Pleito Franciscano y Dominico por la administración del convento de Tlaquiltenango, Morelos,...

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“El pleito franciscano y dominico por la administración del convento de Tlaquiltenango” en Historia General de Morelos. Tierra, gente, tiempos del Sur, dirigida por el Dr. Horacio Crespo, UAEM, 2009. ISBN: 978-607-00-2256-2 El pleito franciscano y dominico por la administración del convento de Tlaquiltenango. 1573- 1592 Dra. Laura ElenaHinojosa H. Los franciscanos al llegar a la Nueva España, en 1524, traían consigo la bula Alias felices, otorgada por el papa León X, en la que les autorizaba a trasladarse al nuevo mundo, administrar todos los sacramentos, predicar libremente y, a falta de un obispo, realizar sus funciones, como consagrar altares y confirmar. 1 El papa Adriano VI, en 1522, con la bula Exponi nobis fecisti, renovó los privilegios para las órdenes mendicantes, en particular para los franciscanos. 2 A raíz de estos privilegios hacia los franciscanos es que surge el pleito entre la orden de los hermanos menores y la orden dominica. Los franciscanos, además del poder que el papa les otorgó, se expandieron libremente a lo largo del 1 Gabriela Urquiza Vázquez del Mercado, Convento Huexotla: reflejo de la mística franciscana, Plaza y Valdez, México, 1993, p. 29. 2 Christian Duverger, La conversión de los indios de Nueva España, FCE, México 1996, pp. 25-26. 1

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“El pleito franciscano y dominico por la administración del convento deTlaquiltenango” en Historia General de Morelos. Tierra, gente,tiempos del Sur, dirigida por el Dr. Horacio Crespo, UAEM,2009. ISBN: 978-607-00-2256-2

El pleito franciscano y dominico por la

administración del convento de Tlaquiltenango. 1573-

1592

Dra. Laura ElenaHinojosa H.

Los franciscanos al llegar a la Nueva España, en 1524,

traían consigo la bula Alias felices, otorgada por el papa León

X, en la que les autorizaba a trasladarse al nuevo mundo,

administrar todos los sacramentos, predicar libremente y, a

falta de un obispo, realizar sus funciones, como consagrar

altares y confirmar.1 El papa Adriano VI, en 1522, con la

bula Exponi nobis fecisti, renovó los privilegios para las órdenes

mendicantes, en particular para los franciscanos.2

A raíz de estos privilegios hacia los franciscanos es

que surge el pleito entre la orden de los hermanos menores y

la orden dominica. Los franciscanos, además del poder que el

papa les otorgó, se expandieron libremente a lo largo del

1 Gabriela Urquiza Vázquez del Mercado, Convento Huexotla: reflejo de la místicafranciscana, Plaza y Valdez, México, 1993, p. 29.2 Christian Duverger, La conversión de los indios de Nueva España, FCE, México 1996,pp. 25-26.

1

país, mientras los dominicos y los agustinos, que llegaron

años después, se vieron limitados y condicionados a la

repartición previa hecha por los franciscanos,3 que para 1559

habían fundado ya ochenta monasterios.4

Otra causa de desavenencia entre dominicos y

franciscanos fue la cantidad de bautismos que éstos

realizaban, así como la manera en que lo hacían.5 Ricard

afirma que, hacia 1540, los bautizados por los franciscanos

debían superar a los seis millones de indígenas.6 Los

dominicos eran más escrupulosos en la impartición de los

sacramentos y, según Baudot, pudieron haber tenido recelo de

la magnitud de esta cifra. Según la “Carta original de los

Ilustrísimos Señores Obispos de México, Guatemala y Oajaca

sobre la ida al Concilio general de México, a fin de

noviembre de 1537”, la Iglesia tenía preocupación por la

división entre los franciscanos y los dominicos: “hubo

3 Georges Baudot, La pugna franciscana por México, Alianza Editorial/Conaculta,México, 1990, p. 26.4 Robert Ricard, La conquista espiritual de México, FCE, México, 1986, pp. 81-102.5 Duverger dice al respecto: “En raras ocasiones los franciscanos tuvieronque enfrentarse a campañas de denigración de parte de los dominicos; enesos intercambios de palabras tan poco caritativos, los hermanos menoresmostraron una virulencia por lo menos igual a la de sus ‘competidores’dominicos. Estas disputas existieron y dejaron huellas en los archivos,pero las acusaciones mutuas deben ser situadas en su contexto: el de unarivalidad por el control de ciertas zonas indígenas, rivalidad exacerbadapor conflictos locales que se derivan más de cosas insignificantes quedel debate filosófico”, en Christian Duverger, La conversión…, op. cit., p.153.6 Robert Ricard, La conquista…, op. cit., pp. 103-116.

