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ESTADOS UNIDOS Y LOS CULTIVOS ILÍCITOS EN COLOMBIA : LOS TRÁGICOS EQUÍVOCOS DE UNA FUMIGACIÓN FUTIL Por JUAN GABRIEL TOKATLIAN * A modo de introducción ¿Sobre qué base se apoya la política de Estados Unidos a favor de la fumigación de cultivos ilícitos en Colombia? La fumigación con herbicidas responde a una racionalidad sustentada en cinco presupuestos: 1. Se asume un vínculo entre la demanda y la oferta en el que implícitamente se rechaza la noción de que la demanda genera la oferta. Por lo tanto, se piensa necesario situar el acento de la represión en los polos de cultivo, producción, procesamiento, transporte y tráfico de narcóticos más que en los epicentros de consumo y en los espacios de mayor ganancia para la empresa transnacional ilegal de los narcóticos 1 . 2. Se asume que las estrategias punitivas diseñadas y aplicadas por los Estados en los que se da la demanda y en * Profesor de la Universidad de San Andrés, Victoria, Provincia de Buenos Aires, Argentina. 1 La retórica oficial en Estados Unidos a finales de los noventa asumió, un poco bajo influencia europea y en parte por reclamos latinoamericanos, dos tesis: la de la importancia del consumo de drogas en el crecimiento del negocio de los narcóticos y la de la co- responsabilidad internacional para el tratamiento más simétrico de esta lucrativa empresa ilegal. Sin embargo, desde hace tres décadas, invariablemente los presupuestos federales, estatales y locales antidrogas en Estados Unidos se orientan en casi un 70% a combatir la oferta y en aproximadamente un 30% a reducir la demanda. En el contexto más amplio de la cooperación mundial en la superación del fenómeno de las drogas, Washington ha demostrado que ninguna política multilateral es sustituta de su política unilateral frente al tema y que la concertación global se hace sólo bajo sus parámetros represivos. 1

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ESTADOS UNIDOS Y LOS CULTIVOS ILÍCITOS EN COLOMBIA :LOS TRÁGICOS EQUÍVOCOS DE UNA FUMIGACIÓN FUTIL

Por JUAN GABRIEL TOKATLIAN*

A modo de introducción

¿Sobre qué base se apoya la política de Estados Unidos afavor de la fumigación de cultivos ilícitos en Colombia? Lafumigación con herbicidas responde a una racionalidadsustentada en cinco presupuestos:

1. Se asume un vínculo entre la demanda y la oferta en elque implícitamente se rechaza la noción de que la demandagenera la oferta. Por lo tanto, se piensa necesario situarel acento de la represión en los polos de cultivo,producción, procesamiento, transporte y tráfico denarcóticos más que en los epicentros de consumo y en losespacios de mayor ganancia para la empresa transnacionalilegal de los narcóticos1.

2. Se asume que las estrategias punitivas diseñadas yaplicadas por los Estados en los que se da la demanda y en

* Profesor de la Universidad de San Andrés, Victoria, Provincia deBuenos Aires, Argentina.

1 La retórica oficial en Estados Unidos a finales de los noventaasumió, un poco bajo influencia europea y en parte por reclamoslatinoamericanos, dos tesis: la de la importancia del consumo de drogasen el crecimiento del negocio de los narcóticos y la de la co-responsabilidad internacional para el tratamiento más simétrico de estalucrativa empresa ilegal. Sin embargo, desde hace tres décadas,invariablemente los presupuestos federales, estatales y localesantidrogas en Estados Unidos se orientan en casi un 70% a combatir laoferta y en aproximadamente un 30% a reducir la demanda. En el contextomás amplio de la cooperación mundial en la superación del fenómeno delas drogas, Washington ha demostrado que ninguna política multilaterales sustituta de su política unilateral frente al tema y que laconcertación global se hace sólo bajo sus parámetros represivos.

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aquellos donde se produce la oferta, son pertinentes paraatacar el fenómeno de las drogas ilícitas a pesar de queéste surge y evoluciona en el ámbito no estatal; comoexpresión mercantil de un negocio ilegal altamentelucrativo en manos de grupos poderosos de la sociedad(mafias, criminalidad organizada, etc.).

3. Se asume que un tratamiento fuertemente represivo enlos centros de provisión de drogas es más efectivo entérminos de resultados (metas, logros, etc.) y de recursos(asistencia, presupuesto, etc.). Esto implica que en elbalance costo-beneficio para Washington es más ventajosoconcentrar los esfuerzos antinarcóticos en los núcleos deoferta.

4. Se asume que para los países consumidores los efectos deuna mayor y mejor erradicación de cultivos ilícitos, comouno de los pilares esenciales de la lucha antidrogas en losepicentros de oferta, serían de tres tipos: menordisponibilidad de sustancias psicoactivas, mayor precio delas mismas para los que las usan y menos potencial depureza; todo lo cual reduciría el consumo. (Comoconsecuencia de este triple efecto, se supone, a su vez,que la criminalidad urbana ligada al asunto de las drogasdescendería).

5. Se asume que para los países productores los efectos deuna mayor y mejor erradicación de cultivos ilícitos seríanvarios. Entre otros, se contemplan: la reducción del preciodel cultivo ilícito en las zonas de producción, ladisminución del poder de los traficantes, la contención dela violencia generada por el narcotráfico sobre lossectores más vulnerables de la población ligados a esoscultivos, y el decrecimiento de la degradación ambientalgenerada por los plantíos ilegales en áreas frágiles yvaliosas.

Con base en estos supuestos, resulta entoncesfundamental hacer un recorrido histórico que describa yexplique la política de fumigación que ha impuesto EstadosUnidos a Colombia como parte de la narcodiplomacia que ha

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caracterizado las relaciones entre los dos países en losúltimos cinco lustros. La fumigación inaugural

Sin duda, la fumigación ha sido uno de los temas máscontrovertidos en el proceso de erradicar cultivos ilícitos enColombia2. La toxicidad de los herbicidas utilizados y laimportancia que adquirió en la estrategia internacional deEstados Unidos contra las drogas, hicieron de éste un temaesencialmente polémico. Durante el gobierno del PresidenteJulio César Turbay Ayala (1978-1982), Washington comenzó apresionar en forma reiterada para que Bogotá utilizaraquímicos en la erradicación de los cultivos de marihuana,particularmente en la Guajira3.

Ya en 1978, Colombia se había convertido en el primerproductor y exportador de marihuana a Estados Unidos. De lasaproximadamente 10.000 toneladas introducidas a ese país,entre el 60% el 65% provenía de los traficantes colombianos.Para la época se calculaba que en Colombia había 25.000 a30.000 hectáreas cultivadas de marihuana4.

2 Los problemas ecológicos y los efectos negativos sobre losderechos humanos derivados de la fumigación química de cultivos ilícitosen Latinoamérica en general se analizan en Rosa del Olmo, “Herbicidas yderechos humanos en América Latina”, en Rosa del Olmo, ¿Prohibir odomesticar? Políticas de drogas en América Latina, Caracas: EditorialNueva Sociedad, 1992.

3 Sobre las relaciones entre Estados Unidos y Colombia en materiade drogas ilícitas durante la administración del Presidente Turbayvéase, Juan Gabriel Tokatlian, “La política exterior de Colombia haciaEstados Unidos, 1978-1990: El asunto de las drogas y su lugar en lasrelaciones entre Bogotá y Washington”, en Carlos G. Arrieta, Luis J.Orjuela, Eduardo Sarmiento y Juan G. Tokatlian, Narcotráfico en Colombia: Dimensiones políticas, económicas, jurídicas einternacionales, Bogotá: Ediciones Uniandes/Tercer Mundo Editores, 1990.

4 Véanse, U.S. Congress, Select Committee on Narcotics Abuse andControl, Fact Finding Mission to Colombia and Puerto Rico, WashingtonD.C.: U.S. Government Printing Office, 1979 y Asociación Nacional de

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Durante la administración del Presidente Jimmy Carter(1976-1980), la interdicción y la erradicación eran las dospiezas claves de la política internacional antinarcóticos deEstados Unidos. El freno al contrabando de drogas tenía ladimensión de problema fronterizo: evitar su ingreso aterritorio estadounidense y comprometer a los paísesproductores y a aquéllos utilizados como punto de tránsito enla tarea de mejorar los sistemas de control y represión de lasalida de narcóticos. Desde los setenta, el esfuerzo porerradicar manualmente las plantaciones de marihuana ya no erapercibido en Washington como suficiente y positivo. La CasaBlanca y el Congreso comenzaron a coincidir en la necesidad deutilizar herbicidas para terminar con los cultivos tanto demarihuana (en particular en Colombia) como de opio (enparticular en Turquía).

En Latinoamérica, la erradicación con herbicidas se dioen México y en Jamaica. A mediados de los años setenta, la"Operación Cóndor" en México, buscó la destrucción de lasplantaciones de marihuana y fue presentada como un éxitoresonante en la lucha contra las drogas. Los resultadosiniciales parecieron muy alentadores: se redujo el áreacultivada, disminuyeron las exportaciones de marihuana aEstados Unidos y se interrumpieron temporalmente los canalesde acceso a ese mercado. A finales de la década, la proporciónde la oferta de marihuana mexicana a Estados Unidos se habíadisminuido al 10% (aunque a mediados de los ochenta volvió arepresentar el 35%). Un factor que ayudó a la caída de lasimportaciones de marihuana mexicana hacia Estados Unidos fueel rechazo del consumidor estadounidense por la marihuanarociada con paraquat y el ascenso de la producción marihuaneraen Estados Unidos con una variedad más potente y menospeligrosa5.

Instituciones Financieras, Marihuana: Legalización o represión, Bogotá:Biblioteca ANIF, 1979.

5 Véase, President´s Commission on Organized Crime, Report to thePresident and the Attorney General. America´s Habit: Drug Abuse, Drug

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La "exitosa" experiencia mexicana y la de la "OperaciónBucanero" en Jamaica motivaron a Estados Unidos a persuadir aColombia para seguir la misma táctica para acabar con laproducción nacional de marihuana. Todo parece indicar queWashington le propuso al gobierno de Turbay la idea deemprender un programa de erradicación con herbicidas enColombia, pero éste prefirió lanzar una ofensiva militarcontra la producción y el contrabando de marihuana mediante eldespliegue de la "Operación Fulminante" contra el negocio delos narcóticos en la Guajira. Esta decisión emanó de lapresidencia y tuvo el estrecho apoyo del Ministro de Defensa,General Luis Carlos Camacho Leyva, y la influencia de lasautoridades estadounidenses, que esperaban resultados eficacesmediante la participación militar en la ofensiva contra lasdrogas. Así, a partir de octubre (cuando se anuncia) ynoviembre (cuando se comienza) de 1978, y mediante el decreto2144, aproximadamente 10.000 soldados de la Segunda Brigadason destinados a un gran operativo con el fin de acabar con laproducción y el tráfico de marihuana en la costa Atlánticacolombiana.

