Wilhelm von Humboldt: De la Introducción a la "Traducción métrica del 'Agamenón' de Esquilo"...

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Edición de: Dámaso López García

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EDICIÓN DE:

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DAMASO LOPEZ GARCIA

Ediciones de la Universidad

de Castilla-La Mancha

1996 Cuenca

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Traducciones de:

A. A.gud y R. de Agapito Maria José Calvo Monto ro

Chang Ho-Tien y Chang Yea-Ling

Teófanes Egido Hans Christian Hagedorn

Dán1aso López García Svetlana Maliavina

Giuseppe Mazzocchi Rosario García Moreno

Maree lino Menéndez y Pelayo Rosario Monto ro Murillo Lorenzo Riber Carlos Rubio López de la Llave Daniel Ruiz Bueno

Edición de:

DÁMASO LÓPEZ GARCÍA

, TEORIAS de la traducción : antología de textos 1 traducciones de A. Agud ... [et al.] ; edición de Dá1naso López García. [Cuenca] : Servicio de Publica­ciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1996.

624 p. ; 22 cm. (Escuela de traductores de Toledo ~ 3) I.S.B.N.: 84-88255-88-8 l. Traducción e interpretación. I. López García, Dá1naso, ed. Lit. H. U niver­

s idad de Castilla-La Mancha, ed. III. Serie. 82.03

Relación de colaboradores cuyas traducciones se han llevado a cabo expresmnente para su publicación en esta obra:

María José Calvo Montoro (Universidad de Castill a-La Mancha)

Chang Ho-Tien (Universidad de Salamanca)

Chang Yea-Ling (Universidad de Vallado] id)

Rosario García Moreno (Institu to de Bachillerato Ramiro de Maeztu)

Hans Christian Hagedorn (Uni versidad de Castilla-La Mancha)

Dámaso López García (Universidad Complutense de Madrid)

Svetlana Maliavina (Universidad Cotnplutense de Madrid)

Giuseppe Mazzocchi (Universidad de Pavía)

Rosario Montoro Murillo (Universidad de Castilla-La Mancha)

Carlos Rubio López de la Llave (Universidad de Castilla-La Mancha)

Edita: Servicio de Publicaciones ele la Universidad de Castilla-La Mancha Director: Pedro Cerrillo Diseño Portada y Colección: García Jilnénez Coordinación: Centro de Investigaciones de la Imagen (C.I.D.I.) Realización: Compobell, S.L. Murcia T.S.B.N.: 84-88255-88-8 Depósito Legal: MU-422-1996 1" Edición: 1996

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PROLOGO

contrario, que el siglo XIX, tras un declinante apego creativo hacja los temas y variaciones del mundo clásico, pusiera en duda si tan siquiera había comenzado a entender el mundo clásico; aunque aplicada a asunto diferente, la opinión de Vossler sobre las traducciones alemanas de Dante, resume esta crisis que se ha prolongado y acentuado en el siglo XX:

Si en Ale1nania disponemos en la actualidad de unas cuaren­ta n·aducciones deJa Divina C"o1nedia, y ninguna nos satisfa­ce, y todavía esperamos otras, entonces esto demuestra cuán violenta es la presión que Dante ejerce sobre nosotros con su espíritu y su pensamiento psíquico, y demuestra también lo poco seguros que estamos de haberle arrebatado ya los últi­mos secretos de esa 1ncntaJidad.

La noción de dificuJtad ha arraigado con firmeza entre traductores y teóricos de la traducción, quizá debido a esa indisimuJada tendencia del pensanliento occidental a la que no le importa subestimar Jo que se comprende con facilidad. AL optünisrno ingenuo del Renacimjento parece haberle «.UTebatado la antorcha de La conf1anza y la seguridad el optimis­tno de los lingüistas, del que el cjc1nplo de Rotnan Jakobson es una muestra reprcsenlativa. Sin embargo, las reflexiones sobre las limitacio­nes e imposibilidades de la traducción han sido incesantes en tiempos recientes. La contundencia con que Ezra Pound descalifica siglos de filología clásica trunpoco deja dudas acerca de la inseguridad contempo­ránea respecto de las traducciones del mundo clásico: <<Ignoro cómo darles una idea del griego. No hay traducciones inglesa satisfactorias>> 13•

Para Jas lenguas europeas, la traducción sigue siendo una L:'U·ea inacabada e inacababJe, cada generación, cada nuevo grado de evolución de las lenguas piden una renovación de las traducciones: la renovación viene siempre de la mano de algo insatisfactorio que se cree que puede aplacar­se mediante una obra que si deja resueltos algunos problemas, deja otros sin resolver, o da a luz otros que quizá antes no existían.

