Rionda, Luis M., Saúl Salazar y Abbdel Camargo (2007) "Un ensayo de participación inducida", en...

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LATINOAMÉRICA: REDES,CIUD1DES ACTORES Y DEMOCRÁCIA 75 Análisis de la coyuntura, teoría e historia urbana

• ENSAYO

2Resignificación del espacio público y construcción de la nueva democracia Francisco Rodríguez

• EXPEDIENTE

5Redes de organizaciones civiles después de la alternancia política Laura Loeza Reyes

11 Mesas Técnicas de Transporte: instrumento de participación ciudadana Rosa Virginia Ocaña Ortiz Melissa Abache

• EXPEDIENTE

18 Un ensayo de participación inducida Luis Miguel Rionda Ramírez Saúl Salazar Jiménez Abbdel Camargo Martínez

26Gestiones innovadoras, com.p~titi~i~ad ypartlclpaclon Betina Schürmann

33Movimiento campesino, centralismo politico y gobierno de la alternancia Anne Sutter

• TESTIMONIO

4OVoces migrantes, espacios ~~blicos y navegaclon en internet Miriam Cárdenas Torres

48 Ordenamiento terr~torial, actores sociales y democracia Miguel Angel García Gómez

52 Dicotomía e interacción: Estado y sociedad civil* Jacqueline Oliveira Silva Marcelino Pies

59 Policía comunitaria y redes cafetaleras, políticas y de derechos humanos Evangelina Sánchez Serrano

• EXPEDIENTE 1III1III_.._IIII....~~;jlIIIII..IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII.

Un ensayo de participación inducida1

CIUDADES 75, julio-septiembre de 2007, RNIU, Puebla, México

Luis Miguel Rionda Ramírez* Saúl Salazar Jiménez** Abbdel Camargo Martínez***

El camino recorrido por el proceso de democratización en México ha estado enmarcado por eventos sociales y políticos que tienen, como base, nuevas prácticas y

relaciones entre los actores sociales. En este sentido, una de estas relaciones innovadoras es la organización y participación comunitaria a través de los comités de vecinos, que ha sido una experiencia impulsada desde hace varios años en los diferentes órdenes de gobierno en el país.2 En este trabajo nos referimos, en particular, a la política pública establecida desde los gobier­nos, estatal de Baja California, y municipal de Tijuana, sobre este tipo de estrategia de vinculación. Entre los objetivos más destacables que se han procurado, con la formación de este tipo de organizaciones ciudadanas, está el de facilitar, a los gobier­nos, la instrumentación de programas sociales y, en segundo lugar, el de alentar la organización de los ciudadanos alrededor de la búsqueda de soluciones a los problemas más sentidos de sus comunidades vecinales.

La experiencia nos indica que, en el transcurso de los últi­mos diez a quince años, se han formado cientos de comités de vecinos en las colonias populares de Tijuana, en especial para resolver problemas de infraestructura urbana -drenaje, pavi­mentación, caminos de acceso, etcétera-, logrando estable­cerse como una figura de primer orden en la organización de las comunidades vecinales y como un instrumento de partici­pación colectiva. Sin embargo, en este modelo de concurren­cia, se han desarrollado continuidades y rupturas a lo largo de este tiempo. Mientras que, en algunos casos, los comités nacen y desaparecen al concretarse el propósito para el que fueron creados -actuando así como grupos de interés-, en otros se mantienen los lazos de comunicación y participación en una

* Universidad de Guanajuato, Campus Sur. Correl: riondal@hotmail. com, Página personal: www.luis.rionda.com.mx.

** El Colegio de la Frontera Norte, Área de Proyectos Especiales. Blvd. Abelardo L. Rodríguez N" 2925, Zona del Río, 22320 Tijuana, Baja Cali­fornia. Correl: [email protected].

*** Instituto Federal Electoral en el Estado de Baja California, Consejo Dis­trital 08, Consejero Electoral. Correl: [email protected].

:unplia gama d~ proLlemll.s comunitarios -organizaciones de la sociedad civil.

Justificación

Los comités vecinales son un modelo de organización cívica de larga data en nuestro país,3 pero con menor raigambre como esquema formalizado y promovido desde el Estado. Los veci­nos suelen emprender acciones conjuntas y organizadas para proteger sus intereses o proveerse de servicios, pero es menos usual que su organización responda a una política oficial deli­berada, que expresamente busca la participación social. Éso es precisamente lo que se buscó en Baja California yen Tijuana, en los últimos años.

No obstante el tiempo transcurrido desde la implementa­ción primera de este tipo de experiencias de vinculación social, y lo exitosa que ha resultado con relación a varios proyectos de intervención y desarrollo social, los gobiernos todavía no conocen con precisión cuál es el verdadero alcance de estos comités vecinales, los problemas en su proceso organizativo, sus dinámicas internas, así como los factores que hacen que unos tengan una vida efímera y otros perduren.

