Post on 25-Feb-2023
© Fernando Valerio-HolguínFort Collins, Colorado, 2010
Editorial Espesa Caspa& Producciones Galipote S.A.
Empresas sin fines de lucro.
Edición gratis.
Liberada y desnuda, Fernando Ureña Rib
La pintura es callada poesía, afirmaba
Simónides.
Fernando Ureña Rib ha hecho hablar
su silencio
como si no le bastara el azul ultramarino
el verde y el blanco
de las aguas
o el siena de la plural muchacha
de grandes ojos y pezones rosados
ya liberada y desnuda
en la memoria del tacto y el beso
navegando entre ninfas a la deriva
en un sueño de príncipes y potros.
Fernando Ureña Rib ha transformado su voz
en los colores del deseo
como si no le bastara el verbo
en la carne
o la anáfora de la Bella Liberada
Y desnuda
amenazando siempre los límites del sueño.
Insomnio, Remedios VaroRemedios Varo habita una casa poblada
de infinitos cuartos
de ojos vacíos
de libélulas de papel
asomanadas
a puertas que se abren al misterio.
La lucidez de una vela
desconcierta la inmensa noche amarilla
en la que se pasean a sus anchas
la soledad, la angustia y la desesperación.
¿Qué amarga obsesión
habrá llevado a Remedios Varo
a soñar despierta
esa ingrávida arquitectura de insomnio
como si fuera ella misma una casa vacía!
¿No será acaso el insomio
un infierno de palabras
que se suicidan arrojándose al vacío
de ventanas que dan a la nada?
Condenada para siempre
Remedios Varo
navega a la deriva de su locura pictórica
en el insomnio de la casa poblada de ojos.
Early Sunday Morning, Edward Hopper
Hay un viejo edificio de dos plantas.
La barbería está cerrada. El poste de rayas rojas yazules
apagado.
Hay una tienda de filatelia que nadie visita.
La oficina de correos no abre, por supuesto, losdomingos.
En la calzada,
un hidrante aburrido y gris no recuerda el últimocrepúsculo.
¿Dónde estará la muchacha con su sombrero depamela
que no ha asistido a misa?
¿Dónde se habrá escondido la risa de los niños
que deberían estar jugando en las calles?
¿Dónde estará el anciano vestido de blanco
coleccionista de sellos?
¿Dónde estarán
la loca del pueblo y su cabellera de fuego
el barbero italiano y sus arias operáticas
la rubia trasnochada en un bar de mala muerte,
el panadero y su ayudante de dientes carcomidos
por el alcohol,
en fin, el ministro blanco de las iglesia bautista blanca
el ministro negro de la iglesia bautista negra!
Una catástrofe de hastío, acaso,
o una epidemia de soledad
habrá exterminado a todos los habitantes del pueblo
—como una bomba de neutrones—
y dejado intacto el edificio en el cuadro de Hopper,
temprano, la mañana de un domingo.
No sé por qué se torna tan desolada
la mañana del domingo en el cuadro de Edward Hopper.
Será la tristeza del verde
de la luz tamizada que avanza sobre las sombras
un domingo temprano en la mañana.
Equipaje, Cristóbal ToralAlgo habré perdido sin remedio
en cada mudanza
en cada viaje
en la maleta extraviada
de algún aeropuerto:
el muñequito de plástico
que incesante regresa en los sueños
los amigos de los que nunca me despedí
las canicas de mi infancia
los lentos paisajes llenos de rocío y potros salvajes
las fotos en blanco y negro
los discos que no escucharé
los poemas truncos
la camisa que alguna vez me gustara.
Todo perdido para siempre
irremediablemente en la nada
de los almacenes.
Rotuladas, debidamente
etiquetadas
maletas que nunca llegaron a su destino.
Buenas o en mal estado
baratas
amarradas con soga,
en algún desolado aeropuerto
en algún remoto país
en algún corazón
alguna casa
habrán sido olvidadas.
Sólo me queda
el recuerdo vano de las cosas perdidas.
"Cómo me gustaría ver en algún lugar de nuestroplaneta, ocupando quizás todo un país, el equipaje
facturado de toda la Humanidad".
Cristóbal Toral
Les amants, René MagritteCiegos
se bastan en el silencio
contra un paisaje de anodina belleza,
los amantes.
Mejilla contra mejilla
respirando un aire
de decrépita felicidad que
aniquila la tarde y sutranseúnte.