Con esta Operación no se cuestionaba el ánimo decolaboración con Washington en la lucha antinarcóticos ya quese adoptaba un mecanismo aún más contundente que laerradicación química: se comprometía a los militares en elcombate contra la marihuana. Se transaba la erradicación, queno contaba con mucho respaldo de algunos sectores del Estado yde la opinión pública, por la militarización que gozaba, almenos, de cierto consenso en el ejecutivo colombiano. Eldebate suscitado en el seno de la sociedad estadounidense porel uso del paraquat y la polémica en torno al costo de suutilización, contribuyeron a que Washington aceptara,transitoriamente, la táctica escogida por Bogotá. Finalmente,hacia 1979-1980 aún estaba en vigencia la Enmienda Percy que

Trafficking, and Organized Crime, Washington D.C.: U.S. GovernmentPrinting Office, 1986, p. 135.

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prohibía el uso de recursos federales para aplicar en elextranjero herbicidas prohibidos domésticamente.

Sin embargo, ni en el ejecutivo, ni en algunos sectoresdel legislativo de Estados Unidos se abandonó la exigencia deque Colombia asumiera medidas más drásticas para destruir lamarihuana, es decir; para erradicar con defoliantes. En mediode la "Operación Fulminante", los gestos para comprometer algobierno colombiano con un plan para erradicar químicamente lamarihuana fueron más sutiles. El Embajador de Estados Unidosen Bogotá, Diego Asencio, reiteraba, en público y en privado,que el país recibiría más asistencia de Estados Unidos en sucampaña contra las drogas si optaba por fumigar. El Subcomitéde Relaciones Hemisféricas de la Cámara de Representantes enWashington aprobó en marzo de 1979 una enmienda para aumentarla ayuda económica a Colombia para combatir el tráfico dedrogas. Por su parte, el Procurador General de la Nación,Guillermo González Charry, viajó a México en junio de 1979 conel fin de conocer los resultados de las tareas de erradicaciónde cultivos de marihuana con paraquat en ese país.

Al mismo tiempo, en abril de 1979, visitaban Colombiaseis congresistas estadounidenses--tres de ellos del Comité deAbuso y Control de Narcóticos. Según el informe producido porlos legisladores, sus conversaciones con el mandatariocolombiano acerca de la erradicación química no avanzaronpositivamente. El presidente Turbay se mostró renuente acomenzar un programa de fumigación con herbicidas por lacontroversia internacional alrededor del paraquat y por laspreocupaciones ecológicas internas. No obstante, a pesar deesta posición, los miembros del comité insistieron en susrecomendaciones en que debía desarrollarse un "programaefectivo de erradicación" (lo cual suponía claramente el usode productos químicos) en territorio colombiano6.

6 U.S. Congress, Select Committee on Narcotics Abuse and Control,op.cit., p. 10.

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De alguna manera Bogotá buscó una salida técnica paraevitar un problema político con Washington. En efecto, luegodel viaje del Procurador a México, el gobierno reunió unacomisión de científicos para estudiar y evaluar la utilizaciónde fumigación con herbicidas para atacar la producción demarihuana. Esta comisión se opuso a la erradicación conquímicos. De allí la decisión pasó al Consejo Nacional deEstupefacientes (CNE) creado por el Decreto 1188 de 1974. Esteente, adscrito al Ministerio de Justicia, contaba conrepresentación de ese ministerio, además de los de Salud yEducación, de la Procuraduría General de la Nación, delDepartamento Administrativo de Seguridad (DAS), de laDirección Nacional de Policía, de la Dirección de Aduanas ydel Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.

La amplia composición del CNE y su papel relativamenteimportante en el proceso de adopción de decisiones en materiade drogas ilícitas, le otorgaban una voz singularmenterelevante en ciertos aspectos de la política antinarcóticos.Siguiendo las conclusiones presentadas por los expertos, elConsejo determinó no aplicar el procedimiento de erradicaciónde cultivos con herbicidas, aunque se habían efectuado ensayosexperimentales con paraquat en la Sierra Nevada de Santa Martacon participación del ejército7.

En resumen, el gobierno colombiano se rehusaba a poner enmarcha un programa masivo de erradicación con paraquat, pese ala insistencia de la administración del presidente Carter.Aunque en 1981 el legislativo estadounidense derogó laEnmienda Percy y las presiones del gobierno del PresidenteRonald Reagan (1980-1988) en materia de fumigación químicaaumentaron, Colombia no cambió su conducta. El ejecutivocolombiano tenía muchos elementos a su favor para probar su"mano dura" contra las drogas y demostrar su estrechacolaboración con Washington en varios aspectos de la lucha

7 Ministerio Público, Informe del Procurador General de la Nación,Guillermo González Charry, al Congreso Nacional, Bogotá: ProcuraduríaGeneral de la Nación, 1980, pp. 30-33.

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antinarcóticos: para 1981 ya se habían firmado con EstadosUnidos los Tratados de Extradición (1979) y de AsistenciaLegal Mutua (1980).

A su vez, Colombia poseía y usaba argumentos científico-técnicos para rechazar la alternativa de la erradicación. Porel momento se dejaba de lado esta táctica en la estrategiacontra las drogas, sin que ello agrietara sensiblemente lasrelaciones entre Bogotá y Washington.

Finalmente, a comienzos de los ochenta, Bogotá aún poseíacierto margen de maniobra en algunos aspectos de la luchacontra las drogas. La imagen externa del país aún no estabatotalmente narcotizada y Colombia era percibida en medio de laGuerra Fría como una aliada firme de Washington por su posturafuertemente anticomunista. La fumigación acentuada

Desde el inicio del cuatrienio del Presidente BelisarioBetancur Cuartas (1982-1986), el ejecutivo estadounidensevolvió a reiterar su tesis sobre la erradicación con químicosy comenzó a presionar a Colombia para su utilización8.Simultáneamente, en agosto de 1983, una misión de congresistasestadounidenses estuvo en el país e intentó persuadir almandatario conservador de promover y llevar adelante lafumigación de la producción de marihuana; lo cual fuerechazado9. El argumento de Betancur no difirió del que en sumomento expresó Turbay. Sin embargo, el gobierno conservador

8 Sobre las relaciones entre Estados Unidos y Colombia en materiade drogas ilícitas durante la administración del Presidente Betancurvéase, Juan Gabriel Tokatlian, op. cit.

9 Véase, U.S. Congress, Select Committee on Narcotics Abuse andControl, International Narcotics Control Study Mission, Washington D.C.:U.S. Government Printing Office, 1984.

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modificó su posición en 1984. Sin duda, el asesinato delMinistro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, fue el motivosubyacente para producir tal viraje; viraje que incluyó laaplicación de la extradición de nacionales a Estados Unidos yuna mayor militarización de la lucha antidrogas en Colombia.

No obstante las controversias públicas y disputasinterburocráticas, se adoptó la decisión de fumigar. Lasescasas manifestaciones no gubernamentales contra laerradicación química no pudieron configurar una coaliciónsocio-política gravitante en el país ni lograr adherentesinfluyentes en el exterior.

Con los decretos de estado de sitio posteriores al crimende Lara se consideró la pertinencia de que las reuniones ydecisiones del Consejo Nacional de Estupefacientes tuvieran uncarácter confidencial. Durante los primeros días de mayo de1984 se discutió la posible aplicación del paraquat en lafumigación de cultivos de marihuana, en especial aquellosubicados en la costa Atlántica. Aunque las discusionesinternas de este organismo no trascendieron, fue evidente queel consenso alcanzado fue precario y temporal. El 14 de mayo,el CNE aprobó la realización de tareas de erradicación, perodejó en el Consejo de Ministros la decisión acerca de laaplicación de productos químicos.

El 22 de mayo, el Consejo de Ministros aprobó laerradicación con herbicidas. Para evitar la polémica que habíagenerado la eventual utilización del paraquat, se optó por elglifosato para iniciar la fumigación de la producción demarihuana, es decir; se dio luz verde a esta medida pero se leotorgó un carácter supuestamente autónomo a la decisión.Washington, por su parte, rápidamente aprobó la elección delglifosato, pues ello implicaba que la erradicación química seimponía independiente del producto seleccionado para rociarlos cultivos ilícitos. En esencia, se adoptaba la sugerenciaestadounidense de erradicar, pero se contemplaba una opcióncolombiana de fumigación vía otro defoliante; el cual,presuntamente, causaba menos daño.

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El 1º de junio el Ministro de Justicia, Enrique Parejo,

ordenó comenzar la fumigación. Las protestas internas no sehicieron esperar10. Pobladores de la región Atlántica semovilizaron contra la medida y agitaron el tema por lossiguientes seis meses. Los medios de comunicación seconvirtieron en eco de quejas y críticas contra la utilizacióndel glifosato11. El Congreso citó al Ministro de Salud, JaimeArias Ramírez, para que informara sobre el asunto de lafumigación con herbicidas. Varios parlamentarios de la costase opusieron a la continuación del mecanismo de erradicación

10 Véase, El Espectador, 28 de Junio de 1984. Carta de autorizacióndel Ministro de Justicia, Enrique Parejo González, al general VíctorDelgado Mallarino, Director General de la Policía Nacional, para fumigarlos cultivos de marihuana con glifosato, Bogotá, D.M. No. 1048, Ministerio deJusticia, Despacho del Ministro, junio 1º, 1984. Según informe de laProcuraduría General de la Nación remitido a la Comisión de Acusaciones dela Cámara de Representantes, la fumigación en 1984 estuvo precedida deconceptos negativos por parte del Inderena, el Ministerio de Salud, elInstituto Nacional de Salud y la Comisión Científica (creada por LaraBonilla en diciembre de 1983). Aparentemente, el 4 de julio de 1984 elConsejo Nacional de Estupefacientes autorizó la fumigación experimental dedos hectáreas. Sin embargo, en julio y septiembre de ese año, según foliosenviados a la Cámara de Representantes, comenzó un procedimiento defumigación masiva. Según constancia del secretario del Consejo deMinistros, el tema de la fumigación masiva fue absuelto rápidamente enforma negativa, y el Ministro de Justicia, Enrique Parejo, autorizó lafumigación sin estar facultado para ello (aunque es improbable pensar queel ministro Parejo haya actuado con el desconocimiento del PresidenteBetancur).

