2010, Una encrucijada Histórica. Análisis de los movimientos de la Independencia y la Revolución...

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“2010, Una encrucijada Histórica. Análisis de los movimientos de la Independencia y la Revolución en la senda de nuestros centenarios” CELSO ESCOBAR SALINAS.

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“2010, Una encrucijada Histórica. Análisis de los movimientos de la Independencia y la Revolución en la senda de nuestros centenarios”

CELSO ESCOBAR SALINAS.

ÍNDICE

PÁGINA:

“2010, UNA ENCRUCIJADA HISTÓRICA. ANÁLISIS DE LOS MOVIMIENTOS DE LA INDEPENDENCIA Y LA REVOLUCIÓN EN LA SENDA DE NUESTROS CENTENARIOS” ........ 3

INTRODUCCIÓN. ...................................................... 3

LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO. ................................................... 8

LA REVOLUCION MEXICANA. ......................................................... 16

La Constitución de 1917: logro de nuestra Revolució n. ........... 21

Los pendientes de la Revolución Mexicana. ................................. 24

2010 COMO EL AÑO DE LA MEMORIA HISTÓRICA: URGENCIA DE UNA REFORMA INTEGRAL DEL ESTADO MEXICANO. ...... 27

CONCLUSION. ....................................................... 34

BIBLIOGRAFÍA ....................................................... 35

“2010, Una encrucijada Histórica. Análisis de los m ovimientos de la Independencia y la Revolución en la senda de nue stros

centenarios”

INTRODUCCIÓN.

A doscientos años del estallido de la lucha insurgente y a cien años del estallido de

la Revolución Mexicana, se nos presenta la oportunidad histórica de reflexionar

casuística y holísticamente sobre nuestro pasado, para así dilucidar los mitos,

comprender las realidades y ofrecer una interpretación más veraz sobre los hechos,

una interpretación que a su vez nos permita derivar una enseñanza para actuar en

el presente. Pues ya lo decía el historiador Paul Preston que “aquellos pueblos que

ignoran su historia están condenados a cometer los mismos errores del pasado”.

Antes de analizar la Historia, habrá que profundizar en primer lugar sobre su

naturaleza. ¿Qué es la Historia sino una fábula consensuada?, decía Napoleón

Bonaparte. La Historia se nos muestra como un conjunto de subjetividades que

pretenden en su consciente llegar a una verdad objetiva, pero en las cuales

predomina una intención celada, que interpreta los hechos según las experiencias,

facticidad y valores del historiador. La Historia por tal, se encuentra compuesta de

la interpretación de diversos acontecimientos ocurridos en un tiempo dado, por

diferentes participes (sean éstos actores directos o meramente testimoniales),

cuyas impresiones son recopiladas bajo una reinterpretación contemporánea, que

logra coludir magistralmente al presente con los hechos del pasado.

Dicha reinterpretación es la que dota de valor real a la Historia, pues a través de

ésta se legitiman las instituciones presentes, se justifica el status quo de las esferas

gobernantes, se valida el sometimiento de los conquistadores a los conquistados,

el de un Estado sobre otro y el de los vencedores sobre los vencidos. Así lo

manifiesta el historiador Michel Foucault en su ensayo La sociedad tiene que ser

defendida, quien además conceptualiza el curso de la historia con base a la

sucesión permanente de guerras y conflictos, integrados en tres elementos

esenciales: 1) Los elementos fácticos, como el número de soldados, la cantidad de

armamento, la capacidad de la industria bélica...; 2) Los acontecimientos fortuitos,

como las conspiraciones, rebeliones, alianzas y derrotas… 3) y el hilo conductor de

los hechos que Foucault denomina “la racionalidad”, la cual describe de la siguiente

forma:

“Y, únicamente arriba de éste enredo podría una creciente racionalidad tomar la

forma, esa de las calculaciones y estrategias —una racionalidad que, así como

crece y se desarrolla, se vuelve cada vez más frágil, más y más rencorosa, más

estrechamente atada a la ilusión, a la fantasía, a la mistificación. Así nosotros

tenemos el opuesto completo de esos análisis tradicionales los cuales intentan

redescubrir, debajo de la visible brutalidad de los cuerpos y las pasiones, una

fundamental, duradera racionalidad, vinculada por naturaleza a lo justo y lo bueno.”1

Transportando este marco filosófico de la interpretación histórica a nuestro contexto,

resulta fascinante la forma, creación, utilidad y prescripción con la que los mexicanos

hemos dotado a nuestro propio pasado. De tal manera que los más grandes

historiadores nacionales, desde Lucas Alamán y Justo Sierra hasta Alfonso Reyes y

Jesús Reyes-Heroles, siguen un patrón de análisis histórico, que reafirmando la

teoría de Foucault, se basa en el estudio de la sucesión de guerras, de cuya

comprensión el historiador explica la creación del Estado moderno.

Por ende, la forma más convencional en la que se divide nuestro pasado es a través

de los siguientes períodos: 1) La Conquista 2) La Independencia 3) La Reforma 4)

La Revolución, cuatro grandes etapas bélicas y fratricidas que forman los cimientos

de nuestra concepción histórica. Claramente esta interpretación atiende un sentido

hegeliano-marxista, por el cual las guerras son representaciones materiales del

1 Cfr. FOUCAULT, Michael. La sociedad tiene que ser defendida. En página web: http://herejia.com.tripod.com/La%20sociedad.htm#_ftnref2 (Agosto de 2010).

ejercicio de la dialéctica social. Es decir, los conflictos armados representan la

contraposición de la tesis y la antítesis de ideas, que dan como resultado una

síntesis, cuya materialización se expresa en la evolución del Estado y de la

composición social.

Bajo dicha interpretación la Historia se acepta un curso cíclico y sucesivo de

eventos, pero con una trayectoria apodícticamente lineal y progresista. Tal

interpretación nos asegura que, como pueblo mexicano vamos hacia un desarrollo

permanente, y aún cuando existan periodos regresivos éstos serán meramente

transitivos, pues el presente per se es en todo momento más promisorio que el

pasado. Cuando este discurso histórico se institucionaliza, se obtiene que el gobierno

en turno es por antonomasia, el ápice del desarrollo y el punto cúspide de nuestro

devenir histórico.

Ésta fórmula se logró institucionalizar, al momento en que el secretario de educación

pública Jaime Torres Bodet, decide crear el libro de texto gratuito. Por lo que desde

1944, cada nueva generación de mexicanos tiene la misma Historia oficial de nuestro

pasado. Dicha homogeneidad confecciona una memoria histórica colectiva continua,

por la cual todos compartimos una misma conciencia ficticia de nuestro presente en

relación a nuestro pasado, esta conciencia ficticia crea una realidad ficticia, que

siendo falsa no deja de ser real al ser reconocida por todos.

Esta reflexión entra un poco al tenor de la obra 1984 de George Orwell, donde el

partido único es capaz de borrar e incluir hechos en el pasado, a través de los cuales

se asegura que el presente es siempre mejor que antes y por lo cual se justifica el

status quo del grupo en el poder, pues ¿qué sociedad no quiere como gobierno aquel

capaz de mejorar la realidad día tras día de manera perenne? Con ésta novela anti-

utópica, Orwell nos afirma que: “quien controla el presente controla el futuro. Quien

controla el pasado controla el presente”2. De tal forma que el gobierno en turno al ser

capaz de recrear un pasado que todos los mexicanos crean como cierto, y siendo el

2 ORWELL, George 1984: el Gran Hermano te vigila. Destino, México 2001, p. 299.

pasado un concepto intangible que emana de la creación humana, se vuelve real,

tan real como su utilidad maniquea de poder legitimarse a través del uso de la

historia.

Esta interpretación histórica, más allá de las implicaciones éticas y morales que se

presentan al tratar a la Historia como una herramienta política y no como una ciencia,

es insostenible por el menoscabo de incurrir en una simplificación minimalista de

eventos históricos. Por ejemplo, la historia oficial que se nos presenta en los libros

de texto gratuito así como cada 16 de Septiembre en el discurso apodíctico del grito

de Independencia, pretende concebir el estallido, la lucha insurgente y la

consumación de la misma, como unidad, y como si se tratase de la defensa de una

misma causa, de un mismo leitmotiv.

