PODER CENTRAL Y PODERES LOCALES. EL CUMPLIMIENTO DE LA CONVOCATORIA DE LOS CABALLEROS DE HÁBITO DEL...

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IX Reunión Científica de la FEHM-UMA, Málaga 2009, ISBN: 978-84-931692-7-5,705-728

DEL AÑO 1640 EN FRONTERAl

Agustín Jiménez Moreno

Universidad Complutense de Madrid

1. INTRODUCCIÓN. LA SITUACIÓN EN TORNO A 1640 Y EL ORIGEN DEL LLAMAMIENTO DE LOS CABALLEROS DE HÁBITO

La convocatoria de los caballeros de hábito del año 1640 no fue algo que surgiera de la nada, sino que debe ser entendida como la culminación de un proceso de larga duración que buscaba la revitalización de las Órdenes Militares como colec­tivo armado, el cual hunde sus raíces en los años finales del siglo XVP, inserto en un amplio debate intelectual sobre la razón de ser y la función de estas instituciones3

La realización de esta comunicación ha sido posible, en gran medida, gracias a una Beca Doctoral, concedida por la Fundación CajaMadrid, al proyecto titulado "Nobleza, guerra y servicio a la Corona. Los caballeros de hábito en el siglo XVII".

2 Un ejemplo de ello lo podemos encontrar en: TIMÉNEZ MORENO, A., "Las Órdenes Militares y la defensa de la Monarquía Hispánica, un proyecto de organización naval atlántica: el memorial de Ramón Ezquerra (1596)", en Actas del Congreso Internacional de Historia Militar: Guerra y sociedad en la Monarquía Hispánica. Po­lítica, estrategia y cultura, celebrado en Madrid los días 9-12 de marzo de 2005 (en prensa). Uno de los primeros autores en abordar esta materia fue Wrigth, donde pone de manifiesto la paradoja en la que se movieron las Órdenes Militares durante los siglos XVI-XVII, en parte motivada por la política de concesión de hábitos seguida por la Corona, ya que al ser usados para remunerar servicios, no exclusivamente prestados con las armas, accedieron a ellos muchos individuos cuya vocación militar era nula. WRIGTH, L. P., "Las Ór­denes Militares en la sociedad española de los siglos XVI y XVII. La encarnación institucional de una tradición histórica", en ELLIOTT, J. H. (ed.), Poder y sociedad en la España de los Austrias, Barcelona, 1982, pp. 15-56. Gutiérrez Nieto, por su parte, habla de dos grandes concepciones en torno a las Órdenes Militares. La primera de ellas reduce a estas cOlporaciones a un puro factor social, de prestigio, en cuanto se demuestra sobre todo sangre acrisolada. La otra corriente de pensamiento busca la recuperación de la función social que les correspondió en el pasado. En ella subyace una fuerte crítica contra los estatutos de limpieza de sangre, que ya aparece en el reinado de Felipe III, y que continuó durante el de Felipe IV, siendo uno de sus principales valedores el conde duque de Olivares. GUTIÉRREZ NIETO, J. l., "El reformismo social de Olivares", en ELLIOT, J. H. Y GAR­CÍA SANZ, A. (coords.), La Espaiia del Conde Duque de Olivares, Valladolid, 1990, p. 423.

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No obstante, su explosión se produce durante el ministerio de D. Gaspar de Guzmán, conde duque de Olivares, verdadero impulsor del proyecto, y más concretamente a partir del año 1635, fecha de la ruptura de las hostilidades con Francia.

Ya con anterioridad a 1640, ante las acuciantes necesidades de efectivos que sufrían los ejércitos de Felipe IV, se buscó el concurso de los caballeros de hábito, pero es a partir del mencionado año de 1635, cuando se desarrollan las propuestas que buscan su inclusión, como colectivo, en el dispositivo militar de la Monarquía Hispánica. Los resultados, sin embargo, fueron más bien modestos y nunca alcanza­ron las expectativas levantadas.

De esta manera podemos deducir, que el poco éxito obtenido a la hora de movilizar a los caballeros de hábito, motivó la toma de resoluciones más enérgicas y, que a la Corona no le quedara más opción que invocar sus obligaciones militares para asegurarse su concurso personal o, en el peor de los casos, que pagaran un sus­tituto que fuera a luchar por el titular del hábito. Así, su convocatoria personal debe ser entendida como el final de un proceso iniciado a comienzos del ministerio del Conde Duque, tendente a aprovechar, en primer lugar las cuantiosas rentas de las que gozaban las Órdenes Militares, y cuya última expresión es el recurso al servicio militar en persona de aquellos que, debido al honor que gozan, estaban obligados a prestarlo.

En concordancia con lo que hemos mencionado, el inicio de las hostilidades con Francia está detrás de la movilización de los caballeros de hábito y, por ende, de la constitución de una entidad administrativa destinada a centralizar y coordinar esta iniciativa. No obstante debemos mencionar que, cualquier intento de lograr que los caballeros de hábito prestasen un servicio militar, estaba determinado por la presen­cia del rey al frente de sus ejércitos, es decir, el rey, como maestre de las Órdenes Militares, debía ir a la cabeza de la hueste.

La primera noticia de algo similar es la llamada "Junta de Alistamiento de Hi­josdalgo", creada en 1635, cuyo objetivo era prevenir a los caballeros de hábito ante la próxima salida del rey al frente de sus tropas4

• Con todo, como bien sabemos, este acontecimiento no se produjo hasta el año 1642, por lo que todos estos llamamientos fueron papel mojado.

A pesar de que algunos caballeros de hábito, a título personal, acudieron al socorro de Fuenterrabía (1638), la inoperancia de este organismo junto con la necesi-

4 Según lo apuntado por Elliott, a finales de junio de 1635, se ordenó que todos los caballeros de hábito e hidal­gos estuvieran listos para acompañar al rey en campaña. A lo largo del mes de julio se produjo una actividad frenética con motivo de los preparativos para el viaje del rey a Cataluña, donde había de ponerse al mando del ejército que debía invadir Francia. Sin embargo, el resultado no fue el esperado y no se obtuvo nada. ELLIOTT, J. H., El Conde Duque de Olivares. El político de una época en decadencia, Barcelona, 1990 (la edición en inglés: Londres, 1986), pp. 553-554.

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Poder central y poderes locales. El cumplimiento de la convocatoria ... -dad de más tropas que asegurasen la frontera catalana (con motivo del ataque francés 'obre Perpiñán de 1639), movieron a las cabezas rectoras de/la Monarquía Hispánica : crear, a finales de ese añoS, la "Junta de la Milicia de las Ordenes", "Junta del Ba­tallón de las Órdenes" o "Ju~ta de Caballería"6. Su misión, en un primer momento, era que los caballeros de las Ordenes Militares sirvieran militarmente la campaña de 1640 en la defensa del Principado de Cataluña.

Respecto a la génesis de esta organización, la primera referencia inequívoca que

hemos encontrado, es un decreto fechado elIde enero de 16407• Basándonos en el,

podemos afirmar, casi categóricamente, que detrás de estos designios se puede apreciar con claridad la mano del Conde Duque, ya que todo ello concuerda a la perfección con sus planes respecto a los caballeros de hábito. Del mismo modo, pudo utilizar su posi­ción privilegiada en el consejo de Estado para promover el proyect08

En consonancia con el sistema de juntas, Olivares diseñó una planta reducida, en la que únicamente tenían cabida hombres de su absoluta lealtad. Igualmente, para agilizar los trámites, asignó las tareas a subgrupos específicos. Cada uno de ellos estaba formado por dos miembros, un responsable y un asesor, para cada una de las Órdenes militares (incluida la de Montesa).

De esta manera, los elegidos por el conde duque fueron: el conde de Monte­rrey (cuñado de Olivares)9 y D. Antonio de Luna y Sarmiento lO

, caballero de Santia-

5 Domínguez Ortiz apuntó que, en la Pascua de 1639, se reunió a los caballeros de las Órdenes Militares y se les dio a conocer una orden real en la que les pedía su participación en la guerra, al mismo tiempo que se ofrecían mercedes para los que concurrieran, y se amenazaba con castigos severos a los que desoyeran el mandato ?el rey. De este modo, se les ordenó que, en enero de 1640, estuvieran listos para servir en Cataluña. DOMIN­GUEZ ORTIZ, A., "La movilización de la nobleza castellana en 1640", Anuario de Historia del Derecho Espaí1ol, 25, 1955, pp. 807-808.

6 Existen dudas sobre si la Junta de Alistamiento de Hijosdalgo sería el antecedente directo de la Junta de la Milicia de las Órdenes. No obstante, Postigo Castellanos si ve similitudes entre ambas y confinua dicha hipótesis. POS­TIGO CASTELLANOS, E., "Notas para un fracaso: la convocatoria de los caballeros de las Órdenes Militares. 1640-1645", en Las Órdenes Militares en el Mediterráneo Occidental (siglos XIII-XVIII), Madrid, 1989, p. 398. Para Baltar Rodríguez, en cambio, sería una de las 14 comisiones surgidas en el seno de la Junta de Ejecución de las Prevenciones de la Defensa (nacida en 1634), institución creada para movilizar y optimizar todos los recursos disponibles ante el inminente estallido de la guerra con Francia. En este sentido, al igual que el resto de juntas creadas durante el ministerio de Olivares, fue erigida para dar una respuesta rápida, al margen de los consejos, en este caso a la defensa de la frontera catalana, amenazada por las tropas de Luis XIII. BALTAR RODRÍGUEZ, J. F., Las juntas de gobierno en la Monarquía Hispánica (siglos XVI-XVII), Madrid, 1998, pp. 397-398.

7 Decreto sobre el servicio militar de los caballeros de hábito. Madrid, 1-1-1640. (B)iblioteca (N)acional de (E)spaña, ms. 11.362, fols. 27r-28v. "( ... ) y porque según lo que mi consejo de Estado, y una Junta de diferentes ministros me han consultado, y yo he resuelto, se ordenará a todos los comendadores y caballeros militares que se prevengan de armas y caballos ( .. .)".Ibidem.

9 D. Manuel de Zúñiga y Fonseca, conde de Monterrey y de Fuentes, caballero y Trece de la orden de Santiago, era comendador de los Bastimentos de la provincia de Castilla, perteneciente a dicha orden. Asimismo, era miembro del consejo de Estado y presidente del de Italia.

