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TRANSFERENCIA DE CONOCIMIENTO EN
SISTEMAS REGIONALES DE INNOVACIÓN:
LOS EFECTOS DE LA ESTRUCTURA
SOCIOECONÓMICA
Manuel Fernández-Esquinas
Manuel Pérez-Yruela Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA)
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Traducción al castellano del trabajo:
Fernández-Esquinas, M. y M. Pérez-Yruela (2015) “Knowledge Transfer
in Regional Innovation Systems: The Effects of Socioeconomic
Structure”, en Pinto, H. ed. Resilient Territories. Innovation and
Creativity for New Modes of Regional Development. Cambridge Scholars Publishing, 53-74.
1. Introducción
En este trabajo se realiza un análisis de cómo y por qué debe tenerse en
cuenta la estructura socioeconómica de las regiones, especialmente de las
semiperiféricas y periféricas, a la hora de crear y desarrollar sistemas
regionales de innovación. En el análisis se pone un énfasis especial en los
procesos de transferencia de conocimiento1 entre ciencia e industria dentro
de esas regiones. El interés por este tema se basa en la constatación de una
paradoja similar, a escala diferente, a la denominada paradoja europea2. En
1 En este trabajo entendemos la transferencia como el intercambio de tecnología,
conocimientos y capacidades entre organizaciones. En el ámbito de la I+D incluye
el conjunto de actividades relacionadas con la generación de conocimiento y
capacidades en colaboración con organizaciones empresariales, así como el uso,
aplicación y explotación de conocimiento y otras capacidades existentes en los
organismos de la ciencia académica por parte de la industria (Ver Molas, et.al,
2002). 2 El término "paradoja europea", acuñado en el “Libro verde de la Innovación” de
la Unión Europea (1995), se refiere a la percepción de un fracaso de los países
europeos para trasladar los avances científicos en invenciones comercializables. En
este trabajo, en el contexto de la I+D regional consideramos a la paradoja como
2
muchas de estas regiones existen dudas razonables de hasta qué punto la
generación y transferencia de conocimiento contribuyen al progreso
socioeconómico en la medida que se esperaba cuando se tomó la decisión
política de crear y apoyar el desarrollo de la ciencia y la innovación a nivel
regional (Martin and Toddling, 2013).
Una de las razones que pueden explicar esta situación se
encontraría en las características de las relaciones entre centro y periferia
dentro del sistema mundial. Vivimos en un sistema económico mundial
formado por la expansión global de la economía capitalista de mercado
donde existen marcadas desigualdades. La noción de centro y periferia
viene a describir esta situación clasificando a las distintas partes del
sistema como centrales, semiperiféricas y periféricas. Centro y periferia
son metáforas acerca de un sistema global donde los países y regiones
centrales acumulan más riqueza y más capacidad para crearla, frente a los
periféricos que miran a los del centro como sus referentes3. Las relaciones
centro-periferia implican cierto grado de dependencia. Una podría
calificarse de dependencia involuntaria o impuesta al haberse creado por la
forma en que se ha expandido el sistema. Otra podría calificarse de
voluntaria, que puede estar condicionada por la anterior, al aceptar en
muchos casos los actores relevantes de la periferia que su modelo de
referencia para el progreso socioeconómico debe ser sin más el del centro,.
Esa expansión y las relaciones que de ella se derivan se ha
producido desde el grupo de países centrales más desarrollados de
América y Europa, que han exportado su modelo económico hacia
sociedades de la periferia con gobiernos, culturas, formas de organización
una mejora evidente en los indicadores de la ciencia académica que no va
acompañada de innovaciones en el ámbito de empresa, sin hacer consideraciones
sobre el grado de excelencia científica.
3 En palabras de Wallerstein (1979:97) “La distinción centro-periferia ampliamente
observada en escritos recientes, diferencia aquellas zonas en las que están
concentrados altos beneficios, alta tecnología, altos salarios y producción
diversificada (países centrales), de aquellas otras en las que se concentran bajos
beneficios, baja tecnología, bajos salarios, producción menos diversificada (países
periféricos). Hay también una serie de países que están en medio y juegan un papel
diferente (semiperiféricos)…En parte actúan como periferia de los países centrales
y en parte actúan como país central de algunas áreas periféricas”.
Clasificaciones más recientes hablan de países desarrollados, emergentes y en
desarrollo. Otras se hacen a partir de cortes más o menos arbitrarios, pero con
cierta base empírica, en las múltiples jerarquizaciones que abarcan la renta per
cápita, el índice de desarrollo humano o, más recientemente, el índice de progreso
social..
3
social y regímenes económicos muy distintos. La expansión se ha
sustentado en una serie de instituciones (bolsas para intercambios de
valores, tratados de libre comercio, reglas que protegen las inversiones
productivas transnacionales, paquetes tecnológicos que propulsan el flujo
de información, las profesiones que gestionan las transacciones y procesos
productivos...) que ha permitido que el modelo se difunda e implante en un
número creciente de países y regiones. A su vez, esto ha llevado siempre
aparejada una serie de obstáculos y disfunciones, debido a las diferencias
de los países periféricos antes citadas. En ocasiones estas diferencias
hacen que la implantación de modelo sea lenta, incompleta, disfuncional o
ineficiente.
Una institución que es parte importante del modelo exportado ha
sido el llamado sistema de innovación, ya que el desarrollo
socioeconómico de los países centrales está asociado a los avances en
ciencia y la tecnología y las industrias que las utilizan como base. Por ello,
casi todos los gobiernos de países semiperiféricos y periféricos también
tratan de apoyarse en un sistema de innovación para promover el
desarrollo creándolo a imagen y semejanza del que existe en los países
centrales. Los toman como referentes y siguen las reglas que estos han
creado para organizar e impulsar la innovación, incluido el sistema global
de certificación y evaluación del conocimiento.
En la adopción por imitación de los sistemas de innovación por
parte de regiones semiperiféricas o periféricas también existen
condicionantes procedentes de la estructura social y cultural predominante
en ellas. Estos condicionantes actúan como obstáculos para que estos
sistemas así importados puedan cumplir con las funciones que se esperan
de ellos y desarrollarlas con eficacia. Esto afecta al conjunto del sistema y
en particular a la circulación y utilización del conocimiento por el sector
productivo y otros sectores para contribuir al desarrollo. Estos obstáculos
se encuentran en las características de las empresas, los modelos
organizativos del sector público y la configuración de los organismos de
interfaz. Por esto, las medidas al alcance de los gobiernos, especialmente
el apoyo a la I+D siguiendo patrones de la ciencia global sin tener en
consideración las diferencias del sistema local, no se traducen en el
desarrollo de sectores productivos que acerquen a estas regiones a la
economía del conocimiento o que aumente significativamente su
desarrollo socioeconómico.
