Semiosfera de la figura de Sor Juana Inés de la Cruz

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Esbozos de una semiosfera de la figura de Sor Juana (Mujer con biografía) y diversa de mi misma entre vuestras plumas ando no como soy, sino como quisiste imaginarlo…(13-20) Introducción El propósito de este ensayo es revisar de manera general la imagen de sor Juana como una mujer con biografía, es decir como un persona que posee rasgos particulares e irrepetibles que la hacen objeto de descripción y por tanto la introducen en el panteón 1 de las figuras memorables de determinada cultura (aquellas que son dignas de ser recordadas en determinado contexto y época). Para ello partiré de los conceptos de «hombre con biografía» y «memoria de la cultura» acuñados por Iuri Lotman desde la perspectiva de la semiosfera de la cultura. De manera general intentaré aproximarme al contexto cultural de la monja jerónima, periodo que corresponde a finales del siglo XVII en el contexto de la novohispano, explicando el papel asignado a las mujeres en dicho periodo. Así mismo abordaré algunas de las características que corresponden a dos formas de hacer biografía: la primera de ellas es realizada por el padre jesuita Diego Calleja en el año 1700 y se trata de un relato 1 Del griego παν, pan: ‘todo’ y θεών, theón: ‘de los dioses’. Desde el siglo XVI la palabra también ha sido usada en un sentido secular, refiriéndose a un grupo de gente exaltada.

Transcript of Semiosfera de la figura de Sor Juana Inés de la Cruz

Esbozos de una semiosfera de la figura de SorJuana

(Mujer con biografía) y diversa de mi misma

entre vuestras plumas andono como soy, sino como

quisiste imaginarlo…(13-20)

Introducción

El propósito de este ensayo es revisar de manera general

la imagen de sor Juana como una mujer con biografía, es decir

como un persona que posee rasgos particulares e irrepetibles

que la hacen objeto de descripción y por tanto la introducen

en el panteón1 de las figuras memorables de determinada

cultura (aquellas que son dignas de ser recordadas en

determinado contexto y época). Para ello partiré de los

conceptos de «hombre con biografía» y «memoria de la cultura»

acuñados por Iuri Lotman desde la perspectiva de la

semiosfera de la cultura. De manera general intentaré

aproximarme al contexto cultural de la monja jerónima,

periodo que corresponde a finales del siglo XVII en el

contexto de la novohispano, explicando el papel asignado a

las mujeres en dicho periodo. Así mismo abordaré algunas de

las características que corresponden a dos formas de hacer

biografía: la primera de ellas es realizada por el padre

jesuita Diego Calleja en el año 1700 y se trata de un relato

1 Del griego παν,pan: ‘todo’ y θεών, theón: ‘de los dioses’. Desde el siglo XVI la palabra también ha sido usada en un sentido secular, refiriéndose a un grupo de gente exaltada.

edificante que exalta las cualidades religiosas de la monja; la

segunda es una biografía moderna escrita por Octavio Paz en

1998 llamada Sor Juana Inés de la Cruz y las trampas de la fe.

Sor Juana, monja jerónima letrada, mujer ilegitima y

criolla que perteneció al siglo XVII, y cuyo contexto será el

espacio de la Nueva España transformada en figura memorable:

el relato de su vida se transmite a los descendientes en

diversas biografías en dónde deviene texto cargado de

significaciones en la codificación de la memoria de la

cultura mexicana. Me interesa subrayar que mi trabajo no se

centra en la obra o los textos de la poeta, sino más bien en

mostrar como Sor Juana misma se convirtió en un símbolo del

México independiente, especialmente del Siglo XX, en el que

ocurre un proceso de mitologización de su persona, la

conversión de la poeta en una «personalidad histórica».

En este sentido reconozco varios momentos que intentaré

esbozar en el presente ensayo: El primero de ellos

corresponde a la comprensión de Sor Juana (como mujer,

criolla e ilegitima) que se encuentra en la periferia dentro

del contexto cultural de la Nueva España. En un segundo

momento, en el periodo que se extiende desde a la

Independencia a los dos siglos posteriores, entramos en un

periodo de olvido y desprecio de todas las manifestaciones

artísticas barrocas del periodo Colonial, incluida Sor Juana

(al ser considerado este de manera negativa como la Edad

Media y oscurantista por el pensamiento de los escritores

liberales). Para finalizar en el México Revolucionario

(Siglo XX) las cosas cambian y se comienza a recuperar el

pasado Colonial surgiendo un programa oficial que tiene como

fin rescatar la obra de poetas y escritores del periodo

barroco, entre ellas la de la monja.

Para poder realizar este trabajo hay que proceder a

codificar la figura histórica de Sor Juana como un texto, es

decir mostrar como Sor Juana, pasa de ser una mujer

encarnada, poeta y pensadora, una “mujer con biografía” en el

sentido que le da Lotman: en la que su vida y obra ha sido

interpretada de diversas maneras generando una multiplicidad

de textos. Por lo tanto, su figura forma parte de fenómenos

culturales, dónde se producen intercambio de significados y

se dan procesos de significación o de semiosis.