11 Véase el pronunciamiento en contra de la fumigación con herbicidasde la Sociedad Colombiana de Ecología en El Mundo del 24 de Julio de 1984.Los indígenas Arhuacos, Koguis y Malayos iniciaron un éxodo casi masivohacia Valledupar (Cesar) y otras localidades ante el anuncio sobre lautilización del glifosato. El representante legal de las comunidades de laSierra Nevada de Santa Marta hizo, a su vez, entrega de un "Libro Rojo"contra la fumigación al Procurador General, Carlos Jiménez Gómez. En esedocumento, los indígenas explicaban los efectos nocivos del herbicida.Asimismo, la Asociación de Agrónomos del Cesar hizo constar su enérgicaprotesta en particular si la aplicación del glifosato iba a hacerse mediantefumigación aérea. Véase, respecto a todo este proceso, El Espectador, del6 y 24 de Julio de 1984.

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química de cultivos12. Nada modificó, sin embargo, la posicióndel gobierno.

Los relativamente bajos costos internos resultaban muyatenuados por el apoyo y la felicitación que recibía laadministración por parte del ejecutivo y del legislativoestadounidenses. Este tercer componente--fumigación, másextradición y militarización--de la nueva ofensiva colombianacontra las drogas motivó un gran respaldo de las autoridadesen Washington y generó promesas de mayor asistencia.

A finales de 1984, según fuentes estadounidenses, sehabían erradicado 3.400 hectáreas de cultivos de marihuana(según estadísticas colombianas, el total erradicado llegaba a3.171 hectáreas), y para 1985, la erradicación alcanzaba 6.000hectáreas (2.375 hectáreas según datos nacionales). Lacobertura de fumigación con herbicidas llegó a 12.000hectáreas (9.700 hectáreas según fuentes estadounidense) para1986. Estas acciones condujeron a que el área de marihuanacultivada se redujera y a que las exportaciones a EstadosUnidos descendieran. Colombia parecía seguir la "exitosa"experiencia mexicana. Los comentarios elogiosos de lasautoridades en Washington se multiplicaron13.

En 1985, según estimaciones del Departamento de Estado enWashington en el país sólo se habían cultivado 8.000 hectáreasde marihuana. La oferta de este producto colombiano a EstadosUnidos--que había alcanzado el 80% del total ingresado a esepaís-- disminuyó a menos del 25%. Al parecer había indicadoreselocuentes que parecían demostrar una verdadera victoriacontra la marihuana mediante el uso del glifosato. No obstante,en 1988, Colombia se había convertido nuevamente en el

12 Véase, Anales del Congreso, No. 15, 1 de Julio de 1984.

13 Véase, U.S. Congress, Select Committee on Narcotics Abuse andControl, Latin America Study Missions Concerning International NarcoticsProblems, Washington D.C.: U.S. Government Printing Office, 1986.

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principal exportador de marihuana a Estados Unidos, con unaproducción cercana a las 8.000 toneladas métricas14.

De hecho, el éxito colombiano fue pírrico. La fumigaciónhabía dado resultados parciales alentadores, pero laproducción ya se movía de la costa Atlántica al departamentodel Cauca, donde el rendimiento por hectárea aumentaba de 1.1toneladas métricas por hectárea a 3.5. Se redujeron lasdimensiones de los campos cultivados con marihuana pero no suproducción total, camuflándola con cultivos lícitos. Laactitud del productor colombiano no fue muy diferente a la delestadounidense. En efecto, luego de la ineficaz OperaciónDelta 9 de 1985 para erradicar la marihuana en Estados Unidos,la producción se desplazó a pequeñas parcelas, parquesnacionales, sótanos privados y cultivos hidropónicos.

Ahora bien, si la fumigación química de marihuana enColombia no arrojaba resultados satisfactorios ni permanentes,en la erradicación de los cultivos de coca con herbicidas lasconclusiones no fueron más alentadoras. A partir de 1984, ycon el apoyo estadounidense, el gobierno colombiano buscóidentificar un químico efectivo y no dañino para terminar conla producción de coca en el país. En diciembre de 1985, sedecidió aplicar el herbicida garlon-4 para destruiraproximadamente 1.000 hectáreas de ese cultivo. Sin embargo,hacia comienzos de 1986, se optó por abandonar esta práctica.El garlon-4 demostró ser altamente peligroso y perjudicial.Además, la compañía fabricante del herbicida, la Dow ChemicalCorporation, se rehusó a proveerlo a Colombia por temer que sedemandara su utilización15.

14 Véase, U.S. Department of State, Bureau of InternationalNarcotics Matters, International Narcotics Control Strategy Report,Washington D.C.: U.S. Government Printing Office, 1989.

15 Véanse, U.S. General Accounting Office, Drug Control: U.S.-Supported Efforts in Colombia and Bolivia, Washington D.C.: U.S.Government Printing Office, 1988 y Clifford D. May, “US Secretly GrowsCoca to Find Way to Destroy Cocaine´s Source”, The New York Times, 12 deJunio de 1988.

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Se inició así la política de fumigación contra lamarihuana y la coca en el país. Al aceptar la exigenciaestadounidense para utilizar esta táctica, el gobierno delpresidente Betancur aceptaba el argumento de que el problemade los narcóticos estaba localizado en los polos deproducción; lo cual vulneraba la concepción oficial acerca dela naturaleza multilateral e internacional del asunto de lasdrogas. Paralelamente, comenzó a reducirse gradual, aunque demanera notoria, el margen de maniobra del gobierno colombianoen cuanto a la lucha antinarcóticos. La presión de Washingtonsobre Bogotá en el frente de las drogas ilícitas fue cada vezmás ostensible y difícil de responder mediante estrategiasautónomas de respuesta al fenómeno del narcotráfico.

La fumigación persistente

En 1986, el gobierno del Presidente Virgilio Barco Vargas(1986-1990) heredó una situación más intrincada y preocupanteque la de las dos administraciones anteriores en cuanto alasunto de las drogas ilegales16. Los ingresos al país porconcepto del negocio de la cocaína crecían sin ningún tipo decontrol, mientras que los narcotraficantes incrementaban susinversiones rurales y urbanas. Se calculaba que el 80% de lacocaína y el 25% de la marihuana consumida en Estados Unidoseran proveídos por traficantes colombianos y los indicadoresde la demanda estadounidense no mostraban un descenso delconsumo de drogas17.

Socialmente la penetración del narcotráfico eracreciente; lo cual se evidenciaba tanto en los sitios deproducción y procesamiento, como en los lugares en los queexpandieron sus inversiones e influencia. Políticamente, por

16 Sobre las relaciones entre Estados Unidos y Colombia en materiade drogas ilícitas durante la administración del Presidente Barco véase,Juan Gabriel Tokatlian, op. cit.

17 Véase, Bruce M. Bagley, “Colombia and the War on Drugs”, enForeign Affairs, No. 1, Vol. 67, 1988.

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medio del soborno, la intimidación, el uso directo de lafuerza y la cooptación, la presencia y la proyección delnegocio de las drogas se manifestaban en franco ascenso.Además, la violencia generada por este fenómeno se multiplicódespués de la aplicación de la extradición en 1984 y se elevóvisiblemente a través de sus organizaciones paramilitares, concentros de operación en diferentes regiones del país; pero conparticular importancia para la época en el Magdalena Medio.

Como se indicó, en mayo de 1984 el ejecutivo autorizó lafumigación de la producción de marihuana en la zona de lacosta atlántica colombiana; en especial en la Sierra Nevada deSanta Marta y la Serranía de Perijá. Entre 1984 y 1985, segúndatos del gobierno nacional, se habían erradicado 5.446hectáreas utilizando 11.418 galones de glifosato. Al añosiguiente, la labor de erradicación se incrementó de modonotable. En 1986, se fumigaron 12.000 hectáreas de marihuana.Para el nuevo gobierno liberal era primordial otorgarle mayorintensidad a las acciones antinarcóticos iniciadas en lasegunda mitad del mandato conservador. Barco, preocupado porlas dimensiones impresionantes que ya tenía el narcotráfico,creía necesario abordar el fenómeno en todos sus aspectos. Sepensó que la erradicación química debía continuar para lamarihuana, mientras se impulsaba la erradicación manual de lacoca. Aunque las críticas a estos procedimientos eranconstantes, no se había conformado una coalición con capacidadde veto para frenar la fumigación con herbicidas de cultivosilícitos, en particular, y para evaluar la totalidad de lalucha contra las drogas ilegales, en general.

Según el CNE la fumigación masiva de marihuana nunca fueaprobada. Sin embargo, las acciones prácticas parecíandemostrar lo contrario, en especial durante 1986. Desde elInderena (Instituto Nacional de Recursos Nacionales Renovablesy del Ambiente), entidad adscrita al Ministerio deAgricultura, se denunció la devastación de reservas ecológicasproducida por el glifosato en el Parque Nacional Tayrona y áreascircundantes. No obstante, en 1987 se fumigaron con eseproducto 10.368 hectáreas de marihuana.

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En 1988, el total del área fumigada no superó las 4.400

hectáreas aproximadamente. La erradicación de hectáreas decoca pasó de 2.000 en 1985 a 760 en 1986, a 460 en 1987 y a230 en 198818. Las causas de esta disminución fueron de diversaíndole. Primero, los resultados de diferentes informestécnicos, tanto oficiales como no gubernamentales, indicabanlos efectos negativos del uso de herbicidas y mostraban que lainterrupción momentánea de la producción no significaba, amediano plazo, el fin del cultivo19. Por ejemplo, de 8.000hectáreas cultivadas de marihuana en 1985 se pasó a 13.000 en1987. La producción masiva de marihuana en la costa atlánticase trasladó al Cauca con un rendimiento mayor. La producciónde marihuana para ser fumada se vio acompañada de la de aceitede marihuana y de hachís; lo cual representaba en EstadosUnidos un negocio más lucrativo. Asimismo, en el Cauca y elTolima comenzaron las plantaciones de amapolas para laobtención de heroína.

18 Véase, U.S. Department of State, Bureau of InternationalNarcotics Matters, op. cit.

19 Véanse, El Espectador, 12 de Octubre de 1988; El Espectador, 24 deOctubre de 1988; El Espectador, 25 de Octubre de 1988; y El Espectador, 8de Noviembre de 1988. Sobre los estudios en cuanto a la erradicación y susefectos véanse, Firma Consultora Ecoforest Ltda., "Declaración de efectoambiental para la erradicación de cultivos ilícitos en zonas dejurisdicción de Corinto", Ministerio de Justicia, Consejo Nacional deEstupefacientes, Septiembre, 1988; Corporación Autónoma Regional delCauca, "Diagnóstico preliminar y agenda de tratamiento de emergencia parala erradicación de cultivos ilícitos en zonas de jurisdicción delmunicipio de Corinto", Cali, Informe Técnico No. SRN-GGA-032, Septiembre19, 1988; Inderena, "Evaluación de la declaración de efecto ambiental parala erradicación de cultivos ilícitos en zonas de jurisdicción de Corinto,Cauca-Fase I", Bogotá, Concepto Técnico 115/88, Ministerio de Agricultura,Septiembre 26, 1988; Ministerio de Justicia, "Erradicación de cultivos enCorinto, Cauca", Comunicado de prensa, Septiembre 29, 1988 y Ministerio deJusticia. "Fumigación cultivos de marihuana - zona de Corinto, Cauca",Acta No. 8 del 25 de Agosto de 1988 y Acta No. 9 del 15 de Septiembre de1988.

