VASQUEZ-DAVILA (1996) El amash y el pistoqué

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Vásquez Dávila, M.A. 1996. El amash y el pistoqué: un ejemplo de la etnoecología de los chontales de Tabasco, México. Etnoecológica 3 (4-5): 59-69. El amash y el pistoqué: un ejemplo de la etnoecología de los chontales de Tabasco, México Marco Antonio Vásquez Dávila RESUMEN Los chontales son un grupo de filiación maya que habita en tierras inundables y cálidas del Estado de Tabasco, en el sureste de México. Este artículo describe y analiza el conocimiento chontal acerca de la dispersión de las semillas del chile (Capsicum annuum var. glabriusculum) por el pistoqué (Pitangus sulphuratus, Tyrannidae). Así, los chontales y el ave, en una especie de protocooperación, aprovechan el chile. ABSTRACT The Chontal people are a mayan group who live in Tabasco lowlands, in the Southeast of Mexico. This paper describes and analyzes the Chontal ethnoecological knowldege about seed dispersion of chilli pepper (Capsicum annuum var. glabriusculum) by the great kiskadee (Pitangus sulphuratus, Tyrannidae). In this way, Chontal people and the bird, in a kind of protocooperation, use the chilli pepper. RÉSUMÉ Les Chontal sont un peuple de filiation maya qui habite dans l'état de Tabasco, au sud-est de Mexico. Cet article décrit et analyse la connaissance ethnoécologique que possedent les Chontal à propos de la dispersion des semences du piment (Capsicum annuum var. glabriusculum) par un oiseau de la famille Tyrannidae: Pitangus sulphuratus. Ce-ci établit une sorte de protocooperation dans l'utilisation du piment entre l'homme et l'oiseau. Creer, percibir y conocer constituyen operaciones intelectuales que resultan útiles para realizar la apropiación de la naturaleza. Una nueva perspectiva integradora en Etnoecología es el análisis de las creencias (v.gr. el estudio de los mitos), las percepciones (realizado por psicólogos ambientales) y los sistemas de conocimiento desarrollados por los etnobiólogos y lingüistas (Cfr. Toledo, 1991:15). Una vía de la ciencia antropológica, y por lo tanto de la Etnoecología, es la deductiva. Ésta empieza con definiciones generales y el establecimiento de conceptos fundamentales, para avanzar hacia una mayor concreción de esos conceptos, introduciendo un material factual cada vez más abundante, hasta acercarse al dominio más pleno de los conocimientos en la esfera que se esté trabajando (Tokarev, 1989:1). Este artículo se sitúa en el campo interdisciplinario de la Etnoecología. El objetivo que se plantea es el siguiente: describir y analizar el conocimiento y las creencias de los chontales de Tabasco en relación con plantas y animales propios del hábitat en que se desarrolla su cultura, por medio de un ejemplo concreto, tomando como eje reflexivo los conceptos conocer y creer. Marco Antonio Vásquez Dávila: Instituto Tecnológico Agropecuario de Oaxaca. Privada de Almendros 109, Col. Reforma 68050, Oaxaca, Oaxaca, México.

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Vásquez Dávila, M.A. 1996. El amash y el pistoqué: un ejemplo de la etnoecología de los chontales

de Tabasco, México. Etnoecológica 3 (4-5): 59-69.

El amash y el pistoqué:

un ejemplo de la etnoecología de

los chontales de Tabasco, México

Marco Antonio Vásquez Dávila

RESUMEN

Los chontales son un grupo de filiación

maya que habita en tierras inundables y

cálidas del Estado de Tabasco, en el sureste

de México. Este artículo describe y analiza

el conocimiento chontal acerca de la

dispersión de las semillas del chile

(Capsicum annuum var. glabriusculum) por

el pistoqué (Pitangus sulphuratus,

Tyrannidae). Así, los chontales y el ave, en

una especie de protocooperación,

aprovechan el chile.

ABSTRACT

The Chontal people are a mayan group

who live in Tabasco lowlands, in the

Southeast of Mexico. This paper describes

and analyzes the Chontal ethnoecological

knowldege about seed dispersion of chilli

pepper (Capsicum annuum var.

glabriusculum) by the great kiskadee

(Pitangus sulphuratus, Tyrannidae). In this

way, Chontal people and the bird, in a kind

of protocooperation, use the chilli pepper.

RÉSUMÉ

Les Chontal sont un peuple de filiation

maya qui habite dans l'état de Tabasco, au

sud-est de Mexico. Cet article décrit et

analyse la connaissance ethnoécologique

que possedent les Chontal à propos de la

dispersion des semences du piment

(Capsicum annuum var. glabriusculum) par

un oiseau de la famille Tyrannidae:

Pitangus sulphuratus. Ce-ci établit une sorte

de protocooperation dans l'utilisation du

piment entre l'homme et l'oiseau.

