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2067 Marte y Mercurio unidos por Hércules. El sueño ilustrado de un gran puerto hispano-indiano en el golfo de los ártabros (1720-1788) 1 ALFREDO VIGO TRASANCOS Universidad de Santiago de Compostela Resumen: En los reinados de los primeros Borbones hubo la intención de crear en el “Golfo de los Ártabros” un gran enclave portuario que, emulando el puerto romano de Ostia, aglutinase las funciones de puerto comercial (A Coruña) y militar (Ferrol) aprovechando su proximidad geográfica y su distinta posición costera. De hecho se hicieron grandes proyectos y no pocas realizaciones que estuvieron simbolizadas por la restauración de la Torre de Hércules que se entendió como el faro común. Muchas de estas empresas se ejecutaron o culminaron en tiempos de Carlos III; por ello que haya que ver al monarca ilustrado como el “alter ego” del emperador Trajano que era de origen español, eminente como gobernante y principal responsable de la parte más famosa del puerto de Ostia. Palabras clave: Puerto de A Coruña, puerto de Ferrol, puerto de Ostia, siglo XVIII, Ilustración, Trajano, Carlos III, Hércules. Abstract: In the early part of the Bourbon dynasty plans were made to create a large port area on the “Gulf of Los Artabros”, which would emulate the Roman port of Ostia by combining the commercial functions of La Coruña’s port and the military functions of Ferrol’s, drawing on the geographical proximity of the two cities and their respective locations on the coast. A number of major projects were drawn up and several of them completed, the most symbolic of which was the restoration of the Tower of Hercules, intended as the lighthouse for the combined port. Many of these enterprises were undertaken and completed during the reign of Carlos III. The enlightened monarch can thus be seen as the “alter ego” or spiritual successor of the emperor Trajan, a famed ruler who was born in Spain and was responsible for the most famous section of the port of Ostia. Key wordS: Port of La Coruña, port of Ferrol, port of Ostia, the 18th century, the Enlightenment, Trajan, Carlos III, Hercules. 1. Este trabajo ha sido realizado dentro del marco del proyecto de investigación concedido por el Ministerio de Ciencia e Innovación titulado Planos y dibujos de arquitectura y urbanismo. Galicia y el siglo XIX que tiene como número de referencia HAR2008-00822/ARTE. Asimismo se integra en el proyecto de investigación aprobado por la Xunta de Galicia que tiene el siguiente código: INCITE08PXIB210146PR.

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Marte y Mercurio unidos por Hércules.El sueño ilustrado de un gran puerto hispano-indiano

en el golfo de los ártabros (1720-1788)1

ALFREDO VIGO TRASANCOS

Universidad de Santiago de Compostela

Resumen: En los reinados de los primeros Borbones hubo la intención de crear en el “Golfo de los Ártabros” un gran enclave portuario que, emulando el puerto romano de Ostia, aglutinase las funciones de puerto comercial (A Coruña) y militar (Ferrol) aprovechando su proximidad geográfi ca y su distinta posición costera. De hecho se hicieron grandes proyectos y no pocas realizaciones que estuvieron simbolizadas por la restauración de la Torre de Hércules que se entendió como el faro común. Muchas de estas empresas se ejecutaron o culminaron en tiempos de Carlos III; por ello que haya que ver al monarca ilustrado como el “alter ego” del emperador Trajano que era de origen español, eminente como gobernante y principal responsable de la parte más famosa del puerto de Ostia.

Palabras clave: Puerto de A Coruña, puerto de Ferrol, puerto de Ostia, siglo XVIII, Ilustración, Trajano, Carlos III, Hércules.

Abstract: In the early part of the Bourbon dynasty plans were made to create a large port area on the “Gulf of Los Artabros”, which would emulate the Roman port of Ostia by combining the commercial functions of La Coruña’s port and the military functions of Ferrol’s, drawing on the geographical proximity of the two cities and their respective locations on the coast. A number of major projects were drawn up and several of them completed, the most symbolic of which was the restoration of the Tower of Hercules, intended as the lighthouse for the combined port. Many of these enterprises were undertaken and completed during the reign of Carlos III. The enlightened monarch can thus be seen as the “alter ego” or spiritual successor of the emperor Trajan, a famed ruler who was born in Spain and was responsible for the most famous section of the port of Ostia.

Key wordS: Port of La Coruña, port of Ferrol, port of Ostia, the 18th century, the Enlightenment, Trajan, Carlos III, Hercules.

1. Este trabajo ha sido realizado dentro del marco del proyecto de investigación concedido por el Ministerio de Ciencia e Innovación titulado Planos y dibujos de arquitectura y urbanismo. Galicia y el siglo XIX que tiene como número de referencia HAR2008-00822/ARTE. Asimismo se integra en el proyecto de investigación aprobado por la Xunta de Galicia que tiene el siguiente código: INCITE08PXIB210146PR.

2068 XVIII CONGRESO DEL CEHA. MIRANDO A CLÍO. EL ARTE ESPAÑOL. ESPEJO DE SU HISTORIAMarte y Mercurio unidos por Hércules.

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Cuenta Pascanio Seguín2 que el célebre escritor y militar seiscentista portugués Francisco Manuel de Melo, a raíz de un invierno que había pasado en la ría de Ferrol en 16263, había dicho de ella en 1639 que era “estrecha, limpia, profunda y de fi rmíssimo fondo” y que den-

tro se ensanchaba “en forma circular al modo del antiguo y celebrado Puerto de Ostia, haciendo dentro de la tierra un seno capaz de muchas armadas”4. Reconocía así, como tantos otros que lo habían precedido, las magnífi cas condiciones de seguridad que ofrecía la ría ferrolana y sus mu-chas ventajas para invernar durante los fuertes temporales atlánticos (Fig. 1). Pero además tam-bién comparaba la ría con el puerto romano de Ostia; y esto quiere decir que, de alguna manera, quería resaltar que los dos “puertos”, en su género, eran sendos prodigios o maravillas, si bien uno obra del ingenio de los antiguos romanos y el otro, por el contrario, de la propia naturaleza, lo que ratifi caba que Serlio considerara el puerto de Ostia una “cosa admirable”5 y el licenciado Molina, el de Ferrol, un puerto “que en toda la Europa” podía sin duda juzgarse “por sol”6.