Sin embargo, ingenuo sería creer, por ejemplo, que Hidalgo conceptualizaba a

México como nación independiente, cuando en su grito de Independencia

enarbolaba y defendía al gobierno de Fernando VII; ¿cómo creer que la causa de

Morelos plasmada en los Sentimientos de la Nación era la misma que la que Iturbide

prometió defender en las conspiraciones de la Profesa?; ¿por qué creer que México

como nación nace hace doscientos años y no en la firma de los tratados de

Córdoba?

La misma situación se presenta al analizar la Revolución Mexicana. En la rotonda de

los hombres ilustres se hallan juntos los cuerpos de todos nuestros caudillos y las

calles del centro histórico se adornan con los nombres de todos nuestros héroes

revolucionarios, como si en verdad hubiesen combatido todos del mismo bando. Y

me pregunto si es acaso que hubo una o varias revoluciones, pues si en algún

momento ciertamente, todos buscaban la caída de Díaz, ¿fue acaso que después de

ésta todos los revolucionarios combatían bajo una misma causa? ¿Será que la lucha

por la democracia de Madero, tenía alguna relación con la disputa agraria de Zapata

o con la demanda socialista de Ricardo Flores Magón? ¿Será que Huerta y Díaz son

los únicos villanos de la Revolución?, ¿Era necesario que el ejército

constitucionalista mataran a traición a Zapata y Villa?, ¿La revolución de 1917, es

verdaderamente la culminación de la Revolución Mexicana? ¿Quiénes resultaron

triunfadores de este movimiento?

Aún cuando podamos precisar quiénes comandaban las luchas insurrectas, que

batallas se perdieron y que otras se ganaron, que ejércitos tenían mejor estrategia y

desempeño militar, cuáles fueron las conspiraciones, los pactos y alianzas entre

diferentes grupos, entre otros hechos relacionados a la lucha de Independencia y a

la Revolución Mexicana, no se podrá determinar la racionalidad de la guerra sobre

la que nos habla Foucault. A lo sumo, el Estado dará una interpretación mistificada

sobre el pasado. Ya que si tratáramos de hallar dicha racionalidad, caeríamos en

cuenta de que es una tarea imposible de lograr, porque no existe una continuidad

ideológica que unifique todas las luchas y conflictos armados en una sola. Tal como

lo expone Mariano Azuela en Los de abajo, muy pocos son los que tienen noción del

porque se está luchando y muchas de las causas que se defienden son

verdaderamente intereses personales y oportunismos. Se tiene que ser cauto en

diferenciar las verdaderas causas sociales que promovieron ambos estallidos de

insurrección, para no ser engañado por pugnas y ambiciones personales de poder,

que muchas veces se hallan encubiertas como ideales en defensa del pueblo.

La Historia al final de cuentas es la metafísica de los pueblos, por ello resulta

preponderante que en nuestro marco contemporáneo, análogo en centurias a la

Independencia y la Revolución, más que festejos artificiales, hagamos una reflexión

que reinterprete el centro de nuestra mexicanidad misma. Conviene entonces que el

2010 sea una excusa para la exanimación histórica y para evaluar nuestro paso hacia

la conquista absoluta de la libertad, que es la labor teleológica de todos los pueblos.

LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO.

La lucha por la Independencia es uno de los momentos históricos que han

convulsionado a nuestro país, cuya trascendencia es sustancial para entender

nuestro devenir histórico. Sobre este movimiento se han escrito innumerables

memorias que conviene dilucidar, porque aunque la historia construida desde la

óptica oficial nos aporta elementos interesantes al imaginario colectivo, no debemos

perder de vista la visión crítica y constructiva, la cual en un Estado democrático,

tiene que tener cabida, pues es el pluralismo de ideas lo que armoniza a una cultura

política incluyente.

Es acertado hacer una reflexión sobre los orígenes del movimiento independentista

y de sus logros, pero no sin dejar a un lado el análisis sobre las situaciones

irresolutas. La relevancia de lo anterior deriva de la inminente celebración del

bicentenario (año 2010), fecha que rememoramos como el inicio de la emancipación

que nos permitió construir un Estado de independencia y soberanía acordes al

modelo ilustrado.

El calificativo “independiente” podría ser entendido como un reconocimiento a la

acción de las capacidades propias de la unidad para actuar con responsabilidad y

visión. En un aspecto metafórico Immanuel Kant comprende la independencia

como:

“La salida del hombre de la minoría de edad, debida a su propia culpa. Minoría

de edad e incapacidad para servirse, sin ser guiado por otros, de su propia mente.

Y esta minoría de edad es imputable a él mismo porque su causa estriba no en

la falta de una mente, sino en la falta de decisión y de valor, del valor de

utilizada sin ser guiado por nadie. ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu

propia mente!”3

3 Citado por DE LA TORRE Villar, Ernesto. La Independencia de México. 4ª Reimp., México 2004, FCE, p. 13.

Es precisamente con ese valor que refería Kant, que los habitantes de la Nueva

España comenzaron su emancipación con el uso las armas, para defender sus

derechos básicos que desde tres siglos atrás se encontraban anulados. El camino

para alcanzar esa mayoría de edad no fue sencillo, puesto que hubo mucha

represión para impedirla, sin embargo, el espíritu responsable, constante y de

acción, fue el motor con el que un 16 de Septiembre de 1810 con el llamado a las

armas de Miguel Hidalgo, se emprendió la lucha. Hoy entendemos ese primer

momento como el inicio de la consolidación de un nuevo Estado, con territorio

propio, población reconocida y con el tercer elemento: gobierno, derivado de una

soberanía popular, que fue inspiración de la lucha de independencia de los Estados

Unidos de Norteamérica y de la Revolución Francesa. El mencionado Estado, que

con el tiempo va tomando mayor certeza permite edificar un notorio avance en la

responsabilidad de guiar el destino de sus habitantes al crear leyes e instituciones

que le dieron viabilidad al proyecto.

La lucha armada.

Trescientos años de sumisión, injusticia y desigualdad, marcaron una sociedad

netamente multicultural de hecho, pero unilateral de derecho. Los privilegios de

unos sobre otros fue la constante, que originó la sociedad clasista de la Nueva

España. En efecto, 1810 será el punto de partica para el nacimiento de nuestra

nación, pasando de la Nueva España a México. Fue un proceso largo, intenso, pero

necesario ante una inequidad social extrema. Guadalupe Jiménez Codinach en su

obra: México, su tiempo de nacer. 1750-1821, lo califica como “un parto doloroso,

ya que de 1810 a 1821, la nación sufrió unas 844 acciones de guerra”4. Aunado a

4 Cfr. JIMÉNEZ Codinach, Guadalupe. México, su tiempo de nacer. 1750-1821. México, Fondo Cultural Banamex, 1997, p. 134.

lo anterior tenemos que de esa lucha armada (1810-1821) se contabilizaron

600,000 muertos5.

Las causas que originaron la lucha independentista fueron diversas, entre éstas la

desigualdad social tomó un papel preponderante: En la primera década del siglo

XIX era desmesurado el crecimiento del pueblo en las ciudades de la Nueva

España, debido a la desocupación creciente en el campo. En ese entonces,

Alexander von Humboldt calculaba la existencia de 30 mil desocupados

“harapientos y miserables” en la ciudad de México. Quien poseía la mayor riqueza

en la Nueva España era la Iglesia. Esa condición provenía de la renta de sus

propiedades, el diezmo y los préstamos que hacía a hacendados, industriales y

pequeños comerciantes. Hay historiadores que calculan que por lo menos la mitad

de las propiedades de la colonia pertenecía al clero. La población pobre andaba con

camisa y calzón de manta. Había algunos que sólo portaban una manta. Los nobles

seguían la moda que llegaba de Europa. Era común que en sus ropas se incluyeran

piezas de oro y plata. Los comerciantes y artesanos usaban ropa de lana de cordero

y de otras fibras naturales. Y no era extraño mirar a las “chinas poblanas”, mujeres

con enaguas bordadas con lentejuelas.

Hubieron otras causas que originaron el movimiento por la independencia de

México: El deseo de los criollos por obtener mayor poder político y libertad

económica. La debilidad de España y Portugal durante este periodo, que habían

perdido su liderazgo en Europa (esto quedó todavía más claro cuando Napoleón

invadió la península Ibérica). Las ideas de la ilustración esparcidas en las Colonias.

