Los últimos 'Ariki Mau y la evolución del poder político en Rapa Nui

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1 Los últimos 'Ariki Mau y la evolución del poder político en Rapa Nui 1 Cristián Moreno Pakarati [email protected] La versión revisada de este artículo (originalmente escrito en 2010) se sumerge en las adaptaciones efectuadas por el pueblo rapanui a nivel de organización política desde la destrucción de su orden social y cultural en la década de 1860, producida por factores externos (epidemias y cristianización). Con una comunidad reducida a algo más de un centenar de habitantes, los rapanui generaron nuevos sistemas de representación, en base a liderazgos visibles más bien jóvenes, aunque sujetos a una poderosa fiscalización, y ocasionalmente dirección, de hombres y mujeres mayores. Por otra parte, la base del poder soberano pasó a ser más “la gente” que “el territorio”, con una comunidad enclaustrada en Hanga Roa. Ciertos elementos de continuidad pueden apreciarse, de todas maneras, entre estos nuevos liderazgos y los sistemas anteriores al colapso de 1860, vinculando la dirección política de la comunidad con los tiempos de los ‘ariki mau y el tangata manu ente otros. La visión romántica e idealizada del poder político en la antigua Rapa Nui pre- cristiana presenta a una figura, el ‘ariki mau o rey hereditario, que tendría potestad sobre la población y el territorio de la Isla desde un punto de vista político-religioso. El término ‘ariki se usa hoy indistintamente para los soberanos antiguos, los reyes del período protohistórico y los jefes políticos de tiempos históricos lo que ha producido equívocos respecto a la verdadera naturaleza del poder de estos y las grandes diferencias que existen entre ellos. Pese a la coincidencia de nombre o “título”, los ‘ariki de Rapa Nui de los tiempos post colapso (1866-1902) forman parte de un proceso completamente diferente al de los sagrados reyes prehistóricos estudiados por las numerosas etnografías del siglo XX. No obstante, ya desde los últimos siglos previos al contacto con los europeos, los ‘ariki mau, pese a la devoción tradicional de su gente y a su aura sagrada, habían perdido progresivamente su rol estrictamente “político”. La creciente complejidad en la organización social isleña llevó al aumento significativo del poder de los jefes tribales locales (tangata hōnui), y en general, a múltiples y graduales transformaciones sociales, aceleradas en el período post-contacto (1722-1866). En los siglos XVIII y XIX, la isla pasa probablemente por una situación de crisis y recuperación de la cual los ‘ariki hereditarios salieron debilitados y los jefes tribales meritocráticos fortalecidos. El símbolo de este cambio en el balance de poder fue el afianzamiento de la competencia del hombre pájaro (tangata manu). Sin embargo los ‘ariki y su título continuaron existiendo y trascendieron incluso la desaparición del tangata manu en 1867, continuando en diversas formas hasta al menos 1902. Como se verá a continuación, las implicancias del poder político en la Isla son mucho más complejas que la simple presencia de un ‘ariki, cuyo título tiene significados muy diferentes según la realidad de cada período. Las jefaturas antiguas de Rapa Nui eran, como en el resto de Polinesia, hereditarias, y estaban originalmente asociadas al linaje principal de la tribu (mata) real de los Miru. Estos ostentaban una genealogía que ascendía hasta dioses del panteón 1 Título original en la edición 2011: “El poder político nativo en Rapa Nui tras la muerte de los últimos 'Ariki Mau”. El texto utiliza la misma columna vertebral aunque algunas partes están reformuladas con interpretaciones nuevas y corrección de varios errores presentes en el original. Además las referencias están actualizadas al haber nuevas obras más fácilmente disponibles para el lector interesado (Mayo, 2014).

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Los últimos 'Ariki Mau y la evolución del poder político en Rapa Nui1

Cristián Moreno Pakarati

[email protected]

La versión revisada de este artículo (originalmente escrito en 2010) se sumerge en las

adaptaciones efectuadas por el pueblo rapanui a nivel de organización política desde

la destrucción de su orden social y cultural en la década de 1860, producida por

factores externos (epidemias y cristianización). Con una comunidad reducida a algo

más de un centenar de habitantes, los rapanui generaron nuevos sistemas de

representación, en base a liderazgos visibles más bien jóvenes, aunque sujetos a una

poderosa fiscalización, y ocasionalmente dirección, de hombres y mujeres mayores.

Por otra parte, la base del poder soberano pasó a ser más “la gente” que “el

territorio”, con una comunidad enclaustrada en Hanga Roa. Ciertos elementos de

continuidad pueden apreciarse, de todas maneras, entre estos nuevos liderazgos y los

sistemas anteriores al colapso de 1860, vinculando la dirección política de la

comunidad con los tiempos de los ‘ariki mau y el tangata manu ente otros.

La visión romántica e idealizada del poder político en la antigua Rapa Nui pre-

cristiana presenta a una figura, el ‘ariki mau o rey hereditario, que tendría potestad

sobre la población y el territorio de la Isla desde un punto de vista político-religioso. El

término ‘ariki se usa hoy indistintamente para los soberanos antiguos, los reyes del

período protohistórico y los jefes políticos de tiempos históricos lo que ha producido

equívocos respecto a la verdadera naturaleza del poder de estos y las grandes diferencias

que existen entre ellos. Pese a la coincidencia de nombre o “título”, los ‘ariki de Rapa

Nui de los tiempos post colapso (1866-1902) forman parte de un proceso

completamente diferente al de los sagrados reyes prehistóricos estudiados por las

numerosas etnografías del siglo XX. No obstante, ya desde los últimos siglos previos al

contacto con los europeos, los ‘ariki mau, pese a la devoción tradicional de su gente y a

su aura sagrada, habían perdido progresivamente su rol estrictamente “político”. La

creciente complejidad en la organización social isleña llevó al aumento significativo del

poder de los jefes tribales locales (tangata hōnui), y en general, a múltiples y graduales

transformaciones sociales, aceleradas en el período post-contacto (1722-1866). En los

siglos XVIII y XIX, la isla pasa probablemente por una situación de crisis y

recuperación de la cual los ‘ariki hereditarios salieron debilitados y los jefes tribales

meritocráticos fortalecidos. El símbolo de este cambio en el balance de poder fue el

afianzamiento de la competencia del hombre pájaro (tangata manu). Sin embargo los

‘ariki y su título continuaron existiendo y trascendieron incluso la desaparición del

tangata manu en 1867, continuando en diversas formas hasta al menos 1902. Como se

verá a continuación, las implicancias del poder político en la Isla son mucho más

complejas que la simple presencia de un ‘ariki, cuyo título tiene significados muy

diferentes según la realidad de cada período.

Las jefaturas antiguas de Rapa Nui eran, como en el resto de Polinesia,

hereditarias, y estaban originalmente asociadas al linaje principal de la tribu (mata) real

de los Miru. Estos ostentaban una genealogía que ascendía hasta dioses del panteón

1 Título original en la edición 2011: “El poder político nativo en Rapa Nui tras la muerte de los últimos

'Ariki Mau”. El texto utiliza la misma columna vertebral aunque algunas partes están reformuladas con

interpretaciones nuevas y corrección de varios errores presentes en el original. Además las referencias

están actualizadas al haber nuevas obras más fácilmente disponibles para el lector interesado (Mayo,

2014).

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polinésico como Tangaroa, Tiki Te Hatu y Rongo2. Desde el aislamiento total de Rapa

Nui del resto de la Polinesia (hacia el 1350 DC), esta “realeza” pasó por grandes

alteraciones con la progresiva pérdida de influencia política de los “reyes de la tierra”

—‘ariki henua o ‘ariki mau—, opacada por un aumento del poder de los tangata hōnui

(siglos XV al XVIII) y los caudillos guerreros (matato’a, siglos XVIII y XIX)

concluyendo con el apogeo del tangata manu (siglo XIX), especie de líder político-

religioso que poseía el poder temporal durante un año3. Sin embargo esta “natural

evolución” fue bruscamente interrumpida por las incursiones esclavistas en busca de

mano de obra, provenientes del puerto de Callao, a fines de 1862 e inicios de 1863. Los

últimos ‘ariki hereditarios fueron llevados a la fuerza en buques a las haciendas del

Perú: el viejo ‘ariki Kaimako’i y su primogénito (‘atariki), el “príncipe” Maurata. La

desaparición de estas figuras tradicionales, que mantenían una enorme influencia

cultural y religiosa, supuso un duro golpe a los modos de vida y creencias autóctonas.

Pese a este desastre, la competencia del tangata manu continuó su curso con fines

políticos.

