El culto a Hércules y otras novedades epigráficas de San Esteban de Gormaz (Soria)

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SPhV5. n .s . 2 (2001), 73-101 El culto a Hércules y otras novedades epigricas de San Esteban de Go (Sarta) Joaquín Góz-Pantoja* Fél Ga Pama* San Esteban de Gorm está situado al oeste de la provincia de Soria, a orillas del Duero y en la solana de un cerro coronado por un castillo que domina el vado fluvial y la amplia vega. localidad tiene una rica y dilatada historia. de la que dan muestra distos y variados restos culturales, siendo especialmente interesantes los de época medieval temprana, pues durante los siglos X y el lugar jugó un notable papel en la frontera del naciente Condado de Castilla. margen de ese período y sus vestigios, llama poderosamente la atención el conjunto local de inscripciones latinas, cuya notoriedad se deriva de su número, de su contenido y de su temprana cronología y porque no pueden relacionarse por ahora con un topónimo antiguo o con restos arqueológicos romanos de cierta significación (Gómez- Pantoja 1989, 24 1 -249) . Desde que a mediados del siglo I. Gaspar de Castro -o. mucho más probablemente, Jerónimo de Zurita (Gimeno 1997, 102 Y Apéndice 1-4) -, describiese en San Esteban la primera lápida antigua (CIL n, 2820 = Jimeno 1980a, n. 130) . el número de las conocidas no ha dejado de aumentar. A mediados del siglo III. un ilustrado canónigo realizó un completo y meritorio inventario de las antigüedades de la diócesis, añadiendo doce nuevos epígrafes a la lista (Loperráez 1788 n, 307-3 1 8 y 364-365); de ellos, unos cuantos fueron vistos en los muros del castillo o había constancia de que habían sido acarreados desde allí para emplearlos en la construcción de edificios urbanos. A fines del siglo , las noticias de varios Departamento de Historia, Universidad de Alcá, E-28801 Alcalá de Henares - gomez. pantoja@uah.es ** Departamento de Geograa e Historia. I.E.S. Victoria Kent, E-28942 Fuenlabrada - fgpalom[email protected]

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SPhV5. n.s. 2 (200 1) , 73- 101

El culto a Hércules y otras novedades epigráficas de San Esteban

de Gorrnaz (Sarta)

Joaquín Gómez-Pantoja* Félix Garda Palomar**

San Esteban de Gormaz está situado al oeste de la provincia de Soria, a orillas del Duero y en la solana de un cerro coronado por un castillo que domina el vado fluvial y la amplia vega. La localidad tiene una rica y dilatada historia. de la que dan muestra distintos y variados restos culturales, siendo especialmente interesantes los de época medieval temprana, pues durante los siglos X y XI el lugar jugó un notable papel en la frontera del naciente Condado de Castilla. Al margen de ese período y sus vestigios, llama poderosamente la atención el conjunto local de inscripciones latinas, cuya notoriedad se deriva de su número, de su contenido y de su temprana cronología y porque no pueden relacionarse por ahora con un topónimo antiguo o con restos arqueológicos romanos de cierta significación (Gómez­Pantoja 1989, 24 1 -249) .

Desde que a mediados del siglo XVI. Gaspar de Castro -o. mucho más probablemente, Jerónimo de Zurita (Gimeno 1 997, 1 02 Y Apéndice 1-4)-, describiese en San Esteban la primera lápida antigua (CIL n, 2820 = Jimeno 1980a, n. 1 30) . el número de las conocidas no ha dejado de aumentar. A mediados del siglo XVIII. un ilustrado canónigo realizó un completo y meritorio inventario de las antigüedades de la diócesis, añadiendo doce nuevos epígrafes a la lista (Loperráez 1788 n, 307-3 1 8 y 364-365) ; de ellos, unos cuantos fueron vistos en los muros del castillo o había constancia de que habían sido acarreados desde allí para emplearlos en la construcción de edificios urbanos. A fines del siglo XIX, las noticias de varios

'" Departamento de Historia, Universidad de Alcalá, E-28801 Alcalá de Henares - gomez. [email protected]

** Departamento de Geografía e Historia. I.E.S. Victoria Kent, E-28942 Fuenlabrada - [email protected]

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corresponsales locales permitieron a Fita dar a conocer otras siete piezas, entre ellas dos miliarios y un epígrafe imperial ( l 892, 129-1 3 1; 1 893, 267-272; Y 1 896, 259-260) . En los años treinta del siglo

XX, Artigas ( l 932a, 4 1 ) añadió otra inscripción, mientras que en fechas más recientes, García Melino ( 1977b, 1 83- 1 85) Y Jimeno ( 1980a, 279) aportaron tres más; y a partir de 1992, los firmantes han ido dando a conocer cuantos nuevos descubrimientos se han producido y de los que han tenido noticia (García Palomar 1994a, 255-257, revisada luego en Gómez-Pantoja y García Palomar 1 995, 192- 193; y Gómez-Pantoja y García Palomar 1998, n. 265; Garcia Palomar 1997a, 64) ; en total 26 inscripciones latinas datables desde fines del siglo 1 a.e. hasta los primeros siglos de la Era.

Este articulo añade diez nuevas piezas encontradas entre los años 1995 y 2000; del hallazgo de tres, acaecido en 1997, dio pronta noticia uno de nosotros (García Palomar 1997b) , pero parece conveniente volver sobre ellas, siquiera porque su editio princeps se difundió casi exclusivamente en el ámbito local y porque confinnan algo que ya se sospechaba: la existencia en San Esteban o en sus alrededores de un importante lugar de culto a Hércules. Los más viejos edificios del pueblo, las iglesias románicas de San Miguel y de Santa Maria del Rivero, construidas respectivamente en los siglos XI y XII. añaden sendas inscripciones a las ya existentes en sus fábricas; otras dos están empotradas en construcciones de menor fama y uso más común. mientras que la limpieza hace unos meses de un azud del Duero ha permitido descubrir en el intradós del puente fluvial dos piezas más; el último monumento, en fin. sólo tiene una relación circunstancial con San Esteban. pues es un epitafio procedente de las necrópolis de Poza de la Sal, en Burgos; sin embargo, ha acabado formando parte de una edificación que otrora estuvo en San Esteban de Gormaz, y ese vinculo es precisamente el que nos ha permitido descubrir su existencia. por lo que consideramos oportuno incluirlo en este articulo.

