Tradición y modernidad en las 'Lecciones de Filosofía' de Félix Varela

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IBERO-AMERICANA PRAGENSIA - SUPPLEMENTUM 19/2007 - PP. 185-199 TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LAS LECCIONES DE FILOSOFíA DE FÉLIX VARELA por Juan Bosco AMORES CARREDANO La figura de Félix Yarela es bien conocida para la historiografía cubanista. Nacido en La Habana en 1788, su padre, un oficial militar español, le dejó muy pronto al cuidado de sus tías criollas debido a la temprana muerte de su madre. El tipo de educación que recibió en casa de sus tías debió de influir en su opción por el sacer- docio. Realizó los estudios de filosofía y teología en el Colegio Seminario de San Carlos, en la primera década del siglo XIX. Su maestro durante los tres primeros semestres de sus estudios de filosofía, dedicados a la Lógica y la Metafísica, fue José Agustín Caballero, el primero que introdujo una cierta novedad en los estudios filosóficos en Cuba. La Filosofía electiva de Caballero, publicada en 1797 para que sirviera de texto a sus alumnos -como estable,cían los estatutos del Colegio Semina- rio ' -, destaca por tres aspectos: sus críticas a la escolástica, la negación del pio de autoridad -punto de partida de la filosofía ecléctica, tan de moda entonces-, y por el hecho de que casi todo el texto se dedique a la Lógica o teoría del conoci- miento, manifestando explícitamente un cierto desprecio hacia la Metafísica, cora- zón de la escoiástica. De esa manera, el que fuera titular de la cátedra de FilosotIa del Colegio Seminario entre 1785 y 1805, los años de mayor difusión de las ideas ilustradas en el mundo hispánic0 2 , manifestaba su conocimiento y aprecio por la filosotIa moderna -auÍ1que no la asumía del todo- y suscitaba inquietudes nuevas en sus discípulos, de los que Yarela parece haber sido el más aventajado 3 El caso del Seminario de San Carlos y José Agustín Caballero constituye un ejemplo más de lo que venía sucediendo con los estudios universitarios tanto en la península como en América en esas mismas décadas, aunque de forma más acu- sada en el continente americano. Si en la España peninsular fracasó relativamente la reforma universitaria emprendida desde el Consejo de Castilla en 1771, debido a la resistencia de los colegiales y otros estamentos tradicionales 4 , el pensamiento 1 Cf. Ángel HUERTA MARTÍNEZ y Javier VERGARA CIORDIA, "El Seminario de San Carlos de La Habana a la luz de sus Conslituciones", in: Actas del IV Congreso de Historia de la Educación Latinoamericana, Santiago dc Chile, 20DO. Cf. Jcan SARRAILH, La Espwla ilustrada en la segunda mitad del siglo XVIII, México, FCE, 1957, 171 Yss. 3 Cf. Edelberto LEYVA LAJARA, "Ensayo introductorio. José Agustín Caballero: el espíritu de los orígenes". in: José Agustín Caballero. Obras, Biblioteca de Clásicos Cubanos, La Habana, Imagen Contemporánea, 1999, p. 45-67; Y Eduardo TORRES-CUEVAS, Félix Varela, los orígenes de la ciencia y con-ciencia cubanas, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1995. 105. 4 Aunque la bibliografía sobre el tema se ha incrementado considerablemente, siguen siendo váli- dos los trabajos de Antonio ALVAREZ DE MORALES, La "Ilustración" y la reforma de la Uni- 185

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IBERO-AMERICANA PRAGENSIA - SUPPLEMENTUM 19/2007 - PP. 185-199

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LAS LECCIONESDE FILOSOFíA DE FÉLIX VARELA

por Juan Bosco AMORES CARREDANO

La figura de Félix Yarela es bien conocida para la historiografía cubanista. Nacidoen La Habana en 1788, su padre, un oficial mil itar español, le dejó muy pronto alcuidado de sus tías criollas debido a la temprana muerte de su madre. El tipo deeducación que recibió en casa de sus tías debió de influir en su opción por el sacer­docio. Realizó los estudios de filosofía y teología en el Colegio Seminario de SanCarlos, en la primera década del siglo XIX. Su maestro durante los tres primerossemestres de sus estudios de filosofía, dedicados a la Lógica y la Metafísica, fueJosé Agustín Caballero, el primero que introdujo una cierta novedad en los estudiosfilosóficos en Cuba. La Filosofía electiva de Caballero, publicada en 1797 para quesirviera de texto a sus alumnos -como estable,cían los estatutos del Colegio Semina­rio '-, destaca por tres aspectos: sus críticas a la escolástica, la negación del princi~

pio de autoridad -punto de partida de la filosofía ecléctica, tan de moda entonces-,y por el hecho de que casi todo el texto se dedique a la Lógica o teoría del conoci­miento, manifestando explícitamente un cierto desprecio hacia la Metafísica, cora­zón de la escoiástica. De esa manera, el que fuera titular de la cátedra de FilosotIadel Colegio Seminario entre 1785 y 1805, los años de mayor difusión de las ideasilustradas en el mundo hispánic02

, manifestaba su conocimiento y aprecio por lafilosotIa moderna -auÍ1que no la asumía del todo- y suscitaba inquietudes nuevas ensus discípulos, de los que Yarela parece haber sido el más aventajado3•

El caso del Seminario de San Carlos y José Agustín Caballero constituye unejemplo más de lo que venía sucediendo con los estudios universitarios tanto en lapenínsula como en América en esas mismas décadas, aunque de forma más acu­sada en el continente americano. Si en la España peninsular fracasó relativamentela reforma universitaria emprendida desde el Consejo de Castilla en 1771, debidoa la resistencia de los colegiales y otros estamentos tradicionales4

, el pensamiento

1 Cf. Ángel HUERTA MARTÍNEZ y Javier VERGARA CIORDIA, "El Seminario de San Carlos deLa Habana a la luz de sus Conslituciones", in: Actas del IV Congreso de Historia de la EducaciónLatinoamericana, Santiago dc Chile, 20DO.Cf. Jcan SARRAILH, La Espwla ilustrada en la segunda mitad del siglo XVIII, México, FCE, 1957,171 Yss.

3 Cf. Edelberto LEYVA LAJARA, "Ensayo introductorio. José Agustín Caballero: el espíritu de losorígenes". in: José Agustín Caballero. Obras, Biblioteca de Clásicos Cubanos, La Habana, ImagenContemporánea, 1999, p. 45-67; Y Eduardo TORRES-CUEVAS, Félix Varela, los orígenes de laciencia y con-ciencia cubanas, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1995. 105.

4 Aunque la bibliografía sobre el tema se ha incrementado considerablemente, siguen siendo váli­dos los trabajos de Antonio ALVAREZ DE MORALES, La "Ilustración" y la reforma de la Uni-

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moderno y las nuevas ciencias -como la economía política, la física newtoniana,el derecho de gentes, etc.- se abrían paso con la traducción de autores extranjeros5

y su difusión a través de las cátedras y bibliotecas de las Sociedades Económicas,las Academias y otros ámbitos de la intelectualidad ilustrada6

Todo este movimiento cultural no se trasladó a la América española hasta fina­les de la década de 1780 y principios de la siguiente, por medio sobre todo de tresinstrumentos: las expediciones científicas y botánicas7

, las sociedades económicasy, en lo que respecta a la enseñanza superior, los nuevos Colegios Seminarios caro­linos, herederos de los antiguos colegios jesuitas y en los que el monarca pretendíase formara el nuevo clero secular como fieles servidores del regalismo borbónicoy agentes de primera línea de su proyecto civilizador ilustradoR.