El misionero francés Eugenio Eyraud (1820-1868) arriba a la isla desde

Valparaíso, vía Pape’ete, el 2 de enero de 1864 (con seis rapanui retornados), seis meses

después de las últimas incursiones de barcos esclavistas (junio de 1863)4. En su confuso

relato y debido a su limitada capacidad de observación parece existir un “vacío de

poder” en la isla, aunque la tradición oral no señala una interrupción ni tampoco el fin

del ritual anual de la competencia del tangata manu hasta 18675. Tras la extracción

forzada de casi un cuarto de la población como esclavos, es muy posible que la

competencia entrara en un estado decadente, radicalizándose hasta el punto de que cada

año un grupo de caudillos tribales o matato’a ejercieran el poder temporal de forma

muy autoritaria. No habiendo visto gobierno general para la isla, Eyraud describe en su

relato la presencia de varios tangata hōnui, “jefes” como Torometi, Temanu, Pane a

Pa’ohu y Tamateka6. La naturaleza del poder de estos líderes la confirmaría ya el

misionero Hyppolite Roussel (1824-1898) a quien desde su cerrado ethos cultural y

moral este le parecía un sistema anárquico y bárbaro que justificaba, quizás, la

imposición del “superior” sistema europeo y cristiano. Ya en 1866, Roussel

mencionaría a otros jefes territoriales y especificaría sus jurisdicciones, identificando a

Ha’ara, jefe de Tongariki; Roma, jefe de Akahanga, Torometi de Apina, entre otros7. De

esto se infiere que en la práctica, más que el tangata manu como individuo, grupos

organizados de jefes de la confederación triunfadora ostentaban el poder temporal. De

aquí que ninguno de los misioneros mencione a algún tangata manu en sus escritos, lo

que muestra que aun cuando la competencia siguió efectuándose, después de los hechos

2 Indispensable para entender la naturaleza de los antiguos reyes es el artículo de Métraux (1937). La

sucesión era siempre patrilineal y los reyes asumían el trono en el momento de casarse, abdicando sus

padres al cargo. Ver también Barthel (1959). 3 Véase una descripción de estos “gobiernos” en la obra de Métraux (1940: pp.135-136 y 338-339). 4 Ver la obra de Jesús Conte Oliveros (1994: Capítulos 4 y 5, pp. 32-59) 5 Véase Horley 2012. 6 El relato de Eyraud, en una carta al Superior General de la Orden de los Sagrados Corazones en París,

Euthyme Rouchouze, con fecha de diciembre de 1864 se puede encontrar en varias publicaciones. Para

este trabajo hemos usado la que aparece en Edwards (1918). Véase ahora Foerster et al. (2013: 14-32

[SS.CC. 36-77]) 7 Informe de Hippolyte Roussel, sin destinatario, en el Archivo General de los Sagrados Corazones,

Maison Principale, Roma 75-2. Véase ahora Foerster et al. (2013: 75-78 [SS.CC. 204-209]). En Cools

(1973: números 204-209, pp. 71-74).

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de 1862-1863 el poder ejecutivo efectivo era ejercido por los jefes tribales de la

confederación ganadora de la competencia.

Una de las consecuencias más obvias de las razias esclavistas, fue el rápido éxito

de los misioneros Roussel y Zumbohm, tras su llegada en 1866, para “convertir” al

cristianismo a los escasos sobrevivientes del esclavismo, la viruela y la tuberculosis. La

evolución natural, el despoblamiento, las epidemias generalizadas, la cristianización y la

llegada de extranjeros con ambiciones de poder fueron elementos que le pusieron la

lápida a la aristocracia tradicional. Todo esto fue rematado por el establecimiento

definitivo —en 1868— del aventurero y capitán francés Jean Baptiste Onésime Dutrou-

Bornier (1834-1876), quien, al igual que los misioneros intentó llenar el espacio de un

poder transversal en la Isla. Entre las actividades de estos “poderes coloniales” se

encontró la “fundación” del poblado de Ste. Marie de Rapa Nui, la formación de un

“Consejo de Estado”, y un ascenso meteórico a través de la imposición de una nueva

autoridad moral, secundada por una “policía nativa eclesiástica”. Esta última, fue

diseñada por los misioneros y estaba al mando de catequistas mangarevanos y del jefe

del distrito de Akahanga, Roma a Ure Mo’enga, quien había sido bautizado como

Tepano (derivado de Stephanus, “Esteban”). Este guerrero había sido enemigo de la

Misión, aunque con el tiempo se convirtió en el protector del padre Roussel, a la vez

que formaba un grupo con otros nativos, quienes, bajo el cargo de mutoi8, combatían el

paganismo todavía abrazado por la mitad de la isla.

Esto reconfiguró el poder nativo ya que reunió grupos de jefes rapanui en torno a los

espacios generados por los nuevos hombres influyentes extranjeros: Jean-Baptiste

Onésime Dutrou-Bornier en Mataveri y el R.P. Hyppolite Roussel en Hanga Roa, los

que sin embargo no tenían, en absoluto el control total de la isla. El primero era

probablemente visto como un matato’a (jefe guerrero) moderno, con armamento, bienes

materiales y ascendiente político y comercial; el segundo como una especie de nuevo

tumu ivi atu’a (sacerdote), con ascendiente religioso, carácter fuerte e intransigente,

proveedor de nuevos cultivos y con contacto directo con alguna divinidad. Quedó

relegado a un tercer espacio el padre Gaspar Zumbohm (1823-1887), en Vaihū, quien

tenía un carácter mucho más flexible. Durante la época en que la misión católica actuó

en la isla, fueron los 3 poblados principales: Hanga Roa, Mataveri y Vaihū, donde se

disputaría el control político de la isla entera.

Entre 1864 y 1871, a raíz de la delicada situación provocada por las trágicas

acciones de piratería, se formó una compleja distribución del poder en Rapa Nui. Es

evidente que la disminuida y debilitada comunidad local había decidido formar alianzas

con los llamados tangata hiva (hombres del exterior) en lugar de combatirlos en forma

infructuosa. Así es como estas figuras locales, aparecen incluso inmiscuidas en la

política del nuevo “Estado colonial”, algo artificiosamente en manos de los extranjeros.

Algunos documentos de “compraventa” de terrenos han sobrevivido con los nombres de

algunos rapanui firmantes, como miembros del “Consejo de Estado” —por ejemplo

Ludovic Manu, Hina Poīe, Ure Harai y Fabiano Nga Uka—. Un documento citado por

el investigador español Jesús Conte, fechado el de 5 de octubre de 1868, muestra que

para esa fecha ya había algunos isleños que se habían adaptado al mundo político traído

8 Mutoi = “gendarme”. Es un vocablo tahitiano, importado por los misioneros.

4

por los europeos9. En cualquier caso, para fines de la década de 1860, la gran mayoría

de los nativos rapanui, tanto los rápidamente aculturados como otros más

tradicionalistas, ya habían decidido sacar provecho a estos hombres venidos del

exterior, en lugar de combatirlos.

La dinámica de esos años clave para la historia de Pascua hizo que muchos jefes

locales tradicionales —ya avanzado un severo conflicto por la potestad política en la

isla entre Dutrou-Bornier y los misioneros hacia 1870— tuvieran su esfera de influencia

en la misma región, alrededor de la capital política, Mataveri. Hanga Roa, por su parte,

pasó a ser la capital religiosa. Este hecho modificó el carácter regional del poder de los

jefes locales, obligándolos a cambiar la naturaleza de su poder y convertirse en jefes de

un clan familiar desapegado a su tierra. Una jefatura no territorial, sino más bien de

carácter demográfico. Entre estos jefes de Mataveri alineados con Dutrou-Bornier se

encontraban Ngure, Kaituo’e, Manuhiritahi, Te Haha y otros, todos de la antigua tribu

real Miru, o al menos de la confederación del Oeste —llamada Ko Tu’u Aro Ko Te

Mata Nui— y muchos de ellos, parientes entre sí. Este proceso ya se había iniciado con

el desarraigo en 1868, propiciado por Roussel, de familias y tribus completas desde sus

tierras ancestrales y su re-localización en Hanga Roa y Mataveri10. El intento del jefe

Miru llamado Ngure a Pariko (c. 1832-c.1880) de restablecer —bajo su jefatura y con

apoyo de Dutrou-Bornier— un poblado en Anakena en Octubre de 1869, fue

rápidamente abortado por el bando anti-pagano de los matato’a eclesiásticos rapanui

Tepano Roma y Urepīe Tangi-te-roa, los que arrasaron el asentamiento en marzo de

1870, obligando a su población a volver a la costa oeste11. El centralismo de Roussel y

Dutrou-Bornier (que triunfó sobre el regionalismo de Zumbohm y algunos jefes nativos)

es otro elemento que actuó en contra de las estructuras tradicionales del poder político

nativo en la isla, pero dio un impulso a la capacidad de adaptación de los líderes locales.

Un último episodio refleja la impotencia del poder y la realeza tradicional

ancestral para adaptarse a este frenesí de cambios. En los primeros años del período de

la Misión, se encontraba en la isla el niño Rokoroko He Tau, bautizado como Gregorio

(c. 1855-1867) quien es, según algunos autores, el niño Manurangi, rescatado del barco

esclavista peruano Cora en Rapa Iti (en las islas Australes de la Polinesia francesa) y

llevado de regreso a Rapa Nui junto con Eyraud en su primer viaje12. Este niño era el

más cercano en línea de sucesión al linaje real de los ‘ariki de la tribu Miru ya que era

nieto del ‘ariki Nga’ara, y primo hermano del príncipe Maurata13. Los misioneros

describen en sus cartas, cómo, a pesar de la nueva religión, los rapanui de la época le

rendían ciertos honores y protestaban cuando se transgredían los tabúes (tapu) asociados

a la realeza antigua. En sus cartas Roussel lo llama el “jefecito” [le petit chef]. En

septiembre de 1866, el misionero escribía al obispo Etienne “Tepano” Jaussen de Tahiti

las siguientes líneas relacionadas con el rey niño:

9 Conte (1994: p.254). Sin embargo Hotus et al. (1988: p. 289) ponen en entredicho tal contrato. Véanse

los apéndices documentales de Conte (1994) y Víctor Vergara (1939) para varios otros contratos donde

aparecen rapanui como miembros del “Consejo de Estado”. 10 Para un más claro resumen de este proceso, véase el trabajo sistematizado de Cristino, et. al (1984) 11 “Relación de Hippolyte Roussel” de los hechos acontecidos de Isla de Pascua, En Foerster et al. (2013:

113). Copia en Cools (1973: pp.102-103; números 284-285). El original está en los Archivos Principales

de la Congregación de los Sagrados Corazones, Casa Principal, Roma: 75-2. 12 Véase Fischer, S.R. (1993: p.64) y Conte (1994: p. 114) 13 Métraux sugiere que era nieto de Nga’ara y primo de Maurata (1940: p.93). Hotus et, al. (2007: p.497)

pone a Gregorio como bisnieto y Roko-Roko He-Tau como tataranieto, lo que es evidentemente un error.