* * *

Una edición como esta no habría podido llevarse a cabo sin la colaboración desinteresada de muchas personas a quienes se ha solici­tado ayuda, y a quienes se ha importunado. Hacia todos ellos debe

13 Ezra Pound, El ABC de la lectura, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1968, pág. 47.

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quedar aquí testimonio del agradecimiento de quien ha preparado la edición, y de los traductores que han hecho su trabajo expresamente para este libro. Debe figurar en lugar señalado don Luis Arroyo, Rector Magnífico de la Universidad de Castilla-La Mancha, quien con genero-

sidad y entusiasmo indeclinables ha alentado este proyecto desde sus momentos iniciales. Esta antología la ha hecho posible, también, una Ayuda a la Investigación concedida, en tres convocatorias consecuti­vas, por la Universidad de Castilla-La Mancha a los profesores que formaron incialmente un equipo de investigación: María José Calvo Montoro, Hans Christian Hagedorn, Dátnaso López García y Rosario Montoro Murillo. Y, por riguroso orden alfabético, el autor de la edición, y los traductores de estos textos desean agradecer su colabora­ción desinteresada a Juana Victoria Gallego, a Margrit Hagedorn, al profesor Hideaki Sugita, al profesor Hiroto Ueda, a Guillermo López Gallego, a Ludtnila Maliavina, a la profesora Consuelo Marco que ha revisado todos los textos chinos , al profesor Félix Piñero de cuya generosidad se han bene6ciado las traducciones de la mayoría de los textos que aparecen en latín y a la profesora Yang Deling.

La parte más significativa de las traducciones que forman esta antología se ha llevado a cabo con motivo de esta. edición. De la traducción del alemán de los siguientes autores: Friedrich Schleierma­cher, Wilhelm von Humboldt, Johann Wolfgang von Goethe, Arthur Schopenhauer, Friedrich Nietzsche, Walter Benjatnin, Ulrich von Wila­mowitz-Moellendorf y Karl Vossler, es responsable Hans Christian Hagedorn, quien, además ha seleccionado los textos idóneos para este libro, y, en su caso, los ha anotado. De los textos en árabe de al-YaQ.iz, Sala)). al-Din al-Safadi, Sulayman ibn Jattar al-Busüini y Taha I:Iusayn se ha encargado Rosruio Montoro Murillo, encargo que incluye no sólo la traducción y las notas, si,no la selección y aun la localización de los textos de una parcela del estudio poco o nada frecuentada. La versión y notas de los textos chinos de Yen Fu, Lin Yutang, Lu Xun, Fu Lei, Liu Jingzhi y Mao Dun, es, conjuntamente, de Chang Yea-Ling y de Chang Ho-Tien. Rosario García Moreno ha vertido y anotado los textos de los siguientes autores franceses: Joachim du Bellay, J.L. d' Alembert y Denis Diderot, el texto francés de Madame de Stael «Del espíritu de las traducciones» , Victor Hugo y Paul Valéry. Los textos en inglés de John Dryden, Matthew Arnold, Dante Gabriel Rossetti y Ezra Pound los ha seleccionado, traducido y anotado Dámaso López García. María José Calvo Montoro ha traducido, seleccionado y anotado todos los textos del italiano: de Melchiorre Cesarotti, de Ugo Foscolo, de Gio­vanni Carmignani, la «Carta de un italiano>> de Pietro Giordani, la

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HansChristian
Resaltado

respuesta escrita en italiano de Madame de Stael, de Giacomo Leopar­di, de Benvenuto Terracini y de Gianfranco Folena. El único texto en japonés, de Futabetei Shimei, lo ha vertido al español, y anotado, Carlos Rubio López de la Llave. Giuseppe Mazzocchi se ha encargado de la traducción al español de los textos portugueses: Joao Franco Barreto, Joaquim de Vasconcelos y Fernando Pessoa; Valeria Tocco ha hecho la selección de los textos portugueses, y los ha enriquecido con unas notas, que, aunque en el texto figuren como notas del traductor, a ella pertenecen. Los textos rusos, de Pushkin, Turguénev, Yukovski y Pasternak, los ha vertido al españoJ Svetlana Maliavina.

Para algunos de los textos se han utilizado traducciones ya publica­das, de las que se deja noticia en la reseña bibliográfica.

Nota sobre la edición

Co1no toda antología, se halla esta sotnetida a las variables que gobiernan Los criterios de sc1ección y otnisión; criterios que no son siempre fáciles de explicar ni de resumir, por ejemplo, la presencia de algunos textos la aconseja su difusión o su importancia como guías de una doctrina el u si va y de difícil descripción, mientras que la de otros, lo que hace necesaria su revisión y divulgación es precisamente su representatividad histórica, juntatnente con la poca importancia relati­va que se les ha otorgado, y la escasa difusión que han tenido. Si dos criterios tan alejados entre sí rigen los criterios de selección, nada de extraño tendrá que la antología deje insatisfecho a más de un lector, pero, después de todo, suele ser ese el1nelancólico destino de las más de las antologías. Si el lector echa de menos algún texto particular al que atribuya especia] significación, la única manera de compensar esa carencia será que ese mismo lector compruebe que no sin alguna merma itnportante podrá prescindirse de algún otro texto de los que sí se incluyen.