Mientras tanto, las universidades americanas -algunas de fundación todavíareciente, como la de Caracas o la de La Habana-, seguían regidas mayoritarimpentepor las órdenes religiosas y mantenían la enseñanza escolástica tradicional. Aunqueno faltaron los intentos de reforma en algunas de ellas -en el mismo sentido secu­larizante y estatalista que se quiso imponer en la península-, los resultados fue­ron igualmente pobres9, y en algunas como las más antiguas de México o Lima ni

versidad en la Espaiía del siglo XVIlI, Madrid, Instituto de Estudios Administrativos, 1971; y el deMariano PESET y Jase Luis PESET, U1 universidad española (siglos XVIII)' XIX): despotismo ilus­trado)' revolución liberal, Madrid, Taurus, 1974. Uno de los ejemplos más conocidos del fracaso dela reforma universitaria fue el de Pablo de Olavide y su plan de reforma de la Universidad de Sevilla:Francisco AGUlLAR PIÑAL, La universidad de Sevilla en el siglo XVIII, Sevilla, 1969,201-432.Véanse, por ej., Gregorio NÚÑEZ ROMERO, "La introducción de la economía política en Españahasta 1870: catálogo de traducciones y notas críticas", in: Anuario de historia contemporánea, n° 8(1981), p. 287-311; Luis RIERA CLlMENT et al. (comp.), El libro médico extranjeIV en el Madridilustrado: (traductores y traducciones), Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 2001; Lydia VÁZQUEZJIM~NEZ e Isabel HERRERO, "Recepción de Montesquieu en España a través de las traducciones",in: M. L. DONAIRE FERNÁNDEZ et al. (comp.), 1)-aducci6n )' adaptaci6n cultural Espaiía-Fran­cia, Oviedo, Universidad de Oviedo, 1991. p. 143-158; J. REEDER, "Economía e Ilustración enEspaña: traducciones y traductores, 1717-1800", in: Moneda y Crédito, n° 147 (1978), 47-70.Cl'. J. SARRAILH, La Espaiia iliustrada... , 312-14.La mayor parte de la abundante bibliografía sobre el tema puede verse en Alejandro R. DÍEZ TORRE,Tomás MALLO y Daniel PACHECO FERNÁNDEZ (coords.), De la ciencia ilustrada a la cienciaromántica. Actas de las 11 Jornadas sobre "España)' las Expediciones Científicas en América)' Fili­pinas", Aranjuez, Doce Calles, 1995.Cf. A. HUERTA MARTlNEZ y J. VERGARA CIORDIA, "El Seminario de San Carlos ...En Santa Fe de Bogotá, el fiscal de la audiencia Moreno y Escandón, logró aplicar una reformadel plan de estudios universitarios en los primeros años de la década de 1770, que sin embargo noteminó de cuajar por la resistencia de los dominicos de la universidad de Santo Tomás; posterior­mente, en 1787, el arzobispo-virrey Caballero y Góngora reformó el plan dé estudios de los Cole­gios de San Bartolomé (antiguo de los jesuitas) y del Rosario, siguiendo las sugerencias del botánicoCelestino Mutis, que supuso un avance en la enseñanza de las matemáticas y la medicina (Cf. DianaSOTO ARANGO, "Francisco Moreno y Escandón, reformador de los estudios superiores en Santaféde Bogotá", in: Luis E. RODRIGUEZ SAN PEDRO (coord.), Las universidades hispánicas: de lamonarquía de los Austriw,' al centralismo liberal, 1'012, Salamanca, 1998,341-350); véase tambiénRenán SILVA, La reforma. de estudios el! el Nuevo Reino de Granada. 1767-1790, Bog9tá, Univer­sidad Pedagógica Nacional, 1982. En Quito, el obispo Pérez Calama, con la colaboración del ilus­trado Eugenio Espejo, además de fundar la Sociedad Económica impulsó la reforma de los estudios.

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se intentó10. Aunque no es raro encontrar referencias a la filosofía moderna en lascátedras de las universidades americanas en las últimas décadas del siglo XVIII, engeneral no se asumen sus contenidos sino a través de fótmulas o soluciones eclécti­cas: así por ejemplo, se cita ampliamente a Descartes, Gassendi, Newton o Locke,pero al mismo tiempo se señalan con vigor sus en'ores desde el punto de vista delpensamiento católico de la época".

El hecho de que, frente a la amenaza que para ellas supuso la creación de los Cole­gios Seminarios carolinos, las universidades lograran que se les reservara el derechoexclusivo de colación de los grados superiores, es un buen reflejo del poder acumu­lado por las órdenes religiosas en América y una muestra más del fracaso de la monar­quía borbónica en su intento por "secularizar" la enseñanza universitaria en Indias.

En La Habana, como en otras capitales americanas, la Universidad continuómuy apegada a las doctrinas y métodos tradicionales l2

, lo que le valió un cada vezmayor distanciamiento de las aspiraciones de una burguesía creciente en númeroy riqueza.

Este estado de cosas es el que encuentra el obispo Juan José Díaz de Espadacuando llega a La Habana en 1802. Conocido por su mentalidad regalista y suescasa estima hacia los religiosos 13

, se ProPllso una profunda reforma de los estu­dios del Colegio Seminario, con el fin no sólo de que cumpliera los fines previstospor la corona al establecerlo, sino aún más, que se convirtiera en el centro univer­sitario por excelencia de la isla, sustituyendo a la anquilosada universidad haba­nera regida por los dominicos. Dentro de este plan de reforma, Espada renovó elprofesorado del San Carlos, y entre otros nombramientos, hizo el de Félix Varela

universitarios entre 1788 y 1791, tratando de introducir las nuevas ciencias, pero también terminófracasando ante la resistencia de los mismos que en Bogotá (Cf. Pilar PONCE LEIVA, "La educa­ción disputada: repaso bibliográfico sobre la enseñanza universitaria en la Audiencia de Quito", in:Estudios de historia sociaL y económica de América, n° 11 (1994), 137-150). En la de Caracas, fun­dada diez años antes que la de La Habana, Baltasar de los Reyes Marrero introdujo la enseñanza de lafilosofía moderna hacia 1788; algunos de los padres de la independencia venezolana, como el juristaJuan Germán Roscio y el polígrafo Andrés Bello, se graduaron en dicha universidad en la primeradécada del siglo XIX (CL Remedios FERRERO MICO, "Intentos de reorganización en la Universi­dad de Caracas al final del siglo XVIll", in: Estudios de historia sociaL y económica de América, n° 7(1991), 150-169).

lO Véase. por ejemplo, Mariano PESET, "La llustración y la Universidad de México", in: Clara InésRAMÍREZ y Armando PAVON (comp.),l-a universidad novohispana: cOlporación. gobierno y vidaacadémica, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1996,440-452.

