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Nuevo Mundo Mundos Nuevos Nouveaux mondes mondes nouveaux Novo Mundo Mundos Novos New world New worlds Debates | 2013 Formes nationales du colonialisme tardif dans le Cône sud, 1850/1950 – Coord. Luc Capdevila y Nicolas Richard PABLO ANTUNHA BARBOSA Notas sobre el cacique Libânio y el barón de Antonina en los aldeamientos indígenas de las provincias meridionales del Brasil Imperial (18401889) [12/02/2013] Resumos Español English El cacique cayuá Libânio es una figura central para pensar el proceso de construcción de los aldeamientos indígenas en las provincias de São Paulo, Paraná y Mato Grosso a partir de la institución del Reglamento n° 426 sobre la « Catequesis y Civilización de los Indios » en 1845. Administrados desde las capitales de las provincias por militares y dirigidos en el terreno por misioneros capuchinos, los aldeamientos indígenas en esa región fueran pensados a partir de un dispositivo más amplio de colonización de las fronteras de tierra adentro del Imperio y estuvieron espacialmente asociados a la construcción de colonias militares y agrícolas que funcionaron durante la Guerra de la Triple Alianza (18641870) como un sistema avanzado del despliegue colonial y militar. A partir de algunos elementos de la vida y de la actuación del cacique Libânio, este trabajo tiene por objetivo analizar las formas de mediación que ejerció el cacique entre los aldeamientos indígenas recién creados y los campamentos guaranís que estaban localizados hacia el interior, en las cuencas del río Paraná, Tibagi, Paranapanema, Brilhante e Iguatemi. Principal guía indígena de las “Jornadas Meridionales” dirigidas por el barón de Antonina, el cacique Libânio funcionará como una figura central en la formación y consolidación de esos

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Debates | 2013Formes nationales du colonialisme tardif dans le Cône sud, 1850/1950 – Coord. Luc Capdevila yNicolas Richard

PABLO ANTUNHA BARBOSA

Notas sobre el cacique Libânioy el barón de Antonina en losaldeamientos indígenas de lasprovincias meridionales delBrasil Imperial (1840­1889)[12/02/2013]

Resumos

Español EnglishEl cacique cayuá Libânio es una figura central para pensar el proceso de construcción de losaldeamientos indígenas en las provincias de São Paulo, Paraná y Mato Grosso a partir de lainstitución del Reglamento n° 426 sobre la « Catequesis y Civilización de los Indios » en1845. Administrados desde las capitales de las provincias por militares y dirigidos en elterreno por misioneros capuchinos, los aldeamientos indígenas en esa región fueranpensados a partir de un dispositivo más amplio de colonización de las fronteras de tierraadentro del Imperio y estuvieron espacialmente asociados a la construcción de coloniasmilitares y agrícolas que funcionaron durante la Guerra de la Triple Alianza (1864­1870)como un sistema avanzado del despliegue colonial y militar. A partir de algunos elementosde la vida y de la actuación del cacique Libânio, este trabajo tiene por objetivo analizar lasformas de mediación que ejerció el cacique entre los aldeamientos indígenas reciéncreados y los campamentos guaranís que estaban localizados hacia el interior, en lascuencas del río Paraná, Tibagi, Paranapanema, Brilhante e Iguatemi. Principal guíaindígena de las “Jornadas Meridionales” dirigidas por el barón de Antonina, el caciqueLibânio funcionará como una figura central en la formación y consolidación de esos

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establecimientos. Mientras las expediciones avanzan por el interior, Libânio acciona yactiva una sucesión de redes y alianzas, conduciendo año a año una cantidad considerablede familias indígenas a establecerse en la órbita de los aldeamientos.

The cacique cayuá Libânio is a central figure in the construction of the indigenous missionsin the provinces of São Paulo, Paraná and Mato Grosso that were instituted in 1845 byRegulation n. 426 on "Catechesis and civilization of the Indians". Managed from thecapitals of the provinces by the military and in the field by the Capuchin missionaries, theindigenous missions were planned within a much broader project: that of the colonizationof the frontiers and that of the unknowns "sertões" of the Empire. The indigenous missionswere spatially associated with military and agricultural colonies that worked during theWar of the Triple Alliance (1864­1870) as an advanced system of colonial and militarydeployment. From biographical elements of the life of cacique Libânio, this paper aims toanalyze the forms of mediation practiced by him among indigenous missions newly createdand Guarani camps that were located in the Paraná River basin, Tibagi, Paranapanema,Brilhante and Iguatemi. Libânio, the main Indian guide of "Southern Journeys", functionas a central figure in the formation and in the consolidation of these establishments; whilethe expeditions were moving through the hinterland, Libânio drives and activates a seriesof networks and alliances, driving every year a significant quantity of indigenous familiesto be established in the orbit of the missions.

Entradas no índice

Keywords : Guarani, Cacique Libânio, Barão de Antonina, indigenous missions, SouthernJourneysPalabras claves : Guarani, Cacique Libânio, Barão de Antonina, aldeamentos indígenas,Jornadas Meridionales

Notas do autorUna primera versión de ese texto fue presentada en el VII Congreso Chileno deAntropología, San Pedro de Atacama, 2010.* Las traducciones son responsabilidad del autor.

Texto integral

En la literatura sobre la región de frontera entre el sur de Mato Grosso y eloriente paraguayo, el escenario y la cronología de ocupación y expropiación de losterritorios guaraníes fueron retratados de la siguiente manera. En primer lugar, laguerra de la Triple Alianza (1864­1870) aparece como un acontecimiento clave enla redefinición de toda la dinámica territorial y poblacional de la región. Con elfinal de la guerra en 1870 se firmó un tratado de frontera (1872) y se instituyeronlos límites actuales entre Brasil y Paraguay. El fin de la guerra marcaría, entonces,la consolidación de la explotación privada, abriendo vastos espacios para elcapital. En el sur de Mato Grosso, el “Ciclo de la Hierba” –nombre dado por lahistoriografía a la segunda etapa– se inició en 1882, después de que el gobiernobrasileño arrendara extensos hierbales naturales a la “Companhia MatteLarangeiras”1. Del lado paraguayo, el mismo proceso se observaría a partir de1883 con la creación de “La Industrial Paraguaya S.A”2. El “Ciclo de la Hierba”,que utilizó ampliamente la mano de obra indígena, tuvo una duración deaproximadamente cinco décadas, cediendo su lugar a un tercer momento, muchomás violento, hacia 1920. Esa tercera etapa continuaría hasta el día de hoy,articulándose con la introducción de estancias ganaderas y el loteo progresivo dela zona. Tal política fue pensada inicialmente por el presidente Getúlio Vargasdurante el Estado­Nuevo (1937­1945) y formaba parte de un nuevo plan deintegración nacional de la frontera sur de Mato Grosso. Así, paralelamente a esapolítica el Servicio de Protección de los Indios (SPI)3instituyó, entre 1915 y 1930,las primeras Reservas Indígenas que buscaban, a través de la inserción por eltrabajo, administrar y gestionar a los guaraníes del sur de Mato Grosso4.