2

demasiadas contradicciones y pasiones entre ellos, hasta el

punto de llegar a predicar los unos contra los otros”.7

El funcionamiento del colegio franciscano de la Santa

Cruz de Santiago de Tlaltelolco entre 1536 y 1568, fue motivo

de desacuerdo con los dominicos, ya que además de ser un

centro para los niños de la nobleza indígena, era un centro

de estudios lingüísticos y de investigaciones históricas, y

pretendía ser un seminario para formar al clero nativo. Los

dominicos, como el clero secular, comenzaron las hostilidades

ante ese proyecto, que terminó rotundamente porque reprobaban

la existencia de un clero de origen indígena.

A diferencia de los dominicos, los franciscanos tenían a

Hernán Cortés como su protector, al cual apoyaron aun cuando

la Primera Audiencia lo culpaba de la rebeldía que había en

Nueva España contra el rey. Por este motivo, la Primera

Audiencia consideró a Cortés y sus amigos franciscanos como

rebeldes a la corona española.8

La rivalidad entre estas dos órdenes religiosas se

agudizó cuando los dominicos vieron que los franciscanos

llegaban a los corazones y al espíritu de miles de indios no

sólo por su excepcional labor de conocer y registrar las

lenguas y culturas indígenas, sino porque se declaraban

defensores de los indios aun en contra de la corona.

7 “Carta original de los Illmos. Sres. Obispos de México, Guatemala yOajaca sobre la ida al Concilio general de México, a fin de noviembre de1537”, en Georges Baudot, La pugna franciscana…, op. cit., p. 28.8 Ib., p. 43.

3

La corona, desde inicios de la conquista, quiso imponer

el pago del diezmo a los indígenas para cubrir los gastos de

la organización eclesiástica en México. Esto no se realizó

inmediatamente, pues los indígenas acababan de convertirse a

una nueva religión y el pago del diezmo podía ser un

impedimento para su completa conversión. Además, la corona

terminó por no simpatizar con los franciscanos, ya que éstos

estaban en contra del pago del tributo por parte de los

indios a encomenderos y oficiales reales, por considerarlos

excesivos.

Esta lucha de los franciscanos contra el pago del diezmo

por parte de los indígenas se hizo más dura durante el

episcopado de fray Antonio de Montúfar, dominico, quien en

1554 redujo especialmente el poder religioso de los

franciscanos al sustituirlos por clérigos de origen criollo.9

La rivalidad entre los franciscanos y dominicos dentro

de la historia de la fundación del convento de la Villa de

Tlaquiltenango en el estado de Morelos, también se dio en el

establecimiento de la doctrina. Este pleito comenzó en 1573 y

terminó en 1592 con una duración de casi veinte años y se

sabe del mismo gracias a un documento que se halla en el ramo

de Tierras en el Archivo General de la Nación.10

9 Ethelia Ruiz Medrano, “Poder e Iglesia en la Nueva España: la disputa entorno al diezmo indígena”, en Francisco González-Hermosillo Adams(coord.), Gobierno y economía de los pueblos indios del México colonial, INAH (ColecciónCientífica, 437), México, 2001, p. 103.10 AGN, Ramo de Tierras, vol. 1979, exp. 4, 1575-1592, fs. 584.

4

El documento habla sobre los Autos que siguieron los

religiosos de Santo Domingo contra los de San Francisco sobre

la restitución de la Doctrina del pueblo de Tlaquiltenango

sujeto a Cuernavaca. Y de los indios de la Villa de

Tlaquiltenango que piden que se restituya la casa y doctrina

a los frailes franciscanos (29 de octubre de 1586). A partir

de ese momento y hasta 1592, ambas órdenes religiosas

presentaron testigos ante la real Audiencia, utilizando a los

indios y a los religiosos, quienes expresaron su

inconformidad y malestar por el cambio de órdenes en la

administración de la doctrina y los sacramentos.

Este documento expone que desde el principio de la

predicación del santo evangelio y antes de que hubiera una

doctrina particular en el pueblo de Tlaquiltenango, los

frailes franciscanos comenzaron a predicar la doctrina y

administrar los sacramentos en la región. Para facilitar la

conversión de los indios, en esa época se llevó a cabo la

agrupación de los indios en pueblos. Así lo explica el

expediente: “[…] despues que se congregaron los naturales del

dicho pueblo de tlaquiltenango por mandado de pedro de

ahumada governador del estado del marques del valle se

congregaron donde a presente estan porque de antes estaban

derramados por sus barrios los dichos naturales”.11

Los franciscanos estuvieron en el poblado de

Tlaquiltenango desde 1540 hasta 1573. En un principio

fundaron una iglesia y una casa pequeña con ayuda de los11 Ib., f. 241 r.

