Los protocolos notariales como fuente para el estudio de la violencia y la conflictividad social en...

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Clio & Crimen nº 10 (2013), pp. 189/206 ISSN: 1698-4374 D.L.: BI-1741-04 Los protocolos notariales como fuente para el estudio de la violencia y la conflictividad social en el periodo moderno: cartas de poder, apartamientos de querellas y fianzas Les protocoles notariaux comme sources pour l'étude de la violence et de la conflictualité sociale à l'Âge Moderne: procurations, plaintes, cautions The notarial records as a source for the study of violence and social unrest in the Modern Age: Powers of Attorney, withdraw a lawsuit and bails Notario-protokoloak, Aro Modernoko indarkeria eta gizarte-gatazkak aztertzeko iturri: botere-gutunak, kereila-berezipenak eta fidantzak Jessica CARMONA GUTIÉRREZ Universidad de Extremadura nº 10 (2013), pp. 189-206 Artículo recibido: 02-03-2013 Artículo aceptado: 02-09-2013 Resumen: Este estudio pretende poner de manifiesto la importancia que los protocolos notariales tienen como fuente para el estudio de la violencia y la conflictividad social en el periodo moderno, sobre todo, en aquellos lugares donde las fuentes judiciales son escasas. Para ello, tomaremos como ejemplo la villa de Brozas y analizaremos la documentación municipal (causas criminales) y nota- rial recogida en el Archivo Provincial de Cáceres para la segunda mitad del siglo XVII. Palabras clave: Violencia. Conflictividad social. Protocolos notariales. Edad Moderna. Résumé: Cette étude prétend mettre en lumière l’importance des protocoles notariaux comme source pour l’étude de la violen- ce et de la conflictivité sociale dans la période moderne, et en particulier dans les lieux où les sources judiciaires sont rares. A cette fin, nous prendrons l’exemple de la ville de Brozas et analyserons les documents municipaux (causes criminelles) et notariaux des Archives de la Province de Cáceres pour la seconde moitié du XVIIe siècle. Mots clés: Violence. Conflictivité sociale. Protocoles notariés. Époque Moderne. Abstract: This paper aims to show how are important the notarial records as a source for the study of violence and social unrest in the Modern Age, particularly in those places where it’s difficult to find legal documents.To do this, we will take the village of Brozas, and review its legal documents (criminal proceedings) and notarial records, that are saved in the Archivo Provincial (Historical file) of Cáceres during the second half of the seventeenth century. Key words: Violence. Social unrest. Notarial records. Modern Age.

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nº 10 (2013), pp. 189/206

ISSN: 1698-4374

D.L.: BI-1741-04

Los protocolos notariales como fuente para el estudio de laviolencia y la conflictividad social en el periodo moderno:

cartas de poder, apartamientos de querellas y fianzas

Les protocoles notariaux comme sources pour l'étude de la violence et de la conflictualité sociale à l'Âge Moderne: procurations, plaintes, cautions

The notarial records as a source for the study of violence and social unrest in the Modern Age: Powers of Attorney, withdraw a lawsuit and bails

Notario-protokoloak, Aro Modernoko indarkeria eta gizarte-gatazkak aztertzeko iturri: botere-gutunak, kereila-berezipenak eta fidantzak

Jessica CARMONA GUTIÉRREZ

Universidad de Extremadura

nº 10 (2013), pp. 189-206

Artículo recibido: 02-03-2013Artículo aceptado: 02-09-2013

Resumen: Este estudio pretende poner de manifiesto la importancia que los protocolos notariales tienen como fuente para elestudio de la violencia y la conflictividad social en el periodo moderno, sobre todo, en aquellos lugares donde las fuentes judiciales sonescasas. Para ello, tomaremos como ejemplo la villa de Brozas y analizaremos la documentación municipal (causas criminales) y nota-rial recogida en el Archivo Provincial de Cáceres para la segunda mitad del siglo XVII.

Palabras clave: Violencia. Conflictividad social. Protocolos notariales. Edad Moderna.

Résumé: Cette étude prétend mettre en lumière l’importance des protocoles notariaux comme source pour l’étude de la violen-ce et de la conflictivité sociale dans la période moderne, et en particulier dans les lieux où les sources judiciaires sont rares. A cette fin,nous prendrons l’exemple de la ville de Brozas et analyserons les documents municipaux (causes criminelles) et notariaux des Archivesde la Province de Cáceres pour la seconde moitié du XVIIe siècle.

Mots clés: Violence. Conflictivité sociale. Protocoles notariés. Époque Moderne.

Abstract: This paper aims to show how are important the notarial records as a source for the study of violence and social unrestin the Modern Age, particularly in those places where it’s difficult to find legal documents. To do this, we will take the village of Brozas,and review its legal documents (criminal proceedings) and notarial records, that are saved in the Archivo Provincial (Historical file) ofCáceres during the second half of the seventeenth century.

Key words: Violence. Social unrest. Notarial records. Modern Age.

Laburpena: Azterlan honek notario-protokoloen garrantzia nabarmendu nahi du, berebiziko iturriak baitira Aro Modernokoindarkeria eta gizarte-gatazkak aztertzeko, berezi-bereziki, iturri judizialak urri diren tokietan. Horretarako, Brozas uria hartu duguadibide, eta XVII. mendearen bigarren erdialdean Caceresko Probintzia Artxiboan jasotako udal-agiriak (auzi kriminalen gainekoak)eta notario-agiriak aztertu.

Giltza-hitzak: Indarkeria. Gizarte-gatazka. Notario-protokoloak. Aro Modernoa.

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1. Introducción

Apesar de que la mayor parte de lo que conocemos acerca de la violenciamedieval y moderna procede de los registros judiciales1, el historiador que

desee adentrarse en el estudio de la violencia y la conflictividad social del pasado,tiene que enfrentarse, sobre todo, al problema de la disponibilidad de fuentes. Uninconveniente que viene dado, por una parte, por el estado de conservación de lasmismas, y por otro, por la sensibilidad que otras generaciones que nos han precedi-do han mostrado sobre dicho tema, ya que al tratarse de una documentación muycomprometida por su contenido, ésta ha sido objeto de frecuentes destruccionesimprocedentes. En este sentido, Agustín G. de Amezúa y Mayo, en su obra sobre ladocumentación del Archivo Notarial de Madrid, indicaba que: «las demandas, pedi -mientos, réplicas y acusaciones, probanzas, autos y sentencias, escritos o pronunciamientos enlos pleitos civiles y causas criminales, estaban condenados, a la larga a su casi inevitable des -trucción»2. Una idea en la que la historiadora extremeña Isabel Pérez volvería a insis-tir años más tarde, aunque esta vez en relación a los expedientes criminales delArchivo Diocesano de Cáceres: «Un último factor podría incidir en la evidente pérdidadocumental: las posibles reticencias de la institución eclesiástica a la hora de conservar una seriede documentos que evidencian aspectos no gratos de su Historia3».

