Mujeres, guerrilla y terror de Estado en la época de la revoltura en México
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Mujeres, guerrilla y terror de Estado en la época de la
revoltura en México
Por Adela Cedillo
Contexto
El presente ensayo tiene como marco temporal la guerra fría
en México y, dentro de ella, el fenómeno conocido como
“guerra sucia”, cuyos límites cronológicos se pueden fechar
entre 1964 y 1982.1 Durante este periodo se desarrolló una
confrontación militar entre el sector más radical de la
izquierda urbana y rural y el Estado, la cual produjo los
niveles de violencia política más elevados desde la rebelión
cristera. Aunque en algunas coyunturas el conflicto estuvo a
punto de adquirir dimensiones nacionales, sus principales
expresiones no trascendieron el ámbito regional. Los estados
en los que hubo un mayor despliegue de fuerzas, tanto
guerrilleras como contrainsurgentes, fueron Guerrero,
Chihuahua, Sinaloa, Jalisco, Nuevo León, Sonora y el Distrito
Federal y, en menor medida, Morelos, Michoacán y Oaxaca.2 El1 Para una visión global del fenómeno, véase: Laura Castellanos. Méxicoarmado 1943-1981. México, Era, 2007, Jorge Luis Sierra Guzmán. El enemigointerno: contrainsurgencia y fuerzas armadas en México. México, Plaza yValdés/Universidad Iberoamericana/Centro de Estudios Estratégicos deAmérica del Norte, 2003 y José Sotelo, coord. Informe histórico a la sociedadmexicana, ¡Qué no vuelva a suceder! México, Fiscalía Especial para MovimientosSociales y Políticos del Pasado, 2005, borrador (en lo sucesivo, IHSM).2 En los estados de Hidalgo, Estado de México, Tabasco, Puebla, Veracruz yChiapas, la actividad militar de ambos bandos fue más focalizada,mientras que en Baja California, Durango, Coahuila, Tamaulipas, Tlaxcala,Guanajuato, Aguascalientes y San Luis Potosí, ésta sólo fue transitoria.En los restantes (Zacatecas, Baja California Sur, Nayarit, Colima,Campeche, Yucatán y Quintana Roo) el fenómeno estuvo prácticamenteausente.
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común denominador en todos los casos es que la lucha armada
fue precedida por diversos movimientos (sindicales,
estudiantiles o campesinos) violentamente reprimidos.
Con el advenimiento de la guerra fría, el Partido
Revolucionario Institucional (que ejercía una dictadura
unipartidista de facto) importó la doctrina de la seguridad
nacional, que regía la política exterior de los Estados
Unidos de Norteamérica en aras de contener la expansión de la
“amenaza comunista”. Después de la revolución cubana (1959),
dicha doctrina alentó el desarrollo de políticas
contrainsurgentes para acabar con los potenciales focos de
desestabilización en el continente americano. En México,
esto se tradujo en que el activismo pacífico de la sociedad
civil no corporativizada fue asimilado a una presunta
“conjura comunista internacional” y, en consecuencia, se le
combatió con métodos contrainsurgentes. El ejército fue
empleado de forma sistemática para romper huelgas, disolver
mítines, realizar detenciones y torturar, ejecutar o
desaparecer a los “enemigos internos”. Después de la matanza
de civiles en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968, en el
ámbito urbano el gobierno acudió preferentemente a las
corporaciones policiacas o a los cuerpos especiales,
parapoliciacos o paramilitares, a fin de proteger la imagen
de un instituto armado asaz desprestigiado ante la ciudanía.
En cambio, en las áreas rurales, incomunicadas y ajenas a
cualquier tipo de observación ciudadana, las fuerzas armadas
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protagonizaron el paroxismo del terror estatal. En respuesta
a este conjunto de episodios, el sector más radical del
espectro político de la izquierda socialista abandonó el
camino de la lucha pública y semilegal y comenzó los
preparativos para declararle la guerra a un Estado calificado
de autoritario, represivo y cuasi totalitario.
En el periodo estudiado aparecieron más de cuarenta
organizaciones político-militares con diferentes grados de
estructuración y, sobre todo, con apreciaciones contrastadas
sobre la estrategia y táctica revolucionarias a seguir. Antes
de que rebasaran la fase inicial de preparación, estas
agrupaciones fueron destruidas sin concesión alguna.
Subvirtiendo el marco legal al que se debía, el gobierno hizo
uso de una fuerza desproporcionada para garantizar el
exterminio de los guerrilleros y de sus bases de apoyo, bajo
el famoso principio francés de la guerra antisubversiva que
recomienda “quitarle el agua al pez”. No menos de tres mil
personas fueron ejecutadas o desaparecidas en ese contexto y
un número indeterminado pero sumamente elevado fue objeto de
torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes a manos de
los agentes del orden.3 Oficialmente, hubo más de mil
3 Dichos cálculos son producto de la confrontación documental de diversosvolúmenes de los Fondos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y dela Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS) delArchivo General de la Nación, así como de la revisión de la bibliografíaexistente sobre el periodo. Cabe señalar que en el libro del GeneralMario Arturo Acosta Chaparro, Movimiento subversivo en México (1990), basado enlos archivos de la DFS y de la Segunda Sección de Inteligencia Militar,sólo aparecen los nombres de mil ochocientos sesenta guerrilleros y
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quinientos presos políticos y cincuenta y siete exiliados,
aunque se cuenta con indicios de numerosos casos no
registrados.4 En el bando contrario, las cifras son
igualmente escurridizas, si bien, elementos de las propias
fuerzas públicas apuntan a que sus bajas fueron de
doscientos militares y ciento cincuenta policías y civiles.5
Pese a la evidente derrota militar del movimiento armado
socialista, éste contribuyó decisivamente a la erosión del
sistema político mexicano, al punto de que, a casi dos
décadas de actividad contrainsurgente, se decretó la primera
reforma política significativa del México posrevolucionario,
colaboradores presuntos (la mayoría ejecutados, desaparecidos o presos),lo que me lleva a suponer que las autoridades no tenían un registrocompleto de todas las bajas civiles. Debido a esta carencia documental,el IHSM de la FEMOSPP también manejó cifras que podrían estar muy pordebajo de la realidad: cien muertos, setecientos noventa y siete casosreportados como detenidos-desaparecidos y dos mil ciento cuarenta y untorturados.4 La Ley de Amnistía promulgada el 28 de septiembre de 1978 en susdistintas etapas benefició a un total de mil quinientos treinta y nuevepresos y prófugos que cometieron delitos por móviles políticos (lamayoría de ellos, miembros de movimientos campesinos). Al cotejar losnombres de los beneficiarios, encontré que muchos de los prófugos eran enrealidad detenidos-desaparecidos que nunca fueron presentados anteninguna autoridad. Las restricciones de acceso a la informacióndesclasificada del fondo DFS dificultan hacer el desglose respecto a los“prófugos” desaparecidos y aquellos que realmente escaparon a lapersecución de las autoridades. 5 Estas cifras fueron tomadas de las declaraciones del general AlbertoQuintanar Gustavo Castillo García, “Gobernación infiltró el movimientodel 68, revela el general Quintanar”, La Jornada, México, 2 de octubre de2002, versión electrónica:http://www.jornada.unam.mx/2002/10/02/005n1pol.php?origen=index.html, asícomo del sitio de Miguel Nazar Haro, www.miguelnazarharo.com (consultadoen febrero de 2004). En su listado, Nazar incluía a civiles que fueronsecuestrados y ejecutados, a guardias privados y a algunas víctimas delfuego cruzado.
