Marginalidad y Educación

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UNIVERSIDAD SEK Marginalidad y educación: una heurística en la teoría de la justicia de John Rawls Dr. Nelson Campos Villalobos Profesor titular de Post Grado en la Universidad Sek RESUMEN: En Una Teoría de la Justicia, John Rawls presenta una tesis esclarecedora: una sociedad justa es aquella que es inclusiva, porque toda persona cuenta para el conjunto, sin distinción de raza, riqueza personal o posición social. Con ello, Rawls sienta las bases para ir más allá que otras teorías políticas que tratan de mejorar la condición de los marginados sociales, afirmando que la compensación para aquellos que no son culpables de su condición de marginalidad sería una obligación de la sociedad ordenada. PALABRAS CLAVE: Educación, Marginalidad, Teoría de la Justicia, John Rawls, Equidad

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UNIVERSIDAD SEK

Marginalidad y educación:

una heurística en la teoría de la justicia de

John Rawls

Dr. Nelson Campos Villalobos

Profesor titular de Post Grado en la Universidad Sek

RESUMEN: En Una Teoría de la Justicia, John Rawls presenta una tesis

esclarecedora: una sociedad justa es aquella que es inclusiva,

porque toda persona cuenta para el conjunto, sin distinción de

raza, riqueza personal o posición social. Con ello, Rawls sienta

las bases para ir más allá que otras teorías políticas que tratan

de mejorar la condición de los marginados sociales, afirmando que

la compensación para aquellos que no son culpables de su condición

de marginalidad sería una obligación de la sociedad ordenada.

PALABRAS CLAVE: Educación, Marginalidad, Teoría de la Justicia,

John Rawls, Equidad

El tema de la educación se presta para un análisis desde esta

teoría, pues aquellos que reciben educación de mala calidad o

cuyas familias carecen de recursos para permitirles una educación

superior completa, no son culpables de esa situación y por ello

el Estado debería compensarlos de alguna manera racional y justa.

En este punto, Rawls definitivamente abandona la concepción de la

democracia -en la cual la mayoría es la que cuenta para las

decisiones de la burocracia- porque para él las minorías son

también importantes. Entendemos a la “marginalidad” en sus dos

acepciones sociológicas: como falta de integración social, y como

una posición de importancia secundaria o escasa. En una tercera

acepción educacional, en este artículo, “marginados” son

aquellas personas que se mantienen sin movilidad social debido a

la insuficiencia en calidad y cantidad de la educación recibida de

parte del Estado.

John Rawls constituye un buen referente para discusión de los

temas sobre equidad e igualdad. Este autor, bien conocido por

aportes a la justicia social, no necesita presentación entre los

especialistas.1 Sus trabajos son muy leídos entre juristas,

cientistas sociales y economistas, si bien en educación existen

escasas tesis académicas y hay pocas publicaciones que traten

sobre una aplicación de Una Teoría de la Justicia al ámbito que nos

preocupa.

Ésta, obra capital de Rawls, en su edición de 1993 del Fondo de

Cultura Económica (tercera reedición de 2002) es la que

1 Rawls perteneció hasta sus últimos años a la planta de profesores defilosofía política Harvard. Falleció el 29 de noviembre de 2002.

emplearemos en nuestras citas y para mayor comodidad, nos

referiremos a ella como TJ.

K. Lebacqz (83) considera que este texto desarrolla una

teoría “sólida y bellamente elaborada.” Por su parte, Ph. Van

Parijs (58) considera que la obra de Rawls es una alternativa al

utilitarismo, y que con la publicación de TJ, revolucionó a la

filosofía política anglosajona, la cual tuvo un renacimiento

espectacular. Basta con mirar la gran cantidad de ediciones que

han tenido las obras y artículos de Rawls desde entonces. Si bien

damos por conocida la teoría, es importante citar al propio Rawls

para que nos explique la argumentación que subyace en sus

postulados. En la citada obra, Rawls hace un resumen, una

anticipación de sus ideas, que conviene tener a la vista:

La justicia es la primera virtud de las institucionessociales, como la verdad lo es de los sistemas depensamiento. Una teoría, por muy atractiva y esclarecedoraque sea, tiene que ser rechazada o revisada si no esverdadera; de igual modo, no importa que las leyes einstituciones estén ordenadas y sean eficientes: si soninjustas han de ser reformadas o abolidas. Cada persona poseeuna inviolabilidad fundada en la justicia que incluso elbienestar de la sociedad no puede atropellar. Es por estarazón que la justicia niega que la pérdida de libertad paraalgunos sea correcta por el hecho de que un mayor bien seacompartido por otros. No permite que los sacrificiosimpuestos a unos sean sobrevalorados por la mayor cantidad deventajas disfrutadas por muchos. Por tanto, en una sociedadjusta, las libertades de la igualdad de ciudadanía se tomancomo establecidas definitivamente: los derechos aseguradospor la justicia no están sujetos a regateos políticos ni alcálculo de intereses sociales. La única cosa que nos permiteasentir a una teoría errónea es la falta de una mejor;análogamente una injusticia sólo es tolerable cuando esnecesaria para evitar una injusticia aún mayor. Siendo lasprimeras virtudes de la actividad humana, la verdad y lajusticia no pueden estar sujetas a transacciones. (19)

   

Estas declaraciones constituyen una admirable partida para el

desarrollo de las ideas de Rawls. Éste reconoce que, para validar

sus pretensiones, se requiere de la elaboración de una teoría de

la justicia. Para iniciar su cometido, expresa que una

sociedad es:

Una asociación, más o menos autosuficiente, de personas quereconocen ciertas reglas de conducta como obligatorias en susrelaciones, y que en su mayoría actúan de acuerdo con ellas…Hay una identidad de intereses puesto que la cooperaciónsocial hace posible para todos una vida mejor que la quepudiera tener cada uno si viviera únicamente de sus propiosesfuerzos. Hay un conflicto de intereses puesto que laspersonas no son indiferentes respecto a cómo han dedistribuirse los mayores beneficios producidos por sucolaboración, ya que con el objeto de perseguir sus finescada una de ellas prefiere una participación mayor que unamenor. (20).

