"LOS CAÑOS DE CARMONA, POR DO VA EL AGUA A SEVILLA. Implicaciones urbanas del acueducto construido...

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Catedral de Sevilla Avla Hernán Rviz AHR 21 2007 LA CIUDAD ALMOHADE Y LOS CAÑOS DE CARMONA. Alfonso Jiménez Martín

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Catedral de Sevilla Avla Hernán Rviz

AHR 21 2007

LA CIUDAD ALMOHADE Y LOS CAÑOS DE CARMONA.

Alfonso Jiménez Martín

Catedral de Sevilla Avla Hernán Rviz

AHR 22 2007

LOS CAÑOS DE CARMONA, POR DO VA EL AGUA A SEVILLA. Implicaciones urbanas del acueducto dirigido por al-Hayy Yacis, inaugurado el

domingo 13 de febrero de 1172.

Alfonso Jiménez Martín

Antes de plantear el tema específico de esta intervención quisiera resumir lo

que conozco de la historia del acueducto y presentar una breve descripción de

sus restos. Gracias al «Tratado de Isba» de Ibn cAbdnjn sabemos que durante

la dominación almoravid el suministro público, además de los limitados

recursos de pozos y aljibes, dependía exclusivamente de los azacanes, que se

surtían del Guadalquivir14. En el texto de Ibn SƗhib al-SalƗ consta que el día

indicado, tras una interrupción de setecientos años, el servicio de agua

corriente se restableció para los sevillanos15, aunque los azacanes, los pozos y

las fuentes continuaron su aportación; el mismo cronista informa que la

conducción tenía tres metas específicas, pues surtía a la Buhayra, a los Reales

Alcázares y a la ciudad propiamente dicha; el trayecto desde las minas

practicadas en el acuífero de Alcalá de Guadaira hasta la puerta de Carmona

alcanzaba 19,05 km, el ramal de la Buhayra tenía 1,56 km y el tramo encañado

que iba hasta la torre del Agua medía 820 m. Es bien sabido que en el trayecto

había una buena tanda de molinos intercalados, que ya existían en 1254. En

1572 se puso en servicio un nuevo conducto desde la fuente del Arzobispo,

que era conocida desde antes de 138116 y en 1627 se sumó un tercero, el que

venía de la fuente de la Albarrana al hospital de las Cinco Llagas y al pilar del

Campo de la Macarena17.

La irregularidad y escasa calidad del suministro18 aconsejaron al asistente

Arjona en 1827 una reforma en profundidad aprovechando parte el trazado

14 García Gómez y Lévi-Provençal (1948: 108-109). 15 Huici Miranda (1969: 191). 16 La menciona el médico Juan de Aviñón, cfr. Carmona García (2000: 30). 17 Jiménez Martín (2007: 225). 18 La opinión de un científico de 1765 en Buendía y Ponce (1765: 506-509).

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existente19, según el proyecto firmado por el arquitecto municipal Melchor

Cano20, que ahorraba unos tres kilómetros de trayecto y eliminaba la mayoría

de los molinos21. Las obras quedaron detenidas en 1833 cuando de los

8.826.572,91 reales recaudados sólo habían gastado 1.695.309,2822; consta

que en 1842 llevaban hechos más de seis kilómetros del proyecto, el 73%

aproximadamente23. Cuando se reanudó la empresa en 1846 hizo unos planos

muy expresivos Gabriel Gómez Herrador24, que dibujó el acueducto nuevo que

acortaba desde la hacienda La Red hasta la Cruz del Campo; en 1857 estaban

instalando la red de distribución intramuros25.

En 1882 el súbdito británico George Higgin, que había trabajado en Argentina

en la mejora de aguas potables por filtración, solicitó y obtuvo del Ayuntamiento

la instalación y explotación del primer tranvía de la ciudad26 así como la

renovación de los Caños de Carmona, que pronto cedió a James E. Shaw27; al

año siguiente el mismo Higgin publicó un proyecto para la mejora del

alcantarillado de Sevilla28, documentándose desde 1884 la actividad de la

compañía suministradora, la denostada The Seville Waterworks Company

Limited29.

19 Braojos Garrido (1976: 263). 20 Firmó el plano que se conserva en el Palacio Real, una de cuyas hojas publicó Cortés José (1998: 82). Cano (1794-1842) fue arquitecto municipal de Sevilla entre 1826 y 1840, cfr. Antigüedad del Castillo-Olivares (1990:417ss) y Suárez Garmendia (1986: 488ss), que recuerda que terminó el rosetón central de la fachada de poniente de la Catedral, pero no menciona su vinculación con el acueducto. 21 Además de atajar directamente desde Torreblanca a la Cruz del Campo el proyecto pretendía ir desde este último punto a la puerta de la Carne. 22 Resumen de los datos de Braojos Garrido (1976: 265). La obra se paró por el cólera morbo (Gazeta de Madrid del 24 de junio de 1846) o la “rebelión de Mina” que Ford (1981:190) sitúa en 1830, por lo que debe referirse a la de Espoz y Mina, pero este dato casa mal con el hecho de que las cifras indicadas corresponden a 1833. 23 Gazeta de Madrid del 24 de junio de 1846. 24 Así se llamaba quien firmó el proyecto el 30 de mayo de 1846, aprobado por la Junta Consultiva del Ayuntamiento de 1846. Debe ser el mismo vecino de El Puerto de Santa María que en 1836 y 1837 realizaba proyectos de arquitectura e ingeniería en Rota, El Puerto y Jerez de la Frontera. Se deduce que el tramo dibujado medía 4.375 m, y que contaba con 170 arcos. 25 Gazeta de Madrid del 28 de abril de 1850 y 19 de mayo de 1857. 26 Haya Segovia, Pantión Rodríguez y Santos Ramírez (1988: 30); la compañía se llamó The Seville Tramways Company. 27 Moral Ituarte (1991: 437). 28 Lo publicó en La Andalucía. 29 Higgin (1884).

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En 1864 comenzó la destrucción de la conducción medieval al ser derribada

una parte sustancial de la muralla en la zona de la puerta de la Carne30, ya que

por su interior discurrían dos de los nueve ramales del suministro global31; la

puerta de Carmona cayó en 1868, y tal vez con ella el depósito central, pero la

arquería que mediaba hasta el Tagarete pervivía en 190832, mientras que la

que discurría por la actual calle Luís Montoto no fue derribada hasta 191233,

según preveía un proyecto del año 191034; una parte de la llamada alcantarilla

de las Madejas sobrevivió, pues era necesaria para salvar el Tagarete,

quedando parcialmente englobada en el paso sobre el ferrocarril que diseñó

Félix Ramírez Doreste en 1926, concluido en 192935. El derribo de la arquería

nueva, la del siglo XIX, se efectuó entre 1964 y 1966, con la debida indignación

de quienes lo tenían por romano36.

