Lombroso en Chicago. Presencias europeas en la Modern Criminal Science americana

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QUADERNI FIORENTINI per la storia del pensiero giuridico moderno 36 (2007) Principio di legalità e diritto penale (per Mario Sbriccoli) TOMO II giuffrè editore milano © Dott. A. Giuffrè Editore - Milano

Transcript of Lombroso en Chicago. Presencias europeas en la Modern Criminal Science americana

QUADERNI FIORENTINIper la storia del pensiero giuridico moderno

36(2007)

Principio di legalità e diritto penale(per Mario Sbriccoli)

TOMO II

giuffrè editore milano

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CARLOS PETIT

LOMBROSO EN CHICAGO. PRESENCIAS EUROPEASEN LA MODERN CRIMINAL SCIENCE AMERICANA (1)

Where frequent beauties strike the reader’s view,We must not quarrel for a blot or two;But pardon equally to books or men,The slips of human nature, and the pen(Lord Byron, Hints from Horace, 1811, vv. 557-560)

I. El crimen, la ciencia y la Law School. — II. El congreso y Europa. — III. Traduccionesy ‘lectures’ de ‘Modern Criminal Science’. — IV. « A missionary tone »: paratextosamericanos para textos europeos. — V. La biblioteca y la crıtica.

« How the Inventor of Scientific Criminology Who Died at theBeginning of the Twentieth Century Continues to Haunt AmericanCrime Control at the Beginning of the Twenty-First » puede serprecisamente el tıtulo de un reciente estudio sobre la tradicioncriminologica norteamericana, donde se concluye, no sin perpleji-dades, que el viejo proyecto lombrosiano (« linking the institutionsof incarceration with science-infused cultural assumptions aboutdangerousness through the resources of an expensive administrativestate ») a pesar de crıticas circunstanciales informarıa aun la practicacriminal de los Estados Unidos (2). El incremento de la poblacioncarcelaria desde los anos 1970, combinado con el olvido de la(retorica en pro de la) rehabilitacion a beneficio de las mas crudas

(1) Proyecto de Investigacion « Vidas por el Derecho », SEJ 2004-01919 (Minis-terio espanol de Educacion y Ciencia).

(2) JONATHAN SIMON, Positively Punitive: How the Inventor of Scientific Crimino-logy Who Died at the Beginning of the Twentieth Century Continues to Haunt AmericanCrime Control at the Beginning of the Twenty-first, en « Texas Law Review » 84 (June2006), 2135-2172.

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propuestas retribucionistas (3), quiere verse como el resultado de unsencillo, casi ‘natural’ acomodo del rule of law a una intervencionpunitiva de pretensiones ‘cientıficas’: a sus efectos, los delitos serıanmeras acciones antisociales cometidas por cierto grupo de personasinclinadas a quebrantar la ley, de modo que el objetivo final decualquier estrategia en la lucha contra la delincuencia pasarıa por laidentificacion y la represion de clases definidas como peligrosas;ciertamente, una herencia de vieja estirpe lombrosiana. Ası las cosas,las doctrinas positivistas, mas o menos explıcitas en el seno de laespecialidad, se encontrarıan subsumidas entre los elementos quetodavıa caracterizan el horizonte penal norteamericano: triunfo in-discutido de la pena capital (frente a los riesgos de la incapacitacionsolo temporal que conllevan las penas privativas de libertad), gene-ralizacion de la prision preventiva (a despecho de derechos consti-tucionales), endurecimiento del castigo en casos de delitos sexuales(mas alla incluso de la penalidad en estricto sentido), debates sobrela rehabilitacion y la indeterminacion de la condena (funcionales a ladelimitacion — meramente administrativa — de la peligrosidadindividual y de su control).

Y no estarıa en juego tan solo la presencia latente del credopositivo. A juzgar por las citas que realizo en su momento ladoctrina, una criminologıa a la Lombroso, con neta preferenciasobre autoridades locales (William Healy, Ernest Burgess, SheldonGlueck…), serıa dominante hasta los anos Cincuenta, esto es,mucho tiempo despues de la oleada de trabajos dedicados a esailustre figura y de su asidua presencia en aquellas publicaciones

(3) Del criminal como vıctima de la sociedad a la sociedad como vıctima delprimero serıa el recorrido efectuado por un famoso informe, aun eficaz: Douglas LIPTON,Robert MARTINS and Judith WILKS, The Effectiveness of Correctional Treatment. A Surveyof Treatment Evaluation Studies, New York, Praeger, 1975; cf. en general Lawrence W.SHERMAN, The Uses and Usefulness of Criminology, 1751-2005: Enleightened Justice andIts Failures, en « The Annals of the American Academy of Political and Social Science »600 (July 2005), 115-135. Por supuesto, no entro aquı en la abundante literatura querelaciona el fundamentalismo ‘neocon’ y el rigor de la represion penal (cf. Harold G.GRASMICK et al., Protestant Fundamentalism and the Retributive Doctrine of Punishmenten « Criminology » 30 [1992], 21 ss), ni tampoco en las llamadas carceles de la fe(« faith-based prisons »), su consecuencia mas directa: Marc O. DE GIROLAMI, The NewReligious Prisons and Their Retributivist Commitments, en « Arkansas Law Review » 59(2006), 1-41.

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donde el medico de Turın supo analizar ante sus lectores americanosla influencia de la drogadiccion en el crimen, la tasa elevada dehomicidios, la criminalidad femenina o la nocividad del anarquis-mo… entre otras cuestiones de epoca que le otorgaron autoridadreconocida. Recıproca admiracion: « his frequent appearance inpopular American periodicals », se opina hoy en relacion a Lom-broso, « speaks to his personal interest in intervening in the cons-truction of the American state as well (where he correctly believedthat his ideas were receiving a warmer welcome than on the Conti-nent) » (Simon, p. 2164).

Aunque las conexiones entre la Italia del risorgimento y laAmerica posterior a la guerra civil, propuestas por el autor queconsultamos como la base historica de tan admirable fortuna, meresulten fracamente forzadas (4), a favor de estos analisis hablarıauna autentica resurreccion de la obra lombrosiana en los EstadosUnidos, donde ultimamente se estudia y colecciona e incluso seaumenta con nuevas traducciones (5). En el fondo, una criminologıa

(4) Ası SIMON cit. (n. 2), p. 2165: « Both Italy and the United States wereexperiencing the direct aftershocks of major new efforts in nation building and civilwars. Both were dealing with the challenge of integrating regions of vastly different socialand economic conditions into a theoretically free market and liberal political system. Inboth societies, criminal violence was becoming a major focus for moral panics about thisgovernmental crisis. Lombroso saw himself as a patriot coming to the defense of thefloundering project of Italy, and he saw criminology as a state project that, broadlyconceived, involved a thorough reform of administrative capacities along with scientificexpertise able to identify and isolate the dangerous residues of primitivism withinmodern society that threatened to wreck its delicate passage to freedom ». Desde luego,desde perspectiva europea el lector se pregunta por el parecido (si alguno remotamenteexistiera) de la Scarlett O’Hara de Margaret Mitchell (1936) con el prıncipe de Salina deGiuseppe Tomasi di Lampedusa (1957)… o con cualquiera de los terribles Uzeda deFederico De Roberto (1884). Por eso me siento inclinado a suscribir la conclusion deJames Q. WHITMAN, Harsh Justice. Criminal Punishment and the Widening DivideBetween America and Europe, Oxford-New York, Oxford University Press, 2003, dondese explican diferencias de actitud y de practicas ante el castigo a tenor del pasado,estamental-aristocratico y popular-democratico, de las respectivas sociedades europea ynorteamericana.

(5) Cf. David M. HORTON - Katherine E. RICH (eds.), The Criminal Anthropolo-gical Articles of Cesare Lombroso Published in the English Language Periodical LiteratureDuring the Late 19th and Early 20th Centurie. With Bibliographic Appendices of Booksand Periodical Literature Pertaining to Lombroso and Criminal Anthropology, Lewiston

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‘cientıfica’ destinada a controlar las constantes amenazas que ace-chan al estado liberal — un saber metajurıdico que actua en tanto‘ciencia polıtica’ quintaesenciada, si se prefiere — habrıa sido laprincipal contribucion del celebre medico positivista a la practicapunitiva americana.

Tras realizar un diverso recorrido obtenemos similares ensenan-zas de otro estudio actual sobre la determinacion estadıstica del‘criminal profiling’: su tesis afirma que los modelos matematicosempleados por los criminologos modernos, en lugar de reflejardescarnadamente la realidad social y la presencia del crimen, masbien llegarıan a inventarse las cotas de incidencia criminal y lossegmentos de poblacion considerados peligrosos, en una suerte depronostico autocumplido (6). Segun esta interpretacion, desde elvuelco experimentado por la polıtica criminal americana en los anos1970 ha triunfado un ‘actuarial paradigm’, quiere decirse, un « non-jugdmental, managerial approach to criminal populations » masinteresado en regular niveles probables de desviacion que en labusqueda de soluciones adecuadas a la conducta de singularesdesviados o a las malformaciones sociales que tendrıan en su base(Hardcourt, pp. 113-114). La conclusion es desoladora: « criminalprofiling generally, in a world of finite law enforcement resources, islikely to reshape perceived offender distributions along the specifictrait that is being profiled […]. Criminal profiling has a multipliereffect that, in all likelihood, gradually reinforces the perceived crimecorrelations — particularly where we do not have a good measure ofnatural offending rates » (id., pp. 126-127). Y es que, mas alla de unaevolucion aparente que arrancarıa de la individualizacion de la penahasta terminar en las propuestas retribucionistas (7), la discreta

(N.Y.), Edwin Mellen Press, 2004; tambien, Cesare LOMBROSO & Guglielmo FERRERO,Criminal Woman. The Prostitute and the Normal Woman. Translated with a newIntroduction by Nicole Hahn Rafter and Mary Gibson, Durham (N. C.), Duke Univer-sity Press, 2004, obra de la que hubo version en ingles, resumida, en su momento (1895).

(6) Bernard E. HARDCOURT, The Shaping of Chance. Actuarial Mode and CriminalProfiling at the Turn of the Twenty-First Century, en « University of Chicago LawReview » 70 (Winter 2003), 105-128.

(7) No puedo entretenerme a discutir la exactitud de este movimiento evolutivo,valido en tanto representacion de tendencias mas de obligado contraste medianteinvestigaciones de campo; una de ellas, conducida sobre la justicia de menores, demues-

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eficacia de la criminologıa positiva parece garantizada: sin grandescambios de sustancia (8) , la polıtica criminal del siglo XX atestiguasimplemente un continuo perfeccionamiento de las herramientasestadısticas, ahora como en tiempos de Cesare Lombroso aplicadasal diseno de las estrategias punitivas de prevencion y control.

‘We/us — they/them’. Seguramente la permeabilidad del dere-cho penal en los Estados Unidos a una ‘ciencia criminal’ queconstruye empıricamente la normalidad y no sabe desprenderse desus orıgenes constituye un rasgo sobresaliente que puede diferenciarese derecho en relacion a la experiencia jurıdica ‘continental’: entrenosotros, una elaboradısima teorıa dogmatica ancla la represionpenal en el terreno firme del derecho (9), « while […] American law,courts, and lawyers embraced the central tenets of the Lombrosianproject » (Simon, p. 2141). La analogıa entre sistemas fallarıa desdeel momento mismo de definir una dada accion humana como delito(10). Y algo de ello tendra que ver, entiendo, con el desarrollodiscreto del Criminal Law en tanto especialidad academica: « we

tra que la retorica de la rehabilitacion — individualizacion fue pacıficamente compatiblecon una practica judicial de rigor retributivo: Salomon J. GREENE, Vicious Streets. TheCrisis of the Industrial City and the Invention of Juvenile Justice, en « Yale Journal ofLaw and Humanities » 15 (Winter 2003), 135-171.

(8) Pero los modelos actuariales aplicados al derecho penal se habrıan alteradotambien de una forma cualitativa: a medida que se abandona el fin de la rehabilitacionlas estadısticas estrechan su enfoque y recogen solamente las variables relativas a lascaracterısticas de la ofensa y del previo historial del delincuente; se ha perdido por elcamino cualquier indicador del background social, familiar y local del ‘peligroso’ — unainformacion que, a su modo, siempre preocupo a la encuesta (‘etiologica’, ‘resocializa-dora’) de la criminologıa positiva: cf. HARDCOURT cit. (n. 6), pp. 106-107.

(9) Cf. Richard F. WETZELL, Inventing the Criminal. A History of GermanCriminology, 1880-1945, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 2000. Laultima, importante literatura sobre el argumento en Peter-Alexis ALBRECHT, Kriminologieund Kriminalistik im Zugriff der Geschichtswissenschaft, en « Rechtsgeschichte » 10(2007), 194-202.

(10) Cf. L. A. ZEIBERT, The Model Penal Code Revisited. Philosophical Analysis andthe Criminal Law, en « Buffalo Criminal Law Review » 4 (2000), 101-138. Los recursoselectronicos nos permiten realizar facilmente ciertas comparaciones: por ejemplo, sibuscamos (escribo esta nota en mayo de 2007) en la seccion de revistas, categorıa« Criminal Law », del banco de datos Lexis-Nexis, la entrada ‘Lombroso’ remite a 125artıculos (‘Cesare Lombroso’ en 84 casos); por el contrario ‘Edmund Metzger’ arrojasolamente cinco remisiones, de las cuales dos corresponden por cierto a trabajos(publicados en espanol) de la « Revista Jurıdica de la Universidad de Puerto Rico ».

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[…] have all but left the field to charlatans » — llego a decir uno delos personajes que ocuparan pronto estas paginas (11). Tal juicio,formulado en 1926, no debe mantenerse, pero resulta significativo eldesplazamiento del derecho penal a beneficio de la criminologıa enla principal revista americana de la disciplina (12).

En cualquier caso, dando por valido el diagnostico de JonathanSimon, con su amargo saldo final (13), aquı debo limitarme apresentar unos cuantos datos e informaciones ineditas sobre lostextos y las circunstancias que contribuyeron a la proclamada con-mixtion de la ‘ciencia criminal’ moderna con el derecho penal madein USA — o, si se quiere, al relativo desplazamiento del segundo porel protagonismo que aun tendrıa la primera. Se trata de otro caso de‘importacion’ de doctrinas jurıdicas europeas durante la llamada ‘eraprogresista’; un argumento al que no suelen atender los colegasamericanos (tan peligrosamente autorreferenciales: se dirıan ciegosante un pasado que no pueden siquiera concebir desde sus presentesmodos profesionales) (14) — sin ser tampoco un terreno habitual de

(11) Me refiero a Roscoe Pound (1926), segun recoge Gerhard O.W. MUELLER,Crime, Law and the Scholars. A History of Scholarship in American Criminal Law, Seattle(Wash.), University of Washington Press, 1969, p. 111, en capıtulo sobre « The CriminalLaw Scholars ».

(12) Se trata del « Journal of the American Institute of Criminal Law andCriminology » (1910), desde 1931 y hasta la fecha publicado como Journal of CriminalLaw and Criminology (con un segundo, menos duradero [1951-1972] cambio de tıtulo:« Journal of Criminal Law, Criminology and Police Science » tras la absorcion del« American Journal of Police Science ») — otro protagonista de estas paginas; cf.MUELLER cit. (n. 11), pp. 82 ss, correspondientes al capıtulo (v) de « Criminology Takesthe Head ». Tampoco en Inglaterra la posicion academica del derecho penal (« as adiscrete undergraduate subject ») parece muy solida antes de los anos Treinta: cf. K. J.M. SMITH, Lawyers, Legislators and Theorists. Developments in English Criminal Juris-prudence, 1800-1957, Oxford, Clarendon Press, 1998, p. 362.

(13) Pues no bastarıa con la crıtica del retribucionismo dominante para reformarla practica penal y penitenciaria americana y sus escandalosos datos sobre la poblacioncarcelaria y la pena de muerte; serıa necesario un nuevo paradigma criminologicopost-positivista, lo que no se advina aun en el panorama de la especialidad: SIMON cit. (n.2), p. 2172.

(14) Y es la crıtica que merece la obra, por lo demas de indudable calidad, de N.E. H. HULL, Roscoe Pound and Karl Llewellyn. Searching for an American Jurisprudence,Chicago and London, Chicago University Press, 1997, donde la busqueda de laAmerican Jurisprudence parece olvidar por completo la dimension internacional de los

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los historiadores de este lado del oceano (15). Afortunadamente, laconsulta de los papeles profesionales de John Henry Wigmore, elprincipal protagonista de aquellos flujos doctrinales, me permiteavanzar un poco mas en una senda de trabajo iniciada hace quinceanos…

I. El crimen, la ciencia y la Law School.

Nos encontramos ahora en Chicago, el 28 de diciembre de 1908,en los locales acogedores — fuego en las chimeneas, sillones decuero y madera de excelente calidad recubriendo las paredes — delUniversity Club. Una importante institucion local, la School of Lawde Northwestern University, que celebra el cincuentenario de sufundacion, propone a las autoridades academicas y a los mas nota-bles exponentes de la vida jurıdica, policial y penitenciaria delestado de Illinois (del presidente de la universidad mencionadaAbram Winegardner Harris y el vicepresidente del Board of TrusteesHumphreys H.C. Miller, al capitan de Policıa de West Park FrankP. Tyrrell, al superintendente de la Central Horward Association F.Emory Lyon, al juez de circuito, antes juez del tribunal de menores,Julian W. Mack... por mencionar solo unos cuantos nombres yejemplos) (16) la convocatoria de un congreso nacional de derecho

dos autores en estudio, seguramente los juristas americanos mas versados en cosaseuropeas.

(15) Pero cf. Mathias REIMANN, Historische Schule und common law. Die deutscheRechtswissenschaft des 19. Jahrhunderts im amerikanischen Rechtsdenken, Berlin, Dunc-ker & Humblot, 1993; del mismo (ed.), The Reception of Continental Ideas in theCommon Law World, 1820-1920, ibd. 1993.

(16) Pues el lector puede encontrar muchos mas en las actas del congreso que nosinteresa: cf. Proceedings of the First National Conference on Criminal Law and Crimino-logy. Called in celebration of the Fiftieth Anniversary of the Founding of the NorthwesternUniversity School of Law (Union College of Law). Held in Northwestern UniversityBuilding, Chicago, Illinois, June 7 and 8, 1909. Chicago (Ill.), Northwestern University(for the American Institute of Criminal Law and Criminology), 1910, pp. i-iii. Me limitoa subrayar la presencia de universitarios relevantes: profesores de Derecho (ErnstFreund, Harry A. Bigelow, G. Frank Lydston, Juliam W. Mack, Roscoe Pound),expertos en Psicologıa (James R. Angell, Walter D. Scott) y Medicina (ArchibaldChurch, Henry E. Favill, James G. Kirnan), sociologos (John F. Geeting, GrahanTaylor), economistas (Willard E. Hotchkiss).

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penal y criminologıa (1909). Los encuentros profesionales dedicadosa la materia presentaban por entonces alguna continuidad: fue muyimportante — tambien para la nueva generacion ‘progresista’ quedisfruta ahora del Club — la National Conference of Penitentiary andReformatory Discipline (1870) celebrada en Cincinnati (Ohio), ainstancias de Enoch C. Wines (1806-1879), notable reformador delsistema carcelario y autor del primer informe general sobre lacondicion de las prisiones en los Estados Unidos (1867) (17). Mas losreunidos en el University Club nos resultan a su modo innovadores.

Se encuentran tambien presentes las transformaciones sufridaspor la educacion de los juristas en las decadas siguientes a la guerracivil — pero el extremo no puede interesarnos todavıa (18). Lainiciativa del congreso ha partido del californiano John HenryWigmore (1863-1943), figura indiscutida del momento, hecho en elHarvard de Christopher C. Langdell y apostol del case method enNorthwestern; un autentico legal scholar de inagotable energıa yenciclopedica educacion que orientara su larga existencia en abso-luta fidelidad a los motivos del fin de siecle: dimension internacionalde los saberes (una dimension rayana en el exotismo: las primerasexperiencias del personaje como profesor habıan tenido lugar... en elJapon de los Meiji), compromiso con la reforma social, prolıficaproduccion literaria (aun circula su enorme tratado sobre Evidence,1904-1905), vocacion comparativa (cf. A Panorama of the World’sLegal Systems, 1928), creacion de revistas y colecciones, organiza-cion de redes intelectuales de todo tipo (19). Por entonces Wigmore

(17) En esa ocasion Zebulon R. Brockway (1827-1920), a quien el lector recordaracomo superintendente general (1877) del reformatorio de Elmira (New York), presentetambien entre los congresistas de 1909 (cf. Proceedings cit. [n. 16], p. iv; pero no asiste:p. xxiii), lanzo a la discusion dos de los grandes topicos del debate criminologico: eltratamiento individualizado del penado y la sentencia indeterminada. Cf. Kermit HALL,The Magic Mirror. Law in American History, New York-Oxford, Oxford UniversityPress, 1989, p. 179.

(18) Permıtaseme al menos llamar la atencion sobre William P. LAPIANa, Logic &Experience. The Origin of Modern Legal Education, New York-Oxford, Oxford Univer-sity Press, 1994.

(19) La biografıa/hagiografıa fue cosa de William R. ROALFE, John Henry Wig-more. Scholar and Reformer, Evanston (Ill.), North Western University, 1977. Ultima-mente, Annelise RILES, Encoutering Amateurism: John Henry Wigmore and the Uses ofAmerican Formalism, en id. (ed.), Rethinking the Masters of Comparative Law, Oxford-

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lleva quince anos en Northwestern y los ultimos seis o siete al frente,como decano, de su escuela jurıdica. Durante el perıodo ha produ-cido varios y notables trabajos — sin cultivar, en rigor, el derechopenal: vieja aficion, objeto de futuras intervenciones (20), pues lamodernizacion de la School of Law, el reclutamiento de profesores yla mejora financiera de esa institucion, pronto dotada de una ex-traordinaria biblioteca (la famosa ‘Gary Library’), absorben porcompleto sus actividades. Ademas, bajo las leyes implacables delmercado y la libre competencia, el nacimiento (1902) de otra escuelaa dos pasos de Northwestern — la University of Chicago School ofLaw, bien provista de cabezas y fondos — aconseja reforzar laimagen publica de la vieja facultad; establecida hace cincuenta anosen una ‘tierra de mision’, la institucion de Wigmore rivaliza en famae influencia con los mejores establecimientos universitarios deNueva Inglaterra y lucha para convertirse en el centro mas sensiblea las discusiones de una sociedad sometida a continua ebullicion (21).

Son debates referidos especialmente a la justicia criminal. Nosolo se trata de un reto universal que tiene alcance particular en paısde composicion social compleja como son los Estados Unidos (loque agudiza una inemigracion rampante), abierto desde sus orıgenesa toda clase de experimentos penales y penitenciarios (22); no solo la

Portland (Oregon), Hart Publishing, 2001, 94-126, de interes general aunque centradaen el Wigmore comparatista: « a man who belonged to every club and society, and whometiculously clipped every reference to his activities in the most trivial of newsletters »(p. 95). De tan meticulosa manıa, con su inevitable prolongacion como archivo, meservire de inmediato; quede constancia de mi gratitud a Mr. Kevin B. Leonard(Northwestern University Library) y al colega Stephen B. Presser (Roul Berger Professorof Legal History, Northwestern University), por su eficaz asistencia en el acceso a lospapeles de Wigmore.

(20) En efecto, una de sus primeras publicaciones, premiada por la Sociedad deMedicina Legal en 1888, fue el speech « Circumstancial Evidence in Poisoning cases »(ROALFE cit. [n. 19], pp. 15 ss). Pasado el tiempo, junto a Arthur V. Lashly, Wigmore seraresponsable del enorme The Illinois Crime Survey, Chicago, Illinois Association forCriminal Justice etc., 1929, sobre el que disponemos de Leigh B. BIENEN-BrandonROTTINGHAUS, Learning from the Past, Living the Present: Understanding Homicide inChicago, 1870-1930, en « Journal of Criminal Law and Criminology » 92 (Spring-Summer 2002), 437-534, pp. 478 ss.

(21) Paul D. CARRINGTON, The Missionary Diocese of Chicago, en Journal of LegalEducation 44 (1994), 467-518; cf. p. 500 ss. para los argumentos que tocan estas paginas.

(22) Tiene que ver con lo nuestro Craig HANEY, Criminal Justice and the Ninete-

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porosidad triunfante en el derecho penal tras la revolucion positiva— su consabida apertura a la antropologıa, la psicologıa, la medi-cina, la sociologıa — hacen de esta rama del saber, ya no simple-mente jurıdica, un optimo terreno para ensayar el paradigma mo-derno de las ciencias sociales (23). En la consideracion cientıfica delderecho penal por parte de Wigmore y sus amigos confluye, de unlado (un lado que parece, aunque no lo sea, algo secundario), elmodelo de estudios surgido en Harvard, ahora en rapida expansion:un sistema universitario de (re)produccion de las clases profesiona-les, a base de candidatos con grados en artes liberales introducidosen el analisis de los principios del derecho mediante analisis induc-tivo a partir de precedentes judiciales — experiencia hasta entoncesinedita en la tradicion ‘artesanal’ del common law. Desde estaperspectiva, la figura nueva del law professor, un intelectual que semira en Alemania y que se propone (con menor exito que allı, dichosea de paso) como encarnacion autentica del lawyer americano,abraza el compromiso con la ciencia propio de la universidad ycomparte con otros colegas, todos accesibles full time en el mismocampus universitario, modos de seleccion, aspiraciones, resultados.Y claro esta, el apertısimo derecho penal del 1900 se presta comopocas especialidades para entablar un dialogo con terceros — en elque vemos continuamente confundidas la causa de la epistemologıacon las pretensiones de status (24).

enth Century Paradigm: The Triumph of Psychological Individualism in the Formative Era,en « Law and Human Behavior » 6 (1982), 191 ss., ahora consultado en Stephen B.PRESSER-Jamil S. ZAINALDIN, Law and Jurisprudence in American History. Cases andMaterials, St. Paul (Minn.), West Pub. Co., 31995, pp. 479 ss.

(23) Un cuadro general se obtiene a partir de Ruth HARRIS, Murders and Madness.Medicine, Law, and Society in the Fin de Siecle, Oxford, Clarendon Press, 1989; tambien,Laurent MUCCHIELLI (dir.), Histoire de la criminologie francaise, Paris, l’Harmattan, 1994;del mismo, La decouverte du social. Naissance de la sociologie en France (1870-1914),Paris, La Decouverte, 1998. Para los Estados Unidos, cf. MUELLER cit. (n. 11), especial-mente su parte segunda (« The Middle Ages: Nineteenth to Twentieth Centuries », pp.65 ss).

(24) A la obra de LAPIANA cit. (n. 18), anadase Robert STEVENS, Law School. LegalEducation in America from the 1850’s to the 1980’s, Chapel Hill and London, Universityof North Carolina Press, 1983 (reimp. 1987); cf. Mathias REIMANN, A Career in Itself. TheGerman Professiorate as a Model for American Legal Academia, en Mathias REIMANN (ed.),The Reception of Continental Ideas cit. (n. 15), 165-202.

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De otro lado, la historia mınima de la legal education apenastrazada se encuentra detras de la presencia en Northwestern de unautor destinado a ocupar una posicion dominante en el pensamientojurıdico contemporaneo. Me refiero a Roscoe Pound (1879-1964),brillante aunque fugaz incorporacion (1907-1909) a la facultad deWigmore y como este otro lawyer de saber enciclopedico y vastısimaerudicion, individuo de la ‘especie’ positiva (se habıa doctorado enBotanica, 1897) que ha sido responsable del rumbo sociologicalseguido por la American jurisprudence. Al considerar aquı, cierta-mente con injusta parquedad, este nombre no nos desviaremos unapice de nuestro asunto actual, pues gracias a Roscoe Pound seexplica derechamente la apuesta ‘cientıfica’ de Wigmore.

A estas alturas del siglo Pound es un activo reformista capaz deeducar a una generacion entera de ‘social engineers’. Sin cumpliraun los treinta anos ha logrado fama nacional (mas la llamada deWigmore para ensenar en Northwestern) con una influyente confe-rencia sobre « The Causes of Popular Dissatisfaction with theAdministration of Justice » (1906); objeto de repetida publicacion,algunos de los topicos abordados en anos sucesivos (vale decir, losdogmas del credo ‘progresista’: respeto a las normas jurıdicas conatencion a sus implicaciones sociales; relevancia de los expertos en laaplicacion del derecho; reforma del aparato judicial y del procedi-miento — incluıdas las crıticas al rumbo ‘ortodoxo’ y rabiosamenteindividualista de la jurisprudencia posterior al caso Lochner [1905]y una mas que prudente distancia en relacion al jurado), todos esosgrandes topicos han hecho su aparicion en aquellas paginas funda-cionales (25). Ciertamente, el Pound de 1906 no ha profundizadotodavıa en el analisis de la justicia criminal, pero la cuestion seadivina en el transfondo y, en efecto, recien llegado a Chicago elnovel profesor relanza sus anteriores denuncias, ahora en el terrenode la practica penal (cf. « Inherent and Acquired Difficulties in theAdministration of Punitive Justice », 1907; « Enforcement of Law »,1908) (26).

(25) Las consulto ahora en Sheldon GLUECK (ed.), Roscoe Pound and CriminalJustice, Dobbs Ferry (N. Y.), Oceana Publications, 1965, 57-73.

(26) Cf. HULL cit. (n. 14), pp. 63 ss.; en relacion al derecho penal, ibd. pp. 151 ss.Ya antes, GLUECK cit. (n. 25), recopilacion de trabajos penalısticos (‘a selected antho-

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Y gracias a tales crıticas, que son obra de universitario profe-sional, descubrimos los fermentos del congreso disenado en losesplendidos salones del University Club. No se trata solamente deuna sucesion oportuna de textos y acontecimientos. Que RoscoePound se encuentre entre los socios del club, que John H. Wigmorele confıe ademas la presidencia del comite organizador del encuen-tro (cf. Proceedings, p. ii) y la responsabilidad de pronunciar uno delos discursos inaugurales (ibd. pp. 1-4) nos parecen movimientosestrategicos plenamente justificados. Por vez primera en Norteame-rica los academicos se colocan por delante de los practicos (aboga-dos, jueces, policıas, funcionarios de prisiones, hombres de religion,filantropos…) a la hora de abordar el analisis del delito, la pena y losdelincuentes con el objetivo, primero, de llevar a las aulas universi-tarias una especialidad antes dejada a las intervenciones mas varia-das, y, segundo, para ejecutar — en un ambito tematico adecuadı-simo — el ambicioso programa interdisciplinar de las nuevasciencias sociales.

Y finalmente: en absoluto nos resulta indiferente que ese pro-grama y aquel analisis preocupen precisamente en la ciudad deChicago. Aparte la incipiente rivalidad entre sus escuelas jurıdicas,presente entre las inquietudes de Wigmore como sabemos, la me-tropolis del Midwest ha experimentado el mayor crecimiento demo-grafico en los Estados Unidos: apenas un pueblo de cinco milresidentes en 1840, se ha convertido hacia 1900 en una capitalfloreciente que cuenta con millon y medio. Una inmigracion ince-sante, potencialmente conflictiva, parece ser la causa de tanto cre-cimiento; por entonces solo un tercio de chicagoans son americanosde naturaleza. La evolucion social quiere ası que estos pocos nativosacaparen los recursos economicos y protagonicen la vida polıticaestatal y local. No es casual que el movimiento obrero viva enChicago alguna de sus acciones mas sonadas, ni que el problemaacuciante del pauperismo en un espacio con enorme desarrolloindustrial (eran responsables las celebres industrias carnicas) ydesbordado urbanismo provoque el experimento pionero de unajusticia especial para menores (Juvenile Court Act, 1899).

logy’) con larga y afectuosa presentacion (pp. 1-54); en esta coleccion, cf. « Inherent andAdquired Difficulties… », 100-116.

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II. El congreso y Europa.

