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¿Quién le teme a Félix Diaz?
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Publicado en Anfibia (www.anfibia.com), setiembre 2013.
¿Quién le teme a Félix Díaz?
Axel Lazzari (CONICET/IDAES-UNSAM)
Lorena Cardin (UBA)
Imagen, secreto, sentidos
Amplias sonrisas, estrechamiento de manos, bendiciones,
intercambio de regalos, abrazos y reverencias colmaron la
escena del encuentro entre el líder qom Félix Diaz, el papa
Francisco I, los “operadores políticos”, y los mensajeros, en
este caso de profesión periodistas. La conversación entre los
protagonistas, sin embargo, se desarrolló en privado. El
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secreto que la imagen dejaba entrever disparó y multiplicó en
muchos la máquina interpretativa de la sospecha y la
profecía. Por ejemplo, algunos líderes indígenas nacionales y
latinoamericanos celebraron el encuentro como el anuncio de
una mayor visibilidad de la lucha por la aplicación de los
derechos indígenas. Al contrario, otros dirigentes indígenas
de la Argentina, manifestaron su rechazo, considerando que se
trataba de un retroceso de la causa de los Pueblos
originarios. En otro orden, mientras los funcionarios
nacionales se cuidaron de opinar abiertamente sobre el hecho,
siendo que sus máximos referentes habían sido los primeros en
acudir al Vaticano en calculada peregrinación, el arco
opositor no dudó en aprovechar la circunstancia como una
imagen de concordia utilizable en sus premeditadas tácticas
agonistas contra “el antagonismo”.
Fuera-de-lugar, habitar, costuras rasgadas
Este encuentro programado, calculado, usado, fotografiado,
serializado, y acaso ya olvidado, pronuncia cosas más
difíciles de escuchar a pesar de que no cesan de oírse desde
hace tres años y varios siglos.
En junio del 2010, Félix Diaz lideró el corte de una ruta
nacional en la provincia de Formosa para reclamar la
restitución del territorio tradicional de la comunidad qom La
Primavera, ahora rebautizada en lengua vernácula Potae Napocna
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Navogoh. Tras cuatro meses de porfiado corte, la policía
provincial reprimió cruentamente a los manifestantes. Todo
podría haber quedado allí, en esa región de este único mundo
que desde aquí aprendemos a llamar “local”, por no decir
“periférico”, “formoseño”. Sin embargo, fue una decisión
colectiva pero activada por Félix Diaz, la que inició la des-
formoseñización de los qom (y de Formosa), instituyendo a
Buenos Aires como un nuevo espacio local aunque, dada su
“centralidad”, inadmisible para albergar una protesta qom.
Ese fuera-de-lugar tomó la forma de un acampe en la Nueve de
Julio que se desplegaba y contraía al ritmo de huelgas de
hambre, conferencias de prensa y marchas que atraían el apoyo
de un amplio espectro político y social, y la curiosidad
efímera del transeúnte. El acampe se levantó recién en mayo
del 2011 cuando los gobiernos nacional y provincial
accedieron a dialogar. Entre esa fecha y el encuentro con el
papa el 24 de junio de 2013, se sucedieron importantes
acontecimientos que van desde la elección de Félix Diaz como
qarashe de su comunidad (inaugurando un lugar diferente al de
los dirigentes qom sostenidos por la máquina política
provincial), la visita que le hizo el relator especial de
asuntos indígenas de la ONU, el reconocimiento de la
comunidad por parte del INAI, hasta su viaje a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en Washington y a Chiapas
y su participación en la Audiencia Pública ante la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, hechos que culminaron con
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la elección del propio Félix Diaz como vocero del Consejo
Plurinacional Indígena, semanas antes de caminar indiferente
bajo los frescos de la Capilla Sixtina.
Qom es el acampe que reinicia anteriores intentos de retomar
colectivamente Buenos Aires, como el de Telomán Condié que
marchó sobre Juan de Garay y fue vencido, como el de las
tropas indígenas que entraron con varios ejércitos
conquistadores durante las guerras civiles del siglo XIX,
como el del Malón de La Paz emprendido por los kollas en
1946, como el de la Marcha del Último Día de la Libertad que
se repite litúrgicamente cada 11 de octubre. ¿Qué tienen en
común estos esfuerzos por desarmar la u-topía en la que
Buenos Aires se fue transformando para ellos? Indudablemente,
el tratarse de “indígenas-en-el-centro” pero, sobre todo, lo
que ese hecho trasunta que es una política que se desarrolla
como habitar concreto. El enraizamiento del fuera-de-lugar
qom evidencia un trayecto reconocible en el inventario de la
política instituyente de los últimos años, pero no debemos
olvidar que recién entonces era experimentado en sus
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posibilidades y peligros por un contingente de la comunidad
Potae Napocna Navogoh liderada por el qarashe Félix.