Ahora bien, como es bien sabido el puerto antiguo de Ostia, en su forma defi nitiva, era en realidad un puerto doble que tanto cubría las necesidades militares vinculadas con el poder naval romano como toda la actividad comercial (Fig. 2). Había sido, además, construido en dos fases y a lo largo del reinado de dos emperadores; la primera en época de Claudio (aunque lo concluyó Nerón), a manera de un gran puerto exterior levantado en mar adentro, por lo que tuvo que ser protegido por dos amplios malecones que disponían de un faro insular justo en medio de su em-bocadura7. Pese a todo no resultaba seguro. Tácito dice de él que en el año 62, pese a las defensas hidráulicas creadas por el hombre, un violento temporal había hundido doscientas naves, a lo que se añadía que su mantenimiento periódico era igualmente muy costoso; de ahí que Trajano decidiese, al inicio del siglo II, encargar supuestamente a Apolodoro de Damasco una nueva dár-

2. P. Seguín, Galicia. Reyno de Christo Sacramentado y Primogénita de la Iglesia entre las gentes, I, México, 1750, pp. 59 y ss. Vid. también A. Vigo Trasancos (coord.), Fontes escritas para a historia da arquitectura e do urbanismo en Galicia (séculos XI-XX), II, Santiago, Xunta de Galicia, 2000, pp. 752-753.

3. Vid. E. Prestage, D. Francisco Manuel de Mello. Esboço biographico, Lisboa, Fenda, 1996 (Ed. facsímil de la edición de Coimbra, Impresa da Universidade, 1914), pp. 44-45.

4. Este era íntegro su comentario: “Es el Ferrol una ría estrecha, limpia, profunda y de fi rmísimo fondo; la tierra que se junta en la boca del canal, le impide la entrada a los mares. Los altísimos montes que lo rodean cortan los vientos, para que nunca inquieten el puerto. Dentro se ensancha en forma redonda, como el antiguo y celebrado puerto de Ostia, haciendo en el interior de la tierra un seno capaz de más de cien naves de gran porte; es de igual profundidad en el centro que en la orilla; con ocho y diez brazas de agua por cualquier parte. Estuve en ella a lo largo de todo un invierno tempestuoso sin que, a pesar de las tormentas, mi navío se moviese más que las rocas vecinas. Y por esta razón, dice un Varón sabio, eminente en las cosas de la navegación: Que el Ferrol era el fondea-dero del mundo. Podrá contarse por uno de los mejores puertos de Europa, si le debiese tanto al Arte como a la Naturaleza” Vid. F. M. de Melo, Epanaphoras de varia historia portuguesa, Lisboa, Imp. Nacional Casa da Moeda, 1977, pp. 382-383.

5. S. Serlio, Tutte l´opere d´Architettura et prospettiva di Sebastiano Serlio Bolognese diviso in sette libri, Vinegia, 1552, fol. XLI.

6. B. S. de Molina, Descripción del Reyno de Galicia y de las cosas notables del, Mondoñedo, 1550, p. 30.

7. Suetonio, Historia y vida de los césares, Barcelona, 1999, p. 200.

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sena interior de forma hexagonal, muy cerrada, rodeada de almacenes y separada de tierra fi rme por un caudaloso canal que, fi nalmente, había resuelto todos los problemas8. Por lo tanto, hacia la segunda mitad del siglo II el puerto de Ostia era, como ya hemos dicho, un conjunto portuario dual conformado por dos grandes dársenas complementarias exterior e interior y ambas presi-didas por un faro altísimo levantado en su boca y sobre una “isla” que, dice Suetonio, como el de Alejandría servía para iluminar “durante la noche las rutas de las embarcaciones”9.

A otro nivel, esto es lo que, en cierta medida, trataron de hacer en el siglo XVIII los reyes de la Casa de Borbón en el viejo Golfo Ártabro, del que nos hablan escritores antiguos como Estrabón y Pomponio Mela, aprovechando sus óptimas condiciones naturales y las distintas posiciones que, en relación con el mar, ocupaban los puertos de A Coruña y Ferrol10. Ambos eran, de hecho, puertos muy próximos entre sí, casi inmediatos, complementarios al estar uno adentrado en las aguas atlánticas y, el otro, en cambio, refugiado en el interior de su ría; compartían a su vez la misma boca de entrada y salida y aún el viejo faro romano denominado Torre de Hércules que, bien restaurado, podía ser de uso común. No hay duda, pues, que ambos puertos podían ejercer distintos papeles en un plan de ordenación marítima y mas aún sabiendo que, como comple-mento, también integraba el viejo Golfo la amplia ría de Ares y Betanzos que bien podía servir de refuerzo en caso de necesidad. Expresa muy bien esta magnífi ca morfología geográfi ca una antigua descripción medieval atribuida a Roger de Howden (de hacia 1191-1193)) que describe el conjunto de las tres rías como “tres muy buenos puertos juntados en uno”11; si bien es el inge-niero italiano Tiburcio Spannochi quien tras haber visitado la zona en el siglo XVI por orden de Felipe II, años después pudo decir que, en efecto, el tándem A Coruña- Ferrol se completaba de manera formidable al decir de ambos lo siguiente: “En la porçión de marina que se comprende de este Reino (Galicia) ay los mayores y mejores puertos del mundo, como en su descriçión se puede echar de ver, y para más particularizarlos ay el de Ferrol que será de tres leguas de largo poco menos y contiguo a él está el puerto de La Coruña también mui capaz, fundable y seguro para toda suerte de navíos”12. En parte era de la misma opinión el cartógrafo portugués Pedro Texeira pues, hacia 1634, vuelve a insistir en esta proximidad y, más aún, en su complementariedad pues, según él, el puerto de A Coruña “no es seguro para los navíos, por ser una plaia abierta sin abrigo ninguno y de muy poco fondo, y así obliga a los navíos dar fondo más de hun quarto de legua a

8. Vid. http://www.ostia-antica.org/

9. Ibidem

10. Cfr. Hispania Antigua según Pomponio Mela, Plinio el Viejo y Claudio Ptolomeo, ed. por Virgilio Bejarano, Bar-celona, Instituto de Arqueología y Prehistoria, 1987; A. Romero, X. M. Pose, Galicia nos textos clásicos, A Coruña, Museo Arqueológico de San Antón, 1987, pp. 33 y 57; Vázquez Gómez, X. L.: “La Coruña en la época romana”, in J. Mª. Bello Diéguez, J. Mª, A. Vigo Trasancos (coors.): Ciudad y Torre. Roma y la Ilustración en La Coruña, A Coruña, Ayuntamiento, 1991, pp. 35-40.

