Nuestros vecinos, los primitivos -Fernando Valerio-Holguin
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Nuestros vecinos, los primitivos: identidad cultural dominicana.
©Fernando Valerio-Holguín
Colorado State University
Introducción: Haití en el discurso primitivista dominicano
El discurso primitivista dominicano con respecto a Haití es tan antiguo como la fundación
misma de la nación dominicana. Sin embargo, no fue hasta la década del ´30 en que dicho
discurso surgió con mucho más fuerza ya que el mismo sirvió de justificación a uno de los
hechos más abominables e incomprensibles de la historia dominicana y Latinoamericana: la
Masacre de nacionales haitianos en 1937. Durante varios días, miembros del Ejército dominicano
masacraron y decapitaron a miles de haitianos en la frontera entre ambos países. El nacionalismo
a ultranzas del dictador Rafael Leonidas Trujillo encontró el pretexto perfecto para esta matanza
en la alegada "primitivización" de la frontera dominicana.
En su libro Gone Primitive, Marianna Torgovnick define el primitivismo como un
conjunto de tropos diversos y contradictorios que conforman una gramática y un vocabulario
referidos al Otro.1 Estos tropos, que consisten en imágenes e ideas recurrentes, fueron cruciales
en la formación de la identidad cultural de los europeos. A través de los tropos, los europeos
construyeron una visión acerca del Otro como manera de lidiar con las diferencias culturales y a
la vez como justificación de la colonización en Asia, Africa y América.2
Desde mediados del siglo XIX, muchos dominicanos se apropiaron del discurso
primitivista europeo y lo reprodujeron con respecto a los haitianos para construirlos como el
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Otro-Primitivo. Dicha apropiación tiene lugar en el contexto de un imaginario poscolonial y se
convierte en un metaprimitivismo que tendría su correlato en lo que Torgovnick denomina
proyección: "Primitives are our untamed selves, our id forces -libidinous, irrational, violent,
dangerous".3 De las oposiciones binarias bueno/malo, racional/irracional, civilizado/salvaje,
cultural/natural, muchos dominicanos expulsan de su ser el segundo término de las oposiciones y
lo proyectan en los haitianos, como mecanismo de defensa. En su gran mayoría, los dominicanos
han conformado su identidad cultural y nacional a partir de la negación de la cultura haitiana. De
esa manera, también se construyen imaginariamente como lo-que-no-son.4
Para muchos dominicanos, los haitianos no sólo constituyen un Otro-Primitivo sino
también un Otro-Vecino y un Otro-Dentro. El conjunto de tropos, imágenes y expresiones acerca
de Haití, que aparecen en el discurso popular, literario y académico, han ido conformando el
discurso primitivista. Mi propósito en este artículo consiste en la discusión, por una parte, del
discurso primitivista dominicano con respecto a los haitianos, que posee un lugar privilegiado en
la frontera, y que sirvió como justificación de la masacre de 1937. Me gustaría, por otra parte,
discutir algunos de los conflictos de la identidad cultural dominicana.
En su artículo "Tipología del tema haitiano en la literatura dominicana", Marcio Veloz
Maggiolo estudia las imágenes y expresiones referidas a los haitianos desde el siglo pasado y
hace la siguiente clasificación: el haitiano adulado, el haitiano agredido, el haitiano adulterado, el
haitiano compadecido y el haitiano integrado.5 Lo que Veloz Maggiolo denomina "tipología" no
es más que las distintas formas que adoptan los tropos del discurso primitivista, y que construyen
a los haitianos de manera "diversa y contradictoria", tal como expresan Torgovnick y Root. Las
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contradicciones se deben a que una de las peculiaridades de los tropos consiste en su
ambivalencia, la cual le permite cambiar de sentido en diferentes contextos.6
Las diversas formas que adoptan los tropos del primitivismo en el discurso con respecto a
los haitianos son: los haitianos son animales, los haitianos son caníbales, los haitianos son
salvajes, los haitianos son violentos, los haitianos son ladrones, los haitianos son naturales y los
haitianos son promiscuos y prolíficos. Todas estas imágnes e ideas fueron las mismas utilizadas
por los europeos para referirse no sólo los africanos y asiáticos sino también a los
latinoamericanos en general y a los caribeños en particular. No quisiera dejar pasar la
oportunidad para observar que el discurso primitivista dominicano tiene un lugar privilegiado en
el discurso de la frontera, o en lo que denomino "las fronteras del primitivo", por lo que me
gustaría apuntar, previo a la discusión central de este trabajo, algunos aspectos cruciales con
respecto a la frontera dominico-haitiana para la comprensión de los fenómenos culturales que se
discutirán posteriormente.7
Fronteras flotantes
La frontera, como espacio liminar de articulación (unión/separación) entre dos naciones,
constituye un discurso privilegiado en el que se construye la identidad cultural.8 Si la frontera
demarca la nación imaginaria también se plantea como el límite que hay que transgredir. Lo que
denomino "fronteras flotantes", es decir, la ausencia de límites precisos durante varios siglos,
primero entre las dos colonias vecinas, y después entre Haití y la República Dominicana,
constituyó durante mucho tiempo un grave problema ya que, de acuerdo con algunos políticos, la
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República Dominicana se veía impedida de fundamentar su unidad territorial como Estado-
Nación. De ahí que para algunos intelectuales dominicanos, el genocidio de 1937 tuvo un
resultado positivo porque fijó definitivamente la frontera dominico-haitiana.9
Además, en las fronteras flotantes, como expresa Norma Iglesias, no hay "categorías
fijas", desde el punto de vista racial, lingüístico y cultural.10 La cultura fronteriza es liminar,
inestable y se encuentra llena de cambios constantes. Es por lo que García Canclini plantea que
"La incertidumbre generada por las oscilaciones bilingüísticas, biculturales y binacionales tiene
su equivalencia en las relaciones con la propia historia".11 La ausencia de categorías fijas en la
frontera produce una ansiedad vinculada a la incertidumbre de la identidad cultural, ya que la
identidad prefiere la estabilidad y la fijeza de "esencias".