Para Lotman el texto se presenta ante nosotros no como

la realización de un mensaje en un solo lenguaje cualquiera,

sino como un complejo dispositivo que guarda variados

códigos, capaz de transformar los mensajes recibidos y

generar nuevos mensajes, un generador informacional que posee

rasgos de una persona con intelecto altamente desarrollado.

(1996:77) Es por ello que considero que la figura de la monja

jerónima ha pasado de ser una mujer, poeta de determinada

época histórica para convertirse en un símbolo cargado de

múltiples significados y sentidos: se le ha definido como

rara avis, Fénix de América, la Decima Musa; se ha usado su

imagen como ícono para los billetes de doscientos pesos, se

han escrito obras teatrales y de cine inspirados en su vida y

su obra. Todo ello indica que podemos hablar de las

biografías e imágenes de Sor Juana, como textos, mecanismos

generadores de sentido.

En el presente trabajo retomare cada uno de estos

aspectos de texto para mostrar cómo se fue modelizando la

figura de Sor Juana y en este proceso fue adquiriendo memoria,

volviéndose en palabras de Lotman un “texto de muchos

estratos y semióticamente heterogéneo, capaz de entrar en

complejas relaciones con el contexto cultural circundante”

(1996: 80)

Para Lotman el punto de partida de cualquier sistema

semiótico no es el signo singular aislado, sino la relación

que existe al menos entre dos signos; el punto de partida

resulta ser no el modelo aislado, sino el espacio semiótico.

(1996: 80) Es por ello que para comprender a Sor Juana como

texto, tenemos que comprender la semiosfera más extensa en la

que se encuentra inserta: el mundo cultural de la Nueva

España del Siglo XVII.

Semiosfera de la Nueva España (contexto cultural de Sor

Juana)

Espacio Alosemiótico

traducciones SemiosferanovohispanaEspaña (Viejo

Mundo) Modelo, Referente

Para Lotman “el desarrollo inmanente de la cultura no

puede desarrollarse sin la constante afluencia de textos de

afuera. El desarrollo de la cultura, al igual que el acto de

la conciencia creadora, es un acto de intercambio y supone

constantemente al otro: a un partenaire en la realización de

ese acto” (1998: 71)

En el caso de la Nueva España el modelo o canon

artístico, cultural, religioso y político venía dado desde la

Metrópoli. Es decir desde España llegaron textos nuevos

(religiosos, políticos, artísticos) que al entrar en contacto

con la semiosfera de un mundo nuevo comenzarían un proceso

muy dinámico de traducción en el que, al integrar las nuevas

Barroco: Literatura de Góngora, Quevedo,Filosofía escolástica,

FronteraAceleración, dinamización

Rol femenino: recluido al espacio Convento Sor

Juana (perife

Universidad: espacio reservado para hombres de

Sociedad altamente jerarquizadaClero- PoderMundo de la corte (Fama de Sor

Evangelización (jesuitas)

tendencias se generarían estilos propios. Enriquecimiento

producto del sincretismo de dos culturas: la conformación de

este cuadro de mundo surgió de la traducción constante entre

un espacio interno y el flujo constante del exterior: se

daría una generación y creación constante, en el que el

barroco o el estilo propio de la época permitía el mestizaje

cultural. El Siglo XVII es en este sentido, uno de los más

dinámicos en cuanto a generación y creación de nuevos textos

culturales. No se debe pensar, sin embargo que la cultura era

para todos, pues estaba reservada únicamente para algunos

doctos y letrados que podían tener acceso a ella mientras la

gran mayoría apenas sabía leer y escribir.2

De acuerdo con Lotman: “Un aspecto esencial del contacto

cultural está en la denominación de un parteneir, que equivale

a la inclusión de este en mí mundo cultural, la codificación

de este en mi código y la determinación de su puesto en mi

cuadro de mundo” (1996: 73) Sin embargo para el fundador de

la escuela de Tartu, puede ocurrir también lo contrario, es

decir, “ se puede dar la redenominación de sí mismo en

correspondencia con la denominación que me da un partenaire

externo en la comunicación”. Esta segunda opción me parece

que es más acorde con el caso del mundo novohispano, en la2 Octavio Paz señala que Nueva España fue una sociedad culta: no sólo vivió conplenitud la cultura hispánica- la religión, el arte, la moral y los usos, mitos ylos ritos- sino que la adaptó con gran originalidad a las condiciones de sueloamericano y las modificó substancialmente. Pero en el sentido más limitado de lapalabra- colindante con instrucción: producción y comunicación de novedadesintelectuales, artísticas y filosóficas- sólo una minoría de la población podíallamarse culta: la teología era la reina de las ciencias y en torno a ella seordenaba el saber. (1993: 70)

