\"\"LOS TRES MODELOS VENEZOLANOS DE DEMOCRACIA EN EL SIGLO XX\"

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LOS TRES MODELOS VENEZOLANOS DE DEMOCRACIA EN EL SIGLO XX 1 por Juan Carlos Rey Democracias mayoritarias y democracia consensual o pactistas Si comparamos los tres sistemas políticos que podemos calificar como democráticos, que ha habido en Venezuela en el siglo XX 2 , —a los que enseguida tendremos que añadir algún adjetivo, para precisar el tipo de democracia de la que se trata—, vemos que dos de ellos, el del “trienio adeco” (1945-48) 3 , y el “chavismo” que se instaura a partir de 1999 4 , aunque en muchos aspectos son muy diferentes, responden a un modelo de democracia mayoritaria, en el que el gobernante era exclusivamente el que había obtenido la mayoría de votos en las elecciones, y se relegaba o excluía del gobierno a las minorías. En cambio el sistema político que existió entre 1958 y 1999, respondía a un modelo que se suele llamar democracia consensual o pactista, en el cual las decisiones publicas importantes, no podían ser el resultado de aplicar el principio o regla de la mayoría, sino que debían contar con la aprobación de diversos grupos políticos y sociales, aunque fueran minoritarios 5 . 1 Este escrito forma de un libro inédito de su autor, titulado Mayoría o consenso en los modelos de “democracia” en Venezuela durante el siglo XX. 2 Me parece evidente que no pueden ser considerados como democráticos los gobiernos posgomecistas de los presidentes Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, entre otras cosas porque no gozaban del derecho al voto la inmensa mayoría de los venezolanos —como eran las mujeres, los analfabetos y quienes no habían cumplido 21 años—, y las elecciones no eran directas. Para más detalles véase mi ensayo El decenio posgomecista y predemocrático, 1936-1945, en mi blog en Internet: <ucv.academia.edu/JuanCarlos Rey> 3 Sobre la “democracia de masas” del trienio adeco, véase Rey (1991: 538- 544; 2009a: 67-98) 4 Sobre la concepción de democracia en Chávez, véase Rey (2005). 1

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LOS TRES MODELOS VENEZOLANOS DE DEMOCRACIA EN EL SIGLO XX1

porJuan Carlos Rey

Democracias mayoritarias y democracia consensual o pactistasSi comparamos los tres sistemas políticos que podemos

calificar como democráticos, que ha habido en Venezuela en elsiglo XX2, —a los que enseguida tendremos que añadir algúnadjetivo, para precisar el tipo de democracia de la que setrata—, vemos que dos de ellos, el del “trienio adeco”(1945-48)3, y el “chavismo” que se instaura a partir de19994, aunque en muchos aspectos son muy diferentes,responden a un modelo de democracia mayoritaria, en el que elgobernante era exclusivamente el que había obtenido lamayoría de votos en las elecciones, y se relegaba o excluíadel gobierno a las minorías. En cambio el sistema políticoque existió entre 1958 y 1999, respondía a un modelo que sesuele llamar democracia consensual o pactista, en el cual lasdecisiones publicas importantes, no podían ser el resultadode aplicar el principio o regla de la mayoría, sino quedebían contar con la aprobación de diversos grupos políticosy sociales, aunque fueran minoritarios5.

1 Este escrito forma de un libro inédito de su autor, titulado Mayoría oconsenso en los modelos de “democracia” en Venezuela durante el siglo XX.

2 Me parece evidente que no pueden ser considerados como democráticos

los gobiernos posgomecistas de los presidentes Eleazar López Contreras eIsaías Medina Angarita, entre otras cosas porque no gozaban del derechoal voto la inmensa mayoría de los venezolanos —como eran las mujeres,los analfabetos y quienes no habían cumplido 21 años—, y las eleccionesno eran directas. Para más detalles véase mi ensayo El decenio posgomecistay predemocrático, 1936-1945, en mi blog en Internet:<ucv.academia.edu/JuanCarlos Rey>3 Sobre la “democracia de masas” del trienio adeco, véase Rey (1991: 538-544; 2009a: 67-98)4 Sobre la concepción de democracia en Chávez, véase Rey (2005).

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En muchos países, como son la mayoría de los queanaliza Lijphart6, el modelo de democracia consensual opactista estaba consagrado por el sistema normativoformalmente vigente (constituciones, leyes y demás normasjurídicas). Pero lo peculiar del caso venezolano es que talmodelo fue en gran parte el resultado de una serie de pactoso acuerdos celebrados entre el gobierno y diversos entes nogubernamentales (partidos y organizaciones económicas osociales). Se trataba de pactos o acuerdos que no tenían uncarácter jurídico, sino sólo político, y que no requeríanser escritos (aunque algunos de ellos lo fueron), puespodían consistiré en acuerdos informales e incluso tácitos,pero que no dejaban de ser obligatorios, porque en caso deviolarlos el infractor podía sufrir serias sancionespolíticas (por ejemplo, si el violador era el gobierno,podía sufrir una pérdida de legitimidad, con la amenaza deser derrocado).

Mediante este nuevo sistema, que se estableció enVenezuela a partir de 1958, se pretendía superar lasdeficiencias que mostró la “democracia mayoritaria” deltrienio 1945-48, que se caracterizó por ser sectaria y

5 La diferencia entre las democracias mayoritarias y las democraciasconsensuales, es distinta a la que existe entre los sistemas electoralesmayoritarios y los sistemas electorales de representación proporcional, pues se refierena cosas diferentes, aunque relacionadas. En ambos casos los sistemas queno son mayoritarios se caracterizan por tomar en cuenta los derechos einterese de las minorías. Pero en los sistemas electorales mayoritarios elpartido que ha obtenido más votos en un distrito electoral obtiene todoslos cargos representativos disputados en ese distrito; pero en cambio enun sistema de representación proporcional, cada partido recibe un númerode cargos proporcional al números de votos que obtuvo en las elecciones.En cambio, en el caso las democracias consensuales o pactistas, lasminorías deben estar necesariamente representantas en la toma de ciertasdecisiones importantes, no en función de criterios cuantitativos (comosería la proporción de su fuerza electoral) sino más bien de acuerdo acriterios cualitativos, pues se les reconoce un interés legítimo, quedeber ser tenido en cuenta en ciertas decisiones, aunque sea nminoritarias. 6 Como democracias consociacionales [consociaional democracies], las había bautizadoArend Lijphart [1977, 1987]), en sus estudios pioneros sobre este tipode democracias.

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excluyente con las minorías que no pertenecían al partidohegemónico (AD), lo cual fue en gran parte la causa delfracaso del intento de implantar la primera democracia demasas en el país, que resultó inviable, de modo que elgobierno de Rómulo Gallegos, pese a haber contado con unaamplia mayoría electoral, sucumbió sin apenas resistencia,ante un golpe militar que contó con el apoyo o la aceptaciónde lo partidos de la oposición y de importantes fuerzassociales y económicas, numéricamente minoritarias, peropoderosas, que veían amenazados por el gobierno de AD nosolo sus intereses, sino lo que creían que eran susderechos. La acusación de la oposición fue que tal régimen,en vez de vez de ser una democracia mayoritaria, quegobernara para todos los venezolanos era en verdad unatiranía de mayoría (Puede verse Rey 1991: 338-341; 2009: 92-99).

En cuanto al “chavismo”, se implantó como un rechazoexpreso y frontal al “puntofjismo” o “pactismo”, es decir ala democracia consensual anterior, pero también como unarecusación de la democracia representativa, frente a la cualimpuso una democracia mayoritaria, sin pluralismo políticoni social, y con rechazo de los componentes necesarios parauna “democracia formal”, a la que acusaba de ser una falsademocracia.

Podemos afirmar que aunque los tres sistemas políticosvenezolanos que estamos examinando se caracterizan porformas de Estado y de gobierno que podemos calificar comodemocráticos —al menos porque sus respectivas constitucionesproclamaban que la soberanía y el poder constituyenteresidían en el pueblo y que sus gobiernos debían serelegidos mediante sufragio universal, directo y secreto— lostres diferían en cuanto a sus respectivas formas degobierno. Y aunque los tres sistemas políticos contaron conimportantes apoyos por parte de distintos sectores, todosellos también debieron soportar una importante oposición,distinta en cada caso, que negaba que fueran verdaderasdemocracias, y los consideraba como otras tantas formasimpuras o aberradas de gobierno.

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Pero además los tres sistemas diferían también en loque cada uno de ellos entendía, desde el punto de vistapolítico (distinto del punto de vista jurídico-constitucional), por el concepto pueblo, así como sobre laforma en que concebía que éste expresaba su voluntad.

Durante el trienio 1945-48, de acuerdo a la ideologíaentonces imperante, era considerado como pueblo la gran masade a población que se expresaba fundamentalmente a través deAD (“el partido del Pueblo”), encargado de canalizar yorganiza a esa masa. Se trataba de un partido hegemónico,único en el gobierno. Era una democracia que aunque envarios aspectos se inspiraba en ideas de procedenciaroussoniana, se apartaba de las enseñanzas de ese autor enun aspecto clave: el papel fundamental que de acuerdo a ADdesempeñaba ese partido, que justificaba la implantación deuna verdadera partidocracia (partidocracia que en cambio noexistió, contra lo que muchos creen, en el período 1958-1999). Pero en cambió, para Rousseau, en una verdaderademocracia se debían prohibir los partidos, en tanto quefacciones.

Durante la vigencia de la democracia pactista (1958-99) “elpueblo” entendido como masa informe y desorganizada, erasegún Rómulo Betancourt, una abstracción inexistente, queusaban los demagogos con fines subversivos. El pueblodemocrático, en el que residía la soberanía, estaba formadopor el conjunto de ciudadanos que se expresaba ordenadamenteen las elecciones, y que hacía oír su opinión a través delos partidos democráticos y otros organizaciones socialeslegales, dotadas de liderazgos confiables, que manteníancontactos permanentes con el gobierno y que disponían decauces institucionales para acceder regularmente al Estado7.

7 Merece la pena citar al pie de la letra un fragmento de un discurso dela Betancourt durante su presidencia en 1960, porque muestra el cambioradical que se había producido, si lo comparamos con la concepciónpopulista de AD (“el partido del pueblo”) durante el trienio 1945-48,que se había caracterizado por un estilo “plebeyo”, que implicaba unaconstante participación de las masas en la vida pública, un tantoestridente y desordenada, y su movilización emocional contra losenemigos de la Revolución. Decía Betancourt, en 1960, en su mensaje al

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En el tercer caso, el chavismo, su ideología rechazabala democracia representativa, y pretendía establecer en sulugar una “democracia participativa y protagónica”,prescindiendo de la mediación de los partidos. El pueblo,sujeto de la soberanía, era identificado como la masachavista que mantenía contacto directo con su líder,participando en las grandes manifestaciones yconcentraciones que se organizaban para aclamarlo. Elpartido que llevó a Chávez al poder, fue el MVR, un partidopuramente electoral, mero instrumento logístico para laselecciones, pero que no fue un partido de gobierno, como mástarde pretendió serlo el PSUV.