5

“He bautizado 30 niños, entre otros el jefecito, joven de 11 a 12 años.

[…]Espero que más adelante, ya suficientemente instruido servirá a la Misión.

[…] Desgraciadamente para nosotros y para sus antecesores, no tiene más

autoridad de rey que el nombre: le traen las primicias de los ñames y pulpos y se

le brindan otros gestos por el estilo, pero él no tiene voz en la administración del

país”14.

En noviembre de 1866, los misioneros Roussel y Zumbohm, nombraron un jefe

y dos jueces por cada bahía o jurisdicción (una “jefatura territorial”), con el fin evitar

conflictos armados y el exceso de acusaciones derivadas hacia él. La efectividad de esta

medida fue nula por la débil base cristiana de la población rapanui y quedó rápidamente

obsoleta con la concentración del total de la población en Hanga Roa y Mataveri en

186815. Gregorio muere ese mismo año durante una epidemia de tuberculosis, a la edad

de 12 años, como uno de los primeros rapanui bautizados, lo que señala simbólicamente

el fin de la dinastía real por sucesión y el inicio del influjo cristiano en la jefatura sobre

los nativos durante los años por venir.

El fracaso de la Misión en la creación de su “paraíso terrenal” isleño, producto

de los intereses contrapuestos y el insistente conflicto ideológico y armado contra el

bando de Torometi y Dutrou-Bornier, entre 1869 y 1871, causó estragos en una Rapa

Nui ya destrozada por la esclavitud y sus consecuencias16. El drama tendría un final

wagneriano con la Gran Diáspora pascuense de 1871: El 20 de febrero, el Marama con

John Brander a bordo lleva 28 rapanui a Tahiti para trabajar con él. El 10 de marzo, una

partida de 38 rapanui llegan a Tahiti, enviados por Dutrou-Bornier, mientras que al día

siguiente 160 rapanui se embarcan en el Sir John Burgoyne hacia Mangareva, enviados

por los misioneros. 168 rapanui más parten con los misioneros Roussel y Théodule

Escolan el día 6 de junio, también con destino a Mangareva, epicentro del catolicismo

en Polinesia, aunque esta vez el Sir John Burgoyne llevaba también otros 109 isleños

enviados por Dutrou-Bornier a Tahiti para trabajar con su socio John Brander en

Ha’apape. Algunos isleños más son enviados en barcos siguientes hacia Tahiti,

sumando un total de 571 emigrantes y dejando la isla una población total de apenas 175

personas según el obispo Jaussen17.

Tras la partida de los misioneros y con una rapanui desmembrada se inicia el

reinado de Jean Baptiste Onésime Dutrou-Bornier, Jean I, quien se vuelve, según los

testimonios de los misioneros, mucho más autoritario, autodenominándose tāvana o

gobernador y convirtiéndose en una especie de tardío tangata manu extranjero, por su

forma tiránica de gobernar. No existen pruebas de que Bornier obligara a algunos

rapanui a quedarse en la isla18 por lo que puede asumirse que los que permanecieron en

Rapa Nui lo hicieron por voluntad propia. Sin embargo, más allá de los trabajadores

14 Carta de Hippolyte Roussel a Monseñor Tepano Jaussen. 17 junio/1 de septiembre/1 y 7 de noviembre

de 1866 en Foerster et al. (2013: 39-47[SS.CC. 132-140]), también en Cools 1973: SS.CC. 132-140. 15 Relato de Hippolyte Roussel en Les Missions Catholiques, Lyon/París, 1868, pp. 178-179; En Foerster

et al. (2013 : 54-55 [SS.CC. 165-166]). En Cools (1973: pp.55-56). 16 Véase un resumen de la “guerra” desde el punto de vista de Roussel en Conte (1994. 267-271). Más

completo en Foerster et al. (2013: 113-129 y 135-139). La respuesta de Bornier en Foerster et al. (2013:

178-180). 17 Véase Edwards (2011), aunque con precaución debido a errores menores en las fechas por parte de la

fuente original (también en este volumen). Juan E. López estima la población en 200 el año 1875 (López

2013) 18Fischer, S.R. 2005: 115

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necesitados por John Brander, es muy probable que el aventurero francés haya

encontrado la forma de “deshacerse de la competencia”, enviándola lejos. El problema

de Bornier no era tanto la Misión del contumaz padre Roussel como los propios nativos.

Para mantenerlos satisfechos, aceptó el paganismo y se rodeó de varios jefes locales ya

mencionados más arriba, a quienes proveyó de armas de fuego para que colaboraran en

sus causas. En este sentido, ¿cómo se explica que Torometi, el enemigo acérrimo de la

Misión y lugarteniente del capitán francés, haya viajado junto a los padres de los

SS.CC. hacia la Polinesia Francesa? Es posible que Dutrou-Bornier haya visto a estos

tangata honui como figuras peligrosas, ya familiarizadas con las armas de fuego y con

una creciente influencia. De esta forma, con la partida de sus rivales misioneros hacia

Mangareva y Tahiti, además de todo su séquito de guerreros rapanui, Bornier ya no

tendría necesidad de tener su propia guardia “pretoriana” pascuense y recuperaría el

monopolio de las armas de fuego.

Con el camino despejado de todo tipo de competencia Bornier gobernó en su

diminuto reino pero obligado a adaptarse a la idiosincrasia local en su intento por

obtener la credibilidad que no recibió antes. El francés quiso legitimar su posición

tomando por esposa a una mujer local: Pua ‘Aku Renga, Koreto [del francés “Colette”]

(c. 1849-c.1890), hija de Kai Ika Mata a Poreko y Nga Ara Reka. El capitán la llevó a

Mataveri y la señaló como la legítima reina de Rapa Nui, enseñándole costumbres e

idioma francés (como más adelante atestiguaría Alphonse Pinart y la tripulación del

Seignelay, en abril de 1877). Aquí establecerían su “palacio” a la sombra de la bandera

francesa que ondeaba sobre su casona. La realeza de Koreto no tenía ninguna base

sanguínea ya que ella era del mata Tupahotu y nacida en el sector norte de Poīke

(Englert 1964: 51). Desde luego que la improvisada realeza de Koreto fundaba una

nueva “dinastía” con una ruptura brusca de las antiguas tradiciones isleñas. De ahí que

resultara tan difícil para Bornier y para la misma reina imponer su voluntad sobre sus

vasallos. Pese a todo, parece ser que Koreto recibía mayor reconocimiento que el mismo

francés: Juan E. López, capitán de la corbeta O’Higgins escribe en 1875 que:

“existe actualmente una mujer a quien dan el nombre de reina, la cual vive en

relaciones con el Sr. Bornier, uniendo así su autoridad con el progreso

civilizador”19.

En cualquier caso, las aspiraciones de Dutrou-Bornier se verán truncadas por su

asesinato en 187620 y aunque por algunos pasó por la mente deshacerse de Koreto

también21, la “reina” viuda logrará reinventarse y permanecer influyente durante más de

una década. Cuando llegó Pinart en 1877, los rapanui parecían transcurrir en su pequeña

sociedad isleña sin una cabeza política definida22, aunque Koreto seguía viviendo en el

château de Mataveri con sus dos hijas. Caroline, la mayor, era considerada la verdadera

reina por Koreto quien se autodefinía como “regente” y protectora de la futura reina.

Caroline y su hermana Harriethe-Marthe, herederas de la dinastía del breve “período

monárquico francés”, serían las matriarcas de dos importantes familias de la isla

formando las actuales familias Araki y Paoa respectivamente. Su madre, Koreto

buscaría infructuosamente que Rapa Nui se convirtiera en protectorado francés durante

19 López 2013. 20 Véanse varias versiones en Estella (1920: p.135-137), Englert (1964: pp.57-58) McCall (1994: p.63),

Hotus et al. (1988: pp.285-287), Fischer, H. (2001: pp.77-83) y Vives Solar (1920A). 21 Vives Solar (1920A). 22 El relato de Pinart está disponible en Foerster et al. (2013: 589-611). En inglés, se puede encontrar en

Lee, et. al. (2004: 107-135)

7

el resto de la década23. En junio de 1878, el padre Hipólito Roussel vuelve a casar a la

afrancesada viuda de Dutrou-Bornier con el rapanui Ruperto Nai a Hotu ‘Iti, bastante

menor que ella. Koreto muere probablemente antes de 1890, aunque la fecha errónea

más citada es 191724, que corresponde en realidad a la fecha de deceso de su hija menor

Harriette-Marthe (“Marta”) el 15 de marzo de ese año. La influencia francesa tendría

sus últimos estertores en la década de 1880: McCall menciona una delegación rapanui

que viaja a Tahiti en 1881 para pedir un protectorado francés25. Quizás por esta razón, el

comandante alemán Wilhelm Geiseler señala en 1882: “Nadie ha oído sobre la reina

Koreto, mencionada por Pinard (sic) en 1867 (sic)”26

Entretanto, el padre Roussel mantenía en Mangareva la misión católica, tras la

diáspora de 1871 y preparaba a varios nativos rapanui para ejercer como catequistas en

la Isla de Pascua cuando la situación fuera más favorable, a la vez que buscaba la forma

de crear un gobierno o una nueva realeza en la isla. En el “Manuscrito A”, atribuido a

Atamu Tuputahi a Hare Kai Hiva (c. 1847-1912), citado por Thomas S. Barthel27,

Roussel sostiene una conversación con su alumna rapanui, María Angata Veritahi a

Pengo, quien le señala que el último hombre transversalmente respetado de la isla, el

tangata hōnui Ngure, de la aristocracia Miru, había muerto por lo que no quedaba nadie

que pudiera gobernar en toda la isla. Roussel le respondió que entonces la haría a ella,

Angata, reina. La misma fuente indica, sin embargo, que habiendo Angata —de unos 25

años en ese entonces— regresado a la isla, en octubre de 1879, entregó el derecho a

regir al anciano y ma’ori rongo-rongo Ure Va’e Iko (nacido por 1803), cuyo nombre

cristiano era Daniel (Barthel 1959: 6).