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Segundo, los reclamos de la población en las regionesdonde se llevaba a cabo la erradicación se multiplicaron, nosólo por las consecuencias ecológicas de la aplicación deherbicidas, sino también por la carencia de programas desustitución de envergadura que hicieran frente a la pérdidadel cultivo de productos ilícitos que resultaban másrentables. Tercero, parecía difícil llegar a acuerdosprácticos al interior del CNE sobre los procedimientos ytécnicas para efectuar programas de fumigación con los menorescostos ambientales posibles. La resistencia de los pobladoreslocales; las dificultades para emprender acciones deerradicación en áreas de producción que, a su vez, contabancon presencia de grupos guerrilleros; y la falta de recursos,fueron incidiendo para hacer difícil el logro de decisionesunánimes y concertadas.

Cuarto, en 1988 la estrategia gubernamental para combatirel narcotráfico había variado levemente. El ejecutivo promovíay respaldaba, otra vez, una mayor participación de las fuerzasarmadas en la lucha contra las drogas, pero deseaba evitaralgunos de los problemas derivados de su anterior compromisodirecto en este frente, por ejemplo: reclamos y críticas decampesinos por las tareas emprendidas por los militares en elnivel regional; riesgos de mayor corrupción por la realizaciónde actividades que colocaban en un mismo escenario anarcotraficantes y soldados; y dificultades para atacarsimultáneamente todos los puntos de la red del negocio internode los narcóticos. Las áreas de concentración pasaron a serlaboratorios urbanos y centros de procesamiento rurales;campañas de arresto de bandas de sicarios en ciudades comoMedellín; labores de inteligencia militar; e intentos decaptura a los líderes del narcotráfico. De allí que seredujeran en intensidad y alcance las tareas de erradicaciónquímica y manual20.

20 En una línea similar de replanteamiento del papel funcional de lasfuerzas armadas en el combate contra los narcóticos para lograr másefectividad y menos tensiones entre la población civil local y losmilitares, se escuchaban pronunciamientos en Estados Unidos. De acuerdocon la ley antinarcóticos estadounidense de 1986 y con un Executive Order del

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Quinto, había un alto grado de frustración de lasautoridades nacionales respecto a los resultados efectivos dela política de fumigación de marihuana. Estados Unidos seguíasiendo el mayor consumidor de marihuana colombiana y lostraficantes continuaban diseñando nuevos mecanismos para sacarsu contrabando de narcóticos hacia el exterior. El cultivo demarihuana se estabilizó en unas 10.000-12.000 hectáreasdurante 1988-89 y la exportación no se detuvo. Hubo logrosimportantes desde 1986 pero indudablemente el fenómenopersistía, al punto de que en 1988 Colombia fue, otra vez, elmayor productor de marihuana (seguido de México y EstadosUnidos).

Sexto, en la segunda mitad de la administración Barco,los aspectos financieros y las cambiantes prioridades deacción en cuanto a la política antinarcóticos ocuparon losesfuerzos del gobierno. La ayuda estadounidense habíadescendido de US$ 11.553.000 en 1987 a US$ 9.767.000 en 1988.Sumado a ello, los propios límites presupuestales del país

Presidente Reagan del 5 de mayo de 1987, se debía convocar una comisiónque preparara un informe para el primer mandatario en torno a cómo y conqué instrumentos confrontar el fenómeno de las drogas. Se reunieron 127individuos del sector público y privado, expertos en salud y justicia,congresistas, banqueros, educadores, sindicalistas y deportistas, entreotros. Este grupo, presidido por Lois Haight Herrington, organizó unaserie de conferencias que contó con cientos de participantes, evaluódistintas iniciativas y finalmente produjo un informe. Una de susrecomendaciones principales en el área de erradicación y respecto a lapolítica estadounidense frente a los países productores indicaba losiguiente: "Concentrar los recursos para erradicación en la destrucción decentros de refinación y laboratorios de procesamiento en vez de ladestrucción de cultivos ilícitos". Y agregaba: "No apoyar la sustituciónde cultivos o programas de reemplazo de cultivos en el exterior con fondosde Estados Unidos". Véase The White House Conference for a Drug FreeAmerica, Washington D.C., U.S. Government Printing Office, 1988, p. 134.En la misma dirección de reasignar el rol de las fuerzas armadas en lalucha antinarcóticos se pronunció David Westrate, director asistente paraoperaciones de la DEA, en una conferencia organizada en mayo de 1989 porel World Peace Foundation. Véase, Gregory F. Traverton, Combating Cocainein the Supplying Countries: Challenges and Strategies. A ConferenceReport, Boston: World Peace Foundation, Julio 1989.

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exigían racionalizar el uso que se daría a los pocos recursosexistentes. Además, resultaba importante determinar un ordende prioridades de acuerdo con la dimensión de las tareasposibles y más urgentes a realizar contra la expansión delnarcotráfico. Así, el gobierno liberal persistió en lautilización de la erradicación como mecanismo táctico parafrenar la producción y exportación de drogas. Sin embargo, y apesar de la insistencia de Washington, Barco modificó el usode este procedimiento. Sin abandonarlo le dio una dimensióndistinta: fumigó pero menos. Pero como la política deerradicación y fumigación manual y aérea no ofreció resultadosprácticos, en 1990 su lugar en la estrategia antidrogascolombiana perdió gravitación. El acento real de la "guerracontra las drogas" se ubicó entonces en el campo militar y enla aplicación de la extradición.

El gobierno del Presidente Barco asumió unos costosinternos gigantescos mediante el uso sostenido de laextradición de nacionales a Estados Unidos entre agosto de1989 y agosto de 1990. Probablemente ello explique porquéWashington no presionó más al país en términos de una políticade erradicación más vehemente, y porque Bogotá tuvo un margende maniobra un poco mayor para definir algunos aspectosinternos de la estrategia antinarcóticos. El reconocimientointernacional—en particular en Europa—del esfuerzo colombianocontra las drogas le dio más espacio de maniobra al gobiernopara dar más énfasis a uno u otro instrumento punitivo en elcombate contra las sustancias psicoactivas ilícitas; con locual pudo amortiguar temporalmente ciertas exigencias deEstados Unidos en esta materia. La fumigación reeditada

La administración del Presidente César Gaviria Trujillo(1990-1994) heredó pobres resultados de la política deerradicación21. Fumigación experimental durante el gobierno del

21 Sobre las relaciones entre Estados Unidos y Colombia en materiade drogas ilícitas durante la administración del Presidente Gaviriavéase, Juan Gabriel Tokatlian, “Política pública internacional contra

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Presidente Turbay, fumigación masiva durante el mandato delPresidente Betancur y fumigación discontinua durante lagestión del Presidente Barco. Todas igualmente ineficaces,torpes y deplorables. El país había ensayado el paraquat y elglifosato para detener el avance de los cultivos de marihuana yel garlon-4 para frenar las plantaciones de coca. Mercancíasilícitas diferentes, herbicidas legales distintos,consecuencias prohibicionistas semejantes: lanarcocriminalidad organizada colombiana diversificabaeficientemente la producción y el procesamiento de drogas,mientras los gobiernos la combatían con acciones que noafectaban seriamente ni el negocio ilícito ni el podercreciente de los traficantes nacionales. Aunque estosantecedentes no podían pasar inadvertidos, las experiencias delas administraciones previas no parecieron muy útiles aGaviria.

En efecto, repitió la táctica de la fumigación química,pero esta vez con respecto a la amapola. También, como ensituaciones anteriores, se reincidió en el debate sobre lafumigación química con un tono de fuerte elitismo moral: porun lado, los “duros-buenos-inteligentes” no contaminados porel narcotráfico y, por el otro, los “blandos-malos-estúpidos”que expresa o inconscientemente le hacían el juego a éste.Probablemente el comentario de un miembro del gabinete delPresidente Gaviria resuma bien este último punto. En medio dela relativamente escasa polémica sobre al erradicación químicade la amapola, el 21 de febrero de 1992 el Ministro deJusticia, Fernando Carrillo, señaló que había “una especie demanto de complicidad que se está tendiendo con argumentosambientalistas (contra la fumigación con herbicidas),haciéndole el jugo a los intereses del narcotráfico”22.

las drogas de la administración Gaviria y las relaciones entre Colombiay Estados Unidos”, en Varios Autores, Drogas ilícitas en Colombia: Suimpacto económico, político y social, Santafé de Bogotá.: EditorialAriel/PNUD/DNE, 1997.

22 El Tiempo, 21 de Febrero de 1992.

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En términos prácticos, en los últimos meses de laadministración Barco se había dejado de fumigar con químicosya que desde 1989 el acento de la represión fue colocado enotros terrenos: en especial en la aplicación de la extradiciónpor vía administrativa. En aquel momento, el asunto de laerradicación con herbicidas no parecía incidir de modosignificativo en las relaciones entre Bogotá y Washington.Rutinariamente, los funcionarios encargados de la políticainternacional antinarcóticos de Estados Unidos mencionaban eltema y sugerían volver a las fumigaciones, pero no lo hacíanni con fuertes amenazas ni de manera muy perentoria pues loscostos que había asumido Barco eran desproporcionados encomparación con cualquier otro país afectado por el lucrativoemporio ilegal de los narcóticos.

En realidad, la erradicación manual de coca continuaba.Ello, sumado a la disminución de las hectáreas dedicadas alcultivo de marihuana hacía, por el momento, innecesario situarel procedimiento de la fumigación en el centro de lanarcodiplomacia entre Estados Unidos y Colombia. No obstante,el descubrimiento de que el país se estaba convirtiendo en unincipiente, aunque importante, punto de plantación de amapolaalteró esta situación.

En efecto, los hallazgos iniciales de cultivo de amapolaen el país se produjeron en 1983 en el Departamento delTolima. En 1984, se destruyeron pequeños plantíos en losDepartamentos del Tolima y del Meta. En 1986, continuaron lasincautaciones aunque siempre de escasa magnitud. En ese mismoaño, se decomisaron los primeros 2.297 gramos de heroína y en1988, se descubrieron dos laboratorios de base de morfina enBogotá y Barranquilla23. En septiembre de 1991, la revistaSemana presentó una extensa nota sobre la irrupción de la

23 Los primeros descubrimientos de amapola y la reacción inicial delgobierno de Colombia ante este nuevo cultivo ilícito se resumen enVirgilio Barco, La lucha contra el narcotráfico, Bogotá: Presidencia dela República, 1988 y Virgilio Barco, Informe del Presidente de laRepública, Virgilio Barco, al Congreso Nacional, Bogotá: Presidencia dela República, 1989.