Como en otras ocasiones. este trabajo ha sido posible with a little help jrom our jriends y estamos en deuda con quienes nos han facili­tado el acceso a los nuevos hallazgos o nos han ayudado en su justa valoración. En el primer grupo se incluyen Pablo y Jaime Garcia de Cárdenas. José Miranda. Javier Ortega, Pedro Ropero. Juan Pablo Tejero y el Ayuntamiento, en San Esteban de Gormaz; y Ramón Herrán Ortiz, en Camprodón (Gerona) . Entre los segundos, han contribuido con sus ideas y comentarios . José Antonio Abásolo (Universidad de

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Valladolid). Leonard C urchin (University of Waterloo). José d'EncarnaGao (Universidad e de COimbra) y Armin U . Stylow (Kommision für Alte Geschichte und Epigraphik des DAl, München / Centro CIL Il-Alcalá) .

A) LAS INSCRIPCIONES DE LA CASA-CURATO DEL RIVERO (nn. 1 -3).

En 1997 , durante las obras de restauración del edificio de la calle Mayor n. 8 1 , aparecieron tres epígrafes antiguos. Esta casa, cuyas traseras se adosaron al cerco medieval de San Esteban y que hasta 1954 alojó la casa-curato de la ex-parroquia de Santa María del Rivera, ya lucía en su fachada otras dos inscripciones conocidas, la dedicatoria a Cayo Calvisio Sabino (CIL n, 2822 = Jimeno 1980a. n. 1 29) y un altar consagrado a Hércules por L. TritalícwnAttonisj (CIL Il, 28 1 4 = Jimeno 1980a, n. 26) . Por lo que se ve, la vecindad de la muralla y la importancia del inquilino favorecieron que la construcción se adornase con antigüedades, bien encontradas en el derribo de las construcciones anejas al cerco de la villa o acarreadas desde otros lugares (Loperráez 1788 n, 31 1 ) .

1 ) La primera d e las nuevas lápidas e s u n pequeño fragmento calizo de forma ligeramente almendrada; sus dimensiones actuales son (33) por (20) cm y sólo conserva cinco letras, cuyo módulo alcan­za los 4,5 cm, enmarcadas por una moldura arriba y a la derecha. Según informaron, se halló entre el material extraído de las paredes y se ha colocado en el muro central de la planta inferior del edificio (lám. 1 ) .

[------1<,> Sabin(o ?) .

Con tan fragmentaria información, resulta difícil ofrecer algo más que meras conjeturas. Sin embargo, lo conservado trae inmediata­mente a la memoria el nombre de C. Calvisius Sabinus Aionisj GaL, un individuo de cierto empaque en la comarca y que fue honrado al menos dos veces por sus contemporáneos: una, en su calidad de mag(istratus),jlamen Romae et diviAugusti. en la vecina Clunia, don­de sus amíci le dedicaron una estatua por su liberalidad en un mo­mento de hambruna o malas cosechas (CIL n, 2782; Palol y Vilella 1987, 28; cf. Rodríguez Neila 1975, 31 5-26) . Y la otra, parlas decuriones de un inespecificado municipio. que le pusieron otra estatua de sua

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pecunia ob pluruma in rem publicam merita (CIL n, 2822 = Jimeno 1 980a, n. 1 29) y cuyo pedestal se conserva precisamente en el exte­rior del mismo edificio en que ha aparecido el nuevo fragmento. A tenor de sus rasgos, los dos epígrafes ya conocidos pueden datarse en el siglo 1 d.C. y esa fecha no disiente con la factura y uniformidad de trazado del fragmento del que damos aquí noticia.

Lám 1: Fragmento de inscripción de S. Esteban de Gorrnaz. Foto JGP.

2) El segundo epígrafe es un bloque de caliza oscura que ahora tiene forma ligeramente trapezoidal y cuyas dimensiones máximas son (3 1 ) por 34,5 cm. La cara que recibió la inscripción está muy deteriorada y ello condiciona la legibilidad del texto, consistente en tres líneas , c uyas letras miden entre 4 y 5 cm de módul o . Interpunción triangular e n e l último renglón. La pieza s e encontró en la refacción del antiguo portal de la casa y se ha colocado en una de sus fachadas laterales (lám. 2) .

[P]ompeius

[D]ocilico

Herc( u)li ·v( otum) ' s( olvit) 'l(ibens) 'm( erito)

Nótese que Loperráez ( 1 788 n, 3 1 3) vio, "en la puerta de la casa que llaman de los Calderones», un altar gemelo que ha seguido ahí hasta hace unos pocos años (CIL n, 28 1 6 + EE VIn p. 4 14 = Jimeno 1 980a, n. 28; Gómez-Pantoja 1 994, 2 1 8-2 1 9 = AE 1 995, 875; García Palomar 1 997a, 66, indicando la nueva localización) . El texto de ambas inscripciones es idéntico, incluso en detalles como la síncopa

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de la vocal postónica del teónimo; pero difieren en la forma y dimensiones del soporte y en la ordinatio del texto: tres renglones en el nuevo hallazgo, cuatro en el otro. Ambas aras podrían datarse en el siglo n d.C.

Lám 2 : Altar votivo a Hércules. San Esteban d e Gormaz. Foto JGP.

3) La última inscripción de este grupo es un gran bloque prismático de 69 x 52 cm. Aunque está íntegro, su estado de conservación es bastante deficiente, pues presenta abundantes golpes y abrasiones, que afectan sensiblemente al lado izquierdo. Debido a esta circunstancia, de los cinco renglones en que se reparte el texto, se ha perdido el arranque de los cuatro primeros y casi completamente el último. El módulo de las letras, excelentemente cortadas, oscila entre 7 y 9 cm, siendo mayores las de los primeros renglones; nótese cómo dos /T / (la segunda del primer renglón y la primera del segundo) sobresalen de la caja de escritura. Las interpunciones son triangulares. La pieza se localizó en la cara interna de la fachada principal de la casa-curato; actualmente se ha colocado en la parte exterior de la misma fachada, muy cercana a CIL n, 28 1 4 (lám. 3) .

[L(ucius)] Tritali-

cum·Atto­

[nis'F]lavi'

[f(ilius)' Herc]uli

5 - [v(otum) . s (olvit) 'l(ibensl]'m(erito)

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Resulta evidente que, como en el caso anterior, el nuevo altar es gemelo de la ya mencionada inscripción CIL 11, 28 14, con la que coincide incluso en el artificio gráfico de la IT I longa; por contra, y de nuevo a semejanza de lo que pasa en la pareja anterior, difieren en la forma y en las dimensiones del soporte y en el reparto de lí­neas: cuatro en la ya conocida, cinco en la nueva. Aunque Jimeno ( 1 980, 43) dató el citado altar gemelo en el siglo III, resulta difícil no aceptar la impresión de Hübner de que ambas son piezas del siglo I d.C.

Lám 3: Altar de Hércules de S. Esteban de Gormaz. Foto JGP.