Las fronteras flotantes son el espacio social de la hibridación cultural. Las mismas
representan, según Fernández L´Hoeste, el espacio en que "identity wildly shifts according to the
viewpoint of the beholder".12 Durante casi dos siglos, los haitianos y los dominicanos de las
fronteras se intercompenetraron y produjeron una cultura híbrida, flotante, que, parafraseando a
Homi Bhabha, no es ni haitiana ni dominicana, sino haitiana y dominicana al mismo tiempo.13 A
ambos lados de la frontera se produjo lo que García Canclini denomina una desterritorialización,
como segundo proceso de la hibridación.14 Dicha desterritorialización se define como
la pérdida de la relación "natural" de la cultura con
los territorios geográficos y sociales, y, al mismo
tiempo, ciertas relocalizaciones territoriales
relativas, parciales, de las viejas y nuevas
producciones simbólicas.15
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Esas desterritorializaciones y relocalizaciones produjeron una cultura "rayana".16 El proceso de
esta cultura "liniera" se manifiesta no sólo en la lengua (patoiñol o espatois, que sirvió de estigma
durante la masacre) sino también en la comida, en la religión y en las costumbres.17 Para las
élites dominicanas, las "nuevas producciones simbólicas" y la ambivalencia de las fronteras
flotantes resultaban intolerables y como tales contribuyeron a conformar en su imaginario una
serie de tropos primitivistas. La frontera dominico-haitiana se convirtió entonces en el límite
donde termina la "civilización" y comienza el "primitivismo".
Las fronteras del primitivo y la identidad cultural dominicana
La noción de fronteras, a la cual me quiero referir ahora, no remite a la fronteras
históricas ni a las fronteras flotantes sino a aquéllas a las que alude Guillermo Gómez-Peña, y
que denomino "fronteras primitivas", es decir, las fronteras internalizadas por la mayoría de los
dominicanos como manera de lidiar con la ansiedad de unos conflictos de identidad culturales.
Estas "fronteras primitivas" que dividen a los dominicanos de los haitianos son específicamente
del orden racial y cultural. Lo mismo que expresa Gómez-Peña de los norteamericanos con
respecto a los mexicanos, podría extrapolarse a los haitianos con respecto a los dominicanos:
"They are scared of us, the Other, taking over their country, jobs, their neighborhoods".18
Siguiendo a Gómez-Peña, en vez de percibir la frontera como lo que "we share",19 la
mayoría de los dominicanos la ha internalizado como "lo que nos separa" de los haitianos. Las
fronteras del primitivo se convierten entonces no en el espacio de la negociación cultural sino en
los límites de la amenazante "africanización" y la "corrupción de las buenas costumbres
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heredadas de España". El "primitivismo" del pueblo haitiano se construye como oposición a la
herencia recibida por los dominicanos de la "civilización" hispana.
Manuel Arturo Peña Batlle, uno de los principales ideólogos del discurso primitivista, se
refirió extensamente a la frontera en su famoso discurso en Villa Elías Piña en 1942. Peña Batlle
se abroga el derecho de hablar en nombre de los dominicanos cuando expresa que "Para los
dominicanos, la frontera es una valla social, étnica, económica y religiosa absolutamente
infranqueable".20 En otra parte de su discurso, Peña Batlle explica la necesidad de esa "Valla" de
contención:
El Generalísimo Trujillo ha sabido ver las taras
ancestrales, el primitivismo, sin evolución posible que
mantiene en estado prístino, inalterable, las viejas y
negativas costumbres de un gran núcleo de nuestros
vecinos, precisamente aquél que más en contacto se
mantiene, por sus necesidades, con nuestros centros
fronterizos.21
Como se puede ver en esta cita, Peña Batlle considera a Trujillo como un visionario porque "ha
sabido ver" lo que otros gobernantes dominicanos no "supieron ver": la inminente amenaza de
estos seres "tarados y primitivos". Sin embargo, Peña Batlle se cuida de no generalizar dicho
primitivismo a todos los haitianos sino a los obreros y campesinos, que a causa de la pobreza
extrema se ven obligado a emigrar y por lo tanto a cruzar la frontera. De acuerdo con el autor, las
"taras" de estos seres primitivos son ancestrales, vienen desde sus orígenes africanos, y
constituyen una conspiracion contra el "destino dominicano".22 Y aunque Peña Batlle no explica
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en qué consiste el "destino dominicano", otro de los ideólogos del primitivismo, el ex-presidente
Joaquín Balaguer, estaría de acuerdo en que dicho destino consiste en la preservación de la
"esencia" hispana de la nación dominicana.
