24 ó cómo el discurso de la seguridad nacional llegó a la televisión
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24 ó cómo el discurso de la seguridad nacional llegó a latelevisión1 .
“Sin Jack Bauer y sus compañeros de la Unidad Anti Terrorista, los conspiradores y enemigos de
Estados Unidos, movidos por el fanatismo religioso o por la simple codicia, ganarían todas las
batallas y pondrían de rodillas al sistema”. Mario Vargas Llosa
El discurso de la seguridad nacional, la nueva doctrina de la
democracia de los Estados Unidos ha tenido un efecto concreto
sobre la sociedad y la cultura. Un caso peculiar de cómo el
discurso de la seguridad nacional ha penetrado en la
cotidianeidad de la sociedad norteamericana –como en otros
lugares- es el programa de televisión 24. La serie 24 aquí no es
solo el programa de televisión, la repercusión que ha tenido en
la teleaudiencia, sino también el tramado significante que hace
posible que un discurso como éste, no solo tenga sentido, sino
que además sea aceptado.
El interés desde el punto de vista semiótico por esta cuestión
surge de la preocupación que exista en las democracias
condiciones para la emergencia de discursos que legitimen la
tortura y el asesinato en nombre de la seguridad nacional.
El problema de los valores democráticos, desde el punto de vista
de los medios y como estos pueden articular discursos que
planteen la necesidad de comenzar a restringir ciertos derechos
civiles y los mecanismos concretos –que son utilizados en este
programa- para construir una nueva series de significados.
Significantes como “democracia ” y “tortura ” además de adquirir
nuevos significados permiten nuevas conexiones,
1 Ricardo Esteves (UBA). [email protected]
1
desplazamientos, en definitiva, posibilitan constituir
lógicas de equivalencias en las que “torturar ” puede sustituirse
con ser “patriota ” ó incluso “héroe”.
El elemento del medio masivo de comunicación, como estos
influyen en la opinión pública y el rol que ésta juega en los
procesos políticos de las democracias liberales del hemisferio
norte (entre otras) permite considerar este programa de
televisión como algo más que una mera manifestación de la baja
cultura y una banal forma de entretenimiento. Estas cuestiones
se pueden saldar haciendo referencia a Benjamín y Barthes a
través de los estudios de la “sociología de la cultura” y los
análisis semióticos del cine que intentan desentrañar la
duplicidad de la realidad que presentan: -“ Pues, si es deseable que
un espectáculo esté hecho para que el mundo se vuelva más claro, existe una
duplicidad culpable en confundir el signo y el significado”2.
Casi con cinismo nos podríamos mostrar asombrados -¿Cómo es
posible? - La tortura ha llegado a la televisión ! Como si la tortura real
solo fuera habilitada por la fantasía ficcional. Como si ahora
que la tortura está en la televisión no quedaran dudas que sucede
en la realidad. En este sentido es interesante no solo a través
de que recursos se intenta hacer pasar por reales las
circunstancias y las acciones de este programa, sino el éxito y
popularidad que ha adquirido en los últimos siete años.
En algún sentido el centro problemático orbita en torno a como
una sociedad democrática puede alojar la fantasía de la tortura.
Esta forma de aceptación –encubierta- del discurso de la tortura
2 Barthes, R. “ Los romanos en el cine ” en “Mitologías ” Siglo XXI, Buenos Aires. p.31
2
es lo que Zizek describe como “ un cambio profundo en nuestras normas
éticas y políticas “3.
Las preguntas que pueden surgir aquí son ¿De que manera se
manifiesta en la cultura popular los discursos políticos? ¿Qué
relación guardan este tipo de expresiones –como los programas de
TV- con los discursos políticos? ¿Cómo se articula el discurso
político en un programa de televisión con estas
características? ¿Cómo definimos el discurso político? Estas
preguntas están orientadas a trazar direcciones generales para
el análisis a nivel concreto sobre las “emisiones/alocuciones”
del programa de televisión 24. Esto enmarcado en un ámbito de
recepción. Es decir que no solo buscamos realizar un análisis
descriptivo de formas de funcionamiento de ciertos dispositivos
del discurso, sino también el efecto de la recepción, en tanto el
establecimiento de redes de sentido que puedan sostener
prácticas cotidianas como ver regularmente ese programa. Ver el
programa es solo un aspecto, casi imponderable, de la dimensión
de la recepción de este discurso. Los artículos de opinión de
Vagas Llosa como el de Zizek (salvando las distnacias) nos
muestran que 24 es más que un mero programa de televisión y que
eso que hemos estado llamando “recepción ” no es un acto pasivo y
desvinculado de toda naturaleza ideológica.