“Visibilizar” la protesta a escala nacional es parte de la
misma decisión de prolongar una interrupción -habitar un
piquete- intentando poner en evidencia que todos los caminos
conducen a Formosa. La violenta represión policial del corte
de ruta en el propio territorio no hizo más que reactivar el
saber de que éste, al llevarse en los cuerpos como un hacer-
morada, podía cortarse en otro lugar que, no obstante, seguía
siendo el mismo. Fue en la Nueve de Julio donde los qom
confirmaron, al tiempo que medían su eficacia, que un acampe
conectaba las cosas, gentes y dioses de Buenos Aires con las
de Potae Napocna Navogoh. Como un hyperlink.
La débil capacidad de absorción de la hegemonía provincial
permitió que públicos nacionales testimoniaran la acción qom
del habitar político. En efecto, la violencia policial
desplegada se demoró todo lo posible en las condiciones
tácitas de la hegemonía estatal-nacional de “no reprimir la
protesta social” pero cuando ocurrió reveló un secreto a
voces: que en Formosa, como en tantos otros lugares, existe
una ciudadanía epidérmica que trasluce el hueso duro de un
racismo secular. El gobierno y sectores de la sociedad
formoseña –y también parte de la asociación civil La
Primavera- no pueden oír ni escuchar lo que tiene que decir
el corte de ruta reprimido. La ruta liberada no es otra que
la del fetiche racista del “indio de mierda”. La
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racialización se corresponde con la racionalización legalista
del caso. El estado formoseño afirma que, habiéndose
entregado un título comunitario en 1985, la “cuestión
territorial” de La Primavera habría sido definitivamente
zanjada.1 Por un lado, se esconde que parte de las tierras
reconocidas por un decreto nacional de 1940 fueron usurpadas
por criollos y mal compensadas por el mencionado título de
propiedad comunitaria y, por el otro, no se acepta como
legítimo el reclamo de Félix Diaz y su gente sobre un
territorio tradicional que excede con creces el perímetro del
título y se expande sobre el Parque Nacional Río Pilcomayo.
Sería ilegal cortar una ruta nacional e ilegítimo el reclamo
territorial, pero lo realmente escandaloso es que ciertos qom
reclamaran por ello del modo en que lo hacían, aquí o allá.
Si el corte en Formosa-Buenos Aires demuestra la acción
instituyente de los qom y la represión policial las costuras
rasgadas de la hegemonía formoseña, ¿cómo se representaría y
canalizaría la protesta en Buenos Aires?
Una profecía incumplida: buen salvaje, buen salvador (de la
patria)
1 Por esta razón la provincia se había negado hasta ahora a permitir elrelevamiento territorial de las comunidades indígenas que el INAI llevaadelante en el marco de la implementación de la Ley de EmergenciaTerritorial 26160. Cabe destacar que al momento de la escritura de esteartículo el relevamiento se encuentra en pleno desarrollo, encumplimiento de una resolución de la Corte Suprema de la Nación.
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Obturación en la periferia, ampliación en el centro y
desplazamiento hacia la oposición nacional: estas pulsaciones
de la hegemonía en torno a la protesta qom pueden rastrearse
en ciertos discursos paradigmáticos. Claramente el grito “Hay
que matar al indio de mierda” proferido por la policía
formoseña contrasta con las palabras de Bienvenida a la
Nación que Horacio González ensayó nueve días después de la
represión (LINK A LA NOTA), en ocasión de la primera
conferencia de prensa de Félix en Buenos Aires.
Precisamente, Félix Diaz pronunció pocas veces la palabra “Argentina”,
pero cuando lo hizo se podía notar un matiz de angustia, de severidad
pero de serena expectativa. (…) El matiz con que lo pronuncia Félix Diaz,
inexistente en los lenguajes habituales del ciudadano rápido y del
político ocupado (pues inventamos dialectos secos y sarcásticos para
nuestras confrontaciones), me resultó profundamente conmovedor.
Ante el pulular de las cámaras, en la típica escena de captura nerviosa
de imágenes, recordó los bosques, los cursos de agua y los pajaritos.
Con una morosidad y un castellano perfecto, que es difícil escuchar
entre nosotros, iba relatando paso a paso un hondo drama nacional.
