SUPLEMENTO CULTURAL - HP 480

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Comunicante Comunicante Comunicante VIERNES 31 DE JULIO DE 2015 SUPLEMENTO CULTURAL 40 El caso (o casos) (¿ocaso?) Pascual Gay El ocaso del investigador Juan Antonio Pascual Gay y su altura que pasa de lo visible a lo no visible, de lo positivo a lo negativo Cartier-Bresson: el surrealista zen “Nietzsche tenía razón: Dios ha muerto”. Para muchos en el mundo de la fotografía, Cartier-Bresson era Dios y su partida dejaba desamparado el particular olimpo del arte de la luz Daniel Azdar Págs. 6 y 7 Joan Fontcuberta Pág. 8 De ensueños y ventanas ¿Quién no ha sido fascinado alguna vez, en medio del paseo despreocupado, por la visión de una ventana? Por ellas se exhala algo más que fantasías de pulcritud con aroma a geranio y a Pinol, la imaginación poética se expresa en verdaderas instalaciones surrealistas. Por: Adrián Meraz Págs: 4 y 5

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De ensueños y ventanas

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ComunicanteComunicanteComunicanteVIERNES 31 DE JULIO DE 2015 SUPLEMENTO CULTURAL 40

El caso (o casos) (¿ocaso?) Pascual Gay

El ocaso del investigador Juan Antonio Pascual Gay y su

altura que pasa de lo visible a lo no visible, de lo positivo

a lo negativo

Cartier-Bresson: el surrealista zen“Nietzsche tenía razón: Dios ha muerto”.Para muchos en el mundo de la fotografía, Cartier-Bresson era Diosy su partida dejaba desamparado el particular olimpo del arte de la luz

Daniel Azdar Págs. 6 y 7 Joan Fontcuberta Pág. 8

De ensueños y ventanas¿Quién no ha sido fascinado alguna vez, en medio del paseo despreocupado, por la visión de una ventana? Por ellas se exhala algo más que fantasías de pulcritud con

aroma a geranio y a Pinol, la imaginación poética se expresa en verdaderas instalaciones surrealistas.

Por: Adrián Meraz Págs: 4 y 5

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Editor / Ricardo Bonilla Diseño / Grupo Editorial HADEC

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VIERNES 31 DE JULIO DE 2015

El 29 de junio de 1520, Hernán Cortés ordena la muerte de Moctezuma para distraer a los mexicas y poder escapar de México-Tenochtitlan. Un día después, el 30, Cortés es derrotado por los mexicas, hecho que se recuerda como la Noche Triste.

Marilyn, la mujer más triste del mundo

(Nació el 1 de agosto de 1936).

“Lo único que lamento es no haber inventado el pantalón vaquero”, Yves Saint Laurent.

“Sola. Estoy sola. Siempre estoy sola. Sea como sea”. Los versos de la mujer más triste del mundo, escritos en uno de sus cuadernos rescatados, des-nudan a una Marilyn Monroe insegura, asustada. Siempre lo fue: la mujer más desea-da de Hollywood nunca se quiso y buscó el consuelo en multitud de hombres. Pero no logró sacudirse la sensación de abandono. Ni sus tres maridos ni sus múltiples amantes —de los hermanos Kenne-dy a Elia Kazan pasando por Tony Curtis y Marlon Brando— lograron que fuese feliz.Marilyn buscaba la autoestima en

otros. Quizás su complicada infan-cia, con un padre ausente, una madre desequilibrada, hogares de acogida y agresiones varias, hizo que el mito anhelase el abrazo protector de un hombre. Apenas tenía 16 años cuando se casó por primera vez. Era 1942 y el elegido, un obrero aspirante a policía lla-mado James Dougherty; tenía 20 años cuando empezó a salir con Norma Jean Baker. No conoció a Marilyn Monroe. Dougherty fue reclutado para la II Guerra Mun-dial y en su ausencia, la joven se convirtió en una modelo cotizada en Los Ángeles.Su segundo gran hombre fue Joe