5

naturales, en donde vivieron los primeros guardianes del

convento. Entre ellos se encontraban los siguientes frailes:

fray Francisco Lorenzo, fray Francisco Morante, fray Rodrigo

de Bienvenida, fray Francisco de Santamaría, fray Matías de

Lambarria y Francisco Morillo.

Fray Francisco Santamaría, mientras estaba como guardián

del convento, junto con Martín Cortés y los indios, señalaron

el lugar donde se construiría la iglesia y el monasterio de

Tlaquiltenango. El modelo y traza la hizo Juan Sánchez

Talaya,12 quien ya estaba trabajando en la iglesia y el

monasterio que se construía en la villa de Cuernavaca.

Santamaría hizo los cimientos y las paredes del monasterio y

de la iglesia de la Villa de Tlaquiltenango.13 Ahí vivieron

los frailes franciscanos hasta 1573, cuando el provincial de

la orden les mandó retirarse del convento aún en contra de su

voluntad.

Según los testigos indios y religiosos que acudieron a

declarar ante la Real Audiencia, los frailes dominicos que

vivían en Yautepec, al ver el convento desocupado, se

aprovecharon y se instalaron en él sin autorización de los

indios, quienes construyeron el convento para los frailes

franciscanos.

Comenzaron los problemas entre los naturales y los frailes

dominicos porque los indios se retiraron de la cabecera de la

12 Ib., f. 180 r.13 Ib., f. 177.

6

Villa de Tlaquiltenango y no acudían a la doctrina ni

obedecían a los frailes.

Los testigos de la parte franciscana dijeron, ante los

comisionados de la Real Audiencia, que recibían vejaciones de

los dominicos ya que les pedían servicios personales para su

casa y sus caballos, asi como “[…] guardar el ganado menor y

pesca y tamemes (cargadores), cosas que no hacían cuando

estaban los franciscanos en el monasterio”.14

Asimismo, los indígenas se quejan de los dominicos:[…] algunos de los dichos yndios an rrecevido vejacionen especial pretendiendo que les hagan millpas dealgodón y otras cosas en que son ocupados lo qual nohacian ni hicieron en el tiempo que los dichosrreligiosos de la dicha orden de san francisco […] lesocupan en hazer millpa de algodon y otras y vendercacao en tianguis.15

Señalaron además, que los dominicos llegaron con una

“real provisión” emanada de la Real Audiencia de México,

mientras fungía como virrey don Martín Enríquez. Esta real

provisión con fecha del 30 de julio de 1574, les encargaba a

los dominicos el adoctrinamiento de los naturales y al mismo

tiempo se pedía a los franciscanos que abandonaran el

convento de Tlaquiltenango.

El fraile encargado del convento en ese momento era fray

Antonio de Torres, quien reporta que debido a que le fueron

arrebatadas las llaves del convento por parte de los14 Ib., f. 3.15 ib., fs. 176, 171.

7

dominicos, dio parte de este hecho al alcalde mayor de

Cuernavaca, don Diego de Mercado, el cual envió al indígena

Gaspar de los Reyes “con la vara de justicia” para evitar

problemas mayores.16

Los frailes franciscanos hacen hincapié en la manera

violenta en que les fue arrebatado el convento de

Tlaquiltenango, y los indígenas que fungieron como sus

testigos acusan a los dominicos de malos tratos por lo que

preferían ir a oír misa donde estaban los franciscanos: “Yasi el dia de oy donde saben que los dichos religiosos de la dicha

horden van a decir misa van alla los dichos yndios por su consuelo

como a quien conocen desde Su principio y conocieron sus padres y

abuelos y los baptizaron y dotrinaron”.17

Los Franciscanos y los indios naturales de

Tlaquiltenango acudieron al marques Don Alvaro Manrique de

Zúñiga, marques de Villa Manrique, virrey y lugarteniente de

su majestad, gobernador y capitán general de la Nueva España

y presidente de la Audiencia real, para suplicar que les

regresara el monasterio y la iglesia de Tlaquiltenango. El 19

de marzo de 1583 el rey fue informado de esta situación por

medio de su majestad Antonio Herasso, e hizo una Real cédula

en donde se les pide a los frailes de la orden de santo

domingo que abandonen el convento. No es sino hasta el 12 de16 Ib., f. 179 r.17 ib., f. 197

8

diciembre de 1586 en que se redacta una real carta para que

los frailes dominicos abandonen el convento.