Joaquín Balaguer, quien fungiera como Canciller en el momento de la masacre de 1937,
es el autor de uno de los libros más racistas y anti-haitianos jamás escrito, La isla al revés.23
Balaguer, como otros intelectuales dominicanos funda su primitivismo anti-haitiano en la alegada
hispanidad dominicana. La hispanofilia de Balaguer llega al desvarío de decir que "Santo
Domingo . . . es el pueblo más español de América"24 y de presentar fotos de familias blancas
campesinas como prototipos de lo que él denomina la "raza dominicana". Como otros
intelectuales, Balaguer considera que los haitianos constituyen una amenaza de "primitivización"
para el pueblo dominicano. En ese sentido expresa lo siguiente:
Se pensó siempre que el desarrollo de la población de
Haití, la cual tiende a aumentar rápidamente debido no
sólo a la facilidad con que se reproduce la raza
africana, sino también a las condiciones primitivas en
que se desenvuelve la vida de las clases inferiores en
ese pueblo vecino, constituía un peligro para Santo
Domingo ya que la necesidad de buscar expansión a esa
masa debía forzar a los gobernantes de aquella nación a
invadir pacífica o violentamente el territorio
dominicano.25
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A diferencia de Peña Batlle, Balaguer no erige la figura de Trujillo en el visionario que "supo
ver" el primitivismo haitiano. El argumento de Balaguer es el tropo de la proliferación de lo que
él denomina "raza africana" y que utiliza como sinónimo del pueblo haitiano. En lo que sí
coincide Balaguer con Peña Batlle es en excluirse del discurso, pero utilizando el impersonal "se
pensó". Balaguer tiene el cuidado de no generalizar el primitivismo, y lo que Peña Batlle
denomina "un gran núcleo de nuestros vecinos", Balaguer lo denomina "clases inferiores".
El discurso primitivista con respecto a los haitianos ha perfilado la identidad dominicana
racial y culturalmente. Los dominicanos no se consideran a sí mismos negros sino "indios" o
mestizos descendientes de españoles e indios Taínos. Este mito tiene su fundamento en el alto
porcentaje de mulatos entre los dominicanos, que alcanza más de un ochenta porciento, a
diferencia de Haití, cuya población es mayoritariamente de raza negra. El mito del pretendido
meztizaje indio ganó mucho más terreno durante la Primera Invasión Norteamericana (1916-24),
ya que frente a la variedad de mezclas raciales, los norteamericanos comenzaron a registrar a los
ciudadanos dominicanos como de color "indio" en los documentos oficiales.26 Además, si
recordamos que la esencia de una nación, según Renan, se encuentra, entre otras cosas, en "lo que
se olvida" (citado en Anderson 6), lo que los dominicanos han olvidado es que los indios taínos
fueron exterminados casi en su totalidad hacia principios del siglo XVI y que la cultura
dominicana es eminentemente africana.
La identidad cultural dominicana surge como negación de la cultura haitiana a través de la
primitivización de las fronteras "naturales". Las diferencias raciales, lingüisticas y culturales son
erigidas entonces en "fronteras internas" como forma de lidiar con el terror y la ansiedad
causados por la inestabilidad de las "fronteras flotantes". Haití, como el Otro-Primitivo, el Otro-
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Vecino, el Otro-Dentro, se convierte en el inconsciente primitivo que los dominicanos quieren
reprimir, por lo que se han construído un imaginario racial y cultural que dista mucho de su
realidad social.
El conflicto y el discurso fronterizos alcanzaron su punto más álgido con el genocidio de
1937. Como expresa Gómez-Peña con respecto a la frontera mexico-americana, se podría decir
que las fronteras dominico-haitianas se convirtieron en la sempiterna hemorragia de "a wound in
the middle of a family".27 Durante la masacre de 1937, fueron separadas familias enteras, fueron
asesinados esposos/as, hermanos/as e hijos/as de nacionalidad haitiana, dominicana y dominico-
haitiana. La frontera se convirtió literalmente en un río de sangre, en el río Masacre cuyo nombre
alude a otra masacre, como si desde entonces hubiera prefigurado el genocidio trujillista.
La masacre de 1937: Fiesta sangrienta y fundación nacional
En 1927, diez años antes de la masacre, y tres antes de la ascención al poder del dictador
Rafael Leonidas Trujillo, Balaguer se expresaba de la siguiente manera con respecto a la frontera:
La obra de más empeño cívico, después de la creación de
la República, es y será la colonización del litoral
fronterizo. Si por algo ha de pasar Horacio Vásquez con
esplendores de inmortalidad al libro de la historia es
por la colonización de las fronteras. Esa es la obra
más llamada a dar nuestra nacionalidad vida
imperecedera.28
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La importancia de esta cita consiste en el énfasis que Balaguer pone en el "problema fronterizo"
antes de la llegada de Trujillo al poder. Tanto para Peña Batlle como Para Balaguer, la
supervivencia de la nación dominicana dependería de la solución de este "problema". La solución
inminente ocurriría diez años más tarde con el genocidio de más de veinte mil nacionales
haitianos, dominicanos y dominico-haitianos.