11 Es lo que OCUlTe, por ejemplo, en la Universidad de Córdoba y en el Real Colegio de San Carlos, enel Río de la Plata (Cf. Marc BALDO LACOMBA. "La llustración en la universidad de Córdoba y elcolegio de San Carlos de Buenos Aires (1767-1810)", in: Estudios de Historia socieLyeconómica deAmérica, n° 7 (1991), 31-55).

12 CL Juan Bosco AMORES CARREDANO, "La Universidad de La Habana en el siglo XVIlT: tradi­ción y renovación", in: Estudios de Historia sacie! y económica de América, n° 7 (1991),207-218.

13 Cf. Consolación FERNÁNDEZ MELLÉN, "Un prelado jovellanista en La Habana: el obispo Espaday la restauración constitucional (1820)", in: Pilar CAGlAO VILA y Eduardo REY TRISTÁN (eds.),De ida y vuelta. América y España: los caminos de la cultura, Santiago de Compostela, Universidadde Santiago de Compostela, 2007, 367-374.

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.........------------------~- --para la cátedra de Filosofía en 1811. Varela sustituía en la cátedra a Juan BernardoO'Gaban, quien a su vez había sustituido a Caballero y ahora había resultado ele­gido diputado a las Cortes de Cádiz por Santiago de Cuba.

De los diez años en que Varela fue profesor del San Carlos, entre 1811 y 1821,suele destacarse dos cosas: primero, el éxito que tuvo su cátedra entre los hijos dela burguesía habanera, que optaron muy mayoritmiamente por el Colegio Semina­rio en detrimento de la Universidad; y, en segundo lugar, el famoso curso de Cons­titución que dictó, a petición de Espada, entre enero y junio de 1821, justo antes demarchar a la península como diputado electo por Cuba para las Cortes liberales. Elimpacto de sus clases de filosofía y del curso de Constitución fue sin duda deci­sivo en la aparición de la primera generación de jóvenes liberales cubanos, la de losSaco, Del Monte y Santos Suárez, entre otros.

La imagen que la historiografía cubana ha proyectado de Varela remite principal­mente a la significación política de su magisterio, considerándolo el padre intelec­tual del nacionalismo cubano. Pero son muy escasos los estudios sobre su principalobra filosófica, las Lecciones de Filosofía, y aún éstos profundizan muy poco en elanálisis de sus fuentes y contenidos.

El conocido estudio de Eduardo ;forres Cuevas es quizás el mejor ejemplo de loque decimos l4

• El historiador habanero presenta a Varela como el mentor intelec­tual del patriotismo cubano. Para Torres Cuevas, Vare!a "fue un ideólogo conscientede la patria", y "el elemento sustancial" de sus Lecciones de Filosofía era el patrio­tismo, la base epistemológica de lo que él denomina "la conciencia de cubanidad".Una prueba clara de que su prioridad no es profundizar en la filosofía de Varelase encuentra en la manera en que entiende el término "ideología", uno de los másqueridos por Varela. Éste usa el télmino en la acepción original, de carácter estric­tamente lógico, que le dio Desttut de Tracy en sus Elements de Ideologie -autory obra en la que aparece por primera vez el término-, mientras que aquél lo tomaen su acepción moderna, como "sistema de ideas y valores" que influyen, modelano transforman una realidad social determinada. Para Varela, dice éste, "la ideologíaes conciencia de la realidad", un instrumento para preparar "hombres conscientesque puedan actuar sobre nuestra realidad"15.

En este breve trabajo no es posible realizar un análisis profundo de la princi­pal obra de Varela, sus Lecciones de Filosofía, publicadas por primera vez en LaHabana entre 1818 y 1820, Yreeditadas en 182216

• Nuestro objetivo aquí se reducea mostrar someramente cuáles son las fuentes y principales características de la filo­sofía de Varela, para ofrecer luego algunos argumentos que ayuden a explicar lascausas de su éxito entre la juventud habanera universitaria de la segunda década delsiglo XIX, y el alcance real de ese "éxito".

14 E. TORRES-CUEVAS, E., Félix Vare/a. los orígelles... , y del mismo: "Introducción", in: E. TOR­RES-CUEVAS, J. IBARRA CUESTA y M. GARCíA RODRíGUEZ (eds.), Félix Vare/a. Obras, t. 1,La Habana, Casa de Altos Estudios Don Fernando Oltiz, 1997.

15 Ibid., 177-78.16 Ibid., 173-176.

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Fuentes y contenido de las Lecciones de FilosofíaDe acuerdo con lo establecido en los Estatutos del Colegio Seminario y siguiendola tradición de su antecesor Caballero, Varela entregaba a sus alumnos unos "Apun­tes" para que siguieran sus clases. Las Lecciones de Filosofía no son otra cosa quela última y más completa versión de esos Apuntes, publicada entre 1818 y 1822. Laedición que hemos manejado, la de Filadelfia de 1824, consta de una introduccióntitulada "Noción de la Filosofía y las principales sectas filosóficas", y dos Tratados:el primero titulado "De la dirección del entendimiento", que consta de nuéve Lec­ciones, y el segundo que denomina "Tratado del hombre" y cuenta con 18 Leccio­nes. Pero la obra completa contenía otro Tratado, el de la "Física o del Universo",que resume los conocimientos que se tenían entonces de las ciencias naturales.

Ya en esa estructura se observa una opción clara por la nueva filosofía. Aun­que el obispo Juan José de Hechavarría había dejado establecido en los Estatutosun programa de la materia con sus cuatro partes tradicionales -Lógica, Metafísica,Física y Ética-, que Caballero todavía respetó, el hecho de que también hubieraestablecido -como se había ordenado desde Madrid- que no debía seguirse a nin­gún autor sino que sería el profesor quien redactara el texto para sus alumnos, dio laposibilidad a Varela de obviar completamente/el modelo escolástico. La nueva filo­sofía, por influencia de Locke sobre todo, había decidido abandonar la Metafísicay centrarse en la Lógica, convertida ahora en moderna Teoría del conocimiento; asímismo, y como consecuencia precisamente del abandono de la Metafísica, la Éticase convertía en Antropología y se preocupaba tanto de la moral personal como dela social y política; mientras que la Física, en realidad un compendio de los cono­cimientos que se tenía entonces de las ciencias naturales, pasaba a ocupar un lugarmucho más relevante en el conjunto del programa.

En la Introducción, Varela hace un rapidísimo resumen de la historia de la filo­sofía donde muestra su preferencia por los primeros eclécticos griegos, un casidesprecio por la filosofía escolástica -de cuyas variantes sólo se detiene algo, signi­ficativamente, en la nominalista de Ockam- y una abierta admiración por aquellosque, como dice, fueron "los primeros que sacudieron el yugo aristotélico": Galileo,F. Bacon y el médico español Antonio Gómez Pereira.