“Por su rreal carta de lo que en esto mas conbiene alservicio de dios y suyo guarda y conserbacion de losdichos naturales que a su costa y con su trabaxohicieron el dicho monasterio para que los dichosrrelixiosos de san francisco le poseyesen por elpresente rruego y encato al provincial y rrelixiososde la horden de santo domingo oque para el dia desanto toma apostol que sera a veinte y uno destepresente mes de dizienbre se junten en el dichopueblo de tlaquiltenango y monesterio del o embienpersonas para que den y entreguen a los dichos padresde san francisco que alli se hallaran para el dichoefecto el dicho monesterio y casa y con ella todoslos dichos ornamentos y plata que ubiere cruzesyncensarios candeleros y ciriales calizes y binaxerascanpanas y todas las demas cosas anexas ypertenecientes al servicio del culto dibino ymonestrio asi del dicho pueblo de tlaquiltenango comode todas las demas bisitas. Del todo lo qual hagan ycumplan sin rremision alguna con apercebimiento quehaciendo lo contrario se probehera lo que conbenga yasi mismo mando a los yndios del dicho pueblo y sussujetos y visitas del que de aquí adelante acudan ala doctrina de los dichos rrelixiosos de sanfrancisco que alli an de rresidir según y como soliancon los que antes estaban en el sin hacer novedad sopena que seran desterrados y puestos en obrajes losynobidientes y se procedera contra ellos con castigodemas rrigor fecho en mexico a doce dias del mes dedizienbre de myll e quinientos y ochenta y seisaños.”18

18 Ib., f. 20.

9

El 15 de diciembre de 1586 el secretario de gobernación

de la Nueva España Juan Vázquez envió una notificación al

provincial de los franciscanos en la ciudad de México, para

que el día de Santo Tomás (21 de diciembre) estuviera

presente para la entrega del monasterio de Tlaquiltenango.

De igual forma fue entregada la notificación a los

frailes dominicos quienes alegan que se entregó a los frailes

que viven en la ciudad de México y que no representan al

provincial ni al convento del pueblo y solicitan escuchar

todos los alegatos y razones que tienen ellos para no ser

lanzados del convento.

Sin embargo, Juan Pérez en nombre del provincial de la

orden de santo domingo de la Nueva España y del convento y

religiosos del pueblo de Tlaquiltenango, pide revocar la

orden de que el convento se quede en manos de los

franciscanos y salgan los dominicos por lo siguiente:

que se notificó en la ciudad de México y no en el pueblo

y convento de Tlaquiltenango, a algunos religiosos que no

representan al provincial ni al convento y que por lo

tanto no es legítima la citación.

no se oyeron todos los alegatos y solo se pidió que

mostrasen el recaudo por el que habían entrado al

convento.

10

que no deben de lanzar a los dominicos porque los

franciscanos desampararon el convento y lo dejaron y que

a ellos les pidieron encargarse del convento con mucha

insistencia porque no lo querían recibir. Han estado

administrando la doctrina por 14 años estando los

naturales muy contentos, hasta que desde hace poco tiempo

a la fecha los franciscanos han de haber persuadido a los

indios para que enviasen cartas a la real audiencia.

Estos indios no hacen diferencia entre unas y otras

religiones como para decir que los mueve la devoción.

lo otro su majestad no manda por la cédula inserta en

este ultimo auto que se quite la casa a los religiosos

sino que se vea la razón y justicia que cada uno tiene y

por el recaudo que esta presentado es muy claro y no

obsta el apuntamiento que el auto hace de que la cédula

se diese diez años después de la provisión por que

entonces su majestad no tenia noticia de ella ni era

informado de los religiosos ni quiso ni fue su intento

quitárselo y así no daña ser dada diez años después

atento que no hace mención de la primera ni le consta de

ella.

en relación a lo que dijo su majestad de que entraron

los dominicos al monasterio de su autoridad, fue

siniestro, según parece por el recaudo presentado así

como también el decir que los indios habían hecho la

iglesia en tiempo de los religiosos franciscanos y para

11

ellos, porque se hizo en el tiempo de los dominicos y se

quitaron de su sustentación para pagar a un oficial

español, y así no pueden decir que hicieron la iglesia

para los religiosos. 19

Por lo tanto le pide a su excelencia que anule y revoque

el auto y mande oír a los dominicos sus alegaciones y recibir

pruebas para que determine lo que sea justicia y ampare a los

dominicos en la posesión que tienen.

En la fecha en que se dio el mandato para la entrega del

convento, 21 de diciembre de 1586 a las siete de la mañana,

se presentó el señor juez Gonzálo Gallegos, pidiendo la

presencia de cuatro frailes: fray Hernando de Morales,

provincial de los dominicos, fray Francisco de Loaysa

vicario, fray Pedro de Ribera vicario del convento de

Yautepec, fray Miguel Negrete residente del convento. Les

manifestó que tenían una hora para dejar el convento y casa

de Tlaquiltenango con todos los ornamentos, plata,

incensarios y demás cosas pertenecientes al culto divino del

monasterio y pueblo de Tlaquiltenango así como de todos los

pueblos sujetos a éste y sus visitas.