Respetar las peculiaridades de cada uno de los textos y de todas las lenguas traducidas ha sido tarea difícil. Traeré aquí tan sólo algunas noticias que pudieran interesar al lector. Los textos traducidos han sido alterados en proporciones mínimas, y siempre que se ha enmendado el original en algo que afectara a la comprensión se ha dejado constancia de la modificación. De las supresiones más significativas se ha dejado constancia mediante tres puntos encerrados entre paréntesis rectangu­lares; no obstante, ha sido un criterio invariable de esta edición que los textos deberían aparecer reproducidos íntegramente, pero como esta clase de reflexiones sobre traducción carece de un género propio que

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Wilhelm von Humboldt De la introducción a la Traducción métrica del Agamenón de Esquilo

Un poema como este es, por su particular naturaleza, y en un sentido que se aparta mucho de lo que puede decirse en general de todas las obras de gran originalidad, intraducible. Se ha dicho ya mu­chas veces, y tanto el análisis como la experiencia lo confirman, que, en tanto que se dejan a un lado las expresiones que designan solamente los objetos físicos, ninguna palabra de una lengua es cotnpletamente idéntica a otra de lengua diferente. Desde este punto de vista, las diferentes lenguas no son sino otras tantas sinonimias; cada una expre­sa el mismo concepto de forma ligeramente distinta, con uno u otro significado secundario, en un grado más alto o más bajo en la escala de los sentimientos. Semejante sinonimia de las principales lenguas, in­cluso tan sólo del griego, latín y alemán (lo cual sería, precisamente, digno del más profundo agradecimiento), es una tarea que no se ha acometido nunca, aunque encontremos en muchos autores indicios de ella. Con un tratamiento inspirado, sin embargo, debería convertirse en una obra del mayor interés. La palabra es en medida tan escasa un signo de un concepto, que el concepto naturalmente no puede formar­se, y menos aún consolidarse sin ella; la indeterminada acción del intelecto se concentra en una palabra igual que un conjunto de delica­das nubes se forma en medio de un cielo despejado. Ahora es un ser individual, con carácter y forma determinados, con una fuerza que actúa sobre el ánimo, y no sin capacidad reproductora. Si quisiera uno concebir el nacimiento de una palabra de una manera humana (lo cual, no obstante, resulta imposible porque el acto de pronunciarla ya impli-

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ca la certeza de ser comprendido, y porque la lengua, de todos modos, sólo puede imaginarse como el producto de una interacción simultánea en la que nadie está capacitado para ayudar al otro, sino en la que todos tienen que llevar dentro de sí su propia labor y al mismo tiempo la de todos los demás), se asemejaría este al nacimiento de una figura ideal en la imaginación del poeta. Esta figura tampoco puede tomarse de algo real, sino que nace mediante una pura energía del espíritu, y, en el sentido más propio, de la nada. Pero a partir de este momento entra en la vida, y ahora es real y duradera. ¿Quién no ha creado, dejando también a un lado la creación artística y genial, y con frecuencia ya en la primera juventud, figuras de su propia imaginación con las que muchas veces vive luego más confiada1nente que con las figuras de la realidad? ¿Cómo podría, pues, una palabra cuyo significado no se encuentra directamente determinado por los sentidos, llegar a ser com­pletamente idéntica a una palabra de otra lengua? Inevitablemente tiene que ofrecer variedades y cuando se comparan con detenimiento las mejores traducciones, las más escrupulosas y fieles, se asombra uno de la diversidad que aparece donde sólo se esperaba encontrar igualdad y uniformidad. Podría decirse incluso que cuanto más aspira a la fide­lidad una traducción, tanto más inexacta será. Pues entonces pretende imitar también sutiles particularidades, evita lo que es sólo general, aunque, en fin, sólo puede ofrecer para cada particularidad otra distin­ta. Esto, sin embargo, no debe hacernos desistir de traducir. La traduc­ción, y sobre todo la de los poetas, es más bien una de las tareas más

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necesarias en cualquier literatura, en parte para trans1nitir a quienes no dominan varios idiomas aquellas formas del arte y de la humanidad que de otro modo no llegarían nunca a conocer lo cual representa un considerable beneficio para todas las naciones , pero en parte tam­bién, y sobre todo, para aumentar la importancia y la expresividad de la

propia lengua. Pues es una de las maravillosas cualidades de las len-guas que al principio todas sirvan para el uso común de la vida, pero que puedan luego elevarse hasta el infinito mediante el espíritu de la nación que las cultive, alcanzando así un uso superior y cada vez más variado. No es demasiado atrevido decir que en cada dialecto, e incluso en los de los pueblos más primitivos, a los que solamente no conoce­mos de forma suficiente, todo puede expresarse: lo 1nás sublime y lo más profundo, lo más fuerte y lo más tierno (con lo cual, sin embargo, no queremos decir que una lengua no pueda, en principio, ser mejor que otra, y que algunas no sean para siempre inalcanzables para otras). Es sólo que estos tonos están adormecidos, como en un instrumento que no se toca, hasta que la nación sepa producirlos. Todas las formas