(…) Los gritos de los esbirros, “indio de mierda, te voy a matar”, eran
recreados por Félix Diaz con una dicción perfecta, sin rastros de
exaltación ni de rencor, para contar una tragedia, tal como lo habrían
hecho los grandes relatores de la antigüedad, un Esquilo del río
Bermejo. (…) Jefe sereno, infortunado y perseguido, Félix Diaz sabe que
cuenta con partes enteras de una formación nacional de la que conoce
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como nadie su lado hostil. Habla con respeto profundo de la Presidenta.2
La figura del qarashe encantó al Director de la Biblioteca
Nacional y referente de Carta Abierta como a tantos otros
públicos de trayectoria disímil: organizaciones y militantes
sociales, defensores de los derechos humanos, profesionales y
estudiantes de las ciencias sociales, pero también medios de
comunicación situados a uno y otro lado de las fronteras de
las ideologías sociopolíticas -La Nación, Clarín, Página 12,
Periodismo para Todos y 678, Para Ti e Indymedia.
Encantadísimos todos. Incluso Anfibia.
Horacio González presintió en este líder de los originarios
algo originario: un modo severo, respetuoso y sereno de
relatar y encarnar, a la vez, la tragedia nacional. Fetiche
sui generis de una argentinidad aún no realizada, el qarashe –
escuchemos a González- es, todo junto, buen salvaje, juez y,
desde el fondo de los tiempos, profeta y salvador. De la
patria, de todos nosotros.
Y a pesar de esos decires morosos y esquilianos, estas
vinchas y Bermejos (aunque se trate del Pilcomayo), tres
largos años de presencia en la escena política bastaron para
que los hechizos del carismático líder se desvanecieran entre
casi todos los sectores autodenominados progresistas. Entre2 Página 12, 5 de diciembre del 2010,http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-158102-2010-12-05.html
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el “indio de mierda” y el buen salvaje de ecos mesiánicos que
abría la posibilidad de cierto diálogo con los ejecutivos
nacional y provincial, empezaron a circular frases y
sentencias que traslucían una serie nueva de disvalores: “no
se puede articular con él porque no es un cuadro político”,
“no tiene códigos”, “no es un líder indígena autónomo”, “es
usado por los medios”. El arco opositor aprovechó la
oportunidad y dijo, entre otras cosas, “al estado le sirve la
pobreza indígena”, “tierra a los qom”. ¿Volvía a despuntar el
“dialecto seco” del “político ocupado” que González
radiografió con indisimulada ambivalencia?
La praxis política de Félix Diaz: radicalidad y cualquiera
P: ¿No teme un uso político de la causa Qom y que eso los perjudique
ante el gobierno nacional?
D: Muchos tienen ese temor. Pero nosotros no perdemos nada. Siempre
somos víctimas. No podemos permitir que nos arrinconen y nos humillen.
Respetamos la decisión de cualquier persona que se presenta en una
elección o pertenece a un partido. Pero los derechos indígenas no
dependen de un partido, sino de leyes que ya existen y se tienen que
poner en práctica. Por eso no tenemos temor a aceptar la ayuda de
cualquier persona que se acerca. No nos vamos a dejar asustar por
quienes nos quieren invisibilizar, para que no nos relacionemos con
nadie y dependamos totalmente de ellos. No somos parte de un partido,
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sino de una injusticia de la que queremos salir. Somos indígenas,
queremos fortalecer nuestra identidad, y eso se hace también con el
intercambio.3
Ante la pregunta que dicta el sentido común instrumentalista,
Diaz establece un decir que la desborda y altera sus
parámetros. Va más allá del temor a ser usado, del temor y
del ser usado. Teme quien tiene algo (incluso vida), ellos
“no pierden nada”, “son víctimas”. Frente a la grandiosidad
de los “derechos indígenas” y a la monstruosidad de la
“injusticia” que estos pretenden remediar, “cualquier
persona” que “ayude” es bienvenida. Este criterio radical
posibilita el “intercambio” con cualquiera. En este
intercambio refuerza una “identidad indígena” que, sin
embargo, lo trasciende pues ella misma es excesiva.
Ahora bien, ¿quiénes son los “muchos” que tienen el temor de
que usen a Félix Diaz? Los que temen y atemorizan, aquellos
que ora lo ven como “pragmático”, ora como “ingenuo” y “sin
códigos” se resisten a captar lo obvio, el secreto plegado en
la imagen del saludo con el papa: la praxis política de Félix
transita el reborde de la lógica política de negociación y
defenestración.
Temer y ser temido, dos formas de interesarse por el mundo.