De alguna manera podríamos señalar que lo que trasciende, más
que el discurso del programa televisivo, es otro discurso que
también opera en 24. El discurso de la seguridad nacional es el
que sostiene y se articula, en el programa televisivo, en la
opinión pública, en definitiva, en cierto discurso del sentido
3 Zizek, S. “ The depraved heroes of 24 are the Himmlers of Hollywood ”, The Gardian, 10/01/2006
3
común4 . Dicho de alguna manera, los comentarios o críticas que se
pueden hacer sobre 24 articulan en última instancia el discurso
de la seguridad nacional. Y esto no es –en su totalidad- efecto
de un uso indirecto del lenguaje, de implicaturas,
connotaciones o denotaciones. Es el mismo discurso que circula,
independientemente de la forma y de cierto contenido
específico. Un discurso que se sujeta de formas singulares en
distintos dispositivos.
Además de la característica de una sustancia amorfa subyacente
es necesario considerar que éste –como ningún- discurso se puede
presentar como cerrado o completo. Las mismas fronteras de los
discursos viven en disputa sobre sus límites. Las
transacciones, actos de enunciación, tal vez influyen menos que
el accidente y la contingencia en el trazado siempre provisorio
de un discurso que necesita arrojarse la pretensión de
totalidad. Este discurso necesita mostrarse completo -Jack
Bauer no puede vacilar ni fracturarse- como capaz de poder dar
significado al mundo. Este tipo de articulaciones son de
plenamente políticas.
El problema del cambio en las normas éticas y políticas, sin duda
supera el alcance del análisis, más focalizado la esfera de una
reflexión semiótica. Aún así nos permite apreciar, desde lo
simbólico, este cambio en la significación (resignificación ) de
nuestras realidades políticas. Esto de alguna manera hace
regencia a las nuevas formas que encontramos para dar
significado a la tortura , la democracia , el mundo.
Estas concepciones –casi con las metáforas de las teorías
clásicas de los medios de comunicación- se filtran de maneras4 Raiter , A. “ Lenguaje y Sentido Común . ” Buenos Aires, Biblos. 2003.
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casi imperceptibles, naturalizando cadenas significantes,
redes discursivas que forman el “ sentido común ”, lo que en
definitiva opera para dar sentido e introducirse en el mundo.
Podríamos decir que, que exista tortura en la televisión puede
ser más grave que exista tortura en la vida real. En el
hipotético caso de que no haya tortura en la vida real -digamos
que en Guantánamo e Irak no ha habido abusos y violaciones a los
derechos humanos, que no se ha torturado a prisioneros-; la
realidad duplicada que nos devuelve la televisión a través de 24
nos presenta un mundo en inminente peligro donde para mantener
la seguridad nacional es necesario hacer cosas moralmente
reprochables. No importa si la tortura es real o no. Que en una
democracia sea aceptada la tortura -aunque sea a través de la
ficción de la televisión- plantea nuevas formas de significar
las democracias.
Estas nuevas maneras de establecer conexiones entre cadenas
significantes o realizar desplazamientos equivalenciales,
hacen del criminal un héroe nacional.
En 24 el héroe es un hombre de familia que está dispuesto a
sacrificar todo para rescatar todo . El sacrificio que realiza
Jack Bauer para salvar a su familia, conservar los valores según
los que vive, lo lleva a destruir eso mismo que intenta proteger.
Durante las primeras temporadas podríamos pensar que Jack Bauer
–como sugiere Zizek- procede como los genocidas nazis,
desapegándose del acto mismo que realiza, poniendo en suspenso
su “humanidad ” recuperándola cuando vuelven a sus vidas
“normales ” con sus familias.