1. Disiecta membra.

Para el estudio de esta estructura la mejor fuente de información son las

imágenes, los datos de los escasos tramos conservados, las descripciones de

quienes alcanzaron a verla completa y finalmente los estudios publicados, que

constituyen el recurso menos fiable: hace treinta y dos años publiqué un

articulillo sobre los Caños37 cuyo principal mérito fue recordar, a raíz de los

estudios de Fernández Casado38, que las estructuras visibles eran obras

medievales y no romanas; en fecha reciente han dedicado atención al

acueducto Valor Piechotta y Romero Gutiérrez, Valor Piechotta y Romero

30 Este tramo de muralla ya venía sufriendo derribos sistemáticos desde 1747 al menos, cfr. Tabales Rodríguez (2002b: 719). 31 Collantes de Terán Sánchez, et al. (1993 (2) 353). 32 Ibid. (2) 301, sin embargo en el plano de la ciudad de Pulido, de 1902, ya no se dibujó este tramo concreto. 33 Ibid. (2) 42. 34 Se conservan dos planos, estado actual y proyecto, fechados el 5 de septiembre, uno firmado por el arquitecto Juan Talavera y otro por su compañero Arévalo; del 6 de mayo de 1911 es el proyecto reformado, firmado por el contratista, el ingeniero J. Ramón. Los informes académicos oponiéndose al derribo datan del 23 de mayo de 1911. 35 Collantes de Terán Sánchez, et al. (1993 (2) 41. 36 Analicé el tema en Jiménez Martín (1975), destacando las críticas de Fernández Casado (1972). 37 Jiménez Martín (1975). 38 Fernández Casado (1972); este autor publicó a partir de 1949 una serie de artículos sobre el tema, recopilados en el libro que cito.

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Muñoz39 y García Pulido40. Para facilitar la comprensión de mis descripciones y

razonamientos ofrezco a continuación una breve reseña de los restos de cuya

existencia tengo constancia:

I. Captaciones y conducciones en los alrededores de la ciudad de Alcalá

de Guadaira. Se trata de un complejo subterráneo que no conozco

directamente y que será descrito en esta misma reunión por don Genaro

Álvarez García, que ya ha publicado bastante información41.

II. Conducción subterránea entre Alcalá, el polígono industrial “La Red” Y

Torreblanca. Creo que sólo quedan algunos respiraderos que aparentan

ser del XVIII o posteriores, pero el trazado debe ser romano, como

certifica el texto de Ibn SƗhib al-SalƗ.

III. Arquería de la calle Cigüeña, de Sevilla, frente al número 1042. Solo

quedan cinco arcos de ladrillo del tramo que se hizo ex novo en la

primera mitad del siglo XIX, siendo todo el canal una restauración del

último cuarto del siglo XX43.

IV. Arquería doble de la calle Luís Montoto, frente al número 2844. En 1975

estimé que este conjunto de cinco módulos, el más complejo que existe,

«es obra musulmana o mudéjar, ubicada entre 1172 y el final del siglo

XIV»45, cronología que hoy llevaría al extremo final46. Ha sufrido dos

intervenciones (1951 y 1982) que, como la anunciada en prensa, van

aumentando su protagonismo en detrimento del resto original. Hay un

detalle en esta arquería que no comprendo47: en lo más alto vemos el

canal a cielo abierto que existe, o existió, en todos los tramos previos,

colaterales y siguiente, pero sobre los arcos del orden inferior, es decir,

perforando los apoyos de los altos, aparece una cañería formada por

39 Valor Piechotta y Romero Gutiérrez (1995) y Valor Piechotta y Romero Muñoz (1999). 40 García Pulido (2004). 41 Cfr. Álvarez García, et al. (2004). 42 Está en 30S 236052E 4142321N. 43 En el dibujo de mi artículo se aprecia que el canal no existía. 44 Está en 30S 236153E 4142256N. 45 Jiménez Martín (1975: 9). 46 Los trabajos de Almagro Gorbea en los Reales Alcázares han modificado la cronología del patio de la Casa de Contratación, que era uno de sus paralelos mas cercanos, llevándolo a la época del rey don Pedro, cfr. Almagro Gorbea (2007: 194). 47 Lo dibujé en 1975, secciones AA’ y BB’ de la figura 3.

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atanores, de 23 cm de diámetro que en buena lid debe ser anterior a

todo lo que va sobre ella. La parte baja del canal está en la cota 12.90 m

y la de la cañería es la de 10.50 m48.

V. Arquería simple de la calle Luís Montoto en el cruce con la calle

Demetrio de los Ríos49. Estaban embutidos estos cinco arcos en el

estribo del lado de La Florida del paso sobre el ferrocarril; reaparecieron

en los años sesenta durante unas obras de pavimentación y en 1991

resucitaron cuando se derribó el puente50. Es fácil identificarlos como

parte de la alcantarilla de las Madejas, cuyos arcos inferiores siguen

ocultos bajo el pavimento actual. En este tramo no existen los atanores

descritos en el precedente. Creo que es una estructura moderna, tal vez

del XVI, pero no podemos descartar que sea aún más reciente, pues en

1799 se hizo una importante reforma para mejorar el tráfico51. Interesa

señalar que la parte inferior de su canal está en la cota 12.80 m.

VI. Cañerías desde la plaza de Refinadores a la torre del Agua. En los

tramos de muralla general de la ciudad conservados entre la antigua

puerta de Carmona y los Reales Alcázares aparecen dos cañerías de

atanores troncocónicos, una en cada cara del muro; el diámetro interno

del exterior, cuya base está a 1,22 m bajo el piso del adarve, oscila entre

los 33 y los 21 cm, mientras el interior, que va a 1,35 m por debajo de la

misma cota, tiene entre 28 y 22 cm. Fueron consolidadas en 1993, como

explican los oportunos azulejos municipales. Conviene indicar que la

cota de la parte inferior de los atanores de la conducción exterior está en

la cota 12.30 m.

VII. Conducción de la Buhayra. Creo que sólo se conserva el tramo final, con

treinta y tres arcos completos y restos de otros tres que evidencian dos

fases: la primera, formada por cinco arcos y los restos, iba directa a la

gran alberca, mientras la segunda seguía los quiebros del edificio que

48 La base topográfica es la del plano 1:1000, cfr. Ayuntamiento de Sevilla (1992)Las cifras que presento están redondeadas, pues no estoy seguro que klos clavos de nivelación estén intactos. 49 Está en 30S 236052E 4142321N. 50 Dirigí, gratis et amore, la obra de restauración entre 1992 y 1993, en las que don Joaquín Pérez Díez ejerció de contratista. 51 Flores (1817: 7).