Si musita unas palabras,
el amado
y suspira,
la amada
jamás lo sabremos.
El mundo, sus tribulaciones, son sólo undecorado
de esa asfixiante catatonia
que todo lo derrama
en su justa medida
gota a gota
como una clepsidra.
Resignados
al delirio sordo de la pasión
los amantes
se abandonan
a la anticipación
de esa imposibilidad necesaria
que los consume.
La magie noire, René Magritte
Hay mujeres que se contaminan de mar o cielo
con sólo posar en un balcón marino y entonces
se van tiñendo de azul y tristeza.
Hay mujeres que poseen esa belleza estatuaria
sin tener que fingir
y uno no sabe entonces qué hacer
si amarlas —aun al riesgo del contagio—
o perderlas para siempre en su ensueño azul
como si todo el deseo se empozara
en su pubis negro y mágico.
Con Darío Suro en La VegaA Darío Suro me une la pasión por la lluvia en La Vega.
Pequeñas casas amarillas rosadas azules que parecen[alejarse en la
lluvia.
Y no se escucha sino la lluvia en los techos de zinccomo una sinfonía de atardecer y
silencio.
Un cuarto en penumbras.
Un vendaval desatándose
a través del espejo de media luna en el armario.
No hay nada que temer:
Mi madre me contempla desde el umbral de la puerta.
Darío Suro también debió haber tenido una madre así,
sólo que la suya lo miraba correr
bajo una fría lluvia de mayo
junto a potros de viento
en la desdibujada campiña de palmeras desaliñadas
en La Vega.
El aguacero difumina el amarillo el rosado el azul
de las casas en el pueblo.
Afuera huele a verde tierra mojada y a potrero.
Y entonces sólo me queda compartir con Darío Suro
—y con mi madre—
esta lluvia que cae en la pradera
llena de potros de tiempo.
El sueño de la razón produce monstruos,Francisco de Goya
La razón sin sueños produce monstruos
insomnes
en el cansancio
de la hora incierta.
El sueño sin razón puebla la noche
de ojos azogados
aleteos y graznidos
de una catástrofe inminente.
El sueño de la razón
devora la humanidad del hombre
desnudo frente al hombre
en toda su espléndida bestialidad.
La razón del sueño
cauce de furiosas dentelladas secas
en la que el hombre agoniza
irremediablemente.
Goya sólo alcanzó a ver
la mitad del horror,
no todo el horror
de la razón del hombre.
Elegía a Keith Foskin en Fort Collins
Despierta la mañana
manando sange en la paleta
en la blanca soledad cuesta abajo de tu existencia.
Cae la nieve fría.
Amanece el lunes 4 de febrero
las clases comienzan puntuales
la nieve temprana borra tus huellas
y una nota oficial anuncia en inglés: “Una pérdidaen la
comunidad”.
La nieve sigue soplando
en tu desdibujada barba.
Sientes como si te faltara el aire fino, enrarecido.
Te llevas la mano al pecho
miras hacia la montaña.
El viento sigue soplando helado.
Habitas tu propia ausencia.
El rayo descarga la piedra fatal
de otro corazón en el tuyo.
Quedan los trazos en el lienzo
de la noche antigua.
¡El cenicero repleto de colillas
las botellas de un vino barato
tu ausencia en otro corazón
apuñalado
la madrugada de invierno!
Esboza un presentimientoen el frío lienzo
la madrugada
de un lunes 4 de febrero.
Despierta la mañana
a su vasta blancura
y su presagio de muerte.
Cae la nieve silenciosa.
Despuntan al alba,
los payasos de nieve
y su antigua modelo sonriente y desnuda,
de fríos, católicospezones.
En la cabeza del formal muñeco
revolotea una bandada de cuervos
y todos ríen en una hilarante pesadilla
de corbatas y oficinas.
Excursion into philosophy, Edward Hopper
No sé por qué habré escogido este cuadro
para hablar de ti,
de tu cuerpo metafísico
semidesnudo
a mis espaldas.
La filosofía del amor
se disuelve en las lágrimas ocultas
y en la larga cabellera de fuego
de un sueño agitado.
No sé por qué habré escogido este cuadro
para hablar de mí
y del libro abandonado junto a tu cuerpo
si el sol entra a raudales por la ventana
—porque es verano en el cuadro—
y hay tantas cosas que decir y callamos.