Como ponen de manifiesto estos autores, no podemos decir que la documenta-ción judicial constituya uno de los fondos mejor preservados en los archivos histó-ricos, ya que las pérdidas han sido importantes, sobre todo en lo concerniente a lasescalas más bajas de las instituciones judiciales: la primera instancia a nivel munici-pal.Y es que, como bien afirmara el profesor Eiras Roel: «Los fondos judiciales de losgrandes tribunales reales, como las Audiencias y Chancillerías, se han conservado hasta nues -tros días; pero los papeles de las justicias inferiores, locales y señoriales, nos parecen perdidos almenos en buena parte4».

Esta deficiencia obliga al historiador a buscar fuentes alternativas que palien lafalta de información, convirtiéndose esta búsqueda en una de las constantes quecaracterizan a las investigaciones más recientes sobre el tema. Precisamente, dentrode esta indagación sobre fuentes alternativas se enmarca esta investigación, que cen-trará su análisis en los protocolos notariales.

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1 ROUSSEAUX, Xavier, «La violencia en las sociedades premodernas: Nivelles, una ciudad de Bravante alo largo de cinco siglos», FORTEA, José I, GELABERT, Juan E. y MANTECÓN, TOMÁS A., Furor etRabies: violencia, conflicto y marginación en la Edad Moderna, Universidad de Cantabria, Santander, 2002, p. 130.2 GONZÁLEZ de AMEZÚA y MAYO,Agustín, La vida privada española en el protocolo notarial: selección dedocumentos de los siglos XVI, XVII y XVIII del Archivo Notarial de Madrid, Colegio notarial de Madrid,Madrid, 1950, p. XXV.3 PÉREZ MUÑOZ, Isabel,Pecar, delinquir y castigar:El Tribunal Eclesiástico de Coria en los siglos XVI y XVII,Institución cultural «El Brocense», Diputación Provincial de Cáceres, Cáceres, 1992, p. 15.4 ERIAS ROEL, Antonio et al.,Aproximación a la investigación histórica a través de la documentación notarial,Universidad de Murcia, Murcia, 1985, p. 18.

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1.1. Importancia de los protocolos notariales como fuente documental

A pesar de que el uso de los protocolos notariales ya había sido constatado enestudios de historia local, fue en el II Coloquio de Metodología Histórica Aplicadacelebrado en la Universidad de Santiago de Compostela en 1982 cuando se puso demanifiesto el enorme potencial informativo que dicha fuente ofrecía para el estudiode la historia5. Es a partir de estos momentos cuando los historiadores comienzan apercibir la importancia de los protocolos notariales como fuente documental encampos tan diversos como los estudios económicos, sociales o de mentalidades.Y esque, las posibilidades de interpretación de los datos que ofrecen parecen no agotar-se6. La relevancia que dicha fuente tiene para el historiador de los siglos XVI-XVIIIse encuentra en el gran uso que el hombre moderno hizo de las escribanías, regis-trando los actos más humildes7. Refleja, en definitiva, mejor que ninguna otra fuen-te «la vida en un sentido amplio8».

Sin embargo, no será hasta fechas más recientes cuando los historiadores del cri-men comiencen a incluir en sus investigaciones los protocolos notariales como fuen-te documental. Destacan en este sentido los trabajos de Iñaki Bazán, Tomás A.Mantecón Movellán o Raquel Iglesias Estepa9. Sin embargo, los estudios sobre laviolencia la conflictividad social del periodo moderno siguen privilegiando la docu-mentación generada por las instancias superiores de justicia: Consejo, Sala deAlcaldes de Casa y Corte, Chancillerías y Audiencias, por el enorme potencial infor-mativo que continúan ofreciendo.

5 Actas del II Coloquio de Metodología Histórica Aplicada. La documentación notarial y la historia. 2 vol., Juntade Decanos de los Colegios Notariales de España-Universidad de Santiago de Compostela, Santiago deCompostela, 1984.6 RODRÍGUEZ MATEOS, Joaquín, «Escribanos públicos en Huelva: los protocolos notariales y elarchivo histórico provincial», Huelva en su historia, 2ª época, volumen 8 (2001), p. 132. Para un mejorconocimiento de las fuentes notariales en el periodo moderno ver: ROJAS VACAS, Mª Dolores, «Eldocumento notarial de la Castilla moderna», III Jornadas de la Sociedad Española de Ciencias y TécnicasHistoriográficas, Cuenca, 2005.7 ERIAS ROEL,Antonio et al., Op. cit., p. 17.8 PORRES, María Rosario, «Introducción: Protocolos notariales e investigación», PORRES, MaríaRosario (coord.): Aproximación metodológica a los protocolos notariales de Álava (Edad Moderna), Universidaddel País Vasco, Bilbao, 1996, p. 14.9 BAZÁN, Iñaki, Delincuencia y criminalidad en el País Vasto en la transición de la Edad Media a la Moderna,Departamento de Interior,Vitoria-Gasteiz, 1995; MANTECÓN MOVELLÁN,Tomás A., Conflictividady disciplinamiento social en la Cantabria rural del Antiguo Régimen, Universidad de Cantabria, FundaciónMarcelino Botín, Santander, 1997; IGLESIAS ESTEPA, Raquel, «Violencia física y verbal en la Galiciade finales del Antiguo Régimen», SEMATA, Ciencias Sociales y Humanidades, vol. 19 (2007), pp. 135-157.

2. Los protocolos notariales como fuente para el estudio de

la violencia y conflictividad social

A lo largo del periodo moderno los escribanos cumplieron una doble función.Por una parte realizaban una «función escrituaria» y por otra una «función actuaria».La primera tenía que ver con la vida jurídica privada y la segunda con la adminis-tración de justicia y municipal10. En su faceta «escrituaria» muchas eran las personasque acudían al escribano para llevar a escriturar un negocio. La formulación de estosdocumentos estaba sujeta a la normativa que imponía la Corona y su propia prácti-ca11. Dicha escritura se circunscribía a dos momentos: la recepción de la declaracióndel negocio jurídico que debía documentarse y la fijación del texto definitivo quelo contenía12.