Esta razón justificaba la necesidad de un estudio a profun­didad sobre la evolución de las estrategias organizativas veci­nales, de tal manera que las políticas públicas, orientadas hacia la promoción de la participación ciudadana, puedan sustentarse en la experiencia acumulada a lo largo de estos tres lustros.4

La sociedad organizada

El desarrollo urbano reciente de nuestro país se ha caracteriza­do por su crecimiento acelerado y la frecuente ausencia de previsión de las necesidades de los habitantes de las ciudades. El avance de la industrialización y de las actividades vincula­das a los servicios, en detrimento de las regiones más relacio­nadas con la producción primaria -que con regularidad son también las que concentraron históricamente a la población­

provocó, desde los años cincuenta del siglo pasado, que se desencadenaran flujos de población tendientes a concentrarse en relativamente pocos focos de atracción: las zonas urbanas (Stern, 1979). Los desequilibrios regionales promovían - y promueven- esos traslados masivos de población, que pronto desbordarían las áreas tradicionales de colonización en las ciudades, favoreciendo la implantación de numerosos asenta­mientos nuevos y la expansión física de las zonas metropolita­nas. Evidentemente, con el crecimiento vendrían fenómenos como el disparo del mercado de la vivienda urbana y el incre­mento explosivo en la demanda de servicios municipales.

Los nuevos asentamientos desbordaron a los viejos "barrios" y "cuarteles", y se transformaron en "colonias", "fraccionamien­tos", "desarrollos" y demás. Diversos intentos de planificar este crecimiento a nivel municipal y regional fracasaron ante la dimensión y fuerza del movimiento poblacional. En la realidad se impusieron dos modelos alternos para los nuevos asentamien­tos: 1) el del fraccionamiento privado y comercial, usualmente regulado y formal, y 2) el de la urbanización popular periférica (UPP), que a su vez tuvo dos modalidades: la ocupación irregular de terrenos -privados, sociales o del Estado- y los fracciona­mientos de interés social, tanto los impulsados por los gobiernos, como por particulares (Ramírez, 1986 y 1995: 21-31).

El problema de la demanda creciente de vivienda o de suelo para la misma, ha sido resuelto en buena medida por parte de los propios demandantes y por intermediarios interesados. Esta intermediación se constituyó en una fuente de poder político, así como de recursos económicos, para los que la detentaron. Muchos líderes de colonos hicieron así carrera política y/o amasaron fortunas. De esta manera, la participación social de los colonos fue pronto mediada y manipulada, con efectos desmovilizadores y desconcientizadores. Además, las frecuen­tes componendas en las que caía el intermediario con el Esta­do, y sus agentes, acrecentaron la cultura política autoritaria, el clientelismo y la pasividad, de los ciudadanos demandantes de espacio para habitar.

La autoorganización era así un objetivo que se lograba sólo en pocas ocasiones, y algunos de esos casos fueron documen­tados por especialistas académicos, como Juan Manuel Rarní­rez Saiz para Guadalajara, Jorge Alonso Sánchez para Ciudad Netzahualcóyotl, Jorge Balán y Mario Cerutti para Monterrey, etcétera. Pronto, los conjuntos organizados de colonos podían devenir en grupos de presión política, en bases de apoyo elec­toral y/o, incluso, en profesionales de la invasión de terrenos. Por supuesto, también se pueden encontrar casos en donde la concientización de los colonos ha permitido una mayor inde­pendencia de los intermediarios, la gestación de capacidades compartidas de gestión y negociación con las agencias del Estado, así como una percepción social de que la vivienda y los servicios son derechos de los ciudadanos que no deben perder­se a causa de la escasez de recursos económicos en las familias inmigrantes o de reciente constitución.

Entre los autores académicos que dominan en el campo de análisis de las relaciones entre los distintos niveles de gobierno y los ciudadanos, se percibe un acuerdo en el sentido de que la democracia requiere de la construcción de instancias intermedias de organización comunitaria, tales como las asociaciones civiles y los comités vecinales, que para el contexto mexicano se signi­fican como nuevas formas de participación y de representación (Guillén, 1995; Merino, 1995; Ramírez, 1995; Hernández, 1999; Ziccardi, 2000; Cabrero, 2001). En contraste con los Estados

Unidos de América en donde el asociacionismo tiene una vieja tradición, que fue descrita por el trabajo clásico de Alexis de Tocqueville (1993)5, en México carecemos de la misma en buena medida como resultado de la cultura política autoritaria, estatista y centralista (Alducín, 1986 y Secretaría de Goberna­ción, 2003) que heredamos, tanto de nuestra raíz histórica espa­ñola, como de la nativa.