19 Ib., f. 24 y 25.

12

Los frailes dominicos no aceptaron retirarse del convento

argumentando que sólo se le notificó a fray Hernando Morales

y que los indios del pueblo no han pedido que se vayan, que

han sido los de Cuernavaca y que no tienen que ver con ellos.

Además de que los indios del pueblo están contentos con la

doctrina de los religiosos dominicos.

Pasada la hora y viendo el señor juez que los frailes

dominicos no cumplían con lo solicitado, volvió a pedir a los

cuatro religiosos que cumplieran con lo que su excelencia

ordenaba y salieran del convento. De no hacerlo el juez daría

noticia a su excelencia acerca de su rebeldía para que se

hiciera lo conveniente.

Los religiosos dijeron que no tenían autoridad para

entregar la casa y convento por las censuras y excomuniones

que hay en el derecho y que sólo lo harían si fuera por

violencia. Por lo que solicitaron al juez mostrara si tenía

algun comisión para con ello, poder obedecerlo.

El Juez les respondió de la sigueinte manera:

[…] el señor juez a lo que se le pide por los dichosReglixossos dixo que ya su merced les a yntimado ydeclarado su comision y lo que su exelencia le manda

13

lo qual es Hordenado En virtud de çedula Real de sumagestad la qual se a de cumplir ynbio lablemente yassi se lo pide y requiere a los dichos Reglixossos alo qual y a lo que su exelencia les Hordena y mandasea de atender poniendolo en efeto luego sin le darotro sentido y entendimiento con apersebimiento que alque Hiziere lo contrario desto como casso que tantoynporta sera castigado con Regidor y se prosederacontra el conforme a derecho según su estado yprofision […] 20

Los cuatro Religiosos dijeron que eso que se hace ya es

por la fuerza, porque ellos están en el convento y casa de

Tlaquiltenango poseyéndole por orden del señor virrey don

Martín Enríquez y por una provisión real emanada de la Real

Audiencia de México desde hace catorce años. Además

argumentan que han administrando quieta y pacíficamente a

los naturales la doctrina con paz y amor y que no existe una

causa para sacarlos del convento por la fuerza.

Antes del medio día los cuatro religiosos dominicos

salen del convento no sin antes dejar, por solicitud del

juez, un inventario de los ornamentos y cosas para el culto

divino pertenecientes al convento. Fueron testigo de esto

tres españoles que estaban en el pueblo: Luis de Ribera,

Pedro Taço y Diego de Olea.

El inventario es el siguiente:

seis campanas chicas y grandes cuatro en el campanario y

una en la portería y otra en el claustro.20 Ib., f. 28-29.

14

dos cálices de plata con sus patenas blancas y una

custodia de plata dorada con su cáliz y patena dorado.

una casulla de carmesí bordada de olas.

otra casulla de damasco blanca bordada de oro

otra casulla de damasco verde con su sanefa bordada y

cuatro candeleros de ...

otras tres casullas comunes de tafetán traídas una

negra y otra blanca y otra colorada.

cinco albas de las dichas cinco casullas con todos sus

aderezos y dos aras.

una capa de terciopelo verde traída con su sobre

pelliz.

Un paño de atril de tafetán colorado.

dos campanillas y unos yerros de hacer ostias .

cinco frontales comunes dos damasco blanco y colorado y

otro de damasco blanco y otro de tafetán negro y otro de

tafetán blanco los dichos frontales con sus frontaleras

de tafetán y terciopelo y un misal romano.

tres corporales y doce yzuelas de diferentes colores

labrados.

un crucifijo que esta en el altar de la iglesia con su

dosel de damasco encarnado y una imagen de nuestra

señora con su dosel de tafetán blanco y amarillo y la

imagen con su manto de damas co blanco y sus andas lo

cual los dichos padres religiosos de santo domingo

dijeron ayudaron a hacer e hicieron de sus limosnas de lo

15

cual hacían e hicieron limosna y donación a esta casa de

Tlaquiltenango.

una calde para agua bendita.21

Ese domingo 21 de diciembre de 1586, antes de medio día,

el Reverendo padre fray Antonio de Salazar de la orden del

señor san Francisco, guardián del convento y monasterio de la

ciudad de México, venía con la orden y comisión del

provincial y religiosos de la orden a recibir esta casa y

convento de Tlaquiltenango. El señor juez Gonzalo Gallegos

por comisión de su excelencia, pidió y requirió se diera la

posesión del convento y de la casa de Tlaquiltenango y de los

demás pueblos, estancias y visitas sujetas a esta casa, así

como de las cosas, ornamentos y aderezos que hay en ella, a

los religiosos de la Orden del señor san Francisco.

Fray Antonio de Salazar dijo que como vasallo obediente

de su majestad y en representación del reverendo padre fray

Pedro de San Sebastian, ministro provincial de la provincia

del Santo Evangelio, recibe el convento y casa de

Tlaquiltenango con todas sus visitas para administrar los

divinos sacramentos. Quedó todo a cargo del guardián para el

servicio del culto divino junto con otras menudencias que por

tener poco valor no se inventariaron.