En el caso del chavismo, el pueblo debía estarpermanentemente movilizado (recuérdese que Chávez hablaba deque la suya era una “revolución permanente”), y dispuesto avotar cada vez que Chávez lo pedía, en comicios que enrealidad eran actos de aclamación, pues el voto nosignificaba elegir alguna de las opciones electorales que sele proponían, sino proclamar la confianza y respaldo delpueblo a la persona de Chávez, o por el contrario su

Congreso como Presidente de la República, como respuesta a la consignaslanzadas por los jóvenes de la izquierda de AD y por el PCV, parajustificar sus protestas callejeras:

"Es falaz y demagógica la tesis de que la calle es del pueblo. Elpueblo en abstracto es una entelequia que usan y utilizan losdemagogos de vocación para justificar su desempeño desarticuladordel orden social. El pueblo en abstracto no existe. En lassociedades modernas organizadas que ya superaron desde hace muchossiglos su estructura tribal, el pueblo son los partidos políticos,los sindicatos, los sectores económicos organizados, los gremiosprofesionales y universitarios. Cuando cualquiera de esosorganismos solicite permiso para una manifestación pacífica, enlugar cerradlo o en las calles no habrá inconveniente en concederese permiso. Pero cuantas veces grupos incontrolados se lancen ala calle, sea cualquiera el pretexto que esgriman, no se tendrácon ellos blanduras ni lenidad, porque un país no puede vivir ytrabajar, y adquirir cultura y forjar riqueza, si está siempreamenazado por la explosión sorpresiva de brotes de violenciacallejera, detrás de la cual maquinan el descrédito del régimendemocrático sus enemigos históricos, los totalitarismos de todoslo nombres y colores” (Betancourt [1960] 2007: 172).

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rechazo. Pues en muchas de las votaciones celebradas bajotal sistema, los electores no sabían cuál era exactamente elcontenido de las propuestas sometidas a votación, sino quesólo entendían que debían votar a favor o en contra deChávez.

En realidad el pueblo chavista había transferido toda susoberanía al presidente, dando lugar a un gobiernounipersonal dotado de plenos poderes, en el que se habíaeliminado cualquier barrera o limitación institucional olegal a sus decisiones, de manera que era una verdaderamonocracia autocrática.

Las dos democracias representativas y su funcionamiento enVenezuela

Pese las notables diferencias que existieron entre lademocracia mayoritaria de masas del trienio 1945-48 y lademocracia consensual pactista de 1958-99, lo cierto es queambas fueron formas de democracia representativa, mientras queChávez rechazó tal forma de gobierno, y propugnó, en cambo,lo que él llamaba una democracia participativa y protagónica. Veamoslo que esos términos significan, recordando el escrito deJosé Ortega y Gasset, quien en 1927 trazó en forma magistraly con nitidez insuperable, las diferencias y los posiblesantagonismos entre en liberalismo y la de democracia8.

La democracia representativa contemporánea constituyeun intento de conciliación y síntesis de dos corrientespolíticas no solo distintas sino, en ocasiones, antagónicas:el liberalismo y la democracia. La democracia responde a lapregunta ¿quién debe ejercer el poder político?. Y surespuesta es que debe gobernar el elegido por el conjunto delos ciudadanos. Con esto no se está refiriendo a laextensión que debe tener ese poder, sino sólo a quién debeejercerlo. En cambio el liberalismo responde a un preguntadistinta: con independencia de quién ejerza el poder ¿cuálesdeben ser sus límites?. Y la respuesta liberal es que el

8 Ortega y Gasset (1950: 572-573). seguido en lo esencial por nuestromaestro Manuel García-Pelayo en su Derecho Constitucional Comparado (1959:198-204, especialmente pág. 198)

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poder público, con independencia que lo ejerza el pueblo, unrey o una aristocracia, no puede ser absoluto sino que debeser limitado, pues las personas tienen derechos que nopueden ser desconocidos por el Estado, de modo que lasociedad civil debe gozar de un ámbito libre de todoinjerencia estatal. La democracia representativa, en cuantosíntesis de los dos principios, puede decirse que es undemocracia liberal o un liberalismo democrático.

Para explicar en qué consiste la democraciarepresentativa, así concebida, hay que responder a trespreguntas: ¿quién ejerce el poder público?, ¿cómo se ejerceel poder público? y ¿para quién (o en beneficio de quién) seejerce el poder público?.

En la medida que estemos hablado de un Estadodemocrático (y por tanto, que el titular de la soberanía esel pueblo), la primera pregunta. relativa al ¿quién?, serefiere a la manera en que son seleccionados losgobernantes; y la condición mínima para su existencia es quesean seleccionados por el conjunto del pueblo, medianteelecciones libres, sinceras y realmente competitivas.

La segunda pregunta, relativa al ¿cómo?, se refiere almodo en que los gobernantes ejercen el poder público. Desdeesta perspectiva, la democracia representativa exige que elpoder no sea absoluto, sino que su ejercicio esté limitado através de instituciones tales como la división de poderes,el reconocimientos de un conjunto de derechos fundamentalesque el gobierno en ningún caso puede violar, el imperio dela ley, el Estado de Derecho, etc. A través de estosmecanismos e instituciones, la democracia representativa sevincula con la idea de gobierno constitucional e incorpora losvalores de libertad política propios del pensamientoliberal.

Ahora bien, no se puede olvidar que los valoresdemocráticos, por un lado, y los liberales, por otro, son denaturaleza distinta y que en ocasiones pueden entrar encontradicción, de modo que lo que caracteriza a lasdemocracias representativas reales es un intento deconciliación o compromiso entre ambos.

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La democracia representativa, así entendida, fue laforma de gobierno tanto de la democracia de masas delperiodo 1945-48, como de la democracia consensual de 1958-99. Pero durante el trienio adeco, en los casos en quepresentaron conflictos entre los principios democráticos ylos liberales, prevalecieron los primeros, incluso hastaponer en riesgo a los segundos; en cambio, bajo de lademocracia consensual de 1958-99, ocurrió lo contrario,sacrificándose los principios democráticos en aras deproteger algunos derechos, que a veces no eran tales, sinosimples intereses de las minorías. Los dos tipos de criterios, que hasta ahora heexaminado (el quién y el cómo se gobierna), suponen que lademocracia representativa es definida a partir de una seriede mecanismos, procedimientos e instituciones de naturalezajurídica y política, que corresponden a lo que algunosllaman despectivamente “democracia formal”. Pero losmecanismos e instituciones a los que hasta ahora me hereferido, para muchos no bastan para definir la democraciarepresentativa, pues es necesario contestar una tercerapregunta, ¿para quién se gobierna?, que se refiere a quiénes sonlos beneficiarios de las políticas y decisiones públicas. Sesupone que a través de las formas y de los procedimientosantes definidos, las políticas públicas y las decisionescolectivas que se tomen van a responder, en cuanto a sucontenido, a los intereses del conjunto de la comunidad opueblo. En este sentido, la democracia representativarequiere, como condición adicional para su legitimidad, quesea un gobierno en beneficio del pueblo.

Con esto me estoy separando de aquellas concepcionespara las cuales existe una contradicción irresoluble entrela democracia formal y la democracia substantiva o material,y que están dispuestas a afirmar unilateralmente una deestas dimensiones en beneficio de la otra. Parto, en cambio,del supuesto de que para caracterizar adecuadamente a lademocracia representativa deben tenerse en cuenta tanto susprocedimientos o aspectos formales (relativos a la forma deelegir los gobernantes, a los procedimientos para tomar decisiones y a

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los límites que éstas deben respetar), como sus aspectos sustantivoso materiales, relacionados con el contenido de tales decisiones.Ninguno de esos aspectos debe ser separado de los otros, ylos tres deben complementarse, pues de no hacerlo elresultado será alguna forma de negación de una de lasdimensiones fundamentales de la democracia representativa.Precisamente, lo que caracteriza a los dos variedades dedemocracia que prevalecieron en los dos periodos que hemosconsiderado (1945-48 y 1958-99), es que los gobernantes nose resignaron a un democracia puramente formal, sino quetanto por razones de índole deontológica como de tipopragmático creyeron que la democracia debía ser capaz desatisfacer las aspiraciones de la mayoría de la población,pues sin ello lo podría subsistir.

La democracia mayoritaria del trienio 1945-48, dio másimportancia al componente democrático (¿quién gobierna?) queal liberal (¿cómo se gobierna?, en el sentido de loslímites del poder). Confiaba en que la voluntad de lamayoría, canalizada por partidos y organizacionesdemocráticas con líderes responsables, iba a satisfacerprogresivamente las aspiraciones de la población. Pero dehecho, AD era el único partido de masas realmente existenteen todo el país, y el que contralaba a la mayoría de lasorganizaciones sociales modernas, e instauró un gobiernoexclusivo de un partido hegemónico, Se trataba de unapartidocracia, en la que la dirección colectiva de AD era laque tomaba las principales decisiones, tanto cuandoBetancourt fue Presidente de la Junta Revolucionaria deGobierno, como cuando Gallegos fue Presidente constitucionalde la República.

Varios militantes sectarios de AD mantenían la falsacreencia, que creían ser roussoniana, de que el “partido delpueblo”, por ser mayoritario, cuando tomaba las decisionesgubernamentales estaba expresando la “voluntad general”, demanera que el obedecerlas no sólo era jurídicamenteobligatorio, sino también era un deber moral. De manera queno vacilaron en coaccionar a la oposición que se resistía ala mayoría, pues –para utilizar palabras de Rousseau- creían

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que había que “obligarles a ser libres”. Las minoríaspolíticas que constituían esa oposición se sentían ahogadaspor la aplastante superioridad electoral y organizativa delpartido de gobierno, a la que unía su uso ventajista de lasrecursos del Estado, ante todo lo cual perdieron lasesperanzas de poder superar electoralmente a AD algún día,por lo que apoyaron, o por lo menos, se sintieron aliviadoscon el golpe de Estado militar que puso fin al gobiernoadeco.

En el caso de la democracia pactista de 1959-99, losprincipales líderes políticos, conscientes de que volver aintentar establecer una democracia puramente mayoritaria,como la del trienio, podía de nuevo llevar al fracaso de talforma de gobierno, decidieron recurrir a la instauración unademocracia consensual o pactista, mediante lo que he llamadoun “sistema de conciliación de élites”9, que debía funcionarsimultanea y paralelamente al tradicional sistema derepresentación proporcional. De manera que además de larepresentación parlamentaria que las minorías obtuvieran, deacuerdo al sistema de representación proporcional, enproporción a sus votos en las elecciones, diversas minoríaspolíticas, económicas y sociales, aunque no dispusieran deninguna representación parlamentaria, o aunque no hubierantenido derecho a participar en las elecciones, iban a serconsultados para participar en aquellas decisiones públicasque más podrían afectarlas, e incluso poder ejercer unaespecie de veto de hecho, en dichas en dichas decisiones,.