En nuestro país, por ejemplo, según la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas 2003 (ENCUP), solamente 17% de los entrevistados en la muestra representati­va nacional declararon participar o haber participado en alguna asociación de vecinos, colonos o condóminos. Y solamente 5% declaró que formaba parte de alguna asociación civil. 60% declaró que confía nada o casi nada en las asociaciones de ciudadanos. 84% dijo que nunca ha trabajado junto con otras personas para tratar de resolver problemas de su comunidad. Y 57% consideró difícil o muy difícil organizarse con otros ciu­dadanos para trabajar en una causa común.

En general, el ciudadano mexicano contemporáneo es poco participativo e interactuante en la resolución de los problemas que le afectan directamente. Es por eso que el intermediarismo, el clientelismo y el oportunismo político, tienen todavía dema­siada presencia en las relaciones Estado-ciudadanos. Es por ello que las organizaciones ciudadanas en general y, en particular, las de vecinos, revisten tanta importancia para la definición de polí­ticas públicas que busquen incrementar la participación y la autogestión como nuevas modalidades de desarrollo social, más acordes con les nuevas tendencias democráticas que, al menos en el ámbito electoral, privan ya en nuestro país.

Las organizaciones de vecinos -comités, asociaciones, uniones- son una expresión innovadora de la nueva cultura democrática que debe fomentarse con una estrategia "de abajo hacia arriba", es decir desde la sociedad misma hacia las instan­cias del Estado. Solamente mediante un proceso cultural y edu­cativo de mediano plazo es posible transformar las tendencias inerciales del autoritarismo anacrónico. Paulo Freire (1971), pedagogo brasileño defensor del ideal de la formación educativa como medio de liberación del oprimido, inició en los años 1970 una corriente político-educativa que, en consonancia con una época radicalizada y militante, cuestionaba las raíces mismas del orden social y económico imperante. Su apuesta se vinculaba con la búsqueda de la "humanización" de los individuos y sus colectividades mediante la autoliberación: "(... ) la gran tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse a sí mismos y liberar a sus opresores."

La propuesta de Freire puede sonar un poco extemporánea en momentos como los actuales cuando privan los valores vinculados al liberalismo individualista y, con ello, el acento creciente en las propuestas de una autorrealización egoísta y competitiva. El concepto mismo de "liberación" puede sonar anacrónico en tiempos en que se asume, generalmente, que el individuo es responsable de su propio destino. Sin embargo, es sumamente rescatable su postulación de búsqueda de la autoli­beración mediante la conquista de la conciencia y la noción de trascendencia, tanto en el nivel personal, como en el comunita­rio. Apostarle a las capacidades autogestivas de los ciudadanos ayudaría a superar el paternalismo y el asistencialismo que aún campean en las políticas oficiales e, incluso, en los programas privados o sociales.

Ahora bien, sobre los comités o asociaciones de vecinos, estas corporaciones son una célula elemental para la consolida­

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ción de la nueva cultura democrática partici­pativa y "liberadora". Las prácticas democrá­ticas deben imperar al interior de los comités para que realmente cumplan una función edu­cadora y definidora de relaciones horizonta­les con los diversos niveles de gobierno y sus agentes. De lo contrario, se mantendrían las relaciones autoritarias y de intermediarismo que durante décadas impidieron que los veci­nos de las colonias urbanas asumieran una actitud más proactiva en la resolución de los problemas que les afectaban.

Este estudio de la realidad social de los comités vecinales de Tijuana, se apoyó en la realización de trabajo de campo directo, que consistió en la selección de doce colonias o asentamientos urbanos de esa ciudad, en los que se ensayó un acercamiento cualitativo a la realidad de las organizaciones vecinales, mediante las técnicas de la tradición socio­antropológica:

• Entrevista a profundidad (Taylor y Bogdan, 1996: 100-131),

• Grupos focales6 (Margen, 2001; Patton, 2002; Gibbs, 1997; Kreuger, 1988), y

• Estudios de caso (Tarrés, 2001: 249­288).

Selección de casos

De acuerdo al directorio de Comités de Veci­nos elaborado por el Ayuntamiento de Tijua­na, en el periodo que comprendió los años 2001-2004, se pudo registrar a 348 comités, que se despliegan en seis delegaciones admi­nistrativas del municipio de Tijuana (Cuadro 1). Dado que se contó con información pro­veniente de seis delegaciones administrativas, se decidió que los casos se eligiesen de entre todas ellas para garantizar su representativi­dad, por lo que se seleccionó entre uno y dos casos por delegación, para un total de doce.