La mención de éste Último es relevante y sugiere que Varela conoció de segundao tercera mano a la mayoría de los autores que cita, muy probablemente en labiblioteca del obispo Espada. En efecto, la Antoniana Margarita, principal obradel médico y humanista castellano-gallego Gómez Pereira, de la segunda mitaddel siglo XVI, no estaba disponible en las bibliotecas, pero fue ampliamente citadopor otros escritores españoles del XVIII, como el jesuita Isla o el ilustrado Mayansy Siscar, quienes advierten, junto al francés Pierre Bayle, que fue Pereira quien pri­mero definió el famoso cogito ergo sum cartesiano l7 • Además, Pereira daba priori-

11 Concretamente de esta forma: "Conozco que yo conozco algo. Todo el que conoce es. Luego, yosoy". cr. Gómez PEREIRA. Antoniana Margarita (traducción y estudio preliminar de José LuisBarreiro Barreiro), Oviedo, Fundación Gustavo Bueno, Santiago de Compostela, Universidad deSantiago de Compostela, 2000. De hecho, Pierre Bayle llegó a acusar a Descaltes de plagiar al autor

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dad al conocimiento sensible y experimental sobre el intelectual, y despreciaba a las"autoridades" afirmando la primacía de la "sola razón", lo que le constituye en unclaro precursor del método y el dualismo cartesianos. Sin embargo, Varela atribuyea Descartes "la principal gloria de la libertad filosófica", y a continuación confiesasu admiración por Newton, "para quien todo elogio es insuficiente", dice, porque"expuso de un modo nuevo las leyes generales en que se funda la gran máquina deluniverso ...".

Aunque cita al fundador del "atomismo", Gassendi, que tanto influyó en Locke,llama la atención que no mencione expresamente al pensador inglés quien, juntocon su principal introductor en el continente, el abate Condillac, van a ser dos de lasfuentes principales de sus Lecciones. Probablemente Varela evitó mencionar expre­samente a Locke porque su principal obra filosófica, el Ensayo sobre el entendi­miento humano, había sido incluido en el Índice de libros prohibidos en 180418•

De los alemanes menciona sólo "al gran Leibniz, cuyo talento universal pareceno conocía límites", dice, a quien debió de conocer a través de su discípulo ChristianWolff (1679-1754), probablemente el autor alemán más conocido en la Europa delsiglo XVIII, hasta Kant. De Wolff toma Varela su doctrina moral y de derecho natural,en donde el alemán seguía fielmente a Putfendorf. Parece sin embargo que no conocela obra del barón de Bielefeld, maestro y protegido de Federico II de Prusia (igual queWolf), ampliamente difundida en España a través, entre otros, del napolitano Geno­vesi, otro autor muy conocido en la península que tampoco menciona Varela, aunquemuchas de sus lecturas probablemente estaban influidas por uno y otro l9

Este repaso a la historia de la filosofía, aunque muy breve, era ya una nove­dad dentro del programa oficial de la materia, pese a que los autores españoles másconocidos, como Andrés Piquer20

, lo venían haciendo desde hacía décadas. A travésde esta selección de autores y de sus comentarios Varela no sólo apunta ya las basesde su propio pensamiento, sino que está ofreciendo a sus alumnos un enfoque com­pletamente novedoso de una materia que, hasta entonces y por definición, se equi­paraba a la escolástica.

español. Vid. también J. BANDERES y R. LLAVONA, "La recepción del pensamiento de GómezPcreira en Europa: Del Barroco a la ilustración", in: Revisca de !listoria de La psicoLogía, vol. 14,n° 3-4,1993,131-138.

" L. RODRÍGUEZ ARANDA, "La recepción e influjo de las ideas de Jolm Locke en España". in:Revista de Estudios Políticos, n° 76, 1954, 123 Yss.

I~ Cf. Emest LLUCH, Las Españas vencidas deL siglo XVIII. Claroscuros de La Ilustración, Barcelona,Crítica, 1999.

'o Andrés Piquer y Arrufat (1711-1772), médico y fllósofo aragonés protegido de! marqués de la Ense­nada y amigo de Mayans y Siscar, entre otros, es uno de los mejores representantes de la primerailustración española. Su Física moderna racionaL y experimentaL (1745) fue la primera obra modernasobre esta materia publicada en castellano. Pero quizás tuvo más difusión su Lógica moderna (1747),donde se muestra como un perfecto ee!éctico que conoce bien a Descartes, Locke y el empirismoinglés. por el que muestra gran respeto, pero adviniendo las limitaciones de sus planteamientos, queen realidad no son tan distintos de los de la lógica y epistemología aristotélicas; quizás por ello. suLógica se difundió mucho en la península (Cf. Antonio JlMÉNEZ, "Andrés Piquer y la filosofía espa­ñola del siglo XVIII", in: Revista de FiLosofía, n° 8. 1992,429-440).

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El primero de los Tratados de las Lecciones, el "De la dirección del entendi­miento", es de una extraordinaria importancia para la introducción de la filosofíamoderna en Cuba. En efecto, dicho Tratado no es otra cosa que una síntesis, claray sencilla, del Ensayo sobre el origen del conocimiento humano, del abate Con­dillac, de 1746. A partir de este trabajo, Condillac es considerado el iniciador delsensualismo, en realidad una variante francesa y racionalista de Locke y el empi­rismo inglés, del que el filósofo francés pasa por ser el introductor en el conti­nente. El pensamiento de Condillac -sobre todo a través de su Lógica, en realidadun resumen de su Ensayo- tuvo una amplia difusión en el mundo hispano, graciasa su condición de clérigo católico y a que, como hizo también Descartes, acudióa argumentos religiosos y providencialistas para salvar las consecuencias menosdeseables de su teoría del conocimiento; en todo caso, el sensualismo racionalista

. de Condillac fue también la vía por la que se introdujo en el mundo hispánico elempirismo de Locke21

• Aunque Varela leía el francés, la Lógica de Condillac habíasido traducida al castellano por el médico-filósofo Bernardo María de Calzada de1784, y muy probablemente se encontraba en la biblioteca de Espada, que el obispopuso a disposición de profesores. y alumnos del San Carlos, como nos asegura Vidaly Morales.

Lo que resulta más llamativo en la obra de Varela es que asuma toda la teoría delconocimiento de Condillac sin que se observe ningún intento de corregir o modi­ficar sus planteamientos. Como el filósofo francés, sitúa el origen de toda opera­ción intelectual en la sensación, y la causa inmediata de ésta en el sentido del tacto;a partir de esta primera operación simple se siguen todas las demás del entendi­miento, en un proceso de progresiva complejidad en el que, sin abandonar su princi­pio absoluto que es la sensación, todo conocimiento, juicio o análisis no es más quesensación transformee, como lo definía Condillac22

• Casi con las mismas palabrasdel francés, Varela define el análisis como la operación de descomponer y recom­poner todas las sensaciones percibidas que, después de pasar por las operacionessucesivas de abstracción y juicio -éste no será otra cosa que la relación establecidapor el entendimiento entre la percepción y el objeto-, se constituye como el únicomedio de conocer con precisión la realidad.

Aparte otras consideraciones que nos llevarían muy lejos, al asumir tan a la letrala Lógica de Condillac, Varela estaría contradiciendo su confesado "eclecticismo"tanto como su categórica negación, típica de la época ilustrada, del principio deautoridad, una actitud que, como hemos visto, ya adoptaba Gómez Pereira en elsiglo XVI y que, en realidad, era casi tan antigua como la filosofía, pues ya se apo­yaba en ella Aristóteles para justificar su realismo racionalista frente al dominio dela mitología en el pensamiento griego.