10 D. Antonio de Luna obtuvo la plaza en el consejo de Órdenes en abril de 1631, procedente del consejo de Guerra, donde ejercía el puesto de fiscal. GÓMEZ RIVERO, R, "Consejeros de Órdenes. Procedimientos de designación", Hispania, 6312, 214, 2003, pp. 710-711.

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go y consejero de Órdenes, para la susodicha; el conde de Castrillo ll y D. Diego de Cevallos y de la Vega 12, caballero de Calatrava y consejero de Órdenes para ésta; el marqués de Castrofuerte l3 y D. Juan Chacón Ponce de Leónl4

, caballero de Alcántara e, igualmente, consejero de Órdenes, para la tercera de ellas. Finalmente, D. Melchor Sisternes, caballero de la orden de Montesa y regente del consejo de Aragón y D. Jerónimo de Villanueva, caballero de Calatrava, miembro del consejo de Guerra y protonotario de Aragón, para la orden de Montesa 15.

Cada uno de ellos debía ocuparse de recibir a los caballeros de hábito de su or­den en Madrid, organizar y disponer todo lo necesario para su partida hacia el frente catalán y, lo más importante para el tema de estas páginas: la correspondencia con los corregidores, gobernadores y alcaldes mayores de cada uno de los partidos, a la hora de movilizar los caballeros de cada uno de los distritos.

2. LA EMISIÓN DE ÓRDENES POR PARTE DE LA CORONA Y SU

REPERCUSIÓN EN LAS AUTORIDADES LOCALES

La concepción tradicional de la monarquía de corte absolutista nos ha lle­vado a configurar un panorama idílico, en el cual las disposiciones reales se cum­plen rápidamente y sin resistencia l6

. Sin embargo, esta visión esta siendo matizada últimamente, y en la actualidad se está procediendo a valorar, en su justa medida, la importancia de las autoridades locales a la hora de detentar el poder en la esfera municipal.

11 D. García de Haro, conde de Castrillo, caballero de Calatrava, comendador de la Obrería, de dicha orden orden, era miembro de los consejos de Estado, y Cámara, y gobernador del de Indias. Sobre la meteórica carrera del conde de Castrillo, su entrada en la facción olivarista y posterior defección: STRADLING, R A, Felipe IVy el gobierno de España, Madrid, 1989, pp. 186-189 (la edición inglesa: Cambridge, 1988).

12 El licenciado D. Diego de Cevallos y de la Vega, fue nombrado consejero de Órdenes en septiembre de 1632, procedente del consejo de Navarra, donde era regente. GÓMEZ RIVERO, R, op cit., p. 712.

13 D. Pedro Pacheco, marqués de Castrofuerte, caballero de Alcántara, comendador de Sancti Spíritus, en dicha orden, ejerció en los cargos de consejero de Estado e Indias, y veedor general de las Guardas de Castilla y caballería de España.

14 D. Juan obtuvo la plaza de consejero de Órdenes en junio de 1637, procedente de la Chancillería de Valladolid, donde ejercía como oidor. GÓMEZ RIVERO, R, op cit., p. 731.

15 Decreto sobre el servicio militar de los caballeros de hábito. Madrid, 1-1-1640. B.N.E., ms. 11.362, fols. 271'-28v.

16 Los planteamientos más recientes están cambiando la opinión que tradicionalmente hemos tenido de las re­laciones entre la Corona y las ciudades. En relación con estos aspectos, podemos destacar: FERNÁNDEZ ALBADALEJO, P., "La resistencia en las Cortes", en ELLIOT, 1. H. Y GARCÍA SANZ, A (coords.), La España del Conde Duque de Olivares, Valladolid, 1990, pp. 317-337. GELABERT, J. E., Castilla convulsa ( 1631-1652 J, Madrid, 2001, Y del mismo autor: "Las ciudades castellanas. Entre la resistencia y la colaboración política", en ALCALÁ-ZAMORA, J. Y BELENGUER, E. (coords.), Calderón de la Barca y la España del Barroco, Madrid, 2001, pp. 429-444.

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De esta manera, la importancia de los regidores dentro del cabildo es irrefuta­ble, pues eran los únicos que tenían voz y voto. El corregidor, o su teniente, tenían un papel simbólico dentro de la corporación municipal, ya que únicamente la presidía y conducía las deliberaciones; pero a la hora de la verdad su criterio no era decisivo. De esta manera, según Ruiz Martín: "el rey, con su Corte, los consejos y sus funcio­narios, dirigían la política exterior; no la política interior, pues la autoridad de sus delegados en las ciudades y villas, no digamos en las aldeas y caseríos perdidos en el campo, carecía de apoyaturas para imponerse a regidores y veinticuatros"17.

En relación con este proceso, es importante destacar que a partir de los años finales del reinado de Carlos 1 y, sobre todo durante el reinado de Felipe Il, tuvo lu­gar una activa política venta de cargos públicos y perpetuación de los ya existentes (a cambio de cantidades de dinero), motivada por las dificultades financieras de la CoronalS • Desde ese instante, el oficio público pudo ser heredado y transmitido a los descendientes, Y si estos eran aún menores de edad, un representante podría ejercer­lo, por los menores, o por su madre l9

De esta manera, el ejercicio del gobierno municipal se desarrolla dentro de un contexto de relaciones sociopolíticas, entre las que destacan las mantenidas con el vecindario en general, o grupos concretos del mismo y, especialmente, entre la Coro­na y el municipio, planteadas como la disyuntiva intervencionismo o autonomía20

El decreto de enero de 1640 nos muestra, en las líneas generales, lo que se buscaba conseguir con este llamamiento. Como primera cuestión significativa, de-

17 RUIZ M¿'RTÍN, F., "El conde duque de Olivares y las finanzas de la Monarquía Hispánica", en ELLIOT, 1. H. Y GARCIA SANZ, A (coords.), La España del Conde Duque de Olivares, Valladolid, 1990, pp. 447-449.

18 A este respecto, destacamos las obras de: TOMÁS Y VALIENTE, F., "La venta de oficios de regidores y la for­mación de oligarquías urbanas en Castilla (siglos XVI-XVII)", Historia, Instituciones, Documentos, 2, 1975, pp. 523-547; DOMÍNGUEZ ORTIZ, A, "La venta de cargos y oficios públicos en Castilla y sus consecuencias económico-sociales", en Seminario de Historia Social y Económica, 1975, pp. 151-177; GELABERT, J. E., "Tráfico de oficios y gobierno de los pueblos en Castilla", en RIBOT GARCÍA, L. A Y ROSA, L. de (dirs.), Mundo urbanoen la época moderna, Madrid, 1997, pp. 157-186; FORTEA PÉREZ, 1. l., "Las ciudades, sus oligarquías yel gobierno del Reino", en FEROS, A. y GELABERT, J. E. (dirs.), España en tiempos del Quijote, Madrid, 2004, pp. 235-278. 19 Según Merchán Fernández, todo ello tuvo repercusiones, si bien de carácter desigual, en el gobierno de las ciudades castellanas, entre las que cabría destacar: el poder y el gobierno municipal quedaron en manos de oligarquías locales, más o menos numerosas y más o menos cerradas; el poder local, como los propios oficios públicos, se cierra en unas pocas familias y se patrimonializa; finalmente, la población urbana se convierte en pasiva, ni siquiera intervendrá en sus propios asuntos, y su voz en las Cortes se apaga porque los procuradores de las ciudades son elegidos por el núcleo cerrado de regidores entre sÍ. MERCHÁN FERNÁNDEZ, c., Go­bierno municipal y administración local en la España del Antiguo Régimen, Madrid, 1998, pp. 72-73.

20 Sobre estas cuestiones se pueden consultar: GIL PUYOL, J., "Notas sobre el estudio del poder como una nueva valoración de la historia política", Pedralbes, 3, 1983, pp. 61-88; MARTÍNEZ MILLÁN, J., "Las investigacio­nes sobre patronazgo y clientelismo en la administración de la monarquía hispana durante la Edad Moderna", Studia Histórica. Historia Moderna, 15, 1996, pp. 83-106; BERNARDO ARES, 1. M. de, "El gobierno del rey y ~el Reino. La l~cha por el poder desde la perspectiva municipal", en BERNARDO ARES, J. M. de y GON­ZALEZ BELTRAN, J. M., (eds.), La administración municipal en la Edad Moderna, Cádiz, 1999, pp. 25-49.

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bemos destacar que, en principio, tenía un carácter general. De esta manera, todos los caballeros de hábito y comendadores (ya que también se buscaba la participación de aquellos que poseían una encomienda de las Órdenes Militares, ya fueran el titular de la misma o el administrador de sus bienes), salvo justificadísimas excepciones, tenían obligación de servir personalmente. No obstante, esta aseveración tan drástica debe ser matizada, pues según tendremos ocasión de comprobar, el servicio personal fue más bien la excepción. Pronto se aceptó que determinados caballeros fueran eximidos de servir en persona, debido a su ocupación, estado de salud o edad, lo que habría una posibilidad de eludir el servicio, a la que se aferraron un importante número.

Por otra parte, debemos hacer notar algo que será motivo de querellas y dispu­tas entre la administración central y las autoridades locales: la naturaleza del servicio militar de los caballeros de hábito. En relación con estos planteamientos, está fuera de toda duda, por lo menos en los primeros momentos de existencia de la "Junta de la Milicia de las Órdenes", que prima lo cualitativo sobre lo cuantitativo. Las palabras de Felipe IV son muy ilustrativas en cuanto a ello, pues se busca: "formar batallones de corazas de las personas nobles y de sangre para que con su valor se aseguren más los sucesos"; pues "va en la fuerza de esta caballería la reputación de la nobleza de España"21.

Igualmente, detrás de la formación de esta unidad, se encuentra un innegable deseo de revitalizar el ideal caballeresco, pues se remarca el carácter del "Batallón de las Órdenes" como fuerza de caballería, a la vez que se insiste en su carácter ex­clusivista. Análogamente se mencionan las seculares obligaciones militares de estas corporaciones, de las que ya hemos hablado anteriormente, y que tratan de dar vali­dez jurídica al llamamiento, "atendiendo a que el principal instituto de las Órdenes Militares fue el de dedicarse al ejercicio de la caballería militar en la defensa de la religión católica y de las fronteras, puertos y costas de estos reinos, como los esta­blecimientos y definiciones de ellas disponen" 22.

