Baltasar de Zúñiga. Una encrucijada de la Monarquía Hispana (1561-1622)

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Colección La Corte en Europa Dirigida por José Martínez Millán

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Colección La Corte en Europa

Dirigida por José Martínez Millán

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Rubén González Cuerva

Baltasar de ZúñigaUna encrucijada

de la Monarquía Hispana(1561-1622)

Madrid, 2012

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Esta obra ha sido publicada con una subvención del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte,para su préstamo público en Bibliotecas Públicas,

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Colección La Corte en Europa, vol. 9

© Rubén González Cuerva

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INTRODUCCIÓN

No ha habido escritor que no reprobase las treguas de su padre deV. Majd. y que no haya aprobado su resolución por las razones quemovieron a don Baltasar de Zúñiga, y yo daré a V. Majestad más decuarenta escritores, y debía advertir este ministro que el Conde no teníaentonces la mano en el gobierno, sino don Baltasar de Zúñiga 1.

Muchos años después del ascenso al trono de Felipe IV, el Conde-Duque sedefendió de los que criticaban las perentorias decisiones que se tomaron enton-ces excusando su protagonismo: había sido su tío Baltasar de Zúñiga, quien en-tonces se encargaba del manejo de los papeles, el responsable de un giro cuyasconsecuencias se arrastraban veinte años después y que significaron uno de losprincipales baldones del retroceso político de la Monarquía hispana en la Euro-pa del siglo XVII. Pero ¿quién fue ese Baltasar de Zúñiga y qué poder tuvo paramarcar el rumbo de la diplomacia española durante una de sus fases más decisi-vas? ¿Aportó una estrategia novedosa en un momento de encrucijada, en el quela Monarquía se jugaba su puesto hegemónico en la Cristiandad?

La imagen que la historiografía ha mantenido de Baltasar de Zúñiga es unesbozo sencillo, pero de trazos potentes: en su época se le pintó como una “emi-nencia gris” en el entorno de Olivares y su mentor político. En el siglo XX, elprincipal responsable del perfil de Zúñiga fue Hugh Trevor-Roper, en la estela deBohdan Chudoba y Antón Gindely 2. Le caracterizó como un ministro experi-mentado, que había sido embajador de Felipe III en Bruselas, París y Praga y quea su regreso a Madrid se convirtió en el líder del “partido de la guerra”, opuesto

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1 J. H. ELLIOTT y J. F. DE LA PEÑA: Memoriales y cartas del Conde duque de Olivares, 2vols., Madrid 1978, II, p. 249.

2 H. R. TREVOR-ROPER: “Spain and Europe: 1598-1621”, en J. P. COOPER (ed.): TheNew Cambridge Modern History, vol. IV, Cambridge 1970, pp. 267-280; B. CHUDOBA:España y el Imperio, Madrid 1986, pp. 167-186, y A. GINDELY: Geschichte des böhmischenAufstandes von 1618, en Geschichte des dreissigjährigen Krieges, Prag 1869-1878, I, pp. 59-130.

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al valimiento “pacifista” del duque de Lerma. Así, atribuyó a su experiencia einfluencia el que la Monarquía hispana se embarcase en la Guerra de los TreintaAños desde 1618, y que Felipe IV reanudase la guerra en Flandes en 1621. Re-presentaba, por tanto, un giro político frente al pacifismo imperante en los añosanteriores y mostraba la ambición hegemónica española y su recurso a la guerrapara imponerla sobre sus enemigos confesionales.

Esta imagen es la que ha dominado en lo sustancial en otros autores que hanafrontado las causas de la Guerra de los Treinta Años, desde el acercamientomarxista de Polisensky a la reciente panorámica de Peter Wilson. Lo mismo sepuede advertir en la obra de hispanistas más especializados, como es el caso deGeoffrey Parker 3. Sin embargo, encontramos un repaso más pormenorizado ala carrera de Zúñiga en la conocida biografía del Conde-Duque de Olivares deJohn H. Elliott. Enfatizó principalmente su papel en la política española entrefinales del reinado de Felipe III y comienzos de Felipe IV. No obstante, una delas principales críticas que Irving Thompson planteó a esta biografía se referíaa soslayar la importancia del personaje:

La crucial relación establecida entre 1617 y 1622 por Olivares y su tío, elignorado Don Baltasar de Zúñiga, tan formativa tanto para la política como parala influencia, es uno de los que no están enteramente resueltos. Hay más dudasde las que Elliott admite acerca de que Zúñiga, antes que Olivares, no fuera laauténtica fuerza en el gobierno hasta su muerte en octubre de 1622 4.