DiMaggio, el jugador de beisbol con el que se casó cumpliendo el sueño americano de ver juntos a dos de sus mitos: el ídolo de los Yankees con la diva de Ho-llywood. Se casaron en 1954, pero el compromiso duró solo nueve meses, pese a que siguieron vién-dose durante años. El deportista, muy conservador, era incapaz de adaptarse a la vida de la estrella. A Arthur Miller, el intelectual, el judío, le vio por primera vez en 1951, cuando ella tenía 25 años y él, diez más. Se casaron cinco años después, el 29 de junio de 1956. Marilyn Monroe y Arthur Miller estuvieron juntos hasta 1961. Fue

quizás el hombre que mejor pudo entender el vacío que la asfixiaba, el más capaz de valorar su talento y hacérselo creer a ella, pero acabó agotado de esa personalidad enfer-miza y la abandonó para marchar-se con la fotógrafa Inge Morath, a la que conoció en el rodaje de “Vi-das rebeldes”. Paradojas de la vida, Miller había escrito para Marilyn esa historia en la que intentaba explicar sus contradicciones. “¿Puede un hombre sonreír cuando contempla a la mujer más tris-te del mundo?”, le hizo decirle en la ficción a Gable. (“Tres maridos, múltiples amantes”, Raquel Quílez; El Mundo).

Nomás por hablar de algo...La Efeméride

El 1 de agosto de 1968, el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, encabeza una manifestación que reúne a más de 80 mil participantes, para protestar por la violación a la autonomía universitaria.

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VIERNES 31 DE JULIO DE 2015

Satín y Seda

Cuando no se puede contra el mundoPor: Nadia Bracho

Me detiene del hombro y se acerca a escasos dos milímetros de mi nariz para pronunciar con la voz más grave y fuerte que he escuchado en mi vida

Hablamos de mentes privilegiadas, diálogos intelectuales donde la palabra es contundente y va más

allá, desatando apasionados debates. Todo bien hasta ahora, claro. Pero a veces las circunstancias nos orillan y subrayo, ¡nos orillan!, porque ha de saber el mundo que mi misión es reflejar una mente lúcida, ló-gica y sagaz… pero también es verdad que la realidad es muy diferente cuando está de por medio la belleza.

-¿Qué tipo de cutis eres? -fue la pre-gunta de la cosmetóloga que atendía en el “Día Especial de la Belleza”.

¿Que qué hacía yo ahí? Créame, yo solo iba de paso para recoger a la niñas de una reunión y para acortar camino pasé dentro del centro comercial… cosa que nunca debí haber hecho.

-¿Cutis? -balbuceé al mismo tiempo que tocaba mi rostro.

-Creo que mixto entre reseco, graso y estresado. De todo un poco, señorita –con-testé y, con una amplia sonrisa, me dispuse a retirarme y alejarme lo más pronto posible.

-No, creo que no -me detiene del hombro y se acer-ca a escasos dos milímetros de mi nariz para pronun-ciar, con la voz más grave y fuerte que he escuchado en mi vida-. Tu cutis está desvitalizado, le falta hidratación y luminosidad; también ha mermado mucho la tonicidad –un silen-cio se hizo a mi alrededor, incluso alcan-cé a escuchar el cantar de un grillo por los pasillos.

Abrumada por el diagnóstico, no pude salir despavorida debido a que las rodillas me fallaron y solo acerté a decir: “¿de ve-ras?”, y caí totalmente aniquilada en la silla y a merced de la cosmetóloga.

Los siguientes pasos fueron ponerme una gran bata que me cubría hasta las ro-dillas con el logotipo de la firma de pro-ductos de belleza. Después me levantaron el pelo del rostro con una banda enorme en la frente, que hacía que el tocado de Cleopatra se viera discreto y sencillo y, antes de que pudiera quitarme la bolsa del

brazo, ya estaba totalmente cubierta por una crema limpiadora.

-¿Qué edad tienes? -me dijo la pro-fesional. Francamente mi posición no era del todo favorable, ya que estaba en medio de decenas de personas, con una bata que sería la locura en la noche de Halloween, con el rostro total y comple-tamente al descubierto, por lo que se iba a notar cualquier tic nervioso que delatara si estaba mintiendo, y esa mascarilla lim-piadora en la cara me hacía sentir simple-mente “miserable”.