Si recordamos ahora que esa forma nueva de justicia bordea lasbarreras tradicionales que separaban el derecho punitivo y la orga-nizacion de la familia; si la peligrosidad potencial del nino quemalvive en las calles de Chicago termina por desbancar cualquierproposito tuitivo que alentase la reforma (27), ha sido, nada mas,para evocar desde este angulo peculiar una historia autenticamenteamericana. Desde 1886 se suceden en Europa los encuentros inter-nacionales de antropologıa criminal; la actividad ordinaria de lascatedras ha engendrado por allı tratados celebres como el Progra-mma (1859; 10a ed. 1907) de Francesco Carrara (1805-1888), elLehrbuch (1881; 14a ed. 1905) de Franz von Liszt (1851-1919), elDerecho Penal de Luis Silvela (m. 1903) (1874, 2a ed. 1903), el Precis(1881; 8a ed. 1903-1904) de Rene Garraud (1849-1930); se vienenpublicando, en fin, revistas especializadas que logran resonancia yconocen continuidad (28). Mientras tanto, la situacion de estosestudios en los Estados Unidos « lagged far behind. While there wasno dearth of ideas, especially as to criminological matters, Americalacked the apparatus, the men and the intellectual-emotional readi-ness to put these ideas to work » (29). En las decadas siguientes a laguerra civil el interes por el derecho penal se ha cenido a un punadovoluntarioso de ‘artesanos’ sin mucha formacion: ha sido el caso de

(27) Solomon J. GREENE cit. (n. 8), p. 135. Sobre Chicago, cf. Donald L. MILLER,City of the Century. The Epic of Chicago and the Making of America, New York, Simon& Schuster, 1996.

(28) Frente a la solida tradicion continental (« Revue penitentiaire et du droitpenal », 1876; « Archives d’anthropologie criminelle », 1886; « Rivista Penale », 1874;« Zeitschrift fur die gesamte Strafrechtswissenchaft », 1881…) solo conozco en Norte-america un « Criminal Law Magazine and Reporter » (1880-1896), mencionado masabajo; en realidad, hay que esperar a nuestro congreso de 1909 para hallar un tıtulo deenvergadura similar a los arriba recordados, alguno de ellos objeto de atencion mono-grafica: Christian GUEHO, Les Archives de l’Anthropologie Criminelle, de 1886 a 1900,Villeneuve d’Ascq, Presses Universitaires du Septentrion, 1998. Peor es la situacionbritanica, pues, con anterioridad al Journal of Criminal Law (1937) apenas se registraotra cosa que unas pocas colecciones de causas: cf. Stefan VOGENAUER, …to take up theground hitherto unoccupied in the periodical literature. Die ersten juristische Fachzeits-chriften Englands im 19. Jahrhundert, en Michael STOLLEIS-Thomas SIMON (Hg.), Juris-tische Zeitschriften in Europa, Frankfurt/Main, Vittorio Klostermann, 2006, 533-564.

(29) MUELLER cit. (n. 11), pp. 69 ss.

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J. M. Sullivan, un activista preocupado por la delincuencia juvenildesde perspectivas sociologicas que, en rigor, le superan; ası tambienV. V. Anderson, director del « Psychopathic Laboratory » del tri-bunal municipal de Boston, esforzado pionero de la psicologıacriminal con uso de metodos empıricos y estadısticos; ası, en fin,Gino C. Speranza y Robert Ferrari, abogados de origen italianoradicados en Nueva York que combinan el motivo de la reformalegislativa (cf. Gino C. Speranza, « The Proposal Penal Code of theUnited States », 1901) con una sensibilidad conductista de obligadocredo positivo (30).

La dispersion de iniciativas y la corta presencia en ellas delgremio de los juristas contrasta con la originalidad de las practicasamericanas relativas a la ejecucion penal. Los sistemas penitenciariosy el reformatorio, la sentencia indeterminada, la libertad condicio-nal, la referida justicia de menores… son autenticos hallazgos delcommon law que comienzan a interesar en Europa — no en ultimolugar por sembrar serias dudas sobre la concepcion utilitaria y ellegalismo de los Beccaria, Bentham y companıa. Ahora bien, el crucede esas nuevas instituciones con los viejos principios reclama unesfuerzo teorico en la fundamentacion del derecho penal que solopuede realizar una red de estudiosos dotada de autoridades y textos,de momentos de encuentro, de organos de propaganda y opinion.Un espacio — sometido desde luego a control academico — local-mente nuevo, donde resulte posible cuestionar (valga un ejemplo dela epoca) el valor reconocido a la libertad individual, con su secuelade un proceso acaso demasiado garantista, desde la tendenciapopular favorable a una justicia pronta, por eso mas eficaz: de« friction between ethical and sociological theory and legal theory »,como « temporary phenomenon » que lastrarıa « the judicial ma-chine », nos habla constantemente Pound por estos anos (31). Yentonces, si revisamos las listas de invitados y asistentes al coloquiode Chicago no extranara comprobar que los anteriores protagonistas

(30) Ibd. pp. 71-73. Sobre Gino C. Speranza, cf. Thomas A. GREEN, Freedom andCriminal Responsability in the Age of Pound: An Essay on Criminal Justice, en « MichiganLaw Review » 93 (June 1995), 1915-2053, pp. 1919-1949.

(31) GREEN cit. (n. 30), p. 1969.

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del debate criminologico (32) ocupen en Northwestern una posicionmas bien secundaria.

« It is perhaps unusual for a University to take up a practicalmovement of the sort you are to consider », puede finalmenteanunciar el presidente Abram W. Harris (1858-1935) ante losdelegados presentes en el congreso (Proceedings, pp. 10-12). Lanovedad lleva a justificar la aportacion universitaria a la resolucionde los conflictos sociales: « political and social questions are nowrecognized as proper subjects of study and research in universities »,pero el asunto criminal constituye, entre otras materias de similartratamiento, un supuesto particular. Si la tradicion romana hafavorecido el florecimiento de doctrinas de derecho privado ense-nadas en el seno de las universidades historicas (« Bologna and […]other Italian universities […] parents of academic study »), esamisma tradicion, tan debil para el derecho penal, explicarıa el cortodesarrollo de la especialidad: « our own jurisprudence has madelittle advance in criminal law ». La cuestion carecıa de importanciamientras se trataba, nada mas, de corregir con la pena una librevoluntad desviada (« the problem seemed to be the narrow one of[…] imposing a penalty on one who, able to do right if he would, yetfreely choose to do wrong »), pero « science has changed theproblem »; sera cosa entonces de la ciencia (un recurrente vocablo,mejor si declinado en plural: « Psychology, Sociology, Anthropo-logy, Medicine, Jurisprudence […] all academic possessions ») elproceder a su planteamiento y buscar la solucion.

Los modernos saberes vendrıan a ser, en relacion al derechopunitivo, el equivalente perfecto de la aportacion romana al derechoprivado, mas esta aguda consideracion del presidente Harris nopuede detener nuestra lectura (33). Pues la actualidad de la cienciapenal americana — la conveniencia de cultivarla tambien por parte

(32) Pienso de nuevo en Speranza, pero igual consideracion cabe a proposito deZebulon R. Borckway.

(33) « As the possession of a body of learning, the classical text of Roman law,enabled the universities of the twelfth century to do a practical service of enduring valueto the every-day administration of civil justice, so, we may hope, will the possession ofa body of learning in Science, Sociology, Politics and Jurisprudence enable the modernuniversity to do a like work for the administration of criminal justice », en Proceedingscit. (n. 16), p. 11.

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de los profesores — incluirıa aun un general consenso en torno a losdefectos de un ‘sistema’ que todos entienden desfasado: « thefeeling, perhaps the belief, is very general in this country that ourcriminal laws are antiquated, our methods of criminal procedurecumbersome and inadequate, and our criminal courts so conductedthat justice cannot be administered » (34). Acaso podrıa explicarlo latradicion del common law, una experiencia poco sensible al princi-pio de legalidad (conocido sin embargo por Thomas Jefferson, paterpatriae y entusiasta lector de Beccaria: fuente principal de su pro-yecto reformista para Virginia); como se sabe, en el seno de esacultura la codificacion del derecho penal — apenas un desideratumpara Jeremy Bentham y los suyos — solo se ha realizado en los casos,marginales, de Louisiana (proyecto de Livingston, 1826) y de laIndia britanica (codigo de Macauley, 1860). Y aunque David D.Field, campeon de la causa codificatoria, haya conocido un exitotardıo con la aprobacion (1881) de su diseno de codigo (1865) parael estado de Nueva York (35), en la mayor parte de America losderechos estatales presentan una imagen tecnica deplorable (36).

Ciertamente el auge del derecho federal desde comienzos desiglo se entrecruza con la relegacion creciente de los « common lawcrimes » en una manifestacion clara de la legalidad penal, pero elcoste de la operacion ha sido elevado. Por un lado, mezclandoprevencion y cientificismo entre 1907 y 1917 un conjunto de estadoshan promulgado leyes — terribles — de esterilizacion de delicuentesy anormales (37). Por otro, la justicia juvenil (1899), las leyes desuspension de la condena (probation) en Massachusetts (1878),Missouri, Rhode Island, New Jersey y Vermont, los establecimientos

(34) Ası arranca otro de los discursos inaugurales, en este caso pronunciado porOrrin N. CARTER, magistrado de la Supreme Court de Illinois: cf. Proceedings cit. (n. 16),p. 4.

(35) Desde 1872 ese texto, adicionado con pesimas enmiendas, era ley en Cali-fornia, de donde irradia, con todos sus defectos, a otros estados: cf. Sanford H. KADISH,The Model Penal Code’s Historical Antecedents, en « Rutgers Law Journal » 19 (1987-1988), 521-538.

(36) Cf. Lawrence M. FRIEDMAN, A History of American Law, New York, Touchs-tone Books, 21985, pp. 572 ss. Del mismo, Crime and Punishment in American History,New York, BasicBooks, 1993, cf. pp. 264 ss. de « Federal Crimes ».

(37) GREEN cit. (n. 39), p. 1942, n. 62.

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carcelarios para mujeres (Indiana, 1873; Massachusetts, 1877; NewYork, 1881), las sentencias indeterminadas y, en general, otrasmedidas legales de remision de la pena son nuevas realidades del finde siglo, responsables de que el derecho penal « like the dollar,became markedley inflated » (Friedman). En los casos peores, talinflacion legislativa ha sido el efecto pero tambien la causa denumerosos problemas de definicion normativa y de casuismo; porejemplo en el supuesto de Indiana, un estado cuyos revised statutes(1881) sancionan separadamente el dano en los postes telegraficos(sec. 1956), el despacho de carbon con pesas trucadas (sec. 2202) oel despliegue de redes para la pesca en los afluentes del Ohio (sec.2118) … entre otras previsiones de naturaleza similar (38).

De modo que el presidente Harris, el decano Wigmore o elprofesor Pound no se preocupan simplemente del prestigio deNorthwestern ni de la deseable presencia de universitarios en unterreno reservado a los practicos. La polemica sobre la codificaciondel derecho, mal que bien encarrilada en el derecho privado me-diante las primeras leyes uniformes (cf. Uniform Negotiable Instru-ments Law, 1896), la mejora de la tecnica legislativa y una definicionmas sintetica y racional de los delitos figuran tambien en la agendadel congreso: « here is a great work for the advocates of a criminalcode. This Conference would prove its right to immortality if, as theresult of its deliberations, there should be developed from itsmembership, the genius for codification which marked Napoleon.Already, in many of the States, there are no common law crimes;nothing is punished as a crime unless it is declared a crime and madepunishable by statute ».

« Ought not this to be the rule everywhere under our AmericanJurisprudence? ». Son expresiones del abogado James Hagerman(St. Louis, Missouri), presidente en 1903 de la American Bar Asso-ciation y ahora elegido ‘permanent chairman’ de las sesiones (cf.Proceedings cit. 12 ss). Tendrıa interes conocer esta clase de perso-

(38) Siempre en relacion a Indiana, FRIEDMAN (cf. History cit. [n. 36], p. 82) sepregunta por las razones que llevaron al legislador local a multiplicar los preceptos(secciones 1942-1952, Statutes de 1881) en condena de la malversacion segun lacondicion personal del delincuente (oficiales publicos, abogados, empleados, agentes delferrocarril, tesoreros, fiduciarios…) Tambien, en general, HALL cit. (n. 17), pp. 178 ss. de« Criminal Justice System after the Civil War ».

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najes y sus obras, pero la economıa del escrito presente imponelimitaciones infranqueables (39). Ademas, no es difıcil suponer — loconfirman de inmediato nuestras fuentes — que aquellos han cu-bierto los campos mas variados del saber y la profesion: junto a losconvocantes y sus colegas universitarios (40), se encuentran enChicago, precisamente los dıas 7 y 8 de junio de 1909, abogados,medicos, jueces, personal de prisiones, sociologos, politologos, eco-nomistas, acusadores publicos, psicologos, policıas. De tan abiga-rrado espectro de especialidades destaco, en terminos negativos, laausencia de invitados europeos; en positivo, el protagonismo de losexpertos procedentes del mundo del derecho, pero tambien de losprofesionales de la medicina (41).

No hace falta que fatigue a mi lector con los detalles de unaconclusion previsible. Ha sido un medico celeberrimo, el italianoCesare Lombroso, quien ha sacudido desde las tesis positivas — elcriminal como un ser biologicamente atavico, llevado por su toscanaturaleza a la comision del delito — el ambito clasico (‘free will’,mens rea) del derecho penal. Y pocos pueden escapar a la proyec-

(39) Por ejemplo, convendrıa abordar la escasa repercusion de las quejas deHagerman a tenor de los debates del congreso, en los que nadie mas se preocupa por lacuestion no 29: « Unification of the criminal laws for the various States of the Union »,cf. Proceedings cit. (n. 16), pp. xiii ss. Tal vez ahı esten las claves que explicarıan latorturada historia del Model Penal Code americano: Sanford H. KADISH, Codifiers of theCriminal Law: Wechsler’s Predecessors, en « Columbia Law Review » 78 (1978), 1098-1144, especialmente pp. 1138 ss.

(40) Que, logicamente (es la logica de Wigmore), asumen las presidencias interi-nas de las diversas secciones: « on Treatment (Penal and Remedial) of Offenders » (Dr.E. T. Divine, titular de economıa social en Columbia University, Nueva York; impedidopor enfermedad, le sustituye el psicologo Lightner Witmer, de Filadelfia, University ofPennsylvania), « on Organization, Appointment and Training of Offcials » (Dr. EdwardA. Ross, profesor de sociologıa en Madison, University of Wisconsin), « on CriminalLaw and Procedure » (Wiliam E. Mikell, law professor en Filadelfia, University ofPennsylvania). Desde luego, es coherente con la ındole transversal de las discusiones eltriunvirato formado por un economista (con un psicologo de sustituto), un sociologo yun jurista.

(41) Los profesores son mayorıa (unos cuarenta, de ellos veintitres juristas),seguidos de los abogados y attorneys (ca. treinta), el personal de prisiones y de institutosbeneficos (veinticuatro), los jueces (veinte) y los medicos (doce). No faltan polıticos enejercicio (el gobernador Deneen de Illinois, el congresista Mann, el senador estatalManny) ni clerigos, pedagogos, psicologos…

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cion de su sombra: como sabemos, la criminologıa positiva ha sidoy aun es la base del « American penal law throughout the twentiethcentury and into the beginning of the twenty-first » (42). Ası nosexplicamos el sentido general y el estilo del discurso de RoscoePound, una breve intervencion que utiliza el motivo del « crime asa disease » para contraponer los lımites inherentes al pensamientotradicional (el libre arbitrio como base de la responsabilidad; laigualdad como tratamiento uniforme de los delincuentes; el finretributivo todavıa presente en la justicia; la abstraccion de una leyciega ante las circunstancias irrepetibles del caso y del reo) frente alos descubrimientos de la sociologıa criminal moderna (castigosindividuales; crıtica de la libre voluntad; proteccion colectiva comofin de la pena). Por supuesto, un sistema punitivo concebido en esosterminos no cabe limitarse a contenidos exclusivamente jurıdicos. Apartir de la imagen de la enfermedad — desde el pronunciamientosobre la condicion morbosa del delincuente, si se prefiere (43) — elspeech que consultamos invita al analisis de un objeto que se quierecomun (« our system of punitive justice »), sin realizar concesionesal espıritu de especialidad (« the alienist, the psychologist and thesociologist and the jurist and the economist »): puesto que « thepoint of view of each should be broadened by a comprehension ofthe point of view of all ». En el supuesto peor, si no resultara posibleconcentrar en un solo rayo las luces propias del especialista, almenos la reunion de todos ellos debe servir para trazar el catalogounitario de los problemas pendientes (cf. Proceedings cit. pp. 1-4).

Y ha de servir, en particular, al reconocimiento recıproco de

(42) SIMON cit. (n. 2), p. 2136.(43) Para seguir la pista de este ubicuo motivo, que tiene desarrollo cientıfico en

la Medicina Legal, es de gran utilidad la investigacion de HARRIS cit. (n. 23). Por su parte,Robert MIGHALL, The Brigand in the Laboratory: The Strange Haunting of Nineteenth-Century Medico-Legal Discourse, en « The Cambrian Law Review » 24 (1993), 45-58,sabe unir Lombroso o Nordau con Stevenson y Walpole; no hace falta anadir que elcruce de la creacion literaria de signo realista (predominante todavıa entre los congre-sistas reunidos en Chicago) con la criminologıa positiva ha interesado a los seguidoresdel ‘law & literature movement’: cf. Jeanne GAAKEER, Faliure of the Word: ‘The Art toFind the Mind’s Construction in the Face’. Lombroso’s Criminal Anthropology andLiterature: the Example of Zola, Dostoevsky, and Tolstoy, en « Cardozo Law Review » 26(May 2005), 2345-2377, con la debida atencion a un Lombroso, cultivador avant la lettredel referido ‘movement’.

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esos expertos que venıan trabajando aislados, medicos y juristas ensu mayorıa. A cien anos de distancia conviene precisar algo mas yanadir que el congreso criminologico de 1909 — una pensadaoperacion que interesarıa a historiadores y sociologos del conoci-miento (44) — ha conseguido levantar las fronteras de un campointelectual-profesional y dotar de instrumentos eficaces a una disci-plina que antes yacıa disgregada.

La pasion institucional del convocante, « a man who belongedto every club and society » (Riles), hacıa previsible esa otra, impor-tante dimension. Anunciada desde el principio por Pound (« wemight start some propaganda for the advancement of punitive justicein this country, resulting either in a national society or in futureconferences », cf. Proceedings cit., p. 3) encuentra oportuno reflejoen tres resoluciones coincidentes, ampliamente secundadas: pri-mero, la creacion de una asociacion estable, un American Institute ofCriminal Law and Criminology, al objeto de promover el estudiocientıfico del crimen y el derecho y el proceso penales, disenar lasoportunas reformas y coordinar los esfuerzos de personas y orga-nismos preocupados por la mejora de la justicia criminal; segundo,la traduccion de tratados europeos de criminologıa, a cuyo fin ha dedesignarse un comite de cinco que seleccionen tıtulos, curadores ycasa editorial; tercero, el nombramiento de otro comite encargadode poner en marcha, tras las pertinentes deliberaciones, una revistacientıfica consagrada por entero a la materia: pues parece clamorosoque, frente a los veinticinco tıtulos que se saben publicados enAustria, Belgica, Francia, Italia... incluso en Sudamerica, Rusia oEspana, el publico de lengua inglesa carezca todavıa de un organoequivalente (45).

(44) Algo puedo citar, precisamente sobre la materia criminologica: MartineWALUSZYUSKI, Les congres internationaux d’anthropologie criminelle, en « Mil Neuf Cent.Revue d’histoire intellectuelle », 7 (1989), 59-70, en volumen monografico dedicado a« Les congres, lieux de l’echange intellectuel, 1850-1914 »; tambien, para las cienciasnaturales, Umberto BOTTAZZINI-Giuliano PANCALDI (curs.), I congressi degli scienziatiitaliani nell’eta del positivismo, Bologna, Clueb, 1983. Desde un punto de vista general,Norbert ELIAS et al. (ed.), Scientific Establishments and Hierarchies, Dordrecht etc., D.REIDEL (= Sociology of Sciences, 6), 1982.

(45) Las mociones ‘on permanent organization’, ‘on translation of treatises’, enfin, ‘on periodical of criminology’ se adoptan en el curso de la segunda y ultima sesion,

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Un centro con su propia revista y una coleccion de textoseuropeos, en resumen, para construir la criminologıa americanadesde el compromiso con la ciencia que alimentan los universitarios.Como no pretendo analizar la genesis de aquella especialidad,interesandome tan solo las presencias de juristas europeos, paso poralto la existencia de asociaciones filantropicas anteriores al neonatoInstitute que sirvieran de antecedente — pienso, en particular, en laNational Prison Association (1870) y en la National Conference ofCharities and Corrections (1874) (46); tampoco me detengo en lalectura de los trabajos de contenido penal y criminologico de laprensa americana antes de salir el Journal of the American Instituteof Criminal Law and Criminology — la revista que ahora se lanza encumplimiento del acuerdo corporativo (47). Por el contrario, lastraducciones de penalistas y criminologos — la extensa web profe-sional que alienta el amigo americano — reclaman nuestra atencion;se tratarıa, entiendo, de una excelente ilustracion de aquellos inter-cambios (entre) intelectuales (48) que alcanzaron tanta intensidad

a propuesta del ‘Committee on Resolutions’ - del que forman parte WIGMORE y POUND

(Proceedings cit. [n.16], pp. 16-17, con sus debates: pp. 206 ss.). Cf. MUELLER cit. (n. 11),pp. 78 ss de « Wigmore at Northwestern: scholarship on the Frontier ».

(46) Dos organos venerables, que habrıan de estar presentes en un segundocongreso: cf. Proceedings cit. (n. 16), p. 198. Pero estas y otras asociaciones carecıan delsello universitario que marca la nueva entidad: bajo la presidencia del inevitableWigmore y con cuatro profesores en las cinco vicepresidencias (Roscoe Pound; AdolfMeyer, psiquiatra, Johns Hopkins University; Edward A. Ross, sociologo, University ofWisconsin; Lightner Witmer, psicologo, University of Pennsylvania), contaba con variosmas al frente de la secretarıa (Edwin R. Keedy, Northwestern University School of Law)y en el comite ejecutivo. La voluntad de reservar un terreno especıfico para la nuevaagrupacion palpita en las discusiones sobre el nombre que tendrıa la empresa: se quiereun institute (ası James W. Garner: « the word ‘Institute’ seems to be more commonlyused in Europe, as for example the Institute of International Law »), que no una academyy aun menos una society o association, « for the reason they are so common », ibd. pp.207-208.

(47) Entre 1880 y 1896 se publico el citado « The Criminal Law Magazine andReporter », de Jersey City (N.J.), una revista que, a juzgar por el subtıtulo (« abi-monthly periodical devoted to the interests of bench and bar in criminal cases.Containing original articles on timely topics, full reports of important cases, and a digestof all recent criminal cases, American and English »), carecıa del empeno cientıfico denuestros congresistas.

(48) Ademas del caso de Geny (cf. Carlos PETIT, ‘A Contributor to the Method of

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hace ahora un siglo: la misma idea de celebrar una national confe-rence en Chicago, « new to America it is an old one in Europe, wherecongresses of criminologists have frequently been held for thepromotion of criminological science and the consideration of prac-tical problems with the administration of criminal justice » (49).

Coherente con el analisis recogido, la cronica ‘oficial’ del congresoque difunde el primer numero del Journal subraya la originalidad delmomento: « in character and purpose the conference was entirelywithout precedent in the history of the United States ». La iniciativade John H. Wigmore — vale decir, sus secuelas bajo forma de revistay traducciones — abrirıa una fase concurrida de « importaciones »doctrinales desde el viejo continente. Ası se justifica ademas la discretacolaboracion de europeos a este primer congreso. El encuentro ha sidouna apuesta national, dirigida a sentar sobre bases solidas (libros,autoridades, instituciones) la criminal science en los Estados Unidos.Se abordan cuestiones universales… pero siempre en perspectivaamericana; de modo sintomatico, las preferencias de los congresistas— a juzgar por el elenco, casi interminable, de asuntos a tratar y losdebates — recaen en problemas como « Procedure after conviction »(tema n. 102), « Progressively increasing sentences for habitual offen-ders » (n. 7), « The indeterminate sentence law » (n. 40) (50). Con los

Investigation’. Sobre la fortuna de Geny en America, en estos « Quaderni » 20 [1991],201-269) he estudiado un supuesto mas relevante: Harvard en Lyon. Lecturas de RoscoePound en el Institut de Lambert, en Bernard Durand & Laurent Mayali (eds.), Excerp-tiones iuris: Studies in Honor of Andre Gouron, Berkeley (Ca.), The Robbins Collection,2000, 503-554. La serie criminologica ofrece un terreno de observacion tal vez dema-siado obvio; paradojicamente, con la excepcion de GREEN cit. (n. 30), pp 1955 ss, apenasha merecido mencion (cf. Leon RADZINOWICZ, Appreciation: Herbert Wechsler’s Role inthe Development of American Criminal Law and Penal Policy, en « Virginia Law Review »69 [Februry 1983], 1-10, p. 3; Edward M. WISE, The International Association of Penallaw and the Problem of Organized Crime, en « Wayne Law Review » 44 [Fall 1998],1281-1304, p. 1296), llegandose incluso al mas completo olvido: Lawrence W. SHERMAN

cit. (n. 3).(49) Cf. J. W. G. [h.e. James W. GARNER], The American Institute of Criminal Law

and Criminology, en « Journal… » 1 (1910-1911), 2-5.(50) Tambien interesan asuntos de tanto sabor local como « The Alien in Relation

of the Administration of the criminal law » (n. 109) o « Education of Attorneys » (n. 59);por contra (no obstante ciertas manifestaciones, antes recogidas) nadie quiere abordar elasunto de la « International co-operation » (n. 96) ni la « Unification of the criminal lawsfor the various States of the Union » (n. 29). Cf. Proceedings cit. (n. 16), pp. xiii ss.

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congresos internacionales de antropologıa criminal en la mente detodos, la cita de Chicago no parece otra cosa, en conclusion, que elestudio colectivo de los retos que plantea la justicia penal americana…con uso y recurso de las maneras europeas.

Y Wigmore acude a Europa — una vez mas (51) — en busca desugerencias, contactos, textos. Un anuncio del congreso, con la re-lacion bibliografica preparada para la mejor marcha de sus sesionesy la lista provisional de materias circula entre colegas extranjeros(« mainly those who where personally known to members of the Or-ganizing Committe ») (52), cuyo parecer (¡y un retrato fotografico!)siempre se requiere. Las cartas correspondientes son enviadas a co-mienzos de abril (hacia los dıas del 5 al 9, mas exactamente) y elcongreso ha de celebrarse en el giro de dos meses; se dirıa que laextemporanea peticion de sugerencias, por una evidente razon cro-nologica, parece una simple excusa para dar publicidad — de modo‘cientıficamente’ irreprochable — al novedoso encuentro americano.

Permite ademas alimentar las redes colegiales que el decano deNorthwestern cultiva con indudable celo. Las respuestas que llegana Chicago (mas de veinte, de algunos grandes nombres del mo-mento) (53) pueden contener un mero acuse de recibo, con mas omenos calida expresion de votos por el exito de la empresa. Es elcaso del aleman Josef Kohler (1 de mayo de 1909), quien aludeapresuradamente a un « Gefangniskongress »; de tenor parecido sonlas notas del ruso Poustoroslef (4 de mayo) y del espanol DoradoMontero (1 de mayo), en tanto el finlandes Wilhelm Chidenius,interesado por la experiencia americana de los tribunales juveniles,anade una elegante felicitacion latina (14 de mayo). Tristementebreve, pues comunica la muerte repentina del padre (el profesorEmilio Brussa, literalmente fallecido en acto de servicio: « avvenutaa Roma mentre portava la parola in una seduta della R. Commissione

(51) Vıctima de incorregible Wandernlust, Wigmore recorre el continente, muchasveces a lo largo de su vida, para adquirir fondos bibliograficos, participar en reunionescientıficas, mantener en pie sus infinitos contactos: cf. ROALFE cit. (n. 19), p. 74.

(52) Es decir, entre los conocidos de Wigmore: cf. POUND, Proceedings cit. (n. 16),p. 3. La lista de consultados que respondieron, ibd. pp. xi-xii.

(53) Se encuentran en Northwestern University Archives, coleccion WigmorePapers, box 27, folder 3. Una muestra significativa se transcribe al final de estas paginas.

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pella statistica giudiziaria »), resulta la carta enviada por AlfredoBrussa el dıa 5 del mismo mes.

De otros amigos llegan respuestas mas elaboradas. Tal vez sea lade Chicago una ocasion demasiado ambiciosa, escribe por ejemploEnrico Ferri (3 de mayo), aunque debe reconocerse que « essarappresenta percio come una specie di sinfonia di tutta l’opera, chepoi sara svolta, progressivamente, per portare nell’opinione pub-blica, nell’opinione dei giuristi e quindi nelle leggi penali, unaorientazione in accordo colle conclusioni della scienza positiva ».Positiva o no, la feliz iniciativa no debe limitarse a ser una celebra-cion aislada: conviene organizar Vereinigungen « in deren Juristenund Aerzte, Anstalsleiter und Padagogen etwa einmal im Vierteljahrzusammenkommen, um im Anschluss an Referate ihre Erfahrungenauszutauschen », sugiere desde Colonia (6 de mayo) Gustav Asscha-ffenburg, profesor de psiquiatrıa. Tambien en tierra germanica elpenalista Ludwig von Bahr (Gotinga) propone (1 de mayo), con unesforzado ingles, varios puntos para discusion (« in what measureshall the behaviour of the prisoner influence the time of his punish-ment? »; « general principles for the treatment of prisoner in respectto health and instruction »), en tanto Karl von Lilienthal, de Hei-delberg, insiste en la conveniencia de impulsar la estadıstica criminal(2 de mayo). Dimitri Drill (San Petersburgo) relaciona el necesarioestudio de las causas fisio-psicologicas del crimen con « la grande etdouloureuse question dite sociale » (12 de mayo), en tanto unconocedor de la justicia de menores, J. M. Baernreither de Viena,puede llamar la atencion precisamente sobre ese extremo: objeto dediscusiones en el parlamento imperial y real, a partir de una propo-sicion de ley que el autor dice haber elaborado (2 de mayo). Comoen Chicago interesa la formacion jurıdica, tiene perfecto sentido queGeorges Vidal, profesor en Toulouse y autor de prestigiosos ma-nuales, narre sus estrategias docentes en relacion al derecho penal yla ciencia penitenciaria (21 de mayo); por desgracia, solo dispone deuna foto — ademas, « pas retouchee ». Henri Prudhomme, directorde la Societe generale des prisons, ofrece a su vez la Revue peniten-tiaire para dar a conocer en Europa las conclusiones del simposioamericano (5 de mayo). Finalmente, otros insisten en la luchainternacional contra el crimen y la consiguiente revision del regimende la extradicion (Hans Schneikert, Berlın, 6 de mayo; Friedrich

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Meili, Zurich, 28 de abril; Gustave Le Poittevin, Parıs, 24 de mayo),en tanto el derecho federal que esta a punto de nacer y la suerte delas reformas penales alemanas recibidas en algunos estados de laUnion constituyen los asuntos que propone desde Viena el magis-trado-fiscal Hugo Hoegel, « gewunschte Photographie angeschlos-sen » (31 de mayo).

Entre los papeles de Wigmore hay todavıa dos cartas quemerecen una mencion especial. Adolf Hartmann, Amtsgerichtsrat enBerlın, envıa una de ellas, no se si acompanada de la foto pero, encualquier caso, con una extensa comunicacion (20 de mayo) sobrelas materias a tratar (cf. apendice documental, no 7). La asociacionamericana resultante del encuentro habrıa de analizar, primero, lalegislacion de los diferentes estados a la busca de previsiones depuro interes historico que, contempladas a la luz de la cienciacriminal moderna (« suggesting for instance concerning murder todo away with certain legal presum[p]tions as to the intent »),deberıan ser objeto de modificacion o supresion. Segundo, en lotocante a los formalismos garantistas del proceso penal (« not sel-dom apt to protect the defendant too much »), los expertos valora-ran la conveniencia de adoptar soluciones restrictivas para el « Ame-rican problem of criminal appeal »; si apareciesen tras el fallo nuevaspruebas bastarıa un recurso de revision (el autor tiene presente la‘Wiederaufnahme des Verfahrens’ de la legislacion procesal delReich). La formacion tecnica de los magistrados de common law,« by reason of the very free and high position of American judges[...] [pues] in America judges have part on the state sovereignty », lomismo que la ilustracion necesaria, en un regimen polıtico que esdemocratico, de la « public opinion in matters of criminal cases »serıan, en tercer lugar, otros grandes retos para los congresistas deChicago: cada cual a su manera y segun especialidad, « ought toknow well and fully all what the sciences of the epoch brought on inrespect to those classes [h.e. categorıas de criminales: « whether heis an habitual offender or a casual one, defectiv or not defectiv,etc. »], to the different degrees of responsibility ».