A las once de la mañana en la iglesia y convento de

Tlaquiltenango el juez Gonzalo Gallegos a través del

intérprete de la Real Audiencia Pedro López Barahona, declaró21 Ibidem, ff 31

16

ante los muchos indios, hombres, mujeres, niños y muchachos

naturales vecinos del pueblo y otros barrios sujetos a él,

que los religiosos de la orden del señor san Francisco tienen

a cargo la administración de los sacramentos en este pueblo y

su visita, que residen y han de residir en este convento y

casa de Tlaquiltenango y que en ella no han de estar ya los

religiosos de la orden de santo Domingo y mandó a todos que

acudan a la doctrina como lo hacían antes, so pena de que

serán desterrados y puestos en servicio de obrajes y que

serán castigados los desobedientes y los que estuvieran en

contra de lo dicho.22

En ese momento el juez aprovechó para tomar la

declaración de varios indios principales y sacristanes, para

que dijeran si eran todos los ornamentos que había en el

convento y si los frailes dominicos habían extraído algunos

objetos y ornamentas del mismo. A estas preguntas seis

testigos aseguran que varios días antes, los frailes

dominicos habían sacado del convento algunas cosas y que

recuerdan que había cosas que no estaban en el inventario que

dejaron a los franciscanos. Sin embargo, aseguran que no se

pagaron con dinero de las limosnas sino que las hicieron con

sus propios recursos. Entre los objetos y ornamentos que se

llevaron están:

diez casullas las siete de tafetán y las tres de damasco

de colores, las de tafetán dos blancas, dos verdes, dos

22 Ib., f. 36.

17

coloradas y una azul y las de damasco dos coloradas y una

blanca con sus albas y aderezos

nueve frontales con sus frontaleras los tres de damasco

uno verde y otro colorado y otro blanco y los demás de

tafetán de colores

dos dalmáticas de terciopelo colorado bordados

una capa de terciopelo colorado con su bordadura

un panol de atril de damasco colorado

tres frontaleras de terciopelo colorado bordados

un dosel de damasco colorado

ocho candeleros de plata medianos

un incensario de plata

dos vinajeras chiquitas de plata

un cáliz pequeño de plata que dan lavatorio a los que

comulgan

tres corporales labrados de colores

cinco alfombras buenas medianas

seis mangas de ceriales de tafetán de colores

una manera de tafetán sencillo que se pone para delante

de los que comulgan”.23

El pleito no termina con el hecho de que los franciscanos

regresaran al convento de Tlaquiltenango, los frailes

dominicos continúan solicitando a la Real Audiencia sean

oídos y les devuelvan la Villa de Tlaquiltenango.

23 Ibidem, ff 40 - 41

18

El 4 de abril de 1590 una vez más Juan Pérez en nombre

del provincial de la orden de santo Domingo, pide la

restitución de los frailes dominicos despojados por cédula

real. En el escrito que presenta, hace una relatoría de cómo

los indios de Cuernavaca en contra de la voluntad de los de

Tlaquiltenango, piden que se restituya a los franciscanos la

doctrina y monasterio del pueblo y consiguieron que el al

virrey Marquez de Villa Manrrique en 1586, les devolviera el

convento de Tlaquiltenango despojando a los dominicos.

Los principales de la provincia de Cuauhnáhuac y de los

pueblos de Tlaquiltenango, Don Thomas de Aquino, don Miguel

Thoriviano, don Thoribio Velasquez y don Martini de Luna, se

enteran de la petición que hacen los dominicos para regresar

al convento de Tlaquiltenango y escriben al virrey para

evitar que los dominicos reciban una cédula real otorgándoles

nuevamente el convento. Este escrito del 21 mayo de 1590 dice

los siguiente:

[…] Muy poderoso señor.El governador y principales y comun de la villa dequernavaca, dezimos, que todo el tiempo que los padresde sancto domingo tubieron la doctrina del pueblo detlaquiltenango subjeto A la dicha Villa. SeRecrecieron muchos pleytos Pretendiendo los yndios, detlaquiltenango, substraer se de la dicha villa, ysobre ello se a fulminado processo en esta Realaudiencia en que se an gastado y consumido mucha ssumade pesos de oro / valiendose de la mano y favor de losdichos padres de santo domingo que opor ser de otrahorden que lo es, la de la dicha villa fue motibo dela gran ynquietud que ubo procurando ser subjectos al