El ejemplo de otros países como EUA y Francia. El apoyo indirecto de Gran Bretaña

y Estados Unidos de Norteamérica. En suma la notoria violación a derechos

mínimos por el gobierno y las clases acomodadas en detrimento de la mayoría de

la población.

5 En el territorio conocido como la Nueva España (que iba desde Centroamérica hasta el límite norte de la Alta California) vivían poco más de 6 millones 122 mil personas; alrededor de 60 mil eran españoles. La población se concentraba en la parte central y en el sur del virreinato, mientras que las costas y las zonas septentrionales estaban escasamente habitadas.

No podemos entender la Independencia de México sin el pensamiento de Miguel

Hidalgo, personaje que con ideas liberales, pero religiosas, impulsó en un primer

momento la lucha armada. Este ideólogo buscando mayores oportunidades de

participación política para los criollos. Destaca su pensamiento porque decretó la

abolición de la esclavitud, la prohibición de algunos estancos de la Corona

(monopolios), y la restitución de tierras que habían sido arrebatadas a las

comunidades indígenas.

A la muerte de Hidalgo y Allende, y después de cierto desmembramiento del

movimiento insurgente, Ignacio López Rayón, antiguo secretario de Hidalgo, trata

de organizar nuevamente la guerra mediante la Junta de Zitácuaro. Mas a pesar

de sus intenciones, sería otro cura quien marcaría el máximo desarrollo de la etapa

popular de la guerra: José María Morelos y Pavón a quien podemos considerar como

el máximo líder de la guerra de independencia y quien la llevó a su punto más alto.

Cambió la estrategia de la lucha, ya que en vez de la gente numerosa y desorganizada

que seguía a Hidalgo, optó por pocos contingentes bien armados y disciplinados, con

jefes y conocedores de su territorio. También sobresale su visión como político al

elaborar decretos sociales a favor de la mayor parte de la población explotada:

reparto de tierras y/abolición de la esclavitud. Otro logro es la formación del

Congreso de Chilpancingo, que elabora la Constitución de Apatzingán (1814).

Sin embargo, también Morelos y compañeros fueron finalmente derrotados. Las

muertes de Hermenegildo Galeana y de Mariano Matamoros contribuyeron a la

caída de Morelos, quien fue despojado del supremo mando militar por el Congreso

que él mismo había organizado, coinvirtiéndose en su custodio. Por ello cayó

prisionero de los realistas, que por órdenes de Félix María Calleja lo fusilaron en

San Cristóbal Ecatepec en el año de 1815. El documento que sintetiza el

pensamiento de Morelos son los Sentimientos de la Nación, donde plasma las ideas

de independencia y libertad, la separación de poderes, la soberanía popular y que

las leyes sean cumplidas sin excepción alguna.

Brian Hamnett comenta que:

“Hidalgo, Morelos y los jefes iniciales de la insurgencia tenían sentimientos más bien

que raíces, sentimientos hacia la gente ordinaria, y ello es explicable también

porque México había entrado en una crisis económica y social profunda. Más allá

del grito de Dolores en 1810, el país padecía una dislocación en la producción

minera, crisis en las haciendas, alza de precios, escasez de comestibles básicos...

Sacerdotes de parroquia como Hidalgo y Morelos eran bien conscientes de ello, a

pesar de sus propósitos políticos mayores, y ese no fue exactamente el caso de los

caudillos de la insurrección en América del Sur”6.

Proseguirá la lucha con destacamentos revolucionarios como el de Guerrero en el

Sur; el de Guadalupe Victoria alrededor de Puente Nacional, Veracruz, llegando

a estar casi en calidad de fugitivo, sin tropas. Bravo operaba en las costas de

Alvarado, Osorno en Puebla e Hidalgo y Ramón Rayón en Michoacán. Entre 1815

y 1816 Mier y Terán operaba en la región de Tehuacán convirtiéndose en uno de

los focos principales de actividad insurgente.

Más adelante se dará la llamada Conjura de la Profesa con la dirección del alto

clero y los españoles. Los conjurados pensaron que había que acabar primero con

el núcleo insurgente de Vicente Guerrero y para ello contaban con Agustín de

Iturbide. Pero Iturbide no fue capaz de vencer a Guerrero y pensando que la lucha

podría prolongarse demasiado tiempo, optó por buscar la conciliación con el jefe

insurgente. Así fue como poco a poco se llegó al entendimiento, cuando ambos

jefes se reunieron en Acatempan para finalmente unir sus fuerzas para formar el

Ejército de las Tres Garantías, que tenía como finalidad inmediata consumar la

independencia.

6 Cfr. DOMÍNGUEZ, Christopher. Doce voces de la historiografía mexicana. VIII. Brian Hamnett: No son comparables 1810 y 1910. Entrevista publicada en letras libres. Página web: http://www.letraslibres.com/index.php?art=14830 (Agosto de 2010).

Iturbide elaboró el Plan de Iguala, el documento de la consumación por excelencia.

En este, Iturbide daba a los insurgentes la independencia; al alto clero y los

españoles prometía conservar sus privilegios; y a los indios y castas una vaga

igualdad jurídica. De esta manera se lograba la independencia como una

conciliación de intereses.

En Puebla, Iturbide se enteró de la llegada a territorio mexicano, del nuevo virrey

(ahora designado jefe político superior, de acuerdo a la Constitución liberal de

Cádiz). Este personaje era un liberal de ideas avanzadas y anticolonialistas: Juan

O`Donojú. Así pues, se imponía una entrevista, que se realizó en Córdoba,

Veracruz, el 24 de agosto. De ahí saldrían los Tratados de Córdoba, nuevo acuerdo

en el que por lo pronto se reconocía la independencia de México, aunque se invitaba

a Fernando VII a reinar en la Nueva España. El 27 de septiembre de 1821, Agustín

de Iturbide entraba triunfante a la ciudad de México, encabezando al Ejército de las

Tres Garantías: unión, independencia y religión.

Logros e irresolutos de la Independencia.

Los ideales y triunfos de la Independencia de México son plasmados en diversos

documentos políticos y jurídicos. La influencia de dichos convenios en la sociedad

es clara desde la Constitución de Cádiz, pasando por los Sentimientos de la Nación,

la Constitución de Apatzingán, en Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba. Todos

estos concertando el acuerdo, buscando el cumplimiento de valores y derechos

como la libertad, igualdad, justicia, independencia y paz. La política se impone sobre

la violencia y se instituye como vía de solución a los conflictos.

Un fruto importante de la Independencia de México es precisamente la libertad, con

la que comenzamos a caminar como nación. Es de ahí que nuestra soberanía pasa

del modelo vertical, es decir, de un monarca, hacia abajo, al esquema horizontal,

que va marcando las pautas para una mejor igualdad y justicia, donde el pueblo es

reconocido como ese sujeto de acción que puede caminar con responsabilidad.

Libertad entendida desde la noción básica porque en la Nueva España había

esclavitud, y desde Hidalgo hasta Morelos fue señalada como un mal nacional.

Libertad que también logramos en la participación política, pues serán los

nacionales los que pudieron diseñar un nuevo modelo acorde a los intereses de

nuestro territorio. Libertad para administrar recursos y evitar el robo de los mismos

por extranjeros.

Fue hasta el término de la lucha por la independencia el 27 de septiembre de 1821,

cuando se hablaría de que alcanzamos la mayoría de edad, logramos el peldaño en

la organización política y social más adecuada y justa: una secularización. Sin

embargo es hasta 1824, con la Constitución de esa fecha cuando constituimos los

denominados: Estados Unidos Mexicanos, sin duda el mayor logro que ahora

podemos celebrar.

Siendo el grito de Miguel Hidalgo como el inicio oficial de la lucha, el que marca un

alto a la opresión de las castas, a la desigualdad, la esclavitud, un alto al ejercicio

radical del poder es que anhelamos la igualdad, evitando el privilegio y la

discriminación. Ideas retomadas por Morelos y otros luchadores sociales de la

época. Dimos el primer paso para detener la supina vejación de derechos

fundamentales.

