Outsiders (los extraños) Becker Capitulo VII

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7 las reglas ... " y su llnpOS1Cl0n l-Iemos tratado algunas caraclerlstiGls generales de los desviados y los procesos por los que se los cataloga como marginales o extra- líos y por los que ellos mismos llegan a considerarse asI. Hemos dado un vistazo a las culturas y a los modelos típicos de carrera de dos grupos marginales: el de los fumadores de marihuana y el de los músicos profesionales. Es ahora el momento de consi- derar la otra mitad de la ecuación: la gente que hace e impone las reglas a las cuales no se adaptan los marginales. El interrogante es muy simple: ¿cuándo se hac~n y se imponen las reglas? He señalado antes que la existeñCia de una reglaÍTQ- --ascgurreñ forma automática que la misma sed impuest;¡. Hay muchas variantes con respecto a la imposición de reglas. Ésta no puede explicarse invocando a algún grupo abstracto que es[¡\ siempre atento a las infracciones; no podemos decir que la «sacie· d;¡(]' se (hila con c;¡da in[r;¡cciÓn y que actt'la el1 consecuencia p;¡ra restaurar el equilibrio. Podríamos suponer, como caso extre- mo, un grupo en el cual todas l;¡s reglas fueran absoluta y auto- máticamente impuestas. Sin emb;lfgo, este caso imaginario sólo sirve para demostrar con mayor claridad que los grupos sociales no se comportan habitualmente de esta manera. Lo típico es que las reglas se impongan sólo cuando algo provoca la imposición. Es la imposición. pues,,-qULIequif'n> uua..-expli0.ción. La explicación se basa en varias premisas. En primer lugar, la ir:::posición de una regla es un ;¡cto de iniciativa. En segundo lugar, 101Trñposirr(J!y~.;c--cnrcmmdn~m::n-IT~-p<::l'~<TI1;¡SCi¡¡ef]uieren que la ~ reg};l.__ S~?- .2~ ~.1.!_~~ ~I1 te_.i...~J2_1J_~s la (los ¡'Ú-s tíg;nl dFés-i.le lafi1cifa1p lT.lman la atencion dejos otros-sObre la in[r;¡cción, ya .<1~~<:L...~':!3..~~ Bl~~~i~bfi_i:~~J:i§¡~_~~§;:-.ya -iio'pucoe -ser 19iior·;¡'di\. ':En otr;¡s paJ;¡br;¡s, la' imposición se produce cu;¡ndo "]glli~!1_...b<:1..~ __~L_l1~lm;lcl.Q....-ili: atención. En tercer lugar, la gente re"rm dicho llamado, haciendo nmposición necesaria, cuando ve alíi!:!..D_ª-i!e.nt-ª11" en ese ;lctO. Il i~.!:.~~onalla impulsa a tomar la iniciativa. Por último, el tÍ po Moral e1llrepreneurJ cn el ori¡¡in~l. Dcri,,~ de 1II0ra/ Cl/ICI'prise, que pucde Iraducirsc como .iniciativa mora!> [N. del T.] JIJ

Transcript of Outsiders (los extraños) Becker Capitulo VII

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las reglas... "

y su llnpOS1Cl0n

l-Iemos tratado algunas caraclerlstiGls generales de los desviadosy los procesos por los que se los cataloga como marginales o extra­líos y por los que ellos mismos llegan a considerarse asI. Hemosdado un vistazo a las culturas y a los modelos típicos de carrerade dos grupos marginales: el de los fumadores de marihuana yel de los músicos profesionales. Es ahora el momento de consi­derar la otra mitad de la ecuación: la gente que hace e imponelas reglas a las cuales no se adaptan los marginales.El interrogante es muy simple: ¿cuándo se hac~n y se imponenlas reglas? He señalado antes que la existeñCia de una reglaÍTQ-

--ascgurreñ forma automática que la misma sed impuest;¡. Haymuchas variantes con respecto a la imposición de reglas. Ésta nopuede explicarse invocando a algún grupo abstracto que es[¡\siempre atento a las infracciones; no podemos decir que la «sacie·d;¡(]' se (hila con c;¡da in[r;¡cciÓn y que actt'la el1 consecuenciap;¡ra restaurar el equilibrio. Podríamos suponer, como caso extre­mo, un grupo en el cual todas l;¡s reglas fueran absoluta y auto­máticamente impuestas. Sin emb;lfgo, este caso imaginario sólosirve para demostrar con mayor claridad que los grupos socialesno se comportan habitualmente de esta manera. Lo típico es quelas reglas se impongan sólo cuando algo provoca la imposición.Es la imposición. pues,,-qULIequif'n> uua..-expli0.ción.La explicación se basa en varias premisas. En primer lugar, lair:::posición de una regla es un ;¡cto de iniciativa. En segundo lugar,101Trñposirr(J!y~.;c--cnrcmmdn~m::n-IT~-p<::l'~<TI1;¡SCi¡¡ef]uieren que la ~reg};l.__S~?-.2~ ~.1.!_~~~I1 te_.i...~J2_1J_~sla (los ¡'Ú-stíg;nl dFés-i.le lafi1cifa1plT.lman la atencion dejos otros-sObre la in[r;¡cción, ya .<1~~<:L...~':!3..~~!9_Bl~~~i~bfi_i:~~J:i§¡~_~~§;:-.ya-iio'pucoe -ser 19iior·;¡'di\. ':En otr;¡s paJ;¡br;¡s,la' imposición se produce cu;¡ndo "]glli~!1_...b<:1..~__~L_l1~lm;lcl.Q....-ili:atención. En tercer lugar, la gente re"rm dicho llamado, haciendo

nmposición necesaria, cuando ve alíi!:!..D_ª-i!e.nt-ª11"en ese ;lctO. Ili~.!:.~~onalla impulsa a tomar la iniciativa. Por último, el tÍ po

• Moral e1llrepreneurJ cn el ori¡¡in~l. Dcri,,~ de 1II0ra/ Cl/ICI'prise, que pucdeIraducirsc como .iniciativa mora!> [N. del T.]

JIJ

de interés personal que incita a la imposición varía de acuerdocon la complejidad de la situación en la cual se produce, Vamos aconsiderar varios casos, analizando la manera en que interaccionanel interés personal, la iniciativa y la publicicbt! con la complejidadue la situación, para prouucir tanto la imposición de las regL1.'lcomo Sll fracaso.

Recuérdese el ejemplo de Malinowski del trobrianc!és que habíacometido el incesto clánico. Touo el mundo sabía lo que estalmhaci,endo, pero nadie hizo nada al respecto. Fue entonces que elpretendiente anterior de la muchacha, que había querido casarsecon ella, y que por lo tanto se sentía personalmente agraviadopor el hecho de que ella eligiera a otro hombre. tomó cartas enel asunto y acusó públicamente a Kima'i de haber cometido inces­to. Al hacerla cambió la situación de [arma tal que a Kima'ino le quedó otra alternativa que suicidarse. En una sociedad como<'sta, de estructura relativamente simple, no hay conflicto conrespecto a la regla; todo el mundo está de acuerdo en que elincesto c];ínico es incorrecto. Una vez que el interés personal haceque alguien torne la iniciativa, éste puede asegurar la imposiciónde la regla al hacer púhlica la infracción.Encontramos la misma fal-la de conflicto con respecto a la vigenciade u na regla en las si tuaéiones menos organizadas de la anónimavida urbana. Sin embargo, las consecuencias son diferentes, ya queel (OI1Sl":n.'iOgeneral es de 110 llamar la atención ni interCcrir, aunín:n te a las m;\s groseras violaciones de la ley. ~ombre de ciuebdsl,:_UC\lI),ulc .su.s-propi.0_s !!.suntos y no se mete con-1asíi1[i-acclciñCs,-;'11 Unto quc éstas no inte·itlcr¿:i)"·'eñ:---Úis-·co·szls:--Sim:m..0--lr;iYiya

e n:scrva. a esta típica actitud urbana:-----.-.- ..------Si en ];¡ ciud~d ,e diera qne t~nt~s de bo re;¡cciol1es interioreo f\ler~n resrue~'

(;15 a los continuos contactos externos con ínnumer~blcs person:1s. tal como

SIl cede en una ciudad chica, donde uno conoce a c:1si todas lao person;¡s con

que se encuentra y tiene un:1 relación verdader:1 con c:1si todos ]o~ dem;lo,

uno lIe¡;arla a estar complct:1mente atomiz~do, viniendo a caer en un estado

psíquico inim;¡ginablc. Es en parte por este hecho psicológico y en parte por

el derecho a desconfiar <¡ue los hOlllbre~ tienen frente a las relaciones transi·

toria, de la vid~ metropolit~n~, que se hace necesaria nuestra reserva. Como

rc~ultad'J de la misma, frecuentemente no conocemos ni siquiera de vista "

aquellas personas que h:1n sido vecinas nuestras durante alÍos. Y es est~

re';t:rva lo que nos hace aparecer ante los ojos de la gente de pueblos chicos

COlllO fríos y sin corazón. En verdad, si no me engaño, el aspecto interno

,k esta reserva exterior no es sólo indiferencia sino, más a menudo de lo que

nos damos ClIenta, una ligera aversión, una mutua sensación de rechazo y de

extralÍ::Lmiento, que podrá irrumpir como odio y miedo en el momento de

un contacto más cercano, cualquiera sea la forma en que éste se provoque ...