Dentro de esta gran variedad de documentos que se generaban en las escribaní-as vamos a centrarnos en el estudio de las cartas de poder, los apartamientos de que-rellas y las fianzas, ya que en ellos hemos podido encontrar datos de gran relevanciarelativos a la violencia y la conflictividad social en la Edad Moderna.

2.1. Las cartas de poder

Las escrituras de poder o cartas de procuración eran «la potestad que una personada a otra para que en su nombre practique, y haga lo mismo que ella por sí propia haría en elnegocio que le encarga13». Estas escrituras podían responder a múltiples necesidades ypor ello nos encontramos con poderes para cobrar, para deposar, poderes generalespara pleitos, en causa propia, para hacer testamentos, etc. No obstante, podemosagrupar dichas escrituras en dos tipologías básicas. Por una parte las escrituras depoder procesal, para la representación de los mandatarios ante los tribunales de jus-ticia. Por otra las escrituras extraprocesales, donde se incluirían el resto de poderes.

La necesidad de contar con un procurador para la representación en juicio de loslitigantes14, supuso que los poderes se convirtieran en una de las fuentes notarialesmás abundantes para el estudio de la violencia y la conflictividad social en el perio-do moderno15. En el caso de la primera instancia a nivel municipal, los apoderados

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10 ANGULO,Alberto, «Las escrituras de poder en el siglo XVIII: un medio de sustitución y representa-ción de las personas físicas y jurídicas», PORRES, María Rosario, Op. cit., p. 29.11 Destacan en este sentido las obras de MONTERROSO y ALVARADO, Gabriel, Práctica civil y crimi -nal y Instrucción de escribanos, Pedro Madrigal, Madrid, 1591 o la de FERNÁNDEZ DE HERRERAVILLARROEL, Gerónimo, Práctica Criminal, Imprenta de Don Gabriel del Barrio, Madrid, 1724.12 LORCA GONZÁLEZ, Clara Isabel, Catálogo de los protocolos notariales de Colmenera -Granada- (1538-1550), Universidad de Granada, Granada, 2005, p. 21.13 ANGULO MORALES,Alberto, Op. cit., p. 223.14 ALONSO, María Paz, El proceso penal en Castilla (siglos XIII-XVIII), Universidad de Salamanca,Salamanca, 1982, p. 143.15 De los 137 documentos notariales que hemos analizado para la segunda mitad del siglo XVII en la villade Brozas, el 50% corresponden a poderes; el 26% son apartamientos de querellas; el 21% son fianzas yel 3% restante se corresponde con causas criminales y cartas de perdón.Archivo Histórico Provincial deCáceres (en adelante A.H.P.C.), Protocolos Notariales, Leg. 40, 2628-2629, 2639-2643, 3324 y 3415.

solían ser procuradores de causas del número de la ciudad o procuradores de la ciu-dad donde se desarrolla el pleito.

Pero no todos los poderes procesales se realizaban con el fin de nombrar un pro-curador.También podemos encontrar otros en los que se otorga poder a otra perso-na para que se querelle en su nombre. Así, Francisco Barriga, vecino de la villa deBrozas, concede a su hijo un poder especial para que «en mi nombre ponga ante la jus -tiçia real de la de Alcántara y donde más convenga, y se querelle en forma en mi nombre dela persona o personas que resultaren culpadas en la muerte que se dio a Alonso Barriga, mihijo16».

Estos poderes se otorgaban ante el escribano y en ellos debían especificarse lasrazones por las que se daba, tal y como ya quedara recogido en una Ley de Partida:

«Et cuando la carta de personería fuera fecha por mano de escribano público o selladacon alguno de los sellos sobredichos, debe ser escripto en ella el nombre de aquel que faceel personero, et otrosí el de aquel a quien otorga la personería, et el nombre de su con-tendor, et el pleyto sobre que lo face su personero17».

Por ello, no resulta extraño que, como indicara Angulo Morales, los poderes aca-baran convirtiéndose «en un elemento vital a la hora de sustituir la falta de los archivos yde la documentación judicial, ya que la información que detallan comprende además de los liti -gantes, la causa del pleito y su situación18».

2.2. Los apartamientos de querellas

Cuando una persona era víctima de un delito, la legislación penal le permitíaintervenir directamente en la resolución del conflicto a través del perdón. Unaindulgencia que podía ser otorgada por la parte ofendida o por el monarca. En estesentido, Gabriel de Monterroso distinguía tres tipos de perdones: «La primera [tipolo -gía] es, que uno perdona a otro la muerte de su deudo o pariente: la segunda, perdón del Reypara el mismo caso de muerte: y la tercera es apartamiento de querella que uno aya dado aotro, por lo que toca a su injuria, o interesse19». Por tanto, el apartamiento de querella seríauna forma de perdón privado20 que podía otorgarse en aquellos casos que estipula-ba la ley.

«El apartamiento de querella, es forma de perdición, porque es un auto que se haze anteel juez, quando uno ha querellado a otro criminalmente, diziendo, averle injuriado, assí

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16 A.H.P.C., Protocolos Notariales, Leg. 2641.17 Las Siete Partidas de don Alfonso el Sabio,Tomo II, Imprenta Real, Madrid, 1807.Partida III,Título V, Ley XIV. P. 425.18 ANGULO MORALES,Alberto, Op. cit. p. 231.19 MONTERROSO y ALVARADO, Gabriel, Op. cit., p. 183r.20 MANTECÓN MOVELLÁN,Tomás A., «El mal uso de la justicia en la Castilla del siglo XVII»,FOR-TEA, José I, GELABERT, Juan E. y MANTECÓN,TOMÁS A (Coords.), Op. cit., p. 97.

de palabras como de obras, o heridas, o por razón de adulterio, que su muger le ha come-tido, y los tiene acusados a entrambos, o por otras cosas semejantes que se puede ofrecer21».