La independencia de México y la consecuente formación del Estado Mexicano, no

podría entenderse sin la visión ideológica imperante de ese entonces, el

teocentrismo. El mismo Hidalgo, Morelos, Iturbide y otros puntualizaban la religión

católica como la única. Siendo ésta la idea que se mantuvo durante mucho tiempo.

La formación de leyes e instituciones no fue apartada del elemento religión, mismo

que un principio dio viabilidad a un proyecto que se creía compartido. La idea del

bien común derivado de la práctica de valores que en su momento postuló

Aristóteles en su Ética Nicomaquea, se verá en la corriente de igualdad y justicia

que siglos posteriores es abanderada del cristianismo. La idea tomista será también

enclave en ese momento de la historia nacional, pues los ideales como motor de

convivencia social serán la llave para el acercamiento y el trabajo. Retomar esta

visión es importante pues del momento histórico que comentamos se logra la

formación del Estado Mexicano, se configura nuestra patria.

El marco legal será un pilar más que comienza a construirse a raíz de la conquista

de nuestra libertad. Si bien es cierto, que el camino es a penas soñado, no podemos

dejar de reconocer la importancia del comienzo, pues como bien decía Albert

Einstein: “Si se puede soñar, se puede lograr”, siendo de esta manera que se

idearon mejores leyes y mejores gobiernos. Sin embargo no todo lo esperado se

logró con la Independencia, ni todo lo conquistado perduró en el tiempo. Existen

pendientes que se fueron marcando de manera paulatina en nuestra sociedad y que

caminaron hasta la lucha de la Revolución Mexicana, tales como una verdadera

igualdad en términos económicos, políticos y jurídicos. Una libertad real, más que

ficticia, en suma la verdadera praxis de las conquistas sociales.

Las causas indígenas de respeto a su cultura y tradiciones pueden ser

contabilizadas como irresolutos desde la conquista, hasta incluso la actualidad. Hay

un saldo serio en materia de reivindicación a sus derechos. Recordemos que desde

la Conquista muchos fueron aniquilados y despojados de sus tierras.

No podemos pasar por alto en este siglo XXI, una pregunta que saltaría de

inmediato a raíz de la vivencia de una lucha por la independencia y es ¿si somos

independientes en este siglo XXI? Misma que tendría fundamento ante una

situación económica de dependencia hacia Estados desarrollados. La que haya

sentido en un contexto de violencia extrema y de violaciones a los derechos

humanos.

Efectivamente tomamos el año 1810 como el inicio del camino para forjar una nación

de igualdad, pero tenemos un proceso que no terminó con las diferencias sociales,

la desigualdad ni la pésima distribución de la riqueza que caracterizó al periodo

colonial. Para la Anne Staples: “La separación de México y España, divorcio que

trató de ser amigable y terminó en feroz pleito, no alteró en lo fundamental las

relaciones entre grupos sociales ni las costumbres más arraigadas”7. Esta misma

autora menciona que: “…los contrastes de principios del siglo XIX fueron tan

violentos como los de finales, con cambios de enfoque, pero con un resultado igual:

subrayar las diferencias entre los seres humanos que salían a relucir a la hora de

sentarse a la mesa, acostarse, vestirse, moverse de un lugar a otro, ganar el pan

con el sudor de la frente”8.

Es entonces que el festejo del bicentenario, en este 2010, debería versar sobre un

análisis exhaustivo de los pendientes que tenemos desde esa lucha por la

Independencia, para llevarlos a la práctica y entonces si tener con orgullo y

responsabilidad el agrado de celebrar la vida y no la muerte de aquellos que nos

dieron patria, de esos soñadores, que no les importó contradecir el status quo que

los oprimía, sino que se lanzaron a las armas con un gran vigor, digno de

admiración.

LA REVOLUCION MEXICANA.

“No escarmientan los pueblos. La historia es para ellos un librote de hojas

manchadas de tinta”.9 Irónicamente esta frase acuñada por Ricardo Flores Magón,

nos auguraba que los libros de Historia no serían suficientes para derivar lecciones

que pudieran prevenirnos de un actuar cíclico, y de volver a cometer los mismos

errores del pasado. Y digo irónicamente, porque aún previendo esta situación,

Ricardo Flores Magón no pudo salvarse, él mismo, de ser borrado de la historia

oficial; acto que depara en ignorar los acontecimientos pasados para evitar que las

nuevas generaciones de mexicanos puedan (siquiera intenten) emular el ejemplo

de éste luchador social indoblegable. Difícilmente habrá quien en el Siglo XX,

7 STAPLES, Anne. Historia de la Vida Cotidiana en México. Tomo IV. México, 2008, FCE, p. 590. 8 Íbidem. 9 MAGÓN, Ricardo Flores. Artículos políticos, 1911. Antorcha, México 1980 p. 5.

enarbolé las nuevas luchas sociales de nuestra contemporaneidad bajo la

concepción magonista.

No hay acto más infame, que teniendo el poder de esbozar la historia de una nación,

se profane este maná de los pueblos, para manejarlo al antojo de la clase política

gobernante. Ya es bien sabido por la opinión pública que la maestra Elba Esther

Gordillo goza de privilegios superiores concedidos por el poder ejecutivo, para que

actúe a diestra y siniestra con su coto de poder a través del Sindicato Nacional de

Trabajadores de la Educación (SNTE)10. Por ello no es de extrañarnos que en la

creación de libros de texto gratuito, se vea un contubernio entre la supuesta

“academia” de la Dirección General de Materiales Educativos, con intereses

políticos del gobierno federal.

En la introducción de este ensayo detallábamos como la Historia puede ser

manipulada a manera de un arma política, así como de la felonía que representaría

cometer dicho acto. De tal forma se explica que la Secretaría de Educación Pública

(SEP), a través de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, de la Dirección

General de Materiales Educativos y en complicidad con la SNTE, haya actuado

flagrante y fragosamente para magullar la historia de los mexicanos y amputar a

discreción los héroes, las tesis y los hechos que no le resultaba conveniente que

fueran del conocimiento de los mexicanos, mucho menos tan cerca a la

conmemoración de nuestro estallido revolucionario.

Ya se nos había advertido que las nuevas reformas a la educación mostraban una

afrenta resuelta en contra de las humanidades11, incluyendo dentro de éstas a la

Historia, pero pocos nos imaginábamos que dicho ataque se haría también sentir a

través de los libros de texto gratuito de nivel primaria. Si contemplamos que hay

10 JIMÉNEZ, Arturo La figura de Elba Esther Gordillo quizá encarna los peores “lastres” de México. La Jornada, sábado 14 de junio de 2008. 11 LOZANO, Gabriel Vargas. La SEP y la eliminación de las humanidades. La Jornada, Martes 29 de junio de 2010, p. 31

más de 10 millones de mexicanos con la primaria inconclusa12, daremos cuenta de

que los conceptos históricos generales de la población se forman en la corta e

insuficiente instrucción que la población de más bajos estratos socioeconómicos

logra realizar en sus estudios básicos. Por ende, omitir la vida y obra de Ricardo

Flores Magón en el libro de texto gratuito de la materia Historia de México para 5°

año, equivale a hacerle desaparecer, de manera general, del pensamiento colectivo

nacional.

En el libro de texto mencionado anteriormente, la etapa de la Revolución Mexicana

alcanza un escueto número de 15 páginas, donde no sólo se omite el nombre de

Ricardo Flores Magón, sino que también se trata a ésta lucha como un movimiento

en unidad. Es decir, su tesis es que la Revolución comienza con Madero, a cuyo

entorno se reúnen los demás caudillos, y ésta se consuma con Carranza en la

creación de la constitución de 1917. La misma tesis se refleja en el reciente librillo

titulado Viaje por la historia de México de Luis González González, que el gobierno

federal se encargó de repartir en cada casa del país con un número de 25 millones

de ejemplares publicados. Dicho intento por establecer una historia oficial,

representa las mismas características del libro de texto gratuito, una historia

lacónica y sin análisis, que no va más allá de lo descriptivo, y que concibe

nuevamente a la Revolución como un movimiento en unidad, un proceso

democratizador comandado por Madero y consumado por Carranza. Para muestra,

en dicho libro de la página 50 a la 53 se encuentran de manera contigua dos etapas

históricas según las divide Luis González: La Revolución Maderista y La revolución

constitucionalista, esto refuerza la idea de continuidad entre la lucha de Madero y la

lucha de Carranza, lo cual es sañudamente falso.