Una vez planteados los objetivos que se buscaba conseguir, había que ponerlos en marcha, y es aquí donde entran en escena los corregidores, ya que al actuar como intermediarios entre la Corona y los caballeros, sin su favor y asistencia, el proyecto se quedaría en el tintero. En vista de la resistencia que habían generado en el pasado otros intentos que buscaban la participación de los caballeros de las Órdenes Milita­res, la "Junta de la Milicia de las Órdenes" debió ser consciente de la dificultad de su tarea, y de las perspectivas poco halagüeñas que se planteaban, si estos funcionarios reales no colaboraban. De esta manera, lo que la "Junta de la Milicia de las Órdenes" trataba de obtener de los corregidores era, básicamente:

21 Decreto sobre el servicio militar de los caballeros de hábito. Madrid, 1-1-1640. B.N.E., ms. 1l.362, fols. 27r-28v.

22 Ibidem.

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1. Tener localizados a los caballeros de hábito de su jurisdicción, tras lo cual debería enviar una relación a la Junta.

2. Promulgar, en su jurisdicción, los bandos remitidos por ésta para la movi­lización de los caballeros de hábito.

3. Realizar las diligencias necesarias para que cada caballero, bien en perso­na, bien mediante sustituto, cumpliera con su obligación.

4. Dar fe de la veracidad de las excusas que presentaran los caballeros de su jurisdicción tanto para no acudir personalmente, como para no pagar su

sustituto. 5. Examinar los sustitutos que hubieran de dar los caballeros de su partido.

En el primer llamamiento se trata que los sustitutos sean hidalgos, para no devaluar el carácter simbólico del Batallón, de manera que tenía que ser sumamente cuidadoso para que ningún caballero excusado presentara un sustituto cuyas calidades no eran las requeridas23.

6. Prender a los caballeros rebeldes, ponerlos a disposición de la Junta para que fueran enviados a los conventos de las Órdenes militares, cobrar las multas en que hubieran incurrido por no haber respondido al llamamiento en los plazos indicados, y remitir lo cobrado al receptor general de la Junta D. Cristóbal Martínez Flores.

7. Enviar a un informe pormenorizado con las diligencias efectuadas, en el que debía figurar la situación personal de cada uno de los caballeros de

hábito de su jurisdicción. 8. Proceder contra los bienes de aquellos, tanto caballeros como propietarios o

administradores de las encomiendas, que no hubieran hecho frente al pago de su sustituto, recaudar dicha cantidad, y remitirla al receptor general.

9. Finalmente, fueron autorizados a dejar sin efecto los embargos de las ha­ciendas de los caballeros que se encontraban en esta situación. Es decir, si un caballero tenía embargados sus bienes y no podía hacer frente a los gastos generados por su participación personal, o para pagar un sustituto, el corregidor podía levantar dicho embargo, y dejar a los acreedores y ad­ministradores sin ningún derecho sobre ellos, para que pudiera acometer

este gasto.

23 Esta preocupación porque el sustituto presentado fuera hidalgo, fue una de las obsesiones de la junta, y se repitió a los corregidores, hasta la saciedad, que no admitieran ninguno que no tuviera esta condición. Este deseo respondía a dos motivaciones: el hecho de que los sustitutos servirían junto a los caballeros de hábito; y que tras dos años de servicio en el batallón, se les concedería el hábito automáticamente. De tal modo, si no cumplían este requisito, la naturaleza elitista de esta unidad militar se vendría abajo; además, no estarían en condiciones de acceder a tan pre­ciado honor. Instrucción que ha de guardar el corregidor de Jerez de la Frontera, o su teniente o alcalde may01; en razón de la convocatoria de los caballeros de las órdenes militares de Santiago, Calatrava y Alcántara, que el rey nuestro seiior ha mandado se haga, para que de ellos seformen batallones de corazas. Madrid, 28-1-1640. (A)rchivo (H)istórico (N)acional, Órdenes Militares (en adelante aa.MM.), lego 4643.

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3. LA INCIDENCIA DEL LLAMAMIENTO SOBRE LOS CABALLEROS

JEREZANOS

La labor a la que se iba a enfrentar la Junta de Caballería no estaba exenta de dificultades, sobre todo si tenemos en cuenta el ambiente poco favorable que había para su ejecución, donde las trabas y las excusas iban a ser la regla general. No obs­tante, se puso manos a la obra rápidamente, y a finales de enero se remitía una cédula a los corregidores, entre los cuales se encontraba el de Jerez de la Frontera, D. Juan de Ayala y Manrique, caballero de la orden de Alcántara, (procedente del mundo de la milicia24, ya que antes de acceder a este puesto había servido como capitán en­tretenido, a las órdenes del marqués de Santa Cruz) en las que se definían las líneas maestras que se iban a seguir en la convocatoria de los caballeros de hábito, y que hemos mencionado en las líneas antecedentes.

En esta primera notificación se daba un primer plazo para que, tanto caballeros como sustitutos, estuvieran presentes en la Corte para la ceremonia de bendición de los pendones y estandartes de las Órdenes Militares, que se celebraría ellO marz025, tras la cual serían examinados por los miembros de la junta26. No obstante, con el deseo de abaratar lo más posible el gasto que deberían hacer los caballeros, tanto los que fueran en persona como los que presentaran sustituto, se dejaba la opción, a aquellos que tuvieran su residencia a más de 32 leguas de la Corte, de que se presen­taran en Cariñena, en el reino de Aragón, antes del 1 de abril. Esta villa fue elegida como plaza de armas donde se reunirían los efectivos del "Batallón de las Órdenes" y, en la fecha designada, se pasaría muestra generaF7.

24 Junto a las competencias de carácter "civil", el corregidor asumía unas funciones de carácter militar, que son más destacadas en las zonas fronterizas y costeras. En este sentido, desde la década de los 60 del siglo XVI, se recogen testimonios a favor de la "militarización" de los corregidores, en dichas zonas. Por ejemplo, en las Cortes de 1570-71 se solicita que si el futuro corregidor va a servir cerca de las fronteras, o de la costa, tenga alguna experiencia militar, ya que "los corregidores de los pueblos que están en las fronteras, parece que no sólo hacen este oficio, pero aún muchas veces el de capitanes, por las ocasiones de guerra que se les ofrecen". A pesar de todo, a mediados del siglo XVII, se pueden distinguir claramente las funciones del corregidor (ci­viles), de las del "capitán a guerra" (militares), a pesar de que ambas atribuciones pueden ser ejercidas por la misma persona. De esta manera, en los corregimientos fronterizos, en ocasiones el corregidor actúa en defecto de la autoridad militar propiamente dicha (Guipúzcoa, Logroño, Murcia y Gibraltar). Mientras que en otras tiene competencias militar por derecho propio (Málaga, Jerez, Puerto Real, Cuatro Villas, Asturias, Vivero). GÓNZALEZALONSO, B., El corregidor castellano, 1348-1808, Madrid, 1970, pp. 237-238.

25 Esta fecha no fue respetada, y hasta finales de septiembre, cuando definitivamente se produjo la ceremonia de bendición de los estandartes, fue prorrogada en numerosas ocasiones. Ante la imposibilidad de abordar en su extensión las numerosas ampliaciones de los plazos, remitimos a TIMÉNEZ MORENO, A., Los caballeros de hábito ante la crisis de 1640 (Trabajo de Investigación de Doctorado dirigido por el Dr. Adolfo Carrasco Martínez, defendido en el Departamento de Historia Moderna de la UCM, en mayo de 2004), pp. 212-219.

26 Instrucción que ha de guardar el corregidor ... 27 Ibidem.

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Poder central y poderes locales. El cumplimiento de la convocatoria ... -La junta era consciente de que un importante número de caballeros y comen­

dadores iban a intentar eludir su participación. En este sentido, en los momentos ini­ciales de la convocatoria, el grado de rigor de esta institución fue bastante elevado, ya que no se contemplaba que ningún caballero o comendador faltara a su obliga­ción; todo lo más que se podía conceder era la participación mediante un sustituto, y únicamente en casos muy concretos28 . No obstante, estas buenas intenciones se diluyeron con el tiempo, ante las dificultades encontradas por dicho organismo, y para no hacer fracasar la convocatoria, se redujo el nivel de exigencia.

Junto a estas dificultades, por otra parte inherentes al poder (ya que entraba dentro de la lógica que los destinatarios de las órdenes reales buscaran, en la medida de lo posible, eximirse de su cumplimento), la junta mostraba sus reservas sobre el comportamiento de los corregidores en este requerimiento. Sus temores no eran infundados, ya que estos funcionarios, que no olvidemos eran los representantes del rey en los municipios, en la mayoría de los casos, no llevaron a cabo su tarea con la celeridad y el rigor deseados, sino que se dedicaron a entorpecer las disposiciones emanadas desde la Corte. Análogamente, todos los indicios apuntan a que trataron de hacer valer su influencia para que los miembros de sus clientelas eludieran su participación o, en el peor de los casos, que concurrieran con un sustituto.

Para tratar de evitar estas interferencias, se desautorizó a los corregidores para admitir excusas, "porque habrá muchos comendadores y caballeros que traten de excusarse por falta de salud, o ser regidores, u oficiales del ayuntamiento, o por otras causas que no sean de las referidas al principio de este capítulo"29, sino que tendrían que remitir un informe, bien al conde de Monterrey, bien al conde de Castrillo, o al marqués de Castrofuerte (según la orden a la que pertenecieran los caballeros), en el cual debería figurar a su opinión (es decir, favorable o desfavorable). Se buscaba que la última palabra no correspondiera a los corregidores, sino a los miembros de la junta, que determinarían si la excusa era legítima o no, y la forma en que, finalmente, serviría cada uno de los caballeros. En este aspecto la instrucción del rey era tajante y no daba lugar a ambigüedades: "pero no puede (el corregidor de Jerez), según el orden de S. M., dispensar con ningún comendador ni caballero en que deje de ir per­sonalmente, o enviar otro en su lugar estando impedido"30.

28 Estos incluían a: "quienes estuvieren ocupados en servicio de S.M en los puestos de justicia o gobierno, a que precisamente no pudieren faltar, como son los corregidores y otros ministros semejantes; o a los que constare por los libros de bautismo tener más de sesenta años, o menos de diecisiete; y a los administradores de las encomiendas, cuyos frutos gozan personas incapaces con breve de Su Santidad". El único caso posible de exen­ción total, es decir, ni servir en persona, ni con un sustituto, era el de aquellos caballeros que, ese momento, se encontraran sirviendo personalmente en el ejército. Instrucción que ha de guardar el corregidor ...