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El mismo Jack Bauer que no vacila en disparar a quemarropa a las
rodillas de un prisionero que no desea confesar, o matar a su
mejor amigo porque solo así conseguirá que su propio enemigo lo
ayude, es un padre devoto.
Mientras que las primeras temporadas de 24 nos mostraban un Jack
Bauer que necesariamente debía pendular o sostenerse como
sujeto en estas dos facetas, de padre, buen ciudadano, héroe
nacional, y de espía traicionero, torturador y asesino; en el
adelanto de la séptima temporada vemos al protagonista alegando
su inocencia. Las palabras de Bauer son contundentes: -“Espero
que no me hagan sentir culpable por las cosas que hice. Porque simplemente
no lo estoy ”. Esta séptima temporada nos muestran a un Bauer más
unificado que ya no encuentra disociación entre el
comportamiento patriota y el criminal.
La gran cuestión de fondo que plantea 24 es el dilema de si
estamos dispuestos a cualquier cosa a cambio de la seguridad.
Seguridad aquí no es más que un significante vacío que se puede
intercambiar por significantes como tortura, etc.
El dilema de si estamos dispuestos a realizar el sacrificio,
esta entrega que Jack Bauer hace en nombre de la democracia.
Esta pregunta en términos sintéticos es ¿ Estaría dispuesto a torturar
a alguien que tiene información sobre un atentado inminente que matará a
muchos inocentes ? Aquí ya no es importante la respuesta que pueda
dar Jack Bauer a este interrognte. La respuesta es clara. Jack no
vacilaría en vehiculizar su sadismo. Vale entonces preguntar si
Bauer estaría dispuesto a torturar por otras razones, más graves
o triviales. Este interrogante se resuelve categóricamente en
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el caso de Jack5 . Este programa permite hacer trascender esa
pregunta y buscar otro destinatario: ¿ Estaría Usted dispuesto a hacer
este tipo cosas para salvar gente inocente ? ¿ Estaría dispuesto a perder todo
para salvar a esa gente?
Este sacrificio en el que se entrega todo –en términos de
valores- nos permitiría rescatar ese mundo que se ha perdido.
El análisis que aquí proponemos –que tiene como norte este tipo de
preguntas- busca presentar tanto las formas y los contenidos
políticos que pone en juego este banal programa televisivo.
Desde la perspectiva del análisis del discurso podemos señalar
algunos mecanismos que operan constituyendo un discurso
político y las estrategias que utiliza el mismo para disputar
significantes claves. El objeto de nuestro análisis se
encuentra “sujetado ” en dos dimensiones, una de la serie 24, otra
del discurso de la seguridad nacional.
En este trabajo señalamos aspectos meramente descriptivos como
(muy brevemente) los medios de comunicación, en particular la
cadena Fox –que televisa 24- ha manifestado cierta afinidad o
simpatía con los sectores conservadores. Aspectos específicos
de la enunciación de la imagen. Los recursos con los cuales se
crea un tiempo “real ” que permite establecer el efecto de extrema
urgencia y los dilemas que plantean a partir de esto. La
composición de planos que muestran una realidad
multidimencional, una realidad como la realidad, donde una serie
de acontecimientos se superponen sincrónicamente. Una realidad
ficcional que habilita una cohabitación con el televidente.
5 El artículo de Zizek rescata la reflexión de Arendt respecto al jucio de Eichmann planteando que Bauer actúa como los criminales nazis que lograban
poner en suspenso su humanidad mientras cometían atroces crímenes y al volver a sus hogares con sus familias retornarían a la normalidad.
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Sería necesario como conclusión decir algunas palabras sobre el
discurso político, que es en definitiva lo que está operando en
el trasfondo de toda esta cuestión.
La cadena Fox y su relación (accidental-contingente ) con la casa blanca.
Sin reducir los fenómenos semióticos a aspecto sociológicos, o
intentar rastrear las relaciones en un sistema de redes, es
necesario hacer alguna referencia a los vínculos y afinidades
entre la cadena Fox y el gobierno de los Estados Unidos. Esto
significa que los significados –o el contenido semiótico de este
análisis- no puede ser extraído de este dato contextual. La
posición que adoptamos respecto de esto y en contra de cualquier
noción voluntarista y teleológica de la política, reconocemos
que hechos fortuitos que aquí describimos son accidentales y
contingentes. No habría un genio oculto que controla como
marioneta al discurso, sino que éste adquiere una autonomía que
solo responde a los movimientos subjetivos de una alteridad que
deviene singularmente.