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amapola en el país, señalando que, según fuentes oficiales, sehabían descubierto 2.000 hectáreas de lo que denominó la "flormaldita"24.

A finales de 1991, el DAS indicó la existencia de 2.500hectáreas de amapola cultivadas en el país25. Sin unaexplicación acabada o una justificación pormenorizada de suaparentemente sorpresivo desarrollo en el país, la PolicíaAntinarcóticos señaló que durante ese año "se presentó un incremento inusitado de cultivos de amapola alo largo del macizo colombiano en jurisdicción de losDepartamentos de Huila, Tolima, Cauca, Boyacá, Cundinamarca,Caquetá, Antioquia, Caldas, Meta, Nariño, Risaralda ySantander, principalmente”26.

Así entre 1983 y 1991, el cultivo de amapola se habíaextendido a 12 departamentos del país. El gobierno anuncióentonces la erradicación manual de 1.406 hectáreas de amapola,el decomiso de 17 kilos de morfina y 30 kilos de opio y ladestrucción de 5 laboratorios de base de morfina en Neiva27.Cabe mencionar que a partir de mayo de 1991 se comenzó aidentificar y decomisar heroína colombiana en Estados Unidos28.

24 Semana, 10 de Septiembre de 1991.

25 Véase, Departamento Administrativo de Seguridad, Dirección,“Aspectos de interés sobre el cultivo de amapola” (Mimeo, Santafé deBogotá, Noviembre de 1991).

26 Policía Antinarcóticos, Policía antinarcóticos. Balanceactividades 1992, Santafé de Bogotá: Policía Nacional de Colombia, 1992,p. 18.

27 Policía Antinarcóticos, Policía antinarcóticos. Balanceactividades 1991, Santafé de Bogotá: Policía Nacional de Colombia, 1991,pp. 18-20.

28 Véase, Joseph B. Treaster, “Colombia´s Drug Lords Sending Herointo US”, The New York Times, 14 de Enero de 1992.

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Por lo tanto, se esperaba que habiéndose erradicado el56% (1.406 de las 2.500 indicadas por el DAS) de las hectáreasdescubiertas en 1991, la cuestión de la amapola no adquirieraproporciones preocupantes; al menos si las cifras de lasplantaciones existentes eran acertadas y si la destrucciónrealizada era de tal magnitud29. No obstante, en enero de 1992el CNE autorizó la fumigación con glifosato de 2.900 hectáreas deamapola (de ser necesario, la autorización cubría otrashectáreas adicionales que pudieran identificarse)30.

En marzo de 1992, el entonces director de la PolicíaAntinarcóticos, Brigadier General Rosso José Serrano Cadena,indicó que la producción de amapola podía llegar a las 10.000hectáreas31. Un mes después, informes de prensa que se basabanen afirmaciones de funcionarios gubernamentales, daban cuentade la posible existencia de 20.000 hectáreas sembradas deamapola32. De acuerdo con un cuidadoso estudio auspiciado porla entonces recientemente establecida Consejería para laDefensa y Seguridad Nacional, los plantíos de aproximadamente

29 Por ejemplo, México había erradicado en 1989 algo más de untercio de sus plantíos de amapola y en 1990 algo más del 45% de éstos.En efecto, México destruyó 3.000 hectáreas de las 9.600 hectáreascultivadas de amapola en 1989 y 4.650 de las 10.100 hectáreas cultivadasde amapola en 1990. Véase, U.S. Department of State, Bureau ofInternational Narcotics Matters, International Narcotics ControlStrategy Report, Washington D.C.: U.S. Government Printing Office, 1991.Comparativamente, entonces, el porcentaje erradicado por Colombia fuemuy alto.

30 Véase Policía Antinarcóticos, El glifosato en la erradicación decultivos ilícitos, Santafé de Bogotá: Policía Nacional de Colombia,1992.

31 Esta afirmación la hizo el General Serrano Cadena en un seminariosobre el glifosato organizado por el Centro de Estudios Internacionales dela Universidad de los Andes.

32 Edgar Torres, “Amapola: Se disparan cifras”, El Tiempo, 19 deabril de 1992.

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20.000 hectáreas de amapola estaban ahora distribuidos en 17departamentos en 113 localidades del país33.

La decisión del CNE en favor del 31 de enero de 1991 enfavor de la fumigación manual y por aspersión aérea controladade los cultivos de amapola mediante el uso de glifosato, seentiende si se miran los siguientes aspectos:

En primer lugar, la determinación no pareció obedecer auna presión inusual de Washington sobre Bogotá ni a uncondicionamiento ostensible de Estados Unidos sobre Colombiarespecto al futuro de la colaboración bilateral en materia dedrogas. La voluntad gubernamental de emprender la fumigaciónquímica de los cultivos de amapola no parece haber sido unaconcesión a Estados Unidos. No obstante existir razones enBogotá para querer evitar reacciones negativas de Washingtonal rechazo de U.S.$ 2,8 millones de dólares en ayuda oficialestadounidense para crear una unidad antidrogas en elejército, a semejanza de la ya existente en la policía34.Además, Estados Unidos no podía exagerar su demanda en favorde la fumigación química pues no podía demostrar, respecto ala amapola, una actitud consistente. No se podía entender nijustificar un reclamo inusitado de Washington sobre Bogotácuando el país no era un productor siquiera medianamentesignificativo de heroína y cuando de los 10 países con mayoresplantaciones de este producto ilícito, 5 aplicaban laerradicación aérea (Guatemala, India, México, Pakistán yTailandia), 1 utilizaba sólo erradicación manual (Burma), 1 nousaba ningún procedimiento de erradicación (Afganistán), en 1se desconocía si erradicaba o no (Irán) y 2 apenas si lohacían de manera mínima (Laos y Líbano)35. Indudablemente,

33 Véase, Presidencia de la República, Consejería para la Defensa ySeguridad Nacional, “La amapola en Colombia”, (Mimeo, Santafé de Bogotá,1992).

34 Véase El Espectador, 28 de Febrero de 1992.

35 Véase Michael Childress, “A System Descrption of the HeroinTrade”, en RAND Note, 1994, p. 12.

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funcionarios de la DEA y de la Embajada de Estados Unidos enBogotá promovieron la fumigación de la amapola y se sintieroncomplacidos con la medida oficial de llevarla a cabo.Asimismo, aquellos contribuyeron a legitimar el uso del glifosatomediante la divulgación de opiniones de científicos de esepaís y de estudios como el de la firma Labat-Anderson deArlington, Virginia, realizado para el Departamento de Estado,y en el que se afirmaba la eficacia práctica y la ausencia detoxicidad de ese herbicida en su aplicación en Guatemala36. Sinembargo, la decisión de rociar las plantaciones de amapola conese químico no parece haber sido forzada por Washington sobreBogotá.

En segundo lugar, el uso del glifosato parece haber sidouna determinación resuelta del gobierno del Presidente Gaviriapor la sorpresa y la preocupación que despertó en círculosoficiales la dimensión lograda por el fenómeno de laamapola/heroína en el país. A partir de 1992, fue escaso elesfuerzo colocado para erradicar la coca y la marihuana. Porejemplo, en 1992 se destruyeron 944 hectáreas de coca y 100hectáreas de marihuana, mientras en 1993 fueron destruidas 846hectáreas de coca y 138 hectáreas de marihuana37. Lo anteriorrespondía, en parte, a dos nociones que desde la

36 Véase U.S. Department of State, “Estudio conciso del medioambiente para la erradicación de la amapola y la marihuana en Guatemala”(Mimeo, Washington, D.C., 1987). En Colombia, también durante losnoventa, se publicaron trabajos de expertos nacionales que indicaban elpresunto bajo daño ecológico de la fumigación aérea con glifosato. Alrespecto, véase, entre otros, Luis Eduardo Parra Rodríguez, “Impactoambiental de los cultivos ilícitos en Colombia”, en Coloquio, Año 5, No.3, Marzo 1997.

37 Véase, Ministerio de Justicia y del Derecho, Hacia un compromisoglobal frente al problema de la droga, Santafé de Bogotá: ImprentaNacional de Colombia, 1994, p. 14. Los totales de destrucción de amapolafueron: 12.864 hectáreas en 1992 y 9.821 en 1993. Siendo un productor másimportante que Colombia en términos de cantidad y calidad de heroína,México erradicó en esos mismo años 11.220 y 13.020 hectáreas,respectivamente. Véase, Mexican Government, Drug Control in México,National Program 1989/1994: Progress and Results, México D.F.:Procuraduría General de la República, 1994.

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administración Betancur habían predominado entre losfuncionarios y especialistas colombianos en materia de drogas.

Por un lado, que el país no era un productor importante,ni en términos de cantidad ni de calidad, de coca, sino queColombia era el escenario principal del procesamiento decocaína y del tráfico de ésta hacia los grandes mercadosconsumidores. Por el otro, que Estados Unidos había logradouna muy eficaz sustitución de importaciones mediante eldesarrollo de su variedad nacional de marihuana, la sin semilla,y que con ella se abastecía la demanda doméstica en EstadosUnidos; lo cual generaba una caída en el cultivo colombiano demarihuana.

Si bien estas interpretaciones eran correctas, sólo loeran parcialmente. En la década de los noventa, Colombia habíaconcentrado un conjunto de ventajas comparativas ycompetitivas en el negocio ilícito de los narcóticos que hacíadel territorio nacional un espacio privilegiado para laproducción y procesamiento de distintas sustanciaspsicoactivas ilegales. El cultivo de coca persistió y seamplió, tanto en cantidad como en calidad. A su vez, lasheladas en Estados Unidos que afectaban ocasionalmente lasplantaciones de marihuana y el incremento episódico de larepresión en el cultivo de marihuana en México, produjeron, endistintos momentos, el resurgir de los cultivos de marihuanacolombiana. La infraestructura establecida le permitía aColombia plantar más coca y marihuana si existía un mercadoatractivo y si ello le resulta rentable a la narcocriminalidadorganizada en el país.

En consecuencia, suponer que el país carecía de unadificultad importante en cuanto al cultivo de diferentessustancias ilícitas era utópico. Por eso, en febrero de 1994,después de que, según estimaciones estadounidenses, lasplantaciones de coca llegaron a cubrir 39.700 hectáreas38, el

38 U.S. Department of State, Bureau of International NarcoticsMatters, International Narcotics Control Strategy Report, WashingtonD.C.: U.S. Government Printing Office, 1995, p. 24.