Una cumplida respuesta la de Hartmann, como vemos, todavıaentretenida en ciertos detalles tecnicos (reformatorio, sentenciaindeterminada, esterilizacion de incorregibles...) segun corresponde

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a un estudioso de la justicia americana (54). Las diferencias entre lasdos familias jurıdicas occidentales resultan demasiado obvias, pero« there me [sic, may] be already, nevertheless, a mutual understan-ding of the different sciences, even across the Ocean, and, by theinternational intercourse of now, sciences may be helpful by goingon to each other ». Si no cuesta ningun esfuerzo imaginar la simpatıade John H. Wigmore con estas declaraciones finales de Hartmann,tampoco se nos escapa su contento al recibir una enesima respuesta,procedente de Turın y remitida por el famoso antropo-criminologoCesare Lombroso (3 de mayo). Un viejo profesor cercano a lamuerte (9 de octubre, 1909) que apenas puede aponer su firmavenerable en escrito de mano amiga, pero todo un profesional auncon la fuerza suficiente para dirigir al colega americano algo mas queformulas corteses:

Via Legnano 26Torino

Illustre Collega!Ricevete illustre professore la mia piu calda adesione al vostro prossimo

congresso nazionale di criminologia, che avra luogo in Giugno a Chicago, eche segnera un’era nuova per le riforme penali.

Se io potessi dare un consiglio a gente che e ben piu dotta di mesarebbe che si variassero le gradazioni delle pene non solamente secondo ildelitto, ma piu ancora secondo il delinquente.

Anche su quel Probation Sistem [sic], che e cosı grande gloria dell’Ame-rica d’aver introdotto, dovrebbero proporsi modificazioni, in base all’indolespeciale, e alla specie del delinquente.

Inutile fissare un’epoca pel delinquente nato, necessarissimo inveceabbreviarla al minimo pel delinquente per passione e diminuirla anche perquello d’occasione, e nell’infrazione di questo, sottoporlo di nuovo ad ungiudice e non farne dipendere solo la sorte dal suo sorvegliante, di cui puodiventare una specie di schiavo bianco.

Mi permetto di aggiungere una serie di bibliografie alle moltissime colteda Lei con straordinaria diligenza.

Vostro ammiratoCesare LombrosoTorino 3 Maggio 1909

El entusiasmo de Lombroso ante las iniciativas de Wigmore,

(54) Cf. Adolf HARTMANN, Die Strafrechtspflege in Amerika. Mit Ausfuhrungen zurdeutschen Strafprozessreform, Berlin, F. Vahlen, 1906.

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heredado por la hija Gina, reaparece en un raro ensayo que publicael Journal, pero esta pieza postuma de horizontes visionarios apenasnos concierne. Baste saber que el famoso criminologo profetiza paranuestro presente un ındice de locura quintuplicado; la coca sudame-ricana, el opio y el hachıs orientales, los aguardientes y las cervezaseuropeas, anestesicos como la morfina y la codeına... todas esassustancias estupefacientes serıan causas de la demencia, aunque lamejora del regimen individualizado y reeducativo de las penas y ladifusion de estrategias preventivas traerıan consigo una disminuciongeneral del numero y la ferocidad de los delitos. Nuevo serıa, encambio, el auge de la criminalidad femenina y el uso de los avancestecnicos por los delincuentes: « we have already seen in our day newcrimes committed with the help of the bycicle, the automobile, and,in the United States, with railroad trains », precisa Lombroso; ungenuino supuesto a la Buster Keaton en que « pursuit can only beundertaken with the help of another train, full of guards » (55).

Tampoco merece la pena insistir sobre la fortuna del crimina-lista italiano, una complicada historia que se inicia en el momento desu muerte (lo sabemos por la revista corporativa) (56) y culmina —por ahora — con la edicion (2004) de su obra miscelanea en ingles (57);durante el perıodo intermedio, en tiempos marcados por la crıtica

(55) Cesare LOMBROSO, Crime and Insanity in the Twenty-First Century, en « Jo-urnal… » 3 (1912-1913), 57-61 (trans. Dr. Victor von Borosini). Cf. Wigmore Papers,box 204, folder 20, con la carta de Gina Lombroso-Ferrero a Wigmore, 21 de abril de1912, sobre este artıculo: unas paginas ineditas destinadas al publico americano queGina encuentra tras la muerte de su padre y envıa a Wigmore para prestigiar el Journal;poco despues, Wigmore le participa el exito resonante de esta ultima intervencionlombrosiana: « you will be interested in the attention which your father’s article hascaused throught this country. I enclose you one of the numerous clippings which havebeen sent to me from the newspapers. Never has any one statement by a foreignercreated so much attention in recent years » (Wigmore a Gina Lombroso-Ferrero, 21 demayo de 1912).

(56) En efecto, en el primer tomo del « Journal » (1910-1911) encontramos laresena de Adalbert Albrecht a Hans KURELLA, Cesare Lombroso als Mensch und Denker,pp. 830 ss; el mismo Albrecht publica por su cuenta la nota « Cesare Lombroso: AGlance at His Life Work », pp. 71 ss. Y todavıa los redactores del Journal airean lainiciativa de un « Monument to Lombroso », p. 786. Tampoco paso desapercibida laperdida en la prensa britanica: cf. Courtney KENNY, The Death of Lombroso, en « Journalof the Society of Comparative Legislation » (new series) 10 (1909), 220-228.

(57) David M. HORTON-KATHERINE E. RICH (eds.) cit. (n. 5).

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feroz de Charles Goring (cf. The English Convict, 1913), el profesorde Turın « forgotten […] among the general public as well as legal andcriminological experts », a pesar de las apariencias terminarıa portriunfar; como sabemos, « his project […] remains deeply embeddedon all sides of the crime debate in America » (Simon, p. 2172).

III. Traducciones y ‘lectures’ de ‘Modern Criminal Science’.

Conclusion inquietante, que nos deja a la espera de un nuevoparadigma criminologico, como se decıa. Sea de ello lo que sequiera, para el objetivo que persiguen estas paginas Lombroso nosresulta simplemente un optimo ejemplo — acaso el mas llamativo:« a discursive event », ha podido observarse (58) — de la atencion‘progresista’ a la ‘ciencia’ elaborada en tierras del civil law.

En ejecucion de la encuesta enunciada podrıamos recorrer lapista que nos brinda el « Journal » y buscar artıculos sobre doctrinasy derechos europeos (59), pero creo que la coleccion de traducciones,aprobada en el mismo congreso (cf. Proceedings, pp. 204-205) ydocumentada gracias a los papeles de Wigmore, nos reserva lasmejores ensenanzas: no resulta frecuente que el historiador delpensamiento jurıdico disponga de la oportunidad de conocer desde‘dentro’ el conjunto de circunstancias pragmaticas, personales tantocomo materiales, de una determinada empresa intelectual. Que talsuerte de estudios, improbables para Europa (60), sean de facturaposible tratandose de Norteamerica encierra ademas una importanteleccion (sobre el modelo universitario, sobre la relacion entre la

(58) Marie Christine LEPS, Apprehending the Criminal. The Production of Deviancein Nineteenth-Century Discourse, Durham-London, Duke University Press, 1992, pp. 35ss. Cf. tambien p. 132, conclusiva: « one of the primary function of discourses on‘criminal man’ was to authorize repressive measures against the ‘lower orders’ in time oforganized protest against established power-knowledge relations ».

(59) Por ejemplo, Robert FERRARI, Professor Ferri’s Comment on the Seventh Inter-national Congress at Cologne, en « Journal » 3 (1912-1913), 49-56; del mismo, « Frenchand American Criminal Law. Three Points of Resemblance », ibd. 8 (1917-1918), 33 ss.

(60) Al menos contamos con notables trabajos sobre la Escuela Historica queaprovechan de modo ejemplar el estado favorable de los archivos alemanes: cf. AldoMAZZACANE (Hg.,), Friedrich Carl von Savigny: Vorlesungen uber juristische Methodologie,1802-1842, Frankfurt/Main, Vittorio Klostermann, 22004.

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academia y la memoria de las disciplinas, sobre la concepcion acaso‘heroica’ del investigador singular…) que algun dıa convendra abor-dar.

Y ası, nuestra pequena historia de la coleccion criminalısiticaarranca de un episodio ‘pre-historico’, precisamente datado en mayode 1908, cuando el viajero Wigmore visita a Cesare Lombroso en sucasa de Turın y le invita a impartir unas lecciones como profesorvisitante en Chicago — las famosas Harris Lectures, dotadas ydesignadas por el banquero Norman W. Harris: un benefactor deldecano por estos anos. La intencion se explicita en un escrito algoposterior (25 de septiembre de 1908) donde Wigmore expone lasrazones que aconsejarıan fomentar, gracias al generoso lectureship deHarris, la causa del derecho criminal: « our object is to stimulatethroughout this country a broader interest in the scientific study ofcriminal justice »; como vemos, seran las razones alegadas mas tardecuando se convoque el congreso (61). Y claro esta, exhibir enChicago a un especialista de reputacion internacional, ofrecer alconocidısimo sabio italiano una tribuna academica pero tambienuna gira de intervenciones militantes ante los abogados de variosestados, sin duda contribuye al desarrollo de la nueva cienciacriminal; ese gran proyecto de Wigmore tras su acceso al deca-nato (62).

(61) De la necesidad de aplicar criterios de ‘ciencia’ a la justicia penal (« criminaljustice in this country is in serious need of immediate systematic attention from thescientific point of view ») a una reforma imperiosa en la legislacion (« everybody agree,including the populace at large, that there are many abuses, and are also many traditionalrules, doctrines, and institutions which have long seen their best days »), introduciendoa los juristas — tanto abogados como law makers — en el cuerpo creciente deconocimientos (reformismo penal, sociologıa, psicologıa, medicina…) cuyas importantesaportaciones aun se pierden de una forma irresponsable (« for example, yesterday therecalled on me Congressman David K. Watson of Ohio, who has worked as one of aFederal Commission for the last seven years on the revision of the Federal criminal law…He spoke to me about the details of his work, and I am sure that he would have laughedif I had mentioned such a matter as the study of what han been done in any of those fourbranches, nor would he have known the name of a single man of note in any of thosedepartments »). Cf. John H. Wigmore a W. A. Locy, presidente del comite de las ‘HarrisLectures’, Chicago, 25 de septiembre, 1908 (Wigmore Papers, box 204, folder 10).

(62) Recordemos que Chicago acogera la seccion americana de la Union Interna-cional de Derecho Penal; aunque la primera guerra mundial quiebre ese ambiente

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El anciano Lombroso rechaza amablemente la propuesta, massugiere un nombre capaz de evacuar el encargo. Y la indicacionprospera. Una carta de Enrico Ferri, escrita en agosto desde BuenosAires, comenta la posible invitacion, que conocıa por el maestro,declarandose disponible a partir de 1909, « car je veux aussi prendrela pratique de la langue anglaise » (63). Wigmore se dirige al comitede seleccion de las Harris Lectures mediante el escrito de septiembreantes citado, presentando elogiosamente al candidato favorito de laScuola Positiva: « a pupil of the great Lombroso […] his leadingrepresentative in Italy ». Se trata de un profesor con catedra enRoma pero tambien de un abogado en ejercicio, discıpulo de unexperto en medicina, acostumbrado a la investigacion sociologica ymiembro del Partido Socialista con escano en el Parlamento: exac-tamente el tipo de estudioso moderno del fenomeno criminal queconvendrıa fomentar en los Estados Unidos. A favor de Ferri jugarıatambien su probada capacidad de exposicion: « I had already atten-ded a lecture of his at the University of Rome and was muchimpressed with his effective and interesting method of speaking, forhe combined eloquence and humor with science in a way which Ifancy is rather unusual in the Continent ».

Pero estamos en el otono de 1908, cuando el polemico EugeneV. Debs (1855-1926) concurre a las elecciones presidenciales comocandidato del Socialist Party of America. Un momento nada opor-tuno — precisamente en Chicago: aun se recuerda por allı la terriblePullman Strike de 1894 — para invitar a un orador que profesa talideologıa: aunque Italia no sea America (« we know, of course, thatSocialism in Italy and Socialism in the United States are on a verydifferent footing »), conviene averiguar primero si este irreprochablecientıfico sabe tambien actuar como « a man of mental poise andtact, who could be relied upon not to embarrass the University inany way by promulgation of the Socialists’ doctrine (as, for example,we have it represented by Debbs [sic] and his followers) ». Y es que

cosmopolita — con el resultado de lastrar durante decadas la criminalıstica americana —al menos en el ambito nacional el Institute y su revista mantienen a la ciudad de Illinoiscomo principal foco de los estudios penales. Cf. MUELLER cit. (n. 11), pp. 78 ss; tambien,WISE cit. (n. 48), pp. 1285 ss.

(63) Cf. apendice documental, n. 1.

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se comprometerıa la dignidad de la escuela « if one of the HarrisLecturers gave occasion for undesirable newspaper comment » (64).

De toda la informacion allegada, siempre apreciativa en loprofesional (« a magnetic man […] one of the best orators inEurope »: Arthur MacDonald; « one of the most if not the mostdistinguished representative of new science of criminology in theworld »: Maurice Parmelee), el mayor peso se otorga a una carta deLloyd C. Griscom, embajador norteamericano en Roma. Gran ex-positor y reputado hombre de ciencia, Enrico Ferri serıa, con todo,« a hot-headed socialist »; si se le invitara a Chicago desde luego seatendrıa a las condiciones impuestas … siempre y cuando « he waswell paid by the Harris Lectures » (65). No cuesta mucho esfuerzoimaginar la decision final del comite de seleccion. Si la prudenciapolıtica del profesor italiano depende de una estricta vigilanciapagada a peso de oro, entonces mejor invitar a otro conferencianteque no genere problemas: por ejemplo el famoso matematico KarlPearson, del University College de Londres (66).

« The whole committee regretted this conclusion », escribe elpresidente de Northwestern a su decano de Derecho (67), « but feltthe risk too great ». Ahora bien, la causa de la criminologıa enNorteamerica aconseja a Wigmore aprovechar el contacto estable-cido: nada le impide dotar las conferencias de Ferri con fondos dela propia facultad y mantener ası la invitacion ya cursada. El 16 deenero (estamos en 1909) se propone a Ferri un contrato a tıtulo de« International Lecturer on Criminology for 1909-10 » (cf. apendicedocumental, n. 3), el positivista italiano iniciarıa una experiencia auninedita, no solo entre los colegas y estudiantes del mundo universi-tario americano: « you would be the first one to fill that place in our

(64) El secretario del comite del Harris Lecturship a John H. Wigmore, 17 deocttubre de 1908 (Wigmore Papers, box 204, folder 10).

(65) Lloyd C. Griscom a Wigmore, 21 de diciembre, en el apendice documental,n. 2. Y sobre las relaciones entre ‘scuola positiva’ y socialismo, con atencion a Ferri(academico y hombre de partido), cf. Mario SBRICCOLI, Il diritto penale sociale, 1883-1912, en « Quaderni Fiorentini… » 3-4 (1974-1975), 556-642.

(66) Acta del comite Harris, 13 de enero de 1909 (Wigmore Papers, box 204,folder 10).

(67) Nota del presidente A. W. Harris a Wigmore, 18 de enero (Wigmore Papers,ibd.).

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University […] it is with pleasure that I report that our Facultyunanimously believe that you are its first choice, among Europeanjurists, for presenting the subject to the American Bar […] thepropaganda of the Science of Criminology among the Americanlegal profession, who are hitherto quiete deaf to its appeals ». Con lavista siempre puesta en estos ‘sordos’ abogados la estrategica visitaserıa una pieza mas, colocada en posicion central (« as to the precisetime for the lectures, I would suggest November, January [1910], orFebruary as the best month »), de un vasto plan de accion quearranca con el congreso de junio y se cierra con otro encuentro, el« International Penitentiary Congress at Washington » previsto parael otono de 1910.

La eficacia de las lecciones (« six in number […] written andspoken in English », por supuesto en regimen de exclusiva: « noother lectures to be given in any place in the United States before thelectures at Northwestern University ») se hace depender, por unaparte, de la capacidad de Ferri para disertar en ingles: que no lesuceda como a Ferrero, otro visitante italiano (h.e. el historiadorGuglielmo Ferrero, colaborador y yerno de Lombroso), cuyas char-las sobre Roma resultaron incomprensibles « because of his deficientpronunciation ». Por otra parte, habrıa que evitar cualquier relacioncon socialistas locales, sobre todo el temible Debs (« the man wholed the horrible riots in Chicago, in 1894, which caused the destruc-tion of many lives and $10,000,000 worth of property […] peoplehave not forgotten his bad record »); la mas inocente concesion aesos falsos camaradas « would only injure your influence with theclasses of persons whom we desire you to persuade to our greatscientific purposes, and especially lawyers ».

La labor de propaganda incluye finalmente la circulacion detextos selectos, en una inteligente operacion que ofrece el antece-dente mas directo de la Modern Criminal Science Series que aquı nosinteresa. Por supuesto, « the lectures [are] to be printed at theexpense of this University », pero ademas, si quiere asegurarse elexito de la tournee sucesiva, serıa de la mayor importancia traduciral ingles la Sociologia criminale, cuya version francesa (1905) seconoce y se envidia. La traduccion americana del libro principal deFerri destruirıa ciertamente barreras de lengua, pero sobre todoharıa posible disponer de ejemplares en numero suficiente para

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abastecer el ingente mercado angloparlante: « our great objectwould be to supply our 80,000 lawyers with the means of becomingfamiliar with the best European book on the subject […] OurNational Conference next June will open the eyes of our lawyerseverywhere to the subject. They will be searching for information.Your book, if in English, will be just the right one ». Y desde luego,« the translated book and your lectures will help each other ». Estaultima precision no carece de importancia pues en los EstadosUnidos, a tenor de las confesiones de Wigmore, no se publicarıanlibros extranjeros « and publishers are usually afraid to try them ».

El caso de Enrico Ferri parece con todo singular. Una edicionde la Sociologia criminale, a partir de la francesa de 1893, existe eningles desde hace unos cuantos anos, pero ha sido un experimentofallido: sacrificadas las notas y condensado el texto, la casa editorialque lo produjo ni siquiera resultarıa conocida en los medios profe-sionales (68). Tan urgente se considera una nueva publicacion que lanegativa final de Ferri a pronunciar las lecciones (cf. apendicedocumental, no 4) al no ver satisfechas sus exigencias economicas(dando la razon al embajador Griscom: « he likes notoriety, and alsolikes to make money »), no tendrıa por que frustrar una traduccionıntegra de la Sociologia. En un intento desesperado por servir a lacausa de la criminologıa moderna, tras el rechazo de una segundaoferta (marzo de 1909) que incorpora mejora sustancial de honora-rios (69), Wigmore se dirige a Hans Gross (1847-1915), un antiguo

(68) Enrico FERRI, Criminal Sociology, New York, D. Appleton and Co., 1897 (queno 1895, como aventura Wigmore — lo escribe con un interrogante — en la carta queconsultamos; otra nota a Ferri datada a 25 de enero, donde el de Chicago pregunta porla titularidad de los derechos, desliza nuevamente una fecha equivocada: 1896), 284paginas. Cf. « Preface » (de un W.D.M., esto es: William Douglas Morrison, autor deJuvenile Offenders, 1896): el libro contiene aquella porcion de la Sociologia « which isinmediately concerned with the practical problems of criminality »; no hay mencion detraductor (¿el mismo Morrison?) y carece (casi) de notas. En lo que hace a la casaeditorial, de sus publicaciones de contenido jurıdico solo conozco James HADELY,Introduction to Roman Law. In Twelve Academical Lectures (1873); tambien, GilbertThomas STEPHENSON, Race Distinctions in American Law (1910).

(69) Podıan pagar hasta 1500 dolares y reducir el numero de charlas a tres ocuatro; esa suma era mas elevada que la prevista para seis lectures en la catedra Harris(1200$) y mucho mas que lo recibido por sir Frederick Pollock, « the most famousEnglish lawyer, who came over and lectured at five Universities, a thousand miles

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magistrado y ahora titular de catedra en Graz; la invitacion otra vezfracasa, en este caso por dificultades linguısticas (70). Tampococuajara la enesima gestion cerca de Enrico Ferri, aprovechando suprobable viaje oficial como delegado italiano al congreso peniten-ciario de Washington (71). Al menos — le ruega Wigmore — que elprofesor de Roma se avenga a una presencia literaria: si el amablecolega diera su visto bueno, se podrıa anunciar en la asamblea de

apart »; si « the Italian opera-singers receive $2000 or more each night », los teatroscobran la entrada, lo que no es el caso tratandose de un acto academico. En resumen,escribe el resignado Wigmore, « we are anxious to do all that is possible to advance theprinciples of modern Criminology. But I must frankly say that the sum mentioned byyou, $500 per lecture, above expenses, is quite impossible for us, or any other Americanuniversity ». Carta de John H. Wigmore a Enrico Ferri, 1 de marzo de 1909 (WigmorePapers, box 204, folder 10).

(70) La carta de Wigmore a Gross (24 de mayo de 1909) es una adaptacion de laenviada en enero a Ferri, con cambio de Italia por Austria y de la condicion forense delsegundo por la judicial del primero; desaparecen por supuesto las largas consideracionesen torno al socialismo. Supongo que Wigmore no conocıa personalmente a Hans Gross,y de ahı los informes solicitados (siempre positivos) a varias autoridades (cf. carta deSigmund Zeisler a Wigmore, 3 de mayo; Wigmore a Hugo Silvestri, Viena, 7 de mayo;Silvestri a Wigmore, 8 de junio). Conservamos aun el plan de las lecciones (cf. apendicedocumental, no 12). A la vuelta del verano todo parece ir viento en popa (carta deWigmore a Gross, 4 de octubre de 1909), pero pronto llega el desengano: aunque Grossha tomado desde mayo dos horas diarias de ingles, no se ve en condiciones de disertaren esta lengua… ¿serıa posible, al menos, publicar las lecciones, que ya estan redactadasy traducidas? (Gross a Wigmore, 7 de octubre). Los textos citados obran en WigmorePapers, box 204, folder 10; cf. ibd. box 204, folder 1, Wigmore a Gross (28 dediciembre), esceptico sobre la posibilidad de editar las ‘lectures’ y, en cualquier caso,rechazando, segun peticion de Gross, los costos de traduccion. El asunto todavıa coleteaun ano mas tarde: cf. Wigmore a Gross (6 de febrero de 1911), donde se condiciona esapoco probable publicacion al exito de la Modern Criminal Science Series, para la que seprepara entonces la Criminal Psychology (1911) de Hans Gross (Wigmore Papers, box204, folder 13).

(71) Y es que la asistencia a ese congreso librarıa a Ferri de gastos (« you woulddoubtless be appointed a delegate from Italy, and your expenses of attendence paid »),aunque entones la retribucion ultimamente propuesta no podrıa mantenerse (Wigmorea Ferri, 24 de marzo de 1909); acaso por tal motivo el criminalista declina por tercera vezla insistente solicitacion: « i molti impegni che ho gia, anche per l’anno venturo, mirenderanno impossibile di recarmi nel Nord America per il Congresso Penitenziario del910 » (Ferri a Wigmore, 4 de noviembre de 1909). Ambos textos en Wigmore Papers,box 204, folder 10. Cf. aun Wigmore a Ferri, 9 de febrero de 1910 (ibd.), pidiendoconfirmacion de una noticia de prensa que anunciarıa un viaje del italiano a los EstadosUnidos, lo que desmiente de inmediato el interesado (carta a Wigmore, 27 de febrero).

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Chicago la inmediata aparicion de la version inglesa nueva y com-pleta de la Sociologia criminale; el autor solo tendrıa que poner al dıalas citas, escribir un prologo para el lector americano y entregar unapunte biografico y fotos en numero suficiente para las resenas de laprensa generalista (cf. apendice documental, n. 5).

A su modo — extrano y casual modo — la historia se repite conGross, cuya Criminal Investigation, mal que bien publicada (1906)en la remota ciudad de Madras, apenas resulta conocida en losEstados Unidos: de visitar el autor este paıs sin duda aumentara lademanda de un texto poco accesible (72). Otro buen propositofracasado, pero la anecdota del Gross se suma al deseo de contar conla Sociologia criminale para convencer finalmente a Wigmore de lanecesidad de superar estas dificultades mediante la creacion de unacoleccion nacional de criminalistas europeos. « We have a contractwith a publisher to translate the last (fourth) edition of Ferri’ sCriminal Sociology », anuncia contento el decano en las sesiones delcongreso, « why cannot that be made a nucleous for the larger idea,to publish a series on criminology? Are we to expect all our lawyersand all our physicians and all our other scientists to worry througha French, German or Italian treatise in the original […]? Is there noway to give them the results of the greatest foreing scientists? » (cf.Proceedings, p. 204). Y todavıa: « if you stepped into our Garylibrary of criminology which has just been started, you would seeabout a thousand volumes. To me it is very depressing to think that,though they have now had thirty years or more of criminal work inthat direction, yet even Lombroso’s chief work has not been trans-lated into the English language. You or I may not agree withLombroso, but I would take the opportunity to read him in twoSunday afternoons if he were put into English […] We could easilypick out a dozen authors who are the foundation writers on the

(72) Por eso Wigmore pide ayuda para financiar las ‘lectures’ a The Lawyers’Co-operative Publishing Company, de Rochester (N.Y.), los agentes locales de latraduccion angloindia (cf. Wigmore a Frederick W. Platt, 28 de mayo de 1909, enWigmore Papers, box 204, folder 10). Cf. Hans GROSS, Criminal Investigation. APractical Handbook for Magistrates, Police Officers and Lawyers. Trans. and Adapted toIndian and Colonial Practice… by John Adam… and J. Collyer Adam. Madras, A.Krishnamachari, 1906, xxviii-889-xlvii pp.

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subject and who ought to be printed in English » (cf. Proceedings,pp. 204-205).

La cita anterior es algo larga, pero la rareza de la fuenteaconsejaba su reproduccion. Tambien me resulta, en su practicidada la americana, una propuesta plausible y convincente; nada tiene deextrano, siendo por demas cosa del influyente John H. Wigmore,que los reunidos en Chicago la secunden de inmediato: « Whereas,It is exceedingly desirable that important tratises on criminology inforeing languages be made readily accesible in the English language;Resolved, That the President appoint a committee of five, withpower to select such treatises as in their judgment should betranslated, and to arrange for their publication, without expense tothe Institute » (cf. Proceedings cit. p. 210).

Si dejamos por ahora la complicada aventura editorial del Ferri— libro primero en intenciones mas sometido a constantes sobre-saltos — estaremos en condiciones de conocer los nueve elegantestomos de la Modern Criminal Science Series, publicados (entre 1911y 1917) por la prestigiosa casa Little, Brown and Company deBoston. Ya sabemos que estos libros han supuesto un esfuerzopionero en el campo de la criminologıa (73). Conviene anadir queWigmore, siempre fertil en ocurrencias, no se ha limitado a intro-ducir unos cuantos nombres extranjeros en las bibliotecas america-nas: si se invierten esfuerzos en lograr las traducciones, se trata defomentar la aparicion de una literatura autoctona de calidad seme-jante. Por eso entiendo que la idea de un « Harris Prize for Methodsof Education and Reform in Criminal Science », concebida pornuestro decano en 1911 ca. (cf. Wigmore Papers, box 25, folder 14),se encuentra en estrecha relacion con la coleccion criminologica. En

(73) Ciertamente, antes de Chicago algo habıa de Scuola Positiva disponible eningles: por ejemplo, la introduccion de Cesare Lombroso al libro de Arthur MacDonald,Criminology (1893), o la sıntesis de Enrico Ferri, The Positive School of Criminology(1908) — sin contar los abundantes trabajos menores publicados por el primero: cf. WhyHomicide Has Increased in the United States, en « North American Review » 165 (1897),641 ss.; Anarchistic Crimes and Their Causes, en « Independent » 50 (1898), 1670 ss.;Some Aspects of Crime, en « Humanitarian » 19 (1901), 316 ss.; The Status of AnarchismTo-Day in Europe and the United States, en « Everybody’s Magazine » 6 (1902), 6 ss. Yhemos visto que una version amputada de la Sociologia Criminale habıa sacado en 1897William Douglas Morrison.

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efecto, el nonnato premio estarıa reservado a los ciudadanos de losEstados Unidos de reciente formacion (el lımite de edad de losaspirantes se cifraba en cuarenta anos), autores de monografıasoriginales (de 40 a 200 paginas, sin contar las notas) sobre cualquierade los siguientes argumentos: « The Best Method of Educating LawStudents, Lawyers, and Judges, in the Principles of Modern Crimi-nal Science » y « The Reconstruction of American Criminal Law andProcedure (including courts, police and penal methods) in the Lightof Modern Criminal Science ». A la vista de tales enunciados meresulta patente la convergencia del empeno universitario de Wig-more, quien quisiera consolidar en las escuelas el derecho penal y lamoderna criminologıa como disciplinas de cultivo habitual, con elprograma reformista del credo ‘progresista’ suscrito por Pound, elmismo y tantos otros colegas, academicos o practicos, presentes enel congreso de Chicago. Por otra parte, la composicion del juradocalificador (el citado banquero Norman W. Harris, el presidente delInstitute Nathan W. MacChesney y, por supuesto, el decano deNorthwestern) responde a los mismos propositos de propagandacriminologica desarrollados por Wigmore en este giro de anos.

Esfuerzos energicos, que no se encuentran limitados al asuntocriminal. Siempre a instancias de Wigmore y casi siempre gracias alapoyo de una institucion que le secunda con encomiable puntuali-dad (me refiero a la American Association of Law Schools), aliniciarse la decada de 1910 asistimos a una recepcion estrategica dedoctrinas jurıdicas europeas que interesa a varias especialidades derelevancia. La resolucion favorable a la criminal science se adoptacomo sabemos en junio de 1909; pues bien, en agosto de ese anonuestro activo decano presenta una mocion en el meeting de laasociacion mencionada: se propone crear una Continental LegalHistory Series (con traducciones de Rudolf Hubner, Adhemar Es-mein, Ludwig v. Bahr, Arthur Engelmann, Carlo Calisse, JeanBrissaud...), como condicion necesaria para el despegue en Americadel metodo comparativo (74). Un ano despues, ante el mismo foro

(74) La serie, igualmente a cargo de Little, Brown, and Co. (1912-1928), habrıa deincluir once volumenes, de los que solo fallo, por muerte de su autor (Paul Huvelin,Lyon), el reservado a la historia del derecho mercantil. Los otros diez combinan — es elestilo Wigmore — tradiciones nacionales (con insistencia sobre Francia, Alemania e

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corporativo, el decano de Northwestern saca adelante la ModernLegal Philosophy Series: otra biblioteca de clasicos ‘continentales’(Rudolf von Jhering, Giorgio Del Vecchio, Rudolf Stammler, JosefKohler, Fritz Berolzheimer, Pierre de Tortoulon...) destinada acombatir el deficit teorico que arrastrarıa la reflexion de los juristasamericanos (75). Por ultimo hay que mencionar, como cuarto expe-rimento, la serie titulada Evolution of Law. Select Readings on theOrigin and Development of Legal Institutions: tres gruesos tomos,publicados entre 1915 y 1918, de contenido miscelaneo (76).

La teorıa y la historia jurıdicas, especialmente concebida lasegunda en los terminos de la evolucion positiva del derecho, hansido, en conclusion, las consecuencias de la apertura a Europa queinicia la serie criminologica (77). Y claro esta, la factura de aquellasseries se beneficia de la experiencia lograda con la primera: loscolaboradores mas cercanos de Wigmore (Pound, Freund…), elelenco de traductores (Husik, Jastrow, Horwell, Albrecht, Lisle…),sobre todo la composicion formal de los libros (generalmente dota-

Italia) con el tratamiento de los grandes sectores del ordenamiento (derecho privado,penal y procesal).

(75) Con trece tıtulos segun el proyecto inical, se publican doce (falla el italianoIcilio Vanni) entre 1911 y 1925, pero la serie incluyo al ruso Nikolai M. KORKUNOV,General Theory of Law, una traduccion de 1909. Cf. PETIT, Geny en America cit. (n. 48),pp. 216 ss; tambien, N. E. HULL, « Vital School of Jurisprudence: Roscoe Pound, WesleyN. Hohfeld, and the Promotion of an Academic Jurisprudential Agenda, 1910-1919 »,en « Journal of Legal Education » 45 (1995), 235-281, pp. 243 ss.