29 Ibidem. 30 Ibidem.

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Otra de las preocupaciones del poder central con respecto a los corregidores fue que, con el objetivo de paralizar el llamamiento de los caballeros, llevaran a cabo sus pesquisas con lentitud y negligencia. Para tratar de evitarlo, se insiste en que realicen sus diligencias de la manera más expeditiva posible, es decir, rápida y eficazmente, con las menores molestias posibles para los interesados y sin causar gastos adicionales. Para concluir se le ordena que, de encontrarse en esos momentos en su jurisdicción, no delegue este cometido a su teniente, sino que debe llevar a cabo, personalmente, las diligencias3l

A la resistencia a las órdenes reales, encarnada en los propios caballeros, los miembros de la corporación municipal y, el propio corregidor, se sumó el duque de Medina Sidonia, según se desprende de una misiva enviada a Felipe IV. En ella, pone de manifiesto la importancia de los caballeros de hábito para la defensa de un territorio, en este caso Cádiz32

, ante la eventualidad de un hipotético ataque (ya que Jerez de la Frontera es plaza de armas de esa región), y los inconvenientes que gene­raría su ausencia33

• Habría que dilucidar si el duque es objetivo y, si ciertamente, los caballeros son imprescindibles para la defensa34

• Todo parece apuntar a que su pre­sencia sería necesaria, pero más que por su valor militar efectivo, por su capacidad de convocatoria y movilización, pues varios caballeros jerezanos ejercían puestos militares en la milicia local y en la defensa de la costa gaditana, que no dudaron en utilizar como excusa para no ir a servir. A pesar de todo, la petición del duque fue desestimada y el rey ordenó que cumplieran con su obligación.

Tal argumentación se vería confirmada por el hecho de que de los 25 caba­lleros de hábito que el corregidor localizó en esta localidad, (9 de Alcántara, 10 de Calatrava y 6 de Santiago), 8 de ellos alegaban tener ocupaciones militares para no ir a servir. Entre ellos nos encontramos con el alférez mayor35 (D. Pedro Camacho de Villavicencio, caballero de Calatrava), tres capitanes de las 16 compañías de la milicia jerezana (D. Alonso Fernández de Valdespino, caballero de Alcántara; D. Mi­guel de Fuentes Pavón, caballero de Santiago, y D. Diego Tiburcio de Villavicencio,

31 Ibidem. 32 La vinculación de la ciudad Jerez de la Frontera con la defensa de la costa gaditana, era un hecho que hundía sus raíces en la época medieval. La última ocasión en la que su participación fue significativa tuvo lugar en 1625, con motivo del ataque inglés a Cádiz, ya que: "las 16 compañías de la milicia de aquella ciudad son el principal y más pronto socorro que en cualquier ocasión puede acudir a Cádiz". Decreto de S. M., dirigido al presidente del consejo de Castilla, para que se vea en el de que arbitrios podrá, la ciudad de Jerez, acudir a la provisión de armas y municiones, y se le concedan. Madrid, 31-5-1625. AH.N., Consejos, lego 7134.

33 Carta del duque de Medina Sidonia al rey en la que suplica que no salgan los caballeros de hábito de Jerez de la Frontera. Sanlúcar de Barrameda, 12-2-1640. AH.N., OO.MM., lego 4643.

34 Sobre el papel del duque de Medina Sidonia en la defensa de la costa gaditana destacamos la obra de SALAS ALMELA, L., Colaboración y conflicto. La capitanía general del Mar Océano y costas de Andalucía, Córdo­ba, 2002, pp. 130-155.

35 Este oficial municipal tenía la función honorífica de guardar el pendón real y servir con el, al frente de la milicia local y efectivos de caballería, cuando se produjeran rebatos y ocasiones de guerra.

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Poder central y poderes locales. El cumplimiento de la convocatoria ... --caballero de Alcántara); y el gobernador de la artillería (D. Antonio Moreno Estu-iñán), nombrado por el corregidor, todos ellos implicados directamente, al menos

~esde el punto de vista teórico, en la defensa del municipio. Junto a ellos aparecen, también asignados a la custodia del ámbito gaditano: el gobernador del castillo de Santa Catalina, y de su guarnición, en el Puerto de Santa María (D. Fernando Alonso Melgarejo, caballero de Santiago), y el gobernador de la caballería del socorro de Cádiz (D. Agustín Villavicencio Mejía, caballero de Alcántara). Finalmente, ajeno a la defensa local, está D. Martín Arrese Girón, marqués de Casares, caballero de Ca­latrava, ya que estaba sirviendo en la Armada y, poco después fue nombrado maestre de campo general del ejército de Cantabria.

Al mismo tiempo, llama poderosamente la atención que de los 25 caballeros,

13 sean veinticuatros de Jerez36, es decir miembros de la corporación municipal; y

de que de estos 13, cinco: D. Pedro Camacho de Villavicencio, D. Alonso Fernández de Valdespino, D. Alonso Fernández de Villavicencio, D. Miguel de Fuentes Pavón37

y D. Antonio Moreno Estupiñán38, ostentaron, al mismo tiempo, empleos militares

vinculados a la defensa local. Este dato explicaría muchas de las resistencias que suscitó el llamamiento de los caballeros de hábito, pues el requerimiento del poder central chocaba con la negativa del poder local, celoso de sus prerrogativas y pri­vilegios, sin ningún interés en arriesgadas aventuras que poco, o ningún beneficio podían ocasionar, sobre todo cuando su participación implicaba el abandono de su jurisdicción, donde veinticuatros y jurados ostentaban el poder. Por otra parte, la posesión de cargos civiles y militares, según nuestro criterio, puede responder a dos motivaciones: en primer lugar, el deseo de reforzar su preeminencia dentro de la es-

36 Según González Beltrán, el número de veinticuatros existentes en Jerez de la Frontera en 1640, sería de 61. Esta cifra sería el resultado de los diversos incrementos acaecidos a lo largo de los siglos XV y XVI, entre los que destacan los de los años finales del reinado de Felipe II y la primera parte del de Felipe IV, con motivo de las necesidades financieras de la Corona, ya que estos cargos fueron vendidos sin ningún reparo. GONZÁLEZ BELTRÁN, J. M., "Constitución y reproducción de una oligarquía urbana: los veinticuatros de Jerez de la Frontera en el siglo XVII", Revista de Historia Moderna, 19,2001, pp. 370-371.

37 Este caballero compró una de las siete veinticuatrías de Jerez de la Frontera que se pusieron en venta entre 1639-1640, y pagó por ella 3.500 ducados. Ibidem, p. 373. Según todos los autores, los años comprendidos en­tre 1630-1650 fueron testigo de un ingente tráfico de oficios municipales, entre ellos regidurías y veinticuatrías, cuya principal consecuencia fue su acaparamiento por parte de las oligarquías, pues a la muerte del adquiriente, era muy habitual que, por alguna modalidad de vinculación, sobre todo mayorazgos, fueran heredados. En otro trabajo de este mismo autor, se demuestra dicha tesis, ya que a lo largo del siglo XVIII, las veinticuatrías son acaparadas por aquellas familias que ya las poseían en el Seiscientos. GONZÁLEZ BELTRÁN, J. M., HonO!; riqueza y poder. Los veinticuatros de Jerez de la Frontera en el siglo XVIII, Jerez de la Frontera, 1997.

38 D. Antonio ya poseía el cargo de veinticuatro antes de recibir el hábito de Santiago. Sabemos que en 1637 ofreció servir con 2.152 ducados, el equivalente para reclutar y pagar 35 soldados, cantidad que fue a parar a la junta de Hábitos (este organismo se dedicó a gestionar los ingresos procedentes de dichas ventas, que se desti­naban al pago de soldados para su envío a la frontera catalana). Del mismo modo, sabemos que este caballero era uno de los más ricos de Jerez, ya que su hacienda era valorada en unos 30.000 ducados. AH.N., OO.MM., lego 104(2), n.o 24. Sobre la junta de Hábitos, véase: JIMÉNEZ MORENO, A, Los caballeros de hábito ... , pp. 196-201.

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fera municipal, ya que junto con su innegable poder en el ámbito civil, su desempeño les reportaría una posición similar (en cuanto a lo militar) en tanto en cuanto acapa­ran los puestos de la oficialidad; por otra parte, estos empleos, tal y como ocurrió en la convocatoria de los caballeros de hábito, suponen una barrera ante intromisiones del poder central para que sirvieran fuera de sus jurisdicciones.

Una vez recibida la instrucción, el corregidor procedió a su cumplimiento, y tras localizar a los caballeros de hábito y comendadores, remitió un informe a los responsables del reclutamiento de cada una de las tres órdenes, en el cual figuraba el nombre de todos aquellos a quien se había notificado la convocatoria, y las excusas que presentaban para eximirse del servicio. Todo parece indicar que su actuación no fue todo lo rigurosa que debiera; igualmente, asumió competencias que de ninguna manera le correspondían: relevar a los caballeros y comendadores de ir a servir per­sonalmente, o de dar sustituto. Esto fue lo que hizo con D. Miguel de Fuentes Pavón, que fue excusado por el corregidor de ir a servir personalmente, ya que era capitán de una de las compañías de la milicia de Jerez de la Frontera, y su presencia allí era necesaria para "las ocasiones que se ofrecieren en aquellas costas"; además alegaba

estar enferm039•

Junto a esta actuación, a todas luces fuera de sus atribuciones, destaca la con­descendencia del corregidor con los caballeros jerezanos, pues ninguno de ellos, por su propia voluntad, ofreció ir a servir en persona, en todo caso aceptarían presentar un sustituto. Para ello presentaron diversas excusas40

, de las cuales únicamente dos podían parecer aceptables: la de D. Martín de Arrese Girón41

, exento de servir (tanto en persona como con un sustituto) y la de D. Fernando Alonso Melgarej042.

Un aspecto que llama la atención, es que el corregidor, en tanto en cuanto caballero de Alcántara, no tiene ninguna intención de servir en este llamamiento, debido al empleo que ejerce; pero la junta no estaba dispuesta a consentirlo y le exigió que presentara un sustituto, aunque finalmente se le declaró exento debido a las competencias militares que acarreaba el cargo. Este hecho puede aclarar algo las cosas sobre las dificultades existentes a la hora de que los caballeros de Jerez de la Frontera sirvieran, sobre todo cuando quien tenía que dar ejemplo era el primero en incumplir sus obligaciones.

39 Minuta de carta de D. Juan de Ayala Manrique, corregidor y capitán a guerra de Jerez de la Frontera, caba­llero de Calatrava, al conde de Monterrey, sobre lo que ha obrado con los caballeros de la orden de Santiago de su partido. Jerez de la Frontera, 19-2-1640. A.H.N., OO.MM., lego 4643.

