UNASUR. La constitución de un soporte regional del poder soberano estatal

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Julián Kan y Rodrigo Pascual compiladores INTEGRADOS (?) Debates sobre las relaciones internacionales y la integración regional latinoamericana y europea

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Julián Kan y Rodrigo Pascualcompiladores

INTEGRADOS (?)

Debates sobre las relaciones internacionales y laintegración regional latinoamericana y europea

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COLECCIÓN ESTUDIOS DE NUESTRA AMÉRICA

Julián Kan y Rodrigo Pascual (comps.)INTEGRADOS (?) Debates sobre las relaciones internacionales y la integra-ción regional latinoamericana y europea. 1a ed. Buenos Aires: Imago Mundi,2013.320 p. 22x15 cmISBN 978-950-793-159-81. Relaciones Internacionales. 2. Integración Regional. I. Pascual, Rodrigo II.Kan, Julián, comp.CDD 327.1Fecha de catalogación: 25/07/2013

©2013, Julián Kan y Rodrigo Pascual (comps.)©2013, Ediciones Imago MundiDistribución: Av. Entre Ríos 1055, local 36, CABAwebsite:www.edicionesimagomundi.comDiseño y armado de interior: Alberto Moyano, hecho con LATEX 2εHecho el depósito que marca la ley 11.723Impreso en Argentina. Tirada de esta edición: 700 ejemplares

Se terminó de imprimir en el mes de setiembre de 2013 en Gráfica SanMartín, Güiraldes 2727, San Martín, Provincia de Buenos Aires, RepúblicaArgentina. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta,puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni porningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o defotocopia, sin permiso previo por escrito del editor.

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Luciana Ghiotto

Índice general

IntroducciónJulián Kan y Rodrigo Pascual . . . . . . . . . . . . . . IX

I Debates teóricos sobre las relaciones internacionales y laintegración regional

1 El realismo y el liberalismo internacionalista. Una introduccióncrítica a las teorías clásicas de las relaciones internacionalesAlejandro M. Jaquenod . . . . . . . . . . . . . . . . 3

2 Hegemonía, orden mundial y cambio histórico: siguiendo el caminode la teoría crítica. Perspectivas neogramscianas en las relacionesinternacionalesAndreas Bieler y Adam David Morton . . . . . . . . . . . 23

3 Más allá de las relaciones internacionales: acerca del mercadomundial y el estado-naciónWerner Bonefeld . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43

4 Hegemonía neogramsciana y el orden internacionalPeter Burnham . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

5 El estado capitalista, la crisis financiera y el debateimperio-imperialismoPablo Míguez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89

II Análisis sobre la reciente inserción e integración regionalde América Latina

6 Estados Unidos, su proyecto de libre comercio para América Latinay la resistencia argentinaLeandro Morgenfeld . . . . . . . . . . . . . . . . . 123

7 Una relación particular. Clase dominante, gobierno y orígenes delMERCOSURJulián Kan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155

8 ¿A dónde va el ALBA?Modesto Emilio Guerrero . . . . . . . . . . . . . . . . 205

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9 UNASUR. La constitución de un soporte regional del podersoberano estatalRodrigo F. Pascual . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219

10 Los tratados bilaterales de inversión y la protección a lasinversiones: un análisis del caso argentinoLuciana Ghiotto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251

Autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279

Índice de autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301

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Capítulo 9

UNASUR. La constitución de un soporteregional del poder soberano estatal

Rodrigo F. Pascual*

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Las acciones de la UNASUR

En septiembre de 2008 UNASUR se presentó públicamente y lo hizo através de la resolución del conflicto entre los prefectos insurrectos de laMedia Luna boliviana y el poder ejecutivo nacional. A tan solo cuatro mesesde haber firmado su tratado constitutivo la UNASUR encontró sus funcionesespecíficas. Sin embargo, al momento de su firma no podía visualizarseninguna especificidad.1 No se sabía si se trataba de un acuerdo comercial

*. Agradezco los comentarios de Julián Kan, Alejandro Jaquenou, Alberto Bonnet,Luciana Ghiotto, Modesto Guerrero y Florencia Poggi. Como se suele decir, se losexime de toda responsabilidad de las afirmaciones aquí vertidas.

1. Tal es así que el 22 de mayo de 2008 el asesor en cuestiones internacionalesde Lula, Marco Aurelio García, declaraba que una de las funciones centrales de laUNASUR sería la de desarrollar la integración financiera a través del Banco del Sur yde infraestructura. Sin embargo, a cuatro años de aquellas declaraciones los avancesde la UNASUR en esas áreas han sido escasos. Véase La Nación, 22 de mayo de 2008.«Defienden la creación de la UNASUR.» También puede consultarse del mismo diario27 de mayo de 2008 «Lula quiere moneda y banco central regional». Asimismo, segúnlas declaraciones recolectadas por el diario La Nación, el 24 de mayo de 2008, Lulada Silva, presidente de Brasil, planteaba que una de las funciones a desarrollar porla UNASUR estaría dada por la formación del Consejo de Seguridad, no obstante seencontró con la fuerte oposición de Colombia. Véase, «La nueva estructura regionalno apasiona a la Casa Rosada», 24 de mayo de 2008. También puede verse en LaNación, 10 de junio de 2008, «Una tercera oportunidad para la región» «Mientrasla Comunidad Sudamericana de Naciones planteaba un área de libre comercio, laUNASUR no indica si su objetivo es ser una zona de libre comercio o conformar unbloque de integración cuyo destino sea ser un mercado común o una unión económicacomo la Unión Europea (UE)». Además, puede consultarse La Nación, 23 de mayo de

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base para la confluencia del MERCOSUR y la CAN – que incluía al resto delos países del Cono Sur y que tenía pretensiones de incorporar a otros paísesde Centro América y el Caribe – o si su conformación era más bien un gestopolítico.

Ante una inminente guerra civil, entre los sectores que apoyaban a losprefectos de la medialuna boliviana y los que constituían las bases de apoyodel ejecutivo nacional, la presidenta de Chile – que ejercía la presidenciapro tempore de UNASUR – y la de Argentina reaccionaron inmediatamentey activaron a que los presidentes de Venezuela y el de Brasil se acoplaran ala UNASRUR para buscar una resolución pacífica. Sin embargo, esa reacciónsolo fue posible una vez que los bandos en conflicto llamaron a que se hicierapresente una instancia de mediación. De esta manera, UNASUR hizo efectivasu primera aparición.2 La reunión de los/as presidentes en la casa de LaMoneda, Santiago de Chile, fue exitosa. Y no lo fue solo porque garantizó lagobernabilidad de Bolivia sino también porque lo hizo para el resto de lospaíses de la región. Precisamente, de haberse desatado una guerra civil enBolivia, las consecuencias hubieran sido negativas para el conjunto de lospaíses del Cono Sur, principalmente para sus vecinos.3

Por otra parte, pocos meses antes de que se firmara el tratado de laUNASUR, en marzo de 2008, los principales países que la componen logra-ron desactivar un potencial conflicto bélico entre Colombia y Venezuela através de la OEA. Luego de una incursión militar colombiana en territorioecuatoriano, los presidentes Chávez y Uribe protagonizaron una escalada deenfrentamientos verbales que llegaron a amenazas de confrontación armada,e incluso se movilizaron tropas venezolanas a la frontera con Colombia. Sin

2008 «El debate por las asimetrías, presente en la cumbre de Brasil», y del 10 de juniode 2008 «La burocrática integración latinoamericana».

2. Véase, La Nación, 13 de septiembre de 2009, «Cumbre de urgencia por la crisisen Bolivia» y del mismo diario, 14 de septiembre de 2009 «Cristina Kirchner y otrosjefes de estado se reunirán de urgencia».

3. Si bien las consecuencias económicas podrían haber sido las más inmediatas, dehecho durante los enfrentamientos ya había habido cortes de suministros energéticos,lo cierto es que desatada una guerra civil en Bolivia el efecto contagio discurría comouna amenaza para el resto de los países de la región. Ambos niveles pueden leerse enLa Nación, 15 de septiembre de 2008, «La Argentina espera dar una señal de unidadante Estados Unidos»: «El Gobierno [de Argentina] considera que el respaldo de lacomunidad regional a las instituciones en Bolivia podría evitar que el conflicto socialderivara en una guerra civil y, por ende, en una crisis energética de dimensiones paraesta parte del mundo». Asimismo, en La Nación, 14 de septiembre de 2008, «CristinaKirchner y otros jefes de estado se reunirán de urgencia», se lee: «Otro motivo ladesvela [a la presidenta]. En Balcarce 50 admitieron que Cristina Kirchner presiente,tal como lo expresó públicamente, que una crisis institucional en Bolivia podría tenerun efecto de contagio regional de impredecibles consecuencias».

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embargo, luego de la intervención de los presidentes de Brasil y Argentina sealcanzaron acuerdos de paz.

En 2009 el gobierno de Uribe y el de Chávez volvieron a enfrentarse. Estavez el motivo fue el conocimiento público de la firma de un acuerdo entreEstados Unidos y Colombia para instalar siete nuevas bases militares. Si bienno se llegó a desatar un conflicto abierto, como en el caso boliviano, ni sellegaron a amenazas bélicas, lo cierto es que se produjo un clima de tensionescrecientes en que se requerió un llamado a la concordia. Chávez adujo que,entre otras cuestiones, se buscaba desestabilizar su gobierno. Así fue que,en agosto, la UNASUR llamó a la realización de una Cumbre de carácterurgente, realizada en Bariloche, Argentina. UNASUR asumía que los motivosde la Cumbre no se limitaban a un problema entre dos estados miembros.Para este organismo se trataba de un problema regional. En la Cumbre deBariloche se logró detener la instalación de las nuevas bases militares. A pesarde las diferentes posiciones, se llegó a un acuerdo sin que se ejerciera unaimposición sobre la soberanía4 colombiana. De esta manera, UNASUR evitóun potencial conflicto regional, con posibles efectos negativos para los paíseslimítrofes.

En septiembre de 2010, luego de un intenso conflicto entre el presidentede Ecuador y las fuerzas policíacas – desatado por una serie de medidasfallidas relativas a las formas de pago de haberes de las fuerzas del ordeny ante una sucesión de hechos que fueron elevando vuelo, en una especiede motorización provocada por la propia turbulencia, que derivaron en loque varios analistas consideraron como un intento de golpe de estado – lospresidentes del Cono Sur se reunieron de urgencia. Esa vez lo hicieron demodo informal en la ciudad de Buenos Aires bajo el auspicio del secretariogeneral de UNASUR, Néstor Kirchner. Desde Buenos Aires se emitió uncomunicado que rechazaba las acciones de carácter «destituyentes». Ademásse reconocía y apoyaba a Rafael Correa como presidente legítimo. Como enel caso boliviano, la acción inmediata de la UNASUR se producía en pos demantener la estabilidad ecuatoriana y regional. La inestabilidad política quehubiera seguido a un golpe en Ecuador podría haber desencadenado unaescalada de conflictos con resonancias regionales. La UNASUR, nuevamente,actuó como un garante de la paz social interna y regional.

Por último, en junio de 2012 se produjo un golpe institucional en Pa-raguay. Este fue similar al acontecido en Honduras, en 2009. El gobiernoelecto fue depuesto por medio de mecanismos legales, aunque, según mu-chos juristas, inconstitucionales en sus prácticas. Es decir, se siguieron losprocedimientos enunciados en la letra de la ley, pero no se cumplió con la

4. A lo largo de este capítulo se utilizará soberanía en dos sentidos: a) comose comprende tradicionalmente, i.e. el ejercicio del poder de un estado sobre suterritorio; b) como la capacidad de la burguesía de imponerse políticamente sobre laclase trabajadora.