E) LOS NUEVOS EPÍGRAFES DE lAS IGLESIAS DE SAN MIGUEL y

DE SANTA MARÍA DEL RIVERa (nn. 4-5)

4) Uno de los edificios más antiguos de San Esteban de Gormaz es la iglesia románica de San Miguel, construida en 1081. y que inicia en Castilla la serie de iglesias con galería porticada. Como suele ser corriente, el templo se levantó aprovechando materiales de épocas anteriores; así, en la base occidental de la torre, por la parte externa, se descubrió hace unos años una lápida funeraria romana de controvertida lectura (Jimeno 1 980a, 279; y 1 980b, 91-92; García Merino 1 983, 356-358; Gómez-Pantoja 1 994, 219-22 1; Velaza 1995, 204-207; García Palomar 1 997 a, 64-65; cf. HEp 6, 892) Y para la fábrica

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interna se aprovecharon dos fragmentos de un relieve de temática triunfal. provenientes de un rico edificio sepulcral romano (García Merino 1 977a. 36 1 -370; Larrén Izquierdo. 1 984. 5 1 9 n. 3; García Merino 1 986. 277-280) . Sin embargo. y debido a su situación. una cu arta pieza pasó d e sapercibida a quienes examinaron cuidadosamente el edificio durante los trabajos de restauración.

Se trata de un prisma cuadrangular de caliza. que sirve de solera en la plataforma superior de la torre y que sólo es visible desde la angosta. oscura y pina escalera empotrada en el cuerpo de la torre del campanario. en una incomodísima postura que impide la observación holgada y la realización de calcos. Debido a su empleo. tres de los lados del bloque permanecen ocultos y es imposible determinar sus dimensiones actuales . La cara inscrita está desigualmente desgastada y el texto se grabó sobre una cartela rehundida. de la que sólo es perceptible su borde inferior; en consecuencia. es imposible determinar cuantas líneas de texto faltan por la parte superior. pero parece evidente que en el borde izquierdo había como mínimo las tres letras necesarias para reconstruir el nombre del primer renglón y que por la derecha no había más texto del que ahora se ve. Las medidas apreciables del campo epigráfico son (44) x (34) cm. Las letras. talladas con cierto descuido. miden entre 6 y 5 cm y la interpunción es triangular (vd. lám. 4) .

Lám 4: Inscripción de la Iglesia de San Miguel en San Esteban de Gormaz. Foto JGP.

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Nuestra lectura se basa en la autopsia de la pieza, en las observaciones y fotografías realizadas en tres sesiones distintas durante los años 1 995 a 1 997, y en un calco de resina de látex realizado en 1 997.

[------]

[ ---Sat]urninus'

[------]us· Mar( ---)-

[------] Q(uinti) 'Sexs<t>i 'se(rvus)

[----- -] P(ublius)'Octaviu-

5- [s---de] s(ua)'p(ecunia)'f(aciendum)'c(uraverunt)

El desconocimiento de las dimensiones exactas del bloque, al menos por el lado izquierdo y la parte superior, impide formarse una idea clara del contenido del epígrafe. Por ello sólo resulta posible completar cada renglón independientemente, de tal modo que en el primero conservado , las letras visibles inclinan a restituir Calpwninus o Satwninus (Mócsy et alii 1 983, 385; Solin y Salomies 1 988, 466), siendo más probable este último, por ocupar el noveno puesto en la frecuencia de uso entre los cognomina masculinos documentados en las inscripciones de la Península Ibérica (Abascal 1994, 3 1 ) . Las dos primeras letras del siguiente renglón deben de corresponder igualmente a la desinencia en nominativo de otro nombre de varón, un nombre o un cognombre, dependiendo de cómo tomemos el grupo siguiente, que es con toda certeza un antropónimo abreviado: Mar(cus), un praenomen muy corriente, se encuentra ocasionalmente abreviado de este modo (cf. AE 1 94 1 , 1 24; 1 977, 425; CIL III, 1 548 = Russu et alii 1 977, 1 4 1 = AE 1 983, 799a; Collingwood y Wright 1 965, 1 43 Y 1 943) , Y en tal caso, debemos suponer que el resto del nombre ocupaba parte del espacio perdido del siguiente renglón. Las posibilidades de solución del compendio se amplían si decidimos considerarlo un sobrenombre, pero debe tenerse en cuenta que Marcus se empleó también con frecuencia en esa función (cf. Abascal 1 994, 4 1 4, para un listado de casos hispanos) y hay al menos una inscripción segoviana, donde el nombre se abrevió del mismo modo que aquí (CIL n, 2757 = 5775 = Knapp 1 992, 232-233 n. 257).

En el tercer renglón, las dos letras finales pueden entenderse en relación con el genitivo inmediatamente anterior; por ello creemos que se trata del compendio se(rvus)/conse(rvus), cf. CIL n, 6 1 67 =

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Fabré, Mayer y Roda 1 997, 249; CIL II/2-5, 878 = AE 1 983, 528; CIL II/2-5, 1 1 92 = AE 1 978, 406. Pero, considerando el estado de la pieza, tampoco debe descartarse el inicio de un sobrenombre como Se[verusJ o Se[mpronius] o similar, que se completaría en la línea siguiente.

Sobre la ortografía de Sexsi conviene señalar que, a pesar de que en los dialectos latinos de Hispania el grupo /ks/ en posición intervocálica tendió a simplificarse por pérdida de la gutural (Carnoy 1 906, 1 6 1 ) . en el latin de la zona parece haber existido una cierta predilección por la grafía /xs/, empezando por el propio gentilicio de los de Uxama (cf. CIL n p . 1 1 9 1 , sobre el uso de Uxamensis y Uxsamensis). Como hemos dicho antes, es evidente que Sexsi es un nombre en genitivo, aunque es menos claro cuál sea éste. Podría tratarse de la forma abreviada del etnónimo de los habitantes de Sexi Firrnum Iulium, hoy Almuñécar, Almería (Pastor y Molina 1 984, 3 1 5-350), ya que está documentada la forma sexsitanus (CIL nj2-5, 703 = n, 5495); pero esta solución obligaría a resolver la /Q/ precedente como Q(uirina tribus), lo que resulta aberrante, porque la tribu de esas gentes fue la Galeria (Wiegels 1 985, s .v.) . Cabe, igualmente, entender que el nombre del dominus del anónimo siervo fue un Quintus Sexsus; aunque el nombre aparece con igual grafía en un carmen africano (Gsell 1 922, 2250) . no figura recogido en los repertorios onomásticos que hemos consultado: la forma más cercana, y nada corriente, es Sexio (CIL IX, 333 Y XV, 5 149; cf. Kajanto 1 965, 307).