Los misioneros comenzarían a volver esporádicamente tras 6 años de ausencia,

pero sin instalar una misión permanente. En lugar de esto nombrarían autoridades

religiosas y políticas dentro de los mismos rapanui. Roussel descubrió en 1878, en un

primer viaje de regreso a la isla, que dentro de los pocos isleños que quedaban (unos

200 según su propio testimonio) había tomado la jefatura Mati Mereti (aprox. 1807-

1887), perteneciente a la tribu Miru28. Roussel indica que Koreto se encontraba ya

trabajando como “sirvienta” del anterior. Sin embargo no aclara bien ni el real estatus

de Koreto (nombrada profusamente por Roussel) ni el “título” del anciano Mati, aunque

más tarde Roussel señalaría que era un gobierno “pagano”29. Como autoridad religiosa,

Tomenika Vakatukuonge (c.1843-1915) era el isleño que se encontraba a cargo de las

oraciones católicas. A continuación, el sacerdote dejó a Federico Urevakapito y Emilio

Pa’oa a Hitaki (c.1860-1914) a cargo del ganado de la misión, como representantes de

23 La última vez en 1887, siendo rechazada por el almirante Krantz al año siguiente, dando pie para la

anexión efectuada por la República de Chile. Ver Conte (1994: p.155) 24 Englert 1964: 58. 25 McCall 1997: 114. 26 Geiseler, (1883: p. 47). La persona a quien Geiseler hace referencia es Alphonse Pinart y la fecha real

es 1877. Aparece también mencionado por Métraux que cuando Geiseler preguntó por Koreto, se le

respondió que una reina con tal nombre jamás había existido, ver Métraux (1940: p. 92). 27 Véase una breve descripción de los primeros manuscritos escritos por rapanui en Barthel (1965) 28 Según los archivos de los Sagrados Corazones de Roma, referidos por McCall (1990: p.209) y Conte

(1994: p.153). Este mismo individuo, Mati, aparece nombrado por Thomson como el hombre más viejo

de la isla en 1886 con estimados más de 90 años en Thomson (1891: p. 48). Según el estudio de Edmundo

Edwards sobre el censo de Salmon efectuado el mismo año, Mati tenía 66 años. 29 Carta de Hippolyte Roussel al Mons. Tepano Jaussen en Papeete desde Rikitea, 27 de enero de 1883 en

Foerster et al. (2013: 217-218 [SS.CC. 507-509])

8

sus intereses30. En paralelo, la Compañía Brander-Bornier, continuadora de la

explotación del ganado por parte del asesinado francés, comenzó a ser administrada por

el tahitiano-inglés Alexander Salmon Jr. (1855-1914). A pesar de esta presencia, la

situación con este nuevo administrador sería mucho menos tensa que durante el

“reinado” de Bornier-Koreto. En 1879 regresa Roussel, trayendo desde Mangareva a

María Angata y su marido Pakomīo Ma’ori Ure Kino (c. 1836-1908), ella como

catequista y él como guardián de los animales de la Misión.

En enero de 1883, con una población de 167 personas, visita la isla nuevamente

el padre Roussel, quien celebra 15 matrimonios. El misionero francés señala que,

aprovechando su presencia, los rapanui re-organizaron un gobierno de orden cristiano

para reemplazar su antiguo gobierno pagano31. Un jefe, dos consejeros de jefe y dos

jueces fueron elegidos entre la comunidad. El padre Roussel ve como el elegido

unánimemente como jefe era, nuevamente, un hombre de los Miru y emparentado con el

linaje real, el muy católico Atamu Tekena ‘Ao Tahi (c. 1850-1892). En general muchos

autores parecen haber sobrevalorado el papel de Roussel en la elección cuando ni

siquiera el mismo misionero se atribuye dicho nombramiento32.

Atamu Tekena será el famoso rey rapanui que firmaría con Policarpo Toro el

Acta de Cesión de 1888, parte del famoso Acuerdo de Voluntades entre Rapa Nui y la

República de Chile. Para la fecha del Acuerdo de Voluntades, con varios sobrevivientes

del exilio en la Polinesia Francesa de regreso en su Isla, se ve una estructura nativa de

poder bastante organizada, algo modificada desde la influenciada por Roussel en 1883,

ya que nueve to’opae [vocablo tahitiano], notables, firman el documento. Entre ellos se

encuentran patriarcas de algunas familias actuales: Hitorangi, Ika a Tu’u Hati, Keremuti

y Pa’oa a Hitaki33. Esta nueva organización monárquica se vería reafirmada en su

influencia católica con la presencia de Nicolás Pakarati (1855-1927; catequista y jefe

religioso de la isla) como secretario del rey. Pakarati había viajado con el padre Albert

Montiton en 1886 para ser preparado en la escuela de catequistas de Mo’orea y regresó

a la isla justo a tiempo para la ceremonia de anexión. Tal como señala Pedro Pablo

Toro, encargado de colonización en 1888, el rey Tekena sería una especie de juez de los

isleños y en casos considerados graves deliberaría con sus consejeros o ministros para

resolver todo tipo de conflictos entre los locales. Toro anuncia en su memoria de 1892

el carácter democrático para la elección del cargo de rey o “kin” —del inglés king—

(Toro 1892: Cap. IV, 200-209).

Atamu Tekena aparece a veces nombrado como Atamu Maurata Te Kena34,

adoptando para sí, quizás con el fin de legitimarse, el nombre de uno de los últimos

‘ariki mau, lo que también hará su sucesor Riro tiempo después, según una de las

versiones de estos hechos. Estaban ahí para velar por las propiedades de la Misión y de

los nativos a la vez que para representar a su pueblo ante la ya permanente —e

inevitable— presencia extranjera. La organización política isleña incluso adoptó toda la

parafernalia de rigor y símbolos como una bandera propia, el reva reimiro,

30 Archivos Generales del SS.CC., Roma 81-1 y 75-2, citados por Conte (1994: p.153). Véase la carta

completa en Foerster et al. (2013: 209-213 [SS.CC. 487-496]) 31 Carta de Hippolyte Roussel al Mons. Tepano Jaussen en Papeete desde Rikitea, 27 de enero de 1883 en

Foerster et al. (2013: 217-218 [SS.CC. 507-509]). 32 Véanse por ejemplo McCall (1997: p. 114), Di Castri (1999) y Fischer (2005: 128) 33 Véanse más detalles en el artículo de Di Castri (1999). 34 Estella (1920: pp. 123-124 y 142), Barthel (1959: p. 7) y Tuki et al. (2003).

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reemplazaron el tricolor francés usado en los tiempos de Bornier35. El mismo

subinspector de colonización Pedro Pablo Toro Hurtado describe en 1892 esta

organización con tres consejeros (o ministros), uno como delegado en Mataveri (ante la

autoridad extranjera), todos elegidos por el mismo kin. Además, señala que el rey de la

isla tenía una guardia personal de 6 individuos llamados vulgarmente “pacos” y que “en

casos graves, el Kin se asocia además con cuatro o seis notables [¿los to’opae de 1888?]

para discutir y resolver ante el pueblo reunido” (Toro 1892: 205). Basado en esta

institución se generaría, casi 100 años después —en la década de 1980—, el llamado

Consejo de Ancianos de Rapa Nui, supuesto heredero de esta tradición36.

La “historia negra” del colonialismo en Pascua coloca al noble ‘ariki Atamu

Tekena en una posición humillante, ya que supuestamente tuvo que trabajar levantando

pircas como cualquier peón (Hotus et al. 1988: 301). Esta historia no es corroborada en

absoluto por los documentos existentes, más bien al contrario. Pese a que para el

puñado de colonos chilenos su “título nobiliario” podía ser algo nebuloso era

indiscutiblemente respetado como representante de su propio pueblo junto a su Consejo

de Estado. Aun así, el poder de este ‘ariki histórico se encontraba fuertemente sujetado

por la división de las autoridades, una colonial y la otra local, y por la restringida

distribución sobre el territorio de los pocos rapanui que quedaban. Pedro Pablo Toro

señala que

“la autoridad del Kin, cada día más debilitada, se ha visto, moralmente a lo

menos, restringida por la presencia del representante del Gobierno de Chile, con

cuyo acuerdo ha procurado proceder aquél” (Toro 1892: 205).

Los bienes materiales exóticos de los colonos chilenos probablemente impulsaban a

algunos rapanui a saltarse la “línea de comando” y tratar directamente con los tangata

hiva. La interpretación moderna de la “historia negra” culpa a esta pérdida de

representatividad al supuesto “engaño” en que habría caído el ‘ariki al ceder la

soberanía de forma que los rapanui desengañados lo habrían obligado a abdicar en 1892

(Hotus et al. 1988: 301-302 y 353). En realidad, Atamu Tekena fallece ese año tras una

larga enfermedad37. Pese a estar casado con Ana Eva Hei Vehi (Uka ‘a Hei ‘a ‘Arero) y

a tener seis hijos con ella, el mayor, Atamu “Hango” Tekena Hei no fue reconocido

como sucesor. La línea de sucesión de estos jefes tenía más en común con las jefaturas

tribales de la época antigua que con las sucesiones hereditarias de los ‘ariki mau.