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Esta cronología pintada en tres movimientos –guerra de la Triple Alianza, Ciclode la Hierba y creación de las Reservas Indígenas– no es satisfactoria por dosmotivos. Por un lado debido a que funciona como si nada hubiese ocurrido antesdel conflicto, una vez que esa sucesión de episodios es pensada únicamente comoel punto­cero del “encuentro­colonial”5, anticipando cualquier interpretaciónposible. El complejo enredo de las interrelaciones entre los indios de la región y losdistintos agentes coloniales no fue bien ecuacionado para el contexto pre­guerra,que de alguna forma, incluso sin ser tan violento como el periodo posterior, seríarecuperado por el proyecto modernizador implementado por el indigenismo delSPI a partir de la segunda década del siglo XX6. Como se verá más adelante, en losinformes producidos por João Henrique Elliott y Joaquim Francisco Lopes en lasegunda mitad del siglo XIX, queda claro que los guaraníes del sur de MatoGrosso, especialmente aquellas familias localizadas en la orilla derecha del ríoIguatemi, mantenían estrechas y duraderas relaciones con los paraguayos de labanda oriental, quienes trabajaban periódicamente en los hierbales recibiendocomo pago objetos manufacturados tales como machetes, hachas, mostacillas,sábanas, chiripás, etc. Por otro lado, esa misma crónica dibuja un panoramarelativamente simple en el cual habría, hacia los años 1870, indios que seencontraban relativamente “libres” y dispersos en los montes; indios“reguaranizados” después de la expulsión de los jesuitas de las misiones de Itatinsy Guairá aún en la primera mitad del siglo XVII. Medio siglo después, alrededorde 1920, se manifiesta una inversión violenta y aquellos mismos indios “libres”aparecen ahora reducidos y aculturados en las pequeñas reservas, o proletarizadosen las periferias de las ciudades y de las haciendas que no dejan de surgir. Seelabora, en ese sentido, una ecuación relativamente simple que opone unasituación inicial de indios “cayuás”, que literalmente significa “habitantes de losmontes”, a una situación final de indios aculturados. Sin embargo, al preocuparseúnicamente por determinar hitos fundacionales para la consolidación de unahistoriografía regional, dicha ecuación se olvidó de pensar cómo y a través de quéactores fueron gestadas la dinámica y la mecánica de esos pasajes7. Esa ecuación,si tuviera una solución posible, debería ser dimensionada justamente a partir delcontinuum que existe entre un polo y otro, una vez que ante el despliegue de lamaquinaria colonial, las formas de mediación se dibujaron de distintas maneras.Así, no se trata de pensar una respuesta cultural genuinamente guaraní, sino deobservar que en realidad lo que existe son estrategias difusas –individuales,corporadas o familiares– que se configuraron a partir de situaciones y procesoshistóricos que deberían estar mejor caracterizados.

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Entre 1840 y 1889, durante todo el Segundo Reinado, distintos aldeamientos8

indígenas oficiales se constituyeron por toda la extensión del Imperio y fueronreglamentados por el decreto nº 426 de 18459. Sin embargo, el gobierno imperialconcentró la gran mayoría de sus esfuerzos en las fronteras meridionales del paísque constituían en la época, según distintos comentadores, los límites másinestables y conflictivos del territorio nacional. Así, en los valles de los ríosRibeira, Itararé, Paranapanema, Tibagi, Paraná y Brilhante, entre otros, todosellos localizados en las provincias de San Pablo, Paraná y Mato Grosso, fueronproyectados y muchas veces erigidos, a partir del inicio de la década de 1840,aldeamientos de tamaños y duración variadas con grupos “cayuá” (hoy kaiowa opaî­tavyterã), “guarany” (hoy ñandéva o avá­guarani”) y coroados” (hoykaingang)10.

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Es significativo destacar también la heterogeneidad de la población de esosaldeamientos, que además del efectivo indígena contaba, igualmente, con unaparcela expresiva de africanos­libres, militares y colonos: un claro proyecto paratransformar las colonias indígenas en futuras localidades, villas o ciudades, quepoco a poco constituirían el sustrato de un nuevo campesinado regional.

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Mapa I: Localización de los aldeamientos con efectivos guaraníes en las provinciasde San Pablo, Paraná y Mato Grosso (siglo XIX).

Autor: Pablo Antunha Barbosa

Esos aldeamientos fueron dirigidos, en su gran mayoría, y como en muchosotros espacios similares del Imperio, por misioneros capuchinos venidos de Italiacomo funcionarios del gobierno. No obstante, además de funcionar como merosespacios de catequesis, esos nuevos sitios se asociaron espacialmente a otrascolonias militares y agrícolas que operaban como puntos avanzados de la frontera,constituyendo núcleos híbridos11 de un sistema de poblamiento mucho másamplio, que articulaba preocupaciones militares, económicas y civilizadoras.

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En las provincias meridionales de Brasil, esos espacios fueron idealizadosveinte años antes del inicio de la guerra de la Triple Alianza que enfrentó a Brasil,Argentina y Uruguay contra la república del Paraguay entre 1864­1870. Aunqueaún sea difícil determinar en toda su complejidad cuáles fueron las consecuenciasque ese acontecimiento trajo a las familias guaraníes que vivían en la fronteraentre el sur de Mato Grosso y el oriente paraguayo, es posible afirmar, sinembargo, la importancia que el gobierno brasileño veía en promocionarrápidamente el poblamiento de esa región, pintada en los mapas de la época comoun gran desierto desconocido. El fray capuchino Timoteo de Castelnuovo, que pormedio siglo fue director del principal aldeamiento del sistema (San Pedro deAlcántara, instalado sobre la orilla derecha del río Tibagi), supo resumir consuficiente claridad cuál era la intención del gobierno al hacer avanzar una políticade catequesis en la zona.

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[…] Pues estas colonias no fueron creadas para la catequesis. La catequesis fueun accesorio de las mismas; más bien para servir de apoyo a la ruta de MatoGrosso; también para los grandes transportes para aquella provincia de militaresy trenes bélicos, antes de la Guerra de Paraguay. Aquellos grandes gastos quemuchas veces figuran como gastos de las colonias, en nada con ellos las coloniaslucraban […]12*

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Ante la inestabilidad geopolítica de la extensión del Plata y de las dificultadesencontradas para el establecimiento de un acuerdo de libre­navegación del ríoParaguay13, el gobierno de Brasil determinó emprender la construcción de unanueva ruta para comunicar, desde el interior, el puerto de Paranaguá, en elAtlántico, al presidio de Miranda, localizado en el bajo río Paraguay, creando así

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un nuevo camino para filtrar toda la producción del norte de Mato Grosso, sindepender, por ende, del río Paraguay y del río de la Plata14. De hecho, hasta 1910 –fecha del inicio de la construcción de la ferrovía Noroeste, que conectó el interiorde San Pablo con la ciudad de Corumbá, y que vino igualmente a trabar la últimalucha de pacificación de los grupos Gê del oeste de San Pablo– el río de la Platatodavía constituía el medio más rápido y práctico para llegar a Mato Grosso16.La administración de ese emprendimiento estuvo en las manos de João da Silva

Machado, mejor conocido como barón de Antonina15, que para la construcción dela ruta, encargó inteligentemente la realización de una serie de expediciones dereconocimiento que pasaron a ser conocidas en la literatura como las “JornadasMeridionales”. Su ejecución, sin embargo, estuvo a cargo del sertanista16 brasileñoJoaquim Francisco Lopes17, según lo determinado por el decreto datado en mayode 185018. Al norteamericano, João Henrique Elliott19, le quedaría la funciónauxiliar de cartografiar las expediciones.

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Volviendo al cuerpo del decreto de mayo de 1850 que da inicio a los trabajos deconstrucción de la ruta, es posible notar que ya estaba acordado que JoaquimFrancisco Lopes y João Henrique Elliott buscaran reclutar indios junto a lospuertos proyectados. Esos puertos marcarían, por ende, las distintas etapas delcamino y los sitios de instalación de las futuras colonias agrícolas, militares eindígenas a ser establecidas. Aunque el decreto no fue implementado al pie de laletra, es interesante reflexionar sobre el protagonismo que el barón de Antoninatuvo en la gestión y ejecución de los distintos proyectos, una vez que él supo comonadie articular de forma ejemplar sus intereses personales con las pautas políticasde la época, norteando así “sus iniciativas con los planes más amplios quepresidían la constitución de la nación”20. La disolución de las fronteras entre lasesferas pública y privada en el caso de la actuación del barón de Antonina, puedeser dimensionada, entre otras formas, a través de la documentación judicialrelacionada con su herencia que data de la década de 1920, cuando sus herederossolicitaron al gobierno del estado de Mato Grosso nada menos que 90 mil km² detierras que englobaban la casi totalidad del sur de la provincia. Así, según elabogado que representó el estado de Mato Grosso, Astolpho Rezende, las tierrasdel espolio representaban apenas “supuestos” títulos que el barón había registradoa su nombre durante la realización de los trabajos de construcción del caminoentre San Pablo y Mato Grosso21. Con el final de la guerra, como ya fuemencionado, buena parte de ese mismo espacio sería concedida a la “CompanhiaMatte­Larangeiras” para explotar los hierbales del sur de Mato Grosso.