Los criterios de selección fueron los siguientes: 1) antigüedad del comité, 2) moti­vo de formación, 3) área geográfica, 4) núme­ro de miembros que lo conforman, 5) representatividad ante el gobierno, colonia y organizaciones sociales, así como ante otros comités.

Se rescataron, mediante la técnica del grupo focal, las per­cepciones de los miembros de Comités de Vecinos sobre su organización, su conciencia de participación, su interacción con el Estado, así como el manejo de la intermediación y los liderazgos.

Modalidades diferenciales adoptadas por los comités vedDales

Son diversas las razones que conducen a la formación de los comités de vecinos. Éstas, a su vez, han determinando Ycondi­cionando el funcionamiento y permanencia de esas organiza­ciones vecinales.

Cuadro 1 Conformación de los Comités de Vecinos por Delegación en el Municipio

de Tijuana, 2004

Nota: Algunas sumas del número total de comités no coinciden con el número total de comités creados por año, debido a que no existe registro del año en que fue creado el comité. Fuente: Elaborado con base en información de la Secretaria de Desarrollo Social del Gobierno del Estado de Baja California, 2006.

" Sectores

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Comitésit' 't

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pQr.~ño

La Presa Florido / Miguel 73 41 32 2001 l

Alemán /

Insurgentes

La Mesa Florido / La Mesa - - - ­ 2002 46

/ Los Pinos / - - - 2003 18 Sánchez Taboada - - - 2004 7

100 40 60 1999 l

Otay Otay - - - 2001 2

- - - 2002 84

- - - 2003 9

- - - 2004 4

49 24 25 2002 20 - ­

San San Antonio de - - - 2003 15 Antonio de los Buenos / Salva - - 2004 14 los Buenos Tierra / La G1aria / 61 25 36 2000 l

Francis;:o Vi!!a

Zona Centro - - - 2001 3 Centro

- - - 2002 27

- - 2003 23

- - - 2004 5

11 7 4 2002 9

Playas de Playas / Lomas del - - - 2003 l

Tijuana Porvenir - - - 2004 l

54 16 38 2002 20

Total - - - 2003 16

- - - 2004 18

348 153 195 - 345

- - - - -

El taller de grupo focal permitió detectar la gran variedad de causas que motivan a los colonos a conformar o dar origen a un comité de vecinos, y de cómo ésta no es la única forma de organizarse ni tampoco es adoptada de forma permanente. Todo lo contrario: se encontró que los comités transitan de una modalidad a otra y, con ello, dejan ver la necesidad de crear un ambiente que haga sencillo dicho paso.

En cuanto al objetivo que dio pie a su surgimiento, a conti­nuación se presentan las cuatro modalidades que se detectaron entre los comités sujetos a estudio:

Comités por obra

A través del taller de grupo focal se pudo detectar que, inicial­mente, el surgimiento y conformación de comités de vecinos obedece a la necesidad que manifiesta la población en satisfa­

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cer las necesidades de obra pública de sus colonias o fraccio­namientos. Entendiendo por obra pública, la pavimentación, el alumbrado, la introducción de agua potable y alcantarillado, instalaciones deportivas, etcétera.

Sin embargo, aunque no es la única modalidad adoptada por estas juntas vecinales, es la primera que manifiestan los presi­dentes de los diferentes comités de vecinos, pues la falta de obra pública es lo que los impulsa a organizarse y a formar un comité.

Comités por colonia o área geográfica

Ligado al tema de los servicios públicos se encontró que, el actuar y la presencia de los comités de vecinos, se desarrolla dentro de una delimitación territorial que el municipio estable­ce, ya sea al inicio de su conformación, cuando convoca a la población a que forme un comité de vecinos, o bien, ante una petición por parte de un grupo de ciudadanos que pide ser reconocido por las autoridades del ayuntamiento.

El referente geográfico es un elemento a resaltar, puesto que establece las fronteras de organización y acción de las tareas de los comités de vecinos. Al tiempo que delimita responsabilida­des y facilita la organización en el conjunto de los comités.

Comités por causa social

Aunado a lo anterior, a lo largo de la vida y desarrollo del comité de vecinos está presente, en el inconsciente colectivo, su carácter social, que no solamente va ligado a la necesidad de llevar servicios públicos a las colonias, sino, también, brindar orientación y educación cívica a sus miembros mediante la participación, para así coadyuvar activamente en la solución de los diversos problemas de los colonos, constituirse en vehículo de comunicación con las autoridades, buscar subsidiariamente la seguridad pública, facilitar servicios educativos y de salud, etcétera. No obstante, el móvil principal que da pié a la forma­ción de un comité de vecinos tiene que ver, con la búsqueda de un beneficio colectivo que se traduce en un beneficio social.

