arqueología Mexicana, 1(7):p.66.

Olvera Bonfil, A. (2005). Cultura y contexto: El comportamiento de un sitio del Epiclásico en la región de Tula. Reacomodos demográficos del Clásico al Posclásico en el centro de México, (1):227-259.

Palerm, A. y Wolf, E. (1972). Aspectos agrícolas del desarrollo de la civilización prehispánica en Mesoamérica; La base agrícola de la civilización urbana prehispánica de Mesoamérica; Potencial ecológico y desarrollo cultural de Mesoamérica. Agricultura y civilización en Mesoamérica, (1):9-29; 65-94; 149-205.

Paredes Gudiño, B. (2005). Análisis de flujos migratorios y composición multiétnica de la población de Tula, Hidalgo. Reacomodos demográficos del Clásico al Posclásico en el centro de México, (1):203-225.

Parsons, J. (2007). Posclásico temprano y medio. Revista arqueología mexicana edición especial, “La Cuenca de México”. 15 (86):54-57.

Pearson, K. (1889). “IV Mathematical contributions to the theory of evolution. V On the reconstruction of the stature of prehistoric races. Philosophical Transactions Royal Society of London, Series A, 192:169-244.

Peralta Flores, A. (2011). Xochimilco y su patrimonio cultural: memoria viva de un pueblo lacustre. México, INAH.

  112  

Pérez Campa, M. (2007) Preclásico tardío Revista arqueología mexicana edición especial, “La Cuenca de México”. 15 (86):40-43.

Phenice, T.W. (1969). A newly developed visual method of sexing the os pubis. American Journal of Physical Anthropology. 30 (2): 297-302.

Piña Chan, R. y Noguera, E. (1959). Introducción; Cuicuilco. Guía oficial Copilco- Cuicuilco, INAH, (3): 3-6; 10-21.

Piña Chán, R. (1963). Las ciudades arqueológicas de México. Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Pimienta M. (2000). “Dimorfismo sexual en una población mexicana. Nuevas fórmulas para la determinación del sexo en el esqueleto postcraneal” [dissertation]. Granada, España: Universidad de Granada.

Portilla León, M. (1976). Los milenios del México Antiguo; La restauración de los seres humanos; Los más remotos orígenes; El esplendor clásico (siglos IV-IX d.C.); Tula y las primeras ciudades nahuas del Valle de México (siglos IX-XII d.C.); Los aztecas: el rostro cuyo rostro nadie conocía; Tlacaélel: el hombre que hizo grande a los aztecas. Los antiguos mexicanos, (3) 13-16; 17-20; 21-22; 23-29; 30-37; 38-43; 44-47.

Pucciarelli, H.M., Sardi, M.L. y Jiménez López, J.C. (2003). Poblamiento temprano de América y diversificación evolutiva. Estudios de Antropología Biológica, 11(2):661-678.

Ramos Rodríguez, R.M. (1981). “El significado del segmento superior, una hipótesis por considerar”. Boletín Médico del Hospital Infantil de México, 38:573-583.

Reyes García-Moll, L. y Odena Güemes, L. (2001). La zona del Altiplano central en el Posclásico: la etapa chichimeca. Historia Antigua de México, 3 (2): 237-276.

  113  

Relethford, J.H. y Blangero, J. (1990). Detection of differential gene flow form patterns of quantitative variation. Hum. Biol. 62: 5-25.

Relethford, J.H. (1994). Craniometric variation among modern human populations. Am. J. Phys. Anthropol. 95:53-62

Relethford, J. H. (2004), Boas and beyond: Migration and craniometric variation. Am. J. Hum. Biol., 16: 379–386.

Romano Pacheco, A. (1996). Comentarios. Tlatelolco a través de los tiempos 50 años después, 1944-1994, 1 (1): 133-135.

Romano Pacheco A., Bautista Martínez, J. y Gómez Valdés, J.A. (2007). Análisis de la variabilidad intragrupal de algunas poblaciones del Norte de México. Estudios de Antropología Biológica 13.