Incluso pensando estas conexiones como accidentales y
contingentes no dejan de configurar un situación descriptiva
relevante.
La cadena Fox ha sido el centro de controversias por mantener una
posición conservadora que se ve reflejada en las editoriales de
las noticias. El comité nacional del partido demócrata ha
calificado a esta cadena de “maquinaria de propaganda de
derecha”.
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Más alla de estas acusaciones el vínculo de la cadena de
televisión Fox con el gobierno es manifiesto. John Ellis un
consultor político freelance contratado por Fox News para
cubrir las elecciones presidenciales del 2000. Ellis también es
primo hermano de George W. Bush y del gobernador de Florida John
Ellis "Jeb" Bush. Recordemos que la cadena Fox fue la primera en
proclamar el triunfo electoral de Bush antes de que se hubieran
hecho público el resultado oficial.
La cadena Fox estrena en 2001 la serie de drama/acción 24. A
pesar de no haber ningún vínculo evidente entre este programa y
el gobierno, la casa blanca había manifestado que el tipo de
tortura que aparecía en este programa de televisión es necesaria
para defender el país de “ quien sabe quien”.
En junio del 2007 el lazo entre el gobierno y el programa 24 se
hizo explícito cuando Michael Chertoff , jefe de Seguridad
Nacional (Homeland Security) apareció con los productores y
tres miembros del reparto en un evento organizado por la
Heritage Foundation para discutir “la imagen pública de la lucha
contra el terrorismo”.
El dilema del riesgo inminente: Ó la insoportable pesadez de ser-ahí de
inmediato.
La serie 24 plantea un dilema ético-político. ¿ Qué haría si supiera
que está a punto de suceder una tragedia y que Usted puede hacer algo –
aunque sea moralmente reprochable-para evitarlo ? A esto debemos
agregar el hecho de que no hay tiempo para pensarlo. La decisión
debe ser tomada de inmediato. No hay lugar para vacilar. La
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acción debe realizarse necesariamente en ese instante. El “tic”
del reloj perfora el tímpano recordándonos que el tiempo sigue
pasando.
El tratamiento del tiempo hace esta serie singular. 24
transcurre a lo largo de un día, esto es 24 capítulos de una hora
(cuarenta y cinco minutos). Cada capítulo recrea los
acontecimientos sucedidos en una fracción determinada de tiempo
que es señalada al comienzo de cada capítulo.
La ilusión del tiempo real se crea a partir del recurso de un
cronómetro que marca el tiempo transcurrido. Este reloj a
dígitos sin marcas, que podría ser cualquier cosa. Podría ser un
cronómetro, como podría ser el detonador de una bomba. Este
reloj misterioso se impone en un plano que hace inevitable
pensar en otra cosa que el tiempo que resta recordándonos que la
amenaza sigue acercándose. La escala de tiempo de 24 se amolda a
nuestro tiempo. Incluso después de los comerciales el reloj
registra el tiempo transcurrido durante la pausa. Como si la
historia estuviera sucediendo de forma sincrónica en este
momento, haciendo la amenaza real.
Este tratamiento del tiempo crea efectos de suspenso y hasta
angustia, frente al riesgo inminente de que algo terrible
sucederá.
El tiempo es también lo que lleva a Jack Bauer a actuar. Bauer no
tiene tiempo para siquiera para vacilar. El cronómetro sigue
marcando el tiempo que pasa y Jack tiene que salvar, a su hija, al
presidente de los Estados Unidos, al mundo.
Otro elemento que apoya el efecto de sincronicidad es un recurso
muy explotado en el cine de Brian De Palma. La composición de
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planos secuencias es utilizada en 24 para mostrar sucesos que se
dan en distintos lugares al mismo tiempo. La realidad de 24 busca
ser tan densa como la realidad en la que estamos sumergidos en
nuestra vida cotidiana, con acontecimientos que se superponen
en un mismo instante. Al mismo tiempo que Jack Bauer enfrenta un
obstáculo podemos ver como los terroristas siguen trabajando
para infligir el mal a la sociedad. En la pantalla del televisor
se puede ver simultáneamente distintos lugares o situaciones
que se están desarrollando en este mismo momento.