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«labró el Marqués de Tarifa [antes de 1539] un cenador alto y bajo

donde concurrían los caballeros y las señoras de la ciudad a festejar al

Marqués y después a los Duques; [...] labró en ella una recreación de

piezas altas y bajas con cuatro torres a las cuatro esquinas [...]"52; el

conjunto ha sido estudiado por Fernando Amores y otros53. La cota

inferior de su canal, cuando desemboca en la alberca, es de 11 m.

El conjunto de cotas es coherente, salvo el de los atanores señalados en el

resto IV, que no tienen explicación fácil; su menor peso indica que surtían a un

lugar que estaba fuera del sistema que empezaba en la puerta de Carmona,

que sólo podían ser los monasterios de la Trinidad o San Agustín, o tal vez el

pilar que existió ante la puerta de Carmona; el problema es que todos estos

puntos de consumo existían cuando el acueducto dejó de funcionar, por lo que

no me explico que el conducto no aparezca en el resto V; por otra parte no hay

constancia de que hubiese un punto de consumo entre los restos IV y V.

Conviene resaltar que el reparto desde la Cruz del Campo, con un ramal a la

Buhayra, la arquería paralela al camino que salía de la ciudad hacia levante, el

arca de reparto en la puerta de Carmona y la cañería desde ésta a los Reales

Alcázares por la muralla, tengo datos constantes desde 1172 al siglo XX, de

forma que no hay información que me permita sostener que el agua discurrió

por otros puntos en algún momento. En resumen, creo que los tramos finales

del trazado almohade funcionaron sin variantes durante 697 años al menos.

2. Agua amurallada.

El tramo entubado se iniciaba en la puerta de Carmona y tenía, como antes

indiqué, de dos cañerías paralelas de atanores; según un dibujo del siglo XVIII

la exterior era la que suministraba directamente a los Reales Alcázares,

52 Ms. del "Discurso sobre el sitio que ocupaba la antigua población de la Ciudad de Sevilla", que se conserva en el Archivo de Medinaceli. 53 Amores Carredano y Vera Reina (1995), Vera Reina, Amores Carredano y Herrera Ruiz (1998) y Amores Carredano y Vera Reina (1999).

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mientras la del lado de intramuros creo que se llamaba del “Arca Rota”54; en los

cuatro cortes del muro que sucesivamente vemos en la plaza de Refinadores,

en la calle Nicolás Antonio y en la plaza de Alfaro observamos los conductos

seccionados y no es difícil deducir que fueron instalados tras abrir un par de

rozas en el tapial, ajustadas a su diámetro, que posteriormente retacaron con

ladrillos55. El conducto externo aparece sólo en los paños, pero no en las

torres, mientras el de intramuros aparece de forma continúa y uniforme por

debajo del adarve, sin relación con las torres.

Lo más interesante es el conducto que va por la cara exterior del muro y por

ello le dedicaré más atención56. Si observamos los alzados interiores de la

muralla desde la huerta del Retiro de los Reales Alcázares advertiremos que en

el muro coexisten, como en otros muchos lugares del recinto urbano, dos

baterías de merlones superpuestos, pero en estos tramos, desde la puerta de

Carmona hacia el sur, la cañería rompía en muchos puntos los merlones más

viejos, señal inequívoca de que no sólo no estaba prevista en la muralla

original, sino que además constituyó una modificación importante, pues obligó

a recrecer inmediatamente el adarve y a repetir la merlatura, allí donde fue

necesario en función de la tiránica pendiente de la conducción. Aun podemos

extraer una deducción más: si las torres, con su altura actual, fuesen anteriores

a la cañería hubiera sido necesario perforarlas por la base de su parte exenta

para dar paso a los atanores, debilitándolas e interrumpiendo su acceso57, por

54 En realidad lo que se ha publicado es una copia moderna del plano original cfr. Aparicio Carrillo, et al. (1990: 36) por lo que cabe dudar de la lectura correcta sea “Barca Rota”, que no tiene mucho sentido. 55 Esta circunstancia ya fue observada en un tramo inmediato a la puerta de Carmona, cfr. Escudero Cuesta, Moreno Menayo y Lorenzo Morilla (1990: 660) «Ambas están embutidas en la muralla por lo que se han visto obligado [sic] a oradar [sic] parte de la argamasa, recubriendo luego las cañerías con una obra de ladrillos». 56 En 1998 se planteó por vez primera, y en dos aportaciones distintas, el valor estratigráfico del acueducto; una fue la mía al congreso que celebró en noviembre la conquista de Sevilla (Jiménez Martín (2000: 50ss), cuyas actas han tenido una difusión muy escasa; aquel mismo año un arqueólogo publicó un artículo destinado a clarificar la localización de una puerta mencionada en época almohade, y en el que valoró cronológicamente la presencia del acueducto, cfr. Jiménez Maqueda (1999: 399). 57 Si las torres hubieran tenido cámara o cámaras, lo racional hubiera sido ubicar la cañería en la cara de intramuros, de modo que si se hizo por fuera fue porque era tan sencillo como hacerlo por dentro, o más incluso, ya que una parte del apoyo de los atanores la proporcionaban y los merlones. Debo ésta y otras observaciones a una visita al lugar con el

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lo que sólo cabe pensar que las torres fueron recrecidas algún tiempo después

de la instalación de los atanores exteriores, ubicando su entrada lo bastante

alta como para que la conducción quedase debajo; por lo tanto la cañería es un

estrato unitario, perfectamente fechado, que separa dos fases bien distintas,

complejas en si mismas. La más antigua, la muralla baja con torres rasantes al

adarve o poco más altos, parece unitaria y debió hacerse algún tiempo antes

de 1172, ya que la cañería supuso un cambio muy drástico, mientras la

segunda debió hacerse inmediatamente, pues fue necesario subir tanto el

adarve como las torres para que siguieran operativos, es probable que su

altura definitiva la alcanzasen algún tiempo después, pues las cámaras de las

torres no están en apariencia relacionadas directamente con la cañería ni con

la roza que la aloja58.