En esas circuns-tancias solo me quedaba estudiar la situación: no podía decir menos años de los que tenía, toman-do en cuenta el diagnóstico “desahuciado” de mi rostro. La señorita soltaría la carca-jada a tal grado que la haría llorar de risa, me tendría que abrazar porque no aguan-taría de pie, entonces todas las personas, intrigadas por la escena, se acercarían y preguntarían qué está pasando. Sería ahí donde la cosmetóloga, haciendo un es-

fuerzo sobrehumano, se calmaría un poco y diría a todos los asistentes: “¡es que ella dice que tiene es-tos años!”, y como no po-dría pronunciar lo escribi-ría en la frente de mi cara

encremada, y es ahí donde todo el mundo se reiría a más no poder alrededor de mí; la otra sería ponerme más años de los que tengo para, en una fantasía de mi mente, poder engañarla y que pronun-ciara con ese “vozarrón” que tenía: “¡pero qué bien se conserva!”, o, en el peor de los casos (que casi siempre me tocan), me diría: “pues tiene lo que representa”.

No hubo mejor salida que quedarme callada, sola-mente bajo tortu-ra me iban a sacar mi verdadera edad, por lo

que la señorita prosiguió su trabajo de quitarme y ponerme cremas, creyendo quizás que su nueva clienta era “autista”.

-Tus líneas de expresión se han ido acentuando -fue su calificación-, y a medida que pasan los años, si no te cuidas, podrías quedar totalmente arrugada –me dijo a manera de sentencia, como si yo adre-de me quisiera reír para tener las “patas de gallo” o llorara todo el día para tener la arruga “que surca la frente”. Mi corazón gritaba: “¡no voy a caminar por

la vida con una máscara!”. La razón me decía que me de-

tuviera, pero la “conchudez” me sugería que me siguiera dejando “querer” y recibiera los masajes en el rostro, por lo que solo levanté mi ceja izquierda en señal de aproba-

ción y ella se dio por bien servida.Mientras mi interlocutora parloteaba a mi alrede-

dor palabras como “pro-retinol”, “enzimas vegetales”, “lípidos”, “proteínas” y “oligoelementos”, para proveer un efecto visible tipo “lift”, yo estaba sumergida en un sueño profundo en donde “los complejos botánicos de ADN vegetal” me hacían los mandados.

-Señora, ya terminamos –me dijo la cosmetóloga y al hacerlo me tocó suavemente el hombro, esperan-do despertarme de “mi sueño reparador”. Luego me acercó un espejo (no con aumento, por supuesto) y comentó lo bien que lucía. Yo seguí levantando la ceja izquierda y ella quedó encantada con mi respuesta.

-Pues bien, aquí le tenemos su tratamiento –termi-nó profesional y rápidamente la joven…Crema de día compensadora de nutrientes, la de noche con fuerza regeneradora, loción facial reconfortante enriquecida, gel concentrado reparador en tres etapas y el “ultralift” mascarilla facial para comenzar. Después de esto men-

ciona una cantidad digna para cotizar en la bolsa de valores y fue entonces que

mi mente la bloqueó para evitar que “se me cayera la cara” y

todo el trabajo de la tarde sería inútil.

Como respuesta le-vanté la ceja izquierda, luego la derecha, me qui-té la bata y le di un fuer-te abrazo por el servicio recibido, recordando que sonreír sale caro, pero sale más caro un infarto

masivo cuando se está ha-ciendo un cheque por con-

cepto de cremas.

Los siguientes pasos fueron ponerme una gran bata que me cubría hasta

las rodillas

No hubo mejor salida que

quedarme callada, solamente

bajo tortura me iban a sacar

mi verdadera edad

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De ensueños y ventanasPor las ventanas se exhala algo más que fantasías de pulcritud con aroma a geranio y a Pinol

La imaginación poética se expresa en verdaderas instalaciones surrealistas

¿Quién no ha sido fascinado algu-na vez, en medio del paseo des-preocupado, por la visión de una

ventana?: abierta o cerrada, de cantera o mosquitero, atendida o descuidada pocos espacios urbanos atraen tanto nuestra imaginación como este elemento arquitectónico, galería urbana donde conviven el ele-fante blanco, la alcancía de Bob Es-ponja y el caracol donde “ella gusta de escuchar el sordo fragor de las ma-rinas tempestades”1 como dijera López Velarde.