Creer, percibir y conocer constituyen

operaciones intelectuales que resultan útiles

para realizar la apropiación de la naturaleza.

Una nueva perspectiva integradora en

Etnoecología es el análisis de las creencias

(v.gr. el estudio de los mitos), las percepciones

(realizado por psicólogos ambientales) y los

sistemas de conocimiento desarrollados por

los etnobiólogos y lingüistas (Cfr. Toledo,

1991:15).

Una vía de la ciencia antropológica, y por

lo tanto de la Etnoecología, es la deductiva.

Ésta empieza con definiciones generales y el

establecimiento de conceptos fundamentales,

para avanzar hacia una mayor concreción de

esos conceptos, introduciendo un material

factual cada vez más abundante, hasta

acercarse al dominio más pleno de los

conocimientos en la esfera que se esté

trabajando (Tokarev, 1989:1).

Este artículo se sitúa en el campo

interdisciplinario de la Etnoecología. El

objetivo que se plantea es el siguiente:

describir y analizar el conocimiento y las

creencias de los chontales de Tabasco en

relación con plantas y animales propios del

hábitat en que se desarrolla su cultura, por

medio de un ejemplo concreto, tomando como

eje reflexivo los conceptos conocer y creer.

Marco Antonio Vásquez Dávila: Instituto

Tecnológico Agropecuario de Oaxaca. Privada de

Almendros 109, Col. Reforma 68050, Oaxaca, Oaxaca,

México.

MARCO A. VÁSQUEZ-DÁVILA

Conocer

Los grupos étnicos poseen una sabiduría

ancestral acerca de su hábitat, que es producto

de un proceso intelectual y filosófico iniciado

hace cientos de años y de esta larga interacción

con la naturaleza. Dada su profundidad

histórica, el conocimiento geográfico, físico,

biológico y ecológico que tienen los indígenas

es amplio, profundo e integral, y se sigue

transmitiendo de generación en generación,

como parte del acervo cultural de cada etnia.

En México, a diferencia de lo que ocurre

con la relación mito- naturaleza, existe ya una

abundante literatura en torno al conocimiento

indígena de los recursos naturales, lo que ha

permitido clasificarlos en tipos (geográfico,

físico, biológico y ecogeográfico) y

modalidades (estructural, dinámico, relacional

y utilitario) (Toledo, 1991:18).

El conjunto articulado de conocimientos

permite a los indígenas realizar una división

del ambiente en unidades ecológicas y poseer

un catálogo sistematizado de las especies, el

cual incluye nombre, morfología, fenología,

distribución, relaciones ecológicas, atributos,

taxonomía, utilidad, disponibilidad,

abundancia y manejo (cfr. Vásquez-Dávila,

1991:6 y 1992:184).

Por otra parte, al analizar las culturas indias

es difícil distinguir lo que se cree, de lo que se

sabe; el mito de la explicación y de la memoria

histórica; el rito de los actos, cuya eficacia

práctica ha sido comprobada una y otra vez a

lo largo de generaciones. Por eso, junto a lo

que llamaríamos un sólido conocimiento

empírico encontraremos prácticas rituales y

creencias que llamaríamos mágicas (Bonfil

Batalla, 1987:55). De acuerdo con Toledo

(1991:16), acercarse al conocimiento indígena

en su íntima aleación con el sistema de

creencias y con su particularidad perceptiva,

permite al etnoecólogo comprender los giros o

matices de manejo seguidos por los grupos

étnicos.

Creer

La relación que guarda la mitología con la

naturaleza se ha investigado poco (Berlin,

1978). A la reciente lista que ofrece Toledo

(1991:15), de trabajos que tocan esta temática,

quisiera añadir dos que me parecen

importantes: el trabajo pionero de de Reko

(1945) Mitobotánica zapoteca y el de Berlin

(Op. cit.) acerca de la cosmología aguaruna y

la clasificación binaria del mundo vegetal.

Lejos de ser, como a menudo se ha

pretendido, obra de una función fabuladora

que vuelve la espalda a la realidad, los mitos

muestran los modos de observación y

reflexión que han estado adaptados a los

descubrimientos de la naturaleza realizados a

partir de la organización y de la explotación

reflexiva del ambiente (cfr. Lévi-Strauss,

1964:35).

Dada la gama de relaciones entabladas

entre los grupos étnicos y el hábitat que

ocupan, la clasificación natural se convierte en

un problema capital en los estudios de su

mitología y exige una mayor atención desde el

punto de vista de la taxonomía (cfr. Riechar,

cit. por Lévi-Strauss, 1964:75). Por ello, es

necesario elaborar un glosario etnoecológico

que comprenda un listado con los términos en

español, latinos (científicos) e indígenas de los

elementos bióticos y abióticos de sus

ecosistemas, que incluya plantas, animales,

suelos, fenómenos meteorológicos, astros,

etcétera.