Para evitar los efectos de los distintos conflictos de

intereses, Rawls entiende que son necesarios los principios. Antes

de entrar en este importante punto de la argumentación de Rawls,

examinemos su concepto sobre el objeto de la justicia:

De diferentes cosas se dicen que son justas o injustas: nosólo las leyes, instituciones y sistemas sociales, sinotambién las acciones particulares de muchas clases,incluyendo decisiones, juicios e imputaciones. Llamamostambién justas e injustas a las actitudes y disposiciones delas personas, así como a las personas mismas. Sin embargo,nuestro tema es la justicia social. Para nosotros, el objetoprimario de la justicia es la estructura básica de lasociedad o, más exactamente, el modo en que las institucionessociales más importantes distribuyen los derechos ydeberes fundamentales y determinan la división de lasventajas provenientes de la cooperación social. (23).

Evidentemente, aunque Rawls no lo señala explícitamente, en

el seno de la estructura social subyace la institución de la

enseñanza. Lo entendemos así porque más adelante señala:

Tomadas en conjunto, como un esquema, las instituciones másimportantes definen los derechos y deberes del hombre einfluyen en sus perspectivas de vida, sobre lo que puedenesperar y sobre lo que hagan. La estructura básica es elobjeto primario de la justicia porque sus efectos son muyprofundos y están presentes desde el principio. Aquí lanoción intuitiva es la de que esa estructura contiene variasposiciones sociales y que los hombres nacidos en posicionessociales diferentes tienen diferentes expectativas de vida,determinadas en parte, tanto por el sistema político como porlas circunstancias económicas y sociales. De este modo, lasinstituciones de una sociedad favorecen ciertas posicionesiniciales frente a otras, Estas son desigualdadesespecialmente profundas. No son sólo penetrantes, sino queafectan también a los hombres en sus oportunidades inicialesen la vida, y sin embargo no pueden ser justificadas apelandoa las nociones de mérito o desmerecimiento. Es a estasdesigualdades de la estructura básica de toda sociedad,probablemente inevitables, a las que se deben aplicar enprimera instancia los principios de la justicia social. (23-24).

Paul Ricoeur (98) entiende que la estructura básica social

de Rawls es sinónima de:

Esquema de cooperación; por su estructura y su finalidad, lasinstituciones que confluyen en la estructurabásica participan en una ‘aventura de cooperación orientada ala ventaja mutua. Se puede considerar la justicia como lamayor virtud de estas estructuras, y se admite que lofundamental es la instauración de una mancomunidad entre losindividuos afectados.

También entiende Ricoeur que lo anterior es lo que tiene en

común Rawls con los teóricos contractualistas, ya que por medio

del contrato “la sociedad es tratada como un fenómeno

congregacionista y mutualista”.

Para clarificar conceptos, el de equidad que hemos empleado

antes es sinónimo del de igualdad de Rawls, pues en ambos conceptos,

está presente la igualdad de oportunidades. Para Rawls, esas

oportunidades se entienden como iniciales, como es el caso de la

educación, en que esas oportunidades iniciales y desiguales darán

efectos a largo plazo en perjuicio del más desfavorecido, como es

el caso del niño que inicia su escolaridad, debido a su clase

social, en una pequeña y pobre escuela rural. Este niño hipotético

no está en esa situación por su inteligencia o por sus desméritos,

sino por la situación socioeconómica de sus padres, por razones

laborales de éstos o simplemente geográficas, o por la pobreza o

la desidia del Estado. La injusticia de la sociedad

estaría afectando a un niño que es esencialmente ajeno a la

desventura en que se encuentra.

Rawls efectúa una especie de experimento intelectual, pues

para poder avanzar en su investigación, parte de lo que denomina

una sociedad bien ordenada. Este es un constructo que nos explica

porqué Rawls no hace referencia explícita a la educación o a la

salud. Es porque, entendemos, en esa sociedad bien ordenada dichas

instituciones existen, proporcionan un servicio de calidad, y

todos los ciudadanos reciben ese y otros bienes en forma

consensuada. Es el punto de partida que permitirá expresarse a los

ciudadanos en términos de justicia y equidad.

Colom y Mélich (105), dos estudiosos de Rawls, señalan que

los dos principios de la sociedad ordenada son:

1. Cada cual acepta y sabe que los otros aceptan los mismos

principios de justicia. Es una aceptación informada, consciente,

que no debería provocar ni rebelión ni hostilidad.

2. Las instituciones sociales básicas satisfacen generalmente

estos principios y se sabe generalmente que lo hacen.

 A nuestro juicio, subyace en estos principios un acuerdo de

cumplir los consensos, lo que echamos de menos en la ética de los

tratados. Para Rawls, entonces, la credibilidad en la capacidad de

las instituciones para lograr ese cumplimiento es de gran

importancia para el logro de la plena justicia.

Para Colom y Melich aquí subyace el principio de la

reciprocidad, y consideran que como “el otro es semejante y debo

suponer que está de acuerdo en admitir un criterio de justicia

idéntico al mío. Este es un punto de partida, un grado cero de

diálogo mínimo”. (105)

Es evidente que para que el acuerdo sea funcional, las

instituciones sociales y también los individuos deben estar

comprometidos con los principios de la justicia y deben estar

vigilantes para que se cumplan debidamente. Nadie debe

beneficiarse de ninguna diferencia, salvo que esa diferencia sea

permitida en beneficio de los demás.

Para llegar a este consenso, Rawls señala que debe haber un

acuerdo previo, un contrato, que constituye lo que llama la

posición original, en el sentido de situación inicial (143). En

esta situación hay un conflicto de intereses, puesto que cada cual

quiere maximizar sus oportunidades o su participación en la

sociedad, que se entiende como una empresa cooperativa

para beneficio mutuo (152): Pero, al mismo tiempo, existe una

identidad de intereses, ya que los beneficios serán mayores: “La

cooperación social hace posibles para todos una vida mejor que la

que cada uno podría tener si tuviera que tratar de vivir

únicamente gracias a sus propios esfuerzos” (152).