40 Junto con el desempeño de puestos militares, vinculados con la milicia de Jerez y la defensa de la costa gadi­tana, como hemos podido comprobar, la excusa más común fue encontrarse enfermo, con 8 casos. Del resto, 4 caballeros estaban ausentes, 2 eran menores de edad y no se conoce la de 3 de ellos.

41 Minuta de carta de D. Juan de Ayala Manrique .... 42 Ibidem.

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Poder central y poderes locales. El cumplimiento de la convocatoria ... --Al mes siguiente, para tratar de facilitar la tarea a los corregidores, evitar

actitudes que pudieran derivar en ambigüedades y, por consiguiente, demorar los procedimientos, se envió otra instrucción a los corregidores, cuyas disposiciones ampliaban Y complementaban las recogidas en la instrucción de finales de enero. Dos motivaciones se encontraba tras ella: definir con claridad los supuestos en los que los caballeros de hábito no estaban obligados a participar personalmente en el batallón, siempre a cambio de servir con un sustituto, para que los representantes del poder real agilizaran los plazos de cumplimiento; y adecuar la realidad de los caba­lleros de hábito (un amplio grupo, formado por individuos de muy diversa condi­ción, muchos de los cuales tenían una nula utilidad militar, los cuales podrían prestar un mejor servicio a la Corona mediante el pago de un sustituto) con las necesidades

reales de la monarquía43.

A mediados de abril, el corregidor remitió una nueva carta al conde de Monte­rrey, en la que daba cuenta de los "progresos" realizados en su misión. En ella indicaba, continuando con la práctica anterior, que había admitido las excusas presentadas por todos los caballeros de hábito jerezanos, por lo cual quedaban relevados de ir a servir en persona. Esta práctica suponía una nueva violación de las disposiciones emanadas desde Madrid, ya que el corregidor no estaba facultado para ello44

• Según se desprende de la documentación consultada, la diferencia de criterio entre el corregidor y la junta era notoria, ya que únicamente en 8 de los 24 casos (D. Martín de Arrese había sido de­clarado exento) el dictamen del corregidor fue ratificado por la junta; es decir se aceptó que el caballero en cuestión no fuera en persona y que diera un sustituto a cambio. En los demás supuestos, la junta manifestó su desacuerdo y ordenó al corregidor que continuara las diligencias para obtener la participación deseada45

.

Este hecho, parece ser que sirvió para vencer su resistencia, aunque un cambio de actitud tan radical despertó las sospechas de la junta que, a mediados de mayo,

43 Según esta normativa, los nuevos supuestos que relevaban al titular del hábito de servir en persona incluían a: los capitanes y sargentos mayores sargentos mayores de los batallones y milicias ordinarias de cada partido; los alcaldes de alcázares, casas reales, fortalezas y casas fuertes que "sean de frontera o marina"; los que des­empeñen cargos en "el servicio de S. M. por comisión y cédula particular suya"; aspecto que no comprende a los regidores, salvo que "en virtud de cédula real tengan ocupación de administración de justicia o tocante a la hacienda real"; los que "tuvieren hábito eclesiástico y renta de la Iglesia"; los letrados, aunque tienen la posibilidad, si lo desean, de servir personalmente, "conforme a su profesión"; los miembros de la Inquisición que ejerzan su empleo, exclusivamente, en los tribunales del Santo Oficio; y los estudiantes de las universida­des que se encuentran en los colegios mayores de Salamanca, Alcalá y Valladolid. Instrucción dirigida a los corregidores, sus tenientes o alcaldes mayores. Madrid, 15-3-1640. A.H.N., OO.MM., lego 4642.

44 "He admitido las excusas que se refieren, que por serme notorias y constar a todos los de ellas, he declarado a los caballeros que las han dado por libres de hacer por sus personas la dicha jornada, dejándolos gravados de que dentro del término que se les ha asignado, envíen en su lugar un hijodalgo, con las circunstancias que en dicha orden se dispone, y que se dirija a Cariñena, so las penas impuestas". Carta del corregidor de Jerez de la Frontera al conde de Monterrey. Jerez de la Frontera, 15-4-1640. A.H.N., OO.MM., lego 4643.

45 Ibídem.

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le ordenó que procediera contra todos los caballeros de habito que habían sido re­levados de servir personalmente46, dando sustituto en su lugar, ya que en menos de un mes, según se desprende de su testimonio, la mayor parte de ellos: 15 de los 24 caballeros recogidos en la carta de 19 febrero, habían entregado sus sustitutos, aprobados por el corregidor, que dio fe de su condición hidalga, tras lo cual partie­ron hacia Madrid, donde se les había ordenado que concurrieran. Del resto, tres se encontraban en la Corte, en diferentes ocupaciones, y dos habían acudido a servir en persona, mientras que de los cuatro restantes no se tenía noticia47 .

Pero el representante real no estaba por la labor de polemizar con los caba­lleros ya que, nuevamente, pone de manifiesto la legitimidad de las excusas presen­tadas por éstos, y pide que los sustitutos sean aceptados; al mismo tiempo, alaba la su actitud por haberlos entregado dentro de los plazos indicados. Del mismo modo, considera que con estas disposiciones, su labor ha concluido. Su testimonio, por otra parte, ofrece una interesante reflexión sobre los caballeros de hábito y el retraimiento de su dimensión militar, al considerar que los sustitutos presentados por los caballe­ros podrán prestar un mejor servicio militar, objetivo final de la convocatoria, que los titulares del hábit048.

Tales aseveraciones no debieron de caer demasiado bien entre los miembros de la junta, según se recoge de una nota marginal escrita en la relación enviada por el corregidor, pues en ella se indica que se remitieron a la Audiencia de Sevilla los autos de los caballeros de Jerez, para que se reconociese si las excusas presentadas, que no olvidemos habían sido aceptadas por el corregidor, eran ciertas. Finalmente, la junta resolvió, a mediados de junio, encomendar esta tarea, a D. Miguel de Luna y Arellano, caballero de la orden de Santiago y oidor de la Audiencia de Sevilla49.

Lo acontecido en Jerez de la Frontera no fue algo aislado, sino que parece ser la actitud general, ya que Andalucía fue una de las zonas donde más problemas hubo, según se desprende de las numerosas quejas planteadas por la Junta50. Como ejem­plo de ello, a principios de mayo la Junta censuró la actuación del alcalde mayor de

46 Carta de D. Juan de Ayala Manrique al conde de Monterrey sobre lo que ha obrado con los caballeros de hábito de su partido. Jerez de la Frontera, 21-5-1640. AH.N., OO.MM., lego 4643.

47 Relación inclusa de lo obrado por D. Juan de Ayala Manrique, corregidor y capitán a guerra de Jerez de la Frontera, caballero de Calatrava, con los caballeros de hábito de Jerez de la Frontera y su distrito. Jerez de la Frontera, 21-5-1640. AH.N., OO.MM., lego 4643.

48 "( ... ) Y pues son legítimos los impedimentos y excusas de los caballeros, se sirva V. E. de que se den por ad­mitidos los sustitutos que han dado, y que tengo aprobados, porque los dichos sustitutos, respecto de ser de los más nobles hijosdalgo de esta ciudad, bien dispuestos y robustos, son más a propósito para servir a S. M., en esta caballería, que los dichos caballeros, cuya conveniencia siento ser de mayor utilidad". Carta de D. Juan de Ayala Manrique al conde de Monterrey ...

49 Relación inclusa de lo obrado por D. Juan de Ayala ... 50 Domínguez Ortiz puso de manifiesto que Andalucía fue la región donde la resistencia al llamamiento fue más

acusada. De la misma manera, Jerez de la Frontera, "asiento de mucha nobleza, fue donde se registraron las escenas más escandalosas". DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., "La movilización ... ", pp. 809-810.

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Poder central y poderes locales. El cumplimiento de la convocatoria ... --Granada en lo referente a la movilización de los caballeros de hábito de esa región ya que, sin motivo aparente, liberó a gran número de ellos de la obligación de ir a servir personalmente51. Para enmendar estas deficiencias, propone enviar a Granada a D. Francisco de Solís y Ovando, oidor de la Audiencia de Granada, y en su ausencia a D. Martín de Arnedo, oidor de la Audiencia y Chancillería de Granada52. En la cédula que autoriza su misión, se censura la labor del teniente de corregidor, el licenciado Manuel Ruiz Aguado, demasiado indulgente con los caballeros de hábit053. Sin em­bargo, el éxito de estas medidas fue, en el mejor de los casos, modest054.

Actuaciones similares las encontramos en Sanlúcar de Barrameda. En esta localidad, la junta, ante la supuesta incompetencia del corregidor55, se vio obligada a cometer dichas diligencias a D. Juan de la Calle, caballero de la orden de Santiago y miembro del Consejo de Hacienda, y "en su ausencia, ocupación o impedimento" a D. Miguel de Luna y Arellano, a quien ya se había encargado la verificación de las excusas de los caballeros de Jerez.

Dentro de las disposiciones tomadas para corregir las actuaciones de los corre­gidores, llama la atención que los funcionarios enviados para tal fin, no tuvieran nin­guna relación con la zona que iban a supervisar. Este aspecto confirma un hecho que planteábamos al principio de esta comunicación: el activo papel de las corporaciones municipales en la política local, donde el rey no podía intervenir directamente, sino que estaba representado por un delegado, en teoría independiente, pero al que le costaba mantener la independencia dentro del activo juego de poder desarrollado en

51 Consulta para que la Junta pueda nombrar ministros que vayan a diferentes ciudades y reconozcan las dili­gencias que hubieren hecho los corregidores con los caballeros de las órdenes militares. Madrid, 21-5-1640. A.H.N., OO.MM., lego 4667. Dos son los aspectos que recogen más quejas por parte de la Junta: el excesivo número de caballeros a quienes se conmuta la obligación de servir personalmente por el pago de un sustituto, y la "poca calidad" de los sustitutos de los caballeros excusados; sobre todo, se censura que la mayoría de ellos no eran hidalgos.

52 Consulta en la que la Junta da cuenta de la actuación del alcalde mayor de Granada, excusando a los caba­lleros de hábito de ese partido de ir personalmente. Madrid, 4-5-1640. AH.N., OO.MM., lego 4667.

53 Cédula para que D. Francisco Salís, oidor de Granada, reconozca las diligencias que hizo el alcalde mayor de ella con los caballeros de aquella ciudad. Madrid, 12-5-1640. AH.N., OO.MM., lego 4641.