(76) Sin expreso apoyo institucional, la serie evolutiva parece un empeno personalde Wigmore, secundado por el fiel amigo Albert Kocourek (1875-1952), un filosofo delderecho de vocacion analıtica, colega en Northwestern. Aquı, mas que en seriesanteriores, predomina la intencion compilatoria: los readings que anuncia el subtıtulo,presentando el fenomeno jurıdico « as a great anthropological document » (una expre-sion del juez Oliver W. Holmes que toman los editores), incluyen las leyes de Manu, laIlıada, las XII Tablas e inscripciones egipcias y babilonicas, ası como muchos autores(Henry S. Maine, Albert H. Post, Gabriel Tarde, Numa Foustel de Coulanges, JosefKohler, Giuseppe Mazzarella, Edmond Picard...) de variada epoca, especialidad ynacion.

(77) En rigor, las experiencias de Wigmore en la produccion seriada de obrasbasicas para una biblioteca iuscientıfica habrıa que adelantarla al momento de suparticipacion, bajo la habitual condicion de presidente-editor, en los Select Essays inAnglo-American Legal History, I-III (1907-1909). Cf. ROALFE cit. (n. 19), p. 87; engeneral, ibd. pp. 85 ss.

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dos de tres principales paratextos: una introduccion general, unprologo a cargo de algun especialista norteamericano y un prefaciooriginal del propio autor) y aun la casa de ediciones (los conocidoslibreros de Boston, que adoptan identicos criterios de impresion entodas las series) recorren las colecciones, ofreciendo ası la imagenunitaria que merece un proyecto efectivamente compartido (78). Demanera que los Lombroso, los Gross, los Ferri y companıa, apartesus estrictas aportaciones al terreno de la criminologıa cientıfica,desempenan aun la mision de reforzar el paradigma ‘moderno’ de laciencia social del derecho en la ‘era progresista’; los autores de labiblioteca iushistorica o de aquella otra filosofico-jurıdica suminis-tran simplemente nuevos argumentos y textos a beneficio de esemodo (justamente cientıfico) de concebir el derecho, que salta porencima de visiones demasiado locales y apresuradas ‘familias’ jurı-dicas (79). Aquı es suficiente concluir, primero, sobre la existencia deun compromiso intelectual que excede las circunstancias propias delsaber criminologico y, segundo, sobre el admirable empeno de unoscuantos ‘cientıficos’ conversos — principal entre ellos el decanoWigmore — capaces de arrastrar voluntades... que se dirıan disper-sas a la espera de una ocasion oportuna.

(78) Por supuesto, resulta inevitable que la proximidad de tareas y de los brazosejecutores causen algunas dificultades Ası, una carta-informe de Wigmore a Nathan W.MacChesney, presidente del Institute (24 de mayo de 1911), justifica la ausencia de libroshistoricos en la serie de ciencia criminal: esta materia se reserva para la biblioteca dehistoria jurıdica; en sentido similar, Wigmore a Maurice Parmelee (8 de octubre de1912). Tambien provoca interferencias la identidad de traductores: serıa el caso deRapelje Howell, traductor de la Philosophie Penale de Tarde y de otros dos volumenesde la Continental Legal History Series, lo que causa retrasos: cf. Wigmore al comite detraducciones (6 de marzo de 1912). En alguna ocasion la experiencia labrada en una seriepuede aprovechar a otra: por ejemplo, la revision del lenguaje tecnico que usa untraductor de criminologıa a cargo de alguien activo en la serie iusfilosofica (cf. Pounda Wigmore, 11 de marzo de 1912). Todos estos textos en Wigmore Papers, box 204,folder 1.

(79) Y que lleva ası a los protagonistas de estas paginas a improvisar velozmenteun derecho comparado more americano: cf. Laurent MAYALI, ‘Comparative law’ et Droitcompare: le modele americain (debut XIXeme-premiere moitie du XXeme siecle), enAntonio PADOA-SCHIOPPA (cur.), La comparazione giuridica tra Ottocento e Novecento,Milano, Istituto Lombardo, 2001, 131-151.

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IV. « A missionary tone »: paratextos americanos para textos euro-peos.

A la cabeza de propositos semejantes, por tanto banco depruebas y de estilo, los tratados de derecho penal y criminologıareclaman por fin nuestra atencion. La atrae de inmediato una« General Introduction », manifiesto inaugural de la serie presenteen todos sus tomos. Suscrita por los editores ha sido, sobra adver-tirlo, cosa personal de Wigmore (80). Su lectura nos recuerda eldiscurso de Roscoe Pound en el congreso de Chicago, pero lacomunidad de ideas no impide adoptar aquı una expresion masrotunda: el prologo habrıa de transmitir — advierte Wigmore a suscolegas — « a missionary tone ». Y en efecto, si la vieja metafora delcrimen como enfermedad recorre el speech de Pound sera en laversion de nuestro autor cuando este gastado tropo (81) exprese todasu potencia. Los avances de la medicina consistirıan en la determi-nacion del origen de las enfermedades, simples hechos naturales queidentifica el diagnostico. Ciertamente cabe la prevencion pero, unavez ha llegado el mal, el experto debe combatirlo con un tratamientoespecıfico, esto es: escogido de manera singular segun sea la causa dela enfermedad. La individualizacion del padecimiento, tanto en susorıgenes como en sus remedios, resume por tanto las grandesverdades de la ciencia medica. Y la misma explicacion servirıa paracomprender el delito. Si la medicina pre-cientıfica atribuye a laaccion de fuerzas misteriosas los males del hombre, el derechotradicional especula, a su vez, con « el libre albedrıo inescrutable delser humano » en busca de las razones del comportamiento criminal.Y este paralelo se lleva al terreno de los remedios. El penalistaclasico dispone solo de dos, por eso objeto de una continua aplica-

(80) Wigmore a William W. Smithers, 28 de diciembre de 1909, sobre el borradorde la introduccion (cf. apendice documental, n. 14). Por eso falla la util hipotesis deGREEN cit. (n. 30), p. 1981: « Pound had signed and quite possibly written the potentiallyfar-reaching General Introduction to the Modern Criminal Series ».

(81) Y es que, segun ha escrito HARRIS cit. (n. 23), « criminology was partiallyconceived of as a kind of public hygiene, with its rhetoric marked by the contemporaryenthusiasm for bacteriology… The adoption of such ideas was neither total norconcerted but rather helped to clarify ideas about the relationship between individualand social pathology and to justifiy new programmes of criminal identification andcontainment » (pp. 98-99).

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cion que, a la postre, resulta harto forzada: caida en desuso la penacapital, las multas y la prision desempenarıan en el terreno punitivola misma funcion de las sangrıas y los calomelos usados por losfısicos antiguos contra cualquier malestar organico… y, por su-puesto, con el mismo, inutil, resultado. Porque si aceptamos que elcrimen es una efermedad social, entonces hay que proceder con lasreglas de la medicina moderna: se hace necesario determinar conmetodos objetivos (observacion de hechos, empleo de instrumentosestadısticos, analisis de conductas…) sus autenticas causas y utilizardespues el castigo mas adecuado a la naturaleza irrepetible delenfermo/delincuente. Curiosamente, en la carrera por definir yaplicar la ansiada ‘ciencia criminal’ la vieja Europa llevarıa la delan-tera (« a generation of European thought »), pues los EstadosUnidos, este gran paıs donde los saberes mas utiles para el desarrollode la ciencia mencionada (ya lo sabemos: antropologıa, medicina,psicologıa, economıa, sociologıa, penologıa...) presentan un exce-lente nivel, paradojicamente « the law alone has absteined ». Y enesta inexplicable reserva — el lector comprende que el decano seduele otra vez del fragil arraigo que sufren los estudios universitariosde derecho — residirıa el bloqueo actual que paraliza la adminis-tracion de justicia.

« Our country has started late. There is much to catch up ». Losanalisis parecen tan claros, tan urgente se presenta ası la obradisenada que no extrana sorprender a Wigmore dedicado a su logropocos dıas despues de terminarse el congreso (82). El comite detraducciones reune, bajo la estrecha tutela de Wigmore, a dosuniversitarios de Chicago (Ernst Freund, Roscoe Pound) y dosabogados de Nueva Inglaterra (Edward Lindsey, William W. Smi-thers) (83); contra toda logica, los primeros — profesores polıglotasy escritores relevantes de reconocida competencia (84) — apenas

(82) Salvo otra advertencia, los documentos que ahora utilizo corresponden aWigmore Papers, box 204, folder 1, por lo que ha de bastar con esta mencion.

(83) Pronto se suma un sexto miembro: el sociologo criminalista, profesor porentonces en la State University of Kansas, Maurice Parmelee (1882-1969). Por otra parte,Edward Lindsey deja paso ocasionalmente a Robert Scott, un profesor de ciencia polıtica(Wisconsin).

(84) No hace falta presentar a Pound; sobre Ernst Freund (1864-1932), autor deorigen aleman (doctorado en Heidelberg, 1884), profesor en Chicago (University of

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contribuyen a las tareas ingratas de seleccion y revision. Y mejor noexigirles esfuerzos: en tanto « Mr. Pound is perfectly useless as aneditor » (Wigmore a Lindsey, 17 de septiembre de 1914) (85), elatareado Ernst Freund — continuamente protesta su incompetenciaen materia de criminologıa — habrıa entrado en el comite editorialpoco menos que a rastras (Wigmore a Freund, 14 de diciembre de1909).

Mas resultado le dan a Wigmore los dos colegas abogados,hombres practicos al fin (86). El 10 de septiembre de 1909, cuandola intervencion de la casa Little, Brown, and Co. todavıa es purahipotesis, Wigmore pergena una lista de once tıtulos, sobre los querecaba opinion. Hay que partir de la traduccion del Ferri, que seestima erroneamente a punto de finalizar; tambien parece indiscu-tible la Kriminal Psychologie de Hans Gross: por entonces todavıa seespera la visita del autor, ocasion de optima propaganda para el libroy la serie. Dos libros se rechazan de inmediato (Julius Vargha,Abschaffung der Strafknechtschaft, 1896; Joseph Van Kan, Causeseconomiques de la criminalite, 1903); tampoco parece posible tradu-cir al completo el Uomo delinquente… de Cesare Lombroso — textoen continuo crecimiento desde su primera publicacion (1876). Enprincipio, Maurice Parmelee apoya (por este orden) la traduccion deLombroso, Ferri, Garofalo, Gross, Bonger y Aschaffenburg; Wig-more sostiene la causa de todos los anteriores, pero anade a Ber-naldo de Quiros, Saleilles, Tarde, Van Kan y Bonger; WilliamSmithers se inclina (tambien expresando un orden de preferencia)por Ferri, Lombroso, Gross, Bonger, Tarde y Bernaldo de Quiros(87). Scott se limita a seguir el criterio de Wigmore, en tanto un

Chicago) y competente publicista de rara vocacion dogmatica, cf. ahora Oliver LEPSIUS,Verwaltungsrecht unter dem Common Law. Amerikanischen Entwicklungen bis zum NewDeal, Tubingen, Mohr Siebeck, 1997.

(85) Pero Pound alega ante Wigmore que figuraba en otros siete comites, tres ocuatro de ellos bajo su directa responsabilidad. Cf. Pound a Wigmore, 8 de marzo de1910.

(86) Sobre todo Smithers, secretario del Comparative Law Bureau de la AmericanBar Association y responsable en esa condicion del Annual Bulletin… comparatıstico.

(87) Apendice documental n. 13, de donde tomo las votaciones indicadas. Cf.William W. Smithers a Wigmore, 27 de octubre de 1909, con la lista de sus votos y losde Parmelee y expresion de dudas sobre la inclusion del Garofalo; tambien propone a

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incomodo Ernst Freund, que protesta su poca familiaridad con lamateria criminal (« I am absolutely unacquainted with moderncriminal literature and I have not at present the time to go into thatfield »), acepta dar salida a los dos libros mas o menos comprome-tidos (esto es, el Ferri y el Gross) pero no suscribe el nombre deGarofalo, y se inhibe ante los restantes (88). Alguna propuestasobrevenida (las lectures de Gross, quien finalmente tampoco va aChicago; los Ethnologische Studien… de Steinmetz) no llegan aprosperar (89). Se cierra ası un elenco de nueve autores y tıtulos querezan, en ingles, como sigue:

[1] Constancio Bernaldo de Quiros (1873-1959), ModernTheories of Criminality (1911)

[2] Hans Gross (1847-1915), Criminal Psychology (1911)[3] Cesare Lombroso (1835-1909), Crime. Its Causes and Reme-

dies (1911)[4] Raymond Saleilles (1865-1912), The Individualization of

Punishment (1911)[5] Enrico Ferri (1856-1929), Criminal Sociology (1917)[6] Gabriel Tarde (1843-1904), Penal Philosophy (1912)[7] W. A. Bonger (1876-1940), Criminality and Economic Con-

ditions (1916)[8] Raffaele Garofalo (1851-1934), Criminology (1914)[9] Gustav Aschaffenburg (1866-1944), Crime and Its Repres-

sion (1913)

No me atrevo siquiera a realizar un rapido, inicial comentario.Estos nombres y libros son, en general, suficientemente conocidos;al presentarlos en una lista exenta de valoraciones es facil apreciar

Robert P. Shick y John F.C. Waldo, del Bulletin… de derecho comparado, para laboresde traduccion.

(88) Ernst Freund a Wigmore, 12 de octubre de 1909. Cf. aun memorandum de9 de diciembre de 1909, con la relacion de acuerdos del comite; Parmelee reitera suoposicion a los dos autores franceses e insiste en la conveniencia de traducir L’Uomodelinquente en version completa.

(89) Cf. Maurice Parmalee a Wigmore, 29 de septiembre de 1912, para incluirSTEINMETZ, Ethnologische Studien zur ersten Entwicklung der Strafe (1894); Wigmorerazona su oposicion alegando la publicacion de la serie historico-jurıdica, donde elSteinmetz tendrıa mejor sede (Wigmore a Parmelee, 8 de octubre, antes cit. [n. 78]).

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hasta que punto Wigmore y los suyos han cumplido sus propositosal realizar la seleccion. Por una parte, el dominio de la ScuolaPositiva — el lanzamiento de obras con clara orientacion determi-nista — resulta algo inevitable a tenor de la epoca y de las inten-ciones confesadas por los editores. Y el inicio con Bernaldo deQuiros obedece, por otra parte, a un obvio criterio de utilidad: esteautor ofrecerıa una sıntesis de las tendencias principales en el ambitode la criminologıa (« it gives a great deal of bibliographical infor-mation about the entire European field ») (90). Los franceses Tardey Saleilles, portavoces de orientaciones mas bien desfasadas, levan-tan en el cırculo de Wigmore las unicas voces de protesta: aun consus reconocidos servicios Gabriel Tarde serıa « a failure » y su obra,« out of date »; el catolico Saleilles, « involved in a metaphisicaldiscussion of penal responsability which is of little value », parececosa inutil, al menos en sus dos tercios (91); pero Wigmore norenuncia a prestar el reconocimiento debido a la ciencia jurıdica deFrancia y consigue mantener a ambos autores (92).

La monografıa de Raymond Saleilles sobre la individualizacionde la pena se impone, ademas, por ser el unico texto de contenidoexclusivamente jurıdico con que cuenta la serie (93) — lo que no deja

(90) Nota de Wigmore a los miembros del comite, 9 de diciembre de 1909, dondese comunica el compromiso asumido con Brown, Little & Company y con variostraductores; aunque nadie se ha pronunciado por el Bernaldo de Quiros — seguramentedesconocido para todos, a excepcion de Wigmore — el decano apoya decididamenteesta obra, dotada del referido valor introductorio. Cf. tambien la carta cit. (n. 80) aWilliam W. Smithers, 28 de diciembre de 1909 (apendice documental, no 14).

(91) Maurice Parmelee a Wigmore, 26 de noviembre de 1909.(92) El Saleilles fue precisamente un libro recomendado a Wigmore para la Modern

Legal Philosophy Series (Charles Gide a Wigmore, 15 de diciembre, 1910); por otra parte,Wigmore logra, gracias al profesor parisino, los contactos necesarios para obtener losderechos de traduccion de los herederos de Tarde (Wigmore a Smithers, 11 de abril, 1910).Tras la primera guerra, en un clima explicablemente antigermano, Wigmore fomentara lamarcha de americanos a las universidades francesas: cf. Science and Learning in France, witha Survey of Opportunities for American Students in French Universities. An Appreciationby American Scholars, Chicago, R.R. Donnelly & Sons Co., 1917.

(93) Cf. Memorandum dirigido a los miembros del comite, 9 de diciembre de1909: « In regard to Saleilles, it should be explained that one member of the Committeeis decidedly of opinion against the utility of that book, but that two other members… arestrongly of the opinion that it is a most valuable one for lawyers, and is essential to thescheme ».

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de argumentarse en el prologo de la edicion americana: Saleilles sepresenta allı como « primary a lawyer, writing from a lawyer’sstandpoint and appreciating […] the purely legal problems of whichthe lawyer is so acutely aware » (94). Y es que la ambigua presenciadel derecho en una biblioteca de juristas que no ha privilegiadoprecisamente la perspectiva dogmatica en el analisis del fenomenocriminal (se acude mejor a la economıa: Bonger; a la sociologıa:Ferri; a la filosofıa: Tarde; a la psicologıa: Gross; a la criminologıa:Garofalo) explica, no solo la ausencia de penalistas alemanes, perotambien la inclusion de medicos, como el inevitable Cesare Lom-broso y el psiquiatra Gustav Aschaffenburg.

De otro lado, la lista completa de autores, recogidos segun elorden ideal que marcaron los editores, expresa desajustes evidentesen las fechas de publicacion. El libro que deberıa abrir la serie es,como sabemos, la Criminal Sociology de Ferri; sin embargo, aldisenarse la coleccion el original se encuentra tan parado que parecemas prudente relegarlo al quinto puesto. Prudencia vana: contratodo pronostico el Ferri (su contrato se ha firmado en marzo de1909) sera el ultimo volumen (1917) que vea la luz; inciden en laproduccion de este tıtulo tantas y tan adversas circunstancias que ellector aceptara que recoja seguidamente, en sus detalles, la informa-cion custodiada en los archivos de Northwestern.

Ya sabemos que los tratos con Enrico Ferri se remontan a losinicios de 1909; dos meses despues, el 15 de marzo, se envıa a Romael contrato con la prevision de sacar el libro en otono. En 1911 latraduccion esta atascada: el encargado de la tarea, Joseph J. Kelly, secomprometio a entregar el original en junio del ano anterior peroarrastra una grave enfermedad y no sera posible publicar la obraantes de 1912 (Wigmore a Ferri, 28 de marzo de 1911, en WigmorePapers, box 204, folder 10, de donde tomo estas informaciones salvootra advertencia). Un par de meses mas tarde Ferri propone aWigmore traducir la quinta edicion actualizada de su tratado, que

(94) Roscoe POUND, Introduction to the English Version, xi-xix, p. xviii, enRaymond SALEILLES, Individualization of Punishment… with an Introduction by GabrielTarde… Translated from the second French edition by Rachel Solzd Jastrow. With anIntroduction… by Roscoe Pound… Boston, Little, Brown, and Company, 1911. 322 pp.mas ındice.

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dice a punto de publicarse en Italia (28 de mayo de 1911, enWigmore Papers, box 204, folder 4); meses mas tarde el autorpositivista sigue anunciando esa edicion, prevista en dos tomos: si yano pudiera realizarse sobre ella la deseada version americana, lo queseguramente desaconseja la ejecucion de unos trabajos conducidossobre la edicion francesa de 1905, serıa posible aprovecharla parauna segunda edicion en ingles (Ferri a Wigmore, 30 de diciembre);en realidad, pronto se aclara que el ritmo de la Sociologia criminaleen dos tomos marcha tan lento como la propia traduccion. Todo nosindica que Ferri ha contribuido a los retrasos, no solo por sacar demodo intempestivo la cuestion de esa nueva edicion italiana: en lascartas solicita una y otra vez la fecha lımite de la actualizacionbibliografica y estadıstica que exige Wigmore (la excusa le permitepedir cierta bibliografıa americana) y de entrega del prologo (« j’aiespere jusqu’ ici de pouvoir vous envoyer les donnees statistiquesque vous m’avez demandees […] mais j’ai ete si occupe qu’ il m’a eteimpossible. Si vous voulez, je pourrai faire une preface a l’editionamericaine de ma Sociologie criminelle pour expliquer que le livre atoute son importance meme avec des statistiques non recentes, carl’essentiel est dans les conclusions theoriques et dans les proposi-tions de reformes pratiques », carta postal a Wigmore, 26 de juniode 1913); finalmente, con el pretexto de sus ocupaciones polıticas(« nous aurions en octobre les elections generales, avec le suffrageuniversel (pour la premiere fois), et je suis dans l’impossibilite dem’occuper […] du travail scientifique »), deja la tarea sin hacer(Ferri a Wigmore, carta postal de 4 de agosto), lo que obliga a pedirayuda urgente (Wigmore a Arthur MacDonald, 6 de noviembre de1913: « the fact is that Ferri ought to do it himself, but pleads thathe is too busy »). Las minuciosas revisiones del editor William W.Smithers sobre una traduccion deficiente (« the text is not such as Iam willing to back up without much correction »: Smithers aWigmore, 29 de julio de 1914; tambien, del mismo, 21 de septiem-bre de 1915: « a most unsatisfactory translation ») consumentiempo, a su vez (cf. Wigmore Papers, box 204, folder 1). En 1915Wigmore razona ante el autor que, tras la muerte de Kelly, sutraductor primitivo, ha caido enfermo el segundo (John Lisle), demodo que el original no esta aun terminado (carta a Ferri, 18 defebrero de 1915); para mas desgracias Lisle muere a ultimos de ano

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(cf. Wigmore a Charles A. Ellwood, 10 de diciembre, en WigmorePapers, box 204, folder 1). A comienzos de 1916 el autor felicita aWigmore y se congratula ante la inminente aparicion de su tratado,pidiendo doce ejemplares (carta a Wigmore, 11 de enero), pero laCriminal Sociology aun se encuentra maldita: por entonces falleceRalston, un juez que habıa aceptado escribir un prefacio, lo queobliga a realizar mas gestiones (Wigmore a Smithers, 24 de enero de1916, ibd. folder 1; cuando esta listo se pierde un envıo remitido alimpresor de Boston: Smithers a Wigmore, 27 de octubre de 1916,ibd.). Por fin la obra de Ferri vera la luz… en 1917.

A partir de tanto retraso se provocan otros, que afectan espe-cialmente — lo veremos dentro de un momento — al libro Crimi-nality and Economic Conditions del holandes Willem A. Bonger. Seentreve un complejo proceso de traduccion y revision, de amputa-ciones en textos demasiado extensos, de prologos y notas de pre-sentacion que llegan tarde, si finalmente llegan (95)… que la meti-culosidad de Wigmore con sus papeles nos permite hoy conocer.Como no resulta posible recoger las mil y una particularidades deuna empresa que se prolonga durante una decada y compromete aun elevado numero de participantes (96) sera bastante alegar unos

(95) Entre esos papeles se encuentra un cuadro sinoptico (ms.) que recoge losparticulares del proceso editorial: fechas de los contratos, direcciones postales de losautores, relacion de traductores, estado del original (por ejemplo, junio de 1910 se prevecomo fecha de recepcion del Ferri), responsables de los prologos, honorarios por laversion inglesa (sumas que oscilan entre los 300 dolares por el Bernaldo de Quiros o elAschaffenburg y los 500 del Ferri o el Bonger), etc.

(96) A los autores, prologuistas, traductores, revisores… hay que anadir aun unnutrido grupo de consultores — en general, miembros del Institute — a los que acudeWigmore en solicitud de nombres aptos para traducir o de cualquier otro particulareditorial: cf. por ejemplo Joseph Jastrow a Wigmore (2 de octubre de 1909), con lapropuesta de su mujer, capaz de traducir aleman, frances e italiano, comprometiendoseel mismo a revisar el trabajo (Mrs. Jastrow se encargara del Saleilles); Charles Ellwooda Wigmore (6 de octubre), presentando al rev. Horton como habil traductor (lo sera enefecto del Bonger y del Lombroso); vease, en general, un « Memorandum of Negotiationfor contracts of Translation Committee » (sin fecha, probablemente de inicios denoviembre), donde Wigmore comunica a sus colegas el trato cerrado con Little, Brown,and Company, que pide aprobar, ası como los borradores de acuerdos que debensuscribir autores y traductores (Horton, Kallen, Husik, Mrs. Jastrow, Veditz, Webster,Shick, Waldo, Kelly…).

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cuantos documentos al objeto de comprender la magnitud delempeno.

Un empeno que nace y termina con nuestro John H. Wigmore.El decano de Chicago ha impuesto su criterio al hacer aprobar laserie entre las conclusiones del congreso. Ha negociado en personacon la editorial de Boston y utiliza su extenso cuaderno de direc-ciones para encontrar traductores competentes y comprometer lafactura de los prologos. Se ha votado un comite editorial que cuentacon William Smithers a tıtulo de presidente, pero hemos compro-bado que Wigmore disputa continuamente ese terreno: « your co-lleagues on the Committee », le escribira Roscoe Pound, « are notonly under a great debt to you for doing all the work of theCommittee so well, but we all ought to be ashamed of ourselvesheartly for leaving it to you to do » (97). La lista de obras traducidastambien corresponde al profesor de Northwestern; en realidad, hasido su visita a Lombroso la circunstancia remota que esta detras detantos esfuerzos. Y por supuesto, a Wigmore le tocara acudir a losautores — a veces tambien utiles para aviar las demas series (98) —solicitando un acuerdo, proponiendo ajustes, urgiendo prefacios.Las cartas de los meses siguientes documentan una actividad frene-tica en la gestion de permisos y suscripcion de contratos (99). Con el

(97) Roscoe Pound a Wigmore, 8 de marzo de 1910, cit. (n. 85).(98) Por ejemplo, Raymond Saleilles es consultado (carta a ¿Albert Kocourek?, 2

de diciembre de 1910) sobre los autores a traducir en las series historica (Glasson,Esmein, Fustel de Coulanges…) y iusfilosofica (Duguit, Geny, Demogue…). Observe-mos que esta serie nace oficialmente en agosto de 1911, lo que ilustra perfectamentesobre el modo de trabajar de Wigmore; cf. Wigmore Papers, box 204, folder 1. Tambiense pide opinion a Constancio Bernaldo de Quiros (« a committee of the Association ofAmerican Law School is endeavoring to make a book for translation, which shall coverthe legal sources and literature of Europe… we desire to cover, first, the medievalsources; second, the jurists of the 1600, 1700 y 1800’s, and third, the progress of nationalcodification in 1800’s »), aprovechando la carta donde se comunica el buen exito de laedicion de su obra y se anuncia el envıo de copias (Wigmore a C. Bernaldo de Quiros,30 de enero de 1911, en Wigmore Papers, box 204, folder 8).

(99) Las condiciones economicas pactadas con Little, Brown, and Co. (la resolu-cion que aprueba la coleccion precisa que esta debe salir sin coste alguno para elInstitute) preven la retribucion del autor con el cinco por ciento sobre las ventas; otrocinco por ciento irıa al traductor. Por supuesto se dan variantes: ası, en el contrato conRaffaele Garofalo, 20 de marzo de 1911, se saldan esos derechos mediante un pago unicode cien dolares, lo que sin embargo se niega a Bernaldo de Quiros; Ferri recibe un diez

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‘modelo Ferri’ a la vista se pide al autor un prologo para la edicionamericana y la puesta al dıa de referencias estadısticas y bibliogra-ficas. En la mayorıa de los casos la autorizacion se recibe deinmediato y el trabajo editorial procede con toda normalidad (100).Pero otras misivas adquieren un tono menos agradable, lo que sueleacontecer si se discuten recortes. Ha sido el caso del criminologoholandes de nuestra biblioteca, el doctor Willem A. Bonger (Ams-terdam), honradısimo al conocer la oferta de traduccion (carta aWigmore, 14 de agosto de 1910); las cosas se complican cuandorecibe (febrero de 1911) la peticion de recortar ciento cincuentapaginas de Criminalite et conditions economiques (« too long for thesize of the volume permitted in our series, and also too long for theprice which we are able to pay for translation »), con ruego deremitir el texto en unas pocas semanas. Inaceptable solicitud: siresulta « absolutely impossible » tocar la segunda parte (dondeBonger diserta sobre el sistema economico, en particular sobre lasmanifestaciones criminales del capitalismo), la primera (« Criticalexposition of the literature dealing with the relation between crimi-nality and economic conditions ») podrıa perder unas veinte pagi-nas; algo mas el capıtulo historico… pero estos sacrificios exigen unalabor de meses; ademas, la extemporanea propuesta no esta con-templada en el contrato y, aun peor, otros tomos de la serie (laSociologia de Ferri) tienen similar o mayor extension. En fin, queestas cosas sucedan en America resulta algo increıble: « it seemsincredible to me that in the country of the unlimited posibilities abook should have to be published in incomplete form, either forfinancial reasons […] or for reasons of form » (3 de marzo). Pareceque los argumentos son convincentes, pero Bonger vuelve a moles-tarse al conocer por terceros la identidad del traductor y el estadoque llevan los trabajos (Bonger a Wigmore, 2 de agosto de 1912).

por ciento, pues ha contratado antes de constituirse la coleccion; se entregan ademascinco ejemplares gratuitos de autor. Para las referencias de archivo, cf. n. siguiente.

(100) Ası, Constancio Bernaldo de Quiros (Wigmore Papers, box 204, folder 8),Gustav Aschaffenburg (ibd. folder 4), Saleilles-Tarde (ibd. folder 28), Garofalo (ibd.folder 11), Gross (ibd. folder 13). Pero la normalidad incluye, claro esta, algun que otrosobresalto: por ejemplo, la enfermedad del traductor del Aschaffenburg, AdalbertAlbrecht, seguida de la de su mujer, que actua de mecanografa (Wigmore a los miembrosdel comite editorial, 5 de marzo de 1912, en Wigmore Papers, box 204, folder 1).

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Entre unas y otras discusiones (hay algun desencuentro con HenryP. Horton, responsable de la version inglesa de esta obra) el libro deBonger marcha con gran lentitud; la revision final a cargo de EdwardLindsey y la espera de un nuevo prologo terminan por atrasar suaparicion hasta 1916 (cf. Bonger a Wigmore, 4 de junio) (101).

Algo similar sucede con Lombroso, cuya descomunal obracientıfica, que Maurice Parmelee ha querido publicar ıntegramentecomo sabemos, provoca tensiones con la celosa hija Gina, inflexiblevigilante de la suerte de Crime. Its Causes and Remedies. Sus intentospor imponer el famoso tıtulo paterno — si no pueden traducirse lostres volumes de L’Uomo delinquente, que la edicion americanaincluya al menos un amplio resumen del contenido; si tampoco esposible incluir ese resumen, que a la traduccion acompane labibliografıa lombrosiana y una noticia de los artıculos aparecidos ensu revista, el « Archivio di Psichiatria » — se estrellan siemprecontra la dificultad insuperable de sacar adelante un tratado aluvio-nal de extension poco comun (102).

Y las relaciones del comite editorial con los traductores (Lisle,Kelly, Solzd-Jastrow, Horton, Millar, De Salvo…) se encuentransometidas tambien a continuos avatares. Al conocimiento de unidioma que no siempre ha sido la lengua materna del autor — setrata de traducir la edicion mas actual — se anaden las dificultadesderivadas de la terminologıa tecnica y el control de los detalles deimpresion: si se desea obtener un buen resultado « experience hasshown us that the editorial member of the committee should go overthe MS very carefully and catch all those trivialities of error whichinvolve punctuation, typography and citation. Also that he shouldcolate the MS, to see that all the front matter is in shape according

(101) Cf. Wigmore Papers, box 204, folder 5. Tambien ibd. folder 1, conabundantes materiales; por ejemplo carta de Lindsey a Wigmore (29 de noviembre de1915), pidiendo noticias del Ferri para actualizar las referencias a la Sociologia contenidasen este otro libro; Wigmore contesta que « it is now too late to attempt to insert thecitations in the BONGER to the pages of the English translation of the FERRI », pues habrıaacarreado mayores retrasos (carta a Lindsey, 9 de diciembre). Lo malo es que estosintentos de perfeccion, aun rechazados, siempre terminan por perturbar: Wigmore haincluido por error galeradas del Ferri (¡mas retrasos!) en el sobre destinado a Lindsey(carta a Wigmore, 11 de diciembre).