El paseante matutino reconocerá la virtud higiénica y madru-gadora que nos hace vibrar a la nota del geranio recién rega-do, así, el poeta jere-zano nos recuerda que dentro de nuestra alma “¡hay un gozo fluido, de mu-jer madrugadora que riega su ven-tana y la decora!”, la transpiración de orden y vida matinal propia de los justos exhala por los enrejados y nos hace sentir por un momento participes de esa dicha que supone la mañanera pulcritud.

Por las ventanas se exhala algo más que fantasías de pulcritud con aroma a geranio y a Pinol, la imagi-

nación poética se expresa en verdaderas instalaciones

surrealistas, aquellas in-voluntarias galerías alu-didas al inicio de este texto, a la manera de las “Cajas Objeto” del artista Joseph Cornell,

nos muestran algo del inconsciente del hogar

que se ve exhibido a la mi-rada del transeúnte: ¿Qué triunfo recor-

dará aquel deportista anónimo que colocó el dorado hombrecillo con la guirnalda en alto? ¿Hubo fiesta tras la victoria? ¿Cómo fue?, más intri-gante resulta su colocación al lado del

mencionado elefante blanco de porcelana, súmese al conjunto un brote de sábila en recipiente de plástico y se obtiene un deto-nante para la imagina-ción poética.

Esta fascinación por la misteriosa realidad ur-bana alcanza en el poema “Las Ventanas”2 de Charles Baudelaire la hondura de la épi-ca, para el francés “No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, más tenebroso, más deslum-brador, que una ventana iluminada por una vela (…) En aquel agujero negro o luminoso vive la vida, sueña la vida, padece la vida”. Los retazos de las po-sibilidades existenciales de aquellos seres que viven, sue-

El paseante matutino reconocerá la virtud higiénica y madrugadora que nos hace vibrar a la nota del

geranio recién regado

Charles Baudelair

“Cajas Objeto” de Joseph Cornel

Sus ventanas

“Cajas Objeto” de Joseph Cornel

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De ensueños y ventanasPor las ventanas se exhala algo más que fantasías de pulcritud con aroma a geranio y a Pinol

La imaginación poética se expresa en verdaderas instalaciones surrealistasPor Adrián Meraz

1 Ramón López Velarde: “Sus Ventanas”, incluido en “La Suave Patria”, Fondo de Cultura Económica.2 Charles Baudelaire: “Las Ventanas”, incluido en “Pequeños poemas en Prosa”, Ed. Aldus México.3 Gustave Flaubert: “Madame Bovary”, edición y traducción de Juan Bravo Castillo, Austral Narrativa, México.

Las ventanas nos permiten ser otros sin salir más allá del

umbral propio, poblarnuestra soledad de fantasía

ñan y p a d e -

cen tras las ventanas

llevan al poeta al goce del desdo-

blamiento: “Más allá de las olas de los tejados,

veo una mujer, mayor y arrogada ya, pobre, in-clinada siempre sobre algo, sin salir nunca. Con su rostro, con su vestido, con su ges-to, con casi nada, he reconstruido la his-toria de aquella mujer, o mejor, su leyenda, y a veces me la cuento a mí mismo llorando”.

Las ventanas, concluye el francés, nos permiten ser otros sin salir más allá del umbral propio, poblar nues-tra soledad de fantasía ¿Qué importa lo que pueda ser la realidad coloca-da fuera de mi si me ayudo a vivir, a sentir que soy y o que soy?, afirma-ción tajante que justifica el “voyeris-

mo poético”; otro francés Gustave Flaubert en concordancia con su coterráneo ve en balcones y ventanas como señala Juan Bravo Castillo una “apertura al infinito3”.

En concordancia con el tono provinciano del poema velardiano referido, el autor de Ma-dame Bovary sabe que las funciones arquitec-tónicas de la ventana en las comarcas son algo más que sus pares metropolitanas “la ventana, en provincias sustituyen al teatro y al paseo”; así, no resulta raro para el paseante citadino verse reflejado a su vez por otra mirada que flanquea nuestro mirar de andante, sorprendi-dos en nuestro voyerismo poético por los ojos (“ventanas del alma”) del otro, descubrimos que la fascinación por la mirada de nuestros semejantes es el nutriente principal de nuestra

condición humana, las ventanas, al ex-ponernos en el breve marco que las

limita escenifican y ponen a dis-posición de la vista fragmentos vivos de la sempiterna comedia humana, espectáculo siempre vivo para la ávida curiosidad humana.