Esta reserva. con su concomitante aversión cscondida, se presenta a su vel

11-1

~

1./.'if:II

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I,

cOlno una [onna o cubicrta de nn fCnÓ!l1CnO H!;'lS gener;;l de 1:::. rnctróroli: fIn,":

ésta asegura al individuo lIn tipo y grado de libertad persona! que no tieneanalogla alguna en otr;ls cirCIIllS(anci~s.l

Hace algunos anos, una revista :1l11ericana pul;lic6 una serie dedibujos que ilustr:1ban I;¡ reserva urban:l. Un hOl11ure y;¡c{;¡ incons·ciente en una calle muy transil:lda. Un cU:ldro tr;ls otro mostrabana los pcatones, ya ignorando su existencia, ya not<ímlola para l\legoseguir su camino.Si bien la reserva es un producto típico de las ciudades, no escaracterística de toda la vida urbana. l'vIuch:1s zonas urbana.,

-algunos barrios bajos y secciones étnicamentr. homogéneas- tie­nen parte de las car;¡cteristicas de una ciud;¡d chic:1, ya lue sushabitantes consideran todo lo que ocurre en el vecindario comode su incumbencia. La persona que vive en una gran urbe exhibem;is su reserva en lugares pÚblicos anónimos -los Times SCju:ln:.'iy Statc Strects-«o donde puede semir que n:lCIa de lo que pasaes responsabilidad suya y (ple hay profcsiou;llcs enc:ugados dehacer cumplir las leyes, cuya t:1rea comistc, precisamente, en ocu­parse de toclo aquello que salga de lo comÚn. El aCllerdo deignorar las infracciones a las reglas descansa en parte en el cono·cimiento de que su imposición puede clejarse en manos dc estospro!esionales.En las situaciones estructurales en forma l11;íscomplej:1, h:1Y unamayor posibilidad clc' divergencias en la interpretación de unasituación dada, y por lo tanto de posibles conflictos con respcctoa la imposición de las reglas. Cuando una organiz;¡ción contienedos grupos que compiten por el poder -como en la industria,donde patrones y empleados rivalizan para obtener el control de1:1situación bbor:1l- el conflicto puede llegar :1 scr crónico. Sinembargo, dc;bido a que este conflicto es, prccisamcnte, un r;lsgoconstante de la organización, puedc llegar ;¡ no declara rse nuncacn forma abiert;¡. Los dos grupos, sllmergidos en una situ;¡cir'll1que restringe a ambos, ven, en cambio, la Ve!1t;1ja dc pcrmitirsemutuamente cometer ciert;¡s infraccioncs sin hacer un IL111ladodc ;¡tcnciÓn.

Melville Dalton ha estlltJi:1do 1:1s infracciones sistem;ític;lS come.

ticlas por emplcados de org:1nizacioncs inclustri;¡les, gr;¡ndes tienda:;y otras empres;¡s similares, Dice C]\lC los cmple;¡clos frecuentemente

I. Kurt H. Wolff. traductor y editor, Yhe Sociology 01 Ceorg Sirllflld (Nue·va York: The Free Press of Clencoe, 1950), págs. 115-116.

• Son ejemplos de sitios en los cuales el anonimato de la gran ciudad al·canza su punto máximo. El Times S<]uare. por ejemplo. situado en LI cs·<]tlina de nroadway y la C~l1e 40'2, es uno de los puntos más transitados porpc:\tonc' de la ciudad de Nueva York (algo COlllO Il1lestra esqllin~ de Flo·riua y Corrientes de Duenos Aires multiplicauo por mil) . [N. del Y.]

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'-''--2.pr8pl:lT: de :icT"T'!lcios )' lli~teria12s de la organlzaci¿n para suuso personal, y hace notar que esto se consideraría ordinariamenteun robo. Los superiores tratan de impedirlo, pero raras veces 10logran. Sin embargo, no hacen, por lo común, que el asunto pasea ser del dominio pÚblico. Los siguientes ejemplos de apropiaciónincorrecta de la propiedad de la compaííía son algunos de losmuchos que cita Da1ton:

Un capataz construyó un taller mecánico en su casa, equipándolo con maqui­

naria muy costosa tomada del lugar donde trabajaba. El botfn incluía una

perforadora, una máquina estampadora, un torno, cortadoras y taladros, banco

de trabajo y una máquina pulidora.

El capatar. de un taller de carpinterCa de una gran fábrica, artes;lI1o de origen

europeo, pasaba casi toda su jornada de trabajo construyendo objetos de u~

domóstico -cunas, postigos, mesas y otros art!culos de encargo- para altos

ejecutivos. Recibía a cambio regalos de vinos y alimentos.

Una oficinista escribla toda su correspondencia en horas de trabajo, usando

material y estampillas de la compaiíía.

Un radiólogo sustraía jamones y comida en latas del hospital, sintiéndose

con derecho a hacerla porque su salario era bajo.

Un ejecutivo industrial retirado se hi1.O construir una pajarera de once

compartimientos en los talleres .de la fábrica. que luego fue instalada en su

casa por personal de la misma. Los carpinteros de la planta reparaban y

reacondicionaban las casillas cada primavera.

Las ampliaciones de los edificios de un club náutico local, muchos de cuyos

miembros trabajaban en las fábricas afectadas, fueron hechas por obreros

de las mismas con materiales de la compañía y en horas de trabajo.

Los jefes de los departamcntos de vestimenta de grandes tiendas marcaban

como ,falladas> las prendas que querían para si mismos, bajando los precios

en consecuencia. Vend!an también artfculos a un precio superior al de lista,

para juntar un fondo sobrc el cual cargar los artículos de los que se habían

apropiaJo para su uso personal.2

Dalton dice que calificar estos actos de robo es un error de apre­ciación. De hecho, insiste en que el equipo directivo, si bienCQlldena oficialmente el robo interno, es a la vez cÓmplice delIfli~mo; éste no es ell modo alg\lllo \111 sistema de rolJo, ~in(1 unsislem;J. de remuneraciÓn. Las personas que se apropian de serviciosy materiales pertenecientes a la organiz;¡ción están siendo recom­¡~nsadas extrao[icialmcnte por ciertas contribucioDes cxtraonli­narias que hacen para el funcionamiento de la misma, para lascU;J.les no existe un sistema legal de retribución. El capataz queinstaló su taller con maquinaria de la fábrica estaba siendo reruu-

2. }'fclviJle Da110n, Men Who Mallnf!,r.: F1l.Iions 01 Fccling and Thr.ory irl Ad­minislra/ion (Nueva York: John Wiky and Sons, ]959), págs. 190-205.

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nerado por haber abandonado el catolicismo y haberse con'!ertidoen masón para demostrar sus condiciones para un puesto de super­visión. Se permitía que el radi6logo hurtara comida del hospitalporque la administración sabia que no le estaba pagando unsalario suficiente como para asegurarse de S\l lealtad y trabajointenso.~ Las reglas no se hacen cumplir porque los dos gruposen pugna -patrones y empleados- encuentran mutuas ventajasen ignorar las infracciones.

Donald Roy ha descripto evasiones simibres a las reglas en untaller de maquinarias, demostrando que un grupo no ponclr;\ enevidencia al otro si ambos son partícipes de un sistema caracteri­zado por un balance de poder e interés. Los operarios estudiadospor Roy trabajaban a destajo, y la infracción ocurría cuandotrataban de «ganarse el dia., o se;¡, ganar más dinero del quecorrespondía él su salario básico por hora en ciertos trabajos adestajo. Frecuentemente, la Única forma de lograrlo era realizarel trabajo de una manera prohibida por la compañia (ignorandoreglas de seguridad o emple;¡ndo herramientas y técnicas no per­mitidas por las instrucciones de trabajo)} Roy describe un «sindi­cato del taller. que cooperaba con los operarios de las máquinaspara ayudarles a evadir las rutinas formalmente establecidas enel taller.6 Los inspectores, los encargados del depósito de herr;\­mientas, los contro];¡dores de horarios, los encargados del stock y

los montadores, participaban todos para ayudar a dichos operarios.Los operarios, por ejemplo, no estaban autorizados a tener en susm;\quinas 1;1sherramientas que no estuvieran usando para el tra­bajo que estaban realizando en ese momento. Roy muestra cómo,cuando se promulgÓ esta nueva regla, los encargados del depÓsitode herramientas la obedecieron al principio. Pero luego vieronque esto producía un aglomeramiento continuo frente a la VCllt;\­nilla del depósito, un grupo que protestaba y hacía muy difícilsu tarea. En consecuencia, al poco tiempo del primer anuncio dela regla, los encargados empezaron a quebrant;¡rb, dejando quelos obreros conservaran sus herramient;¡s en las m;íquinas o q\leentraran y salieran del depósito cuando quisieran. j\sf, al permitir'1\\e los operarios C]\lehrant;¡ran Ja rq~l:1, los ellc:ngac1os ckl depÓ­sito de herr;¡mientas lograron aligerar su trabajo y c1ej;\roll (leser aturdidos por las C]uej<1sde los disgustados operarios.CU;1nclo lrr situación tiene varios grupos el! cOll1petencia, el pro·

~. ¡bid., págs. ]91-2]5.1. Donald Roy. <Quota Restriction and Goldhricking in a ~rachine Sl1op.,American ¡ouTT1al 01 Sociology, LVII (marzo, ]952), págs. 127-112.Ií. J)onalcl Roy, ,Efficicncy ;111<1 '-¡-h" Fix': Inf"rlll:¡J ¡ni ~r"ro\lr Rcl;lI il)n~ ina l'iecework Machinc Shop', Amcriclln ¡oumal 01 Socio lo!,'}', LX (noviembre,1951), págs. 255-266.

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LlcJ11a <.le la irnposición de rcgLl.s se hace más cornplejo. lo;]. tran4

sacción y el compromiso son más difíciles porque hay muchosintereses a los cuales servir, y l¡ay m;ís posibilidades de que elconflicto haga eclosión y quede sin resolver, El acceso a los mediosde publicidad se convierte, en estas circunstancias, en Ilna variableimportante, y aquellos cuyo interés demanda que las reglas nose impongan tratan de impedir que circulen las noticias de lainfracción.