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a partir de la cual los partidos verdaderamente opositores
pudieron contender en procesos electorales. El grueso de la
izquierda entró en una dinámica electoral, pero el movimiento
armado no desapareció, sino que se contrajo e inició una
fase de latencia. Durante la década de los ochenta, otras
organizaciones y actores se encargaron de alimentarlo
subterráneamente, hasta que emergió a la luz pública en la
década de los noventa del siglo XX, con un rostro totalmente
renovado.
Al inicio de los ochenta, más allá de vanagloriarse de
su triunfo militar sobre la subversión, el Estado mexicano
convirtió el tema en tabú para eludir su responsabilidad por
la comisión masiva de crímenes contra la humanidad.
Paulatinamente –y de forma bastante tardía en relación con
otros países latinoamericanos que también tuvieron sus
respectivas “guerras sucias”– algunos actores de la sociedad
civil mexicana (en concreto, algunos exguerrilleros,
periodistas y académicos) se han atrevido a derribar el cerco
en torno a estos sucesos vetados por la historia oficial.
Así, con el nuevo siglo, también ha nacido una corriente
encargada de su investigación, análisis y resignificación. En
dicha corriente se enmarcan los incipientes estudios sobre el
papel de las mujeres en el movimiento armado socialista
mexicano, que es el tema del que me ocuparé detenidamente.
Las mujeres en las guerrillas urbanas y rurales
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Para fines metodológicos, los estudios sobre el movimiento
armado socialista en México deben partir de una distinción
básica entre la lucha en las ciudades y en el campo. Aunque
ésta se desarrolló de forma paralela y con relativa unidad de
propósitos (v. gr. la destrucción del Estado “burgués”, la
abolición del capitalismo y la instauración de un régimen
socialista), las causas que la originaron en cada ámbito
fueron muy diferentes y sus consecuencias también.
El análisis de la cuestión de género en el seno del
movimiento armado no puede escapar tampoco a la
diferenciación entre el papel que jugaban las mujeres en las
guerrillas rurales y en las urbanas. Hasta el momento, las
recopilaciones de testimonios y los escasos ensayos sobre el
tema han puesto el énfasis en la especificidad de la mujer
respecto al hombre en este tipo de lucha, y han hecho poca
luz sobre los condicionamientos de clase de los diversos
tipos de mujeres que se integraron a ella.6 Del mismo modo,
han atendido el tema desde ángulos personales o individuales
y han reparado poco en las relaciones de las mujeres con las
comunidades a las que pertenecían. Por ende, me parece
imprescindible enfocar factores tales como los orígenes
sociales y las motivaciones de las mujeres que se
6 Véase por ejemplo Ma. de la Luz Aguilar Terrés, comp. Memoria del primerencuentro nacional de mujeres exguerrilleras. México, s.e., 2007 y Macrina CárdenasMontaño, “La participación de las mujeres en los movimientos armados” enVerónika Oikión y Marta Eugenia García, eds. Movimientos armados en México,siglo XX. México, COLMICH/CIESAS, 2006, vol, 2. p. 609-624.
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incorporaron al movimiento armado, así como las perspectivas
que tenían del mismo.
Las guerrillas rurales se originaron en estados como
Chihuahua y Guerrero, dominados por oligarquías regionales de
grandes latifundistas y caciques que detentaban todo el poder
económico y político y se imponían mediante un sistema
coercitivo en el que, tanto los cuerpos privados como las
fuerzas públicas, ejercían una violencia extrema contra el
campesinado. En ambos casos, las regiones en las que surgió
el movimiento armado socialista contaban con tradiciones de
lucha revolucionaria que se reactivaban periódicamente.
Los protagonistas de organizaciones como el Grupo
Popular Guerrillero, el Movimiento 23 de Septiembre, la
Asociación Cívica Nacional Revolucionaria y el Partido de los
Pobres, fueron hombres en su mayoría. Una revisión general a
las fuentes documentales y orales revela que las mujeres
campesinas o de origen campesino fungieron ante todo como
bases de apoyo y casi no se incorporaron a los campamentos
guerrilleros o a las casas de seguridad, pues dada la
estructura patriarcal en la que se desenvolvían, ellas eran
propiedad de sus padres o esposos y no podían tomar parte del
quehacer político sin su autorización.7 Tanto la militancia
7 México no fue el único país en el que la participación femenina en lasguerrillas rurales fue escasa, por el contrario, en su análisis de lasguerrillas latinoamericanas activas entre 1956 t 1970, Timothy Wickham-Crowley aseveró que no había encontrado ningún caso en el que hubiera“predominancia femenina, ni en cantidad ni en poder, dentro de unmovimiento, ni… un solo caso de una campesina que se una a la guerrilla
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como la guerra eran actividades que tradicionalmente
correspondían a la esfera de lo público y lo masculino,
contrapuesta a la de lo privado-femenino.
La siguiente cita, tomada del testimonio de una mujer
oriunda de la sierra de Atoyac, Gro. que de joven se integró
a la guerrilla del Partido de los Pobres, ejemplifica esta
situación:…las mujeres tenían miedo de participar, ya que en ese tiempoéramos muy apegadas a la familia… no les daban permiso sus padres[…Pero] ya había más movimiento y hubo más persecución, entoncesempezó el ejército a rodear las comunidades, ya familiares habíansido detenidos algunos, y desde ahí yo tomé la decisión de irme algrupo armado. Fue muy difícil para mí, ya que como mujer tuve queconvencer a mis padres para que me dejaran, insistí mucho para queellos me dieran el permiso, yo no me quería ir a las escondidas[…] para que no me fuera sola mis padres tuvieron que mandar a unhermano conmigo porque ellos decían que era muy peligroso para unamujer andar sola y además tantos hombres ahí, que iba a caer comoun pescadito al agua, no?8
Otra de las razones por las que las mujeres no podían
incorporarse a los campamentos guerrilleros tenía que ver con
la sobrevivencia misma: las hijas y esposas de los rebeldes
muertos o desaparecidos debían sustituirlos en el trabajo
agrícola. Así, las campesinas enfrentaron una doble
como combatiente armada”. Citado en Karen Kampwirth. Mujeres y movimientosguerrilleros. Nicaragua, El Salvador, Chiapas y Cuba. México, Plaza y ValdésEditores/Knox College, 2007, p. 137. No está por demás insistir en que elsojuzgamiento de las mujeres históricamente ha limitado su adquisición deconciencia y su participación política.8 Intervención de Guillermina Cabañas Alvarado en Aguilar comp., op. cit. p.142. En esta cita se resume también el pensamiento tradicional de laépoca, que visualizaba a la mujer como un ente débil, sin agencia nicapacidad para defenderse, y cuya naturaleza de objeto sexual despertabalas pasiones masculinas.
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desventaja, de género y clase, para participar en el
movimiento.9
No obstante, también hubo casos en los que fueron los
mismos padres o esposos involucrados en la lucha los que
indujeron la participación femenina, ya fuera para cubrir las
bajas que dejaba la represión, o bien para facilitar las
funciones de aprovisionamiento, enlace, información, etc. y
despistar así a un enemigo que no estaba acostumbrado a
combatir contra mujeres. Es importante subrayar que las
campesinas que aceptaron ser bases de apoyo lo hicieron dada
la solidez de los vínculos familiares, comunitarios y de
vecindad preexistentes.10 Estas redes colectivas garantizaban
dos principios indispensables para consolidar la
organización: la lealtad y la confianza, por consiguiente, se
convirtieron en los medios más seguros para reclutar
simpatizantes y/o aliados.