Ruff, C.B. (2002). Variation in human body size and shape. Ann. Rev. Anthropo., 31: 211-232.

Salas Cuesta, M.E. (1977). Estudio antropofísico de los restos óseos procedentes del sistema colectivo metro de la ciudad de México. Tésis de licenciatura ENAH.

Salas Cuesta, M.E. (1982). La población de México Tenochtitlan, estudio de osteología antropológica. Colección Científica. 126:7-35.

Sanders, W.T., Parsons, J.R y Stanley, R.S. (1979). The basin of Mexico. Ecological processes in the evolution of a Civilization. Academic Press.

Sarmiento, G. (2000). La creación de los primeros centros de poder. Historia Antigua de México, 1 (2): 335-362.

  114  

Sanders, et al, (1979). La Cuenca de México, recursos y explotación del medio. Revista Arqueología Mexicana, 86; 15: 29.

Séjourné, L. (1970). Culhuacan en las crónicas; arqueología de Culhuacan; Conclusiones. Arqueología del Valle de México. INAH, (1): 11-28; 29-62; 63-64.

Serra-Puche, M.C. (1982). La unidad habitacional de Terremote-Tlatenco, D.F. Un análisis de distribución espacial para definir áreas de actividades: la cerámica. Anal. Antropol, 19:9-20.

Serra Puche, M. C. (1986). Unidades habitacionales mesoamericanas y sus áreas de actividad. Unidades habitacionales del Formativo en la Cuenca de México, UNAM, IIA (76); 161-192.

Solís, F. y Morales D. (1990). Tlatelolco. El periodo indígena de Tlatelolco, Dirección General del Archivo Histórico Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores. 13-26.

Sosa Robles, R. (1981) “Cronología relativa en dos sitios preclásicos de la región simbiótica de la Cuenca de México”. Interacción cultural en el México central.

Steele, D. G. and McKern, T. W. (1969), A method for assessment of maximum long bone length and living stature from fragmentary long bones. Am. J. Phys. Anthropol., 31:215-227.

Trotter, M. y Gleser, G. (1952). “Estimation of stature from long bones in American whites and negroes” American Journal of Physical Anthropology, 10 (4):463-514.

Trotter, M. y Gleser, G. (1958). Re-evaluation of estimation of stature based on measurements taken during life and all long bones after death. American Journal of Physical Anthropology, 16:79-124.

  115  

Vercellotti, G., Piperata B.A., et. al. (2014). “Exploring the Multidimensionality of stature variation in the past through Comparisons of Archaeological and Living Populations. American Journal on Physical Anthropology, 1-14.

Walker, P. L. (2005), Greater sciatic notch morphology: Sex, age, and population differences American Journal of Physical Anthropology, 127: 385–391.

Weedon M.N, Lango H, Lindgren, CM. et.al. (2008) Genome wide association analysis identifies 20 loci that influence adult height. Nat. Genet. 40:83-573.

Wolf, E. (1959). Advenimiento de los sembradores de granos; aldeas y ciudades sagradas; la llegada de los guerreros; aldeas y ciudades sagradas; la llegada de los guerreros; guerreros del sol; conquista de utopía. Pueblos y culturas de Mesoamérica, (2):54-73; 74-99; 100-120; 121-137; 138-157.

Yoko Sugiura, Y. (2005). Reacomodo demográfico y conformación multiétnica en el valle de Toluca durante el Posclásico: una propuesta desde la arqueología. Reacomodos demográficos del Clásico al Posclásico en el centro de México, (1) 175-225.

Zamudio Orozco, A. (1982). Culhuacán. Cuitlahuac y la Cuenca del valle de México. (3):89-113.