El propio Elliott reconocía en su obra la laguna existente sobre Zúñiga 5, y lacarencia de un estudio sobre don Baltasar fue asimismo lamentada por Stradling 6.

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3 J. POLISENSKY: War and Society in Europe, 1618-1648, Cambridge 1978, pp. 73-75;P. H. WILSON: The Thirty Years War: Europe’s Tragedy, Cambridge (Mass.) 2009, p. 319, yG. PARKER: The Army of Flanders and the Spanish Road, 1567-1659, Cambridge 2004, pp.62-66 y 215-216.

4 I. A. A. THOMPSON: “Review a J. H. ELLIOTT: The Count-Duke of Olivares. TheStatesman in an Age of Decline”, English Historical Review 408 (1988), p. 679. Una pequeñabiografía de Zúñiga en J. H. ELLIOTT: El conde-duque de Olivares: el político en una época dedecadencia, Barcelona 2004, pp. 83-113.

5 “Zúñiga es un personaje de primerísima fila que ha sido absurdamente desatendidopor los historiadores” (J. H. ELLIOTT: El conde-duque de Olivares..., op. cit., p. 754).

6 R. A. STRADLING: The Armada of Flanders: Spanish Maritime Policy and EuropeanWar, 1568-1668, Cambridge 2004, p. 48, n. 33. Dos pequeñas excepciones son la tesina de

Introducción

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Nos encontramos, por tanto, ante uno de los protagonistas más desconocidos delsiglo XVII, cuya biografía no es solo necesaria para cubrir un vacío, sino parareevaluar desde nuevos presupuestos la época que le tocó vivir. No es objetivo deesta obra trazar el perfil de un prócer, de un gran hombre de Estado, sino reali-zar una historia política explicada desde uno de sus protagonistas.

Este acercamiento individualizado a la historia resulta especialmente perti-nente cuando el elegido es Baltasar de Zúñiga, quien puede representar con no-table complejidad a toda su generación. En su figura convergen una serie defactores primordiales que le convierten en un modelo ideal para entender laCorte española de en torno a 1620. Además de su relevancia intelectual y sus con-tactos con lo más granado de la cultura europea de su época, destacó por su granexperiencia internacional y contar con una visión muy cosmopolita de la Monar-quía. En este sentido, no solo contrastaba con el duque de Lerma, que nunca sa-lió de la península Ibérica, sino que destacó por marcar las relaciones con el SacroImperio en la segunda década del siglo, justo el momento en el que este escena-rio se convirtió en el gran avispero de la Cristiandad. De este modo, la figura deZúñiga permite evaluar las relaciones dinásticas mantenidas con la Corte impe-rial y comprobar las características del gran eje de confesión y dinastía estableci-do con Roma y Viena, que definió el nuevo rumbo de la política de Felipe III y suhijo. Por último, el relevante peso que adquirió en la Corte madrileña en la tran-sición entre ambos reinados nos da la oportunidad de seguir en perspectiva estosaños cruciales, que por la costumbre de acotar las investigaciones a un reinadosuelen quedar cortados y algo desdibujados en otras obras.

Como objetivos más generales, el presente libro pretende contribuir a unade las preocupaciones más comunes en los actuales estudios sobre la materia,que es la forma de articulación del poder y los caminos de la decisión política.Partiremos de la consideración de la Monarquía hispana como un poder globalcon intereses mundiales que, como señalaba el embajador veneciano Soranzo en1602, tenía la clave de su grandeza en su dimensión europea 7.

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Introducción

Patricia Lopes Don y un artículo de María del Carmen Bolaños Mejías. P. LOPES DON: DonBaltasar de Zúñiga y Velasco: a Seventeenth-century Spanish Statesman, San José 1994, y MªC. BOLAÑOS MEJÍAS: “Baltasar de Zúñiga, un valido en la transición”, en J. A. ESCUDERO yL. SUÁREZ (eds.): Los validos, Madrid 2004, pp. 243-276.