La observación de que la muralla se hizo en dos etapas es un lugar común en

la historiografía local desde tiempos de Rodrigo Caro59 y ha sido revalidada por

las investigaciones arqueológicas modernas; dentro de esta verificación parece

fuera de toda duda que el estrato más alto, el más reciente, el que forman las

cámaras de las torres con sus características bandas decorativas y la

presencia generalizada de ladrillos, es de época almohade, convicción asumida

por todos los investigadores: este es el caso de Valor Piechotta que nos

informa, al referirse a este tramo que «la observación de las verdugadas de las

torres, nos permiten definir un estilo peculiar que podemos datar como del

reinado de este segundo califa almohade [Abnj Ya`qnjb, 1163-1184]»60; este

refuerzo se asocia habitualmente a otro, el antemuro que vemos en bastantes

lugares del circuito, y cuya construcción se extrapola a partir del siguiente texto,

cuyo autor, un marroquí llamado Ibn Abi Zar, vivió en el primer tercio del siglo

XIV, un siglo después del suceso: «El año 618 [25 de febrero de 1221 a 14 de

profesor Barón Cano, siempre dispuesto a participar en todo debate, especialmente los que requieren eso que se denomina “lógica constructiva”. 58 No hay datos que permitan datar los atanores, pero la ausencia de signos de otros conductos que se dirijan a los Reales Alcázares y la tiránica imposición del peso del agua, sugieren de forma vehemente que estamos ante el trazado original, aunque las piezas, en determinados lugares, hubieran sido renovadas. 59 Caro ([1634] 1982: 20); la interpretación moderna de esta superposición arranca de Collantes de Terán Delorme (1957: 16 y lam. III). 60 Valor Piechotta (1995: 54), además Jiménez Maqueda (1997: 19-21 y Azuar Ruiz (2004: 69).

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febrero de 1222] se repararon los muros de Sevilla, se reconstruyó el recinto de

fortificaciones y se hizo el foso alrededor del recinto»; para aumentar las dudas

unas páginas antes el mismo autor menciona el mismo concepto, pero

datándolo cincuenta años antes «Este mismo año [567, es decir del 4 de

septiembre de 1171 al 22 de agosto de 1172] hizo echar un puente de barcas

sobre el Guadalquivir y levantar las dos alcazabas, la interior y la exterior, los

fosos de las fortificaciones, el muro de la puerta de Djahwar y los muelles que

corren a lo largo de las dos orillas del rio»61.

Dejando de lado esta multiplicidad y ambigüedad de conceptos y fechas, lo que

interesa es la datación de la etapa más antigua del trazado general, cuestión

que no solo afecta al edificio militar en si, sino que implica el momento en que

la ciudad ensanchó su recinto murado hasta alcanzar la extensión que la

caracterizado hasta el último tercio del siglo XIX. El problema es complicado y

decisivo y sus precedentes aún más, pues, por mucho que se ha buscado, no

tenemos ni un centímetro atestiguado de algún recinto urbano que se pueda

fechar con rigor como prerromano, romano, visigodo, emiral o califal, es decir,

entre el recinto de índole palatina o militar que constituyen los Reales

Alcázares62 y las murallas que conocieron todos los ejércitos que la han

atacado, desde Fernando, rey de León y Castilla y futuro santo, hasta Antonio

van Hallen, conde de Peracamps y caudillo sublevado, no sólo no tenemos

ningún resto de la muralla que protegió la ciudad en general, cuya existencia y

etapas constan por registros literarios, sino que ni siquiera hay indicios de la

muralla de algún arrabal, pues los muros internos conocidos están bien

datados y tuvieron otras funciones, como fueron las alcazabas que cubren el

sector meridional del centro histórico, fechadas entre los siglos XI y XII, y el

antiguo muro de la Judería, del siglo XIV, cuya debilidad es patente63.

Por ello es tan importante establecer la fecha del estrato arquitectónico más

antiguo del yacimiento que sostiene al acueducto; para ello, como paralelos,

61 Huici Miranda (1964: 2, 523 y 417 respectivamente). 62 La última síntesis sobre el origen de los Reales Alcázares en Tabales Rodríguez (2006). 63 Los argumentos detallados para fechar tales restos de recintos interiores en Jiménez Martín (2000: 56 y 57).

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disponemos de los datos obtenidos en otros lugares del circuito que certifican,

hasta donde pueden, la fecha almoravid del muro más antiguo, dataciones que,

lógicamente, no han tenido en cuenta el dato del acueducto que estoy

utilizando, pues en sus lugares concretos no aparece intercalado entre las dos

fases64; por otra parte somos conscientes de las limitaciones de la arqueología

ante un recinto cuyo perímetro alcanzaba los 6,52 km, pues las excavaciones

han sido dispersas y fragmentarias y por ello de conclusiones limitadas al lugar

donde se realizan, pero incluso en los casos más expresivos los especialistas

en cerámica son conscientes de la dificultad de diferenciar los contenidos

estratigráficos almorávides de los almohades en los años centrales del siglo

XII, que son los que conciernen al tema; los otros indicadores cronológicos

(composición de la tapia, modulación de sus encofrados, medidas de los

ladrillos, etc) no ofrecen garantías hasta que no se publiquen extensas series

estadísticas, equiparables a las cronotipologías que manejamos sobre edilicia

romana.

3. Lectura de paramentos y excavaciones.

Las obras que se le hicieron en 1993 al muro del callejón del Agua han

quedado indocumentadas, pues sólo tenemos algunos párrafos inexpresivos

publicados como propaganda municipal65, en los que nada se dice de etapas,

pero afortunadamente en 2002 ha publicado el profesor Tabales una colección

de estudios que tratan el acueducto en dos lugares bien diferenciados; el

primero, que carece de aparato bibliográfico o documental, da cuenta de una

lectura de paramentos realizada en 199766 en la cara del muro del callejón del

Agua, que mira a los Reales Alcázares, informando de los atanores del único

tubo que menciona, que «Teóricamente datan del siglo XIV, aunque bien

64 En la investigación de 1987, cfr. Escudero Cuesta, Moreno Menayo y Lorenzo Morilla (1990: 600) se detectó la cañería (clasificada como cristiana?) pero no hay referencia alguna al segundo almenado, pero si a una reforma de toda la parte alta, clasificada como cristiana; en la de 1999 cfr. Tabales Rodríguez (2002b: 723, 725 y 730) se menciona el segundo almenado, pero no hay referencia alguna a la cañería. 65 García-Tapial y León y Cabeza Méndez (1995: 70-71), Morales Hevia y Álvarez Marcos (1996: 129-134), García-Tapial y León y Cabeza Méndez (1999: 51), cuyos datos históricos, en el aspecto concreto que nos interesa, aparecen sin documentar 66 Tabales Rodríguez (2002a:111-115) alude a las obras de 1993 como remodelación de 1995

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pudieran corresponder al período islámico tardío. Su diámetro es de 0,35 m. y

la longitud de la pieza superior a 0,50 m.», datación cuyo fundamento no

explica, pero que reitera y amplía, pues en la ficha de «análisis rápido»

aparecen las unidades estratigráficas 3415 y 3416, la interfaz y los atanores,

como del «S. XIII-XV»; el resultado de esta lectura de paramentos se puede

resumir en estos procesos:

I. Norteafricano I, siglo XII67, «posiblemente almohade aunque sin

descartar un inicio previo (taifa o almoravid) […pues] No estamos en

condiciones de puntualizar más […] hasta que no emprendamos

excavaciones en la base de la muralla».