Podemos encontrar un ejemplo adecuado en el rol desempeñadopor el fiscal en los procesos criminales. Una de sus tareas es sllper­visar al gran jurado de acusación. i¡I Los jurados se reúnen paraescuchar testimonios y decidir si han de formular las nCllsacionespara el procesamiento (le aquellos individuos de quienes se diceque han quebrantado h ley. Si bien, en general, los jtiwdos deacusación se circunscriben ;¡ considerar los cargos presentados porel fiscal, los mismos tienen la faculta(l de realizar sus propias

• Ll~mase .jurado. :l un cuerpo legal fOrlllado por un nÚmero fijo de ciu·dadanos, se!eccion;¡clos de acuerdo con las clisposiciones de la ley y que hanjlHado escuchar las evidencias C]ue les son presentadas, para luego emitir su jui.cio sobre la verdad de los heeho~. E.~ta forma de administración de bjusl ida es hauiwal en los E5lado.~ Unido~ de Norteamérica y en el RclnoUnido de Gran nretaiía. L05 ¡res tipos cle jurado C]ue aÚn persisten son:

a) e! .jurado del corona., cuya función es determinar las causas de lasmuertes violentas o sospechosas; este tipo de jurado ha perdido su vigenciaen muchas jurisdicciones, debido al reemplazo del corona por un expertomédico calificado; b) el .peC]\leiío jurado. o .jurado de juicio., cuerpo C]uehabitualmente consta de doce personas y cuya función es, en los ca~oscritninJIc.~, determinar la culpabilidad o inocencia de! aC\lsado, y, en losC3s0~ civiles, determinar la verdad de los hcchos di~cl1tidos entre ambas

partes; en todos los ca:;o;; es el juez 'luien ac1mini.~tr;¡ la ley, pero es el j11radoquien decide sobre la verda,l dc lo~ hechos; y, por l,lti01o, c) el _gran juradotic aCl1sación., que es el qne no~ interesa en este momento.El gTan jurado es un cuerpo que consiste habitualmente cle 23 micmbro~.elq!idos a\ azar entre los residentcs ca1ifio.a(10s de un distrito y renovablespcriódicamente, '1tle han jnrado investigar sohre los delitos smceptibles dejuicio cometidos en ese di.strilo. S~ trata (le \In cuerpo investigador, al cual elfisca] del distrito ° el fiscal federal (en los casos federales) presentan la

evidencia recogida sobre el crimen en cuestión, y cuya [unCión es decidir, ba­.';\l1dose en esa evidencia y en cualquier otro hecho o conjunto de hechosq1le pudiera descubrir por medio del u~o de sus poderes, si un caso debe ollO ser llevado a jnicio. Como la funCión de este jurado no es uecidir siel acusado es culpable o inocente, sino solamente determinar sobre el valorde la evidencia presentada por el íi5Cal y autorizar o no su presentaciÓn

. en un juicio. sólo eSCllcha a una de las partes, al acusador. El ¡¡r:1I1 juradotiene el poder de exigir la presentación de toda la evidencia sobre un casodeterminado, cle requerir la presencia de testigos aclicionJlcs y la pre~enta·ción de nuevas evidencias, siempre que sienta 'lue se le está ocultando algo o;\lninorando o eXJgerando la importancia de algo. Tiene asimismo el poderde inve"ti¡';Jr POl' su cucnta delitos que llO le sean presentaclos por el fiscal.l.;¡~ íunciones de este jllrado son en gran parte similares a las del juez deinstrucción de nuestra justicia penal. [N. del T.}

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investigaciones y formular acusaciones no sugeridas por el fiscal.Un gran jurado de acusación, consciente de su mandato de pro­teger el orden público, puede sentir que el [i.scal le est;Í ocultandohechos.

Y, en verdad, éste puede estar ocul t;índole ;l]gO. ruede ser q \leforme parte de los acuerdos realizados entre políticos, polichs ycriminales para permitir la actuación del vicio. el juego ilegaly otras formas de delito, y, aun si no est<í comprometido directa­mente, puede tener obligaciones políticas con otros que sí lo están.Es difícil encontrar un compromiso opemtivo entre los interesesdel crimen y de los pollticos corrompidos, por un l;ldo, y los deun gran jurado de acus:1ciÓn resuelto a cumplir con su función,por el otro; mucho m;ís diUcil quc cncontrar compromisos satis­factorios entre dos grupos de podcr que acttl;l11 en una mismaf;\bríca.

El fiscal corrompido trat:1, al en[rcntarse COI1 este dilema, dcaprovechar la igr:ior;wda del jurado en lr.ateria de procedimic!1u)'ile~ales. Sin embargo, oG\sion;¡lmente uno se entera de la existenciade un jurado «desertor»·, que ha pasado por encima de la le:;is­tencia del fiscal, para comenzar a investigar los asuntos de loscuales él quería mantenerlo alejado, Al demostrar iniciativa propiay producir una publicidad embara7.0sa, el jurado «desertor> des­cubre y exhibe infracciones que h;¡st¡¡ ese momento sc mantcn(;lllfuera del dominio público, y a menudo provoca una gran campaf\;¡contra la corrupción en general. La existencia de estos juradus.clcsertores. nos recuerda que la función de un fiscal corrOI1lpidues, precisamente, impedir que se produzcan.La iniciativ:1, nacida de intereses personales, nrmada con el rccur';()de la publicidatl y condicionada por el cadcter de la organizaciÓll,resulta así la vari:1ble clave en la imposición de regbs. La inic¡;ltiv,\opc.ra con mayor prontitud en una situ<1ci6n en la que existe unacuerdo general con respecto a las reglas a imponer. Una persol1:1que sirve a un interés personal pub1icita una infracciÓn, y a partirde alli se realizarán acciones; si no aparece alguien que torne lainiciativa, nada se hará. Cuando en una misma organizaci6n h;lY

dos grupos de poder en competencii1, la imposición sólo se produ"cid cuando fracasen los sistemas de compromiso que caracteri,;¡¡\

• El termino runaway jury (que he traduciclo como .jln"ado desertor., jwruque literalmente significa <jurado huidizo> o •jurado fugi ti va.) es una cxpn:­sión periodística con la que se calinca a un gran jurado que se aboca p'''"cuenta propia a una investigación independiente, o sea, un caso que IlOle ha sido presentado por el fiscal. Si consideramos que esta actitud seencuentra, como hemos \'isto, en un todo dentro de los alnplios poderes delgran jnrado, debel11o~ concluir <]1Ie esta deIlominación cs inadecuada, p q "eel gran jurado tiene el pod('r (y la obligaciÓn) de .!lIIir. en la dirl'ccit~" 'l"emejor le pare'l.ca, sin por ello .desertar. de nadie. (N. cid T.]

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a esa relación; de no ser así,' lo mejor para los intereses de todos1,,:; illlplicados será permitir que continúen las infracciones, En1"1 :;;f'!;;::¡C:~;':~ ci1 ],u; que hay muchos grupos de interés en compe­1"II,j;J, el resultado cs v;¡riablc, ya que depende del poder relativodi: cada grupo actuante y de su acceso a los medios de publicidad.Vnell10S cómo actúan taJos estos factores en una situación com­

¡.[I:j;¡ clIando estudiemos la historia de la Ley de Impuesto a la¡\f:lrillllalla.

l.IlS dajJas de la imposición

i\ IIte'; de pasar a esa historia, sin embargo, consideraremos el pro­Id"III;1 d(~ la imposición de reglas desde otro punto de vista. HemosVí~.111 U'HIIOvaría el proceso por el cual se imponen las reglas enIU'o "i vcr:;os ti pos de estructuras sociales. Agregaremos ahora ladilll(:II:,iIJII tiempo y estudiaremos brevemente las diversas etapas'111<: ;lu¡(vieSilaTrñposición de una regla, o sea, su historia naturaL',,1 Ili:,I.Ul'ia lIatural difiere de la historia en que se ocupa de lo,¡ 11(: e:; genérico a una clase de fenómenos, m;'ls de lo que es único('/1 c¡((b caso, Trata de deS'cubrir lo que es típico de una categoríad,: hechos, antes que 10 que los hace diferir, la regularidad con!>cdcr<:ncia a la idiosincrasia. Me vaya ocupar aquí, por lo tanto,d,: 1m aspectos genéricos del proceso por el que se hacen y seilllf)()1I1'1Ilas reglas y que constituyen su signo distintivo.¡',11';1 cunsiderar las etapas del desarrollo de una regla y de suill1[lo:;ición, usaré un moclelo legal. Esto no significa 'lue este aná·¡¡';í:; :;ca sólo aplicable a la legislaci6n. El mismo proceso se dat:111I1Jil\[Jen el desarrollo e imposición de reglas no tan formalmente«1[Jstituidas,

1"IS rer;las específicas comienzan en esas manifestaciones de pre­fr:n:llCi;¡ v;¡gas y generalizadas que los científicos sociales a menudo¡!;11l1;1llvalores. Los estudiosos han propuesto muchas y vari;¡dasrldilliciollcs de este término, pero no es necesario que entremosell <::;;¡ cOlllrovcrsia aquÍ. La definiciÓn propucsta por Talmttl';¡rSOIlS nos servirá tan !Jien como cualtluier otra:

,';,: ¡.J1ll'lk llamar valor a \In elemento de un sistema simbólico compartido

<¡\le ~ir\'e de criterio o norma para la selección entre las alternativas de

IlricntaciÓn que se presentan intrínsecamente abiertas en una situ;¡ción dada,6

l,;t i¡\\I;tlc!;¡cl es, por ejemplo, un valor norteamericano. Preferimos.---------,----------------------------------11,Talcolt Parsons. T/¡e Social System (Nueva York: The Free ]'ress o[ Glcn·coe, 19~'¡), pág, J2, [Traducción castellana: El sistema social (Madrid: Re­vista de Occidente, 19GG) , p~g. 3LJ

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siempre que nos sea posible, tra tal.' " tochs bs pcrS0liZtS <le lamisma manera, sin hacer referencia a las diferencias que pudierahaber entre ellas. La libertad individual es también otro valoramericano. Preferimos dejar que la gente h;¡ga lo que desee, amenos que haya fuertes r;¡zones en contra.'Los valg~9.s__s9J}" s.in, S!!1..~.a.rgo"gtl ía§. ]labres. p;¡ra ,1:1, _,a~c}9n. Lasñ6rmas de selección quc los mismos ab;¡rcan son de tipo gCl1cral,y nos dicen cuál sería la preferible entre varias líneas de acciónalternativas, si todos los otros factores se mantuvieran invariables.Pero éstos raras veces se mantienen invari;¡bles en las situacionesconcretas de la vida diaria. Nos resulta dificil encontrar la relaciónentre las generalidades de un enunciado de valor y los detallesespecíficos y complejos de las situaciones cotidianas. No podemosrelacionar fácilmente y sin ambiguedades la noción vaga de igual­dad con la realidad concreta, por lo que resÚlta difícil saber quélínea de acci6n específica recomenJada el valor en una situacióndeterminada.