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lingüísticas son símbolos, no son las cosas mismas, ni signos conveni­dos, sino sonidos que mediante el espíritu con el que nacieron y nacen sin cesar están en un contacto real y, si se desea llamarlo así, místico, con los objetos y los conceptos que los sonidos representan; sonidos que contienen los objetos de la realidad, por decirlo así, diluidos en ideas, y que ahora, de una manera para la que es imposible imaginarse un límite, pueden cambiarlos, detertninarlos, separarlos y reunirlos. A estos símbolos puede agregárseles un sentido más sublüne, más pro­fundo o más tierno, lo cual sólo sucede cuando se piensan, se expresan, se reciben y se reproducen con tal sentido, y así es como se au1nenta la lengua, sin ningún cambio realmente perceptible, alcanzando un sen ti­do superior, y se acrecienta hasta llegar a un sentido que resulta ser más variado. Tal como se extiende el sentido de la lengua, en efecto, así se extiende también el sentido de la nación. Para citar sólo este ejem­plo: ¡cuánto no ha ganado la lengua alemana desde que imita los metros silábicos del griego!, ¡y cuántas cosas no se han divulgado y desan·ollado en esta nación, y no exclusiva1nente entre sus gentes más cultas, sino entre las masas y hasta entre las mujeres y los niños, por el hecho de que los griegos se han convertido de verdad, de forma genui­na y directa, en lectura nacional! Es imposible señalar cuánto tnérito por lo que a la nación alemana se refiere tiene Klopstock, a quien se . debe la primera adaptación acertada de los metros silábicos de la Antigüedad; y aún más Voss, de quien puede afirmarse que ha introdu­cido la Antigüedad clásica en la lengua alemana. Apenas podría conce~ birse 1nás poderosa y más beneficiosa influencia para la educación nacional en una época ya muy culta, y esta influencia es mérito exclu­sivo suyo. Pues él ha inventado la forma definitiva y, sin embargo, aún perfeccionable, la única forma en la que ahora, tnientras se hable el alemán, pueden traducirse los antiguos al alemán, lo cual sólo fue posible gracias a aquella tenacidad de carácter inherente al talento, que una y otra vez y sin cansarse se ocupaba de la misma 1nateria. Y quien crea una forma auténtica tiene la perpetuidad de su trabajo asegurada, mientras que la obra más genial, como fenómeno singular, si carece de tal forma, queda atrás en el mismo camino, sin consecuencias para el futuro. Pero si la traducción debe aportar a la lengua y al espíritu de la nación aquello que esta no posea, o si lo posee, de otra manera, enton­ces la exigencia prioritaria es una sencilla fidelidad. Esta fidelidad tiene que estar orientada hacia el verdadero carácter del original, y no, descuidando este, hacia sus casualidades, tal como en general toda buena traducción ha de fundarse en el sencillo y modesto amor al original, y en el estudio que nace de este amor, y a este ha de volver

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después. Sin duda, este modo de ver las cosas implica necesariamente que la traducción tenga un cierto matiz extraño, pero el límite donde esto se convierte en un innegable fallo es muy fácil de señalar aquí. En cuanto no se sienta la extrañeza, sino lo extraño, la traducción ha conseguido sus propósitos más nobles; sin embargo, cuando aparece la extrañeza por sí sola, y acaso oscurezca incluso lo extraño, ahí el traductor delata que no está a la altura de su original. El sentimiento del lector imparcial no se equivoca aquí fácilmente con la verdadera línea divisoria. Ir 1nás lejos aún por repugnancia y miedo ante lo desacos­tumbrado, y tratar de evitar también lo extraño mismo, igual que antes se oía decir que el traductor tenía que escribir justo como el autor del original habría escrito en la lengua del traductor idea que no tenía en cuenta que ningún autor, a menos que sólo se hable de ciencias y de hechos, habría escrito lo mismo y de la mistna manera en otra lengua­' significa destruir toda la traducción y todo su provecho para la lengua y la nación. Pues, ¿cómo se explica sino así que con todos los griegos y los rotnanos ya traducidos al francés, y algunos, a su manera, con una perfección considerable, no se haya transmitido con ellos, sin embargo, ni lo más tnínimo del espíritu clásico a la nación? ¿y que ni siquiera la cotnprensión nacional de estos (porque no puede hablarse aquí de ningún estudioso en particular) haya ganado nada a través de estas traducciones?