Cierto es que a partir del partido anti reeleccionista y de su obra La sucesión

presidencial de 1910 Madero desata un movimiento político que busca destituir al

12 MUÑOZ, Alma E. Mala calidad educativa alienta deserción en bachillerato: SEP. La Jornada, Martes 9 de septiembre de 2008.

dictador Porfirio Díaz a través del voto. De ahí el lema ¡Sufragio efectivo, no

reelección!, equívocamente atribuido a Madero, cuando quien verdaderamente lo

acuñó fue José Vasconcelos, pero que de cualquier forma expone la principal causa

a la que se ceñía la clase media no favorecida o perseguida del régimen porfirista:

la transición del poder. Ésta, sin embargo, era sólo una moción de tantas que

coexistían en la lucha revolucionaria, la Revolución no fue una, sino más bien hubo

varias revoluciones.

José Muñoz Cota a través de su interpretación histórica de la Revolución Mexicana

en su libro ¿Quién hablará por la revolución?, sugiere que a partir de estallido de

1910, coexistían de manera paralela, dos revoluciones distintas. Una, encabezada

por Madero, el partido anti reeleccionista y los miembros del Ateneo de la Juventud

(aunque no en su totalidad), que buscaba reivindicar la causa de la democracia y

de la legitimidad de las leyes. La otra, encabezada por los caudillos que enarbolaban

las causas sociales y a quien podríamos poner a la cabeza a Ricardo Flores Magón,

no por conjuntar bajo su liderazgo a las demás fuerzas, como en el caso de Madero,

pero sí por su alto desarrollo ideológico y filosófico de la lucha revolucionaria, que

lo muestran como el ideólogo por antonomasia de la Revolución Mexicana.

De tal manera bajo la caída de Madero, lo ateneístas Martín Luis Guzmán y José

Vasconcelos a partir de su participación en la convención de Aguascalientes,

retomarían el cauce de la lucha política. Serían ellos los responsables de lograr un

pacto nacional que unificaba a todas las fuerzas revolucionarias bajo un mismo fin,

la destitución de Victoriano Huerta, y que bajo profundos cimientos teóricos lograron

legitimar la lucha de la revolución sin desconocer a las leyes, sino por el contrario,

a través de éstas dotar a los pueblos del derecho de rebeldía, pensamiento que se

vería a posteriori enunciado en la Constitución de 1917.

De tal forma que las fuerzas políticas y beligerantes entraban en el consenso de

reconocer al general Eulalio Gutiérrez Ortiz como presidente provisional de la

República, para buscar constituir nuevamente el orden público. No obstante, las

fuerzas de Carranza y Obregón traicionarían dicho pacto desde los primeros días,

dando la estocada final en la firma de los Tratados de Teoloyucan, convirtiendo la

lucha revolucionara que defendía las causas de diferentes grupos subyugados, en

un simple botín político de poder, que dejaba el camino libre a Carranza para asumir

la presidencia.

Un movimiento por la democracia y la igualdad.

Las diferentes directrices dentro del movimiento revolucionario se debían en gran

parte a la diversidad de las regiones de origen y a la distinta composición social de

cada grupo revolucionario, tanto de la masa como de sus líderes. El país no se había

desarrollado de manera uniforme, por lo que de manera se habían mantenido o

gestado importantes diferencias regionales que incidirán en el movimiento

revolucionario.

La región norte había alcanzado un auge importante durante el Porfiriato. No

presentaba problemas de despojo de tierras a comunidades indígenas, como en

el centro y el sur, ya que los pocos indígenas sobrevivientes de la empresa

colonizadora española no tenían la organización económica y social de las

comunidades mesoamericanas. Destacan como una excepción, los yaquis, a

quienes se les arrebataron sus tierras en la fértil región del Yaqui, y quienes

sostuvieron una larga lucha que se prolongó hasta bien entrada la Revolución. En el

centro, la zona más poblada, se asentaban los poderes federales, había industrias,

servicios, y persistían las comunidades y pueblos campesinos que desde la

etapa colonial defendían sus tierras. Muchas de ellas sufrieron despojos desde la

Colonia, en un proceso que se había acelerado durante la República Restaurada y

sobre todo en el Porfiriato.

El sur era, con mucho, la región más atrasada y explotada. Ahí era (y aún es) notorio

un predominio de la población indígena y un mayor atraso económico y cultural

debidos ambos, entre otras razones, a su mayor aislamiento. Se trata de la región

menos integrada en lo interno, con poca riqueza mineral, pero con recursos

principalmente agrícolas y humanos. En el Sur se agudiza particularmente la lucha

de las comunidades por la tierra, en permanente enfrentamiento con los

hacendados.

Tanto el impulso inicial, como el final mismo de la Revolución Mexicana vienen del

norte: De ahí es Madero, pero también Pascual Orozco y Pancho Villa. En la

segunda etapa, durante el Constitucionalismo, nuevamente iniciado en el norte

del país, la Revolución "baja" con sus incontenibles ejércitos hacia el centro, sede

de los poderes federales. Del norte son también Venustiano Carranza, Álvaro

Obregón, Plutarco Elías Calles, y otros destacados jefes constitucionalistas. En el

centro, la Revolución adquiere fuerza, se concentra, recluta la mayor parte de los

revolucionarios y, en fin, ahí se resuelven los triunfos decisivos, teniendo como

objetivo siempre la Capital del país. Del sur arranca el zapatismo, movimiento

importantísimo que le da carácter campesino y agrarista a la Revolución. Pero el sur

clarifica, orienta, no define, no culmina. Incluso hacia Chiapas, parte de Tabasco,

Oaxaca, Campeche, Quintana Roo y Yucatán, no podemos decir que la Revolución

haya tenido un auge comparable al norteño y al del centro. Comparativamente fue

mucho menor, e incluso inexistente en algunas regiones de dichas entidades

sureñas.

La Constitución de 1917: logro de nuestra Revolució n.

Una vez que los villistas fueron derrotados en las batallas del Bajío por el ejército de

Obregón y que se dispersaron en su mayor parte, cuando los zapatistas se

encontraban a la defensiva, encerrados prácticamente en el Estado de Morelos,

Venustiano Carranza, dueño nuevamente de la capital de la República, decide

convocar un Congreso Constituyente, cuyo propósito fundamental era, según la

intención del primer jefe, reformar la Constitución de 1857. Al triunfo de una de las

facciones de la revolución, la carrancista, en el Congreso Constituyente no estaban

representadas formalmente las fuerzas magonistas, zapatistas y villistas. Sin

embargo, muchos de los anhelos sociales que habían dado sentido y bandera a

sus luchas, estaban presentes en la mentalidad de varios diputados.

A pesar de los planes de Carranza, en el Congreso no había unidad política, ya que

al interior del constitucionalismo se notaban claramente dos tendencias: el ala

liberal que buscaba sobre todo algunos cambios políticos, y el ala pequeño

burguesa "radical", con representantes como Francisco Mújica, Heriberto Jara y Luis

G. Monzón entre los más destacados, quienes planteaban además ciertas

reformas de tipo social.

Carranza presentó ante este Constituyente su propuesta de reformas

constitucionales, documento realmente conservador, sobre todo si se piensa que

provenía de una revolución, y que tenía como antecedentes, al menos, los decretos

de tipo social del mismo Carranza. Su proyecto repetía casi a la letra la Constitución

de 1857, con una sola reforma destacada: un Poder Ejecutivo fuerte, base del

presidencialismo. Pero la reacción no se dejó esperar. Los diputados de la tendencia

radical hicieron trizas el proyecto de Carranza y encabezaron la iniciativa para darle

a la Constitución un contenido social, mismo que quedó plasmado principalmente en

los artículos: 3, 27 y 123. Sin embargo, que el presidencialismo propuesto por

Carranza no fue tocado en lo fundamental.

El artículo 3o. establecía la educación laica y gratuita, así como el control del sistema

educativo por parte del Estado. No sólo es un avance social, sino que significa

también un golpe a la injerencia de la Iglesia en materia educativa. Otro de los

artículos avanzados en la Constitución es el 27 que se refiere a la tierra y la

propiedad del subsuelo. El proyecto de Carranza hacía pocas adiciones al

correspondiente a la Constitución de 1857, y prácticamente no incorporaba nada de

la famosa ley del 6 de enero de 1915, con la que había restado banderas políticas

al movimiento zapatista. La justificación, en éste y otros casos, era que las reformas

sociales no deberían estar de manera explícita en la Constitución, ya que

posteriormente se harían leyes especiales.