Con base en lo anterior, si se busca

interpretar correctamente los mitos, es

indispensable la identificación precisa de las

plantas y de los animales que se mencionan en

ellos (cfr. Lévi-Strauss, 1964:76), ya que hay

problemas de orden histórico, geográfico,

semántico y estructural, que están ligados a la

identificación exacta de los especímenes

(Ídem: 85). Sin embargo, no basta con

identificar con precisión cada animal, planta,

piedra, cuerpo celeste o fenómeno natural

evocado en los mitos, también es necesario

saber el papel que les atribuye la cultura en el

seno de su sistema de significados. Cierto es,

resulta útil ilustrar la riqueza y la finura de la

ETNOECOLÓGICA, Vol. III, No. 4-5, 1996

observación indígena y describir sus métodos:

atención prolongada y repetida, ejercicio

asiduo de todos los sentidos, ingenio que no

desecha el análisis metódico de las

deyecciones de los animales para conocer sus

hábitos alimentarios (cfr. el apartado sobre "el

señor fruto cagado" en este mismo texto),

etcétera. De todos estos detalles menudos,

pacientemente acumulados en el transcurso de

siglos y finalmente transmitidos de una

generación a la otra, los chontales de Tabasco

conservaron solamente algunos para otorgar a

ciertos animales y plantas una función

significante en el sistema mítico. Ahora bien,

es preciso saber cuáles son dichas especies,

pues de una sociedad a la otra varían y por lo

que toca a la misma especie, estas relaciones

no son constantes (cfr. Lévi Strauss, 1964:86).

Los chontales de Tabasco

Tabasco está situado en el Sureste de México,

en la planicie costera del Golfo. Posee un

clima tropical cálido húmedo, fauna y flora

exuberante y muchos cuerpos de agua. La

selva alta perennifolia constituía la vegetación

primaria de la mayor parte del estado de

Tabasco, pero ha sido fuertemente perturbada

por la expansión ganadera, las actividades

agrícolas, la explotación petrolera y la roza

tumba y quema. Una buena parte del territorio

está permanentemente inundada y posee

vegetación hidrófita. En resumen, existen

pantanos de Thalia geniculata, llamados

popales en el español local; pantanos de Typha

latifolia, llamados espadañales, y pantanos de

Dalbergia brownii, llamados de mucalería. La

sabana y el palmar son otros tipos de

vegetación de esta zona, que están constituidos

por pastizales con arbustos y palmas. El medio

transformado está constituido por huertos

familiares, milpas, plantaciones, pastizales y

vegetación secundaria, llamada localmente

acahual (West et al., 1985).

Los chontales son un grupo de filiación

maya que vive en las tierras inundables y

cálidas de la parte central del estado de

Tabasco, en el sureste de México. Se

autodenominan los yoko yinikob, "los

hombres verdaderos", en contraposición a los

otros hombres, "los que vivieron en otra

época", y que fueron convertidos en monos, o

bien, para distinguirse de otro tipo de seres.

Dependiendo de la variante dialectal,

también se encuentra la denominación yoko

winikob (Schumann, 1985:118). El nombre

chontal es la designación que el grupo náhuatl

daba a otras culturas diferentes a la suya y

significa "extranjero" (Ídem: 117). En México

así denominaron a los chontales de Guerrero y

de Oaxaca; en Nicaragua también existió un

grupo con este patronímico. Estos tres grupos

no tienen filiación cultural con los yoko

yinikob.

El chontal o yoko t'an es un idioma de la

familia maya que, junto con el chol y el chortí,

constituyen el tronco cholano de esta familia.

Sus comunidades presentan un tipo de

asentamiento compacto, y algunas de ellas

están situadas en los bordos de río. Las

viviendas chontales están fabricadas con los

materiales vegetales que los ecosistemas

proporcionan: el techo se construye con hojas

de palma (Sabal mexicana y Scheelea

liebmannii), las paredes con palmas, carrizos o

caña brava (Gynerium saggittatum), los

horcones y vigas con troncos de árboles, y los

amarres con bejucos (Vásquez et al., 1988). El

uso de estos materiales en la construcción de

la vivienda proporciona un confort ambiental

a sus propietarios. El maíz es el principal

elemento de su dieta y se usa para preparar

comidas y bebidas. El chile, el frijol, la

calabaza, así como verduras y frutas son

también parte importante de su dieta, la cual se

enriquece con pescado y quelonios.

Los chontales de Centro son habitantes de

pantanos y palmares, que conocen su entorno

y realizan actividades en él para proveerse de

su sustento, y poseen una cosmovisión que

propicia la conservación de su medio, en la que

sobresalen figuras como los dueños del

bosque, los animales y los árboles (Hipólito y

Vásquez, 1991).