(102) Cf. apendice documental, nn. 15-21.

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the former usage » (103); algo por completo diferente sera la eficaciacon que los colaboradores de Wigmore (Lindsay asume el Bonger; elpropio Wigmore, el Lombroso; Parmelee se dedica al Aschaffen-burg; Smithers brega con el Ferri…) desempenen esta incomodatarea (104). Hay que buscar ademas especialistas de prestigio queelaboren notas sobre la vida y obras de personajes que son, mas allade las fronteras de Europa, solo remotamente conocidos: hace reir laanecdota de Garofalo, quien debe explicar a Wigmore, cuandoacepta la oferta de traduccion, que no le escribe un fantasma:falsamente tenido por muerto, todavıa espera vivir lo suficiente paraver en ingles la Criminologia (105).

Cuando los esfuerzos comienzan a dar resultado (106) y lapublicacion definitiva se toca con la punta de los dedos todavıafluyen las cartas en busca de revisores con experiencia, de juristascapaces de escribir los prologos (mejor si se trata de jueces conoci-dos: E. Ray Stevens, Quincy A. Myers), de soluciones practicas paralos accidentes menores que dificultan la empresa (107). Algunos de

(103) Carta de Wigmore a Smithers, 17 de septiembre de 1913. En WigmorePapers, box 204, folder 1.

(104) En una carta cruzada entre Wigmore y Lindsey (17 de septiembre de 1914)antes citada, el de Chicago reprocha la indulgencia de algun editor con los dislates deltraductor: « Mr. Parmelee nearly ruined the reputation of the Committee by passing theAschaffenburg without doing much more than untying the string on the expresspackage » (cf. Parmelee a Wigmore, 6 de noviembre de 1912, con su ofrecimiento paracorregir la traduccion). Ambos escritos en Wigmore Papers, box 204, folder 1, donde secontienen, en general, copiosas noticias sobre el proceso de las traducciones.

(105) Raffaele Garofalo a Wigmore (21 de marzo de 1911), apendice documental,n. 22.

(106) No siempre con continuidad, como hemos visto. Si Kelly y Lisle mueren conlas manos en el Ferri, un Victor von Borosini, propuesto por Harry E. Smooth, secretariodel Institute, a Wigmore (24 de marzo de 1911) para traducir del aleman, frances oitaliano, se encarga del Bonger, pero falla (William W. Smithers a Wigmore, 4 de abrilde 1912). Cf. Wigmore Papers, box 25, folder 14.

(107) Revisores: hacıan falta para el Ferri, pero nadie sabe pagar su inevitableintervencion (William W. Smithers a Wigmore, 27 de octubre, 1916: « I am sorry thetranslation is so unsatisfactory, but I suppose we shall have to let it go »). Prologos: asıWigmore al sociologo (University of Missouri) Charles E. Ellwood (28 de diciembre,1909), solicitando a este pionero en la ensenanza de la sociologıa criminal (« in fact, Ibelieve it is your duty as the first man to lecture in this country on Criminal Sociology »)cinco o seis paginas sobre Enrico Ferri « to help launch this book ». Incidencias: las

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esos documentos nos avisan de la severa adaptacion que sufren lasversiones originales en su conversion al ingles: sabemos, por ejem-plo, que las notas del Ferri dan muchısimo que hacer, especialmente« certain portions of the text which in this edition are intended toappear as notes » (108). A ese libro se suma el Bernaldo de Quiros,pero ahora es el mismo interesado quien ha modificado el texto parala edicion americana (109). La obra de Bonger, amenazada en suintegridad como vimos, al final sufre profundas alteraciones (« no-te[s] to the American Edition », anadidos bibliograficos, supresionde partes y resumen de otras… tambien a iniciativa del traductor)(110). Una « Translator’s Note » al frente de la Criminal Psycholo-gy de Hans Gross advierte aun de la amputacion de referencias « notreadily accessible to English readers », « not of general psychologi-cal or criminological interest », amen del corte de otros pasajes(« the chief omission is a portion of the section on dialects ») (111).Decididamente creadora, aunque menos intensa en sus efectos, seanuncia la adaptacion del Garofalo: « the aim has been to say what

peores se dieron en el tan citado caso del Ferri: el colmo llega con la muerte del segundotraductor — que ha conseguido superar una enfermedad — en un noble acto deheroısmo: William W. SMITHERS, Editorial Preface, en Enrico FERRI, Criminal Sociology,Translated by Joseph I. Kelly… and John Lisle… Edited by William W. Smithers, withan Introduction by Charles A. Ellwood and Quincy A. Myers. Boston, Little, Brown andCo., 1917, xxi-xxv, p. xxiv. En Wigmore Papers, box 204, folder 1.

(108) William Smithers a Wigmore, 24 de enero de 1916 (Wigmore Papers, box204, folder 1).

(109) C. BERNALDO de QUIROu S, Modern Theories of Criminality. Translated fromthe Spanish by Alfonso De Salvo… with an Introduction by Wm. W. Smithers, Esq.Boston, Little, Brown, and Company, 1911. 249 pp. mas ındice. Cf. p. xxiii: « the entirecontents of the book have been recast in a new mold, which the author considerspreferable »; serıa completamente nuevo el ultimo capıtulo (« The Scientific Investiga-tion of Crime »).

(110) W.A. BONGER, Criminality and Economic Conditions. Trans. By Henry P.Horton, with an Editorial Preface by Edward Lindsey… and with an Introduction byFrank H. Norcross. Boston, Little, Brown, and Company, 1916. xxxi-716 pp. mas ındice.Cf. en particular BONGER, Preface to the American edition, xxvii-xxviii: ha condensado sutexto « as much as possible », eliminando las partes sobre raza y delito y pasajes sobreel medio fısico y el crimen; tambien « Translator’s Note », xxiii: condensacion deparrafos y notas « of a parenthetical nature ».

(111) Cf. Translator’s Note en Hans GROSS, Criminal Psychology. A Manual forJudges, Practitioners, and Students… trans. by Horace M. Kallen… With an Introductionby Joseph Jastrow… Boston, Little, Brown, and Company, 1911, p. [ix].

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Garofalo has said, but to say it as an Englishman or American wouldhave said it » (112). En fin, en el caso del Saleilles — sobre el queapenas informan los documentos — un cotejo entre las dos versionesnos sirve para situar los cambios: caıda del subtıtulo (sin dudaequıvoco en el ambiente general de la serie: « etude de criminalitesociale », recordemos) y de la dedicatoria (« a la memoire de M. C.Bufnoir […] et a celle de M. Gabriel Tarde […] ») y silencio sobreGaston Morin (« docteur en Droit, charge de Conferences a laFaculte de Paris »), colaborador de Saleilles en la edicion que setraduce (113)… Y las novedades introducidas en la traduccioncondicionan el ındice, pues los ocho capıtulos de la fuente seconvierten en diez (114) y un sistema de paragrafos (titulados ynumerados, noventa y siete en total) fragmenta el contenido, ası masaccesible a sus nuevos lectores. Una comprobacion minuciosa podradeterminar el alcance de todas estas intervenciones, en generalviolentas; creo que solo se salva la Philosophie penale (115) de GabrielTarde, seguramente por contar con subdivisiones y epıgrafes querespeta la edicion de Boston — con la simple innovacion de intro-ducir una numeracion corrida.

Y sin embargo ¿podemos seguir interesados en el autor empı-

(112) Cf. Translator’s Preface, xi-xv, en Raffaele GAROFALO, Criminology, trans. byRobert Wyness Millar… With an Introduction by E. Ray Stevens… Boston, Little,Brown, and Company, 1914, p. xiii. Por lo demas, « pursuant to the ideas of theEditorial Committee », el traductor habrıa introducido tıtulos de seccion y de parrafos.

(113) Raymond SALEILLES, L’individualisation de la peine. Etude de criminalitesociale, Paris, Felix Alcan, 1909. 2e. ed. revue et mise au point.

(114) Los editores del Saleilles cortan el capıtulo VI (« Responsabilite et indivi-dualisation ») en el ultimo parrafo de la p. 167, creando un nuevo cap. VI (« TheDoctrine of Responsibility ») y otro VII, para el que mantienen el tıtulo primitivo(« Responsibility and Individualization »); el capıtulo VII original (« L’individualisationlegale et l’individualisation judiciaire ») gemina en los capıtulos VIII (« Legal Individua-lization ») y XI (« Judicial Individualization »). Allı donde Saleilles introducıa un saltologico mediante tres asteriscos en angulo (cf. por ejemplo p. 169) el editor americanoabre paragrafo.

(115) Gabriel TARDE, La philosophie penale (1890), Paris, Maloine, 1903, 4a. ed.revue et corrigee. Los capıtulos (nueve) se dividen en partes, a veces subdivididas; laedicion americana simplifica el esquema, con respeto a los capıtulos y disposicion deltexto en (cien) paragrafos correlativos; cf. Penal Philosophy… trans. by Repelje Howell…With an Editorial Preface by Edward Lindsey… and an Introduction by Robert H.Gault. Boston, Little, Brown, and Company, 1912.

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rico de un texto? Situados en el ‘After Babel’ (Steiner) la preguntasagaz de Umberto Eco — que obviamente recibe una respuestanegativa — me resulta oportunısima, no en ultimo lugar por delatarlas perplejidades que encierra cualquier operacion de lectura otraduccion. Parece posible avanzar un paso mas y entender, graciasal semiologo de Bolonia, que « toda traduccion es producto delmarco conceptual que le da lugar […] desde [tal] perspectiva, sehace muy difıcil reducir el fenomeno de la traduccion a la cuestionde la fidelidad o de la equivalencia ». Es mas, « traduccion es lo queen el contexto de destino se considera traduccion », de modo que eltraductor « habra de reconocer que esa consideracion, esas normasque determinan que se traduce y como se traduce […] estan muylejos de ser imparciales y objetivas ». Si leemos correctamente estasobservaciones antes de proyectarlas sobre la experiencia singularque nos interesa se habra de concluir que la traduccion inventa untexto ‘original’ en la medida necesaria a la cultura (tiempo, lugar,lengua, estilo) del futuro texto ‘traducido’. Ası las cosas, si el procesode ‘recepcion’ del texto nos permite identificarlo en cuanto tal, si elcambio de lengua empapa con referentes desconocidos el discursoajeno, entonces la traduccion abandona su (aparente) posiciondegradada para ocupar el terreno reservado a la creacion intelec-tual (116).

De manera que los Gross, Garofalo, Bonger, Lombroso…serıan una pura invencion de John H. Wigmore. Probablemente unaencuesta conducida en general sobre las traducciones jurıdicas —otro fenomeno datado en el cambio de siglo — conseguira demos-trar que esta radical afirmacion no carece de medida: a ver quien seatreve a distinguir entre ‘originales’ y ‘copias’ (o ‘traducciones’) si unlibrero cualquiera, por ejemplo el espanol Jose Lazaro (1862-1947),solicita de sus autores « mas que una traduccion rigurosa una

(116) Tengo a la vista Interpretacion y sobreinterpretacion (1992), trad. JuanGabriel Lopez Guix, Cambridge (U.K.), Cambridge University Press, 1995, pero sonargumentos recurrentes en toda su obra. Tambien, Natalia ARREGUI BARRAGAuN, Estado dela investigacion en el ambito de la teorıa de la traduccion literaria, en Cedille. Revista deestudios franceses, 1 (2005), 2-27, util regesto: por eso me maravilla la ausencia en esaspaginas del aludido George STEINER, Despues de Babel. Aspectos del lenguaje y latraduccion (1975), trad. Adolfo Castanon y Amelio Major, Madrid, Fondo de CulturaEconomica, 2001 (reimp. de la ed.21995).

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adaptacion, un plagio como si digeremos (aunque poniendo elnombre del autor, claro esta), algo como lo que harıa uno que sepropusiera copiar un Derecho penal sin que se conociese. Yo noquiero un Derecho aleman traducido, sino un Derecho espanolsiguiendo el metodo del autor aleman y utilizando todo lo que de supensamiento, de sus palabras, etc. se pueda utilizar. No se si lograreexplicar bien mi pensamiento. Lo primero que quiero es que no secite ningun artıculo del Codigo aleman, porque esto confundemucho ».

Aunque los modos literarios de Jose Lazaro Galdiano, propie-tario de la La Espana Moderna, a quien pertenecen las frasesanteriores (117), fueran (si lo fueron) mas expeditos que aquellos deJohn H. Wigmore, debemos admitir que los nueve libros de Nor-thwestern adquieren una insospechada dimension al juntarse ycomponer una serie. Me refiero al ‘efecto biblioteca’ — un curiosofenomeno (118) que nunca se darıa con la simple agrupacion devarios libros de fechas distintas y escritos en frances, espanol yaleman.

1. De una parte — la parte del ‘efecto’ que llamarıa uniformi-zacion — esos libros obtienen, al salir en ingles, una lengua comun.Cuanto representaba ante ojos americanos la babelica experienciadel continente europeo se reduce por fin a un codigo inteligible y asıde facil acceso: « toda traduccion », ensena Steiner (p. 244), « seempena en abolir la multiplicidad y en reunir las distintas visiones

(117) Archivo Universitario de Salamanca, Fondo Dorado Montero IV, 13 (31),carta de Lazaro a Dorado, 24 de octubre de 1894; tambien id. (31), a proposito de unaobra del italiano Sighele: « mas que traduccion ha de ser adaptacion ». Sobre elimportante personaje, coleccionista de arte y productor de textos (entre ellos, traduc-ciones de autores de la Series: Lombroso, Ferri, Garofalo, Tarde…) cf. Juan AntonioYEVES ANDREuS, Jose Lazaro Galdiano, bibliofilo y editor, y Goya, en « Goya. Revista deArte » 252 (1996), 331-340.

(118) Uso analogicamente el ‘efecto libro’ (« conservation », « difussion », « cris-talisation et amplification », « autorite », « recit ») del que trata Robert DARNTON, LaFrance, ton cafe fout le camp! De l’histoire du livre a l’histoire de la communication, en« Actes de la recherche en sciences sociales » 100 (1993), 16-26, en combinacion conRobert CHARTIER, L’Ordre des livres. Lecteurs, auteurs, bibliotheques en Europe entreXIVe et XVIIIe siecle, Aix-en-Provence, Alinea, 1992, en particular pp. 69 ss. de« Bibliotheques sans murs ».

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del mundo en una congruencia unica y perfecta » (119). No suponeentonces una perdida de estilo, no parece una manifestacion de malgusto yankee aquella sincera frase de Wigmore al presentar supropuesta al congreso de Chicago: « You or I may not agree withLombroso, but I would take the opportunity to read him in twoSunday afternoons if he were put into English ».

Dos tardes de domingo, amenizadas con L’Uomo delinquente…La torre de Babel es metafora que expresa la imposibilidad de lograruna mutua comprension, pero tambien simboliza la riqueza inago-table del pensamiento humano. La torre se convierte entonces enbiblioteca y puede atesorar, entre todas las combinaciones posiblesde los veinticinco signos alfabeticos, la globalidad del universo:desde luego contiene una version de cada libro realizada en cadalengua (120). Despues de Babel y despues de Borges el historiador dela Modern Criminal Science Series observara perplejo los tomos queya conocemos. Se ha ganado en facilidad de lectura, pero pagandoel precio de una saludable complejidad: se dirıa que el proyecto deWigmore hace suya la imagen de una Babel-maldicion a medida enque se aleja de la biblioteca de Babel. Y es que la traduccion inglesade la criminologıa europea encierra un acto de poder indiscutible(« el dominio creciente de un esperanto angloamericano en todo elplaneta », se lamenta Steiner, p. 18) que anuncia la irrelevanciaacademica de otras lenguas, en especial la francesa: ese viejo idiomade uso internacional que aun utilizaban el holandes Bonger y eltriunvirato positivista italiano (tambien directamente: Garofalo).

Tenga o no que ver con el asunto que tratamos, no resisto latentacion de recordar aun que la exigencia del ingles como requisitolegal para la naturalizacion del inmigrante se introduce en los

(119) Y nada mas expresivo de tal anhelo que el proposito de Edward Lindsey,editor del Bonger, de disponer de un Ferri traducido, al objeto de convertir a esa versionlas citas de Ferri contenidas en Criminalite et conditions economiques; cf. supra (n. 101).Por su parte Smithers, en el Editorial Preface que compone para Ferri cit. no deja desenalar (p. xxiii) que « in ‘Modern Theories of Criminality’ by De Quiros, translated asVol. I of the Modern Criminal Science Series, will be found an appreciation of Ferri’splace in modern criminal science ».

(120) Jorge Luis BORGES, La biblioteca de Babel, en El jardın de los senderos que sebifurcan (1941), ahora en Obras completas, I (1923-1949), Buenos Aires, Emece, 1989,465-471. Cf. Steiner cit. (n. 116), pp. 89 ss.

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Estados Unidos apenas dos anos antes de nacer la serie de John H.Wigmore (cf. Naturalization Act, 1906) (121). Casualidad o no, sedirıa que la serie y la ley ejecutan de modo inexorable un autenticoplan de « americanizacion » (de libros, de personas, de valores) queanuncia el advenimiento de una epoca nueva.

2. Identificacion. La lectura siempre es re-escritura. La intui-cion de Borges ciertamente vale para la especie particular de lecturaque acarrea la traduccion: en el fondo, nunca sabremos si el lloradoPierre Menard lee, escribe, re-escribe o traduce el Quijote deCervantes, un libro del siglo XVII del que Menard (« los capıtulosnoveno y trigesimo octavo de la primera parte […] y un fragmentodel capıtulo veintidos »: la traduccion, el laberinto, la cabala) tam-bien serıa autor… a comienzos del siglo XX. Ahora bien, « re-escribir un texto […] implica dos momentos: la apropiacion de undiscurso ajeno y el cambio de su sentido original mediante lareinsercion de dicho discurso en un contexto nuevo ». Si aceptamosla opinion de un crıtico autorizado del imprescindible poeta argen-tino (122) estaremos a un paso de descifrar el alcance del tıtulogeneral que John H. Wigmore concede a su coleccion: como sabe-mos, son nueve textos de Modern Criminal Science.

He ahı tres palabras que no han empleado ninguno de losautores traducidos; terminos cargados de sentido que otorgan a losvolumenes de la biblioteca criminologica una identidad precisa:desde esta perspectiva, la traduccion « representa un intento dedotar a la significacion de una nueva forma, un ensayo concebidopara encontrar y justificar otro enunciado posible. El arte del

(121) Para esto ultimo, contexto de lo primero (o al reves), cf. W. SCHROTH,Language and Law, en « American Journal of Comparative Law » 46 (1998 Supp.),17-39. Tambien, Michael DICHIARA, A Modern Myth. The Necessity of English as theOfficial Language, en « Boston College Third World Journal » 17 (Winter 1997),101-131: el motivo del ‘English-only’ tendrıa esta suerte de antecedentes (y aun peores:prohibicion de usar lenguas autoctonas, apartamiento del sufragio, siempre por razoneslinguısticas, de la poblacion neoyorquina yiddish y de los chinos californianos, etc.).

(122) Vıctor G. ZONANA, Varia fortuna de Pierre Menard: proyecciones del conceptoborgiano de re-escritura en la teorıa literaria, en « Anales de literatura hispanoameri-cana », 21 (1992), 357-364; asimismo, STEINER cit. (n. 116), pp. 91 ss, sobre este relato(1939), « el mas agudo y denso comentario que se haya dedicado al tema de latraduccion ».

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traductor », concluye Steiner (p. 244), es « profundamente ambiva-lente: se inscribe en un juego encontrado de fuerzas, entre lanecesidad de producir facsımiles y la de hacer recreaciones ». Y meparece que el ‘efecto biblioteca’, en cuanto tiene de identificacion,responde a este segundo momento.

Con independencia de fecha, tradicion intelectual, lengua ymateria los libros de Wigmore se nos presentan, en primer lugar,identificados como aportaciones ‘modernas’. Y ya se sabe: « [m]o-dern, at the time, meant opposition to the tenets of classical criminallaw […] the ‘modern’ view emphasized the biological and socialdeterminants of human behavior, the need to consider the causesand conditions of crime, and the futility of insisting on a strictequivalence between crime and punishment if the object is to reducethe incidence of criminality ». A la oportuna precision de EdwardM. Wise (123) solo cabe agregar que el campo semantico de lamodernidad implica en nuestro contexto un juicio de valor, al tiempoque un desideratum en relacion a la justicia penal. Pues lo modernoofrece, en primer lugar, un metodo que se entiende mejor que elclasico (mas realista y mas efectivo) para combatir la criminalidad; esmas: el momento del ‘combate’ pasa a ser secundario ante elprotagonismo que logra ahora el momento ‘cognitivo’: pues solo conla ‘etiologıa’ del comportamiento criminal (« it does have naturalcauses, — that is, circumstances which work to produce it in a givencase »: cf. « General Introduction to the Series », p. vii) puedeprevenirse su comision… o castigarse de un modo practico (h.e.proporcional, individual, adecuado).

Ahora bien, este paradigma ‘moderno’ que quiere sorprender alcrimen en sus mismas raıces (« the man’s heredity, the man’sphysical and moral make-up, his emotional temperament, the su-rroundings of his youth, his present home, and other conditions, —all the influencing circumstances », ibd.) alberga, en segundo lugar,un desideratum irrenunciable bajo la especie de un programa dereformas, tanto del derecho sustantivo como del proceso penal(incluida en especial la ejecucion de la condena): a la luz de lasinvestigaciones actuales la justicia criminal resultarıa una herra-mienta envejecida para evitar el crimen (« this ignorance or indiffe-

(123) Cit. (n. 48), pp. 1287-1288.

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rence has blocked the way to progress in administration », ibd.), poreso reformable de inmediato.

Los modernos criminologos son ‘naturalmente’ reformers: lalibertad condicional, la remision de la pena, los tribunales demenores, la negociacion con el acusador publico (plea bargaining)son novedades que se suceden desde los anos 1870; ahora se colocanpor fin en un cuadro coherente que responde a la maxima del« individualized treatment » (124). Sobre tal principio se hace posibleun empeno de ciencia: otra clave identitaria de la serie o biblioteca.Por lo demas, esta ciencia nueva, que es justamente positiva, tieneque ver con el derecho (acaso son los restos de la ‘escuela clasica’)pero va mas alla de la dogmatica habitual: en los terminos de uno delos libros de la Series, « criminal science, while remaining a juridicalscience in its results must nevertheless in its basis and its means ofresearch become a branch of sociology » (Ferri, p. 555). El proyecto‘cientıfico’ de la biblioteca (125) se abre entonces a expertos que noson juristas de formacion — tanto los autores (Lombroso, Ascha-ffenburg) como, sobre todo, el cırculo de usuarios — y proponeademas un saber universal — apto para ser elaborado (aplicado,demostrado) por cualquiera que este preparado y opere en cualquierambito social o geografico — frente a la experiencia provinciana delos textos clasicos de derecho. Expresado de otro modo, la criminalscience no es, nunca llegara a convertirse en Landesjurisprudenz.

Sobre tales convicciones se hace posible el plan de las traduc-ciones, pero la cuestion todavıa no nos interesa. Ciertamente, con-siderados de una forma aislada, los libros europeos han asumido elmodelo ‘cientıfico’ descrito — demasiado habitual en el cambio desiglo — pero nuestra serie en cuanto tal lo utiliza como referente dela misma coleccion: la ciencia deja de ser una condicion textual quedirıamos ‘ıntima’, un elemento epistemologico del texto para con-

(124) Con referencia a Enrico Ferri y la ‘scuola positiva’ ha estudiado — de modoexcelente — la vocacion reformadora SBRICCOLI cit. (n. 65), pp. 632 ss.

(125) Cf. aun el prospecto de la serie cit. (n. 128) pues los libreros anaden unapagina con notas de prensa entre las que destacan — expresa muy bien el valoridentitario que atribuyo a la coleccion — las frases siguientes, tomadas de una resena delNew York Herald: « Spain, Germany, Italy, France, and Holland have been called uponto teach the United States something about ‘criminal science’ … the result promises tobe one of the most valuable and important contributions to the literature of sociology ».

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vertirse desde el titulo de aquella en reclamo de futuros lectores. Yası, aunque el libro de Saleilles desprecie los apoyos empıricos y nose entretenga con estadısticas criminales, recuento de tatuajes omediciones craneanas su mera inclusion en la biblioteca le acerca demanera inexorable al determinismo que el autor pretendıa refutar: alfin y al cabo se ha ocupado tan extensamente de la ‘escuela italiana’(cf. « The Italian School and Individualization Based upon Formi-dability », pp. 99 ss) que sus propositos crıticos contra esos « refor-mers, ready, in their disregard of the judicial attitude, to replace lawby sociology » (p. xxii) tambien pueden servir como fuente deinformacion. Lo mismo podrıa predicarse de la filosofıa penal deTarde, un corpulento volumen que « est un examen des idees misesen circulation et en faveur […] par l’ecole d’anthropologie crimi-nelle » (« Avant-propos », sin paginar), « an examination of ideasput in circulation and brought into favor […] by the school ofcriminal anthropology » (« Author’s Foreword », p. [xviii]); uno yotro libro (las unicas piezas discutidas al instante de formar lacoleccion, segun vimos) (126) sufrirıan — colocados dentro de ella —aquella especie de ‘transfiguracion’ de la que nos habla Steiner (p.17), « en la que el peso y el brillo intrınseco de la traduccion eclipsalos de la fuente ».

3. Inclusion. Sin duda la manifestacion mas obvia del llamado‘efecto biblioteca’ se produce por el modus operandi que exige todacoleccion: unos pocos libros entran en la misma y otros, muchootros, sencillamente no son tenidos en cuenta. Las obras seleccio-nadas constituyen entonces un conjunto autonomo donde los lazosrecıprocos y ciertos elementos comunes (lengua, impresion, formato,tıtulo colectivo, comite editorial) se afirman sobre la singularidad de

(126) Por parte del sociologo Maurice Parmelee, Ph. D. (« Associate Professor ofSociology in the University of Missouri »), autor — recuerda nuestra serie — dePrinciples of Anthropology and Sociology in their Relations to Criminal Procedure: cf.Gustav ASCHAFFENBURG, Crime and Its Repression… trans. by Adalbert Albrecht… Withan Editorial Preface by Maurice Parmelee… And an Introduction by Arthur C. Train…Boston, Little, Brown, and Company, 1913, p. [xi], n. 1. En Cesare LOMBROSO, Crime. ItsCauses and Remedies… trans. by Henry P. Horton… With an Introduction by MauriceParmelee… ibd. 1911, a Parmelee se le atribuyen unos Principles of Criminal Anthro-pology: mera abreviacion del tıtulo primero (New York, Macmillan, ca. 1908).

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cada tıtulo en concreto. Si la biblioteca les ofrece de este modo uncontexto nuevo (en el caso que estudiamos se describe facilmentecomo ‘europeo’, ‘cientıfico’, ‘moderno’, ‘positivo’, ‘reformista’, etc.)tambien es cierto que cualquiera de los libros de la serie ‘contex-tualiza’ a los restantes, en beneficio final de la uniformidad.

Por otra parte, al dejar fuera un panorama literario vastısimo,parece que la biblioteca no se explicarıa por aquella « confianzainicial » descrita por George Steiner (« concedamos, de entrada, que‘hay algo allı’ que debe comprenderse; que el traslado no seravacuo ») como el primer elemento del « desplazamiento hermeneu-tico » que encierra el acto de traduccion (pp. 303 ss): a mi entender,la ‘confianza’ exige tambien una previa atribucion de sentido, seencuentra tambien apoyada en la extension del contexto propio del‘bibliotecario’ (valores, intereses, conocimientos) hacia la obrafuente, lo que hace plausible al final la seleccion. Algo de eso veo enla nada inocente afirmacion de William Smithers, deslizada en suprologo al Ferri: a pesar de una tradicion local que ahora se recuerda(« the announced but undeveloped theories of Lieber […] andDrahms »), « no American writer […] has devoted such untiringenergy to the problem as a whole as Gross of Austria, Tarde ofFrance, Garofalo of Italy or Bonger of Holland » (p. [xxi]).

Desde luego, no resulta facil conocer el proceso en sus detallesni, aun menos, justificarlo en su vertiente negativa; por citar unsupuesto cercano, son bastante opacas las razones de Wigmore alexcluir un Joseph Van Kan, Causes economiques de la criminalite(1903) a favor de un Willem A. Bonger, Criminalite et conditionseconomiques (1905) (127). En cualquier caso, la coleccion de estaobra en la biblioteca sin muros que aquı analizamos — cualquierinclusion, en general — emite ciertos « ecos », desencadena feno-

(127) Una hoja de mano de Wigmore (cf. Wigmore Papers, box 204, folder 2)recoge un « Mem. of desirable volumes to add as a Supplementary Series », con trestıtulos: Ladislaus v. Thot [h.e. Laszlo THOu T], History of the Literature of Criminal Lawin Countries other than Germany, 1912; Hans GROSS, Criminal Police Science, « being7th. ed. 1912 of Hans’ Gross Handbuch der Untersuchungsrichter » y una Psychology ofCrime. Tambien estaba pendiente la publicacion de las fracasadas lectures de Gross,como recordaremos; su ausencia entre estos ‘suplementos’ — de los que nada mas puedodecir — revela el escaso entusiasmo que causa en Wigmore la propuesta editorial delpenalista austrıaco.

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menos especulares (pues la biblioteca actua a modo de « espejo, queno solo refleja, sino que tambien genera luz ») que amplifican lossignificados: « incluir un texto fuente en la categorıa de las obras quemerecen traducirse equivale a conferirle una dignidad inmediata y ainvolucrarlo en una dinamica de magnificacion (sujeta, por supuesto,a posterior revision y, quiza, hasta a destitucion) » (Steiner, p. 307).

4. « The Modern Criminal Science Series », proclaman losfolletos de propaganda que anuncian la coleccion de Wigmore,« comprising works by eminent European authorities ». Las ‘auto-ridades’ lo son por designio de un editor que no escatima los elogios:Bernaldo de Quiros serıa « the most eminent of modern Spanishcriminologists » (a pesar de Dorado y de Salillas); Hans Gross, « oneof the half-dozen most eminent European students of CriminalScience » (como si no existiera von Liszt); el famoso Lombroso « isalready universally known to Americans » (¿tambien lo era Carrara,Ellero, Pessina?); Enrico Ferri, « a pupil of Lombroso […] is arecognized leader of his school of thought, which has exercised animportant influence throughout Europe », etcetera (128). Las alaban-zas expresan perfectamente la ‘magnificacion’ (los ecos, los espejos)de que hablaba Steiner y nos ponen sobre la pista de una ultimavertiente del ‘efecto biblioteca’. Me refiero a la expansion, esto es, elaumento del numero de lectores de una obra gracias a la simplecircunstancia de su publicacion seriada.

Esta caracterıstica, inevitable en cierta clase de textos (enciclo-pedias, revistas), facilita la lectura de libros que ganan por lacontiguidad establecida con otros: en pocas palabras, el estudiosoque acude a Lombroso bien puede terminar cogiendo ademas unSaleilles. Y es que la coleccion genera un ambito de consulta masconcurrido que cuanto harıa prever la suma aritmetica de losusuarios potenciales de cada pieza aislada. Las estrategias comercia-

(128) Sigo con Wigmore Papers, box 204, folder 2. Aquı se contiene el prospectode la serie (ca. 1913) con lista de sus nueve tomos (se indica el traductor) y a)presentacion general (que depende de la « General Introduction » escrita por Wigmore),b) descripcion de autores y contenidos con indicacion del precio, c) boletın parasuscripciones, d) fragmentos de resenas elogiosas. Hay otro prospecto de fecha anterior,con noticia de « Officers of the American Institute of Criminal Law and Criminology »,Wigmore por supuesto en cabeza.

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les a favor de la serie se anadirıan sencillamente a la magnificacion oeco que provocarıa el esfuerzo del traducir.

V. La biblioteca y la crıtica.

Las (cuatro) anteriores manifestaciones del ‘efecto’ convergen,en resumen, hacia una auteuntica (5) americanizacion de nueve libroseuropeos. Los paratextos anadidos a la obra traducida han sido losprincipales reponsables del fenomeno; llegados a este punto procedeexponer las lıneas maestras que les han otorgado sentido.