A esta sencillez y fidelidad que acabo de describir y con esto paso, después de estas consideraciones generales, a hablar de mi propio trabajo he intentado acercarme. Con cada nueva redacción he pre­tendido quitar cada vez .más aquello que no aparecía con idént~ca sencillez en el texto original. La imposibilidad de alcanzar las particu­lares bellezas del texto original muy fácilmente conduce a prestarle adornos ajenos, de lo cual nacen en el col1j unto un color distinto, y un tono diferente. He procurado evitar lo que no fuera alemán, y lo que fuera oscuro; en este últüno aspecto, sin embargo, no deben tenerse pretensiones injustas, y que ünpidan ventajas superiores. No puede y no debe una traducción ser un comentario. No debe contener ninguna oscuridad que se deba a una inseguridad en el uso de las palabras, o a una construcción estrábica; pero ahí donde el original sólo insinúa en vez de expresar con claridad, donde consiente metáforas cuya relación es difícil de comprender, donde suprime las ideas intermedias, ahí el traductor haría mal en introducir arbitrariamente y por su propia cuenta una claridad que modificaría el carácter del texto original. La oscuri­dad que a veces se encuentra en los escritos de los antiguos, y que es precisamente una exquisita característica del Agamenón, _resulta de la

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concisión y de la audacia con las que se enhebran, bajo repudio de los nexos en forma de frases mediadoras, pensamientos, imágenes, senti­mientos, recuerdos y presentimientos, tal como brotan de un alma profundamente emocionada. Tan pronto como se fatniliariza uno con los sentimientos del poeta, los de la época, los de los personajes por él presentados, desaparece aquella oscuridad poco a poco, dejando lugar a una alta claridad. Hay que prestar también una parte de esta atención, de este esfuerzo de familiarización, a la traducción; en vez de exigir que lo que en la lengua original es sublime, gigantesco y extraordinario sea sencillo e inmediatamente comprensible en la traducción. Sencillez y claridad, sin embargo, siempre siguen siendo las cualidades más difíciles de conseguir por el traductor, y nunca se obtienen mediante el esfuerzo y los retoques. En su mayor parte se deben a una primera inspiración feliz, y demasiado bien sé lo que mi traducción deja que desear en este aspecto.

En la corrección e interpretación del texto he contado con la ayuda del profesor Herrmann. Atareado en una nueva edición de Esquilo, ha tenido la amabilidad de cotnu nicarme todo en relación con su adap­tación del Agamenón lo que podía serme ele alguna utilidad. Sólo esta gentil ayuda, sin la cual no me habría atrevido a presentar ante el público, sobre todo, Jos cantos del coro, tnc ha capacitado para fundar mi traducción sobre un texto completatnente revisado; y todos los expertos advertirán con prontitud de cuántas afortunadas tnodificacio­nes se han beneficiado ciertos pasajes; y cuánto han ganado, aden1ás, los coros y los siste1nas de anapestos, gracias a una versificación más correcta. Las modificaciones del texto referentes al significado se han señalado escuetatnente en las anotaciones del propio profesor Herr­mann; las que se refieren al metro se apreciarán en la comparación de la traducción con las ediciones anteriores.

Este texto lo he seguido posterionnente con tanta exactitud como me ha sido posible, porque sie1npre he odiado el método ecléctico con que algunos traductores eligen a veces arbitrariamente y al dictado de un sentimiento frecuente e inevitable1nente equivocado entre los cientos de variantes de los manuscritos y en1niendas de los críticos. La edición de un escritor antiguo es la restitución de un documento, si bien no en su forma verdadera y original, sí en la forma de aquella fuente que para nosotros es la última a la que tenemos acceso. Por lo tanto tiene que realizarse con rigor y escrúpulo científicos, con todo el acopio de erudición en que se funda, y, sobre todo, con unos principios consecuentes y estrictos, y emanar de un único espíritu. Y lo que menos se debe permitir es que influya en esto el así llamado sentimien-

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to estético, para el que especialmente los traductores podrían creerse autorizados; esto, si no se quiere imponer al texto ocurrencias (lo peor que puede pasarle al traductor, editor o investigador de poetas anti­guos) que tarde o temprano cederán su puesto a otras.

A la parte métrica de mi labor, sobre todo a la pureza y exactitud de los metros, siendo estas las bases de toda otra belleza, he dedicado el mayor esmero posible, y creo que en esto ningún traductor puede pecar por exceso. El ritmo, tal y co1no impera en los poetas griegos, y sobre todo en los poetas dramáticos, que saben servirse de toda clase de metros, es, en cierto modo, un mundo aparte, separado también del