La posición original es hipotética, pues Rawls entiende que

es imposible reunir a todos los miembros de la sociedad; pero esa

posición es un punto de partida para el acuerdo equitativo:

representa una toma de posición de los miembros de la comunidad.

Este contrato consensuado tiene características únicas, que Rawls

presenta con una imagen, el velo de la ignorancia:

De alguna manera tenemos que anular los efectos de lascontingencias específicas que ponen a los hombres ensituaciones desiguales y en tentación de explotar lascircunstancias naturales y sociales en su propio provecho.Ahora bien, para lograr esto supongo que las partes estánsituadas bajo un velo de ignorancia. No saben cómo lasdiversas alternativas que afectarán sus propios casosparticulares, viéndose así obligados a evaluar los principiosúnicamente sobre la base de consideraciones generales. (163)

Para que este velo sirva a los fines de una realidadsocial verdaderamente objetiva, nadie conoce su lugar en lasociedad, ni su posición o clase social a la cual pertenece.No conoce cuál será su suerte en la distribución de talentosy capacidades naturales, su inteligencia y su fuerza, etc.Igualmente, nadie conoce su propia concepción del bien, nilos detalles de su plan racional de vida, ni siquiera losrasgos particulares de su propia psicología, tales como suaversión al riesgo, o su tendencia al pesimismo o aloptimismo. Más todavía, supongo que las partes no conocen lascircunstancias particulares de su propia sociedad. Esto es,no conocen su situación política o económica, ni el nivel decultura y civilización que han sido capaces de alcanzar. Laspersonas en la posición original no tienen ningunainformación respecto a qué generación pertenecen. (163-164)

¿Cuál es la idea de Rawls al presentarnos tan hipotética

condición en la posición original? Entendemos que su propósito es

que los lectores nos demos cuenta de cuán imperfectos son los

tratados entre los hombres, pues resulta imposible que para lograr

acuerdos se esté totalmente tras el velo de la ignorancia, algo

así como lo expresa la imagen de la diosa de la Justicia, que

blande la espada con los ojos cerrados para manifestar que no ha

lugar otros hechos que los que analiza el debido proceso. Sin

embargo, lo más rescatable del velo de la ignorancia es que supone

una actitud mental hacia la justicia social, en la cual, para que

todos los ciudadanos tengan igualdad de oportunidades, no se debe

tomar en consideración ningún otro hecho que afecte el punto de

inicio de la igualdad en el reparto de los beneficios societarios.

Para Rawls, las personas pueden simular las deliberaciones de esta

situación hipotética, para lo cual pueden “razonando simplemente

conforme a las restricciones estipuladas” (165). Lo importante es

la perspectiva que debemos tomar al considerar las restricciones y

esa perspectiva busca la imparcialidad, que es el concepto clave

de Rawls en esta etapa y que, además, es el título del primer

capítulo de TJ. Profundizando el concepto de imparcialidad, esta

cualidad no solamente debe exigirse al juez, sino también a las

autoridades políticas y administrativas, así como también a los

padres respecto de los hijos y de los maestros en relación a los

alumnos.

En este estado de la argumentación, surge otro concepto

clave: la racionalidad que deben tener las partes (169). Para

entender esta cuestión, hay que precisar que la persona que es

activa en la sociedad es racional, es consciente y tiene una edad

que le permite tomar decisiones. Esa persona racional puede elegir

la mejor opción entre varias, preferirá un plan con mayores

beneficios que otro, y escogerá también el que tenga mayores

opciones de ejecutar con éxito. En fin, la racionalidad de las

partes permitirá esa búsqueda y encuentro con la justicia. Es una

cualidad que debe estar sobreentendida. Rawls supone que a un

individuo racional no le afecta la envidia y puede, en

consecuencia, aceptar que otros tengan más bienes que él; todo

esto mientras las diferencias se mantengan en un nivel aceptable.

Esta referencia a la envidia es para hacer presente que tampoco la

persona racional tiene sentimientos como la vergüenza y la

humillación. Esos sentimientos, al hacer peores a los hombres,

constituyen una desventaja para el resto. La racionalidad llega

hasta los sentimientos. En la enseñanza, privilegiamos la

capacidad de sentir y nos cuesta pensar en una situación

desprovista de emociones. Pero, razonemos: ¿de qué sirven los

sentimientos si deseamos promover la justicia social, en

circunstancias que lo que interesa son los potentes argumentos que

dejen en evidencia las inequidades y desigualdades que demostramos

existen en nuestra sociedad? Rawls no habla de frialdad de

sentimientos, sino que simplemente los excluye en la discusión

racional en la búsqueda de consensos, aunque reconoce que ellos

son parte de la naturaleza humana. No olvidemos que Rawls, como

jurista, posee una formación y una predisposición procesal,

tradición en la cual el juez debe atenerse esencialmente a los

hechos, sin tomar parte a favor de unos u otros, pero analizando

caso a caso y ponderando los hechos agravantes y los que dispensan

el todo o en parte al acusado. Sin embargo, el posicionamiento

intelectual de Rawls está en nivel macro, y su horizonte de

sucesos está en el correspondiente a toda la sociedad. No le

interesan las argumentaciones con reducido horizonte de sucesos,

que tiende a maximizar los sentimientos en desmedro de la

objetividad. Es la sociedad toda la que está en la mira de la

teoría de la justicia.

 Tanto el velo de la ignorancia, como la racionalidad versus

los sentimientos, nos llevan a la postura intelectual de la

imparcialidad, única forma de enfrentar el problema de la

injusticia social. Para P. Ricoeur “La justicia procesal es

justicia en la medida en que detrás del velo de ignorancia se

anulen los efectos de contingencia específica. El velo de

ignorancia asegura la equidad de la situación inicial” (79).

 ¿Qué es justicia para Rawls? En primer lugar, la justicia se

puede considerar como la primera virtud de las instituciones, de

aquellas que procuran el bien de las personas que pertenecen a

ellas; es, además, una justicia de tipo distributivo, que tiene

por sujeto a la estructura básica de la sociedad, entendiendo a

esa estructura como un esquema de cooperación, como señaláramos

anteriormente. La justicia, entendida así, permite que los más

desfavorecidos tengan acceso al reparto de bienes en la sociedad.