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constitución práctica de la ley. Más allá de estos vericuetos legales, lo ciertoes que ante estos dos golpes de estado la presencia y efectiva capacidadde UNASUR fue casi nula. Precisamente, en ninguno de los dos casos sepodían visualizar amenazas para la estabilidad política nacional y regional.En el caso paraguayo la posición del presidente depuesto, Fernando Lugo, fuecentral en el reaseguro de la gobernabilidad. Su sujeción a los mecanismosque lo depusieron, así como su llamado a la concordia, fueron suficientescomo para que la situación no llevara a enfrentamientos sociales mayores.Asegurada la gobernabilidad y la paz social del país y, por consiguiente, de lospaíses lindantes, la capacidad de intervención de la UNASUR quedó reducidaa su mínima expresión. En otras palabras, la presencia de la UNASUR fuemeramente gestual. La institución regional suspendió al Paraguay hasta quese «normalizara» la situación institucional y se proclame un nuevo presidenteelecto democráticamente.

Adelantando los argumentos, puede decirse que en todas estas ocasioneslas acciones de la UNASUR apuntaron en una misma dirección: mantenerla gobernabilidad nacional y regional por medio del fomento de la paz, lacontinuidad democrática y garantía de la seguridad regional.5 En este sentido,se comprende tanto que la UNASUR no se proponga en su tratado constitutivomecanismos de supranacionalidad, como que mantenga una forma de organi-zación intergubernamental en la que el consenso y el respeto de las soberaníasnacionales entre las partes hayan sido condición para su firma (Paikín n/d;Solón 2008; Cardona 2008). Precisamente, estas características hacen de laUNASUR un organismo que opera como una apoyatura del ejercicio del podersoberano estatal. Es decir, como un soporte que asegura el efectivo ejerciciode ese poder luego de haber sido impugnado en las rebeliones sociales contragobiernos neoliberales.

La UNASUR, como soporte del poder soberano estatal, ha operado conefectividad solo en la medida en que logró disciplinar a los sectores domi-nantes nacionales. Pero UNASUR, en tanto que soporte, colabora con eldisciplinamiento de los sectores dominantes solo con el consenso estrictodel estado en cuestión. UNASUR opera como un órgano exterior – de allí lanoción de soporte – asegurando el orden, la paz y la gobernabilidad nacio-nal. Al asegurar la gobernabilidad nacional también lo hace a nivel regional.Su objetivo, entonces, es la estabilidad regional por medio del resguardo

5. Visto desde la perspectiva de la agenda de securitización regional, posiblesguerras civiles en un territorio pueden fomentar la emergencia de grupos civilesarmados en otros. Asimismo, el débil control de las fronteras, especialmente de lospaíses andinos, con el Amazonas, incentiva el flujo migratorio sobre zonas dondela presencia de los estados es casi nula. De modo que permitirían el crecimiento degrupos armados (como las guerrillas de los sesenta, setenta y ochenta). Es entendibleque la paz sea un objetivo central para la UNASUR.

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de la paz nacional. Su función como soporte de la soberanía nacional estádeterminada, entonces, por la necesidad de lograr la estabilidad de la región.

En términos del último Foucault (2006), la UNASUR es un dispositivo deseguridad. Una tecnología de poder que apunta a anticipar y evitar posiblesconflictos a nivel regional desatados por crisis institucionales nacionales. Deallí que la estructura organizacional de la UNASUR deba entenderse como uníndice del significado político del organismo. Es decir, como una apoyatura delpoder soberano estatal que maniobra asegurando la gobernabilidad nacionaly regional. En este aspecto la UNASUR, entonces, reviste un aspecto novedosorespecto de las funciones ejercidas por otros organismos de la región.

Por otra parte, UNASUR viene a tomar el lugar vacío dejado por la OEA.Lugar que tuvo que reemplazar luego de que el poder de veto de EstadosUnidos en la región, haya sido rechazado al calor del desarrollo de lasluchas sociales que dieron lugar a la emergencia de gobiernos progresistas-posneoliberales.

Es al compás de esta breve e intensa trayectoria, y a la luz de sus ca-racterísticas constitutivas, que propongo explorar el significado político deUNASUR. Para su comprensión se tomará el conflicto entre los prefectos dela Media Luna boliviana y el presidente Evo Morales. Se mostrará a través deese caso el rol específico que cumple la UNASUR en la región. Pero primerose rastreará el origen de la UNASUR a partir de las funciones reconocidasaquí como esenciales: garantizar la paz y la gobernabilidad regional. En otraspalabras, reconocer los orígenes de la UNASUR implicará realizar una miradaretroactiva que permita comprender la especifidad de este nuevo organismoregional. Finalmente, se buscará responder a las siguientes preguntas: ¿quérelación mantienen las acciones de UNASUR (mencionadas en los párrafosanteriores) con el ciclo de luchas sociales que se expandió por Latinoaméricadesde mediados de la década del noventa del siglo pasado hasta mediadosde la primera década del siglo XXI? ¿Qué implicancias tiene la emergencia dela UNASUR en el ejercicio de la soberanía estatal en los países involucrados?

Genealogías de la UNASUR: instituciones y lucha de clases

Como dije, la emergencia de la UNASUR solo puede ser reconstruida re-troactivamente y esta reconstrucción debe atender a las funciones específicasque la UNASUR ha desarrollado desde que se firmara su tratado constitutivo.En este sentido, si la UNASUR ha actuado como una organización que operócomo garante y estabilizador del orden regional, lo que debe hacerse es unagenealogía que atienda a la emergencia del desorden que, precisamente,la UNASUR pretende ordenar. En ese mismo sentido, si la UNASUR es unainstitución que operó como una especie de apoyatura del poder soberanoestatal, lo que debe ponerse en el origen (como punto de partida para sucomprensión) es a los procesos sociales que debilitaron a ese poder estatal.

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De modo, que otro tipo de genealogía de la UNASUR dependerá de cómo seentiendan sus funciones.

Cabe aclara que, en la perspectiva que aquí se presenta, se asume que lasfunciones de la UNASUR se pueden comprender a la luz de sus acciones. Encambio, las perspectivas hegemónicas comprenden que la letra del tratadoconstitutivo es lo que define a la UNASUR. En esos casos la genealogíaque sigue asume una visión institucionalista. A esta perspectiva podemosdenominarla como genealogía institucional. Véase entonces primero estaperspectiva, así se podrá comprender la especificidad de mi mirada.

La genealogía institucional

Esta adopta dos caminos que confluyen. Uno asume que la UNASUR es elresultado de los procesos iniciados por los gobiernos progresistas de la regióny que por presión de los hechos – es decir, por un análisis realista de lasrelaciones interestatales – llevaron a que otros países con gobiernos de origenneoconservadores (como el de Uribe en Colombia y el Perú de Alan García) sesumasen. Por otro andanivel, están quienes comprenden que la UNASUR es laculminación de una serie de propuestas de Brasil para lograr la hegemonía dela región y que para lograrlo, requiere del apoyo del resto de los países. Comose ve, ambas perspectivas confluyen en el presupuesto de que la UNASUR esun producto de decisiones gubernamentales, institucionales.

En el primer grupo se asume que la UNASUR responde a cuestiones detipo ideológicas, en las que al haber sintonía se generan condiciones parala realización de políticas conjuntas (Arnoux 2012). En esta perspectivaideologicista se señala que una condición para que la UNASUR nacierafue el común rechazo a las políticas de subordinación a Estados Unidos.El antecedente inmediato habría sido, entonces, la detención del tratadodel ALCA. Asimismo, en la UNASUR se evidencian posturas confrontadasentre los países del MERCOSUR y Venezuela que rechazaban la propuesta deintegración hemisférica, contra la perspectiva colombiana, chilena y peruanaque pretendían lograr la firmar del tratado. Sin embargo, estos países sehabrían sumado a la UNASUR por necesidad de no quedar fuera de unposible macro acuerdo de cooperación política, económica y financiera.

Al interior de esta perspectiva hay autores que observan que las protestassociales contra el neoliberalismo, que antecedieron a los gobiernos progresis-tas, habrían cumplido con la tarea de generar demandas antineoliberales lascuales serían las bases de la ideología compartida. Entre esas demandas seencontraría un fuerte rechazo a Estados Unidos y a su propuesta de integra-ción hemisférica (ALCA). De ese modo, los gobiernos progresistas emergenteshabrían asumido las demandas de los sectores movilizados contra las políticasneoliberales y sus políticas exteriores.

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Asimismo, el latinoamericanismo sería otro elemento común de la ideolo-gía progresista compartida en la UNASUR, y por los presidentes progresistas.Ese latinoamericanismo sería, a su vez, otro elemento emergente de lasprotestas (ibíd.).

En definitiva, esta mirada comprende que la UNASUR es el producto degobiernos progresistas que lograron darle forma al conjunto de demandassociales emergentes en las luchas contra los gobiernos neoliberales. Preci-samente, la atención a las demandas sociales sería un reaseguro para lagobernabilidad de la región (Colombo y Roark, 2012; Serbín, s/d). Cabedecir que, en esta perspectiva, la UNASUR no es el producto de un conjuntode propuestas brasileras sino, más bien, que esas propuestas se insertan en unterreno fertilizado por la ideológica progresista de los gobiernos. Sin embar-go, el arado de ese terreno, según lo que varios autores concuerdan, habríaestado a cargo de las protestas sociales que le precedieron. Pero, de modoanálogo a la ganancia capitalista, el trabajo de los sembradores quedaríaborrado por quienes lo cosechan: los gobiernos progresistas.

Por otro lado están aquellos que asumen a la UNASUR como el productode múltiples propuestas lanzadas desde Itamaraty. Aquí se identifica al intentode formar un mercado común del sur (la ALCSA), lanzado por Brasil en 1993,como el punto de partida de la emergencia de la UNASUR. Ciertamente, laALCSA fue una propuesta de Brasil que tenía la intensión de generar un polode negociación contra Estados Unidos ante lo que se observaba como unproceso imparable de integración hemisférico. En este camino se señala ala propuesta de Fernando Henrique Cardoso de la Comunidad de NacionesSudamericanas como un segundo momento en esta genealogía institucional.Su continuidad en el tiempo y la eventual transformación de la Comunidadde Naciones Sudamericanas en UNASUR en el año 2007 serían índice de laveracidad de esta genealogía. Asimismo, en esta mirada, (también) se indicaque el fracaso del ALCA constituyó un hito central en la formación de unainstitución política regional que, por primera vez desde la fundación de laOEA, excluye la presencia de Estados Unidos (Escudé 2012).

Desde esta genealogía también se asume que la asunción de gobiernosprogresistas dio lugar a la afinidad ideológica, pero el énfasis está puesto enla (in)capacidad de Brasil de mantener políticas de convergencia regional. Eneste sentido, se destaca la derrota del ALCA la cual se habría logrado porqueBrasil había obtenido el apoyo de Argentina y Venezuela. Asimismo, luego dela derrota del ALCA, Argentina comenzó a modificar sus posiciones y a apoyartímidamente a la UNASUR, apoyo que no había sido dado a la Comunidadde Naciones Sudamericanas. En esta mirada, se observa que el rol ideológicode los gobiernos progresistas queda como un mero complemento. Asimismo,

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las protestas sociales son reducidas a una especie de mancha en el caminoinstitucional de América Latina.6

Sintéticamente, ambas perspectivas asumen recorridos institucionalespara comprender la emergencia de la UNASUR. Es decir, se la comprendecomo el resultado de políticas gubernamentales que mantienen autonomíarelativa respecto del conjunto de relaciones sociales. El estado es tomadocomo el agente de las relaciones internacionales, punto de partida y dellegada de la explicación. Las instituciones regionales se entienden, entonces,como determinadas por decisiones intergubernamentales.