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Es importante resaltar que en Mato Grosso la Ley de Tierras de 1850, queademás de promocionar la colonización del interior reglamentó la propiedad de latierra22, sería aplicada solamente en el año de 1858, después de la creación de laRepartición Especial de Tierras Públicas23. Así, fue solamente después de registrartítulos a su nombre, que el barón los pudo vender, pasando a dedicarse, comosenador, a la vida política de la recién creada provincia del Paraná24.

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[…] en 1858, cuando el barón de Antonina, apartándose de la región paraocupar una curul en el Senado del Imperio como representante de la recién creadaprovincia del Paraná, puso a la venta algunas de sus propiedades […] que fueraconstituido a partir de esas expediciones: tres estancias de ganado en Faxina,Castro y en la llanura de San Jerónimo, en las orillas del río Tibagi, calculándosecerca de 25 leguas cuadradas y seis sismarías en la zona del Bajo Paraguay, delímites y tamaños impreciso […]25.

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Ese punto es fundamental para pensar la actuación del barón de Antonina conrelación a los indios de la zona, ya que supo conjugar en su persona los diferentesniveles de los proyectos ejecutados. Así, si una de las cuestiones de ese libro es lade discutir las rupturas y continuidades de los dispositivos de gestión territorial ypoblacional en el cono sur de América entre 1850­1950, en el caso aquí analizado,

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es fundamental reflexionar sobre la pertinencia –o no– de pensar el Estado comola única instancia apta para posicionarse ante las orientaciones de la “cuestiónindígena”. Al punto que es posible percibir que la mediación establecida entre losindios y los administradores coloniales se dio, sobretodo, a través de una figurahíbrida –barón de Antonina para los políticos de la corte y Paí­Guassú26 para losindios– que circulaba fácilmente entre las distintas esferas de la vida política delImperio. La “paradoja ideológica de la tuición”27, definida por Oliveira como uninstrumento de dominación colonial que oscila entre prácticas protectoras ypedagógicas, no parece ser, en el caso analizado, un monopolio exclusivo delEstado, sino una propiedad que también caracteriza la actuación individual departiculares, como estancieros, colonos, militares, misioneros, etc.28. La tutelaindividual ejercida por el barón de Antonina, o mejor, por el Paí­Guassú, enoposición a la estatal, es interesante, pues ella conjuga distintos roles (del patrónal humanista, del cura al bandeirante) que, como sugiere Oliveira, fueronrígidamente separados por la historiografía del indigenismo29. En ese sentido, laactuación del barón de Antonina se despliega en un espacio fluido que diluye loslímites entre público y privado30. Así, en su maniobra no buscó solamenterecuperar el proyecto jesuítico, evocando la memoria de las antiguas reduccionesdel Guairá erigidas y destruidas desde la primera mitad del siglo XVII, solicitandoexplícitamente a Elliott y Lopes que encontraran los vestigios de las antiguasmisiones ignacianas para que sobre sus ruinas fueran erigidos los nuevosaldeamientos católicos, sino que también hizo uso de una metodología protectora,mercantilista y pedagógica, anunciando el “grande cerco de paz”31

posteriormente implementado por el indigenismo del SPI. Esa articulación creólas condiciones y el espacio exacto para que los aparatos puestos en práctica por elbarón se definieran como un diálogo entre la política colonial misionera y elindigenismo republicano de Rondon. De modo que, así como propone Lima en suanálisis sobre la gestión colonial de la desigualdad en el Brasil actual, es posibledecir que el programa indigenista y tutelar del barón también osciló en un espacio“singular de entrecruzamientos de tradiciones de conocimiento”32 que mezclabacatequesis, civilización, trabajo, pedagogía, conquista, conocimiento científico ysoberanía.Como ya se ha mencionado, para una mejor ejecución del camino hacía Mato

Grosso, se realizó una serie de expediciones de reconocimiento entre 1840 y 1860,más conocidas como las “Jornadas Meridionales”. Como asociado del InstitutoHistórico y Geográfico Brasileño (IHGB), el barón de Antonina se preocupó porpublicar los distintos informes, mapas y acuarelas que resultaron de lasexploraciones, con cuya difusión el barón legitimaba sus acciones no solamente enlos círculos políticos sino también en las esferas intelectuales de la corte. LucioTadeu Mota33 anotó la importancia que tuvo el IHGB durante todo el SegundoReinado en el proceso de construcción y consolidación de la nacionalidad y de lasfronteras brasileñas. La nueva élite independiente estaba preocupada por dilatarsu soberanía a todo el territorio nacional, representado en la época por una visiónambigua alrededor de la idea de desierto. Sin embargo, un desierto “infestado” deindígenas, ya fuesen ellos hostiles o dóciles a la colonización. En esos términos,políticos del gobierno en conjunto con miembros del IHGB, que en muchassituaciones representaban una única persona, como es el caso del barón deAntonina, pasaron a reflexionar sobre un programa para ser aplicado en esosterritorios y para esas poblaciones. Las publicaciones trimestrales del IHGB sevolvieron, en ese sentido, “un importante vehículo de difusión de los debates,ideas y propuestas con relación al destino de las poblaciones indígenas queocupaban el territorio nacional en construcción”34.

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Con relación a los relatos encargados por el barón de Antonina y registrados porElliott y Lopes, es importante notar que ellos no narran solamente la geografía o

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las potencialidades económicas de la región explorada. Siguiendo las sugerenciasde Pratt35 sobre las narrativas de los viajeros del siglo XIX, es posible argumentarque los textos escritos por los dos exploradores son polisémicos y no se encierranni en la narrativa romántica de los científicos del siglo XIX, personificada en elnaturalismo de Humboldt, ni en el género pragmático característico de la“vanguardia­capitalista”, propia de los ingenieros, agrónomos, geólogos, etc., queabundaron en América del Sur después del agitado periodo de las independencias,al inicio del siglo XIX36. Aunque esos textos no pueden ser clasificados en ningunode los dos estilos narrativos, eso no significa que ingenieros, médicos­naturalistaso botánicos, como el inglés Thomas Bigg­Wither37, el alemán Franz Keller38 o,incluso, el suizo Johann Rudolph Rengger39, no hayan hecho descripcionespormenorizadas sobre la región por donde pasaron y sobre la vida de laspoblaciones que en ellas habitaban, funcionando así como fuentes interesantespara pensar la historia de la pos­independencia de la región.Siguiendo la misma dirección, es posible afirmar que los informes de Elliott y

Lopes, todos cuidadosamente editados por el barón de Antonina antes de lapublicación, revelan una nueva narrativa pensada por la élite criolla, que con ladescolonización vio un espacio potencial para pensarse como individuo y comonación. Una nueva narrativa que para reinventarse, lógicamente, tuvo queresignificar referencias tanto al naturalismo de los viajeros, como al pragmatismode la “vanguardia­capitalista”. Así, parece posible enfatizar no solamente laimportancia que Elliott y Lopes dieron a la dimensión estética40 y mercantil de laregión a ser colonizada, sino también a una descripción rigurosa de laspreocupaciones eminentemente locales. Fue justamente a partir de lasparticularidades de la región explorada, densamente poblada por familiasindígenas, que Elliott, Lopes y el barón se preocuparon por dimensionar lasrelaciones que año tras año se establecieron y se fortalecieron con los diversos“alojamientos” guaraníes localizados en los valles occidentales y orientales delmedio río Paraná, especialmente por las relaciones establecidas con aquellos “jefesfamiliares”, y posibles mediadores, circunscritos al sur de la provincia de MatoGrosso.