¿Qué periodista, político, militante y analista de indios
carismáticos no se vincula con Diaz por interés para conjurar
sus propios miedos y, de yapa, contagiárselos? Por lo mismo,3 Revista Ñ, Clarín, 26 de julio de 2013.
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¿no es interesada la crítica del accionar del líder qom en el
sentido de que es usado?, ¿no parte de la frustración de no
poder cooptarlo en exclusividad?, ¿por qué no pensar que es
el líder qom quien se deja utilizar por los interesados que se
le acercan?
Intercambiando con cualquiera, Félix Diaz consiguió fondos
para una radio comunitaria, máquinas para un taller textil,
semillas de maíz y asesoramiento técnico, pozos de agua, la
apertura del Centro Integral Comunitario, provisión de agua
potable, documentos de identidad y entrevistas. Estos
“cualquieras” a quienes consintió en que lo usaran fueron una
organización social, la ONG La Alameda, la CGT, la facultad
de Agronomía de la UBA, el Estado nacional, Clarín.
Sin dudas, la versatilidad para articular con diversos
actores políticos, incluso mutuamente antagónicos, no es
exclusiva de Félix Diaz y ha sido destacada por muchos
observadores de situaciones interétnicas del pasado y del
presente que tuvieron por protagonistas a los qom y a otros
Pueblos, muchos de ellos caracterizados por una alta
dispersión del poder social. Pero hay más.
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Devolución total, gente concreta
El estilo de este líder parece resquebrajar, a través de sus
acciones, la expectativa del toma y daca que la arena
política y el mercado naturalizan. A izquierda y derecha, en
el capital y en el trabajo. Diaz busca aplicar en todas las
dimensiones de la vida el criterio del dar sin esperar
retribución. Sostiene que si uno se ofrece “de corazón” no se
debe esperar nada a cambio. Los ejemplos son numerosos. Al
interior de su comunidad destaca su asistencia a los enfermos
y a quienes se acercan a plantearle sus necesidades. Jamás
reclama devolución a cambio. Así como él está en deuda con su
comunidad, el Estado está en deuda con los Pueblos indígenas,
aunque de otro modo. La deuda del líder para con los suyos es
reversible, saldándose cuando deje su cargo. En cuanto a la
deuda del Estado respecto de los Pueblos indígenas decimos
nosotros que es constitutiva, es decir, impagable. No
obstante, Félix aplica aquí el criterio de radicalidad del
don junto al de comunidad concreta. Para él, la deuda que
Argentina tiene para con los originarios es, a la vez,
irreparable y reversible. Ante el saqueo de su mundo, el qarashe
reclama a gentes muy concretas una devolución total para
gentes de carne y hueso, una devolución que incluye y excede
los derechos que el Estado reconoce a sus ciudadanos y a sus
ciudadanos indígenas.4 La entrega de recursos o el4 La Constitución Nacional reconoce en su artículo 75 inciso 17 la
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cumplimiento de derechos debe ser incondicional y no, como se
pretende, un intercambio de dones y contra-dones bajo la
forma de favores, bienes o servicios a cambio de apoyo moral
y político a los benefactores de turno. Por esta razón, la
entrega del título comunitario por parte de la provincia en
1985 no debería agradecerse porque nunca podría haber saldado
la deuda original; tampoco bastaría una eventual recuperación
de las tierras que ocupa el Parque Nacional. Con ese
territorio -extensión espacial, ámbito de recursos
materiales, lugar sagrado- debe devolverse “territorio”. De
ahí que los “pagos” contados en máquinas de coser, agua
potable o leyes provenientes de cualquiera que ayude suponen
un equívoco: creer que se satisface el pedido de algunas
cosas cuando lo que en realidad se pide es la devolución de
todo. En la concepción del qarashe, “territorio” es la medida
del mundo que aún debe ser restaurado. Devolver “territorio”
es encarnar el fin de la deuda y el inicio de la vida plena.
Al desarrollar estos principios radicales en el espacio de la
política instituida se asegura cuanto menos el malentendido
y, en el límite, la expulsión al misticismo. Ahora recordamos
nuevamente el encuentro de Francisco con Félix, de un
“cualquiera” con un “hermano”, o viceversa. Uno, pertenece a
una Iglesia que sabe cuando separar y articular los poderes
terrenales y divinos; el otro, busca plegarlos, fusionando lo
que nosotros llamamos política, naturaleza y religión.
ciudadanía especial indígena a partir de la doctrina de la pre-existenciaétnica y cultural “de los pueblos indígenas argentinos”.
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