Asimismo, ambos recorridos comprenden que el fin de las negociacionesdel ALCA tiene un lugar relevante en la emergencia de la UNASUR. Al mismotiempo de evitar el tratado comercial regional, se habría puesto un freno a lapresencia de Estados Unidos en la región de un modo más general.

Por último, estas perspectivas son complementarias. La diferencia radicaen el aspecto que se considera central. No obstante, ninguno de las dos secuestiona el elemento que da forma a la explicación, es decir, ¿por qué seproducen esos cambios institucionales y/o ideológicos? Dicho en términosclásicos, no se preguntan acerca de la materialidad que permitió la emergenciade la UNASUR. Más aún, no se preguntan ¿por qué la propuesta de Brasilesta vez fue asumida por el conjunto de los gobiernos del Cono Sur? Pararesponder a estas preguntas, se requiere de una genealogía que explique lavirtual desaparición de la OEA como organismo regional con capacidad deintervenir en las crisis regionales y que, simultáneamente, explique el veto aEstados Unidos como mediador en la resolución de conflictos en y entre lospaíses de la región.

La genealogía de la lucha de clases: entre el ciclo de luchas contrala ofensiva capitalista neoliberal y el fallido golpe de estado enVenezuela 2002

La materialidad a la que hice referencia, remite al desarrollo del anta-gonismo de clase constitutivo de relaciones sociales capitalistas. De modoque, la elaboración de una genealogía de la UNASUR, exige incurrir en uncamino que no responde directamente al proceso de emergencia institucional.La genealogía propuesta, entonces, comprende a esas formas institucionalescomo modos de existencia de aquellas relaciones antagónicas.

Lo primero que debe asumirse, entonces, es que las condiciones necesariaspara el nacimiento de la UNASUR surgen de algo diferente a ella. Y ese algodiferente son las resistencias y luchas sociales contra la ofensiva capitalistaneoliberal que a través de prácticas prefigurativas, erosionaron el poder delos estados miembros de la UNASUR, así como a las instituciones a la que

6. Por ejemplo, Russell y Tokatlián (2008) las mencionan bajo el vocablo «torbe-llino».

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esos estados reconocían como interlocutoras (y otros estados como EstadosUnidos). La UNASUR en este sentido es una cristalización de aquellas luchassociales.

Naturalmente, esas luchas pueden ser reconocidas como constitutivasde la UNASUR en la medida en que se las comprenda desde el significadopresente de la UNASUR. Es decir, son puestas retroactivamente como consti-tutivas por el lugar específico que cumple la UNASUR en la región desde suemergencia en 2008.

A diferencia de las perspectivas institucionales, que parecen querer en-contrar el significado de la UNASUR de modo proyectivo – mirando en laspropuestas institucionales el germen del presente – esta mirada asume queaquellas luchas, no tienen nada del germen de la UNASUR sino a la luz delpresente.

Más exactamente, las luchas contra la ofensiva capitalista neoliberal sonconstitutivas de nuestro presente, en la medida en que se comprenda queaquellas se resolvieron a través de transformaciones operadas a nivel de losestados y de los organismos internacionales de los cuales estos son miembros.Esas luchas son significativas para y constitutivas de la UNASUR en tanto queal interior de esta, se manifiesta un modo específico de resolución de aquellasluchas. Es importante comprender, entonces, que la UNASUR se erige sobrelas ruinas de las luchas contra el capitalismo neoliberal que, con sus prácticasprefigurativas, no solo erosionaron el poder soberano estatal sino que, tam-bién, superaron la especificidad de la territorialidad estatal desestabilizandoa toda la institucionalidad regional y hemisférica. La UNASUR, entonces, esindicadora del carácter regional de aquel ciclo de luchas y de su capacidadde erosionar los poderes constituidos del conjunto de los países.

Las resistencias y luchas a las que me refiero se inician en Chiapas, al surde México, en 1994 y se extiende por los países andinos hasta alcanzar a laArgentina. Se inician tempranamente en 19947 y finalizan en 2005, cuando seproduce la revuelta de los forajidos en Ecuador. Un elemento común, a (casi)todas esas luchas, es que contienen elementos prefigurativos que tienden adisolver las relaciones sociales capitalistas. Fundamentalmente, cuestionan ladivisión entre el dominio estatal y la explotación de mercado. Estos elementosprefigurativos están presentes en casi todos estos procesos de lucha y convivencon otros elementos, tales como un fuerte rechazo a las políticas neoliberalesy a las relaciones exteriores que esas políticas presupusieron; principalmenteel alineamiento con Estados Unidos y con los organismos internacionales decrédito (como el FMI) (Russell y Tokatlián 2008).

En ese ciclo de luchas contra el capitalismo neoliberal, los sujetos en luchapercibieron a Estados Unidos y a los organismos de crédito internacional,

7. En otros países, el comienzo del ciclo de luchas contra el capitalismo neoliberalcomienza luego de la crisis del tequila; es decir, posterior a 1995.

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como partes responsables de las condiciones de pauperización a las quefueron sometidos (por aquella ofensiva capitalista). Todo este proceso deluchas y resistencias, mantuvieron un doble carácter de afirmación y negacióndel estado actual de cosas. Afirmación en tanto que en su comprensión dela ofensiva capitalista neoliberal se asumió que en ese ataque los estadosestaban cumpliendo un rol de mensajeros8 de los designios de Estados Unidosy el FMI, extraviando su camino «natural».9 Pero, simultáneamente, esasluchas mantuvieron una relación de negatividad respecto del presente entanto que, a través prácticas prefigurativas, cuestionaron el poder del estadoy del mercado por la vía de los hechos.

En efecto, estas acciones junto a momentos de irrupción callejera termi-naron con gobiernos neoliberales y fueron condición de posibilidad para laemergencia de gobiernos progresistas. Ciertamente, esos gobiernos tuvieronla tarea de recomponer el poder estatal que había sido cuestionado en lascalles. En este sendero se ubican los gobiernos de Evo Morales, Néstor yCristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa y en cierto modo el de HugoChávez.10 Todos esos gobiernos emergieron luego del ciclo continental deluchas contra los gobiernos neoliberales y fueron electos después de que losgobiernos predecesores fueran expulsados por insurrecciones callejeras queconsagraban años de resistencias.

En otro sendero se ubican los gobiernos de Uruguay y Brasil los cualesemergen de procesos de resistencia contra el neoliberalismo, pero que adiferencia del otro grupo de países las luchas sociales fueron gestionadas através de mecanismos institucionales. El caso chileno es diferente. El gobierno

8. Para la noción de mensajero aquí utilizada, puede consultarse Adorno (2005).9. Para una mirada que asume ese extravío, pueden consultarse Situaciones

(2002) y los trabajos compilados por Modonesi y Rebón (2011).10. Esos gobiernos surgieron luego de grandes insurrecciones sociales que termi-

naron con renuncias y salidas estrepitosas de diversos presidentes. Tal son los casosde Sánchez de Lozada y Carlos Mesa Gibert en Bolivia, en 2003 y 2005. En Ecuadorel gobierno de la revolución ciudadana de Rafael Correa asumió luego de que elgobierno de Lucio Gutiérrez en 2005 terminara renunciando luego de la revueltade los forajidos. Correa comienza a dar un cierre a la fragilidad institucional quese iniciara en 1996 con la deposición del vicepresidente Alberto Dahik en 1995. Laexperiencia Argentina varía un poco respecto de aquellas; el gobierno progresista deNéstor Kirchner fue elegido luego de que el gobierno interino de Duhalde comenzaraa desactivar a los sectores movilizados que en diciembre de 2001 habían dado portierra con la hegemonía neoconservadora y neoliberal, llevando a que el presidenteFernando de la Rúa huyera en helicóptero. La tarea sucia de la desactivación la llevóa cabo Duhalde y tuvo al asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki como sumomento culmine. En Argentina nunca antes se había registrado una insurrecciónsocial contra un gobierno electo democráticamente. Por otro lado, Chávez constituyeun caso aparte ya que es un producto de un ciclo de luchas anterior, cuyo antecedentees el Caracazo de 1989.

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socialdemócrata de Michelle Bachelet viene del ciclo de luchas y resistenciascontra la dictadura miliar (Zibechi 2008).

Se observa entonces que la (re)construcción del poder legítimo de estado,en los países de la región, no solo demandaba una recomposición interna.También implicaba una transformación de sus relaciones externas, y ellose materializó en los cambios institucionales de la región. Asimismo, laidentificación del neoliberalismo con Estados Unidos imponía un nuevo tipode relaciones con el país del norte.11 En efecto, la luchas contra la ofensivacapitalista neoliberal no solo determinaron las modificaciones en las formade estado sino también a las políticas exteriores de esos estados; el resultadofue tanto la mutación de las instituciones existentes como la emergencia deotras.

A la luz de este análisis puede observarse que el proceso iniciado porChávez en Venezuela en 1999 y, principalmente, luego del golpe de estado de2002 comporta un carácter anticipatorio de las políticas y discursividad de losgobiernos progresistas y de las acciones llevadas a cabo por la UNASUR. Unagenealogía desfetichizada de la UNASUR envía a comprender la resolución delgolpe de estado en abril de 2002. Allí se activaron una serie de mecanismos yconflictos que anticiparon los acontecimientos de 2008, momento en que laUNASUR hace su primera aparición pública frente a la insurrección de losprefectos de la Media Luna boliviana.

El carácter anticipatorio del fallido golpe de estado en Venezuela2002: una genealogía desfetichizada

Inmediatamente después de haberse producido del golpe de estado enVenezuela en abril de 2002 el gobierno de George W. Bush de Estados Unidosy el de José Aznar de España12 lo reconocieron como legítimo. Sin embargo,

11. Véase André Oppenheimer «Empezar a cicatrizar las heridas con la región».La Nación, 29 de abril de 2003.

12. El 12 de abril de 2002 Estados Unidos y España lanzan una declaracionconjunta. La misma dice: «Los gobiernos de Estados Unidos y de España, en el marcode su diálogo político reforzado, siguen los acontecimientos que se desarrollan enVenezuela con gran interés y preocupación, y en contacto continuo. A este respecto,los dos gobiernos declaran su rechazo a los actos de violencia que han causadouna cantidad de víctimas y transmiten sus condolencias a las familias, piden el cesede la violencia y la recuperación de la calma pública, expresan su deseo de que laexcepcional situación que experimenta Venezuela conduzca en el plazo más brevea la normalización democrática plena y sirva para lograr un consenso nacional yla garantía de los derechos y libertades fundamentales, urgen a la Organización deEstados Americanos ayudar a Venezuela en consolidar sus instituciones democráticas.A la vez que expresan su pleno respaldo y solidaridad con el pueblo de Venezuela,los gobiernos de Estados Unidos y de España reiteran su convicción de que solo laconsolidación de un marco democrático estable puede ofrecer un futuro de libertad

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la Unión Europea, Colombia y El Salvador fueron los que expresaron mayorapoyo al gobierno golpista. En cambio, los países del Grupo Río, reunidos el12 de abril en San José, Costa Rica, mantuvieron una posición intermedia enla que condenaban la interrupción de la Constitución, aunque no se volcabanpor declarar a esos acontecimientos como un golpe de estado. Similar actitudse encontró en el presidente de México, Vicente Fox, quien no reconoció alnuevo gobierno y dijo que esperaría a nuevas elecciones.13

Quienes no dudaron en apoyar al golpe fueron los mercados. Duranteel golpe de estado, los mercados celebraron la salida de Chávez de diversosmodos. Hubo un aumento en más del 10% de la bolsa de Caracas, «bajó eldólar, y mejoraron las cotizaciones de los bonos soberanos de deuda externavenezolana. El día siguiente del golpe, el Fondo Monetario no solo reconocióal gobierno golpista, sino que le ofreció su colaboración. El gerente de laCámara de Comercio Venezolano-Americana (VENACHAM) dio un giro de 180grados en su evaluación pesimista de la situación venezolana, afirmando que“el cáncer de la desconfianza” se había eliminado con la caída de Chávez. Antela perspectiva del cambio en la política petrolera venezolana y consecuentedebilitamiento de la OPEP, bajaron los precios del petróleo (. . . ) CuandoChávez regresa al poder, los principales analistas financieros declaran queVenezuela pagará las consecuencias» (Lander 2002, pág. 8). La reacción delos mercados mostraba el carácter clasista del golpe; pues, como sucederíacon otros gobiernos progresistas de la región, la reconstrucción del poderestatal afectaría a intereses capitalistas.