Pero el desarrollo de este sistema iba a llevar a quese instaurara en Venezuela una forma de “democracia”hiperorganizada y elitista, con serias limitaciones y fallasdesde un punto de vista estrictamente democrático10. Setrataba de un sistema que iba a generar progresivamente unatendencia desmovilizadora y antiparticipativa, cuando noautoritaria. Por un lado, se propugnó que todas las demandassociales deberían ser canalizadas a través de unas pocas9 Sobre tal concepto véase especialmente Rey (1976: 137-150; 1991: 542-544)10 Lo que sigue está extractado de Rey (2009a: 129-132)

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organizaciones (partidos políticos y grupos de interés)consideradas “confiables”, pues se temía que de no ser asípodían volverse incontrolables o inmanejables; de modo quese fortalecieron al máximo esas organizaciones supuestamenteconfiables, otorgándoles privilegios diversos e inclusoinsertándolas el sistema de decisiones del Estado a travésde mecanismos de naturaleza semicorporativa.Simultáneamente, se desestimularon otras formas departicipación distintas, que fueron vistas con recelo ysospecha, llegándose incluso, en ocasiones, a utilizar larepresión contra ellas. Por otra parte, en el interior delos partidos políticos y de los grupos de presiónconsiderados como confiables, se robusteció el liderazgo yse fomentó la pasividad de las masas, mediante unacreciente ausencia de democracia interna.

Los rasgos negativos, que hemos señalado no se dieronplenamente desde 1958, cuando se inicio la nueva forma derégimen democrático, sino que más bien se desarrollaron comouna tendencia progresiva. Pese a eso, el sistema fue capazde mantener durante algunos quinquenios un nivel suficientede satisfacción de las aspiraciones de la población, paraque la mayoría de ésta pudiera mantener su confianza en lademocracia representativa.

Durante ese tiempo, el papel principalísimo desempeñadopor el Estado en el proceso desarrollo, la cuantía y lanaturaleza de los recursos de los que él dispuso, y sobretodo la actuación de los partidos políticos y de lasorganizaciones sociales controladas por ellos (v. gr. lossindicatos), hicieron posible que el Estado se convirtieraen un amortiguador y atenuador de los conflictos sociales,que en vez de revestir la forma de lucha de clases,aparecían como demandas o disputas acerca de la distribucióndirigidas al gobierno, y en las que no resultaba infrecuentela colusión entre grupos o clases sociales que de acuerdocon la perspectiva marxistas debían considerarse comoantagonistas. En otras palabras: gracias a la accióndistributiva del Estado, los posibles conflictos socialeseran encapsulados políticamente, por un lado, a través del

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sistema de partidos políticos y las elecciones; y, por otrolado, a través de los mecanismos de representación yparticipación semicorporativa, a los que ya me referí. Demodo que las grandes diferencias socioeconómicas queexistían no se expresaban en enfrentamientos políticos o enformas de votación o de militancia partidista. La crisis y el debacle final de la democracia representativa

Tal como fueron ideados a partir de 1958, se suponíaque los dos dispositivos que iban a asegurar la estabilidaddel sistema político venezolano —me refiero, por un lado, alsistema de competencia electoral entre los partidos, basadoen la participación de todo el pueblo; y por otro lado, alsistema consensual o pactista de conciliación de élites—iban a funcionar simultanea y paralelamente,complementándose, pues cada uno de ellos iba a satisfacerun conjunto de necesidades distintas a las del otro. Elsistema de competencia partidista con elecciones, en el quelos partidos, mediante sus programas y plataformaelectorales, con ofertas de mejoras económicas y socialespara la mayoría de la población, se disputarían lapreferencia de la ciudadanía, fue capaz de mantener duranteaños la confianza de la mayoría de ésta en que la democraciarepresentativa era el medio adecuado para satisfacerprogresivamente sus aspiraciones al bienestar. Pero por otrolado, el funcionamiento del sistema de conciliación deélites, mediante el cual se iba a garantizar los interese deéstas, en una forma privilegiada, frente al peligro del votode la mayoría, iba a conseguir la adhesión de esas minoríaspoderosas al funcionamiento de la democracia representativa.Pero este segundo dispositivo —cuyo funcionamiento, alprincipio, se concibió como un tanto limitado y excepcional,y siempre sometido a la vigilancia y control democrático delos partidos en el Congreso— fue adquiriendo de hecho undinamismo y una fuerza propia, desvinculándose del controlpartidista. Así ocurrió, por ejemplo, con el crecimientodescomunal de una administración pública descentralizada,que implicó el desarrollo de lo que he llamado un sistemasemicorporativo privatizante (Rey 209a: 124-126) colocado bajo la

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autoridad exclusiva del Presidente, sin controles delCongreso ni de los partidos allí representados, con unaparticipación privilegiada de esos sectores privados, quellegó a concentrar la mayor parre del gasto público delEstado, como ocurrió particularmente a partir de 1974,durante la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez (Rey2009a: 288-290).

Podemos decir que los partidos venezolanos renunciarona su responsabilidades políticas y constitucionales, afavor de los Presidentes de la República, cediéndoles muchosde sus derechos, y haciendo que los poderes de éstos fueranmuy superiores a los de los jefes fe Estado o de gobierno delas mayoría de las democracias representativas. Además deestar liberados de la disciplina partidistas11, lospresidentes de Venezuela gozaban de poderes extraordinarios,debido a la situación de permanente suspensión de lasgarantías económicas que existió en el país en formacontinua, prácticamente desde la segunda guerra mundialhasta la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez. A locual habría que añadir las muy amplias leyes habilitantesque el Congreso, controlado por sus partidos, lesconcedieron en varias ocasiones a los presidentes, y que en

11 Se trataba de una decisión que adoptó AD en 1958, por solicitud delpropio Rómulo Betancourt como candidato a la presidencia de esepartido, que consistía en liberarlo de la disciplina partidista, en casode que resultara elegido. Tal decisión tenía por objeto, por una parte,que el Presidente estuviera libre de posibles interferencias de supropio partido en las negociaciones con otras fuerzas políticas, yfacilitarle las decisiones, a veces duras e impopulares, que estimaraque fueran necesarias para estabilizar la democracia venezolana. Porotra parte, con esta medida se quería evitar que se pudiera repetir elpretexto que sirvió para el derrocamiento de Rómulo Gallegos en 1948,que fue que sus decisiones no eran las propias de un Presidente de todoslos venezolanos, pues obedecían a las órdenes sectarias que recibía desu partido. Aunque originalmente la liberación de la disciplinapartidista se concebía como un recurso sólo temporal, que debíamantenerse mientras no desaparecieran los peligros que acechaban a laincipiente democrática, con todos los presidentes posteriores, tanto deAD como de COPEI, se repitió tal liberación, pese a que la democracia seconsideraba ya estabilizada y sin peligros inmediatos de involución.

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algunos casos equivalieron al otorgamiento de una especie de“carta en blanco”.

De esta manera, los presidentes venezolanos fueron, enla práctica, políticamente irresponsables, pues por unaparte, la prohibición constitucional de su inmediatareelección, impedía que el electorado a través de un posible“voto castigo”, pudiera hacer efectiva dicharesponsabilidad, sancionándoles e impidiendo su reelección.Pero, por otra parte, al ser liberados de la disciplinapartidista, los presidente eran irresponsables ante supropio partido, que no podía sancionarle por no cumplir elprograma electoral aprobado por el propio partido, o por noobedecer las directrices que éste tratara de imponerle.

Cuando somos testigos de un derrumbe del sistema dedemocracia representativa, como el que experimentó Venezuelaa fínales del siglo XX, se impone indagar acerca de suscausas. Se suele decir, con razón, que sin partidospolíticos no es posible que funcione una democracia. Pero noes menos cierto que con partidos con las característica quetuvieron los venezolanos durante los años finales delpuntofijismo, tampoco es posible dicho funcionamiento.

Según una tesis que ha alcanzado bastante aceptación,la causa principal de la crisis, de la decadencia y delfinal desplome de nuestra democracia representativa fue elcomportamiento de los partidos políticos, que en vez dehaber sido unos instrumentos al servicio de los ciudadanos,usurparon el poder que debía corresponder a éstos,estableciendo una forma de gobierno al servicio de talesorganizaciones y de los políticos profesionales que lascontrolaban, de forma tal que en vez de una democracia loque implantó finalmente en Venezuela fue una partidocracia.Así, uno de los más reputados especialistas en el análisisjurídico institucional del Estado venezolano, que puede serconsiderado como uno de los exponentes con más prestigio dela tesis mayoritaria sobre este tema, al referirse a lacrisis por la que estaban atravesando todas lasinstituciones públicas y privadas del país, decía: “Losresponsables de la crisis institucional, sin la menor duda,

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hay que repetirlo una y otra vez, son los partidospolíticos” (Brewer Carías 1988: 41); y llegó a afirmar quenuestra democracia degeneró en una partidocracia, pues “hadejado de ser el gobierno del pueblo y para el pueblo y seha convertido en un gobierno, no sólo de los partidos, sinopara los partidos” (Brewer 1985: 57). El profesor Brewerbasaba tales afirmaciones en su creencia de que los partidospolíticos venezolanos eran los autores –y por tanto losresponsables– de la mayoría y de las más importantesdecisiones del Estado venezolano, sosteniendo la ideasimplista y errónea de que el nuestro era un “Estado departidos”, como decía uno de sus libros (Brewer 1988: 9).

Pero esta tesis adolece de dos serios errores: por unaparte, desde un punto de vista empírico, desconoce la formaen que efectivamente se habían tomado la mayoría y las másimportantes decisiones públicas en el sistema político apartir de 1958. Pero desde un punto de vista teórico, notenía en cuenta las funciones relacionadas con laresponsabilidad política de los partidos políticos modernosde masas, ni los requisitos necesarios para que talresponsabilidad pueda ser efectiva. Como he demostrado envarias de mis obras, y como acabo de recordar, la verdad esque después de 1958, los partidos políticos venezolanosrenunciaron a sus derechos políticos y constitucionales afavor del Presidente y permitieron que se desarrollada unpoderoso sistema de administración descentralizada, sincontroles del Congreso (y por tanto sin control de lospartidos allí representados), en la que tuvieron unarepresentación y participación privilegiada, para ciertasdecisiones del Estado, diversos grupos privados(empresarios, trabajadores, profesionales diversos, etc.).Por tanto, hablar de partidocracia es inapropiado, y enatención a los factores que hemos considerado, laresponsabilidad de nuestros partidos políticos, que sin dudala tuvieron, fue más bien por omisión que por acción.