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gobierno autorizó la erradicación aérea de coca. A su vez,después de que en 1991 la superficie cultivada de marihuana secalculaba en 2.000 hectáreas, dos años más tarde alcanzaba las5.000 hectáreas39.

Ante el crecimiento de la producción de amapola, elgobierno pareció optar por no perder tiempo y aplicar unatáctica punitiva en términos de erradicación; ensayando,nuevamente, la ya vieja política de fumigación química. Comoen épocas anteriores, surgieron voces críticas al uso deherbicidas. Pero también como en otros momentos históricos, elgobierno las desestimó, fustigó a los opositores y siguióadelante con su iniciativa de fuerza. No era tiempo de debatirotras opciones ni de innovar.

El negocio ilícito de la heroína en los ochenta y noventaparecía seguir un curso similar al de la marihuana en lossesenta y setenta. Para el caso de la marihuana, el triángulode producción hemisférico lo constituían México, Jamaica yColombia. Se reprimía más en un país, en particular medianteel uso de herbicidas, y el cultivo se movía al otro, aunquesiempre regresaba al sitio inicial de mayor cultivo. Y asísucesivamente. Un triángulo semejante se produjo con laamapola entre México, Guatemala y Colombia. También, en esteejemplo se utilizó la fumigación química para atacar elnegocio, con resultados idénticos a los de la marihuana. Dehecho, ni se eliminó el problema original de los cultivosilícitos, ni se desmanteló la parafernalia que ha permitidoque las plantaciones ilegales continúen en todas esasnaciones.

Como ha sido evidente en el caso colombiano y en otrosejemplos internacionales, atacar aislada y temporalmente uncultivo ilícito es orientar la política pública antidrogashacia el eslabón menos decisivo de la enorme y compleja red dela empresa ilegal de las drogas, y situarla en el espacio conmayor impacto social negativo sobre el campesinado y la

39 Ibid., p. 25.

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población indígena y con menor incidencia real sobre lanarcocriminalidad organizada.

Sin embargo, durante 1993 el boom de la amapola siguióexpandiéndose. Según un nuevo informe de la Consejería para laDefensa y Seguridad Nacional, el negocio cubría ahora 18departamentos: “en 174 municipios colombianos que representan el 17 % deltotal de municipios del país han sido descubiertos cultivos deamapola. Los municipios productores de amapola se encuentranen los Departamentos de Huila (28), Cundinamarca (19), Boyacá(19), Cauca (19), Nariño (18), Santander (12), Tolima (11),Valle (9), Meta (7), Antioquia (6), Cesar (5), Norte deSantander (5), Risaralda (4), Caquetá (3), Quindio (3), Caldas(3), Bolívar (2) y Putumayo (1)”40.

En 1992, se habían destruido 12.864 hectáreas (9.561 conglifosato) de amapola. Durante 1993, se erradicaron 9.821hectáreas pero en 1994 los cultivos de amapola seguíanproliferando. Durante 1994, se erradicaron 5.314 hectáreas(4.676 hectáreas mediante fumigación aérea)41. Sin embargo, deacuerdo a estimaciones de las autoridades estadounidenses, enese año las plantaciones de amapola se mantuvieron enaproximadamente 20.000 hectáreas; dato que el gobiernocolombiano nunca refutó42.

La administración Gaviria había decidido enfrentar elfenómeno de las drogas desde una perspectiva distinta (conénfasis en la política de sometimiento) y con una estratagemadesagregada del mismo (separando el narcotráfico del

40 Presidencia de la República, Consejería para la Defensa ySeguridad Nacional, “La amapola en la tradición colombiana: Producciónpara la especulación, auges regionales y violencia” (Mimeo, Santafé deBogotá, 1993, p. 70).

41 Véase, U.S. Department of State Bureau of International NarcoticsMatters, International... (1995), op. cit.

42 Ibid., p. 24.

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narcoterrorismo; para lo cual el presidente sostuvo que “sibien el narcoterrorismo es nuestro problema, el narcotráficoes un fenómeno internacional). No obstante, en el caso de laamapola repitió lo hecho por gobiernos anteriores en el campode la coca y la marihuana. Las victorias fueron tan pobres yefímeras como en ocasiones previas. Un comportamientogubernamental basado sólo en sanciones y carente deincentivos, alimentado por la ilusión de una fumigacióntécnicamente sana, terminaba por contribuir a un deterioroambiental y un descalabro social mayor en las áreas decultivo.

El gobierno no enfrentó suficientemente alnarcoterrorismo ni al narcotráfico en el campo material. En lalógica de la apertura económica de comienzos de los noventaresultaba incongruente imponer más restricciones y mejorescontroles al libre movimiento de capital. Como bien lo resumióun informe de 1993 de la Junta Internacional de Fiscalizaciónde Estupefacientes de Naciones Unidas con sede en Viena: "La Junta recomienda que el blanqueo de capitales se considereun acto delictivo en la legislación colombiana y que losreglamentos bancarios se hagan más estrictos para permitir lacooperación multilateral...Colombia tiene una larga historiade violencia y actividades antigubernamentales. De cualquiermodo, el tráfico de drogas se está infiltrando en la vidacomercial legal..."43

Desde la sociedad se escucharon expresiones aisladas ycircunstanciales en contra de la fumigación química. Nunca selogró conformar una instancia de presión cohesiva, seria yafirmativa frente a esa determinación gubernamental. A pesarde comentarios individuales y ocasionales que ponían en dudala efectividad a largo plazo de la medida oficial, elejecutivo no recibió críticas sustantivas ni impedimentos a suaccionar por parte del legislativo o del judicial. El gobiernopudo llevar a cabo la política de erradicación con herbicidas

43 Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, Informede la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientescorrespondiente a 1993, New York: Naciones Unidas, 1993, pp. 47-48.

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pocas restricciones internas. El resultado, sin embargo, nofue muy positivo: el encumbramiento del emporio de la amapolaen el país fue una demostración adicional de los límites de lapolítica pública antinarcóticos de Colombia y de lasdramáticas consecuencias del prohibicionismo acérrimo enEstados Unidos. La fumigación tenaz

La financiación del narcotráfico a su campaña presidencialfue el telón de fondo de la gestión antinarcóticos de Ernesto Samper (1994-1998)44. El deseo y la fuerza de supervivencia política del presidente lo llevaron a optar por “norteamericanizar” la lucha contra las drogas en Colombia45.

44 Sobre las relaciones entre Estados Unidos y Colombia en materiade drogas ilícitas durante la administración del Presidente Sampervéase, Juan Gabriel Tokatlian, En el límite: La (torpe)norteamericanización de la guerra contra las drogas, Santafé de Bogotá:CEREC/Editorial Norma, 1997.

45 ? La “norteamericanización” de la “guerra contra las drogas”significa que la estrategia prohibicionista de Estados Unidos en el casode los polos de producción, procesamiento y tráfico de narcóticos esasumida y adaptada totalmente por los centros de oferta deestupefacientes y sustancias psicoactivas. Dicha estrategia consiste enla aceptación y aplicación de varias tácticas punitivas para doblegar,hipotéticamente, al narcotráfico. En breve, “norteamericanizar” la“guerra contra las drogas” conduce a transferir los mayores costos de lamisma a los países productores/procesadores/traficantes que son los que,en realidad, padecen las consecuencias más desfavorables de la demandade estupefacientes en los epicentros de consumo como Estados Unidos ylos países más industrializados. En esa dirección, Colombia durante elgobierno del Presidente Ernesto Samper se convirtió en el epítome de la“norteamericanización” de la lucha antinarcóticos. Es decir, EstadosUnidos ha obtenido, en términos de conjunto de medidas y políticaspunitivas, con su gobierno más de lo que había logrado con los cuatroprevios mandatos; de quienes extrajo políticas puntuales altamenterepresivas pero nunca la casi totalidad de sus objetivos. El PresidenteSamper ya no pudo sugerir la idea de legalizar los estupefacientes y aúnsi lo hubiese deseado no tuvo espacio ni capacidad para asegurar unalenta incorporación de los traficantes nacionales a la sociedadcolombiana. Su administración emprendió la mayor y más fuerteerradicación química conocida en las últimas dos décadas utilizando.

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Con el correr de los meses la diplomacia coercitiva aplicada por Estados Unidos a Colombia se fue transformando en la “diplomacia del chantaje” de Washington sobre Bogotá46.

Samper se convirtió así en el mandatario que impulsó lamayor criminalización del fenómeno de las drogas en los añosrecientes, al tiempo que en Colombia se eclipsó notoriamentela probabilidad de discutir sobre la pertinencia oconveniencia de la legalización de las drogas, como él mismolo había sugerido a finales de los setenta ante el fracaso dela estrategia represiva contra la marihuana impulsada por elPresidente Turbay y estimulada desde Estados Unidos.

Además, la inclusión de las fuerzas armadas en el combate antinarcóticosse hizo evidente con la denominada Operación Conquista en el sur delpaís durante 1996; a lo cual se debe sumar el acuerdo marítimo conEstados Unidos logrado en 1997 y las señales positivas emitidas desdeBogotá para operativos aéreos más intensos en tareas de interdicción deacuerdo a los planes hemisféricos de Estados Unidos en ese frente. A suvez, Colombia aceptó en 1997 a través de un memorando bilateral el hechode que la asistencia militar estadounidense estuviese condicionada alrespeto de los derechos humanos de parte de las brigadas encargadas derealizar operativos antinarcóticos (La Enmienda Leahy de 1996 estableceque la ayuda antidrogas estadounidense no puede ser “otorgada a unidadalguna de las fuerzas de seguridad de un país extranjero, si laSecretaría de Estado tiene evidencia digna que indique que tal unidad hacometido graves violaciones a los derechos humanos”). Adicionalmente, laaprobación de las leyes de extinción de dominio (1996) y aumento depenas (1997) se ubicó en la perspectiva de una criminalización crecientede los distintos eslabones del negocio ilícito de las drogas. Porúltimo, la extradición de nacionales, aunque sin retroactividad, sereinstauró. La administración Samper fue nacionalista en la retóricapero en los hechos aceptó casi completamente el diagnósticoestadounidense sobre las drogas. Aprovechando la debilidad interna yexterna del presidente colombiano, el gobierno en Washington logró elAmerican Dream: “norteamericanizar” en Colombia la “guerra contra lasdrogas”.

46 Sobre la “diplomacia del chantaje” (blackmail diplomacy) véase,Alexander L. George, “Coercive Diplomacy: Definition andCharacteristics”, en Alexander L. George y William E. Simons (ds.), TheLimits of Coercive Diplomacy, Boulder: Westview Press, 1994.