No sé por qué habré escogido hablar de ti
en este cuadro
para hablar de mi.
Tal vez porque alguna vez
se desencontraron nuestros deseos
en una tibia habitación de cansancio y estío
y preferí desleer tu cuerpo
para pensar en la razón de nuestro amor.
Se parece tanto a mí esta mujer.
Se parece tanto a ti este hombre
en el cuadro de Hopper, al menos.
Muchacha leyendo, Theodore Roussel
Leyéndome
desde tu cuerpo desnudo
desde tus diminutos pezones
desde tu vulva
húmeda.
Leyéndome
en los peces dorados que se deslizan
por tu piel,
dulce pergamino
de sensualidad más clara.
Leyéndome
en la voz voz que se escurre
en cada pliegue de tu cuerpo
en cada poro
como el poema que no eres.
Leyéndome con la miel de tus ojos
para que yo me pierdaya sin remedio
en la soledad de estas páginas.
El Cristo de las Flores, Gilberto Hernández Ortega
Con su mirada llena de luz,
el Cristo de las flores asciende a la noche.
Una aureola azul rodea su cabeza.
No tiene más para ofrecer
que su sangre a las flores. En medio de la niebla,
acorralado por el rojo y el amarillo de los crotos.
¿Y si de cada llaga brotara una flor,
si de cada herida salieran despavoridasgolondrinas,
qué sentido tendría el miedo
en la oscuridad?
La choza de ventanas iluminadas
aguarda
a la mujer vestida de sombría primavera,
con la cabeza florecida y un jarro vacío.
Con sus ojos llenos de luz,
El Señor de los Crotos
hablará en la noche oscura,
y sus palabras saciarán
la tanta sed
de estas mujeres florecidas de pecado.
Retrato de Alma Mahler, Oskar Cocoschka
Alma Mahler, muda y fría,
casada con el viento,
escucha canciones para niños muertos.
Ensimismada caprichosa
en arreboles de música
pintura y poesía
Alma Mahler
se reinventa a sí misma
cada noche
y desova
su misterio.
¿De dónde me viene
esta tristeza
si un solo adaggio de Mahler
bastaría
para entender tus ojos oscuros,
para amarte sin que seas otra
y dejarme ganar por la ilusión y el sueño
de que seas mía —y otra al mismo tiempo—
sin falsificarte
mía, aunque estés casada con el viento
y gima la noche sus canciones de niños muertos!
Mujer pariendo mariposas, Gilberto HernándezOrtega
La puérpera de mariposas reposa tranquila.
¡Qué angelado amor
la habrá impregnado de colores
que no puede contenerse y entonces
da a la oscuridad tanta efímera belleza,
tanta frágil pasión
de rojo, blanco, verde
y amarillo!
Gilberto Hernández Ortega,
partero de colores,
toma la abigarrada paleta en sus manos
como si fuera un vientre lleno aún de aleteos ycolores
y deja que el pincel luche con las sombrasasesinas.
¿De dónde habrá sacado Hernández Ortega
tanta luz líquida
de colores
que saben a frutas
y de aromas
descolgándose por las aristas de la madrugada!
En la noche del parque,
su mirada oscura llena de ensueños,
sus pezones
hinchados de una leche muy azul,
una Mujer pare mariposas,
rojas y amarillas
enormes mariposas que salen de su vagina
como una selva oscura
y escapan del cuadro.
Gitana Tropical, Víctor Manuel
Esta gitana tropical
no se parece a ninguna otra.
Ni blanca
ni negra
ni china.
sólo gitana.
Sus ojos oscuros me miran serenos
desde un bosque
de casas azules.
Esta mujer tropical
no se parece a ninguna otra.
Su boca es grana
—boca que he de besar.
La noche se derrama
en su vestido azul
y entonces no puedo —ni quiero— desear
a otra mujer que no sea mi gitana tropical.
Autorretrato, Vincent Van Gogh
Hay un jardín menos triste
con hiedras
en el asilo de Saint Remy
donde un loco genial viste
el verde más reciente
y se prepara a morir.
(El doctor Gachet, especialista
en locos amarillos, azules
y verdes
aparecerá en otro cuadro.)
Van Gogh, rala barba anaranjada,
ojos verdes de triste hiedra
se bebe los colores
como si no le bastara el paisaje.