Comités políticos

Finalmente, está el carácter o sentido político que adquiere un comité de vecinos y que tiene que ver con los compromisos que asume con las autoridades municipales y que, a su vez, condicionan el funcionamiento o permanencia en una colonia o fraccionamiento. Su acción política no forzosamente va liga­da a un vínculo partidista, sino al eventual desarrollo de una toma de conciencia del valor político de su participación e, incluso, de la construcción de una posición ideológica frente al resto de los agentes sociales.

La formación inicial del comité de vecinos, tal y como lo mostró el desarrollo del grupo focal, se inicia con necesidades básicas de los colonos. No obstante, su innegable carácter polí­tico se evidencia, a partir de las relaciones que tienen con las autoridades municipales y que se dan de dos formas:

• Cuando se busca que les atiendan peticiones y acuden directamente con las autoridades municipales, compar­tiendo eventualmente mensajes de corte político -ya sea compartiendo o rechazando la ideología de la admi­nistración en turno-, y

• Cuando las autoridades municipales buscan a los comi­tés para obtener votos en una contienda electoral, aun­que esta búsqueda sea a nivel informal.

A manera de conclusión parcial, los diferentes comités de vecinos de la ciudad de Tijuana presentan diferentes modalida­des según su objetivo primordial. Sin embargo, cabe resaltar que su actuación no se limita exclusivamente a una modalidad, por el contrario, se observa cómo transitan de una a otra según las necesidades cambiantes del momento. Además, dicho trán­sito no presenta un patrón de comportamiento a seguir; es decir, el origen de un comité de vecinos puede darse bajo la modalidad de instancia promotora de obra pública, o bien, por una causa social, por área geográfica o política y, sin embargo, no mantener la función inicial a lo largo de su vida sino, más bien, evoluciona y adopta diferentes modalidades que van cambiando y que obedecen a factores, tanto internos, como externos.

Construcción de liderazgos

En el inicio de la conformación de los diferentes comités de vecinos se pudo detectar la naturaleza que adquieren, en térmi­nos de su actuación, tanto con la población de las colonias, como con las autoridades del municipio. Los presidentes de los comi­tés de vecinos evidenciaron los distintos tipos de liderazgos que construyen, ya sea al inicio como a lo largo de la vida del comi­té. A continuación, se presentan algunos tipos de liderazgo que se percibieron como resultado del taller de grupo focal.

Liderazgos naturales

Se percibe en algunos individuos una iniciativa natural, funda­da en una personalidad de por sí atractiva y convocante, que es empleada para conjugar las voluntades comunitarias y así con­formar un comité que se aboque a solucionar los problemas comunes, básica e inicialmente, de obra pública en las colo­nias. Las reacciones de algunos de los líderes participantes se orientaron hacia la necesidad de organizarse efectivamente buscando solucionar los problemas de sus entornos sociales

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inmediatos. Se pudo constatar la existencia de voluntad convo­cante y habilidades de organización y asociación en la iniciati­va de conformar el comité a pesar de que, en el caso de los asentamientos promovidos por inmobiliarias, son éstas las que tienen que inducirlos y conformarlos, para luego informar a las autoridades de la existencia de los nuevos comités.

Liderazgos inducidos

También se pudo detectar y ubicar comités cuya conformación fue producto de una orientación, tanto de las autoridades, como de las diferentes inmobiliarias que construyen conjuntos habi­tacionales.

Con relación a las inmobiliarias, el papel que juegan en la conformación de comités consiste en su obligación de convo­car y estimular a los habitantes de los condominios para que inicien la conformación de un comité vecinal. No obstante, en ocasiones hacen caso omiso y trasladan la responsabilidad a las autoridades del municipio, y, en el peor de los casos, no existe ninguna instancia que los promueva o reconozca.

En cuanto a las autoridades, es frecuente que éstas sean quienes convoquen y promuevan la formación de los comités de vecinos. Sin embargo, el taller arrojó que lo hacen de forma tardía y a partir de que los comités exigen e insisten en ser reconocidos.

Liderazgos clientelares

Se pudo evidenciar la existencia de comités cuya organización y funcionamiento está muy supeditado al municipio, debido a que éste es quien determina apoyos, programas, etcétera, para imple­mentar en las colonias, así como en la solución de los problemas. El clientelismo consiste en la dependencia exagerada de un grupo de vecinos hacia las autoridades inmediatas, con las que desarrollan una relación subordinada y que involucra la corres­pondencia mediante un eventual apoyo político o electoral.