9 Como observó Linda L. Reif, esta doble desventaja también se refleja enlos estudios de la política convencional, que muestran que el bajo nivelsocioeconómico disminuye el activismo femenino más profundamente que elmasculino. Reif, Reif, Linda L., “Women in Latin America GuerrillaMovements. A comparative perspective”, Comparative Politics, vol. 18, no. 2,enero de 1986, p. 151.10 Hace falta un estudio sobre la participación de las mujeres en la luchaguerrillera en la serranía de Guerrero, que dé cuenta de los porcentajesde mujeres activas tanto en los campamentos como en las redes deabastecimiento e información de los grupos armados. Aunque ningún trabajosistematiza las referencias a las mujeres en la literatura sobre el tema,se puede advertir fácilmente que éstas son escuetas y aluden a unaparticipación escasa. Por poner un ejemplo, de los 347 nombres queregistró Acosta Chaparro como integrantes del PdlP, sólo 32 correspondena mujeres. Acosta, op. cit. p. 97-105. De acuerdo con un testimonio, laBrigada de Ajusticiamiento del PdlP contaba con 200 hombres y 11 mujeres.Sotelo, coord.. op. cit. p. 295.
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Debo hacer notar que la evidente desigualdad en las
relaciones de género no escapó al interés de líderes como
Lucio Cabañas. En el punto nueve del “Primer ideario del
Partido de los Pobres”, de marzo de 1972, se mencionaba
escuetamente que había que luchar por “liberar a la mujer
haciendo valer su igual derecho frente al hombre”.11 Los
testimonios apuntan a que, al menos en los campamentos
guerrilleros, prevaleció el compañerismo, el respeto y la
equidad en la distribución de tareas entre hombres y
mujeres,12 pero nada indica que esta situación haya
trascendido a otros ámbitos comunitarios, lo que me hace
suponer que este “igualitarismo” obedecía a la coyuntura del
momento y no a que los campesinos que distribuían su tiempo
entre guerrilla y la milpa, estuviesen convencidos de que las
mujeres tenían los mismos derechos.
En las ciudades la situación fue muy distinta a la del
campo, ya que la violencia estructural del Estado ante la
demanda ciudadana de ampliar los espacios de participación
política, generó un poderoso sentimiento de agravio entre un
sector de la clase media que se radicalizó y tomó las armas.
La combinación de privación de poder, represión y terror fue
un coctel explosivo que trajo consigo la aparición de por lo
11 José Natividad Rosales. ¿Quién fue Lucio Cabañas? ¿Qué pasa con la guerrilla enMéxico? México, Posada, 1974, p. 93. Pese a todo, la situación de lasmujeres que lograron integrarse a los campamentos guerrilleros no fuedesventajosa, de acuerdo con la propia Guillermina. Había compañerismo,respeto y equidad en la distribución de tareas.12 Intervención de Guillermina…. op. cit. p. 142.
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menos veinticinco organizaciones político-militares urbanas
en toda la república.13
Aproximadamente el quince por ciento de los militantes
de dichas agrupaciones fueron mujeres de clase media, aunque
entre las bases de apoyo esta cifra podría ser superior.14
Para las citadinas, la adopción de un papel revolucionario
activo era una decisión individual, que implicaba romper
conscientemente con los atavismos sociales. En ese sentido,
unirse a las guerrillas “era un paso más radical para las
mujeres que para los hombres, porque era una decisión
consistente con el papel tradicional de los hombres, pero no
con el de las mujeres”.15 Las organizaciones armadas se
beneficiaron de este cambio de mentalidades, pues a decir de
Macrina Cárdenas, éstas reclutaban a mujeres y hombres sin
distinción. Así: El hecho de que hubiera más hombres que mujeres no se debía alsexismo […] era más bien un reflejo de la situación de las mujeresen la sociedad. Mientras que los hombres no tenían muchos problemas
13 Aunque la clase media se benefició del desarrollo estabilizador y susdemandas no eran propiamente económicas, no se pueden soslayar losfactores estructurales, tales como la injusta distribución de la riqueza,la dependencia económica, la falta de correspondencia entre crecimiento ydesarrollo económicos, etc. Este era precisamente el escenario que losguerrilleros esperaban transformar. 14 Mi recuento incluye a las mujeres de origen urbano que participaronindistintamente en la ciudad y el campo. Macrina Cárdenas maneja unporcentaje similar, pero engloba a todas las organizaciones armadas delpaís. Cárdenas, op. cit. p. 610. Como caso paradigmático se puede señalar ala Liga Comunista 23 de Septiembre, la organización guerrillera urbanamás grande de aquella época. La policía descubrió los nombres de 392militantes, de los cuales 70 eran mujeres. Acosta, op. cit. p. 162-171. En elanexo final aparecen 24 casos adicionales, lo que arroja un total de 94.15 Kampwirth, op. cit. p. 171.
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para incorporarse a la vida clandestina, las mujeres tuvieron queenfrentarse a conflictos muy serios con sus familias. Algunastuvieron que usar la táctica de “casarse” para poder abandonar lacasa… otras optaron por la fuga.16
Las mujeres urbanas no estaban menos constreñidas
socialmente que sus contrapartes rurales, pero tuvieron
condiciones más favorables para liberarse. La
industrialización y la urbanización, alentadas por el modelo
desarrollista, propiciaron la incorporación de las mujeres al
mercado laboral y su acceso a la educación. El clima de
efervescencia político-ideológica propio de las universidades
fue el caldo de cultivo en el que algunas de ellas se
independizaron, se hicieron socialistas y se radicalizaron.
Sólo en este tipo de contexto podía haber más mujeres
disponibles para participar en las guerrillas, como lo prueba
el hecho de que aproximadamente el cincuenta y siete por
ciento de las guerrilleras urbanas hubiera tenido un
activismo previo en los movimientos estudiantiles de los
sesenta y setenta, al interior de una institución de
educación media superior o superior, que el quince por ciento
hubiera pertenecido a alguna organización semilegal o algún
otro movimiento social y que el veintisiete por ciento
restante hubiera apoyado a algún familiar vinculado con
alguna expresión disidente.17 Los jóvenes eran los militantes
16 Cárdenas, op. cit. p. 614. Los prejuicios que prevalecían en las ciudadesrespecto a las mujeres guerrilleras no eran muy distintos a los del mediorural, ya que éstas eran tachadas de aventureras, provocadoras,“marimachas”, sólo aptas para servir de cocineras, sirvientas o “putas”.17 Véase anexo final.
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por excelencia, en virtud de sus escasas responsabilidades
familiares y de trabajo, del tiempo que podían dedicar a
estudiar la teoría marxista y sus derivados y de su
disposición para correr más riesgos. Pese a esta
disponibilidad, debo hacer hincapié en que sólo una pequeña
porción de mujeres, independizadas o dispuestas a
emanciparse, optó por la militancia clandestina. El resto
permaneció en las agrupaciones semilegales o en los
movimientos estudiantil, obrero y urbano-popular.
De acuerdo con la valoración de los testimonios
existentes, los factores contextuales y personales pesaron
más que los ideológicos en la decisión de las militantes
urbanas de abandonar a la familia, el trabajo y el patrimonio
para pasar a la clandestinidad. De esta manera, si bien la
ideología socialista y el imaginario construido a partir de
la revolución cubana fueron pivotes que acercaron a muchas
mujeres a la lucha social, la mayoría ha aludido a alguna
experiencia directa asociada a la extrema violencia estatal
para justificar la lucha armada. Mientras que algunas mujeres
habían participado en movimientos pacíficos que terminaron
ahogados en sangre, otras vivieron el asesinato de sus
familiares o amigos.18 Ambos elementos conformaron los pilares
de una visión subjetiva, desde la cual la vía legal estaba
18 Cárdenas, op. cit. p. 612. Uno de los testimonios más elocuentes sobre laimportancia de la muerte de un familiar en la determinación de tomar sulugar en la guerrilla, es el de Minerva Armendáriz Ponce, Morir de sed junto ala fuente. México, Universidad Obrera de México, 2001.