Por ello, frente a un problemático emigrante o un personaje con extraña onomástica, hemos optado - a sugerencia de Curchin- , por considerar que nos encontramos ante un sencillo error haplológico del cantero, que grabó Sexsi pensando que había tallado SexstL No faltan paralelos para esa grafía de tan corriente antropónimo (CIL IlI, 4982 = Hainzmann y Schubert 1 986, n. 8 1 4; CIL IlI, 7438 = Kolendo y Borzilova 1 997, n. 1 3; CIL III, 8 1 67 = 8 1 68 = 14548 = Petrovic 1 979, n. 1 05; AE 1 980, 963). pero en lo que a nuestro caso concierne, son especialmente significativos los casos de CIL n, 2757 = 5775 = Knapp 1 992, 232-233 n. 257, de Segovia; y HAE 899, de Villalcampo, Zamora.

Finalmente, las dos últimas líneas aparentan una sencillísima resolución: un nombre casi completo en una y las siglas de la fórmu­la dedicatoria en la otra, lo que de paso, indica el final de la inscrip­ción.

Si se acepta la lectura aquí propuesta, esa fórmula y la serie de nombres en nominativo ofrecen una pista sobre la función del

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epígrafe: se trata de personas que, en su condición de particulares o de miembros de un colegio o sodalicio, contribuyeron, pecunia sua, a la realización de algo, que posiblemente no estaba especificado en la lápida porque su situación o contexto obviaba la necesidad de mencionarlo. Esta clase de listas son tan frecuentes en otros lugares de Hispania y del Imperio que sobran las referencias; sin embargo, nótense dos inscripciones muy tempranas de Carthago Nova (CIL Il, 3434 + Supp. 5927 + p. 952 = CIL 1, 1 477 = I!2, 2271 = CIL 1/3, p. 1 1 04 = Abascal y Ramallo 1 997, n. 1; CIL II , 3433 (p . 952) = CIL 1, 2270 (p. 1 1 04) = Abascal y Ramallo 1997, n. 2 17) o de Tarraco (Alfóldy 1975, n. 6) en que aparecen personajes de condición servil mezclados con libertos e ingenuos.

Por desgracia, el estado incompleto de la inscripción y lo anodino de la información disponible dificultan la data de l a pieza sanestebeña, cuya posible cronología abarca desde finales del siglo I a.C. hasta el III d.C. o más allá.

5) La iglesia románica de Santa María del Rivera es de construcción posterior a la de San Miguel, pero en ella también se aprovecharon como elementos constructivos una inscripción latina (EE VIII, 1 45a = Jimeno 1 980a, n. 94) y un fragmento decorativo procedente de un sepulcro romano, que casa con los existentes en la otra iglesia. A esta lista de restos romanos añadimos ahora un fragmento epigráfico que creemos de época romana, que fue descubierto durante la restauración del edificio entre 1 993 y 1 996 (Arquetipo 1 994, 56-57) Y que había pasado desapercibido, por ocultarlo la pared del antiguo cementerio de la iglesia. Se trata de un fragmento de caliza que mide (45) x (35) cm, bien conservado, aunque de él sólo restan los finales de los dos últimos renglones de una inscripción; en total, apenas una decena de letras, de módulos variables: las más grandes del primer renglón miden 10 cm y las pequeñas la II! y la IVI, 3,5 cm y 3,7 respectivamente; las del segundo son de tamaño uniforme, midiendo 8 cm. La pieza sigue en su lugar de hallazgo, en el exterior de la pared norte de la nave de la iglesia, a algo más de dos metros del suelo, pero bien visible.

Lo que puede leerse en ella es:

" "

[----mledicus

[ ------]tus

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[------] En el asta de la IT I del segundo renglón hay un rasgo

perpendicular que puede dar la impresión de una letra en nexo; pero no lo tenemos en cuenta por considerarlo un accidente de la superficie de la piedra (lám. 5) .

Lámina 5: Fragmento de la Iglesia del Rivero, en San Esteban de Gormaz. Foto FGP.

Lo más notable del fragmento es la inclusión de sendas vocales dentro de la D y la e; se trata de un rasgo tan poco usual en las inscripciones romanas que, en un primer momento, uno de nosotros (García Palomar 1997a, 64) rechazó tal antigüedad para este epígrafe. Sin embargo, las litterae inclusae -o nexos impropiOs, como los denomina Di Stefano Manzella (1987, 150)-, no son insólitos en los epígrafes latinos; lo corriente es que, como en el caso que nos ocupa, una letra de rasgos anchos como lel, IDI, 101, IQ/, «acoja» a la siguiente. Una somera búsqueda en Hispania, sin intención de ser exhaustiva o sistemática, proporciona algunos ejemplos de esta práctica: 111 inclusa en ID I en eIL II, 862, de Ciudad Rodrigo y eIL II/2-5, 399, de Castro del Río, en Córdoba; IEI dentro de IDI en eIL

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n. 984 = Canto 1997. 110, con Gimeno y Ramírez 1998, 149-162, de Medina de las Torres. en la provincia de Badajoz; por último, un incierto ejemplo de IEI en IMI aparece en un epitafio recientemente encontrado en Sagunto, provincia de Valencia (Calvo y Aranegui 1995.74-75).

Los descubridores del nuevo fragmento consideraron que se trataba de una inscripción funeraria, perteneciendo las letras conservadas al nomen y al cognomen del dedicante. Igualmente. asesorados por A. Jimeno. fecharon la pieza en los siglos I -JI d.C. Dado el carácter fragmentario de la pieza, no nos atrevemos a decir cuál fue la funcionalidad del epígrafe, aunque de esta disyuntiva depende en gran medida la interpretación de lo conservado. La única palabra que se puede reconstruir completamente, {mJedicus, puede ser tanto un nombre de oficio como un cognomen (Abascal 1994, 425). Y si se prefiere considerar que se trata de un epitafio. entonces quizá quepa leer en el último renglón [hic sü]us [est].

Reafirmamos. en cambio. la imprecisa data mantenida por los primeros editores. pues es concorde con los rasgos paleográficos y con las fechas asignadas a los ejemplos hispanos antes citados: la pieza salmantina se ubica con precisión en época de Domiciano; la saguntina. por razones arqueológicas. se sitúa entre el periodo Flavio y el de los Antoninos; y finalmente, la cordobesa se atribuye a comienzos del siglo 1 d.C. Stylow. en cambio, nos hace notar que las letras de este fragmento, por su anchura. le parecen propias de la época severiana.