19

pueblo de yauhtepec por aver frayles dominicos porcuya oca / sion los alguaciles que ynviamos losmaltratavan y prendian y quitaban los alguaciles ytequitlatos y nos confundia nuestro gobierno y aviacada dia pesadumbres y munchos males de que vuestraalteza siendo servido Puede ynformarse y de que luegodaremos ynformacion y agora biendo que haze instancialos dichos Religiosos de santo domingo Para volver aldicho Pueblo de tlaquiltenango algunos yndios sesubstraen de su cabecera y no acuden a susobligaciones ni somos poderosos al cumplir con lo queesta Real audiencia y vuestros visoreyes nos tienenmandado y asi para que este mal se ataje es necesarioque por ninguna via aya nobedad en la dotrina de lospadres de sant francisco que agora estan, en lajuridicion de quernavaca, a vuestra alteza suplicamosmande proveer según pedimos y sobre todo el vuestroReal oficio ynploramos” 24

Los principales de otros pueblos vecinos como Don

thoribio Velasquez por el pueblo de Tetelpa, don Juan de la

Cruz por el de Zacatepec, don Estevan Cortes por el pueblo de

Quauhchichinola, don Balthazar de la Cruz por el pueblo de

Tzinauatlan, don Francisco Cortes por el pueblo de Iztla, don

Gabriel de los Angeles por el pueblo de Metla, don Martin de

Luna por el pueblo de Xoxoptla, don Matheo de los Angeles por

el pueblo de Panchimalco, don Gaspar Cortes por el pueblo de

Tlatenchi, don Estevan Cortes por el pueblo de Ocpayuhca, don

Miguel de Galicia por el pueblo de Teuiztla, don Juan

Baptista por el pueblo de Tequixquitengo, don Miguel de

Velasco por el pueblo de Nexpa, don Miguel Toribiano por el

pueblo de Teocaltzingo todos indios principales y tenientes

24 Ib., f. 46.

20

de gobernador en los mencionados pueblos comparecen ante su

majestad. En esta carta los indios dicen que por la

experiencia que tienen con la administración de los

dominicos, perderían no sólo en cuestión de la fe, sino todo

el oro que han gastado en los ornamentos, libros, corporales,

etc, por el diferente uso que tienen los dominicos en el

oficio divino.

Juan Pérez en nombre del provincial de los dominicos,

dice que las firmas de las cartas que se mandaron a la Real

Audiencia son falsas y que es mentira lo que los indios dicen

en ellas, por lo que pide se les cite y se les obligue a

decir la verdad.

Juan Palencia en nombre del provincial de los

franciscanos, dice que las firmas son verdaderas y que lo que

dicen es la verdad. Asegura que los indios pueden presentarse

sin ningun problema a declarar la verdad acerca de sus

peticiones y pide que citen a los indios para que reconozcan

sus firmas y digan que son ciertas sus declaraciones.

Sin embargo, el 22 de mayo de 1590 se les regresó a los

dominicos nuevamente la casa y la doctrina del pueblo de

Tlaquiltenango. El representante de los franciscanos, Juan de

Palencia, suplicó por segunda vez a la Real Audiencia que se

haga justicia y devuelvan el convento a los franciscanos.

Argumenta que nunca se despojó a los dominicos porque la casa

no era suya era de los franciscanos además de muchas otras

razones que están escritas en tres páginas del cuerpo de este

21

expediente. El representante de los dominicos Juan Pérez,

escribe que no se tome en cuenta esta segunda petición de los

franciscanos y se deje la posesión y propiedad del convento a

los dominicos.

Al parecer los franciscanos tuvieron que dejar el

convento a los dominicos pero no se llevaron nada consigo y

solicitan poder entrar a recoger algunas de sus cosas que

“aunque las cosas de la sacristía no fuesen de mucho precio”

se les quitó por lo que se les debe de dar una fianza y si no

la cumplen como es requisito, los dominicos deben dejar la

casa y la administración del pueblo.25

El 12 de marzo de 1591, el presidente y oidores de la

Real Audiencia deciden que ambas ordenes religiosas debían

presentar pruebas, de lo que cada una ha alegado y se les

pide a las dos partes que estén presentes cuando se presenten

los testigos.

Comenzó la declaración de los testigos en día 6 de

noviembre de 1591. Con las siguientes preguntas se examinaron

los testigos por parte de los dominicos:

1.- si se conocía el motivo del pleito

2.- si se sabe que los frailes franciscanos, que venían de

Cuernavaca, estuvieron adoctrinando a los indios de

Tlaquiltenango, quienes hicieron una casa y convento para los

frailes y que dejaron el pueblo por orden de su provincial.

3.- si se sabe que una vez que se fueron los frailes

franciscanos, pidieron al virrey don Martín Enríquez y al25 Ib., f. 84.

22

arzobispo don Alonso de Montúfar nombraran ministros para la

doctrina de Tlaquiltenango, porque los religiosos de la orden

de san francisco no podian acudir a lo cual tanto el virrey

como el arzobispo, aceptaron.