54 De acuerdo con las relaciones de caballeros comprendidos en el llamamiento, el grado de compromiso de los caballeros granadinos dejó bastante que desear. Respecto a la orden de Santiago, la más numerosa, de 23 ca­balleros, únicamente cumplieron 3 (el 13%); no obstante, las otras dos órdenes presentan un panorama menos desolador (13 de 15 la orden de Calatrava, y 2 de 3 Alcántara). Sin embargo, la mayoría de ellos consiguieron eludir su compromiso personal y participaron mediante el pago de un sustituto. No debemos olvidar que tanto la Corona como la Junta buscaban, era el concurso personal del mayor número posible de caballeros de hábito, y todo lo que no fuera servicio personal, por lo menos en los momentos iniciales del reclutamiento, se conside­ró un fracaso. Relación de los caballeros de la orden de Santiago comprendidos en el primer llamamiento de la caballería de las Órdenes militares y laforma en que sirve cada uno. AH.N., OO.MM., lego 4642.

55 "Por haber entendido que en la ciudad de Sanlúcar de Barrameda hay muchos caballeros de hábito y que con ellos no se ha hecho ninguna diligencia sobre esto". Comisión a D. Juan de la Calle y, en su ausencia, D. Miguel de Luna y Arellano, para que hagan las diligencias contra los caballeros que residen en la ciudad de Sanhícar de Barrameda para que vayan a servir. Buen Retiro, 3-7-1640. AH.N., OO.MM., lego 4641.

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los municipios, donde acababa inmerso en una amplia red de intereses personales y clientelares, en función de lo cual sería bastante lógico pensar que trataran de hacer

valer su influencia para beneficiar a sus deudos56. D. Miguel de Luna llegó a Jerez a principios de julio de 1640, y procedió a

revisar las excusas presentadas por los caballeros de hábito, las cuales fueron des­estimadas. Tras ello procedió a que sirvieran personalmente, y en aquellos casos que fuera imposible, que al menos entregaran un sustituto. La diferencia de criterios entre el corregidor y el enviado para supervisar su tarea, era total, pues de los 25 casos, éste mostró su desacuerdo en 22 de ellos, y únicamente aceptó 3. De la misma manera, procedió a imponer multas de 300 ducados a todos aquellos que, a pesar de haber presentado su sustituto, lo hubieran hecho fuera de los plazos indicados, para lo cual se procedió al embargo de los bienes de aquellos caballeros que se declara­ran insolventes. El 20 de julio mandó encarcelar, en dependencias municipales, a aquellos caballeros que no habían cumplido y, asimismo, tomar de sus bienes 2.500 ducados, 2.000 de ellos para el rey y los 500 restantes para hacer frente a la cantidad necesaria para llevar los presos a los conventos de las órdenes57.

Sin embargo, ante la amenaza de un ataque exterior, los liberó para que pu­dieran acudir a la defensa, ya que su participación era necesaria para desbaratar los planes de una armada enemiga, cuyo objetivo era desembarcar en la costa. En este sentido pone de manifiesto que los caballeros de hábito, incluido el corregidor: "para esto (defender el litoral gaditano) están todos sanos, y para lo de Cariñena (servir en el batallón), enfermos"58. Este testimonio vendría a confirmar lo que manifestá-

56 En el caso de Jerez de la Frontera hemos encontrado un testimonio que apunta en esa dirección. Se trata de D. Juan Riquelme de Hinojosa, caballero de la orden de Alcántara, que en un memorial dirigido a la junta de Caballería, dice que ha sido encarcelado por "el odio particular que el corregidor de la ciudad de Jerez de la Frontera le tiene, por ser parcial de la familia de los caballeros Villavicencios. y esto se ve bien, pues solo al dicho D. Juan ha preso, siendo enfermo y muy viejo". Memorial de D. Juan Riquelme de Hinojosa, caballero de la orden de Alcántara y vecino de Jerez de la Frontera. Sin fecha, ¿julio 1640? A.H.N., OO.MM., lego 4643. Sabemos que este caballero, desde 1631, tenía su hacienda embargada, en nombre del rey, por Bartolomé Spínola, consejero de Hacienda, asentista del rey, factor general y caballero de Santiago, a quien le está consig­nada la paga de ciertos oficios que compró D. Juan. Este financiero se encargó de la venta de gran número de lugares y oficios, con los que la Real Hacienda pretendía obtener nuevos ingresos. Se le autorizó a administrar los recursos obtenidos con las ventas del oficio de regidor perpetuo, creado entonces en 1634 cada ciudad, villa y lugar de realengo; y el año anterior, (1633) recibió el consentimiento de las Cortes para vender escribanías y tesorerías de millones de las cabezas de partido, incluyendo las 19 ciudades con voto en Cortes. ÁLVAREZ NOGAL, c., Los banqueros de Felipe IVy los metales preciosos americanos, Madrid, 1997, pp. 55-59.

57 La decisión de encarcelar a los caballeros rebeldes en los conventos de las Órdenes Militares, fue adoptada por la junta a mediados de junio, tras haberlo consultado con el rey, pues: "habiendo llegado el caso de ejecutar en algunos caballeros de las órdenes las penas impuestas, y llevarlos a los conventos de ellas, considerando la junta que si la prisión fuese ordinaria, y sin circunstancia que la agravase, muchos preferirán ir a ella por excusarse de la campaña, como se van jactando públicamente". Consulta de la junta de Caballería al rey sobre la forma de prisión que han de tener los caballeros inobedientes. Madrid, 16-6-1640. A.H.N., OO.MM., lego 4643.

58 Minuta de la carta de D. Miguel de Luna y Arellano, caballero de la orden de Santiago, oidor de la Audiencia de Sevilla, al conde de Monterrey, sobre lo acontecido con los caballeros de hábito de Jerez de la Frontera. Puente de Zuazo, 23-7-1640. A.H.N., OO.MM., lego 4643.

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Poder central y poderes locales. El cumplimiento de la convocatoria ... --barnos en las líneas antecedentes, es decir, no se rehuía el servicio militar, sino que no se deseaba prestarlo en condiciones poco favorables59, ya que al integrarse en las tropas reales (a pesar de que el batallón iba a ser una unidad diferenciada, al margen del resto del ejército), perdían todas sus preeminencias, pues en el ámbito local eran los referentes del resto de la comunidad, y aquí serían un meros ejecutores de las

1 60 órdenes rea es . A pesar de la participación de los caballeros de hábito en este socorro, gracias

a lo cual se suspendieron las diligencias contra sus bienes y sus personas, la junta no se ablandó lo más mínimo, ya que en la respuesta a una carta suya de 30 de julio, se ordenó al oidor Luna ejecutara las órdenes y condenara a aquellos caballeros que habían incumplido los mandatos reales. Paralelamente, D. Miguel advierte que con motivo de esta actuación, se van a incrementar las demandas de aquellos caballeros que buscan excusarse debido a que su presencia es necesaria para la defensa 10ca161 . Poco después, en otra misiva, refleja las dificultades que ha tenido a la hora de llevar a cabo su cometido. Se muestra partidario de la línea dura, consistente en reprender la insolencia de los caballeros jerezanos, ya que si no se obra con ellos un castigo ejemplar, el llamamiento de puede estar condenado al fracas062.

Como no era de extrañar, las autoridades jerezanas se quejaron al rey de la manera en que D. Miguel de Luna estaba llevando a cabo su cometido con los ca­balleros de hábito, según su criterio, de manera arbitraria. En su descargo, ponen de manifiesto el deseo de estos caballeros y, en general toda la población, de servir al

59 En relación con esta disyuntiva, compartimos lo manifestado por Hernández Franco y Molina Puche en su reciente artículo sobre lo acontecido en el Reino de Murcia por estas mismas fechas. En su opinión, no se puede afirmar que la nobleza hubiera perdido su interés por la milicia, ya que los caballeros murcianos acu­dieron a todas las ocasiones en que fueron requeridos para la defensa de su territorio, mientras que, al igual que los caballeros jerezanos, se mostraron remisos a servir fuera de su jurisdicción. HERNÁNDEZ FRANCO, J. Y MOLINA PUCHE, S., "El retraimiento de la nobleza castellana con motivo de la guerra franco-española (1635-1648). El ejemplo contrapuesto del Reino de Murcia", Cuadernos de Historia Moderna, 2004, 29, pp. 111-130.

60 Según el testimonio del corregidor, el concurso de los caballeros de hábito fue de una importancia capital para que la armada enemiga no se atreviera a desembarcar, al mismo tiempo, suplica al conde de Monterrey que sobresea las diligencias que D. Miguel de Luna está realizando con ellos, ya que: "para estorbar cualquier ejecución que el enemigo intentase, desembarcando alguna de su gente, donde llegué con más de dos mil hom­bres, que es el mayor socorro que de pronto se ha visto salir de Jerez. Porque alentados de la nobleza, no quedó hombre que no saliese, en que tuvieron gran parte los caballeros de las órdenes, como gente de la más lucida. Y tengo por cierto que de no hallarme asistido de sus personas, no tuviera tanto lucimiento este socorro, pues no reparando cuando llegó a tocar en el servicio de su rey, si se les seguiría daño, no obstante que estaban presos algunos, y otros enfermos, todos salieron conmigo". Igualmente, el duque de Medina Sidonia vuelve a incidir en la necesidad de que los caballeros de hábito no sean obligados a servir fuera de su jurisdicción, ante las po­sibles amenazas que podría sufrir la seguridad de esta región. Relación del corregidor de Jerez de la Frontera sobre lo acontecido en el socorro de Zuazo. Puente de Zuazo, 25-7-1640. A.H.N., OO.MM., lego 4643.

61 Carta de D. Miguel de Luna y Arellano al conde de Monterrey. Jerez de la Frontera, 30-7-1640. A.H.N., OO.MM., lego 4643.

62 Carta de D. Miguel de Luna y Arellano al conde de Monterrey. Jerez de la Frontera, 26-8-1640. A.H.N., OO.MM., lego 4643.