C) LOS HALLAZGOS DE LA ACEÑA (nn. 6-8)

La corriente fluvial del Duero ha sido aprovechada desde tiempo inmemorial por los vecinos de San Esteban como fuerza de trabajo. singularmente para la molienda de granos. En el solar ribereño ocupado hoy por una fábrica de harinas hubo una antigua aceña, que la documentación histórica remonta al siglo XI (Palacios 1977); precisamente en la puerta principal de ese edificio había una inscripción latina (CIL JI, 2827 = Jimeno 1980a. n. 102). actualmente en paradero desconocido y que ha sido buscada en vano por todos cuantos nos hemos ocupado de la epigrafía local.

Recientemente. las obras de desviación del azud de la aceña han puesto al descubierto dos nuevas inscripciones. a las que debe aña­dirse otra tercera. existente en las dependencias de la fábrica y que conocimos a consecuencia del otro hallazgo.

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6) Estela funeraria que conserva la cabecera decorada y el recuadro inscnto; se ha perdido el pie. Se trata de un bloque de caliza local tallado en forma de lastra vertical con cabecera en arco de medio punto y cuyas dimensiones actuales son (89) x 45 x 2 1 cm; el estado de conservación es bueno. pues sólo se aprecia un desgaste excesivo al final de los renglones 4° y 5°. La estela tiene en su cabecera una rueda solar de 35 cm de diámetro. sumariamente ejecutada. y flanqueada por otras dos de 8 cm de las mismas caractensticas. Bajo ella, un recuadro de 34 x 42 cm conteniendo una inscnpción en cinco renglones. con letras capitales rústicas de ej ecución descuidada y módulo entre 6-5 cm. Nótese la forma de las M y el rasgo infenor de la L en línea 4a. No se aprecia interpunción en el texto. cuya paginación se planteó con gran amplitud en los pnmeros renglones. apelotonándose el resto del mismo a partir de la 4a línea.

El bloque se encontró formando parte de lo que se nos descnbió como un entramado de madera que servía de solera sumergida en uno de los arcos del puente de San Esteban . .el más cercano a la onlla del pueblo; debido posiblemente a la protección del agua. las letras son perfectamente legibles. salvo el desgaste ya mencionado. La inscnpción se conserva actualmente en el almacén municipal. sito en la antigua estación de ferrocarIil. donde la examinamos y fotografiamos en agosto de 2000. Lo que se lee en ella (lám. 6) es:

D(is) m(anibus)

Te(rentia) Pos­

turna Iu-

lie ancm�

5 - merenW?1?(ime)

En la 2a línea. la expansión del nomen de la dedicante es incierta, puesto que la abreviatura puede resolverse igualmente como Te(rtia). Te(ttia) o Te(ttiena); en favor de nuestra propuesta está la relativa abundancia de Terenti en la onomástica penínsular (Abascal 1994. 227 -229) Y la existencia en San Esteban de Gormaz de un homónimo: L. Terentius Patemus Eburanco TitiJ QuiJina (CIL n, 2828 = Jimeno 1980a, n. 94; Gómez-Pantoja 1989, 245 lo sospecha foráneo, quizá procedente de Numancia) .

Las letras finales de los renglones 4° y 5° están tan erosionadas que resulta difícil leerlas a primera vista; pero su sentido resulta claro en el contexto onginal.

86 JOAQUÍN GÓMEZ-PANrOJA Y FÉLIX GARCÍA PALOMAR

Fecha incierta que puede ir desde el siglo 1 al III d.C. (cf. Abásolo­Marco 1995, 329-330), si bien la rusticidad de las letras, las abreviaciones y nexos inclinan a retrasar la fecha.

Lámina 6: Estela hallada en el cauce de la aceña de San Esteban de Gormaz. Foto JGP.

7) Fragmento de una lastra horizontal de caliza local, cuyas dimensiones son (50) x (35) x 45 cm; aunque en su estado actual el bloque aparenta un cubo, la cara principal, la inscrita, tiene forma sensiblemente triangular, debido a un fuerte golpe que arrancó la esquina superior izquierda. Se conservan restos de tres renglones, aunque del primero sólo queda la huella insegura de una letra redonda. Las caracteres de las dos líneas siguientes son capitales de buen trazo, talladas a bisel y que miden 12 cm. (lám. 7).

El bloque se encontró entre las piedras retiradas del cauce fluvial, durante las obras allí efectuadas, sin que puedan precisarse más detalles. Se conserva en el almacén municipal antes mencionado, donde la vimos y fotografiamos en agosto de 2000. Lo que se lee en ella es:

[--------+)

[------)0 A[ ------)

[------)acr[------)

El culto a Hércules y otras novedades epigráficas ... 87

Lámina 7: Fragmento hallado en el cauce de la aceña de San Esteban de Gormaz. Foto JGP.

Sólo se aprecian con certeza las letras señaladas, aunque por encima de ellas hay una huella curva que podría corresponder a otro rasgo, quizá una / C /. El tamaño de las letras y la forma y dimensiones del bloque de piedra indican una inscripción de gran porte, incluso quizá el dintel o arquitrabe de un edificio. Otro asunto distinto es reconstruir, a partir de lo poco conservado, el texto original. En la tercera línea podría fácilmente reconstruirse [sjacr[umJ, lo que asignaría un carácter votivo al epígrafe. Hay, sin embargo, una dificultad para aceptar esa reconstrucción y es que el uso común exige que esa palabra vaya al comienzo del texto, inmediatamente detrás del nombre divino al que se hace la ofrenda. Esta norma sólo se rompe en algunos casos de singular hipérbaton (Marti Caij riogiego

/ L. Hispanijus Pronto / ex voto / sacrum, CIL n, 56 12 = Filgueira y d'Ors 1955, 16 = AE 1957, 3 16 = Baños 1994, 1 15; [IujnoniReginae / Metha Innibalis / j[Uía) sacrumUibens} m{erito} / statuit, AE 1901, 1 10; otros ejemplos parecidos CIL n/2-5, 1025 = n, 1404 y Collingwood y Wright 1965, 15 1) Y cuando el oferente es el propio emperador, como ejemplifica una conocida dedicatoria romana: Imp(erator} Caes[arj Divi j[Uius}August(us} / pontij[ex} maximus co{n}s{ul}Xl / tribunicía potest(ate} XlIII/ex stipe quam populus Romanus / K(alendis} Ianuariis apsenti(!}

88 JOAQUÍN GÓMEZ-PANIDJA y FÉLIX GARCÍA PALOMAR

ei contulit / Iullo Antonio Africano Fabio co(n)s(ulibus) / Mercurio sacrum (AE 1888.150).