11. Vid. P. Gautier Dalche, Du Yorkshire a L´Inde. Une Geographie urbaine et maritime de la fi n du XIIe siecle (Roger de Howden ?), Genève, Droz, 2005, p. 185.

12. J. García Oro, M. J. Portela Silva, “Ferrol y las defensas de Galicia (1520-1603)”, Estudios Mindonienses, 13, 1997, pp. 128 y ss. El comentario lo realizó el ingeniero en 1604.

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la mar donde ventando un poco rezio están en conoçido peligro”, por lo que señala que todas las embarcaciones que no podían salir o que debían fondear durante largo tiempo “ban a ynbernar al Ferrol, que queda quatro leguas de la ciudad de La Coruña”13. Finalmente, cabe destacar asimis-mo la opinión del ya mencionado Seguín que vuelve a resultar aclaratoria a este respecto, pues después de decir que Galicia poseía los mejores puertos naturales de Europa, al hacer referencia en 1750 a los puertos de A Coruña y Ferrol, dice de ellos taxativamente que estaban “tan cercanos entre sí, que de las orillas de éste se ven hacer a la vela las naves de aquel” pues “sirven los dos, como de labios a la boca de una grande ensenada”14.

Como cabe imaginar, muchas de estas opiniones, subrayadas por acontecimientos navales que habían tenido lugar en los siglos precedentes15, eran de sobra conocidas en los círculos polí-ticos y navales de la España dieciochesca. De ahí que no pueda sorprender que ya en el reinado de Felipe V, apenas culminada la Guerra de Sucesión, empiecen a surgir voces y a plantearse es-trategias para convertir el tándem portuario A Coruña-Ferrol en un enclave marítimo de primer orden; casi en una utopía que a punto estuvo de convertirse en realidad.

No obstante, para entender las nuevas circunstancias que favorecieron la irresistible ascen-sión de los dos puertos, es preciso recordar varios hechos importantes: la condición de España como primera potencia colonial ultramarina, su calidad de país peninsular y por consiguiente marítimo, su necesidad imperiosa de mirar, comerciar y defender el Atlántico porque más allá estaban las Indias Occidentales donde estaba el grueso de sus intereses. Por otra parte había que frenar a Gran Bretaña convertida a la sazón en dueña y señora de los mares y en nuestra principal enemiga. Así que es comprensible que hombres eminentes de su tiempo como Carvajal y Lancas-ter se sorprendiesen de la escasa importancia que en nuestro país se le había dado a la Marina: “yo no sé en qué se funda que la España no se tenga y haga tener por potencia marítima, cuando domina más mar en la Europa, e infi nito más en la América, que la Inglaterra y la Holanda juntas” (1745)16; o que el Marqués de la Ensenada, su gran rival político, señalase en sendos informes de 1747 y 1748 que “no hay potencia en el mundo que necesite más las fuerzas marítimas que la de España, pues es península, y tiene que guardar los vastísimos dominios de América que le per-tenecen, y mientras la España no tiene una marina competente, no será considerada de Francia e Inglaterra, sus émulas más inmediatas”17; “sin Marina no puede ser respetada la Monarquía española, conservar el dominio de sus vastos estados, ni fl orecer esta península, centro y corazón

13. Cfr. F. Pereda, F. Marías (eds.), El Atlas del Rey Planeta. La “Descripción de España y sus Costas y Puertos de sus reinos” de Pedro Texeira (1634), Hondarribia, Nerea, 2002, fol. 34v-35r.

14. Op., cit., II, p. 324.

15. Vid. al respecto A. Vigo Trasancos, I. Mera Álvarez, Ferrol y las defensas del puerto de guerra del rey. La Edad Moderna (1500-1800), Ferrol, Autoridad Portuaria, 2008, pp. 23 y ss.

16. “José de Carvajal, Testamento político o idea de un Gobierno católico, 1745”, Almacén de frutos literarios, 1818, p. 32. Cit. por J. A. Granados Loureda, “Ferrol na Idade Moderna”, in E. Ramil et al., Historia de Ferrol, A Coruña, Vía Láctea, 1998, p. 181.

17. A. Rodríguez Villa, D. Zenón de Somodevilla. Marqués de la Ensenada, Madrid, 1878. Cit. por Idem, idem, p. 203.

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de todo”18. Es decir, que la Marina debía ser fomentada, también las instalaciones navales y para ello era necesario crear una Armada defensiva potente, un puerto seguro de refugio y, a la vez, estimular el comercio atlántico estableciendo un gran puerto mercantil que pudiese comerciar con seguridad y sin peligros con las vastas colonias americanas.

