Altazor y el superhombre

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Ane González Profesora Francisca Nogueroldocument.docx Poesía Hispanoamericana IV 28/05/2013 Altazor como superación del concepto del “superhombre” En el extenso poema Altazor(1931) del poeta chileno Vicente Huidobro, el poeta Altazor, figura del demiurgo ex nihilo o superhombre, también presente en la filosofía nietzscheana, cae en paracaídas hacia la nada a lo largo de los siete cantos que lo constituyen. Esta metafórica caída muestra su fracaso al crear un universo propio a partir del lenguaje, con lo cual, el poeta muestra que su poesía ha superado el propio ismo que él creó, el creacionismo, ya que el poeta es víctima de los límites y carencias de su propio lenguaje o creación poética. Como consecuencia de este fracaso, la idea del superhombre está también condenada a fracasar, ya que el universo es tan complejo, infinito y dinámico, su realidad tan diversa y llena de matices, que ni siquiera un semi-dios como Altazor es capaz de entender o plasmarlo completamente. Por consiguiente, en la obra de Huidobro, el superhombre, un ser no empático y distanciado del ser humano, el hombre del futuro, el modelo establecido por Nietzsche, es presentado como un ser posesor de una voz está condenada a la incomprensión, como un ser vanguardista fallido cuyas ideas han quedado ya superadas. De este modo, Vicente Huidobro fue más allá de 1

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Ane González

Profesora Francisca Nogueroldocument.docx

Poesía Hispanoamericana IV

28/05/2013

Altazor como superación del

concepto del “superhombre”

En el extenso poema Altazor(1931) del poeta chileno

Vicente Huidobro, el poeta Altazor, figura del demiurgo ex

nihilo o superhombre, también presente en la filosofía

nietzscheana, cae en paracaídas hacia la nada a lo largo de

los siete cantos que lo constituyen. Esta metafórica caída

muestra su fracaso al crear un universo propio a partir del

lenguaje, con lo cual, el poeta muestra que su poesía ha

superado el propio ismo que él creó, el creacionismo, ya

que el poeta es víctima de los límites y carencias de su

propio lenguaje o creación poética. Como consecuencia de

este fracaso, la idea del superhombre está también

condenada a fracasar, ya que el universo es tan complejo,

infinito y dinámico, su realidad tan diversa y llena de

matices, que ni siquiera un semi-dios como Altazor es capaz

de entender o plasmarlo completamente. Por consiguiente, en

la obra de Huidobro, el superhombre, un ser no empático y

distanciado del ser humano, el hombre del futuro, el modelo

establecido por Nietzsche, es presentado como un ser

posesor de una voz está condenada a la incomprensión, como

un ser vanguardista fallido cuyas ideas han quedado ya

superadas. De este modo, Vicente Huidobro fue más allá de

1

la vanguardia escribiendo un texto rupturista que termina

con la barrera que supone la nada o lo ininteligible,

mostrado en los Cantos VI y VII del poema, donde el poeta

chileno se acerca al dadaísmo. Vicente Huidobro mostró en

Altazor el dinamismo del cambio de estética en las

vanguardias, unas vanguardias que estaban siendo superadas.

A través de un análisis de varios fragmentos de este poema

lírico, voy a explicar mi visión sobre Altazor y su

relación con el superhombre.

Vicente Huidobro o “el poeta del aire”, valiéndose de

la metáfora, permite al lector adentrarse en una

suprarrealidad donde se presenta el descenso órfico de

Altazor, símbolo del ángel caído o superhombre. El

vanguardista Huidobro escribió este poema perteneciente a

la poesía de la diferencia (o dificultad) y autónoma para

presentar su compleja y rupturista visión de una

alternativa a la decadencia del mundo Occidental. Esta obra

cumple con las características de las vanguardias hasta tal

punto que ha sido definida por Óscar Hann como una obra

canónica de las vanguardias, como indica el título de su

ensayo sobre Altazor:” "Altazor," el canon de la vanguardia

y el recuerdo de otras vidas más altas”. En Altazor

encontramos la figura que se rebela contra la sociedad y

sus normas establecidas y esto supone una ruptura con todo

lo anterior. La obra de Huidobro es también hermética (y

este hermetismo va in crescendo hasta llegar a ser

ininteligible en el Canto VII) e interpretable de distintas

2

formas. Por tanto, este poema exige un receptor co-creador.