Para K. Lebacqz, comentando a Rawls, “La justicia es función

de los libres intercambios que hacen los individuos. Siempre y

cuando cada uno tenga un título claro sobre las cosas que propone

intercambiar, y los cambios en sí mismos no sean coercitivos, la

distribución resultante es justa” (83). Este último planteamiento,

indica Lebacqz, implicaría una protección de los menos

favorecidos, ya que en el acuerdo original se sabe que cada una de

las partes puede ser la menos favorecida, por el principio de

racionalidad mínima de los individuos. Rawls indica que:

Por tanto, una concepción de la justicia social ha de serconsiderada como aquélla que proporciona, en primerainstancia, una pauta con la cual evaluar los aspectos

distributivos de la estructura básica de la sociedad. Estapauta no ha ser confundida, sin embargo, con los principiosdefinitorios de las otras virtudes, ya que la estructurabásica y los arreglos sociales en general pueden sereficientes o ineficientes, liberales o no, y muchas otrascosas además de justos e injustos.” (26)

Con estas palabras, Rawls manifiesta que un ideal incluye una

concepción completa de todos los principios definitorios para

todas las otras  virtudes, incluidas las valoraciones para

cuando entran en conflicto, como ocurre en la discrepancia ética.

Los principios básicos de la Teoría de la Justicia son tres:

libertades básicas iguales, igualdad de oportunidades y el

principio de diferencia. La justicia requiere de principios, los

que se gestarían a partir de la posición original. Una primera

formulación, definida como un tanteo por nuestro autor, es la

siguiente:

Primero: Cada persona ha de tener un derecho igual al esquemamás extenso de libertades básicas iguales que sea compatiblecon un esquema semejante de libertades para los demás.Segundo: Las desigualdades sociales y económicas habrán deser conformadas de modo tal que a la vez: a) se espererazonablemente que sean ventajosas para todos, b) se vinculesa empleo y cargos asequibles para todos. (82)

El mismo Rawls encuentra que dos términos empleados por él

(“ventajosas para todos” y “asequibles para todos”) son ambiguos,

porque cualquier definición debería poder, en este caso,

cuantificarse o darle un sentido numérico que el tema que tratamos

no lo permite, pues al hacerlo se corre el riesgo de ser injusto

con alguno o algunos de los interesados. Por ejemplo, sería

injusto hablar de ventajoso para el 20 por ciento, o bien decir

asequible para el 93 por ciento de las personas.

La formulación de Rawls, que no sería la última, la

encontramos en el capítulo V de TJ, redactados los principios de

la siguiente forma:

Primer principio:Cada persona ha de tener un derecho igual al más ampliosistema total de libertades básicas, compatible con unsistema similar de libertad para todos.

Segundo principio: (principio de la diferencia) Las desigualdades económicas y sociales han de ser

estructuradas de manera que sean para:a) Mayor beneficio para los menos aventajados, de acuerdo conun principio de ahorro justo, yb) Unido a que los cargos y las funciones sean asequibles atodos, bajo condiciones de justa igualdad de oportunidades.(340-341)

Rawls consideró importante precisar los dos principios, para

su exacta comprensión y señala:

  Primera Norma de Prioridad (La Prioridad de la Libertad): Los principios de la justicia han de ser clasificados en unorden lexicográfico, y, por tanto, las libertades básicassólo pueden ser restringidas a favor de la libertad en símisma. Hay dos casos:a) Una libertad menos extensa debe reforzar el sistema totalde libertades compartidas por todos;b) Una libertad menor que la libertad igual debe ser aceptadapor aquellos que detentan una libertad menor.”

Segunda Norma de Prioridad (La Prioridad de la Justicia sobrela Eficacia y el Bienestar): Este segundo principio de la justicia es lexicográficamenteanterior al principio de la eficacia, y al que maximiza lasuma de ventajas; y la igualdad de oportunidades es anterioral principio de la diferencia. Hay dos casos:a) La desigualdad de oportunidades debe aumentar lasoportunidades de aquellos que tengan menos;b) Una cantidad excesiva de ahorro debe, de acuerdo con unexamen previo, mitigar el peso de aquellos que soportan estacarga. (341)

El que llama orden lexicográfico, se refiere en Rawls al

orden implícito, en que una condición se da antes que otra, si

bien no significa que la primera acepción indexada sea más

importante que la que le sigue.

Posteriormente, en 1990, en una conferencia en The Tanner

Lectures on Human Values, Rawls hizo una precisión conceptual, que

evidencia la evolución de su pensamiento social a la luz de la

reflexión en el tema. Veamos su explicación:

Antes de abordar las dos carencias de la formulación de las

libertades básicas, hay que considerar algunas cuestiones

preliminares. En primer lugar, los dos principios de justicia

dicen así:

1.  Toda persona tiene igual derecho a un régimen plenamente

suficiente de libertades básicas iguales, que sea compatible con

un régimen similar de libertades para todos.

2.  Las desigualdades sociales y económicas han de satisfacer

dos condiciones. Primero, deben estar asociadas a cargos y

posiciones abiertos a todos en las condiciones de una equitativa

igualdad de oportunidades; y, segundo, deben procurar el máximo

beneficio de los miembros menos aventajados de la sociedad.

Nuestro filósofo continúa diciendo:

El cambio en el primer principio de justicia antes citado esque las palabras “un régimen plenamente suficiente”sustituyen a las palabras “el más amplio sistema total”,utilizadas en Una teoría de la Justicia. Este cambiodetermina la introducción de las palabras “que sea” antes de“compatible”. (341)

Según el principio de la diferencia, los favorecidos por la

naturaleza no podrán obtener ganancias por el mero hecho de estar

más dotados, sino solamente para cubrir los costos de su

entrenamiento y educación, y para usar sus dones de manera que

también ayuden a los menos afortunados. En otras palabras, las

ventajas iniciales, como la inteligencia, la belleza, la salud, no

solamente beneficiarán al afortunado poseedor, sino que servirán

para mejorar a los menos afortunados, como una extensión del

propio beneficio, que se convierte en bien  para toda la sociedad.