Los paratextos americanos han servido, en primer lugar, parapresentar velozmente a los autores ante su publico nuevo: « theEditorial Preface has for its main function to give some account ofthe reputation and works of the author », advierte en generalWigmore (129). Con la excepcion de Lombroso y, tal vez, EnricoFerri (130) el resto de los nombres de europeos remite a celebridadespuramente locales que conviene hacer visibles: el cursus honorum(tıtulos, cargos, catedras), los meritos particulares (« Ferri provedhimself a born teacher; from the first his lecture rooms werecrowded, and his popularity among students was very great », p.xxii), los libros mas importantes (en especial, revistas: como elArchiv fur Kriminalanthropologie de Hans Gross), las tesis y escuelasprincipales […]. todo vale para explicar a los lectores la selecciondel texto exotico y el esfuerzo gastado en traducirlo: por eso tambienhay que relatar las peripecias del proceso de traduccion cuando susmuchos accidentes — sucedio con el maldito Ferri (pp. xxiii-xxv) —han sido tan peturbadores que se teme por el resultado final (131).

(129) Carta de Wigmore a Smithers, 29 de noviembre de 1915 (Wigmore Papers,box 204, folder 1). La circunstancia de esta misiva esta en un malentendido a propositode la presentacion del Ferri: el sociologo Charles A. Ellwood habrıa enviado un prefaciosin noticias bio-bibliograficas; los datos recopilados a ese fin se envıan ahora a Smitherspara su nota editorial.

(130) Y la Introduction to the Volume de Ellwood cit. (n. 107), p. [xvii], puederecordar la reciente publicacion americana de Socialism and Modern Sciences (1909) yThe Positive School of Criminology (1912).

(131) Los parrafos sobre traductores y revisores son cosa de Wigmore, que los anadepor su cuenta en el prologo de Smithers: « but I do not believe that I have said anythingto which you would not agree » (Wigmore a Smithers, 31 de octubre de 1916, cit. n. 129).

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En segundo lugar, los prologos y notas editoriales pretendencolocar la obra que viene de fuera dentro del espacio de recepcion.Se trata, ensena Steiner, de la ‘incorporacion’ del libro fuente a sunueva lengua, un momento « capaz de dislocar o de reacomodartoda la estructura del original […] aquı se presentan dos familias demetaforas, probablemente emparentadas: la de la comunion sacra-mental o encarnacion y la de la infeccion » (p. 305). Y entonces lostıtulos que traduce Wigmore pueden enlazar, merced a los prologos,con referencias americanas (William Smithers sobre Ferri, p. [xxi]),descubrir en un extranjero lıneas de pensamiento anglosajonas (132),dispensar aplausos al tiempo que crıticas (133), arrastrar las conclu-siones ajenas hacia los problemas propios (134), en fin, exponer laliteratura nacional a proposito de la recibida (135). Nada tiene deraro que los prologos disciplinen la posterior lectura y sean valor quese anade al libro: « [t]he editorial preface », observa sobre el Ferriun crıtico especializado, « enhance its value » (136). Por esta ultimarazon la incorporacion pasa ademas por la presencia de firmasilustres al pie de los paratextos: un magistrado conocido, un famosoprofesor americano que escriben sobre Saleilles o Bonger convocan‘naturalmente’ a sus colegas hacia las paginas que ası avalan; secun-dariamente, los prologos dialogan con el autor y refutan, llegado elmomento, escrupulos demasiado europeos sobre la recepcion del

(132) Cf. MILLAR cit. (n. 112), p. xi: “Anglo-Saxon influences have not been withouttheir part in the ground work of his system. Here Darwin, Spencer, and Bagehot have allcontributed to shape his thought and color his ideas”. La nota prosigue con las informa-ciones biograficas y bibliograficas de rigor, solo en este caso confiadas al traductor.

(133) Y ası, el autor de la Criminal Sociology « eminently deserves… to be calleda criminal sociologist in the true sense, even though one may have to criticize thesociology upon which he builds his general view of the problem of crime »; ELLWOOD cit.(n. 107), p. xxviii.

(134) Por ejemplo, la prostitucion o la relacion entre el alcoholismo y la delin-cuencia: cf. Maurice PARMELEE, Editorial Preface to this Volume cit. (n. 126), [xi]-xv.

(135) Cf. Charles A. ELLWOOD, The Classification of Criminals, en « Journal »… 1(1910-1911), 536-648, en relacion la compleja clasificacion de Ferri. Por otra parte,Maurice PARMELEE toma de sus Principles of Anthropology and Sociology… (1908) lo quele hace falta para exponer sinteticamente las doctrinas lombrosianas: cf. Introduction tothe English Version, en LOMBROSO cit. (n. 126), [xi]-xxxii, pp. xiii ss.

(136) Cf. FERRI, Criminal Sociology (1917) en « Journal of the American Instituteof Criminal Law and Criminology » 8 (1917-1918), 629-635 (Arthur J. Todd), p. 634.

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« diritto penale sociale » (Sbriccoli) en tierras capitalistas: « thedistinguished author [h.e. Bonger] may be agreebly disappointed inthe number of American readers who will agree in a large measurewith his conclusions as to the causes of crime generally » (137).

La incorporacion se intensifica, en tercer lugar, cuando el autortraducido interpreta la nueva version de su obra como la mejorconfirmacion de las tesis mantenidas: « the work of scientific germi-nation, which is an inevitable phase for every new doctrine », pordecirlo con Ferri (cf. « Author’s Preface to the American Edition »,p. xxxix). La sentencia condicional, la justicia de menores, etc. sealegan ahora como reformas de sentido practico pero dotadas derigor cientıfico que demostrarıan el acierto de la criminologıa mo-derna. De este modo nuestros prologos insinuan aquel otro ele-mento del desplazamiento hermeneutico que Steiner define con eltermino ‘reciprocidad’, a saber: « la autentica traduccion tendera aigualar, aunque las etapas de la mediacion sean largas y oblicuas […]el traductor, el exegeta, el lector solo es fiel a su texto, solo tienereacciones fidedignas y responsables cuando se empena en estable-cer el equilibrio de las fuerzas, de la presencia integral que sucomprension apropiativa ha desquiciado […] Las flechas de lasignificacion, del enriquecimiento cultural y psicologico, apuntan enambas direcciones » (pp. 308-309).

El atinado juicio de Steiner nos viene como anillo al dedo parapresentar una derivacion de nuestro argumento sobre la que apenas

(137) Cf. Frank H. NORCROSS (‘Chief Justice of the Nevada Supreme Court’),Introduction to the Volume, xix-xxii, en BONGER cit. (n. 110), p. xix; tambien p. xxii: « thevalue… does not depend upon an agreement with the views of the author. The book willbring to the American reader a depth and breadth of view most valuable to theadministrator of criminal law and those interested in the wider field of social progress ».El contrapunto lo ofrece BONGER, Preface to the American Edition cit., p. xxvii: “I amfully convinced that my ideas about the etiology of crime will not be shared by a great manyreaders of the American edition”, pues desde su posicion socialista defiende que la mejorade condiciones vitales de la clase proletaria serıa la unica medida eficaz para erradicar ladelicuencia. Cf. aun NORCROSS, p. xx, refutando las razones del autor contra la esterili-zacion: « we Americans have been so busy developing a new country », por lo que habrıafaltado en los Estados Unidos el tiempo necesario para orientar el derecho penal segunlas ensenanzas de la ciencia; menos mal que se han producido las iniciativas de Wigmore:« the quickest way for Americans to become abreast of the best modern thought oncriminal law and criminology ».

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poseo informacion. Me refiero a las dificultades que encierra cual-quier traduccion tecnica (uso el adjetivo con alcance equivalente a‘no literaria’, ‘no creativa’), pues parece que, en estos supuestos, lafidelidad al texto fuente es la condicion necesaria de aceptacion delnuevo discurso. Gracias a Babel comprobamos que un viejo poemachino se traduce esplendidamente (quiere decirse: con mas empatıa,sentido estetico, economıa de recursos linguısticos) aun sin saberuna palabra de esa lengua, pero un libro de derecho extranjeroplantea, en principio, un problema por completo diferente.

O tal vez no. Ya hemos comprobado que los editores (espanoleso americanos) de hace un siglo no tuvieron demasiados escrupulosa la hora de manipular los textos. Se dirıa que el ideal de ‘fidelidad’a la fuente tecnica — si es que este valor figuraba entre suspropositos — ha sido inmolado en el altar de la ‘utilidad’ inmediata:antes que respetar citas en un idioma incomprensible (Gross), antesque castigar al lector con un codigo penal desconocido (Lazaro —Dorado Montero), en fin, antes que abandonarlo en medio decapıtulos interminables (Saleilles) cuanto mejor no sera prescindirde lo accesorio, alegar la ley nacional o trocear el texto segun el estiloal uso. Los responsables de estas operaciones no aceptarıan proba-blemente reproches por su alegre proceder (la fidelidad al mensajeexpulsarıa la fidelidad a las palabras); con toda seguridad alegarıanque las nuevas divisiones o las notas abreviadas han dejado incolumela sustancia del original: es mas, en defecto de su decidida interven-cion la obra ajena nunca habrıa llegado a las manos del publicoamericano (« translated into the English: a language so different inidiomatic expression », por expresarlo en los terminos — traducidos— de Bernaldo de Quiros). Y es que « todo acto de comprensiondebe apropiarse de otra entidad ».

La regla enunciada (se trata de la ‘agresion’, una mas de lasetapas del desplazamiento hermeneutico de Steiner, p. 304) conoceun cumplimiento fatal con independencia de la naturaleza poetica otecnica (jurıdica) del discurso traducido y nos demuestra que la‘fidelidad’ es, aparte de un (mal) sueno, poco menos que unavariable independiente de los deseos del traductor y de la aceptacionque lograran sus trabajos. Antes y despues de Wigmore: es suficienterecordar que la intervencion editorial de Luther S. Cushing alpublicar (hacia 1850) la version inglesa del tratado de Jean Domat ha

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seguido exactamente los mismos pasos (reduccion del texto, elimi-nacion de notas y referencias superfluas al derecho romano…(¡incluso la impresion de la obra a cargo de Little y Brown, deBoston!) que recorre nuestra serie criminologica al cabo de dosgeneraciones (138).

De aceptar los analisis mas solventes, el enfasis en el receptor olector del libro sigue guiando la empresa de legal translation ennuestros dıas: mejor « liberal » que « literal » — afirman los profe-sionales del ramo (139). Ahora bien, la liberalidad ‘agresiva’ quepermite comprender, al convertirlo en objeto de apropiacion, eltexto fuente acarrea un segundo y complejo problema referido, nosolo a la exigencia de conocimientos previos por parte de lostraductores (sepamos que en la serie de Chicago la mayorıa no tieneformacion jurıdica: Kallen, De Salvio, Jastrow, Horton, Albrecht),pero tambien al salto de ‘familia’ o ‘cultura’ que se produce alimportar los libros jurıdicos del continente europeo hasta Norte-america — con la cascada de dificultades derivadas que hacenimposible una adecuada transposicion institucional. Si la laboreditorial de Wigmore y los suyos, reforzada mediante revisores quetambien controlan la terminologıa, ha intentado compensar losdeslices de traductores legos, el que podrıamos llamar ‘foso compa-rativo’ no ha preocupado en absoluto al « committee on transla-tions ». Desde luego la traduccion llega a complicarse cuando eltexto de referencia es, a su vez, otra traduccion (Lombroso, Ferri).En relacion al Garofalo se trabaja con una version francesa realizadapor el propio autor, pero nuestros paratextos — que conocenperfectamente, se dirıa, la Babel de George Steiner — advierten quetampoco entonces hay garantıas con una auto-traduccion: pareceprudente tener a la vista una version italiana de la obra, lo que eltraductor (Millar) « has found […] of much service » (p. xiii). Porejemplo ¿como traducir probite, un vocablo usado por Garofalopara designar el segundo de los instintos altruistas primarios, pre-

(138) Cf. M. H. HOEFLICH, Translation and Reception of Foreign Law in theAntebellum United States, en « American Journal of Comparative Law » 50 (2000),753-776, pp. 767 ss.

(139) Susan SARCEVIC, New Approach to Legal Translation, The Hague-Boston,Kluwer Law International, 1997.

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sente en los sentimientos de respeto a la propiedad ajena? Eltermino ‘honesty’ se acercarıa al sentido buscado pero no termina deofrecerlo, al ser mas amplio o ambiguo; tal vez valga ‘probity’…. sino fuera porque esta palabra denota un maximum de compromisomoral ausente de la ‘probite’ francesa (p. xiv). Pero esta claro que lacriminologıa ‘cientıfica’, esta amalgama de derecho, economıa, me-dicina, estadıstica… escapa con cierto decoro de los lımites inhe-rentes al ensayo de comparacion (140).

« La traduccion esta implicada formal y pragmaticamente encada acto de comunicacion, en la emision y en la recepcion de todasy cada una de las modalidades del significado », en una palabra:« entender es descifrar » (Steiner, p. 13). Ahora bien, la descodifi-cacion del texto nunca supone — aclaremos de inmediato — unasola posibilidad de entenderlo. La lectura de los editores, la fatigosatarea del traductor, el compromiso que asume el revisor especialistao el corrector de las galeradas han descifrado en cada caso unmensaje por completo diferente: entre la admiracion inicial deWigmore y la comprension rutinaria del que caza las erratas coexisteen el proceso editorial una gama riquısima de interpretaciones.Todas presentan, empero, una caracterıstica comun: son lecturas,previas y necesarias, para producir un texto… que se encuentradestinado a provocar muchas otras lecturas.

Tocamos ası el problema de la ‘fortuna’ de nuestra coleccion,una cuestion en absoluto sencilla que queda para mejor ocasion.Apenas dispongo de indicios, informaciones limitadas que nospermiten aventurar que la serie criminologica de Wigmore tieneoptimos comienzos — aunque no exactamente entre la clase profe-soral de las escuelas juridıcas: « the salesmen of the house whichpublished the Series are eager for a new volume to offer the Bar; theyregard that Series as one of their favorite morsels; the Bar, those whobuy books at all, are their best patrons for this Series. And yet in thelaw faculties it gets practically no recognition at all. One or twoschools at most offer a course which takes any notice of these

(140) Cf. aun el locuaz prologo de MILLAR: « Some notes have been added by thetranslator, chiefly with reference to the meaning of legal terms. In this regard (as well asfor guidance to specific rendering) Sir James Fitzjames Stephen’s ‘History of theCriminal Law of England’ has been repeatedly drawn upon », cit. (n. 112), p. xv.

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principles of modern criminal science which dominate in the worldof practical penology, of lay studies, and of literature except thelaw » (141). Y es que « the law [school] alone has absteined », sedirıa, jugando con los lamentos de Wigmore en la « General Intro-duction to the Series ».

Ese acusado contraste entre chair y bar en punto al consumo delibros criminologicos permite derivaciones (ediciones sucesivas, his-toria de la ensenanza de materias penalısticas…) en las que apenashe de entretenerme. Es suficiente recordar que algun volumen de laserie ha sido objeto — al parecer (142) — de inmediatas reimpresio-nes (el Saleilles, publicado en 1911, impreso tambien dos anosdespues; el Gross, otro de los tıtulos pioneros de ese ano, vuelto asalir en 1918; acaso el Lombroso, publicado en 1911 y 1912), sincontar los facsımiles (Tarde, 1968; Bonger, 1967, 1969, 1972; Ferri,1967, 1976; Bernaldo de Quiros, 1967, 1987; Lombroso, 1968,1994) producidos en nuestros dıas… A lo que se ve, en el panoramaliterario nacional la serie de Wigmore ha recibido un cierto mar-chamo de clasicidad y ası, al sacar la casa Patterson Smith (Mont-clair, New Jersey), una coleccion de « Criminology, Law Enforce-ment, and Social Problems » (desde 1967 en adelante) no faltan lastraducciones de Chicago entre sus primeros reprints (no 11, Ascha-ffenburg; no 12, Garofalo; no 13, Gross; no 14, Lombroso; no 15,Saleilles; no 16, Tarde).

Tampoco estoy en condiciones de analizar la suerte academicadel derecho penal como disciplina universitaria — en sı y en relaciona la criminologıa. Otra vez me limito a unas pocas impresiones, quenos indican, nada casualmente, la importancia de esta ensenanza enel curriculum de Northwestern: gracias a una fuente autorizada (143),

(141) Cf. [Ernest G.] LORENZEN, [Report from the Committee on Publication] enAmerican Association of Law Schools-Proceedings 15 (1915), 54 ss, p. 55. Lorenzeninforma ahı de las ventas de las series historica y filosofica, comparadas con lacriminologica.

(142) Esto es, de juzgar por los catalogos de grandes bibliotecas jurıdicas ameri-canas (Yale, Berkeley, Northwestern… mas la Library of Congress), que ahora consultoon-line. Quede para otra ocasion una autentica investigacion bibliografica.

(143) Roscoe POUND-Felix FRANKFURTER (eds.), Criminal Justice in Cleveland. Re-ports of the Cleveland Foundation Survey of the Administration of Criminal Justice inCleveland, Ohio, Clevaland, The Cleveland Foundation, 1922 (rep. 1968), en especial

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sabemos que diez anos despues de nacer la Series la presencia de un« Criminal Law and Procedure » ha sido muy desigual: si la facultadde Wigmore y la escuela jurıdica de la University of Pennsylvaniadispensan identica atencion (108 horas de ensenanza) al derechopenal y a ‘Contracts’ (aunque siempre por debajo de ‘Real Property’:162 h., Northwestern; 144 h., Pennsylvania), en una mayorıa deestablecimientos (Indiana, Minnesota, Yale, Cleveland) la atencion alos contratos duplica — quando menos — la presencia academicadel derecho penal.

Datos demasiado episodicos, que no permiten sacar conclusio-nes terminantes sobre la difusion de nuestra Series. Poca o mucha seadmitira, en todo caso, que habra tenido que ver con una clase muyespecial de lecturas, destinadas en sı mismas a condicionar la vidadel texto entre sus usuarios futuros. Me refiero, por supuesto, a lasresenas.

Desconozco la recepcion de la serie en las revistas europeas,aunque debe ser extraordinario encontrar notas a su proposito ocualquier otro acuse de recibo; la ‘identificacion’ que produce el‘efecto biblioteca’, entendida como ‘americanizacion’, limitarıa sucirculacion a los Estados Unidos. En ese ambito inmenso no faltan,pero tampoco abundan, las resenas de los volumenes cuya historiaeditorial hemos reconstruido. Las hubo en la prensa generalista,segun comprobamos gracias al prospecto de la coleccion que sacaLittle, Brown, and Company (cit. n. 128); recortes breves, por fuerzalaudatorios, que anuncian la serie (por ejemplo: « [t]he need of athorough study of criminal science is recognized, not only by thoseengaged in the practice of criminal law, but by judges, professors,sociologists, penalogists, physicians, police officials, and by otherclasses, and the present Series should be of inestimable value », TheNew York Herald) o alguna novedad publicada en la misma (del tiposiguiente: « [n]o better work could possibly have been found toopen the series than Senor de Quiros’ masterly survey of the whole

Albert M. KALES, Legal Education in Cleveland, pp. 487 ss., cuadro comparativo de p.503. Me permito anadir que el ‘capital simbolico’ derivado de sus trabajos en la Seriesasegura a Pound un papel relevante en esta gran investigacion socio-criminologica sobrela delincuencia en Cleveland; cf. Roscoe POUND, Criminal Justice in the American City,caps. 1 a 5 del Survey, recogidos en GLUECK cit. (n. 25), 117-168. Y lo mismo hay queapuntar en relacion a Wigmore: cf. (n. 20).

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body of European literature on criminal science published duringthe last half century », The New York Tribune; « Criminal Psycho-logy, by Hans Gross, deals with the whole psychology of thecriminal trial — including that of the judges, the witnesses, thelawyers, and the jury. It has an interest, and perhaps an importance,transcending that of any of the admirable Modern Criminal ScienceSeries », Chicago Post), etc.

En el prospecto propagandıstico se recogen ademas un par defrases tomadas de otra clase de publicacion. Se trata de las revistasjurıdicas, un genero floreciente — al compas del modelo universi-tario de Harvard — en estos mismos anos en que sale la serie queanalizamos (144). El decano de Northwestern ha participado en elmovimiento con una aportacion original: en efecto, tras poner enmarcha el organo jurıdico de su escuela (y del estado: la Illinois LawReview, 1906, mas tarde convertida [1969] en Northwestern Uni-versity Law Review), convence al Institute para lanzar el Journal… ofCriminal Law and Criminology. Mas arriba recorde que el Journalfue revista pionera en el ambito del common law por su atencionexclusiva a la ‘ciencia criminal’; conviene anadir que la vocacionmonografica, en sı misma considerada, ha sido el rasgo mas originalde ese otro tıtulo de Wigmore (145). Hijo intelectual del personaje yobra de identico impulso, no sorprende desde luego la atencion queel Journal presta a la serie: si el largo artıculo de Charles A. Ellwoodsobre « Lombroso’s Theory of Crime » funge de comentario deCrime. Its Causes and Remedies (cf. Journal 2 [1911-1912], 716-723),la traduccion del Saleilles (cf. ibd. 949-952, Edward Lindsey) y laCriminal Sociology de Ferri (cf. « Journal » 8 [1917-1918], 629-635,Arthur J. Todd) han sido objeto de resenas en un sentido estricto.

(144) Cf. Michael I. SWYGERT-John W. BRUCE, The Historical Origins, Founding,and Early Development of Student-Edited Law Reviews, en « Hastings Law Review », 36(1985), 739-791

(145) Cf. Michael L. CLOSEN-Robert J. DZIELAK, The History and Influence of theLaw Review Institution, en « Akron Law Review » 30 (Fall 1996), 15-53; pp. 37 ss sobre« Illinois Law Review »; pp. 16 ss sobre revistas especializadas: una practica que solo serahabitual despues de la Segunda Guerra. De modo significativo (significa el predominiode las revistas generalistas sobre las revistas de especialidad) los autores advierten que« law reviews, as discussed in this chapter, are limited principally to student-editedperiodicals » (p. 16), esto es, a la primera categorıa.

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Probablemente la cuasi-identidad de la Series y el Journal hayaaconsejado que sean otras las revistas que asuman la labor de crıtica— la propaganda — de la coleccion; al menos, los tres mayoresperiodicos universitarios del momento (Harvard, Yale, Columbia) yla veterana American Law Review son los tıtulos que, entre otros,han acogido con preferencia los primeros lectores de la bibliotecacriminologica.

No todos sus libros suscitan el mismo interes. Bonger, Ascha-ffenburg, Gross, Bernaldo de Quiros, Saleilles, a su modo el Lom-broso… en una palabra, la mayorıa de tıtulos publicados, solo hanrecibido una cortes atencion: elogios a la obra y a la serie, felicitaciona traductores y prologuistas, enfasis en la ‘americanizacion’ produ-cida... son, entre otras alegaciones (por ejemplo, en el caso delBonger: « [i]t is a partisan statement, but is a much-needed correc-tive to the numerous individualistic interpretations of crime recentlypublished. It may be that lawyers especially need to consider theseSocialist views of crime »), las piezas que componen estas notas (146).Se destacan en buena logica ciertos puntos de interes para el publicode los Estados Unidos: sucede ası con la institucion del jurado,puesta en cuestion por Roscoe Pound, quien podrıa ahora esgrimirlas duras consideraciones de un Garofalo o un Tarde (147). El mismoGarofalo documenta el fracaso de la intencion correcionalista, uto-pico ideal aun suscrito por tantos filantropos americanos (148). Comodigo, son resenas informativas, solo ocasionalmente crıticas, con

(146) Cf. C. BERNALDO DE QUIROu S, Modern Theories of Criminality (1911), en« Harvard Law Review » 25 81911-1912), 398-399 (E. R. K.); Hans GROSS, CriminalPsychology (1911), en « Columbia Law Review » 12 (1912), 90-91 (E. R. K.); GustavASCHAFFENBURG, Crime and Its Represssion (1913), en « American Law Review » 47(1913), 799-200; W.A. BONGER, Criminality and Economic Conditions (1916), en « Har-vard Law Review » 30 (1916-1917), 405-406 (G. P. Wyckoff).

(147) Gabriel TARDE, Penal Philosophy (1912), en « Harvard Law Review » 27(1913-1914), 100-102 (O. S. R.); Raffaele GAROFALO, Criminology (1914), en « Universityof Pennsylvania Law Review and American Law Register » 63 (1914-1915), 149-150 (P.N. S.); uno y otro, los autores que han recibido mayor numero de comentarios. Abajocito algunos sobre Garofalo; sobre Tarde cf. ademas « American Law Review » 47(1913), 470-472; « The American Political Sience Review » 7 (1913), 513-514 (JohnEdward Oster); « Yale Law Journal » 22 (1912-1913), 563-565 (F. R. S.).

(148) GAROFALO cit. en « Columbia Law Review » 14 (1914), 545-547 (Joseph E.Corrigan), p. 546.

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agradecimiento a la iniciativa que da origen a la serie y reconoci-miento a la labor de traductores y prologuistas.

Mas alla de esas observaciones en las resenas palpita unargumento que afecta a la serie toda y se refiere, precisamente, a lafortuna universal de Lombroso. Y ello con independencia de suconcreta formulacion: si la obra lombrosiana esta presente a con-traluz en la resena del Bernaldo de Quiros (« the theories ofmodern school of criminology are as yet unproved », p. 399, loque ademas permite rebajar las expectativas expresadas por unprologuista), Lombroso tambien comparece de modo positivo:« without him criminal psychology would never have made theadvance the fruitful results of which we are now gathering »(Aschaffenburg en su resena, p. 800). Las palabras son muysentidas, pues el psiquiatra aleman se ha empenado denodada-mente en refutar las tesis del medico italiano. Pero Cesare Lom-broso, con sus toscos hallazgos anatomicos, ha impuesto otraforma de observacion, un acercamiento insolito al momento crimi-nal que definitivamente crea escuela. La encuesta ‘etiologica’ y laconsideracion del delincuente constituyen, al margen del enfasiscolocado en esta u otra causa del delito, en esta o aquella medidapreventiva, una de esas « tradiciones particularmente coherentesde investigacion cientıfica » segun teoriza Kuhn, con todas susconsecuencias (produccion de ‘ciencia normal’, intento desespe-rado de convertir la naturaleza al paradigma, reduccion del campode vision en el seno de la ciencia normal, etc.); a partir deLombroso la orientacion determinista ofrecerıa « un criterio paraseleccionar problemas », tomando aquellos que encuentran solu-cion en el seno del paradigma y rechazando otros, aun tradiciona-les, « como metafısicos, como correspondientes a la competenciade otra disciplina o, a veces, como demasiado problematicos parajustificar el tiempo empleado en ellos » (149). En este sentido, todoslos autores de la serie, todos los comentaristas, todos los lectoresserıan lombrosianos en diverso grado: « [w]e now realize that eachcriminal should be studied in the light of his heredity, his envi-

(149) Thomas KUHN, La estructura de las revoluciones cientıficas (1962), trad.Agustın Contın, Madrid, Fondo de Cultura Economica, 1975, p. 34, p. 71.

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ronment and the peculiar conditions accompanying the crime »,observa en general uno de los crıticos de Ferri (150).

Y ahı se encuentran entonces los lımites de la serie y su doctrina.El triunfo del positivismo esta a un paso de la divulgacion, quieredecirse de lo vulgarizador y aun de lo vulgar. « Many of Garofalo’sideas », advierte una de sus resenas (151), « and the best of them,have passed over into the main body of modern Criminologicaltought and whether under his name or not they are familiar tostudents of the subject. This makes the reading of this book […]have a flavor of the familiar. This, however, is the greatest compli-ment that can be paid to Garofalo, and society will always begrateful to him for these ideas ».

El exito es silencio, se dirıa. Podrıamos solicitar la ayuda deSteiner (152), que sabe tambien de estas cosas, mas ası nos alejarıa-mos demasiado del asunto actual: en ultima instancia, nos llevarıahasta la pregunta de Jonathan Simon que abre estas paginas. Ade-mas, siempre quedaran los crıticos irredentos, los lectores menoscontaminados o mas escepticos con la flamante criminologıa. « Iwent the other day to hear an address by a learned Frenchman onthe future of the criminal law. I listened carefully and gathered: (I)that punishment ought to be adjusted to the offense; (II) that eachcriminal must be considered uniquely; (III) that evidence must besifted with extreme care; (IV) that psychology may do much forcriminology; (V) that the rule in McNaughton’s is obsolete. I felt thatit was all in Gilbert and Sullivan’s old rhyme and very much better

(150) Enrico FERRI, Criminal Sociology (1917), en « The American Political ScienceReview » 11 (1917), 770-772 (Wm. B. Bailey), p. 772. Por supuesto, la lectura del Ferriprovoca particulares reacciones sobre Lombroso: « [t]he whole atmosphere of the bookshows a marked tendency to admit the tentative character of the earlier evidence uponwhich the Lombrosian theories were based » (« Harvard Law Review » 31 [1917-1918],316 [Arthur D. Hill]), « since the death of Lombroso is perhaps the chief representativeof the Italian school (« American Law Review » 51 [1917], 636-637). Tambien vale alefecto la Criminology de Garofalo: « [i]ts moderate tone and practical nature make itgood preparation for the audacious theorizing of Lombroso and the brilliant ingenuityof Tarde », cf. « Harvard » 28 (1914-1915), 221-222 (H. B. E.), p. 222.

(151) Precisamente la aparecida en « American Law Review » 48 (1914), 945-946.Otra resena, de mera rutina, en « Yale Law Journal » 23 (1913-1914), 554-555.

(152) George STEINER, Lenguaje y silencio. Ensayos sobre la literatura, el lenguaje ylo inhumano (1967), trad. Miguel Ultorio, Barcelona, Gedisa, 1994.

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stated there ». La precision ironica de Harold Laski, al describirdesde Londres (24 de febrero de 1924) al juez Holmes sus expe-riencias con la materia criminal (153), exhibe de forma descarnada latesis de la serie lombrosiana. No han pasado muchos anos delcongreso de Chicago, todavıa el ultimo volumen — la CriminalSociology de Ferri — conserva una novedad relativa, pero el empeno‘cientıfico’ de analizar las causas del delito y dispensar al delincuenteel mejor tratamiento punitivo es una obviedad que puede repetircualquiera… sin estadısticas, craneos, tatuajes o conductas desviadasde la poblacion reclusa. Con la sencilla musica de Sullivan y la chispacomica de Gilbert, con los alegres cantabili de su vieja opereta Trialby Jury (1875), la obra mas aparente del American Institute ofCriminal Law and Criminology puede por fin ocupar un discreto,segundo plano.

(153) Cf. Mark DEWOLFE HOWE (ed.), Holmes — Laski Lettres. The Correspon-dence of Mr. Justice Holmes and Harold J. Laski, 1916-1935, I, Cambridge (Mass.),Harvad University Press, 1953, 587-590, p. 589. La referencia es al M’Naghten’s Case,10 Cl. & Fin 200 (1843).

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APEuNDICE DOCUMENTAL

1.

1908, agosto 19. Buenos Aires.(Wigmore Papers, box 204, folder 10)

Enrico Ferri escribe a Wigmore en relacion a una posible invitacion como conferen-ciante en Chicago

Buenos Aires, 19 aout 908Monsieur,Mon maitre et ami, le prof.Lombroso m’ecrit que vous avez bien voulu lui ecrire de m‘inviter a donner des

conferences a l’Universite de Chicago sur les doctrines de l’anthropologie et sociologiecriminelle.

Je vous remercie beaucoup de l’honneur que vous me faites.Mais cela ne sera possible qu’ne novembre 1909, car je veux aussi prendre la

pratique de la langue anglaise et donner mes conferences en anglais.Nous avons donc le temps pour arranger cela.A la fin de decembre prochain je serai a Roma (via Montebello, 2) et vous pouvez

m’ecrire la.Cordialement a vousEnrico Ferri

2.

1908, diciembre 21. Roma(Wigmore Papers, box 204, folder 10)

El embajador americano en Roma, Lloyd C. Griscom, dirige a Wigmore una carta(‘confidential’) sobre las actividades de Enrico Ferri, en vistas a su contratacion para lasHarris Lectures en Chicago.

Dr. John H. WigmoreDean of the Law SchoolNorthwestern UniversityChicago, Ills.