que se intentó definir la identidad de la Nueva España a

partir de su relación con la Metropoli. Paz menciona que

cuando se habla del nuevo mundo se piensa sobre todo en lo

que separa a un país dependiente de su metrópoli, estas

diferencias pueden caracterizarse en lo político y lo social

como una relación de dominio y privilegio.3

Parto de la idea de que al entrar en contacto dos mundos

culturales tan distintos, como lo son Europa y América, se

dio un aceleramiento en la producción de textos en la que

ambos crearon a su partenaire: por un lado los españoles

miraron a los nativos como salvajes a los que había que

cristianizar, educar y evangelizar (de allí la importancia de

los jesuitas4 en este proceso); mientras que los indígenas,

desde su cosmovisión circular interpretaron la llegada de

Cortés como el advenimiento y cumplimiento de la llegada de

Quetzalcoatl. Determinante para la conformación cultural del

Nuevo Mundo ha sido que este intercambio se produjera de

manera asimétrica, pues estuvo cifrado en la violencia y la

imposición de un cuadro de mundo sobre otro. Para Lotman la

cultura es movimiento, dinámica y cambio imprevisible, el

mismo considera que la historia no conoce repeticiones, sino

3 España regía a México y los españoles peninsulares ocupaban la cúspide del edificio social. En lo económico la relación también era desigual pues España sacaba de México más riquezas de las que traía. (1993: 39)4 Robert Ricard llamará al proceso de evangelización conquista espiritual que implicó mediantela enseñanza de la religión católica en los territorios de la Nueva España, la transmisiónde la cultura occidental. La religión católica fue un elemento clave en la expansióndel Imperio español y punto fundamental en su desarrollo posterior al ser la IglesiaCatólica un aliado político de los españoles y los conquistadores, quienes justificaron entodo momento sus acciones expansivas en el derecho divino y la enseñanza de la fe católicapara los infieles.

que ama las rutas nuevas, imprevisibles. Aunque los

historiadores puedan señalar al mirar el pasado, la

continuidad y la regularidad entre los fenómenos que

acontecen los mismos se producirían en su momento como

explosiones, casualidades de manera que no sería posible

predecir lo que ocurrirá con ellos. Me parece que la imagen

que nos ayudaría para comprender el contacto entre los dos

mundos sería más parecido al de una explosión, “un campo minado

de gran densidad informativa” (La explosión de la cultura)

Es posible señalar siguiendo a Lotman que dentro de esta

asimetría encontramos en Nueva España, una cultura joven,

rica en posibilidades internas, mientras que España en muchos

sentidos era una cultura más vieja que había agotado esas

posibilidades. Indudablemente las dos culturas reactivan sus

potencialidades y la generación de nuevos textos a partir de

la Conquista. Pienso que Paz advierte esta situación cuando

escribe en Sor Juana y las trampas de la fe, las condiciones en las

que se da el intercambio cultural entre estos dos mundos:

“Cuando se habla de las diferencias entre la Nueva

España y España se piensa sobre todo en las que separan a un

país dependiente de su metrópoli. Estas diferencias pueden

caracterizarse como una relación de dominación y privilegio:

España regía a México y los españoles peninsulares ocupaban

la cúspide del edificio social. Hay otra disparidad que se

repite en otros órdenes: en otros escritos se señala que el

catolicismo era una religión nueva en América y vieja en

España, creadora en el Nuevo Mundo y a la defensiva en el

viejo continente. Hay algo sorprendente en todo ello pues

mientras que México, no sin tropiezos y lentitudes, crece y

se desarrolla, España se precipita a una decadencia no menos

acelerada que su prodigiosa expansión un siglo antes” (1993:

39)

No es propósito de este trabajo profundizar en la

compleja relación que se dio entre estos dos espacios o

semiosfera distintas sino más bien señalar la importancia que

tuvo para la autodefinición de la Nueva España su contacto

constante con todo tipo de textos que provenían desde España.

En el caso de Sor Juana será importante reconocerlo debido a

que ella se encuentra inmersa en esta Semiosfera y es desde

ella que debemos partir para comprender cómo se codifica como

texto. Sor Juana tuvo varias influencias en este sentido su

obra es el resultado del “sincretismo platónico,

aristotélico, mítico y religioso, indígena y europeo”

(Arriarán, 1999: 13). En ella encontramos la mezcla creativa,

en la que a partir de las tensiones de lo indígena y lo

hispano, surgirá un estilo propio.

Octavio Paz nos dice al respecto que la poesía barroca

de la Nueva España fue una poesía transplantada y que tenía

los ojos fijos en los modelos penínsulares, sobre todo

Góngora y junto con él Lope de Vega, Quevedo y Calderón serán

referentes para Sor Juana. Estos textos llegan desde el

espacio Alosemiótico al mundo novohispano y a decir de Lotman

“no sólo transmiten la información depositada en él desde

afuera, sino que también transforman mensajes y produce

nuevos mensajes”

En ese sentido Paz nos dirá también que los estilos

artísticos son transnacionales y en particular el barroco lo

será acentuadamente. Se puede decir que el barroco posee una

gran capacidad de memoria, se trataría de un complejo

dispositivo que puede guardar varios códigos y enriquecerse

constantemente. “su meta era asombrar y maravillar, por eso

buscaba y recogía los extremos, especialmente los híbridos y

los monstruos” (1998: 85) Sor Juana empleará la riqueza de

este estilo para ir más allá de la imitación de los modelos

peninsulares llevándolos al extremo.

