MANTILLA CHAPARRO ENTREVISTADO A PROPÓSITO DE POÉTICA DE MUTIS

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ENTREVISTA A GABRIEL MANTILLA CHAPARRO SOBRE «EL SER POÉTICO» DE ÁLVARO MUTIS (Diario El Universal, Caracas, 13 de Marzo de 2006) Por Alejandro SEBASTIANI Tras revisarlo, el creador de Maqroll le envió una misiva al investigador: «Mi poesía se me ha presentado en forma tan clara que me asaltó la duda si en verdad yo las había escrito» -le dice. Hoy en día resulta inverosímil, casi un absurdo, encontrar una carta en los polvorientos buzones de correo tradicional; ahora se envían e-mails, se chatea: los íconos digitales, progresivamente, sustituyen a las palabras y les roban su espacio. Lo cierto es que rara vez, muy rara vez, se reciben cartas de Álvaro Mutis, salvo que el destinatario haya escrito un libro denominado Ser filosófico y ser poético en la obra de Álvaro Mutis, tal es el caso del escritor Gabriel Mantilla Chaparro. Tres años estuvo preparando la obra, la cual le valió como tesis para su Maestría de Literatura Latinoamericana en la Pontificia Universidad Javeriana de Santa Fe de Bogotá. Mutis, en la epístola que le dirige al escritor en señal de agradecimiento, expresa que el estudio sobre su obra le ha parecido «[…] titánico, lúcido y revelador.

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ENTREVISTA A GABRIEL MANTILLA CHAPARRO SOBRE «EL SER POÉTICO» DE ÁLVARO MUTIS (Diario El Universal, Caracas, 13 de Marzo de 2006)

Por Alejandro SEBASTIANI

Tras revisarlo, el creador de Maqroll le envió una misiva al investigador: «Mi poesía se me ha presentado en forma tan clara que me asaltó la duda si en verdad yo las había escrito» -le dice. Hoy en día resulta inverosímil, casi un absurdo, encontrar una carta en los polvorientos buzones de correo tradicional; ahora se envían e-mails, se chatea: los íconos digitales, progresivamente, sustituyen a las palabras y les roban su espacio. Lo cierto es que rara vez, muy rara vez, se reciben cartas de Álvaro Mutis, salvo que el destinatario haya escrito un libro denominado Ser filosófico y ser poético en la obra de Álvaro Mutis, tal es el caso del escritor Gabriel Mantilla Chaparro. Tres años estuvo preparando la obra, la cual le valió como tesis para su Maestría de Literatura Latinoamericana en la Pontificia Universidad Javeriana de Santa Fe de Bogotá. Mutis, en la epístola que le dirige al escritor en señal de agradecimiento, expresa que el estudio sobre su obra le ha parecido «[…] titánico, lúcido y revelador.

Revelador de zonas de mi ser que yo tenía ocultas sin saberlo y que usted pone en evidencia con una certeza que ha llegado a espantarme. En ese espejo nunca pensé que pudiera un día verme. Mi poesía y mis novelas se me han presentado de repente en forma tan clara y tan rica que, por momentos, me asaltó la duda si en verdad yo las había escrito. Espero que algún día los dioses nos reúnan y pueda yo decirle lo que esta tesis ha sido para mí y lo que será hasta mi último día […]» «[…] Escribir ha sido para mí, desde cuando escribí mi primer poema destinado a la publicación, un tormento aterrador. Ahora cobra un sentido trascendente y, como lo digo en algún poema mío, todo está en orden […]» UN VIEJE POR MAR Mantilla ahondó en la obra de Mutis desde su «centro de celebración», al decir de Gabriel Jiménez Emán, en el prólogo del libro, para poder desentrañar la esencia de su escritura y las imágenes que han dado pie a la totalidad de su obra narrativa y poética. Gabriel Mantilla Chaparro se ha trazado un camino para navegar por las voces de Álvaro Mutis y entrar en esas zonas minadas donde transita el ser, o mejor, el ser ahí [...] Desde Heidegger o de la mano de Heidegger y de su concepción del Ser intenta transitar por una Fenomenología de la desesperanza [...] Se trata de un viaje, en este caso un viaje por mar, espacio donde se gesta la metáfora central de Mutis […] Para Gabriel Mantilla Chaparro, la poesía del autor de Amirbar (Norman Siruela, 1990) viene a ser algo así como el gran epígrafe, el tuétano de esa noble arquitectura, de ese archipiélago de cosas hermosas, crudas y definitivas que constituyen la metáfora de la