7 “La grandezza della Spagna sono senza dubbio li Stati che fuori di essa possiede quellaCorona, li quali per nobiltà, per grandezza, per comodità, per fertilità, per copia di gente,

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En este sentido, la participación del Sacro Imperio resultó crucial, pues esla que marcó el gran salto adelante que dio la Monarquía desde los Reyes Cató-licos a Felipe II: se pasó de una potencia con intereses en el Mediterráneo Oc-cidental (Berbería y el sur de Italia) a otra de escala continental. La diferenciaestaba en la dignidad imperial de Carlos V, que le permitió separar del SacroImperio, en beneficio de su descendencia española, las dos mejores “joyas” dis-ponibles: sus estados patrimoniales de los Países Bajos y Borgoña y la infeuda-ción del ducado de Milán. Además del control de dos de los principales núcleoseconómicos y de poder del momento, significaba convertirse en una potenciaprimordial en el gran triángulo atlántico (París-Bruselas-Londres) y conseguirel dominio total sobre la península Italiana. La línea Bruselas-Milán fue el cor-dón umbilical de la Monarquía, y aunque se “gobernaba” desde Madrid, de-pendía jurisdiccionalmente de Viena. La rama hispana de los Austrias, sinsoportar los graves problemas y tensiones a las que estaban sometidos sus pri-mos austriacos, se benefició de la condición imperial de estos.

De nuevo, la articulación dinástica y la relevancia de la embajada imperial de-sempeñada por Zúñiga resultan cruciales para explicar la política europea de laMonarquía de Felipe III, para la que habría que preguntarse hasta qué puntoexistió la tan comentada oposición o insubordinación de sus representantes fuerade Madrid o si se trataba de un modelo de gestión más descentralizada y autóno-ma de lo que se supone 8. El poder de los virreyes ha sido más estudiado, pero noel de los embajadores, a pesar de que ambas figuras compartían, por encima de laespecificidad de sus encargos, su consideración de alter ego del Rey y represen-tación de su praestantia, ya sea en una corte viceregia o en la de otro príncipe 9.

Por último, desde la concepción cortesana de facciones y grupos de poderenfrentados, los móviles de decisión de los distintos ministros se hacen más va-riados de lo que sugiere una visión tradicional marcada por un autoritarismo

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Introducción

per quantità di forze e abbondanza di richezze prevalgono senza dubbio alla Spagna” (P.BAROZZI y G. BERCHET: Relazioni degli stati europei lette al Senato dagli ambasciatoriVeneti nel secolo decimosettimo, I-1, Venezia 1857, p. 77).

8 Para la idea de estos virreyes como “procónsules rebeldes”, J. H. ELLIOTT: El conde-duque de Olivares..., op. cit., p. 84.

9 Con la notable excepción del conde de Gondomar. El cursus honorum habitual hacíaque los embajadores ante la Santa Sede acabaran en muchos casos como virreyes deNápoles: Juan de Zúñiga, el conde de Olivares padre, el cardenal Borja, el conde de Oñate...

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monolítico y un catolicismo radical. Además del peso de las afinidades persona-les, las distintas facciones fueron compartiendo un programa de acción, unoslugares comunes e incluso una espiritualidad específica, elementos todos queenriquecen y complejizan el debate político y los motivos de fondo: ¿había unarazón de Estado, dinástica y/o católica?

* * *

Este libro tuvo su origen en una tesis doctoral que habría sido imposible sinla colaboración económica, profesional y humana de numerosos implicados. Enprimer lugar he de reconocer el notable sostén financiero proporcionado por elcontrato FPU del Ministerio de Educación y sus estancias de investigación, asícomo a los fondos de la acción integrada con Italia “Prácticas de gobierno e in-teracción política entre la Italia española y no española durante el siglo XVII”y otros proyectos de investigación que han permitido tantos viajes a Simancas.

Como no podía ser de otra manera, mis agradecimientos profesionales de-ben empezar por el excelente personal del Archivo General de Simancas, co-menzando por su jefa de sala Isabel Aguirre Landa, cuya ayuda y cariño hanrebasado con mucho lo exigible. No menos profesionalidad y facilidad de tratohan mostrado el resto de archiveros y bibliotecarios con los que he tenido opor-tunidad de tratar. Mención especial merecen los del Archivo Secreto Vaticano,la Academia Belgica y el Archivo de Montserrat en Roma; el Archivo de Esta-do de Mantua; la Biblioteca de Ajuda en Lisboa y la Real Biblioteca y el Insti-tuto Valencia de Don Juan en Madrid.