II. Norteafricano II, siglos XII-XIII, recrecido y nuevo almenado, de

características similares al antemuro, que data en los inicios del siglo

XIII.

III. Siglos XIII-XIV [sic], correspondiente, entre otros elementos, a la

«Incorporación de los conductos destinados a la alimentación del

alcázar».

No hay referencias a las implicaciones que tiene la instalación de la cañería

para las estructuras con las que contacta, ni tampoco se justifica la fluctuante

datación. La segunda referencia al muro expone los resultados de dos

excavaciones, una centrada en la puerta de la Judería, la que existe al pie de la

llamada torre del Agua, y otra, más pequeña, ubicada a escasa distancia, en la

que exhumó el alzado de la muralla del callejón del Agua en un frente de dos

metros de latitud por uno y medio de profundidad. Los resultados de esta

campaña se pueden sintetizar así, siendo casi ocioso aclarar que la fecha de

1172, que es la correcta, tiene como base exclusiva la noticia de Ibn SƗhib al-

SalƗ:

I. Torre del Agua, fechada, aunque con reservas, en época tardocalifal o

abbadí inicial.

67 Establece la datación en función de la similitud con otros tramos de la cerca, mencionando explícitamente los de Menéndez y Pelayo, jardines del Valle, Macarena y Torneo;

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II. Los restos soterrados de un edificio taifa o almoravid adosado a la torre

del Agua.

III. Muralla almoravid, detectada en una longitud de algo más de dos

metros, destruida por el siguiente proceso, que respetó su alineación.

IV/V. Muralla almohade, con varios episodios sucesivos68: (1) destrucción de la

muralla almoravid y construcción del tramo del callejón del Agua, «antes

de 1172» (1bis) construcción del antemuro en la misma fecha, (2)

eliminación del antemuro también «antes de 1172», (3) apertura, «antes

o durante 1172», de la puerta de la Judería en el muro almohade

preexistente, paso que se denomina de Yahwar69 (4) «superposición de

los atanores en 1172», (5) construcción de un nuevo antemuro en 1212

y (6) elevación de la merlatura.

Creo que esta publicación usa argumentos de calidades muy diferentes que

conviene evaluar por separado. En primer lugar están los resultados del

análisis arqueológico tradicional, es decir, la lectura cronológica y funcional de

una estratificación, su contenido cerámico y su relación directa con estructuras

emergentes, campo en el que sólo puedo, desde mi ignorancia en estos temas,

asumir lo publicado. En segundo lugar, ubicada a una distancia de 100 metros,

tenemos la lectura estratigráfica «rápida» de una cara de una muralla

tridimensional, cuyos datos e interpretación son insuficientes, empezando por

la planimetría usada. En tercer lugar tenemos la identificación de los eventos

inferidos de la reunión de los dos análisis precedentes con una serie de fechas

y sucesos recopilados en fuentes indirectas, tales como artículos de calidad

muy desigual, cuya interpretación, además de la interpretación de sus autores,

tiene aspectos discutibles70.

68 El texto de la página 201 menciona cinco eventos, pero la secuencia cronológica de la página 204, los matiza, al ligar de forma indisoluble varios de ellos. 69 Es la interpretación de Jiménez Maqueda (1999). 70 En la página 201 se dice «Ibn Abi Zar, autor muy denostado por algunos autores, atribuye la construcción de la muralla del Agua a Abu Yacub en 1171, lo mismo que Al Salá»; el primero lo que realmente dice es lo que antes cité a cuenta de la extrapolación que identifica foso con antemuro, pero el muro de la puerta de Djahwar que menciona es el del Grutesco cfr. Jiménez Martín (2000: 55), como Tabales Rodríguez admite a partir del estudio de Jiménez Maqueda y además confirma al certificar que la puerta se abrió «antes o durante 1172» en un muro preexistente, por lo tanto el muro «de Djahwar», construido en 1172, es otro; Ibn SƗhib al-SalƗ menciona la puerta de Yahwar en dos ocasiones, pero sólo como salida directa para ir a la

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AHR 34 2007

Con estos datos en la mano creo que resalta un hecho: si la conducción de

atanores tiene el valor que le dan las excavaciones de 1999, que asumo con la

misma convicción que ya expresé en noviembre de 199871, el número de

eventos que debemos situar entre 1125 y 1172 es muy crecido, como podemos

apreciar en la siguiente lista:

1. Construcción de la muralla almoravid, que las crónicas ubican entre

1118 y 112572.

2. Destrucción de la muralla almoravid por los almohades e inmediata

construcción de la primera fase de la actual en la misma alineación,

incluso un primer antemuro paralelo; esto debió suceder a partir de

114773.

4. Eliminación del antemuro.

5. Apertura de la puerta de la Judería, cuyo escalón de entrada presenta

una anomalía, pues está a más de 1,60 m sobre el nivel en el que

arranca el muro almohade.

6. Construcción de la cañería, inaugurada en 1172.

4. La fuente y las fuentes.

La fecha del acueducto la ofrece un testigo presencial de los sucesos que los

almohades protagonizaron en al-Andalus, pero sobre todo en Sevilla, Ibn SƗhib

al-SalƗ; en el tomo conservado de su Al-Mann bil-Imama refiere los sucesos

acaecidos a lo largo de quince años, los que van de 554/1159-60 a 569/1173-4,

aunque no faltan referencias a sucesos posteriores, pues en estos anales

constituye una afortunada anomalía la información sobre Sevilla que

sistemática e ininterrumpidamente llega hasta el año 1198; el texto es

Buhayra, cfr. Huici Miranda (1969: 65 y 188) y, finalmente, un tercer cronista, al-Marrakusi, también nos informa de la existencia de la puerta en relación con la Buhayra, cfr. Huici Miranda (1953: 183 y 263). 71 Jiménez Martín (2000: 56). 72 Ibid.: 47-48. 73 Sobre la doble ocupación almohade de Sevilla, aparentemente incruenta ante la desbandada de los almorávides, cfr. Viguera Molins (1992: 218) y Viguera Molins (2004:11).