La realidad aquí se presenta multidimensional. Podemos ver
sucesos que se dan en distintos lugares pero al mismo tiempo. 24
presenta los acontecimientos como reales. Logra conjugar en el
tiempo la multiplicidad de contingencias que se anudan en el
núcleo de este drama. Lo real aparece como el acontecimiento y las
series de eventos contingentes y accidentales que se dan en un
momento preciso. La realidad de 24 es tan real que podemos saber
donde están ó que están haciendo todos los personajes
involucrados en esta historia en un momento cualquiera, en un
instante específico como las 3:15 de la tarde. 24 no solo abarca
la experiencia, el relato de Jack Bauer sino la de los demás
personajes. Incluso por momentos, la de los demás personajes y
al mismo tiempo. Tal vez la imagen que ilustre esto con claridad
es la de la conversación telefónica en la que se puede ver a los
dos personajes en dos planos separados dentro de la misma
pantalla. A diferencia de la enunciación cinematográfica
convencional donde un plano completo que ocupa toda la pantalla
nos muestra oportunamente a un personaje a la vez, en las
conversaciones telefónicas de 24 se puede ver a los dos
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personajes que se encuentran en extremos distantes, al mismo
tiempo en la misma pantalla.
El ejemplo de la conversación telefónica sirve para señal cuan
real es la pretensión de realidad que hay detrás de esta
composición de planos. En una conversación telefónica–en el
lenguaje cinematográfico convencional- los personajes
aparecen por turnos, pudiendo saber que se dice o se escucha a
uno u otro lado del teléfono, pero no de los dos al mismo tiempo.
En estos casos la subjetividad tiene que realizar el salto, de
imaginar que efectivamente hay alguien al otro lado del
teléfono.
En el caso de 24, Jack Bauer no nos engaña cuando está hablando
por teléfono, está hablando con alguien, es decir, es imposible
que nos esté engañando y simplemente esté simulando –como hacen
los actores en las películas- que está hablando. Podemos ver
como alguien le contesta. Podemos llegar hasta pensar que la
escena de la conversación telefónica no está actuada -que no es
un efecto de pausas calculadas que superpuestas hacen una
conversación- sino que están conversando de verdad.
Esta realidad que desborda la propia realidad y que además se da
en un tiempo que es real , terminan presentando esta amenaza como
real.
Estos mecanismos de enunciación del discurso televisivo –el
tiempo real, la composición de planos- son recursos de la forma
de este discurso. Esto es lo que enmarca el relato, lo que le da
forma particular, lo que permite que la historia de 24 sea un
drama ficcional que como en el aforismo de Wilde, logra que sea
más real que la realidad misma.
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La historia que se desenvuelve bajo este marco de realidad es la
de un agente del gobierno. Jack Bauer no deja de ser en última
instancia un funcionario público, lo que en la tradición anglo-
sajona es considerado un servidor público . En el sentido weberiano
más estricto, un burócrata. El sujeto que encarna la
legitimidad-legalidad del sistema. Quien en última instancia
ejerce la dominación del Estado.
La unidad de contra terrorismo a la que Jack Bauer pertnece,
localiza al héroe en una coordenada que nos remite a una
historia, a un Estado y a un sujeto específico. Estos puntos que
fijan la historia de Jack Bauer como su trabajo y su familia nos
dice lo que en 24 horas no se puede contar. En este sentido la
historia de Jack Bauer aparece como en un natural devenir en su
esencia misma, en su ser-ahí inminente que se le impone
brutalmente. Esa historia que se actualiza en el devenir de los
acontecimientos intenta replegarse sobre la historia de la
realidad, de la misma manera que lo hace con el tiempo del reloj.
24 intenta colarse en el tiempo de nuestra realidad más allá de
su sincronía del tiempo del reloj. Este programa intenta
duplicar la realidad misma al recubrir los eventos reales con su
representación ficcional. 24 duplica la realidad a través del
tiempo, del reloj, de la realidad política, la tortura.