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En ese contexto, la administración Samper emprendió lamayor y más fuerte erradicación química conocida en lasúltimas dos décadas utilizando el glifosato masivamente;ensayando además el imazapyr, un herbicida granulado máspotente y proyectando el uso del tebuthiuron, un granulado aúnmás devastador que los dos mencionados.

Su gobierno se anticipó incluso a las exigencias delejecutivo y del legislativo de Estados Unidos. Muchos mesesantes de que circulara, y de que se hablara, del infausto“Memorando Frechette”47 que hacía exigencias a Colombia paraadoptar leyes, medidas y acciones draconianas en materia delucha antidrogas, el Presidente Samper lanzó en febrero de1995 su plan integral que contenía el anuncio de la“Operación Resplandor” destinada a terminar “en un plazo dedos años, y de manera definitiva, todos los cultivos ilícitosexistentes en el país”48.

La firmeza en la política de erradicación seríaevidente. Por ejemplo, en 1994 Colombia (los gobiernos deGaviria y Samper) había erradicado 4.094 hectáreas de coca.En 1995, la administración Samper erradicó 25.402 hectáreas yen 1996, el número de 9.711. (En los cinco años que cubría elperíodo 1990-1994, el total de hectáreas de coca erradicadasfue de 7.154). En 1994, las administraciones de Gaviria ySamper habían erradicado 5.314 hectáreas de amapola. En 1995,el gobierno Samper erradicó 5.074 y en 1996, 6.04449. Durante

47 Myles R. R. Frechette fue el Embajador de Estados Unidos enColombia durante gran parte de la administración Samper y se caracterizópor su actuación como un verdadero proconsul en materia de drogas y deotros temas políticos internos y externos.

48 Ernesto Samper Pizano, “Palabras del Señor Presidente de laRepública, Ernesto Samper, en el acto de presentación de la políticacontra las drogas” (Mimeo, Santafé de Bogotá, 6 de Febrero de 1995).

49 Presidencia de la República, Compromiso Colombia: Por un paíslibre de drogas, Santafé de Bogotá: Presidencia de la República, 1997,pp. 11-13.

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1995-96, se utilizó masivamente el glifosato para destruir loscultivos ilícitos50.

Sin embargo, la ilusión de acabar definitivamente conlas plantaciones ilícitas probó ser, otra vez, errónea. En1996 el gobierno estadounidense calculaba que las hectáreasdedicadas a la siembra de coca en Colombia llegaban a 53.800(datos independientes en Colombia ubicaban la cifra de cocacultivada cercana a 80.000 hectáreas51; lo cual significabasuperar a Bolivia quien era tradicionalmente el segundoproductor sudamericano de coca detrás de Perú), que Colombiatenía 4.133 hectáreas de marihuana (en 1992, las hectáreas demarihuana en el país alcanzaban sólo a 1.650 hectáreas) y quese producían en Colombia 63 toneladas métricas de heroína.

No obstante, la mayor sorpresa nacional en 1996 provinodel hecho de las grandes marchas campesinas en el sur delpaís; en especial en el Caquetá. En forma tardía, pero nosin perplejidad, Colombia descubrió que había dejado de serprocesador de sustancias psicoactivas y se habíatransformado en productor de cultivos ilegales, que elEstado no existía en una porción estratégica del territorionacional y que el poder regional lo ejercían los gruposinsurgentes (en particular, las FARC) y que la violencia nopodría resolver el entramado de problemas sociales,políticos y económicos de fondo que se habían encubado pordécadas en ese espacio geográfico de la nación52.

50 De acuerdo con el ejecutivo, la erradicación química de 1996desarrollada a través de la Operación Conquista--”una de las mayoresoperaciónes militares en le historia de Colombia” según el gobierno--seenmarcaba en la “lucha contra los carteles y las narco-guerrillas”.Véase, Presidencia de la República, Colombia: La lucha contra las drogasilícitas. 1996 Un año de grandes progresos, Santafé de Bogotá:Presidencia de la República, 1997, pp. 11 y 24.

51 Véase, Varios Autores, Drogas...op. cit.

52 Véanse, Varios Autores, Conflictos Regionales: Amazonia yOrinoquia, Santafé de Bogotá: IEPRI/FESCOL, 1998 y Graciela Uribe,

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Resumiendo, la fumigación con herbicidas en 1996 en elsur de Colombia resultó tan poco eficaz en términos deldesmantelamiento efectivo negocio ilegal de las drogas comola de años anteriores. La diferencia fue que en 1996 seaceleró la presencia del paramilitarismo en el sur del país.

La ceguera política de civiles, policías y militares enel gobierno y la subordinación del ejecutivo colombiano anteEstados Unidos, permitieron que en 1997 se repitiera lafumigación indiscriminada con herbicidas (masivamente con elglifosato y de modo experimental con el imazapyr). En 1997,Colombia fumigó 41.847 hectáreas de coca y 6.962 hectáreas deamapola. Manualmente se erradicaron 22 hectáreas de coca, 25hectáreas de amapola y 261 hectáreas de marihuana.

A comienzos de 1998, la administración Samper podíamostrar la dureza de su política de erradicación. En efecto,en algo más de tres años de gobierno se habían fumigado másde 100.000 hectáreas de cultivos ilícitos. Peroparadójicamente ello mostraba aún más lo equivocado, nocivo einfecundo de la destrucción química de plantíos ilegales: en1998, las cosechas de coca, marihuana y amapola se esparcíanen casi 110.000 hectáreas. En ese mismo año, los gobiernos deSamper (hasta agosto) y Andrés Pastrana (1998-2002) fumigaron66.083 hectáreas de coca y 2.931 hectáreas de amapola, ydestruyeron de modo manual 3.126 hectáreas de coca, 181hectáreas de amapola y 18 hectáreas de marihuana53.

A manera de conclusión

Desde mediados de la década de los noventa hasta elpresente se han batido todos los récords históricos defumigación en Colombia. Sin embargo, según las estimaciones

“Caquetá: Contexto y dinámica de las marchas campesinas”, en Coloquio,Año 5, No. 3, Marzo 1997.

53 Véase, Ministerio de Relaciones Exteriores, La lucha de Colombiacontra las drogas ilícitas: Acciones y resultados en 1998, Santafé deBogotá: Imprenta Nacional de Colombia, 1999.

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estadounidenses los datos sobre cultivos ilícitos en Colombiason cada vez más negativos. Por ejemplo, en 1990 laproducción de heroína era insignificante y había 32.100hectáreas cultivadas de coca y 1.500 hectáreas cultivadas demarihuana, mientras en 1996 el país producía 63 toneladasmétricas de heroína, tenía 53.800 hectáreas cultivadas decoca y poseía 4.133 hectáreas cultivadas de marihuana54.Mientras en 1998, la producción colombiana de cocaína fue de435 toneladas métrica, en 1999 la misma alcanzó a 520toneladas métricas y en 2000 llegó a 580 toneladas métricas55.

Según la Policía Antinarcóticos, el gobierno de Pastranahabía destruido aproximadamente 50.000 hectáreas deplantaciones de coca en 1999 (43.246 según Washington) y deacuerdo al Departamento de Estado el total de hectáreaserradicadas por Colombia en 2000 fue de 56.254 (47.000 decoca y 9.254 de amapola)56. No obstante, según la AgenciaCentral de Inteligencia (CIA) estadounidense en 1999 el áreacultivada de coca llegó a 120.000 hectáreas57, mientras que la

54 Office of National Drug Control Policy, The National Drug ControlStrategy, 1998, Washington D.C.: U.S. Government Printing Office, 1998.

55 Lo ocurrido en Colombia no se debe circunscribirse sólo a estepaís. La política mundial de fumigación ha mostrado ser torpe y errada.Por ejemplo, a pesar de años de erradicación forzada y química deplantaciones el cultivo mundial de coca pasó de 240.000 hectáreas en1987 a 270.000 en 1999 y el de amapola pasó de 211.000 en 1988 a 217.000en 1999. Mientras tanto, durante los noventa, 120 países comunicaron laexistencia de cultivos de cannabis en sus territorios. En 1999, laproducción global de heroína llegó a 580 toneladas métricas, la decocaína alcanzó a aproximadamente 1.000 toneladas métricas y la demarihuana fue cercana a las 30.000 toneladas métricas. Véase, Oficina deNaciones Unidas para el Control de Drogas y la Prevención del Crimen(UNODCCP), Global Illicit Drug Trends 2000, New York: ONU, 2000.

56 U.S. Department of State, Bureau of International NarcoticsMatters, International Narcotics Control Strategy Report, WashingtonD.C.: U.S. Government Printing Office, 2001.

57 Las cifras colombianas y estadounidenses se pueden consultar enEl Tiempo, 14 de Febrero de 2000.

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misma se amplió a 136.200 en 2000 según el Departamento deEstado. Esto significa que en sólo cuatro años, entre 1996 y2000, la superficie de tierra cultivada con coca se duplicó:las hectáreas totales pasaron de 68.280 a 136.200. Másfumigación de cultivos ilícitos no ha sido equivalente amenos área cultivada de plantaciones ilícitas ni menorfabricación de drogas ilegales.

A este fracaso hay que agregar el hecho que en elmercado estadounidense la cocaína y la heroína se tornaronmás baratas y más puras. En 1981, el precio por gramo de lacocaína era US$ 275,12 y la pureza de 47.53%, mientras en1996 el precio por gramo era US$ 94,52 y la pureza de 68.61%.En 1981, el precio por gramo de heroína era US$ 3.3374.40 yla pureza de 6.73%, mientras en 1996 el precio por gramo eraUS$ 1.126,57 y la pureza de 41.48%58. En 1999, el precio porgramo de la cocaína fue US$ 44 y la pureza de 70%, mientrasel precio por gramo de la heroína fue de US$ 318 y la purezade 25%59. Cabe agregar que algo semejante sucede en Europaoccidental donde el precio del gramo de cocaína llegó a US$90 y el del gramo de heroína a US$ 98 en 1999.

Así entonces, la racionalidad que justificaba una fuertepolítica de erradicación química en los polos de oferta haprobado ser desacertada. En efecto, se suponía que ladestrucción masiva y forzada de drogas ilícitas en los puntosde producción y procesamiento iba a generar menordisponibilidad de narcóticos en los centros de demanda, unaelevación en los precios de venta al consumidor y una menorpureza de las sustancias psicoactivas. En 2000, se consiguenen Estados Unidos, más drogas, de mejor calidad y a menorprecio.