Respecto a Atamu Tekena hay que tener en cuenta varios puntos relacionados

con la naturaleza de su “reinado”. En primer lugar, es importante diferenciar a este rey

de los antiguos ‘ariki mau, analizando el aspecto de territorialidad. Los “reyes” isleños

de antaño eran llamados también ‘ariki henua, “reyes de la tierra”, lo que implica un

sentido de territorialidad. Eran reyes de “la isla”, que dominaban el territorio de la Isla.

Dicha territorialidad se esfumaría progresivamente con la llegada de los misioneros y la

de Dutrou-Bornier con sus políticas centralistas y había casi desaparecido para la época

de Atamu Tekena. Teniendo la isla vastas extensiones de terreno como propiedad

privada de explotadores extranjeros, el rey había dejado de ser un “rey de la isla” (en el

sentido territorial) y había pasado más bien a ser un “rey de los rapanui” que no

controlaba todo el territorio. Su poder dejó de tener este carácter territorial y Tekena

pasó a tener poder relativo sobre su gente, más no ya sobre el territorio, gran parte del

35 Véase la historia de la bandera de Rapa Nui o reva reimiro en Hotus et al. (1988, p. 3) 36 La historia de esta institución aparece detallada en el libro Te Mau Hatu ‘o Rapa Nui, escrito por

Alberto Hotus y otros (1988: 351-382). 37Véase Castillo (1892).

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cual correspondía a la compañía de John Brander, administrada por Salmon, la cual no

reconocía esta autoridad. Atamu Tekena era un ‘ariki más no un ‘ariki henua. Los

sucesores de Tekena verían aún más limitado este aspecto, en especial con la isla bajo la

égida de Enrique Merlet, futuro arrendatario de ésta, quien terminaría, en la década de

1890, recluyendo a los rapanui en el espacio de Hanga Roa, quedando el resto de la isla

deshabitada y usada exclusivamente para la explotación ganadera de la Compañía.

Ante el vacío en el poder, debido a la enfermedad y muerte de Atamu Tekena, el

pueblo rapanui se organizó rápidamente y en marzo de 1892 asume el joven Simeón

(Timeone) Riro Kāinga (c. 1868-1897). Su padre fue el ya nombrado Ngure a Pariko, un

tangata hōnui Miru aliado de Dutrou-Bornier en Mataveri; y su madre Nene Pōike. Su

ascenso al “trono” fue descrito por el comandante de la corbeta Abtao, José María

Villarroel, y citado por el contralmirante y comandante en jefe de la escuadra Luis

Anacleto Castillo en su informe titulado “Viaje a Isla de Pascua”38. Fue la primera

elección democrática de Isla de Pascua y aparentemente por sufragio universal. La

relación citada por Castillo indica que el rival de Riro, un hombre maduro, laborioso y

de buenas costumbres tenía el apoyo mayoritario en un principio (Castillo 1892: 1777).

Este rival era un noble (ariki paka) llamado Ika a Tu’u Hati, bautizado Enrique, también

Miru de sangre real y el isleño de linaje más cercano a los antiguos reyes en 1892. Ika,

nacido hacia 1859 en Anakena, era hijo de Hua ‘Anakena a Hatu’i y Mata a Puhirangi,

siendo el ancestro común de la actual familia que lleva ese apellido.39. Como se vio más

arriba, Ika había sido parte de los consejeros o to’opae de Atamu Tekena.

La victoria de Simeón Riro Kāinga, entonces de 23 o 24 años, en la elección se

debió al apoyo casi irrestricto del electorado femenino, el cuál influyó en la votación

masculina también40. Riro era de una rama de los Miru (los Miru o Kao) que no tenía

relación directa patrilineal con los antiguos ‘ariki, sino que eran tumu de éstos (sus

mujeres se casaban con los hombres del linaje real). Lo más probable es que, dada la

fecha de su nacimiento, haya nacido en Mataveri, donde se trasladó su padre para

formar parte de la “guardia” de Dutrou-Bornier. En 1889, con 20 o 21 años, se casó con

Verónica Hitiairangi Renga Mahute (1874-1947), joven rapanui de 15 años, de linajes

Tupahotu Ngaruti y Koro Orongo, quien había nacido en Tahiti de los rapanui Mahoni a

Mahute y Marta “Marate” Paruvaka. Steven Roger Fischer asegura que Riro fue

patrocinado por la cada vez más influyente catequista María Angata Veri Tahi —

pariente cercana de Ngure, el padre de Riro Kāinga— lo que fue clave para la obtención

de su triunfo en la elección (Fischer, S.R. 2005: 147). La influencia religiosa se hacía

sentir, a pesar del carácter más “laico” de Riro respecto a su antecesor. Ika a Tu’u Hati

pasó a ser su “primer ministro” (Castillo 1892: 1777).

La gestión del Kin Riro, como la de Atamu Tekena, fue bastante sencilla y jamás

tuvo pompa real alguna, cuestión lógica considerando el estado del “reino”. Sin

embargo, la organización política se mantenía sólidamente y Riro tomó un papel más

confrontacional que su antecesor, como atestiguan testigos presenciales: el diario de la

corbeta Abtao (Castillo 1892: 1777) y el del administrador chileno del fundo ovejero,

38 En Castillo (1892). 39 Ika se casó el 9 de Marzo de 1879 con la mujer Tupahotu llamada Renga Hopuhopu a Tetono (c. 1857-

1942), bautizada Anastasia. La tradición oral dice que Ika recibió el patronímico de Tu’u Hati, su tío,

quien logró salvarlo de la muerte que perseguía a todos los nobles hijos recién nacidos de Hua ‘Anakena

Véase Hotus et al. (2007: 531). 40 Véase sobre la vida de Riro en McCall (1997) y (2001)

11

Alberto Sánchez Manterola (Conte 1994: 323-324). El rey Riro salía en un bote a recibir

cada barco que llegaba como e incluso participaba de operaciones de rescate en el caso

de naufragios, como por ejemplo el del Apolline Emilie en julio de 189641. En esto Riro

Kāinga tenía mucho más de los jefes tribales meritocráticos que de los antiguos ‘ariki

hereditarios. El joven Kin se tomaba en serio su cargo y hacía de vocero de los nativos y

participaba activamente de actos de resistencia cuando consideraba que quienes

explotaban la Isla cometían injusticias, especialmente ya en los tiempos de la oscura

égida de Enrique Merlet como dueño de la compañía explotadora.

Aún existía un cierto reconocimiento a su autoridad de parte del administrador

Sánchez Manterola como lo ilustra lo ocurrido tras el crimen de un empleado de la

Compañía. El nativo Simón “Timona” Te’ao Kirokē, había sido asesinado por un

hombre llamado Felipe Rehhoef, y el administrador lo entregó al kin Riro para que los

isleños lo recluyeran bajo sus leyes42. Los extranjeros también lo reconocían como la

autoridad de la isla. En mayo de 1897 encalla en la isla el barco de carga Nomantum

dejando varios tripulantes trabajando para la Compañía de Merlet hasta noviembre de

ese año cuando emprenden el regreso. Llegados a San Francisco en enero de 1898, los

marineros O’Neill, Dolles y Smith aseguraban haber sido tratados espléndidamente “por

el rey de la isla y sus 150 súbditos”43. Los norteamericanos no mencionan en absoluto al

administrador de la compañía ovejera, con presencia en la isla desde 1896. Todos estos

episodios sostienen la visión de los rapanui sobre la gestión de Riro Kāinga como rey,

con una valoración positiva que se puede constatar en varias publicaciones44. La

contraparte puede apreciarse en la narración de Sánchez-Manterola “Cinco Años en Isla

de Pascua” publicada por Conte Oliveros (1994: 315-326).

La administración del “rey electo” Simeón Riro Kāinga duraría algo más de

cinco años que pueden dividirse en tres períodos de desigual duración. Los primeros

seis meses de su gobierno transcurrieron ayudando a sobrevivir a la decadente y

abandonada colonia chilena liderada por Pedro Pablo Toro. Durante los tres años y

medio siguientes, la administración se daría sobre una Rapa Nui desconectada de Chile

y prácticamente sin colonos ni misioneros interfiriendo en la política interna isleña. El

último año y medio sería el más convulsionado, con una comunidad local enfrentada a

una empresa que venía a adueñarse del territorio y de los animales en Rapa Nui tras una

negociación con el Estado en el continente: la compañía de Enrique Merlet, llegada en

marzo de 1897. Los representantes de Merlet en la isla en ese año y medio fueron

Alberto Sánchez-Manerola y su reemplazante por un breve período Benjamín Donoso.

Cansado de las prácticas abusivas de la Compañía, que buscaba aplastar el

liderazgo de Riro Kāinga, el kin viajó a Valparaíso, en contra de las advertencias de la

población rapanui. La intención del rey era hablar directamente con el Presidente de la

República y para tal efecto iba cargado de regalos (tallados de madera)45. Fue

acompañado por Juan Tepano Rano (1872-1947)46, Juan “Ioane” Araki Ti’a (1866-

41 Véase Vives Solar 1917b. 42 Esto aparece en la ya citada narración de Sánchez-Manterola en Conte (1994: p.321). Véase el análisis

de Fischer (2001: 133) 43 Diario Lewiston Saturday Journal, 31 de enero 1898. 44 Estella (1920: p.142-145), Hotus, et al. (301-303) e informe de Mario Tuki Hey et al. para la Comisión

de Verdad Histórica y Nuevo Trato (2003: p. 456) 45 Vives Solar 1920b. 46 Estella (1920: p. 144). En Placilla aún se recuerda, mitológicamente, a Tepano como sargento en la

época de la Guerra Civil de 1891. Según Juan G. San Martín, los tres participaron en la guerra del

12

1900), y José Tairenga Pirivato (1868-¿1902?)47. Las razones para la selección de esta

“delegación diplomática” que acompañaba a Riro no están claras del todo48.