24 se comienza a emitir en el 2001 irrumpiendo casi en tiempo
real en un momento de inflexión en nuestra historia
contemporánea. Esa inflexión está dado por el asenso de Bush al
poder, el 11/7 y el comienzo de un nuevo rumbo en la política
exterior norteamericana. Esto es lo mismo que decir que 24 es
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solo parte de un movimiento en el que se impuso un nuevo
discurso.
Este nuevo discurso nos coloca en un mundo lleno de amenazas,
donde la inocencia de la democracia se ha perdido y el costo de
mantener la seguridad es que debemos actuar como criminales para
defender los valores de nuestra sociedad.
El Otro que mira 24 y lo Real.
La referencia a De Palma –quien podríamos considerar al padre de
esta técnica de composición multicuadro sincrónico en el cine
“mainstream ”- sirve aquí para decir algo sobre el punto de vista
que de alguna manera se pone en juego en este programa de
televisión. En películas de De Palma como Blow out , Doble de cuerpo
y Snake Eyes está estructuralmente presente la cuestión de lo real,
lo que se ve y desde donde se ve. En Doble de cuerpo el punto de vista
está en constante corrimiento. De lo que ve el protagonista, de
lo que ve quien lo está engañando y lo que ve quien funciona como
objeto del engaño, el personaje interpretado por Malanie
Griffin. Esta película trata de la misma manera el ser visto con
el engaño. En cierta manera, ser visto, exponerse en esta
representación es en sí un engaño. Anclado fuera del alcance de
las miradas se encuentra lo real.
Snake Eyes plantea un problema similar. Existen miles de puntos
de vista, pero por sobre todos estos hay un gran punto de vista
que encierra a los demás, el punto de vista de quien crea el
engaño, es decir el punto de vista de quien está esperando que lo
que se ve pase por lo que se quiere que se vea.
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Sintéticamente lo que plantean estas películas y que es útil
para el análisis que aquí traemos es que por más que intentemos
acceder a lo real , el único que nos puede dar una imagen completa
de lo que vemos es un ojo espectral que nos constituye como
espectadores de lo que estamos viendo.
En el caso de 24, ese punto de visto puede estar constituido en el
reloj. El Otro es el que lleva la hora, quien conoce el minuto 0,
quien le da complitud a la serie de acontecimientos que
conforman este drama. En otras palabras, el Otro que está
conciente del riesgo inminente. Quien sabe que en 24 horas, el
presidente, miles de personas inocentes van a morir.
Este lugar del Otro que introduce un punto de vista que en vez de
ver los acontecimientos suceder -ve como por arriba de nuestro
hombro- lo que nosotros vemos que sucede. Este lugar es el punto
de anclaje de la realidad que se está representando y el manto
fantasmático que funciona como telón de fondo de la obra.
Esquemáticamente podemos presentar lo mismo en tres odenes
distintos, el real , el imaginario y el simbólico.
El (lo ) real se presenta como agujero, inalcanzable por la
simbolización, escapa a nuestra subjetividad. El único acceso a
lo real es a través del plano de lo imaginario. El eje simbólico
brinda el soporte de lo fantasmático, o dicho de otra manera,
sostiene la creencia que permite establecer una realidad. Un
ejemplo gráfico de esto fue el primer programa de bailando por un
sueño donde Tinelli presentó al bailarín ciego Serafín Zubirí.
En un momento el no vidente pidió un aplauso para su coreógrafa y
esta le respondió con un gesto de lanzarle un beso. Es evidente
que Zubirí, el destinatario de este beso no se podía dar cuenta
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que le estaban tirando un beso . El beso estaba destinado a ser visto
por el gran Otro que cerraba ese circuito de la enunciación.
En este caso nos resulta especialmente interesante este último
aspecto –y no el real ni el imaginario- que nos presenta la
fantasía, el mito –en términos de Barthes- detrás de este
programa de televisión.
Un aspecto singular de 24 es que es presentado como una historia
de ficción que en realidad es “real” o que se parece –al menos en
término de lo que hemos explorado en el punto anterior: tiempo,
profundidad del acontecimiento, etc.- a nuestra realidad.