Pero por otra parte, el segundo error al que alprincipio nos referíamos consistió en que no se estudióseriamente las fallas en el funcionamiento del sistema de

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partidos, que fueron las causas de su falta deresponsabilidad política, con el fin de tratar decorregirlas. Se ignoraron en que consistían las virtudes dela democracia representativa y los requisitos que debíancumplir los partidos para que pudiera hacerse efectiva.Partiendo de la idea simplista de que la fallas de lospartidos y de los políticos profesionales se debían a susdefectos personales, tales como su incompetencia o a sufalta de virtudes, lo achacaron a la mediatización ejercidapor los partidos políticos, y al sistema electoralimperante, en el que votación se hacía a favor listas decerradas y bloqueadas, elaboradas por las directivas de lospropios partidos, de modo que, por una parte, se coartaba lalibertad del elector para elegir al representante de supreferencia, y por otra parte, los elegidos no se sentíanobligados hacia el elector, sino sólo hacia la directiva delpartido, pues era a ella a quien debían el puesto. Lasolución más tosca y simplista, que muchos propusieron fueeliminar a los partidos como intermediarios entre el electory su representante, para establecer, en cambio, una relacióndirecta entre ambos. Con ello se pretendía que la democraciarepresentativa se basara únicamente en la responsabilidadpolítica personal del representante individual,desconociendo la necesidad de afirmar, afianzar y fortalecerla responsabilidad política, institucional y colectiva delos partidos, que pareciera serles totalmente desconocida12.Se trataba de explicar la falta de responsabilidad personalde los representantes elegidos, por la interferencia queejercían los partidos políticos, pero no se era capaz de darrazón del fenómeno más grave e inquietante: la falta deresponsabilidad institucional y colectiva de los partidos alos que los elegidos pertenecían, que es el elementoesencial que debe considerarse cuando se trata de eleccionesplenamente democráticas con partidos de masas.

De modo que en lugar de indagar cuáles eran las fallasen el funcionamiento del sistema de partidos, para tratar decorregirlas, consideraron simplemente que los partidos12 Sobre esta importante cuestión, puede verse Rey (2003: 69-76; y 2009a: 60-90)

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políticos eran el obstáculo o interferencia que había queeliminar para que la responsabilidad política personal delos gobernantes funcionara adecuadamente. Se trataba deeliminar las funciones de los partidos como intermediariosentre el elector y el representante, para establecer, encambio, una relación directa entre ambos.

Pero esto, aplicado al caso del Presidente de laRepública, en vez de solucionar los problemas de nuestrademocracia representativa, tendía a agravarlos,fortaleciendo el ya muy desarrollado personalismopresidencial. En este sentido el triunfo de Chávez en laselecciones presidenciales de 1998, aunque puede parecer –como lo fue desde cierta perspectiva– una reacción contra lasituación anterior, representó la continuación y elagravamiento del personalismo presidencial, ya muy marcadodurante la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez y quepersistió durante la siguiente de Rafael Caldera.

Pero sobre todo faltó una adecuada comprensión de lasventajas de la democracia representativa, sobre cualquieraotra forma de gobierno, y cuyo mérito no consiste, en ningúncaso, en garantizar que los elegidos mediante los votos sedestaquen por sus altas cualidades morales e intelectuales.Su ventaja única, consiste en que mediante un adecuadofuncionamiento de los mecanismos que le son propios, losrepresentantes electos, sin necesidad de exigirse de ellosvirtudes extraordinarias o especiales, sino sólo por suinterés racional y utilitario, cabe esperar que traten decumplir con su responsabilidad política, que consisten, antetodo, en cumplir con las promesas u ofertas que hicieron alelectorado, pues de no hacerlo éste le desplazará del puestopúblico que ocupan cuando tenga la primera oportunidad dehacerlo. Es por esto que con una democracia representativa,en igual de otras circunstancias, aumentanconsiderablemente las probabilidades de que losrepresentante electos vayan a satisfacer su responsabilidadpolítica, que consiste ante todo en cumplir con sus promesasy ofertas electorales.

Pero para que funcionen los mecanismos necesarios para

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que la responsabilidad política sea efectiva, se necesitaque el sistema de partidos cumpla con un conjunto derequisitos que han faltado en Venezuela, y que aquí nopodemos desarrollar, sino simplemente enunciar.13

Hace falta unos partidos responsable , no populistas, dotados de una organización y de una ideología apropiadas, con una disciplina partidista , pero al mismo tiempo con democracia interna , con un sistema de libre competencia electoral entre ellos,sin monopolios ni duopolios jurídicos ni de hecho (y esteúltimo fue el caso venezolano), con libre acceso a talcompetencia de cualquier otra organización política queaspire a participar en ella.

Si se dan todas estas condiciones, las eleccionessucesivas y la alternabilidad que de ellas puede resultar seconvierten en un mecanismo semiautomático que premia elcumplimiento y castiga el incumplimiento de las ofertaselectorales y hace efectiva, de esta manera, laresponsabilidad política frente a los electores. Pues si loscandidatos de un partido defraudan a los electores, y elpartido ha sido incapaz, mediante el uso de su disciplinainterna, de corregir esa falla, la democracia interna quetambién ha de existir en el mismo, debe ser capaz deproducir un cambio en los próximos candidatos, pero tambiénen los dirigentes del partido, en sus programas, o inclusode todos ellos. Si el partido continúa defraudando a suselectores, estos podrán decidir votar en las próximoscomicios, por los candidatos de otro partido. Pero si todoslos partido existentes también les defraudan, el libre acceso alas elecciones permitirá que surjan partidos nuevos queconquisten el favor de los ciudadanos y desplacen a losantiguos. De esta manera se asegurará, al menos a mediano oa largo plazo, un cierto equilibrio mediante el cual setenderá a satisfarán las preferencias de los votantes.

Desde los orígenes del sistema democrático, en 1958, ydurante muchos años la mayoría de los ciudadanos confiaron

13 Sobre en qué consistieron las graves fallas de los partidos venezolanos, debe consultarse mi libro, Rey (2009a: 260-284), donde he desarrollado esta cuestión.

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en su voto en las elecciones, como el instrumento adecuadopara hacer que el gobierno se interesase en resolver susproblemas, y pusieron sus esperanzas en que la competenciaelectoral entre partidos, era la herramienta adecuada parahacer efectiva la responsabilidad política de losrepresentes electos y así lograr el mejoramiento progresivo,tanto colectivo como personal.

Pero poco a poco, con el transcurso del tiempo, se fuegenerando un sentimiento creciente de que los diferentesgobiernos eran incapaces de responder a los deseos ydemandas de los ciudadanos. Al mismo tiempo se desarrolló enéstos una sensación de que eran impotentes para influir enlas decisiones gubernamentales, dando lugar a una progresivafrustración.

El sentimiento de crisis de nuestra democraciarepresentativa se inició, asociada a las denuncias sobre lacorrupción política, desde finales de la primera presidenciade Carlos Andrés Pérez, pero al principio se desarrolló engran parte en forma latente o larvada, para estallar enforma espectacular al inicio de su segunda presidencia, conel caracazo del 27 de febrero de 1989 y las constantesmovilizaciones de protesta que le siguieron y que prepararonal ambiente para los dos intentos de golpe de 1992.14

El sentimiento de insatisfacción con el funcionamientode los mecanismos de la democracia representativa, que eracomún en muchos ciudadanos, se manifestó en un considerabaaumento de la abstención electoral, que siempre había sidobaja en Venezuela, y que cuando más había subido, en 1988,sólo había alcanzado el 18 por ciento, pero que llegó a seren 1993 de cerca del 40 por ciento, y en las votaciones parael Congreso en 1998 de 45,6 por ciento.

Pero la crisis se concentró en un rechazo de lospartidos y de los políticos profesionales. Así desde 1993,el número de votos de los partidos tradicionales sufrió undramático descenso, pues AD que había obtenido una cómodamayoría absoluta en las elecciones presidenciales de 1983

14 Véase mi ensayo, Rey (2009b)

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(55,4%) y de 1988 (52,8%), en cambio en las de 1993 sóloobtuvo el 23,2%, y en las de 1998 un insignificante 9%. Encuanto a COPEI que en las elecciones de 1983 había obtenidoel 32,6% y en las de 1988 el 40,1%, había descendido en lasde 1993 al 22,1% y en las de 1998 a un ridículo 2,2%.

Además, según diversas encuestas, las personas que seidentificaban como militantes o simpatizante de partidospolíticos, que en 1973 eran el 49 por ciento, descendieronen 1983 al 38 por ciento, y sólo llegaron al 28 por cientoen 1992 (Rey 2009a: 258).

Las evaluaciones de las que disponemos para el conjuntode los partidos, correspondientes a la primera mitad de ladécada del 90, son impresionantes por lo negativas15. Segúnuna encuesta de Gaither, en 1991 el 65 por ciento de losencuestados opinaba que los partidos políticos no servíanpara nada y sólo el 28 por ciento pensaba que eran “la mejorvía para aliviar los males de Venezuela” En otra encuesta,levantada por el Instituto de Estudios Políticos de la UCVen 1992, mientras el 51,8 por ciento de los encuestados semostraba de acuerdo en que las partidos eran necesarios ydebían mantenerse, el 41,8 por ciento estaba en desacuerdo;y en la misma encuesta, mientras que el 48,9 por cientocreía que no puede haber democracia sin partidos, unporcentaje casi igual (47,5 por ciento) estaba en desacuerdo

En otra encuesta a escala nacional, a finales de 1994,cuando se les preguntó a los venezolanos si considerabannecesarios los partidos políticos, sólo el 53 por ciento delos encuestados contestó afirmativamente, mientras que el 43por ciento lo negó. En la misma encuesta, a la pregunta de¿por qué quieren los políticos llegar al poder?, el 72,4 porciento respondió con visiones francamente negativas (segúnel 58,6 por ciento para robar; de acuerdo al 4,0 por cientopara enriquecerse; y para el 9,8 por ciento para defendersus propios intereses). Además, el 70,7 por ciento estabadispuesto a aceptar que en caso de un conflicto entre elPresidente y los parlamentarios, el Jefe de Estadodisolviera el Congreso y gobernara por decreto; mientras que15 Lo que sigue está tomado de Rey (2009a: 258-260)

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sólo el 19,8 por ciento se opondría. Y, por si esto fuerapoco, el 80,9 por ciento prefería que el pueblo fueraconsultado directamente sobre cuestiones básicas, en vez dedejar que las discutan los parlamentarios; mientras que sóloel 13,3 por ciento preferiría que lo hicieran losparlamentaros

Todos los datos anteriores demostraban que la opiniónpública venezolana cuestionaba seriamente ya no sólo a lospartidos y a los políticos profesionales, sino a la mismademocracia representativa. En todo caso, hacia mediados dela década de los años 90 del siglo pasado, casi la mitad delos electores creían que era posible una democracia sinpartidos políticos y la democracia representativa estaba engrave peligro.