Gustave Flaubert

Ramón López Velarde

“Cajas Objeto” de Joseph Cornel

Sus ventanas

Sus ventanas

“Cajas Objeto” de Joseph Cornel

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El caso (o casos) (¿ocaso?) Pascual Gay

El ocaso del investigador Juan Antonio Pascual Gay y su altura que pasa de lo visible a lo no visible, de lo positivo a lo negativo

Por Daniel Azdar

Hace algunas semanas fui de vacaciones a Guanajuato. Bebí pulque en la Plaza de la

Paz, mezcal en la de San Fernando, cerveza en Los Lobos y café en el Café Tal. Y fue allí -en el Café Tal- donde me acordé que alguna vez, pasando, vi a varios maestros de la carrera be-biendo, fumando y hablando, supon-go, de esas cosillas interesantes que siempre hablan los docentes de Letras. Era mi maestra de Literatura Francesa -no vale la pena escribir su nombre- y mi maestro de Latín: Juan Antonio Pascual Gay, catalán.

Lo curioso de esto es que apenas unos días después, ya en Durango, una amiga de la carrera me preguntó: “¿te acuerdas de Pascual Gay?, y yo le dije que sí, que de hecho había pensa-do en él porque había ido a Guanajua-to. “Lo están acusando de plagio”, me dijo. Se me hizo interesante aquello y, dado que ella no me pasó ningún link, busqué la nota y encontré pocas fuen-tes que hablaban de lo sucedido y que sólo le dedicaban un par de párrafos.

La excepción fue El Universal, que al hecho le dedicaba no sólo grandes extensiones, sino que llevaba un se-guimiento del mismo. Asimismo, me saltó un comentario en la página de dicho diario, el cual decía algo así

como “¿qué necesidad de El Universal de estar hostigando al maestro Pas-cual?”.

El caso era simple: el profesor Juan Antonio Pascual Gay había publicado, en el año 2000, en el número 2-3 de la revista “Arrabal”, de Barcelona, un texto que en realidad ya había publi-

A la de Sheridan y Philippe Roland se suma el plagio de un texto del francés Louis

Panabière

cado Guillermo Sheridan para la revista Vuelta, en mayo de 1993, fruto de una investigación a la obra de José Juan Tablada después de dar con su diario de 1900 a 1944.

Sin embargo, buscando yo más fuentes que me amplia-ran la nota, encontré una publicación del periódico La Jor-nada con fecha del lunes 22 de mayo del 2006. En ella no sólo se acusaba a Pascual Gay de obtener reconocimiento con trabajos ajenos, sino que también se mostraba una in-

vestigación especial a consecuencia de una exclusividad con el afectado, un estudiante belga llamado Philippe Roland Bonenfant, quien en ese entonces vivía en México, y a quien, se dice, Pascual Gay asesoró como maestro del 2003 y 2004 en la Facultad de Arte de la Universidad Autónoma del Esta-do de Morelos.

El hecho de esta nota del 2006 es que mi viejo profesor de Latín había ganado el premio Luis Cardoza y Aragón (dado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), por un trabajo sobre la revista ‘Dyn’ publicada en México de 1942 a 1944, el cual constaba de 82 mil pesos dados por la Universidad de Guanajuato para analizar la obra del pin-tor morelense Cisco Jiménez.

El problema es que ya había un trabajo sobre esto en

la tesis “La revista Dyn (1942-1944) y el surrealismo”. Un trabajo no ajeno a Pascual Gay, pues fue hecho por su alumno Philippe Roland Bonenfant, a quien Pascual asesoró del 2003 y 2004. Philippe Roland aseguraba que abrió el ejemplar de su tesis en la pá-gina 95, cuyo párrafo inicial dice: “La revista Dyn se edita en los años 1942, 1943 y 1944; fue publicada en francés y en inglés. Aunque se editó e impri-mió en México fue difundida exclu-sivamente en Nueva York, Londres y probablemente, en 1945, en la ciudad de París, liberada en 1944 del gobierno de Vichy y de la invasión y presencia nazi”. Asimismo mostró a La Jornada el trabajo firmado por Pascual Gay, el cual dice: “La revista Dyn se edita en los años 1942, 1943 y 1944; fue publi-cada en francés y en inglés. Aunque se editó e imprimió en México fue difun-dida exclusivamente en Nueva York y Londres”.