Combinando esas dos posibilidades. Stylow nos sugiere una recons1:!ucción muy atractiva pero arriesgada: [Div}o A[ugusto} / [----­s}acr[um------J . Y si alguien considera tal conjetura demasiado valiente, ello no obsta para seguir considerando el bloque como parte de un epígrafe votivo, porque cabe igualmente leer en la tercera línea {sJ acr{aJ o [cons}acr[avit]. Menos posible, pero no descartable, es que las tres letras correspondan a otra palabra -[simuljacr[a}, por ejemplo-, o a un nombre personal como Macer o Macrinus.

Juzgando únicamente por la forma de las letras, el bloque bien puede corresponder al siglo 1 d.C.

8) Como hemos dicho antes. Loperráez (1788 n, 309 = CIL n, 2827 = Jimeno 1980a, n. 102)) da noticia de la existencia en la puerta principal de la casa de la Aceña de un asiento, que era en realidad un viejo epitafio romano reaprovechado; ni los corresponsales de Fita y Hübner ni Artigas fueron capaces de localizar esa pieza en su tiempo. Por ello. la noticia de que en una de las dependencias de la moderna fábrica de harinas del pueblo existía una inscripción nos dio la esperanza de volver a localizar el epígrafe perdido.

Sin embargo, lo que hemos encontrado es parte de una nueva estela; se trata de un fragmento de (41) x (25) cm perteneciente al lado derecho de la pieza; lo que se conserva es la parte inferior de la cabecera decorada y el ángulo superior derecho del campo epigráfico. En la parte superior se aprecia aún algo de la cuerda inferior del creciente lunar o de la rueda solar, que suelen coronar las estelas de esta zona. El campo epigráfico ocupa un recuadro rehundido del que sólo resta 30 x 24 cm y parte de tres renglones de texto. Las letras, capitales de trazos nítidos y regulares, miden 8 cm. (lám. 8).

Se encuentra formando parte de lajamba derecha de la puerta de una dependencia interna de la fábrica de harinas de San Esteban. aneja a las oficinas. Sus propietarios aseguran desconocer su origen, aunque piensan que quizá se encontró en una reparación anterior del azud. Vista y fotografiada en agosto de 2000.

[------jiae

[------)miae

[ ------)f(iliae)

[------]

El culto a Hércules y otras novedades epigráficas . .. 89

Lámina 8: Fragmento de Estela en la Fábrica de Harina de San Esteban de Gormaz.

Foto lGP.

Es indudable que se trata del epitafio de una mujer, cuyo gentilicio es incierto, porque los restos conservados pueden pertenecer a cualquiera de los habituales en la zona; el segundo renglón, en cambio, debió contener el cognomen, quizá [Am]mia, un antropónimo atestiguado en lugares vecinos (CIL II, 3 1 72 == Navarro 1994, 8 Y AE 1976, 30 1 Y cf. Abascal 1994, 272) , pero sin excluir otros cognomina no documentados en Hispania como Cummia (CIL III , 4996 ==

Hainzmann y Schubert 1986, 422) o Mimmia(AE 1994, 59 == SupIt- 12, Attidium 6) o nombres del tipo Maximia, Postumia, Septimia . . . etc, en posición de sobrenombre. Ejemplos de filiación colocada al final del nombre completo del individuo -por oposición a las más corrientes intercalaciones entre nominay cognomina-, son tan comunes que no merece la pena nombrarlos. Por el tipo de letra y decoración, puede atribuirse quizá al siglo 1.

D) OTRAS NOVEDADES (nn. 9- 10)

9) Según Loperráez, la fábrica del castillo de San Esteban abunda­ba en epitafios e inscripciones antiguas, muchos de ellos descubiertos cuando los vecinos derruyeron los paramentos de la

90 JOAQUiN GÓMEZ-PA/IITOJA y FÉLIX GARCÍA PALOMAR

fortaleza para construir las casas del pueblo. Precisamente. en una bodega situada en la falda de ese cerro y propiedad de Javier Ortega. hay una lápida antigua que se puede presumir procedente del casti­llo. Se trata de una lancha de caliza rota abajo y a la izquierda; sus dimensiones completas resultan dificiles de precisar por lo que lue­go se dirá; las medidas que hemos podido obtener son (43 x 25) x 12 cm. La piedra carece de cualquier decoración apreciable. salvo una cartela rehundida cuyo grosor mide aproximadamente 1 0- 1 1 cm. Sólo son parcialmente visibles cinco renglones. cuyas letras miden 4 cm; las interpunciones son triangulares. salvo la hedera al final del ter­cer renglón.

La piedra se empleó como rústica dovela en el arco que sostiene la bóveda de la escalera de la mencionada bodega. y son precisa­mente las otras piezas del arco las que la ocultan en parte. A pesar de los esfuerzos del propietario para ampliar el campo visible. sólo podemos ofrecer la lectura de las letras descubiertas. que apenas ofrecen sentido. Pero la pieza se añade al creciente catálogo epigráfico de San Esteban y su mera existencia es ya de por sí im­portante (lám. 9).

Con las salvedades antes expresadas. lo que pudimos ver es: [------W· Medo

[------]us Urvi

[ ------]undi·

[---- --]ari ·anno[rum]

5- [------]III·H (ic) s(itus) e(st)

La estructura de la inscripción permite asegurar que se trata de un epitafio. Las letras visibles podrían corresponder al nombre y al patronímico del difunto (al final de 2° renglón) : admitiendo las variantes ortográficas Medo[genJus y UroifciJíilius}]. fáciles de explicar pero para las que no hemos encontrado paralelos. quizá pudieran leerse ahí dos nombres corrientes en la Hispania céltica. Medugenus y Urbicus (Abascal 1 994. 425 Y 550) . Más incierto aún es el sentido de las letras siguientes. si bien la indicación de la edad y la fórmula sepulcral son inconfundibles. Aunque no es posible determinar el espacio perdido por su derecha. quizá sólo falten dos o tres letras. Poco más puede obtenerse de una visión tan parcial. aunque la presencia de la fórmula sepulcral permite datar la inscripción a partir del S. 1 o inicios del 11 d. C.

El culto a Hércules y otras novedades epigráfzcas . . .

Lámina 9: Fragmento de lápida en una bodega del Barrio del Castillo

de San Esteban de Gormaz. Foto JGP.

91

la) Hace poco tiempo, Bas Gonzalo ( 1 999, 7 1 -75) publicó una bre­ve nota sobre otra iglesia románica sanestebeña, la que estuvo consagrada a San Esteban Protomártir. Por encontrarse en estado ruinoso, el edificio fue derribado en 1 922 y sus materiales emplea­dos en otras construcciones; sin embargo, una parte de los sillares, los de cierto mérito por su labra, pasaron a manos de un anticuario y fueron reconstruidos en una finca de Camprodón, en Gerona (Gaya Nuño 1952). El artículo de Bas Gonzalo da cuenta de los avatares conducentes a la demolición de la iglesia y posterior traslado de al­gunas de sus piedras al actual emplazamiento; pero, desde nuestro punto de vista, lo más llamativo eran las fotografías que lo ilustraban (agradecemos a su autor, Juan Pablo Tejero Martin, el permiso para reproducir una de ellas aquí), pues se apreciaba con toda nitidez que, sobre una ventanita porticada, existe una estela funeraria ro­mana anepígrafa, que hasta ahora había pasado desapercibida y que no aparece en los repertorios habituales (Fabré, Mayer y Roda 199 1 ) .