Este fue, a grandes rasgos, el panorama general quehizo posible el éxito electoral del chavismo

La “democracia participativa y protagónica” chavista

Desde Chávez fue un militar activo e intentó sufallido golpe de Estado en 1992, la única “democracia” quele interesaba era una forma de gobierno en la que loimportante era quiénes iban a beneficiarse de las políticasgubernamentales, es decir, el contenido material de lasdecisiones públicas. En cambio despreciaba la llamada“democracia formal”, a la que consideraba como una farsa.Para justificar su intento de golpe de Estado, anunciaba queel gobierno que se iba a implantar si triunfaba, iba a serel más democrático que se había conocido en toda la historiade Venezuela, porque las políticas que se proponíadesarrollar iban a esta destinadas a favorecer a las clasesmas numerosas y en peor situación económica. Con tal fin seproponía llegar el poder por medio de un golpe de Estado,desalojando a quienes lo ocupaban en virtud de eleccionesdemocráticas, para gobernar por medio de un Comité de SaludPública, que dispondría de plenos poderes, con un estilo delgobierno que se inspiraba en el del Terror durante laRevolución francesa.

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Años después, ocupando ya la presidencia que habíalogrado conquistar mediante elecciones democráticas, iba ainsistir en que la democracia popular bolivariana, que élproclamaba, y a través de la cual pretendería realizar elmodelo de la democracia participativa y protagónica que seconsagraba en la nueva Constitución e iba a sustituir a lademocracia representativa, era un gobierno que secaracterizaría por el contenido material de sus políticas,sin los componentes de la llamada “democracia formal”. PuesChávez insistía en la que la verdadera la democracia debíadefinirse —según él, de acuerdo a las enseñanzas de Bolívar—como el gobierno que “produce mayor suma de felicidad, mayorsuma de seguridad social y mayor suma de estabilidadpolítica”. Es decir, se trataba de una “democracia”puramente material, en la que lo que importaba era elresultado de sus políticas, su contenido, sin tener encuenta para nada lo requisitos institucionales y formalesrelativos a cómo obtener el poder y a la forma y laslimitaciones de su ejercicio (Rey 2005: 167-177).

Pero sus reflexiones en la cárcel sobre el fracaso desu intento de golpe de Estado como una operaciónexclusivamente militar, le hicieron comprender la necesidadde que para conquistar el poder, aunque no fuera por mediode elecciones, en cuya legitimidad no creía, y para poderejercerlo con éxito, debía contar con el apoyo popular.Antes del golpe de Estado su actitud ante el pueblo era latípica de los déspotas ilustrados: “todo para el pueblo,pero sin el pueblo”. Pero una vez convencido por los viejoslíderes de la izquierda tradicional venezolana (como LuisMiquilena o José Vicente Rangel), de las grandesposibilidades que tenía de triunfar electoralmente, y alpalpar en la calle el apoyo popular con el que contaba, sedecidió a competir en las elecciones de 1998.

Su triunfo electoral fue impresionante, puesparticipando con un nuevo partido puramente electoral,creado sólo con ese propósito, y compitiendo con los grandespartidos masas tradicionales, obtuvo un porcentaje de votosmayor al que cualquier otro presidente había obtenido

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desde 1958. Como se confirmó en elecciones sucesivas, sutriunfo se basaba en una relación directa, sinintermediarios, entre el pueblo y el líder, pues el papeldel MVR se limitaba a darle apoyo logístico. Frente a lademocracia representativa, que precisaba de laintermediación de los partidos políticos, Chávez iba ainstaurar una nueva forma de democracia más directa, que enrealidad no destruía la institución de la representación, niestablecía una verdadera democracia directa, pues lo únicodirecto era la relación entre el pueblo y el presidente,para la cual no se consideraba necesario un partido de masasque la mediara. La idea de la representación no seeliminaba, porque el pueblo no tomaba las decisiones por símismo sino las delegaba en el presidente como surepresentante, de modo que el supuesto “protagonismo”popular se reducía a aclamar al líder durante los mítinesque se celebraban constantemente, para que se mantuvieranvivas las relaciones directas y emocionales de las masas conél. Las masas también participaban en las frecuentes actosde votación, que en realidad no eran verdaderas eleccionesen las que tuviera que elegir entre políticas alternativas,sino especies de referendums o actos de aclamación, puesfrecuentemente los votantes no sabían cuál era elsignificado preciso de su voto, pues no tenían laoportunidad de reflexionar sobre el texto que se le sometíaa consulta, y que en muchas ocasiones ni siquiera habíantenido tiempo para leerlo, dada su extensión. De esta manerala consulta se reducía a que el ciudadano manifestara suadhesión y confianza hacia a Hugo Chávez, o por el contrariosu repudio.

Una vez que el pueblo lo eligió como presidente, aChávez le gustaba decir y repetir con cada nuevo triunfoelectoral, que “la voz del pueblo es la voz de Dios”. Peroese pueblo proclamaba, a su vez, que “la voz de Chávez esla voz del pueblo”16, y el mismo presidente Chávez, en el16 Una muestra de ello: el 25 de enero de 2001, cuando la AsambleaNacional iba a discutir un proyecto de ley propuesto por la oposicióncon el que se pretendía limitar las cadenas de radio y televisión querealizaba el presidente, un grupo de sus partidarios se manifestó a la

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colmo de su exaltación ególatra, inspirándose en palabras deGaitán, un antiguo líder populista colombiano, reaccionóairadamente cuando un veterano dirigente del PartidoComunista, que había osado criticar el excesivo personalismodel Presidente, llegó a decir:

“[E]xijo lealtad absoluta a mi liderazgo, porque yo nosoy yo, yo soy un pueblo, ¡carajo!, no soy unindividuo, yo soy un pueblo y al pueblo se respeta y yoestoy obligado a hacer respetar al pueblo que amo y alque le daré toda mi vida”.17 Pero si era cierto que la voz del pueblo era la voz de

Dios, y también lo era que la voz de Chávez era la voz delpueblo, la conclusión del silogismo apenas implícito eraevidente: la voz de Chávez era la voz de Dios.

En todo caso, el pueblo, cuya voz era la de Dios, y porconsiguiente no podía equivocarse, había elegido a Chávezpor sus extraordinarias cualidades de todo tipo, confiandoplenamente en él y cediéndole los poderes soberanos de que

puerta del Congreso gritando: “La voz de Chávez es la voz del pueblo”(Diario El Nacional, del 26-1-2001, pág. D-7) 17 Bajado de internet:<http://www.unionradio.net/ActualidadUR/recursos/herramientas/PrintNota.aspx?id=38374&tpCont=1>. Pero un año antes de morir, en plena enfermedad y consciente de sugravedad, en la mente de Chávez su identidad con el pueblo habíaalcanzado una dimensión metafísica, de modo que si bien antes la voz depueblo se encarnaba en Chávez, ahora era el propio Chávez quien se habíaencargado en el pueblo, hasta producirse una especie detransubstanciación, como loexpresaba en sus discursos electorales del año 2012:

“Soy como el eterno retorno de Nietzsche, porque en realidad yovengo de varias muertes... Que nadie se haga ilusiones. MientrasDios me de vida estaré luchando por la justicia de los pobrespero, cuando y me vaya físicamente, me quedaré con ustedes porestas calles y bajo este cielo. Porque yo ya no soy yo, me sientoencarnado en el pueblo. Ya Chávez se hizo pueblo, y ahora somosmillones. Chávez eres tú, mujer, Chávez eres tú, joven. Chávezeres tú, niño; eres tú, soldado; son ustedes, pescadores,agricultores, campesinos y comerciantes. Pase lo que me pase a mí,no podrán con Chávez, porque Chávez es ahora todo el puebloinvencible” (Ramonet 2013: 58).

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en principio habían pertenecido a ese pueblo. El pueblo noexpresaba su voluntad a través de acuerdos y compromisos, enlos que participaban intereses diversos, sino como laexpresión de la voluntad unitaria, de un solo sujeto de lasoberanía popular homogéneo, que era la mayoría chavista. Setrataba de un intento de conciliación de la soberaníapopular y la cesión de la misma a un caudillo, que es lo queha recibido el nombre de bonapartismo.

Muchos ciudadanos se negaron a considerar tal gobiernocomo democrático, porque desconfiaban del pasado golpista deChávez, del que nunca se arrepintió, sino por el contrario,lo reivindicó, celebrando el aniversario anual de su intentode golpe de Estado con un desfile militar, y convirtiéndoloen una fecha de conmemoración patriótica. Pero además, senegaban a considerarlo como realmente democrático por susacciones y decisiones en la presidencia de la República, quehacían que a su legitimad de origen no le acompañara unalegitimidad en el ejercicio de la presidencia. En efecto,Chávez de acuerdo a su creencia en una democracia puramentematerial o de contenido, fue eliminado todas las formas,procedimientos e instituciones políticas y jurídicas quelimitaban los poderes del gobernante y que servían parapreservar la libertad de los ciudadanos, con el pretexto deque gracias a esa supresión contaría con los poderes que lepermitirían tomar toda suerte de medidas e implementarpolíticas cuyo resultado iba a ser una mayor justicia ybienestar para el pueblo. Lo cual significaba un peligrotanto mayor cuando mayores fueran las esperanzas que elpueblo pusiera en la persona de Chávez. Y cuando se llegó aproclamar que la misión de su gobierno consistía eninstaurar “el Reino de Dios en la Tierra” —como Chávezproclamó en varias ocasiones18— los poderes a los que iba a18 Se trata de una expresión típica del milenarismo, siempre presente enel proyecto político de Chávez, pues para él la Revolución (la suya)significaba el advenimiento del “Reino de Dios en la Tierra”, que dejabade localizarse en un mundo exclusivamente espiritual, como lo era parala ortodoxia católica, para convertirse en una reaIización terrestre. Yasí, por ejemplo, hablando a una multitud de sus partidarios el 13 deOctubre de 2003, terminó diciendo que el camino de los revolucionariosbolivarianos “es el camino que señalo Jesús de Nazaret. El camino, el

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aspirar y los sacrificios que podría exigir al pueblo notendrían límites, y el camino hacia el totalitarismo estaríadespejado. Si queremos continuar usando el nombre dedemocracia para este tipo de régimen, habría que precisarque se trata de lo que ha sido llamado una democracia totalitaria(Talmon[1965])

Pero a diferencia de sus opositores más extremos, que novacilaban en considerar al gobierno de Chávez como unadictadura o tiranía, o incluso en el extremo como una formade totalitarismo, había otros que aunque estaban de acuerdoen que el gobierno de Chávez no era una democracia, sinembargo, respetuosos con el hecho de que había llegado alpoder y se había mantenido en él mediante sucesivos triunfos