Dicho sin rodeos, lo que es curioso es la fantasía detrás de 24.
Cualquiera –desde el sentido común- podría decir que a pesar de
lo ingenioso, este programa termina siendo evidente. Como el
mismo Vargas Llosa resulta casi natural confundir a los villanos
de 24 con los villanos de la vida real.
El elemento preocupante no es tanto lo real sino la fantasía que
alberga la posibilidad de una realidad con las características
de 24.
Este marco fantasmático lo podemos ver –por ejemplo- en el cine
norteamericano de ciencia ficción de los años cincuenta, donde
las reiteradas alegorías de las invasiones extraterrestres
hacen referencia al temor al comunismo.
En el caso de 24 la fantasía es la de una incesante conspiración
de atentar contra la seguridad. Del sacrificio en nombre del
deber patriótico.
En este sentido, más importante que la mirada que tiene Jack
Bauer de sí mismo y de los acontecimientos que lo rodean, es la
mirada que tiene la sociedad norteamericana de sí misma.
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El discurso de la seguridad nacional y el discurso político.
El discurso de la seguridad nacional es un discurso político.
Pero ¿ Es 24 un discurso político ? En tal caso ¿ Qué lo hace político ? ¿Cómo
es posible que un drama televisivo tenga un efecto político?
En alguna medida estas preguntas desbordan el planteo puntual
que aquí proponemos. Sin embargo el discurso político es un
aspecto central del problema que aquí presentamos.
Estas tres preguntas –aunque no suficientes- permitirán
demarcar mínimamente el problema que subyace en este asunto
respecto del discurso político.
Uno puede pensar que el discurso político se constituye en una
serie de condiciones de enunciación ó como en los actos de habla
de Austin que para que el acto sea feliz es necesario que proceda
de acuerdo a una serie de reglas. Que un líder político, en una
situación determinada, de acuerdo a ciertas reglas y utilizando
términos específicos articule un discurso político no hace que
estas sean las condiciones específicas del discurso político.
Que un discurso político emerja en estas condiciones es una
contingencia.
En este sentido consideramos que el discurso político no tiene
una forma o sustancia específica. Walter Benjamín planteaba que
el cine en sí mismo constituía un discurso político que además
era revolucionario6 . Adorno entendió que el cine era solo una
6 “ Pareciera que nuestros bares, nuestras oficinas, nuestras viviendas amuebladas, nuestras estaciones y fábricas nos aprisionaban sin esperanza. Entonces vino el cine y con la sinamita de
sus décimas de segundo hizo saltar ese mundo carcelario”. Water Benjamin “La obra de arte en la época de su reproductividad técnica” en “ Discursos interrumpidos I ” Tarcus, Madrir,
1994. p.39.p:47.
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forma que podía encarnar el discurso político y que no
necesariamente ese discurso traería algo nuevo o emancipador7.
La forma, el medio, o el soporte y el contenido del discurso
político es contingente. Esto es lo mismo que decir que el
discurso político es contingente.
Entonces ¿Cuál es la contingencia que puede hacer que un
discurso que adopta una forma radial, cinematográfica,
televisivo, etc. sea político? Esta pregunta está íntimamente
relacionada con la pregunta sobre lo político.
Podríamos considerar un centro crítico de lo político –como
Empédocles- regido por dos principios fundamentales, lo que
Freud llama las pulsiones originales opuestas, Éros y Tánatos,
de unión y destrucción.
La alteridad, la noción de que el discurso político busca –
Arendt diría necesita- la pluralidad, encontrarse con otro
(esta vez con minúscula), debería que estar presente en el
núcleo de lo que hace al discurso político.
La pulsión de destrucción, ó en términos de Carl Schmitt,
identificación de un enemigo es al nivel del discurso el polemos
en término de un efecto indefectiblemente político.