Además, hay un culto a la imagen creada y un evidente uso

de la metáfora, que es más importante que el símbolo en

Altazor. Vicente Huidobro emplea modos oblicuos de

expresión que quedan también patentes en el poema. El deseo

del poeta vanguardista de crear algo totalmente nuevo y

original es también característico en Altazor, donde el

lector es consciente de la gradual deconstrucción del

lenguaje y su estructura. El poema es también vanguardista

porque rompe con la solemnidad del arte (algo que es

bastante más radical en los antipoemas de Nicanor Parra),

ya que Huidobro habla de las palabras o el lenguaje en el

Canto I como “ el simple sport de los vocablos” (Huidobro,

143). Este poema está dirigido a una minoría, ya que es una

obra deliberadamente compleja en la que hay muchas

referencias a diferentes autores (desde lo Bíblico a

Paradise Lost de John Milton, desde Milton a Nietzsche).

Finalmente, el “yo” no empático o artificial de Altazor,

distanciado de las pasiones humanas, es también

característico de las vanguardias. Vicente Huidobro nos

presenta a Altazor como un ser que contempla la humanidad y

el mundo desde las alturas y desde la cosmovisión creada

por su lenguaje. En este poema, el autor fue más allá del

ultraísmo, creando un nuevo ismo dentro de las vanguardias,

el creacionismo, en el cual Huidobro defendía que en lugar

de imitar a la naturaleza, el poeta debía seguir el mismo

proceso de ésta volviéndose “demiurgo” o creador “ex

nihilo”. Sin embargo, este distanciamiento parece

3

insuficiente para el poeta al tratar de superar los límites

impuestos por las carencias del lenguaje. Este fracaso es

lo que lleva a Huidobro más allá de la vanguardia.

Incluso el creacionismo se ve abocado al fracaso en

Altazor, ya que el poeta busca la posibilidad de trascender

pero cae. Al igual que Nietzsche en su obra Ecce Homo, el

poeta creía que todo aquello considerado por el hombre como

real era falso y que por consiguiente, el poeta, como el

superhombre, debía evolucionar, ir más allá del hombre,

desatando la fuerza creadora que la moral tradicional y la

sociedad le habían impuesto para ser capaz de concebir una

visión superior del universo. Un nuevo orden creado

mediante la impersonalidad y uso del lenguaje en el poema

de Huidobro. En Altazor, el “yo” lírico del poeta o su

hipervital “yo” es, al igual que en la filosofía

nietzscheana, la de un individuo que debe liberarse de las

restricciones impuestas por la sociedad para llegar a ser

un superhombre, el eje creador del universo. Un universo

descrito en Altazor como un viaje metafísico hacia la nada

del “yo” lírico. Una nada que da a lugar a un futuro

indescifrable para el lector y autor, puesto que es una

representación de un futuro que escapa del entendimiento

humano y que simboliza el fracaso comunicativo del

modernismo. Este fracaso del hombre moderno y la modernidad

está estrechamente ligando a la idea nietzscheana del

superhombre, descrito de esta forma: “La palabra

“superhombre”, que designa un tipo de óptima constitución,

en contraste con los hombres “buenos”, con los cristianos y

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demás nihilistas” (Nietzsche, 65). Un ideal que acaba

siendo criticado o superado en la obra de Huidobro, ya que

este superhombre o en este caso, el superpoeta no llega a

trascender o plasmar lo que desea y acaba sumido en un

lenguaje incomprensible, convirtiéndose en un profeta sin

mensaje claro.

El poema de Vicente Huidobro ha sido considerado

como un viaje metafísico e incluso metapoético en el que

Altazor cae en paracaídas hacia la desarticulación de su

mundo, un mundo creado a través de la poesía o lenguaje,

hasta ser simple sonido y silencio, como explica Mª Ángeles

Pérez López: “es un poema largo en torno a la palabra

humana que se vuelve puro sonido en un proceso de

desarticulación a lo largo de siete cantos donde se propone

un viaje metapoético de dimensiones metafísicas”(Pérez,

23). El poeta va cayendo a lo largo de estos cantos

alternando la exploración de su “yo” y una visión aérea del

universo que ha creado, mientras su lenguaje metamorfosea

hasta llegar a imágenes inconexas y sonidos ininteligibles

en el último canto. Altazor es un poeta con rasgos divinos

y humanos, libre y limitado al mismo tiempo. Es un demiurgo

cuya vida es efímera, un comunicador que termina en

silencio, un poeta que se desafía radicalmente a una

sociedad que rechaza, como se define en el Canto I:

“Bárbaro limpio de rutinas y caminos marcados/No acepto

vuestras sillas de seguridades cómodas/Soy el ángel salvaje

que cayó una mañana” (Huidobro, 365-67). Este ángel

salvaje, independiente y bárbaro, es sin embargo “la voz

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del hombre que resuena en los cielos” (Huidobro, 354), una

voz que habla por el colectivo que rechaza, pese a no

sentirse parte de él, algo paradójico, adjetivo que Vicente

Huidobro emplea para definir a Altazor y que es, en mi

opinión, reflejo de la propia existencia, tan

contradictoria y llena de matices, que resulta imposible

plasmar por completo a través del arte. Por lo tanto, se

puede interpretar que Altazor es una crítica al concepto de

“deshumanización del arte” de Ortega y Gasset, porque la

poesía, la abstracción y el lenguaje son insuficientes para

expresar lo que el poeta quiere. Pese a que Altazor haya

creado un mundo completamente alejado de la realidad, un

mundo poético y artístico, su fracaso al querer trascender

los límites del lenguaje es la prueba de que ni siquiera

ese arte superior a lo humano o no empático puede expresar

el objetivo del creador. Esto hace que la obra de Huidobro

se pueda incluir en la vanguardia posterior a los años

veinte, ya que en esta tardía vanguardia la obra artística

deja de considerarse como un medio de investigar otros

mundos. Pese a que en Altazor, el creador cree otros mundos,

encuentra límites a su creación, y a partir de la

consciencia de esas barreras, va cayendo gradualmente en la

nada, en lo indescifrable, en el vacío.

Como en su poema “Ars Poetica”, Vicente Huidobro

concibe al poeta como demiurgo, como parte de una élite,

con soberbia: “El poeta es un pequeño Dios”1 . Esto no solo

nos indica su falta de fe en Dios o “non servia” sino que

1 Último verso de El espejo de agua.1916.

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nos indica que el poeta era considerado por Huidobro como

un ser superior a una sociedad que rechazaba (señal de

intelectualismo), alguien que era Dios de su propia

religión, la del arte. El poeta crea su universo o

suprarrealidad e incluso la figura de Dios valiéndose del

lenguaje, como podemos ver a lo largo del poema, por

ejemplo en el Canto I: “Señor Dios si tú existes es a mí a

quien lo debes” (Huidobro, 429) y en el Canto V: “Soy el

único cantor de este siglo/ Mío, mío es todo el infinito”

(Huidobro, 537-38). En el Prefacio de Altazor, el poeta es

el creador del fuego y de la vida, el creador del poema o

incendio, la figura prometeica: “Los verdaderos poemas son

incendios./ La poesía se propaga por todas partes,

iluminando sus consumaciones/ con estremecimientos de

placer o de agonía”2 (Huidobro, 57). Ese futuro

indescriptible que el autor plasma de forma ininteligible

en el poema, mostrando el fracaso del modernismo, es solo

concebible a través del lenguaje, de la poesía, que suponía

la forma de que el poema quedara libre de las restricciones

de lo real y empírico.

La ausencia de la figura de Dios, el rechazo a la

moral cristiana es lo que hace que tanto Vicente Huidobro

en Altazor como Nietzsche en Ecce Homo adopten una actitud

vitalista, donde la importancia del bien y del mal, y de

una vida anterior se debilitan. Esto se puede apreciar en

Friedrich Nietzsche, donde lo diabólico está directamente

2 Al tratarse del prefacio de Altazor, no hay número de línea como en los siete cantos del poema y por consiguiente, he indicado el número de página.