Liderazgo democrático

El grupo focal permitió determinar que, para la conformación de muchos comités de vecinos, se siguen prácticas democráti­cas, en donde la población es la que decide quién ocupará los diversos cargos de un comité y nomina a sus liderazgos de forma colegiada y democrática - no inducida-. Son prácticas que se evidencian, especialmente, entre los habitantes de con­dominios y en algunos colonos de asentamientos populares, pero que, con el paso del tiempo, disminuyen su representati­vidad legítima debido al desgaste y la caída de la participación activa en las asambleas, actividades grupales y obligaciones mutuas. Además, en algunos comités, las autoridades munici­pales no intervinieron mayormente y dejaron la organización interna en manos de sus integrantes. Ésto puede promover el surgimiento de liderazgos democráticos, pero, también, de los autoritarios por falta de cultura cívica e información.

Esquemas de participación

Se detectaron, básicamente, tres esquemas de participación que adopta el comité de vecinos. Son representaciones que se adop­tan o se amoldan al desarrollo que evidencia el comité a lo largo

de su historia vital. Se encontraron los siguientes rasgos de par­ticipación entre los comités, según su esquema de desarrollo:

Asambleístico

Este tipo de participación es el que fundamenta el espíritu repre­sentativo comunitario y participativo en que debe basarse el desempeño ordinario de los comités. Esta dinámica permite la toma de decisiones legitimadas por el debate previo, la pondera­ción colectiva y la asunción de resoluciones mediante la vota­ción y el imperio de la mayoría. La designación de las mesas directivas de los comités, la defInición de su objeto social, las estrategias a seguir y el plan de trabajo, son productos que deben transitar y ser avalados por la asamblea de asociados o de veci­nos. Los reglamentos de los comités vecinales defInen a este mecanismo, como el procedimiento necesario para ayudar a la construcción de acuerdos, mantener la legitimidad de los mis­mos y califIcar a los representantes como vínculos válidos con las autoridades.

El grupo focal arrojó que, en los doce casos de estudio, la modalidad bajo la cual fueron elegidos los dirigentes de los comités de vecinos, fue siempre mediante una asamblea general. Asimismo, éste es el mecanismo que la mayoría de estas asocia­ciones utiliza para la toma de decisiones ordinarias. Sin embar­go, la dinámica de las asambleas, frecuentemente, puede caer en ritmos largos y cansados por falta de orientación hacia los fmes, moderación efIcaz de los debates, e incapacidad para arribar a conclusiones compartidas. Ésto puede conducir eventualmente a la apatía, el desinterés, el ausentismo y la decepción, abriéndose la puerta a potenciales oportunismos, la corrupción de los fInes del comité y, al fInal, su desaparición defmitiva.

Individualista

Los protagonismos personales y los liderazgos individualistas excesivos pueden perjudicar la organización comunitaria. Aun­que la conformación inicial de los comités permite un involu­cramiento activo de sus miembros, que acceden a organizarse a través de asambleas democráticas, se evidenció, en las narra­ciones recolectadas en la dinámica de grupo focal, que, trans­currido el tiempo, disminuye la participación de sus miembros, así como el interés de los colonos, al convocar a cierto número de personas muy motivadas y protagónicas, pero que no tradu­cen su liderazgo en resultados palpables e inmediatos. Se manifestó que, en algunos casos, se han llegado a realizar reuniones de trabajo del comité directivo con la participación tan sólo del presidente, el secretario y el tesorero, y la ausencia del resto de los miembros del comité. Las asambleas pueden padecer el mismo fenómeno. Pronto el comité pierde su senti­do de representación grupal y asume una función diametral­mente distinta, más vinculada a los intereses individuales de líderes, protagonismos personales, o una existencia "virtual" del comité, sólo vigente en el papel. Ésto puede ser útil para las estadísticas ofIciales, relativas a la participación social munici­pal, pero no ayuda a resolver los problemas vecinales.

Cuando los intereses individuales y egoístas comienzan a privar por sobre los comunitarios -como, por ejemplo, cuan­do la participación exige dedicar tiempo y esfuerzos que no reciben remuneración alguna, lo que va en detrimento de los intereses particulares del individuo-, la participación decae y comienzan las tendencias centrífugas en el comité, que pronto

sucumbe ante esta tensión creciente entre lo individual y lo comunitario. La participación debe verse estimulada, de conti­nuo, mediante la persecución -y logro- de nuevos objetivos comunes, que espoleen el interés del vecino por mantener su concurrencia e intervención en asuntos del común.

Representatividad y efectividad

Los entrevistados manifestaron que, inicialmente, al comité de vecinos se le observó como un grupo que gozaba de representa­tividad ante la población de las colonias gracias a su espíritu inicial como estrategia eficaz de vinculación con la autoridad. Sin embargo, consideran que con el tiempo se va generando un des­gaste en esta representación legítima como consecuencia de la falta de atención efectiva a sus peticiones ante el ayuntamiento, a tal grado que se les llega a desconocer como voceros de la pobla­ción y a verse marginados o ignorados por parte de las autorida­des. Su legitimidad debe verse reforzada, permanentemente, mediante la efectividad en sus diligencias ante la autoridad. De otra forma, se cae en la simulación permanente. La participación -yen consecuencia, la representatividad- siempre se verán estimuladas cuando los agentes públicos garanticen con asidui­dad los resultados concretos de la labor de gestoría del comité.