Toda investigación se hace posible gracias a un magisterio, y en este caso la deu-da es tan profunda como amplia. En primer lugar he de mencionar al equipo deinvestigación que me ha acogido en su seno, el Instituto Universitario La Corte enEuropa (IULCE). Me reconozco en deuda con el aleccionador magisterio de midirector Manuel Rivero y de José Martínez Millán, sin olvidar las advertenciasde Carlos de Carlos ni el compañerismo y amistad de investigadores de tanta pro-yección como Esther Jiménez, Marcelo Luzzi, Koldo Trapaga, Gijs Versteegen oSusan Campos. El trabajo, desarrollado en el departamento de Historia Modernade la UAM, ha sido seguido con interés por sus miembros, comenzando por su di-rector Fernando Andrés, en quien personalizo este agradecimiento.

Antes que ellos, he de reconocer la herencia del Instituto Blas de Otero, dela recientemente desaparecida Concha Jimeno, Antonio Plaza y Feliciano Páez-

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Camino, ayer profesores, hoy amigos, que me adentraron con despejo y maestríapor los vericuetos de las Humanidades. Para la entrada en archivos y ámbitosforáneos me reconozco en deuda con Félix Labrador para el caso portugués,Pavel Marek para el checo y Tibor Martí para el húngaro. En Viena agradezcoel apoyo prestado por Peter Mat’a, Thomas Winkelbauer y Jan Paul Nieder-korn. Para Roma he de recordar la tutela ejercida por Maria Antonietta Visce-glia y la inestimable ayuda de Silvano Giordano en los laberintos vaticanos. Nomenos enriquecedora fue la crítica recibida de los miembros de mi tribunal detesis, Alexander Koller, Stefano Andretta, Miguel Bunes y Pere Molas, cuya re-posada lectura y atinados consejos agradezco profundamente.

La larga convivencia con una momia del siglo XVII solo ha podido sobrelle-varse con el aliento y apoyo brindados por un círculo de personas que me ha sor-prendido por ser más amplio y entregado de lo que esperaba. Mi agradecimientomás cariñoso para mis padres Eusebio y Milagros, mi hermano Leandro, mis tíosy primos, todo un clan que ha aprendido a aceptar a don Baltasar en la familia, ya mis amigos Amanda, Daniel, David, Irene, Iván, José, Juan Luis, María y Pablo,que han sabido acompañarme y tolerarme en todo este proceso.

Debo un agradecimiento más especial a mis “colaboradores”: Feliciano Páez-Camino, que ha emprendido con notable paciencia y cuidado la lectura del ma-nuscrito para advertir sus fallos más vistosos (los que quedan, evidentemente,son responsabilidad mía); Evrim Türkçelik, Silvia Hidalgo y Julián Vadillo, queno han dudado en ofrecerme su desinteresada ayuda y consejo en todo momento.

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Baltasar de Zúñiga:Una encrucijada de la Monarquía Hispánica

(1561-1622)

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7Abreviaturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

PRIMERA PARTE

EL APRENDIZAJE DE LA PRUDENCIA

CAPÍTULO I PRUDENCIA DOMÉSTICA: LA CASA DE MONTERREY EN BUSCA DE LA GRACIA REGIA . . . . . . . . . . . . . . 21

El linaje Zúñiga y el condado de Monterrey . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23La protección de los arzobispos Fonseca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25El conde Alonso, organizador de la Casa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29Don Jerónimo, conde y padre malogrado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

CAPÍTULO II PRUDENCIA POLÍTICA: PRECEPTOS. LA FORMACIÓN DE UNA NOBLE DE LA CONTRARREFORMA . . . . 35

La educación, del latín al gallego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35Humanista y político . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38La religiosidad del ministro austero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48

CAPÍTULO III PRUDENCIA POLÍTICA: EXPERIENCIA. EL JOVEN MILITAR Y CORTESANO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51

Los Monterrey en busca de un hueco en la Corte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51El militar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60

Los inicios en las armas: la guerra de Portugal (1580) . . . . . . . . . . . . 60El viaje a Lisboa y la entrada en la Orden de Santiago . . . . . . 66

La gran ocasión: La Armada Invencible (1588) . . . . . . . . . . . . . . . . . 69La defensa de Galicia (1589-1596) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

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El diplomático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73El cortesano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79

Tiempo de espera (1588-1595) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79Tiempo de esperanza (1595-1598) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86