En este capítulo se analizan en detalle los rasgos de la estructura
social y cultural que condicionan la utilización eficaz del repositorio de
recursos y conocimientos acumulados en el sistema de innovación de estas
regiones y se ofrecen algunas alternativas de actuación. En el apartado 2 se
hace una breve reflexión sobre las relaciones centro-periferia en el ámbito
4
de la ciencia y la innovación y se interpretan sus implicaciones. En el
apartado 3 se analizan las características de los sistemas de innovación y
se identifican los principales componentes de su estructura social y
cultural. En el apartado 4 se especifican los rasgos de los sistemas
periféricos de innovación. En el apartado 5 se presenta un análisis de las
dinámicas que ocurren en los distintos canales de transferencia en dichos
sistemas. En las conclusiones proponemos algunas medidas dirigidas a
alinear la I+D con las necesidades productivas de esas regiones.
2. Las regiones periféricas en el sistema global de la I+D
Una de las instituciones claves en el proceso de desarrollo de los países
centrales ha sido y es la ciencia y la tecnología. Se ha convertido en uno de
los pilares de la globalización gracias a su vinculación, especialmente en el
ámbito de la innovación, con amplios sectores de la economía productiva.
La innovación se concibe hoy como una recombinación de conocimientos
y capacidades variadas. Las empresas para innovar combinan saberes
ubicados en múltiples lugares (proveedores, consumidores, productores de
tecnología) junto a capacidades internas, y tratan de ponerlas al servicio de
su capacidad competitiva.
Por otra parte, las innovaciones de mayor impacto -las llamadas
radicales- están ligadas cada vez más a la ciencia y a los procesos de
desarrollo tecnológico realizados en la frontera del conocimiento. No
obstante, para que estos avances puedan convertirse en innovación es
necesario que las empresas los recombinen con capacidades situadas en
otros lugares de la cadena de valor4.
Es evidente que el sistema mundial es desigual tanto en lo que se
refiere a la institucionalización de la ciencia en general, como en los que
se refiere a la innovación y a la transferencia. Esta desigualdad se mide
sobre la base de jerarquizaciones hechas a partir de indicadores. Entre
otros, se utilizan indicadores como la proporción del PIB dedicado a I+D,
el número de investigadores, la calidad de las universidades, la cantidad y
rentabilidad de las patentes o la balanza de pagos tecnológica.
Jerarquizaciones que por lo general encabezan los países centrales.
Las universidades consideradas mejores y los grupos de
investigación que producen los resultados científicos de más éxito,
también se concentran en unos pocos países (EEUU, Reino Unido,
4 Una visión general de las interrelaciones entre I+D e innovación económica
puede verse en Fagerberg, et.al. (2006).
5
Alemania…). Además, en estos países han surgido las organizaciones
consideradas modélicas para la gestión de la ciencia (las agencias de
financiación y regulación, las sociedades científicas, etc) y las prácticas
asumidas como habituales por las comunidades científicas (el sistema de
evaluación y financiación basado en el “peer review”, la codificación en
forma patentes y, más recientemente, las tecnologías de medición y
gestión a partir de fuentes bibliométricas).
En las últimas décadas, se ha asistido a la difusión hacia variados
contextos socioeconómicos del modelo de institucionalización de la
ciencia surgido en los países del centro. En la mayor parte de los estados
(y regiones autónomas dentro de ellos, cuando las hay), hay ministerios de
ciencia y tecnología, agencias de financiación y organizaciones
especializadas en medir y evaluar la I+D. Igualmente, se ha asistido al
desarrollo de la función de I+D en casi todas las universidades, que han
adquirido práctica en la definición de objetivos, distribución de recursos y
rendición de cuentas, funciones que realizan con pautas que suelen ser
bastante uniformes (Mohrman, et. al, 2008; Drori, et.al, 2003). Esto no
sólo ha ocurrido en el ámbito de los países semiperífericos y periféricos.
También ha ocurrido en regiones que pueden considerarse periféricas
dentro de países desarrollados. Regiones que están por debajo de la media
del país en cuanto a recursos y tienen rasgos culturales diferentes. Todo
ello refleja, en suma, la tendencia de esos países y regiones a imitar a los
del centro en materia de I+D.
En el proceso de institucionalización de la ciencia, lo que primero
ocurre en muchos de esos casos es la acumulación de capacidades y
recursos de I+D en las organizaciones académicas que ya existían, pero
con poca o ninguna actividad y experiencia previa en I+D, como es el caso
universidades de orientación docente. En estos casos, los indicadores sobre
los que se puede actuar con más facilidad para moverlos al alza son los
que mejor responden a la inversión pública en la ciencia académica (PIB
dedicado a I+D, cantidad de investigadores, inversión en infraestructuras,
número de publicaciones, niveles de impacto…). El primer efecto que esto
tiene es la I+D tenga en estas regiones una dependencia alta del apoyo
público y se concentre de una manera desproporcionada en las
universidades y centros públicos de investigación No obstante, esto no
garantiza la eficacia de la inversión. Haría falta haber puesto un énfasis
especial en eliminar primero las limitaciones que esas instituciones
preexistentes tenían para ser la base de un sistema de I+D que aspirase a
ser como el que se quería imitar. Cuando eso no se resuelve bien, como
suele suceder, el sistema queda lastrado de forma difícilmente reversible.
En este proceso, se implantan regulaciones y prácticas que
responden a principios que también proceden de los que se aplican en los
6
países centrales. Se trata de aquellos que se aplican en la producción de
conocimiento certificado por las comunidades científicas orientadas a la
ciencia global, que son las que lideran la creación y certificación del
conocimiento en sus respectivas áreas. En las regiones periféricas y
semiperiféricas la implantación de esos modelos choca con frecuencia con
la cultura de las organizaciones preexistentes, que es ajena a ellos.
Además, no son del todo funcionales para la eficacia de los procesos de
transferencia, como se verá más adelante.
Es importante señalar que este proceso de difusión no ocurre
porque se haya comprobado antes de alguna manera la efectividad
instrumental de la ciencia. También ocurre cuando no hay evidencia de sus
beneficios económicos, como se observa en las numerosas ocasiones en
que las capacidades de I+D y la producción científica y tecnológica están
desconectadas de la industria local. El caso de Europa es relevante en este
sentido, ya que pese a los esfuerzos que se han realizado en muchas de sus
regiones y que han resultado en la mejora de los indicadores en I+D, no se
han conseguido efectos positivos en términos de desarrollo económico (la
paradoja europea ya citada) 5.