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A diferencia del resto de la documentación de la época, marcada básicamentepor una preocupación burocrática­administrativa, es posible decir que esosinformes revelan sensibilidades y experiencias etnográficas significativas,formando así un corpus riquísimo para pensar la expansión de las fronterasnacionales sobre las fronteras indígenas en la región en estudio. De expedición enexpedición, de informe a informe, de “alojamiento” en “alojamiento” se dibujanno solamente las transformaciones socio­políticas en las unidades guaraníes pre ypos­aldeamiento, sino que también emergen todos los actores indios (caciques,capitanes, lenguaraz, etc.) y no indios (misioneros, militares, administradores,comerciantes, ingenieros, abogados, etc.) que actuaron como posibles mediadoresen la negociación de la reducción de los indios en los espacios oficialesproyectados por el gobierno.

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El texto “A Emigração dos Cayuaz”41, sin duda alguna, es el relato másinteresante de la serie y llama la atención por su estilo descriptivo. En primerlugar, porque en ese texto Elliott ofrece un panorama general de todas lasexploraciones realizadas hasta 1852 (exploración específica de la cual trata máslargamente el informe), resumiendo claramente las pretensiones del barón deAntonina y de los gobiernos provinciales de liberar tierras en el sur de Mato Grossoy reducir a los indios al este del río Paraná. En segundo lugar el texto esapasionante porque Elliott describe muy bien cómo se daban las negociacionescon los distintos “jefes familiares” guaraníes. Acuerdos que indican unacotidianidad muy densa, ya que se formalizaban pactos que tenían la clarafinalidad de convencer a los indios de aceptar la invitación del Paí­Guassú para

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reducirse, por lo menos en un primer momento, en la colonia militar de Jataí o enel aldeamiento de San Juan Bautista del Río Verde, únicos espacios que hasta1852 estaban bajo la dirección del barón. Fue exactamente a partir del enganchede individuos guaraníes que ya estaban instalados en las proximidades de laestancia del barón de Antonina, nombrada Perituba – que posteriormenteservirían como los primeros baqueanos de las expediciones – y los “jefesfamiliares” que vivían en los “alojamientos” del interior, que Elliott y Lopespudieron lograr, en 1852, que nada menos que ciento y setenta indios emigrasen ala colonia militar de Jataí.[…] Del cacique Imbirapâpâ, que se pusiera al frente de esa pequeña tribu, supe

por medio de los lenguaraces que cerca de la embocadura de aquél río existíancuatro jefes más con su gente en las mismas condiciones de los que acá seencontraban; en consecuencia expedí inmediatamente al capitán Ignacio, delaldeamiento de San Juan Batista, con otro lenguaraz, acompañado de tres indiosque acá se encontraban, no solamente para que sirvieren de guías al emisario, sinotambién de responsables de la invitación que se les hacía para venir hastanosotros […]. Al quinto día de la partida del primer emisario llegó esteconjuntamente con el que enviara en su búsqueda, trayendo el cacique Imbiara y asu gente, quienes fueran encontrados en un alojamiento cerca del Paraná; y de ahía dos días se reunirían a éste los dos caciques Imbaracahy y Oquê con susrespectivas tribus, que por haberse alojado a una mayor distancia del Paraná nopudieron acompañar Imbiara. Como me informaran que en la Isla de los Tigresexistía el cacique Egipapajú con alguna gente, mandé que se condujera para allá,cosa que se verificó al día siguiente, cuando vino el cacique y catorce indios.Logrando de esta manera la junción del gentío [...] me vi cercado de ciento ysetenta individuos, todos sujetos a mi disposición y confiados en las promesasque les hice en nombre del barón […]42.

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No es necesario describir la continuación del relato, simplemente indicar quedespués de una lenta y penosa expedición de retorno, que duró aproximadamenteun mes, marcada por algunos incidentes, Elliott y Lopes llegaron el 21 denoviembre de 1852 con los ciento setenta indios al puerto de Jataí, donde fueronrecibidos con mucha fiesta. Los indios, equivocadamente, estaban convencidos deque ahí se encontrarían por fin con el Paí­Guassú. Tres años después de la llegadade las familias guaraníes a la colonia de Jataí sería erigido, en la orilla opuesta delrío Tibagi, el aldeamiento de San Pedro de Alcántara, que se configuraría como elprincipal establecimiento del sistema. Desde su creación hasta su extinción, en ladécada de 1890, éste sería dirigido por el fray capuchino Timoteo deCastelnuovo43, quien dejó una gran documentación administrativa sobre elfuncionamiento de la reducción indígena. La cotidianidad de ese aldeamientopuede ser parcialmente reconstruida, entre otros datos, a través del extensocronológico, “Principio y Progreso del Aldeamiento del San Pedro deAlcántara”44, redactado por el fray durante los cincuenta años que fungió comodirector de la reducción. En ese texto, Castelnuovo describe no solamente lasamplias redes de parentesco existentes, sino también la vasta movilidad entre losdistintos grupos domésticos guaraníes que circulaban continuamente entre losmúltiples campamentos de las provincias de San Pablo, Paraná y Mato Grosso.

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Además del claro valor historiográfico de esos informes, que como ya fue dicho,funcionan como la principal fuente para pensar la expansión nacional sobre lasfronteras indígenas, es fundamental resaltar la importancia heurística que ellosdenotan para la guaranología, ya que sugieren una nueva versión para reflexionarsobre las migraciones guaraníes que durante el siglo XIX se dirigieron hacia eloriente y que, cincuenta años más tarde, serían interpretadas por CurtNimuendaju como el único resultado de un movimiento profético­religioso, quepor miedo a la destrucción eminente del mundo buscaba alcanzar la “Tierra sin

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Mal”45 o, en Guaraní, el famoso “Yvý marãeý”46.De hecho, es importante recordar que entre 1905 y 1913, el joven Nimuendaju,

recién llegado a Brasil, compiló entre los guaraníes del oeste de San Pablo y del surde Mato Grosso, algunas narrativas históricas sobre los mismos desplazamientosnarrados por Elliott y Lopes medio siglo antes. Sin embargo, en las versionespublicadas por el alemán en 1914 y 195447, se percibe una inversión etnológica.Mientras Lopes y Elliott narran, como ya fue visto, que familias guaraníesacompañaban el regreso de las comitivas hacia los núcleos proyectados,Nimuendaju lo interpreta en términos estrictamente religiosos y simbólicos. Paraél, la migración observada –o como quiera que se llame a esos movimientos–, másque certificar una respuesta material a los procesos históricos y políticos queestaban ocurriendo, tales como guerras interétnicas e internacionales, o como eldespliegue colonial que avanzaba paralelamente a sus epidemias, etc., lo quehacía era revelar, sobretodo, una moral o un ethos fundamentado en la creencia dela destrucción del mundo (una cataclismología).

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Los hechos históricos no hacen más que confirmar lo que los mismos guaraníessiempre me han asegurado: la marcha de los guaraníes hacía el este no se debió ala presión de tribus enemigas ni, aun menos, a la esperanza de encontrar mejorescondiciones de vida del otro lado del Paraná, ni al deseo de acercarse a lacivilización, sino únicamente al temor de la destrucción del mundo y a laesperanza de alcanzar la “Tierra sin Mal” antes de dicha destrucción48.

23

Quizás por el poco interés de Elliott y Lopes –o quizás no–, la noción de “Tierrasin Mal” en ningún momento es mencionada por el cartógrafo norteamericano nipor el sertanista brasileño. En la concepción de Elliott, por ejemplo, y asíempiezan a presentarse las diversas versiones disponibles, la dispersión guaraníhabría sido motivada por una situación de conflicto y hostilidad (pre)existente enla zona.

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[…] Naturalmente pacíficos, viven por eso rodeados de enemigos y circunscritosa esos montes, su único asilo. Al sur tienen a los paraguayos, al oeste a losguaicurús, terenos y laihanas, que de tiempo en tiempo invaden sus escondrijos,les arrebatan a las mujeres y ponen a sus hijos en cautiverio; al norte vagan losindios coroados, y al este está el gran Paraná, y las hordas feroces de los yermosdel río Ivaí e Iguazú. De los distintos alojamientos cayuaz se han desmembradogrupos en búsqueda de otras localidades que mejor proveyesen su sustancia, y quemejor los defiendan de los acometimientos de sus numerosos enemigos […]49.