My Dear Dr. Wigmore,I have held your letter of October 19, without replying for some weeks, in order

to make some satisfactory inquiries about Professor Enrico Ferri.I am informed as follows:Professor Ferri is undoubtedly one of, if not the greatest authority in Italy on criminal

law. He is also noted as a very eloquent orator and his lectures in the Italian language area great success. As to his personal characteristics, I may state at once that the answers Ireceived depended upon whether my informant was a political enemy or a political friend

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of Ferri. He is a rather hot-headed socialist. He likes notoriety, and also likes to makemoney. My best informant told me that if he was well paid by the Harris Lectures, he willstrictly comply with whatever conditions are imposed, but friend intimates that he thinksconditions ought to be strictly imposed, otherwise he is sure to be tempted to hold manySocialistic meetings among the Italians in the United States. It might not occur to him thatSocialistic lectures or Conferences in the United States would embarrass the Universitywhich invites him to lecture, since he himself is a University Professor, and in Italy hisSocialistic doctrines do not bother the University in the slightest. It would therefore seemto me that the course for the Committee of the Harris Lectures to pursue should they desireto tender an invitation to Professor Ferri, is to specify exactly what the University wouldpermit him to do, and what they would consider objectionable.

There does not seem to be any question as to his qualifications as a lecturer of greatability. I hope this information will satisfactorily cover the questions you have put to me.I return herewith Mr. Locy’s letter to you.

I am, Dear Professor Wigmore,Very truly yours,Lloyd C. Griscom

P.S. I enclose a characteristic article about Prof. Ferri’ s recent tour in SouthAmerica, which appeared written a week [sic] in the Avanti, the leading Socialist paperin Italy

3.

1909, enero 16. Chicago.(Wigmore Papers, box 204, folder 10)

John H. Wigmore invita a Enrico Ferri a dictar unas conferencias en Chicago a finesde 1909, extendiendose, entre otros extremoss, sobre la militancia socialista del colegaitaliano.

Chmo. Sign. Enrico FerriVia Montebello 2,Roma, Italy

Dear Signor Ferri,I beg to present my respects, and to say that we are at last ready to make a proposal

on the subject of the lecture-tour, which I already wrote briefly to you in November. Theterms of the proposed appointment as International Lecturer on Criminology for1909-10 are stated on a separate paper enclosed. You would be the first one to fill thatplace in our University. And it is with pleasure that I report that our Faculty unani-mously believe that you are its first choice, among European jurists, for presenting thesubject to the American Bar. Let me now explain how important our general plan is, andhow necessary a part you play in it.

The Faculty of Law is especially anxious that you should be the lecturer, because ofthe great assistance that would thereby be given to a cause which it now has very muchat heart, namely, the propaganda of the Science of Criminology among the American legalprofession, who are hitherto quite deaf to its appeals. The present plan is to encourage thatpropaganda in three ways, first by calling a National Conference on Criminology next June,1909, secondly, by your lectures in the winter of 1909-10, and thirdly by exciting interestin the International Penitentiary Congress at Washington in October 1910. By the aid ofthese three things three great blows can be struck in favor of that important and pressingobject, — the reform of our criminal law. At the National Conference next June, theAmerican sociologists, anthropologists, psychologists, psychiatrists, and penologists will

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be caused to meet the American judges, attorneys, and prosecuting officers, and a societywill be organized, with local branches in each State. The path would thus be prepared foryour lectures in the ensuing winter. After delivering your courses of six lectures here,arrangements could be rule for you to address the Bar Association of ten or twelve largecities on your way back to New York City; also for a lecture or two at the leading Universitiesand Law Schools. The international fame of your eloquence and your scientific leadershipwould attract attention, and would help to emphasize the work already begun by ourNational Conference. The fact that you are a member of the Bar and a practitioner in thecriminal courts would obtain for your speeches an attendance by our lawyers which theywould never give to a mere professor of sociology or anthropology. In fact, it is the lawyerswho with us mainly have to be converted to the reform, and that is a chief reason why werest so much hope on the influence of your lectures and speeches; for they will have specialconfidance in you, as a lawyer speaking to lawyers. I cannot too strongly state, therefore,how important you are to our purpose; because it is your status as a lawyer that will doso much for us, and the known eminence of Italy in criminology.

As to the precise time of the lectures, I would suggest November, January, orFebruary as the best month. Inasmuch as the terms of the appointment require thelecturer to give first the lectures at this University, you would not find December a goodmonth, because after your departure from this University you would find people toobusied with Christmas preparation. Of the above-mentioned four months, one would beas suitable to us as another; though I believe that January or February would be best.

Now I wish to speak of two matters which would have to be seriously consideredby you before accepting, - the English language, and Socialist propaganda.

As to English, we desire to ask you to make special preparation for reading thewritten lectures in comprehensible English. Naturally, you would do this, - indeed inyour letter from Buenos Aires you so stated. But in the case of Sig. Ferrero, he also madesuch preparations, and yet his earlier lectures could hardly be understood by theaudience because of his deficient pronunciation of English. I therefore deem it wise towarn you that the lectures would totally fail of their usefulness unless you had takenspecial pains to prepare in the pronunciation of the English language.

As to Socialist propaganda, I ought to explain that the personnel of the Socialist partyin this country is entirely different from its composition in Italy, for not only is its votingmembership chiefly the ignorant and discontented proletariat, including the groups alliedto the anarchists, but its leaders (instead of being university professors, lawyers, etc.) arealmost entirely demagogues and opponents of law and order. For this reason the party(which is quite small) not only lacks popular confidence, but is regarded with positivedistrust and repulsion by the leaders of all other parties, by the commercial classes, by thelearned professions and the universities, and by the intelligent classes generally. One reasonfor this is that the man who led the horrible riots in Chicago in 1894, which caused thedestruction of many lives and $10,000,000 worth of property, was recently the Presidentialcandidate of the Socialist party, and people have not forgotten his bad record. We are awarethat your notable services to the cause of ideal Socialism would cause the leaders of theSocialist party to seek, on your arrival, to use your eminent name to give respectability totheir party unworthy of the honorable name of Socialism, and it would be natural for you,not knowing the wide difference between the two parties of that name in your country andours, to yield them that oportunity. But such an affiliation with them would only injureyour influence with the classes of persons whom we desire you to persuade to our greatscientific purposes, and especially the lawyers. Now our sole object is to assist the pro-paganda of Criminology, and we know that such would be your purpose also. We thereforedesire to warn you that you could not wisely expect to lecture at all to the Socialists norto attend any public meetings of theirs nor to assist their cause publicly. Our sole objectis thereby to conserve your influence with those other classes who possess the legislativepower to make reforms in criminal law and whose persuasion is necessary for that end.

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We hope you will therefore understand the sincere and honorable motive of this unusualrequest, which is prompted, not by any lack of sympathy for true Socialism (of which wehave indeed plenty, under other names), nor of disrepect to yourself, but rather by the desireto conserve the exalted esteem and honor in which your name is now here held amd whichmight be endangered by your misunderstanding of the true nature of the men who haveunjustly appropriated to themselves the name Socialist in this country. Pray credit us withthe sole desire herein to do what is best for yourself, and for the great cause of CriminalSociology, which needs so much the help which you alone can give. If you know howobstinately conservative our lawyers have been in this subject, you would not hesitate tohasten to our assistance.

There is one more matter of which I must speak fully, and which requires a speedyreply; and that is a translation of your 1905 French edition of « La CriminologieSociologique » into English. Would you consent that we should arrange to have such atranslation made and published, by next November? Our great object would be tosupply our 80,000 lawyers with the means of becoming familiar with the best Europeanbook on the subject. There is no book yet in English which compares with it; Ellis’ « TheCriminal » is our best, but it is not as good as yours, first because it lacks the emphasison sociological causes, and secondly because it lacks the direct proposals for legalreforms which are given in your book. Our National Conference next June will open theeyes of our lawyers everywhere to the subject. They will be searching for information.Your book, if in English, will be just the right one.

You also perceive that the translated book and your lectures will help each other.The lectures will advertise the book, and vice versa. As a financial matter, this would bevery important, because it would induce the publishers to undertake it more easily. Inour country, almost no foreign books are translated, and publishers are usaully afraid totry them. But if your lectures and yourself come here shortly after the book’s publication,this would be a very important thing to persuade the publisher.

We have considerable influence with some important publishing houses, and onour reccommendation I believe one of them would undertake it, paying you somesuitable royalty to be agreed on. We could, I think, obtain a good translator, — ProfessorKelly, dean of the State Law School of Louisiana, a fine French scholar. Will you not giveus the authority to make the necessary arrangements, so that no time may be lost?

I ought to add that the English translation in 1896 (?) of your French 1893 editionwas not satisfactory. All the citations and bibliography were omitted; the text wascondensed; moreover, the publisher was not the right one. I believe that if the rightpublisher is obtained, you could surely have an annual sales royalty of about $200. a yearfor the next five years and probably a higher sum than that. I trust that you will favorablyconsider this plan.

As to the emolument attached to the lectureship, $ 1,200., I think this would befound not unworthy. The expenses of the trip by steamer and railroad Naples-Chicagowould be not more than $150. each way; to which add not more than $100. for expensesof the two weeks staying in Chicago, leaving $800. In visiting the other cities, to addressBar Associations, etc., we could make arrangements that those who invite you should atleast pay your expenses. So that there would remain $800. net.

I close with assuring you that the mere hope of your coming has already inspiredus with efforts to prepare for it, particularly by this National Conference on Criminol-ogy, and that you will have, if you come, the satisfaction of considering yourself as muchthe leader and inspirer of modern criminal sociology in this country as well as in Europe.

With sincere assurances of esteem and consideration, and of the cordial personalwelcome which will be given to you by the fraternity of the American bar, I remain,

Faithfully yours,JHWDean of the Faculty of Law

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4.

1909, febrero 10. Roma.(Wigmore Papers, box 204, folder 10)

Enrico Ferri agradece a Wigmore la invitacion pero alega varias razones en su rechazo;solo una elevada compensacion economica le permitirıa aceptar. Da su visto bueno a unaedicion americana de la ‘Sociologia criminale’.

Roma, via Montebello, 210 febbraio 909

Illustre e caro collega,La sono vivamente grato per la sua lettera e la prego di gradire l’espressione sincera

della mia gratitudine, insieme ai suoi colleghi.Sono lisungatissimo dell’onore fattomi, scegliendomi come conferenziere.Sono persuaso che le mie conferenze sarebbero utili, perche il Nordamerica, per

fortuna sua, non ha il misoneismo accademico della vecchia Europa ed ha maggior sensopratico.

Se venissi in America escluderei certamente (come ho gia fatto in Argentina eBrasile) qualsiasi azione socialista da parte mia.

Ma io temo molto di non poter venire!Ritornato in Italia, dopo sei mesi, sono stato preso da infiniti impegni.Ed io non verrei nel Nord America se non potendo parlare bene (e non soltanto

leggere) in inglese. Ma per questo io temo di non avere da oggi al gennaio 910 i tre,quattro mesi necessari per perfezionare il mio inglese!

Di piu, io debbo dirla sinceramente che dovrei venire nel Nord America con la miasignora, che e la mia bussola nella vita. E quindi le spese sarebbero il doppio.

E d’altra parte venendo nel Nord America io avrei necessita di fare un guadagno(netto da spese) molto grande, per compensarmi delle perdite che farei in Italia con miaassenza.

Io, in sostanza, se dovessi venire nel Nord America vorrei avere assicurati 500dollari per ogni conferenza o lezione di criminologia — netti d’ogni spesa. E temo chele Universita Americane non abbiano la possibilita di farlo.

Nel Sudamerica ho fatto 84 conferenze (scientifiche), ma quasi tutte nei teatri, adun pubblico molto numeroso.

Sinche l’unica cosa possibile mi pare che sia l’edizione americana della miaSociologia Criminale (edizione francese del 1905).

Io non ricordo di avere mai dato il mio consenso all’editore Appleton per l’edizionedi cui lei mi scrive e che io non conoscevo neppure!

Sicche io do a lei ogni facolta per trovare il traduttore e l’editore, assicurandomi idiritti d’autore, poiche io non sono ricco e vivo del mio lavoro intellettuale.

Se io avessi prima del settembre 909 l’assicurazione del guadagno (che ho indicatosopra) per un giro di conferenze nel Nord America, dall’ottobre al dicembre miperfezionerei nell’inglese abbastanza.

Ma temo che sara impossibile.Ad ogni modo, sono riconoscente a Lei per la benevolenza dimostratami e attendo

notizie per l’edizione inglese di Sociologia Criminale.

Cordialmente suoEnrico Ferri

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5.

1909, marzo 15. Chicago.(Wigmore Papers, box 204, folder 10)

John H. Wigmore escribe a Enrico Ferri con varios particulares sobre la traduccion dela ‘Sociologia criminale’ y su publicacion en Norteamerica.

15 March 1909Professor Enrico Ferri2 Via Montebello.

Roma, Italy.Dear Signor Ferri,

I enclose herewith a contract for publication of the translation of your edition of1905, Criminal Sociology. These publishers are an old and reputable firm, who couldbe relied upon to publish in good style and to push the sale. They would also pay forthe translation, so that you would have nothing to do but receive the royalty providedin the contract. I recommend, however, that you furnish to us the list of currentarticles since 1893 as an appendix to supplement the bibliography printed in youredition in 1893. You might also write a special preface for this edition, as it wouldvery much help the sale of the book. Please also send me a short biographical sketchof your life, and about one dozen photographs; in this country it is customary to sendaround a photograph of the author to the literary agents who review a book for amagazine or newspaper, and the photograph so published in the newspaper or themagazine. The translation will be begun as soon as possible, and it is hoped that theprinting would be finished by next September or October.

Yours very trulyJHW

6.

Mayo 3, 1909. Roma.(Wigmore Papers, box 27, folder 3)

Enrico Ferri escribe a John H. Wigmore en respuesta a su carta circular de 9 de abril,con varias consideraciones y buenos deseos sobre el congreso de derecho penal y crimino-logıa, a celebrarse en Chicago.

Roma, 3 maggio 1909

Illustre Collega,

Le sono vivamente grato dell’invio fattomi del programma preliminare per laNational Conference on Criminal Law and Criminology, indotta dalla NorthwesternUniversity.

Ho letto, con molto interesse, l’elenco delle questioni che saranno discusse nellaConferenza. Esse sono tutte molto importanti, cosı teoricamente come praticamente.

Forse sono troppo numerose per poter essere tutte egualmente discusse conprofondita dai convenuti nella Conferenza. Ma questo e effetto inevitabile dall’esserequesta Conferenza la prima che si tiene agli Stati Uniti con eguali intendimenti. Essarappresenta percio come una specie di sinfonia di tutta l’opera, che poi sara svolta,progressivamente, per portare nell’opinione pubblica, nell’opinione dei giuristi e quindinelle leggi penali, una orientazione in accordo colle conclussioni della scienza positiva.

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Ed io credo che la iniziativa della Northwestern University sara molto utile, perchel’atmosfera intellettuale e sociale degli Stati Uniti e la piu adatta per divolgare leconclussioni della criminologia scientifica, come io ho spiegato nella prefazione all’edi-zione americana dalla mia Sociologia criminale.

Auguro quindi che questa Nazionale Conferenza e poi il ciclo di conferenzescientifiche che si terranno nell’inverno 1910 e poi il congresso penitenziario interna-zionale che si terra a Washington nell’autunno 1910 portino negli Stati Uniti un talemovimento di opinione intorno al problema della criminalita da metterli, anche suquesto terreno, all’avanguardia della civilta.

Coi piu cordiali saluti di fraternita intelletuale a lei ed ai suoi colleghi dellaNorthwestern University ed ai convenuti alla National Conference, mi e caro dirmi

Suo devmo.Enrico Ferrial Prof. John H. WigmoreChicago

7.

1909, mayo 20. Berlın.(Wigmore Papers, box 27, folder 3)

Adolf Hartmann, Amtsgerichsrat en Berlin, agradece a Wigmore la noticia del proximocongreso y la interesante bibliografıa que acompana su carta. Envıa una ‘communication’ parasus actas, rogando separatas y un ejemplar del volumen completo.

Dear Sir!I thank You for Your kind letter, from April 7. which I did get on April 29. and

I send You herewith my communication to the committee of the Conference, asked for.Please, let me have some special copies when printed, and a copy of the proceedings too.

I hope that my paper is what You did wish to have. I must say that I don’t agreeso very much with the methods of the « Vergleichende Darstellung ». But to this I musthint in my communication very cautiously.

The interesting Bibliography gave me much interest indeed.Let me express my best wishes for Your great undertaking.

Yours very trulyAdolf Hartmann

ProfessorJohn H. Wigmore

* * *

Gentlemen!The committee of organization of a National Conference on Criminal Law and

Criminology did honor me by asking me to send a communication expressing my viewsas to the methods of work to be undertaken, both during and after the Conference. Ithank the committee very much, and full of good will and interest in the work of theConference, I am willing to do my best, well aware that You did throw on my shouldersa very hevy burden, likely to break me down.

Beforehand, let me say this. If a Society be founded, the Society will be likely toappoint a committee the task of which it would be to go systematically through the

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laws of the single states to the end to find out what provisions and rules of a merehistorical character, not amounting to the wisdom of now, might be thrown out. Suchcommittee would have so to say, a retrospective character. I don’t want to say, that inthe laws of a country, by themselves, there is no magic power to bestow good justiceand command order. Deterring disorder depends on the energy and assiduity ofprosecuting crimes. On the other hand, as laws amounting to the very spirit of theepoch are useful to promote good justice, the work of such committee, suggesting forinstance concerning murder to do away with certain legal presumtions as to the intent,might be very useful. I guess, a Society of learned American men would elect acommittee to investigate the American problem of criminal appeal. As the remedy ofAmerican criminal appeal is not seldom apt to protect the defendant too much byformalism and by mere technicalities, learned men in America did propose that allcriminal appeal should be abolished. With us, our german code provides that afterverdict and sentence and even after punishment at any time the same indictment maybe retried when new important evidence by chance got to be found. This new trial isonly admitted under certain restricting conditions, pointed out very accurately by thelaw. Its legal name is: « Wiederaufnahme des Verfahrens ». In America it would begiven to the defendant only. Perhaps, public opinion would allow dispensing bygeneral laws with criminal appeal in certain cases, and perhaps the higher courts mightoften times be more likely to dismiss an appeal when this extraordinary remedy wouldremain reserved for the defendant. This proposition, I don’t believe to be worth sovery much, but it might be worthwile being considered. I am well aware that rules orinstitutions of a certain country mostly don’t suit the conditions of an other country.I am to say more about this. But this might be a curious exception.

But now, I mean that perhaps, by reason of the very free and high position ofAmerican judges, in no other country judges in criminal cases need so much a thoroughscientific training as in America. In continental Europe the single judge is, to say so,protected very more by all the institutions of state and thrown by laws in a certaindirections. In America judges have part on the state sovereignty by the tripartition ofpower, but at the same time want that firm hold on the institution of a almost allmightystate power. The American judge is standing very more on his own feet. All what theConference may do to promote furtheron teaching and studying of criminal law andcriminology, the Conference should do.

Winning the public opinion and promoting true light of science, will allways be themost important matters in the United States to promote protection of society. In acountry where public opinion reigns, public opinion must be won, and if need must beenlightened, as state governments must be won and must be enlightened in continentalEurope. To come to the end to win public opinion in matters of criminal cases, sicencewill help the more, the more it does push on and expand through the rank and file ofthe legal profession.

All scientists in Europe engaged in criminal law and criminology will give theutmost interest to the Conference, as America did advance very far in developing generalprinciples of criminal law, which european scientists, and even european nations too,realize to be the correct principles the more and more. Making use very carefully of whatthose sciences brought on in recent years in other countries, American scientists will dogood work to promote those sciences everywhere.

While saying this, I feel fully obliged to suggest that American science ofcriminal law and criminology will show, so to say, quite an other face than incontinental Europe for a long time yet, and that there would work some danger whenthe sciences of both countries would mingle together, the character of everyone notbeing cared for. What I mean is this. I feel obliged to say that in America there was

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made a great step forward in the development of criminal law by the reformatorysystem and the various kinds of indeterminate sentence and all what is connected withthese matters. As indeterminate sentence of any kind does deal with the specialcharacter of a certain offender, as to wether he is an habitual offender or a casual one,defectiv or not defective etc. there is where indeterminate sentence is lawful, not somuch need to point out accurately by substantiv law what these different classes are.« Omnis definitio in jure civili periculosa », these words proved true in criminal lawtoo by a good deal of continental experiences. As indeterminate sentence in continen-tal laws is almost unknown as yet, judges, not so free as in America, want to be givencertain directions and allowances by provisions very carefully shaped out as to whatthose classes accurately are, all the dangers lurking in acute definitions nothwistand-ing. In America this would be a step backwards. It is quite the same in respect to thedifferent degrees of responsibility.

Judges ought to know well and fully all what the sciences of the epoch brought onin respect to those classes, to the different degrees of responsibility. But knowing all thishe ought to deal individually with the single offender considering the total of hischaracter and the total of circumstances of deed. This seems to me to be in line with thehistorical development and very spirit of American law, and will prove to be possiblefurtheron by the advantages You have.

When a Society should be founded by the Conference, I should propose acommittee whose task it would be to survey all the field of very modern Americanlegislation, such laws included as the law of Indiana making it lawful for surgeons toprevent under certain conditions insane people by bodily operation from getting to havechildren; a law that, besides, is very contrary to the feelings of the European public, Ibelieve. Such committee should have contact with the great organizations of PrisonAssociations, National Congresses on Prison Discipline etc. the nearest contact as may[ms my] ever be possible, as the very spirit of American prison reforms should imbue allthe proceedings of the committee, and there should be cooperation of both.

Now, Gentlemen, I did lay before You, or hintet at almost all I have to say. Let myadd only this.

As any idiom has its own genius, and there may not by a good translation of awork written in an other language when the translator don’t [sic] master the verygenius of both idioms, so the legal sciences of different countries have their differentcharacter and their different ways to go on. In the continental system, by historicalreason much stress is laid on the substantive laws, so on definitions of various crimes,while with You the law of procedure is very more the centre of the whole. One maysay, all legal thoughts, with You, are in a sense thoughts arisen out of the proceedingsbefore a jury. So the shaping out of definitions of forbidden acts would not seem tobe so very important.

While this is so, there may [ms me] be already, nevertheless, a mutual understand-ing of the different sciences, even across the ocean, and, by the international intercourseof now, sciences may be helpful by going on to each other. Many people will followattentively the proceedings of the Conference, and those who might travel through theUnited States will give to the proceedings a special personal interest. As one of these Iexpress my best wishes.

Yours very respectfullyAdolf HartmannBerlin, May 1909

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8.

1909, mayo 21. Toulouse.(Wigmore Papers, box 27, folder 3

Georges Vidal agradece la carta de Wigmore relativa al congreso de Chicago y dacuenta de los trabajos practicos y de la actividad corporativa desarrolladas en Francia y ensu catedra de Derecho Penal.

Toulouse, le 21 Mai 190912, rue Saint Remezy

Cher Monsieur et tres honore collegue,Je vous remercie de la communication que vous avez bien voulu me faire du prochain

Congres de loi penale et de criminologie qui va se tenir prochainement a Chicago pourla celebration du cinquantieme anniversaire de l’Ecole de Droit de votre Universite, et suistres honore que vous ayiez pense a me demander mon sentiment relativement a vos travaux.

Je commence par vous assurer de toute na sympathie et de l’interet tout particulierque je porterai a ces travaux, lorsque, apres leur publication, vous voudrez bien mefournir l’occasion de les lire.

Je regrette que le caractere tout National de votre Congres, mon eloignement sigrand de votre beau pays, mon ignorance de votre langage que je ne sais ni parler niecrire et que je sais toute juste assez pour lire vos publications, ne me permettent pas deprendre une part active et une collaboration effective a votre conference. Mais j’esperevous fournir quelques details interessants en vous faisant connaitre ce que j’ai fait aToulouse pour developper l’enseignement de droit penal que je professe depuis 1881.

Au cours de droit criminel ou Droit penal general comportant, suivant lesprogrammes officiels imposes a toutes nos Ecoles de Droit de France, l’enseignement dela partie generale du Code penal et les principes elementaires de la procedure penale, j’aidepuis 1895 ajoute un Cours de Science penitentiaire destine a vulgariser parmi nosjeunes gens les principes et la pratique de cette science et que je complete au point devue pratique par des visites aux diverses prisons de notre region, prison en commun deToulouse, prisons cellulaires de Montauban, Foix, Carcassone, colonie penitentiaire dejeunes detenus d’Auiane pres de Montpellier, Colonie correctionnelle pour les jeunesdetenus indisciplines et incorregibles d’Eysses pres de Villeneuve sur Lot, MaisonCentrale de longues peines de Nımes. — Je vous envoie le programme de ce Cours descience penitentiaire. — J’ai egalement cree a Toulouse une oeuvre de patronage desliberes et d’assistance par le travail et un Comite de defense des enfants traduits enJustice, auxquels mes eleves s’interessent et collaborent avec moi, apprenant ainsi sousma direction la pratique de ces moyens preventifs de la criminalite et de la recidive. —Je vous envoie les documents relatifs au fonctionnement de ces oeuvres.

Enfin depuis 1906, j’ai obtenu la creation par notre Universite a notre Ecole deDroit d’un diplome special qui, sous le nom de Certificat d’etudes penales comportel’enseignement de la science penale, de la science penitentiaire, du droit penal special(etude des delits speciaux et de leurs peines) et des sciences auxiliaires de la sciencepenale, medicine legale et medicine mentale. — J’y joins, pendant mes visites a la prison,des notions pratiques d’anthropometrie et de photographie judiciaires suivant lamethode de M. Bertillon. Je joins a ma lettre les conditions et le programme de cecertificat d’etudes penales cree en 1905 a Paris et en 1906 a Toulouse.

Nous avons aussi en France des Congres nationaux de Droit penal et des Congresde patronage des liberes et de defense des enfants traduits en Justice. — Les Congresnationaux de droit penal ont ete organises en 1905 par la branche francaise de l’Unioninternationale de Droit penal; le premier s’est tenu a Paris en Juillet 1905, le second aToulouse en Mai 1907. Je regrette de ne pouvoir vous envoyer le compte-rendu duCongres de Toulouse; je n’en ai pas d’exemplaire disponible; les travaux de ces deux

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congres ont ete publies par le Bulletin de l’Union internationale de Droit penal. — EnMai 1907 nous avons eu aussi a Toulouse un important Congres de Patronage dont je mefais un plaisir de vous envoyer le volume des travaux que je viens de publier. — Vousy verrez qu’ on s’y est occupe avec beaucoup d’activite de la question des Tribunauxd’enfants et de la mise en liberte surveillee sur le modele de vos Juveniles Courts et devotre Probation System. — Nous n’avons pas encore des tribunaux d’enfants; mais nosComites de defense des enfants traduits en Justice suggerent a nos magistrats lessolutions qui paraissent les meilleures pour sauvegarder l’avenir des mineurs et nouspratiquons a Toulouse depuis 1907, la mise en liberte surveillee dont la societe depatronage que je preside assume la responsabilite et la direction.

J’ai lu avec interet le volume de Biobliographie de Criminologie que vous avez bienvoulu m’envoyer et je vous remercie de cette communication.

Je me tiens avec beaucoup d’interet au courant de votre legislation et des progresde votre pratique penitentiaire, grace a l’obligeance de M. Samuel Barrows de New-York, qui est assez aimable pour m’envoyer tous les documents et tous les rapports qu’il publie et grace aussi aux publications de l’Association Howard de Londres, que soneminent et regrette secretaire, M. William Tallack me faisait parvenir regulierement avecses ouvrages personnels.

Aussi, je vous suis particulierment oblige, cher Monsieur et Collegue, de m’avoirfait part de votre prochaine reunion dont le programme est tres vaste et tres important.J’en lirai avec grand plaisir et profit le compte-rendu avec tous les ouvrages dont vousvoudrez bien me faire hommage pour me permettre de completer mes connaissancesrelatives a votre legislation penale et a votre pratique penitentiaire.

Il m’est bien difficile de formuler un avis quelconque sur les questions que vousdevez etudier et discuter, ainsi que sur les methodes de travail de cette premiereconference. J’aurai certainement, a la lecture de vos travaux beaucoup plus a m’instruiremoi-meme que je ne pourrai en ce moment vous donner d’utiles renseignements sur dessujets et des methodes que vous connaissez certainement mieux que moi.

J’espere que ma lettre retardee par des circonstances independants de ma volonteet notamment par la greve des employes des Postes, aujourd’hui terminee, vous arriveraavant la reunion de votre conference.

Recevez, cher Monsieur et collegue, avec l’assurance du plaisir que j’ai d’entrer enrelation personnelles avec vous et les honorables membres de votre Comite, l’expressionde mes sentiments devoues.

Georges Vidal

Vous me faites l’honneur de me demander ma photographie. Je n’ai qu’ unephotographie toute recente d’amateur, que je vous envoie, pour repondre a votre desir,mais qui, bien que ressemblante, a tous les defauts d’une epreuve non retouchee.

Georges Vidal

9.

1909, mayo 24. Versailles.(Wigmore Papers, box 27, folder 3)

Gustave Le Poittevin, juez del tribunal del Sena, presenta a Wigmore sus puntos devista sobre el congreso de Chicago, con insistencia en el regimen de la extradicion.

Versailles, le 24 Mai 1909

Monsieur Gustave Le Poittevin, Directeur du Journal du Parquet

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Juge au Tribunal de la Seine15, rue de la Bonne AventureVersailles (S. & O.)

Cher Monsieur

J’ai l’honneur de vous faire connaıtre que j’ai recu votre aimable lettre et que jem’interesse tres-vivement a l’oeuvre de la Conference Nationale qui doit avoir lieuprochainement a Chicago. Je serai extremement heureux si a un moment quelconque jepuis aider le Congres dans l’accomplissement de la tache considerable qu’ il entreprend:mon concours le plus complet lui est acquis. Vous pourrez donc, si vous avez besoin dedocuments ou d’indications sur les lois penales ou les lois de procedure criminellefrancaise, vous adresser a moi et je ferai tout mon possible pour vous les fournir le pluspromptement possible.

En ce qui concerne les travaux du Congres, il me semble qu’ il y aurait lieu qu’ ils’occupat tout specialement des mesures internationales a prendre pour permettre 1o derechercer a l’etranger les malfaiteurs internationaux; 2o de constater leur identite et leursantecedents.

1o Il faudrait donc etudier les bases d’une legislation internationale de l’extradition.— Au lieu d’une serie de traites conclus d’Etat a Etat qui different sur les pointseesentiels, il faudrait une acte, posant des bases fixes et des principes genereaux, auquelfiniraient par adherer tous les pays d’Europe et d’Amerique.

Comme question de detail, il y aurait lieu d’examiner la question de « l’extraditiondes nationaux ». — En Europe, il est de regle aujourd’hui que l’on ne peut extrader lesnationaux: c’est du moins ce qui resulte de presque tous les traites. Or cette regle quel’Amerique, a juste tıtre, s’est refusee a admettre, est une entrave a la repression etdevient, en pratique, la source de difficultes inextricables. Il faut qu’ elle disparaısse.D’ailleurs, jusqu’ en 1830, environ, la France avait admis et pratique l’extradition de sesnationaux; il existe meme encore un decret imperial qui est toujours en vigeur — bienqu’ en fait il ne soit pas applique — et qui regle les formalites d’extradition desnationaux.

2o Il y a lieu d’etudier les mesures internationales relatives a l’echange des bulletinsdu Casier Judiciaire. — Je me permets, pour le cas au le Congres s’interesserait a cettequestion, de vous adresser un exemplaire d’un livre que j’ai publie recemment sur leCasier judiciaire et ou j’ai specialement etudie les questions de droit international qui s’yrattachent.

J’insiste sur l’interet tout special qu’ il y aurait a provoquer un mouvement en cesens, car des modifications profondes se sont produites dans la criminalite. Au lieu de seconfiner dans un pays, les malfaiteurs les plus habiles et les plus redoutables tendent as’internationaliser; par suite, les mesures d’instruction et de recherche jusqu’ ici admisesdeviennent insuffisantes et il importe d’y remedier au plus tot. Or, pour qu’ un ensemblede dispositives internationales puisse etre etudie et adopte, il faut qu’ un mouvementscientifique se produise et fasse naitre un courant d’opinion asse fort pour que lesGouvernements soient necessairement amenes a s’y conformer et a reunir une Confer-ence internationale.