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explícitamente adulador y el autor no deja atrás nada que pudiera servirle para

ensalzar a sus señores según los tópicos poéticos al uso, pero, por lo que

sabemos gracias a la Arqueología, no se inventó los datos ni los copió de otros

cronistas pues manejó información de primera mano74. Siendo estas

apreciaciones significativas aún debo resaltar una circunstancia más: el

testimonio de Ibn SƗhib al-SalƗ es excepcional en el panorama sobre al-

Andalus, pues ninguna de sus ciudades, ni la propia Sevilla, ni antes ni

después, dispone de tantos datos, tan continuos y tan verificables.

Pues bien, he tabulado los datos de esta fuente por antonomasia en relación

con la ciudad desde 1159 hasta 117275, año del acueducto, dando como

resultado que en estos trece años los únicos que se quedan en blanco, sin

datos, son 1164 y 1167, repartiéndose los restantes treinta y dos noticias

fechadas, amén de una buena cifra de sucesos intermedios que no cumplen el

criterio de la datación explícita; entre las noticias, fechadas o no, predominan

las dinásticas, las militares y las arquitectónicas, como la siguiente «mandó

reconstruir sus murallas por el lado del río, a su costa, después que la derribó

la inundación grande, que salió por sus costados y por su región el año 564 [5

de octubre de 1168 a 24 de septiembre de 1169]. Las reconstruyó de piedra y

cal, desde ras de tierra hasta la altura que tienen hoy. [...] Edificó las rampas

cubiertas de las puertas de Sevilla, por el lado del río, en prevención de la

corriente, que se desbordaba sobre ella»76. Otras fuentes completan, con

menos abundancia y rigor, el panorama de noticias almohades en los años que

Ibn SƗhib al-SalƗ no recoge, es decir, de 1147 a 1159, dando como resultado

más años baldíos, seis en total (1149, 1152-1154 y 1156-57); en los años con

noticias no faltan sobre murallas, como aquella de 1150 según la cual

acordaron los almohades labrar «una alcazaba en Sevilla para que a ella se

trasladaran los Almohades residentes en (el barrio del Cementerio) al-ǓabbƗna,

por las quejas de la gente contra el daño que les causaban; decidido lo cual,

determinaron un lugar (para esa alcazaba) –el mismo en que hoy se halla-,

74 Jiménez Martín (2002:475ss) 75 Ni que decir tiene que la descoordinación entre los años solares y lunares debe matizar estas fechas, pero para el caso carece de relevancia. 76 Huici Miranda (1969: 64s).

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sacando a sus habitantes de sus casas y compensándoles […] demolieron la

muralla de Ibn cAbbƗd y con sus piedras construyeron esta alcazaba»77.

Con estos datos creo que se podría sostener que si los almohades destruyeron

la cerca urbana almoravid e hicieron una nueva con su antemuro, y luego

destruyeron éste e inmediatamente abrieron una puerta, debió ser en alguno de

esos años ayunos de noticias y debieron llevarlo muy en secreto, pues de lo

contrario es probable que en años posteriores alguien hubiese recordado obras

tan meritorias. Como esta conclusión a la que llego es un disparate, sospecho

que cuando se trata de fechar la cerca murada de una ciudad no conviene

mezclar la lectura de los resultados de excavaciones puntuales con la

interpretación de los textos generales, especialmente en el caso de las

traducciones de crónicas árabes.

5. Blanca vieja.

El primer testimonio del uso de agua encañada es de época almohade, pues el

suministro a la mƯdƗ’ de la aljama mayor seҚ efectuó mediante atanores que

entraban por el costado opuesto al que cabría esperar si se surtía de los

Caños; destaca en la publicación que sintetiza la excavación la idea de que la

aportación de agua limpia fue escasa y se nos ofrece un dato enigmático «Tras

la conquista castellana el edificio continuó utilizándose como Sala de

Abluciones aunque sus fuentes fueron destruidas»78; salvo este caso concreto

no disponemos de más noticias de suministros puntuales de época musulmana

que pudieran relacionarse con los Caños. El primer documento castellano79 que

alude al tema es uno de 1254 por el cual el rey exige al ayuntamiento que una

parte de las rentas que produjeran los molinos instalados en el trayecto80 se

destinase al cuidado de la conducción, cuyos puntos finales quedan claramente

establecidos siendo los mismos de 1172, «E dógelos en tal manera que ellos

son tenudos, pora siempre, por estos molinos, de fazer uenir el agua de los

77 Viguera Molins (2004:11). 78 Vera Reina (1999: 109). 79 González Jiménez (1991: 120). 80 El documento alude a nueve en uso y cinco derribados, lo que sugiere que eran almohades.

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cannos a los nuestros palaçios del Alcáçar de Seuilla e a las nuestras cozinas e

a la huerta mayor del mio Alcáçar e a la huerta de d’Aben Ahofar […] Et que

fagan otrosí uenir el agua assi como solie venir en tiempo de moros a dos

fuentes en Seuilla […]»; sorprende que en la ciudad almohade sólo hubiera dos

fuentes publicas conectadas a los Caños al cabo de 82 años de uso, lo que

sugiere que la mƯdƗ’ se abastecía de otra Қ manera; posteriormente las

novedades se refirieron siempre a las concesiones regias, las deficiencias del

suministro y las obras, como los casos de la llegada del agua al convento de

San Francisco en 131181, las obras en las conducciones de fines del siglo XIV82

o la acometida otorgada en 1438 a Alonso de Guzmán83; las noticias más

escasas son las que corresponden a las arcas y fuentes públicas, pues solo se

mencionan los depósitos cercanos al Salvador y a San Pablo, que no eran los

únicos84.