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pensamiento y de la música, aco1npañada por la melodía. El representa el oscuro ondear del sentitniento y del ahna antes de que este se vierta en palabras, o cuando su eco se ha perdido ante él. ·En el rit1no descan­sa la forma de toda gracia y sublimidad y la diversidad de todo carác­ter, y se desarrolla en voluntaria plenitud, uniéndose en creaciones siempre nuevas; es pura forma, sin peso material alguno, y se manifies­ta en los tonos, es decir en lo que más profundamente conmueve el alma, porque es lo que tnás cerca está de la naturaleza del sentimiento íntimo. Los griegos son el único pueblo del que tenemos conocimiento que poseía se1n.ejante ritmo, y esto es, a mi entender, lo que más los distingue y caracteriza. Lo que encontramos de ello en otras naciones es incompleto; y lo que poseemos nosotros e incluso los romanos (excluidos unos pocos tipos métricos muy conseguidos en ellos), sólo es un eco, y además es un eco débil y ronco. En el análisis de las lenguas y las naciones se ha prestado detnasiada poca atención a los elementos, por decirlo así, muertos, y a la presentación exterior; siein­pre se piensa hallarlo todo en lo espiritual. No es este el lugar para desarrollar esta idea, pero a mí siempre me ha parecido que sobre todo la n1anera en la que en la lengua se juntan las letras para fortnar sílabas, y las sílabas para formar palabrás, y en que estas palabras, a su vez, estén relacionadas entre sí en la oración según el período y el tono, determina o caracteriza el destino intelectual, e incluso, en no poca medida, moral y político de las naciones. En esto, sin embargo, los griegos tuvieron la mayor fortuna que pueda desear un pueblo que pretenda reinar a través del espíritu y las palabras, y no del poder y las hazañas. Entre las lenguas modernas, sólo la alemana parece poseer el privilegio de poder recrear este ritmo; y quien sea sensible a la digni­dad de nuestra lengua y, a la vez, tenga sentido del ritmo procurará hacerla cada vez más dueña de este privilegio. Pues este es susceptible de perfección; una lengua, al igual que un instrumento de música, ha de llevarse hasta el máximo de sus posibilidades; y en cuanto a la

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experiencia y familiaridad, aún más las necesita el oído de muchos lectores desorientados por la arbitrariedad de nuestros poetas, o también poco acostumbrados a los metros menos frecuentes . Un traductor, particularmente si trabajase con los poetas líricos antiguos, 1nuchas veces sólo podría mejorar permitiéndose libertades; pocos lo seguirán en los coros con la suficiente exactitud para comprobar el empleo correcto o incon·ecto de una sílaba; es más, en el caso de idéntica interpretación, muchos prefieren, co1no ya ha constatado acer­tadamente Voss, cierta naturalidad sobre la superior belleza del ritmo. En esto, sin etnbargo, un traductor tiene que ejercer abnegación y rigor contra sí mismo; sólo así se mueve por un camino en el cual puede abrigar la esperanza de tener sucesores más afortunados, tal vez. Pues las traducciones, en todo caso, antes que obras duraderas, son trabajos que comprueban y determinan el estado de la lengua en un Inotnento dado, como si fueran una piedra de toque inmutable, y que deben inf luir en él, y tienen que repetirse una y otra vez. Ade1nás, aquella parte de la nación que no sabe leer a los antiguos, los conoce mejor a través de varias traducciones que a través de una. Son éstas diversas imágenes del mis1no espíritu, porque todos reproducen eJ que advirtie­ron y el que supieron expresar: el verdadero descansa exclusivamente en el originaL

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In dice

Prólogo .. . . . . . .. . . . . .. . . . . . . .. . . . . . . . .. . . . . . . . .. . . . .. . . .. . . . .. . . . . . . .. . . . . . . . .. . .. . .. . .. . . . .. . 7

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ANTOLOGIA DE TEXTOS

Marco Tulio Cicerón «Del mejor género de oradores» . . . .. . . . . . . . . . . . . . . .. . .. . .. . . . . ... . .. . . . .. . . .... 27

San Jerónimo «Epístola a Pamtnaquio sobre la mejor forma de traducir»...... 32

al-J? iihiz • • •

De El libro de los animales .. .... ... .. . ... .. . .. . .. ... .. .. .. .. . .. ... . .. .. . ... . . . . .. 45

Sala~ al-Din al-Sqfadl De al-Gayt al-musayyam fi sarfJ lami yat al- (agam .................. 49

Martín Lutero «Misiva sobre el arte de traducir» ............................................. 51

Juan Luis Vives <<Versiones e interpretaciones» .. ... ........... ................................... 66

Joachim du Bellay De De,fensa e ilustración de la lengua francesa .. . .. . .. . . . .. . ... . . . . . . 71

Fray Luis de León Del «Prólogo» a Traducción literal y declaración del libro de los Cantares de Salomón .. .. . . . .. .. . . . . . . .. . . . .. . .. . . .. . .. . . . . . . . . . .. . . . .. . . .. 77

Miguel de Cervantes De Don Quijote, I, 6 . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. . 80 De Don Quijote, II, 62 .. . .. .. . .. . .. . . .. ... . .. ... . . . . . ... . . . . . . . .. . .. . . . . . . .. . .. . . . . . . . 80