El aspecto con mayor atención en la Constitución de 1917 era el de la tierra. El

entonces ministro de fomento, Pastor Roíais intervino, en este caso con la asistencia

de Andrés Molina Henríquez, considerado uno de los especialistas en problemas

agrarios, y autor de una obra clásica: Los grandes problemas nacionales. El

proyecto fue presentado ante la Comisión correspondiente, que encabezaba

Francisco J. Múgica en el Congreso Constituyente: era la tarde del 29 de enero

de 1917.

Por el otro lado, el artículo 27 subordinaba todos los derechos de propiedad a las

necesidades de la sociedad. La propiedad privada estaba sujeta a las modalidades

que dictara el interés público e incluso se podía utilizar para hacer una distribución

equitativa de la riqueza pública. Este artículo contenía, además de las

disposiciones agrarias propiamente dichas, un punto que sería motivo de agrios

problemas con los Estados Unidos e Inglaterra. En efecto, se declaraban propiedad

de la nación todas las aguas, ríos y lagos, los depósitos del subsuelo, incluyendo "el

petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos". Se

declaraba inalienable e imprescriptible la propiedad nacional sobre dichos recursos,

y se establecía que sólo el gobierno nacional podía otorgar concesiones a personas

o corporaciones que operaran de acuerdo con la legislación mexicana. Aunque

dicho artículo era adecuado y justo para los legisladores y el pueblo mexicano,

para los inversionistas extranjeros, principalmente las compañías norteamericanas

e inglesas de petróleo, significaba un atentado a sus propiedades. De ahí que se

generaran frecuentes conflictos al respecto.

Otro artículo fundamental de la Constitución es el 123, que reglamenta las

relaciones de trabajo. Es interesante que su primera redacción no haya sido

elaborada por constituyentes, sino también por Pastor Roíais, junto con varios

delegados. Dicho personaje, quien gozaba de prestigio entre los legisladores, se

reunió con varios personajes (su secretario Rafael L. de los Ríos, su jefe de la

sección de trabajo, José Inocente Lugo, etc.), para ver la posibilidad de un nuevo

artículo. Se instituyeron reuniones en las mañanas, con asistencia de diferentes

delegados. La propuesta fue producto de amplias discusiones, e incluso la

propuesta presentada, llevaba la firma de setenta delegados que representaban

distintos sectores nacionales y diferentes matices ideológicos.

En síntesis, la Constitución de 1917 contiene, además de los preceptos de tipo liberal

republicano, como la división de poderes, el sistema federal, las garantías individuales,

etc., toda una legislación social muy avanzada para su tiempo, que en las manos de

los sectores gobernantes, se convertiría en un formidable instrumento de control

social.

Los pendientes de la Revolución Mexicana.

A doscientos años del inicio de la lucha por la vida independiente y cien de una

Revolución encontramos madurez en nuestras leyes e instituciones. Hemos

asentado nuestra democracia en un Estado de Derecho. Al finalizar la primera

década del siglo XXI podemos aseverar que el camino emprendido ha dado

resultados significativos, sin embargo, existen diversos pendientes. Debemos

proclamar el año 2010 como el año de la memoria histórica, pues precisamente

recordar los sucesos pretéritos nos permitirá, no repetirlos. Es la memoria histórica

del mexicano la que debemos traer a la reflexión y preguntarnos si tenemos algo

qué celebrar en estas fechas donde las conquistas en materia de derechos

fundamentales, han sido trastocadas por el gobierno federal en una guerra contra

la delincuencia.

Es precisamente con ese movimiento que logramos la consolidación del Estado

Mexicano. El siglo XX, parte ya de una visión antropocéntrica, que busca legitimar el

actuar gobernante de igual a igual, queda así atrás la anterior etapa del teocentrismo.

Ahora los valores son constelaciones que brillan bajo el amparo de la ley en forma de

derechos fundamentales. Las instituciones derivadas de la búsqueda por paliar la

desigualdad del gobernante hacia los gobernados se enmarcarán en la constante

búsqueda del bienestar humano.

Hemos comentado que a lo largo de la lucha revolucionaria, se buscó satisfacer las

demandas de la población, que fueron anheladas desde la Independencia: libertad,

justicia, igualdad y democracia. Así como el resto de los derechos humanos, que

algunos de ellos se encontraban reconocidos en la Constitución de 1857 y otras

normas jurídicas, pero que en la práctica ante un sistema opresor y nulo en

democracia, quedaban totalmente abolidos.

En esta primera década del siglo XXI avanzamos en la construcción de mejores

leyes y políticas públicas que satisfacen a la población, pero aun no es suficiente.

Es necesario retomar aquellas conquistas sociales que costaron la vida de muchas

personas, porque los derechos sociales concebidos en una norma constitucional,

avanzada a su época deben ser constantes y no pausados. La revolución fue

causada por la injusticia social. Y eso sigue siendo así, hay mucha injusticia. México

es un país de pobres y ricos, hay muchos pobres y también alguna gente muy

adinerada.

Sumábamos como pendiente de la Independencia la causa indígena, la cual

también fue motivo durante la Revolución, sin embargo, la misma aun no está

resuelta, siguen en el olvido los 62 pueblos nativos, su cultura muere. Pareciera que

hoy es más importante adentrarnos en un presente global y olvidar el pasado local.

Porque en nuestro mestizaje, tenemos más de la cultura hispánica, no así de la

indígena, de manera tal que la nuestra identidad sigue conquistada, como aquella

ruinas que podemos observar en las zonas arqueológicas, que se hallan gastadas

y en el olvido, o enterradas y muertas.

La Revolución fue hecha por jóvenes13 ávidos del cambio, que contradijeron los

paradigmas de un sector viejo, que no les daba apertura a los espacios, tal como

sucedió en la Independencia con los criollos. En la actualidad esta situación se

repite, como si hubiéramos olvidado tal escenario: nuestros jóvenes se encuentran

en un limbo, donde 7.5 millones14 no tienen oportunidades de trabajo o estudio,

situación por demás lamentable, porque países como Brasil, España, Alemania,

Francia e Inglaterra, le han apostado a ese sector para salir adelante y los

resultados han sido favorables.

En la Revolución Mexicana se pretendió mejorar la distribución de la riqueza, pues

ésta era concentrada en pocas manos, sobretodo extranjeras. En la actualidad aun

no hemos llegado a solucionar sendas situaciones. Tenemos en pobreza alrededor

de 53 millones de personas. Y nuestro gobernante federal busca la inversión

extranjera como la panacea a esta situación. Nos falta la visión potenciadora de lo

local. El desarrollo no viene de afuera hacia adentro, sino a la inversa de adentro

hacia afuera. El modelo neoliberal puede ser aprovechado, pero para ello las

políticas públicas deben impulsar el desarrollo por células, órganos y aparatos.

En materia de otros derechos fundamentales hay un serio retroceso, que es

lamentable, pues en la revolución fue conquistado un acervo comunitario basto. Se

ideó la educación como motor para el desarrollo, se vislumbró la propiedad, el

trabajo, la salud, la vivienda y demás derechos sociales como fundamentales y no

debatibles en un sistema democrático, por ello se decidieron colocar en la

Constitución, precisamente para evitar que la fugacidad de gobiernos pudieran

violentarlos.

13 Paradójicamente este 2010, es declarado como el año internacional de la juventud. Aunque en nuestro país, no hemos llegado aún a la llamada Ley Federal de la Juventud, no así en el Estado de México, que con gran visión los gobernantes han integrado en su agenda la importancia del sector juvenil. 14 La llamada generación ni-ni. Dato extraído de declaraciones del Rector de la UNAM Dr. José Narro Robles, agosto de 2010.

El Estado Laico fue reafirmado en la norma suprema de 1917. Razón de ello quedó

asentado un artículo 24 y 130, donde queda claro, que secularización fue el caminar

del Estado desde fines del siglo XIX y XX. Decíamos en este momento la visión

ajena a la religión para dar cabida a otros credos y opiniones, tal cual como es

operativo en un marco democrático y constitucional.