La investigación sociológica ha mostrado en varias ocasiones
cuáles son los mecanismos por los que ocurre este proceso, sobre lo que
existen varias explicaciones6. Una se basa en la influencia de algunos
colectivos sociales que ocupan posiciones relevantes en un campo de
actividad científica o profesional. Estos grupos, mediante una presión de
“abajo a arriba”, consiguen la institucionalización local de la ciencia como
respuesta a su demanda de organizar y consolidar a esa comunidad local
de investigadores y profesionales. Ocurre, por ejemplo, cuando las
principales organizaciones preexistentes son universidades tradicionales en
las que existen grupos que acuden al Estado para la regulación,
preservación y ampliación de sus actividades (Ben-David, 1990). En
ocasiones estos grupos de profesionales se convierten en las constituencies
5 Sobre la situaciones concretas de regiones periféricas puede verse, por ejemplo,
Doloreaux (2003), Fernández de Lucio, et,al. (2006) y el conjunto de trabajos que
utilizan la noción de “fracaso sistémico” (system failure) para el caso de la
innovación regional (Chaminade y Vang, 2012; Martin y Toddling, 2013). 6 Es el caso de la corriente institucional en sociología. Una de sus particularidades
es que considera a la ciencia como un modelo cultural general, que se difunde y
afecta a la sociedad de formas difusas, antes que exclusivamente como medio para
alcanzar unos objetivos instrumentales y técnicos. Ver por ejemplo, Drori et.al
(2003).
7
de las élites políticas en un campo especializado de actividad y logran
ubicar a algunos de sus miembros en las posiciones estratégicas desde las
que se desarrollan las políticas más influyentes (Para el caso español ver
Fernández Esquinas, et.al, 2011).
Otra explicación se basa en la influencia de la fuerza y hegemonía
del proceso globalizador. A diferencia del anterior, sería un movimiento
más de “arriba a abajo”. En este caso, son las presiones hegemónicas
globales y su poder de influencia como referentes universales las que
propician que se implanten determinadas prácticas. Se adoptan así por
imitación las políticas que en esta materia están más legitimadas y gozan
de mayor autoridad. Las prácticas más legitimadas en la ciencia son las de
las organizaciones y grupos de profesionales más reconocidos en la
producción de conocimiento certificado. En algunos casos el mecanismo
de influencia es visible, ya que los políticos se ven obligados a converger
con las expectativas de otros poderes nacionales o internacionales, ya sea
para obtener legitimidad o recursos adicionales. En otros casos, el
mecanismo es más invisible y actúa en forma de mimetismo: las prácticas
dominantes en un grupo de países centrales, que a veces han resultado
exitosas en algunos de ellos y se consideran buenas prácticas, tienen una
enorme legitimidad y autoridad. Es más fácil “copiar y pegar” ejemplos ya
legitimados que tratar de diseñar los más apropiados a las necesidades
concretas de sus regiones. Se adoptan por los políticos locales para huir
del esfuerzo y del riesgo que tiene buscar esas otras alternativas más
apropiadas a sus especificidades (Shenkav y Kamend, 1991).
El argumento anterior se puede aplicar también al ámbito más
reciente de la innovación, y tiene además especiales implicaciones en el
análisis de la transferencia. En el caso de la innovación y la transferencia
ha ocurrido un proceso similar al de la difusión institucional en la ciencia.
En el último cuarto del siglo XX se ha asistido a un conjunto de
actuaciones dirigidas a rentabilizar el repositorio de conocimientos y
recursos de I+D. En las regiones periféricas, dada la acumulación de
capacidades en universidades y algunos organismos públicos de
investigación, las medidas clave han sido la transferencia de tecnología y
conocimiento desde la I+D pública de carácter académico a las empresas.
Para ello, inicialmente se dio especial importancia a la creación
de infraestructuras para facilitar el uso de tecnología por parte del sector
productivo y otros sectores. Un ejemplo son las oficinas de transferencia
de tecnología en las universidades. Frecuentemente han estado orientadas
a apoyar el registro y la licencia de patentes y la comercialización de
resultados de I+D de la universidad y no tanto a servir de interfaz entre el
ámbito académico y los sectores productivos. Otro ejemplo son los
parques científicos y tecnológicos. Se han concebido como polos de I+D
8
con condiciones adecuadas para atraer a clusters de empresas de alta y
media tecnología, para facilitar la puesta en valor económico de
descubrimientos de la ciencia académica y para alojar las nuevas empresas
impulsadas por estudiantes e investigadores. Se han hecho imitando
experiencias de sobra conocidas (Silycon Valley es el mito a imitar) que
difícilmente se podían reproducir, aunque esto no ha sido obstáculo para
insistir en ello (Massey y Wield, 2003; OCDE, 1992; 1997).
Recientemente se ha asistido a otra oleada de medidas para la
innovación y la transferencia, más en consonancia con los llamados
“modelos interactivos” (Bozeman, 2000). Estos modelos asumen que la
relación entre actores del sistema favorece la circulación de conocimientos
y su incorporación en la actividad productiva. Tratan de favorecer el flujo
de conocimientos y capacidades de todo tipo entre la ciencia y la empresa,
de manera que formen parte de los recursos a disposición de las empresas
para sus estrategias de innovación. Las actuaciones en este ámbito
contemplan programas de movilidad de recursos humanos, proyectos
cooperativos, incentivos fiscales para la colaboración con la universidad,
así como numerosas agencias de asesoramiento que ayudan a las empresas
a utilizar el potencial acumulado en la I+D7.
El proceso de implantación de estas medidas y de creación
organismos especializados en transferencia e innovación empresarial es
similar a lo observado en el caso de la ciencia. Por un lado, la existencia
de actores internos que demandan organizar el campo: el nuevo grupo de
profesionales del conocimiento generados por el crecimiento del sistema
universitario, junto a un número creciente de empresas que esperan utilizar
los recursos de I+D para mejorar sus capacidades competitivas. Por otro
lado, la existencia de influencias procedentes de lugares más centrales,
dotados de gran legitimidad. En especial la atracción de las políticas de
innovación basadas en los casos exitosos de acceso a la economía del
conocimiento de algunos países y regiones (Freeman, 1987; Saxenian,
1996) que se han codificado y transmitido rápidamente por los organismos
internacionales a través de los enfoques de los sistemas de innovación
(Sharif, 2006).
Si bien estas medidas parten de un esquema cognitivo más
avanzado en el entendimiento de los procesos de innovación8, un problema
7 Para una clasificación de los canales de transferencia ver Ponomariov y
Boardman (2012). 8 La literatura especializada sobre innovación ha documentado bien la existencia
de modelos de innovación basados en la ciencia, llamados STI –science,
technology, innovation - y los basados en capacidades de carácter más tácito
llamados DUI -doing, learning, interacting-. En ocasiones lo que ocurre es una
9
habitual es el desacoplamiento entre las políticas de transferencia de
conocimiento y sus efectos prácticos. Después de varias décadas de
políticas científicas seguidas de políticas de innovación, numerosas
regiones periféricas se encuentran con que las actividades de I+D tienen
escasa correspondencia con el desarrollo de sectores industriales
innovadores y la mejora de otros ya existentes. Esto sigue planteando
numerosos interrogantes respecto a las posibilidades reales de utilización
por parte de sector productivo de los recursos acumulados en I+D, de
forma que se traduzcan en fuentes de innovación de las empresas y
generen mayor riqueza y empleo.