Por otra parte, la mayor oposición al golpe provino de Argentina14 y Cuba;ambos rechazaron al gobierno golpista de plano. Estas diferencias entre losgobiernos del Cono Sur y el estadounidense se expresó al interior de la OEA.

y progreso al pueblo venezolano (termina el texto)». http://www.derechos.org/nizkor/venezuela/doc/usaesp.html, visitada el 26 de marzo de 2013.

13. Véase El País 14 de abril de 2002, «El Grupo de Río condena la interrupcióndel orden constitucional».

14. Argentina cumplió un rol central en la restitución de Chávez. Según escribierael embajador de Venezuela en Argentina, Edmundo González Urrutia, en La Nación,20 de abril de 2002, «En defensa de la democracia venezolana». Allí, se destacan laspalabras del canciller argentino, Carlos Ruckauf, y las del presidente interino EduardoDuhalde. Ambos reconocían su desacuerdo con el gobierno de Chávez, pero al mismotiempo manifestaban un intenso rechazo del golpe. Se leía en la nota mencionada «Laactitud de categórico rechazo demostrada desde el primer momento por el presidenteEduardo Duhalde en relación con el fallido golpe de estado ocurrido en Venezuelael día 12 coloca a nuestro país en una posición de honda y sentida gratitud. Tras laspalabras expresadas por el primer mandatario argentino se advierte una emocionadadefensa de los valores democráticos, la cual se vio acompañada por la contundentedeclaración del canciller Carlos Ruckauf al señalar en este contexto que “o se retrocedetreinta años o se sigue caminando hacia el futuro”. Más recientemente, la Cámara deDiputados de la Nación aprobó una resolución en repudio de la frustrada asonada».

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Como indica Lander (ibíd., pág. 7) «Solo después que la mayoría de los paísesde América Latina reunidos en San José de Costa Rica condenaron “la irrup-ción del orden constitucional en Venezuela” e instaron a la normalización dela institucionalidad democrática, y una vez que el golpe comenzó a ser rever-tido el sábado 13 de abril [luego de que una cantidad de personas salieranen apoyo del presidente depuesto y se desatara una serie enfrentamientosviolentos], vota el representante de Estados Unidos en OEA a favor de ladecisión de la resolución del Consejo Permanente de la organización quecondenó “la alteración del orden constitucional en Venezuela”».

Los países de Latinoamérica, en especial Argentina y Cuba, percibieronla gravedad de la situación y las posibles consecuencias para el resto de laregión. Luego de las masivas movilizaciones en apoyo a Chávez, en las quehubo veinticinco muertos y cuatrocientos heridos, se pudo comprender quede proseguir el golpe no solo se llegaría a una guerra civil sino que, además,generaría una especie de efecto contagio sobre el resto de los países de laregión en los cuales las sociedades estaban movilizadas contra gobiernosneoliberales. Sin embargo, ello no significaba que se llegara a tal radicalidad.Ciertamente, la fragilidad del poder estatal en países como la Argentina nose podía subestimar, menos aún en los países andinos, en especial Ecuador yBolivia.

Para los países donde se registraba un alza en las luchas contras losgobiernos neoliberales, defender al gobierno constitucional de Venezuelaconstituía un acto de autodefensa. En ese sentido, se comprende la posición deneutralidad asumida por el presidente de México, Vicente Fox. Precisamente,en el momento del golpe de estado a Venezuela el movimiento zapatista aúngozaba de apoyo nacional y seguía generando acciones con fuerte repercusiónnacional e internacional. Es bajo estas coordenadas donde deben ubicarse,entonces, las declaraciones de alivio por parte de la Argentina una vez que elgobierno de Chávez fuera restituido.15

El principal objetivo de los países de Latinoamérica fue preservar la débilestabilidad regional. Paradójicamente, la estabilidad solo podía alcanzarsepor medio de la continuidad del gobierno de Chávez. Ello pudo percibirseluego de que los acontecimientos de la madrugada inmediata al golpe dierancuenta de la masividad del apoyo a Chávez y de la eventual posibilidad deque aquello desencadenara en una guerra civil. Sea esa o no la interpretaciónque hicieran los presidentes en aquella ocasión, lo cierto es que obraron enese sentido.

A los efectos de asegurar la gobernabilidad regional los países latinoa-mericanos asumieron una posición opuesta a la de Estados Unidos en laOEA. Pero el cambio de posición de Estados Unidos, y la resolución de laOEA a favor del gobierno de Chávez no puede verse como un logro de los

15. La Nación, 15 de abril de 2002, «Expresión de alivio en la Argentina».

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gobiernos latinoamericanos. Aquella oposición era más bien tímida y estuvodeterminada por el desarrollo de los hechos.

Precisamente, el Grupo Río pedía que la OEA interviniera, pero se absteníade calificar la destitución de Chávez como un golpe de estado, al mismotiempo que demandaba la intervención de la OEA, hacía poco para que seefectura. Justamente, porque de hacerlo podría haber desencadenado unconflicto diplomático con Venezuela, quien podría haber aducido un injerenciaexterna y, más aún, podrían haber sido acusados de desencadenar conflictosinternos. En este sentido, declaraba Alejandro Toledo, presidente de Perú– y miembro de la troika del Grupo Río, junto a los presidentes de Chile yCosta Rica, Ricardo Lagos y Miguel ángel Rodríguez – «[S]ería inoportunoe inapropiado decir si fue golpe de estado [porque] la información es muyfragmentada todavía».16

El cambio de posición de Estados Unidos en la OEA y la resoluciónque esta finalmente tomó estuvo determinada por la potencia de las masasmovilizadas a favor de Chávez. Y, más en general, por el ciclo de luchas contralos gobiernos neoliberales que se expresaban a través de esas movilizacionescallejeras a favor de la restitución del gobierno constitucional. Es decir, elciclo de luchas contra el capitalismo neoliberal se manifestaba en y por mediodel conflicto desatado en Venezuela en la medida en que una guerra civil enese país hubiera impactado negativamente sobre el conjunto de la región,debilitando la frágil institucionalidad de países como Argentina, Bolivia yEcuador.

En este sentido, el actuar de los países de Latinoamérica estaba condi-cionado por la propia necesidad que les imponían las frágiles situacionesde gobernabilidad que atravesaban. Con la excepción de Cuba, si fuera porafinidad ideológica ningún gobierno se sentía cercano a Caracas. El apoyoa Chávez, así como la neutralidad, y el llamado a que la OEA intervinieraestaba determinado por las luchas contra la ofensiva capitalista neolibe-ral que ponían en vilo a casi todo el conjunto de los países del Cono Sur.El desenvolvimiento del gobierno argentino fue el caso más pragmático yparadigmático.

Los gobiernos de América Latina actuaron, entonces, defensivamentefrente al peligro que podían tener las repercusiones de una guerra civil enVenezuela en sus países. Sus diversas posiciones fueron índice de la fragilidadde aquellos gobiernos. El pragmatismo con el que obraron no tenía por objetoel enfrentamiento con Estados Unidos y los sectores más conservadores. Sedefendían, más bien, contra aquellas sociedades movilizadas que se (habíano se) estaban alzando contra los gobiernos y las representaciones socialesneoliberales.

16. El país, 14 de abril de 2002, «El Grupo de Río condena la interrupción delorden constitucional».

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Lo paradójico del caso fue que los gobiernos de América Latina pudieronoponerse a las posiciones de Washington pero obrando en su favor. Estono significa desconocer la activa participación que tuvo Estados Unidos enel golpe de Venezuela, sino, más bien, no suponer que el poder y las eva-luaciones de Washington son infalibles.17 Precisamente, en ese momento elDepartamento de Estado estadounidense evaluaba como altamente peligrosala situación de los países cordilleranos. A diferencia de la evaluación querealizaban para Argentina, donde reinaba la fragilidad política y económi-camente pos crisis de 2001, el país del norte consideraba que se tratabade una crisis política que era solucionable (políticamente). En cambio, laagenda de seguridad apuntaba a la inestabilidad de los países que van desdeVenezuela hasta Bolivia, las cuales tienen al Amazonas como frontera natural(Busso 2006). Lograr la estabilidad de esos países era una tarea central desdeque la agenda de seguridad fuera instalada por el primer gobierno de Bushhijo. En ese sentido, se comprende la afirmación de que los presidentes deAmérica lantina pudieron obrar en favor de los intereses de Estados Unidos apesar de hacer lo contrario a lo realizado por ese país, pues por medio de suneutralidad y apoyo al gobierno de Chávez lograron garantizar la estabilidadregional. Exactamente, parece ser que así lo entendió Estados Unidos en suapoyo al gobierno de Chávez en la OEA, a pesar de su previo apoyo a losgolpistas.18

En efecto, el golpe de estado en Venezuela fue anticipatorio de lo queacontecerá con la UNASUR en su intervención en el conflicto boliviano de2008. Como se verá, tanto en Venezuela como en Bolivia los países delsur actuaron como reaseguros de la gobernabilidad de la región, buscandogarantizar la paz en el país bajo conflicto. En ambas situaciones se enfrentarona la posición de Estados Unidos, el cual había sostenido sendos apoyos alos sectores opositores de Chávez y Morales. Asimismo, la unanimidad delos apoyos de los países de la región a los gobiernos constitucionales seprodujeron una vez que los hechos habían alcanzado una situación de noretroceso y demandaba la intervención.

Sin embargo se visualizan diferencias, mientras que en el caso venezolanolos apoyos fueron tímidos y determinados por las movilizaciones callejeras,en el caso boliviano el apoyo al gobierno constitucional por parte de los países

17. En este sentido puede leerse en la nota periodística mencionada en notanúmero 13: «¿Qué opinión le merece la actitud de Estados Unidos ante el intento dederrocamiento de Chávez?, quiso saber LA NACION de la fuente, cercana al cancillerCarlos Ruckauf. “No comments”, fue su lacónica respuesta».

18. En este mismo sentido pueden comprenderse los diversos caminos seguidospor la oposición venezolana al gobierno de Chávez, apoyada por Estados Unidos. Alfallido intento de golpe de estado le siguieron otras estrategias las cuales no ponían lasituación en tal extremo que la guerra civil se visualizara como la única resoluciónposible.

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de la región fue más contundente y explícito aunque cauteloso; precisamente,esa cautela se debía a que se buscaba evitar el aceleramiento de los aconteci-mientos. De esta manera, mientras que en el caso venezolano la OEA terminósiguiendo a la posición de los países latinoamericanos, cumpliendo un rolsubalterno, en el caso boliviano casi que no tuvo participación relevante. Elsecretario general de la OEA, José Miguel Insulza, fue un convidado de piedraen la reunión en la casa de La Moneda, y en los diálogos de paz. Por otraparte, en el caso de Venezuela la iniciativa de Argentina y Cuba, así como elapoyo por medio de la neutralidad del Grupo Río a aquella, fueron centralespara alcanzar un repudio de los acontecimientos y aislar a los golpistas anivel regional. En el caso de Bolivia, de modo similar, fueron la Argentina yChile quienes tuvieron la iniciativa de repudiar los actos de los prefectos dela Media Luna, y fueron secundados por Brasil y Venezuela.19

En síntesis, en la resolución del golpe de estado al gobierno constitucionalde Hugo Chávez en 2002 se encuentra una respuesta anticipatoria del modoen que la UNASUR gestionará las crisis regionales de Bolivia, Ecuador yEcuador/Venezuela-Colombia. En todas las ocasiones los países de la regiónactuaron, a través de la UNASUR, como apoyaturas que garantizaron la paz,logrando el «disciplinamiento» de los sectores dominantes desplazados delbloque en el poder luego de que irrumpieran las luchas contra los gobiernosneoliberales. Asimismo, por medio de la UNASUR los países de la regiónactuaron autodefensivamente.