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conectado con lo divino: ”El diablo es sencillamente la

ociosidad de Dios cada siete días…” (Nietzsche, 120). En

Ecce Homo, el creador o superhombre es considerado demonio

por la humanidad:”¡Vosotros los hombres supremos que con

mis ojos tropezaron! Ésta es mi duda respecto a vosotros y

mi secreto reír:¡apuesto a que a mi superhombre lo

llamaríais-demonio!”(Nietzsche, 140). El rechazo de la

sociedad por este nuevo modelo de hombre, por este ser

superior a lo humano es lo que producía un sentimiento de

superioridad en Nietzsche, como indica con su risa. La

ruptura e irreverencia a la sociedad, la moral y la

tradición es patente tanto en Nietzsche como en Huidobro,

como el lector puede apreciar en el Canto I de Altazor,

donde el poeta se define a sí mismo como ”Flor de

contradicciones bailando un fox-trot/Sobre el sepulcro de

Dios/Sobre el bien y el mal” (Huidobro, 377-78) y la

confusión entre lo sagrado y satánico: ”Que Dios sea Dios/O

Satán sea Dios” (Huidobro, 415-16). La ausencia de Dios

mencionada en Altazor está directamente vinculada a Así habló

Zarathustra según el crítico y poeta Óscar Hann:

"Dios ha muerto: ahora nosotrosqueremos que viva el Superhombre" (p.201). ?Y qué otra cosa es o quiere serAltazor sino un Superhombre, unSuperpoeta, en el sentido nietzscheanodel término? La idea de que el hombredebe ser superado mediante eladvenimiento del Superhombre escentral en la filosofía de Nietzsche.(Hann,16)

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Por lo tanto, Altazor es un reflejo de la filosofía

nietzscheana, alguien que contempla el ser humano desde un

plano cenital, que carece de empatía y concibe el mundo

desde su visión egocéntrica. Pero, al mismo tiempo, Altazor

sufre muchos de los males del ser humano, formando parte de

ese colectivo que rechaza, como indica la conciencia de su

finitud, su derrota en la lucha contra el caos y su hambre

de conocimiento inaccesible e inabarcable, eternamente

insatisfecho, como la del ser humano. Es un superhombre

fallido.

La actitud omnisciente, profética y el carácter divino

del poeta se contraponen a la presencia e impacto de la

muerte en la efímera vida humana, una actitud presente

desde el Canto I: “Altazor morirás Se secará tu voz y serás

invisible” (Huidobro, 20). Ni siquiera el poeta es inmortal

o infinito y está abocado a ser consciente de la

irrevocable y progresiva caída a lo largo de su vida hacia

la muerte, la incomunicación, el silencio, la nada. El

silencio es la señal del fracaso del poeta, la incapacidad

de trascender, la prueba de que incluso la religión del

arte, de la palabra, tiene sus carencias, como podemos ver

en los versos que cierran el Canto III: “Después nada

nada/Rumor aliento de frase sin palabra” (Huidobro,160).

Este fracaso al cristalizar la vida está también reflejado

en su propia obra, ya que el Canto VI finaliza con la

muerte, antes de las palabras ininteligibles para el lector

del Canto VII: “Cristal muerte” (Huidobro, 175) y también a

través de las innumerables menciones a la muerte como algo

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irrevocablemente unido a la vida, como esta en el Canto I:

“Como el nombre en la carta que envío/Voy pegado a mi

muerte/Voy por la vida pegado a mi muerte”(Huidobro, 387-

389). Esta conciencia de la cercanía de la muerte, que

suponía la nada, ya que ni Nietzsche ni Huidobro, al igual

que muchos autores de las vanguardias, por ejemplo Samuel

Beckett en Esperando a Godot, creían en la existencia de algo

tras ella, provocó su actitud de hipervitalismo. Una

actitud presente en sus obras, como podemos ver en el Canto

I de Altazor: ”Consumamos el placer/Agotemos la vida en la

vida” (Huidobro, 185). La vida no es algo opcional para

Vicente Huidobro, sino un deber, un deber que se vuelve

bello gracias al lenguaje, como expresa al final del Canto

III: “Y puesto que debemos vivir y no nos

suicidamos/Mientras vivamos juguemos/El simple sport de los

vocablos” (Huidobro, 142-4). El tono irónico y la

trivialidad del lenguaje perceptible en estos versos como

algo lúdico, para amenizar el viaje o paso del tiempo,

queda patente en el uso formal de la poesía en los Cantos V

y VI, como explica René de Costa en la introducción del

poema: “Al principio sin embargo, las posibilidades

expresivas son tan atrayentes como sencillas, la poesía es

una invitación a jugar con las palabras.”(René de Costa,

36).