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totalmente clausurada, había que acudir a la autodefensa y
declararle la guerra al gobierno ilegítimo, no como un camino
elegido, sino como el único posible, además de históricamente
necesario.
Un estudio sobre el movimiento armado socialista basado
en la cuestión del género revelaría si hubo diferencias entre
las motivaciones de los hombres y las mujeres para participar
en la lucha armada. A partir de un análisis superficial,
puedo conjeturar que los estímulos eran básicamente los
mismos, excepto porque más hombres que mujeres habían
pertenecido a las organizaciones de la izquierda semilegal y,
por lo tanto, entre algunos de ellos sí tuvo un peso mayor el
factor político-ideológico. Esto se refleja también en que,
mientras el grueso de las guerrilleras tenía edades que
oscilaban entre los 17 y los 25 años, entre los hombres el
rango se extendía hasta los 35 años. Por supuesto, los
militantes más “viejos” provenían de diversas experiencias en
los movimientos abiertos. El aventajamiento en cuanto a
experiencia fue uno de los factores que determinó que la
mayoría de los liderazgos fuesen masculinos.
Una considerable parte de mujeres ex-militantes del
movimiento armado ha señalado que su incorporación a sus
respectivos grupos se dio en condiciones de igualdad, pese a
que ellas no planteaban demandas específicas de género. En
virtud de que, tanto hombres como mujeres daban prioridad a
la discusión sobre la lucha por el cambio de sistema, el tema
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de la equidad entre los sexos se sobreentendía y no estaba a
debate. De acuerdo con Cárdenas: Esto no quiere decir que el machismo no estuviera presente; asícomo su contraparte, la sumisión de las mujeres. Lo que sucedió fueque esto se dio en otros planos, no en el terreno del desarrollo delas tareas políticas. […] El nivel de participación tenía que vermás con el grado de compromiso de los militantes que con lacondición de género.19
Puesto que el sexismo no podía abolirse ni por voluntad
ni por decreto, me parece probable que los guerrilleros
evitaran la discriminación para no inhibir la presencia
femenina.20 Sin embargo, y pese a la igualdad en la asignación
de tareas, sospecho que la ausencia de análisis sobre el
papel de las mujeres durante y después de la lucha era un
signo del predominio de la visión masculina sobre las
19 Ibid. p. 615. Las tareas iban desde ser correos o enlaces hastaparticipar en expropiaciones bancarias, secuestros y combates contra lasfuerzas del orden. De acuerdo con la autora, el machismo se dio en elterreno de las relaciones de pareja. Debe remarcarse también que, en unasociedad como la mexicana, que ponderaba las demostraciones de“virilidad” traducidas en la fuerza física, los guerrilleros encontrabanuna correspondencia entre la exaltación de su masculinidad y su actividadmilitar. En forma sarcástica, Carlos Salcedo denominó “teoría de loshuevos” al planteamiento según el cual “las acciones armadas se realizanno porque políticamente hay necesidad de ello, porque tiene un fin queincidirá directamente en el desarrollo del partido, ni tendrá razón dejustificarse por sí misma, sino porque se tienen ‘huevos’ suficientespara hacerlo”. Carlos Salcedo García. Grupo guerrillero lacandones. La luz que no seacaba. México, Símbolo Digital, en prensa, p. 36.20 También cabe suponer que las organizaciones en las que la presenciafemenina era notablemente inferior, el sexismo fuera más intenso. Porejemplo, al interior de las Fuerzas de Liberación Nacional, el “machismo”era una actitud tan generalizada que el máximo dirigente, César Yáñez,llamó a superarla en un comunicado, aduciendo que éste se basaba en“prejuicios tradicionales, totalmente infundados y sumamente dañinos parala Revolución”. AGN, DFS, [Comunicado confidencial a todos los militantesde las FLN, 6 de agosto de 1973], Exp. 11-212-74, L-11, H-21.
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relaciones de género o, en el mejor de los casos, el de una
perspectiva que en aras de un igualitarismo ideal, ignoraba
las diferencias entre los sexos. Una ex-guerrillera lo
expresó en otros términos: “soñábamos con el hombre nuevo,
pero nos faltó diseñar a la mujer nueva”.
En la medida en que hombres y mujeres compartieron –en
igualdad de condiciones– objetivos estratégicos y una praxis
para realizarlos, se abrió para las mujeres la posibilidad
de luchar por el poder en el seno de organizaciones que se
caracterizaban por un profundo y rígido verticalismo. La
vertiginosa caída de los líderes y cuadros masculinos
inicialmente facilitó el posicionamiento femenino, si bien,
algunas mujeres escalaron por méritos propios. Aunque no hubo
mujeres que se erigieran como ideólogas –y por ende tampoco
dictaban la línea política a seguir–, algunas lograron
conformar liderazgos precisamente en el terreno militar, que
era el más típicamente masculino y también el más deseado.21
Hasta dónde las mujeres tuvieron que reproducir la
conducta masculina a fin de ascender en la escala político-
21 La organización en la que se generó el mayor número de liderazgosfemeninos fue la Liga Comunista 23 de Septiembre. Entre las militantesque alcanzaron cargos de dirección se puede mencionar a: Teresa HernándezAntonio, Margarita Andrade Vallejo, Alicia de los Ríos, Olivia LedesmaFlores y Teresa Gutiérrez. Otros dos casos interesantes son el de Aurorade la Paz Navarro del Campo, que fue dirigente nacional de las FuerzasArmadas Revolucionarias, y el de Elisa Irina Sáenz Garza, que fue laprimera mujer responsable de una red urbana de las Fuerzas de LiberaciónNacional, así como la primera y única mujer del Núcleo GuerrilleroEmiliano Zapata. Casi todas las lideresas de aquella época fueronasesinadas o desaparecidas.
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militar, es algo difícil de precisar, no obstante, lo que sus
compañeros sobrevivientes resaltan de ellas son la valentía,
el arrojo, el temple, la capacidad organizativa y la
habilidad con las armas, cualidades todas que antes sólo se
asociaban al ámbito masculino. Así, dada la glorificación de
la violencia revolucionaria, inherente a la cultura
guerrillera, una mujer que libraba combates adquiría
automáticamente un prestigio al que no podría aspirar
realizando otras labores menos arriesgadas.22 El hecho de que
estas mujeres se posicionaran de un modo que subvertía tan
poderosamente las convenciones de género, representó un
ejercicio de facto de la emancipación y el empoderamiento
femeninos, el cual podría considerarse como un feminismo no
teórico, sino empírico.
Mi conclusión respecto a la participación de la mujer en
los ámbitos rural y urbano es que, mientras las campesinas
nunca cuestionaron su papel de subordinación a los hombres,
la sola participación de la mujer citadina en la lucha armada
pasaba por el reconocimiento de que ésta debía desarrollarse
en condiciones de equidad respecto a la contraparte
masculina. Las diferencias de fondo en ambos casos obedecen a
las condiciones estructurales de cada contexto: las
campesinas se movían en un horizonte estrecho y patriarcal,
dominado por usos y costumbres tradicionales no afectadas aún
por el desarrollo capitalista. Por el contrario, las22 Kampwirth, op. cit. p. 31.