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Joao Franco Barreto «Prólogo» a Ene ida portuguesa................................................. 82

John Dryden Del prefacio a la traducción de las Epístolas de O vi dio . . . . . . . . . .. 88 Del prefacio a Silvae o segunda parte de misceláneas poéticas 94 De la dedicatoria a la Ene ida . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. 97 Del prólogo a Fábulas . .. . .. .. . .. . ... .. . ... .. . .. . .. . .. . .. .. .. . . .. .. . .. . . .. .. .. .. .. . .. 99 De Biografía de Luciano. ... . . . .. . . . . .. .. . .. . .. ... .. . . .. ... .. . .. . ... . .. .. . .. . .. . .. .. 102

J.L. d'Alembert y Denis Diderot «Traducción», en Enciclopedia o diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios . . .. . . . . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . ... . . .. . . . .. .. . .. 105

M elchiorre Cesarotti De Ensayo sobre la filosofía de la lengua . . .. . . . ... .. . .. .. . . . . . . .. . . . .. .. 11 O

José Cadalso De Cartas marruecas . . . . .. . .. .. .. . .. . .. . .. .. . . . . . . . .. . .. .. . . . . . .. . .. .. .. .. . .. . .. .. . . . 112

Ugo Foscolo «Intención del traductor» . . . .. .. . .. . . .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. . . . .. . . .. . .. . . . .. . .. . . . .. . 116

Giovanni Carmignani <<Sobre la traducción>> .. . .. . .. ... .. . . .. .. . ... .. . .. .. . .. . .. .. . . .. . . . .. . .. . .. . .. . .. . . . . . . 119

Vasili Andréievich Yukovski «Sobre la fábula y las fábulas de Kry lov» . .. .. .. ... . . .. . ... .. . .. .... . .. . . 124

Johann Wo~fgang von Goethe De Poesía y verdad .. . .. . .. .. . ... ... ... .. . .. . . . .. .... .. .... . . .. .. .. .. ... . ... .. ... ... . .. 126 De «En recuerdo fraternal de Wieland» .. ... .. .. .. . .. .. ... .. ... . .. ... . .. . .. 127 De Notas y ensayos para mejor comprensión del Diván Occidental-Oriental.................................................................... 127

Friedrich Schleiermacher «Sobre los diferentes métodos de traducir» .. . .. .. .. . . .. . . .. .. . . . . . .. .. .. . 129

Wilhelm von Humboldt De la introducción a la Traducción métrica del Agamenón de Esquilo........................................................................................ 158

Madame la Baronne de Stael «Sobre el espíritu de las traducciones» .. . .. . .. . . .. . . . . . .. . . . . . . . . .. . . . . . . .. 165

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Pietro Giordani «Carta de un italiano a los redactores de la Biblioteca» . . . . . . . . .. . 171

Madame de Stael «Carta de la señora baronesa de Stael Holstein a los señores redactores de la Biblioteca Italiana» . . .. . .. . .. . . . .. . . .. .. . . . . .. ... . .. . .. .. . .. 179

Giacomo Leopardi «Carta a los redactores de la Biblioteca Italiana» .. . . ... . . .. . . .. .. .. . 183

A.S. Pushkin De «Sobre Milton y la traducción de Chateaubriand del Paraíso perdido>> . .. . ... . . . .. ... . .. . . . .. . . . . .. . . . . .. ... .. .... .. ....... ...... ... ..... ..... 190

/.S. Turguénev «Guillermo Tell. Obras de S chiller» ........................................... 193

Arthur Schopenhauer De «Sobre lengua y palabras» ................................................... 197

Matthew Arnold «Sobre las traducciones de Homero» .. . ... .. . .. ... . ................... .... .. 203

Dante Gabriel Rossetti Del prefacio a Los poetas italianos primitivos .. . . .. . .. . .. .. . .. .. .. .. .. . 280

Victor Hugo <<Los traductores>> . . . . . .. . .. . . . . .. . . . . .. ... . . . . . . . . . . . . .. . . .. .. . .. . . . ... .. . . . . . . . . . . .. . .. 283

Joaquim de Vasconcelos <<Sobre lengua y estilo» . . .. ... . .. . . . .. . .. .. .. .. . .. . .. .. . . . . . ... . . ... .. . . .. .. . .. .... .. 309

Friedrich Nietzsche De La gaya ciencia . . .. . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . .. . .. . .. . . . . . . . . . .. ... . .. 317 De Más allá del bien y del mal.................................................. 318

Sulaymiin ibn Jattar al-Bustanz Del prólogo a La llíada de Homero ................................. ......... 320

Yen Fu Prólogo de la traducción china de Evolution and Ethics and OtherEssays............................ ................................................... 326

621

Futabatei Shimei «Mi manera de traducir» . . . . . . . . . . .. .. . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . .. .. 330