Para Rawls, la benevolencia, como ya lo dijimos anteriormente, no

es un sentimiento que forme parte de la naturaleza humana, no es

constitutiva de ella ni de la cooperación social, por lo que hay

que recurrir al principio de la reciprocidad, que en sí es

justicia, ya que moviliza en ese sentido a quienes se han visto

favorecidos por los otros. La idea que subyace en el término

“reciprocidad” es que existe una tendencia a responder de igual

modo. Más aún, en esta hermenéutica, Rawls supone que sin ese

sentimiento nuestra naturaleza psicológica sería frágil, cuando no

imposible: porque es seguro que una persona racional no puede

permanecer indiferente ante cosas que atañen notablemente a su

bien; y si suponemos que esa persona desarrolla alguna actitud

respecto a ellas, adquirirá o un nuevo afecto o una nueva

aversión. Si se correspondiera con odio a nuestro amor, o si

aborreciésemos a quienes se conducen honestamente respecto a

nosotros, o si nos opusiésemos a las actividades que favoreciesen

nuestro bien, pronto se disolvería cualquier comunidad. Los seres

con una psicología diferente, o nunca han existido, o han tenido

que desaparecer muy pronto, en el curso de la evolución. Parece

que la capacidad de un sentido de justicia, levantado sobre la

base de que a los sentimientos de los demás respondamos nosotros

con sentimientos análogos, es una condición de la sociabilidad

humana. Para Rawls,

Todos los bienes sociales primarios –libertad, igualdad deoportunidades, renta, riqueza, y las bases de respetomutuo- han de ser distribuidos de un modo igual, a menos queuna distribución desigual de uno o de todos estos bienesredunde en beneficio de los menos aventajados. (341).

Ahora pasaremos a examinar un aspecto sumamente importante

de la Teoría de Justicia: el principio de compensación. En las

palabras de Rawls:

Este principio afirma que las desigualdades inmerecidasrequieren una compensación; y dado que las desigualdades denacimiento y de dotes naturales son inmerecidas, habrán deser compensadas de algún modo. Así, el principio sostiene quecon objeto de tratar igualmente a todas las personas y deproporcionar una auténtica igualdad de oportunidades, lasociedad tendrá que dar mayor atención a quienes tienen menosdones naturales y a quienes han nacido en las posicionessociales menos favorables. La idea es compensar las ventajascontingentes en dirección a la igualdad. Conforme a esteprincipio podrían aplicarse mayores recursos para laeducación de los menos inteligentes que para los más dotados,al menos durante ciertos períodos de su vida, por ejemplo,los primeros años escolares. (123)

Rawls entiende que esta compensación no es el objeto

exclusivo del orden social, pero que es uno de los elementos de su

concepción de la justicia. Es de alto interés este concepto, que

si bien no se ha tomado en consideración desde el nivel macro –el

Estado- sí se ha aplicado en el nivel micro –el individuo- cuando

éste ha sido afectado en sus derechos, en sus bienes o en

integridad física, por otros individuos. Tal situación es tomada

en cuenta en todas las legislaciones conocidas. La novedad está en

que Rawls asigna a la sociedad esa responsabilidad compensatoria,

además con carácter obligatorio.

Examinemos la idea del Estado imparcial de Rawls y su

relación con la educación. Según esta ideología, la escuela y el

Estado deben ser neutrales entre las distintas opciones de vida

buena que tienen los individuos, porque nadie tiene ningún derecho

a decir a otros cuál es la vida mejor. Cada individuo, entonces,

es libre para elegir racionalmente entre las muchas opciones que

tiene a la vista en una democracia. En la educación, se trata de

maximizar la futura libertad de opción que tendrán los alumnos,

sin forzarlos ni guiarlos, ni menos conducirlos hacia un bien

predeterminado por otros. De ninguna manera se guiará a los niños

hacia creencias ni modos de vida o convicciones que estén ya

dados. Hay una falla en el argumento, porque los niños por

definición deben ser guiados hacia la verdad por los adultos,

porque aún no logran la plena racionalidad ni la plena autonomía.

Quizás estaría más de acuerdo en señalar que lo importante es

crear las condiciones para que los alumnos hagan sus elecciones

libremente cuando puedan hacerlo de manera racional. Es decir, hay

que crear una mentalidad hacia el Estado como neutralidad o

imparcialidad, que es lo que propiciaba Rawls.

    Mills argumentó que el Estado debía garantizar el acceso

de los niños a la educación, de manera que ellos pudiesen ser

informados de forma adecuada para poder elegir libremente; por

tanto es buena la obligatoriedad de la enseñanza, siempre que se

circunscribiese a los hechos, datos y teorías, sin necesidad de

que se les instruyera sobre alguna posición determinada que los

adultos considerasen correcta o buena. La idea de Milss era crear

una escuela libre de prejuicios. Mills quería que las opiniones y

puntos de vista de cada uno quedasen aparcados a la puerta de la

escuela.

 Continuando con el razonamiento de Rawls, si la justicia es

la primera virtud de la sociedad, la libertad es la segunda, pues

sin ella, como argumentamos siguiendo a Bunge (2001), no hay

igualdad, ni equidad ni solidaridad. De la libertad se desprenden

los cinco bienes sociales que hay que considerar en una sociedad

ordenada, como expresa Rawls en Sobre las libertades (52-53):

1. Las libertades básicas (libertad de pensamiento y libertad

de conciencia, etc.): estas libertades constituyen las condiciones

institucionales de fondo necesarias para el desarrollo y pleno

ejercicio informado de las dos potestades morales; estas

libertades son también indispensables para la protección de una

amplia de concepciones determinadas de lo bueno (dentro de los

límites de la justicia).

2. La libertad de movimiento y libre elección de ocupación

frente a un trasfondo de diversas oportunidades: estas

oportunidades permiten la prosecución de diversas metas finales y

dan efecto a una decisión de revisarlas y cambiarlas, si así se

desea.

3.  Potestades y prerrogativas de cargos y puestos de

responsabilidad: éstas dejan espacio a las diversas capacidades de

autogobierno y capacidades sociales de la persona.