Esta genealogía no ignora la genealogía institucional. Es indiscutible quela UNASUR nace al interior del proceso liderado por Itamaraty y que solopudo tomar forma a partir de la asunción de gobiernos posneoliberales y ladetención de las negociaciones del ALCA. Pero el curso de los acontecimientos,es decir que de una institución económica deviniera en una organizaciónpolítica se debe al desarrollo del antagonismo social de clase en la región elcual tomó la forma de luchas contra el neoliberalismo

Como se verá en el desarrollo del conflicto boliviano, las acciones defen-sivas de la UNASUR para restablecer el orden interno y garantizar la pazregional, actuando en oposición a los intereses manifiestos de Estados Unidosy relevando a la OEA, solo pueden comprenderse como resultado de las trans-formaciones operadas luego del ciclo de luchas contra la ofensiva capitalistaneoliberal. En este sentido, el antecedente de la UNAUR es la resolución delgolpe en Venezuela.

Efectivamente, si la UNASUR ha operado como una especie de apoyatura,de soporte del poder soberano estatal, disciplinando a los sectores dominantesinternos y garantizando el orden regional, entonces, el modo que obraron losgobiernos latinoamericanos en el golpe de Venezuela fueron anticipatorios

19. A la luz de estos acontecimientos y otros como la intervención en Haití en2004, se comprende que el ex presidente Kirchner haya sido electo como el primersecretario general de la UNASUR.

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de la UNASUR. Más aún, si actuaron de ese modo fue porque junto a esasacciones estaba la amenaza de posibles contagios en un momento de ascensode las luchas sociales contra el neoliberalismo; o al menos, de reacciones queprofundizarían las crisis institucionales en ciernes.

Asimismo, el énfasis de las perspectivas institucionales en la detenciónde las negociaciones del ALCA, debe ser inscripto al interior de las transfor-maciones que impusieron las luchas contra el capitalismo neoliberal. Así, secomprende que la detención de las negociaciones del ALCA constituyera unmomento de central importancia en la genealogía de la UNASUR. Precisa-mente, porque esa detención fue expresión de la imposibilidad de continuarcon políticas neoliberales luego de que ellas fueran impugnadas en las calles.Empero, la operatoria ideológica de los gobiernos asume esta detención comoun gesto gubernamental, pero ese gesto gira en vacío, si no se atiende a lossujetos que llenaron el estadio mundialista de Mar del Plata en noviembre de2005 en apoyo de los gobiernos del sur que se opusieron al ALCA (Kan y Pas-cual 2011a). La importancia de la detención de las negociaciones del ALCA,radica en el poder de veto que las luchas le imprimieron a la presencia deEstados Unidos en la región. La presencia o participación estadounidense enlos conflictos regionales será, posteriormente, comprendido como un intentode restablecer el ALCA y con él, la ofensiva neoliberal.

El acto fundacional de la UNASUR: el conflicto entre el ejecutivonacional y los prefectos de la Media Luna en Bolivia 2008

Si la gestión de la resolución del golpe de estado en Venezuela permitecomprender la virtual desaparición de la OEA y el veto a Estados Unidos enla intervención en los conflictos de la región, los acontecimientos de la MediaLuna boliviana tienen un carácter fundacional para la UNASUR. Precisamente,allí se despliegan las que serán sus funciones específicas. Como Venezuela,el caso boliviano reviste especial atención y anticipa el desarrollo posteriorde la UNASUR. En otras palabras, garantizando el orden y la paz nacionaly regional la UNASUR encuentra sus fundamentos retroactivamente. De allíque, como se vio en el apartado anterior, la resolución del golpe de estado deVenezuela opere como anticipatorio de la UNASUR.

A diferencia de aquella ocasión, los países del Cono Sur estaban siendo go-bernados, en su mayoría, por coaliciones progresistas. En el caso de los paísesandinos, principalmente Bolivia y Ecuador, esos gobiernos habían llegado alejecutivo nacional luego de una sucesión de movilizaciones callejeras que ha-bían llevado a la renuncia de varios presidentes. Situación que era compartidapor Argentina. Mientras tanto, en Brasil y Uruguay gobernaban coalicionespartidarias de izquierda moderada que habían llegado al gobierno sin haberatravesado crisis institucionales. En ese sentido, la trayectoria de Brasil yUruguay representaron una forma de transición de gobiernos conservadores

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neoliberales sin mayores sobresaltos, y en ambos casos, llegaban con el apoyode sectores sindicales y diversos movimientos sociales territoriales (Zibechi2008). En Chile también gobernaba una coalición de izquierda moderadapero que, a diferencia de Brasil y Uruguay, era un emergente del proceso detransición a la democracia pos dictadura pinochetista. Perú y Colombia, encambio, seguían presididos por coaliciones neoliberales-neoconservadoras.

La importancia de estos datos no radica tanto en quiénes gobernaban,sino en qué tenían que gobernar. Precisamente, esos gobiernos progresis-tas emergidos luego de grandes movilizaciones sociales tenían la tarea dereconstruir el poder estatal. En otras palabras, tenían que gobernar a unasociedad que había pulverizado el poder del estado y ello implicaba unareforma estatal que lograse incorporar las demandas emergidas del ciclo deluchas contra el capitalismo neoliberal.

Naturalmente, el margen de los gobiernos emergentes era, más bien,pequeño. Las presiones a las que los procesos más radicales como el bolivianose vieron sometidos venían tanto de los sectores sociales movilizados, comode los sectores dominantes que no estaban dispuestos a perder posiciones.De allí que, ante los intentos de desestabilización social dirigidos por esossectores dominantes, la UNASUR tuvo que actuar como disciplinadora deúltima instancia. De modo que, más allá de lo dicho en la letra del tratado dela UNASUR, esta operó como una apoyatura de esos gobiernos que tenían porobjeto la reconstrucción el poder estatal. Poder que solo podía recuperarse através de un doble disciplinamiento: uno dirigido a los sectores movilizados(a través de concesiones a los sectores opositores al gobierno nacional), elotro a los sectores dominantes. En este sentido, es posible afirmar que laUNASUR actuó como capitalista colectivo en idea.

Del ciclo de luchas contra el capitalismo neoliberal en Bolivia alconflicto entre los prefectos de la Media Luna y el ejecutivonacional

Puede decirse que entre 2000 y 2005 se vivió un ciclo de luchas contrael capitalismo neoliberal que en sus puntos más álgidos, llegó a cuestionaral capital y sus mediaciones tales como el estado, el mercado y el sistemade partidos y de representación (Chávez León, Mokrani Chávez y UrionaCrespo 2011, pág. 129).20 Cuatro fueron, pues, los momentos de insurrección

20. Un ejemplo de este cuestionamiento del capital y sus mediaciones lo consti-tuye la experiencia de 2000 y 2001. Chávez León, Mokrani Chávez y Uriona Crespo(2011, pág. 130) destacan que «En este período [2000-2001] también es visiblela impresionante movilización de las comunidades indígenas del altiplano, con suepicentro en el paradigmático pueblo de Achacachi, ubicado en el departamento deLa Paz. Uno de los momentos más interesantes de este período, es la conformacióndel llamado “Cuartel Indígena de Qalachaka” en el pueblo de Achacachi, como una

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popular, que tomados en conjunto, abrieron varios horizontes políticos detransformación: «La Guerra del Agua (2000), Febrero Negro (2003), LaGuerra del Gas (octubre de 2003), y el ciclo movilizatorio de 2004 y 2005 enel que se sucedieron de manera turbulenta los gobiernos de Carlos Mesa yEduardo Rodríguez Veltzé, y que culminó con la convocatoria a elecciones afines de 2005, que son ganadas por Evo Morales».

El ciclo de luchas contra el capitalismo neoliberal dio lugar a una intensacrisis de las relaciones sociales capitalistas, en las que el estado – en tantomediación política de la relación del capital – fue un fusible que estalló por elaire dando lugar a una sucesión de presidentes sin destino más que el de larenuncia. El poder estatal solo podía reconstruirse en la medida en que fuerareinventado y reconociera el proceso de luchas de 2000-2005.

En tal sentido, puede verse que a medida que se fue desarrollando elconflicto, y el poder de estado se resquebrajaba, se identificaba a ese mismoestado como una instancia central para la transformación de la sociedad;o lo que sería similar, para efectivizar las demandas emergentes en eseciclo de luchas. Precisamente ello implicaba un proceso de refundación, dereordenamiento estatal, el cual se podía lograr a través de la sanción de unanueva Constitución.

Esta iba a tener que reconocer, legalmente, lo que era un derecho le-gítimo al calor de la lucha de los sectores campesino-indígenas. Se poníaen marcha un proceso de descolonización de las estructuras estatales. Unproceso con esas características pero que no negaba las relaciones socialescapitalistas existentes, solo podía ser conducido por un igual y con una fuerteimpronta estadocéntrica: Evo Morales. No obstante, nada de ello presupo-nía la desaparición del conflicto, la descolonización del estado, así como elmejoramiento de las condiciones de vida de los sectores subalternos (que sehabían sublevado), sino se incluía la remoción de poderes constituidos.

fuerza militar alterna a la del ejército regular boliviano, y que en realidad estabaconstituido por representaciones de las comunidades indígenas en las provincias delnorte altiplánico, a través de un complejo sistema de rotación y turnos. Pero además,toda la trascendencia de las movilizaciones indígenas de 2000 y 2001 puede medirseen la pérdida de validez de la presencia y la fuerza física del estado y sus organis-mos, cuando ni el ejército ni la policía podían retomar el control de las carreterasy los espacios territoriales copados por las fuerzas indígenas, que fueron las que, através de los bloqueos, vigiliaban los cerros y los puestos de control en los caminos,terminarían poniendo en entredicho la institucionalidad republicana y practicando supropio control sobre el territorio que ocupaban mientras se movilizaban» (el destacado esmío). Ejemplos como estos en Bolivia hay varios, muchos de ellos pueden consultarseen Gutiérrez Aguilar (2008); también, Zibechi (2006), asimismo como los trabajoscompilados por Svampa y Stefanoni (2007). Sobre la experiencia de la guerra delagua puede verse la investigación de Ceceña (2005).

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La asunción de Evo Morales y el proyecto de una nueva Constitución su-pusieron un desplazamiento de la lucha contra el estado capitalista neoliberalhacia el interior del estado y se desenvolvió, naturalmente, al interior delproceso de sanción de la nueva Constitución.

Ese desplazamiento de la lucha, se manifestó como un conflicto entre lossectores que representan y garantizan aquella ofensiva capitalista neoliberaly neocolonial contra el gobierno con características nacional-popular de EvoMorales (Svampa y Stefanoni 2007). Dos momentos pueden señalarse antesde que se desatara el intento de golpe de estado encabezado por los prefectosde la Media Luna:

1. el Enero Negro, desarrollado en Cochabamba a principios de 2007;2. el desenvuelto a lo largo de todo el proceso de polarización durante el

período de elaboración y aprobación de la Constitución.