Conclusiones y recomendaciones

Conclusiones

Los comités de vecinos bien integrados y organizados, con efectividad en sus vínculos con la autoridad, pueden conside­rarse como uno de los mecanismos más efectivos para acercar a la población y a las autoridades municipales. Son, a la vez, una de las principales instancias de participación ciudadana en la que recaen las peticiones y demandas de los colonos. Pueden convertirse así, de contar con el soporte necesario, tanto en la autoridad, como en la cultura de participación de sus miem­bros, en los voceros ciudadanos ante el gobierno local.

Son varias las tareas asignadas a los comités de vecinos, según el reglamento diseñado por el municipio. Sin embargo, no todos los miembros de los comités tienen conocimiento de la existencia de esta reglamentación y, por tanto, ignoran las obligaciones que adquirieron al conformar dicha figura.

Incluso, entre quienes sí conocen el reglamento se encontró que no desempeñan todas las tareas contenidas en él. Se enfo­can, principalmente, a la dotación de servicios públicos en respuesta a las necesidades primordiales que los habitantes les plantean. Es decir, que no se llevan a cabo otras actividades consustanciales al comité, como son las relacionadas con la promoción deportiva, la difusión de la cultura y la educación, el manejo adecuado del medio ambiente, etcétera. Se considera que primero se tienen que satisfacer los aspectos básicos que propicien mejor calidad de vida, tales como la dotación de agua potable y el drenaje.

Otro hallazgo de esta investigación, fue la gradual desinte­gración de la estructura de cargos de los comités. Ésto es, que aunque por reglamento el comité debe integrarse por trece miembros residentes en la colonia - un presidente, un secreta­rio, un tesorero y diez vocalías-, a medida que transcurre el tiempo y debido a problemas, como la falta de reconocimiento social, la poca participación de la población y la falta de aten­ción por parte de las autoridades, se genera un ambiente de

descontento y desilusión entre los integrantes del comité, que los lleva a desatender sus cargos e, incluso, a fracturar las rela­ciones entre ellos, creando así conflictos reiterados.

Saltó a la vista la duplicidad de comités en las colonias, fraccionamientos y condominios. Ésto ha generado un clima de descontrol y desconfianza con relación a la forma como se solucionan los problemas que demanda la población. Esta

CIUD1DES

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situación se extiende a la relación con las autoridades del municipio, ya que, de acuerdo a los participantes del grupo focal, no existe una área en especial de atención a los comités.

No existe una capacitación adecuada y permanente sobre las actividades que debe desarrollar el comité de vecinos. Si bien es cierto que se les ha invitado a tomar un diplomado sobre el tema, también es verdad que la invitación no siempre es extendida a todos los involucrados, pues, con frecuencia, se limita al presi­dente, dejando fuera al resto de los integrantes del comité.

La falta de participación en las acciones de promoción comunitaria, de acuerdo con los asistentes del grupo focal, responde, en gran medida, a la fortaleza o debilidad del sentido de pertenencia en las colonias. Cuando éste es débil, los colo­nos no manifiestan interés por participar en actividades de mantenimiento, cooperación para pagar servicios como la recolección de basura, agua y alumbrado público. El problema se debe, a que un porcentaje considerable de personas que habitan los fraccionamientos, colonias y condominios, no son dueños de la propiedad, y a que existe un alto porcentaje de rotación de la gente que renta.

Es una convicción compartida entre los consultados, que el desempeñar un cargo en el comité de vecinos, y en el caso específico de quien se desempeña como presidente, debe resul­tar mayormente una satisfacción personal y de expresión de una vocación de servicio a la comunidad, que no debe ir acom­pañada de una remuneración o retribución económica. De lo contrario, se perdería el sentido altruista de servicio social y la esencia de participación en un comité de ciudadanos, que debe buscar el servicio generoso a la comunidad.

Recomendaciones

Es conveniente preguntarse, si es necesario que los comités de vecinos mantengan la estructura que inicialmente fue propues­ta. Ante ésto se podrían plantear opciones diferenciadas que respondan al tipo de colonia, fraccionamiento o condominio del que se trate, ya que las características socioeconómicas de

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de San Benito. 23, Palacio de Salís, 37002 Salamanca E~ Correl: [email protected]

sus habitantes y la disponibilidad de equipamiento urbano y servicios son elementos a considerar para integrar a los comi­tés. Se podría elaborar una consulta a los comités más exitosos, buscando que respondan a perfiles diferentes por su historia particular, su perfil socioeconómico, el carácter del asenta­miento, etcétera. A partir de esa consulta, se podría definir la caracterización diferenciada de los comités y rescatar las opciones resultantes en un nuevo reglamento municipal, que responda más efectivamente a las realidades de la relación cotidiana de los comités vecinales con la autoridad.