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citadinas vivieron una situación de movilidad social, con el
consiguiente acceso a la educación, el cual no sólo les
permitió escalar posiciones sociales, sino también insertarse
en corrientes vanguardistas, progresistas o revolucionarias.
Por último, quisiera ofrecer un par de ejemplos sobre
las diferentes percepciones que sobre el movimiento armado
tuvieron las mujeres del campo y la ciudad inscritas en su
órbita. En el caso de la guerrilla comandada por el profesor
Lucio Cabañas Barrientos, aunque el Partido de los Pobres
gozó de una amplia simpatía y respaldo popular en la sierra
de Atoyac, no todos los que tomaron parte del proceso
tuvieron una clara conciencia política del mismo. De esta
manera, las madres y hermanas de campesinos desaparecidos en
una comunidad llamada el Rincón de las Parotas, mpo. de
Atoyac de Álvarez, Gro., a quienes entrevisté, se refirieron
a la llamada “guerra sucia” como la época de la revoltura, en
la que “los guachos secuestraban a la gente y no se volvía a
saber de ella, pero también la gente de Lucio Cabañas mataba
a los guachos”. En medio estaban ellas, que sufrían la
represión indiscriminada sin comprender o sin estar de
acuerdo.
En contraste, las guerrilleras urbanas tenían una
concepción muy interiorizada de las causas de la lucha
armada, al grado de vivirla como un “imperativo moral”.23 Para23 La ex–guerrillera Elisa Benavides definió como un “imperativo moral” elsentimiento de muchos jóvenes que creyeron que lo que el país necesitabaen ese momento era que ellos se rebelaran. “Elisa Benavides o el
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ellas el apocalipsis era bienvenido, pues lo que estaba en
juego era la revolución socialista, el futuro de la humanidad
al que había que apostarle todo, incluso la vida misma. Como
lo expresó la guerrillera Dení Prieto en la carta de
despedida a sus padres: “nuestro objetivo final vale mucho
más que los sacrificios que pueda costar”.24 Así, también en
la asunción de un compromiso absoluto y en la disposición
martirológica, las guerrilleras alcanzaron una igualdad plena
respecto a los hombres.
Las mujeres ante el terror estatal
Pese a la disparidad de origen, formación, motivaciones y
convicciones, tanto las mujeres que fueron bases de apoyo de
la guerrilla rural como las guerrilleras urbanas fueron
víctimas de las mismas prácticas del terror estatal, aunque
las vivieron de manera distinta: unas desde el ámbito de su
propia comunidad asediada y otras a nivel de sus
organizaciones y familias.
El estado de Guerrero, un verdadero Viet Nam a pequeña
escala, constituye el ejemplo por antonomasia de los alcances
de la guerra contrainsurgente en el medio rural. Las
organizaciones armadas (la ACNR, pero sobre todo el PdlP)
imperativo moral”, en Sabina Berman y Denis Maerker eds. Mujeres y poder.México, Hoja Casa Editorial, 2000, p. 132.24 Carta de Dení Prieto a sus padres y hermana, octubre de 1973 en LuisPrieto Reyes, Guillermo Ramos y Salvador Rueda, comps. Un México a través delos Prieto. Cien años de opinión y participación política. Jiquilpan de Juárez, Centro deestudios de la Revolución Mexicana “Lázaro Cárdenas” A. C., 1987, p. 697.
20
fueron objeto de las campañas militares más intensas de la
década de los setenta. Las comunidades campesinas a las que
se les identificó como colaboradoras de los guerrilleros,
fueron sujetas a un cerco militar y a un cerco de hambre. Los
soldados allanaban y saqueaban todas las moradas de los
poblados a los que arribaban y congregaban a todos los
habitantes en un punto, a fin de identificar a los que
fungían como bases de apoyo.25 A través de un sistema que
fomentaba la delación entre familiares, amigos y vecinos, los
militares esperaban quebrar la cohesión comunitaria para
facilitar la desarticulación de las células subversivas
montadas sobre las redes colectivas preexistentes.
En la medida en que las mujeres eran vistas como
propiedad de sus familiares varones, también formaron parte
del “botín de guerra” y fueron sometidas a torturas y
violaciones sistemáticas, incluso multitudinarias, sin
importar su edad (los registros abarcan a niñas y
adolescentes de diez a quince años y a mujeres maduras).26
Cientos de mujeres sufrieron la ejecución, la detención o la
desaparición forzada de sus esposos, hermanos e hijos y, en
algunos casos, los militares las obligaron a tener relaciones
25 Aun cuando los campesinos no tuvieran nexos con grupos armados, losmilitares desplegaban la misma saña contra ellos, ya fuera a manera deescarmiento preventivo, para inhibir el apoyo a la guerrilla osimplemente para exhibir la fuerza del gobierno y evidenciar laimpotencia de los rebeldes. 26 El IHSM de la FEMOSPP ofrece un catálogo extenso y pormenorizado delos ataques de las fuerzas públicas contra las comunidades campesinas deGuerrero. Sotelo, op. cit. cap. VI, passim.
21
sexuales con la falsa promesa de que, con su cooperación,
éstos serían liberados. Otras tantas mujeres sufrieron una
persecución encarnizada por su parentesco con los
guerrilleros y tuvieron que migrar a otros estados. Para
aquellas que permanecieron en sus poblados, la adaptación fue
más difícil pues, con la ausencia de los hombres, que
proporcionaban el sustento, quedaron en una situación de
absoluto desamparo y tuvieron que realizar arduas faenas en
el campo o al servicio de terceros, para sacar adelante a sus
familias. Aquellas que volvieron a contraer matrimonio fueron
socialmente rechazadas por no esperar a que aparecieran sus
maridos desaparecidos.
En algunas coyunturas, la represión contra las
comunidades tendió a incrementarse independientemente de la
actuación de las guerrillas, ya que desde la perspectiva
contrainsurgente era más fácil “quitarle el agua al pez” que
el trabajo de pesca en sí. Esta situación se prolongó
indefinidamente, al punto de que podría hablarse de una
normalización del terror, que entrañó la destrucción de la
vida comunitaria.
En las ciudades, en cambio, la violencia fue selectiva y
se dirigió específicamente contra los guerrilleros y sus
familias. La subestimación de los cuerpos policiacos y
militares respecto a la capacidad político-militar de las
mujeres provocó que, al menos en la primera etapa de la
contrainsurgencia, la represión no se enfocara en ellas. Esta
22
situación se revirtió cuando la participación femenina se
hizo más visible en las actividades más riesgosas
(secuestros, expropiaciones, reparto de propaganda, etc.).
Miguel Nazar Haro, quien fuera uno de los torturadores más
famosos de la época, lo expresó abiertamente: “en un
principio teníamos consideración por las viejas, pero después
que nos dimos cuenta que eran más cabronas [sic] que los
hombres se acabaron las consideraciones”.27
Las declaraciones de “El negro”, quien confesó ante la
prensa haber sido agente de la Brigada Blanca y custodio de
detenidos-desaparecidos, en el Campo Militar No. 1, ofrecen
otra evidencia de la misoginia compartida por el grueso de
los represores:Ahí había una vieja, la tal Tecla [Ana María Parra de Tecla], malamadre, mala madre. Una vieja fea, flaca, que no tenía ningúnatractivo femenino […] Y fue la tal Tecla, una pinche [sic] viejachaparra, yo creo que no pesaba ni cuarenta kilos, y llegó con laotra vieja, una gorda ella […] y le metieron balazos a todos [losde un batallón de policías auxiliares]. Mataron a todos. [En losseparos…] ni agua le daba yo a esa vieja.28
Como puede apreciarse, los agentes del orden no
toleraban pelear contra mujeres y, menos aun, sufrir una
derrota ante ellas, ya que cifraban en la fuerza física una
de las claves de la masculinidad. El hecho de que el “sexo
débil” fuese capaz de expresarse con el mismo lenguaje de
violencia, confrontaba a los represores con el núcleo de su
identidad. En suma, dado que ellos no ignoraban que las
27 Citado en Cárdenas, op. cit. p. 610. 28 Castellanos, op. cit. p. 302.
23
guerrilleras cubrían las mismas funciones que los varones,
sentían que debían castigarlas con más saña, por su doble
condición de subversivas y mujeres.