Walter Benjamin «La tarea del traductor>> . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . 335

Ulrich von Wilamowitz-Moellendorf · «El arte de la traducción» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 348

Fernando Pessoa De Páginas de estética, teoría y crítica literaria...................... 352 De Pessoa inédito (Para una teoría de la traducción: 1) .. . .. . . . . . . 352 De Pessoa inédito (Para una teoría de la traducción: 2) .. . ... . . ... 353

Karl Vossler «La comunidad lingüística como co1nunidad de mentalidad».. 355

Lin Yutang «Sobre la traducción»................................................................. 377

LuXun «Traducciones de traducciones»................................................. 394 Borrador de «Título aún no fijado» . . . . . . .. . .. . .. . . .. . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . .. 395

Ezra Pound De «Las relaciones de Guido» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 3 97

Jorge Luis Borges «Los traductores de las 1001 Noches» . . ... . . ... . .. . . . ... . . ... . .. . ... .. . .. . .. 41 O

José Ortega y Gasset «Miseria y esplendor de la traducción» ... . . . .. . .. . . . .. . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . 428

Alfonso Reyes «De la traducción» . .. . . . . .. ... . . . . . . .. . . . . . . .. . . . . .. . . . . .. . .. . . . . . . . . . .. . .. . .. . . . . . . . . . 447

Borís Pasternak «Notas de un traductor» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 460

Paul Valéry «Variaciones sobre las Bucólicas» . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . 463

Fu Lei «Prólogo: La traducción y la reproducción pictórica» .. . .. . . . . . . . . . 475

622

Benvenuto Terracini De El problema de la traducción . . . . . . ... ..... .. . . . .. . . . . . .. . .. ... . .. . .. .. . . .. 477

Francisco Ayala De Problemas de la traducción . . . .. . ... ... .. . .. .. . .. . . .. .. . . . . . . . ... .. .. . . . . . . . 488

Roman Jakobson «Sobre los aspectos lingüísticos de la traducción» . . . .. . . . . . . . . . . . .. . 494

Hans-Georg Gadamer De «El lenguaje como medio de la experiencia hermenéutica» 503

Octavio Paz <<Traducción: Literatura y literalidad»........................................ 51 O

Agustín García Calvo «Apuntes para una historia de la traducción» ... ..... .... ..... ... ..... .. 521

Taha lfusayn De Libros y autore.s·.... .. . . . . .. . .. ... . . . .. . . .. . . . .. . . . . .. .. . .. . ... .. . .. ... .. . . . . . ... . . . 557 De Ciencia de la literatura . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 561

Liu Jingzhi «Apreciación del parecido espiritual y no del parecido formal: Panorama general de las teorías de traducción desde Yen Fu» . 565

Mao Dun «Prólogo» a Antología de traducciones de Mao Dun ............... 584

Gianfranco Folena «Advertencia», en Vulgarizar y traducir................................... 588

/

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS . . . . .. . .. . .. . .. . . . ... .. . . . ... . .. .. .... .. 593

ÍNDICE ANALÍTICO................................................................ 603

/

INDICE DE NOMBRES . .. ... .. . .. . . . . ... ... . .. . . . .. .. . ... .. ... . .. . .. ... ... .. . ... .. 605

/

IND 1 CE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 21

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n tiempos recientes, quizá al amparo de esa instrumentalización de las saberes humanísticos que han señalado no pocos pensadores, la teoría de la traducción -al igual que otras disciplinas a las que suele clasificarse bajo el epígrafe de lingüística aplicada ha conocido un desarrollo y ha reclamado para sí un interés de los que no gozaba desde los tiempos de las disputas respecto de la pertinencia de las traducciones de los textos sagrados, o desde el primer desarrollo del historicismo lingüístico o desde las elaboraciones teóricas de los neogramáticos.

Sin duda, los modos de estudio han variado grandemente, y el historiador, el lingüista, el filósofo, el sociólogo y aun el poeta o el novelista han visto cómo se solicitaba su concurso para participar en esta tarea, y se ha visto cómo se reconciliaban actitudes que en otra época se habían enfrentado encarnizadamente.

La interrelación de las diferentes perspectivas culturales, agregada a los diferentes enfoques con los que hoy se estudian los problemas de la traducción pedían un libro en el que se expusiera una muestra representativa de lo que ha sido la teoría de la traducción a lo largo del tiempo, y a través de las diferentes culturas en las que se ha manifestado la necesidad de comprender este fenómeno. Teorías de la traducción: Antología de textos presenta al lector interesado algunos de los momentos más salientes del debate que esta teoría ha suscitado; pretende, asimismo, enriquecer esta presentación al incluir textos que pertenecen a tradiciones culturales o lenguas poco o mal representadas anteriormente.

DIPUTACIÓN PROVINCIAL

TOLEDO

Ediciones de la Universidad

de Castilla-La Mancha

9 788488 255884

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