SEGUNDA PARTE

EL EMBAJADOR

CAPÍTULO IV BRUSELAS: PACES Y GUERRA EN EL ATLÁNTICO NORTE (1599-1603) . . . . . . . . . . . . . . . 97

Los Países Bajos en 1598: La cesión de soberanía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97La nueva Corte y el ascenso a la embajada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101El “Ministerio español”: Nuevas relaciones de poder . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

Los españoles en el gobierno de Flandes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105El embajador, informador y alter ego del Rey . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107La embajada, contrapunto de poder . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109La relación con los flamencos: Los Estados Generales y el control del ejército . . . . . . . . . . . . . . . . 113

Un camino incierto: Las negociaciones con Isabel I y la sucesión inglesa . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

Las conversaciones con Inglaterra: La conferencia de Boulogne (1600) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120El debate sobre la solución al conflicto con Inglaterra . . . . . . . . . . . 126La sucesión inglesa y las opciones españolas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131El acercamiento a Jacobo Estuardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138

Los vacilantes caminos de la negociación holandesa . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143Un contexto internacional desfavorable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143Primer asalto: La toma de contacto de 1600 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148Segundo asalto: Las fluctuantes opciones de 1601 . . . . . . . . . . . . . . 153Inestabilidad y cierre de la vía negociadora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157

El fracaso de la estrategia de pacificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163La nueva ofensiva en Flandes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163La salida del embajador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169

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CAPÍTULO V PARÍS: LA GUERRA FRÍA ENTRE LAS DOS GRANDES MONARQUÍAS (1603-1606) . . . 173

De Bruselas a París: Continuismo en la política del Norte . . . . . . . . . . . . 174Acordes y desacuerdos: Enrique IV y España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180

El crecimiento francés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180Tensas relaciones bilaterales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183

La embajada de Francia, observatorio de Europa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189La herencia de Tassis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189La llegada a París: El edicto Gauna y las paces con Inglaterra . . . . . 193El hostigamiento de las fronteras: Grisones, neerlandeses y moriscos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199

La guerra de zorros: Conjuras y espionaje en la embajada española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205

Los informadores secretos de la embajada: el caso Hoste . . . . . . . . . 205Conjuras de altos vuelos: La amante del Rey y el bastardo regio . . . 208Las amistades peligrosas: Traidores y herejes . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211

Apoyar a hugonotes, escuchar a aventureros . . . . . . . . . . . . . 213Fracaso final: El affaire Mérargues . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216

El regreso a España: La crisis de la Casa de Monterrey . . . . . . . . . . . . . . . 218Pleitos y sucesiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219El retorno a la carrera política . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225

CAPÍTULO VI DE PRAGA A VIENA: EL CAMINO A LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS (1608-1617) . . . . . . . . . . 231

Tiempo de cambios y recambios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 232El comienzo del fin: Crisis dinástica y confesional en el Imperio . . . 232Castiglione y Ridolfi, al servicio de Rodolfo y Matías . . . . . . . . . . . 241Los embajadores españoles: Feria, Guadalcázar y Zúñiga . . . . . . . . 243

Rodolfo II: El emperador en su laberinto (1608-1612) . . . . . . . . . . . . . . . . 245Los perfiles de su misión en el Imperio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245

El poder de la embajada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249“Negocio de tanta consideración”: Las discusiones sobre la sucesión imperial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 252

La opción española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 258

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La formación de la Liga Católica: ¿Una pax hispana? . . . . . . . . . . . . 262La Monarquía hispana ante el desafío confesional . . . . . . . . . 264La misión Brindisi y la fundación de la Liga . . . . . . . . . . . . . 270

Al borde del precipicio: La guerra de sucesión de Juliers-Cleves . . 276Los últimos movimientos de Enrique IV . . . . . . . . . . . . . . . . 283

La “guerra de Passau”: Crisis final del reinado de Rodolfo II . . . . . 289Matías I: La búsqueda de la quietud (1612-1617) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297

Matías, del reino de Bohemia al Imperio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297El matrimonio hispanoflamenco de don Baltasar . . . . . . . . . . 303

Un nuevo estilo de Emperador: Composición y concordia . . . . . . . 306La Dieta de Ratisbona de 1613 y la amenaza otomana . . . . . . 307La segunda guerra de Juliers . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309

Las dificultades de la facción española y el patronazgo de la embajada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 315