Reino de los cielos pero en la tierra, el camino de la vida”. No setrataba de una de esas frases poco pensadas que se escapan en la euforiade un mitin político. En un documento bien meditado, obra de Chávez,como fue la ”Exposición de motivos del proyecto presidencial de Reformade la Constitución, sometido a referéndum el 2 de diciembre de 2007” —yque fue rechazado por el pueblo— decía textualmente: "la revoluciónbolivariana asume la consigna de reafirmar la existencia, la extensión yla esperanza de la solidaridad, como estrategia política para contribuira la construcción del Reino de Dios en la Tierra”.Desde una perspectiva atea, como se supone que es la marxista, la ideade “Reino de Dios” se convierte una pura metáfora que usa para referirsea una realidad únicamente natural. Se rechaza el Reino de Dios al quelos creyentes piensan que van las almas cuando mueren, pues el únicoreino que existe para los marxistas es el que nosotros podemos construiren la tierra. Sin embargo, en su Mensaje anual a la Asamblea Nacional,el 15 de enero de 2010, transmitido en cadena nacional a todo el país,el presidente Chávez dijo:

“Yo no soy sólo cristiano, yo soy un revolucionario y también soymarxista. [...] Pero el marxismo sin duda que es la teoría másavanzada en la interpretación en primer lugar científica de lahistoria de la realidad concreta de los pueblos y luego elmarxismo es, sin duda, la más avanzada propuesta hacia el mundoque Cristo vino anunciar hace más de dos mil años, el Reino deDios aquí en la Tierra, el reino de la igualdad, el reino de lapaz, del amor, el reino humano, el reino humano”

Con ello Chávez quería no sólo hacer compatibles sus pretensionesreligiosas con el ateísmo marxista, sino que pretendía hacer de Cristosi no un marxista pleno, al menos un revolucionario cuyo Reino de Diosen la Tierra, anunciaba el futuro reino comunista, al que Marx iba aproporcionar una base supuestamente científica.

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electorales, y en atención también a que la represión queejercía contra sus opositores no alcanzaba la magnitud eintensidad de las peores dictaduras conocidas por losvenezolanos, preferían no conceptuar tal gobierno contérminos que consideraban extremos, y preferían emplearalguna suerte de eufemismo, para calificarlo comoautoritario, neopopulista, militarista, cesarista,absolutista, etc. Desde ese punto de vista, uno de loscalificativos que considero más adecuados para el gobiernode Chávez, en atención a una de sus características másnotables, es el de bonapartismo, porque se refiere a suintento de conciliar y unificar los dos rasgos, en principiocontradictorios que lo caracterizan: me refiero a laautocracia, unida a un entusiasta apoyo popular. Adiferencia de las dictaduras más tradicionales, que seejercían principalmente mediante el control de losinstrumentos clásicos de poder, como son el ejército, lapolicía, la cárceles, etc., el bonapartismo cuenta comoimportante instrumento para el control el apoyo popular, locual hace que no tenga necesidad de usar con tantaintensidad, los instrumentos clásicos de represión, aunque,sin duda, los posee y acumula en gran cantidad y no vacilaen emplearlos cada vez que cree necesitarlos.

Con Chávez estamos ante un ejemplo clásico debonapartismo, de acuerdo al modelo que describió RobertMichels. El comandante se jactaba de que su poder residíapura y simplemente en las masas, cuando en realidad era unaautocracia personal, una monocracia, aunque conferida por elpueblo. Se trataba de un dominio individual, en cuyo origenestaba la voluntad de la mayoría que se suponía soberana,pero que después de haber elegido a Chávez, éste se hizoindependiente de tal voluntad, pues mediante la manipulaciónde las masas, en vez de ser éstas las que decidiera sobrelas políticas, se limitaban a aclamar la líder, que era elverdadero soberano. Para utilizar la expresión que utilizóEdouard Laboulaye en casos similares, se trataba de un casode “democracia personificada, [o de] la nación hechahombre”. O como dijo Michels, lo que caracteriza albonapartismo es un intento de síntesis de dos conceptos

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antagónicos: la democracia y la autocracia, pues se basa enla delegación y abdicación por parte del pueblo delejercicio directo de su poder. Mediante ella “se da a lasmasas la ilusión de ser el amo de quien en realidad es elverdadero amo” (Michels [1969]: 17-25). ¿Hacia el totalitarismo?

Tomando en cuenta las leyes y las demás políticasaprobadas por Chávez, sobre todo a partir de 2007, se puedeconsiderar que su régimen no sólo no era una democracia,sino que fue un intento no consumado de implantar un sistematotalitario.

Franz Neumann ha señalado que existe una diferencianotable entre un régimen bonapartista y un régimen totalitario, pueseste último, además contar con el monopolio de la coerción yel respaldo popular, como ocurre en el bonapartista, necesita“controlar la educación, los medios de comunicación y las institucioneseconómicas y engranar así el conjunto de la sociedad y de la vida privada delciudadano con el sistema de dominación política” (Neumann [1968]:221).

En realidad, Chávez siempre aspiro a tener ese controltotal sobre la sociedad. Desde el principio concibió surevolución como un cambio integral, que suponía mucho más quela conquista de todos lo poderes del Estado, e iba más alláde un cambio de la Constitución. Ya en vísperas de lasprimeras elecciones presidenciales en las que fue elganador, afirmaba tener un concepto integral de revolución. Segúnsus palabras, mediante su revolución se iba a producir uncambio radical y total del modelo político, económico,social, etc. del país, que abarcaría todas las dimensionesde su vida, y que entrañaría, además, una revolución moral ycultural (véase su entrevista con Blanco 1998: 115).

Pero entre quienes han estudiando el pensamientopolítico de Chávez, y sostienen que se trata de una forma detotalitarismo, se discute si responde a un modelototalitario fascista o más bien a uno de tipo comunista, ymientras sus críticos izquierdistas tienden a considerarloun totalitarismo de tipo fascista, los de derecha o

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conservadores creen, mas bien, que responde a un modelocomunista. En realidad ambos tipos de críticos puedenseñalar a algunos rasgos del “chavismo” acordes son susrespectivas apreciaciones. Sin embargo creo que no toman encuenta la influencia que ha ejercido sobre Chávez, sobretodo en sus primeros tiempos como presidente, pero que nuncallegó a abandonar, un tipo de pensamiento propiamentemilitarista, que determinó su peculiar visión de la forma enque concebía el orden político y social ideal. Me refiero alos aspectos de su pensamiento que podemos llamar holistas ototalistas, y que no se deben a una influencia marxista nimucho menos hegeliana, sino a una peculiar concepciónmilitarista, según la cual la forma ideal de organizar elEstado y la sociedad era integrando ambos en una sola unidadcoherente y homogénea, que debía responder a un interéscomún, bajo un único comando superior, y al servicio de lamovilización total de la Nación, para hacer frente a una posibleguerra total contra de sus enemigos internos y externos. Lanecesidad de tal movilización no toleraba la existencia deconflictos internos, que eran considerados como procesospatológicos, resultados de la existencia de interesesparticulares contradictorios inadmisibles y que había queeliminar. Se trataba de ideas inspiradas en las concepcionesde guerra total y movilización total, que exigía el desarrollo deuna política total, y para poder llevarla a cabo, la instauraciónde un Estado total. Eran conceptos desarrollados en Alemaniatras la experiencia de la primera Guerra mundial, por ErnstJünger y Erich Ludendorff, que anunciaban el futuro Estadototalitario de Hitler19.

Pero hay una diferencia esencial entre el Estado total ola política total de Ludendloff, que probablemente sirvieron deinspiración a Chávez, y los totalitarismos comunista ofascista. La política total de Ludendorff no podía ser obrade ningún partido —pues todos ellos eran considerados, másbien, como obstáculos para su realización— sino que sedebería desarrollar bajo la dirección total del comandante19 Para ampliar lo que sigue puede consultarse mi ensayo “Militarismo y Caudillismo: Pilares del Régimen y de la República Bolivariana”, págs. 4-13, en mi blog en Internet: <ucv.academia.edu/JuanCarlosRey>.

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militar supremo, a cuyas disposición debían estar todos lospoderes estatales y sociales, que él iba a dirigir concriterios militares, subordinando a los mismos lasconsideraciones de carácter político. Los políticosprofesionales cuya existencia se podía permitir, debíanestar totalmente subordinados al comandarte en jefe. Lo cualera muy distinto de los casos de los regímenes comunistas ofascistas, que fueron dictaduras de un partido totalitario,pues aunque asumieron los rasgos de un gobiernopersonalista, lo que legitimaba al dictador esa su carácterde ser el máximo líder del partido. En los totalitarismosfascista o comunista los criterios de dirección eranpolíticos, y a ellos se subordinaban los militares, demanera que el supremo líder político era el comandante enjefe de las fuerzas armadas y el máximo estratega militar.El partido político disponía de una rígida jerarquía y unfuerte disciplina, que podía incluir al uso de uniformes yuna cierta “militarización”, lo cual provocaba conflictoscon los militares de carrera, que veían en los militantespartidistas unos competidores y temían que les podían llegara desplazar. Pero, en general, lo que predominaba en elpartido eran los criterios políticos, y a ellos sesubordinaban los militares.Junto a la idea de movilización total, la concepción

totalista de la sociedad de Hugo Chávez se reflejabaclaramente en las ideas esbozadas por primera vez en elPrograma de Gobierno que presentó al electorado para sureelección en el año 2000. Recién aprobada la nuevaConstitución, Chávez acudió el electorado para que éste leratificara su apoyo como presidente, bajo las nuevascondiciones de ampliación de sus poderes establecidas en laConstitución, la cual iba a proporcionarle el marco en elque podía desarrollar su proyecto revolucionario. En dichoPrograma se delineaba un proyecto de ingeniería socialholística y utópica, en el sentido criticado por Popper(1961: 69-117), a través del cual se pretendía modificarradicalmente no sólo el aparato institucional del Estadovenezolano, sino también la estructura social y cultural delpaís. El medio para ello era crear, a partir de ciertas

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organizaciones y grupos sociales, que serían su base, uncomplejo sistema de redes y círculos sociales, mediante loscuales “la sociedad política es reabsorbida por la civil”. El propósito declarado por el presidente era realizar la

utopía revolucionaria, superando el conflicto entredirigentes y dirigidos, pues los propios ciudadanosorganizados en las redes iban a asumir las funciones púbicasy harían que fueran inútiles las estructuras tradicionalesdel Estado, que tenderían a desaparecer. Aparentemente setrataba de la reformulación de una vieja utopía, que seorigina en Saint-Simon y que fue desarrollada después porEngels y los marxistas, la utopía de que el Estado seríaabsorbido por las sociedad hasta desaparecer, cuyo uso porparte de Chávez se explica por la presencia de variosideólogos marxistas-leninistas (muchos de ellos antiguosmilitantes comunistas), entre sus asesores. Pero en realidadse trataba de una deformación de aquella utopía, pues lo queen verdad se pretendía era lograr un control totalitario delEstado sobre la sociedad.