Además, es recomendable garantizar un sensible nivel de autonomía, de tal manera que la reglamentación no ahogue la iniciativa y la participación ciudadanas. Se debe tener presente, que los comités deben responder primordialmente a los intere­ses comunes de los representados, y menos a las prioridades de los agentes gubernamentales y/o partidistas. En resumen, los actores que intervienen en la conformación de los comités de vecinos deben dar prioridad en lo siguiente:

• Impulsar sustancialmente la capacitación a todos los miembros del comité

• Definir de manera funcional los periodos de designa­ción y renovación de los integrantes de comités

• Revisar la duplicidad de comités en las colonias • Reflexionar en tomo al sentido de pertenencia de los

colonos • Revisar las actividades y tareas que establece el regla­

mento municipal en la materia • Proporcionar materiales y equipo inmobiliario, y • Fomentar la vinculación de los comités con el movi­

miento amplio de Asociaciones de la Sociedad Civil -el "tercer sector".

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Notas

Este texto fue posible gracias al apoyo y colaboración recibidos de parte de la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de Baja California, concretamente por medio de la Unidad de Prospectiva, Planeación y Eva­luación, y su titular, el psicólogo Gabriel A. Preciado, quien nos impulsó a desarrollar esta investigación cualitativa durante seis meses. entre los años 2005 Y 2006. Reconocernos su entusiasmo y compromiso social, así corno su autorización para emplear los resultados en la elaboración de este documento académico, que es un apretado resumen del informe amplio presentado ante esa instancia oficial.

2 Algunos estudios recientes sobre formas de organización y participación social, a nivel municipal, se pueden encontrar en Morales (2000), Arzaluz (2002) y Salazar (2004).

3 Habría que recordar la explosión organizacional de carácter cívico que se desplegó posteriormente a los sismos de la ciudad de México, en septiembre de 1985, así corno otras respuestas de autoprotección de la sociedad organizada en momentos de desastre o de amenaza a intereses compartidos.

4 El proyecto se planteó conocer, mediante un esfuerzo sistematizado y ana­lítico basado en técnicas de investigación social cualitativa, las caracterís­ticas sociales y organizacionales de los comités de vecinos en la ciudad de Tijuana, y el estado actual que guarda esta forma de organización popular, con sus limitantes y potencialidades, expuestas por sus protagonistas y promotores.

5 Véase sobre todo el capítulo 12. 6 Hay muchas definiciones del "grupo focal" en la literatura especializada,

sin embargo, las principales están asociadas a la idea de que son grupos de discusión internamente consistentes -por compartir una característica en común, corno el participar en una actividad grupal- y organizados para opinar alrededor de una temática. Merton y Kendall (1946), quienes sistematizaron esta técnica y la definieron en sus características actuales. destacaron ciertas características en el desarrollo de grupos focales: ase­gurarse de que los participantes tengan una experiencia de o una opinión específica sobre el asunto bajo investigación; que una guía explícita de la entrevista - guión- sea utilizada, y que las experiencias subjetivas de participantes sean exploradas dinámicamente - provocando la participa­ción- mediante preguntas únicas y predeterminadas de investigación. El principal propósito de la técnica del grupo focal en la investigación social es lograr una información comunitaria asociada a conocimientos, actitudes. sentimientos, creencias y experiencias, que no serían posibles de obtener con suficiente profundidad mediante otras técnicas tradicionales, corno la observación, la entrevista personal o la encuesta social. Estas actitudes, sentimientos y creencias, pueden ser parcialmente independientes de un grupo o su contexto social, sin embargo, son factibles de ser reveladas por medio de una interacción colectiva que puede ser lograda a través de un grupo focal. Comparada con la entrevista personal. la cual tiene corno objetivo obtener información individualizada acerca de actitudes. creencias y sentimientos, los grupos focales permiten obtener múltiples opiniones y procesos emocionales dentro de un contexto social. Aunque no existen muchos estudios antecedentes en México, en donde se hayan aplicado este tipo de técnicas para la ponderación de políticas públicas, podernos mencionar al menos dos: el que realizó Luis Miguel Rionda, para evaluar el programa para Zonas Urbano Marginadas-Fideicomiso para el Desarrollo Popular (ZUMAR-FIDEPO) del gobierno del estado de Guanajuato (Rionda, 2002), y el trabajo de Raúl E. López Estrada (2001) sobre los habitantes de la colonia Fernando Amilpa de Monterrey (López, 200 1).

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