Javier Sicilia

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Fuentes:http://www.eluniversalmas.com.mx/editoriales/2015/06/77155.phphttp://www.jornada.unam.mx/2006/05/22/index.php?section=cultura&article=a03n1culhttp://pulsoslp.com.mx/2015/07/25/pascual-gay-plagio-otro-texto/http://www.nexos.com.mx/?p=25649

Entre las medidas está la adquisición y uso de investigación

acreditadas ante CONACyT de programas

computacionales de nueva generación

para detectar el plagio académico

Entre las personas que apoyan a Pascual Gay

están Javier Sicilia, Andreas Kurz, entre

otros

19 investigadores de diversas instituciones pidieron protocolos contra plagios en instituciones de

educación superior

Plagiosos

Al respecto, la esposa de Roland Bonenfant dijo en aquel año: “está-bamos indignados. Yo le hablé a Juan Antonio y le pedí una copia de su su-puesta investigación; él no me la negó, sólo me dijo que esperara un poco porque lo había escrito en el rancho del papá de Mercedes [cuñada de Fe-lipe Calderón] y lo tenía en una com-putadora. Cuando insistimos nos dijo que lo había escrito a mano y no lo encontraba. ¿Cómo pudo haberlo pre-sentado a concurso escrito a mano?”.

Pero volvamos al caso Sheridan, al que realmente se refería mi amiga.

Todo comenzó por una columna que Guillermo Sheridan publicó en el periódico El Universal con fecha del 30 de junio del presente año. En ella, Sheridan asegura que Pascual Gay ha-bía copiado en un 99% su trabajo con fecha del año 1993. Dicho trabajo se titula “José Juan Tablada en su diario”; el de Pascual Gay se titula “José Juan Tablada. Del barandal al cajón; del ca-jón al barandal”, con fecha del 2000.

Total, luego de que diversos me-dios aseguraban que la Junta de Ho-nor del Sistema Nacional de Inves-tigadores (SNI) analizaría el caso y resolvería si eran acreditadas o no las

acusaciones en contra del investigador, esta semana se de-terminó despedir a Juan Antonio Pascual Gay, pues la Ins-titución de San Luis, donde Juan Antonio Pascual laboraba, terminó con la relación laboral.

A estas dos acusaciones se le suman las de extraer por lo menos una docena de párrafos del libro ‘Itinerario de una disidencia. Jorge Cuesta (1903-1942)’, del francés Louis Panabière, publicado en 1983 por el Fondo de Cultura Eco-nómica, pues se asegura que Pascual Gay “omitió” las re-ferencias. Según El Pulso, en el artículo “Tiempo y poesía mexicana. Una ventana abierta como una naranja”, Pascual habla sobre el concepto de espacio-tiempo en la poesía de Jorge Cuesta, con el tercer párrafo del capítulo VII de la obra de Louis Panabière.

Medidas contra el plagioAnte estos hechos, investigadores (19 en total) de diversas instituciones pidieron protocolos contra el plagio en insti-tuciones de educación superior. Estos publicaron una carta abierta al Conacyt y a otras universidades, a fin de aplicar protocolos ante casos de plagio.

Según El Pulso de San Luis Potosí, algunas de las pro-puestas dirigidas a la Secretaría de Educación Pública, al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, y a la Asocia-ción Nacional de Universidades e Instituciones de Educa-ción Superior (ANUIES) está la adquisición y uso en todas las instituciones de investigación acreditadas ante CONA-CyT de programas computacionales de nueva generación para detectar el plagio académico.

No obstante, entre las personas que apoyan al inves-tigador catalán hay 71 profesores, alumnos y exalumnos

de México y el extranjero, los cuales expusieron en una carta lo siguien-te: “Ignoramos las circunstancias que orillaron al doctor Pascual a cometer esta falta que, sin lugar a dudas, nos resulta reprobable; sin embargo, cree-mos que esto no debe ser motivo para el linchamiento público de una perso-na que, más allá de este hecho, ha des-tacado por tener una trayectoria bri-llante y honesta”. Entre las personas que lo apoyan se encuentran Javier Sicilia, Andreas Kurz, Elba Margarita Sánchez Rolón, entre otros.