Freddy Prestol Castillo, un juez enviado al pueblo fronterizo de Montecristi poco después
de la matanza, publicó en 1973 El masacre se pasa a pie, la única novela testimonial acerca del
genocidio de 1937.29 El mismo Prestol Castillo explica en el "Prólogo", una especie de
metatestimonio, que el texto fue escrito in situ después de la matanza. Sin embargo, las
diferencias de estilo y de marcas deícticas en los diferentes capítulos sugieren que el libro fue
también escrito en etapas sucesivas. En este libro, Prestol Castillo relata en primera persona una
"experiencia significativa" de la que fue testigo presencial: "Héme aquí en estas tierras. Soy un
testigo mudo. Un testigo cómplice".30 En El masacre se pasa a pie, Prestol Castillo agrega
algunos detalles ficticios y cambios de nombres para "proteger" la identidad de algunos
sujetos.31
A lo largo de sus capítulos, el autor se lamenta de su propia cobardía, sumisión y silencio
frente a los acontecimientos acaecidos en la frontera. A pesar del mea culpa del autor-narrador,
que busca con esta figura retórica del humilitas32 crear un realismo social y granjearse la
simpatía de los lectores, la visión primitivista de Prestol Castillo con respecto a los haitianos no
se diferencia en mucho de las de Balaguer y Peña Batlle. Aunque con más elaboración retórica y
menos pretenciones cientifistas que los otros dos autores, los tropos del primitivismo construídos
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por Prestol Castillo deshumanizan a los haitianos y los asimilan a la naturaleza en oposición a la
"civilización" dominicana:
El haitiano es el caminante de la noche. Y el mejor
guía es la brisa. Las narices de los haitianos parecen
oprimir la brisa para que les diga dónde están los
corrales, denunciados por el olor a estiércol, en la
noche. El mapa del robo opera en la noche mientras la
brisa es cómplice. Un abecedario de los olores, que lee
esta raza primitiva.33
Lo que Balaguer llama la "raza africana" es para Prestol Castillo la "raza primitiva". Prestol
Castillo generaliza el primitivismo a todos los haitianos a través de la sinécdoque del gentilicio
"el haitiano". Para los tres autores no existe ninguna diferencia entre haitiano, negro, africano y
primitivo.
El genocidio de 1937 no fue sólo la decisión individual y omnímoda del dictador fascista
Trujillo, como sugiere el autor-narrador de El masacre se pasa a pie, sino también el resultado de
los conflictos históricos entre las dos naciones, justificado por el discurso primitivista anti-
haitiano de las élites y de la mayoría de los dominicanos. Sin embargo, hay que reconocer que, en
última instancia, el nacionalismo a ultranzas y las razones de índole personal de este dictador
caribeño catalizaron dichos acontecimientos.34 La masacre de 1937 constituye el hecho más
importante en la formación del mito fundacional de la "Patria Nueva". Peña Batlle confirma este
planteamiento cuando, en una conferencia, expresa que "La Patria Nueva vive antes que en
ninguna otra parte, en las nuevas fronteras".35
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La fundación de la nación dominicana requería, sin embargo, del sacrificio humano en
forma de fiesta sagrada. En El Masacre se pasa a pie, la masacre es representada como el mito
primitivo de una fiesta sangrienta. La masacre es llamada "festín homicida" o "vendimia roja":36
"La patrulla, con ´órdenes´, borracha de ron y de sangre, no perdona".37 Durante varios días, los
soldados y conscriptos, borrachos y armados de machetes decapitaron a miles de haitianos en una
de las matanzas más execrables en este siglo en Latinoamérica.
La masacre, como "fiesta trágica",38 remite a la fiesta mítica estudiada por Mircea Eliade
en Lo sagrado y lo profano. Mircea Eliade, quien ha escrito sobre las religiones y símbolos de las
culturas "primitivas" se refiere a la "fiesta" como tiempo sagrado:
Una fiesta se desarrolla siempre en el Tiempo original. Y
precisamente es esta reintegración del Tiempo
original y sagrado lo que diferencia el comportamiento
humano durante la fiesta del comportamiento de antes o
después . . . En otros términos, "salen" de su
tiempo histórico -es decir, el tiempo constituído por
la suma de acontecimientos profanos, personales e
interpersonales- y enlazan con el tiempo primordial,
que siempre es el mismo, que pertenece a la
Eternidad.39
Uno de los tropos del primitivismo señalado por Deborah Root consiste en la atemporalidad de
los eventos ocurridos en las sociedades no occidentales.40 Durante la masacre, el autor-narrador
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expresa que "En la taberna, no hay hora. No hay límite en esta tierra ni para el alcohol ni para la
muerte".41
Al igual que Peña Batlle, Prestol Castillo representa a Trujillo investido de un
mesianismo que lo instaura en un Tiempo sagrado (ahistórico). Los participantes de la Fiesta
sangrienta se acercan a Trujillo como si fuera un Dios: "El capitán bebe, como brindando por el
Dios del Corte, el ídolo de la matanza",42 o también, "Los reservistas quedaron callados,
maravillados de esta rauda escena. Era como la aparición y desaparición de una deidad".43 La
megalomanía del dictador llegaba a tal extremo de que éste se identificaba con Dios en el lema
"Dios y Trujillo". Con la instauración de este Tiempo sagrado, Trujillo logra la vuelta a un
Tiempo primordial. Aquél de la matanza de Xaragua, a través de la cual el Gobernador español