Seguramente los jóvenes acompañantes formaban parte del Consejo de Jefes. En

circunstancias poco claras, el grupo se divide tras su llegada al puerto en Valparaíso:

Riro quedó solo, en manos de los hombres de Merlet y de la Compañía. La versión más

conocida en Rapa Nui, dice que murió envenenado después de un par de días en el

puerto chileno. McCall (1997: 116), Estella (1920: 144-145) y Hermann Fischer (2001:

135) adhieren a esta postura, mientras que Vives Solar (1920b), Métraux (1940: 93) y

Steven Roger Fischer (2005: 153), por su parte, especulan que el kin murió a causa de

un frenesí alcohólico, con certeza inducido por los esbirros de Merlet. Desde luego esta

segunda versión de la “intoxicación alcohólica” aunque sin mencionar la participación

de los accionistas y empleados de la empresa fue difundida en la Isla por los testaferros

de Merlet. Nadie ha encontrado el parte del hospital San Juan de Dios, aunque está

meridianamente claro que la mano de la Compañía está detrás de todos estos eventos

como puede inferirse del ya citado relato de Sánchez Manterola sobre la muerte de Riro.

Tal como en el caso de Atamu Tekena, el hijo mayor de Riro, Simeón Riroroko Mahute

(1890-1950), no sería reconocido nunca como legítimo rey dentro de la comunidad49.

Con el tiempo Simeón Riro Kāinga pasaría a ser conocido como Riroroko,

actualmente uno de los apellidos más comunes en Rapa Nui. El origen de este apellido

tiene dos versiones contradictorias. Según los más ancianos de la familia Riroroko es

una modificación que Riro habría efectuado al tomar el poder. Siguiendo el uso de estos

nuevos reyes de adoptar nombres de antiguos ‘ariki mau, instaurado por su antecesor

Atamu Tekena (Atamu “Maurata” Tekena), Riro habría adoptado como apellido

Rokoroko He-Tau, en homenaje al rey niño Gregorio, último rey “antiguo” de la isla

(McCall 1997: 115). De aquí Riro Rokoroko He Tau pasó a ser simplemente Riroroko.

En esto se nota una intención de conectar la nueva realeza con los reinados de los

antiguos ‘ariki mau. Por otra parte, el Consejo de Ancianos Rapa Nui en la segunda

edición de su libro “Te Mau Hatu o Rapa Nui: Los Soberanos de Rapa Nui” señala que:

“El apellido del Rey Simeón Riro Kainga fue ‘castigado’ a manera de burla por

los ancianos de Rapa Nui cuando quiso recurrir a las autoridades chilenas, al

viajar a Valparaíso, para exigir los derechos de los rapanui. Luego, en vez de

llamarlo Riro Kainga, lo llamaron Riro Roko (loco)”50.

Esto es en consideración con las dificultades para pronunciar a letra “l”, que en Pascua

tiende a ser transformada en una “r” suave. Otras versiones que se oyen en la isla

sostienen que fueron los miembros de la Compañía de Merlet los que le pusieron el

mote de “loco” al kin isleño. A Riro lo sobrevivió su esposa Verónica, aun llamada por

algunos “la reina” en la década del 30 y del 40.

Pacífico, pero el Departamento de Historia Militar no encontró información al respecto. Véase San Martín

(2002) y Departamento de Historia Militar (2006: pp.72-73) en la bibliografía. 47 En El Mercurio de Valparaíso del 8 de Abril de 1900 se menciona a este trío como “príncipes” y

“ministros de Estado”, siendo Araki sucesor al trono por ser el mayor. Juan Araki Ti’a muere el 20 de

abril de 1900 en Los Andes, de tuberculosis. Los otros dos regresaron a la isla el mismo 8 de abril. 48 Rolf Foerster postula la posibilidad de que haya sido una deportación de elementos molestos para la

Compañía. Véase su publicación en Rapa Nui Journal: Foerster (2010a). De todos modos nos parece

dudoso que la Compañía tuviera la capacidad coercitiva de imponer una deportación así en esa época. 49 Vale la pena mencionar que el nieto de Riro, Valentín Riroroko Tuki (hijo del hijo menor del antiguo

‘ariki), ha sido reconocido como “rey” por la organización Parlamento Rapanui. Aunque este

“reconocimiento” poco tiene que ver con la forma de elegir ‘ariki que se empleaba en esos años. 50 Hotus, et al. (2007: p.528)

13

Atamu Tekena y Simeón Riroroko son generalmente los dos hombres de los que

se habla en la Isla como los últimos reyes de la Rapa Nui hoy por hoy. Ambos tienen

monumentos en Hanga Roa, uno en la plaza central y el otro en la plaza de la

Gobernación Provincial y son figuras relativamente populares dentro del imaginario

histórico rapanui. Sin embargo, como dice Métraux:

“Although the islanders of to-day speak of the late kings, Atamu Te Kena and

Riroroko, as if they were really kings, informants make it clear that they have

little in common with the ‘ariki of the olden days. Their power was of an

indefinite and dubious nature, and they seem to have enjoyed few of the

prerogatives of the former ariki”51.

Las razones son evidentes. En primer lugar, Atamu Tekena tuvo un período

complejo, apoyado por la iglesia católica, pero restringido a una comunidad ínfima,

desarraigada de sus tierras ancestrales y debatiéndose entre sus tradiciones y los

elementos foráneos como el cristianismo. Posteriormente debió enfrentarse a las

consecuencias del Acuerdo de Voluntades de 1888 y consensuar decisiones con el

inspector de colonización. En cuanto a Simeón Riroroko, su base de apoyo parece haber

sido superior a la de Tekena, sin embargo en el último año y medio debió enfrentarse al

sabotaje y la conspiración de los nuevos “dueños” de la isla: la Compañía de Merlet.

Una comunidad local organizada era incompatible con un fundo ovejero ya que la

explotación comercial requería simplemente inquilinos, no líderes que exigieran respeto

y derechos.

Ambos líderes democráticos muestran grandes diferencias respecto a los

antiguos ‘ariki mau y muchos más elementos en común con los tangata hōnui y jefes de

linajes. En esto juega un rol no menor el hecho de que la población que los reconocía

como líderes no estaba en el rango de miles, sino que era menos de doscientas personas.

Los ‘ariki mau antiguos siempre gobernaron un territorio mucho mayor y que abarcaba

varios miles de personas. Los tangata hōnui como jefes de linaje abarcaban espacios

menores de terreno (kainga) y lideraban grupos reducidos como clanes o familias

extendidas. Esto coincide con el espacio de Hanga Roa y la población de las décadas de

1880 y 1890. Ambos ‘ariki eran jóvenes y sus cargos eran elegidos, no hereditarios. Sin

embargo, tanto en Tekena como en Riroroko se puede apreciar una evolución notable

respecto a los últimos ‘ariki mau antiguos. Barthel señalaba en 1959 respecto a los reyes

pre-cristianos que “no hay duda de que en los últimos tiempos el rey tenía una función

más bien sacerdotal, careciendo de cualquier poder político”52. Esto definitivamente no

se aplica a Tekena y Riroroko quienes sí poseían cierto poder político, si bien originado

a partir de la misma comunidad (no desde lo “divino” y por herencia), y con un ejercicio

del poder en estrecha colaboración con ésta. Volviendo a los antiguos ‘ariki mau,

Barthel agrega que “su supuesta posición más fuerte en períodos más tempranos de la

historia isleña fue completamente opacada en la conciencia de la gente por las

cambiantes realidades bélicas de los siglos XVIII y XIX”53. Es posible que la posición

fuerte de Riro y Tekena haya sido opacada recientemente por la idealización del pasado

51 Métraux (1940: p.92). Trad: “Si bien los isleños de hoy hablan de los reyes tardíos Atamu Te Kena y

Riroroko como si hubiesen sido reyes verdaderos, los informantes dejan muy en claro que sus poderes

tenían poco en común con los reyes de la antigüedad. Su poder era de nautraleza poco definida y dudosa

y parecen haber gozado de pocas de las prerrogativas de los ‘ariki anteriores”. 52 Barthel (1959: p. 16). 53 Ibid.

14

remoto de Rapa Nui y los cambios de la realidad globalizada en una isla abierta al

mundo.

Después de la muerte de Riroroko, la administración de la Compañía hizo todo

lo posible por dar término a la organización política de Rapa Nui. No parecía difícil

considerando que la población de la isla tenía apenas 64 hombres y 54 mujeres

adultos54. Pero esto no estuvo exento de dificultades para los explotadores extranjeros

ya que la pequeña comunidad volvería a sacar algunos ases bajo la manga. Los isleños

le dijeron a Bienvenido de Estella, que cuando llegó a Rapa Nui la noticia de la muerte

del kin Riro [aparentemente en marzo de 1899], el administrador Sánchez Manterola fue

a hablarles y señaló: “Ya no hay más rey en la isla. ¡Yo mando!”. Sin embargo, el

primer ministro Enrique Ika a Tu’uhati, de noble linaje Miru, habría respondido: “No,

todavía hay rey: yo lo soy” (Estella 1920: 145). En enero de 1900, Ika —de 40 años—

fue proclamado por los isleños como ‘ariki y sucesor de Riro Kāinga. Durante algunas

semanas los isleños liderados por su nuevo rey se “amotinan” contra las autoridades de

la empresa explotadora, llevando, entre otros episodios, a una violenta escaramuza

contra Sánchez Manterola y sus guardias. Con el administrador encerrado en Mataveri,

la revuelta continuó algunos días y la situación se mantuvo tensa durante semanas. A

fines de marzo, la “resistencia” del nuevo gobierno isleño fue aplastada con la llegada

de la goleta María Luisa con Enrique Merlet a bordo, trayendo armas de fuego y

guardianes. Merlet terminaría incluso quemando las plantaciones de los rapanui para

volverlos dependientes de la pulpería55. En mayo de 1900, los isleños se quejarían

amargamente ante el capitán de la Baquedano, Arturo Wilson, de que la administración

de Sánchez “no reconocía a su rey”56.