En este sentido, la Partida 7, 1, 22 estableció «cómo, aquel que es acusado, puede fazeravenecia con su contendor, sobre el pleyto de la acusación». En ella se hace mención a losperdones por precio, es decir, aquellos en los que el acusado llegaba a un acuerdoeconómico con la víctima para que pechándoles algo «non anden más adelante en elpleyto22». Disposición que no era extensible a las causas de adulterio, ya que:

«Las partes, que tienen derecho a querellar sus propias injurias, y de los suyos, puedenapartarse de las que hubieren dado, o del derecho, que tuvieren para darlas, y perdonaral reo de la acción Criminal, y Civil, que contra él les compete; y siendo menores, lodebe hacer su Curador, precediendo información de utilidad.Y es permitido hacerse estosperdones, y apartamientos por dinero, no siendo la causa sobre adulterio; y haciéndosegraciosamente, se otorga su escritura23».

En los casos de adultero no se podía hacer transacción y el perdón debía incluirtanto a la mujer como a la persona que tuvo relaciones con ella, ya que no se podíaperdonar sólo a una de las partes implicadas. Ello suponía que aunque el maridosolamente hiciera mención expresa a su mujer en el apartamiento, éste debía serextensible a su amante24.

Asimismo, se podía perdonar por dineros en las causas por «heridas, que se huviesendado a alguno, así por razón de las medicinas, y costas del gasto del pleyto, y daños de la parteque puede hazer en esto25». El pago de las costas lo hemos podido constatar en un apar-tamiento de querella dado el 25 de septiembre de 1688 en la villa de Brozas a DiegoMartínez, quien había sido acusado del hurto de algunos bienes que Isabel,mujer deJoseph Gil, llevaba encima cuando el acusado la llevó a la villa de Cáceres. Fulminadala causa y embargados sus bienes el marido se apartó de la querella aduciendo que:«quel suso dicho es pobre y que según le an dicho no tiene culpa alguna por aver llebado a ladicha muger». Sin embargo, pedía que se le desembargasen los bienes y se le soltase dela prisión si pagaba las costas que se hubieran causado26.

Por su parte, en un apartamiento llevado a cabo el día 8 de marzo de 1686, en elarrabal de ventas de la villa de Brozas, se pone de manifiesto que el motivo de dichoapartamiento es el acuerdo explícito del pago de curas. Así, Juan Bravo Barrantes,padre de Santiago Bravo Barrantes, se apartaba de la querella que tenía contra Miguel

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21 MONTERROSO y ALVARADO, Gabriel, Op. cit., p. 184r. En los casos no mencionados, como sonaquellos delitos que merecieran pena de muerte, pérdida de algún miembro o destierro, debía realizarseuna escritura o carta de perdón. Entre la documentación que hemos analizado se encontraba una cartade perdón por la muerte del licenciado Lorenzo Bravo ocasionada por Lázaro Jiménez cuando salía de laermita de Santa Ana. Este homicidio fue llevado a cabo el día 20 de marzo de 1685 pero el perdón de lafamilia no llegará hasta el año 1695.A.H.P.C., Protocolos Notariales, Leg. 2629.22 Las Siete Partidas de don Alfonso el Sabio,Tomo II, Partida 7,Título I, Ley XXII, p. 276.23 JUAN y COLOM, José, Instrucción de escribanos, Imprenta de Francisco Xavier García, Madrid, 1772, p.239.24 MONTERROSO y ALVARADO, Gabriel, Op. cit., p. 184v.25 Ibídem.26 A.H.P.C., Protocolos Notariales, Leg. 2628.

Barroso, hijo de Miguel Barroso, quien habiendo sacado a reñir a su hijo «lo hirió enel brazo derecho, de que se a estado curando con Pedro de Cabrera, barvero, muchos días».

«Y aora, por averle pedido algunas personas honrradas por el suso dicho, y averse alla-do dicho su padre a pagarle los gastos que a ttenido con dicho su hijo curándole y adexado de trabaxar, desde luego se aparta de qualquiera derecho o derechos que podíatener contra dicho Miguel Barroso mozo en qualquiera manera.Y pide y suplica al señorgobernador D. Francisco Calderón, gobernador de la villa de Brozas, le suelte de la pri-sión en que se alla por aver herido al dicho su hijo, y al cumplimiento de lo referido aderecho obligado, cumpliendo el dicho Miguel Ximénez con lo rreferido de pagarle todoslos gastos y días que a dexado de trabaxar27».

Asimismo, Fernández de Herrera, hacía alusión a que el querellante podía incluiren el apartamiento algunas “calidades” como «la de que se salga el reo desterrado portanto tiempo, o vaya a campaña, o presidio por el tiempo que pareciere al juez28».

Sin embargo, lo normal era que la mayoría de los perdones se otorgaran simulan-do gratuidad, ya que una mención expresa a un acuerdo económico entre ambas par-tes podía ser interpretada por el juez como una confesión del reo29 y continuar conel proceso de oficio. Sólo, dice Fernández de Herrera, en el caso de que pudierademostrarse que el apartamiento se dio para librarse de la molestia que ocasionaba elpleito no se tendría por confeso, a pesar de que hubiera intereses en el perdón30 .

Para este tipo de perdones, el apartamiento se llevaba a cabo siguiendo unas líne-as de ejecución muy claras, que daban evidencia de la gratuidad del mismo o la faltade interés hacia cualquier tipo de remuneración por parte de la persona que se apar-taba de la querella.Así, en dicha escritura, el escribano hacía una breve relación delpleito o causa por la que se había querellado y a continuación se indicaba que seapartaba civil y criminalmente de la querella, incluyéndose la fórmula: «que por el ser -vicio de nuestro Señor [o por amor de Dios], y por amor de personas que se lo habían roga -do, que él se apartaba y se apartó de la dicha querella y acusación31». No obstante, pareceque esta simple formulación no fue suficiente, y los otorgantes incluían otras fór-mulas que no hacían sino incidir en la gratuidad del apartamiento.Así, entre la docu-mentación que hemos manejado, aparecen otras expresiones como: «por servicio deDios, nuestro señor, y personas honradas que lo an pedido, desde luego me aparto de la dichaquerella y acusación y lo doy todo por de ningún valor y efecto32».