Cuando los especialistas en la tortura descubrieron la
supuesta eficacia de torturar y violar a las mujeres en
presencia de sus maridos o hijos, de torturar a los bebés
frente a sus padres o de amenazar a las mujeres preñadas con
hacerlas abortar, la mujer adquirió una dimensión especial en
la maquinaria del terror. Las agresiones brutales contra la
identidad sexual femenina devastaban no sólo a la víctima,
sino también a su pareja y a sus familiares. Aunque muchas
de las torturas aplicadas a los hombres también fueron
sexuales (hubo casos aislados de violaciones y abuso sexual,
simulacros de castración, etc.), los ataques contra la
anatomía femenina y la maternidad tuvieron la peculiaridad de
ser sistemáticos.
Por otra parte, he encontrado indicios que me permiten
suponer que las mujeres detenidas-desaparecidas fueron las
primeras en ser eliminadas físicamente ya que, de acuerdo con
algunos testimonios, las cuadrillas para mujeres de la cárcel
clandestina del Campo Militar No. 1 estaban regularmente
vacías.29 La aversión hacia las guerrilleras mostrada por los
miembros de las fuerzas públicas –independientemente de su
nivel jerárquico–, deja pocas dudas respecto a su intención
29 Entrevista de la autora con Bartola Serafín Gervasio, 10 de septiembrede 2006, Ciudad de México.
24
de exterminarlas, bajo el supuesto de que así conjuraban el
peligro de que aparecieran otras en su lugar.
Los datos con los que se cuenta respecto a las
militantes y las bases de apoyo que fueron víctimas del
terror estatal arrojan que aproximadamente cincuenta y tres
mujeres fueron detenidas-desaparecidas, diecinueve detenidas
y liberadas, catorce asesinadas, setenta encarceladas y siete
exiliadas. Por lo menos dos fueron detenidas-desaparecidas
con sus esposos y bebés, ocho fueron desaparecidas cuando
tenían algunos meses de embarazo y sus bebés probablemente
también fueron víctimas de esta práctica.30 Estas cifras
atañen básicamente al contexto urbano, pues sólo veintinueve
de los casos conocidos corresponden a mujeres campesinas o de
origen rural, proporción muy baja en relación a las
dimensiones de la contrainsurgencia en el campo, aunque
comprensible si se toma en cuenta que en este medio no
existían mecanismos para fomentar la cultura de la denuncia
ante la represión.
La lucha contra estos crímenes de lesa humanidad también
corrió a cargo de las mujeres, en sintonía con el resto de
América Latina. Los hombres prácticamente no se involucraron,
ya fuera porque debían proveer el sustento o bien, porque
estaban avergonzados o sentían culpa por sus hijos,
percibidos como “terroristas” por el grueso de la sociedad.
En cambio, las mujeres convirtieron un acto íntimo y30 Véase anexo final.
25
personal, como la pérdida de un ser querido, en una demanda
política y pública, sin importarles arriesgar su propia vida.
Como observó Elizabeth Maier, “las madres fungen como
disruptoras del control autoritario estatal, precisamente
cumpliendo el papel que la ideología conservadora y
patriarcal les había atribuido, como responsables del cuidado
de los hijos”.31 El cumplimiento de este rol de género derivó
en la paradoja de fomentar la liberación de las mujeres que
se involucraron en la lucha social. Por eso, la trayectoria
de amas de casa de clase media y baja, politizadas en la
búsqueda de sus familiares, es uno de los capítulos más
significativos del empoderamiento y la resistencia femeninos.
A diferencia de las madres de los desaparecidos de las
ciudades, las del campo no tuvieron condiciones propicias
para organizarse y proyectar su reclamo al resto de la
república, mucho menos fuera de las fronteras nacionales. La
violencia estatal, la recurrencia de la guerrilla, los
conflictos intracomunitarios y la pobreza extrema fueron
algunos de los factores que rápidamente desgastaron,
dividieron o diluyeron la lucha de los familiares de los
campesinos desaparecidos. Así, aunque el estado de Guerrero
fue el campeón de la desaparición forzada, con casi 600 casos
registrados, el icono de la lucha contra esta práctica ha
sido el Comité Eureka, que originalmente aglutinó a madres de31 Maier, Elizabeth. Las madres de los desaparecidos. ¿Un nuevo mito materno en AméricaLatina? México, Universidad Autónoma Metropolitana/El Colegio de laFrontera Norte/La Jornada Ediciones, 2001, p. 54.
26
desaparecidos de las ciudades de Chihuahua, Culiacán,
Monterrey, Guadalajara y el DF., y que en sus inicios se
llamó Comité Nacional Pro Defensa de Presos, Perseguidos,
Desaparecidos y Exiliados Políticos de México.
El Comité Nacional y sus antecesores, inauguraron la
lucha por los derechos humanos bajo el principio elemental de
que no importa qué tipo de delitos haya cometido una persona,
pues tiene derecho a la salvaguarda de sus garantías
individuales, entre ellas la de una defensa legal. Tal noción
rompía con los muy extendidos prejuicios de que “los
terroristas se buscaron lo que les pasó”, que sus familiares
no tenían nada qué reclamar y que no había algo por lo que el
Estado debiera pedir perdón. Así, aunque no han logrado
arrancar al gobierno la información sobre el paradero de sus
familiares, el valor y la tenacidad con la que madres y
hermanos asumieron esta empresa, ha hecho posible que el
Estado mexicano contemporáneo no pueda emplear con
naturalidad muchas de las tácticas contrainsurgentes con las
que destruyó a los movimientos sociales de antaño.
No quisiera concluir este ensayo sin subrayar que, la
última gran diferencia que encuentro entre las campesinas y
las citadinas que vivieron el movimiento armado, es que las
primeras no han podido superar el pasado porque las
condiciones de anomia y violencia en las que se desenvuelven
no son muy distintas a las de hace tres décadas. En cambio,
dada su posición social, las ex-militantes urbanas pudieron
27
rehacer sus vidas en mejores condiciones, pese al estigma de
haber sido perseguidas, encarceladas o exiliadas. Así,
mientras que para unas la revoltura es pasado, presente y
futuro, para las otras ésta no es más realidad sino memoria,
una memoria que, en el mejor de los casos, debe impulsar la
lucha por la verdad y la justicia, para que esos hechos
ominosos no se repitan.
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29
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Sotelo, José, coord. Informe Histórico a la Sociedad Mexicana ¡Qué
no vuelva a suceder! México, Fiscalía Especial para Movimientos
Sociales y Políticos del Pasado, 2006, (borrador), 678 p.