  116  

APÉNDICE A. Prueba de error técnico de medidas

Fuente Suma de cuadrados gl Media cuadrática F Sig.Modelo corregido 4.784(a) 3 1.595 0.005 1Intersección 6946963.13 1 6946963.128 20929.7 0OBS 4.75 1 4.753 0.014 0.905REP 0.00 1 0.003 0 0.998OBS * REP 0.03 1 0.028 0 0.993Error 25225.84 76 331.919 Total 6972193.75 80 Total corregida 25230.62 79 Tabla 1. Análisis ANOVA para la prueba de error de medida entre observadores. R cuadrado = .000 (R cuadrado corregida = -.039) Resultados de las pruebas de los efectos inter-sujetos, variable dependiente: longitud máxima del humero derecho. OBS=Observador y REP=repetición. El valor de significancia de .998 obtenido muestra que no hay una diferencia significativa inter- sujeto.

256 264 272 280 288 296 304 312 320REP1

250

260

270

280

290

300

310

320

330

REP2

Figura 1. Correlación entre repeticiones del Observador 1 para la longitud del húmero. R=0.999 y sig=<0.001.

  117  

256 264 272 280 288 296 304 312 320REP1

250

260

270

280

290

300

310

320

330

REP2

Figura 2. Correlación entre repeticiones del Observador 2 para la longitud del húmero. R=0.999 y sig=<0.001. Observador * Repetición.

Límite inferior Límite superiorREP 1 294.45 4.074 286.336 302.564REP 2 294.425 4.074 286.311 302.539REP 1 294.9 4.074 286.786 303.014REP 2 294.95 4.074 286.836 303.064

OBS 1

OBS 2

Observador Repetición Media Error típ.Intervalo de confianza al 95%.

Tabla 2. Valores promedio para la repetición de medidas. Es posible apreciar que

no existen diferencias significativas entre las medias de las repeticiones entre

observadores y en las diferentes repeticiones.

  118  

Figura 3. Es posible apreciar que las medias entre observadores y entre

repeticiones los valores promedio son iguales. Cada repetición está ilustrada con

un color diferente.

  119  

Apéndice B. Criterios osteométricos aplicados a los huesos largos.

Figura 4. Esquema de la longitud máxima del húmero.

Húmero. Longitud máxima: es la distancia directa desde el punto más superior de la cabeza del húmero, hasta el punto más inferior de la tróclea. El eje del húmero debe estar paralelo a la base de la tabla osteométrica. Instrumento: tabla osteométrica (Buikstra y Ubelaker, 1994).

Cuando el elemento óseo se encuentra incompleto (mayor al 75% de representación) y algunos de los extremos, proximal o distal, están presentes, la medida es realizada a mitad de la diáfisis (línea punteada). Instrumento: Calibre de corredera de 400mm.

Modificada de Menéndez (2010).

  120  

Figura 5. Esquema de la longitud máxima de la Ulna.

Ulna. Longitud máxima: es la distancia directa desde el punto más superior del pico del olecranon, hasta la parte más inferior de la apófisis estiloides. El eje de la ulna debe estar paralelo a la base de la tabla osteométrica. Instrumento: tabla osteométrica (Buikstra y Ubelaker, 1994).

Cuando el elemento óseo se encuentra incompleto (mayor al 75% de representación) y algunos de los extremos, proximal o distal, están presentes la medida es realizada a mitad de la diáfisis (línea punteada). Instrumento: Calibre de corredera de 400mm.

Modificada de Menéndez, 2010.

  121  

Figura 6. Esquema de la longitud máxima del radio.

Radio. Longitud máxima: es la distancia directa desde la parte más superior de la cúpula, hasta el punto más inferior de la apófisis estiloides. El eje del radio debe estar paralelo a la base de la tabla osteométrica. Instrumento: tabla osteométrica (Buikstra y Ubelaker, 1994).

Cuando el elemento óseo se encuentra incompleto (mayor al 75% de representación) y algunos de los extremos, proximal o distal, están presentes la medida es realizada a mitad de la diáfisis (línea punteada). Instrumento: Calibre de corredera de 400mm.

Modificada de Menéndez, 2010.

  122  

Figura 7. Esquema de la longitud máxima del Fémur.