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Antes de sugerir alguna conclusión sobre las intrigantes simetrías y disonanciasexistentes entre las dos versiones de esa misma narrativa50, sería interesantehacer algunas consideraciones al respecto del estatuto de un relato histórico y desu (re)producción. Al estar siempre muy atento al contexto de enunciación de unrelato, Bazin51 leía con mucha creatividad no solamente las distintas versiones deun mismo relato histórico, sino también las estrategias que se actualizabanmientras los distintos narradores­autores relataban puntos de vista divergentessobre los mismos acontecimientos. Así, sin buscar una validación moral de unaversión en favor de la otra, Bazin optaba por pensar en términos performáticos lossignificados e intersticios de las palabras pronunciadas, que antes de formulardatos objetivos al antropólogo, dialogan reflexivamente con sus aliados yadversarios. En ese sentido, las narrativas históricas deberían ser pensadas, en laspalabras del autor, más bien “como productos y no solamente como fuentes”, unavez que ellas “no hablan solamente de la historia”, pues “son la historiasedimentada, del mismo modo que un monumento donde se puede leer una seriede reajustes arquitectónicos sucesivos de donde sale el resultado final”52.

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Dada la importancia que la hipótesis de la “Tierra sin Mal” tuvo en laredefinición de la etnología guaraní contemporánea, es sorprendente notar queningún trabajo ha regresado al expediente “original” que dio espacio a la

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formulación de Nimuendaju. Efectivamente, en las dos últimas décadas algunostrabajos han tratado de historizar la noción. Sin embargo, esos estudios críticos sehan apoyado en otros expedientes53, dejando siempre intacta la belleza estética dela hipótesis formulada por el joven etnógrafo alemán. Ya en relación con lostrabajos etnográficos e históricos realizados sobre los aldeamientos indígenas enla región estudiada54, que podrían acercarse más fácilmente al nudo del problemaseñalado, es posible afirmar que ninguno de ellos exploró hasta las últimasconsecuencias las imbricaciones y las sobreposiciones existentes el contextohistórico por donde se desplegaron los exilios guaraníes. Al poner en diálogo losdatos etnográficos aportados por Nimuendaju y las fuentes históricas disponiblessobre las “Jornadas Meridionales”, teniendo siempre en cuenta la importancia delas distintas escalas narrativas, es posible decir que ambos procesos parecenrepresentar un mismo y único acontecimiento histórico, narrado hasta elmomento, no obstante, por visiones opuestas. Así, no parece ser posibledistinguir, como han hecho varios trabajos sobre la temática del profetismo tupi,una dinámica interna y otra externa sobre los movimientos observados55. De estemodo, la reconstrucción de tal acontecimiento ganaría múltiples significadossiempre y cuando el amplio proyecto de colonización pensado para el interior deSan Pablo, Paraná y Mato Grosso sea leído en paralelo y como el negativo de lasmigraciones descritas por Nimuendaju – y viceversa.Ante el problema de saber las causas de los desplazamientos mencionados, las

biografías, tal como se ha propuesto en ese libro, parecen ser instrumentosmetodológicos fundamentales. Así, a continuación y a partir de ciertos elementosde la trayectoria de algunos personajes, se tratará de pensar una tipología de lasmediaciones o de las formas de territorialidades que permita concebir talesprocesos no solamente a partir de una teoría general sobre la movilidad guaraní,sino también a partir de sus propios contextos de producción. Es claro quetenemos situaciones donde grupos de indios se acercaron al frente colono enbúsqueda de nuevas condiciones materiales; es clara también la posibilidad deque otros grupos se alejaran por motivos religiosos. Sin embargo, es justamenteentre una imagen y otra que se puede determinar con más precisión lacomplejidad del fenómeno y aproximarse de la intencionalidad de los actores.

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Así, lo que se propone inicialmente es pensar cuáles son las categorías analíticaspertinentes para reflexionar sobre las formas de mediación ante los procesoscoloniales. ¿Tales relaciones se establecen ante individuos sueltos, unidadesdomésticas, pequeñas asociaciones políticas o grupos étnicos? En el caso aquíestudiado, por lo menos en un primer momento, los procesos observados seaccionan a partir de dinámicas familiares que vienen a configurar pequeñasunidades políticas, muchas veces inestables.

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Para ilustrar lo que acaba de ser dicho es posible reconstruir rápidamente latrayectoria del cacique o capitán Libânio, unos de los personajes másparadigmáticos para pensar las estrategias indígenas y no indígenas en la órbitamisionera. La cita que se transcribe a continuación es muy relevante pues develael funcionamiento de esas estrategias.

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Liguarujú no se demoró en mandar a sus emisarios a los caciques que habitanlas selvas del Iguatemi, Inhaducarai, Tajai, Curupaná y otros lugares, los cualesfueron veloces en aceptar la invitación para la emigración; al volver Sanches desus exploraciones encontró en el alojamiento de Liguarujú. Siete jefes familiares ymás de quinientos indios de ambos sexos y de todas las edades dispuestos aacompañarlo56.

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Pero ¿Cuál es el interés de esa cita además de describir una antigua forma deorganización social y espacial estructurada por grupos familiares relativamenteautónomos (te’yi) y dirigidos por sus “jefes familiares”? Lo que parece interesanteseñalar es justamente cómo Liguarujú, siendo cacique de unos de esos te’yi, fue

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apto para accionar una vasta red de alianzas que conjugaba a través de susrespectivos “jefes” otros te’yi aliados, política y matrimonialmente, logrando asíjuntar bastante gente para emigrar y poblar las colonias proyectadas. En esadescripción, posiblemente un poco exagerada, Elliott relata que a cada “jefefamiliar” estaría asociada una casa donde vivirían aproximadamente setentaspersonas.El cacique Liguarujú, sin embrago, va desapareciendo progresivamente de las

fuentes hasta metamorfosearse en el célebre capitán Libânio, descrito y pintadopor muchos de sus contemporáneos. Una vez capitán, Libânio ya no es solamenteel principal baqueano de las expediciones, comienza a usar su uniforme militar yse instala, junto a su familia y sus aliados, en San Pedro de Alcántara. Él se tornaasí, hasta morir en la década de 1860, el principal mediador indígena, tanto paralos administradores de las colonias como para los indios, que pretendían, enalgún momento, integrar el espacio misionero. La renominación de Liguarujúcomo Libânio parece sugerir, más allá de la redefinición de su rol individual, a unconjunto de indios, y quizás una primera forma de territorialidad pos­capuchina,representada por familias integradas el dispositivo de las reducciones.

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Al buscar acompañar otras trayectorias indígenas, como la del cacique Cuiabá,del cacique Candido Venite o del capitán Hurú, por ejemplo, emergen diversassituaciones que dimensionan otras formas de mediación que, a su vez, sedesdoblan en otros tipos de territorialidad. El cacique Cuiabá, junto con sufamilia, nunca se encontró reducido. Sin embargo, él estaba instalado en laperiferia de los aldeamientos y establecía periódicos intercambios de mercancíasmanufacturadas (anzuelos, machetes, hachas, etc.) a cambio de la mano­de­obrade su gente. Así, Cuiabá y su grupo, que seguramente variaba mucho de efectivo,integraban el sistema misionero cuando había una carencia de brazos paraconstruir caminos o pilotear la canoa de algún ingeniero o comerciante de pasopor la región. Esas familias, aunque no estaban formalmente contabilizadas en lasestadísticas administrativas de la reducción, participaban, sin embargo, de unamplio circuito de intercambios.

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El cacique Candido Venite, a su vez, tiene una historia distinta, pero no menosinteresante57. Hasta el momento él es el único personaje que llegó a buscar unabogado – el Dr. Joaquim Antonio Pinto Junior– para que lo ayudara en laregularización de la situación del lugar llamado Salto Grande do Paranapanema,donde se había instalado, con miembros de su familia, sin la presencia de unaestructura misionera. Venite se marcha de la región del Iguatemi, en el sur deMato Grosso, para instalarse en el aldeamiento de Nuestra Señora del Pirapó,fundado en 1855 sobre las ruinas de la antigua reducción jesuita de mismonombre. Sin embargo, por una epidemia que arruinó la colonia y por la noticia deque la república de Paraguay estaba reclutando indios de la provincia de Paranápara la guerra, Venite se dirigió, en 1862, hasta San Pablo con la idea deentrevistarse con el presidente de la provincia y el abogado ya mencionado. Élbuscaba en ese viaje algo de dinero para trasladar a su gente y fundar unestablecimiento semejante a los otros.