Sin embargo, no existen muchas explicaciones de los mecanismos
concretos que condicionan los procesos de transferencia. Los estudios
sociales sobre innovación no suelen realizar análisis sistemáticos de la
estructura social y cultural que está detrás de la generación y uso de
conocimiento a nivel local, que normalmente es la que explica los
desarrollos innovadores de las regiones centrales. Para analizar este
problema es útil enmarcar la discusión en un análisis sociológico de los
sistemas de innovación.
3. Los sistemas de innovación como campos organizativos
La forma de concebir la innovación desde los años 1980 ha estado muy
vinculada al concepto de sistema de innovación. Se trata de una corriente
de pensamiento de carácter pluridisciplinar que intenta responder a dos
preguntas centrales: ¿cuáles son los rasgos de una sociedad que favorecen
la innovación económica? ¿Cómo se debe configurar entonces un sistema
para que genere innovaciones? Conviene aclarar que este enfoque se
centra en la innovación de carácter económico y considera a las empresas
como los catalizadores de las innovaciones, aunque se reconoce que las
principales influencias son de naturaleza social muy diversa.
Otra característica es su importante componente normativo. Su
desarrollo ha estado muy vinculado a las políticas públicas, sobre todo las
llevadas a cabo por los países con más éxito en el acceso a la economía del
conocimiento (Sharif, 2006). Para los objetivos de este trabajo es útil
porque sirve como mapa para ubicar los elementos del problema de la
adaptación de la práctica política a alguno de los modelos manera
descontextualizada, sin tener en cuenta la existencia de la base industrial y
organizativa que los hace posibles (Asheim, 2009).
10
transferencia entre la ciencia y la industria. No obstante, aquí se intenta ir
algo más allá e identificar los factores más profundos que determinan la
generación y uso de conocimiento y, eventualmente, su transformación en
innovaciones económicas.
Para entender las dinámicas de la transferencia el concepto de
“campo organizativo” es una herramienta conceptual útil. Aporta ciertas
ventajas al enfoque del sistema de innovación, debido a que ubica mejor
los componentes básicos de una estructura social y cultural en este ámbito
de actuación. Los sistemas de innovación suelen definirse como grupos de
organizaciones e instituciones que afectan al desarrollo y difusión de las
innovaciones, junto a las relaciones que existen entre ellas (Edquist, 2005).
Más concretamente, el sistema de innovación consiste en una población (o
campo organizativo) de organizaciones interrelacionadas entre sí, que
forman parte de un área de actividad distintiva de la vida social,
normalmente acotadas en un entorno geográfico y político definido
(Powell, 2007). En el campo de la innovación, las organizaciones
relevantes son aquellas que intervienen en la generación, transmisión,
transformación y aplicación de conocimiento. Son las siguientes:
1. Productores de conocimiento científico y cualificaciones con base
científico-técnica (universidades y centros de investigación y
tecnología).
2. Organismos de interfaz dirigidos a facilitar la circulación, aplicación e
intercambio de conocimiento (centros tecnológicos, parques
científicos, oficinas de transferencia de tecnología, centros de
asesoramiento especializado en innovación).
3. Organizaciones políticas que intervienen en la innovación
(organismos de política científica, agencias de financiación y
evaluación de la ciencia, agencias de innovación, organismos
reguladores y consultivos).
4. Empresas, en particular las que trabajan en sectores productivos con
posibilidades de producir o recombinar conocimiento, junto a las
empresas de servicios claves para tal fin (sobre todo empresas en
servicios intensivos en conocimiento y empresas de servicios
financieros).
5. Centros de formación especializados en torno a sectores productivos
(escuelas de formación profesional y centros de alta especialización).
6. Organizaciones de la sociedad civil con posibilidades de influir en el
flujo de conocimientos (asociaciones de empresas especializadas,
sindicatos, asociaciones de consumidores).
11
El segundo grupo de elementos clave de un sistema de innovación
está formado por los aspectos de la realidad social que determinan o
moldean las capacidades para generar o para intercambiar conocimiento.
En este enfoque tienen especial importancia las instituciones. Suelen
entenderse como “reglas del juego” con capacidad de moldear e influir en
las relaciones y flujos de conocimiento entre las anteriores organizaciones
y los individuos que trabajan en ellas. Las instituciones se definen como
“conjuntos de hábitos comunes, normas, rutinas, prácticas establecidas,
reglas o leyes que regulan las interacciones entre individuos grupos y
organizaciones” (Edquist, 2005).
El enfoque sistémico no ha realizado muchos avances para aclarar
la influencia e interrelación de esta variedad de aspectos. Para ello es
preferible partir de la división analítica habitual en sociología entre el
plano cultural o simbólico y el plano de la estructura social. En plano
cultural los distintos componentes se pueden ordenar desde los factores
más profundos, como las normas y los valores enraizados en las
sociedades y que cambian muy lentamente, hasta los factores más
apreciables correspondientes a los conjuntos de reglas -escritas e
informales- que funcionan como expectativas de comportamiento para
ocupantes de posiciones en organizaciones concretas9. Las instituciones
corresponden al conjunto de reglas y expectativas cristalizadas que
aparecen de manera más visible en el modo de actuar de las
organizaciones en un área de la vida social.
Desde este punto de vista, es importante reconocer que la
influencia del plano cultural en los procesos de transferencia opera a
varios niveles en el campo de organizaciones relacionadas con la
innovación. Dentro de las organizaciones determinan las orientaciones
hacia los sectores productivos y la capacidad de acción. Entre
organizaciones, influyen en las interrelaciones, dado que funcionan como
barreras o legitimadores que determinan las posibilidades de interaccionar
9 Como convención terminológica es conveniente aclarar que el conjunto de
organizaciones y redes de relaciones forman la estructura social y económica de la
innovación. Constituyen los recursos y capacidades organizadas que condicionan
la capacidad para producir y utilizar conocimiento con repercusiones de carácter
económico. Estos organismos funcionan en un trasfondo que constituye el plano
cultural de los sistemas de innovación. A saber, una parte relevante de este campo
organizativo está formada por el conjunto normas, valores, roles y regulaciones
que afectan a las organizaciones (ver Portes, 2011).
12
con otras entidades e individuos. Además, a nivel de la población general
las características del plano cultural forman la base cultural de las personas
que intervienen en aspectos fundamentales de las innovaciones (tanto en
su producción como en su consumo y difusión) y determinan el soporte
social a la innovación.