Otra difiCultad del uso de v;¡lores como gula para la acción resideen el hecho de que, como son tan vagos y generales, pacida succderque sostengamos valores conflictivos entre sí, sin tomar concienciadel conflicto. Nos damos cuenta de su insuficiencia como bases

para la acción cuando, en un momento de crisis. nos encontramoscon que podemos decidir cuál de las vías conflictivas de acciónrecomendadas debemos seguir. Así, p;¡ra usar un ejemplo concreto,nos adherimos al valor de la igualdad, lo que nos lleva a prohibirla segregación racial; pero también sostenemos el valor de la liber·tad individual, y éste nos impide interferir con los que practic;¡nla segregación en sus vidas privadas. Cu;¡ndo un negro propietariode un velero anuncia, como hizo uno hace poco, que ningÚn clubnáutico en el área de Nueva York está dispuesto a admitirlo comosocio, nos encontramos con que nuestros valores no pueden C\yu,clamas a decidir lo que debe h;¡cerse 011respecto, (/\ veces se produ.ce también conflicto entre reglas especlfic;¡s. como cuando una leyestatal prohibe la integraciÓn r:lci;¡l en las escuelas pÚblicas, ent;¡nto que la ley [ederal la ordcn;). Sin. cmb:lrgo, hay en este C;¡"Oprocedimientos judiciales establecidos par;¡ resolver el conflicto,):Q;ghLtE:~_,Lq~y~~o.~~s prove,~l~. :'i~)lo¡ln:1 guía general de acciÓn, yno son ¡hiles para deCTilii-hs Iíne<1s'cie -acdóí1' ÚoiÍ1aTéI1.~lf[¡aci(ml's__ea ncrC'tás;' 'lil'· ge-rite·' désa rroll a' reglas --es i")céínc"'¡s" in ;i;--empare i1t;¡ c 1;¡s-=:

cOTCi;rs'-teál¡dad cs'-cotid i;11) ás~'·t;ós·v;rlores" cl:m "1aS'1Jr1TICíF;'¡1Cs"rjrc~­iñíSis--a--p'artlr oc -ras'cuaTes-secrccrucen las reglas específicas.

~indj.YiduDs-t@.~.[or~~"r: I?~__~~~o~~~.ell,r.~gl;:~__<:sp.~.;íficascua nclose producen situaciones problemáticas. Perciben alguñtrca--ácsu

eXlstcñcii'Cci5h1o-molest<t--·o-'difTetrltma. y que requiere acción,7

7. Para \Jn an~lisis de los problemas sociales desde un punto tle vista tic

121

Luego c1e considerar los diversos valores a los que suscriben. selec­cion,lIl lID0 (] m:\s de lo:; mismos, que consiÚeran como pertinentes1';\ra 1:1sol llción de sus dificultades, y de éstos deducen una regla

e~pedfjca. Esta regla, conformada de modo tal que sea coherent~

con el valor, indica con relativa precisión cuáles acciones cst;\r'jpermitidas y cu;iles prohibidas, las situaciones a las cuales puedeal'lidrsela, Y las sanciones resultantes de su infracción.

¡'-,ltipo ideal de regla específica es una ley cuidadosamente escrita l'y biei¡ complementada por la interpretación judicial. Una reglaCOlll0 esta no puede ser ambigua. Por el contrario, sus piOvisioncs,',()i\ precisas; uno sabe con certeza qué es 10 que se puede y qué",'; lo que 110 se puede hacer, y qué sucederá si uno hace 10 quelI<! debe. (Este es un tipo ideal. La mayoría de las reglas no sonLlfr precisas y a prueba de errores, y, aunque son mucho menos;rrnhiguas que los valores, también pueden traer dificultades aldecidir un curso de acción.)Debido a que los valores son ambiguos y gener;des, podemos inter­pretarlos de diversas maner;¡s y declucir a partir de ellos muchos1'tipos de reglas. Una regla puede ser compatible con un valordeterminado, pero a partir del mismo valor pueden haberse dedu­cido reglas totalmente diferentes entre si. Además, no se deducenrcg];¡s a partir de los valores a menos que una situación problc­rn;\tica impulse a alguien a hacerlo. Encontraremos que ciertasreglas que parecen derivar lógicamente de un valor de aceptacióngeneral, no han sido ni siquiera pensadas por quienes sostienen<lidiO valor, ya sea porque no han surgido las situaciones o pro­hlc!rLIS que requirirlan dicha regla, o porque no se han enteradode q lIC el conflicto existe. Además, si una regla específica se deduceIle II n valor general, puede entrar en conflicto con otras reglasdcdllcidas de otros valores. El conilkto.,.- ya sea conscientemente"llflWirlo o sólo reconocido de forma implícita, puede inhibir la, 1".¡ci'·JI1 de una regla en p;¡rticular. Las reglas no derivan auto­111;\1¡';¡fUente de los valores.

(:'"11') lIna regla puede, al mismo tiempo que satisface un interÓ,"1111.11" en conflicto con otros intereses del grupo que la ha creado,II.Jiiilllallncnte se toman precauciones de conformar las reglas de111<,,1,)1.11l[11e realicen solamente lo que se supone que tienen que11.1(1'/, Y n;lIla m;ls. Las reglas específicas están limitadas por res­111(' i"ll('~i Y excepciones, de manera gue no interfieran con los\',Ji"I'''. '111" comideramos importantes. Las leyes sobre obscenidad,"II',IIIIIY':ll 1111ejemplo. La intención general de t;¡1cs leyes es''','11.11'111('los ;¡:;tlntos moralmente repugnantes sc;m públicamente

111',1, •• 11 11.'1111.11.V\'.I.'I<' Richard C. flllJcr y R. R. Meyer5, .Some ¡\~pects,,1 ,1 lit,·", Y ,,1' ,';,,,i.tl 1'lOiJlcllls,. American Sociological Rcvicw, G (febrero.

I '1, I I ), I ' ,\ \',', : ~,1 '1;~.

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d¡[¡jm1;uos. 2ero esto entra en conflicto con otro valor importante,el de la libertad de expresión. Adem,\s interfiere con los interesescomerciales y de carrera de escritores, tlr;¡matllTgos, editores, libre­ros y productores teatrales,' Se han realizado entonces diversosajustes y restricciones, de modo que la ley carece, en su formaactual, del amplio campo de acción deseado por quienes tienenla convicciÓn de que la obscenidad es algo muy perju(licial.Las reglas especificas pueden estar englobad;¡s en la legislación,o pueden ser simplemente costumbres de un ¡;rupo determinado y

estar ;¡rma(];¡s sólo con s;¡nciones informales. Es m:\s factible, desdeluego, CJue 1a.~ re¡;l;l.~ Jc¡;ales se;lIl 11l;i.~eX.1cl;1.~e illefju(vor;¡s y<¡\le las reglas inrorll1ales, b;lS;¡d;1.~en 1:1 costllmbre se;\n V<1g<1Sy que posean grandes ,Ireas susceptibles de m;\s de una interpre­tación.

Pero la historia n:1tural de una regla !la telmina con la dedUCci<Í~l'

de la regla específica a partir de un valor general. ÉSt:l tiene toda­vía que aplicarse en circunstancias determinadas y a determinadaspersonas. Debe recibir todavía su expresión definitiva en los actosimlivicluales de imposición, 'Podemos cuestionar si todas las reglas siguen la secuencia a parti rde un valor general, siguiendo a través de la regla específica,hasta un acto particular de imposición. Los valores pueden tenerun potencial sin us;¡r; reglas todavía 110 deducidas que pueden,en las circunstancias apropiadas, convertirse en reglas específicasefectivas. De la misma manera, much;¡s regbs específicas j:mdsson impuestas. Por otro l<1do, ¿existen reglas que 110 estén b;¡sadasen algÚn valor gener;¡l? ¿O actos de imposición Cjue no encuentlTllsu justificación en alguna regla particul:1r? i\[uchas reglas son,por supuesto, bastante técnicas, y puede decirse se b;¡san, no enningun valor general, sino en un esfuerzo p;¡ra conciliar otr~lSregl¡¡s preexistentes. Las regbs especíriG\s que golJierl1<1n las tr<1n·s;¡cciones de bonos de v;¡lores del gobiel'11o y de otras institucionesson, probablemente, de este tipo. No parecen ser un intento deJlevar a la práctica un valor general, sino mi, bien un intentode sistematizar el funcion;¡miento de una institución compleja.Encontraremos, asimismo, actos individuales de imposición basadosen regl:1s inventadas en el mismo momento t;¡n s(')lo para justificardichos actos. Algunas de las :lctivitlades infonm.1es y extralegalcsde los policías caen dentro de esta categoría.Si reconocemos estos casos como desviaciones del modelo de historia

natural de las reglas, ¿a. cu¡lntos de los objetos de nuestro intcl'l':sse aplica realmente dicho modelo? Esta es una cuestión de hechosobjetivos que debe detcnninarse por medio de la investigaciónde diversos ti pos de reglas en di rerentes si tU<1CiOlles.Sabemos, porlo mellaS, que muchas reglas siguen esta secl1el1ci;¡. Adem:\s, cuandoésta no se sigue originariamente, a memldo se cumple en forma