La tragedia humana, su gradual acercamiento a la

muerte, es soportable a través de la poesía, de la palabra,

del lenguaje. Sin embargo, el poeta sigue experimentado el

sentimiento trágico de la vida o angustia existencial, un

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dolor constante causado por el vértigo a la nada y la

imposibilidad del lenguaje, como el lector puede observar

en el Canto I: “Angustia cósmica/Poliforme angustia

anterior a mi vida” (Huidobro, 328-9). A través de este

verso, la figura de Altazor y su angustia son descritas

como las de un ser que conoce el pasado y carga con su

dolor. La idea de sufrir por lo previo a su existencia esta

relacionada con “el eterno retorno” o concepción de que lo

que experimentamos ha sido repetido y será repetido a

través del tiempo, infinitamente. Esta fuerza del lenguaje

o la palabra altera su completa visión de la humanidad,

como se puede percibir en el Canto VI de Altazor: “La

palabra electrizada de sangre y corazón/Es el gran

paracaídas y el pararrayos de Dios” (Huidobro, 672-3). La

palabra se presenta en estos versos como una forma de

salvación, como una manera de evitar la caída o incluso la

propia muerte. Su dinamismo y relación con símbolos de lo

vivo como la sangre y el corazón crea una fusión de arte y

vida. Este lenguaje nuevo y críptico para el ser humano

contemporáneo es una forma de rebelión ante un presente que

causa pesadumbre en el poeta, al igual que la condición

humana en Friedrich Nietzsche, como se puede apreciar en el

Canto I: ”Soy protesta y araño el infinito con mis garras/Y

grito y gimo con miserables gritos oceánicos/El eco de mi

voz hace tronar el caos” (Huidobro, 403-5). Altazor

representa la conciencia de la humanidad y de su dolor

durante siglos, de una vieja era (probablemente la era

cristiana) que finaliza con su voz, como se puede apreciar

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en el Canto I: “Siglos y siglos vienen gimiendo en mis

venas/Siglos que se balancean en mi canto/Que agonizan en

mi voz” (Huidobro 346-8).

En este poema, el poeta es la voz del universo, una voz que

abarca pasado, presente y futuro y la dialéctica entre la

naturaleza y la sociedad, el individuo y el colectivo, la

abstracción y lo concreto, la vida y la muerte. Esta voz es

la de un individuo que habla por la humanidad, mostrando la

influencia poética de Walt Whitman, quien había sido la voz

de Estados Unidos previamente en su obra Leaves of grass, en

Altazor. Esta influencia está también presente en la poesía

de Pablo Neruda y José Martí, quienes también escribieron

poemas en los que encontramos la figura del poeta-profeta

En esta obra, el poeta-profeta es un ser que pese a

ser diferente al resto de la humanidad, sufre por ella y

lleva el peso de la historia en su conciencia, al igual que

Nietzsche, que se define como un sujeto que sufre por el

colectivo: ”yo no he sufrido nunca más que por la

muchedumbre” (Nietzsche, 61). Esta preocupación por la

humanidad, el hecho de que ambos carguen con ese

sufrimiento previo a su existencia, hace que podamos

interpretar estas voces como parte del “eterno retorno” o

lo cíclico, algo presente en la metáfora del molino en el

Canto V de Altazor:”Y juega con nosotros el molino de

viento/Molino de viento/Molino de aliento(…)”(Huidobro,

118-123). Este juego lingüístico es una forma en la que

Huidobro expresa la extenuación que el “yo” lírico sufre al

ser consciente de la constante repetición( que varía

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ligeramente) de la vida. El tema del “eterno retorno” es

abordado por Nietzsche en La Gaya Ciencia:“Esta vida, tal como

tú la vives actualmente, tal como la has vivido, tendrás

que revivirla... una serie infinita de veces” (Nietzsche,

341). La presencia del molino como algo dinámico, moviendo

sus astas constante e indefinidamente, como metáfora de la

propia humanidad y de su historia, es también una de las

metáforas más destacables en el poema de William Butler

Yeats “The Second Coming”, donde el poeta es también un

poeta cósmico que concibe el universo como algo cíclico e

infinito, representado a través del círculo creciente que

gira constante:” Turning and turning in the widening

gyre”(Yeats, 76).