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monarca siempre y cuando se produjeran ocasiones de guerra en su jurisdicción, y el hecho de haber entregado a tiempo sus sustitutos. En esta misiva, informan de un hecho que puede arrojar algo de luz sobre el comportamiento de D. Miguel, y de su arbitrariedad hacia los caballeros jerezanos: la imposición de multas a los caballeros para el pago de los salarios de los oficiales que le acompañaban, y los costes que el inicio de las diligencias iban a ocasionar, máxime cuando al oidor Luna se le ordenó reconocer la actuación del corregidor a su costa, a cambio de no entregar su sustituto y de relevarle de contribuir con 500 ducados de plata que se le habían asignad063

De modo que su actuación era, a todas luces ilegal, ya que todos los gastos debían correr por su cuenta. Ante esta situación, el rey ordenó a la junta que atendiera a las peticiones de la ciudad de Jerez de la Frontera y que se remediara cualquier exceso

que hubiera cometido. D. Miguel defendió su actuación ante esas acusaciones, y endureció el tono

de sus palabras, debido a las dificultades encontradas y a la falta de voluntad de cooperar de los caballeros de Jerez, en términos muy críticos hacia ellos, e incluso, como último remedio, propone que se quite el hábito a todos aquellos caballeros inobedientes64

Finalmente, para concluir, debemos destacar que a pesar de todos los esfuer­zos del oidor Luna, éstos no se tradujeron en un incremento significativo del número de caballeros que sirvieran en persona que, no olvidemos era el objetivo que había movido a la junta de Caballería a enviarle a Jerez a supervisar la labor del corregidor. A pesar de este supuesto fracaso, sí se consiguió que la mayor parte de los caballeros de hábito de Jerez entregaran un sustituto, pues se había anulado dejado en suspenso los supuestos en los que el corregidor, por cuenta propia, había liberado del servicio a éstos caballeros. En este aspecto, consiguió que de los 25 caballeros, 22 entregaran un sustitut065 , bien es cierto que tras un ingente trabajo, que en muchos casos incluyó

63 Carta de la ciudad de Jerez de la Frontera al rey sobre lo que ha obrado D. Miguel de Luna y Arellano con los caballeros de la ciudad. Jerez de la Frontera, 24-9-1640. AH.N., OO.MM., lego 4643.

64 "Como he escrito a V. E. muchas veces, la rebeldía de los caballeros de Jerez en ir a obedecer lo que S. M. les manda, merecía un ejemplar castigo, porque después de cuatro meses que se les había notificado las órdenes por el corregidor, aún con las excusas, que ninguna de ellas era ajustada a la instrucción, no tenían enviados ni presentados sus sustitutos ( ... ). y pongo en consideración a V. E. que si solo con que hayan cumplido al cabo de seis meses, se quedasen sin otra pena, en otro cualquier llamamiento que se les hiciese, de orden de S. M., sería mayor la rebeldía y el menosprecio, pues ya tenían experiencia de haberse quedado sin castigo". Carta de D. Miguel de Luna y Arellano al conde de Monterrey. Sevilla, 25-9-1640. AH.N., OO.MM., lego 4643.

65 Los datos sobre la participación de los caballeros de Jerez de la Frontera, y los del resto de jurisdicciones, de cada una de las tres órdenes, en: JIMÉNEZ MORENO, A, Los caballeros de hábito ... , pp. 253-266.

722

Poder central y poderes locales. El curnpllmiento de la convocatoria ...

el envío a prisión66 y la imposición de multas67• Durante los años siguientes conti­

nuaron los problemas, agravados por el levantamiento de Portugal, lo que lllOtiVÓ nuevos requerimientos a los caballeros jerezanos, lo cual sobrepasa el objetivo de

estas páginas.

4. CONCLUSIONES

1°. Vistas las dificultades existentes a la hora de reclutar a los caballeros de hábi­to de Jerez de la Frontera, es más que cuestionable el concepto de monarquía absoluta para definir el gobierno de Felipe IV, sobre todo en la concepción tradicional que ha considerado como una balsa de aceite las relaciones entre la Corona y las autoridades municipales. Esta falta de sintonía entre ambas esferas de poder estaba motivada por­que tenían objetivos e intereses divergentes, donde las tensiones y los choques estaban a la orden del día. Del mismo modo, el llamamiento de los caballeros de hábito en este municipio gaditano, iba a generar problemas desde el principio, ya que la mitad de los caballeros eran miembros del gobierno local, por lo que no estarían demasiado intere­sados en servir personalmente en el Batallón de las Órdenes.

2°. Según hemos podido comprobar, la figura del corregidor, en tanto en cuan­to representante del poder real en los ayuntamientos, estaba muy condicionada por la propia dinámica de la vida municipal; es decir le resultaba muy difícil mantener su independencia y no sucumbir a las presiones de los diferentes bandos que domi­naban el cabildo. De esta manera, se entiende que la Corona no confiara demasiado en el buen hacer de sus representantes en los municipios y que, ante su pasividad, se enviaran funcionarios que supervisaran su actuación.

3°. La negativa de los caballeros jerezanos a prestar servicio militar personal en el Batallón de las Órdenes, no debe ser entendida desde la concepción negativa que ha mantenido la historiografía tradicional. De tal modo, los planteamientos más recientes han puesto de manifiesto que los caballeros de hábito no rechazaban prestar

66 Este funcionario, ante la obstinación de los caballeros jerezanos, envió a la cárcel local a 16 caballeros, para posteriormente enviarlos presos a los conventos de las órdenes militares. "( ... ) y fueron los ministros, con una escuadra de soldados, a prender a los caballeros, y lo ejecutaron en D. Francisco Jerónimo Ponce de León, D. Fernando Melgarejo y otros catorce caballeros, con cuatro guardas, en las casas del cabildo, y fueron embargando bienes a algunos caballeros. Y en 16 de agosto, por otro auto, mandó notificar a los caballeros que estaban presos, se aprestasen para ir presos a los conventos, y así se hizo, y son ( ... )". Relación de lo que D. Miguel de Luna y Arellano obró con los caballeros de hábito de Jerez de la Frontera. Sevilla, 25-9-1640. A.H.N., OO.MM., lego 4643.

67 D. Miguel impuso multas a 14 caballeros de hábito de la ciudad de Jerez de la Frontera, por no haber entregado sus sustitutos, o por hacerlo fuera de los plazos designados, por una cuantía total de 2.038 ducados. De ellos, la mayor parte, 1.358 ducados, se destinó al pago de costes y salarios. Sin embargo, el rey ordenó que de la cantidad sobrante, unos 1.022 ducados, se devolviera parte de esta cantidad a los caballeros. Relación de las condenaciones que D. Miguel de Luna y Arellano, hizo en la ciudad de Jerez de la Frontera a los caballeros de {as órdenes militares. Jerez de la Frontera, 23-10-1640. AH.N., OO.MM., lego 4643.

723

Agustín Jiménez Moreno

servicios armados, al contrario, según hemos podido ver en el caso de Jerez de la Frontera, donde acuden a servir cuando la costa gaditana se encuentra amenazada; lo que no estaban dispuestos a consentir era la prestación de un servicio forzoso, fuera de su jurisdicción, y en condiciones desfavorables para ellos. Por otra parte, la inmensa mayoría no había obtenido el hábito por méritos militares (incluso hemos localizado algún caso de compra), sino que en muchos casos había sido concedido como recompensa a algún servicio realizado por la corporación municipal, o por ha­ber apoyado en ella las demandas reales, por lo cual no se sentían obligados a prestar ningún servicio militar en tanto en cuanto eran caballeros de hábito, y menos si éste

se solicitaba mediante coacciones y amenazas. 4°. A modo de balance, sería difícil hablar de vencedores y vencidos en el cum­

plimiento de la convocatoria de los caballeros de hábito. El poder central podía presen­tar como un triunfo el hecho de que la gran mayoría de los caballeros de hábito presen­taran un sustituto que sirviera en su lugar, sobre todo cuando este colectivo no había contribuido al esfuerzo bélico de la Monarquía, de forma significativa, desde hacía más de un siglo. Sin embargo, era un hecho incontestable que por muchas presiones y amenazas que hiciera, la Corona no iba a obtener un servicio masivo por su parte, pues era evidente que la realidad de estas corporaciones había cambiado sustancialmente, y ya no se concebía, a pesar de que en sus Capítulos y Definiciones si se recogía, la

obligación de prestar un servicio militar personal en función del hábito. Desde la perspectiva de las autoridades municipales, constituyó un éxito el

hecho de que la Corona, por mucho que lo intentara, no pudiera imponer sus criterios en el ámbito local, ya que muchos caballeros de hábito eran miembros de la corpora­ción municipal; del mismo modo, debió asumir que el hipotético servicio militar que estaban dispuestos a prestar se iba a realizar con sus condiciones y de una manera voluntaria, nunca obligados por el poder real. Por otra parte, no consiguieron eximir­se del todo de las obligaciones militares que acarreaba la posesión de un hábito, ya que se vieron obligados al desembolso de importantes cantidades para hacer frente a dicho compromiso, aunque consiguieron su objetivo: no servir en persona.

Cuadro 1 CABALLEROS DE LAS ÓRDENES MILITARES DE JEREZ DE LA FRONTERA INCLUIDOS EN EL LLAMAMIENTO DEL AÑO 1640

APELLIDOS NOMBRE ORDEN EXCUSA OTROS

ALONSO DE VI- D.JUAN CALATRAVA MENOR DE EDAD

LLAVICENCIO

724

APELLIDOS ALoNSO MELGA-

REJO

ARRESE GIRÓN

DÁVILA

CAMACHO DE VI-

LLAVICENCIO

--DÁVILA PONCE

DE LEÓN

ESPINOSA MAL-

DONADO

FERNÁNDEZ DE

VALDESPINO

FERNÁNDEZ DE

VILLAVICENCIO

FERNÁNDEZ DE

VILLAVICENCIO

FERNÁNDEZ DE

VILLAVICENCIO

FUENTES PAVÓN

Poder central y poderes locales. El de la convocatoria ...

NOMBRE ORDEN EXCUSA OTROS D. FERNANDO SANTIAGO MILITAR. ENCAR-

GADO DEL CAS-

TILLO DE SANTA

CATALINA, EN EL

PUERTO DE STA.