4.  Ingresos y riqueza, concebidos en términos amplios como

medios generales (con valor de cambio): los ingresos y riqueza son

necesarios para alcanzar directa o indirectamente una amplia gama

de fines, sean cuales fueran.

5.  Las bases sociales del respeto a uno mismo; estas bases

son aquellos aspectos de las instituciones básicas normalmente

esenciales para que los ciudadanos tengan un auténtico sentido de

su valía personal, y sean capaces de desarrollar y ejercer sus

potestades morales, y proseguir sus fines y metas con confianza en

sí mismos.

De los cinco bienes sociales, la educación calza

perfectamente en el cinco, aún más, equivale exactamente a lo que

podríamos esperar que la educación hiciese por nosotros, tanto

porque es una función moral y porque permite desarrollar un

proyecto de vida en su totalidad.

Los elementos conceptuales que hemos reseñado pueden ser

utilizados como un “test de sociedad ordenada”, que

correspondería a aquella en que los cinco bienes no solamente

están presentes, sino que se ponen en práctica en forma justa,

igualitaria y libre. Podemos intentar aplicar la Teoría de la

Justicia, de manera hipotética, a la realidad educacional

Latinoamericana.

 

El análisis de la educación en Latinoamérica desde la

perspectiva de la justicia social 

Un buen punto de partida analítico es reconocer que las

sociedades en Latinoamérica  han sido y son profundamente

desiguales y poco equitativas,  y este reconocimiento situacional

es el grado mínimo de diálogo para revertir la situación. Pero,

¿si estamos ante una sociedad que no es ordenada, cómo poder

aplicar los principios de la Teoría de la Justicia? Necesitaremos partir

considerando que en un estado de derecho, el consenso mínimo se ha

logrado en una sociedad de tipo democrática, donde los ciudadanos

se expresan a través de representantes. La posición original, si

bien imperfecta, está en el inicio de ser lograda. La reunión

inicial hipotética de Rawls, en que los actores inician sus

acuerdos para maximizar el mínimo, se considera en marcha. El velo

de la ignorancia es imperfecto, pero bastaría este reconocimiento

para que nosotros pudiésemos iniciar este ejercicio intelectual.

Para una plena aplicación de los principios de Rawls, la

educación tiene una tarea importante: lograr establecer los

valores fundamentales que permiten la marcha justa de la sociedad

hacia la plena democracia y plena justicia.

La argumentación desde el ámbito de la educación la

iniciaremos señalando que los comentaristas de Rawls que conocemos

-Agra, Crain (118-136), Simmons, Singer; Ricoeur y  Connell- han

pasado por alto una idea señera de Rawls, referida a que la

educación moral del niño reproduce la forma primitiva del

desarrollo moral de la sociedad. Efectivamente, en TJ leemos:

Me referiré a la moralidad de la autoridad como a la primeraetapa en la serie del desarrollo moral. Aunque determinadosaspectos de esta moralidad se conservan en etapas ulterioresen ocasiones especiales podemos considerar la moralidad de laautoridad en su forma primitiva como la del niño. Creo que elsentido de la justicia es adquirido gradualmente por losmiembros más jóvenes de la sociedad, a medida que sedesarrollan. La sucesión de generaciones y la necesidad deenseñar actitudes morales (por simples que sean) a los niñoses una de las condiciones de la vida humana. (511)

Rawls al hacer esta afirmación, plantea entonces que la

sociedad va adquiriendo su moralidad pasando de una forma

primitiva a una ordenada como fruto del accionar societario de los

miembros. Entonces, para nosotros, surge con fuerza una de

las instituciones importantes de la sociedad que es clave para el

logro de la justicia. Nos referimos por supuesto a la educación.

La moralidad se va adquiriendo en etapas, que hacemos válidas

tanto para la sociedad primitiva como para el niño, que será en el

futuro parte de la reunión consensuada de la posición original.

Al analizar a un importante autor, L. Kohlberg (1969),

encontramos un aporte que nos ayuda en el análisis del desarrollo

moral: el niño asimila la figura de la autoridad entre los 1 y los

13 años. Es el nivel que Kohlberg denomina la “moralidad de

conformidad con el papel convencional” y que asimilamos a la

moralidad de la autoridad de Rawls. La etapa de la moralidad de

los principios morales autónomos, los consigue el niño, señala

Kohlberg, a partir de los 13 años, o más tarde o nunca. (Papalia y

Wendkos, Bergling, K. 1991) Si se logra esta etapa, el niño es

capaz, en adelante, de darse cuenta de cuándo existe un conflicto

entre las normas morales y, en consecuencia, es capaz de escoger

la norma que se adapta a su propia moralidad. Las edades en que

surge la moralidad es el gran aporte que vemos en Kohlberg a

Rawls, y supone una triangulación conceptual con éste.

Si consideramos que la sociedad latinoamericana  está, en

cuanto a justicia  social y equidad, en un estado primitivo,

imperfecto, debería, al igual que el niño, pasar y asumir las

siguientes etapas del desarrollo moral: 1) Moralidad de la

Autoridad, 2) Moralidad de la moralidad de la asociación, y 3)

Moralidad de los principios. Analicemos cada una de estas etapas

para entender cómo esperar que la imperfecta sociedad chilena

pudiese comenzar a constituir una sociedad ordenada, justa, en la

cual se pudiesen aplicar los principios de la Teoría de la

Justicia.

1. La moralidad de la autoridad se adquiere a medida que el niño (o

la sociedad) se desarrolla y aprehende gradualmente el sentido de

la justicia. La sociedad bien ordenada incluye, como institución

fundacional, a la familia, y en ella los niños están sujetos a la

legítima autoridad de los padres. El niño aprende a respetar y a

amar a esa autoridad, pero sólo si los padres lo quieren

manifiestamente a él. Esta idea, señala Rawls, la tomó del Emilio de

Rousseau. Con el tiempo, el niño llegará a confiar en sus padres y

se sentirá seguro con ellos. Para que este respeto a la autoridad

aparezca en el niño, se precisan algunas condiciones: a) Los

padres aman al niño; b) Los padres son objeto de la admiración del

niño; c) Los padres deben enunciar reglas claras e inteligibles y

que sean justificables; los padres deben, al dar esas reglas,

exponer sus razones; y s) Los padres deben ser ejemplo de

moralidad.