En efecto, de acuerdo a los diseñadores del proyecto,las redes sociales, que iban a ser las nuevas estructura enque se iba a fundir la política y la sociedad, constituiríanuna organización integral y una integración de todos lossistemas sociales para la articulación de políticas yestrategias gubernamentales, mediante las cuales se aspirabaa conseguir “la organización, articulación y coordinación detodos los componentes de la sociedad y sus recursos, através de coordinaciones integrales, que integran a todoslos sectores sociales”.20 Pero cuando Chávez planteaba este proyecto, en Venezuela

ya existía una gran variedad de asociaciones o grupossociales, muy heterogéneos, organizados en todos a ámbito

20 Las ideas esbozadas en el Programa de Gobierno, fueron desarrolladas pormedio del primer proyecto propuesto en 2001 por el Ministerio deEducación y conocido como Proyecto Educativo Nacional (PEN). La red educativaseria su primer ensayo y serviría de proyecto piloto. Sobre esteimportante primer ensayo, y las ideas totalitarias en las que seinspira, véase Rey (2001).

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sociales no sólo los tradicionales (como eran lossindicales, empresariales, profesionales y educativos), sinotambién en el ámbito de las comunidades, como por ejemplolas juntas de vecinos, los comités de salud, los comités detierras, los clubes deportivos y culturales, las asambleaspopulares y los diversos colectivos (de docentes, de padres,de obreros, religiosos, etc.). Sin embargo, el gobierno noestaba dispuesto a aceptar esa manera de organización de lasociedad venezolana, pues alegaba en su contra dos razones:por un lado, acusaba a muchas de la organizacionesexistentes de ser oligárquicas y antidemocráticas; por otrolado, denunciaba la falta de organización por parte de losgrupos mas pobres y con menor cultura, donde estaban losmayores y más fieles seguidores de Chávez. Por tanto laconstrucción de las redes sociales no se podía basar en lasorganizaciones sociales existentes, sino que el gobierno seproponía transformarlas o crear otras nuevas. Así en elPrograma de Gobierno de 2000 de Chávez como presidente, seseñalaba la necesidad de “la democratización de losorganismos de intermediación entre la sociedad y el Estado”,entre los cuales se incluían “las asociaciones gremiales,las ONG y organizaciones de intereses”, y para lograr talfin se proyectaba desarrollar “un sistema de leyes en lasque se estipulen los términos de la democratización de estosorganismos de intermediación, que evite, que limite, latendencia a la oligarquización de las organizacionesvoluntarias”. La idea fue recogida en el ya citado ProyectoEducativo Nacional, según el cual era necesario que el mismotipo de normas y controles que la Constitución establecíapara el ejercicio del derecho al voto en las eleccionespúblicas y para regular las relaciones entre los electores ylos elegidos “deben normar todas las estructurasorganizativas de la sociedad civil: sindicatos, gremios,asociaciones, ONGs”. Lo que quería decir que el gobiernoconsideraba que él, a nombre del Estado, tenía el derecho areconocer o no reconocer la existencia de las organizacionessociales de base, y, en general, de las asociacionesprivadas; y que también tenía derecho a regular la forma de

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organización y funcionamiento interno de talesorganizaciones.

Pero además, amparándose en la norma constitucional queobligaba al gobierno a “facilitar las condiciones másfavorables para la participación del pueblo” en lasfunciones públicas, se autorizaba a crear desde laPresidencia de la República, con los recursos de la misma ybajo su directa dependencia, nuevas organizaciones sociales,de las cuales los círculos bolivarianos fueron el caso másconocido.

El otro instrumento que trató de usar Chávez para elcontrol social, fue la antigua idea de movilización total ypermanente para la defensa nacional, que volvió a gozar defortuna en relación con un nuevo tipo de guerra, que adiferencia de la “guerra total” de Ludendorff, ahora se ibaa llamar —de acuerdo a las modas cambiantes en el mundo delpensamiento estratégico y a las preferencias políticas—“guerra asimétrica”, “guerra de cuarta generación”, “guerrade liberación nacional” o “guerra popular”.

En un importante discurso ante una multitudcongregada en la Avenida Bolívar el 16 de mayo de 200421,Hugo Chávez, proclamó solemnemente que la revoluciónbolivariana había entrado en una nueva etapa, la etapaantiimperialista, lo cual obligaba a plantear tres líneasestratégicas necesarias para darle forma al concepto dedefensa integral de la Nación, que según el Presidente yaestaba incluido en la Constitución de 1999, pero que hastaese momento no se había hecho efectivo. Y el propio Chávez,un año después, proclamó la necesidad de incluir la“estrategia de guerra asimétrica como una técnica existentede defensa de la soberanía de nuestro país, y laorganización comunitaria para la defensa y seguridad delEstado”22.

21 Bajado de Internet:<http://alopresidente.gob.ve/component/option,com_docman/Itemid,0/task,doc_view/gid,239/>

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Dicha estrategia estaba compuesta de varias líneas,la primera de las cuales era el fortalecimiento delcomponente militar convencional o tradicional de laRepública, lo cual suponía un aumento del contingente de laFuerza Armada y de sus equipamiento, con gastoscuantiosísimos para las armas y equipos que eran necesariospara el nuevo tipo de guerra.

La segunda línea estratégica no era sino lacontinuación de la praxis que el gobierno había venidodesarrollando desde sus inicios, definida como“consolidación y profundización de la unión cívico-militar,la unión del pueblo con su Fuerza Armada, la unión de laFuerza Armada con el pueblo”. Se trataba de continuar y aúnincrementar la ocupación de cargos de la administraciónpública y en las empresas del Estado por militares activos oen retiro; de desarrollar programas de venta de víveressubsidiados, ejecutados por oficiales y soldados en lasplazas públicas; y, en general, de cualquier otra actividadque el Presidente considere conveniente para la“participación activa [de la Fuerza Armada] en el desarrollonacional”, que la Constitución de 1999 define como una delas funciones esenciales de los militares (Art. 328) y comoinseparable de la seguridad nacional (Art. 322).

La tercer línea, en cuya novedad e importancia Chávezinsistió particularmente, consistía en el desarrollo yconcreción de un principio ya consagrado en el Título VII dela Constitución de 1999, referido a la Seguridad de laNación. Según Chávez la Constitución consagraba “unaresponsabilidad compartida del Estado y de la Sociedad, delgobierno y del pueblo, de todos los ciudadanos y ciudadanas”en la Seguridad y Defensa del país. Pero, según elPresidente, pese a lo que establecía el texto constitucionalhasta ahora el país había estado preso de los viejosconceptos de seguridad y defensa, de modo que había llegadoel momento de revolucionar dichos conceptos y

22 Hugo Chávez en su intervención en el “Primer Foro sobre la Guerra de4ª Generación y Guerra Asimétrica (de todo el pueblo)”. Auditorio de laAcademia Militar, 8 de abril 2005.

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desarrollarlos, para concretar el concepto de defensa integralde la Nación, como lo señalaba la Constitución Bolivariana.

La corresponsabilidad del Estado y la Sociedad, queseñalaba la Constitución, iba a servir como el fundamentolegal para la creación de milicias populares para defender larevolución de sus enemigos. De modo que Chávez anunció:“hoy lanzo, basándome en el mandato constitucional, [laidea] de la defensa nacional popular integral”. Lo cualsignificaba la necesidad de asignarles a los ciudadanos losmedios y las armas para cumplir la parte que les correspondeen la defensa nacional, de modo que: “Cada hombre y cadamujer debe tener un fusil y bastantes municiones, con elarma en la mano. La guerra para defender la revolución es de todos.”Aunque, evidentemente, Chávez no esperaba que la oposiciónestuviera dispuesta a tal defensa, ni por tanto que debierarecibir las armas necesarias para ello, pues eso sólocorrespondía a las masas chavistas dispuestas a defender larevoluci

En el proyecto de reforma constitucional sometido areferéndum y rechazado por el pueblo, se incluían variasdisposiciones cuyo sentido general era una abiertapolitización de la Fuerza Armada al servicio del Presidente,y que hacían posible que fuera usada como un instrumentopara el mantenimiento del orden publico interno y larepresión. Pero aunque el proyecto sometido a referéndum fuerechazado por el pueblo, poco tiempo después muchas de suscontenidos fueron incluidos en una Ley de Reforma de laFuerza Armada Bolivariana, mediante un Decreto-Ley dictadopor el Presidente, en uso de la delegación legislativa quehabía recibido de la Asamblea Nacional23, en el que incluíavarios de los más importantes cambios contenidos en elproyecto de reforma constitucional rechazado por la mayoríadel pueblo, sin importarle que estaban en contradicción convarios principio de la Constitución de 1999 que permanencia

23 Se trataba del Decreto Nº 6.239 con rango valor y fuerza de LeyOrgánica de la de Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivarianadel 31/07/2008

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vigentes24. Los poderes que por este Decreto adquiría elpresidente eran inmensos y abiertamente inconstitucionales.Se creaba el cargo de Comandante el Jefe para el Presidentede la República, con carácter vitalicio (!!!) y como un grado militar,con su correspondiente uniforme, cuando hasta entonces lafunción de comandante en jefe de la Fuerza Armada, que segúnla Constitución ejercía el Presidente de le República, erasólo temporal —pues no podía ir más allá del tiempo en queocupara la presidencia—, y además no era un cargo militar,sino una función civil. Ahora, desde el punto de vistaoperacional toda la Fuerza Armada pasaba a estar bajo elmando directo e inmediato del Presidente, en tanto que suComandante en Jefe, que en dicho carácter gozaba de los masamplios poderes (Art. 6). Una disposición (la del Art. 4,ord. 7), otorgaba al Presidente el poder para autorizar a laFuerza Armada a intervenir con el fin de preservar orestituir el orden publico interno, en caso de gravesperturbaciones, de acuerdo a su total discreción. Además seotorgaba al Presidente la facultad de establecer RegionesEstratégicas de Defensa Integral (Art. 23-24), concebidascomo espacios territoriales que transcendían la divisiónterritorial establecida por la Constitución, con facultadespara controlar la población, el territorio, los bienes y losservicios (Art. 26). Todo ello sin tener en cuenta e inclusoviolando la disposiciones de la Constitución sobre losEstados de Excepción (Título VIII, Capítulo II, Arts. 337-339), que establecían los procedimientos y dispositivos ausar para preservar la paz y el orden público interno y parala defensa frente agresiones externas. .

Se creaba por ley (aunque ya existía de hecho) la MiliciaNacional Bolivariana, a la que se otorgaban muy ampliasfunciones, no sólo militares sino también para la seguridady el desarrollo, incluyendo el control de la población y delos Consejos comunales (Arts. 43-46).