En el Enero Negro se produjeron enfrentamientos civiles que dejaronun saldo de tres muertos y más de cien personas heridas. Las acciones sedesarrollaron «a raíz de que el entonces prefecto y candidato del principalbloque opositor en las últimas elecciones de 2009, Manfred Reyes, planteala convocatoria a un nuevo referéndum sobre autonomías, que suponía eldesconocimiento de un referéndum anterior en el que dicho proyecto habíaperdido en este departamento» (Chávez León, Mokrani Chávez y UrionaCrespo 2011, pág. 142).

El segundo momento, es decir el relativo a la polarización social en tornoa la sanción de la Constitución, tiene a los acontecimientos de Chuquisaca del24 de mayo de 2008 como uno de sus hitos centrales. Allí sucedió uno de loshechos de mayor violencia en contra de las bases de apoyo de Evo Morales.«[P]ara evitar la concurrencia de grupos de campesinos, de indígenas y desectores populares a un evento de entrega de ambulancias por parte de lasautoridades gubernamentantles nacionales, una muchedumbre enardecidaen la ciudad de Sucre somete a vejaciones inhumanas a un grupo de mujeresy hombres indígenas en la plaza central de dicha ciudad, obligándolos aarrodillarse y besar la bandera del departamento. En este hecho cualquieraparente intención de inclusión real y creíble del problema indígena dentrodel discurso del bloque institucional se ve desbaratada. A pesar de que hubointentos de borrar la imagen anti-campesina del bloque interinstitucional, conla postulación a la candidatura de una mujer indígena para el cago prefecturaly pese al triunfo electoral de la misma no se consiguió que se neutralizara ladisociación existente entre dicha candidata y la base rural del departamentode Chuquisaca» (ibíd., pág. 143).

Finalmente se desató el enfrentamiento entre los prefectos que liderabanla oposición contra Evo Morales. El intento de golpe de estado se suscitó alcalor de los intentos de autonomización de los territorios de la Media Luna, en

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septiembre de 2008, luego de que en agosto de ese mismo año el presidenteEvo Morales fuera ampliamente apoyado en el referéndum revocatorio.

El conflicto estaba instalado en el corazón del estado. La lucha contra laofensiva capitalista neoliberal librada por movimientos de origen campesino-indígena, había devenido en una disputa por el reconocimiento estatal de lasformas de organización social autonómicas de estos sujetos. Sin embargo, niel reconocimiento, ni la inclusión social de los sectores campesino-indígenas,eran aceptados por los sectores que se veían desplazados del poder estatal.La insurrección de los prefectos de la Media Luna en septiembre de 2008, enefecto, se enmarca en esta situación e implicó un cimbronazo para la frágilinstitucionalización del conflicto que venía operándose desde la asunción deEvo Morales.

Así fue que en agosto de 2008, tras la victoria de Evo Morales en elreferéndum revocatorio, se desataron los enfrentamientos entre el ejecutivonacional y los prefectos de los departamentos autonomistas del oriente – ladenominada Media Luna que comprende Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando yparte de Chuquisaca – . La intensificación de los mismos se produjo cuando,con el aliento de las autoridades de los departamentos autonomistas, sesucedieron paros, cortes de ruta y ocupaciones de edificios públicos «exi-giendo la transferencia de los fondos recaudados por el Impuesto Directoa los Hidrocarburos, que el Gobierno de Morales había destinado a gastosocial. A principios de septiembre, en un contexto de denuncias de golpe deestado y de crecientes ataques racistas contra los indígenas, grupos opositoresocuparon y cortaron distintos gasoductos y estaciones de bombeo, provo-cando explosiones y daños en la red y la caída del suministro a Argentinay Brasil. El 11 de ese mes se produjo la “masacre de Pando”, en la que ungrupo de campesinos partidarios del Gobierno fue asesinado – con al menos30 muertos y más de un centenar de desaparecidos – en el municipio deEl Porvenir, en Pando, supuestamente por milicias autonomistas» (Sanahuja2008, pág. 54).

Ante estos hechos, el mismo 11 de septiembre, Evo Morales decidióexpulsar al embajador de Estados Unidos – hecho que fue seguido por elgobierno nacional de Venezuela – . Se acusaba a la embajada estadounidensede injerencia externa ya que se suponía que había apoyado las movilizacionesde la oposición. Simultáneamente, el gobierno de Bush no dudó y a modode represalia adoptó sanciones contra Bolivia motivadas por una supuestano-cooperación en la erradicación de drogas ilícitas. El 12 de septiembre elgobierno nacional de Bolivia declara el estado de sitio, teniendo por respuestade los prefectos del oriente el llamado a la resistencia armada contra las tropasgubernamentales.

Ante esta escalada de enfrentamientos la salida más próxima augurabamayores medidas de violencia (Sanahuja 2008; C. Malamud 2008; Serbín2010). En este contexto actuará por primera vez la UNASUR.

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La Cumbre en la casa de La Moneda

Luego de diversas conversaciones entre la presidenta de Chile y la deArgentina y por pedido expreso del presidente de Bolivia se llamó a unareunión de urgencia de la UNASUR. Previamente, Brasil había ofrecido in-tervenir como mediador. Sin embargo, esa mediación no fue posible dado elrechazo de Bolivia. Finalmente, Brasil logró poner ciertas condiciones paraque la UNASUR actuara como mediadora. Así fue como se pudo efectivizar lacumbre en Chile. Resáltese que UNASUR actuó recién cuando Bolivia reclamópor su presencia.

A pesar de los diversos llamados protagonizados por las presidentasBachelete y Fernández de Krichner, para mediar en el conflicto de Bolivia,antes del pedido expreso de Bolivia no había habido respuestas positivasdesde Brasil. La posición brasilera, hasta ese momento, había sido la de actuaren solitario o bien mantenerse aparte. El país verde-amarello suponía queparticipar sin el pedido boliviano podía ser evaluado como un avasallamientosobre su soberanía. Además, si eso hubiera sucedido se dejaba un antecedentenegativo para la región. Incluso podría haber generarado más conflictos alinterior de Bolivia, en los que los países vecinos tendrían que haber asumidoresponsabilidades. Asimismo, la lectura de Brasil se ajustaba a los interesesque mantenían en Bolivia. Parte importante del suministro de gas de San Pabloproviene de ese país. Participar del conflicto sin ser previamente llamado,naturalmente, hubiera levantado sospechas.21

Pero más allá de sus intereses inmediatos, la lectura de Brasil era adecua-da, en la medida en que sin el pedido de los sujetos en disputa – recuérdeseque el llamado a que UNASUR hiciera de medidador fue producto de losacercamientos entre el poder ejecutivo nacional y los prefectos de la MediaLuna boliviana para encontrar una salida pacífica – la UNASUR no hubieratenido posibilidad de hacer efectiva su presencia. Brasil asumía, entonces, quesin un «mínimo» de autodisciplina de los sectores dominantes en disputa nohabía condiciones para la paz, y de esa manera la UNASUR hubiera echadomás leña al fuego teniendo que pagar las consecuencias de la irresolución delconflicto.

Naturalmente, aquella posición de Brasil no giraba en vacío. Meses antesde que se desataran los enfrentamientos abiertos, el canciller de Brasil (CelsoAmorín) había intentado gestionar algún tipo de acercamiento entre losprefectos de la Media Luna y el ejecutivo nacional. En esa ocasión comprobó

21. «la crisis boliviana, a diferencia de la irrupción colombiana en Ecuador,afecta directamente la seguridad nacional y energética brasileña, cuyo principalpolo industrial, en San Pablo, depende de los 31 millones de metros cúbicos de gasboliviano». Página/12, 22 de septiembre de 2008, «Lula capitalizará la fuerza de laregión».

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la intransigencia de los prefectos22. De modo que la participación de Brasiltenía por condición el doblegamiento de esa intransigencia. Hacia allí seavocó el presidente Evo Morales que ante los ofrecimientos de apoyo de losgobiernos de la región, prefirió establecer diálogos con los prefectos antesque llamar al auxilio de los países de la región.23 Asimismo, Lula habíaadvertido que de efectuarse algún tipo de intervención de los países de laregión, los contendientes iban a tener que acatar lo que se dictaminara. Enese mismo sentido se manifestó el presidente de Colombia: Alvaro Uribellamó a la concordia, apoyó al gobierno de Evo y pidió que se mantengala paz. Sin esa condición, la intervención sería asumida como injerencia enasuntos internos.24 De allí que la tarea de Morales fuera la de establecer lascondiciones internas para que el auxilio de la UNASUR opere efectivamente.Sintéticamente, se requería un autodisciplinamiento de las partes, pero ladisciplina del gobierno nacional suponía, asimismo, un disciplinamiento delos sectores subalternos que verían menguadas las concesiones logradas en lanueva Constitución.25 De este modo, UNASUR fue habilitada a actuar comoapoyatura del poder soberano estatal.

Por otra parte, Venezuela había tomado parte en la contienda. De ma-nera inmediata a la expulsión de Bolivia del embajador estadounidense elpresidente boliviariano no solo siguió esos pasos sino que, además, lanzó unaserie de acusaciones contra el gobierno de Bush por la situación boliviana.Este clima de hostilidades generaba reticencias por parte de la diplomaciabrasilera. Su participación estaba condicionada por la toma de posición vene-zolana. El gobierno de Lula no quería enfrentarse con Estados Unidos, porlo que para que se realizara la cumbre de la UNASUR no solo debía contarcon el pedido de Bolivia, además imponía un llamado a la moderación enla discursividad que emergiera de esa reunión. Nuevamente, la posición deBrasil parecía certera. Pero esa adecuación no debe comprenderse tanto comouna búsqueda de morigerar las palabras hostiles hacia Washington,26 sino enque si se mantenía esa verborragia anti-estadounidense se asumía una tomade posición en el conflicto a favor de Evo Morales, lo que hubiera inhabilitadoa que UNASUR actúe como mediadora «neutral».

Por otra parte, Brasil logró otra victoria sobre Venezuela, pues impusoque la reunión mantuviera cierta discreción en la publicitación de lo allí

22. Página/12, 13 de septiembre de 2008, «Toda la región apoyó a Morales»23. Íbid.24. Página/12, 14 de septiembre de 2008, «Presidentes solidarios».25. Página/12, 26 de septiembre de 2008, «Tensa negociación entre Evo y los

cívicos».26. A poco de realizarse la cumbre anual de la ONU, se especulaba con que

el presidente de Brasil lanzara palabras de protesta contra el gobierno de Bush porhaber apoyado a los prefectos de la Media Luna boliviana. Véase Página/12, 22 deseptiembre de 2008, «Lula capitalizará la fuerza de la región».

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acontecido. A diferencia de lo que sucederá en la cumbre de Bariloche en2009, la reunión se televisó en directo pero sin audio. Así, la reunión fuepública pero no totalmente abierta (Arnoux 2012).

Por último, UNASUR rechazó el pedido de los prefectos bolivianos de serparte de la cumbre. Mostrando así que la resolución del conflicto bolivianorequería del disciplinamiento de los insurrectos. La UNASUR reconocía unúnico poder estatal el cual recaía sobre la figura de su presidente Evo Morales.

Debido a que Chile ejercía la presidencia pro tempore la reunión se realizósu territorio. El lugar elegido fue el Palacio de la Casa de La Moneda, enSantiago de Chile. Su elección fue un doble guiño para el mandatario vene-zolano y la presidenta argentina. Para el primero la elección de La Moneda,suponía un mensaje de rechazo a la política de Estados Unidos para la región.Precisamente, hacía muy poco días que se habían cumplido veinticinco añosdel golpe de estado a Salvador Allende, realizado por las fuerzas armadasdirigidas por Augusto Pinochet y con apoyo de la embajada estadounidense.En tal sentido, el apoyo de la UNASUR al gobierno de Evo Morales suponíaun rechazo de la política exterior de Estados Unidos27 para América Latina.Para la mandataria argentina, el mensaje era más modesto. Hacía solo unosmeses que había finalizado su contienda con las patronales rurales. Desde laperspectiva gubernamental, dicha contienda, supuso un intento de destituir asu gobierno. En este caso, La Moneda suponía un mensaje de rechazo a lossupuestos intentos golpistas de las «oligarquías rurales». En ambos casos, laelección del lugar implicó un apoyo simbólico del estado de derecho y unatoma de posición respecto de los acontecimientos de Bolivia.