123

retrospectiva. O sea, r1)~de est:cblccGse ,¡"a regla simplemcntep¡¡ril servir ¡¡] interés tic alguien en panicubr, y huscar 1l1;\,~tardeuna racionalizaciÓn en un valor general. De la misma m:1I1Cr¡¡,\lllacto espont,ineo de imposición puede legitimarse creamJo unaregla con la que pueda relaclonárselo. En estos casos, la relaciónformal que va de lo general a lo particular es preservada, aunquese haya alterado la secuencia temporal.Si muchas reglas se modelan al pasar a través de una secuenciaque parte de un valor general, para terminar en un acto de impo­sición especifico, pero este pasaje no es automático ni inevit¡¡ble,debemos, para dar cuenta de los pasos de esta secuencia, concentrarnuestra atención en el individuo que hace que dicho pasaje serealice, o sea, el instigaeJor de este proceso. Si los valores generalesse erigen en fundamento de las reglas específicas deducidas apartir de los mismos, debemos buscar al individuo que se hacecargo, tom;Índolo como problema personal, de que dich¡¡s reglassean dedllcieJas. Y si las reglas específicas se aplican a pe1"50n:15cspecíficas en circunstancias específicas, debemos averiguar quiénse hace cargo de cuid¡¡r de que se realice la aplicaciÓn e imposi­ciÓn de las mismas. Nos ocuparemos, pues, del instigador, de lascircunstancias en las que aparece, y de cómo aplica su iniciativaa la realidad.

Un caso ilustrativo: la Ley de Impuesto a la Marihuana

Sr; acepta en general que ]a pr;Íctica de fumar marihuana seJ importÓ a los Estados Unidos desde México, a través de los Estados

dd sudoeste: Arizona, Nueva México y Tex¡¡s, todos los cualesl<:nÍ;11\\1n nÚmero considerab1c de habitantes de habla castell ••n¡¡.

1.;1 I",;¡¡IC comenzÓ a percibir, por primera vez, la existencia del"III:illIllO de marihuana en la década del veinte, pero, como era\111fcll<Jmcno nuevo y que aparentemente se 1imit¡¡ba a los inmi­",1.1111<::; mejicanos, no hubo mucha prcocupación al respecto. (El(1)1111'11('510 medicinal prep¡¡rado a partir de la planta de marihu¡¡naf'I,1 y.t conocido desde cierlo tiempo atr<Ís, pero los médicos estado·1IIIid"II:;'::; raras veces lo recetaban.) En el ario 1930, s610 dieciséis1':,I.ld,,:; hahian promulgado leyes prohibiendo el consumo de ma­I dlll,lll.l.

1:,111'/'1'/, :;ill (,lllh;lrgo, el Congreso de los Estados Unidos aprobÓ\.¡ I ,"Y .1,' Ilnplll'SI.O ;¡ la Marihuana (MaTihuana Ta:<. Act), con el,,1'1"111 <1,' ;1I:;¡har con el consumo de la droga. De acuerdo con la1,"11 i.1 '1111' il<.lli" dI: ¡:siJOI.ar, cleberí¡¡mos encontrar en la historiad,' ,",1,1 I<-y 1.1Iii:i!"ria d<: \11l inslig;¡dor, cuya iniciativa y dedicación\"'11'1,'1'1111.1 ,IIJ.¡I{;¡ (' indiferencia del público y culminaron COIl

/ .'1

la aprobación de lina ley federal. Antes de analizar la hisLOriade la ley en sí, deberíamos tnl ve7. ver cÓmo km sido tratadasotras substancias semejantes por las leyes americanas, para podercomnrender el contexto en el cual se desarrolló este intento de

snpr'imir el consumo de marihuana.El consumo de alcohol y de opio en los Estados Unidos tiene \Inalarga historia, jalonada por intentos de supresiÓn.6 Tres valore~legitimaban los intentos de impedir el consumo de tóxicos y nar­cóticos. Uno de ellos, componente de lo que se ha dado en llamar

"ética protestante>, sostiene que el individuo debe ser totallll~nlr.\responsable de lo que hace y de lo que le sucede, y nunca lldH:realizar nada que pueda hacerle perder Sll autoconlrol. El a\cl,holy los opiáceos hacen que la gente pierda, en forma y grado varia·bles, el control eJe sus ¡¡ctos; su uso es, por lo t¡¡nto, pCrIlldoKOy malo. Una person:1 intoxicadn con alcohol pierde :1 menudo 11\

conlrol de su ¡¡ctivi(lal] f!sic¡¡, Y se ¡¡fectan también los n:nllmcerebrales eJe! juicio crítico. Los fumadores (le opio e$u\t1 p;clIcnll.mente en un estado de ensoñación y es, por lo tanto, menos fncll\Jl~que cometan actos de descontrol. Pero, como desarrollan 111111

dependencia a la droga, táffiblén pIerden, en ese sentido, r1 í.lJl1fllltde sus actos, y, en tanto que les resulta difícil obtener l¡¡ dIO¡'¡~,deben subordinar otros intereses a su obtenciÓn.

Otro valor americano justificaba los intentos de suprimir el ClJII '

sumo del alcohol y de los opiáceos: la condena de Ill1a UI'!"lll \llevada a cabo sólo para alcanzar estados de éxtasis. Tal VI'I, dl'lddl'al intenso énfasis que nuestra cultura pone en el jllilKI1I>III.'¡II11

y en el ~ilu<.lr¡.sm.oJJos norteamericanos se sienten l1allitu,lllllf'llll'molestos y ambivalentes con respecto ¡¡ las experiencias cXf.\IIrUKd••cualquier tipo. Pero no condenamos l:1s experit:ndaM ,~;ocII\lltIUc\J:1ndo son el subproducto o la recompema de acciol1(~~1\11(1 (1I1"¡

der¡¡mos correct¡¡s por derecho propio, t¡¡les C0l110cllralJajll !lItl'lUlIo el fervor religioso. Es sÓlo cuando la gente busca I~l 1\;ocIIUI.por \

sí mismo que condenamos sn ¡¡cciÓn como 1I11¡¡IJl'lsq\ll~di\dI' 'phll "l )

i1íci to., expresión que tiene un verdadero Siglli [icado pllnI 11I1~1I111f.'

El tercer valor que daba la base p¡¡ra los illlcnlos tlr. NII!'II·.I,'IIIera el ideal hum¡¡nitario. Los rcfonnadores crclall 1\\11: bu 1H'UOllil.

escJavizal1as por el uso del alcohol y dcl opio se helldidllllllll t 1111

las leyes que les imposibilitaran ceder a su dellilidad, 11r. 1','111 11111

S. Véase ]ohn Krout, T}¡e Origins of Prolzi!¡itio71 (NII(:va YlIIK: (·,,111111101<1

University Pres3. ]928); Charles Terry y i\lildrcd 1'(·lIen~. T"~ CJ/I/III71 "Ii'"¡cm (Nueva York; The Commitee on Dr\J[( Addkllllll wilh 11••, 11111"'"1

olSocial Hygiene. Ine .• 1928); Y Dru¡:!, ;lr/diel;cm: Crilll~ "r f}¡"/I'" 1111''11'0and Final Rej10rts ol (he Joint Coznloillcc ()[ llte ¡\1lI1:ti,an ILo ¡\",,,ld¡I ••,,and lhe American Medieal Association 011 Narcolic ¡hllIP (III""IIIII'II"'"'Indiana: Indiana Univenity Press, 19G1),

I ~'1

n<.:ra se oene[ician;¡n tambIén las familias de los alcohólicos y delos acJictos a las drogas.

....Estos valores dab<l11 las b<lses para las reglas especificas. La En·n¡jenda DécÍmoctava de la Constitución y la ley Volsteacl • prohi­bieron la importación de bebidas alcohólicas a los Estados Unidosy su elaboración dentro del país. La ley HarrisoJ1 •• prohibió eluso de opiáceos para toclos los fines no medicinales.Se tuvo cuitbJo, al formular estas leyes, de no interferir con lo(LI: º. ~~..c.QI~Sid~.~1!~.legi~!I??_ .i.~1.~!.~_S_.~!~.~~·9_~.g!ji:~~~5í:eI~~Q¿i~(fa.~~:La ley Harrisoll, por ejemplo, se elaboró de manera tal de per-mitir (lue el personal médico continuara usando la morGna yotros derivados ud opio para aliviar el dolor y par<l otros finesmédicos que considerara apropiados. Más aÚn, la ley se '¿l7..~act0cuidadosamente para im pedir __~LCl..~~~~.al1.tamient.ode la p~O\,i~I.~.éóJ¡sti t_ll~ii)E~I:.q,t~~-_fe.s~t..V:~}JSpoderes poli¿iale.sjJ.!~.~.<J.J.9.~.~¡yqr~?~_

-~~tados. En concordañcia coÚ' est'i'restdccIOli; la ley se present()como una medida imlXJsitiva, sometiendo a los abastecedores ile­gales de opi,lceos a un impuesto exorbitante, en tanto que peromitla que los proveedores con licencia (principalmente médicos,dentistas, veterinarios y f;¡nnacéuticos) pagaran un impuesto !lO·minal. Aunque la ley Harrison se justificó constitucionalment.ecomo una medida impositiva, fue de hecho una medida policial,y así fue interpretada por aquellos a quienes se confiÓ Sll impo·

• La Enmienda Decimoctava de la Constitución de los Estados Unidos flle

propuesta al Congreso en diciembre de 1917 y aprobada en enero de 191D,

para entrar en vigencia en enero de 1920. Esta Enmienda. que prohibfa la.fabrieación, venta o transporte dentro de, la importación hacia o la expor·tación desde lo., Estados Unidos de Norteamérica y todo territorio so n1<",tido a esa jurisdicción ... de licores intoxicantes ... con fines de bebida-, fuereglamentada por una ley, conocida como Ley Volstead (Volslcacl Acl), ('1\

recuerdo de Andrew J. Volstead, \ln o~curo abogado y legislador q11e adqui.rió gran notorie(bd al ser elegido para proyectar esta Ley, por la c\lal seprohibId. el uso, con fines de bebida, de todo licor que contuviera m;\s deO,OOS % de alcohol.Los intereses que propugnaron estas medidas fueron auxiliados por la 01;,

de fervor moral que siguió a la intervención americana en la Primera Gue·rra Mundial. Cuando este fervor moral decayó los alias subsiguientes, surgi<'>un movimiento en pro de la abolición de Ia., mismas, que culminó con laproclama de la Enmienda Vigési,noprimera, en diciembre de 19J3, por lacual se derogaba ];¡ Enmienda Decimoctava y se colocaba a la fabricación y

trMico de bebidas alcohólicas nuevamente bajo la jurisdicción de las legis.laturas estatales. [N. dcl T.]