A partir de las nociones anteriores la investigación social sobre
innovación ha generado algunos principios básicos referidos a los rasgos
que favorecen la creación y circulación de conocimientos. En primer lugar,
las bases para la innovación están determinadas por la configuración
económica y social de dicho entramado organizativo. La economía del
conocimiento se sustenta en la existencia de una estructura adecuada de
organizaciones que acumulen competencias y recursos especializados en
los distintos sectores de actividad a lo largo de la cadena de conocimiento,
desde ciencia de alto nivel hasta proveedores de servicios (Kline y
Rosenberg, 1986). Sin el desarrollo y la participación activa de algunas de
esas organizaciones es difícil hablar de sistema. Además, sin
interrelaciones entre las partes tampoco se considera que exista un
funcionamiento sistémico donde el conocimiento circule y se utilice
(Jordan y Hague, 2007).
En segundo lugar, los rasgos de las empresas son parte
fundamental de este entramado. Las posibilidades de las empresas de
realizar recombinaciones creativas está determinada por su “capacidad de
absorción” de conocimientos en varios lugares. Esto depende de la
existencia de empresas con arreglos organizativos y personal que les
permitan detectar y procesar conocimientos y conectarlos con sus procesos
productivos (Cohen y Levinthal, 2007). Las innovaciones con alto impacto
económico están conectadas estrechamente con el conocimiento científico
y tecnológico. Por ello, en un sistema de innovación es importante la
existencia de empresas con capacidad para interaccionar con las
organizaciones públicas o privadas que producen I+D.
En tercer lugar, un elemento crucial es la capacidad del sector
académico para realizar I+D en la frontera del conocimiento. Las empresas
sólo tienen capacidad de absorción cuando disponen de recursos humanos
con experiencia en I+D de cierto nivel. Esa experiencia normalmente se
obtiene en el ámbito académico. Cualquier sistema necesita una base
competente de investigación, cercana a la llamada excelencia. Sólo a
través de la práctica de la investigación de excelencia es posible formar
recursos humanos capaces de entender los desarrollos científicos y
tecnológicos producidos en otras partes del mundo y, en su caso,
desarrollar productos y servicios intensivos en conocimiento científico.
Finalmente, las políticas públicas son fundamentales en la
promoción de la innovación. Las empresas no tienen incentivos para
13
invertir en conocimiento científico y formación debido a su carácter de
bien público. Por ello, la base científica y tecnológica de un país, tanto en
formación de recursos humanos como en generación de capacidades, suele
depender de los gobiernos a través de su apoyo a la I+D pública. Los
gobiernos también intervienen crecientemente en el apoyo a la innovación
empresarial, dado que se asume la existencia de un “fallo de mercado”
que impide que las empresas inviertan y desarrollen por sí mismas
capacidades para adquirir conocimiento. Por tanto, a las políticas públicas
se les atribuye la mayor influencia en la creación de las instituciones que
favorecen la innovación.
4. Sobre los sistemas de innovación periféricos
Las características anteriores sólo están presentes en los países y regiones
que han logrado un modelo de desarrollo económico y social donde el
conocimiento funciona como principal impulsor de la competitividad. Se
trata de entornos que, además, cuentan con amplia presencia de industrias
de tecnologías medias y altas y servicios intensivos en conocimiento,
generadores de alto valor añadido y de puestos de trabajo de calidad. En
la sociología de la ciencia se habla de periferia como una relación desigual
respecto a instituciones centrales legitimadas en la producción de
conocimiento científico. De modo similar, en los enfoques sobre sistemas
de innovación la noción de “sistemas periféricos” está muy vinculada a la
presencia de industrias de transformación de ese conocimiento. Periferia
significa básicamente lo contrario de aglomeración industrial. Los
sistemas periféricos se caracterizan por la falta de acumulación de tejido
industrial con capacidades de absorción y generación de conocimientos
para competir globalmente y, en ocasiones, por la falta crónica de
empresas con cierta capacidad innovadora.
Los rasgos de los sistemas periféricos son, por tanto, la otra cara
de la moneda de la innovación. Un obstáculo fundamental se encuentra en
las características del sector productivo10
. Las empresas trabajan en
10 Otra crítica habitual se refiere a la insuficiente implantación en las regiones
periféricas de las prácticas científicas globales que facilitan la excelencia
científica, tales como la falta de arreglos organizativos que favorecen la
competencia dentro de las universidades y la falta de políticas que incentiven la
ciencia de frontera. En relación con ello, ver por ejemplo los argumentos que
rebaten la paradoja europea cuestionando la supuesta excelencia de la ciencia en
comparación con la producida en los Estados Unidos (Dosi, et. al, 2006). En este
trabajo por razones de espacio no nos ocupamos de las particularidades de la
14
actividades que no son intensivas en conocimiento. Existe una alta
presencia de industria primaria y manufacturera con componente
tecnológico bajo o medio y de servicios de carácter personal. El tejido
industrial está formado sobre todo por PYMES con baja capitalización,
orientadas a mercados locales, con escasa formación de sus recursos
humanos, en muchos casos con sistemas de gestión poco
profesionalizados. La capacidad de I+D está concentrada en el sector
público, principalmente en las universidades y algunos organismos de
investigación. En los sistemas periféricos ocurre lo contrario que en los
sistemas centrales. En los primeros, el sector público acumula las
infraestructuras científicas y tecnológicas, el personal dedicado a I+D, las
inversiones y, en muchas ocasiones, hasta la producción tecnológica en
forma de patentes. En los segundos, las capacidades están en su mayoría
en las empresas.
En los sistemas periféricos, por tanto, la generación y uso de
conocimiento depende de manera especial de los apoyos públicos. Si los
esfuerzos en este sector no van acompañados de otras medidas complejas
para fomentar la transferencia y la capacidad de las empresas, resultan en
la producción de recursos humanos (básicamente titulados universitarios)
y conocimiento científico codificado (básicamente artículos científicos y
algunas patentes) que no están suficientemente conectados con las
necesidades de las empresas. Esto se debe a la inercia del sistema público
de I+D a ajustarse a los criterios de la ciencia académica y dejar la
innovación y transferencia a quien corresponda en la división del trabajo
dentro del modelo lineal.
En los aspectos políticos de la innovación residen algunos
mecanismos que explican la persistencia de los rasgos anteriores. Muchos
sistemas periféricos se encuentran atrapados en el modelo lineal por dos
tipos de motivos. Primero, en ocasiones las actuaciones públicas se
enfrentan a un problema estructural debido a que, en ausencia de un tejido
productivo idóneo, es muy difícil que las inversiones en I+D puedan ser
utilizadas directamente por las empresas para aumentar su competitividad
y generar empleo. Como se ha indicado, los gobiernos se ven en la
necesidad de invertir continuamente en I+D debido a las expectativas
generadas por la ciencia y la tecnología. Segundo, en cualquier país
desarrollado es necesario contar con infraestructuras científicas y
tecnológicas donde se pueda formar capital humano adecuado. Por tanto,
ante la debilidad de sector privado y su escasa contribución a la
institucionalización de la ciencia en sistemas universitarios periféricos, aunque es
importante reconocer su influencia.