La diplomacia imperial en Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 322La Casa de Austria a prueba: La sucesión imperial . . . . . . . . . . . . . 324La mediación italiana: La reclamación de feudos y la guerra de Gradisca . . . . . . . . . . . . . . 332

Tensión en el norte de Italia: Los conflictos con Saboya y Venecia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 337¿Lealtad o interés?: El socorro de Felipe III al archiduque Fernando contra Venecia . . . . . . . . . . . . . . . . . 339Los acercamientos de paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343

La salida de Zúñiga: ¿Roma o Madrid? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347

TERCERA PARTE

EL ASCENSO DEL MINISTRO DEL REY

CAPÍTULO VII EL CONSEJERO DE FELIPE III (1617-1621) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 357

Madrid, una corte en mudanza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 357La nueva gestión de los asuntos dinásticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365

La sucesión bohemia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365La forja de una línea política propia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 370A la búsqueda de los negocios de Italia . . . . . . . . . . . . . . . . . 375

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Índice Onomástico_Maquetación 1 20/12/12 17:27 Página 636

El cierre de la guerra de Gradisca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 378La gran decisión: La respuesta a la rebelión bohemia de 1618 . . . . . . . . . . 386

El gran plan de Lerma: El “intento secreto” de Argel . . . . . . . . . . . 386Emergencia en Bohemia: La respuesta española . . . . . . . . . . . . . . . . 388Crónica de un relevo anunciado: La salida de Lerma de la Corte . . 395¿Ucedismo? El orden de poder tras Lerma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 399

La caída de los ministros de Italia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 401La consolidación cortesana: La Jornada de Portugal . . . . . . . . . . . . . . . . . . 404

El camino de Lisboa: El ascenso a ayo del príncipe y comendador mayor de León . . . . . . 404Frenando la avalancha: Los socorros al Imperio en la campaña de 1619 . . . . . . . . . . . . . . . . 411

El socorro español . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 416La elección imperial y el socorro flamenco . . . . . . . . . . . . . . 425Las alianzas bélicas frente a frente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 427El compromiso español . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 429

El ocaso del Rey y el control del Consejo de Estado . . . . . . . . . . . . . . . . . . 434Una pinza efectiva: Las campañas del Palatinado y Bohemia . . . . . . 434

Las flaquezas de los rebeldes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 437La alianza católica y el triunfo en la Valtellina . . . . . . . . . . . . 440Éxito militar en el Imperio: El triunfo de la Montaña Blanca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 447

La Corte inquieta: La oposición a los Sandovales . . . . . . . . . . . . . . 450El golpe cortesano del verano de 1620 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 453

CAPÍTULO VIIIEL PRIVADO DE FELIPE IV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459

Los Grandes Anales de quince días: El cambio en la corte de Madrid . . . . . 459Una privanza novedosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 461Mudanzas de la fortuna: La destrucción de la facción de los Sandovales . . . . . . . . . . . . . . . . 467La reforma del gobierno de Castilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 473

La búsqueda de quietud en Italia: El problema de la Valtellina . . . . . . . . . 479La gestación del Tratado de Madrid (1621) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 479Diplomacia de la distracción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 485El camino del Tratado de Aranjuez (1622) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 489

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Índice Onomástico_Maquetación 1 28/12/12 11:47 Página 637

Heroicas decisiones: La reanudación de la guerra de Flandes y la reversión de soberanía . . . . . 493

El debate sobre la Tregua de los Doce Años . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 493Flandes sin el archiduque Alberto: La reversión de soberanía . . . . . 502La nueva fase de la Guerra de Flandes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 503

El polvorín del Imperio y la cuestión del Palatinado . . . . . . . . . . . . . . . . . . 505El fin de la guerra en Hungría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 506La campaña del Palatinado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 508Entre Baviera y el Palatinado: El conflicto de la traslación electoral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 511

El gobierno de Italia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 521El relevo de los ministros de Italia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 522El orden de paz en Italia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 526La presidencia del Consejo de Italia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 531

Tiempo de desengaño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 536Disputas de poder: El desencuentro con Olivares . . . . . . . . . . . . . . 536Oposición y desencanto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 542“Secretos juicios de Dios”: La desaparición de Zúñiga . . . . . . . . . . 544El día después . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 548

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

Fuentes manuscritas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 555Libros manuscritos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 559Fuentes impresas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 560Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565

CRONOLOGÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 595GENEALOGÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 605ÍNDICE ONOMÁSTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 609

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