La cumbre finalizó con una breve declaración donde se «reafirman losprincipios de soberanía contenidos en el tratado de UNASUR, así como los deno intervención integridad e inviolabilidad territorial. Se expresa un apoyounidireccional al orden constitucional y al gobierno de Evo Morales. Asimismo,se rechaza “cualquier situación que implique un intento de golpe civil, la

27. Este rechazo se asentaba en el poder de veto de las luchas sociales. Durantela Guerra del Agua en abril de 2000 cuando los manifestantes identificaron a unaempresa de origen estadounidense como uno de los principales objetivos de lucha.«La Guerra del Agua se da en abril de 2000 debido a las acciones privatizadoras yencarecedoras del consorcio Aguas de Tunari, constituido por International WaterLimited (Gran Bretaña), Edison (Italia), Bechtell (Estados Unidos), la empresa cons-tructora y de ingeniería Abengoa (España) y dos compañía bolivianas, ICE y SOBOCE.Debido a una serie de irregularidades, como el alza desmedida de las tarifas en elservicio de agua o el intento de privatización de los pozos de agua que los habitantescochabambinos habían abierto con su propio esfuerzo, se inició una insurrección quehizo tambalear al gobierno de turno, dirigido en ese entonces Hugo Banzer Suárez.Fue un momento crítico, pues se trató de la experiencia de expulsión de empresastransnacionales – en especial Bechtell – y del cuestionamiento del modelo econó-mico neoliberal dominante» (Chávez León, Mokrani Chávez y Uriona Crespo 2011,pág. 129).

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ruptura del orden institucional o que comprometa la integridad territorial deBolivia”» (Sanahuja 2008, pág. 42).

Asimismo, la Declaración de La Moneda, también rechazó la violenciacondenando la masacre de Pando, además de las acciones ilegales y des-estabilizadoras como los ataques a las instalaciones gubernamentales. Estadeclaración puso las condiciones para el diálogo y para la participación dela UNASUR en el conflicto. Finalmente, por pedido expreso del gobierno deBolivia se conformó una comisión de investigación de la masacre de Pando yotra para acompañar al diálogo entre el ejecutivo nacional y la oposición.

La Declaración de La Moneda tuvo efectos inmediatos. El Comité Cívicode Santa Cruz ordenó finalizar con los bloqueos de rutas. Seguidamentese iniciaron los procesos de diálogo entre las partes en conflicto. «Con ello,se ha puesto de manifiesto la capacidad de actuación de la UNASUR en lagestión de crisis y la defensa de la democracia, una función que hasta esemomento reclamaba para sí la OEA. Con el asenso de UNASUR, la OEA – ycon ella, la actuación de Washington en las crisis de la región – parece haberquedado relegada a un segundo plano, y los propios líderes de la región,como se indicó, no han dejado de señalar que ese es precisamente uno delos objetivos que se persigue con la propia creación de UNASUR» (Sanahuja2008, pág. 43; Sosa 2008; C. Malamud 2008; Bywaters y Rodríguez 2009;Peña 2009; Briceño-Ruiz 2010).

Sin embargo, la estabilización y el restablecimiento de la paz no fueroninmediatos. Las negociaciones continuaron. En ellas participaron miembrosde la Organización de los Estados Americanos (OEA), de la Unión Europea,diplomáticos de Brasil, Chile y Argentina, así como representantes de laIglesia Católica, Evangelista y Metodista, y delegados de la UNASUR. Eldiálogo fue lento y con interrupciones. Hubo que realizar concesiones porambos lados.

En definitiva, el restablecimiento de la gobernabilidad supuso un discipli-namiento de los sectores dominantes, tanto de los antiguos – abroqueladosalrededor de los prefectos y parte del poder judicial – como de los nuevos– que se aglutinaron alrededor del poder ejecutivo y parte del legislativonacional – . Sin embargo, el disciplinamiento del poder ejecutivo nacionalpresuponía recortar concesiones a los sectores campesino-indígenas que ha-bían protagonizado las luchas contra el capitalismo neoliberal y que en lanueva Constitución, que era el objeto de debate, encontraban plasmadasparte de sus demandas. Precisamente, esas demandas cristalizadas en elnueva Constitución eran las que estaban siendo menguadas. De modo que, eldisciplinamiento de los viejos y nuevos sectores dominantes, presuponía eldisciplinamiento de los sectores subalternos.

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UNASUR: disputa entre Brasil y Venezuela, gobernabilidadregional, apoyaturas del poder soberano estatal y autonomía

El conflicto boliviano dejó entrever que la gobernabilidad de los paísesde la región, luego del ciclo de luchas sociales contra la ofensiva capitalistaneoliberal, dejó de ser una cuestión nacional para ser un problema abordadoregionalmente.28 En este sentido, la resolución del golpe de Venezuela cum-plió un papel anticipatorio de lo que acontecería en Bolivia, destacándoseque la defensa de su estabilidad nacional implicaba un reaseguro regionalde la gobernabilidad. Más aún, si se tiene en cuenta que en ese momento lasluchas sociales contra el capitalismo neoliberal – y la forma estado que lecorresponde – estaban en pleno desarrollo. La resolución del golpe de estadoen Venezuela tuvo un carácter anticipatorio acerca del frágil equilibrio insti-tucional que supondrán los gobiernos progresistas emergentes de aquellasluchas, que tuvieron entre sus principales objetivos la estabilización social.

En otras palabras, la frágil institucionalización del conflicto de las luchascontra el capitalismo neoliberal supuso la emergencia de un soporte regionalque opera como reaseguro de la gobernabilidad nacional allí donde el desgo-bierno implica desestabilizaciones en otros países. En tal caso, la eficacia dela UNASUR radica en su carácter de disciplinador, en última instancia, de lasclases dominantes y subalternas.

Cabe enfatizar que la gestión y resolución de crisis de gobernabilidaden Bolivia, así como la reconstrucción del poder que supuso esa crisis degobernabilidad, implicó el apoyo de los gobiernos de la región a travésla UNASUR. Esta, asimismo, se mostró como lo que es: un mecanismo decooperación regional que opera como apoyatura del poder soberano estatal.De allí su carácter intergubernamental. Ahí radica toda su especificidad.

La capacidad de la UNASUR de operar como apoyatura del poder sobe-rano se fundó, en el caso boliviano, en el autodisciplinamiento de la clasedominante al interior del país en conflicto y, simultáneamente, en el disci-plinamiento de los sectores subalternos. En ese sentido, la UNASUR actuócomo una instancia última, como un soporte para el efectivo disciplinamientosocial que posibilita la gestión pacífica de las trasformaciones institucionalesque las luchas contra el capitalismo neoliberal impusieron en la región.

Al mismo tiempo, UNASUR actúa como un soporte, una especie de resca-tista de última instancia para lograr la gestión pacífica de la internalizaciónde aquellas luchas en las estructuras estatales allí donde esa internacionaliza-

28. La transición de Duhalde en Argentina tuvo características similares, pero conla particularidad que la gestión de la crisis de gobernabilidad tuvo el apoyo de Brasily Estados Unidos. De modo que, si bien la salida de la crisis requirió de apoyaturasinternacionales, no tuvo el carácter anticipatorio de los acontecimientos venezolanos,donde la situación supuso una disputa acerca de cómo afrontarla, donde los paísesdel sur impusieron sus posiciones sobre la estadounidense.

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ción ha conducido a situaciones de «empate» social. Esto supone, pues, undisciplinamiento de las luchas en tanto que deben renunciar a sus accionesprefigurativas para pasar a ser una fuerza interna del desarrollo del nuevoestado emergente. En otras palabras, pasar a ser un momento del desarrollocapitalista y del poder estatal hacia su interior y hacia fuera.29

En efecto, puede entenderse a la UNASUR como un soporte para elconjunto de los países de su poder soberano porque al garantizar la paz enBolivia, y como también aconteció prefigurativamente en el caso venezolanode 2002, se garantizó la gobernabilidad regional. Todos los países del ConoSur estaban interesados en la paz boliviana, sea por una cuestión instrumental,como el abastecimiento de gas para la industria paulista o para el consumohogareño argentino, o por cuestiones político/ideológicas, como en el casovenezolano.

Pero más importante aún, garantizar la paz en Bolivia era necesario enun momento de fragilidad de gobiernos como el de Argentina que salía de unenfrentamiento con los patrones rurales y el de Paraguay donde recientementehabía sido electo Fernando Lugo.

Precisamente, una guerra civil en Bolivia podría haber tenido efectosdesestabilizadores para toda la región y más allí donde el poder de losgobiernos estaba resentido.30 Asimismo, la experiencia de la guerra contra laguerrilla en Colombia y los efectos negativos en diversos aspectos, luego dela aplicación del Plan Colombia, actuaron como ejemplificadores.

Evitar la guerra civil en Bolivia fue, en definitiva, un acto de autodefensapara los gobiernos de la región. En ese sentido, para el gobierno de Chávez,como para el de Correa, la defensa del gobierno de Evo Morales suponía unadefensa de los proceso de cooperación política y económica del ALBA. Entanto que, resguardar el proceso del ALBA, a través del sostenimiento de unpaís miembro, suponía una defensa frente a los sectores con los que disputainternamente y que son opositores a procesos como los del ALBA.

29. Como señalan Bywaters y Rodríguez (2009, pág. 7) «la Unión de NacionesSuramericanas (UNASUR) ha poseído las herramientas para generar espacios dediálogo que propician la creación y consolidación de una zona de paz sudamericana yaportan a la consolidación de sus estados miembros». Sin embargo, el autor no logravincular esta función de la UNASUR con los procesos sociales que dieron origen a losgobiernos pos-neoliberales, que son para el autor los responsables de haber creado ala UNASUR.

30. Verónica Gago, investigadora de Argentina, muestra en una nota para Pá-gina/12, «El desborde de la frontera», del 18 de septiembre de 2008, la inmediatarespuesta que los inmigrantes bolivianos en Argentina tuvieron luego de los aconte-cimientos descritos. Una guerra civil en Bolivia hubiera desatado posibles conflictosdiplomáticos, así como la toma de posicionamientos en un momento en que la Argen-tina atravesaba su propia inestabilidad política.

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Por otra parte, que la UNASUR se estructure de modo intergubernamentalno tiene que ser leído como una reticencia de los estados a integrarse. Pre-cisamente, porque la UNASUR no es un medio para la integración. Su caraestrictamente intergubernamental da muestras de su especificidad política.Garantizar la gobernabilidad de la región es una tarea conjunta que solopuede asumirse de común acuerdo. Esos acuerdos comunes se constituyeronex post y supusieron diversas estrategias acerca de cómo garantizar esa go-bernabilidad, de allí la falsedad de las perspectivas ideologicistas. En estesentido, importa comprender el carácter, en el caso boliviano, acerca de cómose produjo ese acuerdo por la vía de los hechos. La primacía de la posiciónbrasilera cristalizó un cambio en el modo de conducción del antagonismo enla región.

A diferencia de la salida victoriosa de Chávez del golpe de estado en 2002,que vino acompañada por una ofensiva diplomática (llamémosla) progresista,la resolución de la crisis en Bolivia supuso una moderación de la diplomaciay de los esquemas de integración regional (Serbín 2007).