Papel de la mujer en la Colonia

Dentro del espacio de la semiosfera novohispana

encontramos algunos aspectos que es necesario tener en cuenta

para comprender la vida de Sor Juana en su contexto: se

tratará de una sociedad altamente jerarquizada en dónde todos

los individuos ocuparan un lugar determinado dentro de este

gran teatro del Mundo y el color de la piel será determinante

para ubicar la escala política y económica de los individuos.

En ese sentido la piel habla, comunica, deviene texto que

señala el lugar que cada quien debe ocupar en el mundo. Y por

otro lado se tratara de una sociedad donde los roles

masculino y femenino están perfectamente delimitados: los

hombres ocuparán espacios y cargos públicos, mientras que la

mujeres como madres y esposas ocuparán el espacio o ámbito

doméstico, esfera de lo privado.

Mejía Lozada menciona en un estudio sobre el papel de

las mujeres en la sociedad colonial del siglo XVII algunas

características propias del rol femenino durante esta época:

Por un lado, los historiadores proponen que para el caso de

las mujeres existían dos opciones de vida: ser monjas o ser

esposas. En el primer caso, el convento desempeñó un papel

muy importante durante este periodo, “permitió un tipo de

vida decoroso para muchas mujeres en una sociedad normada por

los ideales de mujer casta, honesta y siempre amparada por la

figura masculina” ( )

Era también común en la época a decir de Margo Glantz

describir a la mujeres como un “ser naturalmente flaco y

deleznable, húmedo, viscosos y de corto entendimiento”. De

acuerdo con la autora para la mujer no debía existir

diferencia entre el espacio de la casa y el convento pues en

ambos se le exigía un voto de clausura, así como en ambos se

les enseñaba actividades domésticas propias de su género.

(2005:122)

Únicamente existían dos espacios donde se permitía el

acceso a la educación, misma que estaba destinada a que las

mujeres aprendieran los oficios, que les llevarían a cumplir

con su función de esposas. Mejía Lozada menciona que existió

la educación informal impartida por la madre que debía

enseñar a la niña los aspectos simbólicos que le permitieran

ser una “perfecta casada”. La segunda opción era la educación

formal impartida en las escuelas de Amiga5, en donde se les

enseñaba la doctrina cristiana a las niñas indígenas y

criollas; así como leer, escribir y contar. Es muy

significativo mostrar que la existencia de estas

instituciones no perseguía como fin liberar a las mujeres o

que estas desarrollasen su capacidad racional. En la época

“el conocimiento público fue un campo negado a las mujeres,

se descartaba de facto todo nexo con la educación que no se

encamine a fomentar ciertos valores: debe ser digna, devota,

sumisa, prudente callada y pura” (2003: 178) Es por ello que

tal educación estaba destinada únicamente a formarlas para

sacar adelante las actividades en el ámbito doméstico.

Sor Juana, niña nacida en la ciudad de Nepantla en el

año de 1651, aprendió a leer y escribir sus primeros versos

en la escuela de Amigas, a la edad de nueve años escribe su

primera Loa en Honor del Santísimo Sacramento. A los catorce

fue dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey

Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los marqueses de5 Pallares menciona que fue Fray Juan de Zumarraga quien fundó lasprimeras escuelas destinada a las niñas indias en los albores de ladominación española. En estas instituciones podemos encontrar lainfluencia educadora ejercida sobre Sor Juana: la asistencia a la Amiga ylas lecciones del Bachiller de Olivas. En las mismas se nos relata queel plan de estudios consistía en leer, escribir y contar, amén de laDoctrina Cristiana y labores de agujas (1963: 12)

Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su

erudición y habilidad versificadora.

En la carta a Sor Filotea Sor Juana relata cómo “con

peregrinas solicitudes fatigaba a su madre: le pedía que la

vistiese de hombre y la enviara a México para cursar en la

Universidad. Ella no lo quizo hacer (e hizo bien), pero yo

despiqué el deseo de leer en muchos libros varios que tenía

mi abuelo, sin que bastasen castigos ni represiones a

estorbarlo” (1963: 9) Vemos como la vida de Sor Juana se

encuentra marcada desde el comienzo por un afán de estudiar y

la imposibilidad de hacerlo al pertenecer a un mundo en el

que el rol de la mujer estaba delimitado al espacio

doméstico. Al respecto, Paz afirma como el carácter

acentuadamente masculino es una de las características de la

sociedad novohispana. Ni la universidad ni los colegios de

enseñanza superior estaban abiertos a las mujeres. La única

posibilidad que estas tenían de penetrar en el mundo cerrado

de la cultura masculina era deslizarse por la puerta

entreabierta de la corte y la Iglesia. Sor Juana combino

ambos modos” (1993:71)

Aproximaciones a algunas de las principales biografías

de Sor Juana

De acuerdo con Lotman, no todo hombre que vive en una

sociedad dada tiene derecho a una biografía ni mucho menos.