MARCO A. VÁSQUEZ-DÁVILA

Los yoko yinikob son agricultores,

pescadores y recolectores que practican un uso

múltiple de los ecosistemas. La tecnología

empleada se basa en la utilización de la fuerza

de trabajo familiar con ayuda de instrumentos

de trabajo sencillos. Aparte de sus milpas,

muchos chontales cultivan pequeñas huertas

de plátano, cacao y coco, y crían en pequeña

escala, animales domésticos como pollos,

pavos, cerdos y la abeja nativa Melipona

becheii (Vásquez y Solís, 1992). En los

últimos años han incorporado la cría de ganado

bovino.

Actualmente, la mayoría de las sociedades

indígenas del mundo sufren modificaciones

más o menos profundas, por el contacto

prolongado con las sociedades dominantes o

nacionales. El caso de los chontales de

Tabasco no es la excepción y sus patrones

culturales (por ejemplo la cosmovisión y la

forma tradicional de aprovechamiento del

medio ambiente) han sufrido cambios.

Todos los sistemas culturales se forman

con una red de ideas y patrones de conducta

mutuamente dependientes; por eso, a todo

cambio ocurrido en estos elementos suele

corresponder otro en el resto del sistema

(Pelto, 1980: 115). Si existen cambios en el

modo en que los chontales de Tabasco cultivan

el maíz (Cabrera Hernández, 1991) o en la

manera de construir las viviendas (Vásquez-

Dávila et al., 1988), es lógico pensar que

también están ocurriendo cambios a nivel de

lenguaje (García García, 1987) o en la

cosmovisión (Hipólito y Vásquez, 1991) y

viceversa.

La cosmovisión de los yoko yinikob

Los yoko yinikob conciben el Universo como

una unidad integrada por tres planos: al centro

se encuentra el territorio chontal, la tierra, los

ríos y el mar; abajo el inframundo, y arriba el

cielo. La dimensión horizontal está dada por

los confines de la tierra: este, oeste, norte y sur.

Esta cosmovisión es similar a la de otros

grupos, como los tojolabales (Ruz, 1983:421),

tzotziles (Guiteras Holmes, 1986), nahuas y

popolocas del sur de Veracruz (cfr. Munch,

1983:369).

Para los chontales de Tabasco, el humano

tiene tres componentes: el alma, la sombra y el

cuerpo. En relación con la sombra como

componente del cuerpo humano, se encuentra

el nagual. En general los seres vivos (hombres,

animales y plantas) tienen un componente

corpóreo y otro invisible. Algunos animales y

plantas tienen "poderes" y son protegidos por

seres sobrenaturales.

El sol es concebido como un ser de sexo

masculino, dador de fuerza o calor. En el plano

lingüístico se asocia con el tiempo, puesto que

los términos para tiempo y sol son iguales:

k'in. La luna es gemela y esposa del Sol. Agua,

lluvia, vegetación y fertilidad son sus

atributos. En la luna llena los chontales ven la

sombra de una mujer sentada, tejiendo un

petate, llamada Ix Bolón. La luna se encuentra

asociada al crecimiento de las plantas y rige

algunas faenas agrícolas. Las nubes, la lluvia y

los rayos también son considerados

fenómenos celestes.

Los dueños del monte Yum ka'jo' tienen

una personalidad dual: son protectores del

ambiente y pueden ayudar a obtener beneficios

de éste, pero también poseen un aspecto

punitivo o "travieso". De acuerdo con Campos

(1988:72) también se les conoce como bok o

chibompam, porque tienen la cabeza calva.

Para los chontales de Tamulté de las

Sabanas, existen dos tipos de duendes: los

chujob (de chuj = sagrado o santo y ob =

plural) que muchos traducen al español como

"ídolo" y que puede "agarrar la sombra" de las

personas; y el sutur ok (literalmente "pie

volteado"), que por otro nombre se llama

kooyak, cuyo nombre significa "el que

provoca risa", pues de esa manera mata y come

gente. Ambos son habitantes del monte espeso

o de los grandes árboles. Su función

primordial es la de preservar el bosque

tropical, evitando abusos por parte de los yoko

yinikob.

ETNOECOLÓGICA, Vol. III, No. 4-5, 1996

Existen otros seres sobrenaturales, los

hombres-murciélago-jaguar (zutz balum) que

son atraídos hacia los hombres chontales por

su olor característico a chicozapote.

Por otra parte, los chontales de Tamulté de

las Sabanas antiguamente tuvieron "como

divinidad de la lluvia y la fertilidad, a

K'antepec. [...] Se dice que este ser

sobrenatural apareció entre estruendo y

relámpago en ayuda de este grupo. [...] Así

empezaron a creer en este ser divino

haciéndole ofrendas en momentos difíciles"

(Pérez, 1987:38-39).