En gran medida Cádiz fue el puerto dieciochesco que cumplió con esta función, si bien hubo voces que criticaron su monopolio e incluso su incierta seguridad pues no hay que olvidar que en varias ocasiones había sufrido el ataque de los ingleses, concretamente en los años 1587, 1596, 1625, 1702 y 1704. Y quizá por eso, a partir sobre todo del mandato de José Patiño, se pen-só en crear, en el norteño y atlántico Golfo Ártabro, un enclave comercial y militar que a punto estuvo de convertir los puertos de Ferrol y A Coruña, en feudos de Marte y de Mercurio en clara alusión a su condición de dioses antiguos de la Guerra y del Comercio. Se ve claramente en la petición respaldada por el intendente Rodrigo Caballero, de que la ciudad de A Coruña solicite del rey permiso para comerciar con América que se formula con insistencia a partir de 172019; que solicite en 1721 el propio Patiño al mismo Caballero un informe preciso del estado en que se encontraba la ría, la villa y el entorno de Ferrol, acaso en previsión de sueños futuros de ca-rácter bélico20; que un año después, en 1722, de nuevo vuelva el intendente a hacer hincapié en la complementariedad portuaria A Coruña-Ferrol, en los proyectos que albergaba la monarquía para la ría ferrolana y que los dos puertos podían benefi ciarse de la decisión regia. Aunque lo que muestra de un modo más gráfi co la complementariedad que soñaban Patiño y Caballero son los dos proyectos que, en 1723, el ingeniero director Francisco Montaigú elaboró para el puerto de A Coruña con un ensanche marítimo y un largo muelle de carácter comercial (Fig. 3) y, para Ferrol, con un importante arsenal de marina sito en la propia villa que se acompañaba de sólidas fortifi caciones21(Fig. 4). Ninguna de estas dos especulaciones llegaron a prosperar, pero al menos sirvieron de preámbulo proyectivo a la decisión que tomó Patiño en 1726 de convertir Ferrol en sede del Departamento Marítimo del Norte, a la villa inmediata de A Graña en lugar de asiento del arsenal militar y a A Coruña, de nuevo, en fi rme candidata a puerto de comercio indiano como confi rman sendos proyectos de arsenal y puerto civil que fueron elaborados por el mismo

18. Vid. J. A. Rodríguez-Villasante y Prieto, Historia y tipología arquitectónica de las defensas de Galicia. Funcionalidad, forma y ejecución del diseño clasicista, Sada-A Coruña, Ediciós do Castro, 1984, p. 159; también A. Vigo Trasancos, I. Mera Álvarez, op. cit., p. 230.

19. M. Mª de Artaza Montero, La Coruña en el siglo XVIII, A Coruña, Vía Láctea, 1994, p. 62.

20. J. A. Granados Loureda, “El arsenal y astillero de Ferrol en el siglo XVIII: de A Graña a Trafalgar”, Actas del Con-greso Internacional: Technology of the ships of Trafalgar, an Homage to their designers and constructors, (Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales de Madrid y Diputación Provincial de Cádiz, 3-5 de noviembre de 2005), Madrid, Ed. ETSI Navales, CD-Rom, 2005, pp. 186 y ss.

21. Sobre la complementariedad de los dos puertos y los distintos proyectos portuarios que para Ferrol y A Coruña se realizaron a lo largo del siglo XVIII vid. especialmente A. Vigo Trasancos, Arquitectura y urbanismo en el Ferrol del siglo XVIII, Santiago, COAG, 1984; del mismo autor, A Coruña y el siglo de las luces. La construcción de una ciu-dad de comercio (1700-1808), Santiago, Universidades de Santiago y A Coruña, 2007; y también A. Vigo Trasancos, I. Mera Álvarez: Op. cit.

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ingeniero Montaigú, demostrando además éste último una sospechosa forma hemihexagonal que recuerda en parte el puerto trajaneo de Ostia, clara señal de que la sombra del puerto romano planeaba como modelo sobre el diseño del puerto coruñés22.

Con todo, pese a lo importante y trascendente de las decisiones asumidas por Patiño en 1726, poco se hizo al respecto; lo que explica que, en la década de 1730, se vuelvan a reiterar pro-yectos y especulaciones para los dos puertos y para su faro común. Así, en 1732 Montaigú vuelve a proponer al ministro un nuevo proyecto de arsenal más discreto para la villa de Ferrol con la voluntad de anular el de A Graña23. Sólo un año después Patiño da instrucciones para conocer el estado de la Torre de Hércules y las mejoras que se puedan introducir para incrementar su escaso caudal lumínico24. En 1734 vuelve la Corporación Municipal coruñesa a insistir “que para los Bajeles de la Real Armada es necesaria la conservación deste Puerto (A Coruña) porque se da la mano con el Real Arzenal de La Graña”25; y por último es de 1736 un ambicioso plan de puerto civil con ensanche establecido para A Coruña que pudo ser realizado por el ingeniero Juan de La Ferriere justo en el año en que fallecía José Patiño26. No hay duda, pues, que en el reinado de Felipe V se quiso establecer un Gran Puerto hispano-indiano en el Golfo de los Ártabros, mitad militar y mitad civil; de ahí el juego de nombres que hemos utilizado para nuestro titular que alude a Marte y a Mercurio, unidos los dos, esta vez, por la Torre de Hércules.

El gran momento del tándem A Coruña-Ferrol no tuvo lugar, sin embargo, hasta los reinados de Fernando VI y Carlos III y, en especial, a partir de 1750, gracias al empeño de Ensenada que ya había dicho con anterioridad (1748) que era imprescindible “la fábrica del Arsenal de Ferrol, cuyo departamento debe ser por su situación el más considerable”27. Para entonces ya había tomado la decisión de encargarle al jefe de escuadra Cosme Álvarez un proyecto vastísimo de arsenal para la villa ferrolana (1747) que sería aprobado por el rey en 1750. Fue, con todo, en 1751 cuando se aprobó el proyecto completo con todos sus complementos; con el astillero, el arsenal, un puerto para el vecindario y una nueva población, hecho todo sobre la idea conjunta del propio Álvarez, el ingeniero La Croix y el marino Jorge Juan que actuó como supremo supervisor de toda la empresa28. Su resultado se ve con meridiana claridad en el plano realizado por La Croix y que éste dedicó al Conde de Aranda que era por entonces director general de los Reales Cuerpos de Artillería e Ingenieros29 (Fig. 5). Refl eja la idea de orden que requerían los tiempos, la efi cacia

22. Cfr. A. Vigo Trasancos, A Coruña y …, op. cit., pp. 44 y ss.

23. A. Vigo Trasancos, Arquitectura y …, op. cit., pp. 51-52.

24. A. Vigo Trasancos, A Coruña y …, op. cit., pp. 54 y ss.

25. Idem, idem, p. 40.

26. Id., id., pp. 46 y ss.

27. A. Vigo Trasancos, I. Mera Álvarez, op. cit., p. 230.

28. A. Vigo Trasancos, Arquitectura y …., op. cit., pp. 54 y ss.

29. Plano del Arsenal del Ferrol y Astillero de Esteiro aprovado p. S. M. en el año de 1751. Proiectado y delineado por el capitán y ingeniero ordinario dn. Joseph de la Croix el que tiene el honor de dedicarlo al Exmo. Sor. Conde de Aranda director general de los Rs cuerpos de artillería e ingenieros, Museo Naval, E-23-38.