Fémur. Longitud máxima: es la distancia directa desde el punto más superior de la cabeza del fémur, hasta el punto más inferior del cóndilo interno. El eje del fémur debe estar paralelo a la base de la tabla osteométrica. Instrumento: tabla osteométrica (Buikstra y Ubelaker, 1994).

Cuando el elemento óseo se encuentra incompleto (mayor al 75% de representación) y algunos de los extremos, proximal o distal, están presentes la medida es realizada a mitad de la diáfisis (línea punteada). Instrumento: Calibre de corredera de 400mm.

Modificada de Menéndez, 2010.

  123  

Figura 8.

Esquema de la longitud maxima de la tibia (sin espina)

Tibia. Longitud máxima: es la distancia directa desde el punto más superior de la espina, hasta el punto más inferior del maléolo interno. El eje de la tibia debe estar paralelo a la base de la tabla osteométrica. Instrumento: tabla osteométrica (Buikstra y Ubelaker, 1994).

Cuando el elemento óseo se encuentra incompleto (mayor al 75% de representación) y algunos de los extremos, proximal o distal, están presentes la medida es realizada a mitad de la diáfisis (línea punteada). Instrumento: Calibre de corredera de 400mm.

Modificada de Menéndez, 2010.

  124  

Figura 9.

Esquema de la longitud maxima de la fíbula

Ulna. Longitud máxima: es la distancia directa desde el punto más superior de la apófisis estiloides, hasta el punto más inferior del vértice del maléolo externo. El eje de la fíbula debe estar paralelo a la base de la tabla osteométrica. Instrumento: tabla osteométrica (Buikstra y Ubelaker, 1994).

Cuando el elemento óseo se encuentra incompleto (mayor al 75% de representación) y algunos de los extremos, proximal o distal, están presentes la medida es realizada a mitad de la diáfisis (línea punteada). Instrumento: Calibre de corredera de 400mm.

Modificada de Menéndez, 2010.

  125  

Apéndice C. Distribución de las probabilidades de pertenecer al sexo posteriores al Análisis Discriminante.

Figura 10. Probabilidades posteriores de pertenecer al grupo (1=femenino y 2=masculino). Es posible apreciar que gran parte de las probabilidades se acumulan a partir del 80% de probabilidad para ambos sexos. No obstante en el caso masculino se observan una alta frecuencia de casos que poseen probabilidades intermedias.

  126  

Apéndice D. Pruebas de distribución Normal.

Tabla 1. Pruebas de normalidad para la variable estatura.

Estadístico gl Sig. Estadístico gl Sig.

TCO 0.069 56 .200* 0.974 56 0.277

TIC 0.23 3 . 0.981 3 0.736

CUI 0.152 22 .200* 0.959 22 0.461

TEO 0.17 13 .200* 0.923 13 0.277

COY 0.145 10 .200* 0.958 10 0.763

TUL 0.284 8 0.057 0.893 8 0.248

XOCH 0.252 7 0.2 0.908 7 0.379

CUL 0.163 11 .200* 0.905 11 0.214

AZC 0.065 52 .200* 0.977 52 0.401

TLAT 0.072 46 .200* 0.985 46 0.792

STC 0.252 5 .200* 0.931 5 0.603

TCO 0.074 75 .200* 0.983 75 0.405

TIC 0.186 6 .200* 0.979 6 0.948

CUI 0.143 16 .200* 0.978 16 0.946

TEO 0.127 24 .200* 0.94 24 0.162

COY 0.104 18 .200* 0.972 18 0.84

TUL 0.189 8 .200* 0.955 8 0.764

XOCH 0.198 7 .200* 0.937 7 0.615

CUL 0.175 16 .200* 0.944 16 0.402

AZC 0.075 50 .200* 0.982 50 0.655

TLAT 0.052 64 .200* 0.986 64 0.701

STC 0.137 15 .200* 0.94 15 0.381

Masculino

Pruebas de normalidad

SEXO POBKolmogorov-Smirnov Shapiro-Wilks

Femenino

  127  

Apéndice E. Gráficas Q-Q sin tendencias para cada sexo y población.

  128  

  129  

  130