Anexo
En el siguiente anexo se enlistan los nombres de ciento
setenta y cuatro mujeres que tuvieron una participación
activa en organizaciones político-militares de los sesenta y
setenta del siglo XX. La lista es una muestra parcial de la
presencia femenina en la lucha armada, ya que sólo incorpora
una porción de casos investigados de mujeres presas,
ejecutadas, desaparecidas, exiliadas, muertas en combate o
amnistiadas. No aparecen los nombres de guerrilleras prófugas
que nunca fueron detenidas por la policía, ni los de aquellas
que participaron y no desean que sus identidades sean
reveladas. No obstante, si se toma en cuenta que el número
total de casos conocidos de mujeres vinculadas con el
movimiento armado no llega a doscientos, se puede concluir
que, sólo en casos excepcionales, las guerrilleras escaparon
de la violencia estatal. Aunque este recuento no es
exhaustivo, de él se puede colegir también que en un rango de
30
entre el 5 y el 10% de militantes en las organizaciones
armadas eran mujeres.
El rubro “Origen” se basa en el lugar de nacimiento. En
las localidades en las que apenas comenzaba la transición de
lo rural a lo urbano no hice aclaración alguna, por
considerar que el tipo de vida de las mujeres nacidas en esas
condiciones tendió a ser urbano, aun cuando sus lugares de
origen no hubieran sido clasificados como ciudades de acuerdo
con los parámetros vigentes en aquella época respecto al
número de habitantes con que debía contar una localidad.
En la columna “Militancia o actividad previa”,
especifiqué si las mujeres en cuestión habían sido activistas
del movimiento estudiantil u obrero, si habían pertenecido a
alguna organización semilegal o abierta o si se habían
acercado a la política por su contexto familiar. Esto último
alude específicamente a los casos de mujeres que no se
involucraron de forma individual o por iniciativa propia,
sino que eran esposas, madres, hijas, hermanas o novias de
las y los luchadores sociales, y desde esa condición fueron
motivadas, reclutadas o canalizadas hacia labores de apoyo a
la lucha armada.
La columna de “Militancia armada” es la que brinda orden
cronológico a la lista, ya que las organizaciones son
mencionadas de acuerdo con su fecha de aparición. En este
rubro no hice la distinción entre las militantes y las bases
de apoyo, debido a la ambigüedad de la información
31
consultada. También es posible que algunas mujeres no
hubieran desempeñado ninguna de las dos funciones y hubieran
sido victimadas por su sólo parentesco o cercanía con quienes
sí participaban, como en el caso de la familia extensa de
Lucio Cabañas, recluida durante dos años y medio en el Campo
Militar No. 1. Al menos en once casos pude constatar que,
pese a que las mujeres no tenían vínculos con grupos armados,
fueron desaparecidas.
En la última columna se refiere el destino que corrió
cada mujer por su conexión con el movimiento armado. Es
importante hacer hincapié en que el grueso de las presas y
detenidas-desaparecidas fue torturada. Las presas fueron
recluidas en rangos que van de semanas o meses hasta un
máximo de ocho años. Presas y exiliadas pudieron rehacer su
vida gracias a la ley de amnistía. En el caso de las mujeres
muertas en combate o ejecutadas, se tiene la certeza que casi
todas fueron rematadas y, en algunos casos, los cadáveres no
fueron entregados a las familias. Las desaparecidas no han
sido presentadas aún.
NOMBRE ORIGEN MILITANCIA
O
ACTIVIDAD
PREVIA
MILITANCIA
ARMADA
SITUACIÓN
DURANTE
EL
CONFLICTO
32
Epifania
Zúñiga
(embarazada) Rural
Movimiento
campesino Jaramillismo EjecutadaMargarita
Urías
Hermosillo
Urbano Movimiento
estudianti
l
Grupo Popular
Guerrillero y
Movimiento 23
de Septiembre
(1964)
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Urbano Movimiento
estudianti
l
Grupo Popular
Guerrillero y
Movimiento 23
de Septiembre
Presa
Alicia
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Urbano Movimiento
estudianti
l
Unión del
Pueblo (1964) PresaAlicia
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Urbano Movimiento
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l
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l
Unión del
Pueblo PresaJosefina
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Urbano Contexto
familiar Unión del
Pueblo
Presa y
exiliadaLeticia
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Urbano Contexto Unión del Presa
33
Canseco Ruiz familiar Pueblo
Nuria Boldo
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Urbano Movimiento
estudianti
l
Unión del
Pueblo PresaRosa Elena
Guerrero
Parada
Urbano Movimiento
estudianti
l
Unión del
Pueblo PresaTeresa
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Urbano Movimiento
Estudianti
l
Unión del
Pueblo Presa
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Urbieta
Morales
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estudianti
l Unión del
Pueblo Presa
Ana María
Rico Galán
Urbano
Movimiento
Revolucionario
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(1965) Presa
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familiar
Movimiento de
Acción
Revolucionaria
(1966)
Presa y
exiliadaAmalia Gámiz
García
Urbano Contexto
familiar
Movimiento de
Acción
Presa y
34
Revolucionaria exiliada
Ana Luz
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Contexto
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Movimiento de
Acción
Revolucionaria
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Hilda
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Movimiento de
Acción
Revolucionaria
Detenida-
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estudianti
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Acción
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Movimiento de
Acción
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Movimiento de
Acción
Revolucionaria Presa
35
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Urbano Movimiento
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familiar
Movimiento de
Acción
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Urbano Contexto
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Acción
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Urbano Contexto
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Movimiento de
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Revolucionaria
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Movimiento de
Acción
Revolucionaria
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Movimiento de
Acción
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41
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42
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43
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social
Fuerzas de
Liberación
Nacional Ejecutada
Elisa Irina
Sáenz Garza Urbano
Instituto
Mexicano-
Cubano de
Relaciones
Culturales
Fuerzas de
Liberación
Nacional
Detenida-
desaparec
idaJulieta
Glockner
Urbano Movimiento
estudianti
Fuerzas de
Liberación
Muerta en
44
Rossainz l Nacional combateMaría Gloria
Benavides
Guevara Urbano
Movimiento
estudianti
l
Fuerzas de
Liberación
Nacional
Presa,
reinciden
te Nilda
Valentina
Rivera
Rodríguez Urbano
Contexto
familiar
Fuerzas de
Liberación
Nacional
Presa (se
suicidó
posterior
mente)
Nora Rivera
Rodríguez
(embarazada) Urbano
Movimiento
estudianti
l,
magisteria
l y
sindical
Fuerzas de
Liberación
Nacional
Presa y
ejecutadaMaría Elena
Dávalos
Martínez.
Urbano Movimiento
estudianti
l
Frente Urbano
Zapatista
(1970) PresaRosalbina
Garavito
Elías
Urbano Movimiento
estudianti
l
Procesos (1970) Presa
Aurora
González
Meza.
Urbano Movimiento
estudianti
l
Comandos
Armados del
Pueblo (1971)
Presa
Gladis
Guadalupe
López
Urbano Movimiento
estudianti
Comandos
Armados del
Presa
45
Hernández. l PuebloMacrina
Cárdenas
Montaño.
Urbano Movimiento
estudianti
l
Comandos
Armados del
Pueblo
Presa
María de
Jesús Méndez
Alvarado.
Urbano Movimiento
estudianti
l
Comandos
Armados del
Pueblo
Presa
Rosa Cabañas
Rodríguez
Rural Movimiento
campesino
Fuerzas
Revolucionarias
Armadas
Socialistas
(1971)
Presa
Edna Ovalle Urbano
Movimiento
estudianti
l
Liga de
Comunistas
Armados (1971)
Presa y
exiliada
Alejandrina
Ávila Sosa
Urbano
Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre
(1973)
Amnistiad
aAlfonsina
Flores
Ocampo
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre PresaAlicia de
los Ríos
Merino
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
idaAlicia Leyva Urbano Movimiento Liga Comunista Presa
46
Orduño
estudianti
l
23 de
SeptiembreAlma Celia
Martínez
Magdaleno
(embarazada)
Urbano
Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre EjecutadaAmanda
Arciniega
Cano
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre Presa
Ana Lilia
Tecla Parra.