Curiosamente Sánchez Manterola menciona a un policía chileno, empleado de la

Compañía llamado Manuel Vega, mostrándolo como alguien que aspiraba a ser el

legítimo sucesor de Riroroko. Esto se dio porque Vega, trabajador chileno continental

de la Compañía, se casó con la viuda del kin, Verónica Mahute el 29 de enero de 1900

durante el reinado de Enrique Ika. Vega habría decidido tomarse en serio su papel de

marido de la “reina” viuda, de apenas 26 años en ese entonces. El chileno inició una

efímera revuelta contra el encargado de la Compañía, en conjunto con su colega de

apellido Zamorano57 y, aparentemente, apoyado por los rapanui en su condición de

marido de la “reina”. Sánchez Manterola en sus memorias, señala que, tras el fracaso de

esta conspiración y la deportación de Zamorano hacia Tahiti, Vega volvió a la natural

sumisión ante su jefe y se separaría de Verónica Mahute. Sin embargo, esto es

impreciso ya que Vega seguirá en la isla, emparejado con Verónica Mahute hasta

después de la partida de Sánchez y volverá a las andanzas algo después. Aparentemente

a mediados de 1901 habría intentado una nueva revuelta a favor de los rapanui y en

contra del nuevo administrador, Horacio Cooper. Seduce la idea de que quien estaba

detrás de sus acciones fue la misma Verónica Mahute, incitando a Vega, un

representante del gobierno y de la Compañía, a actuar en pro de los intereses rapanui. Se

desconoce por ahora cuál es el ascendiente que Vega tenía sobre los rapanui. Los

isleños no lo mencionan ni a Vives, ni a Estella, y ha caído en un olvido generalizado.

El matrimonio entre Vega y Verónica Mahute, separados de hecho desde 1902, será

finalmente disuelto por el arzobispo Edwards en 1916.

54 Diario El Ferrocarril, 12 de octubre de 1900. 55 Fischer (2001: 134-137) 56 Diario Oficial, 11 de octubre, 1900. 57 Véase la relación de Sánchez Manterola en el apéndice documental II de Conte Oliveros (1994).

15

En diciembre de 1900 asume el nuevo administrador y subdelegado marítimo,

Horacio Cooper White, de origen inglés y residente en Valparaíso. Este caporal,

influenciado por su patrón Enrique Merlet, no tenía intención alguna de reconocerle

alguna clase de derecho a los rapanui y dejaría un triste recuerdo entre los isleños de la

época. Testimonios vívidos de su crueldad quedaron plasmados en los libros de Estella

(1920) e, incluso en tiempos recientes, de Hermann Fischer (2001) y Patricia Stambuk

(2010). Sin embargo los rapanui de esa época no se resignarían a aceptar calladamente

las imposiciones de un recién llegado. Sánchez Manterola señala que

“El señor Horacio Cooper quedó en la isla acompañado de su señora que se

hallaba en un estado de suma gravedad y, por las noticias que llegaban después,

de la isla, parece que se produjeron serios motines, porque cada vez que llegaba

la Baquedano venían algunos canacas que, embarcados por la fuerza, se dejaban

morir de hambre o bien morían aquí en los hospitales”58.

En la narración desde el punto de vista de los isleños que aparece en el libro del

sacerdote Bienvenido de Estella, se supone que un grupo de rapanui le mencionó al

administrador Cooper (llamado “Kupe” por los isleños) que, al ir las cosas tan mal —en

la relación entre el administrador y los nativos—, nombrarían un nuevo rey (Estella,

1920: 147). El administrador respondió en forma escéptica que podían hacerlo y, quizás

considerándolo una humorada —para su pesar posterior—, participó de la ceremonia de

coronación (Vives Solar 1920b). La elección recayó, una vez más, en un joven hombre

Miru de una rama lateral a la de los antiguos ‘ariki, específicamente un Miru Hamea:

Moisés Tu’u Hereveri (1873-1925), nacido en Tahiti de padres rapanui (Akutino

Hereveri y Margarita Vaiatare) y posteriormente llamado Veri-Veri. Era yerno de

Tomenika a Vakatukuonge, mencionado más arriba. Se casó con Parapina Avaka

formando ambos el tronco de la actual familia Hereveri o Veri-Veri. Tal como Atamu

Tekena (de unos 33 años) y Simeón Riro Kāinga (de unos 24 años) antes que él, con 28

años en el momento de su “coronación” Moisés Tu’u Hereveri era un ‘ariki joven.

Incluso Enrique Ika con 40 años durante su breve período como kin difícilmente puede

considerarse viejo, lo que muestra que la comunidad elegía representantes energéticos e

impulsivos.

Moisés Tu’u Hereveri no se quedaría atrás respecto a sus antecesores a la hora

de tomar acciones decisivas para frenar las injusticias provocadas por la Compañía. Las

fuentes consultadas por Estella y Vives Solar coinciden en que Cooper, con sus guardias

chilenos, comenzaron a secuestrar mujeres casadas para mantenerlas en la casona de

Mataveri (que seguía siendo la capital administrativa desde los tiempos de Dutrou-

Bornier) mientras sus maridos trabajaban en el campo. Tu’u Hereveri comandó una

verdadero coup de main para rescatarlas, lográndolo cuando Cooper y su gente no se

encontraban en el lugar59. Esto desencadenó una serie de escaramuzas y un conflicto en

el que los explotadores estuvieron en jaque hasta julio de 1902. De este tipo de

conflictos vienen los amotinados que mencionaba Sánchez Manterola más arriba y que

llegaban con cada viaje de regreso de la Baquedano desde la isla. La precaria situación

de Cooper fue manifestada claramente por el capitán de la corbeta chilena, Basilio Rojas

Velásquez en un informe al Ministerio de Marina:

“Los canacas desconocían por completo la autoridad del subdelegado marítimo,

entonces interino, por no tener nombramiento supremo y que muy bien lo sabían

58 De la relación de Sánchez-Manterola publicada en el segundo apéndice documental de Conte (1994) 59 Estella (1920: pp. 147-148) y Vives Solar (1920b)

16

los naturales; obligándolo a permanecer concentrado en su establecimiento

haciendo rondas durante la noche”60

El fin de los “reyes” de Rapa Nui en esta nueva versión, “democrática”, se daría

con la llegada de la Baquedano a Hanga Roa el 19 de julio de 1902. Varias versiones

publicadas señalan que Moisés Tu’u Hereveri sería deportado, como castigo por sus

constantes rebeliones61. No existe documento alguno que señale esto, aunque es muy

posible que haya salido de la isla durante algún tiempo por estos años. Algunas de estas

fuentes aseveran, erróneamente que, tras su deportación, Hereveri terminaría siendo

grumete de la mencionada corbeta General Baquedano, dando la vuelta al mundo en

1908. Es posible que esto sea una confusión con el hijo de Tu’u Hereveri, Mateo

Hereveri Vaka, quien participó como grumete de la Armada de Chile durante algún

tiempo62. El último de estos reyes hereditarios, Moisés Jacob Tu’u Hereveri fallecería

en su isla el 3 de septiembre de 1925 a la edad de 52 años. Tanto él como su antecesor,

Enrique Ika, han sido injustamente olvidados por la historiografía acerca de Rapa Nui.

Curiosamente, este olvido tiene una explicación en lo señalado por algunos informantes

de Thomas Barthel le dijeron que Ika a Tu’u Hati y Tu’u Hereveri eran jefes

secundarios que no recibían los homenajes tradicionales de respeto, por parte de su

pueblo (Barthel 1959: 7), aunque el mismo autor señala, erróneamente, que eran menos

directos en cuanto a linaje real que Riroroko y Tekena. El término de estos homenajes

probablemente tenía más relación con la evolución en el “carácter” del cargo de ‘ariki.

El comandante Rojas de la Baquedano, en complicidad con Horacio Cooper,

llevará al continente a varios cabecillas de la rebelión liderada por Tu’u Hereveri:

Ruperto Nai, Ricardo Hitorangi, José Pirivato y Nicolás “Grande” Teao. Curiosamente

no hay mención de Hereveri siendo deportado. Sí se menciona entre los deportados, sin

embargo, al marido de Verónica Mahute, Manuel Vega, quien desde el continente

continuará protestando contra los abusos que se cometían en contra del pueblo de su

esposa63. Rojas intentará evitar nuevas revueltas nombrando, sin título de rey (más bien

como “cacique”), a un representante de los isleños de confianza: El cargo recayó en el

rapanui Juan Tepano Rano (apodado “Parare’e”), yerno del kin Enrique Ika y

compañero de Simeón Riro Kāinga en su fatídico viaje al continente, nombrado por

decreto del capitán Basilio Rojas el 27 de julio de 190264. Tepano no pertenecía

directamente a un linaje Miru, aunque su esposa “Engepito”, María ‘Aifiti Ika Tetono,

era hija de un ‘ariki paka. El cacique Juan Tepano era de mata Tupahotu, hijo de

Tepano Rano a Vavara y Paulina Veriamo a Huki. El cargo del nuevo cacique como

representante de los “naturales” continuaría hasta la década de 1920 e incluiría algunas

pomposas ceremonias elaboradas por la Armada para obtener el respeto de los demás

isleños. Tepano fue “coronado” en abril de 1911 en una ceremonia que no fue

60 El Mercurio de Valparaíso, 3 de septiembre de 1902. 61 Estella y Vives Solar en las fuentes ya citadas. Véase el trabajo de Foerster (2010a) para entender las

implicancias de la posible política de deportaciones con la isla a cargo de Merlet y luego a cargo de la

CEDIP. 62 Por lo mismo, es curioso analizar las fechas de nacimiento de los ocho hijos conocidos del kin

Hereveri: Simón (1890), Catalina (1893), Mateo (1897), María Rosario “Rimpana” (1898), Gabriel

(1900), Carlos (1912), Miguel (1916) y Corina (1917). Con un salto de 12 años entre Gabriel y Carlos. 63 Sus alegatos aparecen en el libro “Los Crímenes de Isla de Pascua” de Julián Ruiz, publicado en

Valparaíso en 1904. 64 Archivo de Ministerio de Marina, vol. 1281: Bando del Comandante de la corbeta General Baquedano,

Basilio Rojas.