21 José CEPEDELLO BOlSO, La recepción en España de la filosofía de Condil/ac, Tesis doctoralinédita, Universidad de Sevilla, Departamento de Filosofía, 2002.

'1 Angel J. CAPPELLETTI, IntroducciÓn a COlldillac, Maracaibo, Universidad del Zulia, 1973;y Ismael MARTíNEZ LlÉBANA, El sentido del tacfo como vía de acceso a la objetividad en Condi­/lac, Madrid, 1985.

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1,

Pero Varela no sólo conoce y sigue a Condillac, sino que asume también el nuevoconcepto de "ideología"23 creado por el seguidor de aquél, Destutt de Tracy, uno delos principales teóricos doctrinales del republicanismo girondino, primero prote­gido y luego repudiado por Napoleón24. En concreto, Varela cita a Tracy parajusti­ficar su desprecio por la teoría escolástica de los universales, adoptando en su lugarel concepto de ideología. Pero Tracy llevó además a sus últimas consecuencias elsensualismo de Condillac -de forma análoga a lo que hizo Hume con la filosofía deLocke- convirtiendo el sensualismo cognoscitivo de éste en un puro psicologismofisista. Por último, Varela demuestra conocer también el pensamiento del médicoy filósofo francés Georges Cabanis, que culminó el proceso lógico de la filosofíasensualista al convertir el fisismo de Tracy en simple materialism025. Los postuladosepistemológicos de Tracy y Cabanis, junto al resto de los "ideólogos", se convirtie­ron en una de las principales bases del positivismo científico y del liberalismo eco­nómico triunfante en Francia con la revolución burguesa de 1830. Aunque Varelapudo leer a Tracy en francés, lo cierto es que compartió banca en las Cortes libe­rales con Juan Justo García26, que mantuvo correspondencia con Tracy y tradujo alcastellano los Elements de ideologie en 1821, por lo que aquél pudo conocer direc­tamente la obra de Tracy en Madrid, antes de publicar la última versión de sus Lec­ciones de Filosofía en 1822 en La Habana.

En la segunda parte de las Lecciones, el "Tratado del hombre", también apa­rece la influencia de estos autores. Dicho Tratado debió de ser el más atractivo para

. sus estudiantes. Menos teórico que el primero, contiene a su vez varias partes que

" La "ideología" ha sido un aspecto del "sensismo" o materialismo francés del siglo XVIII. Su signi­ficación originaria era "ciencia de las ideas" o "análisis de las ideas", o sea, "búsqueda del origen delas ideas" mediante un proceso de descomposición y reconstrucción a partir de sus elementos origi­narios que son las sensaciones. CL José Alldrés BONETTI, "Doce notas introductoras al concepto deideología", in: Revista de Filosojla, vol. 22, n". 46 (Maracaibo, 2004), 7-34.

24 Cf. José Manuel FERNÁNDEZ CEPEDAL, "Política e instituciones ideológicas durante la Revolu­ción Francesa", in: El Basilisco, n" 15, 1983,71-77; y Joaquín GARCÍA CARRASCO, "Reflexioneshistórico-pedagógicas ante los 'Elements d'idéologie' de Destutt de Tracy", in: Historia de la educa­ción. Revista interuniversitaria, n° 1, 1982,219-228.

" Georges Cabanis (1757-1808), médico y filósofo francés, profesor de higiene en PalÍs durante laRevolución francesa, fue uno de los más destacados representantes de la corriente de los "ideólogos".Estudió la relación mente-cerebro e interpretó el pensamiento como una función de la actividad cere­bral. Su pensamiento ejerció mucha influencia y pasa por uno de los fundadores del conductismo. Suobra principal: Tratado de física)' moral del hombre (París, 1802).

26 CL Norberto CUESTA DUTARI, El maestro Juan Justo Carcía: Presbítero natural de Zafra/752-1830. Segunda catedrático de Algebra de la Universidad de Salamanca desde 1774 y crea­dor de su Colegio de Filosofía en 1792, Salamanca, 1974. Juan Justo García, junto con Miguel Mar­tel. Manucl dc Salas y cl poeta Meléndez Valdés, todos miembros del "revolucionario" Colegio deFilosofía de Salamanca, fueron de los más significados introductores en España del sensualismo y elempirismo: CL Ricardo ROBLEDO "La difusión del pensamiento moderno en la Universidad deSalamanca a fines del siglo XVIII", in: Revista Electrónica Historia Constitucional, n° 6, septiem­bre de 2005. De todas formas, García, en su "Prólogo" a la traducción de los Elementos de ideologíade Tracy, pretende exculpar al autor de la acusación de matcrialista, y él mismo aclara que en la sen­sación, principio absoluto del conocimiento, hay quc distinguir una palte material y otra inmaterial(Cf. J. CEPEDELLO, La recepción... , 143-44).

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pretenden constituir un continuum a la vez lógico y orgánico: en primer lugar tratadel hombre como ser físico, exponiendo una antropología de carácter fisiologista;a continuación estudia el hombre como ser espiritual o racional, adoptando la psi­cología sensualista e "ideologista" acorde con la primera; y por último, la parte másextensa, que podríamos calificar de subtratado de moral o ética -el aspecto externoo el actuar del hombre- en el que describe las obligaciones de la persona consigomismo, con los demás y con Dios. En cada una de sus partes se advierte claramentela influencia de otros tantos autores: en la primera la del médico francés Franc;oisXavier Bichat (1771-1802), uno de los padres de la anatomía e histología moder­nas, a su vez fuertemente influenciado por Cabanis27 ; en la segunda la del "ideó­logo" Tracy; y por último la del alemán Christian Wolff, de quien toma el conceptodel deber moral y la triple responsabilidad del hombre con él mismo, con la socie­dad y con la divinidad28 •

Sin embargo, y es aquí donde se advierte con claridad el eclecticismo de Varela,su formación teológica y su condición de sacerdote católico le llevaron a admitir sinninguna duda el principio de la inmortalidad del alma y a desarrollar la doctrina delas virtudes o hábitos morales siguiendo a Aristóteles y a Tomás de Aquino, eso sí,con un estilo y forma que destacan por su sen~illez, claridad y sentido práctico, evi­tando toda disquisición de carácter metafísico. Además, al hablar de las relacionescon Dios, se muestra abiertamente partidario de una religiosidad interior y sencilla,al estilo del pensamiento filojansenista tan de moda entre el clero español ilustradoy del que participaba plenamente su mentor el obispo Espada. Pero Varela no pareceadvertir en ningún momento la abierta contradicción que se daba entre las bases desu teoría sensualista del conocimiento y aquellas otras, procedentes de la metafísicaclásica, en las que debía fundamentarse una buena parte de su doctrina moral, enparticular su descripción de las virtudes como hábitos morales29

En el segundo de los ámbitos de la moral, el de las relaciones con los demáshombres, vuelve Varela al pensamiento moderno, en concreto asumiendo la éticasocial y política basada en el derecho de gentes que conoce a través de Wolff, quiena su vez se inspira en Puffendorf y, por tanto, en el derecho de gentes que tiene suorigen en la escolástica salmantina del siglo XVI y en Suárez. Bien es cierto, noobstante, que Varela enfatiza el concepto del patriotismo -el amor a la patria, vir­tud ya bien definida por los c1ásicos- como fundamento de la actitud básica delhombre en este ámbito de la moral. Es decir, la ética o moral social de Varela nocae en el funcionalismo ni en el utilitarismo, no se refiere tanto a las reglas o prin-

27 Cf. J. M. LÚPEZ PIÑERO, Lecciones de Historia de la Medicina, Valencia, 1963; R. MARCOCUÉLLAR, "La histología y la citología", in: P. LAÍN ENTRALGO (diL), Historia Universal de laMedicina, vol 5, Barcelona, Salvat, 1973,205-219.