Urbano Contexto
familiar
Liga Comunista
23 de
Septiembre Presa
Ana Luisa
Guerra
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre Presa
Ana Luisa
Hernández
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre Presa
Ana María
Parra Ramos.
Urbano
Partido
Comunista
Mexicano
Movimiento de
Acción
Revolucionaria
y Liga
Comunista 23 de
Septiembre
Presa,
reinciden
te y
detenida-
desaparec
idaAraceli
Ramos
Urbano Movimiento
estudianti
Liga Comunista
23 de
Detenida-
desaparec
47
Watanabe
(embarazada) l Septiembre ida
Artemisa
Tecla Parra
(embarazada)
Urbano Contexto
familiar
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Presa,
reinciden
te y
detenida-
desaparec
idaAurora
Castillo
Mata
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre PresaBertha Lilia
Gutiérrez
Campos
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre PresaCarmen
Teresa
Carrasco
Martínez
Urbano
Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
idaCarmen
Vargas Pérez
(con un bebé
desaparecido
) Rural
Contexto
familiar
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
idaCelia Torres Urbano Contexto
familiar
Liga Comunista
23 de
Presa
48
Septiembre
Consuelo
Baños Mora
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre PresaCristina
Rocha
Manzanares
(embarazada) Urbano
Contexto
familiar Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
idaDelia
Morales
López Urbano
Contexto
familiar
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
idaDeyanira
Fernández
Maldonado
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre Presa
Elena
Montoya Cruz
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre EjecutadaElizabeth
Cifuentes
Berumen
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre PresaElvira
Armida
Miranda
Verdugo
(embarazada)
Urbano
Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
ida Emma Cabrera Urbano Contexto Liga Comunista Detenida-
49
Arenas
(embarazada) familiar
23 de
Septiembre
desaparec
ida
Eréndira
Orozco Vega
Urbano
Movimiento
estudianti
l
Movimiento de
Acción
Revolucionaria
y Liga
Comunista 23 de
Septiembre Presa
Graciela
Mijares
López
Urbano
Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Presa,
reinciden
te y
amnistiad
aHilda
Dávalos
Ibáñez
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre PresaHortensia
García
Zavala
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
ida Irma Yolanda
Cruz
Santiago Urbano
Contexto
familiar
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
ida
Isela Arvizu
Quiñones
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre EjecutadaIsidora Urbano Movimiento Liga Comunista Presa
50
López Correa
estudianti
l
23 de
SeptiembreLeticia
Galarza
Campos
Urbano Movimiento
estudianti
l y obrero
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
idaLourdes
Martínez
Huerta
(embarazada)
Urbano
Contexto
familiar
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
idaMaría
Constancia
Carballo
Bolín
Urbano
Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
ida María de
Jesús
Estrada
Armendáriz
Urbano
Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre EjecutadaMaría de la
Paz
Quintanilla
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Amnistiad
aMaría del
Refugio
Jáuregui
Aguirre
Urbano
Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre PresaMaría de los
Ángeles
Urbano Contexto Liga Comunista
23 de
Muerta a
consecuen
51
Sánchez familiar Septiembre
cia de la
torturaMaría
Margarita
Marcelina
Andrade
Vallejo
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Se
suicidó
en
combate
María Olga
Navarro
Fierro Urbano
Contexto
familiar
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
idaMaricela
Balderas
Silva
(embarazada)
Urbano
Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre PresaMarina
Alejandra
Herrera
Flores
Urbano
Movimiento
estudianti
l y obrero
Liga Comunista
23 de
Septiembre Ejecutada
Marisol
Orozco Vega
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre PresaMartha
Murillo de
Ramírez
(embarazada)
Urbano
Contexto
familiar
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
ida Martha Urbano Contexto Liga Comunista Desaparec
52
Alicia
Camacho
Loaiza
(embarazada) familiar
23 de
Septiembre
ida
liberadaMartha
Maldonado
Sosa
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Amnistiad
aMartha Olga
Medrano
Flores
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
idaNorma
Martínez
Watanabe.
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre PresaOlivia
Ledesma
Flores
Urbano
Movimiento
estudianti
l
Lacandones y
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Presa,
reinciden
te,
muerta en
combate
Patricia
Rodríguez
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre EjecutadaRosalina
Hernández
Vargas
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre EjecutadaRosario
Carrillo
Urbano Movimiento
estudianti
Liga Comunista
23 de
Ejecutada
53
l y obrero Septiembre
Susana
Ceballos
Urbano
Contexto
familiar
Liga Comunista
23 de
Septiembre PresaTeresa
Gutiérrez
Hernández
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre
Detenida-
desaparec
idaTeresa
Hernández
Antonio
Urbano Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre EjecutadaTrinidad
León
Zempoaltecal
t
Urbano
Movimiento
estudianti
l
Liga Comunista
23 de
Septiembre Presa
Dalila
González
Hernández Urbano
Contexto
familiar
Fuerzas
Revolucionarias
Armadas del
Pueblo (1973) Presa
Eunice Díaz
Michel Urbano
Movimiento
estudianti
l
Fuerzas
Revolucionarias
Armadas del
Pueblo Presa
54
Hilda
Graciela
Chavarín
Amador Urbano
Movimiento
estudianti
l
Fuerzas
Revolucionarias
Armadas del
Pueblo PresaMaría
Trinidad
Cuevas
Torres Urbano
Contexto
familiar
Fuerzas
Revolucionarias
Armadas del
Pueblo Presa
Margarita
Maldonado
Ochoa Urbano
Contexto
familiar
Fuerzas
Revolucionarias
Armadas del
Pueblo Presa
Monserrat
Moreno Díaz Urbano
Contexto
familiar
Fuerzas
Revolucionarias
Armadas del
Pueblo PresaAurora de la
Paz Navarro
del Campo
Urbano Movimiento
estudianti
l
Fuerzas Armadas
Revolucionarias
(1973)
Detenida-
desaparec
idaFabiola
Castro
Molina
Rural Contexto
familiar
Fuerzas Armadas
Revolucionarias
Detenida-
desaparec
ida
55
Teresa
Torres
Ramírez
(embarazada)
Urbano Movimiento
estudianti
l
Fuerzas Armadas
Revolucionarias
Detenida-
desaparec
ida
Teresa
Estrada
Ramírez
Urbano Contexto
familiar
Fuerzas Armadas
de Liberación
(1974)
Detenida-
desaparec
idaRebeca
Rivera
Padilla (con
su bebé de
un año)
Urbano Contexto
familiar
Vanguardia
Armada
Revolucionaria
del Pueblo
(1974)
Detenida-
desaparec
ida
María Sonia
Esquivel Urbano
Movimiento
estudianti
l
Comando Armado
del Pueblo
(Guerrero,
1974)
Detenida-
desaparec
idaSonia
Virginia
Escobedo
Jiménez Urbano
Movimiento
estudianti
l
Comando Armado
del Pueblo
(Guerrero)
Desaparec
ida
liberada
Aída
Bracamontes
Patiño Urbano
Movimiento
estudianti
l
Organización
Revolucionaria
de los
Campesinos
Armados (1977)
Detenida-
desaparec
idaTOTAL 174
56
Presas 70 Presas y
exiliadas 7 Desaparecida
s liberadas 19 Amnistiadas
que no
estuvieron
presas 5 Ejecutadas 14 Muertas en
combate 6 Detenidas-
desaparecida
s 43 Desaparecida
s
embarazadas
y con bebés 10
Bebés
desaparecido
s
2 (1
recupera
do de
adulto)