El apartamiento, a su vez, significaba que la víctima o su representante33 se apar-taba de cualquier derecho civil o criminal que pudiera tener contra el agresor, y ello,

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27 Ibídem.28 FERNÁNDEZ de HERRERA VILLARROEL, Gerónimo, Op. cit., p. 289.29 TOMÁS y VALIENTE, Francisco, «El perdón de la parte ofendida en el Derecho penal castellano»,Anuario de Historia del Derecho Español, nº 31 (1961-62), p. 65.30 FERNÁNDEZ de HERRERA VILLARROEL, Gerónimo, Op. cit., p. 284.31 MONTERROSO y ALVARADO, Gabriel, Op. cit., p., 186.32 A.H.P.C., Protocolos Notariales, Leg. 2641, p. 13833 Algunos autores como Gregorio López creían que el apartamiento debía ser hecho por todos los here-deros, sin embargo, lo normal es que en ellos figurase los familiares más directos: víctima, padres, maridoo viuda.

se extendía en el tiempo. De manera que la persona que otorgaba el apartamientose comprometía a no volver a querellar por la misma causa bajo pena de pagar lascostas del juicio.

«Juro a Dios y a la cruz según de derecho, no lo hago por temor de que no se me guar-dara justicia, sino por lo que va rreferido, y obligo mi persona y bienes rayces y muebles,presentes y futuros, a que en tiempo alguno en esta rraçón no pediré cosa alguna contrael suso dicho en ningún tribunal, y si lo hiciere, no e de ser oydo en juicio, antes rrepe-lido del y condenado en costas34».

No obstante, a pesar de existir una escritura de apartamiento, no debió ser extra-ño que el proceso continuara su curso hasta la sentencia. Se trata de causas en las queestá suficientemente probada la culpabilidad del reo y que el juez continúa de ofi-cio. En la villa de Brozas, por ejemplo, en el año 1694, dos hermanos (Juan Barrigay Fernando Barriga) habían agredido a un vecino de dicha localidad (Juan Flores) alque habían «dado de palos y maltratado muy mal [...] rompiéndole la cabeza por dos o trespartes35». El padre de la víctima presentó un apartamiento de querella, sin embargo,el juez sentenció a los reos en dos años de destierro y tres mil maravedíes para laReal Cámara del Real Consejo de Órdenes, así como en gastos de justicia, de loscuales, la cuarta parte iba a parar a las casas de la gobernación36.

2.3. Las fianzas

En lo que respecta a las fianzas, debemos indicar que aquellos reos encarceladospor causa criminal cuyo castigo era la pena pecuniaria podían ser sueltos bajo fian-za. Esta soltura solía llevarse a cabo al final de la fase sumaria y una vez que el reohabía prestado declaración. Existían tres tipos de fianzas: la de haz, la de cárcel segu-ra y la de estar a derecho.

La primera de ellas (la fianza de haz) suponía la obligación del fiador de devolveral reo a prisión cuando el juez lo solicitase. Si el fiador no cumplía con su obliga-ción debía pagar con sus bienes la posible condena del fiado. En el caso de la fianzade cárcel segura, el fiador tenía las mismas obligaciones que en la fianza de haz, conla diferencia de que si no devolvía a la cárcel al fiado además de pagar la condena eljuez le imponía una multa arbitraria. Por último, la fianza de estar a derecho impli-caba la obligación por parte del fiador de pagar la sentencia sin tener que devolver

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34 A.H.P.C., Protocolos Notariales, Leg. 2641, año 1673, p. 140. Fernández de Herrera indica que en el casode menores de edad, cuando se hace el apartamiento, se debe hacer juramento en la declaración: «no seaparta por temor de que no se le haga justicia», mientras que éste no es necesario en el caso de adultos,aunque recomienda su uso porque de este modo parecerá que la parte lo otorga sólo «por servicio deDios nuestro señor, o su conveniencia, o otros respetos independientes de la justicia» Facilitando de estemodo el ánimo de los jueces a la piedad. FERNÁNDEZ de HERRERA VILLARROEL, Gerónimo,Op. cit., p. 286-287. Por su parte, Gabriel de Monterroso afirma que este tipo de juramento es propio delos apartamientos de querella y no aparece en los perdones por muerte. MONTERROSO y ALVARA-DO, Gabriel, Op. cit., p. 184.35 A.H.P.C., Archivo municipal de Brozas, carpeta 24.36 Ibídem.

al reo a prisión37. Este tipo de fianza también puede aparecer como fianza de estar aderecho y pagar juzgado y sentenciado. No obstante a esta triple tipología,Fernández de Herrera habla de otra fianza que se suele otorgar en las causas crimi-nales o querellas sobre amenazas de muerte, pero que también se da cuando el que-rellante se siente amenazado de muerte, y es «de seguridad de las vidas38». Esta fianzafuncionaría como la de estar a derecho, con la diferencia de que el fiador se com-prometía a que el fiado no molestaría al querellante.

En lo que respecta a la escritura de estas fianzas, su formulación era muy similaren todas las tipologías, si bien, cada una de ellas introducía una serie de cláusulas quela diferenciaba de las demás. En el caso de la fianza de estar a derecho, el fiador secomprometía a que el acusado estaría «a derecho» con el querellante.Así, en una fian-za dada en la villa de Brozas en el año 1670 por Joan Domínguez Corchado a favorde su hijo Alonso Corchado Álvarez por una querella que contra él tenía dada PedroSánchez Luçeno por «decir le hirió en las manos y trató mal de palabra», podemos leer:

«En conformidad del dicho auto, obligo mi persona y bienes rayces y muebles, presentesy futuros a que el dicho Alonso Corchado, mi hijo, estará a derecho con el dicho PedroSánchez en dicha causa, y pagará todo lo que contra él fuere juzgado y sentenciado entodas ynstancias, y de no lo hacer así, le estaré yo, como su fiador y principal pagador,y pagaré todo lo que contra él fuere juzgado y sentenciado en toda ynstancia,y para ellohago de caso ageno mio39».

En este caso, puesto que el fiador no estaba obligado a devolver a la cárcel al fiadono se aludía a ello. Sin embargo, en las fianzas de haz y de cárcel segura, era impres-cindible que el fiador se comprometiera a devolver a la cárcel al acusado cuandofuera requerido por la justicia.Además, en la documentación analizada hemos podi-do comprobar ciertas diferencias en la redacción de ambas fianzas. Así, en la fianzade haz se hacía mención a la devolución a la prisión del acusado cuando fuera reque-rido, mientras que en la de cárcel segura se indicaba que el acusado no quebrantaríala prisión.