"Cuando empezaron a romper las grandes

montañas para la milpa, para sembrar monte

para el ganado, los animales que vivían ahí, se

fueron, escaparon, se encantaron, se dice que

se los llevó su dueño. Se dice también que

vieron cómo se perdían en los grandes bajos de

la loma. Este encanto de los animales

(silvestres) útiles fue trabajo de su dueño. El

dueño de los animales silvestres útiles al

hombre es K'antepek" (Hipólito y Vásquez,

1991:67).

El dueño de los animales posee una

personalidad dual, se relaciona con el

inframundo punitivo y como dueño del monte

es el encargado de propiciar y controlar la caza

y el aprovechamiento del ambiente. Cuida

constantemente a los animales y las plantas

para evitar tres cosas: que cazadores

irresponsables amenacen las especies; que los

recolectores de leña, plantas o partes de ellas

acaben con el recurso, y que los campesinos

talen los montes sin antes pedir permiso.

En la esfera de la ideología chontal, la ceiba

Ceiba pentandra aún conserva atributos que la

pueden ubicar como un árbol sagrado. Otra

planta importante en la historia de los

chontales es el cacao. Actualmente los

chontales practican escasamente el cultivo de

esta planta, pues los terrenos en que están

asentados no son muy favorables. Sin

embargo, el cacao como bebida es de suma

importancia: siempre se preferirá tomar

chorote (una bebida refrescante hecha con

maíz y cacao) que simplemente pozol (la

misma bebida, pero sin cacao). Esta

preferencia alimentaria tiene un significado

religioso importante, al grado de que se dice

que "cuando se ofrecen velas de parafina a los

muertos, se les está dando pozol, mientras que

si se les queman velas de cera de abeja nativa,

se les está ofreciendo chorote" (Vásquez y

Solís, 1992:348). Asimismo, el dulce de uso

ritual llamado sak chí se hace con maíz y

cacao molidos, endulzados con miel de abeja

nativa. Vemos pues que el cacao es importante

tanto para los chontales como para sus

divinidades. Para los chontales prehispánicos,

el dios del cacao, Ek Chuau también era el

dios del comercio, actividad que los distinguió

y enriqueció.

Entre los relatos etiológicos (que explican

el origen de las cosas) en Tamulté de las

Sabanas existe un mito donde un dios benigno

crea las plantas cultivadas y los animales

domésticos, mientras que otro dios envidioso

del primero, crea sus contrapartes silvestres. A

manera de ejemplo: el primer dios crea el

plátano y el segundo el platanillo; el primero

la sandía y el otro a la sandiíta de ratón; el dios

uno crea al puerco y el dios dos el t'ele chitam

o puerco de monte (Enrique Hipólito, 1990,

com. personal).

Métodos

Después de un recorrido por el área chontal, en

diciembre de 1986 se seleccionó a Tamulté de

las Sabanas (en el municipio Centro, Tabasco)

para iniciar los estudios de la subsistencia de

este grupo étnico. En el campo se revelaron

importantes temas, entre ellos el del

conocimiento y la mitología en relación con la

naturaleza. A partir de ese momento, se enfocó

la revisión, clasificación y discusión de los

escasos materiales bibliográficos existentes

acerca del tema y de los chontales de Tabasco

así como de aquellos temas etnobiológicos

afines al trabajo que se pretendía desarrollar.

Posteriormente se elaboró un banco de datos

que permitiese registrar y almacenar de

manera sistemática la información obtenida en

el trabajo de campo, que para efectos

comparativos se extendió a otros municipios

(Macuspana, Tamulté de las Sabanas y

MARCO A. VÁSQUEZ-DÁVILA

Nacajuca), abarcando así las tres variantes

dialectales del chontal de Tabasco (Schumann,

1985:120).

Es importante aclarar que la información

etnoecológica que se presenta en este artículo

surgió en el contexto de la cotidianidad de

adultos y niños de ambos sexos con los que

convivía diariamente, en un auténtico caso de

serendipia, pues encontré algo (más) que no

estaba investigando originalmente. La

corroboración de los datos proporcionados fue

obtenida mediante la observación participante,

colecta etnobiológica y numerosas entrevistas

abiertas y dirigidas, en un total de seis

comunidades indígenas ubicadas en cuatro

municipios de Tabasco: Centla, Centro,

Nacajuca y Macuspana. En el municipio

Centro, en Tamulté de las Sabanas, viví

durante el año de 1987 y visité las rancherías

aledañas: Jolochero, Tocoal, La Ceiba, Buena

Vista, Rovirosa; en Centla, viví en Quintín

Arauz durante 1988; en Macuspana visité la

Villa Benito Juárez (antes San Carlos) en 1988

y 1990; en 1988 y 1991 visité la Ranchería La

Cruz y Guatacalca (Nacajuca). Después del

vaciado de la información y de su discusión y

análisis, se redactaron los materiales

preliminares, que fueron revisados y

depurados, para, finalmente, someter el trabajo

a la consideración de los propios chontales y

de otros investigadores. Cabe aclarar que de

1992 a la fecha se ha continuado el trabajo de

campo en el área (véase la nota 1).