17

reconocida ni siquiera por él mismo como algo relacionado con una dinastía real65,

siendo el segundo no-Miru (después de Koreto) al que se le arrogó una jefatura sobre

los isleños. Si cabe mencionar algo en común con los ‘ariki es el hecho de que Tepano

era un hombre joven, de unos 30 años, a la hora de su nombramiento. Además era

pragmático y estaba familiarizado con el idioma y los modos de los tangata hiva gracias

a su estadía en el continente por varios años. Lo cierto es que más allá de cualquier

consideración, Tepano no era una figura representativa de la comunidad para fines

políticos y su nombramiento no aquietó las aguas por mucho tiempo.

Cabe mencionar que detrás de todos estos jóvenes ‘ariki o kin tardíos, existía

una comunidad que sustentaba sus acciones. La influencia de algunas personas desde

atrás se manifiesta en forma muy clara en ciertas ocasiones. La persona más influyente

en la isla durante los períodos de Simeón Riroroko, Enrique Ika y Moisés Hereveri fue

con certeza María Angata Veritahi a Pengo, llamada simplemente Angata (c. 1853-

1914). Nombrada anteriormente como catequista y protegida del misionero Hipólito

Roussel, y como relevante en la elección de Simeón Riroroko como rey en 1892,

Angata era una mujer Miru (emparentada con Simeón Riroroko por su línea paterna).

En 1871 sale de la isla con los misioneros y se establece en el reducto católico de

Mangareva donde se casa por primera vez con Daniel Manuheuroroa. Después de dos

hijos (la mayor sería la matriarca del clan Teave), el matrimonio termina de forma

trágica con Angata herida y paralizada tras un violento ataque de su marido y, éste,

asesinado en represalia por los parientes de Angata66. El padre Roussel no tardaría en

encontrarle marido: Puapua a Ma’ori llamado “Ure Kino” y bautizado como Pakomio

(del nombre francés Pacôme) (c.1836-c.1908), un tangata hōnui y guerrero de linaje

Marama quien se había convertido al cristianismo recientemente67. El objetivo de

Roussel era que esta pareja cristiana fuera un ejemplo para los isleños y completara la

cristianización de la población de Rapa Nui.

Con los años, las creencias religiosas de Angata se volverían cada vez más

distintivas e influirían notablemente en el desarrollo de una variedad de catolicismo

bastante sui generis en Rapa Nui tocando en su clímax un misticismo de toque

milenarista68. Si bien Angata nunca ostentó el título de reina, su personalidad cargada de

una religiosidad imponente, carácter fuerte y postura enérgica en contra de la Compañía,

lograron que observadores y estudiosos externos usaran términos como “profetisa” o

“sacerdotisa” para referirse a ella69. Al parecer, los isleños habrían visto en ella una

persona poseedora de un mana muy fuerte, un contacto directo con la divinidad que

recuperaría en parte la tradición de sus líderes de tiempos pretéritos, capaz de conectar

el nuevo credo religioso con las costumbres e idiosincrasia original rapanui, en una

especie de pionero movimiento político-religioso e identitario. Son ilustrativas las líneas

65 Véase el texto de Zósimo Valenzuela (1912) 66 Véase un resumen de la historia en Fischer, S.R. (2005: p.129) McCall también menciona que Manu

Heu Roroa murió a causa de un homicidio en Mangareva en “Las Fundaciones de Rapa Nui” (1986:

p.13). 67 Pakomio Ma’ori Ure Kino fue uno de los 16 rapanui que volvieron a la isla desde el exilio en Perú,

antes de la llegada de Eyraud. A su regreso, ya tenía el virus de la viruela y contribuyó involuntariamente

a su esparcimiento. Sobrevivió tanto a la piratería como a la enfermedad. Enemigo acérrimo de

Naporeone Kaituo’e, es de suponer que apoyó a la Misión en el conflicto con Dutrou-Bornier, dada su

alineación con la confederación de Hotu ‘Iti. 68 Véase un panorama amplio de esto en Vives Solar (1917a) y especialmente en Castro Flores (2006). 69 Vives Solar (1917a), Routledge (1919: p. 144) y Estella (1920: pp. 153-154 y 157-162)

18

de José Ignacio Vives Solar, testigo directo de los acontecimientos de la época, quien al

hablar sobre Angata señala:

“Viuda y desempeñando ya Pakarati el oficio de catequista, no perdió en nada su

prestigio y de hecho gobernó siempre a los pascuenses, ya sirviendo de

consejera bajo los reinados de Atamu Tekena, Riro Roko y Beri Beri ya más

abiertamente después que el Comandante Rojas, el año 1901 (sic), suprimió la

monarquía en Pascua” (Vives Solar 1917a: 655; énfasis nuestro).

Si bien hoy en día se reconoce entre la población rapanui a los reyes Riroroko y a

Atamu Tekena, el gobierno de facto tenía cierta impronta religiosa que estaba encarnada

en la figura de la ex catequista, la cual trascendió a los hombres que ocuparon el más

visible cargo de kin. Angata lideraría una gran rebelión en 1914 contra la Compañía

Explotadora. Cabe recordar que tal como Angata vivió en Mangareva, Simeón Riroroko

y Moisés Tu’u Hereveri se criaron en Tahiti. También existe la posibilidad que Atamu

Tekena también haya vivido en la Polinesia Francesa. Es interesante que todos estos

“reyes” y líderes hayan tenido una conexión extranjera.

Como puede apreciarse a lo largo de todo este relato, la evolución entre un ‘ariki

mau como Kaimako’i a Nga’ara, quien ostentaba el título hasta 1862 hasta el último rey

elegido democráticamente menos de 40 años después, hay una evolución y una

adaptación notable. Con el reemplazo en 1902 del título de “rey” (o “’ariki” o “kin”)

termina finalmente cualquier referencia seria a una realeza pascuense. Los

representantes de la comunidad pasarán a ser figuras desprovistas de títulos o cargos, y

serían más bien liderazgos espontáneos como el de Angata (hasta su muerte en febrero

de 1915), Daniel “Korohua” Teave Hau Kena (1872- 1914, yerno de Angata), Juan

Araki Bornier (1886-1949, nieto de Dutrou-Bornier), Matías Hotu Temanu (1884-1951)

y Carlos Teao Tori (1892-1951), entre otros. Sin embargo, tras la muerte de Angata en

diciembre de 1914 y con la división de poderes entre el Estado y la Compañía

Explotadora, personajes mejor adaptados a la presencia de la autoridad colonial y con

mayor capacidad de negociación, como el mismo Tepano y figuras reinventadas o

posteriores como Simón Paoa Bornier (1895-1968), Nicolás Pakomio Angata (1898-

1981, hijo de Angata), Pedro Atán Pakomio (1907-1974) y Alberto Huki Make (1912-

2001), entre otros, se irían haciendo cargo de los intereses rapanui desde dentro del

sistema.

Las últimas referencias a una ascendencia real las tenemos hoy en día en los

estudios de genealogía (como el de Hotus et al. de 1988), algunas exhibidas con orgullo

por algunos rapanui como sus credenciales sanguíneas. Englert (1948: 65) y Barthel

(1959: 17), mencionan a la ya extinta familia Neru, de la que aún quedaba una

descendiente en los años 60 (María Emilia “Merina” Neru Ika-Hiva, 1899-1967) como

parte del linaje del primer bisnieto de Hotu Matu’a y, por ende, la más cercana a una

realeza sanguínea. Lo complicado de estos estudios en los tiempos actuales es que con

los matrimonios exogámicos y la gran cantidad de mezcla entre las familias, otrora

agrupadas en tribus, casi cualquier persona puede encontrar un vínculo sanguíneo con

algún linaje cercano a los antiguos ‘ariki mau. Es curioso que hoy los ‘ariki ancestrales

—si bien idealizados— sean constantemente representados y rememorados por la

generación actual, pese a su debilidad en términos de “poder temporal”, mientras

algunos de los ‘ariki elegidos no tanto por su linaje, sino que “democráticamente”

hayan caído en el olvido para muchos. En tiempos de mestizaje, de globalización y

aculturación, la reacción de muchos ha sido “volver a la sangre” para determinar el

derecho a gobernar: de ahí que la organización Parlamento Rapa Nui haya nombrado

19

recientemente a un nieto de Simeón Riro Kāinga como rey. Esto oculta la forma

democrática y no sanguínea con que fue electo este ‘ariki. La capacidad de reinvención

en Rapa Nui ha producido grandes transformaciones en los gobiernos locales, los que se

han adaptado rápidamente a las realidades contemporáneas con diferentes tipos de

jefatura, oscilaciones en el poderío de cada tipo de liderazgo los que nunca han cesado

de actuar y marcar presencia en la comunidad rapanui más allá de sus cambios de

nombre y estructura.

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