La relación más antigua que conozco de las veinte fuentes “públicas” de

Sevilla es la que ofrece Luís de Peraza hacia 153685, en la que se observa que

la mayoría estaban próximas a casas principales, coincidencia que trae a la

memoria la lista, fechada en 147886, de las veinte personas e instituciones que

contribuyeron a sufragar los gastos de una reparación, señal de que las fuentes

habían sido concedidas a particulares que, al parecer, permitían, o estaban

obligados, a que cualquiera pudiese tomar agua de “su” fuente87. Lo que me

interesa resaltar es que el suministro cubre una apreciable parte del recinto

medieval, sobrepasando amplia y significativamente la máxima extensión

81 González y González (1951: I, 478). Lo más probable es que en este momento se construyera la fuente de la plaza de San Francisco, aunque por su estratégica situación puede que fuese una de las dos que poseía la ciudad almohade, y tal vez la acometida al convento fuera una simple prolongación. 82 Collantes de Terán Delorme (1968: 73, 45, 87, 91 y 94): obras de 1390 «en los caños por donde venia el agua al Alcázar del Rey», labores generales acabadas en 1394 y múltiples reparaciones del año 1400. 83 Sanz Fuentes y Simó Rodríguez (1993: 30). 84 Collantes de Terán Sánchez (1984: 84). 85 Peraza ([1684] 1997: 335-337). 86 Collantes de Terán Sánchez (1984: 84). 87 Creo que la mayoría de las fuentes de 1536 ya funcionaban en 1478, pues casi todos los contribuyentes pueden identificarse con los señores, conventos e iglesias que daban su nombre a las fuentes de Luís de Peraza. Da la impresión de que la casa que obtenía una concesión de agua en realidad lo que recibía era el permiso para que la fuente se instalase en su calle, sobre su fachada; este es el caso de la catedral, cuya fuente estaba en el exterior, careciendo, hasta época muy avanzada, de «agua de pié» en su interior.

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imaginada para cualquiera de los recintos previos; como no hay noticias de un

subida del peso del agua, parece evidente que la conducción almohade, cuya

altura era teóricamente suficiente para hacer que la gravedad acercase el agua

a cualquier punto de su recinto…salvo la plaza de la Pescadería y sus

alrededores hacia el sur, es decir, el supuesto recinto de la Sevilla prerromana,

que está sobre la cota del canal de los Caños de Carmona88. Sin embargo,

como la pérdida de carga debía ser enorme, lo más alejado que llegó el agua

fue a los alrededores de la iglesia de San Vicente. Para que quede claro: en

1172 el recinto estaba hacía tiempo que había sido ampliado por todo su frente

oeste, como certifica el “agua amurallada”, y había avanzado por el contrario

hacia el río, pues estaba protegido por la muralla que fue necesario restaurar

en 1168 e incluso el acueducto podía surtir teóricamente a toda la extensión

amurallada.

El 6 de enero de 1251 dio el rey a don Remondo la propiedad nuclear del

actual palacio arzobispal «Unas casas en Seuilla que son en la plaça de santa

maría con su Bodega et con su Cozina et con su Establia et con una huerta que

es dentro de las casas»89, fechadas en el siglo XII y a escasos metros de la

mƯdƗ’Қ, casas que se surtían de un pozo y de un aljibe que no era sino parte de

las infraestructuras de unas termas romanas90; el estudio arqueológico

publicado contiene dos párrafos cuya yuxtaposición es, como mínimo, ilógica:

«En estos espacios abiertos [los jardines del edificio] se han documentado

varias estructuras hidráulicas que reaprovecharon construcciones romanas de

los siglos II y III, del mismo modo se apreció la reutilización de gran cantidad de

material romano en la composición de los muros del siglo XIII. Esta

particularidad nos permite relacionar estas estructuras del periodo almohade

con otras edificaciones de su entorno, como por ejemplo la muralla del Alcázar,

y también con la recuperación y restauración de otras construcciones romanas

como el acueducto de los Caños de Carmona que como se sabe concluían en

88 De hecho ninguna de las fuentes de Peraza estaba situada en esa zona. 89 Ballesteros Beretta (1913: V). 90 Aunque Larrey Hoyuelos, et al. (1999: 119 y 120) no lo dicen todo parece indicar que el agua se extraía mediante una noria.

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un gran aljibe situado en la calle mayor en las inmediaciones del Palacio

Arzobispal»91.

Como antes indiqué en 1254 el rey don Alfonso organizó el suministro de agua

a la población mediante los recursos que proporcionaban los Caños, pero su

documento no menciona para nada la catedral92, de forma que no extraña que

en 1287 funcionara la «açacaya de la eglesia»93, que puede ubicarse hacia la

actual calle Abades, en el costado del palacio arzobispal, origen del suministro

catedralicio, que también se surtía de los diez u once aljibes almohades del

patio de los Naranjos, como explica un documento de 146794. El agua se

acercó a la catedral en 1395 pues el arzobispo y el cabildo «atendiendo al

mayor decoro de su iglesia, quitaron en su circunferencia, por lo exterior de los

quatro lienzos del patio de los Naranjos, muchas tiendas que a ellos se

arrimaban […] y la rodearon de un ándito elevado sobre gradas de piedra

[…además…] este año se pusieron los mármoles e cadenas en derredor de

Santa María de Sevilla, que son por todos noventa y nueve mármoles, e salio

agua en la fuente de Santa María, que trajeron por caños»95, cuyo ubicación

certifica un documento de 9 de julio de 1403 «se reparó el caño maestro de la

ciudad que iba por las Gradas de la Iglesia de Santa María, cerca de la pila del

agua»96, se trataba, por lo tanto, de la fuente del Hierro, ubicada en el ángulo

noroeste del conjunto catedralicio, en el sitio más cercano a la fuente de la

plaza de San Francisco. El suministro al interior de la catedral no era «agua de

pié» como explican dos documentos posteriores, pues el 9 de junio de 1440 se

compraron «vna tinaja e jarrillas para agua para la casa del cabildo que está en

91 Es posible que este texto de ficción esté inspirado en un párrafo de Valor Piechotta y Romero Gutiérrez (1995: 283) desaparecido en Valor Piechotta y Romero Muñoz (1999). 92 En 1284 Sancho IV ratificó en un solo documento varios privilegios otorgados por su padre a la ciudad cfr. Ortiz de Zúñiga ([1795] 1988:1, 359), repitiendo lo que Alfonso X encomendó respecto a los Caños de Carmona; aparece un párrafo nuevo «E otrosi, que repare el Concejo los caños de la villa, é los caños de Santa María, e los caños del Alcázar», que se refiere al alcantarillado, cuyo origen almohade, en el caso de la catedral, es bien conocido. 93 González y González (1951,2:364); una azacaya es un noria grande, cfr. Coromines [i Vigneaux] y Pascual Rodríguez (1980: 429). 94 Jiménez Martín (2006a: 74). 95 Ortiz de Zúñiga (1677:257). 96 Collantes de Terán y Delorme (1972:63). Creo que el caño maestro era el del alcantarillado, el almohade que menciona Ibn Sabih, cfr. Jiménez Martín (1995: 158).