•• En los Estados Unidos, la fabricación, importación y venta de nareótic().~e.~t;\ regulada por leyes basadas en o similares a la ley conocida como LeyHarrison (Harrison Acl) , promulgada en 1914. Para poder prescribir o admi,nistrar narcóticos, un médico debe obtener del Departamento de Rentas In,ternas (DcJJartment 01 Internal Reverltle) una liccncia y presentar al ~(J­

bierno una declaración anual con \In inventario de su provisión de narcó­ticos. [N. <id T.]

126

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S¡Cl()n. Una consec\lcl1ci:¡ de la proml¡]gación de esta Jcy fue elestablecimiento, como dependencia del Departamento del Tesorode los Estados Unidos, de la Oficina Federal de Narcóticos (FederalBUreal' 01 Narcotics), en 1930,Los mismos valores que llevaron a la proscripción del alcohol yde los opi~\ceos podían, por supuesto, aplicarse al caso de la mari·huan;¡, y parecería lÓgico que a.~í huhiera sucedido. Sin elllb;¡rg-o,10 poco que, sobre el consumo de marihuana a Gnes de la décauadel veinte y comienzos de la del treinta me han contado alguna:;personas famili;¡rizac1as con este período, me h;¡ce pensar que laimposición de las reg);¡,s locales existentes era re];¡tivamcnte laxa.Esta era, al fin y <11cabo, la época de];¡ Prohibición,· y la policíatenfa problemas m;\s urgentes para atender. Ni el pÚblico ni losfuncionarios encargados de la imposición de l<1sleyes consideraban,aparentemente, al consumo de marihuana como a un problem;1serio. Si alguna vez se dieron cuenta de su existencia, probabl(>mente lo desestimaron como a algo que 110 justificaba intentosserios de imposición. Un índice de cuán débilmente se impon(;-¡nestas leyes, es que, por lo que sc cuenta, el precio de la marihuanaera mucho menor antes de la aprobación de la legislación federalal respecto. Esto indica que no había gran peligro en la vcntade la droga y que la imposición no se cumplía. seriamente.Incluso el Departamento del Tesoro, en su informe del al-lO 1D:~1,quitaba importancia al problema:

La aparición espor;ídica de artículos sobre los peligros del abuso de la II1Hi·

huana o cáliamo indiano ha despertado un considerablc interés en el I)\'lbli"o,

y. en consecuencia, se ha prestado una mayor atención a los informcs soiJlT

caSos individuales de abuso de la dro¡p de la qne hubiera merecido eu ot r;¡.~

circunstancias. Esta publicidad tiende a magnificar la extensión del mal y

da pic a la inferencia de que existe un aumento ;:dannante del uso inadcc\lado

de ]a droga, en tanto que el verdadero incremento puede no haber sido dellla·

siado grande.o

La Oficina Fcdcr<11 de Narcóticos del Departamento del Tesoro f\leresponsable de la mayor parte de la iniciativa que produjo la Leyde impuesto a la J"Iarihuana. Si bien es, por supuesto, difícil s;t1Jcrcu;\lcs fueron los motivos de los fUl1cionarios de dicha Ofici¡¡;¡,basta. con S11 poner q uc percibieron un Úrea de hechos i I1COlTectosque pertenecía a su jurisdicción y, en consecuencia, se pusieronen movimiento para lograr la creación de esta ley. El interés per-

• Se conoce en Estados Unidos como ,Prohihición. al período (1920-193'{)de vigencia de la Enmicnda Decimoctava y de la Ley Volstead. [N. del T.]5. U. S. Treasury Department. Trallic ;11 O!';lIl1l alld O/ha nall{!,aOilJDril/;$ {or ¡he J'car ende,l necc11llJt:r 31, 19)1 (Washington: COl'ernlllentPrinting Office, 1932), j1:\g, 51.

127

;;;:;n.;;.lque SJeisf"cI"n al ejercer presión para que se creara la legis­lación sobre la marihuana, era uno compartido por muchos fun­cionarios: el interés de cumplir con buen éxito la tarca encQ.¡!l~.I:!::­da(~?-_y de a(Jguhir-los- me jorcS"-irrs1f(iiñ.-cn.t~i)ara"JfcYaiJa· a.pca.bo_LOS esf úcáos ue-]a:- O [j~i)l?:=-ºs:..~arc.ó.tim..L_.tDmaron __dos_J.Q[!:!1_~__

5:!U~r:en_~~~:_c~~'p<;:rar_S::¡LSJ_~~_~rroUQ. de u na_).::g.i~I_~c}9_~_esta t~sobre el uso de la marihuana, Y-Rroveer información sobre "li-ccJios

-'--1 . ------ -------,-------- .oo' --.---.-.------.us 1ac_?§'y-~és:ti.lªI ft]~~Tp-ar <.1_! ~"y,G.t:§j Qnes_p--~r¡..Q?: (s!.íéás del.p rob 1em a~Estos son dos importantes métodos de acción -díspo·rJ.iblés par:1

!los i"nstigadores que pretendan lograr la adopción de ciertas reglas:

pueden lograr el apoyo de otras organizaciones interesadas, y

fomentar, por medio del uso de la prensa y otros medios de

. comunicación, una actitud pública [avorable hacia la regla pro­puesta. Si los esfuerzos tienen éxito, la gente toma conciencia deun determinado problema y las organizaciones adecuadas actÚanen forma conjunta para producir la regla deseada.La Oficina Federal de Narcóticos coopero activamente con laConferencia Nacional de Comisionados para Leyes Estatales Uni­formes (National Conlerence 01 Commissioners on Uniform State

Laws) • en la ~n ~ycs uni~~me~~;lrrnt;m~, recal­cando, entre otros aSllñtos, la necesidad de controlar el consumode marihuana.lo En 1932, 'la Conferencia aprob6 un anteproyectodc ley. La Oficina de Narcóticos comentó:

Las limitaciones constitucionales actuales requeririan, aparentemente, que la3

medidas de control dirigidas contra el tráfico intra.cstatal del C;\ñamo indiano

fllenn adaptadas por los diversos gobiernos estatalcs, antes quc por el Gobierno

Federal, y, en general, la polltica ha sido urgir a las autoridades estatales para

r¡lle proveyeran la legislaei6n neceoaria, con el apoyo de una adccuada impo:

sicióll, para prohihir el trMico, con excepción del realizado con propósitos

médicos de ¡'uena fe. La ley estalal uniforme de narcóticos propueota .,. con

Ull texto optativo quc se aplica a la restricción del tráfico del dl1amo indiano,

ha sido recomenc.lac.la C0l110 una ley ac.lecuada para lograr los prop65itosdeseados.1l

En su informe del año 1936, la Oficina de Narcóticos instó a suscolaboradores en esta empresa colectiva a que redoblaran sus cs-

• RcclJérdese que, bojo ];¡ Comtitución de los Estados Unidos, los diferen­te, L,t:ld03 disponen de amplia libertad para la creación de leyes, y q'ue estoha tr;¡jdo COl1l0 resultado la existencia de leyes totalmente discordantes enlos diversos Estados. Para corregir esta anarquía se han realizado conferen­dag nacionales, con el fin de lograr la uniformación de las leyes estatalesJl1;\s imp0rl;¡nte3, t;¡l C0l110 se menciona en el texto. [N. deZ T.]

10. I/)id., I':\gg. 16-17.

11. JllJrcau (lf Narcoti<:o. U. S. Trcasury Dcpartment, Traffic ill 0I,i''''l al1,l{}{her J)all/!,erOIl.l J)rllp for lhe l'ear anded Decembcr 31, 1932 (W;¡,hington:(;O\'CI"IIJl1ent l'rinting Officc, 1033), pág. 13.