La conquista que comenzó en esa Revolución fue la democracia, misma que supone

como consecuencia lógica, que los poderes del Estado emanen del pueblo, que

aparece en cuanto sujeto de la soberanía nacional, como el autor último de la

voluntad del Estado. Lo anterior se entiende así como el reconocimiento a los

ciudadanos de derechos específicamente encaminados a la formación de esa

voluntad15.

2010 COMO EL AÑO DE LA MEMORIA HISTÓRICA: URGENCIA DE UNA REFORMA INTEGRAL DEL ESTADO MEXICANO.

A la luz del anterior análisis sobre los dos grandes movimientos que han formado y

consolidado el Estado Mexicano podemos comprender que aún nos falta camino

por recorrer. Los valores comunitarios tales como la igualdad, libertad, justicia,

propiedad y seguridad han forjado la convivencia democrática, pero aun, no de

manera cabal. Nos hacen falta acciones para evitar la involución.

Proponemos un modelo para el Estado Mexicano basado en un nuevo pacto social,

donde participemos todos los sectores sociales: Un verdadero contrato incluyente.

Sí como lo prescribía Jean-Jacques Rousseau, en su obra El contrato social:

“encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con fuerza común la

persona y los bienes de cada asociado, y por lo cual cada uno, uniéndose a todos,

no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre como antes…”16 Pero con la

15 LÓPEZ Guerra, Luis, et. al. Derecho Constitucional Volumen I. Valencia, 2007. Tirant Lo Blanch, p. 337. 16 ROUSSEAU, Jean-Jacques. El control social. 2003, pp. 35-47.

vanguardia de atender los sectores excluidos en su entonces como lo es el de las

mujeres, jóvenes, personas de color, y las carentes de poder económico. Si decimos

democracia, debemos ampliar el espectro de inclusión: La legitimidad del nuevo

modelo, parte de esa integración horizontal real y efectiva, no discursiva y ficticia.

En nuestra sociedad se necesita un refrendo de las instituciones que son adecuadas

al siglo XXI, asimismo una depuración urgente.

El modelo democrático como forma de vida, inspirado en la “inversión” del poder,

para que éste ya no provenga de arriba hacia abajo, sino a la inversa, de abajo hacia

arriba, del pueblo, hacia los dirigentes debe pasar del plano enunciativo a la praxis.

De esta forma la voluntad como decisión racional y consentimiento, plasmada en

una Constitución, defendería la voluntad general, muy por encima de los intereses

particulares. Haciendo asequible una verdadera representación política.

Incluso el mismo Kant proponía desde hace muchos años que se diera una “…una

revolución ilustrada donde el concepto de ‘autoridad’ surja y funcione a partir de una

batalla de argumentos. Para gobernar hay que convencer y para eso las reglas las

proporciona el correcto entendimiento de las estructuras racionales; en otras

palabras, la nueva autoridad depende de la crítica”17 “…todos los seres humanos

están sujetos a la ley de que uno de ellos debe tratarse a sí mismo y tratar a todos

los demás, nunca como simple medio, sino siempre al mismo tiempo como fin en sí

mismo”18.

Es así que mientras mantengamos un papel del ciudadano pasivo: sin participación

real y efectiva, tendremos gobiernos unilaterales. Gordon S. Wood en su obra

Creation of the American Republic retoma el aspecto de la soberanía popular

derivada del pueblo, como conditio sine qua non es posible pasar del Estado

17 Citado por: PILATOWSKY Braverman, Mauricio. La autoridad del exilio. Una aproximación al pensamiento de Cohen, Kafka, Rosenzweig y Buber. México, 2008. p. 40. 18 Citado por PILATOWSKY Braverman, Mauricio, Op. cit. p. 44.

monocrático, al democrático: “El poder reside en el pueblo. Será esto desde luego

el hito para la legitimación de la representación política”19.

El modelo que proponemos para el siglo XXI, se basa en una democracia

comunicativa como la analiza Habermas, Günter, Alexy y Benhabid. Porque el

actual marco político y jurídico de las homogenizaciones, ha frenado las

particularidades que por respeto histórico deberíamos considerar, y es el

multiculturalismo que tenemos de hecho, pero no de derecho. Desde luego la

cuestión de género como gran pendiente. A nuestro país le faltan más legisladoras,

alcaldesas, gobernadoras y por qué no una presidenta.

Benhabib y Cornell proponen la emancipación de las mujeres como algo esencial

para la liberación humana: “…el sistema sexo-género es la red mediante la cual el

self desarrolla una identidad incardinada, determinada forma de estar en el cuerpo

y de vivir el cuerpo. El sistema de género-sexo es la red mediante la cual las

sociedades y las culturas reproducen a los individuos incardinados”20. Para Ruíz

Rodríguez y Rubio Marín la lucha feminista por la igualdad entre los sexos, tiene

dentro de sus objetivos buscar la paridad en la representación política: “…que las

mujeres tengan una presencia equiparable a la de los hombres en las instancias

representativas, o al menos una presencia mínima en las mismas…”21

Es de resaltar que en la actualidad el Estado descansa en un modelo de

representación basado en las nociones de la generalidad, unidad e igualdad. “…la

presunción de que la voluntad del representante es la voluntad de los

representados, en razón de la cual son imputados, a éstos en su conjunto, y no sólo

a quiénes votaron a su favor o formaron la mayoría, los actos de aquel…”22. Lo

19 WOOD, Gordon S. Creation of the American Republic, North Carolina, USA, 1969, p. 593. 20 BENHABIB, Seyla y Drucilla Cornell. Teoría feminista y teoría crítica. España, 1990, p. 125. 21 RUÍZ Rodríguez, Blanca y Ruth Rubio Marín. De la paridad, la igualdad y la representación. España, 2007, p. 116. 22 Sentencia del Tribunal Constitucional Español 10/1983, del 25 de febrero, Fundamento Jurídico 2.

anterior se debe superar porque no es posible generalizar, pues se pierden las

particularidades. Para Ruíz Rodríguez y Rubio Marín, la lógica es introducir cuotas

electorales, que garanticen la representatividad de las mujeres23. Esto no implica

una involución al sistema democrático, sino al contrario un avance en el

reconocimiento a la igualdad. El tránsito del Estado liberal, al Estado democrático,

tuvo como base el reconocimiento al sufragio universal, resulta por lo tanto

imperativo: “Defender que la democracia para ser tal debe ser paritaria, que es por

tanto legítimo promover que lo sea, e incluso imponer la paridad por ley, lo cual se

justifica, no sólo desde la perspectiva material, como un derecho pues a las mujeres,

sino como una exigencia al Estado democrático”24.

El modelo del Estado Mexicano para del siglo XXI debe considerar los siguientes

pilares:

• Justicia. Porque en efecto Rawls nos apunta que es la primera virtud de las

instituciones sociales. Nos señala que no importa que las leyes e instituciones

estén ordenadas y sean eficientes: si son injustas han de ser reformadas o

abolidas. Cada persona posee una inviolabilidad fundada en la justicia que ni

siquiera el bienestar de la sociedad en conjunto puede atropellar25.

• Libertad. Qué sería la democracia sin la libertad, pues ésta última es el alma

de la primera. Para Berlin en su obra Dos conceptos de libertad acota la

importancia de dos tipos de libertad (negativa y positiva). La primera implica que

no haya un freno, un límite, la segunda desde luego nos permite actuar

conforme una sociedad de leyes.26 Habermas propone una libertad

comunicativa: “…que en actitud realizativa quieren entenderse entre sí, sobre

23 En nuestro país tenemos cuotas electorales, pero aun con ellas se violenta la ley. 24 RUÍZ Rodríguez, Blanca y Ruth Rubio Marín. Op. cit., p. 118. 25 RAWLS, John. Teoría de la Justicia. México, 1995, FCE, p. 162. 26 BERLIN, Isaiah. Dos conceptos de libertad y otros escritos. Madrid. 2001, p. 46.

algo y esperan unos de otros tomas de postura frente a las pretensiones de

validez que se entablan unos con otros”27.