En resumen, mediante el nuevo Decreto-Ley, dictado porel Presidente, se crearon un conjunto de instrumentos,

24 Para una contundente crítica a los distintos aspectos del contenidode tal reforma legal, véase Usón (2009).

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muchos de los cuales violaban la Constitución, a partir delos cuales, bajo el pretexto de la necesidad de lamovilización total para la defensa nación, se podíadesarrollar un Estado de tipo totalitario, concebido desdeun punto de vista militar más que político, bajo laautoridad del comandante supremo, que era el Presidente, quegoza de los más amplios poderes. Hay que tener en cuenta,que una vez muerto Chávez la totalidad de esos poderesexorbitantes, continúan vigentes —y en algunos casos hastaaumentados— en manos de su sucesor en la presidencia NicolásMaduro.

No es esta la ocasión de deteneros a examinar elrelativo éxito o fracaso de los distintos proyectoschavistas de penetración y control social, y las diferenteorganizaciones, redes sociales y dispositivos de todo tipo,muchos de los cuales fueron muy efímeros, que Chávez ideócon ese fin. Pero podemos afirmar que la principal falla queimpidió que el proyecto político que Chávez pretendía llevara acabo tuviera éxito para implantaren un verdadero unEstado totalitario, fue la falta de algunos elementosesenciales para tal fin: me refiero a la inexistencia de unpartido de masas totalitario, con la adecuada ideología ycon la organización necesaria para tal tipo de partido. ElMVR fue partido tipo electoral y personalista, sin laideología ni la estructura adecuada para la penetración y eldominio total de la sociedad que el totalitarismo requiere.Y el “árbol de las tres raíces” es una ideología bien pobre,inadecuada para la situación mundial actual, e incapaz deproporcionar una explicación de la marcha necesaria de lahistoria y del futuro de la humanidad, que parecen sercomponentes necesarios para una proyecto realmentetotalitario.

La experiencia hizo que Chávez fuera consciente deestas deficiencias, de modo que junto a una proclamaciónsolemne de que su proyecto político iba a consistir enconstruir el socialismo en el país, procedió a disolver elMVR para sustituirlo por uno nuevo el partido, el PSUV,inspirado en varias de las ideas típicas de los partidos

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totalitarios comunistas. Y al mismo tiempo el Presidente sedeclaró marxista, y ordenó a sus partidarios estudiar taltipo de pensamiento, incluyendo el de Lenin y Trotsky, queles debía servir de inspiración para el desarrollo del nuevoproyecto, pero sin repudiar su ideología original, el “árbolde las tres raíces”, aunque difícilmente puede considerarsecompatible con el marxismo.

Sin embargo, no parece que el PSUV sea un partido quevaya a superar las deficiencias del MVR, pues continúasiendo tanto o más personalista que éste. Su ideologíafundamental no es marxista, pues continúa siendo hoy, muertoChávez, esa pobre amalgama ideológica que es “el árbol delas tres raíces”25, y que el sucesor del comandante, NicolásMaduro, al hacer imprimir y distribuir cinco millonesejemplares del llamado Libro Azul de Chávez, aseguraba quedebería ser leído por todos los patriotas, pues en él estabala raíz del proyecto Bolivariano que actualmente sedesarrolla país y que debe orientar el futuro del siglo XXIpara Venezuela26.

No existe una movilización política total, ni unprograma para una revolución integral, ni tampoco un partidototalitario, que son elementos esenciales para que podamoshablar de un Estado totalitario. Sus instrumentos de

25 Véase Rey (2009c, especialmente págs. 17-31).26 Al presentar la primera edición de la obra, Nicolás Maduro localificó como “un libro de mandatos y profecías, la raíz primigenia delproyecto Bolivariano que está en desarrollo en Venezuela [...] Aquí estáproyectado el futuro del siglo XXI”. Y en el prólogo a la segundaedición afirmó que en este libro “Chávez rescató nuestras fuentesoriginarias: Simón Rodríguez, Simón Bolívar y Ezequiel Zamora, las tresraíces y las tres estrategias para la refundación de la República” (pág.22). Y añadió: “Quiero atreverme a formular libremente una intuición: enmuchos y diversos sentidos, Robinson [es decir, Simón Rodríguez] es paranosotros mucho más importante que Carlos Marx” (pág.24). En todo caso,el libro no se reedita como una conmemoración histórica, sino porque,según Maduro: “Aquí brilla, con luz propia, el proyecto originario delComandante, el proyecto que nos constituye y al que siempre debemosvolver, del que siempre debemos nutrirnos” (pág. 29) ( Maduro [2013) ,en el “Prólogo” a Hugo Chávez, El Libro Azul. Caracas: Ediciones Correo delOrinoco, 2013).

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movilización, diseñados originalmente con fines electorales,son del tipo y estilo militar. Por otra parte, ante elempeoramiento de la situación económica y la consiguientedisminución de los recursos monetarios gubernamentales,unido a la falta del carisma de Chávez, su sucesor Madurotiende a emplear, cada vez más, los medios de represión delas dictaduras tradicionales.

Se ha hablado de regímenes políticos pre-totalitarios, comoaquellos que  van en camino a convertirse en un sistemaplenamente totalitario, y para algunos Venezuela podríaentrar en esta categoría. Pero también se ha desarrollado lacategoría de totalitarismo fallidos (failed totalitarisms), parareferirse a aquellos regímenes políticos que imitan a lostotalitarios, y que son obra de “lideres políticos quetienen la ambición necesaria pero a los que les falta unaverdadera vocación y capacidad para la políticatotalitaria”, de tal manera que “el resultado es algunaforma de tiranía chapada a la antigua, pero disfrazada conun ropaje fascista o comunista y, si acaso, imitando algunode los aspectos de la ideología fascista o de la comunista”(Walzer 1984: 191). Me inclino a creer que el caso del“chavismo”, tanto en la versión de su creador, comoespecialmente en la de su sucesor, es de este último tipo.Pero esto no es sino una conjetura cuya confirmación sólonos la dará el futuro . 

En todo caso, muerto Chávez su sucesor Maduro, al que lefaltan los dotes personales para atraer e incluso fascinaral pueblo, que tenía su antecesor, y que cuenta con menosrecursos financieros, se ve obligado para mantenerse en elpoder a ejercer la represión en forma cada vez más intensa,mucho más que Chávez, de modo que ya no se trata de un“bonapartismo”, sino que tiende a convertirse en una formade dictadura tradicional, claramente represiva.

Muchos creen que un régimen eminentemente personalista,como el “chavismo”, no puede perdurar una vez muerto suepónimo. Y aunque no se debe olvidar que el “peronismo”sigue vivo y gobernando Argentina, pese a que ya han pasado41 años desde que murió Perón, en el caso del “chavismo”,

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para sobrevivir a Chávez le faltan las organizaciones einstituciones permanentes que Perón y Evita supieron crear.

Una forma en que algunos de sus partidarios, pretendenasegurar su supervivencia, es convertir el “chavismo” en unareligión. Y efectivamente, hay señales de que ya se estáconvirtiendo en una verdadera religión popular, como la delNegro Primero, María Lionza u otras. Pero para que el“chavismo” pudiera mantenerse en el poder se necesitaría másque esto, pues se requeriría que no fuera una simple“religión popular”, sino que debería ser capaz deestructurarse como institución, hasta convertirse en unaverdadera Iglesia, con una jerarquía eclesiástica, a cuyacabeza estaría Maduro como sucesor del maestro fundador(Chávez), y designado por éste, como Pedro lo fue por Jesús,con poderes sobre toda la comunidad, reconocidos por ésta,de tal forma que sería capaz de fijar los dogmas y deexcomulgar a los disidentes. Pero aunque Maduro y algunoschavistas, quizá hayan podido en algún momento acariciar unaidea semejante, no creo que esta sea una posibilidadrealista.

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Cuadro comparativo de los tres sistemas políticos democráticos” de Venezuela en el siglo XX1945-48Democracia

representativa demasas

(La “Revolución deOctubre” y el “trienio

adeco”)

1958-99Democracia

representativaconsensual(Pactismo o

“Puntofijismo)

1999-¿?Democracia

participativa yprotagónica (El “Chavismo”)

1. Sistema populista demovilización de masas Hegemonía política de AD, difícil pluralismo

Sistema populista deconciliación de élites. Amplio pluralismo político y social

Sistema populista de movilización de masas Antipluralismo: el ideal del Gobierno es la “movilización total” de la Nación

2. Democracia mayoritaria. (¿Tiranía de la mayoría?). Representación proporcional

Democracia consensual (¿oligárquica?)Amplia representación proporcional

Democracia mayoritaria(¿totalitaria?). Severa disminución de la representación proporcional

3. Minorías marginadas:denuncian la “tiranía de la mayoría”

Minorías poderosas privilegiadas: rasgos oligárquicos del sistema

Minorías se sienten perseguidas: denuncian

tendencia al totalitarismo

4. Constitución de 1947: mayoritaria, con votos salvados de las minorías

Constitución de 1961: consensual + Sistema de pactos y acuerdos informales

Constitución de 1999: mayoritaria, con votos salvados de las minorías

5. Gobierno constitucional, dura 9 meses

Gobierno constitucional, dura40 años

“Revolución permanente”, el Gobierno, en sentido estricto, no es constitucional

6. Partido de masas hegemónico, con dirección colectiva y democracia interna

Pluripartidismo (1958-73), duopolio partidista (1973-93), pluripartidismo(1993-99). Se delegae el poder en el Presidente. Poca democracia interna

Crisis de los partidosmasas, auge de los partidos personalistasy sin democracia internaDel MVR (partido electoral) al PSUV (partido ambiguo )

7. Gobierno monopartidista

Gobiernos pluripartidista

Gobierno personalista autoritario con apoyo

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(coaliciones), con creciente personalismo presidencial

de masas: “bonapartismo” (tendencia al totalitarismo)

8. Partidocracia + Estatismo

Partidismo + Estatismo + Semicorporativismo privatizante

Personalismo presidencial + Estatismo +Semicorporativismo estatizante

9. Responsabilidad política partidista,con hegemonía de AD y sin competición interpartidista efectiva

Crisis de la responsabilidad política partidista.Irresponsabilidad política del Presidente

Sin responsabilidad política partidista “Carta blanca” al Presidente

10.

Duración del sistema: tres años

Duración del sistema: 40 años

Duración del sistema: ¿?

11.

Relaciones Gobierno–Iglesia: conflictivas.Formalmente vigente el Patronato Eclesiástico, aunqueen desuso. Prácticamente, tensiones y conflictos

Relaciones Gobierno–Iglesia: armónicas.Formalmente aprobadoel “Modus Vivendi” yabolido el PatronatoEclesiástico.Prácticamente, armonía y acuerdos

Relaciones Gobierno–Iglesia: conflictivasFormalmente vigente el“Modus Vivendi”.En la práctica, frecuentes y graves tensiones y conflictos

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