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la capilla de Santiago para los señores»97, y sabemos que el aparejador de la

obra cobraba en 1511 por traer agua del río 1.500 maravedís cuando su

salario anual era sólo de 1.00098. Si no había acometida a la catedral

propiamente dicha, menos cabe esperar que la hubiese en el corral de los

Olmos, entre ella y el palacio arzobispal, cuyo pozo aún daba servicio a las

antiguas letrinas almohades en 143799. El agua de los Caños ya estaba en la

zona en la época de Luís de Peraza, pues había una fuente “pública” en el

primer patio del palacio arzobispal100.

Hasta el 30 de agosto de 1603 la catedral no disfrutó de «agua de pié», para lo

cual fue necesario que se firmase un acuerdo para pasar el marco, es decir, la

acometida, de la huerta del hospital de Santa Marta101, que hoy es el convento

de la Encarnación, al patio del Cabildo, como acredita una inscripción que en el

existe; así se pudieron llenar las alcarrazas que los señores usaban para beber

en vez de sacar el agua del pozo que en el patio existe102; la lápida informa que

el suministro tenía «una blanca vieja» de sección, a cuyo diámetro de 25,5 mm

hace corresponder un perímetro de un décimo de vara103. Unos años después

alguien quiso representar el trazado de la acometida catedralicia, y para ello

dibujo una perspectiva104, tan deficiente como expresiva, de manera que no

hay más que acercarse a la puerta de la Judería para localizar el arca de agua,

con su letrero «ARÇOBISPO YGLESIAMAYOR», quedando así explicado el

uso de la cañería llamada «Arca Rota», que no era otro que surtir la zona de la

ciudad limítrofe con el muro del callejón de Agua, pero no a los Reales

Alcázares, misión exclusivamente encomendada en época almohade a la

cañería exterior. En el dibujo destaca un dato curioso: la conducción terminaba

97 Jiménez Martín (2006a: 60). 98 A.C.S. LF 26, folio 28. 99 Gestoso y Pérez ([1892] 1984: 123). 100 Peraza ([1684] 1997: 336). 101 Sospecho que la acometida del hospital heredaría la del antiguo hospital Real. 102 Jiménez Martín y Pérez Peñaranda (1997: 74). El documento de 1654 escribió «pozo» 103 Me baso en la equivalencia oficial de la vara redondeada a milímetros (836 mm) según la Gazeta de Madrid (28 diciembre 1852), la Guía Gómez Zarzuela (número 2, de 1866) y la tabla de equivalencias publicada por la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico en 1886. 104 Luna Fernández-Aramburu y Serrano Barberán (1986: 112, 200 y ) lo fechan, cosa que no es cierta, el 18 de enero de 1642, que es en realidad la del documento que lo precedía; la edición es muy deficiente pues, entre otras cosas leen «Arco viejo» donde dice «Arzobispo».

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en una espacie de alberca cuadrada, que tal vez sea la representación del

aljibe que existe bajo el patio del Mariscal, que es un cuadrado casi perfecto.

En el siglo XVIII existía un depósito de agua cilíndrico, de 3,75 m de diámetro

interior, ubicado al oeste de la capilla Real, en el corral de los Olmos, que

describe así el maestro mayor Manuel Núñez en 1781 «Son incapaces de

remedio [los problemas del corral de los Olmos] por ser los que causa la

antigua muralla con el depósito o estanque de agua, cuia oficina es tan antigua

su fábrica como útil su situación, pues hallándose ésta en mayor altura que el

pavimento de dicha Sta. Iglesia, se consigue desde ella el repartir las aguas a

las sachristías para el ministerio deel culto divino, y a el Patio de los Naranjos,

para abasto del público; lo que tal vez no se pudiera conseguir mudando este

depósito a otro citio. Lo primero por no haber situación tal alta (como en donde

se halla) en todos los agregados de dicha Sta. Iglesia. Lo segundo porque los

ramos de las cañerías que saliesen deel mencionado depósito, no se podrían

guiar a sus respectivos sitios, si no fuese con algunos perjuicios y grandes

costos, y tal vez no alcanzar el pezo deel agua a las fuentes, y aguamaniles. Y

lo tercero porque es cuasi imposible buscar en dicha Iglesia sitio aparente

donde poner este estanque de agua, que siendo de tanta cavidad, como es

presiso que sea respecto a el fin para que fue construido en lo antiguo, que es

para abastezer todo el uso del culto divino en dicha Iglesia, su colegio y obras

actuales, para cuios fines no hay otro repuesto de que poder valerse en los

casos que tan comúnmente se experimentan faltando el agua de las cañerías,

por quiebras, cortedad o limpias de caños de Carmona, o por otros accidentes

que suelen acezer y hallarse dicha iglesia sin otro recurso que el de este

almazén, pues careze desde la antigüedad de pozo en todo su recinto […el

depósito] goza de vintilación por unas claraboyas que tiene y por otras de

algunos ojos de sol que conserva dicha agua […] 105»; el depósito de agua, de

tan indispensable que era, fue derribado antes del 9 de agosto de 1790106, lo

que evidencia que el maestro mayor del Cabildo exageraba para apoyar la tesis

de sus patronos que, contra la ciudad y el arzobispo, no querían derribar los

105 Falcón Márquez (1979: 255-256). 106 Hernández Núñez (1993: 104).

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edificios, siendo la utilidad del depósito el único argumento que oponían. De la

descripción de Núñez no se deduce de donde procedía el agua que en el se

almacenaba, pues aunque lo inmediato es pensar que era de los Caños, a

través de la acometida de 1603, parece que era una alternativa de

almacenamiento estanco que se mantenía potable gracias a la ventilación; por

otra parte es evidente que la ausencia de pozo en la catedral, como informa

Núñez, era falso: en 1654 había uno en el patio del Mariscal. Es evidente que

el derribo del almacén no dejó a la catedral sin agua de los Caños, que no cesó

de fluir, mal que bien, hasta poco antes de 1858107 como consecuencia de la

instalación de la nueva acometida se acercaba a la Magna Hispalensis el año

anterior108.

Resumiendo: en una sociedad preindustrial la construcción de un acueducto

era un decisión estratégica grave, cuyas consecuencias para el desarrollo de la

ciudad eran importantes, pues el acueducto organizaba la ciudad, repartía

rentas y poder, bajo las maneras simbólicas adecuadas, e imponía la tiranía de

su nivel a cuanto tocaba. Es una frivolidad, desde el punto de vista

historiográfico, no tomar en consideración su existencia y consecuencias.

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107 Esa es la fecha que aparece en la solería del patio de los Óleos, junto a la fuente, cfr. Jiménez Martín (2006b: 759). 108 Según la Gazeta de Madrid del 19 de mayo de 1857 por entonces estaban instalando la nueva red en los alrededores de la catedral.

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