'" cr. María Luisa PÉREZ CAVIANA, Christian Wolff (1679-1754), Madrid, Ediciones del Orto,1995.

,. Entre otras. la doctrina aristotélica del hileformismo (materia y forma). que sustenta la concepciónde la inmOltalidad del alma, y el concepto de naturaleza como sustancia en cuanto principio de ope­raciones.

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cipios prácticos que deben regir la organización de la convivencia, cuanto a lo queconsidera el primer deber moral de la persona con los demás, que radica en la acti­tud de servicio desinteresado a sus compatriotas y a su patria, lo cual supone a suvez el que disponga de libertad política y capacidad de decisión sobre los desti­nos de la misma.

Por último, en el tercer Tratado de sus Lecciones, el de "Física del universo",Varela resume con la sencillez y claridad que le caracterizan lo principal de los últi­mos conocimientos sobre la naturaleza, dejando en evidencia tanto su erudicióncomo la inutilidad y atraso de la Física aristotélica que seguía impartiéndose en lacátedra correspondiente de la Universidad30.

Algunas claves para entender el éxito de la cátedra de VarelaComo ha quedado apuntado, todavía hacia 1825, la filosofía que se impartía enla Universidad de La Habana se reducía exclusivamente a Aristóteles, en concretoa través del texto del dominico francés Antonio Goudin, Philosophia thomistica(Lyon, 1671), el más difundido en el mundo hispánic031 .

Aparte lo dicho sobre la situación de la enseñanza universitaria, basta revisar loselencos de la bibliografía cubana elaborados por Trelles32 para advertir el pobrísimopanorama de la alta cultura en la isla antes de 1810. Con casi la única excepciónde Luz y Caballero, y quizás de Nicolás Calvo de la Puerta33, el primer habaneroen demostrar un conocimiento de las nuevas formas de pensamiento será FranciscoArango y Parreño, como se advierte en el texto y las citas que incluye en su famosoDiscurso sobre la Agricultura de La Habana, y aún así sólo después de pasar dosaños de estudio en la célebre Academia de Santa Bárbara de Madrid34.

De ahí, y por lo que llevamos dicho, las Lecciones de Filosofía de Varela -y, portanto, suponemos que también sus c1ases- significaron sin duda alguna la irrupciónde "toda" la filosofía moderna en CuDa. En unos pocos años y sin nadie que le pre­cediera, Varela proporcionó a la juventud habanera de principios de siglo los fun­damentos epistemológicos del empirismo y el sensualismo, que a su vez están enla base del liberalismo burgués triunfante en las décadas siguientes. En este sentidoestoy de acuerdo con lo que afirma Torres-Cuevas de que Varela no introduce a Des-

30 En concreto, los libros De generatiolle y De corruptione (Archivo General de Indias, Santo Domingo,1570, Expediente sobre el an'eglo de estudios en Cuba, 1824-1828).

31 Ibíd.32 Carlos M. TRELLES, Bibliografía cl/balla de los siglos XVII y XVIlI, Vaduz, Kraus Reprint, 1965,

y Bibliograjla cuballll del siglo XIX, Vadllz, Kralls Reprint, 1965.J3 El conocido compañero del "primer" Arango y uno de los principales impulsores de la Sociedad Eco­

nómica vendría a ser uno de esos nuevos inteleetuales de la ilustración. científico naturalista autodi­dacta, que aparecieron por toda la América española en las Últimas décadas del siglo XV lIl, sobretodo a partir de la huella que dejan las expediciones científicas, desde la geodésica de Quito o de LaCondamine, hasta la de la vacuna de 1803, pasando por la actividad desplegada por algunos miem­bros de la Comisión de Límites (en especial Félix Azara en el Ri'o de la Plata) y las botánicas y mine­ras de Nueva Granada, Nueva España y el PerÚ.

34 Juan B. AMORES, "El joven Arango y Parreño: origen del proyecto político-económico de la saca­rocracia habanera (1786-1794)". in: Temas Americallistas, n" 12 (Sevilla 1995), 12-17.

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cartes en Cuba, porque no es propiamente un cartesiano, sino que puede conside­rarse el Descartes de Cuba.

Es de Luz y Caballero la famosa frase de "Mientras se piense en la Isla de Cuba,se pensará con veneración y afecto en quien primero nos enseñó a pensar." El dis­cípulo de Vare1a se refería sin duda al pensamiento lógico, a las reglas modernasdel conocimiento y el discurso que, a partir de Locke y Condillac, constituyen labase epistemológica de la Ilustración; y efectivamente Varela fue el que introdujola moderna teoría del conocimiento en Cuba, el que educó en ella a la joven gene­ración criolla que, a partir de 1820, elaborará un discurso cultural propiamentecubano, autónomo y diferenciado.

Pero también vimos que no era La Habana una excepción en el panorama hispa­noamericano de la época. Al contrario, si Félix Varela fue el primero en dar a cono­cer allí a Locke, Condillac y a los ideólogos franceses, tampoco antes de 1810 se lesdaba a conocer en Caracas35 , como hemos visto, y lo mismo podemos decir de BuenosAires o de Bogotá. Es decir, en la América española, con muy escasas excepciones, nose produjo esta explosión de la libertad de pensamiento hasta que advino la crisis dela monarquía en 1808. Una vez producida ésta, la propaganda liberal que llegaba de lapenínsula a través de las proclamas de la Junta Suprema Central, la difusión despuésde los debates constitucionales y los primeros ensayos de la libertad de prensa decre­tada por las Cortes, removieron las estructuras de poder establecidas, tanto en el planopolítico-institucional como en el ideológic036• No será hasta después de 1810, cuandotanto en Cádiz como en diversas capitales americanas se impone, de una u otra forma,el constitucionalismo liberal, que se publiquen en distintas capitales de América lasprimeras traducciones de autores franceses, y aún así, muy lentamente.