Cada tipo de cultura elabora sus modelos de “gente sin

biografía” y “gente con biografía”. Aquí es evidente el

vínculo con el hecho de que la cultura crea su modelo ideal,

un tipo de hombre cuya conducta está completamente

predeterminada por el sistema de los códigos culturales, y

un hombre que posee determinada libertad de elegir sus

modelos de conducta. (1996: 213)

Existen personas memorables, que se distinguen de entre

toda la masa de sujetos y cuya vida se hace objeto de

descripción quedando dentro del espacio de la memoria de una

cultura determinada, en un lugar de consagración de los seres

que merecen ser recordados. Indudablemente Sor Juana

pertenece a este grupo: sus enigmas, vida y obra han sido

punto de partida para múltiples bibliografías que se

extienden a lo largo de tres siglos, algunas más famosas y

sobresalientes que otras. La cultura crea a partir de ciertos

textos escritos o biografías un espacio que delimita los

personajes que serán dignos de ser recordados y lo que caerán

en el olvido: algunas veces ocurrirá que algunos de los

olvidados, vuelvan a surgir con fuerza en determinada época o

contexto particular.

Me parece que la figura de Sor Juana también se ha

caracterizado por esto último: como mujer, su vida fue

excepcional y, como intentamos explicar en el apartado

anterior su vida se apartó de los roles que naturalmente

habían sido asignados al género femenino. Su característica

fue la desviación de la norma, su conducta fue tachada de

“extraña” para la gente de su época, lo que exigió el

esfuerzo y una gran dosis de voluntad de su parte para

adaptarse a la vida y exigencias de la época novohispana de

finales del siglo XVII y que convirtió a la monja en blanco

de la crítica, la envidia o la admiración y el estupor.

A decir de Lotman existiría una tensión generada en todo

individuo que pertenece a determinada sociedad, en la que los

roles se presentan de manera tan forzada como la lengua natal

y toda la estructura semiótica social que existe antes del

nacimiento y que se le presenta como “condición del juego”.

En unas condiciones este rol esta fatalmente predeterminado,

en otras, el hombre tiene la libertad de escoger dentro de

los límites de cierto repertorio prefijado (1996:214)

Entonces lo que se generará para todo hombre será un juego

entre el cumplimiento ideal de la norma, en contrapartida de

la máxima originalidad y la desviación de la misma.

El sujeto que aspira a tener biografía “realiza no una

norma rutinaria, media, de conducta, usual para la época,

sino una norma difícil e inusual, extraña para los otros”.

Todo “hombre con biografía” realiza actos de elección. La

vida de sor Juana es ejemplo de ello: como mujer que defiende

el amor por la sabiduría, renuncia a cumplir su rol de esposa

y madre, y logra su cometido dentro de los límites que impone

la sociedad novohispana.

El primer biógrafo de la monja fue el padre jesuita

Diego Calleja6. En su descripción encontramos ejemplificadas

ambas tensiones (entre una desviación y un ideal de la norma)

a partir de la construcción de un relato edificante:

Por un lado, en la introducción a su obra Calleja

describe a la poeta como un avis rara, un ser extraño, una

especie de monstruo de feria o un fenómeno de circo que entra

al mundo de la corte para entretener a los virreyes gracias a

su singular talento: no se sabía si su sabiduría tan

admirable era “infusa” o “adquirida” es decir “sobrenatural o

humana”. “Admiraba ver en la niña Juana Inés tanta variedad

de noticias, las escolásticas tan puntuales, y bien fundadas

las demás. El virrey Mancera quiso desengañarse de una vez y

sometió a prueba a la niña frente a los hombres que

profesaban letras en la Universidad y ciudad de México”

(Glantz,:129) Como puede deducirse, la capacidad de sor Juana

la convierten pronto en motivo de atracción universal: la

admiran por igual los espectadores extranjeros y los

principales cortesanos de la capital novohispana. (2005: 4)

En el mundo hispánico, alcanzo mucha fama en vida, alrededor

de ella se tejió un mito como niña prodigio, una especie de

atracción en el espectáculo barroco de la corte.

Por otro lado, Calleja intenta construir la imagen de

Sor Juana como una mujer que encarna los valores del

6 Calleja, D. (1700) Fama y obras Posthumas del Fénix de México, décima musa, poetisa americana, sor Juana Inés de la Cruz. Madrid: Imprenta de Manuel Ruiz de Murga.

sacrificio y la aspiración religiosa. Su biografía es un

relato edificante7 a partir del cual “su vida es interpretada como

gradual ascenso hacia la santidad” en el que al final de sus

días renunciará a sus libros y “los excesos racionales”

cometidos para acercarse más a Dios realizando un voto de

silencio.