Si cambiamos la palabra “padres” por autoridad y el “niño”

por ciudadanos, se entenderá lo que queremos expresar: el

desarrollo moral societario y de los miembros es similar y obedece

en su desarrollo a los condicionantes señalados por Rawls.

2.   La moralidad de la asociación es la segunda etapa del

desarrollo moral y Rawls la explicita cuando expresa:

…el contenido de la moralidad de la asociación viene dado porlas normas morales apropiadas a la función del individuo enlas diversas asociaciones a las que pertenece. Estas normasincluyen las reglas de la moralidad de sentido común,juntamente con los ajustes necesarios para insertarlos en laposición personal particular de una persona; y le soninculcadas por la aprobación y por la desaprobación de laspersonas dotadas de autoridad, o por los otros miembros del

grupo. Así, en esta etapa, incluso la familia es consideradacomo una pequeña asociación, normalmente caracterizada poruna jerarquía definida, en la que cada miembro tiene ciertosderechos y deberes. Cuando el niño se hace mayor, se leenseñan las normas de conducta adecuadas a su situación. Lasvirtudes de un buen hijo o de una buena hija se explican o,por lo menos, se exponen a través de las expectativaspaternas, tal como éstas se muestran en sus aprobaciones ydesaprobaciones. Hay, asimismo, la asociación de la escuela yde la vecindad, y hay también formas de cooperación a cortoplazo, aunque no por ello menos importantes, como los juegosy las diversiones con los compañeros. (516-517)

Creemos que está muy clara en la cita anterior, una posible

interdependencia entre el desarrollo moral del individuo y el de

la propia sociedad. La cooperación societaria desarrolla lazos de

amistad, de lealtad y de mutua cooperación. Si no se cumplen los

deberes que surgen de esos lazos, aparecería la culpabilidad, la

cual produce sentimientos que se pueden manifestar en acciones

como el reconocer una circunstancia injusta o la necesidad de

reparar el daño causado (520). Aquí entendemos, si bien Rawls no

lo explicita, que en esa culpabilidad está la génesis del

principio de la compensación en la sociedad ordenada.

3. La moralidad de los principios: En esta etapa, “principios”

significa “primeros principios” (TJ: 523), señala Rawls. El niño,

llevado por el amor a sus padres y por los lazos de amistad y

lealtad, hace suyos los principios morales que se le han enseñado;

si existen esos lazos, la adhesión a los principios es más fuerte.

Aquí, en la sociedad, se puede dar el caso de la existencia de un

sentimiento, por ejemplo, nacional, de culpabilidad por alguna

injusticia colectiva, en que no se cumplió algún principio. En su

evolución moral, el individuo ha conocido los principios de la

justicia, ha desarrollado lazos de amistad y pertenencia, ha

desarrollado afectos hacia personas e instituciones, y así como ha

expresado esos sentimientos en instancias más reducidas –como en

el ámbito local, deportivo- los puede dirigir hacia el deseo de

actuar justamente y a promover las instituciones justas (TJ: 522-

523). En esta etapa,

Desarrollamos un deseo de aplicar y de actuar según losprincipios de la justicia, una vez que comprobamos que losordenamientos sociales que responden a ellos han favorecidonuestro bien y el de aquellos con que estamos afiliados. Conel tiempo llegamos a apreciar el ideal de la cooperaciónhumana. (523).

Veamos como un sentimiento de justicia se torna manifiesto:

“Primero: nos induce a aceptar las instituciones justas que se

acomodan a nosotros, y de las que nosotros y nuestros compañeros

hemos obtenido beneficios. Necesitamos llevar a cabo la parte que

nos corresponde para mantener aquellos ordenamientos.” (524)

Lo que interesa acotar en este punto, es que lo que une a los

ciudadanos es su adhesión a los principios de la justicia, que

prima por sobre las consideraciones de amistad, ya que, salvo en

una comunidad muy pequeña, nadie puede ser amigo de todos o tener

las mismas simpatías por todos.

Segundo: un sentimiento de justicia da origen a una voluntad

de trabajar a favor de la implantación de instituciones justas (o,

por lo menos, de no oponerse) y a favor de la reforma de las

existentes cuando la justicia lo requiera. (524).

Un comentario inmediato está en recordar que la racionalidad

es un punto bueno en la Teoría de la Justicia, puesto que las normas

sociales y los principios derivan del buen juicio de los

ciudadanos y de la sana autoridad, que es la que respeta y hace

suyos los principios de la justicia.

En este apretado resumen de la génesis de la moralidad,  en

un plan para obtener en Latinoamérica una sociedad ordenada, es

preciso comprender que:

1. El desarrollo de la moralidad en el micro-continuum (el

individuo, la familia, la escuela) reproduce la génesis moral de

la sociedad. Por tanto, en nuestra sociedad injusta, tenemos la

tarea de formar a los ciudadanos en la moralidad de la justicia,

mediante el ejemplo de la autoridad, los lazos familiares, el

respeto a los padres y al sistema democrático, pues esos valores

comunitarios son los que permiten a la sociedad adquirir la

moralidad propia de una sociedad justa, ordenada. Es importante

que esta formación se inicie tempranamente y culmine cerca de los

13 años, para ser reforzada a lo largo de toda la vida. La edad

cercana a los 13 años es importante, como lo demuestra Kohlberg en

su teoría del desarrollo moral.

2. La cooperación –la reciprocidad que ya hemos definido- es

la clave del ordenamiento que lleva a la justicia. La escuela

fomentará esa cooperación, estimulará las conductas propias y

desaprobará las impropias, favoreciendo en todo momento el

fortalecimiento de los sentimientos societarios por sobre los

individualistas; la autoridad hará lo mismo en el macro-continuum,

dando ejemplo de moralidad; las instituciones sociales procurarán

el fomento de esos lazos de lealtad en los miembros. Los niños y

los jóvenes deben tener claras las expectativas que la sociedad

tiene sobre su importancia como ciudadanos justos, y sabrán

también que la sociedad y la autoridad son justas. De la

reciprocidad surgirá la solidaridad, como un bien distinto a la

caridad por falta de atención de parte de la autoridad política.