MARÍA

D. MARTÍN CALATRAVA MILITAR (1)

D. DIEGO BAR- CALATRAVA ENFERMEDAD Y VEINTICUATRO TOLOMÉ MUCHA EDAD (2) DE JEREZ

D.PEDRO CALATRAVA MILITAR. ES AL- VEINTICUATRO FÉREZ MAYOR DE JEREZ

DE JEREZ. TAM-

BIÉN DICE QUE

ESTÁ MUY VIEJO

D. GARCÍA ALCÁNTARA ENFERMEDAD VEINTICUATRO

DE JEREZ

D.AGUSTÍN CALATRAVA ENFERMEDAD

(4)

D.ALONSO ALCÁNTARA MILITAR. CAPI- VEINTICUATRO

T ÁN DE INFAN- DE JEREZ

TERÍA DE UNA

DE LAS 16 COM-

PAÑÍAS DE LA

MILICIA DE JE-

REZ

D. IÑIGO SANTIAGO AUSENTE (5)

D.LORENZO ALCÁNTARA AUSENTE (6) VEINTICUATRO

DE JEREZ

D.ALONSO ALCÁNTARA MILITAR. CAPI- VEINTICUATRO

TÁN DE INFAN- DE JEREZ

TERÍA DE UNA

DE LAS 16 COM-

PAÑÍAS DE LA

MILICIA DE JE-

REZ.

D. MIGUEL SANTIAGO MILITAR. CAPI- VEINTICUATRO

TÁN DE INFAN- DE JEREZ

TERÍA DE UNA

DE LAS 16 COM-

PAÑÍAS DE LA

MILICIA DE JE-

REZ(7)

725

Agustín Jiménez Moreno

APELLIDOS NOMBRE ORDEN EXCUSA OTROS

FUENTES PAVÓN D. DIEGO CALATRAVA ENFERMEDAD VEINTICUATRO DE JEREZ

LÓPEZ DE MORLA D. CRISTÓBAL CALATRAVA ENFERMEDAD VEINTICUATRO DE JEREZ

MORENO ESTUPI- D.ANTONIO SANTIAGO MILITAR. GOBER- VEINTICUATRO

ÑÁN NADOR DE LA DE JEREZ ARTILLERÍA(8)

NUÑEZ DE VILLA- D.JUAN SANTIAGO ENFERMEDAD

VICENCIO PONCE DE LEÓN D. FRANCISCO CALATRAVA AUSENTE (9)

JERÓNIMO

RIQUELME DE HI- D.JUAN ALCÁNTARA ENFERMEDAD

NOJOSA RIQUELME PONCE D.PEDRO ALCÁNTARA ENFERMEDAD

DE LEÓN

ROLDÁN DE ES- D.ALONSO CALATRAVA AUSENTE (10)

PINOSA VILLA VI -

CENCIO

TIBURCIO DE VI- D. DIEGO ALCÁNTARA MILITAR. CAPI-

LLAVICENCIO TÁN DE INFAN-

TERÍADEUNADE

LAS 16 COMPA-ÑÍAS DE LA MILI-CIADEJEREZ

VILLAVICENCIO D.AGUSTÍN ALCÁNTARA MILITAR. GO-

MEJÍA BERNADOR DE LA CABALLERÍA

DEL SOCORRO DECÁDIZ

VILLAVICENCIO D. FERNANDO CALATRAVA NO CONSTA (11) VEINTICUATRO

ZACARÍAS DE JEREZ

VILLAVICENCIO D.AGUSTÍN ALCÁNTARA MENOR DE EDAD VEINTICUATRO

ZACARÍAS DE JEREZ

ZURITA y HARO D. FRANCISCO SANTIAGO NO CONSTA VEINTICUATRO DE JEREZ

(1) Está sirviendo en la Armada. (2) Ha partido hacia Madrid a negocios de la ciudad de Jerez. Dice que allí verá al conde de Castrillo.

(3) Es vecino de Arcos. (4) No está en Jerez, partió hacia Sevilla. (5) No está en Jerez, se encuentra en Madrid. (6) Hijo de D. Diego de Fuentes Pavón. Por esta ocupación, y por estar enfermo, el corregidor le ha excusado de ir

a servir en persona, dando a cambio un sustituto. También veinticuatro de Jerez. (7) El corregidor le nombró capitán a guerra de Jerez. Está ocupado en la diputación del corte y cobranza de la

moneda de vellón. (8) No está en Jerez, partió hacia Sevilla. (9) Es vecino de Arcos, no se encuentra allí. (lO) Está ocupado en el consumo de la moneda de vellón.

726

Poder central y poderes locales. El cumplimiento de la convocatoria ...

-----Cuadro 2

SERVICIO DE LOS CABALLEROS DE FRONTERA

APELLIDOS NOMBRE ORDEN FORMA EN

QUE SIRVE

ALONSO DE VI- D. JUAN CALATRAVA SUSTITUTO

LLAVICENCIO

ALONSO MEL- D.FERNANDO SANTIAGO SUSTITUTO

GAREJO

ARRESE OIRÓN D.MARTÍN CALATRAVA LIBRE

CAMACHO DE D. PEDRO CALATRAVA SUSTITUTO

VILLAVICEN -

eIO

DÁVILA D. DIEGO BAR- CALATRAVA SUSTITUTO

TOLOMÉ

DÁ VILA PONCE D.GARCÍA ALCÁNTARA SUSTITUTO

DE LEÓN (1)

ESPINOSA MAL- D.AGUSTÍN CALATRAVA SUSTITUTO

DONADO

FERNÁNDEZ DE D.ALONSO ALCÁNTARA SUSTITUTO

VALDESPINO

FERNÁNDEZ DE D. LORENZO ALCÁNTARA SUSTITUTO

VILLAVICEN -

ero

FERNÁNDEZ DE D.ALONSO ALCÁNTARA NO CONSTA

VILLAVICEN -

ero

FERNÁNDEZ DE D.IÑIGO SANTIAGO SUSTITUTO

vrLLAVICEN - (2)

ero

FUENTES PA- D. DIEGO CALATRAVA SUSTITUTO

VÓN

FUENTES PA- D.MIGUEL SANTIAGO SUSTITUTO

VÓN

LÓPEZ DE MOR- D. CRISTÓBAL CALATRAVA SUSTITUTO

LA

MORENO ESTU- D.ANTONIO SANTIAGO SUSTITUTO

PIÑÁN

NUÑEZ DE VI- D.JUAN SANTIAGO SUSTITUTO

LLAVICENCIO

PONCE DE D. FRANCISCO CALATRAVA SUSTITU-LEÓN JERÓNIMO TO(3)

RIQUELME DE D.JUAN ALCÁNTARA SUSTITUTO HINOJOSA

RIQUELMEPON- D. PEDRO ALCÁNTARA SUSTITUTO CE DE LEÓN

727

DE DE LA

MULTADO PRISIÓN CUMPLE

SÍ SÍ SÍ

SÍ SÍ

SÍ SÍ SÍ

SÍ SÍ

SÍ SÍ SÍ

SÍ SÍ SÍ

NOCONS-

TA

SÍ SÍ NO

SÍ SÍ

SÍ SÍ NO

SÍ SÍ

SÍ SÍ SÍ

SÍ SÍ

SÍ SÍ SÍ

SÍ SÍ

SÍ SÍ

Agustín Jiménez Moreno

APELLIDOS NOMBRE ORDEN FORMA EN MULTADO PRISIÓN CUMPLE

QUE SIRVE

ROLDÁN DE ES- D.ALONSO CALATRAVA SUSTITUTO SÍ

PINOS A VILLA-

VICENCIO

TIBURCIO DE D. DIEGO ALCÁNTARA SUSTITUTO SÍ SÍ

VILLAVICEN -

CIO

VILLAVICEN - D.AGUSTÍN ALCÁNTARA SUSTITUTO SÍ SÍ SÍ

CIOMEJÍA

VILLAVICEN - D.AGUSTÍN ALCÁNTARA SUSTITUTO SÍ SÍ

CIO ZACARÍAS

VILLAVICEN - D. FERNANDO CALATRAVA SUSTITUTO SÍ SÍ SÍ

CIO ZACARÍAS

ZURITA y HARO D. FRANCISCO SANTIAGO EN PERSO- SÍ NO

NA

(1) Ante la imposibilidad de encontrar un sustituto con los requisitos solicitados, ofrece servir con 200 ducados, lo cual es rechazado por la junta. (2) Fue a servir en persona, pero cuando se encontraba en Sevilla se puso enfermo y volvió a Jerez. Fue reconocido por los médicos y se le conmutó el servicio dando un sustituto. (3) Partió para servir en persona, pero al final entrega sustituto.

728

IX Reunión Científica de la FEHM-UMA, Málaga 2009, ISBN: 978-84-931692-7-5,729-747

Julio Jiménez y Gómez-Chamorro

Instituto de Historia, CSIC

Durante toda la Edad Moderna, los regimientos fueron el órgano base de la vida político-administrativa de las ciudades castellanas. Sus competencias eran muy extensas. Contendían y ratificaban todas las cuestiones referentes al gobierno: ges­tión de la hacienda municipal, vigilancia e inspección del abastecimiento, cuidado de la infraestructura e higiene de la ciudad, orden público, etc. También eran los receptores de los ordenamientos emanados de la Administración Central, convirtién­dose en los mediadores necesarios para hacer cumplir las órdenes regias. El objeto del presente estudio es el de analizar la estructura, funcionamiento y el ejercicio del regimiento ocañense durante el siglo XVI y XVII, inmerso en la práctica del poder establecido en territorio de señorío de órdenes y las propias peculiaridades de su or­denamiento legal. El trasfondo político, social y económico que subyace bajo la ins­titución nos da la respuesta, y muestra las fuerzas sociales dominantes, la composi­ción del concejo y los medios de acceso a los estratos del poder municipal. Conside­rada la política regia desarrollada en esta centuria, la incidencia del acrecentamiento del número de regimientos l

, el análisis sociológico de la élite local y los intereses

Para esta cuestión, y en general, podemos consultar los trabajos de BENEYTO PÉREZ, J. y FRAGA IRI­BARNE, M., "La enajenación de oficios públicos en su perspectiva histórica y sociológica", en Centenario de la Ley del Notariado, Madrid, 1964; CUARTAS RIVERO, M., "La venta de oficios públicos en el siglo XVII", en Actas del IV Symposium de Historia de la Administración, Alcalá de Henares, 1984, pp. 225-260; DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., "La venta de cargos y oficios públicos en Castilla y sus consecuencias económicas y sociales", en Instituciones y sociedad en la Espaí'ía de los Austrias, Madrid, 1985, pp. 146-184; FORTEA PÉREZ, J. l., Monarquía y Cortes en la Corona de Castilla. Las ciudades ante la política fiscal de Felipe l/, Salamanca, 1990; TOMÁS Y VALIENTE, F., "Origen bajomedieval de la patrimonialización y la enajenación de oficios públicos en Castilla", en Actas del I Symposium de Historia de la Administración, Madrid: Instituto de Estudios Administrativos, 1970, pp. 123-160; Id., "Ventas de oficios públicos en Castilla durante los siglos

729