Je vous adresse le portrait que vous avez bien voulu me demander; je l’envoie parle meme paquet que le livre sur le Casier Judiciaire.

Veillez agreer, cher Monsieur, l’expression de mes sentiments les meilleurs et lesplus devoues.

G. Le Poittevin

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10.

1909, Mayo 31. Viena.(Wigmore Papers, box 27, folder 3)

Hugo Hoegel, ‘Oberstaatsanwalt’ en Viena, propone argumentos para el congreso,con el acento colocado en el derecho penal federal; advierte tambien contra las recepcionprecipitada de leyes extranjeras.

Wien 21. Mai 1909

Sehr geehrter Herr!Vor Allem danke ich Ihnen fur die mich ehrende Aufforderung und bitte Sie die

Verspatung meiner Antwort auf den Umstand zuruckzufuhren, dass ich verreist war undnach meine Ruckkher dringende Arbeiten zu erleidigen hatte.

Zur Beantwortung bediene ich mich der deutschen Sprache, da ich die englischennicht in dem Masse beherrsche, um mich ihrer fur ein fachwissenschaftliches Themabedienen zu konnen.

Meine Antwort aus Ihre 2 Fragen wird ubrigens, wie Sie sehen werden, sehr kurzausfallen.

1) Wir verfolgen in Europa die Rechtsentwicklung in den Vereinigten Staaten mitgrossen Interesse. Es gilt dies insbesondere von den Staaten, deren Recht auf deutscherGrundlage aufgebaut ist. Die eigenartige Entwicklung des englischen Rechtes und die selb-standige Fortbildung desselben auf amerikanischen Boden geben uns reiche Anregung.

Es ist daher begreiflich, dass wie einer « National Conference on Criminal Law andCriminology », wie sie von Ihnen in Aussicht genommen ist, lebhaftes Interesse entge-genbringen. Fur meine Person wunsche ich Ihnen positive Ergebnisse und besten Erfolg.

2) Was die Arbeitsmethode anbelangt, so meine ich, dass eine Erorterung der grossenStreitfragen auf dem Gebiete des Strafrechtes Sie kaum zu greifbaren Ergebnissen fuhrenwird. Meiner Ansicht nach sollte das Bestreben der nordamerikanischen Kriminalistendahin gehen der Rechtszersplitterung, die auf diesem Gebiete bei Ihnen herrscht, durchSchaffung eines einheitlichen Bundensstrafrechtes ein Ende zu bereiten. Es geht nicht an,dass in einem zu hoch entwickelten Staatenbunde mit einem ausgebildeten Verkehrsweseneine derartige Rechtsverschiedenheit weiter bestehe, wie sie dermalen herrscht.

Bei der Verwandschaft des Strafrechtes der einzelnen Bundesstaaten musste dieDurchfuhrung dieses Gedankens dann keiner allzugrossen Schwierigkeiten unterliegen,wenn Sie Sich bemuhen wurden, zunachts ohne durchgreifende Anderungen oder modernscheinende Reformen das geltende Recht einheitlich zu kodifizieren, und es der Zukunftuberlassen dieses auf nationalen Grundlage geschaffene Recht auf gleicher Grundlagefortzubilden.

Bei Vorbereitung dieser Arbeit werden Sie erkennen, welche Einzelheiten auf demGebiete des materiellen Strafrechtes, der Strafverfahrens und des Strafvollzuges derGesetzgebung der Bundesstaaten zu uberlassen sei. Vor Allem wurde ich Sie warnenfremde Einrichtungen auf Ihren Boden zu ubertragen, bevor Sie nichts die Gewahrbesitzen, dass sie fur Ihre Verhaltnisse passen. Es ist ein Fehler, der bei uns nur zu haufigbegangen wird, das wir solche fremde Einrichtungen, die auf fremdem Boden wurzeln,ihrer Neuheit wegen ubernehmen.

Die Aufgabe, die Sie Sich damit stellen wurden, ware so gross, dass fur andereAufgaben kaum Platz ware. Die Zeit nach der Konferenz ware der Ausfuhrung diesesGedankens zu widmen.

Mit der Versicherung meiner besonderen Hochachtung,zeichne ich Ihr ergebenerDr. Hoegel(Gewunschte Photographie angeschlossen)Herrn Professor John Wigmore

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11.

1909, junio 15. Chicago(Wigmore Papers, box 204, folder 1)

John H. Wigmore se dirije al presidente del comite de traducciones, William W.Smithers, y le comunica sus ideas acerca de la seleccion de tıtulos, casa de publicaciones yotros particulares de la ‘Modern Criminal Science Series’.

15 June 1909

William W. Smithers, Esq.,1100 Land Title Bldg.,Philadelphia, Pa.,

Dear Mr. Smithers:-

This is to remind you that you were appointed Chairman at the Conference onCriminal Law and of a Committee of Five on Translation; of which the other membersare Mssrs. Freund, Pound, R. F. Scott, and Wigmore. It is not my province to offeranything but a few suggestions as to the possibilities of this Committee’ s work.

As to beginning its work, I suggest that the Chairman call for a straw ballot ofthe five titles first preferred by each member of the Committee. In my PreliminaryBibliography a reminder of the scope of the field can be found. In choosing thesetitles we should directly [cancelado] desire to see reported the different aspects of thesubject. The treatises need not be the very latest because we could presumablyprocure the author’s leave to revise his book to date; Ferri, for example, has writtenan American Preface for the translation now under way of his 1905 French edition ofhis book on Criminal Sociology. I would further suggest that as a working rule wehave the understanding that the book finally suggested shall have been looked over inperson by at least three members of the Committee; for this purpose the Gary Librarywill place itself at the service of the Committee, by circulating such designated booksas it already possesses and by ordering such designated books as it does not alreadypossess.

As to a publisher, it is probable that a firm having an English and Americanheadquarters would be most likely to possess the best marketing facilities and thereforewould be most ready to undertake the series, for example, MacMillan or the OxfordPress. Nevertheless I also suggest that for the purpose of reaching the lawyers, a lawpublishing house would be very servicable [sic], for example, Callahan of Chicago,Baker-Voorhed of New York, or Little-Brown of Boston; moreover Messrs. Little-Brownhave undertaken to publish for a local Committee here a translation of Ferri’s « CriminalSociology », now under way by Professor Kelly, recently Dean of the Law School ofLouisiana University. It may therefore be worth while to propose to Little-Brown toincorporate the Ferri book as one of the series.

As to financing, I have no doubt that one of these houses would be willing toundertake the financing. I would think likely that a share of 10% to the translator and5% to the Continental author would be a fair and practical proposal, or perhaps a lumpsum of $300 to $500 per volume for the translator, with 5% to the author.

As to the translator, doubtless the Chairman of this Committee has an amplesource upon which to draw. Nevertheless I suggest that since his staff is composedmainly of lawyers, we might venture to discuss [?] the matter among the younger menin the Universities in the department of Sociology, etc.; because for the majority of thebooks arranged [cancelado] a legal vocabulary would not be necessary.

As to the detail of translation, there is at least one thing which your Committeecould and ought to do for the translator, and that is to agree upon a uniform scheme

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of vocabulary for inserting technical words likely to recur such as Paine, Verbrechen,etc.

Trusting that these reflections will not seem impertinent, I amYours truly,John H. WigmorePresident

Resolution B:

« Whereas, it is exceedingly desirable that important treatises on Criminology inforeign languages be made readily accessible in the English Language.

Resolved that the President appoint a committee of five with power to select suchtreatises as in their judgement should be translated and to arrange for their publication,without expense to the Institute ».

Copy of this letter is sent to each member of the Committee

12.

1909, agosto 19. Graz.(Wigmore Papers, box 204, folder 1)

Hans Gross agradece a Wigmore varios envıos y propone fechas para su viaje aChicago. Alude tambien al proyecto de traducir la ‘Kriminal Psychologie’, oponiendose a laposible amputacion del texto; finalmente, envıa en nota adjunta el plan de sus lecciones.

Dear Professor Wigmore,with the best thanks for Your aimable letter and the bulletin, I take the liberty of

answering the single questions, as follows.With reference to the time, I agree with pleasure to Your proposal, selecting

february or march. It is suitable to the vacations between the first ad the secondsemester, and except that, it is also the better time for travelling to and in America.

Also to the translation of my « Kriminalpsychology » [sic] I agree with greatpleasure and would I only beg, that, if possible, if You undertake this large labour,nothing should be shortened; I am shure [sic], that the whole work would lose very muchon value, especially on perspicacity, if it would be abriged. It isn’t a condition, but Iwould be glad, if this desire could be performed.

If the translator wishes my help in any way, of course I would willingly give it, butI am afraid, that it couldn’t be possible in request as every answer would require a monthof time.

What belongs to the subject of the lectures, I send You a list of the topics, as Ithink, that it would suit. You and our proposal; I hope, You will be kind enough to tellme withal, if You agree to the topics. The most of them are ready, but only in german.

Important to me is also the question about the lectures at the other universities andif it would be possible to form a straight programm [sic], how I have to absolve it; ofcourse it would not be possible to fix such a programm during the vacation but — Youunderstand, that it is very important to me to know what form the question of thisprogramm would take.

With many regardsYours very sincerelyH. GrossGraz 19/ 8 09

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Introductory discourse

1. The nature of crimethe historical moment[the] psychological [moment][the] physical [moment][the] logical [moment]

2. The fundaments of modern Crim. lawthe question of free willthe transvalueation [sic] of the values (the new values)the importance of Crim. AnthropologieA principel in the Crim. lawThe crime as a pathological phenom.[The crime as a] socialpolitical [phenomena]

3. Degeneration and Crim. law

4. The matters of fact of the crime(certain chapters according to my Krim. Investigation)

5. Crim. Psychologie(certain chapters according to my « Crim. Psych ». with new matters)

6. « Criminal institutes »(lectures about matters of the ‘criminalistic’, crim. museums, ‘library’, publications

and a ‘crim. station’).

13.

1909, septiembre 10(Wigmore Papers, box 204, folder 1)

John H. Wigmore escribe nuevamente a William W. Smithers, presidente del comitede traducciones, con una propuesta de seleccion de originales para la ‘Modern CriminalScience Series’.

W. W. Smithers, Esq.Philadelphia, Pennsylvania

Dear Mr. Chairman:-As the work of translating any foreign book will take a considerable time, I beg to

make some suggestions as to the books to be selected. Several considerations or aspectsought to be conceded in the final selection, if possible.

(1) The three principal countries, France, Italy and Germany, and if possible, thecountries next in importance, Spain and Netherlands, should have a representativeauthor on the list.

(2) The works selected should be reference books which make a distinct contri-bution of permanent value to the theory of the subject, with the addition, however, ofone or two books summarizing all the literature to date, and thus serving as hand-bookfor teacher and students.

(3) The various aspects of the criminology emphasized differently by differentinvestigators should be represented, if possible. This moans that seven or eight aspectshave a claim upon us:

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the Anthropological (such as #1)the sociological (such as #2)the psychological (such as #3)the statistical (such as #5 and #9)the ethico-metaphisycal (such as #8)the economic (such as #10)the juristic (such as #7 and the Germans Binding and Liszt)and the historic (such as #11)and books summarizing all theories to date and bibliographies are represented by

#6 and #10.Of all these (1), I dare say, we can plan at present for not more than five or six. I

propose that all of our Committee mark the annexed list with their first choice of five,six, or seven, and that the votes be then collected and considered. It is very importantthat they make their selection shortly. If, while we are making this selection, we could atleast agree upon translating #4 (Gross on Criminal Psychology) it would particularlyuseful; for the reason that we are planning to invite Professor Gross to make a tour inthis country next Spring, and if the translation of this book is ready then, both book andlectures would help each other. Would it be possible to agree upon this book? I may addthat the Ferri book is already being translated. I also suggest that the proposition bemade to some publisher to take these in a series; this would make it easier for him todispose of them on the market. With a view to finding the possibilities in that reference,I corresponded with Little, Brown & Company, and I have from them an offer toconsider such a series at an arrangement of 5% fot the author and 5% for the translator,or some equivalent arrangement.

Hoping that will rush this matter rapidly, so that we can find the translators and setthem to work, I am

Yours sincerely

(1) La nota se acompana de una lista, con copia, de obras de posible traduccion,con casillas anejas para registrar la votacion de cada miembro del comite; allı compruebola presencia del sociologo Maurice Parmelee, probablemente sumado al board deeditores — mas o menos de facto — ante la escasa actividad de Roscoe Pound y EnrstFreund. La lista incluye, por este mismo orden (el orden en que los menciona la cartatranscrita): 1) LOMBROSO, C. L’Uomo delinquente, 5a ed., 4 vols., 1897. Le Crime, causeset remedes, 1 vol., 1899.- 2) FERRI, E. La sociologie criminelle, 3a ed., 1905.- 3) GAROFALO,R. Criminologia, 1890 (4a ed. francesa, 1895).- 4) GROSS, H. Handbuch fur Untersuchun-gensrichter, 4a ed. 1904 (Eng. trans. Criminal Investigation, 1907); Criminal-pysichologie,2a ed. 1905.- 5) ASCHAFFENBURG, G. Das Verbrechen und ihre Bekampfung, 2a ed. 1906.-6) QUIROu S, B. de [sic], Las nuevas teorıas de la criminalidad, 2a ed. 1908.- 7) SALEILLES, R.L’individualisation de la peine, 2a ed. 1908.- 8) TARDE, G. La philosophie penale. 4a ed.1903.- 9) KAN, J. van. Les causes economiques de la criminalite. Paris, 1903.- 10) BONGER,W. A. Criminalite et conditions economiques. Amsterdam, 1905.- 11) VARGHA, J. DieAbschaffung der Strafknechtschaft. 2 vols., Graz, 1896.

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14.

1909, diciembre 28. Chicago(Wigmore Papers, box 204, folder 1)

Wigmore traslada a Smithers, presidente del comite de traducciones, el borrador delprefacio general de la serie, con otras sugerencias sobre la edicion de los textos. Le ruegaademas que realice un prologo al libro de Bernaldo de Quiros.

W. W. Smithers, Esq.Land Title building, Philadelphia

Dear Mr. Smithers:-I send herewith a draft of the general preface or introduction for the books in our

series on criminology. My suggestion is that each book be preceded by the necessarymaterial to give the reader a correct understanding of its place in the whole series, andof the object of the series, and of the significance of the particular author; such materialsare often lacking in translations. There would thus be three documents: (1) a generalintroduction to the series, uniform for all the books, and signed by the committee; (2)a special preface fot the particular book by a specialist in the field, giving the orientationof that book and that author, and introducing him to the American public; (3) andAmerican preface, short, by the author himself, for the American edition. In pursuanceof this plan I want to ask you if you will consent to write the preface to De Quiros’sMODERN THEORIES OF CRIMINOLOGY. As you know, the plan as thus far worked out by theCommittee, has started three books, — i.e. Ferri’s CRIMINAL SOCIOLOGY, Gross’s CRIMINAL

PSYCHOLOGY and De Quiros’s book. The translation of Ferri is already well under way,but I do not know whether it will be finished by June. The translation of Gross will befinished in January and it must begin printing inmediately. The translation of De Quiros,in my opinion, should be hastened, so as to be ready by June, because that book givesa survey of all the modern authors, and enables one to find something out about theplace of every one of them; it is, therefore, the very best introduction or hand-book. Ifthis and the Gross come out about the same time we shall be beautifully started. Then,the Ferri will come next: and I should think that the Saleilles ought to follow; this wouldrepresent Germany, Italy and France, and wouls also give the psychological andsociological and the semi-legal aspects, and would thus be properly variegated, so as notto cumulate material of the same sort together. Now, you as chairman of the committee,and as one of the first and foremost exponents of modern criminology, are destined tobe the writer of the preface to De Quiros. The preface ought to be ready by June 1 orearlier. I confess that I cannot put my hand on any data about him, but I will look insome of the recent numbers of criminology journals and find some material. I havealready written to him at Madrid, to ask his consent to the translation, and when I hearfrom him I could doubtless get the biographical data also. I could find no informationregarding him on the Minerva year-book, and he is therefore presumably not connectedwith any University. The general preface is perhaps not the kind of thing that you wouldagree to. If so, please write another. I have an idea, though, that it must have a missionarytone. My idea would be that on the fly leaf of the book, opposite the title page, shouldbe a list of the books now under translation, and of those which are provisionallyselected by the committee. This would excite interest and lead to expectation.

Yours sincerely,

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15.

1910, marzo 7. Turın.(Wigmore Papers, box 204, folder 20)

Gina Lombroso-Ferrero propone ciertas condiciones para autorizar la traduccion delas obras de su padre, el criminologo Cesare Lombroso (2).

7 Mars. 1910Via Legnano 96Torino (Italia)

Cher Mr.J’ai recu votre lettre du 24 Fevrier, a la quelle je m’empresse de repondre tout de suite.Le volume francais de mon pere, « Crime, causes et remedes », est la traduction

francaise du troisieme volume de « L’Uomo delinquente » derniere edition italienne,dont une edition parue justement comme sous titre « Cause e rimedi ».

Le volume francais etant quelque peu reduit et posterieure a la edition italienneserait pourtant preferable pour une traduction a l’edition italienne.

Mon mari et moi qui avons ete charge par le testament de mon pere de nousoccuper de ces editions nous serions tres disposes a conceder les droits de traductionsaux conditions proposes.

Seulement nous vous faisons remarquer, que ce volume ne contient qu’une partiede la theorie de mon pere, c’est a dire l’etude des causes naturelles et sociales du crimeet les remedes juridiques et penales, qu’ il n’est en somme que le troisieme volume de sonoeuvre, non un oeuvre a part.

Or nous craignons que publie seul ce livre pourrait egarer beaucoups de lecteursqui le prendraient pour toute la theorie, d’autant plus que les deux premiers volumes nesont meme pas traduits en anglais.

Pourquoi donc ne pas publier les trois volumes de l’Uomo delinquente, ou ce quivaudrait mieux encore les deux volumes francais de l’Homme Criminel et le Crime.Causes et remedes qui en est le troisieme, qui ont deja etes reduits par mon pere a desproportions moindres et plus faciles?

Vous donneriez au public Americain et anglais l’oeuvre monumentale de laCriminologie moderne dont les autres que vous alle publier ne sont plus au moins quede derivations.

Dans le cas ou vous seriez decide a ne traduire que ce volume il faudrait le fairpreceder d’une introduction resumant les deux premiers volumes et avertissam tresclairement le lecteur que le livre qu’ il a sous les yeux est un troisieme volume, non unoeuvre a part. Je serai dispose a la fair, ou a la fair fair par le Prof. Carrara mon beau frerequi a ete longtemps aide de mon pere, mais j’ai peur que ca ne puisse amener a descomplications car je dois publier cette annee meme chez Putname le resume de l’UomoDelinquente qui a cette heur doit etre deja sous presse ou sous revision. Je ne pourraipourtant rien fair ou fair fair sans le consentement de Mr Putname editeur de lareduction, don’t le resume se serait plus au moins forcement un duplicatum

Voudriez vous pourtant reflechir sur cette question et me repondre? Nousattendons a signer le contrat d’avoir votre decision definitive.

En vous priant cher monsieur d’agreer l’assurance de mes sentiments les plusdistingues croyez moi

Votre devoueeGina Lombroso Ferrero

(2) Respeto la expresion, frecuentemente incorrecta aunque siempre comprensi-ble, del aproximativo frances de Gina Lombroso.

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16.

1910, abril 19. Chicago.(Wigmore Papers, box 294, folder 20)

John H. Wigmore explica las razones de la seleccion del volumen de Lombroso quequiere hacer traducir, solicita la pertinente autorizacion y hace votos por la futurapublicacion ıntegra de la obra lombrosiana en ingles.

19 April 1910

Illma Signa Gina Lombroso FerreroTorino, Italy

Dear Madame Ferrero:-I received with satisfaction your letter of March 8. I will explain that we were very

anxious to plan for translating completely Professor Lombroso’s entire book. But nopublisher in this country would undertake it at present. Possibly later we could hope tosee it done. In the meantime, it was impossible that we should ignore him in making upour list of translations. We, therefore, selected this short woulume, which would at leastgive an opportunity to read some of his latest views in his own words. We shall threforeaccept with gratitude your consent to the translation of this third volume; hoping that atsome later date we can pursuade the publishers to undertake the whole.

Will you, therefore, fill out the documents of consent accordingly? As to thepreface, we can arrange for it ourselves, instead of asking you to do it. We are anxiousthat the book by Professor Lombroso should come out promptly next year. Already theseries has three books in press, or almost ready, as you will see by the circular I sendherewith. This circular was printed before the death of your lamented father.

It certainly makes reflections of great emotion, when I think that within two years,after enjoying the privilege of your hospitality, I am now endeavoring to give widecirculation to the doctrines and books of your lamented father. I thank you particularlyfor your kind interest in our enterprise, and I beg that you will present our regards toyour distinguished husband, and will accept my assurances of the most sincere devotionand gratutude for your courtesy to

Yours faithfullyJHW

17.

1910, mayo 10. Turın.(Wigmore Papers, box 204, folder 20)

Gina Lombroso expone a Wigmore sus dudas sobre la traduccion parcial de la obrapaterna, autorizando sin embargo la de los dos primeros tomos de L’Uomo delinquente,que ella y su esposo se encargaran de resumir.

Via Legnano 26Torino

Cher Monsieur,J’ai recu votre lettre, et j’ai recu aussi le « Report of Committee on translation of

American Institute of Criminal Law » que vous avez eu la bonte de m’envoyer. Mais

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apres avoir longuement medite votre lettre et votre relation je ne peux vraiment medecider a vous donner l’autorisation de traduire le livre de mon pere « Crime. Causes etremedes » qui comme je vous ai deja dit n’est que le troisieme volume du livre« L’Homme Criminel » de mon pere.

Je comprends tres bien les raisons editoriales que vous me donnez — mais nepouvant traduire qu’un volume d’un oeuvre bien plus logiquement on doit traduire lepremier et non le dernier.

Je vous donne pourtant l’autorisation de traduire les deux premiers volumes del’oeuvre de mon pere que nous nous chargerions de reduire a un seul volume de 650pages, soit sur l’edition italienne que sur l’edition francaise.

Vous qui connaissez si bien l’oeuvre de mon pere vous ne pourrez pas ne pas medonner raison. La traduction de ce troisieme volume isole serait deja grave si elle sortaitdes mains d’un editeru quelconque, mais plus grave encore sortant du « Committee ontranslation of American Institute etc. » qui a pour but « to circulate the study of modrncriminal science as a pressing duty » et qui a deja publie ou doit publier des livres detoutes les ecoles de criminologie de l’Europe — car ce livre passerait aux yeux du publiccomme contenant tout a fait la theorie de mon pere — malgre qu’ il n’en soit au contrairqu’un complement. J’espere que ous accepterez cette modification.

Croyez moi cher MonsieurVotre devoueeGina Lombroso Ferrero10 Maggio 910

18.

1910, noviembre 11. Turın.(Wigmore Papers, box 204, folder 20)

Gina Lombroso Ferrero solicita a Wigmore nueva copia del contrato de traduccion,que dice hacer extraviado; le pide ademas cincuenta paginas para incluir en el libro labibliografıa lombrosiana y un resumen del contenido del Archivio di Psichiatria.

11 Novembre 1910Via Legnano 26Torino

Cher Mr.,Votre derniere lettre avec le contrat relatif a la publication du « Crime. Causes et

remedes » de mon pere m’est arrivee il y a quinze jours — juste au moment ou j’etais entrain de partir pour Florence. J’ai signe le contrat et apres je ne me rappelle plus si je l’aienvoye ou non — Le fait est qu’ au retour je n’ai plus pu trouver trace ni de la lettre nidu contrat ni de la copie du contrat, pourtant je vous ecrie pour vous prier mille fois dem’en excuser du retard… et de m’envoyer encore un autre contrat.

Je profite de l’occasion pour vous demander de publier dans le meme volume laliste des oeuvres de mon pere e le resume des index de l’Archivio di Psichiatria de monpere qui contient surement les plus precieuse documents de toutes l’ecole anthropolo-gique fondee par mon pere. Comme l’Archivio est arrive a sa XXXI annee il me faudraitpour cela une cinquantaine de pages que vous devriez fair traduir de l’Italien — et quiservira a quiconque voulait etudier l’anthropologie criminelle pour connaitre sonhistoire. Je vous prierai aussi de annoncer dans la cuverture du livre le resume que j’aifait des trois volumes de mon pere — et qui va paraıtre prochainement chez Putnam avec

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le totre The Criminal Man according Cesare Lombroso, summarized by his daughterGina Lombroso Ferrero ».

Vous remerciant de tout croyez moi Mr. le ProfesseurVotre devoueeGino Lombroso Ferrero

Permettez moi — apres la lettre d’affair de vous ecrire deux mots amicales pourvous demander a Mme. Wigmore et a vous le pourquoi vous etes partis d’Italie sans nousfaire la visite que vous nous avez promise et pour envoyer a vous et a Mme. Wigmoreles souvenirs plus reconnaissant pour la touchante amitie dont vous nous avez donnezmaintes preuves.

19.

1910, diciembre 3. Chicago.(Wigmore Papers, box 204, folder 20)

John H. Wigmore agradece la carta anterior, avisa que el manuscrito de Lombrosoobra en poder del impresor y que por tanto es poco probable realizar las adicionessolicitadas.

3 December 1910

Madame Gina Lombroso-FerreroTorino, Italy

Dear Madame Ferrero,I thank you for your very kind letter of November 11. I send herewith a copy of

the contract, which is the same that made the other authors.The MS has already been sent to the printer, and I am afraid that it will not be

possible now to make the additions which you request. A preface has given a full accountof the life of your father, and of his principal works. I will find out from the publisherswhether it can be done.

I thank you very much for your kind expressions of regret that we were unable toturn aside to make a visit at Turin. It was impossible for us to do so, or otherwise weshould have taken the opportunity to exercise the privilege which you so kindlyextended to us.

With sincere regard, and with the expressions of esteem and admiration for yourdistinguished husband, I am

Yours faithfullyJHW

20.

1910, diciembre 27. Turın.(Wigmore Papers, box 204, folder 20)

Gina Lombroso transmite a Wigmore la gran contrariedad que le ha producido lacarta del 3 de diciembre y exige la inclusion en la edicion americana de las piezas que antesha sugerido y ahora incluye junto a su respuesta.

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27 Dec. 910Via Leganano 26Torino

Cher Mr.Votre lettre m’a beaucoups etonne. Vous m’envoye avec la lettre le contrat dans lequel

je dois m’engager a fournir une preface et une bibliographie — et vous m’ecrivez en memetemps que le livre est pret — que la preface est prete — et que vous tacherez de voir sion pourra ajouter quelque chose. Tout cela est evidemment contrair au texte du traite.

Comme je n’aime pas les chicanes je veux bien passer outre a quelque chose —mais j’exige au moins 1) qu’ elle me soit envoyee et que je puisse y ajouter sous une formeou sous une autre ce que je crois essentiel s’il y manquait, 2) que vous ajoutez enappendix la bibliographie des oeuvres de criminologie de mon pere et l’index del’Archivio (de mon pere — que a ete et continue a etre le journal officiel de la Nouvelleecole) que je vous envoye par le meme courrier. Il est aussi necessaire que dans la prefaceou ailleurs on dise que je vais publier chez l’editeur Putnam le resume des trois volumesde l’oeuvre capitale de mon pere.

J’espere que vous pourrez m’arranger cela et je vous souhaite une fois encore labonne annee.

Gina Lombroso Ferrero

Je vous avertie que dans la bibliographie de mon pere j’ai signe avec une petitecroix en marge les livres d’Anthropologie, et j’ai couvert d’un trait les autres — pourvous epargner la peine de faire vous meme le choix dans une langue etrangere.

21.

1911, febrero 18. Chicago.(Wigmore Papers, box 204, folder 20)

18 February 1911Madame Gene Lombroso Lerrero [sic]Torino, Italy

Dear Madame Ferrero,I am glad to say that the bibliography of your lamented father’s works will be

inserted in our translation of « Crime and ist Causes », which is now in press; also therewill be a mention of your Summary coming out trough Putnam. I trust that this will besatisfactory to you, and I beg to express my thanks for your kindness in forwarding thebibliography, and my hope that on the next occasion of my visit to Italy, I may have thehonor of seeing you, and your learned husbund.

Most sincerelyJHW

22.

1911, marzo 21. Roma(Wigmore Papers, box 204, folder 11)

Raffaele Garofalo acusa recibo de la carta que envio Wigmore a sus editores de Turıny senala ciertas condiciones para aceptar la propuesta de traducir su Criminologia enAmerica.

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Napoli. Largo Garofalo 29(Italie) Rome, le 21 Mars 1911

Monsieur,Je reponds en francais a la lettre que vous m’avez envoyee par le moyen des Freres

Bocca, Editeurs a Turin, n’ayant pas assez d’habitude a ecrire l’anglais pour pouvoir lefaire sans trop de retard.

Ne craignez pas d’abord, en lisant la signature, qu’ elle soit celle d’un revenant (aghost). Il ne m’est pas encore arrive de mourir, comme votre editeur a Boston l’a cru. Jepense que la nouvelle de ma mort a ete repandue, il y a quelques annees, par l’effet d’unehomonymie. Il s’agissait d’un professeur d’histoire ancienne, Francesco Garofalo, qui asuccombe a la suite d’un accident de voiture. Quant a moi, il n’est pas impossible quej’aie encore quelques annees a vivre, et que je puisse avoir ainsi le plaisir de lire latraduction anglaise de ma Criominologie.

En tout cas, je suis tres content de pouvoir vous epargner l’ennui de chercher mesheritiers ou leur representants.

Il faut pourtant preciser dans le contrat, que la traduction doit etre faite unique-ment sur la 5e edition francaise (Felix Alcan, Editeur, 1905, Paris, 108 Boulevard St.Germain), parce que mon ouvrage a eteetentierement refondu dans cette edition, et il aete organise d’une maniere tres differente de la 1re et 2e edition italienne; toute la partiestatistique a ete renouvelee, quelques chapıtres ont ete ajoutes, et d’autres, supprimes.D’ailleurs, c’est moi-meme qui ai fait cette traduction francaise de mon livre.

Je ne peux pas m’engager a vous fournir une nouvelle preface, mais seulementquelques notes biographiques et quelques lignes d’avant propos.

Quant aux droit qui me seraient assures par votre editeur, j’accepte qu’il soientregles sur la base du 5%, mais je desire que la somme qui me reviendrait me soit envoyedans le meme mois de la publication de l’ouvrage.

Je desire encore en avoir cinq exemplaires gratis.Si vous aurez la bonte de m’assurer que vous acceptez ces conditions, je vous

renverrai le contrat signe par moi.

Veuillez m’ecrire a l’adresse suivante:Rome (Italie)Senato del Regno.Veuillez agreer, Monsieur, l’assurance de ma haute consideration.Raffaele Garofalo.

23.

1911, abril 20. Chicago.(Wigmore Papers, box 204, folder 11)

Wigmore contesta a Garofalo, le agradece su disposicion y le senala las condicioneseconomicas del contrato, segun los terminos sugeridos por el propio autor.

20 April 1911On. Barone Raffaele GarofaloRome, Italy

Dear Barone Garofalo,I am very grateful for your kind letter of 21 March, and am glad to hear that you

have forgiven me my absurd error in regard to yourself.It is also pleasant to learn that you are ready to consent to our undertaking and to

permit the translation of your work. I have already notified the translator that he is tofollow your fifth French edition, (1905) which indeed he was already doing.

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We shall not insist upon an entirely new preface; but we should be very glad tohave a statement to be added to the preface of 1905, so as to exhibit the state of youropinion at this moment as to the progress of your doctrine in public acceptance, and asto any opposing views that may have been advanced. Of course, we should also desirethe bibliographical notes. As to the honorarium, I understand from you that you wouldaccept our proposal of 5% royalty, — but you say that the sum should be paid to youat the time of publication. But, what we mean by royalty is 5% of the annual amountreceived from sales of the book, which 5% would be annually sent to you. If, however,you prefer certain single payment in exchange for all rights, the publishers haveauthorized me to offer you, as we offer others, $100 payable 30 days from the date ofpublication. This is the amount that has been accepted by the other authors. If youshould prefer this arrangement, kindly make the change in the form of contract now inyour hands. Please also insert in the form contract that the publisher will send you fivecopies gratis.

With assurance of my sincere esteem and distinguished consideration, I amYours faithfullyJHW

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