El 7 de octubre de 1669, se otorgó en la villa de Brozas una fianza de haz por laque Joan Rodríguez Holgado se convertía en fiador de Pedro Martín Herrero porla causa de oficio de la justicia que contra él se seguía por amancebamiento:

«Obligo mi persona y vienes rayces y muebles, presentes y futuros, que cada que semande por la justicia real de dicha villa u otro juzgado competente bover a la prisiónen que está por esta causa el dicho Pedro Martín le volveré a ella, y de no lo hacer, paga-ré todo lo que contra él fuere juzgado y sentenciado en toda ynstancia, y para ello hagode caso ageno mio40».

De la misma manera, el 29 de septiembre de 1673 Alonso Bravo se convertía enfiador de Alonso Flores Gutiérrez (regidor perpetuo), preso en la cárcel de la villade Brozas por abusos de autoridad. En dicha fianza se indicaba que:

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37 ALONSO, María Paz, Op. cit., pp. 203-204.38 FERNÁNDEZ de HERRERA VILLAROEL, Gerónimo, Op. cit., p. 190.39 A.H.P.C.: Protocolos Notariales, Leg. 2641.40 Ibídem.

«Desde luego, como su fiador, haciendo como para ello hace de caso ageno suyo, obligaa su persona y bienes rayces y muebles, presentes y futuros, que el dicho Don Alonso noquebrantará la dicha prisión [su casa], y si lo hiziere pagará el otorgante como su prin-cipal pagador todo lo que contra él fuere juzgado y sentenciado en dicha causa en todaynstancia41».

Por otra parte, la fianza de haz era la más beneficiosa para el reo, ya que, no sien-do grave la culpa, podía encontrar con mayor facilidad un fiador42. La elección deltipo de fianza recaía en el juez y no era extraño que se combinasen entre sí, ya que«algunos jueces unen todos los modos, o algunos dellos, para que ya que suelten los reos, seasseguren más a su satisfacción43».Y por tanto, es frecuente encontrarnos con fianzas deestar a derecho y cárcel segura.

Asimismo, si el reo no encontraba un fiador pero disponía de bienes en otrolugar, solía pedir al juez derecho parar efectuar la fianza ante la justicia del lugardonde tuviera sus bienes44.

No obstante, todo parece indicar que dentro del proceso penal las fianzas tuvie-ron escasa relevancia, ya que los delitos sentenciados únicamente con penas pecu-niarias solían ser pocos, pero además, los jueces eran reticentes a soltar a los reos, yaque la cárcel les servía de medio de coacción para asegurarse la aceptación de la sen-tencia y así percibir la parte de la pena que les correspondía45.

3. El tratamiento de la documentación: aportaciones y limi-

taciones

Los protocolos notariales se han convertido en una fuente de información degran relevancia para los estudios históricos en los últimos tiempos. El agotamientode las fuentes clásicas o la falta de fondos documentales relativos a determinadastemáticas en algunos ámbitos geográficos, han propiciado el aumento de la relevan-cia de los protocolos notariales. Asimismo, la homogeneidad de las escrituras y lasfacilidades que ofrecen para la seriación y su tratamiento informatizado (a través debases de datos) constituyen otros factores a tener en consideración.

En lo que respecta a los estudios de violencia y conflictividad social, los proto-colos contienen una serie de datos de especial relevancia para dichos estudios. Enellos aparecen reflejados el demandante, el acusado y el delito cometido. Este hechonos permite, por una parte, conocer las distintas tipologías delictivas y, por otra, ana-

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41 A.H.P.C.: Protocolos Notariales, Leg. 2639.42 Fernández de Herrera alude a que «no siendo grave la culpa, es la más útil al reo, así por la facilidad dehallar quien le fie, como porque por este medio sale de lo gravoso que tienen (en las prisiones) las cau-sas criminales». FERNÁNDEZ de HERRERA VILLARROEL, Gerónimo, Op. cit., p. 189.43 FERNÁNDEZ de HERRERA VILLARROEL, Gerónimo, Op. cit., p. 192.44 FERNÁNDEZ de HERRERA VILLARROEL, Gerónimo, Op. cit., p. 193.45 ALONSO, María Paz, Op. cit., p. 204.

46 RODRÍGUEZ CANCHO, Miguel, PEREIRA IGLESIAS, Miguel Ángel y TESTÓN NÚÑEZ,Isabel, «Conflictividad y marginación social en un territorio de frontera: Extremadura a finales del sigloXVIII», Revista de Estudios Extremeños, vol. 42, nº 3 (1986), p. 694.47 GANDÁSEGUI APARICIO, Mª José, «Una contienda judicial entre dos mujeres. Proceso y senti-mientos (1773-1775)», Cuadernos de Historia Moderna, nº 22 (1999), p. 34.48 Para profundizar en el estudio de la violencia femenina ver:VILLALBA PÉREZ, Enrique, Mujeres yorden social en Madrid: Delincuencia femenina en el cambio de coyuntura finisecular (1580-1630), UniversidadComplutense, Madrid, 1993; ¿Pecadoras o delincuentes? Delito y género en la Corte (1580-1630), Calambur,Madrid, 2004; MENDOZA GARRIDO, Juan M., «Sobre la delincuencia femenina en Castilla a finalesde la Edad Media», CORDOBA DE LA LLAVE, Ricardo (Coord.), Mujer, marginación y violenciaentre la Edad Media y los Tiempos Modernos¸ Universidad de Córdoba, Córdoba, 2006, pp. 75-126.49 RODRÍGUEZ CANCHO, Miguel, PEREIRA IGLESIAS, José Luis y TESTÓN NÚÑEZ, Isabel,Op. cit., p. 694; PÉREZ, Isabel, Op. cit., p. 695.50 En el caso de los estupros Mª Ángeles Martín apunta a la idea de que muchos de estos casos se resol-vían mediante el acuerdo (generalmente económico) entre las partes, evitando una demanda judicial queterminaría en un pleito criminal. Estas escrituras de acuerdo quedarían reflejadas en los protocolos nota-riales. MARTÍN, Mª Ángeles, «Las relaciones extramatrimoniales: documentos de estupro, desistimientode esponsales y reconocimiento de hijos ilegítimos», PORRES, María Rosario, Op. cit., p. 215.

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lizar la realidad social del delito, ya que éste carece de valor si lo desvinculamos deaquellos individuos que lo cometieron y de aquellos otros que lo padecieron46.