¡Van Gogh es su propia pintura!
Unos cuantos piquetitos, Frida Khalo
como treinta bocas de sangre
suplicandoperdón
al reverso del día
en una danza macabra de muerte.
¿Quién que no se aborrezca
en la profunda vastedad de las horas vacías
habrá masacrado tu cuerpo
y después marchado
dejando un rastro de sangre en el marco o laventana
de un cuarto barato de hotel.
¿Quién podrá un día
—me digo a mí mismo— simplemente
olvidarte
y pensar si sería aún capaz de amarte
después de haberte odiado tanto!
“Así me siento yo
herido de tiempo
por la vida”. .
¿Quién que no ame los crepúsculosensangrentados
podrá entender tu muerte
contra una fría cama de hotel?
¿Quién que no haya estado en un cuarto amarillo
podrá asesinarse a sí mismo
en tu cuerpo
con tan tierna vocación de muerte!
¿Quién que no haya invocado la rabia secreta
habrá desatado
treinta puñaladas de agonía
como treinta golpes ciegos
Los dos Fernandos, Bob Komives
Bob Komives me ha pintado un retrato
—hidra de dos cabezas—
e insiste en borrarme el rostro de alegría
y otorgarme otro más triste.
Y es que en realidad siempre he sido dos:
Uno que bebe tragos de tafìá del tamaño de la noche
y fuma enormes cigarros de yerba mágica
y ríe y baila sobre brasas encendidas
y escupe el rostro de sus enemigos
y maldice las horas aciagas del verano y su ramerainsomne
con corazón de piedra; otro -muy romántico, europeo-que
ama las flébiles canciones, los libros, los atardeceresfrente
al mar y a una muchacha clara de origen italiano o
mallorquí; y filosofa sus miserias en descoloridos,
Melancólicos retratos ajenos que terminan siendo
autorretratos.
Como siameses irreconciliables, con dos cabezas ydos
corazones distintos, los dos Fernandos discuten yluchan
hasta el amanecer en la prosa o el verso. (Bob esajeno a
este conflicto.)
No sé cuál de los dos estará escribiendo ahora estepoema;
Mujer con ojos cerrados, Lucien Freud
Dormida —al menos así parece—
en su vasto sueño de acantilados y olas.
Muerta mansamente
en un orgasmo de mandolina,
en un otoño de hojas ocres
que danzan al viento,
la mujer
con rostro de ángel antiguo
la mujer que amé
la mujer que aún amo,
la joven mujer
la mujer madura.
¡Recién bañada
recién amada
recién soñada
la joven
que florece en el gemido de la mujer madura!
Otra envejece por ti en el cuadro
con paisaje de montañas al fondo.
Otra rejuvenece por ti en la sonrisa
de ojos cerrados
y en tu pelo de otoño desordenado por el viento.
Viejo con guitarra, Pablo Picasso
Suena la guitarra
en la noche
de unas cuencas vacías
y el color de la soledad.
El ciego toca una guitarra sin cuerdas.
Sólo los sordos pueden ver el azul
de su música.
Sus manos rasguean el aire
tan pesado y frío
que se diría que una limosna
nunca fue dada.
Tienen los guitarristas ciegos
esa vocación de tristeza
de aquellos que tocan en el azul
para calmar el hambre.
Judith con la Cabeza de Holofernes,Michelangelo Da Caravaggio
Una luz muy dulce estalla
en las tinieblas
y baña
la blanca, núbil muchacha que impasible sueñatu
[sangre!
Las blancas manos asesinas
sostienen la daga
en el cuello
y al reverso del placer
te estremece
la agonía de un orgasmo.
Se parece tanto a ti, Caravaggio,
ese rostro de ojos muy abiertos
y boca que exhala el aire oscuro del fondo
que es poco el suplicio
comparado al gozo de morir a manos
de la muchacha de torso numinoso.
Si pudieras tan sólo morir, Caravaggio,
acaso no tendrías que padecer
la belleza alucinada de tu verdugo sereno.
Dos mujeres en la ventana, Esteban Murillo
Un pueblo blanco en España.
La ventana
proscenio de la vida cotidiana en la plaza,
marco
en el que una joven sonríe con picardía
y una mujer madura oculta su desentada boca.
Alegría
curiosidad infantil
el espectáculo
del santinbanqui joven
que hace malabares con naranjas o palabras
del domador que ordena
a un oso subir al banquillo,
del pregonero que anuncia con voz de barítono
el cachivache
la fruslería
el artilugio.