A decir de Glantz en relación al texto de Calleja, lo

particular de este tipo de biografías o relatos edificantes

es que erigen un monumento reiterado, gracias al cual

despojan de su especificidad a los seres retratados al

igualar las figuras con un molde. (:131) En el caso del padre

Calleja al enfrentar el modelo de santidad ideal, con la vida

y obra de la poeta jerónima, se vuelve evidente que la única

solución será esquivar o minimizar la contradicción que surge

al contrastar ambas: existe contradicciones en la propia vida

de Sor Juana que la hacen desbordar el molde con el que se la

pretende calificar. Lotman menciona que las biografías de

santos son estereotipadas y sin embargo implican una hazaña y

esfuerzo. Es en ese sentido que la imagen de la monja es

7 Las vidas edificantes tratan de mujeres y de los varones que buscaron el caminode la santidad y se proponen como candidatos a la canonización; esta finalidad sealcanza raras veces pero constituye un modelo de imitación de la Pasión deCristo. El camino de la vida de la perfección es concreto; podría llamársele,literalmente, un tratado arquitectónico de la mortificación del cuerpo: en elpropio cuerpo se reconstruye el cuerpo del otro, el de aquel que es imitado, elRedentor (Glantz,: 136) En el caso de Sor Juana, Calleja y la narrativa religiosabusca encontrar retrospectivamente en su obra y en su vida signos de conversiónreligiosa que experimentará al final de su vida y por el que abandonará laescritura y sus estudios, muriendo santificada al cuidar por voluntad a suspropias hermanas religiosas enfermas de la peste. La narrativa edificante salva ala monja de los excesos racionales que cometió y que no son propios de una mujer.(Paz,1998:13)

presentada como el cumplimiento ideal de la norma: sacrifica

sus estudios, sus libros para entregarse a Dios al final de

sus días.

En las biografías edificantes también es común que el

narrador es percibido no como autor en el sentido moderno,

sino como simple mediador, que recibe el texto de fuerzas

superiores (Dios) y a las cuales pedirá ayuda para la

realización de su relato. Señalará Lotman que a este tipo de

narrador le está impedido realizar elecciones, actúa por

mandato divino, y en sus escritos estará implícita la palabra

de de Dios. En ese sentido su palabra es un texto con

carácter verdadero incuestionable. (Lotman, 1996:218)

De entre los diversos calificativos con las que se

describe a la monja en este periodo se encuentran: cuando es

aún muy joven se le da la categoría de “musa” (será el

bachiller Diego de la Ribera quien la designará como tal);

posteriormente al publicar su Inundación Castálida se la designa

como “Décima Musa”, epíteto que la acompañará desde ese

momento. De acuerdo con Glantz, “esta exaltación de su figura

produce comparaciones cada vez más extremas, se la designa

como pitonisa (profetiza arrebatada con divino espíritu) y

por fin en rara avis, Fénix. Ya es en suma un monstruo”

(Glatz, 2006: 13)

Así el proceso de mitificación de la figura de Sor Juana

comienza a finales del Siglo XVII y perdura en el periodo de

dos siglos posteriores como se constata al descubrir las

numerosas ediciones, reimpresiones de su obra en el mundo

hispano. A finales del siglo XVIII comienza un periodo de

prolongado silencio con la llegada de la moda neoclásica que

abominó las exageraciones del barroco y la obra de Sor Juana

y su figura pierden fuerza dentro del marco de las figuras

memorables.

Al respecto, Lotman señalará el carácter dinámico de los

fenómenos de la cultura, “en el que los aspectos semióticos

de la misma (por ejemplo la historia del arte) se desarrollan

según leyes que recuerdan las leyes de la memoria, bajo las

cuales lo que pasó, no es aniquilado ni pasa a la

inexistencia, sino que sufriendo una selección y una compleja

codificación, pasa a ser conservado, para, en determinadas

condiciones, de nuevo manifestarse” (1996: 153) En el caso de

la imagen de Sor Juana, en el periodo que corresponde a la

moda neoclásica, fue despojada de su fama y su obra quedó

relegada a un olvido temporal, junto con la de Góngora y

otros autores que corresponden al periodo barroco; para

repuntar nuevamente con mucha fuerza en el siglo XX en dónde

se ha dado una proliferación de bibliografías y estudios

críticos. Glantz mencionará que su imagen fue “redescubierta”

en este periodo con el hallazgo de algunas obras suyas que se

creían perdidas.8

8

El periodo de silencio de la imagen de Sor Juana

corresponde a cambios ideológicos y políticos entre lo que

podemos mencionar la conformación de una imagen negativa del

periodo colonial que comenzó a gestarse a principios de la

Independencia y continuo hasta el siglo XX. Esta visión

negativa del pasado incluyó un desprecio por la literatura

barroca y todas sus manifestaciones. De acuerdo con Glantz

con las leyes de Reforma (1855) y la consecuente separación

de la Iglesia y el Estado, se perdieron una gran cantidad de

documentos que habían sido almacenados en los conventos y la

fisonomía del país cambio de manera radical. Para los

escritores liberales, influidos por las ideas modernas, el

periodo Colonial fue la Edad Media en nuestro país: “se

piensa en una perversidad de la cultura que enturbia el

gusto, calificándolo de enmarañado y depravado debido a la

represiva política de la Iglesia” (Glantz, 2006: 8)