Nicolás de Ovando ordenó el asesinato de miles de Taínos a principios del siglo XVI. Ovando,
quien justificó jurídicamente el genocidio en la alegada rebelión de los indios de esa región, se
impuso definitivamnete en la isla Hispaniola para fundar un Tiempo Histórico. De la misma
manera, Trujillo logra fundar su propio Tiempo Histórico, la Era de Trujillo, y con esta la Patria
Nueva de todos los dominicanos.44
Conclusión
La fontera dominico-haitiana ha constituído el espacio social por excelencia del discurso
primitivista dominicano con respecto a los haitianos. Es también el espacio de construcción de la
identidad cultural dominicana en oposición a la haitiana. La masacre de 1937 fue la culminación
del discurso primitivista anti-haitiano, enmarcado dentro del nacionalismo exacerbado de Trujillo
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y la ansiedad de los conflictos de identidad cultural de la mayoría de los dominicanos. Con esta
masacre, Trujillo logra reestablecer la hispanidad imaginaria del pueblo dominicano y "limpiar"
la nación de elementos impuros como son la religión, la lengua y las costumbres de nuestros
vecinos, los Primitivos.45
A través de la Fiesta sangrienta, Trujillo también niega su propia ascendencia haitiana, y
por tanto "negra", africana y primitiva para pensarse imaginariamente como dominicano, es
decir, descendiente de español.46 El discurso del primitivismo anti-haitianismo ha servido de
justificación intelectual para la deshumanización, esclavización y genocidio del pueblo haitiano,
planteados como una necesidad historica para la fundación de la "Patria Nueva" de la cual
Trujillo era el Padre y Dios.
El discurso primitivista con respecto a Haití y el conjunto de tropos que posibilitan su
articulación continúan teniendo vigencia en el imaginario social dominicano. Los titulares de los
periódicos, los discursos de algunos políticos y militares en actos de carácter patriótico ponen de
manifiesto no sólo dicha vigencia sino también la vitalidad del mismo. En las elecciones de
1996, los partidos de oposición montaron una campaña racista contra José Francisco Peña-
Gómez, candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), en la que se acudía al
expediente de su origen haitiano y al alegado acuerdo de este candidato con los Estados Unidos,
en caso de ganar las elecciones, para el establecimiento de campamentos de refugiados haitianos
en territorio dominicano, así como también de los supuestos planes de fusión de Haití y
República Dominicana en un solo estado. La sola imagen de la supuesta integración de estos dos
países aterrorizó a muchos dominicanos quienes creyeron ver en estos supuestos planes el
fantasma del "primitivismo" haitiano. Ya casi a finales de siglo y comienzo de un nuevo milenio,
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la identidad cultural dominicana continúa dependiendo de la negación de nuestros vecinos, "los
primitivos".47
Notas
1. Marianna Torgovnick, Gone Primitive (Chicago and London: The University of Chicago
Prees, 1990), 8.
2. Deborah Root, Cannibal Culture (Boulder, Colorado: Westview Press, 1996), 34. Los tropos
son figuras retóricas que organizan imágenes, conceptos y símbolos. Parafraseando a Root, las
nociones de salvaje, canibal, tarado, animal, decadente, inferior, lujurioso y violento son tropos
del primitivismo. Root también distingue entre estereotipos y tropos. A diferencia del
estereotipo, los tropos pueden ser ambivalentes, contradictorios y mucho más difíciles de
deconstruir.
3. Torgovnick, op. cit., 8.
4. According to Benedict Anderson, a nation is imagined "because the members of even the
smallest nation will never know most of their fellow-members, meet them or even hear of them,
yet in the minds of each lives the image of their communion". See Benecdit Anderson, Imagined
Communities (London and New York: Verso, 1996), 6.
5. "Tipología del tema haitiano en la literatura dominicana" in Marcio Veloz Maggiolo, Sobre
cultura dominicana... Y otras culturas. (Santo Domingo: Editora Alfa y Omega, 1977), 94.
6. Root, op. cit., 34.
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7. El conflicto fronterizo entre Haití y la República Dominicana es una herencia colonial. El
mismo tiene su origen en el Tratado de Ryswick de 1697, por medio del cual España le cede a
Francia la parte oeste de la isla Hispaniola. Este tratado es de suma importancia porque dividió la
isla en dos colonias diferentes: Saint Domingue (en el oeste) y Santo Domingo (en el este).
Durante más de un siglo, las dos colonias coexistieron pacíficamente, lo que posibilitó el
intercambio libre de productos entre éstas. El desarrollo económico y social fue desigual. Por una
parte, la colonia francesa se caracterizó por la importación masiva de esclavos y la explotación
intensiva de la economía de plantación por parte de una minoría blanca. La colonia española, por
otra parte, aunque más pobre que la francesa, tuvo una lenta recuperación económica basada en
la explotación del hato ganadero en la que predominaron las relaciones feudo-patriarcales. La
inmigración de aproximadamente 4,000 canarios, la escasa importanción de esclavos africanos,
la coexistencia de negros libres, esclavos y blancos en el trabajo extensivo del hato, y la
inexistencia de estrictas regulaciones sociales dieron como resultado una mayor mezcla racial
que en la vecina colonia de Saint Domingue. See Roberto Cassá, Historia social y económica de
la República Dominicana, V. I, (Santo Domingo: Editora Alfa y Omega, 1986), 113-17.