3.  Para promover la moralidad de los principios, los

ciudadanos comprenderán y harán suyos los principios de la

justicia porque consideran que son justos y son racionales; los

niños internalizarán los principios si los ven aplicados en sus

padres, en las autoridades y en la sociedad.

 Los conceptos anteriores no son ambiguos; si bien son

generales, están posicionados en una perspectiva de cómo lograr

una sociedad justa pasando por una de las principales

instituciones societarias. El paradigma continental, en sus

contenidos, en el hecho de asignar tanta importancia al rol de la

educación, es demostración de un intento de la sociedad en la

búsqueda por reducir la desigualdad. Es un intento más de

sentimientos que de racionalidad pura, pues involucra deseos y

esperanzas, pero es el punto de partida para el consenso nacional,

que es el inicio para llegar a la posición original de Rawls. Es

decir, el paradigma educacional se justifica y adquiere sentido en

términos de expectativas sociales insatisfechas, y porque la

sociedad –todos nosotros- hemos depositado esos anhelos de

justicia en la educación, el gran logro esperado, la gran tarea

que tiene casi 200 años  de sacrificios, de trabajo y de inversión

de recursos. Si hemos sido capaces de crear un paradigma tan

hermoso en sentimientos y deseos, ¿Por qué no podríamos crear un

paradigma social basado en la justicia?

La gratuidad de todo el sistema educacional y la teoría de la

justicia

Es notorio y reconocido que la educación estatal, incluso la

superior, nace en América Latina bajo el ideal de la gratuidad, la

que ahora se mantiene plenamente en unos pocos países, como

México y Argentina.

Sin embargo, en el siglo XX comienza a debilitarse el sistema

gratuito, y paulatinamente predomina la idea que los más ricos

deben pagar por su educación, dejando al Estado solamente los

estamentos más desvalidos económicamente, ya no bajo el sistema de

gratuidad total, sino de un sistema de becas, sujeto a las

veleidades de los sistemas de gobierno y del capricho de los

bancos comerciales en cuanto al monto de los intereses. En países

como Chile, tal sistema de abandono del rol directo del Estado ha

conducido a un malestar en la mayoría, y este desagrado es

transversal, lo que afecta tanto la popularidad de cualquier

gobierno como su permanencia en las próximas elecciones.

Conclusiones

 Veamos en qué principios de Rawls podemos fundamentar la

gratuidad del sistema educacional, al menos en aquellos

establecimientos estatales o municipales (que en el fondo, son lo

mismo), para reducir la marginación de los más pobres respecto de

la educación de calidad:

 1)    La igualdad de derechos:  para que se aplique este

principio, debemos coincidir en que para su aplicación en una

sociedad ordenada, tienen tanto derecho los pobres como los ricos

a recibir educación; si solamente pagan los ricos, hay una

discriminación aparente, pues éstos pagan más impuestos que los

más pobres, y por lo tanto es justo que reciban la educación en

las mismas condiciones para todos, sobre todo si -como pasa en la

mayoría de los países de Latinoamérica- al menos la educación

universitaria que proporciona el Estado es de mejor calidad que la

que dan las universidades privadas. Basta mirar los rankings de

universidades latinoamericanas para darse cuenta de esta verdad.

Por lo demás, si fuese a la inversa y las universidades privadas

fuesen en su momento las mejores, entonces los más ricos

emigrarían hacia ellas. Los derechos deben ser iguales para todos.

Todos los ciudadanos cuentan.

2)    La igualdad de oportunidades: La idea es que cualquier

desigualdad que no se deba al propio afectado, debe ser

compensada, para disminuir el efecto negativo que sobre

determinados grupos produciría el no tener la misma cantidad de

igualdad para hacer una vida satisfactoria. La compensación es lo

que corresponde al término equidad, en que se disminuye el peso de

la desigualdad mediante un plus que proporciona el Estado en

representación de la sociedad. Por ejemplo, proporcionando  una

educación de la misma calidad que reciben los más ricos, o

asegurando becas y ayudas a los estudiantes que demuestran su

capacidad y dedicación n sus estudios. O bien, por ejemplo,

disminuyendo los puntajes de ingreso a las universidades estatales

a los más pobres, y compensando su desnivel mediante cursos

introductorios a la carrera que ingresen.

La igualdad de género es una variable importante a considerar

en cualquier análisis sobre la marginación: hay consenso entre los

autores recientes -como, P. Álvarez L. y S. Gordon, D. (2009) -

quienes señalan que Latinoamérica está en un proceso de

feminización de la pobreza, porque además las mujeres, aún en los

países desarrollados, son más proclives a sufrir privaciones que

los hombres. La compensación de género es un tema que habrá que

afrontar en algún momento antes de terminar este segundo decenio

del siglo en que estamos.

La gratuidad de la educación es un poderoso medio para

asegurar la igualdad, siempre que vaya acompañada de la misma

mejor calidad que se puede comprar en el mercado educacional. De

otra manera, volvemos al punto de partida de la desigualdad. La

gratuidad se puede lograr mediante mayores impuestos de las

empresas y de los ciudadanos más ricos, y así ellos reciben

también la misma ventaja por lo cual no deberían sentirse

afectados por el dinero que entreguen al Estado.

No veo otra forma de reducir la desigualdad y de nivelar la

igualdad de oportunidades. El problema surge cuando las sociedades

están estructuradas de tal manera que los bienes más importantes

se distribuyen de forma desigual. La tarea más importante, para

ordenar a la sociedad, es hacer que cada uno de los ciudadanos

reconozca los derechos de los otros, y a su vez, cada cual sepa

cuáles son esos derechos y en qué valores se sustentan. Y para

ello la educación, en todo el sistema, debe entregar principios

valóricos consensuados e internalizados. Como dijimos más arriba,

Rawls entendía que la generosidad y la bondad no son cualidades

que vienen en los genes. Tenemos que crear las condiciones para

que esos valores existan realmente.

Referencias

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