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El capitán Hurú, a su vez, representa otro tipo de mediación, ya que él evocajustamente aquellos grupos que prefirieron continuar en las fronteras todavíainciertas y no conquistadas de la nación. Él podría representar a los “habitantesde los montes” o “cayuás”, que supuestamente se habrían “reguaranizado”después de la expulsión de los jesuitas. Sin embargo, esos indios “libres”, a preciode metales, sábanas, armas, etc., actuaron como importantes informantes sobre lapresencia paraguaya en la región. En sentido opuesto, debido a los mismosmetales, sábanas y armas, ellos también informaron a los paraguayos sobre lacreciente incursión de los “camba” –negros o brasileros– sobre la línea de frontera.

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Los relatos compilados por Nimuendaju, entre 1905 y 1913, tienen además otro37

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Bibliografia

valor, ya que representan, como se ha mencionado anteriormente, versionespropuestas por los descendientes y no por los protagonistas de las migracionesdescritas. Son variaciones reelaboradas y retrabajadas por la memoria de una odos generaciones, que una vez externalizadas enfatizan una mezcla de obstinacióny pesimismo, subrayando, sobretodo, la posible destrucción del mundo y laeminente necesidad de buscar, en un contexto de crisis, “una tierra donde no semuere más”. Ese punto es interesante y requiere un análisis más profundo paradiscutir lo que podría estar en juego cuando los informantes de Nimuendajuacentuaron, particularmente, el acto de salvación presente en los movimientos.Una respuesta preliminar, pero aún no suficiente para comprender el contenido

de los relatos, emerge de un análisis del contexto que el inicio del siglo XX esbozapara los guaraníes de San Pablo, Paraná y Mato Grosso. Un contexto caracterizadopor un fuerte proceso de presión territorial, donde los aldeamientos del periodoimperial empiezan a ser extinguidos después de una política progresiva de loteode las áreas antes destinadas al uso casi exclusivo de los indios. Una vezfraccionados, gran parte de las colonias se transformaría en villas que traducían,en la perspectiva estatal, el bien logrado objetivo de asimilar los indios.

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El periodo que va desde la proclamación de la República, en 1889, hasta lacreación del SPI, en 1910, dimensiona un momento de relativo vacío institucionaly de desarme de la política indigenista imperial, posibilitando, entre otras cosas,la reaparición de propuestas políticas que requerían la exterminación de losindios. Aunque esas formulaciones fueron rápidamente abandonadas, ellasdenotan, por lo menos, la incidencia de una situación que seguramente fueexperimentada por algunas familias indígenas como crítica, y que ha tenido, así,alguna repercusión en el contenido de los relatos narrados posteriormente aNimuendaju.

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Sin embargo, el nuevo proceso de territorialización que se dibuja para losguaraníes a partir de 1910 con la creación de las reservas, de los poblados y de lospuestos indígenas en Mato Grosso, Paraná y San Pablo, no debe ser pensadoapenas a partir de sus “elementos destructivos y reduccionistas”, sino también“por medio de procedimientos y estrategias de re­significación que configuranpropiamente las iniciativas indígenas”58.

40

Así, de la misma manera que Oliveira ha planteado una reflexión sobre la“acción indigenista y la utopía milenarista” entre los indios Ticuna del altoSolimões, el sentido de la categoría “Tierra sin Mal”, elaborada por los informantesde Nimuendaju, parece surgir de una operación que “registra, especula y traducepara sus propios términos la existencia de otros agentes”59. Se trata de unaestrategia pensada en “momentos de crisis en que surgen instrumentossociopolíticos y religiosos para la intervención y modificación de la realidadcotidiana”60.

41

Sin embargo, una vez cruzado el gran río Paraná –y en ese sentido los indioshan, quizás, efectivamente atravesado el mar, donde se localiza la “Tierra sinMal” en la mitología– las migraciones se configurarán como un viaje sin regreso,una especie de exilio donde la posibilidad de conformar espacios autónomos sepresentará cada vez más improbable. Así, paradójicamente, en mayo de 1912, yacomo funcionario del SPI, la única solución que Nimuendaju encontraría para unafamilia guaraní que se encontraba acampada a algunos kilómetros de la ciudad deSan Pablo, en la orilla del río Tiête, sería llevarla hasta la reserva indígena deAraribá, instaurada en el interior del estado, por el mismo creador de la hipótesisde la “Tierra sin Mal”.

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Notas

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3 Institución indigenista del Estado brasileño creada en 1910.

4 Ocho reservas indígenas fueron creadas entre los guarani­ñandéva y guarani­kaiowa delactual estado de Mato Grosso do Sul entre 1915 y 1928: Amambai, Dourados, Limão Verde,Pirajuy, Porto Lindo, Caarapó, Takuapery y Sassoró. Ver Rubem Ferreira Thomaz deAlmeida, Do desenvolvimento comunitário à mobilização política: o Projeto Kaiowá­Ñandéva como experiência antropológica, Rio de Janeiro, Contra­Capa, 2001; FábioMURA, À procura do ‘Bom Viver’: territorio, tradição de conhecimento e ecologíadoméstica entre os Kaiowa, Tesis doctoral en Antropología Social, Museo Nacional, Rio deJaneiro, 2006; Antonio Brand, op. cit, 2000.

5 Talal Asad, Anthropology and the Colonial Encounter, Ithaca Press, 1973.

6 Antonio Carlos de Souza Lima, Um grande cerco de paz: Poder tutelar, indianidade eformação do Estado no Brasil, Petrópolis, Vozes, 1995.

7 Es sintomático observar cómo en los estudios sobre los guaraníes del Mato Grosso del Surel periodo de la segunda mitad del siglo XIX es descrito como un momento de vacío dondemuy pocos contactos fueron mantenidos entre indios y no indios. Es posible dimensionarese punto a partir de un rápido análisis del índice de algunos trabajos sobre la expropiaciónde los territorios guaraníes. Muchos de ellos empiezan, sobretodo, en el periodo pos­guerra.Ver por ejemplo, Antonio Brand, op. cit, 2000.

8 Hemos elegido castellanizar la palabra “aldeamento”, que también puede ser traducidapor reducción o colonia indígena.

9 Sobre la construcción de los aldeamientos indígenas en el Brasil Imperial ver decreto n°426 de 24/07/1845, “Regulamento acerca das Missões de Catequese e Civilização dosÍndios”, in: Manuela Carneiro da Cunha, Legislação Indigenista no século XIX. Umacompilação (1808­1889), São Paulo, CPI­SP, Edusp., 1992.

10 Sobre la construcción de los aldeamientos indígenas en las provincias de Paraná y MatoGrosso ver decreto datado de 25/04/1857, “Regulamento das Colônias Indígenas do Ano de1857 – Províncias do Paraná e Mato Grosso”, in: Manuela Carneiro da Cunha, op. cit., 1992.

11 Leônidas Boutin, “Colônias Indígenas no Paraná”, in: Boletim do Instituto Histórico,

Samaniego, César, “Ilex Paraguayenses”, in: Yerba Mate, República de Paraguay, 1927.

Seyferth, Giralda, “A singularidade germânica e o nacionalismo brasileiro: ambiguidades ealotropia na ideia de nação”, in: Cristina Bastos, Miguel Vale de Almeida, Bela Feldman­Bianco (org.), Trânsitos coloniais: diálogos críticos luso­brasileiros, Campinas, EditoraUnicamp, 2007.

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12 Oficio enviado por Fray Timóteo de Castelnuovo al Presidente de la Provincia delParaná, 15/01/1886 (Archivo Público del Estado de Paraná).