En el primer cuarto del siglo XX, aunque políticamente

siga persistiendo una imagen negativa de la Colonia, se

revalora artísticamente las manifestaciones literarias del

barroco: en América surge el movimiento del neobarroco y los

estudios de Manuel Toussaint y Francisco de la Maza9 que

exaltan la estética de aquel periodo: comienzan a proliferar

estudios sobre la monja que coinciden con los estudios sobre

9 Manuel Toussaint formó parte de las personalidades que fundaron el Laboratorio de Arte dela Universidad Nacional Autónoma de México, que en 1936 se transformó en el Instituto deInvestigaciones Estéticas, cuya dirección ocupó. De 1944 a 1954 fue director de la Direcciónde Monumentos Coloniales y de la República del Instituto Nacional de Antropología eHistoria. Francisco de la Maza  fue un historiador, investigador y académico mexicano. Seespecializó en la historia del arte novohispano.

la Colonia. Lotman habla de este proceso al señalar cómo la

cultura posee mecanismos que hacen resistencia al tiempo y a

su movimiento. Señala que ciertos textos de pasado brotan

periódicamente como focos de actividad: “textos separados por

siglos, al venir a la memoria se vuelven contemporáneos”. Del

mismo modo la imagen de Sor Juana se reactualiza y desempeña

un papel mnemotécnico y simbólico. 10

Comienza un periodo de diálogo constante de la cultura

con el pasado. En México inicia un periodo de estudios no

sólo académicos entorno al periodo Colonial, sino también se

crea un programa oficial de rescate del patrimonio cultural,

que será transmitido por todos los medios y sostenido por

espectáculos culturales. Sor Juana adquiere publicidad, tanto

o más que en el Siglo XVII: el presidente Echeverria restaura

el Centro Histórico de la ciudad de México, comienzan las

propuestas para proteger los monumentos. Con el presidente

López Portillo, a finales de la década de los sesenta se

oficializan los estudios sorjuanianos en el Convento de San

Jerónimo (espacio arquitectónico que es declarado patrimonio

nacional y más tarde patrimonio de la humanidad)

El significado del símbolo no es algo constante, y no

debemos imaginarnos a la memoria de la cultura como un

depósito en el que están apilados los mensajes, invariantes10 Lotman llama símbolo a todos los signos que poseen la capacidad de concentrar en sí,conservar y reconstruir el recuerdo de sus contextos precedentes. Ese papel puededesempeñarlo cualquier texto incluyendo por ejemplo, el nombre de una persona todavía viva(por ejemplo Goethe para la cultura europea de los años 10-20), si trae en la época presentealgún recuerdo de las precedentes y su nombre adquirió resonancia simbólica. (Lotman, 1996:156)

en su esencia. Para Lotman los símbolos llevan información de

su contexto y para que esa información se “despierte” debe

ser colocado en algún contexto contemporáneo en donde

adquirirá nuevos significados (Lotman, 1996:155). En ese

sentido la biografía moderna que elabora Paz, Sor Juana y las

trampas de la fe (1982) se presenta como un relato que restituye

la imagen de sor Juana en la década de los ochentas en el que

“intenta colocar la vida y la obra de la monja en el marco

cultural y literario de la sociedad novohispana en el siglo

XVII con base en documentos, libros y crónicas de su tiempo”

(Grossi, 2003: 42)

La sor Juana contemporánea que retrata Paz, es en

primera instancia varios enigmas: los de su vida y los de su

obra. Sor Juana ha dejado de ser una reliquia histórica para

convertirse en un texto vivo; podemos hallar cierta coincidencia

con Lotman cuando señala que la constante actualización de

los textos del pasado hacen dudar de que el pasado de la

cultura se asemeje a los fósiles, más bien nos hace pensar

que a veces dicho pasado se presenta de tal manera que al

venir a la «memoria» se vuelve contemporáneo. En ese sentido

Paz, nos dice que su ensayo es una tentativa de

«restitución» histórica, relativa y parcial de Sor Juana en

su mundo. (1998: 23)

Una de las características de este tipo de la biografía

moderna es que la figura del narrador se convierte en

central, y el que el carácter fidedigno del texto se puede

poner en entredicho. Aquí la pregunta por: ¿quién habla?,

¿cuál es la autoridad de la persona que escribe la biografía?

La autoridad de la persona que escribe el texto se vuelve muy

significativa, en ese sentido podemos afirmar que Octavio Paz

es un « hombre con biografía », es decir un escritor cuya

conducta es excepcional (Poeta, narrador, ensayista,

traductor, editor y gran impulsor de las letras mexicanas).

Todo ello viene a complejizar semióticamente la biografía

como portadora de mensajes.

La complicación semiótica, nos dice Lotman de la

biografía moderna vienen dada por el hecho de que, a

diferencia de la biografía medieval, en donde el creador del

texto se presentaba como simple mediador o servidor que

recibía el texto de fuerzas superiores o por mandato divino,

el autor moderno adquiere estatus de creador: toma elecciones

y posee un carácter activo. “El texto elaborado por él ya no

puede ser considerado como verdadero desde el principio

mismo: la posibilidad de un error o de una franca mentira

surge al mismo tiempo que la libertad de expresión” (1996:

220)

En ese sentido la biografía de Paz adquirió gran

relevancia y se convirtió en un referente para la comprensión

moderna de la imagen de Sor Juana. De acuerdo con Glantz, su

libro convirtió a la monja en una figura internacional, al

tiempo que constituyo un estudio sobre el olvidado periodo de

la época novohispana del siglo XVII.