En el Tratado de Aranjuez, firmado entre Francia y España en 1774, se fijaron los límites
precisos entre las dos colonias. Una vez independizadas las dos antiguas colonias, surgieron dos
países distintos en una misma isla -uno de los pocos casos en el mundo- pero las disputas
fronterizas continuaron durante más de un siglo, durante el cual se firmaron diversos tratados y
acuerdos entre los gobiernos haitianos y dominicanos.
El Tratado de 1936, firmado por el presidente de Haití, Stenio Vincent, y el de la
República Dominicana, Rafael Leonidas Trujillo, parecía haber puesto fin a la disputa entre
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ambos países. Desde el principio de su independencia en 1844, después de 22 años de ocupación
por parte de Haití, la República Dominicana exigió los límites establecidos en el Tratado de
Aranjuez de 1774, mientras que Haití reclamaba las tierras ocupadas por sus ciudadanos, después
de haber finalizado las diferentes guerras entre ambos países.
See María Elena Muñoz, Las relaciones dominico-haitianas: Geopolítica y migración
(Santo Domingo: Editora Alfa y Omega, 1995); Pedro L. San Miguel, La isla imaginada: historia,
identidad y utopía en La Española (San Juan & Santo Domingo: Isla Negra & La Trinitaria,
1996); Bernardo Vega, Trujillo y Haití, Vol 1 (1930-37) (Santo Domingo: Fundación Cultural
Dominicana, 1988); Lauren Derby, "Haitians, Magic, and Money: Raza and Society in the
Haitian-Dominican Borderlans, 1900 to 1937" Comparative Studies in Society and History 36
(1994): 4888-526. Véase "Haití y la República Dominicana: otra historia" in Frank Moya Pons,
El pasado dominicano (Santo Domingo: Editora Corripio, 1986). Véase también Eric Paul
Roorda, The Dictator Next Door: The Good Neighbor Policy and the Trujillo Regine in the
Dominican Republic, 1930-1945 (Durham, NC: Duke University Press, 1998). Among the
novels that represent the conflict between the Dominican Republic and Haiti, see Ramón Marrero
Aristy, Over (Ciudad Trujillo: Imprenta La Opinión, 1939); Jacques Stephen Alexis, Mi
compadre el General Sol (Santo Domingo: Editora Taller, 1987); and Anthony Lespes, Las
semillas de la ira (Santo Domingo: Fundación Cultural Dominicana, 1990).
8. Madan Sarup, Identity, Culture and the Posmodern World (Athens, Georgia: The University of
Georgia Press, 1996), 7.
9. Intelectuales y políticos como Joaquín Balaguer, Julio Ortega Frier, Arturo Logroño, Vicente
Tolentino Rojas, Jacinto Peynado, Rafael Estrella Ureña, Manuel A. Peña Batlle y Max
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Henríquez Ureña pertenecían a la élite y sustentaban un discurso racista que justificó, de alguna
manera, y en diferentes grados, la matanza de 1937. Obviamente, no todos tuvieron el mismo
grado de participación y de incidencia en el discurso primitivista anti-haitiano. Es paradójico el
caso de Max Henríquez Ureña, hermano de Pedro Henríquez Ureña, quien fuera un tácito
opositor a la dictadura de Trujillo. Véase Franklin Franco Pichardo, Historia del pueblo
dominicano, v. II (Santo Domingo: Ediciones del Instituto del Libro, 1992), 524. Balaguer y Peña
Batlle eran dos de los intelectuales anti-haitianos más acérrimos. Este último expresa que "La
Patria Nueva vive antes que en ninguna otra parte, en las nuevas fronteras". Para Peña Batlle, las
"nuevas
fronteras" se refieren a la eliminación y/o expulsión de nacionales haitianos. See Peña Batlle, op.
cit., 103.
10. Norma Iglesias, "The Maquiladora Industry in the US/Mexican Border" The Latino Heritage
Month Conference. Allegheny College. 13 Oct. 1997.
11. Néstor Garcia Canclini, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad
(México, D.F.: Grijalbo, 1990), 299.
12. H. D. Fernández L´Hoeste, "On Cinematographic Narratives of
the Mexican American Border: Cultural Resistance in Robert Rodríguez´s Early Production".
Paper Inédito, 8.
13. Homi Bhabha, "The Commitment to Theory" New Formations 4 (1988), 10.
14. García Canclini, op. cit., 288.
15. Ibid., 288. Comillas en el original.
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16. "Rayano" es un término usado para designar a los hijos de haitianos y dominicanos. Por
extensión, podría ser usado en el sentido de cultura híbrida.