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proyectiva, la preocupación por lo funcional, la distinción entre las partes, su perfecta relación y, a la vez, su gusto por la magnifi cencia pues era una obra emprendida por el rey y su vastedad y solidez expresaban su poderío. Era lógicamente una empresa de alto coste; pero no cabe duda que fue así mismo una obra concebida para emular y superar incluso el puerto trajaneo de Ostia que debió de estar como trasfondo en la mente de sus creadores. Tiene el proyecto, no obstante, como complemento, una iconografía singular. Era, no lo olvidemos, el puerto de guerra de la monarquía, el lugar de donde partía la Armada del rey precisamente para defender el Atlántico y los vastos territorios americanos; por eso que, en el ángulo más suroccidental de la gran repre-sentación portuaria (se dibuja, de hecho, una rosa náutica con los puntos cardinales), aparezca un sector de mar abierto con un buque de guerra cañoneando a otro enemigo que se hunde en el océano y, más allá, en una recreación fantástica, una tierra primigenia que representa a las In-dias, con un paisaje natural exótico, una fauna tropical y varios indígenas en estado de felicidad habitando bajo una enorme gruta que bien pudiera representar, en cierto sentido, la imagen de un idílico paraíso habitado por el “buen salvaje” tal como lo había descrito Rousseau30 pero que ya había sido prefi gurado en parte por otros autores anteriores como fue el caso de Pedro Mártir de Anglería que, hacia 1530, en sus Cartas sobre el Nuevo Mundo, indicaba que había encontrado Colón en la isla primera de la que había tomado posesión “hombres contentos con lo que da la naturaleza, desnudos, que se alimentan con manjares nativos y pan de raíces de ciertas matas de palmitos, llenos de nudos”31. Por lo tanto, a mi entender, hay que ver aquí el puerto de guerra de Ferrol presto a defender la Monarquía, el océano y las colonias de todo potencial enemigo, gracias a lo cual se relacionaría la metrópoli con el imperio colonial, se civilizarían sus gentes y se fomen-taría el comercio entre Ambos Mundos, lo que explica la presencia de un Mercurio volador que lleva en sus manos su tradicional caduceo y una larga fi lacteria en la que va escrito VIVA EL REY F(ERNAND).º VI, sin duda en alusión al rey responsable de tan vasta empresa.

Tiene el plano, con todo, dos pequeñas representaciones más. En el ángulo superior izquier-do la antigua bandera de España con el escudo y la corona real agitada por un fuerte viento que rompe el cabo que la ata a tierra para pasmo y sorpresa de un amorcillo que la sostiene; aunque otros erotes, por fortuna, luchan con esfuerzo para mantenerla erguida. En el otro ángulo, por el contrario, aparece también otro amorcillo, pero esta vez planeando sobre dos montones de objetos guerreros y del arte ingenieril símbolos ambos de la Artillería y de la Ingeniería Militar que reciben la luz ardiente de un incandescente sol surcado de una corona condal32 sobre la que va una nueva fi lacteria con otra inscripción: IS TENEBRAS NASCENDO FUGAT. Todo un elogio, pues, para nuestro país y para el Conde de Aranda, pues si la primera representación alude a una España que se resiste a doblegarse y perecer, la segunda hace referencia al propio Conde pues, a través de unos símbolos, aparecería como defensor del orden militar necesario

30. Donde desarrolla de manera más precisa su teoría es en la obra titulada Discurso sobre las Ciencias y las Artes, publicada en 1750.

31. P. Mártir de Anglería, Cartas sobre el Nuevo Mundo (1530), Madrid, Polifemo, 1990, p. 27.

32. Agradezco esta precisión erudita a la sagacidad de mi buen amigo Jorge Gómez Iparraguirre.

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para garantizar la paz y a su vez como el sol que disipa las tinieblas en clara alusión seguramente a su espíritu ilustrado.

Con todo, el alto coste de tan vasta empresa hizo que, durante un tiempo, no hubiera recur-sos para invertir en el puerto de A Coruña. Todos los dineros eran consumidos con voracidad por el arsenal de Ferrol pese a que, a la altura de 1759, sólo estaba ejecutado en una tercera parte de su gran extensión. Y esta razón de su llamativo coste y de lo interminable de sus obras fue lo que debió motivar que el nuevo rey Carlos III, a partir del inicio de la década de 1760, buscase reducir el proyecto sin que afectase a lo fundamental, hecho que se produjo fi nalmente en 176533 (Fig. 6); sin duda para reducir presupuesto pero también para poder ver en vida su conclusión que tuvo lugar, más o menos, hacia 1783 cuando se puso en la puerta principal de la instalación militar la gran inscripción latina que todavía se conserva34.

Visto así y reducida la obra, tiene sentido que fuese a partir de la década de 1760 cuando co-menzó a potenciarse el puerto de A Coruña. Fue premonitorio que Esquilache aprobase en 1761 la construcción del Camino Real de Galicia con su fi n en la ciudad pues de algún modo anticipa-ba el papel que le tenía reservado35; pudo ayudar que la Corporación Municipal volviese a insistir, en 1763, que “ningún otro (lugar) de España está más bien colocado por sus admirables puertos, los más inmediatos a aquellas regiones (Indias) y podría ser en esta Ciudad por ser su puerto y el de Ferrol en una misma ensenada, el más seguro donde a todos vientos tienen guarida todas las embarcaciones que vienen de aquellos países. Con dos registros que S. M. dignase conceder a esta Ciudad... resucitaría el comercio, la agricultura y la industria”36; aunque el hecho más destacable