15
financiación de la investigación, la decisión política en los sistemas
periféricos de incrementar la inversión en I+D pública, resulta en un
aumento de la desproporción entre los sectores público y privado. Esto
aleja a estos sistemas de converger con los más avanzados (Castro, et.al,
2009). De aquí se derivan situaciones paradójicas en algunas regiones
periféricas. Cuanto más se invierte en I+D canalizando recursos al sector
académico, menos se converge con los parámetros de las regiones
centrales, donde la mayor parte del gasto lo realizan las empresas.
En otras ocasiones los problemas estructurales provienen de que
las políticas públicas parten de una concepción parcial del funcionamiento
de la innovación y de los mecanismos de transferencia (Fernández de
Lucio, et, al. 2009). Sin entender la lógica de las formas de transferencia
en el contexto específico de estas regiones, los esfuerzos públicos para
orientar la I+D a objetivos de desarrollo económico se ven seriamente
comprometidos. Además, suponen una barrera para la relación entre
ciencia y empresa. En el siguiente apartado se especifican algunas
cuestiones básicas sobre el funcionamiento de la transferencia. Se presta
atención especial a la acumulación de la I+D en el sector público y a los
rasgos de estos organismos que influyen en la relación con las empresas.
5. El entorno social de la transferencia
Las organizaciones de la ciencia pública tienen numerosas funciones
relacionadas con la producción y utilización de conocimiento. A la hora de
valorar las actividades de transferencia es importante tener en cuenta la
multiplicidad de mecanismos a que esas variadas funciones pueden dar
lugar. Además de la transmisión producida con las publicaciones
científicas y la producción de titulados universitarios, la transferencia con
las empresas incluye los siguientes grupos de actividades:
1. Formación especializada y movilidad de recursos humanos (servicios
de formación especializada a las empresas, formación de tecnólogos
de la empresa en el sector público, estancias de investigadores en las
empresas).
2. Prestación de servicios avanzados (consultoría, servicios técnicos,
calibraciones, análisis, acceso a instrumental científico).
3. Investigación cooperativa entre ciencia e industria (proyectos de
generación de I+D con participación de empresas y organismos
científicos, generalmente con apoyo público).
16
4. Investigación contratada (a través de proyectos de investigación
aplicada o desarrollo tecnológico que generan nuevo conocimiento,
normalmente sufragados por la empresa).
5. Creación de estructuras inter-organizativas para la transferencia
(centros de investigación cooperativa entre ciencia e industria,
partenariados público-privados para desarrollo de tecnologías).
6. Actividades de comercialización de conocimiento (licencia de
patentes y creación de empresas o nuevas líneas de negocio a partir de
la investigación).
7. Actividades de difusión e intercambio de información con la empresa,
generalmente de carácter informal (asistencia a reuniones, ferias,
eventos informativos, además de los contactos informales de carácter
personal).
Los canales anteriores adquieren distinta importancia en función de
las características del entorno, tales como la configuración de las
empresas, de los organismos de interfaz y de la base institucional de los
organismos públicos.
En las actividades de transferencia subyace un proceso social entre los
agentes que intervienen en el intercambio. Ese proceso se basa en el
conocimiento tácito que se encuentra incorporado en el saber hacer de
personas y organizaciones. Los elementos tácitos del conocimiento son
difíciles de codificar y transmitir en ausencia de algún tipo de interacción
entre el poseedor de ese conocimiento y el usuario potencial. En términos
sociales, el carácter tácito del conocimiento hace difícil separarlo de su
entorno social, debido a que éste contiene elementos fundamentales para
hacer posible que un tercero pueda utilizarlo (Bozeman, 2000). Por ello,
una cuestión fundamental para la transferencia es reconocer los aspectos
fundamentales de la estructura social y cultural. A continuación se
exponen los principales elementos del entorno que condicionan la
transferencia. Se pone énfasis en los rasgos que están especialmente
presentes en los sistemas periféricos.
Las bases de conocimiento del tejido productivo
Los canales anteriores adquieren distinta importancia en función de la base
de conocimiento predominante en un sector industrial (Asheim, 2009).
Algunos sectores tienen una base de conocimiento analítico (biomedicina,
farmacia, microelectrónica) y frecuentemente para competir requieren
utilizar resultados de I+D ya codificados, como patentes. Otros sectores
tienen una base de conocimiento sintético (agroalimentario, automoción,
industria del metal, manufacturas de baja y media tecnología) y requieren
17
principalmente modalidades de transferencia que permiten la síntesis y
recombinación de varios saberes. Por ejemplo, consultoría, investigación
aplicada, algunos análisis o acceso a instrumentación especial. Además,
muchas empresas industriales y de servicios tienen una base de
conocimiento simbólico (moda, mobiliario, contenidos audiovisuales,
aplicaciones TIC), en el que es importante el diseño, la imagen y el
entendimiento de los significados culturales del entorno. Esto requiere
canales específicos de transferencia, como asesoramiento cultural y
herramientas de marketing para entender la aceptación social de los
productos. Por otra parte, numerosos estudios empíricos han encontrado
que sólo una pequeña parte de empresas utilizan conocimiento codificado.
Incluso las empresas que buscan la licencia de patentes también utilizan
otros tipos de canales. En particular, la investigación en este campo
muestra la gran importancia de las relaciones informales en las empresas
que utilizan la ciencia pública (Guldbransen, et. al. 2011).
Hay que tener en cuenta los canales predominantes en función de
las bases de conocimiento de los sectores productivos. Esto es importante
para orientar y gestionar las actividades de transferencia entre ciencia e
industria. Suele considerarse positivo para la innovación que los
mecanismos de transferencia con las empresas sean lo más amplios y
diversos posibles. Sin embargo, en muchos entornos periféricos no existen
empresas con capacidades para embarcarse en los canales más intensivos
en conocimiento científico o con más necesidades de transformación. Más
bien, muchas empresas demandan apoyos y soluciones tecnológicas
adaptadas a sus procesos productivos que les ayuden a ser más
competitivas.
Además, en muchos entornos periféricos existen escasos
proveedores de servicios tecnológicos avanzados. Por otra parte, muchas
empresas no tienen capacidad financiera para contratarlos, por lo que las
empresas encuentran en el sector público una fuente más cercana y
accesible. No necesitan tanto I+D, sino asistencia e información
estratégica que les ayuden a resolver problemas. Este tipo de prestaciones
son especialmente relevantes en los sistemas periféricos debido a que la
afluencia de servicios intensivos en conocimientos contribuye a adquirir
capacidades de absorción. Ayudan, por tanto, a superar el umbral que les
permite utilizar otro tipo de canales más relacionados con I+D.