13 Ver Hélio Viana, História das fronteiras do Brasil, Rio de Janeiro, Edição da BibliotecaMilitar, 1948, p. 167­184; Richard F. Burton, Cartas dos Campos de Batalha do Paraguai,Rio de Janeiro, Biblioteca do Exército Editora 1997 (1870); Mário Monteiro de Almeida,Episódios da formação geográfica do Brasil, Rio de Janeiro, Irmãos Pongetti, 1951;Francisco Doratioto, Maldita Guerra. Nova história da Guerra do Paraguai, São Paulo,Companhia das Letras, 2002, p. 28.

14 Sobre la construcción de esa ruta, ver los decretos del Ministerio del Imperio datados el31/01/1849, “Sobre abertura de estrada da Província de São Paulo à de Mato Grosso”;21/05/1850, “Sobre nova via de comunicação entre São Paulo e Mato Grosso”, in: ManuelaCarneiro da Cunha, op. cit., 1992.

15 El barón de Antonina (João da Silva Machado) inició sus actividades como comerciantede ganado y desde muy temprano se estableció en el actual territorio del Paraná, dondeejerció cargos políticos importantes antes de la emancipación política de esa provincia en1853. Fue representante de la Corte de Lisboa (1821), Suplente del Consejo General de laProvincia (1829) y Representante en la Asamblea Legislativa Provincial de San Pablo entres legislaturas. Con la creación de la provincia del Paraná, fue elegido el primer senadorde la misma, de 1853 a 1875, fecha de su muerte. Recibió del presidente de la provincia,Zacarias Góes e Vasconcellos, el encargo oficial de fundar aldeamientos indígenas. Fue unode los más importantes propietarios de tierras y estableció distintos núcleos de catequesisen la región del Tibagi, Paranapanema, Ivaí y Ribeira. Tuvo una actuación importante en eldesarrollo de la inmigración europea en Brasil, fundando una de las primeras colonias deinmigrantes de Brasil, la colonia del Río Negro, en el Paraná.

16 Baqueano.

17 Sertanista en Mato Grosso y San Pablo, Joaquim Francisco Lopes empezó a trabajar conel barón de Antonina desde la década de 1840, explorando el río Verde, Itararé,Paranapanema, Paraná e Ivaí. Exploró igualmente las sierras de Apucarana, Iapó y Furnas,así como las llanuras de San Jerónimo, por el río Tibagi. En 1847 exploró las posibilidadesde una ruta de comunicación entre San Pablo y Mato Grosso, bajando el río Tibagi yParanapanema, transponiendo el río Paraná, hasta llegar a la ciudad de Miranda, cerca dela frontera paraguaya. Al año siguiente exploró nuevamente el río Tibagi y Paranapanema,bajando el Paraná, hasta llegar al Iguatemi y Apa. En 1850 realizó una nueva exploración,del río Brilhante a Miranda. Fue uno de los fundadores de la colonia militar de Jataí y delaldeamiento indígena de San Pedro de Alcántara, además de haber sido director, por variosaños, del aldeamiento de San Jerónimo.

18 Decreto de 21/05/1850 “Sobre nova via de comunicação entre São Paulo e Mato Grosso”,in: Manuela Carneiro da Cunha, op. cit., 1992.

19 Norteamericano, probablemente de Filadelfia, llegó a Brasil entre 1825 y 1826, hacia los16 años de edad, cuando desembarcó en Río de Janeiro de una embarcación comandadapor su tío, Jesse Duncan Elliott. Enseguida ingresó a la Armada Imperial como teniente enuna acción contra la independencia de la región Cisplatina. Después de algunos añosdetenido, volvió a Río de Janeiro donde conoció a João da Silva Machada, el barón deAntonina, con quien trabajó en las exploraciones que buscaban establecer una ruta entreSan Pablo y Mato Grosso. A partir de las expediciones asentó títulos de tierras a nombre delbarón. En algunas de esas tierras fueron establecidos núcleos coloniales para la reducciónindígena. Elliott fue, junto a Joaquim Francisco Lopes, uno de los fundadores delaldeamiento de San Jerónimo, creado en 1859.

20 Maria Cristina Cortez Wissenbach, “Desbravamento e Catequese na Constituição daNacionalidade Brasileira: as Expedições do Barão de Antonina no Brasil Meridional”, in:Revista Brasileira de História,1995, São Paulo, v. 15, n. 30, p. 138­139.

21 Astolpho Rezende, O Estado de Matto­Grosso e as supostas terras do barão deAntonina, Rio de Janeiro, Papelaria Sta Helena – S. Monteiro & Cia. Ltda, 1924.

22 Giralda Seyferth, ‘‘A singularidade germânica e o nacionalismo brasileiro :ambiguidades e alotropia na ideia de nação’’, in : Cristina Bastos, Miguel Vale de Almeida,Bela Feldman­Bianco (org.), Trânsitos coloniais : diálogos críticos luso­brasileiros,Campinas, Editora Unicamp, 2007.

23 Vilma Eliza Trindade de Saboya, “A Lei de Terras (1850) e a Política Imperial – seusreflexos na Província de Mato Grosso”, in: Revista Brasileira de História, 1995, São Paulo,v. 15, n. 30, p. 115­136.

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24 La provincia de Paraná se separó de la de San Pablo en 1853; el barón de Antonina actuóen ese proceso de autonomía y se tornó senador en la primera legislatura provincial.

25 Maria Cristina Cortez Wissenbach, op. cit., 1995, p. 138.

26 Así era conocido el barón de Antonina por los indios.

27 João Pacheco de Oliveira, op. cit., 1988, p. 222­235.

28 Ver, por ejemplo, el análisis de Marcelo Manuel Pietrafita Iglesias sobre la acción tutelarde Felizardo Avelino de Cerqueiro entre los kaxinawá del valle del río Juruá, Acre. MarceloManuel Pietrafita Iglesias, Os Kaxinawá de Felizardo: correrias, trabalho e civilização noAlto Juruá, Brasília, Paralelo 15, 2008; Ver también João Pacheco de Oliveira, “Prefácio”,in: Marcelo Manuel Piedrafita Iglesias, op. cit, 2010.

29 João Pacheco de Oliveira, op. cit., 2010, p. 15.

30 Tal vez sea ingenuo hablar de la existencia de fronteras entre público y privado en elsiglo XIX.

31 Antonio Carlos de Souza Lima, Um grande cerco de paz: Poder tutelar, indianidade eformação do Estado no Brasil, Petrópolis, Vozes, 1995.

32 Ibid., p. 163.

33 Lúcio Tadeu Mota, “O Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro e as propostas deintegração das comunidades indígenas no Estado Nacional”, in: Diálogos, 1998, Maringá, n°2, p. 149­175.

34 Ibid., p. 12.

35 Ibid., p. 163.

36 Se utiliza la distinción entre narrativa “romántica” y de “vanguardia­capitalista” apenasde forma ilustrativa, puesto que esa distinción merecería ser relativizada. La narrativa“romántica” también se movió por intereses económicos, así como la “vanguardia­capitalista” también recuperó el estilo romántico para promocionar las potencialidadeseconómicas de la América independiente.

37 Thomas Bigg­Wither, Novo caminho no Brasil meridional: a Província do Paraná.Três anos em suas florestas e campos, 1872/1875, tradução de Temístocles Linhares, Riode Janeiro, Livraria José Olympio Editora; Curitiba, Universidade Federal do Paraná 1974(1878).

38 Franz Keller, “Noções sobre os indígenas da Província do Paraná”, in: Leda Lovato,“Contribuição de Franz Keller à etnografia do Paraná”, Boletim do Museu do Índio,Antropologia, 1974, Rio de Janeiro, vol. 1.

39 Johann Rudolph Rengger, Viajes al Paraguay en los años 1818 a 1826, Asunción,Tiempos de Historia 2010 (1835).

40 João Henrique Elliott publicó en 1852, incluso antes que José de Alencar, una de lasprimeras novelas indianistas de Brasil. Ver João Henrique Elliott, Aricó e Caocochee, ouuma Voz do Deserto. História fundada em factos, dedicada ao Illm° e Exm° barão deAntonina, Rio de Janeiro, Vianna & Cia, 1952.