33. A. Vigo Trasancos, Arquitectura y …, op. cit., pp. 64 y ss.

34. El texto latino de la inscripción dice así: MAXIMUM SUPREMAE ARTIS QUID VIDERE VOLENTI PRAECIPUUM HIC ORBIS ILLI SISTITUR OPUS; IN QUO FIRMITER PERLUSTRANTES MARIA CUNCTA NAVES, PROCINCTAS CLASSES, ATQUE OMNIA VIDET. ¡O FELIX HISPANIA! ADMODUMQUE FELIX: TE FAUSTE GUBERNAT, REGIT, TIBIQUE SAPIENTER IMPERAT CAROLUS III, REX INCLITUS, PIISIMUS, AUGUSTUS : QUEM TOTUS NON CAPIT ORBIS. ANNO MDCCLXXXIII Y su traducción castellana, realizada por J. Gayoso ,“Ferrol, Departamento marítimo del Norte”, Almanaque de Ferrol para el año 1907, 1906, p. 56, la siguiente: Para el que quiera contemplar una maravilla de arte supremo aquí se presenta el monumento más notable del orbe, en donde puede admirar las poderosas escuadras dispuestas a surcar todos los mares, ¡Oh feliz España y dichosa en grado sumo! Te gobierna y rige con esplendor y ejerce su imperio con sabiduría Carlos III, El Rey ínclito, piadosísimo, augusto, para el cual el mundo es pequeño, Año de 1783.

35. Vid. al respecto M. García-Fuentes, El camino de acceso a Galicia en el siglo XVIII, A Coruña, 1987.

36. A. Vigo Trasancos, A Coruña y …, op. cit., p. 137.

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El sueño ilustrado de un gran puerto hispano-indiano en el golfo de los ártabros (1720-1788)Alfredo Vigo Trasancos

del momento fue la decisión de Grimaldi de instalar en A Coruña, en 1764, la sede de los Buques Correos, lo que serviría de aliciente no sólo al tráfi co postal sino al propio comercio con algunas zonas de Indias que generó una importante actividad mercantil37. De hecho, supuso un período de despegue que viene a coincidir con la realización del andén de la Marina en 1765 y que supuso la primera infraestructura portuaria de cierto nivel que se levantó en la ciudad (Fig. 7). Pese a todo, no fue más que el comienzo de una época de prosperidad que se ratifi có con la promul-gación en 1778 del Reglamento de Libre Comercio que liberaba el mercado americano para 13 puertos españoles incluido el coruñés38; de lo que resultó que, casi a continuación, se construyera el nuevo edifi cio de la Aduana presidiendo el puerto y que se proyectase una fachada marítima monumental y de carácter residencial que fue pensada como habitación de la más adinerada burguesía39. Es decir que, por estas fechas, se constituyó al fi n el soñado “puerto de comercio” con América, si bien con pocos recursos y no poca frustración pues ni la Aduana se concluyó por completo, ni tampoco las viviendas burguesas de la fachada marítima, ni, mucho menos, los planes que hubo de cerrar el puerto con amplios diques y malecones como se pensó hacer a partir de 178540 fecha en la que se creó en la ciudad el Real Consulado Marítimo41.

Ahora bien, en este tándem portuario que ya se ha comentado, es evidente que A Coruña ejerció de puerto comercial exterior pese a contar con pobres defensas que no impedían que el puerto siguiese poco resguardado de vientos y temporales; Ferrol, en cambio, actuó como puerto de refugio que no solo estaba bien construido, era a su vez majestuoso y estaba confi gurado como una enorme dársena protegida de malecones, sino que estaba a su vez ensimismado pues toda la instalación militar estaba protegida por un foso de agua que lo separaba del entorno dándole al conjunto una condición casi “insular”. Hay, pues, una más que obvia relación con el doble puerto de Ostia; y más aún al saber que, como el romano, el Gran Puerto instalado en el Golfo Ártabro también contaba con un gran faro “altísimo” en su boca que va a ser restaurado y modernizado precisamente en 1788 “para seguridad de los navegantes”, tal como indican en español y en latín las dos placas conmemorativas que se dispusieron en cada una de sus puertas para recordar el evento42 (Fig. 8).

37. Cfr. A. Meijide Pardo, El puerto de La Coruña en el siglo XVIII, A Coruña, 1984.

38. Al respecto vid. L. Alonso Álvarez, Comercio colonial y crisis del Antiguo Régimen en Galicia (1778-1818), Sada-A Coruña. Ediciós do Castro, 1986.

39. Además de la consulta de A. Vigo Trasancos, A Coruña y …., op. cit., pp. 196 y ss. Véase sobre este importante proyecto urbano J. A. Sánchez García, “Comerciantes y arquitectura en La Coruña dieciochesca: el proceso cons-tructivo de las Casas de Paredes”, in C. Fernández Casanova (ed.), Comerciantes y artesanos, Semata, 12, 2001, pp. 177-239.

40. A. Vigo Trasancos, A Coruña…, op. cit., pp. 230 y ss.

41. Sobre esta institución ilustrada vid. Mª del C. Sánchez Rodríguez de Castro, El Real Consulado de La Coruña: impulsor de la Ilustración (1785- 1833), Sada-A Coruña, Ediciós do Castro, 1992.

42. Como obras más recientes y básicas sobre el faro romano coruñés reformado en el reinado de Carlos III es imprescindible la consulta de J. Mª Bello Diéguez, A. Vigo Trasancos (coords.): Op. cit.; también J. A. Sánchez García, J. L. Vázquez Iglesias y J. M. Yáñez Rodríguez, Faros de Galicia. Historia y construcción de las señales luminosas