Los organismos de interfaz
La transferencia requiere distintos artefactos sociales que favorezcan las
interacciones entre ciencia e industria. Las interacciones se ven
influenciadas en cada caso por: la necesidad de transformar el
18
conocimiento que se transfiere, la intensidad relacional y los arreglos
organizativos necesarios para facilitar la transferencia. Por ello, la
prevalencia de distintos canales en un sistema requiere distintos
organismos de interfaz.
Cada actividad de las nombradas requiere distinto grado de
transformación del conocimiento que se pretende utilizar. Por ejemplo, en
las patentes el conocimiento a transferir está más “finalizado” y requiere
un menor grado de intensidad relacional entre investigadores y empresas
para transformarlo en un producto. Por ello, estas actividades suelen estar
gestionadas por oficinas de transferencia de tecnología. Por el contrario, en
la investigación contratada o en los proyectos cooperativos, el grado de
finalización del conocimiento es menor y se necesita mayor adaptación al
mundo de la empresa. Esto requiere mayor comunicación e interacción
interpersonal y organizaciones que gestionen dichos procesos. En general,
a mayor grado de transformación de conocimiento y a mayor intensidad
relacional entre las empresas y las organizaciones científicas, se requiere
una mayor complejidad de los arreglos organizativos para la transferencia.
Por esto, en aquellos sistemas de innovación para sectores
industriales que necesitan recombinar conocimiento científico con otros
tipos de conocimientos avanzados, existen organizaciones especializadas.
Estas organizaciones cuentan con estructuras estables para aunar ciencia y
empresa. Por ejemplo, centros de investigación cooperativa, laboratorios
corporativos dentro de los centros públicos y partenariados público-
privados para el desarrollo de tecnologías avanzadas (Ver Turpin y
Fernández Esquinas, 2011).
Ahora bien, un problema habitual en los sistemas periféricos es
cómo adaptar los organismos de transferencia a las necesidades de las
empresas. Parte de los existentes son extensión de universidades y centros
públicos de investigación (como las OTTs). Su objetivo es buscar
acomodo para sus productos finalizados de alto contenido científico que,
por ello, encuentran escasas posibilidades en las empresas del entorno.
Otros organismos son centros de innovación que prestan servicios básicos
de innovación a las PYMES. No disponen, por tanto, de capacidades
avanzadas para transformar investigación de frontera en innovaciones
radicales. Es menos habitual encontrar organismos de interfaz en lo que
puede llamarse “terreno intermedio”. Se trata de la I+D aplicada o el
desarrollo tecnológico avanzado, con estructuras organizativas estables
que permitan combinar una alta capacidad de I+D, servicios
complementarios y un ambiente de alta interacción y confianza entre los
socios. En aquellos casos en los que no existe esta población de
organizaciones, ocurre que los organismos de la ciencia académica ven
aumentada la cantidad de funciones que se espera de ellos.
19
El sector de investigación académico
El tercer grupo de elementos del entorno que influye en la transferencia
tiene que ver con la configuración de universidades y centros públicos de
investigación. Las actividades de estos organismos están altamente
descentralizadas debido a las dificultades para controlar el trabajo de
investigación y el estatus de independencia de los investigadores. Los
profesionales que trabajan en ellas tienen como referencia las
comunidades científicas que basan su reputación en las publicaciones, que
funcionan a la vez como canal de comunicación y como mecanismo para
distribuir recompensas. En ausencia de otros incentivos, esta estructura de
recompensas induce a los investigadores a invertir en actividades que
resulten en su reputación, sobre todo en las fases iniciales de sus carreras.
En consecuencia, la transferencia está mediatizada por el encaje de las
actividades que realicen para la empresa con la estructura de recompensas
que predomina en su organización y en su especialidad científica. Hay tres
aspectos en estas organizaciones con implicaciones importantes para la
gestión de la transferencia: la coordinación y liderazgo, las reglas de
gestión interna y la cultura predominante.
En primer lugar, la existencia de coordinación y liderazgo influye
en el tipo e intensidad de la transferencia que realizan las organizaciones
científicas. Un mayor grado de coordinación y liderazgo en la definición
colectiva de objetivos supone mayores facilidades para que los
investigadores se involucren en transferencia. Por el contrario, una escasa
coordinación resulta en menor orientación hacia esas actividades y una
mayor orientación a la producción de conocimientos codificados. Es de
esperar que, en situaciones de baja coordinación, las experiencias de
transferencia sean puntuales a corto plazo y estén más interesadas por la
búsqueda de recursos para apoyar programas de investigación académica.
En segundo lugar, los elementos de la estructura administrativa de
estas organizaciones moldean la transferencia, especialmente las
regulaciones y los procedimientos de gestión interna para las
remuneraciones y la carrera profesional. Los investigadores tienden a
adoptar comportamientos orientados a la empresa si las reglas de las
organizaciones locales favorecen o enfatizan estas actividades (Bercovitz y
Feldman, 2008). No obstante, un problema habitual es la falta de
mecanismos de gobernanza que operen en varios niveles organizativos.
Una organización puede tener objetivos formales a nivel general que no
vayan acompañados de mecanismos para implementarlos a nivel de
gestión de sus distintas unidades. Esto da lugar a la llamada
“incongruencia de objetivos”. Por ello, en ausencia de mecanismos de
gobernanza y reglas bien definidas, las normas informales y las
20
expectativas de comportamiento dominantes dependen del entorno
institucional amplio en el que se ubica una organización (es decir, del
campo organizativo formado por las organizaciones con las que
intercambia recursos y legitimidad, que en el caso de las universidades
suelen ser los organismos a cargo de la financiación y la evaluación de la
actividad científica).
Por ejemplo, algunos estudios sugieren que los investigadores que
trabajan en las organizaciones de más prestigio científico tienen menos
propensión a interaccionar con la industria (Ponomariov, 2008). Esto es
consistente con que estas instituciones premien la alta visibilidad a través
de publicaciones. Por el contrario, la heterogeneidad institucional favorece
la transferencia. Los investigadores que trabajan en entornos donde
participan varias organizaciones públicas o privadas están más dispuestos
a colaborar con la industria (Boardman, 2009). Ello produce entornos
híbridos que son más proclives a la multiplicidad de roles, donde disponen
un repertorio de reglas alternativas en función de los socios que participan
en cada actividad. Además, se ha encontrado que la mayoría de las
iniciativas de colaboración con la industria proceden de las propias
industrias o de organizaciones o individuos externos a la ciencia (Abreu,
et.al, 2010), lo que refuerza el papel de la heterogeneidad. En general
trabajar en una unidad organizativa donde la cultura y el liderazgo son
favorables a la interacción con la industria ayuda a contrarrestar la falta de
incentivos que provienen de las regulaciones o de los grupos científicos de
referencia (Kenney y Goe, 2004).