17. El término "liniero" se usa para designar a los pueblos dominicanos del noroeste, y por ende,
a los productos de la "línea" fronteriza. Cuando se detenía a los haitianos o dominico-haitianos,
se les pedía que pronunciaran la palabra "perejil" y si pronunciaba "pelejil" se les mataba. Desde
el siglo pasado existió el dicho "El que sea prieto que hable claro" ya que ciertas marcas
lingüísticas eran las que determinaban la nacionalidad.
18. Guillermo Gómez-Peña, Warrior for Gringostroika (Saint Paul, Minnesota: Graywolf Press,
1993), 47.
19. Ibid., 47.
20. Manuel A. Peña Batlle, Manuel Arturo. Política de Trujillo (Ciudad Trujillo: Impresora
Dominicana, 1954), 63. En 1929, Peña Batlle participó como Consejero Jurídico de la Legación
Dominicana para la suscripción de un acuerdo que pusiera solución a los conflictos fronterizos.
21. Ibid., 65. El énfasis es mío.
22. Ibid., 63.
23. Joaquín Balaguer, La isla al revés. Haití y el destino dominicano (Santo Domingo: Editora
Corripio, 1995). Balaguer, uno de los intelectuales más importantes en la República Dominicana,
ha participado en la política por casi un siglo. En 1927, Balaguer, de veitiún años, apoyó el
proyecto de "dominicanización" de la frontera del presidente Horacio Vásquez (1924-1930). En
1930, Balaguer incursionó en la política como miembro del grupo que apoyaba al político Rafael
Estrella Ureña como candidato a la presidencia. Bajo la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo
(1930-1961), ocupó varios cargos públicos, tales como Secretario de Educación y Canciller. De
Primitive Valerio-Holguín/ 20
1957 a 1960 ocupó la Vice-presidencia de la República. Después de la renuncia del presidente
Héctor B. Trujillo en 1960, Balaguer asumió la presidencia. Asesinado Rafael Leonidas Trujillo,
el 30 de mayo de 1961, Balaguer continuó en la presidencia hasta que la presión popular lo
obligó a renunciar y tuvo que asilarse en la Nunciatura Apostólica en enero de 1962. Gobernó el
país dictatorialmente durante tres períodos consecutivos (1966-1978) y durante dos períodos más
(1986-94). El fraude de las elecciones del 1994 fue tan flagrante que Balaguer no pudo resistir la
presión de sectores nacionales e internacionales y tuvo que renunciar para dar paso a la
celebración de nuevas elecciones en 1996.
24. Ibid., 63.
25. Ibid., 129. El énfasis es mío.
26. Robin Derby, "Teaching Democracy: Citizenship and Civic Education during US Military
Occupation of the Dominican Republic, 1916-1924". Conference at the American Historical
Association Meeting. University of Chicago, Chicago. December 1994. 4. Pedro de San Miguel
explica que el uso del término "indio" aparece ya en la obra de Antonio Sánchez Valverde, Idea
del valor de la isla española (1785) para referirse a la población mulata. See also Doris Sommer,
One Master for Another: Populism as Patriarchal Rhetoric in Dominican Novels. (Lanham, MD,
New York, London: University Press of America, 1983). De acuerdo con Sommer, el uso del
término indio remite a la obra fundadora de Manuel de Jesús Galván, Enriquillo (1882), en la
cual el negro es elidido para dar paso a unión armoniosa del blanco y el indio.
27. Gómez-Peña, op. cit., 47.
28. Quoted in Bernardo Vega, Trujillo y Haití V. I (Santo Domingo: Fundación Cultural
Dominicana, 1988), 18.
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29. Freddy Prestol Castillo, El Masacre se pasa a pie (Santo Domingo: Editora Taller, 1973). En
1937, poco antes de la masacre, Prestol Castillo publicó un artículo en el periódico Listín Diario
titulado "El Jefe en Navarrete" en el que alababa la figura de Trujillo. See Vega, op. cit., 277.
30. Ibid., 131.
31. En la novela, Pedro Henríquez Ureña aparece bajo el seudónimo de doctor Fradíquez:
"Nativo del país, pero habiendo vivido largos años en el extranjero, el doctor Fradíquez, sabio
humanista que figuraba entre los más calificados elencos de profesores de Norteamérica, Chile y
Buenos Aires . . ." Véase Prestol Castillo, op. cit., 143. Prestol Castillo utiliza a Henríquez Ureña
como símbolo de dignidad y resistencia frente a la dictadura de Trujillo. A diferencia de su
hermano Max Henríquez Ureña, Pedro Henríquez Ureña nunca apoyó la dictadura y vivió la
mayor parte de su vida en el extranjero. De 1931 a 1933, aceptó el cargo de Superintendente
General de Enseñanza en la República Dominicana, acaso para evitar represalias en contra de su
familia. Como intelectual dominicano, Pedro Henríquez Ureña no produjo ningún discurso
primitivista anti-haitiano.
32. Heinrich Lausberg, Elementos de retórica literaria (Madrid: Gredos, 1983), 32.
33. Prestol Castillo, op. cit., 75. El énfasis es mío.
34. Se cree que Trujillo impartió la orden de la masacre mientras
se encontraba borracho en una fiesta celebrada en la casa de Isabel Mayer, proxeneta íntima
amiga de éste. No coincidencialmente, Isabel Mayer era una reconocida latifundista dominicana
de la línea fronteriza. See Joaquín Balaguer, Memorias de un cortesano de la "Era de Trujillo"
(Santo Domingo: Editora Corripio, 1988), 71-73.