Los diferentes roles que dentro de la sociedad han desempeñado hombres ymujeres también se ven reflejados en la conflictividad. Unas diferencias que partendesde la propia desigualdad ante la ley. La mujer tenía limitadas sus capacidades judi-ciales, de manera que hasta los 25 años no podía comparecer en un juicio47.Además,no tenía potestad para llevar por sí misma un delito a los juzgados. Si era soltera supadre debía hacerlo por ella y si estaba casada era el marido el encargado de ello.Sólo las viudas gozaban de un estatus privilegiado, pudiendo actuar ante el juez porsí mismas. Si todas estas circunstancias son visibles a través de los protocolos tambiénlo son las diferencias que hombre y mujeres presentan en torno a la criminalidad. Lapresencia de la mujer en hechos delictivos es muy inferior a la de los hombres48,sobre todo como agresores. La representatividad masculina no es algo propio delterritorio que hemos analizado, sino extensible al conjunto del ámbito hispánico yeuropeo en toda la etapa moderna49.

Asimismo, hay que destacar que el estudio sistemático de los protocolos notaria-les nos permite rastrear la conducta reincidente de determinados delincuentes, loque no siempre es posible vislumbrar en los archivos municipales, porque, probable-mente, muchos de estos delitos no llegarían ante la justicia50.

También debemos destacar la aparición, aunque con poca frecuencia, de las sen-tencias. A través de ellas podemos percibir los mecanismos de represión y condenadel delito. Pero además, nos permiten apreciar elementos tan esenciales dentro delsistema punitivo castellano como el utilitarismo penal (por el que, en determinadascoyunturas y para solventar ciertas necesidades, unas penas primaban sobre otras) yel arbitrio judicial (que nada tenía que ver con la arbitrariedad).Así, muchos delitosestaban claramente tipificados en la legislación y a ellos se les aplicaba una pena con-

51 GONZÁLEZ ALONSO, Benjamín, «Jueces, justicia, arbitrio judicial (algunas reflexiones sobre la posi-ción de los jueces ante el derecho en la Castilla Moderna)», BENNASSAR, Bartolomé et al., Vivir el Siglode Oro. Poder, cultura e historia en la Época Moderna: Estudios en homenaje al profesor Ángel Rodríguez Sánchez,Universidad de Salamanca, Salamanca, 2003, p. 236.52 Ibídem.53 ORTEGO GIL, Pedro, «Notas de policía criminal, arbitrio judicial y servicio de armas durante la EdadModerna», Revista de Historia Militar, año XLVI, nº 94 (2003), p. 90. Para profundizar en esta temática ver:SÁNCHEZ-ARCILLA BERNAL, José (dir.), El arbitrio judicial en el Antiguo Régimen (España e Indias,siglos XVI-XVIII), Dykinson, Madrid, 2012.54 PORRES, María Rosario, Op. cit., p. 14.55 MANTECÓN MOVELLÁN,Tomás A., Op. cit., p. 20.56 PORRES, María Rosario: op. cit., p. 15. En este sentido, Mantecón Movellán indica que los protoco-los notariales están «sujetos a los acontecimientos biográficos de los notarios», MANTECÓNMOVELLÁN,Tomás A., Conflictividad y disciplinamiento..., p. 23.

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creta o «legal51». Sin embargo, la sentencia dependía de lo que estimaba el juez en elcaso de que los hechos enjuiciados no encajaban exactamente con el tipo de delito,si éste no estaba lo suficientemente concretado, si sólo se acusaba en función dedeterminados indicios u otras situaciones no previstas por el legislador52. En estoscasos, Ortego Gil ha podido comprobar que el arbitrio judicial permitió «aplicar lasleyes beneficiando al reo cuando era posible, hacer justicia para que no quedara ningún delitosin castigo y servir a la política de la corona en sus ámbitos criminal y militar53».

No obstante, a pesar de que los protocolos notariales nos ofrecen información degran relevancia para el estudio de la violencia y la conflictividad social, debemos tenerpresente que dicha fuente también cuenta con una serie de problemas y limitacionesque deben tenerse muy presentes a la hora de analizar dicha documentación.

En primer lugar debemos mencionar un inconveniente de carácter formal: sucatalogación54. La falta general de índices descriptivos de cada protocolo conviertenla búsqueda de información criminal en una ardua tarea que nos obliga a ir anali-zando todos los documentos uno a uno. Este hecho ha motivado que en aquelloslugares en los que se dispone de abundante documentación municipal referente acausas civiles y criminales el uso de los protocolos sea limitado, ya que como indi-có Mantecón Movellán: es «probable que el esfuerzo que supondría su consulta seriada nomodificara las tendencias observadas en las demandas judiciales55».

Otra deficiencia tiene que ver con la naturaleza del documento, y nos remite aposibles problemas de objetividad y veracidad, ya que están sujetos a los datos queaporta el solicitante y a lo que escribe el escribano, de manera que pueden darsecasos de ocultación56.

Asimismo, el trabajo con protocolos notariales exige del investigador un cruceconstante de datos e informaciones debido a la posibilidad de encontrarnos convarios documentos (poderes, apartamiento de querella o fianzas) que hagan referen-cia al mismo suceso. Ésta situación es bastante frecuente en el caso de los poderes,ya que, como hemos tenido ocasión de ver, la necesidad de contar con un procura-dor para el seguimiento de la causa obligaba a ambas partes a otorgar poderes, supo-niendo esto, para nuestro estudio, una duplicidad de información que debe serdetectada.

57 IGLESIAS ESTEPA, Raquel, Op. cit., p. 138.58 A.H.P.C., Protocolos Notariales, Leg. 2641.59 Un aspecto éste que sí hemos podido comprobar a través de otra fuente de carácter secundario comoes el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1791 y cuya potencialidad para los estudiosde justicia y conflictividad social hemos puesto de manifiesto en nuestro Trabajo de Grado. CARMONAGUTIÉRREZ, Jessica, Justicia y conflictividad en la Alta Extremadura a finales del Antiguo Régimen,Trabajode Grado dirigido por las Dras. Rocío Sánchez Rubio e Isabel Testón Núñez, mayo 2012 (inédito).60 Los resultados obtenidos han sido publicados en: CARMONA GUTIÉRREZ, Jessica, «Violencia yconflictividad social: Brozas en la segunda mitad del siglo XVII», XXVIII Coloquios Históricos deExtremadura,Vol. 1,Trujillo, C.H.D.E., 2010, pp. 223-248.