41 João Henrique Elliott, “A Emigração dos Cayuaz. Narração coordenada sobapontamentos dados pelo Sr. João Henrique Elliott, pelo sócio effectivo, o Sr. Brigadeiro J.J. Machado de Oliveira”, in: Revista do Instituto Histórico Geográfico Brasileiro, 1856,tomo XIX, p. 434­447.

42 João Henrique Elliott, op. cit., 1856, p. 439­442.

43 Nacido en Génova, Italia, en 1823. A los 18 años ingresó en la Orden de los Capuchinos.Llegó a Río de Janeiro en 1851, mudándose el siguiente año a San Pablo, donde ejerció elcargo de vicario de Santa Bárbara y Monte Mor. En 1854, por determinación del comisariogeneral fue transferido a la provincia del Paraná para catequizar a los indios de losmárgenes del río Tibagi. En 1855 inauguró el aldeamiento de San Pedro de Alcántara,dirigiéndolo hasta su muerte en mayo de 1895, a los 72 años de edad.

44 Frei Timóteo de Castelnuovo, “Princípio e Progresso do Aldeamento de São Pedro deAlcântara”, in: Emílio da Cavaso, “Coleção e Documentos de Frei Emílio da Cavaso OFM”,Boletim do Instituto Histórico, Geográfico e Etnográfico Paranaense, 1980, v. 37, p. 237­284.

45 Curt Nimuendaju, As lendas da criação e destruição do mundo como fundamento dareligião dos Apapocúca­Guarani, tradução de Charlotte Emmerich & Eduardo B. Viveirosde Castro, São Paulo, Hucitec, Edusp 1987 (1914).

46 Ibid.

47 Curt Nimuendaju, “Apontamentos sôbre os Guarani”, in: Revista do Museu Paulista,

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São Paulo, n/s, v. VIII 1954 (1908). Ese texto fue escrito anteriormente As lendas… y datade 1908, representando, seguramente, una primera tentativa de sistematización de lasnotas de campo hechas por Nimuendaju entre los guaraníes. Sin embargo, su publicaciónes póstuma. Fue traducida y organizada por Egon Schaden y publicada solamente en 1954.Es interesante resaltar las diferencias existentes entre los dos textos citados, sobretodo enrelación con el capítulo I d’As lendas…, intitulado “Nombre e Historia”. En As lendas… lasdiversas descripciones de epidemias, expulsiones, expropiaciones, conflictos, esclavizaciónno constan como en el texto de 1908, publicado en 1954. Es extremadamente significativosubrayar igualmente que la noción de “Tierra sin Mal” tampoco aparece en el textopublicado en 1954.

48 Curt Nimuendaju, op. cit., 1987, p. 101­102.

49 Ibid., p. 434.

50 Trabajo que hemos hecho en otro lugar. Ver Pablo A. Barbosa, A “Terra sem Mal” deNimuendaju e as “Jornadas Meridionais” do barão de Antonina: reflexões sobrecolonização e mobilidade Guarani nas províncias de Mato Grosso, Paraná e São Paulo(1840­1910), Texto presentado en el Museo Nacional, Universidad Federal de Río deJaneiro, mimeo (inédito), 2011.

51 Jean Bazin, “La production d’um récit historique’’, in : Jean Bazin, Des clous dans laJoconde. L’anthropologie autrement, Toulouse, Anacharsis, p. 271­343, 2008 (1980).

52 Jean Bazin, op. cit., 2008, p. 272.

53 Sobre los tupi­guaraní coloniales ver Pompa, Cristina, Religião como tradução,missionários, Tupi e Tapuia no Brasil colonial, Bauru, EDUSC, 2003 y Pompa, Cristina,“O profetismo Tupi­Guarani: a construção de um objeto antropológico”, in: Revista deIndias, 2004, vol LXIV, n. 230, p. 141­174; sobre los chiriguanos de los contrafuertesandinos ver Combès, Isabelle, El Paititi, los Candires y las Migraciones Guaranies, SantaCruz de la Sierra, s/d (texto inédito enviado pela autora); Combès, Isabelle, “De loscandires a Kandire. La invención de un mito chiriguano”, in: Journal de la Société desAméricanistes, 2006, v. 92, n. 1­2, p. 137­163 ; Julien, Catherine, “Kandire in Real Timeand Space: Sixteenth­Century Expeditions from the Pantanal to the Andes”, in:Ethnohistory, 2007, v. 54, n. 2, p. 245­272; sobre la etimología de la noción de “Tierra sinMal” ver Melià, Bartomeu, “La tierra sin mal de los guarani. Economía y profecía”, in:Suplemento Antropológico, 1987, v. XXII, n. 2, Asunción, p. 81­98 ; sobre la difusión delconcepto en la etnología americanista de la primera mitad del siglo XX ver Noelli,Francisco, “Curt Nimuendaju e Alfred Métraux: a invenção da busca da ‘terra sem mal’”,in: Suplemento Antropológico, 1999, vol. XXXIV, n. 2, p. 123­166.

54 Ver los distintos trabajos de Marta Rosa Amoroso y Lúcio Tadeu Mota ya citados.

55 Maria Isaura Pereira de Queiroz, O messianismo no Brasil e no Mundo, São Paulo, Alfa­Omega 1977 (1965) ; Hélène Clastres, Terre sans Mal : le prophétisme tupi­guarani,Paris, Ed. du Seuil, 1975 ; Florestan Fernandes, ‘‘Um balanço crítico da contribuiçãoetnográfica dos cronistas’’, in : Florestan Fernandes, Investigação etnológica no Brasil eoutros ensaios, Petrópolis, Vozes, pp. 210­215, 1975 (1949) ; Florestan Fernandes,Organização social dos tupinambá, São Paulo, Difel 1963(1949) ; Florestan Fernandes, Afunção social da guerra na sociedade tupinambá, São Paulo, Livraria Pioneira Editora –Edusp 1970(1952) ; Alfred Metraux, ‘‘Migrations historiques des Tupi­Guarani’’, in :Journal de la Société des Américanistes, Paris, 1927, v. 19, n. 1, p. 1­45 ; Alfred Metraux, Areligião dos tupinambás, São Paulo, Companhia Editora Nacional 1979 (1928) ; EgonSchaden, A mitologia heróica de tribos indígenas do Brasil, São Paulo, Editora daUniversidade de São Paulo 1989 (1959) ; Egon Schaden, Aspectos fundamentais da culturaguarani, São Paulo, Epu­Edusp 1974 (1962) ; Egon Schaden, Aculturação Indígena, SãoPaulo, Livraria Pioneira Editora – Edusp 1969 (1964).

56 João Henrique Elliott, op. cit., 1856.

57 Joaquim Antonio Pinto Junior, Memória sobre a Cathechese e Civilisação dosindígenas da Província de São Paulo, Santos, Tipographia Commercial, 1862.

58 João Pacheco de Oliveira, “Ação indigenista e utopia milenarista. As múltiplas faces deum processo de territorialização entre os Ticuna”, in: Bruce Albert, Pacificando o branco:cosmologias do contato no norte­amazônico, São Paulo, Editora Unesp, Imprensa oficial doEstado de São Paulo, 2002, p. 279.

59 Ibid.

60 Ibid., p. 280.

Índice das ilustrações

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TítuloMapa I: Localización de los aldeamientos con efectivosguaraníes en las provincias de San Pablo, Paraná y MatoGrosso (siglo XIX).

Créditos Autor: Pablo Antunha Barbosa

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Para citar este artigo

Referência eletrónicaPablo Antunha Barbosa, « Notas sobre el cacique Libânio y el barón de Antonina en losaldeamientos indígenas de las provincias meridionales del Brasil Imperial (1840­1889) », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [Online], Debates, posto online no dia 12Fevereiro 2013, consultado o 21 Abril 2015. URL : http://nuevomundo.revues.org/64988 ;DOI : 10.4000/nuevomundo.64988

Autor

Pablo Antunha BarbosaDoctorante EHESS (París), Museo Nacional (Río deJaneiro)[email protected]

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