• Igualdad. Basada en un modelo ético como lo analiza Kant28. Reconociendo la

importancia de la otredad. No entendiéndola como homogeneidad. En este

sentido David Hume señala: “Distribuyan posesiones para una total igualdad y

los diversos grados de arte, cuidado e industria de los hombres romperán

inmediatamente esta equidad. O si ponéis freno a estas virtudes, reduciréis

la sociedad a la más extrema indigencia; y, en lugar de evitar Ia miseria y la

mendicidad en unos pocos, las distribuiréis inevitablemente a toda la

comunidad”.29 Es importante apuntar que: “La principal amenaza para la

libertad hoy en día no procede de ninguna tiranía sino de la igualdad, entendida

como ‘uniformidad’”30.

• Propiedad. El Estado debe mantener la tutela al derecho de propiedad

potenciando dicho marco como sustancial en la génesis de la economía. Pipes

en su obra La propiedad en el siglo XX afirma: “…lo que un hombre es, Io que

hace y lo que posee constituyen una unidad, de modo que una agresión contra

sus pertenencias es una agresión contra su individualidad y su derecho a la

vida”31.

• Tolerancia. El poder debe ser tolerante ante la disidencia, debemos evitar

aquellas reflexiones que hacía Foucault sobre la torsión del poder: “Se realiza

la torsión del poder codificado de castigar, un poder disciplinario de vigilar, en

el punto en el que los castigos universales de las leyes vienen a aplicarse

selectivamente a ciertos individuos, y siempre a los mismos” 32. La modernidad

27 HABERMAS, Jurgen. Facticidad y validez, sobre el Derecho y el Estado Democrático de Derecho en términos de la teoría del discurso, Madrid, 1998, p. 149. 28 Cfr. KANT Immanuel. En defensa de la ilustración. Barcelona, 1999, pp. 244 y 245. 29 PIPES, Richard. Propiedad y libertad. Dos conceptos inseparables a lo largo de la historia. Madrid, 2002, p. 280. 30 Cfr. PIPES, Richard. Propiedad y libertad. Dos conceptos inseparables a lo largo de la historia. Madrid, 2002, p. 360. 31 PIPES, Richard. Op. cit., p. 273. 32 FOUCAULT, Michael. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. España, 1992, p. 201.

nos volvió a apresar de una verdad (intolerancia). Por ello es conveniente

funcionar con normas, pero debemos ser críticos para buscar el equilibrio

nacido en el contrato social.

• Consenso y la participación. Robert Alexy en A Discourse-Theoretical

Conception of Practical Reason propone este elemento como esencial en la

democracia y añade que: "todos los seres humanos tienen un derecho a la

libertad y la dignidad"33. Integra elementos discursivos para el debate: las

llamadas reglas argumentativas34.

Como elementos particulares que debieran ser contemplados en el modelo

posmoderno nacional tenemos:

• Incluir un catálogo de Derechos Fundamentales, de primera a cuarta

generación, que aun no son contemplados, e idear mecanismos para su

defensa. La CNDH debe tener la potestad de hacer que sus

recomendaciones sean vinculatorias. No sólo debemos atender los derechos

humanos de nuestra población sino también de los migrantes. Los grupos en

situación de vulnerabilidad como ancianos, niños en situación de calle,

personas farmacodependientes, reclusos, enfermos de VIH/SIDA deben

entrar en el marco jurídico, no es posible que sigan excluidos.

• Nos obligamos a potenciar la educación, más que la penalización: no hay

cambio social sólo por la represión, es indispensable valerse de otras

herramientas y disciplinas. Invertir en ciencia y tecnología es el hito para el

cambio social que transforme nuestra sociedad.

• Es indispensable mejorar el derecho a la salud, vivienda y trabajo. Entre

otros tantos que son necesarios.

33 Cfr. ALEXY, Robert. A Discourse-Theoretical Conception of Practical Reason., USA, 1993, p. 232. 34 “1. Todo el que puede hablar puede tomar parte en el discurso. 2 Toda persona puede cuestionar cualquier afirmación. (b) Todo el mundo puede introducir cualquier afirmación en el discurso. C. Todos pueden expresar sus actitudes, deseos y necesidades. 3 Ningún orador puede impedir el ejercicio de los derechos establecidos por cualquier tipo de coacción interna o externa al discurso”

• La materia ecológica es prioritaria en la agenda nacional e internacional,

por lo que debemos enfocar nuestras fuerzas a contrarrestar la

contaminación.

• Para el fortalecimiento de la democracia recomendamos la autonomía para

el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos y a la

Procuraduría General de la República.

• Urge reformar las células de nuestro sistema político: los municipios. Ante

una realidad globalizada, no podemos entender cómo puede haber tanta

disparidad en nuestro país en estas mismas organizaciones.

• La imperativa profesionalización de funcionarios públicos. Es inasequible

que gobernantes lleguen al poder sin el conocimiento intelectual y práctico,

para el desempeño del cargo. Es necesario idear mecanismos para que

cumplan sus promesas de campaña. En sistemas parlamentarios existe la

figura de la moción de censura y la cuestión de confianza como la

posibilidad de quitar del poder a malos gobernantes, en nuestro sistema

presidencial deberíamos analizar seriamente dicha posibilidad. Incluso

repensar un modelo parlamentario como lo propone José Woldenberg.

• El modelo económico basado en el sector primario, sólo la primera fase para

el desarrollo, es necesario encontrar nuevos mecanismos que nos hagan

realmente competitivos y no sólo empleados de grandes empresas

extranjeras.

• La seguridad es un pilar necesario para la existencia misma del Estado. El

gobierno no puede mantener al ejército todo el tiempo en las calles, ante tal

fenómeno hay que encontrar soluciones alternativas.

Reconocemos que tenemos varios pendientes que urge cumplir, la generación XXI

de Estados, es decir, de aquellos que han superado las necesidades básicas de su

población nos llevan años de avance legislativo y político, por lo que si queremos

evolucionar, debemos idear nuevas formas de satisfacción democrática. Fuimos

vanguardia en el siglo XX con nuestra Constitución de 1917, con ese mismo espíritu,

es que debemos en este nuevo siglo construir un nuevo Estado, nos espera como

imperativo, como justicia a todas aquellas víctimas que han luchado por mejorar

nuestra calidad de vida.

CONCLUSION.

A lo largo de este ensayo hemos comentado sobre dos momentos históricos en

México de importancia tal, que sin los mismos, no sería posible entender nuestro

presente: nos referimos a la lucha por la Independencia (1810) y la Revolución

Mexicana (1910). Derivado del anterior ejercicio analítico y conectando nuestro

presente es que hemos aterrizado en reflexiones que denotan la necesidad de una

serie de reformas urgentes en nuestro país. Observando los dos momentos

históricos hemos encontrado semejanzas en las causas, y éstas se enlazan con una

distribución del poder que se cierra a los estándares mínimos para la convivencia

social, los que algunos denominan valores, y otros derechos fundamentales.

Los Estados posmodernos desarrollados han pasado por tres fases: De “formación”,

“cohesión” y “cooperación”. El mexicano sólo ha llegado a dos: con la Independencia

logró la primera fase, con la Revolución inició la segunda, la cual aún está pendiente

(vigorizar la democracia, los derechos fundamentales, lograr el bienestar de la

población); la tercera fase se caracteriza por la armonización entre diferentes

Estados, para fortalecerse recíprocamente, como ejemplo tenemos la Unión

Europea. Es entonces que el siglo XXI, espera a nuestro país, para entrar en esa

“cooperación” y ya se han dado los primeros pasos con la pretendida Unidad

Latinoamericana y Caribeña. Por ello exhorto a nuestros gobiernos a la unidad y la

reforma.

Hay que partir de una visión crítica de la Historia, pues hemos argumentado que

dicha disciplina es manipulable y puede ser herramienta política para un control

social. La apertura de la democracia del siglo XXI debe ser el hito de la inclusión

comunitaria de sectores que se encuentran en el olvido. Llamamos al modelo de

una democracia comunicativa. A centurias de la Independencia y la Revolución, más

que festejos artificiales, hagamos una reflexión que reinterprete el centro de nuestra

mexicanidad misma. Conviene entonces que el 2010 sea una excusa para la

exanimación histórica y para evaluar nuestro paso hacia la conquista absoluta de la

libertad, igualdad y justicia, que es la labor soñada por todos los hombres y mujeres.

BIBLIOGRAFÍA

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