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Todo esto tuvo lugar preferentemente durante el reinado de Carlos III (1759-1788) a quien tocó iniciar o culminar todas las obras que se habían emprendido con anterioridad como fue el caso del arsenal de Ferrol al que, con razón, se lo consideró “una maravilla de arte supremo”, “el monumento más notable del orbe” o el lugar “en donde pueden admirarse las poderosas escua-dras dispuestas a surcar todos los mares”. Lo dice con rotundidad, aunque en latín, la inscripción que se puso en la placa que se colocó sobre la puerta triunfal que accedía al interior y en la que, además de la fecha 1783, se enaltecía la fi gura de Carlos III con todos los elogios imaginables. Se le llamaba sabio, piísimo, ínclito, augusto, un soberano tan excelso que para él “el mundo resultaba pequeño”43. Es decir, que él por su obra insigne y por ser artífi ce de la conclusión de un puerto tan vasto, perfecto y afamado merecía pasar a la historia, cuando menos, como el emperador romano Trajano (lo sugiere con buen criterio en un interesante artículo Bello Diéguez44) que había sido, a su vez, el responsable directo de la parte más famosa del puerto romano de Ostia que se con-sideraba la joya portuaria más destacada de la Antigüedad. Por otra parte, no era ajena a Carlos III esta comparación con el viejo emperador romano. Siempre se le había considerado, pese a su condición de pagano y perseguidor de cristianos, un emperador digno de la salvación, hasta al punto de que se había llegado a decir que el papa Gregorio el Magno, gracias a la mediación de sus lágrimas a los pies de la tumba de San Pedro, le había conseguido rescatar de los infi ernos como paso previo a su posterior subida al cielo45. Era por lo demás español, amigo de las grandes empresas arquitectónicas, un hombre justo, prudente y compasivo; sin duda uno de los empe-radores romanos, junto a Augusto, cuya memoria había llegado a ser imperecedera e inmortal46; su estatua, por otra parte, se había programado, según el plan del Padre Sarmiento, para presidir, junto a Teodosio, Honorio y Arcadio, la puerta principal del palacio real nuevo de Madrid47, pese

en un fi nisterre atlántico, A Coruña. Fundación Caixa Galicia, 2004 y A. Vigo Trasancos, A Coruña y…, op. cit., especialmente pp. 54-55 y 237-258.

43. Vid. nota 32.

44. J. Mª Bello Diéguez, “¿Cando se construíu a Torre de Hércules?”, in O noso faro, A Coruña, Amigos do Arqueo-lóxico da Coruña, 2008, 14.

45. S. de la Voragine, La leyenda dorada, I, San Gregorio, Madrid, Alianza, 1987, p. 193. Vid. También J. Gil, “Tra-jano en la Edad Media”, in J. González Roma (ed.), Trajano, emperador de Roma, Roma, L´Erma, 1998, pp. 157-158. Este autor recuerda, en efecto, que corriendo el tiempo la historia de San Gregorio se embelleció con otros detalles pintorescos que acrisolaron la purifi cación del alma de Trajano, trasladándola al Paraíso. De hecho Alfonso X había especifi cado que “a la sazón que Sant Gregorio la ganó, estavan los ombres santos en los yermos, et viéronla subir al cielo, et los ángeles que la subíen dixiéronles cúya era”.

46. En lo general fue un emperador de buena memoria como lo prueban los comentarios de Eutropio, Breviario, Madrid, Gredos, 1999, pp. 113-115; Aurelio Víctor, Libro de los césares, Madrid, Gredos, 1999, pp. 204-205; Lucas de Tuy, Crónica de España, Madrid, Real Academia de la Historia, 1926 (manuscrito de 1236), pp. 124-125; E. Gibbon, Historia de la decadencia y ruina del Imperio Romano, I, Madrid, Turner, 1984, p. 22; J. M. Maestre, “Trajano y los humanistas”, in J. González, Roma (ed.), op, cit., pp. 314 y ss; J. Gil, op. cit., pp. 165 y ss.

47. M. Sarmiento, “Sistema de adornos de escultura interiores y exteriores para el nuevo real palacio de Madrid”, in F. J. Sánchez Cantón (ed.), Opúsculos gallegos sobre bellas artes de los siglos XVII y XVIII, Santiago, Bibliófi los gallegos, 1956, p. 237. Vid. también F. J. Plaza Santiago, Investigaciones sobre el palacio real nuevo de Madrid, Valladolid, 1975, p. 222.

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a que, posteriormente, fueron retiradas de su sitio y colocadas, como si fuesen los cuatro pilares de la monarquía, en el patio de palacio en 179148. La propia saleta de Carlos III donde el rey solía comer estaba decorada, desde 1774, por un gran fresco de Antón Rafael Mengs que representaba la Apoteosis de Trajano; sin olvidar que, también en 1791, en el nicho que precedía el arranque de la gran escalera palatina se había instalado una estatua del monarca español, obra de Pierre Michel, que representaba a Carlos III vestido “a la romana” en clara alusión a esta relación im-perial (Fig. 9). Tiene, pues, razón José Luís Sancho cuando señala que Trajano era para el rey su “alter ego”49. Por lo demás, tampoco debe olvidarse que el viejo Faro de Brigantium, conocido popularmente con el nombre de Torre de Hércules, era una antigua construcción romana que la historiografía de la época consideraba era atribuible a Trajano (hoy se considera que debe ser construcción de la segunda mitad del siglo I tal vez de Claudio o Vespasiano50), como señalaría Cornide ya ofi cialmente en una publicación que saldría a la luz poco después51.

El propio Hércules, siquiera desde el siglo XIII, tampoco hay que olvidar que se había con-vertido en el héroe mítico fundador de la monarquía española; su presencia o sus historias solían aparecer desde la Edad Media en las salas más destacadas de nuestros más importantes palacios. Ana Domínguez señala que en el Alcázar de Segovia, en la sala llamada de los Reyes, en tiempos de Alfonso X había una representación de todos los monarcas españoles muy probablemente en-cabezados por una fi gura de Hércules en clara alusión a su carácter de fundador; también parece que estuvo previsto que la Estoria de Espanna del mismo rey llevase miniaturas con imágenes de los reyes españoles entremezcladas con escenas de los hechos más hispanos del fornido héroe tebano52. Ya en la Edad Moderna su presencia, además de en las columnas de Hércules que pla-gan la heráldica real, se constata en el Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro en los trabajos pintados por Zurbarán53; en la Bóveda del Casón pintada por Luca Giordano y bajo la cornisa pues todos sus trabajos se representaban allí tal y como nos recuerda Antonio Ponz54; igualmente se instaló un busto del famoso héroe en el remate superior de la Torre del Rey del palacio real

48. J. L. Sancho, Palacio real de Madrid, Madrid, Patrimonio nacional, 2004, p. 55. La estatua de Trajano fue escul-pida por Felipe de Castro.