Está bien que la sociedad docen-te muestre apoyo y solidaridad para con el doctor Pascual; no obstante ese apoyo resulta ambiguo, pues a quie-nes en algún momento fuimos sus alumnos nos enseñaron lo contrario.

Al tiempo…

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Cartier-Bresson: el surrealista zen

“Todo cabe bajo la lente del mago Cartier-Bresson, todo, lo sutil y lo brutal”, Lelia Driben

“Nietzsche tenía razón: Dios ha muerto”

Joan Fontcuberta

Tras el reciente fallecimiento de Henri Cartier-Bresson (3 de agosto de 2004), circuló por varios foros

fotográficos en internet uno de esos men-sajes en cadena que decía así: “Nietzsche tenía razón: Dios ha muerto”. La frase se antojaba una especie de epitafio: para mu-chos en el mundo de la fotografía Cartier-Bresson era Dios y su partida dejaba des-amparado el particular olimpo del arte de la luz. Para otros, más allá de la inmortali-dad de su obra, Cartier-Bresson no llegaba a la categoría de dios pero desde luego sí a la de genio: uno de los escasos genios que fueron capaces de definir la mirada mo-derna del siglo XX.

Hace unos años Alain Des-vergnes me refirió una anécdota que viene a cuento ahora. (…) Cuando en una ocasión Eugene Smith fue el invitado de honor del Festival, Desvergnes lo con-dujo a visitar a su antiguo amigo. Los dos máximos exponentes del documentalismo social habían compartido en el pasado causas y aventuras, y el afecto que se profesaban no llegó nunca a di-sipar una humana rivalidad. Am-bos por otra parte tenían fama de

apasionados y de enérgicos conversado-res: locuaces, agudos e incisivos. Eugene Smith tan solo aventajaba a Cartier-Bres-son en mordacidad e ironía. En el fragor de una discusión, Smith preguntó:

—Y, tú, Henri, ¿cuántas foto-grafías buenas, pero verdadera-mente buenas, crees que has he-cho en tu vida?

Ante esta pregunta-trampa se produjo un silencio expectante entre los asistentes. Los dos fotó-grafos habían publicado a lo largo de su carrera docenas de libros, reproduciendo cada uno de ellos un centenar o más de imágenes. ¿Cómo traducir esos millares de “instantes decisivos” en un nú-mero reducido de obras maes-

tras? Lo que parecía obvio era que, fuese cual fuese la respuesta, Smith iba a reprender a su oponente rebajándole el número, censurando así un eventual bajo nivel de autoexigencia. Por lo cual, en previsión, Cartier-Bresson optó ya por una cifra ostensiblemente exigua y modesta:

—Yo creo que unas diez. Tal vez doce.A lo que el otro contestó impetuoso:—¡Anda ya! ¡Qué exageración! Como mu-

cho has hecho tres, buenas buenas.Cartier-Bresson vivió 95 años. Tal longe-

vidad y una dedicación intensa no permitían a ojos de Smith más que tres limitadas buenas fotografías…

Para los surrealistas la fotografía equiva-lía en el plano de lo visual a lo que la escritu-ra automática representaba para la poesía: la cámara hacía emerger el inconsciente escon-dido de la mirada. Para el zen, todo gesto ar-tístico radicaba en el propio acto de ver. No se trataba tanto de “hacer” una fotografía como de “captarla”: un fragmento de la realidad era identificado por un instante del espíritu, el acontecimiento quedaba colocado en mitad de la estética. El fotógrafo no era un cazador de imágenes sino un pescador de momentos: lanzaba el anzuelo a la espera de que el tiem-po y la realidad picasen.

Cartier-Bresson solía decir que él no to-maba fotografías, sino que por el contrario las fotografías le tomaban a él. Y cuando sintió la necesidad de legarnos un manifies-to, escribió este consejo: “poner en el mismo punto de mira ojo, corazón y cerebro”. Escati-mó en cambio recordarnos que, además y por encima de todo, debíamos invocar, frotando suavemente nuestra cámara maravillosa, la aparición epifánica del genio. (Publicado en Letras Libres; septiembre de 2004).

“Una fotografía es un secreto sobre un secreto,

cuanto más te cuenta menos sabes”, Diane Arbus

“La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar.

No es la mirada misma”, Susan Sontag

“Tus primeras diez mil fotos serán tus

peores fotos”, Henri Cartier-Bresson