Sin embargo, la revolución epistemológica desatada por Valera y su confluenciacon la propaganda próveniente de la península no generó en Cuba, con carácter máso menos inmediato, la aparición de un grupo joven y revolucionario que cuestione laautoridad colonial, como sí ocurrió en Santa Fe, Caracas o Buenos Aires. Y es que,como en México o el Perú, las elites cubanas, que debían su posición a su privilegiadarelación con la metrópoli, se manifestaron enseguida por la continuidad del sistema depoder establecido. No será hasta 1821, al producirse la segunda experiencia liberal enla península que facilitó el triunfo de la independencia continental, cuando se abra real­mente el debate de ideas en la isla, y aún así este debate quedó tergiversado y falseadopor la pugna desatada entre el grupo criollo dominante y sus enemigos tradiciona­les, el grupo de comerciantes peninsulares representante de los intereses colonia­listas de Cádiz que utilizaron como vocero al estrambótico Gutiérrez de,Piñeres37•

35 El dominico Juan José García Padrón, profesor de la Universidad de Caracas, fue el primero en utili­zar abiertamente al filósofo francés, y llegó a editar allí la traducción de Calzada en 1812 (Cf. PedroGRASES, "Estudio preliminar" a la Lógica de Condillac, Caracas, 1959).

36 Cf. Franc;ois-Xavier GUERRA, Model'llidad e independencias. Ensayo sobre las revoluciones hispá­nicas, Madrid. Mapfre, 1992.

37 Cf. Larry R. JENSEN, Chíldren of Colonial Despofism. Press, Polirics and Culture in Cuba,1790-1840, Tampa, Universíty 01' Florida Press, 1988. José Antonio PIQUERAS. "Leales en épocade insurrección. La élite criolla cubana entre 1810 y 1814", in: Izaskun ÁLVAREZ CUARTERO

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Pero ¿cómo llegó a ser posible que Varela dictara durante casi una década uncurso de filosofía cuyos contenidos disentían abiertamente de la enseñanza tradi­cional, y con un éxito casi insultante entre la juventud habanera? Porque, insisti­mos, tanto en la península como en otras partes de América, las "novedades" fueronresistidas y rechazadas por los estamentos universitarios tradicionales, que logra­ron un triunfo aparentemente definitivo en 1790, cuando se reactivó la InquisiciÓnpara evitar la propaganda procedente de la Francia revolucionaria. y aunque la polí­tica de Godoy y su acercamiento a Francia propició mayores cotas de libertad38

, en1814, con la restauración del absolutismo, se proscribió radicalmente a los autoresfranceses, una prohibición que, por razones obvias, afectó mucho más a la penín­sula que a las ya casi perdidas colonias americanas.

Desde luego, el año en que Espada encargó a Varela la cátedra del San Car­los, 1811, parecía ser el más propicio para introducir las reformas modernizan­tes que aquél deseaba implantar. Inmersas las Cortes en el debate constitucional,parecía claro ya entonces el triunfo de la facción liberal y radical, para regocijo delobispo; entre otras cosas, se había aprobado ya la supresión del tribunal de la Inqui­sición. De hecho, parece haber habido cierta prisa por parte del obispo para nombrara Varela, pues hasta le dispensó del requisito de edad para ordenarle de presbítero,condición para poder ser nombrado profesor del Colegio Seminario.

Así que el papel de Espada en todo esto fue decisivo. Pero a su vez, la posi­ción del famoso obispo necesita explicarse pues, aunque tuvo enemigos y sufrióduros ataques, su proyecto reformista nunca fue desautorizado por las autoridades.Una vez más, esto se entiende mejor si comparamos la situación de Cuba y de LaHabana con la de otras capitales y provincias americanas, en este caso en lo refe­rente a la situación de la Iglesia y, por ende, de la alta cultura a principios del sigloXIX. Como es reconocido, ni la Iglesia, desde el punto de vista institucional, ni lasórdenes religiosas, tuvieron nunca eh la isla un poder semejante al que disfruta­ban en otras partes, sobre todo de la América continental. La falta de una sede epis­copal en La Habana hasta fines del siglo XVIII y la consiguiente ausencia de uncabildo eclesiástico impidió que se desarrollara allí un sector, el alto clero, que tantainfluencia tuvo en la sociedad y la cultura criolla continentales, especialmente enlas últimas décadas de la época colonial y durante el proceso de independencia. Porotro lado, y como ocurrió en el resto del Caribe, la ausencia de población indígenay el predominio del esclavismo restó fuerza y sentido a la presencia de las órdenesreligiosas en la isla. Éste y otros factores relacionados con el modelo de desao'ollocolonial determinaron en gran medida que la cubana, yen especial sus elites, fuerauna sociedad fuertemente secularizada, en comparación con sus contemporáneasde México, Lima, Quito o Bogotá. La pasividad mostrada por el patriciado cubano

y Julio SANCHEZ GOMEZ (eds.), Visiones y revisiones de la independencia americana, Salamanca.Universidad de Salamanca, 2003, 183-206: y, del mismo, "El mundo reducido a una isla. La unióncubana a la metrópoli en tiempos de tribulaciones", in: José Antonio PIQUERAS (ed.), Las Antillasen la era de las Luces y la Revolución. Madrid, Siglo XXI. 319-342.

38 Emilio la PARRA LOPEZ. Manuel Godoy: la aventura del poder. Barcelona. Tusquets, 2002.

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ante la expulsión de los jesuitas39• o ante la política anticlerical de Godoy. en com­paración con lo que ocurrió en México. por ejemplo, son algunas muestras signifi­cativas de ello.

Así mismo, la ausencia en La Habana de una institución como la audiencia tam­bién restó poder a la universidad habanera. Allí donde existía, los oidores habíansido a menudo profesores en la universidad, estableciéndose así también un nexo depoder entre las dos instituciones, la audiencia y la universidad. que facilitó la resis­tencia de ésta a las reformas en la enseñanza superior durante la segunda mitad delsiglo XVIII. como ocun'ió en Bogotá y en Méxic040

Al encontrarse con una Iglesia estructuralmente débil y con unas órdenes reli­giosas con escaso peso en la sociedad, la personalidad del obispo Espada. a la vezautoritaria y reformista, se impuso con cierta facilidad. Además. durante su mandatocontó con el apoyo del sector criollo ilustrado, encabezado por Arango y Parreño.y las dos autoridades más relevantes en las dos primeras décadas del siglo, el gober­nador Someruelos y el intendente Ramírez.

Todo ello ayudaría a explicar que Espada no encontrara resistencia para intro­ducir su plan de reforma, pero sobre todo que Varela pudiera seguir dictando susclases de filosotla sensualista incluso después/del regreso del absolutismo en 1814y la persecución desatada contra la literatura ilustrada y el pensamiento moderno.Aún así. dudamos que las primeras ediciones de sus Lecciones. anteriores a 1820.aparecieran citados expresamente autores como Tracy y Cabanis, tenidos por ateosy materialistas. que sí aparecen en la de 1822.

Aún contando con la aquiescencia activa o pasiva de las instancias de poder,queda por explicar la causa inmediata del éxito docente de Varela. En nuestra opi­nión. ese éxito se debió a la confluencia de dos factores: la particular adecuaciónde la filosofía de VareJa a los intereses vitales de la joven burguesía habanera, y larevolución pedagógica de su método de enseñanza.