La crítica a la modernidad y a la historia del ser

humano aparece también en Ecce Homo: ”Este libro (1886) es

en todo lo esencial una crítica de la modernidad.” (Nietzsche,

119). Tanto la negativa cosmovisión de Vicente Huidobro

como la de Friedrich Nietzsche estaban directamente

causadas por la injusticia social y la moralidad

tradicional de su época. Como solución a esa decadencia del

ser humano, ambos autores presentan un ser que mediante su

posibilidad de trascender los límites y su radical visión

del mundo desafía todo lo establecido para crear el cambio:

“Todas las cosas de que nuestra época está orgullosa son

sentidas como contradicción a ese tipo, casi como malos

modales, así por ejemplo la famosa “objetividad”, la

“compasión por los que sufren”, o el “sentido histórico”

con su servilismo respecto al gusto ajeno” (Nietzsche,

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120). Esta actitud desafiante está también presente en el

Canto I de Altazor: “Desafiaré al vacío/Sacudiré la nada

con blasfemias y gritos” (Huidobro, 311-12). El individuo

del futuro, representado por el superhombre en el caso de

Nietzsche y por Altazor en el caso de Huidobro, no se

siente ligado a ninguna sociedad, a ninguna historia, a

ninguna religión, es un ser liberado de todas las

restricciones, un ser más poderoso y libre que el ser

humano. Un ser que recuerda a la figura de Satán en Paradise

Lost. Este ser creará un mundo donde todos los valores

cambiarán o habrá, en palabras de Nietzsche “una

transvaloración de todos los valores” (Nietzsche, 122). Una

transvaloración estrechamente ligada al balbuceo

ininteligible con el que termina Altazor. Ni el superhombre

ni el superpoeta serán capaces de descodificar el nuevo

lenguaje, de entender los nuevos valores, ya que pese a ser

rupturistas y avanzados a su tiempo y sociedad, les es

imposible llegar a esa visión completa del futuro y por lo

tanto, todavía más plasmarla y transmitirla. Vicente

Huidobro expresa la angustia ante el fracaso del poeta al

crear su universo, un universo donde Altazor es incapaz de

vencer al caos que rodea todo, donde no encuentra respuesta

a sus preguntas, donde los símbolos no se relacionan como

en las “Correspondances” baudelerianas. El infinto hambre

de conocimiento del poeta no será jamás saciado, una idea

también presente en la poesía de Jorge Luis Borges, ya que

sus herméticos símbolos como el espejo, la rosa y el

laberinto suponen misterios indescifrables para la

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humanidad. En el poema de Huidobro, Altazor no puede

encontrar la clave o llave que acabe con el caos que le

rodea: “Todo en vano/Dadme la llave de los sueños

cerrados/Dadme la llave del naufragio” (Huidobro, 301-3).

Desde el Canto I, se advierte este futuro fracaso de la

palabra ante lo inhablable: “Todo lo que se esconde y nos

incita con imanes fatales/Lo que se esconde en las frías

regiones de lo invisible/O en la ardiente tempestad de

nuestro cráneo”( Huidobro, 283-285). Según el crítico

Víctor Gustavo Zonana, esta conciencia del fracaso del

poeta como creador supone una ruptura con los antecedentes

románticos: “Esta conciencia del fracaso del poeta como

visionario trae como consecuencia la fractura de una de sus

dimensiones características, herencia de sus antecedentes

románticos: su condición privilegiada de outlaw, de rebelde

y solitario frente al mundo”(Zonana, 90). Por lo tanto,

Altazor es una crítica a la escritura del “yo”, nos muestra

el fracaso del poeta como creador independiente y superior

a la sociedad alabado por románticos como William

Wordsworth, Percy Bishee Shelley, Lord Byron y el Comte de

Lautréamont entre otros. El neorromanticismo de los años

treinta se ve superado aquí por Vicente Huidobro, vida y

arte no pueden fundirse completamente, la suprarrealidad

también es imperfecta, el superhombre no es capaz de todo.