Aunque sólo se v e una d e sus caras (lám. la), se trata d e un bloque rectangular coronado por una arista con dos vertientes. Esta forma, más los dos huecos simulando puertas que existen en la cara

92 JOAQUÍN GÓMEZ-PANrOJA y FÉLIX GARCíA PALOMAR

visible, le dan el aspecto de fachada principal de una casa con tejado a dos aguas; de esos rasgos proceden las distintas designaciones que se dan a estas piezas: estela-casa, oikomoifa, Hausum. En el caso de la estela de Camprodón, el espacio triangular superior está ocupado por tres hexapétalas y un creciente lunar con los cuernos hacia arriba, unos motivos gráficos a los que se atribuye significado escatológico y de creencia en la inmortalidad (Sopeña 1987, 1 23-1 24; Marco Simón 1987, 72-73; García Palomar 1994b, 327-328). Los rasgos de la estela -forma oikomorfa, elementos decorativos, ausencia de inscripción-, penniten atribuirla, sin duda alguna, al grupo de monumentos característicos de la necrópolis de la ciudad antigua, de nombre desconocido, que existió en las proximidades de Poza de la Sal, en la comarca burgalesa de la Bureba, y cuyo más completo inventario se debe a Abásolo, Albertos y Elorza ( 1975) . Según estos autores, la cronología de tales monumentos se situa de fonna amplia entre los siglos 1 a N d.C.

Lámina 10: Estela de Poza de la Sal (Burgos), actualmente insertada en un edificio

de Camprodón (Gerona). Foto J. P. Tejero MaItín.

Los intentos para averiguar la procedencia de la estela de Camprodón han resultado baldíos. Su actual propietario, Ramón Herrán Ortiz, yerno de Cayetano Vilella, el comprador de las piedras de la iglesia sanestebeña, nos infonna de que éstas fueron adquiridas en Barcelona antes de ser embarcadas para Nueva York, a cuyo museo «The Cloisters», al parecer, iban destinadas. El Sr. Herrán supone que la pieza romana debió de ser también adquirida por su suegro, que tenía aficiones anticuarias, pero desconoce de seguro su procedencia y la fonna en que llegó a su actual situación.

El culto a Hércules y otras novedades epigráficas . . . 93

A la hora de determinar, siquiera conjeturalmente, el origen de la misma deben tenerse en cuenta dos datos ciertos: primero, que el grupo de monumentos al que hemos afiliado la estela es originario de un área muy reducida, cuyo centro se sitúa en Poza de la Sal, estando los lugares de procedencia más distantes a apenas 20 km. de ese punto. Abásolo, Albertos y Elorza (1 975, 85) son taj antes sobre ello: -fuera de este entorno no encontramos en Hispania ningún otro monumento similar» . Y segundo, que ninguna de las autoridades que trataron de la iglesia de San Esteban Protomártir de S. Esteban de Gormaz, cuando aún estaba en su emplazamiento original (Argaiz 1 675, 35 Y 52; Loperráez 1 788 1, 1 64- 1 65; Rabal 1 889, 370-37 1 ; Taracena y Tudela 1928. 1 75-176; Artigas 1932b, 225-226; Gaya Nuño 1946. 57-59) o cuando se reconstruyó en Camprodón (Gaya Nuño 1952. 33-35; Palacios 1971 y 1977; Sáenz-Díez 1984, 9) . mencionan una pieza como la que hemos descrito .

Aunque no son raras las ocasiones en que inscripciones de un lugar han acabado en otro lejano (recuérdese el caso de la estela empotrada en la catedral de Burgos. que ha resultado ser originaria del monasterio de San Pedro de Arlanza, cf. Abásolo y Marco 1995, 329) , suponemos sin embargo, que en el caso que nos ocupa, la pieza empotrada en el edificio de Camprodón procede de Poza de la Sal y que encontró su camino hacia el nuevo emplazamiento gracias al comercio anticuario, que fue el procedimiento por el que también llegaron allí las más lucidas partes de una iglesia románica construida en el siglo XI a orillas del Duero.

E) VALORACIÓN DE WS NUEVOS HALlAZGOS

La gran cuestión que plantean las inscripciones de San Esteban es la de su procedencia. Tal acumulación de testimonios epigráficos parece requerir la existencia de un núcleo urbano de cierta envergadura, del que desconocemos su nombre (García Merino 1977b) , aunque se ha supuesto que se trataba quizá de un municipio flavío (Abascal 1984-85).

Es difícil. sin embargo, que un poblado de esas características no haya dejado restos arqueológicos de consideración o que haya pasado desapercibido en las fuentes geográficas e itinerarias antiguas (BaHI 198 1 ) . Además. hay sobradas pruebas de que, en siglos recientes, inscripciones procedentes de las ciudades vecinas, Uxama y Clunia. han sido trasladadas a diversos puntos de la comarca; esta circunstancia permitió a uno de nosotros sugerir que el munimiento

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del castillo medieval de San Esteban, sometido durante un siglo a continuos ataques y asaltos, pudo ser un poderoso motivo para el desmantelamiento de las ruinas próximas (Gómez-Pantoja 1989) .

Los que esto firman, que han manifestado hasta ahora una modélica concordia, discrepan palmariamente en este punto, pues si bien cada vez resulta más difícil explicar la riqueza epigráfica de San Esteban sin postular que en sus cercanías hubo una población antigua (que no ha sido descubierta hasta ahora, porque ni se ha vigilado convenientemente el subsuelo del pueblo ni se ha explorado a fondo su comarca) , tampoco pueden ocultar su perplejidad ante la circunstancia de que los habitantes de ese pretendido núcleo, cuando salían de su patria chica, gustaban estilarse uxsamenses . Los ejemplos de esta práctica han sido resaltados recientemente (Gómez­Pantoja 1996, 87-88) , pero pueden repetirse aquí sin cansancio del lector: la emigrante Caecilia Materna Caibaliq(um) Uxsamensis, cuyo epitafio apareció en León (Diego Santos 1986, n. 170) , encuentra su paralelo en el dedicante de un exvoto de Olmillos, una aldea vecina de San Esteban, que se llamaba Atto Caebaliq . ElaesiJ (Gómez-Pantoja y García Palomar 1995, 188- 189 = HEp 6, 894); similarmente, otra lápida de Astorga reporta el nombre del forastero Proculus Tritalicum Lj. Uxs(amensis) (CIL n, 5077 = Diego Santos 1986, 125) , que inmediatamente trae a la memoria el devoto de Hércules, al que nos hemos referido repetidamente en páginas anteriores (n. 3).