La dispersión del chile por el pistoqué

El chile asuyup

La especie Capsicum annuum var.

glabriusculum (sinonimia: var. aviculare) es

conocida en Tabasco como chile amash o

chile amashito, palabra chontal y maya

castellanizada que se refiere a su cualidad de

ser silvestre (maax, mono en maya). En el

idioma chontal se conoce al fruto como aj

tsuyup y a la planta como aj tsuyup banalaj

(literalmente: chile-hierba silvestre). Los

componentes de esta palabra posiblemente

sean aj-tso-yup y entonces: aj, señor, tso,

excrecencia (o también pavo), y yup, fruto;

"El señor fruto cagado" sería la traducción,

refiriéndose a la forma de dispersión de esta

planta. En este caso concuerda con el nombre

tzotzil de la misma variedad de chile: tso mut

ich (Long- Solís, 1986:151) y con el nombre

huasteco taa' ts'itsin its (Alcorn, 1984:577-

578); ambos nombres significan "chile cagado

por pájaro". El nombre náhuatl del siglo XVI,

totocuitlatl (de totol, ave y cuitlatl,

excremento) (Hernández, 1943), tiene el

mismo significado que los nombres chontal,

tzotzil y huasteco.

De origen mesoamericano, esta planta se

encuentra ampliamente distribuida en forma

silvestre en el estado de Tabasco. Su hábitat

común son las zonas perturbadas por el

hombre, como acahuales, milpas, cacaotales,

huertos familiares, plantaciones de coco,

platanares, potreros y caminos (Esparza et al.,

1987:40).

La planta es un arbusto perenne de dos

metros de altura o menos, con hojas

acuminadas u ovadas, alternas o subopuestas.

Las flores son solitarias en las axilas de las

hojas, con cinco pétalos de color blanco

verdoso y las anteras azules. El fruto es una

baya pequeña de color rojo brillante cuando

madura, que en su interior contiene numerosas

semillas blancas (Ídem); este fruto crece erecto

en la planta, se desprende fácilmente del

pedúnculo y es dispersado por aves (Long-

Solís, 1986).

Con el fruto se elaboran salsas para

acompañar los alimentos y el pozol, bebida de

maíz excelente para mitigar la sed y el calor

tropical. Las hojas constituyen un ingrediente

esencial de los guisos como puerco en verde y

pochitoque en verde. El chile atsuyup banalaj

también se emplea en forma medicinal para

calmar molestias ligeras de los niños (Esparza

et al., 1987).

ETNOECOLÓGICA, Vol. III, No. 4-5, 1996

El pistoqué

La especie Pitangus sulphuratus es conocida

en Tabasco como pistoqué, cristofué o

bienteveo, palabras en español

onomatopéyicas que se refieren al principal

canto del ave. En el idioma chontal de

Tabasco, se le conoce como ts'iia, una palabra

onomatopéyica también, pero que se refiere a

un segundo canto, más importante para la

cultura chontal porque cuando el ave está

comiendo los frutos del chile, canta un bajo

"quee" y los chontales lo interpretan como iich

(chile, en español). Así, algunos indígenas

infieren que el pistoqué les enseñó el nombre

de este fruto.

Según Peterson y Chalif (1973:144-145)

Pitangus sulphuratus es un papamoscas

grande, de cabeza redonda, que se alimenta de

insectos al vuelo, pequeños frutos como el

chile y otros frutos de árboles tropicales, e

incluso de pequeños peces. Tiene el pecho

amarillo, una banda negra a la altura de los

ojos, los que contrastan fuertemente con el

resto de la cabeza blanca -y lo hace fácilmente

diferenciable de otros papamoscas-, una

coronilla amarilla y alas y cola café rojizas. El

canto de esta especie es un largo "kis-ka-dee"

o también "dzhee" o "quee", así como "geep

career", "geep", "geep career". Se encuentra

distribuida desde el sur de Texas hasta

Argentina. En México, en la franja costera del

Pacífico, desde el sur de Sonora, y en la del

Golfo, de Tamaulipas a la Península de

Yucatán, de 0 a 1 800 metros sobre el nivel del

mar, en áreas semiabiertas, acahuales, huertos,

plantaciones, bordes de bosques, poblados.

Dinámica del ciclo trófico

En la figura 1 se muestra de manera

esquemática el ciclo trófico que comprende

tanto a la planta de chile silvestre asuyup

(ubicada en el nivel de los productores) y a sus

dos consumidores primarios: el pistoqué y el

chontal.