Además, en términos de consumo de drogas ilegales ycriminalidad vinculada a los narcóticos, la situación

58 Office of National Drug Control Policy, op.cit.

59 Véase, Marsha Rosenbaum, “Are We Really Winning the War onDrugs”, San Francisco Chronicle, 24 de Marzo de 2000.

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estadounidense no ha mostrada avances substantivos. Porejemplo, en 1988 el número de consumidores ocasionales deheroína fue de 167.000 y en 1995 se elevó a 322.000, mientrasel total de fuertes consumidores de heroína pasó de 692.000en 1992 a 810.000 en 1995. La demanda general de heroína quellegó a 1.800.000 en 1988, alcanzó a 2.400.000 en 199660. Apesar de algunos logros meritorios en la reducción delconsumo de drogas en Estados Unidos, es evidente que elproblema de la alta demanda persiste. Conviene recordar que,como señala Bagley:“Some 13 million U.S. drug users spent approximately US$ 67 billion on illicit drugsin 1999, making the U.S. market the most lucrative one in the world for Colombiantraffickers”.61

En forma concomitante, en 1990 el total de arrestosvinculados al fenómeno de las drogas (consumo, venta,distribución, manufactura, etc.) fue de 1.089.500, mientrasque en 1996 trepó a 1.128.647. En 1990, el total deprisioneros federales encarcelados por delitos ligados alfenómeno de los narcóticos fue de 53.5%, mientras en 1995 seelevó a 59.9%62.

Finalmente, el costo ambiental para Colombia de laerradicación química no ha sido suficientemente cuantificado.Se ha estimado que “por cada hectárea de amapola se destruyenen promedio 2.5 hectáreas de bosque (y que) en los cultivosde coca, la relación es de 1 a 4 y para los de marihuana esde 1 a 1.5”63. Sin embargo, no se ha evaluado el papelperverso de la fumigación con herbicidas en ese proceso dedestrucción ya que fuerza un movimiento geográfico de los

60 Ibid.

61 Bruce M. Bagley, Bruce M. Bagley, “Drug Trafficking, PoliticalViolence and U.S. Policy in Colombia in the 1990s” (Mimeo, Coral Gables,University of Miami, Febrero 2000).

62 Office of National Drug Control Policy, op.cit.

63 Ministerio de Justicia y del Derecho, op. cit., p.14.

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cultivos ilícitos y, por lo tanto, un mayor desastreambiental64.

A pesar de que organizaciones como Greenpeace y elWorldwide Fund for Nature y la firma Dow Agrosciences (que produce eltebuthiuron), se han opuesto al uso de este herbicida, elgobierno de Estados Unidos ha insistido en su pertinenciatécnica debido a su carácter inofensivo. Más aún, en especialdurante la administración Pastrana Washington ha venidopresionando a Bogotá para aplicar un peligroso hongo, elfusarium oxysporum, en el proceso de erradicación forzosa enColombia.

No obstante, es evidente que más fumigación química en

el país sólo crea condiciones propicias adicionales paranuevos y mayores problemas internos. Probablemente ese tipode preocupación llevó al entonces candidato presidencialAndrés Pastrana a proponer una estrategia diferente paracombatir el fenómeno de los cultivos ilícitos. Al respecto ensu propuesta original de paz, el hoy presidente señaló:“Íntimamente ligado al problema social y a la violencia estáel asunto de los narcocultivos. Pienso que éstos no seerradicarán ni con fumigaciones ni con actos de fuerza. Elnarcocultivo, más que un problema judicial, es un problemasocial, derivado de la miseria de los miles de campesinosdedicados a esta actividad, arruinados por las equivocadaspolíticas agrarias de este (el de Ernesto Samper) gobierno.Los países desarrollados deben ayudarnos a ejecutar unaespecie de ‘Plan Marshall’ para Colombia, que nos permitadesarrollar grandes inversiones en el campo social, en elsector agropecuario y en la infraestructura regional, paraofrecerles a nuestros campesinos alternativas diferentes a

64 Cabe subrayar que Naciones Unidas reconoce cada vez más elproblema derivado de la fumigación química de cultivos ilícitos. Enefecto, en un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Control deDrogas se señala: “Finally, the environmental impact of herbicides used to eradicate illicitdrug cultivation is also a cause of concern”. United Nations, International DrugControl Programme, “Economic and Social Consequences of Drug Abuse andIllicit Trafficking”, en UNDCP Technical Series, No. 6, 1997, p. 37.

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los cultivos ilícitos…Ello será complementado por una reformaagraria integral, que vaya más allá del simple criteriodistributivo y ayude a los campesinos con centros de acopio,seguros de cosecha, transporte y valor agregado local, quecontribuya a crear una industria alimentaria capaz decompetir en los mercados. Resulta también indispensable, paraafrontar con éxito el tema de los narcocultivos y todas susimplicaciones, que pueda llegarse a una solución delconflicto amado interno”65.

Sin embargo, al cabo de 30 meses de gobierno, laadministración no asumió el riesgo de replantear elprocedimiento de la erradicación química en la lucha nacionalcontra las drogas66. Por el contrario, persistió en lapolítica de fumigación intensiva e inapelable desde agosto de1998 en adelante. En esa dirección, el ejecutivo dio un saltoaún más elocuente que sus antecesores en el combate contralas drogas al aceptar la creación de un BatallónAntinarcóticos dentro de las fuerzas armadas, tal como veníasolicitándolo Estados Unidos desde hacia varios años. Enefecto, esta unidad especial de 1.200 hombres, bajo elcontrol del ejército colombiano, pero “bajo la lupa deWashington”, pasó a reemplazar a la Policía Antinarcóticos enlas tareas más críticas contra los cultivos ilícitos67 en1999. En 2001, a través de la puesta en práctica deldenominado “Plan Colombia”—en su versión de asistencia deseguridad y anti-narcóticos de Estados Unidos--se concretarántres batallones para luchar contra las drogas68. En síntesis,

65 Andrés Pastrana, “Una política de paz para el cambio” (Mimeo,Santafé de Bogotá, 8 de Julio de 1998, pp. 16-17).

66 En el tema de los cultivos ilícitos existía una coincidenciaimportante entre la propuesta de campaña de Pastrana y los reclamos delELN y de las FARC. Véase el documento “La paz sobre la mesa” compiladopor el Comité Internacional de la Cruz Roja, la Comisión de ConciliaciónNacional la revista Cambio 16 (Mimeo, Santafé de Bogotá, Mayo 1998).

67 Véase, Semana, 20 de Septiembre de 1999. 68

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nada nuevo en materia de erradicación sino más de lo mismocon la esperanza de que una participación definitiva de lasfuerzas armadas en el frente de las drogas conduzca a unviraje trascendental en este campo.

Ahora bien, el peligro que corre Colombia con laaplicación obsesiva y obsecuente de la fumigación es enorme.La insistencia en esta táctica inconveniente e improductivaesta llevando al país más cerca de una catástrofe humana,ecológica y política que a la superación efectiva delfenómeno de las drogas. La política de erradicación químicade cultivos ha tenido múltiples efectos nocivos: hacontribuido a una mayor depredación del medio ambiente; hareforzado el contubernio entre el narcotráfico y el

? El “Plan Colombia” de Estados Unidos tiene unos componentesprecisos. El paquete total es de US$ 1.319 millones de dólares; el montoespecífico para Colombia llega a US$ 860,3 millones de dólares. De esacuantía, la asistencia militar asciende a US$ 519,2 millones de dólares yla ayuda policial alcanza a US$ 123,1 millones de dólares. En esesentido, se trata de fortalecer a las fuerzas armadas (tres nuevosbatallones para operar en el sur del país; 16 helicópteros Blackhawk y 30helicópteros UH-1H Huey; y mejores instrumentos de combate y comunicación)para que efectivamente asuman una postura más ofensiva en la guerra y demejorar la capacidad de la policía en el combate contra las drogas (2helicópteros Blackhawk y 12 helicópteros UH-1H Huey; entrenamiento paralabores de fumigación; etc.). Otras categorías contempladas son:desarrollo alternativo (US$ 68,5 millones), ayuda a los desplazados (US$37,5 millones), derechos humanos (US$ 51 millones), reforma judicial (US$13 millones), aplicación de la ley (US$ 45 millones) y paz (US$ 3millones). El resto del paquete de US$ 1.319,1 millones de dólares—esdecir, US$ 458,8 millones de dólares—se desagrega en dos grandescategorías: ayuda a otros países vecinos de Colombia (US$ 180 millones) yrecursos a ser usados directamente por autoridades estadounidenses (US$278,8 millones). Respecto a esta última categoría, US$ 276,8 millones dedólares son para el Departamento de Defensa (mejoramiento de las bases deEcuador, Aruba y Curacao; programas de inteligencia rutinarios yclasificados; equipamiento de radares, entre otros). Si se descompone eltotal general del paquete en sus diversas piezas, destinatarios ypropósitos se tiene que aproximadamente un 75% se orienta alfortalecimiento bélico en la ya longeva e ineficaz “guerra contra lasdrogas”; guerra que cada vez más toma el carácter de “lucha anti-narcoguerrillera” en la nomenclatura de Washington.

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paramilitarismo y la dependencia entre el negocio de lasdrogas y varios frente insurgentes; ha servido paraincrementar la corrupción en distintos niveles; ha generadouna innecesaria subvención gubernamental sin efectos realessobre las manifestaciones más violentas del emporio de lasdrogas; ha producido más desprotección y mayor vulnerabilidadentre los sectores más débiles de la sociedad (campesinos,indígenas, pobres rurales) y ha estigmatizado aún másnegativamente a Colombia a pesar de que no ha existido ningúnotro país en el mundo que haya rociado sus plantacionesilícitas con más herbicidas. Sin embargo, nada parece alterarel curso de las fumigaciones: en 2001 posiblementeasistiremos a otro gran esfuerzo inútil de erradicación decultivos ilegales.

En resumen, no obstante la intensa guerra en su contra,el problema de las drogas continúa prosperando; difícil quefuera de otra forma si estamos hablando de un negocio detanta rentabilidad. En efecto, la pasta de coca deja Perú aUS$ 400, llega a Colombia, donde se procesa en cocaína, conun valor de US$ 1.200, arriba a Miami a US$ 20.000 el kilo,se transporta hasta Chicago donde alcanza un precio al pormayor de US$ 30.000 y se vende allí a un precio al por menorde US$ 140.000. Las cifras son más fabulosas para la heroínaque tiene una rentabilidad de 4 a 6 veces superior al de lacocaína. Ante esta realidad se podrá seguir fumigandoColombia de sur a norte, en el Amazonas y en los Andes, conquímicos u hongos, y el resultado previsible será el mismo:la consolidación del fenómeno de las drogas; un fenómeno quese ha convertido en el más grande y tremendo catalizador deuna amorfa revuelta—no una revolución--de los sectoressubalternos, de los tradicionalmente excluidos, de losdesposeídos.

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