4.- si se sabe que entonces se encomendó la doctrina del

pueblo a los religiosos de santo Domingo a los que se les dio

un título y nombramiento tomando posesion del convento,

ornamentos y demás aderezos que había en ella, con el

consentimiento de los frailes franciscanos.

5.- si se sabe que los frailes dominicos estuvieron en

posesión del convento por catorce o quince años contínuos,

sin faltar a la doctrina hasta que los despojó el marqués de

Villamanrique, terminaron la iglesia y convento del pueblo de

Tlaquiltenango, ayudaron y socorrieron a los indios en sus

enfermedades.

6.- si se sabe que los naturales del pueblo aprovecharon

mucho las cosas de la santa fe y tuvieron siempre mucho

consuelo con la doctrina, caridad y buen tratamiento de los

religiosos de santo domingo y que quando por mandado del

dicho marques de Villamanrrique los despojaron del partido,

quedaron muy sentidos y desconsolados y que desde que

volvieron los religiosos de san Francisco, acudian por la

fuerza a la doctrina y no obedecían a los franciscanos porque

se sentían agraviados por haberes quitado a los frailes

dominicos.

7.- si se sabe todo lo anterior publicamente.26

26 Ibidem, ff 195 - 197

23

Por parte de los franciscanos, se examinaron los testigos

con las siguientes preguntas:

1.- si se conoce la causa del litigio

2.- si se sabe que desde la pacificación de la nueva españa

los frailes franciscanos tenían la administración de la

doctrina en el pueblo de Cuernavaca y desde entonces se

hicieron cargo de la doctrina del pueblo de Tlaquiltenango y

que por orden de los religiosos se hizo una casa y convento

en el pueblo de Tlaquiltenango en el tiempo en el que estuvo

como guardián fray Francisco de Santamaría.

3.- si se sabe que desde que entraron los franciscanos a la

casa y monasterio de Tlaquiltenango, administraron la

doctrina y sacramentos a los naturales del pueblo y sus

sujetos, que su comisario fray Francisco de Rivera les ordenó

salir del monasterio sin el concentimiento del capítulo y los

religiosos por obedecer las ordenes, tuvieron que dejar el

convento.

4.- si se sabe que la orden del comisario de dejar el

convento y casa causó un daño y perjuicio a los frailes

franciscanos y a los indios del pueblo.

24

5.- si se sabe que el pueblo de Tlaquiltenango siempre ha

sido sujeto a la Villa de Cuernavaca cuya doctrina es de los

religiosos de san Francisco.

6.- si se sabe que que los naturales del pueblo procuraron

que los religiosos de san Francisco volvieran al convento

haciendo una diligencia ante su majestad.

7.- si se sabe que cuando los religiosos de san Francisco

llegaron predicando el evangelio en esta región, edificaron

iglesias y casas quedándose en los pueblos administrando los

sacramentos.

8.- si se sabe que todo lo diche es público. 27

Durante más de un año se presentaron los testigos por

parte de ambas órdenes religiosas, alegando según su

conveniencia y termina el expediente el día 20 de octubre de

1592, con dos cartas, una de Juan de Palencia, por parte de

los franciscanos y otra de Juan Pérez por parte de los

dominicos, pidiendo justicia. No dice quién se quedó con la

administración de la doctrina del pueblo de Tlaquiltenango,

pero fueron los dominicos quienes tuvieron la posesión del

convento hasta el momento de la secularización.

Este expediente es importante para continuar con el

estudio no sólo del pueblo de Tlaquiltenango sino de la27 Ibidem, ff 197 - 199

25

región, porque proporciona una cantidad considerable de

testigos indígenas y religiosos que acudieron de diferentes

pueblos vecinos a declarar ante los representantes de la Real

Audiencia. También se pueden conocer los nombres de los

primeros franciscanos y dominicos que habitaron el convento.

Además, según el expediente, fueron los franciscanos los

que edificaron el convento y la iglesia de Tlaquiltenango,

pero también dice que los dominicos fueron los que lo

terminaron. Sin embargo, los estudios de laboratorio que se

realizaron sobre la pintura mural que decora los muros y

bóvedas de los claustros, indican que los primeros en

decorarlas fueron los franciscanos y posteriormente los

dominicos pintaron sobre los diseños franciscanos. Con esto

podemos concluir que fueron los franciscanos los que

edificaron el convento y que fueron los dominicos quienes se

quedaron a vivir en él.

Archivos

Archivo General de la Nación (AGN)

Ramo Tierras, Vol. 1979, exp. 4, 1575-1592, fs. 584.

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CONACULTA, México.

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México 1996.

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1945.

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disputa en torno al diezmo indígena”, en Francisco GONZÁLEZ-

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colonial, INAH (Colección Científica, 437), México, 2001.

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27