El ave come los frutos maduros del chile y

sus semillas son dispersadas por endozoocoria.

El hombre también consume el fruto del chile,

tolera, fomenta y protege (cfr. de Wet y

Harlan, 1975) a esta planta y respeta al ave que

dispersa sus semillas. Se encuentra en el

mismo nivel trófico del pistoqué con respecto

al chile, pero no existe la competencia. Las dos

especies son capaces de vivir juntas

compartiendo el recurso en alguna forma de

equilibrio. Luego entonces, se puede pensar

que entre el pistoqué y el chontal se da una

interacción ecológica positiva en el sentido de

la protocooperación, o sea que las dos

poblaciones se benefician mutuamente, puesto

que el hombre abre espacios con más luz,

afloja y prepara la tierra (no con el objetivo de

sembrar chile, pero estos terrenos son

propicios a esta planta de todas maneras)

mientras que el pistoqué propaga las semillas.

Sin embargo, cada nicho ecológico (o la

actuación de cada una de estas poblaciones) no

es esencial para el otro, ya que: a) ambas

poblaciones no dependen exclusivamente del

recurso chile silvestre, b) si el hombre

Figura 1. Dispersión de Capsicum annuum var.

glabriusculum por el pistoqué Pitangus sulphuratus

explicada por los chontales de Tabasco, México.

MARCO A. VÁSQUEZ-DÁVILA

no abre los campos o no prepara la tierra, el

chile silvestre prospera de todas formas por la

dispersión que hace el ave, c) si P. sulfuratus

no dispersara las semillas, el hombre

propagaría esta importante especie de su dieta

cotidiana, mediante otros mecanismos (por

ejemplo, la domesticación).

Desde un punto de vista ecológico, las

semillas de chile son ampliamente dispersadas

al azar, mediante las excretas del ave, lo cual

resulta en una probabilidad reducida de

germinar en el mismo hábitat donde el

pistoqué comió los frutos de la planta materna.

Sin embargo, esto eleva las posibilidades de

sobrevivencia de la planta (y por lo tanto del

recurso alimenticio para los dos consumidores

primarios) cuando existen cambios en el

ambiente, hecho que ocurre en un territorio

con una cantidad de terrenos restringidos por

el uso y por los ecosistemas acuáticos

circundantes, terrenos que año con año se

inundan parcial o totalmente, como es el

hábitat de los chontales de Tabasco.

Discusión

Conocer para respetar

La estrategia de dispersión del chile asuyup

(Capsicum annuum var. glabriusculum)

consiste en producir, año con año, un gran

número de semillas muy pequeñas y con poco

contenido calórico (que constituyen una fuente

pobre de alimento). Así, la formación de

semillas depende de la situación ecológica en

que se encuentra la planta, lo que puede ser

producto de un proceso evolutivo (Cfr. los

planteamientos de Solbrig, 1977). Esta especie

se comporta como una planta sucesional, y en

este proceso es una especie pionera (de las

primeras en establecerse en lugares

perturbados o abiertos), es decir, que los

hábitats favorables para el chile asuyup son las

áreas o estados sucesionales (o sea, zonas

taladas previamente que están en un proceso

de devenir bosque maduro), a las que llega

gracias a la dispersión que hacen de sus

semillas, pequeños mamíferos y aves, al

ingerirlas.

Las semillas pasan con rapidez a través del

sistema digestivo de los animales, y son

arrojadas con el excremento. Si el sustrato es

favorable, las semillas germinarán, dando

origen a una plántula de chile. El consumo de

algunas plantas por más de una especie de ave

indica que no existe especificidad por ninguna

(Trejo Pérez, 1979). Algunos tipos de frutos,

como el del chile amash, muestran mayor

capacidad para germinar después de haber

pasado por el tubo digestivo de algunos de sus

dispersores. En el territorio chontal el chile

amash es ingerido principalmente por el

pistoqué, y con menor frecuencia por otras

aves, como chachalacas y cenzontles. Además,

tanto las zonas perturbadas, como las zonas

abiertas, son lugares donde abunda el pistoqué,

por lo que hay poca competencia por el chile

amash con otras aves residentes y migratorias.

El pistoqué puede ser clasificado como ave

residente frugívora oportunista, pues en

Norteamérica es insectívoro y en Tabasco se

alimenta de frutos de Capsicum y de capulín

tropical (Muntigia calabura), así como de

insectos y pececillos. Esto es así porque la

dieta de ciertas aves varía de acuerdo a la

disponibilidad del alimento. Muchas aves

insectívoras se alimentan de frutos cuando

éstos abundan, lo que aumenta el número de

especies que pueden actuar como

diseminadoras de plantas.