existencia humana y que están presentes también en su obra narrativa. -¿Cómo le hace llegar usted la obra al escritor? ¿De qué manera se establece la conexión? -Mi libro pudo llegar a manos de Mutis gracias a Gregory Zambrano, quien realizaba su doctorado en el Colegio de México, mientras yo estaba en Santa Fe de Bogotá. Nos encontramos en una feria del libro y allí le hice entrega de un ejemplar mimeografiado para hacerlo llegar al maestro, como me complace llamarlo. Los conceptos emitidos por Mutis sobre la obra han venido a justificar todo este azar en el que están destinados a navegar nuestras obras. Por eso pienso que ha llegado a su «lector fundamental» -¿Ha establecido contacto con Mutis más allá de la correspondencia? -Hemos tenido un contacto telefónico y epistolar. Aunque últimamente ha habido un silencio excusable. Debo más bien agradecer que él haya tomado parte de su valioso tiempo para reconocer este trabajo. Aún los dioses no han podido reunirnos. Ojalá no se trate de un `regalo inconcluso´, unending gift, como diría Borges. INFUENCIAS MUTIANAS -¿Cuál es la principal inquietud que lo lleva a hacer una investigación sobre este autor? -Tomé a Mutis porque su obra me pareció muy rica en el lenguaje, así como en la cosmovisión que tiene del mundo y del devenir del hombre, en esa responsabilidad por el vivir en un mundo donde la única certidumbre es la muerte; porque hay que darle algún sentido a la existencia. -¿Cuál cree usted que han sido los autores que más

han influenciado en la escritura de Alvaro Mutis, en su estilo literario? -Entre los escritores que más huella dejan en la obra de este gran escritor colombiano estarán Charles Baudelaire, Herman Hesse, Joseph Conrad, Rilke, Whitman, André Gide, Valery Larbaud, Paul Valery, Cervantes, entre tantos que han sido dignificados por Mutis. Sin embargo, cabe destacar que la forma como están destilados en el imaginario y en el lenguaje, notable don en él, es ejemplar. -¿Cuáles son los grandes temas de Mutis? -Desarrolla lo que son, a mi criterio, los eternos temas del hombre: la soledad, el destino, el tiempo, sobre todo la libertad, el desarraigo, el sueño, la derrota, el miedo, la historia, la inmortalidad, el amor, la felicidad, el azar; lo que quizá Jorge Luis Borges llamara Las Kenningars o las metáforas eternas. -¿Y sus libros fundamentales? -Toda su poesía y su prosa es necesario leerla completa. Es una obra tipo saga; participan en ella sus personajes principales, específicamente Maqroll, ese gran cronopio de la obra mutiana; su conjunto representa el proyecto de una propuesta existencial, fenomenológica, expresionista y algo romántica. Entre sus obras son mis preferidas las novelas La nieve del almirante, Un bel morir, y La última escala del Tramp Steamer. EL TORMENTO DE ESCRIBIR -¿Por qué cree usted que Mutis concibe a la escritura como un tormento, como algo aterrador? -Ciertamente es algo aterrador y tormentoso el hecho mismo de escribir, como bien señala el escritor colombiano. El escritor es como el actor en su relación

con otro actor, el lector, en medio de este grande y pequeño teatro que es el mundo y su sustancia de realidad. Hay que vivir el papel con una fuerza sólo capaz en el espíritu humano. Y esa fuerza, esa tenacidad en la escritura para encontrar la manera de expresarla con las mejores palabras, conmueve, atormenta, aterra. -¿Es la misma «voz» que presenta Mutis al momento de expresarse mediante la narrativa que en la poesía? -Sí. Ya lo ha dicho en algunas ocasiones y cuando uno lo lee, se sumerge en su obra, alcanza esta certeza. Su obra poética primera viene a ser la gran fuente, el aljibe del cual mana esa narrativa fresca, profunda, elevada, que va a la cima y a la sima del ser, a través de ese astrobuzo, de ese espía, de ese dios Jano que mira al pasado y al futuro, consciente de que no es posible retornar al tiempo adánico, a la apocatástasis, cuando el hombre volaba y caminaba de tú a tú con los dioses. -¿Cuál cree usted que es el momento donde confluyen el «ser poético y el ser filosófico» de Álvaro Mutis? ¿Se pueden concebir como unidad? -Concibo un ser filosófico, donde el Dasein, el hombre en situación, está sometido a la forja de las situaciones límites, de las posibilidades e imposibilidades en las que ha de definirse y debatir su existencia, consciente siempre de estas ilusiones, acciones de lo inasible, por medio de una espantosa lucidez que la más de las veces es desesperanzadora. Y este ser filosófico confluye con un ser poético que ausculta la posibilidad de sobrevivir a través de la palabra poética, de la imagen, de los símbolos, de los mitos, del lenguaje y sus posibilidades infinitas y esenciales, como en el ajedrez. -La presencia de otra realidad...

-Es la presencia plena de una realidad interior, que enfrenta la vivencia de todo instante con un sentido de trascendencia en el que el tiempo normal, como lo percibimos, pierde todo límite; es una finitud cierta que constituye el espejo que le muestra el vacío, pero también la magnitud de todo intento humano para alcanzar un máximo de sentido a la existencia. Pone el hombre, el poeta, en marcha todas sus fuerzas para horadar en la roca poética, en las imágenes plásticas, la sustancia fluyente de la poesía.