El núcleo polémico que traza la frontera que constituye un
afuera, este lugar –que como mencionamos anteriormente- brinda
un punto de vista que devuelve al sujeto (en tanto sociedad) una
imagen completa de sí misma. Esto es lo que Laclau llama el
afuera constitutivo, esta particularidad que se da dentro del
7 “La civilización actual concede a todo un aire de semejanza. Film, radio y semanarios constituyen un sistema. Cada sector está armonizado en sí y todos entre ellos. Las
manifestaciones estéticas, incluso de los opositores políticos, celebran del mismo modo el elogio del ritmo de acero . M. Horkheimer & T. Adorno “ La Industria Cultural ” Ed.
Galerna. Bs. As. 1964
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sistema pero que debe ser presentada en forma antagónica como
algo exterior al mismo sistema.
Tanto la fuerza como el efecto de exclusión/inclusión brinda el
elemento político del discurso. Sería tanto la fuerza como el
efecto de destinación lo que hacen del discurso político.
El efecto de destinación múltiple como lo describe Verón da
cuenta a nivel semiótico de este juego en el que discurso se
desdobla llevando distintos mensajes a distintos destinatarios
ó constituyendo con su efecto a estos destinatarios.
Poner el foco del discurso político en la recepción plantea al
discurso como acto pragmático –como lo es en su esencia
política- articulado en una situación real.
En este sentido el discurso hasta podría ser político
independentiemente de la intensión del emisor. Un poeta podría
escribir un libro como acto meramente estético y por mero
accidente resultar el centro de una polémica que sea
sustancialmente política. El mejor ejemplo de esto es la
película del Monthy Python “ La vida de Brian ” donde Brian, un
hebreo común y corriente es confundido por el mesias. Brian
intenta disuadir a toda costa a sus seguidores de que no es el
Mesías. En vano Brian explica a sus contradestinatarios los
romanos; a sus predestinatarios los hebreos, que él es una
persona normal.
Podríamos pensar esto como metáfora del discurso político. Un
acontecimiento accidental que divide a la gente como aguas a
través de un acto de enunciación. De esta manera el discurso
político no responde a una intencionalidad sino a la forma en que
es recibido. Un sujeto podría querer –intencionalmente-
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pronunciar un discurso político pero sin el efecto en la
recepción, sería como en los actos de habla, un acto
desafortunado, es decir que logra realizarse. El caso contrario
es la obra de arte polémica que articula lo indecible, el
conflicto que es de naturaleza netamente político.
24 además de la realidad fantasmática que construye el efecto –
la repercusión de este programa lo dice todo- lo hace político.
Conclusión
24 es un drama televisivo que crea una realidad ficcional que
intenta asemejar con nitidez a lo real . En esta realidad nos
anuncian aspectos de nuestra realidad que están ocultos al menos
a nuestros ojos, pero que son constituidos como espectralmente
en la fantasía que enmarca esta ficción televisiva. Esta serie
televisiva nos anuncia un giro radical en la forma en que
concebimos nuestra realidad. En esa realidad existe la tortura y
quienes utilizan discrecionalmente el poder del Estado para
llevar adelante estas atrocidades son héroes.
Una “nueva ” forma de adoctrinamiento político con complicidad de
los medios masivos de comunicación comienza a naturalizar,
hegemonizar un discurso en el que estamos en peligro constante y
necesitamos de sujetos extraordinarios dispuestos a realizar
grandes sacrificios para mantenernos a todos seguros.
En este artículo nos detuvimos a analizar algunos dispositivos o
recursos de la enunciación cinematográfica como el tratamiento
del tiempo, la composición de los planos múltiples, los puntos
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de vista y el anclaje fantasmático que constituye la realidad de
esta ficción.
Estos recursos contribuyen a constituir un síntoma que se
manifiesta de maneras múltiples. La ansiedad de vivir en el
tiempo de 24, un tiempo –como en la canción de U2- mejor que la
cosa real, como vivir en el tiempo de las amenazas inminentes del
discurso de la seguridad nacional.
Una sola cosa es real en 24. Lo real de 24 es el acto, el efecto
perlocusionario , el efecto de una fuerza de enunciación, el efecto
de destinación múltiple (Verón 1987, García Negroni 1988), de lo
polémico, de la sinthome, de la afección de la imagen tiempo y la
imagen movimiento que encierra la ansiedad que deja cada
episodio de este programa con la intriga de si definitivamente
seremos salvados por Jack Bauer al final del día.
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