]7.8

fucnos, y sugirió que quiÓ [ucra ncce:iaria j¡¡ intervenciÓn federalen el asunto:

En ;tu:scncia de U1\;! llueva lcgi:daciún [cd{;r:ll, b. Oficin;l de Narcóticos no

puede, por lo tanto, !leyar adelante una guerra privada contra este tdfico , ..

en muchos E.<tados, el ahuso de la droga ha alcamado amplias proporciones

I siguc en aumento, y la Oficina de Narcóticos ha estado, en consccuencia,

esforzándose por !levar a los diversos Estados la conciencia de la urgente nece­

siclac! de una enérgica imposidón de lag leyes locales sobre la cannabi.'l

[marihuana ].12

La segunda ;¡nna dc ;\taqllc usada por la Oficina de NarcÓticosfrente al problema de la m;¡rihuana consisti(') ell un intento dedcs.r>ertar el interés pÚblico por el peli~ro de la tlro~ a travéstlc ';-ú'ñacam-íxilí""a-clll:i"¿~Cioil~rquc-dcs¿i'i1)-¡\r;i-w'oga, su iden t ifi.Glción y sus efectos deletéreos •. 13 Ap;¡rentel11ente con la espera1Hade que el interés de la población obligaría a los Estados y clu(bclesa extremar SlIS esfuerzos, la Oficina de NarcÓticus dijo:

En aus.cncia de una legislación federal sobre el problema, los Estado.l y ciu­

dadcs deben asumir, con toda rectitud, la respons;lbilidad de proveer enérgicas

Jl1edida.1 para la extinci6n de esta hierba letal,' y se espera, por lo tanto,

fJ ue todoo los ciudadanos con espíritu cívico alistarán sus esfuerzos en el

movimiento impuls.'1.do por el Departamento del Tesoro para asegurar una

mayor imposición de las leyes sobre la marihuana.H

La Oficina de Narcóticos no se limitó a realizar exhortaciones en

~1IS informes oficiales. Los métodos que utilizó en procura de laIrgislaci/m deseada se describcn cn U11 p;lsajc <1¡le se ocupa de]:1 campaÍla e11 pro de la uniformaciÓll de las leyes estatales de11;¡ rC\J t icos:

La Oficina Fetler;¡l de Narcóticos preparó articulas a pedido de una c;¡ntidad

de organizaciones dedicadas a este problema [las leyes estatales uniformes].

p;¡ra ser public;¡dos por las mismas en revistas y periódicos. Se ha despertado

y m;¡ntenido ao! un inteligente interés y simpatía por parte del pÚblico, que

facilita la administración de las leyes de n;¡rcóticos.15

1'2. ]lureau oí Narcotics, U. S. Tre;¡sury Department, Trnffic in 0I)i'III¡ alláO¡her DallgerO/lsDrllgs for ¡he Ycar cndecl Decelllber 3f, 1936 (Washington:Coverllment l'rintig Officc, 1937), pág. 59.13. ¡blrl,

• El té¡-mino lelhaZ weed (.yerba letal.) [lle aC1l1iado por la Oficina de Nar­cóticos como consigna para su campalia comra ];1 marihuana. [N. del T.]14. TIur.cau of Narcotics, U. S. Treawry Department. Traffíc in Opium amiOlhcr Dallgcrou.I Drugs for thc l'car cllded Decc11llJer 31, 19J5 (Washington:(;ovcrnment l'rinting Officc, 1(l;Hi) , p;\g. ~O.

1". lIurcau oé Narcotic.l, U. S. TrcaSllry Departl11ent, Traffic ill Opi,wI nl1dO/ha Dal1gcrolls DrlIgs for lhc l'ear wdeti Decc1llber 31, /9J3 (Washington:(;ovcrnmellt prilltil1g O[fice, 103-1), p:íg. G 1.

129

]I¡ficntr;¡s que la c;¡mpaií;¡ pua una legislaciÓn [cdcr;d contra Ltmarihuana se acercaba a un exitoso [in, los es[uerzos de la Oficinade N;¡rcóticos p:ua transmitir al público sU sentido de la urgenci;¡.del problema rindieron su fruto ampliamente. El número ue ar­tículos sobre la marihuana que aparecieron en revistas popubres,evaluado por la cantidad ue artículos incluidos en la .Guía delLector» (Reader's Cuide), alcanzó su v;¡lor máximo: diecisieteartículos aparecieron en un período de dos años, cifra mayor queen cualquier periodo similar, previo o posterior al mismo.

rihuao:1]. Cll:111do los agcllles de poi id:, licgaron a la ca.la, encontraron al

joven marchando vacilante en medio de una verdadera carnicería humana.

Habla matado con un hacha a su padre. a 511 madre. a SIlS dos hermano.' y

a su hermana. Pareda estar en trance ... No tenia recllerdo alguno ue ha·

ber cOOlctido esc múltiple crimen. Los agentcs 10 conocian como a un joven

habitualmcnte cuerdo y bastante tranquilo; ahora estaba Iastimosamentc en·

10quecido. nusc;¡ron la causa. El muchacho elijo qllc habla contraído el h;i·bito de fUlnJ.f algo que sus jóvenes :aniigos l1;unaban nlugglcs ~, nombre ver·

daderamcntc infantil para la ll1arihllana.lG

Una familia entera fuc asesinada cn Florida por \In joven adicto [a la ma·

Artículos sobre marihuana incluidos en

T/¡e Reader's Cuide lo Periodical Lileralurc

De los diecisiete, d ¡ez reconocía n ex plíci t;lmente la colaboraciÓnde la Oficina de NarcÓticos, al proveerles inform;1ciÓn sobre hechoso estadístic;¡s, o dab;1Il evidencias implícitas de haber recibidodicha colaboración, al usar datos y estadísticas que ya habí;1n apa­reciclo antes, ya fuera en ];¡s publicaciones de la Oficina de Nar­(()ticos o en los testimonios presentados ante el Congreso con moti­vo del proyecto de la Ley de Impuesto a la Marihuana. (Dentrode un momento consider;¡remos las sesiones del Congreso en lasq \le se el¡scu tió este proyecto de ley,)Una clara muestra de la influencia de la Oficina de Narcóticos

en la preparación de artículos periodísticos puede encontrarse enla repetición de ciertas histori;¡s de atrocidades, que habían sidodadas a conocer por primera vez por dicho ente. Por ejemplo,en un artículo publicado en el American Magazine, el mi~TIlO Co·misionado de Narcóticos relataba el siguiente incidente:

Periodo

Enero. 1925 - Diciembre, 1928

Enero. 1929-Junio, 1932

Julio, 1932 - Junio, 1935

Julio, 1935 - Junio, 1937

Julio. 1937 - Junio, 1939

Julio, 1939 - Junio, 1941

Julio, 1941-]unio, 1943

Julio, 1943-AbriJ, 1945

Mayo, 1945-Abril, 1947

Mayo, 1947 - Abril, 1949

Mayo, 1949-i\4arzo, 1%1

Nú,"ero de Ilr/ínLlos

o

O

O

4

17

4

1

4

6

O

1

Cinco de los diecisiete ;¡rtículos publicados clur;¡nte el período encuestión repeLfan esta historia y mostraban, por lo tanto, la influen­cia de la Oficina de Narcóticos.

Los ;¡rtI c1!.l9L9.cri ~.ºLP-ªra..LlespcrUl:..cl--i n tGr-é~lcl- p lib~ic-o-t)el'- kx;­[íCTígros de la m;¡rihuana, identificaban el lISO de In droga con lavrolado ri· ¿lé1'va 1cirdcl"n u totlom ¡IDo '.y ··uC-Ia-!)ioTliTi1.i~.19J.1]I~1lUillL«j)ÍaceresíI reitos~~llistirJc:nT(¡-6-;¡5T1;1-canTfi;1I1":i:"coñt'~nb. marih u;¡naante··las· ójós - del"·públitó'. ··:ts[ós·-érili-i~·-p·oí·-··Slq)Ucsto: ·TQs"iii.lsmosvalórc·s··a-·ló's· "q'ué"se -recurrter;¡ en el curso de In cam paR;¡ en prode una legislación que prohibiera el uso del ;¡lcohol y de los opi:í.ceos con fines ilícitos.

La Oficina Federal de Narcóticos proveyó, así, b. mayor partede la iniciativa que llevaría a la toma de conciencia pública delproblema y coordinó la acción ele otras orga nizaciones destinadasa la imposición de reglas. Armados con los resultados de su inicia­tiva, los representantes del Depart:nnento del Tesoro se presen·taron ante el Congreso con el proyecto de la Ley de Impuestoa la Marihuana y pidieron su aprobación. Las nudiencias delComité de I\{edios y Arbitrios de la Cámara ele Representantes(House C01n1iJ.iUee 011 Ways nnd lIfcans), que consideró el pro­yecto durante cinco elías en abril y de m;1Yo de 1937, son un chroejemplo de la forma en que opera la iniciativa de cómo debeacomoc];¡rse a otros intereses.

El Consultor General Asistente elel Dep;utnmcnlo del Tesoro (/1.1­

sisLn.nt CCllcral C01l1lS<:1 of ti/(: TI'I:I/.wry j)(~/!(I)'11ll1'l11) preSelll<"el proyecto a los congresales con estas pnlabras: «Los principalesperiódicos de los Estados Unidos h;1n reconocido la gravedad delproblema y muchos de ellos han abogado para que la legislaciÓnfederal controle el tráfico de marihuana.» 17 Luego de explicar bsbases constitucionales del proyecto -que, como la ley Harrison,

• Intraduciblc. [N. del T.]16. H. J. Anslin¡:;cr. con COl1l'tncy Ryley Coo[1<'r. "Marillllalla: i\ss;¡s.,in o[Youth", American l\fagllzi¡¡e, CXXIV (julio, 1(37), págs. 19, ISO.17. TaXIlLioll 01 M(lrilllW71(l (llearini;s bdore lhe COl1llllitlee on \Vay' alldMeans of the HO\lse of Reprcscnlativcs, 75th Congrcss, 1st Session, on H. R.G385, April .27·30 and May 1, 1(37), pág. 7.