VareJa no pretendió nunca dejar una importante y original obra filosófica; la fina­lidad de su cátedra y de sus Lecciones era esencialmente pedagógica. También enesto se muestra como un ilustrado, para el que la principal razón del saber no resideen la erudición por sí misma, sino en su aplicación al desan'ollo moral del hombrey el progreso de la sociedad. VareJa aplicaba en su cátedra el ideal del pedagogoilustrado, que consistía en mostrar de forma práctica la estrecha relación que debíaexistir entre los saberes, su propia erudición, y su aplicación práctica: esa búsquedade "la utilidad de la ciencia" tan cara a la IJustración41

Porque Varela está imbuido de esa idea-fuerza del progreso que domina a losilustrados. y en esto radica. a mi parecer. el significado más profundo de su ense-

39 Salud MORENO ALONSO, ;'La expulsión de los jesuitas de Cuba", in: Temas Americanistas,9 (Sevilla 1991), 14-17.

40 Renán SILVA. La refornUl de estudios.... p. 225 y ss.; y Remcdios FERRERO MICO, "Una universi­dad conscrvadora: la Rcal y Pontificia de México, 1810-1814, in: Clara Inés RAMíREZ Y'ArmandoPAVON (comp.), La universidad novohispana.... 453-470.

• 1 cr. Paul HAZARD, El pensamiento europeo en el siglo XVlIl. Madrid, Alianza, 1987, 119ss.

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ñanza, también en el sentido político. Mientras que al filósofo y erudito medievaly renacentista le preocupa el saber en sí mismo, alcanzar la verdad, el pensadoro filósofo ilustrado "quiere" cambiar la sociedad de su entorno, hacerla progresara través de la difusión, lo más amplia posible, de lo que Ha/naban las Luces. Es ladiferencia entre una actitud que podríamos llamar metafísica o contemplativa, típicade las órdenes religiosas, y otra de carácter práctico y positivo, que resulta muchomás atractiva y útil a una juventud como la habanera, cuyo modelo de sociedad estámás cerca 'del mercantilismo liberal anglosajón que de los viejos valores del antiguorégimen tle corte hispánico.

En definitiva, Varela representa en La Habana todo el espíritu y actitud de losnovatores, como ocurrió con los profesores de la Escuela de Filosofía de la univer­sidad de Salamanca a fines del siglo XVIII, por citar un caso emblemático de lapenínsula. El éxito de éstos, como el de las clases de Varela, se fundamentó en granmedida en su actitud anti-escolástica, lo que a su vez viene facilitado por el agota­miento de la vieja filosofía, no tanto por una pretendida obsolencia de sus conteni­dos como por el anquilosamiento de los métodos de enseñanza y por la pretensiónde los viejos catedráticos -sustentada en el control de las estructuras de poder- deestar en posesión de la verdad.

Porque como le ocurría a Varela, una gran palie de los pepsadores ilustrados noconocían en realidad la filosofía aristotélico-tomista sino a través de las versionesde la última escolástica, como el famoso texto de Goudin, ya citado. Este conoci­miento sesgado de la filosofía Clásica y medieval les impidió advertir que muchas delas proposiciones que presentaban como revolucionarias son en realidad herederasdel realismo aristotélico o del idealismo platónico, como advirtieron en su día Gre­gorio Mayans de Siscar en su Razonatoria42 o el médico-filósofo Antonio Piquer ensu Lógica43 •

Aparte de lo que suponía la ruptura radical con la escolástica, la clave para expli­car el éxito de los novatores como Varela hay que encontrarla más bien en la "opor­tunidad generacional" de sus propuestas y en un cambio radical en el método deenseñanza, y no tanto en la profundidad de sus postulados filosóficos. En efecto,por lo que sabemos, Varela sustituyó el método pasivo y memorístico de los pro­fesores de la universidad por otro inductivo y participativo, como nos consta por

42 Con esta obra, que dejó inacabada, el gran ilustrado valenciano pretendía elaborar una teoría gene­ral del conocimiento y de su uso correcto en orden a la instrucción, siguiendo el ejemplo delEnsayo sobre el entendimiento humano de Lockc, muchas de cuyas tcsis hacía suyas pero corri­giéndolas, adviltiendo sus limitaciones o señalando su dependcncia de la filosofía clásica: Cf. JuanJ. GARRIDO, "Las idcas filosóficas de Gregorio Mayans en la Razonatoria". estudio introductorioa MAYANS y SISCAR, Gregorio. Razonatoria. transcripción y presentación de A. Mestre Sanchís.Valencia. Publicaciones del Ayuntamiento de Oliva, 1999.

43 Este texto. muy usado también en las universidades hispánicas en las Últimas décadas del XVllly primeras del XIX, señalaba con acierto la dependencia del empirismo de Locke respecto del rea­lismo aristotélico. al tiempo que lo aplaudía en cuanto supuso una sana reacción contra el idealismoinnatista de Descaltes y Malebranche. de forma análoga a como cl realismo aristotélico surgió comoreacción al idealismo platónico (Cf. J. CEPEDELLO BOlSO, La introducción.... 136-37).

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el testimonio de José de la Luz y Caballero; y además fue el primero en dictar susclases en castellano. A ello hay que añadir su crítica desenfadada y aparentementedemoledora del viejo sistema, y la sencillez y claridad en su exposición -una cuali­dad resaltada por todos sus discípulos-, algo que en realidad viene facilitado por lareducción, típica del empirismo y sensualismo, de la metafísica clásica a sus partesmás prácticas: la lógica o teoría del conocimiento, la psicología y ética -converti­das en realidad en antropologia- y la física o ciencias naturales, relegando comple­tamente la ontología, que era como el corazón de la metafísica.

Se produce así una sensación de novedad, de aire fresco, por el rechazo de loantiguo más que por la consistencia de los nuevos planteamientos. Porque muchosde estos nuevos filósofos desconocen hasta qué punto lo nuevo procede de lo anti­guo, y también las graves limitaciones epistemológicas de sus propuestas. En reali­dad, la actitud personal, la novedad del sistema pedagógico -que busca siempre laclaridad y la máxima sencillez, en contraste con la enseñanza escolástica tradicio­nal- y lo que llamamos "el momento generacional" -es decir, factores y circunstan­cias no estrictamente intelectuales o racionales- determinaron la proyección de lasideas y su éxito social, más que su profundidad o coherencia internas.

Pero eran precisamente estos saberes, y el modo de exponerlos, los que llena­ban el enorme vacío existente en La Habana para las aspiraciones intelectuales delos hijos de una burguesía cada vez más pujante. La Universidad habanera no ofre­cía casi nada realmente Útil para satisfacer esas aspiraciones, salvo los estudiosde Derecho, y aÚn éstos sólo parcialmente. Con una filosofía sensualista y empi­rista y una doctrina moral centrada en el humanismo cívico, Varela proporcionóa esa clase el bagaje intelectual adecuado a sus intereses de vida, eminentementeprácticos. Y al mismo tiempo, el sensualismo y el ideologismo francés fueron labase epistemológica sobre la que se fundamenta la nueva literatura cubana, la deDomingo del Monte y su grup044, como lo habia sido para los poetas liberales de lapenínsula Meléndez Valdés o Manuel José Quintana, los dos alumnos de la Escuelade Filosofía de Salamanca a fines del siglo XVIII.

-14 José M. AGUILERA MANZANO, "La entronización de la literatura en la construcción de la "culturacubana", 1823-1845", in: Ma11Ín RODRIGO Y ALHARILLA (coord.), Cuba. De colonia a repú­blica, Barcelona, Biblioteca Nueva, 53-68.

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