Por otro lado, el común acuerdo en garantizar la paz regional destaca unacuestión más profunda. La emergencia de la UNASUR indica una tendenciaen la que el poder soberano estatal, luego de que fuera impugnado por luchascontra el capitalismo neoliberal, no se puede ejercer de modo autocentra-do, sino que asume la necesidad de buscar apoyos regionales. Solo así secomprende el carácter compartido del liderazgo de Brasil en la UNASUR.31

Precisamente, porque las implicancias del desgobierno en un país, comoBolivia, no hubiera tenido repercusiones negativos solamente para Brasil,sino que involucraba al conjunto de los países. De allí que no deba sorpren-der que Chile, país que mantiene un conflicto limítrofe histórico con Boliviapor haberle quitado la salida al mar, haya sido uno de los promotores de lacumbre de la UNASUR. Y ello no se debió, ni puede reducirse, a su carácterde presidente pro tempore de la UNASUR. Chile era parte involucrada en lamedida en que mantiene un conflicto con resoluciones espasmódicas con suspueblos mapuches. Una guerra civil en Bolivia atravesada por clivajes étnicos,hubiera tenido efectos imprevisibles también para el país cordillerano.

Insisto, que las posiciones de Brasil hayan sido las que se impusieron sobreel conjunto, especialmente sobre Venezuela, no debe conducir a abandonarla perspectiva aquí propuesta y reemplazarla por otra de carácter realista. Eldiscipinamiento interno de las clases dominantes y subalternas se expresaronregionalmente a través de la moderación impuesta por Brasil al conjunto delos países. La condición para que el conflicto se resolviera exitosamente, fuela moderación de las partes. En este sentido, Brasil actuó como disciplinadorregional. Pero la capacidad de moderación brasileña no debe comprender-

31. «[L]a crisis [de Bolivia] ha revelado que Brasil no puede actuar solo, y necesitadel marco regional sudamericano para generar consensos. En suma, su liderazgo hade se colectivo, o no será» (Sanahuja 2008, pág. 43).

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se como un éxito de la diplomacia de Itamaraty. Más bien actuó sobre elterreno fertilizado por los gobiernos progresistas de la región que, previa-mente, habían puesto en funcionamiento mecanismos de institucionalizacióny desactivación de las luchas sociales. Aun así, Brasil solo pudo disciplinara los países de la región, principalmente a Venezuela, en la medida en quedetrás estaba la amenaza de la guerra civil. Así, la lucha de clases contra laofensiva capitalista neoliberal se hizo presente de modo pervertido al interiordel estado boliviano y de las disputas interestatales de la región.

En definitiva, Brasil no pudo actuar en solitario y debió actuar en conjuntocon la región. Al mismo tiempo, la iniciativa estabilizadora argentina y chilenasolo podían efectivizarse con el apoyo de Brasil. Pero, simultáneamente, nohabía posibilidad alguna de estabilización sin el beneplácito boliviano y elapoyo bolivariano.

Por otra parte, la emergencia de la UNASUR expresa un desplazamientoen el rol de policía de Estados Unidos hacia la región, y junto a ese despla-zamiento se ve anulada virtualmente la presencia de la OEA. Este conjuntode movimientos ha sido interpretado como un proceso de autonomizaciónde los países de la región respecto de Estados Unidos. Y en general, esaautonomización se la vincula con el surgimiento de países progresistas pos-neoliberales, donde ha estado presente una ideología anti-estadounidensede raíz latinoamericanista-independentista (Arnoux 2012). En algunos casos,este análisis se complementa con la hipótesis de que Estados Unidos habríadejado hacer a los gobiernos progresistas ya que el país del norte se encon-traría ocupado y empantanado en la guerra de Irak. Sin embargo, como sedesprende del análisis propuesto aquí, el veto a la presencia estadounidenseen la región, consagrado en la detención del ALCA, deber ser entendido a laluz de las transformaciones impuestas por las luchas contra el capitalismoneoliberal. Dicho sintéticamente, la estrategia de securitización estadouni-dense pos 11 de septiembre se encontró con la pulverización del poder deestado, que para recomponerse tuvo que asumir una agenda diferente a lapropuesta por Estados Unidos. Pero, paradójicamente, la garantización deesa agenda se logró a través de acciones opuestas a la posición de EstadosUnidos. En otras palabras, se pudo hacer la tarea que propuso Washingtonsiendo profundamente anti-estadounidense.

Como puede verse, es un error suponer que la emergencia de UNASURcomprende una respuesta autonómica frente al regionalismo abierto propues-to por Estados Unidos a través del ALCA. Asumir a la UNASUR como unarespuesta frente al regionalismo abierto,32 implica comprender las relacionesinternacionales desde una mirada que toma al estado como punto de partidasin cuestionarse su propia constitución. Esas visiones lo asumen (al estado)

32. La lista de autores es muy larga, alcanza con nombrar algunos como Sosa(2008), Sanahuja (2008), C. Malamud (2008), Serbín (2010), Bywaters y Rodríguez(2009), Peña (2009) y Briceño-Ruiz (2010).

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como un hecho dado y borran del mapa interpretativo toda relación entre lastransformaciones en los esquemas de integración y el desarrollo del antago-nismo social de clase que da lugar al origen y a las transformaciones de losestados (que son los sujetos jurídicos con capacidad de crear nuevos sujetosjurídicos como la UNASUR).

Asimismo, esos estudios caen en un politicismo, en tanto que dejan fuerade sí toda relación con las transformaciones sociales las cuales, como semostró, o aparecen como una simple mancha en el camino, o bien como unanexo subordinado a las acciones gubernamentales. Esas perspectivas, seande izquierda, conservadoras o liberales, no solo son normativistas sino que,además, son estadólatras.

En efecto, si alguna relación mantiene la UNASUR con la derrota delALCA, es en que esa derrota supuso un cambio en el modo de desarrollo delantagonismo social de clase, en el que las formas de dominio y explotacióncapitalista neoliberal fueron impugnadas en las calles. En ese sentido, lasimpugnaciones sociales territorializadas y encerradas en y por los estadossuperaron esa territorialidad, implicando un cambio en las formas del dominioy la explotación regional. Precisamente, allí se ubican la detención del ALCA(y el empantanamiento de la OMC a nivel global). Más aún, para AméricaLatina, las impugnaciones a las formas de dominio y la explotación neoliberal,suturaron la presencia de Estados Unidos en la resolución de conflictosnacionales o regionales en el Cono Sur.

Como se mostró, entonces, la resolución del golpe de estado en Vene-zuela, y la derrota del ALCA, constituyen dos momentos centrales en estaimpugnación de la presencia estadounidense. Lejos quedan los supuestos delempantanamiento de Estados Unidos en Irak y el olvido del patio trasero(Katz 2011).

Las afirmaciones que circulan que con la asunción de gobiernos progre-sistas se recupera la soberanía y que organismos como la UNASUR ayudana su resguardo se anuncia como falsa. No porque las medidas que tomaranlos gobiernos progresistas no lo sean, o porque la UNASUR no aporte en esasdecisiones. Sino porque esas afirmaciones suponen que las intervencionesprevias, es decir, las asumidas por gobiernos neoliberales no lo fueron. Elsupuesto básico que recorren estas afirmaciones es que el estado es un terceroneutral en el desarrollo del antagonismo social de clase, y que, en la medidade lo posible, debe actuar en pos de los intereses de los sectores subalternos,o al menos atendiendo a sus demandas. Ese es un supuesto ideológico, yadolece de una comprensión del estado capitalista. No logra comprender elcarácter constitutivo del antagonismo social de clase, no solo del estado, sinode las relaciones sociales en general. Pero a esas afirmaciones hay que darlesalgún crédito. Enuncian correctamente que esa soberanía comienza a serejercida de otro modo producto de las luchas contra el capitalismo neoliberal.Así a pesar de ellas, las proyecciones de Hardt y Negri en Imperio parecen

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devenir una realidad, incluso en la periferia. La recomposición del poderestatal, pos ciclo de luchas contra el cpaitalismo neoliberal, no pudo sinoefectuarse dando un salto de escala. La disciplina del mercado mundial que seimpuso a través del ataque neoliberal comenzó a ser desguazado. A su rescatesalieron los gobiernos progresistas. En la reconstrucción del poder estatal laconstrucción de una apoyatura regional (UNASUR) devino necesaria. Comono podía ser de otro modo, la UNASUR es un resultado del antagonismosocial de clase.

Es, entonces, el proceso de recomposición del poder estatal donde debeubicarse la emergencia de la UNASUR. No se trata, entonces, de una institu-ción que responde a una supuesta defensa ante posibles ataques del mercadoy de los organismos internacionales de crédito; ni frente al unilateralismoeconómico y político de Estados Unidos y los organismos internacionalesde crédito, ni ante preventivos ataques militares dada la reactivación de laIV Flota. Tampoco es el mero reflejo de una ideología latinoamericanistaascendente que sería portada por los gobiernos progresistas. La UNASUR es,más bien, el resultado de los procesos de recomposición del poder (estatal)gestionado por gobiernos progresistas. En este sentido, la UNASUR puedepensarse como un resultado de los gobiernos progresistas emergentes ante elascenso de la lucha de clases. Como una instancia de gestión de la estabilidadregional luego de que aquel ciclo de luchas se hallara en retroceso, perocuyas resonancias institucionales implican momentos de fuerte inestabilidadpolítica. La UNASUR es, entonces, un intento de coordinación regional deconducción del antagonismo social de clase. Un soporte interestatal que emer-ge como reaseguro de la paz nacional y regional. Una apoyatura de y paralos estados cuyo objetivo central es la recomposición de su poder soberano.

Asimismo, en su carácter de soporte del poder soberano, no debe limitarsesu campo de acción a los conflictos internos, y a la necesidad de disciplinar alos sectores dominantes para lograr un efectivo dominio sobre los sectoressubalternos. La UNASUR también opera sobre conflictos interestatales, enla medida en que expresan diversos modos de asumir esa conducción delantagonismo social de clase.

Precisamente, en la gestión de los conflictos la UNASUR mostró dospropuestas extremas del modo en que se gestiona ese antagonismo. Por unaparte están los países del ALBA y por la otra Colombia. En medio de ellasestá la posición brasilera, que en cierto modo es compartida por Argentina,Chile y Uruguay. Allí la cuestión radicaba en el cómo de esa conducción,con qué apoyos, con qué recursos, etcétera. En la resolución del conflictoboliviano se impuso esta última posición más moderada. En este sentido,pueden comprenderse también la elección de Ollanta Humala en Perú y la deJuan Manuel Santos en Colombia. Es decir, como una victoria del modo degestión progresista moderado del antagonismo social de clase pos ciclo deluchas contra el capitalismo neoliberal.

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250 RODRIGO F. PASCUAL

Finalmente, al principio de este capítulo se dijo que el desarrollo del golpede estado en Venezuela fue anticipatorio del modo en que gestionó la crisisla UNASUR en Bolivia. Pero a esta altura puede decirse que a diferencia deaquella ocasión donde la lucha en las calles volcadas a favor de Chávez diomuestras del poder de estas contra el capitalismo neoliberal, e luego de queese poder se manifestara dio lugar a diversos apoyos regionales al gobiernoconstitucional, en el caso de Bolivia el desarrollo fue distinto. En este lasluchas contra la ofensiva neoliberal ya habían sido reencauzadas al interiorde procesos estatales. Así mientras que en el caso venezolano la cuestiónradicaba en evitar el efecto contagio de la radicalización de las luchas, enel caso boliviano implicaba mantener el conflicto al interior de procesosinstitucionales. Es en este sentido que la UNASUR operó como un dispositivode seguridad en la medida en que intervino para evitar, no la radicalización,sino la activación de conflictos en otros territorios.

Se puede concluir, finalmente, que la UNASUR es un producto de la luchasde clases. Su carácter de apoyatura del poder soberano, entonces, permitever a la UNASUR como una forma del dominio clasisita, como un mecanismopara la intervención en la lucha de clases.

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