Recién bañada
vestida con sus remudas más finas
la muchacha emerge de la oscuridad
a la ventana
a estrenar un mundo de maravillas.
En su rostro de luz
maduran las frutas más rápido
y la tarde de sol y bullicio
inaugura el verano.
¡Qué fresco el mundo
en la curiosa mirada infantil
de la muchacha en la ventana!
Creación de las aves, Remedios Varo
En la noche insomne de la creación
Minerva
belleza serena
corazón de violín
pies descalzos y fríos
hilvana los hilos del deseo.
Y el pájaro
pobre marioneta de viento
entre sus dedos
destila aún los colores
de su muerte.
Alguno habrá que no pueda escuchar
el estropicio de alas y graznidos
o simplemente aspirar el olor a cadmio y azufre
del amarillo
en la clausura
de sosegada, epistemológica sensualidad
de Minerva y sus grandes ojos de ensueño.
¡Qué soledad de piso ajedrezado,
la de la creación!
¡Qué mundo de ensueño
magia y música,
cuando esta Minerva emplumada
levanta el vuelo al crepúsculo!
Sin título, Jorge Severino
La fiesta ha terminado
los invitados, partido.
Como si soñara —aunque despierta—
reclinada en el diván
Anaísa espera.
Bajo el blanco vestido de sacerdotisa
su carne de aceituna
empieza a florecer
y un rumor de agua clara atraviesa su pecho.
Anaísa me mira desde el sueño
y sonríe porque sabe
que allí estaré
esperándola
al reverso de la noche
bajo el imperio de su mirada.
Morena, Juan Carlos Capellá
En la noche voluptuosa
moviendo su nalgatorio ecuménico,
la Morena
soberbia
baila bachata
Dime que faltó
Que yo no te di
En la noche sorda,
de ebrios inmortales
de cerveza y olvido
cantando a coro
Qué querías tú
Más de mí
la Morena que nunca fue mía
baila bachata.
En la noche lejana de Santo Domingo
el Paraíso tiene forma de colmado, cerveza
bachata, fuegos artificiales
y olor a carne frita con tostones;
en la brisa navideña
el Paraíso tiene forma de Morena
bailando bachata
en la noche metafísica
Dime que faltó
Que yo no te di
En la noche metafísica del Colmado Wanda
bebiéndose una cerveza fría
la Morena color níspero
baila bachata
Dime que faltó
Que yo no te di
En la noche etílica
esbozando una sonrisa
de dientes perfectos
la Morena
gozosa
baila bachata
Qué querías tú
Más de mí
La despedida, Remedios Varo
Hay un palacio color sangre
con arcos de medio punto
como ventrículos de diástoles sordas
y umbrales de bestezuelas asustadas;
escaleras
que suben o bajan.
Los amantes han dejado largos rastros
de sombra
y perfiles en los que aún resuenan las palabras
de gritos que aún no encuentran su voz.
Han salido por puertas separadas
a una luz de irreconciliables lejanías.
Habitación, Cristóbal Toral
Las maletas
debidamente dispuestas
del que parte y deja la casa vacía
del que llega y encuentra la casa vacía.
El fuego apagado
en la chimenea frente a la cual
alguna vez
ardieran en pasión los cuerpos desnudos.
Las paredes tristes
de ocre, hastío
sin cuadros
en los que alguien
haya empacado aprisa
un corazón
entre ropas y sonrisas
y cosas hechas de niebla
para marcharse una madrugada sin amor;
sin cuadros en los que alguien
haya llegado sin desempacar aún
y en la calle paga al taxista.
El autor
Fernando Valerio-Holguín nació enConcepción
de La Vega, República Dominicana, en1956.
Entre sus publicaciones se encuentran:
Viajantes insomnes (cuentos, 1982),Poética
de la frialdad (crítica, 1996), Autorretratos
(poesía, 2002), Memorias del último cielo
(novela, 2002), Café Insomnia (cuentos,
2002), Banalidad posmoderna (crítica,2006),
Presencia de Trujillo en la narrativa
contemporánea (crítica, 2006), Las Erasdel
Viento (poesía, 2007), Los huéspedes del
paraíso (novela, 2008), El bolero literarioen
Latinoamérica (crítica, 2008) y Rituales dela