49. Idem, idem, p. 98.

50. J. M. Bello Diéguez, op. cit. p. 22.

51. J. Cornide, Investigaciones sobre la fundación y fábrica de la torre llamada de Hércules situada a la entrada del puerto de La Coruña, Madrid, Ofi cina de Benito Cano, 1792. Edición facsímil con una introducción de X. Mª Bello Diéguez, A Coruña, Ayuntamiento, 1991, p. 9.

52. A. Domínguez Rodríguez, “Hércules en la miniatura de Alfonso X el Sabio”, Revista Virtual de la Fundación Universitaria Española. Cuadernos de Arte e Iconografía, II-3, Madrid. También en Anales de Historia del Arte, nº 1, 1989, p. 96.

53. J. Brown y J. H. Elliott, Un palacio para el rey. El Buen Retiro y la corte de Felipe IV, Madrid, Alianza, 1981, pp. 162 y ss.

54. A. Ponz, Viaje de España, VI, Madrid, Aguilar, 1988, pp. 284-285 y 290-291.

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siguiendo el programa del Padre Sarmiento55 para servir de preámbulo a otras imágenes de Hér-cules que se prodigan en el interior de palacio. De hecho su presencia se destaca en uno de los semicírculos que se disponen bajo la bóveda de la escalera principal donde aparece la fi gura del héroe levantando las dos columnas de Gibraltar en presencia de Neptuno56; si bien el más clamo-roso tributo a Hércules tuvo lugar en la antecámara de Carlos III o pieza de conversación donde el rey cenaba, que tiene en su bóveda otro fresco de Mengs con la representación de su Apoteosis. Lleva la sala en las esquinas cuatro relieves ovales, obra de Felipe de Castro, que representan otros tantos trabajos de Hércules: la sujeción del can Cerbero, el jabalí de Erimanto, la cierva de Cerinea y la hidra de Lerna57. Por lo tanto, podría decirse que, siquiera en palacio, las dos fi guras más próximas y cercanas al rey eran las de Hércules y Trajano; justamente los dos personajes que por tradición e historia habían sido supuestamente los constructores “del muy antiguo faro de La Coruña” que había restaurado Carlos III y que se había puesto en funcionamiento en 1790, preci-samente para guiar los pasos de la escuadra real que, proveniente de Cádiz, se encaminaba hacia el puerto de guerra de Ferrol58. Por consiguiente, tiene sentido que cuando la villa de Ferrol tuvo que dar a conocer al público su recién conformado escudo de armas59 no dudara en disponer en el frente de la Fuente de San Roque una piel de león sosteniendo el emblema municipal (Fig. 10), asociando de forma escueta el león de Nemea atributo de Hércules con el de la propia Monar-quía60 que así aparece como fi rme apoyo de Ferrol que debía todo lo que era a su majestad el rey Carlos III reinante en 1784 cuando fue erigida la fuente monumental ferrolana.

55. F. J. Plaza Santiago, op. cit., pp. 225-226

56. J. L. Sancho, op. cit., p. 69.

57. Idem, idem, pp. 101-102.

58. Cit. por J. Cornide, op. cit., p. 48.

59. C. de Aracil, J. J. Burgoa, “El escudo de armas de Ferrol de la Ilustración”, FerrolAnálisis, 21, 2006, pp. 7-23.

60. Vid. Al respecto P. J. González Rodríguez, La escultura pública de Ferrol, Ferrol, Ayuntamiento, 1995, p. 15; también A. Martín García, Auge y decadencia. Desarrollo económico, cultura y educación en Ferrolterra durante el Antiguo Régimen, A Coruña, Fundación Pedro Barrié de la Maza, 2008, p. 161.

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Fig.1.- Plano de las rías de Ferrol, Ares y A Coruña (Golfo Ártabro). 1805.Fausto Caballero. Archivo “Du Genie”, Vincennes (París)

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Fig. 2.- Reconstrucción del puerto romano de Ostia por Pirro Ligorio. 1554 (reproducido de C. Wilkinson-Zerner,Juan de Herrera. Architect to Philip II of Spain, New Haven, Yale University Press, 1993, p. 139, fi g. 152)

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Fig. 3.- Proyecto de fortifi cación del frente de tierra de la plaza de A Coruña con propuesta de puerto y ensanche para el barrio de la Pescadería. 1723, Francisco Montaigú. Archivo Cartográfi co y de Estudios Geográfi cos del Centro Geográfi co del

Ejército, Armario E-Tabla 3ª-Carpeta 2ª, nº 32-2.

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Fig. 4.- Proyecto de arsenal para la villa de Ferrol con su recinto fortifi cado. 1723, Francisco Montaigú.Archivo General Militar de Madrid. Instituto de Historia y Cultura Militar. SH. C-14/9

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Fig. 5.- Plano del Arsenal de Ferrol y del Astillero de Esteiro con proyecto de nueva población. 1751, Joseph de la Croix. Museo Naval de Madrid, E-23-38

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Fig. 6.- Plano del nuevo arsenal de Ferrol con las variaciones que S. M. se sirvió aprobar el 11 de enero de 1765.Julián Sánchez Bort. España. Ministerio de Cultura. Archivo General de Simancas, MPD, 25, 46

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Fig. 7.- Proyecto de nuevo muelle y andén para el frente de la Marina de la ciudad de A Coruña. 1765.Pedro Torbé. España. Ministerio de Cultura. Archivo General de Simancas, MPD, 5, 145

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Fig. 8.- Proyecto de reforma para la Torre de Hércules de A Coruña incluido en un manuscrito de José Cornideconservado en la Real Academia de la Historia de Madrid

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Fig. 9.- Estatua de Carlos III vestido “a la romana” situada en la hornacina que hace frenteal acceso de la escalera principal del Palacio Real de Madrid. Pierre Michel, 1791

(reproducido de J. L. Sancho, Palacio Real de Madrid, Patrimonio Nacional, 2004, p. 63)

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Fig. 10.- Escudo de armas de la villa de Ferrol representado en la fuente de San Roque. Ferrol, 1784