En tercer lugar, las actividades de transferencia están mediadas
por los sistemas de valores y motivaciones, aunque en este asunto existe
comparativamente menor evidencia empírica. Los valores se construyen a
partir de los sistemas de normas y regulaciones de comportamientos en
entornos concretos. En esto es clave la socialización en etapas tempranas
de la carrera de los investigadores, dado que en ellas se adquieren valores
que, una vez enraizados y legitimados, son difíciles de revertir sin un coste
profesional. Por ello, para la transferencia tiene especial importancia la
formación de investigadores en lugares idóneos. También tiene
importancia la movilidad de estos investigadores debido a la transmisión
de marcos cognitivos. Finalmente, otro elemento relevante es la
competencia cognitiva para la transferencia (que no se debe confundir con
la competencia en un campo científico). Se trata de la habilidad para
identificar y trabajar con posibles socios de la industria, y de conocer las
reglas que afectan al otro sector. En este asunto, la experiencia previa de
relación con la empresa tiende a incrementar las actividades de
transferencia y produce agendas de investigación más relevantes para la
industria.
21
6. Conclusiones
La creación de sistemas regionales de innovación se ha generalizado entre
los países y regiones semiperiféricas o periféricas, movidos por la idea de
que contribuirían al desarrollo socioeconómico de sus respectivos
entornos. Debido a la naturaleza de las relaciones centro-periferia, la
creación y desarrollo de estos sistemas se ha hecho imitando los modelos
de lo países centrales, no teniendo en cuenta sus características y
necesidades específicas. Esas especificidades se localizan en la estructura
social, cultural y económica de esos países. Actúan a modo de barreras u
obstáculos que impiden que los sistema regionales así creados respondan a
las expectativas con las que se habían puesto en marcha. Esto sucede
especialmente en al caso de la transferencia de conocimiento entre
organismos de I+D y sector productivo, para el que, con este proceso de
imitación, no se tenían en cuenta las dificultades que se iban a encontrar
para que pudiera realizarse con eficacia.
Los gobiernos de las regiones periféricas han desarrollado esos
sistemas apoyándose en organizaciones preexistentes con escasa
experiencia y capacidad para asumir las pautas del modelo imitado.
También lo han hecho asignando recursos sobre todo a la I+D de carácter
académico, que es lo que podía hacer visible con más rapidez la existencia
del sistema. De esta forma el modelo se separa cada vez más del de los
países centrales. Por una parte, tiende a crecer más en el sector público
académico que en el sector productivo. Por otra, tampoco se consigue la
excelencia científica que tienen los países centrales debido a la diferencia
de recursos que pueden dedicar y al lastre que suponen las organizaciones
preexistentes en las que se han basado. El proceso de imitación que
renuncia a aplicar políticas que tengan en cuenta las especificidades de la
periferia acaba convirtiendo a estos sistemas regionales también en
periféricos. Además, genera dudas razonables sobre su contribución al
desarrollo socioeconómico de su entorno.
Desde el punto de vista de la transferencia, se ponen en marcha
esquemas que persiguen facilitarla pero que en ambos lados no encuentran
la manera de cómo hacerlo. Dadas las características de los países y
regiones semiperiféricas y periféricas, ni la estructura del tejido
productivo, ni la base de conocimiento de los sectores industriales, ni las
organizaciones intermedias, ni las reglas y principios de las organizaciones
académicas, facilitan la transferencia. Las empresas no tienen
posibilidades de absorber el conocimiento acumulado en el sector
académico ni de interaccionar con él. La capacidad de I+D está
concentrada en el sector académico, aunque los profesionales que trabajan
22
en él están orientados a producir conocimientos y publicaciones que
redundan en su carrera profesional y tienen pocos incentivos para
involucrarse en actividades de transferencia.
Los sistemas regionales de innovación deberían tener en cuenta
su situación en el contexto de las relaciones centro-periferia a nivel global
y a nivel nacional. Sobre esta base deberían reconocer las diferencias que
les caracterizan y adoptar políticas no basadas en la imitación sino en la
posibilidad de que puedan contribuir realmente a alcanzar sus propios
objetivos. En otras palabras, la reducción de las desigualdades en materia
de I+D no se resuelve sólo mediante la acción sobre ciertos indicadores
que sirven para comparar la distancia que se tiene con los países centrales.
Se resuelve adaptando mejor las políticas a las necesidades y
especificidades de cada país o región.
Es necesario reconocer que en este proceso de adaptación, la
inversión en investigación no orientada siempre es beneficiosa para la
competitividad y el desarrollo económico a largo plazo. También lo es el
exigir que la investigación se acerque a la excelencia. Sin embargo, en un
contexto de retraso económico como el existente en algunas regiones del
Sur de Europa, es necesario producir conocimiento y capital humano de
manera más predecible y más efectiva para crear empleo de calidad,
nuevas empresas en sectores de alto valor añadido y mejorar la
competitividad de las empresas en general. Esto obliga que los modelos
que se adopten sepan conciliar investigación de excelencia orientada y no
orientada con actividades de transferencia diversificadas. Para ello son
necesarios arreglos organizativos e institucionales que respondan a las
especificidades de cada caso.
En las regiones periféricas es muy importante que el sector
académico se involucre en la transferencia a través de casi todos los
canales que se recogían en el apartado anterior. En este tipo de regiones
tiene especial importancia la prestación de servicios avanzados ya que no
suele haber en ellas empresas capaces de prestarla. Por ello, es importante
facilitar la transferencia cambiando el sistema de recompensas y el
funcionamiento de los organismos de interfaz. También las empresas
tienen una importante responsabilidad en mejorar sus capacidades para
innovar como mecanismo de mejora de la productividad y poner los
medios para conseguirlo. En cualquier caso, para que se produzca el
círculo virtuoso de la interacción creativa entre el sector académico y el
productivo tienen que cambiar las reglas del juego, el modelo institucional,
al que ambas se ajustan. En definitiva, cada país o región tiene que poner
en marcha su propio modelo en función de su estructura socioeconómica e
institucional.
23
Los sistemas regionales de innovación deberían construirse
teniendo en cuenta algunos aspectos, que pueden ayudar a que el modelo
que se adopte concilie la excelencia con las necesidades concretas de allí
donde se va a aplicar. Se trataría de, entre otros, los siguientes aspectos: a)
un análisis DAFO de la región o país en el contexto centro periferia para
fijar sus objetivos en materia de desarrollo socioeconómico; b) un análisis
DAFO del sistema de I+D existente o de las instituciones sobre las que
puede basarse la creación de uno nuevo, para prevenir los vicios citados en
el apartado 2; c) una definición estratégica de la contribución que puede
esperarse del sistema regional a la consecución de los objetivos de
desarrollo, que tenga en cuenta la especialización en sectores en los que la
región país puede esperar avances significativos; d) un diseño del modelo
de I+D e innovación que tenga en cuenta los problemas de adaptación y
funcionamiento señalados a lo largo del texto y prevea un sistema de
evaluación y revisión acorde con los objetivos que se esperan de él.
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