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Por otra parte, en lo que respecta a las limitaciones de los protocolos notarialescon respecto el estudio de la violencia y la conflictividad social, debemos indicar quedicha documentación nos impide un análisis sociológico completo del delito, susvíctimas y agresores. En lo referente al delito, la descripción del mismo suele ser muyconcisa, de manera que es frecuente que sólo dispongamos de información referen-te al tipo de delito. En este sentido, es especialmente llamativo el caso de las injurias,donde la documentación notarial se muestra especialmente exigua57, ya que no sueleexpresar el tipo de injuria proferida, quedando reducida a expresiones como «pala -bras denigrativas» o simplemente «me trató mal de palabras58».

En cuanto a las víctimas y los agresores, debemos indicar que datos tan intere-santes para el estudio de la sociedad, tales como la edad, la profesión o el estado civil,apenas son citados en la documentación. Sólo en el caso de las mujeres podemosconocer con mayor frecuencia su estado civil, debido, como ya hemos indicado, a lalimitación de sus capacidades judiciales.

De igual manera, tampoco se suele indicar la fecha en la que tuvo lugar el suce-so, lo que nos impide conocer la estacionalidad del delito y la posible relación deestos delitos con determinadas coyunturas de índole socioeconómica59.

4. Aportaciones de los protocolos notariales a la historia del

crimen: el caso de Brozas en la segunda mitad del siglo XVII

A pesar de las posibles desventajas que, como acabamos de ver, presentan los pro-tocolos notariales para los estudios sobre violencia y conflictividad social en el perio-do moderno, debemos apuntar que, no obstante, los resultados obtenidos son satis-factorios, sobre todo en aquellos lugares donde la documentación judicial es escasa.

En este sentido, un ejemplo muy esclarecedor lo constituye la villa de Brozas enla segunda mitad del siglo XVII. Esta villa, perteneciente al partido de Alcántara ycercana a la frontera con Portugal, tiene registradas en su archivo municipal un totalde 19 causas criminales. Sin embargo, la documentación notarial ha revelado que laconflictividad social vivida en la segunda mitad del siglo XVII va más allá de lo quelas fuentes estrictamente judiciales evidencian, ya que el análisis exhaustivo de losprotocolos notariales de dicha población (entre los años 1650 y 1699) demuestranque esa cifra se aleja de la realidad social del momento.Así, la documentación nota-rial nos ha permitido conocer hasta un total de 165 delitos60, de los cuales, solamente

61 Se trata de las causas contra Juan Barriga y Fernando Barriga por heridas y de la que aparece un apar-tamiento de querella y una fianza de estar a derecho de Juan Barriga; la causa contra Francisco Barrigapor un delito contra la propiedad y agresiones verbales, de la que aparece un apartamiento de querella; yla causa seguida contra María Flores e Isabel Flores por injurias y agresiones.62 En este sentido, Fernando Cortés apunta a que «la situación de la guerra abierta que se padece produ-ce estados de tensiones y de enfrentamientos, de conflictividad, entre hombres y mujeres que han de asis-tir (…) al desarrollo de las operaciones bélicas y a las consecuencias que de ellas se derivan», CORTÉSCORTÉS, Fernando, El alojamiento de soldados en la Extremadura del siglo XVII, Editora Regional deExtremadura, Mérida, 1996, p. 180.63 En un caso de amancebamiento, en el que el amancebado era un presbítero, se le condena a éste a dosaños de destierro precisos de la villa y su jurisdicción y dos mil maravedíes para la Real Cámara y en cos-tas.A.H.P.C., Protocolos Notariales, Leg. 2641.Otro hombre fue condenado por un asesinato a cinco años al presidio de Melilla, doblando dicho tiem-po si los quebrantaba.Además, era condenado al pago de cien ducados para la Cámara de Su Majestad yla cuarta parte para el Real Consejo de las Órdenes. Ibídem.

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tres aparecen referenciados tanto en los protocolos como en el archivo municipal61.Lo que supondría que el 88 por ciento de la información relativa a la conflictividadsocial sufrida en Brozas en la segunda mitad del siglo XVII sería aportada por losprotocolos notariales, frente al 12 por ciento de la documentación judicial (causascriminales) de su archivo municipal.

Dicho periodo vino marcado por un suceso bélico de grandes repercusiones enel territorio extremeño: la Guerra de Restauración portuguesa. Durante este tiem-po hemos podido comprobar cómo a lo largo de los años de desarrollo del conflic-to (1640-1668) y los inmediatamente posteriores se muestran unos niveles de con-flictividad mayores que el resto de la etapa. Así, los años transcurridos entre 1660 y1669 fueron los más conflictivos, con la particularidad de que durante dicho perio-do los delitos contra la propiedad eran los más frecuentes.Y es que, la situación dedecadencia socioeconómica que se vivió en dicho contexto supuso que las necesi-dades básicas no estuvieran cubiertas, ocasionando que la agresividad emergiera confacilidad62, y el hurto se convierta más que en una forma de delincuencia en unmedio de subsistencia.

No obstante, la segunda mitad del siglo XVII estuvo marcada en la villa de Brozaspor la incidencia que tuvieron los delitos contra la persona, especialmente las agre-siones físicas (con resultado de heridas) y las verbales. Una violencia que fue ejerci-da principalmente por hombres y donde la mujer tuvo una implicación secundaria(tanto como víctima como agresora), relacionada, especialmente, con las injurias ylos delitos de motivación sexual.

Asimismo, las escasas sentencias presentes en las escrituras notariales parecenapuntar hacia un sistema punitivo en el que los destierros y las penas pecuniariasestuvieron muy presentes en estos momentos. Circunstancia que no resulta extrañasi tenemos en cuenta la guerra vivida entre los años 1640 y 1668 y que, con todaprobabilidad, supuso que las necesidades de erario aumentaran63.

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5. Conclusión

Como se ha podido comprobar, los protocolos notariales (especialmente las cartasde poder, apartamientos de querellas y fianzas) se erigen como una fuente de primerorden para el estudio de la violencia y la conflictividad social en aquellos lugaresdonde las fuentes judiciales son escasas.Además, a través de ellos, puede profundizar-se en el análisis de los delitos, de sus víctimas y agresores. En definitiva, los protocolosnotariales nos permiten conocer las características de una violencia que, probable-mente, hubiera quedado oculta ante la falta de fuentes judiciales que la atestiguasen.

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