En esta discusión, el pequeño fragmento (n. 1) con un nombre incompleto, que hemos atribuido hipotéticamente a Calvisio Sabino, apenas sirve para resolver el dilema. Por un lado, refuerza la idea del origen autóctono de las piedras sanestebeñas, pues no sería la primera vez que un notable recibió similares homenajes en la capital conventual y en su ciudad de origen que, en este caso, fue la que tuvo por patrono a un M . Aemilius Lepidus (CIL n, 2820 = Jimeno 1980a, n . 130) y cuyos habitantes -pace Abascal 1984-85- , se inscribieron en la tribus Galería (para otras inscripciones de San Esteban mencionando esa tribu, vd. CIL n, 2830 = Jimeno 1980a, n. 95 + Gómez-Pantoja y García Palomar 1995, 189- 192 = AE 1995, 870 y HEp 6, 896; Hübner 1897, 4 15 n. 144 = Jimeno 1980a, n. 13 1) . Por otro lado, sin embargo, -y como ya se ha dicho-, parece haber sido tan fácil trasladar a Osma piedras con "historia» procedentes de Clunia (CIL n, 2799 + Palol y Vilella 1987, 86 add. 3) o San Esteban (CIL n, 283 1 = Jimeno 1980a, n. 88; y CIL n, 2820 = Jimeno 1980a,

El culto a Hércules y otras novedades epigráficas . . . 95

n. 1 30) , que no cuesta excesivamente admitir movimientos en sentido contrario.

En cambio, el hallazgo de las dos nuevas inscripciones de Hércules resulta mucho más gratificante desde el punto de vista histórico. Ciertamente, es significativo el número de los exvotos a Hércules encontrados en San Esteban, pues a los cuatro mencionados en este trabajo debe añadirse el puesto por Valería Severa (CIL n, 28 1 5 =

Jimeno 1980a. n. 27), hoy perdido pero del que nos queda un dibujo de Loperráez y la noticia de que fue extraído de los muros del castillo para reparar una casa de la localidad ( 1 788 n, 3 12) . Es bien sabido que la devoción al Alcida fue una de las más populares del Occidente romano, en gran medida porque bajo el nombre de Hércules se dio culto a una multiplicidad de divinidades de atributos parecidos: Hercules Gaditanus, Graius, Magusenus, Ogmius, Quirinus, Saxsanus, Tongus ... , etc. (J aczynowska 1986; er. las contribuciones sobre cultos regionales recogidas en Mastrocinque 1993), pero lo que hace singular el caso de San Esteban es que constituye la mayor concentración de dedicatorias epigráficas a Hércules documentada en la Península Ibérica, pues supera los cuatro testimonios de Segobriga (Saelices, Cuenca; Almagro Basch 1984, nn. 3-6 y ¿ 7?) Y los tres de Tucci (Martas, Jaén; CIL II/2-5, 65-66 Y 208) Y San Vicente de Alcántara, Badajoz (CIL n, 726-727 y AE 1962, 72; cf. aria Segura 1996, 1 48- 1 50, 1 57-1 59 Y 1 6 1 - 1 63) .

Además no es corriente encontrar ej emplos de un mismo dedicante ofreciendo dos o más altares a una misma divinidad y en el mismo lugar. Aunque los casos del procurador C . Sempronius Urbanus, de quien sobreviven exvotos a Juno, Fortuna, Hércules, Vulcano, Apolo Granno y Sirona; y Marte Singil y Minerva (AE 1930, 1 37- 1 38 Y 1983, 826-829) o su colega Iulius Silvanus Melanios, que marcó su estancia en Asturica Augusta con, al menos, tres altares, otro en Segobriga y unos cuantos más en diversos destinos del Illírico, las Galias y Britannia (Abascal y Alfóldy 1998, 1 57- 1 68) , constituyen ejemplos extraordinarios de devoción, los paralelos de las dedicato­rias gemelas de L. Tritalicum y Pompeius Docilico deben buscarse en la serie de exvotos a Hércules encargados por P. Aelius Menecrates (AE 19 1 1 . 97-98 Y 1 9 1 2 , 1 7- 1 8) en los que, a diferencia del caso que nos ocupa, el texto de los epígrafes responde a distintas circunstan­cias biográficas y cronológicas del dedicante. Más parecidos a nues­tro caso son la pareja de inscripciones gemelas que otro devoto de Hércules, L. Domitius Permissus, dedicó en Roma por mandato del

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propio dios y los ocho altares de Barcino ofrecidos por T. IulÍ115 Placidus dibus et deabus (Fabré. Mayer y Roda 1 997, 2-9) . Y si pudiéramos estar seguros de a qué divinidad fueron consagradas. el ejemplo per­fecto serian las tres aras de Espinosa de Henares. Guadalajara (Villariño 1 980. 2 1 8-22 1 ; cf AE 1 987. 620a-c = AE 1 989. 467; HEp 2, 420-422) : además de tratarse de altares ofrecidos en el mismo lugar por los mismos dedicantes, se hallaron a apenas 75 kms al Sureste de San Esteban.

Por otro lado, los nuevos exvotos de Hércules parecen confirmar antiguas sospechas sobre la existencia en San Esteban de un santuario (Oria Segura 1 993, 229) . Desgraciadamente. este extremo es dificilmente caracterizable por el momento, dado que no se conocen testimonios arqueológicos o artísticos relacionables con una instalación de esa clase. Pero la existencia de un santuario ayudaria a explicar la acumulación de testimonios de este culto, encontrados en las inmediaciones del curso medio del Duero. en un área que, grosso modo, tiene su centro en San Esteban: se trata de los altares de Hontangas, cerca de Clunia. en Burgos (Abásolo y Albertos 1 978. 4 1 8-42 1 ) ; Montejo de la Vega. en Segovia (Abásolo 1 985 = AE 1 985. 583) ; Tardesillas. cerca de Numancia. en la provincia de Soria (Jimeno 1 980a, n. 30) ; y Trévago. también en Soria (Jimeno 1 980a, n. 3 1) ; fuera de esa reducida área de dispersión. pero seguramente relacionada con ella. porque sus d edicantes se consideran clunienses. puede añadirse también el exvoto de Alcalá de Henares. en Madrid (CIL n, 5855) .

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