35. Peña Batlle, op.cit., 103.
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36. Prestol Castillo, op. cit., 26-27.
37. Ibid., 34. Comillas en el original.
38. Ibid., 55.
39. Mircea Eliade, Lo sagrado y lo profano (Barcelona: Editorial Labor, 1987), 76-79. Enfasis y
comillas en el original.
40. Root, op. cit., 37.
41. Prestol Castillo, op. cit., 87.
42. Ibid., 87.
43. Ibid., 120. La masacre fue conocida popularmente como el "corte" ya que se realizó con
machetes para tratar de ocultar la participación del Ejército.
44. El nombre del río Masacre, antiguo Gutopana, se debe al asesinato de treinta bucaneros
cometido por los españoles en 1728. Quoted in Vega, op. cit., 364. Creo, sin embargo, que la
masacre de 1937 remite a la matanza de Xaragua por la dimensión de la misma y porque los
españoles se impusieron definitivamente en la isla después de ésta. See Roberto Cassá, Historia
social y económica de la República Dominicana, v. I, (Santo Domingo: Editora Alfa y Omega,
1985), 43.
45. Tanto Balaguer como Prestol Castillo hacen referencia a la limpieza étnica en sus repectivas
obras. Balaguer expresa que "contruir una patria tiene menos méritos que hacer de ella una
nación limpia". See Balaguer, La isla al revés, 99. Prestol Castillo, por su parte, alude en su
narración a la matanza en los siguientes términos: "Estos eran los ardides de la "higiene
histórica" que limpiaba el suelo de la República Dominicana de un bicho advenedizo". Véase
Prestol Castillo, op. cit., 81.
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46. Como expresé anteriormente, Trujillo descendía de haitianos. Su abuela materna se llamaba
Luisa Ercina Chevalier, hija de un oficial de la Ocupación Haitiana (1822-1844).
47. Algunos de los titulares en primera plana de periódicos dominicanos son los siguientes:
"preocupa presencia de haitianos indocumentados", Hoy 15 Oct. 1996: 1; "4 haitianos violan
mujer", Ultima Hora 30 Abril 1997: 1. En la primera plana del periódico El Nacional 3 Nov.
1996: 1, aparece la foto de un haitiano besando un cráneo humano. El pie de página dice: "Rito
vudú: ´Un haitiano, poseído por un espíritu vudú´, besa un cráneo humano ayer sábado en una
calle del centro de Puerto Príncipe, en Haití, durante la celebración del Dìa de los Muertos". A la
izquierda, al lado de la foto del haitiano, aparece una foto más pequeña del político dominicano
José Francisco Peña Gómez con un titular que dice: "VA A ROMANA. Peña llega en vuelo
privado". La asociacón metonímica entre el haitiano "primitivo", "poseído por un espíritu vudú",
y el político dominicano es muy obvia. Además, el titular "llega en vuelo privado" parecería
sugerir que la llegada de éste es desde Haití y no desde La Romana, República Dominicana.
También, se pueden leer en las ediciones interactivas de El Listín Diario los siguientes
titulares: "La migración y las repatriaciones de haitianos se tornan explosivas en la frontera",
Listín Diario, Edición Interactiva, Año CVIII, Número 28570, www. listin.com/do; y "La Patria
nace en la frontera", Listín Diario, Edición Interactiva, Año I, Número 90, www.listin.com/do.
Este reportaje de 1996 dice -y me permito transcribirlo en su totalidad porque vale la pena-, lo
siguiente:
Con el lema "la patria nace en la frontera", el
Ejército Nacional inició un amplio programa cultural la
pasada semana, en Dajabón, Montecristi, Loma de Cabrera
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y Restauración. Al declararse por decreto presidencial a febrero el "mes de la
patria", esta institución castrense comenzó a desarrollar una serie de actvidades
patrióticas en Dajabán, donde se rindió homenaje a Juan Pablo Duarte y se cantó a
viva voz el Himno Nacional.
El acto fue iniciado en esa comunidad con las palabras del gobernador
civil, Santiago Morel, quien le dio la bienvenida a la comitiva del Ejército
Nacional, y motivó el plan cultural que se propone rescatar la más pura esencia de
la dominicanidad, según indicó una nota de prensa enviada por esa institución
oficial.
Montecristi celebró una actividad similar, según nos informó el teniente
coronel Luis Rodríguez, oficial de Relaciones Públicas del E.N.
Como se puede observar en esta cita, la frase "la patria nace en la frontera" remite a las palabras
de Peña Batlle, quien había expresado casi cincuenta años atrás en su artículo "La Patria Nueva"
que "La Patria Nueva vive antes que en ninguna otra parte, en las nuevas fronteras". Véase
Manuel Arturo Peña Batlle, Política de Trujillo (Ciudad Trujillo: Impresora Dominicana, 1954),
117. El canto "a viva voz" del Himno Nacional y el rescate de "la más pura esencia de la
dominicanidad" en los pueblos fronterizos constituyen una alusión metonímica a nuestros
vecinos haitianos, además de que ponen en escena las palabras de Peña Batlle, uno de los
intelectuales más rabiosamente anti-haitianos.