Me parece que estas dos biografías constituyen ejemplos

que ofrecen una imagen de cómo Sor Juana atraviesa diversas

épocas, conservando ciertos elementos de invariancia, a

partir de los cuales se puede reconstruir el contexto

cultural en donde se insertaban históricamente. El retrato de

Paz nos ofrece de Sor Juana es una actualización en la que la

obra y vida de la monja no puede ser comprendida sin la

estrecha comunicación con la sociedad que le tocó vivir: de

esta manera se tratará del dialogo constante entre tres

esferas (vida, obra y contexto histórico). En ese sentido el

autor conecta la obra de la monja con las tradiciones

filosóficas de su época, en el que en su caso confluyen en un

sincretismo jesuita. “El punto de contacto de sor Juana con

esta tradición-donde se amalgaman ciencia, magia, alquimia y

religión- fue el jesuita alemán Anastasio Kircher (1601-

1680)” (Reseñas: 244)

La Sor Juana que retrata Paz, es la de una mujer

excepcional, defensora de su capacidad de acceder al

conocimiento, cuya vida representa la imagen de la

transgresión y la rebelión frente a la sociedad ortodoxa que

la llevo a renunciar a las letras y la sumergió en un

profundo silencio. La hipótesis de Paz consiste en mostrar

que no hubo una « conversión», por la que la monja libremente

renunciara a su biblioteca y a su labor intelectual, como lo

quisiera hacer creer las hagiografías religiosas. Lejos de

esto, casi al final de su vida, la monja se vería envuelta en

conflictos de poder lo que la orillaría a escribir su

Respuesta a Sor Filotea, escrito que es una autodefensa intelectual

en el que se expresa el amor al conocimiento. De acuerdo con

Paz estas transgresiones serían castigadas con severidad, la

trampa de la poeta sería la censura consecuencia de apartarse

del ideal de la norma, y por tanto su conducta extraña, desviada y

transgresora.

Por tanto, mientras que la primera biografía de Sor

Juana Fama y obras Postumas del Fénix de México, relato edificante

escrito por el Padre Calleja, se convirtió en referente para

los escritores católicos que han pretendido leer en los más

mínimos incidentes de su vida “signos y señales

sobrenaturales de su santidad”. La obra de Paz presenta a Sor

Juana como un personaje contemporáneo, víctima de la

ortodoxia de su época, al cual es imposible comprender sin el

referente de la historia de la sociedad novohispana del siglo

XVII.

El símbolo del Sor Juana ha sido trasladado al contexto

contemporáneo, en este nuevo lugar ha adquirido significados

nuevos, en un constante juego entre los lenguajes del pasado

y del presente, deviene otra siendo la misma cada vez. Este

símbolo conserva determinada invariancia que nos permite

reconstruir los contextos de dónde partió: la niña prodigio,

avis rara, mujer extraña, fénix, defensora de la capacidad

intelectual de las mujeres son elementos permanentes a lo

largo de diversas épocas.

La proliferación de obras de arte (teatro, pintura,

cine) entorno a su figura es basta, así como imposible

abarcar en el espacio de un pequeño ensayo la multiplicidad

de biografías e interpretaciones y estudios que ha suscitado

su persona a lo largo de varios siglos. En ese sentido la

imagen de Sor Juana está más viva que “muchas de las personas

que se llaman vivas”11, permanentemente actualizándose en el

espacio que corresponde a las figuras memorables de nuestra

cultura.

Bibliografía:

Calleja, D. (1700) Fama y obras Posthumas del Fénix de México, décima

musa, poetisa americana, sor Juana Inés de la Cruz. Madrid: Imprenta de

Manuel Ruiz de Murga.

Glantz, M. (1995) Sor Juana Inés de la Cruz, ¿hagiografía o autobiografía?

Universidad Nacional Autónoma de México: Grijalbo.

Lotman, I. (1998) La semiosfera II, semiótica de la cultura, del texto, de la

conducta y del espacio. Selección y traducción por Desiderio

Navarro. Madrid: Ediciones Cátedra.

Paz, O. (1998) Sor Juana Inés de la Cruz y las trampas de la fe. México:

Fondo de Cultura Económica.

Mejía, L. (1999) “el papel de la mujer en la sociedad novohispana” en

”“Tejiendo la vida. Significado de la actividad textil de la sierra de Zongolica: los

casos de Tlaquilpa y Atlahuilco”, Dra. María Teresa Rodríguez López,

11 En un pasaje de su texto Lotman describe como Chernishevskii escribió refiriéndose a quelas obras de Gógol y Belinski eran más «contemporáneas» que la «contemporaneidad»: ¿Todavíahace falta preguntarse s´están realmente muertos los que yacen en estas tumbas? ¿No sonpersonas vivas las que están enterradas en ellas? Por lo menos, ¿No hay mucho más vida enestos difuntos que en muchas personas que se llaman vivas? (1996: 154)

Dr. Johannes Hubertus Roskamp, Dr. Herón Pérez Martínez,

8/10/04. (CET: 1999 DOCTORA)