Los chontales conocen cuales son los

componentes de la dieta del pistoqué: insectos

(de los órdenes Odonata e Himenoptera,

principalmente) frutos y chile. Cuando el ave

se posa en los alambres o en los árboles, así

como cuando vuela, puede dispersar las

semillas del chile amash. Durante nuestro

trabajo de campo colectamos excretas de

pistoqué y observamos las numerosas y

pequeñas semillas características de Capsicum

annuum var. glabriusculum. También

observamos a la planta creciendo en huertos,

milpas, en caminos y en plantaciones

múltiples. A medida que nos familiarizamos

con la gente, pudimos conocer el respeto que

ETNOECOLÓGICA, Vol. III, No. 4-5, 1996

la cultura chontal tiene hacia ambas especies:

al pistoqué nunca lo espantan o persiguen, aun

cuando el ave se coma los chiles de las plantas

que crecen en el huerto familiar. Más aún,

cuando cosechan los frutos maduros del chile

amash, dejan una parte para la "chilera", otro

de los nombres en español que tiene el ave y

que refleja claramente sus hábitos

alimenticios. Por otra parte, al chile amash lo

nombran como "señor" y se protege contra

daños mecánicos o ramoneo de animales como

gallinas o cerdos.

Conclusiones

Es un hecho bien documentado que en las

selvas tropicales cálido- húmedas la mayoría

de las plantas producen frutos carnosos que

sirven para atraer a una gran variedad de aves

y mamíferos que los usan como alimento, y

que al ingerir la semilla, la dispersan,

depositándola en sitios alejados de su punto de

origen. A este fenómeno se le conoce como

endozoocoria. Muchas plantas tropicales

basan su éxito reproductivo en la dispersión de

sus semillas por animales. Así, las plantas

invierten energía en la producción de un

suministro alimenticio atractivo para los

animales, de modo que éstos se coman el fruto

y dispersen las semillas (Martínez, 1988:73).

Es claro entonces que debido a su

preferencia por los frutos maduros y su

comportamiento alimentario, Pistangus

sulphuratus actúa como dispersor de las

semillas de C. annuum, y de este modo

participa en el proceso natural de colonización

de áreas perturbadas así como en la estrategia

reproductiva del chile amash, que se comporta

como una planta colonizadora de los espacios

ocupados por el hombre, es decir, como

arvense en los agroecosistemas tropicales. En

este trabajo se ha mostrado el conocimiento

ecológico que los chontales de Tabasco poseen

acerca de este fenómeno, conocimiento que

los yoko yinikob, aplican en su entorno, en una

interacción de protocooperación con el agente

dispersor pistoqué, realizando así un manejo

del "señor chile cagado", que permite a los tres

organismos seguir una exitosa estrategia de

vida.

Colofón

En la medida en que los etnoecólogos

describamos claramente la interacción

(histórica y actual) de los conocimientos,

creencias y ambiente, que abordemos el

corpus indígena de manera holística, y que se

analicen de manera crítica los problemas,

aciertos y necesidades de los grupos

minoritarios del planeta, en esa medida

estaremos capacitados para proponer planes y

programas de manejo de la naturaleza que

aseguren la participación democrática de los

pueblos en su legítimo derecho a una

existencia digna.

Notas

1. Este artículo es parte de un proyecto acerca de

los sistemas de subsistencia de los chontales de

Tabasco, realizado desde diciembre de 1986 hasta

la fecha, bajo la coordinación de Marco Antonio

Vásquez. Inicialmente, en el Centro de

Investigaciones del Instituto de Cultura de

Tabasco, se contó con la colaboración de Hugo

Cabrera Hernández, quien estudió la tecnología

agrícola, haciendo énfasis en la milpa y su relación

con el conocimiento chontal de los suelos y el uso

de Stizolobium deeringuianum Bort.

(Leguminosae), como mejorador del suelo y

control de arvenses (Cabrera y Vásquez, 1987;

Cabrera, 1991) y de Beatríz Solís Trejo, quien

trabajó aspectos de la cría de abejas nativas

Melipona beecheii Bennett, y la vivienda

tradicional (Vásquez y Solís, 1990; 1992; Vásquez,

Solís e Hipólito, 1988). Como colaborador externo,

Enrique Hipólito Hernández, ingeniero agrónomo

chontal, ha trabajado, además del tema de la

vivienda, sobre la mitología de Tamulté de las

sabanas (Hipólito y Vásquez, 1991); Marco

Antonio Vásquez indagó sobre la pesca, el

aprovechamiento del palmar y la etnoecología

chontal (Vásquez, 1989 y 1991).

MARCO A. VÁSQUEZ-DÁVILA

Agradecimientos

Agradezco a Gary Nabhan y Barbara

Pickersgill el haberme facilitado literatura

sobre los bird-peppers. A ellos, E. Hunn,

Víctor M. Toledo y Perla Petrich, agradezco

sus comentarios alentadores sobre diversas

versiones de este escrito.

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