La crítica visión del pasado, la era Cristiana y el

presente de principios del siglo XX. está presente en

Altazor y en muchos poetas modernistas y simbolistas como el

irlandés William Butler Yeats o el inglés T.S Eliot en su

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también extenso poema The Waste Land. William Butler Yeats,

al igual que Vicente Huidobro, emplea un “yo” lírico

impersonal y profético en su poema “The Second Coming”,

donde lo viejo es sustituido por lo nuevo y se describe

cómo en la transición todo es caótico, oscuro y

fragmentario. Sin embargo, lo que distingue a Vicente

Huidobro de los modernistas y simbolistas es su novedosa

forma de escribir poesía, su ruptura en cuanto a las

características formales, la inclusión de ese balbuceo

final que no supone solo una renovación temática (también

presente en “The Second Coming”) sino también formal,

puesto que el balbuceo final es propio del dadaísmo y esto

implica la fusión de diferentes estéticas en una misma

obra. Pese a que el fracaso del modernismo esté presente en

muchos modernistas, lo que diferencia a Huidobro es que

refleja una esperanza puesta en lo venidero, en algo más

allá del lenguaje, en un lenguaje superior: “Hablo de una

lengua mojada en mares no nacidos” (Huidobro, 610) que

sustituyera el corrupto lenguaje previo:

Altazor desconfía delas palabras Desconfía del ardidceremonioso Y de la poesía Trampas (Huidobro,592-5)

Sin embargo, como se puede apreciar en el propio poema, ni

siquiera ese lenguaje poético innovador es suficiente para

16

expresar lo que el “yo” lírico desea, como expone Graciela

Maturo:

El balbuceo que remata el poema deHuidobro es antítesisde la soberbia vanguardista. Elejercicio poético ha conducido a lasuperación de la metáforainvencionista, configuradora deobjetos autónomos, y alredescubrimiento real, o lo que es lomismo: el triunfo de la poesíacomporta el entierro del poema,frase que podría suscribir el másferviente romántico.(Maturo, 17)

No comparto la idea de esta crítica en lo concerniente a

que los autores románticos aceptaran las carencias del

poema, o los límites del poeta como creador de una

cosmovisión. No obstante, creo que este balbuceo del Canto

VII es una forma que el poeta chileno tiene de expresar la

imposibilidad de hallar un lenguaje que comunique su

mensaje, como define Graciela al explicar cómo el triunfo

de Altazor reside precisamente en el fracaso del poema.

Este balbuceo puede interpretarse como un jeroglífico que

la crítica Rosa Sarabia expone como característico de la

aventura creacionista, “un código sólo inteligible a partir

de conocer un nuevo lenguaje que responde a un grado cero

de comunicación”(Sarabia, 111). Por lo tanto, el superpoeta

o superhombre no puede comunicar nada en absoluto en el

Canto VII, su lenguaje y mundo se han ido desvaneciendo

hasta llegar a la nada, al silencio, al dominio de lo

incognoscible, pasando del creacionismo al dadaísmo, el más

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deconstructivo de los ismos vanguardistas. Vicente Huidobro

plantea cómo el superhombre o poeta, que se siente tan

superior a la humanidad, contemplándola desde lo alto como

un azor (incluso el nombre del poeta es una metáfora),

sufre y fracasa en su papel de poeta-profeta. Este fracaso

del poeta como creador que Vicente Huidobro presenta en

Altazor aparece también en Ecce Homo:

“Esto me parece estar condicionado porel inmenso derroche de todas lasenergías defensivas que cada accióncreadora, cada acción nacida de lo máspropio, de lo más íntimo, de lo másprofundo, tiene como presupuesto. Laspequeñas capacidades defensivas quedande este modo en suspenso, por asídecirlo: ya no afluye a ellas fuerzaalguna.”(Nietzsche, 110-111)

Por lo tanto, Nietzsche y Huidobro eran conscientes de que

la escritura del “yo”, la visión egocéntrica del creador y

su esfuerzo por plasmar su mundo interior estaban

condenados al fracaso. Esta deconstrucción o pérdida de

contenido inteligible de los últimos cantos de Altazor es

una metáfora de ese agotamiento e incapacidad del creador.

Tanto Friedrich Nietzsche como Vicente Huidobro anunciaron

un cambio que modificaría el universo, pero ninguno

consiguió dar con las respuestas a sus preguntas, ni

descifrar el futuro de la humanidad. Altazor es el símbolo

del fracaso de los ismos, del arte deshumanizado de Ortega

y Gasset, del egocentrismo y renovaciones formales de la

vanguardia, ya que todos esos cambios formales y el

distanciamiento no eran suficientes para crear un mensaje

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que fuera totalmente nuevo y concerniese a toda la

humanidad.

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19

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