130 1Jl

tomaoa ia forma (ic una medida impositiva- los tranquIlIZO acercaue sus posibles efectos sobre las activiuades comerciales legítimas:

El proyecto est;! planeado de forma tal que no i¡¡terfiera en la pr;\ctica con

ningún uso industrial, médico o cícntifico que pudiera tener la planta.- Dado

que la fibra de cáñamo y los productos manufacturados a partir de la mis­

ma (hilos y cordaje liviano] se obtienen del tallo maduro, qne es inofensivo,

estos productos han sido totalmente eliminados del alcance de este proyecto,

ya que se ha definido en el mismo el término .marihuana. en forma tal de

cxcluir de sus previsione~ al tallo maduro y ~us componentes o producto~

derivados. Hay también algunos puntos referentes a las semi1la~ de marihuana.

util¡zada,~ para siembras y para la fabricación de aceite, el cnal ,'C usa en la

industria de la pintura y dd barniz. Como las semillas, a diferencia del tallo

maduro, contienen la droga, no pudo aplicarse en este ca:;o la misma exen­ción tota1.1a

Les aseguró, también, que la profesión médica raramente usaba10. droga, de modo qlJC su prohibición no pcrjudic;¡rla n. In. mismani a la industria farmacéutica,

• Si bien la Ley de Impuesto a la Marihuana de 1937 no prohibla en formacategórica el uso de la marihuana. las enormes penas (cinco ailos de pri­sión. multa de U$S 2.000. o ambos; penas posteriormente aumentadas porla nueva legislación federal sobre drogas narcóticas. que Incorporó a la Le)'de Impuesto a la Marihana, hasta llegar en cierto~ casos a la de cadena per­petua) impuestas a los traficantes. compradores, productores e importador~:;in licencia. por contraposición al impuesto nomin;¡1 de un dólar en estam­pillas fiscales para todos los compradores, vendedores. importa<1ores, médi­CO,\, veterinarios. productores y cualquier otra persona licenciada para ope­rar comercialmente con la marihuana, tenia el efecto de una verdadera pro­hibición de todo uso i][cito de la marihuana. Los usos, legítimos de la dro¡:;ano fueron afectados por el texto de la droga (tal como se aclaró en las dis­cusione~ aqul reproducidas). pero el inciso 14 de la misma autorizaba al Se­crctario del Tesoro a otorgar al Comisionado de Narcóticos y a los agentes dela Oficina de Narcóticos del Departamento del Tesoro poderes absolutos enlos aspectos administrativos, reguladores y policiales de la. imposición dela ley. El resultado inmediato de esta autorización fue la creación. apena.\dos meses después de aprobada la Ley. por parte de la Oficina de Narcóticosdel instrumento llamado R.efiulalÍol1s 119 1, en el cual se determinaban losprocedimientos a seguir en el cumplimiento de la Ley, procedimientos quenadan imposible en la pdctica cualquier uso médico o científico de la droga.Por ejemplo, un médico que descara adquirir la estampilla de un dólar parapoder prescribir marihuana a 1111 paciente. se vcfa obligado a presentar a laOficina de Narcóticos una declaración jurada en la cual se informara, contodo detalle. no sólo el nombre y dirección del paciente, sino también la natu·raleza de su afección. las cantidades administradas, fechas de administr"cióny otros datos. Si el médico dejaba por cualquier motivo de hacerlo inme­diatamente, tanto él como su paciente podlan ser sometidos a prisión y auna fuerte multa. Evidentemente, estos detalles de procedimiento bastanpara disuadir cu"lquier uso terapéutico de la marihuana.Vbse: David Solomon. editor, Thc Marihuana Papas (Tndianapo1is: TheT\obbs-Merrill Company, Inc., ] 9(0) . [N. del T.]18. l bid., P;¡g. 8.

132

Los miembros de la cOlnisiÚn c1it~ban prontos ;l, 11:1ccr lo que fuera.necesario y, m;ís aún. inquirieron al Comisionado de Narcóticospor (lue no se había propuesto antes esta legislación. Éste explicó:

Hace diez ailos sólo ten {amos noticias del problema en zonas del sucloeste.

Recién en los últimos diez alios ha pasado a convertirse en Ulla amenaza na­

cional. •. Hemos estado insistiendo sobre la adopción de Ilna legislación llni­

form<; al respecto en los diversos Estado~. y hace sólo un mes que la legislatura

uel últirno Estado que falt;¡ba adoptó una tal lcgisladón,19

El Comisionado informó que se habían cometido muchos crímenesbajo la influencia de la maril\llan¡¡, y dio ej e111pIos. j nel U yendo

el del múltiple asesino de Florida. Seiíaló que los bajos precios \

actuales de la droga la. hacían doblemente peligrosa, ya <¡ue latrai1s[ormabanen algo accesible para cualquiera que tuviera uno:;centavos para gastar.Los fabricantes de aceite de semilla de cáñamo expresaron e¡e)'!;I:;

objeciones a los términos del proyecto, que fueron prontalllClllemodificados para satisfacer sus requerimientos. Una objeciÓn I\L't:1

seria provino de la industria de alimento para aves, que en C:;I:entonces usaba cerca de cuatro millones de libras" de sClIlilLts

de cáñamo por año. Su representante pidiÓ disculpas a los cOllgn:­sales por aparecer a último momento, debido a que él y sus cok¡;,I.';no se hablan dado cuenta hasta ese momento de que la p[;¡11 t;1 d"marihuana mencionada en el proyecto era la misma de la <:11;11

obtenÍ;¡n un importante ingrediente para su producto. 1.0,'; 1,,,;( imonios del gobierno habían insistido sobre la prohibiciÓl1 de 1.1';

semillas de la planta, al igual que los extremos florecidos 11111'

habitualmente usaban los fumadores, debido a que contcnLlll 1111;\

pequeiía cantidad del principio activo de la droga y podrlall, ('11

consecuencia, ser usados para fumar. Los fabricantes adujnlJlIque la inclusi6n de la. semilla dentro de las provisiolle:; d(~ L\ley perjudicaría sus negocios.Par¡¡ justificar su pedido de exención, el representant.e de di, hll',fabricantes seíía16 los ciectos benéficos de la semilla (1<:dll;lIll"sobre las palomas:

Es un ingredicnte necesario para el alimento de las palOrl101s pfllqll" ,,/1'

tiene una substancia 01eosa muy importante pal"a 5U dicta. y no hCIl1"'; p,,,lldll

encontrar ninguna semilla que la rccmpb.cc. Si se usa clI;11q\lkr 0(1;\ 1 lJ'L1

en vez de c;iiíamo, tienden a modificarse las características de lo.'; 1';1'.1".,,,"

que se obticnen.2o

19. l bid., p~g. 20.• Cuatro millones de libras equivalen a un millón ochocientos mil kilol:'01m03. [N. dd T.]20. Ibld., p;\gs. 73-74.

1])

El congres;ll Roben L. Doughton, de Caroiina del Norte, preguntÓ:«¿Tiene la semilla sobre las palomas los mismos efectos que ladroga en los seres hVmaJlo~?» El representante contestó: «Nunca]0 observé. Más bien tiende a uevolvcrlcs el plumaje y a mejorar1 a calidad de las aves.» 2!

Enfrentado con esta seria oposición, el gobierno mouificó su firmeinsistencia acerca de las semillas, destacando que su esterilizaciÓnpodría hacerlas inofensivas: «Nos parece que es el Gobierno quiendebe· demostrar la validez de su postura, en aquellos casos en quepodríamos perjudicar a una industria legítima ..• 22

\ Una vez que se solucionaron estas dificultades, el proyecto siguiósLl marcha sobre rieles. Los fumadores de marihuana, impotentes,desorganizados y carentes de fundamentos reconocidos como legí-timos pua atacarlo, no enviaron representantes a l:1s :1udienci:1S,y su punto de vista no fue considerado en ];¡ discusión. Sin oposi:ción algun:1, el proyecto fue aprobado tanto por la Cámara deRepresentantes" como por el Senado. La iniciativa de la Oficinade Narcóticos había producido una nueva regla, cuya subsiguienteimposición ayudaría a crear una nueva clase de marginales: losfumadores de marihuana.

He dado un extenso ejemplo, tomado del campo de la legislaciónfederal; pero los parámetros básicos de este caso debieran ser apli­cables no sólo a la legislación en general, sino también al desarro­llo de reglas de tipo mas informal. Siempre que se creen y se;¡pli~l!-e}Lr.egl<L~_s.l~ELé!amos estar at~a}a pos!br~:::l~esell<.:i,\

.-¡lel! ~_~I2~!i.Yicl1,l_Q..9_.z~uro-queTó~~"J~~:;~~Ia~L':.~~~~ activ ic1ac1cspueden, con propiechcf,lTamarse «mstigaClon de la morar;-1iñOTizlcnlerjJrise), ya que aquello que impulsan a crear es un nuevofragmento de la constitución moral de la sociedad, de su códigode lo bueno y lo malo.Siempre que se creen y se apliquen regbs, deberemos esperarencontrar gente que intenta lograr el apoyo de grupos similaresy que usa los medios dc comunicación disponibles para desarrollarun clim;¡ de opinión pública favorable a sus fines. Cuando nologren este apoyo, podremos esperar que su iniciativa fracase.2J

21. lbid.

:n l bid" p~g. 85.

o El Congrcso de los Estados Unidos consta de dos c\lerpos colegiados: la C;\­mara de Representantes (Hause af ReIJresenlalives), equivalente a nuestraC\ll1ara de Diputados, y el Senado. [N. del T.)

2:1. Couldner ha descrito un caso pertinente a esta observación en la indtls,lriJ. cn el cual los intcntos de 1111 nuevo administrador de imponer reglas<¡llC no hJilían sido imp\lestas desde hada mucho ticmpo (y crear asr, enefecto, n\lcvas r~g¡as) tuvieron como consecuencia inmediata una ht1clga noalltorizada por el sindicato obrero (JVilclcal Slrillc); el administrador 110

13·1

:r, siempre que se creen y se apliqucn regias, pensi\mos que dproceso de imposición estará moldeado por la complejidad de borganización, sobre la b;¡se de entendimientos compartidos entregrupos m:\s simples, siendo el resultado de maniobr;¡s poIllicas yde transacciones dentro de estructuras más complejas.

había logrado apo)'o para su medida a través de la mallipnlaci(\1I de otro.'grllpos de la [;illlic;¡ )' del desarrollo de lIn c1iJlla favorable de opiJli(\n. Vi:a.leAlvin W. GOllldner, lVildcrzl Sir/l/e (Yellow Spring. Ol1i: AJltioch J're.,~.J!J51) .

])5